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Donald Winnicott:

El nunca acepto la teoría de la pulsión de muerte.


Piensa que el niño no viene únicamente con pulsiones. Venimos también con tendencias al desarrollo y al
crecimiento, integración.
Los procesos de maduración están determinados por tendencias innatas. Postula una “tendencia hacia el
crecimiento y el desarrollo” que es heredada, que forma parte del bagaje constitucional del individuo. Al
mismo tiempo postula la participación necesaria de los factores ambientales.
El desarrollo es posible gracias a la concurrencia de las tendencias heredadas al desarrollo, por una parte,
en condiciones ambientales que resulten adecuadas a las necesidades del bebé.
Los infantes llegan a ser de modo diferente, según las condiciones sean favorables o desfavorables. Al
mismo tiempo, esas condiciones no determinan el potencial de la criatura. Este es heredado. El potencial
heredado incluye la tendencia al crecimiento y desarrollo.
El término “yo” puede utilizarse para describir la parte de la personalidad humana en crecimiento que en
condiciones adecuadas tiende a integrarse en una unidad. El Yo implica una suma de experiencias.
El estado primario no integrado provee una base para la desintegración. La integración comienza con la
vida.
*Integración: se va a llamar integración del self. El yo es un objeto a construirse.
El bebé al nacer carece de una firme y constante captación de su propia existencia. Carece también de un
sentido de unidad de ser. En su “rudimentario psiquismo” el bebé es capaz de captar “algo” del orden del
“estar vivo”, del “estar siendo”, de “ser algo”. Pero esas impresiones al comienzo, son fugaces.
Cuando hay angustia se produce un estado de “no soy”.
El bebé pasa la mayor parte del tiempo en estado de no conciencia de existir. Hay momentos en los cuales
su necesidad encuentra satisfacción, producto de la asistencia física por parte de la madre.
Ese momento es puntual, es fugaz. El bebé pierde casi inmediatamente esa “conciencia de ser”.
En la vida del niño normal hay periodos en los cuales no le importa ser una serie de fragmentos, siempre y
cuando alguna que otra vez sean reunidos y sienta que es algo.
Carece de la impresión subjetiva de “ser una unidad” y en el tiempo, de continuidad existencial. El bebé
experimenta que “es” sólo en esos momentos puntuales, discontinuos, que carecen entre sí de relación y
en el tiempo.
La madre prefigura el estado integrado de su hijo. La madre sostiene a su bebé.
El estado de integración aparece entonces como resultado, en la subjetividad del bebé, de la conciencia
de existir, ser una unidad y ser en el tiempo, continuidad existencial.
La relajación significa no sentir la necesidad de integrarse, mientras da por sentada la función del yo
auxiliar de la madre.
La integración logra la unidad. Primero aparece el "yo", que incluye "todo lo otro no es yo".
En circunstancias favorables, la piel se convierte en el límite entre el yo y no-yo.
Él bebe no puede estar todo el tiempo integrado, debe poder ir y venir.
Si estaría siempre integrado no podría integrarse el self.
La integración es la relación primaria con la realidad externa. Pero es un paso que nunca acaba de darse y
de quedar consolidado.
*Personalización: Capacidad de habitar el cuerpo propio
*Comprensión: del tiempo y del espacio. Después le va a llamar juicio de realidad.
Venimos con una tendencia a que estas tres cosas las desarrollemos con una capacidad para desarrollar
la sensación de ser uno mismo, la sensación de habitar un cuerpo, y la experiencia de que hay un interior
y un exterior.
Todo eso necesitamos para desarrollar el self. Si no hay caos, aparece un falso Self que oculta el
verdadero Self, que se aviene a las exigencias, que reacciona ante los estímulos, que se libra de las
experiencias instintivas, pero que únicamente estará ganando tiempo.

Es central que no se interrumpa la existencia de la continuidad existencial. El verdadero ser, una


continuidad existencial, se basa, en estado de salud, en el crecimiento del psiquesoma.
Ruptura de la continuidad: reacción del bebe que impide el movimiento benigno. La madre realiza un fallo
abrupto y él bebe no quiere más ponerse en manos de otro. Una parte de su self va a crecer deformado.
Cuando el chiquito se ve irrumpido por grandes cantidades de estímulos y eso se siente como una
catástrofe que interrumpe la continuidad existencial. Esto se puede tolerar ciertas veces.
Pero cuando la madre no es capaz de moderar el estímulo y darle al chico cuando lo puede tolerar,
cuando es una pauta de conducta de la madre, (fallo grosero) se interrumpe la continuidad y el niño
desarrolla defensas.
El pequeño que no haya dispuesto de una persona que recoja sus fragmentos empieza con desventaja su
tarea de autointegración y tal vez no pueda cumplirla.
Gradualmente serán reunidos los fragmentos que llamara madre.
De la no integración, nacen estados que se llamaran disociaciones, que aparecen debido a que la
integración es incompleta o parcial. La disociación es un mecanismo de defensa.
Las reacciones son intentos de establecer el control a través de una acción de “auto - sustento”; es decir:
llevando a cabo la acción que debería haber procurado un medio ambiente adaptativo. El resultado es una
“hipertrofia” de la función mental, al mismo tiempo que una separación de la función con el psique – soma.
Entre los 5 y los 6 meses, se produce un cambio en los niños. Cuando un ser humano siente que es una
persona relacionada con los demás ya ha pasado el estado de desarrollo primitivo.
El niño de 5 meses adquiere capacidad en la medida en que agarra los objetos que ve y se los lleva a la
boca. Adquiere la capacidad para demostrar que comprende que tiene un interior y que las cosas
proceden del exterior. Demuestra que sabe que se ve enriquecido por lo que incorpora y que sabe que
puede librarse de algo cuando ha obtenido lo que de él desea.
Todos estos avances pueden perderse en forma de regresión debido a la angustia.

Desintegrarse significa abandonarse a los impulsos, incontrolados por cuanto actúan por cuenta propia; y
esto evoca ideas de otros impulsos incontrolados dirigidos hacia sí mismo.
No existe la posibilidad de morir, existe la posibilidad de no-ser. Porque para morir tiene que haber un
proceso de desarrollo.
Integración psicosomática: en un comienzo carece de integración psiquesoma.
Algo del orden de la sensación corporal encuentra una rudimentaria expresión en el nivel del psiquismo.
Esto se conoce como elaboración imaginativa de la función somática.
Como “integración psicosomática” denominamos entonces al logro que permite vincular las sensaciones
propias de los procesos del cuerpo con las impresiones subjetivas que se corresponden.
La mente es el resultado de las acciones correctoras de los fallos maternos modulados.
La mente no existe como entidad en el esquema de cosas del individuo, siempre y cuando el psiquesoma
o cuerpo individual haya atravesado satisfactoriamente las etapas de desarrollo más tempranas; la mente
entonces no es más que un caso especial de funcionamiento del psiquesoma.
Está creándose una entidad falsa y una localización falsa.
Los aspectos psíquicos y somáticos de la persona que va desarrollándose se ven envueltos en un proceso
de mutua interrelación. Esta interrelación de la psique con el soma constituye una fase temprana del
desarrollo individual.
Es posible dar dos bases distintas para el funcionamiento mental normal: a) la conversión de un medio
suficiente en un medio perfecto que permita un mínimo de reacción ante los ataques y un máximo de
autodesarrollo natural; b) la catalogación de los ataques para su asimilación en ulteriores etapas del
desarrollo.
El mal medio es malo porque debido al fracaso de la adaptación se convierte en un ataque contra el
psiquesoma, ataque ante el cual el psiquesoma debe reaccionar. Esta reacción turba la continuidad
existencial del nuevo individuo.
Ciertos tipos de fallo materno, especialmente de comportamiento, producen una sobreactividad del
funcionamiento mental. En estado de salud, la mente no usurpa la función del medio, sino que posibilita
una comprensión, y eventual aprovechamiento, de su fallo relativo.
La continuidad existencial del psiquesoma en desarrollo se ve trastornada por las reacciones ante los
ataques del medio ambiente; dicho de otro modo, por los resultados de los fallos de adaptación activa por
parte del medio. No pueden tolerarse los ataques que exijan reacciones excesivas. En el nacimiento es
probable que se produzca una turbación excesiva de la continuidad a causa de las reacciones ante los
ataques, y la actividad mental que estoy describiendo en este momento es aquella que se ocupa de
memorizar exactamente durante el proceso mental.
Lo que necesita el ser humano para que esto se desarrolle es el medio adecuado. Si no encuentra el
medio que lo recepcione, no se va a convertir en ser humano.
El medio adecuado tiene que ser la madre, es el primer vinculo que él bebe tiene con el mundo externo.
Hay unas experiencias que el bebe tiene que no son atribuibles a la pulsión. Va a proponer que el self
puede darse gracias a que se pone en función una diada. El bebe por sí solo no existe, existe a partir de la
diada (madre-niño).
El padre es el medio externo a la díada, él la permite.
Las 3 tendencias anteriores se tienen que poner en relación con las funciones de la madre:
*Sostén: hace referencia no sólo al sostén físico, sino también a un sostén emocional o psicológico. La
madre debe hacer de barrera de defensa contra los estímulos del exterior o el interior del cuerpo del niño.
La función de la madre es importante porque tiene que responder rápidamente y porque debe prefigurar un
estado integrado en el bebe, aunque todavía no lo esté.
Tiene que ver con que la madre pueda sostener al bebe en la intersubjetividad, la posibilidad de que el
bebe este sostenido por alguien. Necesita de una persona especialista en él. Madre buena es la que va a
integrar el bebe.
La función principal del ambiente sostenedor es la reducción a un mínimo de las intrusiones a las que el
infante debe reaccionar, con la consiguiente aniquilación del ser personal.
Al inicio de la vida el niño no sabe que depende de alguien. La madre tiene que proteger al niño de que no
se instale tempranamente el desarrollo de la fantasía. En estas condiciones el niño crea el objeto subjetivo,
que es el objeto creado a partir de su necesidad.
La madre debe sostener la alucinación y enriquecerla con cualidades objetivas. El niño no debe enterarse
que eso no es de él.
Sostiene el objeto subjetivo, lo ilusiona con que él ha creado ese objeto que es el pecho, que aparece
cuando lo necesita. Esto se llama creatividad primaria. Este momento de ilusión es en donde se ubica la
omnipotencia en Winnicott. Esta omnipotencia está desde el principio, pero es gracias al aporte de la
madre, Klein cree que la omnipotencia es propia del niño.
Es el modo como la madre sostiene físicamente a su bebé, pero no sólo eso. Debemos incluir todos
aquellos cuidados comunes que es capaz de prodigar una madre corriente: condiciones de temperatura,
iluminación, atemperación de sonidos, etc.
*Manipulación: tiene que ver con el contacto físico de la mama y el bebe, puede ser parcial, con una
parte, o total, con todo el cuerpo. En la medida que el niño tenga una necesidad la madre va a conectarse
con una parte de él en la medida que lo satisface.
*Mostración objetal: la madre debe mostrarle al niño, de manera paulatina, el mundo. Inclusive a sí
misma. Debe mostrarle que hay un no-yo.
Al demorarse con fallos modulados va a lograr que su hijo evidencie que hay otros objetos externos de los
que él depende. Es un momento de gran sufrimiento para el niño ya que cae su ilusión de ser creador.
Al principio es necesario establecer un contacto sencillo con la realidad externa, mediante las
alucinaciones del niño y lo que el mundo presente, con momentos de ilusión para el niño, en los cuales
cree que las dos cosas son idénticas.
Para que en la mente se produzca esta ilusión es necesario que una persona se tome el trabajo de traerle
al niño el mundo de manera constante y comprensible, y de una manera limitada, adecuada a sus
necesidades. El niño no puede existir solo.
Es la forma como la madre pone en contacto a su bebé con todo aquello que le rodea, incluso con ella
misma. Una adecuada presentación objetal implica generalmente una aproximación dosificada y gradual.
En este sentido, la experiencia de la alimentación es paradigmática. La madre promueve el contacto del
pecho con su bebé en el momento que resulta apropiado, a saber, cuando percibe los signos de búsqueda
en su hijo.
La iniciación de la relación objetal es compleja. Sólo puede producirla la provisión ambiental de la
presentación del objeto, realizada de un modo tal que el bebé cree el objeto.
Si no hay posibilidades de que las tendencias y las funciones se encuentren, encontramos una
deformación del Self.
Lo que la madre hace es identificarse con el bebe. Revive su experiencia de haber sido bebe. Experiencia
ICC. Estamos tratando con un estado muy especial de la madre, que merece el nombre de preocupación
maternal primaria.
En la madre gradualmente se desarrolla y se convierte en un estado de sensibilidad exaltada durante el
embarazo y, especialmente, hacia el final del mismo. Dura unas cuantas semanas y no es fácilmente
recordado por la madre una vez que se ha recobrado.
Este estado organizado, que sería una enfermedad si no fuese por el hecho del embarazo, podría
compararse con un estado de replegamiento. Una mujer debe estar sana tanto para alcanzar este estado
como para recobrarse de él.
Hay muchas mujeres que no pueden alcanzar esta enfermedad normal, o bien lo consiguen con uno de
sus hijos, pero no con los demás.
Cuando una mujer tiene una fuerte identificación masculina se encuentra con que le es muy difícil cumplir
con esta parte de su función materna, y la envidia reprimida del pene deja poco espacio para la
preocupación materna.
La madre que alcanza el estado óptimo aporta un marco en el que la constitución del pequeño empezará a
hacerse evidente, en el que se desplegarán las tendencias hacia el desarrollo y el pequeño podrá
experimentar las sensaciones que son apropiadas a esta fase precoz de la vida.
Si la madre aporta una adaptación suficiente, la vida del pequeño se ve muy poco perturbada por los
ataques. La madre considera a su hijo como “una parte” o una “prolongación” de sí misma. Al no
discriminarlo de sí misma prematuramente, es como posibilita la experiencia de ilusión.
A partir de ahí se va a poder adaptar a las necesidades del bebe.
Madre que desarrolla un estado de devoción al bebe, porque el bebe es su ser supremo. Es a partir de las
necesidades de su bebe. Y va a ser el medio apto para que las tendencias se desarrollen.
Creemos que la madre del bebe es la persona más idónea para el cuidado de este porque es ella quien
puede alcanzar ese estado de especial preocupación maternal. Pero una madre adoptiva o cualquier mujer
que pueda tener esta enfermedad también puede estar en condiciones de producir una adaptación
suficiente. Un medio suficiente en la primera fase permite que el pequeño comience a existir, a tener
experiencia, a constituirse un yo personal, a dominar los instintos, y a enfrentarse con todas las
dificultades inherentes de la vida.
La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente se transforme en uno perfecto,
convierte el fallo de adaptación en un éxito. Lo que libera a la madre de la necesidad de ser casi perfecta
es la comprensión del pequeño.
Si se prolonga demasiado es patológico.
El medio no suficiente o insatisfactorio deforma el desarrollo del pequeño, del mismo modo que existe un
medio bueno suficiente que permite que el niño alcance las apropiadas satisfacciones innatas, así como
las angustias y conflictos.
Los fracasos maternos producen fases de reacción ante los ataques, y estas reacciones interrumpen la
continuidad existencial del pequeño. Cualquier exceso en tales reacciones produce, no la frustración, sino
la amenaza de aniquilamiento.
La base para la instauración del Yo la constituye la suficiencia de la continuidad existencial no interrumpida
por las reacciones ante los ataques. Sólo si la madre se halla sensibilizada podrá ponerse en el lugar del
pequeño y satisfacer sus necesidades.
El fracaso de adaptación materna en la fase más precoz produce la aniquilación del self del pequeño.
En una primera fase, el niño no percibe de ningún modo lo que la madre hace bien, sus fracasos son
percibidos como amenazas a la auto existencia personal.
La construcción precoz del Yo es silenciosa. La primera organización del Yo procede de la experiencia de
amenazas de aniquilación que no conducen a la aniquilación, y con respecto a las cuales hay recuperación
repetidas veces. La confianza en la recuperación lleva a un Yo y a una capacidad del Yo para enfrentarse
con la frustración.
Como resultado del éxito del cuidado materno en el infante se establece una continuidad de ser que
constituye la base de la fuerza del yo, mientras que el resultado de cada fracaso del cuidado materno
consiste en que la continuidad de ser se ve interrumpida por reacciones a las consecuencias de ese
fracaso, con un consiguiente debilitamiento del yo.
La salud, en alguna medida significa desenredar el cuidado materno en algo que entonces llamamos el
infante o los principios de un niño en crecimiento.
El bebe siente unas necesidades instintivas y apremiantes acompañadas de ideas predatorias. La madre
posee el pecho y la facultad de producir leche, y la idea de que le gustaría verse atacada por un bebe
hambriento. Estos dos fenómenos solo establecen una relación mutua cuando la madre y el niño viven y
sienten juntos. La madre debe ser tolerante y comprensiva de manera que produzca una situación que
puede convertirse en el primer lazo entre el pequeño y un objeto externo.
El niño acude al pecho cuando esta excitado y dispuesto a alucinar algo que puede ser atacado. El pezón
real hace su aparición y el pequeño es capaz de sentir que eso es lo que acaba de alucinar. Y la madre
debe seguir dándole este tipo de experiencias.
Hay una relación objetal que al principio es cruel o despiadada. Estos estados crueles de disociación son
comunes en la primera infancia.
El niño normal disfruta de una relación cruel con su madre, esto se manifiesta en juegos que solo ella es
capaz de tolerar. Sin estos, lo único que puede hacer el niño es ocultar un ser cruel al que dará vida en
estado de disociación.
En la fase de sostén el infante se encuentra en una dependencia máxima. La dependencia puede
clasificarse como sigue:
*Dependencia absoluta: el infante no tiene modo alguno de conocer el cuidado materno. La criatura no
tiene el control de lo que está bien y lo que está mal hecho; sólo puede sacar partido o sufrir la
perturbación. Es la etapa de los “objetos subjetivos”.
No hay conocimiento de yo o no yo, él no sabe que está recibiendo cuidados ni es capaz de atribuirle a
algo intencionalidad. (diferencia con Klein). El bebe no fantasea para Winnicott, no tiene esa posibilidad.
La realidad externa tiene que operar de tal forma que el bebe no se entere de nada. Todo lo que recibe
cree que le es propio.
La mamá tiene que proteger al chico de que no se instale muy tempranamente la fantasía.
El chico crea el objeto subjetivo: objeto creado a partir de su necesidad.
*Dependencia relativa: el infante se da cuenta de la necesidad que tiene de los detalles del cuidado
materno y en medida creciente los relaciona con sus impulsos personales.
Este pasaje lo soportan el objeto transicional y los fenómenos transicionales. Aparecen los “objetos
objetivos”.
La gran mayoría de las madres están dotadas para proveer una desadaptación graduada.
El infante empieza de algún modo a percatarse de luz dependencia.
Después de que el infante de algún modo siente necesidad de la madre, aparece la etapa en la que
empieza a comprender que la madre es necesaria.
En este punto, el crecimiento del infante toma la forma de un intercambio continuo entre la realidad interna
y la realidad externa, que se enriquecen recíprocamente.
*Hacia la independencia: el infante desarrolla medios para pasar sin cuidado real. Lo logra gracias a la
acumulación de recuerdos de cuidado, a la proyección de las necesidades personales y a la introyección
de detalles de cuidado con el desarrollo de confianza en el ambiente. Debe añadirse el elemento de la
comprensión intelectual, con sus enormes consecuencias.
Se inaugura junto al Edipo tardío de Freud.
El logro es una autonomía respecto a los objetos externos con dependencia de los objetos internos.
Dependemos siempre de los objetos internos. La independencia no es nunca absoluta. El individuo sano
no queda aislado, sino que se relaciona con el ambiente de un modo tal que puede decirse que él y su
medio son interdependientes. De este modo se desarrolla una verdadera independencia; el niño llega a
una existencia personal satisfactoria mientras participa en los asuntos de la sociedad.
Se prolonga hasta el final de la vida.
Las tres etapas se conciben en una línea cuya dirección define, en un sentido, un “progreso”.
Winnicott define como “regresión” el movimiento inverso al sentido del “progreso”. La Regresión es posible
cada vez que algún factor ambiental afecta a la persona y actualiza sus necesidades de recibir algunas
atenciones y cuidados especiales.
La omnipotencia está desde un principio, pero es gracias a la madre que el niño mantiene la ilusión.
No desaparece de un momento a otro, sino que va disminuyendo en conjunto con la aparición de los
objetos transicionales. El niño se aferra a estos y le sirven de soporte.
Al principio debe sentir que él es el creador del mundo, no tiene que percibir a su madre.
Sus necesidades deben ser satisfechas automáticamente.
La madre ofrece al bebé la oportunidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él. Por así
decirlo, parece encontrarse bajo su dominio mágico. La tarea posterior de la madre consiste en
desilusionar al bebé en forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes
oportunidades de ilusión.
La creatividad primaria es un acto de creación capaz de promover una impresión subjetiva de enorme
capacidad, de enorme poder, que Winnicott ha denominado “experiencia de omnipotencia”.
En un comienzo el bebé debe poder experimentar la omnipotencia que supone experimentar la ilusión de
concebir el objeto como algo creado por él, aunque desde el punto de vista del observador el objeto es un
objeto hallado gracias a la adecuada asistencia de la madre.
Cuando comienza a disminuir la omnipotencia comienzan a aparecer los objetos transicionales. Es un
objeto que está entre el objeto subjetivo y el objeto objetivo. Le va a hacer de soporte para lograr el juicio
de realidad.
Debe ser un objeto manipulable para el niño porque la omnipotencia abarcaba todo, ahora, al reducirse,
pasa a una omnipotencia por manipulación, por medio de esta manipulación se conserva algo de la
omnipotencia, lo debe elegir él.
Este objeto es muy importante, no se lo puede quitar, ni lavar. Debe ser suave que debe parecer que
irradia calor o representa vitalidad porque debe asemejarse al pecho de la madre.
Es un objeto que está a mitad de camino.
El objeto transicional permite el pasaje al juicio de realidad y a la etapa de dependencia relativa, también a
soportar el dolor de no ser omnipotente.
Este objeto no se duela, va desapareciendo de a poco.
Zona transicional: no se discute si proviene de afuera o adentro.
El objeto funciona en calidad de sedante, el niño lo ocupa cuando está inquieto o molesto, le permite
tolerar esto.
Introduzco los términos "objetos transicionales" y "fenómenos transicionales" para designar la zona
intermedia de experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera relación de
objeto, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha introyectado, entre el
desconocimiento primario de la deuda y el reconocimiento de ésta.
Existe un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad, y su
creciente capacidad para ello. Estudio la sustancia de la ilusión, lo que se permite al niño y lo que en la
vida adulta es inherente del arte y la religión, pero que se convierte en el sello de la locura cuando un
adulto exige demasiado de la credulidad de los demás cuando los obliga a aceptar una ilusión que no les
es propia.
Llega a adquirir una importancia vital para el bebé en el momento de disponerse a dormir, y que es una
defensa contra la ansiedad, en especial contra la de tipo depresivo. Puede que el niño haya encontrado
algún objeto blando, o de otra clase, y lo use, y entonces se convierte en lo que yo llamo objeto
transicional.
Empieza a aparecer desde los cuatro a seis meses hasta los ocho a doce.
No es un “objeto subjetivo”, ya que implica una posesión “no - yo”, pero tampoco alcanza a ser un “objeto
objetivo”.
No existe una diferencia apreciable entre los varones y las niñas, en su uso de la primera posesión "no-
yo", que yo denomino objeto transicional.
Es frecuente que el nombre que da a esos primeros objetos tenga importancia, y por lo general contiene
en parte una palabra empleada por los adultos. A veces no existe un objeto transicional aparte de la madre
misma.
Resumen de cualidades especiales de la relación:
1. El bebé adquiere derechos sobre el objeto, y nosotros los aceptamos. Pero desde el comienzo existe
como característica cierta anulación de la omnipotencia.
2. El objeto es acunado con afecto, y al mismo tiempo amado y mutilado con excitación.
3. Nunca debe cambiar, a menos de que lo cambie el propio bebé.
4. Tiene que sobrevivir al amor instintivo, así como al odio, y si se trata de una característica, a la agresión
pura.
5. Pero al bebé debe parecerle que irradia calor, o que se mueve, o que posee cierta textura, o que hace
algo que parece demostrar que posee una vitalidad o una realidad propias.
6. Proviene de afuera desde nuestro punto de vista, pero no para el bebé. Tampoco viene de adentro; no
es una alucinación.
7. Se permite que su destino sufra una descarga gradual. de modo que a lo largo de los años queda, no
tanto olvidado como relegado al limbo. Quiero decir con esto que en un estado de buena salud el objeto
transicional no "entra", ni es forzoso que el sentimiento relacionado con él sea reprimido. No se lo olvida ni
se lo llora. Pierde significación, y ello porque los fenómenos transicionales se han vuelto difusos, se han
extendido a todo el territorio intermedio entre la "realidad psíquica interna" y "el mundo exterior tal como lo
perciben dos personas en común", a todo el campo cultural.
1. El objeto transicional representa el pecho materno, o el objeto de la primera relación.
2. Es anterior a la prueba de la realidad establecida.
3. En relación con el objeto transicional el bebé pasa del dominio omnipotente al dominio por
manipulación.
4. A la larga el objeto transicional puede convertirse en un objeto fetiche y por lo tanto persistir como una
característica de la vida sexual adulta.
5. A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto transicional puede representar las heces.
El objeto transicional no es un objeto interno; es una posesión. Pero tampoco es un objeto exterior.
Los fenómenos transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene
sentido para el ser humano la idea de una relación con un objeto que otros perciben como exterior a ese
ser.
Cuando su adaptación a las necesidades del bebé es lo bastante buena, produce en este la ilusión de que
existe una realidad exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. Hay una superposición entre
lo que la madre proporciona y lo que el bebé puede concebir al respecto.
En la infancia la zona intermedia es necesaria para la iniciación de una relación entre el niño y el mundo, y
la posibilita una crianza lo bastante buena en la primera fase crítica. Para todo ello es esencial la
continuidad del ambiente emocional exterior y de determinados elementos del medio físico, tales como el o
los objetos transicionales.
La primera posesión se vincula en el tiempo con los fenómenos autoeróticos y la succión del puño y del
pulgar, y más adelante con el primer animal o muñeca blandos y con los juguetes duros. Tiene
vinculaciones con el objeto exterior y con los objetos internos, pero es distinta de ellos.
Los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la base de
iniciación de la experiencia. Esa primera etapa del desarrollo es posibilitada por la capacidad especial de
la madre para adaptarse a las necesidades de su hijo, con lo cual le permite forjarse la ilusión de que lo
que él cree existe en la realidad.
Es claro que lo transicional no es el objeto. Este representa la transición del bebé, de un estado en que se
encuentra fusionado a la madre a uno de relación con ella como algo exterior y separado.
Winnicott sugiere que, al momento de nacer, el bebé se halla dotado de un vigor o fuerza vital cuya
expresión es observable en los movimientos y también, particularmente, en el acto de succión.
Winnicott postula en esas etapas iniciales la coincidencia de dos tendencias que actuarían de consumo: la
tendencia libidinal y la tendencia agresiva.
Winnicott postula una moción “agresiva” desde un comienzo, pero no dotada de intencionalidad
destructiva.
Le da importancia a la fusión de las pulsiones. Fusión entre la motilidad del organismo vivo y lo libidinal.
Con anterioridad a la integración de la personalidad existe ya la agresión. En su origen la agresividad es
casi sinónima de actividad.
La principal fuente de la agresión es la experiencia instintiva. La agresión forma parte de la expresión
primitiva del amor.
El erotismo oral reúne una serie de elementos agresivos y en la salud es el amor oral el que sobrelleva la
base de la mayor parte de la agresividad real.
Hay 3 etapas de organización de la agresión:
*Precrueldad o preinquietud: no hay miramiento sobre el objeto. Doble dependencia. El bebe no es
capaz de experimentar claramente impulsos hostiles disociados del amor. No está el odio organizado
como diferenciado del amor. Esta el deseo de depredar. Amor cruel. Amor vigor que sale del aspecto
vinculado a la fuerza, a la motilidad del organismo vivo.
La satisfacción libidinal sola es de por si insatisfactoria. Las experiencias libidinales son pobremente
vitales.
El bebé se comporta como un “predador”. Lo acompaña la impresión de “destruir” al objeto. Su hambre
desaparece, y “en medio” de su calma, aparece el objeto. El objeto que se supuso destruido, ahora está
ahí.
Todavía no aprecia el hecho de que lo que destruye cuando esta excitado es la misma cosa que valora en
los intervalos de quietud que se producen entre las excitaciones. Su amor excitado incluye un ataque
imaginario contra el cuerpo de la madre. He aquí la agresión como parte del amor.
Si se pierde la agresión en esta fase del desarrollo emocional, se produce también cierta perdida de la
capacidad de amar, es decir, de relacionarse con los objetos.
La “crueldad” atribuida al bebé en esta etapa implica una posición ajena al punto de vista del bebé.
*Culpa e ira – fase de inquietud: es similar a la PD de Klein. Le preocupa la incidencia que tenga su odio
sobre la mamá o sobre el mismo. El chico es capaz de sentirse lleno de amor o de odio, o de algo. El chico
es una totalidad.
La integración del yo del individuo es suficiente para permitirle apreciar la personalidad de la figura
materna. El individuo se inquieta, se preocupa, por los resultados de su experiencia instintiva, física e
ideacional.
Trae consigo la capacidad de sentirse culpable. Parte de la agresión se manifiesta en forma de aflicción o
culpabilidad o de algún equivalente físico de las mismas.
*Etapa en la que existen relaciones objetales vinculadas al odio: se superpone con la segunda. Sería
lo que Freud entiende como Edipo tardío. La agresión aparece integrada en las relaciones como fenómeno
de rivalidad, de competencia.
Para Winnicott la agresión sería un resultado de que una persona no haya podido integrar en la
experiencia libidinal los aspectos vinculados a la motilidad, la fuerza vital.
Así por un lado va la satisfacción libidinal, y por el otro este aspecto que aparece como una tensión
agresiva.
Las personas que están organizadas así se sienten fútiles, sin peso, sin consistencia.
El bebé, en la experiencia instintiva de la alimentación, en su fantasía, “destruye” al objeto subjetivo,
haciendo posible así a la construcción del objeto objetivo de la realidad llamada “exterior”. Descubre las
dos realidades, la interna que fantasea y la externa, que es diferente.
Antes de este momento no puede haber fantasía, ya que para que haya fantasía tiene que haber dos
realidades. La agresión permite el paso hacia el juicio de realidad.
Las satisfacciones instintivas le hacen sentirse bien y el niño percibe la entrada y salida en sentido tanto
psicológico como físico. Se llena de lo que siente como bueno y esto inicia y mantiene su confianza en sí
mismo y en lo que a el le parece que puede aceptar de la vida. Tiene que tener en cuenta sus ataques de
ira, a consecuencia de los cuales se llena de lo que el percibe como malo, maligno o persecutorio. Estas
cosas o fuerzas malignas, que el siente que están en su interior, constituyen una amenaza dirigida desde
dentro contra su misma persona y contra el bien que forma la base de su confianza en la vida.
Entonces comienza una tarea que durara toda la vida y que consiste en dirigir o controlar su mundo
interior, una tarea que, sin embargo, no puede ser iniciada hasta que el niño este bien alojado en su
cuerpo y sea capaz de diferenciar entre lo que está dentro de el mismo y lo que es externo, así como lo
que es real y lo que es su propia fantasía.

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