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http://www.ramos.utfsm.cl/doc/232/sc/La_vision_del_ojo.pdf
Se dice que los humanos vemos mejor a longitudes de onda amarillo-verde porque hemos
evolucionado bajo un Sol cuyo espectro de cuerpo negro tiene su máximo en la parte verde del
espectro. Sin embargo, el espectro solar en función de la frecuencia tiene su máximo en el
infrarrojo. ¿Por qué el ojo humano no evolucionó para tener su sensibilidad máxima en este
último rango, siendo que el ojo es un eficiente detector de fotones? El misterio puede resolverse si
suponemos que la selección natural actuó de modo de maximizar la energía total detectada por la
retina en un rango de longitudes de onda (cuyos límites máximo y mínimo están determinados por
restricciones biológicas). De este modo se puede demostrar que nuestros ojos están en realidad
perfectamente adaptados para vivir bajo un sol del tipo G2. Extendiendo este razonamiento
podemos hacer conjeturas razonables acerca del tipo de visión que puede haber evolucionado en
otros sistemas planetarios, como por ejemplo, el recientemente descubierto sistema alrededor de
la enana roja Gliese 876.
Los libros de Astronomía nos enseñan que el ojo humano tiene su máxima sensibilidad en el rango
óptico (con su máximo entre 500 y 560 nm) porque ha evolucionado para tomar ventaja del
espectro de cuerpo negro del Sol. Cuando se evalúa en función de la longitud de onda, el máximo
de Wien ocurre a 502 nm, de modo que este argumento aparece lógico a primera vista. La realidad
sin embargo puede ser más complicada que esto, porque el espectro solar evaluado en función de
la frecuencia tiene su máximo a ν≈3,39⋅1014 Hz. Esta frecuencia corresponde a una longitud de
onda de 884 nm. Si el ojo es un eficiente detector cuántico de fotones: ¿no debería haber
evolucionado hacia este último máximo, donde podría recolectar el máximo número de fotones?
¿Por qué entonces somos incapaces de ver en el infrarrojo? Esta pregunta ha sido planteada por
Brecher1 , quien llega a la conclusión de que otros factores (tales como la disponibilidad de
pigmentos adecuados) debió haber jugado un rol más importante que la forma del espectro de la
luz solar en la determinación del máximo de sensibilidad del ojo humano. Aunque muchos factores
complejos, tanto bioquímicos como de otra naturaleza, deben ciertamente haber estado
involucrados, me gustaría interpretar los hechos de otra manera. Supongamos que alguna vez la
naturaleza hubiera experimentado con formas de vida cuya visión estaba finamente sintonizada
para una sensibilidad máxima precisamente en el máximo de Wien. Tales criaturas habrían
sucumbido frente a competidores capaces de funcionar en un amplio rango de condiciones de
iluminación, en vez de tener una agudeza visual limitada a un rango estrecho en torno a un
máximo. En otras palabras, en un medio ambiente complejo y siempre cambiante, la selección
natural habría operado para producir el mejor balance posible entre un máximo de sensibilidad a
una determinada longitud de onda λp, y un rango de longitudes de onda, ∆λ, dentro del cual la
retina fuera capaz de responder. En el caso del ojo humano este rango se extiende
aproximadamente desde 400 nm a 700 nm, de modo que ∆λ ≈ 300 nm. El mejor balance posible
podrá estar influenciado por muchos factores, pero desde el punto de vista de la luz solar,
podemos suponer que la cantidad relevante es la energía total a disposición del ojo. Esta cantidad
no es proporcional al espectro de radiación del cuerpo negro (ni en función de la longitud de onda
ni en función de la frecuencia), sino a su integral respecto a una u otra variable. Si suponemos que
la sensibilidad es aproximadamente simétrica, la integral debe evaluarse desde λ p –∆ λ/2 hasta λ
p+∆ λ/2. Siguiendo este razonamiento, encontraremos que la visión humana, evolucionando bajo
la luz de una estrella G2 tal como el Sol, debería tener un máximo de sensibilidad cerca de λ p
≈560nm, exactamente como se observa en la realidad.
Los bastones son sensibles a niveles muy bajos de iluminación y son los
responsables de nuestra capacidad de ver con poca luz (visión escotópica).
Contienen un pigmento cuyo máximo de sensibilidad se halla en la zona de los 510
nanómetros (o sea, la zona de los verdes). Al pigmento de los bastones, la
rodopsina, se la suele llamar 'púrpura visual', ya que cuando los químicos logran
extraerlo en cantidad suficiente, tienen una apariencia púrpurea.
Los conos son los que proporcionan la visión en color. Hay tres clases de conos.
Cada una de ellos contiene un pigmento fotosensible distinto. Los tres pigmentos
tienen su capacidad máxima de absorción hacia los 430, 530 y 560 nanómetros de
longitud de onda, respectivamente. Por eso se los suele llamar "azules", "verdes" y
"rojos". No es que los conos se llamen así por su pigmentación, sino por el supuesto
'color de la luz' al que tienen una sensibilidad óptima.
Esta terminología es bastante desafortunada, ya que las luces monócromas de 430,
530 y 560 nm. de longitud de onda no causan realmente la percepción de azul,
verde y rojo, sino la de violeta, azul verdoso y amarillo verdoso. Por eso, las
denominaciones conos cortos, conos medios y conos largos (por el tipo de longitud
de onda al que son sensibles comparativamente) es más lógica (las abreviaciones en
inglés son: S-cones (cortos), M-cones (medios) yL-cones (largos)).
Stephen Westland
[© Stephen Westland] Stephen Westland escribió este FAQ para Colourware
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Casi toda la parte trasera de la esfera ocular está recubierta por una capa de células
fotosensibles a la que se denomina colectivamente 'retina'. Esta estructura
retiniana es el núcleo del órgano del sentido de la vista.
La retina traduce la señal luminosa en señales nerviosas. Está formada por tres
capas de células nerviosas. Sorprendentemente, las células fotosensibles (conocidas
como conos(cones) y bastones(rods)) forman la pate trasera de la retina (es decir:
La más alejada de la apertura del ojo). Por eso, la luz debe atravesar antes las otras
dos capas de células para estimular los conos y los bastones.
Las causas e historia evolutiva de este diseño invertido de la retina no se conocen
bien, pero es posible que esa posición de las células fotosensibles en la zona más
posterior de la retina permita que cualquier señal luminosa dispersa sea absorbida
por las células pigmentarias situadas inmediatamente detrás de la retina, ya que
contienen un pigmento oscuro conocido como melanina.
Puede también que estas células con melanina ayuden a restaurar químicamente el
equilibrio del pigmento fotosensible de los conos y bastones cuando éste pierde su
capacidad debido al desgaste causado por la acción de la luz.
Los bastones y conos contienen pigmentos visuales, que son como los demás
pigmentos en el sentido de que absorben la luz dependiendo de la longitud de onda
de ésta. Sin embargo, estos pigmentos visuales tienen la particularidad de que
cuando un pigmento absorbe un fotón de energía luminosa, la forma molecular
cambia y se libera energía.
Stephen Westland
2 comentarios
La visión
Enviado por Cayetano (no verificado) el Mié, 20/05/2015 - 15:34
Saludos,
Me gustaria preguntar, ¿existe una cámara capaz de enfocar, tanto de dia como de noche, al
igual que el ojo del ser humano?
Un cordial abrazo
Responder
Sí y no
Enviado por gusgsm el Jue, 21/05/2015 - 13:13
¿Con igual capacidad de detección óptica en lo bueno y lo malo? Seguro que sí. Tampoco
el ojo humano es tanbueno son en lo que a sensibilidad óptica se refiere. Hoy día
fabricamos sistemas ópticos de mucha mayor resolución y sensibilidad.
http://www.gusgsm.com/funciona_ojo_humano