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Señor Presidente:
Compañeros Delegados:
He estimado que esta Conferencia Económica Internacional tiene el mé-
rito de ser la primera reunión de este carácter que agrega a su interés técnico
un interés humano, preocupando en forma viva a toda la humanidad, a hombres
y mujeres de todas las nacionalidades, razas, ideologías y clases sociales, que ob-
servan nuestras deliberaciones.
Una demostración más de este aserto lo tenemos en el caso de mi país.
A pesar de la gran distancia, Chile se apresuró a enviar una representativa de-
legación que integro, como personero del conjunto de los asalariados: obreros y
empleados.
Por las opiniones que h a n vertido los delegados que me antecedieron ayer
y hoy en el uso de la palabra, puede estimarse que hay asentimiento unánime
para las proposiciones que sobre la materia se consideraron en nuestro grupo de
trabajo y que formuló, en la sesión plenaria de la Conferencia realizada el sá-
bado, el Secretario General de la Federación Sindical Mundial, compañero Louis
Saillant.
Considero inoficioso entrar a hacer un análisis de la situación de Chile,
donde sufrimos hoy una crisis económica que se manifiesta en un agudo pro-
ceso inflacionista, producto de situaciones internas y externas. No es la pre-
sente Conferencia la oportunidad para plantear las justas reivindicaciones de
los empleados y obreros chilenos, que son víctimas de esta crisis. Pero, los obre-
ros y los empleados de Chile estamos profundamente interesados en la obten-
ción de los fines fundamentales de esta Conferencia, ya que ellos lo son tam-
bién para la satisfacción de nuestros anhelos de confraternidad humana.
Apoyo la proposición de que la Conferencia recomiende "la supresión de
las prácticas de discriminación de orden político y de los obstáculos al desarro-
llo económico de los intercambios". Chile es una víctima de tales prácticas, como
se expuso por la delegación chilena ayer en el grupo de trabajo sobre los países
subdesarrollados, al considerar nuestros problemas nacionales del cobre y del
salitre, que constituyen las grandes riquezas del país, hoy controladas y dirigidas
desde el exterior. Por eso, a fin de romper el monopolio actual sobre su comercio,
Chile está interesado en que los intercambios se abran camino en el munc'
y deje de haber para ellos barreras y obstáculos.
Apoyo la proposición de que la Conferencia recomiende "la elaborac
de programas de desarrollo pacífico de la producción y de los intercambios, en
forma de acrecentar el bienestar de la población". Queremos que nuestras ma-
terias primas se dediquen a la paz y no a la guerra. El cobre, que es extraído
por las manos pacíficas de nuestro pueblo, es utilizado en otros países para f a -
bricar medios e instrumentos de destrucción y muerte. Resistimos y rechazamos
ese empleo de nuestro cobre, y nuestra aspiración es que salga ya elaborado de
nuestro país, para lo cual hay en Chile modernas plantas manufactureras. Así
se conseguirá garantizar su empleo para la paz, facilitando a la vez su venta
a todo el mundo sin excepción y, al mismo tiempo, se dará trabajo a los obre-
ros y empleados chilenos y se tonificará nuestra economía. En cuanto al sali-
tre, su venta a las naciones que h a n programado reformas agrarias y moderni-
zan su agricultura les permitirá emplear ese acreditado fertilizante chileno con
óptimos resultados en un objetivo del más elevado interés humano, como es
el aumento de la producción de alimentos en todos los continentes, o sea, un
objetivo específicamente de paz, incrementando a la vez las actividades econó-
micas, la ocupación y el bienestar de la masa asalariada de Chile.
Apoyo la proposición de que la Conferencia recomiende "la disminución
de los gastos militares y la utilización de las sumas invertidas en ellos para el
equipo de instituciones sociales, culturales y otras, destinadas a la elevación del
nivel de vida". En general, en los países latinoamericanos, los presupuestos mi-
litares, sin haber razones valederas, absorben gran parte de las rentas nacionales.
Apoyo la proposición de que la Conferencia recomiende "formular indi-
caciones al Consejo Económico-social de la Organización de las Naciones Unidas
a fin de que éste actúe en el sentido de impulsar los intercambios económicos
y la elevación de los niveles de vida". Por una parte, la trágica situación econó-
mica de tantos países del mundo, y de la cual hemos conocido en este grupo
de trabajo antecedentes dramáticos como los casos de la India e Indonesia, y,
por otra parte, las magníficas posibilidades que ha explorado y puesto en
evidencia la presente Conferencia, el interés de los hombres de negocios por
un amplio e ilimitado intercambio comercial y el respaldo decidido del movi-
miento sindical a esa política demuestran que ya es un deber de la ONU apro-
vechar al servicio de la humanidad los aportes valiosísimos de esta Conferencia.
Apoyo, en nombre de la delegación chilena que presido, la propuesta del
delegado italiano Amaduci, en el sentido de que la Conferencia se dirija a la
ONU para que este organismo estudie las sugerencias y conclusiones de esta
Conferencia, destinadas a ampliar las relaciones económicas y comerciales entre
los países, que dan la posibilidad de elevar el nivel de vida de los pueblos.
Doy término a esta breve exposición, en que más que todo me h a intere-
sado concretar ideas que puedan encontrar una amplia acogida y ser de interés
práctico, reafirmando la fe del pueblo chileno en los resultados del trabajo de
esta Conferencia, que no se caracteriza por el vano verbalismo de otras, sino
por un afán serio de realizaciones.
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"El sistema de restricciones al comercio
internacional repercute de inmediato sobre
el pueblo brasileño/'
Rubens do Amaral
Periodista brasileño
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En los estudios especiales realizados por la Comisión Económica de la N. U.
para América Latina, y analizando la evolución de los mercados internacionales
en lo que concierne a los países latinoamericanos, se demuestra que, en el curso
de los últimos veinte años, los mercados internacionales no absorben la produc-
ción de materias primas de nuestros países, lo que ha determinado una reduc-
ción de los precios de las mercaderías que vendemos, mientras que el precio
de las maquinarias y materias primas que nos son necesarias no ha cesado de
crecer. Si en 1925-29, una tonelada de exportaciones brasileñas valía 100, en 1949
valía 289, mientras que la tonelada de importaciones, que en 1925-29 nos costaba
100, alcanzó en 1949 la cifra de 458. De esta manera, el poder comprador del
Brasil en el extranjero ha descendido, en veinte años, de 100 a 63 debido a esta
anómala situación.
Presentándose así esta evolución desventajosa de nuestras'relaciones co-
merciales, no hemos logrado aumentar el volumen de las exportaciones. En los
puertos brasileños se acumulan enormes stocks de mercaderías. Al mismo tiempo,
los rumores sobre la eventualidad de un conflicto internacional sirven para
justificar que el suministro de maquinarias y materias primas sea rechazado.
Brasil, por la situación que ocupa dentro de la economía mundial, necesita
un saldo favorable en su comercio exterior, a fin de poder pagar los intereses
y dividendos correspondientes a los capitales extranjeros invertidos en el país.
Sin embargo, en 1951, saldamos nuestra balanza comercial con un déficit
de 4 mil millones de cruzeiros, lo que representa más o menos el 12% de nuestras
exportaciones. Este desequilibrio de la balanza comercial exterior nos obliga a
reducir de inmediato las importaciones, lo que es prácticamente irrealizable,
pues el 90% de nuestras importaciones está formado por mercaderías de nece-
sidad vital: petróleo, maquinarias, trigo, etc.
El otro punto débil de nuestra situación en el mercado mundial es el carác-
ter fuertemente concentrado de nuestras exportaciones; cinco productos solamente
constituyen el 80% de las entregas al exterior: café (60%), algodón (10%), cacao
(5%), cueros y pieles (3%), mientras carecemos de mercados para otros artículos
tales como tejidos de algodón, aceites vegetales, tabaco, arroz, maderas y frutas
tropicales.
Es fácil comprender el peligro que significa una concentración tan fuerte
de las exportaciones: las alzas y bajas del precio del café determinan grandes
oscilaciones en la vida de nuestro país y en las condiciones de vida del pueblo
brasileño.
La posibilidad de comerciar con todos los países del mundo es una necesi-
dad imperiosa para la economía de Brasil.
Algunos defienden en Brasil la tesis según la cual los países con sistemas
económicos y políticos diferentes no pueden coexistir en paz ni mantener rela-
ciones comerciales; pero la realidad actual y la historia demuestran lo contrario.
Estados Unidos, Francia e Inglaterra —para no citar más que estos tres países—
sostienen relaciones diplomáticas y económicas con la Unión Soviética y con los
demás países del campo socialista. Aún más, venden a la U. R. S. S. nuestro propio
café. ¿Por qué no comerciamos directamente con la Unión Soviética y los países
de democracia popular? El argumento que se formula para aislar a Brasil de
estos países, además, de causar un perjuicio enorme a nuestros intereses, es
absolutamente ininteligible, sobre todo si se considera que hace algunos años
manteníamos relaciones diplomáticas con layU. R. S. S., a pesar de las diferencias
de regímenes sociales.
Si los países más desarrollados, aquellos que poseen un potencial indus-
s
trial considerable, están siempre buscando nuevos mercados ¿por qué debemos
nosotros permanecer aislados?
Que cada delegación adopte las medidas necesarias para dar a conocer
a su gobierno, parlamento, hombres de negocios y a las respectivas instituciones
especializadas en las cuestiones del comercio exterior, las posibilidades de in-
crementar los intercambios en el mercado internacional, de acuerdo con los
informes obtenidos en esta Conferencia;
Fundar una organización internacional destinada a coordinar las infor-
maciones provenientes de todos los países, la que funcionaría como una institu-
ción de fomento de las relaciones comerciales;
Que esta organización tome nota, desde ahora, de todos los productos
exportables de cada país, como punto de partida para llegar a establecer pro-
posiciones concretas que otorguen consideración preferente al desarrollo indus-
trial de los países exportadores de materias primas industriales.
Estamos convencidos de que, al adentrarnos en la vía de la cooperación
económica internacional, podemos contribuir poderosamente a la consolidación
de la paz mundial, al progreso y bienestar de nuestros pueblos. En mi país, hay
un dicho que expresa: "Los buenos negocios hacen buenos amigos". Seamos pues
buenos amigos, entablando buenas relaciones de negocios. (Aplausos).
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"La cortina de hierro se podría rasgar
mediante vagones de mercaderías proce-
dentes del Este y del Oeste."
Lord Boyd-Orr
GRAN BRETAÑA
Ex Director General de la ONU pa-
ra los •problemas de alimentación
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como la más rica. Algunas especies de productos alimenticios no están racionadas,
pero el poder adquisitivo de la población se ha elevado tanto que todos reciben lo
necesario.
Hoy día, las condiciones son tales, que toda mujer en mi país puede recibir
los medios de subsistencia necesarios para el hijo que va a nacer o que está lac-
tando. Esto es algo completamente nuevo para mi país; una revolución pacífica
que se ha logrado. Las enfermedades debidas a la subalimentación, que afectaban
a más de la mitad de los niños de nuestros centros industriales, h a n desaparecido.
Hemos creado un nuevo servicio nacional de Sanidad que presta gratuita-
mente la mejor atención médica hasta a los enfermos más pobres. Toda persona
que viene a Inglaterra es considerada como un huésped y si se enferma es cui-
dada como un ciudadano inglés.
Señor presidente, es una revolución pacífica que ha sido lograda, pero
lograda no sin luchas.
Me preguntaréis ¿si el país es pobre? ¿de dónde viene el dinero? Las gran-
des fortunas de antes de la guerra se funden, como la nieve bajo los rayos del
sol primaveral.
Esta nueva concepción del comercio, considerado como medio de aumentar
la producción y la repartición de los bienes, gana actualmente a todos los países.
Tomad, por ejemplo, los Estados Unidos; nada impide a ese país seguir la
misma ruta. Ya ha entrado en ese mismo camino. Hemos oído el discurso admi-
rable del señor Vickery. Os pido que lo consideréis como la voz del pueblo de
su país.
Y ¿qué se ha hecho en la URSS? Debo decir que la delegación inglesa estaba
entusiasmadísima. Algunos de nosotros ya habían venido aquí, otros vienen por
primera vez. Pero todos nos hemos sorprendido al constatar con nuestros propios
ojos la prodigiosa elevación del nivel de vida en Moscú.
Tomemos ahora los países poco desarrollados. En el siglo XIX, el comercio
no era más que "comercio". No se preocupaba de las necesidades de la población.
Pero esos países se h a n decidido igualmente a aplicar la nueva concepción del co-
mercio para vivir normalmente.
Al contemplar el mundo contemporáneo, se ve que es una tarea inmensa
la de asegurar a la población todo lo que necesita e impedir la muerte prematura
de dos personas de cada tres.
Uno se pregunta: ¿Es posible ésto? Sí, es posible. Permitidme que me re-
fiera de nuevo a mi país. Durante la guerra, hemos aumentado en un 40% la
producción de productos agrícolas y en un 50% la de artículos manufacturados.
El volumen de la producción ha aumentado en USA y en la URSS. Lo mismo su-
cede en los otros países.
Aprovechando la ciencia moderna, se puede aumentar en el curso de una
generación la riqueza de una nación hasta suprimir enteramente el hambre y
la miseria y proporcionar a la gente todo lo que necesita.
Cada país necesita del comercio internacional. Permitidme que vuelva a
referirme a Inglaterra. Debemos importar siempre el 60% de nuestros productos
alimenticios y materias primas, y encontrar mercados. La ampliación del comercio
internacional es una necesidad vital para mi país. Si no logramos" eso, nos será
difícil elevar el nivel de vida en nuestro Estado. Esta ampliación ¿es necesaria
para los otros países? Sí. ¿Para los Estados Unidos? Sí. América, con su enor-
me máquina de producción, debe obtener mercados exteriores para hacer ' u n -
cionar esa máquina.
Los países poco desarrollados ¿tienen necesidad del comercio exterior?
Quizás más que los otros. En este mundo insensato, todos los países consagran
al rearme sumas considerables y grandes cantidades de materiales y de traba-
jo humano.
¿Qué pasaría, si cesara bruscamente el rearme? Es necesario tener algo
más para que las empresas continúen funcionando. ¿Con qué podemos contar?
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Sólo un aumento rápido de los mercados mundiales asegurará la ocupación plena,
sin ningún rearme.
Estoy particularmente interesado en esta reunión, pues, cuando era director
general de la Organización de las N. U. para las cuestiones del abastecimiento
y de la agricultura, sometí a la consideración de todos los gobiernos un plan de
cooperación internacional tendiente a utilizar los recursos de la ciencia moderna
para aumentar las inmensas riquezas potenciales del globo, comenzando por los
productos alimenticios.
La realización de este plan equivaldría a la ejecución de las promesas ol-
vidadas, expuestas en la Carta del Atlántico que debía suprimir la miseria. Esto
habría asegurado mercados a los productos manufacturados de los países alta-
mente industrializados y estimulado una reanimación de los negocios, doblando
o cuadruplicando el comercio mundial, y ese crecimiento sería permanente, pues
tendría por base un mejoramiento de las condiciones de vida.
Antes de someter ese plan a los gobiernos, cuya mayoría le fué favorable,
lo examiné con muchos hombres de negocios y financieros en Londres y en los
Estados Unidos, tratando de persuadirlos de que sería útil aceptarlo. Un hombre
de negocios americano me dijo: "Es cierto; es necesario aceptarlo, pero los polí-
ticos no lo h a r á n jamás". Tenía razón. El plan no fué aceptado. Pero yo respondí:
"¿Por qué, entonces, no se ponen de acuerdo los hombres de negocios para reali-
zarlo?" Estoy interesado en esta Conferencia porque en ella se h a n reunido los
hombres de negocios que, así lo espero, realizarán ese plan.
Y ahora, por lo que se refiere a las comisiones de trabajo, espero que no
perderemos mucho tiempo en una discusión académica sobre la utilidad del co-
mercio internacional o sobre la necesidad de suprimir las restricciones económicas
y políticas. Veamos lo que se pueda hacer hoy dentro del marco de esas restric-
ciones, por lamentables que sean. Y si podemos, tratemos de aprovechar esta
conferencia para aumentar, aunque sólo sea en parte, el comercio mundial. La
utilidad de esta iniciativa será tan convincente que, así lo esperamos, esas restric-
ciones serán atenuadas.
Estoy particularmente interesado en el comercio entre Este y Oeste. Ha-
ciendo uso de la palabra en mi país, en la época en que se inventó la horrible
expresión "cortina de hierro", dije que se podría rasgar esta cortina mediante
vagones de mercaderías procedentes del Este y vagones de mercaderías proce-
dentes del Oeste. Quizás no lo logremos hoy día; pero si queremos, podremos
romperla abriendo en ella una brecha que se irá agrandando.
Para terminar, quiero decir aquí que tengo conciencia de mi gran respon-
sabilidad al asistir a esta reunión que provoca un vivo interés en todos los países.
Hemos visto las muchedumbres que esperaban a los delegados que llegaban aquí
y que se preguntaban si seríamos capaces de hacer algo. Yo sabía lo que pensaban:
"¿Podrán hacer algo esos hombres?" Son buenas gentes y creedme, vosotros ru-
sos: en todos los países hay gentes semejantes. Y en todos los países esa gente
nos observa.
Quisiera leerles un telegrama que recibí de mi país en la m a ñ a n a de ayer:
"Os deseamos éxito,j así como a todos los delegados. Rogamos a Dios que vuestros
esfuerzos conjugados traigan la prosperidad y la paz. Por las mujeres escocesas".
Es la primera vez que se convoca una Conferencia semejante. Debemos al-
canzar éxito. Os conjuro a ello. No hay que detenerse en las pequeñeces. Es nece-
sario buscar resultados concretos que den lugar al aumento del intercambio
internacional. Si lo logramos, el comercio se extenderá, fomentará la cooperación
de las naciones y hará posible la utilización de la ciencia para el desarrollo de
las riquezas mundiales y no para la destrucción del mundo. Espero que esta Con-
ferencia será un gran acontecimiento histórico y que en el futuro los hombres la
evocarán para declarar: fué el comienzo; allí nos internamos en la ruta de la
creación de una cooperación mundial, de un mundo de amistad y de paz.
"Un hombre de negocios que quiere matar
a sus clientes, necesita una camisa de
fuerza." Oliver Vickery
Destacado hombre de
negocios norteamericano
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naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones", la filosofía económica
de la libre empresa.
El libro de Smith es considerado como la piedra angular del sistema
económico capitalista. Los representantes de numerosos países en esta Reunión
Económica Internacional ven en la teoría de Smith el camino que conduce a
la igualdad económica.
Como realistas que esperan encontrar una respuesta parcial a los pro-
blemas económicos que se nos plantean, miremos frente a frente dos hechos
esenciales: ni Carlos Marx, ni Adam Smith, ni ninguno de sus más eminentes
adeptos se h a n propuesto jamás establecer un sistema económico y social rígido
y dogmático. Lo que les interesaba era la acción de las leyes económicas que
actúan en las condiciones de un sistema social en desarrollo. Los países adhe-
ridos a las ideas del comunismo h a n modificado la filosofía de Carlos Marx
con las importantes adiciones hechas por Lenin, Stalin y Mao Tse Tung. En
cuanto a mí, hombre de negocios americano, confieso francamente que Adam
Smith no reconocería sus principios económicos si viese la manera como son
aplicados actualmente en los EE. UU. Los principios del capitalismo se han
modificado en función de las nuevas necesidades creadas en circunstancias que
cambian constantemente, en- las condiciones del progreso económico.
Sin embargo, nosotros, que representamos a casi 42 naciones, no nos
hemos reunido aquí para disertar sobre teorías económicas abstractas. Debemos
considerar bien de frente este hecho repugnante: cerca de la mitad de la po-
blación del globo, que cuenta 2.300 millones de seres humanos, se acuesta cada
noche sin haber comido lo suficiente para aplacar el hambre. En la República
Socialista Soviética de Ucrania y en Kansas, en EE. UU. de Norteamérica, hay
excedentes de trigo, mientras las gentes se mueren de hambre en la India y
en otras partes del mundo.
Vivimos con el temor de la bomba atómica, aunque sabemos que la des-
integración del átomo podría servir para mejorar las condiciones de vida del
hombre, en lugar de ser un instrumento de muerte. El acero se utiliza en la
producción de artefactos de guerra y no en la fabricación de arados. Se em-
prende una nueva carrera armamentista, que esta vez puede conducir a la
destrucción total de la humanidad.
Antes de continuar, desearía, determinar claramente mi propia posición.
Reconozco el hecho evidente de que ningún sistema económico es impecable.
Entre los Estados, lo «mismo que entre particulares, existen todas las grada-
ciones de la miseria a la riqueza. Pero considero que el sistema de la libre
empresa, que anima y estimula la iniciativa privada, produce y distribuye los
artículos de consumo en forma más equitativa que cualquier otro sistema eco-
nómico. Tal es mi convicción sincera. Sin embargo, esto no significa que yo
obligaría a callarse a todos los que no están de acuerdo conmigo. Mi posición
es semejante a la de Voltaire, que escribía a propósito de Rousseau: "No estoy
de acuerdo con lo que decís; pero defendería hasta la muerte vuestro derecho
de decirlo". Francia fué lo suficientemente grande para contener, apreciar y
comprender las ideas contradictorias de Voltaire y de Rousseau. Es indiscutible
que el mundo actual es bastante grande y cuerdo para contener, ver con simpa-
tía y comprender las concepciones económicas del capitalismo y del comu-
nismo. Y considero que Estados que h a n elegido estos dos sistemas, radicalmente
diferentes, pueden cooperar sobre el plan económico.
Hace dos días, el primer ministro Stalin declaró al mundo entero que
el capitalismo y el comunismo pueden coexistir.
Pero contemplemos los hechos cara a cara. Es inútil engañarse o tratar
de engañar a los otros. En la forma, vivimos en paz. Pero la paz no está en
nuestras almas, puesto que el mundo entero vive actualmente bajo las condiciones
de la economía de guerra. Nosotros, ustedes y yo, gastamos nuestros recursos
económicos en producir artefactos de guerra, de esa guerra que esperamos evitar.
Fabricamos tanques en vez de camiones, cazas a propulsión en vez de aviones
de transporte; cañones en lugar de casas. Vivimos en un clima de terror. En
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América se habla mucho de lo que se llama ls cortina de hierro que, según
afirman, está destinada especialmente a separar Oriente de Occidente, tíi tal
muralla existe réalmente, debemos comprender que, sea de tela o de hierro
debe tener dos caras. Por sí misma, uña cortina no esconde nada, ni nada disimu-
la, ni protege contra nada.
La mayoría de los hombres de negocios norteamericanos, como también
la aplastante mayoría de los norteamericanos de otras profesiones, consideran
una tercera guerra mundial como algo completamente insensato. Saben que la
guerra moderna no sólo destruye la producción y el comercio, sino también que,
en el presente, la guerra tiene por fin la destrucción de poblaciones enteras, la
desaparición de millones y millones de hombres, productores y consumidores,
de todos aquellos para quienes existen la producción y el comercio. En todos
tos países del mundo, cada consumidor es un cliente efectivo o potencial. Un
hombre de negocios que quiere matar a sus clientes necesita una camisa de
fuerza y debe ir a parar a un manicomio. La paz no vendrá realmente si no
estamos dispuestos a intercambiar en forma amplia y con libertad nuestras
ideas, nuestras culturas y los productos de nuestro trabajo. Cada uno de los paí-
ses aquí representados tienen mucho que proponer al mundo, sea en el dominio
de las ideas, de los productos manufacturados, o en el campo del arte profesional.
Ninguna nación aquí representada puede bastarse a sí misma. Nos guste o no,
nos necesitamos para existir. Vivimos en un mundo interdependiente, donde
todo perjuicio causado a un país perjudica a todos.
Los factores geográficos y otros hacen que ciertos países de nuestro pla-
neta sean más favorecidos que otros. De todos los países del mundo, los EE. UU.
y la Unión Soviética son los más afortunados desde el punto de vista de sus re-
cursos en materias primas y en productos de exportación.
Estas riquezas naturales imponen una gran responsabilidad a estos dos
países afortunados. La Unión Soviética y los EE. UU. deben compartir sus rique-
zas con el resto del mundo.
Mi mayor deseo es el de contribuir a ampliar nuestro comercio de expor-
tación y de importación con todos los países del mundo. En lo que a mí me con-
cierne, espero que continuaremos la política de exportación de nuestros exce-
dentes de mercaderías en condiciones, si es posible, que produzcan algún bene-
ficio,y espero que la URSS seguirá la misma política.
La Conferencia debe esforzarse por establecer el libre intercambio de mer-
caderías y de servicios entre los pueblos de todos los países sin restricciones ni
discriminaciones, lo que serviría de base al aumento de la producción, a la pros-
peridad, a la seguridad y a la paz universal. Las relaciones económicas pacíficas
entre las naciones constituyen la condición indispensable para una vida pacífica,
para el bienestar de cada nación, de toda la humanidad.
Me parece una incongruencia que países capaces de cooperar efectivamente
durante la guerra, se atrincheren, cuando llega la paz, real o nominal, en las
fortalezas del aislamiento, reales o nominales, que son en extremo vulnerables.
El aislacionismo, como sabemos, puede ser tanto geográfico como ideológico.
Pero ni el uno ni el otro constituyen una defensa sólida.
Hombre de negocios americano, quiero expresar honradamente mi sincera
convicción: si no renunciamos a nuestro aislacionismo, si no creamos la com-
prensión mutua, la cooperación espiritual y económica, seremos arrastrados a
una guerra que ninguno de nosotros desea.
Estoy convencido de que el espíritu coordinado de la humanidad, de tan
profundas raíces, es más fuerte que todas las bombas atómicas del mundo.
La "reacción en cadena" espiritual, que se funda en la fraternidad de
los hombres, es una respuesta segura a la amenaza de guerra. Nos da la esperanza
en el mantenimiento de una paz duradera.
Deseo que este Encuentro Económico sea un estimulante para continuar
ia obra emprendida.
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"Nuestra Conferencia es la más amplia
de las reuniones económicas que se haya
celebrado." Mikhail Nesterov
Presidente de la Cámara de
Comercio de la U. R. S. S.
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En mi calidad de Presidente de la Cámara de Comercio soviética, cuyo
objetivo esencial es el de coadyuvar al desenvolvimiento del comercio exterior,
me complazco en declarar hoy día a esta honorable asamblea que la iniciativa
de convocar a una Reunión Económica Internacional ha sido favorablemente
acogida por los representantes de las empresas comerciales e industriales so-
viéticas. Frente al deseo manifestado en los medios comerciales de ciertos
países, de ampliar el comercio con la Unión Soviética, puede afirmarse que
existen todas las posibilidades para ello. El hecho, conocido por todos los pre-
sentes, de que la iniciativa de esta convocatoria h a sido secundada tan activa-
mente en muchos países, es prueba de que la ampliación de la cooperación
económica y de las relaciones comerciales entre los países es una necesidad
vital imperiosa y que el aflojamiento de dichas relaciones en estos últimos
años, así como las dificultades artificiales creadas en este terreno, despiertan
una viva inquietud.
En efecto, si inmediatamente después de la segunda guerra mundial,
el comercio internacional se restablecía exitosamente y se desarrollaba, las
condiciones de este proceso se h a n agravado y más bruscamente desde hace tres
o cuatro años y el comercio se desorganiza cada día más.
El empeoramiento de las relaciones económicas internacionales trae
consigo la reducción de la producción pacífica y ejerce una nefasta influencia
sobre las condiciones de vida de numerosos países. El comercio se ha visto res-
tringido para muchas mercaderías de gran importancia para el desarrollo
de la economía de paz y para la satisfacción de las necesidades de la población,
sobre todo desde que algunos países h a n empezado a pasar a la economía
de guerra.
Aquí se h a n reunido personas que nada ignoran de estos hechos. No
hay que cerrar los ojos a este respecto.
La perturbación de las relaciones económicas internacionales influye
también desfavorablemente en la situación de los países económicamente dé-
biles. Los necesarios aprovisionamiento de equipo faltan en estos países, re-
trasando el desenvolvimiento de su economía nacional. El severo control que
el extranjero ejerce en la práctica, sobre las materias primas de los países
económicamente débiles, entraba su intercambio, basado en recíprocas ven-
tajas, con los demás países.
La recuperación y ampliación de las relaciones comerciales y otras co-
nexiones económicas, mejorarían la situación de numerosas países y contri-
buirían a elevar su nivel de vida.
Nuestro país podría, por su parte, ayudar a ampliar las relaciones econó-
micas normales, favoreciendo así el reforzamiento de la cooperación internacio-
nal. Las organizaciones comerciales soviéticas no se negarán a ampliar sus
relaciones con los medios comerciales e industriales de los demás países, siempre
que estas relaciones se basen en el principio de la reciprocidad y del escrupuloso
cumplimiento de los compromisos contraídos por ambas partes. En lo que a la
URSS sé refiere, todos saben que las organizaciones comerciales soviéticas
cumplen siempre estrictamente los compromisos contraídos.
Al decir que las organizaciones comerciales soviéticas se muestran dis-
puestas a fomentar el comercio internacional, debo subrayar que no se pro-
ponen desplazar a nadie de los mercados internacionales ni obtener deter-
minados privilegios; parten ellas, por el contrario, del punto de vista de que,
en condiciones normales, el comercio exterior es un negocio ventajoso para
todos los países que lo practican, pues les permite utilizar de una manera
más eficaz las posibilidades económicas derivadas de la división internacional
del trabajo. De esta manera, el comercio internacional puede ser un factor
más en el desarrollo económico de los países que en él intervienen. Y, como
es sabido, las divergencias de sistemas económicos no podrían constituir un
obstáculo para el desenvolvimiento de la cooperación entre los países.
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El progreso de la economía nacional de la Unión Soviética se funda-
menta en un mercado interno que aumenta sin cesar y en el continuo creci-
miento de la demanda y del poder adquisitivo de la población. Dada la varie-
dad y la riqueza de sus recursos naturales y con los progresos realizados
bajo el poder de los Soviets en el dominio de la industria y de la agricultura,
la Unión Soviética posee todo lo necesario para su desarrollo económico y para
el incremento del comercio con los demás países.
No es necesario demostrar que nuestro país apoya el aumento de las
relaciones económicas internacionales. En la post-guerra ha expandido, en
forma notable, su comercio exterior, a pesar de que, por razones indepen-
dientes de nuestra voluntad, el intercambio con ciertos países occidentales
haya disminuido y aun, en determinados casos, cesado completamente.
El monto del comercio exterior de la Unión Soviética, de acuerdo con
las cifras aduaneras, alcanza actualmente a más de 18 mil millones de rublos
anuales. Y hay que decir que, efectuando la reducción a precios comparables,
el comercio actual es casi tres veces el de anteguerra..
La reducción del intercambio, apreciada en estos últimos años, de al-
gunos países con la Unión Soviética, no ha impedido la plena ejecución de
los planes económicos de la URSS., ni ha entorpecido el continuo auge de su
economía nacional. Por el contrario, en determinados casos, la situación seña-
lada ha acelerado el desenvolvimiento de nuevas ramas de la industria soviética.
La producción industrial de la Unión Soviética en 1951 es el doble de la
de 1940. En determinadas ramas de la producción, el progreso ha sido más
acusado. Así, en 1951, la producción total de la industria mecánica soviética
ha sobrepasado el nivel de 1940 en 2,8 veces.
Aun más; el auge de la economía soviética ha abierto nuevas posibili-
dades de ampliación de los negocios entre la Unión Soviética y los demás
países.
Para nadie es un misterio que el comercio de la Unión Soviética con
Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Albania, la República
Popular de Mongolia, la República Popular Democrática de Corea ha alcan-
zado grandes proporciones y continúa en incesante desarrollo. El comercio
se desenvuelve sobre bases sólidas con la República Democrática alemana.
En los últimos años se incrementa con éxito el comercio entre la URSS y la
gran República Popular China. Las perspectivas de comercio soviético-chino
son firmemente favorables. Los acuerdos económicos a largo plazo concertados
por la URSS con dichos países consultan nuevos y notables aumentos en el
intercambio.
Es sabido que en los primeros años de post-guerra, las relaciones econó-
micas o"e los países occidentales con la URSS se restablecieron y desarrollaron
con éxito. Esta situación se tradujo en el hecho de que, durante el período
comprendido entre 1946 y 1948, Suecia, Inglaterra, Bélgica, Finlandia, Holanda,
Noruega, Dinamarca, Italia y Suiza suscribieron nuevos acuerdos comerciales
con la Unión Soviética.
En la actualidad, determinados sectores de hombres de negocios de
varios países manifiestan tendencias a la intensificación del comercio con la
Unión Soviética. Esto es acogido favorablemente por nuestras organizaciones
comerciales, ya que dicha intensificación se efectuaría sobre la base de la
igualdad y la reciprocidad, del respeto de los intereses mutuos y de la inad-
misibilidad de imponer exigencias económicas o políticas, cualesquiera que
¿ean. Es decir que las organizaciones comerciales soviéticas pueden aceptar
una ampliación del intercambio dentro de condiciones que excluyan toda dis-
criminación. Nuestras organizaciones del comercio exterior están dispuestas
a examinar proposiciones concretas tendientes al aumento del comercio.
La Cámara de Comercio de la Unión Soviética se ha empeñado en esta-
blecer posibilidades de ampliación del intercambio de las organizaciones eco-
18
nómicas soviéticas con los países de Europa Occidental, América, Asia Sudorien-
tal, Medio-Oriente, Africa y Australia.
En el caso en que los círculos de hombres de negocios de los demás
países estén verdaderamente dispuestos a aumentar el intercambio con las
organizaciones soviéticas del comercio exterior, éstas últimas se encuentran dis-
puestas a incrementar apreciablemente el volumen de exportaciones e impor-
taciones con dichos países.
La Cámara de Comercio ha recogido los datos necesarios para demos-
trar en forma, concreta lo que se podría hacer en ese sentido.
" Las organizaciones soviéticas del comercio exterior podrían adquirir en
" los países de Europa Occidental, América, Asia Sudoriental, Medio
" Oriente, Africa y Australia, mercaderías normalmente exportadas por
" estos países, y venderles mercaderías de la producción soviética que les
" interesan, en cantidades tales que los intercambios de la URSS con
" dichos países alcancen, en el curso de los dos o tres próximos años.
" a la cifra de 30 a 40 mil millones de rublos, o 10 a 15 mil millones de
" rublos al año, contra la cifra máxima de alrededc.r de 5 mil millones
" de rublos alcanzada después de la guerra, en 1948."
Tal crecimiento del comercio de la U . R . S . S . con los países de Europa
Occidental, América, Asia Sudoriental, Medio Oriente, Africa y Australia no
constituye un límite, si se considera que en 1931, por ejemplo, los intercambios de
la U . R . S . S . con dichos países, a los precios actuales, eran alrededor de 11 mil
millones de rublos, y que, en la actualidad, la Unión Soviética posee posibilidades
de exportación y de importación infinitamente mayores que antes.
El mencionado programa de desarrollo del comercio significa que, en su
conjunto, el valor anual del comercio exterior de la Unión Soviética puede, en
los dos o tres próximos años, aumentar una vez y media, si no dos veces, con
relación al actual, que es, como decíamos anteriormente, de 18 mil millones de
rublos al año. Claro está que las organizaciones comerciales soviéticas consi-
derarían también proposiciones para períodos más prolongados.
El aumento de la ocupación de trabajadores sería uno de los resultados
importantes de la ampliación del intercambio. Con esta ampliación del co-
mercio entre la Unión Soviética y los demás países, la ocupación en los países
que intensificarán su comercio con la U . R . S . S . aumentaría en alrededor de
1,5 a 2 millones de personas. Para aumentar la ocupación industrial en los
países del Occidente europeo, tendrían gran importancia tanto las fuertes ad-
quisiciones soviéticas como el aumento considerable de la masa de materias
primas importadas por países, provenientes de la Unión Soviética.
Además, las organizaciones soviéticas para el comercio exterior com-
prarían, en el período indicado, mercaderías de consumo habitual, sobre todo
en las firmas europeas occidentales. A continuación vendrían también compras
de materias primas, metales y otros materiales, incluso materias primas para
la elaboración de mercaderías de consumo ordinario, en primer lugar, en los
países de Asia Sudoriental, del Oriente Cercano y Medio. Estas compras podrían
alcanzar a un total de 8 a 12 mil millones de rublos. A diferencia de los años
precedentes, las organizaciones soviéticas para el comercio exterior podrían, en
condiciones favorables, efectuar compras de importancia, especialmente de tex-
tiles, cueros, productos alimenticios y otros artículos de uso corriente. Todo
esto en proporciones cada vez mayores.
Las cifras proporcionadas por las organizaciones del comercio exterior
establecen también que los pedidos de máquinas y equipo, de buques mercantes
y pesquemos podrían llegar, en los próximos dos o tres años, a un valor total
de 7 a 10 mil millones de rublos. Las industrias mecánica y metalúrgica, asi
como muchas otras de Inglaterra, Bélgica, Francia, Italia, Alemania Occidental,
USA, etc., conseguirían un mercado estable y posibilidades más amplias que las
actuales para colocar su producción.
19
Al mismo tiempo, una vez reunidas las condiciones normales para el co-
mercio entre los países, las organizaciones soviéticas para el comercio exterior,
podrían intensificar la venta de cereales, productos forestales, celulosa y papel,
minerales, metalíferos, carbón, petróleo, lino, toda clase de equipos industriales,
de maquinaria agrícola, de medios de transporte, así como los productos de la
industria liviana a los países que necesitan estas mercaderías. Las organiza-
ciones soviéticas para el comercio exterior podrían, en particular, en los próxi-
mos dos o tres años, suministrar maquinaria y herramientas por una cifra su-
perior a tres mil millones de rublos, a los países del Asia Sudoriental, del
Cercano y Medio Oriente.
Se ofrecen grandes posibilidades para aumentar el comercio soviético-
británico.
Antes de la guerra eran las firmas británicas las más fuertes comprado-
ras de una serie importante de mercaderías soviéticas: cereales, productos
forestales, petróleo, etc. Por su parte, los organismos importadores soviéticos
eran los principales compradores de numerosas construcciones mecánicas bri-
tánicas; también adquirían gran cantidad de diversas materias primas.
En el caso de que los centros de negocios británicos se mostrasen dis-
puestos a desarrollar el comercio con la U . R . S . S . , los organismos de exporta-
ción y de importación soviéticos estarían dispuestos a estrechar notablemente
las relaciones con las firmas británicas y a elevar la cifra de negocios- al vo-
lumen máximo del período de anteguerra que alcanzó en 1937 a cerca de
2.500 millones de rublos, a los actuales precios. Además, el aumento del in-
tercambio podría hacerse no sólo con las mercaderías normales para el co-
mercio anglo-soviético, sino también con adquisiciones de tejidos, especias, aren-
ques, etc., efectuadas por los organismos de importación soviéticos.
Los organismos comerciales soviéticos estarían dispuestos a multiplicar
en 5 o 6 veces la adquisición de mercaderías francesas y la venta de productos
soviéticos a Francia, llevando los intercambios a proporciones que sobrepasa-
rían el máximo de los negocios de anteguerra.
Las organizaciones comerciales soviéticas estarían dispuestas a suminis-
trar a Francia: cereales, productos forestales, minerales de manganeso y cromo,
antracita, alquitrán de hulla, asbesto, pieles y otras mercaderías a cambio de
material electrotécnico, equipos de fuerza eléctrica y máquinas elevadores y de
transporte, buques, plomo, laminados de metales ferrosos, productos químicos,
aceites esenciales, tejidos, fibras artificiales, así como cacao en grano, especias,
corcho en bruto, etc.
También se presentan grandes posibilidades de extender el comercio
soviético-italiano.
En el caso de que los centros de negocios italianos estuviesen dispues-
tos a estrechar las relaciones comerciales con las organizaciones soviéticas para
el comercio exterior, los intercambios comerciales entre ambos países podrían
aumentar sensiblemente en comparación con los actuales y sobrepasar con
mucho el nivel de anteguerra que era, en precios actuales, superior a 540 millo-
nes de rublos.
En Italia, las organizaciones soviéticas para el comercio exterior podrían
adquirir, en importantes cantidades, mercaderías normales de la exportación
italiana: equipo de la industria eléctrica, tejidos, fibras artificiales, grúas ro-
damientos de bolas, cables eléctricos, aceites esenciales, agrios, almendras, pro-
ductos químicos, etc. Las organizaciones soviéticas para el comercio exterior
estarían dispuestas a colocar pedidos de buques, que permitirían más que
duplicar las exportaciones italianas de barcos y acrecentar la producción de
los astilleros de Cantierri del Mediterráneo, Ansaldo, Navalmecohanica, etc.
Los pedidos de textiles formulados por las organizaciones soviéticas para el
comercio exterior estarían en condiciones de incrementar apreciablemente la
producción de las empresas italianas Snia Viscosa, Marzota, etc.
20
En pago de las adquisiciones de mercaderías italianas, las organizaciones
soviéticas para el comercio exterior estarían dispuestas a proporcionar a Italia
en importantes cantidades: cereales, productos forestales, carbón, petróleo cru-
do, parafina, minerales de hierro y manganeso, asbesto y otros materiales de
importancia.
Respecto de las posibilidades de ampliación del intercambio entre la
U.R.S.S. y Holanda, hay que decir lo siguiente:
Antes de la guerra, las firmas holandesas abastecían a las organizaciones
soviéticas del comercio exterior en equipo para la industria eléctrica, barcos,
caucho, productos químicos y farmacéuticos, sisal, arenques, etc. La exporta-
ción soviética cubría una parte considerable de las necesidades de importación
de Holanda en centeno, cebada, trigo candeal, maderas, mineral de m a n -
ganeso, etc.
Actualmente, si las firmas holandesas expresan deseos de estrechar
relaciones con las organizaciones soviéticas de comercio exterior, el intercambio
entre los dos países podría extenderse. Las organizaciones soviéticas para el
comercio exterior podrían hacer, a título de suplemento, pedidos de barcos,
aparatos elevadores, artículos de radio y comprar caucho, estaño, fibra corta
artificial, arenques, etc. Por su parte, las organizaciones soviéticas podrían
proporcionar a Holanda artículos tan esenciales para ese país como cereales,
maderas y carbón.
Hasta la segunda guerra mundial, las firmas belgas realizaban un co-
mercio animado con la Unión Soviética. Basta considerar que las entregas sa-
tisfacían gran parte de las necesidades de ese país en trigo, mineral de m a n -
ganeso, maderas, etc.
Si los centros de negocios de Bélgica desean comerciar sobre una base
recíproca, las organizaciones soviéticas para el comercio exterior están dis-
puestas, no sólo a restablecer, sino a sobrepasar el volumen de los intercam-
bios de anteguerra que alcanzaban a más de 300 millones de rublos en precios
actuales. Las organizaciones soviéticas, para el comercio exterior, multiplican-
do los suministros necesarios a Bélgica, podrían importar de ese país, en gran-
des cantidades, equipo eléctrico y máquinas elevadoras, etc., buques, laminados
de metales, ferrosos y no ferrosos, así como fibra artificial y los artículos de
consumo corriente, de todo lo cual adquiríamos antes en ese país.
Los intercambios de la Unión Soviética con Suecia, Noruega, Dinamarca,
y Suiza pueden adquirir un gran desarrollo.
Se presenta la posibilidad de aumentar los negocios con Finlandia, los
que se han incrementado notablemente en los últimos años y los que, actual-
mente, se efectúan en virtud de un acuerdo comercial de larga duración.
Las organizaciones soviéticas para el comercio exterior, al mismo tiempo
que han desarrollado el intercambio comercial en gran escala con la República
Democrática Alemana, tienen la posibilidad de entablar relaciones económicas
con los círculos comerciales de Alemania Occidental y podrían colocar pedidos
de mercaderías, que se exportaban normalmente de Alemania a la U . R . S . S . ,
abasteciéndose en los próximos dos o tres años, po.r una cifra no menor de 2
mil millones de rublos. Las firmas del occidente alemán podrían obtener pedi-
dos de máquinas, herramientas, equipos electrotécnicos, metalúrgicos, mineros,
material para aire comprimido y de bombeo, laminados de acero, etc. En la
Unión Soviética, las firmas de Alemania Occidental podrían adquirir cereales,
productos forestales, minerales de manganeso y de cromo, petróleo, etc.
Aquí, hemos escuchado el discurso del Sr. Schachner, de Austria. Es for-
zoso convenir con él que los pequeños Estados, en las actuales condiciones, están
colocados en situación difícil. Pero sería un error entregarse al fatalismo o
apoyarse en teorías imbuidas de pesimismo malthusiano y ausencia de perspec-
tivas. No nos habríamos juntado en esta Conferencia si pensáramos que no
hay solución para las dificultades actuales.
Para el desarrollo del comercio soviético-norteamericano se ofrecen gran-
des posibilidades. Es sabido que, antes de la guerra, numerosas firmas norte-
americanas comerciaban en gran escala con las organizaciones soviéticas para
el comercio exterior. En el caso de que los círculos de negocios norteamericanos
estuviesen dispuestos a desarrollar el intercambio con la U . R . S . S . , las organi-
zaciones importadoras soviéticas podrían hacer en Estados Unidos pedidos de
diversas mercaderías por una suma de 4 a 5 mil millones de .rublos; estos sumi-
nistros deberían efectuarse en el espacio de dos o tres años. Esto no excluye la
posibilidad de ampliar más las relaciones económicas. Las organizaciones so-
viéticas para el comercio exterior pueden, a su vez, ofrecer a las firmas norte-
americanas las mercaderías soviéticas que les interesen en cantidades im-
portantes.
El Sr. Vickery, en su intervención desde esta tribuna, se ha esforzado en
abogar por la libertad de comercio entre los países. Al parecer, no está intere-
sado en la política de discriminaciones. Su discurso ha llamado la atención de
los asisitentes. No me queda sino alabar el esfuerzo del Sr. Vickery.
Grandes posibilidades se abren para el desarrollo de los intercambios
entre la Unión Soviética y los países latinoamericanos. Las organizaciones so-
viéticas para el comercio exterior podrían adquirir en México, Argentina, Brasil
y en otros países de América Latina, mercaderías tales como: sisal, lana, cueros
sin curtir, café, plátanos, piñas, extractos de tanino, metales no ferrosos y otras
mercaderías, suministrando a esos países artículos elaborados, maquinaria, in-
cluso maquinaria agrícola, madera, cemento, etc.
Las organizaciones soviéticas para el comercio exterior podrían resta-
blecer las relaciones comerciales con el Japón, en caso de que a las firmas ja-
ponesas les interesase, y comprarían en ese país por una suma importante:
seda, tejidos, equipos, navios, agrios; vendiéndoles: carbón, maderas, celulosas,
asbesto, productos químicos, instrumental médico, productos farmacéuticos, etc.
Los representantes aquí presentes de firmas industriales y comerciales
de los países occidentales, interesados en la importación y exportación de dife-
rentes mercaderías pueden sacar provecho de su estada en Moscú, estableciendo
contactos comerciales, entablando negociaciones y haciendo transacciones con
las organizaciones soviéticas de importación y exportación.
Las organizaciones comerciales soviéticas tienen también inmensas posi-
bilidades de desarrollar, en condiciones de reciprocidad, los negocios con los
países de Asia Sudoriental, del Cercano y Medio Oriente. Podrían ser compra-
doras, en estos países, de las mercaderías que éstos exportan: caucho, metales
no ferrosos, yute, algodón, té, especias, corteza de quinina, copra, semillas olea-
ginosas, arroz, plátanos, tabaco, etc. A cambio de las mercaderías mencionadas,
la Unión Soviética podría proporcionar artículos industriales y equipo, en par-
ticular para la industria metalúrgica, del combustible, productos químicos, así
como para la industria liviana y alimenticia, lo que aseguraría a estos países,
los medios de transformar sus materias primas locales.
Las organizaciones industriales soviéticas estarían igualmente dispuestas
a prestar ayuda técnica para realizar los proyectos y la instalación de empresas
industriales, estaciones eléctricas, sistemas de irrigación, etc. La Unión Soviética
estaría en situación de suministrar a estos países tractores y diferentes máqui-
nas agrícolas, lo cual favorecería el desarrollo de la agricultura nacional.
Las organizaciones soviéticas para el comercio exterior están dispuestas
a entablar y desarrollar relaciones comerciales con los círculos de negocios
interesados de India, Indonesia, Pakistán, Ceylán, Birmania, Tailandia, Malasia
y otros países de Asia Sudoriental. La sola consideración de un Estado como
la India habla en favor de las grandes perspectivas para ampliar el comercio
con esta parte de Asia. Para el comercio con los países de Asia Sudoriental,
el representante soviético proporcionaría los detalles correspondientes en este
grupo de trabajo de la Conferencia.
22
Los representantes de los medios comerciales de India, Pakistán, Indone-
sia, Birmania, Tailandia y otros países visitan Moscú por primera vez; pueden
aprovechar la ocasión que se les presenta para estrechar relaciones económicas
con las organizaciones soviéticas de comercio exterior y discutir los problemas
comerciales que les interesen.
Tanto los representantes occidentales como los orientales actualmente
en Moscú, se h a n hecho sin duda comunicar las direcciones de firmas sovié-
ticas que les interesen. En todo caso, las circunstancias se prestan para que
se inicien nuevas relaciones entre los interesados, y se concluyan nuevos acuer-
dos comerciales.
Las condiciones de pago practicadas por las organizaciones comerciales
soviéticas, si se consideran los hechos universalmente conocidos, lejos de ser
peores que las de otros países, son mucho más flexibles. Como lo demuestra
la experiencia, las organizaciones soviéticas para el comercio exterior pueden,
en muchos casos y sin grandes dificultades, convenir condiciones con las firmas
extranjeras sobre una base aceptable y ventajosa para ambas partes.
Las organizaciones comerciales soviéticas expresan su deseo de hacer
transacciones de trueque.
También podrían vender mercaderías contra moneda nacional y utilizar
el producto de la venta en el mismo país. Teniendo en cuenta las dificultades
monetarias en numerosos países, el cambio y la venta de mercaderías contra
moneda nacional podrían contribuir seriamente a la extensión del comercio.
Nuestras organizaciones comerciales pueden efectuar los pagos de las
transacciones por intermedio de los bancos nacionales, sin recurrir a la intro-
misión de bancos extranjeros, lo que tendría por consecuencia que aumentaría
la cifra de negocios de los bancos locales, como también su interés en las
operaciones del comercio exterior.
En la mayoría de los países de Europa Occidental, el problema más
agudo es el de la balanza de pagos con los países de la zona del dólar. Este
problema sería menos agudo, si los países europeos occidentales, al mismo
tiempo que comercian con Norteamérica, restablecen y desarrollan el comercio
con los países de Europa Oriental sobre la base de suministros recíprocos. Ahora
bien, el comercio de estos países con los de la Europa Oriental, actualmente,
ha disminuido a cerca de la tercera parte de su volumen de antes de la guerra.
Como conclusión permitidme anotar una vez más que, para restablecer y
desarrollar las relaciones económicas internacionales, es necesario empezar por
renunciar a todas las formas de discriminación en el comercio internacional.
No es necesario en absoluto que me extienda sobre estos hechos inadmisibles
como, por ejemplo, el establecimiento por Estados Unidos del bloqueo de China,
bloqueo que representa una manifestación insensata de política agresiva.
La desorganización del comercio internacional, debida a la carrera ar-
mamentista y a la política de discriminación realizada por los círculos directi-
vos de ciertos países, conduce inevitablemente a agravar la situación econó-
mica y a reducir el nivel de vida de la población de numerosos países; ejerce
una nefasta influencia sobre la economía de los países sub-desarrollados y
amenaza multiplicar aún más las dificultades económicas.
Por eso debemos hacer aquí la pregunta que millones de personas senci-
llas se formulan en la actualidad diariamente:
—¿Qué se hace para disminuir las dificultades existentes en las relacio-
nes económicas entre los países?
La posibilidad de superar estas dificultades hay que buscarla en el
restablecimiento y extensión de las relaciones económicas y comerciales
entre los países; por otra parte, hay que recuperar el nivel anterior y continuar
33
desarrollando las industrias de paz que, desde hace algún tiempo, h a n ido
contrayéndose.
La conclusión de tratados comerciales entre los países, incluyendo entre
ellos los acuerdos multilaterales y a plazos prolongados, con el fin de ampliar
el comercio de productos alimenticios, maderas, carbón, abonos, metales, má-
quinas, productos textiles, etc., sería apropiada para estimular el comercio
internacional.
La extensión del comercio mundial ayudaría también a la conclusión de
acuerdos con los países poco desarrollados, para el aprovisionamiento de equipo
industrial y de los materiales que necesitan, a cambio de materias primas y
otras mercaderías fabricadas por esos países. Tales acuerdos, basados en el
principio de reciprocidad, en el respeto de la soberanía nacional y de la no
intervención en los asuntos internos de los países económicamente débiles,
ejercerían una influencia favorable en el desarrollo de la economía nacional y
en el aumento del standard de vida de la población de esos países.
La presente Conferencia tiene por objeto propiciar la ampliación de los
intercambios internacionales. Millones y millones de personas están interesadas
en ello. La política comercial en nuestro país marcha a la vanguardia de estas
aspiraciones. Esto es comprensible. Nuestra política en materia de comercio
responde a la misma esencia del Estado soviético. Con referencia a esta cues-
tión, quisiera citar las siguientes palabras del jefe del Gobierno soviético, José
Stalin: "Aquel que desee la paz y se interese por efectuar negocios con nosotros,
encontrará siempre nuestro apoyo".
La aplicación del programa de ampliación de las relaciones comerciales
de la Unión Soviética con los demás países, paralelamente al crecimiento gene-
ral del comercio internacional, constituiría una seria contribución a la coopera-
ción internacional y ayudaría a reducir las dificultades económicas, a crear
las condiciones requeridas para mejorar el nivel de vida y las relaciones entre
los Estados y, por lo mismo, a estabilizar aún más las relaciones internacionales.
Permitidme, señores, expresar la seguridad de que nuestra reunión rea-
lizará un trabajo fecundo, de acuerdo con los intereses de millones de seres
humanos. (Prolongados aplausos)
24
DOCUMENTOS
Y RESOLUCIONES
APROBADOS POR LA
CONFERENCIA ECONOMICA
INTERNACIONAL
Comunicado de
la Conferencia
27
Las declaraciones de los participantes en la Conferencia, llegados de di-
ferentes países, h a n permitido constatar que las diferencias de sistemas eco-
nómicos y sociales no constituyen obstáculo para la ampliación de las relacio-
nes económicas internacionales, en pié de igualdad y conveniencia mutua.
28
sindicatos y cooperativas, independientemente de sus convicciones políticas, ex-
hortándoles a apoyar la iniciativa de desarrollar el intercambio comercial entre
los países y de eliminar los obstáculos que lo impiden.
La Conferencia expresa su seguridad en que el desarrollo del comercio
mundial, en condiciones mutuamente ventajosas, contribuirá al reforzamiento
de la colaboración económica entre los pueblos y a mejorar las condiciones de
vida de los hombres.
APROBADO por la Sesión Plenaria de la Conferencia Económica Interna-
cional de Moscú, el 12 de abril de 1952.
29
Formación de un Comité
de Cooperación al Fomento
del Comercio Internacional
30
Llamamiento de la Conferencia
a las Naciones Unidas