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Este texto tiene como propósito reseñar el capítulo La gallerra política: el oficialismo y sus
mañas del libro ¿Lo que el viento se llevó? de Francisco Gutiérrez Sanín. Aunque este
capítulo toma como ejemplo las cartas enviadas al Directorio Nacional Liberal (DNL), para
esta ocasión del contenido de estas cartas, sino de la interpretación que Gutiérrez le ha dado a
esos textos. Leer este capítulo plantea ciertos interrogantes sobre el sistema político
colombiano sobre la relación de las élites con las bases sociales y el plano de las ideas de los
partidos políticos, en este caso en Partido Liberal.
En este capítulo Gutiérrez se centra en las relaciones internas y externas del oficialismo
liberal. Cómo la democratización anómala afectó al turbayismo en tres formas: La primera, la
asimetría entre los escalones superiores y los inferiores de la red política, dando a los últimos
mayores herramientas con las cuales presionar; segundo, convirtiéndolo en una máquina
electoral más eficiente pero más aislada. Había una intención de despolitizar la política,
donde se daba gran importancia a los particularismos; tercero, cambiando la relación con
otras fuerzas y creando serios problemas de acción colectiva. (Gutiérrez, 2007, p.171)
Una vez hecha esta introducción, Gutiérrez expone cómo el faccionalismo antropofágico le
permitió a los escalones más bajos capacidad de amenaza. Para entender esto, se remite al
número de facciones que había dentro del Partido Liberal y cómo estas se disputaban el
predominio regional. La disputa en las regiones resultaba un panorama complicado para la
dirección del partido porque podía tener grandes consecuencias y difícil gestión del liderazgo
partidista. (Gutiérrez, 2007, p.173)
Sin embargo, así como había susceptibilidades entre los jefes departamentales, los niveles
inferiores también prendían las alarmas. Este faccionalismo se salía de control y se
empezaban a levantar muchas críticas sobre esto, sobretodo porque se sentía un ambiente
egocéntrico que impedía generar acciones colectivas. Las luchas faccionales se daban por
dispuestas burocráticas, pero ese mismo botín burocrático segregaba el faccionalismo. Es
decir, la cartas que se enviaban al DNL mostraban cierto de pesimismo por la mala
repartición de los puestos burocráticos y, al mismo tiempo, algunos alegaban por las
tensiones sociales. (Gutiérrez, 2007, pp. 174-175)
Como se observó anteriormente, las bases oficialistas no eran del todo pasivas. El oficialismo
le le otorgaba importancia a los votos y los líderes empezaban a valer según la cantidad de
votos que podían obtener. Las bases empezaron a ver esto como una oportunidad para hacer
sus peticiones y acudían a la amenaza de la abstención si el caso lo ameritaba. (Gutiérrez,
2007, p.178)
De esta manera llegaban cartas de líderes locales u organizaciones, en las cuales decían que
por el incumplimiento de las peticiones, invitaban a las personas a no votar por candidatos a
la presidencia o al congreso. (Gutiérrez, 2007, pp. 178-179) Acá surge una problemática
porque la técnica oficialista estaba generando insatisfacción. Esta buscaba hacer una
asignación privilegiada de recursos escasos a cambio de votos. Al hablar de recursos escasos,
muchas personas se quedaban sin ser atendidas. (Gutiérrez, 2007, p. 180)
Esta escasez también se había producido por la alianza antisubversiva que Turbay hizo con
los conservadores, por lo que se destinaban repartos burocráticos entre los dos partidos que
generaban descontentos en las bases liberales. Las bases alegaban que eran ellos los que
ganaban las batallas en las disputos electorales y no se les reconocía este esfuerzo. Además
de esto, las disputas faccionales que había de por medio empezaban a mencionar que algunos
rivales estaban involucrados en el narcotráfico. La insatisfacción con el partido se unía a la
protesta por los privilegios burocráticos que se le estaban dando a los conservadores. Pero a
esto se le suma el nivel identitario del partido. (Gutiérrez, 2007, p. 181)
Por otro lado, la lucha de facciones en algunas regiones se remite al surgimiento de
movimientos cívicos que se convertían como una fuerza amenazante para el futuro. Estos
movimientos se utilizaban como mazo para golpear a la facción rival o en el caso de José
Pardo Llada en Cali una amenaza alarmante a las fuerzas políticas tradicionales. (Gutiérrez,
2007, p. 184)
Las discusiones sobre las facciones, los conservadores y los cívicos resultan interesantes,
pero la unidad de análisis simplemente es el individuo. En este aspecto, Gutiérrez menciona
que se debe centrar en el individuo por cómo el individuo manipula los hilos de la política
local para obtener beneficios inmediatos. Y esta lógica obstaculizaba las perspectivas de
acción colectiva del oficialismo, pero, como se mencionó anteriormente, había una
segregación por la misma práctica oficialista. (Gutiérrez, 2007, p. 185)
Estas peticiones individuales van desde la adjudicación de tierras hasta la petición de justicia.
Pero el núcleo grande de estas peticiones se centra en la vida laboral: obtener, cambiar,
mejorar o conservar el puesto. Esto hace que el partido se convierta en una instancia de
apelación de asuntos laborales. Las peticiones laborales también tenían lugar en las amenazas
abstencionistas que se hacían como una forma de poder chantajear a la Dirección. (Gutiérrez,
pp. 186)
Una vez hecho el análisis de las peticiones de la asimetría entre los eslabones superiores e
inferiores y cómo se despolitizó la política, Gutiérrez destaca tres asuntos. El primero la
complejidad del poder en lo regional; segundo, el peso de las tradiciones, tercero, el tono
pugnaz de las declaraciones de todos los bandos. (Gutiérrez, 2007, p. 188) Sin embargo, a
este análisis erraría al creer que la política oficialista caía en una especie de vacío intelectual
e identitario. El turbayismo se había alimentado de densas, ricas y ambiguas tradiciones del
partido para construir su propio discurso. La ideología seguí siendo un valor imprescindible
así fuera para tratar de construir un particularismo. (Gutiérrez, 2007, pp. 188-189)
Esta matriz ideológica se ve reflejada en las críticas que recibió Turbay por el olvido de la
matriz popular del partido y la preocupación por la conservatización o militarización del
gobierno. Así se pedían derechos a los movimientos campesinos y se criticaba duramente el
Estatuto de Seguridad a tal punto de compararlo con el régimen de Miguel Abadía Méndez.
(Gutiérrez, 2007, p.189) Además, algunos aludían a figuras históricas del liberalismo como
Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán. (Gutiérrez, 2007, p.190)
Los anteriores aspectos permiten ver que el Partido Liberal tenía fondo porque contaba con
unas referencias históricas, tradiciones discursivas, prácticas recurrentes y una jurisprudencia
organizacional. (Gutiérrez, 2007, p.191) Sin embargo, aún con estos componentes, menciona
Gutiérrez que los liberales tocaron fondo durante el turbayismo.
Las consecuencias organizacionales de la sociotécnica turbayista está asociada a la
destrucción de mecanismos que permitían resolver problemas de acción colectiva. Ejemplo
de ello son las convenciones, donde en la década del 80 se desprestigiaron de manera
generalizada a tal punto de hacer inviable la expresión unitaria del partido. (Gutiérrez, 2007,
p.193)
En síntesis, esto refleja que la política tradicional siempre ha tenido un componente
clientelista, pero ahora se estaba despojando de la trama identitaria e ideológica nacional con
la que antes había estado entrelazada. (Gutiérrez, 2007, p.196) Esto trajo consigo que “el
aparato se podía conquistar sin otra ideología que la ideología profesional de los políticos”
(Gutiérrez, 2007, p. 198); la conquista de los votos no estaba articulada a pactos de desarrollo
o proyectos de reforma; los premios a cada red dependían de los votos que se pusieran en
elecciones; y el tamaño y naturaleza de los premios crecían cada vez más, lo que explica la
entrada del narcotráfico a la política y los casos de corrupción a nivel nacional. (Gutiérrez,
2007, p. 198)
A manera de conclusión, este capítulo de Gutiérrez refleja la búsqueda de intereses en la
política, aunque era una práctica que se venía dando casi desde el Frente Nacional, lo que
cambia es la pérdida de valores identitarios en los partidos políticos y la preponderancia a
fortalecer las máquinas electorales.
Bibliografía: