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5 consejos para ser un buen maestro de Escuela Dominical.

1. PARA SER UN BUEN MAESTRO DE ESCUELA DOMINICAL DEBES ESTAR SEGURO


DE QUE AL CONTESTAR LAS SIGUIENTES 5 PREGUNTAS TÚ RESPUESTA SEA: SI.
1. ¿Eres un buen cristiano?
“Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?”. (Romanos 2:21)
Antes de tener el privilegio de enseñar acerca de la palabra de Dios, es necesario haber nacido de
nuevo, tener la enseñanza bíblica y doctrinal, y ser coherente en el testimonio para que lo se
predique se aplique.2
2. ¿Tienes ganas de enseñar?
“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
(Filipenses 2:13)
Sabes que estás en la voluntad de Dios cuando eres consciente de que Dios produce en ti las ganas
de guiar a los niños al amor de Dios, de tal manera que se hace realidad y no queda solamente en
un deseo.
3. ¿Tienes habilidad para dar la clase?
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la
enseñanza.”(Romanos 12:6-7).
Dios capacita y entrega dones y talentos a sus hijos para la edificación del cuerpo de Cristo, la
enseñanza es uno de ellos, y por la bondad de Dios se manifiesta en la vida del maestro con una
gracia especial y evidente para transmitir el mensaje a los niños.
4. ¿Amas a tus estudiantes?
“Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no
tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” Marcos 6:34
El amor por cada alumno será el motor de compasión que llevará al maestro a enseñarle todo lo
que sea necesario para su edificación espiritual. Un maestro de niños es el pastor de la iglesia de
niños, cada niño se constituye en una oveja que necesita ser cuidada y amada por su maestro y
enseñada para enfrentar los lobos y adversidades de la vida.
5. ¿Te esfuerzas para ser fiel a este ministerio?
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros”. (2 de Timoteo 2:2)
La enseñanza requiere fidelidad, la fidelidad requiere esfuerzo, y estos elementos formaran a un
maestro idóneo, capaz y dispuesto para enseñar a los niños la palabra de Dios.

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