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Deberes sociales

La función social de la Abogacía exige establecer unas normas deontológicas para


su ejercicio. A lo largo de los siglos, muchos han sido los intereses confiados a la
Abogacía, todos ellos trascendentales, fundamentalmente relacionados con el
imperio del Derecho y la Justicia humana. Y en ese quehacer que ha trascendido
la propia y específica actuación concreta de defensa, la Abogacía ha ido
acrisolando valores salvaguardados por normas deontológicas necesarias no sólo
al derecho de defensa, sino también para la tutela de los más altos intereses del
Estado, proclamado hoy como social y democrático de Derecho.

Como toda norma, la deontológica se inserta en el universo del Derecho, regido


por el principio de jerarquía normativa y exige, además, claridad, adecuación y
precisión, de suerte que cualquier modificación de hecho o de derecho en la
situación regulada, obliga a adaptar la norma a la nueva realidad legal o social.

Durante siglos, los escasos cambios operados en las funciones del Abogado y en
la propia sociedad motivaron reducidas modificaciones en unas normas
deontológicas que venían acreditándose eficaces para la alta función reservada al
Abogado, casi siempre motivadas por drásticas convulsiones sociales, pero que
terminaron devolviendo al Abogado su función y la normativa deontológica con que
la desempeña.

Es a partir de la segunda mitad del siglo XX, desde el momento en que los
Estados decididamente consagran la dignidad humana como valor supremo que
informa todo el ordenamiento jurídico, cuando la función del Abogado alcanza su
definitiva trascendencia, facilitando a la persona y a la sociedad en que se integra,
la técnica y conocimientos necesarios para el consejo jurídico y la defensa de sus
derechos. De nada sirven éstos si no se provee del medio idóneo para defender
los que a cada cual le corresponden.

Su dignidad, lealtad, veracidad y buena fe en el ejercicio


Dignidad: La vida del abogado está expuesta permanentemente a tentaciones y
flaquezas. Se dice, por ello que la abogacía puede ser la más noble de las
profesiones o el más vil de los oficios.

La dignidad del abogado puede apreciarse si se toma en cuenta que el valor de un


acto humano se mide por la elevación del fin que persigue.

Lealtad: La lealtad obliga al abogado el cumplimiento de los siguientes deberes:


decirle la verdad, hacerle conocer el alcance del problema mantenerlo informado
sobre el avance del proceso, demostrar interés por la causa, actuar con agilidad,
instruir al cliente sobre lo que debe hacer o decir, presentar toda la prueba posible,
no transigir ni renunciar derechos sin el expreso consentimiento del cliente, etc.
La independencia del abogado le obliga a no ser partícipe de los intereses en
conflicto y por eso no es conveniente el pacto de cuota- litis así como la
aceptación del mandato, porque el primero convierte al abogado interesado en la
cuota Litis, y, el segundo le hace también litigante, haciendo proclive a que el
proceso se revista de pasión y encono.

Veracidad: El abogado debe ser una persona veraz. La veracidad es una virtud
personal de gran valía, pero, en el profesional del Derecho, debe constituir una
norma de conducta cotidiana.

Buena fe: El abogado debe de actuar de buena fe y debe creer en la buena fe de


los demás, sin llegar al extremo de pecar de una confianza excesiva.

Los mandamientos del abogados Estudia. - el derecho se transforma


constantemente. Si no sigues sus pasos, será cada día un poco menos abogado.

Piensa. - el derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

Trabaja. - la abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas.

Procura la Justicia. - tú deber es luchar por el derecho; pero el día en que


encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.

Se Leal. - con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que
es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le invocas.

Tolera. - la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.

Ten Paciencia. - en el derecho, el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin
su colaboración.

Ten Fe. - ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia


humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como
sustitutivo bondadoso de la justicia. Y, sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual
no hay derecho, ni justicia ni paz.

Olvida. - la abogacía no es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras


cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti.
Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

Ama Tu Profesión. - trata de considerar la abogacía de tal manera, que el día en


que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti,
proponerle que se haga abogado.

La publicidad
Resulta innegable que los abogados hacemos permanentemente publicidad y que
siempre buscamos los medios más ingeniosos para hacerla de modo discreto y de
modo tal que nadie se percate; sin embargo, los métodos utilizados son tan obvios
que al final resultan mensajes muy confusos para el consumidor de servicios
legales.

En tal sentido, iniciamos nuestra reflexión indicando que la publicidad de los


servicios legales y de abogados, independientemente de que sea no ética
realizarla, no es un acto ilegal y en estricto término legal no se encuentra
prohibida; es más, en supuesto que se decida hacerla debe ser analizada de
acuerdo a lo establecido por las normas que regulan la publicidad y la
competencia.

Entendemos que los consumidores de servicios legales tienen el derecho


invariable de contar con información respecto de los servicios que van a contratar,
la especialidad del abogado, los grados académicos que posee, la experiencia en
el manejo de casos que pretende encomendar, quienes son sus clientes y demás
asuntos que puedan ser determinantes para que sus procesos de consumo sean
acertados.

La chicana
Cuando una persona solicita los servicios de un abogado es porque está en una
situación de dificultad y espera que ese profesional le resuelva o por lo menos
haga su mayor esfuerzo para lograr resultados positivos.

Lamentablemente hay muchos abogados que se aprovechan de esas situaciones


y lo que hacen es complicarle más la situación al cliente utilizando diferentes tipos
de artimañas.

Algunos abogados solo se preocupan por el dinero que les pagan los clientes y no
hacen un buen uso de los mejores recursos jurídicos para tratar de obtener
buenos resultados para sus representados.

Entiendo que los abogados que engañan a los representados ya sea no


sustentando bien desde el punto de vista jurídico un expediente, muchos dejan
caer los casos por no respetar los plazos, hacen acuerdos o transacciones por no
litigar en los tribunales, otros llegan a acuerdos con la parte contraria etc.
Si bien es cierto que el colegio de abogados tiene un departamento que sanciona
esas malas prácticas, las mismas no son muy conocidas por la población y
además, en mi opinión, las sanciones aplicables son muy leves.

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