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Durante siglos, los escasos cambios operados en las funciones del Abogado y en
la propia sociedad motivaron reducidas modificaciones en unas normas
deontológicas que venían acreditándose eficaces para la alta función reservada al
Abogado, casi siempre motivadas por drásticas convulsiones sociales, pero que
terminaron devolviendo al Abogado su función y la normativa deontológica con que
la desempeña.
Es a partir de la segunda mitad del siglo XX, desde el momento en que los
Estados decididamente consagran la dignidad humana como valor supremo que
informa todo el ordenamiento jurídico, cuando la función del Abogado alcanza su
definitiva trascendencia, facilitando a la persona y a la sociedad en que se integra,
la técnica y conocimientos necesarios para el consejo jurídico y la defensa de sus
derechos. De nada sirven éstos si no se provee del medio idóneo para defender
los que a cada cual le corresponden.
Veracidad: El abogado debe ser una persona veraz. La veracidad es una virtud
personal de gran valía, pero, en el profesional del Derecho, debe constituir una
norma de conducta cotidiana.
Trabaja. - la abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas.
Se Leal. - con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que
es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le invocas.
Tolera. - la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.
Ten Paciencia. - en el derecho, el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin
su colaboración.
La publicidad
Resulta innegable que los abogados hacemos permanentemente publicidad y que
siempre buscamos los medios más ingeniosos para hacerla de modo discreto y de
modo tal que nadie se percate; sin embargo, los métodos utilizados son tan obvios
que al final resultan mensajes muy confusos para el consumidor de servicios
legales.
La chicana
Cuando una persona solicita los servicios de un abogado es porque está en una
situación de dificultad y espera que ese profesional le resuelva o por lo menos
haga su mayor esfuerzo para lograr resultados positivos.
Algunos abogados solo se preocupan por el dinero que les pagan los clientes y no
hacen un buen uso de los mejores recursos jurídicos para tratar de obtener
buenos resultados para sus representados.