llamado Roque. Como tenía el cabello muy blanco, todos lo llamaban “cabecita de algodón”.
A Roque no le gustaba su apodo ni tampoco le
gustaba su cabeza blanca. Por más que su mama le decía que era el niño más lindo del mundo, él quería tener el cabello negro como todos sus amigos.
Una tarde, en el campo, Roque escucho gritos:
- ¡Auxilio! ¡Socorro!
Entonces, corrió hacia el monte y encontró a su
amigo Paco. El pobre se había caído y no podía caminar.
Roque trato de ayudarlo a levantarse, pero no
pudo. Luego, quiso ir a buscar ayuda, pero Paco tenía miedo a quedarse solo. No te asustes, voy a quedarme contigo – dijo Roque Oscureció y los papas de los niños estaban muy preocupados. Así sé que reunieron a la gente en la plaza del pueblo todos decidieron salir a buscarlos por diferentes caminos.
El tiempo pasaba, el cielo estaba lleno de nubes
y la luna no alumbraba.
De pronto, la mama de Roque vio una luz a lo
lejos y dijo. ¡Miren esa luz!
De inmediato corrieron hacia alla y al acercarse
descubrieron que no era luz, sino la cabecita de Roque que brillaba como la luna llena.