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MARIA INES BARBERO

RUBEN L. BERENBLUM
FERNANDO R. GARCIA MOLINA
JORGE R. E. SABORIDO

Segunda edición
revisada y ampliada

Prólogo de Giulio S apellí

I IÜ

BUENOS AIRES - BOGOTA - CARACAS - MEXICO, DF


Í.S.B.N.: 950-537-534-4
Segunda edición
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E M P R E S A A D H E R ID A A L A C A M A R A A R G E N T IN A D E L L IB R O
LOS AUTORES

María Inés B arbero (194-9) es profesora Rubén L. Berenblum (1944) se graduó en la


acedada de Historia Económica y Social Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en
General en la Facultad de Ciencias Económi­ ía carrera de Historia: desarrolló una dilatada
cas de ía UBA y profesora asociada en ia trayectoria docente en la especialidad de
Licenciatura en Historia en la Universidad Historia Económica en diversas universida-
Nacional de Luján. des de nuestro país y dei exterior, en las que
Su campo de especíaiización es ía Historia ha dictado numerosas conferencias, cursos y
Económica y en particular, la Historia de seminarios de grado y posgrado. Actualmen­
Empresas. te se desempeña com o Secretario de
Posgrado y director del Departamento de
Es .autora de Los nacionalistas (1983) (en Humanidades de la Facultad de Ciencias
colaboración con Fernando Devoto) e H istoria Económicas de la Universidad de Buenos
deempresas. Aproximaciones historiográficas Aires.
y problemas en debate (1993).
H a publicado diversos artículos sobre temas
de su especialidad en revistas nacionales y
J o rg e R. E. Saboríoo (1944) es profesor y
extranjeras, y el capítulo correspondiente a
licenciado en Historia.
ia Argentina en la última obra compilada p or
A lfr e d Ckandí.f.r (Bt'g Business a n d the Se desempeña como profesor titular de His­
W ealth o f N a tion s, 1997}. toria Social Genera! y de Historia Económica
Mundial (Universidad de Buenos Aires y
Universidad Nacional dé La Pampa).

Feknanoo R. García M olín a (1946) egresó Es autor, entre otras obras, de La España de
como profesor de Historia dei instituto Na­ los años '30. República, G uerra C iv il; Revo­
cional Superior dei Profssoradc. Se ha des* lución (1991); La em igración andaluza ti la
empeñado como docente reqular en diferen­ A rg e n tin a en la posguerra ciu ii española
tes niveles de ia enseñanza terciaria (univer­ (1992); Rusia 1 9 j 7: una introducción (1993);
sidades nacionales de Mar del Plata y Buenos Interp retacio ne s dei fascism o ( 1994).
Aires.. Instituto Nacional Superior) y también
en el posgrado de b Facultad de Ciencias
Económicas de ia URA Eí- autor, en colabo­
ración, de varios libros de. historia económi­
ca y política argenúna.
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION

U N A R E F L E X IO N S O B R E E L C R E C IM IE N T O
E C O N O M IC O Y E L D E S A R R O L L O S O C IA L

El libro que ten go el h on or de presentar por m ed io de estas breves notas tiene


p o r objetivo ei problem a centra! de la historia y de la teoría econ óm ica, problem a
que sintetizo en estas dos preguntas que dirijo al lector: ¿por qué múltiples causas
históricas, los cam inos de los sistemas sociales en transform ación tienden a
con verger en el crecim iento y p or tanto en los niveles de ingreso p er cápita?; ¿por
qué también puede ocurrir que el fen óm en o de la m encionada con vergen cia no se
realice y que los sistemas económ ico-sociales diverjan m ás y más en sus niveles de
renta per cápita y en la dotación de capitales, no sóio econ óm icos sino tam bién
sociales y culturales?

El desafío teórico que supone responder exhaustivam ente a esas preguntas se


alcanza en este volum en por m edio de una refinada síntesis historiográfica y de una
conceptuación ecléctica, encauzada en definitiva entre las teorías deí desarrollo
en d ógen o (B arro y S a l a -i-M artin ) ( l) y la relectura, realizada im plícitam ente, d e las
hipótesis kaldoreanas (2) sobre el crecim iento producido p or e! funcionam iento
virtuoso del sector industrial.

Reiecíura que lleva a ios autores a p rop on er nuevam ente la tesis de una fuerza
endógena responsable del funcionam iento del sistema. En el ultimo capitulo,
destinado a explicar las connotaciones y los límites de! proceso de globaíi^.ación. se
identifica ral fuerza no en la -industria (c o m o en el m o d elo de K alo o r ), sino en las
íina;;zas y en los servicios de com ercialización y en la acción empreñarla en un
m ercado abierto, reinlerpretando de tal m anera las grandes transform aciones
verificadas en el siglo que concluyó.

(.1) í v « « o . R. J. y Sai.a-í-Maííí-ín. X. (I9 9 i> ). E c o n o m ic C ro w th . M cG raw Mili. Nuc-va Yo;;-.

í¿; Kai.dor. N. {'1978}. F w -J ie r (isscys on E co n o m ic T h e o rv. D u ekw ortíi. Londres.


X HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Por estas razones, esta obra tiene a mi juicio una gran importancia, contribuye
en forma no episódica a ía iarga y difícil tarea intelectual de refunóar una teoría de!
crecimiento, ofreciendo a ios estudiosos de la economía un terreno alternativo de
reflexión y pensamiento.

En este libro, en efecto, no se nos concentra en cuestiones de teoría genera!;


se sigue un camino diferente, más allá, de los vallados interpretativos y de las
reflexiones metodológicas que seña posible enunciar.

Los autores asumen com o implícito punto de partida de su reflexión ia


conciencia de que se encuentra abierta una nueva fase en ía teoría y en la historia
económica. Aquella que Singer (3) ba delineado sintéticamente tan bien:
“La historia de la economía deí desarrollo puede ser obsen/ada como
incluyendo dos cícíos similares: primero, énfasis en ei crecimiento de! PNB en
los cuarenta y ios cincuenta, seguido po r el énfasis en la distribución en ios
sesenta y ios setenta; y segundo, renovado énfasis en ei crecimiento dei PNB
en la contrarrevolución neoclásica durante ios ochenta, seguida por un
renovado énfasis en el desarrollo humano y ei alivio de la pobreza en los
noventa.”

Naturalmente a ninguno se le escapa la relevancia de esta transformación. Es


difícil contener en ia uulgata neoclásica omnicomprensíva, por refinada que ésta
sea, toda la potencialidad regeneradora que esta segunda fase teórica comporta. El
human d evelop m ent es difícilmente resumíble en la teoría del “capital humano’’ ,
así com o también en aquella d e l' capital social"' de matriz sociológica. El desarrollo
humano se refiere de hecho al nexo con la teoría política y con la necesidad de
renovar el concepto mismo de democraciay de ciudadanía social. Así com o también
ai hecho de que las mencionadas transformaciones configuren ía matriz misma de
la teoría deí crecimiento endógeno. L o ha comprendido muy bien Sen en uno de sus
ensayos tal vez más elípticos y alusivos:
“...(el) foco en la opción social democrática es parte crucial de! pasaje desde
la visión «sangre, sudor y lágrimas» del desarrollo a una que ataba la
cooperación y la acción de ia gente y la expansión de Ja libertad y las
capacidades humanas. Eí rechazo del «Estado duro» que niega la importan­
cia de los derechos humanos (incluyendo los derechos políticos a la celebra­
ción de discusiones públicas abiertas) es entonces complementario del
rechazo de otras formas de «du reza» que ven e! proceso de desarrollo como
terriblemente «fe ro z». El cambio en la comprensión de! proceso de desarrollo
tiene muchas implicancias de largo alcance.” (4)

(3) S in g u í . H. W . (1 9 9 7 ). Is Development Economics SUS! Releuant?. en Emmkky . L. (ed.).


Economic and Socio! Development imo the XXI Ceníursj. ¡mer-A.nericdn DevHopmynr Bank. The
John Hopkins University Press. Washington, pág. 51 1.
(4} Sr.fi. A. (1997), Development Thinking at the Beginúng oj the XX! Centura, en Ommmky.
L (ed.). op. cit en noía (35 pág. 544.
PROLOGOA LA SEGUNDA EDICION XI

Resultan evidentes las implicaciones para la teoría política y para ias políticas
publicas en cuanto políticas de "ofertas de bienes públicos" — sean esas ofertas
provenientes tanto del Estado com o del mercado— .

¿Por qué creo que sea tan importante esta aproximación conceptual? Porque
los problemas son los mismos que se plantearon al inicio de! siglo XX, y que
habíamos olvidado en este larguísimo siglo, al parecer, interminable. Me refiero no
solamente a la quiebra dei mercado consumada en ía primera mitad del siglo
(después de la Gran Depresión de 1929), sino también a su reaparición en la
segunda mitad. O sea en el triunfo del mercado, desde los años ochenta de las
■'revoluciones ¡iberistas" que nos desvelaron políticamente, y todavía lo hacen, el
advenimiento de una transformación mundial socialmente silenciosa que nos
envuelve y determina: el aumento del ingreso de las familias y el em erger de la
pequeña empresa y del trabajo autónomo. Estos, irreversiblemente, se sostienen en
la largay cíclica curva de la tecnología informática que atraviesa todo el mundo, tanto
aquel industrializado y tercerizado, com o aquel otro en vías de la misma transforma­
ción.

Pero esta revolución silenciosa representa tanto el triunfo del mercado com o
el fracaso de aquella mano visible que siempre había interpretado, durante todo el
siglo XX, el ansia de superar las barreras a la entrada interpuestas por el patrimonio,
por la ubicación originaria de los factores y por las dispares dotaciones de capital
social.

M e refiero al fracaso de la política, concepto más amplio que el del Estado y


que al mismo tiempo lo comprende, si por política se entiende al bien público
institucionalizado en un complejo de reglas y sistemas solidarios y no de intereses.
Estos últimos, com o nos enseñó O strqgorsky en el inicio del siglo XX, deben
encontrar en la organización partidaria ía cristalización histórica concreta capaz de
superar la atomización de la participación política en un sistema social desigual (5).

Lo que ha fallado es 1a solidaridad mecánica inmediata que se creaba al mismo


tiempo que la ideología identificaba los intereses. Una solidaridad mecánica que
provenía, en última instancia, del mismo tejido social: medias y grandes empresas,
enormes burocracias estatales y -de ía sociedad civil que parecían expandirse
indefinidamente: clases y no sectores y grupos sociales que se enfrentaban en la
¿.rena de la distribución de los recursos sociales y simbólicos. El tejido social se ha
convertido ahora en molecular y ya no es integrador com o en otra época. Se ha
desplomado el Estado piramidal realizador de la ética del bienestar, transformándo­
se de T-stado empresario y regulador en Estado de las clases políticas dirigidas a ¡a

(5) Os'reoGofv'Ki. M (1979), L a d é m o c ra tie e l ¡es p a rtís p o li tiq u e s . Testes chotsis et presenté
par Pihíkí: Rosanvau.on. Payare!. París.
XH HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

obtención de beneficios inmediatos a expensas de las generaciones futuras. De aquí


ia contradicción abierta entre morfología social y morfología política y la crisis, de
ella derivada, de tas clases políticas. Estas no son ya capaces de interpretar y
representar por largos períodos, com o en otra época, a formas del capitalismo y a
sociedades ahora moleculares que huyen de cualquier forma de planificación y de
representación de sus intereses a través del Estado.

De aquí la emergencia del llamado “ capitalismo anglosajón” , esencia de la


m orfología molecular y del Estado mínimo, como forma superadora entre los
sistemas económicos y sociales, enfrentado a aquellas manifestaciones del capitalismo
euroasiático. esencia de 1a morfología social agregada y del Estado piramidal.

Estas reflexiones sobre tas relaciones entre política y economía no son


peregrinas. Sin ellas, creo, no se podría comprender plenamente la importancia de!
trabajo que aquí presento. El ideal contracanto de este libro, en el frente de la historia
económica, es ia famosa obra que Irma A delman escribió en 1967 con T aft M orris.
Un libro seminal con un título más que elocuente, y que ha sido estudiado demasiado
poco por economistas e historiadores {6). Ella retomo recientemente la cuestión,
comentando un ensayo de A ngüS M addison, con una síntesis tan espléndida que vale
ia pena presentarla para alegría de! iettor:
“Un corolario de fa importancia de la política de gobierno, sugerida pero no
enfatizada por Maddison, es que la naturaleza de! Estado y su relación con ia
sociedad civil también cuentan. Tanto históricamente como en épocas
recientes, la estructura de poder en el gobierno ha determinado la elección de
las orientaciones políticas. La historia política y ía historia económica están
fuertemente vinculadas, como las referencias del artículo de Maddison sobre
las T hatcher-om ics indican. Cuando las élites políticas terratenientes se
modernizaron (como en Alemania y Japón}, lós industriaüzadores dei siglo
XÍX invirtieron en educación, en !a expansión de la agricultura y en políticas
de crédito que favorecieron a las empresas agrícolas familiares, elío, a su vez,
permitió mejoras técnicas en la agricultura y e¡ desarrollo de un mercado
interno para la industria. En contraste, allí donde (como en italía y Rusia) ios
grandes propietarios de tierras que ejercían el poder político estaban orien­
tados hacia la preservación dei statu quo, hicieron poco por la educación y por
¡a agricultura, el crecimiento fue dual y la pobreza y el analfabetismo fueron
crecientes. La importancia crítica de las instituciones políticas para sustentar
ei desarrollo económico es confirmada también por ei contraste entre ios
senderos de desarrollo, evidente en el siglo XIX, entre los territorios de
ultramar de población europea y abundancia de tierras, con Australia y Nueva
Zelanda por una parte, y Argentina y Brasil por otra. Así, ia historia económica
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION XII!

del sígío XiX confirma que las instituciones políticas cuentan para la propaga­
ción satisfactoria del desarrollo económico.” (7)

T aft Morris y A delman se interrogan sobre el problema centra! dei debate en


curso en ía esferas internacionaies de ia alta teoría económica y de la comunidad
científica de la historia económica.

El problema no es otro que el del rol que ejercen las instituciones sobre el
crecimiento económ ico y sobre ei desarrollo económ ico social. Existe un clisé sobre
este problema: que esa influencia existe, de lo que todos están convencidos, desde
la divulgación producida por ios aportes de N orth .

De qué manera esa influencia se ejercita, ninguno lo sabe o se propone


saberlo. El libro que aquí presento, precisamente porque está escrito por historia­
dores atentos a todas las implicancias del crecimiento y del desarrollo económ ico
y civil, nos permite salir de 1a uulgoíG habitúa! y dar un gran paso ai frente. Porque
demuestra, com o ha afirmado recientemente ia misma A delman:
“Las instilaciones afectan el desarrollo de un modo realmente no lineal. Más
específicamente, sugieren más bien con vehemencia que la efectividad de
ias instituciones individuales en ei desarrollo está sujeta tanto a umbrales
— antes d e que puedan tener un impacto visible— -como a techos— después
d e los cuales cesan de tener mucho impacto en el desarrollo económico
futuro— (s)

Esta anotación abre un ilimitado campo de investigación que conduce a la


admisión de las reiaciones entre Estado y sociedad civil com o elemento central de
reflexión sobre los factores del crecimiento— thestructure o f power in gouernm ent—
y nos lleva de la mano a la reflexión iniciada hace 40 años por un libro
importantísimo de B u c h a n a n y T u l l o c k (9), continuada después por una serie de
publicaciones relevantes.

Siguiendo la línea esencial de reflexión propuesta en este libro descubro por


ejemplo que ias instituciones con su mano visible han tenido un roí determinante
después de 1960 en la promoción del crecimiento del sudeste asiático. Esta
experiencia indica, sin embargo, que la ex p o rt oríentation ha sido más importante

(7) Ar«-:i.MAN. i. (1 9 9 7 ), Irm a A d e lm a n o n A ngus M ú ádison '$ P ape r: E conom ía a n d S ocial


P e r /a r m a r te o f C o p ita lis t E u ro p e : A n Ín ie rp re ía tiu e , C om m entary, en Emmhíy. 1... (en.), op . c it. en
■nota (3). páy>i- 3 1 7 y 31 8.

{S) Així.man. {. (1999). S ociety. P olític a an d E c o n o m ic D e ve lo p tn e n í ih ir ty veois u jie r , en


A¡v\ms. J. y Piíujaru. I'-. “Econom ic G row th and Chanoe*1. Edward Elcjar., Cheltónham . R .U . N orth am pion,
EE .U U ., pág. 96. . ........
(9} Buchanan. J, M. y Tu¡ j_t k'k. G. (1 9 6 2 ). Th e C a lcu la s o f C o n s e n í. C h icago Univür:->Hy Press.
A n n A rbor.
XIV HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

en ei comercio libre durante ei periodo en el que ei Estado controlaba la economía


en todo el .mundo. Es decir, cuando la denominada globalización no había
promovido, juntamente con ei impulso hegemónico norteamericano ( H>), el agota-
, miento de aquella relación entre economía y nación. Son ios mercados de productos
y no solamente los de capitales, los que han devenido menos imperfectos en escala
continental. También Asia se convierte en una economía continental abierta al fre e
tra d er, juntamente con el Pacífico y esto determina la transformación de sus
políticas económicas y de_. todas sus instituciones políticas relacionadas con la
economía.

N o se puede, por lo tanto, hablar de instituciones en abstracto. La experiencia


histórica enseña; un fenóm eno similar ha ocurrido ya en cuarenta años de
transformación en Europa, después de ia constitución del Mercado Común Europeo
y en los últimos quince años entre los Estados Unidos, Canadá y México, con el
N A F T A ; un procesosimilarsedesarroiia.desdehace un decenio, en A m é ric a L a tin a
con el Mercosur.

Los cam inos institucionales son distintos y presentan diferencias


circunstanciales, pero en todos se reconoce un núcleo fundamental en e! cambio de
rol de las instituciones con respecto a la economía y ia nación. Estas no protegen
ya el crecimiento en forma m aso menos directa, sino que lo sostienen indirectamen­
te, siguiendo la eficaz periodización que he recordado más arriba citando a S ínger.

La fuerza de Historia económ ica y social general de B a r b e r o , B e r e n b l u m ,


G M o l i n a y S a b o r i d o reside precisamente en la capacidad de establecer ias
a r c ía

diferencias y de comparar los distintos caminos del crecimiento en forma excelente.

Esta capacidad que nos permite, a mi parecer, poner en el centro de la


re'lexión la ten •ática esencial deí crecimiento endógeno, es la misma que nos lleva
a utilizar un enfoque multidisciplinario, verdaderamente convincente. La misma
iuerza interpretativa admite la presentación en forma dialéctica y discursiva, en los
tramos de razonamiento general, de propuestas ..teóricas que escapan al juicio
sentencioso, a la vez que encuentran lugar en la contribución analítica conducente
a la mejor con* presión de ios problemas de! presente en que nos encontramos
inmersos.

La diferencia entre ayer y hoy es de todas maneras profunda. Ayer es, para
mí, de manera expositiva y cor. convicción historiográfica, el espacio de tiempo
secular que va desde dei período que sigue a ia gran crisis agraria de los últimos
treinta años del siglo XIX hasta ia transformación cíclica de los setenta del sigio XX.

(10 ) F.s im portante para este prop ósito ia coniribución d e diw>isos autores, reunidos en Speciaí
E d iiio n : T h ir tv Years o f A S E A N , y d e KiMr.i Haka, R e th in k in g ihe C o id lV er ir; the A sían P a cific . en
“Pacific R eview -, respectivam ente el N * 2. 1998 y ei N " 4 19 99 . págs. 167-306 u 515-: .36.
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION XV

En esos momentos madura el surgimiento definitivo del hoy que se despliega ante
nosotros. Una hegemonía que pasó de fundarse sobre la preeminencia del principio
de nación al triunfo de la eficiencia económica por encima de economías cerradas
y mercados imperfectos. El comercio mundial liberalizado se convierte, con ía
creación de mercados financieros perfeccionados, en el elemento de fondo capaz
de impulsar el crecimiento (u) internacional a partir de ¡a segunda mitad de los años
setenta del siglo XX, con el consecuente despliegue planetario del capitalismo
anglosajón.

Ei proteccionismo nacional — quintaesencia del principio jerárquico— lucha


para no disgregarse aún en Asia al amparo de la China del partido único y del Japón
necfeudal. Frente a la intemperie de las economías abiertas, podemos hoy evaluar
mejor no sólo los progresos que permitió aquel principio, sino también los desastres
desencadenados por éi. En primer lugar la configuración de largos períodos
históricos. Cuaíido el principio jerárquico actúa en el largo plazo y com o consecuen­
cia de las condiciones rentísticas (ren tseeking) que crea y recrea continuamente, por
acción de las clases políticas u omisión de las clases económicas, los efectos
obtenidos son siempre más negativos que positivos.

Esta consideración conduce naturalmente a reflexionar sobre los riesgos


manifestados en mérito a la total factory p ro d u ctu ity y en el producto bruto interno
de algunos países, gracias a la intervención de las "manos visibles". Los efectos han
sido virtuosos sólo cuando se han puesto en movimiento mecanismos de equilibrio
entre poderes sociales que eludían la perduración de las posiciones rentísticas
(algunas dictaduras militares pueden explicarse, aunque no justificarse moralmente
de esta manera, a partir del modelo turco y de algunas experiencias latinoamerica­
nas). Por otra parte, los ejemplos de las tecnocracias francesas y alemanas de los
siglos XIX y XX no.'. demuestran que cuando ei principio de jerarquía es matizado
o choca con e! principio merítocrátíco, por un milagroso conjunto de factores
culturales e institucionales. puede ejercer efectos extraordinarios no sólo en los
períodos de economía cerrada, sino también en' las formaciones sociales que se
configuran en el período de su ocaso.

Hoy podemos decir que existe un principio de eficiencia que se asienta tanto
en la jerarquía como en z\mercado y que siempre arroja resultados excepcionaimen-
te positivos si logra difundirse en forma coherente con las necesidades funcionales
de la economía. Sirvan como ejemplo la unión dei sistema educativo con la
transformación tecnológica. Estos principios de eficiencia actúan virtuosamente
unidos y también de manera separada, en determinadas situaciones históricas.

{2 l}C ír . Saí’í-lu. G. (1998). S to ría e co n ó m ic a d e ll 'o h a iia con ie > n p orc¡n e a , Bruno Mondadori.
Miián.
XV! HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Pensemos en Asia antes del periodo en que la giobalización se abatió con


violencia sobre ella, desencadenando la crisis de 1997. Asia presentaba institucio-
’ nesdel capitalismo y no del mercado. Sin embargo, en una economía cerrada existía
allí una política de e m p o w e rm e n t de los recursos humanos: ésta era una razón no
desdeñable por el cual se verificaba el crecimiento.

La raíz de este crecimiento, no por casualidad, descansaba también en la


acción de ías fuerzas tecnológicas. Queda establecido también que la tecnología
com o la educación es un p a r tí a l p u b lic g o o d , con todas ías consecuencias que esto
tiene para el razonamiento que haremos de aquí en más, partiendo de la tecnología.
Razonamiento que asume com o referencia, com o hoy está ocurriendo en ia praxis,
ía rápida caída de los monopolios efímeros de memoria schumpeteríana en las
ramas tecnológicas más avanzadas, sobre ia onda creciente de la conversión en
c o m m o d íty y de la ubicuidad cada vez más perfecta de los capitales financieros. El
problema se convierte, entonces, en ei de la difusión virtuosa posible del derrame
tecnológico (s p illo u e r ). Y yo, significativamente, enfatizo que, en la medida en que
ese hecho se produce, va reduciéndose simétricamente la apropiación monopólica
privada del conocimiento; inversamente se observa un efecto de incentivación
virtuosa de la mano pública y visible. Esta se presenta más activa en la medida en
que aquella privada e invisible no actúa a los efectos de ía promoción de políticas
de e m p o w e r m e n t deí conocimiento. Sólo eí entramado de todos estos factores
(derrame, difusión de los conocimientos promovidos por la mano visible, innovación
tecnológica), sienta las bases dei crecimiento irreversible. En sustancia, me parece
que esta consideración constituye la base de una definición de neo; econom \>
satisfactoria y científicamente fundada (I2). Se trata de subrayar radicalmente la
importancia de la capacidad para desarrollar stock de conocimientos a los efectos
de alcanzar altas p e r fo r m a n c e s de productividad en el nivel del sistema
socioeconómico. V de hacerlo sin olvidar la importancia que aún en economías
abiertas asume la intervención pública a esos efectos. El esfuerzo analítico de todas
maneras debe dirigirse no tanto sobre ías naciones, sino sobre las regiones y sus
diversos aportes en el desarrollo del crecimiento.

Siguiendo e! trabajo de B a r r o y S a l a - í- M a r t i n { 5;i}, se confirma la tesis por la


que ías diferencias regionales son siempre menores que aquellas nacionaies y esto
porque ios sistemas económicos sociales regionales están siempre más abiertos a
la competencia que los nacionaies y permiten una actuación de los factores
caracterizada por una mayor movilidad que 1a consentida por las fronteras de ios

(12 ) O. (20 00 ). P erché c s is io n o le impr&sse e com e sano fa tíe . Bruno Mondadori,


M ilán.

[ l o) Baiüío. R. y Sala-i-Maíítin. X. (1 9 5 6 ). op. cit. en noia íj).


PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN1 XVII

Estados. El numen inspirador en este recorrido conceptual no es tanto e! K a ld o r de


los F urther Essay..., que tanto significó en mi formación juvenil, com o el S olow
neoclásico de 1956 ( í<?), que formula ia hipótesis de la producción de un bien final
bajo rendimientos constantes de escala en un contexto de ausencia de externalidades
y en presencia de uniformidad tecnológica. La movilidad de los factores acelera los
procesos de convergencia. Es esta capacidad de aceleración enfatizada por las
relaciones interregionales que hoy se redescubren. Esta sirve de fundamento al
nuevo interés sobre las antiguas tesis neoclásicas de Solow .

De aquí la inspiración ecléctica que hay que tener en la práctica de la historia


económica en la que el enfoque kaldoriano debe convivir elegantemente y sin
contradicciones con el trabajo soíowiano recordado. Esta operación d eooerlap p íng
teórico puede efectuarse de esta manera. Se acepta el análisis de K a l d o r en lo que
concierne a la convergencia en presencia de una evolución virtuosa dei primero al
segundo y aún al tercer sector en la economía y en la sociedad. Pero este pasaje se
presenta precisamente com o virtuoso porque ya no es inducido por la mano pública,
sino por la facilidad de transferencia de los factores impulsados por el desarrollo
endógeno. Esta facilidad se señala com o una condición necesaria y suficiente para
poner en marcha la convergencia virtuosa, evitando ¡as fallas de la política. Si el
mercado fracasa y no provoca por si solo el desplazamiento de! sistema (y no sólo
de los factores) de un sector a otro, la política, con su mano visible, puede actuar y
promover la difusión de los bienes públicos de la educación y la transferencia
tecnológica, por medio de intervenciones breves y con una acentuada focaiización.
con el objeto de minimizar el efecto de la obtención de rentseeking.

Todo esto subraya, incluso de manera terapéutica, la importancia de las


reflexiones que este libro contiene para reconstruir no sólo una teoría, sino una
práctica del desarrollo endógeno capaz de frenar las divergencias y recrear las
condiciones para un virtuoso y renovado camino de convergencias.

La línea de acción posible está indicada teóricamente en un reclamo a las tesis


sobre ¡a eficacia dei learning by doiñg y no solamente en las routines de em pre­
sa También en los sistemas sociales se verifica el hecho de que el desarrollo de
ia produ :tividad general { !6} es más intenso en aquellos sectores económicos
caracterizados por los procesos deí learning by doing. Esto nos india al atento

(1 4 } Soi.ow, R M .. A C on írih u tio fi io Ihe T íie o r y o f E co n o m ic <3rou.ith. en '•Quaíerly; jourruM


o í Econom ics», N ’’ 70. páys. 65-94

(15 ) Nlí.son. R. R. y W in tdí. S. G. (10 82 ). A n E t-o íu iio ñ o rv T h c o rv o f E cono m ic C honge. T h e


Bcilkanp Press. Cambridge?, M A.

(16 ) Lucas. R. E. (1 9 8 8 }. O n ih e M ticcn is m o f th e Econo/sñc . cr> v/ourruji o;


M o w ía r y Econorntcs”. N ;’ 22. p¿gs. 3-42.
XVIII HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

estudio de los mecanismos de spillover intersectoriales (17) que vienen diseñándose


como arquetipos de las nuevas políticas de sostén: aquellas que yo prefiero llamar
políticas de ‘'sostén liviano", "frugal” .

El cuidado con el cual se deben estudiar las intervenciones “frugales", breves


y focalizadas, dirigidas a proporcionar bienes cuasi públicos como el conocimiento
y la tecnología, es muy importante desde ¿i momento en que gran parte de los
caminos regionales de crecimiento en el mundo están determinados por fuertes
idiosincrasias nacionales: estas constituyen variables explicativas y normativas que
deben ser tenidas bien presentes para modular las características de las intervencio­
nes dirigidas a !a convergencia posible.

De todas formas se puede afirmar que de la imponente masa de reflexiones


acumuladas en este libro — que confío hará meditar a muchos historiadores,
economistas y sociólogos del desarrollo— emergen algunas claras indicaciones para
la teoría. La primera de ellas es que debemos analizar finamente lo que concierne
a! significado del concepto de education y de su naturaleza de bien cuasi público
difundido e incrementado por políticas públicas y privadas. En segundo término, ía
que debe inducir a quienes toman las decisiones públicas de ía enferma mano de la
política a apresurarse de manera de prom over intervenciones directas con eí fin de
reclasíficar las cadenas del aprendizaje y el saber en todos los niveles de la
organización social; se trata de superar definitivamente, en el sur de Europa y en
América Latina en primer lugar, una arcaica concepción de la educación y la
capacitación, destinada a perpetuar mecanismos de status ya obsoletos. También
a fundar nuevas objetivizaciones significativas de ta persona en el nuevos modos de
trabajo que se presentan ante nuestros ojos. Sin un aumento de la motivación social
y dei grado de apropiación significativa deí trabajo no podrá haber irreversibilídad
de 1a productividad en la New E conom y.

Para ia teoría, además, de este libro deriva una confirmación de los aciertos
analíticos que sostienen las teorías del desarrollo endógeno. Para aquellos que han
sostenido siempre estas tesis en ía sociología, en la antropología y en ia historia (y
por le que respecta a quien esto escribe), por lo poco o mucho que hayan podido
hacer por el bien común en la uita activa, esta confirmación es “tna fiesta.

Un sendero no neoclásico se ha abierto en ia jungla de la academia,


sosteniendo con seguridad que sólo de los sistemas históricos concretos y no de
fuerzas externas pueden surgiré! crecimiento económ ico y >1desarrollo social y civil,
y que ambos -“ -crecimiento y desarrollo— , cuanto más juntos van por ias calles de

(17) Míírat. M. y Pkíiíars, F. (199S). Jn te rria tio n a ! T rade on Unuer. G ro iv th : a M o d a l tuith


¡n te rs e c ío ra l S p illo u e rs o f K n o w le d g e , en “Jou rn aloí im ernaíionai T ra d e a r.c Econom ic D ev elo p m en K
N" 7, págs. 221-236.
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION XÍX

los infinitos cursos de las alternativas de la historia, tanto más la humanidad podrá
extraer de eiios beneficio en ¡a eterna fatiga de ia existencia.

Este libro busca construir una tensión intelectual virtuosa entre la teoría dei
desarrollo endógeno y la teoría del desarrollo regional, según las más innovadoras
incitaciones provenientes de los estudios en este campo (1S).

Creo que io alcanza con gran éxito analítico. Sería un verdadero pecado no
continuar por este camino.

G iu u o S ap e l u

Profesor Titular de Historia Económica de la Universidad de Milán


Presidente del Centro de Historia de la Empresa y de la Innovación
Director de la Fundación Giangiacomo Feltrineüi

(18 } B grtu gu a. C. S.; Lom bardo. S. y Nukamp, P. {eds.} (1 9 9 7 ), ín n o u a tive B e h a o io u r in Space


cmd Tím e. Springer-Veríacj. Bei'Ün.
PROLOGO A LA PRIMERA EDICION

La invitación a prologar el texto Historia econ óm ica y social genera!


— coordinado por el profesor B e re n b lu m y con la contribución de los profesores
B a r b e r o , G a r c í a M o ü n a y S a b o r id o — por parte de Ediciones Macchi me produjo
una doble satisfacción.

La menos trascendente fue la de volver a enfrentarnos con el interrogante,


juvenil, acerca deí aporte de otro texto de historia económica y social a un estudiante
de ciencias económicas. O, lo que es más grave, que se suma un curso de historia
genera! a la curricula de ciencias económicas. No es poca cosa aquello que dice:
“Qué joven me siento” .

La segunda satisfacción, y por cierto la más significativa, fue encontrar por


demás saciada la antigua visión que nos forjaron maestros que diferían en nuestros
objetivos.

La sola impronta de ia obra al tratar tres universos, disjuntos pero secuenciales,


com o el mundo preindustrial, ía sociedad industrial y su rica y vasta evolución, y la
necesaria y crítica introducción al mundo posindustrial, conforma una suerte de
obligada reflexión para quienes hacen de las organizaciones, tanto en su taxonomía
como en su gestión o prospectiva, su-accionar profesional y académico.

Todo esto requiere una cosmovisíón integradora. Esta es otra de las virtudes
de la obra: centrar eí debate en el hoy y el ahora. Desterrar las visiones de tipo
costumbrista y de época para instalar una tribuna de hoy, para interpretar el antes
y el porqué.

Permítame el lector una licencia menor. La discreta pero crítica visión de la


globalización nos pone orgullosos de la familia docente de nuestra querida Facultad.
XXII HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Mis felicitaciones a los autores y mi deseo, que seguramente será satisfecho,


de que la obra exceda coo .holgura las estrictas necesidades de un estudiante de
ciencias económicas. Gracias por la sobriedad que siempre distingue a las obras
llamadas a perdurar en nuestras bibliotecas.

Buenos Aires, julio de 1998

P ro f. D r. R o d o lf o H. P erez
Decano de la Facultad
de Ciencias Económicas (U BA)
PREFACIO

La presente obra ha sido especialmente redactada cubriendo los contenidos


de los programas más modernos de historia económica y social, que se dictar; en
las facultades de ciencias económicas de las principales universidades del mundo.

La organización y la definición de dichos contenidos fueron determinadas de


acuerdo con tres criterios fundamentales: el primero de ellos lo constituyó la
descripción dei mundo preindustrial, con el fin de que se comprenda el escenario
en que tuvo lugar la aparición de la industria.

Se ha puesto especial énfasis, en segundo lugar, sobre la interpretación de la


llamada Revolución Industrial y su expansión a lo largo del siglo XIX. Se utilizó para
ello una bibliografía renovada, teniéndose en cuenta los debates actuales sobre esa
cuestión. La continuidad de la descripción de las sociedades industriales en el siglo
XX es enfocada a través de un minucioso análisis de la evolución que el capitalismo
registró en Europa Occidental y en los Estados Unidos, así com o de ios sistemas
alternativos que fueron apareciendo a lo largo de este conflictivo período.

En tercer término, las transformado' íes contemporáneas que lievan a ía así


denominada globalizacíón son tratadas a . parúr de un prudente análisis, que
descansa en el reconocimiento del carácter prematuro de cualquier afirmación
definitiva sob:e e! destino de aquéllas, en el siglo XXI.

Los autores se han apoyado en el aparato erudito ineludible en este tipo de


trabajos y aspiran a ofrecer un aporte enriquecedor a la literatura especializada
referida a :a historia socioeconómica contemporánea. Se ha procurado emplear un
lenguaje claro y preciso, y recursos pedagógicos adecuados, de manera de facilitar
la comprensión de complejos procesos sociaies, económicos y políticos de conoci­
miento imprescindible para los estudiantes de ciencias sociales, especialmente
aquellos que cursan carreras de ciencias económicas.

Quienes deban tomar en e! futuro ¡as decisiones inherentes a la gestión de las


organizaciones de cualquier tipo y profundizar en ei análisis de la econom ía. habrán
XXIV HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de contar con un conocimiento acabado de ias relaciones de causalidad que rigen


el funcionamiento de las sociedades, la dinámica histórica del crecimiento y el
desarrollo económicos, y la estratificación social.

N o menos importante resulta ei estudio de la evolución de las instituciones


políticas y de ia recíproca influencia que se establece con la economía y ias finanzas.
El esclarecimiento de esta temática ha. constituido el objetivo que llevó a la
consecución de la obra que ponemos a la consideración de ios lectores.

R ubén L. B erenblum
COMENTARIO PRELIMINAR

En su edición de febrero de 1985, la revista History Today publicó un articulo


en el que siete especialistas británicos respondían a la pregunta "¿Qué es ia historia
económica?'* (!). Las respuestas sirvieron para destacar la falta de unanimidad no
sólo respecto de los presupuestos de la disciplina, sino también de sus métodos.
Pero, además, una de ías cuestiones centrales que surgió de ia encuesta fue la
vinculación de la actividad económica con otras manifestación es de la sociedad. El
vuelco hacia ia teoría económica, que la llamada “ nueva historia económ ica" le dio
a la disciplina a partir de fines de los años '50 (2), ha dado lugar a una reacción que
puede resumirse en el argumento de que la comprensión de ¡a actividad económica
de ios hombres debe incluir el reconocimiento de la existencia de aspectos sociales,
políticos, institucionaies e incluso culturales, que ayudan a apreciarla en (oda su
complejidad.

En el mism o sentido, se expresaba unos años antes J ohn H icks : cuando


retrocedem os al pasado, estamos obligados a descubrir que los aspectos ec o n ó m i­
cos de la vida están m enos diferenciados de otros aspectos de !o que están h o y ” (3).

De allí que ei abordaje de la problemática relativa al uso de ios factores


productivos en ei pasado implica necesariamente referirse a una serie de circuns­
tancias que impulsaron, bloquearon y hasta llegaron a destruir las posibilidades de
crecimiento económico de cualquier sociedad.

(1 } E! artículo íue publicado en castellano por la revista D ébalas (1 9 8 5 ). N " 13. Valencia.

(2) La ‘ nueva historia econ óm ica" no sólo se caracteriza p o r la utilización expltdfñ de (una) teoría
económ ica, sino también p or la aplicación de elem entos estadísticos para tratar datos históricos seriados.
Asim ism o, otro de ¡os rasgos que ia han distinguido es ia elaboración de hipótesis contraíácíicas. U na
muesira relevante de las aportaciones de !a "n .h .e ." se encuentra en T hmín (19S4).

{3} H k:k>(19S4}.
XXVI HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Por lo tanto, se justifica la utilización de la expresión "historia económica y


social” para titular un texto que. centrado en los aspectos económicos relativos al
desenvolvimiento de las sociedades humanas, avanza sobre cuestiones que van más
allá de las coordenadas estrictamente económicas vinculadas a la producción,
circulación, intercambio y consumo de bienes.
INDICE

Prólogo a la segunda edición ........................................................................ IX


Prólogo a ia primera ed ic ió n ........................................................................ XXi
P r e fa c io .................................................................................. ........................ XXIII
Comentario preliminar ................................................................................. X X V

PfiftT€

INTRODUCCION

F€ñNfiNDO ñ . GñftcmM o l i n a
Í0 R G € R . € . SfiBORIDO

C a p it u l o 1

E L C R E C IM IE N T O E C O N O M IC O E N L A P R E H IS T O R IA Y E N EL
M U N D O A N T IG U O

1.1. Economía e historia econ óm ica ........................................................... 3


1.2. La economía en la Prehistoria....... ..................................................... 5
1.3. E! surgimiento del Estado..................................................................... 8
1.4. Los imperios de la Antigüedad ............................................................ 9
1.5. El mundo mediterráneo y el Imperio R o m a n o .................................... 10

C a p it u lo 2

L A E U R O P A P R E IN D U S T R IA L

2.1. Antes del año 1000 ............................................................................ 13


2.2. La expansión económica de ios sígios XI aXIII ................................... 15
XXVIII HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

2.3. La crisis de ios siglos XIV y X V ........................................................... 16


2.4. La Europa del siglo X V ! ...................................................................... 19

2.4.1. La población ........................................................................... 20


2.4.2. La expansión de la agricultura................................................ 21
2.4.3. La organización industrial ................................................... 22
2.4.4. El comercio a larga distancia................................................... 24
2.4.5. El Estado absolutista................................................................ 26

2.5. La crisis del siglo XVII ......................................................................... 27


2.6. La revolución científica....................................................................... 34

B ib lio g r a fía ............................................................................................ 37

SCGUNDR PRRT€

€1 NRC!MI€NTO D€ IR S SOCi€DfiD€S ÍNDÜSTñifil€S

AAfifiiñ In€s BfiRsefio

C a p it u l o 3

E L S IG N IF IC A D O D E L A R E V O L U C IO N IN D U S T R IA L

3,1. El concepto de Revolución Industrial. Algunas definiciones posibles .. 45

3.1.1. La historiografía de la Revolución Industrial ............................ 46


3.1.2. De ios años cincuenta a los años setenta: la Revolución
Industrial y e! desarrollo económico .................................. . 47

3.1.2.1. La teoría del desarrollo y la Revolución industrial .. 48


3.1.2.2. Eí atraso económico en una perspectiva histórica .. 50
3.1.2.3. Los historiadores y ía visión "prometeica"’ de la
Revolución Industrial .............................................. 51

3.1.3. La historiografía de la Revolución industrial en los últimos


veinte años: ios límites del crecimiento ................................... 53
3.1.4. ¿Revolución o evolución?.................... .............. ................... 54
3.1.5. ¿En qué consistió ía Revolución Industrial? :.......................... 55
INDICE XXIX

3,2. El nacimiento de la industria m oderna................................................ 59

3.2.1. Las formas tradicionales de producción industrial................... 59

3.2.1.1. La industria artesanal.............................................. 59


3.2.1.2. La industria a dom icilio.......................................... 60
3.2.1.3. La protoindustrialización................................... 61
3.2.1.4. La manufactura centralizada............................. 62

3.2.2. El sistema de fábrica........................................................................ 63

3.2.2.1. Ei maquinismo......................................................... 63
3.2.2.2. Las nuevas fuentes de en erg ía ............................... 65
3.2.2.3. La disciplina y la organización del trabajo............. 67

a} La disciplina ....................................................... 67
b} La división del trabajo......................................... 69
c) Las fábricas de Josiah W edgwood ..................... 71

C a p it u lo 4

L O S F A C T O R E S C O N D IC IO N A N T E S D E L A IN D U S T R IA L IZ A C IO N

4.1. La población ........................................................................................ 76


4.2. Los recursos naturales............... ............... ......................................... 77
4.3. La tecnología................................ ........................................................ 78

4,3.1- invención e innovación........................................................... 79


4.3.2. La Revolución Industrial y la innovacióntecnológica............... 80

4.4. Los factores institucionales........................................... ...................... 81

4.4.1. El marco jurídico........................................................... 81


4.4.2. E! papel dei Estado........................................................ 83
4.4.3. Las instituciones financieras.................................................... 84
4.4.4. El sistema edu cativo..................................................... 84
4.4.5. Ei factor empresarial .................................................... 8b
4.4.6. S chumpster y ¡a teoría dei empresario innovador................... 86
4.4.7. Factores culturales y sistemas de valores................................. 88
XXX HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

C a p it u l o 5

L A R E V O L U C IO N IN D U S T R IA L E N G R A N B R E T A Ñ A

5.1. Los primeros procesos históricos de industrialización..................... . 91


5.2. La Revolución Industrial en Gran Bretaña........................................... 94

5.2.1. La economía británica en el sigío XVIII ........................ :........ 95

5.2.1.1. La población ........................................................... 95


5.2.1.2. Las transformaciones en la agricultura................... 97

5.2.1.2.1. Los cercam ientos................................. 98

5.2.1.3. Las industrias........................................................... 100


5.2.1.4. El m ercado.............................................................. 101

5.2.1.4.1. El mercado interno.............................. 101


5 .2 .1.4.2. El mercado e x íe rn o ............................. 103
5.2.1.4.3. ¿Consumo interno o consumo externo? 103

5.2.1.5. Una sociedad abierta ai c a m b io ............................. 104

5.2.2. La Primera Revolución Industria! ............................................ 104

5.2.2.1. La periodización ..................................................... 104


5.2.2.2. El crecimiento econ óm ico...................................... 105
5.2.2.3. El cambio tecnológico............................................. 107

5.2.2.3.1. La industria del a lgodón ...................... IOS


5.2.2.3.2. La industria metalúrgica...................... 110

5.2.2.4. Las nuevas fuentes de en erg ía ............................... 111

5.2.2.4.1. El carbón............................................... 113

5.2.2.5. Empresas y em presarios........................................ 114


5.2.2.6. Las regiones y ia industrialización......................... 116

5.2.3. Las consecuencias sociales de la industrialización.................. 117

5.2.3.1. La urbanización ...................................................... 118

5.2.3.1.1. Las nuevas ciudades industríales......... 119

5.2.3.2. La formación de la clase ob rera ............................ 120

5.2,3,2,1 - Las nuevas condiciones de trabajo..... 121

5.2.3.3. El trabajo de las mujeres y ios n iñ os...................... 122


5.2.3.4. Ei debate sobre el nivel de vida de los trabajadores 124
INDICE XXXf

C a p it u l o 6

L O S N U E V O S P A IS E S IN D U S T R IA L E S : E U R O P A O C C ID E N T A L
Y L O S E S T A D O S U N ID O S

6,1- La industrialización de Europa continental.......................................... 130

6.1.1. La economía europea en vísperas de la industrialización....... 130


6.1.2. Los procesos de industrialización............................................. 131

6.1.2.1. El papel del modelo inglés....................................... 131


6.1.2.2. La transferencia de tecn ología................................ 132
6.1.2.3. El papel del Estado................................................... 133
6.1.2.4. Los bancos y ios capitales....................................... 134

6.1.3. La revolución de los transportes y las com unicaciones.......... 135

6.1.3.1. El impacto del ferrocarril.......................................... 136

6.2. Los primeros países industriales: Bélgica y Francia............................. 138

6.2.1. La industrialización de B élgica ................................................. 139

6.2.1.1. La industria textil ......... ........................................... 140


6.2.1.2. La minería y la industria metalúrgica..................... 140
6.2.1.3. Algunos rasgos significativos de ia industrializa­
ción belga.................................................................. 142

6.2.2. La industrialización de Francia....................................... 144

6.2.2.1. La economía francesa en el siglo XV1H.................. 145


6.2.2.2. Ei impacto de la Revolución Francesa ................... 147
6.2.2.3. La industrialización en el siglo XIX:'
el dualismo industrial francés.................................... 147
6.2.2.4. Los sectores de ía actividad industrial.................... 149
6.2.2.5. Las empresas y los em presarios................... 151
6.2.2.6. El debate sobre el modelo de industrialización
fran cesa..................................................................... 153

6.3. La industrialización de A lem ania......................................................... 155

6.3.1. Las etapas de la industrialización alem an a............................. 157


6.3.2. La protoindustrialización................................................ 157
6.3.3. La primera industrialización (1 7 8 0 -1 8 4 0 )..................... 160
6.3.4. La Revolución Industrial (1 8 4 0 -1 8 7 0 ).......................... 161
6.3.5. La industrialización madura (1 8 7 0 -1 9 1 4 ).................... 163
6.3.6. Educación, ciencia y desarrollo tecnológico ........................... 166
XXXII HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

6.3.7. El papel del Estado.................................................................. 167


6.3.8. El papel de ios bancos en la industrialización ........................ 169
6.3.9. Las empresas y los em presarios............................................. 170

6,4. La industrialización de los Estados U n id o s .......................................... 171

6.4.1. Las etapas de ía industrialización norteamericana................. 172


6.4.2. La población, el mercado interno y losrecursos naturales...... 175
6.4.3. La innovación tecnológica :...................................................... 176
6.4.4. La revolución de los transportes............................................. 178
6.4.5. El impacto de ¡os ferrocarriles ................................................ 179
6.4.6. Las empresas y los em presarios.............................................. ISO
6.4.7. Las regiones y ia industrialización .......................................... 181

C a p it u l o 7

L A S E C O N O M IA S IN D U S T R IA L E S E N L A S E G U N D A M IT A D
D E L S IG L O X IX

7,1. Ei proceso de innovación tecnológica.................................................. 184

7.1.1. La revolución de los transportes............................................. 184

7.1.1.1. Los ferrocarriles............................ ......... ........... ...... 184


7.1.1.2. La navegación a vapor ........................................... 186

7.1.2. La Segunda Revolución Industrial ........................................... 1SS

7.1.2.1. El concepto de revolución tecnológica.................... 188


7.1.2.2. La innovación tecnológica....................................... 191
7.1.2.3. Eí carbón....................................................................... 192
7.1.2.4. De una edad dei hierro a una edad del acero ........ 192
7.1.2.5. La continuidad de la tecnología dei vapor com o
fuerza motriz ........... ................................................ 194
7.1.2.6. El petróleo y el motor de combustión interna........ 195
7.1.2.7. La electricidad ......................................................... 196
7.1.2.8. La industria qu ím ica................................................ 198

7.1.3. El nacimiento de la empresa m oderna.................................... 199


7 ,1 :4. Las nuevas formas de organización dei trabajo: taylorismo y
fordismo.......................................... ......................................... 203
INDICE XXXIII

7.1.4.1. Taylorismo .............................................................. 203


7.1.4.2. Fordism o.................................................................. 209
7.1.4.3. Similitudes y diferencias entre taylorismoy fordismo 211

7.2. Los países de industrialización tardía................................................... 212

7.2.1. La Europa periférica en vísperas de la industrialización......... 214


7.2.2. La industrialización de la Rusia im p eria l................................. 215
7.2.3. La industrialización de Italia...................................................... 218
7.2.4. Los países escandinavos: los casos de Dinamarca y Suecia.... 222

7.3. El crecimiento de la economía mundial en la segunda mitad del


siglo XIX (1 8 5 0 -1 9 1 4 ).......................................................................... 226

7.3.1. Ei ritmo de crecimiento y los ciclos eco n óm icos..................... 226

7.3.1.1. Los ciclos econ óm icos............................................. 226


7.3.1.2. Las fluctuaciones en la segunda mitad del sigloXIX 229
7.3.1.3. La expansión de 1S50 a 1 8 7 3 ............................... 229
7.3.1.4. La Gran Depresión de 1873 a 1896 ................... , 229
7.3.1.5. La “Belle Epoque" (1 8 9 6 -1 9 1 3 )............................. 230

7.3.2. El comercio internacional y la integración del mercado


mundial...................................................................................... 231

7.3.2.1. La era del librecam bio............................................. 231


7.3.2.2. Eí retorno del neomercantiMsmo proteccionista.... 236
7.3.2.3. El patrón-oro internacional .................................... 241

7.3.3. El imperialism o....................... .................................................. 245

7.3.3.1. Ei nuevo reparto del m u n d o................................... 245


7.3.3.2. Interpretaciones deí imperialismo .......................... 246

7.3.4. La emigración transoceánica..............:.................................... 248

7.4. El crecimiento demográfico y la urbanización..................................... 256

7.4.1. La población ................................... ......................................... 256


7.4.2. La urbanización ........................................................................ 258
7.4.3. Hacia una nueva sociedad........................................................ 260

B ib lio g r a fía .................................................................................... ............. 265


XXXIV HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

TeficeRa pflftT€

P16NÍTUD V CRISIS D€ IR SOCi£DftD INDUSTftlRl

Joñoe R. €. S rsorido

C a p it u l o 8

A S P E C T O S E C O N O M IC O S Y S O C IA L E S D E L A
P R IM E R A G U E R R A M U N D IA L

8.1. La ruptura de ¡as relaciones económicas internacionales..................... 278


8.2. La gestión de las economías en gu erra .....:........................................ 279

8.2.1. La producción ......................................................................... 280


8.2.2. La distribución......................................... ................................ 281
8.2.3. Los intercambios....................................................................... 2S2

8 ;3. La financiación de la g u e rra ................................................................. 283

8.3.1. La financiación ex terio r...............................................■........... 286

8.4. Los cambios tecnológicos y em presariales............................ ............. 287


8.5. La guerra y el resto de! m u n do............................................................ 288
8.6. La guerra y la sociedad......................................................................... 290

C a p ít u lo 9

LO S P R O B L E M A S DE L A D E C A D A DEL ’2 0

9.1. Las consecuencias económicas de la gu erra........................................ 294

9.1.1. Las pérdidas de la gu erra ........................................................ 294


9.1.2. La declinación económica eu ro p ea ........................................ 296
9.1.3. Ei nuevo mapa de Europa....................................................... 296
9.1.4. El tratamiento dado a Alem ania.............................................. 298

9.2. Las dificultades de ía inmediata posguerra .......................................... 299

9.2.1. Ei abandono del patrón-oro durante la guerra y


sus repercusiones..................................................................... 299
9.2.2. Ei retorno a la paz (1 9 1 9 -1 9 2 0 )............................................. 300
INDICE XXXV

9.3. Crisis de reconversión (1 9 2 1 -1 9 2 4 ).................................................... 302 •

9.3.1. La crisis de 1921 ...................................................................... 302


9,3-2. Alemania: el camino a ia hiperinflación.................................. 303

9.4. Normalización y crecimiento (1 92 5-1929 ).......................................... 306

9.4.1. El restablecimiento del patrón-oro .......................................... 307


9.4.2. La evolución de las principales potencias occidentales.......... 308

9.4.2.1. Los Estados U nidos.................................................. 308


9.4.2.2. Gran Bretaña............................................................ 310
9.4.2.3. Francia....................................................................... 313
9.4.2.4. Alemania e Italia....................................................... 315

9.4.3. La evolución económica de ía Rusia soviética ........................ 317


9.4.4. Los problemas de la prosperidad............................................. 323

9.4.5. El mundo extraeu ropeo........................................................... 326

9.5. La sociedad de los años ’ 20 ................................................................ 327

C a p it u lo 1 0

L A C R IS IS D E L O S A Ñ O S -30

10.1. Los indicadores de ia depresión........................................................ 332


10.2. Las explicaciones de la crisis ............................................................ 334
10.3. El crac de la Bolsa de Nueva Y o r k .................................................... 340
10.4. La difusión de la crisis hacia Europa................................................. 344
10.5. La depresión en ei resto del m u n do......... ....................................... 346
10.6. Las nuevas prácticas financieras y com erciales................................ 348

10.6.1. Control de cam bios........................................................... 348


10.6.2. Acuerdos bilaterales .......................................................... 349
10.6.3. Aranceles y otras restricciones al co m ercio ...................... 350

10.7. Los intentos de cooperación internacional....................................... 351


10.8. Las políticas económicas nacionales frente a la crisis...................... 352

10.8.1. Los Estados U nid os........................................................... 353


10.8.2. Gran Bretaña..................................................................... 355
10.8.3. Alem ania............................................................................ 356
10.8.4. Francia...................................... ......................................... 359

10,9. Keynes y Ja teoría genera!


XXXVI HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

10.10. Colectivización y planificación en la Unión S oviética .................... 363


10.11. El impacto social de la crisis............................................................ 366

C a p it u lo 11

L A S E G U N D A G U E R R A M U N D IA L

11,1- Elementos económicos de las decisiones m ilitares.......................... 370


11.2. El esfuerzo bélico de ios aliados................................,....................... 372
11.3. Alemania frente a la gu erra................................................... ............ 374
11.4. La economía soviética y la gu erra .................................................... 375
11.5. La Segunda Guerra y el m u n d o..................................... ................. 377
11.6. El cambio tecnológico..................................................................378
11.7. La guerra y la sociedad..................................................................... 379
11.8. La preparación del futuro ................................................................. 382

C a p it u lo 1 2

L A E X P A N S IO N D E L A S E G U N D A P O S G U E R R A

12.1. El crecimiento en cifras........... -.......................................................... 386


12.2. Las explicaciones del crecim iento........................................ ............. 389

12.2.1. La fundamenración neoclásica.......................................... 389


12.2.2. Los argumentos keynesíanos........................................... 390
12.2.3. Los modelos de! cambio estructura!.................................. 391
12.2.4. La escuela de! catchhig u p ............................................... 392
12.2.5. El enfoque marxista........................................................... 392

12.3. El punto de partida: Sas pérdidas de la gu erra.................................. 394


12.4. Ei plan Marshall y la reconstrucción europea .................................. 395
12.5. La dinámica dei crecimiento occidental en ios años 50 y '6 0 ........ 398

12.5,1. La economía mixta ............. ............ ................................ 398


12,5.,2. La importancia de ia oferta de trabajoy capital................ 399
12.5.3. E! progreso técnico y las modificaciones en la organización
de! trabajo y de la empresa ................................................ 403
12.5.4. Ei factor dem anda.............................................................. 405
12.5.5. La integración económica internacional ...................... 408
INDICE XXXVii

12,5,6. El sistema monetario internacional........................................ 410 •

12.6. La evolución económica de los principalespaíses occidentales..... 411

12.6.1. Los Estados U n id os.......................................................... 411


12.6.2. Gran Bretaña................................................ .................... 413
12.6.3. Francia........................................................................... . 415
12.6.4. A lem ania................... ,...................................................... 417

12.7. E! caso ja p on és................................................................................ 419


12.8. El "milagro" español ....................................................................... 426
12.9. La evolución de las economías de Europa del e s te ......................... 435
12.10. La expansión económica en el resto del m u n do.............................. 440
12.11. Los cambios sociales......................................................................... 442
12.12. La crisis de la década de 1970 y la inestabilidad de los años '80 .... 446

B ib lio g r a fía ............................................................................................. 451

CüflftTR PfiRTe

IR TRANSICION ñ tfi CCONOMIfi POSiHDUSTRlfit


Rubén L 8 €R€NBlum

C a p ít u l o 1 3

L A T R A N S IC IO N A L A E C O N O M IA P O S IN D U S T R íA L

13.2. In trod u cción ...................................................................................... 461


13.2. Ei comportamiento de los factores de ía producción........................ 462
13.3 El roi de ía tecn olo gía ....................................................................... 466
13.4 Características dei modelo posindustriai........................................... 469

13.4.1. La llamada ''globalí 2a c ió n " ....................................................... 469


13.4.2. El desarrollo asimétrico........................................................ 471
13.4.3. Los modelos del desarrollo.................................................. 473
13.4.4. Las temáticas criticas........................................................... 478

B ib lio g r a fía .................................................................................................. 481


PRIM€Rfl PflRTC

INTRODUCCION

fm m m o r. g a r c ía m o lin r
JORG€ R. €. SABORIDO
1

€1 CR€CIMÍ€NTO €COWOMIC©
€N Lfl PREHISTORIA V
€M €L MUNDO ANTIGUO (* )

1,1. ECONOMIA E HISTORIA ECONOMICA


Los grandes temas de la ciencia económica pueden expresarse por me­
dio de preguntas: ¿qué bienes y servicios produce una sociedad y en qué
cantidades?, ¿qué recursos humanos y naturales se utilizan y qué técnicas
se aplican?, ¿cuáles son las organizaciones económicas que los generan?,
¿para qué se producen bienes y servicios?, ¿cómo se distribuye el produc­
to generado por la sociedad?
Esas mismas preguntas son las que se plantea la historia económica:
“ explicar la estructura, el funcionamiento y los resultados de las economías
a lo largo del tiempo” sería una de las maneras de definir sus objetivos.
Justamente, al abordar el tema de los resultados, aparece la crucial cues­
tión del crecimiento económico. Este puede ser definido como el incremen­
to sostenido de los bienes y servicios que se producen en una sociedad dada.
Desde que los hombres se distinguieron de otros animales, han vivido
diferentes etapas de apropiación progresiva de la naturaleza —o de combina­
ción de los distintos factores productivos— que condujeron a una modifica­
ción de la capacidad de producción de las diversas sociedades.

( * } L o s a u t o r e s a g r a d e c e n l o s a p o r t e s d e D aníí -x V il i a k y S ilv ia C.r o c h r t t í .

(1) N’ ortk ÍI9 8 4 ).


HISTORIA ECONOMICA Y $ O C iA L G ENERAL
4

Un análisis de las características del incremento de la prod u cción , con­


duce a d is tin g u ir dos tipos de crecimiento económico: el e x te n s iv o y e l in­
tensivo.
Se habla de crecimiento ext«wsévo cuando hay un aum ento d e la produc-
/ción y de la población a tasas s»¿s o menos similares. El in te n s iv o , por su
parte, se verifica cuando se incrementa de manera significativa la p rod u cción
por habitante. Normalmente, implica también cambios es tru c tu ra le s , in sti­
tucionales y distributivos. A lo largo de la historia, el c re c im ie n to ex te n si­
vo ha sido la situación habitual; el aumento de la población, au n al s e r len ­
to, muestra la realidad del crecimiento global de la producción, e n tanto al­
canzó por lo menos para abastecer ese incremento dem ográfico.
Puede sostenerse, y ésta es una postura muy difuadida e n tr e lo s estu­
diosos de la historia económica, que el único tránsito ex itoso d e s d e el cre­
cimiento extensivo hacia el intensivo fue el que culminó en E u ro p a , en ge­
neral, y en Gran Bretaña, en particular, durante el siglo XIX.
Sin embargo, es válido también argumentar que hay un p r im e r sa lto en
el desarrollo económico de la humanidad concretado como c o n s e c u e n c ia de
la llamada “ revolución neolítica” , sostenida en la agricultura, la d o m e s tic a ­
ción de animales y el surgimiento de las actividades artesan ales.
Durante varios milenios, el crecimiento económico se b a só e n la s p osi­
bilidades brindadas por la expansión del área de las activid a d es a grícolas,
complementada por la introducción de licita d os avances t é c n ic o s , p o r las
posibilidades de especialización y de división del trabajo q u e b r in d ó e l de­
sarrollo dí 1 comercio, y por la nueva situación creada por el s u r g im ie n to de
estructuras estatales permanentes. Recién en la Europa del s e g u n d o m ile­
nio se fueron produciendo modificaciones que condujeron a l o s cam bios
económicos característicos del crecimiento intensivo, que se c o n c r e ta ro n en
la industrialización de los últimos dos siglos.
Si partimos de esta perspectiva, el objeto de estudio de la h is t o r ia eco­
nómica puede dividirse en tres partes:
1. La revisión ue la evolución económica en la P reh istoria y e n la Aii-
tigüedad.
2. El proceso de transición que se produjo en Europa d e sd e e l añ o 1000
hasta el siglo XVIII.
3. El nacimiento, la consolidación y la crisis de las e c o n o m ía s indus-
tríales.
En esta introducción, abordaremos de manera sintética lo s d o s prim e­
ros apartado.-:, dejando para el ie.sto de la obra el estudio de la s ec o n o m ía s
industriales.
CAP. 1 ~ EL CRECIMIENTO ECONOMICO EN LA PREHISTORIA Y E N E L 5

1,2. LA ECONOMIA EN LA PREHISTORIA


Hace unos 2,5 millones de años, surgió en Africa Oriental la primera es­
pecie del género humano, el homo habilis. Los registros de su actividad en
tiempos tan remotos ponen de manifiesto que nuestro ancestro cubría sus
requerim ientos energéticos organizado en grupos muy pequeños que se
apropiaban de recursos de origen animal y vegetal.
A partir de este tipo organizativo básico, que incluye un grado de movi­
lidad significativo, una incipiente división social del trabajo y la reciproci­
dad como mecanismo de cohesión grupal, se desarrolló y estructuró de ma­
nera progresiva una actividad cazadora y recolectora que constituyó la úni­
ca forma de captación de recursos utilizada tanto por las especies más an­
tiguas como por el hom o sapiens sapiens —los hombres anatómicamente
modernos— hasta tiempos muy recientes.
Paralelamente, la segunda especie humana —el hom o erectas— coloni­
zó las costas mediterránea e índica del Africa; luego, vastos sectores de Asia
Oriental y Occidental, y, finalmente, Europa, hasta una latitud aproximada
a los 45 grados Norte. Por último, nuestra especie actual también alcanza­
ría Oceanía y América en su dispersión.
Los instrumentos que acompañaron ese desarrollo, elaborados sobre
distintos tipos de rocas, fueron variando en su manufactura y utilización a
medida que las condiciones ambientales planteaban nuevos requerimientos,
durante un momento geológico, el Pleistoceno, caracterizado, sobre todo en
gran parte de Eurasia, por la rigurosidad derivada de sucesivos ciclos de ac­
tividad glaciaria.
El advenimiento del Holoceno (12.000/10.000 años antes del presente),
al provocar un reordenamiento de faunas y floras, se convirtió en escenario
de profundas transformaciones que afectaron la organización de las socie­
dades cazadoras-recolectoras. Algunas de ellas inauguraron formas alterna­
tivas de explotación de recursos, apoyándose en especies vegetales de ciclos
cortos —trigo y cebada en Asía anterior, maíz en América— , productoras de
semillas en cantidades importantes, que debían ser recolectadas con pres­
teza durante su breve lapso de maduración, y luego almacenadas para su
consumo a lo largo del año. Los herbívoros que se alimentaban de ellas
— ia c :ihra y ia oveja en Asia— se convirtieron también en objeto de atención
preferencia!.
Estos procesos, que modificaron de manera decísi%ra los niveles de cre­
cimiento económico, han sido explicados de distintas formas, que se anali­
zarán a continuación:
6 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Gokdon Childe (2) postuló la existencia de una situación de obligada ve­


cindad que núcleo a hombres, plantas y animales en sitios húmedos y ba­
jos del Cercano Oriente y el norte de Africa, para protegerse de la aridez tí­
pica del momento. Esa contigüidad habría desencadenado nuevas formas de
explotación de recursos, llevando a una marcada dependencia mutua que
culminó en ia agricultura y ia domesticación animai.
La constatación de que tales cambio drásticos 110 tuvieron lugar, así
como la de que las variedades de gramíneas convertidas en cultivos se en­
contraban en su estado silvestre en otros terrenos, llevó a B ra id w o od (3) a
desechar la teoría de Gokdon C h ild e . En su argumentación sustitutiva, afir*
maba que la agricultura habría sido la consecuencia “ naturar’ de un proce­
so de elaboración y especialización protagonizado por cazadores-recolecto­
res que se encontraban en convivencia habitual con los recursos silvestres
que resultarían domesticados.
Ambas teorías, sin embargo, tenían en común la perspectiva de que la
humanidad tiende siempre a acrecentar sus medios de subsistencia y la tec­
nología de la que se vale para explotarlos. Por lo tanto, allí donde se diesen
las condiciones, resultaría “ lógico” que hubiera surgido la domesticación,
dado que ésta significa una mejora sustancial de la base económica.
Con posterioridad. Bjnforo (4) observó que la humanidad había atravesado
épocas prolongadas de gran estabilidad tecnológica y económica, como lo
demuestra el profundo registro arqueológico pleistocénico, de manera que
la perspectiva de B kaidwood admitía serias críticas en ese sentido.
Binford sostuvo que la “ domesticación vegetal” constituía una alternativa
posible, pero esto no implicaba que los hombres hubiesen optado por ella
necesariamente. De allí que muchas sociedades cazadoras-recolectoras bien
adaptadas a su situación no experimentaron variantes, pese a que se presen-
taron las condiciones para hacerlo.
En su análisis, introdujo el factor de la presión demográfica, construyen­
do para el Cercano Oriente la siguiente secuencia:
a) ciertas sociedades cazadoras-recolectoras pospleistocénicas se apro­
piaron con éxito de recursos silvestres ‘'fijos” en el espacio, generan­
do nuevas formas de explotación que se tradujeron en una tenden­
cia a la sedentarización;
b) esta explotación exitosa se. tradujo en una presión competitiva ejer­
cida sobre otras sociedades que mantenían sus formas tradicionales
de captación de recursos;

(2) G ouljon Cniun-: (1962).

(3) B kaidwoou (19 7 1 ).

{4) Bits-ronn (13S8).


CAP. í - EL CRECIMIENTO ECONOMICO EN LA PREHISTORIA Y EN EL.,. 7

c) en las zonas menos favorecidas comenzaron a experimentarse nue­


vas vías de incorporación de recursos. La crítica más consistente for­
mulada a esta explicación reside en que, hasta .el momento, los re-
gistros arqueológicos no reflejan la secuencia postulada.
Por su parte, C o h é n (5) se planteó dos cuestiones que consideró básicas
respecto del surgimiento de la agricultura. En primer lugar, se preguntó por
qué motivo sociedades de cazadores-recolectores bien adaptadas se convir­
tieron en sociedades agrícolas; luego, cuáles habrían sido las razones por las
que el proceso se produjo en distintos lugares del Viejo y del Nuevo Mundo,
sin conexión entre sí y en épocas marcadamente sincrónicas. El autor res­
ponde que ia escasez de fauna pleistocénica a partir del retiro de la última
glaciación —un fenómeno a escala planetaria— lesionó la calidad de vida de
poblaciones crecientemente numerosas de cazadores-recolectores instaladas
en distintos continentes, tornando más apetecibles ciertos recursos que
antes habían sido considerados en forma subsidiaria, como es el caso de los
granos silvestres. La explotación de estos recursos fue encarada en forma
planificada por esas poblaciones, que dirigieron su atención a vegetales
como el trigo y la cebada- Este sería el primer paso de una explotación es­
pecífica que terminaría por desembocar en la domesticación plena.
Se ha criticado el hecho de que C ohén su pone la existencia de una pre­
sión demográfica en sociedades tradicionalmente capaces de controlar sus
niveles de población. Esto es cierto, pero también lo.es que la población total
experimentó un aumento sensible, y la misma pudo haber tenido interven­
ción en las nuevas modalidades de explotación de recursos, aunque tai vez
no como causa principal del proceso.
Finalmente, Rindos sugiere qu e el origen de la agricultura puede ser
adecuadamente explicado si es percibido no como un estadio evolutivo pro­
gresivo. sino com o el resultado de la interacción coevolutiva de vegetales y
seres humanos.
El primer paso del proceso fue incidental y se produjo debido a que los
miembros de determinadas sociedades no agrícolas protegieron a ciertos
vegetales silvestres que ofrecían semillas nutritivas. Estas conductas fueron
luego seleccionadas debido a que los vegetales mostraban signos de cambio
que acentuaban sus posibilidades de aprovechamiento.
El paso siguiente fue la espccializacíón. al incrementarse las posibilida­
des de utilización de las plantas, aumentando de. esta manera la dependen­
cia mutua entre hombres y fítoc.omunidades útiles.

15} C ohén (1 9 8 4 ).

(6) R indos {4 9 90),


8 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La agricultura propiamente dicha surgió, por fin, cuando se generaron


técnicas específicas para el tratamiento de las plantas, acentuándose la
coevolución de las poblaciones humanas y vegetales.
R in d os, al desechar la noción de “ primer m otor” que en ías restantes
teorías se asignaba a cambios climáticos o presiones poblacionales reitera­
damente cuestionados, inauguró una perspectiva novedosa. Desde su pun­
to de vista, la agricultura fue un proceso no programado por los hombres, ni
tampoco inevitable: simplemente tuyo lugar como resultado de una interac­
ción compleja y prolongada.
Más allá de ias polémicas académicas, la significación de estos avances
fue enorme, en tanto puso en marcha una serie de m odificaciones que se
concretaron en los milenios siguientes:
a) la población creció a una tasa sin precedentes, aumentando el nú­
mero de asentamientos humanos;
b) si bien de manera gradual, la agricultura sedentaria se fue transfor­
mando en la actividad económica dominante;
c) se produjo un progreso importante en el desarrollo de la tecnología,
que incluyó el comienzo de la alfarería y ia metalurgia del bronce y
el hierro;
d) surgieron las primeras ciudades, que se extendieron a lo largo del
Mediterráneo;
ej se desarrollaron y expandieron las actividades comerciales;
f) la división del trabajo y la distribución de los excedentes dieron lu­
gar al surgimiento de diferenciaciones sociales permanentes, que se
manifestaron desde un principio en fuertes disparidades en los ni­
veles de renta;
g} por primera-.vez apareció la organización política del Estado.

1,3. EL SURGIMIENTO DEL ESTADO


Si bien los Estados adoptaron formas diferentes — ciudades-Estado,
imperios— , pueden detectarse rasgos comunes, que son el resultado de res­
puestas que se articulan para enfrentar problemas similares.
La discusión acerca de los orígenes del Estado ha sido prolongada y dio
lugar al surgim iento de varias teorías, de las cuales resumiremos ías. de
rnayer repercusión:
CAP. 1 - EL CRECIMIENTO ECONOMICO EN LA PREHISTORIA Y EN EL... 9

— W i t t f o g e l (7) planteó ia llamada ‘'hipótesis hidráulica’', cuya argumen­

tación central es la siguiente: ia irrigación a gran escala y el control


eficaz y planificado del agua otorgaban un gran poder sobre los agri­
cultores. generándose un modo único y centralizado que el autor
denomina “ despotism o oriental", en el que las oteras de riego, su
organización y el m onopolio del poder se habrían desarrollado en
forma simultánea. Como lo afirma H a r r ís (*), el núcleo de la teoría
hidráulica fue anticipado por M a rx en sus escritos sobre el “modo de
producción asiático” .
— El modelo de C arn eiro (&J, más conocido por su concepto de “ circuns­
cripción social” , es fundamentalmente una teoría de la conquista, a
la que se le suman aspectos ecológicos. Su primer motor es la com­
petencia por la tierra, emergente del crecim iento demográfico. La
misma tomó la forma de guerra y “ a través de la conquista de aldea
por aldea, surgieron jefaturas, las primeras unidades supracomuna-
les", y de allí se pasó al Estado.
— Service (!0) plantea rigurosas distinciones entre banda, tribu, jefatu­
ra y Estado, formas que el autor denomina “ niveles de integración
sociocultural” . Una jefatura completamente desarrollada es aquella
que dispone de un efectivo control espacial sobre un área determi­
nada, en la cual se ha verificado un proceso de especialización regio­
nal y de división del trabajo individual. El jefe comienza su carrera
no como líder militar, sino como redistribuidor de los excedentes
generados por la sociedad; se encarga de garantizar una producción
estable y asegurar ei orden dentro del grupo, lo que lo lleva a estar
en condiciones de movilizar grandes cantidades de fuerza de traba­
jo tanto para fines productivos como militares. El Estado surge en­
tonces como ente regulador, creador de un sistema permanente de
redistribución garantizado por la burocracia y apuntalado ideológi­
camente por el clero.

1,4. LOS IMPERIOS DE LA ANTIGÜEDAD


Uno de ios rasgos principales de la evolución de las organizaciones es­
tatales en el mundo antiguo fue el surgimiento de grandes imperios. Desde

(7 ) W m T O G fa ( 1 9 6 6 )

( 8 ) H a r k i s ( 1 9 8 6 ).

(9) Carneiro (1970).


( 1 0 ) S e r v i c e ( 1 9 7 5 ).
10 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

la aparición del imperio de S a rg o n en Acad (2350-2300 a. C.} hasta la caída


del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.), una cantidad significativa de
elaboradas estructuras estatales coexistieron o se sucedieron en un ámbi­
to territorial muy extenso.
Las bases económicas de estos imperios residían en la posibilidad de
obtención sistemática de tributos respecto de las masas campesinas y de los
pueblos conquistados. Existió también la esclavitud, pero hasta su estabi­
lización en el Mediterráneo grecorromano constituyó una forma marginal de
explotación de la mano de obra.
En muchos casos, como se ha comentado, la tarea de la autoridad con­
sistía en la implementación de la agricultura de regadío, que requería un alto
nivel de organización y de disciplinamieruto de la fuerza de trabajo. No cabe
duda de que los avances tecnológicos concretados en estos imperios fueron
muy escasos, reduciéndose al desarrollo de algunas de las posibilidades
abiertas por la “revolución neolítica” , pero algunos de sus logros institucio­
nales, como el establecimiento de la ley y el orden en áreas cada vez mayo­
res, facilitaron el crecimiento dei comercio, la especialización regional y la
división del trabajo.

1,5. EL MUNDO MEDITERRANEO


Y EL IMPERIO ROMANO
En el aproximadamente milenio y medio comprendido entre el 800 a. C.
y el siglo VI de nuestra era se produjo el auge de la civilización en el Medi­
terráneo, un fenómeno crucial para la comprensión del mundo occidental.
Este p ro ce so fue acom p añ ad o de un significativo nivel de d esarrollo
económ ico, que constituyó ía base que perm itió el surgim iento de un siste­
ma político y de una cultura nunca alcanzada hasta entonces.

Las ciudades-Estado griegas y el Imperio Romano estuvieron caracteri­


zados en el Lerreno económico por tres aspectos fundamentales;
1. Pese a tratarse de un universo centrado en las ciudades, la agrícul-
Uira constituyó el ámbito dominante de producción y proporcionó
las principales fortunas urbanas.
2. Tanto la producción agraria como 1a minoritaria actividad producti­
va desplegada en las ciudades se asentaron de manera fundamental
sobre la explotación de mano de obra esclava, ‘"la invención decisi­
va del mundo grecorromano” (“ ).

Í U ) A..\dí:rson (1 9 7 9 }.
CAP. 1 - EL CRECIMIENTO ECONOMICO EN LA PREHISTORIA Y EN E L 11

3. El mar Mediterráneo fue el escenario que permitió intercambios de


nivel inédito, ya que en el mundo antiguo el comercio marítimo era
el medio más viable para la circulación de productos en distancias
medias y largas (en .eí siglo III d. C. era más barato enviar trigo por
barco desde Siria hasta España — de un extremo a otro del Medite­
rráneo— que transportarlo 120 kilóm etros en carros) (I2J.
Por lo tanto, la riqueza, el bienestar y los logros concretados por los
hombres libres de la Antigüedad clásica —desde el arte y la filosofía hasta
la democracia— se basaron en el amplio excedente económico generado por
Ja presencia preponderante de este sistema de trabajo.
Si bien en el largo período dominado por la esclavitud se concretaron
algunas mejoras técnicas —m olinos giratorios para el grano, métodos de
soplado del vidrio— , lo cierto es que el crecim iento económ ico se asentó
sobre la expansión territorial y la ampliación, a través de la conquista o el
comercio, de la dotación de mano de obra servil. Justamente, la combinación
de un número de esclavos abundante con la descalificación del trabajo como
una actividad no compatible con la libertad impidió que se produjera una
aplicación de la cultura a la técnica para producir inventos. De allí que la
civilización clásica tuviera un carácter colonial: el saqueo y el reclutamiento
de esclavos eran los objetivos de la expansión; el poderío militar se asoció
al crecim iento económico más que nunca lo había estado antes o lo estaría
después. Como bien se ha dicho: “ ...los campos de batalla proporcionaban .
mano de obra para los campos de cereales y, viceversa, los trabajadores cau­
tivos permitían la creación de ejércitos de ciudadanos” (13).
Hubo tres grandes ciclos de expansión imperial en el Mediterráneo: el
ateniense, el helenístico y el romano.
El Imperio Romano fue la estructura política más elaborada y duradera
del mundo clásico. Sus logros están asociados de manera directa con las
características descriptas para el mundo mediterráneo en su conjunto; el
pueblo romano fue ei protagonista de la mayor expansión concretada en la
Antigüedad. Los lím ites máximos que alcanzó el Imperio a principios del
siglo ÍI obligaron a un enorme esfuerzo de organización estatal. Los éxitos
alcanzados, como ei crecimiento demográfico, el desarrollo urbano y la ex­
pansión del comercio a larga distancia, se afirmaron en un largo período de
paz asegurado por un Estado activo que protegía las fronteras y aseguraba
la paz interior.
Sin embargo, es preciso no olvidar un elemento de suma importancia: e!
Imperio era un Estado fundamentalmente agrario. Esta circunstancia es cru-

(1 2 ) E l p r o g r e s o c o m e r c i a l s e v i o fa c i l i t a d o p o r u n a in n o v a c i ó n d e g r a n i m p o r t a n ­
c ia : la i n v e n c ió n d e la m o n e d a .

(1 3 ) A k ü e rso n U 979 }.
12 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

cial a la hora de analizar el tema de la decadencia que condujo a la cáída de


la parte occidental del Imperio en 476 d. C.
Las controversias entre los historiadores respecto de las causas de la
decadencia dei Imperio Romano se han extendido a lo largo del tiempo y
abarcan, a grandes rasgos, dos tipos de cuestiones.
Por una parte, se enfrentan quienes destacan la importancia de la pre­
sión externa —los pueblos germánicos situados en las fronteras— con los
que ponen en primer pluno los factores endógenos. De acuerdo con las in­
terpretaciones actuales (14), parecen haber sido estos últimos los que produ­
jeron la caída del edificio imperial, generando una situación tal de debilidad
que facilitó finalmente la penetración desde el exterior.
Es complejo el análisis de esos factores internos. Si nos centramos en
los aspectos económicos, la discusión se relaciona con cuestiones como la
continuidad o crisis de la esclavitud, el tamaño del Estado, los conflictos
sociales del Bajo Imperio, etcétera.
Desde la perspectiva marxista, la declinación del Imperio Romano está
asociada a.la crisis del modo de producción esclavista. En algunos análi­
sis í15}, se vincula de manera estrecha a las luchas sociales protagonizadas
fundamentalmente por los esclavos, complementada, en visiones más am­
plias (1C), por el comportamiento de las clases aristocráticas, que destruye­
ron la estructura estatal en su beneficio.
Una visión centrada en el agotamiento del Estado imperial es la que brin­
da Bernardj (l?). Incorporando la idea de Estado benefactor, afirma que en el
Bajo Imperio éste estuvo sometido a cargas y tareas que excedían amplia­
mente su capacidad de obtener ingresos, sobre todo a partir del fin de las
guerras de conquista. Decidida a sostenerse, la burocracia imperial incre­
mentó la presión fiscal por encima de todo lím ite razonable, generando el
empobrecimiento de los pequeños y medianos propietarios y ía evasión por
parte de los grandes. El resultado final fue la bancarrota del Estado, mien­
tras que grupos privilegiados “eluden la im posición, acumulan riquezas y
crean alrededor de sus villas microcosmos económ icos y sociales com ple­
tamente al margen de la autoridad central” .

(1 4 ) U n a r e v is ió n d e la s p r in c ip a le s lín e a s d e in t e r p r e t a c i ó n p u e d e v e r s e e n A A . W .
(1 9 8 0 ).

(1 5 ) D o ckes (1 9 8 4 ).

(16) Anoerson (1979).


(1 7 ) BRKNARDr (1 9 7 3 ).
2

lf l e U R O P A P R C lW D U S T R Ifll

2,1. ANTES DEL AÑO 1000


Hasta hace muy poco tiempo, hablar de la Europa de los siglos VI a X era
referirse a un continente en el que el nivei ele la civilización material había
experimentado una fuerte regresión. Los últimos estenios {'} han modifica­
do esa visión, destacando que el período estuvo caracterizado más bien por
una disminución muy importante de los intercambios {sobre todo, el comer­
cio a larga distancia}, pero no necesariamente en las actividades primarias.
Una síntesis actual, que recoge los últimos aportes de los medievalistas,
puede ser la siguiente:
— La sociedad europea fue una sociedad esclavista, aunque se trataba
de una situación “ mejorada", ya que el esclavo estaba instalado con
su familia en un lote de tierra. Este último aspecto es de gran impor­
tancia, ya que confería al esclavo una cierta autonomía generadora
de su promoción social y económica.
En las tierras controladas por ia aristocracia y en las del alto cleio,
la situación se estaba modificando: hombres libres y esclavos coexis­
tían; incluso hay referencias a matrimonios mixtos. Se estaban pro­
duciendo dentro de los señoríos (-) las primeras manifestaciones de
una “ recomposición social” .
— La estructura social se caracterizaba por la existencia de tre.;. agre­
gados: la aristocracia —fuertemente jerarquizada— , los esclavos y
los campesinos libres organiz das en comunidades.

{1 } E « e s t a c a r a c t e r iz a c ió n n o s b a s a m o s e n D ojs (19315 y B im o a s s ib { UK v ¡) y (1 9 3 3 ).
m á s e l a p o r t e d e D uuy (1 9 7 6 }.

(2 } E l s e ñ o r í o t e r r i t o r i a l e r a « n a g r a n e x t e n s i ó n d e t ie r r a d iv id id a en íiO'. p a r te s :
ia r e s e r v a d e l s e ñ o r y la s t e n e n c ia s e n m a n o s cíe lo'-: c a m p e s i n o s , q u e esi,'i!>.i!) o b l i g a ­
d o s a e n t r e g a r t r ib u t o s y/o s e r v i c i o s p o r e i u s o d e ¡a t ie r r a .
14 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

Se estaba verificando, sin embargo, un lento pero constante proce­


so de cambio: la aristocracia, que debía su posición de privilegio a
la posesión de esclavos y a los beneficios provenientes del aprove­
chamiento de su participación en el aparato estatal — especialmen­
te durante la experiencia carolingia— , se encuentra afectada por el
derrumbamiento de éste y por las rebeliones de esclavos. El resul­
tado va a ser, en el largo plazo, el surgimiento de un orden socioeco­
nómico nuevo, asentado en el dominio de una aristocracia distinta
— aunque muchos de sus miembros provengan de la anterior— , que
se apropia dei antiguo poder público en un marco territorial restrin­
gido. colocando de manera progresiva bajo su control a la totalidad
del campesinado. Las rentas banales o jurisdiccionales (3) y las ob­
tenidas de la cesión de la tierra constituirán en adelante las bases
de su poder económico.
El campesinado libre, por su parte, experimentó dos tipos de modi­
ficaciones: por un lado, incrementó su número y devino en protago­
nista importante del crecimiento agrario. Por otro, va siendo cada vez
más controlado por los poderosos, pasando a constituir, junto con
los esclavos que se van liberando, una clase de campesinos depen­
dientes que comparten rasgos comunes.
— Las relaciones ciudad-campo se han debilitado hasta el punto de que
puede hablarse "de un profundo foso que separaba la economía ur­
bana de la econom ía rural” (■*). Esta situación esLá vinculada a la
declinación de las ciudades, un tema por demás conocido pero no
demasiado esclarecido en cuanto a sus causas profundas. La reali­
dad muestra que las ciudades se achican en el seno de una sociedad
que se ha “ ruralizado” .
— Hacia los siglos IX y X -—en algunas regiones todavía antes— se ini­
ció una etapa de crecimiento agrario caracterizada por un aspecto
extensivo, el incx'emento del espacio cultivado, y otro intensivo, de
menor significación, basado en el progreso técnico. Los campesinos
^-eron, en general, los protagonistas de este proceso.

(3 ) L a s r e n l a s j u r i s d i c c i o n a l e s o b a n a le s e r a n la s q u e r e c i b í a n l o s s e ñ o r e s c o m o
c o n s e c u e n c ia d e s u a c a p a r a m ie n t o d e la s p r e r r o g a t i v a s r e a le s . S e tr a t a b a d e u n p o d e r
s o b r e l o s h o m b r e s , n o s o b r e la t ie r r a .

(4) Bots (1991).


CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 15

2,2. LA EXPANSION ECONOMICA


DE LOS SIGLOS XI A XIII
Numerosos indicios afirman la idea de que a partir del siglo XI se con­
solidó el crecimiento de la producción sobre la base de la expansión de la
economía agraria:
— Se afirma la existencia de un importante aumento de la población,
percibido con claridad aunque sin posibilidades de cuantificación
precisa en las fuentes disponibles de Alemania, Cataluña, Francia y
la Península Itálica (3).
— Se produjo una ampliación duradera de las áreas de cultivo. Empu­
jados en buena medida por el crecimiento demográfico, se concreta­
ron tanto un retroceso del baldío como la ocupación de nuevas tie­
rras, impulsadas en algunas ocasiones por los señores que instala­
ban en ellas campesinos para aumentar los tributos que percibían, y
en otras por los mismos campesinos, que respondían así a las nue­
vas circunstancias económicas y sociales que se estaban gestando.
— Algunas mejoras técnicas complementaron este proceso de expan­
sión de la economía agraria, hasta el punto de poder sostenerse la
idea de un alza de la productividad. Las más importantes fueron: el
perfeccionamiento del arado, introduciendo mayor cantidad de hie­
rro; la generalización en el uso del caballo en reemplazo del buey
para las tareas agrícolas, y, sobre todo, la introducción del barbecho
trienal, que permitió ampliar y diversificar la producción (G).
— El comercio experimenta un renacimiento, pero éste se verifica so­
bre nuevas bases, que incluyen los mecanismos de mercado y rela­
ciones recíprocas y ampliadas entre el campo y la ciudad. Muchos
núcleos urbanos crecieron y prosperaron, protegidos por señores
feudales, para quienes constituía un objetivo apetecido participar de
los beneficios del comercio en expansión. Se afirma así una clase
mercantil urbana integrada en el sistema, por más que sus activida­
des, en el largo piazo. socavaban las bases de existencia misma del

(5 ) U n c á l c u l o d e Russicu., c it a d o p o r A noers -on (1 9 7 9 ), c o n c l u y e q u e e n t r e 9 5 0 y


1 3 4 8 la p o b la c ió n ele E u r o p a O c c id e n t a l p a s ó d e 2 0 a 5 4 m i l l o n e s d e h a b it a n t e s .

(6 ) N o r m a lm e n t e , la t ie r r a c u lt iv a b le s e d iv id ía c u d o s p a r t e s : u n a d e e l l a s s e s e m ­
b ra b a c o n c e r e a l e s y la o t r a s e d e ja b a e n d e s c a n s o ;b ? .r b e e h L a in t r o d u c c ió n d e l
b a r b e c h o t r ie n a l c o n s i s t í a e n d i v id ir ía t ie r r a e n t r e s c a m p o s , a l t e r n a n d o o t r o c u l t i ­
v o , p o r e je m p lo , a v e n a , d e m a n e r a q u e la r o t a c i ó n c o n d u c í a a q u e e n c a d a c i c l o s ó l o
u n t e r c io d e la t ie r r a d e s c a n s a b a .
15 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

feudalismo. Este rasgo contradictorio de las ciudades en relación


coa al régimen señorial, báream ente agrario, ha sido definido como
de “ e.ítei ioridad interna’' i7), expresión con la que se trata de definir
a i a vida comercial y manu facturera urbana a m o un ámbito en el
que si bien ésta logró ana prc ^lesiva autonomía, que le permitió el
crecim iento independíenle dei capital mercantil, la conquista de
rutas comerciales, etc.,-la ^ actividades que se desarrollaban estaban
subordinadas al campo. En efecto, era allí donde se generaba la abru­
madora mayoría de ía producción, quedando para Jas comunidades
urbana.'- ia distribución del excedente una vez que ha sido arranca­
do de lo .3 productores directos.
Por otra parte, en su relación con eí campo que las circundaba, las
ciudades lendieion en general a comportarse como un "señor colec­
tivo” , estableciendo mecanismos de dominación y monopolios a tra­
vés de los cuales ejercieron un dominio económico y. político sim i­
lar al d,í los señores.
— K¡i el leí reno sociopolítico, en ios alrcdedoies del año 1000 comenzó
a concretarse ei dominio de una ciase sociiJ que, a través del uso
más o menos amplio de la violencia y de la progresiva construcción
de una estructura ideológica justifica toria p), procedió a subordinar
al conjunto de la sociedad, estableciendo lo que se íia denominado
el “orden íeuda!” . basado en ia explotación ampliada deí campesina­
do — que tiende a unííormarse en una categoría general de "siervo"—
y en la generalización de relaciones personales de varillaje destina­
das a organizar esa explotación y a redistribuir sus beneficios entre
los poderosos. Estas relaciones de \rasallaje fueron acompañadas de
una gradación de ios derechos de propiedad, que siempre íoeron li­
mitados, reconociéndose asi, por ejemplo, el "dominio directo" de
los campesinos sobre la tierra, que limitaba las posibilidades de ex­
plotación de } <s señores, y el “feudo revocable", que permitía a ¿os
señores recuperar las lierras entregadas si el vasallo no cumplía con
Jos deber es que habían dado lugar a la entrega.

2,3. LA CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV


El crecimiento económico de ios siglos Xí a XIII fue seguido de una pro­
longada crisis, que uvo una duración variable según las regiones, pero que
en ¿iene. ral se extendió Jurante baruante mas de cien años.

(7 ) :\í :::s' n in í ;ton {1 9 7 7 }.

{8 } I )u » v (1 9 9 2 ).
CAP. 2 - L A EUROPA PREINDUSTRIAL 17

Una catástrofe coyuntaral, la "peste negra” (peste bubónica}, que llegó


a Europa procedente de Asia en 1348, tornó más dramática la situación al
producir una terrible mortandad que redujo la población del continente en
un porcentaje que, de acuerdo con los cálculos, oscila entre la cuarta par­
te y el tercio del total.
Eí estudio en profundidad de las causas de la crisis no ha conducido a
resultados concluyentes, pero permite conocer muchos de sus aspectos.
Una explicación apunta a los factores m eteorológicos, que redujeron la
productividad del suelo e incrementaron la posibilidad de epidemias. Sin
embargo, aun reconociendo alguna incidencia a las cuestiones climáticas
—está probado que el siglo XIV fue un largo período de deterioro climático—,
tiene más consenso la tesis de que el determinante más profundo de la cri­
sis reside en el desequilibrio entre la producción y la población. En efecto,
el motor básico del crecim iento extensivo, la roturación de nuevas tierras,
se enfrentó con la inexorable ley de rendimientos decrecientes, avanzándose
■en el cultivo de parcelas de inferior calidad. Fíente a esta situación, la ex­
pansión demográfica podía conducir a la superpoblación a la primera mala
cosecha. Desde principios del siglo XÍV, el hambre comenzó a asolar Euro­
pa; las tierras empezaron a abandonarse y el índice de natalidad disminuyó,
incluso antes de la llegada de la peste que castigó al continente.
Además, se produjo una escasez generalizada de dinero, originada en
distintos factores, entre los que se encuentra el techo alcanzado en la pro­
ducción de metales preciosos, que estaba limitada a las minas existentes en
algunas regiones del continente. La escasez de ésto* provocó envilecim ien­
tos de la moneda, que a su vez originaron profundas alteraciones de precios.
El impacto mayor fue un efecto de tijeras en las relaciones entre los precios
urbanos y agrícolas: mientras el descenso de la población afectaba de ma­
nera drástica los precios de los alimentos, las manufacturas urbanas, pro­
ducidas para el consumo señorial, se beneficiaron de una demanda relativa­
mente ínelástica, lo que motivó que mejoraran sus valores en términos re­
lativos. Este proceso afectó de manera profunda a la clase nobiliaria terra­
teniente, que dispuso de un nivel de rentas progresivam ente m enor para
adquirir los bienes de lujo ofrecidos por las ciudades.
Para completar el panorama, se produjo entonces la llegada de la peste
negra, que se cebó sobre una población debilitada. A partir de la manifesta­
ción inicial ocurrida en 1348, los brotes de peste se hicieron endémicos en
muchas regiones.
La confluencia de los diferentes factores que afectaron el nivel de ingre­
sos de los señores condujo a una agudización de la tensión social, en tan­
18 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

to éstos intentaron atar a los campesinos al señorío^ buscaron reducir los


salarios o recurrieron simplemente al saqueo y a la guerra.
Sin embargo, el objetivo nobiliario de intentar que las clases subordina­
das pagaran el costo de la crisis se enfrentó con una fuerte resistencia cam­
pesina (y también de los sectores más pobres de las ciudades). Se trató de
un fenómeno de amplitud continental, que alcanzó sus manifestaciones más
explosivas en la gran ja cq u e rie francesa de 1358, la rebelión de los campe­
sinos ingleses en 1381 y, ya en. el siglo siguiente, la prolongada guerra de
remensas catalana.
Todas estas rebeliones fueron derrotadas y reprimidas políticamente l51),
pero su impacto fue muy profundo. La consecuencia directa y decisiva fue
una extensa transformación en el campo occidental, en tanto los alzamien­
tos rurales condujeron a cambios en el equilibrio de las fuerzas sociales en
la tierra. En lugar de empeorar la condición de los productores rurales, ésta
acabó mejorando, produciéndose la disolución de la servidumbre en la ma­
yor parte de Occidente.
Las razones de un resultado tan paradójico son varias:
1. AnLe la disminución del número de campesinos, los señores se vie­
ron obligados a conceder una relajación de los vínculos serviles, que
incluyó la entrega de tierras en arriendo y la difusión del trabajo
asalariado.
2. Contribuyó a esta situación —sostienen algunos expertos en el te­
ma (!ü)— la posibilidad de que los campesinos huyeran hacia las ciu­
dades, donde quedaban liberados de las cargas feudales. Refuerza
esta argumentación el hecho de que en ciertos casos las ciudades
apoyaron a los campesinos en su accionar antiseñorial.
3. Otros historiadores t11) afirman que fue más bien la resistencia de
los campesinos, organizados en las comunas y vinculados por pro­
fundos lazos de solidaridad, lo que forzó a los señores a reconocer
sus demandas (**).
Por otra parte, se produjo una serie de respuestas estructurales a ia
crisis, que condujeron a profundas reestructuraciones económicas y socia­
les; .

(9 ) C o n la e x c e p c i ó n p a r c ia l d e i m o v i m i e n t o cíe r e m e n s a en. C a t a lu ñ a .

(1 0 ) A4\-dekscw (1 9 7 9 ).

(1 1 ) E n p a r t ic u la r . B r k r n b r (1 9 8 8 ).

(1 2 ) L a i n e x i s t e n c ia d e e s t a s s ó lid a s o r g a n i z a c i o n e s c a m p e s in a s en E u r o p a O r ie n -
ta i h a b r ía s id o la c a u s a p r in c ip a l d e l t r iu n f o A p la s t a n t e :c ie lo -s s e ñ o r e s y la c o n s o l i d a ­
c ió n d e ía s e r v i d u m b r e e n e s e á m b it o .
CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 19

— Frente a los problemas ocasionados por la drástica disminución de


ia población, en Castilla e Inglaterra la clase terrateniente realizó
una amplia conversión de las tierras cultivadas hacia ía cría de ove­
jas, que demandaba una cantidad de mano de obra muy inferior (y,
además, la lana se vendía a muy buen precio en ios mercados urba­
nos).
— En el sigío XV, se inició una expansión ultramarina, protagonizada
por los portugueses y, más tarde, por los castellanos. Si bien la mis­
ma estuvo ligada a los intereses de los comerciantes y a las expec­
tativas de los monarcas que buscaban conseguir, a la vez, gloría y
rentas para el trono, puede, sin embargo, avanzarse sobre la hipóte­
sis de que para las exploraciones ibéricas la motivación inicial sur­
giera de la nobleza —en especial, de los “ segundones” , que carecían
de tierras— y recién detrás de ellos se animaron los com ercian­
tes (IS).
— Ante las dificultades económicas del momento —a las que había que
sumar los gastos, cada vez mayores que demandaban los requeri-
m ientosm ilitares—, fue surgiendo una institución centralizada, el
Estado moderno, que se benefició de una situación en la cual los
nobles en problemas recurrieron a los reyes en busca de seguridad,
conformándose lo que algunos llaman “renta de protección” .

2,4* LA EUROPA BEI^SIGLO XVI


La fase expansiva de la economía europea se extendió entre 1460 y 1620.
aproximadamente. El aumento demográfico y el incremento de la producción
y de la riqueza se generaron dentro del continente desde la segunda mitad
del sigío XV, pero recibieron un notorio impulso proveniente de ultramar.
¿Por qué crecía la actividad económica de Europa?
Más gente producía más bienes y servicios, aunque el incremento de la
producción, en tanto dependía de los limitados recursos de la tierra, iba a
la zaga del de población. El crecimiento de ésta provocó un aumento de la
presión de la demanda y un empeoramiento de la situación de las masas
populares durante e! sig'Jo XVI, concentrando una porción mayor de la ren­

( 1 3 ) W a i x e r s t ü i n { 1 9 7 9 }.
20 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

ta en manos de los pudientes: terratenientes, funcionarios, mercaderes, abo­


gados y financistas. La demanda que éstos crearon de tejidos de lana y lino
de.buena calidad, pieles, sedas, vino, y otros artículos de lujo, fue lo que más
tarde promovió, según algunos autores, cierta concentración en la industria
y en la agricultura especializada, contribuyó a expandir el mercado interna­
cional y proporcionó oportunidades a las empresas, salidas a los capitales
acumulados y un escenario para experimentar nuevas instituciones econó­
micas.

2,4,1* LA POBLACION

La población comenzó a crecer en la mayor parte de Europa entre 1450


y 1480, y continuó haciéndolo hasta principios del siglo XVII.
A mediados del siglo XV, la población del continente era, en total, de
unos 50 m illones de habitantes. Dos siglos después trepaba a casi 100 mi­
llones. En 1600 debía ser, presumiblemente, igual de numerosa, si se tienen
en cuenta el estancam iento y la posible decadencia que experimentó en
buena parte del siglo XVII.
Si bien el crecimiento de la población fue general, no se distribuyó de
modo uniforme. La población de las distintas regiones de Europa variaba
considerablemente en densidad hacia el final del siglo. Italia, una economía
madura, y los Países Bajos, una econom ía en plena expansión dinámica,
tenían las mayores densidades, con 40 o más habitantes por kilómetro cua­
drado. Francia registraba una densidad de alrededor de 34, y la de Inglate­
rra y Gales era ligeramente inferior. En el resto dei continente la población
estaba más diseminada.
Las cifras demuestran que la concentración de la población estaba es­
trechamente relacionada con la productividad de ia agricultura. Las próspe­
ras llanuras estaban superpobladas: en algunas zonas, ln5 terrenos se iban
dividiendo a medida que cada vez más gente intentaba extraer de la tierra
siquiera lo necesario para su subsistencia. En otras regiones, el excedente
de población dejaba el campo, por voluntad propia o a ía fuerza. España y
Portugal contaban con sus imperios coloniales, pero, en el resto de Europa,
la mayoría de las migraciones fueron interiores.
Una consecuencia que éstas provocaron fue el rápido crecimiento de la
población urbana. Aunque la elevación del porcentaje se extendió por todi
Europa, resultó más pronunciada en el norte que en el sur. Dicho crecimien­
to. sin embargo, no debe considerarse como un indicador indiscutible del
desarrollo económico. Las ciudades funcionaban como centros comerciales
y administrativos más que industriales. Actividades manufactureras, como
la industria textil, tenían un em plazam iento creciente en el campo. Los
emigrantes rurales constituían en las ciudades una mano de obra no califi-
CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 21

cada, con frecuencia desocupada, que complemente ha sus magros ingresos


con pequeños robos y mendicidad. Sus misera bies condiciones de vida —que
ponían en peligro a toda la comunidad en tanto ia exponían a las epidemias—
contrastaban con ia abundancia y el exceso en los que vivía un limitadísimo
ntíinero de muy ricos. Notables desniveles de poder material caracterizaron,
efectivamente, a la sociedad preindustriai.
A medida que se restablecían los antiguos nive.'es de población, retorna­
ban las consiguientes dificultades para suministrai a más gente los alimen­
tos imprescindibles para su subsísteucií:, dados la limitada dotación de tie­
rra y el estrecho horizonte técnico existente. La presión de la población
sobre los recursos se hizo extrema a fines del siglo XVI.
En la primera mitad del siguiente, tna combinación de malas cosechas,
nuevos brotes de peste bubónica y de otras enfermedades epidémicas, ade­
más de las guerras, frenó en seco el crecimiento demográfico.

2,4,2. LA EXPANSION DE LA AGRICULTURA

Ante el aumento de la población se verificó inicialmente una vuelta al


cultivo de cereales, que produce la misma cantidad de calorías que la carne
en una superficie diez veces más pequeña. Pero, además, fue necesario abrir
la explotación a nuevas tierras. Este modelo básico extensivo sólo fue que­
brado en los alrededores de ciudades o de conjuntos de ciudades, como en
eí norte de Italia y los Países Bajos, o donde, como en Inglaterra, reinaban
condiciones favorables para la comercialización de la agricultura.
Las relaciones de producción agrarias comenzaron a desarrollarse en
direcciones divergentes en Europa Occidental y Oriental. El río Elba se con­
virtió en una de las más importantes líneas divisorias socioeconómicas de
Europa. Mientras que ai oeste se inició el tránsito hacia una economía ca­
pitalista, en la Europa del este se generó un proceso de refeudalización,
acompañado de una especialización en la producción de cereales y madera
destinados a los mercados occidentales.
Los procesos de intensificación que se iniciaron en Inglaterra y los Paí­
ses Bajos consistieron en una complementación estrecha entre la agricul­
tura y la ganadería, la introducción de nuevos cultivos, la postergación del
barbecho, el cultivo de forrajes en el mismo y el aprovechamiento sistemá­
tico del estiércol de los animales como fertilizante.
En cuanto a la estructura social, podemos perfilar dos situaciones dife­
renciadas en Europa Occidental.
En Inglaterra, a partir de la crisis de los siglos XIV y XV, se consolidó la
estructura señor/gran arrendatario capitalista/trabajador asalariado. El fra­
caso de los campesinos en su objetivo de conseguir un libre control sobre
22 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

la tierra condujo a que los señores crearan extensos dominios, los que fue­
ron alquilados a arrendatarios que realizaron importantes inversiones de
capital y contrataron mano de obra asalariada (Vl).
En Francia, por su parte, los campesinos lograron mantener e incremen­
tar sus derechos sobre la tierra que ocupaban, para lo cual contaron con el
apoyo del Estado, que necesitaba montar una base impositiva propia e inde­
pendiente de los señores. Por lo tanto, se afirmó una estructura social sus­
tentada en un campesinado propietario, una nobleza que no pudo incremen­
tar de manera significativa su dotación de tierras — aunque mantuvo sus
derechos jurisdiccionales— y el aparato estatal como extractor independien­
te de excedente. No se dieron entonces las condiciones para que surgiera
una clase social en situación de acumular capital para invertir en el impul­
so del proceso productivo.

2,4,3. LA ORGANIZACION INDUSTRIAL

Como la cuestión será abordada en profundidad en el siguiente capítu­


lo, es posible aquí señalar sólo algunas características generales.
En la industria, el avance técnico durante el período fue modesto. El
aumento de la productividad manufacturera se vinculó, más que con los
cambios técnicos, con ios efectuados a nivel de organización, particularmen­
te a medida que asumieron la dirección de la industria los mercaderes-capi­
talistas. quienes pronto advirtieron la ventaja de controlar la producción de
los artículos que vendían. La manufactura, en sentido amplio, adoptó las
formas de trabajo doméstico, en el que el trabajador realizaba la tarea en su
propia casa, por su cuenta y riesgo: compraba la materia prima. la manufac­
turaba, a veces, con ayuda de colaboradores contratados, y la vendía en el
mercado local.
En las ciudades holandesas, donde la sociedad se había polarizado en
una próspera burguesía y un artesanado proletarizado, hubo violentos con­
flictos sociales. Los patrones trataron de evitarlos y encontraron entre los
campesinos y labradores una mano de obra no sólo más barata, sino también
más sumisa y menos capaz de asociarse.

{1 4 } E s t e p r o c e s o s o v io p o t e n c i a d o p o r lo s c e r c a m i e n t o s - ta i c u a ! s é a n a l i z a e n
e l c a p . 3-
CAP. 2 - L A EUROPA PREINDUSTRÍAL 23

El sistema de trabajo a dom icilio bajo esta nueva forma entregaba la


tarea al control de los empresarios. Los mercaderes capitalistas proveían la
materia prima para que los campesinos, al mismo tiempo que realizaban sus
tareas rurales, trabajaran en sus casas, generalmente en las aldeas, por un
salario. El empresario retiraba más tarde el producto terminado con desti­
no a su comercialización en mercados más lejanos-
En Flandes, Holanda, Inglaterra y el oeste de Francia, el hilado y el teji­
do de ía lana habían llegado a ser la casi total ocupación de familias espar­
cidas por el país, a menudo poseedoras de tierras, que trabajaban con tor­
nos de hilar y telares en sus propias casas. Libre de la regulación que las
ciudades imponían, la industria lanera podía dar trabajo a las mujeres de
familias rurales y a trabajadores temporarios que realizaban tareas agríco­
las de fácil aprendizaje; de esta manera, le era posible extender una produc­
ción barata de cierta calidad.
Los procesos más especializados — el teñido y el acabado— siguieron en
manos de los artesanos de las ciudades, mientras que, a largo plazo, la ex­
pansión de la industria rural llevó a numerosos tejedores a dedicarse plena­
mente a ésta y a abandonar la agricultura.
Desde el punto de vista del patrón, la organización descripta tenía la
ventaja de la flexibilidad, pues su capital era invertido de tal forma que cuan­
do el comercio aflojaba, en lugar de que aquél quedara inmovilizado en ins­
talaciones fijas cuyo paro resultaba costoso, pudiera ser reorientado de un
modo más provechoso. El control que ejercían los mercaderes permitió una
mayor adecuación a las demandas precisas de los mercados particulares, la
estandarización, la economía del tiempo de los productores y la concentra­
ción del capital en manos.de un número bastante pequeño de individuos.
Estos crearon así un circuito económico entre la ciudad y eí campo que fa­
voreció el aprovechamiento de la capacidad y ía baratura del trabajo campe­
sino, ai tiempo que se evadían las reglamentaciones que imponían los gre­
mios urbanos. La provisión casi ilimitada de mano de obra rural llevó a la in­
dustria europea a producir a precios que le abrieron, a la postre, las puer­
tas del mercado mundial.
Mientras la industria en su conjunto revelaba un escaso progreso de las
técnicas, la organización sobre líneas capitalistas avanzaba firmemente. La
división del trabajo dentro de las comunidades industriales, entre las nacio­
nes y en su interior comenzaba a cambiar, y eí resultado fue el crecim ien­
to deí com ercio internacional para abarcar un sector mayor, aunque aún
pequeño, de la producción y el consumo de la Europa Occidental,
24 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

2,4,4. EL COMERCIO A LARGA DISTANCIA

La Europa Occidental, el centro de la nueva economía-mundo que esta­


ba surgiendo, acrecentó su comercio de un modo impresionante a partir del
siglo XVI, hasta el punto que puede hablarse de un dominio de éste sobre la
producción.
Los beneficios producidos por la actividad mercantil tendieron a facili­
tar la acumulación de capital destinado a la inversión en instalaciones y
empresas. El comercio no sólo contribuyó de esta manera al nacimiento del
capitalismo, sino que también promovió la formación de nuevos tipos de
organizaciones mercantiles, las compañías de comercio con ultramar. Des­
empeñó, por último, un papel importante en la creación de nuevas y más
extensas facilidades de crédito* e impulsó notablemente el crecimiento y la
expansión de la banca.
Las complicaciones de las transacciones al menudeo parecían triviales
comparadas con las de organizar la venta de artículos a clientes distantes y
desconocidos, efectuar el reparto y conseguir el pago a cambio. El comercio
a larga distancia revaiorizó el papel cumplido por el especialista mtermedia-
rio, el mercader, y creó necesidades de transporte y de servicios financieros
enteramente diferentes, que a su vez reclamaron nuevos especialistas.
Los mercaderes llegaron a diferenciarse por una variedad de funciones,
por lo que podemos distinguir:
— el mercader de la región manufacturera, que compraba al productor;
— el mercader viajante, que trataba en la feria con clientes llegados
desde muy lejos;
— el mercader exportador, que enviaba géneros a sus agentes para que
los vendieran en el extranjero;
— el mercader de la región consumidora, que vendía a sus similares de
los pequeños burgos y también a algunos clientes.
Una vez que un artesano pasaba a depender de un mercado que nunca
veía, corría el riesgo de caer bajo la subordinación de los especialistas del
comercio. Era probable que el productor acosara al mercader con el que
negociaba para recibir el pago antes de que el cliente lo hiciese por los ar­
tículos vendidos; al pagar al productor a fin de que siguiese trabajando, el
mercader fomentaba una deuda que a menudo se hacía permanente y que
con el tiempo convertía al productor en un empleado del mercader.
Para cerrar el círculo, el mercader dejó de comerciar con artículos de
productores que no se hallasen en la relación de dependencia y llegó a do­
minar toda la industria. Los artesanos perdieron importancia, hasta conver­
tirse en meros asalariados, y el capital y los beneficios pertenecían a los
CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 25

mercaderes; éstos tomaban las decisiones cruciales acerca de los estilos,


mercados y volumen de la producción, y empleaban o despedían a los arte­
sanos a voluntad. Hubo casos en los que el pequeño m ercader local que
empleaba algunas decenas de obreros pasó, a su vez, a depender financiera­
mente —o se convirtió en un agente— de los grandes comerciantes de Bru­
jas, de Amberes o de Londres, como ocurrió a fines del siglo XVII en gran
parte de la industria lanera inglesa.
El comercio a larga distancia —ya fuera nacional o internacional— reque­
ría facilidades especiales para ia transferencia de dinero y empleaba trans­
portes a una escala que el comercio local desconocía. Con. mucho,/ la mayor
parte dei valor monetario de la actividad estaba constituida por mercancías
de elevado valor por unidad, esencialmente, manufacturas textiles, tintes y
especias.
No era necesario emplear grandes recursos para el transporte, pero se
requerían complicadas disposiciones para la contabilidad y la transferencia
de pagarés que saldaran los balances entre mercaderes y entre regiones
comerciantes, si quería evitarse la ti'ansferencia de grandes cantidades de
monedas de oro y plata a largas distancias. Los italianos habían desarrollado
técnicas comerciales muy elaboradas: el comercio a crédito; la transferen­
cia de dinero mediante letras de cambio y de crédito; la banca; las socieda­
des comerciales y las agencias; el seguro marítimo; la teneduría de libros.
A fines del siglo XV, el comercio de Europa comenzaba a desviarse de las
rutas marítimas, en una etapa de transición entre la superación de la extre­
ma inseguridad del viaje por tierra y la expansión del comercio de mercan­
cías de gran volumen que obligó a recurrir al mar en el siglo XVII. A medi­
da que Europa central se enriquecía atrayendo suministros del norte y del
sur, y establecía firmes relaciones con Amberes —a través de Colonia— y
con Génova y Venecia —utilizando Jos pasos alpinos— renació el interés por
acarrear las mercancías por tierra entre Europa Septentrional y Occidental,
e Italia. Al mismo tiempo, la ruta que bordeando la costa atlántica más allá
de Gibraltar había vinculado de manera creciente el sur con el norte de Eu­
ropa a partir de fines del siglo XIII redujo su actividad. El tráfico marítimo
perdió intensidad un poco antes del año 1500, y el poderío naval turco en el
Mediterráneo occidental durante el segundo cuarto del siglo XVI lo desalentó
aun más. Con todo, sólo ios géneros más valiosos, comunmente, manufac­
turados, podían cubrir los gastos de largos viajes por tierra.
El comercio marítimo de los puertos de Europa Occidental se desarro­
lló rápidamente. Se enviaban cereales del Báltico no sólo a puertos holan­
deses, sino también a España y Portugal; la sal francesa del golfo de Vizca­
ya iba a todas las costas del Atlántico norte y del Báltico, y se complemen­
taba con la sal portuguesa llevada por navios hanseáticos dedicados al trans­
porte de trigo y que regresaban a los puertos de origen. Se llevaba vino de
Burdeos a Inglaterra, los Países Bajos y el Báltico, y los holandeses exped/an
grandes cantidades de arenques al norte y al sur. Estas mercancías, junto
26 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

con la madera, constituían el comercio de gran volumen que mantenía en


movimiento a grandes barcos fuera del Mediterráneo.
En el comercio de ultramar, los europeos encontraron problemas de una
magnitud completamente nueva.
En primer lugar, dispusieron de cantidades crecientes de capital, y, en
segunda instancia, enfrentaron riesgos mucho mayores que en las operacio­
nes comercia’ es habituales. En términos generales, un grupo de países en­
contró la solución en ia participación dei Estado, como ocurrió con Portu­
gal y España; otro, que incluye a Inglaterra, Francia y Holanda, dejó menos
espacio a la intervención estatal y remarcó el aporte particular.
El com ercio con Am érica Latina se inscribió en el proceso interno de
desarrollo de la ecoiiomía occidental, que necesitaba metales preciosos para
sostener los intercambios crecientes. Una vez que se descubrieron las mi­
nas de plata en México y el Alto Perú, el saqueo y la explotación constitu­
yeron los contenidos fundamentales del sistema colonial del siglo XVI. El im­
perio español organizó un sistema monopólico que, a partir de la explotación
del trabajo indígena, trasladaba luego el metal precioso a la metrópoli. Las
enormes cantidades que llegaron a España y la movilización de un porcen­
taje de la plata hacia el resto de Europa a través de varias vías llevaron a
algunos historiadores p5) a sostener la tesis de que este flujo fue-la causa
principal de la inflación que caracterizó al siglo XVI. Si bien se han produ­
cido muchos cuesLionamientos a esta tesis (1G). queda en pie la idea de que
el tesoro americano fue uno más entre los variados elementos que explican
la subida de precios.

2,4,5. EL ESTADO ABSOLUTISTA

El proceso de surgimiento de una autoridad centralizada al qué se ha


hecbo referencia en el apart. 2,3 se concretó en el siglo XVI con el estable­
cimiento del Estado absolutista en sus diferentes variantes.
El análisis de las características políticas y sociales del absolutismo ha
dado lugar a discusiones de alto nivel f*5), pero nos interesa aquí hacer re­
ferencia a sus implicancias económicas.-
1. Los Estados absolutos fueron los que pusieron las bases de un sis­
tema impositivo moderno, si bien el mismo favoreció las exenciones

{ 1 5 } C o m o H a m il t o n ( 1 9 7 5 ) .

(1 6 ) V e r u n r e s u m e n e n W a l i .e r s t e í .n (1 9 7 9 ),

( 1 7 ) A n d k s s o t -: ( 1 9 7 9 a ) .
CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 27

de los grupos privilegiados, gravando con dureza a las clases más


pobres.
2. Al reiixtroducir el derecho romano, que se correspondía con las exi­
gencias constitucionales de la época, crearon el escenario jurídico
adecuado para el desarrollo del capital libre en el campo y en la ciu­
dad, en tanto la gran nota distintiva del derecho civil clásico era la
concepción de una propiedad privada absoluta e incondicional.
3. El mercantilismo, doctrina económica aplicada por los monarcas ab­
solutos, impulsó el desarrollo comercial al acabar con las barreras
opuestas a la circulación de bienes dentro dei ámbito nacional. A si­
mismo, conducido por la pretensión de aumentar el poder del Esta­
do, impulsó la exportación de bienes, alentó la producción nacional
para reducir las importaciones y prohibió la salida de metales pre­
ciosos y de moneda, guiado por la concepción de que existía una
cantidad fija de comercio y de riqueza en el mundo.

2,5. LA CRISIS DEL SIGLO XVII


Hace medio siglo se acuñó el término “ crisis general del siglo XVII” para
explicar los procesos sociales y políticos de ese período como causa, y en
parte, consecuencia, de un malestar económico generalizado. El rótulo de
“general” no es confirmado, sin embargo., por los hechos Pero antes de
analizar esta característica, repasemos los. rasgos más notorios de la crisis.
A la crisis comercial que se desató entre 1619 y 1622 —al parecer, su
causa inmediata— se sumó un conjunto de hechos que impidieron la plena
recuperación: la Guerra de los Treinta Años, la debilidad de los mercados
coloniales y la continua experimentación monetaria, que incluía habituales
alteraciones de la ley de las monedas, cambios en ia relación de los valores
del oro y la plata, y emisiones adicionales de monedas de cobre por parte de
las monarquías ávidas de recursos.
En los años que siguieron, los índices de precios, el volumen del comer­
cio internacional y la intensidad de la actividad industrial se vinieron aba­
jo uno tras otro. Hubo también una crisis demográfica

(1 8 } D avjs (1 9 7 3 ).

(1 9 ) D e V ríes (1 9 7 9 ).
28 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

La inflación que se produjo durante el siglo XVI comenzó a remitir a par­


tir del siglo siguiente, e incluso en algunas regiones hubo caída de precios
entre 1630 y 1660.
Durante mucho tiempo, sobre todo a partir de los estudios de Ham ilton,
se sostuvo que habían declinado las importaciones de metales preciosos
provenientes del mundo americano. Las investigaciones de M orin eau han
arribado justamente a la conclusión opuesta: las llegadas de oro y plata a Eu­
ropa se incrementaron, si bien con exportaciones significativas hacia Extre­
mo Oriente (20).
A su vez, el comercio con las indias Orientales, que durante una gene­
ración había crecido de manera espectacular, ya no aumentó su volumen en­
tre 1620 y 1650. Dentro de Europa, com enzó el derrumbe del imperio vene­
ciano, socavado por la acción de sus rivales del Atlántico, mientras el comer­
cio del Báltico descendía bruscamente después del primer cuarto del siglo
XVII.
La crisis del com ercio internacional no pudo dejar de reflejarse en el
sector industrial de la economía europea. Primero fue Italia del Norte la que
vio sus industrias reducidas a la insignificancia; le siguió la industria lanera
de Flandes: en Francia cayeron ias industrias textiles, mientras que las ex­
portaciones de telas de lana inglesas descendieron fuertemente entre 1615
y 1630.
La población europea que había crecido de manera notable desde fina­
les del siglo XV dejó de hacerlo en el siglo XVII, y el fenómeno demanda una
explicación más detallada. La crisis demográfica subsiguiente puede compa-
rarse con la del siglo XIV. Las diferencias fundamentales entre una y otra
crisis fueron la gran amplitud que registra en su cronología la del siglo XVII
y la importancia relativa que adquirió según las regiones europeas de que se
trate. Fue así que en algunas partes del Mediterráneo cesó el crecimiento en
la década posterior a 1570, mientras que en el norte, las tendencias al cre­
cimiento no se vinieron abajo hasta casi un siglo después.
La caída más intensa se registró en Europa Central y Oriental. En torno
a los campos de batalla de la Guerra de los Treinta Años, la postración eco­
nómica y las operaciones m ilitares se combinaron con las epidemias de
peste de 1628, 1635 y 1638, diezmando a la población.
El Mediterráneo fue la otra gran región que sufrió un descenso demográ­
fico. Italia en conjunto pasó de 13 a 11 millones, y Castilla perdió un cuar­
to de la población hasta 1650. De estas bajas pudieron recuperarse sólo a

(2 0 ) M o r ik e a u (1 9 S 5 ).
CAP. 2 - L A EUROPA PREíNDUSTRIAL 29

mitad del siglo XVIII. En la Europa noroccidental, en cambio, las provincias


del sur de los Países Bajos aumentaron su población desde fines del siglo
XV a fines del XVII. En Holanda e Inglaterra se mantuvo un sustancial cre­
cimiento demográfico, de modo que a mediados del siglo XVIII había aumen­
tado la población en un 50 % respecto de la existente en 1600. Francia y A le­
mania, en cambio, mostraron un lento crecim iento visible alrededor de 1750.
En términos generales, puede afirmarse que, entre 1600 y 1700, la po­
blación europea creció aproximadamente un 12 % (21). Más significativo fue
el proceso de redistribución de la población: las zonas del norte y oeste de
Europa aumentaron relativamente respecto de las restantes, de m.odo que,
hacia 1650, la población noroccidental pasó de ser de un 50 % a un 70 %
respecto de la población del Mediterráneo.
¿Por qué se detuvo la expansión demográfica que dominó el siglo XVI?
El cese del crecim iento de la población en el siglo XVII difiere de la caí­
da dem ográfica del siglo XIV en otro aspecto esencial: según J an de V ries fue
en parte eí resultado de los esfu erzo s de varios gru pos sociales por con tro­
lar su destino económ ico y demográfico, y quizás, incluso, de su s deseos de
ajustar el núm ero de com ponentes de la fam ilia a las nuevas concepciones
de bienestar.

Se acepta hoy que la fertilidad fue un factor muy sensible a las condicio­
nes económicas. Es posible que el retraso de la edad de matrimonio, el ce­
libato y, consecuentemente, la reducción del tamaño de las familias — según
han detectado algunos estudios— fueran una reacción frente a las menores
oportunidades de empleo existentes en el siglo XVII, aunque de ser así no
podría explicarse el mismo fenómeno verificabie también entre la aristocra­
cia. En ésta, e! aumento dei número había provocado una movilidad social
descendente entre los no herederos y, por lo tanto, serias tensiones dentro
de la clase alta, como es el caso de la inglesa, por ejemplo. Luego la fertili­
dad se redujo de manera considerable y desde 1675 descendió radicalmen­
te. Así, el proceso cambió de dirección: la movilidad ascendente y la reduc­
ción de la competencia entre las familias aristocráticas contribuyeron a la
estabilidad de la sociedad inglesa, mientras que la más frecuente extinción
de la rama masculina coadyuvó a la concentración de la tierra en grandes
haciendas.
Los aristócratas, con una.familia reducida, podían proteger y concentrar
la propiedad de las riquezas; los campesinos, a su vez. querían retrasar el
matrimonio, aliviar la presión sobre la tierra y permitir que los jóvenes sol­
teros de ambos sexos ahorraran antes de formar sus propias familias. Una

(2 1 ) R om ano (1 9 9 3 ).
30 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

actitud tan racional —cualidad que caracteriza, como se verá, a la sociedad


europea moderna también en otros aspectos— fue, probablemente, la señal
,tanto del deseo de alcanzar un nivel de vida más elevado como de la falta de
oportunidades de trabajo.
Los siglos XVÍÍ y XVIII llaman la atención, pues, por los sistemas de
control de la fertilidad que existieron en algunas áreas. No puede encontrar­
se nada semejante respecto de la mortalidad. Los frágiles fundamentos de la
economía europea hacían a la sociedad muy vulnerable a fuerzas tan elemen­
tales como la ecología bacterial y el clima, e imprimían súbitos cambios en
el nivel de la mortalidad. Estos cambios, que podían ser temporales — una
epidemia o una crisis de subsistencia— , a veces alcanzaban mayor duración.
La clásica conexión entre condiciones económicas e índices de morta­
lidad. ligada al nombre de M a lth u s , demuestra que una población creciente
superará probablemente la capacidad de la economía de generar alimentos
suficientes para mantenerla. La salud de la población se veía, en esos casos,
amenazada de inmediato por el hambre y la malnutrición. ¿Pudo Europa
haber alcanzado un techo económico a principios del siglo XVII, en el que
un equilibrio precario entre población y suministro de víveres estaba cons­
tantemente amenazado por cosechas insuficientes? Pese a que la crisis de
supervivencia podía haber sido prevista, puesto que la combinación de las
escasas reservas de grano y la exigüidad de las cosechas que hacía subir los
precios solía precederla, la mortalidad aparecía de repente. Durante el perio­
do subsiguiente, los supervivientes atrasaban sus matrimonios, dejaban de
concebir hijos, y sí podían, abandonaban el país o la región. Cuando la alta
mortalidad había cedido, la vida social y económica comenzaba a reajustar­
se de nuevo, se originaba una profusión de matrimonios y concepciones, y
en pocos años, se recuperaba una gran parte de las pérdidas.
La crisis demográfica no azotó, sin embargo, a todos los países por igual;
en los pueblos de economía cerealista, donde las diferencias sociales eran
muy pronunciadas y las facilidades de transporte eran primitivas, la crisis
demográfica causada por una mala cosecha fue más destructiva. Pero mu­
chos otros podían amortiguar el golpe por la existencia de economías más
diversificadas y transportes baratos. En Inglaterra, donde había una ley que
obligaba a alimentar a los pobres, y en los Países Bajos, que contaban con
un fácil acceso al mercado internacional de cereales, 1a tasa de mortalidad
y los precios del grano no se combinaron lo suficiente como para producir
verdaderas crisis de subsistencia.
Otro factor al que se concede importancia en ía elevación de ía tasa de
mortalidad es el de las epidemias. El nivel general de nutrición de una po­
blación afecta a su capacidad de resistencia a las enfermedades, aunque
éstas tenían su propia dinámica. Lo cierto es que el estancamiento de la
población que tuvo lugar a partir de la sexta década del siglo XVII se presentó
cuando las pestes estaban desapareciendo de la escena europea.
CAP. 2 - L A EUROPA PREINDUSTRIAL 31

Si bien las tendencias generales que se han descripto afectaron a casi


toda Europa, su alcance no fue universal, ni similar su impacto. Algunos
países no pudieron recobrarse de la crisis sino después de mucho tiempo,
pero hubo otros que progresaron. Este fue el caso de la economía de la Re­
pública holandesa, que creció sin pausa en el curso de los primeros dos ter­
cios del siglo XVII. Tanto su comercio exterior como su industria textil y su
población se desarrollaron mientras se estancaban los de otros Estados.
Analizar la crisis a escala '"general” , es decir, europea, impide ver, pues,
lo que fue su mayor consecuencia: la manera en que las líneas de desarro­
llo llegaron a diverger entre las regiones y los Estados, y cómo ese fenóm e­
no condujo a una sustancial redistribución del poder entre aquéllas y éstos.
La fuerte expansión comercial de Holanda, que sólo aminoró su ritmo
después de 1660, el desarrollo primero vacilante pero posteriormente ace­
lerado de la economía industrial y del comercio ingleses, la nueva riqueza
de ios Países Bajos de los H a b ssu rg o, una vez que hubieran terminado las
luchas más intensas en su territorio, y la naciente prosperidad de Portugal
bajo el estímulo del comercio con su Imperio brasileño, difícilmente forman
parte de una crisis general.
El contraste se encuentra en la experiencia de Francia, España y la pe­
nínsula itálica. Francia, en primer lugar, vio cómo su recuperación se hun­
dió después de 1630 y de nuevo luego de 1680, cuando unas cuantas déca­
das dé expansión demográfica crearon demandas que la tierra no podía sa­
tisfacer. Su caso proporciona gran parte de la base para generalizaciones
acerca de la “ crisis general” .
España atravesó un siglo de descenso demográfico ensom brecido por
una serie de catástrofes sucesivas. En la segunda mitad del siglo XVI, los
costos en hombres e impuestos de la política exterior de F elipe II, junto con
eí sistema de privilegios que caracterizaba a la sociedad y a la econom ía
españolas, encadenaron a los sectores productivos.
Las industrias españolas se arruinaban frente a la competencia extran­
jera; los campesinos abandonaban sus fincas para buscar trabajo como cria­
dos en las ciudades; los moriscos, moros conversos que constituían la es­
pina dorsal en ciertas ocupaciones, particularmente en la agricultura, fue­
ron expulsados del país entre 1609 y 1614 (como un siglo antes lo habían
sido los moros y los judíos): la gente buscaba una pátina de cultura para afe­
rrarse a la seguridad económica en una burocracia en expansión permanente
y, particularmente, en Ja Iglesia; todo el que disponía de un poco de dinero
adquiría un título de nobleza para evitar los onerosos impuestos. Así. la eco­
nomía española tenía que llegar forzosamente al colapso.
Por la misma época, el liderazgo económico de Venecia en el Mediterrá­
neo se acabó definitivamente. A partir de 1600, una rápida sucesión de pro­
blemas aplastó a este imperio marítimo. Los holandeses e ingleses, ai irrum­
pir en el Océano Indico, ie arrebataron el comercio de las especias-, su indus-
32 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

tría textil adolecía de altos costos y se achicó en la siguiente mitad de siglo,


porque los tejidos de lana que aquéllos introdujeron reducían a los venecia­
nos a un cuarto del mercado de Constantinopla,- la Guerra de los Treinta
Años limitó aún más las exportaciones venecianas, mientras que el costo de
la seda y el algodón importados se increm entó repentinamente. Sólo una
población com ercial innovadora y adaptable podía haber superado tantos
obstáculos. No fue el caso de Venecia, que se convirtió en una ciudad turís­
tica a medida que sus acaudalados propietarios alejaban el capital del comer­
cio para dedicarlo a la agricultura y a la vida placentera.
Se trataba, en realidad, de un problema común a las ciudades del norte
de Italia, cuyas industrias laneras, metalúrgicas y de la seda decayeron con­
forme perdían sus mercados extranjeros. Los costos industriales — de ma­
terias primas, trabajo y transporte— eran muy altos, y parecía im posible
introducir los cambios necesarios en las técnicas y en las instituciones de
manera de seguir siendo competitivos. La rigidez que aquejaba a la econo­
mía de la península suele ser una característica común a las economías en
decadencia. Como consecuencia, aquellas pocas regiones donde las institu­
ciones y las coyunturas apoyaban las innovaciones que reducían costos ob­
tuvieron enormes ventajas. El antiguo sistema de localización industrial y
comercial sufrió, entonces, una radical modificación, como se analizará en
otra sección de este libro.
Otras economías, basadas en el intercambio comercial con el Mediterrá­
neo, tendieron a estancarse, como, por ejemplo, el norte de Alemania, en las
cercanías del Mar Báltico. Los holandeses empezaron a suplantar, en efec­
to, a los abastecedores italianos de especias y otros productos orientales, y
a tomar el lugar de los comerciantes hanseáticos que transportaban hasta
Occidente el grano de Danzig y la madera para construcciones navales de
Escandinavia. El arenque, que durante siglos había estado localizado en el
Báltico, trasladó sus bancos al Mar del Norte durante el siglo XVI. Esta fue
una ganancia importante para los holandeses, pues el arenque era uno de los
pocos pescados que se salaban a escala comercial para el amplio mercado
creado por las reglas católicas que prohibían comer carne los viernes y otros
días de abstinencia.
A medida que avanzaba la crisis, las econom ías de Europa central y
meridional perdían buena parte de su orientación internacional. La impor­
tancia de los mares Báltico y Mediterráneo fue reduciéndose conforme el
tráfico atlántico (por un cierto tiempo, en torno de España y de Portugal, y
más tarde, en el norte) se convertía cada día más en el eje del comercio eu­
ropeo.
Justamente uno de los nuevos elem entos aparecidos en el siglo XVII
fueron las plantaciones explotadas con trabajo esclavo en Brasil y las islas
de las Indias Occidentales. Con los productos que ellas aportaban al mercado
mundial —caña de azúcar, tabaco— , el com ercio internacional adoptó una
moderna estructura basada en la división del trabajo.
CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 33

La lógica de la economía de las plantaciones consistía en lo siguiente:


el trabajo esclavo era remunerado muy por debajo de sus costos de repro­
ducción, por lo que las expectativas de vida de la población esclava eran muy
bajas. Para maximizar la rentabilidad de las plantaciones, su reproducción
era externalizada, es decir, trasladada a las sociedades africanas. El reclu­
tamiento de cada nueva generación de esclavos estaba, por lo tanto, ligado
al comercio de éstos a través del Atlántico. Las premisas para el funciona­
miento del sistema eran precios bajos y una oferta suficiente de mano de
obra servil.
El conjunto de explicaciones que se ha elaborado en torno a la crisis del
siglo XVII puede clasificarse en cuatro tipos: las interpretaciones que ponen
el énfasis en la catástrofe demográfica; las que insisten en el impacto de las
guerras europeas y del absolutismo del siglo,- las que subrayan las dificul­
tades monetarias de la economía europea y, por fin, las que vinculan la cri­
sis con la estructura social.
Una explicación de los orígenes de la crisis asegura, según hemos vis­
to, que la población en expansión chocaba contra un techo fijó de produc­
ción agrícola y provocaba un colapso malthusiano. Sí bien es cierto que,
como se ha señalado, entre fines del siglo XV y comienzos del XVII, el cre­
cim iento de la población había sido muy rápido; que durante ese mismo
período los precios agrícolas subieron más velozmente que todos los demás,
y que la mayoría de la población sufrió una drástica reducción de su poder
adquisitivo; que existía una penuria crónica en algunas regiones del área
mediterránea como resultado de la excesiva proporción de habitantes por
unidad de tierra, algunos autores dudan de la presencia de una verdadera
crisis malthusiana dominando por entero el siglo XVII. La base económica
de la sociedad europea era poco sólida, y la población se hallaba indefensa
frente a las arrasadoras epidemias. Ahora bien, este estado de cosas no cons­
tituyó, según D e V ríes , una novedad, como tampoco una crisis malthusiana.
Una explicación que tiene la virtud de integrar la historia económica con
la política es la que atribuye la responsabilidad mayor del declive económ i­
co a una época en la que predominaron políticas de fuerza. Las incesantes
guerras, sobre todo la de los.Treinta Años, los enfrentamientos civiles de me­
diados de siglo en Francia, Inglaterra y España, y otros conflictos interna­
cionales, no podían dejar de destruir importantes recursos económicos. Pese
a ello, puede descartarse la guerra como causa general de la crisis. La cro­
nología de la destrucción militar y la del estancamiento económico no coin­
ciden en esta dirección, y es muy probable que la ruina provocada por las
conflagraciones haya sido compensada por el estímulo económico que sig­
nificó el aumento de los requerimientos y necesidades de los combatientes.
Así. pues, las incesantes guerras impulsaron a algunos sectores de la eco­
nomía europea, mientras que aniquilaron despiadadamente a otros.
34 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

Un tercer enfoque se centra en los problemas monetarios. Más allá de la


ya citada discusión respecto de los niveles de importación de metales pre­
ciosos, se hace referencia a la desmonetización que afectó a vastas regiones
del continente europeo. Los comprobados retornos a una economía basada
en el trueque indican, por lo menos, una relativa escasez de moneda acuña­
da. Sin embargo, puede argumentarse, de manera inversa, que una actividad
económica en declinación genera una menor demanda de medios de pago.
Se plantea, por último, que las condiciones institucionales y sociales
vigentes en Europa ponían obstáculos a un mayor desarrollo, tanto o más
importantes que las limitaciones técnicas de la producción. Una sociedad de
campesinos y terratenientes ofrecía unos mercados muy limitados, aunque
se elevasen sus ingresos, mientras que los comerciantes que se acomoda­
ban a estos mercados, a pesar de su espíritu capitalista, eran a 2a postre
incapaces de revolucionar la economía. El crecimiento económico causado
por la expansión hacia áreas nuevas y por el abastecimiento de poblaciones
cada vez más extensas encontró sus límites muy pronto. Conforme los co­
merciantes acumulaban mayores beneficios, se presentaban pocas alterna­
tivas a la inversión que no fueran comprar tierras, cargos en el gobierno,
palacios o incluso obras de arte. El cuadro de una economía en la que el
capital estaba condenado a una frustrante mala inversión es lo que ha sido
llamado “ capitalismo” dentro de una estructura feudal.
Si bien la teoría de la crisis global no es capaz de explicar los sucesos
específicos que interrumpieron la expansión, aporta, en cambio, un análisis
que dirige la atención hacia la misma economía; se centra, además, en la
estructura social que sostiene un sistema económ ico dado, y destaca el
hecho de que los cambios en la inversión, la producción y el consumo no
ocurren aislados de aquélla.

2,6. LA REVOLUCION CIENTIFICA


Acontecim ientos como el descubrimiento de nuevos mundos y nuevos
productos, la prueba de la esfericidad de la Tierra, la invención de la impren­
ta, el perfeccionamiento de las armas de fuego, y el desarrollo de las cons­
trucciones navales y de la navegación originaron una revolución cultural (2~).
Durante mucho tiempo, los europeos aceptaron como verdaderas las
afirmaciones de los Padres de la iglesia o de autoridades en filosofía (por
ejemplo, A uistoteles ), y las utilizaron a modo de premisas, para alcanzar

(2 2 ) C lo u g h y R app ( 1 9 9 0 ) , C í p o u .a ( 1 9 8 1 ) .
CAP. 2 — LA EUROPA PREINDUSTRIAL 35

conclusiones extrañas o fantásticas. Estas estaban en contradicción direc­


ta con lo que los sentidos observaban en la naturaleza y servían muy poco
a quienes, como los matemáticos, los ingenieros y los arquitectos, se enfren­
taban con problemas materiales.
A sí entró en crisis la fe ciega y absoluta en los dogmas que habían pre­
valecido durante siglos. En lugar de seguir mirando al pasado como una
perdida edad de oro, un creciente número de europeos empezó a escudriñar
con optimismo el futuro, soñando con progresos y novedades. Estaba claro
que los hombres que debían ocuparse de las cosas de este mundo necesita­
ban conocimientos basados en observaciones reales, en reglas derivadas de
experimentos controlados y, siempre que fuera posible, apoyados en compro­
baciones matemáticas.
La Revolución Científica del siglo XVII — la época de G a u l e o , N ewton ,
H arvey, D escartes, C operníco y L eíbnitz— presenció la victoria de los "moder­
nos", del método experimental y de la aplicación de las matemáticas a la ex­
plicación de la realidad. La física y, en particular, la mecánica hicieron es­
pectaculares progresos, cuya fascinación fue tan grande que gradualmente
empezó a predominar una concepción mecanicista del Universo. Dios mis­
mo fue definido como “el perfecto relojero” .
Una de las características fundamentales de esa transformación fue ale­
jar la especulación humana de los problemas irisolubles o absurdos, y orien­
tarla hacia aquellos que podían tener una respuesta. La nueva problemáti­
ca era fruto de una actitud mental diferente, que concedía poco a poco más
importancia a lo racional que a lo irracional, a lo pragmático que a lo ideal.
En el plano tecnológico, la insistencia sobre la experimentación preparó el
camino para la solución de las dificultades que presentaba el dominio del
mundo natural y de su explotación.
El puente entre el espíritu racional y la sensación de dominio del espa­
cio físico, lo que L andes ha llamado ‘la ética faustiana” (aa), lo establece la
ciencia, es decir, la aplicación de la razón a la comprensión de los fenóme­
nos naturales y humanos, y la posibilidad de manipularlos con mayor efica­
cia. La prueba de la validez del conocim iento científico comenzó a residir,
precisamente, en dicha eficacia. Esta se perseguía en la producción de rique­
za o en el aumento del poder; así pues, el interés por las leyes del movimien­
to y de las trayectorias se vinculaba con el uso de la artillería; la búsqueda
de los principios de la hidráulica con los constructores de puertos; la pre­
ocupación por la química de los explosivos con el arte.de la guerra.
El notable movimiento de ideas al que se hace referencia tuvo importan­
cia en otro aspecto. Durante mucho tiempo, ciencia y tecnología habían
permanecido separadas y distintas. La ciencia era filosofía, y ía técnica era

(2 3 ) L anüus ( 1 9 7 9 ) .
36 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

el ars del artesano. No existía interés p o r los asuntos tecn ológicos, y los
progresos eran más bien resultado de las fatigas de artesanos iletrados. Los
modernos del siglo XVII, en su reacción contra los valores tradicionales, y
en su esfuerzo por imponer el método experimental, se batieron con ener-
/gía para revalorizar la obra de los artesanos. Subrayaron así, repetidamen­
te, la necesidad de colaboración entre éstos y los científicos. Más aún, la
difusión de ia imprenta y en especial de la alfabetización en los países pro­
testantes implicó el progresivo abandono de actitudes que imponía la cos­
tumbre. en favor de otras más racionales y experimentales. La imprenta, que
había hecho posible que el hombre se educara a sí mismo, dio también a los
innovadores un medio de transmitir sus contribuciones a los demás, con­
trastarlas y acumularlas en un saber sistemático.
Un ejemplo de la aplicación de la racionalidad europea en relación con
el surgimiento de una economía industrial moderna en el continente fue
propuesto por el sociólogo alemán M a x W k b e r en una tesis que ya es clá­
sica. La aparición del capitalismo se vincula, así, con la difusión del protes­
tantismo y, particularmente, del calvinismo. W e b e r observó un vínculo, al pa­
recer causal, entre las creencias protestantes y el progreso económico, y
ofreció una explicación al respecto. La doctrina calvinista de la “ predestina­
ción" provocaba en los creyentes una profunda ansiedad acerca de conocer
su destino final, la que sólo podían aquietar si actuaban de acuerdo con el
tipo de vida que, suponían, deberían llevar los efectivamente destinados a la
salvación; esta conducta y el éxito en los negocios que conllevaba eran de
ascetismo mundano: una vida dedicada al trabajo y a la oración que condu­
cían a la gloria de Dios y, por qué no, a la acumulación de riqueza. Esta llegó
a ser percibida por el creyente individual como la mejor señal de que Dios,
en efecto, lo había predestinado a la salvación. La insistencia de la ética cal­
vinista en el valor del tiempo, y la condena del placer y de las diversiones sig­
nificaron, también, la aplicación de un criterio de eficiencia a todo tipo de
actividades C24}.
El desarrollo cultural del siglo XVII convalidó la búsqueda de la riqueza
personal desde un punto de vista ético, y creó las condiciones para la cola­
boración entre la ciencia y la técnica, que es la base y la esencia del moderno
desarrollo industrial.

(2 4 ) L a n d e s (1 9 7 9 ).
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€L NflCIMi€NTO D€ LAS
SOCS€DflD€S !MDUSTRIflL€S

M a ría I n €s B r r b c r o
3

€1 SIGNIFICAD© D€ Lfi
R€VOLUCION INDUSTRIAL

Desde mediados del siglo XVIII se inició una etapa de profundas trans­
formaciones —económicas, sociales, culturales— que dieron nacimiento a
las sociedades industriales. El proceso, que recibe genéricamente el nombre
de “ Revolución Industrial", comenzó en Inglaterra y desde allí fue difundién­
dose primero hacia Europa continental y los Estados Unidos, y más tarde
hacia otros países y regiones.
En contraste con el mundo preindustrial, en el que la principal actividad
económica era la agricultura, en la sociedad industrial el peso del sector
primario fue reduciéndose al tiempo que se incrementó el de la industria y
los servicios.
Mientras que en la sociedad preindustrial la gran mayoría de la población
vivía en el campo, dedicándose a actividades rurales, la sociedad industrial
se caracteriza por un alto grado de urbanización. No sólo creció el porcen­
taje de la población urbana, sino que también se incrementó significativa­
mente el número de grandes ciudades, que eran muy pocas antes del siglo
XIX.
' Una tercera diferencia entre el mundo preindustrial y el industrial radi­
ca en el ritmo de la innovación tecnológica. Este fue en general muy lento
hasta el siglo XVIÍI, pero a partir de entonces se aceleró notablemente. Una
de las características de la sociedad industrial es la velocidad del cambio
tecnológico, que ha permitido fuertes increm entos en la producción y la
productividad, aumentando sensiblemente la oferta de energía, de bienes y
de servicios. Si buena parte de la población, pudo dejar de trabajar en i'j agri-
culuira fue porque con menos brazos podía obtenerse la misma cantidad de
alimentos, o aun más, gracias a las mejoras en las técnicas de cultivo. Al
mismo tiempo, la oferta de bienes manufacturados creció significativamen­
te, alcanzando proporciones desconocidas hasta entonces. En el sector in­
dustrial los incrementos de la producción y de la productividad fueron mu­
cho mayores que en la agricultura. P aul B aíroch calcula que en los países
desarrollados de Occidente la productividad del conjunto de los factores se
multiplicó, entre 1700 y 1990, por 40 o por 45. Entre 1000 y 1700, que íue
44 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

globalraente una etapa de crecimiento de la economía europea, la producti­


vidad se multiplicó, en el mejor de los casos, por 2. En los tres siglos pos­
teriores a la Revolución Industrial, la productividad de los factores creció al
menos 20 veces más que en los siete siglos anteriores a ella (l).
Junto con la industrialización no sólo creció la producción, sino tam­
bién la población, que en los países más desarrollados se multiplicó por 5
entre 1760 y 1960. Se redujo notablemente la mortalidad infantil y creció la
esperanza de vida. En la Europa preindustrial, ésta era en promedio de 33
años, mientras que en 1990 en los países más desarrollados superaba los 75.
A la par de los cambios económicos y demográficos, que son aquéllos
más fácilm ente mensurables, tuvieron lugar profundas transformaciones
sociales, políticas y culturales. Con la sociedad industrial nacieron nuevas
formas de organización dei trabajo y de la familia, nuevas clases sociales,
nuevos modos de actividad política. Gracias al desarrollo de los transportes
y de las comunicaciones se incrementó el contacto entre las diversas regio­
nes del planeta, creció la actividad comercial y se incrementó el movimien­
to de las personas. Con la aparición de la imprenta a vapor y de otras inno­
vaciones en 1a industria editorial comenzó la producción de impresos a gran
escala y la circulación de libros y periódicos entre sectores cada vez más
vastos de la sociedad, que al mismo tiempo vieron ampliadas sus posibilida­
des de acceder a la educación.
La enumeración de factores que evidencian el contraste entre la socie­
dad preindustrial y la sociedad industrial podría continuar a lo largo de de­
cenas de páginas. No es nuestra intención hacerlo, sino señalar, a partir de
la información suministrada, algunos temas que consideramos centrales al
iniciar el estudio de los procesos de industrialización.
En primer lugar, una breve consideración sobre el problema de la discon­
tinuidad en la historia, que puede servir de introducción al debate sobre el
concepto de revolución industrial. La historia, por su propia naturaleza, es
una interacción constante de continuidad y cambio. Todo acontecimiento
tiene sus antecedentes, pero nada permanece igual, y algunos cambios son
más drásticos y rápidos que otros.
La contraposición entre sociedad preindustrial y sociedad industrial es
rmiy clara en la medida en que comparemos ei mundo resultante tras dos
siglos de industrialización con el mundo anterior al siglo XVIIÍ. Desde este,
punto de vista es evidente que existió una ruptura, que comenzó a ser visi­
ble para los contemporáneos ya desde las primeras décadas del siglo XIX.
Lo que también es evidente es que dicha ruptura no fue repentina, sino
que tuvo lugar a lo largo de un proceso que abarcó muchos decenios, en los

( l ] B aíh oc h {1 9 9 7 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 45

que convivieron elementos del pasado con los del nuevo presente. La ruptura
no fue total, en la medida en que existen elem entos de continuidad entre
ambas sociedades, menos en el ámbito de la economía que en el de las re­
laciones sociales o el de la cultura.
A. P. U sher, un historiador de la tecnología, decía que Ja Revolución In­
dustrial fue una revolución en el verdadero sentido del término, excepto por
la rapidez de las transformaciones, ya que por su carácter los cambios no
podían producirse en forma repentina (2).
Tai vez lo más difícil de transmitir a quienes comienzan a estudiar es­
tos temas sea la noción de que la Revolución Industrial dio origen a una
nueva sociedad, pero que fue a la vez un proceso de cambio gradual, en el
que lo nuevo y lo viejo se combinaron de forma diversa según las regiones
y los ámbitos en los que se iban produciendo las transform aciones. Los
debates entre los historiadores, como veremos más adelante, giran en gran
medida en torno al problema del carácter más o menos violento del cambio,
enfrentándose las visiones “gradualistas" a aquellas "rupturistas” .
El historiador inglés M. P ostan afirmaba que el castigo por ser lo bastan­
te concreto para ser real es la imposibilidad de ser lo bastante abstracto para
ser exacto. Si en las páginas que siguen hemos simplificado algunos proble­
mas, ha sido con el fin de hacer más clara la exposición. Pero hemos inten­
tado también evitar ciertos excesos de la simplificación, en la medida en que
tratamos temas que han sido fuente de debate permanente entre los estu­
diosos.

3,1. EL CONCEPTO BE REVOLUCION INDUSTRIAL.


ALGUNAS DEFINICIONES POSIBLES
La expresión "Revolución Industrial'’ fue utilizada por primera vez a fi­
nes del siglo XVIíí, en referencia a las transformaciones que en ese enton­
ces se estaban produciendo en la economía británica. El término “ revolu­
ción” se usaba para comparar la situación dé Gran Bretaña a la de Francia,
señalando que si en este último país estaba en marcha una revolución so­
cial y política, en Inglaterra también se estaba viviendo un período de pro­
fundos cambios en la economía y en la sociedad, uno de cuyos rasgos más
visibles era el nacimiento y ia expansión de la industria fabril.

(2 ) U sü e r (1 9 2 0 ).
46 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En el mundo académico, en cambio, el uso de la expresión fue mucho


más tardío, ya que recién empezó a difundirse a partir de las clases que dictó
el historiador A rnold T oynbee entre 1880 y 1881, publicadas a los pocos años
con el título de Lectures on the Industrial Revolution in England.
En el momento en que T oynbee enseñaba, el tema central que ocupaba a
los estudiosos de la Revolución Industrial eran ias consecuencias sociales
del proceso de industrialización, en particular, sus efectos negativos sobre
las condiciones de vida de la clase trabajadora. Este punto de vista prevale­
ció — salvo algunas excepciones notables— hasta la década de 1920.
A medida que la historia económica fue consolidándose como discipli­
na, desde principios de este siglo, la Revolución Industrial comenzó a ser
abordada desde otra perspectiva, en la que el estudio del pasado podía brin­
dar algunas claves para la comprensión de los problemas económ icos del
presente. Ello no significa que se perdiera el interés por los aspectos socia­
les de la industrialización, sino que ellos quedaban enmarcados en un pro­
ceso global en que la reflexión central pasaba por la dinámica del proceso
económico.
El historiador francés P aul M antoux, que publicó en 1906 su obra pionera
La R evolución Industrial en el siglo XVIH, consideraba que su trabajo debía
contribuir a estimular el interés por la historia económica y “a presentar un
estudio de una de las fases más importantes de la historia de los tiempos
modernos, cuyas consecuencias han afectado a todo el mundo civilizado, y
continúan transformándolo y modelándolo ante nuestra vista” (3).
Desde los años veinte, sobre todo a partir de la publicación en 1926 de
la E conom ic history o j modern B ritain, de J ohn C laphajvu esta visión fue afir­
mándose. La expresión “Revolución Industrial” fue perdiendo el significado
restringido con el que había nacido, como un proceso que se había dado en
Inglaterra entre las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del siglo
XDC, pasando a designar al proceso de nacimiento de la industria moderna,
concepto aplicable a cualquier sociedad.

3,1,1- LA HISTORIOGRAFIA DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL

A la hora de buscar una definición de ia Revolución Industrial, surge el


problema de que « o i i a y una sino muchas, casi tantas como el número de
historiadores que se han especializado en su estudio, y cada una de ellas
pone el énfasis en diversos aspectos.
Además, las preguntas que los historiadores y economistas han formu­
lado al pasado se han visto siempre condicionadas por las inquietudes de su

(3 ) M a n t o u x (1 9 6 2 ).
CAP. 3 - EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 47

presente. Davíd Cannadine ha propuesto una periodización que da cuenta de


la diversidad de interrogantes que han guiado a la historia de la Revolución
Industrial en los últimos cien años (4). Establece cuatro etapas, en las que
los temas dominantes —aunque no excluyentes— fueron sucesivamente las
consecuencias sociales, las fluctuaciones cíclicas, el crecimiento económico
y los iímítes al crecimiento.
En la primera, entre la década de 1880 y la de 1920, el énfasis estuvo
puesto en las consecuencias sociales de la industrialización, producto de las
nuevas condiciones de trabajo y dei proceso de urbanización. La visión pre­
dominante enfatizaba los aspectos negativos de la Revolución Industrial, a
la que se consideraba responsable del empobrecimiento y el deterioro de las
condiciones de vida de los trabajadores, como resultado de la difusión del
maquinismo y del sistema de fábrica, y de la concentración de la población
en las grandes ciudades industriales.
En una segunda etapa, entre los años veinte y los cincuenta, predomi­
nó el análisis de los ciclos económicos, en gran medida porque la crisis de
1929 y la depresión de los años treinta impulsaron a los estudiosos a inte­
resarse por las fluctuaciones cíclicas en una perspectiva histórica. Se reco­
pilaron estadísticas históricas que permitieron establecer los ciclos de la
economía industrial desde fines del siglo XVIII, y se esbozaron diversas teo­
rías para explicarlos. Algunos autores enfatizaron el papel de los factores
monetarios, mientras que otros vincularon las fluctuaciones a otras varia­
bles, como la producción, la inversión o la innovación. En este marco, la Re­
volución Industrial aparecía como el punto de partida de una economía ca­
racterizada por un funcionamiento cíclico.
De las dos últim as etapas analizadas por C annadine n o s ocuparem os m ás
extensam ente, ya que las o bras produ cidas a lo largo de ellas son las que
conservan un m ayor im pacto en los debates actuales.

3,1,2. DE LOS AÑOS CINCUENTA A LOS AÑOS SETENTA: LA


REVOLUCION INDUSTRIAL Y EL DESARROLLO ECONOMICO

Entre mediados de los años cincuenta y mediados de los años setenta,


el tema que estuvo en el centro de los estudios sobre la Revolución Indus­
trial fue el deí crecimiento económico..Dos circunstancias contribuyeron a
ello: por una parte, la expansión económica de los países industriales, y por
la otra, el problema deí subdesarrollo, que se hizo más visible a partir del
proceso de descolonización y de la emergencia del Tercer Mundo.
48 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En este contexto, la industrialización aparecía como la clave del desarro­


llo, y la historia podía servir tanto para entender el éxito de los países ricos
como para proponer recetas a los países pobres, con el fin de que salieran
del atraso.
Todo ello influyó profundamente en la forma en que los historiadores
económicos enfocaron la Revolución industrial. Esta pasó a ser considera­
da como la fase inicial de los procesos de desarrollo, y el caso inglés, como
el primero de crecimiento económico sostenido. En vez de ser vísta como la
causa de los problemas de las sociedades contemporáneas, aparecía como
la guía para las aspiraciones del futuro. Dicho futuro era percibido en térmi­
nos optimistas, ya que se suponía no sólo que el desarrollo sostenido era
posible, sino que el crecimiento económico contribuiría a acortar la distan­
cia entre países pobres y países ricos, y a atenuar significativamente las
diferencias sociales dentro de cada país.

3,1,2,1. La teoría del desarrollo y la Revolución Industrial

Una obra paradigmática de esta etapa fue la de W. W. R ostow , uno de ios


economistas que formularon la teoría del desarrollo, quien tuvo siempre un
gran interés por poner en contacto a la teoría económica con la historia
económica.
En su obra Las etapas del crecimiento económ ico (5) propuso un modelo
para el estudio de la transición desde la sociedad tradicional — caracteriza­
da por el predominio de la agricultura y por una productividad limitada—
hasta la sociedad industrial de consumo masivo. Según Rostow, existían cinco
etapas: la sociedad tradicional, las condiciones previas para el impulso ini­
cial, el impulso inicial, la marcha hacia la madurez y la era del alto consu­
mo en masa. Este esquema lo veía como aplicable a todos los países, y con­
sideraba que Jos países subdesarrollados estaban en alguna de las etapas ini­
ciales, de las que podrían salir aplicando políticas económicas adecuadas.
En opinión de Rostow , las sociedades tradicionales tenían como princi­
pal limitación la existencia de un tope al nivel de la producción obtenible per
cápita, generado por la falta de acceso a las ciencias y a las técnicas m oder­
nas, o por la im posibilidad de aplicarlas en forma regular y sistemática.

En la etapa de las condiciones previas comienzan a producirse cambios


económicos, sociales, culturales o políticos que favorecerán ei paso a la
sociedad industrial. Para R ostow, éstos se dieron en Europa Occidental en­
tre fines del siglo XVII y principios del XVIII, siendo Inglaterra la primera en
desarrollarlos plenamente.

(5 ) R o s t o w (1 9 6 1 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 49

La fase clave es ia del impulso inicial o despegue (take off), que Rosrow
identifica con la Revolución Industrial, a la que considera la gran línea di-
visoria en la vida de las sociedades modernas. En ella se superan los obstá­
culos y resistencias contrarios a un crecimiento permanente, que pasa a ser
la condición normal.
Las condiciones esenciales para el take o jf son, según Rosrow, la acumu­
lación de capital y la innovación tecnológica, y una variable clave es la tasa
de inversión, que debe ser equivalente al 10 % o más del ingreso nacional.
Debe existir también un sector empresarial o un grupo de funcionarios del
Estado que esté dispuesto a liderar el proceso de transformación.
Las características distintivas del take o£f son la difusión de nuevas téc­
nicas en la agricultura y la industria (lo cual incluye cambios radicales en
los métodos de producción), el crecimiento de la producción industrial y la
urbanización, contribuyendo todo ello a la expansión del sector moderno de
la economía y al incremento del ahorro y la inversión.
Es importante destacar que para R ostow este proceso tenía lugar en un
lapso muy breve: tanto la estructura económica como la social y la política
se transformaban en una o dos décadas, lo cual hacía posible sostener en lo
sucesivo un ritmo fijo de crecimiento. La Revolución Industrial para él era
fácilmente identificable si se medía la aceleración de la tasa de crecim ien­
to de la economía y se hallaba la proporción entre la inversión y el produc­
to nacional.
La etapa sucesiva —ia marcha hacia la madurez— es caracterizada por
R ostow como un largo intervalo de progreso sostenido y de difusión de la
innovación tecnológica, abarcando, unos cuarenta años a partir del fin del
despegue. En la era del alto consumo en masa se cosechan los frutos del
desarrollo, con un increm ento del ingreso real per cápita que permite el
aumento del consumo de bienes y servicios duraderos, cuyo sím bolo era
para R ostow la difusión del automóvil.
Si nos hemos detenido tanto en el análisis de la obra de R ostow ha sido
por diversas razones.
En primer lugar, porque refleja con claridad el tipo de interés con el que
los economistas se aproximaban a ía historia económica en una etapa en la
que la teoría del desarrollo estaba en expansión. El tema clave eran los pro­
cesos de desarrollo, y dentro de él, las formas históricas que había asumi­
do la industrialización.
En segundo lugar, porque en ella expresa algunas nociones muy difun­
didas en la historiografía de su época, sobre todo, la idea de un salto brus­
co y repentino hacia la industrialización, en un lapso breve e identificable
con facilidad, a partir del cual se rompe radicalmente con el pasado.
50 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

3,1,2,2. El atraso económico en una perspectiva histórica

La obra de R ostow originó discrepancias y debates desde su publicación,


en los que se discutían la validez de su modelo y la pertinencia de extraer
de la experiencia inglesa conclusiones generalizables a cualquier sociedad.
A lexander G erscbenkron , otro economista fuertemente interesado en la
historia, publicó, en los años cincuenta, diversos artículos que discutían la
idea de una uniformidad en los procesos de industrialización (5). G erschen-
kron compartía con R ostow la idea de la industrialización como producto de
una ruptura identificable en el curso de pocas décadas, a la que llamaba
“ gran salto” {big spurt). Pero no creía en la inevitabilidad histórica de la
industrialización ni en que el camino para alcanzarla estuviera predetermi­
nado, siguiendo una serie de etapas.
Para G erschenkron los procesos de industrialización en los países atra­
sados presentan diferencias considerables con los seguidos por la mayor
parte de los avanzados, tanto en el ritmo del desarrollo como en las estruc­
turas de producción y organización de la industria. Consideraba que el rit­
mo del proceso de industrialización es más acelerado en los países atrasa­
dos, fundamentalmente por la posibilidad con la que cuentan de poder co­
piar la tecnología de los países desarrollados.
Pero, además de ello, sostenía que el proceso de desarrollo podía ser
reforzado por el uso de determinados instrumentos institucionales y por la
aceptación de ideologías de industrialización específicas.
Destacaba en primer lugar el papel que habían cumplido los bancos de
inversión como proveedores de capital en ciertos países europeos, como
Francia, Alemania, el Imperio Austro-Húngaro y Suiza. En Inglaterra la in­
dustrialización había tenido lugar sin necesidad de recurrir a la banca para
financiar la inversión a largo plazo. Pero en los casos arriba indicados, los
bancos cumplieron un papel decisivo al orientar el ahorro hacia la inversión
para cubrir y orientar la demanda de capitales para la industria.
G erschenkron indicaba también que en otras naciones de desarrollo más
tardío, como Rusia, el principal agente impulsor de la industrialización ha­
bía sido el Estado. En este país la escasez de capital era tan grande que nin­
gún sistema bancario hubiera podido atraer fondos suficientes para financiar
una industrialización a gran escala. Para poder conseguir el capital que la
industria requería fue necesario el funcionamiento de la maquinaria estatal
que, por medio de la política impositiva, desvió las rentas del consumo a la
inversíón.

(6 } G erschenkron ’ (1 9 6 8 )
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 51

Asim ism o, señalaba que en los países económ icam ente atrasados la
industrialización requiere un clima favorable de ideas, una generalizada fe
en los beneficios del desarrollo, sin la cual es muy difícil romper los diques
del subdesarrollo.
Uno de los aportes más significativos de G erschenkron, que conserva una
gran vigencia, es la voluntad de combinar la elaboración de modelos con la
complejización del análisis de la realidad. Sostenía que del pasado no pue­
den extraerse más que preguntas inteligentes que se formulen a los mate­
riales actuales, pero no leyes a partir de las cuales construir el futuro. A
diferencia de R ostow —también de los marxistas— , se negó a aceptar la va­
lidez de un modelo uniforme de industrialización, basado en la experiencia
británica, ofreciendo una visión mucho más matizada de los procesos de
desarrollo económico.

3,1,2,3. Los historiadores y la visión “prometeica” de ia


Revolución Industrial

La econom ía del desarrollo tuvo también un fuerte impacto entre los


historiadores. La Revolución Industrial pasó a ser estudiada desde la pers­
pectiva del crecimiento económico, concentrándose ei interés en sus aspec­
tos macroeconómicos y en temas como los modelos de desarrollo, la forma­
ción de capital, la demanda, la distribución del ingreso o las fluctuaciones.
Muchas ideas formuladas explícitamente por R ostow se encuentran im ­
plícitas en la mayor parte de los estudios de la industrialización publicados
en ios sesenta y los setenta.
En general, los historiadores compartían la noción de que la Revolución
Industrial era el punto de partida de un proceso de crecimiento espectacu­
lar y de progreso sostenido. El historiador norteamericano D avid L andes eli­
gió el título Prom eteo liberado para su obra sobre el desarrollo industrial de
Europa desde mediados del siglo XVHI hasta el presente (7). Para explicar el
proceso de industrialización enfatiza la capacidad de tos europeos para
manipular racionalmente ai medio natural, el triunfo del hombre sobre la
naturaleza gracias al progreso de la ciencia y la tecnología.
L andes ve a la Resolución Industrial como la gran ruptura que en el lap­
so de menos de dos generaciones ha cambiado al mundo para siempre, y la
considera el inicio del proceso de modernización. En una obra reciente res­
cata la noción de R ostow de un despegue, en la medida en que da la idea de
que el crecimiento sostenido fue precedido por un movimiento hacia arriba

(7 ) L an d es (1 9 7 9 ).
52 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

y no por una trayectoria horizontal. No obstante, también aclara que, des­


afortunadamente, la comparación con un avión en ascenso da una idea de ra­
pidez que no se condice con un proceso que llevó varios decenios (s).
En muchos casos, las investigaciones concretas evidenciaban cambios
más lentos que los que R ostow sugería, e incluso procesos de industrializa­
ción sin despegue (como el de Francia a lo largo del siglo XIX). Pero más allá
de ello, la Revolución Industrial era vista como una gran ruptura, que en el
transcurso de algunas décadas había hecho posible el paso de una economía
agraria a una economía industrial.
Se trataba de la segunda gran ruptura que había tenido lugar, en el or­
den económ ico, desde los tiempos prehistóricos. La primera había sido la
Revolución Neolítica, signada por el nacimiento de la agricultura, alrededor
de 5.000 años antes de C risto. Desde entonces, la vida económica se había
basado en la agricultura como actividad principal, más allá de que diversas
sociedades hubieran desarrollado también una intensa actividad comercial
y de producción artesanal de bienes.
El historiador italiano C arlo C ipolla dirigió en los anos setenta la publi­
cación de una obra de historia económica de Europa desde la Edad Media
hasta nuestros días. E l mismo C ípolla decía en la introducción del volumen
dedicado a la Revolución Industrial que “los historiadores, para expresar la
idea de un cambio drástico, han hecho un uso abusivo del término «revolu­
ción»; sin embargo, exceptuando quizá la del Neolítico, no ha habido ninguna
revolución tan auténticamente revolucionaria como la Revolución Industrial.
Ambas cambiaron el curso de la historia, es decir, introdujeron un elemen­
to de discontinuidad en el proceso histórico. La Revolución Neolítica trans­
formó a la humanidad, de un conjunto de tribus salvajes de cazadores [...]
en una serie de sociedades agrícolas más o menos independientes. A su vez,
la Revolución Industrial convirtió a los granjeros y campesinos en manipu­
ladores de máquinas impulsadas por energía inanimada” (8). Consideraba que
estos cambios se habían producido en el curso de tres generaciones, y que
en 1850 el pasado no había simplemente pasado, sino que había muerto.

(8 ) L a n d e s (19 9 3 ).

(9) C íp o lla (19 7 9 ).


CAP. 3 - E L SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 53

3,1,3. LA HISTORIOGRAFIA DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL


EN LOS ULTIMOS VEINTE AÑOS: LOS LIMITES DEL
CRECIMIENTO

Desde mediados de los años setenta comenzó a ser crecientemente dis­


cutida la visión de la Revolución Industrial que se desprendía de los traba­
jos publicados en las dos décadas anteriores.
En general, en las ciencias sociales se iba diluyendo el optimismo que
había predominado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y la teoría del
desarrollo se vio seriamente cuestionada. La realidad había mostrado que la
aplicación de las recetas propuestas por los economistas no daba necesaria­
mente los frutos esperados, y que la mayor parte de los países del Tercer
Mundo no habían logrado salir del subdesarrollo. Por otro lado, no siempre
el crecimiento económico se traducía en una mejora de las condiciones de
vida de la población.
Pero, además de ello, aun la realidad de los países más ricos hacía du­
dar de que la industrialización hubiera resuelto de una vez y para siempre
los problemas económ icos y sociales. La crisis económica que produjo el
alza de los precios del petróleo a principios de los años setenta puso en
evidencia los límites de la expansión iniciada con eí fin de la guerra, y las
economías de los países más desarrollados debieron enfrentar problemas
como la desocupación, la recesíón y la inflación. Al mismo tiempo, comen­
zó a reconsiderarse el problema de la relación del hombre con la naturale­
za, y las denuncias de los ecologistas revelaron las consecuencias no desea­
das que el desarrollo económ ico podía generar al poner en peligro el medio
ambiente. El mismo R ostow decía, a fines de los setenta, que com enzó a
dudarse no sólo de la inevilabilidad, sino también de la legitimidad del de­
sarrollo económico.
Todo ello repercutió sensiblemente en los estudios sobre la Revolución
Industrial, que comenzó a. ser mirada desde.otra perspectiva, en la que em­
pezaron a considerarse no sólo los éxitos, sino también los fracasos. La
industrialización pasó a ser observada ya no como una progresión unidirec­
cional, sino como un proceso cíclico; como un proceso a largo plazo, más
que como un acontecimiento espectacular a corto plazo; como un modelo de
carácter multidimensional, más que como un modelo único (10).
En el caso de la historia económica de Inglaterra, el cambio de perspec­
tiva fue muy drástico. Teniendo en cuenta las dificultades que debió enfren­
tar la economía británica desde fines del siglo XIX y su pérdida de lideraz­
go entre los países industrializados, muchos buscaron las raíces de los
males presentes en las características de su Revolución Industrial.

(1 0 ) B cr r, (1 S 8 7 ).
54 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En general, existe hoy una tendencia a ver la Revolución Industrial como


un proceso lento, no como una ruptura identificable en el término de pocas
décadas. La mayor parte de los estudiosos tiende a acentuar la complejidad
de los procesos de industrialización, insistiendo en que los cambios tuvie­
ron lugar en forma gradual y con fuertes diferencias regionales.
El libro de M axine B erg La era de las manufacturas, 1770-1820, publi­
cado en 1985, que lleva como subtítulo Una nueva historia de La Revolución
Industrial británica, puede servir de punto de referencia. La autora brinda
una imagen de la industrialización inglesa como un proceso en el que con­
viven, durante décadas, formas tradicionales y formas nuevas de producción.
Sin negar la existencia de la Revolución Industrial como fuente de profun­
das transformaciones, ofrece una visión menos “prometeica” de ella y pro­
pone que la consideremos un fenómeno más complejo, plurifacético y vas­
to de lo que han supuesto recientemente los historiadores económicos.
Otro historiador, J oel M okyr , afirma que Gran Bretaña era durante la
Revolución Industrial una economía dual, en la que coexistían un sector
tradicional, que se desarrollaba gradualmente y de manera convencional, y
un sector moderno, en el que se estaban produciendo las transformaciones
más significativas y en el cual se destacaban la industria del algodón, la de
los metales y algunas otras (ll).

3,1,4. ¿REVOLUCION O EVOLUCION?

Como hemos visto en páginas anteriores, en los últimos veinte años el


debate académ ico sobre la Revolución Industrial lia girado en gran parte
alrededor del problema de la continuidad y ia ruptura, y en él se han afirma­
do las tendencias gradualistas.
El historiador norteamericano R ondo C ambrón', en un artículo que publi­
có en 19S2, sostiene que la expresión “ revolución industrial” es incorrecta,
ya que para él no refleja la complejidad y las características de aquello que
se propone designar. Según Cambrón, la palabra “ revolución” da la idea de un
cambio rápido —mientras que la industrialización fue un proceso lento y
evolutivo— , y la palabra “ industrial” restringe su significado, ya que los
cambios afectaron no sólo a la industria, sino a la economía en general y
también a la sociedad, a ia política y a la cultura. Propone el uso de la ex­
presión “nacimien Lo de la industria moderna" (i2).

(.11) M o k y r (1 9 S 5 ).

(1 2 ) C a m e r o k (1 9 8 2 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 55

La contraposición entre interpretaciones gradualistas y rupturistas no


es nueva, ya que se remonta por lo menos a la década de 1920. En su Eco-
nomic History of Modern Britain, publicada en 1926, J ohn C lapham remarcaba
que la Revolución Industrial en Inglaterra no había sido violenta, sino que
se había tratado de un proceso parcial y gradual. Para ello se basaba en los
datos del censo de 1851, que revelaban que el avance de la industria fabril
era lento y que las ocupaciones más difundidas seguían siendo la agricultura
y el trabajo doméstico.
Entre los estudiosos actuales que coinciden con esta visión gradualis-
ta de la Revolución Industrial podemos distinguir dos posturas muy diferen­
ciadas, ya que una de ellas ofrece un enfoque cuantitativo de la industriali­
zación y la otra centra su atención en las transformaciones cualitativas.
Los cuan tita ti vis tas —que se identifican con la New E conom ic History—
se interesan sobre todo por la medición del crecimiento económico, y utili­
zando técnicas muy sofisticadas han propuesto nuevos cálculos del creci­
miento de la economía británica en los siglos XVIII y XIX. Dichos cálculos
revelan tasas mucho más bajas que las estimaciones realizadas en los años
sesenta, y ello ha llevado a muchos historiadores económicos a presentar a
la industrialización como un proceso de cambio acumulativo, y a algunos de
ellos a negar la existencia de la Revolución Industrial.
Los historiadores más interesados en los cambios cualitativos genera­
dos por la industrialización —por ejemplo, en los sistemas de producción y
de trabajo— ponen el énfasis en la lenta difusión que dichas transformacio­
nes tuvieron a partir del siglo XVIII. Sin discutir la pertinencia del concep­
to de revolución industrial, resaltan a la vez la profundidad de los cambios
y su gradual expansión. Para ellos las transformaciones no pueden medir­
se sólo en términos cuantitativos, y menos aun con información agregada a
nivel nacional que opaca ías diferencias regionales. Consideran la revolución
como un proceso económico y social que dio un resultado mucho mayor que
la suma de las partes (!3).

3,1,5. ¿EN QUE CONSISTIO LA REVOLUCION INDUSTRIAL?

¿Cuál es el significado que los historiadores atribuyen hoy a ia expresión


“ revolución industrial” ? Como vimos en páginas previas, no existen ima
única definición ni un consenso total acerca de su contenido. Para llegar a
comprender su significado, el camino aue seguiremos será transcribir algu­
nas definiciones para reflexionar luego sobre ellas, buscando los elementos

(1 3 ) B erg y H udson (1 9 9 2 ).
56 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

que nos permitan tener una noción lo más clara posible de dicha expresión,
que a su vez no desdeñe los matices propuestos por los diversos autores.
D avid L andes propone tres definiciones, que se refieren a los distintos
usos que se le suelen atribuir:
a) “ El término «revolución industrial», en minúsculas, suele referirse
al complejo de innovaciones tecnológicas que, al sustituir la habili­
dad humana por maquinaria, y la fuerza humana y animal por ener­
gía mecánica, provoca el paso desde la producción artesanal a la
fabril, dando así lugar a la economía moderna” .
b) “ El significado del término es a veces otro. Se utiliza para referirse
a cualquier proceso de cambio tecnológico rápido e importante- !...]
En este sentido, se habla de una «segunda» o una «tercera» revolu­
ción industrial, entendidas como secuencias de innovación indus­
trial históricamente determinadas".
c) “El mismo término, con mayúsculas, tiene otro significado distinto.
Se refiere a la primera circunstancia histórica de cambio desde una
economía agraria y artesanal a otra dominada por la industria y la
manufactura mecanizada. La Revolución Industrial se inició en Ingla­
terra en el siglo XVIII y se expandió desde allí, y en forma desigual,
por los países de Europa continental y por algunas otras pocas
áreas, y transformó, en el espacio de menos de dos generaciones, la
vida del hombre occidental, la naturaleza de su sociedad y sus rela­
ciones con los demás pueblos del mundo’’
A su vez, el historiador inglés P eter M athjas la define como “las fases
iniciales del proceso de industrialización en el largo plazo” , y señala que los
dos criterios centrales para definir la Revolución Industrial son la acelera­
ción del crecimiento de la economía en su conjunto y la presencia de cam­
bios estructurales. Pone el énfasis en que dicho crecimiento debe darse en
el largo plazo y responder no a un incremento de los factores de producción,
sino a un aumento de ia productividad que se traduzca en un incremento del
producto per cápita. Los cambios estructurales que acompañan dicho cre­
cimiento incluyen, entre otros, la innovación tecnológica y organizativa, la
modernización institucional, el desarrollo de un sistema de transportes y la
m ovilización de la fuerza de trabajo. Este proceso genera, a su vez, modifi­
caciones en la estructura de la economía, en particular, la reducción de la
participación sectorial de la agricultura en el empleo y en el total de la pro­
ducción (t5).

(1 4 ) L a n d e s (1 9 7 9 ).

(1 5 ) M ath ia s (1 9 8 9 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 57

Otro historiador inglés, E. A. W rigley, señala que “ la característica dis­


tintiva de la Revolución Industrial, que ha transformado las vidas de los
habitantes de las sociedades industrializadas, ha sido un aumento amplio y
sostenido de los ingresos reales per cápita. Sin un cambio de este tipo, el
grueso del total de ingresos se hubiese seguido gastando necesariamente en
alimentos, y el grueso de la fuerza de trabajo hubiese seguido siendo emplea­
do en la tierra” A l aumentar la productividad del trabajo, gracias al pro­
ceso de innovación, se incrementa el producto por habitante. W rigley con­
trapone dos modelos de crecimiento económico, uno de ellos asociado a la
economía orgánica avanzada, y el otro a la economía basada en la energía de
origen mineral. El primero precede al segundo en el tiempo, aunque existe
una superposición entre ambos.
En el modelo de economía orgánica avanzada, la industria se abastecía
esencialmente de materias primas animales o vegetales, y el grueso de la
energía que se utilizaba era proporcionado por los hombres y los animales,
complementado en algunos casos por la del viento o el agua. Ello ponía lí­
mites muy precisos al crecimiento económico. El uso de fuentes de energía
de origen mineral, en primer lugar el carbón, permitió superar dichos lím i­
tes, incrementando de manera sostenida la productividad y las tasas de cre­
cimiento de la economía.
Combinando estas definiciones podemos sostener que la Revolución
Industrial consiste en un proceso de cambio estructural en el que se com­
binan:
a) el crecimiento económico;
b) la innovación tecnológica y organizativa;
c) profundas transformaciones en la sociedad.
El rasgo más característico de dicho proceso es el nacimiento y el desa­
rrollo de la industria fabril.
El crecimiento económico se debe principalmente al aumento de la pro­
ductividad de la economía, y dicho aumento de la productividad es posible
gracias a la innovación,tecnológica y organizativa. Los rasgos esenciales de
la innovación tecnológica son el uso de máquinas que reemplazan a la ha­
bilidad humana y la utilización de mievas fuentes de energía inanimada que
reemplazan a la fuerza humana y animal.
La principa! innovación organizativa consiste en el nacimiento del sis­
tema de fábrica, como alternativa a las formas de producción tradicional (la
industria artesanal y la industria a domicilio).

(1 6 ) WitiGL ZY (1 9 9 3 ).
58 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Los cambios tecnológicos y organizativos permiten producir una canti­


dad de bienes muchísimo mayor que la que podía fabricarse con los méto­
dos tradicionales, y a la vez nuevos tipos de bienes que son producto de un
proceso de innovación que no se detiene.
La Revolución Industrial está acompañada por cambios estructurales en
la economía y la sociedad. Por una parte, se va produciendo un descenso de
la participación de la agricultura en el total de la producción y de 1a propor­
ción de mano de obra empleada en el sector primario. Al mismo tiempo, se
verifica un avance de la industria y los servicios que aumentan su participa­
ción en el producto y en la ocupación.
Otro cambio estructural lo constituye el proceso de urbanización. A
medida que avanza la industria fabril, la producción y la población se van
concentrando en las ciudades. Van creciendo el número de ciudades, sus di­
mensiones y la proporción de población urbana en relación con la rural.
El crecimiento de la industria y de los servicios y la difusión del siste­
ma de fábrica dan nacimiento a nuevos sectores sociales. Cambian las con­
diciones de trabajo y se va multiplicando el número de trabajadores emplea­
dos en las fábricas, lo cual da origen al proletariado industrial. Este se di­
ferencia de los trabajadores del período preindustrial por sus condiciones de
trabajo. La nueva clase obrera está compuesta por trabajadores asalariados
que no son propietarios de los medios de producción, sino que venden su
fuerza de trabajo. No trabajan en sus casas, sino en las fábricas, en las que
deben cumplir con una disciplina estricta. Viven mayoritarxamente en áreas
urbanas, en las cuales se va concentrando la producción industrial,
Al mismo tiempo, crece el número de empresarios que invierten su ca­
pital en las nuevas actividades y son propietarios de industrias. Una nueva
burguesía industrial va buscando su lugar entre los sectores propietarios.
Pero también las clases medias son producto de la nueva sociedad in­
dustrial, ya que crecen junto con la expansión de los servicios y las activi­
dades administrativas.
Desde el punto de vista cronológico, ía Revolución Industrial se inició en
Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII, y de allí se fue difundien­
do. con ritmos y características diversos, primero hacia el continente euro­
peo y los Estados Unidos, y más tarde hacia otras naciones.
Como hemos señalado en páginas precedentes, la Revolución Industrial
no tuvo lugar en forma abrupta. La mayor parte de los trabajos recientes ha
insistido en acentuar la complejidad del proceso de industrialización, seña­
lando que los cambios tuvieron lugar de una manera gradual y con fuertes
diferencias regionales. Aun en Gran Bretaña, la primera nación industrial,
la difusión de la industria moderna fue ienta, y afectó de modo desigual a los
diversos sectores de ía actividad industrial y a las distintas áreas geográfi­
cas.
CAP. 3 - E L SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 59

Pero el hecho de que se haya tratado de un proceso gradual no invalida


la existencia'de la Revolución Industrial entendida como el punto de parti­
da para el nacimiento de un nuevo tipo de sociedad y, por lo tanto, como uno
de los grandes hitos en la historia de la humanidad.

3,2. EL NACIMIENTO DE LA INDUSTRIA MODERNA


¿Cuáles son los rasgos sobresalientes de la industria moderna? ¿Cómo
se diferencia de las formas anteriores de producción industrial?
En su definición más general, industria significa cualquier transforma­
ción de la materia prima llevada a cabo por parte del hombre, y existe como
tal desde los tiempos prehistóricos, como uno de los rasgos distintivos de
la especie humana.
A lo largo de la historia, se fueron sucediendo diversos modos de pro­
ducción industrial, a los cuales nos referiremos brevemente para poder com­
prender qué es lo que se fue transformando a partir de la Revolución Indus­
trial del siglo XVIIL

3,2,1, LAS FORMAS TRADICIONALES DE PRODUCCION


INDUSTRIAL

3,2,1,1. La industria artesanal

La industria artesanal se caracteriza por ser una forma de actividad in­


dustrial en la que los productores utilizan herramientas manuales que exi­
gen una alta dosis de habilidad.
La industria artesanal puede ser doméstica —cuando la actividad se rea­
liza en eí domicilio de los trabajadores— o llevarse a cabo en un taller.
Desde fines de la Edad Media creció la industria artesanal urbana, que
funcionaba en pequeños talleres, con una organización jerárquica basada en
el sistema de aprendizaje. Los talleres funcionaban en las casas de los maes­
tros, donde aprendices y oficiales realizaban sus tareas y convivían. En al­
gunas ciudades de Flandes y del norte de Italia surgieron talleres de mayo­
res dimensiones, sobre todo en la industria textil, llegándose a concentrar-
un número considerable de trabajadores bajo un mismo techo. Pero la for­
ma más extendida de producción industrial eran los pequeños talleres.
60 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La actividad industrial urbana estaba fuertemente regulada por los gre­


mios, que establecían desde las no oías de calidad hasta las cuotas de pro­
ducción, y ofrecían algunos rudimentarios servicios sociales a sus miem­
bros. En general, salvo en determinados rubros, como el de los paños de
lana, la producción artesanal de las ciudades estaba destinada al mercado
local y al campo circundante, aunque una proporción muy alta de la pobla­
ción campesina elaboraba en su hogar los productos industriales que con­
sumía: vestido, calzado, utensilios domésticos.

3,2,1,2. La industria a domicilio

Desde el siglo XVI fue desarrollándose paulatinamente una forma de


organización de la producción industrial que tuvo una creciente expansión,
conocida con el nombre de “industria a domicilio” , cuya mayor difusión tuvo
lugar durante los siglos XVII y XVIII.
Se caracteriza por ser un sistema descentralizado de producción, en eJ
que los trabajadores realizaban las tareas en sus domicilios, con herramien­
tas que en general eran de su pertenencia. Trabajaban para un comercian­
te-empresario, que les encargaba los quehaceres y les suminis i aba la ma­
teria prima, retirando luego las piezas elaboradas por las que pagaba a des­
tajo.
Los productos fabricados por los trabajadores en sus hogares podían
estar ya. listos para su venta en el mercado, o bien podían requerir un pro­
ceso de terminación que era llevado a cabo en talleres urbanos (por ejrmplo,
el teñido o el estampado en los textiles). Él proceso de com ercialización
estaba en .manos de los comerciantes empresarios, y los productos se des­
tinaban a mercados no locales, europeos o ultramarinos-
En este sistema de trabajo, la mayor parte de los trabajadores eran cam­
pesinos que realizaban sus actividades industríales en los tiempos muertos
que dejaban las tareas agrícolas.
Las ventajas que presentaba esta forma de organización del trabajo con
respecto a la industria urbana artesanal consistían en que, por un lado, era
un sistema muy flexible, en el que la producción se regulaba de acuerdo con
la demanda, y en el que no existía una obligación por parte del empresario
de mantener un vínculo permanente con lostrabajadores. Los costos fijos
eran mínimos, y los salarios más bajos, ya que no se aplicaban las regula­
ciones que establecían los gremios para la industria urbana. Los trabajado­
res aceptaban recibir un pago menor porque para ellos se trataba de una
actividad complementaria, ya que su ocupación principal era la agricultura.
Además, a diferencia de la industria urbana, en ía manufactura rural traba­
jaban también mujeres y niños, cuyas remuneraciones eran más bajas que
las de los hombres adultos.
CAP. 3 - E L SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 61

En las zonas agrícolas menos fértiles, la industria a domicilio ofreció la


posibilidad de mejorar los ingresos de los campesinos, ya que a la produc­
ción de la tierra sumaban las remuneraciones provenientes del trabajo in­
dustrial.
El sistema de trabajo a domicilio se extendió fundamentalmente en la
industria textil, aunque también se utilizaba en otras ramas, como la indus­
tria metalúrgica, la fabricación de vidrio y la de relojes. Se difundió por las
distintas áreas de Europa, y en algunas regiones siguió teniendo ua papel
muy relevante hasta fines del siglo XXX. Ello se debió a que o bien era más
ventajoso que el sistema de fábrica o bien se complementaba con él. En rea­
lidad, en diversas ramas de la actividad industrial sigue utilizándose hoy en
día, por ejemplo, en la confección.

3,2,1,3- La protoindustrialización

A comienzos de la década de 1970, el historiador F rankun M isndels elabo­


ró el concepto de protoindustrialización para referirse a lo que consideraba
la primera fase del desarrollo industrial de Europa, caracterizada por la ex­
pansión del sistema de trabajo a domicilio (I7j.
. Este concepto ha tenido un fuerte impacto en ia historiografía reciente,
que fue comparado con las repercusiones del concepto de despegue de R os­
tow en ios años sesenta £1S). Ha ampliado el horizonte del tiempo histórico
en el que son analizados los procesos de industrialización, y ha permitido
comprender mejor la relación y la complementación entre viejos y nuevos
sistemas de producción-
Para M endels , el proceso de industrialización en Europa pasó por dos
etapas: la primera había consistido en una “ industrialización preindustrial*’,
y ia segunda, en la industrialización moderna propiamente dicha. Llamó
“ protoindustrialización” a la primera fase, caracterizada por la difusión dei
sistema de trabajo a domicilio en la producción de bienes para mercados no
locales, que generó, a su vez, cambios significativos en la economía rural.
La segunda fase sería para M endels la de la Revolución industrial, signada
por el surgimiento del maqumismo y el sistema de fábrica.
La protoindustrialización, que se difundió entre los siglos XVI y XVIII,
permitió el crecimiento de la producción dentro de los sistemas técnicos
tradicionales de la industria doméstica, aumentando la productividad de los

(1 7 ) M bno e l s (1 9 7 2 ).

(1 8 ) M a t h ia s (1 9 8 8 )
62 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

trabajadores al ocupar en la industria mano de obra antes desempleada o


empleada parcialmente en actividades agrícolas.
Con la protoindustrialización se establecieron nuevas relaciones entre
los centros urbanos y las áreas rurales. De la ciudad provenían los empre­
sarios, los capitales y las redes de comercialización, y en la ciudad se rea­
lizaban algunas actividades industriales, sobre todo, procesos de prepara­
ción o acabado. En el campo se llevaba a cabo la mayor parte de la produc­
ción, con una organización descentralizada que operaba a escala regional.
Otros rasgos centrales eran que la producción estaba orientada a mercados
externos —regionales, nacionales o internacionales— , y que el management
estaba en manos de los comerciantes empresarios y no de los trabajadores.
Al ofrecer un medio de subsistencia complementario a la agricultura, la
protoindustria contribuyó a mejorar las condiciones de vida de los campe­
sinos, reduciendo eí impacto de las tradicionales crisis de subsistencia y
estimulando el crecimiento demográfico.
El concepto de protoindustrialización generó extendidos debates entre
los historiadores económicos. Mientras que algunos autores aceptan la vi­
sión de M endels de la protoindustria como la primera fase del proceso de
industrialización, otros sostienen que no se trata de una etapa necesaria,
sino de una forma de producción que coexistió con otras en los siglos an­
teriores a la Revolución Industrial. Uno de los puntos más cuestionados es
establecer porqué en algunas regiones la protoindustria condujo al naci­
miento de la industria fabril, mientras que en otras el proceso de industria­
lización quedó trunco-
Por otra parte, la obra de M endels sirvió para revalorizar el sistema de
trabajo a domicilio, que dejó de ser visto como un híbrido que no era ni ar­
tesanía urbana ni industria fabril, para ser considerado una forma de produc­
ción industrial que había sido característica de la Europa Moderna.

3,2,1,4. L-a manufactura centralizada

Además de la pequeña industria artesanal urbana y de la industria a


domicilio, existió en la Europa moderna un tercer tipo de organización in­
dustrial, caracterizada por las mayores dimensiones de la empresa, a la que
sucíe denominarse “protofábrica” { !9}.
S ’dkei' P ollard distingue tres tipos, y a la vez aclara que las fronteras
entre ellos no son siempre precisas;

í 19; P o l l a r d (1 9 9 1 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 63

— Talleres centrales que preparaban y terminaban el trabajo de los tra­


bajadores rurales a domicilio, principalmente en el sector textil.
— Unidades que tenían que ser bastante grandes o que requerían mu­
cho capital por razones técnicas. Ejemplos: metalurgia, minería, fa­
bricación de vidrio, astilleros, refinerías de azúcar.
— Agrupación de talleres por una razón que no es económica ni técni­
ca, como consecuencia de un monopolio o de la iniciativa de algún
magnate territorial. Ejemplos: manufacturas reales creadas en Fran­
cia en el siglo XVII (tapices, porcelanas, armas), empresas reales
creadas en Prusia en el siglo XVIII (fundiciones de hierro, fábricas
textiles, de armas, de porcelana), fábricas textiles establecidas por
nobles checos en el siglo XVIII.

3,2,2. EL SISTEMA DE FABRICA

Con la Re\rolución Industrial nació el sistema de fábrica, que puede ser


definido como un sistema que se caracteriza por la mecanización de la pro­
ducción (producción con máquinas), por el uso de energía inanimada en
reemplazo de la energía humana o animal (las primeras formas de energía
inanimada utilizadas en las fábricas fueron la energía hidráulica y la ener­
gía del vapor), y por la presencia de trabajadores asalariados sometidos a un
régimen de estricta disciplina.

3,2,2,1. El maqumismo

Eí sistema de fabrica constituye lo que se denomina también “industria


moderna” , que se contrapone a ia "industria tradicional". Desde el punto de
vista de la producción, un rasgo central del proceso de modernización de la
industria fue la paulatina difusión del uso de máquinas activadas por ener­
gía inanimada.
Como señala P aul M antoux (20), no es sencillo encontrar una definición
adecuada deí término “ máquina”. Un primer paso es diferenciar una máquina
de una herramienta. Tanto una máquina como una herramienta permiten
economizar trabajo manual, ya que potencian la actividad humana. Hasta
una herramienta sencilla como una azada hace 3a tarea de veinte hombres
que utilizaran sus uñas para cavar la tierra.
Sin embargo, uno de los rasgos que distingue a las herramientas de las
máquinas es que las primeras son instrumentos en manos dei trabajador,

( 20 ) M a n to u x ( 196 2 !
64 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

que requieren una habilidad específica, sin la cual no puede llevarse a cabo
el proceso de producción. Hay herramientas sencillas, como el martillo, y
otras más complejas, como el telar, y no siempre es fácil trazar la línea di­
visoria entre una herramienta compleja y una máquina sencilla. Pero siem­
pre que se utilizan herramientas, el hombre o la mujer que las manejan
emplean sus conocimientos, su fuerza y su habilidad para producir bienes.
En el caso de las máquinas, en cambio, estamos frente a artefactos que
disponen de mecanismos que reemplazan, a la habilidad humana. M antoux
define la máquina como “un mecanismo que bajo el im pulso de una fuerza
motriz simple ejecuta los movimientos compuestos de una operación, técnica
efectuada antes por uno o varios hombres” . Las máquinas pueden ser impul­
sadas por energía animada {humana o animal) o inanimada (hidráulica, có­
lica, del vapor, eléctrica, de motores a explosión, atómica).
Algunos ejemplos pueden servir para aclarar más este punto. Tomemos
en primer lugar la industria del hilado. Desde tiempos remotos se utilizaron
herramientas como el huso, y, más adelante, la rueca, que era la más difun­
dida en Europa desde la Edad Media. Ei manejo de la rueca requiere un alto
grado dé habilidad, ya que se utilizan las manos, para sostener y retorcer el
vellón que se va transformando en hilo, y también los pies, para accionar un
pedal que sirve para mover la rueda.
En 1765 James H argrbaves, un tejedor y carpintero de Lancashire, inventó
la primera hiladora mecánica, que recibió el nombre de “spinning-jenny". Se
trataba de una máquina relativamente sencilla, compuesta por un marco
rectangular.montado sobre cuatro patas, en el que se colocaban los husos
para enrollar los hilos —husos que reciben el nombre de “ canillas’*— y dos
barras de madera montadas sobre una especie de carro, que se deslizaban
hacia adelante y hacia atrás e iban estirando el hilo. Con una mano el hilan­
dero hacía ir y venir el carro -—-para que el hilo se estirara y torcí era— , y con
la otra daba vueltas a una manivela cuyo movimiento se comunicaba a los
husos, en los que se enrollaban los hilos.
La je n n y se derivaba de la rueca, y fue alguna vez definida como una
rueca con varios husos. Lo que tenía de ventaja clave era que un solo obre­
ro podía producir varios hilos a la vez, con lo cual el trabajo humano se
multiplicaba. Las primeras j e n nies tenían ocho canillas, con lo cual una
persona hacía el trabajo que antes realizaban ocho. Todavía en vida de H a r *
grea''es llegaron a fabricarse con ochenta y más, y ello multiplicó aun más
la productividad del trabajo.
AJ mismo tiempo era una máquina muy sencilla, y era accionada por el
trabajador, es decir, por energía humana. Tenía una ventaja adicional: las
je n n ie s se utilizaban en las casas de los hilanderos, como las ruecas, con
lo cual el sistema de organización del trabajo no se modificaba, pero se in­
crementaba notoriamenu. la producción.
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 65

De todos modos, el rasgo dominante de la industria moderna fue la di­


fusión de ias máquinas accionadas por energía inanimada —primero energía
hidráulica, más tarde energía del vapor— que obligaron a sustituir las formas
tradicionales de organización del trabajo y dieron nacimiento al sistema de
fábrica.
Volviendo al ejemplo de la industria textil, poco tiempo después de la
invención de la jenny, R ichard A rkwríght patentó otra máquina de hilar, que
recibió el nombre de “ water-Jrame'\ A diferencia de la jen n y , no era movi­
da a mano, sino impulsada por energía hidráulica, lo que permitía ampliar
la escala de la producción e introducía modificaciones clave en la forma de
organizar el trabajo. Con la water Jrame y sus posteriores modificaciones,
el hilado pasó de ser una actividad doméstica a convertirse en un trabajo
realizado en fábricas. Ya el tamaño y el costo de las maquinarias hicieron im­
posible que fueran propiedad de los trabajadores y utilizadas en los domi­
cilios. Además, ai ser accionadas por energía hidráulica, requerían una lo ­
calización específica, junto a un curso de agua, y de mecanismos a través de
los cuales el movimiento se trasladaba a la máquina. Desde este punto de
vista, significó un cambio fundamental con respecto a la jen ny, ya que fue
eí uso de energía inanimada el que generó la difusión del sistema de fábri­
ca, característico de la moderna producción industrial.

3,2,2,2. Las nuevas fuentes de energía

Una de las claves del proceso de industrialización fue el acceso a nue­


vas fuentes de energía calorífera y mecánica, y el símbolo de los nuevos tiem­
pos fue la máquina a vapor.
En la sociedad preindustrial, el grueso de la energía que se utilizaba
provenía de fuentes orgánicas. La mayor parte de ia energía era suministrada
por la fuerza humana o animal, complementada en algunos casos por la del
viento o la del agua, y por el calor proporcionado por la madera. Por ello, los
niveles de productividad que podían conseguirse eran modestos, a pesar de
ios avances que se lograran con la división del trabajo o con la mejora de las
herramientas y los artefactos mecánicos que se empleaban en la producción.
Como ya vimos, W rigley señala como característica distintiva de la Re­
volución Industrial el paso de una economía orgánica avanzada a una eco­
nomía sustentada en la energía de origen mineral. La utilización de la ener­
gía calórica y mecánica proveniente del carbón mineral permitió incremen­
tar hasta niveles insospechados la productividad del trabajo. En un gran
número de procesos industriales la energía que gasta el trabajador es con­
siderable, y su fuerza física es una limitación fundamental para el nivel de
productividad que se puede alcanzar.
La difusión de las innovaciones fue lenta, y amplios sectores de la eco­
nomía no se vieron afectados por ellas antes de mediados del siglo XIX. En
66 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

las primeras décadas de la Revolución Industrial se combinó el uso de la


fuerza hidráulica y el de la energía del vapor, e incluso en el siglo XVIII tam­
bién se utilizaban caballos y bueyes para accionar las máquinas en la indus­
tria textil. La máquina a vapor de W att fue patentada en 1769, pero su uso
se difundió lentamente en la industria, y en los primeros tiempos se emplea­
ba sobre todo en las minas.
En un principio, las fábricas se instalaron en las orillas de cursos de
agua que tuvieran un caudal suficiente para aprovechar la energía hidráuli­
ca. Los primeros ingenieros que construyeron fábricas eran los antiguos
constructores de m olinos, y la primera máquina de hilar se llamó “water
Jrame". Todavía a mediados del siglo XIX, la importancia de la fuerza hidráu­
lica seguía siendo muy grande en Inglaterra, a pesar de que se iba generali­
zando el uso de la máquina de vapor.
Muchos autores siguen considerando la máquina de vapor como el inven­
to más característico de la Revolución Industrial. Su principal aporte fue
poder transformar la energía térmica (calor) en energía cinética (movimien­
to y trabajo). Desde el siglo XVII se utilizaron en Inglaierra y en países del
continente europeo máquinas precursoras de la de W att — como la máqui­
na atmosférica de N eivcomen— para bombear agua de las minas, pero eran
demasiado grandes, por lo que consumían excesivo combustible.
J ames W att inventó una máquina de vapor a la que introdujo mejoras
decisivas, que perm itieron reducir el consumo de carbón, disminuir sus
dimensiones y minimizar su costo. Gracias a ello pudo ser utilizada en cual­
quier parte, y su uso se fue extendiendo de las minas a la industria manu­
facturera. Con ello la industria pudo independizarse de la geografía, porque
las fábricas ya no debían instalarse a la vera de los Qursos de agua. Se fue­
ron localizando paulatinamente en los centros urbanos, dando nacimiento
a las ciudades industriales.
La máquina de W att fue, a su vez, perfeccionada a lo largo dei siglo XIX
por otros inventores, y ello permitió que pudiera utilizarse para impulsar
medios de transporte. A partir de la década de 1820 se construyeron los
primeros ferrocarriles y barcos de vapor, que revolucionaron las comunica­
ciones.
Como ya señalamos, además de la energía dei vapor, durante todo el si­
glo XIX siguió utilizándose la energía hidráulica, sobre todo en aquellos
países o regiones en los que no había carbón o era muy escaso y caro, y
donde, en cambio, abundaban los cursos de agua (como Suiza o el nordes­
te de los Estados Unidos). También la tecnología hidráulica se fue perfeccio­
nando, en especial gracias a la invención de la turbina en la década de 1830,
que permitió reemplazar la rueda y aprovechar mucho más eficientemente la
fuerza dei agua. En la industria textil de Nueva Inglaterra la turbina retrasó
por varias décadas el predominio de la energía del vapor en dicha industria-
CAP, 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 67

Volviendo al tema central del significado del uso de fuentes de energía


inanimada como característica de la Revolución Industrial, debemos desta­
car una vez más que el principal impacto que tuvo fue posibilitar aumentos
de la productividad insospechados. Las innovaciones que se introdujeron
desde ias últimas décadas del siglo XIX —la electricidad y el motor a explo­
sión— no hicieron más que reforzar esta tendencia, multiplicando la oferta
de bienes y servicios.

3,2,2,3. La disciplina y la organización del trabajo

La productividad creció no sólo gracias a la utilización de máquinas y al


uso de nuevas fuentes de energía. Lo hizo también como producto de las
nuevas formas de organización del trabajo que acompañaron al sistema de
fábrica y del nuevo tipo de empresa que iba surgiendo con la Revolución
Industrial.

a) La disciplina

Con la fábrica se produjo en primer lugar una intensificación del traba­


jo. A diferencia de la industria a domicilio, en la que los trabajadores deci­
dían libremente cuándo y cuánto trabajar, la fábrica se caracteriza por exi­
gir a los obreros un horario estricto y una actividad constante.
El trabajo humano debió adaptarse al ritmo impuesto por las máquinas.
Los trabajadores debieron acostumbrarse a una precisión y una asiduidad
desconocidas con anterioridad, y modificar profundamente sus hábitos la­
borales.
Antes del advenimiento del sistema de fábrica, el trabajo era muy irre­
gular, y en general se combinaban momentos de trabajo intenso con perío­
dos de ociosidad (como recuerda el historiador J5, P. Thompson, csio hoy sólo
es posible en muy pocas profesiones: artistas, escritores, pequeños agricul­
tores, estudiantes..,) í2í).
Los lunes y martes se trabajaba a un ritmo lento; los jueves y viernes,
éste se aceleraba. Si por la mañana se empezaba tarde, se recuperaba tiem­
po por la noche. Casi todos los oficios hacían honor a “ San Lunes” ; ese día
no se trabajaba, sino que s.e usaba para recobrarse de Jos excesos ó el domin­
go, sobre todo de los de la bebida. Hasta las primeras décadas del siglo XÍX,
ei año laboral estaba salpicado de fiestas y ferias, que eran rigurosamente

(2 1 ) T h o m p s o n f 197:9).
68 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

respetadas por los trabajadores. Un alto funcionario francés calculaba que


en el siglo XVII un artesano trabajaba unos 120 días al año.
Un aspecto central de la producción preindustrial era que el conocimien­
to tecnológico tomaba la forma de oficios calificados, y quienes poseían el
oficio controlaban los procesos de producción.
La nueva disciplina no era fácilmente aceptada por los trabajadores adul­
tos, acostumbrados a sistemas mucho más flexibles, en los que el ritmo de
trabajo era mucho más relajado. Ello explica en parte que en la Revolución
industrial se haya recurrido al empleo de niños en las fábricas, aunque otra
razón era que cobraban salarios mucho más bajos.
Los nuevos empresarios lucharon por modificar los viejos sistemas de
trabajo recurriendo al control de los obreros, y algunos de ellos establecie­
ron una normativa muy rígida.
La entrada de los obreros en la fábrica, sus comidas y su salida tenían
lugar a una hora fija, pautada por el toque de una campana o por una sire­
na. En el interior, cada uno tenía un puesto determinado y una tarea estric­
tamente delimitada. Debían trabajar regularmente y sin detenerse, bajo la
mirada del capataz.
La jornada laboral era no sólo muy intensa, sino también muy extensa.
A comienzos del siglo XIX, el promedio de los establecimientos alcanzaba y
sobrepasaba las catorce horas diarias.
Para disciplinar a los trabajadores, los empresarios recurrían mayorita-
riamente a los castigos, y en mucha menor medida, a los premios para quie­
nes cumplían satisfactoriamente con las exigencias. S idnííy P ollard utilizó la
información proporcionada por una encuesta llevada a cabo por el gobierno
inglés en 1833 sobre el trabajo en las fábricas, para calcular en qué propor­
ción se utilizaban premios y castigos en el trabajo de los niños. De 607
empresas consideradas, 575 recurrían al castigo» que en más de la mitad de
los casos consistía en el despido. Las que utilizaban los castigos corpora­
les eran 55, y sólo 34 las que daban premios t22}.
Los castigos más difundidos eran el despido y las multas. Estas últimas
eran muy elevadas y no guardaban proporción con las faltas. A un obrero que
llegara uno o dos minutos tarde se lo podía privar de la paga de todo un
turno. También se reprimía severamente la falta de disciplina durante el tra­
bajo, por ejemplo, cuando los trabajadores hablaban entre sí mientras rea­
lizaban sus tareas, no estaban en su puesto o dejaban objetos fuera de lugar.

(2 2 ) P o l l a r d (1 9 6 5 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 69

b) La división del trabajo

Una segunda característica de las fábricas, además de la disciplina, fue


la intensificación de la división del trabajo.
Se trata, en primer lugar, de una innovación organizativa, que no nece­
sariamente estuvo vinculada a la difusión de las máquinas, pero permitió
aumentos muy grandes de la productividad, que se obtuvieron gracias a
nuevas formas de organización de la actividad laboral.
En In vestigación sobre la na turaleza y causas de la riqueza de las
naciones, publicada por primera vez en 1776, A dam S mith dedicó el primer
capítulo del libro primero a la división del trabajo, a la que consideraba “cau­
sa principal de la expansión de su eficiencia" {a3}.
En su famoso ejemplo sobre una manufactura de alfileres, comparaba la
cantidad de piezas que podía confeccionar por día una empresa que aplica­
ra métodos tradicionales y la que podía fabricar otra que utilizara la división
del trabajo. En su cálculo (que, por otra parte, parece poco verosímil), indi­
caba que empleando 10 obreros, una fábrica sin división del trabajo podía
producir como máximo 200 alfileres por día, mientras que una que utiliza­
ra la división del trabajo podía llegar a fabricar 48.000. En el primer caso,
cada obrero producía como máximo 20 alfileres por día; en el segundo.
4.800, es decir, 240 veces más.
Aunque su cálculo fuera exagerado, da una idea muy precisa de cómo la
división del trabajo genera un fuerte aumento de sus facultades productivas.
Implica la especialízación de los trabajadores en una o varías tareas deter­
minadas. Ya no se trata de que cada uno de ellos haga un alfiler completo;
“Uno estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos
iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar el
extremo donde se va a colocar la cabeza; a su vez, la confección de la cabe­
za requiere dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial,
esmaltar los alfileres, otro, y todavía es un oficio distinto colocarlos en ei
papel” .
S mith indicaba que la m ayor productividad derivaba de tres factores: la
mayor destreza de cada obrero en particular, el ahorro de tiempo que com ún­
mente se pierde al p asar de una ocupación a otra y la invención de m áqui-
ñas que facilitan y abrevian el trabajo, capacitando a un h om bre para hacer
la labor de m uchos.

Con la difusión del sistema de fábrica y ei empleo creciente de maqui­


narias, la división del trabajo se intensificó. La introducción de las máqui­
nas tuvo varias consecuencias. En primer lugar, muchas tareas se simplífi-

(2 3 ) S m ith (1 9 5 S ).
70 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

carón, ya que los mecanismos fueron reemplazando a la habilidad de los


trabajadores. Ello hizo posible incrementar la contratación de personal no
calificado que se especializaba en actividades rutinarias, como el simple
control de la máquina. En segundo término, muchas tareas dejaron de reque­
rir no sólo habilidad, sino también fuerza. Ambas condiciones llevaron a que
en las fábricas se contrataran cada vez más mujeres y niños, a los cuales se
pagaba salarios mucho más bajos y a los que se sometía a la disciplina con
más facilidad que a los hombres adultos.
En el tomo I de El capital (*4), Karl M arx analizó la lógica del proceso de
división del trabajo en las manufacturas y en las fábricas, remarcando las di­
ferencias entre ambos casos. En ía manufactura, la división deí trabajo con­
siste en la descomposición de un oficio manual en las diversas operaciones
parciales: por ello, en este caso M arx hablaba del “obrero parcial”. Pero, a la
vez, el oficio manual sigue siendo la base de todo.
Para M arx , la lógica del m aqumismo, característica de la fábrica, es de
índole diversa. El principio que rige en ella es el de un órgano de producción
objetivo e impersonal, que impone sus condiciones a los obreros. Aquí la
máquina sustituye al obrero por un mecanismo, y las herramientas se trans­
forman en componentes de un aparato mecánico. Mientras que el obrero de
la manufactura y de la industria manual se servía de sus herramientas, el de
la fábrica debe s e r v i r a la máquina, siguiendo sus movimientos, como par­
te de un “ mecanismo muerto” .
Como consecuencia de ello, la graduación jerárquica de los obreros que
se conservaba en la manufactura va siendo reemplazada por la tendencia a
igualar o a nivelar los trabajos. La degradación de la calificación, que expli­
ca el aumento del trabajo de mujeres y niños, redunda en una pérdida del
interés por el trabajo. Con ia gran industria se completa, para M arx, la sepa­
ración entre el trabajo manual y las potencialidades intelectuales de la pro­
ducción.
En realidad, la división del trabajo en las fábricas no implicaba necesa­
riamente la pérdida de la calificación, y en la mayor parre de los sectores dé­
la industria los trabajadores de oficio siguieron teniendo un papel significa-
tivo, por lo menos hasta fines del siglo XIX. Por una pane, siguieron diferen­
ciándose las tareas entre trabajadores calificados y peones, y las máquinas
generaron también un nuevo tipo de obrero especializado: el de los mecáni­
cos responsables de su manutención y reparación.
En palabras de B enjamín C oriat, “ ni la máquina ni ei trabajo de las muje­
res y los niños podrán suplirlo todo. Y ei oficio sigue siendo un pasa obli­
gado para muchas tareas” (2S).

(2 4 ) M a r x (1 9 6 8 ).

(2 5 ) Cowi.vr {1 S S 2 ).
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 71

A la ¡n T ouraine (2R) describe como sistema profesional aquel en el que los


obreros conservan una cierta autonomía y controlan los tiempos de produc­
ción, diferenciándolo de una segunda etapa, que se inicia a fines del siglo
XIX. en que los ritmos son fijados por la maquinaria-y el trabajo es continuo.
Esta segunda fase corresponde a la producción en masa y la difusión del
taylorismo y del fordismo, a lo cual nos referiremos más adelante.

c) Las fábricas de Jo si a h W edgw ood

Una de las empresas que es considerada un modelo en cuanto a la efi­


ciencia y la disciplina en los primeros tiempos de la Revolución Industrial
es la que pertenecía a J osíah W edgwood (27), dedicada a la fabricación de pro­
ductos de alfarería, que todavía sigue existiendo.
En sus talleres, W edgwood luchó por imponer una estricta disciplina a los
obreros alfareros, que hasta entonces tenían hábitos de trabajo muy irregu­
lares: la costumbre era que los lunes y martes, las mujeres y los niños pre­
pararan la arcilla, y que los alfareros trabajaran au n ritmo intenso a partir
del miércoles.
Una de las facetas más interesantes que presenta el ejemplo de W edgwood
es que consiguió grandes incrementos de la productividad mediante la orga­
nización del trabajo, sin recurrir a las máquinas. En sus empresas el trabajo
no estaba mecanizado, sino que era llevado a cabo por artesanos más o me­
nos especializados. Sin introducir innovaciones técnicas, W edgwood trató de in­
crementar al máximo la productividad del trabajo gracias a la disciplina y la
división de las tareas, es decir, mediante innovaciones organizacionales.
En primer lugar, separó la producción en cinco partes y diseñó los talle­
res de forma de conseguir la más estricta economía de trabajo, ya que las
piezas iban siguiendo un recorrido desde la preparación y los hornos has­
ta los depósitos.
En sus fábricas existía una estricta división de tareas, y los obreros no
podían pasar de una actividad a otra. De los 278 trabajadores empleados en
una de sus plantas —Eíruria— en 1790, sólo cinco no tenían asignado un
puesto específico, y todo el resto se especializaba en una tarea determina­
da. Dentro de ios talleres, W edgwood buscaba la mayor sincronización del
trabajo para incrementar el rendimiento individual. Incluso llegó a organizar
una escuela de aprendices para hacer frente a ia escasez de mano de obra
calificada.

(26J T ouraiíísc (1 9 6 2 ).

(2 7 ) M c K e n d ric k (1 9 7 2 ).
72 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Además de adiestrar a los alfareros especializados, tenía que amoldar a


los trabajadores a las necesidades de su fábrica. Das normas que fue impo­
niendo fueron la puntualidad, la asistencia constante, las ñoras fijas, estric­
tas regias de cuidado y limpieza, medidas contra el derroche, la prohibición
de beber. Pero como los alfareros no estaban dispuestos a aceptarlas fácil­
mente, fue ideando diversos sistemas para ponerlas en práctica.
El factor clave para W edgwood fue un estricto control. En primer lugar,
supervisaba personalmente a :os trabajadores, llegando a romper las piezas
que consideraba que no cumplían con las normas de calidad. A medida que
sus actividades se diversificaron y no pudo estar todo;; los días en la fábri­
ca, delegó esta función en capataces y vigilantes móviles. Pero para hacer
n.rís estricto el control, elaboró instrucciones que contenían las normas por
las cuales debía regir. •. la actividad en los talleres.
Uno de los principales problemas era garantizar la puntualidad y la asis­
tencia regular de los trabajadores. Para ello se utilizaba una campana que iba
marcando desde la h o r de entrada hasta las pausas para la comida y la sa­
lida. Para controlar efectivamente que los trabajadores llegaran a horario,
inventó un sistema de fichado, en el que se empleaban tickets y pizarras, y
se castigaba con multas a los infractores.
Las instrucciones incluían también normas sobre la limpieza y el apro­
vechamiento de la arcilla, y reglamentaciones muy detalladas sobre la fabri­
cación de las piezas.
El no cumplimiento de las disposiciones era castigado con severas mul­
tas. Además de las infracciones a la puntualidad, la asistencia, la limpieza
o las normas de producción, las multas se aplicaban a quienes introdujeran
cerveza o licor en los talleres, tiraran algún objeto a los patios, escribieran
obscenidades en las paredes o jugaran a las cartas contra cualquier pared
que tuviera ventanas.
En la nueva sociedad industrial, el tiempo y la eficiencia pasaron a ser
las metas de los empresarios, pero para imponerlas debieron luchar contra
las prácticas tradicionales del trabajo y contra los hábitos de los trabajado­
res. Aun en las fábricas de W edgwood los alfareros volvieron, después de su
muerte, a muchas de las antiguas costumbres.
En realidad, se trató de un cambio no sólo de las formas de'trabajo, sino
de una nueva concepción del tiempo y de una nueva visión del valor del tra­
bajo y del ocio en ia sociedad.
A fines del siglo XVIH, el reloj todavía era considerado en Inglaterra un
producto de lujo: en 1797, el ministro P itt decidió cobrar un impuesto a los
propietarios de todo tipo de relojes {impuesto que duró menos de un año).
Pero para entonces, la realidad estaba cambiando, y los relojes se iban di­
fundiendo a medida que descendía su precio.
CAP. 3 — EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL 73

El uso del reloj se difundía también porque eran cada vez más necesa­
rios para regular el ritmo del trabajo y de la vida cotidiana. De la Revolución
Industrial surgió una sociedad más disciplinada, lo cual permitió sin duda
incrementar la productividad del trabajo y poner a disposición de la gente
muchos más bienes a precios accesibles.
Si ello fue o no favorable para los protagonistas del cambio, sobre todo
para los trabajadores, forma parte de una interminable discusión entre quie­
nes se inclinan por una u otra posición, a la cual volveremos a hacer refe­
rencia más adelante.
4

IOS ffiCTOftCS CONDICIONAMOS D€


IR INDUSTRIALIZACION

La dinámica de la historia económica, de la cual el proceso de industria­


lización es un aspecto, es producto de la interacción de una pluralidad de
factores, entre los cuales se incluyen variables tanto de orden económico
como no económico.
En él inciden sin duda los recursos naturales o la población con la que
cuentan un país o una región, pero también otros aspectos que son mucho
más difíciles de medir. Cuando en 1949 D avid L andes publicó un trabajo so­
bre la industrialización francesa, indicó que le interesaba dar una explica­
ción que fuera más allá de considerar a Francia como un país con una die­
ta “ pobre en minerales” . Tradicionalmente se había insistido en que la ra­
zón principal por la cual Francia no había conseguido una industrialización
tan exitosa como la inglesa o la alemana había sido la escasez de hierro y
carbón. L andes reclamaba una visión que incluyera también factores cultu­
rales, e insistía en remarcar que la sociedad francesa había sido muy con­
servadora con respecto a la innovación tecnológica y a la asunción de los
riesgos que implicaba invertir en sectores no tradicionales. Más allá de que
la hipótesis de L andes haya sido muy discutida, el ejemplo sirve para hacer
evidente la pluralidad de circunstancias que contribuyen a poner en marcha
o a obstaculizar un proceso de industrialización.
A partir del modelo propuesto por R ondo C amhron señalaremos cuatro
grupos de factores como condicionantes de los procesos de industrializa­
ción-. la población, los recursos naturales, la tecnología y los factores ins­
titucionales^

( i ) C am e r o n (1 9 9 5 ).
76 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Hemos elegido este modelo porque permite abordar la problemática de


la industrialización desde una perspectiva compleja, que incluye una diver­
sidad de variables.

4,1. LA POBLACION
Desde el punto de vista económico, la población de un país constituye
un factor clave, ya que condiciona directamente tanto la oferta de mano de
obra como ia demanda interna de bienes y servicios.
Si bien la cantidad de población incide en la conformación de ía demanda
interna, una población numerosa no basta para generar un gran mercado
para la producción industrial. Para que ello ocurra, es necesario también que
los consumidores dispongan de suficientes ingresos, y que estén acostum­
brados a comprar en el mercado los productos que no puedan o no quieran
elaborar por sí mismos.
Cuando la mayoría de la población de un país vive en el nivel de subsis­
tencia, apenas puede satisfacer sus necesidades elementales, y no dispone
de excedentes que pueda destinar a la adquisición de bienes industriales. En
estas circunstancias, las familias campesinas elaboran en el h.ogar ciertos
productos básicos, como los textiles.
A mediados del siglo XIX, la población de Rusia era muy superior a la de
cualquier país europeo, y también mayor que la de los Estados Unidos. Pero
no contribuía a generar una demanda interna elevada, ya que la mayor par­
te de la población estaba constituida por campesinos en condición de ser­
vidumbre.
El incremento de la población puede ser producto tanto del crecimien­
to vegetativo como de la inmigración, que en muchos países jugó un papel
central a lo largo del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX. Los
Estados Unidos tenían en 1790 una población de menos de 4 millones de
habitantes; en 1780, de casi 40 millones, y en 1915, de más de 100 millones.
La tasa de natalidad era muy elevada, pero además entre 1870 y 1914 ingre­
saron en el país más de 30 millones de inmigrantes.
La escasa población no es un obstáculo insalvable, ya que la producción
puede destinarse no al consumo interno, sino a la exportación, en la medi­
da en que los países estén integrados en el comercio internacional. Desde
sus orígenes, la industria suiza se desarrolló para la exportación, y la expe­
riencia comercial adquirida desde el siglo XVI contribuyó a que el proceso
de industrialización iniciado en el siglo XIX pudiera sustentarse en la pro­
ducción para mercados externos.
CAP. 4 - LOS FACTORES CONDICIONANTES DE LA INDUSTRIALIZACION 77

Una de ias ventajas que tuvo Gran Bretaña en su proceso de industria­


lización fue que contaba tanto con un mercado interno como con uno exter­
no, a los cuales se destinaba la producción de bienes manufacturados. La
población inglesa creció aceleradamente a lo largo del siglo XVIII, y en ge­
neral sus condiciones de vida eran mejores que las del continente. Además
de ello, existía ya entonces un mercado nacional integrado. Con respecto al
mercado externo, se había consolidado gracias el desarrollo del comercio de
ultramar, a la conquista de territorios coloniales y al poderío naval británi­
co, factores que le otorgaban una considerable superioridad sobre sus com­
petidores del continente.

4,2. LOS RECURSOS NATURALES


La dotación de recursos naturales es otro de los condicionantes de los
procesos de industrialización.
Dichos recursos comprenden no sólo la cantidad de tierra disponible, la
fertilidad del suelo o los recursos naturales tradicionales, sino también el
clima, ía topografía, la disponibilidad de agua y otros aspectos del ambien­
te natural, incluida la posición geográfica.
Las regiones provistas de carbón mineral gozaron durante décadas de
amplias ventajas comparativas, ya que éste fue el combustible que se utili­
zó para accionar las máquinas de vapor y para la fundición de los metales.
Recién en ía segunda mitad del siglo XIX, con la introducción de la energía
hidroeléctrica, países pobres en recursos minerales pero ricos en cursos de
agua, como Suiza e Italia, pudieron abastecerse sin tener que recurrir a la
importación.
E . A . W r e g l e y ha insistido en que la disponibilidad de recursos natura-
les responde en gran medida al azar, y por ello es un factor poco controla­
ble por el hombre. Lo afirma a partir del caso inglés y de sus riquezas mi­
nerales.
Pero también en este campo las ausencias pueden ser suplidas: la indus­
tria más dinámica en Inglaterra durante la Revolución Industrial fue la del
algodón, y la materia prima no podía producirse localmente por razones cli­
máticas. El algodón se importaba de los Estados Unidos, antes y después de
la guerra de la independencia: la actividad comercial compensaba los déficit
de la naturaleza.
78 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

4,3. LA TECNOLOGIA
Uno de los rasgos sobresalientes de la sociedad industrial, desde sus
orígenes, ha sido la permanente innovación tecnológica, que ha hecho po­
sible tanto el incremento sostenido de la productividad como la producción
de nuevos bienes.
El curso histórico del cambio tecnológico ha sido irregular y espasmo-
dico, concentrándose en determinados momentos históricos y en ciertas
áreas geográficas. No es sencillo explicar por qué ha habido sociedades,
como las de Europa Occidental y los Estados Unidos (pero más recientemen­
te también países de tradición no occidental, como Japón), con un mayor
número de individuos creativos que otras.
El historiador inglés H. J. Habakk.uk (1967) (2) distingue tres tipos de fac­
tores que explican que algunos países inventen y adopten métodos mecáni­
cos antes que otros.
En primer lugar, las influencias sociológicas: el valor otorgado a la in­
vención, la capacidad inventiva de la sociedad, la vinculación entre la capa­
cidad inventiva y el ámbito de la producción industrial, y las características
del empresariado, en particular, su disposición hacía la innovación.
Un segundo factor, de orden económico, es el volumen de acumulación
de capital. Cuando ya existe capacidad creada, los empresarios tienen más
oportunidades para adoptar nuevas técnicas y para desarrollar nuevas ideas.
La parte más importante de muchas mejoras no fue una idea nueva, sino la
acumulación de pequeñas m odificaciones realizadas una vez que la idea
había sido llevada a la práctica.
La tercera influencia también está vinculada a la acumulación de capi­
tal, en la medida en que la reducción de la tasa de ganancia que se verifica
como consecuencia del incremento de los costos de producción puede favo­
recer la innovación por parte de los empresarios y estimular el progreso
técnico.
Los siglos XVI y XVII, y el XVHI en sus inicios fueron más notables por
las realizaciones en ía ciencia y en la invención primaría que por ios avan­
ces que aumentaran de un modo conspicuo ia productividad de 1a industria
y la agricultura. Sin embargo, se echaron los cimientos de los grandes avan­
ces técnicos que siguieron.

(2 ) H a p .a k k u k (1 9 6 2 ).
CAP. 4 - LOS FACTORES CONDICIONANTES DEL A INDUSTRIALIZACION 79

4,3,1. INVENCION E INNOVACION

Los economistas e historiadores de la tecnología distinguen entre los


conceptos de invención e innovación. La invención hace referencia funda­
mentalmente a un acto creativo, y la innovación, a su difusión en la esfera
de la actividad económica.
El cambio tecnológico no es necesariamente producto de un acto genial.
En realidad, existen distintos tipos de actos creativos. Una novedad puede
ser fruto de un acto de intuición, de un invento llevado a cabo por una per­
sona superior en condiciones especiales. Pero puede ser también conse­
cuencia de actos de intuición desarrollados en el curso normal del ejercicio
de las habilidades.
Existen m acro in ven cio iies y m icro in v en cio n es. Las macroinvenciones
son aquellos inventos de los que emerge una idea radicalmente nueva, sin
precedentes. Las m icroinvenclones son pequeños pasos progresivos que
mejoran, adaptan y modernizan técnicas existentes que ya están en uso.
M icroinvenciones y m acroinvenciones no se sustituyen, sino que se
complementan. Aunque en términos numéricos las microinvenciones son
más frecuentes, las macroinvenciones son igualmente esenciales en la his­
toria de la tecnología (3).
Un ejemplo permite aclarar estos conceptos. La primera locomotora fue
construida por T r e v i t u í c k en 1804, y fue la aplicación más incipiente de la
máquina de vapor a un medio de transporte. Sin embargo, esta primera loco­
motora era poco práctica porque su capacidad de vapor era baja y porque era
demasiado pesada para los rieles de hierro colado que se usaban entonces. Un
nuevo modelo, ía “Royal George” , construida en 1826, era una locomotora de
carga pesada, pero no adecuada para el servicio de pasajeros. La “ Rocket” ,
construida por Roberí Stephenson & Co. en 1S29, fue la primera locomotora
en que se incorporaron en forma madura todas las características esenciales,
y la primera diseñada para operar a altas velocidades sobre los rieles.
Gracias a una serie de m icroinvenciones o inventos secundarios fue
posible construir una máquina apta para el servicio de transporte de carga
y de pasajeros, que fue utilizada en la primera linca ferroviaria que unió las
ciudades de Liverpool y Mancbester.
El progreso tecnológico depende tanto de la capacidad inventiva de una
sociedad como de la disposición de los empresarios a adoptar nuevos méto­
dos de producción. Como veremos más adelante, el econom ista austríaco
J o s k f h Schumpetkr consideraba que los principales agentes del cambio eco­
nómico eran los empresarios innovadores.' Concebía la innovación en un
sencido amplio, que no se limitaba al cambio tecnológico, sino que además
incluía los cambios organizacionales o la'apertura de nuevos mercados.

(3 ) M o k yr (1 9 9 3 ).
80 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La teoría evolutiva de la empresa señala que la tecnología no se genera


necesariamente fuera de las empresas, sino que en gran medida se origina
en el seno de ellas. En primer lugar, en el caso de las mícroinvenciones, que
suelen estar estrechamente vinculadas con el trabajo y el uso cotidiano de
las máquinas, pero también como producto de los procesos de investigación
y desarrollo que se llevan a cabo dentro de las firmas.

4,3,2. LA REVOLUCION INDUSTRIAL Y LA INNOVACION


TECNOLOGICA

Los economistas clásicos suponían que eí crecimiento económico tenía


lím ites precisos, determinados por la disponibilidad de los factores de pro­
ducción (tierra, trabajo y capital). La tierra era la principal fuente de alimen­
tos para la población, y casi la única fuente de materias primas empleadas
en la producción industrial. Aun los trabajadores que procesaban los meta­
les dependían de la productividad del suelo, ya que se utilizaba una materia
vegetal— el carbón— para fundir y trabajar el metal.
Lo que para los clásicos limitaba el crecimiento era que todo aumento
de la población exigiría un aumento de la producción, lo que implicaría cul­
tivar tierras más pobres o incrementar las inversiones para aumentar la pro­
ducción de las tierras ya cultivadas, o alguna combinación de ambas posi­
bilidades. En todo caso, ello suponía rendimientos decrecientes del capital
y la reducción del incentivo a la inversión. El mismo proceso de crecimien­
to producía cambios que dificultaban el crecimiento posterior, ío cual los
inducía a tener una visión pesimista de las perspectivas futuras.
Ei camino para escapar de las limitaciones dei principio de rendimien­
tos decrecientes fue la innovación tecnológica y organizativa. Desde el punto
de vista tecnológico, la Revolución Industrial implicó:
a) La utilización de nuevas fuentes de energía inanimada, gracias a la
invención y difusión de la máquina a vapor y al m ejor aprovecha­
miento de fuentes de energía tradicionales, como la energía hidráu­
lica.
b) La utilización de maquinarias destinadas a la producción, y más tar­
de, al transporte. Desde comienzos del siglo XVIII se inició una etapa
de invenciones e innovaciones que no se detuvo hasta el presente,
aunque el ritmo de la innovación no haya sido uniforme.
Como señala L andsjs, cuando se habla de una segunda o tercera re­
volución industrial se está haciendo referencia justamente a una
etapa de aceleración del cambio tecnológico.
c) La utilización de sustitutos para las materias primas de origen ani­
mal y vegetal, cuya disponibilidad era limitada. Las materias primas
CAP. 4 - LOS FACTORES CONDICIONANTES DEL A INDUSTRIALIZACION 81

de origen mineral cumplieron este papel; en primer lugar, el carbón


y el hierro. Si bien son recursos no renovables que en largo plazo
pueden agotarse, sus reservas eran tan amplias que a los fines prác-
ticos podían responder a los incrementos de la demanda.

4,4. LOS FACTORES INSTITUCIONALES


Las instituciones sociales juegan un papel relevante en los procesos de
industrialización, combinándose e interactuando con los otros factores
mencionados. Las condiciones políticas, ía legislación, las políticas públi­
cas, el sistema educativo, las características de los grupos empresarios y, en
general, los rasgos culturales de una sociedad contribuyen activamente a
acelerar o retrasar el crecimiento económico.

4,4,1. EL MARCO JURIDICO

El desarrollo económico puede tener lugar en una variedad de contextos


institucionales, pero en cualquier caso no puede desconocerse la influencia
que ejerce ei marco jurídico sobre la actividad económica. En términos muy
generales, puede reducirse el problema a dos opciones extremas; un marco
legal fuertemente regulatorio de la actividad privada o un marco legal que
estimule el laissez Jaire, la libre iniciativa y los mecanismos de mercado.
Algunos historiadores económ icos, como D ouglass N orth y M ax H art-
w eu, {4L ambos partidarios del laissez Jaire, han remarcado la importancia
de los derechos de propiedad a la hora de comprender el funcionamiento del
sistema económico. Este tipo de enfoque, que hunde sus raíces en la eco­
nomía institucional, revaloriza el papel del derecho entre los determinantes
de la conducta económica.
Para N orth, el funcionamiento de todo sistema económico está determi­
nado por un conjunto de reglas básicas del jsxego, que en su mayoría toman
la forma de derechos de propiedad. Ello se debe a que los derechos de pro­
piedad proporcionan el juego básico de incentivos que formenta o desalienta
la actividad económica: para garantizar la inversión, según N orth, es nece­
sario que existan expectativas suficientes de ganancia.

(4 ) H artv /£u . (1 9 8 1 ); H a r t w e l l y N o rth (1 9 8 1 ); N or th y T ho m as (1 9 7 8 ).


82 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El sistema legal en su conjunto puede actuar o no para fomentar la efi­


ciencia. N orth y H artwell consideran que la organización económica eficaz
es la principal condición del crecimiento, ya que proporciona los incentivos
suficientes para que los individuos lleven a cabo actividades productivas.
H a r t w e l l ha afirmado que durante el período que desembocó en la Revo­
lución Industrial y en el transcurso de ella, el derecho y las instituciones
jurídicas inglesas fueron importantes para determinar el liderazgo industrial
de Inglaterra y para mantenerlo durante la mayor parte del siglo XIX. En su
enfoque, los cambios jurídicos que se fueron dando desde el siglo XVII am­
pliaron las libertades económicas e hicieron más explícitos y menos limita­
dos los derechos de propiedad. El resultado fue reforzar el mercado como
principal mecanismo coordinador de la asignación de recursos, eliminando
los mecanismos regulatorios heredados del Antiguo Régimen.
El mismo H artwell considera, al estudiar la industrialización en el con­
tinente europeo, que su ritmo se adecuó a la adaptación, por parte de los
diversos países, de nuevos códigos civiles y comerciales, basados en el
modelo napoleónico, que garantizaban los derechos de propiedad y abolían
las viejas normas heredadas del período feudal.
Los trabajos de H a r t w b l l y N o r t h reflejan una posición fuertemente mer-
cadista y privatisla, y consideran que, en general, las regulaciones obstacu­
lizan el desarrollo. Otros autores, en cambio, remarcan que un marco regu-
latorio puede ser el motor de un proceso de industrialización.
Para el caso inglés, P atrick O 'B rien y otros han remarcado cómo una le­
gislación protectora que gravaba con altos impuestos la importación de te­
las de algodón favoreció el desarrollo de la industria algodonera desde prin­
cipios del siglo XVIII (5).
Otro tema que reviste gran interés es el de la legislación comercial. Esta
puede facilitar o no, por ejemplo, la formación de sociedades. A medida que
el tamaño de las empresas se acrecienta, junto a las sociedades simples se
van desarrollando las de responsabilidad limitada y las anónimas. La legis­
lación en cuanto a estas últimas variaba en el siglo XIX de país a país: era
muy restrictiva en Inglaterra y muy liberal en los Estados Unidos, lo cual
contribuyó en este país al desarrollo de la gran empresa.
En lo que hace a la legislación laboral, en la sociedad preindustrial exis­
tían normas muy precisas que regulaban los salarios y la actividad laboral,
pero la tendencia desde el s ig lo XVIII me ir aboliendo las reglamentaciones,
favoreciendo la iniciativa individual y la liberaiización del mercado de traba­
jo. Se llegó a la abolición de los gremios y a la prohibición de las asociacio­
nes obreras, medidas que comenzaron a ser revocadas desde mediados del
siglo XIX como consecuencia de la reacción y la lucha de los trabajadores.

(5 ; O 'B w k s ; G wfiths y H vkj {1991).


CAP. 4 - LOS FACTORES CONDICIONANTES D EL A INDUSTRIALIZACION 83

Como sabemos, ei tema de la regulación y la desregulación dei mercado de


trabajo sigue teniendo una gran vigencia en nuestros días.

4,4,2. EL PAPEL DEL ESTADO

Como ya señalamos, G erschenkron había observado que en aquellos paí­


ses en los que ei sector privado no protagoniza los procesos de industriali­
zación y desarrollo, el Estado puede asumir ese rol, impulsando medíante
políticas públicas activas los cambios requeridos.
Ei daba como ejemplo a la Rusia zarista, pero se pueden agregar muchos
otros, como, el de Japón. A llí desde la segunda mitad del siglo XIX fue la ac­
ción del Estado la que promovió la industrialización y la modernización, con­
tribuyendo a la vez al fortalecimiento de la empresa privada y de los grandes
grupos económicos.
Como muchos otros temas, el del papel del Estado en los procesos de
industrialización y, en general, el de la intervención del Estado en la econo­
mía han dado lugar a encarnizados debates.
La tradición liberal considera que el Estado debe ser lo más prescinden-
te posible y que ia econom ía debe ser librada a las fuerzas del mercado.
Otras corrientes de pensamiento le atribuyen, en cambio, un papel mucho
más dinámico en la actividad económica, y sostienen que el Estado debe
corregir las falencias del mercado y promover la industrialización y el desa­
rrollo.
Hoy en día suele predominar la idea de que el Estado debe intervenir lo
menos posible, pero al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la posición más
difundida era la contraría: tanto en los países desarrollados como en ios
subdesarrollados, se confiaba en el Estado como motor del desarrollo.
Al margen del problema de las ideas dominantes entre los economistas
en la discusión sobre el problema del desarrollo (G), la experiencia históri­
ca ofrece abundantes ejemplos en los que ía acción estatal impulsó la indus­
trialización. Lo hizo a través de medidas tales como la protección aduane­
ra, los incentivos a la inversión, la construcción de una infraestructura de
transportes y servicios, o la participación directa en la actividad empresaria.
Ofrece también otros ejem plos de países que lograron un desarrollo
sostenido con un mínimo de protección estatal. Los Estados Unidos y A le­
mania aplicaron altos aranceles a la importación en los primeros tiempos de
su industrialización; Inglaterra, en cambio, se inclinó tempranamente por el
íibre comercio.

{6 ) K r u g m a n (1 9 S 6 ).
84 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El Estado puede también asumir un papel más indirecto como promotor


de la industrialización, fomentando, por ejemplo, el sistema educativo o la
investigación científica; asimismo, asumiendo la función de redistribuir el
ingreso mediante políticas sociales. En todo caso, la historia económica
sirve para mostrar que hay una multiplicidad de caminos, y que no existen
recetas infalibles.

4,4,3. LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS

No puede existir un proceso de industrialización sin inversión. Una de


sus condiciones básicas es, sin duda, la oferta de capital.
Puede darse el caso de que los empresarios dispongan de capitales pro­
pios, acumulados en la industria o en otras actividades económicas. Sin
embargo, lo más frecuente —salvo en el caso inglés— fue que recurrieran al
crédito.
Las instituciones financieras cumplen diversas funciones. Sirven como
intermediarias entre los ahorristas y los inversores, pueden proporcionar
medios de pago, financiación, e incluso, iniciativa y especulación.
En algunos países, como Francia y Alemania, el papel de los bancos fue
muy significativo durante el proceso de industrialización. A llí nacieron los
bancos de inversión, especializados en el crédito a largo plazo para financiar
las actividades industríales.

4,4,4. EL SISTEMA EDUCATIVO

La importancia del capital humano en el desarrollo económico ha sido


enfatizada por los economistas desde el siglo XVIII. A dam S mith decía que un
hombre educado a costa de mucho trabajo y de mucho tiempo se puede com­
parar a una máquina muy costosa, que por su rendimiento permitirá repo­
ner el capital invertido en ella y procurará, además, un beneficio.
¿En qué medida 3a educación contribuye a sustentar ios procesos de
crecim iento y de industrialización?
Una primera cuestión se refiere a ía educación que podem os llamar
masiva, del conjunto de la población, que se mide a través de la tasa de al­
fabetización y de la escolaridad. No es sencillo establecer una correlación
directa entre estas variables y el desarrollo, aunque desde el punto de vis­
ta cualitativo no puede ignorarse que un país con un buen sistema de edu­
cación básica debería contar con ventajas a la hora de emprender un proceso
de industrialización. Esto parece confirmarse más para el siglo XIX que para
CAP. 4 - LOS FACTORES CONDICIONANTES DE LA INDUSTRIALIZACION 85

el siglo XVIII, ya que en Inglaterra la Revolución Industrial tuvo lugar con


una población con un nivel educativo muy bajo. Pero a medida que la indus­
trialización avanza, la capacitación se va convirtiendo en un requisito indis­
pensable, ya que el grado de instrucción requerida para los trabajadores se
eleva.
En palabras de Cameron, “mientras que para los niños que trabajaban en
las fábricas algodoneras de Manchester no era necesario saber leer y escri­
bir, es inconcebible que una industrialización que ponga en juego una tec­
nología avanzada y que se extienda a una amplia gama de industrias pueda
realizarse sin una población trabajadora altamente alfabetizada” (7).
Por otra parte, la educación sirve también como experiencia de discipli-
namiento que facilita la incorporación en el mundo del trabajo.
En cuanto a la educación de elite, ella garantiza la formación de los
cuadros técnicos y empresariales, y permite sustentar el desarrollo cientí­
fico y tecnológico. En las primeras etapas del proceso de industrialización,
hasta mediados del siglo XIX, la innovación tecnológica no estuvo necesa­
riamente ligada al avance de la ciencia. Muchos de los primeros inventos
fueron realizados por artesanos habilidosos sin formación científica. Pero
ello se fue modificando al punto que desde fines del siglo XIX los avances
en la tecnología fueron de la mano del conocimiento científico.

4,4,5. EL FACTOR EMPRESARIAL

¿Qué papel cumplen los empresarios y las empresas en los procesos de


crecimiento económico?
A partir de J. B. Say, los economistas han tomado en consideración la
función del empresario como aquel que combina los factores productivos en
eí ámbito del proceso de producción y que asume los riesgos financieros
consecuentes. A lfred M ajíshall proponía considerar el factor empresarial (o
factor organización) como un cuarto factor de producción, agregándolo a los
tres factores clásicos: tierra, trabajo y capital.
Más recientemente, S o l o w ha enfatizado que el crecim iento económico
no puede ser explicado sólo a partir del incremento de ínputs de los facto­
res clásicos. Define el residuo como la parte del producto que no puede ser
atribuida al crecimiento de los medios de producción, sino a otros factores
ligados al capital humano.

(7 } C a m e ro n (1 9 8 1 ).
86 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Gran parte del residuo se origina en el ámbito de la empresa, determina­


do por dos elementos. Por un lado, el sistema organizativo en cuyo ámbito
se lleva a cabo ia combinación de los factores productivos y en el que se
elaboran las estrategias. Por otro, la preparación, la experiencia y la capaci­
dad de quienes conducen las empresas.

4,4,6. SCHUMPETER Y LA TEORIA DEL EMPRESARIO


INNOVADOR

El economista que más contribuyó a la consideración del factor empre­


sarial como una variable clave en los procesos de desarrollo fue J oseph
S chumpeter. A diferencia de los economistas neoclásicos, que centraban su
interés en la economía en equilibrio, S chumpeter trató de explicar el cambio
económico, y en particular, los procesos de desarrollo.
En su Teoría del desenvolvim iento económ ico, publicada por primera
vez en alemán en 1911. señalaba la función empresarial com o la variable
clave del desarrollo económico {*).
S chumpeter sostenía que la teoría económica debía explicar las alteracio­
nes del equilibrio, en particular, las que. se verifican en la técnica y la orga­
nización productivas. Afirmaba que los cambios económicos se originan en
el ámbito de los productores, gracias a la acción de los empresarios innova­
dores, que eran capaces de “poner en práctica nuevas combinaciones” .
En función de ello, consideraba a los empresarios innovadores como “el
fenómeno fundamental del desenvolvimiento económ ico’’.
El modelo de empresario que ofrece S chumpeter es fundamentalmente el
empresario individual, el ‘"patrón'’ de fábrica, característico de las primeras
etapas de la industrialización, del cual un ejemplo es J osiab W edgwood.
Aunque este tipo de empresario sigue existiendo, más que nada en las
pequeñas y medianas empresas, desde fines del siglo XIX se ha ido produ­
ciendo la expansión de las grandes empresas, en las que la función indivi­
dual dei empresario ha sido reemplazada por la de la organización.
A medida que se han ido desarrollando las sociedades anónimas y que
se han ido expandiendo las empresas con una organización gerencia!, mu­
chas de las reflexiones de S chumpkter deben ser reconsideradas. Más que los

(8 ) SCilUMPKTBtt ( i 9 5 / }
CAP. 4 — LOS FACTORES CONDICIONANTES DE LA INDUSTRIALIZACION 87

empresarios individuales, son las empresas como organizaciones las que


pasan a ser las protagonistas de la innovación. La administración de empre­
sas pasa de ser el resultado de la intuición a convertirse en una disciplina
con status científico.
Los estudios más recientes sobre el factor empresarial en una perspec­
tiva histórica están más orientados hacia el análisis de la empresa como
estructura administrativa, del management y de las estrategias de la direc­
ción. Es el caso de los trabajos del historiador norteamericano A lfred C han-
d l e r , a los cuales haremos referencia más adelante.

Más allá de ello, la obra de S cbumpeter ha sido central para estimular el


interés por el factor empresarial y la reflexión histórica sobre la problemá­
tica de la innovación. A partir de sus propuestas, lo que podemos preguntar­
nos es hasta dónde es posible un proceso exitoso de desarrollo sin empre­
sarios y empresas innovadores, capaces de aceptar los riesgos de la incer-
tidumbre y del cambio. O, en todo caso, como diría G srschenkron, interrogar­
nos acerca de qué instituciones han reemplazado a la empresa privada en
esa funciója.
El riesgo de atribuir un peso excesivo a cualquier-factor explicativo en
detrimento de otros es perder de vista la complejidad de los procesos histó­
ricos. A propósito del factor empresarial, me parece útil transcribir un tex­
to del historiador alemán J ürgen K ocka . “ Si los recursos empresariales y
gerenciales son un factor independiente que facilita el proceso de industria­
lización o también una de las condiciones estratégicas preliminares de la
industrialización (o del desarrollo económico en general}, o son, en cambio,
una forma de simple adaptación casi automática a las nuevas exigencias
emergentes con la aparición de determinados factores ambientales (como las
oportunidades de mercado, la disponibilidad de factores de producción, las
posibilidades de beneficio, las invenciones, etc.), es una cuestión muy deba­
tida que ha tenido respuestas diversas, debidas en gran parte a la especia-
íización de los estudiosos, ai clima intelectual, a los intereses científicos y
no científicos, y a otra serie de motivos,” Según K ocka , el rol del empresa-
riado no puede ser considerado con independencia de los factores ambien­
tales. “ Pero no debería haber ninguna duda de que el problema no puede
comprenderse en forma adecuada sin hacer referencia al espíritu de empresa
y al management, al menos en la óptica de las relaciones entro input, por
una parte, y el desarrollo y el crecimiento económicos, por la otra” (■').

( 9 ¡ K o c k a (1 9 8 6 ).
88 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

4,4,7, FACTORES CULTURALES Y SISTEMAS DE VALORES

Este es, sin duda, uno de los temas más controvertidos y menos men­
surables a la hora de explicar los procesos de industrialización. ¿Son cier­
tos sistemas de valores más adecuados que otros como marco de un proceso
de industrialización?
A principios de este siglo, M ax W eber publicó un libro que tuvo una gran
repercusión, titulado La ética protestante y el espíritu del capitalism o ( ’0}.
Diversos trabajos de campo habían arrojado com o resultado lo que W eber
llamaba “el carácter eminentemente protestante tanto de la propiedad y
empresas capitalistas, como de las esferas superiores de las clases trabaja­
doras \ A partir de esta comprobación, elaboró la tesis de que la reforma
protestante, y sobre todo, el calvinismo, había jugado un papel clave en el
desarrollo del capitalismo en Europa. Indicaba que existen fuertes conexio­
nes de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo
ascético, y en general, que existen conexiones entre ‘‘las más importantes
religiones habidas en e} mundo” y la economía y la estructura social del
mundo en que nacieron.
Aclaremos que W eder consideraba que la relación entre la religión, por
un lado, y la estructura económica y social, por el otro, era mu}r compleja,
y rechazaba tanto las interpretaciones materialistas de la cultura como el
unilateral causalismo espiritualista".
Mas recientemente, un historiador japonés, M. M orsshima, aplicó el mo­
delo de W eber para el Japón (n). Según M grjshíma, el confucíanismo había
cumplido allí el papel del calvinismo en Europa. Para M orishima, ciertos ras­
gos de la cultura japonesa, como el sentido de las obligaciones mutuas, la
disciplina, el respeto por ios ancianos o la búsqueda de consenso, permiten
explicar el éxito económico del país. Dichos rasgos son para él producto de
la moral confucianista, que enfatiza el sentido del deber, del trabajo y del
colectivismo. Muchos otros autores han retomado esta posición no sólo para
el caso de Japón, sino también para otros países asiáticos.
Estos ejemplos nos sirven como punto de partida para reflexionar sobre
la relación entre factores culturales y desarrollo económico. También en este
tema existen posturas extremas.
Por una parte, está la visión materialista, que ve a la cultura como un
subproducto de la estructura económica y social, y de ninguna manera como
un factor determinante del desarrollo. El marxismo economicista es un ejem­
plo de ello.

(1 0! Weber (1 9 6 9 ).

(1 1 ) M oríshima (1 9 8 8 ).
CAP. 4 - LOS FACTORES CONDICIONANTES DE LA INDUSTRIALIZACION 89

Por la otra, se encuentran las visiones culturalistas, que invierten el


orden. La sociología funcionalista norteamericana, por ejemplo, atribuye a
los valores sociales un papel decisivo en la explicación de la acción social.
Con respecto al proceso de industrialización, muchos estudiosos se han
preguntado por qué tuvo lugar en algunos países occidentales, y qué aspec­
tos de la cultura occidental pudieron contribuir a ello. D avid L andes , por
ejemplo, retomando muchas de las propuestas de W eber , considera que de­
terminados rasgos culturales de Occidente, como el racionalismo y la “ éti­
ca faustiana” de dominio sobre la naturaleza, fueron las bases del desarro­
llo de la ciencia y de la consecuente innovación tecnológica. “ La voluntad de
dominio, el enfoque racional de los problemas al que podemos llamar méto­
do científico, la competencia por la riqueza y el poder, todo este conjunto de
fenómenos consiguió eliminar la resistencia impuesta por las formas tradi­
cionales de comportamiento e hizo del cambio un valor positivo” (12).
Si aun en los datos cuantitativos sobre el crecimiento económico exis­
ten puntos de vista divergentes, en el terreno del impacto de los factores
culturales las posiciones son múltiples. A comienzos de los años cincuen­
ta, G srschenkron discutía con L andes y otros acerca del caso francés y, en
general, sobre la relación entre sistemas de valores y desarrollo económico.
Con manifiesta ironía, sostenía que “puede que las variaciones observadas
en el comportamiento seguido con respecto a las actividades empresariales
no dependan del sistema de valores dominante y del grado de aprobación
social con que éstas se encuentran, sino que sean el resultado — y sin duda
alguna lo son— de factores tales como el nivel de renta, las condiciones de
vida, la cantidad de recursos naturales con que cuenta un país, etc.” ( 13).
Sin embargo, que no haya certidumbres con respecto al papel de los fac­
tores culturales no implica que sea ocioso considerarlos, siempre que se evi­
ten los riesgos de las explicaciones monocausales.

{1 2 ) L a n d e s (1 9 7 9 ).

(1 3 ) G erscsíiíkkkon (1 S 6 8 ).
5
*18^3538323

10 R6VOLUCION" INDUSTRIAL
€N GRAN BR€TfiÑA

5,1. LOS PRIMEROS PROCESOS HISTORICOS


DE INDUSTRIALIZACION
Desde el siglo XVlll, Europa Occidental se transformó en la cuna de la
industria moderna. La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra y desde
allí se difundió hacia el continente, afectando a las distintas naciones y re­
giones con ritmos diversos.
Los países continentales que primero transitaron el camino de la indus­
trialización fueron Bélgica, Francia, Suiza y Alemania. La industria moder­
na fue después extendiéndose hacía los países escandinavos, y los de Europa
del Sud y del Este, incluyendo Rusia. Para fines del siglo XÍX, la industria­
lización era un proceso en marcha en la mayor parte del territorio europeo.
Fuera de Europa, el único país que se industrializó tempranamente fueron
los Estados Unidos, donde el proceso se inició ya en las primeras décadas
del siglo XIX.
A partir de esa evidencia, una inquietud común a muchos historiadores
que estudian estos temas es tratar de comprender por qué fue Europa la
primera región industrial, y no otras zonas del planeta, considerando que
existían en el siglo XVIÍI algunas áreas con un considerable desarrollo eco­
nómico, político y cultural, como el Medio Oriente Islámico, la China o la
india.
Diversos autores han insistido en que el problema de las causas de la
Revolución Industrial debe ser estudiado, en primer lugar, no tanto desde la
especificidad inglesa como desde la especificidad europea. Es decir, sostie­
nen que ciertos rasgos comunes a los países de Europa Occidental, distin­
tos a su vez de los de las otras regiones del mundo, explican que el proce­
so de industrialización se haya iniciado en Europa, y que el caso de Ingla­
terra debe ser visto dentro de este contexto.
92 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Eme J ones afirma que no hay que dar prioridad al estudio de los elemen­
tos “ únicos" del caso inglés, y que “ es mucho más instructivo considerar
que Gran Bretaña estuvo afectada por unas fuerzas que estaban actuando en
el conjunto del continente europeo, y a partir de las cuales se destacó lige­
ramente como la primera potencia industrial sobre la base del cambio tec­
nológico en la manufactura del algodón y del hierro” (l).
A la hora de explicar la especificidad europea, las razones esgrimidas
son múltiples y diversas. Citaremos sólo a algunos autores que han reflexio­
nado sobre este tema, con la finalidad de ofrecer algunas interpretaciones
alternativas que puedan servir de base para una posterior profundización.
Para D avid L andes, la clave debe ser buscada en ciertos rasgos culturales
y políticos de las sociedades europeas desde fines de la Edad Media. Entre
ellos destaca, en primer lugar, la función de la iniciativa económica privada,
respaldada por el respeto a los derechos de propiedad y por la consolidación
de unidades políticas en competencia entre sí (las ciudades Estado, prime­
ro, y los Estados nacionales después). Todo eso, según L andes, habría favo­
recido la actividad comercial y el desarrollo de una clase mercantil de gran
vitalidad y creciente influencia, que jugó un papel decisivo en el proceso de
expansión económica y de disolución del viejo orden feudal.
El segundo elemento clave de la peculiaridad europea es para L andes “el
alto valor atribuido a la manipulación racional del medio natural” , lo cual
puede descomponerse, a su vez, en dos elementos: “L a racionalidad y lo que
podríamos llamar el sentido de dominio faustiano sobre el hombre y la na­
turaleza". En esta interpretación, L andes coincide en gran medida con la tesis
de M ax W eber acerca de la vinculación entre la ética protestante y eí desa­
rrollo del capitalismo. Pero también sostiene que la ciencia constituyó el
puente perfecto entre la racionalidad y el dominio, y que el avance científi­
co hizo posible, por su parte, el desarrollo tecnológico.
Según L andes, “ la voluntad de dominio, eí enfoque racional de los proble­
mas al que llamamos método científico, la competencia por la riqueza y ei
poder, todo este conjunto de fenómenos consiguieron eliminar la resisten­
cia impuesta por las formas tradicionales de comportamiento e hicieron del
cambio un valor positivo” . Agrega que, sin duda, estas ventajas se vieron
reforzadas por la conquista de territorios extraeuropeos, y el ejercicio de la
violencia y el poder, lo cual tuvo consecuencias muy desiguales que, a su
vez, profundizaron la distancia entre el mundo de los países colonizadores
y los colonizados. No obstante, insiste en que el imperialismo no es de nin­
gún modo una explicación suficiente, ya que las sociedades que sufrieron la
conquista europea no esta.ban en camino de llevar adelante una revolución
industrial cuando fueron sometidas por las potencias colonialistas P).

(1 ) J on es (1 9 9 0 ).

(2 ) Lan d es (1 9 7 9 ).
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 93

J ones sostiene, al igual que L andes , que lo que denomina “ el milagro


europeo” debe ser comprendido como un proceso de muy largo plazo, que
se vislumbra, por lo menos, desde fines de la Edad Media. Considera que la
industrialización tuvo lugar en primer término en las economías de merca­
do, “ donde no sólo los productos, sino también los factores de producción
podían comprarse y venderse libremente” . Una vez constatado ello, no cree
que las fuerzas del mercado puedan ser comprendidas sin tener en cuenta
el papel del poder político, al que también atribuye un rol significativo a la
hora de explicar la génesis de la economía moderna.
Además de ello, insiste con énfasis en que Europa se vio favorecida por
las condiciones de producción que, como señalaba M arx, no pueden generar­
se a sí mismas. Para J ones , Europa poseía características tan especiales de
emplazamiento, localización y dotación de recursos que lo llevan a asirse a
una explicación ambiental, aunque entiende que el papel de los factores
ambientales fue esbozar las sendas con menores costos para la acción hu­
mana, que siguió siendo decisiva.
Desde este punto de vista, sostiene que tanto la fructífera variedad po­
lítica como la acumulación de capital y el comercio pueden, en parte, expli­
carse como ajustes al emplazamiento y a los recursos concretos de Europa.
Señala, por ejemplo, que en el continente europeo las catástrofes naturales
fueron menos frecuentes que en Asia, o que la geografía contribuyó a la
conformación de los Estados nacionales, en cuyo marco tuvo lugar el pro­
ceso de modernización. También afirma que la variedad topogeográfica, cli­
mática y geológica supuso un amplio abanico de recursos, lo cual generó el
desarrollo del comercio multilateral.-
J ones incluye, además, factores de otro orden. Indica que el contexto
cultural de Europa, de carácter único, contribuyó asimismo a la acumulación
de capital y la elevación de los niveles de vida, o que los Estados naciona­
les europeos fueron más adecuados para el crecimiento económico que los
imperios despóticos de Oriente, ya que favorecieron el intercambio y la com­
petencia, y respetaron más la propiedad privada. En este sentido destaca
que, desde su punto de vista, el crecimiento a muy largo plazo de Europa “no
fue tanto el resultado de una conjunción de fuerzas que prom ovieron el
desarrollo como la consecuencia de la eliminación de los impedimentos” (3).
Paul B airoch se pregunta por qué el desarrollo económico moderno co­
menzó en Inglaterra, y enumera ocho respuestas posibles, cada una de ellas
enfatizando el peso de un factor determinado. Dichos factores son la religión
y las mentalidades, la estructura política, la dotación de recursos naturales,
eí comercio internacional, la colonización, la existencia de grandes núcleos
urbanos, un nivel avanzado de desarrollo y un crecimiento demográfico rá­
pido. Después de analizarlos uno por uno, llega a la conclusión de que no

( 3 ) J o n e s (1 9 9 0 ).
94 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

son excluyentes de Inglaterra, sino que se encuentran en diversos países


europeos, a partir de lo cual sostiene que la pregunta "¿por qué Europa?”
es casi tan pertinente como el interrogante “¿por qué Inglaterra?” .
Buscando la respuesta a la primera de dichas cuestiones, señala que
sólo puede obtenerse comparando la situación de Europa con la de otras
regiones avanzadas, particularmente, la China. Para B airoch, los elementos
decisivos serían cuatro: el espíritu europeo abierto al cambio, las caracterís­
ticas geográficas del continente (incluyen la localización, el clima templado
y la disponibilidad de energía), el fraccionamiento político (que favoreció, a
su vez, la competencia entre Estados, y a partir de ella, el desarrollo del
comercio y la innovación tecnológica) y, por último, la existencia de ciuda­
des de dimensiones más modestas que las de los grandes imperios asiáticos
(que absorben una proporción demasiado alta de los excedentes agrícolas) (*}.

5,2. LA REVOLUCION INDUSTRIAL


EN GRAN BRETAÑA
El estudio de este tema puede iniciarse con una pregunta que se formula
la mayor parte de los historiadores: ¿Qué factores explican que Inglaterra
haya sido la “primera nación industrial"? ¿Por qué ella y no otros países que
en el siglo XVIII le disputaban la primacía comercial y económica, como
Holanda y Francia?
Hemos visto en el punto precedente que buena parte de las razones que
pueden aducirse para explicar las ventajas británicas eran comunes a varios
países europeos. Pero, más allá de eso, ciertas condiciones específicas de
Inglaterra y la combinación de todas ellas dieron como resultado la prime­
ra Revolución Industrial.
Debe destacarse en primer término que la economía británica creció a lo
largo de todo el siglo XVIII, y que la Revolución Industrial tuvo lugar en el
marco de una expansión secular. Inglaterra era uno de los países más ricos
del mundo al iniciarse la Revolución industrial, y su situación era muy di­
ferente de la de los países subdesarrollados del siglo XX.
En las páginas que siguen, haremos referencia a los principales factores
que sirvieron de punto de partida para la primera Revolución Industrial.

(4 ) B a ir o c h (1 9 9 7 ).
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 95

5,2,1. LA ECONOMIA BRITANICA EN EL SIGLO XVIII

5,2,1,1. La población

Desde fines dei siglo XVII, la población inglesa comenzó a aumentar a un


ritmo acelerado, muy superior al de los países de Europa Occidental, tal
como se observa en el cuadro 1. En las primeras décadas del siglo XIX, cre­
ció más deprisa que en cualquier período anterior o posterior de la historia
inglesa.

País es 1680 1820 1900

Inglaterra 4, 9 11,5 30 , 5
Francia 21,9 30,5 38,5
Holanda 1,9 2,0 5,1
Alemania 12,0 18,1 43,6
Europa Occidental 71 ,9 1 1 6 ,5 201 ,4

Fu ent e: W r i g l e y , £. A., G e n te s , ciu d a d e s y riqu e za . Crítica, Barcelona, 1992.

Cuadro 1. Población estimada (en millones).

El crecimiento demográfico tuvo como causa inmediata "rincipal el au­


mento de la fecundidad, y en menor medida, el descenso de la mortalidad.
El crecimiento de la fecundidad fue, a su vez, consecuencia del incremento
de la nupcialidad y de la reducción de la edad del matrimonio (5).
¿Por qué creció el número de matrimonios desde fines del siglo XVÍI?
Ello tuvo que ver fundamentalmente con las condiciones económicas favo-
rábles de la economía, ya que aunque las decisiones matrimoniales se ven,
sin duda, afectadas por un conjunto de presiones individuales y sociales,
además de las influencias económicás, la nupcialidad tiende a incrementarse
en las etapas de prosperidad. En Inglaterra, durante un largo período que
duró más de un siglo, los incentivos para casarse aumentaron continuamen­
te, y ios frenos disminuyeron a medida que las rentas reales crecían.
En ios siglos precedentes, todo aumento de la.población generaba a la
larga un alza de los precios de ios alimentos, al tiempo que la capacidad
productiva de la economía llegaba a sus límites. Cuando el crecimiento de­
mográfico superaba dicha capacidad, el precio de ios alimentos se elevaba.
Con ello se generaba un desequilibrio que desembocaba en un aumento de
1a mortalidad, una reducción de la fecundidad y el posterior descenso de la
población.

{5 j Wfíir.LKV f i 9S 2 ).
96 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Por esta razón, los economistas ingleses que escribieron a fines del si­
glo XVIII, como A dam Smith o R obert M althus. veían el crecimiento demográ­
fico de su época como un proceso que terminaría en un desastre o en una
contracción económica.
Cuando M althus publicó en 1798 su Prim er ensayo sobre la población (6),
estaba alarmado por el crecimiento de la población británica a lo largo del
siglo XVIII. M althus sostenía que.la capacidad de crecimiento de la población
era infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimen­
tos para el hombre. Señalaba que mientras que la población puede aumen­
tar en progresión geométrica, los alimentos aumentan sólo en progresión
aritmética. “ En igualdad de las demás circunstancias, se puede afirmar que
la población de un país está en función de la cantidad de alimentos huma­
nos que produce; y su felicidad, determinada por la generosidad con la cual
estos alimentos son distribuidos, o, lo que viene a ser lo mismo, por la can­
tidad de productos que el trabajo de un día es susceptible de adquirir.”
El problema que él veía era que la mejora de las condiciones económi­
cas generaba un aumento de población, pero que la población crecía más
deprisa que la producción. Consideraba que era el instinto natural de las
personas —la atracción entre los sexos—■lo que las llevaba necesariamen­
te a reproducirse cuando la situación económica era favorable.
El desequilibrio entre la oferta de alimentos y el crecimiento de la pobla­
ción podía, según M althus, resolverse por dos caminos. Uno era el que his­
tóricamente había servido de freno al crecimiento demográfico: el incremen­
to de la mortalidad como consecuencia de la enfermedad y el hambre. Al
aumentar la mortalidad, la población se reducía, y el equilibrio se restable­
cía. Lo que él proponía, en cambio, era la reducción de la natalidad, a través
del matrimonio tardío y del control de la reproducción, si bien era pesimis­
ta porque no creía en la capacidad de las personas, fundamentalmente de las
clases populares, para reprimir sus instintos.
Las previsiones de M althus no se cumplieron, y el crecim iento de la
población, tanto de Gran Bretaña como del continente, 110 desembocó en un
período de hambre y mortalidad. Lo que todavía no podían percibir los con­
temporáneos era que las condiciones en la Inglaterra del siglo XVIII diferían
de las de los siglos precedentes.
Estaba desapareciendo la correlación positiva entre tasa de crecimien­
to de la población y tasa de cambio de los precios de ios alimentos, lo cual
permitía mantener un aumento sostenido sin que se verificaran las conse­
cuencias catastróficas que la experiencia de los siglos precedentes augura­
ba. Ello se debía principalmente al incremento de la producción agrícola, que
había posibilitado satisfacer la creciente demanda generada por el aumento
de la población.

(6 ) M a l t h u s (1 9 8 2 ).
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 97

5,2,1,2. Las transformaciones en la agricultura

La principal actividad económica en la Inglaterra del siglo XVIII era la


agricultura, cuya productividad creció de modo constante en los siglos an­
teriores gracias a la introducción de mejoras en las técnicas de cultivo.
El incremento de la producción agrícola permitió no sólo que la pobla­
ción creciera a un ritmo acelerado, sino también que una proporción cada
vez mayor de ella pudiera trabajar en actividades no agrícolas, con lo cual
aumentó la oferta de mano de obra para la industria y los servicios.
Diversos autores han sostenido que la Revolución Industrial no hubie­
ra sido posible sin una precedente “ revolución agrícola” (7), que al incremen­
tar la producción agraria habría permitido y fomentado un desarrollo sin
precedentes de los sectores industrial y minero.
El concepto de revolución agrícola está hoy más cuestionado aun que el
de revolución industrial, y muchos autores prefieren utilizar la expresión
"nueva agricultura” (s). La palabra “revolución” da la idea de cambios acele­
rados, mientras que la difusión de las innovaciones en las técnicas agríco­
las fue muy gradual. El proceso se inició en los Países Bajos a fines de la
Edad Media, y los cambios se fueron incorporando, lentamente, en Inglate­
rra y Europa continental.
La agricultura tradicional tenía una serie de rasgos que hacían nvuy di­
fícil lograr incrementos en la productividad. El sistema de rotación que se
utilizaba desde la Edad Media dejaba en cada estación un tercio de la tierra
en barbecho, es decir, sin cultivar, para evitar su agotamiento. Como los
rendimientos eran bajos, la cantidad de animales que podían alimentarse era
reducida, lo cual redundaba, a su vez, en la escasez de abonos, que impedía
un uso más intensivo del suelo.
La consecuencia más grave de esta situación —que por otra parte no era
uniforme sino variada, según las regiones— era que si la población crecía a
tasas muy elevadas, la producción de alimentos no podía hacerlo al mismo
ritmo. Como vimos, ello generaba un desequilibrio entre población y recur­
sos que desembocaba en períodos de carestía, de hambre y de elevada mor­
talidad.
La nueva agricultura consistió en la combinación de tres elementos que
se reforzaron mutuamente: la introducción de cultivos novedosos, la alimen­
tación de la ganadería en establos y la supresión del barbecho.

( 7 ) B a i r o c h ( 1 9 7 9 ).

( 8 ) M o k y r ( 1 9 9 3 ).
98 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El resultado fue que los campesinos pudieron tener más ganado y ali­
mentarlo mejor, lo cual aumentaba el suministro de productos animales. De
animales mejor alimentados se obtenía más abono, lo que contribuía a au­
mentar la producción de cereales, Las nuevas cosechas de forraje, como la
alfalfa, el trébol, los pastos artificiales, los nabos y la remolacha, resultaron
ser cultivos útiles para alternar con los cereales en los sistemas de rotación.
Algunos de estos cultivos servían para fijar el nitrógeno y para acabar con
los ciclos de plagas y enfermedades de las plantas. Gracias ai mayor uso de
abonos y a la rotación de cultivos fue posible suprimir el barbecho, lo cual
permitió incrementar la superficie de tierra cultivable.
A los nuevos sistemas de rotación se agregaron mejoras en las herra­
mientas, en la selección de semillas y en los sistemas de cría de ganado, así
como otras innovaciones que contribuyeron a elevar los rendimientos y a
modificar las condiciones en las que tenía lugar ía producción agrícola.
Desde mediados del siglo XVÍI comenzaron a utilizarse arados de hierro, que
eran más fáciles de manejar y requerían menos animales de tiro. Alrededor
de 1700 fue inventada la primera sembradora, aunque fue poco utilizada has*
ta principios del siglo XIX.
La nueva agricultura permitió romper con el círculo vicioso de la contra*
posición entre agricultura y ganadería.
El desarrollo de este proceso fue lento e irregular, afectando más a unas
regiones que a otras, y aun en las áreas más adelantadas su adopción por
parte de los agricultores no fue uniforme. No todos los suelos eran aptos
para los nuevos cultivos, pero la difusión de las innovaciones se veía tam­
bién trabada por la falta de capitales, la dispersión de las parcelas y la resis­
tencia de los campesinos a las prácticas innovadoras.
Desde principios del siglo XVII las nuevas técnicas agrícolas comenza­
ron a difundirse fuera de los Países Bajos, en primer lugar, a Inglaterra, lue­
go, a Francia (desde mediados del XVIII), y más tarde, a otros países de Eu­
ropa continental. En algunas regiones se adoptaron recién a fines del siglo
XIX.

5,2,1,2.1. L o s c e rc a m ie n io s

En el caso inglés, las innovaciones en las técnicas agrícolas fueroií


acompañadas por modificaciones en los sistemas de propiedad. A principios
del siglo XVIII, aproximadamente la mitad de las tierras en producción eran
explotadas con el sistema de campos abiertos, de origen medieval. Los cul­
tivos se llevaban a cabo en franjas discontinuas, y ios campesinos tenían
derechos de pastura, de recolección de leña y de caza en las tierras comu­
nales incultas. Hacia 1830, esta forma de explotación de la tierra había prác­
ticamente desaparecido.
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 99

La desaparición de los campos abiertos se dio como consecuencia de las


Leyes de Cercamientos (Enclosure Acts), que establecían la obligatoriedad
de cercar tierras que podían ser de cultivo, de pastoreo o incultas. Las an­
tiguas parcelas alargadas, distribuidas entre las tierras de cultivo, eran re­
emplazadas por nuevas parcelas en las que los propietarios concentraban la
superficie de tierra que antes tenían repartida.
Estas leyes, que habían comenzado en el siglo XVI, se multiplicaron en
la segunda mitad del siglo XVIII, en general, por presión de los grandes pro­
pietarios, en un contexto de alza de los precios del grano, consecuencia, a
su vez, del crecimiento de la población y del desarrollo de las ciudades.
El resultado de los cercamientos fue que una proporción muy alta de los
pequeños propietarios se vio obligada a vender sus tierras, que fueron com­
pradas por grandes propietarios locales o inversores provenientes de otras
áreas. También se vieron fuertemente perjudicados los campesinos sin tie­
rras que ocupaban campos comunales, y, en general, todos los campesinos
que perdieron la posibilidad de utilizar dichos predios para el pastoreo. Los
campesinos expulsados de sus tierras se transformaron, en su mayoría, en
jornaleros o arrendatarios con contratos de corto plazo.
La concentración de la propiedad de la tierra generó una mayor desigual­
dad social, pero contribuyó a incrementar la producción agraria, sobre todo,
porque creció la superficie de terreno cultivado, al incorporarse a la agricul­
tura tierras comunales y baldías.
Diversos autores han sostenido que los cercamientos favorecieron la
difusión de las innovaciones, en la,medida en que los grandes propietarios
y arrendatarios disponían de mayor capital y mayor información para incor­
porar los avances tecnológicos. Se había elaborado una imagen de los gran­
des empresarios agrarios como fuertem ente innovadores a partir de una
serie de casos individuales de propietarios “apasionados por la moda del
progreso agrícola” p).
Los estudios recientes revelan, en cambio, que no hubo un proceso
automático de innovación por parte de los propietarios incipientes. Mientras
algunos de ellos aplicaron a sus tierras las nuevas técnicas agrarias, otros
dejaron esta decisión en manos de los arrendatarios, y algunos ni siquiera
las explotaron ( í0).
En el análisis que realizó K a rí- M a r x en El. capital acerca de los orígenes
y causas de la Revolución Industrial, otorgó a los cercamientos una función
clave en lo que llamaba “proceso de acumulación originaría". Según M a r x ,

(9) D eane (1 9 7 1 ].

(1 0 ) M/vhüas (19S 9).


100 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

la acum ulación originaria era el punto de partida del régimen capitalista de


producción, y consistía, en esencia, en la separación de ios trabajadores de
la propiedad de lo s m edios de producción, en “el proceso histórico de diso­
ciación entre el productor y los medios de producción”. Para Marx, al perder
los trabajadores la propiedad de los medios de producción, se ven obligados
a vender su fuerza de trabajo en el mercado, en un sistema de producción
basado en una relación salarial entre propietarios del capital y trabajadores.

M arx con sideraba que los cercamíentos, al expulsar a los pequeños pro­
pietarios de la tierra, habían dado paso a la agricultura capitalistá y habían
creado “lo s contingentes de proletarios libres y privados de medios de vida
que n ecesitaba la industria de las ciudades” (,!).

También en este tema la investigación empírica ha ofrecido una visión


mucho más matizada, ya que no necesariamente los campesinos que deja­
ban de ser propietarios emigraban a las ciudades. Muchos de ellos continua­
ban en la tierra como arrendatarios o jornaleros, y otros encontraban ocu­
pación en las fábricas establecidas en áreas rurales, a la vera de los ríos que
proporcionaban la energía hidráulica. La emigración del campo a la ciudad
fue un proceso más paulatino, como la industrialización en general.

5,2,1,3. Las industrias

La actividad industrial tuvo en Gran Bretaña un crecimiento sostenido


a lo largo del siglo XVIII, pero con un modelo muy irregular tanto en térmi­
nos regionales como sectoriales.
La producción tenía lugar a través de distintas formas organizativas,
coexistiendo la producción artesanal, el sistema de trabajo a domicilio y la
manufactura centralizada.
La producción artesanal se llevaba a cabo, sobre todo, en los centros
urbanos y los suburbios. Además de la organización gremial tradicional,
existían formas cooperativas de producción entre artesanos de un mismo
olicio
Gran parte del avance industrial en la Inglaterra del siglo XVIII consis­
tió en la expansión de las industrias artesanales a través del sistema de in­
dustria a domicilio. Ello afectó sobre todo a la industria textil, y también a
algunos sectores de la industria del metal, como la fabricación de cuchillos
y clavos.
El sistema de trabajo a domicilio tenía como principal ventaja su flexi­
bilidad. El capital podía circular fluidamente de una industria a otra, ya que
la parte inmovilizada en inversiones fijas (edificios o equipo) era muy redu-

(1 1 ) M a r x (1 9 6 8 ).
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 101

cída. También la fuerza de trabajo era flexible, fácilmente expandible o pres­


cindible, dado que se trataba de una ocupación a tiempo parcial para las
familias que vivían de la agricultura, la minería o la pesca. Los salarios eran
muy bajos, inferiores en la mayoría de los casos a los salarios de subsisten­
cia, en parte porque para los trabajadores constituían un ingreso suplemen­
tario, y en parte porque la descentralización de la producción y la ausencia
de reglamentaciones gremiales daban a los empresarios un margen mayor de
negociación.
El desarrollo del trabajo a dom icilio contribuyó por diversas vías al cre­
cimiento industrial. Permitió la capacitación de los trabajadores, y la acumu­
lación de capital y de experiencia empresarial por parte de los comerciantes
empresarios. También favoreció el desarrollo de una infraestructura comer­
cial en el mercado nacional e internacional. Por último, ayudó a sostener el
crecimiento demográfico, al ofrecer mayores oportunidades de trabajo a la
población rural.
Otra forma de producción era la manufactura centralizada, difundida en
la minería, la metalurgia, algunas ramas de las industrias textil, del vidrio,
de la cerveza, del papel, de la sal y otros rubros. En general, se basaba en
técnicas de trabajo intensivo, en la disciplina de los trabajadores y en la
maximización de las habilidades como resultado del trabajo artesanal. Ya
hemos visto el ejemplo de la manufactura de alfileres que describe Smíth y
el de las empresas de J o s i a h W e d g w o o d en la alfarería.
En algunos sectores, como la minería, los astilleros o las grandes fábri­
cas de cerveza, una de las causas de la centralización de la actividad eran los
requerimientos de capital, muy elevados debido a la escala de la producción.
En otras circunstancias, la centralización se debía a necesidades técnicas,
como en el caso del papel o dei vidrio.
Debemos remarcar que las formas tradicionales de producción industrial
sobrevivieron a la Revolución industrial y se combinaron con el sistema de
fábrica. También fueron el punto de partida para la acumulación de capital,
para la capacitación de la mano de obra, para la constitución de un sector
empresario y para la conformación de redes comerciales.

5,2,1,4. El mercado

5,2,1,4,1. E l m e rc a d o in te rn o

La conformación de un mercado interno en Gran Bretaña a lo largo del


siglo XVÍ1I se vio favorecida por tina serie de factores.
En primer lugar, por el crecim iento de la población, que de menos de
6 millones en 1700 pasó a casi 9 millones en 1800.
102 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En segundo término, por la ausencia de fronteras aduaneras internas y


de cargas feudales, lo cual se veía reforzado por una geografía que contribuía
a la unificación, debido a las dimensiones reducidas del territorio y a su
topografía.
Estas condiciones eran complementadas por el sistema de transportes
y comunicaciones. Desde mediados del siglo XVII se habían destinado fuer­
tes inversiones públicas y privadas a la extensión del sistema fluvial (a tra­
vés de la construcción de canales), y a la construcción de nuevos puentes y
carreteras. Este proceso se aceleró al promediar el siglo siguiente. En la In­
glaterra del siglo XVIII, los transportes eran relativamente fáciles y baratos:
ningún punto del país dista mucho más allá de los 100 km del mar, y menos
aun de algunos canales navegables.
La población rural estaba en Gran Bretaña más integrada al mercado que
la del continente, y gastaba más en productos manufacturados. Pero eí in­
cremento de la demanda interna se debió sobre todo a las necesidades y
pautas de consumo de sectores urbanos, en especial, las clases medias. Los
mercados urbanos en gran escala de bienes de consumo barato se desarro­
llaron tempranamente ( ia).
Los cambios en los gustos de las clases medías del siglo XVIII se vieron
fomentados por el comercio internacional. Los mercados de artículos extran­
jeros, como las telas de algodón estampadas Y decoración chinesca, cre­
cieron rápidamente, estimulados por la prosperidad de los sectores medios
y los pequeños comerciantes.
Parte de la demanda de nuevos artículos manufacturados en ei siglo
XVIII fue determinada por la moda, que variaba según las jerarquías socia­
les. En general, la pauta la dictaba la aristocracia, que era imitada por los
otros sectores sociales. Algunos empresarios fabricaban artículos para la
realeza y la aristocracia, y luego producían artículos parecidos, en materiales
diversos, que estaban al alcance de todos los niveles de la sociedad. Un ejem­
plo de ello son las hebillas de los zapatos, que se fabricaban en distintos
materiales, desde diamantes y oro hasta piedras de imitación y metales ba­
ratos.
Además de emular a los más ricos, las clases medias incrementaron
desde la primera mitad del siglo XVIII el consumo de bienes domésticos,
como utensilios de cocina, artículos de loza, relojes, cuadros, espejos y
cortinas.

(12 ) IJero (1 9 S 5 ).
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 103

5,2,1,4,2. E l m erc a d o ex tern o

Juntamente con el mercado interno, Inglaterra contaba con la ventaja de


poder acceder a un amplio mercado externo. Desde el siglo XVI había ido
desarrollando su flota hasta transformarse en la principal potencia maríti­
ma mundial en el siglo XVIII. Poseía importantes territorios coloniales, so­
bre todo, las trece colonias de América del Norte, pero además de ello tenía
relaciones comerciales, gracias a la extensión de su poderío naval y a su
política exterior, con las colonias españolas y portuguesas en América, y con
otras áreas de ultramar.
Desde el siglo XVI, el Estado había sustentado, mediante su política
exterior, la expansión económica y comercial. De su participación en las
guerras, Inglaterra había obtenido territorios coloniales y tratados de comer­
cio preferenciales. Las Actas de Navegación del siglo XVII, que establecieron
privilegios para los barcos ingleses en el comercio de ultramar, habían ser­
vido para proteger a la flota inglesa y para debilitar el poderío naval holan­
dés.

5,2,1,4,3. ¿C o n su m o in te rn o o co n s u m o e x te r n o ?

Uno de los temas en debate ha sido el de los roles de los mercados in­
terno y externo como motores del proceso de industrialización. Mientras que
algunos autores estiman que el mercado interno jugó el papel decisivo, otros
se lo atribuyen a las exportaciones. La escasa disponibilidad de estadísticas
para el siglo XVIII contribuye a generar posiciones encontradas.
Podemos afirmar que hoy predomina la tendencia a otorgar un rol deter­
minante al mercado interno por lo menos hasta las dos últimas décadas del
siglo XVIIL y a enfatizar el papel de las exportaciones para el período poste­
rior a 1780. Ello, en el marco de fluctuaciones a lo largo de todo el siglo, con
etapas de expansión y de estancamiento de las exportaciones, debidas, en
parte, a los avatares de los conflictos bélicos (13).
Esto indicaría que el comercio exterior no tuvo un papel decisivo como
motor de las transformaciones en las primeras décadas de la industrializa­
ción, pero que una vez en marcha el proceso de cambio, una proporción cre­
ciente de la producción de ios sectores más modernos de la industria estu­
vo destinada al mercado externo, tanto al de Europa continental como a los
territorios de ultramar.

{1 3 ) M a t h -a s (1 9 8 9 ).
104 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Una de las ventajas mayores que tenía la industria textil del algodón era
que fabricaba un producto de demanda muy amplia y elástica, adecuado para
todo tipo de climas y fácilm ente colocable en los mercados ultramarinos.

5,2,1,5. Una sociedad abierta al cambio

Las características de la sociedad inglesa del siglo XVIII sin duda favo­
recieron el proceso de industrialización. Se trataba de una sociedad menos
rígida que las de la mayoría de los países del continente, más abierta a los
cambios y a las innovaciones.
L a m d e s destaca que se distinguía por una extraordinaria sensibilidad a las
oportunidades pecuniarias, y por una legitimación de las innovaciones y de
la búsqueda de riqueza como modo de vida. Señala que la aristocracia ingle­
sa tenía rasgos peculiares: era habitual que los hijos menores de las fami­
lias de abolengo se dedicaran a actividades mercantiles, y que los nobles
propietarios de tierras fueran proclives a las innovaciones en la producción
agrícola y a la inversión en otros negocios. Ello contribuía a legitimar el
comercio y la búsqueda de ganancias ( M).
En general, las barreras a la movilidad social eran más bajas que en el
continente, y la distribución de la renta, más equitativa. Eso incidía en las
pautas de consumo y creaba condiciones favorables para la producción de
bienes de consumo masivo, pero también favorecía la versatilidad y el mo­
vimiento de las personas hacia nuevas ocupaciones.
Gran Bretaña no poseía una superioridad científica y técnica con respec­
to a los países continentales: en el terreno educativo, algunos de ellos la
aventajaban. Pero para la primera Revolución Industrial estas condiciones no
fueron decisivas. La realización de los primeros inventos se encargó, en su
mayoría, a los artesanos, y las nuevas máquinas eran sencillas de construir
y de fácil uso.

5,2,2. LA PRIMERA REVOLUCION INDUSTRIAL

5,2,2,1. La periodízación

A sí como existen diversas definiciones con respecto a ia Revolución


Industrial, hay también fuertes discrepancias acerca de su cronología.
C onvencionalm ente se ubica a la revolución inglesa entre 1760-1780 y
1830-1850, aunque, como ya vimos, no hay de ninguna mañera un consen-

(1 4 ) L año es {1 9 7 9 ).
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 105

so generalizado. La periodización cambia según qué aspectos se enfaticen


y según se vea el proceso como una ruptura más o menos violenta.
También convencionalmente en ella pueden a su vez distinguirse dos
fases: la prim era entre 1760-1780 y 1800, y la segunda en tre 1800 y
1830-1850.
En la primera etapa tuvo lugar un acelerado proceso de innovación en
algunos sectores clave, que fueron la industria textil y la metalúrgica. Este
proceso generó cambios en la organización y un rápido aumento de la pro­
ducción, a partir de los cuales la economía inglesa comenzó a diferenciar­
se de las de Europa continental.
La etapa que transcurre entre 1800 y 1830-1850 fue el período de difu­
sión de la mecanización y del sistema de fábrica. El incremento del uso del
vapor como fuente de energía permitió que la industria se concentrara cada
vez más en las ciudades, dejando de depender de la existencia de cursos de
agua.
El proceso de innovación tecnológica continuó, sobre todo, en la indus­
tria metalúrgica y en la de maquinarias. Al final de esta fase com enzó la
construcción de los primeros ferrocarriles.
Para mediados del siglo XIX, Gran Bretaña se había transformado en “ el
taller del mundo” . La producción de muchos bienes, como el carbón, el hie­
rro o los textiles, había alcanzado niveles sin precedentes, que no tenían
paralelo en ninguna parte. Los costos de producción se habían reducido,
convirtiendo a la industria británica en la más competitiva del mundo.
Al mismo tiempo, las rentas reales, de la población se habían elevado,
gracias a la creciente disponibilidad de bienes y servicios.
Todo ello se debió principalmente a la expansión del sistema de fábrica
y a la difusión de la innovación tecnológica, si bien, como ya señaláramos
más de una vez, las viejas formas productivas y las ocupaciones tradiciona­
les sobrevivieron por mucho tiempo.

5,2,2,2. El crecimiento económico

Uno de los criterios xitüizados para detectar el inicio de un proceso de


revolución industrial ba sido el de la medición del crecimiento económico.
En ello tuvo una gran influencia el modelo de R o s to w , que establecía como
característicos del despegue altos índices de incremento de la producción.
Como vimos en el cap. 3 , P e te r M a t h ia s propone dos criterios globales
centrales en la definición de la Revolución Industrial. Según M a t h ia s , en pri­
mer lugar deben regístrai'se altas tasas de crecimiento de la economía en su
conjunto. Ellas deben medirse en el largo plazo, para poder determinar un
punto de inflexión, y distinguir una expansión coyuntural de un crecim ien­
106 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

to sostenido. Deben considerarse tanto los índices de crecimiento globales


como los índices de crecimiento per cápita.
Como indica M athias, al mismo tiempo deben registrarse cambios estruc­
turales, que implican un incremento de la productividad y de la eficiencia del
sistema, y transformaciones en la estructura sectorial de la economía.
La economía británica creció a lo largo de todo el siglo XVIII, pero dicho
proceso se aceleró a partir de la década de 1780, razón por la cual esa fecha
suele considerarse como el puuto de inflexión para el inicio de la Revolución
Industrial.
Las estimaciones de las tasas de crecimiento varían según los autores
que xas han llevado a cabo, com o puede advertirse en el cuadro 2. En él
reproducimos los cálculos efectuados en los años sesenta por P. D eanb y
W. A. C o l é , y a comienzos de los ochenta por N. F. R. C r a f ts ; estos últimos
son los que se aceptan en el presente como más cercanos a la realidad ( !5).

P ro d u c to I
P ro d u c to
j A u to re s A g ric u ltu ra In d u s tria n a c io n a l j
n a c io n a l
p e r c á p íía |

C rafts j
1700-1760 0,60 0,71 0,69 0,31 I
1760-1780 0,13 1,51 0,70 0,01 I
1780-1801 0,75 2,11 1,32 0,35 I
1801-1831 1,18 3,00 1,97 Ó, 52 j

D eane y C olé
1700-1760 0,24 0,98 0,66 0,45 l
1760-1780 0,47 0,49 0,65 -0,04
1780-1800 0,65 3 :43 2,06 1,08 |
1801-1831 1,64 4,44 3,06 1,61 I
Fuente: C rafts,N. F. FL, "The New Economic History and the Industrias Revolution”, en j
M a t h ia s , P. y Davis, J. (eds.}: The F irst Industrial Revolutions, B. Blackwell, Oxford, 1989. I

Cuadro 2. Crecim iento del producto nacional británico (porcentaje anual).

Ambos cálculos indican un crecim iento del producto nacional a lo lar­


go de todo el siglo XVIIí, así como una aceíex-ación en las dos últimas déca­
das, período en el que el producto industrial evolucionó más rápido que el
de la agricultura.

( l ; C rafts ( 1 9 8 9 ) .
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 107

Al mismo tiempo, las estimaciones de C r a f t s , que se basan en cálculos


más sofisticados, señalan que entre 1780 y 1830 la expansión fue menos
rápida que lo que D e a n e y C o lé sugerían.
Estas nuevas estimaciones sirvieron de base, como ya hemos visto, para
las discusiones más recientes sobre la pertinencia del concepto de Revolu­
ción Industrial. Para aquellos historiadores que ponen el énfasis sólo en el
primero de los criterios propuestos por M athias —es decir, en la aceleración
del crecim iento—, la comprobación de que las tasas de crecim iento de la
economía británica en las últimas décadas del siglo XVIII fueron más bajas
que lo que hasta ahora se había supuesto bastaría para considerar la indus­
trialización como un proceso evolutivo, negando la existencia de la Revolu­
ción Industrial.
Como también vimos precedentemente, este enfoque ha sido muy discu­
tido. En parte, porque implica una visión excesivamente cuantítativista so­
bre un proceso que es mucho más complejo. AI mismo tiempo, diversos his­
toriadores han insistido en que las tasas de crecimiento menos aceleradas
pueden explicarse por distintas razones.
En primer lugar, porque se trató de un proceso interno, basado en recur­
sos domésticos. Ello diferenció a Gran Bretaña de otros países que se indus­
trializaron más tardíamente y que pudieron aprovechar la experiencia ingle­
sa. Por otra parte, los parámetros de la evolución tecnológica del siglo XVIII
eran limitados en relación con la evolución posterior.
En segundo lugar, y éste es un punto crucial, debe establecerse con
fundamentos sólidos qué se considera un crecimiento rápido, y con qué se
lo compara. En relación con las tasas de crecimiento dei siglo XX, las de la
Revolución Industrial fueron bajas. Sin embargo, fueron altas si se las con­
fronta con los siglos precedentes, y en general con el periodo preindustrial.

5,2,2,3. El cambio tecnológico

Desde el punto de vista tecnológico, la Revolución Industrial consistió


en una fuerte aceleración del proceso de innovación que se había iniciado
en Europa a partir de la Edad Medía.
Se combinaron dos factores: los inventos y la iniciativa de los empresa­
rios para adoptarlos. Como ya vimos, S chompetkr distinguía invención de
innovación. La invención es el descubrimiento, el acceso al conocim iento
teórico o práctico que hace posible un cambio en los métodos de produc­
ción. La innovación es la aplicación de este nuevo conocimiento o el empleo
de la nueva máquina en la actividad económica práctica; es ella la q :e mul­
tiplica la posibilidad de producción.
En la Gran Bretaña del siglo XVIII, Ja actividad inventiva so desarrolló
mucho más que en cualquiera de los países del continente europeo. En elia
108 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

se patentó la mayor parte de las máquinas que conmocionaron a la indus­


tria y, más tarde, a los transportes, y la historia de la Revolución Industrial
es, también, la de los hombres responsables de dichos inventos.
No hubo en esta época una conexión estrecha entre desarrollo científi­
co y desarrollo tecnológico, y gran parte de los inventos fueron llevados a
cabo por artesanos habilidosos o por técnicos sin formación científica o
universitaria. En muchos casos, los inventos respondieron a la necesidad de
resolver problemas muy concretos, y en otros consistieron en mejoras a
máquinas ya existentes. Elio de ninguna mantera invalida su impacto, ya que,
como señalamos, la innovación tecnológica es, sobre todo, un proceso acu­
mulativo.
Hubo dos sectores que experimentaron ios primeros cambios revolucio­
narios en la tecnología y en la organización económica: la industria del al­
godón y la industria del hierro.

5,2,2,3,1. L a in d u stria d el a lg o d ó n

Esta industria pasó, en pocas décadas, de tener un papel insignificante


a ser la principal actividad industrial, y fue el primer sector que utilizó má­
quinas en gran escala.
L andes afirma que para que tuviera lugar ia Revolución industrial debían
conjugarse diversos factores. Por un lado, eran necesarias máquinas que no
sólo sustituyeran al trabajo manual, sino que impusieran la concentración
de la producción en las fábricas, es decir, que no pudieran ser utilizadas con
el sistema de trabajo a domicilio. Por el otro, era imprescindible una gran
industria que produjese una mercancía sujeta a una demanda amplía y elás­
tica, en la cual la mecanización de cualquiera de sus procesos de manufac­
tura creara fuertes tensiones en los otros y en la que el efecto de las m ejo­
ras introducidas repercutiese en toda la economía.
Ello se dio en la industria del algodón, que presentaba una serie de ven­
tajas. Desde el punto de vista tecnológico, se prestaba mejor que ia lana a
la mecanización, porque era más resistente. Tenía un mercado de consumo
más amplio, por la diversidad de usos que se le daba y por ser adecuada para
todo tipo de clima, y la elasticidad de la oferta de materia prima era mayor
que la de la lana.
Los inventos dieron lugar a una secuencia de desafíos y respuestas» en
la que la aceleración de una fase del proceso de industrialización llevaba a
la necesidad de innovar en las otras fases.
La primera gran innovación tuvo lugar en el tejido, con la invención de
la lanzadera volante de J ohn K a y en la década de 1730. Consistió en un per­
feccionamiento del antiguo telar, al que se le adicionó un dispositivo que
permitía a los tejedores mover la lanzadera accionando un mecanismo sen-
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 109

cilio, en vez de hacerla pasar a mano entre los h ilos de la urdim bre. Tam bién
sim plificaba el tejido de telas anchas, para el que anteriorm ente se n ecesi­
taban dos tejedores por cada telar.

Hacia 1760 su uso se había generalizado, y al incrementar la producti­


vidad del tejido se había acelerado la demanda de hilado.
La respuesta fue la invención de los prim eros m odelos de hiladoras
mecánicas, entre los que se destacó la jenny, patentada por J ames H argreaves
en 1770. El efecto inmediato de su uso fue multiplicar la cantidad de hila­
do que podía ser producido por un solo trabajador. Se difundió rápidamen­
te, entre otras cosas, porque era una máquina económica y simple, y sus di­
mensiones reducidas permitían instalarla tanto en fábricas como en los
domicilios de ios trabajadores. La jen ny hizo posible un fuerte incremento
de la productividad, pero no obligó a cambiar las formas de organización de
la producción.
Pero el invento que transformó más radicalmente a la industria algodo­
nera fue la hiladora hidráulica patentada por R ichard A rkwright en 1769. A
diferencia de la jenny, fue una máquina destinada desde el principio a las
fábricas; en sus inicios, se accionó por energía hidráulica, y en 1785 se la
usó por primera vez con máquinas a vapor.
Las nuevas m áquin as fueron constantem ente m odificadas y m ejoradas.
En 1779, S amuel C rompton patentó una hiladora que era una com binación de
la jen n y y la hiladora de A rkutoght — por su carácter híbrido, recibió el nom ­
bre de "m u lé"— y que podía producir un hilo m ás liso y m ás delgado.

La mecanización dei hilado incrementó la producción en forma notable.


Ello puede medirse con las importaciones de algodón, que entre 1780 y 1800
se multiplicaron por ocho.
La innovación en el tejido fue más tardía. El primer telar mecánico fue
inventado en 1787, pero se difundió muy gradualmente, y recién a partir de
la década de 1820 comenzó a utilizarse en gran escala.
El sistema de fábrica no suplantó rápidamente a la industria doméstica,
con la cual convivió por mucho tiempo. En el tejido, el aumento de la pro­
ducción provenía, sobre todo, del trabajo a domicilio. Los trabajadores pre­
ferían este sistema a la fábrica, y los empresarios eran reacios a incremen­
tar su inversión en capital fijo. La mecanización de la industria algodonera
concluyó recién hacia 1850.
Una de las características del sector textil es que se trataba de una
industria trabajo intensiva, que no requería altas inversiones de capital. Ello
facilitó el proceso de innovación, en la medida en que los empresarios pu­
dieron disponer de capitales suficientes, provenientes de su actividad en la
industria a domicilio o de las utilidades obtenidas en las fábricas. •
110 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

5,2,2,3,2. L a in d u s tria m e ta lú r g ic a

En los primeros tiempos de ia Revolución Industrial, el sector metalúr­


gico tuvo un crecimiento mucho menor que el del algodón, aunque debido
a su importancia posterior se le ha atribuido un papel más significativo que
el que merece. De todos modos, su peso fue decisivo porque la creciente
oferta de metal barato facilitó la m ecanización de las otras industrias, la
difusión de la máquina a vapor y la transformación de los medios de trans­
porte.
Desde principios del siglo XVIII fueron introduciéndose importantes in­
novaciones tecnológicas en la metalurgia del hierro, que permitieron obte­
ner un producto más resistente y más barato.
La industria del hierro se divide naturalmente en dos ramas principales:
una comprende la extracción y el tratamiento del mineral; la otra, el traba­
jo del metal en todas sus formas.
Los productos que se obtienen del tratamiento del mineral son el hierro
fundido, el hierro forjado y el acero, que se diferencian entre sí por la pro­
porción de carbono que contienen y por su dureza. El hierro fundido es el
que posee más carbono y menos resistencia, y el acero, el que tiene menos
carbono y más resistencia.
Tradicionalmente, para la fundición del hierro se usaban ía madera y el
carbón vegetal, hasta que en 1607 A b r a h a m D a r b y , un maestro de forjas bri­
tánico, comenzó a utilizar con éxito un nuevo combustible, el coque (térmi­
no que proviene de la palabra inglesa “ coíce” ). Se trata de un derivado del
carbón de piedra o hulla, que se obtiene por un proceso de destilación que
da como resultado un producto de mayor pureza.
La utilización del coque fue fundamental para el desarrollo de la indus­
tria metalúrgica por diversas razones. En primer lugar, porque la disponibi­
lidad de hulla era mucho mayor que la de madera, que estaba empezando a
convertirse en un recurso escaso y cada vez más caro.
En segundo término, el coque genera una cantidad de energía superior
a la del carbón de leña, lo cual facilita el proceso de fusión del mineral. Por
último, !a difusión del uso del coque exigió y estimuló el uso de hornos de
fundición cada vez mayores, lo cual redundó en economías de escala que
permitieron abaratar ios costos.
Otras dos innovaciones clave en la metalurgia del hierro fueron el pude-
lado y el laminado, y ambas tuvieron lugar en la última década del siglo XVílI.
El metal obtenido por la fundición (el hierro fundido) debía ser sometido a
una serie de procesos que eliminaran las impurezas, para convertirlo en un
producto moideable y resistente [el hierro forjado). En los sistemas de pro­
ducción tradicionales se lo golpeaba con martillos, manuales o hidráulicos.
En 1784, Henuv C ort patentó un nuevo sistema, llamado pudelado, que per­
mitió eliminar las impurezas de carbono mediante el uso de un tipo especial
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 111

de horno, el horno de reverbero. El mismo C ort inventó para esa época ei


proceso de laminado del metal, con el que se terminaba de purificar el me­
tal por martilleo y se lo im Meaba utilizando cilindros. El laminado permi­
tió producir de manera más rápida y en grandes cantidades, e hizo posible
obtener una serie de fox-mas estandarizadas —vigas, barras, xieles— que fue­
ron la base de la industria, la construcción y el transporte.
De acuerdo con los cálculos de B a i r o c h ( tG), la producción de hierro en
Inglaterra pasó de 25.000 toneladas en 1760 a 580.000 toneladas en 1825,
y a 2.250.000 toneladas en 1850: en menos de cien años se multiplicó por
100. En 1760, Inglaterra producía poco más de un tercio del hierro que con­
sumía, e importaba los casi dos tercios restantes. Un siglo más tarde, expor­
taba una tercera parte de su producción.
Debido al abaratamiento del precio hierro, su consumo se incrementó en
proporciones que no tenían precedentes. Parte de la producción se destinó
a la fabricación de instrumentos agrícolas, cuya demanda era creciente como
consecuencia de la modernización de la agricultura. El hierro sirvió tambiéii
de base para la fabricación de la maquinaria industrial; en primer término,
ias máquinas a vapor, y luego, la maquinaria textil, a medida que ésta se fue
perfeccionando (las primeras máquinas textiles tenían una alta proporción
de madera).
Desde las décadas iniciales deí siglo XIX se fue ampliando el uso del
hierro en la construcción —por ejemplo, de puentes— y fue esencial para el
desarrollo de los nuevos sistemas de transporte, en primer lugar, los ferro­
carriles.

5,2,2,4. Las nuevas fuentes de energía

Como decíamos en el cap. 4, la Revolución Industrial se basó en el uso


de dos fuentes de energía: la energía hidráulica y la del vapor. En ambos ca­
sos se trataba de energía inanimada, que reemplazó a la del hombre y a la
de ios animales, y que permitió multiplicar la productividad de la industria.
La energía hidráulica era un recurso que se había utilizado desde hacía
muchos siglos, ya que los molinos de agua se difundieron en Europa a par­
tir de la Edad Media. Durante mucho tiempo se los empleó sólo para moler
cereales, pero desde el siglo IX comenzaron a ser usados en actividades in­
dustriales, sobre todo en el sector textil y en el metalúrgico. Los producto­
res textiles los usaban especialmente para el abatanado de las telas (un pro­

{1 -3 } B a ír o c íí í 1 9 9 7 ).
112 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

ceso por el cual se las golpeaba para desengrasarlas y darles cuerpo), y los
herreros, para mover los martillos o los fuelles de las forjas (!7j.
Las primeras fábricas que nacieron, a fines del siglo XVIII para la produc­
ción de hilado de algodón (a partir de la utilización de la water fra m e de
A rkwright) usaron la energía hidráulica. Ello explica porqué en inglés la pa­
labra “ m ili" significa a la vez molino y fábrica. Por mucho tiempo la energía
del agua siguió teniendo un rol primordial en la producción manufacturera,
no sólo en Inglaterra, sino en todos los países industrializados.
A lo largo del siglo XIX, el aprovechamiento de 1a energía del agua se
incrementó significativamente gracias a una serie de innovaciones tecnoló­
gicas, de las cuales la más importante fue, como ya señalamos, la turbina
hidráulica, que abrió a su vez el camino para el nacirniento, en el últim o
cuarto del siglo, de la energía hidroeléctrica.
Como afirmamos en el pto. 5,2,2,1, la otra gran fuente de energía de la
Revolución Industrial fue el vapor, que se utilizó tanto para la producción
manufacturera como para los medios de transporte: los ferrocarriles y los
barcos.
Las primeras máquinas a vapor comenzaron a emplearse desde princi­
pios del siglo XVIII en la minería, para bombear el agua de las galerías. La
pionera fue construida por T h o m as N ewcomen en 1712, y a lo largo del siglo
XVIII se difundió tanto en Inglaterra como en el continente.
La máquina de Newcom en fue perfeccionada por Jam es W a t t , un. técnico de
la Universidad de Glasgow que le introdujo una serie de mejoras que permi­
tieron superar gran parte de los problemas técnicos que presentaba y adap­
tarla a nuevos usos. W a t t patentó su propia máquina a vapor en 1769 y se
asoció con un fabricante de herramientas, J o h n B o u lt o n , para producirla
comercialmente.
A diferencia de la máquina de N e w c o m e n , que se utilizaba sólo como
máquina de bombeo, ia de W a t t comenzó a usarse como fuente de energía
para la producción manufacturera. Fue adoptada primero en las hilanderías
de algodón (desde 1785), y más tarde, en otros sectores de la industria. Su
introducción fue paulatina, y aun en ia industria textil su difusión fue len­
ta: en la producción de tejidos recién se impuso después de la década de
1830.
Pero aunque su difusión no haya sido inmediata, la máquina a vapor fue
uno de los inventos que transformó más profundamente a la industria. En
primer lugar, porque permitió que ésta pudiera desarrollarse en forma cre­
ciente en las ciudades, liberándola de la dependencia con respecto a los
cursos de agua: las modernas ciudades industriales fueron hijas del vapor.

(1 7 ) W h it e (19 79).
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 113

Además, a diferencia de la energía hidráulica, la del vapor no está sujeta a


variaciones estacionales (por ejemplo, la congelación del agua) o climáticas
(como el descenso del nivel de los ríos).
En segundo lugar, porque al utilizar como combustible el carbón mine­
ral hacía uso de un recurso abundante y barato, y ofrecía la posibilidad de
librarse de las fuentes orgánicas de materias primas, que comenzaban a ser
escasas, como en el caso de la madera.
Eí uso más intensivo de la energía hidráulica y, sobre todo, eí uso del
vapoi proporcionaron enormes incrementos en la productividad. Las máqui­
nas pudieron funcionar más rápido y por más tiempo, multiplicándose mu­
chas veces la cantidad de trabajo realizada por cada trabajador.

&,2,2,4,1. E l c a rb ó n

Como vimos en el pto. 5,2,2,3,2, el c?rbón tuvo una importancia decisi­


va en la Revolución Industrial ingíesa. ya que se lo utilizó como combusti-
bie en las máquinas a vapor y como fuente de calor y de transformaciones
químicas en la industria del hierro. La dotación de recursos naturales cum­
plió un papel decisivo en los primeros tiempos de la Revolución Industrial,
ya que Gran Bretaña contaba con abundantes yacimientos de carbón y de
hierro que le otorgaron fuertes ventajas comparativas.
Aunque en el largo plazo se trataba de un bien no renovable, los yaci­
mientos de carbón mineral eran tan vastos que la demanda resultó peque­
ña en comparación con las reservas disponibles. Es paradójico que la utili­
zación de un recurso no renovable — el carbón de piedra— permitiera a la
industria liberarse de los lím ites de un recurso renovable —la madera— ,
pero, por cierto, renovable a un ritmo muy lento.
Como ya señalamos, W r í g l b y presenta como característica distintiva de
la Revolución Industrial el paso de una economía orgánica avanzada a una
economía basada en la utilización de energía de origen mineral, y había de
una “ revolución energética” en la industria manufacturera. Considera que en
la Revolución Industrial inglesa hubo una cuota de azar, proporcionada por
la riqueza mineral con la que contaba el territorio británico.
El impacto del uso del carbón fue muy amplio. Al ser un producto con
costos de transporte elevados, generó una fuerte presión para el mejoramien­
to de las comunicaciones. En Inglaterra, la demanda de carbón estuvo en la
base de la extensión de la red de canales desde la década de 1760, en la que
fue el principa] producto transportado. El canal que unió ia ciudad industrial
de Manchester con el puerto de Liverpool, inaugurado en 1776, es conside­
rado un símbolo de la Revolución Industrial.
Más adelante, ei carbón cumplió un papel decisivo en el desarrollo de un
nuevo y revolucionario medio de transporte: el ferrocarril (un tema que ana­
114 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

lizaremos en detalle en los capítulos siguientes). En las minas, que se ex­


plotaban a una profundidad cada vez mayor, el carbón se llevaba a rastras de
las galerías al pozo principal, desde donde se subía a la superficie. Este tra­
bajo era realizado por mujeres y niños, a menudo las esposas e hijos de los
mineros. En la década de 1760, en algunas minas comenzaron a usarse
ponies, que tiraban de vagones que circulaban sobre vías. Ya desde el siglo
XVII se utilizaban vías en las grandes cuencas carboníferas para comunicar
las minas con los muelles de los ríos o las costas, hacia los cuales se des­
plazaban los carros llenos de carbón, que eran luego transportados de nuevo
hacia las minas por caballos. Los primeros ferrocarriles fueron construidos
desde principios del siglo XIX justamente para transportar el carbón, y gra­
cias a las mejoras que se introdujeron en ellos fue posible a partir de 1830
inaugurar las primeras líneas ferroviarias para transporte de cargas y de
pasajeros.

5,2,2,5. Empresas y empresarios

Además de las innovaciones tecnológicas, el proceso de industrializa­


ción requería empresarios dispuestos a adoptarlas y a introducir nuevas
formas de organización del trabajo. En este campo, la Revolución Industrial
inglesa contó con un sector empresarial dispuesto a motorizar los cambios
y a correr los riesgos que ellos comportaban (aunque algunos autores sos­
tienen que dichos riesgos no eran tan altos como suele suponerse).
Como la mayor parte de los temas vinculados a la Revolución Industrial,
el de la acción empresarial también ha sido profusamente discutido* Algu­
nos historiadores ofrecen una visión “ heroica” de los empresarios ingleses
de la primera Revolución Industrial; otros, en cambio, disienten en ello y les
otorgan un papel menos relevante (1S).
Sin entrar en la polémica, puede ser útil tratar otros problemas. En pri­
mer lugar, debemos distinguir entre la función empresarial propiamente
dicha y la función gerencial.
El término “empresario” se utiliza preferentemente para designar a aque­
llos individuos o grupos que dentro de la empresa desempeñan funciones
estratégicas, mientras que los gerentes o managers ejecutan las ideas pro­
puestas por los empresarios (iSj. Esta distinción es válida, sobre todo, para
la gran empresa moderna, en la que las funciones están netamente diferen­
ciadas, pero es de gran utilidad aun para el caso de los primeros tiempos de

(1 8 ) P avis'E [1 9 8 6 ).

(1 S ) P e n k Osp: (1 9 5 9 ).
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 115

ia industrialización, en la medida en que permite reflexionar sobre dos cam­


pos de problemas diversos.
Aunque durante décadas ambas funciones hayan estado en manos de las
mismas personas, no por ello dejaban de ser diferentes. Por una parte, de­
bían enfrentarse problemas de orden estratégico, como el de adoptar un
nuevo método de producción o de organización, fabricar un nuevo tipo de
bien o penetrar un nuevo mercado. Por otra, se presentaban problemas con­
cretos de management, de gestión cotidiana de la empresa, que en muchos
casos eran completamente nuevos. Con la Revolución Industrial nació tam­
bién el management moderno, fundamentalmente, a partir de la difusión del
sistema de fábrica y de la ampliación de la dimensión de las empresas (20).
Como decíamos, existen posiciones encontradas acerca de los rasgos del
empresariado inglés de la Revolución Industrial, sobre todo, a partir de la
idea de hasta dónde es posible generalizar en un tema tan poco concreto
como el deí espíritu de empresa. Existen abundantes ejemplos de empresa­
rios innovadores exitosos, pero a ellos se los conoce más que a los que no
lo fueron, porque sus empresas sobrevivieron por mucho más tiempo.
Más allá de que el componente empresarial haya sido o no una clave del
éxito inglés, es cierto que sin empresarios dispuestos a introducir innova­
ciones, el cambio no hubiera sido posible. La pregunta sigue siendo si lo
hicieron porque eran personalidades fuera de serie o porque las condiciones
ambientales eran sumamente favorables, y dicha cuestión no tiene una sola
respuesta.
Entre los factores favorables se destaca, sin duda, el bajo costo de las
inversiones en los primeros tiempos de la Revolución Industrial. Ello se
debía a que las máquinas eran, en general, sencillas y poco costosas, a que
se podían utilizar edificios ya existentes para instalar las fábricas y, también,
a que la mano de obra era barata, y las condiciones de contratación, muy
flexibles. Al mismo tiempo, los beneficios eran muy elevados, y permitieron
que la autofinanciacíón fuera una práctica muy extendida. Más difícil que
reunir el capital necesario era probablemente lograr el reclutamiento, la
organización y el control de los trabajadores.
Con la expansión del sistema de fábrica fue surgiendo un nuevo tipo de
empresario, el capitalista industriaL En términos generales, la mayoría de
los nuevos empresarios provenía de los sectores mercantiles, incluyendo en
éstos a los i'comercíantes-empresaríos” de ia industria a domicilio.
A medida que ¡a industria fue transformándose en la actividad dominante
de la economía británica, la burguesía industrial pasó a ocupar un lugar
destacado en la sociedad, junto a ia burguesía comercial y financiera. Su

(2 0 ) P o ll a r d ( Í S 6 5 ) .
116 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

poder radicaba esencialmente en su riqueza, a diferencia de la aristocracia,


definida por el nacim iento y los privilegios.
En las primeras etapas del proceso de industrialización, el modelo de
organización era la empresa personal, en la que el propietario del capital
ejercía tanto las funciones empresariales como las gerenciales. Las empre­
sas eran mayoritariamente individuales o compuestas por un número redu­
cido de socios, que se dividían las tareas.
Aunque existían algunas empresas de grandes dim ensiones — sobre
todo, en la minería y la metalurgia— , ia mayor parte de las firmas era de
tamaño reducido, y no había requisitos de escala, fundamentalmente, en el
sector textil, que fue el sector de punta durante décadas. En general, lo que
diferenciaba a las grandes empresas de las pequeñas y medianas no era el
tipo de máquinas que usaban, sino la cantidad, y una gran empresa era una
yuxtaposición de empresas pequeñas (2l).

5,2,2,6. Las regiones y la industrialización

Como hemos remarcado más de una vez, la Revolución Industrial britá­


nica no fue un proceso unitario eininterrumpido, y afectó en forma desigual
a las diversas ramas de la industria y a las distintas regiones. Los sectores
industriales evolucionaron a ritmos diversos, y sólo algunas áreas geográ­
ficas sufrieron el impacto de ios cambios.
Ya en la etapa previa a la Revolución Industrial, la actividad manufactu­
rera había estado concentrada en algunas regiones, principalmente en fun­
ción de la localización de los recursos naturales. Las industrias se ubicaban
con preferencia cerca de los yacimientos de carbón o de minerales, o bien,
junto a los cursos de agua, ya qxie ésta se utilizaba como fuente de energía,
como medio de transporte o como insumo en los procesos productivos.
Además de los recursos naturales, otro factor de localización era la ofer­
ta de mano de obra, sobre todo de trabajadores calificados. Algunas regio­
nes se fueron especializando en la producción de determinados bienes de
acuerdo con la presencia de trabajadores de oficio, como los fabricantes de
clavos de las Midlands o ios trabajadores del metal de Sheffield.
Una vez comenzada la Revolución Industrial, la diferenciación regional
se mantuvo, aunque no necesariamente en las mismas áreas. Ello explica en
gran medida por qué el cambio fue tan significativo, a pesar de que las cifras
a nivel nacional indiquen un crecimiento lento.
La industria textil del algodón, que fue el sector más dinámico en las
primeras décadas, estaba concentrada en el condado de Lancashire.

(2 1 ) B a ir o c h ( 1 9 9 7 ).
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 117

Aún a mediados del siglo XIX el impacto del nuevo industrialismo era
limitado. S id n e y P o l l a r d propone la imagen de un mar de sectores preindus-
triales masivos, que formaban un océano en torno a las pequeñas islas de
industrialización. Sólo en algunas ramas de la industria textil había una
mayoría de trabajadores empleados en fábricas, en otros sectores eran sólo
una minoría, y en otros su presencia era excepcional. En la construcción, en
la producción de muchos bienes de consumo o en buena parte de las minas
y canteras, todavía no había tenido lugar una “revolución industriar’.

5,2,3. LAS CONSECUENCIAS SOCIALES


DE LA INDUSTRIALIZACION

La industrialización fue modificando profundamente a la sociedad britá­


nica. Fue un proceso largo y complejo, cuyos efectos se hicieron visibles,
sobre todo, a partir de mediados del siglo XIX, y que se debió no sólo a la
difusión de la industria, sino también a las transformaciones que tuvieron
lugar en la agricultura.
Entre 1751 y 1851, la población de Inglaterra y Gales pasó de 6,5 m illo­
nes de habitantes a casi 18 millones. Ello fue consecuencia principalmen­
te del incremento de la fertilidad, vinculada, a su vez, a las nuevas condicio­
nes económicas. Dos factores que influyeron significativamente en el incre­
mento de la población fueron el crecim iento de la economía y las nuevas
posibilidades de empleo, tanto en el campo como en la ciudad, que favore­
cieron el matrimonio temprano y el aumento de la natalidad.
Las consecuencias de la industrialización no fueron uniformes en todos
los sectores de la sociedad. Si bien la economía creció a un ritmo sosteni­
do, la nueva riqueza se repartió en forma muy desigual, sobre todo, en los
primeros tiempos de la industrialización. Aunque sobre estos temas se ha
generado una larga polémica, como veremos más adelante, hay razones su­
ficientes para afirmar que la renta real per cápita, en el mejor de los casos,
se encontraba estancada entre 1770 y 1820 más que en cualquier otro perío­
do desde las primeras décadas del siglo XVII, y que los salarios reales me­
joraron —sí es que efectivamente lo hicieron— recién a partir de 1820 (22).
Debemos aclarar que en ia medida en que se impone una visión más
gradualista de la Revolución Industrial, la ruptura con las viejas formas de
organización deí trabajo y, en general, con'las formas de vida tradicionales
es percibida como menos violenta y menos costosa para los protagonistas.
Desde este punto de vista, el carácter de largo plazo del crecimiento de la

(22 ) W r í g u -t (1992}.
118 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

industria de fábrica debió permitir un cierto ajuste frente a los cambios y la


p o s i b i l i d a d de elaborar algún tipo de respuesta a las nuevas condiciones (2:i).

Hecha esta adaiación, es evidente que la industrialización fue introdu­


ciendo profundas modificaciones en las condiciones de trabajo. En primer
lugar, el sistema de fábrica conllevó, como vimos en el cap. 3, un nuevo tipo
de disciplina y largas jornadas de labor con bajos salarios y gran inestabi­
lidad. Como vecemos en las páginas que siguen, im p licó también cambios
muy grandes en el trabajo femenino e infantil, todo ello con altísimos cos­
tos sociales. Al mismo tiempo, el debilitamiento de los antiguos mecanismos
de protección social redundó en un empeoramiento de las condiciones de
vida de los sectores más vulnerables.
Con el desarrollo urbano y la expansión de los servicios privados y pú­
blicos fue creciendo también la clase media urbana, otro de los sectores
característicos de los nuevos tiempos.
La expresión “clases medias” engloba a diversos grupos sociales, y en
Inglaterra suele usarse como sinónimo de burguesía (24). Junto a los propie­
tarios de empresas y a los profesionales fue creciendo el número de emplea­
dos, que se diferencian de los obreros industriales porque no desempeñan
trabajos manuales. Son los trabajadores “ de cuello blanco", por oposición
a los trabajadores “ de cuello azul” . Su número no era muy elevado en los
primeros tiempos de la Revolución Industrial, pero para fines del siglo XIX
habían adquirido un peso significativo.

5,2,3,1- La urbanización

La difusión del uso de la energía del vapor hizo posible la localización


de las actividades industriales en las ciudades y la creciente concentración
de la población en los centros urbanos. Este proceso tuvo lugar a lo largo del
siglo XIX, pero en forma más acentuada en la segunda mitad. Entre 1800 y
1850. ia producción de energía generada por máquinas a vapor creció 10
veces, mientras que entre 1850 y 1907 se multiplicó por 25. A mediados del
siglo XIX, menos del 12 % de los trabajadores estaba empleado en fábricas,
y todavía en 1871 el tamaño promedio de los establecimientos industriales
era de menos de 20 personas empleadas. Las actividades artesanales y los
trabajos no mecanizados eran los más numerosos. En 1851 había más za­

(2 3 ] S tkuv NSO* Í1993).

(2 4) H o &shawm U 9 8 9 j.
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 119

pateros que mineros, y en la minería el uso de la energía mecánica se com­


binaba con el trabajo manual (25).
La proporción de población empleada en la agricultura fue descendien­
do desde principios del siglo XIX, pasando del 35,9 % en 1800 al 21,7 % en
1851 y a aproximadamente el 8 % en 1901. La población rural excedente
emigró hacia las ciudades o hacia destinos transoceánicos.
A mediados del siglo XVIII, Londres —con 675.000 habitantes— era la
única ciudad inglesa con una población que superaba los 50.000. En 1851
había 29 ciudades con más de 50.000 habitantes, 9 de las cuales teníar* más
de 100.000. En el censo que se realizó en dicho año en Gran Bretaña, ia
población urbana superó a la rural. A fines del siglo XIX. casi el 80 % de la
población británica vivía en áreas urbanas.

5,2,3,1,1. L a s n u ev a s c iu d a d es in d u s tr ia le s

En general, las ciudades que más crecieron fueron aquellas en las que
se llevaban a cabo actividades industriales. Entre 1770 y 1830, Manchester,
centro de producción textil, pasó de 27.000 habitantes a 180.000. Al mismo
ritmo se incrementó la población de los centros de la industria metalúrgi­
ca, como Birmingham, Sheffíeld y Leeds. La industria y la minería eran tam­
bién la actividad principal de una multitud de ciudades menores, que tenían
entre 3.000 y 5.000 habitantes.
C h a r les D íc k e n s , en su novela Tiempos difíciles, ofrece un retrato fuerte­
mente negativo de las nuevas ciudades industriales textiles del norte de
Inglaterra. Coketown, el lugar donde transcurre la acción, “ era una ciudad
de ladrillo rojo, es decir, de ladrillo que habría sido rojo si el humo y la ce­
niza se lo hubiesen consentido, [...j Era una ciudad de máquinas y de altas
chimeneas, por las que salían interminables serpientes de humo que no
acababan nunca de desenroscarse. [...] Pasab.an por la ciudad un negro ca­
nal y un rio de aguas teñidas de púrpura maloliente; tenía también grandes
bloques de edificios llenos de ventanas, y en cuyo interior resonaba todo el
día un continuo traqueteo y temblor, y en el que el émbolo de la máquina de
vapor subía y bajaba con monotonía, lo mismo que la cabeza de un elefan­
te enloquecido de melancolía" (a0).
La industria modificó el paisaje urbano,, a medida que ias fábricas gana­
ban terreno. En general, las nuevas ciudades industriales se caracterizaron
por el deterioro de la calidad de vida y del medio ambiente urbano. El hecho

( 2 5 ) S t e v e n s o .n ( 1 9 9 3 )

( 2 6 ) D ic k e n s ( 1 9 8 2 ) .
120 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de que crecieran rápidamente, sin una infraestructura adecuada, creó con­


diciones de /ida muy precarias para los trabajadores, con fuertes déficit en
lo relativo a la vivienda y a la sanidad.
En otros centros urbanos, en cambio, la industria se desarrolló en for­
ma más gradual, sin que los costos sociales fueran tan elevados: '‘Ver la
urbanización industrial sólo en términos de Coketown es no sólo simplis­
ta, sino también erróneo” i27).
En un caso o en el otro, el crecim iento urbano im plicó en increm ento de
la escala de las ciudades y una mayor densidad de población, y fue transfor­
mando las relaciones sociales, que se hicieron más complejas y más anóni­
mas.

5,2,3,2. La formación de la clase obrera

Junto con las fábricas nació un nuevo tipo de trabajador, el obrero in­
dustrial, cuyas condiciones de trabajo se diferenciaron marcadamente de las
de los oficios manuales tradicionales.
El moderno obrero industrial recibe también el nombre de proletario. En
la antigua Roma, esta palabra designaba a los no propietarios, a los que sólo
tenían a su familia o prole. El proletariado industrial se caracteriza por no
ser propietario de los medios de producción —las fábricas y ias máquinas,
que pertenecen a los capitalistas— y por vender su fuerza de trabajo en el
mercado, a cambio de un salario. Desarrolla su actividad en las fábricas,
trabajando con máquinas y sometido a una estricta disciplina.
Así como la difusión del sistema de fábrica fue gradual, también lo fue
la formación de la nueva clase obrera. A principios de la década de 1830, ios
tejedores manuales de algodón eran todavía más numerosos que todos los
hombres y mujeres empleados en el hilado y el tejido de todas las fábricas
algodoneras, laneras y sederas.
Todavía en 1830 el obrero industrial característico no trabajaba en una
fábrica, sino (como artesano o trabajador manual) en un pequeño taller o en
su propia casa, o (como peón) en empleos más o menos eventuales p*).
b e todos modos, durante la primera mitad del siglo XíX los empleos tra­
dicionales estuvieron permanentemente amenazados por la innovación tec­
nológica y la competencia del trabajo no calificado. Ello generó la radicali-
zación política de artesanos y trabajadores a domicilio, así como movimien-

(2 7 ) H oh enbero. y L ees (1 9 9 5 ).

(2 8 ) T ho m pso n (1 9 8 9 ).
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 121

tos de resistencia contra las nuevas formas de producción, que incluyeron


la destrucción de máquinas, fenómeno que alcanzó su mayor virulencia.a
comienzos de la década de 1810.
Más allá de la supervivencia de los oficios tradicionales, la extensión del
sistema de trabajo de fábrica constituye uno de los rasgos más destacados
de la Revolución Industrial. En el cap. 3 hemos descripto las características
de dicho sistema. Nos detendremos aquí en algunos temas específicos.

5,2,3,2,1. Las nuevas condiciones de trabajo

Como ya hemos visto, el sistema de fábrica implicó una nueva forma de


organización del trabajo, caracterizada por la concentración de gran núme­
ro de trabajadores en un mismo espacio para cumplir sus tareas bajo vigi­
lancia y según una estricta disciplina. En palabras de L andes , “la fábrica era
un nuevo tipo de prisión, y el reloj, un nuevo tipo de carcelero” (20).
Los trabajadores habituados a otras formas de trabajo, con horarios irre­
gulares y sin supervisión directa, debieron adaptarse a las nuevas condicio­
nes. La resistencia de los obreros a aceptar la nueva disciplina explica que
las normas establecidas por los patrones de las fábricas fueran tan estric­
tas, y que se castigaran severamente el ausentismo, la falta de puntualidad
y cualquier distracción durante el tiempo de trabajo.
El uso de maquinarias fue modificando también el grado de calificación
requerido a los obreros para realizar su trabajo. Ello varió según las ramas
de la industria, pero en general tendió a crecer el número de trabajadores no
calificados en relación con los calificados, y el trabajo de oficio fue perdien­
do terreno. Al mismo tiempo, surgieron nuevos trabajadores calificados, los
mecánicos, encargados de la reparación y el mantenimiento de las máquinas.
El sistema de fábrica también modificó las condiciones de trabajo de los
obreros que seguían realizando oficios manuales.
El historiador británico E. P. T hompson ofrece una descripción pormeno­
rizada de la situación de los tejedores ingleses a lo largo de la Revolución
Industrial. En el siglo XVIIl, el oficio era desempeñado por artesanos que
trabajaban en sus talleres o por trabajadores a domicilio de tiempo parcial.
Entre 1780 y 1830, su situación se degradó en gran medida, convirtiéndose
en su mayoría en proletarios a domicilio que tejían para agentes de las fá­
bricas o para algún intermediario. Los artesanos y oficiales tejedores se
transformaron en “tejedores manuales", expuestos a permanentes reduccio­
nes salariales.

(2 9 ) L an d e s (1 9 7 9 ).
122 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En una primera etapa, hasta la década de 1820, el problema no fue la


competencia con el telar mecánico, sino la reducción de los salarios. T homp­
son remarca que el bajo precio y la abundancia de la mano de obra retrasa­
ron la mecanización, pero al costo del empobrecimiento y la explotación de
los tejedores manuales (30).

5,2,3,3. El trabajo de las mujeres y los niños

Con el sistema de fábrica se incrementó el trabajo de las mujeres y los


niños, para quienes se reservaban las tareas menos calificadas y que reci­
bían una paga menor que la de los hombres adultos, con respecto a los cua­
les eran además más disciplinados.
El trabajo femenino e infantil no era una novedad, ya que en la sociedad
preindustrial también trabajaba todo el grupo familiar, pero lo que cambió
radicalmente con la industrialización fueron las condiciones laborales.
Con la difusión de la industria doméstica en el siglo XVIII se había ex­
tendido el empleo de mujeres y niños, y sus ingresos eran generalmente
imprescindibles para la subsistencia de la familia. AI estudiar estos temas
es preciso no idealizar la situación precedente a la Revolución Industrial, en
la que las condiciones de trabajo y de vida eran también muy duras para los
sectores populares. Pero ello no parece ser un argumento suficiente para
negar los costos sociales que tuvieron las primeras décadas de la industria­
lización.
La actividad más característica de las mujeres era el hilado, y podían
utilizar la rueca mientras desempeñaban otras tareas, como vigilar los reba­
ños o cuidar a los niños. En los com ienzos de la mecanización, cuando
empezó a utilizarse la jen ny en las fábricas, ésta se veía como una amena-
za para los oficios femeninos de base familiar. En la práctica, las consecuen­
cias de la mecanización fueron otras. Las mujeres pasaron a trabajar en
otras industrias rurales o en los nuevos oficios urbanos que florecieron
desde la década de 1830.
La división sexual del trabajo había estado relacionada, desde sus oríge­
nes, con tas diferencias de fuerza y de destreza entre hombres y mujeres, lo
que implicaba que ciertas tareas sólo podían ser desempeñadas por los hom­
bres. Al mismo tiempo, los oficios específicamente femeninos, que requerían
una habilidad característica en las manos, como el hilado u otras tareas,
eran considerados por ios hombres como inferiores a los oficios masculinos,
y ésta es una razón por ia cual las mujeres recibían una paga menor por su

(3 0 ) T ü o w s o n ¡ ' 9 8 3 i
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 123

trabajo. Aun las mujeres que realizaban trabajos calificados eran infravalo­
radas: en los talleres de W e d g w o o d en Londres, una pintora de flores gana­
ba dos tercios de lo que percibía un hombre que hiciera la misma tarea (31).
Cuando comenzaron a utilizarse máquinas accionadas por energía inani­
mada, la situación se modificó parcialmente. Las mujeres pudieron desem­
peñar tareas antes reservadas a los hombres, pero como el trabajo fem eni­
no se consideraba inferior, siguieron percibiendo salarios menores. En la
primera mitad del siglo XIX, la mayor parte de las mujeres trabajaba en la
industria textil y la del vestido, que eran las principales ocupaciones junto
con el servicio doméstico. En la industria del hierro y en la minería las
mujeres trabajaban muy poco, salvo en la fabricación de clavos, o seleccio­
nando y clasificando los minerales en la superficie de las minas. En gene­
ral, estaban excluidas de los oficios artesanales y de las organizaciones de
trabajadores masculinos calificados (3a).
El trabajo de las mujeres en las fábricas tuvo un fuerte impacto sobre la
vida familiar. A diferencia de las otras formas de actividad industrial, im pli­
caba la ausencia del hogar por larguísimas horas y ia imposibilidad de cui­
dar de los hijos durante ese tiempo. Desde comienzos del siglo XIX se incre­
mentó el número de hogares en los que junto a un matrimonio y sus hijos
vivía alguna persona anciana •—en general, la madre de uno de los cónyu­
ges— que se ocupaba de las tareas domésticas y del cuidado de los niños
mientras la mujer trabajaba en la fábrica (33). De todos modos, era más ha­
bitual el trabajo fabril de las mujeres solteras que el de las casadas.
Al igual que en el caso de las mujeres, en la época preindustriaí los ni­
ños trabajaban, pero lo hacían en general dentro de la unidad doméstica,
ayudando a los adultos en las tareas agrícolas e industriales, o bien, en el
seno de otro grupo familiar en el cual realizaban el aprendizaje de un oficio.
Sus condiciones no eran las mejores, y había muchos casos de abuso y ex­
plotación, pero en comparación con los primeros tiempos de la industriali­
zación, la brecha es enorme.
Con la Revolución Industrial, los niños comenzaron a trabajar masiva­
mente en las fábricas. Eran más dóciles que los adultos, recibían-una paga
mucho menor e incluso eran más adecuados para algunas tareas que reque­
rían manos pequeñas o baja estatura, por ejemplo, el manejo de las máqui­
nas de hilar o ciertos trabajos en las minas.
El trabajo infantil constituye, sin. duda, el aspecto más negro de la Re*
voiución Industrial. Una enorme cantidad de testim onios — entre ellos, los

(3 1 ) B ero (1 9 8 7 ).

(3 2 ) R u l £ (1 9 9 0 ).

(3 3 ) A n d e r s o n (1 9 7 7 ).
124 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

inform es gubernamentales— confirma que las condiciones solían ser inhu­


manas.
En primer lugar, se redujo la edad mínima del ingreso en el mercado de
trabajo y se disminuyó la importancia deí aprendizaje, que era el período de
; transición por excelencia. En la industria algodonera, los niños comenzaban
a trabajar desde muy pequeños, a partir de los 6 u 8 años.
El horario de trabajo era el mismo que el de los adultos, entre 14 y 16
horas por día. Los salarios eran irrisorios: en las hilanderías de Lancashi-
re, la remuneración de los niños de menos de 11 años era 6 veces menor que
la de un adulto no calificado, y con lo obtenido por un niño en una jornada
de trabajo se podía comprar menos de un kilo de pan C3*). La disciplina era
muy dura, recurriéndose en muchos casos a los castigos corporales. Además
de todo ello, las condiciones insalubres del trabajo en las fábricas tenían
efectos muy negativos sobre la salud y el desarrollo infantiles.
Aunque ya en 1802 el Parlamento aprobó una ley para proteger a los
niños que trabajaban como aprendices en las fábricas, recién a partir de la
década de 18.30 el Estado comenzó a penalizar en forma efectiva los abusos
cometidos por los propietarios de las fábricas y a poner en vigencia nuevas
reglamentaciones, dirigidas a regular ei trabajo infantil. Al avanzar el siglo
XIX, la situación fue mejorando paulatinamente, aunque pasaron muchas
décadas hasta que se prohibió el trabajo de los menores en las fábricas.

5,2,3,4. El debate sobre el nivel de vida de los trabajadores

La discusión sobre las consecuencias sociales de la Revolución indus­


trial ha dado lugar a un largo debate acerca del nivel de vida de los trabaja­
dores, debate iniciado en la década de 1920 y todavía no concluido. Las dos
posiciones extremas son la de los “pesimistas" (que enfatizan los aspectos
negativos del proceso de industrialización] y la de los “ optim istas” (que
subrayan, en cambio, las mejoras obtenidas por los trabajadores en sus
condiciones materiales de vida).
Como vimos en el cap. 3, los primeros trabajos publicados sobre la Re­
volución Industrial se centraban en sus consecuencias sociales, y brindaban
una imagen fuertemente critica de ella. Las obras clásicas en este campo son
5a de A rnold T oynfmse (The industrial Revolution. 1884), ia de S ídney y B satricí-;
VVkbb (History o f Trade Unionism, 1894), y 3a de B arbara y J. L. H ammond [The
Skilled Labourer, 1919). Todas ellas veían a la industrialización como un

[ 3 4 ) B a iroch ( 1 9 9 7 ) .
CAP. 5 — LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 125

proceso que había generado un empobrecimiento creciente de la población


y una degradación de grandes grupos de productores, y consideraban que eí
resultado final había sido muy negativo (35).
En 1926, J. H. C lapham publicó su E conom ic History o f Modern Brítain,
en la que discutió la visión pesimista desde una nueva perspectiva. Por una
parte, sostenía que la situación de los trabajadores no había empeorado
durante la Revolución Industrial, pero además decía que las afirmaciones
que se hicieran en este campo debían fundamentarse en datos estadísticos.
En la base de su argumentación utilizaba datos sobre salarios que habían
sido compilados por distintos autores, a partir de los cuales afirmaba que
entre 1790 y 1850 el poder adquisitivo medio de los obreros industriales
había aumentado aproximadamente en un 60 %. En los años cuarenta, T. S-
A shton continuó la línea inaugurada por C lapham . Utilizó nuevos datos esta­
dísticos porque consideraba que los que había usado C lapham no eran con­
fiables. pero coincidió con él en sostener una posición optimista, afirman­
do que en 1830 los miembros de las clases trabajadoras que habían salido
beneficiados con el advenimiento de la industria fabril superaban en número
a los que no habían experimentado mejora alguna (36).
Hasta la década de 1950, las respuestas de los pesimistas se basaron no
en datos estadísticos, sino en apreciaciones sobre la calidad de vida de la
población trabajadora: unos se situaban en el terreno de la cuantificación,
y otros, en el del impacto cualitativo de la industrialización.
En 1957, Ersc H obsbawm fue el primero que fundamentó la posición pesi­
mista con datos cuantitativos, tratando de demostrar que la industrialización
había tenido un impacto negativo también en el nivel material de existencia
de las clases trabajadoras. En un artículo sobre el nivel de vida en Gran
Bretaña entre 1790 y 1850, sostenía que las estadísticas disponibles sobre
salarios no eran adecuadas, y que para establecer cómo había evolucionado
el nivel de vida debían utilizarse otros indicadores, como la mortalidad, la
salud, el desempleo y el consumo. Consideraba que ei aumento de la mor­
talidad entre 1810 y 1840, y los datos disponibles sobre desempleo apunta­
laban la posición pesimista, y que la información sobre consumo arrojaba
bastantes dudas con respecto a la posición optimista. Como conclusión,
afirmaba que para el período comprendido entre 1790 y mediados de la dé­
cada de 1840, los niveles de vida habían descendido, y que para dicha eta­
pa la posición optimista carecía de toda base sólida (y7).

(3 5 ) R ule (1 9 9 0 ).

(3 6 ) T a y l o r (1 9 8 5 ).

(3 7 ) H o ijs b a w m (1 9 7 9 ).
126 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El trabajo de H obsbawm provocó la respuesta de R. M. H artwell , que pu­


blicó en 1961 un artículo titulado “ El aumento del nivel de vida en Inglate­
rra, 1880-1850". Asumiendo la posición optimista, la fundamentaba con una
nueva argumentación. H artwell decía que dado que en ese período había
aumentado la renta inedia per cápíta, que no hubo en la distribución una
tendencia en contra de los trabajadores, que desde 1815 bajaron los precios
pero se mantuvieron constantes los salarios nominales, que se incrementó
el consumo per cápita de alimentos y otros bienes, y que el Estado intervi­
no crecientemente para proteger o elevar los niveles de vida, “hay que con­
cluir que en los años que van de 1800 a 1850 se produjo un aumento en los
salarios reales de la mayoría de los trabajadores ingleses" (3S).
La polémica adquirió a partir de entonces una gran intensidad. Se habían
puesto en marcha tres líneas básicas de investigación: el nivel de los sala­
rios reales, las pautas de consumo y la distribución de la renta nacional. El
enfrentamiento entre H obsbawm y Hartwell se acentuó, y otros autores inter­
vinieron en la contienda. En la discusión se combinaron la evidencia empí­
rica y las posiciones ideológicas, así como el desacuerdo acerca de cuáles
eran los datos más relevantes a la hora de medir el impacto de la industria­
lización sobre el nivel de vida.
T hompson retomó en los años sesenta la senda de los H ammond. Sostuvo
que los problemas más acuciantes de los primeros tiempos de la industria­
lización no se reflejan necesariamente en una estadística sobre el costo de
vida y tienen que ver, en cambio, con la puesta en juego de valores como las
costumbres tradicionales, la justicia, la independencia, la seguridad o la
economía familiar. Considerando los estudios sobre el consumo, T hompson
insiste en que si bien la renta per cápita aumentó, es enormemente difícil
evaluar cómo estaba distribuida. Destaca también que los cambios en cier­
tos hábitos de consumo —por ejemplo, la disminución del consumo de cer­
veza y el paralelo aumento del consumo de té, o el incremento del consumo
de papas—■eran vividos por los contemporáneos como una degradación.
Para T hompson, “en conjunto, los logros no fueron demasiado brillantes.
Tras cincuenta años de Revolución Industrial, la ciase obrera tenía una par­
ticipación en el producto nacional que, casi con toda seguridad, había des*
cendido en relación con la participación de los propietarios y profesionales.
El trabajador medio siguió estando muy próximo al nivel de subsistencia, en
una época en que estaba rodeado de testimonios evidentes del aumento de
la riqueza nacional. Gran parte de ella era, a todas luces, fruto de su propio
trabajo y pasaba, también con toda transparencia, a manos de sus patronos.
En términos psicológicos, esto se vivía en forma muy parecida a un descenso
de ios niveles” (39).

[3 8 ) H ar t w e ll (1 9 S 5 ).

(3 9 ) T hom pson (1 9 8 3 ).
CAP. 5 - L A REVOLUCION INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA 127

El debate aún continúa, sin que una posición haya triunfado sobre la
otra en forma definitiva. P eter L indert y J epfrey W iluamson , dos historiadores
cuan ti tativistas norteamericanos, han propuesto una nueva periodízación a
partir de sus cálculos sobre los salarios. Afirman que entre 1790 y 1820, los
salarios reales permanecieron estancados, y que para este período sus con­
clusiones están a mitad de camino entre las de los pesimistas y las de los
optimistas. Al mismo tiempo, sostienen que entre 1820 y 1850, los salarios
reales prácticamente se duplicaron, y que ello consistió en un incremento
mucho mayor que lo que cualquiera de los optim istas hubiera supuesto
hasta ahora (40).
Pero las posiciones pesimistas también han encontrado nuevos defen­
sores. Jo£L M okyr ha demostrado mediante un análisis econométrico que las
tendencias en el consumo de ciertos bienes importados como el tabaco, el
azúcar y el té no parecen respaldar la tesis de un aumento de los salarios
reales y que aparentan sugerir mejoras muy limitadas en el nivel de vida de
la mayoría de los obreros hasta mediados del siglo XIX (41).
Por otra parte, diversos autores coinciden en afirmar que hubo fuertes
variaciones regionales, y que también deben considerarse las fluctuaciones
económicas de corto plazo, así como el impacto de las guerras a la hora de
hacer el balance de las consecuencias de la Revolución Industrial en el ni­
vel de vida de los trabajadores.
Los optimistas han enfatizado que, en el largo plazo, la industrialización
permitió un incremento del bienestar para el conjunto de la sociedad: no
sólo una mayor abundancia y variedad de bienes, sino también mejores con­
diciones sanitarias y educativas, y un aumento sostenido de la expectativa
de vida. Desde este punto de vista, no puede negarse que un obrero inglés
del siglo XX vive mejor que un noble del siglo XVII.
Los pesimistas, en cambio, aun reconociendo esta realidad, sostienen
que ella no puede ocultar ni hacernos olvidar los altísimos costos sociales
que se pagaron en los primeros tiempos de la industrialización, costos pa­
gados por personas de carne y hueso durante varias generaciones.

(4 0 ) L indert y W íi.l >a m son (1 9 8 3 ).

(4 1 ) M o k y r (1 9 8 8 ).
*

él
IOS NU€VOS PfilS€S ¡NDUSTftlñl€S:
CUBOFfi OCCID6NTAI V LOS CSTODOS
UNIDOS

Con las primeras décadas del siglo XIX la industria moderna se fue di*
fundiendo desde Gran Bretaña hacía algunos países de Europa continental
— Bélgica, Francia, Alemania— y hacia los Estados Unidos.
En este capítulo nos centraremos en el análisis comparado de los pro­
cesos de industrialización. El objetivo de la exposición es, fundamentalmen­
te, transmitir la complejidad de dichos procesos, y las diferentes combina-
clones de factores que en cada caso contribuyeron a hacer posible la indus­
trialización y a otorgarle rasgos característicos. Ello debería servir para la
reflexión sobre la dinámica del crecimiento económico y del desarrollo in­
dustrial.
A partir de los casos nacionales haremos referencia también a problemas
más generales y a procesos que son comunes a todos ios países. Por razo­
nes de orden cronológico, incluimos en la primera parte aspectos de la re­
volución de los transportes, en particular, el desarrollo del ferrocarril, que
en algunos de los países estudiados fue un factor clave en el proceso de
industrialización.
En todos los casos hemos tratado sólo algunos temas, que consideramos
relevantes, y en función del espacio disponible y de la claridad de la expo­
sición hemos obviado otros. Veremos, en primer término, los casos euro­
peos, y ai final, ei de los Estados Unidos.
130 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

6,1. LA INDUSTRIALIZACION DE EUROPA


CONTINENTAL
6,1,1. LA ECONOMIA EUROPEA EN VISPERAS
DE L A INDUSTRIALIZACION

Como señala S idney P ollard, a comienzos del siglo XIX Europa no era un
continente estancado o inerte, sino un área conformada por muchas econo*
mías diversificadas y contrastantes entre sí, y se encontraba en un proceso
de desarrollo y de cambio del que la Revolución Francesa fue sólo uno de los
ejemplos más significativos (M-
La Europa noroccidental, que fue la primera en industrializarse, era
aquella que más se asemejaba a Gran Bretaña, e incluía a las actuales Ho­
landa, Bélgica, Francia y Alemania. Los territorios que se encontraban ha­
cia el norte, el este y el sur formaban círculos concéntricos cuyo grado de
atraso económ ico era mayor cuanto más se alejaran del centro. Dentro de
cada país existían, además, diversidades regionales.
La agricultura había sufrido a lo largo del siglo XVIÍI una serie de trans­
formaciones que habían acentuado las diferencias entre las distintas regio­
nes. Como vimos en el capítulo precedente, los cambios se iniciaron en los
Países Bajos holandeses ya en el siglo XVI, e implicaron la supresión del
barbecho, la diversificación de los cultivos y la combinación de agricultura
y ganadería. A fines del siglo XVIII, la agricultura holandesa era la más avan­
zada de Europa, y su población campesina se había liberado desde hacía
mucho tiempo de los lazos feudales.
Las áreas con una agricultura más moderna eran — después de Holan­
da— Bélgica, Francia y la zona occidental del territorio alemán. En estas
regiones se habían incorporado las innovaciones y se había difundido la
economía de mercado. En Europa oriental, en cambio, seguían vigentes los
antiguos métodos de producción y las relaciones sociales de carácter feudal.
La producción industrial se llevaba a cabo según los métodos tradicio­
nales: la industria artesanal urbana, la industria rural a domicilio y la ma­
nufactura centralizada. Europa continental contaba con una fuerte tradición
protoindustrial, y a lo largo del siglo XVIU había habido un fuerte desarro­
llo de la industria a domicilio y de las “ pr oto fábricas” -
El desarrollo de las industrias se había visto favorecido por el incremen­
to de la demanda, la expansión del comercio y el avance de la urbanización.

(1 } P o l l a r d (1 3 9 1 ).
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 131

La demanda interior fue la parte más significativa del mercado para los pro­
ductos manufacturados, y se vio estimulada por el incremento de la propen­
sión a consumir, en particular, de las clases medias urbanas.
El intercambio comercial con el mundo extraeuropeo creció rápidamente
a partir del siglo XVII, proveyendo de materias primas y, en mucha menor
medida, de mercados de consumo.
Desde mediados del siglo XVIII, la población de Europa continental co­
menzó a crecer a una tasa mayor que en cualquier período precedente, sin
que ello tuviera necesariamente que ver con transformaciones económicas,
ya que el crecimiento fue común a todas las regiones. Entre 1750 y 1780, la
tasa de incremento demográfico osciló entre un 30 y un 50 %, y respondió
a una multiplicidad de causas, que variaron según las regiones y para cuya
explicación se manejan distintas hipótesis (2).
Entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, Europa continental vivió
un proceso de profundos cambios institucionales, producto de la Revolución
Francesa y de la expansión napoleónica, que fue acompañada por la aplica­
ción de las reformas revolucionarias en los territorios ocupados.
La Revolución Francesa ayudó a la creación de condiciones institucio­
nales favorables a la industrialización. Abolió los últimos residuos del orden
feudal e instituyó un sistema jurídico que garantizó las libertades individua­
les y la propiedad privada. Fueron suprimidas las corporaciones e institui­
da la libertad económica. La nueva legislación fue recopilada en el Código
Civil y el Código de Comercio, que fueron adoptados por la mayor parte de
los Estados europeos.

6,1,2. LOS PROCESOS BE INDUSTRIALIZACION

6,1,2,1. El papel del modelo inglés

Uno de los temas que aparece como central a la hora de estudiar ia in­
dustrialización del continente es el dei impacto del modelo inglés. Inglate­
rra constituyó en gran medida el ejemplo que los nuevos países industria­
les debieron imitar, entre otras cosas porque el proceso de innovación tec­
nológica había otorgado fuertes ventajas a la economía inglesa, cuya indus­
tria era mucho más competitiva que ia de Europa continental.
Inglaterra contaba con ventajas por haber sido la primera nación indus­
trial, y se había visto beneficiada también por el hecho de que durante más
de veinte años el Continente había vivido casi permanentemente en estado

(2 ) PCLLARO (1 9 9 1 ],
132 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de guerra, como consecuencia de la Revolución Francesa y de las campañas


napoleónicas, que finalizaron recién en 1815.
Los nuevos países industriales absorbieron e imitaron, directa o indirec­
tamente, la tecnología que fue usada por primera vez en Inglaterra, pero, al
mismo tiempo, cada proceso de industrialización tuvo rasgos específicos.
Como veremos más adelante, mientras que en Bélgica la adopción de las
innovaciones fue muy rápida, en el caso de Francia la difusión de la nueva
tecnología fue mucho más lenta, y las formas tradicionales de producción
industrial siguieron teniendo un papel muy destacado hasta muy avanzado
el siglo XIX.
La mayor parte de los historiadores coincide hoy en que no existió un
camino único hacia la industrialización, sino una multiplicidad de modelos,
sin que necesariamente uno —el inglés— fuera superior a los otros. En cada
caso, las tradiciones preindustriales, la dotación de recursos, las caracterís­
ticas del mercado, el papel del Estado y muchos otros factores otorgaron una
singularidad al proceso de difusión de la industria moderna.
Hecha esta salvedad, el hecho de que Inglaterra haya tenido su Revolu­
ción Industrial en forma más precoz la convirtió naturalmente en un referen­
te clave, y desde el punto de vista tecnológico la industrialización de Euro­
pa continental en la primera mitad del siglo XIX consistió, en gran medida,
en la difusión de las innovaciones de la Revolución Industrial inglesa.
Las transformaciones que tuvieron lugar en Gran Bretaña cambiaron la
situación de los países continentales, que debieron hacer frente a la compe­
tencia de los productos ingleses, que eran mucho más baratos, tanto en sus
mercados internos como en los mercados de exportación.
A1 mismo tiempo, al contar con un antecedente como el de Inglaterra,
Europa continental pudo aprovechar lo que A lexander Gerschenkron denomi­
naba “ventajas del atraso” , al imitar un ejemplo ya existente, copiando tec­
nología e incorporando recursos humanos y capitales. El proceso de difusión
se continuó después dentro de Europa, y los países de industrialización más
temprana sirvieron de centro de irradiación de las innovaciones hacia las
áreas menos desarrolladas.

6,1,2,2. La transferencia de tecnología

Como señala P ollard , a comienzos del siglo XIX la brecha tecnológica


entre Gran Bretaña y Europa noroccidental no era demasiado grande, y en
varios países ya estaban presentes otros requisitos económicos y sociales
para la industrialización (3).

(3 ) P ollard (19 91).


CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 133

A pesar de ello, la adopción de los nuevos métodos de producción debió


enfrentar diversos obstáculos. En primer lugar, las restricciones impuestas
por el gobierno inglés, que a fines del siglo XVI11 aprobó diversas leyes (abo­
lidas en su totalidad recién en 1843} que prohibían la exportación de maqui­
narias y la emigración de artesanos, con el fin de evitar la difusión de las
innovaciones que otorgaban su superioridad a la industria británica.
De todos modos, estas disposiciones fueron burladas en forma reitera­
da mediante el contrabando de maquinarias, la emigración clandestina y el
espionaje industrial, y mxtchos de los nuevos emprendimientos en los pri­
meros países industríales del continente se llevaron a cabo empleando má­
quinas y recursos humanos ingleses (empresarios, técnicos y trabajadores
especializados).
Sin embargo, la adopción de la nueva tecnología debía superar otras di­
ficultades, en particular, los problemas técnicos que acarreaba la utilización
de la nueva maquinaria, y la falta de personal capacitado y con experiencia
en su manejo. En una primera etapa, la capacitación tuvo lugar de manera
personal, en los puestos de trabajo, pero más tarde fueron creadas escuelas
técnicas en las que se formaron mecánicos e ingenieros.

6,1,2,3* El papel del Estado

Como veremos al tratar los distintos casos nacionales, en la industria­


lización de Europa continental el papel del Estado fue mucho más activo que
en Gran Bretaña. Al analizarlo, debemos tomar en consideración que las
formas de intervención fueron muy variadas y no se limitaron de ningún
modo a ia protección arancelaria.
En primer lugar, los Estados estimularon el crecimiento industrial gra­
cias a su capacidad de reestructurar las instituciones sociales, creando un
ámbito favorable para el desarrollo de la empresa privada. La supresión del
poder de las instituciones feudales, la abolición de aranceles internos y el
mantenimiento de sistemas legales ordenados contribuyeron a dar forma al
ambiente en que se desarrollaron las empresas, incrementando la seguridad
empresarial y coadyuvando a la libre circulación de hombres y recursos.
Otra forma de contribución fue la puesta en marcha de servicios que
permitieron la creación de economías externas que favorecieron ía industria­
lización, como la educación técnica o los servicios de información oficiales.
En tercer lugar, los Estados tomaron medidas más directas para estimu­
lar el desarrollo de la empresa privada, a través de subsidios, tasas a la im­
portación, garantías a las inversiones y concesión de préstamos en condicio­
nes favorables.
134 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Por último, y ello ocurrió en algunos países con los ferrocarriles, el


Estado podía asumir directamente la función de inversor y empresario (4).

f 6,1,2,4. Los bancos y los capitales

Uno de los requisitos de los procesos de industrialización es el de la


disponibilidad de capitales para la inversión. Estos pueden proceder de dis­
tintas fuentes: de las actividades no industriales (como la agricultura o el
comercio), de los beneficios obtenidos en la industria (como la reinversión
de utilidades), o bien, del sistema financiero.
Hasta las primeras décadas del siglo XIX, el crédito bancario en eí con­
tinente europeo era poco adecuado a las necesidades de la industria, ya que
los bancos ofrecían créditos de corto plazo, más propicios para el comercio
o la agricultura que para la inversión en el sector manufacturero, qué requie­
re tiempos más largos.
A medida que avanzó el proceso de industrialización, surgieron nuevas
formas de crédito que respondieron a los crecientes requerimientos de ca­
pitales, no sólo para la industria, sino también para financiar la construcción
de los ferrocarriles.
Una de las novedades más importantes del siglo XIX fue el nacimiento
de los bancos especializados en la financiación de la inversión industrial. El
primero fue creado por el gobierno, belga en 1822, pero otros bancos del
mismo tipo surgieron en Francia y en Alemania a partir de la década de 1850.
Además de ofrecer crédito a largo plazo, realizaban otras operaciones que
requerían las grandes empresas, como la capitalización y la emisión de tí­
tulos.
Una forma muy difundida a mediados del siglo XIX fueron los bancos de
crédito industrial, en los que fue pionero el Crédit Mobílier, creado por los
hermanos P ereire en Francia en 1852 con el propósito explícito de servir a
la industria, que estableció filiales en otros países y fue imitado en Alema­
nia y en otras naciones europeas-
A partir de la década de 1870, los bancos de crédito fueron reemplaza­
dos por un nuevo tipo de institución, los bancos de inversión, que se exten­
dieron con rapidez por toda Europa.
La financiación de ia industrialización europea se llevó a cabo, además,
mediante la inversión extranjera. Los primeros flujos de capital partieron de
Gran Bretaña, y se destinaron a financiar la construcción de ferrocarriles en
Francia y en Bélgica. Más tarde estos países y otros se transformaron, a su

(4 ) S us-k .e (1 9 7 9 )-
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 135

vez, en exportadores de capitales hacia otras naciones europeas, financiando


no sólo la construcción ferroviaria, sino también las actividades industria­
les, sobre todo aquellas con mayores requerimientos de inversión, como la
industria pesada.

6,1,3. LA REVOLUCION DE LOS TRANSPORTES


Y LAS COMUNICACIONES

Como veremos más adelante, los procesos de industrialización en Euro­


pa y en los Estados Unidos se dieron en forma paralela a la modernización
del sistema de transportes, que constituyó, a su vez, un fuerte estímulo al
desarrollo industrial.
Hasta la década de 1830, las principales innovaciones en el campo de los
transportes y las comunicaciones consistieron en el mejoramiento de los
medios tradicionales.
En primer lugar, la extensión de la red de canales, que eran, junto con
los ríos, el medio de comunicación interior más rápido y barato. La impor­
tancia de los canales siguió siendo muy grande durante todo el siglo XIX.
También se mejoraron las rutas terrestres gracias a nuevas técnicas de
construcción, en particular el macadam, que era un empedrado combinado
con un sistema de drenaje.
Pero el invento más revolucionario fue el ferrocarril. Como vimos en el
capítulo precedente, desde la década de 1820 se comenzó a utilizar la má­
quina a vapor para impulsar medios de transporte. Para mediados del siglo
XIX, prácticamente todos los países europeos contaban con redes ferrovia­
rias, aunque su extensión, fuera de Gran Bretaña y Bélgica, y en menor
medida, Alemania, era todavía muy reducida.
A comienzos del siglo XIX, las máquinas a vapor comenzaron a utilizarse
también en la navegación: no obstante, en este campo los progresos fueron
limitados hasta la década de 1840.
El desarrollo de los ferrocarriles y de la navegación a vapor permitió
abaratar sensiblemente los.costos de transporte. Según estimaciones de P.^ul
B aíroch, entre 1800 y 1910 el descenso de los precios reales fue del orden de
10 a 1. El mismo B aírock calcula que éntre 1830 y 1870 los precios del trans­
porte terrestre, comparando las rutas con el ferrocarril, descendieron de 10
a 2, y los de la navegación marítima, en proporción de 10 a 4 ír>).

( 5 ) B a er o c k ( 1 9 8 7 ) .
136 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Otro de los elementos centrales en la revolución de las comunicaciones


fue el telégrafo, que se utilizó por primera vez en 1839 y se difundió masi­
vamente a partir de mediados de la década de 1840; en ese sentido, Gran
Bretaña y los Estados Unidos fueron los países pioneros.
El telégrafo tuvo una enorme repercusión en la sociedad del siglo XIX.
Su uso fue muy importante en el campo militar y en el político, pero también
en la coordinación de los mercados financieros y comerciales. A diferencia
del ferrocarril, no tenía sustitutos qué se compararan, y por primera vez
permitió que la información viajara más rápido que las personas (")•

6,158,1 . El impacto del ferrocarril

El descenso de los costos de transporte se tradujo en un incremento


sostenido de la actividad comercial. Con el ferrocarril, .por primera vez se
logró abaratar el precio del transporte por tierra, que había sido siempre más
elevado que el del transporte por agua, y a medida que se fueron construyen­
do las redes ferroviarias pudieron incorporarse nuevas regiones a los circui­
tos comerciales, integrándose mercados regionales y nacionales. Otro ele­
mento central de los ferrocarriles fue su rapidez, que se fue incrementando
a lo largo del siglo y redujo sensiblemente ios tiempos requeridos para el
transporte de bienes y de personas.
Sin embargo, el impacto del ferrocarril fue más allá de las comunicacio­
nes, ya que fue también un gran impulsor del desarrollo industrial. Los eco­
nomistas denominan “ eslabonamientos" a los efectos expansivos que una
determinada actividad económica genera sobre otras. A lbert H írsciiman defi­
ne a los efectos del eslabonamiento de una determinada línea de producto
como “ fuerzas generadoras de inversión que son activadas, a través de las
relaciones insumo-producto, cuando las estructuras productivas que abas­
tecen los insumos de dicha línea o que utilizan sus productos son inadecua­
das o inexistentes. Los eslabonamientos hacia atrás conducen a nuevas in­
versiones en actividades proveedoras de insumos, y los eslabonamientos
hacia adelante, a inversiones en actividades que utilizan sus productos” (7).
En los primeros países industriales de Europa y en los Estados Unidos,
el ferrocarril fue un gran generador de eslabonamientos hacia atrás, favore­
ciendo el desarrollo de las diversas ramas de la producción que debieron
hacer frente a la demanda creciente de hierro, acero, carbón, maquinarias y
vagones. La minería del carbón, la producción de hierro y acero, y la indus­
tria mecánica constituyeron ios sectores más directamente afectados, pero

{6 } M o k v r (1 9 9 3 ).

(7 ) H irsc h m a n (1 9 8 3 ).
CAP. 6 - L O S NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 137

los eslabonamientos hacia atrás no se limitaron a ellos, incidiendo en mu­


chas ramas industriales proveedoras de bienes.
El ferrocarril permitió también fuertes incrementos en la producción
industrial gracias a la disminución de los costos de transporte y la amplia­
ción de los mercados, y favoreció la difusión de la máquina a vapor como
consecuencia del abaratamiento del transporte del carbón.
Mientras que en Gran Bretaña la Revolución Industrial precedió al ferro­
carril, en Europa noroccidental y ea ios Estados Unidos el ferrocarril llegó
junto con la industrialización y se convirtió en una parte integrante de ella.
En el resto de Europa, en cambio, los ferrocarriles llegaron antes que el
proceso de industrialización se hubiera iniciado (fij.
Estas diferencias incidieron en el impacto de los ferrocarriles sobre el
desarrollo industrial, ya que mientras en los primeros países industriales se
generaron rápidamente eslabonamientos hacia atrás, en los de industriali­
zación tardía el efecto fue menos significativo, sobre todo, porque la cons­
trucción de las redes ferroviarias fue financiada, en la mayoría de los casos,
con capitales extranjeros y porque ia importación de material ferroviario a
bajos costos obstaculizó el desarrollo de las industrias locales.
Desde el punto de vista de la organización empresaria, los ferrocarriles
pueden considerarse las primeras empresas modernas, que sirvieron de
modelo para la conformación de las grandes corporaciones industriales que
nacieron a fines del siglo XIX. El historiador norteamericano Alfrüd Chan-
d l i s r , a partir del caso de los Estados Unidos, señaló cómo el desarrollo del

ferrocarril contribuyó a la constitución de las sociedades anónimas y al


nacimiento de empresas con una organización gerencial y burocrática. La
dimensión de las empresas ferroviarias, a mediados del siglo XIX, era muy
superior a la de las firmas industriales, movilizando capitales y recursos
humanos a una escala sin precedentes {a}.
En los países europeos, a diferencia de los Estados Unidos, en la cons­
trucción y la gestión de los ferrocarriles hubo participación tanto del capi­
tal privado como iel Estado, y en algunos de ellos, como Bélgica y Alema­
nia, ei Estado tuvo el papel más significativo. Pero también en Europa las
empresas ferroviarias tuvieron grandes dimensiones y fueron, como en los
Estados Unidos, ias primeras grandes empresas modernas.
Aunque en algunos países, como Inglaterra y Francia, hubo participación
de empresas pequeñas en los inicios de la construcción de las líneas, la
tendencia a lo largo del siglo XIX fue a la concentración y la formación de
grandes compañías. Ello impulsó la constitución de sociedades anónimas y

[8) P ollakc (1 9 9 1 ).

(9) ClíArjDurií (1 9 8 8 ).
138 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de nuevos sistemas de financiación, y la adopción de una estructura buro­


crática, tomando com o modelo, en muchos casos, a la organización militar
(esto último, sobre todo, en Alemania).
En Inglaterra, la primera línea, que unió a la ciudad industrial de Man-
chester con el puerto de Liverpool, fue inaugurada en 1825. Para 1850, las
redes que enlazaban Londres con los centros industriales y con otras gran­
des ciudades estaban casi todas abiertas a la circulación, y en las décadas
posteriores se efectuaron pocas modificaciones. Inglaterra fue el país en el
que la participación del Estado en la construcción de los ferrocarriles fue
más débil, y el control que éste ejercía sobre las compañías privadas fue muy
limitado.
Los primeros ferrocarriles del continente fueron los de Bélgica, en los
que el Estado fue el principal constructor y administrador. Comenzaron en
la década de 1830, y para 1850 el con ju nto del territorio estaba tan bien
comunicado como el de Inglaterra.
En Alemania, la construcción se inició a com ienzos de la década de
1840, y las líneas más importantes se terminaron antes de 1870. Al princi­
pio, el régimen de construcción y explotación fue muy variado, pero a par­
tir de fines de los años cuarenta se fueron ampliando la red estatal y la par­
ticipación del Estado en el tendido y gestión de las líneas. En la década de
1880, más del 80 % de la red de ferrocarriles de Prusia estaba en manos del
Estado.
De los primeros países industriales, Francia fue el que más tardó en
construir su red de ferrocarriles. Si bien la primera línea se inauguró en
1827, recién en la década de 1850 com enzó la construcción en gran escala,
gracias al sistema de concesiones y ventajas financieras ofrecidas por el
Estado. Los primeros ferrocarriles fueron construidos por empresas locales
pequeñas y, sobre todo, con inversiones inglesas, pero desde mediados del
siglo, la construcción estuvo en manos de grandes grupos financieros fran­
ceses. que también invirtieron en el tendido de líneas en Europa Central y
del Mediterráneo.

6,2. LOS PRIM EROS PAISES INDUSTRIALES:


BELGICA Y FR AN C IA

Bélgica y Francia fueron, junto con Suiza, los dos primeros países del
continente en industrializarse. Comenzaron su proceso de industrialización
a fines del siglo XVHí; si bien tienen algunos rasgos comunes, constituyen
dos modelos diferenciados de desarrollo a lo largo del siglo XIX.
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 139

6,2,1. LA INDUSTRIALIZACION DE BELGICA

La primera región del continente que experimentó la Revolución indus­


trial fue el territorio que a partir de 1830 constituyó el reino de Bélgica. La
difusión de la industria moderna empezó a fines del siglo XVIII, afectando en
una etapa inicial, sobre todo, al sector textil, y más tarde —fundamentalmen­
te, en las décadas de 1820 y 1830— , a la industria del carbón y a la del hie­
rro.
En el siglo XIX, fue el país más industrializado de Europa, después de
Gran Bretaña, y aquel cuyo desarrollo industrial más se asemejó al mode­
lo inglés. Hacia 1860-1870, había completado su industrialización, y sus
cuencas industriales pueden ser consideradas como el primero de los
círculos concéntricos de la industrialización europea, ya que, a su vez, des­
de su territorio la industria se fue difundiendo hacia otras regiones del con­
tinente (10).
El éxito del proceso de industrialización de Bélgica lleva, sin duda, a
buscar sus razones, que son múltiples. En primer lugar, la abundancia de
hierro y carbón, ya que existen importantes yacimientos en las cuencas de
los ríos Escalda y.Mosa.
Otro factor favorable fue la disponibilidad de fuerza motriz, ya que par­
te del territorio está atravesado por ríos de corrientes rápidas que proporcio­
naban energía para una multitud de molinos de agua, y que servían también
como medios de comunicación y transporte.
La localización geográfica de Bélgica fue otro elemento que benefició a
la industrialización. La cercanía con respecto a Gran Bretaña facilitó la
transferencia de tecnología, y la vecindad con Francia le permitió contar con
un mercado externo al que destinó la mayor parte de su producción de car­
bón.
Además de ello, Bélgica contaba con una larguísima tradición industria!,
tanto en la minería y la metalurgia como en él sector textil. La minería de
carbón belga era la más antigua de Europa —había surgido en el siglo XIÜ--
y las raíces de ia industria del metal se remontaban a la prehistoria (u). La
industria textil, sobre todo la de la lana, tuvo una gran expansión desde la
Edad Media, cuando la zona de Flandes se especializó en la fabricación de
paños de lana de gran calidad para la exportación, convirtiéndose en una de
las principales áreas de producción de Europa. .

(1 0 ) P ollard (1 9 9 1 ).

(1 1 ) D k o n t y B r u w ie r (1 9 8 2 ).
140 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Como veremos más adelante, el Estado también contribuyó a la indus­


trialización, invirtiendo en la infraestructura de transportes y promoviendo
la creación de bancos de inversión. Eso facilitó el desarrolio de las socieda­
des anónimas y la entrada de capitales extranjeros — franceses e ingleses—
en las décadas de 1830 y 1840.

6,2,1,1. La industria textil

Como decíamos en párrafos precedentes, desde la Edad Medía se había


desarrollado en Flandes un centro de industria textil lanera. También alií,
sobre todo alrededor de la ciudad de Gante, se habían expandido desde el
siglo XVIII la industria del lino y 1a fabricación de telas estampadas de algo­
dón, que se producían con métodos tradicionales en grandes talleres urba­
nos.
La industria lanera tenía su principal centro, a fines del siglo XVIíí, ai-
rededor de la ciudad de Verviers. El hilado y el tejido se llevaban a cabo
mediante el sistema de trabajo a domicilio, y las otras operaciones se rea­
lizaban en talleres urbanos, cada uno de los cuales ocupaba a varias doce­
nas de trabajadores.
En los últimos años dei siglo XVIII, comenzó la maquinizacíón de la in­
dustria algodonera en la zona de Gante. Los primeros pasos se dieron en la
fabricación de hilados, con la introducción de máquinas y de trabajadores
ingleses. Se difundió rápidamente el uso del vapor, y algunas empresas
empezaron a fabricar maquinaria textil, e incluso, a integrarse verticalraente,
produciendo desde las máquinas hasta las telas estampadas. La expansión
de la industria del algodón se aceleró con el fin de las guerras napoleónicas.
Para 1840, en el área de Gante tanto el hilado como el tejido dei algodón
estaban completamente mecanizados.
También en la industria de la lana empezaron a utilizarse máquinas de
hilar desde fines del siglo XVIII. Las primeras fueron importadas de Inglate­
rra, pero, como veremos enseguida, ya desde principios del siglo XIX comen­
zaron a ser fabricadas en la zona de Lieja, que era el centro metalúrgico
vecino a Verviers. La mecanización del tejido de lana fue más tardía, difun­
diéndose recién en la década de 1860.

6,2,1,2. La minería y la industria metalúrgica

La industria del carbón se desarrolló principalmente en la zona occiden­


tal del territorio, en ia que se utilizaban máquinas de N e w c o m e n desde prin­
cipios del siglo XVIII. Bélgica poseía varias cuencas carboníferas cuya pro­
ducción se destinaba al consumo local y, sobre todo, a la exportación al
norte de Francia. La modernización de la industria deí carbón fue constan-
CAP. 6 - L O S NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 141

te desde mediados del siglo XVIII, obteniéndose grandes incrementos en la


producción y en la productividad. Hasta entonces, la explotación de la ma­
yor parte de los yacimientos era llevada a cabo por cooperativas de mineros,
pero a medida que los requerimientos de capital aumentaron y la organiza­
ción técnica y financiera se volvió más compleja se constituyeron grandes
empresas privadas, en las que tuvieron una participación destacada los gran­
des comerciantes de carbón de las ciudades. A pesar de las reducidas dimen­
siones de su territorio, Bélgica fue eí principal productor de carbón del con­
tinente europeo basta la década de 1850.
La industria del hierro también se había desarrollado desde mucho an­
tes del siglo XVIII, sobre todo, en ei área de Lieja. En el período previo a la
Revolución Industrial esta zona se había especializado en la fabricación de
clavos y en la producción de láminas de hierro, pero ambas industrias per­
dieron importancia durante el siglo XVIÍL Aquí la Revolución Industrial sig­
nificó una ruptura con la tradición, y hubo una clara separación entre las
viejas y las nuevas fábricas. Estas últimas se establecieron según el mode­
lo inglés, especializándose en la fabricación de máquinas de hilar destina­
das a la industria textil lanera de las áreas vecinas, y, más tarde, en ía pro­
ducción de máquinas a vapor.
En el caso de Lieja es muy interesante observar el proceso de difusión
de la innovación desde Gran Bretaña, ya que la modernización de la indus­
tria del metal fue encabezada por un técnico inglés, W iluam C ockerill, que se
instaló en la zona a partir de 1799. C ockbrjll fue el primero en fabricar má­
quinas de hilar, y desde 1813 comenzó a producir también máquinas de
vapor con el sistema de James W att .
A fines de la década de 1820, la firma Cockerill era probablemente la
mayor empresa industrial del continente. Empleaba a casi 2.000 operarios
y representaba una Inversión equivalente a 1.500.000 de dólares, lo que
constituía una suma enorme para la época. Era, además, una empresa inte­
grada verticalmente, que incluía minas de carbón y de hierro, altos hornos,
refinerías, laminadores y fábricas que maquinaria. Durante un tiempo fue la
mayor proveedora de locomotoras deí continente, vendiendo a clientes de
casi toda Europa (12).
La otra zona tradicional de producción de hierro era la de Charleroi. en
la que desde inicios del siglo XIX comenzaron a utilizarse los métodos in­
gleses para la fundición y laminación del metal, lo que permitió reducir el
precio e incrementar la producción, que prácticamente se cuadruplicó entre
1835 y 1847 ( ia).

(12) C am ekon (1995); P o llard (1991).


(13) D h o n t y B u u w ie k {1982J.
142 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En la década de 1830 ya estaba difundido el uso de la máquina a vapor


tanto en el sector textil com o en la minería del carbón y la metalurgia, y se
había extendido el sistema de fábrica. La construcción de los ferrocarriles,
que tuvo lugar a partir de 1834, contribuyó a sostener la expansión de la
industria del carbón, de la siderurgia y de la fabricación de maquinarias.

6,2,1,3. Algunos rasgos significativos de la industrialización belga

Para 1840, Bélgica se había convertido en una de las naciones más in­
dustriales del continente. Su caso reviste interés no sólo por haber sido el
primer país industrial dei continente, sino también por otras razones que
expondremos a continuación.
En primer lugar, porque es un ejemplo muy claro de industrialización
por difusión del modelo inglés, a través de la transferencia de tecnología, de
recursos humanos y de capitales.
Otro de los rasgos distintivos fue el papel asumido por el Estado. Su
acción se orientó, en primer lugar, a estimular el desarrollo de la industria,
y a partir de la década de 1830, a evitar las protestas obreras y el alza de los
salarios, que se mantuvieron por debajo de los del resto de Europa í14).
Paradójicamente, la Revolución Industrial tuvo lugar en Bélgica en un
período de gran inestabilidad institucional. Durante el siglo XVIII, estuvo
bajo el dominio austríaco. Entre 1795 y 1814, fue incorporada a Francia, y
entre 1814 y 1830, perteneció al reino de los Países Bajos. Recién en 1830,
se transformó en un reino independiente. Pero los distintos gobiernos tuvie­
ron un papel activo en el proceso de industrialización, más acentuado des­
de la década de 1820.
La industrialización comenzó en la época austríaca, etapa en la que el
gobierno ayudó a proteger a los fabricantes locales contra la competencia de
Inglaterra y Holanda. Se aceleró durante eí dominio francés, gracias a la
extensión del mercado a todo el imperio napoleónico, lo que favoreció, so­
bre todo, a los textiles. En este período, al introducirse la legislación fran­
cesa, el Estado m onopolizó las concesiones mineras, beneficiando a las
sociedades de grandes dimensiones. En la etapa de unificación con Holan­
da, la monarquía realizó fuertes inversiones en la construcción de canales,
pero- también-invirtió- directamente en acciones industriases y en subvencio­
nes a ia industria, y creó el primer banco de inversión. Por último, el gobier­
no independiente, desde mediados de la década de 1830, construyó y explotó
las principales líneas ferroviarias.
Otros de los rasgos característicos del modelo belga fueron el activo
papel de los bancos y la temprana constitución de grandes sociedades. E1

(1 4 ) P o u . t ó i) ( Í S 9 1 ) .
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y... 143

primer banco de inversión en forma de sociedad anónima que existió en el


mundo fue la Société Générale de Belgique, fundado por el rey de Holanda
en 1822. En los años treinta, capitalistas privados crearon otro banco de las
mismas características, la Banque de Belgique. Los bancos de inversión tu­
vieron un papel muy importante en el proceso de industrialización, ya que
favorecieron la formación de sociedades anónimas y sirvieron para atraer
capitales extranjeros, sobre todo franceses (15|.
Algunas de estas grandes empresas estaban, a su vez, bajo el control de
los grandes bancos, que a cambio de los créditos otorgados habían obteni­
do participación en el capital accionario. Ello fue muy frecuente en la m ine­
ría y en la industria del hierro, sectores en que la dimensión de las empre­
sas exigía inversiones muy elevadas. Desde mediados de la década de 1830,
la mayor parte de las empresas de Charleroi pasaron a estar bajo el control
de los grandes bancos de Bruselas. En 1842, los C ockerill tuvieron serios
problemas financieros, y sus empresas fueron transformadas en sociedades
anónimas en cuya propiedad también participaron los bancos acreedores.
En Bélgica se desarrollaron muy tempranamente las grandes empresas
industriales, favorecidas por una legislación que facilitaba la formación de
sociedades anónimas. Fue muy precoz la constitución de empresas integra­
das verticalmente, tanto en la minería y el hierro como en el sector textil.
La sociedad belga contó con un empresariado que contribuyó activamen­
te a la industrialización, gracias a su disposición a adoptar las innovaciones.
En la industria textil, la modernización fue llevada a cabo, fundamentalmen­
te, por los viejos capitalistas, propietarios de las empresas de la era preme-
canica. En eí carbón y el hierro, el liderazgo provino, sobre todo, de los ban­
queros, de los comerciantes de carbón y de algunos industriales locales. En
ciertos sectores, como eí del algodón y el de la industria mecánica, fue tam-
bién muy importante el papel de los técnicos extranjeros.
La financiación de la Revolución Industrial provino de diversas fuentes.
Por una parte, de la inversión de las viejas dinastías de comerciantes e in­
dustriales; por la otra, la nobleza y los rentistas invirtieron a través de los
bancos que, como vimos, tuvieron un papel decisivo desde los años treinta.
Aunque su territorio y su mercado interno eran de dimensiones reduci­
das, una porción muy significativa de ía producción industrial se destinó a
ia exportación; Francia fue su principal mercado. Ello se vio favorecido por
la cercanía geográfica y la cornplementación económica: esta última se acen­
tuó durante la etapa de dominación francesa. Francia contaba con escasos
recursos minerales e importaba el carbón belga. A su vez, exportaba capita­
les a Bélgica, principalmente, con ia mediación de los grandes bancos fran­
ceses vinculados a ia banca belga.

! 15; C am e r o * (1 9 7 4 ).
144 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

6,2,2. LA INDUSTRIALIZACION DE FRANCIA

A diferencia de Bélgica, cuyo proceso de industrialización en el siglo XIX


siguió un camino similar al de Inglaterra, el caso de Francia es el de un
modelo de industrialización que en muchos aspectos se diferenció netamen­
te del británico.
Durante décadas, en los estudios sobre procesos de industrialización se
admitió la noción de un “ retraso" francés en relación con una economía
industrial que era proclamada como modelo (primero, la inglesa. luego, la
alemana, y, más tarde, la japonesa).
Desde los años cincuenta en adelante, esta noción fue sometida en for­
ma creciente a un proceso de revisión, y lo que hoy predomina es la idea de
que no existe una vía única hacia la industrialización, que sería el modelo
universal a imitar, sino múltiples caminos transitados por las diversas eco­
nomías nacionales y regionales. En ese marco, el caso francés constituye,
como todos los otros, un caso singular, ni superior ni inferior a los de los
otros países europeos (lfi).
La industrialización francesa fue una industri lízación sin “ revolución
industrial’', o, al menos, sin una etapa de despegue claramente identiíicable.
Constituyó un proceso gradual y sin un ritmo uniforme, que se inició en las
últimas décadas del siglo XVIII y en el que se alternaron períodos de acele­
ración y de desaceleración del crecimiento.
La modernización de la industria comenzó en el siglo XVIII, pero se vio
interrumpida a partir de 1789 por el estallido de ía Revolución Francesa. Con
ei fin de las guerras napoleónicas, en 1815, el proceso se reínició.
En términos generales, puede hablarse de dos grandes oleadas de indus­
trialización en el siglo XIX, que coinciden con las etapas de mayor creci­
miento de la economía a lo largo del siglo. La primera oleada se ubica entre
1815 y 1860, con una aceleración entre 1840 y 1860. Durante esta primera
etapa el crecimiento de la industria tuvo lugar, en gran medida, dentro de las
formas de producción tradicionales, con una mecanización reducida y un
alto empleo de mano de obra.
Entre 1860 y 1885, el ritmo de crecimiento de la economía fue más lento,
y el de la industria también, en parte, como consecuencia del agotamiento
de los recursos de la primera industrialización.
Una nueva etapa de expansión tuvo lugar desde mediados de 2a década
de 1885 hasta las vísperas de la Primera Guerra Mundial, acompañada por
una segunda industrialización de carácter más intensivo que ia primera, con

( 1 6 ) B o u v ie b ( 1 9 8 7 ) .
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAISES INDUSTRÍALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 145

una amplia difusión de las innovaciones características de la industria mo­


derna (I7).
A lo largo de todo eí siglo XÍX, la transformación de la estructura
económica de Francia fue lenta, y la agricultura siguió teniendo una alta
participación en el producto total del país, como puede observarse en el cua­
dro 1:

Rubros 1820 1860 1880 1910

Agricultura 45,7 34,6 30,3 28,3


industria 28,7 31,4 33,3 37,0
C onstrucción 8,9 11,1 7,2 5.6
S ervicios 16,7 22,9 29,2 ■■29,1
Tota! 100,0 100,0 100,0 100,0
Fuente: Levy-Leboyer, M- y B o u r g u ig n o n , F., L ’économie frangaise au XIX siécle.
Economica, París, 1985.

Cuadro 1. Francia: estructura del producto nacional (en porcentajes).

Si consideramos la población empleada en los distintos sectores de la


actividad económica, el peso de la agricultura es aun mayor, ya que en 1886
el 47 % de ía población trabajaba en ocupaciones rurales.
Durante todo eí siglo XÍX, la tasa de urbanización francesa fue baja, y,
a diferencia de Inglaterra y Alemania, Francia siguió siendo un país predo­
minantemente rural. En 1846, ía población urbana representaba sólo el 25 %
del total, contra un 75 % de población rural. En 1901, todavía el 59 % de la
población vivía en el campo (la).

6,2,2,1. La economía francesa en eí siglo XVTII

En el sigío XVIII, Francia era uno de los países más ricos de Europa. Si
comparamos su economía con la inglesa en términos de tasas de crecimien­
to, ambas se expandieron a lo largo del sigío a un ritmo similar. Ello se con­
firma, en primer lugar, por los datos relativos al comercio exterior, pero tam­

i l 7) D avikt í I.9 9 7 L evv ' L kbovek y B ourgcicnon (1 9 S 5 ).

(1 8 ) F oülen (1 9 8 2 ).
146 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

bién por los de la producción industrial, por lo menos hasta la década de


1770. En cuanto a la agricultura francesa, si bien no sufrió las transforma­
ciones que afectaron a la inglesa, fue menos inmóvil que lo que tradicional-
mente se había supuesto C19}.
Durante el siglo XVHI, Francia tuvo, al igual que otros países del conti­
nente, un fuerte crecimiento de las actividades protoindustriales. La indus­
tria a domicilio se expandió gracias al impulso de la demanda exterior y a la
acción de los comerciantes empresarios de las ciudades que contrataron
mano de obra rural. El sector más importante era el de la industria textil, en
particular la de la lana, difundida por todo el territorio. En las últimas dé­
cadas comenzó también a expandirse la industria del algodón, que adoptó
rápidamente las innovaciones provenientes de Gran Bretaña.
Otros sectores industriales destacados eran la minería del carbón y la
metalurgia, en las que predominaban las viejas técnicas, aunque en el siglo
XVIII empezaron a utilizarse bombas de N bwcomen y nuevos métodos de pro­
ducción del hierro.
En algunas ramas de la industria funcionaban protofábricas que se ha­
bían expandido desde el siglo XVII gracias al apoyo del Estado, que contri­
buyó activamente a la creación de grandes empresas para la producción, de
bienes de lujo como gobelinos, porcelanas y cristales.
Aunque en vísperas de la Revolución Francia había iniciado el proceso
de modernización de su industria, lo había hecho a un ritmo mucho más
lento que el de Gran Bretaña. En la década de 1780, Inglaterra era un país
más “ desarrollado”, en el que la economía de mercado estaba más difundi­
da y en el que eran más favorables las condiciones para el progreso técni­
co.
Para el historiador F ranqois Crouzet, que estudió en forma comparada el
crecimiento de Inglaterra y Francia en el siglo XVIII, la diferencia fundamen­
tal entre ambas economías residía sobre todo en el terreno tecnológico. El
desarrollo industrial francés se dio en un marco de industria tradicional,
mientras que el crecimiento de la producción en Gran Bretaña estuvo signa­
do por la innovación.
C rouzet señala que en el caso inglés no hubiera sido posible un creci­
miento sostenido de la industria con los métodos de producción tradiciona­
les, y que ello llevó a los empresarios a adoptar las innovaciones. En Fran­
cia, en cambio, esta situación no se.dio, y la producción pudo satisfacer a
ia demanda sin que tuviera lugar un proceso de innovación tecnológica ge­
neralizado (20). Como veremos más adelante, la persistencia de los sistemas

(1 9 ) C r o u z e t (1 96G ).

(2 0 ) CROu/.í-rr (1 9 6 6 ).
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y., 147

tradicionales de producción fue un rasgo distintivo de la industrialización


francesa también en el siglo XIX.

6,2,2,2. El impacto de la Revolución Francesa

Desde el comienzo de la Revolución Francesa, en 1789, hasta el fin de


las guerras napoleónicas, en 1815, el país vivió casi permanentemente en
guerra, lo que tuvo como resultado una disminución del ritmo de crecimien­
to de la economía.
El impacto de la Revolución sobre el proceso de industrialización fue am­
biguo. Desde el punto de vista económico tuvo efectos negativos, como la pér­
dida de su imperio colonial, de mercados externos y de fuentes de abastecimien­
to, a los que debe sumarse la movilización masiva de la población para la gue­
rra. En general, el proceso de innovación tecnológica se detuvo, salvo para la
industria textil del algodón. El efecto fue aun más negativo en términos relati­
vos, ya que a lo largo de 25 años la brecha con Gran Bretaña se amplió.
Por otro lado, muchas de las reformas institucionales impulsadas duran­
te la Revolución y el imperio beneficiaron en ei largo plazo el desarrollo in­
dustrial. La nueva legislación Creó un marco favorable para el desarrollo de
la iniciativa privada, consolidando los derechos de propiedad y suprimien­
do los vestigios del régimen corporativo.
Otro de los aspectos positivos de la etapa revolucionaria fue la política
educativa, con la creación de las escuelas especializadas en materias cien­
tíficas y en ingeniería, dedicadas a la formación de profesionales y a la in­
vestigación.
La Revolución modificó profundamente a la agricultura, aboliendo los
derechos feudales y consolidando un régimen de pequeña y mediana propie­
dad que constituyó uno de los rasgos característicos de la economía france­
sa. Como ya señalamos, el sistema de propiedad de la tierra explica, en gran
medida, la baja tasa de urbanización de Francia a lo largo del siglo XÍX.

6,2,2,3. La industrialización en el siglo XÍX: eí dualismo


industrial francés

„ La expresión “dualismo industrial" es utilizada por un número crecióme


de historiadores para caracterizar ai desarrollo industrial de Francia en el
siglo XIX, y refleja la complejidad que signó a la evolución de la industria,
qué no fue ni unilineal ni unívoca p 1).

{2 1 ) C a v ez (1 9 6 8 ).
148 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El término hace referencia a la coexistencia, machas veces complemen­


taria, de formas tradicionales y formas innovadoras de producción industrial,
de la industria manual y la industria mecanizada. En Francia, las estructu­
ras protoindustriales se prolongaron y desarrollaron hasta muy avanzado el
siglo XIX, y acompañaron, ayudaron y facilitaron el surgimiento de ia gran
industria. Hasta mediados del siglo, la producción industrial francesa se
basó tanto en la manufactura tradicional como en la nueva industria mo­
derna.
En los dos primeros tercios del siglo, las formas modernas de produc­
ción industrial continuaron siendo excepcionales, localizadas en algunas
regiones y en algunas ramas de actividad, como el carbón y la siderurgia, y,
en menor medida, la industria metalúrgica, la química y la del vidrio. Estos
sectores eran, a su vez, los que tenían las tasas de crecimiento más eleva­
das.
Estas características, que como dijimos se mantuvieron hasta muy en­
trado el siglo, diferencian netamente a la industrialización francesa de la
inglesa o de la belga. En la década de 1860, el 60 % de los establecimientos
industriales de Francia utilizaba energía hidráulica, y sólo el 31 % usaba la
energía del vapor. Esta última se empleaba, sobre todo, para la navegación
y los ferrocarriles.
Además de ello, la industria francesa del siglo XIX fue mano de obra
intensiva. Se caracterizó más por la movilización y organización sistemáti­
ca de la mano de obra que por la introducción masiva de técnicas nuevas.
Gran parte de la mano de obra empleada en la industria seguía viviendo
en el campo y trabajando a domicilio. Aun el trabajo en las fábricas conser­
vaba, en muchos casos, rasgos arcaicos, y varias fábricas funcionaban más
como una “yuxtaposición de artesanos" que como una concentración de
proletarios (22). Pero al trabajar en relación de dependencia, los artesanos
perdieron el acceso directo al mercado, e incluso los que trabajaban en su
domicilio se convirtieron en asalariados.
En las empresas era muy frecuente una organización dualista, sobre
todo, en la rama textil, en la que existían distintos tipos de combinaciones,
como hilado en fábricas y tejido a domicilio, o tejido concentrado y otras
operaciones realizadas a domicilio.
Uno de los sectores que reviste particular interés es el de la industria de
la seda, fundamentalmente porque este producto fue uno de los principales
bienes de exportación de la industria francesa hasta fines del siglo XIX. En
la región de Lyon, que era la zona productora más importante, la fabricación
de telas de seda siguió haciéndose durante todo el siglo con métodos tradi­

(2 2 ) C a y e z (1 9 8 8 ).
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y...

cionales. Se utilizó, sobre todo, el sistema de industria a domicilio, tanto


urbano como rural, y se recurrió limitadamente a la fábrica.
Como ya dijimos, desde fines de la década de 1860 y mediados de la de
1880 el ritmo de expansión de la economía francesa se desaceleró, declinan­
do las tasas de crecimiento de la renta nacional y las de la producción in­
dustrial.
Ello se debió, en parte, a la crisis de la agricultura {motivada, en gran
medida, por la competencia de productores extraeuropeos), aunque también
al agotamiento del modelo de industrialización, que hasta entonces había
funcionado bien, pero que comenzó a revelar sus insuficiencias, en particu­
lar su falta de competitividad.
Como respuesta a la crisis, la industria se modernizó, y a partir de la
década de 1880 se aceleró la inversión en equipos. Se difundió masivamen­
te el uso de la máquina a vapor, y, en general, las industrias tradicionales
se mecanizaron.
Ai mismo tiempo, se desarrollaron la industria metalúrgica y la quími­
ca, y aparecieron industrias nuevas, como la producción de hidroelectrici-
dad, la construcción de automóviles y la industria de material fotográfico.
En esta etapa se incrementó la financiación bancaria de las inversiones
industriales y creció el número de sociedades anónimas, favorecidas por una
reforma de la legislación que facilitó su formación. De este período datan
también las asociaciones entre grandes empresas, en primer lugar en la si­
derurgia y la química, que dieron nacimiento a grupos económicos de gran
magnitud.
El desarrollo industrial de las últimas décadas del siglo XIX fue generan­
do la transformación estructural de la economía francesa, reduciendo el
antiguo predominio de la agricultura. En 1914, el sector primario todavía era
el mayor sector en términos de empleo (un poco más del 40 % de la pobla­
ción activa), pero ya no eí primero por su contribución al producto nacional.
En ese año, la industria aportaba más del 40 %, la agricultura, entre un 25
y un 30 %, y el sector tei'ciario, el resto (23). De todos modos, en comparación
con Gran Bretaña, 3a importancia del sector agrícola era aún muy alta a co­
mienzos del siglo XX.

6,2,2,4. Los sectores de la actividad industrial

Entre ios primeros países industriales del continente, Francia fue, ju n­


to con Suiza, el que tuvo vina menor dotación de recursos naturales; dicho

(2 3 ) D a v íe t (1 9 9 7 ).
150 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

en términos más precisos, no tuvo la abundancia de recursos minerales con


la que contaron Inglaterra, Bélgica y Alemania.
Ello explica, en cierta medida, algunas características básicas de la in­
dustrialización francesa, en particular la lenta difusión de la máquina de
vapor y el papel menos protagómco jugado por la industria del hierro y la del
carbón. Una parte significativa de la demanda de carbón se cubría con la
importación desde Bélgica.
Las dos principales zonas productoras de carbón, en las que también se
desarrolló la siderurgia, fueron la del noroeste, en la frontera con Bélgica,
y la del valle del Loira superior.
En el norte, las minas de carbón se encontraban a mayor profundidad
que en Bélgica, lo que incrementaba su costo. Recién en la segunda mitad
del siglo XÍX, con la utilización de nueva tecnología, la cuenca carbonífera
norocciden tal jugó un rol estratégico en la fase principal de la industrializa­
ción francesa. En 1913 generaba dos tercios de la producción total del país.
También la producción de hierro en el área norocciden tal era inferior a
la belga. La protección aduanera favoreció el desarrollo de ía industria side­
rúrgica desde la década de 1820, con el aporte de técnicos belgas e ingleses,
y la utilización de los nuevos métodos de producción. En 1835, los depar­
tamentos del noroeste tenían casi la mitad del total de máquinas de vapor
existentes en Francia.
La zona del valle del Loira superior fue la otra gran área .productora de
carbón de alta calidad, lo cual favoreció la modernización temprana de las
industrias siderúrgica y mecánica.
La industria textil fue uno de los sectores que más se expandió en el
siglo XIX, y en ella fue muy visible la combinación de viejas y nuevas técni­
cas de producción. El sector que más se modernizó fue el del algodón, cu­
yos principales centros de producción se encontraban en el noroeste y en
Alsacia.
Esta última región fue una de las más dinámicas de la economía france­
sa, en parte, gracias a la abundancia de energía hidráulica. La industria del
hilado se mecanizó rápidamente, desde xa década de 1S20. El algodón impul­
só, a su vez, el desarrollo de otros sectores: industria química y maquina­
ria, tanto maquinaria textil como otros productos mecánicos, incluyendo
locomotoras. A mediados del siglo XIX, el complejo industrial de Alsacia
comprendía la producción siderúrgica, textil, de azúcar y otros artículos para
la exportación. Como Bélgica, era un centro secundario para la difusión de
la tecnología británica hacia otras áreas f2'1).

(2 4 ) P ols.akd (1 9 9 1 ).
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 151

En la industria de la lana, en cambio, fue mayor la persistencia de los


■métodos de producción tradicionales. El hilado comenzó a mecanizarse en
la década de 1820, y el telar mecánico empezó a utilizarse en la de 1840,
pero su difusión fue muy lenta.
El otro sector destacado en la industria textil era el de la seda, cuyo
centro principal de producción era el área de la ciudad de Lyon. La indus­
tria de Lyon dominaba el mercado mundial de la seda. Como vimos preceden­
temente, también en ella la producción se llevaba a cabo mediante la com­
binación de métodos tradicionales y modernos.

6,2,2,5. Las empresas y los empresarios

Diversos historiadores han atribuido la lenta difusión de la industria


moderna en Francia tanto a las características de la sociedad francesa como
a una presunta falta-de espíritu innovador por parte de los empresarios.
Esta fue una interpretación difundida sobre todo en los años cincuenta
y sesenta, a partir de la obra de dos historiadores norteamericanos, J ohn
S awyer y D avid L andes . S awyer hacía hincapié en lo que señalaba como los
rasgos tradicionales de la sociedad francesa del siglo XIX, heredados de la
etapa prerrevolucionaria, que habrían obstaculizado el proceso de innova­
ción y la toma de riesgos por parte de los empresarios. Para S awyer, la men­
talidad burguesa se habría difundido lentamente, abriéndose paso con difi­
cultad frente a la mentalidad aristocrática.
L andes , en cambio, centró su argumentación en las características de los
empresarios franceses, a los que consideraba conservadores, hostiles a lo
nuevo y lo desconocido, y, por lo tanto, poco dispuestos a aceptar la inno­
vación. Para L andes, ésa habría sido la causa de que las empresas francesas
fueran mayoritariamenle pequeñas y familiares, que no se modernizaran y
que se mostraran poco competitivas {a:i}.
Si bien estas interpretaciones fueron debatidas y discutidas desde el
momento en que se formularon, la imagen de los empresarios franceses
como poco innovadores en su gran mayoría persistió por mucho tiempo. En
trabajos más recientes se ha enfatizado el tema de la dimensión y la estruc­
tura de las empresas francesas como un signo de atraso relativo frente a
otros países industríales.
Ambos argumentos, el de los empresarios conservadores y ei de las
empresas poco evolucionadas, son hoy fuertemente rebatidos. Este tema
tiene mucho interés porque, más allá del caso francés, permite reflexionar

(2 5 ) L an o ks (1 9 4 9 ).
152 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

sobre cuestiones como la racionalidad empresaria y los modelos de organí-"


zación de las firmas.
Veamos, en primer lugar, el caso de los empresarios. Aquello que enfa­
tizan los más críticos hacia el modelo francés es que los empresarios fran­
ceses adoptaron las innovaciones características de la industria moderna a
un ritmo mucho más lento que los de otros países europeos. Por ello los
pintan como empresarios arcaicos, que seguían utilizando los métodos de
producción tradicionales, como la-industria a domicilio, y cuyas empresas
eran, en su mayoría, de dimensiones reducidas.
Pero en ia industria francesa de la primera mitad del siglo XIX, y aun en
las décadas sucesivas, no siempre la opción más racional era la moderniza­
ción tecnológica. Los métodos de producción tradicionales presentaban una
serie de ventajas, y el sistema industrial funcionaba con mínimos costos y
con los menores riesgos. El capital fijo era reducido, la fuerza hidráulica era
más barata que el vapor y la utilización de reservas de mano de obra costa­
ba menos que la de maquinaria (20). Desde esta perspectiva, los empresarios
son percibidos como empresarios racionales que se adaptan a las condicio­
nes del mercado y sacan ventajas de la combinación de lo viejo y lo nuevo.
En el caso' de las empresas, ei argumento que es esgrimido como signo
de atraso es que todavía a comienzos del siglo XX la dimensión media de las
firmas francesas era menor que en los otros países industrializados. El de­
sarrollo de la gran empresa moderna, gerencial y descentralizada, fue lento.
Las empresas familiares siguieron siendo predominantes, y hasta la década
de 1870 se crearon muy pocas sociedades anónimas p7).
Diversos autores han atribuido estas características a la falta de inicia­
tiva de los empresarios. Otros, en cambio, remarcan que ellas respondían en
gran medida a las condiciones del mercado, en el que la demanda de produc­
tos industriales era más reducida que en otros países desarrollados y eí nivel
de urbanización era más bajo, lo cual reducía las posibilidades de desarro­
llar una producción en gran escala y la integración de circuitos comerciales
por parte de las empresas de producción (3S). Por otro lado, las empresas
familiares no fueron necesariamente poco competitivas; así lo revelan mu­
chos de los casos que han sido estudiados en distintas ramas de 3a produc­
ción, como la siderxirgia o la mecánica.

(26) C ayez (1988).


(27) Fo:«,£N (1979)-
(28) Cayez (1988)
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRÍALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 153

Como decíamos previamente, el debate sobre los empresarios franceses


puede servir de punto de partida para la discusión de otros temas; .por ejem­
plo, la interacción de factor empresarial y factores ambientales, así como la
diversidad de las formas eficientes de organización industrial.

6,2,2,6. El debate sobre el modelo de industrialización francesa

En realidad, ei debate sobre el erapresariado francés forma parte del


debate más amplio acerca del presunto retraso de esa nación con respecto
a otros países industriales.
Como vimos al iniciar el estudio del caso francés, hoy se discute esta
noción del atraso relativo. ínsistiéndose, además,-en ias singularidades de
las distintas vías de industrialización.
A esta nueva perspectiva han contribuido en gran medida los estudios
cuantitativos sobre las tasas de crecimiento de la economía francesa en el
siglo XIX, y la comparación con las de otros países, en particular las de Gran
Bretaña.
Como señala C rouzet, el producto nacional francés creció más lentamen­
te que el de otros países occidentales, pero la población de Francia también
creció a una tasa menor. En consecuencia, el producto per cápita se expan­
dió a un ritmo que no fue inferior al de los países de industrialización más
exitosa. Ello no debe hacer olvidar, por otra parte, que en el siglo XIX el
ingreso per cápita de los ingleses era un tercio más elevado que el de los
franceses, pero ésta era una distancia que ya era visible en el siglo XVIII (-9).
Cuando pensamos en la economía francesa en su conjunto, no debemos
olvidar que a lo largo dei siglo XIX. Francia se autoabastecía de productos
agrícolas, e incluso exportaba una parte de la producción. Este fue otro rasgo
que la diferenció netamente de Gran Bretaña y Bélgica.
Otra característica relevante de la historia de Francia ha sido ei lento
crecimiento de su población en los últimos dos siglos. Por razones que aún
no han sido suficientemente diíucidadas,-desde fines dei siglo XVIII se difun-
dio, antes que en los otros países europeos, el control de la natalidad.
Mientras que en el siglo XIX la población de los países europeos creció
a una tasa muy elevada, la cié Francia tuvo un comportamiento diverso, como
puede observarse en el cuadro 2. Por esta razón Francia no fue un país de
emigración masiva, como las otras naciones de Europa Occidental, sino que
recibió inmigrantes europeos.

{ 20 ) C houzüt (19 97).


154 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Anos
1800 1850 1900 1910 j
Países
Bélgica 3,0 4,3 6,7 7,4 I
Gran Bretaña 10,9 20,9 36,9 40,8 I
Francia 26,9 36,5 40,7 41,5 j
Alemania 24,5 .. 31,7 50,6 58,5 |
F uen te: A r m e n g a u d , A., “La población europea. 1700*1914", en C ip o l l a , C . (com p.), La
Revolución Industria!, Ariel, Barcelona, 1979.

Cuadro 2. Población estimada en varios países europeos entre 1800 y 1910


(en millones).

En lo relativo al crecimiento no ya de la economía en su conjunto, sino


de la producción industrial, los historiadores P atrick O ’B ríen y Caglar K eydbr
han estudiado en forma comparada a Francia e Inglaterra, llegando a la con*'
clusión de que a lo largo del siglo XIX la industria francesa en su conjunto
no estuvo retrasada con respecto a la inglesa. Hacen hincapié én las diferen­
cias sectoriales, sosteniendo que la industria francesa fue competitiva al
concentrarse en actividades para las que tenía ventajas relativas, y deducen
que, a pesar de la menor difusión de la innovación tecnológica, la producti­
vidad de la industria francesa no fue inferior a la de la inglesa p0).
En realidad, O 'B riek y Keyder subrayan otro punto que para ellos es cru­
cial, el de los costos sociales del proceso de industrialización. Comparando
el modelo francés y el inglés, desde la perspectiva social se inclinan por el
primero, resaltando que la población francesa tuvo en el siglo XIX una cali­
dad de vida superior a la inglesa, sobre todo porque el sistema de propiedad
fue más igualitario en Francia, favoreciendo la persistencia de la pequeña
propiedad rural y manteniendo por mucho más tiempo a la población en el
campo.
Enfatizan, y éste es un. punto crucial en su exposición, que tanto el ere- ,
cimiento económico como el cambio estructural no son fines en sí mismos,
sino instrumentos para promover el bienestar social, elevar los niveles de
consumo y, quizá, la calidad de vida. En función de ello, sostienen que el
desarrollo francés puede ser considerado como “ un transición más humana,
y tal vez no menos eficaz, hacia la sociedad industrial” (3!).

(3 0 ) O ’ B rjen y K eyüer (1 9 7 S ).

(3 1 ) 0 ‘B rien y K eydsr [1979j.


CAP. 6 - L O S NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y... 155

La interpretación de O’Bríen y K e y o e r ha sido muy discutida. L a n d e s , por


ejemplo, considera que su tesis es provocadora, y que su comparación en­
tre Francia y Gran Bretaña ignora temas que para él son centrales, como la
importancia del cambio tecnológico y ia transformación estructural de la
economía (32).
Pero más allá de las posiciones encontradas, creemos que el caso fran­
cés puede servir para reflexionar desde una perspectiva complejizante sobre
la relación entre el desarrollo económico y el impacto que éste tiene sobre
los distintos sectores de la sociedad.

6,3. LA INDUSTRIALIZACION DE ALEMANIA


Alemania comenzó su revolución industrial en la década de 1840. Fue,
por lo tanto, el más rezagado de los países de la primera oleada de industria­
lización en el continente, pero en vísperas de la Primera Guerra Mundial
había logrado superar a Gran Bretaña y se había transformado en la princi­
pal potencia económica europea.
A principios del siglo XIX, los mayores obstáculos a la industrialización
alemana eran de orden institucional. Su territorio se hallaba fragmentado en
una gran cantidad de unidades políticas independientes, y ello creaba fuer­
tes trabas para la formación de un mercado interno unificado. El comercio
interior se veía limitado por innumerables barreras aduaneras, diferentes
monedas y monopolios comerciales.
Aunque la unificación política de Alemania se completó recién en 1871.
ya en 1834 se llevó a cabo una unión aduanera {el Zotlverein) que permitió
la unificación del mercado interno.
Antes de las guerras napoleónicas seguían subsistiendo rasgos feudales
en la sociedad y lazos de servidumbre en las áreas rurales, sobre todo en ¡as
regiones orientales. Ello limitaba la movilidad geográfica y social, y desalen­
taba la iniciativa individual y las innovaciones. También redundaba en una
capacidad de demanda interna restringida, con una población sometida a
cargas feudales e impuestos públicos, y un escaso desarrollo de una econo ­
mía de mercado.
Como contrapartida. Alemania contaba con una serie de condiciones
ventajosas que, una vez superados los obstáculos institucionales, sirvieron
para motorizar eí proceso de industrialización más exitoso deí continente.
Entre ellas, podemos destacar la disponibilidad de recursos naturales (prín-

(3 2 ) L a n u k s (1 3 9 3 ).
156 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

cipalmente hierro y carbón), una fuerte tradición en la industria doméstica


y artesanal, y un sistema educativo avanzado, con tasas de analfabetismo
inferiores a las del resto de Europa, salvo Suiza.
Una de las peculiaridades de la Revolución Industrial alemana fue el
avance simultáneo de la tecnología manufacturera y de la conversión en una
economía de mercado (y3J.
Al igual que en casi todas las naciones que se industrializaron a partir
del siglo XVIII, en Alemania fueron muy marcadas las diferencias regionales.
En términos globales, la región occidental del territorio fue la más industria­
lizada, mientras que la zona oriental, en cambio, siguió siendo, en gran par­
te, un área agrícola.
A medida que avanzó la industrialización, ambas zonas tendieron a com­
plementarse: el este proveía al oeste de materias primas y alimentos, y el
oeste vendía al este productos manufacturados. El este fue, además, un área
de emigración de mano de obra, que se dirigía a los centros industríales de
la zona occidental. Por otro lado, la producción agraria del este también se
destinaba al mercado externo —sobre todo a Gran Bretaña— , contribuyen­
do a equilibrar la balanza comercial.
A su vez, en el conjunto del territorio hubo fuertes diferencias entre las
regiones. Algunas zonas lideraron el proceso de industrialización, como
Sajonia y Renania, pero la industria no se difundió en forma automática
desde estos centros hacia otras partes de Alemania, y en términos regiona­
les el desarrollo industrial fue muy desigual.
El caso alemán es un ejemplo de mdusfcrsalisación derivada, ya que el
modelo inglés ejerció una profunda influencia sobre él. El proceso de moder­
nización de la industria fue en gran medida, en sus orígenes, una respues­
ta al desafío que significó la competencia de los productos británicos, en
especial después del fin de las guerras napoleónicas. Como en el caso inglés,
la industrialización recibió su mayor impulso en un período relativamente
breve, y se basó en los mismos sectores: carbón, hierro, industria mecáni­
ca y textil. Pero a diferencia de Inglaterra, en Alemania la importancia de la
industria textil fue limitada, y los sectores de punta fueron la industria pe­
sada y la de bienes de capital.
Durante la primera mitad del siglo XIX, Alemania pudo aprovechar las
ventajas del atraso imitando a otros países —Inglaterra en primer lugar, pero
también Bélgica, Francia y Suiza— , tanto en lo relativo a la innovación tec­
nológica como a las transformaciones institucionales que habían acompaña­
do a los procesos de industrialización.

(3 3) B o r c h a r d t (1982).
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 157

En los comienzos de su industrialización, recibió el aporte de capitales


extranjeros (por ejemplo, capitales franceses en la minería), e importó insu-
mos industriales (como hierro e hilados de algodón) y bienes de capital (má­
quinas de vapor, maquinaria textil, locomotoras, etc.). Más tarde, la indus­
tria local sustituyó paulatinamente a las importaciones, y la inversión con­
tó con fuentes de financiación interna.

6,3,1- L A S E T A P A S D E L A I N D U S T R I A L I Z A C I O N A L E M A N A

En las ultimas décadas, los historiadores de ía industrialización alemana


han logrado un consenso acerca de su periodízacióñ, que si bien retoma el
modelo de las etapas de Rosxow, corrige la cronología que el mismo R o s t o w
había establecido (34).
La primera etapa, comprendida entre 1780 y las décadas de 1830-1840,
constituye lo que se denomina “ primera industrialización". Este período fue
el de ios comienzos de la mecanización, en el que se llevaron a cabo refor­
mas institucionales que favorecieron la liberaiización del comercio, y de los
mercados de mano de obra y de la tierra.
La segunda, que transcurre entre 1840-1850 y la década de 1870, corres­
ponde a la Revolución Industrial, o al “despegue” en términos rostowianos
(aunque no todos aceptan la pertinencia del concepto de despegue). En esta
etapa fueron cruciales el desarrollo del ferrocarril y su impacto sobre la in­
dustria del carbón, la del hierro y la de las maquinarias, que pasaron a ser
ios sectores líderes de la industria alemana.
La tercera etapa se ubica entre ia década de 1870 y la Primera Guerra
Mundial, y se caracteriza como “ fase industrial madura” . Coincide con la
difusión de la industria moderna, y con la aceleración del cambio estructu­
ral y de la urbanización. En este período tuvo lugar la expansión internacio­
nal de la economía alemana, que comenzó a desplazar a Gran Bretaña en el
liderazgo industrial.

6,3,2. LA PROTOTNDXJSTRÍ ALXZACION '

Como la mayor parte de los países europeos, Alemania tenía una larga
tradición protoindustrial. Desde el siglo XVI, en varias áreas rurales se ha­
bía ido expandiendo la producción industrial orientada hacia la exportación,

(3 4 ) T il l y (1 9 8 8 ).
158 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

basada en el sistema de industria a domicilio. Esta actividad protoindustrial


se incrementó a lo largo del siglo XVIII, favoreciendo el desarrollo de las
industrias textil y metalúrgica. La producción se destinaba tanto al merca­
do interno como ai externo, incluyendo a Europa y a regiones extraeuropeas,
sobre todo el continente americano.
El caso alemán, en el que la industria rural lia sido un tema muy estu­
diado desde el siglo XIX, sirve para observar ei impacto diferenciado que la
protoindustria tuvo en distintas regiones sobre el posterior desarrollo indus­
trial.
En términos generales, la actividad protoindustrial contribuyó a crear
condiciones favorables a través de diversos canales. Desde mucho antes del
siglo XIX existían regiones industriales que producían bienes textiles y
metalúrgicos, entre las que se destacaban Renania, Sajorna y Silesia. En
todas ellas la protoindustria favoreció la acumulación de capital, la capaci­
tación de la mano de obra y el desarrollo de los circuitos comerciales den­
tro y fuera del territorio alemán.
De todos modos, la transición hacia el sistema de fábrica no fue automá­
tica. Veremos cómo en ei sector textil, que era el más importante a comien­
zos del siglo XIX, en Renania y en Sajonia la base protoindustrial dio ei
impulso para el desarrollo de la industria de fábrica, mientras que en Sile­
sia la industria tradicional no consiguió llevar a cabo un proceso de trans­
formación y terminó desapareciendo. Las diferentes reacciones frente a la
mecanización se explican, en gran medida, por las condiciones socioeconó­
micas e institucionales de las regiones.
Aunque a continuación nos centraremos en el sector textil, con eí fin de
simplificar la exposición, en las tres regiones también se había desarrolla­
do la industria metalúrgica. La principal zona productora en esta rama era
Renania, en la que se fabricaban productos de metal —entre ellos, cuchillos,
armas y una gran variedad de utensilios— , que se destinaban mayormente
a la exportación.
Silesia (situada en el área oriental del reino de Prusía) se había especia­
lizado en la industria textil del lino, que era el producto de mayor consumo
popular, y desde el siglo XVI producía para ei mercado internacional. Hasta
fines del siglo XVIII, la expansión de la producción continuó sin impedimen­
tos, basada en el sistema de trabajo a domicilio en las áreas rurales. A par­
tir dei fín de las guerras napoleónicas .y de la reanudación del comercio
europeo con Gran Bretaña, la producción texiil de Silesia comenzó a entrar
en crisis. Debió competir con los hilados y los tejidos de lino británicos,
cuyo precio era muy inferior porque se elaboraban en forma mecanizada, y
también con los tejidos de algodón, que empezaban a reemplazar a los de
lino.
Frente a la competencia británica la industria no se modernizó, sino que
inició una decadencia irreversible y perdid'^ü-svin'etcad'tís^La resistencia a la
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 159

mecanización fue producto de una diversidad de factores ligados a las carac­


terísticas de la industria a domicilio en la región, y, en general, a la estruc­
tura social e institucional, que conservaba fuertes rasgos feudales (35). Por
otro lado, la industria del lino fue uno de los sectores protoindustriales más
negativamente afectados en toda Europa por la Revolución Industrial, ya que,
como ya dijimos, debió enfrentar la competencia del algodón como produc­
to sustituto.
La región de Renania tuvo, en cambio, una evolución muy distinta. Era
una zona mucho más integrada al mercado mundial, gracias a la cercanía
con Holanda. En ella el sistema feudal se debilitó tempranamente, y se vio
favorecida de manera directa por las reformas institucionales que tuvieron
lugar durante la ocupación napoleónica.
El sector más desarrollado en la etapa protoindustrial fue el de la indus­
tria textil: en una primera etapa, la del lino, más tarde, también la de la seda,
y, desde fines del siglo XVIII, la del algodón.
A diferencia de Silesia, Renania pudo competir con la producción inglesa
que comenzó a inundar el mercado después de las guerras napoleónicas,
especializándose en la fabricación de bienes textiles de alto valor agregado,
mecanizando la industria de tejidos de algodón y utilizando hilados impor­
tados de Inglaterra.
Las razones de esta reacción tan diversa frente al desafío de la compe­
tencia británica radican, en gran medida, en las características de la socie­
dad, en la que las estructuras agrarias tradicionales habían sido erosiona­
das y el marco social era mucho más abierto a la innovación.
Por otra parte, en ambas regiones la organización del sistema de traba­
jo a d om icilio había sido diferente. En Silesia, predominaba el Kaufsystem,
en el qae los pequeños productores vendían su producción a los comercian­
tes, asumiendo todos los riesgos. En Renania, en cambio, el sistema más
extendido era el Verlagssystem, en el que los comerciantes empresarios
encargaban el trabajo y proveían la materia prima. En este último caso, las-
posibilidades de adoptar innovaciones eran mucho más amplias í” '].
La región de Sajorna, por último, era otra de las zonas de mayor tradi­
ción protoindustrial. La actividad principal era la industria textil, seguida por
la metalurgia y otros rubros. La artesanía textil rural derivó desde comien­
zos del siglo XIX hacia la industria mecanizada, favorecida, como en el c.r~:so

(35) K íscü í 19S6).

(36) K is c h (19S6).
160 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de Renania, por condiciones institucionales y sociales que propiciaban la


innovación {37j.

6,3,3. LA PRIMERA INDUSTRIALIZACION (1780-1840)

En las primeras décadas del siglo XIX, Alemania sufrió una serie de
transformaciones que sirvieron de base para el proceso de industrialización
que s’e aceleró a partir de los años cuarenta.
En primer lugar, fueron removidos muchos de los obstáculos de orden
institucional y legal que dificultaban eí desarrollo industrial. Con las guerras
napoleónicas se alteraron las estructuras tradicionales, y la nueva legisla­
ción debilitó a las instituciones feudales. Paulatinamente- fue desapareciendo
la servidumbre en las áreas rurales y, al mismo tiempo, se liberalizó la ac­
tividad industri'L, suprimiendo los privilegios gremiales. Estas medidas no
tuvieron efectos inmediatos, pero permitieron liberar mano de obra e inte­
grar la población campesina en el mercado.
Desde fines de las guerras napoleónicas se inició también un proceso de
crecimiento de la población, gracias al aumento de las tasas de natalidad y
de nupcialidad. El número de habitantes pasó de 24.800.000 en 1816 a
35.500.000 en 1850 í33). Ello se vio acompañado por el incremento de la pro­
ducción agrícola, que se basó, sobre todo, en la ampliación de la superficie
cultivada, pero que implicó también un proceso de modernización que inclu­
yó la reducción del barbecho y la introducción de nuevos cultivos.
Como ya señalamos, Alemania contaba con una importante tradición
protoindustrial, sustentada en la producción artesanal y la industria domés­
tica, en la que se destacaban el sector textil y el metalúrgico.
Hasta la década de 1840, los incrementos en la producción industrial
provinieron mayoritariamente de estos dos sectores, que se fueron moder­
nizando de modo gradual. En la industria textil comenzó la mecanización
fundamentalmente en el sector del algodón, primero en el hilado y luego en
el tejido, pero las antiguas formas de producción siguieron subsistiendo.
También en la industria metalúrgica asistimos a una lenta difusión de
los nuevos métodos junto a los tradicionales. Los mayores pasos tuvieron
lugar en la fabricación de bienes (como el acero o los objetos de ese mate-

( 3 7 ) F i s h e r (1 98 1).

(3 8 ) B orciíarot Í1982J.
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 161

rial) que requerían pericia técnica y un alto empleo de mano de obra. En ese
rubro, el principal centro de producción era Renania, seguido por Silesia í39}.
En esta etapa se constituyó, en 1834, una unión aduanera, el ZoLlverein,
que permitió la integración económica de la mayor parte de los territorios
que más tarde formaron el imperio alemán, contribuyendo de manera deci­
siva al proceso de industrialización. El mercado se unificó gracias a la abo­
lición de las aduanas interiores, y se establecieron aranceles comunes para
el comercio exterior, que ofrecieron una protección moderada a la industria.

6,3,4. LA REVOLUCION INDUSTRIAL (1840-1870)

A partir de la década de 1S40, la modernización de la industria se ace­


leró, sobre todo gracias a la construcción de los ferrocarriles — que comenzó
luego de 1835— y a los eslabonamientos que éstos generaron. La construc­
ción ferroviaria disminuyó un poco en la década de 1850, pero luego se ace­
leró nuevamente, y continuó aún después de la de 1870. La longitud de las
vías férreas era en 1850 de 6.000 kilómetros, y en 1870 —momento en el que
ya había sido construido lo esencial de las grandes líneas— alcanzaba los
19.500 kilómetros f40}.
Los ferrocarriles permitieron, en primer lugar, el abaratamiento del
transporte, cuyo costo descendió entre un 80 y un 85 % (4l}. La red ferroviaria
fue clave para la integración del mercado interno, y se complementó con la
de canales y carreteras, que también se expandieron y mejoraron. El ferro­
carril hizo posible el transporte terrestre a larga distancia del carbón, con­
tribuyendo decisivamente a la difusión de la máquina a vapor y, en general,
al desarrollo de la industria.
No obstante, el impacto más significativo de los ferrocarriles sobre el
sector industrial fue el impulso que dieron a la expansión y modernización
de la industria siderúrgica y mecánica, que pasaron a liderar el proceso de
industrialización desde los años cuarenta.
En los primeros años, la demanda generada por los ferrocarriles era
cubierta medíante la importación, pero rápidamente se desarrolló una indus­
tria sustítutiva. Al comenzar la construcción de las líneas férreas, casi la
totalidad de los productos de hierro que se requerían eran importados, pero

(39) L ardes (1 9 7 9 ).

(4 0) V s r l e y (1976).

(4 1 } B orciiardt (1982S-
162 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

en el curso de dos décadas los ferrocarriles fueron abastecidos por la Indus­


tria local, desde las locomotoras basta los rieles y los metales necesarios
para su fabricación í42}.
El acelerado desarrollo de la siderurgia se vio favorecido por la disponi­
bilidad de yacimientos de hierro y carbón. En este punto Alemania tuvo una
situación privilegiada, debido a su dotación de recursos naturales. En la
segunda mitad del siglo XIX, comenzaron a explotarse nuevos centros mine­
ros en la Alta Silesia, el Sarre y Renania-Westfalia.
Desde la década de 1840, la principal zona productora de hierro y car­
bón fue la de la cuenca del Ruhr, en la región de Renania-Westfalia, que se
desarrolló en forma tardía pero a un ritmo muy rápido. En el lapso de me­
dio siglo se transformó en la principal región industrial del continente, gra­
cias a sus riquísimos yacimientos de hulla y a su ubicación geográfica; esta
última ie permitía comunicarse con el resto del territorio por vía fluvial (a
través de ríos y canales) o por vía terrestre, mediante el ferrocarril.
Para el desarrollo del área del Ruhr, la construcción de .la red ferrovia­
ria fue un factor decisivo por diversas razones. En primer lugar, por el incre­
mento de la demanda de hierro y carbón, pero también porque los ferroca­
rriles permitieron el transporte del carbón a larga distancia y el abasteci­
miento de mineral de hierro a las cuencas carboníferas, cuyas reservas de
hierro eran reducidas.
La explotación sistemática de los yacimientos de carbón se inició recién
en la década de 1840, porque, debido a su profundidad, requirieron tecno­
logía muy avanzada. Como vimos, en Renania existía una industria metalúr­
gica desde comienzos de la época moderna, pero ei distrito del Ruhr en el
siglo XVIII era un área principalmente agrícola, en la que sólo había algunas
pequeñas explotaciones mineras. La producción de carbón era ir¡ significan te,
y ia industria metalúrgica seguía usando métodos tradicionales. Recién en
1848 fue instalado el primer alto horno para la producción de hierro median­
te la utilización de coque.
En la segunda mitad del siglo XIX, la producción de carbón creció a un
ritmo vertiginoso, pasando de 1.700.000 toneladas en 1850 a 11.600.000
toneladas en 1870, a 60.100.000 toneladas en 1900 y a 114.220.000 tonela­
das en 1913. Esta última cifra representaba el 60 % de la producción alema­
na, y casi 3 veces el total de la producción francesa E"3}.
Junto con la producción de carbón se expandió.la industria siderúrgica,
cuyo principal centro fue también ía zona del Ruhr, en la que se desarrolla-

(42) F remdukg (1977).

(43) P ollard (1991).


CAP. 6 - LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y...

ron ias primeras empresas que integraron verticalmente la producción. Las


mayores corporaciones, como Krupp, Thyssen y otras, eran propietarias de
minas de hierro y carbón, de plantas para la producción de coque, de altos
hornos, de fundiciones, de plantas de laminación, y de fábricas de produc­
tos metálicos y de maquinarias.
El ritmo de la innovación tecnológica fue muy rápido. Desde la década
de 1860 comenzaron a adoptarse nuevos métodos para la producción de
acero: el proceso Bessemer (que redujo notablemente los costos) y los altos
hornos Siemens-Martin (que posibilitaron elevar la calidad). En la década del
ochenta empezó a utilizarse el proceso Gilchrist Thomas, que permitió usar
hierro con alto contenido de fósforo y emplear el mineral proveniente de la
región de Lorena, que estuvo bajo dominio alemán desde el fin de la guerra
franco-prusiana {en 1871) hasta el término de la Primera Guerra Mundial
(1918).
Entre 1870 y 1913, la producción alemana de acero creció a una tasa
anual superior aí 6 %. El incremento más acelerado tuvo lugar después de
1880, tras la incorporación de las minas de Lorena: entre 1880 y 1900, la
producción se multiplicó por 10. En 1895, la producción de acero alemana
superó a la inglesa, y en 1914, la había duplicado (44).
Para fines de siglo, el costo de la elaboración del acero era sólo el 10 %
del nivel que tenía en la década de 1860.
La reducción del precio del acero permitió incrementar su uso. y comen­
zó a utilizarse en forma creciente para la construcción y para la fabricación
de barcos y ferrocarriles.

6,3,5. LA INDUSTRIALIZACION MADURA (1870-1914)

La última fase de la industrialización fue la de mayor expansión econó­


mica de Alemania 3^ el período en el cual superó definitivamente sus condi­
ciones de atraso relativo. Por las dimensiones de su economía y su adelan­
to tecnológico se convirtió en el país más desarrollado del continente euro­
peo, y en algunos sectores —hierro, acero, química, electroquímica— sobre­
pasó también, a. Gran Bretaña.
Entre 1873 y 1914. el producto bruto interno de Alemania se triplicó, y
la actividad industrial contribuyó de manera decisiva a su expansión. Debe­
mos aclarar que-a lo largo de ese período las tasas dé crecimiento variaron:
fueron menores hasta la década de 1890 y se incrementaron después. Ello
fue consecuencia del impacto de la depresión económica que se extendió

( 4 /í) RokCHAXDT ; 19 8 2 ); C amküom (1 9 9 5 ).


164 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

entre 1873 y 1895, la cual, de todos modos, afectó a Alemania menos que a
otros países europeos.
Entre 1873 y 1914, la participación de la industria en el producto total
pasó de un tercio a la mitad. La tasa de crecimiento anual de la producción
industrial fue del 3,7 %, y hasta la década previa a 1a Primera Guerra Mun­
dial, las industrias productoras.de bienes de capital prosperaron más rápi­
damente que las de bienes de consumo (45).
En esos años también se aceleraron el ritmo de crecimiento demográfi­
co y el proceso de industrialización. La población aumentó de 41.600.000 en
1871 a 64.900.000 en 1910. Mientras que en 1871 el 63,9 % de los habitan­
tes vivía en áreas rurales, en 1910 la población rural había descendido al
39,9 % y la población urbana alcanzaba al 60,1 %, habiéndose invertido las
proporciones t*0).
A pesar dei incremento demográfico y de la acelerada urbanización, has­
ta la Primera Guerra Mundial el peso del mercado interno de bienes de con­
sumo no fue tan decisivo en la industrialización alemana como en ía ingle­
sa y la norteamericana. La principal diferencia con Gran Bretaña fue que la
tasa de urbanización era más baja, pero, sobre todo, que la población urba­
na estaba mucho menos concentrada en grandes ciudades y que las áreas
urbanas estaban mucho más dispersas en el territorio. Todavía en vísperas
de la Primera Guerra Mundial, las tínicas grandes concentraciones urbanas
eran la de la zona del Ruhr y el área metropolitana de Berlín. Además, las
diferencias regionales entre el oeste industrial y ei este agrario siguieron
teniendo un fuerte peso en la economía.
Con respecto a los Estados Unidos, la diferéncia esencia! fue que ía tasa
de crecimiento de la población era más baja: en 1871, ambos países tenían
casi la misma cantidad de habitantes (41.000.000), pero en 1910, mientras
que Alemania tenía casi 65.000.000, los Estados Unidos ya superaban los
92.000.000.
Por último, el ingreso per cápíta, si bien creció rápidamente en el perío­
do anterior a la Primera Guerra Mundial, siguió siendo inferior al de Gran
Bretaña y al de los Estados Unidos, como revela el cuadro 3:

(43) R ocha (1979).

(4 6 ) C h a n d l e r (1 9 9 0 ).
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y... 165

Anos
1870 1913
Países
Alemania 535 1.073
Gran Bretaña 972 1.481
Estados Unidos 769 1.813
F u e n t e: M adoison , A., Phases o f Capitalist Development, i
N u e v a York, 1982. ¡

Cuadro 3. Ingreso per cápíía (en dólares de 1970).

Debido a las características del mercado interno alemán, la gran expan­


sión de las últimas décadas del siglo XIX tuvo como correlato el incremen­
to de las exportaciones de productos industríales, lo que ocurrió a un ritmo
vertiginoso.
Hasta fines del siglo XIX, Alemania exportaba sobre todo bienes de con­
sumo a los mercados urbanos de Europa Occidental y de los Estados Unidos,
pero a partir de inicios de este siglo la exportación de bienes de capital pasó
a ser eí rubro principal; abarcó, fundamentalmente, metales, maquinaría,
productos químicos y equipos eléctricos.
Los destinos más importantes de estas exportaciones fueron los países
de Europa deí Este y del Sud, que comenzaban sus procesos de industria­
lización, y Gran Bretaña y los Estados Unidos (47}.
En el terreno de la innovación tecnológica y de la actividad industrial,
Alemania fue, en las últimas décadas del siglo XIX, uno de los centros de
irradiación de la Segunda Revolución Indu strial (de la cual volveremos a
hablar en el próximo capítulo), caracterizada por la expansión de nuevos
sectores de punta, en ios que se destacan, junto a la siderurgia y la produc­
ción de bienes de capital, la industria química, y la de equipo y material eléc­
trico.
La industria química comenzó a acelerar su crecimiento en la década de
1860, y en vísperas de la Primera Guerra Mundial se había transformado en
una de las ramas mas dinámicas. Los principales productos fueron en esa
etapa los colorantes y los fertilizantes artificiales, con ios que por primera
vez se pudo reemplazar a los abonos naturales en la agricultura. Desde fi­
nes de siglo se desarrolló, en sus inicios como un derivado de la química,
la industria farmacéutica.
La industria eléctrica se expandió rápidamente desde la década de 1880.
Al comienzo, sus aplicaciones más relevantes fueron la iluminación y los

(4 7 ) C h a k o u ík (1 9 9 0 ).
166 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

transportes urbanos, pero va a partir dei siglo XX los motores eléctricos


empezaron a competir con las máquinas a vapor y a reemplazarlas.
Tanto la industria química como la eléctrica constituyen ramas en las
que la producción está estrechamente ligada a la investigación científica, y
ambas se beneficiaron con el desarrollo del sistema educativo alemán, al q\ie
haremos referencia a continuación.
Los logros de la industrialización alemana a fines del siglo XIX y su
competencia exitosa con Gran Bretaña han merecido explicaciones diversas.
Sin adoptar ninguna en forma excluyente, veremos seguidamente algunas de
sus características, que contribuyen tanto a ia comprensión del caso alemán
com o a la reflexión sohre los procesos de industrialización taraía.
Como podrá observarse en párrafos siguientes, el éxito alemán fue resul­
tado de la combinación de una pluralidad de factores. En la base estuvo, sin
duda, la dotación de recursos naturales, que fue privilegiada en términos de
los requerimientos de la industria en el siglo XIX. Como ya vimos, la cons­
trucción de los ferrocarriles tuvo también un rol esencial en la etapa de ía
Revolución Industrial. Pero la industrialización alemana no puede compren­
derse sin hacer referencia a la formación de sus recursos humanos, a la
acción dei Estado, al papel de los bancos y al de las empresas y empresarios.
A eso debemos agregar, por supuesto, la circunstancia de que la industria-
lización alemana constituyó, como ya dijimos, una industrialización deriva­
da, en la que otras naciones industriales estimularon el desafío y ía compe­
tencia, y proveyeron, en las primeras etapas, tecnología, recursos humanos
y capitales.

6,3,6. EDUCACION, CIENCIA Y DESARROLLO TECNOLOGICO

Entre las causas a las que suele atribuirse el éxito de la industrialización


alemana, su sistema educativo ocupa uno de los lugares privilegiados, jun­
to a ia dotación de recursos naturales, ia disponibilidad de capitales, e.l ca­
rácter innovador de sus empresarios y la acción del Estado.
En el siglo XIX. el sistema educativo alemán fue el más avanzado dei
continente europeo, tanto en la educación elemental como en la técnica y
científica. A lo largo del siglo creció la escolaridad (en prusia y Sajorna,
donde ia enseñanza primaria era obligatoria, alcanzaba en la década de 1S60
a casi el 100 % de los niños en edad escolar), lo cual generó un alio nivel de
instrucción básica en extensos sectores de la sociedad.
Como señalan diversos autores, es difícil establecer una relación de
causalidad directa entre la educación elemental y el desarrollo industrial en
el siglo XIX, ya que se haría muy complejo explicar ia Revolución Industrial
inglesa. Pero como observa L a n o k s , la ca liesa.el, de la educación primaria ale­
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRÍALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 167

mana era muy elevada, y la escolaridad constituía también una experiencia


de disciplinamiento í48). Por otra parte, a medida que avanzó la industriali­
zación, los requerimientos de instrucción de los trabajadores fueron aumen­
tando.
En Alemania se estableció de modo precoz la enseñanza profesional,
técnica y científica, cuyo impacto sobre el desarrollo industrial fue mucho
más directo. La formación en escuelas reemplazó al sistema de aprendiza­
je en los puestos de trabajo, y la complejidad creciente de la tecnología re­
quirió un mayor adiestramiento del personal.
En las primeras décadas del siglo, las universidades alemanas fueroja,
reformadas, siguiendo el modelo de las grandes escuelas francesas, y se
convirtieron en centros de excelencia académica, en las que se promovió el
desarrollo de las carreras técnicas y de la investigación científica.
Las universidades fueron pioneras en la adquisición y transferencia del
conocimiento, y se orientaron hacia el desarrollo de la física, la química y
sus aplicaciones en ei campo de la medicina y la tecnología industrial. Desde
fines del siglo XIX se crearon posgrados en ingeniería, y se establecieron
universidades técnicas con el objeto de formar personal para la industria. A
principios de siglo nacieron las primeras escuelas de negocios, para la for­
mación de cuadros geren cíales
El gobierno creó también institutos de investigación científica, que
mantuvieron lazos estrechos con las universidades, las escuelas técnicas y
las grandes empresas industriales.
A medida que eí desarrollo de la industria comenzó a estar creciente­
mente subordinado ai de la ciencia, y que 3a gestión de las empresas tendió
a complejizarse y a requerir personal cada vez más calificado, el sistema
educativo y científico alemán fue un factor determinante en el desarrollo de
su economía.

6,3/7. E L P A P E L D E L E S T A D O

En la industrialización alemana el papel del Estado fue muy activo, y se


manifestó de varios modos. Debemos remarcar que las formas de interven­
ción estatal en ios procesos de industrialización son complejas y van mucho
más allá de la política arancelaria, incluyendo —como acabamos de. v e r -
medidas tales como la orgn-iízación del sistema educativo y la promoción de
la investigación científica.

[4 8 ) L/\ K13es {1 r¡7 9;.

(4 2 j C hande.er U S 9 0 ).
168 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Para el caso alemán podemos señalar, en una instancia inicial, el papel


que jugaron las reformas institucionales de ia primera mitad del siglo XLX
(que liberalizaron la estructura económica y social heredada del Antiguo
Régimen y crearon las condiciones para una economía de mercado), y, más
tarde, ia Unión Aduanera (que permitió la constitución de un mere, do inter­
no unificado).
La intervención estatal fue también muy relevante en la modernización
del sistema de comunicaciones. Hasta mediados de la década de 1870, la
mayor parte de las líneas ferroviarias fueron construidas por empresas
privadas con participación ocasional del gobierno, pero a partir de entonces
los Estados alemanes adquirieron las compañías ferroviarias, y las nuevas
líneas fueron construidas, en general, por cuenta del gobierno. El Estado fijó
las tarifas ferroviarias de modo de favorecer el intercambio entre las diver­
sas regiones, y la promoción de las actividades industriales y las exportacio­
nes (50).
Hasta la década de 1870 la protección arancelaria fue moderada, aunque
para el caso de los ferrocarriles las tarifas propiciaron la sustitución de
importaciones, ya que facilitaban la importación de metales en bruto y gra­
vaban la de productos elaborados (5l).
A fines de los años setenta, la política arancelaria viró hacia el protec­
cionismo, tanto para la industria como para la agricultura, como reacción a
los efectos negativos de la crisis económica que se inició a comienzos de la
década. En realidad, como veremos en el próximo capítulo, Alemania no fue
el único país en aplicar una política proteccionista en eí período de la Gran
Depresión (1873-1895), sino que dicha aplicación fue una tendencia genera­
lizada. con muy pocas excepciones.
Los aranceles proteccionistas favorecieron ía expansión de las exporta­
ciones industriales alemanas, ya que las empresas pudieron vender a precios
elevados en el mercado interno (protegido por las barreras aduaneras) y a
precios bajos en el mercado externo, practicando políticas de dumping. El
Estado, a su vez, contribuyó en forma directa a la promoción de las expor­
taciones industriales, facilitando a los empresarios el acceso a la informa­
ción y promoviendo su penetración en los mercados externos.
En este punto no es ocioso recordar que las últimas décadas del siglo
XIX fueron un período de ascenso del nacionalismo en los países europeos,
y que el desarrollo industrial pasó a ser percibido como un requisito para la
expansión económica y militar de ias naciones. En el caso de Alemania, que
fue uno de los países que más tarde logró su unificación política, su afirma­
ción como potencia fue respaldada por su poderío industrial, que fue, a su
vez, explícitamente fomentado por el Estado.

[50) B orchardt (1982).


(5 1 ) F rem dunc, (1 9 7 7 ).
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y... 169

6,3,8. EL PAPEL DE LOS BANCOS EN LA INDUSTRIALIZACION

Otro actor decisivo en el proceso de industrialización de Alemania fue­


ron los bancos, ya que fue el país de Europa en el que existió la relación más
estrecha entre crédito bancario y desarrollo industrial, sobre todo en las
últimas décadas del siglo XIX. Relación estrecha no significa necesariamente
causalidad directa, ya que la financiación industrial ofrecía también otras
vías, en especial, la autofinancíación (52}, pero ello no puede hacer perder de
vista la importancia de los vínculos que existieron entre bancos y empresas.
La construcción de los ferrocarriles, que hasta la década de 1870 fue
llevada a cabo mayorítariamente por empresas privadas, creó una creciente
demanda de capital que favoreció la creación de nuevas instituciones finan­
cieras.
Hacia 1850 nacieron en Alemania los bancos de crédito, creados según
el modelo deí Crédit Mobilier francés, que hasta la década de 1870 proveye-
ron la mayor parte del capital invertido en el sector ferroviario.
Desde los años cincuenta, los bancos financiaron actividades industria­
les, pero esta función se fue acentuando a partir de los años setenta y, so­
bre todo, desde comienzos de la década de 1890. En la última etapa de la
industrialización alemana, ei crédito bancario tuvo una importancia crucial,
y la cooperación entre bancos y empresas industriales aumentó constante­
mente.
Desde mediados del siglo XIX fueron creados los grandes bancos de in­
versión (todos ellos con sede en Berlín), que sustituyeron a los bancos de
crédito desde la década de 1870. Los bancos de crédito y los grandes ban­
cos alemanes estuvieron entre las primeras instituciones financieras que
combinaron la función comercial con la de inversión, y por ello se los sue­
le llamar “ bancos mixtos” . Además de las operacioxtes de crédito (de corto
y de largo plazo), promovían la formación de nuevas empresas y canalizaban
el ahorro hacia ellas a través de la emisión de acciones y obligaciones (53).
En las últimas décadas del siglo XIX, los grandes bancos tuvieron un
papel que fue mucho más allá que el de intermediarios financieros. Los ban­
cos se convirtieron en accionistas de las grandes empresas industriales, y
como tales comenzaron a participar en su dirección.
Desde la década de 1870, las sociedades anónimas alemanas tenían la
obligación de contar, junto con el consejo directivo, con un consejo de su­
pervisores, que era elegido por los accionistas, y podía intervenir en la toma
de decisiones estratégicas. En su carácter de accionistas, los grandes ban-

(52) T ílly (1988).


(53) Tjlly (1974).
170 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

eos pasaron a formar parte del gobierno de las empresas. El grado de depen­
dencia entre bancos y empresas industriales variaba de sector a sector, y fue
mayor en la minería que en las industrias química y eléctrica.
La fuerte inñuencia de los bancos sobre la industria alcanzó su culmi­
nación a comienzos del siglo XX, pero a partir de entonces comenzó a dis­
minuir. La tendencia a las fusiones entre empresas que los mismos bancos
habían promovido aumentó el poder de las empresas industriales, cuyas
necesidades de capital superaban a menudo la capacidad financiera de un
solo banco i5*).

6,3,9- LAS EMPRESAS Y LOS EMPRESARIOS

Otro de los rasgos característicos de la industrialización alemana fue el


rol que desempeñaron en ella las grandes empresas que dominaron la acti­
vidad industrial desde la década de 1870.
Ello tuvo que ver, en gran medida, con el carácter de los sectores de
punta —industria del carbón, del hierro y del acero, química, eléctrica—, que
por sus características favorecieron la formación de empresas de grandes
dimensiones. Para fines del siglo XIX, algunos sectores, como eí minero, el
mecánico, el químico, el electromecánico y el textil, mostraban altos índices
de concentración.
El surgimiento de la empresa moderna se dio en Alemania en las últi­
mas décadas del siglo XIX, a la par que en los Estados Unidos. Con el incre­
mento paulatino dei número de sociedades anónimas desde los años setenta
se aceleró el proceso de separación entre propiedad y gestión. Las dimensio­
nes de las empresas, que alcanzaron grandes proporciones, generaron el
desarrollo de una organización burocrática y gerencial, que en muchos ca­
sos tomó como modelo la organización burocrática del Estado (55).
La competitividad de las empresas alemanas reposó, en gran medida, en
la eficiencia de su organización. Además, fueron tecnológicamente innova­
doras, y desde fines del siglo XIX contaron con sus propios laboratorios de
investigación científica y desarrollo tecnológico.
Una característica distintiva en las grandes empresas alemanas fue La
tendencia a la expansión y a la integración vertical, con el fin de controlar
las diversas fases de la producción, como vimos al referirnos a las empresas
de la zona del Ruhr.

(5 4 ) K o c k a (1 9 7 9 ).

(S f o K oc: sía ( 1 9 8 1 ) .
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 171

Desde la década de 1870 se manifiestan otros dos rasgos sobresalientes.


Por una parte, la estrecha vinculación entre empresas y bancos, de la cual
ya hemos hablado. Por otra, los acuerdos de cooperación entre empresas,
que llevaron a la formación de carteles (del alemán “KarteU” ), es decir, a aso­
ciaciones entre empresas en las que cada una conservaba su independencia.
Dichos acuerdos tenían como objeto el control del mercado, para contrarres­
tar las caídas de precios y ia sobreproducción en la época de la Gran Depre­
sión.
Una vez superada la crisis, ei número de carteles no disminuyó, sino que
se incrementó. Sirvieron para limitar la competencia y controlaron el mer­
cado en forma monopólica. Se calcula que, en 1907, la producción en manos
de carteles equivalía ai 25 % de la producción industrial total. El desarrollo
de los carteles se vio favorecido por la ausencia de leyes que limitaran su
formación, y su legitimidad fue confirmada por las máximas autoridades
judiciales. Recién se declararon ilegales después del fin de la Segunda Gue­
rra Mundial.
Estos rasgos llevaron a distintos autores a caracterizar al modelo alemán
como “capitalismo organizado” (56) o “capitalismo gerencial cooperativo” (57).

6,4. L A IN D U STR IALIZAC IO N


BE LOS ESTADOS UNIDOS

Entre comienzos de la década de 1780, al finalizar la Guerra de la inde­


pendencia, y 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, los Estados Uni­
dos pasaron de serán país con una población reducida, distribuida en un ex­
tenso territorio, a ser la nación con el mayor ingreso per cápita del mundo
y el país industrial líder, superando a Gran Bretaña desde fines del siglo XIX.
Entre 1S98 y 1900, los Estados Unidos generaron el 30 % de la producción
industrial mundial, mientras que en ese período a Gran Bretaña le corres­
pondió el 20 %, y a Alemania, el 17 % (Gíi).

(56} K ocka {1 9 7 9 ).

( 5 7 ) Chañóles* { 19 9 0 ) .

(5 6 ) C h a k d l e r { 1 9 9 0 ) .
172 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

6,4,1. LAS ETAPAS DE LA INDUSTRIALIZACION


NORTEAMERICANA

Antes de analizar aspectos particulares del proceso de industrialización


en los Estados Unidos, haremos referencia a las etapas por las que ella atra­
vesó a lo largo del siglo XIX, utilizando como base la periodización que pro­
pone el historiador D ouolass N orth
Debemos señalar, en primer lugar, que en el curso del siglo no se iden­
tifica con claridad una etapa de “despegue” . La economía y la industria cre­
cieron en forma sostenida en el transcurso de todo el siglo, aunque con más
celeridad después del fin de la guerra civil (que se libró entre 1861 y 1865).
El promedio anual de la tasa de crecimiento del producto per cápita fue del
1,3 % hasta la guerra, y del 1,8 % en la etapa posterior (G0).
Como veremos después con más detenimiento, el proceso de industria­
lización se vio favorecido por la disponibilidad de recursos naturales y por
la existencia de un inmenso mercado interno, con un extraordinario aumen­
to de la población, que pasó de menos de 4.000.000 de habitantes en 1790
a 90.000.000 en 1910, gracias a la inmigración masiva y a las altas tasas de
crecimiento vegetativo.
Además, estos factores se combinaron con un proceso constante de in­
novación tecnológica y organizativa, que Ies otorgó a los. Estados Unidos
fuertes ventajas frente a sus competidores europeos.
En la etapa colonial, la economía norteamericana era fundamentalmen­
te agraria: en fcl norte, predominaban las explotaciones agrícolas familiares,
y en sur, las grandes plantaciones esclavistas. La producción industrial era
limitada, y se llevaba a cabo en unidades domésticas o en talleres artesana­
les.
La situación comenzó a cambiar con la revolución de la independencia,
que liberó al territorio del mercantilismo británico y le dio la estabilidad
política necesaria para la expansión comercial (5I).
Entre fines de la década de 1780 y 1920 transcurrió la etapa que N orth
denomina “ primeras tentativas industriales” . Fue un período en el cual la
producción industrial se expandió (tanto en sus formas tradicionales como
en las más modernas) y en el que comenzó la mecanización, sobre todo, en
la industria textil, que se vio favorecida por las limitaciones a la importación
que se instauraron en la época de las guerras napoleónicas.

(59) N o r th (1978).
(60) D a v id (1984).
(61) K hxick (1979).
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 173

En esta primera etapa, la industrialización tropezó con dificultades con­


siderables. En primer lugar, la exigüidad y la dispersión del mercado inter­
no; en 1790, la población {como ya señalamos) era de menos de 4.000.000
de habitantes, dispersa en un territorio muy vasto, con un grado de urbani­
zación bajísimo {el 92 % de la población vivía en áreas rurales). Las comu­
nicaciones eran rptuy difíciles porque las distancias eran muy grandes, y el
sistema de transportes, inadecuado. Otros obstáculos eran la escasez de
mano de obra y capitales, y el alto costo del trabajo, un factor que, como
veremos, incidió mucho en la posterior industrialización.
Al mismo tiempo, las posibilidades de desarrollo industrial se vieron
estimuladas por la expansión dei comercio exterior. La ruptura con Inglate­
rra alteró las viejas prácticas comerciales y abrió nuevas regiones al mter-
cambio. La transformación más decisiva fue la expansión del comercio del
algodón, que comenzó a cultivarse con fines comerciales a mediados de la
década de 1780. El volumen de las exportaciones de algodón pasó de 550.000
libras en 1793 a 83.000.000 en 1815, y continuó creciendo en las décadas
siguientes (62).
El “boom" del algodón contribuyó al desarrollo de la actividad comercial,
del transporte y del sistema financiero, y a la acumulación de capitales,
además de proporcionar la materia prima para el sector más dinámico de la
industria.
Entre 1820 y 1860 transcurre lo que N orth -denomina “la era de la indus­
trialización". Fue el período en el que la industria manufacturera se afirmó
en una serie de sectores, con el liderazgo de la industria textil. La región
más dinámica, en la que se concentró la actividad industrial, fue 1a del nor­
deste, favorecida por varios factores entre los que se contaban la población,
la urbanización y la disponibilidad de .energía y de servicios.
El desarrollo industrial y la difusión del sistema de fábrica se vieron
estimulados por la construcción de los ferrocarriles, que comenzó en 1830
y se aceleró a partir de 1840. En una primera etapa, la red ferroviaria com­
plementó a la de vías fluviales (ríos y canales), pero luego pasó a ser, como
veremos, un factor clave en la unificación del mercado interno y en la cons­
titución de un mercado de masas.
En el período 1840-1860, la industrialización se basó, sobre todo, en la
producción de bienes de consumo, en primer lugar la de textiles de algodón,
seguida por la del calzado y del cuero, la del hierro y la de máquinas.
La industria textil generó fuertes eslabonamientos hacia atrás y hacia
adelante. En el primer caso, impulsó la fabricación de maquinaria textil, que

(6 2) CilANDJLER (1 9 7 9 ).
174 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

comenzó tempranamente, en la década de 1810. Las fábricas de maquinaria


textil fueron el punto de partida para ei desarrollo de la industria mecánica,
ya que dieron origen a establecimientos dedicados a la fabricación de otro
tipo de bienes, desde máquinas-herramientas hasta locomotoras. Hacia ade­
lante ia industria textil derivó en la industria dei vestido, que ocupó un lu­
gar relevante en la expansión manufacturera.
En esta etapa, el desarrollo de la industria del hierro fue todavía limita­
do, aunque ya desde la década de, 1830 se había iniciado la modernización
de la producción. Ello se debió, en parte, a la escasez de carbón en la zona
de ia primera industrialización y a las dificultades de comunicación con las
áreas de producción. El hecho de que la oferta de carbón fuera restringida
estimuló ei uso de la energía hidráulica, sobre la base de la cual se desarro­
lló la industria textil de Nueva Inglaterra.
Además, en la primera etapa de la construcción de los ferrocarriles,
hasta la década de 1860, sus efectos sobre la producción local de hierro y
acero fueron limitados, ya que en la construcción de vías y material rodan­
te se utilizó una gran proporción de hierro im portado C*53).
El período que va de 1860 a 1914 fue la etapa de afi-mación de los Es­
tados Unidos como nación industrial; en ese lapso, se profundizaron las
transformaciones estructurales que se habían iniciado en las décadas ante­
riores.
La industria incrementó su participación en el producto nacional, a ex­
pensas de la agricultura, y el proceso de urbanización se aceleró. Mientras
que entre 1860 y 1910 la población rural se duplicó, la población urbana se
multiplicó por 7 ECi).
El mercado interno se amplió considerablemente gracias al crecimien­
to de la población, y se convirtió en un mercado de masas como consecuen­
cia de la extensión de la red ferroviaria y de la difusión del uso del telégrafo.
En esta etapa hubo cambios notables en la estructura de la industria, y
el liderazgo pasó de los sectores productores de bienes de consumo a los
productores de bienes de capital. Al igual que Alemania, en las últimas dé­
cadas del siglo XIX los Estados Unidos fueron uno de los centros de la Se­
gunda Revolución Industrial.

{63} F rp,m duno [1 9 7 7 ).

(G4> N o h th { i 978).
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 175

En la industria, el proceso de innovación tecnológica fue constante, y las


ramas que más crecieron fueron la del liierro y el acero, la mecánica y la
producción de bienes de consumo durables. Entre fines del siglo XIX y prin­
cipios del siglo XX, comenzó la expansión de nuevos sectores que tuvieron
un papel decisivo en las décadas sucesivas. En primer lugar, la industria
automotriz, que inició la producción en masa a partir de la década de 1910,
y la refinación de petróleo, que tuvo una importancia creciente desde la
década de 1880.
Junto con la expansión y la transformación de la industria, hubo varia­
ciones en su distribución regional, declinando el peso relativo del nordes­
te a favor de la zona de los Grandes Lagos, que fue la principal área produc­
tora de hierro y acero, y, más tarde, de la industria automotriz. Además, se
fueron incorporando otras zonas, como, por ejemplo, las áreas productoras
de petróleo en el oeste y el sudoeste.
Por el volumen de su producción, en 1914, los Estados Unidos eran eí
país más industrializado del mundo, y su ingreso per cápita era mayor que
eí de cualquier otra nación. En los puntos que desarrollaremos a continua­
ción se encuentran algunas de las claves de su liderazgo, que continuó a lo
largo de este siglo.

6,4,2. LA POBLACION, EL MERCADO INTERNO


Y LOS RECURSOS NATURALES

A diferencia de los países europeos, la industrialización de los Estados


Unidos en ei siglo XIX se basó casi exclusivamente en el mercado interno.
Ya hicimos algunas referencias al tamaño de la población y a su tasa de
crecimiento. En ei cuadro que sigue ofrecemos una síntesis de su evolución
entre 1730 y 1910, que incluye la distinción entre población urbana y pobla­
ción rural:

\ Anos P o b la c ió n ío ía i P o b la c ió n u rb a n a P o b la c ió n ru ra l

¡ 1790 ' 3,929.214 201.655 3.727.559


I 1820 9.638.453 693.255 8.945.198
¡ 1850 23.191.876 3.543.71 S 1S .64 8.160
l 1880 50.1 55.783 14.129.735 36.026.048
1910 91.972.266 41.998.932 49 .973.334

I Fuente: N o s tv u D .. "La industrialización do ios Estados Unidos", e n Habakkuk. J. y P o s t a jí.


I M. {comps.), U n iversid a d d e C a m b rid ge. H istoria e c o n ó m ic a d o E u rop a . V o lu m e n Vi; ¡a
I R e v o lu c ió n ind ustria ! y s u s desarrollos, Editorial R e v is ta re D erech o Privado, Madrid,
| 1978.
-J
C u a d ro 4. P o b la c ió n u rb a n a y p o b la c ió n ru ra l en lo s E s ta d o s U n id o s.
176 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Para 1910, la población de ios Estados Unidos era mucho mayor que la
de cualquier país europeo, salvo Rusia. El gran aumento de la población en
el siglo XIX se debió a una elevada tasa de crecimiento vegetativo, pero, so­
bre todo, a la inmigración europea, que comenzó en los años veinte y se fue
incrementando en las décadas sucesivas, alcanzando su pico en los 10 años
anteriores a la Primera Guerra Mundial. Entre 1820 y 1920 se radicaron
25.000.000 de inmigrantes, provenientes de Europa del Norte, del Este y del
Sud.
La fuerza del mercado interno norteamericano no radicaba sólo en el
número de habitantes, sino también en su capacidad de demanda y en la
integración de la población al mercado. En este sentido, el proceso de urba­
nización y la política de distribución de tierras, que favoreció la conforma­
ción de un amplio estrato de propietarios rurales, crearon una fuerte deman­
da que pudo ser cubierta a medida que el desarrollo de los transportes fue
unificando el territorio. El carácter masivo del mercado fue un requisito para
el desarrollo de la producción y la distribución en gran escala, que fueron
una de las características sobresalientes de la industrialización norteame­
ricana.
Además de una población en constante crecimiento, los Estados Unidos
tenían una dotación privilegiada de recursos naturales. Poseían vastas tie­
rras fértiles y excepcionales recursos minerales en oro. hierro, carbón y
petróleo. Contaban, también, con abundante madera y cursos de agua en las
primeras zonas industriales, lo que permitió obtener energía barata antes de
que comenzara la explotación del carbón.
De todos modos, el potencial de recursos sólo pudo ser aprovechado en
su totalidad a medida que avanzó la ocupación del territorio hacía el oeste,
y cuando el desarrollo de los transportes y el de las comunicaciones hicie­
ron viables los intercambios regionales.

6,4,3. L A IN N O V A C IO N T E C N O L O G I C A

El constante proceso de innovación tecnológica y organizativa es otro de


los factores que explican los altos índices de crecimiento de-la,.economía
norteamericana y la expansión de su Industria a lo largo dei siglo XIX.
La competítividad de la industria se basó, en gran medida, en su eficien­
cia y en su elevada productividad, y ella derivó, a su vez, de la utilización de
métodos de producción capital intensivos. Eso se dio también en ia agricul­
tura, en la que el empleo de maquinarias se difundió tempranamente.
Uno de los rasgos que diferenció a los Estados Unidos de las naciones
europeas fue el alto costo de la mano de obra. A principios de siglo, ello se
debió, sobre todo, a la escasez de población, y. más tarde, a la existencia de
una frontera móvil hacia el oeste y un vasto territorio a colonizar.
CAP. 6 - LOS NUEVOS PAISES INDUSTRÍALES: EUROPA OCCIDENTAL Y.. 177

A partir de las diferencias entre los métodos de producción ingleses y los


norteamericanos, que eran ya perceptibles desde las primeras décadas del
siglo X I X , ei historiador inglés J o h n H a b a k k u k elaboró una interpretación en
la que sostiene que el alto costo del trabajo y la escasa elasticidad de su
oferta en los Estados Unidos fueron el factor determinante para la adopción
de tecnología que permitiera ahorrar mano de obra. Ello generó, según H a ­
b a k k u k :, una mayor tasa de inversión en la economía norteamericana que

actuó, a su vez, como impulso al desarrollo (e5).


Más allá de que la escasez del factor trabajo fuera el elemento esencial
(y en esto la interpretación de H a b a k k u k ha sido muy discutida), es induda­
ble que la industria norteamericana tendió a ser capital-intensiva desde las
primeras décadas del siglo XIX.
En los comienzos de la industrialización hubo importantes influencias
externas, en primer lugar, la difusión de las innovaciones que se habían
desarrollado en Gran Bretaña, pero ya desde las décadas de 1820 y 1830
empezaron a inventarse nuevas técnicas. En algunos casos, la productividad
se incrementaba con una combinación original de las técnicas existentes. En
Massachusetts se instaló por primera vez, en los inicios de la industria tex­
til, una fábrica que integró el hilado y el tejido del algodón.
En muchos casos, las innovaciones tecnológicas consistieron en m ejo­
ras de las técnicas en uso (microinvenciones). En otros, en aportes origina­
les que contribuyeron a desarrollar lo que se denomina “american system".
Entre éstos, se destaca la utilización de piezas intercambiables en la fabri­
cación de bienes industriales, método que se originó en la industria de ar­
mas y luego se expandió hacia otros rubros, desde los relojes y las cerradu­
ras hasta las máquinas de coser, las locomotoras y diversos tipos de moto­
res.
La fabricación de bienes finales mediante el sistema de piezas intercam­
biables otorgó ventajas a la producción norteamericana de máquinas-herra­
mientas, que fue. a su vez, uno de los factores que impulsaron el avance
industrial en el siglo XIX.
Otro de los rasgos de la industria norteamericana fue la producción de
bienes estandarizados destinados al mercado de masas. Las características
de la demanda requerían bienes relativamente homogéneos, lo cual facilitó
la utilización de maquinaria en su producción.
Hasta fines del siglo XIX, los principales aportes de los Estados Unidos
se dieron en el campo de ia tecnología, mientras que el avance científico
continuó generándose en ios países europeos, sobre todo, en Alemania. A
partir de comienzos de este siglo, esa situación empezó a modificarse.

( 6 5 } H a b a k k u k (1 9 6 7 ).
178 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La competítividad de la industria norteamericana no fue producto sólo


de la innovación tecnológica, sino también de la innovación organizativa,
sobre todo desde las últimas décadas del siglo XIX. Como veremos luego con
más detenimiento, a partir de la década de 1870 se fueron desarrollando
nuevos métodos de gestión de las empresas y de organización del trabajo,
que redundaron, a su vez, en el incremento de la eficiencia y la reducción
de los costos de producción.
En las primeras décadas del siglo XX, el “american system” se difundió
más allá de sus fronteras, y sirvió de modelo para la organización de las
grandes empresas industriales europeas.

6,4,4. LA REVOLUCION DE LOS TRANSPORTES

A comienzos del sig'Io XIX, el elevado costo del transporte interior limi­
taba la posibilidad de explotar los recursos naturales del territorio. Además,
a diferencia de los países europeos, las distancias entre las regiones eran
muy grandes, lo cual dificultaba el establecimiento de comunicaciones por
vía terrestre.
En las primeras décadas del siglo XIX, la vía de comunicación por exce­
lencia fueron los ríos y los canales. En la década de 1810 comenzó ia utili­
zación de buques de vapor en los ríos. El Mississippi y sus afluentes fueron
la vía de comunicación del norte con el sur y el Medio Oeste; el río San Lo­
renzo y los Grandes Lagos, la ruta hacia el oeste por el norte. Se completa­
ron las comunicaciones lluviales con una compleja red de canales, construi­
da sobre todo en las décadas de 1820 y 1830, que agilizó eí comercio inter­
regional y permitió la conexión entre los principales centros urbanos.
Como ya señalamos, en 1830 se inició la construcción de los ferrocarri­
les. En una primera etapa, ellos no alteraron de forma sustancial las rutas
o los medios de transporte existentes, pero la situación comenzó a cambiar
a partir del primer “ boom" ferroviario, a fines de la década de 1840 y prin­
cipios de la de 1850. En ios años cincuenta llegaron áí Medio Oeste, y en
1869, a la costa del Pacífico. Para entonces, ya había 70.000.millas en fun­
cionamiento, y estaba construida la red básica. A partir.de 1880 se fueron
completando las redes secundarias, y en 1910 se había integrado ei trazado
ferroviario, con una longitud de 385.000 kilómetros ;

(5 6 ; C h a ^ ííl e r ¡1 9 8 8 ); K h. u c k (1 9 7 S ).
CAP. 6 — LOS NUEVOS PAISES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 179

6,4,5. EL IMPACTO DE LOS FERROCARRILES

El tema del impacto del ferrocarril en la industrialización norteamerica­


na ha dado lugar a fuertes controversias. En las interpretaciones tradiciona­
les sobre el papel del ferrocarril en el desarrollo industrial se sostenía que
había sido un factor decisivo en el crecimiento de la economía norteameri­
cana a lo largo del siglo XIX, y que el desarrollo de la agricultura y la indus­
tria no hubieran sido posibles sin él.
En la década de 1960, esta visión fue cuestionada por el historiador
que argumentó, a partir de un análisis cuantitativo, que no
R obkrt F o g e l ,
existió una relación de causalidad entre la construcción de los ferrocarriles
y el desarrollo económico, y que su función pudo haber sido desempeñada
por los sistemas de transporte fluvial preexistentes. F ogel ofreció también
una visión revisionista del papel deí ferrocarril como generador de eslabo­
namientos hacía atrás, refutando el argumento que veía en la demanda ferro­
viaria un gran impulso al desarrollo de la industria local (67).
La publicación d e los trabajos de F ogel estimuló el debate y suscitó nue­
vas investigaciones. Mientras que sus afirmaciones sobre el papel de los fe­
rrocarriles en la integración del mercado han sido refutadas por distintos
historiadores, se ha aceptado, en cambio, que hasta 1860 la demanda gene­
rada por el sector ferroviario tuvo una incidencia limitada en el desarrollo de
la industria del hierro, ya que hasta entonces una parte significativa de di­
cha demanda se cubría con importaciones, aunque luego la tendencia se
revirtió (ss).
Desde la historia de empresas, A lfked C handlür ha ofrecido una interpre­
tación novedosa sobre el impacto de los ferrocarriles, enfatizando su contri­
bución al nacimiento y el desarrollo de la gran empresa moderna. C handler
afirma que los ferrocarriles fnerori el primer "big business" norteamericano,
y que, debido a 3a complejidad de su financiación y de su administración, sus
cuadros dirigentes fueron pioneros en la adopción de modernas formas de
gestión {6ü}.
C hañóle » discrepa de F o gel , y enfatiza eí papel del ferrocarril —junio con
el telégrafo— en la integración de un mercado de masas, gracias a Ja dismi­
nución de los costos de transporte y ai incremento de la velocidad de ia dis­
tribución.

{67} F ogeí. (198.4).

(68) D a v id ÍI984],

(69} C h a n d lk ti (1988)
180 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

6,4,6. LAS EMPRESAS Y LOS EMPRESARIOS

Otro de los grandes temas en la historia de la industrialización norte­


americana ha sido el del papel que debe atribuirse al factor empresarial, y
en particular, en qué medida la existencia de empresarios innovadores fue
una de las condiciones que posibilitaron el desarrollo económico.
En este campo, la propuesta -más integral es la de A lfred C handler — a
quien ya nos hemos referido— , que ha elaborado en diversas obras una in­
terpretación de la historia económica, norteamericana desde la perspectiva
de la empresa (70).
El enfoque de C hañóles se centra particularm ente en la gestación de lo
que denom ina “la gran em presa m oderna”; analiza cómo las grandes empre­
sas p a sa ro n a dom inar la econom ía noi'teamericana a partir de la segunda
mitad del siglo XIX.

Como ya señalamos, las primeras empresas modernas, según C handler,


fueron los ferrocarriles, por cuya dimensión y complejidad se erigieron en
el escenario del desarrollo de nuevas formas de gestión.
Las modernas empresas industriales nacieron en las últimas décadas del
siglo XIX, junto con la producción y la distribución en gran escala, favore­
cidas por las dimensiones del mercado y la modernización del sistema de
transporte y comunicaciones.
Junto a la conformación de un mercado de masas, el otro factor que
condicionó la aparición de las grandes empresas modernas fue ei proceso de
innovación tecnológica. Fueron hijas de la Segunda Revolución Industrial y
se desarrollaron en sectores capital intensivos que requerían economías de
escala.
Las grandes empresas modernas nacieron en diversas ramas de la pro­
ducción; industrias de producción en gran escala mediante procesos conti­
nuos (refinación y destilación, bienes de consumo masivo), industrias de
fusión y primera elaboración de metales, industria metalmecánica (maqui­
narias producidas en gran escala a través del sistema de piezas intercambia­
bles). En todos eííos, la producción estaba concentrada en unos pocos es­
tablecimientos grandes, y muchas de estas empresas oligopólicas se trans­
formaron én multinacionales a comienzos del siglo XX. Entre sus caracte­
rísticas, com unes. C handleií destaca sus dimensiones, y la integración de
producción'^distribución en gran escala.
Se tratabav-además, de empresas gerenciales, en las cuales se había dado
el proceso de separación entre propiedad y gestión, y que eran administra­
das de acuerdo con una estructura jerárquica y burocrática. Desde las últi­

(70 ) C h a n d le r (1 9 8 8 ) y (19 90).


CAP. 6 - LOS NUEVOS PAÍSES INDUSTRIALES: EUROPA OCCIDENTAL Y. 181

mas décadas del siglo XIX fueron adquiriendo tina estructura descentraliza­
da, con una organización departamental.
La forma de propiedad característica fueron las sociedades anónimas, y
la principal fuente de financiación fue el mercado de capitales, en el que los
bancos de inversión tuvieron un papel destacado.
Para C handler , la organización gerencial y burocrática fue una de las
claves del éxito de las grandes empresas norteamericanas; enfatiza que el
hecho de que la legislación haya prohibido los acuerdos interempresarios
favoreció la búsqueda de la competitividad mediante la eficiencia.
Como veremos con más detenimiento en el cap. 7, las empresas norte­
americanas fueron las primeras en las que se desarrolló lo que se conoce
como “management científico” . Este se basó, fundamentalmente, en el in­
cremento de la productividad del trabajo a través de la racionalización de la
producción.
Eí modelo más acabado de organización científica de la producción a
comienzos de este siglo fue el de la empresa Ford, en la que en 1913 se
implantó por primera vez la cadena de montaje.

6,4,7. LAS REGIONES Y LA INDUSTRIALIZACION

El proceso de industrialización en los Estados Unidos no puede ser com­


prendido si no hacemos referencia a las diferentes regiones que integraban
su territorio — el nordeste, el sur y el oeste— y a la complementación eco­
nómica que se dio entre ellas.
El desarrollo industrial se concentró en la región del nordeste, que
mantuvo su primacía a lo largo de todo eí siglo XIX. La primera zona indus­
trial fue la de Nueva Inglaterra, el principal centro de desarrollo de las indus­
trias textil y mecánica hasta la década de 1860. En esa etapa, Nueva Ingla­
terra fue la zona más poblada y urbanizada, y la que disponía de mejores
servicios comerciales y financieros.
A partir de entonces, el eje se desplazó hacia la región de los Grandes
Lagos, donde se desarrollaron las nuevas actividades industriales, funda­
mentalmente la siderurgia y todas las ramas vinculadas a ella (incluyendo
desde fines del siglo XIX la industria automotriz).
• Las otras dos grandes regiones del territorio, el sur y el oeste, fueron,
en esencia, productoras agrícolas. Ambas abastecieron a las industrias y a
las poblaciones deí nordeste, y fueron mercados de consumo para la produc­
ción industrial del norte.
El sur fue hasta el fin de la Guerra de Secesión una zona de plantacio­
nes esclavistas. Su principal producción desde fines del siglo XVÍII fue el
182 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

algodón, qrie contribuyó decisivamente al proceso de industrialización, di-


namizando ei comercio exterior y abasteciendo a la industria textil. Después
de esa guerra, la agricultura del sur entró en decadencia y la región se trans­
formó en la zona más deprimida del territorio. Ello fue en parte revertido
desde fines dei siglo XIX por el desarrollo de algunas zonas industriales, en
las ramas textil, del tabaco y de la industria del petróleo.
El oeste fue poblado a lo largo del siglo XIX, en un proceso de permanen­
te expansión de la frontera. El tema de la frontera ha ocupado un lugar re­
levante en las interpretaciones sobre la historia norteamericana, que va
mucho más allá de su impacto económico. Pero restringiéndonos a este úl­
timo, señalemos que la ocupación de un inmenso territorio ofreció una
amplia disponibilidad de recursos minerales y de fértiles praderas —sobre
todo en el Medio Oeste— que fueron explotadas para la producción agraria
y ganadera.
El oeste actuó como una fuente de abastecimiento del este, al que envia­
ba pieles, cueros, oro, minerales y productos alimenticios a cambio de pro­
ductos manufacturados y de servicios. Fue también una zona de atracción
para los capitales del este.
has praderas que se fueron colonizando a partir de la década de 1840
abastecieron la demanda de alimentos de las zonas industriales, desarrollán­
dose tempranamente una agricultura extensiva y mecanizada.. Constituyeron,
además, un importante mercado de consumo para los bienes industriales. El
sistema de propiedad de la tierra, que favorecía las explotaciones familiares,
creó una extensa clase media rural con fuerte capacidad de demanda.
7

LRS eCQNOMIftS INDUSTRIAIS €N Iñ


S€GUNDfi MITAD D €l SIGLO XSX ( * )

Como vimos en el cap. 6, para mediados del siglo XIX la Revolución In­
dustrial se había difundido desde Gran Bretaña hacia Europa Occidental y
los Estados Unidos. En la segunda mitad del siglo, el proceso de industria­
lización fue avanzando hacia los países escandinavos y el este y el sur de Eu­
ropa.
En este capítulo veremos una serie de temas relacionados con el avan­
ce de la industrialización, sus características y sus consecuencias. En pri­
mer lugar.'el proceso de innovación tecnológica, que se identifica en una
primera etapa con la “revolución de los transportes” (a la cual nos hemos
referido ai hablar de los ferrocarriles) y que se refuerza en las últimas déca­
das del siglo gracias a la Segunda Revolución Industrial. Este proceso se vio
acompañado por la emergencia de la empresa moderna y de nuevas formas
de organización del trabajo {el taylorismo, el fordismo), destinadas a perdu­
rar durante la mayor parte del siglo XX. Incluiremos el análisis de algunos
procesos de industrialización tardía, con la finalidad, una vez más, de obser­
var la variedad de modelos que ella ha seguido.
En segundó lugar, veremos algunos de Ios-rasgos más característicos de
la economía mundial en la última mitad del siglo XÍX. economía que se va
reestructurando en función de los procesos de transformación sufridos por
los países industriales, de las innovaciones tecnológicas, de las migraciones
masivas hacía América y otros destinos cxiraeuropeos, de la expansión eco­
nómica y colonial de los países de Europa, y, en general, de la nueva dina
mica de la economía industrial.
P o r último, haremos una breve referencia a algunas de las principales
transformaciones que el proceso de industrialización generó en las socieda ­
des ea las cuales se fue afirmando. La nueva civilización industrial fue mo­
dificando paisajes y grupos sociales, las distancias se acortaron, cambiaron

• ' ; E n Sa r e d a c c i ó n d e a l g u n a s p a n e s d e e s r e c a p í i u l o c o l a b o r ó Fí.a\io Ri/i-roí.o.


184 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

las formas de trabajo, se incrementaron la cantidad y la variedad de bienes


disponibles, la gente se fue concentrando en las ciudades, y se transforma­
ron las modalidades de hacer política y los protagonistas de ella, así como
el tipo de conflictos sociales.
Cuando comenzamos esta primera parte, señalamos que a lo largo de ella
el eje estaría puesto en el proceso de transición desde la sociedad preindus-
trial hasta la sociedad industrial. Como veremos en este capítulo, las socie­
dades industriales de fines del siglo XIX contrastan fuertemente con las de
los siglos precedentes. Ello no significa que no existieran continuidades: ya
hablamos del tema en el cap. 3. Pero al margen de ellas, la vida de los hom­
bres y las mujeres había experimentado grandes transformaciones, que fue­
ron el resultado de la industrialización y de sus consecuencias sociales,
entendidas en su sentido más amplio.

7,1. EL PROCESO DE INNOVACION TECNOLOGICA


7,1,1. L A R E V O L U C IO N DE LO S TRANSPO RTES

7,1,1,1. Los ferrocarriles

No resultaría posible explicar el proceso de industrialización en la se­


gunda mitád del siglo XIX sin destacar el papel estelar desempeñado por el
transporte, tanto en la integración de los mercados como en el incremento
de la demanda de bienes industriales generada por su construcción.
Como ya indicamos en el cap. 6, la expresión “revolución de Jos trans­
portes" se utiliza para hacer referencia al conjunto de innovaciones que tu­
vieron lugar a partir de la década de 1830, desde el momento en el que co­
menzó a usarse la energía dei vapor para accionar medios de transporte por
tierra y por agua; dicha denominación designa, sobre todo, lo que podríamos
llamar la era del ferrocarril y de los barcos a vapor. En realidad, el proceso
de innovación en el terreno de los transportes fue continuo, ya que desde fi­
nes del siglo XIX comenzaron a construirse los primeros automóviles y los
medios de transporte accionados por la electricidad (tranvías, subterráneos,
ferrocarriles), y en el siglo XX se desarrolló el transporte aéreo.
El vapor reemplazó a la energía animal en el transporte por tierra, y a la
del viento, las corrientes y los remos en el transporte por agua. Como ya
señalamos, el invento más revolucionario lo constituyó el ferrocarril, que
permitió por primera vez abaratar y agilizar el transporte por tierra, que
hasta entonces era costoso y, sobre todo, lento, lo cual dificultaba las comu­
nicaciones en los casos en los que no existían vías fluviales o marítimas.
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX -} 85

Como ya vimos, la construcción de canales, que comenzó en el siglo


XVIII y continuó a lo largo de todo el siglo XIX, hizo posible agilizar las co­
municaciones internas, pero sólo en aquellas áreas en las que la geografía
lo permitía. El ferrocarril, en cambio, pudo construirse en cualquier tipo de
terreno y salvar toda clase de obstáculos. Debemos recordar, por otra par­
te, que en las áreas en las que existían buenas comunicaciones internas por
agua, los ferrocarriles no compitieron con las redes de ríos y canales, sino
que las completaron.
Hacia 1850, sólo los países más industrializados contaban con una ex­
tensión considerable de vías férreas. En la segunda mitad del siglo. la cons­
trucción se aceleró. Los países más desarrollados completaron sus redes,
mientras que los de la periferia comenzaron a tender sus líneas. El cuadro
que sigue muestra cuál era la situación en 1870, momento en el que la cons­
trucción estaba ya avanzada.

¡ P aíses Kilóm etros j

1 Gran Bretaña 24,5

| Francia 17,5 |
Alem ania 19,5

Austria-Hungría 10,1
B élgica 3>°
Italia 6,0
España 5.5

Hoíanda 1,4

Suiza 1,4

Fuente: Pcllaíid, S., La con q u is ta p a c ífic a , Universidad de Z a - j


ragoza, Z arag o za . 1992. f

Cuadro 1. Extensión de las vías férreas en diversos países


europeos en 1870 (en miles de km).

Los datos confirman la superioridad de Gran Bretaña y Europa norocci-


dental. En el caso de Bélgica, por tratarse de un país muy pequeño, la lon­
gitud era necesariamente reducida, pero disponía de una red que comunica­
ba a todo su territorio.
Entre 1850 y 1870 se construyeron 75.000 kilómetros de ferrocarriles en
Europa (sin contar a los de Rusia y el Imperio Otomano). En la medida en
que se fueron completando las redes nacionales también se fue integrando
un mercado continental. Hacia 1880, prácticamente todas las vías férreas
186 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

estaban unidas entre sí, y la estructura ferroviaria de Europa continental


apenas sería modificada luego.
Las grandes construcciones ferroviarias fueron el principal impulso a la
expansión de la industria hasta la década de 1870 y sustentaron el creci­
miento económico del período 1S50-1873. J o s e p h S c h u m p e t e r llamaba a esta
etapa “ K o n d r a t i e f f ferroviario” , refiriéndose a la fase expansiva del ciclo eco­
nómico 1850-1895 (tema al cual haremos mención en este mismo capítulo).
La construcción masiva de líneas férreas demandó crecientes inversio­
nes de capital. Como ya dijimos, el ferrocarril contribuyó al desarrollo de
nuevas formas de financiación y de organización de las empresas. Nos que­
da agregar que mientras que en los primeros países industríales —Gran
Bretaña, Bélgica, Francia, Alemania y Estados Unidos— los ferrocarriles
fueron construidos con capitales nacionales (privados o públicos), en los de
industrialización tardía fue determinante el papel de la inversión extranje­
ra. En Europa, los capitales franceses tuvieron el papel más importante.
Conviene aclarar que en aquellos países en los que los ferrocarriles fue­
ron construidos con capitales extranjeros, ios efectos de eslabonamiento
hacia atrás resultaron mucho menores, sobre todo en las primeras etapas.
Desde fines del siglo XIX, los distintos Estados empezaron a nacionalizar los
ferrocarriles o> al menos, a exigir que fueran equipados por las industrias
locales, y la situación comenzó a revertirse.

7,1,1,2. La navegación a vapor

Si el ferrocarril fue el primero y más dinámico de los medios de trans­


porte que dieron impulso a la Revolución Industrial, las transformaciones en
el transporte marítimo, que por otro lado había iniciado su desarrollo inclu­
so antes que la locomotora, fueron, con mucho, ¡as que permitieron a una
Europa en plena expansión salir hacia el resto del mundo. E! mercado mun­
dial adquiría así nuevos horizontes que poco a poco pondría ai alcance de
su mano. Sus productos primero y los hombres después llegarían a los le­
janos mercados de América del Norte, Australia y América del Sur, generan­
do la competencia entre la producción europea 3^la no europea.
El importante papel desempeñado por los barcos a vapor en el comercio
marítimo sólo se dejaría sentir a partir de 1840, año aproximado que marca
la incorporación de innovaciones revolucionarias en su desarrono. De todos
modos, hasta la década de 1870 había veleros, los clippers, que eran más
veloces que ellos.
Como decíamos, desde la década de 1S40 hubo una serie de innovacio­
nes técnicas que sustentaron la superioridad de los barcos a vapor. En pri­
mer lugar, el reemplazo de la rueda por la hélice y la posterior mejora de esta
última, con la introducción de la hélice de tres palas en vez de cuatro y su
adopción definitiva a partir de 1860. Fim'ségundo-tormino, la adopción deJ
CAP. 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XÍX 187

motor compuesto luego de 1860, que permitió abandonar para siempre las
velas auxiliares. En tercera instancia, la construcción de cascos de acero en
reemplazo de los de madera, hacia 1860-1870. Con esto se lograba no sólo
dar mayor solidez a los barcos, sino también permitir la instalación de mo­
tores más potentes y aumentar tanto el tonelaje como la velocidad. Final­
mente, en 1890 se incorpora la turbina de vapor, con lo cual se daba uno de
los últimos pasos hacia la consolidación del transporte marítimo.
Si en 1890 ya se habían integrado las principales innovaciones técnicas,
faltaba aún un importante salto cualitativo en la logística que debía acom­
pañar la supremacía total del barco a vapor. Esto último llegó con la reduc­
ción significativa en los costos de producción del carbón y del acero, con lo
cual se abarató de modo considerable la construcción de navios. A esto se
sumó, finalmente, un abastecimiento eficiente de combustible con barcos
carboneros que aprovisionaban a los grandes puertos de escala, lográndose
así una mayor autonomía de navegación.
Un último aspecto a contemplar es el hecho de que, paralelamente a las
innovaciones técnicas, crecieron los costos de construcción de los barcos.
Este incremento fue de tal magnitud que no pudo ser afrontado por los tra­
dicionales armadores. Los capitales fueron ahora provistos por grupos ban-
carios que sostenían a grandes empresas, con la colaboración, en muchos
casos, del Estado. Esta última presencia que respaldó a las modernas em­
presas navieras permitió en ciertos casos el control casi monopólico de las
líneas. El desarrollo de la nueva tecnología fue seguido por un importante
proceso de concentración que acompañó simultáneamente el desplazamien­
to hacia una situación de neto corte monopólico. Todos estos cambios, como
era lógico, llevaron aparejada una sustancial reducción en los costos de los
fletes y el consiguiente aumento en el volumen transportado.
Si bien todos los países se vieron involucrados en el proceso hasta aquí
descripto, sólo aquellos con un considerable grado de industrialización
pudieron desarrollar las nuevas tecnologías e incrementar su presencia con
cada innovación que se incorporaba. Hacía 1850, la dueña indiscutída de los
mares era Gran Bretaña, con un volumen de 3.565.000 toneladas, que lue­
go de la incorporación deí casco de acero y el vapor, pasó en 1870 a
5.691.000 toneladas y en 1900 a S.304.000 toneladas. A continuación se
encontraba Francia, que logró mantener un segundo puesto en el tonelaje.
Sin embargo, para 1870 Francia sería desplazada como segunda potencia, y
Alemania ocuparía rápidamente su lugar. Esa ubicación estaba, no obstan­
te, muy lejos de la primera, ocupada por Inglaterra, que desplazaba un tone­
laje más de 4 veces mayor.
Por ultimo, digamos que el transporte marítimo debió ser acompañado
por el desarrollo de una importante infraest.rucU.u~a portuaria, que al iguai
que la evolución mencionada de ios navios, llevó a la concentración en unos
pocos puertos de vastas magnitudes y con los requerimientos técnicos su­
ficientes para atender las necesidades de las grandes embarcaciones. Entre
188 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

los primeros puertos europeos se contaban los de Londres, Amberes, Ham-


burgo, El Havre, Marsella, Burdeos y otros de menor relevancia. La importan­
cia de los anteriores puertos dependió, en gran medida, de su correcta vincu­
lación con las líneas ferroviarias que los abastecían y completaban así los
diferentes circuitos de las mercancías.

7,1,2. L A S E G U N D A R E V O L U C IO N IN D U ST R IA L

7,1,2,1. El concepto de revolución tecnológica

A lo largo de todo el cap. 3 discutimos acerca deí concepto de Revolución


Industrial y de la pertinencia de su uso. Al comentar las definiciones posi­
bles, dijimos que D a v i d L a n d e s aclaraba que la expresión “ revolución indus­
trial” solía utilizarse para hacer reférencxa a cualquier proceso de cambio
tecnológico acelerado, y que en ese sentido se hablaba de una segunda y de
una tercera revolución industrial.
Sin duda, este uso del concepto de Revolución Industrial es discutible,
ya que mientras que la primera fue acompañada de profundas transformacio­
nes económicas y sociales, la segunda o la tercera consistieron sólo en eta­
pas de innovación tecnológica sin que se modificaran los rasgos más carac­
terísticos de la Primera Revolución Industrial, es decir, la mecanización y eí
sistema de fábrica.
Hechas estas observaciones, la expresión “ Segunda.Revolución Indus­
triar’ se utiliza generalmente para hacer referencia al conjunto de innovacio­
nes técnico-industriales, fundadas en el acero barato, la química, la electri­
cidad, el petróleo, ei motor de combustión interna, ía nueva empresa moder­
na, y los nuevos tipos de gestión del trabajo y organización industrial, que
emergen durante el último tercio del siglo XIX.
Se trata fundamentalmente de una revolución tecnológica, que se distin­
gue por su capacidad de transformar el aparato o sistema productivo de una
economía (industrializada) en su conjunto, y que como tal tiene un impac-
to global en la dinámica del crecimiento económico, en las formas socioins-
titucionales y en el régimen de acumulación del capital.
Antes de describir su historia nos referiremos al concepto de revolución
tecnológica, lo cual nos permitirá un análisis más sistemático del proceso.
Siempre es importante tener presente la distinción de S c h u m p e t e r ( ‘ )
entre la invención (que se produce en la esfera científico-técnica), la inno­
vación {que tiene lugar en la esfera técnico-económica, a través de nuevas

(1 ) SCHUMPETER (1 9 6 3 ).
CAP. 7 - L A S ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 189

combinaciones de los recursos productivos, cuyo futuro será decidido por


el mercado) y la difusión, lo que en última instancia transforma a las ante­
riores en un fenómeno económico-social.
Desde el aspecto tecnológico, se pueden distinguir dos tipos de innova­
ciones de carácter m últiple—radicales e incrementales— , que corresponden
a las macroinvenclones y las microinvenciones.
Las primeras, las radicales, son por definición “una ruptura capaz de
iniciar un rumbo tecnológico nuevo [...] introducen productos y/o procesos
productivos verdaderamente nuevos" (2); pueden dar nacimiento a toda una
industria, abrir un nuevo mercado e inaugurar otro tipo de organización
industrial. Las innovaciones incrementales son “las mejoras sucesivas a las
que son sometidos todos los procesos [productivos] y productos. [...] Sus­
tentan un incremento de la productividad” (3). La ductilidad de estas últimas
comprende una amplia gama de innovaciones que consisten en perfeccionar
la eficiencia técnica, y mejorar la productividad y la precisión en los proce­
sos, esto es, modificaciones en los productos para elevar su calidad, dismi­
nuir su costo o ampliar su gama de uso en el mercado.
Por un lado, el origen y el encadenamiento de innovaciones radicales in-
terrelacionadas técnica y económicamente que se difunden a lo largo y an­
cho dei sistema productivo, y que terminan por englobar a toda la economía,
son una verdadera revolución tecnológica. Por el otro, la articulación e in­
teracción de las innovaciones incrementales alrededor de los núcleos tecno­
lógicos de las innovaciones radicales interrelacionadas configuran un tipo
de dinámica de la revolución, que sigue una lógica, denominada “paradigma
tecnológico” (4).
Una vez establecido el paradigma tecnológico, es posible predecir la evo­
lución y el sentido de los costos relativos en la mayoría de los insumos y
procesos empleados, previendo que algunos tenderán a la baja —a abaratar­
se— y otros a la alza por largos períodos. La previsibilídad permite estable­
cer los principios orientadores del rumbo económico; de esta manera, el
paradigma guía el comportamiento de los agentes económ icos y termina
enraizado en su conciencia colectiva, hasta convertirse en el “ sentido co­
mún" (5} de sus decisiones y emprendimíentos. La revolución tecnológica
alcanza así la difusión de un sector a otro y a escala mundial. Su éxito de­

( 2 ) PEREZ { 1 9 8 9 } .

{ 3 } PEREZ ( 1 9 8 9 ) .

( 4 ) Dos i ( 1 9 8 2 ) .

( 5 ) Ominami ( 1 9 8 9 ) .
190 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

penderá de un “vehículo sencillo de propagación, accesible a millones de


agentes individuales de decisión” (6). Generalmente, se acepta que éste sea
un in su m o—o varios—.
Dicho insumo se reconoce como “factor llave” y debe reunir las siguien­
te scondiciones: ostentar un costo relativo bajo, que tienda al descenso;
parecer de oferta ilimitada; tener una universalidad de usos y aplicaciones,
y encontrarse en el centro de un núcleo de innovaciones radicales, capaces
de desarrollar un gran salto de productividad en todo el aparato productivo
y de modificar la estructura de costos relativos.
Resta puntualizar tres elementos. En primer lugar, aunque ya lo mencio­
namos, cada revolución tecnológica conjuga innovaciones en insumos, pro­
ductos y procesos con innovaciones institucionales, organizativas y geren-
ciales.
En segundo lugar, con respecto a cuáles son los agentes de los proce-
sos de innovación, tenemos dos posturas extremas que dominaron mucho
tiempo el escenario del debate entre expertos. Una de ellas, la del “Science
push” , pone énfasis en la oferta del conocimiento científico y técnico en el
proceso de innovación, en un modelo lineal que presenta la articulación “in­
vento-innovación-difusión” . Para ella, el avance científico y la aplicación de
la ciencia en la innovación son el motor del avance y del cambio tecnológi­
cos. La corriente del “Science push” se vincula con el pensamiento schum-
peteriano.
La otra, denominada del “demand p u lí", se centra en la demanda del
mercado, las inversiones de capital y su relación con el nacimiento de las in­
novaciones. La teoría del “demand pulí” estaría dentro de la línea del pen­
samiento neoclásico (7).
Otro intento actual y más interesante de interpretar el proceso de inno­
vación, aunque se inscribe en el marco de referencia del "science push" , es :
la llamada “ teoría evolutiva” , según la cual el progreso tecnológico tiene
lugar de una manera evolutiva y compleja en la que interviene, en primer
término, el actualmente conocido conglomerado institucional de investiga­
ción y desarrollo industrial (I & D).
El I & D como conglomerado institucional es la resultante de la progre- •
siva articulación e interacción entre especialistas científicos, ingenieros, ,
ejecutivos profesionales y empresarios (que aparecen ya desde finales del
siglo XIX), como requisito ineludible para el desarrollo tecnológico. En él hay
una retroalímentación entre los descubrimientos de las áreas y departamen-

(6j B íjvíír y S.vjx a r d (1 9 9 6 ).

•7) V iasa . y C f.kvtu .a (1 9 9 2 ],


CAP. 7 — LAS ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 191

tos de ciencia y experimentación de las empresas — el I & D propiamente


dicho— y la investigación científica realizada en las universidades e institu­
tos de investigación. Se convierte en la fuente principal de invención y el
punto de entrada del conocimiento científico en las empresas. En segundo
lugar, detrás del papel de la “ ciencia organizada en la producción” , adquie­
re relevancia el comportamiento de la empresa. Comportamiento condicio­
nado por el ambiente competitivo del mercado, el paradigma tecnológico en
el que la empresa opera y su propio margen de maniobra (8).
Un tercer problema a debatir es cuáles son las razones que llevan a las
empresas a introducir innovaciones. La tradición schumpeteriana pone el
énfasis en el espíritu innovador de los empresarios individuales, que actúan
en función de diversas motivaciones, las cuales van desde la perspectiva de
aumentar los beneficios hasta la de construir un ámbito de poder.
Otras perspectivas, en cambio, hacen hincapié en la empresa como ins­
titución burocrática y en la dinámica de innovación y expansión como carac­
terística de la gestión gerencial, remarcando las ventajas de las grandes
empresas que cuentan con sus propios organismos de investigación y desa­
rrollo.
Con la Segunda Revolución Industrial se da el paso de la empresa per­
sonal a la empresa burocrática, que se acentúa en las primeras décadas del
siglo XX.

7, 1,2,2. La innovación tecnológica

Analizamos en los capítulos anteriores cómo el proceso de industriali­


zación de la primera mitad del siglo XIX tuvo en la trilogía constituida por
la industria del hierro, el uso del carbón de piedra como combustible indus­
trial y la utilización de la máquina de vapor en la producción el núcleo ge­
nerador de las innovaciones tecnológicas que revolucionaron el escenario de
la economía mundial, desarrollando un saito impresionante en los niveles de
productividad. La virtuosa y dinámica combinación entre estos verdaderos
factores clave hizo posible el desarrollo del ferrocarril,'que por su trascen­
dental impacto en la historia de ese siglo se convirtió en ei paradigma tec­
nológico de la época. No en vano, y sin exagerar, se denominó “ la e.-ca del
ferrocarril" a ios años que van de la década de 1840 a finales del sigio.
Como un rasgo singular de la Segunda Revolución Industrial, observare­
mos que sus innovaciones tecnológicas fueron para los contemporáneos
factores que, en primer lugar, sirvieron para actualizar y relanzar la tecno­
logía de la Primera Revolución Industrial a través de una serie de peri'eccio-

{8 } N e í .son y W;ríTER (1 9 3 2 ).
192 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

namientos en ia tecnología del vapor y la del hierro por medio del acero y las
turbinas, así como también en la producción y el consumo del carbón.

7,1,2,3. El carbón

El carbón mantuvo, a lo largo de la industrialización del siglo que nos


ocupa, la supremacía absoluta como fuente de energía. El impresionante
aumento de su producción junto a la reducción de sus costos condujeron a
una tendencia hacia la baja de su precio.
Se abrió así la posibilidad de un insumo básico barato, de uso extensi­
vo y con una oferta muy elástica. Su privilegiada posición como recurso
energético perduró incluso hasta la Primera Guerra Mundial, aunque ya para
esos años evidenció una disminución de su importancia relativa respecto de
las nuevas fuentes generadoras de energía. En Europa, el carbón fue despla­
zado recién hacia mediados del siglo XX a un segundo lugar por el uso del
petróleo, momento en que se evidenció una rápida sustitución de un tipo de
combustible por el otro, mientras que en los Estados Unidos el proceso
ocurrió antes de la Segunda Guerra Mundial (9).

7,1,2,4. De una edad del hierro a una edad del acero

La industria del hierro hacia mediados del siglo pasado se convirtió en


el sector que experimentó una de las más profundas transformaciones del
aparato productivo, basada en el desarrollo de la industria del acero, a tal
punto que la segunda mitad del siglo XIX puede ser caracterizada para toda
la industria como la transición de una edad del hierro a una edad del acero. -
Eso nos permitiría afirmar que el acero dio el puntapié inicial de la Segun­
da Revolución Industrial (10).
Como ya explicamos, el acero es en realidad una variedad especial del
hierro qué contiene una pequeña cantidad de carbono. Para su uso indus­
trial se lo obtiene quemando esa parte del carbono que tiene el hierro en
fusión o colado, de manera que resulta menos frágil que el hierro fundido,
pero más resistente y duradero que el hierro forjado.
Se lo conocía desde mucho antes, pero se lo producía en pequeñas can­
tidades y.a un alto costo, de forma que su uso estaba limitado a productos,

(9] B r o ííd e l (1981).


(10) V e r i.e y (1976).
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLOXIX 193

herramientas e.instrumentos de alta calidad. Entre mediados de la década


de 1850 y fines de la de 1870, la elaboración del acero fue objeto de notables
innovaciones tecnológicas.
La primera innovación fue el proceso Bessemer, que permitió elaborar
acero directamente del hierro fundido, eliminando el proceso de pudelado y
ofreciendo un producto mejor. Esto aumentó rápidamente la producción de
acero desplazando pronto al hierro ordinario. En la década de 1860, los
metalúrgicos M a r t i n y S i e m e n s desarrollaron el horno de solera abierta, que
si bien era más lento y algo más costoso que el proceso Bessemer, ofrecía
un producto de mayor calidad. Finalmente, en 1878, T h o m a s y G i l c h r i s t cons­
truyeron un convertidor que consistía en revestir el horno de solera abier­
ta o el convertidor de Bessemer con piedra caliza y otras materias básicas
que hicieron posible la utilización de minerales con fósforo ácido, abundan­
tes e importantísimos en yacimientos del continente europeo ( u).
' El encadenamiento de estas innovaciones redujo sensiblemente el cos­
to de producción, abaratando el precio del acero de 1850 a 1880 entre un 50
y un 70 %, lo cual generó la emergencia de un factor clave, el acero barato.
En estas innovaciones, la aplicación de la ciencia en la tecnología no
resultó ser un factor determinante;-en cuanto a la introducción y comercia­
lización de las innovaciones en la industria siderúrgica, dependió más de las
inversiones de capital (fijo) que de la “oferta de la ciencia” . Debido a los al­
tos, costos de los nuevos procesos, para aplicarlos se necesitaba un umbral
mínimo de cantidades de acero a producir, es decir, se requerían niveles de
inversión y producción que condujeron hacia un fuerte proceso de concen­
tración del sector (l2).
“ Como resultado de estos procesos, la producción mundial de acero
aumentó de medio m illón de toneladas en 1865 a más de 50 millones de
toneladas en vísperas de la Primera Guerra Mundial” (u). La expansión de la
industria del acero tuvo un enorme impacto global en todo el sistema eco­
nómico. Funcionó como factor de retroalímentación tanto en las industrias
que la abastecían (por ejemplo, el carbón) como en las que se servían de él.
Los raíles de acero para el ferrocarril duraban más y eran más seguros
que los de hierro. El uso de laminado de acero para la construcción navie­
ra permitió construir barcos más grandes, más ligeros y más rápidos, y tam­
bién, acorazados de guerra. El uso de travesaños y vigas de acero hizo po­
sible la construcción de importantes obras de ingeniería civil y de industrias

(1 1 ) C a m e r o n ( 1 9 9 5 ) .

(1 2 ) H a l l (1 9 7 3 ). '

( 1 3 } C a m b r ó n (1 9 9 5 ).
194 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

pesadas. El desarrollo de estas últimas se apoyó en el acero barato, la me­


cánica, la metalurgia, la industria química y la fabricación de equipos de
generación eléctrica. El acero no tardó en reemplazar al hierro en herramien­
tas, máquinas y en cientos de productos.

7, 1,2,5. L a continuidad de la tecnología del vapor como


fuerza motriz

La máquina de vapor mantuvo, como el carbón, aunque no con la mis­


ma intensidad y duración, el papel estelar de máquina generadora de fuer­
za motriz. Con todo, las limitaciones de la tecnología del vapor se hicieron
sentir a medida que ia misma presión de la industrialización las imponía.
Las superó incrementando su eficacia y su eficiencia técnico-productiva, en
virtud de una serie acumulativa e interrelacionada de innovaciones que
mejoraron y perfeccionaron su funcionamiento.
Si bien desde principios del siglo XIX hubo importantes progresos, se­
guramente las experimentaciones y construcciones hechas por mecánicos
e ingenieros con máquinas de alta presión fueron determinantes para su
aplicación en la propulsión de barcos y locomotoras, base de la revolución
de los transportes.
Otro de los avances más relevantes de la segunda mitad del siglo XIX fue
la introducción de máquinas compuestas, de doble y triple tracción, como
las grandes máquinas de barcos que podían desarrollar más de 1.000 caba­
llos de fuerza. Para ese entonces, la tecnología dei vapor alcanzaba prácti­
camente a todas las industrias existentes C'1}. Hacia finales del siglo se ha­
bía llegado a los límites efectivos de la máquina de vapor de doble acción,
con algunas máquinas marinas de triple expansión, capaces de generar 5.000
caballos de fuerza. No obstante, estas enormes instalaciones eran inade­
cuadas para el nuevo uso de la energía de vapor: la generación de electri­
cidad ( 15j.
La tecnología del vapor pudo desarrollar durante esas décadas la turbi­
na de vapor, que adquirió un gran impulso gracias a las innovaciones ríe la
Segunda Revolución Industrial. Hacia 1880, la turbina se aplicó con éxito
para la generación de electricidad. Hacía 1910-1920, con este nuevo apara­
to era posible generar más de 100.000 kilovatios a partir de una soia insta­
lación. Esta tecnología alcanzó a desplazar a ía energía hidráulica,-que tuvo
su punto culminante (aparte de los generadores de electricidad, que vinie­
ron después} en el tercer cuarto del siglo XÍX.

(1 4) H a u : [1 97 3); .Ca m í c ( 1995) .

(1 5 ) Xír a t o -x (1 9 7 3 ).
CAP. 7 - L A S ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA. SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 195

Observado este rasgo singular de la Segunda Revolución Industrial, tra­


taremos ahora de describir sintéticamente el núcleo tecnológico de punta,
que terminó por caracterizar a la fabulosa irrupción tecnológica y científica
que ella produjo.
Resulta fundamental entender que las nuevas industrias que ella gene­
ra comenzaron a desempeñar un papel estelar, sobre todo, en las nuevas
economías más dinámicas de la “Belle Epoque” , los Estados Unidos y Ale­
mania; recién después de la Primera Guerra Mundial, determinaron el nue­
vo paradigma tecnológico del extenso proceso de industrialización que si­
guió teniendo lugar durante el siglo XX.

7,1,2,6. El petróleo y ei motor de combustión interna

Comparándolo con el carbón, el petróleo tiene mayor poder calorífico, es


de más fácil transporte y presenta un espectro de uso mucho más amplio,
potente y diversificado que aquél. Pero cronológicamente estamos lejos de
ver al petróleo como eí factor clave que junto a los insumos petroquímicos
y otros materiales energético-intensivos conducirá a la industrialización
hacia rumbos tecnológicos y productivos que abrirán un nuevo paradigma.
Sin embargo, sus primeros pasos tuvieron lugar en la segunda mitad dej
siglo XIX (ie).
Hacia 1859 empezó su explotación comercial en los Estados Unidos. Ai
igual que la electricidad, el petróleo líquido y su derivado, el gas natural, se
utilizaron durante aquellos años primordialmente como fuentes de ilumina^
ción. El petróleo crudo se compone de varias sustancias o fracciones. Des­
de el inicio se consideró al querosén como la más valiosa por su adecuación
para las lámparas de aceite. Otras fracciones se utilizaron como lubricantes,
cuya demanda aumentó rápidamente con la extensión de la maquinaria con
piezas móviles, y con propósitos medicinales.
De esta forma observamos que hasta la primera década del siglo XX el
petróleo había sido empleado para fines limitados, hasta que el motor a com­
bustión interna lo transformó en- la principal fuente de energía para todo tipo
de equipos de transporte. Es aquí cuando las fracciones más ligeras y más
volátiles, como la nafta y la gasolina, consideradas durante mucho tiempo
peligrosas, adquirieron la importancia que aún tienen para nosotros (!7).
Ya desde 1890, inventores é ingenieros —sobre Lodo, alemanes, como
Karl Biínz y Gí -ttukb D aimler— experimentaron con los motores a combustión
interna. En 1900 se habían diseñado varios prototipos. "La aplicación más

{16} B uonok:. í.ltíSl).

(171 Hsato?; (1973).


196 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

importante del motor a combustión interna fue ei transporte ligero, como los
automóviles, los camiones y autobuses” (1S); fue llevada a cabo por los em­
presarios franceses A rm a n p P eugeot , L ouis R enault y A ndre C itro en , el inglés
W jlliam M orris y el norteamericano H en ry F o rd , quienes dieron origen a la
industria que se convirtió en el paradigma industrial del siglo XX, la auto­
motriz.
El automóvil, la línea de ensamblaje, la estructura corporativa, las redes
de fabricantes de autopartes, de distribuidoras-concesionarias, las estacio­
nes de servicio de combustible, la expansión de las ciudades a través de sus
zonas residenciales, la red caminera, etc., son sólo parte de la constelación
de interrelacíones técnicas económicas y sociales estructuradas alrededor
del motor a combustión interna (ly).

7,1,2,7. La electricidad

Hacia principios del siglo XIX, elitalíano A lessandro V o lt a , al inventar la


batería, elevó la electricidad a objeto de laboratorio. La electrólisis, por la
cual una corriente eléctrica descompone los elementos químicos en ciertas
soluciones acuosas, dio paso a la industria de! galvanizado.
Desde 1820, varios científicos observaron que una corriente eléctrica
produce un campo magnético, estableciendo la relación cuantitativa entre la
electricidad y el magnetismo. M ichael Fa r a d a y , en 1831, concluyó con el des­
cubrimiento del fenómeno de inducción electromagnética (la generación de
corriente eléctrica haciendo girar un imán dentro de una bobina de cable) e
inventó un generador manual. A partir de estos conocimientos, S amuel M orse
desarrolló el telégrafo eléctrico en la década de 1840. J ames M a x w e l l , en su
obra E lectricity and Mágnetism, dio una formulación científica, al plantear
que la luz en sí misma es un fenómeno electromagnético. H einrich H ertz
descubre un poco más tarde las ondas eléctricas, base de la radio, y formula
la teoría ondulatoria de la luz (primera fisura de la física newtoniana). Lue­
go, G üglielmo M arconi aplica esta ley en la telegrafía sin hilos. Estos son cla­
ros ejemplos de cómo el conocimiento científico se constituye en el origen
de las innovaciones y su aplicación en la esfera técnico-económica (20).
Sin embargo', su difusión —es decir, el uso industrial de la electricidad—
se retrasó por las dificultades que implicaba la invención de un generador
económico eficaz.

(18) C a m & ro n (1995).


(19) P eiíB2 (1989).
(20) H a ll (1973).
CAP. 7 — LAS ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 197

Científicos e ingenieros experimentaron con toda una serie de aparatos


con el fin de generar electricidad. Desde 1859. se empiezan a construir los
primeros acumuladores: hacia 1870, se inventa la dínamo, antecedente de
los generadores y alternadores. En 1873, al unirse en los Alpes franceses
una turbina hidráulica a una dínamo, se produjo el inicio de la energía hi­
droeléctrica, que desde 1880 se extendió alcanzando cifras cada vez más
importantes.
No obstante, hasta ese momento la electricidad como fuente de ilumina­
ción competía con otras dos: el gas natural y el querosén, derivados del
petróleo. Entre 1878 y 1880, el perfeccionamiento de la lámpara eléctrica
incandescente, conseguido casi simultáneamente por J. Swan y T komas E di­
s o n , inauguró una nueva era de la industria eléctrica. La última década del
siglo fue testigo de importantes adelantos en el transporte de la corriente
eléctrica a través de cables de alta tensión gracias a la invención del alter­
nador y el transformador.
La electricidad es una de las formas de energía más versátiles y tiene,
por lo tanto, una multitud de aplicaciones prácticas.
Si bien la iluminación fue en la primera época la más importante, fueron
consolidándose otras. E rnest W ekner von S iem ens , en 1880, inventó eí tranvía
eléctrico, con consecuencias revolucionarías para el transporte de las ma­
sas en las nacientes metrópolis de la época.
Los motores eléctricos y equipos dé maquinarias eléctricas fueron en­
contrando para ellos docenas de aplicaciones industriales, y los inventores
estaban empezando a pensar ya en los pequeños electrodomésticos. La elec­
tricidad también podía utilizarse para producir calor y de ese modo pasó a
emplearse en la metalurgia, especialmente en la fundición de metales (un
ejemplo fue el recién descubierto aluminio}
Fue trascendental la aplicación de la electricidad para el desarrollo de
los medios de comunicación a larga distancia, como el telégrafo, primero con
hilos. Hacía 1850, la mayoría de las ciudades estaban unidas por cables de
telégrafo, y en 1866, se tiende el cable submarino transoceánico entre Eu­
ropa y América deí Norte. Después, el telégrafo sin hilos, y paralelamente,
el teléfono y las emisiones radiofónicas; todos ellos surgen con fuerza en las
dos últimas décadas del siglo XIX. La cinematografía, que aparece en esos
años, establecerá las bases de su desarrollo posterior.
Nacen así las grandes compañías de material eléctrico, como Philips,
Siemens, General Electric, Westinghouse y otras más, que impulsan el de­
sarrollo del sector a través de sus departamentos de I & D. Después de la
Gran Guerra, con el desarrollo de las centrales generadoras termoeléctricas,
la corriente eléctrica se convierte en un servicio público por excelencia (2~).

(21) Cameron (1995).


(2 2) B eatón (1973j.
198 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

7,1,2,8. La industria química

La Industria química fue, junto a las industrias anteriores, otro de los


grandes núcleos tecnológicos de punta que caracteriza a la Segunda Revo­
lución Industrial. Este sector adquirió una proyección económica inmensa.
En principio, la ciencia química demostró ser especialmente prolífíca en
el nacimiento de innovaciones, nuevos productos y procesos productivos.
Fue, al igual que la electricidad, un sector donde se manifestó muy claramen­
te el decisivo papel que tuvo la investigación científica como factor de cre­
cimiento.
La institucionalización de I & D en las corporaciones químicas fue requi­
sito ineludible para su desarrollo. Entre las principales empresas se encon­
traban Hoec.hst, Bayer, B.A.S.F. (alemanas); Dupont {norteamericana); Nobel
(sueca); Ciba (suiza) y Solvay (belga). Todas ellas presentaban un alto grado
de concentración.
Resulta muy largo y complejo seguir la trayectoria de cómo se fueron
articulando e interrelacionando de manera acumulativa ciencia e industria
química (23). Entre las más destacadas innovaciones diremos que hacia me­
diados del siglo aparece con inusitada fuerza la industria de colorantes sin­
téticos; es el nacimiento de una nueva industria de productos de química
orgánica. Desde ésta se desprendieron nuevas ramas o subsectores quími­
cos de gran futuro: la industria farmacéutica, los explosivos, las fibras y el
caucho sintéticos, las telas artificiales y la industrialización de residuos
minerales (un ejemplo fue el alquitrán a partir de la hulla).
Otro papel sobresaliente del sector químico se debió a que sus innova­
ciones radicales tuvieron un efecto multiplicador en algunas ramas de la
industria, así como en otros sectores de la economía. Tales efectos se regis­
tran en la rama metalúrgica al actuar como medio para el descubrimiento de
nuevos metales, tales como zinc, aluminio, níquel, magnesio y cromo. Ade­
más, esto permitió el ulterior desarrollo de los procesos de aleación, tenien­
do al acero como metal básico. En la rama alimenticia, ei impacto de 1a quí­
mica no fue menos importante. A grandes rasgos, hubo dos direcciones: por
un lado, la agricultura, a través de la elaboración de fertilizantes artificiales
(fosfatos, superfosfatos, potasa y diversos ácidos); por el otro, la producción,
procesado y conservación de alimentos a través de los métodos de pasteu­
rización de la leche, de refinación del azúcar, de envasado en latas esterili­
zadas y cerradas herméticamente y de proceso de refrigeración artificial de
los alimentos como la carne. Estas innovaciones dieron origen a la “agricul­
tura científica1* y permitieron especialmente que las regiones de ultramar,
como la Argentina o Australia, pudieran exportar hacía Europa alimentos
perecederos.
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 199

Es imposible resumir en pocas páginas la trascendencia y proyección de


ias tecnologías y ramas desarrolladas por la Segunda Revolución Industrial.
Los metales, el cemento, la maquinaria agrícola, los armamentos, las máqui­
nas de coser, de escribir y fotográficas, el franqueo de la correspondencia y
un sinnúmero de otros ejemplos sirven para ilustrar nuestras limitaciones
para describir a todas.
Quizá la maquinaria para fabricar el papel y la prensa cilindrica de im­
primir sean interesantes de mencionar en cuanto redujeron el costo de los
libros y los periódicos. Estamos en los umbrales del auge de los periódicos
masivos pertenecientes a las grandes ciudades: hacia 1900 eran varios los
diarios con circulación de más de 1 .000.000 de ejemplares.

7,1,3. EL NACIMIENTO DE LA EMPRESA MODERNA

La segunda mitad del siglo XIX fue la época del nacimiento de la empresa
moderna, entendiendo como tal a la gran empresa con una organización
burocrática, administrada por gerentes asalariados, cuya forma jurídica más
característica es la sociedad anónima.
La difusión de las nuevas formas de organización empresaria se llevó a
cabo en las últimas décadas del siglo; en una primera etapa, los países en
los que tuvieron un rol más significativo fueron Alemania y los Estados
Unidos. En otros, como Francia e Inglaterra, la persistencia de las formas
tradicionales fue mayor, y la empresa familiar siguió desempeñando un pa­
pel muy destacado.
De acuerdo con la definición de A lfr ed C h a n d l í :r (24). que toma como
modelo al caso norteamericano, ía empresa moderna tiene una serie de ras­
gos qué la diferencian netamente de la empresa tradicional, característica de
la industrialización en sus primeras etapas.
Lá empresa tradicional es de dimensiones pequeñas, consta de una sola
unidad.operativa y se especializa en un tipo de función (producción o distri­
bución), o en la producción de un tipo de bien o de servicio. Se trata de fir­
mas en las que no se ha producido la separación entre propiedad y gestión,
mayoritaríamente empresas familiares, dirigidas por una persona o un nú­
mero reducido de personas, que son, a ía vez, sus propietarios.
Las empresas modernas se diferencian de las empresas tradicionales en
distintos aspectos. En primer lugar, por sus dimensiones y las actividades
que desarrollan, ya que se trata de grandes empresas que han integrado di­
versas fundones, combinando la producción y la distribución en gran escaía.

(2 4 ) C ü a n ^ lru (i9 8 7 '¡.


200 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Las mayores dimensiones de las empresas fueron, en gran medida, una


consecuencia de la Segunda Revolución Industrial y de las características de
las ramas más dinámicas de la industria en las últimas décadas deí siglo XIX.
En los sectores de punta de la Primera Revolución Industrial, fundamental­
mente en la industria textil y la metalurgia liviana, no se requerían econo­
mías de escala, y las pequeñas empresas podían operar en forma eficiente.
Con la Segunda Revolución Industrial, en cambio, las condiciones fueron
diferentes. En la siderurgia, en la industria química, en la explotación del
petróleo y la petroquímica, y, en general, en todos los sectores capital inten­
sivos, los requerimientos de escala fueron altos, y las dimensiones de las
empresas, necesariamente grandes.
Otro factor que contribuyó aí desarrollo de la gran empresa fue la amplia­
ción de los mercados. En la medida en que se fueron conformando merca­
dos de masas, el volumen de producción de las empresas se incrementó
también en rubros que no requerían imprescindiblemente economías de
escala, pero que permitían la fabricación en serie con la incorporación de
innovaciones tecnológicas, como la producción de cigarrillos, de alimentos
enlatados o de bebidas destiladas, e incluso, el procesamiento de la carne
que realizaban los grandes frigoríficos.
Además de los requerimientos de escala y de la producción en masa, el
tamaño de las empresas se amplió, en muchos rubros, como consecuencia
de las estrategias de integración horizontal y vertical. En el primer caso, ía
unión de corporaciones independientes (por consenso o por absorción de las
más débiles) generó empresas de mayores dimensiones. En eí segundo, tu­
vieron lugar procesos de integración hacia atrás y hacia adelante. Los pro­
cesos de integración hacia atrás se produjeron con el^ in de controlar el
abastecimiento de materias primas y de insumos; los de integración hacia
adelante, con la finalidad de controlar el proceso de distribución. Por últi­
mo. la dinámica de expansión de las empresas las llevó a implementar estra­
tegias de diversificación, ampliando el espectro de bienes producidos con el
objeto de aprovechar en forma más eficiente sus instalaciones y de ampliar
sus mercados.
Más allá de cuáles fueran los caminos, la constítución;dé grandes em­
presas implicó crecientes dificultades en su funcionamiento y en su gestión.
Las formas tradicionales de administración, centralizadas y personalizadas,
debieron ceder terreno a sistemas de gestión mucho más complejos y a una
estructura que se adecuara a las nuevas realidades. De allí deriva un segun­
do grupo de elementos característicos de la gran empresa: que adquirieran
una estructura burocrática y crecientemente descentralizada, y que fueran
gobernadas por gerentes asalariados.
El desarrollo de un management sistemático en gran escala respondió
a las nuevas necesidades de coordinación y eficiencia. Los métodos con base
familiar o transmitidos de una persona a otra se revelaron inadecuados, e
incluso, considerando las mayores exigencias de coordinación y eficiencia,
podían resultar contraproducentes.
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 201

.Hacia fines de siglo, en los Estados Unidos y en Alemania comenzaron


a aparecer los principios del “ management científico", del que hablaremos
con más detenimiento en el próximo punto. Digamos por ahora que se fue
dando una separación creciente entre la preparación y el control de la pro­
d u c c ió n , por un lado, y la ejecución, por el otro. En el campo de la dirección
de las empresas se afirmaron las tendencias basadas en la teoría y el estu­
dio de la organización empresarial y el management.
El proceso de separación entre propiedad y gestión estuvo estrechamen­
te vinculado al incremento dé los volúmenes de capital que las grandes
empresas requerían. Para ello debieron recurrir crecientemente al crédito
bancario y al mercado de capitales, mediante la emisión de acciones y obli­
gaciones, lo cual tuvo como contrapartida ei incremento del número de so­
ciedades anónimas, que se constituyeron en-la forma jurídica más caracte­
rística de la gran empresa moderna. En el caso norteamericano, ello fue
desembocando en los sistemas de propiedad pública de las empresas, es
decir, en la multiplicación del número de accionistas- En el caso alemán, en
cambio, la constitución de sociedades anónimas se vio acompañada por la
creciente participación de los bancos en la propiedad de las empresas.
En realidad, como ya señalamos en el cap. 6, las primeras grandes em­
presas modernas no fueron aquellas de sesgo industrial, sino los ferroca­
rriles.
Ellos demandaron, desde el principio, grandes inversiones de capital y
un elevado número de trabajadores, que en el caso de los Estados Unidos
superaban el doble del de las mayores empresas industriales. Los requeri­
mientos de capital contribuyeron al desarrollo de los bancos de inversión y
a ía conformación de mercados financieros de alcance nacional, favoreciendo
al mismo tiempo 3a constitución de sociedades anónimas y ei nacimiento de
los modernos métodos de compraventa y transferencia de acciones.
Las dificultades que debió enfrentar la gestión de los ferrocarriles fue­
ron mucho mayores, a mediados de siglo, que las que presentaba la adminis­
tración de las firmas industriales. Problemas tales como los cálculos de
costos y tarifas o los diagramas de circulación obligaron a diferenciar fun­
ciones en forma muy precisa, estableciéndose por primera vez la distinción
entre la línea y el staff.
Las necesidades de coordinación y control llevaron a los dirigentes de
las primeras compañías ferroviarias a concebir una articulación organizati­
va, es decir, una estructura de las empresas, en la que eran definidas las
relaciones de autoridad, de responsabilidad y de comunicación, que fueron
fijadas por primera vez en organigramas en la década de 1860.
Como señala C hanoler, en los Estados Unidos fueron las empresas ferro­
viarias las primeras en contratar gerentes asalariados y en descentralizar su
gestión, mientras que en. Inglaterra y en Europa continental se mantuvieron
sistemas de organización más centralizados.
202 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Los ferrocarriles no fueron el único modelo de organización burocráti­


ca que las grandes empresas industriales tuvieron como punto de referen­
cia. En el caso alemán, como señala J ürgen K ocka (25), la circunstancia de que
la organización burocrática del Estado haya precedido a la industrialización
ofreció a las empresas privadas la posibilidad de tomar como modelo a la bu­
rocracia pública, en sus pautas, estilos y valores. K o c k a remarca que ello
puede servir para explicar el éxito de las empresas alemanas en la construc­
ción de organizaciones en gran escala y su competitividad en el mercado in­
ternacional.
En Alemania, los funcionarios públicos, civiles y militares cumplieron
un papel destacado en el sistema de educación técnica, en el desarrollo de
la ingeniería y en las primeras asociaciones científicas e industriales. Mu­
chos de ellos tuvieron a su cargo la gestión de empresas públicas (sobre
todo, en la minería, y más tarde, en los ferrocarriles que pasaron al control
del Estado) y otros fueron contratados por las empresas privadas.
La organización burocrática implicó un funcionamiento más eficiente de
las empresas, a través de la adopción de normas generales e impersonales,
de la planificación, de la racionalización de los procesos de producción y de
la adopción de sistemas más sofisticados de contabilidad y de venías. Más
adelante, el proceso de burocratizacíón continuó como producto de la diná­
mica interna de las empresas, y también de la difusión del modelo norteame­
ricano, sobre todo, desde ía primera década del siglo XX.
La constitución de grandes empresas cuya gestión revestía una creciente
complejidad implicó también inversiones cada vez mayores en la formación
y capacitación de recursos humanos, en particular, en lo que C eiandler de­
nomina i%m anageríal capabilities", es decir, en la formación de los mana-
gers. Desde fines de siglo surgieron las primeras escuelas de negocios en los
Estados Unidos y Alemania, y la administración se convirtió en una discipli­
na científica.
El proceso de consolidación de la gran empresa en sectores clave de la
actividad industrial generó una creciente concentración y formas olígopóli-
cas en los mercados, fundamentalmente en las ramas capital intensivas de
la producción. Aquí también existen variantes. En el sistema alemán, la for­
mación de carteles y los acuerdos interempresarios para controlar el mer­
cado eran una práctica comtin a fines dei siglo XIX, y estaban permitidos por
la legislación vigente. En ios Estados Unidos, en cambio, la legislación an­
titrust motivó un tipo de funcionamiento distinto,, con mayor competencia
entre las empresas.
Como señala C handi-k k , ia gran empresa moderna se convirtió en una de
las instituciones características del capitalismo industrial a fines del siglo

K o c k a (1 9 S 1 ).
CAP. 7 - LAS ECONOMÍAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 203

XIX. En. las ramas más dinámicas de la economía, las empresas que consi­
guieron afianzar su posición en forma temprana lograron mantener su pre­
dominio durante décadas. Muchas de las grandes empresas de hoy en día,
con las que estamos en contacto en nuestra vida cotidiana, datan justamente
de este período, desde fábricas de automóviles hasta fábricas de cigarrillos,,
de comida envasada o de productos medicinales. Eí hecho de ser las “Jirst
com ers” les dio fuertes ventajas competitivas.
El proceso de consolidación de la gran empresa se acentuó desde prin­
cipios de este siglo con los inicios de la diversificación geográfica y el na­
cimiento de las empresas multinacionales. Ya antes de la Primera Guerra
Mundial algunas grandes empresas habían comenzado a instalar plantas de
producción en países extranjeros, con el fin de aprovechar las ventajas de la
localización o de tener un mejor acceso a los mercados. Tras el fin de la
guerra, la multinacionalización de las grandes empresas —sobre todo, las
norteamericanas— se acentuó.
Chanoj.er utiliza la expresión “mano visible” para referirse al proceso por
el cual las grandes eiv.presas van reemplazando a los mecanismos del mer­
cado, al internalizar funciones a través de los procesos de integración. El
modelo de g'ran empresa integrada va a tener un papel clave hasta los años
setenta de este siglo, momento en que van surgiendo otras formas de orga­
nización más descentralizadas, en un contexto generalizado de cambio or­
ganiza cion a1.

7,1,4. LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACION DEL


TRABAJO: TAYLORISMO Y FORDISMO

Con la Segunda Revolución Industrial, no solo se produjeron transforma­


ciones significativas en la organización de las empresas, sino también cam­
bios profundos en el proceso de trabajo, que implicaron la creación de nue­
vas modalidades en el ámbito de la organización y gestión de las tareas,
cuyas expresiones más sobresalientes fueron él'taylorism o y eí fordísmo.
Ambas se originaron en los Estados Unidos entre fines dei siglo XIX y prin­
cipios del XX, y tienen en común proponer una organización más raeíonnl
del trabajo, con el fin de incrementar su productividad.

7,1,4,1. Taylorismo

Como decíamos en páginas precedentes, e- desarrollo de ia gran empresa


fue acompañado de problemas de gestión cada vez más complejos, a los
cuales se respondió con la búsqueda de formas de organización ereoienre-
mente eficientes. Desde la década de 1870 se fueron 'elaborando nuevos
métodos de gestión, que recibirán más tarde ia denominación de "mcinage-
204 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

ment científico” , en cuya formulación los ingenieros desempeñaron un pa­


pel protagónico.
El management científico implicaba un sistema de control muy preciso
sobre la organización de la producción y de la gestión, e incluía un campo
muy amplio de problemas, entre ellos, los cálculos de costos y beneficios,
los métodos de contabilidad, el cálculo de los tiempos de producción, los
sistemas de control y el estudio de los sistemas de remuneración. En esta
línea de pensamiento, el taylorismo aparece com o la propuesta de “ organi­
zación científica del trabajo” difundida con éxito a partir de la última déca­
da del pasado siglo, primero en los Estados Unidos y luego por las regiones
más industrializadas del mundo.
Durante el siglo XIX, en el ámbito de la industria, la “ mano” y el “saber”
del trabajador de oficio determinaban, tanto en talleres como en fábricas, las
condiciones y los niveles de producción manufacturera. Y este control y
dominio en manos de los obreros los transformaba en el factor más cafo de
la producción, además de otorgarles un cierto poder e independencia con
respecto a sus patrones, quienes no podían tener el conocimiento exacto de
los ritmos de trabajo, procedimientos y tareas necesarios para la fabricación
de sus mercancías.
La Primera Revolución Industrial produjo la ruptura del antiguo mode­
lo de trabajo preindustrial. Asentada sobre el maqumismo y la fábrica, su
consolidación permitió multiplicar radicalmente la productividad deí traba­
jo. En esta nueva situación, el obrero deja de manejar y controlar los instru­
mentos de trábajo y pasa a ser “ controlado” por el ritmo de la máquina,
transformá¿Ldps.e en un servidor de la misma. Sin embargo, el pasaje de una
situación apotra no es tan lineal ni tan directo como parece. Por el contra*
rio, a pesar de los avances producidos por la introducción de las máquinas,
el obrero de oficio, heredero de los “ secretos" del gremio, siguió siendo la
condición ineludible, la figura necesaria de la manufactura fabril. Hasta tanto
no se alcanzara todavía la completa (siempre en términos relativos) apropia­
ción por parte de las máquinas de los caracteres cualitativos del trabajo, que
descansaban .en las habilidosas manos del obirero, lo esencial para los fabri­
cantes era conservar aún de manera estable al obrero de oficio. Puesto que
el desarrollo de las máquinas-herramientas todavía era muy modesto y len­
to, el trabajo artesanal y técnico resultaba ser un complemento esencial del
nuevo maqumismo.
El “ saber” -del oficio mantenía así su vital importancia en la producción
de bienes industriales. La centralidad de los obreros calificados en los pro­
cesos productivos permitió desarrollar una sólida base para la organización
sindical por oficios que incluía exclusivamente a este sector privilegiado del
mundo del trabajo. Dicha organización sindical les brindó una eficaz resis­
tencia ante las presiones del capital destinadas a tener un mayor control y
conocim iento'del trabajo y aumentar así la productividad. Los trabajadores
de oficio contaban a su favor el hecho de que constituían, como colectivo de
trabajo, un reducido número; la escasez de estos trabajadores se mantenía
CAP. 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 205

en gran parte gracias a que los mismos se encargaban de guardar celosamen­


te ios conocimientos y habilidades manuales que detentaban. La adquisición
del oficio y su difusión estaban muy reglamentadas y cuidadas al extremo
por el gremio que los nucleaba, ser pocos era esencial para conservar el
lugar de privilegio. Existía en ellos la idea de que, si crecían en número, se
crearía una situación de fuerte desempleo. Lo mismo pasaba con su interés
de controlar los niveles de producción: creían que aumentar la cantidad de
productos significaría saturar el mercado, y en consecuencia bajarían los
precios, disminuiría el trabajo, los salarios caerían proporcionalmente, y
hasta podrían llegar a perder el empleo. Es que predominaba todavía en la
época la idea de que los mercados eran limitados y proclives a saturarse ante
el incremento de la producción.
Este monopolio deí conocimiento artesanal y técnico por parte del ofi­
cio permitía a los obreros calificados concentrar y dominar las tres etapas
básicas que conformaban su trabajo: concepción, organización y ejecución
del mismo. Se concretaba así el control de los tiempos productivos por parte
de los obreros de oficio, lo cual, desde la perspectiva de los empresarios, era
aprovechado para crear dentro de la fábrica un sinnúmero de momentos im­
productivos y de ocio, a los que se llamó ‘"tiempos muertos”. Por otro lado,
debido a la falta de una organización racional capitalista, los tiempos muer­
tos podían producirse también por deficiencias en la coordinación de las di­
ferentes etapas del proceso productivo, que llevaban a discontinuar el pro­
ceso de transformación, o por la pérdida de tiempo en el desplazamiento de
las piezas de un lugar a otro, tiempos de reparación y mantenimiento de los
equipos, deficiente coordinación en un proceso de actividades eslabonadas,
desplazamientos anárquicos del trabajador dentro de las plantas o entre los
distintos equipos, etcétera.
En las décadas de 1880 y 1890, en los Estados Unidos (país donde la
escasez de trabajadores de oficio era quizá la amenaza más grave que se cer­
nía sobre su industria manufacturera}, F re d e ric k T a y lo r logró con cierto éxito
uno de los primeros intentos en la racionalización del trabajo y en el crono­
metraje de las tareas. Cuando él y sus- seguidores introdujeron la norma y
el cronómetro dentro de la fábrica, lo que pretendían era reducir al máximo
esos tiempos muertos. La idea era “acabar con el ojíelo para acabar con el
control de los tiempos de prod ucción" (aG). El sistema de “dirección cientí­
fica" preconizado por T a y l o r nace en su totalidad de la lucha contra la va­
gancia sistem ática que él observaba en los trabajadores industriales:
“Cuando un obrero americano ju e g a al baseball {...] no nos'equivocam os
diciendo que hace todo io posible para darle la victoria á. su ^guipo [...}
Cuando el mismo obrero vuelve al día siguiente a trabajar; en lugar de
hacer un esfuerzo para producir el máximo, en la mayoría de los casos se
esfuerza por hacer lo menos posible sin correr riesgos..." (27).

(2 6 ) C orsat (1 9 8 8 }.
(2 7 ) SrAN'KiKwicz {1 9 9 1 }.
206 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En efecto, según T a y l o r , esta estrategia de control del ritmo de trabajo,


sabiamente organizada y en extremo difundida, era defendida por los obre­
ros desde el punto de vista de sus intereses más legítimos, teniendo en
cuenta eí contexto general de la época. En lugar de una relación conflictiva
con los trabajadores, postulaba considerarlos como sus am igos íntir .os,
estimulándolos a que realizaran el trabajo más intenso y calificado del cual
eran capaces; a cambio de eso recibirían una paga proporcional a su rendi­
miento y esfuerzo.
Analicemos sintéticamente en qué consistió la contribución del tayloris­
mo al proceso de industrialización. La llamada “ organización científica del
trabajo” está orientada a lograr una mayor economía de tiempo, con el ob­
jeto de incrementar la producción, reducir los costos y los precios de los
productos, apropiándose de los conocimientos y saberes productivos acumu­
lados por los trabajadores industriales calificados.
El taylorismo consiste en tina serie de principios que tienen vigencia
permanente entre los creadores e inspiradores de esta forma de organizar el
trabajo, y en varios mecanismos y técnicas que pueden variar sensiblemente.
Los criterios tayloristas tuvieron una importante difusión mundial — aun­
que con distintos ritmos y modalidades— y perduraron durante muchas
décadas.
Los principios derivan de una particular concepción del hombre en la
situación de trabajo (la tendencia innata al ocio y a la vagancia por parte de
los trabajadores debido a los prejuicios provocados por el temor a la desocu­
pación y a un irracional sistema de remuneración) y pueden resumirse esen­
cialmente en dos. Primero, la naturaleza científica —en el sentido de racio­
nal-— de las decisiones que deben adoptar los responsables de las empresas
u organizaciones, en lugar de medidas fundadas en la intuición, en las cos­
tumbres, en las creencias y en Jos sentimientos. Segundo, la convicción
profunda acerca de la objetiva existencia de intereses comunes y convergen­
tes entre la dirección de las empresas y sus trabajadores. Esto se basa en
el pensamiento económico de Yaw-or, quien argumenta que sólo un aumento
de la productividad p8} puede favorecer el desarrollo de la acumulación de

(28) E l a u m e n t o d e ia p r o d u c t i v i d a d s e d a c u a n d o d e n t r o d e u n m i s m o r i t m o
h o r a r i o d e t r a b a j o la m i s m a c a n t i d a d d e t r a b a j a d o r e s f a b r i c a u n a m a y o r c a n t i d a d de
m e r c a n c í a s . L o s p r o g r e s o s c o m p r o b a d o s d e b e n a t r i b u i r s e a p r o g r e s o s e n la e f i c a c i a
t é c n ic a de io s m e d io s d e p r o d u c c ió n u tiliz a d o s . En e s te s e n tid o , sería m á s a d e c u a d o
i d e n t i f i c a r a! t a y l o r i s m o c o n un i n c r e m e n t o e n la i n t e n s i d a d d e l t r a b a j o , p u e s t o q u e
e n e s t e c a s o t e n e m o s una t e c n o lo g ía c o n s t a n te , un m i s m o n ú m e r o d e tra b a ja d o re s
q u e p r o d u c e n e n e l m i s m o t i e m p o ttna c a n t i d a d m a y o r d e p r o d u c t o s . E s t e a u m e n t o d e
m e r c a n c í a s resxilta d e l i n c r e m e n t o d e í r it m o d e tra ba jo, o, ío q u e v ie n e a s e r lo m i s ­
m o , d e l a r e d u c c i ó n d e l o s t i e m p o s m u e r t o s e n l a p r o d u c c i ó n . N o o b s t a n t e , pa ra eí
n i v e l d e a n á l i s i s q u e e s t a m o s r ea i i z a n d o p a s á r e m o s p*«r a n o e s t a d i s t i n c i ó n “ t c c n o -
«c a lific a ” .
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 207

capital. En su visión, mayor productividad y producción, en vez de crear


crisis, amplían los horizontes del crecimiento económico —de la producción
y del consumo— .
Las técnicas y mecanismos propuestos para lograr la vigencia de esos
principios y alcanzar los objetivos mencionados son numerosos, entre los
que se destacan:
1. El estudio de los tiempos y movimientos de las tareas — tanto las
manuales directamente productivas como las de tipo administrati­
vo— para identificar los movimientos inútiles y seleccionar aquellos
más rápidos e imprescindibles.
2. Instaurar dentro de los talleres y oficinas una acentuada división so­
cial y técnica del trabajo p 3l- Esta parcelación y segmentación del
proceso de trabajo está condicionada a la previa ejecución del estu­
dio de tiempos y movimientos, para ‘'racionalizarlos’'. En realidad,
la originalidad del pensamiento de T aylor reside en la afirmación de
un principio único: organizar una absoluta separación entre la con­
cepción y ejecución del trabajo. Este principio difiere en apariencia
del que se basa en una especiaiización extrema de los obreros, y
sabemos que el proceso de descom posición del trabajo ya había
comenzado y se había extendido primero en las manufacturas y lue­
go en las fábricas bajo el impulso del maqumismo (industrializa­
ción}. El trabajo parcelado es, entonces, anterior al taylorismo, pero
también es cierto que durante su reinado ese fraccionamiento será
llevado hasta extremos que eran difíciles de imaginar. En consecuen­
cia, la dinámica inmanente de la organización taylorista tiende siem­
pre a la división y subdivisión cada vez mayores, con el doble fin de
aislar las operaciones simples y simplificar las que aún siguen sien­
do complejas.
3. La estandarización de las tareas, para realizarlas manual o mecáni­
camente, utilizando las herramientas más adecuadas y efectuando
los gestos más eficaces. En consecuencia, se estahiece normativa­
mente “ ia única y mejor manera” de hacer el trabajo, y las fierra-
. mientas y maquinarias que ie son inherentes.
4. La asignación, por anticipado, de número limitado de tareas es­
pecíficas a cada uno de los trabajadores, para que éstos las realicei;
de manera regular y permanente, respetando un tiempo proscripto.

Í29 j L l a m a m o s “ d i v i s i ó n s o c i a l d e l t r a b a j o " a Ja d i v i s i ó n r e a l i z a d a e n t r e !a s t a r e a s
de c o n c t ' p c i ó i i - p r o g r a m a c i ó n , c o n c e n t r a d a s e n ia d i r e c c i ó n d e j a s e m p r e s a s , c o n la s
t a r e a s d e e j e c u c i ó n , a s i g n a d a s e x c l u s i v a m e n t e a l o s t r a b a j a d o r e s en r e l a c i ó n d e d e p e n ­
d e n c i a . E s la d i v i s i ó n e n t r e t r a b a j o i n t e l e c t u a l y m a n u a l . Y l l a m a m o s " d i v i s i ó n t é c n i ­
ca d e t r a b a j o " a l o s d i v e r s o s g e s t o s y m o v i m i e n t o s o p e r a t o r i o s o t a r e a s com por­
ten u n a a c t i v i d a d l a b o r a l . E s la d e s c o m p o s i c i ó n d e l a s t a r c a s b a s a d a e n la i d e n u l i o a -
ció n de las o p e r a t o r ia s s i m p l e s s o b r e la s c u a l e s se e s t r u c t u r a b a el p r o c e s o g lob a l.
208 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

utilizando los métodos de trabajo y las herramientas que han sido


consideradas como las mejores a partir de la experiencia empírica,
y cumpliendo con las especificaciones en cuanto a procesos, canti­
dad y calidad proporcionadas por los responsables del planeamien­
to y control de la producción. La definición del trabajo prescripto
queda, entonces, exclusivamente en manos de la dirección. El traba­
jo realizado por los obreros debe haber sido “ previamente” preparado
hasta en sus más mínimos detalles, indicando lo que tiene que ser
hecho, el modo de hacerlo, precisando las herramientas que se han
de utilizar y fijando el rendimiento esperado.
5. La necesidad de individualizar el trabajo, oponiéndolo a la tarea gru-
pal o en equipo. Esta individualización se aplica también a las rela­
ciones de trabajo sin que ello implique desconocer la existencia de
los sindicatos. Los trabajadores así individualizados son instruidos
y formados para la especialización en un número limitado de tareas
y gestos operatorios, en lugar de un sistema tradicional de aprendi­
zaje'basado en la polivalencia del ofícío-
6. Un sistema de remuneraciones estructurado básicamente en función
del rendimiento personal {equivalente salarial por cada unidad de
mercancía producida), con el objeto de estimular ei esfuerzo dé los
obreros que acepten las nuevas reglas y modalidades de trabajo.
7. El control y la estrecha supervisión de cada trabajador por parte de
los supervisores o capataces, reduciendo su margen de autonomía.
Estos hacen una medición objetiva del trabajo realizado por cada obre­
ro y tienen un aito poder disciplinario y coactivo sobre los mismos.
Gracias a T a y l o u y a sus discípulos, la gestión de empresas pasó a ser
considerada, desde fines del siglo XIX, una “dirección y administración cien­
tífica ” , sustituyendo los viejos métodos empíricos que dejaban a los traba­
jadores un gran margen de iniciativa en cuanto a la forma de organizar el
proceso laboral, reuniendo de manera deliberada la gran masa de conoci­
mientos tradicionales que en ei pasado se encontraban en la cabeza de los
obreros y que se exteriorizaba a través de la habilidad que habían adquiri­
do por años de experiencia.
La teoría “ tajdorista” encuentra su máxima expresión lógica en la orga­
nización empresarial de grandes equipos de trabajo, es decir, en las corpo­
raciones que emplean masivas cantidades de obreros, pero lo más interesan­
te es que su aplicación se puede realizar en todo tipo de empresa. Los prin­
cipios de la “administración científica" han ejercido una ínfuencia decisiva
sobre los métodos de organización del trabajo que se ixn¡elementaron en el
curso de las últimas décadas.
Finalmente, es preciso destacar que es durante ia Primera Guerra Mun­
dial cuando el taylorismo encuentra 1a decisiva oportunidad de demostrar
sus potencialidades y eficacia productiva. En la década de 1920 llega a los
países más industrializados de Europa (incluyendo ia Unión Soviética). Asi­
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 209

mismo, y esta cuestión es fundamental, con los nuevos métodos se produ­


ce la entrada masiva de los trabajadores no especializados en la producción,
desplazando no sólo al trabajador de oficio, sino también al obrero sindica-
lizado.

7,1,4,2 . Fordisjno

Desde las primeras décadas del siglo XX, otra forma específica de mana­
gement científico y de organización, del trabajo se implantó selectivamente
en las empresas que manufacturaban grandes series de bienes de consumo
durables de naturaleza homogénea, orientados a satisfacer un mercado sol­
vente y creciente: su nombre es “fordismo".
Núcleo vital de la producción en masa, el fordismo consiste fundamen­
talmente en una producción en serie de mercancías estandarizadas “«esta n­
darización» y «producción en serie» son dos especificaciones com plem en­
tarias, expresando una en el orden de la calidad lo que expresa la otra en
el orden de la cantidad” (30). La calidad o “estándar" significa que los bienes
durables (electrodom ésticos, aparatos de radio o televisores, autos, etc.)
están constituidos por partes idénticas y totalmente intercambiables.
La producción masiva y en serie se apoya “en la cadena de m ontaje
sobre la cinta transportadora, lo que im plicaba un flu jo continuo de p ro ­
ducción, el permanente m ovimiento de las piezas y subconjuntos, evitan­
do el desplazamiento de los trabajadores encargados anteriorm ente de su
transporte y m anipulación” in ). Es una suerte de “mecanización de los tra­
bajadores” , que eliminaba los tiempos muertos entre las diversas operacio­
nes. Pudo así llevarse hasta el límite-de lo posible —pero con otros méto­
dos— la división social y técnica del trabajo, concretando un aumento espec­
tacular en la escala de producción.
Fue el empresario norteamericano H enrv F ord quien, eri respuesta al mo­
delo de crecimiento económico de los Estados Unidos, que giraba en torno
al mercado interno, empezó a diseñar en su mente las características que de­
bía reunir el nuevo automóvil para el consumo de las masas: “de buena ca­
lidad de materiales, asegurar un uso prolongado sin deterioro, simplicidad
en su funcionam iento, estar dotado de una fu erza m otriz suficiente, segu­
ridad absoluta en el desplazamiento, ser liviano, fle x ib le en su manejo y
fá cil de reparar" (32}. En su búsqueda implemento por primera vez en 1913
el nuevo proceso de producción fordista, es decir, la cadena de montaje so­

(3 0 ) C orsat (1 9 8 8 ).

(3 1 ) N e f f a (1 9 9 0 ).

{3 2 ) F ord (1 9 2 2 ).
210 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

bre la cinta transportadora (o cadena de producción semiautomática), apli­


cándola a la fabricación de los clásicos autos “ Ford T ” .
El fordismo se caracteriza por las siguientes cualidades:
X. La utilización de plantillas, moldes y matrices de fundición, que per-,
miten obtener piezas absolutamente idénticas.
2. La progresividad y coordinación en cuanto al movimiento de las pie­
zas y de los subconjunt'ós dentro de la planta industrial, siguiendo
una secuencia que se orientaba hacia el lugar donde debía realizar­
se el ensamblaje (las piezas y subconjuntos son desplazados por la
cinta transportadora). Se sigue una secuencia lógica, eliminando los
movimientos y operaciones innecesarios.
3. La regulación del ritmo de trabajo de manera totalmente exterior al
obrero por medio de la velocidad dada a la cinta que “ pasa” delante
de cada uno —que tiene un lugar fijo y tareas preestablecidas en la
línea de montaje—.
4. Finalmente, el fordismo se insertaba en un marco económico global
en el que los productos estaban destinados a un amplio mercado,
solvente y en expansión, cuya demanda no planteaba mayores exi­
gencias en cuanto a variedad y calidad; la competencia se establecía
en función de los costos- Existía un mercado de trabajo que funcio­
naba en condiciones de relativo pleno empleo y que para asegurar
una mayor producción requería fuertes contingentes migratorios de
mano de obra para evitar alzas de salarios.
Se puede deducir de esta descripción que, en cuanto proceso de produc­
ción, el fordismo consiste en una serie de innovaciones mecánicas, tecno­
lógicas y organizativas que se articulan para lograr la producción en masa
en un flujo continuo.
Para entender el significado real y la evolución que tuvo en la compañía
Ford la implementación de la línea de montaje en su planta de Detroit, nos
referiremos a algunas cifras de ios años comprendidos entre 1910 y 1920. En
1910 el precio de un Ford X era de 950 dólares, y ese año se fabricaron
18.664 unidades. Tres años más tarde, cuando se instala la cadena de pro­
ducción semiautomática, el precio del auto desciende a 550 dólares, con una
fabricación total anual de 248.317 unidades. En 1915, el valor era de 440
dólares y se llegaron a fabricar 533.921 unidades. Cinco años después e¡
precio del modelo Ford T había bajado a 335 dólares y la cantidad de unida­
des manufacturadas ascendió a 1.250.000. Asimismo, mientras que a prin­
cipios de 1913 llevaba 12 horas fabricar un auto, un año 3r medio después sé
bacía en 1 hora y media, y la planta de Ford en 1S15 estaba en condiciones
de producir más de 1.000 autos por día p3).

C ü a i v o u :;.- ( 1 9 . 8 7 ) .
CAP. 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX %11

Si bien el fordismo retomó los principales conceptos del taylorismo;


intensificando el trabajo, incrementando radicalmente la separación entre
trabajo manual e intelectual, y profundizando la mecanización, implicó tam­
bién otros cambios importantes respecto del taylorismo, que lo diferencian
de manera sustantiva. Las nuevas exigencias de la producción masiva reque­
rían una modificación de las normas del consumo y-de las normas de vida
de ios trabajadores, es decir que las empresas comenzaran a preocuparse
sistemáticamente por lo que sucedía fuera de las paredes de 1a fábrica, de­
jando de tomar como un peligro el incremento de las remuneraciones sala­
riales. Los trabajadores pasaron a ser considerados consumidores potencia­
les, para lo cual era menester aumentar su poder de compra y reducir los
costos de producción.
F ord es el que establece en 1915 un acuerdo general sobre los salarios
de sus obreros. Consistió en un fuerte aumento de los mismos de 2,5 dóla­
res diarios por término medio a 5 dólares por día. Esta decisión le permitió
a la empresa asegurarse un aprovisionamiento continuo de fuerza de trabajo
(dado que el ritmo impuesto por la mecanización de la producción fordista
generaba un gran desgaste físico-mental provocando un alto ausentismo y
deserción laboral). Pero, además, el "Jive dollars day" rompía con el estado
de insubordinación crónica vinculado ai sindicalismo y al radicalismo polí­
tico de la época. Aseguraba, a su vez, una mejora sustancial del poder de
compra de los trabajadores, abriendo así el camino para la aparición de un
obrero consumidor de lo que produce. Se estaba en ei umbral de la moder­
na sociedad de consumo.

7,1,4,3. Similitudes y di£ei~encias entre taylorismo y fordismo

Taylorismo y fordismo son dos procesos de organización y de trabajo


distintos, cada uno con trazos específicos. Sin embargo, como liemos visto,
ambos comparten los principios básicos que configuran el comienzo de una
nueva época en la organización de la gran empresa y dei trabajo. Los dos
pueden y suelen con frecuencia encontrarse juntos dentro de una misma
fábrica, predominando uno u otro de acuerdo con las necesidades.
Particularmente, el taylorismo aumentó la eficiencia del trabajo manual
a través de la introducción de la norma y eí cronómetro en la fábrica. T a v í .ou
encaró el estudio de tiempos y movimientos; apuntó a 1a racionalización del
trabajo eliminando ios movimientos inútiles;'introdujo normas y tipos de
tareas específicas y preestablecidas por la dirección; fijó un sistema de re­
muneraciones según el rendimiento, subordinando el trabajo a la disciplina
del supervisor (trabajo a destajo). En el taylorismo, más que un aumento de
la productividad existe un fuerte incremento de la intensidad de! trabajo.
El fordismo, por su parte, significó 1a sustitución del trabajo manual de
los artesanos y oficiales calificados por el accionar de máquinas-herramien­
212 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

tas especialmente diséñadas con dicho propósito y atendidas por obreros


especializados. Las máquinas funcionaban de modo continuo, regulándose
según la cadencia que les era impuesta por los ingenieros; los trabajadores,
que debían acompañar sus movimientos, no eran pagados por su rendimien­
to, dado que el ritmo de trabajo estaba determinado por la máquina de ma­
nera rígida. De esta forma, concreta un importante crecimiento de la produc­
tividad del trabajo basado en su intensificación y en la mecanización, pero
que permitía al mismo tiempo la reducción de los costos unitarios, el incre­
mento de las tasas de beneficio empresariales, de los niveles de inversión y
de los salarios reales.
En realidad, es muy difícil poder distinguir con exactitud cuándo se trata
puramente de un incremento de la productividad y cuándo de la intensifica­
ción del trabajo. Lo importante es reconocer en los dos sistemas de traba­
jo una búsqueda de métodos destinados a la maximización del excedente
económico. Ambos permitieron la creación de la producción y consumo en
masa y la aparición de un nuevo tipo de trabajador, el obrero-masa. Tales
logros fueron los que posibilitaron al taylorismo y al fordismo inaugurar en
el siglo XX un nuevo régimen de acumulación de capital. Recién a partir de
la década de 1970 empezaron a ser reemplazados por nuevos métodos de
organización, que tuvieron origen en el Japón en la década de 1950 y reci­
bieron el nombre genérico de “ toyotismo”.

7,2. LOS PAISES DE INDUSTRIALIZACION TARDIA


En la segunda mitad del siglo XIX, la industrialización se fue difundiendo
hacia las regiones de la Europa periférica, es decir, hacia las naciones del
este y ei sur del continente, y los países de Escandinavia.
En dichos países existían regiones con un cierto desarrollo industrial
(como Bohemia o Cataluña), pero no se había verificado un verdadero proce­
so de industrialización, comparable aí que había vivido Europa Occidental.
En general, la producción industrial se llevaba a cabo con métodos tradicio­
nales y se destinaba al mercado local, y ia demanda de productos manufac­
turados se satisfacía principalmente medíante la importación.
Las condiciones en las que se dio la industrialización, en la Europa pe­
riférica fueron en muchos aspectos distintas de las de Europa Occidental. En
gran medida porque se trataba de países con una estructura económica y
CAP. 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 213

social más arcaica, pero también porque al industrializarse tardíamente lo


hicieron en otro contexto internacional. Si debiéramos resumir brevemen­
te este tema, diríamos que contaron con lá ventaja de disponer de modelos
externos y de poder recurrir a la tecnología y los capitales extranjeros, pero
asimismo se caracterizaron por la desventaja de tener que competir con
países de los que los separaba una brecha cada vez mayor. Mientras que en
algunos casos los procesos de industrialización fueron exitosos, en otros no
fue así.
Ello se debió a la combinación de factores diversos. En primer lugar, la
disponibilidad de recursos naturales, pero, además, la mayor o la menor
dificultad de las comunicaciones y el desarrollo de los sistemas de transpor­
te. La industrialización también fue condicionada por la disponibilidad de
capitales, por la dimensión de los mercados, por la mayor o la menor tasa
de urbanización, y, en general, por el marco institucional y cultural.
En los procesos de industrialización tardía, él rol del Estado fue muy
activo. Ello se debió a causas diversas y complejas, pero a grandes rasgos
podemos señalar, de acuerdo con el modelo de A lexandkr G erschenkron , que
en la mayor parte de los casos los Estados contribuyeron a crear condicio­
nes favorables a la industrialización con el fin de compensar las debilidades
de los mecanismos de mercado y de cerrar la brecha en aumento entre paí­
ses industrializados y no industrializados (3i), Por otro lado, como indica
S ídkev P o lla r d , desde la década de 1870 la intervención del Estado fue cada
vez mayor también en los países de industrialización temprana, en parte
como respuesta a la depresión económica que se inició en 1873, y en parte
como síntoma del creciente nacionalismo que caracterizó a Europa en esta
etapa f35}.
Los países de industrialización tardía, como ya dijimos, tuvieron la po­
sibilidad de recibir capitales y tecnología de! exterior. La difusión de la in­
dustria hacía la Europa periférica fue acompañada por la exportación de
capitales, de técnicos y de maquinaria que suplían la falta de recursos loca­
les. Los capitales se invirtieron sobre todo en títulos de deuda pública y en
obras de infraestructura, con los ferrocarriles en el primer lugar, y en me­
nor medida, aunque no despreciable, en la industria. Los países más desa­
rrollados exportaron también sus instituciones bancarias y las nuevas for­
mas de crédito.
Un último tema que debemos considerar es que los países que se indus­
trializaron a fines del siglo XIX lo hicieron en un nuevo contexto internacio­
nal en el que eí mercado mundial estaba crecientemente integrado y ios in­
tercambios comerciales se habían expandido de modo significativo. Algunos

(345 G e rs c h e n k ro .n ' (1 9 6 S ).

(3 5 ) P o l l a r d (1 9 9 2 ).
214 HiS TORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de elios consiguieron insertarse favorablemente en el mercado internacional,


lo cual actuó como un factor de impulso al desarrollo de la industria, ya sea
por la posibilidad de exportar bienes primarios e industriales (como los paí­
ses escandinavos), o bien, por la de obtener recursos gracias a la emigración
masiva (como en el caso de Italia).

7,2,1* LA EUROPA PERIFERICA EN VISPERAS


DE LA INDUSTRIALIZACION

A mediados del siglo XIX, en la Europa periférica la agricultura represen*


taba la principal fuente de ocupación y de ingreso. Se basaba todavía en
parte, en la producción para el autoconsumo, pero fue integrándose crecien­
temente en el mercado internacional, proveyendo a la Europa industrial de
alimentos y materias primas agrícolas. El desarrollo de una economía de
mercado fue una condición necesaria para la industrialización, ya que ésta
requería la modernización institucional, una oferta creciente de capitales y
mano de obra, y el incremento de la demanda interna de productos manufac­
turados.
En Europa Oriental, las transformaciones más importantes que tuvieron
lugar en la agricultura a lo largo del siglo XIX consistieron en la emancipa­
ción de los campesinos de la servidumbre y en la difusión de la economía de
mercado en las áreas rurales.
En esta región de Europa, que abarcaba desde Prusia hasta Rusia, se
había producido durante el siglo XVII un empeoramiento de las condiciones
de los campesinos, que fueron privados de su tierra y su libertad, reforzán­
dose los lazos feudales. La servidumbre fue abolida en primer lugar en Pru­
sia, donde la emancipación de los campesinos se completó a fines de la
década de 1840, y luego en el Imperio Austro húngaro, en los Países Bálticos,
en Polonia y en Rusia, donde tuvo lugar a comienzos de la década de 1860.
La persistencia de la servidumbre había obstaculizado la difusión de la
industrialización en Europa Oriental, y su abolición fue un factor esencial
en la conformación de una economía de mercado. Su desaparición fue en
gran medida consecuencia de la industrialización de'Europa Occidental y de
las nuevas condiciones del comercio internacional, pero su supervivencia
hasta mediados dei siglo XIX contribuyó a dar rasgos característicos ai sis­
tema industrial cuando éste comenzó a desarrollarse.
En la Europa del Sur (Italia, España y Portugal). Ja servidumbre de la
gleba había sido abolida antes dei siglo XVIII, y sus vestigios habían desapa­
recido en la época napoleónica. De todos modos, las condiciones de opresión
de los campesinos persistieron en Italia meridional, en Portugal y en algu­
nas regiones de España (como Galicia. Asturias y, sobre todo. Andalucía),
o bst.acu¡iza ndo el proceso úe indus tr.í a Uz aei ó n "v Ta c o ní'o r?n;¡ e i6 n de una
economía de mercado.
CAP. 7 —IA S ECONOMIAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 215

La experiencia de los países escandinavos fue muy diferente, y en ellos


la disolución de las relaciones feudales, que tuvo lugar a fines del siglo XVIíl,
se dio en condiciones mucho más favorables para ios campesinos. El resul­
tado fue una ciase campesina relativamente independiente, abierta a la in­
novación y orientada hacia el mercado, lo cual incentivó por distintas vías
el desarrollo de la industria.
Al igual que en el caso de Europa Occidental, en la Europa periférica los
modelos de industrialización variaron de país a país, y dentro de ellos hubo
también marcadas diferencias regionales.
Con el fin de ilustrar mejor este proceso veremos tres ejemplos que re­
presentan a las diversas áreas a las .que nos hemos referido: Rusia para
Europa Oriental, Italia para Europa del Sur, y Suecia y Dinamarca para Es-
candinavia.

7,2,2. LA INDUSTRIALIZACION DE LA RUSIA IMPERIAL

El caso de Rusia se diferencia del de todos los otros países que hemos
incluido en este capítulo y en los anteriores porque su proceso de industria­
lización se inició en el siglo XIX bajo el régimen zarista, en el marco de un
sistema capitalista, de propiedad privada de los medios de producción, y se
continuó tras la revolución de 1917 con ei régimen socialista, en que dichos
medios pasaron a ser propiedad del Estado.
En este punto nos referiremos a la primera etapa, en la cual se produjo
el inicio de la industrialización, que tuvo lugar en forma gradual desde la
década de 1830, acentuándose sobre todo a partir de 1S90. En realidad, ios
antecedentes de la industria se remontan ai siglo XVin, en el que Rusia era
el principal productor mundial de hierro, posición de la que fue desplazada
por los países industrializados durante las primeras décadas del siglo XíX.
El proceso de industrialización tuvo lugar de. modo discontinuo, alter­
nándose períodos de expansión y de estancamiento. Un'primer impulso se
produjo entre la década de 1S30 y la de 1850, etapa en Ja cuai el sector más
dinámico fue la industria del algodón. Una segunda fase de aceleración del
crecimiento se llevó a cabo desde comienzos de la década de 1860, registrán­
dose innovaciones tecnológicas significativas en varios sectores industria­
les, sin que pueda hablarse propiamente de una revolución industrial, bu
difusión de ias nuevas tecnologías abarcó al sector textii, ia elaboración ár,
productos alimenticios, la fabricación de papel y, en menor medida, la indus­
tria mecánica. En esta etapa, el desarrollo de la industria se dio en form.i
autónoma, sin qtie fuera promovido por el Estado, estimulado por el creci­
miento dei mercado interno y por la industrialización de Europa Occ.idcntai.
La tercera fase, que se inicia en la década de estuvo signad;! ñor
una participación mucho más activa del Estado y por -.os efectos de la cous-
216 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

trucción de los ferrocarriles. L o s sectores más dinámicos fueron los de la


industria pesada: carbón, h ie rro y acero, industria mecánica y explotación
del petróleo. La tasa de c re c im ie n to de la producción industrial entre 1890
y 1900 fue del 8 % anual, y en tre 1907 y 1914, del 6,25 % anual.
En vísperas de la Prim era Guerra Mundial, Rusia poseía una estructura
industrial que la ubicaba en el cuarto lugar entre los países de Europa y en
el quinto en el mundo, si se consideran los Estados Unidos.
Pero en términos de in greso per cápita, de valor de la producción indus­
trial per cápita o de prod u ctividad agrícola, se encontraba en los últimos
lugares de los países industrializados e incluso resistía más la comparación
con países europeos poco desarrollados. La producción per cápita equivalía
a un décimo de la de los E stados Unidos.
Si se tienen en cuenta la estructura del producto bruto nacional, el ni­
vel de urbanización y la estructura de la población activa, Rusia no era aún
un país económicamente m oderno (36). Por estas características, P o l l a r d con­
sidera que su revolución industrial fue sólo “ parcial” o “ incompleta” , inclu­
yendo a ese país entre los de despegue “ incierto” p7}.
Entre las ventajas comparativas que tuvo Rusia, debemos citar su enor­
me dotación de recursos naturales, que pudo explotarse satisfactoriamente
en la medida en que se desarrolló el sistema de transportes, en particular los
ferrocarriles. En 1886 se instaló, en la cuenca del Donetz, la primera línea
que comunicaba u n yacim iento de carbón con minas de hierro, situados a
200 millas de distancia uno de otras, y a partir de ello surgió un complejo
industrial que en 1898 comprendía 17 grandes fundiciones, 29 altos hornos
y otros 12 eir construcción.
Su población era muy superior a la de cualquier otro país europeo; au­
mentó de 74.000.000 de habitantes en 1861 a 133.000.000 en 1901, y a
161-000-000 en 1911 (3S). En este punto debemos remarcar que la mayor par­
te de la población campesina, que constituía todavía el 80 % del total en
1913, tenía ingresos muy bajos y una capacidad de consumo muy limitada,
lo cual condicionaba las posibilidades de expansión del mercado interno.
La abolición d.e la servidumbre tuvo lugar recién en 1861, pero la refor­
ma agraria que. la acompañó no favoreció la formación de una clase de peque­
ños propietarios rurales y lim itó la movilidad de la mano de obra. En víspe­
ras de la Primera Guerra Mundial, las condiciones de vida de la mayoría de
los campesinos seguían siendo de extrema pobreza.

( 3 6 ) C r is p ( 1 9 8 8 ) .

(37) P o l l a k d ^ 1992).

(38) M ítc h sia (19 82 }-


CAp 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 217

Por otra parte, las elevadas tasas de crecimiento demográfico explican en


gran medida el desarrollo de la economía rusa en el siglo XIX. Por un lado,
p o r q u e estuvieron en la base del crecimiento de la producción agrícola, que
fue consecuencia principalmente de una oferta creciente de mano de obra y
¿e tierras más que de un aumento de la productividad. Por otro, porque los
bajos niveles de consumo de la población campesina independizaron en gran
^medida a la industrialización de la demanda de los consumidores internos,
f a v o r e c ie n d o la inversión en la industria de bienes de capital.

En las interpretaciones sobre el proceso de industrialización en Rusia,


uno de los principales temas en debate es el deí papel del Estado. El mode­
lo de G erschenkron. al que siguen suscribiendo otros autores, indicaba que
el Estado había creado las precondiciones para el despegue (que él llamaba
“big spurt", .o sea, “gran salto” }. Las interpretaciones más recientes apun­
tan a señalar la existencia de un modelo de industrialización caracterizado
por dos tendencias de desarrollo interconexas, una inducida por el Estado
y otra autónoma.
La acción estatal se canalizó a través de vías diversas. En primer lugar,
la industrialización se insertaba en un marco más general de expansión po­
lítica y militar del imperio ruso, que desde el siglo XVIII se iba afirmando
como una de las principales potencias europeas, y desde entonces fueron
creadas industrias para abastecer al ejército y a la armada.
En eí curso de la mayor parte del siglo XIX, el gobierno imperial hizo
muy poco para promover directamente el desarrollo industrial, pero, desde
mediados de siglo comenzó a construir líneas de ferrocarril, y más tarde, a
estimular su construcción con el concurso de empresas privadas.
Las dos grandes etapas de construcciones ferroviarias fueron la de 1866-
1875, en la que se pusieron en explotación 15.000 kilómetros de nuevas líneas,
y la de la década de 1890, en la que se construyeron más de 22.000 kilómetros.
En ía primera etapa, los ferrocarriles desempeñaron un papel esencial al
agilizar las comunicaciones y echaron ios cimientos para el rápido incremen­
to del comercio internacional de la década de 1870, basado en la exportación
de cereales. Las líneas privadas fueron construidas con capitales extranje­
ros y no generaron eslabonamientos hacia atrás, ya que se equiparon con
material adquirido en el exterior.
La segunda gran oleada de construcciones ferroviarias tuvo lugar en otro
contexto. Desde fines de la década de 1870, el gobierno fue adoptando una
política proteccionista que elevó los aranceles a los bienes industriales
importados, y ios ferrocarriles comenzaron a ser abastecidos por la indus­
tria local, que recibió un fuerte impulso. Desde la década de 1890, el Esta­
do fue aumentando su participación en la propiedad, gestión y construcción
de las vías férreas, pero en 1914 todavía el 74 % del capital invertido en los
ferrocarriles pertenecía a empresas privadas extranjeras.
218 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La acción del Estado en favor de la industria fue decisiva a partir de la


década de 1890. Se tomaron medidas para la atracción de inversiones extran­
jeras en la industria, se dio un tratamiento preferencial a las industrias ins­
taladas en el territorio ruso para el abastecimiento al Estado y se adoptó el
patrón-oro en 1897, lo cual aceleró el ingreso de capitales. Estos se invirtie­
ron principalmente en la industria pesada y los ferrocarriles, y desde inicios
del siglo XX, en el sector bancario.
Los bancos extranjeros, que adoptaron el m odelo alemán, pasaron a
desempeñar un papel cada vez mayor en la financiación y el control de la
industria en los primeros años de este siglo, hasta el estallido de ia Prime­
ra Guerra Mundial.
En una medida aun mayor que en los otros casos que hemos estudiado,
la industrialización rusa tuvo un marcado carácter regional. La industria se
concentraba en pocas grandes ciudades (Moscú en primer lugar) y en algu­
nas áreas industriales, como ía de la industria pesada del Donetz o los ya­
cimientos petrolíferos del Cáucaso- Ai mismo tiempo, como ya vimos, en
1913 el 80 % de la población seguía viviendo en el campo, y una parte sig­
nificativa de ella se encontraba en condiciones de gran -atraso.

7,2,3. LA INDUSTRIALIZACION DE ITALIA

En el caso italiano, ei proceso de industrialización se inició lentamente


desde mediados del siglo XIX, acelerándose entre la década de 1890 y las vís­
peras de la Primera Guerra Mundial. La unificación política, que tuvo lugar en
1861, contribuyó a poner en marcha la. modernización económica deí país.
Entre los autores que han estudiado el caso italiano se han generado
debates e interpretaciones alternativas sobre ei ritmo y los factores explica­
tivos clave del proceso de industrialización, a los que necesariamente debe­
remos hacer referencia, aunque lo haremos sólo en iérminos muy amplios (3ÍJ).
En genera!, existe consenso acerca de que no hubo una etapa de “des­
pegue", sino diferentes “oleadas" de industrialización desde la década de
1860, alternadas con períodos de crisis en los que el proceso se detuvo. Aun
en el caso de la interpretación de G íírsckenkkosv, que había individualizado un
“big spuri” en i a etapa 1896-1908, el axitor aclaraba que la tasa de crecimien­
to industrial en dichos años había sido menor de lo esperahle, sobre todo
teniendo en cuenta el carácter tardío de la industrialización y comparándola
con las de Suecia, Rusia o Japón.

(39¡ Para el d e s a r r o llo d e e s te p u n to , io s p r in c ip a le s tex to s q u e h e m o s c o n s u lta d o


s o n C afa gk a ( 1 9 S 2 ) y (.1 98 9) ; D e R o s a ( 1 9 3 0 5 ; G¡¿K8Cii£fíKU¡c>s,í L.96.0);'R om eo ( 1 9 S 8 ) : T o m ó ­
lo Xamagní í ! 9 9 0 ¡ .
CAP. 7 — LAS ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 21S

En la primera mitad del siglo XIX, hasta la unificación política, la acti­


vidad industrial más im portante de Italia fue la producción de seda, que
constituyó el principal bien de exportación hasta la Primera Guerra Mundial.
La producción italiana se especializaba en las etapas iniciales de la elabo­
ración {el devanado y el torcido), y se exportaba la seda cruda o hilada a otros
mercados —fundamentalmente Francia y Gran Bretaña— donde se fabrica­
ban las telas.
La seda constituye un sector característico de actividad protoindustrial.
Hasta mediados del siglo, la producción se llevaba a cabo con métodos tra­
dicionales, en haciendas agrícolas, y algunas etapas del ciclo productivo se
realizaban en los dom icilios de los campesinos. A partir de entonces, hubo
u n proceso de modernización en la elaboración del hilado, instalándose fá­
bricas —en general, pequeñas— que utilizaban energía hidráulica.
L uciano C a f a c n a , un historiador italiano, ha enfatizado el papel de la seda
en el proceso de industrialización de Italia en el largo plazo, desde la pers­
pectiva del papel que cumplen determinados bienes de exportación como
motores del crecim iento. En este sentido, señala cómo la industria de la
seda contribuyó al adiestramiento de los trabajadores, al desvío de ia inver­
sión hacia actividades no agrícolas y al incremento de la actividad comercial,
creando economías externas para un desarrollo industrial posterior.
Las otras ramas de la producción textil fueron mucho menos importan­
tes, y aunque hubo un cierto desarrollo de la industria del algodón, la ma­
yor parte -del consumo local se cubría con bienes importados. En compara­
ción. con otros países, en su conjunto, la industria textil italiana era muy
limitada. ' '
En todo.el período previo a la década de 1860 no surgió ningún impul­
so favorable al desarrollo de la construcción de maquinarias o de la siderur­
gia, y la industria metalúrgica era rnuy modesta, en gran medida por la fal­
ta de yacimientos de carbón. Los ferrocarriles comenzaron a construirse en
ía década de 1S30, pero en 1860 la longitud de las vías era de menos de 2.000
kilómetros, y el material ferroviario, se importaba del extranjero.
En las dos primeras décadas posteriores a ía unificación —entre 1S60 y
1878— , el proceso de industrialización avanzó, aunque a un ritmo lento,
favorecido por las nuevas condiciones políticas. También aquí las interpre­
taciones sobre el papel de los primeros gobiernos unitarios son varias y han
engendrado debates muy intensos...,E-n general, ia mayoría de los autores
sostiene que la unificación fue positiva para el desarrollo industrial, pero
atribuyen este fenómeno a factores diversos.
Algunas interpretaciones enfatizan el papel de la política librecambista
adoptada por el gobierno unitario y de la inserción de Italia en el mercado
internacional, que habría generado una industrialización gradual (compara­
ble a la de los países escandinavos).
220 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Otros, en cambio, ponen el acento en el papel que jugó la unificación


política en la unificación del mercado interno, sobre todo por la supresión
de las aduanas interiores y la construcción de los ferrocarriles; este último
hecho fue impulsado activamente por el gobierno central.
Otra interpretación enfatiza la contribución de las nuevas condiciones
institucionales a ía acumulación de capital, gracias a la expansión agraria y
a las posibilidades que se abrieron para la inversión en la industria, favore­
cida por las obras de infraestructura y la desviación de recursos desde el
agro, generada por la nueva política fiscal.
En esta “ segunda oleada” , la industria avanzó lentamente, y el sector
textil siguió siendo el más importante. En él tuvo lugar un aumento de la
producción y de la capacidad productiva, gracias a la introducción de inno­
vaciones en las industrias de la seda, del algodón y de la lana.
La construcción de los ferrocarriles, que se llevó a cabo con inversiones
extranjeras, generó muy pocos eslabonamientos hacia atrás porque, salvo
los durmientes, el resto del material se importaba. En toda esta etapa, eí
desarrollo de la industria deí hierro fue muy modesto, así corno en el caso
de la fabricación de maquinaria.
La siguiente etapa se ubica entre 1878 y 1895, con un período de expan­
sión hasta 1889 y otro de crisis en los últimos años. En ella se adoptó una
política proteccionista y el Estado intervino activamente en la promoción d.e
las industrias del hierro y de la maquinaria.
El mayor sector industrial siguió siendo el textil, que comenzó a expor­
tar parte de su producción hacia mercados extranjeros, sobre todo de Am é­
rica Latina.
Las industrias del hierro y del acero se desarrollaron, como ya señala­
mos, gracias a la protección del Estado (que promovió la construcción de la
primera planta siderúrgica integral — es decir, que producía desde el hierro
fundido hasta los laminados— ) y a la reducción del precio del carbón impor­
tado. También se expandió la industria de la maquinaria, que comenzó a
abastecer a los ferrocarriles, a los sistem as de transporte urbano y a las
otras ramas de la industria.
La crisis económica interrumpió el proceso de crecim iento industrial,
pero en la etapa siguiente, entre 1897 y 1913, éste alcanzó niveles mayores
que los'iíe cualquiera de los períodos precedentes. Los distintos cálculos
sobre la tasa de crecimiento ofrecen valores diversos, que oscilan entre ei
4,3 % y el 5,4 %.
En estos años, que Gcrschenkron consideraba los del ¿Lbig spurC", se
duplicó la fuerza m otriz instalada en las industrias manufactureras, y se
desarrollaron, sobre todo, los sectores industriales más modernos.
CAP. 7 — LAS ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XÍX 221

La industria textil y la alimenticia representaban en 1913 el 60 % de la


producción manufacturera. Los textiles siguieron siendo el sector más im­
portante y la única gran industria de exportación, que tenía como uno de sus
destinos el abastecimiento de mercados de consumo de países no industria­
les o escasamente industrializados.
Paralelamente se fueron expandiendo las ramas características de la
Segunda Revolución Industrial: electricidad, siderurgia, maquinaria (bienes
de capital y de consumo, incluyendo entre éstos a los autom óviles) y, en
menor medida, la química.
El conjunto de la actividad industrial se vio beneficiado por la explota­
ción de la energía eléctrica, ya que una de las lim itaciones que había teni­
do Italia en la etapa previa era la escasez de carbón, al igual que muchos
oíros países de industrialización tardía. El desarrollo de la industria hidro­
eléctrica aseguró el sum inistro de energía y favoreció la expansión de la
industria mecánica desde la década de 1890.
Como en casi todos los aspectos que hacen al desarrollo industrial ita­
liano, los-distintos autores disienten acerca del papel que desempeñaron el
Estado y el mercado. Aunque Gerschenkron sostenía que el Estado había
intervenido en una dirección equivocada —favoreciendo sectores para los
cuales Italia no tenía ventajas comparativas—, otros estudiosos enfatizan el
papel positivo de la protección arancelaria y de la demanda estatal para la
industria mecánica y la siderurgia. Todos coinciden, en cambio, en atribuir
un rol muy activo a los bancos de inversión (sobre todo, a los bancos alema­
nes) y a los empresarios privados (con un peso significativo de las pequeñas
y medianas empresas).
Otros historiadores han señalado como un aspecto central de la indus­
trialización italiana el papel jugado por el sector externo, y dentro de él, por
las remesas enviadas por los emigrantes. Italia fue uno de los países euro­
peos de los que emigró más población, en especial desde las últimas déca­
das del siglo XIX. Las remesas contribuyeron decisivamente a equilibrar la
balanza de pagos y permitieron compensar el aumento de importaciones que
generó la industrialización en términos de ínsumos y equipos. Otros facto­
res que equilibraron las cuentas fueron la expansión de la producción agrí­
cola y el desarrollo de las industrias de exportación.
Desde antes de la industrialización, Italia tenía fuertes contrastes regio­
nales entre el norte, que era la zona más dinámica, y el sur, que era la re­
gión más estancada. Con la industrialización, el dualismo económ ico se
acentuó, y hasta la Primera Guerra Mundial, la industria moderna se había
desarrollado sólo en las regiones noroccí den tales' englobadas en un triángu-
io cuyos vértices eran las ciudades de Genova, Turín y Milán.
En virtud de ello, el caso italiano puede ser mucho m ejor comprendido
desde un enfoque regional como el que propone‘P óíxard, ya que los prome­
222 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

dios nacionales tienden a distorsionar la realidad. El norte de Italia puede


ser considerado como un “pequeño país” , cuyos índices de crecimiento se
aproximan a los de otros pequeños países europeos, com o Bélgica o Suiza.

7,2,4. LOS PAISES ESCANDINAVOS: LOS CASOS


DE DINAMARCA Y SUECIA

A mediados del siglo XIX, los países escandinavos eran principalmente


agrícolas, con muy pocas industrias modernas, y parecían estar destinados
a ser “ colonizados” por el capital extranjero y a transformarse en abastece­
dores de alimentos y materias primas a los países de Europa Occidental.
Sin embargo, y contra estas predicciones, en la segunda mitad del siglo
iniciaron un exitoso proceso de industrialización, que se aceleró desde la
década de 1870. En las cuatro décadas anteriores a la Primera Guerra Mun­
dial, Escandinavia m ostró una de las tasas de crecim iento más elevadas
entre todas las naciones industrializadas, y hoy los países nórdicos se cuen­
tan entre los más ricos del mundo (4Í>).
El caso de Escandinavia presenta un gran interés porque se trató de
países que pudieron sostener una industrialización exitosa, a partir de la
expansión de la exportación de productos primarios y de los eslabonamien­
tos hacia atrás y hacia adelante generados por el sector agrario y la minería.
Tuvieron la capacidad de adaptarse a la división internacional del trabajo
establecida por ios países industrializados, y de controlar en los mercados:
internacionales áreas de especialización para las cuales ostentaban venta­
jas comparativas.
Uno de los rasgos más interesantes que exhiben es que en ellos se dio
una fuerte complem en ración entre desarrollo agrario e industrialización, al
punto que algunos autores sostienen que en este caso, sobre todo en el de :
Dinamarca, es ocioso establecer una distinción muy nítida entre sector pri­
mario y secundario, y que los límites entre economía “industrial” y “agríco­
la ” no eran claros. El desarrollo del sector agrícola, orientado a la exporta­
ción, no sólo contribuyó a La expansión de la economía, sino que creó un
mercado interno para los productos industriales., tema que han enfatizado
las interpretacione.s más recientes del caso escandinavo, sin que ello signi­
fique que se quita importancia a la demanda externa.
Por otra parte, las exportaciones de bienes primarios fueron reemplaza­
das de m odo paulatino por las de productos crecientem ente elaborados.
Suecia y Noruega, hasta mediados de siglo, exportaban troncos de madera a

( 4 0 ) P a r a e i d e s a í r o ! J o d e e s t e p u n t o , n o s ' P e r n o s b a s a d o e n J ó k u r k c ( I 9 S 2 ¡ ; H;S-r
0 !-:ísraí''!> (1 9 8 S ); Poi.la p .o S í.39'2;: B lo m stro n s y ( i 990 ’: (1 9 9 5 )-
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 223

Gran Bretaña, donde eran transformados para ser utilizados en la construc­


ción y en la industria. Desde la década de 1850, se instalaron en Suecia
aserraderos mecánicos para transformar los troncos en madera para la cons­
trucción. A partir de los años sesenta, com enzó a fabricarse y exportarse
pulpa de papel; luego, ésta empezó a elaborarse y se exportó papel. Por este
proceso, los bienes de exportación tuvieron cada vez mayor valor agregado
y la industria se desarrolló a la par del comercio exterior.
Los cuatro países escandinavos —Dinamarca, Suecia, N.oruega y Finlan­
dia— poseían a mediados del siglo XIX una serie de características comunes.
Todos ellos mantenían un amplio com ercio ultramarino, basado en cada
caso en unos pocos productos de exportación (cereales, pescado, madera,
hierro) y ostentaban una muy buena localización geográfica para el intercam­
bio comercial.
En cuanto a la dotación de recursos naturales, todos carecían de carbón,
aunque Suecia y Noruega tenían abundancia de madera y una buena dispo­
nibilidad de energía hidráulica, cuyo aprovechamiento se incrementó a fines
de siglo con el uso de la electricidad. Dinamarca estaba desprovista de fuen­
tes de energía, pero era la que contaba con una mayor superficie de tierras
cultivables. Suecia poseía abundantes minerales y un desarrollo de la indus­
tria del hierro basada en formas tradicionales de producción.
Hacia mediados del siglo XIX, en los países escandinavos las zonas ru­
rales estaban superpobladas, lo cual dio origen a un masivo proceso de
emigración. Como contrapartida, para entonces habían sido abolidas las
■instituciones feudales y se había formado una clase de pequeños propieta­
rios rurales fuertem ente orientados hacia eí mercado. Ello contribuyó al
desarrollo de las actividades agrícolas, que a su vez generaron crecientes
eslabonamientos hacía el sector industrial.
Una de las principales ventajas con las que contaron desde el siglo XIX
fue la calidad del sistema educativo. Para fines de siglo, una enseñanza pri­
maria de alta calidad era obligatoria en todos los países; prácticamente, ei
analfabetismo había desaparecido. A ello debe sumarse un fuerte énfasis en
la ciencia aplicada y en la educación para adultos, que contribuyó a la capa­
citación de la mano de obra. Algunas interpretaciones del caso escandina­
vo han im stido en la educación y los recursos humanos como factores cla­
ve que explicarían su sostenido desarrollo desde las últimas décadas de.i
siglo XIX.
El Estado asumió desde una etapa ú-riipxana el papel de proporcionar
infraestructura y servicios administrativos y sociales, mientras que la acti­
vidad productiva permaneció en manos privadas. Asimismo, a través del sis-
tema tributario contribuyó a la redistribución del ingreso.
224 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En los comienzos de la industrialización fue muy importante el papel de


la tecnología y el capital extranjeros, pero ello no obstaculizó el desarrollo
de las empresas locales, que se vieron favorecidas por la capacitación de sus
recursos humanos y consiguieron com petir exitosam ente en el mercado
mundial.
Como complemento de esta exposición general, veremos con más dete­
nimiento algunas características de la industrialización de Dinamarca y
Suecia, ya que se trata de dos modelos alternativos, uno basado en la agri­
cultura y en la industria alimenticia, y el otro, en las industrias de la madera
y dei hierro.
Dinamarca fue el país en el que la agricultura tuvo un papel más deci­
sivo en el proceso de crecimiento y de industrialización. Desde la década de
1830, el sector agrario exhibió un desarrollo sostenido, gracias al crecimien­
to de la producción y la productividad.
Hasta los años ‘70, los cereales eran el principal producto de exporta­
ción, pero frente a la competencia del cereal extraeuropeo, los productores
daneses decidieron sustituirlos por la producción y exportación de carne y
lácteos, importando cereales baratos para alimentar al ganado. La agricultura
danesa enfrentó a 1a crisis agrícola internacional por medio de una reestruc­
turación de la producción, potenciando un sector cuyos precios fueron
mucho más estables que los de los cereales y aprovechando en su beneficio
el descenso de los de estos últimos.
La especialización en la carne y en los lácteos, que se destinaban sobre
iodo a Gran Bretaña, permitió a Dinamarca seguir ocupando un papel des­
tacado como país exportador. La com petítividad de sus productos en el
mercado internacional se basó en la innovación tecnológica y 103 controles
de calidad, favorecidos, a su vez, por el desarrollo de las cooperativas y de
la educación técnica.
En los años previos a la Primera Guerra Mundial, el 87 % de las expor­
taciones danesas estaba compuesto por carne, manteca, huevos y queso, y
de ellas eL50 % lo constituía la manteca, que había sido el rubro más diná-
mico.
E1 desarrollo de las exportaciones agrícolas generó un fuerte ingreso de
divisas y el aumento de la renta agrícola, la que contribuyó a incrementar la •
demanda de bienes industriales.
El scCtor industrial más dinámico, como ya vimos, fue el de la produc­
ción de alimentos, fuertemente ligado al desarrollo de la agricultura y la
CAP. 7 - LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 225

ganadería, al punto que en este caso la distinción entre sector primario y


secundario, como ya dijimos, se hace difícil. El desarrollo agrario estimuló,
a su vez, la producción de maquinarias destinadas a la industria alimenticia.
Al mismo tiempo, el desarrollo de un mercado interno para los bienes de
consumo favoreció el desarrollo de una industria local sustitutiva de impor­
taciones, que se aceleró a partir de la década de 1860. A diferencia de los
otros países escandinavos, la producción danesa de bienes industriales (sal­
vo los de la industria de la alimentación) estuvo destinada al mercado inter­
no. y en ella tuvo un papel destacado la producción artesanal.
En el caso de Suecia, el proceso de industrialización se aceleró a partir
de la década de 1870, y se basó en la creciente explotación de los recursos
mineros y forestales, así como en el desarrollo de las exportaciones de bie­
nes industriales cada vez más elaborados.
Los dos sectores que lideraron eí proceso fueron la industria del hierro
y la de la madera y el papel. En ambos, como ya señalamos para el caso de
la madera, fueron perdiendo im portancia aquellas ramas que procesaban
sólo en escasa medida, y la ganaron las que hacían productos acabados ba­
sándose en las mismas materias primas.
En la industria del hierro, Suecia tenía la ventaja de poseer yacimientos
de mineral y abundancia de madera, que se utilizaba como combustible. El
hierro producido con métodos tradicionales constituía uno de los bienes de
exportación de Suecia en la etapa preindustrial y se caracterizaba por su alta
calidad. La producción se m odernizó en el siglo XIX, y las exportaciones de
lingotes de hierro se incrementaron sensiblemente, aunque la calidad dis­
minuyó. A fines de la década de 1860, comenzó la moderna producción de
acero, utilizando carbón importado, y para fines dei siglo se difundió el uso
del proceso Bessemer. Suecia se fue especializando en la producción de
acero de alta calidad, aprovechando sus recursos hídricos cuando empezó
a emplearse energía eléctrica. A l mismo tiempo, se fue incrementando la
producción de maquinaria y de productos de metal con alto valor agregado,
que requerían mano de obra muy calificada y una tecnología avanzada.
Desde la década de 1890, la industria orientada al mercado interno tuvo
una expansión al mismo nivel qué la de exportación. Lo que se dio fue una
complementariedad entre diversas ramas. En ia industria de la maquinaria,
pox ejemplo, la producción de las ramas más dinámicas se exportaba (tur­
binas, m otores de combustión, maquinaria eléctrica, cojinetes) y la de
ios sectores de crecim iento más lento se destinaba ai mercado interno y
regional.
226 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

7,3. EL CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA MUNDIAL


EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX (1850-1914)
7,3,1. EL RITMO DE CRECIMIENTO Y LOS CICLOS
ECONOMICOS

En términos globales y en relación con la etapa preindustrial, el ritmo


de crecim iento de la economía en los países industrializados a 3o largo del
siglo XIX fue muy rápido. Entre 1800 y 1913, para el conjunto de los países
desarrollados, el PBN per cápita creció a un promedio anual del 1,1 %, lo que
implica una tasa por lo menos 10 veces mayor que la de las etapas de expan­
sión de los siglos precedentes (4Í).
Más allá del promedio, que tiene la ventaja de ofrecer una visión de con­
junto que permite medir el impacto del proceso de industrialización sobre
el crecimiento, es útil hacer una serie de precisiones.
En primer lugar, la tasa de crecim iento varió entre los países, sin que
ello pueda vincularse necesariamente con el carácter más o menos tempra­
no de la industrialización, sino más bien con una compleja combinación de
factores que abarca desde la tasa de crecim iento demográfico y la relación
población-recursos hasta el nivel educativo. A partir de ello, puede estable­
cerse una distinción entre países de crecim iento “rápido” (que incluye a
Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Suecia y Suiza), de
crecim iento “ mediano” (entre los que se encuentran Gran Bretaña, Austria-
Hungría, Noruega, Rumania y Rusia) y de crecimiento “lento” (que compren­
de a la Europa del Sur y los Balcanes) i42}.
En segundo término, y éste será el tema que desarrollaremos a continua­
ción, el ritmo de crecim iento no fue uniforme a lo largo del período consi­
derado, alternándose etapas de expansión con otras de estancamiento.

7,3,1,1. Los ciclos económicos

Uno de los rasgos característicos de la economía industrial en los paí­


ses capitalistas ha sido la aparición de nuevos tipos de fluctuaciones eco­
nómicas, diferenciadas de las de las sociedades preindustríales.

*4 1) Baikoci: {1 9 9 ¡ }.

(4 2 ) B a ' k o c ;-! Í 1 9 9 7 ).
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 227

En el Antiguo Régimen, las fluctuaciones de corto plazo estaban condi­


cionadas por la producción agrícola, y se trataba generalmente de crisis de
subsistencia. En el largo plazo existían, en cambio, ciclos de larga duración,
las tendencias seculares, caracterizadas por una sucesión de fases positivas
y negativas de una duración de dos o tres siglos.
Con la industrialización se atenúan las fluctuaciones de los rendim ien­
tos agrícolas, desaparecen las. hambrunas periódicas y emergen nuevos ti­
pos de ciclos específicos. Por otra parte, es probable que hayan desaparecido
las tendencias seculares, aunque sobre ello hay un mayor grado de incerti-
dumbre.
Los ciclos característicos de las economías industriales son de diversos
tipos y se clasifican según su duración. Los ciclos más largos o de K ondra-
t í e f f , de una duración de alrededor de 50 años: los ciclos intermedios, de una
duración de a 22 años; los ciclos cortos o de J uglar , de una duración
media de.esitre 7 y 10 años; los ciclos m enores o de Kítchin, de 3 años y
medio, y las variaciones estacionales.
Nos referiremos más en particular sólo a algunos de ellos, con la fina­
lidad de ilustrar las grandes líneas de las fluctuaciones económ icas en el
siglo XIX. Aclaremos primero que en los ciclos pueden identificarse cuatro
momentos diferentes: la expansión o auge; la crisis, o sea, el momento de
inversión de la tendencia al alza; la depresión y la contracción, y, por últi­
mo, la recuperación, o sea, el momento de reinicio de la expansión.
Los ciclos largos o de K o k d r a t í e f f deben su nombre al economista ruso
que investigó en la década de 1920 las fluctuaciones económicas desde fi­
nes del siglo XVIII, basándose principalmente en los movimientos de precios.'
K o n d r a t i e f f identificó ciclos recurrentes de aproximadamente 50 años de
duración, divididos a su vez en dos períodos, uno de alza y otro de descen­
so de los precios.
Los ciclos de J u g l a r constituyen movimientos de corta duración o “ c i ­
clos comerciales'’. Se componen de 4 o 5 años de “ buenos negocios” y alza
de precios, a los que sigue una crisis que produce quiebras y desempleo, y
luego, una depresión relativa que permite un saneamiento dei mercado por
eliminación de empresas ineficientes. El paso siguiente es ia recuperaeióii
y el comienzo de un nuevo ciclo í43).
Las crisis pueden entenderse como parte constitutiva del ciclo económ i­
co. Para algunos autores, es mucho, más legítim o utiliza r...d concepto de
crisis económica que emplear el término “ ciclo económ ico", puesto que lo
que determina ia existencia del ciclo es, precisamente, la crisis. De modo
analítico se pueden identificar distintos tipos de crisis: Jas que se deben a

(4 3] VKRL.ÜV i i. 9 ? 6;.
228 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

alguna perturbación externa, las crisis endógenas o cíclicas (que son con­
secuencia de las tensiones generadas en los períodos de expansión) y las
“grandes c ris is ” o crisis estructurales (que se producen cuando no está
asegurada la compatibilidad de las formas institucionales de regulación con
la dinámica económica, como, por ejemplo, en 1929) ('ilj.
Con respecto a los factores causales de las crisis, se pueden distinguir
tres grandes posturas que enumeramos a continuación:
— Las explicaciones que p rio riz a n los factores financieros y/o mo­
n etarios com o fa ctore s causales: por ejemplo, las variaciones del
tipo de interés, la política de los bancos centrales y los cambios en
el stock de metales preciosos. Remarcan el carácter inflacionario del
momento de expansión que crea importantes distorsiones y, conse­
cuentemente, eclosiona en crisis, seguida por un reajuste de la eco­
nomía a través de un proceso deflacionarío que corrige los excesos
del auge —fase de depresión— .
— Los modelos que parten de las relaciones entre producción y con­
sumo: hablan de crisis de “ sobreproducción relativa” o de “ subcon-
sumo relativo". En los períodos de auge económico, hay una oferta
de bienes inferior a la demanda existente; los momentos de crisis
serían caracterizados por la existencia de una oferta superior a la
demanda; en el período de deflación, la demanda se muestra inferior
a la producción. Vinculada a esta explicación está ia perspectiva
keynesiana que centraliza su análisis en la relación entre inversión
y consumo.
— ILas in terp reta cion es qsie relacion an los ciclos económ icos con
ías innovaciones tecnológicas: partiendo de una situación de equi­
librio, éste se rompe cuando, por un aumento del conocimiento y/o
deseo de aumentar las ganancias, el empresario es llevado a innovar,
conducta que es seguida por otros. La emergencia de innovaciones
tecnológicas originales 3? olas secundarias que son determinadas por
los mecanismos acumulativos conduce a la fluctuación de la coyun­
tura económ ica hasta un punto en que la expansión encuentra sus
lím ites naturales.
No todos los autores consideran que se pueda establecer una teoría ge­
neral de las crisis, o que todas respondan al mismo tipo-de causa. Algunos
han insistido en que debe diferenciarse entre las crisis previas y posterio- -
res a la Primera Guerra Mundial. Por último, también sé discute la existen­
cia de movim ientos cíclicos a largo plazo como ias ondas de K o n d r a t i e p p , y
hay autores que atribuyen las fluctuaciones más a perturbaciones específi­
cas que a mecanismos intrínsecos de la economía (45)-

(4 4 ) B ovbr v S a i l l a r o (1 9 9 6 j.
(4 5 ) M a d o ís o p í (1 9 9 1 ).
CAP. 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 229

7,3,1,2. Las fluctuaciones en la segunda mitad del siglo XIX

En términos relativos, ei siglo XIX fue más inestable que los preceden­
tes. pero más estable que el siglo XX. De acuerdo con la periodización de
Kondratikff, un primer ciclo, u “onda larga", transcurre entre 1789 y 1849,
con su fase ascendente entre 1789 y 1814, y su fase descendente entre 1814
y 1849. El segundo se verifica entre 1850 y 1896, con la fase de ascenso en­
tre 1850 y 1873, y la de descenso entre 1873 y 1896. Por último, K o n d r a t i e f p
había identificado la fase ascendente de un tercer ciclo entre 1896 y 1914.

7,3,1,3. La expansión de 1850 a 1873

La primera gran oleada de la industrialización generó un rápido y enor­


me crecimiento de la economía mundial que tuvo Jugar entre el comienzo de
la década de 1850 y 1873, la “ onda larga” de alza de precios del ciclo de
KofíDRATSEFF (aunque otros autores proponen cronologías ligeramente distin­
tas).
El número reducido de la primera “ horneada” de países industrializados,
dentro de un contexto donde las novedades tecnológicas suscitaron tantas
expectativas fundadas en la fácil transmisión e imitación de aquéllas, favo­
reció al desarrollo de una expansión industrial prácticamente sin riesgos,
con una reducida competencia y con mercados ilimitados en su capacidad
de absorción, que empujaron hacia arriba el volumen del comercio exterior,
alentado también por un muy im portante aumento de la masa monetaria
basada en metales preciosos y por la vigencia dei librecambio. Se afianzaron
las perspectivas de obtención de mayores beneficios con un consecuente
aumento de la tasa de inversión.

7,3,1,4. La Gran Depresión de 1873 a 1896

Desde 1873, la dirección del ciclo económico se invierte. Los contempo­


ráneos veían cómo la economía mundial empezaba a estar marcada por una
perturbación y depresión del comercio sin precedentes; de ahí que para dar
un nombre a esta nueva fase, crearon el término de “la Gran Depresión” (46).
Sin embargo, para muchos expertos, el “ largo período" desde 1873 hasta
1896 no fue una crisis económica en el sentido estricto de la palabra, sino
una fase de cambios estructurales económ ico-sociales, unidos a una cierta
reducción de la expansión económica ('57). Entre las décadas de 1870 y 1890,

(46) H o b sü a v,t.í (1990).


(47) Mommsen (1985).
230 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

la Revolución Industrial se extendió progresivamente a otros países, como


Suiza, Holanda, Suecia, Italia y Rusia; mientras tanto, algunos países de
ultramar se integraban en el mercado mundial. En consecuencia, la produc­
ción y el comercio mundial, iejos de estancarse, continuaron aumentando en
forma sustancial, aunque a un ritmo menor que antes. La depresión fue,
entonces, el resultado de factores reales; de manera, destacada, de la reduc­
ción de los costos de elaboración de muchos productos —por ejemplo, el
acero y el trigo—, y en especial, del descenso en los costos de transporte por
medio de los ferrocarriles y los barcos de vapor.
Una sensación de malestar general invadía el sentimiento de “ los hom­
bres de negocios” . La competencia se había intensificado ante una reducción
de los mercados, o m ejor dicho, ante mercados que no crecían al ritmo de
una producción inducida por xiuevos adelantos tecnológicos. El riesgo del
empresario volvió a aumentar, y las nuevas inversiones de capital excedían
el autofinanciamiento empresarial. Lo que más preocupaba era la prolongada
deflación de los precios agrícolas e industriales ante un incremento del vo­
lumen de los bienes; una depresión del interés y un descenso alarmante de
los beneficios capitalistas hacen a las empresas más vulnerables ante las
dificultades. “ En resumen, tras el drástico hundimiento de ía década de
1870, lo que estaba en ju ego no era la producción, sino su rentabilidad"
La crisis de 1873 puso fin a la época del librecambio, y en su reempla­
zo renació el proteccionism o económ ico. Los distintos gobiernos, excep­
tuando unos pocos, alzaron barreras proteccionistas para resguardar la pro­
ducción de sus economías nacionales — especialmente, la de productos agrí­
colas y artículos de consum o— de la competencia de bienes importados.
Volvía ei neomercantilismo. la confluencia entre la economía y la autoridad
política. Después de las crisis cíclicas de 1882 y 1890, buscando la forma de
ampliar el com ercio, las potencias europeas se lanzaron a ganar nuevos
mercados: era el nacimiento de la era imperial.

7,3,1,5. La “Belle Epoque” (1896-1913)

La constelación de innovaciones características de la Segunda Revolu­


ción Industrial fue decisiva para que en 1896 se iniciara tina segunda onda
larga ascendente que duró, con algunas oscilaciones, hasta 1913. La rece­
sión que se hizo visible antes de ia Primera Guerra Mundial mutó en una
formidable expansión, inducida por las medidas dirígisías, que sei-vían a las
necesidades de los Estados beligerantes inmersos, con el fin de ganar la
guerra, en una carrera armamentista.
Durante esta fase se equilibró el nivel de precios, si bien no alcanzaron
nunca el nivel anterior a 1873-1875. La extraordinaria amplitud e intensidad

(•18) H o o s b a w m ( ( 9 3 0 ) .
CAP. 7 — LAS ECONOMÍAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 231

de la expansión económica, principalmente, de Alemania y los Estados Uni­


dos; el desarrollo de centros industriales en las naciones atrasadas de Eu­
ropa, como Rusia, Italia y Suecia, y, por último, el progreso económ ico de
algunos países de ultramar —productores de materias primas— , como la
Argentina y Australia, favorecieron en su conjunto el auge de una economía
mundial cada vez más articulada, según eí orden de la división internacio­
nal del trabajo.
La tasa de crecimiento del comercio internacional se aceleró de nuevo
en las dos décadas anteriores a la Gran Guerra. A tal grado, que la economía
mundial, a principios del siglo XX, estuvo espectacularmente integrada e
interdependiente en el marco de un sistema multilateral de intercambios y
libre circulación de mano de obra y capitales que, de manera paradójica,
había surgido en la lucha económica de los Estados industriales, perpetra­
da detrás del proteccionism o de fines de la década de 1870. Esta gran pros­
peridad en los negocios constituyó el trasfondo de lo que se conoce todavía
en Europa como la “Belle Epoque” .

7,3,2. EL COMERCIO INTERNACIONAL Y LA INTEGRACION


DEL MERCADO MUNDIAL

7,3,2,1- La era dei librecambio

El mercado mundial de la primera mitad del siglo XIX registraba una


dimensión económ ica y una escala de relaciones internacionales relativa­
mente modestas con una muy limitada capacidad para los flujos internacio­
nales masivos, en parte por falta de excedentes para la exportación (excep­
to en Gran Bretaña), o a causa del atraso de los transportes, con serias di­
ficultades para mover hombres y mercancías en volumen y cantidad suficien­
tes. También, a causa de los saldos relativamente modestos para invertir en
el extranjero qiíe habían podido acumularse hasta ese momento (incluso en
Gran Bretaña). Otro factor de muy fuerte limitación al comercio exterior era
ei complicado sistema de restricciones arancelarias y discriminaciones co­
merciales, ímplementado por todos los gobiem os-
Pero entre 1S60 y 1875 surgió de manera progresiva un sistema mundial
extensivo de flujos de capital, trabajo y mercancías, prácticamente sin res­
tricciones, . que constituyó el régimen de librecambio. Toda Europa quedó
integrada en torno al sistema de Kbre comercio, mientras que ios Estados
Unidos siguieron siendo proteccionistas, aunque con algunos intervalos de
disminución de aranceles (1832-1860 y 1865-1875). Ai mismo tiempo, ía
adopción general de u n patrón-oro por las monedas de las principales nacio­
nes simplificó las operaciones en un solo sistema mundial de comercio li­
bre. y multilateral (4il).

Í 4 9 ) ríoissRA'-'-v. ( 1 9 7 7 K
232 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El com ercio in tern acion al entre 1800 y 1830 llegaba a alrededor de


£ 400.000.000, con un crecim iento del 30 % en todo el período. Entre 1840
y 1870, los niveles van de £ 400.000.000 a £ 2.000.000.000, con un incremen­
to en los 30 años del 450 %. Superó en la década 1840-1860, en 5 veces, el
crecim iento de la producción. Respecto del volumen de las transacciones,
Europa representaba casi un 70 % del comercio exterior de toda la economía
mundial.
En resumen, el régimen de libre comercio, que se generalizó a partir de
1850, favoreció espectacularmente al comercio internacional, lo integró y lo
multiplicó. Promovió la difusión y transmisión de la tecnología, alentando la
eficacia técnica y el aumento de la productividad. Se convirtió en uno de los
soportes de la “ onda larga ascendente” que experimentó la economía mun­
dial hasta mediados de 1870. Los beneficios parecían alcanzar a todos los
países por igual.
Entre 1830 y 1870, Inglaterra era el "taller del mundo” , debido a su al­
tísimo nivel de producción y exportación de bienes industriales. Su supre­
macía se basó cada vez más en su expansión dentro del comercio interna­
cional, donde los mercados parecían ilimitados. Toda esta situación condujo
a muchos autores a sostener que fue Gran Bretaña el núcleo propulsor y la
principal beneficiaría del librecambio.
La tradición inglesa librecambista se gestó prácticamente entre el final
de las guerras napoleónicas y mediados del siglo XIX. Aquellas guerras de­
terminaron el establecim iento de un duro bloqueo a Gran Bretaña y un ce­
rrado sistema continental, que terminaron por obstruir decisivamente el co­
m ercio internacional. Con la paz, se inició con lentitud, hacia 1820, un mo­
vim iento político favorable al librecambio, que tuvo origen en los círculos
mercantiles de Londres dedicados al comercio exterior. Para ello, dichos cír­
culos se sirvieron de los argumentos teóricos de dos grandes pensadores de
la economía clásica: Adam S mith y D avid R scardg.
La teoría clásica define el principio de ia división del trabajo como un
factor fundamental del crecim iento económico, que a su vez depende de la
magnitud y del grado de libertad del mercado —cuanto más grande y libre,
mayor crecim iento— . Aplicando el principio de la división deí trabajo en el
com ercio internacional, se formula que los beneficios de la especialización
geográfica y de la división del trabajo entre ios países se basan en ei crite­
rio de “ventaja comparativa” o “ costos comparativos” .
Ellos resaltan de las diferencias en los costos de producción de algunos
productos por parte de ciertos países con respecto a otros, diferencias crea­
das por condiciones naturales o por condiciones tecnológicas, que orientan
a un país determinado a la especialización productiva y a la exportación de
aquellas mercancías que puede producir o fabricar con un costo absoluta y/o
relativamente menor frente a otras naciones.
Desde esta perspectiva, la especialización productiva termina benefician­
do a todas las naciones que la practican. Es posible aumentar la producción
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 233

total de los bienes, abaratar ios costos y disminuir los precios, sin utilizar
para ello mayor cantidad de horas de trabajo (3Ü). De ahí se deduce la impor­
tancia fundamental de la libertad de mercado para dar total fluidez y ampli­
tud al intercambio de mercancías entre países y del librecambio como con­
dición necesaria para un mercado mundial organizado, de acuerdo con la
división internacional del trabajo. Las cuestiones aquí expuestas son muy
básicas y reducidas para explicar estrictamente el librecambio de la época.
Hasta la actualidad, se han desarrollado numerosos aportes y refinamientos
a este núcleo del pensamiento clásico (31).
Fuera de esto, el objetivo concreto que movía a los industriales británi'
eos hacia la apertura económica era una reducción del costo de las materias
primas industriales —lana y algodón, que representaban un 20 % de las
importaciones inglesas— , pero también una disminución en el precio de los
alimentos para no aumentar los salarios industriales.
Progresivamente, entre 1820 y mediados de la década de 1830, el esce­
nario político de Inglaterra fue invadido por hombres de negocios que defen­
dían y promovían ias ideas liberales y un comercio más libre, apoyados por
el voto de las clases medias. La política adquirió paulatinamente una orien­
tación favorable hacia ia modernización y liberaiización de la economía in­
glesa. El gran debate y el realineamiento de las principales fuerzas políticas
por ei tema del libre comercio giraron alrededor de la revocación de las lla­
madas Leyes del Grano, que establecían la aplicación de aranceles sobre el
grano importado y que, junto a las Actas de Navegación, eran la cristaliza­
ción de la legislación proteccionista y mercantiiista de la antigua Inglaterra.
El aumento demográfico y el doble proceso de industrialización-urbanización
hicieron de estas leyes un serio obstáculo para el crecim iento económico.
En las postrimerías de la década de 1830, para poner fin a las Leyes del
Grano, se gestó un proceso que dio a luz a duros y cruzados enfrentamien­
tos entre whígs, después conocidos com o ‘‘lib erales” (librecam bistas), y
Lories, llamados luego ‘‘conservadores” (proteccionistas). En los primeros
años de la década de 1840, la cuestión empezó a dominar 1a atención de toda
la opinión pública inglesa. La coyuntura política se aceleró por la grave crisis
agraria de 1845, que afectó a toda Europa, a tal punto que, en enero de 1846,
el Parlamento revocó las Leyes del Grano. Caído este símbolo deí proteccio­
nismo, entre ese año y 1850 se dejó sin efecto gran parte de la vieja legis­
lación, incluyendo las Actas de Navegación, pieza clave del antiguo mercan­
tilismo. Durante la década de 1850-1860, se consolidó la política liberal, lo
que significó la total adhesión de Inglaterra al libre comercio

(5 0 ) P ollakd (1 9 9 2 ).

(5 1 ) M o c h o s yB e k e r (1 9 9 6 ).

(521 C ame r o n (1 9 9 5 }-
234 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Gran Bretaña esperaba con esta unilateral apertura a los productos ex­
tranjeros que los países europeos y de ultramar siguiesen su ejemplo y
abriesen sus fronteras a las mercancías inglesas. Se desarrollaría así un
sistema de relaciones comerciales internacionales, que redundaría en bene­
ficios para todos, según lo formulado por el pensamiento clásico.
Sin embargo, vale preguntarse si este camino bacía el librecambio y la
división internacional del trabajo no se debió tanto a las teorías y decisio­
nes políticas como a las consecuencias de la Revolución Industrial en el
comercio mundial, que generaron fuertes ventajas comparativas en favor de
Gran Bretaña. Esta podía exportar a menor precio que nadie carbón, bienes
intermedios y bienes de consumo manufacturados, además de ias maquina­
rías, sector donde, durante este tiempo, conservaba la "exclusividad mun­
dial" en las exportaciones y en la transferencia de tecnología (03). Por otro
lado, se veía beneficiada por la reducción de los precios de los alimentos
(que incidían directamente sobre los salarios) y los de las materias primas
en el mercado mundial.
Estos indicadores pueden presuponer que el libre comercio favorecía en
mayor medida a la economía más avanzada, es decir, a Inglaterra, por sobre
las demás naciones. No obstante, no debe perderse de vista cómo evolucio­
nan, entre 1850 y 1875, las relaciones económicas entre Inglaterra y sus
socios comerciales del continente europeo y ios Estados Unidos, por una
parte, y con los países de los demás continentes, por la otra. Las ventaje:s
que al principio tuvo con el primer grupo de países retrocederían más tarde.
El relativo declive de Gran Bretaña se evidenció claramente cuando ha­
cia 1890 fue sobrepasada por Alemania y los Estados Unidos. Con respecto
a los lazos com erciales con los países de ultramar. las im portaciones de
Gran Bretaña aumentaron más que las exportaciones; los beneficios de los
fletes y los capitales invertidos en el extranjero, como su liderazgo en las
finanzas mundiales, bastaron ampliamente para equilibrar la balanza de
pagos y convertirla en superávit. Sin lugar a dudas, el inicio del librecambio
inglés precedió al auge de la coyuntura económica mundial de 1850-1S75,
que se debió en g'ran medida a la difusión del liberalismo económico a es­
cala mundial (54).
Dbsde la década de 1840, otros países del continente europeo fueron
adoptando el librecambio; Holanda fue eí primero de eiios, en 1846- Eí res­
to dejlos países dei continente europeo sólo accedió a Liñudas y parciales
disminuciones de ias tarifas en la década de 1850. Recién cu 1860, cuando
Francia decide poner fin a su larga tradición proteccionista, el movimiento
deí librecambio adquiere un empuje fundamental, puesto que, a. partir de ese
momento, el resto del continente lo adoptó en su conjunto.

(5 3 ) Pr,i.!.Aít» (1 9 9 2 ).

l?.4) V.-jííley (1 9 7 6 ).
CAP 7 _ LAS ECONOMÍAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 235

En Francia, desde principios de 1850, las nuevas y arrolladoras ideas del


liberalismo económico y del librecambio fueron ganando la voluntad de los
f u n c i o n a r i o s del Segundo Imperio, cuyo je fe de Estado era, el emperador
¡Napoleón III. Creían en las ventajas de la apertura del com ercio y estaban
p e r s u a d id o s de que la disminución de barreras aduaneras y restricciones al
comercio exterior daría un nuevo impulso a la economía francesa. Aun con­
tando con estas voluntades, reducir ei andamiaje proteccionista era extrema­
damente difícil. Los sectores sociales y políticos que se negaban a la aper­
tura de la economía eran todavía lo suficientem ente poderosos. Los círcu­
los industriales franceses se consideraban aún mal preparados para hacer
frente a la competencia inglesa, en especial, los sectores textil y siderúrgi­
co — que eran los más amenazados— . Argumentaban que el Reino Unido
babía abierto sus fronteras aduaneras con sus industrias ya consolidadas,
mucho más productivas y competitivas que las del continente europeo.
Con todo, el gobierno del Segundo Imperio no resignó su posición. Por
el contrario, avanzó decisivamente y firmó, en 1860. el Tratado Bilateral de
Comercio con Inglaterra, conocido con el nombre de Cobden-Chevalier (53).
Las autoridades estaban convencidas de que dicho tratado ayudaría a
modernizar la industria y a reducir sus precios, aunque el desmantelamiento
de los aranceles no fue del todo completo y éstos se mantuvieron a un ni­
vel medio del 15 %. El Estado se comprometió a contribuir fuertemente en
las transformaciones necesarias y costosas, mediante el crédito, la deman­
da estatal y una política de obras públicas. En cuanto a las exportaciones,
la reducción de los derechos arancelarios ingleses sobre los artículos de
París -—sedas, porcelanas, vinos y alcoholes— permitiría incrementarlas (GG).
Además de las consecuencias que tuvo para las economías de los dos
países, el tratado adquirió un gran significado en virtud de la famosa cláu­
sula de “ nación más fa vorecid a ". Dicha cláusula establecía que si una de las
partes del acuerdo bilateral concedía a un tercer país, a través de un nuevo
tratado comercial, una ventaja aduanera, se comprometía a otorgar a la otra
la misma ventaja con la que se había beneficiado al tercer país.
Ahora bjen, en los años siguientes a 1S60, la mayoría de los países eu­
ropeos firmarían con Francia e, Inglaterra tratados comerciales con la inclu­
sión de la cláusula de nación más favorecida, vinculando, pues, a todos los
países e iropeos en una red cada vez más extensa de librecambio y reducien­
do automáticamente los derechos aduaneros al más bajo nivel. Bélgica. Ita­
lia. Holanda, el Zollverein alemán, Suiza y España, fueron incorporándose en
el sistema librecambista, a través de tratados no só*o con Francia o Inglate­
rra, sino además entre eílos.

(55) C a.»jkro*

(56] V skc- y (1976).


236 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Las economías del continente europeo se orientaron comercialmente en


dos direcciones: una hacía “ el taller del mundo” , comprando a Gran Breta­
ña hilados, lingotes, maquinarias y otras manufacturas, a un precio con el
que no podían competir. La segunda dirección fue hacia los vecinos menos
adelantados, a los que exportaban tejidos y manufacturas de hierro, rubros
en los que eran más competitivos con Gran Bretaña, no sólo en cada país,
sino incluso en los demás mercados.
Las naciones que habían empezado a industrializarse detrás de la prime­
ra fueron ocupando, frente a sus vecinos y a otros países más atrasados, la
posiciór de proveedores industríales, mientras que los países de la perife­
ria europea y de los otros continentes -—a excepción de los Estados Unidos—
fueron receptores de la producción industrial del centro, y, a su vez, econo­
mías productoras —exportadoras de alimentos y materias primas— y merca­
dos para ¡as inversiones de capitales extranjeros (r>7).
Las consecuencias de la difusión del librecambio ligado a la expansión
mundial de la Revolución Industrial fueron, de acuerdo con todos los índi­
ces, extraordinarias para el comercio internacional. Tal vez deban destacarse
algunas lim itaciones de este modelo. La primera es que sus mejores resul­
tados se dieron en Europa y en una determinada fase de su desarrollo, donde
las diferencias de costos o de eficiencia de una nueva tecnología son la más
importante de todas las ventajas comparativas. La segunda consiste en que
la fuerte integración económica, al sincronizar los movimientos de los pre­
cios a través de las fronteras nacionales, hizo a la economía mundial más
vulnerable a las. fluctuaciones cíclicas.

7,3,2,2. El retorno del neom ercantilism o proteccionista

Después de la crisis de 1873, la Gran Depresión se encargaría de inver­


tir la coyuntura de alza del librecambio y generaría una vuelta al proteccio­
nismo.
Nubarrones ensombrecieron el claro cielo que disfrutaron las naciones
industrializadas, cuando el libre com ercio brillaba con el esplendor de un
verdadero sol. El mal tiempo afectaba a los precios, y, especialmente, a la
rentabilidad del capital. Desbordaban los productos agrícolas e industriales,
que no encontraban cauce en un mercado mundial que parecía haber nega­
do a su techo. La competencia se tornaba más intensa y agresiva, atemori­
zando tanto a los círculos industriales como al sector agrario, sobre ios que
se cernía la amenaza de la depresión. A muchos países, el miedo los unió en
una misma reivindicación: la protección estatal.

(5 7 ] P o llard (1 9 9 2 ).
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 237

Entre 1878 y 1890, una gran ola proteccionista cubrió al mercado mun­
dial- Sólo Inglaterra, Bélgica. Holanda, Suiza y Dinamarca permanecieron
’ fieles al libre comercio.
El Reích alemán fue el primer Estado europeo en abandonar el librecam­
bio y elevar sus tarifas aduaneras. Hubo varias razones que lo indujeron
hacia el neomercantilismo; en menor medida, una tradición proteccionista
en el pensamiento económico alemán, defensora de los aranceles aduaneros
c o m o medio para el desarrollo de la economía nacional.

Pero la principal causa fue la crisis de 1873. La econom ía alemana su­


frió más que las economías de los países vecinos los embates de la crisis,
que en el corto plazo generaron importantes perturbaciones.
Aparecida la depresión, las industrias siderúrgica, metalúrgica y textil
pidieron protección al Estado, frente a la com petencia de los países más
avanzados y a una reducción deí mercado mundial, a medida que otros nue­
vos países empezaban a industrializarse. También la nobleza terrateniente
alemana veía perder para sus productos los mercados de exportación de
Europa noroccidental, y peor aun, su propio mercado interno, ante la inva­
sión de cereales americanos y del este de Europa a menor precio.
Los grandes propietarios agrarios, los Junkers de Prusia oriental, repre­
sentados por el conservadurismo, exigieron al gobierno reservar para su
producción el mercado alemán. De esta manera, industria y agricultura se
aliaron contra el librecambio ante el temor de la competencia y la pérdida de
mercados. No obstante, los intereses del círculo de armadores y negocian­
tes de las grandes ciudades comerciales -siguieron defendiendo el libre mer­
cado.
El Reich alemán, que al principio no se definía por la adopción de una
política proteccionista, decantó, hacía fines de la década de 1870, en un giro
hacia el proteccionismo. En 1879, el Parlamento alemán, por ley, fijó para
los productos agrarios y metalúrgicos importados fuertes aranceles y restric­
ciones. Si bien la protección estatal, dadas las condiciones reales de la eco­
nomía, no podía reestablecer eí nivel de precios, logró resguardar ios inte­
reses de los terratenientes que iniciaron un proceso de m odernización del
campo. En cuanto a los sectores industríales, aprovechando el cierre de las
fronteras a la importación, desplegaron mecanismos de dum ping: vender a
precios elevados en ei mercado interno para poder vender más barato que
sus competidores en sus propios países y en otros mercados externos. Esta
política promovió significativamente las exportaciones industríales alema­
nas.
Como contrapartida, los sectores consumidores y asalariados fueron los
que tuvieron que soportar con precios más elevados que en el exterior la
expansión de la producción y de las exportaciones alemanas. A mediados de
la década de 1890, la industria alemana había conquistado el primer pues-
238 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

to en Europa, desplazando a Gran Bretaña. En esos años, los aranceles pro­


teccionistas empezaron a ser considerados como factores que encarecían el
costo de la vida y mantenían los salarios altos. La presión industrial no se
dejó esperar, reclamando ía reducción, de las tarifas aduaneras en los alimen­
tos. La depresión de los precios ya no era una amenaza; una nueva “ onda
larga de alza” iniciaba su movimiento [5S). La fuerza de la industria alemana
era impresionante, y ésta se encontraba ju nto a los Estados Unidos en los
primeros puestos del desarrollo industrial del mundo de fines del siglo XIX.
Francia fue mucho más lenta en la adopción de medidas proteccionistas;
la crisis de 1873 casi no la afectó. Pero la actitud de Alemania — su princi­
pal contrincante en el continente— favoreció el renacimiento paulatino de
la antigua tradición arancelaria. Entre 1881 y 1889, muy selectivamente, se
aplicaron derechos aduaneros ante la presión de los distintos sectores de la
producción, en especial, en favor de ía industria. En la decáda de 1890, cuan­
do la economía alemana era ía primera en Europa, Francia se orientó aun
más hacia ei proteccionismo. Se fijaron altos aranceles aduaneros* incluyen­
do a los productos agrícolas; las medidas no eran del todo extensivas, sino
que guardaron siempre un carácter de “ proteccionismo refinado” {sí)}.
En forma paralela, entre 1880 y 1895, aproximadamente, se desalaron
una serie de “guerras de aranceles” entre las distintas economías naciona­
les, que fueron involucrando de manera progresiva a la mayoría de los paí­
ses europeos. La difícil situación por la deflación de precios y beneficios
junto a la creciente amenaza de la competencia internacional enrareció el
clima de los negocios con un “caliente" enfrentamiento aduanero. Europa
entraba así en un sistema proteccionista que incluía, entre otros países, a
Alemania, Francia, Italia, Austria-Hungria, España y Rusia.
Sólo Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Suiza y Dinamarca continuaron
adheridas al librecambio- La primera, aunque hubo algunas medidas insig­
nificantes para defender la industria nacional, en franco declive con respecto
a la alemana y a la norteamericana, siguió descansando en el libre comercio
en virtud de sti gran imperto colonial. Los otros países “chicos” de la Europa
librecambista, desde sus inicios industriales, habían orientado su produc­
ción hacia la exportación, por lo cual no iban a cambiar de posición.
La otra gran potencia de la economía mundial, los Estados Unidos, ha­
bía oscilado durante ei siglo XIX entre el libre comercio y un férreo protec­
cionismo. más en el segundo que en eí primero. Pero, desde antes de 1870,
el país se convirú'ó en una de las economías nacionales más proteccionis­
tas del mundo, esto duró en gran medida hasta fines de ia Segunda Guerra
Mundial.

( 5 8 : V fjíe.k y (1 .9 7 6 ).

Í 5 9 ) C a m k k o n í 1 9 9 5 ],
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 239

El período de la Gran Depresión da comienzo a la convergencia creciente


política y economía. Mientras que la industrialización marca ei ritmo
■ e n tre
de crecimiento de la economía mundial, la influencia cada vez mayor del
instado en los asuntos económ icos equivale a volver al proteccionismo. De­
trás del ascenso del neomercantilismo, percibimos el nacimiento de “ la era
del imperio” .
La acción estatal se fue fortaleciendo de manera progresiva. En su alan
de proteger, terminó incidiendo poderosamente en ia vida económica. En el
ámbito nacional, en especial, en lo relativo a la industrialización y al resguar­
do de intereses locales. En el espacio internacional, interrumpiendo el mo­
v i m i e n t o de mercancías, que había sido relativamente fácil y libre entre las
naciones, e incrementando la rivalidad entre ellas. La Gran Depresión impri­
me en el contexto mundial una nueva dinámica, virando el sentido exitoso
de la relación entre librecambio e industrialización (r,°).
Parecería que el librecambio como marco institucional y .regulatorio, con
la crisis, deja de ser “ funcional” para el desarrollo de muchas economías
nacionales en vías de industrializarse. La misma industrialización, como
proceso que tuvo lugar de forma desigual entre los países, generó en su
avance distintas posiciones competitivas entre los mismos, lo que en parle
explica los cambios de la política arancelaria y el retorno del proteccionis­
mo: “L a jo r m a más am pliam ente difundida de neom ercan tilism o en este
período" (61).
Dos interrogantes sobrevuelan los fenómenos de la Gran Depresión y la
vuelta al proteccionismo: ¿Fue literalmente una gran depresión la suírida por
la economía mundial entre 1873 y 1896? ¿Fue tan grande la marca protec­
cionista como para frenar el crecimiento del comercio internacional?
La deflación de los precios, de los beneficios y del interés condujo a los
contemporáneos de la época a hablar de una gran perturbación y malestar
económicos, y a utilizar la expresión “ la Gran Depresión” .
La tasa de crecimiento deí comercio internacional, aunque disminuyó,
siguió siendo positiva. La producción mundial, en cambio, tuvo un creci­
miento sustancial. La b?tse geográfica de la economía mundial industrial se
expandía. Suiza. Holanda, Italia, Rusia, Suecia y otros emprendieron, con
mayor o menor éxito, el ingreso en el concierto de las naciones industriali­
zadas. El mercado internacional de materias primas y alimentos se amplió
extraordinariamente, la producción y oí comercio internacional de esos pro­
ductos adquirieron una altísima Lasa de crecim iento con una consecuente
disminución de los precios. La agricultura, ea la década de 1880, sufrió más
que la industria ia caída de las rentas, y del campo europeo emigraron olea-

PotLAfcD (1992}.

(61; Por.LAKU (-1992}.


240 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

das masivas de campesinos. La periferia europea y las regiones de ultramar


se integraban m ejor en el mercado mundial. El avance impresionante de la
infraestructura y el descenso de los precios en los costos del transporté
— ferrocarril y barcos a vapor— contribuyeron decisivamente a consolidar,;
hacia 1890, una división internacional dei trabajo, compleja y sofisticada,
difícil de reducir en un intercambio lineal de manufacturas-materias primas,
aunque ahora no se hacía en un marco de libertad de mercado.
Al final de la “onda larga” depresiva, “ ía econom ía mundial era mucho
más plural que antes” (e-)- El mayor número de economías industriales, cada
vez más competitivas, había incrementado enormemente la capacidad tota!
— incremento que se multiplicaba velozmente por el avance tecnológico con
un constante aumento de la productividad— , lo que invirtió, hacia 1895, el
sentido de los términos reales de intercambio en favor de la agricultura y de
las materias primas.
El desarrollo de la producción, en su conjunto, desbordaba la capacidad
de absorción de un mercado mundial. Para defenderse de la competencia
extranjera y la sobreproducción, la alternativa que ofrecía eí proteccionismo
se presentó a los gobiernos como la más viable y eficaz. De esta forma, eí
sistema de aranceles, preferencias y subsidios estatales dio cuenta de que
en la segunda mitad del siglo XIX, “el núcleo fundam ental del capitalism o
m undial lo con stitu ía n cada vez más las «econ om ías naciona les» [...] la
industria liza ción y la depresión hicieron de ellas un grupo de economías
«riv a le s »" (63).
El principio teórico del pensamiento clásico, que defendía la idea de que
la economía de mercado no reconocía fronteras, resultaba inadecuado para
generar el equilibrio y el bienestar general que él mismo propugnaba. En su
lugar, la emergencia de sólidas economías nacionales definidas por ías fron­
teras de los Estados aparecía como la principal razón dei desarrollo econó­
m ico . Era el neomercantílismo.
Naturalmente, este modelo se limita al sector desarrollado del mundo.
Sólo esos Estados eran capaces de proteger de la competencia extranjera a
sus economías nacionales en proceso de industrialización; economías riva­
les, donde los beneficios de una parecían amenazar la posición de las otras.
Sin embargo, el proteccionismo que se extendió con fuerza no era tan exten­
sivo ni tampoco excesivamente riguroso. En consecuencia, no frenó ni per-
ju dicó demasiado el crecimiento del comercio internacional; sólo lo afectó
en determinadas “ franjas” de mercado.
Prevaleció un tipo de protección selectiva o refinada, que al mismo tiem-
po podía variar de acuerdo con los grados de desarrollo y competitividad .

{6 2 ) H obsbaw m (1 9 9 0 ].

(6 3 ) H obsbaw m ¡ 1 9 9 0 ).
CAP, 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 241

a lc a n z a d o s por cada sector. L o s más protegidos fueron los bienes de consu­


mo y los productos agrícolas. Por el contrario, el movimiento de capitales y
mano de obra a escala mundial nunca se vio inüuido. Los bienes de equipo,
m a q u in a r ia s , insumos semielaborados y otras tantas manufacturas especí­
ficas, así como materias primas y alim entos de mayor poder adquisitivo,
f u e r o n afectados muy poco por las barreras aduaneras. En este rubro, las
m is m a s potencias económicas rivales se constituían paradójicamente en sus
principales clientes, ai tiempo que crecía el intercambio entre las regiones
atrasadas y desarrolladas del mundo.
Definitivamente, la economía mundial tendía a la concentración: el mun­
do desarrollado aglutinaba, en la década de 1890, el 80 % del mercado mun­
dial y más de un 70 % de la producción total de manufacturas. Las transac­
ciones financieras internacionales se perfeccionaron con el patrón-oro, arri­
bando entre 1890 y 1914 a un exitoso multilateralismo de pagos y transac­
ciones-
A lo largo de las dos décadas de la Gran Depresión, la economía mundial
fue también escenario de un profundo cambio en la distribución del poder
económico entre las grandes potencias. Inglaterra estaba demasiado compro­
metida con la tecnología y la organización comercial originadas en la primera
fase de la industrialización, gracias a la cual accedió a ocupar el lugar de
“ taller del mundo” hacia mediados del siglo. Pero entre 1880 y 1895, no
podía mantener tal exclusividad. Su industria había sido superada por la de
los Estados Unidos y la de Alemania, más dinámicas e innovadoras.
No obstante, Gran Bretaña continuó conservando y m ovilizando sus re­
cursos de tal forma que mantuvo el liderazgo de la economía mundial. En
primer lugar, eí hierro y el carbón, bases de la Revolución Industrial ingle­
sa, son industrias que hasta 1914 mantendrían una tasa de crecimiento muy
alta. En segundo lugar, retenía, lejos de los países competidores, el primer
puesto en las inversiones extranjeras de capital. Por último, Gran Bretaña
conservó y consolidó su hegemonía en los servicios financieros, monetarios
y comerciales, y en el transporte naviero a escala mundial. En este campo
su preeminencia continuaría siendo indiscutible.

7,3,2,3. El patrón-oro internacional

El patrón-oro internacional era el eje en torno al cual giraban el siste­


ma monetario y el comercio multilateral de las últimas décadas del siglo XIX,
io cual para varios expertos fue la principal razón del alto grado de integra­
ción y estabilidad conseguido en la economía mundial entre 1890-1895 y
1914 V 11)-

(6 4 } H a k o a c h (1 9 8 6 ).
242 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El patrón-oro es un sistema de tipo de cambio fijo, en el que éste que­


da ligado a una determinada mercancía patrón, que en este caso es el oro.
Un país se encuentra dentro del sistema cuando su banco nacional y/o cen­
tral está en condiciones de asegurar la libre convertibilidad de los billetes
de banco y depósitos bancarios en oro — a un precio oficial y fijo— , y cuan­
do no impone restricción alguna a la importación y exportación de oro —una
función de la balanza de pagos— .
La oferta monetaria del país, por lo tanto, está vinculada a las reservas
de oro en el banco central — por lo cual sus variaciones provocan fluctuacio­
nes en el movimiento de los precios— (65). Si un país incurre en un déficit
de su balanza de pagos, la reducción en sus reservas de oro induce al ban­
co central a que aumente los tipos de interés y reduzca la oferta monetaria
y crediticia. Se restringe la demanda interna; como consecuencia, deberían-
aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones. Por esa razón,
entraría más oro y el déficit se eliminaría automáticamente, de forma tal que
el tipo de cambio no se alteraría (GS).
El sistema del patrón-oro no ba funcionado nunca en su más pura expre­
sión, pero, en teoría, contribuye a que ias economías mantengan sus tran­
sacciones internacionales en equilibrio, en tanto las diferentes monedas
nacionales (billetes de banco) se intercambian libremente sobre la base de
su relación fija con el oro.
La función de un patrón m onetario es, entonces, definir la unidad de
valor de un sistema monetario, la unidad de cuenta en la cual son conver­
tibles todas las demás formas de moneda. Históricamente, los patrones eran
el oro y la plata; de ahí que hasta el siglo XVIII todos los países tenían un
patrón “ bim etálico” . Se creía que eí bimetalismo estabilizaba los precios del
mercado en virtud de un mecanismo regulador llamado “precio de acuñación
de ía moneda metálica” (la casa de la moneda tendía a acuñar más monedas
de aquel metal que escaseaba en el mercado); la plata era el metal más usado
en las transacciones comerciales. Mientras la relación de precio entre ios
dos metales se mantuvo fija, no hubo problemas.
Fue primero en Inglaterra, entre fines del siglo XVÍÍ y mediados del XVIÍÍ,
donde la escasez de plata y el mayor ingreso de oro alteraron la relación fija
y desestabilizaron la función de la unidad de cuenta del patrón bimetálico.
Ello indujo en 1717 a fijar la libra esterlina (que hasta esc momento se de­
finía legalmente como una íibra de peso de plata de ley “ sterling” } a un pre­
cio en oro (una onza de oro equivalía a 3 libras, 1.7 peniques y 10,5 chelines),
valor que perduró hasta 1931 con los intervalos de 1797-1819 y 1914-1925
(en estos años no hubo patrón monetario, había dinero fiduciario o de circu­
lación forzosa) (r;7|. En 1844, la ley bancaria que otorgó el monopolio en la

(0 5 ) C am e ro n (1 9 9 5 ).
(6 6 ¡ Mochon- y Bekkk ¡1 9 9 6 ).
[í¡ 7) KiNOLESeSfiER í I y.SSi.
CAP. 7 - L A S ECONOMIAS INDUSTRÍALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 243

e m is ió n de bilietes al Banco de Inglaterra determinó también la proporción


.mínima de reservas de oro en relación con el total de billetes emitidos, que
tradicionalmente consistió en un tercio, mientras que los otros dos tercios
de la reserva estaban constituidos por títulos.
Por el contrario, el continente europeo continuaba adherido al patrón
bimetálico; su centro era Francia. Esta dualidad, Inglaterra con patrón-oro
y Europa continental con bim etalism o —incluidos los Estados Unidos—
exigió que entre 1825 y 1875, aproximadamente, hubiera una estrecha coope­
ración entre los bancos nacionales y/o centrales para mantener la estabili­
dad del sistema monetario. Teniendo en cuenta el impacto que tuvieron los
descubrimientos de oro en California y Australia, en 1848 y 1849 (algunas
estimaciones sugieren que la producción mundial de oro se multiplicó por
;10, y con ella, los precios durante este período), los dos sistemas de patrón
se engranaron, sin duda, suave y automáticamente, de tal manera que per­
mitieron la expansión del librecambio en el com ercio internacional hasta
.1875.
A mayor libre comercio, mayor integración de la economía mundial; a
pesar de operar sobre una pequeña base de oro, el Banco de Inglaterra y la
City londinense pudieron afectar en gran medida las condiciones del siste­
ma financiero mundial, debido al papel preeminente de Gran Bretaña en ei
comercio y las finanzas. Una consecuencia de todo esto fue la sincronización
de los movimientos o fluctuaciones de los precios a nivel internacional.
El liderazgo británico llevó a que el conjunto de Europa, entre 1875 y
1878, se pasara al patrón-oro. Esto ocurrió no sin resistencia. Francia, en­
tre 1865 y 1875, encabezó un intento de crear la Unión Monetaria Latina, un
área monetaria que adhería al patrón plata —incluía a Francia, Bélgica, Sui­
za, Italia, España, Rumania, Serbia y Grecia— . Este intento fracasó: en pri­
mer iugar, debido a que durante esos años la plata inundó a los mercados
(por descubrimientos de nuevos yacimientos y el desarrollo de un proceso
electrolítico de refinado, que abarató sus costos de elaboración): en segun­
da instancia, a causa de que el im perio alemán adoptó, después de Gran
Bretaña, el patrón-oro (y esto sucedió luego de que Prusia derrotara a Fran­
cia en la guerra de 1871. obligando a esta última a pagar una fuerte indem­
nización); a continuación de Alemania siguió Bélgica, y finalmente, Jos Es­
tados Unidos, después de 1a guerra civil.
El peso de Inglaterra y Alemania adheridas al pátrón-oro hizo que. en la
Segunda Conferencia Monetaria .'Internacional (1878), convocada a efectos de
determinar una " moneda u n iversa l", se adoptara de modo unánime el pa­
trón-oro. A los países más avanzados les siguieron otros, como Rusia, Japón
y Argentina. De esta forma, la pía La Sirvió sólo para las monedas fracciona­
rias o para ei com ercio con Asió-, especialm ente con China. Otros países,
como México, permanecieron con el patrón plata.
Sin embargo, con respecto a U universalización dei patrón-oro desde
IS80 hasta 1914, resta plantear dos puntos de vista op Lies los. Uno puede
244 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

denominarse monetarismo mundial —se remonta al siglo XIX— y sostiene


que el patrón-oro internacional se basa exclusivamente en que la producción
y el stock mundial de ese metal precioso determinan la oferta monetaria y
los precios internacionales, sin que las políticas de los bancos centrales
puedan modificar dichas condiciones.
En el otro extremo se sitúa la opinión de que el patrón-oro era, de he­
cho, un patrón libra esterlina,, dirigido y manejado a escala mundial con ei
Banco de Inglaterra en el centro. Esta tesis, que tiene origen después de la
Primera Guerra Mundial, observó que durante el apogeo del patrón-oro se
daban mecanismos de regulación que dependían, más que del sistema mo­
netario, del papel que tenía Gran Bretaña en el mercado mundial. En primer
lugar, cómo el tipo de descuento del Banco de Inglaterra — tasa modificada
hasta 400 veces entre 1844 y 1900— afectaba a los precios y atraía o repe­
lía los flujos de capital a corto plazo del resto del mundo, estableciendo así
el nivel de los tipos de interés mundiales, lo cual aseguraba a la economía
inglesa su estabilidad interna y su supremacía financiera y comercial en los
negocios internacionales. En segunda instancia, se observó que Gran Bre­
taña financiaba sus exportaciones e importaciones con libras esterlinas o
con letras de cambio en esterlinas y no en oro; asimismo, que los demás
países hacían sus transacciones com erciales con terceros, con efectos o
letras en esterlinas —y, en menor medida, con libras—, por lo que tenían que
mantener saldos en dicha moneda (es). Las letras de cambio se giraban contra
las casas de aceptación y eran descontadas por otras casas especializadas
de la City londinense.
Con letras de cambio en esterlinas com ercializadas a nivel mundial,
sustituyendo no del todo al dinero, pero sí prácticamente al oro como uni­
dad de cambio en los negocios entre los países, y con Londres manipulan­
do el tipo de interés, se deduce que el patrón-oro internacional era virtual-
mente un sistema libra esterlina y que ésta desempeñaba, de hecho, un
papel de moneda de reserva. Esto facilitaba también las inversiones británi­
cas en el extranjero, que podían hacerse en libras.
Sin embargo, el hecho de que los pagos financieros en oro fuesen muy
raros contribuyó, en mucho, a mejorar y ampliar la disponibilidad de crédi­
to en los intercam bios y préstamos internacionales, promoviendo así, de
manera decisiva, el establecimiento de un sistema multilateral de los inter­
cambios y pagos.

{ 6 8 ] K in d l e b k r c .e r (1 9 S 8 ).
CAP. 7 — LAS ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 245

7,3,3. EL IM PERIALISM O

7,3,3,1. E l n u evo re p a rt o d el m un d o

El período comprendido entre 1875 y 1914 se caracterizó por el hecho


de que la mayor parte del mundo ajeno a Europa y al continente americano
quedó sometida al gobierno formal o al dom inio político inform al de un
número limitado de países: Gran Bretaña, Francia. Alemania, Italia, Holan­
da. Bélgica, Estados Unidos y Japón.
Dos grandes zonas del planeta fueron el escenario del reparto: Africa y
el Pacífico. En 1914, el continente africano pertenecía casi en su totalidad
a británicos, franceses, belgas, alemanes, portugueses y, en mucho menor
medida, españoles. Las únicas excepciones eran Etiopía, la República de
Liberia y una parte de Marruecos que resistía el dominio colonial.
En Asia, por su parte, los principales imperios tradicionales se mantu­
vieron independientes, pero las potencias occidentales establecieron allí
"zonas de influencia" que limitaban la soberanía de los mismos. Este reparto
era la expresión más clara de la asimetría de poder que se estaba producien­
do en el mundo. Los países “avanzados” , que habían alcanzado un importan­
te grado de industrialización, establecieron formas de dominación inéditas
respecto de aquellos que no siguieron el mismo camino (o no lo hicieron con
la necesaria celeridad) y se convirtieron en países “ atrasados” . Se consoli­
dó así a partir de 1880 un sistema de relaciones internacionales que se co­
noce con el nombre de “ época del im perialism o” .
El término “ im perialism o” se incorporó al vocabulario político en el
curso de Jos debates que se desarrollaron en torno a la conquista colonial.
Los emperadores y ios imperios eran instituciones antiguas, pero el impe­
rialismo era un fenóm eno nuevo. Nunca han resultado convincentes las
posiciones de quienes han intentado negar que se trataba de una novedad
en el desarrollo político y económico (incluso en algunos casos sostenien­
do que era una supervivencia precapitalista).
La cuestión central en relación con la nueva realidad de la hegemonía de
los países desarrollados es la discusión que se inició en esos años y se pro­
longó durante mucho tiempo en los ámbitos políticos y académicos respecto
de las dimensiones económicas de esta época imperialista.
246 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

7 y3>3,2. In te rp re ta c io n e s d el im p e ria lism o

Como se ha analizado, uno de los acontecimientos más importantes del


siglo XIX es el surgimiento de una economía mundial caracterizada por un
notable incremento de los movimientos de capitales y de mercaderías entre
los países desarrollados, y entre éstos y el mundo periférico. La expansión
de la flota mercante y el crecim iento de la red ferroviaria mundial posibili­
taron la incorporación de los productos provenientes de las zonas más atra­
sadas del planeta.
Por una parte, el incremento del consumo de masas en los países me*
tropolitanos im plicó la rápida expansión de la demanda de productos ali­
menticios, la que empezó a ser cubierta por los cereales y la carne prove­
nientes de zonas templadas, de tierras fértiles —Argentina, Uruguay, el
medio oeste norteamericano— en las que se cultivaban a muy bajo costo.
Pero, además, las nuevas condiciones del comercio mundial transformaron,
el mercado de productos conocidos incorporando las frutas frescas prove­
nientes de las regiones tropicales y subtropicales, y ampliando la oferta de
azúcar, té, café, cacao, etcétera.
Ahora bien: ¿qué relación existe entre la importancia económica cre­
ciente del mundo periférico para la economía mundial y la acelerada carrera
iniciada por los Estados industriales para dividir el mundo en colonias y es­
feras de influencia?
El economista inglés J ohn A, H obson fue el primero en plantear de ma­
nera global el tema del imperialismo. Su obra, publicada en 1902 ana­
lizó de manera detallada los rasgos de una realidad que, desde su mirada,
relacionaba la expansión colonial con el crecim iento del comercio exterior
y de las inversiones de capital británico- Las vinculaciones económicas con
el mundo colonial se originaban en el desequilibrio entre una demanda aco­
tada y un ilimitado incremento de la producción. La exportación de capita­
les pasa a ser el objetivo de los inversionistas que no encontraban posibi­
lidades rentables en la metrópoli. Las conquistas coloniales, impulsadas por
intereses sectoriales en beneficiarse con estas operaciones —fabricantes de
armas, especuladores, exportadores—, han sido, entonces, la consecuencia
de esta nueva fase del capitalismo.
Por lo tanto, para Hobson, ei imperialismo no era un fenómeno intrínse­
co al capitalismo, sino una distorsión originada en las ambiciones de una
minoría oligárquica que arrastran ai resto del país. De alL que existan so­
luciones para resolver el problema: una política de altos salarios y pleno em­
pleo permitiría aumentar eí consumo, por lo que no habría necesidad de
luchar por mercados extranjeros o áreas de inversión, embarcándose en
aventuras colonialistas.

(6ÍJ) H o e so n {1 9 8 1 ).
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 247

La obra de H obson es considerada tanto una precu rsora de la teoría mar-


xisla del im perialism o com o de la teoría keyn esian a de la ocupación.

En 1910, se publicó en Alemania El ca p ita l Jina nciero (70), escrito por


uno de los principales intelectuales marxistas de la épo­
R u d o i ,f H i l f e r d i n g ,
ca. En esa obra por primera vez se enfatizaba la importancia del proceso de
concentración de capitales, que conducía al control de las grandes empre­
sas industriales por parte de grupos bancarios y que, por lo tanto, podían ob­
tener el máximo rendimiento posible de su capital a expensas de los obre­
ros y de los consumidores. Asimismo, la exportación de capital hacia áreas
subdesarrolladas permitía aumentar los beneficios como resultado de privi­
legios y monopolios. Es este esquema, el dominio colonial no está conectado
directamente con las nuevas características del capitalismo; aparece cuan­
do surgen trabas por parte del país receptor del préstamo o de la inversión
productiva; entonces, se requiere la presencia del Estado para eliminar los
obstáculos a la penetración del capital.
La aportación de H ilferdíng fue fundamental para la aproximación mar-
xista a la cuestión del imperialismo, abriendo el camino a textos como los
de R osa L uxemburgo' (71) y N jco-las B ujarim (72).
En razón de la estatura política alcanzada por Lenin, s u trabajo FA impe­
rialismo, etapa superior del ca p ita lism o, publicado en 1916 (73j, constituye
¡a base de la visión marxista del capitalismo del siglo XX, y el centro de las
críticas de quienes niegan de plano la importancia central de los factores
económicos en la expansión colonial.
Su definición del imperialismo consiste en afirmar que representa la eta­
pa monopólica del capitalismo, resultado de la evolución de las contradiccio­
nes de éste. Los cinco rasgos que lo caracterizan son:
1. La concentración de la producción y el capital hasta el punto de
crearse m onopolios que desempeñan un papel decisivo en la vicia
económica.
2. La fusión dei capital bancarío con el capital industrial, y la creación,
sobre esta base, de una oligarquía financiera.
3. La importancia que adquiere la exportación de capitales, desplazan­
do a la exportación de mercaderías.
4. La formación de grandes grupos moncpólicos que se reparten el mer­
cado mundial.

(7 0 ) H ilfekdino (1 9 S 5 ).

(7 1 ) L uxem uukoo ( i 9 6 7 }.

( 7 2 ) B ü j .'j -'.! N (1 9 7 1 ;.

( 7 3 } L e n in ( 1 9 8 3 ) .
248 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

5. La distribución territorial del mundo entre las más grandes poten­


cias imperialistas.
Junto a las explicaciones que enfatizaban las relaciones entre imperia­
lismo y economía, en muchos casos destacando la insuficiencia de ésta para
dar cuenta del proceso que se inicia en las últimas décadas del siglo XIX
—por ejemplo, el hecho de que la mayor parte de los capitales exportados
por las m etrópolis no se dirigió hacía las colonias— , surgieron otros análi­
sis que insistieron en la significación de factores extraeconómicos. Se ha
destacado, por una parte, el oportunismo de las clases dominantes, centrado
en la utilización de la política colonialista como elemento de distracción que
apartara a la sociedad —en particular a las clases trabajadoras— de los pro­
blemas sociales internos. También se ha hecho referencia a que ei clima in­
telectual de la época, fuertemente afectado por el darwinísmo social, favo­
reció la expansión europea. Los argumentos de la “supremacía de los mejo­
res” se aplicaron para justificar el colonialismo.
D avid F ieldhouse {7a), uno de los mayores estudiosos del tema, ha resumi­
do susraportaciones sosteniendo que sí bien los factores económicos influ­
yeron, en mayor o menor medida, en casi todos los hechos que concluyeron
en el establecim iento de situaciones de dominio imperialista, no había una
vinculación estrecha entre economía e imperio. Por el contrario, durante
mucho tiempo el pensamiento oficial en las altas esferas de la política eu­
ropea sostenía que las cuestiones económicas internacionales debían resol­
verse sin la intervención directa del Estado. Sin embargo, los problemas
creados en la periferia por las empresas europeas, económicas y de otra ín­
dole, terminaron adquiriendo una naturaleza política —por ejemplo, afectan­
do los intereses nacionales de la m etrópoli— transformándose así en la ex­
plicación última de la anexión.

7,3,4. LA E M IG R A C IO N T R A N S O C E A N IC A

Las migraciones internacionales fueron un fenómeno característico del


siglo comprendido entre 1815 y 1914. Ciertamente, los movimientos de po­
blación tenían una larga tradición en la Europa preindustrial; sobre todo, en
el siglo precedente, vastos contingentes de personas se habían desplazado
temporaria y permanentemente dentro de Europa o hacia América.
Sin embargo, luego del Tratado de Víena, firmado tras el fin de las gue­
rras napoleónicas, el m ovim iento m igratorio alcanzó niveles enormes.
Aproximadamente 50.000.000 de personas se trasladaron a América en eí
siglo anterior a la Primera Guerra Mundial. Muchos millones más se movi­
lizaron dentro de las fronteras de Europa, y aun dentro de cada país, hacia

( 7 4 J S u o b r a p r i n c i p a l e s F ie l d h o u s e ( 1 9 7 7 ) .
CAP. 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 249

los nuevos núcleos industriales que surgían en numerosas regiones y ciu­


dades del Viejo Continente.
Todo ello se produjo en un contexto de libertad de inmigración, ya que
los. países americanos rara vez pusieron trabas efectivas para la misma, y en
un marco de relativa libertad de emigración por parte de los países europeos,
sobre todo desde el último cuarto del siglo XIX, cuando se fueron apagan­
do las políticas que restringían la libertad de expatriar de países e imperios
del sur y del este de Europa.
Visto en su conjunto, el movimiento migratorio europeo transoceánico
se desplaza de oeste a este hasta afectar a todo el V iejo Continente. Las
áreas occidentales más atlánticas, las Islas Británicas o Portugal, que tienen
una larga tradición de emigración a América en los dos siglos precedentes,
ven despegar su flujo migratorio más tempranamente, en las primeras déca­
das del siglo XIX. Luego, el movimiento se propaga hacia las regiones escan­
dinavas o Alemania en torno a 1850, para finalmente involucrar a las distin­
tas áreas del centro y del sur de Europa en las últimas décadas del siglo XIX.
Si bien el movimiento migratorio afectó a toda Europa, el porcentaje de
]os migrantes por habitante es significativamente diferente en las diversas
naciones y regiones. Como expone el cuadro incluido a continuación, m ien­
tras la tempranamente industrializada Inglaterra exhibe desde comienzos del
siglo XIX tasas migratorias muy elevadas que se sostienen a lo largo del
tiempo, Francia, por el contrario, muestra un comportamiento distinto por
completo.

Países 1851- 1861- 1871- 1881- 1891- 1901- 1913 1921-


1860 1870 1880 1890 1900 1910 1930

Irlanda 14,0 14,6 6,6 14,2 8,9 7,0 6,8 5,9


N oruega 2,4 5,8 4,7 9,5 4,5 8,3 4,2 3,1
Suecia 0,5 3,1 2,4 7,0 4,1 4,2 3,1 1,8
Dinamarca n.d. n.d. 2,1 3,9 2,2 2,8 3,2 1,7
Inglaterra 2,6 2.8 4,0 5,6 3,6 5,5 7,6 2,7
E scocia 5,0 4,6 4,7 7,1 4,4 9,9 14,4 9,2 ;
Alem ania n.d. n.d. 1,5 2,9 1=0 0,5 0,4 1,0
Holanda 0,5 0,6 0,5 1.2 0,5 0,5 0,4 0,5
B élgica n.d. n.d. n.d. 0,9 0,4 0,6 1,0 0,3
Francia 0,1 0,2 0,2 0,3 0,1 0,1 0,2 n.d. 1
Italia n.d. n.d. 1,1 3,5 5,0 10,8 16,3 3,4
España n.d. n.d. n.d. 3,4 3,4 5.7 10,6 4,0 ¡
Portugal n.d. 1.9 2,9 4,3 5,6 6,5 13,9 5,3 f

F u e n te : Bainús, D., M ig ra tio n in ü M a íu re E co n o m y, 1861-1900, C a m b rid g e U n iversíty P r e s s


C am b rid g e, 1985.

C u a d ro 2. E m ig ra c ió n e u ro p e a (18 51 -193 0}. Tasa m e d ia a n u a ! p o r 1.000


h a b ita n te s ( fr o n te ra s d e 1914).
250 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En cualquier caso, las medias nacionales reflejan de modo parcialmen­


te insatisfactorio el fenómeno. Visto desde una perspectiva regional, al igual
que lo que ha sostenido P ollaud acerca de la industrialización, encontramos
dentro de cada nación algunas áreas con elevadas tasas migratorias y otras
con tasas muy bajas. En este sentido, regiones como Galicia en España, los
Abruzzos, Calabria y BasiUcata en Italia, Pomerania en Alemania, Transilva-
nía en la actual Rumania, el oeste de Irlanda y Bukovina en Checoslovaquia
presentaron tasas mucho más aítas que la media de sus respectivas nacio­
nes, alcanzando en algunos casos y para determinados años cotas superio­
res a los 30 emigrantes anuales por cada 1.000 habitantes f75).
Si la emigración hacia América fue muy elevada, también lo fue eí retor­
no. El mismo fue muy desigual según regiones y naciones. En términos
generales, las áreas del norte de Europa (Escandinavia y Alemania) tuvieron
bajos índices de migrantes retornados (alrededor del 20 %),-mientras que los
países del centro de Europa e Inglaterra vieron retornar a mayor número de
personas (entre el 30 y el 40 % del total de partidas), y los emigrados de Italia
se manifestaron aun como más m óviles (entre un 40 y un 50 % de regresos).
Estas características diferenciadas llevaron a muchos observadores del
fenómeno a proponer una dicotomía entre una “antigua emigración” con un
alto porcentaje de grupos familiares, profesionaimente más calificada y per­
manente, y una “nueva em igración” , integrada de manera predominante por
hombres jóvenes, trabajadores menos calificados (en general, jornaleros
adventicios) que aspiraban a obtener buenos ingresos en el corto plazo para
luego retornar a sus hogares. Serán los conocidos como “ aves de paso” o
golondrinas, muy característicos de la emigración, del sur y del este de Eu­
ropa en la década anterior a la Primera Guerra Mundial (7R). Como cualquier
otro esquema, éste sim plifica demasiado una realidad más compleja y se
suele basar en el estudio del caso de los Estados Unidos. En la migración
hacia otros destinos sudamericanos, como Brasil o, sobre todo, la Argenti­
na, la emigración de países del sur de Europa como Italia o España supo ser
también más familiar, calificada y permanente, como habían sido los tempra­
nos movimientos del norte de Europa a los Estados Unidos.
En cualquier caso, es evidente que la tasa de retorno fue más elevada
entre los grupos migrantes que se dirigieron a América en los 20 años pre­
cedentes a 1914. Ello parece haber tenido que ver no sólo con las caracte­
rísticas y aspiraciones de ios migrantes, sino también con Jas nuevas con­
diciones en que se realizaba ia travesía atlántica. La aparición del vapor en
reemplazo de la vela primero y luego ias mejoras en las condiciones habita-

[7 5 ] Haíne-.s (1 9 9 4 ).

\7í>) P .o o x a r il'A H r ,) .
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 251

y sanitarias en el viaje de la tercera clase, debido tanto a la más


c ló n a le s
severa política de control de los gobiernos como a l a s técnicas constructi­
vas de las naves, favorecieron la circulación de personas y mercaderías en
Atlántico.
En realidad, todo ello parece deberse menos a una reducción del costo
del viaje, que fue lento y sometido a fuertes oscilaciones estacionales, que
a una disminución de los días de navegación, la cual, desde Europa hasta
Sudamérica, podía significar un descenso de los 50 días promedio de media­
dos del siglo XIX a 15 días en los años anteriores a 1914 (77). Fue esa dismi­
nución del tiempo en el que un trabajador debía estar desocupado durante
el trayecto hacia su destino lo que reducía los costos de la experiencia mi­
gratoria, favoreciendo que más personas se decidieran a emigrar por tempo­
radas breves (2 o 3 años) para aprovechar los. ahorros que permitían hacer
los salarios comparativamente altos que se pagaban, sobre todo en los Es­
tados Unidos, en los años anteriores a la Primera Guerra.
Los migrantes europeos se dirigieron hacia numerosos destinos dentro
de Europa o más allá del océano. Se trataba en su gran mayoría (porcenta­
jes superiores al 80 %) de personas procedentes o residentes habitualmen­
te en las áreas rurales de Europa, entendiendo esta expresión en un senti­
do genérico, ya que muchas personas se movían entre ocupaciones rurales
y urbanas a lo largo de su vida. Dentro de este mundo predominantemente
rural, la experiencia migratoria intereuropea estaba al alcance de los grupos
más pobres, en general trabajadores adventicios, braceros, jornaleros, sin
arraigo en ia tierra.-Para éstos, afrontar el costo de una emigración transo­
ceánica, que debía ser financiada en general por los ahorros del grupo fami­
liar, se revelaba como una empresa im posible (salvo que quien financiara
fuera el gobierno de un país deseoso de ati'aer emigrantes, como ocurría
dentro de Brasil con el Estado de San Pablo). La experiencia transoceánica,
en cambio, atraía más a pequeños propietarios, arrendatarios o colonos que
podían permitirse eí lujo de pagar el viaje de un miembro de la familia (co­
múnmente, un hijo varón joven) y prescindir durante algún tiempo de los
ingresos o simplemente de los brazos que éste aportaba a la economía fami­
liar.
De los destinos americanos, Jos listados Unidos recibieron el mayor
número de inmigrantes. Entre 1815 y 1930, 32.600.000 inmigrantes desem­
barcaron en ios Estados Unidos, seguidos en segundo lugar por la Argenti­
na, con 6.400.000. y luego por Canadá, con 4.700.000-(aunque en realidad ia
cifra de arribados a Canadá fue de 7.200.000, se estima que 2.500.000 utili­
zaron ese t>aís como una puerta trasera para entrar en los Estados Unidos
con el fin de eludir distintas restricciones} y Brasil, con 4.300.000.
252 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En general, los Estados Unidos fueron el lugar predominantemente ele­


gido por casi todos los grupos europeos, con dos notables excepciones:
España y Portugal continental. La península ibérica dio un número muy bajo
de emigrantes atraídos por el ‘'im án” norteamericano y en cambio proveyó
sus migrantes a los países del sur. La Argentina fue el principal destino para
los españoles (seguido de Cuba y Brasil), y Brasil lo fue para los portugue­
ses. También los italianos, tomados en su conjunto, en las dos últimas dé­
cadas del sigloXIX preferían los destinos sudamericanos, mientras que des­
de principios del siglo XX se orientarían decididamente bacía los países
norteamericanos.
Nuevamente aquí las aproximaciones nacionales proveen un indicador
general de grandes tendencias, pero en un análisis más detallado se perci­
ben especializaciones regionales y locales en cuanto a los lugares de desti ­
no. Elio se debe a que las migraciones se producen en gran parte a través del
mecanismo que los historiadores llaman “ cadena migratoria” . En su definí'
ción más popular, la cadena migratoria “ es el movimiento a través del cual
los futuros inmigrantes conocen las oportunidades, son provistos de medios
de transporte y obtienen la primera habitación y empleo a través de las re­
laciones sociales primarias con inmigrantes anteriores” (7fi). La cadena, que
es un mecanismo parental y aldeano, provee entonces de los dos instrumen­
tos básicos para tomar la decisión de emigrar y decidir adonde hacerlo: in­
formación y asistencia.
La información acerca de las posibilidades existentes en un determina­
do país americano circula a trax'és de muchas vías: folletos de propaganda
de gobiernos interesados en promover la emigración, publicidad de agentes
y subagentes de compañías de navegación {llamados en España “ganchos”),
o de personas que contratan trabajadores por cuenta de terceros — en gene­
ral, grandes compañías que requieren mano de obra estacional en ios países
norteamericanos— llamados “ 6oss” o “padrom ” . Con todo, la información
más confiable es la que circula por ios lazos familiares o interpersonales. El
inmigrante parece haber dado siempre más crédito a las noticias que llega­
ban vía cartas de parientes, amigos o paisanos. En este sentido, al propagar­
se la información a través de las relaciones sociales primarias a nivel de
pequeños territorios, se explica por qué desde una comuna o un conjunto
de comunas cercano se emigraba a un determinado lugar en América y desde
otro conjunto cercano se emigraba a otro muy distante (por ejemplo, a Nueva.
York unos y a Buenos Aires los otros). La posesión de la información y, a
veces, de la asistencia de un pariente o amigo ya emigrado que envía el ‘'bi­
llete de llamada” y consigue un lugar de trabajo seguro para el futuro emi­
grante es también lo que explica en parte por qué algunos eligen emigrar y
otros en similares condiciones sociales, económicas o familiares, en cam­
bio. deciden permanecer.

(? 8 ) M:\c.Domald y M a c D o n 'a i.o (1 9 6 4 ).


CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 253

La discusión acerca de por qué las personas resuelven emigrar ha sus­


c ita d o muchos debates entre economistas, demógrafos e historiadores. En
términos generales podemos hablar de dos tipos de explicaciones opuestas:
la de los llamados “pesim istas” , que hacen hincapié en los fa c to re s de e x ­
pulsión desde los países de origen, y la de los llamados “ optim istas” , que
p o n e n el énfasis en los fa c t o r e s d e a t r a c c ió n que ofrecían los países de
destino.
Para los pesimistas, la emigración masiva fue el resultado del empeora­
miento relativo de las condiciones de vida generado por las grandes trans­
formaciones que acompañaron al desarrollo del capitalismo industrial en sus
primeras etapas. Desde esta perspectiva, proponen diversos factores expli­
cativos de la emigración, entre los que se destacan los que enumeramos a
c o n t in u a c ió n :

— La inserción de economías cercanas a la autosubsistencia en una


economía mundial, lo que trajo consigo la ruptura de antiguos equi­
librios.
— La revolución de ios transportes, que abarató los fletes marítimos y
que significó para la economía rural del Viejo Continente la introduc­
ción de la feroz competencia de algunas producciones agrarias de
fuera de Europa que tenían costos de producción sustancialmente
más bajos {por ejemplo, en eí trigo).
La difusión de innovaciones tecnológicas (como el telar mecánico),
que privaron a las familias campesinas de algunas de sus fuentes de
recursos adicionales.
— La crisis de las políticas asistenciales de las sociedades antiguas,
reemplazadas por una voluntad de imponer reglas de mercado que li­
berasen mano de obra y suprimiesen vínculos, tutelas y asistencia-
lismo.
Para los optimistas, en cambio, más que lo que ocurría en el Viejo Con­
tinente, las nuevas oportunidades que surgían en los países nuevos eran lo
que alentaba a las personas a emigrar, al darles una posibilidad concreta de
modificar una situación estancada. En este caso, las discusiones apuntan a
señalar que era el diferencial de salarios entre el lugar de origen y eí lugar
de destino lo que explicaba por qué las personas decidían ir de un país a
otro. Cuanto más elevado fuera ese diferencial, más crecería el número de
personas dispuestas a emigrar. En realidad, debería recordarse que no era
tanto el salario como la capacidad de ahorro lo que podía interesar al inm i­
grante, y ello estaba ligado al nivel dei salario y a la posibilidad de restrin­
gir al máximo el consumo. Eso explica que para otros autores optimistas,
más que un determinado nivel de salario, lo que importaba era la posibilidad
254 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de encontrar un empleo, por io cual, lo que atraía a los inmigrantes


c ie r t a
eran los m om entos de gran expansión de la econom ía en la que surgían,
m u c h a s nuevas oportunidades laborales (79). En cualquier caso, para cono-,
cer esas oportunidades en el nuevo país, los inmigrantes necesitaban infor-:
mación creíble acerca de las mismas, y ello lleva nuevamente al estratégico/
papel de las cadenas migratorias.
Es complejo explicar los movimientos migratorios por una única causa
económica. Los casos de Inglaterra y España revelan claramente las dificul­
tades tanto de optimistas como de pesimistas. La emigración de Inglaterra
y Gales parece haber sido elevada en las primeras décadas del siglo XIX, años
en los cuales, en consonancia con la imagen de los pesimistas en el deba­
te sobre el nivel d£ vida, las condiciones materiales podían haber empeora­
do como consecuencia de las transformaciones producidas por la industria^
lización. Pero, como revela el cuadro 2, la emigración de la segunda mitad
del siglo XIX, cuando las condiciones económicas habían mejorado sustan­
cialmente para las clases populares (en lo que coinciden pesimistas y opti­
mistas), la emigración no sólo n o disminuyó, sino que continuó creciendo
en porcentaje y eíi números absolutos. Ello explica que hasta cierto punto
los movimientos migratorios se independicen de las condiciones en ei país
de origen. Lo que puede dilucidar el caso inglés son, entonces, las condicio­
nes en la econom ía norteam ericana, pero más aun, la crecien te difusión
de inform ación acerca de las oportunidades existentes en ésta. A medida
que se instalaban en el nuevo país más emigrantes, más inform ación lle­
gaba a través de cartas o de viajeros de retorno, lo que -incitaba a otros a
emigrar (80). Un papel importante parecen haber desempeñado los retorna­
dos que exhibían pautas de consumo muy superiores a las de sus compai­
sanos del mismo sector social e incitaban a otros a tener nuevas aspiracio­
nes.
El caso español es inverso al de Inglaterra, no sólo en el sentido de que
se trata de uno de.los movimientos que despegan más lentamente, sino tam­
bién de que no se dirigen a los Estados unidos, donde el diferencial de sa­
larios era mayor con respecto a los países europeos. Los españoles parecen
haber dado prioridad a otras condiciones existentes en el lugar de arribo,
como la lengua, e) tipo de sociedad qiie iban a encontrar, la clase de traba­
jo, la presencia de. amigos, parientes e instituciones, antes que al diferencia!
de sa -.ríos. Este tema introduce otro, esto es. que no todos los emigrantes'
actúa,-: movidos por Sos mismos estímulos. Algunos parecen sí dirigirse ahí
donde les sais-ríos eran más altos y. podían realizar máximas ganancias en
el m enor tiesupo;, se trata, en especia!, de aquellos inmigrantes "aves de:'
paso", hombres jóvenes dispuestos a hacer trabajos de baja calificación y a
retornar pronío a* pueblo de origen. Otros., en cambio, parecen haber teni­

(7 9 ) G o ! í ;.'j ( 1U 79 }.

{8 0 } R m s k s { 1 9 8 6 ).
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 255

do estrategias ele más largo plazo, destinadas a permanecer más tiempo en


la sociedad norteamericana, ir con su familia o llevarla luego, buscar traba­
jos mejores y más estables en el nuevo país (aunque la remuneración en el
c o r t o plazo no fuera tan atractiva), en suma, un proyecto más permanente.
Si bien la decisión tiene siempre inicialmente mucho de incertidumbre, es­
tos emigrantes dispuestos a hacer una inversión de más largo plazo en el
nuevo país decidieron, en varios casos, permanecer (aunque asim ism o lo
hicieron muchos que originalmente pensaban volver) y adaptarse al nuevo
país. Ejemplo de los primeros eran los migrantes del sur de Europa (italia­
nos y eslavos meridionales) que emigraban hacia las ciudades del este de los
Estados Unidos, pero también españoles que iban hacia Cuba. Un ejemplo
de los segundos eran los escandinavos que se dirigían hacia las zonas agrí­
colas del medio oeste o los italianos del norte que se dirigían hacia la pampa
argentina. Desde luego que para otros grupos presionados por discrim ina­
ciones o persecuciones religiosas o políticas, como los judíos rusos y euro­
peos orientales, la decisión de partir tenía mucho de definitivo por obvias ra­
zones.
Otro elemento a tomar en cuenta a la hora de explicar las migraciones
son las transformaciones demográficas que se produjeron a lo largo del si­
glo XIX. En los X00 años anteriores a la Primera Guerra Mundial, la pobla­
ción europea occidental, por ejemplo, se duplicó pese a la numerosa emigra­
ción (pasando de alrededor de 75.000.000 de personas a principios del siglo
XIX a 145.000.000 a fínes del mismo). Ese enorme crecim iento de la pobla­
ción estuvo ligado a las transformaciones en los comportamientos demográ­
ficos por parte de los habitantes de Europa. Dichos cambios han sido deno­
minados “ transición dem ográfica” y consisten en el paso de un régimen
“antiguo” , donde predominan la alta natalidad (las familias tienen muchos
hijos) y la aita mortalidad, a otro "m oderno", en el que prevalecen la baja
natalidad y la baja mortalidad. Hoy sabemos que este proceso es bastante
desigual y regionalmente diferenciado, pero en sus grandes rasgos el mismo
implica, durante el período de la transición, un fuerte crecim iento de !a
población. Ello se debe a que la mortalidad desciende antes que la natalidad
y, por consiguiente, genera excedentes poblacionales que son más intensos
cuanto más larga sea la transición demográfica. En este sentido, eí elemento
clave no es tanto la transición cuanto la duración de ia misma. Un buen
ejemplo de confirmación de ía explicación demográfica es el caso francés.
-4UÍ una muy temprana transición parece no haber generado una presión de
la población sobre ios recursos, y eHo se reflejaría en Ja bajísixna tasa migra,
loria francesa. Nuevamente aquí, sin embargo, el caso no puede generalizar­
se, y el mapa regional de transición demográfica no coincide exactamente
con el de las tasas migratorias.
Los movimientos migratorios responden, entonces, a causas complejas,
y a las antes enumeradas habría que agregar otras ligadas con los regím e­
nes agrarios, las características de la estructura familiar o los sistemas de
hert-uoia. En cualquier caso, las lecturas más actuales enfatizan la idea dr­
ía emigración como parte de una estrategia familiar que aspira a encontrar.
256 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

aun en el marco de fuertes condicionamientos macroestructurales y en el


contexto de una información disponible limitada e incierta, nuevas posibi­
lidades en las economías americanas. Las migraciones transatlánticas cons­
tituyen en este sentido un capítulo importante de la modernidad económi­
ca y de la mejora del nivel de vida de las poblaciones europeas. De los que
se fueron, porque encontraron en el largo o en el mediano plazo, ellos, sus
hijos o nietos, posibilidades de ascenso social; para los que se quedaron,
porque la reducción de la presión sobre el mercado laboral permitió la me*,
jora en el nivel de salarios en las áreas de origen. Si desde la perspectiva de
los actores sociales, las migraciones redundaron en numerosas ventajas y
en un cambio en sus horizontes culturales, valores y expectativas (para los
que se quedaron, pero también para los que permanecieron por el efecto
demostración de los retornados), la cuestión es más ambigua para las eco­
nomías de las regiones de origen altamente migratorias. En este sentido,
continúa abierta la discusión acerca de si la emigración actuó como un ele­
mento que favoreció las transformaciones económicas a través de la intro­
ducción de nuevas pautas de producción y consumo, o a través de la difu­
sión de la alfabetización que acompaña los movimientos migratorios (ya que
lectura y escritura son vistas com o herramientas imprescindibles por los
potenciales emigrantes), o si las bloqueó al posibilitar mediante el alivio de
las presiones sociales la reproducción de un sistema productivo destinado
a colapsar.

7,4. E L CR EC IM IE NTO DEMOGRAFICO


Y L A U RB AN IZAC IO N

7,4,1. LA POBLACION

Al hablar de los m ovim ientos m igratorios a lo largo del siglo XIX, hici­
mos referencia al crecimiento de la población europea y aí concepto de tran­
sición demográfica.
Tal como señalamos, la transición demográfica se caracteriza por ser una
etapa en la que se combinan altas tasas de natalidad y tasas decrecientes de
mortalidad, lo cual genera un incremento sin precedentes de la población.
Durante siglos, las altas tasas de natalidad habían sido contrarrestadas
por altas tasas de mortalidad, debidas a las hambrunas, a las enfermedades
endémicas y epidémicas, y a las guerras. Los rendimientos de la agricultu­
ra fueron muy bajos hasta el siglo XVIÍL y ponían un primer límite al creci­
miento demográfico. Las tasas de mortalidad infantil eran muy elevadas, y
las condiciones sanitarias, deficientes. Enfermedades que hoy son benignas
eran mortales, y la tuberculosis constituía una de las principales causas de
muerte en la población joven. La mortalidad se incrementaba en los perío­
dos de malas cosechas, y, sobre todo, con las epidemias.
CAp 7 - L A S ECONOMÍAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 257
258 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Como ya vimos, a partir del siglo XVIII las condiciones demográficas


europeas se fueron modificando. A lo largo del siglo XIX, las altas tasas de
natalidad se vieron acompañadas por el descenso de las de mortalidad, que
se debió principalmente a tres factores: el aumento de los recursos alimen­
ticios, los progresos de la medicina y la higiene, y, desde mediados del si­
glo XIX, la difusión de la educación, que tuvo un alto impacto sobre la mor'
talidad infantil.
Aun en los países europeos menos industrializados, las tasas de morta­
lidad se redujeron, ya que los progresos de la medicina se difundieron con
más rapidez que el desarrollo económico. Entre ellos debemos destacar las
vacunas (en primer lugar, contra la viruela), que permitieron una fuerte re­
ducción de la mortalidad infantil.
Mientras que al com enzar el siglo XIX la población europea era de
187.000.000 de habitantes, para 1900 había llegado a más del doble, alcan­
zando la cifra de 401.000.000.
El descenso de la mortalidad infantil fue una de las principales causas !
del aumento de la esperanza de vida al nacer, la cual se incrementó entre 12
y 15 años en el periodo 1820-1913 (81).
A lo largo de las tres últimas décadas del siglo XIX se produjo una trans­
formación de profundos alcances en los países desarrollados, que consistió
en el descenso de la natalidad como consecuencia de la generalización de
prácticas anticonceptivas en amplios sectores de la sociedad. Entre 1871-
1880 y 1911-1913 se pasó en Europa Occidental de una tasa bruta de nata­
lidad del 32 por 1.000 a una del 25 por 1.000. si bien con fuertes diferencias
regionales y sociales (S2). Aunque en términos comparativos el crecimiento
de la población siguió siendo alto, la tasa de expansión se redujo. Entre 1850
y 1900, ia población de Europa pasó de 266.000.000 de habitantes a
401.000.000, es decir, creció un 50 %. Pero entre 1900 y 1950, creció de
401.000.000 a 559.000.000, o sea, un 39 %.

7,4,2. LA URBANIZACION

La industrialización, fue acompañada por cambios profundos en la dis­


tribución ocupacional y espactaí de Ja población.
Los cambios cu la estructura de ias actividades económicas que conlleva
el proceso de industrialización consisten en una disminución continua de
la importancia relativa del sector primario, y en un aumento de la dei sec­
tor secundario y la dei sector terciario.

( 8 1 ) B a ír o c h (3 .9 3 7 ).

( 8 2 ) B jur o c h ( 1 0 9 7 ) .
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 259

Según los cálculos de Paul Bairoch para el conjunto de los países occi­
dentales desarrollados, a principios del siglo XIX la distribución de la pobla­
c ió n activa en cada uno de los sectores era del 74 %, 16 % y 11 %, respecti­
v a m e n t e . En 1913, la población empleada en el sector primario había descen­
dido al 40 % (o sea, a casi la mitad), la del sector secundario se había elevado
al 32 %, y la del sector terciario, al 28 % (S3).
A medida que crecían el sector secundario y los servicios, la población
se fue nucleando crecientemente en las áreas urbanas. El campo no podía
absorber el exceso de población que generaba el crecim iento demográfico,
y ello generó un éxodo rural en dos direcciones: la emigración al extranje­
ro y la emigración hacia las ciudades del interior.
Como veremos a continuación, uno de los rasgos más característicos de
las sociedades industriales fue el proceso de urbanización, que fue el resul­
tado tanto del crecimiento de las ciudades existentes como del nacimiento
de ciudades nuevas.
Para el conjunto de los países desarrollados, B a i r o c h calcula que, hacia
1800, 21.000.000 de personas vivían en ciudades de más de 5.000 habitan­
tes, mientras que hacia 1914 esta cifra se había multiplicado por 10, alcan­
zando los 212.000.000. Entre esas dos fechas, la tasa de urbanización pasó
del 10 % al 35 % {9i).
La ‘‘explosión urbana” del siglo XIX fue posible gracias a la combinación
de diversos factores, entre los que se destacan las transformaciones en la
agricultura, la revolución de los transportes y la difusión del vapor como
fuente de energía.
El incremento de la productividad de la agricultura permitió alimentar a
un número creciente de habitantes de las ciudades, y a medida que se fue­
ron desarrollando los nuevos sistemas de transporte, fue posible abastecer
en forma más rápida y eficiente a los núcleos urbanos. En las últimas déca­
das dei siglo XIX, como ya vimos, Europa com enzó a importar alimentos de
ios territorios extrauropeos, que eran consumidos en las áreas urbanas.
Los ferrocarriles tuvieron una gran incidencia en la urbanización, no
sólo en el abastecimiento de alimentos. sino también en el de combustibles
(para la industria. la calefacción y oíros usos domésticos! y en el de mate­
rias primas. Nuevas y viejas ciudades crecieron en los principales nudos
ferroviarios, y las estaciones de trenes pasaron a formar parte esencial dei
nueve- paisaje urbano. . . . .
A medida que se fue difundiendo el uso del vapor cu la Industria, ésta se
fue independizaiido de las condiciones geográficas, radicándose creciente-

[83? H a ::- .• • 1S97).

(H4j B aü -ock ÍI9 S 7 ).


260 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

mente en las ciudades, en las que se localizaban la mano de obra, los mer­
cados de consumo más importantes y los servicios.
Con el desarrollo de las ciudades industriales, el espacio urbano sufrió
profundas modificaciones. En el centro tendieron a concentrarse las activi­
dades comerciales y financieras, y surgieron nuevas zonas en las que se
localizaba la industria. Las fábricas pasaron a ocupar un lugar central den­
tro de las áreas urbanas, y alrededor de ellas se fueron poblando los barrios
obreros.
No hubo de ninguna manera un modelo uniforme, y la situación cambió
de país a país y de región a región, con diferencias muy notorias entre los
grandes centros urbanos y las pequeñas y medianas ciudades. En términos
generales, hubo una tendencia a la segmentación y diferenciación entre los
espacios ocupados por los distintos sectores sociales. En la primera mitad
del siglo, la mayor parte de ios barrios obreros presentaba condiciones de
habitación muy precarias, sin que se respetaran las necesidades mínimas de
espacio, ventilación y salubridad. A partir de 1850, la situación fue mejoran­
do, y con ella, las condiciones de vida de los sectores populares, pero las
tasas de mortalidad urbana siguieron siendo muy altas (mayores que en el
campo), hasta las primeras décadas del siglo XX.
En general, tendieron a crecer más rápidamente las grandes ciudades y,
sobre todo, las capitales más vastas, así como los centros industriales, ad­
ministrativos, financieros y comerciales.
Se incrementó el número de grandes ciudades, y la dimensión de los
centros urbanos importantes fue muy superior a la de la época preindustrial.
Junto con el proceso de urbanización se dio una gran expansión de la
industria de la construcción, tanto de edificios públicos y comerciales como
de viviendas. Los servicios urbanos comenzaron a modernizarse en las úl­
timas décadas del siglo. Nacieron los sistemas de transporte urbano (primero
los tranvías, y a fines de siglo, los subterráneos) y las redes de desagüe, que
permitieron mejorar las condiciones de salubridad.

7,4,3. HACIA UNA NUEVA SOCIEDAD

La industrialización fue transformando gradualmente la estructura so­


cial y las relaciones sociales durante todo el siglo XIX. Fue un proceso len­
to y complejo, que afectó de manera muy desigual a los distintos países y las
distintas regiones, a lo largo deí cual lo viejo y lo nuevo se combinaron de
maneras muy diversas.
La expansión del sector industrial y la difusión del sistema de fábrica
fueron alterando la conformación de las clases trabajadoras. En primer lu­
gar, porque en términos relativos fue creciendo el número de trabajadores
CAP. 7 - L A S ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 261

industriales en detrimento de los campesinos, que habían constituido la


gran masa de la población en la época preindustrial.
Como se desprende del estudio de los casos nacionales, este proceso no
fue uniforme, y varió aun dentro de los prim eros países industriales. En
1880, los campesinos constituían el 10 % de la población activa en Inglate­
rra, pero en Francia y en Alemania su peso era mucho mayor.
De 1850 a 1880, los obreros industriales representan en los países in­
dustrializados entre la cuarta y la tercera parte de la población (85). Los ar­
tesanos y trabajadores a domicilio son paulatinamente reemplazados por los
obreros de fábrica, y sus condiciones de vida tienden a uniformarse.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX, las condiciones de vida de los tra­
bajadores industriales fueron, en general, muy penosas. En primer lugar, por
las condiciones de trabajo: bajos salarios, jornadas de una duración media
de 14 a 16 horas diarias, estricta disciplina, inestabilidad. En segundo tér­
mino, porque también las condiciones de vivienda, salubridad e higiene en
las nuevas aglomeraciones urbanas eran muy deficientes. A eso deben su­
marse los problemas de adaptación a un tipo y a un ritmo de trabajo distin­
tos, que contrastaban fuertemente con las formas de producción tradiciona­
les.
Recién después de 1850 la clase obrera ve mejorar lentamente su con­
dición, en parte a causa de la expansión económ ica, pero también com o
consecuencia de sus organizaciones y su acción en pos de una sociedad
menos injusta.
La expresión “ cuestión social” , que usaban los contemporáneos, resu­
me las dos caras de la situación: las-deficientes condiciones de vida, por un
lado, y el conflicto y la violencia, por el otro.
Una de las características de la nueva sociedad industrial fue la difusión
de las relaciones de mercado y de los principios del laissezJaire (SGJ. En las
sociedades dei Antiguo Régimen, la actividad laboral estaba sujeta a una
serie de reglamentaciones y existían mecanismos comunitarios que ofrecían
una cierta protección a los sectores más desposeídos.
La opinión tradicional había sostenido que ios ricos eran responsables
de la sociedad y que ios pobres debían depender de ellos. Las leyes de po­
bres en Inglaterra, que existían desde el siglo XVI, reflejaban esta concep­
ción, de fuerte contenido paternalista (S7).

(8 5 ) V e r l s y (1 9 7 6 ).

(8 6 ) P o l a í w (1 9 9 2 ).

(8 7 ) B endíx (1 9 6 6 ).
262 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Con la Revolución Industrial, la antigua legislación fue paulatinamente


abolida, al tiempo que se iba imponiendo la idea de que los individuos eran
los responsables de sus condiciones de existencia. La nueva Ley de Pobres
inglesa de 1834 los impulsó a depender de su propio esfuerzo, y negó que
los patronos o el gobierno tuvieran alguna obligación más que impedir que
murieran de hambre, a través de los hospicios.
La abolición de los gremios contribuyó a la desarticulación de los viejos
mecanismos de solidaridad. En Inglaterra, las asociaciones grem iales de
obreros fueron prohibidas a comienzos del siglo XIX, y en el continente, con
la Revolución Francesa.
Las nuevas condiciones de trabajo y la nueva legislación generaron des­
de los inicios la resistencia de los trabajadores.
Ella se manifestó de diversas maneras, más o menos violentas, que va­
riaron a medida que avanzó el siglo. En una primera etapa, la reacción se ex­
presó en la destrucción de máquinas, que tuvo lugar no sólo en Inglaterra
en la década de 1810, sino también en Francia en las de 1830 y 1840.
Pero paralelamente fueron form ándose nuevas asociaciones — tráete
unions, sociedades mutuales, sociedades de resistencia— que con el tiem­
po dieron origen a los m odernos sindicatos. Desde mediados de siglo, el
movimiento obrero comenzó a irrumpir también en la escena política, con
las primeras luchas por la extensión del sufragio y por el reconocimiento al
derecho de huelga y al de asociación.
La segunda mitad del siglo XIX asistió al nacimiento del socialismo, ei
anarquismo y el comunismo, que pasaron a tener un papel decisivo en la
organización del movimiento obrero. Con el transcurso del siglo, ias luchas
sociales se fueron intensificando, y se incrementó notoriamente la sindica-
lización.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, en los países más desarro­
llados se habían logrado notables m ejoras en ías condiciones de trabajo
—supresión riel trabajo infantil, reducción de la jornada laboral, incremen­
to de los salarios— y se habían implementado ios primeros sistemas moder­
nos de protección social.
Junto a ios trabajadores de cuello azul -—los obreros— , fue creciendo,
sobre todo cr, las últimas décadas del siglo, el número de trabajadores de
cuello blanco —ios empleados—. Como grupo social se distinguían, en pri­
mer luga:, por realizar trabajos no directamente involucrados en h¡ produc­
ción, en general, no manuales, y también, por una identidad que los sepa­
raba de los obreros (sS).
CAP. 7 — LAS ECONOMIAS INDUSTRIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 263

El largo siglo XIX, que com ienza con las revoluciones de fines del siglo
XVIII y concluye con la Segunda Guerra Mundial, suele ser caracterizado
c o m o el siglo de la burguesía.

La burguesía se define parcialmente por exclusión: no forman parte de


ella los nobles, el clero, los campesinos y los sectores más bajos urbanos
y rurales, incluyendo a los asalariados, pero está constituida, a su vez, por
grupos diversos; en primer lugar, la burguesía económica: comerciantes,
fabricantes, banqueros, financistas, empresarios, managers. Asim ism o, la
integra la burguesía culta: profesionales, profesores, jueces, altos funciona­
rios administrativos, científicos, empleados jerárquicos (S9).
Ella es la principal beneficiaría del proceso de industrialización y de la
expansión económica, y a lo largo del siglo XIX va a ir adquiriendo no sólo
un creciente poder económico, sino una injerencia cada vez mayor en la vida
política. A l igual que con la clase obrera, no existieron condiciones unifor­
mes en los distintos países europeos, aunque en conjunto pueda hablarse
de una burguesía triunfante que fue imponiendo su modo de vida al resto de
la sociedad.

ÍS 9 ) K o c k a ( I 9 S S ) .
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l€ fiC € R R P fiB ie

PL€NITUD ¥ CRISIS DC LA SOCI€OfiD


INDUSTRIAL

ÍORG€ R. € . SflBORIDO
El período que abarca desde 1914 hasta fines de la década de 1980 está
caracterizado por la dinámica de las transformaciones económicas y de la
innovación tecnológica generdas por el capitalismo, en el marco de relacio­
nes dominadas por el mercado. Sin embargo, esos aspectos positivos se han
visto afectados por dos factores perturbadores: la inestabilidad del creci­
miento —que ha dado lugar a numerosas y en algunos casos profundas y
negativas depresiones— , y la relativa incapacidad para concretar una distri­
bución equitativa de las rentas generadas, entre los distintos sectores den­
tro de cada espacio nacional, pero más aún entre las diferentes economías
nacionales en el escenario mundial.
En cuanto a esta cuestión, la evolución económica del período sin duda
va a estar vinculada con estrategias y comportamientos políticos y sociales
destinados a superar esas limitaciones. El surgimiento del “ desafío subver-
sor", esto es, el socialism o en su versión soviética, propondrá el despliegue
de una estrategia basada en una economía planificada y la estatalización de
los medios de producción como base para la superación de las desigualda­
des sociales. Pero también, en el marco del capitalismo de la segunda pos­
guerra, el Estado Benefactor se planteará el objetivo de la protección de los
excluidos y ía atenuación de las diferencias en la distribución de los ingre­
sos. Finalmente, desde los países de la periferia se intentará llevar a la prác­
tica estrategias orientadas a superar «la trampa del subdesarrollo».
Los resultados son conocidos: el “ socialismo real” culminó en un sono­
ro fracaso; el Welfare State se ve con frecuencia asediado por sus exigencias
crccíentes de recursos, y los intentos heterodoxos se han mostrado insufi­
cientes para salir del atraso.
Sin embargo, la economía sustentada en la competencia y la iniciativa
privada, más allá de su innegable capacidad para producir innovaciones e
incrementar la productividad —dos rasgos típicos del período que vamos a
estudiar— , han mostrado sus lim itaciones en relación con cuestiones tan
cruciales como asegurar el acceso a un empico o proveer a los ciudadanos
servicios sanitarios y educacionales razonables.
Transformaciones demográficas de enorme envergadura; modificaciones
en la estructura ocupacional más profundas que las verificadas en todo el
resto de la historia de la humanidad; aceleración en el cambio tecnológico
a un ritmo inédito; inalterabilidad de las posiciones económicas de las gran­
des áreas económicas del mundo (con América Latina, Africa y Asía ocupan­
do los puestos más rezagados); importancia de la política económica y de la
intervención pública, son algunas de las cuestiones que se han planteado en
este complejo y convulsionado “ siglo XX corto” .
8

ptspecTos €conomicos v socmtes


D€ IR PRIM€Rfli GU€Rfifl MUNDIAL
La Primera Guerra Mundial fue en gran medida un conflicto europeo.
Aunque tomaron parte algunos países no pertenecientes al Viejo Continen­
te, de los cuales el más importante fue sin duda Estados Unidos, no se al­
teró la lógica esencial de la contienda. Por lo tanto, los costos fueron mayo-
ritariamente europeos, contribuyendo a que se produjera el fin del predomi­
nio de este continente dentro del escenario del capitalismo mundial. Una de
las consecuencias de la guerra fue, justamente, un drástico desplazamien­
to espacial del poder económico.

8,1. L A R U P TU R A DE LAS RELACIONES


ECONOMICAS IN TE R N A C IO N A LE S

El 28 de junio de 1914, el heredero al trono del Imperio Austrohúngaro


y su mujer nutrieron en Sarajevo, víctimas de un atentado perpetrado por
una organización terrorista servia. En Viena, tanto eí gobierno como los
militares austríacos, con el apoyo de Alemania, pensaron que había llegado
el momento de humillar a Servia; su declaración de guerra fue la señal que
puso en marcha los mecanismos de las m ovilizaciones generales y activó 1a
vigencia de los compromisos entre bloques que se habían concretado en los
años anteriores, hasta que el 4 de agosto las tropas alemanas invadieron
Bélgica (l).
La dinámica de ios acontecimientos que arrancaron en 1914 — el comien­
zo del siglo XX según la visión, entre otros, de E r i c H o b s b a w m (2)— llevó a que

{ 1) R EN01ÍV5N { í. 9 S S ;.

(2 } H o iís b a w m 0 . 9 9 5 '; .
CAP. 8 — ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA. 279

luego se recordara con nostalgia el período anterior. Esto es válido también


para la vida económica, pues no sólo se interrumpió la fase de crecimiento
que se había, iniciado a mediados de la década del ’90 del siglo XIX, sino que
algunos de los elem entos que la habían caracterizado — ios intercambios
multilaterales, la vigencia del patrón-oro— nunca se restablecieron de ma­
nera completa.
En principio, el estallido de la guerra dislocó las relaciones económicas
internacionales y los dos bandos intentaron desalojarse mutuamente del
mercado por medio de bloqueos, hasta el punto que se ha podido hablar
“tanto de una guerra de bloqueos como una guerra de los ejércitos” (3).
Una de las consecuencias de esta situación fue que el comercio interna­
cional, sin disminuir — salvo en una primera etapa— , se transformó, al mo­
dificarse los recorridos, con el consiguiente aumento de los fletes. Por otra
parte, las necesidades del conflicto obligaron a un esfuerzo importador de
los países beligerantes, circunstancia que forzó a una mayor intervención
del Estado para adaptar los intercambios a la nueva realidad.
Finalmente, los países neutrales experimentaron significativos incre­
mentos en la producción, ya que dispusieron de nuevas posibilidades: sus­
tituir con producción propia importaciones que antes realizaban de las po­
tencias en guerra; proveer a éstas de algunas mercaderías en la medida en
que sus necesidades se habían incrementado de manera significativa, y abas­
tecer mercados periféricos y coloniales abandonados por sus proveedores
tradicionales.

8,2. L A G ESTIO N BE LAS ECONOM IAS EN GUERRA

La. gueixa de 1914-1918 fue la primera que exigió a los gobiernos abocar­
se de modo global a resolver cuestiones económicas de envergadura, vincu­
ladas a la disponibilidad de los diferentes factores de producción y a la ne­
cesidad de distribuirlos en un escenario caracterizado por deudas crecien­
tes y diversificadas y por restricciones de importancia. En los enfrentan: ien'
tos del siglo XIX casi nunca se habían planteado estos problemas, en tanto
se trataba de guerras localizadas, por lo que la política económica en e s o s
momentos consistía básicamente en la búsqueda de recursos para movilizar
los ejércitos, esto es, en desplegar una política financiera.
280 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Imaginada ínicialmente como una guerra breve, en muy poco tiempo el í


Estado se vio obligado a intervenir en temas en los cuales nadie antes ha-.p
bía pensado que la autoridad pública tuviera que ejercer un control prolon­
gado, si bien la presencia gubernamental en los asuntos económicos se ve­
nía incrementando desde décadas atrás.

8,2,1. L Á PRODUCCION

El accionar del Estado en relación con los procesos productivos se limi­


tó al control de los mismos sin afectar, dentro de lo posible, los principios
de la libre empresa.
Su actuación apar taba a incidir sobre la producción por medio de ios
mecanismos distribuidores de las materias primas, de los controles estable­
cidos sobre la mano de obra y a través de una eventual revisión de la gestión :
empresaria. Com isiones especiales se crearon a estos efectos en Francia,
mientras que en Gran Bretaña el Estado se apoyó en las organizaciones obre­
ras y patronales para organizar la entrega de las materias primas y el trabajo
en algunas ramas de la actividad industrial.
Un problema crucial fue justam ente el de la mano de obra, en tanto el--
reclutamiento masivo de jóvenes en edad de trabajar dejó enormes vacíos en.-.’
el aparato productivo. Todos los países recurrieron a la maño de obra feme- ■
nina, protegida por una legislación acl hoc que contribuyó a que disminuye­
ran las diferencias salariales que separaban a las mujeres de los hombres.
Dentro de lo posible, las potencias coloniales reclutaron hombres de sus
imperios. En Francia, donde al final de la guerra había alrededor de 150.C00-
norteafricanos, chinos e indochinos, éstos estaban sometidos a un régimen
especial de encuadramiento. El gobierno alemán, que sólo podía recurrir a
sus propios recursos, instauró a fines de 1916 un control especial sobre
todo ciudadano que tuviera entre 7 y 60 años, y que no estuviera moviliza­
do, el que quedaba afectado a las tareas que le asignara un "Departamento
Imperial de Colocaciones".
En el sector agrario se trató de aumentar la producción por todos los
medios, para lo que se recurrió a medidas excepcionales. En Alemania se
estableció por decreto la obligatoriedad de cultivar las tierras comunales; en
Francia a partir de 1917 se requisaron las tierras sin cultivar; el gobierno
británico multó a los propietarios de terrenos baldíos.
La evolución de la producción durante el período del conflicto no se
conoce con precisión: una aproximación es la que ha hecho S a u v y (cuadro 1):
CAP. 8 — ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA. 281

Años
1913 1920
Países
Estados Unidos 10 0 141
Gran Bretaña 10 0 10 0
Francia 100 62
Alemania 1 00 61
Fuente: A. S a u vy , Histoíre économique de la F ranee, cit. por
L e s o ü r o (1980).

Cuadro 1. Indices de producción industrial (1913 - 100).

8,2,2. LA DISTRIBUCION

Los problemas de distribución de materias primas y alimentos se fueron


agudizando a medida que transcurría la guerra, dado que las dificultades que
.planteó la producción interior obligaron a increm entar las compras en el
.exterior. Las potencias centrales, aisladas, tuvieron mayores dificultades y
debieron apelar a medidas excepcionales. Los controles de precios y el ra­
cionamiento fueron puestos en práctica por el Estado alemán para contro­
lar recursos crecientemente escasos, que además debían orientarse de ma­
nera prioritaria hacia el abastecimiento de los combatientes.
En el rubro alimentos, por ejemplo, las disparidades entre una oferta que
muy pronto se mostró insuficiente y una demanda incrementada por las
particularidades de la nueva situación provocaron un temprano y rápido
aumento de ios precios, por lo que ya en agosto de 1914 se autorizó a los
municipios a fijar los precios minoristas de los artículos de consumo coti­
diano. Dos meses más tarde se puso en marcha un sistema general de con­
trol de precios, en principio a nivel de producción, que incluyó a ios cerea­
les paníficables.
La fijación de precios máximos com enzó casi inmediatamente, y ya en
enero de 1915 se introdujeron las cartillas de racionamiento para el pan y
la harina, que se generalizaron ai año siguiente. Una aproximación compa-
282 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

rativa de las raciones en tiempos de guerra con respecto al consumo en tiem­


pos de paz mostró que, por ejemplo, en el último semestre del conflicto, la
carne suministrada por medio de ¡as cartillas no superaba el 12 % del coa-
sumo antes del conflicto, en tanto las raciones de huevos y queso oscilaban
en el 15 %, y la harina entregada era aproximadamente la mitad Cí).
Para citar otro ejemplo, en Gran Bretaña, la cuna del liberalismo, el Par-,
lamento concedió al gobierno los más amplios poderes en materia de precios
y de racionamiento, pero éste no consideró necesario hacer uso de los mis­
mos. En 1917 se creó un organism o de co n tro l de alimentos, pero, sobre
todo, se apeló a los sentim ientos cívicos de los ciudadanos para evitar el
despilfarro y los aumentos injustificados de precios.

8,2,3. IX>S INTERCAMBIOS

Los problemas del transporte interno fueron serios, obligando al Esta­


do á subordinar a las empresas a Ja hora de organizar la circulación ferro-:
viaria (Alemania), o a ejercer un control nominal sobre ellas para evitar que:
el interés individual afectase los objetivos de guerra.
Sin embargo, mucho más graves resultaron las dificultades que afecta-;
ron al comercio exterior. Las autoridades actuaron definiendo las priorida­
des y fijando los cupos de importación. En muchos casos ya no se habló de;
proteccionismo, sí no lisa y llanamente de prohibición. Francia prohibió en;:
1916 algunos productos de lujo, y al año siguiente se debieron someter to-í
das las importaciones a la autorización previa de la Secretaría de Comercio, :
Ante la cuestión planteada por la organización de los transportes marí­
timos, insuficientes para enfrentar la nueva realidad, los países de la Entente
crearon una Comisión Internacional de Abastecimiento, destinada a coordi­
nar los intercam bios aprovechando el tonelaje disponible. Asimismo, Ios-
gobiernos se embarcaron en una política de incremento de sus Dotas, corres­
pondiendo a los Estados Unidos el mayor esfuerzo en ese sentido: de 1913
a 1919 su capacidad áv. carga se multiplicó por cuatro.
El resultado de ese aumento de la producción fue un exceso de equipa­
miento inuxxdiaí en materia de buques al fmaiizar la contienda, que condi­
cionó las políticas-a. adoptar en ia posguerra.

(4.) K a r q a c u { l9 .T 'n ;
CAP. 8 — ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA... 283

8,3. LA FINANCIACION DE LA GUERRA


El conflicto armado significó para los Estados involucrados en él un
enorme aumento del gasto público, razón, por la cual los presupuestos de
esos años alcanzaron niveles inéditos (cuadro 2).

A ñ os
1914 1918
P a íses

Gran Bretaña 100 562


Francia 100 448
Alem ania 100 505

F u e n te: elaboración propia a partir de H a roa ch (1986).

Cuadro 2. Incremento de los presupuestos de guerra (1914 =s 100).

Es preciso señalar que esos incrementos tenían un componente inflacio­


nario importante, en la medida en que, como se verá, la emisión monetaria
óíuje-uno de los instrumentos utilizados para financiar la nueva realidad pre­
supuestaria. Esta explosiva demanda de dinero debió afrontarse, según los
acasos, con sistemas impositivos anticuados —Francia, por ejemplo, desco­
nocía el impuesto a la renta— ; con la imposibilidad de disponer de exceden-
tes en la balanza comercial —una situación generalizada por la necesidad de
■incrementar las importaciones— , o con un acceso casi nulo a¡ crédito exte­
rior, problema específico que experimentaron las potencias centrales.
v; Por lo tanto, los diferentes Estados se vieron enfrentados a desafíos que
los obligaron a diversificar y “m odernizar" ios mecanismos de obtención ele
Recursos.
En teoría, las posibilidades eran tres: emitir moneda, recaudar más impues­
tos y endeudarse a través de empréstitos internos (5). Una cuarta opción, la ayuda
proveniente del exterior, sólo estuvo al alcance de Gran Bretaña y sus aliados (l'j.
A. C. P kjou ha descriplo cómo se financió el conflicto a través de ios
"bancos de emisión (7): se alternaba ía creación, de dinero — contra ia ftitre-

|5i Se. e x c l u y e ia c u e s t i ó n d e la e x i g e n c i a cié c o m p e n s a c i o n e s a lo s h a b i t a n t e s d o


«los t e r r i t o r i o s q u e s e a n e x a r o n . *

(6 ) A i c m a n ia s ó l o l e g r ó h a c e r u n a o p e r a c i ó n ele e s c a s a s i g n i f i c a c i ó n cr; S ü c c í ;-í .

(7 j P ígoíj ( 1 9 4 0 ) .
284 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

ga por parte del Estado de títulos a corto plazo de su propia deuda— , con.ia
absorción de una parte del mismo por medio del rescate o la renovación
esos títulos con recursos que el Estado obtenía por otras vías. Esta creación
de dinero por parte del Estado puso en marcha un proceso inflacionario Gui­
sólo pudo ser atenuado por los controles de precios. El cuadro 3 muestra las
variaciones de los precios mayoristas en algunos países.

| Años
1913 1914 1916 1918
| P a ís e s

| E stad os Unidos 100 98 127 194 .


1 Gran Bretaña 100 100 160 227
1 Francia 100 102 140 340
I Alem ania 100 106 153 217

| m ente: K g yn e s , J. M.. A tract on monetary reíorrn. cit. por H a r o a c h (1986).

Cuadro 3. Indice de precios mayoristas {1913 ~ 100),

La inilación afectó a todos los países, y las diferencias en los índices de;
incremento de los precios se convirtió en un problema cuando, finalizada la-
guerra, se volvió a pensar en restablecer las paridades internacionales a tra-.í
vés de un retorno efectivo al patrón-oro.
Para interiorizarnos sobre cómo actuaron los gobiernos en relación eoxK
el tenia im positivo y el recurso al crédito interno, tomaremos los casos de-
Alemania, Gran Bretaña y Francia, intentando verificar la realidad de la fa-,
mosa frase de K e y n u s : '‘Los británicos dieron a su población impuestos. Jos
franceses, rentas, y los alemanes, dinero” .
El II Reich adoptó una postura muy clara en relación con ei financia*
miento bélico: se partía de la idea de que, al final de una guerra victoriosa,
las facturas las pagaría el enemigo derrotado. Por lo tanto, se recurrió de
manera prioritaria a la suscripción de empréstitos {*'), no precediéndose a-
modificar el sistema tributario, ya que se entendía que los impuestos sóioV
dehían cubrir los gastos ordinarios. De cualquier manera, a lo largo de los
años hubo que recurrir a ellos, y en ese momento se demostraron dos co­
sas: en primer término, que el régim en fiscal era inadecuado y regresivo
— la base eran los derechos arancelarios y los impuestos ai consumo— y, e»
segundo lugar, que en cualquier modificación que se encarara los intereses
de los industriales no debían ser afectados. Eí gravamen sobre la renta no

(8 ) L o s e m p r é s t i t o s s u s c r i p t o s f u e r o n n u e v e , a p a r t ir d e s e t i e m b r e d e 1914.
CAP- g — ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA. 285

m odificaciones y un publicítado im puesto sobre lo s beneficios de


s u fr ió
g u e rrademoró tanto en ponerse en vigencia que los afectados pudieron ar­
bitrar los medios para eludirlo o amortiguar su impacto.
En resumen: del total de los desem bolsos originados por la guerra,
aproximadamente e5 70 % se financió con empréstitos, el 15 %, con impues­
tos. y el resto, por medio de la emisión monetaria (la circulación se multi­
plicó casi por 12).
El Banco de Inglaterra, por su parte, logró tempranamente autorización
para emitir moneda por encima de los límites establecidos por la ley, y tam­
bién antes de finalizar 1914 se suscribió el prim er em préstito de guerra a
c o r t o plazo. Sin embargo. Ia financiación a la que recurrió el Estado se orien­
tó hacia el incremento de la presión impositiva, ya sea por la vía del aumento
Vetel impuesto a la renta o los gravámenes sobre el consumo, ya sea por me­
dio de la introducción de impuestos especiales, como ios que afectaron los
beneficios de guerra.
Párrafo aparte m erece el hecho de que en 1915 se introdujeron dere-
■ciios arancelarios sobre automóviles, m otocicletas y otras manufacturas,
Cuna circunstancia excepcional en un país que había resistido indemne 3a
oía de proteccionismo que inundó Occidente a partir de la depresión de los
años ’70 dei siglo XIX.
El resultado fue que los impuestos aportaron en Gran Bretaña alrededor
dd 28 % del gasto público, una cantidad importante en relación con io que
ocurrió en otros países, corriendo por cuenta de la em isión monetaria la
¡mayor parte del financiamiento restante. .
Como se ha dicho, Francia carecía de un sistema fiscal moderno, y al
comenzar el conflicto ei ministro de Finanzas afirmó que un país castigado
por una guerra instalada en su propio territorio no podía soportar una exce­
siva presión tributaria. De allí que no hubiera intentos serios de reforma
—■el impuesto sobre la renta se votó en 1914. pero recién entró en vigencia
dos años más tarde— , manteniéndose una estructura regresiva, basada en
los gravámenes indirectos. Cabe agregar que en Francia, al igual que en A le­
mania, estaba generalizada la idea de que la guerra la pagarían los vencidos.
Por lo tanto, los bonos deí tesoro, los em préstitos de guerra y el crédito
exterior (65 %), y la emisión (20 %} aportaron el grueso de los fondos nece­
sarios para sostener la guerra, quedando para ser financiado con impuestos
un 15 %, proporción equivalente a la de Alemania.
286 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL:

8,3,1. LA FINANCIACION EXTERIOR

Las necesidades de todo tipo que fueron experimentando de manera!


progresiva los países beligerantes tuvieron posibilidad de ser satisfechas pot'
los países de la Entente a partir del acceso al crédito exterior. -
La situación privilegiada de Gran Bretaña le permitió convertirse inicial­
mente en banquero de sus aliados, para lo cual se establecieron acuerdos dé :
cooperación en los que Francia también participó concediendo créditos a '
Rusia, Bélgica y Servia. A medida que avanzó el conflicto, Gran Bretaña en-;
contró cada vez más dificultades para desempeñar su papel, por lo que em-'-
pezó a arbitrar mecanismos para obtener dinero en los Estados Unidos.
La situación, que amenazaba con tornarse insostenible, se resolvió en
1917 ron la entrada de los norteam ericanos en la guerra. A partir de ese.
momento, si bien subsistieron los créditos intereuropeos, el papel principal
le correspondió a los Estados Unidos, que procedieron así a financiar sus ex­
portaciones de alimentos y productos manufacturados. De esa manera, los
créditos de guerra fueron un elemento más en el proceso de consolidación
de la supremacía norteamericana.
Al finalizar el conflicto, las deudas interaliadas habían alcanzado uní:
enorme volumen — tal cual se puede apreciar en el gráfico 1— , convirtiéndo­
se en un serio problema para los años siguientes; en tanto, los sucesivos go­
biernos de los EE.UU. insistieron en que esas deudas fueran canceladas. .

F u e n t e : G u ia p r á c t ic a ( ¡ 9 9 5 ) .

G r á f ic o 1. £ I t r iá n g u lo d e d e u d a s in í c ^ a jia d a s a! jin a H z a r la P r im e r * G u e rra .


M u n d ia l ( m illo n e s d e d o ta r e s ) .
CAP- 8 — ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA. 287

8,4. LOS CAMBIOS TECNOLOGICOS Y


EMPRESARIALES
El efecto de una guerra sobre el progreso tecn ológico y el desarrollo
e c o n ó m ic o es una cuestión sujeta a controversia. Más allá del hecho de que
p ro d u c e destrucción material y estancamiento demográfico, lo cierto es que
c o n s t it u y e también un factor que promueve la innovación y el crecimiento.

En el caso específico de ia Primera Guerra Mundial, mientras que para


jas industrias tradicionales —textiles, siderurgia, etc.— el incremento de la
d e m a n d a se manifestó bajo la l'orma de una ampliación extensiva más que
in te n s iv a d e i capital, los beneficiarios reales de la guerra fueron una serie
íie nuevas industrias que proveían bienes y servicios al ejército. El creci­
miento de la demanda bélica favoreció a su vez el perfeccionamiento de las
técnicas de organización científica del trabajo, concretándose el fenómeno
■de la estandarización. A partir de ella, la fabricación de un gran número de
artículos se redujo a un corto número de tipos normalizados, en condicio­
nes de ser producidos en serie.
Por otra parte, la contienda modificó de manera profunda las relaciones
entre gobierno, ciencia e industria. En todos los países, el Éstado. asumió la
responsabilidad directa en la orientación de la investigación científica y en
vel-estímulo a la aplicación de ésta a la industria.
Este nuevo papel del gobierno era un reclamo de la comunidad científi­
ca desde hacía varios años, sobre todo en Gran Bretaña y Francia. Ello se de-
: bía fundamentalmente a los avances producidos por Alemania en ese senti-
vdo, resultado de un proceso estimulado tanto por funcionarios como por em­
presarios. que había desplazado a ingleses y franceses de la avanzada en ia
■investigación en algunos sectores.
En Gran Bretaña, por ejemplo, país donde la intervención estatal era por
' demás limitada, se creó en 1915 el Departamento de Investigación Científi­
ca e Industrial, que se planteó como prioridades la promoción de la inves­
tigación básica, la definición de objetivos naeionaíes en determinados cam­
pos de la investigación apíícada y la promoción de la investigación industrial.
De esta manera se sentaron ias bases para que ¡a tarea del hombre de ciencia
tomara otras dimensiones y para que la investigación relacionada con ios
intereses nacionales y empresariales adquiriera un. nuevo si a fus. respalda­
ba por los recursos dei Estado y por la aportación de ios grupos industria­
les organizados en forma corporativa.
La gestión empresarial se vio asimismo conmovida por el impacto de ia
guerra. Los cambios producidos en las relaciones entre tas distintas clases
soeiaies tuvieron efectos duraderos sobre la administración. Por tina parte,
eí empresario se vio enfrentado a una nueva realidad, mareada por ei debí-
288 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Htamiento de las viejas distinciones entre propietarios y trabajadores, en


tanto éstos tomaron conciencia de su importante papel en el proceso pro­
ductivo, valorizado por la continua a peí;-, ion al patriotismo realizada desde
el Estado. El poder de los empresarios, por lo tanto, perdió la legitimación
tradicional, derivada de la propiedad del capital, para empezar a sustentar­
se en su específica capacidad de g estión .
Por otra parte, entre la clase de los trabajadores y la de los propietarios
surgió una nueva clase de técn icos y administradores. El reclutamiento de
la misma provenía de ambas clases, y se vinculaba con la especialización
exigida por las nuevas técnicas de producción.
Finalmente, la guerra constituyó una etapa más en el proceso de concen­
tración económica. La posición privilegiada que ostentaban las grandes
empresas ya antes del conflicto les permitió ser beneficiarías preferenciales
de los contratos estatales destinados al aprovisionamiento de las tropas, así
como también de los créditos más baratos, destinados a favorecer el acele­
rado equipamiento necesario para satisfacer una producción de guerra.
Como en algunos países, el Estado prefería no verse involucrado en situa­
ciones de estrecha vinculación entre intereses privados y públicos, optaba
por negociar con ramas industriales enteras, con lo que tendía indirectamen­
te a favorecer la formación de carteles y al establecimiento de acuerdos de
concentración horizontal y vertical.

8,5. LA G U ERRA Y EL RESTO D EL MUNDO

La guerra fue un importante factor en la expansión económica de algu* ■


nos países situados fuera del escenario principal de los acontecimientos. La
coyuntura bélica actuó como barrera proteccionista para ellos, ya que los
contendientes, tradicionales dominadores del mercado mundial, se concen­
traron en la producción orientada hacia ia guerra. Además, se abrieron pers­
pectivas de exportación para cubrir una demanda distorsionada por una si­
tuación que, en algunos momentos, permitió vender casi a cualquier precio
alimentos, materias primas y productos industriales.
Ya se ha hecho referencia al papel cumplido por los Estados Unidos en
el terreno financiero; cabe ahora comentar el impulso que experimentaron
sus exportaciones, a favor de su capacidad de producción y de su proximi­
dad geográfica respecto de Europa. Al ser el único país industrializado situa­
do fuera del continente europeo, abasteció la demanda de los que peleaban,
la de los países que antes compraban en Europa, y sus propias necesidades
desde el momento en que se involucró en el conflicto. Las exportaciones
pasaron de 2.800 m illones de dólares en 1913 a 7.300 en 1917 (&). Estas ci-
CAP. 8 - ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA... 289

fras ayudan a comprender el crecim iento de la producción que muestra el


cuadro 1.
Por otra parte, es preciso destacar que el vacío dejado por el retiro co­
yuntura! del capital británico de regiones como América Latina permitió el
afianzamiento de la posición de los capitales privados norteam ericanos,
consolidando una presencia que se registraba desde la pximera década del
siglo.
A un nivel mucho menor, también Canadá se benefició de la guerra, y lo
hizo, sobre todo, reforzando su papel de exportador de trigo, acompañado en
esta coyuntura por ia exportación de carne y de algunos materiales de gue­
rra, resultado de un proceso de rápida industrialización que se había inicia­
do en el país.
Para América Latina, la guerra t\ivo, en términos generales, dos conse­
cuencias de importancia. En primer término, tras las dificultades que se ve­
rificaron inicialmente en el tráfico marítimo, se expandió la exportación de
las materias primas y alimentos que constituían la base de la participación
de la región en el mercado mundial, de manera que se concretó un incremen­
to eu el ingreso de divisas. Asimismo, otras materias primas comenzaron a
ser explotadas para su exportación; el ejemplo más significativo fue la extrac­
ción de petróleo en Venezuela. Las cifras de las exportaciones de algunos
países latinoamericanos durante la guerra (cuadro 4} permiten apreciar su
crecimiento, situación favorable que postergó temporariamente el proceso de
incorporación de los sectores exportadores en la fase de elaboración de
materias primas agrarias (fábricas de extracto de carne, frigoríficos, etc.), que
se había iniciado unos años antes.

A ñ os
1914 1916 1913 1919 j
[ P aíses

Argeníina 100 142 199 256 ¡


Brasil 100 119 130 276 f
Chile 100 169 262 __ |
Uruguay 100 127 200 253 I
Fuente: Sociedad de ¡as Naciones. M em orándum on balances o f paym ents a n d foreign 1
trade balances. 1910 1924. jj

Cuadro 4. Exportaciones de algunos países latinoamericanos (1914 = 100).

(9) C ií. p o r H akd ach (1 98 6) .


290 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En segundo término, en algunos países de América Latina se inició un


proceso de sustitución de importaciones que se manifestó en la industria
textil, alimenticia, y otras. El caso de Brasil es ei más significativo, ya que
no sólo abarcó la industria liviana, sino que también incluyó la producción
de hierro, con repercusiones en la industria de maquinarias.
El impacto de la sustitución de importaciones en este período ha sido
objeto de evaluaciones contrapuestas: mientras que para algunos es un hito
importante en la marcha hacia la industrialización, para otros, en la medi­
da en que la guerra interrumpió el suministro de bienes de capital europeo,
contribuyó a frenar más que a estimular el desarrollo industrial (10).
Además, la presencia creciente de los Estados Unidos en la región se
manifestó a través de la colocación de sus productos industriales sustituyen­
do a los europeos.
Un ejemplo muy citado de país favorecido por el conflicto es el de Japón.
Si bien el país estaba en guerra, el nivel de su participación fue escaso, por
lo que la actividad económica apenas se vio afectada. Las bases de la expan­
sión japonesa fueron la exportación de productos industriales hacia los
mercados asiáticos abandonados por los europeos. Los textiles de algodón
y seda resultaron las actividades más dinámicas, y junto con los beneficios
de la navegación comercial, fueron los factores que contribuyeron a incen­
tivar la inversión interna y a avanzar en el proceso industrializador. En
menor medida ocurrió lo mismo con la India, que experimentó una fuerte
expansión en su producción algodonera.
En cuanto al mundo africano, el principal impulso generado por la gue­
rra en una economía que hasta ese momento se basaba en la recolección de
materias primas inmediatamente explotables, como el marfil y el caucho, y,
de manera fundamental, en la explotación de oro y diamantes. Fue el desa­
rrollo de la producción minera en el Africa negra, orientada sobre todo ha­
cia la obtención de cobre.

8,6. L A GUERRA Y LA SOCIEDAD

A! comienzo de i:¡ guerra, ios temores que desvelaban a las ciases diri­
gentes en relación con la actám l de ia clase obrera frente a un conflicto
generalizado demostraron ser totalmente infundados. No carecía de asidero
ia idea de que en los países industriales las clases sociales vivían existen­
cias paralelas, con nulos puntos de contacto y muchos ámbitos de eníren-

{ 10) Es ¡ ;> visión t'e Dí.-mí A : - n o {i 975 ; . para ia A r “ <':n -i na.


CAP. 8 ~~ ASPECTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA PRIMERA GUERRA. 291
tamiento, hasta el extremo de hablarse de “ naciones diferen tes” . Pero lo
cierto es que se subvaloró el sentimiento patriótico de las masas, una de ias
formas de la reacción colectiva surgida (y potenciada desde el poder) frente
a los procesos de unificación socioeconóm ica del mundo.
El caso fue que en todas las naciones beligerantes se m anifestó ia
“unión sagrada” de todo el pueblo; los partidos obreros, defensores hasta
muy poco tiempo antes de la solidaridad internacional de los trabajadores,
incorporaron en su propio discurso la versión oficial de una guerra justa y
defensiva. A partir de ello, es lógico que votaran los créditos de guerra, e
incluso que algunos socialistas se incorporaran al gobierno en Francia y
Bélgica.
La oposición al conflicto en estos primeros momentos fue casi nula: los
bolcheviques y mencheviques en Rusia, los dos diputados socialistas del
parlamento servio, los principales dirigentes del Partido Laborista Indepen­
diente en Gran Bretaña.
Por lo tanto, no es extraño que la movilización y la concentración inicia­
ses de tropas se efectuaran en medio del entusiasmo popular. Sin embargo,
las cosas cambiaron pronto. El efecto negativo de una guerra larga, penosa
y mortífera afectó a los combatientes —-millones de ciudadanos separados de
su profesión y de su familia— y también a la mayoría de los que vivían en la
retaguardia, sometidos a privaciones y empobrecimiento.
Los sufrimientos y el espectáculo de fortunas construidas de la noche
a la mañana gracias a la especulación acabaron provocando en todos los
países beligerantes una profunda crisis política y social, que se sumó a ias
crecientes dificultades económicas.
En el terreno político, se agudizaron las divergencias entre los gobernan­
tes y el conjunto del pueblo. Desde arriba, se buscó recortar las libertades
civiles y políticas, introduciendo elementos como ei estado de sitio y la cen­
sura de prensa. En ios Estados democráticos, el Parlamento perdió fuerza
frente al avance del Ejecutivo, que recurrió a decretos y a la limitación de ias
sesiones del Poder Legislativo. Desde abajo, fueron ganando audiencia y re­
percusión las posturas opositoras a la guerra, que iban desde los llamamien­
tos a la paz hasta el derrotismo y la transformación de 1a guerra “ imperia­
lista" en una guerra civil contra las clases dominantes ( n ). En pocas pala­
bras: a partir de 1915 se produce el fin de la “ unión sagrada’-.

í 1 3; E s t a -Altinm f a e ¡a p o s t u r a d e f e n d i d a p o r e ' h' de r r e v o l u c i o n a r i o


'•'iqisc.
292 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Eí deterioro de la situación política fue acompañado por el impacto ne­


gativo de ía inflación sobre los niveles salariales. El aumento de los salarios
nominales fue, por lo menos hasta 1917, inferior al increm ento de los pre­
cios, y a esta circunstancia habría que agregar que a medida que avanzaba
el conflicto aumentaba la importancia del mercado negro, donde los precios
estaban muy por encima de ios precios controlados, que eran los registra­
dos por los índices.
Los trabajos realizados sobre la problemática de los ingresos en los di­
ferentes países tienden, a mostrar una evolución similar, caracterizada ade­
más por un achatamiento de las diferencias salariales, disminuyendo no sólo
la brecha entre hombres y mujeres, sino también la diferencia entre traba­
jadores calificados y no calificados. Las explicaciones se afirman, por una
parte, en que en algunos momentos cruciales de incremento de los precios,
los gobiernos optaron por otorgar aumentos absolutos, de manera que los
ingresos más bajos se vieron proporcionalmentc favorecidos, y por otra, en
que las transformaciones en la organización de la producción, de m odo es­
pecial la producción en serie, permitieron a mujeres y trabajadores no cali­
ficados ascender puestos en las escalas salariales.
Por último, cabe hacer referencia a la enorme repercusión del triunfo
bolchevique en Rusia sobre el escenario de la guerra. En tanto la revolución
de febrero, que derrocó al zar N i co lás II e instauró un gobierno provisional,
fue objeto de expectación no necesariamente negativa entre los gobierngs
aliados y sus apoyos sociales, dado que un afianzamiento de la democracia
en Rusia trazaría una nítida línea divisoria entre potencias autoritarias y
naciones democráticas, los sucesos de octubre generaron desasosiego e
inquietud. No se trataba sólo de ia previsible deserción de uno de los con-
tendientes —que se concretó pocos meses más tarde— , sino también, y de
manera muy especial, de la repercusión que el triunfo de una revolución
anucapitalista, basada en los principios del marxismo, podía provocar en las
clases trabajadoras de los países combatientes.
De hecho, la consigna bolchevique “Paz sin anexiones mi indemnizacio­
nes” sintonizaba de manera adecuada con las posiciones que iban ganando
adeptos entre diferentes sectores de la sociedad ante los padecimientos pro­
vocados por ía guerra. Pero, por otro lado, y esto era aun más grave, la re­
volución triunfante se transformó en una esperanza para todos aquellos qxie.
se sentían “incómodos" con ía inserción de los partidos socialistas y de. las
organizaciones sindicales dentro del sistema capitalista. La idea de que una
revolución social era posible en Occidente ocupó un lugar preponderante en
eí clima social y político de la inmediata posguerra.
7
heassasEsa

LOS PñOSl€M fiS D€ LA


D€CflDR D € l '20

La evaluación de lo ocurrido en los años ’20 está influenciada de manera


muy significativa por la depresión que se abatió sobre el mundo en la década
siguiente. P o r lo tanto, quienes proceden a estudiar este período muy difí­
cilmente resisten a la tentación de indagar los problemas subyacentes que
pueden contribuir a la comprensión de los acontecimientos posteriores.
intentando tomar distancia de esa postura, estos años están caracteri­
zados por una profunda contradicción entre la realidad de unos profundos
cambios económ icos y sociales, en germen desde antes de ía guerra, pero
activados por el conflicto, y la insistencia de los gobernantes de los princi­
pales países europeos en retornar al mundo destruido por el atentado de Sa­
rajevo, desconociendo las dimensiones de la nueva realidad.
Esta contradicción im pidió la consolidación de un nuevo modelo de
desarrollo del capitalismo y condujo a errores funestos, como el de suponer
que la expansión que se inició en 1925 constituía el comienzo de un perío­
do de prosperidad indefinida.
Por su parte, es preciso llamar la atención sobre las dificultades que
im plicó para la estabilización económ ica la manera en que se resolvió la
cuestión de la guerra. Las disposiciones emergentes del Tratado de Versa-
lies y sus complementarios, especialmente la cuestión de las reparaciones
—que afectó a Alemania— , y el rediseño del mapa de Europa intentando res­
ponder a las demandas del nacionalismo generaron tensiones y problemas
que complicaron las relaciones internacionales e impidieron el restableci­
miento pleno del com ercio internacional líbre.
294 HÍSTOñlA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

9,1. LAS CONSECUENCIAS ECONOMICAS DE LA


GUERRA
9,1,1. LAS PERDIDAS DE LA GUERRA

En noviembre de 1918 se produjo la rendición de Alemania, y el enfren­


tamiento que hundió a Europa en una barbarie nunca vista antes quedó
atrás. El alivio que significó para todos el retorno de la paz fue acompaña­
do por la toma de conciencia respecto de ios niveles de declinación demo­
gráfica y de destrucción material a los que había conducido la prolongación
del conflicto, La sangría poblacional que experimentó Europa ha sido obje­
to de cálculos que permiten disponer de un orden de magnitud que nos
ubique en el teína. Salvo indicación en contrario, se seguirá aquí la exposi­
ción de A ldcroft (’), que recoge las estimaciones más fiables.
En primer término, hay que enfatizar que las pérdidas totales provoca­
das por la guerra fueron muy superiores a las bajas militares. Sobre éstas
se dispone de una aproximación bastante aceptada; de los más de 60 millo­
nes de hombres movilizados en Europa, perdieron la vida alrededor de 6,5
millones, excluyendo de esta estimación a Rusia, cuyos datos son poco con­
fiables. La cifra indicada equivale a menos deí 2 % de la población europea,
y a alrededor del 8 % de todos los trabajadores. Además, encubre datos de
mayor relevancia económica. Por ejemplo; el 63 % de los muertos en Alema­
nia tenían entre 20 y 30 años. Por otra parte, no se hace referencia a los
varones incapacitados total o parcialmente para trabajar a causa de alguna
herida sufrida en el conflicto.
Las bajas civiles se infieren de comparar la mortandad real con la que
habría podido esperarse en época de paz. incluyen ias muertes causadas por
el conflicto y las provocadas por ias enfermedades, el hambre y las carencias
propias de ia guerra. En conjunto, Europa {nuevamente excluyendo a Rusia)
perdió más de 5 millones de hombres. Por último, se ha calculado que el
déficit de nacimientos provocado por 5a movilización militar parece superar
ligeramente el número total de bajas.
Por lo tanto, ¡as pérdidas totales sumadas llegan aproximadamente a 22,
millones de personas, el: 7 % de, ia población antes de la guerra y ia io !:; Mad
dei-incremento natura i ttmn: 1314 y 1919. Es decir que, cu 1920, fruropa
contaba aproximadamente con ei mismo número de habitantes que seis años
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL ‘2 0 295

antes. Las mayores pérdidas en términos absolutos fueron las de Alemania


y Austria-Hungria con más de 5 m illones cada uno, pero en términos rela­
tivos fueron dramáticos los porcentajes de Servia y Montenegro {ver cua-
dro 1 ).

Países Déficit total de Porcentaje respecto de f


población (miies) ia situación de preguerra |
Francia 3.074 7,7 j
Gran Bretaña 1.788 3,9 f
¡tafia 2.735 7,6 1
Alemania 5.436 8,0 I
Austria-Hungria 5.063 9,5 ¡
Servia y Montenegro 1.064 31,3 I
Rumania 1.088 ¡4,0 ¡
Fuente: e la b o r a c ió n p r o p i a a p a r t ir d e N o t e s t e in , F. W . y o tro s , The fuiure populaiion of I
Europa and the Union Soviet, c it . p o r A i o c r o f t (1985). f

Cuadro 1, Déficit dem ográficos resultantes de la guerra 1914-1918.

Los elementos estadísticos disponibles, correspondientes a Rusia, pre­


sentan notables divergencias, pero existe unanimidad respecto a que entre
el período de participación en la guerra europea y la posterior guerra civil
(1918-1920), dicho país superó la cantidad de muertos que hubo en el res­
to de Europa.
Es discutible el efecto económ ico de esta declinación demográfica: si
bien se perdió un porcentaje significativo de hombres en lo mejor de su ca­
pacidad laboral e intelectual, también es preciso tener en cuenta que la in­
mediata posguerra se caracterizó por una elevada desocupación, situa­
ción que se hubiera tornado explosiva sin las bajas ocasionadas por la con­
tienda.
En cuanto a la devastación material, Francia y Bélgica fueron los países
más afectados; 17.000 millones de dólares de un total de 29.960 millones en
pérdida de propiedades (aJ- Las cosechas perdidas, los rebaños diezmados,
gran parte del material ferroviario inservible, puentes y caminos destruidos,
fábricas imposibilitadas de continuar produciendo; las imágenes del fin de
la guerra hacían suponer ia llegada de largos años de difícil recuperación.
Esta suposición no se cumplió: en algunos aspectos, ía recuperación fue
asombrosamente rápida, pero existían otros problemas eue impidieron que
la situación económica y social se estabilizase con celeridad.

{2¡- A j.n cM O fT Í 1 9 8 5 ] .
296 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERA!

9,1,2. L A D E C L I N A C I O N E C O N O M I C A E U R O P E A

La situación relativa de Europa en el terreno económico experimentó mv


sensible deterioro como consecuencia de la guerra. Las cifras son elocuen.
tes al respecto: el porcentaje de su participación en la producción muudia>
cayó del 43 al 34 % entre 1913 y 1923, mientras que para el comercio la
declinación fue del 59 al 50 %.
Los beneficiarios de este cambio fueron los Estados Unidos y Japón para
el caso de los productos manufacturados, y América Latina y los dominios
británicos como fuente de aprovisionamiento de materias primas. Sin dudá,
la modificación más significativa verificada en cuanto al futuro inmediato fue
la emergencia de los Estados Unidos como principal potencia financiera. En ■
efecto, además de poseer las mayores reservas de oro, había pasado a ser si
más importante acreedor mundial, tal como se ha visto en el capítulo ante-v
rior. Ello implicaba asumir un papel activo en sus relaciones con el exterior,
circunstancia que para el país era absolutamente inédita. Una de las primer
ras decisiones adoptadas por el Congreso de los Estados Unidos mostró qué-:
continuaba teniendo peso la postura aislacionista que marcó el rumbo dela:;
política exterior del país en el siglo XIX y que, por lo tanto, no iba a desem­
peñar el papel que ia coyuntura mundial le tenía reservado. Luego de que ei
presidente W ii.son participara de manera activa en las conversaciones de paz
en París, los congresales se negaron a ratificar el Tratado de Versalles.
Esta decisión contribuyó, asimismo, a quitarle fuerza a la ambiciosa idea,;
de Wh.son' de crear una institución supranacionai destinada a promover ia
cooperación internacional, que se concretó en enero de 1920 con la funda-: :
ción de la Sociedad de las Naciones, con sede en Ginebra. Constituido ini- y
cialmenrc por las potencias que triunfaron en la guerra, a las que se sumá-.;
ron trece países neutrales invitados, el organismo se vio limitado en sus-y
posibilidades por el hecho de que el país promotor —y el único en condicio­
nes de otorgarles fuerza real a sus decisiones— se retiró del mismo con}o
resultado inevitable dei rumbo tomado por su Poder Legislativo.

9,1,3- K L N U E V O M A P A D E E U R O P A

Los principales factores que obstaculizaron ia reincorporación de Euro­


pa en la economía internacional fueron las consecuencias que emergieron :
ele los tratados de paz firmados en Francia en 1919 y las respuestas que
provocaron.
cAp_ g — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 297

Los gobernantes de las potencias vencedoras, rexmidos en Versalles,


mayor remodelación que experimentó l a geografía política de
c o n c r e ta r o n la
Europa en toda su historia, La misma fue resultado de algunos de los obje­
t i v o s que habían sido planteados: la búsqueda de seguridad para evitar un
nuevo conflicto, una sanción severa para Alemania y sus aliados, y el respeto
a las nacionalidades, postura sostenida con ahínco por el presidente de los
: Estados Unidos (3).
Las modificaciones más significativas tuvieron lugar en Europa central
y oriental, a partir de la desaparición de los imperios austrohúngaro y tur­
co, y de la pérdida de territorios por parte de Alemania y Rusia. El resulta­
do fue el surgimiento de nueve Estados: Polonia, Finlandia, Estonia, Litua-
: Letonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Austria y Hungría, circunstancia
que implicó modificaciones territoriales en todos los países, con excepción
de Suecia, Noruega, Holanda, Luxemburgo. Suiza y España.
El proceso de organización de estos nuevos Estados dio lugar a enormes
problemas de todo tipo, como los provocados por los litigios fronterizos y las
cuestiones de carácter ctnico. La idea de Witsorí de trazar un mapa de Europa
■que respetara las variadas nacionalidades existentes, sobre todo, en los
imperios derrotados, devino, en la práctica, en el surgimiento de una serie
,‘áe Estados que albergaban una heterogénea combinación de grupos étnicos
i distintos, acompañada de un nacionalismo agresivo y militante.

No obstante, las consecuencias económicas y políticas de las m odifica­


ciones territoriales fueron mucho más graves, hasta el punto de hablarse de
!una desintegración económica de Europa y de una desaparición de los an­
tiguos equilibrios de j^oder. En particular, el hundimiento del imperio Aus-
'.iroiuíngaro tuvo consecuencias de enorme gravedad para el futuro. En su
Uugar surgieron Estados que, con la excepción de Checoslovaquia, eran ín-
viables económicamente — por lo menos en el corto plazo— e incapaces de
estabilizar eí escenario político de la región. Las fronteras se trazaron pres­
tando nula atención a los factores económicos, surgiendo espacios desarti­
culados en lo que antes era ei "mercado común" imperial. Regiones especia­
lizadas en la producción de alimentos vinieron a quedar al otro lado de la
frontera de las zonas que les proveían de artículos industríales.
Estos Estados de reciente creación se vieron, además, enfrentados al de­
safío de montar sus aparatos administrativos en un contexto dominado por
ias secuelas de la guerra, por ia penuria de recursos —no hubo inicial men­
te intentos importantes de montar una acción de ayuda sostenida por par­
te de. los vencedores en la guerra— y por la débil capacidad exportadora de
su aparato productivo. La financiación inflacionaria, la devaluación moneta­
ria y los controles del comercio exterior fueron los mecanismos utilizados
para enfrentar la difícil situación.

Í3j L o s 14 p u n t o s d e i p r e s i d e n t e W ilson e s tá n t r a n s c r ip t o s en S aboreo (1 9 93 )


298 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La industrialización aparecía como la solución a largo plazo, 7 de hecho


se concretó una sustitución de importaciones a gran escala, pero el esfuerzo:
no alcanzó para montar una industria competitiva; todavía en 1925 ia pro­
ducción industrial estaba por debajo de los niveles de preguerra (salvo en
Checoslovaquia).
Por otra parte, se encararon procesos de reforma agraria, que respondie­
ron a una fuerte demanda social, pero sus resultados fueron mediocres en
la mayor parte de los casos, debido a la insuficiente capacidad de ahorro de
los nuevos propietarios y a las dificultades para acceder al crédito.
En algunos países —Polonia, Austria y Hungría'—, el descontrol financie­
ro condujo al estallido de fenómenos hiperinüacionaríos {“). La superación,
de los mismos se realizó sobre la base de una dura estabilización interior,
que incluía una profunda reforma fiscal y el establecimiento de una nueva
unidad monetaria, sostenida por préstamos internacionales, aportados en
una primera etapa por la Sociedad de las Naciones y a partir de mediados de
la década por los Estados Unidos.
En cuanto a la situación política, el vacío surgido en Europa central se
transformó en un elemento crucial de la política exterior en los años siguien­
tes. Alguna potencia iba a terminar ejerciendo el control de ia región, y los
acontecimientos de la década del ’20 —incluyendo los errores y la inacción
de Francia y Gran Bretaña— determinaron que esa potencia fuera Alemania.

9,1,4. E L T R A T A M IE N T O D A D O A A L E M A N I A

C lemknceau , L í.oi' d G üorob y W ílsok, los líderes políticos reunidos en Ver*


salles, coincidían, con énfasis diferente, en que había que castigar a Alema-
nía, el "responsable” de haber desencadenado la guerra. Las sanciones fue­
ron:
--- P é rd id a s territoria les.

— E n tre g a de activos.

— Establecimiento de un sistema de seguridad que incluía la desmili­


tarización y la ocupación de zonas clave de Alemania.
Pago de reparaciones por ios daños causados en la-guerra.
El problema de las reparaciones fue una de las cuestiones cruciales de
la década, ya que afectó el desarrollo de la política internacional. La inicia­
tiva francesa en este tema durante las negociaciones realizadas en París cul-

{41 E u e l c u r s o d e l pr o c e s o , lo s p r c c i o s a u m c n i ü f f í u ^ ^ . O O O v e c e s e n A u s t r i a ,
ü 3 . 0 0 0 v e c e s e n H u agria y 2.5 tontones, ue v e c e s en P o i o n i a .
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 299
minó con éxito, exigiéndose pagos a los países vencidos, cuyo monto mayor
correspondía a Alemania. Hasta tal punto fue discutida la situación que la
cifra final que debía abonar este país recién se estableció en un acuerdo al­
canzado en 1921, luego de que se creara una Comisión de Reparaciones para
estudiar la cuestión. El monto total establecido por la misma fue de 132 mil
millones de marcos oro (aproximadamente 33 mil millones de dólares), una
cantidad considerada excesiva para la mayor parte de ios expertos, que ade­
más estaba sujeta a un plan de pagos muy estricto, el que fue puesto en
práctica de manera inmediata.
Eí impacto de las reparaciones, junto al resto de las sanciones, que in­
cluía la entrega de alrededor del 10 % del territorio continental — además de
todas las colonias ultramarinas— , la cesión a los aliados de casi toda la fiota
mercante y otras disposiciones de menor importancia, sirvió para asentar en
el conjunto del pueblo alemán un fuerte resentimiento contra los vencedo­
res, componente significativo del clima político de los años siguientes, es­
pecialmente si se tiene en cuenta que, pese a todo, Alemania continuaba
siendo una gran potencia.

9S2, LAS D IFICU LTAD E S DE L A IN M E D IA T A


PO SG UERRA

9,2,1, E L 'A B A N D O N O D E L P A T R O N - O R O D U R A N T E L A
G U E R R A Y S U S R E P E R C U S IO N E S

Ai producirse el estallido de la guerra en 1914, los diferentes gobiernos


europeos suspendieron, por medio de distintas disposiciones, la vigencia del.
patrón-oro. Básicamente, se trató de prohibir la líbre convertibilidad de las
monedas a efectos de tener controladas las reservas de oro. Una acción de.
este tipo permitía mantener la confianza en la moneda nacional y asegura­
ba eventuales pagos por gastos excepcionales que pudiera exigir ia guerra.
Con estas medidas, ios beligerantes pudieron sostener sus monedas, pero
a medida que se extendía la contienda las dificultades se fueron incremen­
tando, ya que el aumento de las importaciones exigía la liquidación de ¡os
capitales y créditos.disponibles en ei exterior, y'si estos recursos se. mos­
traban insuficientes, debía apelarse al envío de las reservas.
La ayuda de los Estados Unidos y su posterior entrada en la guerra deí
lado de la Entente resolvieron para éstos el problema de la salida de oro,
300 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

manteniéndose la solidez exterior de sus monedas, si bien al costo de un


creciente endeudamiento respecto de su aliado principal (5).
El caso de Alemania fue totalmente diferente, ya que se encontraba en
una situación desfavorable por varias razones: su com ercio consistía en
forma mayoritaria en intercambios con los países que fueron sus enemigos;
tenía un escaso volumen de inversiones en naciones neutrales y, además,
como ya se ha indicado, encontraba bloqueado el acceso a los créditos ex­
teriores. El resultado inevitable fue un hundimiento de sus reservas y, a
pesar de todos los controles, una fuerte depreciación del marco. El cuadro
2 ilustra respecto de la situación de los cuatro países principales involucra­
dos en la guerra al producirse la finalización de la misma.

Años
1913 1919 [
P a íses

E stad os Unidos 100


1 4 3
| Gran Bretaña 100 7 5 |
1 Francia 100
90 i
| Alem ania 100 16 f

F u en te : elaboración propia a partir d e A k e rm a n (1 9 66 ).

Cuadro 2. Reservas de oro monetario (1913 ~ 100).

0,2,2. E L R E T O R N O Á L A P A Z (1919-1920)

Los meses posteriores aí i'ín de las hostilidades estuvieron caracteriza­


dos por tres fenómenos estrechamente vinculados: un boom espectacular (y
corto), acompañado de una generalizada aceleración de la inflación y un
derrumbe de la mayor parte de las monedas europeas.
La explosiva expansión económica estaba relacionada con ias repercu­
siones de la guerra. La demanda retenida durante el conflicto se liberó en los
meses siguientes, presionando sobre una estructura productiva que recién
iniciaba su recuperación, circunstancias a ias que se sumaban las dificulta­
des de transporte, tanto a nivel interno como en el ámbito internacional.
Con todo, esta situación fue a su vez agravada por las políticas guberna­
mentales, que procedieron a desmontar rápidamente los controles instaura­
dos durante el período bélico, adoptaron medidas fiscales y crediticias ex­
pansivas, y en algunos países intentaron financiar con emisión'monetaria la
costos# recoxistrucción.

(5) L a s i t u a c i ó n d e l o s E s t a d o s U n i d o s en el m e r c a d o f i n a n c i e r o in t e r n a c i o n a l s t
r e v i r t i ó c o m o c o n s e c u e n c i a cíe la g u e r r a : d e d e u d o r p a s ó a s e r a c r e e d o r d e l o s p a í s e s
d e la E n t e n t e .
CAP. 9 ~ LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 301

El resultado fue una subida de los precios que alcanzó niveles preocu­
pantes (cuadro 3).

Años
1918 1919 1920
P aíses

E stados Unidos 100 106 116


Gran Bretaña 100 110 153
Francia 100 105 150
Aiem ania 100 191 684

Fuente: elaboración propia a partir de M o r u lla (1984).

Cuadro 3. Precios m ayoristas (1918 ~ 100).

En el curso deí proceso que se está describiendo — tal vez sea más pre­
ciso decir que como consecuencia lógica del m ism o— se produjo ía depre­
ciación de las principales monedas frente al dólar, a tono con la nueva reali­
dad que planteaba el escenario de la posguerra, poniendo en primer piano
los problemas que durante la contienda se había intentado cubrir a través de
distintos mecanismos intervencionistas y por medio de acuerdos entre los
gobiernos aliados. El cuadro 4 muestra la depreciación experimentada por
las monedas europeas más importantes frente al dólar.

Años
1913 1919 1920 |
Países f
rc
Francia (franco) 100 140 276 I
Gran Bretaña (itbra estedína)
Alem ania (marco)
100
100
110
561
132
1.386
I
j

Fuente: elaboración propia a partir de L fs o u r o (1980)

Cuadro 4. Cotización media anuaí en dólares (1913 - 100).

El resultado inmediato de un “ retorno a la paz” tan heterodoxo fue. iui-


cialmente. ei mantenimiento de altos niveles de prodtieción y la aparición de
una amplia oferta de empleo para los soldados que retornaban a la vida ci­
vil. Estos logros, valorados como fundamentales en un contexto de inesta­
bilidad social y política, ocultaron durante un tiempo ei hecho de que en
esas condiciones era im posible restablecer ei com ercio internacional de
manera duradera, dado que se reforzaron los mecanismos proteccionistas
destinados a mantener 3a actividad interior. Por otra parte, los vaivenes pro­
ducidos en los mercados cambíanos desviaban hacia opciones especulativas
los capitales invertidos en condiciones normales en la proflucción.
302 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

9,3. CRISIS DE RECONVERSION (1921-1924)


9,3,1- L A CR ISIS DE 1921

Entre 1920 y 1921, la expansión económica se frenó de modo brusco.


Los indicadores disponibles muestran que los precios se desplomaron y ios
valores del producto bruto interno (cuadros 5 y 6 ) descendieron de manera
acusada en la mayor parte del mundo; la excepción fueron países, como Ale­
mania, Checoslovaquia y Polonia, que al haber depreciado tanto sus monedas,
pudieron incrementar ia producción sobre la base de las exportaciones.

Años
1920 1921 1922 1923
Países

Estados Unidos 100 65 66 68


Francia 100 67 64 82
Gran Bretaña 100 39 45 45
Alemania 100 128 2.294 1,78 x 109 ;

Fuente: elaboración propia a partir de M o r i l l a (1984).

Cuadro 5. Indice de precios mayoristas (1920 = 100).

S Años
1920 1921 1922 1923
| Países

l Estados Unidos j 100 96 | 103 116


| Francia 100 96 113 119

I
f Gran Bretaña 100 92 ! 96 100
Aíemania 100 111 121 100
i
Fuente: elaboración p-opia a partir de Madosson (1991).

Cuadro 6. In d ice d e i p ro d u c to bruto in te r n o (1 9 2 0 = 100).

Existe una prolongada controversia entre los expertos respecto de ias


causas de esta crisis, que para algunos países fue más dura (aunque, por
cierto, mucho más breve) que la que se produjo en los años ’30. Quienes
enfocan el tema desde ei punto de vista de la demanda, sostienen que los
desfases existentes entre precios en rápido ascenso y salarios que no acom­
pañaron esta subida condujeron ai fin de la expansión, circunstancia a la
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 303
se sumaron dificultades en la oferta de bienes industriales, producto de
..q u e
dificultades en el aprovisionamiento de materias primas (6).
Pero hay un número importante de econom istas de diferentes corrien-
;tes que otorgan una responsabilidad crucial a las políticas estatales — es­
pecialm ente, en los Estados Unidos y Gran Bretaña— en el freno de la ex­
pansión (7). En este sentido, la gestión de la administración norteamerica­
na, basada en la restricción monetaria y el incremento de las tasas de inte­
rés, es tratada con dureza, dada la importancia que había adquirido el país
durante la guerra. Al encarecer el crédito, se redujo la demanda interior y
también la de productos extranjeros; las exportaciones estadounidenses de­
bieron entonces ser pagadas en oro, al punto que 1921 fue el año de mayor
entrada neta de ese metal hasta 1933, cuando se produjo la devaluación del
dolar (s).
Es muy probable que ambas explicaciones tengan su fundamento; lo
cierto es que había razones muy fuertes por parte de los gobiernos para fre-
mar la estampida inflacionaria: al persistir en las autoridades económicas los
hábitos y la mentalidad de preguerra, las nuevas prácticas eran vistas como
un recurso excepcional, de corta duración. Había que controlar los precios,
sanear las finanzas públicas, volver a los presupuestos equilibrados, liqui­
dar las restricciones comerciales; sólo así se podría restaurar el viejo orden,
cuya manifestación más visible y apreciada era el patrón-oro.
El fin del boom fue doloroso: mostró que la recuperación no era cues­
tión de unos pocos meses; el retorno de la desocupación — en Gran Breta­
ña pasó del 2 % a casi el 12 % en un año (9)— actualizó los temores de ios
gobernantes respecto del surgimiento de tensiones sociales incontrolables.
Estos eran exagerados para el occidente europeo, pero tenían un sólido fun­
damento en situaciones como las de-los nuevos países de Europa del Este,
y en los problemas experimentados por la derrotada Alemania. De allí que se
ímpíementaran medidas destinadas a restablecer 1a estabilidad monetaria en
esa región, intentando a la vez encontrar una salida al problema de las re­
paraciones.

9.3.2. ALEMANIA: EL CAMINO A LA HIPIiRl.NFLACl.ON

La hiperinilación alemana de 1923 se ha constituido en uno de los temas


más estudiados de la historia económica del siglo XX, 3- exisren razones para-
eüo. Ai enlarda era la primera potencia industrial del continente al estallar la

(6j Esra ss ia e x p lic a c ió n de (13 7 0 ).


( 7 } A s,o í ;r o ¡-t ( 1 9 8 5 ) .

ÍS) A lo cr ok í ' (1 93 5¡ .

i'ü) (1991).
304 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

guerra, y la derrota, si bien tuvo consecuencias inmediatas muy negativas


— tal cual se ha visto— no afectó seriamente su aparato productivo. Sin em­
bargo, el fin de la contienda trajo aparejado un cambio de régimen y una si-'
tuac.íón social explosiva en el interior (10). Los países vencedores, por su
parte, con su actitud en Versalies contribuyeron de manera significativa'
agravar la coyuntura con su intento de “castigar” a Alemania en lo inmedia-;
to, bloqueando, además, su futuro desarrollo (1E).
Por si lo dicho no fuera suficiente, la República de Weimar terminó su
existencia en 1933 destruida por un líder uitranacionalísta, A d o l f o H í t l e r ,
entre cuyos seguidores estaban, sin duda alguna, muchos de los arruinados
por la hiperinflación de diez años atrás. De allí que la revisión de lo ocurrido
en Alemania en el ámbito económ ico entre 19X9 y 1923 constituye una ope­
ración obligada para comprender el mundo de entreguerras.
Los gobernantes que asumieron la responsabilidad de sacar a una Ale­
mania derrotada del caos social y económ ico no captaron la real dimensión
de los problemas. Como consecuencia de esta visión relativamente optimis­
ta, supusieron que era posible encarar la reconstrucción sin realizar ajus­
tes de fondo, que agravarían aun más la situación de una sociedad golpea­
da por un desenlace militar inesperado — el alto mando alemán ocultó has­
ta último momento la verdadera situación del ejército— y por las exigencias
de los vencedores, que tuvieron un serio impacto económico (y psicológico)
sobre ei país.
Por lo tanto, el intento de sanear las finanzas sin modificar el sistema
impositivo, en un momento en que el gasto público aumentaba como conse­
cuencia de la deuda bélica interna, las pensiones a veteranos, viudas y huér­
fanos y las exigencias mismas de la reconstrucción, dio como resultado un
fuerte déficit estatal, que se transformó en un relevante factor inflacionario/
Por su parte, el deterioro de ía balanza de pagos, ocasionado por la necesi­
dad de importaciones esenciales y por las reparaciones, depreció el marco,
con un impacto inmediato sobre el costo de la vida
E1 resultado fue un acelerado proceso inflacionario, acompañado hasta
1922 de un fuerte incremento de la producción, que permitió mantener el
pleno empleo y responder positivamente a las demandas salariales de los
sindicatos. Por esta razón, rio hubo reacciones visibles en contra de! alza del
costo de 1a vida; los beneficiarios eran más (y más influyentes en términos
sociales) que ios perjudicados.

( 1 0 ) L o s ava t a r e s d e la R e p ú b l i c a d e W e i m a r p u e d e n e s t u d i a r s e e n Dmz Espinosa (19 96 ).

(11 ) M o o rr {1 9 9 4 ). p o r e! c o n t r a r i o , a r g u m e n t a q u e A l e m a n i a fue tra tad a c o n m a g ­


n a n i m i d a d p o r Jos a l i a d o s e n V e r s a l i e s .

( 1 2 ) L a s d o s p o s i c i o n e s — la q u e a t r i b u y e l a h i p e r i n f l a c i ó n al d é f i c i t p r e s u p u e s ­
t a r i o y ia q u e la v i n c u l a al d é f i c i t d e ia b a l a n z a d e p a g o s — e s t á n e x p l i c a d a s e n d e t a ­
l l e e n KiNm.KBERGEft. ( 1 9 8 8 ) .
CAp g __ LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 305

La situación se agravó a raíz de las im plicancias de las reparaciones


sobre la vida económica del país (n); hacia fines de 1922, los franceses de­
clararon que los alemanes no habían cumplido sus comprom isos y arrastra­
ron a los aliados a impulsar una ocupación de la región minera del Ruhr, la
que se efectivízó en enero de 1923. La reacción del gobierno alemán fue la
llamada ‘'resistencia pasiva” , que consistió en la financiación gubernamen­
tal de la no cooperación de los habitantes de la región ocupada. La combi­
nación de este gasto adicional, con el perjuicio que implicaba no poder dis­
poner de la principal fuente de materias ¡grimas del país, condujo al estalli­
do hiperinflacionario. El gobierno perdió por completo el control del país en
setiembre de 1923.
Para tener una idea de las dimensiones del proceso que se vivió en esos
años, eí cuadro 7 muestra la depreciación que experimentó la moneda ale­
mana a partir de principios de 1922, momento en que ya había perdido 45
veces su valor respecto del dólar.

P eríod o Indice de la tasa de ca m b io f


de! dólar n orteam erican o !

Enero 1922 1 °°
Julio 1922 278 |
Enero 1923 9.366 ¡
Julio 1923 184.716 i
Setiembre 1923 52.310.200
I Noviembre 1923 4.875.300.000.000 ¡
Fuente: elaboración propia a partir del Anuario estadístico
del Reich alemán, cit. por H a r o a c h (1985).

Cuadro 7. Depreciación del marco respecto del dólar, 1922-1923


( enero 1922 = 100).

La estabilización fue posible a partir de una salida diplomática, que se


basó en el fin de la ocupación del Ruhr y en la reformulación del pago de las
reparaciones, de manera de aliviar la carga para ios alemanes. El procedi­
miento consistió en la creación de una nueva moneda (que finalm ente se
denominó "Reichm ark"), valoi'ada en un billón de marcos antiguos, cuyo
respaldo era un préstamo interno basado en activos reales, afirmándose su
estabilidad en el compromiso del Estado de no emitir más de 2.400 millones
cíe la unidad monetaria puesta en vigencia. El impacto psicológico positivo
que generó la aparición de 3a nueva moneda aseguró el éxito de la operación.

(1.3) U n a v i s i ó n d e t a l l a d a d e l p r o c e s o d e s c í e e í fi n d e l a g u e r r a l i a s t a la e s t a b i l i z a ­
c i ó n q u e s i g u i ó ai e s t a l l i d o h i p e . r i n f i a c i o n a n o d e 1 9 2 3 p u e d e e n c o n t r a r s e e n F c r g u s -
son ( I 9 S 4 ) .
306 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Pocos meses más tarde se puso en marcha ei llamado “Plan Dawes” , que
no sólo otorgó facilidades para afrontar los pagos, sino que dejaba sentado
que era condición inexcusable impulsar el desarrollo económico alemán para
resolver el problema de forma definitiva. La aportación de capitales norte-;
americanos completó el proceso que permitió superar el problema.
Las repercusiones sociales de la hiperinflación fueron profundas y se
extendieron mucho más allá del acontecimiento mismo. Las clases medias!
que dependían de rentas fijas se arruinaron; ei desempleo creció acelerada­
mente como consecuencia de la parálisis económica; la especulación con­
dujo a que se amasaran fortunas incalculables comprando empresas a pre­
cios irrisorios, utilizando monedas fuertes depositadas en el extranjero (u).
La hiperinflación destrozó el ordenamiento social y ia prosperidad anterior,
pero también destruyó la moral y los principios éticos, socavando los cimien­
tos sobre los que se asentaba la sociedad germana. Para buena parte de los
alemanes, democracia y república quedaron indisolublemente asociados a-
desorden financiero, político y social, y convirtieron en preferible cualquier
alternativa antes que el retorno al caos.

9,4. N O R M A LIZA C IO N Y CRECIMIENTO (1925-1829)

Hacia 1925 quedaron superados, por lo menos en la superficie, los pro­


blemas producidos por la guerra. Estabilizada la situación en los principa­
les países occidentales, controlada la hiperinflación alemana, afianzada la ;
supremacía mundial de los Estados Unidos, parecían estar dadas las condi­
ciones para retornar al escenario económico de preguerra, simbolizado en
buena medida por el sistema de patrón-oro. Sin embargo, los caminos que
condujeron a la "normalidad” mostraron, para quien quisiera verio, que eí
sia iu quo anterior a 1914 no podía reconstruirse.
Uno de los procesos irreversibles fue eí de los cambios producidos en la
estructura industrial, resultado de la aplicación a amplios sectores de la
actividad de ias innovaciones tecnológicas características de ía llamada ''.se­
gunda revolución industrial", acelerada por las necesidades emergentes de
la guerra. Las grandes industrias desarrollaron nuevos métodos de produc­
ción, incorporándose de manera definitiva ideas como la de incremen Lo dé­
la productividad —relación entre la producción obtenida y las cantidades de
cada factor utilizadas para conseguirla— . y la de racionalización —estudio

(1 4) Exist-e ; u i :í in te rp re ta c ió n bastan te ge ne r a’ ( pero caren te de p ru eb a s) qu e


a tiib u y ;: id gra u e ;;;p r e s a n a d o a lem á n el forné;^;o Se la -iiip e fin fla c ió n p ara sti p ro p io
b e n e fic io , e.ri la u to re d u jo a la n ad a su s d eu das.
CAP. 9 - LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 307

exhaustivo de los factores de espacio y tiempo concurrentes en la realización


¿le una tarea—. El resultado fue una disminución de los costos, que permi­
tió poner muchos de los nuevos artículos al alcance de vastos sectores de
la sociedad.
Los aspectos más destacados de la expansión industrial de la década
están asociados al automóvil, la aviación, el nacimiento de la radio y la apa­
rición de nuevos materiales como las fibras sintéticas.

9,4,1. EL RESTABLECIMIENTO DEL PATRON-ORO

Una de las ideas más firmemente enraizadas en el pensamiento de las


autoridades económ icas de todos los países occidentales era que debían
arbitrarse todos los medios para poner otra vez en vigencia el patrón-oro. Las
dificultades que se sucedieron en ía posguerra fueron postergando la deci­
sión, pero la fe en el sistema se mantuvo inalterable, pese a los cambios que
se estaban produciendo en la economía mundial. Las fluctuaciones de pre­
cios verificadas en esos años plantearon la cuestión de la paridad adecua­
da para estabilizar cada moneda nacional en relación con el oro, pero no in­
trodujeron dudas con respecto al tema principal.
Ya en agosto de 1918, es decir, cuando la guerra aún no había finaliza­
do, el informe Cunliffe, solicitado por el gobierno británico, propuso algunos
ajustes respecto del sistema anterior, como consecuencia de la subida de los
precios y de la relativa escasez de oro, pero dio por sentado que el patrón-
oro iba a ser restaurado í15).
La Conferencia de Genova de 1922, convocada por los gobiernos de Fran­
cia y Gran Bretaña para buscar salidas a la depresión iniciada el año ante­
rior, tuvo también como objetivo planear el retorno al patrón-oro. De allí
surgió con fuerza una variante, el llamado "patrón de cam bios-oro” , que
proponía mantener reservas en divisas, corno complemento de las reservas
en eí metai precioso. Si bien el concepto era nuevo, ia realidad mostraba que.
de hecho, en los años anteriores a 1914, las libras esterlinas eran compu­
tadas de manera generalizada como reserva.
Más allá de la circunstancia que la Conferencia de Génova no dejó hue-
Has profundas en un mundo caracterizado por la inestabilidad, el patrón de
cambíos-oro fue k; que se impuso en la práctica, pero sus características cíe
funcionamiento fueron las mismas del sistema anterior, por lo'qu e no o-s

R e s u m e n d e i i n f o r m e e n K ínt-í'.s h k r í -.bk Í I S 8 S ) .
308 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

difícil coincidir con los especialistas cuando afirman que “ el patrón-oro de


entreguerras es ei patrón-oro” (l6).
Por lo tanto, la vida económica de los países en los años ’20 estuvo fuer­
temente afectada por la estabilización que requería la puesta en vigencia cieí
patrón-oro, y por las repercusiones del tipo de cambio adoptado sobre í^
actividad interior y sobre el com ercio internacional.

3,4,2. LA EVOLUCION DE LAS PRINCIPALES POTENCIAS


OCCIDENTALES

9,4,2,1* Los Estados Unidos

La situación hegemónica de los Estados Unidos implicó para el país la


tarea de participar como nunca antes en la vida económica internacional.
Por una parte, se trataba de tener que cumplir con el papel de abastece-
dor de capital para acelerar la reconstruccióia posbélica y estabilizar la situa­
ción monetaria de los países beligerantes. Por otra, era fundamental abrir su
enorme mercado interior a los productos europeos, para facilitar el relanza-
miento de la actividad económica en el continente que había experimenta­
do en mayor medida el castigo de la guerra.
El com portam iento del nuevo líder económ ico mundial fiie aceptable
hasta fines de la década, sí bien la política de la Reserva Federal en 1920,
aumentando las tasas de interés ante el peligro de un desborde inflaciona­
rio —lo que significó ia interrupción durante tres años de? flujo de capita­
les hacia el exterior— mostró que a la hora de tomar decisiones prevalecía
la preocupación por los problemas interiores. A su vez, la opción librecam­
bista fue abandonada en 1922 al implantarse ía llamada “ Tarifa Pordney-
McCumber"; la misma elevaba los derechos arancelarios norteamericanos
hasta el nivel más alto de la historia reciente del país.
Es objeto de discusión el punto relativo á las posibilidades que tenían
los productos europeos de colocar sus productos en el mercado norteame­
ricano, pero la decisión tomada no deja lugar a dudas respecto de la actitud
del gobierno frente a las dificultades económicas que se experimentaban cieí
otro lado del Atlántico.
La abundancia de recursos por parte de los Estados Unidos determinó
que tras la eliminación de algunas restricciones impuestas por la guerra, en
1919 se retornara a la vigencia del patrón-oro, circunstancia que al país no

(1 6 ) T kmin Í19SI3).
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 309
: je planteaba dificultad alguna. El dólar emergió del conflicto como la moneda
niás sólida, respaldada por unas reservas de oro que aumentaron más del
40 % entre 1913 y 1919, y que continuaron creciendo en los años siguien­
tes.
Sobre estas bases, la economía norteamericana experimentó una impor­
tante expansión durante la década, que se manifiesta (cuadro S) en un incre­
mento del producto bruto interno.

1920 | 1924 | 1925 1926 1929

100 | 120 | 123 131 142

F u e n t e : e la b o r a c ió n p r o p i a a partir d e M a d o is o n (1991).

C u a d ro 8. P r o d u c to b r u to in te r n o d e io s E s ta d o s U n id o s (1 9 2 0 = 100).

El crecimiento se apoj'ó en industrias “nuevas” , orientadas hacia la pro­


ducción de bienes de consumo durables. El liderazgo le correspondió a la
industria del automóvil; la producción se triplicó en los años ' 20 . hasta el
punto que a fines de la década había más de 26 millones de vehículos paten­
tados. El efecto multiplicador de esta actividad fue notable: a su compás se
expandió la producción de petróleo, acero, caucho, etc. Al aumentar la cir­
culación se debió encarar la construcción de nuevas carreteras, que favore­
cieron a su vez la urbanización de ios suburbios.
Junto con la industria auíomoví lis tica se desarrolló el sector de la electri­
cidad, que facilitó el lanzamiento al mercado de una variada gama de aparatos
domésticos: lavarropas, aspiradoras, heladeras y ei nuevo invento de la radio.
Por otra parte, esos’ años estuvieron dominados por el boom de la cons­
trucción. en una primera etapa orientada hacia las viviendas, y más tarde
volcada de manera preferente hacia la construcción fabril.
Varios son los factores que pueden destacarse en el proceso de creci­
miento de la economía norteamericana:
1. La introducción de nuevos métodos de producción, cuya manifestación
más conocida es la cadena de montaje, acompañada de la ya citada es­
tandarización de ios productos, la planificación del trabajo, la introduc­
ción de métodos que permitían ajustar los costos, etc. El resultado fue
un aumento de la productividad del trabajo —un promedio del 50 % a lo
largo de la década (,7|— que permitió el crecimiento simultáneo de los
beneficios empresariales y de ios salarios reales (ls).

I i 7) M ouilla ( 1 9 S 4 ) .

( 1 8 ) L o s s a l a r i o s r e a t e s c r e c i e r o n a p r o x i m a d a m e n t e e l 8 % e n e r e 1 9 2 5 y 19 29 . V e r
M o r illa (19S4).
310 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

2. El desarrollo de nuevas técnicas de venta, que incluían el otorga­


miento de préstamos para consumo, la venta a plazos, los sistemas
de grandes almacenes, los métodos agresivos de publicidad, etc. EL
objetivo era capturar la demanda interior que crecía como resultado
del aumento general de los ingresos. Se fue gestando así lo que lue­
go se denominaría “ sociedad de consumo de masas” .
Por supuesto que estos elem entos vinculados con la producción y la
com ercialización no eran accesibles a las empresas pequeñas y medianas,
por lo que la concentración empresarial fue un proceso que se consolidó de
manera irreversible.
No todos los sectores de la economía experimentaron esta dinámica de
crecimiento; la agricultura, “ Cenicienta” de la economía mundial durante la
década, se vio afectada por la caída de los precios en los mercados interna­
cionales, involucrando al 28 % de la población norteamericana, que sólo par­
ticipó marginalmente de la expansión general. Asimismo, ramas tradiciona­
les de la industria sufrieron un atraso relativo respecto de los productores
de bienes de equipo y de bienes de consumo. No obstante, los resultados
globales eran claramente positivos, hasta ei punto que muchos observado­
res optim istas sostuvieron que se había iniciado una era de prosperidad
permanente. Esta bonanza aseguró la hegemonía del partido Republicano a
lo largo de la década, a través de las sucesivas presidencias de W a r r e n H a ü -
d in g , C a l v in C o o l i d g e y H isrbert H o o v e r .

9,4,2,2. G r a n B r e t a ñ a

Antes de la guerra, si bien había declinarlo su liderazgo en el terreno


industria], Gran Bretaña era eí país más importante del mundo. Su posición
se basaba en la relevancia de algunas industrias fundamentales, como la
textil y de maquinarías, a las que se sumaba la explotación de carbón. So­
bre estas bases productivas, el país disponía de una fuerte capacidad expor­
tadora, reíorzaria por una presencia significativa de los capitales británicos
en el exterior. En particular, ios beneficios que producían los capitales ex-
.portados — ia llamada "balanza de invisibles'’— Se permitía importar enormes
cantidades de alimentos y materias primas de lodo el mundo. El cuadro 9
ilustra sobre el estado de la balanza de pagos en 1913.

Balanza Capitales Otros Oro y Saido de la


comercia! invisibles divisas balanza
-13t.6 -i-199,6 -r188,2 -11,9 4-224,3
Fuente: Lc5Gur-:o (1S8G).

C u a d r o 9. B a la n z ;? d e p a g o s d e G ra n B r e ta ñ a e n 1 9 1 3 ( rn iH o n e s .d e lib r a s ).
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 311

El impacto de la guerra fue muy fuerte en el terreno económ ico, y en


general fue desfavorable, en tanto que a los problemas propios del conflic­
to —dificultades en el comercio exterior, reconversión de sectores para abas­
tecer a la maquinaria bélica— se agregó el hecho de que se aceleraron cam­
bios que perjudicaban a las industrias tradicionales inglesas. La expansión
en la producción de petróleo, afectando a la minería del carbón, y el creci­
miento de la industria textil en países periféricos como Japón e India son
dos ejemplos de esas modificaciones perjudiciales.
Al retornar la paz, el pueblo inglés experimentó de manera simultánea
el agotamiento proveniente de un esfuerzo prolongado, con consecuencias
funestas para muchas familias — murió casi el 9 % de los varones entre 20
y 45 años— y las expectativas de un mundo mejor, resultado de la propagan­
da del gobierno, destinada a contrarrestar los efectos negativos de un con­
flicto tan prolongado.
El eslogan “ todo como siempre", que se había utilizado al comenzar la
contienda, pareció convertirse en realidad durante los primeros meses de la
posguerra. La reconstrucción se encaró rápidamente, y las industrias se
vieron superadas por una demanda que compraba todo a cualquier precio. La
escasa duración de esta euforia, que no fue más allá del segundo semestre
de 1920, no impidió que tuviera efectos duraderos, por lo menos, entre los
gobernantes. Los afirmó en la convicción de que había que volver lo más
pronto posible al mundo de preguerra, y en su mentalidad eso significaba
estabilidad de precios, liderazgo financiero de Londres y retorno al patrón-
oro.
Por lo tanto, la política económica estuvo determinada por esos objeti­
vos. La adopción de una política deflacionista a partir de 1920 contribuyó a
equilibrar las cuentas, pero ai costo de una caída de la actividad económ i­
ca —ver cuadro 6— y de un fuerte incremento de la desocupación ( Iy).
En esos años empezaron a concretarse las dificultades de las activida­
des de exportación. El país había perdido competitivídad y la salida imagina­
da por los empresarios de las industrias afectadas pasaba por el endureci­
miento de las condiciones laborales, postura que condujo en 1921 al esta­
llido de una huelga de los mineros del carbón.
Al mismo tiempo, comenzaron a detectarse indicios de una reconversión
industrial que tuvo algunos rasgos bien marcados: se produjo en industrias
nuevas — [a ya citada del automóvil— y sectores intensivos en mano de obra
—la construcción y la actividad eléctrica--, orientándose hacia ei mercado
interno, en lugar de continuar pensando en los tradicionales mercados ex­
teriores. Mientras tanto, hacia 1925 el gobierno entendió que había í i ogaño
el momento, de culminar la tarca esta'bilí'/.adora con ei restablecim iento dei
patrón-oro, lo que se concretó en marzo de 1925, al mismo tipo de cambio
que antes de la guerra (1 libra - 4,86 dólares).

{ I S j P a s ó ciel 1,9 % e n 1 9 2 0 «1 l í % e a 19 2:. Ver M a o ú is o n {199 1}.


312 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La elección realizada fue objeto de una controversia que se extendió


durante décadas. El primer m inistro C hürchiu . enfatizó que si la libra dejaba
de ser el patrón por ei que se regía todo el mundo, los negocios pasarían
a realizarse en dólares, y “ creo que esto sería una gran desgracia” (a0). Fren­
te a esta argum entación se alzaron quienes aseguraban que mantener el
m ism o tipo de cam bio de preguerra, d escon ocien d o las m odificaciones
experim entadas por ios precios interiores, implicaba sobrevaluar la libra
esterlina con negativas consecuencias para los productos exportables
De acuerdo con lo dicho, es razonable pensar que los problemas de las
industrias tradicionales británicas no se resolvían mejorando un 10 % el tipo
de cambio — en ese porcentaje se calculaba la so breva luación— , pero lo de­
cisivo fue que la decisión de restituir el oro a la antigua paridad marcó el
rumbo de la política económica en adelante. Elevadas tasas de interés, con -:
tinuidad de una presión descendente sobre los salarios, todo apuntó hacia
una línea deílacionista que agudizó las tensiones sociales en una coyuntu­
ra en la que los sindicatos disponían de una fuerza importante. Ei renova­
do intento de los propietarios mineros de reducir los jornales y aumentar las
horas laborables debido a la crisis del sector condujo a un enfrentamiento
que culminó en la primera huelga general de la historia británica. La misma
se prolongó durante nueve días desde el 4 de marzo de 1926, y su fracaso
—los mineros continuaron su huelga sectorial durante tres meses, hasta que
aceptaron las condiciones patronales— facilitó la introducción de nuevas
reducciones salariales.
El comportamiento global de la economía británica muestra que en la .
segunda mitad de la década persistió una situación de relativo estancamien­
to (cuadro 103, contrastando con lo que ocurría en el resto del mundo occi­
dental.

C u a d ro 10. P ro d u c to b r u to in te r n o d e G ran B re ta ñ a (1 9 2 5 = 100).

Las tensiones sociales que agitaron al país incrementaron la fuerza elec­


toral de los laboristas, que formaron parte de un corto gobierno de coalición
en 1924 y ganaron por primera vez las elecciones cinco años más tarde,
transformando el tradicional régimen bipartidista conservador-liberal.

(201 K inolehergkr (19 8S)-

{2 1 } Un t ip o d e c a m b i o s o b r e v a h ia íío . en el c o r t o p la z o , e n c a r e c e la s e x p o r t a c i o ­
n e s y abarata las im p o r t a c io n e s .
■CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 313

9,4,2,3. Francia

La política económica de Francia en los primeros años de la posguerra


estuvo marcada por la consigna que de manera imprudente lanzó uno de sus
ministros de Finanzas: “Alemania pagará” . Por lo tanto, hubo una generosa
aportación gubernamental que permitió que la reconstrucción se llevase a
cabo de manera acelerada, acompañada de un fuerte ritmo de incremento de
los precios. Las estadísticas conocidas avalan lo dicho, hasta el punto que
fue uno de los países donde más leve resultó el impacto de la crisis de 192i
(cuadro 6 ), aunque, como contrapartida, la deflación fue menos significati­
va, retornando en 1923 la dinámica inflacionaria (cuadro 5). En 1924, eí ín­
dice de precios mayoristas en Francia había casi duplicado el de Gran Bre­
taña y tos Estados Unidos, en relación con los correspondientes al fin de la
guerra (a¿).
Si bien existe alguna controversia respecto de las características del
desarrollo industrial en esos años —simple “restauración" para algunos ('¿3),
y modernización significativa para otros (24)— , lo cierto es que fue importan­
te, hasta el punto que puede sostenerse que la década del ’20 fue de pros­
peridad para el país, pese a que se redujo la participación del sector agrícola,
donde persistía la hegemonía de la pequeña explotación, escasamente mo­
dernizada.
Puntales de esa expansión fueron la industria automovilística, las refi­
nerías de petróleo, las centrales eléctricas y la industria química. Uno de los
elementos que más contribuyó en el corto plazo a la expansión descripta fue
la depreciación del franco, consecuencia lógica de un proceso de financia­
ción inflacionaria en el que falló el factor fundamental, esto es, la aportación
masiva de recursos por parte de Alemania.
En un sentido, la pérdida de valor de la moneda estimuló el crédito ba­
rato para el equipamiento industrial, empujó a las exportaciones e incremen­
tó las posibilidades de la industria turística. Las exportaciones, en particu­
lar, aumentaron un 56 % entre 1922 y 1926, favorecidas además por el he­
cho de que se trataba de productos de lujo, ubica bles en países de renta alta
y no sujetos a la competencia de industrias desarrolladas fuera de Europa,
como le ocurría a Gran Bretaña con los textiles hindúes y japoneses (si bien
la seda se vio afectada por la presencia creciente de las telas sintéticas).
La cara oscura del proceso de depreciación del franco fue la continua
especulación desencadenada a su alrededor, incrementada en 1924 por las

{ 2 2 ) M o r il l a ( 1 9 8 4 ) .

(231 F o hu ín ( 1 9 8 0 ) .

( 2 4 ) A ;. d c k ( ü- i ( 1 9 S 5 j
314 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

prevenciones que generó el triunfo de la izquierda en las elecciones de ese


año. La situación de inestabilidad monetaria se prolongó hasta 1926, cuando
el retorno al poder del '‘hombre fuerte" de la derecha, Raymond Pojncare, res­
tableció la confianza y permitió consolidar el franco a 120 por libra esterli­
na, la quinta parte del valor de preguerra. Esa estabilización "de hecho” se
transformó en oficial en junio de 1928 a 125,21 francos por libra, un Upo de
cambio que estaba en relación con los aumentos de precios verificados en
el interior y mantenía una situación favorable para la promoción de ias ex­
portaciones p5}. En el período comprendido entre ambos acontecimientos se
produjo una masiva repatriación de capitales franceses que esperaban apro­
vechar una eventual revaluación de la moneda. Esta circunstancia, sumada
a los saldos favorables de la balanza comercial, condujo a que, en los últi­
mos años de la década, Francia acumulara reservas en oro, que transforma­
ron a este país en el principal poseedor del mismo a nivel mundial, detrás
de los Estados Unidos.
Tomando distancia respecto de los avatares que se produjeron en la
política y la vida social francesa, que llevó a muchos contemporáneos a su­
poner que ei país no había entrado en un terreno de ‘'normalidad” tras la pro-
funda conmoción de la guerra, es preciso tener en cuenta que el producto
bruto interno aumentó ei 79 % entre 1919 y 1929. un crecimiento no alcan­
zado por país alguno de cierta importancia (2S).
Las miradas opuestas sobre un proceso en sí mismo contradictorio en­
cuentran un principio de explicación en el hecho de que la expansión eco­
nómica fue acompañada por una amplia redistribución que involucró a vas­
tos sectores de la población. Las pérdidas sufridas por los beneficiarios de
rentas e ingresos fijos, erosionados por la caída dei franco; el relativo estan­
camiento de la agricultura, que todavía en 1921 ocupaba el 41 % de ia fuer­
za de trabajo, y las luchas de los sectores asalariados por mantener sus
ingresos reales en un contexto inflacionario nunca antes vivido en eí país,
ayudan a comprender esa difundida sensación de inestabilidad, que contras- :
taba con los resultados globales de la economía, y con el hecho de que,
como ha mostrado Masísr. a fines de los años ’20 se había logrado reconstruir
un equiliíjrio conservador a partir de una aproximación corp ora tivista p7].

(2 !» } L o s p i e e i o s ai c o n s u m i d o r & m u e n .ü ir o n m a s d e 5 d d O % e n t r e i 9 1 4 y 192S . V e r
( 1 9 9 1 ! . L a s j n í i a 'c i o 'n c s i n g l e s a y n o r í - . a m e - r i n a n a e n ct m i s i n o p c W v. do f u e r o n
OCi u %.
¡ 2 6 } M a ojií son { 1 9 9 1 } .

¡ 2 7 } M ases [ 1 9 S S ) . E n e s t a o b r a m o d é l i c a , eí a u t o r f u n d a m e n t a e l c o n c e p t o d e
“ a p r o x i m a c i ó n c o r p o r a t i v a " s o s t e n i e n d o q u e "las p r i o r i d a d e s s o c i a l e s fu e r o n d e c id i­
d a s d e m a n e r a c r e c i e n t e n o p o r l a s e i i t e s t r a d i c i o n a l e s ni p o r la a g r e g a c i ó n tic l a s p r e ­
f e r e n c i a s d e v o t o " , s i n o p o r “ la n e g o c i a c i ó n c o r u U a n a e n t r e e i t r a b a j o o r g a n i z a d o y ios
d i f e r e n t e s i n t e r e s e s d e la i n d u s t r i a , ia a g r i e ; ; ! ' ; : ; y i o s p a r t i d o s ' ' .
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 315

9,4,2,4. Alemania e Italia

Superados los aspectos más negativos de la hiperinflación, la economía


retomó hacia 1925 el rumbo del crecimiento anterior a la guerra, si
a le m a n a
bien sustentado sobre nuevas bases. En el período comprendido entre ese
año y 1929, el PBÍ creció casi un 18 %, y el valor correspondiente a este
último año era de alrededor de un 21 % superior al de 1913 C28}. En cuanto a
la producción industrial, aumentó en porcentajes similares, cifra que contras­
ta con el incremento de las exportaciones, que fue del 40 % en la segunda
mitad de la década (29).
La presencia del capital norteamericano y el incremento de los procesos
de concentración y racionalización son los principales factores explicativos
de la nueva realidad alemana. El aporte de recursos por parte de los Estados
Unidos fue crucial para aliviar el peso de los pagos por reparaciones. Si bien
a tasas de interés altas e incrementando su dependencia del ingreso de fon­
dos extranjeros, el país avanzó en su modernización introduciendo la tecno­
logía más moderna, proveniente de la primera potencia del mundo. Esta
orientación le permitió mejorar su posición exportadora, elemento clave para
afrontar sus deudas de guerra.
La concentración en grandes empresas y la introducción masiva de pro­
cesos de racionalización técnica complementaron la estrategia de apertura
hacia los mercados exteriores. La hegemonía de la gran industria, un fenó­
meno característico del capitalism o alemán, se acentuó aun más en esos
años, verificándose asimismo la progresiva desaparición de los lím ites en­
tre el poder político y el económ ico. Eí hecho de que A lfred H u g bnberg , el
magnate de las com unicaciones, fuese de manera simultánea una figura
importante de la escena política es sólo un ejemplo de la nueva realidad.
Una de las actividades más beneficiadas fue la industria del acero, la
mayor parte de la cual se había perdido como parte de las penalíxacioues
impuestas por el Tratado de Versalles. Se construyeron nuevas plantas y se
modernizó de manera drástica el funcionamiento de las mismas, con el con­
siguiente ahorro de mano de obra, energía y otros factores de producción.
En otras ramas de ía industria se verificaron también procesos de. concciv
tración, que llevaron a la consolidación de grupos m onopólicos, como c) de
Siemens en la actividad eléctrica e I. G. Farben en la química. Justamente,
uno de los costos del perfil industrial impulsado desde ei Es-.odo íL-e. Ia per­
sistencia de tasas de desocupación importantes para la época —-8 % t:.a 19’.í(->.

¡2Sj M adoíso * (19 9 1 ).

{ 2 9 ) D e l 17 % e n t r e 1 9 2 5 y 2 9 2 9 y d e l 21 % e n t r e 191.'i y 1 9 2 9 . V e r !. ( i.Í3Í<0!
para l o s í n d i c e s d e p r o d u c c i ó n : M adí ji son ( 1 9 9 1 ) .
316 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

6 % en 1929 (30)— , que daban cuenta de las dimensiones del proceso de ra-;
cionalización encarado. .
La existencia de la República de Weimar, con el fuerte peso que tuvo en
ella la socialdemocracia, condicionó el accionar de los grandes grupos eco­
nómicos, que salieron reforzados de la hiperinflación, pero se vieron acota­
dos en sus posibilidades de controlar a las clases trabajadoras. El arbitraje
gubernamental de los conflictos entre el capital y el trabajo derivó con fre­
cuencia en disposiciones favorables a este últim o. Hubo que esperar la lle­
gada al poder de Hitler para que la situación se revirtiese de manera decisiva;

-íjí

La participación de Italia en la guerra de 1914-1918, concretada a partir


de 1915, estuvo caracterizada por una expansión de la producción total, afir-;
mada en la sustitución de importaciones surgida de las dificultades existen­
tes en el comercio exterior, pero sin una modificación sensible de las estruc­
turas económ icas (3¡)- Pero este crecim iento no impidió la emei-gencia de-
profundas tensiones sociales, originadas en la disconformidad de la mayo­
ría de la sociedad con la participación en un conflicto que le resultaba aje­
no, pero que le exigía enormes sacrificios.
La crisis que se desencadenó en la inmediata posguerra no pudo ser rer
suelta por los cauces de la inmadura democracia parlamentaria. El temor a
la revolución por parte de las clases propietarias y de los poderes “ tácticos-'
— la corona, el ejército y la Iglesia— se resolvió entregando el poder político
en 1922 al Partido Nacional Fascista, una agrupación liderada por el ex so­
cialista B enito Mussoum, que apuntalándose en eí apoyo de las clases mediasj
procedió a liquidar a la izquierda y a la democracia en nombre de una ideo­
logía que enfatizaba la existencia de intereses colectivos situados por encima :
de las clases sociales, encarnados en un Estado poderoso y autoritario. ;
Tras una primera etapa de norm alización que se extendió desde 1923
hasta 1925, marcada por una política económ ica liberal, que sólo controla­
ba los salarios, se puso en marcha el proyecto fascista en el terreno econó­
mico. Sus elementos característicos fueron: un proteccionismo apoyado por ­
uña serie de medidas destinadas a favorecer la producción nacional y el im-.
pulso a las obras públicas para sostener la demanda interior. Esta política
fue acompañada en 1927 por una incorporación en el patrón-oro a un tipo
de cambio sobrévaluado que, motivado en cuestiones de prestigio nacional,
dificultó Jas exportaciones pero permitió atraer capitales para fomentar la
industrialización. Por detrás existía un Estado intervencionista que se ha-'
cía sentir en todos los ámbitos de la realidad económ ica sin afectar, por ■
cierto, el principio de la propiedad privada.

(3 0 ) M addison (1 9 9 1 }.

(3 1 ) M a d d is o n (1 9 9 1 ), c a lc u la un a u m e n to d e l P B I d e l 33 % e n tr e 1913 y 1918.
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 317
El corporativismo fue el intento fascista de organizar la vida económica,
social y política de ia nación (32). Lejos de concretarse como un intento de
buscar el equilibrio de los diferentes sectores socioeconóm icos, el sistema
estaba dirigido hacía la consolidación de un grupo dirigente, supuestamente
independiente de las fuerzas contendientes en la sociedad y el mercado. El
xnantenimiento del poder económ ico en manos del capitalismo tradicional
tuvo como contrapartida la dependencia cada vez mayor respecto del Esta­
do, situación que se agudizó a partir del desencadenamiento de la crisis
económica. La presencia de instituciones estatales destinadas al sosteni­
miento de los bancos con problemas e incluso orientadas hacia la financia­
ción de las empresas industriales afectadas por la caída de los precios cons­
tituyen una muestra de esa dependencia.
Los resultados globales de la gestión económica de M ussolini no son de­
masiado diferentes respecto de lo ocurrido en el resto de Europa Occiden­
tal: el cuadro 11 muestra que el producto bruto interno entre 1922 y 1929
había crecido un 25 %, un porcentaje algo inferior al de Francia y levem en­
te superior al de Aíemania, en tanto la producción industrial experimentó
una acelerada expansión hasta 1925, y luego se estancó.

I Años PB! P rod u cción Industrial ¡

1 1922 100
106
100 1
I 1923 108 |
I 1924 107
119 I
| 1925 114 136 I
I 1926 116
136
| 1927 113 131 J
1928 121
144
| 1929 125 147 f

F u e n t e s : e la b o r a c ió n pr op ia a partir d e M a d o is o n (1 9 9 1 ) y
Mitcheu. (1980).

C u a d ro 11. P ro d u c to b ru to in te r n o y p r o d u c c ió n in d u s tr ia l de Ita lia


(1922 = 100).

9.4,3. LA EVOLUCION ECONOMICA DE L A RUSIA SOVIETICA

En febrero y octubre de 1917 se produjeron en Rusia dos acontecim ien­


tos de enorme trascendencia: primero, ia caída del régimen zarista, y des­

(32) E l c o r p o r a tiv is m o p u e d e s e r d e fin id o c o m o u n r é g im e n e n e l q u e la o r g a n i­


zación ju r íd ic a y s o c ía ! d e la n a c ió n s e c a r a c t e r iz a p o r la e x is te n c ia d e g n s p o s p r o fe ­
sionales -—la s c o r p o r a c io n e s — c la s ific a d o s p o r in d u s t r ia s o ra m a s d e ia p r o d u c c ió n .
2» las que s e in te gra n lo s e m p r e s a r io s y l o s tra b a ja d o re s , r e a liz á n d o s e d e n tro de e l l o s
¡as n e g o c ia c io n e s la b o ra le s .
318 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

pués, el triunfo revolucionario del partido bolchevique, una organización


política liderada por L e m n que basada en los principios del marxismo se pro­
puso como objetivo la instauración del socialism o (33).
Para que estos acontecim ientos pudieran concretarse, el factor decisi­
vo fue la participación rusa en la Primera Guerra Mundial, aliada a Francia
y Gran Bretaña. El esfuerzo bélico, im posible de sostener por un imperio
donde el peso de la agricultura era determinante y el desarrollo de la indus­
tria constituía un fenómeno dinámico pero localizado (34), condujo al derro­
camiento de Nicolás II. El empeoramiento generalizado de la situación eco­
nómica, perceptible cotidianamente en la falta de alimentos en las ciudades,
en las continuas subidas de precios y en las privaciones experimentadas por
los soldados en el frente, minó la ya cuestionada legitimidad social del za­
rism o y abrió paso a una dinámica que se manifestó en los dos momentos
revolucionarios.
Así como los sucesos de febrero respondieron a la lógica de un régimen
en profunda crisis estructural, a la que se superponía una coyuntura críti­
ca que agravaba la situación, la revolución de octubre fue la consecuencia
de una serie de acontecim ientos en los que la capacidad política de L bnik
contribuyó de manera crucial para que los bolcheviques, un partido mino­
ritario, se liícieran con eí poder (33).
Se trataba de la primera circunstancia histórica en la que se planteaba
la superación del régimen capitalista, y la instauración del socialismo, sus­
tentado en las ideas de C ar lo s M a r x . Por lo tanto, sólo había unos pocos li­
ncamientos teóricos respecto de las características del nuevo orden econó­
mico; no alcanzaba con hablar de la “ socialización de los .medios de producá
ción ” para enfrentar una realidad por demás compleja.
Una vez conquistado el aparato estatal, los bolcheviques se vieron en­
frentados a una serie de problemas que pusieron en serio riesgo su super­
vivencia y que condicionaron el rumbo de su política económica. Ellos fue­
ron: la difícil tramitación de la paz con Alemania, que culm inó con la entrega
de una parte significativa del territorio de la Rusia europea, y la guerra ci­
vil, que enfrentó a los revolucionarios con buena parte-del ejército zarista,
conducido por generales “ blancos" y apoyado por las potencias vencedoras
en la guerra.
A pesar de las condiciones adversas. L snín y los suyos propusieron un
tránsito acelerado hacia el socialismo, para lo cual adoptaron una serie dp
medidas que privilegiaban el poder de los soviets í:'°) como ejes de la nueva

(3 3 ) P a r a u n a d e s c r i p c i ó n s i n t é ú c a d e l o o c u r r i d o e n 1 9 1 7 , p u e d e c o n s u lt a r s e
Saboiíido i 19 9 3 ).
(3 4 ) E l d e s a r r o llo in d u s t r ia l d e R u s ia a u í e s d e ta g u e r r a e s tá e s t u d ia d o e n e i ca p . 7..
(3 5 - U n a v i s i ó n s u g e s t i v a s o b r e e l p r o c e s o r e v o h i c i o n a r i o e s la d e M a l i a [1 9 9 1 ].
(3 6 ) " S o v i e t " e s e i c o n s e j o c o n s t i t u i d o p o r d e l e g a d o s d e j o s t r a b a ja d o r e s - Su rgie?'
r o n ele ! a i n i e i a t í v a r e v o l u c i o n a r i a d u r a n t e l o s a c o n í e e i m i é n t o s d e 1 9 0 5 y a p a r t ir de
a i í í ¿ n e r ó n v a l o r a d o s c o m o ó r g a n o s d e p o d e r d e ia c l a s e o b r e r a y d e i c a m p e s in a d o ..
CAP. 9 - LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 31S
organización económica, postulando el aumento de la productividad industrial
como condición insoslayable para superar el atraso económico.
Estas medidas fueron:
a) la expropiación de la tierra en manos de ía nobleza y los grandes pro­
pietarios, y el reparto de la misma entre los campesinos;
b) el control obrero de las empresas, efectivizado a través de los soviets;
c} la creación del Consejo Superior de la Economía Nacional (VSNJ)
para coordinar el conjunto de la actividad económica;
d) la nacionalización (estatalización) de las principales empresas indus­
triales y dé los bancos, junto a la cancelación de la deuda interna y
el repudio de la deuda externa contraída por el zarismo.
A medida que la situación en el interior del país se fue agravando, las
dificultades por las que atravesó la economía condujeron al crecimiento del
papel del Estado tanto en la producción — suprimiendo el control ejercido
por los trabajadores— como en la distribución de bienes. Surgió así el lla­
mado “ comunismo de guerra” .
El problema principal fue el abastecimiento alimenticio de las ciudades
y del frente militar. La producción agraria se vio afectada por el hecho de que
el reparto de la tierra condujo a la dism inución del tamaño medio de las
parcelas, con la consiguiente caída de la productividad (37). Pero, además, los
campesinos carecían de alicientes para aumentar la producción, dado que,
por una parte, la industria no disponía de bienes de producción o de consu­
mo para venderles, y, por otra, eí Estado les pagaba con dinero que se depre­
ciaba rápidamente.
Ante esa actitud, eí gobierno instrumentó durísimas medidas de presión
para forzar la entrega de granos, llegando a ía práctica de requisas implemen-
tadas por destacamentos militares o miembros de los “mismos soviets. La
respuesta de los cam pesinos agravó la situación: redujeron la superficie
cultivada y desviaron parte de los excedentes hacia el mercado negro. Los
especialistas en el tema sostienen que la política estatal para el sector agrí­
cola fue aún más dañina que ei desorden creado por la guerra civil p*}.
Ai mismo tiempo, en las ciudades también proíiferaban las dificultades:
ias industrias no contaban con materias primas ni energía para producir; eí
sistema de transportes apenas funcionaba,- y los problemas de ía mano ue
obra craa serios, ya que los obreros estaban.combatiendo en ia guerra civil
o regresaban al campo para asegurarse el alimento.

(3 7 ) 1.5aros s o b r e ei ta m a ñ o d e k>.s lin e a s en Paí-axüklos (1 9 9 0 ).

(3 3) M kybs (1 9 9 1 ).
320 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En el terreno monetario, el descontrol fue total. El desborde inflacionario


dio lugar al pago de salarios en especie, a la reaparición del trueque y a un
incremento sostenido de la intervención del Estado en el sistema comercial.
Hacia fines de 1920, asegurado el triunfo en la guerra civil, los dirigen­
tes soviéticos se encontraron con un panorama insostenible, marcado por
dos características de la etapa bélica: la nacionalización generalizada y las
agudas tensiones surgidas con el sector agrario.
Frente a la caída espectacular de los niveles de producción (cuadros 12
y 13), L enin propuso un cambio de rumbo que se conoce con el nombre de
“ nueva política económ ica” (NEP), anunciado durante la realización del
X Congreso del (ahora denominado) Partido Comunista de la Unión Soviética.
La NEP se fundamentaba en tres criterios básicos: resistir el aislamien­
to internacional (que se había impiementado de hecho tras el fin de la gue-.
rra), restablecer la colaboración entre el Estado y los campesinos, y concre­
tar la recuperación económ ica sobre la base del desarrollo de la agricultu­
ra. Su despliegue implicaba la renuncia a la industrialización acelerada,
considerada prematura en un país donde más del 80 % de ia población vi­
vía del campo.
El punto central de toda la estrategia económica consistía en estimular
la producción agraria a través de la libre comercialización de los productos
agropecuarios, de la tierra y de la mano de obra f30), esto es, el retorno al
funcionam iento de las relaciones de mercado propias del capitalismo. La
industria, a su vez, podría incrementar su capacidad de producción vendien­
do maquinarias, herramientas y artículos de consumo a los campesinos. La
idea era que,’ a mediano plazo, se dispusiera de los excedentes que permi­
tieran montar una industria pesada, capaz de generar energía en cantidad y
de fabricar productos metalúrgicos, materiales de construcción y maquina-■
rías.
Como se ve, se trataba de una política gradual, diseñada a partir d e l.
desarrollo agrario, y en la que el Estado utilizaría sus recursos para impul­
sar el desarrollo industrial. Esta nueva etapa fue denominada por L enin “ca­
pitalismo de Estado” , y se basaba en un pacto entre el poder revolucionario
y los campesinos. Como consecuencia de la inviabilidad en lo inmediato de
una industrialización en gran escala, postulaba una reversión parcial en el
grado de nacionalización de la econom ía, fomentando el “ cooperativismo .
dem ocrático” y el retorno de la pequeña propiedad.
En 1925, transcurridos cuatro años de la puesta en marcha de la NEP,
sus resultados fueron positivos para la agricultura y> en menor escala, tam­
bién para la actividad industrial {cuadros 12 y 13).

(39 ) D e s a p a r e c í a n la s r e q u i s a s , r e e m p l a z a d a s p o r un i m p u e s t o en e s p e c i e .
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL ’2 0 321

I Años P ro d u cció n agrícola total


I 1913 100
j 1920 67
I 1921 60
j 1923 86
I 1925 112

1 Fuente; S tra u s s (1971).

C u a d ro 12. In d ic e d e ¡a p r o d u c c ió n a g r a ria (1 9 1 3 = 100).

Anos ¡
r
1913 1921 1925 j
P roducción indu strial toia l 100 19 75 j
C arbón 100 30 62 |
E nergía eléctrica 100 27 150 ¡
j T extiles de algo dón 100 4 65 |
¡ Fuente: elaboración propia a partir de Nove (1973). |

C u a d ro 13, In d ic e d e ¡as p r in c ip a le s p r o d u c c io n e s in d u s tr ia le s (1 9 1 3 - 100).

Como contrapartida, en el campo se ahondaron las diferencias sociales


entre los campesinos, consolidándose los kulaks (propietarios de fincas de
tamaño medio) como los principales beneficiarios del incremento de la pro­
ducción, a favor de su control de la mayor parte de la tierra fértil. Además,
la recuperación de la agricultura no se sustentaba en la mecanización, blo­
queándose así la posibilidad de que ei Estado obtuviese ingresos que permi­
tieran una expansión sostenida de 3a industria.
La NEP originó un profundo debate entre los dirigentes bolcheviques,
centrado en la reflexión respecto de la estrategia más favorable para impul­
sar la industrialización y la función, que en ella debía cumplir la agricultu­
ra. Del mismo salieron claramente perfiladas dos posiciones: la de los par­
tidarios de la NEP, que constituían la mayoría en los organismos dirigentes
del partido y de! Estado, y los defensores de una industrialización acelera­
da. críticos de ía situación existente.
El “ discurso oficial” puede resumirse así: ante una economía mercantil
agraria, sin posibilidades de acceder a la financiación exterior para invertir
en el sector, no existe otra vía que basar el crecimiento en el sector agrario,
apuntando a una más eficaz utilización de los recursos disponibles. El cre­
cimiento agropecuario proporcionaría alimentos para la población urbana,
materias primas para la industria y exportaciones para pagar la compra de
bienes manufacturados en el exterior; además, la agricultura se transforma­
ría en el principal demandante de productos industriales. Por lo tanto, cual­
322 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

quier transferencia de recursos que dism inuyese la renta agraria tendría


como consecuencia un retraso en el desarrollo industrial. El camino, enton­
ces, pasaba por una profundización de la NEP, a través de medidas de apo­
yo al sector agrario y de orientación de las inversiones estatales hacia las
ramas productoras de bienes de consumo y hacia los sectores de la indus­
tria pesada en condiciones de abastecer a la agricultura.
El “ discurso de la oposición”-,- por su parte, proponía el fin de la NEP, que
estaba desarticulando la economía soviética, y su reemplazo por una política
industrializadora que tomase distancia respecto de los condicionamientos
impuestos por el escenario económ ico heredado.
P r e o b r a s k e n s k i, el p r i n c i p a l t e ó r i c o d e e s t a a lt e r n a t i v a , a f i r m a b a q u e la
p o s i b i l i d a d d e o b t e n e r r e c u r s o s p a r a a v a n z a r e n la i n d u s t r i a l i z a c i ó n y am ­
p l i a r l a d i n á m i c a d e a c u m u l a c i ó n p r o v e n í a d e la a g r i c u l t u r a , d a d o q u e el
e x c e d e n t e g e n e r a d o p o r la in d u s t r ia e ra m ín im o y e l p a ís n o c o n t a b a co n
a c c e s o a l c a p i t a l e x t r a n je r o .

Por lo tanto, había que someter la producción agraria a las necesidades


dei desarrollo industrial, para lo cual se propugnaban diferentes medidas:
a) la manipulación de los términos de intercambio entre precios agra­
rios e industriales, en favor de éstos;
b) la elevación de la presión impositiva sobre el conjunto del sector
agrario, incluyendo recursos excepcionales como la suscripción de
empréstitos forzosos por parte de los campesinos;
c) la utilización del papel preeminente del Estado para aumentar sus
beneficios a través de la discrim inación del sector privado en las
tarifas de transportes, en el acceso a créditos concedidos por ia ban­
ca estatal, etcétera.
La prioridad del sector estatal estaría pautada por la planificación, que
se transformaría en el instrumento organizador de toda la economía, desde
la orientación de la inversión hasta el com ercio exterior, pasando por las
finanzas, la política monetaria y el establecimiento de los precios.
El debate respecto de la continuidad o no de la NEP se dio en. una coyun­
tura política caracterizada por una dura disputa por el poder, desencadenada
a partir de la muerte de L & k in en enero de 1924. Los grupos que. se enfren­
taron, liderados por S t a u n y T r o t s k v , manifestaban su desacuerde en varias
cuestiones, pero una de las más significativas era la condena de T u o ts k y al
rumbo tomado por la revolución, “ capturada” por una burocracia de poder
creciente, resultado del proceso de avance dei Estado sobre la economía.
Este control del Estado resultaba paradójico: estaban en sus manos el
44 % de la renta nacional, el 82 % de la producción industrial, ei 73 % riel
CAP 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 323
comercio minorista, y la totalidad del com ercio exterior y del sector finan­
ciero, pero apenas controlaba el 3 % de la producción agraria, actividad que
generaba la mitad de la renta nacional (40).
Por lo tanto, el triunfo de esta corriente burocrática con S taun a su fren­
te c41} marcó el rumbo a seguir en el futuro inmediato: los defensores del pa­
pel central del Estado en el tránsito hacia una rápida industrialización apo­
yaron el modelo planteado por la oposición •—derrotada políticamente—, que
significaba el fin de la propiedad privada y de la agricultura mercantil en el
campo, reemplazada esta última por un rápido proceso de colectivización y
por el control estatal de los procesos de comercialización.
Este viraje, componente crucial de lo que luego se denominó “ estalinis-
mo” , dejó una profunda marca en el desarrollo económ ico soviético.

9,4,4. LOS PROBLEMAS DE LA PROSPERIDAD

Los años comprendidos entre 1925 y 1929 han sido vistos de manera
retrospectiva como un período de prosperidad, sobre todo, en relación con
las dificultades delpasado inmediato y con los enormes problemas que de­
paró la década siguiente. La expresión “felices años veinte” se acuñó para
definir ese lustro de bonanza. Sin embargo, Ja realidad obliga a matizar los
juicios y a fundamentarlos de manera adecuada.
Encabezados por ios Estados Unidos, verdadera locomotora de la econo­
mía mundial, la mayor parte de los países occidentales iniciaron una serie
de cambios que trascendían el ámbito estrictamente económ ico para invo­
lucrar los aspectos sociales, políticos y culturales.
No obstante, persistían problemas muy serios, cuya verdadera significa­
ción piído apreciarse cuando se produjo el estallido de la crisis.
En primer término, hay que destacar ei hecho de que el crecimiento del
comercio internacional fue por detrás dei ritmo décxpansión de ia produc­
ción Í'^S. Esia circunstancia constituyó uno de los factores que definieron la
década en ei terreno económico, y su explicación apunta a varios factores.
Uno de ellos era inevitable, a partir del nuevo escenario surgido tras la
guerra: jas cifras de] comercio internacional perdieron peso en términos re­
lativos porque -en- ellas repercuda -3a participación -crecí en te en la produc-

( 4 0 j Bi-iTTiifJ-iKi&í ( 1 9 7 6 ) .

(4 i ) E i p r o c e s o d e a s c e n s o d e S t a u n a l p o d e r e s t á a n < * ' i z a d o R- í í m a n ¡ ¡ 9 * 2 : .

[4 2] í.-A?;!>ES {1 9 7 9 j."
324 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

ción mundial de los Estados Unidos, una economía autosuficiente, y porque


mostraban la ausencia de la Rusia soviética, excluida del mercado mundial
por el proceso revolucionario y por el “ cordón sanitario” a que fue someti­
da por las potencias oceidentales.
Más importante aun era la vigencia de un proteccionismo creciente, que
afectó en especial a los intercambios de manufacturas. Los aranceles euro­
peos para productos terminados, por ejemplo, crecieron aproximadamente
un 50 % respecto de los valores de preguerra. Para el caso de los bienes
primarios, menos afectados por ei problema arancelario, existe una explica­
ción estructural: el com ercio bajó su nivel porque disminuyó el ritmo de
crecim iento de la población, afectado por la guerra. Ai haber menos pobla­
ción, se consumieron menos alimentos, pero, además, el aumento relevan­
te de la producción agraria europea lim itó de manera significativa sus com­
pras fuera del continente.
La cuestión de los productores primarios es otro de los problemas so­
bre los que es preciso llamar la atención. A l finalizar la década, cerca de los
2/3 de la población mundial estaban vinculados a la agricultura y a la pro­
ducción de materias primas. No sólo su intercambio ocupaba un lugar des­
tacado en el comercio internacional, sino que la mayoría de los países pe­
riféricos dependía de ellos para sostener sus ingresos de exportación.
No está comprobada de manera fehaciente la existencia de una oferta
global excesiva de bienes primarios —aunque esto ocurría con algunos pro­
ductos concretos como el trigo, caucho y café— , por lo que se afirma, en
términos generales, que la caída de los precios se relaciona, además de con
la ya citada caída relativa de la demanda, con la introducción de innovacio­
nes que redujeron de manera importante los costos de las materias primas.
La convergencia de ambos factores explica por qué los productores de estos
bienes se vieran afectados por un considerable deterioro en los términos de
intercambio con los productos industriales. Las aproximaciones realizadas
en este tema puntual hablan de una caída entre el 20 y el 30 % hacia fines
de los años "20, respecto de la situación de 1913 í43}. De acuerdo con una
visión generalm ente aceptada, esta delicada situación se agravó en 1929
cuando a ella se sumó la dism inución abrupta de las entradas de capital
extranjero, hasta el punto de ser inferior a los pagos por endeudamiento. En
ese momento se pudo apreciar la debilidad de los países exportadores de
productos primarios en el escenario económ ico del período.
En tercer lugar, es preciso referirse a la declinación relativa de las indus­
trias tradicionales. A sí como se observan disparidades en el crecimiento
entre el sector primario y el secundario, también dentro de éste se da una

{4 3 } A i.o t R o r r (1 9 8 5 ].
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL ’20 325

diferencia entre las producciones “nuevas” , en expansión como consecuen­


cia de la segunda revolución industrial, respecto de los productos típicos de
la primera oleada de desarrollo industrial (carbón, hierro, productos textiles)
(cuadro 14).

Anos

1920 1925 1929


I P rod u ctos tra d icion ales
| Carbón 100 101 112
I Hierro 100 122 156
| Algodón 100 143 130

N u evo s p rod u ctos


Petróieo 100 154 212
Aluminio 100 143 214
Seda artificiaí 100 240 558
Fuente: M orilla (1984).
—...___

Cuadro 14. Indices de producción de productos tradicionales y “n u e v o s ”


productos (1920 = 100).

De esta situación emergieron dificultades para el com ercio internacio­


nal y también para el desarrollo interior en algunos países. Por una parte,
al ser justamente esas actividades tradicionales las que se habían extendi­
do en los países de reciente industrialización, se generó una situación de
superproducción relativa — agravada en algunos casos por la aparición de
sustitutos, como las fibras sintéticas— que contribuyó a la declinación de
los precios. Además, la importancia de esas industrias para el conjunto de
la producción de algunos países condujo a la adopción por parte de los go­
biernos de medidas destinadas a preservarlas —aranceles proteccionistas,
fomento de la demanda a través de obras públicas— , con lo que se bloqueó
la necesaria reconversión, a la vez que se deprimía el mercado interno para
la absorción de los nuevos artículos de consumo.
Finalmente, es preciso destacar los problemas originados por los cam­
bios verificados en el escenario financiero internacional.
La irrupción de Nueva York como centro de las finanzas tuvo consecuen-
cias de peso para el funcionam iento del sistema tras la restauración del
patrón-oro. En particular, supuso la descentralización de la función interna­
cional de compensación. Mientras que antes de la guerra todas las transac­
ciones se concentraban en Londres, el sistema estructurado tras eí. conflicto
agregó dos centros. Nueva York y París, que empezaron a desempeñar par­
te de las funciones hasta entonces asumidas por el aparato financiero de la
326 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

capital británica. La nueva situación hizo de la compensación internacional


un proceso más complejo y menos eficiente, ya que debían negociarse acuer­
dos para equilibrar las demandas entre ellos mismos. Además, la existencia
de tres polos implicaba que los fondos internacionales podían moverse de
uno a otro, respondiendo a diferencias en las tasas de interés, a problemas
que se produjeran en alguna de las monedas, o, simplemente, a cuestiones
de confianza. Este peligro era mucho menos grave antes de 1914, cuando
Londres no tenía rivales y disponía de recursos para retener los fondos co­
locados a corto plazo.
Por lo tanto, la situación de las finanzas internacionales agregaron un
componente de inestabilidad a una situación global caracterizada por la falta
de equilibrio en relación con el universo de ía B elle Epoque.

9,4,5. EL MUNDO EXTRAEUROPEO

Uno de los aspectos significativos de esta década en relación con la pe­


riferia es la evolución de sus exportaciones, que crecieron mucho más ace­
leradamente que las de los países desarrollados. El porcentaje de su inciden­
cia en el com ercio mundial pasó del 23 al 27 % f4-1}. Este crecimiento se de­
bió a tres factores:
1. La expansión de la colonización en eí Africa, pero sobre todo en el
Africa negra.
2. Eí aumento de la demanda de productos tropicales — café, cacao,
maní, algodón— por parte de los países desarrollados, hasta trans­
formarse en bienes de consumo masivo.
3. La irrupción de un número importante de nuevas materias primas,
entre las que se destaca el petróleo.
En el caso específico de América Latina, la década del ’20 produjo un
avance en ei proceso de industrialización y en la diversificación de los sec­
tores de la economía no orientados hacia la exportación. Sin embargo, esos
cambios no se concretaron en el sector exportador. Por el contrario, la com­
posición de éstos cuando se produce el estallido de la crisis de los años ’30
era muy similar a la anterior a la guerra de 1914-18. con un alto grado de
concentración. .
Los tres principales productos de exportación sumaban por lo menos ei
50 % de los ingresos en todos los países latinoamericanos y un único pro­
ducto representaba más del 50 % de las exportaciones en diez de ellos. En
CAP. 9 — LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL '20 327

cinco (Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala y Nicaragua) ese producto


era el café; en dos {Cuba y República Dominicana) se trataba del azúcar, y
en eí resto, bananas (Honduras), estaño (Solivia) y petróleo (Venezuela) (45j.
Por otra parte, casi el 70 % del comercio exterior se efectuaba solamente
con cuatro países; los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Es
decir que, en vísperas de la “ Gran Depresión” , las economías latinoamerica­
nas continuaban con un modelo de desarrollo que las exponía a las condi­
ciones adversas que pudieran surgir en el mercado mundial de los produc­
tos primarios.
Tal como se ha indicado, en el continente africano se produce un avan­
ce en la ocupación de tierras por parte de los colonizadores para la organi­
zación de plantaciones destinadas a cultivos exportables- Se plasma así el
típico paisaje agrario colonial; pequeñas parcelas dedicadas a cultivos ali­
menticios de subsistencia, trabajadas por africanos, junto a vastos territo­
rios dedicados a las plantaciones controladas por los europeos.

9,5. LA SOCIEDAD DE LOS AÑOS ’20


Al iniciarse la década, existía un consenso mayoritarío respecto de que
había finalizado una etapa segura y próspera, que alcanzó a m aterializar
adelantos impensados muy pocos años antes, pero que no fue capaz de con­
trolar la insensatez humana, llevando al hombre a destruir su propia obra y
a matar a sus semejantes. Daba la impresión de que en los cem enterios de
guerra se había sepultado, además de m illones de seres humanos, un con­
cepto del mundo y de la vida-
La crisis social fue profunda: los m ism os hombres explotados por el
sistema capitalista fueron convocados al frente con pretextos nacionalistas.
A su retorno, no sólo no era posible reestructurar las jerarquías tradiciona­
les, sino que debían enfrentarse las demandas de igualación social; era di­
fícil justificar el desempleo y la postergación social frente a quienes habían
expuesto su vida por la patria. Para agravar la situación, el triunfo oc. los
bolcheviques en Rusia generó enormes expectativas en sectores de la clase
obrera y atemorizó a las clases dirigentes.
La estabilización posterior verificada en ios principales países europeos
se orientó en un sentido claramente conservador, a favor de: las limitaciones
del socialismo para aprovechar 1a coyuntura, afectado en primer término por
la escisión de los seguidores de la revolución rusa, que llevó al surgúnien-

(4 5 ) B;ri,K£R-TviOM.\s (,1998).
328 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAí

to de los partidos comunistas, y en segundo término por la incapacidad de'


los socialdemócratas para llevar a cabo reformas estructurales dentro dei:
sistema democrático parlamentario. Los durísimos enfrentamientos entre
ambos constituyeron un elemento importante a la hora de evaluar la debi­
lidad de la izquierda frente a esta estabilización del capitalismo.
Los intentos revolucionarios que estallaron en Alemania y Hungría, y ia
tensión que caracterizó la situación italiana en 1920-1922 fueron controla­
dos de manera que hacia 1923 no había alternativas a la consolidación del
capitalismo, si bien la toma del poder por parte de Mussoum y sus “camisas
negras" en octubre del año anterior, puso en primer plano la posibilidad de
instalación de un régimen autoritario, cuando la democracia mostraba debi­
lidades peligrosas para las clases dominantes.
No obstante, en la década se produjeron una serie de cambios que relie-.
jaban el clima de la posguerra: la instalación de la jornada de ocho horas ea !
algunos países y la implementación de convenios colectivos para regular las
relaciones laborales con activa intervención del Estado, son algunos de los
ejemplos que muestran que el triunfo de las fuerzas conservadoras no fu e
absoluto, ya que debieron aceptar modificaciones en su situación de domi­
nación respecto de las clases subalternas.

¥ iíf

La difusión a nivel masivo de las innovaciones tecnológicas en el medio:;;


siglo anterior a la guerra, mejoradas durante el conflicto, tuvo un enorme
impacto socioeconóm ico. En principio, el automóvil dejó de ser un artícur;.
lo de lujo para transformarse en un componente habitual de la vida cotidia­
na. A favor de los perfeccionamientos verificados en la fabricación de piezas. :
en serie y en la cadena de montaje, pudo hacerse realidad la anticipación de.
Henrv F o r d de construir un autom óvil para todos. Hacia 1926. Chevrolet y
Ford, los gigantes de la flamante industria, aceleraron su competencia lan­
zando nuevos modelos con una periodicidad cada vez menor. Se fue impo­
niendo de manera progresiva la posibilidad de cambiar el automóvil cada dos
o tres años; lo que había sido considerado un bien duradero se transformó
en un bien expuesto a una rápida obsolescencia, por la oferta de modelos
más perfeccionados.
Para la consecución de estos fines —el aumento incesante de la coloca­
ción de productos en el mercado— se hizo necesario inducir el consumo, por
lo que se fue montando un gigantesco despliegue publicitario y, sobre todo,
ampliando las facilidades de pago. La venta en cuotas devino una práctica
generalizada, basta el punto que hacia 1929 se estimaba que el 60 % de los
automóviles vendidos lo había sido a través de ese procedimiento. Desde esos
años, e¡ número de vehículos por habitante quedó establecido como uno de
los índices a considerar a la hora de evaluar el nivel de vida de un país.
rñ P 9 ^ LOS PROBLEMAS DE LA DECADA DEL ’20 329

De comparable trascendencia para la sociedad fueron el nacimiento y la


'eXpansión fulminante de la radio. A principios de 1920 aparecieron las pri­
m e r a s emisoras, y l o que parecía una cuestión de maniáticos provistos de
a u r i c u l a r e s se convirtió en poco tiempo en un vehículo excepcional para
ac r e c e n t a r el nivel de información de los ciudadanos, para mejorar su forma­
c i ó n c u l t u r a l y para distraer las horas de descanso. C o n mucha rapidez se
d e s c u b r i e r o n las posibilidades de la radiodifusión con fines publicitarios,
q u e permitió llegar con los mensajes al mundo todavía inmenso de los anal­
fabetos. Pero, además, comenzó a percibirse su importancia para la difusión
del discurso político. Con la radio a su disposición, el mensaje ideológico po­
día llegar lejos y con fines manipuladores; H í t l e r y M u ssolin í lo demostraron
en muy poco tiempo.
Superados aparentemente los problemas originados por la guerra, ei
m undo hacia fines de la década parecía marchar por un camino de prospe­
ridad. El liderazgo norteamericano, difundido a través del planeta por la ra­
dio y el cinematógrafo, se manifestaba en todos los terrenos. Los valores de
la s o c i e d a d yanqui eran glorificados y aparecían como los más adecuados
pgra quienes querían convencerse de que los problemas habían quedado
atrás- A la “crisis de la conciencia europea” , emergente del agobio experi-
:meiítado por una sociedad conmovida en sus cim ientos por la guerra, se
oponían los “roaring twenties” , la visión frívola de quienes creían en el éxito
; en los negocios a cualquier precio y en el escapismo como pilares de una
sociedad.
“ N in g u n o de ios c on gre so s d e los E stados U n id o s reunidos hasta ahora para e x a m i­
nar ei estad o de la nación tuvo ante sí una perspectiva tan fav o rab le c o n o la que se
nos ofrece en ios actuales m om en tos.'’

El mensaje del presidente C o o u d g e enviado al Congreso en diciembre de


1928 se caracterizaba por la euforia, pronosticando para su país "el más
largo período de prosperidad” . Diez meses más tarde se producía el crac de
la Bolsa de Nueva York, punto de arranque de una depresión que se inició,
en los Estados Unidos y que en poco tiempo se extendió al conjunto del
mundo capitalista. La crisis se caracterizó por una profundidad inédita
—detectable en la caída de la producción y del comercio exterior, y en el
enorme incremento de la desocupación— pero también por su extensión en
el tiempo, ya que la actividad económica no se recuperó completamente has­
ta 1937, momento, en que aparecieron de nuevo síntomas de depresión.
Frente a los difíciles problemas planteados, se produjo un avance signi­
ficativo del Estado en las cuestiones económicas —desde el New Deal roo-
seveltiano basta la econom ía nazi— , cuya justificación teórica fue desarro­
llada en 1936 por el inglés J o h n M a y n a r d K e y n e s en una obra que cuestionó
de manera frontal los basamentos de la economía liberal.
Eí despliegue de la crisis con todas sus consecuencias fue acompañado
por una serie de acontecim ientos políticos, de los cuales el ascenso al po­
der d.-; Hitusr en Alem ania fue el de mayor repercusión para el futuro. L,-.
democracia liberal se vio sometida a crítica desde diferentes perspectiva*
ideológicas, acusada de pasividad e inacción frente a los aspectos socíainicn-
te más negativos de ia depresión, como ia desocupación.
De n o d o simultáneo, en los márgenes del mundo regido por el mcr-'.'.-
do se concretaba la acelerada industrialización soviética,'dirigida con dure;-:.;'*
por S taí.ií\;.
332 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

10,1. LOS INDICADORES DE LA DEPRESION


Las m anifestaciones de la crisis se detectan en todos los indicadores
disponibles. La situación más dramática se dio en los valores del comercio
exterior (gráfico 1 ), que expresan el hecho de que, frente a la crisis, las eco­
nomías nacionales cerraron sus fronteras para tratar de resolver sus proble­
mas de manera individual.

Abril

(misiones de dólares)

Fuente: Guía práctica (1995).

G rá fic o 1. L a e s p ira ! c o n tr a c tiv a d e l c o m e rc io m u n d ia l de e n e ro de 1929 a


a b r il d e 1933.

La producción industrial mundial no cayó de manera tan rotunda, pero


los índices son asimismo elocuentes (cuadro 1 ).
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 333

I Años In dices

j 1928 100
1931 87,3
1932 74,3
1933 83,5
1934 91,7
1935 103,2

Fuente: Bahamonde (1986).

Cuadro 1. E v o lu c ió n d e ! ín d ic e de p ro d u c c ió n in d u s tria l m u n d ia l (1928 = 100).

En cuanto a la producción agraria, la caída del valor de la misma convir­


tió al agro en el sector productivo más afectado por la crisis (cuadro 2 ), al
profundizarse los problemas que se venían manifestando desde la década
anterior.

............
Años
1929 1930 1931 1932 1933 1934
P a ís e s

Australia 100 86 84 87 96 82
N ueva Zelanda 100 77 70 68 86 82
E stados Unidos
Canadá
100
100
79
76
59
52
45
47
54
49
61
58
I|
Francia 100 85 76 69 67 56 |

F u e n t e : M o r il l a ( 1 9 8 4 ) .

C u a d ro 2. In d ic e d e la p r o d u c c ió n a g r íc o la e n a lg u n o s p a ís e s im p o rta n te s
(1 9 2 9 = 100).

Los porcentajes de desocupación presentan diferencias de acuerdo con


las fuentes, pero aun valores moderados como los de M a d d j s o n muestran los
niveles que alcanzó en los principales países occidentales (cuadro 3).

Anos
1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 |
P a íses

Estados Unidos 3,1 8,7 15,8 23,5 24,7 21.6 20.0


Gran Bretaña 7,2 11,1 14,8 15,3 13,9 11,7 10,8
Aiem anía 5,9 9,5 13,9 17,2 14,8 8,3 6,5 |
Francia 1,2 — 2,2 — — — 4,5 ^

F u e n t e : M a o d is o n ( 1 S 9 V

C u a d ro 3. N iv e le s d e d e s o c u p a c ió n (e n p o rc e n ta je d e la fu e rz a la b o ra l).
334 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Finalmente, los índices correspondientes al producto bruto interno


muestran la declinación ocasionada por la crisis, así como también, las dis­
paridades que se presentan en los diferentes países (cuadro 4).

| Años
1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935
1 Países
j Estados Unidos 100 90 83 72 70 76 82
I Gran Bretaña 100 99 94 95 97 104 108
I Alemania 100 98 91 84 89 97 105
I Francia 100 97 91 85 91 90 88
Fuente: elaboración propia a partir de M a d d is o n (1991).

Cuadro 4. Movim iento del producto bruto interno (1929 = 100).

10,2. LAS EXPLICACIONES DE LA CRISIS


Desde su irrupción, la crisis de los años ’ 30 ha dado lugar a numerosas
interpretaciones. Su profundidad condujo hasta el cuestiorxamiento mismo
de la supervivencia del sistema capitalista, y el retorno periódico de coyun­
turas depresivas despertó el interés de sucesivas generaciones de especia-í
listas, que elaboraron explicaciones muy variadas sobre sus orígenes y de­
sarrollo.
Un primer criterio que nos permite revisar de manera ordenada las prin­
cipales interpretaciones es distinguir aquellas que cuestionan la estabilidad
del capitalismo. Su punto de partida son ios análisis marxistas, y a lo largo
del tiempo han variado, desde las que se sustentan en la concepción de que
la economía capitalista en su dinámica se ve sometida a crisis cada ve?, más
profundas y violentas, hasta las que ponen énfasis en los cambios que se
estaban produciendo dentro del mismo sistema.
Ejemplo de la primera postura es i a obra, de E u g e n b V a r g a (experto de la,;
Tercera húcrnación£l) Lo. crise économ ique, sociale, politjqu e. publicada
ioicialm ente en 1935 í!}. Eu ella este autor distingue dos dimensiones de la;
crisis, una crisis cíclica que se produce a su ve?, en el contexto de una cri­
sis generalizada del capitalismo. La primera dimensión se explica siguien­
do los argumentos clásicos del marxismo de superproducción y tendencia a;

( L ) V a tíg a . ( 1 9 7 3 ; .
CAP. 1 0 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 335
ia b a j a d e la t a s a d e b e n e f i c i o s , d o s r a s g o s c o n s i d e r a d o s c a r a c t e r í s t i c o s d e l
c a p i t a li s m o d e s d e l a m i r a d a c r í t i c a d e M a r x y s u s c o n t i n u a d o r e s . La s e g u n ­
da s e r e la c io n a c o n el p r o c e s o d e d e s a r r o llo d e l c a p it a lis m o m o n o p o lis t a a
n iv e l m u n d i a l q u e , l e j o s d e c o n s t i t u i r u n f a c t o r e s t a b i l i z a d o r , a c e n t ú a la s
c o n t r a d ic c i o n e s d e l s i s t e m a h a s t a u n n i v e l in é d i t o , p o r lo q u e p u e d e p r o n o s ­
t ic a r s e s u d e r r u m b a m i e n t o .

La inexistencia de una crisis final del capitalismo y los nuevos rasgos


que lo caracterizaron después de 1945, en particular, la profundización del
intervencionismo estatal y su “ éxito", impusieron una renovación del aná­
lisis económico marxista.
Dentro de las nuevas líneas de interpretación puede hacerse referencia
a la obra de M ic h e l A g ü e i t a R egulación y crisis del cap ita lism o (2).
Su argumentación se basa en la existencia, dentro del capitalismo, de
dos oposiciones simétricas: la verificada entre plusvalía absoluta y plusva­
lía relativa fdos formas diferentes de gestionar el trabajo obrero}, y ía que se
plantea entre la regulación competitiva y la regulación monopólica.
Plusvalía absoluta es el excedente que obtiene el capitalista a partir'de
ía prolongación de la jornada de trabajo más allá de lo que se recompensa
con el pago de un salario-, plusvalía relativa, en cambio, es la que se funda­
menta en aumentos de la productividad que permiten disminuir el valor de
los medios de subsistencia que percibe el trabajador. Es a partir del incre­
mento de esta última que puede producirse, dentro de ciertos límites, una
mejora del nivel de vida de la clase obrera.
Un modelo de acumulación extensivo es el que se basa en la obtención
de plusvalía absoluta, mientras que el modelo de acumulación intensivo se
sustenta en la apropiación de plusvalía relativa.
Por su parte, denomina “regulación” al conjunto de mecanismos jurídi-
eos y contractuales que hacen posible a la sociedad funcionar según el
modelo de acumulación que la caracteriza. Así, por ejemplo, la producción
en masa típica de un m odelo de acumulación intensivo supone una gran
estabilidad de la demanda que permíta absorber las mercancías producidas.
Entonces, los convenios colectivos constituyen uno de los elementos fun­
damentales de la regulación monopólica, dado que garantizan un.poder ad­
quisitivo de los trabajadores, compatible con el modelo de acumulación.
A partir de este análisis, l a crisis iniciada en 1029 es.explicada en t o d a
su dimensión por los progresos verificados en l o s anos ’20 en. el modelo' de
acumulación intensivo y en l a existencia de una regulación competitiva, pro­
veniente del modelo de acumulación extensivo. Mientras que ías crisis del
siglo XIX constituían correctivos que se producían en el interior de este

{2} Ai; L-k it a ;I9 7 3 ).


336 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

modelo, y servían, para frenar los desajustes ocasionados por la expansión


la depresión de los años ’30 revela, con su inusitada gravedad, la ineficien-'
cia de los ajustes tradicionales, al no activar ya los mecanismos de retorno
al crecimiento.
Se produce entonces el paso conflictivo de una regulación a otra. AI tra^
tarse de un proceso abierto, algunos de los mecanismos utilizados durante
la crisis resultaron de vigencia sólo temporaria — el proteccionismo, la re ­
cuperación por medio del rearme— , mientras que otros —eí papel del Esta':
do en la seguridad social, los convenios colectivos— se mostraron mucho
más duraderos- Luego de un largo proceso que incluyó la Segunda Guerra
Mundial, la regulación monopólica se consolidó como dominante dentro del
mundo occidental.
Una variante dentro de los análisis marxistas es la que se centra en la.
vinculación entre la dim inución de la tasa de ganancia y la inestabilidad
económica (3). Los años '20 se habrían caracterizado por una baja en la renv
tabilidad de las empresas, y la m ism a condujo a éstas a reaccionar coiiv
mayor vigor que lo normal ante los problemas surgidos en el sistema eco­
nómico, contribuyendo a agudizarlos con su comportamiento. Por lo tantos-
dada la inestabilidad que caracterizó a la década, se afirma que varias de las-
perturbaciones desataron una recesión, y que otros sucesos, incluidas p o
líticas inadecuadas durante la depresión misma, ayudaron a agudizar el
colapso.

Dentro de las corrientes que estudian el funcionamiento de las econo


mías de mercado sin cuestionar su viabilidad y sin plantear su eventual.:
superación, la crisis de los años ’30 constituye un desafío al que se ha res- .
pondido utilizando diferentes niveles de argumentación.
En el momento de producirse los acontecimientos, 3a consecuencia in- 1
mediata fue una conm oción profunda: existía ya un campo específico de
estudio de los ciclos económicos, pero las dimensiones deí proceso hicie­
ron muy difícil la confrontación de las teorías con la realidad.
Desde la ortodoxia liberal, se com enzó a sostener con énfasis que la
economía no retomaba su curso normal como consecuencia de la existen­
cia de factores que trababan su libre funcionamiento. . ;
Ei libro del economista inglés Lionül Robbins The Great Depression 1929-
1934 D ilustra perfectamente esta visión. Atribuye la gravedad de la crisis
a ias rigideces e inestabilidades surgidas durante la posguerra y a las poliV :

(3 ) D umknil , G í .ick y R a n grl (1 9 8 8 ).

(4 j R ordíns (1 9 3 4 ).
■CAP. 10 — la CRISIS D E LOS AÑOS !30 337
ticas erróneas aplicadas para oponerse al curso de la misma. En particular,
sostuvo que en el período de auge de la segunda mitad de la década del ’20
se había producido un fenómeno de sobreinversión, originado en las bajas
tasas de interés vigentes en el mercado. Este desajuste debía ser rectifica­
do por la depresión, y no debían, por lo tanto, implementarse medidas que
frenaran el proceso correctivo “natural” . Su ortodoxia lo llevó a condenar
todas las disposiciones heredadas de la economía de guerra que obstaculi­
zaban el retorno a un libre juego de las fuerzas de mercado, así como la ele­
vación de los controles y la generalización de acuerdos que afectaban la
determinación de los salarios. Insistía, asimismo, en que todas las acciones
iniciadas para contrarrestar la crisis —dirigismo, estímulos “artificiales” de
la coyuntura— eran contraproducentes y sólo servían para agravar la situa­
ción. Por el contrario, consideró lógicos y sanos los rigurosos esfuerzos de
estabilización presupuestaria asumidos por algunos gobiernos, planteándo­
los como la única alternativa válida.
La obra de J ohn M ayna .ro K e y n e s , publicada en 1936, y a la que nos refe­
riremos más adelante, produjo un impacto de proporciones en la teoría eco­
nómica y en las interpretaciones de la crisis. A partir de la Teoría general
de la ocu p ación, el interés y el dinero (5), la intervención del Estado en la
economía dejó de ser vista como una interferencia negativa para pasar a ser
considerada una estrategia destinada a superar una situación depresiva que,
en caso contrario, corría el serio riesgo de prolongarse con negativos efec­
tos para el conjunto de la sociedad.
La depresión, desde su perspectiva, estaba originada en la insuficiencia
de la demanda total, y esa línea de interpretación orientó una cantidad im­
portante de trabajos sobre el tema.

íp- í}r

En el medio siglo que ha transcurrido desde el fin de la guerra, el tema


de la crisis de los años '30 ha mantenido su vigencia, por lo que se elabo­
raron diferentes interpretaciones de la misma.
De las mismas hemos seleccionado tres, guiados por el prestigio de sus
autores y por la novedad de los enfoques.
En 1963. M ilt g n F r ie d m a n , el principal representante de la e;scueía de
Chicago, publicó, junto con A nna S c h w a r tz , A M onetary History oj the Uni­
ted States, 1867-1960 (s).
La obra dedica un volum inoso capítulo al estudio de ia crisis de 1929,
sentando las bases de la teoría monetaria de la depresión.

(5) K e yne s (1 9 6 3 ).

( 6 ) F rií'.d m a .m y S c k w a k t z ( 1 9 6 3 ) .
338 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El punto de partida del análisis es que la economía tiende a ajustarse de


manera automática, sin necesidad de la intervención del Estado, cuya úni­
ca política debe ser el mantenimiento de un stock monetario que asegure la
estabilidad. Estas indicaciones preliminares permiten comprender el diag­
nóstico que realizan de la depresión de los ’30: una “inepta” política de la
Reserva Federal, es decir, de los responsables monetarios, transformó una
recesión normal en una catástrofe mundial. Esta política consistió en no
socorrer a los bancos norteamericanos en problemas. Entre 1929 y 1933, la
contracción de la masa monetaria en los Estados Unidos fue del orden de la
tercera parte del total, asfixiando tanto a los bancos como a las empresas.-
La reducción fue, según los autores, la trágica resultante de mecanismos
acumulativos vinculados a la baja de los precios, los que habrían sido fáci­
les de controlar a través de operaciones de “mercado abierto” (7) y prestan­
do con audacia a las entidades financieras en dificultades.
Las causas de los errores cometidos son, desde su perspectiva, dos:
1 . La muerte en 1928 de B e n j a m í n Strong, gobernador del Banco Fede­
ral de Nueva York, que ejercía una influencia decisiva sobre las po­
líticas de la Reserva Federal.
2. La visión que tenían los responsables de la política monetaria, con­
vencidos de que las tasas de interés eran moderadas en relación con
las presiones que experimentaba el dólar (s).
Al preocuparse exclusivamente por este indicador, dejaron de lado la
evolución catastrófica de la masa monetaria, hundiendo al sistema en una
prolongada recesión que la importancia de la economía estadounidense con?
tribuyó a difundir a escala planetaria.

ít'-

Una de las explicaciones más sugestivas surgidas en ios últimos anos es


la de Pkter Temín, profesor de Historia Económica del Instituto Tecnológico
de Massachusetts. quien la formuló de manera acabada en una serie de con:
ferencias pronunciadas en 1989 y publicadas ese mismo año con el nombre
de Lessona Jrom ihe Great Depression
Para T kmín, el problema fundamental de la economía en los años '20 fue
el shock producido por la Primera Guerra Mundial. Los cambios que gene­
ró la misma en ei escenario económ ico fueron encarados por ios gobiernos
partiendo de una concepción que privilegia lia el retorno y el mantenimien­
to dei sistema cié patrón-oro como requisito básico para ia prosperidad.

(7) Se d e f i n e n c o m o o p e r a c i o n e s d e m e r c a d o a b ie r t o a q u e lla s e n la s q u e el E s ta ­
d o d e ja d e i n t e r v e n i r p a ra r e g u la r e l n iv e l d e la s t a s a s d e in t e r é s .

( 8 ) L a s o p e r a c i o n e s e s p e c u l a t i v a s i n i c i a d a s e n e s o s a ñ o s c o n t r a la d i v i s a n o rte -;;
s n> e r i c a n a l l e v a r o n a l a s a u t o r i d a d e s a d e f e n d e r í a p o r m e d i o d e u n 'a u m e n t o d e ias
t a s a s d e ia tv - i:- s eLu e ¿ c i t a r a s u c a m b i o p o r o r q ,

í‘.V. Tr:«-K í : .
CAP. 1 0 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 339
En su visión, el patrón-oro, caracterizado por el mantenimiento de pa­
ridades fijas con el oro, por la libre circulación del mismo entre países y
personas, y la ausencia de una organización coordinadora internacional,
implicaba la existencia de una asimetría entre países deficitarios y países
exceden tarios de este metal. Mientras que la acumulación de metal precio­
so no era penalizada (10), los países que sufrían un descenso en sus reser­
vas debían ajxistar su economía a través de ia deflación (no de la devaluación
del tipo de cambio).
Hacia fines de los años ’20, la econom ía atlántica estuvo dominada por
políticas deflacionistas. Los dos países deficitarios en oro eran Gran Bretaña
y Alemania, porque así lo establecía el sistema. Los Estados Unidos y Fran­
cia, que, por el contrario, tenían saldos favorables, optaron por privilegiar la
lucha contra la especulación y la inflación, y aplicaron también políticas
contractivas.
La in sisten cia con que, una vez iniciada la depresión, los g o biern o s de
Alem ania y los Estados Unidos se aferraron a las políticas pautadas por el
patrón-oro, contribuyó a que ésta se profu n dizase. Sólo cuando R oosevelt y
H itler cam biaron el rum bo económ ico adoptando m edidas ex p an sion istas y
desen ten dién dose de la ortodoxia vigente, se inició el cam ino de la recu p e­
ración. Gran Bretaña, que fue ei prim er país que dejó flotar su m on eda en
1931, si bien no revirtió su situación económ ica de m anera definida, fue el
ámbito donde la depresión se m anifestó con m ayor m oderación. Francia, fi­
nalm ente, que se m antuvo en el patrón-oro p o r el volum en de su s reservas,
experim entó las c o n se c u e n c ia s negativas de la so b re v a lu a c ió n , vié n d o se
obligado su gobiern o a p rofu n d izar su s políticas deflacion istas, las que no
im pidieron que se su p erara la crisis.

10,3. Eí, CRAC DE L A B O LSA DE N U E V A YO RK

La situación global de la econom ía norteam ericana en 1929 hacía prever


la llegada de una rec.esión más o m enos significativa. Asim ism o, en todos los
países im portantes, coa la excepción de Francia, los indicadores disponibles
m ostraban una caída de la actividad, afectada por u n a dem anda en d e c lin a ­
ción, sto c k s abundantes y crédito caro. No obstante, la dep resió n m undial
estuvo origin ada por ia situación de-lo-s.Estados U n id o s; en.particular, la
política d esarrollad a.p or su go b iern o en relación con las tasas de interés, y
las rep ercu sio n es que tuvo el fren o de la exp an sión económ ica.

(105 S ó l o írtiiía i-.oino c o n s e c u e n c i a la p e r d id a rií: y ;.;na r v e n i n a ' :n-


nac,:6n.
340 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El primer tema se vincula directamente con la subida de los precios en


el mercado bursátil norteamericano. A partir de 1927, éstos experimentaron
un alza que para la época fue considerado espectacular, desencadenando un
proceso especulativo que se benefició de la posibilidad de acceder a un cré­
dito barato. En la visión de G albraith, sin embargo, el factor fundamental fue
la favorable disposición de la gente en relación con las posibilidades futu­
ras de la econom ía: “ ¡La especulación requiere, en gran medida, un senti­
m iento profundo de confianza y optim ism o” ( u).
El problema mayor de la dinámica bursátil residía en que se asentaba
sobre un precario mecanismo crediticio, cuyo funcionamiento afectaba al
sistema financiero mundial. En efecto, la medida a adoptar por la Reserva
Federal para intentar frenar la especulación consistía en subir su tasa de ;
descuento, decisión que iba más allá de las fronteras norteamericanas, en/
tanto contribuía a disminuir la corriente de créditos hacia el exterior, y ade­
más atraía capitales especulativos hacia los Estados Unidos.
Por estas razones, la concreción de esa política en 1928-1929 tuvo neA
gativas consecuencias para buena parte de la economía mundial. El flujo de
capital norteamericano hacia el exterior cayó de 1.337 millones de dólares
en 1927 a 1.251 en 1928, y a 671 en 1929
La interrupción de los préstamos afectó sexmamente a muchos países en
Europa Central y Oriental, y en América Latina, los cuales se habían endeu­
dado de manera creciente y dependían de continuas importaciones de capí-;:
tal para mantener su equilibrio exterior. Este proceso no podía continuar de
manera indefinida, pero la interrupción drástica de los préstamos por paró­
te de los acreedores colocó a los gobernantes de esos países frente a un
problema que exigí a decisiones dolorosas en relación con la política econó.v;
mica interior. A la puesta en marcha de procesos de ajuste destinados á.;
obtener recursos con los cuales enfrentar las obligaciones exteriores, se
agregó la disminución de las importaciones, con el consiguiente impacto so;-:",
bre el comercio^mu-ndiai.
Cuando comenzaba a surtir sus efectos negativos la disminución del cré­
dito exterior, se produjo la segunda y más gi’ave circunstancia que contribu-;
yó a desencadenar la crisis: el retroceso de la actividad económica en los Es­
tados Unidos. Las causas de la depresión constituyen, como vimos, una de
las cuestiones controvertidas en todo este proceso, pero sea que la misma
haya sido provocada por factores reales — estancamiento en los sectores
dinámicos que habían impulsado el auge, crisis de confianza respecto de la
evolución de los negocios-— o por factores monetarios — la política restric­
tiva que en ese terreno inició la Reserva Federal— , las repercusiones sobre
la economía mundial fueron dramáticas.

( 1 1 ) G AU3 SiAÍTH ( i 3 7 6 J-

(1 2 ) KfNDí-EBEROK» (1 9 S 5 ).
CAP. 10— LA CRISIS DE LOS AÑOS ’30 341

A la reducción de los préstamos al extranjero se agregó una caída de las


importaciones, que en razón de la relevancia de la demanda norteamerica­
n a (sobre todo, de materias primas), produjo un derrumbamiento en los pre­
cios internacionales de mercaderías que, como se ha comentado, en muchos
casos ya estaban declinando.
Fue en el curso de este proceso que se desencadenó el llamado c r a c de
la Bolsa de Nueva York, en octubre de 1929, considerado por muchos el
punto de partida de la crisis mundial. Ya se ha hecho referencia al b o o m
producido en Wall Street. La evolución del precio ele las acciones (gráfico 2)
permitió que se obtuvieran beneficios excepcionales y condujo a que se di­
rigieran hacia allí capitales en busca de oportunidades rentables. Sin estar
todavía aclaradas las causas (13), en octubre los precios cayeron verticalmen­
te y, como se aprecia en el gráfico, no se repusieron.

fuente: Kindi-Ukkküíík (1985).

G ráfico 2. P re c io d e la s a c c io n e s e n N u e va Y ork, 1926-1933. ín d ic e c a lc u la d o


s o b re ¡as e s ta d ís tic a s e s tá n d a r (1 9 2 6 ~ 100).

(131 KiNDUím-Rí'.EK ( 1 9 8 5 ) , r e v i s a l a s i u i e r p r e t a c i o n e s a c t u a l e s s i n l l e g a r a c o n c l u ­
siones d e fin it iv a s .
342 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Respecto de la importancia del famoso “jueves negro” (24 de octubre, día


del primer pánico}, es verdad, por una parte, que la caída del mercado de
valores, con toda su significación, no produjo la depresión. Pero, por otra
parte, es cierto que el crac desencadenó una crisis de confianza en el con­
junto del sistema que ha sido adecuadamente definida como “pánico de la li­
quidez” . Así como los inversores se retiraron de la bolsa, la decisión de re­
ducir los gastos se extendió a todos los sectores, afectando a los niveles de
producción y a los precios. La caída de los precios, a su vez, implicó quie­
bras, retiro de depósitos de los bancos y mayores restricciones del consumo.
La evolución de la producción de automóviles muestra de manera incon­
trastable la dimensión de la coyuntura (gráfico 3).

105

Fuente: Guía práctica (Í9S5).

G rá fic o 3. La G ran D e p re s ió n e n ¡a in d u s tr ia d e l a u to m ó v il d e lo s E s ta d o s
U n id o s (19 29 -193 5).

Por Jo tanto, eí elem ento principa’ en 1p. transmisión d é lo s efectos déla


crisis bursátil ;¡ la economía real en l o s lisiados Unidos fue ei descenso del;
consumo, que deprimió las expectativas de inversión a partir de la caída ele
los precios que se produjeron. El desencadenamiento de la crisis mostró la
incapacidad del gobierno republicano para encontrarle solución y para evi­
tar la extensión de la misma hacía la economía mundial. De cara al interior :
hubo una inconsistencia en las políticas adoptadas, dado que las medidas
adecuadas para enfrentar la depresión, esto es, la generalización de opera-:
cienes de mercado abierto que pertniu erc^-uujiaabuadancia de dinero bara-
í.í.i. no fueron encaradas con la suficiente continuidad, convencidas como
CAP. 1 0 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 343
estaban la mayor parte de las autoridades económicas de que la m ejor ma­
nera de salir de los problemas era llegar hasta el fondo para “ purgar la po­
dredumbre del sistem a” (1-!). Faltó la decisión, o el conjunto de decisiones,
que restableciera la confianza, cambiando las expectativas.
Existe un consenso casi unánime con respecto a que los problemas del
sistema banearlo fueron el factor individual que mayor influencia tuvo sobre
la depresión. La vulnerabilidad del m ism o —se trataba en su abrumadora
mayoría de bancos locales, apoyados en unas pocas industrias y muy des-
protegidos frente a retiros masivos de fondos— condujo a que las quiebras
de hancos se transformaran en uno de los rasgos de la vida norteamericana
durante estos años, hasta el punto que fue el elemento que hizo tomar con­
ciencia a los ciudadanos de las dimensiones de la crisis (mucho más que el
crac de Wall Street). La situación se tornó tan grave a principios de 1933
que, cuando R o o s s v e l t asumió como presidente en marzo, casi la mitad de
las administraciones estatales habían cerrado los bancos por disposición le­
gal, y de los que permanecían abiertos, muchos no tenían dinero.
En relación con lo que ocurría en el resto del mundo, a la disminución
de los préstamos exteriores y a la posterior exigencia de pago de las deudas
contraídas se sumó la promulgación en ju nio de 1930 del arancel Smoot-
Hawley. Esta ley, que elevaba las tarifas proteccionistas de los Estados Uni­
dos a niveles nunca alcanzados antes, no sólo contribuyó a la disminución
del com ercio internacional, estableciendo un freno adicional .a las importa­
ciones, sino que tuvo como consecuencia ia aplicación de represalias por
parte de algunos de los países afectados, circunstancia que produjo un im ­
pacto depresivo adicional sobre el nivel de los intercambios':

10,4. L A D IFU SIO N BE L A CRISIS H A C IA E U R O PA

A principios de 1931,.la depresión, aun siendo muy severa, presentaba


características similares a otras, en cuanto a la evolución de su curso nor­
mal. Si bien persistía la deflación y la desocupación había alcanzado nive­
les muy altos, los países más afectados eran Jos exportadores de materias
primas, hasta eí punto que varios de ellos habían abandonado el patrón-oro.
Mientras que para algunos observadores se marchaba hacia una situación
todavía peor, para otros había algún resquicio para un moderado optimismo.
Este desapareció sin dejar rastros a partir áel estallido de un pánico fi­
nanciero internacional que se inició en mayo con 1a quiebra del Credit-Ans-
talt, el banco más prestigioso de Austria. Lo que siguió lúe una fuga de ca­
pitales en Alemania. Gran Bretaña y finalmente en los Estados Unidos, que

( 1 4 ) P o r l o t a n t o , n o áali;;;. q u e a c t u a r p a r a n e u t r a l i z a r Sos a s p a d o s n - á s nr iy at i-
vas de la c r is is . •
344 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

terminó con el patrón-oro y con lo que quedaba del sistema financiero inter­
nacional estructurado a su alrededor.
Presionados por la salida de oro, los gobiernos de Alemania y Gran Bre­
taña adoptaron decisiones divergentes. En Alemania, el gobierno encabezado
por B r ü n i n g logró una moratoria de un año en el pago de las reparaciones de
guerra —prólogo a la cancelación de la deuda concretada a mediados de
1932— , pero aun así optó por una subida de las tasas de interés (del 7 al
10 %), con la consecuencia de una profundizacíón en la caída de la actividad
económica y un increm ento de la desocupación. La devaluación del marco
fue descartada por tem or al retorno de la inflación. Ante la continuidad de
los problemas, en diciembre de 1931 se procedió, por medio de un decreto
de emergencia, a reducir los salarios y los precios de las industrias carteliza-
das. La desocupación llegó a superar el 20 % en algunos meses de 1932 ( ls),
desencadenándose una situación de conflíctividad social y política que abrió
el camino a una alternativa de excepción, dispuesta a enfrentar la crisis con
herramientas mucho más expeditivas que la “ democracia inorgánica". En
este clima, H i t l l í r vio allanado el camino hacia la jefatura de gobierno.
En Gran Bretaña, por su parte, el problema de la huida de capitales con­
dujo en principio a la caída del gobierno laborista (agosto ’31), reemplaza­
do por un gabinete de coalición, eí que, frente a ía continuidad de la salida
de oro, optó por una decisión trascendental: el 21 de setiembre abandonó el
sistema monetario en el que se había, asentado la supremacía del país a lo-:
largo del siglo XIX y principios del siglo XX, dejando flotar la libra es£erli-:
na. Se produjo de manera inmediata una depreciación de la moneda inglesa,,
que alcanzó el 35 % respecto del dólar en diciembre, estabilizándose luego;
en (aproximadamente) el 70 % del tipo de cambio que las autoridades econó-;
micas habían establecido seis años antes, en ocasión del retorno al patrón-
oro. Como se verá, esta decisión, en su momento considerada desastrosa,;
fue la demostración inequívoca de la desaparición del liderazgo británico y.
permitió que la economía inglesa se recuperase de manera razonable (den­
tro de la gravedad general), liberada de los condicionantes impuestos por una
moneda sobrevaíuada y altas tasas de interés.
La decisión británica fue acompañada por el abandono del patrón-oro por
parte de países que no querían verse descolocados en su posición comercial.
Hacia fines de 1932, más de la mitad de los países del mundo lo habían he­
cho formalmente, y la mayoría de los que lo mantenían lo hacían utilizando;
rígidos controles de cambio. La depreciación de la libra esterlina fue acom­
pañada d.él surgimiento de lo que luego se denominó "‘área de la libra” , den­
tro de la cual países exportadores vinculados con el mercado británico pu­
dieron proteger su nivel de competitividad, en tanto que países deudores de
Gran Bretaña accedieron a una renegociación que les permitió continuar
afrontando el costo de sus obligaciones financieras.

0 5] A l g u n a s e s t a d í s t i c a s l l e g a n a i n d i c a r v a l o r e s s u p e r i o r e s al 3 0 % e n e s c ano.
CAP. 10 — LA CRISIS D E LO S AÑOS ’30 345
En resumen: en poco tiempo se produjo la desorganización y la destruc­
ción parcial de la maquinaria que movía la economía internacional, proce­
diendo los países a buscar una salida individual a la crisis, al desaparecer
de manera inequívoca la cooperación financiera.

10,5. LA DEPRESION EN EL RESTO DEL MUNDO


Con la importante excepción de la Unión Soviética, la crisis se extendió
por todo el mundo, m anifestándose de manera rotunda en los valores del
comercio exterior, cuya disminución afectó, sobre todo, a regiones del mun­
do con economías asentadas en sus exportaciones (cuadro 5).

Años
1929 1930 1931 1932 1933 i
Países
América Latina 106,9 79,1 53,2 35.0 33,4 I
Asía (sin ia Unión
Soviética) 98,4 75,1 53,6 37,7 35,1 I
Oceanía 95,5 69,3 39,9 34,7 35,5 I
Africa 109,5 93,0 70,4 57,9 56,1 I
Mundo 104,6 84,7 60,5 41,0 36,9 |
Fuente: M o r illa (1984).

C u a d ro 5. In d ic e s d e l v a lo r d e l c o m e rc io e x t e r io r ( p r o m e d io 1 9 2 6 -192 9 ~ 100).

Estos índices muestran que en un contexto general de caída vertical de


las transacciones internacionales, para América Latina, Asia y Oceanía la
situación fue aun más grave. Además, es preciso tener en cuenta la signi­
ficación que adquirió el llamado “ deterioro de los términos de intercambio” ,
es decir, para el caso que nos ocupa, la disminución relativa de los precios
de los productos primarios respecto de los correspondientes a los bienes
manufacturados, que se manifestó con fuerza en este período. Las aproxima­
ciones conocidas respecto del tema muestran que, para el caso de América
Latina, el deterioro fluctuó entre el 21 y el 45 % entre 1929 y 1933 ( iü). Esta
amplitud permite comprender la expresión “lotería de los productos” , forjada
por D íaz A le jand ro para describir la variada suerte que corrieron los bienes
que exportaba el subcontinente, en función no sólo de las características de
la demanda, sino también de las condiciones de producción y de los meca­
nismos de com ercialización.

(1 6 ) D ía z A l e j a n d r o (J 9 S S ).
346 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Si a este factor sumamos las dificultades crecientes originadas en el


pago de los servicios de la deuda en un contexto de escasez del crédito, el '
resultado para la mayor parte de los países periféricos fue la pérdida de re­
servas y la depreciación del tipo de cambio, con lo cual se transfirió la car­
ga del ajuste a los demás. Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay,
Brasil, Boiivia y Venezuela fueron algunos de los países que optaron por salir
del patrón-oro, en algunos casos aun antes de 1931, por lo que K indueberger
ha sostenido que el sistema monetario internacional “empezó su desintegra­
ción en la periferia de la economía mundial” (17).
Las políticas económicas adoptadas por los países extraeuropeos fren­
te a la crisis pueden dividirse en pasivas y activas. La pasividad, esto es, el
mantenimiento de la ortodoxia monetaria y cambiaría ligada a alguno de los
países centrales, fue un rasgo característico de países pequeños o con un
grado de dependencia muy marcado: Honduras, Panamá y Haití constituyen
ejemplos de países del primer tipo, y Cuba, del segundo. Por el contrario, las
políticas económicas activas se vinculan con la ya citada actuación, sobre eV
tipo de cambio, los controles sobre las importaciones, la intervención del
Estado en los mercados de los productos en problemas, las medidas de im-
pulso a la industrialización sustitutiva, etc. La Argentina después de 1931,
Brasil y Uruguay son algunos de los países latinoamericanos que se propu­
sieron “ hacer algo" frente a un shock exterior que los afectaba profundamen­
te. En países de Asia y Africa se dio una situación similar, aunque, en mu­
chos casos, la conexión con los mercados internacionales era de menor sig­
nificación. En el caso del Africa negra, el impacto de la disminución de los
ingresos fiscales provenientes del comercio exterior condujo a un incremen­
to de la presión impositiva por parte de las administraciones coloniales en
perjuicio de los ingresos de los indígenas, obligando a “ monetarizar" opera-
clones que normalmente se basaban en el trueque. El resultado fue una
aceleración en el proceso de desintegración de las estructuras tribales tra­
dicionales, colocando a los pobladores dentro de una dinámica económica
que desconocían, con la previsible consecuencia de una pauperización ge­
neral del campesinado.
La evaluación de las políticas económicas activas impleraentatías en la
periferia es generalmente positiva —dentro de la m ediocre situación de la
época—, ya que los países que las pusieron en práctica de manera más o me­
nos sistemática avanzaron con buenos resultados hacia un nuevo patrón de.
acumulación en el que el sector industrial adquirió una importancia nunca
antes alcalizada, a favor cíe las posibilidades que brindaba la coyuntura para
sustituir importaciones- Las alternativas snstitutivas se extendieron también;
al sector rural, modificándose en algunos países la orientación productiva
de ia tierra en función de la demanda interna, y también al sector terciario;
donde se verificó un avance de las empresas de capital nacional..

t ; 7 } KlN'DÍ,K8ERGr:I< ( 1 9 8 5 ) '.
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS ’30 347

Una situación particular produjo en los países de la Commonwealth, los


; que se vieron favorecidos por la decisión británica de devaluar la libra y de
jraplementar una política conjunta destinada a proteger el mercado imperial,
¿o que se estableció en la Conferencia de Ottawa, realizada en 1932. Países
com o Australia y Nueva Zelanda tuvieron aun un beneficio adicional, en ra­
zón de haber devaluado sus monedas respecto de la libra esterlina.
: De cualquier manera, los resultados globales del mundo periférico fueron
modestos —con muy contadas excepciones como la de la Unión Sudafricana,
beneficiada por los aumentos en el precio del oro— , con un crecimiento en
i n s ingresos por habitante inferior al de las décadas anterior y posterior.

10,6, LAS NUEVAS P R A C TIC A S FIN AN C IE R AS Y


COM ERCIALES

La depresión produjo un profundo impacto en el escenario financiero


internacional y en el desarrollo de las actividades comerciales.
Las m odificaciones que se verificaron en los tipos de cambio a raíz del
colapso del patrón-oro dificultaron en gran medida los movimientos de ca­
pitales. Los controles fueron utilizados abusivamente por las autoridades gu­
bernamentales, de manera que hicieron im posible las repatriaciones y las
voperaciones multilaterales que habían sido de uso común durante los años
precedentes. Asim ism o, el com ercio se vio sujeto a un increm ento de las
/restricciones a la entrada de mercaderías, en tanto cada nación volvía los
rojos hacia sus propios recursos y perseguía, en primer 'tugar y por encima
de todo, la recuperación económica interna.
Por lo tanto, los controles se manifestaron de dos formas principales.- los
dirigidos a actuar sobre los pagos entre los países, y los que afectaban en pri­
mera instancia los movimientos de un país a otro. El primer grupo incluía los
controles de cambios y ios variados acuerdos de clearing y de otros tipos-
asociados a ellos. El segundo estaba conformado por aranceles, contingen­
tes, prohibiciones y medidas similares. Aunque la distinción entre arabos
grupos no es totalmente nítida, se los puede analizar en forma separada.

10,6,1. CONTROL BE CAMBIOS

Si bien puede definirse como control de cambios cualquier intervención


gubernamental destinada a afectar el nivel del tipo de cambio de la moneda
. nacional en relación cor; otras divisas, en su más amplia y; común interpre­
tación se refiere de m a n e r a concreta a las diferentes formas de restricciones
oficiales sobre -as transacciones privadas de di vasas extranjeras. En aquel! os
348 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

países en que tales restricciones se introdujeron durante este periodo, los


gobiernos asumieron el control del cambio exterior, exigiendo de los expor­
tadores las divisas recibidas en pago de sus ventas y entregándolas a los ira-
portadores com o pago de sus compras, verificándose ambas operaciones á
un precio fijado de modo arbitrario por el gobierno. La persistencia y la se­
veridad crecientes de las políticas de con trol de cambios fueron, en medida
significativa, el resultado de una ampliación en los objetivos que persiguie­
ron su introducción y su mantenimiento.
Pese a que su finalidad original era suprimir la salida de capitales que
iba asociada a las crisis financieras del comienzo de la década, con el paso
del tiempo y la profundización de la depresión, las metas de dicha política
se multiplicaron. Es que el aislamiento que proporcionaba el control de cam­
bios favorecía las posibilidades de introducir políticas domésticas expansío-
nistas. Asim ism o, podía contribuir a la protección de las industrias nacio­
nales por medio de la asignación selectiva de las divisas disponibles para
importación, prohibiendo o limitando la entrada de determinadas mercade­
rías. Finalmente, el control de cambios se utilizaba para conseguir ingresos
fiscales; la implementación de tipos de cambio más elevados para la venta
que para la compra de divisas extranjeras llevaba consigo la apropiación de
la diferencia por parte del Estado.

10,6,2. ACUERDOS BILATERALES

Los acuerdos bilaterales apuntaban a la búsqueda de un equilibrio en­


tre las cuentas mutuas de dos países que querían mantener alto el volumen
de comercio sin m ovilizar oro ni divisas fuertes.
Existían tres modalidades principales:
1 .. Acuerdos de compensación.
2. Operaciones de clearing.
3. Acuerdos de pagos.
Los acuerdos de compensación constituían una forma moderna del prin­
cipio del trueque. Por lo tanto, no era necesario ningún tipo de movimien­
to monetario: las negociaciones eran llevadas por el Estado, por individuos
particulares o por empresas. Un volumen considerable del comercio alemán;
en 1932-1933 se llevó a cabo por acuerdos de compensación, i n c l u y e n d o el;
intercambio de carbón por café brasileño y fertilizantes por algodón egipcio.
Las operaciones de clearing constituían un procedimiento más amplio
y flexible para los equilibrios comerciales entre dos países. Consistían en la
apertura de una cuenta en cada país, a través de las cuales se r e a l i z a r í a n
todos lof-; pagos por importación y exportación entre ambos. Se utilizaban no
solamente para cubrir los pagos derivados del comercio, sino también para
CAP. 10 ~ L A CRISIS DE LOS AÑOS '30 349

otro tipo de pagos, como transferencias de intereses y dividendos, servicios


de fletes, etc. En este caso fue también Alemania la que los practicó en ma-
yror medida, sobre todo, en su comercio con países como Yugoslavia, Bulga­
ria, Hungría y Rumania, obteniendo importantes beneficios (ls).
Finalmente, los acuerdos de pagos cubrían una gama mayor de transac­
ciones, y se establecían, en general, entre países con tipo de cambio fijo y
países con controles de cambio. La razón principal de su existencia residía
sn la necesidad de resolver los problemas de deudas congeladas e intereses
impagos en estos últimos países. Fueron utilizados de manera preferente por
jran Bretaña para encarar las situaciones que se presentaron tras la crisis
financiera de 1931.

10,6,3. A R A N C E L E S Y O T R A S R E S T R I C C I O N E S A L C O M E R C I O

Las tarifas fueron el mayor obstáculo para el intercambio internacional


■de bienes durante este período. El movimiento alcista de los aranceles puede
■.apreciarse en el cuadro 6 .

i Años
1913 1931
1 Países
1 Estados Unidos 41,0 53,0
i Alemania 16,7 40,7
| Francia 23,6 38,0
| Italia 24,8 48,3 !
I F u e n t e : C a p íe ( 1 9 9 4 ) . i

Cuadro 6. Tarifas arancelarias (en porcentaje de las importaciones


sujetas a impuestos).

La conversión que se operó en Gran Bretaña representa el signo más


.inequívoco de los cambios producidos en ei terreno arancelario. En la prác­
tica, el país era todavía predominantemente librecambista al comienzo de la
década: de 1.030 m iliones de libras de im portaciones, sólo 138 m illones
estaban sometidos a derechos arancelarios, y 13 m illones, a derechos co­
rrespondientes a regímenes especiales. La situación cambió de manera ra­
dical con la aprobación de la ley de derechos de importación de marzo de

(1 8 ) A l e m a n i a s e p r o v e y ó e n e s o s p a í s e s d e m a t e r i a s p r i m a s q u e c o n t r i b u y e r o n
i m p u l s a r s u r e a r m e . V e r K -b n w oo d y L o u g h e e d ( 1 9 7 2 ) .
350 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAR

1932, que imponía una tasa general del 10 % sobre todas las importaciones^
excluyendo los bienes procedentes del Imperio, y una “lista libre” que com­
prendía la mayor parte de las materias primas y alimentos. A la ley siguie­
ron una serie de recargos de mayor significación que afectaban a productos
individuales.
Otra manifestación de la política comercial durante la crisis consistió en
la ampliación de los contingentes y otras formas de control cuantitativo
sobre las importaciones. Se utilizó para proteger las manufacturas domés­
ticas y, en mayor medida, los productos agrícolas de la competencia exterior
que siguió a la caída internacional de los precios- Además, la adopción de
restricciones cuantitativas resultó de relevancia para los países que se man*
tuvieron deni.ro del patrón-oro después del abandono dei sistema por parle
de Gran Bretaña y los Estados Unidos. A l no utilizar los controles de cam­
bios, intentaron afrontar sus problemas de balanza comercial imponiendo
controles a las importaciones para tratar de mantener un cierto equilibrio en
la misma.

10,7. LOS INTENTOS DE COOPERACION


INTERNACIONAL
El colapso en el que se encontraba la economía en 1932 fue extendien- i
do la idea de que era necesaria la colaboración internacional para combatir­
la crisis comercial y financiera, y para buscar los mecanismos que permitie­
ran iniciar el proceso de recuperación económica.
Por esta razón se convocó a la Conferencia Económica Mundial a reali­
zarse en Londres a mediados de 1933. Uno de los temas que en mayor me­
dida preocupaba a las autoridades económ icas era ei de la estabilización
monetaria, considerado en este tiempo el punto central para una normaliza­
ción de las relaciones comerciales y del escenario financiero. Esta discusión--'
perdió sentido cuando antes de que se iniciara ia conferencia, los Esiados
Unidos abandonaron el patrón-oro, y el dólar se convirtió en una moneda
fluctuaste sin esperanza inmediata de estabilización. La decisión de la ad­
ministración de. R o o s s v k l t , sobre la que hablaremos más adelante, estaba
guiada por un intento de elevación de los precios internos, destinado a reac­
tivar la economía. Su impacto sobre el resto del mundo fue tan importante
que la reunión se clausuró sin ningún éxito destacable.
Tres años más tarde, con el dólar ya estabilizado, se produjeron nuevos
intentos de acercamiento en busca de soluciones conjuntas al probleina de
la crisis. Fruto de los mismos fue el Acuerdo Trinarm e entre Francia, Gran
Bretaña y los Estados Unidos, ai que con p^stc. i i» c -d adhirieron Holanda,
Bélgica y Suiza. Ei mismo internaba estab: <<r * xi tipo de regulación en
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 351

el manejo de los tipos de cambio, en vísta de la desaparición de los meca­


nismos asociados al patrón-oro. Más allá de su escasa repercusión práctica,
el Acuerdo Tripartito dejó sentada la necesidad de la cooperación en gran
esca la en el nuevo escenario cambiarlo, un tema que fue retomado y concre­
tado después de la Segunda Guerra Mundial a través deí Fondo Monetario In­
ternacional.
La imposibilidad de alcanzar acuerdos a nivel internacional condujo a
muchos países a impulsar alternativas de cooperación a nivel regional. Uno de
los primeros ejemplos de este tipo fue el acuerdo firmado entre los países
agrícolas de Ja cuenca del Danubio, Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia,
que a principios de los años *30 concedieron preferencias arancelarias para
sus principales exportaciones en varias de las negociaciones bilaterales indi­
viduales entabladas con los países industriales del continente europeo. El pacto
económico regional de 1934 entre Italia, Austria y Hungría, y los acuerdos
formalizados por el llamado Grupo de Oslo (Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlan­
dia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo) muestran la vigencia de estos intentos.
Pero el pacto de cooperación más importante fue el establecido por los
países de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) en la ya ci­
tada Conferencia de Ottawa, celebrada en 1932. A llí se acordó la creación de
un sistema de preferencias mutuas para las im portaciones provenientes de
Jos miembros de la Comunidad. El mismo sirvió para incrementar el papel
de Gran Bretaña en el comercio con sus antiguas colonias pero, como con­
trapartida, la elevación de tarifas que realizaron los países que estaban fuera
del sistema empeoró las ya menguadas posibilidades competitivas de la in­
dustria inglesa en el mercado internacional.

10,8. LAS P O LITIC A S ECONOM ICAS N ACIO NALE S


FRENTE A L A CRISIS

“Sálvese: quien pueda” parece haber sino la consigna de los gobiernos


frente a ía depresión. La magnitud de los niveles de desocupación, la impor­
tancia de la caída de ios precios y las profundas fisuras que se manifestaron
en ei sistema financiero persuadieron a ias autoridades ce todos los países
con respecto a que “ había que hacer algo” .
Las restricciones a ia circulación de bienes y dé capitales fueron un a
consecuencia directa de esa voluntad is5tervencionista que, como se ha vis­
to, no se coordinó con acciones internacionales consensuadas. Por el cami­
no fueron quedando las políticas ortodoxas, que recomendaban que la cri­
sis debía cumplir su ciclo, y que cualquier Intervención estatal o cualquier
manejo deficitario de! presupuesto eran negativos paraol^deseuvolvimícuio
áe la econom ía.
352 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El accionar gubernamental, desde el New Deal hasta el amplio papel


asumido por el Estado ea el Tercer Reich, ha sido objeto de evaluaciones
dispares. Mientras que algunos sostienen que fue un elemento clave para
atenuar los rigores de la depresión, otros afirman que “ las políticas econó­
micas nacionales contribuyeron muy poco a la recuperación” C19}.
Tomando distancia de esa controversia, pasaremos a resumir lo realiza­
do por los gobiernos de los principales países afectados.

10,8,1. LO S EST AD O S U N ID O S

El aplastante triunfo demócrata en las elecciones de 1932 fue el resul­


tado del rechazo de la ciudadanía norteamericana a los errores cometidos
por el equipo del presidente H o o v e r en el manejo de la crisis.
En los cien días siguientes a la toma de posesión por parte de F r a n k u s
D. R o o s e v e l t , el activismo de la nueva administración se manifestó en la re­
misión al Congreso y la posterior aprobación de una serie de leyes que consr
tituyeron el basamento de lo que se denominó “New Deal” . Las mismas abor­
daban una temática variada que, no obstante, tenxa como hilo conductor el
intervencionismo estatal. Este se manifestaba de diferentes maneras: en el
ámbito social, por medio de la asistencia a los desocupados; en el terreno
económ ico, a través del establecimiento de precios remunerativos para los
agricultores; en el mundo financiero, en la im posición de seguros para los-
depósitos ba'ncarios y en la posterior revisión a fondo del sistema, que tan­
to daño había causado.
La aprobación de estas leyes fue acompañada por la creación de una
serie de organismos encargados de ejecutar las nuevas políticas. Los más
importantesjfueron: FERA (Federal Emergency Relief Administraüon), des­
tinado a distribuir la ayuda a los Estados y municipios; AAA (Agricultura! Ad-
justment Adiñinistration), encargado de coordinar las políticas agrarias; PWA
(Public Works Adm inistraron), responsable de los programas de construc-
ción de carreteras y otras obras públicas; NRA (National Recovery Adminís-
tration), creado para regular los precios, los salarios y las condiciones de
competencia en la industria y el comercio.
La consecuencia lógica de esta política in tervencionista fue un incre­
mento del déficit presupuestario, lo que implicaba asumir una posición he­
terodoxa frente a las recomendaciones de la mayor parte cíe los expertos. No
obstante, los niveles del déficit fueron discretos, no llegando nunca a supe-
rar el 4 % del producto bruto interno.

(1 9 ) A : 'R o r r (1 9 8 9 ).
CAP. 10— LA CRISIS DE LOS ANOS ’30 353

Un párrafo aparte merece la política cambiaría. El mantenimiento de una


de devaluación del dólar a través de la compra de oro por parte del
e s tr a t e g ia
gobierno a precios cada vez más altos (el llamado “plan Warren” ) se prolongó
hasta enero de 1934, momento en que se produjo finalm ente la estabMiza-
cíón a un tipo de cambio de 35 dólares por onza de oro, lo que significó una
devaluación de casi el 70 % respecto del tipo de cambio anterior a la crisis
(20,67 dólares por onza). La política implementada ha sido objeto de una
dura controversia, que se extendió durante décadas. Mientras que, para al­
gunos, “la devaluación del dólar sirvió únicamente para empeorar la situa­
ción de los demás países sin que ello favoreciera a los Estados Unidos” (2n),
para otros, “la devaluación fue tina decisión sin precedentes” (21), que per­
mitió revertir la política deflacionista por una de corte expansionista.
La significación concreta de algunas de las medidas adoptadas puede
apreciarse en el cuadro 7, que detalla la evolución de los precios y la produc­
ción de los principales cultivos. En el m ism o se verifica que las medidas
conducentes a la disminución de la producción fueron acompañadas por una
recuperación parcial de los precios.

Maíz T rigo A lg o d ó n ]

A ñ os Prod u cción P recio Producción P recio Producción P re c io ¡

1929 100 100 100 100 100 100


1931 102 40 112 38 115 34
1933 95 65 65 71 83 60 I
1934 57 102 63 82 65 74 |
Fuente: elaboración propia a partir de H istórica! sta tistics o í the Unites States, colonia!
times io 1957 (1960}.

Cuadro 7. Indices de producción y precios de maíz, trigo y algodón en los


Estados Unidos (1929 = 100).

En cuanto a otros aspectos macroeconómicos, el New Deal no alcanzó


un éxito total: la desocupación se mantuvo en niveles elevados durante toda
la década — todavía en 1938 era del 18,8 %— y la inversión privada no se re­
cuperó de manera decisiva hasta que com enzó el rearme, pero existe un
consenso muy amplio — que excluye por supuesto a la férrea ortodoxia
neoclásica— respecto de que sin él la depresión habría sido aun peor. La
evolución del PBI en la segunda mitad de la década muestra la inestabilidad
de la recuperación (cuadro 8 ).

(2 0 } B a i n e s (1 9 8 6 ].

( 2 i ) T emjn ( 1 9 9 5 ) .
354 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

- ..... 1
Años 192S 1935 | 1936 I 1937 1938 1939]

95 99 94

o
o
In dices 83 102
í ! .
F u e n t e : e la b o ra c ió n prop ia a partir d e M aodíson (1 9 9 7 ). j

Cuadro 8. Evolución del producto bruto interno en los Estados Unidos


(1929=100).

10,8,2. G R A N B R E T A Ñ A

La política económica británica en los años ’30 estuvo marcada por la tras­
cendente decisión de abandonar el patrón-oro en setiembre de 1931. Por una
parte, íue vista como una decisión desesperada —ocasionada por la sangría de-
oro que estaba afectando el nivel de reservas del país— que marcó el retiro
definitivo por parte de los ingleses de su tradicional actitud de intervenir en
el restablecimiento de cualquier situación crítica que se produjera en la eco­
nomía y las finanzas internacionales, consecuencia lógica de la posición de
liderazgo que habían sustentado hasta 1914, y que intentaron mantener du­
rante la década de 1920. Por otra parte, la flotación de la Hbra esterlina no fue
acompañada por un incremento de la intervención gubernamental, tal como
se dio mayoritariamente en otras naciones durante este período.
La nueva política británica se sustentó en el crédito barato y en el protec­
cionismo y fue impulsada por un gobierno “nacional” encabezado por el labQ-.
rista R a m s a y M a c D o n a l d , pero con una mayoritaria presencia conservadora C22}.
Las posibilidades de acceso a préstamos a bajo costo fue uno de los facto­
res que contribuyó a impulsar eí mercado de la construcción, ei sector más
dinámico de la economía durante la década. La demanda reprimida por las\
dificultades de acceso a una vivienda propia en los años anteriores, surada
da a ios movimientos migratorios internos, producto de la reestructuración,
espacial de la economía a consecuencia de los altibajos experimentados en
los años de la posguerra, fueron algunos de ios factores que contribuyeron;
al crecimiento del sector.
En cuanto al establecimiento de una política arancelaria, a la que ya nos
hemos referido, dio por finalizado un período de casi noventa años de comer­
cio libre, con Ja importante consecuencia de colocar al mercado interno como-
motor del crecimiento. Este nuevo rasgo de la economía británica — que ya.
había empezado a manifestarse en la década anterior-- se vinculaba cierta':
mente con la progresiva pérdida de compelítividad de ios producios ingleses,
pero también con el descubrimieuto de las posibilidades de expansjó-; del con­
sumo de masas. Aquellos sectores orientados hacia el mercado iuierno tuvie­
ron un comportamiento claramente superior al de los sectores exportadores,;
el que fue apuntalado por ía protección sistemática del gobierno.

{ 2 2 } L-a d e c i s i ó n d e M a c D o .n a lo d e e r i c a o e z i i r 'f t s t e 'g ó ’t n é m o p r o t í a j e u c a e s cis ió n "


e n e l P a r t i d o L a b o r is t a . P a r a e s t e r.eíita, TA.Yt.or! -fL 9 8 9 j.
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS :30 355

No existen coincidencias en la evaluación del comportamiento del Esta­


do en relación con la crisis, pero io cierto es que la economía británica ex­
perimentó una recuperación más pronunciada y sostenida que la de los prin­
cipales países industriales; entre 1929 y 1939 el producto bruto interno cre­
ció aproximadamente un 20 % (cuadro 9).

A n os 1929 | 1935 j"l936~ ¡ 1937 1938 1939 i

Indices 100 ¡ 108 | 113 j 117 118 120 |

F u e n te : e la b o ra c ió n propia a partir d e M a d d is o n (1997). J


C u a d ro 9. E v o lu c ió n d e l p r o d u c to b r u to in te r n o d e G ra n B re ta ñ a (1 9 2 9 = 100).

No obstante, hubo dos significativos aspectos negativos:


1. El desempleo se mantuvo a niveles altos —todavía el 9,2 % en 1938—,
aspecto parcialmente mitigado por una legislación social de avanzada.
2. Resguardada por los aranceles y por la política de preferencias im­
periales a la que se ha hecho referencia más arriba (2S), la industria
creció pero no se reconvirtió, y la política del Estado de defender a
las empresas existentes condujo a potenciar un proceso de concen­
tración que hacia fines de la década involucraba a los principales
sectores industriales.
Parece seguro que Gran Bretaña, la potencia industrial menos concen­
trada en 1914, se transformó en una de las que más lo estaban un cuarto de
siglo más tarde. Esta concentración, lejos de contribuir a mejorar la eficien­
cia y la competitívidad, fue restrictiva y proteccionista, destinada a mante­
ner elevados beneficios en un contesto depresivo. Como bien ha afirmado
H o b s b a w m , “ Gran Bretaña se convirtió, tanto para el interior como para ei

extranjero, en un país no com petitivo” (2'M.

10,8,3. ALEM ANIA

Cuando el 30 de enero de 1933, H índenburg, presidente: de Alemania, nom­


bro canciller de ía República de W enriar a A;>ou--o K:??.kx. iíder del Partido Na-
:-Cionai-Sí>ciaíisía Obrero Alernáu.la economía del país no había superado aún
; ei impacto negativo de la política económica impíementada por eJ gobierno
encabezado por el conservador B uüníng, que entre principios de 1930 y media­
dos de 3932 apostó por la deflación como medio para encarar la recuperación
. tras las profundas repercusiones de la depresión sobre el país.

(2 3 ) H a fo ia m e s a Jos a c u e r d o s s u r g i d o s de. la C o n f e r e n c i a <le O t t a w a ( t í ‘ 3 2 ).


Í2 4 ) H o e s s /vw ií (1 3 8 2 ].
356 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Es que la econom ía alemana, como se ha comentado, en la segunda


mitad de los años ’ 20 , dependía en una medida no insignificante de ios ca­
pitales norteamericanos para impulsar su crecimiento. El préstamo exterior
fue fundamental para mantener un nivel satisfactorio de crédito interno, pq^
lo que la reducción del aporte norteamericano a partir de 1928 y sobre todo
de 1929, tuvo efectos directos sobre el conjunto de la economía. Atrapado
por sus concepciones ideológicas y por las presiones de los grupos de inte^
rés, la opción de Brüníng consistió en no apartarse de la ortodoxia, rechazan­
do la implementación de políticas activas destinadas a impulsar la deman­
da. Los resultados fueron, ni más ni menos, los que muestran los cuadros
3 y 4: el 17,2 % de desocupación en 1932 y el 16 % de caída del producto bru­
to interno en ese mismo año respecto de los niveles, ya en declinación, de
1929. El sistem a bancario, fuertem ente afectado por la debilidad en qué
había quedado tras la hiperínfíación de 1923. no pudo evitar el colapso en
el que entraron todos los países europeos a mediados de 1931.
Despedido por el presidente de la República en mayo de 1932, Brúníng no
pudo beneficiarse de uno de los pocos acontecim ientos positivos de ese
momento histórico terrible: en ju nio fueron cancelados los pagos que debía
realizar Alemania en concepto de reparaciones, decisión en la que el gobier­
no de los Estados Unidos tuvo mucho que ver.
La política nazi en relación con los temas económicos estuvo caracteri­
zada por el grado de intervención del Estado, mayor que en los otros países
que se inclinaron por esta opción. No obstante, es preciso enfatizar que más
que una cuestión de grado, debe atenderse a los objetivos finales, los cua-
> Itfffe apuntaban’hacia el control totalitario d e ja sociedad, los planes bélicos
y la cuestión racial. Por lo tanto, el sistema económico nazi fue una parte
del sistema político de dominación nazi, y se fue desplegando en función de
és
En términos concretos, la recuperación económica comenzó en 1933 .y-
hay coincidencia en relación con que fue producto de la política puesta éii
marcha por los nazis en el poder {35}.
Eyta se basó, en una primera etapa, en la implementación por parte dei
Estado de medidas destinadas a la creación de empleo y en una serie de
disposiciones fiscales que intentaban ganarse ei apoyo de los sectores em­
presariales.' El resultado de las mismas fue una modificación de las expec^
lativas que impulsó a la actividad privada, al tiempo que el gasto público se
expandía como consecuencia del plan de obras públicas encarado. Los resul­
tados fueron positivos (cuadro 10 ). complementados por la puesta en mar­
cha de una segunda etapa, en la que adquirió dimensiones destacables el-
tema del rearme. El gasto militar subió del 3 % de la renta nacional en 1933
a! 23 % en 1939.

(2 5 ) L o s ú l t i m o s m e s e s d e 1932 m u e s tra n una p e rc e p tib le re cu p e ra ció n , atribuida


;t una p o lít ic a e x p a n s iv a d e s a r r o lla d a p o r e l g a b in e te de Papen, p e ro la m is m a no í ^
" n i a c u s a d a n i u n iv e r s a l” .
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 357

1932 1933 1935 1938


Carbón 100 105 136 177
; Acero 100 133 286 413
in du stria quím ica 100 115 156 250
P roductos textiles 100 114 • ■■,,,115 135
M uebies y artículo s de! hogar 100 102 115 163

F u e n te : O very (1996).

Cuadro 10. Indice de la producción en algunos sectores industriales de


Alem ania (1932 = 100).

La concreción de esta segunda etapa im plicó un salto enorme en los


niveles del gasto público, acompañado por un incremento en la planificación
económica que se manifestó en el com ercio exterior y los cambios, en el
mercado de capitales, y en el control de precios y salarios. El mismo fue fi­
nanciado por el incremento de la presión fiscal y, en menor medida, por el
endeudamiento. Estas medidas tuvieron la inevitable consecuencia de trans­
formar al sector estatal en el mayor inversor y en el mayor consumidor de
la economía alemana, disminuyendo el papel de la economía de mercado a
causa de las regulaciones de todo tipo impuestas por el Estado. De cualquier
manera, el sector privado de la economía continuó con su proceso de moder-
: nización, que se manifestó en el ámbito de la producción por medio de la in­
troducción de nuevas tecnologías, y en los métodos de organización empre­
sarial. Pero el aspecto más destacable fue el de la concentración en las dis­
tintas áreas de la economía, profundizando un rasgo particular de la estruc­
tura productiva alemana. En los años ’30, alrededor de 300.000 pequeñas y
medianas empresas desaparecieron, víctimas de un proceso de cartelización
facilitado desde el Estado (2G), al tiempo que las sociedades por acciones se
redujeron prácticamente a la mitad í27).
Como se aprecia con claridad en el cuadro 10 , la expansión fue impul­
sada por la industria pesada, que creció alrededor de un 200 % en el perío­
do 1932-1938, en tanto que las industrias de bienes de consumo aumenta­
ron un 38 %. Los resultados en términos de evolución del producto bruto
interno pueden verse en el cuadro I I .

Anos 1929 1933 1935 1936 1937 1938 "^1 9 3 9 ^1


i
Ín d ic e s 100 84 99 109 116 125

Fuente: elaboración propia a partir de M a d d js o n (1997).

Cuadro 11. Movimiento del producto bruto interno de Alem ania (1929 - 100).

(26) O vkry (19 9 6 ).


(27) B e ttk í.ite ím (1972)-
358 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Un componente significativo del proceso de crecimiento económico fue


la relación privilegiada que mantuvo con los países de Europa Oriental, a tra­
vés de intercambios bilaterales por medio de los cuales Alemania se proveía
de materias primas y colocaba parte de sus excedentes de producción de
bienes manufacturados Ps). A pesar de la retórica hitleriana y de la realidad
del intervencionismo estatal, el capitalismo alemán sobrevivió a la experien­
cia del nazismo. Como se ha indicado, las empresas continuaron con su
modernización y mantuvieron su posición dominante, dado que el control
ejercido por los nazis no im plicó una transformación estructural, tal como
contemporáneamente se estaba dando en la Unión Soviética.

10,8,4. FRANCIA

La economía francesa, de buen comportamiento en la posguerra, como


se ha visto en el capítulo anterior, se vio enfrentada a la crisis cuando a par­
tir de 1931 se concretó el masivo abandono del patrón-oro por parte de mi-,
merosos países. Hasta ese momento había persistido eí impacto benéfico de ■
la devaluación del franco, efectivizada en 1928, que otorgaba a los produc­
tos franceses un plus de competitividad con respecto a monedas cuyas pa­
ridades habían permanecido sin modificación, o habían devaluado en menor :
medida. Esta ventaja, sumada al relativo aislamiento en eí que se encontraba ^
el país, protegido por aranceles altos y generalizados, explica que hasta la-
fecha indicada Francia fuera alcanzada de una manera "‘relativamente débil";
por la crisis.
El problema se presentó cuando el gobierno debió enfrentarse a la ■;
disyuntiva de mantenerse en el patrón-oro, favorecido por su sólida posición
en oro (20), o devaluar, acompañando el movimiento que experimentaron la
libra y otras monedas. La decisión de permanecer en eí patrón-oro. originada
en el temor a las consecuencias inflacionarias que podía acarrear el aban­
dono del sistema, impuso una línea de acción cuyo eje principal fue la de­
flación. Esta era im prescindible para adecuar los precios franceses a los

(2 8 j A d e m á s , A le m á n ja c o n t r o ló , lo s p r e c io s a p a g a r p o r ¡o s p ro d ú c e o s primarios,
y a c u m u ló g r a n d e s s u p e ra v ir d e im p o r ta c ió n q u e ie. p e r m itie r o n fin a n c ia r sin in fe r e - ;
s e s p a rte d e su re a rm e a e o s ra d e s u s p r o v e e d o r e s , a p a r a r d el d ií'e riro íe a io c e lo s pa­
gos.

(2 9 ) L a a c u m u la c ió n d e o r o p o r p a rte d e F ra n c ia e n la s e g u n d a m ita d de la d éca­


d a d el T20 s e v in c u la c o n v a rio s fa c to re s : la r e p a tr ia c ió n d e c a p ita le s a n te la in esta­
b ilid a d d e io s m e r c a d o s fin a n c ie r o s in t e r n a c io n a le s ; ’ a e s p e c u la c ió n q u e ro d e ó -al
p r o c e s o d e e s t a b iliz a c ió n d e! tra n co e n I 9 2 8 f 5í':l W :c'otáprásíá'£-o r o re a liz a d a s una vez
q u e s e p r o d u jo ia m is rúa.
CAP. 10 — LA CRISIS DE LCS AÑOS ’30 359

niveles mundiales en. un momento de devaluación general de las monedas,


fíasta 1936, los sucesivos gobiernos franceses promovieron la deflación a
través de una reducción de gastos gubernamentales, una baja de los salarios
del orden del 12 % y el mantenimiento de elevadas tasas de interés.
La caída de precios fue significativa —alrededor del 30 %— y trajo apa­
una serie de consecuencias negativas —tensión social, caída de las in­
re ja d a
versiones— sin ningún resultado importante, dado que una estabilización
unilateral no sem a de nada en un mundo donde las reglas de juego tradicio­
nales habían desaparecido. La evolución del producto bruto interno (cuadro
12 ) muestra esa circunstancia con claridad.

Años | 1930 193 1 1932 1933 1934 1935 ¡

In d ic e s j 100 94 88 94 93 90 j

Fuente: eíaboración propia a partir de Madoison (1997). j

Cuadro 12, Evolución del producto bruto interno en Francia (1930 = 100).

El descontento generalizado por la difícil situación econ~ómica con tribu-


yo al triunfo del izquierdista Frente Popular en las elecciones de 1936, y ei
nuevo gobierno, encabezado por el socialista L e ó n B l u m , produjo un viraje de
significación.
Las medidas adoptadas reflejaban los cambios en el pensamiento de las
:autoridades, que tenían su manifestación más visible e influyente en el New
peal: abandono del patrón-oro con la consiguiente devaluación del franco,
moderado plan de obras públicas, regulación de los precios agrícolas por
medio de un monopolio estatal, aumento de los salarios .nominales, intro­
ducción de las cuarenta horas semanales, vacaciones pagas.
Las consecuencias inmediatas de estas medidas fueron negativas: cuan-
cio el aumento de la producción aún no se había estabilizado, el traslado
inmediato de los incrementos salariales a los precios relanzó la inflación
; ¡cuadro 13J, reapareciendo rápidamente la agitación, social.

| Años . 1935 1936 1 S 37 .193 8 1 1939 ]

j In d ic e s 100 109 139 IS O j 173 ¡

} F u e n te : elaboración propia a partir de M aodiíok (195 H.

í- Cuadro 13. E v o lu c ió n de los precios ai consumidor en Fr&ficfa (1935 ~ 100}.


360 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Las modificaciones posteriores no afectaron este escenario de intranqui;


lidad, marcado por sucesivas devaluaciones de la moneda (30). Sólo en 1939
la economía pareció en condiciones de despegar (cuadro 14}, al compás deí
rápido aumento de los gastos militares, pero el estallido de la guerra y
invasión alemana, producida en mayo de 1940, cambiaron el rumbo de la
historia de Francia.

Años 1935 1936 | 1937 1938 1939

In d ic e s 100 104 1 10 109


117 .
Fuente: elaboración propia a partir d e M a o d is o n (1997).

Cuadro 14. Movimiento del producto bruto interno de Francia (1935 ---- 100).

Existe un consenso generalizado entre los economistas con respecto a


que la intervención estatal en Francia fue sencillamente desastrosa, consti­
tuyendo uno de los factores decisivos en las características que tuvo la crisis;
en el país; se sostiene que una política adecuada en el momento juslo —la
salida del patrón-oro cuando Gran Bretaña dejó flotar la libra esterlina— ha­
bría liberado a Francia de 1as consecuencias más negativas de la depresión:;

10,9. KEYNES Y LA TEORIA GENERAL


La crisis tuvo profundas repercusiones en el universo de la teoría eco­
nómica. La caída de la producción y la prolongación en el tiempo de altas
tasas de desocupación pusieron en entredicho ia validez de las concepcio­
nes neoclásicas. Estas destacaban que los desajustes ocasionados por las
variaciones de la actividad económica serían superados a partir del libre
funcionamiento de las fuerzas del mercado. Ya hemos visto que, en pleno
despliegue de la crisis, uno de los más caracterizados economistas or­
todoxos, Líonel RoBBfNS, atribuía los problemas a las políticas intervencionis­
tas de los gobiernos y al accionar de los sindicatos en el mercado salarial.
A pesar del prestigio intelectual de sus defensores, las posiciones,
neoclásicas se vieron obligadas a replegarse ante la fuerza de los aconteci­
mientos, tuvieron entonces mayor audiencia posturas heterodoxas que re-

(30; Un resu m en d e la abitada vid n p o lít ic a d u ra n te el g o b ie r n o d e l Frexite Popu-


lar es ei de L e f r a n c (1971).
CAP- 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 361

Emendaban una política activa frente a los aspectos más negativos de la


¿ piesión (3l).
La manifestación más elaborada e influyente de esta reacción intelectual
a la crisis fue la publicación en 1936 de Teoría genera l de la ocu p a­
fre n te
ción, el interés iy el dinero, escrita por un prestigioso econom ista inglés,
J o h n M a y n a r d K b y n e s ( 32).

Las ideas centrales de esta obra son bastante ciaras, aunque su funda­
r e n tación lia sido con frecuencia calificada de "oscura” , en
buena medida
p o r las características de la prosa del autor. En su análisis, el
problema cen­
tral de la economía no es determinar cómo se establece el precio de los bie­
nes ni tampoco la forma de distribuir los ingresos resultantes; la cuestión
consiste en averiguar cómo se determinan los niveles de producción y de
empleo.
Cuando se produce una expansión económica, esto es, cuando aumen­
tan la producción, el empleo y las rentas, se verifica una disminución del
porcentaje de estas últimas que los agentes económ icos —-individuos, em­
presas— dedican al consumo (lo que K e y n e s denomina “propensión marginal
,al consumo”); o sea, se produce un aumento de ios ahorros. En ese momen­
to, el economista inglés plantea que no hay seguridad respecto de que tales
ahorros puedan ser invertidos, porque existe una variedad de razones — pre­
caución, especulación, etc.— por las que los agentes pueden optar por rete­
ner el dinero (“preferencia por la liquidez” ). Si los ingresos se ahorran y no
se invierten, tendrá lugar una reducción de la demanda total de bienes y
servicios { “demanda agregada” ), y, con ello, del producto y del empleo. Por
lo tanto, se puede llegar a una posición de equilibrio entre el ahorro y la
inversión sin que esto implique una ocupación plena; la expresión “ equili­
brio con subem pleo” designaba la nueva situación, que cualquiera podía
verificar en ía realidad de la década de 1930.
: La argiiinentación de K e y n e s atacaba también la concepción neoclásica
de desempleo, que culpaba del problema a la rigidez de los salarios a la
.baja (3y), sostenida por eí accionar de los sindicatos. Para él, tal hipótesis ya
■no respondía en absoluto a la realidad, ya que si los empresarios redujeran

{3 1 ) L a c o r r i e n t e h e t e r o d o x a d e m a y o r p r e s t i g i o p r o v e n ía d e S u e c ia , d o n d e d e s d e
íaobra d e K n u t W eckrem. (1 8 5 1 -1 9 2 6 ) h a b ía s u r g id o u n g r u p o d e e c o n o m i s t a s q u e s o m e ­
tían a u n e x a m e n e m i e o la s id e a s e c o n ó m i c a s v i g e n t e s e n r e l a c i ó n c o n i o s a s u n t o s
pú b licos. F r u t o d e e s a s id e a s fu e e l d e s p l i e g u e a p r i n c i p i o s d e l o s a ñ o s '3 0 d e u n a m ­
plío p r o y e c t o i n t e r v e n c io n is t a q u e in c lu ía u n s is t e m a d e s e g u r id a d s o c i a l , p r e c i o s s o s ­
tén p a ra la a g r ic u lt u r a , y e l a p o y o a ia c r e a c ió n d e c o o p e r a t iv a s a g r a r ia s y d e c o n s u m o .
¡3 2 ) U n r e s u m e n d e la v id a d e K eynks e n V e r c e i -u (1 9 8 9 ).
(3 3 ) P a ra lo s p e n s a d o r e s n e o c lá s ic o s , e n u n a c o y u n t u r a d e p r e s iv a lo s s a la r io s
'..tienden a b a ja r, y ll e g a u n m o m e n t o e n e l q u e é s t o s h a n d e s c e n d i d o d e ta l m a n e r a q u e
; alientan a l o s p o s e e d o r e s d e r e n c a s a i n v e r t i r e n ia a c t iv id a d p r o d u c t i v a . A h o r a faicu ,
. si i?, a c t u a c i ó n s in d i c a l im p id e la c a íd a d e s a l a r i o s , la s i t u a c i ó n d e e s t a n c a m i e n t o v a
'- a p e r s is t ir .
362 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

los salarios en una situación de desempleo, el flujo de la capacidad adqui-:


sitiva, es decir, la demanda agregada, disminuiría paralelamente a la baja dé­
los salarios. En ese caso, la contracción de la demanda incrementaría los ni-
veles de desocupación.
Por lo tanto, no podía esperarse el accionar automático de fuerzas que
corrigieran la situación, pues el equilibrio con desocupación podía resultar
estable y persistente. Asimismo, era erróneo plantear como solución que el
desempleo redujera los salarios, porque esto podía conducir a una situación :
de equilibrio con un nivel inferior de producción y de empleo. Tampoco ,
podía contarse con que la reducción de las tasas de interés provocase el
aumento de la inversión, pues cabía la posibilidad de que la misma contri­
buyera a reforzar la preferencia por la liquidez.
Entonces, si la inversión privada no aparecía, quedaba una sola posíbi- :
lidad: la intervención del Estado para elevar el nivel de la ínvei'síón y el au­
mento del gasto público para contribuir a recuperar ia demanda. Así se con-;
firmaba teóricamente lo que muchos gobiernos ya habían comenzado a ins­
trumentar bajo la presión de la coyuntura.
Lejos de ser un enemigo del capitalismo, K e y n e s se proponía mejorar su-
funcionamiento, al encontrar que la aplicación de las concepciones neoclá^
sicas podía conducir a una crisis social de consecuencias imprevisibles. :
La llamada “ revolución keynesiana” puede resumirse en dos aspectos
principales:
1. Los fenómenos económicos deben ser contemplados desde una pers­
pectiva global, macroeconómica, y no desde un punto de vista m i-:
croeconóm ico, ligado a la decisión de los agentes individuales. ;;
2. ,E 1 Estado ocupa un lugar significativo dentro del sistema económK
“•'CrrrTfü e va mucho más allá de las limitadas funciones que le a tribuía
el pensamiento ortodoxo.
El recibimiento inmediato de la Teoría general por parte de los profesio-'
nales fue c rític o y con frecuencia hostil, pero diez años más tarde, a la
muerte de K k y n k s , la comunidad científica coincidía en que se trataba cié una-
obra fundamental para las ideas económicas. Pero, mucho más que eso, el
pensamiento Keynesiano constituyó una de las bases sobre ias cuales se:
asentó la política económica de los países occidentales: la intervención es-,
la tal se transformó no sólo en algo respetable para los economistas profe­
sionales. sino también en un componente central del sistema capitalista dé­
la posguerra.

X0,i0. C O LE C TIV IZA C IO N Y P LA N IF IC A C IO N EN LA í;


U N IO N SO VIE TIC A
El modelo de ucu mutación que se inipLari±ó.:en^la:íXJnión Soviética a par­
tir de! a fianzamien í o de Staí.ín en el poder en 1929 implicaba priorizar ei de­
CAP. 10 — LA CRISIS-DE LOS AÑOS '30 363
s a r r o l l o industrial a expensas de una agricultura colectivizada que aporta­
ría los recursos para financiar ese desarrollo por medio del accionar deí Es­
tado. El proceso de colectivización de la agricultura se efectivizó en un pe­
ríodo muy corto —-no más de cuatro años— , lapso en el que se produjo el ex­
terminio de la clase de los k u l a k s , integrándose los campesinos en coope­
rativas { k o ljo s e s } y granjas estatales ( s o v jo s e s ), desapareciendo, así, los
propietarios individuales. La magnitud del cambio que experimentó la dis­
tribución de la tierra puede apreciarse en el cuadro 15.

r
I Granjas colectivas
1928
%

1,2
1937
%

8 5 ,9
I Granjas estatales 1,5 8 ,9
I Granjas privadas con
I componentes colectivos 1,0 4,6
| Granjas privadas 9 6 ,3 0,6

| F u en te : N o v e (1973).

C u a d ro 15. D is tr ib u c ió n d e la tie r r a en R u s ia (1 9 28 -193 7).

Los resultados productivos de sem ejante transformación fueron muy


modestos, consecuencia de la deficiente organización del trabajo y del dé­
bil grado de mecanización de la agricultura (cuadro 16).

C u a d ro 16. ín d ic e s d e ja p r o d u c c ió n a g ra ria (1 9 2 9 ~ 100).


364 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Entre 1928 y 1941, año de la invasión alemana, se encaró -—a través de


tres planes quinquenales sucesivos (1928-1932; 1933-1937; 1938-1942}— un
desarrollo industrial acelerado, en el que tenían una primacía absoluta los
medios de producción. A partir de una elevada tasa de acumulación, se ca­
nalizó la inversión hacia la producción siderúrgica, energética, metalúrgica,
quím ica y m ecánica. El rápido crecim iento económ ico proporcionó una
mayor capacidad de acumulación para ampliar el volumen de inversiones
productivas. La centralización de la actividad económica por parte del Estado
era la condición previa para garantizar la dinámica de acumulación y creci­
miento. De acuerdo con el discurso oficial, esa estrategia, conduciría a la
construcción de la base material del socialismo.
Desde el punto de vista del objetivo industrializados los resultados ob­
tenidos a lo largo de la década fueron muy satisfactorios, como lo indica el
cuadro 17.

¡j Años ¡1927-1928 1932 1937 1938 1940

I In d ices 100 237 508 579 | 759

| Fuente: elaboración propia a partir de Nove (1973).

C u a d ro 17. E v o lu c ió n d e la p r o d u c c ió n in d u s tr ia ! b ru ta d e la URSS
(1 9 2 7 - 1928 = 100).

Este crecim iento.económ ico inusual es aun más significativo si se tie­


ne en cuenta que ocurrió cuando los países capitalistas estaban sumergidos
en una profunda depresión. La base fue un esfuerzo inversor que se concretó
a expensas del consumo privado (cuadro 18).
«whh’it'.iiii'Lrn11iiiijtr■;ttiít>m
c,f(iug!ww"i‘'W
'«T<,n’arti'.r«gTV
M.iws:
1928 1937
!1...... ..... .......... ■ % : %
... ■ ....
¡ Consumo privado 79,5 52,5
1 Servicios comunitarios 4,6 10,5
I Administración 2,1 3,2
I Defensa 1,3 7,9
1 Inversión bruta ■12,5 24,9 ¡
t. ................. ........ ... ........... . ...
Fuente: M addíson (1971).

C u a d ro 18. D is tr ib u c ió n d e la re n ta n a c io n a l s o v ié tic a .

El tipo de crecim iento fue básicamente “ extensivo", apuntalado en una


abundante dotación de materias primas, mano de obra y recursos financie',
ros, sin una organización que intentara mejorar la eficiencia en el uso de los
factores.
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS ’30 365

Los recursos para la financiación del proceso de industrialización fue­


ron obtenidos por medio de la fiscalidad y de la política de precios, y se ca­
nalizaron hacia las empresas industriales a través de las asignaciones pre­
supuestarias y de la actividad de los bancos estatales. En la medida en que
el papel del Estado era central en la gestión del conjunto de la economía, fue
utilizado para generar .una situación de “ intercambio desigual” en perjuicio
del sector agrícola (34), que reforzó la disponibilidad de fondos por parte de
la industria.
En resumen: el rasgo característico de la economía de la Unión Soviéti­
ca a partir de los años ’30 fue la conformación de un marco de gestión es­
tatal, es decir, una estructura económ ica m eticulosam ente regulada en la
cual el aparato burocrático-administrativo era el responsable de dirigir, or­
ganizar y controlar el funcionamiento de las unidades económicas y socia­
les, que se sometían a las decisiones establecidas por el Estado. Esto era así
porque, como lo señalaba la Constitución, “la base del sistema económ ico
es ía propiedad socialista de los medios de producción en forma de propie-
dad del Estado (propiedad de todo el pueblo), y propiedad de los koljoses y
otras organizaciones corporativas” (35).

10,11. EL IM PA C TO SO CIAL DE L A CRISIS

En todas partes, la crisis económica hizo tambalear los regímenes polí­


ticos y, particularmente, las democracias parlamentarias, a las que la victoria
en la guerra de 1914-1918 parecían asegurar una prolongada existencia. Se
acentuó el retroceso del liberalismo, ampliándose las atribuciones del Poder
Ejecutivo. La subida al poder de A d o l f o H í t l e r en enero de 1933 y la rápida
instauración de una dictadura totalitaria en Alemania fueron las manifesta­
ciones más dramáticas de tina situación en la que el desempleo masivo y la
ruina de vastos sectores de la población agudizaron los antagonismos de cla­
se y crearon las condiciones para la irrupción de alternativas antidemocrá­
ticas.
La radicalización política se manifestó bajo la forma de un anticapitalis-
mo virulento que penetró en todos los sectores de la sociedad, en condicio­
nes de canalizarse hacia los movimientos de extrema izquierda y extrema
derecha, portadores de un discurso cuestionador del statu quo.

(3 4 ) L o s p r e c i o s f u e r o n e s t a b l e c i d o s d e m a n e r a q u e i o s p r o d u c t o s a g r a r i o s s e v e n ­
d ía n b a r a t o s y l o s i n d u s t r í a l e s s e c o l o c a b a n a p r e c i o s s u p e r i o r e s .

(3 5 ) P a.lazu ;:lüs ! 19901.


366 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Lo cierto es que el escenario se modificó de forma rotunda en muy poco


tiempo; distantes e incomprensibles podían resonar en 1933 las expresiones
triunfalistas de H erburt H o o v er , pronunciadas sólo cinco años antes, cuan-
do era candidato a la presidencia de los Estados Unidos por ei Partido Re­
publicano: “ En América, hoy, estamos más cerca del triunfo final sobre la
pobreza de lo que ningún otro país haya estado nunca” .
Las repercusiones de la crisis sobre la sociedad fueron profundas y com­
plejas:
— El deterioro del nivel de vida hizo retom ar la tendencia a la dismi­
nución de la natalidad, al tiempo que los problemas de alimentación
contribuyeron a aumentar la mortalidad.
— Se moderó el proceso de concentración urbana, afectado por situa­
ciones contradictorias: mientras que en algunos países como los
Estados Unidos los desocupados abandonaron las ciudades para
retornar a sus regiones de origen, en otros continuó el éxodo de la
población rural, expulsada por una coyuntura en la que los precios
de los productos de la tierra se derrumbaron.
— La emigración, ya muy disminuida en el período precedente, se in­
terrumpió hasta el punto de reducirse a unos pocos centenares de
miles de individuos en todo el mundo. La causa principal residió en
que los gobiernos de los países receptores impusieron restricciones
a los candidatos; éstos debían poseer recursos que les permitieran
vivir sin trabajar, ya que el extranjero no podía convertirse en com­
petidor del trabajador nacional en 1a disputa por ios escasos empleos
disponibles.
A su vez, al compás de la disminución de la renta nacional, se produjo
en todos los países una redistribución de ingresos que acentuó las desigual­
dades y exacerbó los enfrentamientos entre las clases sociales.
En principio, la deflación favoreció a los poseedores de rentas fijas y a
ios propietarios. La gran burguesía pudo, casi en su totalidad, superar la
coyuntura, y la radio, el cine y la publicidad aparecieron, como nuevos ám­
bitos de inversión para el enriquecim iento rápido de ios más audaces.
Las clases medias vivieron en general un proceso de empobrecimiento:
los dueños de pequeñas y medianas empresas industriales y comerciales
fueron los más perjudicados por la pérdida de poder adquisitivo experimen-'
tada por las masas populares; muchos dejaron de ser productores indepen­
dientes y se convirtieron en asalariados. Los empleados jerarquizados en su
mayoría vieron deteriorados sus ingresos, pasando a compartir la suerte de
ias clases bajas.
CAP. 10 — LA CRISIS DE LOS AÑOS '30 367

Por su parte, los trabajadores fueron los que la pasaron peor; la depre­
sión los golpeó tanto material como políticamente, rompiendo su unidad al
enfrentar a quienes trabajan con quienes no han encontrado empleo. Es que
la crisis creó una nueva clase de proletarios de rango inferior: la de los des­
ocupados. Perjudicada por la baja de los salarios nom inales, pero, sobre
todo, quebrada por el desempleo, la clase obrera se encontró en una posi­
ción claramente desventajosa frente a la patronal. La misma repercutió so­
bre las organizaciones obreras: en un primer momento, la depresión produjo
una disminución de los afiliados y de la actividad de los sindicatos. Mientras
que en algunos países —Alemania, Japón, Portugal, España— la instalación
de gobiernos dictatoriales terminó con el sindicalismo libre, reprimiéndose
con dureza a la clase obrera, en otros, como los Estados Unidos y Francia,
coyunturas particulares —-la protección del New Deal a los sindicatos en el
primer caso y la reacción de los trabajadores franceses frente al peligro fas­
cista en el segundo— condujeron a una mejora de la posición relativa de los
sindicatos en ei escenario de la época. En cualquier caso, el balance global
es negativo: eí número de obreros sindicalizados disminuyó de forma signi­
ficativa durante la década, al tiempo que los enfrentamientos entre social-
demócratas y comunistas en Europa Occidental contribuyeron a debilitar su
posición frente a los avances del fascismo, por lo menos, hasta mediados de
la década.
Un párrafo aparte merece la situación del campesinado, que en todas par­
tes se vio afectado no sólo por la drástica caída de los precios, sino también
por el ya. citado deterioro de los términos del intercambio con los productos
industriales. En algunos países, los agricultores se refugiaron en la produc­
ción de subsistencia; en otros, la quema de cosechas y las migraciones in­
ternas en búsqueda de mejores oportunidades fueron los recursos u tiliza­
dos para enfrentar las consecuencias de una coyuntura económica que 'os
castigaba con saña y no les dejaba mayores opciones.
W SCGUNOfl GU€RRfl MUNDIAL

La década del '30 com enzó con una profunda crisis económica y finali­
zó con la guerra más generalizada y destructiva que el mundo había experi­
mentado hasta ese momento. En su transcurso se activó un agudo conflic­
to ideológico, en el que una de las partes optó por buscar su resolución a
través de la guerra, con todas las implicaciones que conllevaba esa decisión.
A diferencia de lo ocurrido en 1914-1918, el enfrentamiento involucró
países y escenarios extraeuropeos, pero además incluyó, como rasgo único
y distintivo, un componente racista que condujo a una matanza en Alema­
nia y otros territorios conquistados por los nazis, situación que no entraba
dentro de la “lógica" de la guerra.
Por otra parte, las decisiones de H h -l e r en relación con la Unión Sovié­
tica y el ataque de Japón a los Estados Unidos trajeron como consecuencia
la conform ación de una alianza impensable poco tiempo antes, que tuvo
enormes repercusiones a partir del momento en que eí curso de la guerra
comenzó a revertirse, En efecto, la debacle experimentada por los nazis en
Rusia fue el punto de partida para el avance del Ejército Rojo sobre territo­
rios de Europa Oriental y la posterior conformación de un bloque socialis­
ta controlado por la Unión Soviética, verdadero desafío para Occidente.
Los Estados Unidos, a su vez, tuvieron una intervención mucho más
activa y prolongada respecto de lo que había ocurrido en ocasión de la Pri­
mera Guerra Mundial, situación que se mantuvo durante la posguerra, con­
tribuyendo a que no se repitieran los errores que impidieron que la vida
política se estabilizase en 1919. Justamente, la renuncia norteamericana a
retornar a su tradicional aislamiento llevó con rapidez a un enfrentamiento
con la Unión Soviética, en lo que casi de inmediato se denominó “Guerra
Fría’’.
370 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

11,1. ELEMENTOS ECONOMICOS DE LAS


DECISIONES M ILITA R E S

La invasión de Polonia por parte del ejército alemán en setiem bre de


1939 fue la culminación de un proceso en el que la estrategia agresiva de
H itler fue agotando las posibilidades de mantener la paz en el continente, a
pesar de la ostensible política de apaciguamiento intentada por Gran Bre­
taña.
Por esta razón, en Alemania de manera fundamental, pero también en
otros países, hubo una preparación previa, que tuvo su arranque en la toma
del poder por parte de H itler y, sobre todo, en la orientación hacia el rear­
me que realizó su gobierno a partir de 1936. Como resultado de todo el pro­
ceso, el predominio alemán en Europa hacía 1939 era mayor que en 1914;
además de la recuperación del Sarre (1935) y de parte de Polonia, Austria
pasó a control de los nazis en 1938, y la región checoslovaca de los Sude-
tes al año siguiente. Por lo tanto, la población del Reich era de 90 millones
de personas, su producto por habitante más alto y su nivel de desempleo
más bajo que en cualquier otro país europeo.
S i b i e n n o e s fá c il s e p a r a r l o s g a s t o s m i l i t a r e s d e o t r o s r e la t i v o s a la
f o r m a c ió n d e c a p ita l s o c ia l ( M ilw ard p r e g u n t a c o n a c ie r t o : ¿ u n a r e d c a m in e r a
e s u n a p r e p a r a c ió n p a r a la g u e r r a ? ) , s e h a n h e c h o e s t i m a c i o n e s d e l o s g a s ­
to s m ilit a r e s d e la s p r i n c ip a le s p o t e n c i a s i n t e r v e n ie n t e s e n e l p e r í o d o 1933-
1938 (c u a d r o 1).

¿ í.b U O 3

Japón 1.256 I
Gran Bretaña 1.200 |
Estados Unidos 1.175 |
Francia 1.Ü88 ■ j
Italia

C u a d ro 1. G a s to s rni.H tñ re s d a t'ss p o t e n c ia s c o n t e n d ie n t e s o n la S e g u n d a
G u e rra M u n d ia l, 1 5 3 3 -1 93S ( m iií o n e s d e lib r a s e s c s rU n a s ).
CAP. 1 1 — LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 371

Estas cifras muestran la importancia de la decisión nazi, pero también


han dado lugar a que se afirme con elementos consistentes que las priori­
dades bélicas, con ser significativas, no predominaron de manera rotunda
sobre las demás.
Por otra parte, la preparación estuvo pautada por la estrategia de H i t l e r
respecto de cómo encarar la guerra, que se definía en una palabra: Blitzkríeg
(“guerra relámpago” ). Más allá del significado táctico de una campaña cor­
ta, destinada a aplastar la resistencia enemiga en poco tiempo, la idea de la
Blitzkríeg implicaba que no se exigía de la econom ía más allá de lo que se
reclamaba de ella en tiempos de paz. De allí que a partir de setiem bre de
1939 no se produjo una reorientación radical de la economía alemana. Esta
opción, que se mantuvo hasta principios de 1942, cuando el ejército alemán
se vio frenado en territorio ruso, le dio su impronta a la guerra y marcó las
características de! esfuerzo económico alemán (*}. Las armas necesarias para
líevar adelante la Blitzkríeg eran de un tipo tal que debían permitir el desa­
rrollo de una campaña ágil y rápida, de manera que el enemigo no dispusiera
del tiempo necesario para conseguir un nivel de equipamiento comparable.
La clave era la fabricación de tanques, aviones y otros vehículos, y la produc­
ción de materiales sintéticos que reemplazara importaciones a las que era
difícil acceder.
Frente a esta posición de los alemanes, los ingleses adoptaron una es­
trategia defensiva, que se basaba en un rearme naval y aeronáutico a largo
plazo, a partir del convencimiento de que había que resistir y hacer valer su
capacidad productiva y la posibilidad de contar con aprovisionamiento del
mundo entero en una guerra prolongada.
Eso significa que las decisiones estratégicas de los principales conten­
dientes determinaron la manera de encarar la guerra en el terreno económ i­
co. Ahora bien, hacia fines de 1943 la economía mundial estaba más movi­
lizada para la guerra que en 1914-191S. Tanto la planificación y el control
estatal de los recursos económicos como la proporción del producto dedi­
cada a finalidades bélicas fueron mayores que en el conflicto anterior. Aun­
que concentrado en pocos países, en eí punto máximo de actividad, más de
un tercio del producto neto mundial se dedicaba a la guerra.. En todas par­
tes el e s f u e r z o he!ico se apuntalo en el aumento de ia producción.. Ut dismi­
nución de?, consumo y la máxima utilización del capital fijo disponifole.

(1 ) E s tn b s n :o i.iv a d a !'u n d a m e n t a lm e n t e e n la s e n s e ñ a n z a s q u e d e j ó la g u e r r a d e
1.914, y q u e i i r n . e » h a b ía v i v i d o m u y d e c e r c a ; s e p o d ía n r e s u m i r e n u n a fr a s e : “ i-a s
g u e r r a s la r g a s s e p ie r d e n s o la s * ’ . P e r o a d e m á s e x is t ía 1n in c o n t r a s t a b l e r e a lid a d cié q u e
A le m a n ia chr e c ia de- 'm a t e r ia s p r im a s e s e n c i a l e s —- h ie r r o , p e t r ó l e o , c a u c h o . ‘V .e tiü e s
.to fe r r o s o s ™ , p o r !o q u e h a b ía q u e e v it a r u n a o s t r a íe ^ ia q u e s e b a s a r a e n un r«Jlo m v e í
:e i m p o r t a c í o u t - s .
372 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

11,2. EL ESFUERZO BELICO DE LOS ALIADOS


Durante la guerra, la producción mundial creció entre un 15 y un 20 %,
pero existieron grandes diferencias entre los países. Ninguna nación expe­
rimentó una expansión tan acelerada como los Estados Unidos. El cuadro 2
muestra la evolución del producto bruto interno durante el período.

1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945


P a ís e s

E stad os U nidos 100 108 127 153 183 198 191


Gran Bretaña 100 110 120 123 126 121 115
A lem ania 100 101 107 109 111 114 80
Francia 100 82 65 58 55 47 51

F u en te: elaboración propia a partir de M addíson (1997).

C u a d ro 2. In d ic e d e l p r o d u c to b r u to in te rn o (1 9 3 9 = 100).

Mientras que en la Prim era Guerra Mundial la producción industrial


norteamericana creció a una tasa anual del 7 %, entre 1940 y 1944 lo hizo
a un ritmo superior al 15 %. Esta expansión se debió a un aumento del em­
pleo — se 19. m illones de puestos de trabajo entre 1941 y 1945—, a
una desviación preferente de los recursos hacia la industria y a una cons­
telación de factores entre los que se inckiyen las economías de escala, la in­
troducción de nuevos métodos de producción y los incentivos a la mano de
obra. Todas las ramas de ía industria se beneficiaron, pero aquéllas vincu­
ladas a la guerra lo hicieron en mayor medida, hasta el punto que en 1944
la producción de armamentos constituía casi el 40 % del total mundial. En
cambio, las industrias de bienes de consumo tuvieron un crecimiento mo­
desto o no crecieron en absoluto. La expansión contribuyó al avance de la
industrialización en nuevas áreas del sur y del este deí país, potenciando
movimientos masivos de mano de obra agrícola hacia las ciudades. No obs­
tante, la mejora general de la economía no alcanzó a todos los sectores-. las
grandes corporaciones fueron ías beneficiarías principales de ios contratos
de guerra, mientras que las pequeñas y medianas empresas estuvieron mar-
CAP. 11 — LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 373

ginaclas de la situación de prosperidad, lo que activó, en consecuencia, el


proceso de concentración industrial.
Embarcado en la guerra desde diciembre de 1941, el gobierno demócrata
de los Estados Unidos fue aumentando sus poderes de control sobre el es­
fuerzo bélico; numerosos comités y organismos estatales fueron desplazan­
do a los que habían surgido durante la época del New Deai. A través de ellos
se fue procediendo a la movilización de la población para orientar sus esfuer­
zos en función de las necesidades de la guerra.
La econom ía británica no tuvo un comportam iento similar a la de los
Estados Unidos, circunstancia de la que da cuenta el cuadro 2. La política
puesta en marcha por el gobierno estuvo afirmada en la idea de “guerra to­
tal”, por lo que con rapidez se desviaron recursos hacia los fines militares.
La intervención del Estado se profundizó de manera perceptible. Hubo racio­
namiento, control sobre las actividades civiles — que incluyó, por ejemplo,
la supresión del uso privado del automóvil— , distribución gubernamental de
las materias primas y reorientación de la mano de obra hacía actividades
relacionadas con la guerra.
Las repercusiones del conflicto sobre la economía fueron profundas y
variadas. En el haber, cabe destacar que se verificó un fuerte incremento de
las inversiones estatal y privada en la industria aeronáutica, las máquinas
herramientas y los automotores, que tuvieron una incidencia positiva para
el desarrollo en la posguerra. En el debe, hay que citar que el gobierno lle­
gó a utilizar casi la mitad del producto nacional para objetivos bélicos, lo que
originó, entre otras cosas, una disminución del consumo civil del orden del
20 % en 1943 respecto de los niveles de 1939. Por otra parte, la desviación
de los esfuerzos hacia fines m ilitares afectó la capacidad exportadora del
país. Esta situación de desequilibrio de la balanza comercial se resolvió a
través de una negociación con los Estados Unidos que perm itió obtener
materias primas, alimentos y armas en forma gratuita mientras durara la
guerra.
Los métodos de financiación de la guerra estuvieron muy influenciados
por las recomendaciones realizadas por Kbyniís, que había destacado en un
trabajo publicado en 1S40, titulado Cóm o p a g a r el cos to de la g u e rra , ia
necesidad de fijar una política Je Dajas tacas de interés a largo piazo y tu*
mantenimiento de precios estables a través del otorgamiento de subvencio­
nes. La vigencia durante todo el periodo bélico de un interés del 3 % permitió
contraer una deuda pública de niveles razonables que facilitó el proceso de
reconstrucción.
374 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

11,3. A L E M A N IA FRENTE A L A GUERRA

La política económica alemana en relación con la guerra se divide en dos


períodos: el de la Blitzkrieg hasta el invierno 1941-1942, y el del incremen­
to acelerado de la producción, que se extendió hasta el final de la contienda.
Durante la etapa de la B litzkrieg, los esfuerzos económ icos alemanes
fueron muy limitados. La misma apuntaba a quebrar al ejército enemigo por
medio de la paralización, cortando las líneas de abastecimiento y comunica­
ción a favor de la utilización masiva de tanques y bombarderos. Con esta
estrategia se conquistó casi toda Europa, manteniendo sin variaciones sig­
nificativas ia producción de bienes de consumo y de armamentos. La consig­
na de esos años fue: “ una economía de guerra lo más aproximada posible a
una economía en tiempos de paz".
Los contraataques soviéticos desde fines de 1941 y la entrada en guerra
de los Estados Unidos llevaron a H it u s r a decidir el abandono de la BLitz-
kríeg. A partir de principios de 1942, la gestión de A l b s r t S p e e r como minis­
tro de Armamentos orientó los esfuerzos hacia un aumento de la producción
de municiones, que se triplicó entre 1942 y 1944, circunstancia que mostró
los recursos con que aún contaba Alemania. En el último año de guerra se
concretó ei mayor crecimiento de la capacidad de fabricación, volcada hacia
una producción masiva, dado que las necesidades del reclutamiento fueron
absorbiendo a la mano de obra calificada, obligando a reemplazar la calidad
por la cantidad. Fue cada vez más notorio en ese último año el impacto de
los ataques aéreos sobre el funcionamiento de la economía, afectando las
comunicaciones y golpeando con dureza a la estructura industrial.
Uno de los temas más relevantes en relación con la política económica
alemana del período bélico es el de la explotación de los territorios ocupa­
dos. El proclamado proyecto nazi de crear m; Orden Nuevo no tuvo concre­
ción efectiva, limitándose a la extracción de recursos en beneficio de Alema­
nia, sin consideración alguna para ios intereses de los demás países. En
principio, los pagos provenientes de ios mismos constituyeron una fuente
de financiación que sustituyó paréis Uñente a los préstamos; pero además,
ia contribución en bienes y servicios al producto bruto de Alemania se ha
calculado en un 14 % p). porcentaje alto, pero que podría haber sido aun ma­
yor sí se hubieran hecho esfuerzos par-; internar eapí&r a ia población de ios
países que estaban- h.-no su íiohtroi.

( 2 ) A l d c r o n~ { 1 9 8 9 } .
CAP. 1 1 — LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 375

11,4. L A ECO NO M IA S O V IE TIC A Y L A GUERRA

La Unión Soviética se vio enfrentada al hecho de la guerra (3j en un


momento en que el proceso de industrialización, si bien acelerado, no se
había completado aún, manifestándose asimismo de manera visible el atra­
so de la agricultura y los bajísimos niveles de consumo.
Además, después del pacto germano-soviético, S t a l i n creyó, pese a todas
las evidencias en contrario, que la orensiva alemana había sido desviada en
otra dirección. A sí fue que las entregas comerciales a Alemania se mantu­
vieron hasta que se concretó la invasión nazi, y el tercer plan quinquenal,
sí bien modificado a fin de alcanzar algunos objetivos de producción bélica,
no tuvo en cuenta un eventual enfrentamiento con el Tercer Reich.
Ocupadas en poco tiempo las regiones de mayor desarrollo industrial, el
país se vio som etido a un enorme esfuerzo en un momento en el que el
margen para sacrificios era mucho menor que el del resto de los Estados
combatientes. Las estadísticas conocidas (cuadro 3) dan cuenta de que la
Unión Soviética debió afrontar la coyuntura bélica con un producto bruto en
disminución y con recursos industriales recortados respecto de los niveles
de preguerra.

t Años
1940 1941 1942 1943 1944 i
Ín d ic e s ^

í Renta na cio nal 100 92 .... 66 74


88 l
! P rod ucción in du strial 100 98 . --,77 90 104 1
| Industria d e a rm a m en to s 100 140 186 224 251 ¡
I P roducción a g raria 100 62 : 38 37 54 I
? ....... . .. .......
Fuente: Novs (1973).

C u a d ro 3. In d ic e s de !a a c tiv id a d e c o n ó m ic a e n ia U n ió n S o v ié tic a .

Í3 ] S talíiV e s f a M e c i ó u ;i p a c t o d e n o a g r e s i ó n c o n o <U: L ü -& . que


ó-.c r o t o p o r io s n a z i s a lijo m e :.:o s d e ó o s a ñ o s m á s t ó r d o jií'.-'.-vH^rou eí .o :r ;
t o r io s o i 'i d i i c o .
376 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Por lo tanto, se dio la situación de que la industria de armamentos cre­


ció mientras todas las demás actividades experimentaban notables caídas en
la producción, a lo que se sumaron las enormes pérdidas humanas, calcu­
ladas en 25 m illones de personas.
Las industrias de bienes de consumo, en particular, se vieron afectadas
de manera notable; un índice de producción de 100 en 1940 se redujo a 54
en 1943 (4). Uno de los elementos fundamentales a destacar fue el traslado
de 1.360 fábricas de gran tamaño desde la zona occidental hacia los Urales
y Síberia. Este desplazamiento no era la continuación de una tendencia an­
terior, sino que se verificó entre ju lio y noviembre de 1941, esto es, los pri­
meros meses de la invasión alemana. Diez millones de personas participa­
ron de la operación, y tras eila los Urales se transformaron en la región más
industrializada de la Unión Soviética, llegando a salir de sus fábricas el
40 % de la producción bélica. La relocaüzación fue acompañada del vuelco
hacía nuevas ramas de la industria —aviones, equipo eléctrico, etc.— y com­
pletada con la construcción de 10.000 kilómetros de vías férreas, que comu­
nicaron al país con las regiones favorecidas por eí shock inversor.
Para financiar los crecientes gastos m ilitares fue preciso aumentar la
presión impositiva directa e incrementar los empréstitos, lo que en una eco­
nomía con las características de la soviética significaba, lisa y llanamente,
un ahorro forzoso sobre los ingresos de los trabajadores. Una revisión de los
presupuestos de esa época permite apreciar las dimensiones de las transfe­
rencias en fa v o r e c í Estado (cuadro 4), circunstancia que explica que el ni­
vel de salarios reales en 1945 sólo llegara al 40 % de los valores de 1940 (5).

| ' ■' - Años


1939 1941 1943 1945
| In g reso s

| Ingresos de! — 156,0 191,4 202,7 302,0


¡ Impuesto a ¿a sien ta s 96,9 93,2 71,1 123,1
I Impuestos directos 7,0 10,3 28.6 39,6 1
1 Empréstitos 7,6 -i n q 2R 7 ¡
i _
jj c u e n te : elaboración propia a partir d e Mu.ward (1986).

C u a d ro 4 „ in g r e s o s d e l E s ta d o e n la U n ió n S o v ié tic a
(m ile s d e m illo n e s d e ru b io s ).

( 4 ) M ;: a v a r d ( 1 9 8 6 ) .

{ 5 ; ¡S'o v k ( 1 9 7 3 ) .
CAP. 11 — LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 377

En resumen: la Unión Soviética pudo resistir la invasión alemana, y su


ejército a partir de 1942 se desplegó en una contraofensiva que le permitió
avanzar sobre territorio de Europa Oriental, pero al altísim o costo de una
economía quebrada, en la que únicamente la producción bélica crecía, y de
una población agobiada por las privaciones.

11,5. LA SEGUNDA GUERRA Y EL MUNDO


El impacto producido por el conflicto de 1939-1945 fue mucho mayor
que el que ocasionó la Primera Guerra Mundial, en la medida en que el cam­
po de batalla se extendió a casi todo el planeta.
En principio, las m odificaciones producidas en el comercio internacio­
nal afectaron a las relaciones entre los países europeos y los extraeuropeos
de dos maneras:
1 . Hubo una perceptible inversión en los términos de intercambio en
perjuicio de las economías desarrolladas de Europa Occidental, que
eran importadoras en gran escala.
2. Se produjo una fuerte disminución en los ingresos “ invisibles” de
los países europeos, al trasladarse el con trol de los mares hacia los
Estados Unidos y al tener que desarrollarse los negocios marítimos
y comerciales en otras áreas del mundo.
Además, la guerra impulsó el desarrollo industrial en algunas naciones
tradicionalmente importadoras de bienes manufacturados. ívo obstante, el
efecto fue mucho más complejo: en principio, el conflicto establecía una ba­
rrera de protección que impulsaba la actividad industrial sustítutiva de im­
portaciones, pero para muchos países esto no era suficiente, ya que la m is­
ma incluyó también el desabastecimíento de materias primas, maquinarias
y otros factores imprescindibles para el desarrollo de la producción de ma­
nufacturas. Cabe acotar, además, que el atraso tecnológico se hizo sentir de
manera significativa, por lo que las industrias que alcanzaron un cierto im ­
pulso fueron aquellas que se limitaron a la implementación de desarrollos
tecnológicos sencillos. Es así que la industria textil, la alimenticia y las vin­
culadas con la construcción fueron las que tuvieron posih:i leudes más am­
plias, impulsadas por una demanda que no encontraba Sos abastecimientos
habituales.
Sólo en Canadá y Australia se verificó un amplio e irreversible desplaza­
miento hacia la industrialización. En otras naciones, la guerra condujo a ana
ampliación en la brecha que separaba a los países industrializados de los
que no lo estaban — debido a los cambios tecnológicos y organizativos im­
378 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

pulsados por el conflicto—, circunstancia que, como contrapartida, genera­


lizó el deseo de superarla buscando los caminos para salir del atraso.
En el caso particular de América Latina, éste fue uno de los escenarios
donde los Estados Unidos concretaron un asentamiento importante, ganan­
do mercados a favor del desplazamiento de los países europeos (especial­
mente, Gran Bretaña). El saldo de la balanza com ercial se m ultiplicó por
cinco entre 1938 y 1946 (e), consolidando un proceso que había ido adqui­
riendo significación en las dos décadas anteriores.

11,6. EL CAMBIO TECNOLOGICO

La Segunda Guerra Mundial contribuyó a afianzar la creencia generali­


zada respecto de que las confrontaciones bélicas estimulan los inventos y
promueven las innovaciones, que luego se utilizan en tiempos de paz para
impulsar el desarrollo económico. Los motores a reacción, los cohetes y el
radar son, además de la bomba atómica, los ejemplos más resonantes, pero
pueden citarse otros de notable importancia, como la penicilina. Hubo un
énfasis especial en el desarrollo de sustitutos de materias primas escasas
como el caucho y el petróleo.
Sin embargo, no es posible afirmar que el ritmo general del progreso
tecnológico aumentara durante la guerra. Puede sostenerse, en cambio, que
se verificó una reorientación hacia algunas áreas —la industria aeronáutica
fue.un o de los casos— , donde se obtuvieron notables-resultados. Como con­
trapartida, apenas tenían cabida los proyectos de'int^estigación a largo pla­
zo, desplazados por urgencias que se vinculaban, por ejemplo, con los temo­
res respecto de los avances que pudiese estar realizando eí bando enemigo.
De cualquier manera, no es cierto que los subproductos civiles de la inves­
tigación vinculados con la guerra se habrían conseguido igual sin la presión
de ésta. Con frecuencia fueron las innovaciones menos espectaculares las
que adquirirían importancia para la producción en la paz. Estas iban desde
!a reestructuración de ias plantas hasta el desarrollo de procesos de fabri­
cación totalmenie automatizados y estandarizados, y desde el mejoramien­
to en la formación de los trabajadores hasta métodos de dirección más efi­
cientes.
En este sentido, en las economías de ios principales países combatien­
tes se verificó un esfuerzo notable dirigido a mejorar los niveles de produc-

( ü • M - í A.v A.';- ' ; ' í 8 S ’i .


CAP. 1 1 — LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 37S
tiviclad, que se concretó en un llamativo descenso del tiempo de fabricación
de buques, aviones y armas, logrado a partir de una mejora en las técnicas
. empresariales y de organización. Estos aspectos fueron tan valorados que en
Gran Bretaña, por ejemplo, los contratos podían llegar a adjudicarse a em­
presas con equipos de gestión de eficiencia probada antes que a aquellas con
experiencia en la fabricación del bien solicitado. Fue con frecuencia el talen­
to empresarial lo que importó de manera primordial en la etapa de produc­
ción, como es el caso de una gran empresa productora de chocolates que fa­
bricó cohetes (7j.
Un aspecto a destacar de la innovación tecnológica durante el período
bélico fue la irrupción y el control de la misma por parte del Estado. Proyec­
tos como el de la bomba atómica y la cohetería implicaron al gobierno, que
incursionó en temas tales como las investigaciones que se debían continuar
y el control sobre los científicos que trabajaban en ellas. Esta intervención,
que se mantuvo después de la finalización de la guerra, fue un proceso in­
eludible debido a los altos costos de la tecnología y a los aspectos de segu­
ridad que incluía. Las empresas privadas solían ver limitada su actividad al
cumplimiento de los pedidos de material realizados por el gobierno, con un
diseño ya establecido. En ambos bandos, aunque no en medida similar, e! ac­
cionar del Estado llevó a una situación en la que sí bien las industrias vin­
culadas con la guerra continuaban en manos privadas, en la práctica podían
considerarse casi dependencias del gobierno.

11,7. L A G UERRA Y L A SOCIEDAD

Ei enfrenta miento de 1939-1945 implicó un cambio profundo en relación


con la Primera Guerra Mundial. Mientras que en ésta la mortandad de qu ie­
nes no empuñaban las armas llegó a un. 20 % del total de las víctimas, el
porcentaje de civiles muertos creció casi hasta la mitad en la nueva guerra.
Por otra parte, no se repitió el descenso sensible de la natalidad que había
cara ce erizado al conflicto anterior; lo que ocurrió fue que las dificultades, d e
alñuentación y los problemas de higiene incidieron de manera significativa
sobre ia mortalidad infantil.
Desplegada la guerra en varios frentes, privilegiado el abastecimiento de
ios combatientes y agravada la Situación por la duración de! conflicto, eí
problema de los suministros destinados a la población civil se'íue convivtisnr
do en dramático. -

¡7 ) M íl w a k d f i S 8 6 ¡ .
380 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

De modo general, las dificultades de comunicación volvieron a privilegiar


relativamente a los habitantes del campo frente a los de las ciudades. El agro
se replegó sobre sí mismo, disponiendo entonces de mayores recursos para
asegurar su subsistencia. Sólo a través de las relaciones familiares, y salvará
do grandes obstáculos, los habitantes de las ciudades participaron a veces
de esa relativa prosperidad.
Racionamiento y mercado negro fueron las dos caras del problema de la
alimentación en la retaguardia. Mientras que, por un lado, gobiernos como
los de Alemania y Gran Bretaña establecieron con rigidez dietas que debían
ser iguales para toda la población, el mercado negro se transformó en una
opción casi imprescindible para completar una alimentación normal, aunque
en algunos casos, como el de los franceses bajo la ocupación alemana, fue
otra de las maneras de resistir al invasor.
La postura de la sociedad frente a la guerra varió según las naciones. En
Gran Bretaña, el llamamiento gubernamental a la resistencia encontró la
respuesta de una población unida frente a los bombardeos alemanes. Es
difícil no coincidir con quienes afirman que “ esta guerra, a diferencia de la
anterior, fue profundamente popular” (s). La Rusia estalínista, a su vez, re­
currió con éxito al discurso nacionalista para nuclear a la población en el es­
fuerzo bélicb. En su primera alocución radial tras la invasión alemana, el
líder soviético planteó el enfrentamiento como “ una guerra patriótica naci<>.
nal” , en la que el enemigo se proponía “apoderarse de nuestras tierras re­
gadas por el sudor de nuestras frentes, apoderarse de nuestro trigo y nuestro"
petróleo, producidos por nuestras manos” (s).
•*—A su-yez.,.. en.£rancia, la presencia nazi y la temprana ocupación de bue­
na parte del territorio perm itieron que, en el régimen instalado en Vichy
encabezado por ei mariscal P etain , se desplegaran tendencias existentes en
la sociedad fr-ancesa desde fines del siglo XIX. La consigna “ Piensa P etaik^;'.
vivirás francés” , que conllevaba el retorno a los “valores eternos de la civi­
lización francesa” , ocultaba el hecho de que se trataba de un régimen depen­
diente de lós Rem anes. Al colaboracionismo activo o pasivo de una parte dé .
la sociedad francesa se opusieron ei general D e G aulle , llamando a la lucha
desde Londres, y-los grupos que actuaban en el interior, constituyendo una
prueba concreta de la voluntad de resistencia al invasor presente en secto­
res (cada vez más amplios) de la ciudadanía.
En los Estados Unidos, por su parte, la expansión económica condujo no
sólo a la desaparición de los niveles de desempleo existentes durante lós

(8) íio s s b a w m (1982).

(9) Cít. p or DeurscriER (1988).


CAP. 1 1 — LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 381

años '30, sino también a una redistribución de las rentas en beneficio de las
clases asalariadas. Pero no todas las consecuencias fueron positivas: la
acelerada urbanización, producto del crecim iento industrial, trajo consigo
una notable escasez de viviendas, y las nuevas condiciones de vida, afecta­
das en muchos casos por la ausencia del jefe de familia alistado en el fren­
te, condujeron a la aparición de un serio problema de delincuencia juvenil,
q u e se agravó en los años siguientes.

Mucho más trabajosa de evaluar es la reacción de las sociedades alema­


na e italiana, las cuales venían siendo objeto de un control represivo desde
hacía varios años. A sí como parece que eí pueblo alemán, diezmada la iz ­
quierda y movilizados masivamente los hombres jóvenes para el frente, no
mostró signos visibles de oposición a la guerra, los italianos se manifesta­
ron en forma creciente en contra de la participación del país en la misma,
oposición que en muchos casos se inició desde el acercamiento de Musso-
ljn! a H itler y la progresiva subordinación de la política exterior italiana a la
estrategia nazi.
Merecen un párrafo los movim ientos de resistencia que surgieron con­
tra los tropas de ocupación nazi-fascista. La crueldad de dicha ocupación,
que tuvo su manifestación más espantosa en los campos de concentración
yen la llamada “ solución final” de la cuestión judía, dio lugar a la emergen­
cia de reacciones que fueron creciendo en importancia a medida que decli­
naba al poder del Tercer Reich. Dado que la ocupación alemana se desple­
gó sobre territorios muy extensos, quedaban libres amplios espacios, don­
de establecieron sus bases de actuación los partisanos, tratando de influir
sobre la población de ios alrededores. La BBC de Londres constituía el alien­
to de la resistencia; en toda Europa continental la escuchaban secretamente
todos quienes participaban en la liberación o simpatizaban con ella. Además
de noticias transmitía mensajes en clave para los grupos de la resistencia,
y otros para confundir a los servicios de inteligencia enemigos. Cuando las
acciones militares fueron anticipando e l triunfo de los aliados, estos movi­
mientos, en los que los comunistas tuvieron un papel preponderante, par­
ticiparon de manera determinante en la liberación de Francia, Italia y Yugos­
lavia. Un elemento fundamental de los mismos fue que todos los programas
elaborados en la clandestinidad proponían reformas dem ocráticas, pero,
sobre todo, del régimen económ ico-social, partiendo de un amplio plan de
nacionalización de las industrias básicas. La difusión de estos programas y
el consenso m ayoriíario establecido alrededor de sus puntos principales
constituyeron un factor de peso en el escenario de la inmediata posguerra.
382 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

11;8. LA PREPARACION DEL FUTURO


Hacia ..el fin de la .guerra, la situación mundial cié cara al futuro era im­
previsible. Ningún enfrentamiento anterior había sido tan destructivo, ni se
había visto precedido por una depresión tan profunda y duradera como la de
los años ’30. Por lo tanto, era una demanda generalizada la construcción de
un nuevo orden económ ico internacional.
Sin embargo, no quedaban claras cuáles de -ían ser las características dé
ese nuevo orden. Existía un punto de partida favorable: a diferencia de lo
ocurrido tras la guerra de 1914-1918, los Estados Unidos no tenían intención
de retirarse de la escena económ ica y política, y la presencia de la mayor
potencia del planeta era esencial para que r-udiera construirse un sistema
viable. Expertos norteamericanos comenzaron a trabajar en 1942 y celebra­
ron reuniones con colegas ingleses, destinadas a establecer un código de
reglas para los asuntos monetarios y las relaciones económicas internacio­
nales, a regir después de la guerra.
Las posturas eran divergentes. Los ingleses, influenciados por la obra de -
K eynes, estaban preocupados por asegurar la implementacíón de medidas
destinadas a la búsqueda del pleno empleo. En este sentido, afirmaban que
el valor de la moneda debía ser variable, para adaptarlo a las necesidades de
la política nacional. Asim ism o, habían calado muy hondo las ideas expues­
tas en el Informe Beveridge (I0), publicado en 1942, en el que se impulsaba
la creación de un amplio sistema de seguridad social destinado a proteger
a los ciudadanos de las consecuencias del desempleo, las enfermedades, los
accidentes y la vejez.
Los norteamericanos, por su parte, ponían e? énfasis en otras cuestio­
nes: conscientes dei hecho de que los Estados ...-mdos iban a ser el princi­
pal acreedor en el mundo de ia posguerra, orientaron sus recomendaciones
hacia el establecimiento de mecanismos que aseguraran la Ubre circulación
de bienes y servicios, y que, por lo tanto, prohibiesen las discriminaciones
en ei comercio y las trabas gubernamentales sobre los pagos internaciona­
les.
E2 resultado ce estos diversos puntos de vista fue el compromiso nego­
ciado en la conferencia internacional de Bretton Woods {New Harapshire),
celebrada en 1944, en la que participaron representantes de cuarenta y cua­
tro países. A llí se firmó el acuerdo de creación del Fondo Monetario Inter­
nacional (FMI), y otro por el que se fundaba ei Banco ínteramericano de
Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial).

{.i.O: S u r e c to e c o r s'utí e i e c o n o m i s t a : a g í é s W a >,tek Bbvésudcb ( 1 8 / 9 - i y 6 3 j .


CAP- 11— LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Las características salientes del consenso alcanzado se reflejaban én los


artículos del acuerdo del FML En primer término, se postulaba la creación
de ún sistema monetario internacional situado a mitad de camino entre los
tipos de cambio fijos y ia flexibilidad. Cada país se veía obligado a estable­
cer una paridad fija de su moneda en términos de oro o del dólar, pero la
misma podía modificarse para corregir un grave desequilibrio. Además, para
financiar problemas eii los pagos o para afrontar coyunturas especula titeas,
se creaba un fondo de crédito internacional compuesto por las contribucio­
nes de los países integrantes del mismo-. Finalmente, se proponía la existen­
cia de un sistema multilateral de pagos basado éñ la libre convertibilidad de
las monedas y en la eliminación de los controles de cambio en las transac­
ciones comei'ciales.
Las dificultades en los primeros años de la posguerra impidieron que los
acuerdos logrados en Bretton Woods se pusieran efectivamente en práctica,
pero los mismos resultaron fundamentales en la etapa de prosperidad gene­
ralizada que se produjo én las décadas de 1950 y 1960.
I f l €XPfiNSfON D€ LA S€GUNDñ
POSGU€efifl

Ei período qne se inicia en 1945 con la rendición de Alemania y Japón


y culmina en 1972-1973 con una profunda crisis económica, cuya manifes­
tación más visible y resonante fue la subida de los precios del petróleo, es­
tuvo caracterizado por dos procesos de enorme significación: el crecim ien­
to económico, nunca alcanzado antes, con repercusiones sobre el conjun­
to de la sociedad, y eí enfrentamiento entre las dos grandes potencias, los
Estados Unidos y la Unión Soviética, presente durante todos esos años en
la vigencia de la Guerra F^ía. Ambos estaban estrechamente vinculados, en
tanto el conflicto este-oeste incluía también un básico componente econó­
mico: el capitalismo de Occidente se enfrentaba a la amenaza del socialis­
mo, portador de un mensaje revolucionario sustentado sobre la base de un
modo de producción radicalmente diferente.
Esta fue una de las razones por las que la expansión del capitalismo fue
acompañada por una creciente presencia del Estado —visible ya en los años
’3G—, que dio lugar a que se acuñara la expresión “ Welfare State” (Estado
de Bienestar}. Siguiendo las recomendaciones emanadas del ya citado Infor­
me Beveridge, los gobiernos se encargaron de asegurar a los trabajadores la
percepción de un ingreso cuando el mercado laboral dejaba de contar, tem­
poraria o definitivamente, con ellos. Pero, además, el Estado en los países
occidentales asumió tareas activas en relación con las posibilidades de in­
cidir de diferentes maneras sobre la actividad económica- Este nuevo rol
provenía de ia progresiva toma de conciencia respecto de que competía a la
autoridad actuar en temas como los niveles de empleo, de demanda y de
inversión, para asegurar las condiciones de reproducción del sistema capi­
talista.
Uno de los nuevos y más destacados rasgos de la economía fue la pro­
ducción a bajo costo de una enorme y diversificada cantidad de bienes, a
favor del desarrollo de nuevas tecnologías y de 3a introducción de métodos
de producción cada vez más eficientes. La consecuencia de ello fue la nece­
sidad de dar salida a estos excedentes de producción, para lo cual el desa­
rrollo de las técnicas publicitarias condujo a ia consolidación de la llamada
"sociedad de consumo".
386 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Por otra parte, la concentración de los beneficios del desarrollo indus­


trial en los países del norte — incluido Japón, con su acelerada incorpora­
ción al reducido grupo de las grandes potencias— condujo a un incremen­
to de las desigualdades respecto del avance producido en los países del he­
m isferio sur, que si bien en muchos casos iniciaron el camino de la indus­
trialización, no lograron desprenderse de la dependencia acerca de la expor­
tación de materias primas y alimentos. Esta situación se verificó tanto para
los países independientes como para los que en el período que estamos
estudiando participaron del proceso de descolonización.

12,1. EL CRECIMIENTO EN CIFRAS


Después de la Segunda Guerra Mundial, las tasas anuales de crecimiento
de la producción alcanzaron niveles sin precedentes. La comparación de los
valoréis disponibles para diferentes períodos históricos, tomando los prome­
dios aritméticos de los porcentajes de crecimiento anual del producto bru^
to interno de dieciséis países desarrollados, lo muestra de manera inequí­
voca.

| " P e río d o s
1900-1913 1313-1950 1950-1973 j
| P a ís e s —____

| Alem ania 3 & -- - 1,3 v. . 5.9 I


I E stados U nidos 4,0 2,8 ' ' 3,7 |
1 Francia 1,7 1,1 5,1 |
i ítalia 2,8 1A 5,5 I
| Japón 2,5 2 ,2 ~ 9.3
I Gran Bretaña 1,5 1.3 3,0 j
§ P rom e dio aritm é tico
f pa ra 16 países d e sa rro lla d o s 2,9 2,0 4,9 ]

oíros países consideíados s o n : Australia, Austria. Bélgica. Canadá,


N o t a : io s D in a m a r c a ,
Finlandia, Holanda, Noruega Sucícia, Suiza.

F u e n te : elaboración propia a partir de M a d o is o m (1992).

C u a d ro 1. C re c im ie n to d e ¡ p r o d u c to b r u to in te r n o , 1900-1973 (ta s a m e d ia
a n u a ; a p r e c io s c o n s ta n te s ).
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 387

El-crecimiento-fue acompañado por un aumento también significativo de!


producto bruto por habitante (cuadro 2 ).

—__ P erío d o s 1
1900-1913 1913-1950 1950-1973 ;]
P a íses

Alem ania 1,6 0,7 4,9 j


Estados Unidos 2,0 1,6 2,2 |
Francia 1,5 1,1 3,8 |
Italia 2,0 0,7 4,8 :¡
Japón 1,2 0,9 8,0 f
Gran Bretaña 0,7 0,8 2,5 1

¡ Promedio aritmético
para 16 paises desarrollados 1,6 1,2 3,8 J
F u e n t e : e la b o r a c ió n p r o p i a a p a r t ir d e Maüdisow (1 9 9 2 ).

C u a d ro 2. C re c im ie n to d e l p r o d u c to b r u to in te r n o p o r h a b ita n te , 1900-1973
(ta s a m e d ia a n u a l c o m p u e s ta ).

Estos valores pueden confrontarse con los correspondientes a un gru­


po de países atrasados (cuadro 3) C1), que en el p eríod oq u e nos ocupa .cre­
cieron a u n a tasa algo superior, pero en razón de sú niás acelerado creci­
miento demográfico, el mismo se tradujo en un porcentaje más bajo de in­
cremento del producto bruto por habitante. Si a ello agregamos que los pun­
tos de partida de las estadísticas son claramente diferentes, se corrobora lo
afirmado más arriba respecto de que se produjo un incremento de las des­
igualdades -entre los países desarrollados y aquellos que no lo están p).

(t ) En c¡ e s t u d io t ío i c ü a ’ si: h a n e x iü a ú lo m s y o r p a r te d e la s .e s ía c iL s d c a s d e esu-,
p u n t o , Mamnson u iü iz a la e x p r é s i ó n '“ p a í s e s c « -d e sa -rró M o -, .p e r o c r e e d n o s -qtta m is ­
m a p ia n rea c u e s t i o n e s q u e n o e s - p o s ib le d e b a u r a q u í, .r a z ó n p o r la c u a l h e m o s p r e ­
f e r i d o la . e x p r e s ió n " p a í s e s a t r a s a d o s ” , a r e a c iie n d o a .la s itíifcren ciH S ..cx -ií».tc;iJ :r s .-en e l
p r o d u c t o b r u t o p o r h a b lta n .U : r e s p e c t o d e i o s p a í s e s d e s a r r o l l a d o s , a ! .m o.m ea ito ele
r c a U z a r s c .el e s t u d io .

(2 } R s t a s c if r a s g l o b a l e s e n c u b r e n s i t u a c i o n e s .p a r t ío t ila r e s - q n e \ m a n á l i s i s m á s
f i n o d e ü e le n fr r e n c u c n t u . P a r a .c it a r ux< sui.a .e je m p lo , a l g u n o s .p a ís e s — C a o n d á y .«Ja­
p ó n coresn-i ij-yea i o s c a s o s m á s c l a r o s p e r o i o s ú n ic o s - — p a s a r o n h i o ía r ^ o d e i s i ­
g l o X X -ríe u n U ío p o a o t r o .
388 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

—j
P ro d u c to b ru to P ro d u c to b ru to
in t e r n o in t e r n o / h a b it a n t e

P r o m e d io aritm é tic o 5 ,3 (4 ,9 ) 2 ,7 (3 ,8 )
p a r a 15 p a í s e s a t r a s a d o s

(Entre paréntesis s e indican los valo res correspondientes a los p a ís e s d esarrollados, ex ­


traídos d e los cu ad ro s 1 y 2.)

N o ta : los p a ís e s c o n sid e ra d o s so n B a n g ía d e sh , C o re a de! Sur, China, Filipinas, india,


Indonesia, Pakistán, Tailandia, Taiw án, Argentina, Brasil, Colom bia, Chile, M éxico y Perú.

F u e n te : elaboración propia a partir de M addison (1992).

C u a d ro 3. C re c im ie n to d e ! p r o d u c to b r u to in te r n o y d e ! p r o d u c to b r u to in te rn o
p o r h a b ita n te de 15 p a ís e s a tra s a d o s , 19 50 -197 3 (ta s a a n u a ! a p r e c io s
c o n s ta n te s p a ra e l p r o d u c to b r u to in te r n o y ta s a m e d ia a n u a l c o m p u e s ta p a ra
e l p r o d u c to b r u to in te r n o p o r h a b ita n te ).

Todo el proceso de expansión incluyó una profunda modificación en la


distribución del empleo, que h izo perder peso al sector agropecuario en
beneficio de los servicios, experimentando la ocupación en la industria sólo
una ligera declinación (cuadro 4).

Años
1950
• l e c t o r e s

Agricultura
industria
Servicios
; N o ta : los porcentajes constituyen eí promedio aritmético
d e la s ta s a s d e o cu p ació n corre sp o n d ie n tes a ios 1 6
. ‘‘P'aises desarrollad os citados en el cuadro 1.

F u en te : M addison (19S2).

C u a d ro 4. D is tr ib u c ió n d e l e m p le o p e r s e c to re s en 15 p a ís e s
d e s a rro lla d o s , 1950 y 1980.

Las dimensiones del cambio estructural verificado en ei período se apre-


cían en eí aumento de la productividad por hora/hombre, que creció a un
prom edio de 4,5 % anual en los países desarrollados, estableciendo una
enorme diferencia con respecto a los valores correspondientes a los perío­
dos 1870-1913 fl,7 % anual) y 1913-1950 (1,9 %}•{*}.

( 3 ) M a d d is o n ( 1 9 9 1 ) .
CAP. 1 2 - L A EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 389

Otro elemento de importancia para la comprensión de la dinámica eco­


nómica de la segunda posguerra lo constituyeron los porcentajes de creci­
miento en los volúmenes de exportación (cuadro 5), que superaron largamen­
te ios correspondientes al aumento del producto bruto interno en todo el
mundo, signo inequívoco del rumbo tomado por el com ercio internacional
tras la constatación de los problemas experimentados por las políticas eco­
nómicas nacionales en el período inmediatamente anterior, orientadas a
establecer controles para proteger la actividad interior.

1913-1950 ^ 1950^1973~~]

Promedio aritmético
para 16 países desarrollados 1,0 8,6

Promedio ariímético
para 15 países atrasados 1,1 5 ,9

Fuente: M a d d is o n (1 9 9 2 ).

C u a d ro 5. V o lú m e n e s d e e x p o rta c ió n (ta s a m e d ía a n u a ! c o m p u e s ta
d e c re c im ie n to ).

12,2. LAS E XPLICACIO N ES DEL C REC IM IENTO

La expansión económ ica concretada a partir de 1945 y parcialm ente


cuantificada en el apartado anterior ha sido objeto de múltiples explicacio­
nes, destinadas a identificar la causa o las causas de sus dimensiones. Se­
guidamente pasaremos revista a los intentos más relevantes.

1 2,2,1. L A FUNDAMENTACION N E O C L A S IC A

Valiéndose del método rnarginalista aplicado al crecim iento económico,


la escuela neoclásica ha intentado calcular la aportación ai mismo realiza­
da por cada factor de producción.
La obra de mayor envergadura y elaboración ha sido la de B. F. DiímsoN,
quien a lo largo de una serie de trabajos se dedicó a analizar el comporta­
miento de varios países occidentales y de Japón l 1). En sus análisis identi­

(4 ) D bnssok (1 9 6 7 ).
390 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

ficaba una significativa cantidad de variables, específicas que desagregaban


los tres factores de producción tradicionales (recursos naturales, capital y
trabajo). Es. así que son tomados en consideración elementos como la dura-,
ción del año de trabajo, los niveles educativos de ia mano de obra, la infra­
estructura,. etc. Pero ademas incluía el llamado “factor residual”-, a través de|
cual; trataba de estudiar en qué medida el crecimiento, económico debía atri-,
huirse a progresos en la productividad, y de ese análisis, surgía la valoración
de variables, como los. conocimientos técnicos, los. avances en ia organiza­
ción empresarial y otros. Se llegaba asi a un total de 23 fuentes del creci­
miento, a cada., una de las cuales se le otorgaba un peso dentro, de la tasa,
total. Así, por ejemplo, el crecim iento económico, de los Estados Unidos:
entre 1969. y 1973., a una tasa media anual d-el 3,79 %, se desagregaba en
2,18 % de aumento, atribuido ai empleo total de los,factores de producción,
y 1 ,6.1 %, debido a incrementos de la productividad, con desagrega,eion.e^,
complementarias que cuantifieaban la importancia relativa de toda una se*,
ríe de factores.
Limitado al estudio desde el lado de la oferta, y apuntando mucho más.
a la causalidad inmediata que a la última, este tipo de explicaciones— con
independencia de iaks críticas normales que genera una elaboración tan com-,
pleja— permite visualizar la mecánica del desarrollo económico moderno.

12.2,2. L O S A R G U M E N T O S K E Y N E S íÁ N .O S

Los. seguidores de la. obra de K e yn e s s.e encargaron d e enfatizar la impor­


tancia de ia existencia de una elevada demanda agregada interior o,exterior,
como condición necesaria para la máxima explotación del potencial de cre­
cimiento. de una. economía. La misma se puede alcanzar a través d e una ac­
tiva política fiscal y monetaria, y en esas condiciones ios empresarios man­
tendrán un aíto nivel de inversiones.
Desde esta perspectiva, por lo tanto, ei papel dei Estado es visto como:
crucial, para evitar la irrupción de coyunturas, depresivas que alee.tea el cli-.
*aa favorable a la inversión privada. Asimismo, le. corresponden al gobierno
tareas como, facilitar ei comercio internacional y asegurar ingresos para
desocupados, enfermos y jubilados, de manera de consolidar una, domauda;
estable-
La defensa del nuevo papel del; Estado como elemento explicativo, es en-,
ciai; del crecimiento, económico de la. segunda posguerra tropieza con una,
limitación, empírica- iinportaBí.e:. s e d a por sentada una generalizada utiliza-.,
ción, de las, pplítÍca,S: keyaesiaaas: por parte, dg-países. en realidad: no las;
pus.ier.cn en’ práctica, o. lo. hicieron durante, un período, demasiado, corto,
cojnp. para, obtener resultados., a tribuí bles, a- s.u. impieuieíúaeion.
CAP. Í2 - LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 391

De cualquier forma, es muy difícil avanzar en la com prensión de las


características del desarrollo capitalista en eí período'que estamos conside­
r a n d o sin nacer referencia al escenario económ ico' surgido a partir de ia
activa presencia del gobierno, cualquiera sea la denominación — “ keynesia-
nismo", "econom ía mixta” , etc.— que se le otorgue ai mismo.

12,2,3. LOS MOBSLOS DEL CAMBIO ESTRUCTURAL

Los econom istas de orientación es truc tura lista afirman que el creci­
miento es Básicamente un proceso desequilibrado en el que el progreso téc­
nico no se distribuye con uniformidad entre los diferentes sectores. Por el
contrario, el impulso dado por la demanda conduce a inodificacion es en la
estructura productiva: algunos sectores crecen, otros declinan. A su vez, los
cambios- producidos en la com posición de la demanda a raíz del crecim ien­
to origina nuevas modificaciones en la dinámica de los sectores productivos.
El modelo, clásico del que parten ios es tr uc:t üra I i s ta s es ei de Lewis (3). El
mismo supone la existencia de dos sectores, uno avanzado y otro atrasado.
Al comienzo del proceso, el sector avanzado es pequeño, y el atrasado, muy
grande. Exi aquél, tanto la productividad como ios salarios son altos; en el
sector atrasado, por su parte, la productividad, media es baja-, y los salarios
son de subsistencia. La expansión. del: sector avanzado atraerá trabajadores,
y en determinadas condiciones también recursos 1 del sector rezagado. Al
término, dei proceso de transferencia de trabajo y de recursos, y de la ade­
cuación. de los niveles de productividad, el sector atrasado desaparecerá
como tal, porque lo que quede de él habrá alcanzado los niveles dei sector
avanzado.
E l modelo de L e w ís , pensado para los países atrasados, fue también apli­
cado; con matiz-aciones, por K i n d l e b e r g e r al crecim iento de Europa Occiden­
tal (Q). En su análisis, este autor subraya el papel desempeñado por los al­
tos porcentajes de desempleo y snbempieo, existentes en varios países eu­
ropeos (no en todos), sobre ios niveles- salariales, los que se mantuvieron
contenidos: hasta, que se absorbieron los- remanentesoeupaeíenales. Más alia
de que muchos críticos enfa tizaron el: hecho de que la presión de los s ¡ncí i ■
calos en algunos p a ís e s — Italia es un ejem plo— elim inó los beneficios dei-
subempleo antes de que éste hubiera, desaparecido, el punto débil principal
de esta explicación es la. falta de identificación: del motor áel desarrollo, esto
es, la respuesta a la pregunta “ ¿por qué, en determinado' momento, ei sec ­
tor avanzado se toma dina m ico?”'.

í$ ! i-K'-V!:v ; j '-H>

•6-1- (:I:9 f í 7 j .
392 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

12,2,4. LA ESCUELA DEL C A T C H IN G U P

Surgida a mediados de los ’80 como consecuencia de la aparición de


métodos más sofisticados de comparación de los niveles de la renta nacio­
nal, esta escuela se sustenta en la concepción de que sí el nivel de produc­
tividad de un país es superior al de otros, a favor de las diferencias existen­
tes en las técnicas de producción, los países atrasados podrán embarcarse
con posibilidades de éxito en un proceso de acortamiento de las distancias
que lo separan del país que ejerce el liderazgo. Para que este proceso se con­
crete tienen que darse tres condiciones: el deseo de imitación, la flexibilidad
para el cambio y la capacidad para organizarlo.
La explicación del catch in g up {7} ha sido utilizada para responder a la
cuestión del crecimiento rápido de Europa Occidental y de Japón a partir de
la imitación de los Estados Unidos, destacándose el tema de la capacidad
para organizar el cambio, ligada sobre todo a la libertad de empresa, a la
organización del sistema educativo y al control institucional de los conflic­
tos. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando se agota el impulso imitativo? La ver­
sión más simple del modelo del catching up lleva a pensar que el proceso
de crecimiento rápido pierde velocidad al aproximarse la convergencia, esto
es, cuando ya no hay nada que imitar. La realidad se muestra más comple­
ja: por un lado, las condiciones en las que el m odelo norteam ericano se
manifestó vencedor pueden desaparecer, y continuar la imitación se torna­
ría inconveniente. Por otro lado, puede aparecer un modelo alternativo lo
suficientemente atractivo como para reiniciar el proceso de imitación.

12,2,5. E L E N F O Q U E MARXISTA

El intentó-de explicar desde la perspectiva marxista el largo período de


la expansión'.¡a&oriórnica de la segunda posguerra ha dado lugar a trabajos de
valor düsigüalV afectados con mucha frecuencia por los ava tares de la coyun­
tura política, en la medida en que el estalinismo establecía en cada circuns­
tancia la postura ‘‘correcta", y la heterodoxia disponía de muy pocas proba­
bilidades de contar con una difusión masiva.
Una de la s'in terp reta cion es más elaboradas es la realizada por el belga
E rnestMandkl én' su obra E í capitalism o tardío fsj. E i objetivo del anior es

17) S u s p r i n c i p a l e s e x p o s i t o r e s s o n A o ü am o vitz Í1 9 8 6 ). y B au m ol y o í i o s (1 9 8 9 ).

[8- M an o el (1 9 7 9 ).
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 393

explicar la historia del modo de producción capitalista desde 1945 de acuer­


do con las leyes básicas del movimiento del capital descubiertas por M arx.
El punto de partida de su análisis es considerar que el curso cíclico del
capitalismo, inducido por la competencia, toma la forma de movimientos de
expansión y caída de la producción de m ercancías y de variaciones en la
generación de plusvalía.
La “ onda larga” que se inicia durante la Segunda Guerra Mundial y se
prolonga hasta 1966 estuvo caracterizada por la combinación de dos proce­
sos de larga duración:
a) un incremento a largo plazo de la tasa de ganancia;
b) una expansión del mercado a través de la innovación tecnológica ace­
lerada o, en la term inología marxista, un incremento de la tasa de
plusvalía acompañado de un aumento de los salarios reales.
Estos procesos fueron posibles gracias a que la dictadura nazi y la co­
yuntura béHca permitieron una disminución notable del valor de la fuerza de
trabajo, lo que había sido imposible de realizar en las condiciones de la pri­
mera posguerra a raíz del fortalecim iento de la combatividad del proleta­
riado.
Dos componentes fundamentales de la nueva situación, vinculados en­
tre sí, son la extensión de las funciones del Estado y la tendencia a la infla­
ción permanente. En principio, la etapa del capitalismo tardío introduce tres
nuevos rasgos principales: la reducción del tiempo de rotación del capital
fijo, la aceleración de la innovación tecnológica y el aumento del costo de los
grandes proyectos de acumulación capitalista originados por la tercera re­
volución industrial, con el correspondiente aumento de los riesgos. Los re­
sultados de estas prestaciones conducen a un aumento no sólo de la plani­
ficación del Estado, sino también de la socialización de los riesgos en un nú­
mero cada vez mayor de procesos productivos. Asim ism o, la creciente pro­
pensión del sistema a las explosivas crisis políticas y económicas transfor­
ma a la “administración de la crisis” en una función vital del Estado, lo que
incluye toda una serie de políticas anticíclicas destinadas a evitar el retor­
no de las depresiones catastróficas. La consecuencia de este intervencionis­
mo creciente es el surgimiento de un proceso inflacionario, que se consti­
tuye en el mecanismo específico a través del cual el capitalismo tardío en­
frenta los problemas originados en Ja necesidad de sostener ia demanda,
facilitando la “reproducción ampliada del capital” (ü), y en la inevitable expan­
sión del gasto público.

(9 ) E n ia t e r m i n o l o g í a m a r x is t a s e d e n o m in a “ r e p r o d u c c i ó n a m p l i a d a d e l c a p i t a l ”
al p r o c e s o p o r e l c u a !, d e s p u é s d e la p r o d u c c i ó n y v e n t a d e m e r c a n c í a s , s e i n i c i a u n
n u e v o c i c l o c o n un in c r e m e n t o d e l v a lo r r e s p e c t o d e l c i c l o a n t e r i o r , lo q u e i m p l i c a q u e
p a r te d e la p lu s v a lía o b t e n id a s e h a i n v e r t i d o d e m a n e r a p r o d u c t i v a .
394 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

12,3. E L PU N TO DE PA R TID A : LAS PERDIDAS


DE L A G UERRA

Las estimaciones más aceptadas sostienen que durante la Segunda Gue­


rra Mundial murieron entre 45 y 50 millones de personas, de las cuales entre
40 y 42 millones corresponden al continente europeo ( !ü). Como se ha dicho,
las muertes civiles sobrepasaron ampliamente a las militares, debido a las
políticas de exterminio masivo implementadas por los xiazis. A su vez, las
pérdidas de vidas a raíz de enfermedades, epidemias y enfrentamientos in­
ternos no tuvieron demasiada significación, de la misma manera que el dé­
ficit de natalidad durante el período fue bajo, con la excepción de la Unión
Soviética. Si excluimos a Alemania, las pérdidas de población más importan­
tes se produjeron en Europa central y oriental; Polonia (u) y la Unión Sovié­
tica fueron los países más seriamente afectados, aunque en Hungría, Ruma'
nia, Checoslovaquia y Grecia murió íen promedio) un 5 % de la población
total. X a s pérdidas fueron compensadas por un exceso de nacimientos so­
bre las muertes, resultado del significativo aumento de la fertilidad en ia Eu­
ropa del noroeste, de manera que, si excluim os a la Unión Soviética, Ja po­
blación del continente en el período 1945-1946 era muy similar a la anterior
a la guerra. Esta afirmación, por supuesto, no toma en cuenta el hecho de
que se produjo un importante déficit de población en los grupos de edad más
productiva, acompañado por un marcado desequilibrio entre los sexos.
Las pérdidas materiales fueron mucho más graves que las de la guerra
de 1914-1918; no sólo Europa se vio afectada, sino también el norte de Africa
y Asía sudorieníal. La destrucción ¿Le viviendas, en porcentaje respecto del
número existente antes de la guerra, llegó ai 25 % en Japón, ar*2Ó % en Ale­
mania, Polonia y Grecia, del 6 al 9 % en Austria, Bélgica, Francia, Gran Bre­
taña y los Países Bajos, y entre eí 3 y el 5 % en Italia, Noruega, Hungría y
Checoslovaquia í!2). Los sistemas de transportes sufrieron una paralización
casi total, debido a los bombardeos'' No sólo los puentes volados afectaban
ei transporte ferroviario y obstaculizaban el tráfico por ríos y.canales, sino
que había una enorme escasez de material rodante: en Francia, por ejemplo,
de las 17.000 ioeonioioras exisi.ent.es en 1939, seis años más tarde se podían
utilizar solamente 3.000.

('1 0 } V a n » kk W kr (1 9 S S }.

{t E n t r e IaJ> m u e r t e s y l o s m r »v im ic n io s .m 3 ir h * o .s fie p o b l a c i ó n . P o l o n i a p a s ó de
32 m i s i o n e * d e h a b it a n t e s e n 1 9 3 9 r¡ ¡r ía n o s ■

{) 2) A i . ! i l-SSS).
CAP. 12 — LA EXPANSION D E LA SEGUNDA POSGUERRA 3S5

En la industria, el impacto fue menos significativo que en el transporte


y en la vivienda, afectando en mayor medida sectores básicos como el car­
bón, ei acero y la energía. Por otra parte, es preciso señalar que, balanceando
las pérdidas, hay que computar ios aumentos de capacidad productiva con­
cretados durante el conflicto, que en muchos casos compensaron con cre­
ces esas pérdidas.
La situación en la agricultura fue mucho más difícil; ia producción cayó
en todas partes debido a la falta de mano de obx'a, las pérdidas de ganado y
una absoluta carencia de fertilizantes. El alcance del daño total es descono­
cido, pero se dio con mucha maj^or gravedad en Europa Oriental.

12,4. EL PLAN MARSHALL Y LA


RECONSTRUCCION EUROPEA
A diferencia de lo ocurrido a fines de 1918, al terminar la guerra los
vencedores no se abocaron a la firma de tratados de paz inviabies, sino que
buscaron llegar a acuerdos razonables y duraderos, sobre todo, teniendo en
cuenta que las diferencias entre la Unión Soviética y el resto de los aliados
eran tan importantes como para justificar análisis y negociaciones elabora­
dos.
Los cambios territoriales fueron enorm em ente significativos por sus
repercusiones futuras. Se concretó una división en esferas de influencia
occidental y soviética, punto de partida de la división de Europa en dos blo­
ques; los acuerdos alcanzados le permitieron a la Unión Soviética aumentar
su superficie en aproximadamente 440.000 Kilómetros cuadrados y su pobla­
ción en casi 25 millones de habitantes. Asim ism o, este país quedó en posi­
ción estratégica inmejorable para presionar sobre los que poco tiempo más
tarde se convertirían en sus satélites (Polonia, C hecoslovaquia, Hungría,
Rumania y Bulgaria).
Las reparaciones fueron otro de los Lemas cruciales. Mientras que ios
Estados Unidos defendían la posición de no exigir a los vencidos pagos que
afectaran sus posibilidades de recuperación, Sy.v .cn exigía que las -s
pérdidas expe vi men vaúas por Rusia fueran reparadas, El acuerdo se ai can-.¿ó
finalmente en la .conferencia de Potsdum {julio de l£k 5),.por el que
logró para su país m ía serie de compensaciones a-expensas de las instala­
ciones industriales alemanas.
396 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El fin de la guerra con todas sus secuelas puso en primer plano el tema
de la reconstrucción para los países directamente afectados por la misma y
de normalización económica para el resto. En Europa Occidental la situación
coyuntural era muy difícil: en muchos países había escasez de alimentos,
materias primas y bienes de consumo, y todos estaban desprovistos de los
recursos necesarios para financiar las importaciones imprescindibles que
permitieran relanzar de manera razonable la actividad económica. Frente a
esta situación, el gobierno de los Estados Unidos comenzó a enviar ayuda
— que también se extendía a ia Europa Oriental— a través de varias organi­
zaciones, entre las que se destacaba la UNRRA (United National Relief Reha­
bilitaron Administration). La misma no contribuyó excesivamente a la recu­
peración económica pero sirvió para atenuar las privaclones.
E1 proceso de reconstrucción se vio dificultado por la inflación, originada
por la aparición de una cantidad enorme de dinero y una limitada oferta de
bienes de consumo. Las tensiones inflacionarias fueron abordadas de dife­
rentes maneras por los afectados, resultando Bélgica el país donde se pusie­
ron en práctica medidas de ajuste más duras, que incluían un cambio forzo­
so de los billetes y el bloqueo de los depósitos bancarios. Recetas parecidas
pero no tan drásticas se concretaron en Holanda, Noruega, Suecia, Austria
y Suiza.
En cuanto a los principales vencedores y vencidos —Gran Bretaña, Fran­
cia, Alem ania e Italia— , aplicaron políticas económicas variadas, que iban
desde un fuerte intervencionismo estatal en el primero hasta un liberalismo
ortodoxo en el último, con resultados positivos en dos terrenos: se contu-
vQ. la. inflación y eí crecimiento económico fue acelerado, hasta el purxro que
se ha afirmado qúe la ayuda proveniente del plan Márshall se hizo efectiva
sobre unas economías nacionales que ya habían despegado.
Los índices del producto bruto interno correspondientes a esos años
corroboran, con algunas excepciones, esa afirmación (cuadro 6 ).

I Anos
1S45 1S46 1S47
f P a ís e s

A lem ania 100 57 70


I Francia 100 152 163 J
1 Gran Bretaña 100 96 95
¡ Italia 100 131 154 1
á
V Fuente: elaboración propia a partir de M a d d is o n
t

Cuadro 6. V a ria c io n e s del producto bruto interno, 1945-1947 (1945 ~ 1Q0).


CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 397

No obstante, había otro problem a que ponía en peligro el proceso de


recuperación: la escasez de dólares. Ante la necesidad de reponer lo destrui­
do y de reemplazar los equipos que habían quedado obsoletos, los Estados
Unidos emergían como el único país capaz de suministrar bienes de capital;
además, había que devolverles lo que habían prestado. Esta importante de­
manda de dólares no podía ser compensada por un incremento de las expor­
taciones, ya que la brecha tecnológica entre los Estados Unidos y Europa era
tan grande que los países del Viejo Mundo no podían, en el corto plazo, co­
locar productos en ese mercado. Por otra parte, la salida de capitales euro­
peos agravó aun más la situación.
Cuando a estos problemas se sumó la mala cosecha de 1947, la reacti­
vación empezó a frenarse. Ese fue el momento en el que el ministro de Asun­
to s Exteriores norteamericano, G eorge C. M a r s h a l l , anunció en Harvard el
plan que luego tomó su nombre. La idea se encuadraba asimismo dentro de
un cambio trascendental en la política exterior de los Estados Unidos — lo
que luego se llamó “ doctrina Tram an"— que implicaba apoyar a los pueblos
“libres” frente a la amenaza comunista, efectivizada a través de ayuda eco­
nómica y financiera “esencial para la estabilidad económica y política” f13).
El plan Marshall, entonces, era una aplicación de la doctrina Truman a
la situación europea. En principio, conjuraba los peligros que se cernían
sobre la viabilidad de las reconstituidas democracias capitalistas en el con­
tinente europeo, pero además contribuía de manera decisiva a mantener el
impulso de las exportaciones norteamericanas. Consistía en un programa de
ayuda que permitió a los países beneficiarios —los de Europa Occidental y
Japón— disponer de materias primas, alimentos, com bustibles y algunos
productos manufacturados, por un monto que superó los 20.000 millones de
dólares en eí período 1947-1951. Gracias al programa, que fue acompañado
en 194S por la creación de la OECE (Organización Europea de Cooperación
Económica), Europa pudo reducir de manera sensible su déficit de la balanza
comercial y recuperar su nivel de reservas, ai tiempo que relanzaba su ac­
tividad industrial. Asim ism o, fue la punta de lanza para ei ingreso de las
grandes empresas norteamericanas en el escenario europeo.
Desde otra perspectiva, el plan Marshall contribuyó al aislamiento entre
las partes occidental y oriental del continente europeo; su creación fue res­
pondida desde ei bloque soviético con la constitución en 1949 del COME-
COM (Consejo de Asistencia Económica Mutua).

(1 3 ) ü u e n f o q u e d e Ja G u ftrra F r ía p u e d e e n c o n t r a r s e e n P ü r k ík a (1 9 S 3 ).
HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

12,5. L A D IN A M IC A B E L C REC IM IENTO


O CCID E NTAL EN LOS AÑOS 750 Y ’60

Tal cual se ha vis to , en el período comprendido entre 1950 y los prime­


ros años de la década del ’70, el mundo occidental experimentó un acelera­
do y continuo crecimiento económico.. Tanto- el producto bruto interno como
el comercio internacional se incrementaron prácticamente sin interrupcio­
nes hasta 1973, hasta el punto que la terminología de los economistas ten­
dió a modificarse, sustituyendo el término “crisis” por eí más moderado de
“ recesión” . Si bien los indicadores oscilaban en la coyuntura, el crecimiento
era continuo; sólo existían fases en las cuales se crecía más rápidamente
que en otras.
A continuación se pasará revista a los aspectos más significativos de
este ciclo excepcional.

12,5,1- JLA E C O N O M I A M I X T A

Uno de los rasgos más novedosos del escenario de la posguerra fue la.
emergencia de lo que se denominó "econom ía mixta” . La misma se basaba,
en una relación entre el sector privado, el Estado y los sindicatos.
Después de lo ocurrido durante los años ‘30. quedó claro que la Inter­
vención creciente del Estado en la economía fue consecuencia de lo que en
esó's momentos se interpretó como unífíncapacidad de ia economía de mer­
cado para resolver los problemas generados por la crisis y tomó la forma de
una serie de decisiones políticas pragmáticas que intentaban actuar sobre
los aspectos más negativos de la. misma. Pero, por otra parte, como se ha
tratado en el punto I 2 T2 , surgieron teorías que intentaban fundamentar el
nuevo derrotero que estaba tomando la economía, de las cuales la obra de
K js yn b s ; fue la contribución de mayor repercusión.

La concreta situación» de la posguerra incorporó nuevos elementos para:


eí reforzamien.to de las posiciones favorables a la e,conomia mixta. La bús­
queda de un consen so social y político lo más amplio- posible se plasmó en
la constitución de gobiernos de coalición en: los que tomaban: parte activa, los
partidos de izquierda y los sindicatos. Esta nueva realidad implicó la adop­
ción de medidas de. reforma provenientes'de sus programas, que iban des­
CAP. 12 - IA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 3S9
de la nacionalización de las industrias básicas y la creación de organismos
planificadores, hasta la participación de los obreros, en las ganancias y en la
dirección de las. empresas. El papel d.el Estado era defendido también por un
amplio espectro social que abarcaba tanto a : los. partidos de centro y de d e ­
r e c h a como a incius tríales, banqueros y comerciantes. En su visión, se re­
servaba para, el Estado el control de la, demanda efectiva a través del mane­
jo.- del gasto, público, y de la implementa:ción de medidas fiscales.
Ahora bien, lo que comenzó s i e n d o . acuerdo; destinado a prevenir el
teto rijo de situaciones como las, de la década anterior a la guerra evolucio­
nó luego hacia posiciones, más ambiciosas. Si la presencia activa del Esta­
dio había hecho “ desaparecer” las. crisis, era hora de que se ocupase de ase­
gurar el crecimiento, económico a largo, plazo y de arbitrar los medios, para
que- el mismo llegara de manera perceptible a todos los sectores, de la socie­
dad. Se desplegó así el “ Estado benefactor” , una estructura intervencionis­
ta que fue mucho, más aliá en sus funciones, con respecto a. sus desarrollos
iniciales.
En una obra fundamental para. el. conocim iento de este período. Gal-
( H) describió, los, rasgos principales de la nueva realidad; —que im agi­
b k a !t h

naba concretándose; en una. convergencia entre el mundo capitalista y el


comunista— : producción- en gry.n escala;, planificación en sustitución del
mercad,o; regulación de la demanda por-parte dei Estado a través d.el control
de precios y salarios, y papel;preponderante de éste en la provisión de fuerza
de trabajo educada y entrenada.

12,5,2. L A I M P O R T A N C I A B E L A O F E R T A D E T R A B A J O Y
C A P IT A L

Ei crecimiento, experimentado por. ia economía, accidental después d e


Í94S se vincula, sin duda, con una modificación, en el volumen de ios fa cie­
res trabajo y capital utilizados para generar el producto: nacional (la tierra se
excluye porque su: contribución al proceso fue encasa)'. Pero, además, el.
crecim iento se relaciona con a u m e n t o s en el producto por unidad'de f a c t o r
y este incremento en ia productivi.dad.de. los factores se origina en variables
como el; avance tecnológico, la-imple medita ció 31. de economías de escala y ias
mejoras en la. organización empresarial'.
La -oferí:& de trabajo en .el período que estam os co ii 3 Íd.erando. se incre­
mentó, cossecu e^ia^de -ima erúre lo «.que se pueden:
400 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

a) El crecim iento natural de la población, que en el cuarto de siglo


comprendido entre 1945 y 1970 fue más acelerado que en los vein­
ticinco años anteriores, tal como se puede apreciar en el cuadro ? :

1920 O 1 9 4 5 (*) % 1945 O 1970 (*} % j

I Francia 39,000 39,700 2 39,700 50,772 28 I


I Gran Bretaña 43,718 49,182 12 49,182 55,632 13 I
1 E stados U nidos 106,466 141,389 33 141,389 205,052 45

(') En millones de habitantes.

Fuente: elaboración propia a partir de M a d o is o n (1991).

C u a d ro 7. C re c im ie n to d e m o g r á fic o d e lo s p r in c ip a le s p a ís e s , 1920-1970.

b) Los cambios en la tasa de la población activa, resultado de la incor­


poración masiva del trabajo femenino. El descenso de la tasa de na­
talidad y la mejora de las posibilidades educativas le permitieron a
la mujer, desempeñar un papel más importante'en la estructura eco­
nómica (cuadro 8 ).

Anos
1,950 1973
P a íses- % • %

Alem ania 35,1 36,9


Francia 36,0 36,8
Gran Bretaña 30,8 36.6
E étád os U nidos 28,8- 38,0

:#%>rn@dío 16 países 30,4 36,3

Fuente: elaboración propia a partir de ívI aooísoív (1991).

C u a d ro 8. C o m p o n e n te fe m e n in o d é la fu e rz a la b o ra l.

C) El. aumento de la población activa como consecuencia de los movi-


mienib's ixiternacionales de población y de la absorción del desem­
pleo encubierto, debido esto último a la atracción de trabajadores
procedentes del sector agrícola.
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 401

En el primer tema se produjeron cambios de importancia con respecto


ai pasado; aparecieron en primer plano las migraciones intracontinentales,
que involucraron de manera principal a Europa. Los países de la Comunidad
Económica Europea ocupaban en 1973 casi 6,5 m illones de trabajadores
inmigrantes, en tanto esa cifra no llegaba a los 2 m illones quince años an­
tes. En países como Alemania y Francia, el porcentaje de trabajadores ex­
tranjeros superaba el 10 % de la población activa (l5).
En cuanto a la salida de trabajadores de la agricultura, éste fue un pro­
ceso que ya se había iniciado, y que en países como Gran Bretaña estaba
culminando, pero en otros adquirió enorm e relevancia en esos años, tal
como se aprecia en el cuadro 9.

S e c to re s Agricultura Industria S e rv ic io s I

Años 1950 1973 1950 1973 1950 1973 I


P a íses % % % % % % |
Alem ania 16,3 7,5 48,0 49,5 35,7 43,0
Francia 33,0 12,2 34,0 39,3 33,0 48,5
Gran Bretaña 5,0 2,9 47,0 42,6 48,0 54,5 j
E stados Unidos 12,0 4,1 35,0 31,7 53,0 64,2 I
| Nota: los datos correspondientes a Alemania son de 1957. ¡

F u e n teT v A ^ D g R V V g E {1 9 8 6 ). ~ |

Cuadro 9. Distribución por sectores de la población activa, 1950-1973.

Por otra parte, hay una dimensión cualitativa de la oferta de trabajo que
se vincula básicamente con la mejora del sistema educativo, destinada a
elevar ei nivel de formación de la población. Está claro que cuanto más ele­
vado sea el nivel medio de educación, más fácil les resulta a los trabajado­
res comprender y aplicar los frutos del progreso técnico. Si bien es difícil
valorar con precisión el impacto de la educación sobre la productividad,
existe una relación estrecha entre los niveles de ésta y la distancia econó­
mica entre naciones. En general, todos los países incrementaron sus inver­
siones en educación en los años '50 y ’ 60, tanto en términos reales como en
relación con el producto bruto interno, como lo índica ei cuadro 10 .

í i 5) E n L u x e m b n r g o e s e p o r c e n t a je l l e g ó a s e r d e l 35 %. V e r d a t o s en V an d e r Wr.x
Í19S6}.
402 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

i Años
1955 1964 Increm ento I
1 P a íses % % % |

A lem an ia • 2,8 3,4


18 1
Francia 2,9 4;3 48 1
Gran Bretaña 3,2 4,9 53 I
E stad os Unidos 4,1 6,2
51 I
Fuente: Van d e r W eb (1986). i

C u a d ro 10. P r o p o rc ió n d e io s g a s to s e d u c a tiv o s e n e l p r o d u c to
b r u to in te rn o , 1955-1964.

No hay dudas respecto de que el incremento en la formación de capital


es un factor fundamental para el desarrollo económ ico, contribuyendo al
mismo de varias maneras: aumentando la productividad del trabajo, propor­
cionando nuevas oportunidades de empleo e impulsando la incorporación de
técnicas innovadoras en el proceso productivo. Es cierto que no basta con
acumular capital para activar el desarrollo, en tanto éste debe insertarse de
manera adecuada en la estructura productiva, pero dado que es complejo
analizar la constelación de variables que determinan el óptimo de una inver­
sión, es posible utilizar la participación de la inversión bruta en eí produc­
to bruto interno como elemento para determinar la relación entre la acumu­
lación de capital y los niveles de crecimiento económico. En el período 1950-
¿i.979 , que en los aiuai
'20 y ’30 íro' al 50 % del'producto b í u f o iú t e r n ó ^ m i* a lí^ lO ■% entre 1920
y 193tí¡, y las mismas contribuyeron de manera significativa al crecimiento
económico, aunque, como se v e en el cuadro 1 1 , existe un amplio espectro
“Be niveles de inversión y éstos no se~ corresponden exaclamente-eon l o s
d i en lor-p ©r lo que^fesde ie u n a a s ^ ia e u m
positiva.entf<Tih'versión y/crecimiémto, pesó r^Sisrna no es.uniforme. Se
■puede apreciar que l ^ i y a i a c i o i i e s c o t í a l t a s i a s a s M e í aversión que crecieron
d e manera acelerada..— Alemania y l o s Países B a j o s - - ; otras que. con t a s a s
b a ja s , ’ o hictcvon c o a l e n t i t u d .... G r a n B r e t a ñ a - - , p e r o e x i s t a n c a s o s q u e no
se ajtsstan.de manera jes tríela a esta pauta.
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 403

C recim ien to del produ cto T a s a s de in versión f


P aíses bruto interno (en % del p rodu cto 1
(en % anual) bruto interno) ¡
Alem an ia 6,2 27,0 !
B élgica 3,5 22,4 |
España 6,1 22,6 1
Francia 5,0 23,7 f
Italia 5,4 22,1 ¡
P a íses B ajos 5,0 26,0 I
Portugal 5,1 18,8 !
Gran Bretaña 2,7 17,5 I
Suecia 4,1 24,4 |
Fuente: A ld c r q ft (1989).
mi r>»7»ni mi.,ji.t»^Mtwacaiirfiyra-iaKBarm nnri HiXum
I
C u a d ro 11. C re c im ie n to d e l p r o d u c to b r u to in te r n o y de la s ta s a s d e
in v e rs ió n , 1950-1970.

12,5,3. E L P R O G R E S O T E C N I C O Y L A S M O D I F I C A C I O N E S E N
L A O R G A N IZ A C IO N D E L T R A B A J O Y D E L A E M P R E S A

Después de la Segunda Guerra Mundial, la irrupción de nuevas tecnolo­


gías y de nuevos sistemas de organización del trabajo'produjeron, junto a la
rrrftrvación de plantas y equipos, una rem odelación del aparato productivo.
Los campos donde se concretó el progreso técnico fueron rnuy amplios,
por lo que indicaremos sólo algunos de ellos:
1. de las materias primas a partir del aumento de
IogNsfciVic.ntos simples, de las aleaciones entre metales para obtener
otros con nuevas propiedades, de la diversificar,íón de los estados de
la materia, del avance de la petroquímica con sus posibilidades de
producir materias snné<É»iu j, etcétera.
2. El espectacular desarrollo de la maquinaria, los instrumentos y ías
técnicas de producción; nuevos prgtcedimientos de tratamiento de
materiales en ios sistemas de corte,-rticdeVado y loria, a altas tempe-
404 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

raturas y presiones; nuevos métodos de soldadura, regulación térmi­


ca y aislamiento; utilización de microherramientas.
3. Los notables avances en la extracción de recursos naturales, en los
sistem as de transporte de los productos y en el tratamiento y la
transm isión de la inform ación (m icrofilm es, bandas magnéticas,
computadoras, etc.).
Esta “revolución tecnológica” estaba en el centro de las tres caracterís­
ticas fundamentales del aparato p rod uctivo posb élico: la producción en
masa, la automatización y la industrialización de la ciencia.
Como se ha visto, la producción en masa comenzó durante el período de
entreguerras en algunas ramas de la industria norteamericana, generalizán­
dose al conjunto de la actividad productiva y a otras economías nacionales
después de 1945. La nueva tecnología, en forma de materias primas, herra­
mientas y métodos de producción, constituyó un factor decisivo para el de­
sarrollo de esa producción, ligada de manera estrecha al sistema de organi­
zación fordista y a unas pautas de consumo que justamente privilegiaban la
masividad.
La introducción de mecanismos automáticos y semiautomáticos, poten­
ciados por la irrupción de las computadoras, facilitó la expansión de secto­
res como los del automóvil, los electrodom ésticos, la industria química,
etcétera.
La actividad científica, por su parte, se incorporó de manera estructural
a la producción. En el contexto de una división del trabajo que se ampliaba
y diversificaba de rrjanera c,0|^£^..nte, la ciencia aparece como una rama pro­
ductiva más, cuyas características relevantes son la articulación entre la in­
vestigación básica y la investigación para el desarrollo (lG), la socialización
del trabajo científico y el control del progreso científico-técnico por parte de
una minoría de grandes empresas.
;—.- .--La “revolución tecnológica^.no consiste en una serie de innovaciones
fáciles de copiar; su asimilación y su explotación por parte de los seguido-
»re's implican, a su vez, innovaciones y adaptaciones- Las posibilidades de
transferencia de tecnología aumentaron mucho en estos años, a favor de los
esfuerzos de los Estados Unidos desde el pian Marshall en adelante, y de la
dedicación puesta en evidencia por los países seguidores en mejorar su
posición en el terreno de la investigación.

(1 6 ) L a ia w e s íig a c É ó s G b á s i c a s e c o m p o n e d e t r a b a j o s e n c a m i n a d o s a l a n á l i s i s d e
p r o p ie d a d e s , e s t r u c t u r a s y r e l a c i o n e s m u t u a s d e l o s o b j e t o s y s e r e s q u e c o n s t i t u y e n
e í u n iv e r s o , c o n v i s t a s a s i s t e m a t i z a r e n l e y e s g e n e r a l e s l o s h e c h o s d e s p r e n d i d o s d e
e s e a n á l i s i s . L a Ésr&esfcigá’c s o s i pap-a e l d e s a r r o l l e , p o r s u p a r t e , p r o v i e n e d e la u t i l i ­
z a c i ó n d e l o s t r a b a jo s y r e s u l t a d o s d e la i n v e s t i g a c i ó n a n t e r i o r p a r a l l e g a r a l a e x p lo -
■t n c ió n d e n u e v o s p r o d u c t o s , d i s p o s i t i v o s , s i s t e m a s o p r o c e d i m i e n t o s , o p a r a m e j o r a r
l o s y a e x i s t e n t e s . V e r P a la z u b lo s (1 9 8 0 ).
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 405

La introducción y la difusión de procesos continuos con funcionamiento


automático o semiautomático en sectores como siderurgia, cemento, petro­
química, etc., contribuyeron a la generalización de la organización fordista
del trabajo, en la medida en que produjeron una simplificación y un fraccio­
namiento de las tareas y, además, un desplazamiento de la actividad huma­
na hacia otros quehaceres, como los de control, mantenimiento, regulación.
Este nivel de fragmentación condujo a la em ergencia de dos mercados de
trabajo: uno minoritario, que agrupaba al conjunto de actividades especia­
lizadas que requerían de mano de obra calificada, y otro mayoritario, que
integraba el gran número de tareas que no necesitaban formación especial
para ser ejecutadas.
En las últimas décadas, algunos estudios (i7) han enfatizado la relevan­
cia de las innovaciones producidas en la dirección de las empresas y en los
métodos de gestión como factor de importancia en el fuerte crecim iento de
la economía mundial. La estrategia de las grandes empresas modernas exi­
gía nuevas formas de organización; así, las empresas que constaban de va­
rias plantas, dirigidas por métodos centralizados de control y administra­
ción, fueron progresivamente sustituidas por empresas estructuradas en
divisiones. Este trascendente progreso organizativo elevó de manera consi­
derable la posibilidad de generar aumentos de productividad y ha sido carac­
terizado como una “revolución” en la dirección de empresas.

12,5,4. EL'FACTOR DEMANDA

El crecimiento económ ico de la posguerra está asociado de modo signi­


ficativo a la expansión de la demanda y al despliegue de la sociedad de con­
sumo. Esta surgió a fines del siglo XIX y principios del siguiente en los Es­
tados Unidos, asociada a una característica fundamental dei desarrollo de
ese país: la escasez de máho de obra en todos los sectores,'que permitió que
los trabajadores dispusieran de ingresos relativamente elevados, punto de
partida para la conformación de un mercado de bienes de consumo.
Ea Europa Occidental y Japón, el proceso se afirmó a.partir de 1945,
asociado a los increm entos en la productividad del trabajo y al papel del
Estado como redistribuidor de los ingresos..en beneficio de los sectores de
menores ganancias y, en el caso de Japón, a la actitud paternalista de,las
grandes empresas, que aseguraron beneficios extra a los trabajadores a tra­
vés de premios y estímulos.

(1 7 ) C k a k o i .er (1 3 7 7 ).
406 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

La base de la sociedad de consum o fue la elevación de los salarios


reales, que se aprecia con claridad en el cuadro 1 2 .

Años
1953 1960 1973 ;
P a íses

Alem ania 1 G0 133 276


Francia 1 G0 111 209
Gran Bretaña 100 123 185 .
Estados Unidos 100 117 155
Fuente: elaboración propia a partir de Van deb W ee (1986).

C u a d ro 12. In d ic e d e in c re m e n to d e lo s s a la r io s re a le s,
19 53 -197 3 (1 9 5 3 = TOO).

La expansión de la demanda repercutió sobre lia actitud de ios empresa­


rios, que reaccionaron m ultiplicando las inversiones. Estas se 'orientaron
tanto a la producción de bienes de consumo durables como a la co n stru í
ción y a las actividades vinculadas con el aumento del tiempo libre y él de­
sarrollo de la moda. El Estado cumplió un papel destacado en este proceso,
al realizar importantes inversiones en infraestructura, estimulando á la vez
las actividades del sector privado mediante subvenciones y créditos en con­
diciones favorables.
La dinámica de la sociedad de consumo condujo a ia conformación de
una estructura empresarial dual: por una parte, una profundización en el
proceso de concentración oligopólica de empresas que respondían a la de­
manda generada por un consumo masivo en continuo crecimiento; por otra,
el desarrollo de gran cantidad de empresas pequeñas orientadas hacia los
servicios y hacia bienes que satisfacían los gustos pautados por la moda.
Si está claro que la demanda interna creció con macba fuerza, más lo
hicieron las exportaciones. En ei cuadro 13 se aprecia con claridad que hubo
una aceleración en ei crecim iento del comercio exterior, en los principales
países desarrollados durante el período 1950-1973.
CAP. 12 — LA. EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 407

P e río d o s
-------------------- ~1
1913-1950 1950-1973 j
P a ís e s

Aiem ania -2,36 11,95 |


Francia 0,69 8,79 |
Gran Bretaña 0,20 4,50 j
Estados U nidos 2,35 6,47 I
Promedio para 16 países 0,49 9,42 j

F u en te : M a d o i s o n (1991).
_ _________________ 1
C u a d ro 13. C re c im ie n to ü e l v o lu m e n d e ! c o m e rc io e x te rio r
(ta s a m e d ia a n u a l c o m p u e s ta ).

Esta expansión tuvo una estrecha relación con decisiones políticas. Las
enseñanzas del período de entreguerras, en las que el increm ento de los
aranceles, los controles de divisas y las restricciones cuantitativas resulta­
ron enormemente negativas, fueron bien aprendidas. Las recomendaciones
sobre liberalización del com ercio exterior formuladas en la reunión de
Bretton Woods condujeron a una baja sustancial de las barreras aduaneras
y al desarrollo de formas de cooperación económ ica, con consecuencias
positivas para la creación de nuevas y crecientes oportunidades de inversión.
Asimismo, el Estado realizó otras contribuciones significativas a través de
medidas impositivas y crediticias que beneficiaron a las empresas exporta­
doras. A su vez, los progresos técnicos en los sistemas de transporte y los
bajos precios del petróleo condujeron a una reducción de los fletes, de tal
suerte que los costos de traslado incidieron de manera decreciente sobre t:.l
precio final de las mercaderías.
La importancia de las exportaciones en el crecim iento económ ico ha
sido un tema muy debatido: luego de haber gozado de un apoyo casi unáni­
me el argumento que Ies otorgaba un papel independiente y dinámico en ci
proceso áe crecimiento, en la actualidad la evidencia empírica tienrie a po­
ner de relieve ia concepción, más cauta, de que las exportaciones se incre­
ír» en tan en un contexto de expansión económica generalizada. Por lo tumo,
los países de crecim iento acelerado ganaron en com petí ti vidad e x t e r i o r a
través de la rápida inversión Interior y, a 5a inverna, Jos.países de crecimiento
lento tuvieron pocas posibilidades de m ejorar su posición exportadora a
causa de su baja tasa de inversión.
408 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

12,5,5. LA INTEGRACION ECONOMICA INTERNACIONAL

A partir de la puesta en marcha del plan Marshall por parte de los Esta­
dos Unidos, quedó claro que había una intencionalidad diferente en la ma­
yor potencia del mundo respecto del funcionamiento de la economía mun­
dial. El aislamiento fue reemplazado por la cooperación, y la búsqueda de
acuerdos sustituyó a las decisiones unilaterales.
El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) fue
la primera manifestación de ese nuevo espíritu. La idea de un mecanismo
internacional de este tipo había surgido en Bretton Woods pero se concre­
tó, tras algunas reuniones preparatorias, en la Conferencia Internacional
sobre Comercio y Empleo que se celebró en La Habana entre noviembre de
1947 y marzo de 1948. Los principios fundamentales del GATT fueron dos:
la igualdad de trato y el multilateralismo, teniendo como trasfondo la defensa
del librecambio, al que se le reconocían algunas excepciones, justificadas
por la necesidad de garantizar el pleno empleo o por las pautas impuestas
por el desarrollo. Dotado de un secretariado que se instaló en Ginebra, el
GATT se convirtió desde un principio en un foro de liberaiización del comer­
cio, convocándose periódicamente “ rondas” en las que se busca profundizar
este proceso. En su origen, el GATT fue firmado por veintitrés países, pero
ya en 1952 el número de participantes había aumentado a treinta y cuatro,
totalizando más del 80 % del comercio mundial. La eficacia del GATT pue­
de juzgarse por el hecho de que, para citar sólo un ejemplo, a mediados de
los '50, los derechos aduaneros norteamericanos estaban un 50 % por debajo
de los niveles de 1934. Pero, por otra parte, su efectividad ha ido acompaña­
da de-un desconocimiento de las desigualdades existentes entre los países
desarrollados y los subdesarrollados, por lo que su gestión ha sido vísta con
frecuencia desde estos últimos países como una institución inequívocamen­
te conservadora del status comercial vigente.
El logro más significativo verificado en el proceso de cooperación eco­
nómica fue la creación del Mercado Común Europeo. La idea de la integra­
ción estaba en la mente de muchos europeos cuando finalizaba la Segunda
Guerra Mundial, y así fue que ya en 1944 los gobiernos de Bélgica, Holanda
y Luxemburgo, aún en el exilio, acordaron la creación a partir del I o de enero
de 1948 del Benelux, una unión aduanera que con el tiempo se transforma­
ría en una unión económica completa.
Los Estados Unidos, embarcados en el proceso de liberaiización del
comercio internacional, estaban, sin embargo, dispuestos a admitir estruc­
turas arancelarias discrim inatorias si los arreglos promovían el logro de
objetivos que iban más allá del terreno económico. La integración económica
crearía una barrera fuerte y próspeaa contra la propagación del comunismo,
y por eso fue estimulada.
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 409

Un sólido cimiento para la integración fue el surgimiento de la Comuni­


dad Europea del Carbón y el Acero (CECA). La iniciativa provino del m inis­
tro de Relaciones Exteriores de Francia, R obejrt S chu m an . quien, en mayo de
1950, propuso inicialmente que la producción de carbón y acero proveniente
de Francia y Alemania se colocara bajo una autoridad común. Se aspiraba así
a normalizar las delicadas relaciones franco-alemanas, al tiempo que se in­
sertaba a la República Federal Alemana como Estado soberano en Europa
Occidental. Se pudo así superar una enemistad de ochenta años a favor de
una situación en la que los conflictos relevantes para la balanza de poder
mundial pasaban por otro lado. Cuando en abril de 1951 se firmó el tratado
de creación de la CECA, se sumaron Italia y los países del Benelux. Gran
Bretaña también había sido invitada a tomar parte pero el hecho de que ha­
bía que aceptar los objetivos de una autoridad supranacional (y el eventual
objetivo final de una unidad política) condujo a que declinara la invitación.
Más allá de sus logros económicos, que son aún objeto de controversia, la
CECA tuvo una elevada significación en el plano político, ya que abrió el
camino a la colaboración y a la integración.
En 1955 se iniciaron las conversaciones para una unión aduanera que
abarcase a los países de la CECA, las que culminaron con la creación de la
Comunidad Económica Europea (CEE), a través del Tratado de Roma (mar­
zo ’57). La constitución de un bloque regional de tales características fue
reconocida al año siguiente por el GATT.
Los objetivos de la CEE eran: el desarrollo armónico de las actividades
económicas de la región; la expansión de cada uno de los países integran­
tes de la misma; el crecimiento del nivel de vida de la población de la comu­
nidad mediante la creación de un mercado de más de 160 m illones de per­
sonas y la aproximación de las políticas económicas de los integrantes.
Además de hacer referencia en forma velada al establecimiento de una
unidad política, el tratado contemplaba el libre movimiento de mano de obra,
de capital y de servicios dentro de ia región; la impiementación de políticas
agrícolas y de transporte comunes, así como la creación de un fondo social
europeo, destinado a tratar los temas de empleo y las cuestiones relativas
al nivel de vida. Con la constitución de la CEE se dieron las condiciones
necesarias para que los países que quedaban fuera de la misma formaran su
propio bloque comercial. Este fue la Asociación Europea de Libre Comercio
(EFTA), que se fundó en Estocolmo en 1959, y cuyos integrantes fueron Aus­
tria, Dinamarca, Gran Bretaña, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza (la “ Europa
de los siete” ). Cada uno se obligaba a una reducción de las tarifas para las
mercaderías provenientes de sus socios, manteniendo su propia tarifa exte­
rior para terceros países.
Los acontecimientos posteriores condujeron a un acercamiento de Gran
Bretaña y otros países de la EFTA a la Comunidad Económica Europea, que
tuvo su concreción con el ingreso en ésta de Gran Bretaña, Irlanda y Dina­
410 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

marca en 1972. Se avanzaba así en la idea de una efectiva anión europea, que
se extendiese hasta ei ámbito político.
Una sola referencia sirve para sostener que la CEE fue un gran éxito
desde el punto de vista comercial: las transacciones entre los países que la
componían se cuadruplicaron entre 1958 y 1969. El dinamismo derivado de
su creación condujo a un incremento de las inversiones extranjeras, sobre
todo norteamericanas, acompañadas por mievas tecnologías y nuevos méto­
dos de gestión, que apuntalaron de -manera sólida el crecimiento económ i­
co del continente.
El ejemplo proporcionado por la formación de la CEE y ía EFTA facilitó
el camino para el establecimiento de otros bloques regionales, entre los que
cabe citar a 1a A sociación Latinoam ericana de Libre Com ercio (ALALC),
constituida en 1961 por Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú,
Uruguay y los países de Centroamérica (Costa Rica, Eí Salvador, Honduras,
Guatemala y Nicaragua), así como también el acercamiento entre los países
de la antigua Africa Gccidental francesa {Dahomey, Costa de Marfil, Malí.
Mauritania, Níger, Senegal y Alto Volta), y la Unión Aduanera Ecuatorial,
integrada por el Chad, Gabón y la República Centroafricana.

12,5,6. EL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL

La creación del Fondo Monetario Internacional tras las negociaciones


realizadas en Bretton Woods implicó —como se ha comentado— el estable­
cim iento de pautas para la puesta en vigencia de un sistema monetario ba­
sado en paridades fijas y en el respaldo de monedas fuertes, que no ocasio­
nara ías dificultades que había generado el patrón-oro. Su funcionamiento
dependía de ia situación dominante de los Estados Unidos, el país acreedor
del mundo occidental, dueño de casi todas las reservas de oro del mundo y
abastecedor de las materias primas y productos industriales necesarios para
la reconstrucción del continente europeo y de Japón.
E! sistema, ya conocido y aplicado parcialmente durante Jos años "20, fue
el “ patrón de cambios-oro” (golden ex c han ge standard), que incluía como di­
visas de reserva a aquellas que tenían aceptación internacional. Estas eran, en
principio, el dólar y ia libra esterlina, pero las dificultades experimentadas por
Gran Brotaíi-í» en la inmediata posguerra condujeron a una devaluación de su
moneda en noviembre de 1949. situación que dejó ei camino libre a la hegemo­
nía de la divisa norteamericana, ai tiempo que alineaba al resto de las monedas
occidentales a una paridad que impulsaba las exportaciones.
AI dólar se le dio un valor fijo en oro — 35 do ia res la onza— , y ex; los
primeros años de la posguerra ¡as monedas nacionales fueron..inconyeríi*
CAP. 12 — LA EXPANSION D E LA SEGUNDA POSGUERRA 411
bles, en razón de la enorme escasez de dólares. El plan Marshall, la guerra de
Corea —que institucionalizó el gasto militar estadounidense en el exterior-—
y las inversiones de las grandes empresas norteamericanas en el exterior,
aseguraron un flujo de liquidez que se transformó en demanda de productos
europeos y japoneses, situación de alivio para estas economías que permitió
instaurar la libre convertibilidad de las principales unidades monetarias.
El dólar asumió un papel contradictorio en el nuevo sistema monetario:
en el interior de los Estados Unidos no era convertible en oro, de manera que
no había un control externo sobre la oferta monetaria; los gobiernos podían
contraería o ampliarla de acuerdo con la política económica que deseaban
implemenrar. Es así como la emisión podía utilizarse para financiar los dé­
ficit de la balanza de pagos norteamericana. En cambio, en el terreno inter­
nacional, el dólar era convertible en oro 3' se constituía en el respaldo ma-
yoritario del resto de ías divisas, asegurando el buen funcionamiento del sis­
tema, de manera de facilitar la recuperación económica del mundo capitalis­
ta. Durante los años ’50 y principios de los ’60 pudo afirmarse sin mayores
discusiones qtie “ el dólar era tan bueno como el o ro ” ( us). Los problemas
com enzaron a aparecer a medida que las econom ías europea y japonesa
despegaron, mejorando su competítividad internacional, circunstancia que
afectó la posición de la moneda norteamericana — su abundancia llevó a que
ios gobiernos europeos comenzaran a inmovilizarla para que no se transfor­
mara en un factor inflacionario— poniendo en tela de ju icio la vigencia de
todo el sistema.

12,6. LA EVO LUCIO N ECO NO M ICA BE LOS


PRINCIPALES PAISES OCCIDENTALES
12,6,1. LOS ESTADOS UNIDOS

Como se ha visto, los Estados Unidos no sólo salieron políticam ente


victoriosos de ia guerra de 1939-1945, sino que su preeminencia económ i­
ca se manifestó cíe manera ciara. AI finalizar el conflicto se concentraba en
e! pa¡ la mayor par:.;; de ht capacidad manufacturera mundial, así como ra.m-
í;lén lo& mayores esfuerzos ei¡ investigación y desarrollo, i,-.e enormes re-
cursos ais ■'unibles en su extenso territorio, junto con las exigencias m ilia ­
res de la Ge .rra Fría, explican el desvío cíe fondos hacia esos rubros.

'( 1 8 ) 5‘ p r a l o s p r o b l e m a s í-.x e c - .r ú r s r e u id o s p o s c ; - n o r ; ; v í--;U- p o r e l p ; i f : 'o e c’ -:' c í u p . í í ' í 'S


yro. v e r ei pío. 12, i 0, t-xp: c i s i ó n e c o n ó m i c a e n e l -"esto tí el íuu¡u';>” .
412 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

El liderazgo tecnológico de los EE.UU. se comprueba con una simple


referencia estadística: de las 100 principales innovaciones introducidas en
la actividad productiva entre 1945 y 1960, las compañías norteamericanas
fueron responsables de 60. Los pesimistas, que suponían que el fin de la
guerra produciría un alza en los índices de desocupación, fallaron rotunda­
mente en sus predicciones: a pesar de la desmovilización de 10 millones de
soldados en 1945 y 1946, el número de parados no superó los dos millones
(3,9 % de la población activa), y en 1948 esa cifra inclu so disminuyó.
Varias razones explican esta poco conflictiva transición. Una de ellas fue
la rápida reconversión de la industria bélica hacia la producción de bienes
de consumo, alentada por la reducción de impuestos y el mantenimiento de
un elevado nivel de gastos por parte del gobierno. Mayor importancia aún
tuvo el incremento de la demanda d e una población que llevaba varios años
sacrificándose por la guerra, y en la que la ‘’ G.I.Bill of R ights” —Ley de
Empleo que aseguraba una asignación a los veteranos que se reintegraban
a la vida civil— tuvo también un papel de cierta significación.
El problema principal de la posguerra fue la inflación, resultado de una
situación en la que la desaparición de los controles impuestos por la gue­
rra desató una espiral precios-salarios que llevó a un aumento del costo de
la vida entre 1945 y 1949 superior al verificado durante la guerra.
Hacia fines de los años '40, se produjo la primera recesíón de la posgue­
rra, y su superación se logró no como consecuencia de factores endógenos
sino por el impacto de! plan Marshall y el estallido en 1950 de la guerra de
Corea. En particular, la ayuda brindada a Europa Occidental y Japón contri­
buyó en buena medida a aumentar las exportaciones del país y facilitó la in­
versión de capitales en el viejo continente por parte de las grandes corpora­
ciones norteamericanas. El fin de la guerra de Corea (1953) trajo como con­
secuencia la reducción del presupuesto militar, factor de relevancia en la
recesión de 1953-54. La llegada de los republicanos al gobierno en 1953, con
el general E ; sijnhowidk como presidente, puso fin a 24 años de dominio demó­
crata y enfrentó a los nuevos gobernantes con la realidad de un Estado que
había asumido responsabilidades en el tema crucial del bienestar de los ciu­
dadanos. El comportamiento de las dos administraciones encabezad..- por
EíSSKíiowstz frente a la coyuntura económica fue contradictorio, por una parte,
hubo una aceptación del papel del gobierno federal en las cuestiones socia­
les y también una toma de conciencia respecto de las posibilidades que brin­
daba el déficit presupuestario como factor dinamizador de la actividad eco­
nómica; por otra, no existió una consecuente política fiscal y monetaria
destinada a actuar sobre la demanda. Mientras tanto, la evolución deí ciclo
económico se manifestó en recesiones posteriores, ocurridas en 1957-58 y
1960-61.
Con el retorno de los demócratas en 1961 a partir del liderazgo de J ohn
F. K ennedy y luego de su sucesor L yndon B. J ohnso-w se pusieron en práctica
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA. 413

los principios keynesianos. El crecimiento económico se convirtió en un ob­


jetivo fundamental para el gobierno, que estaba dispuesto a intervenir para
acercar la producción efectiva a la capacidad de producción real del país. Una
política fiscal activa y la utilización sistemática del déficit presupuestario
fueron los instrumentos de la llamada “ New Econom ics” ; el 8 % anual de
crecimiento promedio del PBL entre 1961 y 1969, fue la parte exitosa de la
estrategia adoptada.
Sin embargo, la consecuencia a mediano plazo, acelerada por el efecto
expansivo de la intervención en la guerra de Vietnam, fue el desencadena­
miento de un persistente proceso inflacionario que selló el fracaso de las
técnicas macroeconórnicas de la New Economics.
Así fue que. el presidente R i c h a r d N s x o n (1969-1974) debió abocarse a la
búsqueda de remedios para combatir la inflación; la ortodoxia del equipo
conservador que lo rodeaba condujo a los clásicos ajustes m onetarios y
presupuestarios, pero el alza de precio no se detuvo. Ante estos aconteci­
mientos, que además tenían una repercusión exterior porque la economía
norteamericana era cada vez menos competitiva, la administración encabe­
zada por N ix o n adoptó trascendentes decisiones: suspendió la convertibilidad
en oro del dólar y estableció estrictos controles para atacar la inflación.
Recesión y altos niveles de desocupación fueron el resultado, sin que los
precios se estabilizaran.
Por lo tanto, cuando en 1973 estalló la crisis del petróleo, la economía
norteamericana ya estaba en serios problemas.

12,6,2. GRAN BRETAÑA

Ai finalizar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno británico, en manos


de los laboristas, se orientó hacía la implementación de una política econó­
mica basada, en buena medida, en los principios keynesianos. La con soli­
dación del Estado benefactor, el objetivo del pleno empleo y la nacionaliza­
ción de un sector significativo de la estructura industrial fueron sus com ­
ponentes principales.
El ya citado informe Beverídge y el Libro Blanco sobre el empleo (1944),
constituyeron el fundamento cíe las dos primeras cuestiones: se buscaba un
equilibrio entre la libertad y seguridad, restringiendo algunos de ios princi­
pios de la economía de mercado, reemplazados por un activo papel del Es­
tado en el terreno social y en la búsqueda de políticas que terminaran con
la desocupación.
Las privaciones de la guerra determinaron que buena parte de la socie­
dad'británica mostrara mayor receptividad frente a ideas que imaginaban a
la comunidad como xma totalidad, por lo que fue posible forjar acuerdos
414 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

entre los principales partidos políticos en torno a los temas sociales. Así, el
Estado asumió de manera plena una función distributiva que, a partir de
sustanciales aumentos en las contribuciones patronales, concretó un con­
junto de beneficios sociales que protegía a los ciudadanos a lo largo de toda
su vida, al tiempo que se comprometía a desplegar políticas de empleo que
aseguraran una desocupación máxima del 3 %.
El tercer componente de la política económica posbélica, las nacionali­
zaciones, fue el aporte específico de los laboristas. A partir de una variada
gama de argumentos, que iban desde la aplicación de la doctrina socialista
hasta consideraciones que remitían al concepto de “ utilidad pública” , las
nacionalizaciones abarcaron seis casos destacados: el Banco de Inglaterra,
la minería del carbón, el gas, la electricidad, los ferrocarriles y la industria
siderúrgica (esta última de manera incompleta, dando lugar a una situación
híbrida). De esta forma, el Estado pasó a controlar una cuarta parte de la
fuerza de trabajo y aproximadamente la mitad de la formación total del ca­
pital industrial.
La evaluación del impacto económ ico del proceso de nacionalizaciones
es desigual; lo cierto es que la falta de una política de planificación impidió
que el Estado hiciera uso efectivo de su poder económico. Más allá de los
controles, cada empresa conservó en la práctica niveles de autonomía como
para elaborar su propia estrategia.
La recuperación de ia economía británica, que se basó en el incremen­
to de las exportaciones, tuvo entonces poca relación con el sector naciona­
lizado de la economía. La contribución gubernamental se fundamentó en
persistir en los controles instaurados durante la guerra, lo que permitió
mantener un bajo nivel de importaciones, asegurando una balanza comercial
ampliamente favorable.
Hacía fines de la década del '40, las dificultades de la libra esterlina y los
problemas de la economía internacional, originados por la guerra de Corea,
pusieron en dificultades a los laboristas. La devaluación decidida er* 1949,
del orden del 30 %, potenció 5a posición exportadora rfei país, pero introdu­
jo tensiones inflacionarias, en tanto las importaciones -—encarecidas por i a
devaluación— se vieron afectadas de manera adicional por el aumento de
precios a nivel internacional.
Ei Partido Conservador volvió ai poder en 1951, impulsado por una co­
yuntura económica negativa que híxo perder credibilidad a los laboristas, y
lo mantuvo hasta 1964. Ese. l a r g o período de gobierno, y la alternancia pos­
terior de ambos partidos ai frente dci. gabinete- — lab pristas entre 1964 y
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 415

1970, conservadores los cuatro años siguientes y nuevamente laboristas


desde 1974 hasta 1980— no produjo m odificaciones significativas en la es­
tructura económica conformada después de la guerra. La inestabilidad cícli­
ca de la actividad productiva, potenciada por las políticas de stop and g o { 19}
condujo a los laboristas a diseñar, en 1964, una estrategia planificadora que
se centraba en el impulso estatal al crecimiento, pero el intento fue abando­
nado un par de años más tarde.
Con el marco de la inconsecuencia de las políticas' económicas, se pro­
dujo la aceleración del proceso de concentración industrial iniciado en el
período de entreguerras. Su rasgo diferenciador fue la diversificación de la
producción, abarcando distintas ramas de la actividad. Los progresos de la
industria se enfrentaron con una dura actitud de los sindicatos. Su coope­
ración con el gobierno durante la guerra y las posteriores condiciones de
pleno empleo contribuyeron a fortalecerlos. La estrategia que adoptaron se
centró en la lucha por increm entos salaríales y en la conservación de un
poder monopólico, que frenó muchas veces la introducción de mejoras tec­
nológicas que afectaran la situación del empleo.
El modesto comportamiento de la economía británica, a lo largo del pe­
ríodo que estamos considerando, marcó la desaparición definitiva de su si­
tuación de hegemonía. Las responsabilidades que sectores políticos y eco­
nómicos atribuyeron al Estado en este proceso, sumado al impacto produ­
cido por la crisis del petróleo, abrieron el camino al retorno de un liberalis­
mo intransigente, con M a r g a r e t T h a t c h e r a la cabeza.

12,6,3. FRANCIA

El ejemplo francés es uno de los casos más concretos de im plem eriía-


ción de una economía mixta en los años de posguerra. El proceso de confor­
mación de 5a misma se vincula con los planes elaborados duran Ce el perío­
do de la resistencia ai invasor alemán, en el que la presencia dominante de
comunistas y socialistas orientó dichos planes hacia la búsqueda de alter­
nativas ai capitalismo liberal. £i líder de la Francia liberada, C haulbs de G*r-
llíí, compartía con la izquierda la concepción de que el pape! dei Estado
debía ser mucho más activo.

(1 9 ) S e d e n o m in a p o l í t i c a d e s t o p a n d g o ( " f r e n o y a r r a n q u e ” } a tíi.s jü ecíid a.s f i s ­


c a le s , m o n e t a r ia s y c a m b ia r ía s d e s t in a d a s a d e p r i m i r o i m p u l s a r ía a c t iv id a d e c o n ó ­
m ic a . P o r e j e m p l o : u n a e x p a n s i ó n m o n e t a r ia , a c o m p a ñ a d a d e u n a d i s m i n u c i ó n cíe ia
p r e s i ó n i m p o s i t i v a ( y e v e n t u a i m e n í e d e u n a d e v a l u a c i ó n ) , fa v o r e c í ' c i c r e c i m i e n t o : el
i m p a c t o p r o g r e s i v a m e n t e i n f l a c i o n a r i o d e e s t a p o l í t i c a c o n d u c e , c u el m e d ia n o
a fr e n a r e l “ r e c a ie n t í» m i e n t o ” d e la e c o n o m ía p o r m e d io d e m e d id a s d e o a rá c i e r o p u e s ­
to a la s «n f.e r ic .r e s .
416 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Las nacionalizaciones fueron muchas, continuando una tendencia que


se había iniciado en los años ’30 con los ferrocarriles, la industria aeronáu­
tica y la de armamentos, y abarcaron el transporte aéreo, la industria auto­
m ovilística, la minería del carbón, el gas, la electricidad, el Banco de Fran­
cia y algunos bancos comerciales. Sin embai'go, el proceso no avanzó más
después de la salida de los comunistas [1947) y los socialistas (1949) del
gobierno. De hecho, el Estado se convirtió en el principal productor y em­
pleador del país, pero las nacionalizaciones no implicaron una modificación
en la estructura fabril. Asimismo, la mayoría de las empresas conservó su
autonomía, por lo que las intervenciones directas de los órganos de control
estatal fueron, en general, marginales.
El pilar básico de la economía francesa fue la planificación estatal, sien­
do su im pulsor J ean M o n n e t , director de la comisión de compras francesas
en los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de los
franceses compartía la idea de que un plan centralizado era la manera ade­
cuada de superar un largo período de crisis y guerra. Desde un principio, la
planificación apuntó a guiar la producción antes que a controlarla. Se basaba
en un modelo de crecim iento desequilibrado, que se concentraba en el de­
sarrollo de seis industrias consideradas prioritarias: carbón, cemento, ace­
ro, electricidad, transportes y maquinaria agrícola; más tarde se incorporó
el sector petrolero y el de los fertilizantes. Pese a que el plan tenía un ca­
rácter indicativo se crearon las instituciones financieras que imprimían una
dirección determinada a las inversiones a través de subsidios, créditos pre-
ferenciales, etc. Los sucesivos planes cuatrienales —cinco hasta 1972— se
plantearon objetivos diferentes, desde la expansión de la industria pesada
hasta la consolidación de beneficios sociales para jubilados y asalariados de
bajos ingresos, pasando por el desarrollo científico y tecnológico.
El punto de partida de la recuperación francesa tras la guerra estuvo
dado por ía incidencia del plan Marshall, que creó las condiciones para 3a
puesta en marcha del primer plan (1947-1950), que se prolongó hasta 1952.
para hacerlo coincidir con el fin de la ayuda norteamericana. Los 7.000 mi­
llones de dólares qué recibió el país permitieron financiar importaciones
esenciales para el despegue y lo dotaron de capitales para impulsar la indus­
tria pesada. -
Un elemento de importancia a tener en cuenta fueron las guerras colo­
niales y el proceso posterior de descolonización en Indochina (1950-1954)
y sobre todo en Argelia (1956-1962). Las mismas absorbieron gran cantidad
de recursos y de potencial mano de obra que marchó ai frente. Cuando fina­
lizaron, implicaron el retorno de un millón de personas, que s e convirtieron
en consumidores y trabajadores; en algunos caso pudieron también repatriar
su capital para utilizarlo en la metrópoli.
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 417

Pese a lo dicho, el principal factor en la restructuración y el despegue


de la economía francesa lo constituyó su ingreso en la Comunidad Econó­
mica Europea. La obligación de competir condujo a una transformación to­
tal tanto de la agricultura como de la industria. El campo completó su recon­
versión, basada en una disminución de la población activa y un aumento
significativo de la producción, resultado de la introducción de mejoras tec­
nológicas y de la racionalización de los procesos productivos. Se concretó
entonces un abandono de las tierras menos productivas y un aumento del
tamaño medio de las explotaciones agrarias. El proceso de cambio se exten­
dió a la industria, que, apuntalada por el accionar del gobierno, se renovó de
manera total, aumentando su competitividad en el escenario internacional.
El petróleo, la electricidad y el gas fueron sus fuentes de energía, y la quí­
mica y la metalurgia, sus sectores preponderantes.
La inserción de la economía francesa en el mundo se comprueba a par­
tir de un par de datos significativos: entre 1949 y 1969 su volumen de expor­
taciones se multiplicó por 5,5; si además tenemos en cuenta que en este úl­
timo año el porcentaje de las manufacturas sobre el total de las exportacio­
nes fue del 75 %, queda claro que al iniciarse la década del '70, Francia era
una potencia industrial de primer orden.

12,6,4. A L E M A N I A

Los gobiernos de la República Federal Alemana, surgida en 1949 tras la


división ocasionada por la Guerra Fría, se orientaron hacia políticas de corte
neoliberal, si bien con acusados componentes intervencionistas.
A pesar de los proyectos iniciales de los aliados, que planteaban la ne­
cesidad de debilitar económicamente al país para impedir un retorno a las
situaciones que ocasionaron dos guerras generalizadas —los objetivos po­
dían resumirse en la expresión “una Europa fuerte, una Alemania débil”-—
las realidades de la Guerra Fría obligaron a revisar esas ideas, reemplazán­
dolas por la concepción de que “una Europa ordenada y próspera requería
la contribución de una Alemania estable y productiva” .
El triunfo de las ideas neoliberales se dio en un contexto particular, ya
qiie en la sociedad alemana existía un consenso mayoritario a favor de una
economía planificada, con un vigoroso sector estatal. La Unión Demócrata
Cristiana, el principal partido político de ia R.F.A., aceptó parte del ideario
neoliberal, pero con la variante que el ministro de Economía Esíhaiíu denomi­
nó “economía social de increado”, que incorporaba la coges tí ó n obrero-em-
presaria y una activa política contra los procesos de concentración, carac­
terística que, sin embargo, se mantuvo como uno de ios rasgos de la econo­
mía alemana.
418 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Los cin co años siguientes a la reforma monetaria de 1948 son conside­


rados los de la concreción del llamado "milagro alemán", tal como se apre­
cia en el cuadro 14.

Anos
1948 1949 1950 1951 1952 1953
| País
I Alemania 100 116 133 147 160 173
Fuente: elaboración propia a partir <je Maddison (1997).

C u a d ro 14. M o v im ie n to d e l F B I d e Ia R .F .A . (19 48 ~ 100).

En la búsqueda de las causas de este despegue acelerado se ha hecho


referencia a factores como una adecuada provisión de capital, mano de obra
y mercados, y a la instrumentación de políticas económicas que contribuye­
ron al crecimiento.
Los niveles de inversión bruta en esos años alcanzaron valores que iban
desde el 20 al 24 %, proporción superior al resto de los países occidentales.
La autofínanciación empresarial fue el instrumento principal, y la importante
reserva de maquinaria existente facilitó la rápida reconstrucción del tejido
industrial- La abundancia de mano de obra —ampliada por el ingreso en la
R.F.A. de 9 millones de personas en condición de expulsados o refugiados—
perm itió la existencia'de moderadas demandas salariales, sumada a una
comprensión de los líderes sindicales de la necesidad de no profundizar ios
enfrentamientos con el empresariado- La tradicional capacidad de Alemania
en la industria pesada le perm itió aprovechar su reingreso en el mercado
mundial, disfrutando del proceso de liberalización del com ercio exterior
característico del período. El nivel de competitividad fue creciente, mejoran­
do aún más a partir de la creación del Mercado Común Europeo.
En cuanto a la política económ ica, los gabinetes conservadores, que
gobernaron el país hasta 1966, se esmeraron en mantenerla continuidad de
ana orientación que: privilegiaba el control de los precios y de la balanza de
pagos en de.Ti-hriento de ios gastos sociales, aunque ya a fines de ios años ’ 50.
.-a ortodoxia com enzó a relajarse. Con ia llegada de tos sociaidemócraías al
poder en 1 ^*66 , comenzaron a aplicarse algunos 'de los instrumentos de ia
política Kcynesirma de manera sistemática, como ia financiación deficitaria'
dei presupuesto y ia impiementación de medidas fiscales y monetarias orlen-:
iadas hacia el control de la coyuntura. Asimismo, se introdujeron elemen­
tos de planificación económ ica a mediano y largo plazo. ‘
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 419

Este comportamiento de 2a socialdemocracia se fundamentó en la nue­


va orientación que tomó el partido desde el Congreso de Bad Godesberg
realizado en 1959, aceptando los valores del capitalismo pero estableciendo
un control del mismo a través del Estado. De esta manera., la República Fe­
deral Alemana se alejó de su punto de partida neoliberal para insertarse en
el movimiento generalizado que en Occidente condujo hacia la econom ía
mixta. Desde 1953 hasta 1973 la economía alemana evolucionó a un ritmo
algo más lento que en el período del “milagro” , pero mantuvo un empuje que
aseguró su liderazgo en Europa Occidental.

12,7. E L CASO JAPO NES

Como se ha dicho con frecuencia, el crecimiento económico de Japón es


fácil de comprobar, pero mucho más difícil de explicar.
Una revisión de las tasas de crecimiento del país comparadas con las de
los Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, tal cual se indican en el cua­
dro 1 , es suficiente para llamarnos la atención sobre el tema, con más razón
si pensamos que se trata de un país pobre en recursos naturales, superpo­
blado, dotado de una superficie cultivable por habitante de 1/15 de la de los
Estados Unidos. Los interrogantes que surgen son varios, a partir del hecho -
de que nos encontramos ante el primer caso de una economía no occiden­
tal que despega hasta el punto de convertirse en la segunda potencia del
planeta.
El despegue económico del Japón se vincula con la restauración de ía
dinastía Meus en 1 S 6 8 , circunstancia que en el terreno político-social signi­
ficó el fin del feudalismo y de la hegemonía del régimen T o k u g a w a , asentado
en la figura del shogun (ao5, que dominaba el país desde i £>03.
Antes de 1S53: año en que el comodoro Píírky; de la marina norteam eri­
cana. exigió la apertura de los puertos a los comerciantes extranjeros, Japón
¡había vivido en una situación de aislamiento, conectado con Occidente sólo
por medio de una factoría holandesa instalada en una isla do. ia bahía de
Nagasaki. En el interior existía una dictadura militar ( b a k u f i t ). en is que el
shogun, sus familiares y vasallos poseían entre la cuarta y ia quim a parte
de 1.a rierra del país. El resto estaba en manos de señores feudales i d u í m y o \ ,
quienes administraban de manera autónoma sus territorios (han;, pero de­
pendían del shogun. quien ejercía un control político sobre ellos. Por debajo

(2 0 ) S i s h o g u n era el g o b e r n a d o r m ilit a r tí e l EAtacUfedu r a n t e « t p e r io a o f;n q u e c


e m p e ra d o r e.sta’ ia ap artado, d e la- a d m ú iisíra eic 'm .
420 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

de los señores feudales estaban los guerreros (sam urais); el largo período
que caracterizó al shogunato T o k u g a w a los convirtió en una clase ociosa,
sostenida por el trabajo de los campesinos. Estos constituían la mayor parte
de la población —alrededor del 75 % al final del shogunato— y vivían en una
situación de dependencia similar a la de los siervos europeos: tenían prohi­
bido abandonar la tierra, y su libertad de cultivo estaba limitada por los se­
ñores. El impuesto anual sobre la tierra, abonado en especie, oscilaba entre
el 40 y el 50 % de la cosecha total de los campos de arroz; a él se sumaban
otros pagos que llevaban a tornar justa la expresión de que los campesinos
“parecían existir solamente para pagar im puestos” .
El sistema feudal se vio afectado de manera progresiva por la irrupción
de relaciones comerciales que cambiaron los paisajes agrarios y los méto­
dos de producción, a los efectos de responder a las demandas de los núcleos
urbanos. En las ciudades, la producción artesanal era diversificada, elabo­
rada sobre la base de tecnologías primitivas, ímplementadas por industrias
controladas por gremios similares a los europeos, así como también por tra­
bajadores domésticos instalados en el campo y coordinados en sus tareas
por un mercader. Los comerciantes eran considerados la clase más baja de
la sociedad, y “ aunque esto constituía una ficción obvia y podían usualmente
lograr sus demandas financieras, de todas maneras operaban con cierto te­
mor respecto de exacciones arbitrarias” (n )-
Si bien hay elementos para sostener que el período T o k u g a w a n o confi­
guró una era de estancamiento económ ico absoluto, lo cierto es que las
restricciones internas y externas impuestas por un régimen opresivo impi­
dieron que el país experimentase un desarrollo significativo con anteriori­
dad a los cambios que se implementaron a partir de 1868 (2a).
El último shogun T o k u g a w a fue depuesto en noviembre de 1867, retor­
nando el p o d e r a la institución imperial por medio de un representante de
quince a ñ o s , M eijj, quien se instaló en Tokio a fines del año siguiente. Esta
revolución política fue en principio la culminación de un proceso de deterio­
ro del shogunato, que se había acelerado con la ya citada aparición de las

¡21 } M a d o is o n (I 9 S 7 ).

(2 2 ) Una o p in ió n d ife r e n t e e s la de Jon es {1 9 9 7 ), q u e a firm a q u e lo s T okugaw a ‘‘ e li­


m in aron a lg u n o s d e lo s o b s tá c u lo s q u e im p e d ía n ei c r e c im ie n to ''.
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 421

potencias extranjeras a partir de 1853, concretada en los años siguientes con


la firma de tratados comerciales con Gran Bretaña, Rusia, Holanda, Estados
Unidos y Francia, que limitaron duramente la soberanía del país. Las dificul­
tades económicas que produjo la apertura al com ercio exterior — afectan­
do las actividades artesanales tradicionales— se vieron agravadas por una
serie de complicaciones financieras que terminaron de desacreditar al régi­
men. A sí fue que el alzamiento, protagonizado por sam urais de rango infe­
rior instalados en zonas alejadas del país, em pobrecidos por la situación
económica y resentidos por la humillación frente al extranjero, pudo triun­
far sin mayor oposición.
La era M eijt (1868-1912) fue el período en el que se sentaron las bases
para el despegue económico dei Japón, partiendo de reformas instituciona­
les profundas y utilizando al emperador como símbolo de la unidad nacio­
nal frente al exterior, como “guía moral indiscutible de una unidad renova­
da que impone grandes tareas de transformación” (23).
Las principales reformas fueron las siguientes: se abolieron los clanes
feudales y en su lugar se establecieron unidades administrativas llamadas
“ prefecturas” ; los estipendios percibidos por los sam urais fueron sustitui­
dos por bonos estatales equivalentes a alrededor de cuatro a seis años de
sueldo; se aseguraron las libertades de ocupación y residencia; se abolieron
tanto los gremios como los m onopolios estatales; se introdujo un sistema
fisc.aí eficiente, destinado a equilibrar el enorme pero imprescindible incre­
mento del gasto público dirigido al montaje de un aparato de Estado moder­
no, y se realizó una reforma agraria que benefició a los grandes campesinos
en perjuicio de la nobleza y de los pequeños cultivadores.
Surge con claridad, por lo tanto, que el papel deí Estado fue fundamen­
tal tanto en la cuestión de abolir todo residuo de tradicionalismo absolutista,
erigiendo en su reemplazo un régimen burocrático moderno, como en la
construcción de un sistema capitalista, ante la inexistencia de una clase em­
presarial importante, portadora de ios valores sociales adecuados a ia nue­
va estructura productiva.

(2 3 ) P:;>íton'K (1 9 9 4 ).
422 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

En este último aspecto, las preocupaciones del régimen M e i j i apuntaron


a la inversión, en varios campos: ferrocarriles, hilanderías, fábricas de maqui­
naria agrícola, de cemento, de ladrillos, etc. El esfuerzo industrialízador fue
acompañado por un impulso consciente hacia la occídentalízación de la
educación y la tecnología. El Estado reestructuró el sistema educativo para
adecuarlo a las demandas modernas: fue creado el M inisterio de Educación
(1871); se introdujo la enseñanza obligatoria con una duración de cuatro
años (1886), extendida a seis años en 1907. Asimismo, se impulsó la crea­
ción de escuelas técnicas agrícolas, de medicina, navegación y comercio. El
destacado papel del Estado en relación con el despegue de la economía se
manifestó también en el financiamiento a mediano y largo plazo de las ac­
tividades. industriales y de las exportaciones, a través de la creación y pro­
moción de instituciones especializadas, como el Banco Industrial (1902),
bancos locales, cajas de ahorros y compañías de seguros. El proceso de in-
terrelación del sector público y el privado condujo a que la industria expe­
rimentara un fuerte proceso de concentración en manos de unas pocas gran­
des empresas (zaífratsu), que combinaban las activíd.ades industriales con
las bancarias, así como también las vinculadas con el com ercio exterior,
desplazando en este terreno a las compañías extranjeras.
Por su parte, el financiamiento exterior del desarrollo provino de la ex­
portación de seda (en rama y tejida), té y tejidos de algodón, y del acceso al
capital extranjero, sobre todo, a partir de fines de siglo. La expansión y ios
recursos que generaron las exitosas guerras contra China (1894-1895) y
Rusia (1904-1905) — reflejo, a su vez, de una armada que había sido objeto
de preferente atención— contribuyeron a asentar el crecim iento econ óm ico.
Los resultados económicos del período Msui muestran que en el perío­
do 1870-1913 las exportaciones se incrementaron a la mayor tasa mundial
(8,4 % anual de promedio), en tanto que el producto bruto interno por habi­
tante creció a un promedio del 2,7 % anual, valor que estaba por encima de
la media anual, pero muy por debajo de los porcentajes correspondientes a
los Estados Unidos (4,3 %), Canadá (3,8 %) o Australia (3,3 %) l2*}. De allí, que
la visión de los observadores y expertos contemporáneos no era demasiado
optimista respecto de la capacidad del país para alcanzar una expansión,
industrial sostenida
El cuarro de siglo comprendido entre 1913 y 1938 constituyó para eí
Japón un período de acelerado crecimiento. Las estadísticas actualizadas de
ios últimos, trabajos de M a d í m s o k muestra», que experimentó las más altas ta­
sas, mundiales de incremento del producto, bruto interno

(245 M.w í -'sOk ' ¡ 987).

i2 a ; A :.u :n

( 2 S } ¡Wa u í k s o n í t 9 S n . y
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 423

Las bases de ese proceso durante la guerra de 1914-1918 — como se ha


indicado en el cap. 8— fueron la sustitución de importaciones ante un co­
mercio mundial afectado por ei conflicto, la creciente participación de los
textiles-japón eses en los mercados de China y de la India a costa de los pro­
ductos británicos, y las ganancias derivadas de la navegación en una coyun­
tura de enormes dificultades para el transporte.
Los avatares de los años ’20 —la depresión mundial de 1921, un terre­
moto y un episodio de pánico financiero cuatro años más tarde— y la crisis
de la década siguiente no lograron modificar el curso de los acontecim ien­
tos. Estos nos muestran una continua expansión de la industria y de las ex­
portaciones de manufacturas, sobre la basé de un cambio estructural signi­
ficativo; el predominio de la industria pesada (metalurgia, siderurgia, quími­
ca}. En Ja visión de M a d d í s o n , en este período se consolidan algunos rasgos
de la industria japonesa, en particular, 5a constitución de lo que se ha de­
nominado "econom ía dual” , que consistía en ia coexistencia de grandes
empresas, controladas por los zaibatsu, basadas en la utilización racional
de tecnología, recursos financieros y capital humano, junt.'' a numerosas
pequeñas y medianas empresas, subcontratistas que empleaban mano de
obra en abundancia y bienes de equipo relativamente obsoletos. Las diferen­
cias de productividad entre ambos sectores se manifestaban en profundas
desigualdades en los niveles salariales. Mientras que en las empresas de
mayor tamaño los trabajadores eran seleccionados y capacitados, asegu­
rándoseles un empleo de por vida, en las otras los empleos eran en general
de baja calificación, utilizando mano de obra femenina, jóvenes y trabajado­
res a tiempo parcial, que eh muchos casos alterxiaban sus tareas con las
actividades rurales, ya que era en el campo donde en buena medida estaban
localizados este tipo de establecimientos.
Durante el medio siglo anterior a la Segunda Guerra Mundial, *<■ expan­
sión económica del Japón estuvo influida por sus éxitos bélicos, incluyen­
do las campañas en China de principios y mediados de ios años '30, ¡as que
condujeron a la extensión del territorio bajo su control y crearon oportuni­
dades para invertir y comerciar en .zonas en las Que tenían situ.aciones pre­
feren cxal.cS.
El enfrentamiento de 1939-la45 teim inó'en un desastre-es: el terreno
;niíitar y en el económico; no sólo perdió sus colonias y su Í3iíiue;u:i-i en Asía,
sino que también le fueron arrebatadas sus inversiones e'ri; ManehurU y Chi­
na. Pero, además, el país fue devastad;-: se estima: que la destrucción física
íne equivalente a dos veces ia renta naeiotiai del año fiscal 1 9 4 8 -'Í9 4 9 La

(27-J A í .í.s n (1SS0].


424 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

derrota trajo consigo la ocupación extranjera, que se extendió hasta princi­


pios de los ’5G, y ésta implemento una serie de cambios que incluyeron una
reforma agraria (2S), el desmán teiamiento de los zaibatsu y ia democratiza­
ción según los modelos occidentales. La idea inicial de los vencedores
apuntaba a acabar con la hegemonía japonesa en el Extremo Oriente, lim i­
tando su crecimiento y esterilizando su fuerza militar. Sin embargo, la evo­
lución de la coyuntura internacional —marcada por el enfrentamiento en­
tre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y el triunfo de la huestes de M a o
T s e Tung en China— obligó a la reconstrucción del Japón como bastión con­

tra los países socialistas.


La guerra de Corea (1950-1953) terminó de definir la situación: la deman­
da de armamentos, repuestos y otros productos relacionados con la activi­
dad militar por parte del ejército norteamericano se volcó hacia la economía
japonesa, por lo que fue preciso modificar de manera rotunda los plantea­
m ientos originales, proponiéndose el desarrollo deí Japón como potencia
hegem ónica en el sudeste asiático. Como sostiene Morisi-uma, “ las políti­
cas adoptadas resultaron casi idénticas a las de anteriores gobiernos ni­
pones” i'20}, resucitándose una economía liderada por las grandes empresas.
El crecimiento “explosivo" experimentado por ei Japón desde principios
de los años ’50 hasta la crisis del petróleo fue, como índica el cuadro 1, cla­
ramente superior al de cualquier otro país desarrollado. Las explicaciones
de esta realidad han sido de índole por demás variada, yendo desde el énfa­
sis en los aspectos estrictamente económicos y de organización laboral
hasta la referencia a cuestiones sociológicas, religiosas, etc. (30).
Una revisión sintética de los aspectos más importantes vinculados con
el despegue económico va a ayudar, sin duda, a comprender el proceso glo­
bal:
— El clima internacional de la posguerra, asentado en la hegemonía de
los Estados Unidos y la expansión del comercio mundial impulsada
por el GATT, creó las condiciones para 1a colocación de las exporta­
ciones japonesas, fundamentales para pagar las importaciones de
materias primas, petróleo y recursos tecnológicos. Asimismo, el
hecho de que Ios-gastos militares japoneses se redujeran de mane­
ra drástica permitió concentrar los recursos en el crecimiento eco­
nómico.

( 2 8 ) ha r e f o r m a a g r a r ia d is tr ib u y ó u na te r c e ra p a r te d e ia t ie r r a c u lt iv a d a y a f e c ­
t ó a l 7 0 % d e la p o b la c ió n in s ta la d a en e l ca m po- V e r Doiu-; {1 9 6 4 ).

(2 9 ) MoftisHfMA ( i 984).

(3 0 ) A be y F ¡ t .íc ,'¿'k a l u (1995).


CAP. 12- L A EXPANSION DE LA. SEGUNDA POSGUERRA 425

—■ Un abundante suministro de mano de obra barata para la industria,


proveniente del sector agrícola (y también, tíe sectores industriales
de baja productividad), permitió una gran elasticidad en ia oferta, por
lo que fue viable que los salarios crecieran menos que la producti­
vidad, facilitando el descenso de los costos. Esta situación laboral
fue posible porque el movimiento sindical, que surgió con fuerza en
la inmediata posguerra, impulsado por las fuerzas de ocupación, fue
neutralizado por los acuerdos celebrados con las grandes empresas,
que terminaron de im poner lo que se ha dado en llamar “ el estilo
japonés ce organización laboral” , fundado en el empleo de por vida
y en las escalas salariales establecidas sobre la base de la antigüe­
dad (31).
—• Un elevado nivel de ahorro —asentado sobre una baja propensión al
consumo— permitió que el país tuviera el mayor índice de inversión
dentro de los países desarrollados (32). Ese alto nivel de inversión
pudo ser explotado al máximo por la posición relativamente atrasa­
da de la productividad japonesa respecto de la de los países más de­
sarrollados.
— El crecimiento de las exportaciones, uno de los aspectos más cita­
dos en relación con el “ milagro japonés” , fue un componente signi­
ficativo, en tanto implicó la irrupción de la industria nipona en Oc­
cidente. No obstante, su importancia cuantitativa fue menor que la
que tenía para la economía antes de la Segunda Guerra Mundial:
mientras que en 1935 las exportaciones constituían un 18,8 % del
producto bruto, en 1970 ese porcentaje era del 11,7 % (a3). Estas cifras
no invalidan el hecho de que las exportaciones japonesas se expandie­
ren a ios niveles más altos entre los países desarrollados — 17,1 %
anual en valor entre 1953 y 1965 (34)— pero sirven para llamar la aten­
ción sobre el papel desempeñado por el mercado interno, marcado por
la transferencia masiva de trabajadores desde el campo hacia la ciudad.
— El papel del Estado partió del rechazo de una estrategia de creci­
miento a largo plazo basada en la teoría de las ventajas comparati­
vas. Para eHo fue fundamental la actividad desarrollada por el Minis­
terio de Comercio Internacional e Industria {35). Una síntesis de la
misma es que actuó como mecanismo de compensación coiHra las

(3 1 ) E s t e U r i n a e s a n a liz a d o p o r I t o h (1 9 9 0 ).

(3 2 ) PoLt-AftD (1 9 9 1 ).

(3 3 ) Itoh (1 9 3 0 ).

(3 4 ) M a d d is o n (1 9 S 7 ).

(3 5 ) C ürvkra (1 9 9 6 ), a b o r d a e s t a c u e s t i ó n e n p r o f u n d id a d .
426 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

deficiencias del mercado — seleccionando los ámbitos apropiados


para el establecimiento de agrupamientos industriales de alta tecno­
logía— pero además coordinó de manera amplia el conjunto de la ac­
tividad productiva, involucrando organismos públicos y sectores de
la actividad privada. Asim ism o, desde el Estado se estructuró un
sistema educativo de alta calidad, dirigido a impulsar el desarrollo
económ ico y a servir a las grandes empresas; como bien se afirma,
“ m uchos alum nos sólo estudian para obtener em pleo en una de
las principales com pañías” (3Q), En ese sentido, las realizaciones de
la posguerra fueron la continuidad de un esfuerzo que ya antes de
1939 había hecho del Japón uno de los países mejor dotados de ins­
talaciones y sistemas de enseñanza.
— El proceso de modernización industrial se realizó ínícialmenfce a par­
tir de la utilización de recursos tecnológicos provenientes, de Occi­
dente — en especial, de los Estados Unidos-—, regulados por el Esta­
do a los efectos de controlar 3os pagos por patentes y regalías. Este
impulso inicial — aprovechado al máximo por la capacidad de adap­
tación de los trabajadores japoneses— fue acompañado por un con­
siderable esfuerzo orientado hacia el impulso del cambio tecnológi­
co, concretado a través de un incremento constante de los gastos en
investigación básica y aplicada.
— El predominio del confucianismo en la sociedad japonesa implicó el
asentamiento de una visión del mundo que justificaba el orden so­
cial existente y el encolumnamiento detrás de la autoridad. De esta
manera, el pueblo participó del proyecto nacionalista y expansionista
de los militares en la década del '30, y más tarde avaló el modelo de
desarrollo impuesto desde el poder tras la debacle de la guerra. La
organización fabril japonesa, con todas sus peculiaridades, fue en­
tonces aceptada mayoritariamente como parte de ese s£a£u quo in­
cuestionable, y las clases trabajadoras apuntalaron; con su esfuerzo
la estrategia de expansión económica acelerada.

12,8.' EL «MILAGRO” E SPA Ñ O L


En setiembre de 1972, ei ministro de información y Turismo del gobierno
cíe F kancisco F r an c o , A lfred o S ánchez Beu.a, resumía en una fra.- e la visión de
lo ocurrido en España desde la guerra civil de 1936-1939: "...hay pasado

(3C] Monis»hm.. (1984).


CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 427

treinta y seis años, y aquella España inhabitable y rota que nos anunciaban
desde el lado rojo es una España alegre, de mil dólares per cápita” (37). Por
esos años, testimonios de este tipo abundaban entre quienes desde el riñón
del régimen utilizaban el desarrollo económico y el visible mejoramiento de
las condiciones de vida de la población como elementos de peso para legi­
timar su perpetuación en el poder. Unas pocas cifras bastan para justificar
tan optimistas declaraciones: entre 1961 y 1974, eí PBI creció a una tasa
anual del 7 % y la producción industrial superó el 11 % anual de prom e­
dio (3S).
El éxito español en la década de 1960, punto de partida para su incorpo­
ración —sí bien como furgón de cola— en el reducido grupo de los países de­
sarrollados con altos niveles de ingreso por habitante, justifica el tratamien­
to sintético de su evolución económica en el largo plazo, así como también
el papel cumplido por el franquismo en ese éxito.
En el último cuarto de siglo, los estudios sobre historia económica con­
temporánea de España han alcanzado un importante nivel en cantidad y
calidad, como consecuencia de la dedicación de un significativo número de
especialistas dentro del país, a lo que se suma la aportación de algunos pro­
fesionales extranjeros. ,-Cs así, entonces, que se han producido avances tanto
en la elaboración (o rectificación) de series estadísticas razonablemente fia­
bles, que permitieron alumbrar zonas oscuras del pasado peninsular, como
en la concreción de interpretaciones originales —muchas veces, divergen­
tes— respecto de su evolución económica desde fines del siglo XVIII.
De cualquier manera, puede afirmarse que, en principio, hay acuerdo
respecto de una períodízación aproximada de la evolución económica veri­
ficada en los últimos dos siglos ( 303.
Mientras que el siglo XIX fue de crecim iento lento, subdividido a su vez
en un estancamiento'que abarcó los cuarenta primeros anos y una recupe­
ración gradual en los siguientes, el.siglo XX estuvo caracterizado por una
rápida expansión entre 1900 y 1930, veinte años de fuerte depresión debido
a ios electos sumados de la crisis mundial {•*«}, la guerra civil y ía largu ísi­
ma depresión posbélica, y una expansión acelerada que tuvo.su manifesta­
ción más. espectacular en los años *60, con tasas de crecim iento que supe­
raron los niveles internacionales.

(3 7 ) C it. p o r F usí (L 9 S 5 ).

(3 S ) C akkü ras (I.9 S S ).

(39) T okte'.la i 5'-.'94),


(4 0 ) U n a v i s i ó n a c t u a l dt;I i m p a c t o d e la c r i s i s d.e Jos a ñ o s ‘ ''¡¡"i e n S s p n á a s e e n ­
c u e n tra en Paí.a: o>: (1 95 i ).
428 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Pese a la idea de continuidad que parece desprenderse dei proceso, lo


cierto es que los cambios verificados en el siglo XIX fueron de poca entidad
dentro de un país que permaneció atrasado; el desarrollo económico asocia­
do a la industrialización se produjo en la presente centuria y, sobre todo,
como se ha indicado, en su segunda mitad.
Sea a partir de algunas aproximaciones estadísticas {‘,1} o de descripcio­
nes amplias y más o menos detalladas, no existen divergencias importantes
en la caracterización de la España inmediatamente anterior a la invasión
napoleónica. Se trataba de un país de actividad productiva básicamente agra­
ria, con la estructura económica y social característica del Antiguo Régimen
y un mercado nacional fragmentado, a lo que contribuía la insuficiencia de
las comunicaciones en un territorio en el que los accidentes geográficos fa­
vorecían el aislamiento Los intentos de desarrollo de algunas regiones
periféricas (Cataluña) y los débiles impulsos reformistas encarados duran-,
te el reinado de C a r l o s III (1759-1788) fueron insuficientes para producir un
cambio significativo.
Entre el fin de la Guerra de la Independencia (1814) y la puesta en mar­
cha del modelo político de la Restauración en 1876, España vivió un perío­
do de profunda inestabilidad política y social, marcado por tres guerras ci­
viles, por un número importante de pronunciamientos militares y por la in­
capacidad de estructurar un régimen político viable £cí)- Un punto de parti­
da para revisar su evolución económica en esos años puede ser la reíeren-
cia al título de una obra ya clásica de J o r d í N a d a l , E l fra ca s o de la Revolu­
ción Industrial en España, 1814-1913 {■**). Influenciado por las corrientes
historiográficas dominantes en los años ’60 y principios de los ’70, el trabajo
toma como modelo de industrialización el concretado en Inglaterra. El fra­
caso de España consistió, entonces, en no haber podido seguir eí rumbo
marcado por ios ingleses en su camino hasta convertirse en el "taller del
mundo” .
Una s ín t e s is d e las p r i n c i p a l e s c o n c l u s i o n e s d e N a d a l e s la s ig u ie n t e ;

— La causa fundamentaldel fracaso español fue eí estancamiento de la


agricultura, dado que, “privado de una auténtica revolución-agraria",
el campo constituyó un mercado muy pobre para los productos A';a-
nufacturados. El desarrollo industrial —-básicamente, ía industria

(4 1 } P rad os de l a B scosura (1 9 S 8 ).

(4 2 ) F e r n a n d e z d b P i n e d o y o tr o s (1 9 8 0 ) b rin d a n un p a n o ra m a a d e cu a d o de E s p a ­
ñ a al c o m e n z a r e l s ig lo X IX .

(4 3 ) U n b u en re s u m e n clel p e r ío d o s e e n c u e n tr a e n T o r te lla y o tro s (1 9 8 L ).

(4 4 } N a d a i . (1 9 7 5 ).
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 429

textil catalana— se vio, por lo tanto, limitado por este factor endó­
geno.
— La desamortización del suelo en sus diversas etapas (4!>) no condu­
jo a un avance importante del sector agrario, ya que consolidó la
situación de los antiguos propietarios, que no se preocuparon por
invertir capitales para aumentar la producción.
■— La explotación del subsuelo —sobre todo, las minas de hierro— es­
tuvo a cargo de capitales extranjeros, que aprovecharon la coyuntura
para beneficiarse de manera abusiva, limitando la actuación del ca­
pital nacional.
— Los problemas de la hacienda pública, continuamente agobiada por
la falta de recursos, determinaron tanto la política crediticia — altas
tasas de interés para captar el dinero de los particulares— como el
comportamiento de la banca estatai, que se dedicó casi exclusiva­
mente a allegar fondos para el Estado en lugar de fomentar el desa­
rrollo de las fuerzas económicas del país. Asimismo, la necesidad de
recurrir al crédito exterior obligó al otorgamiento de “ com pensacio­
nes indirectas” a los acreedores extranjeros, que favoreció la pe­
netración del capital foráneo en sectores importantes de la estruc­
tura económica española.
Apartándonos de los análisis de N a d a l , aunque éste parece acordar con
el argumento, hay que destacar el papel trascendente (y negátivo) que mu­
chos le confieren a la pérdida de las colonias americanas. En resumen: a io
largo del siglo XIX, España fracasó en el intento de modernizar su economía,
tal com o lo hicieron las naciones más avanzadas del continente, pero, ade­
más, se convirtió en un país subdesarrollado, exportador de unas pocas
materias primas, con una industria raquítica, afectado negativamente por la
presencia del capital extranjero.
Trece años más tarde, L e a n d r o P r a d o s d e l a E s c o s u k a publicó De im perio
a nación (46j, un trabajo elaborado de manera explícita como una visión al­
ternativa a la que había brindado N a d a l respecto de la evolución económica
española en el siglo XIX. Desde una visión económica neoclásica y utilizando
de manera sistemática variados recursos econom étríeos. P r a d o s d e l a E s c o ­
s u k a arribó a conclusiones diferentes de las del autor de El fracaso...:

(4 5) L a d e s a m o r t iz a c ió n c o n s is t ió e n la v e n ta p o r p a rte d e l E s ta d o d e la s tie r r a s
en p o d e r d e la Ig le s ia y ta m b ié n d e la s tie r r a s c o m u n a le s .

(4 6 ) P rados dk la B scosura (J 9 8 8 ).
430 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

• La producción agraria creció a io largo del siglo XIX, tanto en térmi­


nos absolutos como en producción por habitante, por lo que es cues­
tionable la afirmación de que constituye la clave de la explicación del
fracaso español.
• La falta de capacidad exportadora de la industria española fue una de
las causas de la lenta modernización del país.
• No se dispone de elementos convincentes para sostener que la pér­
dida de las colonias tuviera un impacto económico significativo.
« Pese a su escaso volumen, el crecimiento del comercio exterior ejer­
ció efectos positivos sobre la estructura económica, en términos de
una más eficiente asignación de recursos y de la especialización en
cultivos com erciales y productos m inerales. Se descalificaba así
la opción proteccionista que dominó buena parte del período estu­
diado.
A partir de estos (y otros) argumentos, P r a d o s d e l a E s c o s u r a define el
comportamiento de España en el siglo XÍX en términos de atraso (no de fra­
caso),’ pero siguiendo las pautas que caracterizaron el crecim iento de las
naciones desarrolladas- Más allá del debate académico, la exposición de ios
argumentos de ambos ha contribuido a perfilar los rasgos principales de la
economía española en la misma época en que otros países del continente
europeo estaban produciendo su despegue.
Durante el período de ia Restauración (1876-1931}, el crecimiento eco­
nómico se concretó de manera significativa, con independencia de las vici­
situdes por las que. atravesó ese intento de estabilizar la agitada vida polí­
tica española bloqueando la participación de las masas. La “vía nacionalis­
ta" de desarrollo, basada en un fuerte proteccionismo estatal, permitió una
importante expansión del sector industrial, potenciada además por ia coyun­
tura surgida de la guerra de 1914-1918 { 1T) y por las políticas expansivas
írnplementadas durante la dictadura deJ general Miguel P r í m o o b R i v e r a (1923-
1930). Sin embargo, en las tres primeras décadas deí siglo, el crecimiento
económ ico generó tensiones sociales de tal magnitud que contribuyeron a
polarizar la sociedad española enere unas clases conservadoras que veían en
cualquier intento de democratización política eí primer paso hacia el triun­
fo de la “revolución roja, marxista y atea", y unas clases obreras y c.an;pe-
sinas con un nivel c e combatividad más ai;.o que sus equivalentes de o t r a s
naciones europeas.
Bi intento democrático de ia Segunda República (1931-1936), concreta­
do en plena crisis ínte.-nat ionaí. fue saboteado de manera sistemática por la'

(4 7 ) Un a n á lis is e x im a s t i /o d e la c-vohu'iórj ck: ia e c o n o m ía e s p a ñ o la clara n te la'


gu erra e s eí de R o i . ü a n y o tr o s (1 3 7 . 5;.
CAP. 12 ~ LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 431

derecha, pero también se vio aislado por ia intransigencia de sectores de la


izquierda (4S). El resultado fue una cruenta guerra civil que se extendió a lo
largo de más de dos años y medio, plataforma para el encumbramiento del
general F r a n c i s c o F r a n c o , dictador que gobernó el país con mano de hierro
hasta su muerte en 1975.
Durante el gobierno del Generalísimo, en el terreno económ ico pueden
identificarse dos etapas bien diferentes:
1. El período autárquico, que se extiende a lo largo de dos décadas
(1939-1959).
2. jLa etapa de despegue (1959-1975), que arranca a partir del plan de
estabilización de 1959.
El modelo económico surgido de la guerra civil se articuló alrededor de
tres elementos:
a) la política de autoabastecímiento, que formaba parte de los pilares
ideológicos d.el régimen pero que se agravó como consecuencia de la
oposición internacional, con la consecuencia de marginar a España
de los beneficios económ icos de la posguerra;
b) el afianzamiento de una estrategia intervencionista que, además de
proteger a ultranza las actividades productivas y el sector financie­
ro nacional, aseguraba la presencia del Estado en la industria a tra­
vés del Instituto Nacional de Industria, creado en 1941:
c) eí control de las clases trabajadoras, materializado en la disolución
de los sindicatos, en la instauración del “ sindicato vertical único"
controlado por el Estado y en la supresión de derechos sociales fun­
damentales, como el de huelga.
Los resultados de la política económica aplicada pueden resumirse en
pocas palabras: “ ...durante la década de 1940, España sufre un período de
estancamiento posbélico sin parangón en la historia contemporánea ele
Europa" Los niveles del FBI de 1935 no se alcanzaron hasta-pri-ncipios
de los años ’50 y el crecimiento de la industria mostró resultados muy p o ­
bre s.
Si bien en los últim os años ha habido una tendencia a revalorízar lo
ocurrido en la década del *50 —se habla del “ decenio bisagra" í!,0j— , lo cié;"-

í48; e s t u d i o m ás c o m p l e t o s o b re l a ' p o l í t i c a e c o n ó m ic a d e ía S e g u n d a R e p ú b lic a


e s é l i t e Palafox. (-1.992}. p e ro aiguíU'-.s d e s u s -c o n c l u s i o n e s s o n - c u e s t i o n a b l e s .

149; G arcía D k ;.c;a íu > ( L98S).


432 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

to es que, aunque en esos años se frenó el proceso recesivo y el crecimiento


alcanzó niveles razonables, no se produjo un cambio importante en la polí­
tica económica, más allá de tímidos intentos de liberalización que siempre
encontraban resistencias en el seno del poder que los limitaban o, de mane­
ra más drástica, los hacían abortar. De allí que siga teniendo validez la si­
guiente definición: “ El plan de estabilización y liberación iniciado por el
decreto-ley de ordenación económica del 21 de ju lio de 1959 fue, indiscuti­
blemente, la operación político-económica más ambiciosa emprendida por el
régimen en sus ya veinte años de existencia” (3l).
Es que el modelo autárquico tenía dificultades crecientes que lo tom a­
ban cada vez más inviable en el contexto internacional (aunque, como bien
se ha dicho, siempre era posible otra vuelta de tuerca proteccionista]. Los
principales problemas eran: 1 . Una balanza comercial casi continuamente
deficitaria, debido a la ineludible dependencia respecto de importaciones
básicas para la continuidad del proceso productivo —materias primas, com­
bustibles, etc.— , pagadas con la exportación de unos pocos productos agrí­
colas y minerales. 2. La inflación constante e incontrolable, producto fun­
damentalmente —aunque no había una única causa— de los manejos mone­
tarios instrumentados por el gobierno para saldar el déficit público.
El plan de estabilización estuvo encuadrado por la ortodoxia económi­
ca —con algún matiz de raíz keynesiana— y orientado por la voluntad explí­
cita “ de situar a la economía española en línea con los países del mundo
occidental” . Las principales medidas dispuestas por el gobierno fueron la
restricción de la oferta monetaria, el encarecimiento del crédito, la devalua­
ción de la peseta en un 43 % y la liberalización de la importación de una gran
cantidad de mercaderías. El apoyo exterior fue muy significativo y >e concre­
tó en la creación de un Fondo de Estabilización destinada a sostener la pe­
seta, que contó con los aportes de instituciones internacionales y de la ban­
ca norteamericana. La inmediata promulgación de un decreto-ley que favo­
recía la entrada de capital extranjero profundizó la línea de la apertura eco­
nómica, aunque no se dio el proceso de manera similai ' n el terreno comer­
cial. Tras estas medidas, de un impacto recesivo en el corto plazo, se inició
una etapa de notable crecimiento, liderada por la industria, cuyo excepcio­
nal nivel cuantitativo ha sido ya señalado.
Mucho más importante que las cifras fue el carácter irreversible de las
transformaciones estructurales que se encax’aron, a pesar de que algunas de
ellas no se completaron {o incluso se vieron frenadas). Las tnás destacadas
fueron:

(5 1 ) V iñ a s y o t r o s (1 9 7 9 ].
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 433

• La crisis de la agricultura tradicional, basada en la superabundancia


de fuerza de trabajo y en la correspondencia entre la oferta y la de­
manda de productos alimenticios en un mercado con escasa capaci­
dad competitiva. Se produjo una masiva liberación de trabajadores
campesinos, que marcharon a buscar em pleo ~al mundo urbano y
también al exterior. El encarecimiento de la mano de obra condujo,
entonces, a la introducción de maquinaria que inició la m oderniza­
ción del agro.
e Un vigoroso proceso de urbanización que duplicó el porcentaje de
población residente en ciudades de más de 100.000 habitantes.
* El considerable avance del sector terciario, que pasó a situarse a la
cabeza de la distribución sectorial del FBI y del reparto por sectores
de la población económicamente activa, impulsado por las transfor­
maciones del transporte, por la expansión del turismo y por las ma­
yores necesidades financieras y comerciales generadas por el desa­
rrollo económico.
® Los cambios producidos en la actividad industrial, que se transfor­
mó de un sector con escasa capacidad competitiva en uno de creci­
miento acelerado, acompañados de cambios estructurales y de dis­
tribución territorial. Los cálculos realizados por C a r r e r a s muestran
que los principales avances se dieron en las industrias de bienes de
inversión —que pasaron del 18,9 al 34,7 % dei total— y, en menor
medida, en las industrias de bienes intermedios, que crecieron del
17,1 al 20,1 % (sa).
“ La importancia decisiva de los factores externos-en la consolidación
del proceso:
a} la competíiivinad de la economía española en un contexto de ex­
pansión internacional condujo a que las exportaciones pasaran
del 5 el 8,5 % del FBI -—-con un ritmo de crecim iento del 10,7 %
anual entre 1980 y 1975 (33}— , dato elocuente respecto de la ca­
pacidad para responder positivamen te a los estímulos externos;
b) los ingresos provenientes del turisr o, que se multiplicaron por
ocho entre 1961 y 1973 C5-*), le dieron al país una notable cober­
tura para las importaciones de bienes de capital, indispensable
para mejorar la competí ti vi dad de la industria;

(5 2) C arrehas (1 9 9 2 ).

(5 3) V iñas y o tr o s (1 9 7 S j.

{5 4 ) B iescan y o tr o s (1 9 8 0 ). E n e s o s a ñ o s, s u m ó 16.680,3 m illo n e s d e d ó la re s , ca si


el 80 % d el s a ld o n e g a tiv o c e !á baíany.a c o m e r c ia l.
434 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

c) la entrada de capital extranjero, que sumó 5.980 millones de dó­


lares entre 1960 y 1973 (55), contribuyó a reforzar el ahorro in­
terno y aportó la tecnología y los esquemas de organización re­
queridos para la puesta al día de las estructuras productivas del
país;
d) las remesas de los emigrantes, que pasaron de 163 millones de
dólares en 1961 a 1.260 m illones en 1973 (55), fueron un factor
no desdeñable a la hora de resolver problemas de desequilibrio
en la balanza de pagos.
Al arribar a algunas conclusiones en relación con el caso español, es
interesante la comparación que se ha hecho con otros países del Mediterrá­
neo (G7). De la misma, y en particular de la confrontación con Italia, surgen
algunos datos esclarecedores para los temas que se han planteado:
— Parece existir un "patrón latino” de modernización, que consiste en
atrasarse en ei siglo XIX y recuperar en el siguiente parte de lo per­
dido.
— El atraso experimentado por España en las décadas de 1940 y 1950
fue decisivo en su desarrollo económico. El despegue posterior fue
una recuperación (parcial) respecto de lo perdido en esos veinte años
de autarquía. Italia, que después de 1945 se embarcó en un proce­
so de modernización alineado con las pautas internacionales de la
época, tomó ventajas en esos años que no pudieron ser descontadas.
— El “milagro español", por lo tanto, sólo habría consistido en tomar
el camino correcto con un considerable retraso, atribuibie casi de
manera exclusiva a las políticas económicas aplicadas por el fran­
quismo, cuando éste actuó de acuerdo con sus coordenadas ideoló­
gicas (son conocidas las anécdotas respecto de ia resistencia que el
dictador opuso a la liberalización económica).
Por lo tanto, como bien afirma Cakmeras: “ ...aquellas espectaculares di­
ferencias de nivel de vida que los españoles podían aprecia; cuando tenían
ja oportunidad o la necesidad de salir de España en la década de 1.960 no
tenían un origen remoto, sino que se habían originado e n u í ; pasado dolo-
rosamente reciente’' (3Sj.

{ 5 5 } Ic k ü ü .

( 5 6 ) Itien?.

(5 7 ) P rados de la E scosca y o tr o :i9 ü 2 ).

(3 8 ) C a r r e r a s ( I 9 8 S )
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 435

12,9. L A EVO LUCIO N DE LAS ECONOM IAS DE


E U R O PA DEL ESTE

La Segunda Guerra Mundial afectó de manera dramática ia vida econó­


mica y social de Europa Central y Oriental, incluyendo la Unión Soviética.
Países como Polonia, Hungría y Yugoslavia fueron devastados durante las
duras luchas del final de la contienda. Las pérdidas de mano de obra fueron
enormes, tanto a causa de las muertes como de las migraciones masivas; en
este último caso, en virtud de que ai hundirse el régimen del Tercer Reich
se produjo una redefinición de las fronteras que im plicó la m ovilización de
millones de personas. En el campo, murió la mayor parte del ganado y la
tierra quedó inutilizada por las minas y los escombros.
Mientras que Rumania y Hungría, aliados de Alemania, se enfrentaron a
las exigencias de indemnizaciones, los demás países recibieron inicialmente
ayuda de Occidente que les permitió enfrentar las consecuencias más dra­
máticas del hambre.
El control político que la Unión Soviética se aseguró en pocos años en la
región —se transformaron en países socialistas Bulgaria, Checoslovaquia, Hun­
gría, Polonia, Rumania, Alemania oriental y Yugoslavia (un caso particular)—
determinó que se adoptara el modelo estalinista de desarrollo, a partir de una
apropiación progresiva de los medios de producción por parte del Estado. Más
allá de las maniobras urdidas por los soviéticos para dominar en estos paí­
ses, el control centralizado de la economía era casi imprescindible para ra­
cionar recursos escasos y, por otra parte, las políticas de mercado aplicadas
durante los años de entreguerras habían caído en descrédito. De allí que la
planificación contara, en un primer momento, con un significativo apoyo de
la población.
El objetivo esencial de la política económ ica era la industrialización
autárquíca basada en la nacionalización generalizada. Esta se realizó r.:
ríírnos desiguales según los países, pero hacía 1948 casi se había com ple­
t a d o , con la excepción de la zona soviética d e Alemania oriental, íá qrre se
efectuó con rapidez cuando en 1949 se estableció la República Democráti­
ca Alemana. Se manifestó, asimismo, un progreso creciente en ia toma de
posesión por parte d e l Estado de otros sectores de la economía, como la
banca y e i comercio.

[á y i E l c o m e r c io e x t e r io r o cu p a b a un lu g a r s e c o n d a r io : las irnporíaeion.-vs se ín-ii-


ía ría n a m a te ria s p rim a s y b ie n e s de c a p ita l, y s e r pansidas c o n exp orta .-ion es. q u e sói-:.
clcbí&u a p u n ta r a ruanci-ner eí e q u ilib r io d e i a baíar^za c o m e r c ia l.
436 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Una situación diferente se presentó en la agricultura: excepto en Hun­


gría, ya se habían realizado intentos de reforma agraria en los otros países
de Europa Oriental durante el período de entreguerras, y este proceso fue
acelerado por los embargos efectuados por los alemanes, que totalizaron
más de la tercera parte del total de las tierras en Polonia y alrededor de la
cuarta parte en Checoslovaquia. Rápidamente se reconoció que la nacionali­
zación total era impracticable, dado el fuerte apego de los campesinos a la
tierra. El objetivo consistía entonces en entregarles tierras a quienes carecían
de ellas o en aumentar el tamaño de los minifundios que resultaban invíables
en términos productivos. Por lo tanto, el procedimiento se orientó a confiscar
sin compensación la tierra de los antiguos propietarios, redistribuyéndola en­
tre el campesinado, con excepción de un porcentaje que retuvo el Estado. El
resultado fue la fragmentación extrema de la propiedad, con las consiguientes
consecuencias negativas. El paso siguiente fue la agrupación de las parcelas
en grandes unidades, convirtiéndose las cooperativas en la forma de organi­
zación dominante. Con la excepción de Polonia, donde subsistió la propie­
dad privada individual, en el resto de los países las granjas colectivas domi­
naron el panorama a partir de los años ’50. En resumen: en Europa del este
considerada como un conjunto, hacia mediados de esa década un 95 % del
total de la renta nacional agraria provenía del sector estatal de la economía,
y este porcentaje era todavía mayor para el producto industrial.
El otro elemento fundamental que caracterizó a las economías de la región
fue la planificación centralizada, que más allá de variaciones en los métodos
aplicados en cada país, se aplicaba a las principales variables económicas,
e incluía la determinación de las proporciones entre el ahorro y el consu­
mo, entre la inversión productiva y la no productiva, y la distribución de la
inversión entre los sectores de la economía más relevantes. Dado que es­
tos países partían de una situación de relativo atraso respecto de Occidente,
la planificación estuvo orientada hacia la obtención de altas tasas de desa­
rrollo.
Los datos disponibles, con las reservas que han manifestado algunos
expertos, muestran que mientras el producto bruto interno creció a una sig­
nificativa tasa del 7 % anual, su valór por habitante fue menor, del 5,2 %
(cuadro 1.5). En ambos casos, los porcentajes superaron a los de Occidente.
CAP. 12 — LA EXPANSION D E LA SEGUNDA POSGUERRA 437

Prod u cto bruto interno ]


P a ís e s P rod u cto bruto interno
por persona em pleada

Bulgaria 6,9 6,4 I


C h eco slo va q u ia 5,2 4,0
Hungría 4,8 3,8
P olon ia 6,1 4,2
R epública D em ocrá­
tica Aiem ana 5,7 S,3
Rumania 7,2 6,2 |
Unión S o viética 7,6 5,5
Prom . Europa Orienta! 7,0 5,2 |

Fuente: elaboración propia a paríir de A lo c r o f t (1989). j

C u a d ro 15. C re c im ie n to d e i p r o d u c to b r u to in te r n o y d e l p r o d u c to b ru to
in te r n o p o r p e r s o n a e m p le a d a en E u ro p a O rie n ta ! e n tre 1950 y 1952, y 1967 y
1969 (e n p o r c e n ta je a n u a l).

Se trató, como es lógico en virtud de los principios ideológicos que re­


gían a estos gobiernos, de un crecim iento desigual, en el que la industria
tenía prioridad frente a la agricultura, y dentro de aquélla, el sector pesado
fue privilegiado frente a la industria de bienes de consumo. Además, las ca­
racterísticas del tipo de desarrollo elegido permiten introducir la expresión "cre­
cimiento extensivo” , que implica poner énfasis en el aumento del producto a
partir del incremento de los factores trabajo y capital.
En primer término, el empleo, que creció a una tasa que casi triplicó la
correspondiente a Europa Occidental £1,7 % anual frente al 0,6 %), lo hizo a
favor de un acelerado increm ento de la población, pero sobre todo por la
vigencia de factores políticos que impulsaron a la máxima utilización de la
mano de obra disponible.
En segundo término, se llevó a cabo un singular esfuerzo destinado a
impulsar la inversión a expensas del consumo, lo que determinó que el capi­
tal fijo en la industria anmcniara a una tasa del 8,3 % anual, con situaciones
particulares como las de la Unión Soviética y Bulgaria, donde esta tasa fue-
más del doble Los cálculos realizados para evaluar la contribución de los
diferentes factores al crecim iento del producto bruto del sector industrial
(ciiadro 16} muestran que el aumento de la productividad fue menos signifi­

(6 0 ) D ad o q u e ei c a p ita l f ijo en la a g r ic u ltu r a y en el s e c t o r s e r v ic io s a u m e n tó a


un n iv e l s e n s ib le m e n t e m e n o r, ei re s u lta d o fin a l p a ra e i c o n ju n to d e la e c o n o m ía fue
de u n in c r e m e n to d e l 6 ,1 % a n u al, a lg o m á s b a jo q u e c! d ei p ro d u c to b ru to in te rn o .
438 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

cativo que para el caso de Europa Occidental, confirmando la idea de que se


trató de un crecimiento extensivo, con el importante agregado de que la inci­
dencia de la productividad fue declinando a lo largo del tiempo, un elemento
fundamental para comprender la posterior crisis del sistema en su conjunto.

C ontribu ción d e ia p rodu ctividad al


! P a íse s crecim ien to industrial (en p orcen taje)

1950-1952 a 1958-1960 1958-1960 a 1967-1969

Bulgaria 40,7 34,3


C h ecoslova q u ia 59,1 46,7
Hungría 56,8 49,0
P olon ia 60,3 45,2
Rep. D em ocrática Alem ana 56,5 50,2
Rumania 80,3 68,5
Unión S oviética 50,9 42,0
P rom ed io Europa Oriental 57,2 47,9

Fuente: elaboración propia a partir de Aldcropt (1989).

C u a d ro 16. In c id e n c ia de la p r o d u c tiv id a d e n e l c r e c im ie n to d e l p r o d u c to e n e l
s e c to r in d u s tr ia l, E u ro p a d e l e s te , 1950-1969.

Los logros alcanzados por los países de Europa Oriental se resumen en


pocas palabras: en 1970 se concentraba en ellos un 30 % del producto indus­
trial mundial, frente al 18 % de veinte años antes-
La contrapartida de este crecimiento la constituyen los costos que insu­
mió ia estrategia de desarrollo adoptada.
1. Como se ha indicado, la estrategia de crecimiento adoptada determi­
nó que el consumo quedara muy por detrás de ia expansión de la
renta nacional, circunstancia a la que se sumó una oferta de bienes
y servicios escasa en variedad y calidad. El racionamiento y la esca­
sez fueron constantes a lo largo de todo el período, por más que
pueda afirmarse que se produjo un mejoramiento sustancial en ei
nivel de vida de las masas.
2 . I,a utilización abusiva de ios tactores productivos condujo a un des*
pUíarro de. recursos. Ante la concepción que privilegiaba el creci­
miento cuantitativo, éste se impulsó con la aportación masiva de
trabajo. capital y recursos naturales, otorgando es- asa importancia
al aumento de la productividad y a la eficiencia en ei empleo de los
factores. Se afirma que a principios de los '60. mientras que ia tasa
de acumulación de capital en la Unión Soviética triplicaba a la de los
Estados Unidos, su productividad no superaba éj '40 % de) nivel nor­
teamericano.
CAP. 1 2 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 439
3. La planificación centralizada no liberó a las economías socialistas de
las fluctuaciones económicas, si bien éstas no afectaron los niveles
de ocupación. La comparación con las econom ías capitalistas no
muestra diferencias importantes en cuanto a las variaciones de las
tasas de crecim iento, aunque puede afirmarse que a mayor atraso
—Bulgaria, Rumania-— correspondía una mayor inestabilidad.
Durante la década del ’ 6Ó, se fue tomando conciencia respecto de la
necesidad de producir modificaciones en el sistema. Los síntomas indicado­
res de que las posibilidades de crecim iento extensivo se estaban agotando
fueron haciéndose cada vez más visibles, al tiempo que también se acentuó
la crítica sobre la rigidez de la planificación, que llevaba al despilfarro y a la
mala asignación de los recursos. Se encararon, entonces, en todos los paí­
ses una serie de reformas que se aplicaron en primer término a la estructura
industrial, extendiéndose más tarde a la agricultura, el comercio y los trans­
portes.
Los rasgos más destacados de las mismas fueron:
— Una modificación significativa de los criterios planificadores, a par­
tir de la introducción de planes indicativos amplios, que reducían el
número de objetivos obligatorios. Las empresas, por lo tanto, dispu­
sieron de una mayor independencia en su tarea de dirección.
— La introducción de incentivos propios de una economía de mercado,
desde la consideración de los beneficios como indicador de buena
gestión hasta el establecim iento de diferencias en las retribuciones
a los trabajadores.
— El estímulo a la autofirianciación de las empresas, favoreciendo la
utilización de los beneficios obtenidos por cada unidad productiva.
— Una ampliación de la presencia de la actividad privada en sectores
como el comercio minorista, el transporte y la construcción.
— La atenuación del rígido monopolio estatal sobre el comercio exte­
rior, permitiéndose una mayor libertad a las empresas para negociar
de manera directa en los mercados extranjeros.
Los elementos estadísticos disponibles para evaluar las reformas ios
años '60 muestran que se produjo tanto una caída en ei producto bruto in­
terno como en el producto bruto interno por habitante.
Esta última circunstancia comenzó a p o n « - r ce relieve las i ü n i v a c i o u e s
¡leí modelo de desarrollo basado en ía planificación centralizada y e n !a p r o ­
piedad estatal de los medios de producción. Coreo lia sostenido Maü-.;: e n un
notable artículo, “el comunismo era una ideología de « heavy m e ia í»'’ i .-os

(61.) M a ik r (1 .9 9 2 ),
440 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

planificadores entendían ei crecimiento económico como ía combinación de


Ja industria pesada — simbolizada por el acero— con la cadena de montaje.
La moderna planta siderúrgica era el símbolo del desarrollo industrial. La
incapacidad del régimen para adaptarse a los cambios tecnológicos que co­
menzaron a producirse en la década de 1960 y se concretaron en los dece­
nios siguientes — objeto de análisis del próximo capítulo— fue una de las
causas principales del colapso económ ico que abatió a ia Europa del este,

12,10. L A E X PAN SIO N ECO NOM ICA EN EL RESTO


DEL MUNDO

Los países no industrializados compartían pocas características comu­


nes, entre las cuales la pobreza casi generalizada y las dificultades para
encarar un desarrollo económico sostenido constituían las más importantes.
A pesar de las enormes variaciones existentes entre ellos, se formuló un
diagnóstico muy similar de los problemas económicos que los aquejaban, y
se encararon políticas que —-salvo las excepciones que se comentarán— no
diferían de manera significativa entre sí. El diagnóstico se asentaba sobre
una serie de ideas que tuvieron su elaboración teórica a fines de los años
'40, a partir de la obra del economista argentino R a ú l P r -Rb i s c i i y el equipo de
expertos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) Se afir­
maba que la producción de alimentos y materias primas para la exportación
era insuficiente para sostener el crecim iento de un país, en tanto sus pre­
cios en los mercados internacionales se deterioraban de modo sistemático
frente a los precios de los productos manufacturados. La solución, enton­
ces, consistía en el fomento de la industrialización sustitutiva de importa­
ciones destinada a abastecer los mercados internos, debidamente protegidos
por el accionar estatal.
Por otra parte, el generalizado escepticism o existente respecto de las
posibilidades de ayuda por parte de los mercados financieros internaciona­
les contribuyó a potenciar el papel del Estado en ese terreno, desplegando
políticas destinadas a redistribuir las divisas obtenidas por las exportacio­
nes en beneficio de los seetore,s industriales.
En una prir:í<-.r;.i eutpa. Ia política de sustitución de importaciones, orien­
tada hacia los bienes de consumo, dio resultados positivos, aprecia bles en

(6 2 ) L a o b ra q u e r e s u m e el p e n s a m ie n to d e la C E P A L e s la d e P kebíscí; (1 9 6 3 !
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 441

los índices de crecim iento dei producto bruto industrial. Pero cuando ia
demanda interna se frenó y la sustitución de importaciones se extendió a los
bienes de capital, se hizo más visible el atraso tecnológico; la necesidad de
proteger actividades poco competitivas llevó a un incremento de las tarifas
arancelarias, con consecuencias inflacionarias que actuaron desequilibrando
la balanza de pagos y forzando a la devaluación de las monedas.
Un grupo limitado de países, ubicados en general en el sudeste asiático,
encaró desde mediados de los años ’50 un modelo de crecimiento sustentado
en la exportación de productos industriales, que fueron sustituyendo a las
tradicionales exportaciones de materias primas y alimentos. La base consis­
tía en la expansión de sectores intensivos en trabajo —industria textil, elec­
trónica—-, aprovechando la disponibilidad de una mano de obra abundante
y barata. Países como Corea del Sur y Taiwán, colonias japonesas antes de
ja guerra, se vieron favorecidos por un proceso de descolonización que in­
cluyó reformas profundas en la propiedad de la tierra, favoreciendo un cre­
cimiento más igualitario. El Estado, a su vez, apoi'tó orientaciones definidas
en materia de subsidios a la exportación y apertura al capital extranjero, e
implemento medidas de apoyo en los terrenos monetario y financiero.
Los resultados del comportamiento de estos países se aprecian en el
cuadro 3, que puede ampliarse con algunos elementos (S3): mientras que el
producto bruto interno por habitante de Am érica Latina se mantuvo en el
período 1950-1973 dentro del promedio (2,7 %), los países africanos crecie­
ron a una tasa sensiblemente más baja, del 1,9 % anual, en tanto Corea del
Sur y Taiwán lo hicieron a un promedio del 5,7 %, datos que muestran con
claridad los desniveles existentes dentro de lo que en algún momento se
llamó de manera global “ tercer mundo” (°4).
Una situación particular es la de los países involucrados en el proceso
de descolonización abierto después de la finalización de la Segunda Guerra
Mundial, el cual concluyó con el acceso de numerosos países asiáticos y afri­
canos a la independencia política. Sin embargo, la nueva situación se vio ne­
gativamente afectada por el hecho de que, con pocas excepciones — reduci­
das en general a las zonas de asentamiento europeo— , las nuevas naciones
eran muy pobres. Los países que durante aproximadamente tres cuartos de
.Agio cjcíctcion el ccuc7nr.’ i;,;¿íü extrajeron grandes fortunas en minerales y
otros productos pero com partieron muy poco de 1c 5. beneficios obtenidos
con ios nativos. La miseria extendida, agravada por el acelerado crccúmen-
ío demográfico, resultó entonces mi a io ra ie condicionante para Ja estabili­
zación de gobiernos viables, afectados, además, por la persistencia de situa­
ciones de dependencia respecto de las potencias colonizadoras, que ha con­

(6 3 ) F k k ' í C í ¡ - D a v .’s ; M u So'/ y P alm a (1 9 9 7 ).

{6 4 ) M a d d is o n (1 9 5 2 ).
442 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

ducido a la difusión de ia expresión “ neocoloníalísm o” (65). El resultado


emergente de la presencia de tantos factores negativos fue que la democra­
cia al estilo occidental pudo consolidarse en muy pocos países, predominan­
do las dictaduras más o menos desembozadas — expresión de los intereses
de las oligarquías nativas— , o los gobiernos revolucionarios de inspiración
marxista o de alguna variante nacionalista del socialismo.
Los generalizados intentos de estos gobiernos de impulsar el desarrollo
de la agricultura —la llamada “ revolución verde”— y encarar la industriali­
zación por la vía ya descripta de la sustitución de importaciones no conclu­
yeron en éxitos de significación.
Por lo tanto, a la altura de la década de 1970, las naciones surgidas de
la descolonización podían dividirse, desde el punto de vista económico, en
tres grupos:
1. Los países productores de petróleo, con sus peculiaridades sociales
y políticas.
2. Los países con un nivel de desarrollo intermedio, basado en mate­
rias primas valiosas o en una estructura industrial más o menos
asentada (aunque poco competitiva en la mayor parte de ios casos).
3. Los países realmente atrasados, agobiados por la carencia de recur­
sos y aplastados por xm mercado interior raquítico.

12,11. LOS CAMBIOS SOCIALES

La “ edad de oro" de desarrollo del capitalismo trajo consigo una serie de


transform aciones sociales de tales dim ensiones que para 'un porcentaje
enorme de Ja humanidad —sin duda ia mayoría— el período comprendido
entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo marca la
división entre la sociedad tradicional y eí mundo moderno.
ai El más importante de esos cambios fue Ja desaparición relativa del
campesinado.
Mientras a principios de los años ‘40 sólo había dos países en
ei mundo c u ya población ocupada en el sector primario era menor
del 20 % de! tota; de ia población económ icam ente activa — Gran
Bretaña y Bélgica— 35 años más tarde, en ningún' país de Europa

{65? '•N e o c o lo m a k s s n o ’" e s e l fe n ó m e n o q u e c on sisí.'- 'en 'e s ú tM e e e r una s itu a c ió n


de d e i ¡ i>n'ii n a c i o ’i c e u tU iia ic a s o b re
l a s ex' c o lo n ia s , po.;' de íns a n tig u a s oot.enc.ias
Coír;nizíid(>r¿is. V e; M-vinN»-:--. C a r r e a s i !9 8 6 !.
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 442

Occidental, salvo Irlanda, España y Portugal, la gente que trabajaba


en el sector rural superaba-el .10 %; el promedio para 16 países de­
sarrollados e.a del 7 % en 1980 {cuadro 4).
Las únicas regiones del planeta donde la declinación de la población,
rural tuvo escasa significación fueron el continente africano al sur
del Sahara, el sud y _adeste asiático, y China. Aun reconociendo este
hecho, los datos conocidos para el conjunto del continente asiático
muestran que entre 1950 y 1980 el porcentaje de población ocupa­
do en la agricultura disminuyó del 73 al 57 % (G6).
La despoblación del campo en los países desarrollados estuvo origi­
nada en el enorme progreso de la agricultura, basado en la incorpo­
ración masiva de tecnología y en otros factores que fueron ganando
importancia, como la cría selectiva de ganado y la biotecnología. En
cambio, en las regiones pobres, donde la llamada “ revolución verde”
se introdujo a partir de los años '60 (67), ésta sólo fue suficiente para
alimentar mediocremente a una población en rápido crecimiento. La
única razón de peso para abandonar el campo era justam ente la
eventual presión demográfica sobre una tierra escasa.
La contrapartida del despoblamiento rural fue la acelerada urbaniza­
ción, que se manifestó con fuerza en el mundo periférico, dado que
en los países desarrollados las grandes urbes se “ disolvieron” , al
instalarse sus habitantes en los suburbios o en barrios residencia­
les construidos especialmente. México, San Pablo, Shanghai pasaron
a ser las ciudades más pobladas dei mundo, superando en algunos
casos los 10 millones de habitantes.
b) La ciase obrera industrial, que se mantuvo relativamente estable
durante este período — su declinación se inició en los años ’80—
experimentó lo que Hobsbawm denomina "una crisis de conciencia" {**).
El proceso que desde fines del siglo XIX había convertido a ios par­
tidos 3' organizaciones obreras en fuerzas políticas de significación
entró en crisis en los países desarrollados. Las causas de «n ruisrn?.
residen en que el éxito económico transformó por completo La vida,
de amplios sectores de las clases trabajadoras; el pleno empleo y ei
despliegue de la sociedad de consumo de masas les asegurnron un
nivel de vida impensado sólo una generación antes.
Esta situación tuvo consecuencias de importancia; en principio,
agudizó las diferencias cutre quienes realizaban actividades de xna-

(66} M addíson (1 9 9 2 ¡.

(6 7 ) S e d e n o m in a a s í a Ja in tr o d u c c ió n s is t e m á tic a d e V a r ie d a d e s de a íto ic rid i-


rr;ienio, eíiít.úr3 ílaíi c o n m í;o c io s

¡G8; K omsbawm (1995).


444 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

yor calificación, mejor remunerados y potencíalmente sensibles a


discursos provenientes del centro y de la derecha política. Pero ade­
más, la di versificación racial y étnica proveniente de las migraciones
masivas (e9| condujo al surgimiento de conñictos (que incluían el re­
torno de posiciones racistas).
Se fue modelando así lo que más adelante se bautizaría con el nom­
bre de “sociedad de los dos tercios” , en la que, de manera aproxima­
da, esa proporción mantiene una situación relativamente estable
dentro del mundo de la economía de mercado, en tanto el resto cons­
tituía the residuum, una subclase que vive de los seguros de desem­
pleo, la vivienda pública y la participación sólo ocasional en el mer­
cado laboral (aunque con presencia más destacada en la economía
“ sumergida” , esto es, aquella franja de la producción y comerciali­
zación a la que no llegan los agentes fiscales).
c) Las mujeres pasaron a ocupar un lugar cada vez más importante en
la sociedad, a favor de su incorporación masiva en el mercado de tra­
bajo. El fenómeno realmente nuevo y de características revoluciona­
rias fue que las mujeres casadas abandonaran el bogar y buscaran
un empleo. Los sectores laborales que recibieron la aportación de
mano de obra femenina fueron: la industria en los países del tercer
mundo que iniciaban el camino de su desarrollo y los servicios en
el ámbito de dominio del capitalismo avanzado. Asimismo, las mu­
jeres ampliaron de manera impresionante su participación en los es­
tudios superiores, acompañando el proceso que, como veremos más
adelante, también afectó á los hombres. La universidad aparecía
como la preparación indispensable para acceder a empleos de res­
ponsabilidad, por lo que la creciente presencia femenina se consti­
tuyó en una de las manifestaciones de los nuevos roles asumidos
por ellas en la sociedad. Como bien se ha dicho, “ lo que cambió en
la revolución social no fue sólo el carácter de las actividades feme­
ninas en la sociedad, sino también el papel desempeñado por la
mujer o las expectativas convencionales acerca de cuái debía ser ese
papel, y en particular las ideas sobre el papel público de Ja mujer y
su prominencia pública” (70).

(69) E sta s se d ie ro n no s ó lo a ra í 2 d e l é x o d o dei c a m p e s in a d o .sino ta m b ién c o m o


c o n s e c u e n c ia de la d em a n da de m a n o d e obra en las r e g io n e s m ás d e s a rro lla d a s , a tra ­
y e n d o tr a b a ja d o re s de p a ís e s v e c in o s a tra s a d o s . E l c a s o de c ie n to s de m ile s de e s p a ­
ñ o les e m p le a d o s en el n o rte d e E u ro p a d u ra n te lo s a ñ o s '6 0 ilu s tra de m a n era a d e c u a ­
da e s ta s itu a c ió n .

( 7 0 ) H o í s s b a w ;--: ( i y 9 5 ) .
CAP. 12— LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 445
Curiosamente, en los países socialistas, donde la ideología hegemó-
nica defendía con fuerza la liberación femenina, y las circunstancias
habían determinado que casi la totalidad de las mujeres estuvieran
incorporadas al mercado laboral, la realidad mostró avances mucho
más modestos. Si bien se concretaron algunos logros — igualdad de
derechos políticos, acceso a la enseñanza— el tradicionalismo de las
poblaciones de los países en los que triunfó el socialismo se mani­
festó bajo la forma de una falta de cooperación, abierta o disimula­
da, a todo el proceso.
d] El proceso de innovación tecnológica característico de este período
de crecimiento económico impulsó la expansión de profesiones para
las cuales eran im prescindibles los estudios universitarios. Está
claro que en muchos países todavía estaba por resolverse el proble­
ma de la alfabetización masiva, aunque se hubieran producido pro­
gresos de significación, pero el incremento de la población que cur­
saba estudios superiores fue generalizado, produciéndose situacio­
nes que en muchos casos no tenían que ver con el desarrollo del
país, ya que si bien no es extraño que en Europa Occidental los es­
tudiantes superasen en muchos casos el 2,5 % de la población total
en ios años *70, sí lo es que por la misma época en Ecuador ese por­
centaje fuera del 3,2 %. Cabe agregar que el fenómeno no se dio con
la misma fuerza en los países socialistas, ya que allí el sistema no
estaba en condiciones de responder a una demanda que se disparó
más allá de toda previsión.
Estos centenares de miles de jóvenes —millones en algunos p a ís e s -
constituían un factor social y político nuevo. Si bien muchos —tal
vez la mayoría— de los estudiantes acudían a las universidades con
el objetivo definido de obtener un título, era mucho más llamativa la
presencia de quienes desplegaban una militancia activa, fundamen­
talmente en agrupaciones de izquierda o de ultraizquierda. Durante
ios años ’60, eí movimiento estudiantil adquirió dimensiones mun­
diales canalizando el descontento social y político. Los sucesos del
Mayo francés de 1968 (7l) fueron la manifestación más conocida y
difundida de una rebelión que se extendió desde los Estados Unidos
hasta Polonia y Checoslovaquia, pasando por México, donde los su­
cesos sangrientos de la plaza de Tiatelolco culminaron con un nú­
mero indeterminado de muertes [entre 35 y 350, según Jas distintas
versiones).
Han sido profundamente debatidas las razones por las cuales, en el
momento de mayor expansión económica y más amplia difusión del
bienestar generado por la sociedad industrial, un sector de quienes
eran en mayor medida beneficiados por sus avances reaccionó cues-

{71} Para este tema, V ; í >a i . V í u .a (197S).


446 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

donándola de manera radical. Sin ahondar en ellas, resulta plausi­


ble afirmar que su disconformidad se vinculaba con el rechazo dei
rumbo que la sociedad estaba tomando, con independencia de que el
mismo aseguraba un nivel de vida nunca antes alcanzado. Visto de
esta ..■manera, los estudiantes habrían sido los primeros en reaccio­
nar contra los profundos cambios -sociales y culturales que estaba
produciendo el capitalismo de posguerra. Su impacto sobre el resto
de la sociedad, fundamentalmente sobre las clases trabajadoras, fue
limitado. La prosperidad generalizada determinó que la revolución
desapareciera de su horizonte mental; las huelgas que se desenca­
denaron en el ’68 en países como Francia e Italia sólo apuntaban al
logro de mejoras salariales.

12,12. LA CRISIS DE LA DECADA DE 1970 Y LA


INESTABILIDAD DE LOS AÑOS >80
El crecimiento de la economía mundial se frenó de manera significativa
a partir de 1974. Los movimientos del producto bruto interno que muestra
ei cuadro 17 certifican esa realidad.

A ñ os
1970 1971 1972 1973 1974 1975
| Países

Alem ania 100 103 107 112 113 111


Francia 10 0 105 109 115 118 117
Gran Bretaña 100 102 106 113 111 110
Estados Unidos 100 103 109 115 114 1 13

Fuente: elaboración propia s partir de M a d d ís o n (i 3 3 ? )

C u a d ro 17. In d ic e de c re c im ie n to d e l p ro d u c to b ru to in te rn o , T97G'1Q75.

r .'srn aparición repentina de una desaceleración en ei ritmo de crecimien­


to S'-' ti a vine-.ti ació con circunstancias exteriores, como el aumento dei pre­
cio dei petróleo y, en general, de las materias primas. Se trata, sin duela, de
una realidad concreta con efectos visibles, dado que una gran cantidad de
recursos provenientes de los países importadores de petróleo y materias
primas se transfirió a quienes los exportaban, con el impacto consiguiente
sobre }a acu rnni ación de capital, ios precios y ia actividad .económica global-
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 447

Una idea de la importancia de esa transferencia la da el cuadro 18, en el que


se observa el increm ento de los ingresos percibidos por los países de la
O r g a n i z a c i ó n de Países Exportadores de Pea óleo

Anos Millones de dólares


1963 7.031
1973 35.961
1975 105.996
1977 139.773
1979 197.149
1980 281.586
Fuente: Ruiz G a r c í a (1985).

Cuadro 18. ingresos de ¡a OPEP


p or exportación de petróleo.

Pero, además, es preciso destacar la existencia de una serie de factores


internos en el desarrollo de los países industrializados, que contribuyen a
explicar la transición de una expansión sostenida a una situación de estan­
camiento. En este sentido, se ha enfatizado que los problemas experimen­
tados por el sistema monetario internacional —que culminó con la suspen­
sión de la convertibilidad del dólar por parte del gobierno de Nzxon en agos­
to de 19 7 1 — y la aceleración de la inflación constituyeron elementos deses­
tabilizadores de importancia.
La situación de la moneda norteamericana se fue deteriorando a lo lar­
go de la década de 1960 como consecuencia de! déficit sistemático de la ba­
lanza de pagos norteamericana —originado en buena medida por la compe-
títívidad creciente de la producción de Europa Occidental y Japón— y la con­
tinua salida de capitales hacia el exterior bajo la forma de gasi.os militares
y qC inversiones de las empresas. La ya comentada decisión de agosto de
1971 hundió el sistema de paridades fijas que había caracterizado al mun­
do occidental en ios años anteriores, nevando a ios gobiernos a preveis ir las
dificultades aro venientes de la disminución del comercio mcemaciona! con
políticas basadas en ia expansión monetaria y la ampliación del crédito.

¡7 2 } L a O V K -í' fu e c re a d a en 1960 p o r l o s d ir ig e n t e s de c in c o p aíses p-oWüíeves.


— irá n , Ir a k . A :-¡a S a u d ita . K u w a it y V en ezu ela ---, pc-rn i c c i é t i c u 1073 a d q u irió :m
v erd a d e ro p ro ta g o n is m o cuan d o, c o m o c o n s e c u e n c ia de 0>. G u e ira de Yc-ni K ipp u r. d e ­
c id ió . a m o d o ¡u- r e : -resa lía c o n tra Sos p a ís e s d e s u b ir i o s p rec io s de* ne-
író«fQ - tin a su b id a s e p ro d u jo s e is a ñ o s m á s ta ra r 3 raíz nc la Ge.crr.i ceJ G o l­
f o 'l ’ é i's ic o e n lt e ín ín e Ira k.
448 HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL GENERAL

Estas decisiones contribuyeron de manera decisiva a un incremento


sostenido de los precios, que si bien se venía manifestando desde la déca­
da del ’50 (cuadro 19), en estos años se potenció como consecuencia, ade­
más de otros factores, de la espiral precios-salarios desencadenada en una
coyuntura de pleno empleo.

1 A ñ os
1950 1960 1970 1971 1972 1973 1974 1975
1 P aíses

1 Alem ania 100 120 157 165 174 187 200 212
I Francia 100 174 258 272 288 310 352 393
I Gran Bretaña 100 149 221 242 260 283 329 408
| Estados Unidos 100 124 161 168 174 184 205 224

Fuente: elaboración propia a partir de Maddísok (1991).

C u a d ro 19. In d ic e de p r e c io s a l c o n s u m id o r, 1950-1975.

Si a su vez sumamos el impacto producido por los citados factores ex­


ternos, aparece claramente dibujado el escenario de la crisis, caracterizado
por el estancamiento productivo, la persistencia de la inflación y la irrupción
con gran fuerza de la desocupación (73). La expresión “estanñación” se difun­
dió durante esos años en los ambientes académicos para sintetizar los ras­
gos principales de la nueva coyuntura económica; a diferencia de lo ocurri­
do durante otras crisis, en las que la caída de la actividad era acompañada
por una declinación de los precios, ahora la inflación parecía un factor de
presencia ineludible dentro de la dinámica del sistema económico.
Los acontecimientos de los años ’70 —a fines de la década hubo inclu­
so una segunda "crisis del petróleo", originada por las consecuencias de la
guerra entre Irán e Irak— plantearon a los gobiernos una serie de problemas
de envergadura: estancamiento del producto, inflación, desempleo en aumen­
to, dificultades en el sector público, desequilibrios en la balanza de pagos-,
en pocas palabras, no había habido otro período en el que coincidieran tan­
tas circunstancias adversas.
Hasta ese momento, la solidez básica de la economía había contribuido
a que las políticas aplicadas por los gobiernos funcionaran de manera ade­
cuada. Resultó posible, entonces, mantener altos niveles de crecimiento sin
producir problemas serios en la balanza de pagos o incrementos incontro­

(7 3 ) E n A le m a n ia , la ta sa d e d e s o c u p a c ió n p a s ó d e l 0,6 % en 1970 al 3.6 %


1975. E n lo s E s ta d o s U n id o s, para lo s m ia m o s a ñ o s, lo s p o r c e n ta je s fu e ro n 4,9 3' 8.3-
CAP. 12 — LA EXPANSION DE LA SEGUNDA POSGUERRA 449

lables de los precios. Ante la nueva realidad, se dio prioridad al problema de


la inflación y al tratamiento de los desequilibrios exteriores, dejando en
segundo plano los objetivos del crecimiento y el pleno empleo. Las políticas
de control de precios e ingresos fueron el paso intermedio que llevó a los
controles monetarios. El economista M is-ton F ried m an , principal defensor de
las posturas monetaristas, se transformó en el nuevo mentor intelectual en
reemplazo de K jcynes. La Escuela de Chicago, muy prestigiosa en los ámbi­
tos académicos, pero relativamente poco escuchada por quienes tomaban
decisiones económicas al más alto nivel, logró penetrar en su discurso (71).
Sin embargo, las recetas monetaristas no se aplicaron de manera consecuen­
te; sus efectos económicos y sociales —más recesión y más desempleo en
el corto plazo— no podían ser asumidos por los gobiernos en esa coyuntu­
ra. No obstante, el influjo creciente de los “ Chicago Boys” , con su prédica
ultraliberal, contribuyó a crear el escenario donde se inició la destrucción
del consenso alrededor del cual se había conformado la economía mixta. Las
críticas a la ineficiencia del Welfare State ganaron audiencia, al tiempo que
se reivindicaba al mercado como el más eficiente asignador de recursos.
Tras una década tan complicada los años ’80 fueron un período de difi­
cultosa recuperación, con porcentajes de crecimiento económico superiores
a los de los ’70. Tomando como índice 100 para 1980, los valores en 1989
para los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania son, respectiva­
mente, 130, 129, 122, 118 (7S), reflejando estas diferentes situaciones como
los éxitos coyunturales de las políticas neoliberales implementadas por
R o n a l d R e a g a n en los Estados Unidos y M a r g a r e t T h atcher en Gran Bretaña,
o las dificultades experimentadas por la economía alemana en el proceso de
constitución de la Unión Europea.
Sin embargo, la actividad económica se vio afectada por la continuidad
de la desocupación, que en estos países en 1989 todavía alcanzaba niveles
como 5,2 % (Estados Unidos); 7,1 % (Gran Bretaña); 9,4 % (Francia) y 5.6 %
(Alemania) (70).
Ahora bien, más allá de la revisión de aspectos puntuales del período
analizado, los acontecimientos posteriores han permitido arribar a la con­
clusión de que la misma fue la manifestación concreta del agotamiento de
un modelo de desarrollo basado en la producción íordisía, la energía bara­
ta, el pleno empleo garantizado por el Estadoy la activa participación de éste
en el control de la demanda agregada. Simultáneamente, fueron aparecien­
do los elementos constitutivos de una realidad económica de rasgos inédi­
tos. impulsada por una nueva revolución tecnológica, pero acompañada por
la persistencia de altas tasas de inflación.

(74) Una v u lg a riz a c ió n d e las id e a s m o n e ta ris ta s s e e n c u e n tra en P kíüuma,'.’ !19S4).

( 7 5 ) M a o i m s o -n ( 1 9 9 7 ) .

( 7 6 ) M a iv d is o n ( 1 9 9 1 ) .
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Lfl TRANSICION ñ Lfl €CONGM¡R


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R uO€N L 0eR€NBÜj«t
IR TRRNSiCSOW A lfl €CONOMIA
POSINDUSTRIAl

13,1. INTRODUCCION
Los análisis centrados en la descripción e interpretación del mundo
actual, tal como se ha venido configurando a partir de los tempranos años
'70, se han basado en la velocidad de las transformaciones, así como tam­
bién en el cambio profundo de la lógica que rige los procesos socioeconó­
micos e institucionales; esto último es lo que los dentistas sociales deno­
minan “ cambio de paradigma” . Así, pues, las sociedades de hoy aparecen
inmersas en un complejo mecanismo de constante y acelerada transforma­
ción que presenta dos características esenciales. La primera la constituye
el rol excluyente del factor tecnológico; decía T o m a s M o ro en la Utopía refi­
riéndose a la Inglaterra del siglo XVI que las ovejas se estaban comiendo a
los hombres, tal parece hoy que las máquinas devoran a los humanos en la
medida de la difícil digestión social que las sociedades contemporáneas rea­
lizan a propósito de la incorporación de la tecnología de avanzada.
Nunca como en nuestra época, la humanidad se había enfrentado al di­
lema que plantea el desarrollo tecnológico de hoy, la asim etría entre un
desmesurado dominio de la naturaleza y de los procesos de transformación,
por un lado, y la capacidad de elaboración, interpretación y control de la
cultura sobre dichos procesos, por otro. Fenómenos como la destrucción de
la biosfera, de las copias clónicas y la creación de realidades virtuales, por
poner algunos ejemplos, escapan por ahora a una respuesta socialm ente
satisfactoria en eí campo de la filosofía y más concretamente de las normas
que regulan la vida en sociedad. De ahí, la crisis de los valores y de los có­
digos que percibimos continuamente.
La segunda característica señalada reside en la destrucción del trabajo
tal como era concebido ai menos a partir de la aparición de la industria. La
desocupación, la pobreza y la marginalidad, aun dentro de las sociedades
más desarrolladas, atraen la atención del observador, como potenciadores de
la crisis a 1a que hacemos referencia más arriba; por otra parte, cabe la re­
452 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

flexión acerca del futuro de un mundo que crece y se desarrolla cada vez más
y más rápido y en el que, sin embargo, no pueden solucionarse, sino más
bien se acentúan, los problemas de vida de miles de millones de seres hu­
manos.
Nos encontramos en medio de una transición en marcha a la que valo­
ramos con instrumentos analíticos que provienen del pasado, una transición
que, lejos de aproximarse a su fin, da inequívocas señales de que se encuen­
tra en sus inicios. Debemos, pues, ser cautelosos. Nuestros objetivos se li­
mitarán a la descripción e interpretación de lo que ha dado en llamarse “ so­
ciedad posindustrial” , al examen de su dinámica y a la determinación de
algunas de las tendencias que influirán en el futuro próximo, siempre en el
marco de la perspectiva histórica.

13,2. EL COMPORTAMIENTO DE LOS


FACTORES DE LA PRODUCCION
Hasta el siglo XVIII, el rol que desempeñaban el capital y la tecnología
había sido secundario. Si entendemos al capital como riqueza acumulada
empleada para producir otros bienes y a ia tecnología como conocimiento
aplicado a la producción, resulta evidente que la humanidad dependía me­
nos de estos factores que de la extensión y fertilidad de la tierra y del tra­
bajo humano, esencialm ente manual, empleados en forma extensiva a la
producción de alimentos. La estratificación social y las jerarquías estaban
vinculadas a la propiedad del suelo, y las instituciones políticas, religiosas
y culturales eran funcionales a las exigencias de las sociedades agrarias.
La Revolución Industrial y su expansión vinieron a modificar esta situa­
ción. La industria exigía inversiones que, avanzado el sigio XIX, se hicieron
cuantiosas en maquinarias, ingeniería naval y de los transportes, fuerzas
armadas, salud, educación.
La fábrica devino en unidad de producción, y la empresa, en centro de
la organización y de 1a administración del capital.
reí desarrollo económico requirió crecientes cantidades de materias pri­
mas, de trabajadores y de consumidores. t^j^Giiytá:la^xpaiisiéh del rima­
do industria i en la periferia, reforzando la integración de los mercados mun­
diales.
No obstante el arrollador avance tecnológico, hace apenas treinta años
el control de las materias primas, sobre todo de aquellas vinculadas a la
energía, era esencial para las grandes potencias. Además, la industria reque­
ría eiiormes masas de trabajadores, lo que in.fh.ua tanto en los costos de
proa roción como en las alternativas de la -ida institucional. Los obreros, en
CAP. 13 — LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRÍAL 463

tanto ciudadanos, votaban por los partidos que los representaban y solían
defender sus derechos por medio de la huelga y otras acciones reívíndicati-
vas vinculadas a su vez al proceso productivo.
Tal y como estudiamos en párrafos anteriores, este modelo llegó a su
madurez en los decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial y tendió
a mostrar ahora señales de su agotamiento a. fines de los año <5 '70.
El colapso energético y la escasez de las materias primas en general, el
estancamiento en el crecimiento de la productividad del sistema y las múl­
tiples modalidades de la contestación política y cultural — hippies, rebelión
estudiantil, violencia política generalizada— por sólo mencionar algunos
ejemplos, pusieron en primer plano una crisis cuyas características cíclicas
llevaron a los economistas e historiadores de la economía a un temprano
análisis eoyuníural de la misma (V a n d er W e e , C a m b r ó n }.
Los años transcurridos desde entonces y las tendencias clave estable­
cidas en el funcionamiento de la economía mundial demostraron que nos
encontramos frente a una transformación estructural en pleno desarrollo.
Si quisiéramos señalar las características más salientes de las transfor­
maciones verificadas a partir de los años '70, seguramente las encontramos
en el comportamiento de los factores que venimos señalando.
En primer lugar, las materias primas naturales van "erdiendo el rol que
ostentaban en la llamada “era de la industria” . La tecnología llama a su re­
emplazo sea por la creación de los insumos sintéticos o por la eliminación
de las técnicas de producción en las que eran necesarias. Los plásticos han
ido desplazando con naturalidad incontables variedades de madera, metales,
c eros, lanas y fibras textiles. El mismo destino tuvieron las grasas natura­
les, los extractos vegetales y el caucho. Ei consumo de energía, con fuerte
énfasis en aquella de origen íósíi. fue drásticamente racionalizado a través
de Ja innovación tecnológica. Las naciones de desarrollo industrial aumen­
taron en forma dramática su producción de alimentos y se acentuó la ten­
dencia descendente de los precios de las materias primas.
Más arriba nos referíamos á la actividad productiva del trabajo Humano
como una de aquellas que registraba las modificaciones más sa.li.ent.es en e.¡
actual proceso de transformación. La producción agropecuaria hasta princi­
pios dei siglo XX, las industrias extractivas y de transformación,, la presta­
ción ce variados servicios y las tareas del intelecto y la creación, requirñ'-
roti enormes cantidades de.trabajo humano. Si la mecanización de h>s labo­
res agrarias llevó prácticamente a la desaparición de la mano de obra ee .el
campo, dos innovaciones vinieron a reducir las exigencias de trabajadores
en ía producción industrial y en 1* prestación de ios servicios. -.La primera
de estas innovaciones está relacionada con eí usa) de las máquinas de las
cuales los robots son una ultima derivación del avance tecnológico. Sin
embargo, ia expansión de ía -robótica es limitada y aparece en un país como
Japón, pnr ejemplo, en e! cual la desocupación no se bn presentado corno
uno de los problemas a)á& llaves. He. todos moños, es cierto que las máqan
464 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

ñas llevaron a la reducción del número de obreros necesarios para el funcio­


namiento de las fábricas. Sin embargo, otra innovación ha resultado muy
importante para la reducción de personal en la producción de bienes y ser­
vicios: la aplicación del control de los procesos por medio de la informáti­
ca y de la racionalización de los procesos en general, de manera tal que la
mano de obra y los servicios personales han ido reduciéndose tanto en el
funcionamiento de las plantas como en el de las oficinas.
Vamos a seguir a R e ¡ck (!) en la. triple división de las tareas que desem­
peñan los seres humanos en la economía. El se refiere a tres tipos de tareas:
en primer lugar, la que llama “los servicios rutinarios de producción” ; en
segundo lugar, "los servicios en persona” , y por último, “los servicios sim-
bólico-analíticos” .
Para la primera caiegoría reserva los puestos que se refieren a la repe­
tición automática de tareas, para los cuales no se requiere una educación
saliente, tales como el trabajo que llevan a cabo les obreros en las fábri­
cas, los operarios de distintos tipos de tareas extractivas, las faenas rura­
les y también las actividades referidas a la limpieza y al mantenimiento en
general.
En la segunda categoría, los servicios en persona, se refiere a aquellas
tareas que requieren cierta educación, por ejemplo la de la escuela secun­
daria. Aquí encontramos a las enfermeras, a los servicios referidos a kine~
siología, rervicios de salud en general, a una cantidad de tareas que no pue­
den realizarse en forma masiva, sino de persona a persona, como los vende­
dores. ios camareros, los empleados de hoteles y hospitales, los porteros,
los que atienden los mostradores de los bancos, las niñeras, los taxistas, los
servicios de peluquería y tocador.
El trabajo humano requerido en este tipo de servicios viene siendo dis­
minuido por la técnica, pero la verdad es que en muchos de ellos la interac­
ción del hombre sería de m-'.y difícil eliminación por ahora, precisamente
porque se prestan de persona a persona.
Por último, y máü ’mportunte, aparecen los que Ríísch llama ‘‘analistas
sim bólicos” , son aquellos que manejan las realidades virtuales rué simbo­
lizan a las cosas. Ticaen que ver con los di< e.ña Jores, los creadoies, con los
que manipulan ios i:isfrumentos financieros, los científicos, los artistas, los
gerentes. En íin, to tas las personas que, a partir de la recreación de imáge­
nes y símbolos, crean las nuevas formas de agregar valor y tienen un papel
preponderáis te en el manejo ¿e la economía actual; los analistas simbólicos
s o í 7 aquellos que asumen ia responsabilidad, y obtienen también la retribu­

ción acó; de con la importancia de sus servicios, de manejar los procesos


más imuortanies y ejercer el dominú; de ia producción y de las finanzas.

(! ¡ i í : , ( i 993).
CAP. 13 — LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRIAL 465

Decíamos más arriba que los prestadores de servicios personales están


obligados a una constante actualización de su formación y de su capacidad
para llevar a cabo su tarea. Esto también se da y con mucha intensidad en
el caso de los analistas simbólicos: la informática y las com unicaciones, que
son los medios esenciales de los que se valen para desarrollar sus tareas,
evolucionan constantemente, como también cambia de manera continua, por
la velocidad de la transformación, la realidad en la cual trabajan. Una reali­
dad conducida hacia formas cada vez más complejas, es por eso que la so­
ciedad ha ido también transformando la educación de punta de manera tal
que los analistas simbólicos reciban la educación más compleja y de avan­
zada en las universidades e institutos del mundo desarrollado.
Las formas simbólicas del capital y las actividades vinculadas a estos
símbolos, tales como la creación de moneda y el crédito, existen desde la
Antigüedad. La evolución de estos servicios acompañó el crecim iento y de­
sarrollo de la economía en la Edad Medía y apuntaló sin duda alguna la in­
tegración de los mercados mundiales. Durante la época de desarrollo indus­
trial, ei capital financiero estuvo fuertemente vinculado a la evolución de la
economía real. Siempre se había considerado a las actividades financieras
como un servicio prestado a la economía; de hecho la actividad bancaria
durante el auge de la sociedad industrial tenía dos objetivos esenciales-, uno
de ellos era la financiación del Estado y el apoyo de las finanzas públicas.
Esto a su vez tenía relación con la actividad privada, en orden a que los
Estados se preocupaban, por medio de distintos mecanismos de control, de
que la inversión privada estuviera regida por determinadas reglas de funcio­
namiento. Los bancos centrales se ocupaban por entonces, a través de la
tasa de redescuento, de fijar, al menos aproximadamente, el valor del dine­
ro. Por lo tanto, la banca, a partir de esa regulación cumplía con el segun­
do objetivo, esto es, prestaba el dinero n ecesirio para las inversiones rea­
lizadas en la economía real, además de otras formas crediticias destinadas
a favorecer la producción y el consumo. Sin emb irgo» si tuviéramos que
señalar una característica de las finanzas actuales, tendríamos que subra­
yar la desvineulación que va existiendo entre la vida financiera y ia econo­
mía.
Cuando hablamos de economía, señalamos básicamente a la producción,
distribución y consumo de bienes y servicios; cuando hablamos de finanzas,
nos referimos a actividades ligadas a la moneda, al crédito y a una cantidad
de modalidades de inversión que han ido apareciendo en estos últimos años
y que se presentan desvinculados de la economía real.
Dos innovaciones han venido a revolucionar ei mundo financiero. Por un
lado, la vinculación entre la computación y el teléfono satelital originó la
aparición deí mercado financiero global en tiempo real. Es decir que las
operaciones se realizan, y originan efectos en ios mercados, en segundos
con absoluta independencia de distancias fronteras o controles de las au­
toridades monetarias nacionales. Este proceso se inició en el siglo pasado
con las transferencias telegráficas de dinero, y no hubiera hecho más que
466 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

agilizar los mercados, de no mediar la segunda de las innovaciones señala­


das, es decir, la aparición de los instrumentos financieros virtuales. Hoy es
posible apostar en el mercado financiero mundial invirtiendo dinero en la
compra de opciones, futuros, precios futuros de materias primas [una deri­
vación de los antiguos mercados a término), evolución de índices y un sin­
número de títulos y valores, amén de las tradicionales monedas de metal y
papel y de transferencias que se verifican a la velocidad de la luz. La liqui­
dez de estos mercados no ha hecho más que crecer en los últimos veinticin­
co años impulsada tanto por la generación de capitales que origina la crea­
ción de moneda por parte de los bancos centrales y la multiplicación del
crédito, como por la propia velocidad de circulación originada en el sustento
telemático de las operaciones.
Hoy es posible operar las veinticuatro horas {siempre hay mercados ac­
tivos en el mundo), persiguiendo, por medio de afinados programas de infor­
mática, la optimización de las utilidades generadas en la más pura especu­
lación. Este tráfico especulativo involucra, todos los días, capitales mucho
mayores que los valores de los bienes y servicios intercambiados en la eco­
nomía, durante el m ism o lapso (*}.
La primera conclusión a la que podemos arribar es que el capital tai
como Jo describimos en páginas precedentes ha dejado de existir y ha sido
reemplazado conceptualmente por el capital financiero puro. En efecto, se
hace evidente que cualquier inversión en ia economía real debe ser evalua­
da hoy en función de un costo del dinero que responde a altas tasas con
razonable bajo riesgo fácilmente ubicables en miles de oportunidades de
inversión competitivas.
Desconocemos otros efectos producidos por la masa de capitales especu­
lativos. aun cuando podemos suponer que agregan una considerable volatili­
dad al sistema internacional. Sin embargo, la situación descripta nunca antes
se había presentado al menos con las actuaies características y crea una grau
incertidumbre con respecto aí efecto que podría originar el estallido de una
crisis financiera generalizada en la economía del mundo desarrollado.

13,3. EL RO L BE L A TECNOLOGIA

La historia reconoce una amplia expertencfá'“€'ü':eT'esitüdio de ia relación


entre el hombre y el desarrollo de los medios técnicos. Sea cual fuere eí
origen ideológico de los autores, queda claro que se encuentra siempre en
el entramado social una adecuación funcional necesaria a las particularida­
des de los medios técnicos utilizados.

{2 ¡ í<i--. ¡wr;r:-Y ¡ 1 9 9 3 } .
CAP. 13 — LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRÍAL 467

Si las sociedades agrarias de la era preindustria5. pudieron evolucionar


por largos períodos, fue porque su propia evolución tecnológica derivaba de
las cambiantes condiciones de la vida social y cultural y de las instituciones
políticas. Estas, a su vez, se vieron muy condicionadas por la transformación
de las capacidades productivas. Más allá del juicio de valor que nos m erez­
can ia esclavitud, la servidumbre y el trabajo asalariado en 1a fábrica, es
evidente que respondían plenamente a las necesidades de la agricultura
extensiva, el ciclo agroganadero con rotación trienal y la era industrial, res­
pectivamente.
Nos disponemos a encarar un somero análisis del desarrollo tecnológi­
co de las últimas décadas y conviene señalar que lo haremos en sus aspec­
tos técnicos, pero con más énfasis en las cuestiones relacionadas directa­
mente con el hombre y su interacción con la economía.
Pasemos revista, para comenzar, a las características del llamado “m o­
delo industrial” , situándonos en el período de su plena madurez tal como se
fue configurando desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
El punto de partida de esta descripción es, sin duda, la existencia pre­
sumida de grandes reservas de materias primas más energía barata, esencial­
mente de petróleo. La producción descansaba en el funcionamiento de aglo­
merados de fábricas que insumían cantidades de materiales y mano de obra
calificada (metalmecánica y química) y la gestión de pobladas estructuras
gerenciales servidas por numerosos empleados administrativos.
La lógica de este sistema presuponía la economía de escala. Grandes
masas de productos iguales para garantizar bajos costos. Es la época de la
construcción de extensas redes de autopartes, cadenas de supermercados y
la formalización de lo que dio en llamarse “ la sociedad de consumo” .
El malestar cultural de los años '60 preanuncüiba la decadencia de este
modelo y su reemplazo por ei paradigma actual.
En electo, la contestación híppie o tos sucesos de mayo de 1968 en.
Europa.llevaban a la toma de conciencia del agotamiento de los recursos
naturales no renovables (también a la destrucción de ia naturaleza en gene­
ral) y a ia-demanda social acerca de la llamada “ aHenación del hombre m o­
derno'*.
La crisis ce! petróleo contemporánea de la’ Guerra de Medio Oriente
('i 97:-'.) fue acompañada por un alza, generalizada- de los precios de las mate­
rias prima-., incluyendo lógicamente los de las distintas modalidades de la
energía.' 'Europa sintió fuertemente el impacto en sú. estructura productiva
y la principa: potencia oriental. Japón, temió por su abastecimiento de pe­
tróleo proveniente de las zonas cercanas a los acóníecim iei’ tos bélicos.
A esta profunda’ crisis sigue la aparición del modelo posindustria!; su
punto de partida recae en ei reconocimiento de la irracionalidad del derro­
che energético y en ei desplaza« to de las máten as primas y el trabajo por
medio de la tecnología.
468 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

A efectos de una m ejor comprensión, vamos a dividir el factor tecnoló­


gico en dos tipos, reconociendo que forman parte de una unidad funcional
indivisible.
En primer lugar, pasemos a lo que llamamos “tecnología de producción” .
Aquí encontramos las innovaciones que tienen que ver con la aparición de
los materiales y productos nuevos, relativos a la industria electrónica y de
la computación en general, de la precisión y de las máquinas —herramien­
tas—; también encontramos en este campo la sistematización —robots— y
la reorganización del trabajo de planta a partir del ingreso de la computadora
en la fábrica. Paralelamente, no debemos olvidar la tecnología de la comu­
nicación, la bioingeniería y, más específicamente, lo que podemos denomi­
nar “ la revolución en la producción y procesamiento de alimentos” .
En el segundo tipo, nos referimos a la llamada “ tecnología de gestión”.
Esta resulta de la aplicación de los sistemas informáticos — de su lógica de
funcionamiento-— al diseño y control de los procesos. Es evidente que la
automatización y la solución de numerosos problemas técnicos dei trabajo
de oíicina que aportan la combinación de distintas modalidades de la com­
putación y el teléfono llevaron también a una reducción de los planteles
gerenciales y de empleados.
Al proceso administrativo se agrega la nueva racionalidad en ía manipu­
lación de materiales (logística) y en la operación coordinada de los stocks
y de la producción con el objetivo de reducir los inventarios ¡y, consecuen­
temente, los capitales invertidos en existencias inactivas.
En una época en la que la información es la principal mercancía, la in­
tegración de la comunicación satelital y Va computadora hace posible que
una unidad de producción cualquiera funcione combinando aportes de dis­
tintos lugares del planeta, adecuándolos a las necesidades de una demanda
en constante evolución. Veremos más adelante cómo esta característica de
movilidad encuentra una dinámica similar en ios transportes internaciona­
les de personas y mercancías.
Los dos tipos de tecnología des crip tos encuentran su conjunción en Jo
que llamamos “ el sistema integrado de administración, producción y comer­
cialización” .
El avance tecnológico permitió pasar del sistema rígido de grandes plan­
tas y producción uniforme a un esquema flexible tic unidades adaptables a
una creciente diferenciación de los productos; el valor de los insumos reside
ahora en su capacidad de satisfacción dei consumidor, cuyos deseos son
minuciosamente estudiados, provocados y reemplazados por la racionalidad
de las leyes de la comercialización.
La adaptación de los productos y servicios a las preferencias de segmen­
tos del mercado de creciente diferenciación y la valorización de los mismos
por la información y el conocimiento qué contienen, más que por los mate­
riales con que están r echos, representan dos características significativas -
CAP. 1 3 - LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRIAL 469

del modelo que estamos describiendo. El éxito de las organizaciones descan­


sa en su adaptación a este mecanismo por medio de la integración de su
estructura de gestión, producción y comercialización en una unidad funcio­
nal eficiente.
Una de las medidas de esas eficiencias consiste precisamente en una
constante adecuación a un medio en rápida transformación.
Por el lado de la demanda es evidente que los consumidores son indu­
cidos por medio de técnicas cada vez más perfectas ai consumo de mercan­
cías y servicios que requieren, para su utilización y consumo, destrezas y
conocimientos que se encuentran en sociedades adaptadas a tales objetivos.
Unos y otros, productores y consumidores, deben, pues, protagonizar un
largo y costoso proceso educativo que haga posible su adaptación a los usos
y costumbres de la sociedad contemporánea.
De un somero análisis de la descripción del avance tecnológico realiza­
do pueden concluirse dos corolarios. El primero se refiere al dramático au­
mento de la productividad, en términos de trabajo humauo empleado en la
producción. Este incremento explica por sí solo el problema de la desocu­
pación sobre el que volvei-emos más adelante.
El segundo corolario está vinculado a la velocidad de las transformacio­
nes. La capacidad de un hombre, individualmente considerado, para adaptar­
se a situaciones nuevas depende de su edad, educación, predisposición. Las-
sociedades: tienen otros tiempos. En efecto, las transformaciones sociales se
rigen por el tiempo político, que suele ser asincrónico con el de las necesi­
dades y urgencias individuales. Como señalábamos en la primera parte, la
transformación tecnológica corre, por ahora, por delante de la capacidad de
adaptación de la sociedad y este asincronismo se presenta como uno de los
problemas pendientes de solución del mundo de hoy.

13,4;:.CARACTERISTICAS DEL MODELO


PO SIN D U STR IA L

.13,4,1. LA LLAM ADA UG LOB ALÍZ AC

La historia de 1a integración de los mercados mundiales se remonta a;


siglo XVI. En efecto, los conocimientos, que los operadores obtuvieron a
partir d^‘ las expediciones transoceánicas, de los precios y modalidades de.
comercialización <xe un número creciente de productos hicieron posible que
los mismos convergieran en espacios comerciales cada vez más vinculados.
A las especias, la seda y los metales preciosos fueron añadiéndose, en los
siglos siguientes, toda clase de mercancías, incluyendo a los seres-humanos
esclavizados.
470 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

La revolución de los productos, los transportes y las comunicaciones,


que supone la expansión de la industria, significó un cambio sustancial en
la organización del comercio mundial. La aparición de la navegación a vapor
y del casco de hierro permitió multiplicar los intercambios, reforzando la
constitución de un mercadG único de muchos productos. Las transformacio­
nes telegráficas interoceánicas contribuyeron a la aparición del mercado fi­
nanciero mundial y consolidaron el poder de las naciones industrializadas.
Estas tendencias no hicieron más que incrementarse dramáticamente duran­
te el siglo XX, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial.
Por lo tanto, la integración e interpenetración de los mercados de pro­
ductos, servicios y trabajo no constituye un fenómeno nuevo en la historia
de la humanidad. Los cientistas sociales otorgan, sin embargo, excluyente
importancia al actual proceso de globalización. Si bien la totalidad de bienes
y servicios objeto de las exportaciones no alcanza el 20 % del producto bruto
mundial, este comercio tiene una enorme influencia en toda la economía,
incluyendo muchas de las transacciones que se realizan en el ámbito de las
economías nacionales. Poco escapa, pues, a la influencia mayor o menor, del
mercado globalízado.
Por otra parte, no podemos dejar de lado los efectos de ia transnaciona-
lización del mercado financiero que describimos más arriba, lo mismo que
la fuerte expansión de las compañías internacionales originadas en los paí­
ses desarrollados. Estas controlan los rubros más dinámicos y rentables de
la economía mundial, esencialmente aquellos relacionados con 1a tecnolo­
gía de avanzada; la misma que da impulso a las transformaciones más rápi­
das y radicales de la llamada “globalización” , y que separa más y más las
distancias, en desarrollo y nivel de vida, de las naciones que han evolucio­
nado, de aquellas que se ubican en menores estadios de desarrollo relativo.
Señalemos ahora las causas convergentes que hicieron posible el grado
actual de internacionaüzación de la economía. En primer lugar considere­
mos la .-educción de los valores representados por fletes, manipulación de
mercancías y aranceles en ei costo de los bienes. Esto se debe fundamen-
ta Unen te a la modernización y magnificación de ios medios de transporte
navales y, sobre todo, aéreos y a su integración racional con ios terrestres,
lo que ha permitido ia multiplicación dei comercio mundial.
Personas y cosas se transportan más barato y. consecuentemente, en
mucha mayor cantidad por-.el mundo. La adecuada conservación de la tem­
peratura —se requiera frío o calor—-, t:i vacío. la rapidez del transporto de
mercancías perecederas como frutas, hortalizas o ñores,' o la roegaorganiza-
eión. del com ercio mundial de p etr'Ieo , se ofrecen como buenos aunque
insuficientes ejemplos de este proceso.
La perfeeeújn técnica, la velocidad y ia ubicuidad de ¡as comunicaciones
en sus múltiples manifestaciones vienen a completar o, mejor aún. a reem­
plazar a! transporte físico. Nos referimos ai fenómeno del transporte virtual
o simbólico, cada vez más importante, cíe noticias -de todo tieu. publicaeio-
CAP. 13 — LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSÍNDUSTRIAL 471

nes, datos científicos, programas, planos y diseños, etc., que la telemática


universal traslada plástica e instantáneamente, aliviando — o su prim ien do-
servicios de correos, eliminando trabas legales, haciendo innecesarios los
viajes y las reuniones de negocios.
La posibilidad de la comunicación vixlual de toda clase de datos e imá­
genes origina la internacionalización del trabajo de aquellas personas que
los producen; lo mismo ocurre con los servicios mundiales de los canales
de televisión de noticias y arte, y la difusión universal de cinematografía y
discos, en lo que da en llamarse la industria del espectáculo.
La expansión de los fenómenos descriptos conlleva un fuerte impacto
sobre el funcionamiento de muchas actividades aumentando o disminuyendo
su rentabilidad o disponiendo sobre su peí-vivencia o su extinción; por otra
parte, la lógica del tiempo real conduce a la resolución instantánea de los
problemas congruente con la tendencia a la satisfacción inmediata de las
necesidades o deseos propia de la cultura actual de las naciones desarrolla­
das. Estas tendencias no harán más que intensificarse en el futuro inmedia­
to con la difusión masiva de la televisión interactiva y la miniaturización y
maniobrabilidad de los recursos informáticos y de las comunicaciones.

13,4,2. EL DESARROLLO ASIMETRICO

La evolución de la economía internacional, incluj'endo las transforma­


ciones tecnológicas descríptas, la innegable mejora en el nivel de vida de
extendidos sectores de la población mundial, el significativo incremento en
los intercambios y las posibilidades latentes de superación para la especie
humana que se han producido en las últimas décadas no están exentas, sin
embargo, de dilemas en cuanto a la resolución de distintas cuestiones que
estudiaremos a continuación.
En primer lugar, señalemos la ruptura entre dos conceptos que. desde
el punto de vista de la economía clásica solidificada en el período de ia so­
ciedad industrial, se presentaban en forma paralela. En efecto, se roto ía
correspondencia entre crecimiento y desarrollo económ icos p o r i.n¡ lado, y
alimento del empleo, por otro. Es posible crear más riqueza con menos tra­
bajo. El incremento de la desocupación aparece como una tendencia univer­
sal y se verifica en países industrializados y en desarrollo. Un país que go­
zaba tradicionalmente de empleo pleno, como Japón, ha visto dxiniicarse su
número de parados en la última década ('1,90 % a 3,Í3 %}.
En una época en que el Estado ha ido retrocediendo en. su cobertura cié
las inequidades producidas por el funcionamiento de las leyes del morcado,
está claro que la. desocupación empeora ios fenóm enos de desigualdad y
exclusión de Jos sectores sociales más desposeídos. Esto uos He va a* segun­
do de los dilemas señalados. Nos referimos a La distancia crecen i»- que va
472 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

separando a las naciones ricas de las pobres y dentro de cada uno de los
países a las clases sociales privilegiadas de las carencia das. En el primero
de los casos, se hace evidente que los países tradicionahnente proveedores
de materias primas están sufriendo la baja de los precios o la desaparición
de la demanda de una cantidad de productos naturales.
Sin embargo, la m arginaíiiad favorecida por la desocupación y absten­
ción del Estado es observable tí.mbién en las sociedades más evolucionadas.
Los Estados Unidos han visto aumentar significativam ente el número de
pobres sin hogar. Es posible que un 10 % de la población norteamericana se
encuentre por debajo de la línea de flotación económica. En Europa, el pro­
blema de la desocupación es enfrentado de una manera diferente y será
objeto de un análisis en las próximas páginas.
Mirado globalmente, el problema del desempleo ha sido enfrentado por
el mundo contemporáneo a partir de ti es principios de solución, q leh a sido
posible observarlos en forma conjunta o por separado.
La primera de las soluciones mencionadas es propia del mundo desarro­
llado y posee una larga historia. Se trata de la aplicación del subsidio de
desempleo por parte de lo:, Estados; tanto en los Estados Unidos co n o en
Europa, el Welfare State extendió salario; mínimos, cobertura médica y
otros beneficios sociales a buena parte de h< población activa paiada. Esta
política continúa aun cuando sabemos que viene siendo cuestionada a par­
tir de la ideología de la abstención del Estado. La declarada necesidad de
incrementar la productividad y competitividad requerida por la competencia
internacional viene a enfrentarse con las urgencias que provoca la margina-
ción originada en el desempleo.
La segunda de las soluciones destinadas a enfrentar el problema de ?a
desocupación consiste en la redistribución del trabajo existente entre la
población potenciaímente activa. Este procedimiento conlleva la reducción
de la jornada de trabajo semanal de manera tal de hacer lugar a los parados
e implicaría la reducción de los salarios; tal decrcmento es, sin embargo,
inferior a la reducción horaria del trabajo. Quedaría aún por resolver el pro­
blema de los aportes a la seguridad social. En el mediano y largo plazo está
pendiente la viabilidad en el tiempo de este procedimiento. En efecto, la
máquina y la eficiencia del control de los procesos destruye puestos de tra­
bajo más rápido de lo que la población demora en reproducirse. Un buen
ejemplo de la reducción de la jornada labora) se aprecia en el debate por la
semana de treinta y cinco horas que ha tenido lugar en el Parlamento fran­
cés en 1998.
Mientras que las dos soluciones anteriores dependían de una u otra for-
ma de políticas activas por parte del Estado, la tercera forma de enfrentar la
desocupación deriva del propio funcionamiento de la economía y de su po­
sible expansión.
CAP. 13 — LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRIAL 473

La historia nos brinda un sinnúmero de ejem plos de creación de em­


pleos nuevos, de oficios y de profesiones a los que dieron lugar las grandes
transformaciones económicas. Como estudiamos precedentemente, ia Revo­
lución Industrial empezó destruyendo enteramente la industria textil domi­
ciliaría. Durante décadas las ciudades de Inglaterra exhibieron un ejército de
desocupados, fuertemente depresor de los salarios. No obstante, a partir de
la segunda mitad del siglo XIX actividades que jamás habían existido fueron
posibles —y rentables— a partir del desarrollo y expansión de la industria.
A título de ejemplo mencionemos a los trabajadores de la industria petroquí­
mica, de los transportes terrestres, marítimos y aéreos, la industria del es­
pectáculo, los medios de comunicación y propaganda masivos. Todas estas
actividades absorbieron millones de puestos de trabajo que antes no exis­
tían.
Es dable suponer, pues, una expansión similar en el futuro, aun cuan­
do las modalidades de trabajo no pasen forzosamente por el mercado {3} sino
por una combinación de formas contractuales sociales, incluyendo el volun­
tariado, es decir, el trabajo gratuito.
Sin embargo, la evolución futura de la desocupación involucrará cambios
sociales de gran magnitud y de complejidad imprevisible. El mundo se ha ido
acostumbrando a convivir y seguramente deberá hacerlo en el futuro con las
situaciones de pobreza y marginalidad que en la actualidad son dramática­
mente perceptibles. En todo caso, las soluciones provendrán del constante
aumento de la productividad no menos que de una toma de conciencia de las
clases dirigentes, de la gravedad de los problemas que plantean la desigual­
dad y la exclusión.

13,4,3. LOS MODELOS DEL DESARROLLO

Aun cuando las características del sistema capitalista actual poseen cier­
ta uniformidad —retroceso de la intervención del Estado, preeminencia del
mercado como asignador de recursos y distribuidor de la riqueza, ideología
de la globalización, megaevolucíón de las finanzas^—. la realidad muestra
distintos modelos de comportamiento que difieren entre sí en cuanto £ re­
glas de funcionamiento y criterios de distribución de la riqueza; tamoíén
estos modelos provienen de una historia social política y económica que
presenta matices diferenciados. Nos referiremos brevemente a algunos de
ellos, comenzando por el que históricamente originó los principales logros
de la expansión industrial: la modalidad anglosajona (4).

( 3 ) R ífkin { 1 S 9 R ? .

( 4 ) A i ,b e r t ( 1 9 9 3 ) .
474 Hl-STOfíiA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

Las características imperantes en las sociedades norteamericana y bri­


tánica durante la década del ’80, es decir, en el curso de los gobiernos re-
públicanos y conservador, respectivamente, moldearon un modelo fuerte­
mente apoyado en la inversión-privada, el retiro del Estado de las tradicio­
nales acciones de protección social, una reducción de la carga impositiva
sobre las ganancias y una ílexibilización en la contractualidad laboral faci­
litadora de la rotación de los trabajadores y, lógicamente, del despido. En
ambos casos, fue perceptible el desarrollo de las actividades financieras que
hemos descrípto más arriba.
El resultado en las perspectiva de la década y media de la implantación
del modelo ha sido la concentración de la riqueza y un aumento de los boL
sones de pobreza. En los Estados Unidos, particularmente, las tasas de cre­
cimiento se han mantenido en un promedio del 2 % anual y aun cuando se
ha verificado un retroceso de la desocupación los nuevos empleos presen­
tan características de precariedad y bajos salarios; esencialmente se encuen­
tran en el sector servicios, ya que la industria ha expulsado personal a lo
largo de todo el período. Siempre en los Estados Unidos se ha notado un
abandono de una cantidad de rubros de tradicional preeminencia tales como
textiles, maquinarias y electrodomésticos; en este último punto la cantidad
de productos norteamericanos que se vendían en el territorio de la unión,
pasó de 99 % a 0 % en los últimos veinte años (s).
Esto explica el gran déficit de la balanza comercial norteamericana en­
jugado por su gran atracción como mercado financiero y su liderazgo en
ramas de la producción de gran especialízación como la informática y la fa ­
bricación de aviones.
Por otra parte, los Estados Unidos conservan una estructura económi­
ca sumamente \>tegrada, tal como se perfiló desde fines dei siglo XIX.
Un modelo de diferente comportamiento encontramos en los países de
Europa Occidental, lo que últiiñamente se ha denominado el capitalismo
renano {c'j. El punto de partida det ingreso de la economía europea al mun­
do posindustrial se basó en ia creación de un universo ec onómico comuni­
tario. con la constitución del mercado común europeo y la unificación po­
lítica en marcha a partir de la firma deí Tratado de Maasíricht,
Es claro que la economía europea también se ciñe, en generaí, a tas re­
glas de funcionamiento que describimos a! referirnos al modelo anglosajón;
sin embargo, la historia económica de estas riáciones está presente en la
pe ¡-vivencia de una cantidad de instituciones que podemos sintetizar en una
vigorizadora acción de los Estados y de la entidad supranacíonai (U.E.j en ia
organización de la economía. Es así que el sistema bancario y financiero en
general se encuentra reglado, dentro de las posibilidades que ofrecen las

( 5 ) Tí'.UíOw £ 1 9 9 2 } .

O.- A: ' ••{1 9 9 3 ).


CAP. 13— LA TRANSICION A LA ECO NO M IA POSINDUSTRIAL 475
finanzas globalizadas de la actualidad, con bandas de cotización monetaria
preestablecidas, controles acordados sobre los gastos de los Estados y sis-
teínas crediticios enderezados a satisfacer las necesidades de inversión ins­
taurados por las autoridades de B ruselas.
Desde el punto de vista estricta m en te económ ico la Comunidad ha dis­
tribuido entre las distintas reg ion es roles de producción de bienes y servi­
cios dentro de los cuales los agen tes econ óm icos deben encuadrarse, en el
marco de las metas máximas y m ínim as más o menos rígidas. A sí la indus­
tria láctea de Asturias no puede sobrepasar determinada cantidad de produc­
ción de leche y sus derivados, so pena de abonar importantes multas. Lo
propio ocurre con la producción de vin os, frutas y otros alimentos, y con la
producción industrial de autom óviles, maquinarias, instrumental de óptica
y fotografía, por poner algu nos eje m p lo s . L os transportes de toda índole
continúan siendo generosamente subsidiados, lo mismo que los servicios de
correos y comunicaciones en general. El sistem a educativo mayoritariamen-
te en manos de los Estados p resen ta una sólida organización al servicio de
los objetivos económicos de la Comunidad. Europa se presenta así como una
unidad económica frente al m undo con sus propios objetivos, dispuesta a
ofrecer un frente regional com p etitivo ante los Estados Unidos y el mundo
oriental.
Desde el punto de vista del llam ado “W elfare State", aun cuando es po­
sible percibir un retroceso en las fu nciones del Estado, la perduración de
diversas políticas referidas a la salud, la educación y a la protección de la
familia por un lado y la existencia con m ayor o menor extensión del seguro
de desempleo, pone de m an ifiesto una diferencia sustancial con el modelo
: anglosajón.
El caso de Japón se presenta com o un apasionante desafío a la compren-
. sión del observador de la h istoria económ ica contemporánea. País de orga­
nización cuas; feudal, encerrado en s í m ism o a m< diados del siglo XIX. Ja­
pón se transformó en los años de la posguerra en una formidable potencia
.industrial orientada a la exportación y en la vanguardia de la producción tec­
nológica de avanzada de ía era posindustriai.
Una economía fuertemente centralizada en manos de conglomerados que
controlan toda su actividad, con un sistem a educativo riguroso y exigente y
finanzas puestas al servicio de la organización de la producción. Japón pudo
convertirse en uno de ios principales abastecedores del mundo de automó-
■viles,-relojería y electrodom ésticos. Hace años que su comercio bilateral con
ios Estados Unidos presenta superávit de decenas de miles de millones de
dólares. Japón ha llevado a iod o ei resto del mundo oricntai sus industrias
a ia búsqueda, rie salarios más bajos y es un referente obligado cuando se
estudian las innovaciones más audaces en los métodos de producción cali­
ficada, robótiea y sistemas de organ ización de las empresas.
476 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

A pesar de las mencionadas innovaciones, de la inclusión de los robots


y del dramático aumento de la productividad de su industria, Japón presenta
cifras de desocupación sensiblemente inferiores a las del resto del mundo,
aun cuando, como vimos más arriba, estos problemas comienzan a manifes­
tarse en forma preocupante.
La cuenca del Pacífico presenta también el caso de los llamados NIC,
sigla inglesa referida a los países de reciente industrialización, tal el caso de
Corea del Sur, Taiwán y Singapur, por mencionar a los de más impactante
crecimiento y desarrollo. Este modelo parte de la base de economías agra­
rias que en la década del '70 se lanzaron a la modernización a partir de fuer­
tes inversiones en infraestructura y educación, dirigidas a la expansión en
mercados de todo el mundo.
Compitieron así con productos de Japón, los Estados Unidos y Europa
en automotores, textiles, electrodomésticos y bienes de consumo con nota­
ble éxito. Este modelo contó inicialmente con una fuerte centralización en
decisiones económicas del Estado y mano de obra sensiblemente más barata
que la de sus competidores. Otros países de la región como Tailandia, Indo­
nesia o Malasia se incorporaron al mercado mundial a partir de sus costos
salariales mínimos y no alcanzaron el desarrollo de los modelos menciona­
dos anteriormente a pesar de la fuerte expansión de sus exportaciones es­
pecializadas en mercancías de poco valor agregado industrial y mano de obra
intensiva.
Como se ha estudiado en los capítulos precedentes, la Unión Soviética
se constituyó en un vasto imperio político y económ ico con base en una
economía estatal férreamente centralizada. Desde el. punto de vista estruc­
tural, sus características salientes no se apartaban de aquellas del mundo
capitalista. En primer lugar su industria absorbía el trabajo de millones de
obreros en grandes plantas que se aprovechaban de una economía de esca­
la, de rígida planificación y del supuesto de que el recurso energético habría
de mantenerse inalterable en el tiempo. Por otro lado, la Unión Soviética
debía afrontar los compromisos de una potencia nuclear. Esto insumía in­
gentes recursos para mantener el arsenal atómico y un estado de constan­
te beligerancia latente durante ia llamada '‘Guerra Fría” .
El sistema llegó a su agotamiento e inició una palpable decadencia a
partir de los años v70. Esto resultaba claro tanto a los términos de medida
de su debilitada producción industrial, en la composición de sus exportacio­
nes —cada vez más dependientes de sus materias primas— y en (a imposi­
bilidad de alimentar a la población.
La cristalización de una burocracia instalada en el poder, encarnada en
la llamada “ nom enklatura” deí Partido Comunista, coincidía con una iner­
cia conformista que reconocía inquietantes ingredientes de corrupción e in­
competencia. La revolución de las comunicaciones permitía al pueblo sovié­
tico, como no había sido posible en ei pasado, conocer tanto las modalida­
des del consumismo de occidente como los estilos y posibilidades de expre­
sión de las democracias de Europa y los Estados Unidos.
CAP. 13- L A TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRÍAL 477

No obstante estos contactos culturales se presentaban como la con­


trapartida de crecientes vínculos comerciales entre la economía soviética y
la del resto del mundo. Se hace explícita la competencia con el sistema ca­
pitalista no sólo en términos estratégicos, sino en capacidad de producción
y adaptación a cambiantes medios tecnológicos. Esto suponía una flexibili­
dad que el sistema soviético, basado en la rígida planificación centralizada,
no poseía.
La aparición, a mediados de los ’80, de una línea reformista encabeza­
da por M ija il G orbachov se presentó como una posibilidad cierta de renova­
ción del sistema.
La Glasnost y la Perestroika fueron ofrecidas por el nuevo secretario del
Partido Comunista como los medios idóneos para despega.'- a la Unión Sovié­
tica de su estancamiento. La primera aludía a una renovación en el manejo
de la información que agregaría transparencia y libertad al sistema político.
Por Perestroika se entendía una reestructuración tanto política como
económica que introducía un principio de descentralización y privatización
progresiva de la economía. Poner en marcha este proceso suponía un ejer­
cicio de autoridad que la Glasnost precisamente ponía en tela de juicio.
El fracaso de G o r r a c h o v condujo a una rápida extinción del poder sovié­
tico dentro y fuera de sus fronteras rusas. Entre 1989 y 1991, la Unión So­
viética había desaparecido,- el nuevo gobierno encabezado por B o kis Y e ltsin
debía lidiar con una gravísima crisis estructural en. la que convivían una
galopante inflación y diversas tendencias anarquizantes y de retorno al pa­
sado. Por otra parte, la significativa extensión del mercado negro controla­
do por grupos ilegales agregaba más dificultades a una situación sumamente
crítica í7}.
Después del fracaso de la economía planificada del socialismo soviético
y sus aliados de Europa Oriental, la región ha tenido que enfrentar en for­
ma desigual su transición ai capitalismo. Este proceso, de muy variada evo­
lución, encuentra a las naciones tratando de resolver los problemas de una
infraestructura sumamente retrasada, la ausencia de una clase empresarial
al estilo occidental, la reconstrucción del Estado y las fuerzas armadas y la
existencia de diversas formas de delito organizado. No obstante, entre la
absorción de la ex Alemania Oriental por parte de la Federal, por un lado, y
el proceso de occ.ídentalízación de las naciones que conformaban la Unión
Soviética, por otro, medía una diferencia abismal en cuanto a las g« andes
dificultades que deberá vencer el ex mundo comunista. Párrafo aparte me­
recerá China, la gran nación de más de mil millones de habitantes que en­
cara un proceso reformador en el que subsisten las antiguas formas de or­
ganización de la producción socialista con una controlada apertura al capi­
talismo sin mercado: es claro que el proceso chino está lejos de haber com­
pletado su transformación y merecerá, sin duda, un análisis más profundo
en el futuro.

( 7 ) H o h b a v .m ( 1 9 9 / ) .
478 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

13,4,4. L A S T E M A T I C A S C R I T I C A S

Al margen de las cuestiones puramente económicas, el mundo actual


presenta un conjunto de problemas cuya evolución en el siglo XXI merece
nuestra mención. En primer lugar, la influencia de los factores a los que nos
referiremos sobre la vida económica es determinante. Un segundo aspecto
a tener en cuenta se refiere a que algunos de estos dilemas se plantea como
un desafío a la supervivencia de la humanidad.
Comencemos, pues, por la evolución de la población mundial, la que se
espera que sobrepase los seis mil millones de habitantes en los primeros
años del siglo XXL La población mundial está creciendo y las tendencias
actuales y las del futuro inmediato seguramente recuerdan los agoreros pro­
nósticos de M a l t h u s .
No obstante ello, el crecimiento señalado no se verifica en forma homo­
génea ni es universal. Los países ricos de Europa Occidental, como Alema­
nia o Francia, apenas si logran mantener su equilibrio demográfico, otros
como España e Italia no llegan a reproducir su población actual 3' tienden a
una baja de la misma; sin embargo, dentro de estos mismos países existen
bolsones sociales de diferente comportamiento demográfico; '"'t efecto, la po­
blación de origen turco en Alemania, los musulmanes o africanos en Fran­
cia o en Italia se reproducen a una velocidad superior a la de sus vecinos au­
tóctonos.
En general, podemos decir que los países más pobres presentan un cre­
cimiento vegetativo sustancialmente mayor que el de los ricos; Africa, por
ejemplo, ve crecer su población a un ritmo notoriamente superior al conjun­
to de Europa y Norteamérica. Un ejemplo parecido podríamos ofrecer con
respecto a América Latina y el Caribe, aun cuando se observa un decreci­
miento paulatino en los últimos años. En síntesis, si algo caracteriza a 3a
evolución de la población mundial es su marcada asimetría^ El duerna es,
pues, si la capacidad del hombre para subvenir a. las necesidades de una
población creciente será suficiente para enfrentar el hambre y otras ueecsi-
dades básicas de la población mundial Esto, lógicamente, se relaciona no
sólo con la aptitud técnica para producir abrigo y alimentos, sino también
con la distribución de 'os mismos .entre las distintas regiones dei planeta
q u e venimos es tu di ando y que presentan, hasta aquí. una. marcada desigual­
dad; La permanencia en el tiempo d éla s tendencias dcscriptas podiá i Levar
a la /k-en tíiación de .hambrunas, m igraciones n¡;-:-bvas y otros problemas
deri vadus de ia sohrepoidaeión.
En los países desarrollados, por oirá parte, la prolongación de ia expec­
tativa de vida — que en Escandinava, por dar un ejemplo, se sitúa actualmen­
te por encima de los 80 años—, acarrea dos consecuencias a tener en cuen­
ta: en primer lugar, ei envejecimiento de ia población y, en segundo, ei aa-
n¡-.-uu> de pasivos en el sistema de seguridad social, ancianos qué.deben ser
mantenidos por un número decreciente ríe trabajadores activos.
CAP. 13 - LA TRANSICION A LA ECONOMIA POSINDUSTRIAI 479

Las naciones ricas han mantenido una p o l í t i c a restrictiva frente a las


presiones de las corrientes inmigratorias provenientes cíe los países pobres.
Tal es el caso de los Estados Uníaos en su extensa frontera con México y de
Europa respecto de Africa y otras regiones postergadas del planeta. Este y
otros casos quedan pendientes de resolución para el siglo XXI.
La historia de la humanidad puede graficarse con cuatro círculos con­
céntricos, representando el externo lo técnicamente posible, el siguiente lo
económicamente viable, luego lo sociaímente aceptado y, por último, en el
círculo central lo ecológicamente tolerado por el planeta. Desde los prime­
ros tiempos de la humanidad la lectura de este gráfico debía hacerse en for­
ma centrífuga, es decir, todo era ecológicamente posible, muchas conductas
sociales aberrantes eran toleradas, pocas actividades económicas eran via­
bles y muy pocos problemas técnicos podían resolverse fácilmente.
Las transformaciones de nuestra época han ido invirtiendo el sentido de
lectura del gráfico propuesto. Hoy podemos decir que todos o casi todos los
problemas técnicos pueden ser resueltos y que muchas cuestiones econó­
micas están en condición de ser solventadas. Sin duda el avance de la hu­
manidad ha vuelto inaceptables innumerables prácticas sociales indeseables,
tales como la esclavitud o la explotación de niños. Completando la lectura
de los círculos concéntricos, el ecológico se encuentra al borde de una ca­
tástrofe planetaria.
Cuando hablamos de equilibrio ecológico, no nos referim os solamente
a la supervivencia de determinadas especies animales o vegetales, a la lim­
pieza de las aguas y del aire, o a la destrucción de los recursos naturales.
Estas prácticas ecológicas deben forman parte de la preservación del plane­
ta de manera tal, que pueda seguir siendo el hábitat de la humanidad, brin­
dando al mismo tiempo las posibilidades de un desarrollo económ ico sus-
tentabie.
Múltiples ejemplos de. la destrucción del equilibrio ecológico son enfren­
tados hasta ahora con pobres resultados. La extinción de ia capa de ozono,
el llamado “ efecto invernadero1' producido por el recalentamiento de la at­
mósfera, la polución del aire que respirarnos en las ciudades, la muerte de
i o s bosques y de la fauna de ríos y lagos, la aparición de muevas enfermeda­
des como eí sida o la esquistosomiasis y la producción diaria de millones de
toneladas de desechos industrialcs y basura domiciliaria, no biod egradab! es.
por parte de las naciones desarrolladas, son algunos de eUos. Cabe pregun­
tarse por cuánto tiempo más podr-nv s seguir respsrana-o o p:aduciendo
alimentos. en condiciones que garanticen la sil pervi vencí e. hvi mana.-
La solución de este problema no puede ser encarada mediante la inicia­
tiva privada, la lógica del mercado o, en el caso de que existiera, ia unilate­
ral buena voluntad de ios Estados. Se deberá encarar un proceso de recons­
trucción del medio ambiente a través de una verdadera revolución cu luí raí.
e n 1a. que n<> quede fu era c c m o ¿i •fi cació n ninguno de los húb i ios d e vi da de
sociedad. Esta transformación. como la referida a la evolución áemogra-
480 HISTORIA ECONOMICA GENERAL SOCIAL

fica, requiere una toma de conciencia de la humanidad a partir de sus sec­


tores más esclarecidos que todavía se presenta en forma insuficiente.
Como toda época de transformación, la nuestra se presenta en el mar­
co de un fuerte cuestionamiento de los valores tradicionales, en este caso
aquellos que caracterizaron a la sociedad industrial; no escapan a este plan­
teo la conformación de la familia nuclear, los códigos de comportamiento,
las formas estéticas, las creencias religiosas, los ideales individuales y co­
lectivos.
Los sistemas políticos y sus protagonistas, los partidos, se encuentran
inmersos en una crisis de representatividad. Fueron creados para adminis­
trar el conflicto social decimonónico en que se enfrentaban patrones y obre­
ros. Su lógica de comunicación era la del ágora y la palabra escrita. Como
lo hemos explicitado más arriba, ese conflicto social ha sido reemplazado
por otros y las modalidades de la comunicación se han hecho mediáticas e
imaginarias. Lo mismo podríamos decir de muchas otras instituciones que
muestran signos de agotamiento y que no podrán sobrevivir sin una profun­
da renovación. Tal es el caso del Estado, al que se consideró hasta hace
pocos años el medio idóneo para asignar los recursos sociales y redistribuir
la riqueza. Hoy soporta el desafío que supone la aceptación lisa y llana de
las normas del mercado y la globalización.
Al comenzar este capítulo, señalamos la asimetría planteada entre la ca­
pacidad técnica del hombre para transformar la economía con respecto a su
aptitud para producir una asimilación social de esa transformación. A los
dolorosos síntomas de esta asimetría los hemos encontrado en la descr-ip'J
ción de las formas económicas de la sociedad actual, de los problemas de­
rivados de la aceleración de las transformaciones y en la ausencia de una
explicitación trascendente de la nueva realidad, comprensible para el hom­
bre contemporáneo.
También señalamos que nuestro análisis se realiza con instrumentos del
pasado, creados en el contexto de una realidad que ya no existe. Es posible
que las ciencias sociales produzcan nuevos métodos analíticos, adecuados
a los tiempos por venir. Es posible también que la humanidad, como ya ocu­
rrió en el pasado, se habitúe a vivir en un cambio acelerado y permanente y
que las nuevas generaciones no lo perciban como un hecho traumático o
conflictivo.
Sin embargo, para llegar a esta nueva realidad, falta aún atravesar tiem­
pos difíciles que requerirán, a no dudarlo, un enorme esfuerzo de adaptación
y creatividad.
B IB L IO G R A F IA

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