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La grave crisis de derechos humanos en Nicaragua

El 21 de diciembre del año 2018 el Presidente Donald Trump aprobó la Nica Act (Nicaraguan
Investment Conditionality Act) la cual impone a partir de su entrada en vigor una serie de
restricciones al desembolso de préstamos que solicitase Nicaragua a entidades y organismos
financieros internacionales, tales como, el BID, el FMI y el Banco Mundial, sin embargo, la
celeridad con la que se firmó esta disposición es producto de la grave situación por la que
atraviesa el país centroamericano.

Y es que Nicaragua tiene casi 9 meses de sufrir una de las crisis políticas más sangrientas desde la
dictadura militar somocista, crisis que comenzó el 18 de abril del 2018, producto de las protestas
que en un inicio surgieron por el incendio en una de las reservas más importantes del país, y luego
por una disposición de reforma al seguro social para “salvarlo” de la quiebra, a raíz de ésto el
gobierno de Daniel Ortega ha tildado de “golpistas” a jóvenes estudiantes, empresarios y todo
aquel que proteste en contra de la violencia desatada por policías y paramilitares que lejos de
estabilizar y controlar la situación del país han creado un Estado de caos y terror, desatando una
ola cruenta de represión e intimidación en nombre de la “paz y reconciliación”, misma que ha
dejado un saldo de más de 325 muertos, más de 1,500 heridos y cerca de 500 presos políticos.

Además de ello recientemente la dictadura de Daniel Ortega y como es característico de todo


régimen autoritario ha empezado a embestir el derecho a la libertad de expresión y libertad de
prensa, ya que, durante el mes de diciembre pasado la Asamblea nacional canceló la personería
jurídica a nueve organizaciones de la sociedad Civil, entre ellas el Centro Nicaragüense de
Derechos Humanos (CENIDH), catalogando a algunas de acéfalas, desnaturalizadas de sus
objetivos, o de ser organismos e instituciones desestabilizadoras que incitan al odio y el terrorismo
en la población, así mismo, algunos medios de comunicación fueron suspendidos y otros allanados
por la policía confiscándoseles equipos e instalaciones, como fue el caso del periodista Carlos
Fernando Chamorro hijo de la ex Presidente Violeta Barios de Chamorro, quien es además
propietario del periódico Confidencial, y programas como; Esta Noche y Esta semana críticos del
gobierno, pero el caso más insólito fue el injustificado y definitivo cierre del canal 100% noticias y
la encarcelación ilegal y arbitraria de su dueño, el periodista Miguel Mora y su jefa de prensa Lucia
Pineda Ubau, los cuales enfrentan un proceso judicial anómalo acusados por incitar al terrorismo y
la violencia.

Sin embargo, también vale la pena analizar detalladamente las acciones del Presidente Daniel
Ortega en contra de aquellos a los que él y su esposa llaman “minúsculos, vampiros, seres
pequeños, mezquinos, enemigos de la paz” etc. y mencionar sobre todo que desde abril del 2018
es un hecho que agentes paramilitares, parapoliciales y la misma policía nacional han actuado de
forma exasperada contra todo aquel que no sea adepto al gobierno, atacando, encarcelando,
enjuiciando y torturando no solo a periodistas sino también a líderes políticos, campesinos,
religiosos, y sociedad civil en general aplicándoseles deliberadamente la Ley 977 “Ley contra el
lavado de activos, el financiación al terrorismo y a la proliferación de armas de destrucción
masivas” cercenando así la libertad de expresión, prohibiendo de manera paralela cualquier
protesta cívica, condenando la portación del pabellón nacional, símbolo del “golpe suave” fallido
para el oficialismo, violentando además y de forma categórica el artículo 30 de la carta magna que
afirma “Los nicaragüenses tiene derecho a expresar libremente su pensamiento, en público o en
privado, individual o colectivo, en forma oral, escrita o por cualquier otro medio” manejando de
esta manera en doble vía su discurso ante la población nicaragüense y la comunidad internacional.

No obstante, los alcances del régimen sobrepasaron los límites, pues el 20 de diciembre del 2018
fueron expulsados de Nicaragua los organismos internacionales de derechos humanos, tales como
la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), el MESENI (Mecanismo de Seguimiento
Especial para Nicaragua) y el (GIEI) el Grupo Interdisciplinario Especial de Investigación, mismos
que fueron notificados de su salida inmediata 24 horas antes, algo que pone a Nicaragua en una
situación de aislamiento político, elevando la presión internacional, y agravando la situación de
recesión económica de dicho país, una nación con un PIB que apenas alcanza unos 12 mil millones
de dólares promedios anuales.

Jossy Kraudy

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