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Reporte

Ana Delgado Rubiales

Raúl Zibechi. (2010). La “lucha contra la pobreza” como


contrainsurgencia. En América Latina: contrainsurgencia y
pobreza(35-71). México: Ediciones desde abajo.

El término pobreza ha sido usado en multitud de campos y con multitud de intenciones y


connotaciones. Desde la sociología, como señala el autor de este capítulo, ha sido una eje central de
estudio. El ámbito en el que más se machaca, manipula, tergiversa este término es desde la política
con el fin de tener el control de su perpetuación a favor de una élite social. Si bien es un término
que no se le puede dar unas delimitaciones teóricas claras sí que se pueden visualizar a aquellos
grupos sociales a los que apelan. Para que este jerarquía haya sido posible Zibechi describe los
orígenes y evolución del papel de la pobreza, finalizando con una propuesta metodológica.
El autor señala al Banco Mundial como base del pensamiento económico mundial y, en
consecuencia, de las políticas sociales. El Banco, como máxima institución económica, ha visto
pasar numerosos intelectuales. Zibechi hace especial mención a McNamara, pionero en tratar el
tema de la lucha contra la pobreza. Sus propuestas se extendieron al mundo entero. El eje de su
gestión fue el matrimonio de desarrollo y seguridad. A sabiendas de la importancia que tiene la
violencia en el atraso económico se centró en el control social mediante propuestas de planificación
social, urbanización de barrios populares, desempleo, salud o nutrición. Un control directo desde
arriba hacia abajo con una intención clara de homogeneización de la población, dejando de lado los
estudios focalizados o la escucha ciudadana.
La pobreza toma una relevancia tal que pasa a “tener un estatuto teórico y político, como
unidad de análisis y centro de las políticas públicas, que debe estar incluida en las iniciativas de los
gobiernos así como en los estudios e investigaciones” (pág. 43). El impacto del Banco se deja notar
en cada rincón del planeta. Este, como brazo ejecutor del capitalismo, señala al sector de la
población que no está adaptado al mercado y crea todo un campo de estudio para, por un lado,
señalar su marginación y, por otro lado, darles pautas político-sociales para su inserción en el
mercado de un modo precario. Esta mirada hacia la pobreza esconde el verdadero problema según
el autor, la riqueza. Podemos observar este fenómeno a través del pensamiento abismal que
desarrolló Boaventura de Sousa Santos. En este lado de la línea estaría la economía capitalista,
relacionada con la riqueza, como estatus incuestionable y único legítimo a alcanzar, y al otro lado
de la línea estarían todas las otras formas de economías, bautizadas de multitud de formas y
clasificadas como pobreza (Santos, 2010).
La marginación de la pobreza viene dada primero por su definición continuando con su
localización espacial y terminando por crear una política concreta para su “solución”. Surge a partir
de entonces las organizaciones especializadas en su resolución, las ONGs. Estas son un instrumento
político-ideológicos que trabajan sobre un problema temporal y superficial de la pobreza
perpetuándola a su vez debido a que no hay cambios estructurales.
Según argumenta el autor todo este entramado de soluciones paliativas no nacen de una
preocupación real por la situación de pobreza sino por la necesidad de no crear insurrección social.
He de añadir que esta pobreza se encuentra enlazada con el racismo, siguiendo la definición de
Ramón Grosfoguel. Así pues, ésta no puede dejar de existir pues es la base que sustenta la economía
capitalista. La riqueza no podría existir si no existiesen estos estratos de pobreza que las alimentara.
A lo largo de la historia han habido programas con la intención de combatir la pobreza real
como el caso mexicano de PRONASOL, o el caso ecuatoriano de PRODPINE. Ambos fracasados.
El Banco ha llegado a viralizarse de tal forma que hasta los gobiernos de izquierda copian su
modelo. De esta forma se normalizan la estructuras capitalistas. El autor plantea que la solución
parte de una deconstrucción estructural, dejando de lado las políticas universalistas y contemplar la
multiplicidad de actores y sus contextos. Plantea, pues, una ideología decolonial aplicada a la
economía.

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