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católica en el proceso
de emancipación de
Venezuela
JONÁS FLORES
Postura de la Iglesia
católica en el proceso
de emancipación de
Venezuela
© Jonás Flores
© Fundación Editorial el perro y la rana, 2007
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elperroy larana
Agradecimientos 9
Jonás Flores
Introducción 13
a la esposa del brazo del esposo y a los hijos del regazo de sus
madres” (ley para abolir el Tribunal de la Inquisición, Caracas,
febrero 1812).
Explicaba también este Congreso, que otra razón válida
para abolir el terrible Tribunal de la Inquisición era la forma
como estos realizaban los procedimientos para juzgar y senten-
ciar a sus víctimas.
Establecen estos hombres de pensamiento liberal, que la
actuación de los inquisidores era análoga a los horrores y tinie- 49
blas que la cubren. Si esto es cierto, ¿por qué tanta descalifica-
ción hacia el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición? (Si
alguien aún se atreve a preguntar). Pues bien, uno de los gran-
des dones que el Creador le ha otorgado al hombre es el de la
libertad o libre albedrío, por lo tanto cada ser humano creado
a la imagen de Dios tiene el derecho inherente de ser libre para
tomar sus propias decisiones y responder por sus actos.
Por lo tanto ningún hombre o institución puede ser con-
ciencia de otro, lo que significa que nadie debe vender su con-
ciencia a otro hombre. Tal es la máxima del protestantismo cuyo
paladín Martín Lutero lo proclamó a viva voz al solicitársele que
se retractara de sus convicciones y esto lo aplaude el liberalismo.
¡Qué felicidad para un hombre!, ¡vivir en sociedad sin
rey y sin papa! En Venezuela estaba penetrando esta doctri-
na de libre pensamiento, sin embargo las cadenas medievales y
del oscurantismo papal, se negaban a romperse por los esbirros
de la Inquisición. Es así como este Congreso de 1812 de corte
liberal tuvo la osadía de desafiar y abolir este tribunal de las
tinieblas. Se tomó como base el bienestar del hombre, el de la
familia y su convivencia en sociedad. Se criticó arduamente
cómo era tratado el ser humano al caer en manos de esta justi-
cia divina.
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CADA DÍA UN LIBRO
hombre que usa las Sagradas Escrituras, para extraer de ellas las
más sublimes ideas a favor de la libertad. Si Lutero descubrió
en la Biblia que el justo sólo por la fe vivirá, Roscio descubrió
que todos los hombres son iguales ante Dios, sin excepción,
porque de un mismo linaje o tronco común proceden todos los
hombres. Es por ello que la falacia que atribuye a los reyes pri-
vilegios especiales por emanación divina, es puro artificio. Es
una obsesión que tuvo su origen en Nimrod, un experto caza-
dor, fundador de Babel de acuerdo a la Biblia. Este hombre con 77
toda la astucia y el engaño, supo combinar el sacerdocio ido-
látrico para que se formase una especie de culto, cuyo objeto
era la exaltación y alimentación del ego de este simple mortal.
Dicha fabulosa combinación dio como resultado la unión de la
religión con la política, un sistema perfecto para persuadir a los
espíritus crédulos, sometiendo fácilmente a hombres, mujeres
y niños bajo el dominio de su voluntad.
Las ideas expresadas por Roscio no se encuentran lite-
ralmente como un ABC en la Biblia; se requiere de mucha
inteligencia y perspicacia para llegar a las deducciones que él
obtiene a partir de los textos sagrados. Pero al analizarse con-
cienzudamente el relato de la Torre de Babel y sus posteriores
consecuencias, lo expresado por Roscio cobra lógica con bas-
tante fuerza.
Para el dogma católico, la interpretación que hace Ros-
cio pudiera ser una herejía, porque ¿cómo es posible que un
simple fiel se atreva a interpretar la Biblia? Si bien es cierto que
Roscio fue un doctor en teología, esto no lo facultaba para in-
terpretar la Biblia por sí mismo; su juicio y opinión no debían
pasar por encima de lo que enseñaba la Iglesia en las cátedras
de religión.
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CADA DÍA UN LIBRO
Esta nación, aclara él, sufre mucho bajo el yugo del poder arbitra-
rio. Pero con evidencias históricas de que en un tiempo disfrutó
de soberanía. Seguidamente Roscio manifiesta que los españoles
formaban sus leyes para otorgar poder y señorío a un gobernante,
no con el propósito de que se adueñaran de las cosas de cada uno,
sino para defender los derechos de todos. Y así fue en España du-
rante los trescientos años que duró el gobierno de los godos, y
mientras la conquista de América no proporcionó a los monarcas
austríacos en España, la usurpación de los derechos del pueblo. 115
A manera de ejemplo, Roscio señala que los concilios de
Toledo, las cortes de Castilla y Aragón fueron los tesoros más no-
tables de las funciones soberanas españolas. A ellas tocaba el nom-
bramiento de la persona que con el título de rey había de ejecutar
sus leyes. Pero acabado el gobierno de estos reyes por la irrupción
de los Moros, los españoles conservaron su independencia refu-
giándose en las montañas y con ella el derecho de constituir sus
conductores y destituirlos cuando les pareciese bien.
Roscio también enfatiza que la pérdida de la libertad del
pueblo español no fue obra de un momento. El incremento y
perfección del despotismo fueron iniciados por los reyes cató-
licos, con el apoyo de los teólogos de la tiranía. Estos teólogos
fueron inspirados por el maligno espíritu que animó a la ser-
piente en el paraíso, serpiente condenada por sentencia divina
a andar arrastrándose sobre su pecho. Conducta que imitan es-
tos teólogos, por cuanto se arrastran para halagar el despotis-
mo, pero que en lugar de avergonzarse, imitan a los reptiles,
vanagloriándose en ser como tales. “Obedecemos pecho por
tierra”, es la frase con que esta gente recibe y saluda las órdenes
del tirano a quien adoran.
Finalizando el capítulo, Roscio presenta evidencias para
demostrar que es una farsa la infalibilidad del Papa en lo po-
lítico y religioso, especificando que cuando el pontífice fue
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CADA DÍA UN LIBRO
primer libro que yo leí bajo la inf luencia del despotismo, pero
abrí mis ojos y ni aún quiero recordar el nombre de su autor”.
En el capítulo cuarenta y siete, Roscio trata nuevamente
el tema del regicidio, mencionando el asesinato de Tarquino
“El Soberbio” en manos de Julio Bruto y detallando el ase-
sinato del rey Eglón de los moabitas, en manos de Aod, un
hebreo que llegó a introducirse en su palacio bajo engaño pro-
pinándole una puñalada mortífera. Roscio, inspirado en el
118 pensamiento y obra de Santo Tomás de Aquino, escribe que es
un deber de los hombres fuertes y valientes como Aod y Julio
Bruto, librar de la tiranía a los pueblos, aunque sea en peli-
gro de su vida. Por lo que exigir un juramento de pacifismo a
esta doctrina, es exigir que el hombre en sociedad renuncie a
sus derechos imprescriptibles, en compromiso a una esclavitud
perpetua garantizando la impunidad de los malhechores. Sin
embargo, maquinar contra un monarca por opiniones religio-
sas es obra del fanatismo que tanto ha deshonrado la humani-
dad y vulnerado la moral del Evangelio.
En el capítulo cuarenta y ocho se citan otros ejemplos
bíblicos que favorecen el regicidio, como el de Abimelec, ya
detallado en el presente análisis en una sección anterior. Ade-
más de un elogio a Débora, Jahel y Judith, mujeres hebreas que
libraron a sus coterráneos asesinando a mandatarios opresores.
Colmado de ejemplos bíblicos, Roscio también pregunta que
si las personas de los déspotas coronados, debían ser para no-
sotros más inviolable y sagrada que la de nuestros padres, ¿por
qué no darles un lugar preferente en las tablas de la ley? O a lo
menos, ¿por qué no grabar en ella un precepto igual al del pa-
dre y de la madre? ¿Por qué pues privilegiar más a un déspota
de quien no recibimos bienes, sino males? En defensa de la di-
vinidad, Roscio explica que por no someter a un individuo a la
voluntad general de un pueblo, se presenta una imagen de Dios
Postura de la Iglesia católica en el proceso de emancipación de Venezuela
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Corrección Xoralis Alva
Diagramación Jairo Noriega
Diseño de colección Mónica Piscitelli
Caracas, Venezuela