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la emocional que está conformada por los sentimientos y emociones, el éxito radica en
conocerlos y utilizarlos de manera asertiva;
la espiritual reconoce el poder del sujeto para trascender los fenómenos sensoriales,
permite dar sentido a la vida hallar la misión para la cual el sujeto se encuentra;
la sexual pues desde que nacemos la disfrutamos por medio de nuestro cuerpo y el
contacto con el resto de las personas y objetos que todavía consideramos parte de sí
mismo; y por último
Figura 1.
El concepto de solidaridad según Jon Sobrino citado por Elizalde (2006) es “un
modo de ser y de comprendernos como seres humanos, consistente en ser los
unos para los otros para llegar a estar los unos con los otros, abiertos a dar y
recibir unos a otros y unos de otros”. Esto hace que se convierta en una forma de
vida, donde se logra compartir el bienestar propio con quienes lo necesitan,
permitiendo con ello mejorar la calidad de vida de quienes le rodean.
García Roca citado por Elizalde (2006) dice “No existe la solidaridad sin justicia,
ésta es su expresión básica y primera; ser solidario es antes que todo cumplir con
el correspondiente deber. La solidaridad exige la justicia y la presupone en cuanto
que ésta afirma la dignidad moral del sujeto humano y la igualdad entre todos los
seres humanos”, esto indica que las personas para poder vivir dignamente en
comunidad primero que todo requieren aprender la práctica de la solidaridad, no
ese concepto mal entendido del dar de lo que le sobra, sino dar de lo que tiene, y
tal vez también lo que necesita, con el fin de alcanzar la equidad para todos en la
comunidad en la cual vive.
Las teorías de Mcluhan permiten comprender mejor lo que sucede ya que a pesar
de la tecnologización, lo humano no puede desdibujarse, los medios de
comunicación, para crear la aldea global, no sólo han dado origen a una extensión
de la sensibilidad humana, sino de las instituciones sociales y del poder
generando un Estado Ampliado, dando como resultado, por ejemplo, que
actualmente las guerras ya no se ganan en el campo de batalla tradicional, como
fueron las trincheras; sino que ahora se obtienen en los medios de comunicación,
demostrando que es cada vez más el espacio simbólico que construyen los
canales de comunicación y sus ampliaciones, donde se reconstruye y destruye los
procesos de la vida cotidiana, particularmente en las ciudades.
Así como lo expresan Gudynas, E. & Acosta, A. s.f. (2008) “La idea del 'buen vivir'
se está difundiendo en toda América Latina. Es un concepto en construcción que
aspira ir más allá del desarrollo convencional, y se basa en una sociedad donde
conviven los seres humanos entre sí y con la naturaleza. Se nutre desde ámbitos
muy diversos, desde la reflexión intelectual a las prácticas ciudadanas, desde las
tradiciones indígenas a la academia alternativa.”
El buen vivir parte de la armonía del ser humano con su medio ambiente, tanto
urbano como natural, es necesario hacer un acto de convencimiento para todos,
de que las personas necesitan aprender a proteger su entorno, es un compromiso
humano que permite a la sana convivencia y el mantenimiento a lo largo del
tiempo de la especie, por ello es imprescindible empezar por cuidar todo aquello
que le rodea.
Citando a Gudynas & Acosta (2008) “En el Ecuador se le expresa como buen vivir
o sumak kawsayen kichwa, mientras que en Bolivia sele invoca como vivir bien,
suma qamañaen aimara, ñandareko en guaraní y sumak kawsay en quechua” esto
indica que la comunidad Latinoamericana tiene como objetivo el buen vivir,
siempre y cuando se mantenga la armonía y el equilibrio, no solo natural sino
social, es necesario que los humanos empiecen a hacer conciencia del cuidado
del ambiente y de los recursos naturales, como principal insumo de vida, pues
cuando el planeta se desequilibra la vida corre peligro, es necesario formar paso a
paso construcciones o redes sociales que fomenten el valor de las teorías del
buen vivir.
Figura 3.
Fuente: Tomada de https://goo.gl/egtMbM
La naturaleza permite a las personas vivir, por ello es importante propender por su
cuidado, pues los individuos han explotado de manera indiscriminada sus recursos
y es evidente que desarrollo no es sinónimo de detrimento de los recursos, tanto
naturales, como humanos y económicos, es una equivocación, no puede haber
avance cuando se está destruyendo el medio de vida, o cuando para mejorar en
algo se están agotando las fuentes de riqueza; el ser humano se ha acostumbrado
a devastar en pro del progreso, esto de ninguna manera es avance, el destruir se
ha convertido en emblema del dominio o de alcanzar la cima de un proyecto; por
lo anterior es importante proponerse como misión solidaria iniciar la campaña por
la recuperación del entorno para las generaciones futuras.
El bien vivir tiene mucho que ver con la reivindicación de los derechos de todos,
no solo con los mal llamados minorías, ya que en pro de la minorías se han
violentado los derechos de la mayorías, es necesario reconfigurar el concepto de
reivindicación de los derechos, pues todos los seres humanos tienen los mismos
derechos, es más fácil que redireccionar los mismos derechos en pro de unos
pocos, recalcar que esos mismos derechos son en equidad para todos, con el fin
de armonizar una real equidad para todos.
Las comunidades tienen el sartén por el mango frente a los criterios mínimos para
el buen vivir, pues se relaciona en gran medida con aquellos que tienen que ver
con la vida digna, son esos mínimos no negociables que permiten a las personas
reclamar sus derechos básicos, esos que hacen de la vida sencilla un efecto de
armonía y felicidad, para vivir bien no se necesitan lujos, solo es necesario tener
esas cosas mínimas que le hacen feliz, pero una felicidad expresada en las cosas
que hacen sentir bien a las personas y a su comunidad, no lo que genera
facilismo, no se puede confundir con confort pues cuando trabaja el sujeto en su
bienestar muchas veces por momentos se pierde el confort a corto plazo, para
alcanzar la tranquilidad que brinda la armonía de sentirse bien con su comunidad y
consigo mismo.
La solidaridad como valor y vivencia es una de las características del buen vivir,
dado que cuando el ser humano es solidario, es capaz de mantener la filosofía
que da origen al buen vivir, guardando el respeto por el orden natural del mundo,
viviendo en armonía con la naturaleza, haciendo la vida humana digna y feliz para
todos, en la comunidad de quien la ejerce, el buen vivir no es una misión loca o
suicida, pues en un mundo sumido en la modernidad no se pretende reñir con el
desarrollo o con los avances científicos, más bien supone el tratar de armonizar la
tecnología en favor de la protección de la naturaleza, pero no una protección que
impida el desarrollo como tal, sino una protección que lleve a la humanidad a
armonizar el desarrollo con una calidad de vida para todos en el mundo.
Las personas requieren permitirse la felicidad que genera el sentirse bien con lo
que le rodea, perder por momentos la complacencia que da el estatus y más bien
empezar a reflexionar en aquellas cosas que le hacen sentirse bien consigo
mismo, el gozar la visión de su entorno, recuperar la admiración por las cosas
pequeñas, el gozo de sentir con todo el ser la naturaleza que le rodea, con el fin
de escuchar de alguna manera el interior de la tierra enlazado con el ser humano
para la convivencia armónica, no es alejarse de su bienestar, sino el saber que
puede y debe hacerse para su protección y mantenimiento.
Según Gudynas & Acosta (2008) en la constitución Boliviana en el artículo 313 “Se
postula un ordenamiento económico plural, vinculado a principios como la
solidaridad y la reciprocidad, donde el Estado se compromete a la redistribución
equitativa de los excedentes mediante políticas sociales de diverso tipo. Es más:
se insiste en que para lograr el “vivir bien en sus múltiples dimensiones”, la
organización económica necesita atender propósitos como la generación del
producto social, la redistribución justa de la riqueza, la industrialización de los
recursos naturales, etc.” Allí se evidencia que para un buen vivir el estado precisa
comprometerse en la consecución de un bienestar general par todo su pueblo.
Por eso sin dejar de lado su poder, al estado le corresponde tener la capacidad de
unificar sus fuerzas, no solo las espirituales y físicas, sino también las laborales,
pues solo cuando el estado pretende el bienestar de todos en su pueblo, es que
se alcanza la unión de quienes a él pertenecen y al mismo tiempo la protección del
medio en el cual vive, protegiendo su entorno y fomentando la germinación de
más recursos naturales, equilibrando en parte la destrucción que ha ocasionado el
hombre, en su ambición de poder y grandeza.
Vallaeys (2012) manifiesta que las universidades que pretenden formar a los
estudiantes desde la RSU han propuesto ciertas características para sus
egresados estas son “Un estudiante preocupado por las injusticias a su alrededor
y con voluntad de comprometerse en acciones concretas. Un estudiante que haya
podido desarrollar su propia capacidad solidaria en acciones de voluntariado
conducidas desde la Universidad. Un estudiante informado, capaz de
contextualizar su saber especializado en vista a la solución de los problemas
cruciales de su sociedad. Un estudiante capaz de escuchar, intercambiar y entrar
en empatía con el otro, es decir que haya podido beneficiar de experiencias
sociales formativas a nivel emocional. Un estudiante formado a la ética del
diálogo. Un estudiante promotor de democracia y participación, que sabe ser
ciudadano, es decir que 'sabe gobernar y ser gobernado' como decía Aristóteles”.
Podemos deducir del párrafo anterior el interés de las universidades por hacer de
sus estudiantes personas solidarias interesadas por el medio en el cual se
desenvuelven generando en ellos profesionales dedicados a trabajar por un buen
vivir, destacándose entre otros como profesionales solidarios y comprometidos con
su entorno.
Es necesario tener en cuenta que la RSU busca fomentar proyectos que ayuden a
la comunidad, pero proyectos que cumplan con unos requisitos mínimos: deben
apuntar a reivindicar la dignidad humana de manera ética, protegerán o
recuperarán recursos naturales, serán justos y equitativos es decir beneficiarán
por igual a los miembros de la comunidad objeto del proceso, en pocas palabras
apuntar al buen vivir, con el fin de que el compromiso adquirido sea asumido de la
misma forma por quienes serán favorecidos.
Los proyectos de RSU requieren contar aparte del insumo humano, que es quien
aporta la creatividad, la innovación, la cooperación, la participación, el
compromiso, la responsabilidad, también es necesario quien o que provee el
insumo económico, el cual es importante pues para que estos proyectos
evidencien resultados extraordinarios, pues esto permite la capacidad de mejorar
equipos o herramientas que lleven a un buen fin.
Para dar una guía a quien desea presentar un plan de responsabilidad social
universitaria, orientando de una manera como puede ir encausado el proyecto
solidario es importante recordar que son acciones de responsabilidad social,
Solarte (2003) citado por Vallaeys expresa que son: “los Acuerdos con la
competencia en áreas de interés común como el aprovisionamiento de insumos o
el empleo de canales comunes de distribución, los Convenios de cooperación por
medio de los cuales se comprometen a trabajar en un campo específico común,
con el fin de beneficiar a la comunidad y, de alguna manera, a las empresas, las
Campañas institucionales para promover programas que benefician a la
comunidad o a las empresas asociadas, sin hacer mención de ellas en particular”.
Por último, pero no menos importante, es conveniente hacer público cada una de
las fases del proyecto presentando a los interesados que se ha ejecutado, cómo y
cuál es el paso a seguir para que las comunidades puedan implementar su
participación y cómo puede afectar a su colectivo en cada uno de los pasos a
seguir.
Vallaeys (2012) sostiene que al llevar a cabo las RSU se pueden demostrar varios
tipos de impactos que observarán a continuación:
Lo anterior demuestra que las RSU permiten a los estudiantes que conciban un
proyecto bien planeado que afiance sus competencias sociales, refuerce los
conocimientos y herramientas conceptuales y metodológicas adquiridos durante el
periodo de estudio, gestionando y cumpliendo a cabalidad los objetivos cuyos
indicadores de impacto sean medibles, esto para el caso de la universidad se
evidencia en los monitores solidarios, este proyecto permite hacer de las prácticas
profesionales un espacio con enfoque social donde según el Acuerdo 219 de
2014, Art. 15, 17 “Desarrollan acciones para resolver un problema de una
organización social (…) o solidaria, aplicando las competencias propias de la
profesión. La práctica social (…) o solidaria implica la articulación de lo aprendido
en la universidad con el quehacer cotidiano de la organización para atender algún
requerimiento de la misma”