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una es la cognitiva, esa es la capacidad de conocer, aprender, inventar o descubrir, esta

potencia las habilidades y destrezas al enlazarlas con las otras;

la emocional que está conformada por los sentimientos y emociones, el éxito radica en
conocerlos y utilizarlos de manera asertiva;

la espiritual reconoce el poder del sujeto para trascender los fenómenos sensoriales,
permite dar sentido a la vida hallar la misión para la cual el sujeto se encuentra;

la social se refiere al conjunto de interacciones con quienes lo rodean y construir su


cultura; el personal que se fortalece por los logros en las otras dimensiones;

la sexual pues desde que nacemos la disfrutamos por medio de nuestro cuerpo y el
contacto con el resto de las personas y objetos que todavía consideramos parte de sí
mismo; y por último

la física representada por el cuerpo, como se desarrolla se expresa y se forma a través


del ejercicio y alimentación.

Tema 1: Concepciones de la solidaridad


Bajo las premisas del desarrollo humano y el desarrollo sostenible es
probable orientar las políticas públicas hacía una economía que apunte a generar
un mayor equilibrio en la distribución de la riqueza, el cuidado del medio ambiente
y la igualdad en bienestar para todos; pero estas metas se alcanzarán no solo con
la proyección de legislación que lo respalde, sino con el compromiso social, moral
y ético de todos los ciudadanos en la transformación de los paradigmas socio
económicos actuales que posibiliten un presente y futuro mejor.
Conforme a lo anterior es importante conocer la solidaridad no solo como un
valor sino como un concepto que permite a los seres humanos ser con otros, por
otros y para otros, haciendo de ella un pilar para convivir y construir una sociedad
más justa y equitativa al alcance de todos. Por ello partimos del concepto de
solidaridad como una acción humana que permite a las personas demostrar a
otros, pero especialmente a sí mismo, que su humanidad no ha sido oprimida por
el mercantilismo y el consumismo. Sin embargo, no resulta fácil en una sociedad
mediatizada y abrumada por el ejercicio diario de compra y venta de productos,
lograr que un valor colectivo como este aflore en un sujeto y menos en favor de un
desconocido.
Esta no es la única definición de solidaridad, existen diferentes disciplinas que han
tratado a través de la historia de aproximar lo más posible la acción solidaria a una
realidad social histórica. Durkheim manifiesta que existen dos tipos de solidaridad
una mecánica con “semejanza e igualdad de tareas, actividades y percepciones
de los individuos de un grupo” respaldada en una comunidad de creencias; y por
otra parte existe la solidaridad orgánica, la cual se basa en la dependencia mutua
entre quienes conviven en una comunidad.
Humberto Maturana en un concepto muy coloquial habla de la biología del amor,
donde se permite al otro ser en unidad con uno, haciendo de la solidaridad un
espacio donde el otro es igual y semejante a sí mismo.

A pesar del paso de la historia la solidaridad siempre ha sido una parte


fundamental del ser y de su relación con quienes le rodean, haciendo de ella una
acción y herramienta que posibilita la formación y el desarrollo del ser como
individuo, a la vez que lo hace en comunidad, pues facilita en muchas formas
desde lo ético, lo biológico, lo político y lo social que las personas forjen su
persona con una visión más amplia de su presente con el ánimo de promover
progreso para el individuo y su entorno.

Por lo anterior es necesario tener en cuenta que actualmente se habita en un


planeta globalizado donde la información y la comunicación se encuentran
mediadas por el mundo virtual, el acceso a información y a productos es casi
inmediato. En este mundo las relaciones entre personas, intercambios cara a cara,
han sido reemplazados por el monitor de un PC, es evidente que el ser humano se
ha venido sumiendo en el aislamiento social, su contacto con el otro es cada vez
menor, vive esclavo de las herramientas tecnológicas, invirtiendo la razón de su
existencia “el servicio al humano”, alejándolo cada vez más de acciones que
demuestren a sí mismo y en su entorno que es un ser emocional y tiene la
responsabilidad de ser solidario con otros.

El ser solidario no es solo un concepto o una acción, es una responsabilidad de


las personas para mostrar que tan altruistas pueden ser, también indica hasta
dónde pueden aportar para lograr el bienestar de quienes habitan en su contexto
próximo o lejano. El ser solidario no se deriva de ser solo un valor o una definición,
tiende a convertirse en un ejercicio que permite la realización de un sujeto como
ser humano, capaz de comprometerse con la compensación en alguna medida a
otros y no simplemente cómo se ha interpretado, involucrarse en brindar algo de lo
que le sobra al necesitado, el ser solidario cambia en su acción pero no en su
esencia, según el contexto social e histórico en el cual se desarrolla la persona.

Tal como lo expresan Heredia & López (2012) "A través de


habilidades prosociales como la solidaridad, no solo es posible reconstruir y
fortalecer los lazos entre las personas y crear redes sociales (agrupaciones de
diversa índole) con un tejido social sólido, sino también, en algunos casos,
reconstruir físicamente ciudades enteras que han sido asoladas por los desastres
naturales", esto evidencia a la solidaridad como la habilidad que lleva a los seres
humanos a compartir su bienestar con quienes le rodean.
Como se muestra a continuación en la figura 1 es necesario el trabajo en equipo
para que exista una acción solidaria responsable, donde todos los miembros de
una comunidad se comprometan en la labor, y un buen ejemplo de ello son las
hormigas, pues con su aporte individual las colonias pueden mantenerse vivas a
pesar de la vicisitudes y de las necesidades, ya que cada una aporta lo necesario
para mantener en equilibrio el bienestar común.

Figura 1.

El concepto de solidaridad según Jon Sobrino citado por Elizalde (2006) es “un
modo de ser y de comprendernos como seres humanos, consistente en ser los
unos para los otros para llegar a estar los unos con los otros, abiertos a dar y
recibir unos a otros y unos de otros”. Esto hace que se convierta en una forma de
vida, donde se logra compartir el bienestar propio con quienes lo necesitan,
permitiendo con ello mejorar la calidad de vida de quienes le rodean.

Por lo anterior se puede deducir que la solidaridad no va sola, siempre se


encuentra acompañada de otros valores, pues se origina en el respeto y la
tolerancia, pasando por el compromiso, apoyo y responsabilidad entre otros, la
solidaridad se vuelve parte de la vida, casi un hábito dado que cuando en una
comunidad que realiza esta práctica, se posibilita el mejoramiento de la calidad de
vida de la misma y el mejoramiento del entorno.

La solidaridad permite a una comunidad construir y reconstruir el tejido social que


fortalece la identidad de un grupo, cultivando de manera profunda lazos que
promuevan la asociación de un grupo o colectivo social, enriqueciendo la
convivencia y facilitando que la personas practiquen en su diario vivir habilidades
prosociales de cooperación que dignifican la vida humana, teniendo como base la
historia para la construcción de un futuro favorable para todos.

Desde la antigüedad se han evidenciado historias solidarias, buenos ejemplos


pueden ser: el hombre primitivo decide agruparse con otros para facilitar la
supervivencia de la especie, estas agrupaciones dan origen a las sociedades; los
palenques, allí los negros se reunían para mancomunadamente realizar acciones
que beneficiaran a su comunidad y poder defenderse de los esclavistas y su
explotación; movimientos obreros en pro de la defensa de los derechos del
ciudadano desde una perspectiva colectiva, avalando a los trabajadores que
exigen sus reivindicaciones; los derechos humanos agrupan a las personas frente
a la unión para su defensa favoreciendo a quienes le son vulnerados, podría
encontrarse muchos más ejemplos, pero a lo que se apunta con esto es a probar
que el hombre se ha comprometido en muchos casos frente a la responsabilidad
humana que exige que aflore la solidaridad humana.

García Roca citado por Elizalde (2006) dice “No existe la solidaridad sin justicia,
ésta es su expresión básica y primera; ser solidario es antes que todo cumplir con
el correspondiente deber. La solidaridad exige la justicia y la presupone en cuanto
que ésta afirma la dignidad moral del sujeto humano y la igualdad entre todos los
seres humanos”, esto indica que las personas para poder vivir dignamente en
comunidad primero que todo requieren aprender la práctica de la solidaridad, no
ese concepto mal entendido del dar de lo que le sobra, sino dar de lo que tiene, y
tal vez también lo que necesita, con el fin de alcanzar la equidad para todos en la
comunidad en la cual vive.

En la figura 2 se presenta una imagen de cómo el individuo puede ser apartado de


su dignidad humana cuando trata de proteger su entorno conocido, sus
posesiones y su familia, pero siempre existirá una mano amiga que le apoyará en
el proceso de reivindicación de la dignidad humana.

Tema 2: Buen vivir


Antes de entrar en el tema del buen vivir es importante recordar que el desarrollo,
la economía y la sociedad no solo se construye en torno al hombre, sino que el
hombre en armonía con su entorno genera diferentes formas de vivir consigo
mismo y con otros, generando ideas que promueven la idea de bienestar,
haciendo su vida más cómoda y con un mayor confort para todos, pero en esta
carrera de vida y productividad se ha olvidado de su compromiso humano consigo
mismo, con sus semejantes y con su ambiente.

El ser humano no es solo necesita reconocerse como individuo, también necesita


vivir en comunidad con otros y su entorno, donde las necesidades básicas son
cubiertas, pero el afán del alcanzar el bienestar no puede ser una excusa para
olvidar que lo orienta el compromiso con aquellos y aquello que le rodea, que si
bien la tecnología se ha creado al servicio de las personas, requiere mantenerse
como herramienta y no como prioridad y fin, pues aunque los sitios alejados
geográficamente se acercan virtualmente, la virtualidad no tiene por qué alejar a
los y lo cercano.

Las teorías de Mcluhan permiten comprender mejor lo que sucede ya que a pesar
de la tecnologización, lo humano no puede desdibujarse, los medios de
comunicación, para crear la aldea global, no sólo han dado origen a una extensión
de la sensibilidad humana, sino de las instituciones sociales y del poder
generando un Estado Ampliado, dando como resultado, por ejemplo, que
actualmente las guerras ya no se ganan en el campo de batalla tradicional, como
fueron las trincheras; sino que ahora se obtienen en los medios de comunicación,
demostrando que es cada vez más el espacio simbólico que construyen los
canales de comunicación y sus ampliaciones, donde se reconstruye y destruye los
procesos de la vida cotidiana, particularmente en las ciudades.

Es importante para las personas que no puede confundir el bienestar con el


confort, pues la línea que los separa es muy delgada y puede desaparecer en la
búsqueda de facilitar la vida y las acciones diarias que se realizan, no siempre es
preferible alcanzar la facilidad y el descanso, también es importante ejercitar el
cuerpo, el cerebro y hasta el espíritu en la búsqueda del sentirnos bien.

Así como lo expresan Gudynas, E. & Acosta, A. s.f. (2008) “La idea del 'buen vivir'
se está difundiendo en toda América Latina. Es un concepto en construcción que
aspira ir más allá del desarrollo convencional, y se basa en una sociedad donde
conviven los seres humanos entre sí y con la naturaleza. Se nutre desde ámbitos
muy diversos, desde la reflexión intelectual a las prácticas ciudadanas, desde las
tradiciones indígenas a la academia alternativa.”
El buen vivir parte de la armonía del ser humano con su medio ambiente, tanto
urbano como natural, es necesario hacer un acto de convencimiento para todos,
de que las personas necesitan aprender a proteger su entorno, es un compromiso
humano que permite a la sana convivencia y el mantenimiento a lo largo del
tiempo de la especie, por ello es imprescindible empezar por cuidar todo aquello
que le rodea.

Citando a Gudynas & Acosta (2008) “En el Ecuador se le expresa como buen vivir
o sumak kawsayen kichwa, mientras que en Bolivia sele invoca como vivir bien,
suma qamañaen aimara, ñandareko en guaraní y sumak kawsay en quechua” esto
indica que la comunidad Latinoamericana tiene como objetivo el buen vivir,
siempre y cuando se mantenga la armonía y el equilibrio, no solo natural sino
social, es necesario que los humanos empiecen a hacer conciencia del cuidado
del ambiente y de los recursos naturales, como principal insumo de vida, pues
cuando el planeta se desequilibra la vida corre peligro, es necesario formar paso a
paso construcciones o redes sociales que fomenten el valor de las teorías del
buen vivir.
Figura 3.
Fuente: Tomada de https://goo.gl/egtMbM

La naturaleza permite a las personas vivir, por ello es importante propender por su
cuidado, pues los individuos han explotado de manera indiscriminada sus recursos
y es evidente que desarrollo no es sinónimo de detrimento de los recursos, tanto
naturales, como humanos y económicos, es una equivocación, no puede haber
avance cuando se está destruyendo el medio de vida, o cuando para mejorar en
algo se están agotando las fuentes de riqueza; el ser humano se ha acostumbrado
a devastar en pro del progreso, esto de ninguna manera es avance, el destruir se
ha convertido en emblema del dominio o de alcanzar la cima de un proyecto; por
lo anterior es importante proponerse como misión solidaria iniciar la campaña por
la recuperación del entorno para las generaciones futuras.

Es necesario cambiar el pensamiento capitalista de que amasar fortuna es


sinónimo de bien vivir, dado que está comprobado que la fortuna económica no se
relaciona directamente con el vivir bien, se hace necesaria la búsqueda de
acciones que realmente fomenten el “sumak kawsay” donde toda una comunidad
es favorecida por las acciones de bienestar común y no se concentra la
prosperidad en unos o un solo individuo, el bien vivir promueve que las
comunidades en general puedan percibir de igual manera las comodidades que
brinda la riqueza.

En los aportes de Gudynas & Acosta (2008) encontramos la importancia de incluir


en los planes de desarrollo a las culturas indígenas muchas veces desarraigadas
en cada país, hablan de que para el bien vivir “Se incorporaron saberes
tradicionales que estaban subordinados, se cuestionaron los trasplantes
culturales, y se abrieron las puertas a nuevas ideas sobre las relaciones entre
sociedad y naturaleza, o sobre la pobreza y el bienestar. Todos estos aportes
están en marcha en la actualidad; por ello, el buen vivir es un campo de ideas en
construcción”. Esto indica que una sociedad que quiere avanzar, realmente
progresar, requiere que tenga en cuenta a todos desde el más pequeño hasta el
que más poder tiene, esto garantizará que toda una comunidad irá prosperando en
la medida en que se permita la participación activa de todos quienes la conforman.
Es claro que la sociedad actual tenga que preguntarse ¿Hasta dónde va el poder
de lo público en la conciencia del cuidado de la naturaleza? ¿Quién o quiénes son
los llamados a proteger el medio ambiente como entorno natural del ser humano
para progresar y conservar el mundo y a la vez lograr el buen vivir para todos?
Estas preguntas buscan despertar el lector la curiosidad por descubrir que hay
más allá de la conservación de la naturaleza, quien entonces sino aquel capaz de
cuestionarse es el que podrá cambiar sus ideas y por ende las de los otros,
recuerde que quien cambia en su entorno, está preparado para cambiar el mundo,
haciendo de él un lugar feliz que permita vivir armónicamente.

El bien vivir tiene mucho que ver con la reivindicación de los derechos de todos,
no solo con los mal llamados minorías, ya que en pro de la minorías se han
violentado los derechos de la mayorías, es necesario reconfigurar el concepto de
reivindicación de los derechos, pues todos los seres humanos tienen los mismos
derechos, es más fácil que redireccionar los mismos derechos en pro de unos
pocos, recalcar que esos mismos derechos son en equidad para todos, con el fin
de armonizar una real equidad para todos.

Las comunidades tienen el sartén por el mango frente a los criterios mínimos para
el buen vivir, pues se relaciona en gran medida con aquellos que tienen que ver
con la vida digna, son esos mínimos no negociables que permiten a las personas
reclamar sus derechos básicos, esos que hacen de la vida sencilla un efecto de
armonía y felicidad, para vivir bien no se necesitan lujos, solo es necesario tener
esas cosas mínimas que le hacen feliz, pero una felicidad expresada en las cosas
que hacen sentir bien a las personas y a su comunidad, no lo que genera
facilismo, no se puede confundir con confort pues cuando trabaja el sujeto en su
bienestar muchas veces por momentos se pierde el confort a corto plazo, para
alcanzar la tranquilidad que brinda la armonía de sentirse bien con su comunidad y
consigo mismo.

La solidaridad como valor y vivencia es una de las características del buen vivir,
dado que cuando el ser humano es solidario, es capaz de mantener la filosofía
que da origen al buen vivir, guardando el respeto por el orden natural del mundo,
viviendo en armonía con la naturaleza, haciendo la vida humana digna y feliz para
todos, en la comunidad de quien la ejerce, el buen vivir no es una misión loca o
suicida, pues en un mundo sumido en la modernidad no se pretende reñir con el
desarrollo o con los avances científicos, más bien supone el tratar de armonizar la
tecnología en favor de la protección de la naturaleza, pero no una protección que
impida el desarrollo como tal, sino una protección que lleve a la humanidad a
armonizar el desarrollo con una calidad de vida para todos en el mundo.

Las personas requieren permitirse la felicidad que genera el sentirse bien con lo
que le rodea, perder por momentos la complacencia que da el estatus y más bien
empezar a reflexionar en aquellas cosas que le hacen sentirse bien consigo
mismo, el gozar la visión de su entorno, recuperar la admiración por las cosas
pequeñas, el gozo de sentir con todo el ser la naturaleza que le rodea, con el fin
de escuchar de alguna manera el interior de la tierra enlazado con el ser humano
para la convivencia armónica, no es alejarse de su bienestar, sino el saber que
puede y debe hacerse para su protección y mantenimiento.

Según Gudynas & Acosta (2008) en la constitución Boliviana en el artículo 313 “Se
postula un ordenamiento económico plural, vinculado a principios como la
solidaridad y la reciprocidad, donde el Estado se compromete a la redistribución
equitativa de los excedentes mediante políticas sociales de diverso tipo. Es más:
se insiste en que para lograr el “vivir bien en sus múltiples dimensiones”, la
organización económica necesita atender propósitos como la generación del
producto social, la redistribución justa de la riqueza, la industrialización de los
recursos naturales, etc.” Allí se evidencia que para un buen vivir el estado precisa
comprometerse en la consecución de un bienestar general par todo su pueblo.

Por eso sin dejar de lado su poder, al estado le corresponde tener la capacidad de
unificar sus fuerzas, no solo las espirituales y físicas, sino también las laborales,
pues solo cuando el estado pretende el bienestar de todos en su pueblo, es que
se alcanza la unión de quienes a él pertenecen y al mismo tiempo la protección del
medio en el cual vive, protegiendo su entorno y fomentando la germinación de
más recursos naturales, equilibrando en parte la destrucción que ha ocasionado el
hombre, en su ambición de poder y grandeza.

ema 3: Responsabilidad social


universitaria
Hasta el momento se ha realizado un breve recorrido por el desarrollo económico
y social que brinda argumentos para reconocer a los sujetos como personas
solidarias, seres que se responsabilizan y comprometen con el mantenimiento del
bienestar, el buen vivir y el afrontamiento de las crisis que genera el avance
tecnológico y el acercamiento virtual, esto más que una excursión por la historia,
necesita convertirse en base de los aprendizajes que lleven al futuro profesional a
reflexionar sobre su papel en el mundo, cómo se ha de proyectar desde su óptica
para lograr ensamblar sus conocimientos, vivencias, creencias, valores y
aprendizajes, y lograr al final un cambio que genere un mayor bienestar social
humano y armonía en su vida.

Para iniciar el tema es necesario tomar la definición de Vallaeys (2012) de


responsabilidad social universitaria “la Universidad debe tratar de superar el
enfoque de la "proyección social y extensión universitaria" como “apéndices” bien
intencionados a su función central de formación estudiantil y producción de
conocimientos, para poder asumir la verdadera exigencia de la Responsabilidad
Social Universitaria” esa proyección social permite a los jóvenes universitarios
comprometerse socialmente con las comunidades que lo rodean, haciendo de su
proyección laboral una parte esencial de la construcción del tejido social que
fomenta la solidaridad entre congéneres.

El estudiante universitario requiere adquirir herramientas que le permitan


responder de manera activa frente a las problemáticas que se presentan en su
entorno, logrando conectar o engranar los conocimientos que transmite la
universidad y la responsabilidad que se adquiere al salir de ella, esa que exige de
las personas que se han preparado un fin productivo que genere bienestar no solo
para sí mismo sino para quienes le rodean, haciendo así del trasegar universitario,
un camino que prepara para afrontar los retos que le presenta la vida en beneficio
de su comunidad y su entorno desde el compromiso por el cambio o mejoramiento
de una necesidad colectiva.

La Responsabilidad Social Universitaria con una visión integradora articula desde


los principios éticos y de buen vivir, la producción y transmisión de saberes
responsables y la construcción de ciudadanos igualmente responsables, esto
permite a las instituciones formar profesionales para un futuro con espíritu
solidario y comprometido con el cuidado del entorno y de los otros.

En las universidades actualmente se promueve que los estudiantes propongan


proyectos que beneficien de manera directa o indirecta a las comunidades
cercanas de una forma comprometida generando soluciones responsables que
lleven a los estudiantes a realizar acciones conjuntas e interdisciplinarias que
fomenten de manera cooperativa con los beneficiarios soluciones a las
problemáticas que afecten una comunidad.

Las universidades tienen el compromiso de formar ciudadanos que planteen


planes que suplan las carencias de comunidades enteras, que por medio de esos
planes se formalicen acciones que lleven a los receptores del plan a formalizar
planes que los hagan ser actores de los cambios que se promuevan en su favor,
permitiendo de esta manera no solo que reciban los beneficios, sino que de
manera corresponsable lleven a cabo planes de solución.

A las universidades corresponde permitirse y de paso a sus estudiantes hacer


acciones solidarias en favor de otros, considerando que no están solos, sino que
reciben el apoyo de diferentes entidades para llevar a cabo los planes, estas
entidades, no solo apoyan de nombre, sin que muchas veces den el apoyo
económico para llevar a cabo su plan de trabajo.

Otro beneficio social que generan los proyectos de responsabilidad social


universitaria es el compromiso con la protección del medio ambiente, estos planes
forjan en los estudiantes además el compromiso social por el entorno, también
actitudes de solidaridad y apoyo a quienes le rodean, llevando a cabo los planes
planteados, involucrándose con esas comunidades, de tal modo que cuando se
resuelven los problemas hasta el mismo estudiante resulta siendo beneficiado.
La responsabilidad de la universidad a la sociedad también permite que los
docentes orienten sus cátedras a las acciones académicas que fomenten
aprendizajes socialmente útiles, que promoverán en el interior del estudiante
hábitos de apoyo y ayuda comprometida con los que más lo necesitan.

Es importante no dejar de lado que la obligación de formar en acciones solidarias


no recae solo en la universidad, cómo se mencionó antes esta responsabilidad
empieza en casa y es reforzada por la escuela y por el entorno barrial, es por eso
que cuando llegan a la universidad no conviene forzar a los jóvenes a plantear
proyectos de tipo social que beneficiaran a otros.

Dichos planes promueven la investigación, la proyección social, el aprendizaje


basado en proyectos y la posibilidad de aprendizaje de gestión de proyectos, esto
hace que el profesional en formación se oriente al trabajo o el ejercicio de su
profesión de manera social, es decir que cuando ejerza su profesión promoverá
acciones que cuiden del otro y de su medio ambiente.

Cuando se habla de responsabilidad social desde la universidad, es importante


evaluar diferentes formas de incluir en estos proyectos a los actores educativos,
pues es necesario que todos este orientados hacia los mismos fines para alcanzar
las metas planteadas por cada proyecto, para poder motivar a los estudiantes, los
principales comprometidos son los docentes, los administrativos y las directivas.

Se ha invitado a que las universidades promuevan acciones solidarias


responsables, con las características de proyecto es primordial el apoyo que
brinde la institución, pues un proceso que introduzca investigación a nivel social
requiere no solo el compromiso de los investigadores, sino tiempo y dedicación
para lograr los hallazgos que lleven a generar soluciones a problemáticas a largo
plazo, en las cuales se comprometan también los actores de la comunidad.

Vallaeys (2012) manifiesta que las universidades que pretenden formar a los
estudiantes desde la RSU han propuesto ciertas características para sus
egresados estas son “Un estudiante preocupado por las injusticias a su alrededor
y con voluntad de comprometerse en acciones concretas. Un estudiante que haya
podido desarrollar su propia capacidad solidaria en acciones de voluntariado
conducidas desde la Universidad. Un estudiante informado, capaz de
contextualizar su saber especializado en vista a la solución de los problemas
cruciales de su sociedad. Un estudiante capaz de escuchar, intercambiar y entrar
en empatía con el otro, es decir que haya podido beneficiar de experiencias
sociales formativas a nivel emocional. Un estudiante formado a la ética del
diálogo. Un estudiante promotor de democracia y participación, que sabe ser
ciudadano, es decir que 'sabe gobernar y ser gobernado' como decía Aristóteles”.

Podemos deducir del párrafo anterior el interés de las universidades por hacer de
sus estudiantes personas solidarias interesadas por el medio en el cual se
desenvuelven generando en ellos profesionales dedicados a trabajar por un buen
vivir, destacándose entre otros como profesionales solidarios y comprometidos con
su entorno.

Las universidades buscan de manera mancomunada, incluyendo no solo a los


estudiantes sino a los miembros de su comunidad educativa, lograr procesos que
afronten problemáticas sociales, buscando soluciones acordes a la comunidad
receptora, realizando proyectos que no solo persiguen solucionar una
problemática, sino que apuntan a que las comunidades mantengan los procesos a
largo plazo, con el fin de que realmente se solucione y evidencie para los
receptores el cambio ejercido por la atención del proceso implantado y cómo
puede ser mejorado para multiplicarlo en diferentes frentes y poblaciones.

Es necesario tener en cuenta que la RSU busca fomentar proyectos que ayuden a
la comunidad, pero proyectos que cumplan con unos requisitos mínimos: deben
apuntar a reivindicar la dignidad humana de manera ética, protegerán o
recuperarán recursos naturales, serán justos y equitativos es decir beneficiarán
por igual a los miembros de la comunidad objeto del proceso, en pocas palabras
apuntar al buen vivir, con el fin de que el compromiso adquirido sea asumido de la
misma forma por quienes serán favorecidos.

Los proyectos de RSU requieren contar aparte del insumo humano, que es quien
aporta la creatividad, la innovación, la cooperación, la participación, el
compromiso, la responsabilidad, también es necesario quien o que provee el
insumo económico, el cual es importante pues para que estos proyectos
evidencien resultados extraordinarios, pues esto permite la capacidad de mejorar
equipos o herramientas que lleven a un buen fin.

Para dar una guía a quien desea presentar un plan de responsabilidad social
universitaria, orientando de una manera como puede ir encausado el proyecto
solidario es importante recordar que son acciones de responsabilidad social,
Solarte (2003) citado por Vallaeys expresa que son: “los Acuerdos con la
competencia en áreas de interés común como el aprovisionamiento de insumos o
el empleo de canales comunes de distribución, los Convenios de cooperación por
medio de los cuales se comprometen a trabajar en un campo específico común,
con el fin de beneficiar a la comunidad y, de alguna manera, a las empresas, las
Campañas institucionales para promover programas que benefician a la
comunidad o a las empresas asociadas, sin hacer mención de ellas en particular”.

Si bien las universidades son quienes hacen las propuestas de participación en


acciones de responsabilidad social universitaria permitiendo a los participantes en
estos procesos que generen su propio plan de trabajo, su cronograma de
actividades, y cada paso que resultados arrojarán para llegar a la meta soldaría
acordada con los patrocinadores del proyecto, promoviendo en quien participa
generar acciones que permitan una buena evaluación bien sea para continuar con
el proyecto, con una mayor ambición, o realizar una réplica del mismo con otra
comunidad que presente las mismas necesidades y así lograr que los estudiantes
se identifiquen con proyectos que exijan su responsabilidad y compromiso frente a
un resultado.

Al implementar la RSU es necesario tener en cuenta el primer medida el


compromiso, no solo como concepto o como valor, sino desde la institución, ya
que es preciso que se nombre un equipo que administre las operaciones que se
realizan en torno a los proyectos de RSU, eso quiere decir que los equipos
encargados se conformaran y serán liderados desde la rectoría de la institución,
administrativos y docentes.

Es necesario también organizar una serie de herramientas de evaluación,


planteadas estas para que a cada paso se pueda analizar la evolución y los
resultados de las fases de los proyectos, según como se van llevando a cabo, esto
permitirá realizar los correctivos necesarios en el transcurso del proyecto y no
darse cuenta de ellos al no evidenciar resultados.

Es prioritario no solo implementar herramientas que permitan evaluar, sino


también saber que se hace con esos resultados, contrastando los resultados del
análisis de cada paso con la misión de la universidad, planificar las áreas de
mejora y ejecutar los proyectos de responsabilidad social, siempre con la más
amplia participación de los miembros de la comunidad universitaria y los actores
externos pertinentes, además de promover con ellos un compromiso frente al
consumo responsable de los recursos, sin sacrificar los buenos resultados que
puede tener una labor como esta, y de esa manera forjar en quienes participan la
exigencia personal por incluirse de manera comprometida en proyectos con fines
similares.

Por último, pero no menos importante, es conveniente hacer público cada una de
las fases del proyecto presentando a los interesados que se ha ejecutado, cómo y
cuál es el paso a seguir para que las comunidades puedan implementar su
participación y cómo puede afectar a su colectivo en cada uno de los pasos a
seguir.

Vallaeys (2012) sostiene que al llevar a cabo las RSU se pueden demostrar varios
tipos de impactos que observarán a continuación:

1. Impactos organizacionales: Como cualquier organización laboral, la


universidad impacta en la vida de su personal (administrativo, docente y
estudiantil), así como la forma en que organiza su quehacer cotidiano
tiene impactos ambientales (desechos, deforestación, transporte, etc.).
La universidad responsable se pregunta por su huella social y ambiental.
2. Impactos educativos: La universidad influye en la formación de los
jóvenes y profesionales, su escala de valores, su manera de interpretar el
mundo y de comportarse en él. Incide asimismo en la deontología
profesional y orienta —de modo consciente o no— la definición de la ética
profesional de cada disciplina y su rol social. La universidad responsable
se pregunta por el tipo de profesionales, ciudadanos y personas que
forma, y sobre la adecuada organización de la enseñanza para garantizar
una formación socialmente responsable de sus estudiantes.
3. Impactos cognitivos: La universidad orienta la producción del
conocimiento, influye en la definición de lo que se llama socialmente
verdad, ciencia, racionalidad, legitimidad, utilidad, enseñanza, etc.
Incentiva (o no) la fragmentación y separación de los saberes al delimitar
los ámbitos de cada especialidad o carrera. Articula la relación entre
tecnociencia y sociedad, posibilitando (o no) el control y la apropiación
social del conocimiento. Influye sobre la definición y selección de los
problemas de la agenda científica. La universidad responsable se
pregunta por el tipo de conocimientos que produce, por su pertinencia
social y por sus destinatarios.
4. Impactos sociales: La universidad tiene un peso social en tanto referente
y actor que puede (o no) promover el progreso, crear capital social,
vincular a los estudiantes con la realidad exterior, hacer accesible el
conocimiento a todos, etc. La universidad responsable se pregunta cómo
puede acompañar el desarrollo de la sociedad y ayudar a resolver sus
problemas fundamentales.
Esta sencilla reflexión sobre los impactos universitarios permite dos
reflexiones. De estos cuatro tipos de impactos, el más importante y
menos conocido es sin duda el impacto cognitivo, puesto que define en
última instancia los paradigmas mentales y modelos prácticos a través
de los cuales los líderes, dirigentes y profesionales construyen y
reproducen la sociedad a partir de sus conocimientos y modos de
comprender la realidad. Los impactos sociales indirectos que se derivan
del modo de definir y construir el conocimiento en las universidades son
muy profundos y han contribuido con el modelo de desarrollo
insostenible que predomina en la actualidad. Por lo tanto, la
responsabilidad social universitaria no puede ahorrarse una reflexión
epistemológica acerca de los modos de producción y gestión del
conocimiento que, explícita o implícitamente, se proponen en las
universidades.

Lo anterior demuestra que las RSU permiten a los estudiantes que conciban un
proyecto bien planeado que afiance sus competencias sociales, refuerce los
conocimientos y herramientas conceptuales y metodológicas adquiridos durante el
periodo de estudio, gestionando y cumpliendo a cabalidad los objetivos cuyos
indicadores de impacto sean medibles, esto para el caso de la universidad se
evidencia en los monitores solidarios, este proyecto permite hacer de las prácticas
profesionales un espacio con enfoque social donde según el Acuerdo 219 de
2014, Art. 15, 17 “Desarrollan acciones para resolver un problema de una
organización social (…) o solidaria, aplicando las competencias propias de la
profesión. La práctica social (…) o solidaria implica la articulación de lo aprendido
en la universidad con el quehacer cotidiano de la organización para atender algún
requerimiento de la misma”

En conclusión es necesario que las instituciones de educación superior se ocupen


de forma real por pasar de las aulas a la realidad, haciendo que los estudiantes
orienten sus aprendizajes teóricos y prácticos a la solución de necesidades
sociales, haciendo parte del contexto real para poder lanzar posibles soluciones
que realmente ataquen al problema planteado, con apoyo de herramientas
universitarias tanto académicas como metodológicas que faciliten el trabajo frente
a la necesidad encontrada.

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