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La música en los antiguos griegos

TEMA. EL ESTUDIO DE LA MÚSICA EN LOS FILÓSOFOS ANTIGUOS GRIEGOS

ANTECEDENTES
La mirada de la mayoría de los filósofos presocráticos no estuvo dirigida al hombre, sino a la
naturaleza. Al observarla ven que es algo que está en constante cambio por lo que la pregunta
que se harán será ¿Hay algún principio unificador de estos entes tan diversos y cambiantes?
Con ello, no sólo intentaban encontrar un elemento explicativo sino, también, asir el devenir.
Los filósofos se pusieron de esta manera a buscar elementos unificadores y causales
(originarios) del mundo. Así, por ejemplo, Tales de Mileto señalará que el elemento que
unifica toda la naturaleza es el agua. Todo provendría de ella, como se puede ver, por
ejemplo, por el hecho de que en la humedad nazcan seres vivos, o que el agua no desaparece
sino que se transforma.
Anaximandro, por su parte, establecía como elemento originario a lo ilimitado o apeiron que
no es sino la materia infinita que “todo lo incluye y todo lo gobierna”. El apeiron vendría a ser
lo divino y dentro del cual existiría una compensación de las desigualdades. Aquellos
elementos que tuvieren mucho apeiron se les quitaría para darles a los que tendrían poco,
logrando así la compensación, con lo que en la naturaleza existiría una justicia inmanente.
Según señala Jaeger en su Paideia (p. 159), se anuncia así una prodigiosa idea de una
legalidad universal de la naturaleza. El mundo se revela de este modo como un cosmos, es
decir, una comunidad de las cosas sujetas a orden y a justicia, si bien todavía no era usada
esta palabra.
Por su parte, Anaxímenes sostenía que el principio originario era el aire, a partir del cual
intenta explicar la vida. Heráclito consideraba que el principio era el fuego. Empédocles,
señala que no hay uno, sino cuatro elementos originarios del mundo: agua, aire, fuego y la
tierra.
Aristóteles, en su Metafísica (pp. 94-104) hace una explicación sobre las posturas de los
presocráticos que hemos mencionado y llama la atención de que la naturaleza debió ser
explicada de un modo diferente. Esto es, los presocráticos buscaron las causas materiales del
mundo (agua, fuego, etc.) para no explicaron (al menos la mayoría de ellos) qué era lo que
ocasionaban los cambios en el mundo, qué era lo que producía el movimiento. A raíz de esto
viene la pregunta que para Aristóteles es fundamental, ¿cómo explicar un mundo que es
devenir, que es cambio, sin explicar las causas de ese cambio? Toda explicación que no
atienda al cambio es una explicación parcial del mundo. Si bien Aristóteles señalará que
existieron algunos presocráticos que intentaron explicar el movimiento, como hace
Empédocles con la idea de la discordia y la amistad, señalará que dicha explicación se lleva a
cabo de un modo confuso.
Menos confusión le atribuye Aristóteles a otros filósofos que fueron de sumo interés para el
estudio de la música: los pitagóricos. Ellos establecieron como principio de todas las cosas a
las matemáticas. Veían en los números muchas más analogías de lo que es lo que deviene
que en elementos como el agua o el fuego. Es decir, ya no emplearán un elemento natural
como causa sino que encuentran un principio meramente racional en el origen del mundo.
LOS PITAGÓRICOS
Pitágoras y sus discípulos encontraron una relación entre el universo y la música a través del
número. Para esta escuela el número era algo sagrado (pues nos permitía acceder/entender
la manera en que los dioses habían hecho el universo). Es muy importante aclarar, sin
embargo, que el número no era para los pitagóricos algo meramente cuantitativo sino,
fundamentalmente, cualitativo.
¿Pero qué quiere decir que los números eran para ellos principalmente algo cualitativo?
Cada número hace referencia a una cualidad. Por ejemplo, el 1 denota unidad. No se refiere
(por lo menos no únicamente) a que haya un violinista, un cellista, etc., por ejemplo, sino a la
unidad que todos estos instrumentos juntos pueden constituir una unidad, al conformarse
como una sola orquesta que toca junta.

El 2, por su parte, representaría la dualidad, la necesidad de elegir que siempre presupone el


dejar de lado algo. Por ello representa un conflicto (¿voy o no voy a este viaje? ¿Estudio
económicas o historia del arte?) sin el cual, nunca regresaré a la unidad (finalmente me
decido, por ejemplo, a estudiar historia del arte).

Al tener un tercer elemento, el número 3, entonces tenemos el equilibrio. Por ello, el 3, es un


número mágico en muchos ámbitos. En el caso de la tradición cristiana estaría representado
por la Santísima Trinidad. ¿Qué es lo que une al padre (en el cielo) y el hijo (que se hizo
carne)? El espíritu santo. Este equilibrio nos devuelve al uno y, en este sentido, es que se dice
que Dios es uno en tres personas. En el caso de la música tonal, este equilibrio está
representado por la tríada, que es una de las bases de su construcción.

El 4, por su parte, es el número que nos devuelve a tierra. En el cristianismo estaría


representado por la cruz y, en la música tonal, estaría representado por la tétrada.
¿Por qué serán los números tan importantes para los pitagóricos? Porque los números son las
dinámicas con las que Dios ha hecho el universo. Por ello, si comprendemos los números
podremos acceder a conocer el universo. El universo es un cosmos, el pitagórico busca
conocer ese orden y ese orden se lo da el número. Si llego a interpretar lo que es un número,
llegaré a entender el universo.

Ahora bien, la interpretación del número la conseguimos a través de la música. Pitágoras se


dio cuenta que las relaciones que había entre las notas musicales era la misma relación que
existía entre los diferentes elementos musicales.
Veamos.
Si tomamos un monocordio y lo hacemos sonar, escucharemos una nota. Pongamos que es
un do. Pues bien, si yo tomo sólo la mitad de esa cuerda (1/2) lo que escucharé es un do de
la octava superior. La octava es así la relación entre la unidad y la dualidad, entre la unidad y
el conflicto.

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¿Qué pasa si relaciono el 2 con el 3? Si yo tengo una cuerda y cojo dos tercios (2/3) entonces
tengo la quinta. La quinta es así la relación del 2 con el 3, es decir, el conflicto con el
equilibrio, con la solución del conflicto.

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La cuarta, sería la relación del tres con el cuarto (3/4). Si yo cojo de la cuerda tres de sus
cuatro partes, nos encontramos con la cuarta que es cuando el equilibrio espiritual se
materializa, es decir, se convierte en tierra.

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El conflicto con la solución del conflicto (2/3) será fundamental en la música tonal, ya que es
una relación entre tensión y distensión. Si a un Fa le sacamos el 2/3, entonces tendremos la
quinta, que es el Do. Pero si a estos 2/3 le sacamos otros 2/3, tenemos el Re, y así
sucesivamente. Estas relaciones darán lugar al círculo de quintas, que es la base de
construcción de la música tonal.

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Pitágoras establece el número como el principio de todas las cosas algo que, según Jaeger (p.
161) encontramos ya en la rigurosa simetría geométrica del cosmos de Anaximandro. Sin
embargo, llegará a ella de un modo distinto: estudiando el número de vibraciones de la
longitud de las cuerdas del monocordio, encontrando así una nueva legalidad, un nuevo
principio que regía la naturaleza.
Es muy importante atender al hecho de que este paso de la observación de lo que acontecía
con la cuerda del monocordio a la explicación del cosmos entero se dio a través del número
pero también (y este es otro concepto fundamental) a través de la armonía.
La armonía tiene para los pitagóricos un primer sentido metafísico, es decir, no se entiende en
el sentido restringido de música. Armonía significa en su filosofía, en primer lugar, unificador
de contrarios. Pitágoras es considerado el primero en llamar cosmos al conjunto de todas
las cosas, debido al orden que existe en el universo. Orden que no es estático, sino dinámico,
razón por la cual, Aristóteles señalará que los Pitagóricos explicaron mejor el mundo que el
resto de los presocráticos. Este movimiento y ajuste de fuerzas de elementos distintos, sería la
armonía, es decir, lo que logra que exista un orden en el universo.
Hemos de tomar en cuenta, en todo caso, que con música o armonía, no siempre hacían
referencia al sonido procedente de instrumentos, sino al estudio teórico de los intervalos
musicales o la música producida por los astros. En todo caso, la analogía entre armonía del
universo y armonía musical puede darse porque existe un fundamento común a ambas, que
es el número, la ley matemática que rige por igual las relaciones que se dan entre los astros y
las que se dan entre los intervalos musicales, como nos señala Fubini (p. 58).
Para Pitágoras el estudio de la música no era la finalidad de su filosofía, sino que la música
fue un medio e incluso una analogía para poder llegar a establecer un elemento originario,
unificador y explicativo del mundo o cosmos. Para poder explicar la naturaleza se sirvió de un
arte creado (hasta cierta medida, pues la acústica estaba en el mundo) por el hombre. Por
ello, a pesar de que la filosofía de la música se puede decir que comienza con Pitágoras, no
podemos señalar que su finalidad era hacer filosofía de la música. Sin embargo, sí podemos
decir que el establecimiento de la estructura de la música fue un momento decisivo del
pensamiento filosófico griego de la antigüedad pues, como señala Jaeger en su Paideia (p.
163) la posibilidad de aplicación de aquel conocimiento a todas las esferas de la vida es casi
ilimitada pues nos ofrece una explicación del mundo a través de una estricta legalidad. La
armonía será tan importante porque expresa la relación de las partes con el todo y también,
porque establece una norma de lo proporcionado, algo que será un punto esencial trabajado
por los filósofos posteriores.

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PLATÓN Y LA MÚSICA
Una de las razones por las que la filosofía griega es dividida entre los presocráticos y los
postsocráticos, es porque, a partir de Sócrates, la pregunta central ya no será por la
naturaleza sino el hombre. Este inciso en las preocupaciones filosóficas hará nacer una nueva
filosofía pero que tomará de los presocráticos algunas ideas, fundamentalmente de Pitágoras.
La techné o elemento unificador exacto que encontró Pitágoras para describir a la naturaleza a
través del número, y su movimiento a través de la armonía, servirá de modelo para analizar el
hombre. Si este filósofo estudió con detenimiento la armonía del universo (que es sonora) en
Platón la armonía que interesará (y que tendrá un parangón con la del cosmos) es la del alma
del hombre. Pasamos así de la naturaleza del ser (es decir, del mundo) a la naturaleza interior
del hombre.
La Armonía
Según Platón el alma está formada por tres partes: la racional, la concupiscible y la irascible.
La parte racional es la que debería gobernar, la concupiscible es la que tiene que ver con los
sentidos y la irascible es la parte intermedia del alma que puede hacerle caso o bien a los
sentidos o bien a la razón. Será tarea de la educación fortalecer la disposición a hacer caso a
la razón, la irascible no discierne pero es la que permite la ejecución del principio, lo que la
convierte en algo muy importante.

En La República Platón pasa de la idea tradicional de la justicia como el cumplimiento de unas


leyes establecidas por una institución, a la noción de justicia como la armonía entre las
diferentes partes de nuestra alma, convirtiéndolo en algo propio y no ajeno. En esta armonía,
en este estar bien consiste precisamente la felicidad, de modo que, el que es justo, es también
feliz y por eso la gente deseará ser justo aún cuando no tenga ninguna recompensa con ello.
Esta es la idea con la que Platón intenta refutar a los sofistas. Esta justicia que ha sido en
realidad convertida en justeza es la que me provee de moderación y tranquilidad y, de este
modo, me hace amigo de mí mismo. Esta proporción apropiada puede llamarse feliz, en el
sentido de combinación acertada u oportuna que es precisamente la tercera acepción del
término feliz de la RAE.
Pues bien, la música adecuada puede ayudar a esta justeza, esta armonía entre las diferentes
partes del alma, siendo ella misma armonía. La música es un símbolo de esta armonía, tanto
de la del alma, como de la del universo. La música serviría así para llevar al orden armónico a
las partes de nosotros mismos que se han desafinado. Por su parte, el ritmo, también nos
ayudaría a corregir el efecto de medida.
Música y ética. La música nos ayuda a ser justos. Jerarquías
Ahora bien, no todas las músicas, todos los modos son aceptados, sino sólo aquellos que nos
producen el ethos apropiado. También debemos tomar en cuenta que no en todos los diálogos
le atribuye un poder educativo adecuado a la música y que, en este sentido, entre desterrar o
no a los músicos de la República, Platón se muestra ambiguo. Esta supuesta ambigüedad
proviene de que existe música buena y mala, aquella adecuada y aquella que no lo es. Toda
música es placer, pero aquella que sólo es placer, es decir, que además de ser placentera no
enseña nada, es la que es digna de crítica. En general, como nos señala Fubini (p. 68) se
muestra Platón muy conservador, pues considera buenas las músicas de la tradición. En todo
caso, y a pesar de ciertos pasajes confusos, lo cierto es que, la música está considerada por
Platón por encima de las otras artes.
En el Fedro (259 b-d) Platón, llega a equiparar a la música con la filosofía. Como nos dirá
Fubini la música aparecerá aquí, como un “don divino, además de tardío, del que el hombre
puede apropiarse solamente a cierto nivel: cuando alcanza la sophia (sabiduría)” (La estética
musical desde la antigüedad hasta el siglo XX, p. 69). Encontramos así dos estadios, uno en
el cual la música sirve de educación, es decir, es un camino a la sabiduría, y otro estadio en el
que es esa sabiduría precisamente la que nos permite discernir qué música es apropiada y
cuál no. Si bien esto puede parecer una contradicción no lo es. Simplemente en un primer
caso, se trata de que otros escogen por mí. Sería el momento de mi educación en el que me
dicen qué puedo oír y qué no. En el segundo caso, sería cuando ya tengo sabiduría, momento
en el que puedo determinar ya cuál es la música buena. Para Platón la música no será mera
intelectualidad, mera teoría, sino que nos habla de la música de su tiempo, si bien plantea
cómo debe ser esta música.
Hay que tener claro que para los griegos música no significaba exactamente lo mismo que
para nosotros actualmente. En La República (398 d) Platón define a la melodía (tradúzcase
por música) por letra, armonía y ritmo.
Por otra parte, en el Ión Platón nos mostrará la música como algo divino y, a los intérpretes,
como aquellos que poseen ese don divino. En este sentido, los músicos no tienen el
conocimiento (y por ello no son los que deberían legislar sobre música) pero sí son los
instrumentos de los que se sirven los dioses para darnos su mensaje. Encontramos de este
modo, ya aquí, la idea Romántica del arte como el resultado de la mera inspiración.

RELACIÓN ENTRE LA MÚSICA Y LA


ÉTICA PARA LOS ANTIGUOS GRIEGOS
Plutarco decía que Homero nos había enseñado que la música era útil. Es decir, que no sólo
tenía un valor estético sino también ético, como se muestra cuando presenta a Aquiles
calmando su cólera contra Agamenón por medio de la música. Señalaba además que Homero
había mostrado no sólo la utilidad de la música sino en qué circunstancias era más adecuado
practicarla: cuando estamos en inactividad. Sin embargo, también se usaba en los banquetes,
para que aquellos que habían bebido mucho vino se volvieran cuerdos, con el orden y la
mesura que producía la música. Es importante tomar en cuenta, que en contrapartida, también
existen pasajes de la Odisea en donde la música no es útil, sino meramente placentera. Pero
en todo caso lo que me interesa resaltar aquí es que la música en Homero y en el resto de los
griegos, comenzó a formar parte de un ideal educativo, cuando menos, desde el siglo VII
antes de Cristo. Esta educación estaba íntimamente ligada a la ética. Veamos.
En el siglo VIII A. C. El poeta y músico Terpandro instauró la enseñanza de la música en
Esparta. Según Plutarco ésta habría sido también el inventor de los nomos. Nomos en griego
significa ley, pero aquí tiene el sentido doble de ley, y regla musical o incluso modo que es la
manera como ser organizaba la música en una determinada obra. Los nomos en un principio
pueden haber sido melodías que se establecían de forma rigurosa para las diferentes
ocasiones a las que se destinaran. Sobre ésta, como nos asegura Fubini (p. 46) se debió
asentar la enseñanza de la música.
El establecimiento de los nomos permitía dos cosas:
a) Establecer la teoría de un ethos musical. A cada modo le correspondería un
carácter: triste, alegre, magnánimo, etc.
b) Poder hacer una enseñanza musical de carácter estable.
Los nomos, según Platón, debieron representar la tradición musical más antigua y austera.
Música que sería compuesta e interpretada según una ley, habiendo para cada ocasión una
música determinada. Antiguamente se habría seguido este principio, pero después, la música
se habría corrompido al dejarla en manos y decisión de los músicos que podían saber de
música pero no de justicia. Con ello habrían roto el carácter marcadamente ético que tenía la
música.
En Las Leyes (700-701) Platón pone en relación directa la decadencia de la tradición musical
con la confusión reinante dentro de los distintos géneros musicales y con la desaparición de
una ley que regulara los diferentes tipos de composiciones.
En el siglo VIII a. C. el poeta y músico Terpandro instauró la ensañanza de la música en
Esparta. Para Plutarco éste habría sido también el inventor de los nomos (temas melódicos
construidos según un modo determinado de antemano que se correspondía con
un ethos concreto). Nomos en griego significa ley, pero aquí tiene el sentido doble de ley, y de
regla musical o incluso modo o tonoi, que era la manera como se organizaba la música en una
determinada obra.
Ahora bien, no todos los nomos o tonoi eran aceptados, sino sólo aquellos de los que se
consideraban que producían el ethos apropiado. Platón, en su República establece que existe
música buena y que puede ser cultivada dentro de la República, y música mala, la cual debe
ser prohibida. Para Platón, sólo algunos de los tonoi son aptos. De los siete tonoi que nombra
Ptolomeo Platón sólo recurre a seis, dejando al hipodórico fuera. La clasificación que hace
Platón es la siguiente:

Tonoi no permitidos Tonoi permitidos


Mixolidio Son
tonoi Lastimeros. No Es aquella que imita
aptos ni para mujeres la voz de
Dórica
Lidio de media condición. un Héroe en el revés
Mucho menos para de la batalla
hombres
Hipofrigio Son tonoi que incitan
a la Pereza. No aptos Frigia Es aquella que imita
Hipolidia para guerreros la Mesura y
Magnanimidad en la
paz

Como se puede apreciar, Platón sólo permitirá aquella música que, según él, induce al
carácter que considera que se debe tener.
A pesar que dentro de la jerarquía de las artes la música está por encima del resto en
la República, pues no se expulsa a los músicos, lo cierto es que, en otros diálogos, la ensalza.
Por ejemplo, en el Fedro (259 b-d) Platón llega a equiparar a la música con la filosofía. Será
un don divino del que el hombre puede apropiarse solamente cuando alcanza la sabiduría
(idea que, como veremos, será recuperada más tarde por Aristóteles). En el Ión vuelve a
encumbrar a la música diciendo que es algo divino y que los intérpretes son aquellos que
poseen ese don. En este sentido, los músicos no tienen el conocimiento teórico (y por ello no
son los que deberían legislar sobre música) pero sí son los instrumentos de los que se sirven
los dioses para darnos su mensaje. Encontramos de este modo, ya aquí la idea Romántica del
arte como el resultado de la mera inspiración.

ARÍSTÓTELES. LA POLÍTICA. LA
ENSEÑANZA MUSICAL
La pregunta fundamental que se hace Aristóteles en La política es: ¿Es necesaria la
enseñanza de la música?
Para ello comenzará analizando si la música es un mero entretenimiento o tiene un valor
moral. En todo caso señala que, aún reconociendo que tenga un valor moral todavía debemos
preguntarnos si sólo debemos oírla o también interpretarla. Es decir, ¿debe incluirse en la
educación general o sólo en la profesional?
Según señalará, la música, siendo imitación directa de las sensaciones morales, debería
formar parte de la educación general de los jóvenes. Pero esto, ¿por qué? Es decir, ¿por qué
no disfrutar de ella sólo como oyentes? La respuesta es muy simple: sólo lo que se conoce
bien puede ser bien juzgado. En este sentido, podríamos pensar que tiene una posición
completamente distinta a la de Platón, quien decía que quienes tenían que decidir eran los
legisladores, no los músicos. ¿Pero realmente la posición es tan diferente a la de Platón? En
realidad podemos decir que no, porque los legisladores platónicos también podían tener un
conocimiento de la música como educación general, pero no profesional.
Una vez que Aristóteles admite que los jóvenes deben tener educación musical se preguntará,
¿hasta dónde debe llegar ésta? No debe ser profesional sino sólo estudiarse en la juventud
como parte de la educación general. Con ello, intenta refutar a quienes aseguran, en una
sociedad esclavista como era la griega, que no es adecuado en ningún caso hacer ejercicios
manuales, como lo es la música. Para él, estos nos servirán para poder juzgar y gozar mejor
de la música. Sin embargo, sí estará en contra de la música profesional, pues ésta no busca la
mejora moral sino provocar placer en los oyentes y cobrar por su trabajo.
Una vez planteado esto se pasa a preguntar (y aquí nos recuerda a Platón) si toda la música
debe ser permitida.
Señalará que existen tres tipos de canto: el moral, animado y apasionado.
Es obvio que en la educación general de los jóvenes sólo se debe permitir el moral. ¿Pero qué
pasa con el animado y el apasionado? ¿Pueden ser tocados por músicos profesionales y oído
por el público?
Para Aristóteles a los ilustrados les gustará la mejor música, mientras que a los artesanos y
groseros la peor. Sin embargo, dado que ésta los distrae de sus trabajos, condesciende en
que puede ser permitida, mostrándose mucho más benevolente que Platón.
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