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DISCIPLINA Y CARÁCTER CRISTIANO

OBJETIVO
Cursos de preparación para el ministerio hacen su mayor énfasis en el CONOCER (la Biblia, la Historia
de la Iglesia, etc.) y en el HACER (hay que aprender cómo predicar, enseñar, evangelizar, etc.). Estas lecciones
tienen que ver con lo mas básico en la vida de un siervo del Señor, el SER. Tienen el propósito de ayudar al
estudiante a llegar a ser un siervo íntegro y lleno del Espíritu Santo. Se titula DISCIPLINA Y CARÁCTER
CRISTIANO, destacando que la vida espiritual requiere una disciplina diaria, una obediencia constante a los
principios bíblicos. En esta materia el alumno aprenderá estos principios y recibirá un plan para ponerlos en
práctica.

CONTENIDO

LECCION 1, SECCION A
Nuestra Condición: ¿Cristiano Carnal o Espiritual?
LECCION 1, SECCION B
Nuestra Necesidad: La Plenitud del Espíritu

LECCION 2, SECCION A
Como ser llenos del Espíritu Santo: Unos Principios Básicos
LECCION 2, SECCION B
La Primera Dimensión de la Fe: DESEAR

LECCION 3, SECCION A
La Segunda Dimensión de la Fe: DEPENDER
LECCION 3, SECCION B
La Tercera Dimensión de la Fe: DISPONER (Apropiar)

LECCION 4, SECCION
La Cuarta Dimensión de la Fe: DISIPAR DUDAS
LECCION 4, SECCION B
El Problema del Pecado

LECCION 5, SECCION A
La Vida Disciplinada: Un Cuerpo Sano
LECCION 5, SECCION B
La Vida Disciplinada: Una Mente Transformada

LECCION 6, SECCION A
La Vida Disciplinada: Su Hora Devocional. Parte I
LECCION 6, SECCION B
La Vida Disciplinada: Su Hora Devocional. Parte II
La Oración
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DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 1
SECCION A

NUESTRA CONDICION: ¿CRISTIANO CARNAL O CRISTIANO ESPIRITUAL?

INTRODUCCION
Antes de estudiar como llegar a una vida cristiana madura y llena del Espíritu Santo; esto es, una vida
cristiana disciplinada, precisa un análisis de nuestra condición actual. ¿Hasta donde hemos llegado en nuestro
peregrinaje cristiano? ¿Cómo va nuestro crecimiento como hijos de Dios? Qué soy: ¿Bebé? ¿Niño?
¿Adolescente? ¿Adulto?
LOS TRES ESTADOS DEL HOMBRE
Pablo nos ayuda a hacer nuestro auto examen en 1 Corintios 2:14 – 3:5. Favor de leer este pasaje, el cual
será la base del resto de la lección.
Como seres humanos, solemos clasificar a los hombres de varias maneras, según su raza, su condición
social, su cultura, etc. En cambio, Pablo nos dice que Dios coloca a todos los hombres en una de tres clases: El
Hombre Natural, el Cristiano Carnal, el Cristiano Espiritual.

EL HOMBRE NATURAL
Pablo describe al hombre natural en 1 Corintios 2:14:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque
para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente”.

Traducido literalmente del griego, este versículo habla del “hombre alma”. Tomando en cuenta que
“alma” identifica al hombre con toda la vida animal, vemos que con razón la antigua versión Reina-Valera habla
aquí del hombre animal.
Ilustremos al Hombre Natural así:
SATANA
S
CRISTO
EL ESPIRITU SANTO

YO
Notemos que el gran yo esta puesto en el centro de su vida. El hombre natural hace su propia voluntad,
hasta que pueda, Satanás vive en su ser, mientras que Jesús está afuera. El hombre natural esta muerto por dentro,
solo habiendo nacido de la carne. Su corazón está entenebrecido. (Romanos 1:21).

EL CRISTIANO CARNAL
Pablo describe al cristiano carnal en 1 Corintios 3:1-4. Hay una gran diferencia entre el hombre natural y
el cristiano carnal. El cristiano carnal si tiene a Cristo dentro de su vida. Esta justificado de su pecados por la
muerte de Jesús en la cruz. Tiene vida eterna por su nacimiento espiritual. Pero sigue con el gran conflicto del
señorío de su vida. Todavía ocupa el centro de su ser, reservando decisiones diarias de su vida para si mismo y
negando el control completo del Señor en su vida.
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Sí, cristo está en su vida, pero no en el lugar más privilegiado. Domina la vida el gran yo y el cristiano
carnal sufre conflictos continuos entre la voluntad propia y la de Dios. No tiene poder espiritual porque sigue
ofendiendo a Dios y contristando al Espíritu Santo. (Efesios 4:30).
El cristiano carnal se ilustra así:

YO
S A T A N A S
CRISTO
ESPIRITU
SANTO

EL CRISTIANO ESPIRITUAL
El Cristiano Espiritual es aquel cuya vida es victoriosa en todo sentido. Pero en verdad, no es su vida,
sino la vida de Jesús en él que es victoriosa. El cristiano espiritual ha llevado el gran yo a la cruz, colgándolo allí
diariamente (Lucas 9:23), por la fe, contándose muerto. Cristo ocupa el centro con autoridad indiscutible sobre
cada detalle de su vida, y el cristiano espiritual está lleno del Espíritu Santo, canalizando el amor y el poder de
Dios en su vida.
Se ilustra así:

ESPIRITU
SANTO
SATANAS
CRISTO

YO
El cristiano espiritual se llama así porque esta lleno del Espíritu Santo. Cumple con el mandato bíblico de
Efesios 5:18:
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos
del Espíritu”.

UNA COMPARACION ENTRE EL CRISTIANO CARNAL Y EL CRISTIANO ESPIRITUAL


En 1 Corintios 3:1-4. Pablo presenta dos contrastes interesantes entre el cristiano carnal y el cristiano
espiritual. Los presenta en base al grado de madurez que el cristiano haya alcanzado y en base a la existencia de
paz o de guerra en su vida.

CRISTIANO CARNAL O CRISTIANO ESPIRITUAL: ¿NIÑEZ O MADUREZ?


El cristiano carnal vive todo el tiempo como niño, Pablo en 1 Corintios 3:1-2, se queja de los cristianos
carnales de Corinto:
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como
a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda, porque aun
no erais capaces ni sois capaces todavía”.
Pablo fue con ellos llevando carne, papas y frutas espirituales, pero aún preferían el biberón. Pablo, por
supuesto hace así una comparación entre el alimento material y el de la Palabra de Dios.
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Si un bebé, después de su primeros meses, no quisiera dejar el biberón por las viandas, será necesario
consultar al medico. De igual manera, el cristiano que no progrese en su dieta espiritual, esta enfermo. Pablo
explica como el cristiano debe ir adelante en su vida espiritual:

“Por tanto, dejando los rudimentos de la doctrina de Cristo vamos adelante a la


perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos,
de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (Hebreos 6:1-2).

¿Cómo ha ido progresando en su vida cristiana? ¿Se aprecia un sendero ascendiente en su comprensión
de las doctrinas bíblicas, su vida de oración y su estudio bíblico?
Hay diferentes maneras de discernir el grado de madurez que un o ha logrado en su vida cristiana. Tómese
por ejemplo, la cuestión de nuestro testimonio. Algunos, cuando se les pide que den su testimonio, sólo saben
contar el día cuando aceptaron a Cristo como Salvador. Ahora bien, seguro es que debemos saber como relatar en
forma clara y breve nuestra experiencia de conversión, para así explicar a los demás como recibir a Cristo. Pero
además debemos tener, día en día, experiencias con el Señor que son el fruto de un crecimiento espiritual continuo.
Solo dar testimonio de nuestra experiencia de conversión sería semejante al hombre que, después de diez años de
casado, cuando se le piden consejos matrimoniales, nada mas describe su día de bodas.
¿Cuál es la causa de la niñez espiritual perenne? Se debe a no comer la vianda necesaria para un
crecimiento espiritual normal. Y, ¿Por qué no come bien el niño espiritual? A veces a porque no tiene hambre
espiritual. No le gusta, por ejemplo, asistir a los cultos de su iglesia, y cuando asiste es solamente para cumplir
con un deber, no para llenar su corazón de las viandas del Señor.
Además, el cristiano carnal no ha aprendido como leer con provecho su Biblia y orar. Quizá lo hace con
algo de regularidad, pero le es más bien un deber que un gozo.
El bebé espiritual, como el bebé en los brazos de su mamá, no es capaz de asimilar “carne y papas
espirituales”; se le traban en la garganta. Eso es, no ha progresado suficientemente para poder apreciar las verdades
espirituales que tienen que ver con la vida cristiana disciplinada y sacrificial.
Hace tiempo, un matrimonio dejó de asistir a los cultos de nuestra iglesia. Busqué al hombre y le pregunté
porque. Se puso serio y me dijo: “Mire, ya no soportaba los sermones del pastor; eran puros regaños. Prefería
mejor buscar una iglesia donde la predicación es mas amena”.

Sus palabras me sorprendieron, porque los sermones del pastor no me parecían a mí, “puros regaños”. Por
cierto el pastor, basándose en la Palabra de Dios, solía exhortarnos a cumplir con nuestras responsabilidades como
cristianos; pero no en forma negativa o despótica. Solo pude concluir que ese hermano era todavía un niño
espiritual; no quería enfrentarse con las exigencias de la vida cristiana.

EL CRISTIANO ESPIRITUAL: UNA MADUREZ PROGRESIVA


El cristiano carnal vive estancado en una niñez perenne, pero no así el cristiano espiritual; se nota en él
una madurez cristiana progresiva.
Pensemos en la vida física del niño normal, en éste se aprecia un hambre continua. Durante los primeros
meses de su vida no se satisface con el alimento que se le dé durante las horas del día; se despierta una y otra vez
por la noche demandando más. Y después de unos meses, no le satisface una dieta de leche; está dispuesto a
recibir más, encanta a sus padres exigiendo que le den, de la comida, en su propio plato.
¡Es preciso que el niño deje atrás su dieta de leche y empiece a probar la vianda! Solo así puede desarrollar
debidamente los huesos, los músculos y el sistema cerebral-nervioso. Así también en la vida del recién nacido en
Cristo. Empieza con un nuevo nacimiento en Cristo, pero esto es solamente el principio. Y ¡hay que cultivar esa
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hambre! Si no, el cristiano va poco a poco conformándose con una dieta espiritual mínima: comiendo sólo lo
suficiente para mantener la vida espiritual en un nivel mínimo, pero no lo suficiente para hacer crecer los músculos
y los huesos espirituales. Como consecuencia, el cristiano nunca llega a la estatura espiritual debida; sigue siendo
un cristiano carnal, un niño perenne.
¿Qué es la vianda que nutre al nuevo cristiano para que vaya alcanzando la madurez espiritual? Todo este
curso trata de esta vianda. Pero aquí mencionaremos sus dos divisiones principales: Son el discipulado y la fe.
Entramos al discipulado al comprender que Cristo no solamente nos proporciona una salvación gratuita,
sino que también nos ofrece su yugo. Cristo expone esos dos lados del evangelio en Mateo 11:28-30:

“Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.


Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y
ligera mi carga”.

Cristo ofrece aquí dos descansos: el descanso de la salvación y el descanso del yugo. Ofrece el descansote
la salvación a los perdidos. Pero una vez que aceptemos a Cristo como nuestro Salvador, hemos de entrar al
“descanso del yugo”, eso es, ¡hemos de ponernos a trabajar en la viña del Señor! Pero es un trabajo ameno. Cristo
hable de “mi yugo”. ¿Ha visto un yugo de esos que se usan en el campo? Si así es, sabe que son hechos para dos.
Así también el yugo de Cristo. Cristo nos da un yugo, pero no para que lo llevemos solos. Nosotros jalamos a un
lado y al otro lado: ¡Cristo! Es pos eso que solemos hablar del trabajo del cristiano como un “discipulado”. Vamos
por el camino de la vida cristiana al lado de nuestro amado Señor y amigo Cristo Jesús, la carga que llevamos sería
pesada si tuviéramos que llevarla solos. Pero ya que Cristo esta a nuestro lado ayudándonos, aconsejándonos, el
yugo es “fácil y ligero”.

¿Ha tomado el yugo de Cristo?


Existe una segunda clase de vianda: la fe. El cristiano espiritual ha aprendido a vivir por la fe; una fe
cifrada en las promesas del Señor. Dedicaremos una buena parte de este curso a un estudio de la técnica de llevar
esta clase de vida.
Ahora bien, resumamos esta parte de nuestro estudio con dos observaciones: en primer lugar, la vida
cristiana madura y llena del Espíritu Santo no viene de repente. Más bien, es una realidad progresiva. Empieza
con la salvación y sigue a través de toda la vida. No saltamos a la cumbre de la vida cristiana por medio de alguna
crisis arrobadora. Desde luego, hay períodos de crisis en la vida cristiana que se convierten en pasos gigantescos
hacia la plenitud del Espíritu. Pero como regla general es necesario que nos sujetemos a la disciplina diaria que
el Señor nos impone por medio de su yugo.
En segundo lugar, la base de todo crecimiento espiritual es la Palabra de Dios. Cristo dijo en su gran
oración sacerdotal: “Santifícalos (hacernos santos, consagrados) en (por medio de) tu verdad, tu Palabra es
verdad” (Juan 17:17).
Para crecer, tenemos que incluir en nuestra dieta espiritual, todos los días, una buena porción de la Palabra
de Dios. ¿Quién nos ha de servir esta porción? Desde luego, nuestro pastor tiene una responsabilidad en este
sentido. Pedro dice:

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos…
Apacentad la grey de Dios que esta entre vosotros, cuidando de ella…”

Si el pastor no sirve vianda a su congregación, acabará con una congregación de biberón.


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En cambio, la responsabilidad principal para crecer espiritualmente descansa sobre el mismo creyente;
nosotros mismos nos hemos de sujetar a una disciplina de la Palabra de Dios que nos traiga un crecimiento
espiritual continuo. En otra lección estudiaremos acerca de la Palabra como alimento espiritual: como manzana,
como naranja, como papas y carne y como vitaminas. Pero ahora mismo, usted puede examinar su vida e indagar
si esta disciplinada en el estudio de la Palabra de Dios.
¿Qué es usted, mi hermano, cristiano carnal o cristiano espiritual? ¿Vive como un niño espiritual o esta
conciente de un crecimiento continuo?

CRISTIANO CARNAL O CRISTIANO ESPIRITUAL: ¿CONFLICTO O PAZ?


Hay otra manera de distinguir entre el cristiano carnal y el cristiano espiritual: ¿Cómo esta su vida, un
campo de batalla o una fortaleza de paz?

El cristiano Carnal: Un Conflicto Continuo. Pablo describe el conflicto continuo que existe en la vida
del cristiano carnal:

“Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y
disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 3:3).

En la vida del cristiano carnal existe, en primer lugar, un conflicto interno. Ahora bien, se entiende que
para poder progresar, las tensiones son indispensables. El cristiano es un soldado, un voluntario en el ejército de
Cristo. El comandante de cualquier ejército exige disciplina de parte de sus soldados. Estos han de luchar contra
la pereza y la conformidad, y si no lo hacen sus superiores los regañan, les imponen sanciones. En cambio, para
que un ejército funcione bien, debe haber armonía entre sus soldados. Sino, el ejército corre el peligro de
destrucción.
Así también hemos de esperar luchas en la vida del cristiano; tentaciones, persecuciones, decepciones.
Todo esto puede traer la bendición del crecimiento espiritual. En cambio, si el cristiano esta en constante lucha
consigo mismo le viene la tristeza y la derrota. Y es lo que pasa en la vida del cristiano carnal. Y no nos debe
sorprender: Es ciudadano del Reino de Dios, pero vive como extranjero. De costumbre hace cosas que no debe
hacer y deja sin hacer cosas que debe hacer. Como consecuencia, su conciencia le redarguye constantemente.
Para el cristiano carnal, entonces no hay paz; se encuentra en una guerra interna continua.
En segundo lugar, en la vida del cristiano carnal existe un conflicto externo. Así sucedía en Corinto. A
través de toda la primera carta de Pablo a los Corintios se palpa esta lucha entre hermanos: polémicas en cuanto
a comer o no comer carne sacrificada a ídolos, observar ciertos días festivos o no, pleitos entre cristianos ante
jueces incrédulos, etc.
Siempre sucede así cuando los hijos de Dios no están “solícitos en guardar la unidad del espíritu Santo
en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3). Unos miembros acusan a otros de ser hipócritas, otros acusan a sus
hermanos de ser criticones, otros de tratar mal a sus hermanos y así sucesivamente. No puede existir el fruto del
Espíritu descrito en Gálatas 5:22. En lugar de amor hay odio y rencor, en lugar de gozo, infelicidad; en lugar de
paz, guerra; en lugar de paciencia, mansedumbre y templanza hay impaciencia y palabras ofensivas; en lugar de
benignidad y bondad existe el deseo de venganza.

Como resultado de todo esto viene un espíritu de partido. Así sucedió en Corinto:
“porque diciendo el uno, yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: yo soy de Apolos,
¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:4).
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Y así sucede en iglesias dominadas por miembros carnales. Cuando dejamos de ser guiados por el Espíritu
Santo, nos preocupamos por defender nuestros propios intereses. El fruto de semejante actitud es que un miembro
se opone a otro miembro. Los miembros se pelean con el pastor y los pastores se pelean entre sí.
Si la vida del cristiano carnal se caracteriza por una guerra continua. ¿Sucede algo semejante en su vida?
¿Se encuentra peleando consigo mismo y con otros? ¿Existe en su corazón una inquietud profunda y continua?
¿Frecuentemente se encuentra criticando a sus hermanos? ¿Se siente apartado de los demás miembros de la iglesia
y peleando con el pastor? ¿Se siente abatido frecuentemente por la tentación? ¿Con frecuencia se encuentra
confesando los mismos pecados al Padre Celestial, sin poder ganar la victoria sobre por lo menos algunos de ellos?
¿Es usted un cristiano carnal?
El Cristiano Espiritual: Una Paz Duradera. ¡Que distinta es la vida del cristiano espiritual! La paloma
es símbolo del Espíritu Santo y aun en círculos no cristianos la paloma significa la paz. Donde el Espíritu Santo
reina, ahí reina la paz.
En primer lugar, hay una paz interna. El cristiano espiritual vive en paz consigo mismo porque vive en
paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
(Romanos 5:1). El cristiano espiritual vive la realidad de 1 Juan 5:7:

“Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión los unos con los
otros, y la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”.

No es que el cristiano espiritual nunca peque. Pero un día examina su vida. Confiesa sus pecados y recibe
perdón conforme a la promesa del señor en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para
perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Ya que continuamente está confesando sus pecados
y recibiendo perdón, experimenta mes tras mes y año tras año progreso en su vida espiritual, puede mirar a Dios
como Amigo y Ayudador, vive la vida prometida por Cristo:

“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:26).

Además, ya que el cristiano espiritual tiene paz consigo mismo, vive en paz con sus circunstancias. Se
acuesta sin temor de lo que pueda pasar en al noche y se levanta sin temor sin temor de los problemas que pueda
confrontar durante el día. Cree y vive la promesa de Cristo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo” (Mateo 28:19). Como consecuencia, vive la realidad de la promesa de Cristo en Juan 16:33:

“Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz, en el mundo tendréis


aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo”.

También, ya que el cristiano espiritual tiene paz consigo mismo, vive en paz con los demás. ¡Qué
bendición es no tener que defenderse a si mismo, no tener que luchar por sus derechos! Ya que sabe que el Espíritu
Santo esta adentro y que anda a su lado como su Consolador, el cristiano espiritual sabe que no tiene que
preocuparse por defenderse. Tampoco siente la compulsión de juzgar a sus hermanos. ¡Está libre! Vive la realidad
de las palabras de Pablo:

“Porque el Señor es el espíritu; y donde está el espíritu del Señor, allí hay
libertad” (2 Corintios 3:18).
Esta libre; libre para amar a todos, tanto a los que le hablan de palabras de aliento como a los que le
critican o le juzgan.
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CONCLUSION

¿Qué es usted, cristiano carnal o cristiano espiritual? Quizás ve en su vida algo de ambas cosas; no puede
aseverar ser un cristiano completamente espiritual, pero sabe que tampoco es un cristiano entregado a la carne. El
propósito del resto de este curso es poner en sus manos algunas herramientas espirituales que le ayudarán a
progresar hacia la meta de un cristiano completamente lleno del Espíritu.

DISCIPLINA CRISTIANA
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Cuestionario

LECCION 1
SECCION A
NIVEL 1

Nombre: ______________________________________________________.

INVENTARIO PERSONAL
Este curso tiene un propósito practico: el de ayudarle a crecer espiritualmente. Así es que, no es suficiente
que solamente aprenda intelectualmente las enseñanzas, hay que ponerlas por obra. Por eso, serán importantes
dos actividades practicas: (1) Que tenga un “compañero de dialogo” y (2) Que escriba regularmente en un diario
personal. El “compañero de dialogo” debe ser también una persona interesada en su crecimiento personal;
preferiblemente será alguien que también esté tomando este curso. Después de cada lección usted se reunirá con
él para platicar en forma franca y abierta sobre las preguntas a continuación. Después de su dialogo, usted debe
escribir en su diario que le ha revelado su dialogo y que progreso o retrocesos va notando en su vida espiritual. Se
espera que tanto la práctica de tener un compañero de dialogo como la de escribir sus pensamientos mas íntimos,
llegue a ser algo que practique durante todo el resto de su vida.

1. La última vez que diste testimonio, ¿incluiste algo acerca de las bendiciones que has recibido en la vida
con Cristo? Específicamente, ¿de que hablaste?
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2. ¿Qué evidencias concretas hay en tu vida de una verdadera hambre espiritual? ¿Tienes una disciplina
diaria de lectura bíblica y oración? ¿Es la lectura bíblica un gozo o un deber oneroso?
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3. Apunta una verdad nueva que has aprendido en la lectura bíblica durante los últimos seis meses.
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4. ¿Qué evidencias puedes dar de que estas en el yugo con Cristo? ¿Te gusta testificar, visitar, asistir a cultos,
etc., o te son deberes onerosos?
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5. Apunta un error en tu vida que el Espíritu Santo te ha señalado últimamente.


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NIVEL 2
1. Describir los tres estados del hombre.
2. Hacer una comparación entre el cristiano carnal y el cristiano espiritual, basada en 1 Corintios 3:1-4.
3. Explicar en sus propias palabras cómo, el lograr una vida cristiana madura es una realidad progresiva.
DISCIPLINA CRISTIANA
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LECCION 1
SECCION B

NUESTRA NECESIDAD: LA PLENITUD DEL ESPIRITU

INTRODUCCION
El Señor, en su palabra nos ordena: “Sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).
¿Es usted lleno del Espíritu?
Hace unos años escuche un buen sermón sobre la plenitud del Espíritu. Al terminar su mensaje, el
predicador invitó a todos los que deseaban vivir la plenitud del Espíritu que pasasen adelante. Muchos
respondieron.
Terminado el sermón, me dirigí al ministro para agradecerle la bendición que había sido su sermón. Y
casi sin pensarlo le hice la pregunta siguiente: “Dígame, hermano, ¿esta usted lleno del Espíritu?”.
Me miró con sorpresa, frunció el entrecejo y dijo: “Mire hermano, tal cosa no es para que lo diga”.
Pudiera parecer curioso que un predicador, después de exhortar a una congregación que cumpla un
mandamiento del señor, no pudiera asegurar estarlo cumpliendo. Pero la actitud manifestada por aquel hombre de
Dios es común, aun entre los cristianos mas consagrados. Parece existir una contradicción. Por un lado, tenemos
el mandato, “Sed llenos del Espíritu”, pero por otro lado observamos la convicción, casi nunca externada; de que
el cristiano difícilmente puede estar seguro de cumplir con este mandamiento.
¡No existe ninguna situación igual! Hay otros mandamientos: “Cree en el Señor Jesucristo y serás
salvo…” “Traed todos los diezmos al alfolí…” “Orad sin cesar…” etc. Nos parece sencillo determinar en cada
caso si estamos cumpliendo o no con estos mandamientos. Pero no así con el mandato de ser llenos del Espíritu.
¿Por qué esta anomalía?
Probablemente se deba a una falta de entender a fondo dos cosas: primero, el significado de ser lleno del
Espíritu, y segundo, la manera de llegar ser lleno del Espíritu. Trataremos estas realidades en esta Lección.

EL SIGNIFICADO DE LA PLENITUD DEL ESPIRITU: OTROS TERMINOS SINONIMOS


La frase, “Plenitud del Espíritu” es una forma de expresar una verdad que, a través del Nuevo Testamento,
se expresa también de otras maneras. Describimos el mismo fenómeno cuando hablamos de “la vida cristiana
victoriosa”, “el Señorío de Cristo”, “crucificado con Cristo y resucitado con el”. El autor chino, T. S. Nee, expresa
en el título de uno de sus libros que el ser lleno del Espíritu es la “la vida cristiana normal”.
La frase que utilizamos para expresar la vida del cristiano ideal depende de nuestro punto de vista. Visto
en su relación con el pecado, la tentación y la preocupación, la vida cristiana ideal es “la vida cristiana victoriosa”.
Vista en su relación con Cristo, es “el señorío de Cristo”. Visto en su relación con el Espíritu Santo es “la Plenitud
del Espíritu”.

ES SER LLENO DE UNA PERSONA


Ser lleno del Espíritu, es ser lleno, no de una cosa ni de una influencia, sino de una persona. ¡El Espíritu
Santo es una persona! El Nuevo Testamento señala esta verdad en forma inequívoca.
Atributos Personales: La Biblia presenta al espíritu Santo con todos los atributos de personalidad: El
Espíritu “enseña” (Juan 14:26). “Conoce” (1 Corintios 2:11), y “Guía” (Romanos 8:14). El Espíritu Santo
responde emotivamente a nuestras acciones; por ejemplo, lo podemos contristar (Efesios 4:30). Además el Espíritu
Santo “habla” (Juan 16:8; Hechos 16:6; Romanos 8:16).
Nombre Personal: Cristo le dio al Espíritu Santo un nombre personal: le llama varias veces en su último
discurso antes de ser crucificado (Juan 14-16) paracleto, traducido en la versión Reina-Valera 1960 como
“Consolador”. Es un nombre empapado de personalidad, porque está compuesto de dos palabras griegas que
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significan “llamado al lado”. Así que el Espíritu Santo, el paracleto, ha sido llamado a nuestro lado para consolar,
defender, fortalecer, exhortar. Así que el Espíritu Santo es un verdadero compañero.
El Problema de Símbolos: ¿Por qué tenemos tanto problema al concebir al Espíritu Santo como una
persona? Quizás se debe a los símbolos usados en la Biblia para describir su obra: fuego, aceite, agua, viento, etc.
Recordemos que son símbolos nada más. El Espíritu Santo actúa como fuego; eso es, nos purifica. El Espíritu
Santo actúa como aceite; eso es, nos unge y nos sana. El Espíritu Santo actúa como agua; eso es, vivifica, da vida.
El Espíritu Santo obra como el viento; eso es, una presencia potente pero invisible. Pero nunca olvidemos: aunque
el Espíritu Santo actúa como fuego, no es fuego; aunque actúa como aceite, no es aceite; aunque actúa como agua,
no es agua; aunque actúa como viento, no es viento.
Hay algo semejante en el caso de Cristo: La Biblia habla de él como luz, puerta, agua de vida, etc., pero
entendemos perfectamente bien que estas son figuras, nada mas, símbolos utilizados para describir una fase
determinada de la vida y la obra de Cristo.
Evitar la Expresión “Tener más del Espíritu”. La Plenitud del Espíritu no significa que hemos de tener
más del Espíritu, sino que el Espíritu ha de tener más de nosotros. Con demasiada frecuencia se habla de la
Plenitud del Espíritu como si el cristiano fuera un tanque o un vaso y el Espíritu Santo un líquido. Si así fuera,
pudiéramos concebir de “tener mas del Espíritu”. Pero no es así, tanto el cristiano como el Espíritu son personas.
De modo que, tener más del Espíritu no es que nosotros tengamos más de él sino que él tenga más de nosotros.
No es posible “tener mas de una persona”, porque no es posible tener solamente “una parte” de una
persona. Si la tenemos, ¡La tenemos toda! Así que, hablar de “tener más del Espíritu” es dibujar un concepto
grotesco, como si tuviéramos por ejemplo sus pies, pero no sus manos.
Lo que hace falta es que el Espíritu tenga más de nosotros. Pensemos de la vida del cristianismo como si
fuera una casa de muchas habitaciones. Bien pueda ser que el Espíritu Santo tenga solamente la antesala y que no
le hemos entregado los demás cuartos. De modo que, cuando me hago la pregunta, ¿estoy lleno del Espíritu? Lo
debo hacer en una forma concreta. Así: ¿Qué parte de mi vida aun no he entregado al Espíritu Santo, eso es, al
señorío de Cristo? Para responder, me pongo ha pensar en los distintos “cuartos” de la “casa de mi vida”: mis
relaciones conmigo mismo, con el prójimo, con el mundo, con la carne, etc. Así hago un repaso de todos los
aspectos de mi vida. Si puedo afirmar que toda mi vida esta entregada al señorío de Cristo, entonces puedo estar
seguro que estoy lleno del Espíritu. Si no es así, se lo que debo hacer para obtener esta plenitud.

ES SER LLENO DE CRISTO


En bastante enseñanza popular sobre el Espíritu Santo se aprecia una trágica separación entre Cristo y el
Espíritu. Se da a entender que la experiencia de conversión, cuando Cristo entra a nuestro ser, es inferior a una
experiencia posterior que todos deben tener: la de iniciar una relación con el Espíritu Santo. La Biblia no enseña
tal cosa.
El Consolador: Cristo hizo mucho hincapié en que, cuando tratamos con el, tratamos también con el
Espíritu Santo, y viceversa. Por ejemplo, en Juan 14:16 el Señor dice: “yo rogaré al Padre y os dará otro
consolador, para que esté con vosotros para siempre”. A primera vista, pudiéramos pensar que la expresión, “otro
consolador” destaca la diferencia entre Cristo y el Espíritu Santo. Pero destaca la idea opuesta: que el espíritu
santo sea otro Consolador indica también que Cristo es también un Consolador. Es como si Cristo dijera a sus
discípulos: “fijaos bien, durante tres años he andado con vosotros. He sido un verdadero compañero, andando a
vuestro lado para enseñar, exhortar, consolar. Pronto os enviare otro como yo; eso es, el Espíritu Santo. Y cuando
el venga, no habéis de pensar que será diferente: como soy yo, así será él”.
Símbolos Semejantes: La semejanza entre Cristo y el Espíritu Santo se aprecia en los símbolos usados
para ambos en el Nuevo Testamento. Tanto Cristo como el Espíritu Santo trabajan para alumbrar: Cristo como
luz y el Espíritu Santo como aceite y fuego. Tanto Cristo como el Espíritu Santo alimentan el alma: Cristo como
pan y el Espíritu como agua.
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Una Identidad Práctica: Una y otra vez notamos en el Nuevo Testamento una identidad práctica entre
Cristo y el Espíritu Santo. Por ejemplo: Cristo, la última noche antes de su crucifixión promete a sus discípulos:
“y yo rogare al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Y momentos después
agrega: “no os dejaré huérfanos, vendré a vosotros” (Juan 14:16-18). Así la venida del consolador será también
la venida de Cristo. Luego, en la Gran Comisión hace hincapié en que la presencia del Espíritu Santo es también
su propia presencia al decir: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20b).
Podemos distinguir tres etapas en la forma de existir de Cristo: antes de la resurrección, vivía limitado a
la carne. Posterior a la resurrección, mientras estaba en la tierra seguía en la carne, pero ya no limitado a la carne.
Por ejemplo: a pesar de tener “carne y huesos” y comer pescado era capaz de introducirse a un salón sin abrir la
puerta (Lucas 24:36-43). En tercer lugar desde su ascensión, Cristo ha existido, en su relación con nosotros como
puro Espíritu. Un autor resume esta relación como sigue: “el espíritu es la presencia terrenal del Señor exaltado…
el Espíritu es la nueva forma de existir y acción de Cristo”.
No una Identidad Absoluta: Ahora bien, no estamos sugiriendo que “Jesucristo” y “Espíritu Santo” son
sencillamente dos nombres para la misma persona. Lo que si afirmamos es que es imposible tratar con uno sin
tratar con el otro. Cristo nos da la clave en Juan 16:13-14:

“Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, el os guiará a toda la verdad; porque


no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere y os hará saber
las cosas que habrán de venir. El me glorificará porque tomara de lo mío y os lo
hará saber”.

El Espíritu “tomará de lo mío y os lo hará saber”, dice el Señor. Así que, cuando el Espíritu habla, siempre
habla de Cristo. Y cuando Cristo se revela, es siempre el Espíritu Santo que le revela. Sin Cristo, el Espíritu Santo
no tendría nada que decir. Sin el Espíritu Santo, Cristo no se presenta al mundo. Los dos se dependen mutuamente.
La relación entre la electricidad y la luz ilustra la relación entre el Espíritu Santo y Cristo. En un cuarto
alumbrado, vemos la luz, no la electricidad. No obstante, sabemos que la electricidad es el conductor de la luz.
Sin la electricidad, no habría luz. Las dos son inseparables, se dependen mutuamente. En forma semejante, Cristo
es la luz del Mundo. Lo vemos a él, no al espíritu Santo. Pero sabemos que el Espíritu Santo es el canal por el
cual Cristo se presenta.
Se demuestra también esta relación en la enseñanza de Pablo acerca de la Iglesia como el Cuerpo de Cristo.
He aquí el cuadro: Cada cristiano es un miembro particular del Cuerpo, sea mano, o pie u oreja u ojo. Cristo es la
Cabeza de este cuerpo. Como en el cuerpo físico, los miembros del Cuerpo de Cristo también trabajan bajo la
dirección de la Cabeza.
Pero, ¿Cómo se comunica la cabeza con los miembros del cuerpo? En el cuerpo físico, es por medio del
sistema nervioso. Supongamos que la cabeza desea que los pies se muevan. ¿Qué hace? Por medio del sistema
nervioso envía un mensaje a los pies: “pies muévanse”. Y los pies obedecen de inmediato.
Ahora bien, el Espíritu santo trabaja en el Cuerpo de Cristo como el sistema nervioso en el cuerpo físico.
Por medio del Espíritu Santo Cristo hace saber su voluntad para cada miembro del Cuerpo. Sin esta intervención
del Espíritu, no habría comunicación entre Cristo y el cristiano.
Así que, como en el cuerpo humano hay una interdependencia entre la cabeza y el sistema nervioso,
también hay una interdependencia entre Cristo y el Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo, no hay comunicación
entre Cristo y el cristiano; sin Cristo el Espíritu Santo no tiene ningún mensaje para el cristiano.

SEÑAS DE LA PLENITUD DEL ESPIRITU


¿Soy lleno del Espíritu Santo? Para contestar esta pregunta, necesito saber las señas de la plenitud.
NO ES HABLAR EN LENGUAS
13
La prueba del Espíritu Santo no es hablar en lenguas, como algunos afirman. Es cierto que en el día de
Pentecostés todos los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron en lenguas. Pero si insistimos que los
fenómenos del día de Pentecostés deben repetirse para que sea uno lleno del Espíritu Santo ¿No sería necesario
también que haya “un viento recio” y que haya “lenguas repartidas como de fuego”? (Hechos 2:2-3). ¿Tenemos
el derecho de insistir en uno de estos fenómenos pero no en los otros?
Ya que este es un problema candente entre los cristianos interesados en la vida espiritual, examinémoslo
un poco más a fondo.
¿Son las mismas, las Lenguas en Hechos y 1 Corintios? Un examen de la literatura de los carismáticos,
revela que dan por sentado que la experiencia de lenguas en el día de Pentecostés fue idéntica con la experiencia
descrita en 1 Corintios 12 y 14. Pero un examen de los fenómenos revela diferencias profundas. Primero, en el
día de Pentecostés había presente gente de unas catorce naciones, y todos entendieron el mensaje que predicaron
los discípulos. En cambio, en la iglesia de Corinto, consta que todos los asistentes hablaban el mismo idioma,
pero que nadie podía entender lo que decía la persona que hablaba en lenguas, a menos que hubiera un intérprete.
Segundo, en el día de Pentecostés, todos hablaban a la vez, sin que hubiera nada de confusión. En cambio,
la costumbre de hablar en lenguas en Corinto ocasionaba tanta confusión que Pablo prohibió que hablara más de
uno en un momento dado. Tercero, el Espíritu dio las lenguas el día de Pentecostés para que los discípulos
pudieran dar testimonio a las gentes que no conocían a Cristo. En cambio, Pablo dice que “el que habla en lenguas
no habla a los hombres, sino a Dios” (1 Corintios 14:2a). Las lenguas no edifican a los incrédulos; al contrario:
“Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y
entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” (1 Corintios 14:23).
¿Son lo mismo, las lenguas del Día de Pentecostés y las de Corinto? Claro que no; el Día de Pentecostés
las lenguas eran para hablar al mundo; en Corinto las lenguas eran para hablar con Dios.
¿Es el Don de Lenguas para Todos? Pablo dice que no: ¿Son Todos apóstoles? ¿Son todos profetas?
¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidades? ¿Hablan todos lenguas?
¿Interpretan todos? (1 Corintios 12:29-30).
¿Qué respuesta esperaba Pablo a sus preguntas? Obviamente esperaba que sus lectores contestasen ¡NO!
Tienen que ser así Pablo enseñaba que no hay ningún don que todos posean, sino que se trata de “el mismo Espíritu
repartiendo a cada uno como el quiere” (1 Corintios 12:11b).
¿Hablar en lenguas es prueba de la plenitud del Espíritu? De ninguna manera, otra prueba de esto es que
Pablo, al escribir a la iglesia de Corinto, la que tenía mas miembros que hablaban lenguas que cualquier otra
iglesia, se queja que era una iglesia no espiritual, sino carnal:
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como
a carnales, como a niños en Cristo” (1 Corintios 3:1).
¿Cuáles, pues, son las señas verídicas de la Plenitud del Espíritu Santo? Un estudio del libro de los Hechos
sugiere seis indicaciones cuando el creyente está lleno del Espíritu:

1. MANIFESTAR EL CARÁCTER DE CRISTO


Colocamos este aspecto en primer término porque es el más importante. Ya que el Espíritu Santo,
manifiesta su presencia primordialmente en una vida de santidad. Hablar de la plenitud sin la santidad es engañarse
así mismo. Y esta santidad se manifiesta en una forma muy concreta: en la duplicación de la vida de Cristo en la
vida del creyente.
El capítulo 15 de Juan ilustra esta verdad. Cristo dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí y yo en él éste lleva mucho fruto…” (v. 5).
¿Qué es el fruto del que Cristo habla? Pudiera referirse a muchos aspectos de la vida cristiana, pero
recordemos que la prueba de un naranjo es en verdad un naranjo es ¡que produzca naranjas! La naranja es sobre
14
todo una reproducción de la vida esencial del naranjo. Así que, el fruto esencial del pámpano que permanece en
Cristo es que reproduzca la vida de Cristo.
Ya hemos visto que la obra del Espíritu es la de manifestar a Cristo. Cristo es la Vid. El cristiano es el
pámpano. El Espíritu Santo es la savia, que comunica la vida de Cristo al pámpano. La prueba, entonces de que
yo soy lleno del Espíritu es que este Espíritu (la savia) esté reproduciendo en mí el fruto del carácter de Cristo.

2. LLEVAR UNA VIDA DE TESTIMONIO


Repetidas veces el Libro de los Hechos describe cómo la Plenitud del Espíritu producía un testimonio de
excepcional eficacia.
Así sucedió el Día de Pentecostés (2:4); cuando Pedro estaba delante del Concilio (4:8-13). Véanse
también hechos 4:31; 7:55 y 11:24.

3. ESTAR BAJO LA DIRECCION DEL SEÑOR


Cinco veces en el Libro de los Hechos en momentos críticos, el Espíritu Santo habló para instruir a los
discípulos acerca de que debían hacer en un momento determinado (8:29; 10:19, 20; 13:1, 2; 15:28 y 16:6, 7).

4. EJERCER EFICIENTEMENTE LOS DONES DEL ESPIRITU


Poseer un don espiritual determinado no asegura la plenitud del Espíritu. A los de Corinto, Pablo dijo:
“nada os falta en ningún don” (1 Corintios 1:7a). Pero, como hemos notado antes, eran cristianos carnales (1
Corintios 3:1). Un don espiritual es nada mas una herramienta; para utilizar este don en forma eficaz, necesitamos
la plenitud del Espíritu.

5. UNA ESPONTANEIDAD DE VIDA


“Donde esta el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17). El cristiano lleno del Espíritu es
libre; lo que hace, lo no como un esclavo de leyes externas, sino por el gozo de vivir en Cristo. El Señor describe
esta vida de hermosa espontaneidad como sigue: “el que cree en mi… desde su interior correrán ríos de agua
viva” (Juan 7:38).

6. UNA CONCIENCIA DE LA PRESENCIA DE LO DIVINO


El tema de la vida del creyente lleno del Espíritu es el de Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”
(Gálatas 2:20b). Espera que en cualquier momento lo infinito irrumpa en su vida. No duda la posibilidad de
milagros porque en cada momento palpa el milagro de la presencia de Cristo en su vida.

LA SECUENCIA DE LA PLENITUD DEL ESPIRITU


¿Cómo viene la Plenitud del Espíritu a la vida del creyente? De costumbre se pone lo acontecido el Día
de Pentecostés como modelo. Se piensa que la llenura del espíritu es sinónimo de una crisis tremenda en la vida:
Dios baja del cielo, nos lleva a una convicción arrobadora del pecado y de nuestra necesidad del Espíritu, nos
tumba a la tierra, nos llena del Espíritu y nunca la vida vuelve a ser igual. Pero, ¿es bíblico este concepto?

LA PLENITUD EN LOS HECHOS


Es notable que el cuadro que pinta los Hechos de la Plenitud del Espíritu no sea de una crisis. Nueve veces
describe a los discípulos como “llenos del Espíritu”. Sólo dos de estos casos son descripciones de una crisis (2:1-
4; 4:31). Los demás son descripciones de una condición estable (4:8; 6:3, 5; 7:55; 9:17; 11:24; 13:52).

EFESIOS 5:18
15
Solamente una vez en el Nuevo Testamento se nos ordena que seamos llenos del Espíritu. Este mandato
se encuentra en Efesios 5:18. La Revisión de 1960 lo traduce así “…Sed llenos del Espíritu”. El verbo en el
griego está en el tiempo presente, un tiempo que en el griego significa siempre acción continua. Además, su voz
es pasiva. Así que, el sentido literal de este mandato es “Permitíos ser llenos continuamente, día en día, del
Espíritu”. Consta que Pablo recomienda una condición que ha de caracterizar la vida diaria del cristiano. No
habla de la cumbre de la montaña, sino de una mesa en las alturas que podemos caminar todos los días de nuestra
vida.
Así que, el concepto predominante del Nuevo Testamento de la Plenitud del Espíritu es de un estado, una
condición continua.
En cambio, no es una condición de estancamiento; es dinámico. Si bien la plenitud es una mesa en las
montañas, es una mesa que se inclina hacia arriba. En otras palabras, lo que era la plenitud del Espíritu en nuestras
vidas hoy, no será adecuado para mañana, porque el Espíritu Santo siempre no esta revelando nuevas áreas de
nuestras vidas que han de ser cedidas al dominio del Espíritu Santo.
Siendo la condición tal, tendrá que haber momentos de crisis; épocas en nuestra vida cuando el Espíritu
nos trae convicción sobre un pecado, o bien nos da una visión de algo que hasta el momento, no nos habíamos
visto. Estos son momentos que requieren humillación y una nueva entrega de nuestro ser al señorío de Cristo.

CONCLUSION
Aunque la vida en el Espíritu no sea necesariamente una vida llena diariamente de experiencias
sensacionales, tampoco es una experiencia que venga automáticamente al cristiano. Al contrario, viene a ser una
realidad solamente en las vidas de los que tienen la entrega de Jacob en Peniel cuando dijo: “No te dejaré sino me
bendices” (Génesis 32:26). La persona que de por sentado la plenitud del Espíritu en su vida acabará con una
vida carnal y mediocre.
Consta que la mayoría de los cristianos no conocen la realidad de una vida llena del Espíritu. Le
proponemos un desafío: que ponga como su meta que, al llegar al final de este curso, habrá experimentado la
llenura del Espíritu.
Hemos hablado de la Plenitud del Espíritu como un estado continuo. Pero ningún cristiano llega a este
estado sin llegar primero a una encrucijada en la que se enfrenta consigo mismo, con su egoísmo, sus pecados y
con el Señor que le dice:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y
sígame” (Mateo 16:24).
En los capítulos siguientes tratamos el tema de cómo tener la llenura del Espíritu. ¿Desea esta experiencia?
¿Pagará el precio? Sí así es, le espera una aventura gloriosa.

DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 1
SECCION B

NIVEL 1
16

Nombre: _________________________________________________________.

INVENTARIO PERSONAL

Antes de hacer este ejercicio ya debes haber seleccionado a tu “compañero de dialogo” y haber repasado
el “inventario personal” de la Sección “A”. Además, debes haber iniciado tu diario personal.
Puedes pasar el tiempo que quieras con tu “compañero de dialogo”, pero se recomienda un mínimo de 30
minutos.

1. Dibuja una casa con cinco cuartos. Identifica cada cuarto con una de las “señas”. Pinta en rojo los
cuartos de esta casa (tu vida) que el Espíritu Santo ya ocupa.

2. Esta gráfica representa la vida en el Espíritu:

100 75 50 25 0

100 representa una vida que esta completamente llena del Espíritu. Pon una “X” para indicar hasta donde
has llegado en tu propia vida, a la luz de nuestro estudio bíblico.

3. Usando Gálatas 5:22-23 como base, hacer nueve graficas semejantes a la de arriba. Al lado izquierdo,
pon uno de los atributos mencionados como parte del “fruto del Espíritu”. Al otro extremo, pon el atributo
opuesto (por ejemplo, amor-odio; gozo-tristeza; etc.,) ahora pon una “X” en cada grafica para indicar
hasta donde has llegado en el desarrollo de este factor de tu vida espiritual. Platica lo siguiente con tu
compañero de diálogo: ¿Qué puedo hacer mañana para mejorar mi “calificación” en cada uno de los
atributos?

NIVEL 2
1. Podemos expresar la idea de la Plenitud en otros términos sinónimos. Dar dos.
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2. Explicar en 25 palabras o menos el nombre personal del Espíritu Santo.


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3. Usando la figura de la luz y la electricidad, explicar que “ser lleno del Espíritu”, es ser “lleno de Cristo”.
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4. Nombrar cinco “señas de la Plenitud”. ¿Cuáles consideras que son las más importantes? ¿Por qué?
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5. Interpretar Efesios 5:18.


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DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 2
SECCION A

COMO SER LLENOS DEL ESPIRITU: UNOS PRINCIPIOS BASICOS


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INTRODUCCION
La meta y el anhelo de todo cristiano debe ser vivir la Plenitud del Espíritu Santo. Para el ministro, esta
plenitud es indispensable. Todo lo que uno puede aprender en una Escuela Teológica le será de poco valor, a
menos que utilice sus conocimientos con el poder del Espíritu Santo.
Pero, ¿Cómo ser lleno del Espíritu? Si recorremos el Nuevo Testamento buscando una formula, nos
sorprende encontrar que ¡no se halla tal formula! ¿Por qué? Porque la Plenitud del Espíritu responde a unos
principios bíblicos y espirituales tan básicos que no hay necesidad de una “formula especial”. Una vez que
comprendamos estos principios básicos para el trato de Dios con el cristiano: ya tenemos el conocimiento
indispensable para andar diariamente en la Plenitud del Espíritu. El propósito de esta lección es estudiar estos
principios.

LA RELACION ENTRE LA GRACIA, EL ESPIRITU SANTO Y LA FE


El primer principio bíblico para los tratos de Dios con su pueblo estriba en la relación entre la gracia, el
Espíritu Santo y la Fe. Veremos esta relación en dos pasos.

LA GRACIA Y EL ESPIRITU SANTO


Se nota en el Nuevo Testamento una relación estrecha entre la gracia y el Espíritu Santo. Por ejemplo, la
palabra predilecta de Pablo para “don del Espíritu”, charisma, puede traducirse también, “don de gracia”, ya que
se deriva de charis, que en el griego significa “gracia”. Otro ejemplo: En hechos 6:3 leemos que Esteban está
“lleno del Espíritu”. El v. 8 del mismo capitulo nos dice que Esteban estaba “lleno de gracia”. Conste que las dos
expresiones describen la misma condición.
“Gracia” representa poder aún para realizarse. El Espíritu Santo transforma esta realidad potencial en una
realidad palpable. Usemos una figura: una y otra vez la Biblia representa al Espíritu Santo como fuego.
Pudiéramos pensar en el combustible que alimenta este fuego como la gracia.
El léxico da dos sentidos básicos de la palabra “gracia”. Es “dulzura, encanto, hermosura”. Es también
“benignidad otorgada a aquel que no la merece”. ¿Cómo llegamos a vivir estas cualidades? Solo por medio de la
obra del Espíritu Santo. Estas cualidades nos recuerdan del fruto del Espíritu descrito en Gálatas 5:22-23a:

“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza”.

LA RELACION DE LA FE CON LA GRACIA Y EL ESPIRITU SANTO.


La gracia de Dios llega a nosotros, por medio de la fe, el Espíritu Santo también obra en respuesta a la fe.
La regeneración es un ejemplo. Pablo dice: “por gracia sois salvos, por medio de la fe” (Efesios 2:8a), así
vinculando la gracia y la fe. Tito vincula la gracia y el Espíritu Santo en la salvación:

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia (su gracia), por el lavamiento de la regeneración y por la renovación
en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).
Uniendo estos dos pasajes, podemos ver los factores obrando en la experiencia de la regeneración: la
gracia, la fe y el Espíritu Santo.
Una ilustración: La Comarca Lagunera en el norte de México tiene una tierra fértil; pero no hay lluvia
suficiente en aquella región, de modo que el agua para regar sus tierras la traen desde la presa Lázaro Cárdenas, a
una distancia de 175 kilómetros a través del lecho del Río Nazas. Nótese que hay tres elementos en esta operación
de riego: (1) La presa, (2) El agua, (3) El cauce del Río.
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El agua en la presa representa la gracia, poder aun para realizarse. El agua corriendo hacia el campo
representa el Espíritu Santo; es poder realizado. El río representa la fe; ya que es por medio de él pasa de la presa
hasta el campo. Así es que existe una unión intima y dinámica entre la gracia, el Espíritu Santo y la fe.
Antes vimos que el Nuevo Testamento no presenta ninguna formula especial para recibir la Plenitud del
Espíritu Santo; al contrario afirmamos que esta bendición viene por medio de unos principios básicos que norman
todos los tratos de Dios con los hombres. Vemos ahora el primero de estos principios: todas las bendiciones
de Dios vienen a nosotros por medio de la fe. Así que, para saber como vivir la Plenitud del Espíritu es
necesario saber como vivir por la fe.

UN PASAJE CLAVE: ROMANOS 5:1-2


Romanos 5:1-2 es uno de los pasajes más ricos de toda la Biblia, porque resume toda la vida cristiana;
pasada, presente y futura:

“Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”

La palabra “pues” es una flecha apuntada hacia atrás. Nos recuerda de la enseñanza de Pablo en los
primeros cuatro capítulos: todos los hombres son pecadores, destinados a la muerte eterna, pero Dios en su gracia
nos brinda salvación por medio de la fe en Cristo. Esta salvación cristiano.
La palabra “también” en el v. 2 es una flecha apuntada hacia el presente y el futuro. La palabra traducida
“tenemos” se encuentra en el tiempo perfecto en su forma griega. Dándole su sentido original pleno, leemos así:
“Hemos tenido y seguimos teniendo entrada a la gracia en la cual hemos estado y seguimos estando (otra forma
perfecta) parados firmemente”.
Así que, la gracia de Dios mira tanto hacia el pasado, por fe en Cristo, nos dio la justificación; en el
presente y en el futuro, también por fe en Cristo Jesús, podemos seguir entrando a la gracia de Dios. Pero esta
segunda idea presenta un problema, el cual pasamos a considerar de inmediato.

LA CASA DE LA GRACIA
¿Ha notado usted una aparente contradicción en nuestro pasaje, Romanos 5:2? Pablo dice “seguimos
teniendo entrada a la gracia en la cual estamos”. Pero, ¿Por qué hablar de cómo entrar a un cuarto si ya estamos
en este recinto, y “firmemente parados” allí? Parece absurdo, a primera vista.
Pero, pensándolo bien, vemos que ni es una contradicción, ni es un absurdo. Pablo no esta hablando de
un cuarto de gracia, sino de una casa de gracia. Nos dice “hermano cristiano, has entrado a la gracia, si. Pero debes
entender que apenas estas en la sala. Te espera aún todas las demás habitaciones de esa enorme Casa de Gracia”.

LAS OTRAS HABITACIONES EN LA CASA DE GRACIA


Examinemos con detenimiento esta Casa de Gracia. La sala se llama “justificación”. Cristo es la puerta,
la fe es la llave que abre esa puerta. Hace uno o dos años, o más entramos a la Casa de Gracia. Ya estamos en la
sala de la Justificación. Desde luego, esta sala contiene muchas bendiciones: el perdón de pecado, paz con Dios,
vida eterna.
Pero Pablo insiste: “no se puede conformar con permanecer en la sala. ¡A ver los demás cuartos!”. Muchos
cristianos no se dan cuenta de la invitación que Pablo nos hace. Pasan toda la vida en la sala. Cuando llega la
muerte, transitan el largo pasillo de la gracia hasta llegar a la puerta trasera y entran al cielo. Pero nunca se dan
cuenta que a ambos lados de este pasillo de gracia se encuentran decenas de habitaciones de gracia que nunca
exploraron.
20
Vivir en la plenitud del Espíritu es vivir en día gozando todas las bendiciones de Dios disponibles por su
gracia. Iniciamos esta vida en el Espíritu cuando recibimos a Cristo, pero para poder seguir viviendo toda la vida
en al plenitud hemos de ir entrando, una tras otra, a todas las habitaciones de la Casa de la Gracia. Así que, el
Principio No. 2 es, La Gracia es una casa de muchas habitaciones.

LA GRACIA ESTA DEPOSITADA EN LAS PROMESAS


Ahora consideremos las demás habitaciones en esta Casa de Gracia, habitaciones en donde esta
almacenada toda la gracia que Dios pone a nuestra disposición toda la vida. ¿En que forma existe esta gracia?
Ahora bien, no es difícil describir exactamente lo que nos da la gracia de Dios cuando recibimos a Cristo como
nuestro Salvador; pero ¿Qué nos ofrece la gracia de Dios después de este encuentro inicial? He aquí la respuesta:
cada cuarto en la Casa de Gracia lleva un rótulo que identifica su contenido. Y este contenido se expresa en forma
de una promesa.
Seamos muy concretos: si desea usted un inventario de la gracia de Dios disponible a sus hijos, esos es, si
desea una descripción pormenorizada de la vida en el Espíritu, recorra la Biblia y hágase una lista de todas las
promesas. Porque la gracia de Dios esta depositada en sus promesas. Cada promesa es un cuarto en la Casa de la
Gracia. Pedro lo explica así:

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas
por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria
y excelencia, por medio de los cuales nos ha dado preciosas promesas para que
por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:3, 4a).

“Por medio de las promesas” llegamos a participar en la misma naturaleza de Dios. Iniciamos esta
participación apropiando la promesa en Juan 3:16, así llegando a ser hijos de Dios. (Juan 1:12). Pero esto es nada
más el principio; con la misma fe que ejercimos para aceptar la promesa de la salvación hemos de ir probando las
demás promesas.
Cada una nos brinda más de la gracia de Dios; cada una nos ayuda a vivir más la realidad de la Plenitud
del Espíritu.
Ahora bien, tome su Biblia y vaya subrayando las promesas y descubrirá una cosa hermosa: ¡hay una
promesa para cada necesidad de la vida! He aquí algunas:
Para paz en la mente y en el corazón (Filipenses 4:6-7).
Para bendiciones materiales (Mateo 6:33).
Para sanidad (Santiago 5:14-16).
Para prosperidad espiritual (Salmo 1).
Para el compañerismo de Cristo (Mateo 28:20).
Para el perdón de pecados (1 Juan 1:9).
Y hay muchas más. Las clasificaremos en una lección posterior. Pero ahora recuerde: ¡una promesa del
Señor nunca es meras palabras! ¡Es muchísimo mas! Cada promesa es un almacén en la casa de la Gracia; Dios
ha depositado una cantidad específica de energía espiritual en cada cuarto, energía para llevar a cabo una tarea
especifica. Principio No. 3: La Gracia esta depositada en las Promesas.

RECIBIMOS LA GRACIA DEPOSITADA EN LAS PROMESAS POR LA FE


¿Cómo llegamos a recibir la gracia de Dios que esta almacenada en sus promesas? ¿Cómo abrimos las
puertas de las habitaciones en la Casa de Gracia? En la misma forma que recibimos la gracia de la salvación: por
fe en Cristo Jesús. Pablo dice esto de manera explicita: por quien (Cristo) tenemos entrada por la fe a esta gracia
en la cual estamos firmes” (Romanos 5:2a).
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¡Solamente un plan! No debemos hablar de “secretos” de la vida cristiana: el secreto de la oración… de
la Plenitud del Espíritu… de paz en el corazón, etc. El secreto es: ¡No existe ningún secreto! Todo lo que Dios
tiene para nosotros se recibe por medio de la fe.
Sí, la Casa de Gracia tiene muchas habitaciones, pero sólo una llave, la llave de la fe. ¿Ha recibido usted
la llave para la puerta principal de la casa de Gracia? Si así es, ya tiene en la mano la llave para abrir todas las
demás puertas.
OTRO VERSICULO CLAVE: COLOSENSES 2:6-7
Pablo expone el principio de “una sola llave” de una manera extraordinaria en Colosenses 2:6-7.
Pudiéramos llamar a este pasaje “el Juan 3:16 de la vida cristiana”.

“Por tanto, de la (misma) manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, (así
también) andad en él…”.

Es claro: la manera de tener una vida llena del Espíritu es seguir practicando cada día lo que se hizo al
recibir a Cristo como Salvador. Pablo explica que la vida cristiana llena del Espíritu es:
Andar en Cristo Echar raíces en Cristo Edificarnos sobre Cristo
Siguiendo estas figuras, concluimos que la relación entre recibir a Cristo como Salvador y llegar a la
madurez cristiana es semejante a la relación entre: Un bebé y un hombre maduro; una semilla y un árbol bien
arraigado; un cimiento y un edificio terminado
El proceso se desarrolla así: desde el principio de la vida nueva en Cristo se libra en el creyente una
potencia maduradora semejante a la potencia que se encuentra en la vida de un bebé recién nacido… en una
semilla… y en la cimentación de un edificio. Esta fuerza garantiza, en la vida cristiana, no solamente un principio
exitoso, sino también una maduración completa, si cooperamos con ella. Y, ¿Cómo se puede cooperar?
Pudiéramos expresarlo en la forma siguiente:
De la manera que nació en Cristo… camine en él. De la manera que plantado… arráiguese en él. De la
manera que echó su cimiento en Cristo… edifíquese sobre él.
Cada una de estas figuras encierra una enseñanza vital para el cristiano que desea experimentar la Plenitud
del Espíritu diariamente en su vida. Estudiemos con más atención estas figuras:

COMO CAMINAR EN CRISTO


El cristiano aprende a vivir en el Espíritu en la misma forma que un bebé a prende a caminar. Un
nacimiento es un milagro; pero el milagro continua. ¿No le parece que el acto de caminar es también un milagro?
Requiere una coordinación extraordinaria entre los pies, los ojos los oídos, las manos el cerebro. El secreto de
esta coordinación esta en el cerebro; una fuerza vital que va dirigiendo el desenvolvimiento de los miembros del
cuerpo hasta que lleguen a la plena madurez. Desde luego, el bebé no aprende a caminar de un día a otro, es
desenvolvimiento lento que lleva meses.
Algo semejante sucede en la vida cristiana. El nuevo nacimiento es un milagro; pero el caminar
diariamente en la Plenitud del Espíritu es también un milagro; un milagro efectuado por el mismo Espíritu que
hizo posible el nuevo nacimiento. Es también un proceso que lleva meses, años, toda la vida. Hemos de andar
con Cristo día en día, probando sus promesas, abriendo una tras otra las puertas de las habitaciones de la Gracia.
Los padres tienen el derecho de soñar que su bebé no sólo aprenda a caminar, sino que algún día gane una medalla
de oro en las Olimpiadas. Así también nosotros debemos aspirar a ser campeones en nuestra vida en Cristo.

COMO ARRAIGARSE EN CRISTO


22
Veamos primero, el lado físico de esta analogía de Pablo: un día una semilla es sembrada en la tierra.
Sucede un milagro; la semilla germina y desde su interior brota una explosión de vida que produce una pequeña
planta.
La germinación de una pequeña semilla es un milagro; pero el milagro continúa en el desarrollo de la
planta hasta que llega a ser un árbol de cinco, diez, quince metros de altura. Nótese que, desde la misma tierra en
donde nació, el árbol extrae agua y minerales que hacen posible su crecimiento.
Veamos ahora el lado espiritual de nuestra analogía: un día la semilla de fe del nuevo creyente cae en tierra
y germina. Es una obra maravillosa del Espíritu Santo. Pero hay otra obra maravillosa que produce la madurez
espiritual en esta nueva vida; el cristiano echa raíces profundas en el mismo Cristo que inició su vida. Por medio
de la lectura bíblica y la oración, el Espíritu Santo va alimentando al nuevo cristiano, llevándole a una estatura
cada vez mayor.

COMO EDIFICARSE EN CRISTO


La clase de cimiento que uno echa depende de la clase de edificio que se proponer construir. ¡Hay mucha
diferencia entre el cimiento de rascacielos y el cimiento de un gallinero! Pablo, en 1 Corintios3:11, nos habla del
cimiento preparado para nuestra vida cristiana: “porque nadie puede poner otro fundamento que el que esta puesto,
el cuales Jesucristo”. ¡Jesucristo del edificio de nuestra vida! Jesucristo el eterno Hijo de Dios, quien ha existido
desde la eternidad. ¡Cimiento suficiente para un rascacielos espiritual!
Ahora bien, de costumbre, el mismo maestro de obras que echa el cimiento también es quien construye el
edificio. Así también en la vida cristiana; el mismo Cristo por medio del Espíritu Santo nos salva y nos ayuda a
construir el edificio de nuestra vida espiritual. El es el constructor y nosotros le suplimos los materiales para la
construcción:

“Y si sobre este fundamento (de Cristo) alguno edificare oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta:
porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno
cual sea, el fuego la probará” (1 Corintios 3:12-13).

Día tras día, durante toda la vida, nuestros pensamientos y actos van determinando la clase de casa que
estamos construyendo. ¡Que sea digna de su cimiento!
Así que, una vez que recibimos a Cristo, tenemos delante un horizonte sin límites. Si aprendemos a vivir
la fe que el Señor nos ha dado, podemos experimentar todos los días la plenitud del Espíritu; andando en Cristo,
arraigados en Cristo, edificados sobre Cristo.
Resumamos esta sección de nuestra lección con el Principio No. 4: La manera de tener una vida llena
del Espíritu es colaborar con la fuerza espiritual dinámica librada en el inicio de la salvación.
Albert Einstein invento la fórmula E=MC para expresar su Teoría de la Relatividad. Significa que la
cantidad de energía disponible en cualquier objeto es igual a su masa multiplicada por la velocidad de la luz al
cuadrado. Según esta fórmula, hay energía suficiente en un kilo de carbón para alumbrar una ciudad de un millón
de habitantes durante treinta años.
De la enseñanza bíblica podemos elaborara otra formula, una explica como librar la potencia espiritual
que hay en cada creyente. Es como sigue:
4
E=PF
La fórmula se traduce como sigue: la energía espiritual disponible a cualquier cristiano es igual a las
promesas del Señor multiplicadas por nuestra fe al cuarto poder. Este es nuestro Principio No. 5, y es un
resumen de los otro cuatro.
23
Pablo en Efesios 1:15-23, habla de la inmensa cantidad de potencia espiritual a nuestra disposición:
“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de
vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros,
haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis
cual es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con
nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó
en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre
que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas
las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual
es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.

En este pasaje sumamente maravilloso pablo asevera lo siguiente: cuando Dios levanto a Cristo de los
muertos, libró una cantidad inconcebible de potencia espiritual. Nada de este poder de la resurrección se ha
perdido, hasta el día de hoy.
¿Dónde, pues, esta almacenado este poder espiritual librado en al resurrección de Cristo? Ya lo
comentamos; el poder de la gracia de Dios; la potencia espiritual, esta almacenada en sus promesas. Las promesas
del Señor no son meras palabras; son almacenes de poder, de pura energía espiritual. Y este poder está a la
disposición de “los que creemos”.
4
De esta verdad se desprende la formula para poder espiritual: E=PF. Dice que la energía (E) en las
promesas de Dios (P) es librada por la fe (F) al cuarto poder.

CONCLUSION

4
Antes de comentar el significado de la clave F resumamos lo que hemos estudiado hasta este memento
en el transcurso de esta lección. Primero, hemos visto que todo lo que Dios tiene para nosotros está encerrado en
la palabra “gracia”. Segundo, vimos también que esta gracia se realiza cuando vivimos en al Plenitud del Espíritu.
Tercero, vimos que toda la gracia de Dios está depositada en sus promesas.

Además, aprendimos que la manera de entrar en la gracia y así vivir en la Plenitud del Espíritu, es por
medio de la fe.
Expresemos lo susodicho por medio de los cinco principios.
1. Todas las bendiciones de Dios vienen por medio de la Fe.
2. La Gracia es una Casa de muchas habitaciones, y cada habitación es una Promesa.
3. La Gracia esta depositada en las Promesas.
4. La manera de tener una vida llena del Espíritu es colaborar con la fuerza espiritual dinámica librada
en el inicio de la salvación.
5. La energía espiritual disponible a cualquier cristiano es igual a las promesas del Señor multiplicadas
por nuestra fe al cuarto poder.
4
24
Ahora, nos resta aprender como vivir por fe. La clave F habla de esto. Nos indica que la fe tiene cuatro
dimensiones. Vivir por la fe es vivir concientemente y en forma práctica, cada día de nuestra vida, estas cuatro
dimensiones de la fe. Son como sigue: Desear, Depender, Disponer y Disipar dudas.
Estas Cuatro Dimensiones de la Fe serán los temas de las cuatro lecciones siguientes

DICIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 2
SECCION A
25

Nombre: _______________________________________________________________.

1. Dibujar una casa con un buen número de cuartos. Identificar cada cuarto con una promesa del Señor. Su
compañero de diálogo debe hacer lo mismo. Luego, canjear los dibujos, para que cada uno pinte de rojo
los cuartos que representen promesas que ya has aprobado. Luego, platicar en forma concreta la forma en
que has probado esas promesas. Luego, platicar con pueden probar las otras promesas.

2. A partir de esta lección estaremos enfatizando que la vida de la plenitud del Espíritu es una vida
disciplinada. ¿En que te consideras disciplinado en tu vida cristiana? ¿en que no? ¿estas en la disposición
de imponerte una mayor disciplina para poder vivir la vida en el Espíritu?

NIVEL 2
1. Explicar en 100 palabras o menos la relación entre la Gracia, el Espíritu Santo y la Fe.

2. Hacer una exposición de Romanos 5:1-2.


(1) ¿Qué significan las palabras “pues” y “también”?
(2) ¿Qué es la Casa de Gracia y que son sus habitaciones?
(3) ¿Cómo entramos a las habitaciones?

3. hacer una exposición de Colosenses 2:6-7.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 2
SECCION B

LA PRIMERA DIMENSION DE LA FE: DESEAR


26

INTRODUCCION
Hemos visto que la Plenitud del Espíritu, igual a cualquier otra manifestación de la gracia de Dios, viene
por la gracia por medio de la fe. La vida en el Espíritu es una vida de fe: Si deseamos ser llenos del Espíritu, todos
los días, tenemos que vivir por la fe. Con esta lección, iniciamos un estudio de cómo vivir por fe.
La fe viva y verdadera tiene cuatro dimensiones, sin cualquier de estas dimensiones, la fe queda trunca;
en efecto no es fe. Vamos a ver estas dimensiones en su expresión concreta: Nuestro propósito es llegar a
identificar estas cuatro dimensiones en tal forma que lleguen a ser una estructura en donde se lleva a cabo nuestra
vida: que conciente o inconscientemente lleguemos a normar nuestros pensamientos y nuestras acciones por estas
dimensiones.
Si llegamos a vivir así, la vida de fe que produce el Espíritu Santo llegará a ser nuestro estilo de vida. En
cualquier momento podemos examinar nuestras acciones y nuestras actitudes en forma concreta y contestar la
pregunta: ¿”estoy en este momento actuando por fe”?
La vida cristiana disciplinada, ¡esta es nuestra meta! Y con esta lección comenzamos ver disciplinas
concretas que han de forjar nuestra vida. La primera disciplina es la primera dimensión de la fe: DESEAR.

LA NECESIDAD DE DESEAR
La fe nace con el deseo. Sin un deseo para la Plenitud del Espíritu la fe no existe. Así es que la primera
pregunta que tiene que hacerse el cristiano que se propone vivir una vida llena de fe es la siguiente: ¿Cuánto deseo
esto?

EJEMPLOS BIBLICOS
Cristo. El Señor, a través de su vida, recalcó la importancia del deseo en al vida de sus discípulos. Por
ejemplo, los fariseos pensaban tener ya todo lo necesario para agradar a Dios. Cristo les reprendió: “Los sanos no
tienen necesidad de medico, sino los enfermos… no he venido a llamar a los justos, sino a pecadores, al
arrepentimiento” (Mateo 9:9-13).
Cristo advertía a los religiosos de su día que la persona que se considere “justa” no recibirá nada del Señor.
Y efectivamente por su actitud de conformismo consigo mismo, Cristo llego a rechazar a los más “consagrados”
de su día. Les llamó “sepulcros blanqueados” y “serpientes” y les advirtió, “¿Cómo escaparemos de la
condenación del infierno?” (Mateo 23:27-33).
Cristo buscaba a las personas que reconocían su necesidad, y no vaciló en ir con los pecadores, los
publícanos, las prostitutas, porque vio en ellos un anhelo de Dios.
¿Existe en la vida de usted un deseo profundo de Dios? Cristo compara la sed de Dios con el hambre.
Cuando sus discípulos le ofrecieron comida, dijo: “Yo tengo una comida que comer que vosotros no sabéis… mi
comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:32-34). Para Cristo, su anhelo
de hacer la voluntad del Padre era tal que ponía esto en un lugar de prioridad absoluta.
En otra ocasión Cristo uso la figura de la sed para describir un deseo de Dios: “Si alguno tiene sed, venga
a mí y beba” (Juan 7:31). Esta es una invitación a la salvación, y a la vez a la nueva vida en el Espíritu. El que
recibe a Cristo tendrá la experiencia de que “de su interior correrán ríos de agua viva”; en otras palabras, tendrá
una experiencia cristiana tan inagotable como un manantial. Será una vida, no de una religión forzada, sino de
espontaneidad; el deseo de hacer la voluntad del Señor brotará de adentro como un ojo de agua. Su experiencia
cristiana será tan refrescante como agua cristalina del manantial.
¡Que invitación más hermosa! Es una invitación de una relación ideal con el Señor. Y, ¿Cómo se inicia?
Pues con un deseo tan fuerte como la sed.
La sed de Dios y la Plenitud del Espíritu se asemeja a la sed física en cuatro aspectos. Primero, la sed es
un fenómeno natural. Si un miembro de la familia dejará de sentir la necesidad de agua, los demás se preocuparían.
27
En forma semejante, la sed espiritual es un fenómeno perfectamente natural para el cristiano. El que no tenga sed
del Señor esta espiritualmente enfermo.
En segundo lugar, la sed necesaria para mantener, la vida. Responde a una necesidad del organismo, el
cual perecería pronto sino recibiera agua. Así es también con la vida espiritual. David expresa este concepto así:
“Como el ciervo brama por las corrientes de agua, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo” (Salmo 42:1-2a). Cristo advirtió que “sino coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis
su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 4:53). En otras palabras, a menos que estemos ingiriendo
continuamente la presencia del Señor, nos marchitamos como flor bajo el sol del desierto.
En tercer lugar, la sed es el instinto más fuerte que existe en el hombre. El ser humano tiene otros
instintos: el deseo de la aprobación de los demás, el instinto sexual, el hambre. Pero ninguno de estos presiona
tanto al hombre como la necesidad constante de fluido. En forma semejante, en la vida de un hijo de Dios, todos
los demás deseos de su vida deben quedar atrás en relación con su deseo de glorificar a su Señor. Cristo así nos
ordena, y vincula esta orden a una magnifica promesa: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
El deseo de conocer al Señor, de tener comunión con él, de hacer su voluntad, este deseo, tiene que ocupar
el lugar de preferencia en nuestras vidas, ¡en absoluto!
Hay un cuarto fenómeno relacionado con la sed: con un vaso de agua se puede apaciguar la sed
momentáneamente, pero pronto vuelve, tan urgente como antes. No es posible tomar agua suficiente hoy para que
no envuelva mañana la sed. Cristo dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados” (Mateo 5:6). ¿Saciados para siempre? Claro que no; el hambre y la sed del Señor serán satisfechas,
pero solo por el momento; cuánto más conocemos al Señor, más se aumenta la sed de conocerlo mejor.
Abraham. Sobre todo, Abraham deseaba glorificar al Señor. Veámoslo sobre el Monte Moriah: toma
cuchillo en la mano, al punto de hundirlo en el pecho del hijo que tanto ama, porque en su corazón arde un deseo
más fuerte que el anhelo de que su hijo siga viviendo; y ese es el deseo de obedecer a Dios.
Jacob. Vemos a Jacob de espaldas en el desierto bajo el estrellado cielo, jadeante y agotado después de
una noche de ardua lucha con un mensajero. Jacob clama, “no te dejaré sino me bendices” (Génesis 32:26b).
Jeremías. Jeremías llora: “y dije: no me acordaré mas de él, ni hablaré mas en su nombre; no obstante
había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; trate de sufrirlo, y no pude” (Jeremías 20:9).
Pablo. ¿Por qué eligió Cristo a Saulo de Tarso? Veámoslo allí en camino de Jerusalén a Damasco; su
propósito es prender a todos los discípulos de Cristo, encadenarlos y llevarlos a Jerusalén. Anda por el candente
camino con el entrecejo fruncido, las manos hechas puños, pisando la arena como si pisara los cuerpos de los
discípulos de Cristo. En su corazón arde el deseo de asesinar a todos los enemigos del judaísmo.
¡No es un hombre simpático! Pero Cristo mira a Saulo desde el cielo y dice: ¡Quiero a este hombre! Le
quitaré su doctrina errada y en torno a ese deseo grande que tiene de glorificar a Dios edificaré un hombre que
sacudirá al mundo.
Si, le faltaba mucho a Saulo, pero tenía lo más esencial: un deseo de Dios. Cuando existe eso, Dios puede
corregir lo demás que falte.

UN DESEO MÁS ALLA DE UN ENTUSIASMO PASAJERO


Hay una diferencia importante entre un entusiasmo que solo despierta las emociones y un deseo
perdurable. ¡Cuidado en no confundirlos! Gedeón vio esta diferencia cuando inició la marcha hacia los madianitas
con 32 000 soldados, y luego acabó con solamente 300.
Un entusiasmo del momento nos puede inspirar a intentar lo imposible, pero esta clase de entusiasmo
tiende a desaparecer cuando se llegue a considerar el verdadero costo de la empresa. Un deseo legítimo y
victorioso viene después que uno hay considerado el costo de lo que se propone y se halla incapacitado para tomar
cualquier decisión que no ponga en primer término la voluntad del Señor.
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El Apóstol Juan. Así sucedió en la vida de Juan. Siguió al Señor a través de los años de su ministerio.
Una y otra vez se entristeció a Cristo con su egoísmo y superficialidad espiritual. Pero llegó el día de la crucifixión.
Aquel día Juan entro en una nueva fase de su vida: todos los demás abandonaron al Señor pero Juan no lo pudo
hacer, había algo en su corazón que le obligó a permanecer junto a la cruz, a pesar del peligro de ser hecho preso
por los verdugos. Ese día comprobó que lo que le motivaba no era un entusiasmo pasajero, sino un deseo real y
profundo.
Hebreos 11:32-40. El capitulo 11 de Hebreos constituye un repaso de los grandes héroes del Antiguo
Testamento. A partir del v. 32, el autor pasa lista a decenas de hombres y mujeres, la mayoría sin nombre, cuyo
gran anhelo de hacer la voluntad de Dios les impulsó a sufrir persecución y muerte. En los últimos dos versículos
se presenta un desafío: Dios nos ha provisto en Cristo, algo mejor aún que lo que les inspiraba a los héroes del
Antiguo Testamento. Y para que la fe en ellos sea perfeccionada, es imprescindible que nuestra fe sea igual a la
de ellos.

EL UNICO DESEO DIGNO: GLORIFICAR A CRISTO


La primera dimensión de la fe es el deseo de Glorificar a Cristo. Si este deseo llega a posesionarse de
nuestro ser, será porque hemos logrado vencer a otros deseos competidores.
Veamos algunos de estos:
Deseos Carnales
En primer lugar, tenemos que conquistar “los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11b).
Vivimos en una sociedad que estimula los deseos carnales por medio de la página impresa, la televisión, el cine y
muchos otros medios. ¡No es fácil vivir con una mente pura y una conciencia limpia! Vivir así es nadar en contra
de la corriente caudalosa que arrastra a la mayoría de las personas que viven en nuestro derredor. Hemos de tener
por delante la promesa del Señor: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo
5:8).
David es un ejemplo triste de lo que sucede al hombre que cede a los deseos de la carne. Un hombre según
el corazón de Dios, vivía por muchos años una vida ejemplar y limpia. Leer los Salmos que compuso es ver el
corazón de un hombre que ardía en su pasión de comunión constante con Dios. Pero todo cambio cuando permitió
que un vistazo a una mujer hermosa se convirtiera en un deseo impuro. En el Salmo 32 describe las consecuencias:
“porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano” (v. 4).
¡Es imprescindible dominar la carne! El hacer esto requiere una disciplina diaria que rechace la literatura
sucia y los pensamientos morbosos. Y cada vez que pecamos, hemos de aprovechar la promesa de 1 Juan 1:9, que
dice:
“si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad”.
Deseos Buenos
Existen otros deseos que en forma sutil, pueden convertirse en impedimentos. Estos son deseos que en sí
pueden ser aceptables, hasta buenos, pero que si les permitimos ocupar un lugar de prioridad, ahogan el deseo para
la plenitud del Espíritu. Por ejemplo, es encomiable mejorar nuestro intelecto, pero si el estudio ocupa tanto
nuestro tiempo que no deja tiempo suficiente para la lectura bíblica y la oración, se convierte en estorbo. El deporte
hacer bien al cuerpo, pero no debe ocupar un lugar de prioridad en el corazón. Ni tampoco la familia, ni la novia
ni el trabajo, ni la lectura de buenos libros, etc. Es imprescindible que Cristo sea el deseo principal de nuestro
corazón.

El Problema Más Sutil


Nos queda para tratar otro problema aun más sutil, un deseo que puede disfrazarse como “consagración”,
de tal modo que el cristiano piensa que está muy entregado al Señor, cuando la verdad es lo contrario. Son los
29
obreros cristianos mas entregados a su ministerio que mas fácilmente caen a este engaño, se puede decir, por
ejemplo: “este año me propongo no faltar ni una sola vez a la Escuela Dominical” (para que todo el mundo
comente que gran cristiano soy).
“Oh Señor, enséñame cómo orar con gran poder” (para que yo pueda recibir de Dios cualquier cosas que
desee).
“El deseo mas profundo de mi vida es ser lleno del Espíritu Santo”. (Para que mis amigos cristianos se
asombren de mi espiritualidad, mi predicación sea espectacular y la iglesia que pastoreo llegue a superar todas las
demás iglesias de esta región).
Así es que este peligro más sutil es el deseo de usar a Dios para nuestros propios fines egoístas. Cristo vio
esta actitud en la gente más religiosas de su día, los fariseos. Daban limosnas, pero no les alababa por esto, porque
lo hacían para ser vistos por los hombres. Oraban más que otras personas, pero no les llamaba espirituales; les
llamaba hipócritas porque oraban para que la gente pensara que eran piadosos. Ayunaban regularmente, pero
tampoco por esto les alababa; les reprendía porque en los días en que ayunaban se afligían para que el mundo lo
supiera.
Para vivir en el espíritu, es indispensable que dejemos a un lado cualquier deseo que nos estorbe, tanto los
deseos indebidos que son más obvios, como los que se disfrazan en ropa de piedad. Toda nuestra vida ha de
centralizarse en un solo deseo: la de glorificar al Señor.

CRISTO ES NUESTRO EJEMPLO


Todo lo que Cristo hacía durante su vida en la tierra tenía un solo fin: el de glorificar al Padre. Ni una vez
dijo una palabra ni hizo una cosa aparte de este propósito. Llego esta dedicación a su cumbre en el huerto de
Getsemaní cuando dijo: “Padre, si es posible, pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como tú”
(Mateo 26:39b).
Cristo quiere que nosotros también glorifiquemos al Padre.
La noche antes de su crucifixión, nos dejó una maravillosa promesa: “y todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:13). En el versículo anterior Cristo
prometió que todo lo que él hizo y más, nosotros podemos hacer si tenemos fe en él. Pero estas grandes obras se
verificaran solamente si nuestro deseo constante es el de glorificar al Padre. Cualquier otro deseo destruye el
poder de la fe.
¡Cuánto necesitamos aprender esta lección! ¡Comprendamos que el anhelo de glorificar al Señor no es un
sacrificio sino la bendición mayor que puede venir en nuestras vidas! Si deseamos vivir por la fe y ser llenos del
Espíritu es imprescindible que tengamos la convicción de que fuimos escogidos en Cristo antes de la fundación
del mundo con un solo propósito: para que pudiéramos aquí en la tierra y después en el cielo glorificar al Señor.
¡Este es el fin de nuestra existencia! Desear cualquier otra cosa es errar en lo más básico. Nos engañamos
tremendamente si pensamos que el Señor nos llenará de su Espíritu, si nos mueve cualquier otro propósito.
Pidamos constantemente al Señor que obre en nosotros de tal modo que la pasión gobernadora de nuestra
vida sea la de glorificarle.

LO QUE SIGNIFICA GLORIFICAR A CRISTO


Un estudio de la Biblia revela tres características de sus personajes cuyas vidas glorificaban al Señor.
Deseaban: (1) Conocer a Cristo; (2) Ser como Cristo; (3) Ser usados por Cristo.
El Deseo de Conocer a Cristo. Pablo es nuestro ejemplo: “y ciertamente aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo” (Filipenses 3:8a). Pablo utiliza la mayor parte de
este capítulo 3 de su Carta a los Filipenses para declarar una y otra vez el deseo que le consume; aquel de conocer
a Cristo.
30
Desde luego, pablo ya conocía a Cristo; llegó a conocerle aquel día inolvidable en el camino a Damasco.
Pero Pablo recalca en este pasaje una verdad importante: cualquier relación profunda con otra persona requiere un
proceso de conocimiento continuo y progresivo.
Cuando aceptamos a Cristo como Salvador él viene a morar en nuestro ser, y desde luego lo conocemos.
Es un gran gozo presentarlo a otros, no solamente como Dios y Salvador, sino también como un Amigo Intimo.
¡Pero nuestro Salvador es el Señor del Universo! El reto más grande de la vida es, con la ayuda del Espíritu Santo
ir profundizándonos más y más en la grandeza de su persona divina. El progreso en nuestro conocimiento de El
depende de que pasemos tiempo con él. Poco a poco vamos conociéndole mejor; en su presencia en nuestras
oraciones al despertarnos por la mañana… en meditación sobre su Palabra y en especial sobre sus maravillosas
promesas… en su presencia en la vida diaria a través de bendiciones, pruebas, enfermedades, alegrías, tristezas,
victorias, decepciones… en momentos de discernimiento e inspiración que nos vienen en la media noche o en la
madrugada.

El Deseo de Ser como Cristo. En segundo lugar, el deseo de glorificar a Cristo involucra el deseo de ser
semejante a él. Pablo describe en Galatas 5:22-23 el resultado de ser lleno del Espíritu: “el fruto del Espíritu es
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” este versículo es también una
descripción de la persona de nuestro Señor Jesucristo. Notamos en la lección anterior que la prueba principal de
la Plenitud del Espíritu es precisamente reproducir en nuestras vidas el carácter del Señor.
Pero, ¿Cómo llegamos a ser semejantes a Cristo? Pablo describe este proceso en 2 Corintios 3:18:
“Por tanto todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en al misma imagen,
como por el Espíritu del Señor”.
¡He aquí un espejo milagroso! Cuando lo miramos vemos, no solamente a nosotros mismos, sino también
al Señor Jesucristo. Así es que nos vemos no solo como somos, sino también como debemos ser, eso es, como el
Señor Jesucristo. Pero hay más: en esta experiencia de mirar al Señor contamos con la presencia del Espíritu
Santo, quien nos va transformando día a día en la misma imagen del Señor.
Pero, ¿Qué es este “espejo milagroso”? En primer lugar, es la Palabra de Dios. Además, es la oración.
Pudiéramos también incluir cualquier experiencia en la cual nos encontramos andando con el Señor, haciendo su
voluntad y siendo enseñados por él.

El Deseo de Ser Usados por Cristo. ¡El Señor desea usarnos! Cristo dijo:
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que esta en los cielos” (Mateo 5:16).
Hay tanta necesidad en este mundo, tantos perdidos y sin esperanza, tantos que andan agobiados por el
pecado y por las preocupaciones, tantos que necesitan experimentar el amor de Dios por medio de nosotros. Así
es que si deseamos glorificar al Señor, no podemos dejar de clamar, ¡Oh Señor, úsame como un instrumento en
tus manos!

CONCLUSION
La fe comienza con el deseo de glorificar al Señor. Este deseo es la primera dimensión de la fe. Y este
deseo se expresa a través de tres canales: el deseo de conocer al Señor, de ser semejante al Señor y de ser usados
por el Señor.

EL DESEO COMO UN GRANO DE MOSTAZA


Cristo dijo que la fe como un grano de mostaza es la que traspasa montes: “de cierto, de cierto os digo
que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte; pásate de aquí allá, y se pasara; y nada os será
31
imposible” (Mateo 17:20b). ¿Qué significa esta promesa? ¿Significa que se necesita solo “un poco de fe” para
hacer grandes cosas? Algunos han pensado así. Pero Cristo mismo repudia este concepto. Cinco veces en los
Evangelios reprende ala gente por tener “poca fe”.
Así que, la fe del grano de mostaza no es una fe pequeña, sino más bien una fe explosiva. Cuando Cristo
hace un comparación, por ejemplo, entre el Reino de Dios y un grano de mostaza, su punto no es la pequeñez de
la semilla sino su grandeza potencial: “Pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de
tal manera que vienen las aves del cielo y haces sus nidos en las ramas” (Mateo 13:32a).
La semilla parece muy insignificante. Pero encerrada adentro es una fuerza vital capaz de multiplicarse
miles de veces. En forma semejante, encerrada en todo creyente hay una fuerza potencial enorme. Hemos de
aprender el secreto de librar una fuerza potencial. La semilla revela este secreto:
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24).
Si, la semilla trae adentro una gran fuerza potencial, pero se libra solamente si la semilla se entrega a la
muerte. Es lo mismo con el cristiano: libramos la fuerza dinámica de nuestra fe muriendo. Y ¿Qué significa
morir? Significa que, cada día, como una disciplina conciente, doy sentencia de muerte a mis propios deseos y
ambición y me pongo a la disposición de Cristo, anhelando sobre toda cosa glorificarle a él.
Mírame, soy un hijo de Dios, coheredero con Cristo Jesús. Justificado por fe. Pero hay tantas cosas que
bullen dentro de mi, tantas cosas que deseo hacer… y ser… y lograr que los hombres digan de mí. Tengo que
aprender que nací y volví a nacer por un solo propósito: ¡Glorificar a mi Señor! Tengo que llegar a anhelar una
sola cosa: la de glorificarle a El, conociéndole, llegando a ser semejante a El, siendo usado por El.
Cuando haga esto, cuando renuncie a cualquier otra alternativa, entonces, como en el caso del grano de
mostaza, una explosión espiritual, quieta pero enormemente poderosa, se inicia.

DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 2
SECCION B

NIVEL 1

Nombre: ___________________________________________________________________.
32
1. Hacer una gráfica para demostrar el valor relativo de los deseos más importantes de tu vida. así:

HAMBRE
ÉXITO

FAMA

ETC
ETC

GLORIFICAR A CRISTO

0 20 40 60 80 100

¡Sé honrado! Luego compara tu grafica con la de tu compañero y dialoga sobre las diferencias.

2. Platica con tu compañero en un caso reciente en donde tu actitud en donde tu actitud era semejante a la de
Cristo En Juan 4:34. platica otro caso en donde actuaste con sus discípulos.
3. Piensa en tu vida durante los últimos meses. ¿Cuántas veces has actuado con un entusiasmo pasajero en
cuanto a la lectura bíblica y la oración, testificar a los que están sin Cristo?
4. Indica algunas decisiones definidas y concretas que has tomado en los últimos meses a raíz de tu deseo de
conocer mejor a Cristo.
5. Poner en lista algunos cambios en tu vida en los últimos meses que te han hecho más semejante a Cristo.
6. ¿Puedes recordar algunas acciones en tu vida cuando fuiste movido por el deseo de “usar a Cristo”?
7. Mañana procura vivir todo el día dominado por el deseo de glorificar a Cristo. Luego platica con tu
compañero de dialogo el grado de éxito obtenido.

NIVEL 2

1. Escribir un mínimo de 250 palabras sobre el tema de la necesidad de Desear como la primera Dimensión
de la Fe.
2. Escribir un mínimo de 250 palabras sobre el tema del Deseo de Glorificar a Cristo.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 3
SECCION A

LA SEGUNDA DIMENSION DE LA FE: DEPENDER

INTRODUCCION
La segunda Dimensión de la Fe es Depender. Muchos cristianos nunca aprenden a vivir la verdadera vida
de fe porque sus actitudes responden a una variedad de factores no bíblicos. Son tristes o felices, confiados o
desesperados, conforme a factores externos. Muchas veces esto nos sucede sin que nos demos cuenta. El propósito
33
de esta lección es ayudar a analizarnos a nosotros mismos para que, primero, nos demos cuenta si estamos
dependiendo de cosas indebidas; y segundo, para que tomemos la firme decisión de depender únicamente de las
promesas del Señor. No debemos Depender de:

1. Las Emociones.
La persona que esta procurando la Plenitud del Espíritu debe tener mucho cuidado de no ser engañada por
sus emociones. Puede estar dependiendo de su estado emocional sin darse cuenta. Por ejemplo, uno se levanta
una mañana y se siente excepcionalmente optimista. Todo el día las cosas marchan a las, mil maravillas. Al
acostarse, y repasar este día tan hermoso concluye, “seguramente, hoy he estado lleno del Espíritu”.
Al día siguiente, no obstante, todo va lo contrario. Se despierta con un sentido de depresión. Se encuentra
durante el día de mal humor con la familia, discutiendo con sus compañeros de trabajo y acaba con un fuerte dolor
de cabeza. Terminando el día, se pregunta desconsolado, “¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que ayer fui lleno del
Espíritu, pero hoy viví todo el día en la carne?”
La verdad es que en ninguno de los dos días estaba lleno del Espíritu; ambos días sencillamente dependía
de sus emociones.
Es demasiado fácil confundir la fe y las emociones. Algunos tratan de promover la fe por medio de cantos,
chistes, gritos, etc., así “poniendo a la gente de buen humor”. Pero la verdad es que la fe no tiene nada que ver
con las emociones.
Si la fe dependiese de las emociones, Dios sería injusto, porque el estado emotivo de una persona responde
a los genes que heredó de sus padres. Además, las emociones varían de día en día, según el día del mes, como
dormimos la noche anterior, y la condición de nuestro sistema digestivo.
La fe verdadera nos libra de la dependencia de las emociones. No depende de cómo nos sintamos, el fruto
del Espíritu es amor, gozo, paz, etc., estas son virtudes espirituales perdurables, no emociones del momento.

2. La Lógica o la Razón.
Los filósofos han discutido la relación entre la fe y la razón durante siglos. ¿Cuál de las dos es superior?
¿Cuál de las dos es superior? ¿Están en conflicto? La razón y la fe son ambas dones de Dios, de modo que no son
enemigos, sino aliados. Pero para el cristiano maduro, la fe siempre tiene prioridad. Por ejemplo, consideremos
el caso de Pedro caminando sobre el mar (Mateo 14:22-33). Cuando Cristo invitó a Pedro a acompañarle en su
caminata sobre el mar, la fe le impulsó a aceptar. Luego, cuando se encontraba caminando sobre las aguas, la
razón le dijo: que lo que hacía era imposible. Atendió a la razón y ¡comenzó a hundirse!
Ahora bien, ¿Cuál de las dos era más importante, la fe o la razón? ¿Ambas? No había nada malo en que
la razón le dijera a Pedro que lo que le pasaba era imposible; así es el papel de la razón. Pero el problema vino
cuando Pedro dejó que la lógica se hiciera su amo y no su siervo. La razón es un buen siervo pero es peligroso
cuando le hacemos nuestro amo. Así que seamos atentos a lo que nuestros oídos oyen y nuestros ojos ven, pero
nunca les demos la última palabra.
De igual manera debemos tener cuidado para no prestar mucha atención a lo que “dice la gente”. Si
nuestra fe se determina por el consenso de la opinión pública, y desafortunadamente, aun de la opinión de los
creyentes, quedará muy limitada. Porque la gente, en general es escéptica y llena de dudas.
Si prestamos atención a la lógica del mundo, viviremos siempre en temor, y nunca se agigantará nuestra
fe.
Desde luego, la razón nos puede ayudar a evitar el emocionalismo. Antes de lanzarnos a cualquier
empresa, hemos de permitir que la razón nos hable. En cambio, la razón no es siempre capaz de distinguir entre
la emoción y la fe. He aquí una formula para que la razón y la fe obren como socios:
(1) Cuando nos parece que la fe nos impulsa a actuar en cierta forma, examinemos esta impresión a
la luz de la razón.
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(2) Si la razón sugiere cautela, pongámonos a orar y a esperar una indicación del Señor.
(3) Si nos viene una impresión interior que confirma el consejo de la razón, paremos el asunto. En
cambio, si el corazón y la fe nos da luz verde, ¡adelante!

3. Las Buenas Obras


Un pastor relato lo siguiente: una noche, antes de acostarse, se puso de rodillas y oró así: “Señor,
perdóname, porque no soy digno de pedirte nada esta noche, porque no trabaje mucho por ti hoy”. Así seguía
hablando, pidiendo disculpas al Señor, sintiéndose muy mal. Luego, parecía escuchar la voz del Señor que le decía:
¿“mira hijo si tu hubieras pasado todo el día leyendo tu Biblia, orando y haciendo visitación evangelistica, entonces
te sentirías digno de presentarme tus peticiones”? “Si Señor por supuesto”. “Pues, estas muy equivocado, pues la
persona que siente que merece mis favores por sus buenas obras, es precisamente aquel que menos puede esperar
de mí”.
Es importante que recordemos que no podemos ganar la gracia de Dios mediante las obras, ni antes ni
después de entrar al Reino de Dios. Pablo habló de esto a los Gálatas: “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora vais a acabar con la carne?” (Gálatas 3:3).
Parece lógico que, habiendo sido salvados por la gracia, aparte de las obras, debemos ganar el favor de
Dios como sus hijos por medio de las obras. Pero no es así. Cristo asentó está verdad cuando hablaba a la mujer
samaritana. Todos los días esta se dirigía al pozo y, con mucho esfuerzo, sacaba el agua. Esta manera de conseguir
agua era símbolo de su religión, de obras. Cristo, en cambio, le ofrecía una nueva religión de gracia, que sería en
ella un manantial que siempre brotaba agua refrescante.
Así es la gracia de Dios. El momento que aceptamos a Cristo el agua del Espíritu Santo brota libremente.
Y toda la vida sigue fluyendo; sin la necesidad de que la estemos sacando a fuerzas por medio de las obras de la
carne.
La gracia de la salvación, de las bendiciones de Dios, de respuestas a la oración, de promesas cumplidas,
sigue siendo la gracia, y la gracia siempre nos viene en respuesta a la fe, no en respuesta a obras.
Por supuesto, el cristiano lleno del Espíritu Santo hará buenas obras en abundancia, pero no con el fin de
ganar el favor de Dios. Hará las buenas obras porque así es su naturaleza en Cristo: “porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10a). Además, hará las buenas obras en agradecimiento
por la bondad de Dios; pero repito, ¡nunca para ganar sus favores!
Pablo resume el lugar de las obras para el cristiano en 2 Timoteo: “Tu, pues, hijo mío esfuérzate en la
gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1a). Si, nos hemos de esforzar en gran manera. Pero siempre en la
gracia, siempre reconociendo que todo lo que recibimos es por la bondad de Dios, sin ningún merecimiento
nuestro.
Así que, mucho cuidado de no depender de las obras, de no pensar que hemos de lograr determinado nivel
de buenas obras antes de recibir las promesas de Dios. Dios abre las puertas de estos almacenes de gracia siempre
y solamente en respuesta a la fe.

¡DEPENDAMOS DEL SEÑOR!


La fe es depender, no de las emociones, ni de la lógica, ni de las buenas obras, sino del Señor. Pero, ¿cómo
podemos depender del Señor? La respuesta es de la misma manera que dependemos de personas aquí en la tierra;
en base a compromisos específicos que el Señor ha contraído con nosotros. En la misma forma que hombres de
negocios se comprometen sobre bases bien definidas al unirse en una empresa, y en la misma forma en que dos
jóvenes se comprometen al contraer matrimonio, así también Dios, pero de una manera mucho más profunda, se
compromete con nosotros.
La Biblia está repleta de compromisos que Dios hace con nosotros. Son sus promesas. Nosotros
expresamos nuestra confianza en él cuando ordenamos nuestras vidas conforme a estas promesas.
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Depender del Señor es depender de sus promesas. Ya hemos visto que sus promesas de Dios son
habitaciones en la Casa de la Gracia, almacenes de gracia. En cualquier momento podemos dirigirnos a esas
habitaciones, meter la llave de la fe y encontrar gracia para nuestras necesidades. ¡Hay una promesa para cada
necesidad! Así que “confiar en el Señor” no se trata de una piedad abstracta, sino de apropiarnos de un contrato
firme, firmado por el Señor mismo.
Para recibir estas promesas de Dios, es preciso que las entendamos. Pasemos a examinar las cuatro clases
de promesas que el Señor pone a nuestra a disposición.

PROMESAS INCONDICIONALES
Dios nos ha dejado algunas promesas sin ponernos condiciones. Cuando aceptamos a Cristo como nuestro
Salvador, se nos abren estas habitaciones para siempre, he aquí algunas de éstas:
La Promesa de Seguridad. “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie les arrebatará de
mi mano” (Juan 10:28).
La Promesa de la Presencia de Cristo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo” (Mateo 28:20b).
La Promesa del Cielo: “Y si me fuera y os preparare lugar, vendré otra vez y os tomaré a mi mismo,
para que donde yo esté vosotros también estéis” (Juan 14:3).
Estas hermosas promesas incondicionales les hemos de recibir como ya dadas. Si vivimos constantemente
en la conciencia de su realidad, dando gracias al Señor por ellas, habrá en nuestra vida una profunda paz perdurable.

PROMESAS CONDICIONALES
La mayoría de las promesas del Señor son condicionales. Especifican un acto de fe que nosotros hemos
de cumplir para poder recibir lo que Dios quiere darnos. He aquí algunas:
Texto: Hechos 16:31.
Promesa: Salvación.
Condición: Cree en el Señor Jesucristo.
Texto: Mateo 6:33.
Promesa: El Señor suplirá todas nuestras necesidades materiales.
Condición: Buscar primeramente el Reino de Dios
Texto: Filipenses 4:5-7.
Promesa: La paz con Dios.
Condición: No preocuparnos por nada; orar al Señor en cuanto a todo.
PROMESAS DE “LLENAR EL ESPACIO”
Hay muchísimas promesas específicas. Pero también hay otras que se pueden llamar promesas de “llenar
el espacio”. Son tremendas porque en ellas el Señor se compromete a darnos cualquier cosa que le pidamos.
Por ejemplo, Cristo Dice en Juan 14:13: “y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré para que
el Padre sea glorificado en el Hijo”. Otro ejemplo en Marcos 11:22-24.
Uno de los retos más grandes para el cristiano es aprender a vivir estas promesas que son “letras de fe”
dejadas en blanco, firmadas por el Señor. Es importante notar las condiciones de estas promesas: requieren una
fe pura y también requieren que lo que pidamos sea para la gloria del Señor. Que el cristiano inmaduro trate de
manejarlas puede resultar en una triste decepción. Pero son, en verdad, promesas de un Dios que no miente, y son
los vehículos para que el creyente vea maravillas en su vida.

PROMESAS TEOFANICAS
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La palabra “teofanía”, proviene de dos términos griegos y significa una aparición personal de Dios. Los
teólogos utilizan el término para describir, por ejemplo, la visión de Moisés en Éxodo, capitulo 3. Utilizamos el
término aquí para describir momentos cuando el Señor nos habla personalmente, dándonos una promesa especial.
Las promesas “teofánicas” vienen en un contexto de inquietud, de búsqueda, de desesperación. Algo
anda mal en nuestra vida o en la vida de un ser querido. O quizás estamos buscando una palabra de Dios que nos
guíe en una decisión importante que debemos tomar.
Y un día el Señor aparece y nos habla. Probablemente la experiencia no será tan dramática como aquella
de Moisés en el Monte Orbe, pero, no obstante, la palabra que Dios nos habla es definida y segura. Dios nos dice,
“esto es lo que deseo que hagas. Obedéceme y estaré contigo”. Cuando el Señor nos habla así, tenemos una base
segura para la acción heroica.
Ahora bien, es de notarse que las promesas “teofanicas”, vienen como manifestación de la Soberanía de
Dios. No podemos predecir como vendrán. Pero hay condiciones que propician esta clase de comunicación directa
de Dios.
(1) Un tiempo de crisis cuyo desenlace significará mucho para el bien o el mal de la Obra.
(2) Una búsqueda de parte del creyente, en la que desea de todo corazón, conocer la voluntad de Dios.
(3) Una fe que prepara la creyente a hacer cualquier cosa que el Señor exija.

¡PODEMOS DEPENDER DE LAS PROMESAS!


Ya hemos visto que las promesas son almacenes de la gracia de Dios. Por eso, podemos confiar en ellas.
Agreguemos tres razones más:

PORQUE REVELAN SU PROPOSITO


Toda promesa de Dios expresa un propósito definido que el desea realizar en este mundo, y por ende en
nuestras vidas. Son las promesas que afirman que este es un mundo de propósito; que Dios tiene un plan definido.
Y son estas promesas que revelan como podemos cooperar con Dios para realizar este plan. Así que, no es del
agrado de Dios que veamos sus promesas como algo difícil, casi imposible de realizar. No las dio precisamente
porque desea que sean cumplidas en nuestras vidas, y así su voluntad sea realizada en al tierra.
Hay una condición clave: que utilicemos las promesas para cumplir el propósito del Señor, no el propósito
nuestro. Juan lo expresa si: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su
voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).
¡Podemos depender de las promesas de Dios! El tiene un propósito para nuestras vidas y desea usar estas
promesas para llevar a cabo este propósito.

PORQUE ENCIERRAN SU PRESENCIA


¿Se ha fijado como Cristo se involucra personalmente en sus promesas? Una y otra vez introduce una
promesa con las palabras: “De cierto, de cierto os digo…”. Con esto dice: “puedes depender de mi”. “¡te doy mi
palabra!”. No se pudiera pensar de una manera de expresar una promesa más personalmente que las palabras del
Señor en Juan 14:14, “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.

PORQUE SON RESPALDADAS POR SU PODER


Algunos son sinceros cuando hacen una promesa, pero posteriormente descubren que no cuentan con los
recursos para cumplir. ¡Dios, no! Atrás de cada promesa ha colocado una reserva infinita de potencia. En sus
promesas Dios ha almacenado toda la potencia librada en la resurrección de Cristo. De modo que, una promesa
es más que meras palabras; es dinamita espiritual, y nuestra fe es el cerillo que enciende la mecha.
Libramos el poder almacenado en las promesas cuando obedecemos el mandato de Cristo de pedir “en mi
nombre”. Algo excepcional, aconteció a este “nombre” de Jesús en la resurrección.
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Antes de la resurrección, los discípulos de Cristo no tenían autorización para orar en su nombre. Cristo
mismo dijo, la noche de su traición:
“hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre”.
Pero en ese momento, agregó una nueva promesa:
“pedid (en mi nombre), y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan
16:24).
¿Qué hizo posible que Jesús dijese en esa noche, por primera vez, “De cierto, de cierto os digo, que todo
cuánto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”? (v. 23). Pablo nos provee la respuesta. Explica que como
consecuencia de la muerte y resurrección de Cristo:
“Dios lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para
que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en
la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2:9b-10).
En la resurrección, Jesús recibió un nuevo nombre. Fue el nombre “Señor”. Desde el principio del tiempo,
hasta aquel momento, ese nombre había sido reservado para Yahvé Dios. Pero en la resurrección, algo aconteció
a Cristo; Dios actuó en forma única:
“Resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se
nombre, no solo en este siglo, sino también en el venidero…” (Efesios 1:20-21).
Ya vimos que en el momento de la resurrección Dios depositó en sus promesas potencia suficiente para
cumplir sus propósitos. Ahora se agrega otro hecho: en al resurrección, Dios le dio a Cristo autoridad sobre todo
este almacén de poder.
FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA
En la lección anterior vimos que la fe es como un grano de mostaza porque su vida se inicia con la muerte.
Vimos que la muerte es una figura del deseo de glorificar al Señor; un deseo tan profundo que cualquier otro deseo
pasa a segundo término.
Ahora bien, esta lección nos enseña que la fe es como una semilla de mostaza porque la fe depende.
Veamos aquel grano de mostaza: se le ha pronunciado la sentencia de muerte y ha sido enterrado. Ya no puede
hacer nada por si mismo, solamente puede esperar para que el sol brille, la lluvia caiga y la tierra respire oxigeno.
Una dependencia absoluta. Si el sol no brilla y la lluvia no cae, la semilla nunca brotará.
La fe actúa en forma semejante, el cristiano puede dar el fallo de muerte a sus propias ambiciones, pero
sólo Dios puede dar vida a su fe. A menos que el Espíritu Santo caliente la semilla de fe, la bautice y respire sobre
ella, se muere y decae.
RESUMEN
En esta lección hemos visto que:
1. La fe es depender del Señor y de la gracia que nos ha disponible en sus promesas.
2. Existe una promesa adecuada para cada necesidad en nuestras vidas.
3. Jesús personalmente preside sobre estas promesas, haciendo disponible a nosotros su poder
infinito cuando oramos en su nombre
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DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 3
SECCION A

NIVEL 1

Nombre: ________________________________________________________.

INVENTARIO PERSONAL

1. ¿Cuanta influencia ejercen tus emociones sobre tu vida cristiana? Menciona un caso reciente en que fuiste
dominado por tus emociones. Menciona otro caso en que dominaste. Procura vivir un día completamente
fuera del dominio de tus emociones. Luego, haz una evaluación.
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2. ¿Puedes recordar un caso reciente cuando fuiste influido negativamente por la lectura de una revista o un
periódico, o por comentarios de otros? ¿Tienes la tendencia de confiar demasiado en “la lógica”? da
ejemplos concretos.

3. ¿Has tenido una experiencia semejante a la del pastor que se sentía indigno al orar? Da un ejemplo de
cuando tu conciencia influyó en tu vida cristiana en un sentido negativo, y otro cuando influyó
positivamente.

4. ¿Hasta donde has empezado a depender de las promesas del Señor? ¡Sé honrado! Da un ejemplo e haber
dependido de una promesa.

NIVEL 2

Escribir un mínimo de 750 palabras sobre uno de los temas siguientes:

1. No debemos depender de las emociones, la lógica o las buenas obras.

2. Las cuatro clases de promesas.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 3
SECCION B

LA TERCERA DIMENSION DE LA FE: DISPONER (APROPIAR)

INTRODUCCION
La Tercera Dimensión de la Fe es un verdadero desafío de Dios. Las dos primeras dimensiones son nada
más preparación para la tercera. Es un logro hermoso llegar a desear sobre todo glorificar al Señor. Es una gran
victoria dejar de depender de las emociones, la loica y las buenas obras y comenzar a depender de las promesas
del Señor. Paro es la tercera dimensión que nos revela la naturaleza milagrosa de la fe. Al practicar la tercera
dimensión de la fe nos convertimos, como Pablo “insensatos por amor de Cristo” (1 Corintios 4:10a). Porque es
la Tercera Dimensión nos comprometemos en forma radical con una determinada promesa del Señor que, si él no
responde no hay salida.
LA EXPERIENCIA DE ABRAHAM
Entre los judíos, en la época del Nuevo Testamento, Abraham era el héroe mayor de toda su historia. ¿Por
que? Abraham nunca hizo grandes milagros como Moisés y Elías. ¡Ni un milagro hizo en toda su vida! No era
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una gran general ni rey como David. La grandeza de Abraham se resume en Génesis 15:6: “Y creyó a Jehová, y
le fue contado por justicia”. Abraham fue el héroe más grande del Antiguo Testamento, porque más que cualquier
otro personaje, vivió en la carne el desafío y el triunfo de la fe. Pero no aprendió de golpe como vivir por fe. Así
es que su vida es de gran inspiración y de ejemplo para nosotros.

EL PRINCIPIO DE SU FE
Hebreos 11:8 describe el principio de la fe de Abraham: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció
para salir al lugar que había de recibir como herencia, y salió sin saber a donde iba”
Cuando Abraham, respondiendo al llamado de Dios, abandonó su hogar en Ur de Caldea y se encaminó a
Harán, su semilla de fe cayó a la tierra. Haciendo esto decía: “mi deseo más grande es hacer la voluntad de Dios”.
Pero fue solo el primer paso de fe. Dios aún no podía cumplir con su promesa de darles a Abraham y a
Sara un hijo, porque su fe, aunque verídica, seguía incompleta. Tenían que aprender a depender únicamente de
las promesas del Señor. Y el capitulo 16 de Génesis demuestra que todavía no habían aprendido esta Segunda
Dimensión de la Fe.
Han transcurrido once años desde que, a la edad de 75, Abraham salió de Harán por mandato de Dios para
vivir, como dijo Dios, “en la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Y Dios aun no ha cumplido su promesa de
darles un hijo. Abraham aceptando la sugestión de su esposa, engendra un hijo con Agar. Nació como fruto de
esta unión lamentable Ismael, padre de los árabes. Durante toda la vida de Abraham y hasta el día de hoy, los
hebreos han pagado un precio alto por esta falta de la dependencia de la promesa de Dios.

UN ENCUENTRO CON DIOS


Transcurren trece años más. Abraham tiene 99 años de vida. Una cosa notamos: durante todo este tiempo
no hay otra ocasión cuando Abraham y Sara ceden a la tentación de hacer algo por su cuenta para lograr lo que
Dios ha prometido. De modo que podemos pensar que están aprendiendo a vivir la Segunda Dimensión.
El capitulo 17 de Génesis, es sin duda, donde se describe el momento más importante de la vida de
Abraham. Porque allí toma la decisión que le coloca en la Tercera Dimensión de la Fe. Usemos un poco la
imaginación santificada para comprender bien lo que sucede: una tarde Abraham sube a una colina y allí esta
meditando en las cosas del Señor. Quizás se pregunta por que Dios todavía no ha cumplido la promesa, si le ha
hablado (según la historia bíblica) desde hace trece años.
De repente, Jehová aparece. Repite su promesa; le asegura a Abraham que el pacto que hizo con él hace
24 años sigue vigente: será “padre de muchedumbre de gentes” (Génesis 17:1-6). Le parece a Abraham ridículo.
Se postra sobre su rostro y ríe. El Señor sabe que él y Sarta ya son demasiado viejos para tener hijos. ¿Por qué
no quiere Dios aceptar a Ismael como el cumplimiento de su promesa? (vv. 17-18). El Señor repite su promesa y
se retira.
Podemos imaginar que Abraham queda por largo rato meditando lo sucedido. Al principio le parece que
Dios le ha dicho lo mismo que dijo en otras ocasiones. Pero de repente recuerda que en esta ocasión el Señor le
ha agregado una orden:
“Y no se llamará mas tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque
te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (v. 5).
¡Dios le ha ordenado que se cambie de nombre! Debemos entender que, hasta este momento, el nombre
de este padre de los judíos ha sido Abram que significa: “padre enaltecido”. Y ahora Dios insiste que empiece a
llamarse Abraham, que significa “padre de muchedumbre”. En otras palabras, Dios quiere que, desde este
momento, acepte su promesa como ya cumplida; que viva como un hombre que tiene, no solamente un hijo, sino
toda la descendencia que saldrá de ese hijo.
Seguramente Abraham entra en un periodo de tremenda lucha: ¿qué dirá su esposa, su familia y todos los
de más si insiste el que le llamen “padre de una muchedumbre”? ¡Pensaran que esta loco!
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Y esto es precisamente lo que Dios quiso: que Abraham demostrara al mundo que la fe es apropiar, eso
es, atreverse a recibir lo que Dios ha prometido, antes de que lo veamos. En lo que tocaba a Dios, él ya le había
dado a Abraham un hijo. ¿No le había dicho ya, “te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”? Ahora
Abraham tenía que hacer su parte, tenía que recibir ¡Ahora mismo!
Para Abraham es una dura lucha. Ahora cuando la gente le llama “Abram, Padre Enaltecido”, le respetan.
Pero si insiste en que le llamen “Abraham, Padre de una Muchedumbre”, perderá todo ese respeto. En cambio, se
da cuenta que si no cambia de nombre quedará inválida la promesa.
Y al fin toma la decisión. Se levanta, se dirige hacia su pueblo y comienza a decirles a todos que, de aquí
en adelante le han de llamar “Padre de una Muchedumbre”.
La Biblia no nos cuenta los pormenores pero podemos estar seguros que le costó mucho a Abraham llevar
a cabo su decisión de apropiar la promesa de Dios, cambiándose de nombre. ¡Pero dio resultado!
“Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había
hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que
Dios le había dicho” (Génesis 21:1-2).
¡Y que gozo trajo a Sara!
“Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá
conmigo. Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar
a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez” (Génesis 21:6-7).
Y así aprendió Abraham la lección: que el poder milagroso de la fe se libra cuando nos comprometemos
absolutamente con Dios, recibiendo lo que él nos ha prometido antes de poder verlo o palparlo.

COMO VIVIR LA FE DE ABRAHAM


La Tercera Dimensión de la Fe es Apropiar, o Disponer. Eso es, no vivir esperando para ver si Dios
cumple lo que ha prometido, ni creyendo que, “lo hará”. Es vivir en la plena seguridad que ya lo tengo. Tomo
una promesa de Dios, lleno sus condiciones y en una forma conciente recibo la respuesta.
Por ejemplo, cuando me encuentro incapaz de conciliar el sueño a raíz de alguna preocupación, me veo
descansando en paz con el Señor, los problemas ya resueltos (Filipenses 4:6-7). He tomado la decisión de poner
al Señor y a su Reino en primer término en mi vida, y veo ya a mi familia con todas sus necesidades materiales
satisfechas (Mateo 6:33). Me siento solo y abandonado, pero escucho la voz de Cristo en Mateo 28:20b y recibo
su presencia a mi lado como una realidad.
Amenazado por enemigos, me veo rodeado de la presencia protectora de Dios. Avergonzado y
descorazonado por pecados que he cometido y deberes que no he cumplido, acepto la promesa del Señor en 1 Juan
1:9 y me veo perdonado y restaurado por un Dios de amor.

UN DESAFIO

Hemos visto como Abraham practicó la fe de Apropiación. Pero este mismo principio aparece una y otra
vez en la Biblia. Veamos algunos de estos casos:

ISAIAS
Isaías practicaba la fe de Apropiación en sus profecías acerca de la venida del Mesías. Estas son
presentadas, no en el tiempo futuro, ¡sino en el tiempo pasado! Por ejemplo: “El pueblo que andaba en tinieblas
vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Porque un niño os es
nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios
Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:2-6).
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Isaías hace lo mismo en el capitulo 53 al predecir la muerte expiatoria de Cristo. Los primeros diez
versículos hablan de su muerte como si ya hubiera acontecido: “Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre el, y por su llaga fuimos nosotros curados” (v. 5).
En cambio, Isaías termina sus profecías de los capítulos 9 y 53 utilizando el tiempo futuro: “El celo de
Jehová de los Ejércitos hará esto” (9:7b). “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedara satisfecho…”
(53:11).
Probablemente hace esto para disipar cualquier duda que sus lectores pudieran tener. Dice, en efecto,
“Quiero que, conste que aunque empleo el tiempo pasado, ¡estoy hablando de un acontecimiento que ha de
verificarse en el futuro!”
¿Por qué usó Isaías el tiempo pasado para sus profecías? ¿Por qué habló de un acontecimiento que tardaría
más de 600 años como si ya hubiera acontecido? ¡Porque su cumplimiento fue garantizado por la palabra del Dios
Omnipotente! Así afirmó: “El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (9:7). El conocido profesor de Antiguo
Testamento, el doctor J. Wash Watts, denomina este uso del tiempo pasado en la profecía, “el perfecto profético”.

CRISTO
Las palabras de Cristo en Marcos 11:24 son traducidas como sigue en la versión de 1960: “por tanto, os
digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Los que conocen el griego verán que
es una traducción problemática porque la palabra traducida “recibiréis” se halla en el tiempo aoristo en el griego
original. El aoristo siempre significa acción en un punto de tiempo en el pasado. De modo que el verbo se traduce,
literalmente, “recibisteis”.
¿Porque lo tradujeron así? Quizás los traductores vertieron “recibir” al futuro porque les pareció más
lógico. En cambio, la Versión Popular conserva la idea original, rindiendo esta porción así: “Creen que lo han
recibido”.
Esta es una de las promesas de Cristo más grandes, enseña el principio de Apropiar. Pone como condición
para recibir lo que pedimos que demos por sentado, al momento que pedimos, que ya lo tenemos.

PABLO
Pablo aplica el principio de Apropiar en un maravilloso pasaje que habla de la obra de dios en nuestra
redención:
“Porque los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conforme a la imagen de su Hijo… y a los que predestinó, a estos también llamó;
y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también
glorificó” (Romanos 8:29, 30).
No nos sorprenda que Pablo emplee el tiempo pasado al hablar de ser “conocidos, predestinados, llamados
y justificados”. Pero, ¡que curioso! Emplea también el tiempo pasado al hablar de nuestra glorificación. ¿Cómo
puede afirmar que ya hemos sido glorificados; que hemos recibido nuestro cuerpo glorificado y moramos en el
cielo? ¡Porque toda nuestra salvación, desde antes de la creación del mundo hasta la Segunda Venida de Cristo,
depende de la promesa de Dios! Y cualquier cosa que Dios prometa, ya la podemos dar por hecha.
¡VIVA LA REVOLUCION!

¿Es la fe de Aprobación nada más una técnica psicológica? ¿Es una cuestión nada más de sujetarse a un
lavado cerebral para que aprenda a actuar, cuando pido a Dios algo, como si ya lo hubiera recibido?
De ninguna manera; la fe de apropiación no es portarme como si ya lo hubiera recibido lo que pedí, sino
más bien reconocer que ya lo tengo. ¡Hay una enorme diferencia en esas dos actitudes! La fe es la “sustancia de
lo que se espera” (Hebreos 11:1, Versión Antigua). De modo que la fe se trata de más que una actitud positiva
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hacia un objeto anhelado. La fe convierte ese objeto en sustancia, en realidad. ¿Cómo? Viéndolo como Dios lo
ve.
Recuerde que siempre que pedimos algo conforma a la voluntad de Dios, su respuesta es siempre “si”. En
aquel instante, desde el lado de Dios, recibo lo que pido. ¿Cuándo materializará esta respuesta delante de mis
ojos? Puede ser que de inmediato, o bien después de semanas o meses, o hasta años. Posiblemente el “si” de
Dios puede presentarse en una forma que yo no hubiera soñado. Pero mientras tanto, lo veo como una realidad
presente. Así que mi fe hace un puente entre el “si” de Dios y su materialización en la tierra.

LA TERCERA DIMENSION COMO PRÁCTICA DIARIA

No es facial aceptar la Dimensión de “Apropiar”, porque va en contra de la lógica humana. Y aun mas
difícil ponerla en practica, a menos que concientemente empecemos a hacerla parte de nuestro diario vivir. La fe
de apropiación es fe como un estilo de vida. No es una idea que meditemos una vez por semana en el templo o
una vez por día en nuestros devocionales personales. Tiene que infiltrar todas nuestras actitudes como un chile
puesto a un guisado. Lo practicamos cuando nuestro pedir se convierte en alabanza. Veamos estas dos actividades
de la fe de Apropiación.

DAR GRACIAS
Pablo nos instruye como dar gracias en efesios 5:20, “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre,
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Pablo nos dice que hemos de dar gracias siempre (como un estilo de
vida); por todo (incluyendo lo que no puedo ver, sino que recibo por fe); al Dios Todopoderoso (quien puede hacer
de bendición las cosas negativas).
Primero, hemos de dar gracias siempre. Es demasiado fácil formar el hábito de siempre estar viendo el
lado negativo de las cosas en lugar de vivir como hijos de un Dios que “cada día nos colma de beneficios” (Salmo
68:19). En cambio podemos concientemente ir formando el hábito de ser agradecidos. ¡Empiece mañana! Cuando
se despierte, dé gracias por una noche de sueño apacible, una cama donde dormir, la protección de Dios durante
la noche. Al vestirse, dé gracias por su ropa, la salud y la casa donde vive. Al salir a su trabajo dé gracias por sus
pies, sus manos. Así a través del día. Dé gracias siempre, como estilo de vida.
Segundo, dé gracias por todo, incluyendo las respuestas a oración que solamente se pueden ver con los
ojos de fe. ¿Sabe usted que es posible decir “por favor” demasiado cuando oramos? Cuando pedimos algo
conforme a la voluntad de Dios, tenemos su promesa que responderá. Así que si seguimos diciendo “por favor”,
manifestamos una falta de fe en su Palabra. Oremos en esta forma: digamos “por favor” solamente una vez, y
siempre después digamos “gracias” esta es la oración de Apropiación.
Tercero, hemos de dar gracias a Dios en el nombre de nuestro Todopoderoso Señor Jesucristo. Si Cristo
es en verdad Señor, podemos estar seguros que él controla todo. De modo que le puedo dar gracias aún por las
cosas que parecen malas, no estoy diciendo que Dios las mandó; mas bien declaro mi fe en que vencerá éstas para
mi propio bien y para su gloria. Pablo afirma esto en Romanos 8:28:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados”.
Dando gracias siempre… en todo… a nuestro Señor Todopoderoso: cuando vivimos así nos atrevemos a
vivir la fe de Apropiación.

ALABAR
Cuando damos gracias reconocemos los que dios hace. Cuando le alabamos reconocemos lo que dios es.
A esto se debe el poder extraordinario de la alabanza. ¿Ha aprendido el arte de la alabanza? Dice el salmista:
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“Más los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios. Y saltarán de alegría.
Cantad a Dios, catad salmos a su nombre, exaltad al que cabalga sobre los cielos.
Jehová es su nombre; alegraos delante de él. Alaba, oh alma mía, a Jehová.
Alabaré a Jehová en mi vida; Cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (Salmos
68:3-4; 146:1-2).
Muchos cristianos s e sienten cohibidos en la alabanza. Seguramente la mayoría de nosotros nos
hubiéramos sentido incómodos en un culto de los hebreos en donde alaban al Señor. “con son de bocina… con
salterio y arpa… con pandero y danza… con cuerdas y flautas… con címbalos resonantes” (Salmos 150:3-5).
La acción de gracias es como prosa; cuando doy gracias, mi razón habla. La alabanza es como poesía;
cuando alabo al Señor, mi corazón habla. Y para la mayoría de nosotros no es fácil dejar que hable el corazón.
Pero, ¡que necio no dejar que la lengua diga lo que el corazón siente! La alabanza es decir al Señor lo que nuestro
corazón sabe que es cierto. Es decirle, “Señor, te amo; tu eres todo para mí”.
Aprendamos como convertir la prosa de acción de gracias en la poesía de alabanza. Por ejemplo, si Dios
trae una bendición, démosle gracias por ella. Pero no nos detengamos con esto. Pensemos: ¿Qué me revela esta
bendición de la naturaleza de Dios? La respuesta puede ser: que Dios es amoroso, es poderoso, es lleno de gracia.
Entonces, podemos alabar al Señor por estas virtudes de su persona.
Podemos empezar a aprender como alabar, buscando un lugar solitario en donde podemos expresarnos sin
que nadie nos oiga. También podemos buscar a un hermano de confianza que tenga interés en alabar, y juntos
iremos aprendiendo este hermoso arte cristiano.
¡Dios hizo la creación para alabanza de su nombre! Es por esto que el primer impulso de los pájaros ala
rayar el alaba es cantarle a él. Cuando alabamos al Señor estamos más que nunca viviendo el propósito por el cual
fuimos creados.
APRENDAMOS A RECIBIR

RECIBAMONOS A NOSOTROS MISMOS


Una parte importante de la Tercera Dimensión de la Fe es recibirnos a nosotros mismos; es decir, aceptar
que ya somos lo que deseamos ser para la gloria del Señor. ¿Ha pedido al Señor victoria sobre un pecado
determinado? ¡Atrévase a recibir esa victoria! ¿Ha rogado que Dios le llene de su Espíritu? ¡Atrévase a recibir
esa plenitud!
Cristo nos ve como, ya completos en él. Pablo lo expresa así: “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Criaturas
nuevas… todas las cosas viejas se han ido… todo es nuevo. ¡Así nos ve el Señor!
Sabemos, desde luego, que estamos muy lejos de ser perfectos. Todavía no hemos conseguido la victoria
sobre algunas de las “cosas viejas”. Juan nos advierte que “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8). Claro que no somos perfectos, pero es cuestión
de cómo vemos esta imperfección. Podemos decirnos, “¡sé lo que eres, un hijo de Dios!”
Pablo prefería vernos de la segunda manera. Nos dice: “sé en la practica lo que eres idealmente”. Es
cierto que cada día hemos de reconocer nuestros pecados y arrepentirnos de ellos. Pero hemos de ver estos
pecados, no como un síntoma de que somos pecadores miserables y derrotados; debemos verlos como una traición
a nuestro ser verdadero: hijos de Dios, redimidos y reinantes.
He pedido al Señor que me haga un cristiano victorioso. De modo que me recibo como cristiano
victorioso. Verme a mí como algo menos no es humildad, sino pecado.

CONCLUSION
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Aprende a vivir la Tercera Dimensión de la Fe, es un desafío que debe ocupar toda nuestra vida. No es
cosa fácil, porque va contra los hábitos bien formados de parte de la mayoría de los cristianos, pero es un canal
del poder de Dios.

LECCION 3

Cuestionario

SECCION B

NIVEL 1

Nombre: __________________________________________________________.

INVENTARIO PERSONAL

1. ¿Entiendes bien el concepto de la “Apropiación”? ¿Estás convencido o quedan algunas dudas? ¿Entiendes
como esta Dimensión de la Fe puede revolucionar tu vida? ¿Estás dispuesto a ponerla en práctica?

2. ¿Últimamente, en algún caso especifico, has practicado la técnica de “apropiar”? Explica.


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3. ¿En que necesidad de tu vida actual pudieras poner en práctica este principio?

4. Durante este día, en una forma definida, ¿has dado gracias a Dios? ¿por qué cosas? ¿Qué hay más en tu
vida, acción de gracias o quejas? ¿Existe algo en tu vida por lo cual sería difícil dar gracias? ¿Lo harás
en este momento?

5. ¿Tienes la práctica de alabar a Dios en tus devocionales diarios? Si no, ¿empezarás mañana? Ahora
mismo, con tu compañero de diálogo, dedica unos momentos a la alabanza.

6. ¿Te has recibido a ti mismo? ¿hay algo en tu vida que no has podido perdonar? ¿Lo harás en este
momento?

NIVEL 2

1. Escribir en 500 palabras, una descripción de cómo se presenta la Tercera Dimensión en la vida de
Abraham, en las profecías de Isaías, en las promesas de Cristo y en los escritos de Pablo.

2. Escribir 250 palabras sobre la relación entre dar gracias y alabar.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 4
SECCION A

LA CUARTA DIMENSION DE LA FE: DISIPAR DUDAS

INTRODUCCION
Un día un turista que paseaba por las calles de Calcuta topó con una escena extraña: un hombrecito
vestido de lino y una gorra verde tenía a una muchedumbre atónita. Una y otra vez echaba arena y agua a una
jarra grande, susurraba algunas palabras, a la vez agitando el agua con la mano y luego sacaba seis monedas de
oro.
Al fin el hombrecito quedó solo. El turista se le acercó y le ofreció una gran cantidad de dinero por las
palabras mágicas que convertían el agua y arena en oro. El mago aceptó y le dijo las palabras mágicas. El
turista estaba a punto de irse cuando el hombre agregó una advertencia: “señor, hay una cosa: al decir las
palabras mágicas no debe pensar en un chango verde. Si lo hace, las palabras perderán su potencia mágica”.
Esta advertencia no preocupó al turista, porque, desde luego, ¡nunca había pensado en un chango verde!
Fue al mercado, compró una jarra grande, se dirigió a su hotel, muy emocionado, echó agua y arena a
la jarra y comenzaba a agitar la mezcla, susurrando las palabras mágicas. Pero en ese instante ¡saltó a su mente
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la imagen del chango verde! Vació la jarra, volvió a llenarla de agua y arena, agitaba la mezcla, repitió las
palabras ¡y otra vez el chango verde! Durante toda la noche y el día siguiente procuraba llevar a cabo la
operación sin pensar en el chango verde, pero encontró que fue imposible. Así es que nunca se hizo rico.
Muchas veces, al tratar de llevar a cabo la vida de fe, un “chango verde” nos impide. Tomamos a pecho
una promesa de Dios, nos aseguramos que la creemos, oramos pidiendo a Dios que cumpla con su promesa pero
nos viene una duda: “¿de veras creo que el Señor me dará lo que pido?”.
Cristo nos advierte que una condición para recibir sus promesas es que no dudemos “en el corazón”
(Marcos 11:23). Santiago nos advierte también contra la duda: “no piense, pues, quien tal haga que recibirá cosa
alguna del Señor” (santiago 1:7).
Dedicamos este capitulo a un estudio sobre cómo conquistar a este enemigo de la fe: La Cuarta Dimensión
de la Fe es “Disipar Dudas”.

LAS CAUSAS DE LA DUDA

Ya hemos confiado en el señor por las cosas más difíciles, salvación del infierno y una herencia en el
cielo. Debe ser sencillo confiar en él por las cosas menores. Entonces, ¿Por qué dudamos? Dos acontecimientos
bíblicos nos ayudan a comprender esta paradoja.

EL CASO DE ADAN Y EVA


Adán y Eva vivían en perfecta felicidad en el Huerto de Edén, hasta que la serpiente le hizo a Eva una
pregunta: ¿”con que Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto”? (Génesis 3:1b). Satanás sigue
haciendo esta pregunta al pueblo de Dios, lo que hace surgir dos dudas. La primera es, ¿”De veras dijo Dios esto
para mí”? No sabemos como trabajaba la mente de Eva, pero quizás pensaba que a lo mejor el mandato que Dios
dio al principio ya no tenía vigencia. S seguro es que esta “explicación” es muy común en nuestros días: hay la
tendencia de decir que las promesas más grandes de Cristo, solamente eran para su día y que no se aplican en la
actualidad.
La segunda duda en torno a esa pregunta es que quizás no entendíamos bien lo que Dios decía. Cuando
parece que el Señor no ha cumplido con una promesa, la forma más fácil de sacarnos del problema es concluir que
a lo mejor Dios no decía lo que pensábamos que decía. Esta clase de escape puede satisfacer el corazón, pero no
la mente. La mente recuerda ese fracaso, y la próxima vez que estamos al punto de actuar en base a una promesa,
una voz fría nos murmura, “¡cuidado, no te comprometas otra vez!”
EL CASO DE PEDRO
Pedro ilustra otra causa de la duda. Cuando Cristo le invitó a acompañarle sobre el agua Pedro obedeció.
Todo iba bien, hasta que “el sentido común” le gritó, “¡Oye, Pedro no seas tonto; los hombres no caminan sobre
el agua!”. El sentido común es buena medicina para el cristiano que anhela vivir la vida de fe. Le salvará de
errores insensatos. Pero es una medicina que se debe tomar con cautela y en la dosis indicada. ¡Nunca debe ser
usado como antídoto para una fe verídica!

LO QUE SIGNIFICA DUDAR


LO QUE DEBEMOS DUDAR
El significado de la raíz griega del verbo “dudar” es juzgar correctamente, discriminar. En este sentido,
todos debemos dudar. Por ejemplo, debemos saber como discriminar entre las personas que merecen nuestra
confianza y las que no. Jesús es nuestro ejemplo: Juan nos informa que muchos creyeron en Cristo, cuando veían
sus milagros, pero que Cristo “no se fiaba de ellos, porque conocía a todos… (y) sabía lo que había en el hombre”
(Juan 2:23-25). Cristo siempre veía más allá de las palabras y los hechos de los hombres para discernir lo que
había en sus corazones. Así debemos hacer nosotros también.
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Además debemos discriminar entre las cosas que merecen nuestra atención y las que no. Pablo lo expresa
de esta manera:
“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun mas y mas en ciencia y en
todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor” (Filipenses 1:9-10a).
El sentido original de la palabra griega “aprobar” es “poner a prueba”. Antes de aceptar cualquier cosa
en nuestras vidas, advierte Pablo, debemos ponerla a prueba; no solamente para determinar si es buena, sino para
asegurarnos que es “lo mejor”.

LO QUE NO DEBEMOS DUDAR


Hay una acepción del verbo “dudar” que es legítima. Pero si deseamos vivir siempre triunfantes hay algo
que nunca, bajo ninguna circunstancia, debemos dudar, y son las promesas de Dios. La palabra “dudar” en su
raíz griega también significa “estar dividido en si”. Y esto es lo que sucede cuando rehusamos creer la palabra
del Señor; empezamos a sufrir esquizofrenia espiritual: una parte de nuestro corazón se adhiere al Cristo que nos
salvó; otra parte nos advierte, “cuidado, no se puede confiar en él completamente”.
En resumen: el cristiano que pretendía vivir por fe tiene que hacer el compromiso de no dudar de la
promesa del Señor, cualquier promesa, sea lo que sea la evidencia en su contra.

LA DUDA Y LA CIENCIA
Se cree comúnmente que la ciencia, en su búsqueda de la verdad empezó desde “cero”, sin dar por sentado
nada y paso a paso, ha ido construyendo un sistema infalible. Pero no es así; escritores sobre la ciencia, científicos
mismos, nos advierten que la ciencia trabaja en base a dos supuestos:
(1) Que el mundo físico es digno de confianza de parte de aquellos que se proponen
investigarlo; eso es, que se porta conforme a determinados principios que no cambian.
(2) Que los cinco sentidos del hombre son capaces de percibir correctamente el mundo físico y
que la mente del hombre es capaz de interpretar lo que los sentidos perciben.
Ahora bien, al aceptar estos dos supuestos, el científico esta ejerciendo su fe, porque no hay manera de
comprobar “científicamente” que son verídicos.
Además, contrario al pensamiento popular, se puede demostrar que los cinco sentidos no son siempre
dignos de confianza en lo que nos informan acerca del mundo físico. En un ensayo célebre, el filósofo famoso,
Bertrand Russel, analiza lo que sucede cuando vemos una silla, demostrando la naturaleza dudosa, desde el punto
de vista de la lógica, de las sensaciones recibidas a través de los ojos. ¡Concluye que la silla que pensamos ver,
bien puede no existir!
Así es que la fe del científico tiene tanto un elemento objetivo como un elemento subjetivo:
Elemento Objetivo: Tiene fe en lo confiable del mundo material.
Elemento Subjetivo: Tiene fe en su propia capacidad de percibir este mundo material correctamente.
El científico sencillamente no se permite dudar de los hechos susodichos. Si así hiciera, tendría que cerrar
su laboratorio. Desde luego, no va a hacer esto. ¡Ni debe hacerlo!
Apliquemos esta analogía a la vida cristiana: para poder vivir en forma eficaz, el cristiano tiene que vivir
por fe. Su fe, igual a la del científico, tiene tanto un elemento subjetivo como un elemento objetivo:
Elemento Objetivo: Tiene fe en lo confiable de las promesas de Dios.
Elemento Subjetivo: Tiene fe en su propia capacidad de apropiar estas promesas y así librar su poder.
El cristiano que anhela vivir eficazmente, no puede permitirse dudar lo confiable de las promesas de Dios,
de la misma manera que el científico que anhela laborar eficazmente en su laboratorio no puede permitirse dudar
lo confiable del mundo físico. Si así hiciera, tendría que clausurar su laboratorio de fe.

EL RIESGO DE LA FE
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La fe involucra riesgo; exige que yo me comprometa íntegramente, con todo lo que tengo, con Dios,
confiando absolutamente en su integridad. Exige que yo ceda todos mis derechos, incluyendo mi derecho de dudar.
Sería un error sugerir que esto es fácil, porque va en contra de un instinto humano: aquel de la auto-preservación.
Ejercer la fe radical que Dios demanda es exponerme, hablando humanamente, a un fracaso fatal.
Algunos insisten que vivir así es ser superficial y frívolo, es no tomar en serio los problemas y las
contradicciones de esta vida. Pero no es así, nace de las cenizas de la superficialidad. Cuando el cristiano inmaduro
se topa por primera vez con las contradicciones de la vida que parecen poner en tela de duda su confianza en las
promesa de Dios, una de dos cosas suceden: por un lado, conciente o inconscientemente puede renunciar para
siempre a la posibilidad de llevar a cabo una vida que dependa absolutamente de las promesas de Dios. Por otro
lado, el cristiano puede admitir su perplejidad y dolor espiritual al vivir el aparente fracaso de una promesa, y a la
vez ratificar en una forma aún más radical su compromiso de vivir por la fe. En este caso, sigue adelante, bien
conciente del riesgo que ha aceptado, pero confiando que al fin y ala cabo Dios le sacará adelante. Este es el
sendero del discípulo. Cualquier otro camino lleva al fracaso.

LA LECCION DEL SILOGISMO


El silogismo es una herramienta útil de la lógica inventada por el filosofo Aristóteles. He aquí un
silogismo clásico:
Todo hombre es mortal.
Sócrates es hombre.
Por lo tanto: Sócrates es mortal.
Como se puede apreciar de este ejemplo, el silogismo es una forma lógica deductiva, en la que la premisa
menor (Sócrates es hombre) se ve a la luz de la premisa mayor (todo hombre es mortal), llegando así a una
conclusión (Sócrates es mortal). Desde luego, lo confiable de la conclusión depende de lo verídico de la premisa
mayor.
Ahora bien, construyamos un silogismo en base a las promesas de la Biblia:
Premisa Mayor: Dios no miente.
Premisa Menor: Esta (cualquiera) es una promesa de Dios.
Conclusión: Por lo tanto: Esta promesa es digna de confianza.
Recuerde: Si la premisa mayor (“Dios no miente”) es verídica, no cabe lugar para dudar de ninguna d e
las promesas de Dios.
Pensemos en un caso concreto: hemos puesto a prueba una promesa de Dios y, aparentemente, no dio
resultado. Como consecuencia, nos sentimos tentados a concluir que, en este caso, la promesa falló. ¿Qué pasa
cuando ponemos esta conclusión en forma de silogismo? Lo veremos, poniendo el silogismo en orden inverso,
empezando con nuestra conclusión:
Conclusión: Esta promesa falló.
Premisa menor: Esta es una promesa de Dios.
Premisa Mayor: Dios miente.
¡Claro que no vamos a decir esto! Entonces, ¿Por qué es que a veces nos parece sinceramente que una
promesa determinada no dio resultado? Es que hemos confundido un particular con una premisa.
Sucede así: atrás de cualquier premisa mayor se encuentran un gran numero d particulares. Estos
particulares son casos específicos que han sucedido muchas veces y en muchos lugares, y que apoyan la misma
conclusión. Por ejemplo, consideremos una premiosa mayor aceptada en todas partes del mundo: “el fumar
cigarros es una causa de cáncer”. ¿Por qué es que la profesión médica acepta casi unánimemente esta premisa?
Porque los investigadores han descubierto un mismo fenómeno en miles de casos (particulares) de cáncer
pulmonar de parte de muchas gentes en muchos lugares; y es éste: que todas estas víctimas de cáncer pulmonar,
fumaban cigarros.
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Alguien pudiera objetar así: “míreme, yo fumo y no tengo cáncer. De modo, que no es cierto que el fumar
cigarros es una causa de cáncer”. ¿Qué contestaría su medico? Diría: “amigo, un caso negativo no basta para
destruir una premisa mayor. Esta confundiendo un particular con una premisa”.
Ahora volvamos a nuestra premisa, “Dios no miente”, lo que es otra forma de decir, “todas las promesas
de Dios son dignas de confianza”. Esta premisa es el producto de miles de años de experiencia de parte de
millones de cristianos. ¿Será que un caso, o diez de promesas aparentemente no cumplidas demuestran que nuestra
premisa es defectuosa? Seguro que no. ¿Cuántos fracasos se necesitarían? ¿Cien? ¿Mil? ¿Un millón? ¿Cuántos
años deberían abarcar estos casos? ¿Diez? ¿Cincuenta? ¿Mil? Y ¿qué de todas las personas, que a través de las
edades han dado testimonio de la fidelidad de Dios? ¿Se engañaron?
Así que, si oro conforme a una promesa del Señor y el resultado es negativo, tengo que ser honrado y
confesar: “esta promesa no me resultó”. Pero no tengo ninguna base lógica para aseverar, “esta promesa no da
resultado”. Hacer así sería confundir un particular con una premisa.

CUANDO UNA PROMESA FALLA


¿Qué se debe hacer si parece que una promesa ha fallado? Lo mismo hace un científico si un experimento
en el laboratorio falla: Volver a examinar mi procedimiento. Debo hacerme las preguntas siguientes:
¿Estoy seguro que tengo una promesa del Señor para lo que deseo?
¿Estoy cumpliendo con las condiciones de Dios?
¿Estoy practicando en su absoluta pureza las Cuatro Dimensiones de la Fe?
Semejante análisis puede requerir unos días, semanas o hasta meses. Y, ¿Qué si aun no encuentro una
respuesta? ¡Todavía habrá evidencia objetiva en abundancia para mantener mi fe en la confiabilidad de las
promesas de Dios!
Marcos nos da un ejemplo de esta clase de fe (Marcos 9:14-27): un padre se presenta delante de Jesús y le
suplica que sane a su hijo. Jesús le hace un desafío: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.
El padre angustiado mira a Cristo y luego a su hijo. ¡Cuánto desea que su hijo sea sanado! Pero no esta
seguro que tenga la fe que Cristo requiere, y por esto se libra una lucha interior intensa: “e inmediatamente el
padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”.
¿Qué quería decir el padre con estas palabras aparentemente contradictorias? Decía, “Señor es mi deseo
creer, pero sería mas fácil no creer. ¡Ayúdame, Señor, fortalece mi fe!”.
Esto es todo lo que el Señor espera de nosotros cuando la duda nos aflige. No nos pide que finjamos una
fe que no tenemos; en cambio si requiere que deseemos creer y que demos por sentado su integridad.

REPROGRAMANDO LA MENTE DUDOSA

Cristo nos advierte del problema de una mente con tendencia a dudar:
“Así todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No
puede un buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos bueno” (Mateo
7:17-18).
Un árbol produce espinas porque es esta clase de árbol. Una mente produce dudas porque es una mente
dudosa; ha sido cultivada para que así trabaje. Y una mente dudosa tiende a producir temor, un espíritu de crítica,
chismes, envidia y una actitud quejosa.
Así que la conquista de dudas no consiste sencillamente en tratar de darse a si mismo razones para no
dudar, sino de cambiar nuestra actitud mental; si la mente esta programada para dudar, tenemos que reprogramarla
para fe. Empecemos en la mañana, al despertarnos, en lugar de permitir que la mente se llene de preocupaciones
y dudas, repitamos uno de los versículos mas hermosos de la Biblia: “Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos
y alegraremos en él” (Salmo 118:24).
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En una lección posterior estudiaremos acerca de cómo usar versículos de la Biblia como “vitaminas
espirituales”. Basta ahora mencionar que una de nuestras disciplinas debe ser aprender muchas de las promesas
mas hermosas de la Biblia y meditar en ellas durante el día. Por ejemplo, se puede memorizar Marcos 11:22-24:
“Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su
corazón, sino que creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis
(recibisteis), y os vendrá”
¡Este versículo es dinamita espiritual! Si meditamos en ella, pidiendo al Señor que lo use para programar
nuestra mente para fe, lo encontraremos cada vez mas natural y normal confiar en el Señor; creer en verdad “Todo
lo, puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

CONCLUSION
Para el cristiano, dudar de las promesas de Dios Es una manifestación de un mal hábito, una falta de
disciplina espiritual. Peor, es un pecado que impide que uno entre a la vida llena del Espíritu. Debemos quitar de
la mente una vez para siempre que la tendencia a dudar es una indicación de un intelecto superior. No lo es.
Debemos imponernos la disciplina espiritual que produce una mente cuya respuesta natural a las promesas de Dios
es aceptarlas y abrazarlas con entusiasmo.

DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 4
SECCION A

NIVEL 1

Nombre: ___________________________________________________________.

1. ¿Has tenido en tu vida, problemas con oraciones no contestadas? Como resultado ¿se ha debilitado tu
fe? Píenselo bien, y si es así, aplica los principios presentados en esta lección.
2. con una concordancia, busca en la Biblia algunas de las promesas del Señor. ¿puedes confiar plenamente
en todas o te es difícil aceptar algunas? Si es así, procura comprender por qué.
3. ¿ha crecido tu fe últimamente, como resultado de alguna experiencia difícil con la fe? Explica el caso y
analiza cómo llegó a fortalecer tu fe.
4. he aquí una “Escala de Fe”. “0” representa una mente llena de dudas; “100” representa una mente libre
de toda duda. Colócate en esta escala con una X.

0 25 50 75 100
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-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

5. Empezar a reprogramar tu mente para la fe. Mañana, al levantarte, repite Salmo 118:24. durante el día,
apunta cada duda que surja en tu mente, y en la noche repasa la lista, encomienda las dudas al Señor y
pide al Señor que llene tu mente de fe.

NIVEL 2

1. Escribir 250 palabras sobre el riesgo de la fe.


2. Escribir 500 palabras sobre el silogismo como una forma de demostrar la confiabilidad de las promesas
de Dios.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 4
SECCION B

EL PROBLEMA DEL PECADO

INTRODUCCION
Hasta este punto nuestro estudio de la vida cristiana victoriosa y disciplinada, o sea, la vida en el Espíritu,
lo hemos hecho desde el lado positivo. Hemos visto las magnificas posibilidades expuestas en las promesas de la
Biblia y los pasos necesarios para realizar éstas. Pero ahora es necesario que veamos el lado negativo: Cómo el
pecado en la vida del cristiano pude impedir la realización del plan de Dios para su vida. Así es que esta Lección
se dedica a un estudio del pecado; su peligro, sus consecuencias y su remedio.

EL PELIGRO DEL PECADO


Vivimos en una época cuando se trata el pecado en una forma ligera y superficial. El mundo tiende a
glorificar el pecado y aún en las iglesias, sermones sobre las consecuencias del pecado no son los más deseados.
En cambio la Biblia lo toma como uno de sus temas principales. Expone el tema, no de una manera abstracta, sino
traza los efectos del pecado en la vida de personas. Examinaremos la vida de cuatro personajes bíblicos que
ejemplifican los pecados más comunes entre los cristianos, y especialmente entre, los siervos de Dios.

CAIN: EL PECADO DE ENVIDIA Y ODIO (Génesis 4:1-16)


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La historia. Caín y Abel trajeron una ofrenda a Dios. La ofrenda de Abel fue aceptada, más la de Caín
no. Los comentaristas ofrecen explicaciones diversas. Algunos opinan que Dios rechazó la ofenda de Caín porque
no fue de sangre. Oros insisten que se debió a la falta d efe de parte de Caín. (Hebreos 11:4). Pero el motivo del
rechazo de la ofrenda de Caín no es lo que nos interesa en esta Lección; más bien hemos de fijarnos en la reacción
de Caín a este rechazo:
“Y se ensaño Caín en gran manera, y decayó su semblante… y aconteció que
estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató”
(Génesis 4:5a, 8b).
En estos versículos se destaca el pecado de envidia incontrolable porque Abel su hermano tuvo el favor
de Dios, y expresó su envidia en la forma más despiadada, matando a su hermano.
El peligro para nosotros. El pecado de la envidia es uno de los mas sutiles; nos puede engañar y vencer
casi sin que nos demos cuenta… es engañoso porque casi los mas consagrados de la iglesia son muchas veces los
mas susceptibles: si parece que los demás aprecian a otra persona por su trabajo para el Señor y no nos aprecia a
nosotros, es fácil sentirnos maltratados y dirigir nuestra inconformidad contra el otro hermano en forma de envidia.
Para justificarnos buscamos algo porque criticar al hermano.
Este pecado es demasiado común entre los ministros del Señor. Si otro hermano predica mejor, tiene
mejor asistencia en su iglesia, recibe mas honores, ¡que fácilmente la envidia se enseñorea de nosotros!
Y, ¿el resultado? Seguramente, no vamos a asesinar a ese hermano, objeto de nuestra envidia. Físicamente
no, pero Cristo definía el asesinato de una manera bastante amplia en el Sermón del Monte:
“Pero yo os digo que cualquiera que cualquiera que se enoje contra su hermano,
será culpable de juicio; y cualquiera que diga: necio a su hermano, será culpable
ante el concilio; y cualquiera que le diga: fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego” (Mateo 5:22).
Recordemos: La primera dimensión de una vida de fe es el desear, sobre todo, de glorificar al Señor. Si
el deseo de destacar o ser apreciado toma el primer lugar, Satanás lo utilizará para destruir nuestra vida y la de
otros.

ACAN: EL PECADO DE UN CORAZON MATERIALIZADO (Josué 7:1-26).

La historia. Acán era un soldado destacado y valiente. Prueba de esto es que el fue seleccionado entre
todos los cientos de miles de soldados de Israel como un o de los trescientos para ir a pelear contra Hai. Pero a
raíz de un pecado que Acán había cometido, Israel fue vencido.
Acán cometió el pecado de un corazón materializado: después de la derrota de Jericó vio entre los despojos
un hermoso manto babilónico, 200 siclos de plata y un lingote de oro y, desobedeciendo el mandato de Dios los
escondió y los tomó en la tierra debajo de su tienda. “que triste que quedó así truncada la carrera de un soldado
valiente”.
El peligro para nosotros. Hay un gran contraste entre la promesa de Cristo en Mateo 6:33 y la filosofía
aceptada por la sociedad en general. Cristo nos ordena que hemos de colocar en primer término el reino de Dios.
El mundo nos dice que el hombre es juzgado por las cosas que acumula; así que el propósito de la vida es siempre
acaparar más y mas.
Si, es un mundo materializado, y demasiado fácilmente el cristiano cae en una trampa. Poner en primer
término su trabajo. Se involucra en prácticas deshonestas para aumentar sus ganancias. Rehúsa dar al Señor sus
diezmos y ofrendas. Sus pensamientos, en lugar de concentrarse en como agradar al Señor giran en torno como
ganar mas cosas y como así impresionar a los demás. Y esta actitud es el motor del pecado de la materialización.
Se ha notado que Cristo no ordenó al joven rico que se deshiciera de sus riquezas sencillamente porque una persona
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con posesiones no podía ser su discípulo; María, Martha y Lázaro eran personas acomodadas. No, el motivo de la
exigencia de Cristo era el amor que ese joven rico tenía para sus bienes; Cristo vio que hasta que el joven dejara
atrás sus cosas, no podría darle al Señor el primer lugar en su corazón.
Se debe notar que lo que hizo Acán no era prohibido ordinariamente; como costumbre los soldados
victoriosos podían llevarse los despojos. Pero Dios tenía un propósito especial en la victoria sobre Jericó: quería
que sus soldados mostrasen su absoluta devoción a él dedicándole todo; aun en los despojos. Es semejante a lo
que Dios demanda de sus siervos que han entregado sus vidas a su servicio como ministros del evangelio: el
ministro nunca puede tener esperanzas de enriquecerse, nunca puede moverse de un pastorado a otro para ganar
más dinero. Así que Dios exige más a sus ministros que a otros; lo que quizás se puede perdonar en otros, queda
estrictamente prohibido para el ministro. Bajo ninguna circunstancia puede el ministro ser motivado por el dinero.
Ha de rehuir en forma radical la tentación de materializarse.

DAVID: EL PELIGRO DEL PECADO MORAL (2 Samuel 11:1-27).

La historia: de todos los personajes del Antiguo Testamento, David se destaca por su amor profundo
hacia el Señor y por el amor muy especial que Dios tenía para él. Pero llegó un momento de ocio cuando, viendo
a una mujer bella bañándose, sintió una tremenda tentación de hacer lo que nunca antes había hecho: sucumbir a
la impureza moral. Quizás razonaba así: “yo soy el rey. En todo el mundo los reyes toman todas las mujeres que
desean. Así que si yo tomo a Betsabé no estaré haciendo nada que n o hacen los demás”. Cayó en la tentación,
cometió adulterio con Betsabé y libro una cadena de desgracias que por fin le tumbó del trono.
El peligro para nosotros. En nuestro mundo se toma en forma muy ligera la fornicación y el adulterio.
Los héroes del cine y de la televisión hacen alarde de su inmoralidad. Lo que hace una generación era vergonzoso,
ya se acepta entre personas “respetables”. Par el cristiano de hoy es muy fácil usar la excusa que “todos lo hacen”.
Pero debemos reconocer que la ley de Dios nunca cambia. Para Dios la pureza moral es tan importante que dedicó
uno de los diez mandamientos a la proscripción del adulterio. Cristo nos llevó la proscripción hasta la mente y el
corazón:
“pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró
con ella en su corazón” (Mateo 5:28).
Para el ministro la impureza moral es una tentación que, como en el caso de David le puede abrumar
cuando menos le espera. Goza de la confianza del sexo opuesto; estas muchas veces tratan con su pastor con una
franqueza que no harían con ningún otro hombre. Además, Satanás trabaja para hacer al ministro caer en este
pecado, porque una vez que lo cometa pierde su ministerio para siempre, sin esperanza de recuperarlo. Aunque
bien es cierto que Dios nos perdona cualquier pecado, el ministro que hay a cometido algún pecado moral, nunca
puede volver a un trabajo cuyo requisito más básico es la integridad moral.

ANANIAS Y SAFIRA: EL PELIGRO DE LA HIPOCRESIA (Hechos 5:1-11).

La historia. La iglesia de Jerusalén era una iglesia con muchos héroes. Llegó el momento cuando
Bernabé llegó a ser héroe. Vendió su heredad y la donó a la iglesia. (Hechos 4:36-37). Ananías y Safira
observaron primero con interés y luego con envidia, como toda la congregación tomó a Bernabé por santo.
Deseaban recibir el mismo honor pero no querían pagar el precio. Se pusieron de acuerdo en vender su heredad y
llevar un aparte del dinero a la iglesia, aseverando que lo que donaban era el producto íntegro de la venta. Así que
cometieron el pecado que cometen todos los hipócritas: fingieron ser lo que no eran para ganar así la alabanza de
los hombres.
El peligro para nosotros. Cristo guardó sus críticas más severas para los hipócritas de su día, los fariseos:
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“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del
vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia” (Mateo
23:25).
Estos eran hipócritas, dijo Jesús, porque hacían largas oraciones pero robaban a las viudas; diezmaban
pero no buscaban la justicia, la misericordia y la fe y cuando ayunaban demudaban su rostro para que los hombres
lo supieran. Y ¡que horrendo es el castigo del hipócrita! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis a
la condenación del infierno? (Mateo 23:32).
La palabra hipócrita significa en su raíz un actor de teatro. El Señor aborrece el fingir lo que no creemos
ni practicamos. La falta de sinceridad es uno de los pecados más mortales porque es pecado del corazón, y si el
corazón es malo no hay esperanza.
En forma muy especial el ministro ha de guardarse contra la hipocresía. Se espera de él una vida ejemplar;
es demasiado fácil fingir una consagración que no tiene. Muy fácilmente pueden salir de su boca palabras de
piedad que solamente son palabras. Hasta puede exigir a los cristianos en sus sermones una calidad de vida que
ni el mismo lleva.
Para el mundo no hay nada más repugnante que la hipocresía; y no hay nada más poderoso para destruir
el testimonio de un cristiano o de una iglesia entera.

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO

Hemos visto el peligro de cuatro de los pecados más comunes y más mortales. Veamos ahora las
consecuencias del pecado en la vida de un hijo de Dios.

CAIN: LA TIERRA DE NOD


El escritor sagrado nos dice que Caín, después de ser enjuiciado por Dios “habitó en la tierra de Nod”
(Génesis 4:16). Una nota en la Biblia nos indica que el nombre “Nod” significa “errante”. Nos da a entender así
que Caín se convirtió en vagabundo, nunca encontrando descanso para su cuerpo o corazón.
Es esta consecuencia demasiado común para el hijo de Dios que cede al pecado: un espíritu inquieto,
rebelde, nunca satisfecho. No nos ha de sorprender, porque la única paz verdadera, y máxime para el cristiano, es
la paz que el Señor imparte por su Espíritu. Si, vivir una vida de pecado es habitar en la tierra de Nod, porque “no
hay descanso para el impío”.

ACAN, ANANIAS Y SAFIRA: LA MUERTE

Es instructivo que tanto Acán como Ananías y Safira sufrieron la muerte por sus pecados. Y sus pecados
fueron bastante semejantes porque todos vivían una mentira. y así sucede con el hijo de Dios que cede a la codicia,
la envidia y la hipocresía; aunque no muera físicamente, la mortandad espiritual se enseñorea de él. ¡Cuantos
cristianos viven como si nunca hubieran nacido de nuevo! Todo el gusto de ser cristiano ha desaparecido de sus
vidas, porque, siendo ciudadanos del Reino de Dios, tratan de vivir como paganos. Como la iglesia de Sardis,
“…tienes nombre de que vives y estas muerto” (Apocalipsis 3:1).
Hemos de notar que en ambos casos, la familia entera también fue muerta. Una de las consecuencias más
tristes cuando los padres cristianos se dejan caer en el pecado es su impacto sobre toda la familia.

DAVID: PÉRDIDA DE SU INFLUENCIA

Para David, hasta que cayó en el pecado, todo era ganancia; parecía que Dios siempre intervenía para
volver las amenazas en victorias, las maldiciones en bendición. Después de su pecado, lo contrario sucedió; perdió
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el respeto de sus hijos, perdió a su hijo Absalón, perdió su reino y en sus últimos años parecía perder hasta la
voluntad de seguir viviendo.
¡Qué costoso para el hijo de Dios es caer en el pecado! Y la pérdida más cara es la de su posesión más
preciosa: su influencia sobre su familia y el mundo.

OTRAS CONSECUENCIAS DEL PECADO

Hay muchas mas consecuencias funestas del pecado para el cristiano, y la Biblia abunda en sus
advertencias acerca de ellas. Veamos algunas:
El pecado hace una barrera entre el cristiano y Dios:
“pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías
59:2).
Además, el Espíritu se contrista (Efesios 4:30).
Cristo, que nos redimió queda destronado del corazón y el viejo hombre vuelve asentarse allí. Todo esto
hace posible que el diablo tenga entrada en nuestra vida, haciendo más factible otras derrotas espirituales futuras
(Efesios 4:27).
Además, el pecado interrumpe la obra del espíritu Santo en nuestra vida y no se ve el hermoso fruto del
Espíritu: se vuelve frío el amor; se pierde el gozo y la paz; el cristiano no tiene paciencia con su familia y los
miembros de la iglesia y faltan benignidad y bondad en su vida; tampoco se aprecian la mansedumbre y la
templanza en el trato con los demás.
Hay otras consecuencias; mencionaremos solamente unas cuantas más. La palabra de Dios pierde su
impacto para el cristiano y ya no recibe la alimentación y el gusto que antes recibía en su lectura. El cristiano que
vive en su pecado pierde su pasión de llevar a otros a la salvación en Cristo y no hay un testimonio vivo y gozoso
para compartir. Tampoco le gusta trabajar en las cosas del Señor. La obra causa cansancio físico y mental y el
obrero se queda desanimado, afligido y derrotado.
¡Que triste y sinsabor es la vida del cristiano que cede al pecado! Por eso debemos huir de él, para vivir
en comunión con Dios.
EL REMEDIO PARA EL PECADO

El cristiano debe huir del pecado. Pero si peca, hay un camino que le lleva a la restauración:

HAY QUE ARREPENTIRSE

El primer paso al perdón del pecado es reconocerlo y arrepentirse de él. Tres de los personajes bíblicos
que estudiamos, Caín Ananías y Safira, no se arrepintieron, así aislándose irremisiblemente de Dios. Dios nos
ama, pero su perdón no es automático. Sin arrepentimiento no hay ninguna posibilidad de recibir su perdón. Y,
¿Qué es el arrepentimiento? Incluye tres elementos:
1. El Elemento Intelectual. En la Biblia, la palabra griega metanoéo es traducida “arrepentirse”. Esta
compuesto de dos vocales que significan literalmente, “cambiar de mente”. Así que el elemento más
básico para el arrepentimiento es el reconocimiento de lo que hizo uno, era pecado y el deseo de dejar la
mala practica. El arrepentimiento no es derramar “lagrimas de cocodrilo”; esto sucede cuando uno se
siente triste por las consecuencias que le traen sus pecados, pero no reconoce que ha violado la ley de
Dios. La penitencia como es practicada en la iglesia católica promueve este error: después de uno haya
confesado su pecado el cura le asigna una “pena”. Una vez que el “penitente” ha pagado su penitencia se
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puede sentir en libertad de volver a incurrir en su mismo pecado, para después pagar su “penitencia” una
vez más y así sucesivamente. Esto no es arrepentimiento verdadero, y es abominación delante del Señor.
2. El Elemento Emocional. En la Biblia, la palabra griega, metamelomai también es traducida
arrepentimiento. Destaca el lado emotivo del arrepentimiento. Aunque hemos enfatizado que el
arrepentimiento verdadero es más que mera emoción, seguramente incluye emoción. Si el pecador no
siente remordimiento por lo que ha hecho, es de dudarse que existe verdadero arrepentimiento. Mateo nos
dice que Pedro, cuando se dio cuenta de lo terrible de su negación de Cristo, salió fuera y “lloró
amargamente”. Mis pecados traicionan a Cristo, contristan al espíritu Santo, dañan mi relación con el
Señor y perjudican mi influencia. Todo esto no puede dejar de entristecerme.
3. El Elemento “Volicional”. El arrepentimiento permanece incompleto y afectará muy poco nuestras vidas
si nada más afecta la mente y las emociones. El arrepentimiento verídico es un resorte que activa la
voluntad. El hijo prodigo, después de reconocer su lamentable estado dijo, “me levantaré e iré a mi padre”,
y de inmediato lo hizo.

HAY QUE CONFESAR EL PECADO

Acán confesó su pecado, pero demasiado tarde; solamente después de que era obvio que no podía seguir
viviendo en su mentira. David, aunque tenía la autoridad real para seguir ocultando lo que había hecho, se humilló,
confesó su pecado y suplicó que Dios lo perdonara Dios lo hizo y le restauró.
La Palabra de Dios nos promete:
“Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
La confesión de pedro debe ser una práctica diaria, una parte de nuestra oración, una parte esencial en
nuestra vida disciplinada. Una buena manera de reconocer nuestros pecados es hacer un examen de nuestra
situación cada día a la luz de las cuatro dimensiones de la fe.

HAY QUE DEJAR EL PECADO

La meta de todo cristiano sincero es ser más semejante a Cristo. Esto involucra un cambio continuo y
dinámico en nuestra vida, realizado por el proceso de reconocer nuestras fallas confesarlas y dejarlas. Una de las
grandes bendiciones de la vida en Cristo es poder notar, mes tras mes, año tras año, el proceso en la santidad que
el espíritu de Dios hace posible por medio del arrepentimiento, la confesión, y perdón y la renovación.

CONCLUSIÓN

Juan nos advierte: “si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no
practicamos la verdad” (1 Juan 1:6).
El pecado seguramente es impedimento que tenemos que ir quitando, y esto como una practica continua
en nuestra disciplina diaria.
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DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 4
SECCION B

NIVEL 1

Nombre: ____________________________________________________________.

INVENTARIO PERSONAL
1. ¿Existe el problema de envidia u odio en tu vida? Piensa bien de tu familia, tus compañeros d estudio,
etc. Toma en cuenta que estos pecados pueden disfrazarse como “justa indignación”. ¿Qué actitud tienes
hacia hermanos que han tenido mas éxito que tu en la obra, tienen más dinero, sacan mejores
calificaciones, etc.?
2. ¿Existe el problema de materialismo en tu vida? Últimamente, ¿has rehusado un trabajo porque no
pagaban bien? ¿Te has quejado de tu pobreza? ¿Has rehusado compartir con un hermano necesitado?
¿Has pasado tiempo deseando cosas materiales o lamentando lo que dejaste atrás para servir al Señor?
3. ¿Existe algún pecado moral en tu vida? ¿has hecho o dicho algo que no agrada al Señor? ¿Qué de tus
pensamientos? ¿Qué de literatura baja? ¿Qué películas que te hayan impulsado a pensamientos indignos
o indebidos? ¿De que piensas cuando estas solo antes de dormir en la noche?
4. ¿Existe el pecado de hipocresía en tu vida? ¿Finges ser más santo de lo que en verdad eres? Cuando estas
predicando o enseñando en la Escuela Dominical o dando tu Testimonio, ¿te redarguye tu corazón de falta
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de sinceridad? ¿piensa concretamente: ¿puedes recordar alguna acción o palabra en los últimos días que
fuera para que los demás piensen que eres lo que no es cierto?
5. Examina tu vida para ver se alguna de las consecuencias del pecado mencionadas en la lección caracterizan
tu vida actual: ¿Hay un sentido de lejanía del Señor? ¿falta de paz en tu corazón? ¿aburrimiento al leer
la Biblia u orar? ¿Indisposición de asistir al culto o hablar de las cosas espirituales con los demás?
Nótese: Antes de hacer este inventario personal, prepara tu corazón. Pide al Señor que te revele la verdad
de toda tu vida.
¿Ya terminaste? ¿Descubriste algunas cosas que debes confesar al Señor? Sino has confesado nada, será
posible que no hayas sido honrado contigo mismo, con tu compañero y con el Señor.
Una cosa más: Una vez que hemos confesado nuestros pecados nos debemos apropiar la promesa de Dios
en 1 Juan 1:9 ¡Aceptemos el perdón del Señor!
Recuerda: La confesión de pecado es como un baño. Hacerlo solamente de vez en cuando, es mejor que
no hacerlo nunca. ¡Pero es recomendable que se haga todos los días!

NIVEL 2
1. Escribir 500 palabras sobre el peligro del pecado.
2. Escribir 250 palabras sobre las consecuencias del pecado.
3. escribir 250 palabras sobre el remedio para el pecado.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 5
SECCION A

LA VIDA DISCIPLINADA: UN CUERPO SANO

INTRODUCCION
Romanos 12:1-2 presenta los dos medios para llevar a cabo una vida disciplinada:
… que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo
… transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (Mente).
Esta lección se dedica al primero de estos medios, esto es, el cuerpo.

LA ENSEÑANZA BIBLICA
Desafortunadamente, algunos cristianos han heredado de los antiguos griegos el concepto de que el cuerpo
es malo. Los filósofos griegos de los siglos antes de Cristo así enseñaban. Según ellos, Dios no creó la materia
directamente sino a través de “eones” emanaciones. Platón enseñó que el cuerpo es la cárcel del alma. Solo el
alma, dijo él, es buena. En la muerte el alma, se libra de su cárcel, el cuerpo, y se va al cielo.
La iglesia católica fue afectada enormemente por esta herejía. Por esto la exaltación del ascetismo,
especialmente en los siglos tempranos de la época cristiana y la prohibición de matrimonio para los religiosos.
Pero también, quizás en una forma más sutil, el concepto del cuerpo como malo ha contagiado el
pensamiento de los evangélicos. Por esto hay unos conceptos equivocados acerca de la relación de la vida religiosa
con toda la vida diaria, especialmente la vida del comercio, la relación sexual de los esposos, etc. En forma
específica se refleja la desconexión entre la vida espiritual y la vida corporal en que tantos cristianos piensan que
su trato del cuerpo no tiene nada que ver con su relación con Dios. Así que, el concepto presentado en esta lección,
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que el ejercicio físico puede ser una ofrenda a dios, puede parecer novedoso. Pero no lo es, el testimonio
abrumador de los eruditos bíblicos es que la Biblia ve el cuerpo como sagrado, no como malo.
El célebre escritor anglicano, William Temple dice lo siguiente: “se puede afirmar con seguridad que (el
cristianismo es) la mas materialista de todas las religiones… su propio dicho mas céntrico es, “le verbo fue hecho
carne”, en donde la ultima palabra fue escogida, sin duda, debido a sus asociaciones materialistas especiales”.

EL ANTIGUO TESTAMENTO
No existe la tendencia en el Antiguo Testamento de ver al hombre como un ser compuesto. En ninguna
parte asevera el Antiguo Testamento que el alma bajo del cielo y por esto es sagrada y el cuerpo vino de la tierra
por eso es malo. Al contrario, en el primer capítulo de Génesis nos declara que Dios creó “los cielos y la tierra” y
todo lo que en ellos hay. Génesis 2:7 dice que Dios “formó al hombre del polvo de la tierra”. Hay tres términos
sicológicos importantes en el Antiguo Testamento: alma, corazón y espíritu. A través de todo el Antiguo
Testamento son presentados como una unidad. No se presenta el concepto de que el alma posee un cuerpo: “el
hombre no tiene un cuerpo, sino que es un cuerpo. Es carne avivado por alma, y todo concebido como una unidad
psicofísica” no hay nada en el hombre que sea meramente fisco. Puede ser que la carne sea débil pro no es
intrínsecamente pecaminosa.

EL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento sigue el concepto del Antiguo Testamento acerca de la unidad de la naturaleza del
hombre. Para Pablo hay dos elementos en contraste, pero estos no son cuerpo y alma, sino carne y espíritu. “carne”
significa el hombre total desde el punto de vista de que es una criatura. “espíritu” no es sinónimo de alma, sino
que se refiere al hombre total en su relación con la voluntad de Dios par él. “alma” es el hombre como un individuo
humano viviente. “cuerpo” es el hombre como un ser concreto. De hecho, “cuerpo”, es el equivalente mas
cercano a nuestra palabra “personalidad”.
Así que, el Nuevo Testamento no presenta al hombre como un dualismo, sino como una unidad.
En el griego del Nuevo Testamento, la palabra “salvar” es usada frecuentemente para describir la sanidad
del cuerpo. Cuando Pedro declaró: “y en ningún hay otro hay salvación” (Hechos 4:12a), acababa de sanar al
hombre en al puerta del templo, cuando Santiago prometió “la oración d efe salvará al enfermo” (Santiago 5:15a)
se refería a la sanidad física. “Santidad” y “Sanidad” provienen de la misma raíz; tanto sanidad como santidad se
aprecian en un hombre “santo”, uno cuyo ser entero está en armonía. Así que, la santidad es integridad de espíritu,
cuerpo y mente. Una espiritualidad verídica tiene que preocuparse con el hombre total, cuerpo, mente y espíritu.

LA IMPORTANCIA DEL CUERPO PARA LA VIDA DISCIPLINADA


No es posible ser un cristiano espiritual y disciplinado si descuidamos el cuerpo. ¡El cuerpo es importante
para Dios! El lo creó (Génesis 2:7). El Espíritu Santo mora en el cuerpo (1 Corintios 6:19). El cuerpo será
glorificado para existir para siempre en el cielo (1 Corintios 15:35-44). Pablo dice que hemos de presentar nuestros
cuerpos en “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:2); concuerda con la enseñanza bíblica agregar
a estos tres calificativos: “¡y sano!”.
¿Se puede ser “santo” sin que nuestro cuerpo sea “sano”? Obviamente, hay muchas personas enfermizas
que son santos. En cambio, si nos enfermamos debido al descuido y al desprecio del cuerpo, pecamos. Es parte
de nuestra disciplina cristiana, comer bien, huir de los vicios, las drogas, las bebidas alcohólicas y el cigarro.
Para el ministro, también cabe advertir contra el vicio del trabajo excesivo. El ministro debe trabajar, la
pereza es pecado. En cambio, el ministro no debe involucrase tanto en su trabajo que no tome tiempo para
descansar.
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Ya que el día del Señor, será quizás su día de más duro trabajo, elegirá otro día de la semana como su día
de descanso. Maltratar el cuerpo por exceso de trabajo y falta de descanso traerá problemas graves e incapacidad
para trabajar en los años maduros.
Una parte céntrica del buen cuidado del cuerpo es un programa d ejercicios. Nos ocuparemos de éste en
lo que queda en esta lección.

CORRIENDO PARA EL BIEN DEL CUERPO


Todo ministro debe ingresar a su plan semanal de trabajo un régimen d ejercicio físico. Hay, desde luego,
muchas formas de ejercicio; por ejemplo, el fútbol, el básquetbol, el golf, la pesca, etc. Todas estas aficiones son
saludables, pero el ejercicio físico no siempre es sinónimo de “recreación”. Si la recreación predilecta de uno es
también una forma eficiente de ejercicio, muy bien. Pero, como hemos de ver a continuación, para que una
actividad recreativa tenga un impacto positivo sobre el cuerpo, es necesario que haga trabajar los pulmones y el
corazón en una forma continua durante un período mínimo.
Según mucos peritos médicos en esta disciplina, la mejor y más accesible forma d ejercicio es el correr.
Durante los últimos diez años, la afición de correr lentamente durante un período específico, se ha esparcido a
través de todo el mundo. Es un fenómeno verdaderamente sorprendente ver temprano en la mañana y al anochecer
a tanta gente; jóvenes y adultos de ambos sexos corriendo por las calles. ¿Por qué se ha vuelto tan popular esta
disciplina? Estas personas han aprendido que los beneficios de correr son muchos. Considerémoslos a
continuación:

EL CORAZON Y LOS PULMONES


El cuerpo es una maquina complicada y requiere muchas cosas para mantenerse sano y vivo. Sobre todo,
requiere oxigeno; uno puede vivir por muchas horas sin agua y días sin comida, pero en unos cuantos minutos deja
d existir si se le corta su surtido de oxigeno. Este oxigeno pasa a través de los pulmones a los millones de células
del cuerpo, y para que llegue a las células, depende de una sencilla bomba llamada corazón. En la persona
promedio el corazón hace unos 70 latidos por minuto y en este período mueve cinco litros de sangre.
Varias actividades físicas ayudan al corazón y a los pulmones a ser mas eficientes en mover el oxigeno y
ayudan al cuerpo en su capacidad de utilizar este oxigeno. Se les ha denominado a estas actividades “ejercicios
aeróbicos”. Estos incluyen la natación, el ciclismo, el caminar, etc., pero el mejor ejercicio de todos es el correr.
El corazón acondicionado por un régimen de correr late más fuerte y profundamente. Por ejemplo, el
corazón de un corredor de larga distancia late unos 30 o 35 veces por minuto. Así que los pulmones y el corazón
del corredor trabajan juntos para ingerir más oxigeno y distribuirlo más eficientemente a través del cuerpo. El
corazón de la persona que corre regularmente trabaja mucho menos y dura por más años.

EL PESO Y LOS MUSCULOS


La disciplina de correr es una ayuda en el control de peso. El Dr. Meter Word, bioquimico de la
Universidad de Stanford determinó en un estudio que muchos corredores entre las edades de 35 y 65 años tenían
el acondicionamiento físico de personas con la mitad de su edad. Otros estudios revelan una relación directa entre
la distancia que uno corre y el consumo de calorías de parte del cuerpo: por ejemplo el individuo que corre cinco
kilómetros en treinta minutos “quema” aproximadamente 500 calorías.
Algunos médicos han llamado a los músculos de las piernas nuestro “segundo corazón”, ya que éstos
empujan la sangre, a través de las venas, de regreso al corazón. El ejercicio de correr acondiciona estos músculos
y así garantiza la buena circulación sanguínea.

ACTITUD MENTAL
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No hay mejor ejercicio que correr, para disipar el aburrimiento o la depresión. Lleva una corriente de
oxigeno al cerebro, despertando la mente, avivándola. Algunos corredores de larga distancia reportan una
experiencia de bienestar casi mística después de unos 45 minutos corriendo.

HACIENDO SUS PLANES PARA CORRER


Llegar a una disciplina de correr regularmente no es fácil; requiere proyectar un plan, empezar a quitar los
obstáculos que siempre se presentan. Consideremos aquí algunos factores.

DECIDIR CUÁNDO
En primer lugar, es necesario decidir cuándo correr. No se propone que uno corra todos los días, amenos
que quiera hacerlo. Como veremos más adelante, lo importante es correr suficientes veces por semana para darle
al cuerpo el ejercicio indispensable. Cuatro veces por semana es un buen régimen.
La hora del día también esta a la opción del individuo, solamente se recomienda que no sea durante las
horas de mucho calor. Parece que la mayoría de las personas que han logrado mantener una disciplina a través de
muchos años corren muy de mañana. Ofrece este plan varias ventajas: es la hora de más frescura, hay menos
riesgo que otras actividades interrumpan y quizás de más importancia, uno inicia el día sintiéndose de condiciones
físicas y psicológicas óptimas. En cambio, otros encuentran más conveniente correr de noche, después de su
jornada de trabajo. Reportan que les ayuda a relajarse y que así duermen mejor.

CHEQUEO MEDICO
La persona que tenga mas de 40 años de edad o que haya tenido problemas de salud, no deben emprender
un régimen de ejercicios sin antes someterse a un chequeo médico. De otro modo se expone aun posible ataque
cardiaco o a otras enfermedades.

CONSEGUIR ROPA ADECUADA


Una ventaja del ejercicio de correr es que no requiere gastos grandes para la compra de equipo. En cambio,
el corredor debe contar con una ropa adecuada. Se recomienda que utilice ropa ligera y suelta y de una tela que
permita que el cuerpo “respire”. Algunos se ponen a correr con ropa de plástico que encierra el calor, pensando
así bajar de peso rápido. Es un error y puede traer consecuencias graves.
Los zapatos son parte de la ropa más importante. Uno no debe correr con zapatos ordinarios. Tampoco
son satisfactorios los zapatos tenis. Es esencial, comprar zapatos diseñados específicamente para correr. Debido
a la popularidad del deporte, es fácil encontrar esta clase de zapatos en las ciudades principales.
Un buen par de zapatos debe encerrar las cualidades siguientes: Primero, deben quedar bien a los pies.
Segundo, deben proveer apoyo para el arco; examinar el zapato, asegúrese que contiene este apoyo. Se recomienda
también que el zapato sea ligero y flexible.

EMPEZAR LENTAMENTE
Se ha dado el caso de un individuo que se entusiasma con la idea de iniciar una disciplina de correr. El
primer día se pone a correr con todas sus fuerzas dos kilómetros o tres o más. Y así también el segundo día y el
tercero. Para el cuarto día amanece con todo el cuerpo adolorido, con dolores de pecho y con el entusiasmo
desvanecido. Anuncia con tristeza, que el correr, sencillamente no es para mí. Su error era el no darse cuenta que
un organismo que no esta acostumbrado al ejercicio requiere acondicionamiento de muchas semanas antes de que
pueda llegar a una meta ideal de ejercicio diario.
El Dr. Kennett H. Cooper, considerado como la autoridad principal en esta disciplina recomienda un
periodo de dieciséis semanas de acondicionamiento. Ofrece escalas progresivas para tres grupos diferentes, según
un plan progresivo. El Dr. Cooper sugiere que se comience la primera semana caminando 1.7 kilómetros durante
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quince minutos cinco días de la semana. En la décimo sexta semana debería haber llegado a un plan de caminar
6.8 kilómetros tres veces por semana durante 55 minutos. Esto para la persona que tenga menos de 30 años de
edad.
Se puede iniciar el programa de correr, corriendo 1.7 kilómetros durante 13.5 minutos cinco veces por
semana, hasta llegar a la décimo sexta semana correr 3.4 kilómetros durante 17 minutos dos veces por semana.
Cada día antes de correr uno debe hacer ejercicios de calentamiento antes de empezar. Por lo menos debe
caminar como medio kilómetro primero. Al terminar de correr, es necesario enfriarse lentamente, caminando otro
medio kilómetro.

OPERAR DENTRO DE SU CAPACIDAD


Se ha dado el caso de algunos que han convertido su ejercicio de correr en un vicio yendo a extremos
absurdos. Determinadas personas tienen la capacidad física para dedicarse al maratón. Esta bien, pero este deporte
requiere una dedicación enorme, hasta que la vida misma gira en torno al esfuerzo de convertirse en campeón.
Los que somos hijos de Dios debemos recordar que el propósito básico del ejercicio no es destacarnos
delante de los demás, sino mantener los cuerpos que Dios nos ha dado en condiciones óptimas. Como veremos a
continuación tal plan no requiere una alteración mayor en nuestra meta normal de vivir.

MIDIENDO LA EFICACIA DE SU EJERCICIO

EJERCICIOS AERÓBICOS
Como se ha mencionado, el perito mejor conocido mundialmente en la ciencia del ejercicio físico para
mejorar la condición física, es el Dr. Kennett H. Cooper, medico bautista de Dallas, Texas, inventó el término “la
aeróbica”. Se refiere “a una variedad de ejercicios”, dice el Dr. Cooper, “que estimulan la actividad del corazón
y los pulmones por un período de tiempo suficientemente largo para producir cambios beneficios en el cuerpo”.
Continua:
“El objetivo principal de un programa de ejercicio aeróbico es aumentar la cantidad máxima de oxigeno
que el cuerpo puede procesar durante un tiempo dado. Esto se llama su capacidad aeróbica. Depende de una
habilidad de (1) respirar rápidamente largas cantidades de aire, (2) entregar con fuerza grandes volúmenes de
sangre y (3) entregar eficazmente oxigeno a todas partes del cuerpo. En resumen, depende de pulmones eficientes,
un corazón poderoso y un buen sistema vascular, puesto que refleja las condiciones de éstos órganos vitales, la
capacidad aeróbica es el mejor índice de la condición física global”.
Para llegar a la condición física deseada, uno debe lograr unos 30-35 “puntos aeróbicos” por semana.
Estos puntos dependen de la forma del ejercicio que uno hace, su duración y la edad. Por ejemplo, el corredor que
cuenta con menos de 30 años de edad, para acumular los puntos aeróbicos mínimos deseados, debe correr 3.4
kilómetros dos veces por semana 17 en minutos. Al que tiene más de 50 años de edad se le permite 20 minutos
para cubrir esta misma distancia.
Es recomendable, que uno consiga un libro del Dr. Cooper para poder así medir la eficacia de su programa
d ejercicios. Varios de sus libros contienen graficas dando el “valor aeróbico” de la mayoría de los ejercicios
comunes.

MIDIENDO EL PULSO
Hemos comentado la importancia d que el ejercicio físico sea suficientemente riguroso, pero no
demasiado. La forma más sencilla de hacer esto es tomar el pulso durante el ejercicio. Todos tenemos lo que se
llama la velocidad máxima de latidos del corazón basada en su edad y condición física. Esta se calcula tomando
220 puntos como base y restando la edad.
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La velocidad ideal de latidos de corazón durante el ejercicio es 75% a 85% de la velocidad máxima. Así
que, para calcular la velocidad ideal del pulso se usa la formula siguiente:
220 – edad X 75% a 85%
Se debe mantener esta velocidad durante el período de ejercicio. Por ejemplo, un hombre de 20 años
calculará el número de veces que su corazón debe latir por minuto así:
220 – 20 = 200 x 75% = 150

CONCLUSION

No todos podemos ser atletas, pero si todos tenemos la responsabilidad de ejercernos suficientemente para
mantener estos cuerpos que Dios nos ha dado en buenas condiciones. En esta lección hemos dado énfasis en correr
ya que es el ejercicio más eficiente. Resulta que a algunos no les gusta correr. Encuentran que les aburre
sobremanera. En este caso, se debe investigar otros ejercicios. El ciclismo y la natación son formas excelentes de
ejercicio. Algunos médicos insisten que el caminar es el mejor ejercicio de todos, aunque requiere más tiempo
para surtir el efecto deseado en el cuerpo.
Otra manera d evitar el aburrimiento en el ejercicio es utilizar el tiempo para estar orando o meditando en
algún pasaje bíblico. Algunos han encontrado que, por estar bien aguda la mente durante el tiempo de ejercicio
físico, pueden con mucho provecho combinar ejercicios espirituales con sus ejercicios físicos.

DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 5
SECCION A

NIVEL 1

Nombre: ______________________________________________________________.

1. ¿Has tenido un programa personal d ejercicios físicos?


¿Tienes un plan actualmente? Explicar.

2. Para aprobar esta materia será necesario iniciar tu disciplina para un cuerpo sano; eso es, un programa de
ejercicio. Lo mínimo será un plan que abarque 30 minutos por día durante ocho días.

NIVEL 2

1. Escribir 500 palabras sobre la enseñanza bíblica acerca del cuerpo.

2. Escribir 250 palabras sobre los beneficios que aporta al cuerpo una disciplina de correr.
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DISCIPLINA CRISTIANA

LECCION 5
SECCION B

LA VIDA DISCIPLINADA: UNA MENTE TRANSFORMADA

INTRODUCCION
En toda la historia, ha sido la gente disciplinada que ha conquistado al mundo. Cristo exige que su gente
sea disciplinada. Vimos en la lección anterior la importancia de un cuerpo disciplinado, y como alcanzarlo. En
esta lección estudiaremos el camino a una mente disciplinada.
Romanos 12:2 dice: en parte, “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. La
palabra griega traducida “entendimiento” se refiere a la mente, como hemos de ver a continuación:

LA IMPORTANCIA DE LA MENTE

LA MENTE, EL CAMPO DE BATALLA


La Biblia presenta la mente como el campo de batalla en la vida espiritual. El hombre, como vimos en la
lección anterior, es cuerpo, alma y espíritu. Pero la puerta al ser del hombre, es la mente; esta determina lo que es
verdaderamente. Así afirma Proverbios 23:7: “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es”. Pablo asienta
esta misma verdad en Romanos 12:2 al declarar que la manera de llegar a una vida transformada es por medio de
la “… la renovación de vuestro entendimiento”.
Satanás siempre procura introducirse al ser del hombre por el camino de la mente. Así sucedió cuando
tentó a Eva, haciéndola dudar el mandamiento de Dios. Aun en el caso de David, cuyo delito fue un pecado de la
carne, la tentación entro por la mete, y la voluntad tuvo que dar su consentimiento antes del acto.
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Dios también se dirige al hombre por medio de la mente. La primera obra del Espíritu Santo dentro del
hombre es la de “convencerle de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Para tener vida eterna, es necesario
que “creamos” la palabra de Dios y lo que ella enseña acerca de Cristo Jesús.

¡LA CLAVE PARA LA VIDA TRANSFORMADA ES LA MENTE!

EL SIGNIFICADO DE “MENTE”
¿A que nos referimos al decir que la mente es el campo de batalla para la vida cristiana y la clave para una
vida transformada? En primer lugar no nos referimos a la mente en un sentido abstracto. No s trata de un sencillo
almacén, un depósito de conocimientos. Tampoco hemos de concebir la mente como una maquina, o sea, como
una computadora. La capacidad mental es más aun que la capacidad de razonar.
La palabra griega traducida entendimiento en Romanos 12:2 es Noòs. Thayer define este vocablo griego
como sigue:
“La mente, incluyendo tanto las facultades de percibir y comprender como las de sentir, juzgar,
determinar, (así) la facultad intelectiva, el entendimiento… la facultad de percibir cosas divinas, de reconocer la
bondad y aborrecer el mal”.
En muchos casos mente y corazón se refieren en la Biblia a la misma facultad. El susodicho erudito Thayer
da como una de las aceptaciones de kardia, corazón: “el entendimiento, la facultad y sede de la inteligencia”.
Como ejemplo de este uso sugiere Romanos 1:21, 2 Pedro 1:19 y 2 Corintios 4:6. Este último versículo dice que
Dios “resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo”.
Otros versículos bíblicos demuestran claramente que “el corazón” es lo profundo de nuestro pensamiento,
razonamiento y voluntad; por ejemplo, Proverbios 3:5; 4:23 y Hechos 8:37.
El pasaje mas definitivo en demostrar “corazón” como sinónimo de “mente” es el referido versículo,
Proverbios 23:7 que habla del “pensamiento en el corazón”.

NUESTRA OPCION: CONFORMADOS O TRANSFORMADOS


Pablo, en Romanos 12:2 presenta la opción que encara todo cristiano; la de conformarse al mundo o de
ser transformado a la imagen de Cristo.

EL PELIGRO DE CONFORMARSE
La palabra “conformarse”, da a entender la idea de una conformidad exterior. Su raíz pinta el cuadro de
una sustancia, digamos cera, siendo vertida o prensada en el molde, y así tomando la forma de dicho molde. El
verdadero hijo de Dios en su interior es hijo siempre de Dios, y esta realidad no puede cambiarse. Pero existe el
peligro que el cristiano permita que las presiones de este mundo le influyan de tal forma que llegue a pensar como
el mundo piensa y así viva como vive el mundo.
¡Hay tantas presiones cuya finalidad es hacernos tomar la forma de este mundo! La sociedad en que
vivimos está empapada del relativismo, del paganismo y del ateísmo. Niega que Cristo sea el único Salvador del
mundo y que el cristianismo sea superior a otras religiones o filosofías. Presenta en su forma más atractiva la ética
y la moral completamente divorciadas de las normas bíblicas. En el nombre de la ciencia y del intelecto niega
rotundamente que Dios sea el Creador y Sustentador del universo.
El sistema educativo esta empapado del marxismo, cuya explicación para todos es el materialismo
dialéctico. Esta filosofía es en sí una negación de la filosofía bíblica que exalta a Dios como el que dirige la
historia.
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Las diversiones más populares, la televisión, el cine, las novelas, promueven una inmoralidad que
deshecha completamente los diez mandamientos. Los altos conceptos que Cristo predicó en torno al sexo, al hogar
y lo sagrado del matrimonio son objetos de burlas y rechazo.
En el mundo comercial también presiona al cristiano a aceptar sus normas de la mentira, la exageración y
el robo.
¡Que tragedia es un pueblo de Dios conformado al mundo! Se le puede describir en las palabras de Juan
que decía que los cristianos de Laodicea estaban desnudos y no lo sabían, ciegos y no podían ver, que no eran ni
fríos ni calientes, sino tibios, y que por lo tanto Dios los iba a vomitar de su boca (Apocalipsis 3:1-17).
¡Tiene que haber una diferencia entre el cristiano y el mundo! ¡Una diferencia radical! Pablo describe esta
diferencia con dos palabras opuestas: conformados o transformados.
El filosofo mexicano Octavio Paz habla del “mimetismo” de algunos campesinos mexicanos. Estos pintan
sus casas y sus bardas de blanco, al anochecer se visten de blanco y se ponen delante de estas casas y estas bardas
para que no se les pueda ver; desean escaparse de los peligros del mundo siendo absortos en su medio ambiente.
El cristiano victorioso, el hijo de Dios lleno del Espíritu, nuca elegirá este camino del conformismo. No
es fácil vivir la vida transformada; es mucho más cómodo practicar un mimetismo espiritual. Pero el cristiano que
vive por la fe anhela distinguirse de este mundo; desea vivir la vida transformada.

EL DESAFIO DE TRANSFORMARSE
La palabra “transformarse” en su raíz griega es metamorfousqe (metamorfosis), el vocablo más radical
para describir un cambio. Es la palabra traducida se “transfiguró” al referirse a Cristo sobre el Monte de la
Transfiguración en Mateo 17:2. En la actualidad es la palabra utilizada para describir la maravillosa
transformación de gusano a mariposa. Así es que esta exhortación de Pablo de que seamos transformados se
refiere a una realidad radical. Mientras que el peligro de “conformarnos”, tiene que ver con una conformación
exterior, el desafío de “transformarnos” se refiere a una transformación interior, vital y permanente.
No solamente es una transformación radical, sino también una transformación diaria y continua. El verbo
se encuentra en el tiempo presente en la gramática griega. Para los griegos, el tiempo presente siempre presentaba
acción lineal, continua. Así es que, esta transformación a la que Pablo se refiere es algo que ha verificarse en el
cristianismo todos los días. Tomemos en cuenta que Pablo une esta palabra “transformaos” con otra palabra
dinámica “renovación”. Nos hace pensar en el nuevo nacimiento que experimentamos cuando recibimos a Cristo
en nuestro corazón. ¡Así es que el escritor sagrado nos habla de la posibilidad de una repetición, todos los días,
del nuevo nacimiento!
Este versículo nos recuerda que el nuevo nacimiento es solamente un principio, la iniciación de una
posibilidad sin límite. Hemos hablado antes de este contexto bíblico: que hemos de realizar el potencial que el
nuevo nacimiento libró en nosotros. Es un triste error hablar del nuevo nacimiento solo en el sentido pasado. No
es que neguemos que el nuevo nacimiento sea un hecho; no negamos que por medio del nuevo nacimiento hayamos
“pasado de muerte a vida”. Todo esto es cierto. Pero, este nuevo nacimiento encierra en si la potencialidad de
redimir toda nuestra personalidad, y esto requiere toda una vida para realizarse. Pablo habla de esta posibilidad
en Efesios 3:17-19. Dijo que su oración para los efesios era:
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea
la anchura (del amor), la profundidad (del amor) y la altura (del amor), y de conocer el amor
de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
Y, ¿Por qué hemos de anhelar esta transformación diaria de nuestra vida? Por que así, dice Pablo, podemos
comprobar que la voluntad de Dios es buena, es agradable y es perfecta. Hay conceptos equivocados de la voluntad
de Dios. Uno de los errores más comunes es que es un sacrificio hacer la voluntad de Dios. De ninguna manera,
asevera Pablo: el hacer la voluntad de Dios es una experiencia agradable, otros ponen en tela de duda la bondad
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de Dios; sospechan que las cosas que nos pasan demuestran que Dios es injusto. ¡No es cierto! Dice Pablo, la
voluntad de Dios es buena, porque siempre hace en nuestras vidas lo que es mejor para nosotros.
En resumen, dice Pablo, la voluntad de Dios es perfecta; o sea, es exactamente lo que necesitamos para
realizar el sueño de una vida que satisface todas nuestras necesidades en el tiempo y en la eternidad.

LA MANERA DE TRANSFORMARSE
Hasta este punto hemos hablado de la necesidad de una transformación diaria y hemos visto que viene por
medio de una renovación diaria de la mente. Ahora nos queda por ver cómo se puede lograr esta transformación.

LA META DE LA TRANSFORMACION: CRISTO


Podemos completar la primera parte de Romanos 12:2 así: “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos en la imagen de Cristo”. Así afirma en 2 Corintios 3:18:
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor”.

LA META FINAL: UNA TRANSFORMACION TOTAL


Algún día seremos transformados en al imagen exacta de Cristo. Hacia ese día vamos. Será cuando Cristo
vuelva a la tierra para llevarnos al cielo. Pablo lo describe así:
“He aquí os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos a la final trompeta;
porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y
nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:51).
La palabra griega  traducida””transformados”, es una palabra radical; es la misma
palabra traducida “mudados” en Hebreos 1:12, para describir la transformación que vendrá en los cielos cuando
Cristo venga a la tierra por segunda vez.
Así que será una transformación radical y completa. El apóstol Juan nos promete que cuando Cristo “se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). Esta transformación vendrá
por la presencia de Cristo; su misma presencia nos transformará.
Mientras tanto, hasta que Cristo venga, nuestra transformación es gradual y parcial:

La Meta Interina: Como en un Espejo.


¡Imagínese lo que nos pasaría si de repente, en esta vida viéramos al Cristo glorificado cara a cara! ¡No
lo pudiéramos soportar! Una y otra vez en el Antiguo Testamento se advierte esto. Por ejemplo, cuando Moisés
quiso ver “la gloria” de Dios, el Señor le contestó: “no podrás ver mis rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”
(Éxodo 33:20). Moisés, después de pasar cuarenta días con el Señor, reflejaba en su cara la gloria de El, de tal
modo que la gente no podía soportar el brillo, y tuvo que tapar el rostro con un velo (2 Corintios 3:13).
Usemos una explosión de la bomba atómica como ejemplo. Es una manifestación extraordinaria de luz,
o sea, de pura energía. Cualquier persona a alcance de la explosión es transformada, en menos de un segundo, “en
la semejanza” de la bomba, o sea, en pura energía. Deja de existir como persona y empieza a existir como energía.
Así que, de la misma manera que no podemos soportar una explosión de la bomba atómica, tampoco podemos
soportar la manifestación plena de la presencia de Cristo. Algún día, sí: será aquel día cuando ya no seguiremos
existiendo como hueso y carne, sino como “cuerpo espiritual”.
Volvamos a nuestra figura: aunque el cuerpo humano no soporta una explosión de energía atómica, una
manifestación limitada de pura energía puede traerle beneficios. Por ejemplo, se utilizan los rayos “X” y otros
rayos de energía para lograr una manifestación parcial del cuerpo; eso es, para transformar células cancerosas en
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células sanas. Apliquemos esto a nuestra experiencia con Cristo aquí en la tierra: Pablo, tal como vimos en 2
Corintios 3:18, nos asegura que, viendo la gloria del Señor como la veremos en el día final de nuestra
transformación: la veremos “como en un espejo”.
Resumiendo, vemos que la meta de la transformación que hemos de ir experimentando día tras día, es la
gloria de Cristo. En la Segunda Venida del Señor, será una transformación repentina y completa. Mientras tanto,
ha de ser una transformación parcial, la que logramos por medio de mirar la gloria de Cristo “como en un espejo”.
Ahora bien, ¿Qué es ese espejo, y cómo logramos ver la gloria de Cristo en él?

El Medio de la Transformación.
La Biblia nos enseña que el medio de la transformación del cristiano en la imagen de Cristo es: la Palabra,
utilizada por el Espíritu Santo.

El Espejo es la Palabra de Dios.


Santiago utiliza la figura de un espejo para describir la Palabra de Dios:

“Porque si uno es oidor de la Palabra pero no hacedor de ella, este es semejante


al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera
así mismo, y se va, y luego olvida como era” (Santiago 1:24-25).
Pero no tenemos que utilizar “un texto de prueba” para entender cómo la Biblia es un espejo de la gloria
de Cristo. La teología nos enseña que hay dos formas principales de la Palabra de Dios. La forma primordial y
perfecta es Cristo mismo, la Palabra encarnada, Juan describe a Cristo como la Palabra (el Verbo) de Dios:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”
(Juan 1:1).
No es posible en esta vida conversar directamente con Cristo la Palabra perfecta de Dios. De modo que,
Dios nos ha dado otra forma de la Palabra, la que refleja a Cristo en toda su gloria. Es la Biblia. Este libro, que es
la Palabra escrita presenta en forma y sin error ninguno a Cristo, la Palabra Encarnada. Así que, a través de la
Biblia podemos conocer a Cristo, saber su voluntad para nosotros, escuchar su voz, experimentar su presencia, y
así ir transformándonos en su imagen.

El Agente es el Espíritu Santo.


Pero no es posible leer las palabras de la Biblia sin ningún beneficio; así sucede con muchos. Es el Espíritu
Santo quien da vida a la Palabra de Dios. Así afirma Pablo en 2 Corintios 3:18:
“… somos transformados de gloria en gloria en al misma imagen, como por el
Espíritu del Señor”.
Hemos de entender que la palabra “como” no significa “como si fuera por el Espíritu del Señor”. La
palabra kaqajper en el griego es una palabra explícita. Pudiéramos parafrasear la expresión así: “según la obra
del Espíritu Santo”.

CONCLUSION
En esta lección hemos visto lo imprescindible de una vida transformada. Encontramos que la clave de
esta transformación es la renovación continua de la mente. Y además, aprendimos que el Espíritu Santo utiliza la
Palabra de Dios para lograr esta transformación.
Así que, es necesario vivir en la Biblia todos los días. Siendo de tanta importancia la Biblia, es de suma
importancia que aprendamos como sacar el mejor provecho de ella.
En la próxima lección nos dedicaremos a un estudio de la vida devocional, y en especial, como aprovechar
el estudio bíblico.
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DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 5
SECCION B

NIVEL 1

Nombre: ___________________________________________________________.

Inventario personal para un auto-examen y luego platica con tu compañero de diálogo

1. Las cuatro dimensiones de la fe deben ya formar parte dinámica de tus pensamientos. Platica con tu
compañero de diálogo hasta donde las estás practicando.

2. ¿En que actitudes y costumbres consideras que todavía estas “conformado a este siglo”? haz una lista.

3. ¿En que actitudes y manera de actuar consideras que has sido transformado?

4. Para estar transformado completamente en la imagen de Cristo, ¿Qué otros cambios son necesarios? ¿estas
dispuesto a hacerlos?

5. Tomando en cuenta que la mente es el campo de batalla en la vida espiritual, ¿Cuántos de tus pensamientos
se ocupan en las cosas de Dios y cuánto en lo material, lo carnal y lo pecaminoso?
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6. ¿Estás satisfecho con tu práctica de estudio bíblico? Platicar un caso que ha sucedido últimamente en que
el Espíritu usó la Palabra para hablarte y efectuar un cambio en tu vida.

NIVEL 2

1. Explicar en 300 palabras los conceptos siguientes:

(1) El significado bíblico de “mente”.

(2) El significado de “conformarse” en Romanos 12:2.

2. Hacer una exposición de 2 Corintios 3:18: (500 palabras).

(1) ¿Cuál es la meta final y cuál es la interina para el cristiano?

(2) ¿Cuándo y cómo se logrará la meta final?

(3) ¿Cuándo y cómo se logrará la meta interina?

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 6
SECCION A

PARTE I

LA VIDA DISCIPLINADA: SU HORA DEVOCIONAL

INTRODUCCION
El cristiano que desee experimentar el poder de Dios en su vida necesita un tiempo a solas con el Señor
todos los días. Es esta una necesidad imprescindible, tan importante como las horas de práctica del estudiante de
piano o las horas de entrenamiento del joven que aspira a ser campeón de maratón. La persona que se sienta
demasiado ocupada para apartar un periodo exclusivamente para la oración y la lectura de la Palabra de Dios,
difícilmente evitará una vida espiritual mediocre. Dedicamos esta lección y la siguiente a un estudio de cómo
llevar a cabo esta “hora devocional”.
¿QUÉ ES LA HORA DEVOCIONAL?
ES UNA HORA ESPECIAL
Hay dos manifestaciones de la vida devocional, ambas de igual importancia. Primero, nuestra comunión
con el Señor debe ser una realidad durante todo el día. Pablo se refería a esto al ordenarnos: “Orad sin cesar”. (1
Tesalonicenses 5:17). El hijo de Dios debe cultivar el arte de estar en comunión con el Señor a toda hora del día
y donde quiera que se encuentre. Este arte consiste en disciplinar la mente para que, consciente o
inconscientemente, siempre esté dirigida hacia Dios. Volveremos a tocar este punto más adelante en esta lección,
cuando estudiemos como usar la Biblia como “vitaminas”.
La segunda manifestación de nuestra vida devocional está en una hora apartada específicamente para
este propósito. ¡Esto no es fácil! La carne y el diablo lucharán para convencernos de que esto no es posible. Pero
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si persistimos en el esfuerzo, pidiéndole al Señor que nos ayude, llegaremos a tener esta hora como una parte de
nuestra agenda y llegará a ser tan indispensable como la hora de comer.
¿Cuando? Como regla general, la mejor hora para nuestro tiempo devocional será la primera hora de la
mañana. Hay buenas razones para esto: Primero, la mayoría de nosotros es la hora cuando la mente esta mas
fresca y así estamos en mejores condiciones para escuchar la voz del Señor a través de su Palabra y la oración.
Segundo, es la hora que más fácilmente podemos controlar. Tantas cosas pueden estorbar en la noche: visitas,
una reunión en la iglesia, un programa especial de televisión. Así que llegando tarde a la casa, o despidiéndonos
de nuestros invitados a una hora avanzada, es difícil pasar nuestro tiempo devocional con entusiasmo y provecho.
En Tercer Lugar, hay más posibilidades de estar en la primera hora de la mañana. Poniendo el despertador para
que nos levante una media hora o más antes de los demás de la familia, tenemos la oportunidad de estar en
comunión con el Señor sin peligro de alguien nos estorbe. La última ventaja de apartar la primera hora del día
para la comunión con Dios es poder así influir positivamente todo el resto del día. Es difícil tener un día lleno de
nerviosismo y frustración si lo iniciamos con una hora amena con el Señor y su Palabra.
Por supuesto aun con tantas ventajas, la primera hora del día no es la mas ideal para algunos. Hay personas
que tardan horas en sentirse bien despiertas. Para éstos, la primera hora de la mañana es la menos indicada para
un tiempo creativo con Dios. En este caso, las latas horas de la noche son las más recomendables para su hora
devocional, porque es cuando la mente está despierta.
Algunos han podido, con provecho, dividir su tiempo devocional entre noche y mañana; por ejemplo, se
puede dedicar un período a la oración en la noche y un tiempo para la lectura bíblica en la mañana.
Así es que cada quien debe buscar la hora que mas le convenga. ¡Lo importante es apartar esta hora!
¿Dónde? Es importante tener un lugar aparte para nuestro tiempo devocional. Lo más deseable es un
cuarto o un rincón en donde uno pueda estar completamente a solas. Si tiene uno que compartir su habitación con
otra persona, esto puede ser difícil. En este caso, debe buscar un tiempo cuando una parte de la casa este
desocupada; por ejemplo, la cocina muy de mañana o muy de noche. Si no es posible apartarse físicamente, se
puede apartar mental y espiritualmente. Por ejemplo, se puede aprender como andar por una calle atestada de
personas y aun así sentirse solo con el Señor en la oración.
Hay una ventaja en tener un lugar especifico para el tiempo devocional: este lugar llega a significar para
nosotros un santuario; entrando en él y recordando momentos sagrados que hemos pasado allí, de inmediato se
prepara el espíritu y la mente para la comunión con Dios.
De mucha bendición también es celebrar de vez en cuando un retiro personal. No hablamos aquí de días
apartados por la iglesia, sino de un ejercicio espiritual individual y solitario. Pasar todo el día solo en el campo,
en comunión con el Señor, puede significar una renovación espiritual y un gran adelanto en nuestro crecimiento.
¿Cuánto tiempo? La cuestión de cuanto tiempo debe ocupar la hora devocional es delicada y esta
relacionada con factores incluidos en esta practica. En primer lugar, entendemos que uno debe empezar con algo
de tiempo, aun si se trata nada más de diez minutos. En segundo lugar, es importante recordar la advertencia de
Cristo contra los que “piensan que por su palabrería serán oídos” (Mateo 6:7b). El Señor no mide la eficacia de
nuestras oraciones con un reloj; más bien, lo importante es como aprovechamos el tiempo que dedicamos a la
oración.
No obstante, lo susodicho, el que inicia una disciplina de oración y estudio bíblico se encontrará alargando
el tiempo dedicado a esta hora devocional. Sus motivos de oración (veáse la lección siguiente) irán en aumento y
su delicia en el estudio de la Biblia le provocará el deseo de pasar más tiempo en esta práctica.
Muchas personas de madurez en su vida devocional testifican que como mínimo utilizan una hora para la
oración y el estudio bíblico. El promedio vacilará entre una y dos horas. Claro que aun este tiempo no basta;
recordamos la bien conocida observación de Martín Lutero que, cuando lo esperaba un día de mucha actividad, se
veían siempre en la necesidad de levantarse temprano y pasar tres o cuatro horas en oración para así prepararse
debidamente.
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ES UNA TECNICA ESPECIAL


Admitamos que sencillamente pasar quince minutos o una hora orando y leyendo la Biblia no garantiza ni
una bendición ni un gran crecimiento espiritual. El tiempo, la oración y la Biblia son medios; es la obra del Espíritu
Santo que hace efectivos estos medios.
Lo susodicho, pues, debe motivarnos a aprender como aprovechar al máximo nuestra hora devocional. Si
el jugador de tenis dedica tiempo con un experto para aprender como agarrar la raqueta, como golpear la pelota,
etc., ¡Cuánto más debemos nosotros dedicarnos a aprender como ser usados por el Espíritu Santo en su obra!
Veamos la hora devocional como un tiempo cuando concientemente aplicamos los principios espirituales que
hemos aprendido. Las Cuatro Dimensiones de la Fe serán nada más teoría, a menos que las pongamos por obra.
Pero si las ponemos concientemente a la disposición del Espíritu, la potencia de nuestra oración y el provecho de
nuestro estudio bíblico aumentarán en forma sorprendente.
Recordemos que la hora devocional no es una opción; es una necesidad. Recordemos que es una hora de
trabajo espiritual, cuando el Espíritu Santo nos utiliza para efectuar cambios en este mundo.
El tiempo que pasamos en la hora devocional, si lo usamos eficazmente es, ¡repitámoslo! Trabajo, igual
al tiempo que pasamos en estudio, en visitación, en la preparación.

COMO LLEVAR A CABO LA HORA DEVOCIONAL


Resumamos ahora como llevar a cabo la hora devocional:
TOMAR LA DECISION
Primero, si uno nunca ha tenido la practica de una hora devocional, es necesario tomar la decisión. Es
esta una decisión espiritual, que ha de responder a un reconocimiento de haber pecado y de la necesidad de
arrepentirse y pedir perdón al Señor. Vale la pena repetirse que, a menos que incorporemos a nuestra agenda este
tiempo con Dios, en una forma definida e imprescindible, no podemos esperar profundizarnos en nuestra vida
espiritual.

ESCOGER EL TIEMPO Y EL LUGAR


No habrá un resultado permanente si nada más decidimos tener la hora devocional sin designar el tiempo
y el lugar. Amenos que el tiempo y el lugar sean tan definidos como por ejemplo, el tiempo y el lugar de tomar
los alimentos, pronto esta nueva practica pasará al olvido. Posiblemente, después de probar determinada hora, se
verá que no es conveniente. ¡No se desanime! Pruebe otra hora y otra, hasta llegar a una práctica fija. Recuerde
que cualquiera que sea la hora que uno elija, requiere sacrificio y disciplina mantenerla intocable. No permita que
Satanás le convenza que: “No puedo”.

INCLUIR LOS TRES ELEMENTOS

La Hora Devocional incluirá, como mínimo tres componentes:


1. LAS CUATRO DIMENSIONES DE LA FE.
Es una práctica muy importante utilizar las Cuatro Dimensiones de la Fe para iniciar la hora devocional.
Se prestan para un buen repaso de la vida desde la última que pasó con el Señor.
(1) ¿Qué deseos me han movido? ¿Ha habido deseos indignos? ¿Hasta donde he anhelado glorificar al Señor?
(2) ¿De que he dependido? ¿Me han afectado demasiado las cosas negativas que he leído o que me han
pasado? ¿Qué promesas he vivido en una forma concreta?
(3) ¿He vivido la Apropiación? ¿He podido aceptar como hechos las peticiones que he traído a Dios? ¿Ha
sido caracterizada mi vida por un espíritu de agradecimiento y alabanza?
(4) ¿He tenido victoria sobre la duda? ¿He podido vivir delante del Señor en confianza y en paz?
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2. ORACION.
En la lección que sigue, estudiaremos como tener una vida eficaz de oración.
3. ESTUDIO BIBLICO.
A continuación tratamos la técnica de sacar el mayor provecho de nuestro estudio bíblico.

USANDO LA BIBLIA EN SU HORA DEVOCIONAL

LO QUE HACE LA BIBLIA


La Biblia es factor determinante en el crecimiento espiritual del cristiano. Aprender como usarla y
disciplinarse en su estudio debe ser la meta de la persona que esta comprometida con Dios y consigo misma a vivir
la vida en el Espíritu.

La Biblia como Espejo


Vimos en la lección anterior que la Biblia es el espejo del Señor Jesucristo. En ella contemplamos a Cristo,
llegamos a conocer su voluntad y vamos siendo transformados en la semejanza de su gloria. Así que no hay
sustituto para la Biblia; ninguna otra cosa traerá a nuestra vida los beneficios que ella nos brinda.

El Fruto del Estudio Bíblico


Como medio de llevarnos a la transformación que Dios desea en nuestra vida. La Biblia es usada por el
Espíritu Santo para convencernos de pecado, traernos a la convicción de arrepentimiento. (Hebreos 4:12; Jeremías
23:29). Es también usada para limpiar (literalmente “podar”) nuestra vida. No solamente nos señala nuestros
pecados y nos infunde el deseo de dejarlos, sino también nos infunde el poder para dejarlos (Juan 15:2). La Biblia
es también alimento para nuestra vida (1 Corintios 3:2). Su estudio va fortaleciendo nuestros músculos espirituales
para que seamos cada día más fuertes en el Señor. Mas adelante en esta lección veremos como podemos recibir
la Biblia como “manzana”, “naranja”, “carne” y “vitaminas”.

COMO ESTUDIAR LA BIBLIA


Dedicamos lo que resta de esta lección a un estudio de la técnica de cómo llevar a cabo un estudio personal
y provechoso de la Biblia.

Su Propósito.
Estamos hablando en esta lección de un estudio personal, para provecho personal. No pensamos en
estudios que llevamos a cabo con el propósito de preparar un sermón o un devocional. En esta práctica recibimos
la alimentación personal que nos hace falta para nuestras vidas. Así que, este estudio tiene el propósito de
compenetrar la mente de Dios; so es, de conocer a Dios: como es, como trabaja, que quiere para nosotros.
Entendamos que nuestra meta no es “aprender” o “conocer más datos”. Si así fuera, podríamos salir fríos de
nuestros estudios bíblicos, sin provecho espiritual. Nuestra meta es un encuentro con Dios; si nuestro anhelo al
acercarnos a la Biblia es conocer al Señor, nuestro tiempo de estudio bíblico será de provecho y bendición.
Mateo 13:52 dice: “Todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que
saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”. Al estudiar la Biblia sacamos cosas “viejas” como quesos, y cosas
“frescas” como huevos; eso es, repasamos verdades que no habíamos visto antes y verdades ya conocidas, pero
todo resulta de bendición cuando es calentado en el corazón que anhela conocer al Señor.

Requisitos para un Estudio Fructífero.


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Para sacar el debido provecho del estudio bíblico, hay algunos requisitos: Primero tiene que existir la
disposición de hacerlo. Si lo hacemos solo, por cumplir con un deber, será un fracaso. En cambio, si venimos a
la Palabra con un corazón hambriento, Dios nos bendecirá.
Segundo. Tiene que haber disciplina. Salmos 27:4 dice, “una cosa he demandado a Jehová”. Esto implica
una disciplina que mueve a la persona, porque éste ha ordenado bien sus prioridades. No habla vagamente de
probar para ver si acaso encuentre un tiempo para estar con Dios; pone este tiempo como su prioridad.
Tercero. Un estudio bíblico provechoso viene como fruto de depender del Señor. Cuando hablamos de
disciplina en el estudio bíblico, no sugerimos una disciplina carnal; tiene que ser una disciplina que proviene del
Señor, reconociendo que sin Cristo, nada podemos hacer. Salmo 119:18 reconoce que es necesario que el Señor
“abra nuestros ojos” par poder ver “las maravillas de la ley”. Aquí es donde más fácilmente se puede fracasar:
tenemos que acercarnos al estudio bíblico suplicando al Señor que él no de la bendición que nos hace falta.
Cuarto. Precisa una dedicación. Hay que dedicar el tiempo suficiente; meditar con detenimiento en lo
que leemos, buscar otros pasajes semejantes. Era esta falta de tiempo para la dedicación a la Palabra, que impulsó
a los apóstoles a insistir que la iglesia nombrase a siete para servir las mesas.
Por último, nuestro estudio, para impacto máximo, requiere un discipulado; eso es, tenemos que llevar a
la práctica las verdades que venimos aprendiendo. Casi es mejor no estudiar la Palabra, que estudiarla y luego no
obedecerla (Lucas 6:46; Santiago 1:23, 24).

Las Cuatro clases de Comida Bíblica.


Hemos hablado de la Biblia como comida espiritual. Este concepto nos ayuda a comprender como
acercarnos a la Biblia para estudiarla concibiendo de cuatro clases de comida que la Biblia nos facilita.
Primero, podemos comer la Biblia como manzana. ¿Cómo se come una manzana? ¡El muy fácil! Nada
más echamos mano a la jugosa manzana y la comemos con todo y piel; así algunos pasajes bíblicos; por ejemplo,
el Salmo 23. Nada más leyéndolo con atención y un corazón abierto nos alimenta.
En segundo lugar, hay pasajes bíblicos que hay que comerse como naranja. Para sacar el provecho que
ofrece la naranja, es preciso quitarle la cáscara. Algunos pasajes bíblicos están encerrados en una cáscara de
circunstancias históricas o de gramática que hemos de quitar; eso es, comprender antes de poder recibir la
enseñanza que ofrece el pasaje. Por ejemplo, al estudiar el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (Juan 4),
debemos enterarnos del significado de “samaritana” y también del significado del pozo de Jacob que se encontraba
en Sicar. La expresión “le era necesario pasar por Samaria” tiene un significado muy especial. ¿Por qué le era
“necesario”? ¿Circunstancias geográficas? ¡No! ¿Por alguna prisa que traía? ¡No! La palabra griega traducida
“necesario” da la respuesta. Así es que, para estudiar la Biblia como naranja, el estudiante tendrá que conseguir
algunas herramientas: una concordancia, un diccionario bíblico y un buen comentario. En esta conexión, el
estudiante de la Biblia debe estudiar con detenimiento un buen libro sobre la hermenéutica; eso es, la ciencia de la
interpretación bíblica.
Tercero, hemos de aprender a estudiar la Biblia como carne y papas. Nunca intentaríamos comer carne
cruda y también la papa tiene que ser pelada antes de comerse, pero además es necesario cocinarla. Hay muchos
pasajes bíblicos que requieren pasar tiempo en el horno de la meditación y la oración antes de salir sabrosos y
nutritivos.
Es una gran bendición tomar un pasaje interesante, examinarlo con la ayuda de un buen comentario, buscar
definiciones en un diccionario bíblico, buscar pasajes relacionados por medio de la concordancia, y luego, meterlo
al horno de la meditación por unos días. Cada día va uno descubriendo nuevas facetas de significado, y muchas
veces el inconsciente trabaja aun cuando estamos durmiendo. Semejantes experiencias no se olvidan pronto y
rinden comida rica y sustanciosa para el cristiano que desee crecer en el Señor.
Por último, hay pasajes que sirven como vitaminas. Algunas pastillas traen gran cantidad de valor
nutritivo en un volumen muy educido. Sirven para fortalecer todo el organismo, supliendo las vitaminas que faltan
76
en la dieta regular. Así son muchos versículos de la Biblia. Así que el secreto es aprender estos versículos de
memoria e ir “tomándolos” durante el día.
He aquí un plan que ha dado beneficios a muchos: Durante la lectura bíblica diaria, vaya apuntando
versículos llenos de vitaminas espirituales. Estas serán principalmente hermosas promesas que el Señor nos ha
dado. Luego, escríbalos en una hoja doblada, diez versículos en cada lado de la hoja, haciendo así un total de
cuarenta versículos. Luego vaya aprendiéndolos de memoria hasta que tenga todos memorizados. Con estos
versículos llene los momentos ociosos durante todo el día; momentos cuando es demasiado fácil que la mente se
llene de pensamientos negativos y dañinos. Se puede aprender un nuevo grupo de “vitaminas espirituales” cada
tres a seis meses.

UNAS SUGESTIONES CONCLUYENTES


Ha aquí algunas sugestiones concluyentes para hacer el estudio bíblico más fructífero:
(1) Cultivar el hábito de escribir algo todos los días, algo que es el fruto de su estudio. Alguien ha
dicho: “Escribir es Aprender”. A menos que escribamos nuestros pensamientos, pronto se
desvanecen.
(2) Tener siempre como meta principal alabar a Dios, no el de “recibir una bendición”. Si siempre
procuramos recibir algo podemos llegar a ser egoístas. Dios no nos tiene que servir; además si no
recibimos una bendición deseada podemos quedarnos frustrados.
(3) Hacer la costumbre de compartir con otros lo que recibimos en la hora devocional.

UN PLAN PARA EL ESTUDIO DE PASAJES

A continuación presentamos un plan que se puede usar bien en los Evangelios, los Libros Históricos y las
Epístolas Doctrinales.
(1) Escoger una lectura corta, para así dar tiempo a la meditación.
(2) Hacer una lista de los pensamientos principales que encuentre en el pasaje. Hacerlo en forma de
título o temas, usando un cuaderno.
(3) Seleccionar una pensamiento precioso para estudiar a fondo; puede ser un versículo o una verdad
clave que le interese en particular.
(4) Luego, entrar en una meditación concentrada:
a. ¿Qué dice el versículo? Explicar en sus propias palabras el propósito principal; por ejemplo,
enseñanza, mandamiento, ejemplo o promesa.
b. ¿Qué significa? Primero en forma general y luego para su propia vida.
c. ¿Cómo se podría compartir con otros? Pensar en ilustraciones o ejemplos bíblicos y anotar para
uso futuro.
(5) Terminar con una oración que incluya acción de gracias y alabanza, confesión de pecados, petición
e intercesión.
Si desea utilizar este método de pasajes cortos, pudiera usar el plan siguiente, estudiando así Filipenses
por veinte días:

Capitulo 1: 1-8; 9-11; 12-18; 19-26; 27-30


Capitulo 2: 1-4; 5-11; 12-16; 17-24; 25-30
Capitulo 3: 1-6; 7- 9; 10-14; 15-19; 20-21
Capitulo 4: 1-4; 5- 7; 8- 9; 10-13; 14-23

CONCLUSIÓN
77

Hemos dicho que la vida devocional se expresa en dos formas: en comunión con el Señor todos los días y
en una hora apartada específicamente para este propósito. Las dos son de igual importancia, pero probablemente
la hora devocional tiene prioridad, ya que alimenta la meditación continua.
En esta lección hemos estudiado la técnica del estudio bíblico en la hora devocional. En la próxima nos
concentraremos en como orar eficazmente en esa hora.

DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 6
SECCION A

NIVEL 1

Nombre: _________________________________________________________.

INVENTARIO PERSONAL

1. Como promedio ¿Cuánto tiempo diario pasas en la lectura devocional de la Biblia y la oración? ¿Lo
consideras adecuado? Explicar.

2. ¿Has tenido una hora fija para la lectura bíblica y la oración? Si es así, ¿Has cumplido fielmente? Si no
es así, ¿Desde ahora, apartarás una hora para hacerlo?

3. Seleccionar un pasaje que consideras “manzana” y explicar a tu compañero de diálogo por qué.

4. Seleccionar un pasaje que consideras “naranja” y hacer el trabajo necesario para quitarle la “cáscara”.
Luego escribir lo que aprendiste en el estudio.
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5. Iniciar tu lista de “vitaminas bíblicas” y seguir adelante hasta tener cuarenta versiculos aprendidos de
memoria.

NIVEL 2

1. Escribir 500 palabras sobre el tema: ¿”Que es la hora devocional”?

2. Escribir 300 palabras sobre las “Cuatro Clases de Comida Bíblica”

3. Seleccionar un pasaje corto y tratarlo como “papas y carne”, incluyendo el “Plan para el estudio de
Pasajes”. Presentar por escrito el fruto de este esfuerzo.

DISCIPLINA CRISTIANA
LECCION 6
SECCION B

PARTE II

LA VIDA DISCIPLINADA: SU HORA DEVOCIONAL

LA ORACION

INTRODUCCION
En la sección anterior vimos la necesidad de la hora devocional en la vida del cristiano que desea vivir la
vida victoriosa en el espíritu. Notamos que entraña tres componentes, y vimos los dos primeros: Las Cuatro
Dimensiones de la Fe y el estudio Bíblico. En esta sección nos ocuparemos en el estudio del tercer componente,
la Oración.
¡Es indispensable que el cristiano tenga como una práctica diaria y disciplinada, la oración! Primero
porque nosotros en lo personal necesitamos la oración. Sin este tiempo con el Señor la vida se vuelve estéril.
¡Imagínese como ría una familia si el hijo no hablara con el papá! Así también resulta en la familia de Dios cuando
un hijo corta la comunicación.
Segundo, la oración es indispensable en la vida del creyente, porque otros necesitan que oremos por ellos.
La oración cambia las cosas; es una potencia extraordinaria. Veremos esto a continuación cuando tratemos la
oración intercesora.
En tercer lugar, ¡La oración es indispensable, porque Dios la necesita! La Biblia enseña claramente que
Dios depende de la oración. Hay otras cosas que Dios no hace aparte de nuestras oraciones. Mateo 9:38 es un
ejemplo. Cristo dice: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. Ahora bien, si Dios
quisiera hacerlo, lo hace sin nuestras oraciones. Pero Cristo indica claramente que no lo hace.
79
Por último, debemos orar porque es un mandato de Dios. Si este fuera el único motivo, sería más que
suficiente. Ya que Dios ordena que oremos, si no lo hacemos, ¡es pecado!
Si, la oración como práctica diaria y disciplinada de nuestra vida es indispensable. Conceda el Señor que
esta lección le inspire a usted a poner más atención en la oración y le ayude a orar en forma más eficaz.

LA ORACION COMO TRABAJO

Nuestro propósito en esta lección es destacar la oración, no como ejercicio piadoso, sino como trabajo.
Para que demos la debida atención a nuestra responsabilidad de orar, precisa que entendamos que la oración es
una parte íntegra e indispensable para la conquista de esta tierra para nuestro Señor. ¡Si, es trabajo! Veamos
algunas razones:
La oración es trabajo porque da resultados mensurables. Cristo nos exhorta a orar por motivos específicos,
esperando resultados específicos. Cualquier cristiano que se haya dedicado por algún tiempo a este ministerio
puede facilitar datos concretos para comprobar este hecho.
La oración es trabajo porque, porque como cualquier otro trabajo, responde al empleo de técnicas
correctas. No negamos que Dios no conteste una y otra vez oraciones sinceras sin que el orador haya pensado en
llenar determinados “requisitos”. Pero, en cambio, la Biblia pone ciertas condiciones para que seamos poderosos
en la oración. Algunas de estas condiciones se aprenden solamente a través de la práctica.
La oración es trabajo porque requiere tiempo. En la sección anterior tocamos la cuestión de cuánto tiempo
se debe dedicar a la oración y observamos que cuánto más uno se profundiza en su vida espiritual, cuánto mas
tiempo requiere para su hora devocional. Aunque es cierto que el Señor no mide nuestras oraciones con un reloj,
es también cierto que el tiempo que pasamos en oración es una medida de nuestra eficacia en este ministerio.
Por último, la oración es trabajo porque, como en el caso de cualquier otro trabajo, es más efectivo cuando
oramos juntos y unidos, Cristo dejó una promesa maravillosa del poder de la oración, si dos creyentes se ponen de
acuerdo (Mateo 18:19). El Libro de los Hechos relata milagros como resultado de la iglesia orando unida (Hechos
4:31; 12:5-17, etc.).
Sí, la oración es trabajo. Pero no hemos de pensar que es trabajo en el sentido de “buenas obras”: algo
que hacemos para ganar el favor de Dios. Más bien es poner a trabajar algo que Dios ya ha hecho; es librar una
potencia que el Señor ha dejado en esta tierra en virtud de la obra de Cristo Jesús.

LA ORACION COMO CONFESIÓN DE PECADO

Toda oración eficaz se inicia con la confesión de pecado. Sin la confesión de pecado, el canal al Señor
queda cerrado. Cuando reconocemos que hemos fallado y pedimos el perdón del Señor, quitamos el obstáculo
para que Dios conteste nuestras peticiones y nuestra intercesión.
Pero el perdón de pecados sería imposible sin la obra de Cristo en la cruz. Dice Juan,
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
El perdón de pecados, no obstante, no es una cosa automática; Juan explica,
“La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
Dios nos perdona de nuestros pecados, porque en la cruz, Cristo fue “herido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5b).
Cuando confesamos nuestros pecados, pues, algo sucede; ¡Una verdadera obra de Dios! Ponemos a
trabajar la obra redentora de Cristo en la cruz.

LA ORACIÓN COMO PETICIÓN


80

La oración también es trabajo, en la oración de petición colaboramos con Dios para librar todo el poder
almacenado en sus promesas; nada más mencionaremos una:
“Y todo lo que pidiereis al padre en mi nombre, lo haré para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. (Juan 14:13-
14).
Si la oración de confesión libra el poder de la cruz, como ya vimos, podemos afirmar con igual seguridad
que la oración de petición libra el poder de la resurrección. Recordemos lo que vimos en la Lección 3 que, según
Efesios 1:15-23, la resurrección hizo posible que Dios pusiera a nuestra disposición “supereminente grandeza de
su poder” (v. 19).

LA ORACIÓN COMO INTERCESIÓN


La Biblia enseña en una forma explícita y excepcional que la intercesión es trabajo; un trabajo
maravillosamente eficaz.

¿QUÉ ES LA INTERCESIÓN?

Mientras que la confesión de pecados y la petición tienen que ver con uno mismo, la intercesión es oración
que hacemos a favor de otro. Proviene el vocablo de dos palabras latinas que significan literalmente, “pasar entre
dos personas”. Así que practicamos la intercesión cuando nos colocamos entre otra persona y Dios, suplicándole
a Dios que perdone a otro, que le bendiga, que quite un sufrimiento, que le sane, que le salve, que le use, etc.
La oración de Abraham a favor de Sodoma, es un buen ejemplo (Génesis 18:16-33). Cuando Dios le reveló
a Abraham que se proponía destruir a esa ciudad por sus pecados. Abraham suplicó:
“quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no
perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos dentro de ella?”.
Abraham siguió implorando así hasta que el Señor aceptó que perdonaría a la ciudad si se encontrasen
nada más diez justos.
En forma igual Dios nos ha dado a nosotros algo que es a la vez una gran oportunidad y una tremenda
responsabilidad: espera que nosotros intercedamos en bien de otros para que él pueda bendecidlos como es su
deseo hacerlo.

LA INTERCESIÓN ES TRABAJO

En su carta a los Colosenses Pablo describe un trabajo que él está haciendo a favor de ellos:
“… a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual trabajo
luchando según la potencia de él, la cuál actúa poderosamente en mí. Porque
quiero que sepáis cuan gran lucha sostengo por vosotros” (Colosenses 1:29-
2:1a).
Nos impresionan las palabras fuertes que Pablo emplea para describir la obra que esta haciendo: “trabajo”
en griego es la palabra, un vocablo utilizado para significar un esfuerzo extraordinario, trabajando hasta el
punto de “caer rendido de cansancio”.
Las palabras “luchando” (v. 29) y “lucha” (2:1), provienen del vocablo griego . De esta raíz
proviene también nuestra palabra agonizar, que significa “sufrir angustiosamente” y la que también es empleada
para describir la lucha de un moribundo contra la muerte. En el tiempo de pablo era usada para describir el esfuerzo
de los que competían en los juegos olímpicos; por ejemplo el corredor en el maratón, llegando hasta la meta, su
cuerpo atormentado, los pulmones ardiendo, las piernas adoloridas casi al punto de desmayarse.
81
Es de notar que no es éste un trabajo que Pablo hizo de su cuenta: declara que lucha “según la potencia
de él, la cual actúa poderosamente en, mí”. Pablo está trabajando, esto es cierto, pero su trabajo consiste en librar
la potencia de Dios para que le utilice como canal de bendición para lograr sus propósitos divinos.
Ahora bien, ¿Qué clase de trabajo está haciendo Pablo? Hemos de tomar en cuenta dos limitaciones que
le están impuestas. En primer lugar, Pablo se encuentra lejos de los hermanos de Colosas. En segundo lugar,
Pablo se encuentra en prisión. Bajo tales condiciones, ¿Qué clase de trabajo pudiera hacer, que clase de lucha
podría sostener que beneficiaría a los Colosenses?
La respuesta la encontraremos en los pasajes paralelos. En Colosenses 4:12 Pablo escribe:
“Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando
encarecidamente por vosotros en sus oraciones para estéis firmes, perfectos y
completos en todo lo que Dios quiere”.
La palabra griega traducida “encarecidamente” proviene de la raíz traducida “luchando” en 1:29.
Pudiéramos parafrasearlo así: “siempre luchando en oración por vosotros”. Es interesante notar que el objeto de
esta “lucha en oración” es que los colosenses estén firmes, perfectos y completos, el mismo fin que Pablo tenía en
su lucha de 1:28-29.
Otro pasaje semejante se encuentra en Romanos 15:30:
“Pero os ruego hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu,
que me ayudéis orando por mí a Dios”
Una vez más Pablo emplea la palabra griega que lignifica “lucha”, literalmente su súplica es “que luchen
conmigo en vuestras oraciones por mí a Dios”.
La conclusión es obvia: El trabajo que Pablo hace, la lucha que sostiene a favor de los colosenses en 1:29;
2:1, es la oración intercesora; Pablo considera que la intercesión es un trabajo duro y poderoso; es una lucha que
hace posible que Dios libre en nosotros su potencia irresistible.
Y, ¿contra quien es esa lucha? Pablo nos da la respuesta en Efesios 6:12:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra las
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
¡La intercesión es un arma poderosa de Dios en la que la lucha que libra sus hijos y su iglesia contra el
reino de Satanás! ¿Hasta donde está usted poniéndose en las manos de Dios para que le utilice en la intercesión?
Pasemos a ver como la intercesión es una maravillosa colaboración entre el creyente y el Espíritu Santo:

EL PAPEL DEL CRISTIANO EN LA INTERCESION

Sin el creyente, la intercesión es imposible. A menos que nos pongamos a la disposición de Dios esta obra
y poderosa y única no se puede hacer. A primera vista, uno pudiera pensar que la intercesión es sencilla; no es
gran cosa orar por otra persona. Pero las experiencias de los grandes intercesores en la Biblia nos advierten que
no es tan sencillo: ser intercesor requiere que lleguemos a sentir en carne propia la condición de la persona por la
intercedemos. Tenemos que simpatizar con la persona, en el sentido de la raíz latina de esta palabra: “sufrir con”.
Moisés es un ejemplo. Dios reveló a Moisés que el pueblo de Israel, por haber hecho el becerro de oro y
haberlo adorado, merecían la muerte; estaba a punto de destruir a todo el pueblo y olvidarse de él para siempre.
Moisés se interpone entre Dios y el pueblo e intercede por ellos:
“Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque hicieron dioses
de oro que perdones ahora su pecado y si no ráeme ahora de tu libro que has
escrito” (Éxodo 32:31b-32).
La intercesión de moisés fue oída, porque se identifico absolutamente con Israel, hasta el punto de pedir a
Dios que le permitieses sufrir la misma surte que Israel merecía por sus pecados.
82
Esta participación plena en la condición del objeto de nuestra oración es lo que hace que la intercesión sea
distinta de cualquier otra forma de oración. El intercesor toma sobre si el Espíritu que Cristo tenía cuando platicaba
con María acerca de la muerte de Lázaro:
“Jesús entonces al verla llorando, y a los judíos que el acompañaban, también
llorando, se estremeció en espíritu… Jesús lloró” (Juan 11:33-35).
¡El Señor necesita intercesores! Pero no debemos ofrecernos para esta noble obra a menos que estemos
dispuestos a sufrir, a luchar como Pablo lo hacía. No es fácil ser intercesor; significa sufrir días de cansancio como
consecuencia de haber pasado tiempo la noche anterior en una agonía de intercesión.
Si, interceder es sufrir. Pero hemos de entender que este sufrimiento no es un estado emocional; es vivir
una realidad impuesta por el Espíritu Santo.

EL PAPEL DEL ESPÍRITU SANTO EN LA INTERCESIÓN

A la luz de lo que hemos visto hasta este punto, podemos entender mejor la enseñanza de Pablo acerca de
la intercesión en Romanos 8:26:
“y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidad; pues que hemos
de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles”.
Entendemos mejor los “gemidos” del Espíritu Santo en el contexto de los gemidos de la creación y los
“gemidos” nuestros: Primero, dice Pablo, la creación gime (v. 22) deseando que Cristo venga y la libre de la
esclavitud. En segundo lugar, nosotros también gemimos (v. 23), deseando que Cristo venga y nos redima de las
limitaciones de esta existencia carnal. Y, ¡Que maravilla! El Espíritu Santo, que mora dentro de nosotros sintiendo
nuestra desesperación, nuestra debilidad y nuestro sufrimiento, se une a nosotros con “gemidos indecibles” y los
traduce al lenguaje de Dios (v. 27), para que Dios entienda y Dios responda.
Así que, en la intercesión, el Espíritu Santo, es tanto nuestro ejemplo como nuestro aliado.
El Espíritu Santo es nuestro ejemplo en la intercesión, porque nos demuestra como hacerlo. Nos
demuestra, primero, que ha de haber en nosotros la disposición de ayudar a otro. La palabra “ayuda” en el versículo
26 proviene de uno de los vocablos griegos más largos de la Biblia: sunantilambanetai. Esta compuesta esta
palabra griega de tres partes: una preposición, anti, que significa estar frente a otra persona; otra preposición, sun,
que significa estar con otra persona; y un verbo que significa levantar; el Espíritu Santo se une a nosotros,
poniéndose al otro extremo, y junto con nosotros la levanta. Así que, este es el primer ejemplo que nos provee el
Espíritu: la disposición de ayudar a otro con una carga que éste sólo no puede llevar.
Segundo, el Espíritu Santo nos da ejemplo en que sufre con nosotros. Nos ve gimiendo y se une a nosotros
gimiendo con “gemidos indecibles”.
Pero el Espíritu Santo es más que un mero ejemplo; es también nuestro aliado en la intercesión. Nosotros
no somos capaces de hacer esta divina obra; cuando nosotros intercedemos, no lo hacemos nosotros, sino el
Espíritu Santo que pone en nosotros la disposición de ayudar a otro con la carga que éste no puede llevar; es el
Espíritu santo que nos hace capaces de sentir lo que siente otra persona, de sufrir lo que éste sufre.
En verdad, no hay muchos intercesores; hay solamente uno: ¡El Espíritu Santo! Lo que sucede es que el
Espíritu utiliza el cuerpo y el espíritu del creyente en la obra de intercesión, si se lo ofrecemos. Así que la frase
“el Espíritu mismo intercede por nosotros” significa, no solamente que el Espíritu pide al Padre que nos conceda
lo que nos hace falta para la perfección de nuestra salvación, sino también que el Espíritu intercede en nuestro
lugar.
Para ser un intercesor precisa que nos pongamos a la disposición del Espíritu, para que El nos utilice;
reproduciendo en nosotros el sufrimiento del objeto de nuestra intercesión y así preparándonos para que, a través
de nosotros pueda fluir el poder redentor de Dios.
83

PORQUE LA ORACION DE INTERCESIÓN ES TAN PODEROSA

Pablo declara que lucha (en oración) “según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”
(Colosenses 1:29b). Este pasaje esta cargado de potencia las palabras “potencia” y “actúa” ambas provienen de
energein, la raíz de nuestra palabra “energía”. La palabra “poderosamente” proviene de dunamis, el vocablo
traducido “poder” en Hechos 1:8. De esta raíz proviene nuestra palabra “dinamita”. ¡La intercesión es poderosa!
Santiago dice: “la oración eficaz (también de energein) del justo puede mucho” (Santiago 5:16b). ¿Por qué tiene
tanta potencia la oración?
En primer lugar, la intercesión es potente porque es una expresión práctica del amor. Cuando deseamos
una bendición para otro, tanto que llegamos a sentir en nuestra propia carne sus penas, lo amamos en verdad.
En segundo lugar, la intercesión es potente porque constituye en el cristiano una continuación de la
redención que Cristo logró en la cruz.
Hemos estudiado el ministerio duro y poderoso que Pablo hacía en su intercesión por los colosenses, según
Colosenses 1:29. En el versículo 24 de este mismo capitulo Pablo afirma: “Ahora me gozo en lo que padezco por
vosotros, y cumplo en mi carne en lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia”. ¿Qué
es este padecimiento que Pablo sufre por los Colosenses, un padecimiento que hace posible que Pablo cumpla “en
mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo”? ¿Pudiera ser el duro trabajo de la intercesión al cual se refiere
unos versículos después? Parece que sí.
Isaías, capitulo 53 describe el sufrimiento de Cristo por nosotros. El versículo 11 dice, en parte, “por su
conocimiento justificará mi siervo justo a muchos”. ¿Conocimiento de qué? Pablo nos da la respuesta en 2
Corintios 5:21:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que fuésemos
hechos justicia de Dios en él”.

Antes de morir en la cruz, Cristo no había conocido lo que significaba el pecado. Pero cuando llevó
nuestros pecados en la cruz, “llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestras rebeliones” (Isaías 53:4), adquirió
un nuevo conocimiento. Y fue este conocimiento que hizo posible nuestra redención.
Ahora bien, apreciamos un paralelismo espiritual impresionante entre la redención en la cruz y la obra de
la intercesión. En la cruz, “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6b). En la intercesión, el
Espíritu carga sobre nosotros la condición de la persona por quien estamos orando. Así que llegamos a “cumplir
en nuestra carne la que falta de las aflicciones de Cristo”. Así que estamos “luchando según la potencia de él, la
cual actúa poderosamente en (nosotros)”. En la oración intercesora, concluimos, Cristo continua su obra de
redención.

LOS REQUISITOS PARA SER INTERCESOR

¿Desea usted entrar a esta gran obra de intercesión? ¡Requiere mucho! En primer lugar requiere una
gran fe; la fe que Dios quiere y puede hacer maravillas por medio de nosotros. Además, requiere un gran amor;
un amor semejante al que Abraham sentía por Lot y que le impulsó a interceder por Sodoma. Sobre todo, requiere
una gran renunciación, porque el intercesor tiene que invertir mucho tiempo y grandes energías en este ministerio.
La intercesión es una batalla contra el reino de Satanás: una batalla que requiere tiempo. Tiene el
intercesor que luchar, en cooperación del Espíritu, contra la debilidad de su propia carne y voluntad. Luego, el
Espíritu tiene que infundir al intercesor aquel “conocimiento” experimental de la condición del objeto de su
intercesión. Entonces el intercesor esta preparado para hacer la oración d efe en el poder del Espíritu.
84
LA DISCIPLINA DE LA ORACION

TRES ELEMENTOS

La oración es una parte clave de la Hora Devocional. Y para que sea eficaz, debe entrañar tres elementos:
1. Debe ser Definida. No significa nada orar por “todos los enfermos y afligidos”. Debemos orar por
otros por nombre.
2. Debe ser Diaria. Es por esto que hemos insistido en una hora fija que guardamos sin excepción.
3. Debe ser Disciplinada. Hemos de aplicar las técnicas espirituales de la fe. En la lección anterior
sugerimos como utilizar las Cuatro Dimensiones de la fe, a fin de prepararnos para nuestra Hora Devocional.
El desarrollo de nuestro tiempo de oración debe seguir un orden definido. Algunos han encontrado una
ayuda en este respecto utilizando “los círculos de oración”:
Se inicia la oración en el círculo interior; con confesión de pecado y peticiones por nuestras propias
necesidades espirituales. Se pasa luego, a las necesidades de la familia y luego a nuestro trabajo, incluyendo
trabajo secular, la iglesia, etc. Por ultimo, se pasa a orar por todo lo que queda fuera de los círculos interiores.
Entonos los círculos, la oración ha de ser definida: con nombre y necesidades concretas.

EL MUNDO

MI TRABAJO

MI FAMILIA

YO
85
Desde luego, la oración siempre ha de ser terminada con acción de gracias y alabanza. Algunos
prefieren que estas sean al principio de la oración.

CONCLUSIÓN FINAL

Se ha terminado nuestro estudio. Dijimos al principio que el estudio tenía un propósito sumamente
practico: el de ayudarle a entrar a la vida de la Plenitud del Espíritu, una vida victoriosa. ¿Será realizado este
propósito en la vida de usted? Depende de que usted de los tres pasos indispensables para ello.
El primer paso es la aceptación mental. Si esta dispuesto a afirmar: “creo que lo que estudié en este
curso es cierto”, ha dado el primer paso.
El segundo paso es aceptación con la voluntad. ¿Esta dispuesto a tomar una decisión? ¿Dirá, “Debo
hacerlo y lo haré”? Si es así, ya ha dado el segundo paso.
Hasta este punto usted está en la posición legal. La pregunta crítica en este punto es si pasará de la posición
legal hasta la posición experimental. En cuanto a cualquier enseñanza bíblica. Uno entra a la posición legal
cuando la acepta con la mente y con la voluntad; pero esta verdad no tiene ningún efecto práctico en su viuda hasta
que pase a la posición experimental; esto es, hasta que la ponga en práctica.
Hermano, tome la decisión en este momento de dar el tercer paso: haga una parte integra de su vida a
la disciplina espiritual que ha aprendido en este estudio. Recuerde que no se trata de un esfuerzo en la carne.
Se trata de colaborar con el Espíritu Santo, poniéndose en sus manos para que efectúe en su vida el propósito que
el señor tiene para usted.
¿Tendrá usted esta vida en el Espíritu que es su heredad? ¡Depende de usted!
86

DISCIPLINA CRISTIANA

Cuestionario

LECCION 6
SECCION B

NIVEL 1

Alumno: ____________________________________________________.

En este último diálogo con tu compañero, examina bien la eficacia de tu vida de oración.

1. Compartir contestaciones definidas a oraciones que hayas experimentado últimamente.


2. Platicar a fondo la vida de intercesión. Ayudarse el uno al otro a escoger una o dos personas por quienes
se pondrán a interceder conforme al estudio bíblico que tuvimos en esta lección.
3. ¿Hasta que punto has llegado a vivir la realidad de la condición de personas por quienes has intercedido;
hasta sentir un verdadero dolor? ¿Hasta derramar lágrimas? ¿Hasta perder sueño para dedicar tiempo a
la intercesión? ¿Estás viviendo la realidad de la intercesión, o solamente orando en forma superficial?

4. Usando el Círculo de Oración como base:


(1) Hacer una lista de los motivos de oración que actualmente incluyes.
(2) Hacer una lista de los motivos que consideres que debes añadir a cada categoría.

5. Lección por Lección, repasar los puntos más importantes. Ahora, ¿hasta que punto has llegado?
(1) ¿Aceptas que los puntos presentados son verídicos y dignos de practicar?
(2) ¿Estás dispuesto a hacer de la Disciplina Cristiana una parte diaria de tu vida?
(3) ¿Hasta que punto has llegado al tercer paso: aquel de la posición experimental? Sé franco y especifico.

NIVEL 2

1. Escribir 750 palabras sobre “La Oración como Trabajo”, haciendo hincapié especialmente en la oración de
Intercesión.
87
2. Escribir 500 palabras sobre el tema “Lo que ha significado para mí este Estudio”. Indicar los puntos que
mas le han ayudado, y cualquier punto que le parezca no bien fundado o que no es práctico. Indicar sus
planes para incorporar este estudio a su vida real.

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