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GRIEGOS
**
Museo Capitolino, Roma
ARQUIMEDES
CIENTIFICOS
GRIEGOS
RECOPILACION, ESTUDIO PRELIMINAR, PREAMBULOS y NOTAS POR
FRANCISCO VERA
**
ARQUIMEDES
APOLONIO DE PERGAMO
ERATOSTENES
NICANDRO
HIPARCO
TEODOSIO DE TRI POLI
HERON DE ALEJANDRIA
DIOSCORIDES
PTOLOMEO
GALENO
NICOMACO DE GERASA
PAPPO
DIOFANTO DE ALEJANDRIA
PROCLO DE LICIA
~
TOllE,lEGE A G U 1 LAR
DEPÓSITO LEGAL. M. 11542.-1970 (ll).
PREAMBULO
vino a caer vacía sobre los muros o se deshizo por soltarse el garfio que
la asía)),
Más conocida que la invención de estos dispositivos, que autorizan a
considerar a Arquímedes como el primer ingeniero de la antigüedad, es
la anécdota referente a la corona de oro de Hierón que nos ha transmi-
tido Vitruvio 6. «Cuando Hierón reinaba en Siracusa-dice el famoso ar-
quitecto romano~quiso ofrecer a los dioses inmortales, por los éxitos con-
seguidos en sus empresas, una corona de oro, que encargó a un artífice
a quien entregó el oro necesario para hacerla, además del importe de su
trabajo. En el plazo convenido quedó construida la corona: que al rey
pareció bien ejecutada; pero habiendo sabido que el artífice había ro-·
bada una parte del oro, sustituyéndolo por el mismo peso de plata, y no
. sabiendo cómo demostrar el fraude de que fue víctima, encargó de ello
a Arquímedes. Un día, en que este se bañaba, observó que el agua se
desbordaba .a medida que él entraba en la bañera, lo cual le hizo descu-
brir el secreto que buscaba, y, saliendo desnudo del baño, corrió .por las
calles gritando: ei;f]r¡xa, eVf]r¡xa, es decir: lo encontré, lo encontre.»)
Vitruvio dice después que para comprobar que la corona no era de
oro puro, la introdujo en un vaso lleno de agua, y después dos masas,
una de oro y otra de plata, de igual peso que la corona, y, midiendo los
volúmenes desalojados de los tres cuerpos, «encontró que la masa de oro
no desalojaba .tanta agua como la de plata; que la diferencia era igual a la
de los volúmenes del oro y de la plata; y que la corona desalojó más
agua que la masa de oro y menos que la de plataJ), .lo que le permitió
calcular la plata que el artífice había mezclado con el oro.
Este problema, que es un sencillo reparto proporcional, no tiene nada
que ver con el principio de Arquímedes contenido en los postulados que
establece en el libro 1, «De los cuerpos flotantes)), y cuyo carácter ele-
mental contrasta con las aplicaciones que hace del mismo en el libro Il
para fijar las condiciones de equilibrio de un paraboloide de revolución.
Arquímedes es, acaso, el hombre de ciencia que ha llegado a la más
alta cima de la abstracción, y, según Plutarco, la muerte le acechaba en
uno de sus momentos de éxtasis. «Hallábase-dice-casualmente entre-
gado al examen de cierta figura matemática, y fijos en ella su ánimo y su
vista, no sintió la invasión de los romanos ni la toma de la ciudad. Pre-
sentósele repentinamente un soldado, dándole orden de que le siguiese a
6 De Architectura, IX, 3.
12 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
tal la defendió con las máquinas inventadas por él con tal resultado que
el general romano no la tomó por las armas, sino por el ardid.
El abismo platónico entre la teoría y la práctica no existió para Arquí-
medes, que supo aplicar a la Técnica el resultado de sus meditaciones,
ni tampoco existió para él la restricción de la regla y el compás como úni-
cos instrumentos de la actividad matemática; inventó la espiral que lleva
su nombre y, prescindiendo de los cánones euclídeos, determinó con rigor
científico la razón de la circunferencia al diámetro mediante cálculos apro-
ximados y encontró el área del segmento parabólico haciendo pesadas
teóricas.
Las obras de Arquímedes no son compilaciones, sino verdaderas mo-
nografías en el sentido actual de esta palabra, tanto por su extensión,
siempre breve, como por su intensidad, siempre grande, por lo cual puede
decirse que fue un hombre moderno, cuya labor, aunque apreciada por
sus contemporáneos, no ha sido reconocida hasta que el avance de la Ma-
temática a partir del siglo XIX puso de relieve el adelanto de Arquíme-
des sobre la ciencia de su época, cuya rama geométrica solo llegó al Oc~
cidente latino a través de la defectuosa traducción que Boecio 8 hizo de
los Elementos de Euclides, a quien cita Dante 9, así como a Thales, Ana-
xágoras, Zenón y otros, pero no a Arquímedes, lo que demuestra que a
principios del _siglo XIV no se conocía a este, pues que el poeta de La
Divina Comedia no ignoraba nada que supieran sus contemporáneos.
Aparte de' las contribuciones que acabamos de citar, el gran siracu-
sano echó los cimientos del Cálculo integral; determinó el centro de gra-
vedad del segmento parabólico,. estableció el concepto riguroso de mo-
mento estático; calculó las áreas y volúmenes de cuerpos limitados por
superficies curvas, y, en su trabajo El método, analizó las diferencias en-
tre el descubrimiento y la demostración de las verdades matemáticas, de-
jando la más amplia libertad para aquel y exigiendo el rigor lógico para
esta, que ilustra con ejemplos propios extraídos de la Mecánica y de la
Geometría del mundo sensible, en el que no hay puntos sin extensión, lí-
neas sin anchura ni superficies sin espesor, sino que todo es corpóreo y
todos los cuerpos son irregulares, cuyo conocimiento previo, contando,
midiendo y pesando-,y no metafisicalizando a la manera de Platón-es
indispensable para el conocimiento lógico y abstracto.
BIBLIOGRAFIA
nífico ejemplar en la biblioteca del monasterio del Escorial, sigo 15- VI-36 3,
y después lo tradujo Commandino, cuya versión figura en la obra antes
citada.
En idiomas modernos tenemos las traducciones alemanas de ¡oh. Chr.
Sturm: Archimedes Sandrechrung, Nuremberg, 1667, y de A. Krüger: J\re-
narius übers. u. erkl., Quedlinbg, 1820; y la inglesa de Anderson: Arena-
rius, con texto griego y notas, Londres, 1784, y la italiana de Humberto
f. Paoli: Spamnites di Archimedes da Sirakusai, con un resumen en espa-
i10l, en la Bibliotheca Pauliana, volumen 1, Buenos Aires, 1925. La obra
ha sido especialmente estudiada por S. P. RIGAUD: On the Arenarius of
Archimedes, Oxford, 1837, y por CHASLES: Éclaircissements sur le traité
«De numero arenae)) d'Archimede, en las Comptes Rendus de la Academia
de Ciencias de París, sesión del 11 de abril de 1842.
VII. T8Tf2a.yWVW.Uó~ 7(a.ga.¡3o},17~: De la cuadratura de la parábola. Como
esta obra fue compuesta entre los dos libros Del equilibrio de los planos,
los tres escritos forman, en realidad, un tratado de Estática.
El título primitivo de la obra debió de ser otro, porque en toda ella
Arquímedes designa la parábola con la perífrasis «sección del como rec-
tO)): oe()oywvíov XWJ'OV TO,IH]. Partiendo de una lección de Eutocio, se cre-
yó que dicho título era [J sgt T17~ TOV og(joywvíov xwvov ro!lf¡~, hasta que Wil-
helm Schmidt 2 hizo notar un pasaje de Herón 3 del que resulta que era
Eq;obtxÚJ; pero posteriormente Heiberg 4 ha creído que tal conclusión no
tiene fundamento y hoy se ignora, en definitiva, el verdadero título del
tratado.
Hay una traducción latina de Commandino en la obra varias veces ci-
tada y dos alemanas: una de D. Hoffmann: Die Quadratur der Parabel des
Archimedes mit Hulfsatzen verschen, Aschaffenburg, 1817, y otra de
A. Czwalina: Die Quadratur der Parabel, Leipzig, 1923.
VIII. [J sgt oxov,uévwv: Sobre los cuerpos flotantes, en dos libros que
son conocidos desde el Renacimiento por la traducción de Tartaglia: De
iis, quae in humido vehuntur, Venecia, 1543, que difo ser del griego, iden-
tificada hoy con la de Guillermo de Brabante, terminada en 1299 según el
explicit final: Archimedis de insidentibus, in humido liber secundus expli-
cit. Completa fuit translatio ejus decima die decembris anno 1269, gracias
al descubrimiento de Valentín Rose, quien, en 1884, encontró el manus-
crito autógr'afo del monje medieval en el fondo Ottoboni de la Vaticana 5.
En 1551 el mismo Tartaglia publicó una traducción italiana del primer
libro, corrigiendo los errores de la latina y añadiéndole un comentario, y
en 1654 tradujo el segundo libro a su lengua vernácula.
La mejor versión latina es la de Commandino: Archimedis de iis quae
vehuntur in aque libro duo, a Fed. Commandino restituti et illustrati;
ejusdem F. Commandini liber de centro gravitatis solidorum, Rolonia, 1565,
y el mismo año publicó Forcadel en París su traducción: Le livre d'Archi-
mede des poids, qui aussi est dict des choses tombantes en l'humide, y
hay también una árabe estudiada por H. Zottenberg 6. Por su parte, A. Le-
grand ha hecho un análisis del Traité des corps flotant d'Archimede 7.
Del texto griego, perdido, solo se conserva el fragmento publicado
por A. Mai t?n 1819 con el largo título de JI se' .wv MaTt 8qJlOra/l,ÉvúJv 17
%E(!' TWV oxovl1évúJv, que sirvió de base a la restitución del primer libro
hecha por Heiberg: Archimedis JI sel' 0XOVflÉVúJY liber 1 graece restituit 8;
pero hoy lo conocemos por completo gracias a un palimpsesto encontrado
en 1899 por el erudito Papadopulos Kerameus en el monasterio del Santo
Sepulcro del patriarcado de Jerusalén 9.
1X. 'EqJoJo~: El método, cuyo descubrimiento es el suceso más im-
portante de los tiempos modernos para el estudio de la Matemática griega.
De esta obra, que se consideraba perdida, solo teníamos una alusión de
Suidas a un 'comentario de Teodosio, hasta que Johan Ludwig Heiberg,
sospechando que el palimpsesto de Jerusalén, que acabamos de citar, con-
tendría otros trabajos de Arquímedes, se procuró una fotocopia, y, en efec-
to, la lectura de algunas líneas confirmó su sospecha. En 1906 se trasladó
a Constantinopla pm'a examinar el manuscrito, que consiguió leer casi
completamente; en 1907 dio cuenta del resultado de sus investigaciones y
En este escrito hay algunos problemas sobre dos curiosas figuras geo-
métricas: el arbelo y el salinón que pudieran ser de Arquímedes, pero no
las otras cuestiones, que son demasiado elementales para que atrajeran
su atención.
El arbelo: aef3r¡).o~, que literalmente significa cuchilla de zapatero, está
formado por dos semicircunferen-
~º
cias descritas sobre el diámetro de
otra y recuerda las lúnulas de Hi-
pócrates 20, y el salinón: oá).woy 21
lo definen dos semicircunferencias
Elarbelo ElsaUnón iguales descritas en los extremos
FIG. 1. del diámetro de otra y una terce-
ra semicircunferencia, cuyo diáme-
tro es el segmento del de esta comprendido entre las dos iguales.
8. Problema de los bueyes, cuyo texto encontró G. E. Lessing en 1773
en el manuscrito 77 Gud. Graec de la Biblioteca de W olfenbüttel y lo
publicó el mismo año 22. Se trata de una cuestión de análisis indeterminado
de segundo grado, cuya solución es un número de más de doscientas mil
cifras. El enunciado ha sido objeto de varias interpretaciones, pareciendo
la más acertada la de Krumbiegel y Amthor 23.
E. Calendario, que, según Hiparco, citado por Ptolomeo 24, trataba de
la duración del año.
,. Espejos ustorios, opúsculo traducido del árabe al latín por Gonza-
va: Antiqui scriptoris de speculo comburente concavitatis parabolae, Lo-
vaina, 1548. Parece que es de Apolonia.
LIBRO Ji
5 iWQUCP1¡.
6 <llrt1l 1:~ CPÚOEL JtQourr'Í)QXEV 7l"EQL 1:ú. ElQll~LÉV<l 0X1í,w-¡;a.
Geómetra griego, de Samas, donde floreció a mediados del siglo III a. de J.c..
7
Fue íntimo amigo de Arquímedes, que seguramente le hubiera enderezado su
obra si hubiese vivido cuando la escribió. lo hizo a Dositeo de Pelusa, con
quien mantenía ininterrumpida correspondencia científica. De Canon dice Vir-
gilio (Eglogas, III):
In medio duo signa: Conon, et quis fuit alter?
Descripsit radio totum qui gentibus orbem,
Tempora quae messor, quae curvus m-ator haberet.
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA y EL CILINDRO 25
1
AXIOMAS Y DEFINICIONES
II
PRINCIPIOS
1. Línea recta es la más corta de todas las que tienen los mismos
extremos 13.
2. Dos líneas de un plano con los mismos extremos son desiguales
cuando ambas son cóncavas en la misma dirección y una de ellas está
completamente limitada por la otra y por la recta que. tiene los mismos
extremos que esta otra, o cuando una de ellas solo está parcialmente
limitada por la otra y el resto es común. La línea limitada es la más
corta.
12 Estas definiciones introducen conceptos geométricos que no necesitó Eu-
clides, como el de concavidad, y amplían otros restringidos euclídeos de recta,
circunferencia, plano, cilindro, cono y esfera a líneas y superficies cualesquiera.
13 Este principio, que postula una propiedad intuitiva de la línea recta, fue
adoptado como definición por Théon de Esmirna, que floreció en el siglo II de
nuestra era; pero no se popularizó hasta Legendre, en cuyos Eléments de
Géométrie, de!. IlI, París, 1794, figura como definición de recta. Es tan de-
fectuosa como la de Euclides, pues que equivale a decir que entre las infinitas
líneas que pueden pasar por dos puntos hay una más corta que todas las
demás, 10 cual, aparte de ser discutible, envuelve una petición de principio.
Sobre este tema conviene leer el artículo «11 concetto di lungheza e la reta»,
de R. BETTAZZI, en los Annali di Matematica, vol. XX, 2. a serie, págs. 19-37,
Roma, 1892, y «Über einige archimedische Postulate», de H. G. ZEUTHEN, en
Festschrift zu M. Cantor anliisslich seines LXXX Geburtstages, Leipzig, 1909.
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 27
III
PROPOSICIONES
A
A
T
B
ID
H Z
FIG. 2. FIG. 3.
I~
N G será el lado de un polígono
equilátero inscrito en el círculo por-
que como el ángulo NOG mide al
recto DOG y el arco NG al cua-
drante, este arco medirá a la circun- H A Z B L M
II
y por la misma razón que en la proposiciónan-
terior, la razón de SF a AP será menor que la de
la magnitud E a la Z.
6. Dadas dos magnitudes desiguales y un
círculo, circunscribir a este un polígono e ins-
cribirle otro de manera que la razón del polígono
M circunscrito al inscrito sea menor que la de la
magnitud mayor a la menor 17.
7. Del mismo modo demostraríamos que da-
das dos magnitudes y un sector circular, se puede
circunscribir al sector un polígono e inscribirle
otro de manera que la razón del lado del polígo-
no circunscrito al del inscrito sea menor que la
de la mayor magnitud a la menor, y que dados un
círculo o un sector y un área cualquiera e inscri-
FIG. 5.
biendo un polígono equilátero en el círculo o
en el sector y en los segmentos restantes, que-
darán finalmente, segmentos de círculo o de sec-
tor que serán menores que el área dada.
Estas cosas están explicadas en los Elementos, pero hay que demos-
trar que, dados un círculo o un sector y un área, se puede circunscribir
al círculo o al sector un polígono de manera que la suma de los segmen-
tos del polígono circunscrito sea menor que el área dada, y se me permi-
tirá transportar al sector lo que diga del círculo.
Sea el círculo A y el área B. Digo que se puede circunscribir al círcu-
lo un polígono de manera que la suma de los segmentos situados entre el
círculo y el polígono sea menor que el área B (Fig. 6).
Puesto que se tienen dos magnitudes, la mayor de las cuales se com-
18 Superficie: eJtL<po:vELa.
32 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
crito al círculo. Digo que el área de esa prirámide, sin la fase equivale a
la del triángulo de que acabamos de hablar.
En efecto: puesto que el eje del cono es perpendicular a la base, o
sea: al círculo ABG y las rectas trazadas desde el centro a los puntos de
contacto son perpendiculares a las tangentes, las trazadas des<le el vér-
tice del cono a los puntos de con-
tacto serán perpendiculares a las F
DE, EZ y ZD; luego esas perpen-
diculares HA, HB Y He son los
lados 20 del cono (Fig. 9). L~--------; M
Supongamos un triángulo LKF
cuya base FK sea igual al períme-
tro del triángulo DEZ y su altu-
ra LM igual a HA. Puesto que el H
área limitada .por las rectas DE
y AH es doble de la del triángu-
lo EDH; la limitada por DZ y HB
doble de la del DZH y la limita-
da por EZ y HG doble de la del
EHZ, el área limitada por las rec-
tas FK y AH o sea: FK y ML será
doble de la suma de las áreas
de los triángulos EDH, ZDH y
EZH; pero el área limitada por
FK y LM es doble de la del trián-
gulo LFK; luego la de la pirámide,
exceptuando la base, es igual a la E K
G
de un triángulo que tenga por base
el perímetro del DEZ y por altura FIG. 9.
la del cono.
10. Si se traza una cuerda del círculo de la base de un cono recto
y se unen sus extremos con el vértice del cono, el área del triángulo así
formado será menor que la de la superficie del cono interceptada por esas
rectas.
Sea ABG el círculo de la base de un cono de vértice D. Tracemos la
cuerda AG y unamos sus extremos A y G con el vértice D por medio de
20 Generatrices.
34 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
las rectas AD y GD. Digo que el área del triángulo ADG es menor que
la de la superficie del cono interceptada por AD y DG.
Dividiendo el arco ABG en dos partes iguales por el punto B y tra-
zando las rectas BA y BG, la suma de los triángulos ABD y BGD será
ciertamente mayor que el triángulo ADG
O y el exceso T de aquella suma' sobre este
triángulo será o no será menor que la suma
de los segmentos AB y BG (Fig. 10).
Supongamos primero que no es menor.
Puesto que se tienen dos áreas, una de
las cuales es la del cono interceptada por
AD y BD con el segmentó AEB y la otra
la del triángulo ADB y ambas están li-
mitadas por el perímetro de este trián-
gulo, la primera, que envuelve a la se-
gunda, será mayor que la segunda que
está envuelta por l~ primera; luego el
área del cono interceptada por AD y BD
con el segmento AEB es mayor que la del
triángulo ABD, y, análogamente, el área
del cono interceptada por BD y DG con
el segmento GZB es mayor que la del
triángulo BDG; luego el área del cono in-
G terceptada por AD y DG, con el área T
es mayor que la suma de la de los trián-
gulos de que acabamos de hablar; pero la
suma de las áreas de estos triángulos es
FIG. W. igual a la del ADG unida al área T; luego
si se resta el área común T, la que que-
da del cono, que es la interceptada por AD y DG será mayor que la
del triángulo ADG.
Si el área T es menor que la suma de los segmentos AB y BG Y se
dividen los arcos AB y BG en dos partes iguales, sus mitades en dos
partes iguales y así se continúa, llegaremos a obtener segmentos cuya
suma será menor que el área T. Sean estos los que se apoyan en las rec-
tas AE, EB, BZ y ZG, y tracemos las DE y DZ.
Por la misma razón que antes, el área del cono interceptada por AD
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 35
base, es menor que el área del cono, porque el área de cada uno de los
triángulos que envuelven a la pirámide es menor que la del cono limi-
tada por los lados del triángulo;
b) El área de una pirámide circunscrita a un cono, excluida la base,
es mayor que la del cono;
c) El área de un prisma inscrito en un cilindro recto es menor que
la del cilindro, excluida la base, porque el área de cada paralelogramo del
prisma es menor que la de la superficie cilíndrica construida sobre este
paralelogramo;
d) El área de un prisma circunscrito a un cilindro es mayor que la
del cilindro, excepto la base.
14. El área de un cilindro recto cualquiera, excluida la base, es igual
a la de un círculo cuyo radio sea la media proporcional entre el lado del
cilindro 23 y el diámetro de la base.
Sea A el círculo de la base de un cilindro recto cualquiera; GD su
diámetro; EZ igual a su lado; H la media proporcional entre GD y EZ
y B un círculo de radio igual aH.
K
Hay que demostrar que el área del
círculo B es igual a la del cilindro,
exceptuada la base (Fig. 14).
Si no es igual, será mayor o
menor. Suponiendo que sea menor,
puesto que se tienen dos magnitu-
des desiguales: eJ área del cilindro
y la del círculo, se podrá inscribir
D z E p
en este un polígono equilátero y
FIG. 14. circunscribirle otro de modo que
la razón del circunscrito al inscri-
to sea menor que la del área del cilindro a la del círculo B, e imaginando
que se ha circunscrito al círculo A un polígono semejante al circunscrito
a B y que el primero sea la base de un prisma circunscrito a este cilindro,
que KD sea igual al perímetro del polígono circunscrito al círculo A;
LZ igual a KD y GT la mitad de GD, se tiene que el triángulo KDT será
equivalente al polígono circunscrito al círculo A porque la base de este
triángulo es igual al perímetro del polígono y la altura al radio del círcu-
lo A, y el área del paralelogramo EL igual a la del prisma circunscrito
al cilindro porque este paralelogramo está limitado por el lado del cilindro
y una recta igual al perímetro de la base del prisma.
Tomando EP igual a EZ, el triángulo ZPL será equivalente al para-
lelogramo EL, y, por tanto, al área del prisma, y como los polígonos cir-
cunscritos a los círculos A y B son semejantes, la razón de estos polígo-
nos es la misma que la de los cuadrados de los radios de esos círculos;
luego el triángulo KDT es al polígono circunscrito al círculo B como el
cuadrado de TD al cuadrado de H, porque las rectas TD y H son igua-
les a los radios de los círculos A y B; pero el cuadrado de TD es al de
H como TD a PZ porque H es media proporcional entre TD y PZ por
serIo entre GD y EZ, ya que, siendo DT igual a TG y PE a EZ, es GD
doble de TD y PZ doble de PE; luego DG es a DT como PZ a ZE, y,
por tanto, el área limitada por GD y EZ es igual a la limitada por TD y
PZ; pero el cuadrado construido sobre H equivale al área limitada por
GD y EZ, y; por consiguiente, ese cuadrado equivale también al área
limitada por TD y PZ, es decir: TD es a H como H a PZ 24; luego el
cuadrado construido sobre TD es al construido sobre H como TD a PZ
pO.l,'"que cuando tres rectas son proporcionales, la primera es a la tercera
como la figura construida sobre la primera es a la figura semejante cons-
truida del mismo modo sobre la segunda; pero el triángulo KDT es al
PLZ como TD a PZ por ser iguales KD y LZ; luego el triángulo KDT
es al polígono circunscrito al círculo B como el mismo triángulo al PLZ,
y, por tanto, este triángulo PLZ es equivalente al polígono circunscrito
GD H
H2=GDxEZ, -
li-EZ'
es
GD
- - : H=H : 2EZ;
2
y por ser
GD
--=TD, 2EZ=PZ,
2
resulta
TD H
--=--
H PZ
42 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
1 i FIG. 16.
cunscrito al inscrito en B es menor
que la de B al área del cono, re-
sulta que la del polígono circuns-
crito a B al área de la pirámide ins-
crita en el cono es menor aún que
la de B al área del cono, lo cual
es imposible porque la del polígono circunscrito es mayor que la de B
y la de la pirámide inscrita en el cono es menor que la del cono; luego
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 45
LEMAS. Los geómetras que nos han precedido 30 han demostrado los
siguientes:
a) Los conos de igual altura son entre sí como sus bases y los de
igual base como sus alturas.
b) Si se corta un cilindro por un plano paralelo a la base, los dos
cilindros que resultan son entre sí como sus ejes.
c) Los conos y cilindros de bases [y alturas] iguales están en la mis-
ma razón.
d) Las bases de conos equivalentes son inversamente proporciona-
les a las alturas, y los conos de bases inversamente proporcionales a las
alturas son equivalentes.
e) Los conos que tienen proporcionales los diámetros de sus bases
y alturas, es decir, los ejes, son entre sí como la razón triplicada de los
diámetros de las bases.
18. Si dos conos rectos son tales que el área de uno es igual a la de
la base del otro y la perpendicular trazada desde el centro de la base del
primero a un lado es igual a la altura del segundo, los dos conos son equi-
valentes.
Sean los dos conos rectos ABG y DEZ, tales que el área de la base
del ABG es igual a la del DEZ, la
altura AH igual a la perpendicu- D
lar TK trazada desde el centro T
sobre un lado DE del cono. Digo
&
que estos dos conos son equiva-
lentes (Fig. 19). A
Puesto que el área de la base
del cono ABG es igual a la del
DEZ y las cosas iguales entre sí
tienen la misma razón con una B H G
z T
31 QÓl-l~O<; <JTEQÉO<;, figura formada por dos conos con la base común, ejes
en línea recta y vértices a uno y otro lado de la base.
32 Por ser común la base de los conos BAG y BDG, es
AE cono BAG
DE cono BDG
de donde
AD rombo ABGD
AE cono BDG
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 49
~
ZH trazada desde el punto Z al
lado AB. Digo que si se quita
el rombo BDZE del cono ABG, T L
(Fig. 21).
Sean los dos conos MNP y ORQ, siendo la base del MNP equivalente
al área del ABG y la altura igual a ZH. El cono MNP será equivalente al
ABG porque cuando se tienen dos conos rectos si el área de uno equivale
a la base del otro y la perpendicular trazada desde el centro de la base
33 Este teorema está demostrado con una elegancia que solo se puede supe-
rar hoy con los recursos del simbolismo algebraico, cuya falta suplió Arquí-
medes con extraordinario ingenio. Si es V el volumen del rombo sólido, r el
radio GE de la base y h 1 y h 2 las alturas AE y DE de los dos conos, es
50 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
del primero sobre su lado es igual a la altura del segundo, los dos conos
son equivalentes. Si la base del cono ORQ es igual al área del DBE y su
altura igual a la recta ZH, el cono ORQ será equivalente al rombo BDZE,
como se ha demostrado antes. Puesto que el área del cono ABG está com-
puesta por la del BDE y por la comprendida entre DE y AG; la del ABG
equivale a la de la base del MNP; la del DBE a la de la base del ORQ y,
finalmente, el área comprendida entre DE y AG es igual a la de la base
del cono TKL, la base del MNP será equivalente a las de los TKL y
ORQ, y como estos conos tienen la misma altura, el MNP será equiva-
lente a los TKL y ORQ; pero el MNP es equivalente al ABG y el ORQ
al rombo DBEZ; luego lo que queda del cono ABG después de haberle
quitado el rombo DBEZ equivale al cono TKL.
21. Si uno de los conos que forman un rombo se corta por un plano
paralelo a la base y el círculo producido por esta sección es la base de
un cono que tiene el mismo vértice que el otro cono del rombo, y si del
rombo total se quita el producido por esta construcción, lo que queda
será equivalente a un cono cuya base tenga la misma área que la com-
prendida entre los planos paralelos y la altura igual a la perpendicular
trazada desde el vértice del segundo cono al lado del primero.
Sea ABGD un rombo formado por dos conos rectos y cortemos uno
de ellos por un plano paralelo a la base que produce la sección EZ, la
cual es base de un cono con el vértice en el punto D, y se tendrá cons-
truido el rombo EBZD; restemos este rombo del rombo total, y supon-
gamos un cono TKL cuya base sea igual al área comprendida entre AG
y EZ y altura igual a la perpendicular trazada desde el punto D a la rec-
ta BA o a su prolongación. Digo que el resto de que hemos hablado equi-
vale al cono TKL (Fig. 22).
y llamando S al área lateral del cono AGB, g a su generatriz AB y d a la
perpendicular DB desde el vértice del cono DBG, se tiene:
S=rrrg, (h! +h2)r=dg;
S
y poniendo en lórmula anterior el valor rrr=-, deducido de la primera de estas
g
igualdades y la segunda, resulta:
1
V=-Sd,
3
que es el valor encontrado por Arquímedes.
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 51
Sean los dos conos MNP y ORQ. Si la base del MNP es equivalente
al área del ABG y la altura igual a la recta DH, el cono MNP, según lo
hemos demostrado, será equivalente al rombo ABGD, y si la base del
ORQ es equivalente al área del
N
EBZ y la altura igual a la rec- B
~
ta DH, el cono ORQ será equi-
valente el rombo EBZD; pero
M P
puesto que el área del cono ABG
R
se compone de la del EBZ y la
comprendida entre EZ y AG Y es
igual a la de la base del cono
MNP, y la del EBZ igual a la
& o Q
~
bases de los conos ORQ y TKL,
Y estos conos tienen la misma
altura, el MNP es equivalente a T L
te como MX a XG; luego la suma de todas las rectas ES, SK, ZP, PL,
BR, RD, HV, VN, TX y XM es a la suma de todas las AS, SO, OP, PQ,
QR, RU, UV, VW, WX y XG como
8 la suma de las primeras a una de
las segundas; luego la suma de las
rectas EK, ZL, BD, HN Y TM es
al diámetro AG como la recta ES
a la SA; pero la ES es a la SA
como la GE a la EA; luego la suma
de las rectas EK, ZL, BD, HN Y
TM es al diámetro AG como la
recta GE a la EA.
23. Si en un segmento circular
se inscribe un polígono de un nú-
mero par de lados iguales, excepto
la base, y se unen por paralelas a
esta, la suma de estas paralelas con
D la mitad de la base del segmento
FIG. 23. es a la altura de este como la recta
trazada desde el extremo del diá-
metro hasta uno de los lados del polígono es a un lado de este.
Tracemos en el círculo ABG una recta cualquiera AG; inscribamos
sobre ella en el segmento ABG un polí-
gono de un número par de lados, todos B
iguales entre sí excepto la base AG, y tra-
cemos las rectas ZH y ET paralelas a
AG. Digo que la suma de las rectas ZH,
ET y AS es a la recta BS como la DZ,
al lado ZB (Fig. 24).
Tracemos las rectas HE Y AT, que se-
rán paralelas a la ZB y, por la misma ra-
zón que en el teorema anterior, KZ es a
KB como KH a KA, como EM a ML,
como MT a MN y como SA a SN; lue-
go la· suma de las rectas ZK, KH, EM, o
MT Y AS es a la suma de las BK, KD, FIG. 24.
LM, MN y NS como una de las prime-
ras rectas a una de las segundas; luego la suma de las ZH, ET y AS es
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 53
B
1\
SOPQRUV
1 do del radio del O sea igual al área
comprendida por AE y por la mi-
FIC. 26. tad de EZ; que el cuadrado del
radio del P sea igual al área com-
prendida por AE y por la mitad de la suma de EZ y HT; que el cuadrado
del radio del Q sea igual al área comprendida por AE y la mitad de la suma
de las rectas HT y GD; que el cuadrado del radio del R sea igual al área
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 55
I
del cono P equivale a la de la figu-
ra inscrita en la esfera y la altura
es igual a la perpendicular trazada
desde el punto X al lado AZ y por
p S haberse demostrado que el área de la
o figura inscrita es menor que el cuá-
FIG. 29.
druple de un círculo máximo de la
esfera, la base del cono P es menor
que el cuádruple de la del cono S, y como su altura es menor que la
de este cono S, es evidente que el cono P es menor que el cuádruple
del S; pero P equivale a la figura inscrita; luego esta es menor que el
cuádruple del cono S.
29. El área total de una esfera es menor que la de la figura inscrita.
Sea ABGD un círculo máximo de una esfera; circunscribámosle un
polígono equiángulo y equilátero de un número de lados divisible por 4
y circunscribamos un círculo al polígono circunscrito. El centro del círcu-
lo circunscrito será el mismo que el del ABGD y si el diámetro EH
permanece fijo mientras el plano del polígono EZHT y el círculo ABGD
hacen una revolución, es evidente que la circunferencia de este círculo
ABGD describirá la superficie de una esfera cuyo centro será el mismo
que el de la menor; los puntos de contacto de los lados del polígono
describirán en la superficie de la esfera menor círculos perpendiculares
al ABGD; los ángulos del polígono, excepto los de vértices E y H, des-
cribirán circunferencias de círculo en la superficie de la esfera mayor,
cuyos planos serán perpendiculares al círculo EZHT y los lados del po-
lígono describirán superficies cónicas como en el teorema anterior, de
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA y EL CILINDRO 59
modo que una figura limitada por superficies cónicas queda circunscrita
a la esfera menor e inscrita en la mayor (Fig. 30).
Sea KD el diámetro de uno de los círculos de la esfera menor; K Y D
los puntos en que dos lados del polígono circunscrito tocan al círculo
ABGD, y, dividida la esfera en dos
partes por un plano trazado por la z
recta AD perpendicular al círculo
ABGD, también quedará dividida en
dos partes por el mismo plano la
figura circunscrita a la esfera.
Ahora bien: es evidente que las
superficies obtenidas de este modo
tienen los mismos límites en el mis- E I+-:----+--T-------::~ H
mo plano porque el de ambas es
la circunferencia del círculo descri-
to alrededor del diámetro KD per-
pendicular al círculo ABGD; am-
bas superficies son cóncavas en la
misma dirección y una de ellas está
envuelta por la otra y por un pla- T
no que tiene los mismos límites que FIG. 30.
esta otra; luego el área del segmento
esférico que está envuelto es menor que la de la figura circunscrita al
mismo segmento; y, análogamente, la del otro segmento esférico es me-
nor que la de la figura. circunscrita al mismo; luego el área total de una
esfera es menor que la de la figura circunscrita.
30. El área de una figura circunscrita a una esfera es igual a la de
Un circulo cuyo radio, al cuadrado, es igual a la superficie cónica com-
prendida por uno de los lados del polígono y por una recta igual a la
suma de las rectas que unen los ángulos del polígono y son paralelas a
una de las que subtienden dos lados del polígono.
En efecto, la figura circunscrita a la esfera menor está inscrita en
la mayor; pero se ha demostrado que el área de la figura inscrita en la
esfera limitada por superficies cónicas equivale a la de un círculo cuyo
radio, al cuadrado, es igual a la superficie comprendida por uno de los
lados del polígono y por una recta igual a la suma de las rectas que unen
los ángulos del polígono y son paralelas a una de las rectas que subtien-
den dos lados del polígono; luego es evidente lo arriba propuesto.
60 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
TZ TK
-----
XZ XM
1
~ M N P
inscrita (Fig. 35).
Tomemos un círculo M cuyo
cuadrado del radio sea igual al área
FIG. 35. comprendida por el lado ET y la
mitad de EZ, el cual círculo será
equivalente al área del cono cuya base es el círculo descrito alrededor de
EZ como diámetro y vértice en el punto T y tomemos otro círculo cuyo
cuadrado del radio sea igual al área comprendida por ET y la mitad de
ARQUIMEDES.~SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 67
la suma de las rectas EZ y GD, círculo que será equivalente al área del
cono comprendida entre los planos paralelos trazados por las rectas EZ
y GD, Y tomemos análogamente, otro círculo P cuyo radio, al cuadrado,
sea igual al área comprendida por AG y la mitad de la suma de las rec-
tas GD y AH, el cual círculo será también equivalente al área del cono
comprendida por los planos paralelos trazados por las rectas AH y GD.
La suma de estos círculos será equivalente al área total de la figura
inscrita en el segmento y la suma de los cuadrados de sus radios al área
comprendida por un lado AG y la suma de las rectas EZ y GD con la
mitad de la base AK. Pero el cuadrado del radio de L era también igual
a la suma de los círculos M, N Y P, y, por tanto, el área del círculo L
es igual al de la figura inscrita en el segmento.
39. Si se corta una esfera por un plano que no pase por su centro
y es AEZ un círculo máximo de esta esfera perpendicular al plano que
la corta, inscribamos en el segmento ABG un polígono cuyos lados, ex-
cepto la base AB, sean iguales y en número par.
Si, como en los teoremas, permanece fijo el G
diámetro GZ y se hace girar al polígono, los
ángulos D, E, A y B describirán circunferencias
de círculo de diámetro DE y AB y los lados
del polígono superficies cónicas.
De este modo habrá resultado una figura
sólida limitada por superficies cónicas y te-
niendo por base el círculo descrito alrededor
del diámetro y por vértice el punto G, y el área
de esta figura, lo mismo que en los teoremas
anteriores, será menor que la del segmento en
que está comprendida la figura porque la cir-
z
FIG. 36.
cunferencia del círculo descrito alrededor de
AB como diámetro es el límite del segmento y
de la figura inscrita, estas dos superficies son cóncavas en la misma di-
rección y una de ellas está comprendida en la otra.
40. El área de la figura inscrita en un segmento de esfera es me-
nor que la de un círculo de radio igual a la recta trazada desde el vértice
del segmento a la circunferencia del círculo de su base.
Sea ABZE un círculo máximo de una esfera en la que consideramos
. un segmento que tenga por base el círculo descrito alrededor de AB
como diámetro; inscribamos en el segmento la figura que hemos dicho;
68 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
luego el área de la figura KZL es mayor que la del círculo cuyo radio
es igual a la recta trazada desde el vértiCe del segmento a la circunfe-
rencia del círculo que es la base de este, es decir: a la circunferencia
del círculo descrito alrededor de AB como diámetro porque el círculo N
es igual al área de la figura circunscrita al sector.
45. La figura circunscrita a un sector, con el cono que tiene por
base el círculo descrito alrededor de KL como diámetro y por vértice
.el centro de la esfera, es igual a un cono cuya base sea igual al área de la
figura circunscrita y altura igual a la perpendicular trazada desde el cen-
tro a uno de los lados del polígono, la cual perpendicular es, evidente-
mente, igual al radio de ]a esfera.
La figura circunscrita al sector está, en efecto, inscrita en el seg-
mento de la esfera mayor cuyo centro es el mismo que el de la menor;
luego esto es evidente por lo que se ha dicho más arriba.
46. Del teorema anterior se deduce que la figura circunscrita, con
.el cono, es mayor que un cono cuya base sea un círculo de radio igual
a la recta trazada desde el vértice del segmento de la esfera menor a la
circunferencia del círculo base del segmento y altura igual al radio de la
,esfera, porque el cono, que será igual a la figura circunscrita, unida al
.cono, tendrá ciertamente una base mayor que el círculo de que hemos
hablado y una altura igual al radio de la esfera menor.
47. Dada una esfera y en ella un círculo máximo y el segmento ABG
menor que la mitad de este círculo, de centro D, inscribamos en el sec-
tor ABG un polígono equiángulo; circuncsribamos otro semejante a este
con los lados paralelos a los de él y circunscribamos un círculo al polí-
;gono circunscrito. Si, como en los teoremas anteriores, permanece fija
:la recta DB y hacemos girar a estos círculos, los lados de los polígonos
engendrarán dos figuras limitadas por superficies cónicas, y hay que
demostrar que la razón de las áreas de las figuras circunscrita e inscrita
es duplicada de la de los polígonos circunscrito e inscrito y la de' las fi-
guras unidas al cono triplicadas de los mismos lados.
Sean M y N dos círculos cuyos radios, al cuadrado, son iguales a las
áreas comprendidas por el lado del polígono circunscrito e inscrito y la
suma de las rectas que unen los ángulos del polígono con las mitades
de las rectas EZ y AG, círculos cuyas áreas respectivas serán iguales a
las de las figuras circunscrita e inscrita (Fig. 41).
Pero estas áreas son entre sí como los cuadrados construidos sobre
EK y AL; luego el polígono circunscrito es al inscrito como el círculo M
ARQUIMEDES.~SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 73
al N Y es, por tanto, evidente, que la razón del área de la figura circuns-
crita a la inscrita es duplicada de la de EK a AL, es decir, equivale a
la de los polígonos circunscrito e inscrito.
Consideremos ahora un cono P que tenga por base el círculo M y al-
tura igual al radio de la esfera menor, el cual cono será equivalente a
la figura circunscrita unida al cono
cuya base es el círculo descrito so-
bre EZ como diámetro y por vér-
tice el punto D y sea Q otro cono
cuya base es el círculo N y altu-
ra la perpendicular trazada desde
D a AL)' este cono s~rá equivalente E~ -+ ~MZ
este haya sido cortado por un plano perpendicular trazado por la recta
AD y que el segmento BD sea menor que un hemisferio.. Si BG es un
diámetro perpendicular a AD y desde los puntos B y G trazamos las rec-
tas BA y GA y consideramos los círculos H, Z y E de radios iguales
a BG, AG y AB, respectivamente, el círculo H será equivalente á la
suma de los Z y E, y como el área del H es igual a la total de la esfera,
porque cada una de estas áreas es cuádruple de la del círculo descrito al-
rededor del diámetro BG, el área del círculo E es igual a la del segmento
ABD por ser este menor que un hemisferio, y, por tanto, el área del círcu-
lo Z tiene que ser igual a la del segmento AGD que es mayor que un
hemisferio.
50. Un sector esférico equivale a un cono de base igual al área
del segmento que está en el sector y altura igual al radio de la esfera.
Sea ABG un círculo máximo de una esfera de centro G y conside-
remos un cono· cuya base sea un círculo igual al área descrita por el
arco ABD. Hay que demostrar que
el sector ABGD es equivalente al B
cono de que acabamos de hablar
(Fig. 44).
Si no lo es, supongámosla ma-
yor y sea T el cono. Puesto que
II
tenemos entonces dos magnitudes
desiguales: el sector y el cono,
consideremos dos rectas D y E
tales que, siendo D la mayor, la
razón de D a E sea menor que la
del sector al cono, y tomemos
o Z H E
otras dos rectas, Z y H, de modo FIG. 44.
que el exceso de D sobre Z sea
igual al de Z sobre H y al de H sobre E y en el plano del círculo cir-
cunscribámosle un polígono equilátero de un número par de lados e inscri-
bámosle otro semejante de manera que la razón de los lados de ambos
polígonos sea menor que la de D a Z y haciendo girar el círculo ABG como
en los teoremas anteriores, se tendrán dos figuras limitadas por superfi-
cies cónicas.
La razón de la figura circunscrita con el cono que tiene el vértice
en el punto G, a la de la inscrita en el mismo cono, será triplicada de la
del lado del polígono circunscrito al del inscrito, y como esta razón es
76 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
LIBRO IP
PROPOSICIONES
Il
DA y DB, y supongamos, finalmen-
te, dos círculos T y K de radios
DA y DB Y cuyas áreas serán res-
pectivamente iguales a las de los
Z H K T segmentos DAE y DBE según he-
B mos demostrado en el libro 1 (fi-
FIG. 48. gura 48).
Por ser dado el ángulo ADB
y la recta GD perpendicular a AB, la AG es a la GB, es decir: Z a H,
como el cuadrado construido sobre AD al construido sobre BD, o sea:
como el cuadrado construido sobre el radio del círculo T al construi-
ARQUIMEDES.-SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO 83
Permutando y sumando.
7
Recuérdese, en efecto, que la razón del primero al tercer término de una
8
proporción continua es la misma que la del cuadrado del primero al del se-
gundo.
9 N o es evidente, pero sí fácil de demostrar, pues por ser
XD:XB=KB:PP, DX>BX,
es
KB=BZ>BP.
84 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
B[)2 XZ
--=--,
DX2 ZT
KN2 BK2
92 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
y, por tanto,
TB : BK=TN2 : KN2.
~~
que el doble del construido sobre
el radio; y si la recta GQ es igual
al radio del círculo ABD haga- Q~M
mos de modo que CQ sea GK como D Z
Q '-----'+----+-t-----.H
H~N
una recta MA a AK y sobre el
círculo de diámetro BD construya-
mos un cono con el vértice en el
punto M, el cual cono será equiva-
CW
lente al segmento esférico construi- FIG. 54.
do en el arco BAD (Fig. 54).
Tomemos una recta EN igual a EL y sobre el círculo de diámetro TZ
construyamos un cono de vértice en el punto N, el cual cono será equi-
valente al hemisferio construido en el arco TEZ. Pero el área compren-
PROPOSICIONES
Ap·PG+Ap2> AK.KG+AK·GQ,
sale inmediatamente
AP(PG+AP) > AK(KG+GQ), Ap·AG> AK·KQ.
1 Este brevísimo escrit<r-So1o consta de tres proposiciones-,-es uno de los
ARQUIMEDES.-MEDIDA DEL CIRCULO 95
de donde, finalmente,
EH \1'349.450 591 1/ 8
-- > -----=---
HG \1'23.409 153
De un modo análogo, y dando siempre prueba fidedigna de su extraordi-
naria habilidad como calculador, Arquímedes encontró los siguientes valores,
que sintetizamos en un cuadro y expresamos en números decimales para faci-
litar la comparación con los valores exactos:
265 1.351
\1'3= 1,732050 --=173202 --=1732051
153 ' 780 '
/349A50= 591,14 591 1/8 = 591,125
\1'1.373.943 33 / 64 = 1172,15 1.1721/8 = 1.172,125
V 5.472.132 11t6=2339,26 2.339 1/4 = 2.339,25
\1'9.082.321 = 3013,68 3.013 1/ 4 =3.013,25
\l'IT8-0.929 = 1838,74 1.8389/ 11 = 1.838,818
\1'1.018.405 = 1009,165 1.009116 = 1.009,166
v4.069.284 1126=2017,24 1.0171/4 = 1.017,25
· .. 1
1
DEFINICIONES
y si es una elipse, la figura separada del lado del vértice se llama segmento
de cono, cuya base será el plano comprendido por la elipse; vértice el
del cono y eje la recta trazada desde el vértice del cono al centro de la
elipse.
2. Si se corta un cilindro por dos planos paralelos que encuentren a
todos los lados del cilindro, las secciones serán círculos o elipses iguales
y semejantes entre sí. Si son círculos, es evidente que la figura compren-
dida por los planos es un cilindro, y si son elipses la figura se llamará
tronco de cilindro 8, cuya base será uno u otro de los planos compren-
didos por la elipse, y eje la parte del eje del cono que está entré los
centros de las elipses.
II
PROPOSICIONES
H T ] K L M
1] es a H, y A a N como H a V, Y
N a la suma de N, U, O, P, R Y
S como Va la de las T, Q, Z, X, e
A 8 G D E F y W, resulta que la suma de A,
B, G, D, E Y F es a la de N, U, O,
P, R Y S como la de H, T, 1, K, L
Y M a la de V, Q, Z, X, e y W.
Si de las primeras magnitudes
I I
solo las A, B, G, D Y E se compa-
ran con las N, U, O, P Y R de las
segundas y la magnitud F no se
compara con ninguna, y de las se~
N UO P R S
I V Q Z X e w
1gundas magnitudes solo las H, T, l,
K Y L se comparan con sus co-
FIG. 59. rrespondientes V, Q, Z, X y e y
la M no se compara con ninguna,
es la suma de A, B, G, D, E Y F a la de N, U, 0, P y R como la de
H, T, 1, K, L Y M a la de V, Q, Z, X y c.
3. Dadas varias rectas desiguales, a cada una de las cuales se aplica
un área cuya parte excedente sea un cuadrado II cuyos lados se excedan
igualmente, siendo el exceso igual al lado del cuadrado menor, y si se
tiene el mismo número de otras áreas iguales a la mayor de estas, la
razón de la suma de las áreas iguales a la de las desiguales es menor que
la de una recta igual al lado del cuadrado mayor y una de las rectas
II 8'L xa ... , 1WQ' ExáoTav atJ1:uv naQanÉorj "tL XroQLOV iJnEQ~áAAOV EtBEL
"tE"tQ<lYW'YJ'!', es decir, aplicar a· una recta a un rectángulo R de base b y altu-
ra hde tal modo que sea h-a=b. Sobre la aplicación de áreas, ya clásica en
los días de Arquímedes, véase EUCLIDES: Elementos, 1, 44, nota 50, y U, 5-11.
ARQUlMEDES.-SOBRE CONOIDES Y ESFEROIDES 107
iguales a otra recta igual a la tercera parte del lado del cuadrado mayor
y la mitad de las rectas iguales; y la razón de la suma de las áreas iguales
a la de las desiguales, excluida la mayor, es mayor que la misma razón 12.
Si a las rectas desiguales A se aplican sendos cuadrados de lados
B, G, D, E, Z y H que se exceden igualmente y el exceso es igual al lado
se tiene:
n·R a+nh
- - - - - -n - - - - < - - - - , [1]
R 1 +R 2+R 3+... +R n_ 1 +R n nh a
--+-
3 2
nR n a+nh
----------- > --- [2]
R1+R2+R3+ ... +Rn-z+Rn_l nh a
--+-
3 2
que se puede demostrar rápidamente recordando que, por la prop. 1, es
n ·anh < 2[ah+a· 2h+ +a(n-l)h+a·nh]
< 2[ah+a·2h+ +a(n-l)h],
y por el teorema 10 del libro Sobre las espirales:
n(nh)Z < 3[h 2 + (2h)2+ (3h)2+ '" + (n-l. h)2+ (nh)2h]
> 3[h2 + (2h)1+ (3h)2+ '" + (n-l. h)2,
de donde
an1h n(nh)l
-+-- < {(ah+h2 ) +[a·2h+ (2h)Z]+ ... +[a·nh+ (nh)2]}
2 3
= R 1 +R1+ ... +R n
> {(ah+h2) + [a· 2h+ (2h)2] + ... + [a·n-l·h+ (n-l.h)2]}
= R 1 +R2 + ... +R n _ 1
y, por tanto, inmediatamente [1] y (2).
108 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
K K K K K
ceden unas a otras en una magni-
K
tud igual a la menor porque las
L l. L L L L
aplicadas sobre las rectas A y sus
anchos se exceden también igual-
FIG. 60. mente y las áreas TI, que son tan-
tas como estas áreas desigua-
les, son todas iguales a la mayor de estas; luego la suma de las
áreas TI será menor que el doble de la de las A, y si se resta la ma-
yor de las A, la suma de las áreas TI será mayor que la de las res-
tantes A, y, por tanto, la suma de las áreas 1 es menor· que la de las
áreas A y mayor que la de estas áreas si se suprime la mayor.
Se tienen también ciertas rectas B, e, D, E, Z Y H que se exceden unas
a otras en una magnitud igual a la menor y hay, además, las rectas KL,
tantas como las anteriores, iguales a la mayor de ellas; luego la suma de
los cuadrados construidos sobre las rectas iguales a la mayor es menor
que el triple de la suma de los cuadrados construidos sobre las rectas
que se exceden igualmente, y si se resta el cuadrado construido sobre
la mayor de las desiguales, resulta que la suma de los cuadrados cons-
truidos sobre las que son iguales a la mayor de las desiguales será mayor
que el triple de los cuadrados restantes, como se ha demostrado en el
libro Sobre las espirales, y, por consiguiente, la suma de las áreas K
es menor que la de B, e, D, E, Z Y H Y mayor que la de e, D, E, Z y H;
luego la suma de las áreas 1K es menor que la de AB, Ae, AD, AE, AZ
y AH Y mayor que la de Ae, AD, AE, AZ y AH.
Es, pues, evidente que la razón de la suma de las áreas TI y KL a la
ARQUIMEDES.-SOBRE CONOIDES Y ESFEROIDES 109
OM.ON PA2
OM'.ON' PB2
14 8Lá~8'tQOC;, recta que biseca a todas las rectas [cuerdas] paralelas a la base
del segmento: 'táv 8(xu 'tÉ~vou(J(J,v 'tá~ S'Úe8((J,~ O'tá(Ju~ 'ta~ O't(J,Q(J, 'táv ~á(JLV uu'tOií
a:YO~8'VU~.
15En el sentido de eje.
16Como recta a la que ha~~. aplicar un rectángulo de ancho igual a la abs-
cisa de un punto y área equiValente al cuadrado de la ordenada: na,Q üv Mv(J,'V't(J,L
uL ano 'ta~ 'to~ac;.
110 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
área de DZ y DH.
Tomemos un cono de vértice
G cuya superficie contenga al
círculo o a la elipse que se ha
descrito sobre EB, lo cual es po-
sible porque la recta que une el
punto G con el medio de EB es
perpendicular al plano trazado por
BB y la elipse descrita sobre EB lc----~IE-----_ _--''''B
DZ·DH LA·LB
116 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
al eje que encuentre a todos los lados del cono envolvente, la sección
es una elipse cuyo eje mayor será la intersección del plano secante con
el perpendicular a este trazado por el eje del conoide.
Cortemos un conoide por los dos planos indicados y sea ABG la
hipérbola de la sección del conoide; AG la intersección de los dos
planos; BD el eje del conoide y de la sección, y supongamos que esta
se haya hecho tornando un punto
cualquiera K desde el cual se ba-
jará KT perpendicular al plano de
la hipérbola ABG (Fig. 71).
Trazando por T la EZ perpen-
dicular a BD y por EZ y KT un
plano secante al conoide, este que-
dará cortado por un plano perpen-
dicular al eje y la sección será un
círculo por el centro en D y el
cuadrado de la perpendicular KT
equivaldrá al área comprendida por
G
ET y TZ.
FIG. 71.
Trazando las rectas MN y BQ
paralelas a AG y EZ respectivamen-
te y tangentes a la hipérbola en los puntos N y B, el área comprendida por
ET y HZ será a la comprendida por AT y TG como el cuadrado de
BQ al de QN; luego el cuadrado de TK es al área de AT y TG corno
el de BQ al de QN; Y del mismo modo se demostraría que los demás
cuadrados de las perpendiculares trazadas desde la sección a AG son
a las áreas comprendidas por los segmentos de AG determinados por
estas perpendiculares corno el cuadrado de BQ al de QN; pero la recta
BQ es menor que la QN porque MQ es menor que QN, siendo la MB
menor que la PB por una conocida propiedad de la hipérbola; luego
esta sección es una elipse.
Análogamente, si la recta GL es paralela a MB y la AL perpendicular
a la BD, el eje mayor será la recta AG y el menor la AL.
15. Cortando un esferoide alargado por un plano no perpendicular
al eje, la sección es una elipse cuyo eje mayor será la intersección del
plano secante con el perpendicular a este trazado por el eje del
esferoide.
Si el plano secante pasa por el eje del esferoide o es paralelo, la
122 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
v
B que cortando continuamente el
~
cilindro en dos partes por un pla-
35 Siendo, en efecto,
fig circ- fig insc < segm - C,
es
seg - fig ins < seg - C,
y, por tanto,
fig ins> C.
130 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
restantes 36; luego la suma de los cilindros del cilindro total, cuyo eje es
la recta BD,es mayor que el doble de la figura inscrita, y, por consiguien-
te, el cilindro total, de eje BD, es mayor que el doble de la figura ins-
crita; y corno este cilindro es doble del cono e, la figura inscrita es me-
nor que este cono, lo cual es. imposible porque se ha demostrado que
es mayor; luego el segmento de conoide no es mayor que el cono e 37.
24. El segmento de conoide parabólico producido por un plano
oblicuo al eje equivale a tres veces la mitad del cono de la misma
base y del mismo eje 38.
25. Si los dos segmentos de un conoide parabólico producidos por
dos planos: uno perpendicular y otro oblicuo al eje, tienen ejes iguales,
son equivalentes.
Obtenidos dos segmentos de conoide parabólico en la forma dicha,
cortemos el conoide por un plano
B
perpendicular al eje y sea ABG
la parábola sección de diámetro
BD; las rectas AZ y EG las inter-
secciones de los planos, siendo
una: la EG, perpendicular al eje,
y la otra AZ oblicua; BT y LK
los ejes de los segmentos, iguales
entre sí, y B Y L sus vértices. Hay
que demostrar que el segmento de
conoide cuyo vértice es el punto
B equivale al que tiene su vértice
en L.
Por tener en la misma parábo-
la los segmentos ALZ y EBG cuyos
X A diámetros LK y BT son iguales, se-
FIG. 78. rán equivalentes los triángulos ALK
y ETB por haberse demostrado que
lo son los ALZ y EBG. Tracemos la recta AX perpendicular a la prolonga-
DO'
s S D
menor que la del semiesferoide so-
bre el cono V. Puesto que la figura
inscrita es mayor que el semiesfe-
roide, el exceso de este sobre la fi-
gura inscrita será menor que el que
tiene sobre V, y es evidente que la
~F
figura inscrita en el semiesferoide
es, mayor que el cono V.
Considerando ahora un cilindro
S S S S S
cuya base sea el círculo de diá-
FIG. 81. metro AG y eje BT, por ser este ci-
lindro triple del cono, de la misma
base y el mismo eje que el segmento y el cono V doble de este cono, el
cilindro será triple de la mitad del cono V.
Prolongando los planos de las bases de todos los cilindros de la fi-
figura inscrita hasta la superficie del cilindro de igual base y eje que el
segmento, el cilindro total quedará descompuesto en tantos cilindros como
hay en la figura circunscrita, los cuales serán iguales al mayor de estos,
y tomando las rectas señaladas con la letra 5, tantas como los segmentos
en que está dividida la recta BT e iguales a BT, constrUyamos sobre cada
una de ellas un cuadrado.
Separando del último cuadrado el gnomon de anchura BI, este gnomon
será equivalente al área comprendida por BI e ID 40; separando del cua-
siendo la menor de ellas igual al exceso de unas sobre otras, y otras líneas
indicadas con las letras 5, tantas como las primeras e iguales a la mayor
de las últimas; luego la suma de los cuadrados construidos sobre las rectas
iguales a la mayor es menor que el triple de la suma de los cuadrados
construidos sobre las que se exceden en la misma magnitud, y si se separa
el cuadrado construido sobre la mayor, esta suma será mayor que el triple
de la de los cuadrados restantes, como se ha demostrado en lo que hemos
dicho sobre las espirales 42; pero puesto que la suma de todos estos cua-
drados es menor que el triple de la de los separados, es evidente que esta
suma es mayor que el triple de la mitad de las áreas restantes; luego esta
suma es mayor que el triple de la mitad de la de los gnomones, y, por tanto,
el cilindro de igual base y eje que el segmento es mayor que el triple
de la mitad de la figura inscrita, lo cual es imposible porque este cilin-
dro equivale al triple de la mitad del cono V y se ha demostrado que la
figura inscrita es mayor que V; luego el semiesferoide no es mayor que
el cono V.
Tampoco es menor porque si lo fuera, inscribamos en el semiesferoi-
de una figura sólida formada por cilindros de la misma altura y circuns-
cribámosle otra de manera que el exceso de esta sobre aquella sea menor
que el del cono V sobre la mitad del esferoide y hagamos lo demás como
antes, y puesto que la figura inscrita es menor que el segmento, la cir-
cunscrita será menor que el cono V.
El primero de los cilindros del cilindro total, de eje TE, es al prime-
ro de los de la figura circunscrita, de igual eje, como el primer cuadrado
a este mismo cuadrado. El segundo cilindro del cilindro total, de eje EP,
es al segundo de los de la figura circunscrita, de igual eje, como el se-
gundo cuadrado del gnomon separado de él; y análogamente cada cilin-
dro del cilindro total, de eje igual a TE, es al cilindro correspondiente de
la figura circunscrita del mismo eje, como el cuadrado correspondiente
al gnomon de que se ha separado; luego la suma de todos los cilindros
del cilindro total es a la de todos los de la figura circunscrita como la
de todos los cuadrados es a un área igual a la suma de los primeros
cuadrados y gnomones de que están separados; pero la suma de todos los
cuadrados es menor que el triple de la mitad de un área igual a la suma del
primer cuadrado y de los gnomones separados de los otros cuadrados,
porque esta suma es mayor que el triple de la de los cuadrados cons-
truidos sobre rectas desiguales, excepto el construido sobre la mayor;
42 Vid. infra, Sobre las espirales, prop. 10, corolario.
ARQUIMEDES.-SOBRE CONOIDES Y ESFEROIDES 139
R
/----/-----1 G
s
LIJ cuya recta de unión pasará por el
centro T del esferoide y de la elipse
y prolonguémosla tomando ZH igual
a TZ (Fig. 84).
Puesto que se ha cortado el es-
feroide por un plano oblicuo al eje,
la sección será una elipse de diáme-
tro AG y consideremos un cilindro
FIG. 84. de eje BD y un cono de vértice B,
cuyas superficies contengan la elipse
de diámetro AG, de modo que tendremos un segmento de cilindro y otro
de cono con la misma base y el mismo eje, ambos, que el del esferoide, y
hay que demostrar que el segmento de esferoide de vértice B es al de cono
de la misma base y la misma altura como DH a DZ.
Consideremos un cono V qu~ sea el segmento de cono de igual base
y eje que el del esferoide como DH a DZ. Si el segmento de esferoide no
es equivalente a V, supongamos primeramente que sea mayor e ins-
cribámosle una figura sólida formada por segmentos de cilindro de igual
altura y circunscribámosle otra de modo que el exceso de esta sobre
aquella sea menor que el del segmento del esferoide sobre el cono V y
se demostrará como antes que la figura inscrita es mayor que V y que
la razón del segmento de cilindro de igual base y eje que el de la figura
inscrita es mayor que la de este segmento de cilindro al cono V, y, por
tanto, el segmento de esferoide no es mayor que V.
Suponiendo ahora que sea menor, inscribámosle de nuevo una figura
sólida formada por segmentos de cilindro de igual altura y circunscri-
bámosle otra tal que su exceso sobre la inscrita sea menor que el del
cono V sobre el esferoide y demostraríamos como antes que la figura
circunscrita es menor que V y que la razón del segmento de cilindro de
igual base y eje que el del esferoide a la figura circunscrita es menor que
la del segmento de cilindro al cono V, lo cual es imposible; luego el seg-
mento de esferoide no es menor que V y como tampoco es mayor, es
igual.
33. Cortando un esferoide por un plano perpendicular al eje y que
ARQUIMEDES.-SOBRE CONOIDES Y ESFEROIDES 145
3 'tÉAO~ ~É Jt0680Óf.1 8VCL , según la lección de Heiberg; pero como el ms. XXVIII
de la Laurenciana dice 'tÉAO'Us ~É JtO'tL~8Óf.18VCL, los dos teoremas aludidos-que,
en realidad, como se verá después, son tres-Arquímedes debió de conside-
rarlos simplemente defectuosos.
4 Vid. supra, Sobre la esfera y el cilindro, 1, 35.
5 't0 ~068V 'tf.1clf.1CL OcpCL(QCL~'t0 ~06ÉV'tL 'tf.1áf.1CL'tL OCPCL(QCL~ 0110LWOCLL, problema
resuelto en Sobre la esfera y el cilindro, n, 6, donde está enunciado así: «Cons-
truir un segmento esférico semejante a uno dado y equivalente a otro tam-
bién dado.»
6 Vid. supra, Sobre la esfera y el cilindro, lI, 9.
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 149
10 EA.L;.
11 Espira.
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 151
1
PROPOSICIONES
cada una de ellas se toma otra que es recorrida por el. punto correspon-
diente en tiempos iguales, estas líneas serán proporcionales.
Si un punto recorre con velocidad uniforme la línea AB y otro la
GD, tomemos en la AB las GD y DE Y en la KL las ZH y HT; suponga-
mos que el punto que se mueve en AB recorre la línea GD en un tiempo
igual al que el otro punto que se mueve en KL recorre la ZH y que,
análogamente, el primer punto recorre la línea DE en el mismo tiempo
que el otro la HT. Hay que de-
A...- G- >__----<B mostrar que GD es a DE como ZH
~ Z a HT (Fig. 87).
M
I Si MN y NS son los tiempos
FIG. 87. que tarda el primer punto en re-
correr las líneas GD y DE duran-
te los cuales el otro punto recorrerá las ZH y HT, la línea GD será a la
DE como el tiempo MN al NS, y la ZH a la HT como MN a NS; luego
GD es a DE como ZH a HT.
3. Dados varios círculos cualesquiera, se puede encontrar una recta
mayor que la suma de sus circunferencias, porque circunscribiendo un po-
lígono a cada círculo, es evidente que la recta formada por todos los con-
tornos es mayor que la suma de las circunferencias de los círculos.
4. Dadas dos líneas desiguales, como una recta y una circunferen-
cia de círculo, se puede construir una recta menor que la mayor de las
dos líneas y mayor que la menor, porque si la recta se divide en tantas
partes iguales al exceso de la mayor sobre la menor que hay que agregar
a si mismo para superar a la menor, una parte de esta será menor que
dicho exceso; y si la circunferencia es mayor que la recta y se añade a
esta una de sus partes, es claro que esta segunda recta será mayor aún
que la menor de las líneas dadas y menor que la mayor por ser la parte
añadida men~r que el exceso.
5. Dada una circunferencia de círculo y una tangentes a ella, se pue-
de trazar una recta desde el centro a la tangente de tal modo que la
razón de la recta comprendida entre la tangente y la circunferencia al
radio sea menor que la del arco comprendido entre el punto de contacto
y la recta a un arco cualquiera dado.
Sea ABG la circunferencia dada de centro K y DZ la tangente en el
punto B. Considerando un arco cualquiera, se puede encontrar una rec-
ta mayor que él. Si E es esta recta, tracemos por el centro K la AH pa-
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 153
20 Se tiene, en efecto:
A2=(A+2B+2G+2D+2E+2Z+2H+2T)T <
< (A+B+G+D+E+Z+H+T),
de donde:
A2+(A+B+G+D+E+Z+H+T)T < 3A2.
160 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
21 Si son n+l las rectas desiguales AB, GD, ... , y, por tanto, n las AC,
GF, ... , poniendo
NO=a, LY=l,
es AC=n, y, por consiguiente,
PD2+QZ2 + =n(n+a)2,
AB2+GD2+ -N02
+ Gp2+HW2 +Db + LY2 + N02)n
= (AC 2
+2NO(AC +GF +HW +IX +LY)
=i(2n2 +n+ l)n +a2n +2a(n+ 1)· tn,
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 161
II
DEFINICIONES
111
SIGUEN LAS PROPOSICIONES
(AM+MF)+(AM-MG)=AF+AG=AH+AG> 2AT.
166 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
desde el origen, estas rectas son entre sí como los arcos de que hemos
hablado añadidos a una circunferencia del primer círculo.
Sea la espiral ABGDTELM cuya parte ABGDT está descrita por la
primera revolución y TELM por la segunda y tracemos las rectas AE
y AL. Hay que demostrar que AL es a AE como los arcos TKZ y TKH
más una circunferencia del primer círculo añadida a ambos arcos.
El punto A recorre las rectas AL y
AE en el mismo tiempo que el Tuna
circunferencia del círculo y los arcos T KZ
y TKH, respectivamente, y como estos
puntos se mueven. con velocidad unifor-
me, es evidente que AL es a AE como
el arco TKZ más una circunferencia al
TKH más una circunferencia (Fig. 98).
Análogamente se demuestra que si
las dos rectas se trazan a la tercera re-
volución, dichas rectas son entre sí como
los arcos de que hemos hablado más de
FIG. 98.
dos veces de la circunferencia del círcu-
lo, y, en general, las rectas trazadas a
una revolución cualquiera son entre sí como dichos arcos más tan-
tas veces, menos una, la circunferencia del círculo como revoluciones
se han tomado, incluso si una de las rectas cae sobre el extremo de la
espiral.
16. Si una recta toca a la primera revolución de una espiral y se
une el punto de contacto con el origen de esta, los ángulos que la recta
forma con la tangente serán desiguales, obtuso el del lado de los antece-
dentes y agudo el del lado de los consecuentes.
Sea ABGDT la primera revolución de una espiral de origen A; la
recta AT el de la revolución; TKH el primer círculo; EDZ la tangente a
la espiral en el punto D, que se une con el origen por medio de la recta
DA. Hay que demostrar que el ángulo DZA es obtuso.
Haciendo centro en A y con radio AD describamos el círculo DRN
y entonces la parte de la circunferencia de este círculo que está en el lado
de los ancedentes caerá dentro de la espiral y la parte del lado de los con-
secuentes fuera porque las rectas trazadas desde A a la espiral del lado
de los antecedentes son mayores que AD y las del lado de los conse-
cuentes, menores, y, por consiguiente, como el ángulo formado por las
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 167
32 Prop. 7.
33 Prop. 15.
34 Prop. 8.
170 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
ros sectores será igual a la de todos los segundos, y, por tanto, la figura
inscrita en el área considerada es igual a la circunscrita exceptuado el
sector ABW de la circunscrita y el AGS de la inscrita, que son los
únicos que no hemos considerado; luego la diferencia entre ambas fi-
guras es igual a la que hay entre esos dos sectores, que es menor que el
ABW el cual, por construcción, es menor que el área dada.
22. El teorema anterior es válido si en vez de la primera revolución
se toma una revolución cualquiera, y se demuestra del mismo modo.
23. También se verifica la misma propiedad cuando el área está com-
prendida por un arco cualquiera de espiral y dos rectas cualesquiera que
partan del origen.
24. El área comprendida por la primera revolución de una espiral y
la recta origen de ella es la tercera parte de la del primer círculo.
Sea ABGDET la primera revolución de una espiral de origen T; la
recta TA el origen de la revolución y AZHIK el primer círculo, cuya
tercera parte representaremos por
un círculo C. Hay que demostrar
que el área indicada es igual a
e, porque si no fuera igual sería
mayor o menor (Fig. 105).
Suponiendo primeramente que
es menor, se puede circunscribir
a la superficie comprendida por
la espiral ABGDET y la recta TA A f-----T"'7'*""----+L-.---l H
una figura plana formada por sec-
tores semejantes de modo que el
exceso del área de esta figura so-
bre la de aquella superficie sea
menor que el de la del círculo e
sobre la misma área.
Circunscribamos esta figura cu- Z
ya área será menor que la de e FIG. 105.
sobre las que son iguales a la mayor y sobre las que se superan en la
misma magnitud; luego la suma de los primeros sectores es mayor que
el triple de la de los segundos, según hemos demostrado anteriormente;
pero la suma de los sectores construidos sobre las rectas iguales es igual
al círculo AZH1 y la de los construidos sobre las que se superan en la
misma magnitud, excepto el construido sobre la mayor, es igual a la fi-
gura inscrita; luego el primer círculo es mayor que el triple de esta fi-
gura, y como este círculo es triple del e, este es mayor que la figura ins-
crita, lo cual es imposible porque es menor; luego el área comprendida
por la espiral ABGDET y la recta TA es igual a la del círculo e.
25. El área comprendida por la segunda revolución de una espiral
y la segunda recta está con la del segundo círculo como 7 a 12, es decir:
como el área comprendida por los radios del segundo y del primer círcu-
lo juntamente con el tercio del cuadrado del exceso del radio del segundo
sobre el del primero al cuadrado del radio del segundo.
Sea ABGDE la segunda revolución de una espiral de origen T; la
recta TE el origen de la revolu-
ción; la AE la segunda y AZH1 el
segundo círculo con dos diámetros
AH e 1Z perpendiculares entre sí.
Hay que demostrar que el área
comprendida por la espiral ABGDE
y la recta AE es a la del círculo
AZH1 como 7 a 12.
Llamando e a un círculo cuyo HI--....L.-+---+-'"'*'-~l--r,------tA
que Arquímedes demuestra por reducción al absurdo, como las dos proposi-
ciones anteriores.
47 Prop. 25.
48Por ser TB=2TA.
49 Prop. 24.
so Multiplicando, en efecto, las tres razones
KL 7
2.° cír~= 12'
2.° círc. 12
l.er círc. =3'
l.er círc. 3
--K--=l'
resulta
KL 7
--=-
L 1
de donde
KL-K=L 7-1=6
K 1
es decir,
L
K=-
6
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 179
TA2
3TAx2TA+--
3
TA2
2TA x TA+--
3
18TA2+TA2
3 19
----
6TA2+TA2 7
3
de donde
KLM-KL=M 19 -7 12
----- [1]
KL 7 7
y por ser K:L=l: 6, es
K+L=KL 1+6=7
[2]
L 6
y multiplicando [1) y [2] es
MxKL 12x 7
KL x L =--:¡:;¡;,
52 Prop. 25.
ARQUIMEDES.-SOBRE LAS ESPIRALES 181
LIBRO 11
1
POSTULADOS
II
PROPOSICIONES
luJlt///
e z
FIG. 116.
O
AD quedará descompuesto en pa-
ralelogramos iguales y semejantes
al KZ, y aplicándolos unos a otros,
sus centros de gravedad también
quedarán aplicados unos a otros 15
y tendremos un número par de
pesos iguales a KZ cuyos centros de gravedad están en la misma recta
y equidistantes unos de otros, y, por tanto, el del conjunto de todos esos
paralelogramos será el punto medio de la recta que une esos centros
de gravedad 16, lo cual es imposible porque hemos supuesto que es T,
que cae fuera de EZ; luego el centro de gravedad del paralelogramo
ABGD está en la recta EZ.
14 Props. 6 y 7.
15 Postulado 4.
16 Prop. 5, corolario b).
190 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
17 La simetría del paralelogramo respecto de las rectas que unen los puntos
medios de los pares de lados opuestos permitió a Arquímedes determinar fácil·
mente su centro de gravedad; pero como el triángulo no tiene elementos simé-
tricos tuvo que recurrir a la reducción al absurdo para demostrar que el cen-
tro de gravedad está en una mediana, lo que autoriza a sospechar que conocía
la propiedad de estas de cortarse a los 2/3 del vértice.
18 Si suponemos, en efecto, que la prolongación de ZE no pasa por el
ARQUIMEDES.-DEL EQUILIBRIO DE LOS PLANOS 193
y por ser BZ=ZG, también debe ser AE=ED; luego la recta que pasa por Z
y E pasa también por Q.
19 Prop. 8.
194 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
LIBRO 11
1
DEFINICIONES Y LEMAS
11
PROPOSICIONES
HN2 BN 1 CX2 OX 1
JM2 BM 4 PY2 OY 4
se deduce
NH CX HT CF
-- -- -- --
JM PY JI PO
y así sucesivamente.
196 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
tanto, el resto TB también será cuádruple del resto KM, es decir: de PR;
luego la suma de las rectas restantes BP y RT es triple de PR 11, Y siendo
BP triple de PQ, lo será TR de QR.
Puesto que BD es cuádruple de BP y BP triple de PQ, la recta
BQ será la tercera parte de BD, y
B como ED es la tercera parte de BD
por ser E el centro de gravedad del
triángulo ABG, la recta restante QE
será la tercera parte de BD.
Por ser T el centro de gravedad
del segmento parabólico dado, R
el de los dos segmentos AKB y BLG
juntos, y E el del triángulo ABG,
este triángulo será a la suma de los
o G segmentos restantes como TR a TE
FIG. 128. y por ser dicho triángulo triple de la
suma de los segmentos porque el
segmento total es cuádruple del tercio del triángulo 12, resulta que TR es
triple de TE, y como se ha demostrado que TR es triple de RQ, es QE, o
sea: DE, quíntuple de TE por ser iguales las rectas RE y DE; luego TD es
séxtuple de TE, y como BD es triple de DE, resulta finalmente que BT
es triple de la mitad de TD.
9. Si cuatro rectas están en proporción continua y se toma otra que
sea a los tres quintos del exceso de la mayor sobre la tercera como la
menor es al exceso de la mayor sobre la menor, y se toma también
otra recta que sea el exceso de la mayor sobre la tercera como una recta
formada por el doble de la mayor, el cuádruple de la segunda, el séxtuple
de la tercera y el triple de la cuarta es a otra formada por el quíntuple de
la mayor, el décuple de la segunda y el quíntuple de la cuarta, estas dos
rectas, juntas, serán los dos quintos de la mayor 13.
de donde
la sustituimos por la siguiente, que tiene la rapidez y claridad del cálculo alge-
braico, cuyo desconocimiento por los griegos suplió Arquímedes con su excep-
cional habilidad técnica.
Dados cuatro segmentos rectilíneos a > b > e > d en proporción continua
y otros dos x e y tales que sea
x d y
3/ 5 (a- c) a- a' a- e
2a+ 2b+ 6c+3d
Sa+ lOb+ lOe+Sd'
cuya suma, teniendo en cuenta que por hipótesis es bc=ad, vale x+y=2/5 Q.
14 Arquímedes llama también segmento a la figura comprendida entre dos
cuerdas paralelas y los arcos parabólicos que interceptan: a:n:o oQ6oyooví.o'U xrovov
to¡.tús a<paQoú¡.tEvO~, es decir, nuestro trapecio parabólico.
202 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO II
Pero este cubo es a un sólido que tenga por base el cuadrado cons-
truido sobre DR y por altura el doble de AZ, juntamente con DH, como
DH es al doble de DZ, juntamente con DZ, y como QN es al doble
de ON, juntamente con QN, y tenemos, pues, cuatro magnitudes: el
sólido cuya base es el cuadrado construido sobre AZ y altura doble
de DR, juntamente con AZ; el cubo construido sobre AZ; el cons-
truido sobre DR, y el sólido que tiene por base el cuadrado de DH y
por altura el doble de AZ, juntamente con AZ, las cuales cuatro mag-
nitudes son proporcionales dos a dos a otras cuatro: al doble de NP,
juntamente con MN a MN; a NQ y al doble de NO, juntamente con NQ;
luego el sólido cuya base es el cuadrado construido sobre AZ y altura
doble de DR, juntamente con AZ, es al que tiene por base el cuadrado
construido sobre DR y altura doble de AZ, juntamente con DH, como
el doble de NP, juntamente con MN, es al doble de NO, juntamente
con NQ.
Pero la razón de estos dos sólidos es la misma que la de TI a IK;
luego TI es a IK como la primera recta compuesta a la segunda, y
sumando y quintuplicando los antecedentes, la recta ZH será a la IK
como una recta formada por el quíntuple de MN y NQ Y el décuple
de NP y NO es al doble de NO, juntamente con NQ, y por ser ZR a los
dos quintos de ZK como una recta formada por el quíntuple de las
MN y NQ Y el décuple de PN y NO es a una recta formada por el
doble de las MN y NQ Y el cuádruple de las PN y NO, resulta que
una recta formada por el quíntuple de MN y NQ Y el décuple de
las PN y NO será a una recta formada por el doble de MN, el cuádruple
de NP, el séxtuple de ON y el triple de NQ, como ZH es a ZI.
Ahora bien: puesto que las cuatro rectas MN, NP, ON Y NQ están
en proporción continua, la NQ será a la QM como la PI a los
tres quintos de ZR, es decir: a MO; pero una recta formada por el
doble de MN, el cuádruple de NP, el séxtuple de NO y el triple de
NQ es a otra formada por el quíntuple de las MN y NQ Y el décuple
de las PN y NO, como la otra recta IZ es a ZR, es decir: a MO; luego
la recta RZ, de acuerdo con lo antes demostrado, será igual a los dos
quintos de MN, o sea: de BZ, y, por consiguientes, el punto R es el
centro de gravedad del segmento ABG, y si es X el de DBE, el del tra-
pecio ADEG estará en una recta situada en la dirección de XR, la cual
será a XP como el trapecio al segmento restante; pero el punto 1 es
este centro de gravedad porque BR y BX son iguales a los tres quintos
204 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO 11
EL AREN ARIOI
diámetro aparente del Sol, es bastante aproximado pues que está compren-
dido entre 31' 311/ y 32' 35". En cambio, se halla muy lejos de la verdad su
hipótesis de ser el diámetro del Sol no mayor que treinta veces el de la Luna,
pues que resulta entonces que la razón entre los diámetros del Sol y de la
Tierra es 30, siendo, en realidad, 109,1.
10 .áv yoovLav, EL:; av ó aAto~ 8vaQ¡.tó~EL .áv xOQucpáv ExouoaU no1:1 ,;(i O'\j>H.
11 Es decir, observarlo a simple vista en el momento en que sus rayos no
hieren violentamente los ojos.
12 EnE!, al 01jJLEs 01J% ucp EVos oa¡.tELov ~AÉnov.L, u'AAa unó 1:LVÓ~ ¡.tEyÉ6EOC;.
La parte que ve del ojo es, en efecto, la pupila, que, al contraerse o dilatarse
según que reciba más o menos luz, cambia de magnitud, y como su diámetro
en el momento de la observación podía no ser igual al del cilindro, la expe-
riencia era imprecisa.
208 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
AB 11
--<--
TK 1148
210 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
17 Se tiene, en efecto,
AB 11 1 1
--< ----<--
TK 1148 4 100
104+-
11
18 Llamando R al radio del círculo PSN, es
TK
TV+SK < 2R < --,
100
y, por tanto,
TK
VS>--
100'
luego es
TK 100
--<--
VS 99
19 Para llegar a esta conclusión, Arquímedes hace uso de la limitación tri-
ARQUIMEDES.-EL ARENARIO 211
gonométrica:
sen a a tg a
---<-<--,
sen b b tg b
que demuestra que la razón entre la tangente y su ángulo crece con este,
cuando en su época era desconocida aún la Trigonometría.
212 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO 11
....................................... ,
habiéndose detenido en el
lOS-102.8
cuyo cómputo se facilita con un teorema que coincide con la regla del producto
de potencias de igual base.
26 Es el teorema aludido al final de la nota anterior, equivalente a la igualdad
10 m X lon= lom+n,
DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA
B= ( ~ ++ )N+C,
N=(:+~)J+C,
J= ( : + ~ ) B +C,
b= ( ~ +: ) (N+n),
n= (~ +: )(1+7),
j= ( : +: )(B+C)'
c= ( : + ~ ) (B +b),
y la segunda parte impone, además, las condiciones
4.657 4.657
y como b, n, c y j tienen que ser enteros, poniendo x=4,657,8, resulta:
B = 10.366.482,8, b= 7.206.360,8,
N = 7.460.514,8, n = 4.893 .246,8,
c= 4.069.197,8, c= 5.439.213,8,
J = 7.358.060,8, j= 3515.820,8.
Sustituyendo ahora los valores de B y N en la ecuación de condición
tenemos:
p2= 17.826.996,8=22 .3 ·11· 29.4.657,8,
Entre los que han cultivado la Geometría antes que nosotros algunos
han procurado hacer ver la posibilidad de encontrar una figura rec·
tilínea equivalente a un círculo o a un segmento circular y han tratado
luego de cuadrar el área limitada por la sección de un cono completo y
una recta 1, admitiendo lemas difíciles de conceder, por lo cual muchas
personas creyeron que no se habían resuelto.
Pero ninguno de mis predecesores, que yo sepa, ha buscado la cua-
dratura de una superficie limitada por una recta y una parábola, pro-
blema cuya solución he encontrado, y demostraré que el segmento
parabólico equivale a cuatro veces la tercera parte de un triángulo de
igual base y altura que el segmento.
Para demostrar este teorema he utilizado el siguiente lema: Si la
diferencia entre dos magnitudes se añade sucesivamente a sí misma,
10 que conduce a los nuevos valores
B=46.200.808.287.018y 2, b= 32.1l6.937.723.640y2,
N = 33.249.638.308.986y 2, n= 21.807.969.217.254y2,
C= 18.492.776.362.863y2, c= 24.241.207.098.53 7y 2,
J = 32.793.026.546.940y2, j= 15.669.127.269.18Oy2,
q(q+1)
C+ J = - - - - = 3·7 ·11· 29.353.4.5572 y2.
2
Finalmente, multiplicando por 8 y poniendo
2(q+1)=8 2.4657y= E,
de la que necesitamos una solución tal que E sea múltiplo par de 4.657 y el
cociente nos dará un valor de y al que corresponderá una solución.
Kumbiegel-Amthor han establecido que la solución mínima es un número
cuyas cifras llenarían más de seiscientas páginas de una impresión análoga a
las de unas tablas corrientes de logaritmos.
1 Es probable que la sección de un «cono completo» sea una elipse. El texto
griego dice: Ta~ oAo'lJ TOU xcOvov TOf1a~, frase que no tiene un sentido claro
matemático, y la «recta» podría ser un eje o diámetro de la elipse.
ARQUIMEDES.--DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA 223
1
PROPOSICIONES
PIG. 133.
Lfi
A o Z G
PIG. 134.
BG2 BG
BT2 BI
ARQUIMEDES.--DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA 225
es
BT2=BlxBG,
de donde
BG BT
BT BI
7 De la proposición anterior
BG BT
BT BI
se deduce:
BG+BT=TG BG
BT+BI=TI BT
s Prop. 2.
9 Por ser
KL AG KI AD
--=-- -----
KI - AD KT AK
226 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
A B E G
A K O K G o
FIG. 135. FIG. 136.
es
KL AG KT AK
--=--,
KT AK KL = AG'
de donde
KT AK
KL-KT=TL AG-AK=KG
ARQUIMEDES.--DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA 227
A B E H G
T
L
M
z
FIG. 140.
A B E H
FIG. 141.
12 Prop. 10.
13 Prop. 6.
230 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
14 Prop. 6.
15 En virtud de la prop. 5, se tiene, en efecto,
de donde
EB+EG=BG FE+FC=EC
EB FE
y por ser la razón de los trapecios ED y EK la misma que la de las parale-
las BD y BK desde el punto medio de BE hasta De y KF, respectivamente, y
la de estas paralelas igual a
Ee BG=BA
EF BE
resulta
BA trap. ED
BE trap. EK
ARQUIMEDES.--DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA 23]
16 Prop. 10.
17 Prop. 12.
18 Prop. 8.
232 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
o o
FIG. 143. FIG. 144.
ARQUIMEDES.--DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA 233
II
DEFINICIONES
III
SIGUEN LAS PROPOSICIONES
equivalentes, y siendo entonces el BDG doble del BKG, es cuádruple del BTG
por la equivalencia de los BTG y BTK.
25 Prop. 1.
26 Prop. 3.
ARQUIMEDES.--DE LA CUADRATURA DE LA PARABOLA 235
27 Prop. 2l.
28 Prop. 23.
238 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
LIBRO I
1
PRIMER POSTULADO
desalojadas por las que lo están más y cada parte está comprimida por
el fluido que hay sobre ella y según la dirección de la vertical, a no· ser
que el fluido esté encerrado en alguna parte o sometido a una presión
cualquiera.
II
PROPOSICIONES
clOn del fluido e igual y semejante a la parte BHTG sumergida del cuer-
po EHTF.
Las partes del fluido contenidas en la primera pirámide, en la super-
ficie OP y en la segunda en PQ están continua y uniformemente coloca-
das, pero no soportan igual presión porque las contenidas en OP están
comprimidas por el cuerpo EHTF y por el fluido situado entre LM, OP
Y las caras de la primera pirámide y las contenidas en PQ están comprimi-
das por el sólido RSVY y por el fluido situado entre MN, PQ Y las ca-
ras de la segunda pirámide; pero el peso del fluido que hay entre MN
y PQ es menor que el del que hay entre LM y OP porque el cuerpo RSVY
es menor que el EHTF por ser igual al BHTG y haberse supuesto que,
en igualdad de volumen, el cuerpo sumergido en el fluido tiene el mismo
peso que este; luego si se quita lo igual, los restos serán desiguales, y la
parte del fluido contenida en la superficie PQ será desalojada por la con-
tenida en OP y el fluido no quedará en reposo, lo cual es contra la hi-
pótesis; luego del cuerpo sumergido en el fluido no quedará nada por
encima de la superficie de este y el cuerpo no descenderá más porque
estando continua y uniformemente colocadas las partes del fluido, lo
comprimen igualmente por ser este cuerpo tan pesado como el fluido.
4. Si un cuerpo más ligero que un fluido se abandona en este, una
parte del cuerpo quedará por encima'- de la superficie del fluido.
Supongamos que se sumerge completamente, de modo que no quede
emergida ninguna parte del cuerpo, y que el fluido esté en reposo, e ima-
ginemos un plano que, pasando por
el centro K de la Tierra corte al B
fluido y al cuerpo según las seccio-
nes ABG y R respectivamente, y una
pirámide, como antes, de vértice K,
que contenga a R y que sea cortada
por el plano ABG según KA y KB,
el cual corte según KB y KG a otra
pirámide igual y contigua a la ante-
rior y a otra superficie esférica, con K
el centro también en K, situada por FIG. 155.
debajo del cuerpo sumergido según el
arco OPQ, y supongamos, finalmente, en la segunda pirámide un cuerpo
S formado por una parte del fluido e igual al R (Fig. 155).
Las' partes del fluido contenidas en la primera pirámide en la super-
242 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO n
peso de una parte del fluido de igual volumen que estos dos, es mayor
que B y G juntos, porque estos pesan tanto como un volumen del fluido
igual a A (Fig. 156); luego si se abandona en el fluido un peso igual al
A y D juntos, se sumergerá hasta que el
volumen del fluido desalojado por la par-
te sumergida tenga tanto peso como todo
el cuerpo, según acabamos de demostrar.
Suponiendo ahora que la superficie de o
un fluido cualquiera sea una parte de la
circunferencia EFZH y recordamos que un B
volumen de una parte del fluido igual al
del cuerpo A tiene el mismo peso que A
y D juntos, resulta que la parte sumergi-
G
da es el cuerpo A y que D está completa- A
mente fuera d~l fluido; luego A sube con
una fuerza igual a D que está sobre EFZH
FIG. 156.
y lo empuja desde abajo puesto que una
de estas fuerzas no está destruida por la
otra; pero el cuerpo D es empujado hacia abajo con una fuerza igual a
G, y queda demostrada la proposición.
7. Si un cuerpo más pesado que un fluido se abandona en Iste, se su-
mergirá hasta el fondo, y si se pesa en el fluido será más ligero que su
verdadero peso en un peso igual al del fluido que desaloje 5.
Desde luego, abandonando en un flúido un cuerpo más pesado que
5 Este teorema es el que ha pasado a la historia de la Física con el nombre
de «principio de Arquímedes» y suele enunciarse así: Todo cuerpo sumergido
en un fluido pierde de su peso un peso igual al del fluido que desaloja.
Según la leyenda transmitida por Vitruvio, que relatamos en la biografía
de Arquímedes, para comprobar este si la corona encargada por Hierón era de
oro puro o tenía también plata, la introdujo en agua y midió los volúmenes
del líquido desalojado por ella, por un peso igual de oro y por otro de plata,
y al comprobar que los tres volúmenes eran distintos, calculó la composición de
la mezcla, 10 cual es un sencillo problema de Aritmética elemental, cuya solu-
ción no exige otro conocimiento que el de peso específico, pues representando
por Pe> Po y P p los pesos respectivos de la corona y de sus componentes de
oro y plata, y por Ve, Va Y V p los volúmenes del agua desalojados por los mis~
mos, una vez comprobado que es Va < V p < Ve> se tiene:
Po Pp Pe
V p - Ve V e - Va V p - Va
244 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO n
este se sumerge hasta el fondo porque las partes del fluido que están
debajo del cuerpo sufren mayor presión que las contiguas por ser el
cuerpo más pesado que el fluido.
Consideremos ahora un cuerpo A más pesado que el fluido, y sea la
suma de B y G su peso, siendo B el de una parte del fluido de igual vo-
lumen que A. Para demostrar que este
cuerpo A, sumergido en el fluido, tiene
un peso igual a B, tomemos un peso
D más ligero que el fluido e igual al B,
A o y el de los de B y G juntos igual al de
una parte del fluido de volumen igual
a D (Fig. 157); y entonces, A y D jun-
tos tendrán tanto peso como el fluido
FIG. 157. por ser igual a los de BG y B juntos.
Pero el peso del volumen de un flui-
do igual a estos dos juntos es igual a la suma de los pesos; luego sumer-
giendo esos dos pesos en el fluido pesarán tanto como este y no subirán
ni bajarán, sino que quedarán estacionarios porque A, que es más pesado
que el fluido, descenderá y ascenderá empujado con la misma fuerza
por D, y como este peso D es más ligero que el fluido será empujado hacia
arriba con una fuerza igual a G porque se ha demostrado que un cuerpo
más ligero que un fluido recibe un empuje hacia arriba igual al exceso
del fluido desalojado sobre el peso del cuerpo, y como una parte del
fluido de volumen igual a D excede en un peso G a D, se deduce que el
cuerpo A se sumergerá en el fluido con un peso igual a G.
III
SEGUNDO POSTULADO
IV
SIGUEN LAS PROPOSICIONES
LIBRO IP
PROPOSICIONES
p ON2_0M2
-~-----
P ONZ
que es la forma dada por Arquímedes, en su demostración, a la hipótesis del
enunciado del teorema.
10 Llamando S, SS Y Se a los pesos del segmento entero y de sus partes su-
mergida y emergida, respectivamente, se tiene:
SS ON2_0M2
-~
S
de donde
S-Ss=Se ON2_(ONZ-OMZ)=OM2
----~ ,
S ON2
S ON2
-~--
Se OM'l
11 Conoides y esferoides, prop. 26.
ARQUIMEDES.--SOBRE LOS CUERPOS FLOTANTES 251
12 Lib. 1, postulado 2.
252 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
QN=NF+FQ, QO=ON-QN,
4·0N
poniendo en la primera igualdad el valor FQ = - - - deducido de la cons-
15
trucción ON : FQ= 15 : 4, es
ON 4·0N 9·0N 3·0N
QN=-+--=--=--,
3 15 15 5
y llevando este valor a la segunda, se tiene:
QN 3 QO
--=- QN=3·-
QO 2 2
ARQUIMEDES.--SOBRE LOS CUERPOS FLOTANTES 253
que se moverá hasta que su eje forme con la superficie del fluido un án-
gulo mayor que el que forma ahora (Fig. 166); Y corno cuando supusi-
mos que el eje del segmento formaba con la superficie un ángulo mayor
que el EBU, demostrarnos que el segmento no quedaba en reposo, se de-
duce que quedará en reposo cuando el ángulo sea igual al EBU porque
de esta manera las rectas 01, lQ Y PH serán respectivamente iguales a
BU, RU y F, y, por consiguiente, MP igual al triple de la mitad de PH
y este doble de HM; y por ser entonces H el centro de gravedad de la
parte sumergida, esta parte sufrirá un empuje hacia arriba según la mis-
ma perpendicular y el segmento quedará en reposo porque ninguna de sus
partes es desalojada por ninguna otra.
9. Dado el segmento de antes y todos los demás como antes, excepto
la razón del peso del segmento al del fluido, que ahora se supone mayor
en vez de menor, a la indicada antes, y la base completamente sumergida,
todo sucede como antes 20.
10. Dado el segmento de antes y, abandonado en un fluido más pe-
sado que él, su base no toca al fluido, no quedará vertical ni inclinado,
sino que unas veces su base tocará a la superficie en un solo punto, lo
que ocurrirá en dos posiciones distintas 21, otras se sumergerá por com-
pleto y otras no tocará de ningún modo a la superficie, según sea la
razón del peso del segmento al del fluido.
Trazando por el eje del segmento un plano perpendicular a la super-
ficie del fluido, sea APOL la parábola sección sobre el segmento, BD el
eje de este y tornando en él un punto K tal que BK sea doble de KD y
otro C de manera que BD sea a KC corno 15 a 4, es evidente que
KC será mayor que el semiparámetro. Si KR es igual a este y DS el
triple de la mitad de KR, la recta SB será igual al triple de la mitad de
BR. Unamos A con B, levantemos en C la perpendicular a BD que corta
a AB en E; tracemos por E la EZ paralela a BD; tornemos el punto
medio T de AB y tracemos por él la TH paralela a BD.
Sean AEl y ATD dos parábolas semejantes a la ABL, de ejes EZ
y TH, respectivamente, la primera de las cuales pasará por K y cortará
a la perpendicular en R a BD en los puntos G e Y por los cuales tra-
zamos las PYQ y OGN paralelas a BD, y sean F y X los puntos de inter-
EL METODOl
afirmación con respecto a tal figura 13, aunque no dio la prueba. Como
el teorema que voy a publicar ahora lo descubrí de la misma manera
que los anteriores 14, he creído necesario exponer el método del que ya
he hablado 15 porque no se crea que he dicho palabras vanas y por-
que estoy igualmente persuadido de que haré un no pequeño servicio
a los matemáticos, pues comprendo que algunos de mis contemporá-
neos o sucesores podrá por medio dél método-una vez que lo expli-
que-descubrir otros teoremas que yo no he encontrado todavía.
Por consiguiente, expondré primero el que he conocido por me-
dios mecánicos, a saber: que todo segmento de la sección de un cono
según un ángulo recto 16 equivale a las cuatro terceras partes de un
triángulo de la misma base y de la misma altura; después explicaré
diversos teoremas investigados por el mismo método y al final del
libro daré sus demostraciones geométricas.
1
LEMAS
II
PROPOSICIONES
es
triáng. AZG=2 triáng. AKG
= 2 (AKB +BAG)
=2 (ABG+ABG)=4ABG.
34 En De la cuadratura de la parábola, ptop. 24. Aunque en la carta a Era-
tóstenes anuncia la reproducción de esta demostración, que reitera al final del
teorema anterior, no aparece en el tratado del Método.
35 En vez de área comprendida por dos rectas, que es como dice Arquí-
medes, diremos rectángulo de dos rectas.
ARQUIMEDES.----,-EL METODO 269
y poniendo
resulta:
MS·SP=QS2+Sp2
CE CA
37 Se tiene, en efecto, - - = - - , y poniendo
SP SA
CE=MS, TA=CA,
se verifica:
MS TA
-----
SP AS
Multiplicando por MS los dos términos del primer miembro y teniendo en
270 CIENTIFlCOS GRIEGOS.-TOMO II
intuición ideal que, por motivos semejantes, podemos encontrar también en los
creadores del Análisis infinitesimal de los siglos XVII y XVIII.
»Pero, más cauteloso que los modernos, Arquímedes solamente considera
los resultados así obtenidos, como dotados de «cierta apariencia de verdad», y,
en conocimiento de los mismos, se dispone a demostrarlos rigurosamente con
los métodos exclusivamente geométricos y lógicos.» Arquímedes, págs. 119-22,
Buenos Aires, 1948.
40 Tenemos sucesivamente:
Recordando que los conos semejantes son entre sí como los cubos de los diá-
metros de sus bases, y teniendo en cuenta que es EZ = 2BD, se verifica:
cono AEZ (2BD)3
8,
cono ABD BD3
y, por tanto,
cono AEZ = 8 conos ABD,
y poniendo, de acuerdo con 10 anterior,
cilindro, según los Elementos 42, triple del cono cuya sección es el
triángulo ABD, el cilindro FU es séxtuple de este cono, y como he-
mos demostrado que la esfera de círculo máximo ABGD es cuádruple
de este cono, el cilindro es una vez y media la esfera.
Como de este teorema resulta que una esfera es cuatro veces mayor
que el cono que tiene por base un círculo máximo y altura igual al
radio de la esfera, deduje que el área de cualquier esfera equivale a
cuatro círculos máximos porque tenía la intuición de que la de un
círculo equivale a la de un triángulo de base igual a la circunferencia
y altura igual al radio, lo que me hizo sospechar del mismo modo que
toda esfera equivale a un cono cuya base tenga por área la de la esfera
y altura igual a su radio 43.
3. Este mismo método nos permite ver que un cilindro cuya base
sea un círculo máximo de esferoide y altura igual al eje de este, vale
una vez y media el esferoide y que cortando un esferoide por un pla-
no que pase por su centro y perpendicular al eje, la mitad del esferoide
es doble del cono de igual base e igual altura que el segmento 44.
Cortemos el esferoide dado por un plano que pase por el eje y
sea ABGD la elipse producida por la sección, de centro K y diáme-
tros AG y BD. Consideremos en el esferoide el círculo descrito sobre
BD como diámetro perpendicularmente a AG e imaginemos un cono
que tenga por base este círculo y por vértice el punto A, y, cortán-
dolo por un plano trazado por G paralelamente a su base, la sección
será un círculo perpendicular a AG y el diámetro la recta EZ, e ima-
ginemos también un cilindro con la base en este mismo círculo de
diámetro EZ.
Prolongando la recta AG y tomando AT igual a AG, podremos con-
siderar GT como una palanca con su punto medio en A; tracemos una
paralela cualquiera MN a EZ en el paralelogramo LZ y, haciendo pasar
por MN un plano perpendicular a AG, las secciones de este plano sobre
el cilindro, el ·esferoide y el cono serán los círculos de diámetros MN,
QO y PR, respectivamente (Fig. 172).
42 Ibídem, XII, 10.
43 De aquí resulta que Arquímedes encontró el volumen antes que el área
de una esfera y dedujo esta de aquel. En Sobre la esfera y el cilindro, 1, 35,
establece el área antes e independientemente del volumen que está en 1, 36,
lo que nos dice que en los tratados de los geómetras griegos el orden de las
proposiciones no sigue necesariamente el de su descubrimiento.
44 Es decir, la mitad del esferoide.
274 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
45 De la ecuación de la elipse
x2 y2
-+-=1,
a2 b2
puesta bajo la forma
se deduce
(a+x) (a-x)
const.,
y2 b2
y como a + x y a - x son los segmentos rectilíneos de la ordenada, se tiene:
MS2 TA
SQ2+PS2 AS
49 Lema 8.
276 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
sulta, finalmente, que el esferoide equivale a cuatro conos y por ser cuá-
druple del cono de vértice A y base en el círculo de diámetro BD perpen-
dicular a AG, la mitad del esferoide es doble del cono 50.
Trazando ahora en el paralelogramo LZ por los puntos B y D las pa-
ralelas FX e IU a AG e imaginando el cilindro cuyas bases son los círcu-
los de diámetros FI y XU y eje AG, por ser en el cilindro cuya sección
que pasa por el eje el paralelogramo FU doble del que tiene por sección
FD y este triple del cono de vértice A y base el círculo de diámetro BD
perpendicular a AG, el cilindro de sección FU es séxtuple de este cono;
y como se ha demostrado que el esferoide es cuádruple de este mismo
cono, el cilindro equivale a una vez y media el esferoide 51.
50 Se tiene, en efecto,
ciI. LZ TA 2AK
2,
esf. + cono EAZ AK AK
de donde
cil. AZ = 2 esf. + 2 conos EAZ,
y por ser
cH. AZ = 3 conos EAZ,
es
3 conos EAZ = 2 esf. + 2 conos EAZ,
1 cono EAZ = 2 esf.
y por esto que es EZ = 2BD, será
cono BAD B])3 BD' 1
cono EAZ EZ3 8BD' 8
1 cono EAZ = 8 conos BAD
y, por tanto,
2 esf. = 8 conos BAD,
1 esf.=4 conos BAD.
51 En efecto:
1
l
1 cH. FU =2 cH. FD
1 ciI. FU = 6 conos BAD,
1 cH. FD=3 con. BAD
1 esf=4 conos BAD
cH. FU 4 3 1 ciI. FU = lt esf.
esf. 6 2
ARQUIMEDES.----,-EL METODO 277
BD2 DA MSl TA
--=--=--=--,
QS2 AS QS2 AS
y, por tanto,
57 1tAE'UQ<Ú, lados.
ARQUIMEDES.-EL METODO 279
B1)2 DA BD DA
--=--,
QS2 AS PS AS BD·PS
de donde
QS2 BD.PS BD
PS2 PS2 PS
y como los triángulos semejantes ABD y APS dan
DA TA BD
--=--=--
AS AS PS
Se tiene, finalmente,
QS2 TA
PS2 AS
59 Sobre conoides y esferoides, 12, a).
280 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
A
A
B I'----~----~ O
B o G G
FIG. 174. FIG. 175.
partes tales que la situada del lado del vértice del segmento es doble
de la otra 62.
6. El centro de gravedad de un hemisferio está en la recta que es su
,eje dividida de tal modo que la razón de la parte situada del lado del
segmento a la otra parte es la de 5 a 3.
Cortemos una esfera por un plano que pase por su centro, y sea ABGD
el círculo producido por la sección y AG Y BD dos diámetros perpendi-
culares de este círculo. Hagamos pasar por BD un plano perpendicular
a AG y consideremos un cono que tenga por base el círculo de diámetro
BD y vértice A, siendo AB y AD dos de sus generatrices. Prolonguemos
GA, tomando en su prolongación AT igual a GA; imaginemos que la
recta TG es una palanca con su punto medio en A y tracemos en el
semicírculo BAD la recta QO paralela a BD, la cual corta a la semicir-
cunferencia del círculo en los puntos Q y O, a las generatrices en P y R
Y a la recta AG en E, y haciendo pasar por QO un plano perpendicular
a AE, su sección en el hemisferio será el círculo de diámetro QO y en el
cono el de diámetro PR (Fig. 175).
Puesto que el cuadrado de QA es al de AE como AG a AE, los cua-
drados de AE y EQ valen, juntos, tanto como el de QA, y la recta EP
es igual a la AE, los cuadrados de QE y EP son al de EP como AG a AE 63.
62 Se tiene, en efecto, por el teorema anterior,
AT segmento 1-!- cono 3
AK cono cono 2
de donde
3
AT=AD=AK+KD=-AK,
2
y, por tanto, es AK=2KD.
63 Por ser, efectivamente,
QA2 AG
-----
AE2 AE
QA2 AE
----- EQ2 + AE2 AG
AE2 AG
AE2 AE
QA2=EQ2+AE2 I
y AR=AB y semejantes los triángulos AEP y ARB, es AE=EP, y poniendo
282 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
! cono 5 AX
---=- cono=---,
2 cono 16 2AR
de donde
5 AX 5
AX=-AH, --=-,
8 AH 8
y, finalmente,
AX 5 5
AX-AH=XH 8-5 3
66 La reconstrucción de este enunciado, incompleto en el manuscrito jeroso-
limitano, se debe a Heiberg en su edición de las Obras completas de Arquí-
medes, tomo n, pág. 470, de acuerdo con la demostración geométrica de Sobre
la esfera y el cilindro, n, 3.
67 Faltan algunas líneas del principio de la demostración, que debían de indicar
la construcción de la figura; pero como se conserva esta es fácil restituir apro-
ximadamente tales líneas así: Sea ABGD un círculo máximo de una esfera y
AG y VW dos diámetros perpendiculares. Cortemos la esfera por un plano,
perpendicular a AG y tendremos un segmento cuya base será el círculo de
diámetro ED; imaginemos dos conos que tengan por bases los círculos de
diámetros VW y ED y vértice común A; prolonguemos el primer cono hasta
su intersección con la base del segundo; consideremos el cilindro de altu-
284 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
cilindro AT - AG
AX·AG
AG2
y como es
cilindro
-----=---=---,
cono AEZ tEH2 tAH2
ARQUIMEDES. -,-EL METODO 285
rico BAD al cono que tiene por base el círculo de diámetro BD y vérti-
ce A, y este círculo es al de diámetro EZ como el cono BAD al EAZ, el
cuadrado de BH al de EH como el primer círculo al segundo, ese cuadra-
do de BH equivalente al rectángulo de GA y AH Y el de EH al de BH y
ser GH a AH como el rectángulo de GH y AH al cuadrado de AH, se de-
duce que GH es a AH como el cono BAD al EAZ, y por haberse de-
mostrado también que GH es a OH como el cono BAD al segmento BAD,
resulta que OH es a AH como el segmento BAD al cono EAZ 78.
Puesto que la recta AH, aumentada en el cuádruple de GH, es a la
misma recta AH, aumentada en el doble de GH, como AX a HX, el do-
ble de GH, aumentado en AH, será al cuádruple de GH, aumentado en
AH, como XH a AX, y, por tanto, el séxtuplo de GH, aumentado en el
doble de AH, será a AH, aumentado en el cuádruple de GH, como AH
a AX.
Por valer OH la cuarta parte del séxtuplo de GH, aumentado en el
doble de AH, y GE la cuarta parte del séxtuplo de GH, aumentado en AH,
lo cual es claro 79, GH es a GF como AH a AX y GF a AX como
OH a AH.
78 Se tiene:
BH2 círc. BD cono BAD
EH2 círc. EZ cono EAZ
y poniendo aquí
resulta
GH . AH GH cono BAD
AH2 AH cono EAZ
Recordando que QG es igual al radio de la esfera y que
QG+GH QH segm. BAD
GH GH cono BAD'
y multiplicando ordenadamente esta igualdad y la anterior, es
QH segm. BAD
AH cono EAZ
79 Empleando el simbolismo moderno, se demuestra fácilmente, coino hemos
hecho en análogas ocasiones anteriores.
ARQUIMEDES.~EL METODO 289
86 Puesto que los dos paralelogramos tienen la base común, serán entre sí
como sus alturas y tendremos:
paral. del semicil.
paral. de la uña
VB VG TE
=--=--=--
NW NG TI
y poniendo
TE=TP=TQ, TI=TX,
resulta:
para!. del semicil. TQ
paral. de la uña TX
87 Lema 6.
88 Cuadrado.
292 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
eje del cilindro, el cual prisma es la cuarta parte del primitivo circuns-
crito al cilindro.
Tracemos en el semicírculo OPR y en el paralelogramo MN las rec-
tas LK y UV equidistantes de la
H R N QP, las cuales cortan a la perife-
ria del semicírculo OPR en los pun-
tos K y V, al diámetro OR en S
L y Z y a las rectas TH y TM en
X y F (Fig. 179); hagamos pasar
por esas rectas LK y UV planos
perpendiculares a OR, y, prolon-
Q P gándolos a uno y otro lado del
plano del círculo, uno de ellos cor-
tará al semicilindro cuya base es el
semicírculo OPR y altura la del ci-
U lindro según un paralelogramo, uno
de cuyos lados será igual a la recta
SK y el otro al del cilindro, y al pris-
M O ma HTM según otro paralelogramo
FIG. 179. uno de cuyos lados será igual a la
recta LX y el otro al eje; y aná-
logamente se tendrá en el mismo semicilindro un paralelogramo con un
lado igual a la recta UZ y el otro al eje del cilindro, y en el prisma un
paralelogramo con un lado igual a la recta UF y otro al eje del cilin-
dro 89.
Dado un prisma de bases cuadradas, una de las cuales es ABGD, ins-
cribamos en él un cilindro cuya base sea el círculo EZHT que toca a los
lados del cuadrado en los puntos E, Z, H y T (Fig. 180). Por el centro de
este círculo y por el lado del cua-
drado que, situado en el plano opues- B H G
to al ABGD, correspondiente al
lado GD, tracemos un plano que
separará del mismo otro equivalen-
te a la cuarta parte del primero y
estará limitado por tres paralelogra-
mos y dos triángulos opuestos; ins-
cribamos una parábola en el semi- T 1---------+------J.----4 Z
K
círculo EZH y sea ZK su eje; trace-
mos en el paralelogramo DH una pa-
ralela cualquiera MN a KZ, la cual
cortará a la periferia del círculo en
un punto Q ya-la base de la parábo-
la en un punto L, de modo que
el rectángulo de MN y N L será equi- A E o
valente al cuadrado de NZ, como FIG. 180.
es claro 90, y, por tanto, el cuadra-
do de KH será al de LS como MN a LN; hagamos pasar por MN, per-
pendicularmente a EH, un plano que cortará al primer prisma según un
triángulo rectángulo, uno de cuyos catetos es MN y el otro una recta
del plano BD perpendicular a GD en el punto N e igual al eje del cilin-
dro y la hipotenusa situada en el plano secante, y cortará al segmento
separado del cilindro según otro triángulo rectángulo, uno de cuyos c::i.e-
tos es MQ y el otro una recta de la superficie del cilindro perpendicular
al plano KN en el punto Q y la hipotenusa situada en el plano secante
de donde
4
TX=-1r' TP.
3
90 N o tan claro, porque para demostrarlo hay que acudir a una propiedad
que no figura en ninguna de las obras de Arquímedes, aunque podría conocerla
por haberla establecido algún geómetra anterior a él, cosa que ignoramos; y
lo único que podemos decir es que medio siglo después del siracusano fue Apo-
lonio quien demostró: Cónicas, 1, 11, que el radio KZ del círculo EZHT es
doble del parámetro de la parábola EZH inscrita en el semicírculo, y, por tanto,
la ecuación de la curva y2 = 2px es, en este caso, N Z2 = MN . NA.
294 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
MN2
MN2_MK2=MQ2'
Y esta razón MN2: MQ2 es la misma que la de los triángulos de bases homó·
logas MN y MQ, es decir,
triáng. en prisma
triáng. en segm.
MN2 MN
MQ2 ML
de centro K, que toca a los lados del cuadrado en los puntos A, Z, H y K 96,
Y hagamos pasar un plano por el diámetro EH y por un lado .
• • • • • .. • • .. .. • • .. • • • .. • • • • • • • • • • • • • • • •. 97 el cual plano separará un prisma del
prisma completo y un segmento del cilindro 98 del cilindro. Digo que
el segmento separado del cilindro por el plano equivale a la sexta parte
del segmento entero.
Demostremos previamente que se puede inscribir una figura sólida
en el segmento separado del cilindro y circunscribirle otra compuesta
ambas de prismas de igual altura y bases triangulares semejantes, de
tal modo que la figura circunscrita exceda a la inscrita en una mag-
nitud menor que otra cualquiera dada 99
el prisma separado por el plano oblicuo será menor que una vez y
media el sólido inscrito en el segmento separado del cilindro, y puesto
que se ha demostrado que el para-
lelogramo DH es a los paralelo-
••
gramos inscritos en el segmento li-
mitado por la parábola y por la
recta EH como el prisma separado
11 K e H K E
por el plano oblicuo es a la figu-
FIG. 181. ra sólida inscrita en el segmento
de cilindro, resulta que el parale-
logramo DH es una vez y media menor que los paralelogramos inscri-
tos en el segmento limitado por la parábola y la recta EH, lo cual es
imposible porque hemos demostrado 100 que es igual; luego el segmen-
to de cilindro no es mayor que la sexta parte del prisma completo
.................................... 101 y, por consiguiente, por el plano oblicuo
poniendo ahora que la uña es menor que la sexta parte del prisma entero, y
recordando 10 dicho en De la cuadratura de la parábola, 14, el segmento de
prisma es mayor que una vez y media la uña, y, razonando como antes, se
demuestra que la razón del prisma elemental del prisma separado al de la figu-
ra circunscrita a la uña es la misma que la del paralelogramo elemental de DH
al inscrito en el- segmento parabólico, y, por consiguiente... [sigue el texto].
102 Falta el final de la demostración, a la que debía seguir una proposición
sobre la bóveda cilíndrica: sólido comprendido entre dos cilindros inscritos en
un cubo con sus bases en dos pares de caras opuestas, cuyo volumen equivale
a los dos tercios del cubo, y que es el segundo teorema cuya demostración me-
cánica anunciaba en su carta a Eratóstenes.
Perdida irremisiblemente esta demostra~ión, lo mismo que la geométrica;
pero teniendo en cuenta el proceso de doble reducción al absurdo del método
de exhaución, las han restituido Zeuthen, Th. Reinach y Heath, en sus obras
citadas, donde puede verlas el lector a quien interesen estos «ejercicios de Ar-
queología matemática», como los llama Paul ver Eecke.
APOLONIO
DE PERGAMO
(2607 -2007)
APOLONIO DE PERGAMO
PREAMBULO
301
302 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
que se reduce a
BIBLIOGRAFIA
cabe citar a los árabes Abdelmelek de Chiraz, del siglo VIII, y Tábit
Abencorra, del IX, al persa Abulfath de Ispahán, de fines del X, todos los
cuales apostillaron la obra de Apolonio, que fue conocida en Occidente
por las traducciones árabes. La primera alusión a ellas se encuentra en la
Optica del iraqués Alhazén, de donde la tomó, en 1270, el polaco Witelio 2,
y la primera versión completa latina es del siglo XIII, hecha por Gerardo
de Cremona, el más fecundo colaborador de la Escuela de Traductores
de Toledo.
El texto griego lo llevó de Constantinopla a Italia el humanista
Francesco Filelfo el año 1427, en que dejó la secretaría de la embajada
de Venecia en la capital bizantina y regresó a su patria; pero el manus-
crito siguió inédito hasta finales del siglo XVII.
Algunos fragmentos fueron traducidos al latín por Giorgio Valla.
que los publicó en su obra póstuma, De expetendis et fugiendis rebus,
Venecia, 1501, y.la edición princeps se debe al patricio veneciano G. B.
Memo: Apolloni Pergaei philosophi mathematicique excellentissimi Opera,
Venecia, 1537. mediana traducción latina, aunque se cree que sus errores
son imputables a un sobrino del autor-más filósofo que matemático~,
que la editó después de muerto su tío 3.
Mayor éxito tuvo la versión de Commandino con los comentarios de
Butocio, los dos libros: Secciones cilíndricas y Secciones cónicas, de
Sereno de Antisa y los Lemas de Pappo: Apollonii Pergaei Conicorum
2 La obra de Abualí A1hasán Abena1haitán, más conocido por su nombre
latino de Alhazén, circuló mucho en Inglaterra, donde estuvo de texto el re-
sumen que de ella hizo John Peckam, arzobispo de Canterbury (1242-1292), y
fue publicada juntamente con la de Witelio por FRIEDRICH RICHNER: Optical
Thesaurus Alhazeni arabis libri septem, nunc primum editi. Ejusdem liber de
Crepusculis et Nubium ascensionibus. Item Vitellionis Thuringopoli libri X, Ba-
silea, 1572.
La Optica de Witelio había recibido los honores de la imprenta un tercio de
siglo antes: Vitellionis mathematici doctissimi nEQL ón'tLx:\1¡;, id est de natura,
ratione et proiectione radiorum visus, luminum, colorum atque formarum quam
vulgo Perspectiva vocam libri X, Nurernberg, 1535, reproducida en 1541, y la
de A1hazén fue traducida al italiano por Enrico Narducci, de cuya importancia
puede enterarse el curioso lector consultando su Intomo ad una traduzione ita-
liana fatta nel secolo decimo quarto del trattato d'Ottica d'Alhacen mathematico
di secolo uno decimo, Roma, 1841.
3 Apud GIROLAMO TIRABOSCHI: Storia della Letteratura italiana, vol. nI,
pág. 242, Venecia, 1796, y GUGLIELMO LIBRI: Histoire des sciences mathémati-
qUes en Italie, tomo In, passim, París, 1841.
308 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
6 Sobre el enunciado general del problema hay dos notables trabajos: uno
de C. HELLWIG: Das Problem des Apollonius, Halle, 1856, y otro de W. BERK-
HAM: Das Problem des Pappus von den Berührungen, Halle, 1857.
7 El lector a quien interese esta anécdota de la historia de la Matemática
puede leer la obra de ADOLPHE QUÉTELET: Histoire des sciences mathématiques
et physiques chez les Belges, pág. 134, Bruselas, 1864.
APOLONIO DE PERGAMO.-BIBLIOGRAFIA 311
8 Sobre esta obrita, muy rara, publicó un profundo estudio HENRI BosMANs
en los Annales de la Sociedad Científica de Bruselas, tomo XXIX, fase. 1.0, ene-
ro de 1905.
9 Lettres, tomo 111, cartas 72 y 73, nueva ed., París, 1724.
312 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
AGOSTINI, A.: «Notizie sul rieupero dei libri V, VI, VII delle 'Coniche' di Apo-
lonio)), Periodieo di Matematiehe, serie IV, tomo XI, fase. 5, Bolonia, 1931.
GARDINER, M.: The three Seetions, the Tangencies and loei problem 01 Apollo-
niud and porismatie developments, Melbourne, 1860.
HEIBERG, Johan Ludwig: Nogle puncter al graeke~ mathematikeres terminologi,
Copenhague, 1879.
NEUGEBAUER, Otto: «Apollonius-Studien)), Quellen und Studien zu Gesehiehte
der Mathematik, Astronomie und Physik, tomo n, Berlín, 1932.
TANNERY, Paul: «Quelques fragments d'Apollonius de Perge)), Bulletin des Se.
Math., serie n, taina V, París, 1881, y en sus Mémoires Se., tomo I, Pa-
rís, 1912.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CaNICAS 317
TERQUEM, O.: «Théorie des coniques d'apres Apollonius)), Nouv. Ann. des Ma-
thématiques, vol. 111, París, 1842.
LAS CONICAS
LIBRO I
que la regla para construir el lugar de tres y cuatro líneas 5 solo la dio
Euclides en un caso particular y de una manera casual 6 y poco feliz,
porque la solución completa exige el conocimiento de los teoremas que
yo he descubierto; el cuarto libro trata de las intersecciones de las có-
nicas entre sí y con el círculo y otros temas, ninguno de los cuales ha sido
estudiado por mis predecesores, especialmente el relativo al número de
puntos en que una cónica o circunferencia puede cortar a [las secciones
opuestas de] la hipérbola 7.
Los libros restantes se refieren a la más alta ciencia: uno trata
de una manera general los máximos y mínimos 8; otro investiga las sec-
ciones cónicas iguales y semejantes; otro se refiere a los teoremas
necesarios para resolver cuestiones determinadas, y el último está dedi-
cado a los problemas que se prestan a discusión.
Por lo demás no he publicado todas estas cosas con la intención de
negar a quienes las aborden el derecho de apreciarlas según su parecer.
Pásalo bien.
1
PRIMERAS DEFINICIONES
II
PROPOSICIONES
K
ferencia de centro en el eje de la su-
perficie.
B
D
Z
E
K GD
, 'A
B
H TE
G
Tomemos, en efecto, el centro
Z del círculo BG y, uniéndolo con
el vértice A, tendremos el eje 17
que corta al plano secante en un
punto H, y, trazando un plano por
17 Def. 1.
18 Proposición anterior.
19 EUCLIDES: Elementos, XI, 3.
20 Ibídem, XI, 16.
21 Ibídem, VI, 4.
22 Ibídem, V, 9.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 323
un plano que pase por el eje y por otro plano perpendicular al triángulo
según el eje y separa, del lado del vértice, un triángulo semejante al
que pasa por el eje, pero colocado en sentido contrario, la sección es
un círculo que llamaremos sección de sentido contrario 23.
Sea un cono oblicuo de vértice A y base el círculo BG. Cortémosle
por un plano perpendicular al de
A
este y que pase por el eje, el
cual dará como sección el triángu-
lo ABG 24, Y por otro plano perpen-
dicular al de este triángulo que
separa, del lado de A, un triángu-
lo AHK semejante al ABG, pero
colocado en sentido contrario (fi-
gura 5), es decir, de modo que el
ángulo de las r.ectas KA y KH sea
igual al de las BA y BG 25. Digo
que la sección KTH, producida por
este plano, es un círculo.
Tomemos, en efecto, sendos pun-
tos cualesquiera T y L en las líneas
HTK y BLG Y levantemos en ellos
las perpendiculares TZ y LM al pla-
no del triángulo ABG, las cuales B
caerán sobre las intersecciones de t------->.----------..lI G
Ibídem, VI, 8.
28
Apolonio demuestra esta propiedad apoyándose en las props. 1 y 3 y en
29
EUCLIDES: Elementos, 1, 28; VI, 2, y XI, 9.
30 Los cuatro casos que presenta esta proposición están demostrados y acla-
rados con otras tantas figuras en el texto de Apolonio, quien toma como punto
de partida la proposición anterior y acude luego a las 4 y 18 del lib. XI de
Euclides.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 325
diámetro de la sección, a partir del vértice, una recta igual a toda recta
dada.
9. Cortando un cono por un plano que encuentre a los lados del
triángulo sin ser paralelo a la base ni en sentido contrario 31, la sección
no será un círculo.
Sea un cono de vértice A y base el círculo BG y cortémosle por un
plano no paralelo a la base ni en sentido contrario, el cual produce en la
superficie la sección DKE que digo que no es un círculo.
Si suponemos que lo es y el pla-
no secante corta al de la base se- A
gún la recta ZH, y es T el centro del
círculo BG, tracemos por T la per-
pendicular TH a la ZH y por TH y
el eje un plano que cortará a la su-
perficie cónica -según las rectas BA
y AG.
Puesto que los puntos D, E Y H
están en el plano que pasa por la
línea DKE y en el que pasa por los
puntos A, B Y G los D, E Y H es- z
tarán en la intersección de estos dos
planos, es decir, en HED que será, Bt------+-----t-::,-----~H
por tanto, una recta (Fig. 6).
Tomando ahora un punto K en
la línea DKE y trazando por él la rec-
FIG.6.
ta KL paralela a la ZH, es KM igual
a ML 32 y, por tanto, KL es un diá-
metro del círculo DKEL; y, trazando por M la NMP paralela a BG, el pla-
no que pase por NP y KL es paralelo al que pase por BG y ZH, es decir: a
la base del cono, y la sección será un círculo NKP.
Por ser ZH perpendicular a BH es KM perpendicular a NP 33 y, por
consiguiente, el rectángulo de NM y MP equivale al cuadrado de KM y
como este equivale al rectángulo de DM y ME porque hemos supuesto
que DKEL es un círculo y DE uno de sus diámetros, resulta que el rec-
[]] R
tiene:
PQ recto RQ PQ·PR BG2 ZT
PO rect.OR PO·PR AB·AG ZA
38 La demostración apoloniana, de lectura difícil, se reduce a la siguiente:
328 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
más allá del vértice del cono, el cuadrado de toda recta trazada desde
la sección del cono paralelamente a la intersección del plano secante y el
de la base del cono hasta el diámetro de la sección, equivale a un área
aplicada según una cierta recta cuya razón a la situada en la prolongación
del diámetro de la sección, que subtiende el ángulo externo del triángulo,
es la misma que la del cuadrado de la paralela desde el vértice del cono
al diámetro de la sección hasta la base del triángulo, el rectángulo forma-
do por los segmentos que la recta determina en la base, cuya altura
es la parte del diámetro 39 separada por la primera recta 4{) del lado del
vértice de la sección, aumentado en una figura 41 semejante y semejante-
mente dispuesta, al rectángulo limitado por la recta que subtiende el án-
gulo externo del triángulo y el parámetro. Llamaremos hipérbola a tal
sección 42.
ZT BG2 BG BG
--.-- [2]
ZA AB·AG AB AG
y a la recta ZT la llama recta según la cual están en potencia las trazadas orde-
nadamente sobre el diámetro: 3tuQ' lív Mvav'taL al xa'tayo¡tEVaL 'tE'tQUy¡tÉvroc; E3tL
"t~v &uíltÉ'tQOV.
39 La abscisa.
40 La ordenada.
41 h&oc;.
42 Este larguísimo enunciado dice, en esencia, que el cuadrado de la orde-
nada de un punto de la hipérbola equivale a un rectángulo aplicado al paráme-
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 329
ZT KA2 KA KA
.-- [2]
ZL KB·KG KB KG
330 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
13. Cortando un cono por un plano que pase por el eje y por otro
no paralelo ni en sentido contrario, que corte a los lados del triángulo
.que pasa por el eje, si la intersección del plano secante con el de la base
del cono es perpendicular a la del triángulo o a su prolongación, el
.cuadrado de toda recta trazada desde la sección del cono paralelamente
a dicha intersección hasta el diámetro de la sección, equivale a un área
aplicada según una cierta recta cuya razón al diámetro es la misma que
la del cuadrado de la paralela al diámetro desde el vértice del cono hasta
la base del triángulo, al rectángulo formado por las rectas que esta
última determina en los lados del triángulo, cuya altura es la parte del
diámetro separada por la primera recta, del lado del vértice de la
sección, disminuido en una figura semejante y semejantemente dispuesta,
al rectángulo limitado por el diámetro y el parámetro. Llamaremos elipse
a tal sección.
Sea un cono de vértice A y base el círculo BG y cortémosle por un
y los triángulos semejantes ARS, ABG y ZRN dan
KA HZ NZ KA HT NT
--=--=--, --=--=--
KB HB NR KG HG NS
la igualdad [2], teniendo en cuenta la [1], se convierte en
ZT NZ NT NZ·NT
--=-- . --=---=--,
ZL NR NS MN2
de donde
ZL·NT
MN2 ·NZ [3]
ZT
y por ser
ZL·NT
NQ
ZT
poniendo este valor en [3] resulta finalmente
MN2=NQ·NZ,
plano que pase por el eje, el cual produce como sección el triángulo ABG~
y por otro plano no paralelo ni en sentido contrario, cuya intersección
con la superficie cónica sea la línea DEL de diámetro DE y ZH per-
pendicular a Be la del plano secan-
A
te y el de la base del cono; tra-
cemos por el punto E la ET per-
pendicular a ED, por A la AK pa-
ralela a ED y hagamos de mane-
ra que la recta ED sea a una
recta ET como el cuadrado de
KA al rectángulo formado por KB T
Y KG, y, por último, tracemos
por un punto cualquiera L de la K
sección la paralela LM a ZH (fi-
gura 10). Digo que el cuadrado de
LM equivale al rectángulo que, apli- FIG. 10.
cado a ET, tiene el ancho EM dis-
minuido en una figura semejante al rectángulo de las rectas ED y ET 44 r
14. Cortando las dos superficies cónicas opuestas por el vértice por
LM2=Mp·MR, [1]
ED [(A2 KA KA
[2]
ET KB'KG KB KG
KA HE ME KA HD MD
--=--=-- --=--=--
KB HB MP' KG HG MR
un plano que no pase por el eje se tendrá en cada superficie una sección
llamada hipérbola; el diámetro de ambas secciones será el mismo; los
parámetros de las rectas trazadas ordenadamente al diámetro y paralelas
,a la situada en la base del cono 45 serán iguales y el eje transverso 4ó de
Ja figura será la recta que une los vértices de las dos secciones, las
cuales se llaman opuestas 47.
Cortemos las superficies opuestas por el vértice A por un plano que
no pase por el eje y cuyas secciones con aquellas sean DEZ y HTK
(Fig. 11). Digo que estas secciones son hipérbolas.
Sea, en efecto, BDGZ el círculo que recorre la recta que describe la
superficie y tracémosle en la superficie dispuesta en el vértice 48 un plano
de 'donde
ET·MD
LM2 .ME [3]
ED
y por ser
ED MD ET·MD
----- MV=----
ET MV ED
Prop. 12.
52
Multiplicada por.
53
54 Entre el diámetro y la ordenada prolongada a ambos lados de la elipse.
55 El segmento separado en la prolongación de la ordenada, a partir de la
curva, por la paralela al diámetro desde un punto cualquiera.
56 La ordenada prolongada a ambos lados del diámetro, a la que se han tra-
zado paralelas a este.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 335
nI
SEGUNDAS DEFINICIONES
IV
SIGUEN LAS PROPOSICIONES
FIG. 20.
76 Prop. 21.
77 Por ser EZ> BZ, es EZ·EA > BZ·BA.
78 La demostración es análoga a la anterior.
79 Prop. 22.
342 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
25. Si una recta cort(fl a una elipse entre dos diámetros [conjugados]
y prolongada a uno y otro lado cae fuera de la sección, cortará a los
diámetros.
Sea una elipse de diámetros AB y BD Y una recta EZ que la encuentra
en un punto H situado entre los dos diámetros y, prolongada a uno
y otro lado, cae fuera de la sección (Fig. 21). Digo que la recta EZ
cortará a los diámetros.
Tracemos, en efecto, desde H las rectas HT y HK ordenadamente
sobre AB y GD, y entonces, por ser HK paralela a AB y encontrar HZ
a HK, también HZ encontrará a AB, y, análogamente, la EZ encontrará a
la GD.
26. La paralela a un diámetro de la parábola y de la hipérbola las
encuentra en un solo punto.
27. Si una recta corta al diámetro de una parábola, su prolongación
cortará a la curva.
28. Si una recta toca a una de las secciones opuestas 80 y desde un
punto interior a la otra se traza una paralela a la tangente, la recta, pro-
longada, encontrará a la sección.
29. Si una recta que encuentra a una de las secciones opuestas, pasa
por el centro, encontrará a la otra sección.
30. Cuando en la elipse o en las secciones opuestas una recta tra~ada
a uno y otro lado del centro encuentra a la sección, queda dividida por
este en dos partes iguales.
31. Si en la hipérbola, y sobre el lado transverso de la figura, se toma
un punto que determina, a partir del vértice, una recta no inferior a la
mitad del lado transverso y del mismo punto sale una recta al encuentro
de la sección, la recta, prolongada, caerá dentro de esta 81.
32. La paralela desde el vértice de una sección cónica a una recta
trazada ordenadamente es tangente a la sección y ninguna otra recta
caerá entre la tangente y la sección.
Consideremos primero que la sección cónica sea una parábola de
diámetro AB y tracemos por el punto A la recta AG paralela a una
re.cta trazada ordenadamente. Como se ha demostrado que esta recta
Es decir, a una de las dos ramas de la hipérbola.
80
Las props. 26 a 31 inclusive, cuyas demostraciones no traducimos por
81
brevedad, van completando el estudio exhaustivo de las propiedades de las tan-
gentes a las cónicas por medio del análisis de las posiciones relativas de una
recta con respecto a ellas.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 343
cae fuera de la sección 82, digo que cualquiera otra no cae entre la AG
y la curva (Fig. 22) '" ... Si la sección
es una hipérbola, una elipse o una circunferencia de círculo, cuyo diá·
metro es AB y AZ el parámetro, prolonguemos la recta BZ y tracemos
por el punto A la paralela AG a una
D recta trazada de una manera orde-
nada (Fig. 23). Como se ha demos-
trado que esta recta cae fuera de
la sección, digo que cualquiera otra
no caerá entre AG y la curva
•.......••.••••.•••.••..•.••••••• 83.
82Prop. 17.
83La segunda parte de esta proposlclOn se puede demostrar haciendo la
construcción indicada en el enunciado y empleando el lenguaje moderno, así
en el caso de la parábola:
Si en la parábola de diámetro AB y tangente A G en el vértice A el punto
D de AD es exterior, será ED > EH, y, por tanto,
[1]
ED2 EN2 EN TP
EA2 EA·EN EA TA
87 Se tiene, en efecto:
y poniendo
ANZ=AN·AN=AN·NP,
AN+NO=AO, AN-NO=NP-NO=OP,
resulta:
AN . NP - N02=AO· OP,
y, por tanto,
AN·NP> AO·OP.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 347
% Las notables relaciones métricas que establece esta proposición y las cua-
tro anteriores se pueden resumir en un teorema único que en lenguaje mo-
derno enunciaríamos así: Llamando a y b a las longitudes de dos semidiá-
metros conjugados de una cónica de centro O; P x Y P y a las proyecciones de
un punto cualquiera P de la cónica sobre cada diámetro, paralelamente al otro,
350 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
8f------+----L---+------=~
o
GD EA parámetro
--=--. [1]
GH EZ diám. transv.
el paralelogramo DEFK construido sobre ED y semejante al AEZM equivale
en la hipérbola a la suma de este y el DGHL, y en la elipse a la diferencia.
En efecto, tomando una recta GT tal que sea
GD parámetro G])2
[2]
GT diám. transv. GT·GD
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 353
parámetro
DA·DB diám. transv. '
de esta igualdad y la anterior se deduce que es
DA·DB=GT·GD. [3]
EA2 DA·DB
EA·EZ GH·GD
de donde:
EA·EZxDA·DB
GH'GD [6]
EA2
Ahora bien: puesto que los paralelogramos equiángulos son entre sí como
la razón compuesta de sus lados (EUCLIDES: Elementos, VI, 23), se tiene [6]:
DGHL GH GD DA·DB
AEZM EA EZ EA2
de donde
AEZM±DGHL EA2±DA'DB EA2±{±DE+AE)(DE+AE)
AEZM EA2
354 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
DEFK ED2
AEZM EA2
puesto que la razón de las áreas de las figuras semejantes es la de los cuadrados
de sus lados homólogos (Elementos, VI, 20), resulta finalmente:
DEFK=AEZM±DGHL.
102 Prop. 35.
103 Elementos, 1, 41.
104 Prop. 20.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 355
105 Quiere decir que es KMG=GLB ±HKT, según se trate de una hipérbola
o de una elipse.
106 O sea, a una de las dos ramas de una hipérbola.
356 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO Il
El semidiámetro transverso.
107
La demostración es análoga a la anterior y se apoya en la prop. 37.
108
109 Propiedad correlativa considerando el diámetro transverso.
nOLa demostración de las props. 46 y 47 es inmediata teniendo en cuenta
la 42, aunque Apolonio invoca la 43, pues que dice Év 't'\jJ !1Y 6€roQ~!1a'tL.
111 Prop. 44.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 357
112 Toda esta palabrería se puede ahorrar sin más que recordar la prol'. 47.
113 Perdido el te:xto original, Heiberg ha sobrentendido :rtaQaAA~Aoc; 'ti¡
hpa:rt't0I1Év'Y\: paralela a la tangente.
114 Es decir, la recta que cumple las condiciones que impone la hipótesis.
115 La tangente en el vértice.
116 Vid. supra, nota 114.
358 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
tángulo que se aumenta tiene por lados la recta tomada 117 y la comprendida
eliltre las secciones opuestas 118.
52. Dada en un plano una recta terminada en un punto 119, construir
en el plano la sección cónica llamada parábola tal que su diámetro sea
la recta dada, su vértice el extremo de esta y el cuadrado de toda recta
trazada de la sección al diámetro bajo un ángulo dado equivalga al
rectángulo limitado por la recta que se separa a partir del vértice y otra
recta dada.
Sea la recta AB dada en posición y A su extremo; GD otra recta
de magnitud dada, y supongamos primero que el ángulo dado es recto.
Se trata de construir en el plano dado una parábola cuyo diámetro sea
la recta AB, el vértice el punto A, el lado recto 120 la recta GD y tal. que
las rectas trazadas ordenadamente lo sean en ángulo recto, es decir:
tal que el eje sea la recta AB (Fig. 35).
Prolonguemos AB hacia el lado del punto E; tomemos una recta GH
igual a la cuarta parte de GD; construyamos la media proporcional T
entre GD y EA, siendo EA mayor que GD, y entonces el cuadrado de
T será al de EA como la recta GD a la EA y por ser GD menor que· el
cuádruple del cuadrado de EA, y, por tanto, la recta T menor que el do-
ble de la EA, o sea: dos rectas EA mayores que T 121.
Como siempre es posible construir un triángulo con la recta T y dos
rectas EA, construyamos sobre EA el EAZ perpendicular al plano dado
de manera que AZ sea igual a EA y EZ a T; tracemos las AK y ZK
paralelas a EZ y EA, respectivamente, e imaginemos el cono de vér-
tice Z y base el círculo de diámetro AK cuyo plano sea perpendicular al
de las rectas AZ y ZK. Este cono será recto porque AZ es igual
a ZK 122 y cortándole por un plano paralelo al círculo AK la sección
será un círculo MLNP 123 perpendicular al plano que pasa por las rectas
ZM y ZN, y si es MN la intersección de ese círculo y el triángulo MZN,
es MN el diámetro del círculo.
Si PL es la intersección del plano dado y del círculo, puesto que el
círculo MNP es perpendicular a este plano 124 y al triángulo MZN, la
121 De la construcción
[1]
y, por tanto:
T<2EA.
Primeras definiciones, 3.
122
Prop. 4.
123
124 Falso, porque el plano del círculo MLNP no es perpendicular al dado que
contiene la recta AB. EUCKE, loe. cit., pág. 98, nota 4, supone que se ha alte-
rado el texto griego, en el que debía de haber una frase análoga a la siguiente:
360 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
53. Sean las mismas cosas que antes y supongamos ahora que el
ángulo dado no es recto.
Si el ángulo es igual al formado por las rectas AE y AT Y la AT es
igual a la mitad de la GD 128, tra-
cemos por el punto T la perpen-
dicular TE a la AE; por E la EL
B
paralela a BT y por A la AL per-
pendicular a EL; dividamos esta
en dos partes iguales por el punto
K, en el cual trazaremos a dicha
recta EL la perpendicular KM que
prolongaremos hasta los puntos
H y M, Y sea el rectángulo de
KL y KM equivalente al cuadrado M
de AL.
Dadas, además, las dos rectas:
una, KL, terminada en L y en po- G
I
137 Prop. 4.
138 EUCLIDES: Elemenios, XI, 19.
139 Prop. 12.
364 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
57. Sean las mismas cosas que antes y supongamos ahora que la
recta AB es menor que la AG, y se trata de construir una elipse sobre
AB como diámetro y tal que AG sea el lado recto.
Dividamos la recta AB en dos partes iguales por el punto D; levan-
temos en él la perpendicular ED a AB; sea EZ una recta cuyo cuadrado
equivalga al rectángulo de AB y
__-T--==:----------~G AG; tomemos DZ igual a ED;
tracemos la ZH paralela a AB
y hagamos de manera que EZ
Et-------1r------1 z sea a ZH como AG a AB, con
lo cual resultará EZ mayor que
ZH (Fig. 39), y puesto que el
rectángulo de AB y AG equiva-
B
le al cuadrado de EZ este cua-
H
drado será al de AB y el de DZ
FIG. 39. al de DA como AG a AB; pero
EZ es a ZH como AG a AB;
luego el cuadrado de DZ es al de DA como EZ a ZH, y puesto que el
cuadrado de DZ equivale al rectángulo de DZ y DE, este rectángulo es
al cuadrado de DA como EZ a ZH 144 y la sección pasará por A porque
EZ2 AB·AG AG
AB
Poniendo aquí EZ = 2DZ y AB = 2DA, es
Ez2 4Dz2 DZ2
AB2 = 4DA2 = DAz'
y, por consiguiente,
Dz2 AG
--=--;
DA2 AB
pero se ha hecho de modo que sea
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 367
LIBRO 11
PROPOSICIONES
154 Apolonio llama, pues, secciones opuestas conjugadas a las ramas de las
hipérbolas situadas en los dos ángulos completos que forman las asíntotas, de
manera que estas son comunes a sus cuatro ramas, como demostrará más ade-
lante, lib. 1I, props. 15-17.
1 Vid. supra, lib. 1, nota 63.
370 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
BA·BZ
4
que es la hipótesis, resulta
BG2 BA
[1]
BD2 BZ
Ahora bien: en los triángulos semejantes GBD y GTHDG-porque se ha
supuesto que la línea GDH es recta-se verifica
BG TG TA·TB
--==--, --=--=--=----
BD TH TH2 BD2 BZ TH2
en virtud de [11 y de 1, 21, y, por consiguiente:
lo cual es absurdo.
s a.oÚ!1't(JltOL, en el sentido restringido de tangentes a la hipérbola en el punto
del infinito y no como rectas que no se cortan, cualquiera que sea la dirección
en que se prolonguen, sentido general que le daban los geómetras griegos, in-
cluso el propio Apolonio algunas veces, como en la prop. 14 de este mismo
lib. n.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 371
parámetro BM HA2
diám. transv. BT HB ·HT
374 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
15-17. Las asíntotas son comunes a las dos secciones opuestas de una
hipérbola y a las conjugadas.
18. Toda recta que encuentra a una de las secciones opuestas [de una
hipérbola] y, prolongada a uno y otro lado, cae en el exterior de la sección,
cortará a las adyacentes en un solo punto.
19. La tangente a una de las secciones opuestas conjugadas corta a las
secciones adyacentes y queda dividida en dos partes iguales por el punto
de contacto.
20. Si por el centro de las secciones opuestas conjugadas se traza una
paralela a una tangente a una de las secciones hasta que corte a una de las
adyacentes, y se une el centro con el punto de contacto, la recta que toca
a la sección en el punto de encuentro es paralela a la de unión del centro
y el punto de contacto y las rectas que pasan por los puntos de contacto y
por el centro son diámetros conjugados.
Sean las secciones opuestas conjugadas con los diámetros conjugados
AB y GD Y centro X. Tracemos a la sección A una tangente EZ que,
prolongada, cortará a la recta GD en un punto K; unamos E con X y
prolonguemos EX hasta su encuentro en L con la sección B; tracemos
por X la paralela XH a EZ y por H la HT tangente a la sección (Fig. 46).
del que Apolonio dio una demostración que nos ha transmitido Eutocio en su
comentario, y se reduce a lo siguiente:
Si es EK la menor distancia dada, hagamos de modo que sea
[1]
21. Dadas las mismas cosas que antes, demostrar que las tangen-
tes en los extremos de dos diámetros conjugados se cortan en una de las
asíntotas.
Sean las secciones opuestas conjugadas de diámetros AB y GD Y tra-
cemos las tangentes AE y GE (Fig. 47). Digo que el punto E está en una
asíntota.
En efecto: puesto que el cuadrado de GX, que es igual al de EA,
equivale a la cuarta parte de la figura aplicada a AB 16, la recta EX, que
une el punto E con el centro X de la sección, es una asíntota 17, y, por
tanto, E está en ella.
22. Si en las secciones opuestas conjugadas se traza desde el centro
de una de ellas una recta y a esta una paralela que corte a una de las
secciones adyacentes y a las asíntotas, el rectángulo de las partes de pa-
G o
50-51. Trazar a una sección cónica una tangente que forme un án-
gulo agudo dado con el eje o con el diámetro de la sección 36.
52. El ángulo que una tangen-
te a la elipse forma con el diá- L
metro trazado por el punto de con-
tacto no es menor que el adya-
cente al de las rectas que se quie-
bran en medio de la sección 37.
Dada la elipse de ejes AB y
GD Y la tangente HZL en el pun- "---fC------+=::--------"l8
to Z, tracemos las rectas GA, GB
Y ZE y prolonguemos la BG has-
ta el punto L (Fig. 54). Digo que
el ángulo de las rectas ZL y ZE
no es menor que el de las GL
y GT 38. o
53. Trazar una tangente a una FIG. 54.
LIBRO 111
PROPOSICIONES
~"~
Tracemos por los puntos A y B
los diámetros AD y BG que encuen-
tran a las tangentes en los puntos
D y G, respectivamente. Digo que
~W
el triángulo ADE es equivalente al
AEAG' EBG (Fig. 55).
En efecto, tracemos por el pun-
H Z •
E H to A la AZ paralelas a la tangen-
G •
te BD, que será una ordenada 1. En
o la parábola, el paralelogramo ADBZ
FIG. 55. es equivalente al triángulo AGZ 2,
de manera que restando de am-
bos la figura AEBZ, los triángulos que quedan ADE y EBG son equi-
valentes.
En las otras secciones 3, los diámetros se encuentran en el centro H,
y por haberse trazado la ordenada AZ y ser tangente AG, el rectángulo
de HZ y HG equivale al cuadrado de HB, y, por tanto, la recta HB es a
la HG como HZ a HB y el cuadrado de HZ al de HB como HZ a HG;
pero el triángulo AHZ es al DHB como el cuadrado de HZ al de HB y el
mismo triángulo AHZ es al AHG como HZ a HG; luego el triángulo
AHZ es al DHB como el AHZ al AHG, y, por tanto, los triángulos AHG
y DHB son equivalentes, y restando de ambos la figura DHGE, los trián-
gulos que quedan AED y GBE son equivalentes.
4I, 42 Y 43.
5La demostración es inmediata teniendo en cuenta la proposición anterior
y sumando o restando un cuadrilátero.
386 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
rado según una tangente y el diámetro que pasa por el punto de con-
tacto de esta.
6. Dadas las mismas cosas, si por un punto de una de las secciones
opuestas se trazan a las tangentes paralelas que corten a los diámetros,
el cuadrilátero obtenido según una de las tangentes y uno de los diáme-
tros equivale al triángulo obtenido según la misma tangente y el otro
diámetro.
7. Dadas las mismas cosas, si por varios puntos de las secciones se
trazan a las tangentes paralelas que corten a los diámetros, los cuadrilá-
teros limitados por las rectas así trazadas son equivalentes 6.
mado por dos diámetros cualesquiera y la cuerda trazada por un punto cual-
quiera de la cónica, con la condición de quedar bisecada por los diámetros.
7 lI, 2.
8 n, 1.
9 J, 46 y 47.
10 Se tiene, en efecto,
11 A la comca o a la circunferencia.
12 uno'toov Ó'WLro~ ACt¡t~a:vo¡tévrov IOMwiw, es decir, los segmentos de las para·
lelas a las tangentes comprendidos entre el punto de intersección de las parale·
las y los de encuentro con la cónica.
388 e :ENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
f!l)
verso BED y tracemos las rectas
ES
pN . ZK HA
N H
AGz BO
AG x parám.=fig. apl. a AG BD
21 EUCLIDES: Elementos, VI, 22.
392 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Ibídem, n, 9.
22
El teorema es válido para la hipérbola, pero Apolonio no lo demuestra.
23
24 Se demuestra esta proposición de un modo análogo a la anterior, apo-
yándose en el lib. I, segundas definiciones, 3, y props. 21 y 40.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 393
43 Esta última frase es notabilísima, pues que amplía al caso en que las tan-
gentes sean cualesquiera la validez de la proposición, de la cual se deduce inme-
diatamente que el área del paralelogramo limitado por los segmentos que la
tangente a la hipérbola determina en las asíntotas es constante, y, por tanto,
constante también la del triángulo formado por la tangente y las asíntotas.
Esta proposición y la anterior permiten resolver el problema de la sección de
espacio como la 41 el de la sección de razón.
44 Es decir, las rectas que unen los extremos de los segmentos que las dos
tangentes determinan en las asíntotas.
45 Ir, 43.
46 Vid. supra, lib. 1, nota 71.
47 El texto griego de este pasaje de enrevesada redacción es el siguiente:
XUt [Éuv] 't0 'tc'tuQ't'\jJ ¡.tÉQ€L 'tOU cLBo'U<; LOOV nUQu 'tov Cí:;ovu nUQu~A:YIOf1 ECfl'
Éxá'tcQu EO"tL ¡.tcv 'tií<; 'ÚmQ~oAií<; XUt 'tOOV av'tLxcl¡.tcVOOV 'ÚQEQ~UA.A.OV c'{B€L 'tc'tQUYÓ)VCfl,
Ent &c 'tiíc; eAA€L1jJcOO<; EAAci:nov.
48 'tU 'tiíc; nUQufJoAiíc; Ycvr¡OÉv'tU or¡¡.tc'iu, es decir, los puntos que resultan al
aplicar al eje el rectángulo característico, aumentado o disminuido en un cua-
drado, según se trate de una hipérbola o de una elipse,y, por tanto, dividen
el eje mayor de esta y al transverso de aquella en dos segmentos cuyo producto
es igual al cuadrado del semieje conjugado, o, empleando la terminología apo-
loniana, igual a la cuarta parte de la figura, o sea del rectángulo cuyos lados
Son el eje mayor y el parámetro.
49 Es decir, el segmento de una tangente cualquiera comprendida entre las
tangentes en los vértices se ve bajo un ángulo recto desde los focos.
398 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
~----":::"----~--iA
46. Dadas las mismas cosas, las rectas de unión 51 forman ángulos
iguales con las tangentes.
Puesto que se ha demostrado que los ángulos de ZG, ZD y HG, HD
son rectos, el círculo descrito sobre GD como diámetro pasará por los
puntos Z y H 52; los ángulos de GD, GH Y ZD, ZH serán iguales por
estar inscritos en el mismo segmento circular (Fig. 64), Y por haberse
establecido la igualdad de los de las rectas ZD, ZH y GA, GZ, el ángulo
de las GD y GH es igual al de las GA y GZ, y de la misma manera se
demostraría que el de DG y DZ es igual al de DB y DH.
47. Dadas las mismas cosas, la recta trazada desde el punto de en-
cuentro de las rectas de unión 53 con el de contacto 54 será perpendicular
a la tangente 55.
48. Dadas las mismas cosas, demostrar que las rectas trazadas des-
56 Lib. r, segundas definiciones, y prop. 36; lib. lI, props. 45 y 47, Y EUCLI-
DES: Elementos, III, 31.
57 El pie de la perpendicular.
58 Prop. 45.
59 Vid. supra, lib. r, nota 71.
60 Es decir, determinando los focos de acuerdo con la prop. 45.
61 Vid. supra, lib. n, nota 37.
62 Es decir, si los radios vectores que parten de los focos se cortan en UR
punto de la hipérbola.
63 Los enunciados de las proposiciones 51 y 52 son otros tantos galimatías
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 401
z~
transversales ABE y GBD (Fig. 65).
Digo que el rectángulo de AD y
EG equivale a la figura aplicada
al diámetro AG 64.
G
54. Si por los puntos de con-
tacto de dos tangentes a una sec-
ción cónica o a una circunferen- FIG. 65.
cia de círculo se trazan paralelas a
las tangentes y iransversales a un mismo punto de la curva que corten a
las paralelas, la razón del rectángulo limitado por los segmentos producidos
al cuadrado de la recta de contactos se compone de la del cuadrado del
segmento interior de la recta que une el punto de intersección de las
tangentes con el medio de la de contactos al cuadrado del otro segmento
y de la del rectángulo limitado por las tangentes a la cuarta parte del
cuadrado de la recta de contactos 65.
55. Si por el punto de intersección de dos tangentes a las secciones
opuestas se traza una paralela a la recta de contactos y por estas parale-
las a las tangentes, y las rectas desde los puntos de contacto a un mismo
punto de una de las secciones cortan a las paralelas, la razón del rec-
tángulo limitado por las rectas separadas al cuadrado de la de' contactos
un punto de la {
hiPérbOla}
.
l diferencia}
suma
es constante e igual al eje
de los radios vectores de
{transverso} .
, impor-
elIpse mayor
tantísimas propiedades que Apolonio descubrió y demostró por el método de
aplicación de áreas, permitiendo así dibujar las cónicas por un trazo continuo.
Dichas propiedades son las que se toman como definiciones de las cónicas en
los textos actuales de Geometría elemental.
64 Se demuestra apoyándose en la l, 21.
65 La figura que acompaña al texto griego es muy confusa y la demostración
de la proposición muy oscura. Está fundada en l, 32, y 46-47, según se trate
de la parábola o de las cónicas con centro, y n, 7.
402 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
LIBRO IV
66 Props. 20 y 28.
67 1, 47.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 403
PROPOSICIONES
1 3tQO~ 'tE 'ta~ 'tOO\' 3tQoBÁr¡ltá'túlV (JUVeÉ<JEL~ xal 'tou~ eSLOQL<JltO'l)~, frase anfiboló-
gicamente vertida al latín por no tener los traductores una idea clara del sig-
nificado de la palabra eSLOQL<JltÓ~: estudio de los casos de posibilidad o imposi-
bilidad de un problema o teorema, que hoy decimos discusión o diorisina, cas-
tellanizando la voz griega.
2 3tQÓ~ 'tá~ a\'aÁ'Ú<JEL~ eSE 'tOO\' eSLOQL<JltW\': para la resolución de los problemas
y desarrollo de las discusiones: «ad analyses eSLOQL<JltW\'», dice Halley en su tra-
ducción latina, 1, 28, conservando la palabra griega «diorisma» por dudar de
su sentido preciso, y que Heiberg tradujo en la suya, Ir, 16, por «determi-
nación»: ad analyses determinationum.
3 Es decir, que las secantes quedan divididas armónicamente.
404 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
4 n, 49.
5 nI, 37.
6 Las props. 1-23 de este lib. IV son, en realidad, las recíprocas de las 30-40
del nI y la mayor parte casos particulares de la IlI, 37, por lo cual no las
hemos traducido. Apolonio las demuestra por reducción al absurdo, como la 9,
que hemos destacado porque nos da un método práctico para trazar dos tan-
gentes a una cónica desde un punto exterior. Basta, en efecto, hacer pasar
por este dos secantes cualesquiera y la recta que une los puntos armónica-
mente separados cortará a la cónica en los de contacto de las tangentes.
Las proposiciones siguientes hasta la última, o sea, las 24-57, se refieren a
las intersecciones y contactos de las cónicas entre sí y con la circunferencia y
no son todas originales de Apolonio, pues que él mismo reconoce en su carta
a Atalo que Conon, aunque incorrectamente, había dado a conocer algunas de
ellas; pero, además, de no demostrarlas o hacerlo sin rigor apodíctico, el geó-
metra de Samos no tuvo en cuenta las dos ramas de la hipérbola, mientras que
el de Pérgamo no solo las consideró como partes de una curva única, sino que
ordenó, sistematizó y demostró rigurosamente todos los teoremas relativos a las
intersecciones y contactos, dando así a los matemáticos antiguos muchos de
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 405
10-23. . .
24. Una sección cónica no puede encontrar a otra o a una circun-
ferencia de tal modo que una parte sea común y otra no.
En efecto, si una sección cónica DABG encontrara a una circunfe-
rencia EABG teniendo ambas una parte común
ABG y no comunes las partes AD y AE (fi-
gura 67), tornemos un punto T en las dos sec-
ciones y unámoslo con A; tracemos por un pun-
to cualquiera E la paralela DEG a la recta AT;
dividamos esta en dos partes iguales por el
punto H y, trazando el diámetro BHZ, resul-
ta que la paralela por B a AT será tangente
a las dos secciones 7 y paralela a DEG y, ade- B Z
más, igual a ZD en una de las secciones y a
ZE en la otra 8, y, por tanto, ZD igual a ZE,
lo cual es imposible.
25. Una sección cónica no corta a otra o a
una circunferencia en más de cuatro puntos.
Suponiendo que las dos secciones se cor-
tan en los cinco puntos, A, B, G, D y E en este FIG. 67.
orden, tracemos las rectas AB y GD que, prolon-
gadas, se cortarán en un punto L exterior a las secciones si se trata de
una parábola y de una hipérbola 9, y sea OA a OB corno LA a LB y PD
a PL corno LD a LG (Fig. 68). La recta PO, prolongada a uno y otro
lado, cortará a la sección, y rectas las trazadas desde sus puntos de
intersección T y Q al A serán tangentes 10, y por cortar la LE a las dos
secciones porque estas no tienen ningún punto común entre B y G, sean
M y H esos puntos, y entonces NE será NH corno LE a LH en una de las
secciones y NE a NM corno LE a LM en la otra 11, lo cual es imposible;
luego también es imposible lo que supusimos al principio 12.
los recursos de que disponen hoy los modernos desde que, gracias a Desear·
tes, se pudo discutir la ecuación completa de segundo grado.
7 l, 32.
SI, 46 Y 47.
9 n, 24 y 25.
10 Prop. 9.
11 lII, 37.
12 lO E; UQxfíc;, lo del comienzo, es decir, que las dos cónicas tenían cinco
406 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
~=:;;.....----+---~
A
L6:::-----:...~.,...,--+:-------"7I'..
E
\-4--------+-------.,
o
T
FIG. 68. FIG. 69.
LIBRO V
PROPOSICIONES
o lo que es igual, las rectas normales a los puntos de una cónica que pasan
por un punto dado, problema que contiene el germen de la teoría de evolutas
y evolventes que figura en el famoso Horologium oscilatorium, París, 1673, de
HUYGENS, con el que este enriqueció la Geometría diferencial al estudiar la cur-
Vatura de las curvas planas, genialmente intuida por Apolonio.
410 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
A
FIG. 70. FIG. 71.
DH·DB=AD2,
HK2+ZK2=ZH2=2GZ·
'GK+(ZG2+KG2- 2GZ·GK) =
= ZG2+KG2,
de donde
ZH2_ZG2=KG2.
Análogamente es
y por ser
resulta inmediatamente
FIG. 73. ZA > ZB > ZT> ZH > ZG.
tice mayor que la mitad del parámetro, se toma del lado del vértice un
segmento igual a la mitad del parámetro y se levanta en su extremo la
perpendicular al eje hasta que encuentre a la
curva (Fig. 74), la recta que une su punto de
intersección con el tomado en el eje, es la
menor de todas las que se pueden trazar des-
de dicho punto a la curva; las demás van
creciendo a medida que se alejan de esta y
la diferencia entre los cuadrados de una de
esas rectas y la mínima es equivalente al del
segmento comprendido entre los pies de las G
ordenadas de dichas rectas y el punto fijado
en el eje.
Dada la parábola ABG y en su eje GD
un punto E cuya distancia al vértice G es ma- N
yor que el semiparámetro, tomemos el segmen-
to EZ igual a este; tracemos en Z la perpendi-
cular ZH al eje, y, uniendo su punto de in-
tersección H con el E y este con otros puntos FIG. 74.
L, K, A de la parábola, la recta EH es la me-
nor de todas las que parten de E 3; las otras son BK> EL > BG, y la
diferencia de los cuadrados de estas yel de EH equivale al cuadrado del
segmento comprendido entre el punto Z y los pies de las ordenadas.
Teniendo en cuenta que por construcción es EZ=GN; y recordando
I, 11, se tiene:
2GN ·GP= 2EZ•GP=Kp2, [1]
y por ser
3 Es decir, normal en H.
414 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
EK>EL>EG>EH.
[4]
AG-2GT
=TK·EG=EG . - - - -
AG
Las igualdades [5], [4] Y [3] dan
EG2_EG2· cons t.=EB2
= EH2 - EQ2 . consto
= EZ2 - EJ2 . consto
416 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
CIENTIFICOS, Il.-14
418 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
G
FIG. 78. FIG. 79.
35. Los ángulos que las rectas mínimas forman con el eje de una
cónica crecen a medida que su vértice se aleja del de la cónica.
Si esta· es la parábola AEG de eje DG y vértice G y trazamos las rec-
G o
ángulo ADG mayor que el BEG, la suma de los ADE y DEB es mayor
que dos rectos (Fig. 84), y, por tanto, la de sus adyacentes menor que
dos rectos; luego las rectas DA y EB, cortadas por la DG, se encuentran
hacia este lado.
39. Las rectas mínimas de la elipse se cortan en el interior del ángulo
del eje menor y el semieje [mayor] al que se han trazado.
40. Las rectas máximas de una elipse trazadas desde el eje menor
se cortan en el mismo lado de la curva.
41. Las rectas mínimas de la parábola o de la elipse trazadas desde
el eje cortan a la curva en el otro lado del eje.
42-43. Si el eje transver-
so de una hipérbola no es ma-
yor que el parámetro corres-
pondiente, no se puede trazar
desde el eje ninguna recta míni-
'»'la que corte al otro lado de la
curva; y si es mayor, unas
o f---+-:=-----~E-.
F
~-~-------1 G
de donde:
BZ BD
-----
BT BZ
y, por tanto,
BZ BD BD BD2
- - . --=--=--;
BT BZ BT BZ2
y como por hipótesis, es BD~BT, será
/'... /'...
BD~BZ; BZD~ZDB,
/'... ""
ZDB>AEB! "" /'...
/'...'
ZDB=BDH
/'...
"" BDH>AEB
/'...
ít /'. . /'. .
BDH +BEF > 2 rectos;
AEB+BEF=2 rectos
LI B R O Vil
1
DEFINICIONES
y,en la parábola los pies de las normales están también en una circunferencia
py
x 2+y2_(m+p)x---=O.
2
lo cual no advirtió Apolonio, obligándole a resolver como lugar sólido un pro-
blema que podía resolverse como lugar plano, cosa que le reprochó Pappo.
1 Este libro es menos original e importante que los anteriores. Algunas de
sus proposiciones ya habían sido estudiadas por Arquímedes en Sobre conoides
y esferoides; y como el propio Apolonio reconoce en su carta de remisión a
Atalo que 10 que ha querido hacer es ampliar y aclarar trabajos de geómetras
anteriores a él, nos limitamos a traducir las cuestiones que llevan la incon-
fundible impronta apoloniana.
APOLONIO DE PERGAMO.~LAS CONICAS 425
II
PROPOSICIONES
In
mos en un punto B de ella la per-
pendicular BK al eje y comple-
temos el rectángulo KE; tomemos
en el eje de la otra parábola un
segmento ZL =AK, levantemos la
FIG. 86. perpendicular HL al eje y com-
pletemos el rectángulo LM, el cual
será congruente con el KE por construcción, y como equivalen a los
cuadrados de BK y HL, respectivamente 4, es BK=HL y, por tanto, si
yuxtaponemos las parábolas de modo que coincidan sus ejes y BK caiga
sobre HL, el punto B caerá sobre el H y el K sobre el L, lo cual
es contra la hipótesis; luego una parábola no puede no ser igual a otra.
Recíprocamente, si las parábolas son iguales, se tiene en virtud
de 1, 11:
BK2=AK ·AE, HL2=ZL ·ZM,
y por ser
BK=HL Y AK=ZL, es AE=ZM.
41, ll.
s Def. 10.
ó Lo mismo que la anterior, esta proposición se demuestra por reducción al
absurdo apoyándose en 1, 12 y 13.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 427
n
BZ DZJ. KM HM2
- - = - - , será --=-=::--, A E
K
BE AE2 KL IV o Z
~
E M
,~
C? mejantes, también lo son los trián-
gulos MKP y NLQ 8, Y por tan-
l . . . . .' "e ".' I L Q G
to, los MPR y NQS, y se tendrá
S
PK QL PR QS
FIG. 88. ----- --=--
PM QN PM QN
Multiplicando ordenadamente estas dos igualdades, es
PQ·PR QL·QS
PM2 QN2
Y por ser (1, 37)
PK·PR eje transv. 2AK QL·QS eje transv. 2GL
- - -,
PM2 parám. corresp. QN2 parám. corresp.
resulta:
eje 2AK eje 2GL
parám. corresp. parám. corresp.
luego las figuras construidas sobre los 2AK y 2GL son semejantes, y
en virtud de 12-13 también lo serán las cónicas, lo cual es contra la
hipótesis.
demostradas por reducción al absurdo razonando como en 1, 2 y 3. La 16, en
particular, es la 1, 14, y las 17-22 se refieren a diversos casos de semejanza
de segmentos de cónicas.
8 Propiedad establecida incidentalmente a lo largo de la demostración de
lá prop. 18, que no hemos traducido.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 429
desiguales.
27. Las elipses producidas al
cortar un cono por dos planos para-
lelos que encuentren a los lados del
triángulo según el eje y que no sean
paralelos ni antiparalelos a la base,
son semejantes y desiguales 9.
28. Cortar un cono recto por
un plano de modo que la sección sea
una parábola igual a una dada. Bf----+-*-~G
Sea el cono recto cuya sección F L E
por el eje es el triángulo ABG, y EDF
la parábola dada de eje DL y pará~ K
y DZ no sería ([ID el parámetro de esta otra sección que sería, por tanto,
distinta de la EDF, lo cual es contra la hipótesis.
29. Cortar un cono recto por un plano de modo que la sección sea
una hipérbola igual a una dada. Para que el problema tenga solución
es necesario que la razón del cuadrado del eje del cono al del semi-
diámetro de la base no sea mayor
que la del diámetro transverso, o
eje de la sección dada, al parámetro
correspondiente a este diámetro.
Sea el cono recto de eje AT
cuya sección por el eje es el trián-
gulo ABG, y EDF la hipérbola dada
de eje HDL y figura el rectán-
gulo de base DH igual al eje trans-
verso y altura el parámetro DZ
(Fig. 90).
1. Suponiendo que sea
Bf----'---+-+--'-----~
G
-=--, [1]
BT2 DZ
FIG. 90. tracemos una recta PN paralela a
AT e igual a DH que subtiende el
ángulo PAB 10, Y haciendo pasar por ella un plano perpendicular al ABG,
la sección producida QNR resuelve el problema porque teniendo· en
II Prop. 2.
432 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
n. Si es
TA2 DH
--<-- [3]
BT2 DZ'
circunscribamos un círculo al triángulo ABG y, prolongando el eje AT
hasta el punto R, será
TA DH
- - < - '-;
TR DZ
determinemos en TR, a partir de T, un punto V tal que sea
TA DH
--=~- [4]
TV DZ
tracemos por V la QVX paralela a BG; unamos los puntos M y X con A;
tomemos dos rectas PN y UO iguales a DH y paralelas aAX y AQ, y
haciendo pasar por esas rectas PN y UO sendos planos perpendiculares
al del triángulo ABG, las secciones producidas de ejes PNI y UOS re-
suelven el problema.
En efecto, poniendo en [3]
BT2=TB·TG=TA·TK,
se tiene:
TA2 DH TA DH
----<--, -'-<--,
TA·TR DZ TR DZ
y siendo semejantes los triángulos AQV y AMT y récordando J, 12, es
DZ CB·CG CA·CF CF TV CI
DH NA2
~
DZ NB·NG
NA2 NA MA
NA·NR NR MQ'
lo cual es absurdo.
o 31. Construir un cono recto
G
semejante a otro dado en el cual
esté situada una parábola dada.
Zf----------f K Sea ABG la parábola dada de
eje AL y parámetro AD y el cono
dado de triángulo por el eje EKZ
FIG. 93. (Fig. 93). Tracemos por AL un pla-
no TAL perpendicular al de la pa-
rábola BAG y en él una recta AM que forme con la AL un ángulo MAL
igual al EZK; tomemos la recta AM de modo que sea
nA ZK
----- [1]
AM ZE
y sobre AM como base construyamos el triángulo ATM semejante al
EKZ, y entonces el cono ATM de vértice T y base el círculo de diámetro
AM resuelve el problema.
APOLONIQ DE PERGAMO.-LAS CONICAS 435
Se tiene, en efecto:
/'" /'"
MAL=EKZ /'" /'"
DA AMz AM AM AN AN AÑ2 DA
.--=--.
TA TA·TM AT TM Al IN AI·IN Al
HE2 AN
--=--, [1]
HZ2 AD
prolonguemos las rectas NT y AD hasta su encuentro en M, y entonces,
por ser iguales los arcos RN y RA Y paralelas las rectas AM y TR, es
/'.. A
NTR=ATR
/'.. A /'.. /'..
NTR=TMA TMA=MAT,
/'.. A
ATR=MAT
y construyendo el cono isósceles de vértice 1 cuya base sea el círculo
descrito sobre AM como diámetro de plano perpendicular al TAL, ten-
dremos la solución.
En efecto, por ser iguales los ángulos en T y E por construcción y
semejantes los triángulos isósceles ATM y KEZ, se tiene:
HE PT HE2 PT2 HE2 PT2
--=--, -=::=-= ==-, [2]
HK PM HK2 PM2 HK·HZ PM·PA
de donde
1>1'2 AN
----=-- [3]
PM·PA AD
y, por tanto, (1, 12), AN es el eje transverso y AD el parámetro de la
hipérbola producida en el cono ATM por el plano de la dada ABG, y
siendo iguales las figuras de ambas cónicas, estas son también iguales.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 437
y determinamos en TV un pun-
to F tal que sea
VR AN
[5]
VF = AD'
HEZ VR AN
==-=-->--,
HZJ VT AD
y razonando como antes, se llega a
XR AN VR
--=--<--,
Xl AD VT
lo cual es absurdo.
33. Construir un cono recto semejante a otro dado en el cual esté
situada una elipse dada.
Dada la elipse ABG de eje mayor AG y parámetro AD y el cono EZK,
hagamos pasar por AG un plano perpendicular al de la elipse (Fig 95);
describamos sobre AG un arco ATG capaz del ángulo ZEK; bisequémos-
lo por el punto T; tracemos por este dos secantes TIL y TNF a AG tales
que sea
LT FT AG
[1]
-L-I-= FN = AD ;
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 439
,~"
sulta:
AG PI PI PI2
--==-- .
AD PM PA PA·PM
igualdad que nos dice que por ser FIG. 95.
AG el diámetro de la elipse dada, es
(L, 13) AD el parámetro de la producida en el cono IAM, y teniendo,
pues, el mismo eje transverso y el mismo parámetro, ambas elipses son
iguales; y análogamente se demostraría que también es solución el cono
de vértice N y generatrices NA y NG.
Estos dos conos son los únicos que resuelven el problema porque
si hubiese un tercero con el vértice O en el cono ATG del mismo lado
del plano de la cónica que los 1 y N y generatrices OA y OH, uniendo
T con O y prolongando la recta TO hasta que corte en X a la AG, tra-
zando por O y A sendas paralelas a XA y XT y razonando como antes,
llegaríamos a la expresión
XT LT
--=--,
xa U
que es absurda.
440 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
LIBRO VII
PROPOSICIONES
'/7ih,.'_--.,"
Le,'
L
;~'
, i
'
--.
FIG. 96.
Poniendo
y por ser
FIG. 99.
M será igual (l, 50) al semipará-
metro, y por la semejanza de los triángulos BLO y BKD se tendrá:
B[)2=M·BK.
Ez2=AG'AZJ
- AG·AZ=DZ·DH, [2J
Bz2=ZD·ZH
y como el vértice de la parábola biseca a la subtangente (1, 34), es
ZD=2AZ, 2ZD = 4AZ,
y poniendo este valor en [2] resulta AG=2ZH, de modo que sumando
esta igualdad y la anterior, se tiene:
AG+4AZ= 2(ZH + ZD) = 2DH=parám. corresp. a El.
[1)
y siendo
AG2 MG
--=--, [2)
BK2 PN
BK2 PN
--=--, [3]
Hz2 PM
PN
[4]
BK2±Hz2 PN±PM=MN
si multiplicamos las igualdades [2] y [4], resulta:
BK2 AG2 PN MG
.--=--.--
BK2±Hz2 BK2 MN PN
AGZ MG
-, [5)
BK2±Hz2 MN
e identificando con la [1]:
BK2±HZ2=AGZ±EF2.
GMxPN
(BK+g)2 (PN + PM)2
AG2 GM
BKxg= PM'
GMxPN
BK2±g2 PN2±PM2
diferencia}
29-30. La { del cuadrado de un diámetro cualquiera de
suma
una hipérbola J' .
f l'
e zpse
y la fzgura construzda sobre él es constante (Fig. 103).
Por ser, en efecto (props. 13 y 12 Y l, 16 Y 15):
BK2+Hz2=AG2+EF2,
BK x parám. corresp. = HZ2,
Figura =
l AG x parám. corresp. = EF2.
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 449
es decir,
-
B[(Z:¡:
P
Fig. { hi. .} =AG2+
ehp.
- Fig. { hipo
. }
ehp.
E@"',
K
A
z
será
TA2 AG2 AG QE·QT
TG2 GD2 AG x parám. parárn. ZQ2
de do~nde, siendo por construcción,
[1]
se verificará:
TA2 OQ2 TA OQ
TG2 =ZQ2' TG = zQ ,
TA·TA OQ·ET
TG·TA = ZQ·ET '
TA2 TA·TG
OQ·ET ZQ·ET
pero (1, 37) es
TE·TQ=TA2,
TE·TQ TA TA·TG
[2]
OQ·ET OQ·ET ZQ·ET'
y como por la (prop. 4) Y la semejanza de los triángulos EZT y TMF
se tiene :
ZE2 QE
--=--,
TM2 QT
triáng. EZT ZE2 QE
triáng. TMF TM2 QT
y, por tanto,
2 triáng. EZT QE
[3]
2 triáng. TMF QT
Se tiene, además:
triáng. EZT ZE
ttiáng. ZHT = ZH'
2 triáng. EZT ZE TE
paralelogr. TZHM ZH TF
APOLONIO DE PERGAMO.-LAS CONICAS 451
triáng. HTM MH
triáng. MTF MF
paralelogr. TZHM MH TE
2 triáng. MTF MF TF
luego es
2 triáng. EZT paralelogr. TZHM
paralelogr. TZHM 2 triáng. TMF
de donde
(paralelog. TZHM)2=2 triáng. EZTx2 triáng. TMF. [4]
se tendrá ([3])
OQ 2 triáng. EZT
[5]
QT paralelogr. TZHM'
de donde:
4 paralelogr. TZHM=paralelogr. HKPX=AB· GD.
452 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
H de donde
f
J
menor que la de un diámetro cualquiera y el suyo, y disminuye
mayor
f
aumenta
1
a medida que este se aleja del eje.
42-43. El rectángulo construido sobre el eje transverso de una hipér-
bola y su parámetro es menor que el construido sobre un diámetro cual-
quiera y el suyo; crece a medida que el diámetro se aleja del eje y el
rectángulo máximo en la elipse es el construido sobre el eje menor y su
parámetro.
44-45. Si el eje transverso de una hipérbola f:~ 1
es menor que su
parámetro y su cuadrado menor que la mitad del de la diferencia entre
dicho eje y su parámetro, la suma de los cuadrados de estas dos magnitu-
des es menor que la de las de las análogas respecto de un diámetro.
46. Si el cuadrado del eje transverso de una hipérbola es menor que
la mitad del cuadrado de la diferencia entre dicho eje y su parámetro,
haya cada lado del eje un diámetro cuyo cuadrado equivale a la mitad del
cuadrado de la diferencia entre este diámetro y su parámetro, y la suma
de los cuadrados de estas dos magnitudes es menor que la de las análogas
respecto de cualquier otro diámetro. Esta última suma crece a medida
que el diámetro se aleja del eje.
47. Si el cuadrado del eje mayor de una elipse es igualo menor que
la mitad del cuadrado de la suma de dicho eje y su parámetro, la suma de
los cuadrados de estas dos magnitudes es menor que la de las análogas
respecto de cualquier diámetro. Esta última suma crece a medida que el
diámetro se aleja del eje mayor y es máxima para el eje menor.
48. Si el cuadrado del eje mayor de una elipse es mayor que la mitad
454 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
del cuadrado de la suma de dicho eje y su parámetro, haya cada lado del
eje un diámetro cuyo cuadrado equivale a la mitad del de la suma de este
diámetro y su parámetro; la suma de los cuadrados de estas dos magni-
tudes es menor que la de las análogas respecto de cualquier otro diámetro
trazado en el mismo cuadrante de la elipse y esta última suma crece a me-
dida que el diámetro se aleja del eje.
49-50. Si el eje transverso de una hipérbola es ) mayor 1 que su pa-
l menor 5
rámetro, la diferencia de los cuadrados de estas dos magnitudes es ) menor}
(mayor
que la de las mismas magnitudes respecto de cualquier diámetro; esta
.
ú1tZma diferencia { aumenta
.. } a me d id a que e1 d"zametro se al'
eJa d e1 ele
.
dzsmznuye
y es .) mayor 1 que la que hay entre el cuadrado del eje y el rectángulo
~menor 5
menor} que e1 doble de esta
construido con el eje y su parámetro y
diferencia.
fmayor
51. La diferencia de los cuadrados del eje ) mayor 1 de una elipse
(menor 5
y su parámetro es mayor que la de estas dos magnitudes respecto de
cualquier diámetro { mayor} que su parametro
menor
, f
y disminuye
aumenta
1 '.
a medz-
da que el diámetro se aleja del eje.
ERA TOSTENES
(280?-192?)
ERATOSTENES
PREAMBULO
1 !,Llo(JoAa~oc;,
palabra acuñada por PAPPO: Colección matemática, III.
2 Geógrafo siciliano de mediados del siglo IV a. de J.C., autor de un mapa
que dividió en dos partes casi iguales por medio de una línea-diafragma-
trazada a la misma distancia del Sur y del N arte y en dirección al ecuador, que
partía del estrecho de Gibraltar y, cortando el Mediterráneo, pasaba por Sicilia
457
458 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
tancia intertropical, y, por tanto, 47 42' 39"/2 =23 51' 19" 5 para la obli·
0 0
BIBLIOGRAFIA
ció en París, 1539. Hay una traducción latina anterior, Venecia, 1488, y
una moderna preparada por Hermann Ziegler, Leipzig, 1891.
IlI. Caterismas sobre el origen de los nombres de las constelaciones.
Los trozos que tenemos fueron publicados por Fell, Oxford, 1872, y des-
pués por C. Robert, en griego y latín, Berlín, 1878.
IV. Comentarios a los Fenómenos de Arato.
V. ílegt f-leOOrETWY: Sobre las medias o proporciones, en dos libros
que probablemente trataban de los lugares de puntos tales que .sus dis-
tancias a tres rectas dadas formasen una de las tres medias que entonces
se consideraban: aritmética, geométrica o armónica.
La palabra griega mesote, que los franceses traducen por médiété, pro-
pone JosÉ A. SÁNCHEZ PÉREZ: La Aritmética en Grecia, pág. 216, Ma-
drid, 1947, que se traduzca en español por medieta o terna mesote, neolo-
gismo que creemos inútil por tener ya las palabras media, medio y pro-
porción.
VI. Carta al rey Ptolomeo, recogida por Eutocio de Ascalón 3.
VII. 'Eewijc;: Hermes, poema heroico, del que quedan algunas es-
trofas.
VIII. ílegt o.exa.ía.c; xWf-lwbtac;: Sobre la comedia antigua.
Se han ocupado de Eratóstenes, con cierto pormenor:
BERGER, Hugo: Geschichte der Wissenschaftlichen Erdkunde der Griechen,
2. a ed., Leipzig, 1903.
HENNIG, Richard: Terree incognitae, Leiden, 1936-1939.
LHEUREUX, A.: La géographie d'Eratosthrme, Lovaina, 1938.
REHM, Albert: Mythographische Untersuchungen über griechische Sternsagen,
Munich, 1896.
SCHWARTZ, Eduardo: Figuras del mundo antiguo, Madrid, 1925.
THALAMAS, A.: La géographie d'Eratosthene, París, 1921.
- Etude bibliographique de la géographie d'Eratosthene, París, 1921.
ZELLER, E.: Die Philosophie der Griechen, Leipzig, 1909.
MEDIDA DE LA TIERRA
to día los rayos caen verticalmente sobre Si, la recta SSi pasará por el
centro de la Tierra G, por el cual no pasará el rayo SA, sino que forma-
rá un cierto ángulo con la recta
ZAB, y como las SG y SA son pa- z
ralelas, los ángulos SGA y SAZ
serán iguales, y, por tanto, si
empleando un gnomon esférico
se da el ángulo SAZ igual a la
quincuagésima parte de la circun-
ferencia completa, el arco SiA
también será igual a la quincua-
gésima parte de la circunferen-
cia de un círculo máximo de la
Tierra; luego si midiendo di- 1.
rectamente el arco SiA resulta
que tiene 5.000 estadios, el meridiano terrestre tendrá 250.000.
(Fragmento conservado por Cleomedes.)
5 El cuadrado.
6 El cubo.
7 De Apolo, que tenía un culto especial en la menor de las Cíclades, y por
eso dicho problema se llama problema de Delos.
ERATOSTENES.-DUPLlCACION DEL CUBO 463
8 El mesolabio.
NICANDRO
(fI. siglo II a. de J.C.)
NICANDRü
PREAMBULO
BIBLIOGRAFIA
ZERIACA
arder un hedor humoso y repelente. Con estos medios puedes sin duda
vaciar las grietas y las yacijas de los bosques, y puedes echarte sobre el
suelo y darte un atracón de sueño.
Pero si estas cosas llevan consigo algún trabajo y la noche trae con-
sigo ya inminente el tiempo de acostarse, y deseas con ansia el descanso
una vez tu trabajo está hecho, entonces recoge tú mismo entre los re-
mansos de algún arroyo torrencial acuosa y frondosa menta, ya que
crece en abundancia junto a las corrientes y se alimenta de la humedad
que hay en sus orillas, porque tiene sus delicias en los ríos luminosos.
O bien puedes cortar y extender debajo de ti sauce florido, o el ~OA.tóv
de fuerte olor, que posee un aroma más ofensivo aún; así tienes también
la viborera o las hojas de mejorana, ciertamente, o de ajenjo, que crece
salvaje en las colinas en algunas cañadas yesosas, o de tomillo apena-
chado de las tierras de pastos: fuertemente aferrado a la vida saca su
sustento del estiércol húmedo con sus hondas raíces, siempre provisto
de sus velludas hojas. Y advertirás las pálidas espigas de la menuda co-
niza y del agnocasto o sauzgatillo, y el apestoso ovoyuQov. De igual ma-
nera, corta las pequeñas y ásperas ramas de la granada, o bien los brotes
jóvenes y florecidos del asfódelo y belladona, y el horrible hipérico o
corazoncillo, que causa daños al pastor durante la primavera cuando sus
vacas se envenenan comiendo tallos; y además los tallos de servato, con
su agudo olor, cuyo solo aroma dispersa las serpientes y las aleja antes
de que se acerquen a ti. Así, pues, coloca algunas de estas plantas junto
a ti siempre que te eches un sueño casual en el campo; pon otras donde
se esconden las serpientes para acechar, y una cantidad del doble en sus
madrigueras.
Toma ahora una vasija de tierra o una redoma de aceite y haz en
ella una pasta de ebrinas y unta con ella tus ligeros o pesados miembros
y con oloroso servato; o bien tritura por completo en aceite las hojas
secas de la coniza de las colinas, y de igual manera la saludable salvia,
añadiendo raíz de laserpicio, que los dientes del rallador triturarán muy
menuda, y durante mucho tiempo para mantener a los animalillos nocivos
alejados por el terror a causa del olor de la saliva del hombre. Pero si
tú frotas una oruga cogida del jardín en un poco de vinagre, rociada la
oruga en la espalda verde, o bien si untas tus miembros con el abundante
fruto del malvavisco, entonces pasarás la noche sin daño. Así mismo echa
y deshaz en el fondo de piedra de un almirez dos ramitas frondosas de
ajenjo mezcladas con berro-un óbolo es buena medida-, y con una
mano de mortero desmenuza allí hasta el polvo un manojo de frutos
NICANDRÜ.-ZERIACA 471
sin madre. Pues, entre las serpientes, tan solo la víbora hembra es grava-
da con la preñez, mientras que las serpientes ovíparas del bosque calientan
una cría encerrada en una membrana. Ve también con cuidado cuando la
víbora, habiéndose quitado ya las escamas arrugadas por el tiempo, sale
de nuevo afuera en su recién hallada juventud; ve con cuidado cuando,
después de escapar a su madriguera huyendo de los cascos del ciervo que
la aplastan, lanza furiosa su veneno que corroe los miembros a los
hombres; pues el ciervo rojo y el corzo alimentan una saña muy especial
para con los reptiles largos y siguen su .rastro, explorando por todas
partes los montones de piedras, los muros y los lugares de acecho, si-
guiéndolas incansablemente con el formidable resuello de su nariz.
Además, los despeñaderos helados del Otrys producen también serpien-
tes mortíferas, y las galerías abiertas, los riscos abruptos y los pedregales
boscosos, donde merodean los escincos o eslizones. Posee un color variable
y no uno solo, tomando siempre el color del lugar en que ha hecho su gua-
rida. Los que viven en terreno pedregoso y rocoso son más pequeños,.
pero violentos e irritables: ninguna mordedura suya puede dejar de pro-
ducir efecto en el hombre, antes es maligna. El cuerpo de otro es como,
un caracol de tierra; y aun otro tiene escamas de un color verdoso que·
matiza sus espirales enormes ; y hay muchos reptiles de estos que fre-
cuentan los lugares polvorientos y forman sus erizados rollos o anillos,
enrollándose en la arena.
Piensa ahora en el mortífero áspid, erizado de escalas secas, la más·
indolente de todas las serpientes. Su forma es terrible, y cuando se pone
en movimiento, desenrosca toda su masa lentamente y siempre parece
llevar una mirada fija en sus ojos adormecidos. Sin embargo, en cuanto'
oye algún ruido extraño o ve una luz brillante, arroja de su cuerpo el tor-
pe sueño y se enrosca en un anillo circular sobre el suelo y, en el centro,.
levanta su cabeza, erizándose de manera fatal. Su longitud, terrible por
encima de la de cualquier otro animal de la tierra, mide una braza, y su
grosor se ha visto es el que un fabricante de venablos da a una pica de'
montería para la lucha con toros y con leones de profunda voz. A veces
el color que se muestra sobre su espalda es igual que el polvo, otras ve-
ces es un amarillo membrillo y lustroso, otras veces un color ceniza,.
pero con frecuencia, cuando crece ennegrecido con el estiércol etíope, es
de un pardo humo como el cieno que el Nilo de muchas bocas vierte en
su corriente dentro del mar, cuando se estrella contra las olas. Encima de
la ceja, más arriba de los ojos, aparecen como dos durezas o callos, mien-
tras que su ojo debajo de ellas luce en rojo brillante por encima de su
NICANDRO.-ZERIACA 473
man desde sus raíces, y de las uñas brota la sangre irrestañable, mientras
que los dientes, pegajosos por la sangre, quedan sueltos.
Si el cuento dice la verdad, al regresar de Troya la perniciosa Helena
fue molestada por esta especie cuando sus acompañantes atracaron su
nave junto al tumultuoso Nilo huyendo de la terrible acometida del
viento norte, en el tiempo en que ella vio a Cánobo, el timonel, apagán-
dose en las arenas de Thonis; pues, cuando este dormía, una hembra de
esta serpiente, a la que él había aplastado, le picó en el cuello e inyectó
en él su mortífero veneno, convirtiendo su reposo en desgracia. Así~
pues, Helena aplastó la mitad de su parte trasera, rompiendo los liga-
mentos de la espalda en torno a la espina dorsal, de manera que el huesO'
de la espalda se salió de su cuerpo. Desde este día en adelante la hemo-
rroides y la curvada y errante cerasta son las únicas serpientes que se
mueven como cojeando, víctimas de aquella herida.
Conviene que reconozcas bien la forma del sepedón, que en otros as-
pectos se parece a la hemorroides en su apariencia, pero que se mueve
en línea recta; además, casi siempre carece de cuernos, y su color, iguaf
que el de un tapete, está desparramado sobre una superficie rugosa. Su
cabeza es pesada, pero su cola parece corta cuando se mueve, porque
enrosca el final igual que el resto de su cuerpo. Verdaderamente la heri-
da del sepedón es mortífera y fatal, y su veneno negro y destructor inva-
de el cuerpo entero: sobre la piel reseca el pelo se marchita en todas.
partes y se dispersa igual que la parte baja de un cardo cuando es restre-
gado. Pues de la cabeza y de las cejas del hombre que ha sido mordido
caen los pelos y de los párpados se desprenden las negras pestañas~
mientras aparecen en sus miembros manchas redondas y erupciones le-
prosas desparraman rápidamente salpullidos como yeso.
Por otra parte, la forma del dipsas se parecerá siempre a la de una
pequeña víbora; sin embargo, la muerte se ceba más rápidamente en
aquellos a quienes ataca esa horrible serpiente. Su cola delgada, completa-
mente oscura, se hace más negra desde el final. A causa de su morde-
dura el corazón resulta completamente inflamado y en la fiebre los la-
bios secos se arrugan en una sed agostadora. Mientras tanto la víctima,
encorvada como un toro sobre una corriente de agua, absorbe con la boca
abierta bebidas fuera de toda medida, hasta que su vientre revienta por
el ombligo, vertiendo aquel peso demasiado fuerte. Ahora bien: hay un
cuento de tiempos antiguos, corriente entre los hombres, que dice cómo,
cuando el primer retoño de Cronos llegó a señor de los cielos, repartió
a cada uno de sus hermanos sus ilustres reinos, y en su sabiduría con-
NICANDRO.-ZERIACA 477
sol son más calurosos que nunca, esta serpiente acude con frecuencia a
las montañas escarpadas, sedienta de sangre y al acecho de los ganados
mansos, mientras que debajo de los altos pinos de Saos o Mosyc1os los
pastores se airean y refrescan a sí mismos, abandonando la tarea propia
de los guardianes del ganado. No te atrevas, por muy audaz que seas, a
darle la cara en su furia, no sea que enrosque su cuerpo y te estrangule,
ya que sujeta tu cuerpo todo alrededor con su cola y sorbe tu sangre
después de haber roto tus dos clavículas. Pero al huir teje siempre una
huella curvada y múltiple, y desbarata la carrera del animal apareciendo
por un lado. Pues con las múltiples vueltas y contorsiones de su espina
dorsal daña sus ligamentos; mientras que se mueve rápidamente y con
la mayor velocidad cuando su camino es recto. Esta es la serpiente que
merodea por las islas de Tracia.
Están también las mordeduras del .geco o salamanquesa, odiosas,
aunque el animal no tiene ninguna importancia. Es conocido el cuento
que dice, de estas serpientes, cómo la apesarada Deméter la dañó cuando
ella estropeó sus miembros de niña junto al pozo de Calícoron, luego
que la sabia Metaneira de la antigüedad hubo recibido a la divinidad en la
morada de Keleos.
Sin embargo, hay también reptiles innocuos que se alimentan en el
bosque, en los matorrales, las malezas y las grietas del campo; y los
hombres los llaman elopes, libios y ensortijados cazadores de ratones;
y junto con ellos se dice que son también innocuos todos los darderos,
moluros y los ojos-ciegos.
Quiero ahora explicar a todo el género humano y de una manera di-
recta y clara todos los elementos y remedios para estas enfermedades y
el tiempo en que hay que cortar sus raíces, hablar de las hierbas con
cuya ayuda un hombre· puede curar la aflicción urgente de la enfermedad.
Mientras la herida está aún sangrando y duele mucho, arranca tus
hierbas frescas-este remedio aventaja a los otros en mucho-,de algún
lugar en que las serpientes tornen su alimento entre las malezas. Escoge
primero la raíz medicinal de Quirón; esta lleva el nombre del Centauro
hijo de Cronos, y Quirón cierta vez, en un collado cubierto de nieve
del Pelión, la encontró y conoció. Sus hojas onduladas, igual que la
mejorana olorosa, la rodean por completo y sus flores son doradas a la
vista; su raíz, en la superficie y no profunda, es nativa del barranco de
Peletronios. Esta, una vez seca o cuando está aún verde, después de tri-
turarla en un mortero, la mezclas en un cótilo de vino dulce y 10 bebes.
NICANDRO.-ZERIACA 481
Es útil en todos los casos; por eso los hombres la llaman «panacea» (cu-
ralotodo).
Sin duda hay que recomendar el guaco o aristoloquia, que crece en
la sombra; las hojas que da son iguales que las de la madreselva en
forma de hiedra, pero sus flores son rojas y escarlata, mientras que el
olor que se difunde de ellas es denso, y el fruto que hay en medio verás
que es igual que la pera silvestre en el peral cordiforme o la pera común.
La raíz de la planta hembra está enroscada en un terrón, pero la de la
planta macho es longitudinal y se extiende hasta cosa de un codo hacia
abajo, y en el color se parece a la madera de boj de Orikios. Buscarás
esta luego como un remedio sobresaliente contra la temible herida de la
víbora macho y hembra. Que se mezcle una parte de una dracma-peso
de ella en un trago de vino tinto.
Además, toma para ti mismo el trébol como protección contra las
serpientes, tanto si está en alguna colina pedregosa como si está en algún
acantilado escarpado-algunos lo llaman flor-pequeña y otros trifolio-;
sus hojas son como el meliloto, pero su olor es como el de la ruda. No
obstante, cuando deja caer todas sus flores y sus hojas jaspeadas, exhala
un olor a asfalto. Corta, pues, suficientes semillas como para llenar el
salsero de tu mesa, tritúralas en un almirez y bébelas como remedio para
las serpientes.
Atiende ahora y te repetiré algunos remedios compuestos contra las
enfermedades. Tritura y toma la fortalecedora raíz siciliana del fustete;
añade un montoncito de las semillas del agnocasto o sauzgatillo de flo-
res blancas, sabina o junípero, y la frondosa ruda, y arranca un pimpollo
de la ajedrea acostada en tierra, que en el bosque desparrama por fuera
las hojas, como las del tomillo apenachado. Toma luego la raíz del do-
blemente florecido asfódelo, o bien la porción superior de su tallo; toma
también a menudo con eso la semilla que madura la vaina circundante;
o bien helxine, que los hombres llaman «clYbatis»), y que se da a gusto
en las corrientes de agua y florece siempre en los remansos. Bébelas des-
pués de haberlas desmenuzado en un cótilo de vinagre o de vino que ha-
yas sacado. Aun tomadas con agua, puedes fácilmente escapar a la muerte.
Considera ahora la excelente raíz de la buglosa de Alcibio: sus hojas
espinosas crecen siempre gruesas sobre ella, y produce una corona de flo-
res como violetas; pero debajo de ellas, en el surco, la raíz crece pro-
funda y delgada. A Alcibio una víbora macho lo hirió encima de la parte
inferior de la ingle, estando dormido sobre un montón de grano sin lim-
piar, junto al margen de una era de trilla levantada, despertándolo in-
482 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
mediatamente con la violencia del dolor. Ante esto, arrancó la raíz del
suelo, y primero la rompió a pequeños pedazos con sus dientes apreta-
dos a medida que la chupaba, y luego desparramó la corteza sobre la
herida.
Así mismo, si arrancas los retoños del marrubio en germinación y los
bebes con vino blanco puede protegerte contra las serpientes; esta es la
planta que hace bajar la ubre de una vaca joven que da a luz un terne-
rillo que no es su primogénito, y en seguida se hincha de leche y puede
cuidar de él. Los pastores lo llaman melífillon (hoja de miel), otros me-
lictaena, pues en torno a todas sus hojas las abejas, atraídas por su fra-
gancia de miel, zumban atareadas.
Puedes también pelar las finas y delgadas membranas del cerebro de
un gallo doméstico, o recortar finamente una albahaca silvestre y una
mejorana, o cortar de un hígado de verraco la punta del lóbulo que cre-
ce desde la «mesa» y se inclina hacia la vesícula biliar y hacia la vena
porta. Tienes, pues, que beber estas cosas, todas juntas o separadas, con
un trago de vino o vinagre, si bien el vino alcanzará una cura más plena.
Despoja así mismo un ciprés siempre verde de sus hojas para una poción,
o el curalotodo, o el testículo que es fatal para el castor, o el del hipo-
pótamo que nutre el Nilo más allá de Sais con su tierra negra; en verdad,
lanza sobre los campos de labor una ruinosa hoz, ya que el animal, salien-
do del cenagoso fango del río, cuando los pastos están naciendo verdes
y los barbechos han hecho brotar la hierba, los pisotea y deja tras sí una
profunda huella tan larga como lo que devora con sus mandíbulas, a me-
dida que su hoz giratoria lo va cortando. Corta de él una dracma-peso
para igualar y empápalo de agua, desmenuzándolo todo junto en una
vasija.
y no te olvides del ajenjo o de las bayas del delgado laurel; muy útil
te será también la mejorana, que florece en cuadros de flores y arriates.
E incluye cuajada de rápido lebrato, o de cervatillo de corzo o de ciervo
rojo después de separar las impurezas, o bien la bolsa seminal que hayas
cortado a un venado o su panza, que algunos llaman «equino o erizo», y
otros «red intestinab. Toma de ello porciones de dos dracmas-peso y
échalas en cuatro ciatos de vino viejo y mézclalo bien.
No descuides· tampoco el socorro ofrecido por el ¡¡;OALÓV y el cedro, la
ebrina y los amentos del plátano silvestre, que invita a dormir en el ve-
rano, y las semillas de la biznaga y el ciprés del Ida, pues todas estas
cosas te curarán y eliminarán incalculables sufrimientos.
Considera a continuación otros medios de evitar la muerte y de pro-
NICANDRO.-ZERIACA 483
oscura se levanta muy poco sobre su cuello, pero causa tanto dolor corno
ias arañas anteriormente mencionadas.
En los parajes y lugares en que los hombres van arrancando con
sus manos, sin hacer uso de las hoces o guadañas, y van recogiendo
toda clase de legumbres variadas, verdes aún, a través de los campos,
en grupos, envueltas en un color de fuego y semejantes a cantáridas,
saltan de acá para allá pequeñas arañas. Pero, a pesar de su' tamaño,
en torno a la molesta y dolorosa herida, salen siempre ampollas, y la
mente de la víctima se nubla y enloquece; la lengua vocea palabras sin
orden y los ojos bizquean o se entornan.
Considera ahora los monstruos que la tierra árida del Egipto produce
o cría, corno la alevilla que, por la tarde, a la hora de la cena, va a
revolotear en torno a las lámparas. Sus alas son todas bastante gruesas
y están cubiertas corno de plumón, igual que se nos muestra un hombre
que por su casualidad haya tocado polvo o ceniza. Tal en su apariencia,
se cría y hace entre las hojas del árbol de Perseo. Su cabeza horrible
cabecea siempre de manera torva o ceñuda y dura; su cabeza es fuerte
y su vientre es pesado; hinca su aguijón en el cogote o en la cabeza
del hombre, y fácil e inmediatamente puede aportar el destino de. la
muerte.
Sigamos adelante: voy a hablarte del escorpión, armado siempre de
un aguijón mortífero, y de su horrenda prole. La especie blanca es innocua
y no causa ningún daño o dolor. Pero la especie roja produce una fiebre
rápida y ardiente en las bocas de los hombres, y las víctimas lechan
convulsamente debajo de la herida, corno si hubieran sido cogidas por el
fuego, apoderándose de ellas una sed ardentísima. La especie negra,
por el contrario, una vez ha picado o mordido, produce una agitación
tremenda en el hombre: sus víctimas se vuelven locas y se ríen sin
motivo. Hay, empero, otra especie que es verdosa, y cuando pica en
un miembro produce primero accesos de temblor, y aparece luego una
horrible erupción, aun cuando la constelación del Can luzca en la ple-
nitud de su calor y su sequedad. Tal es, en efecto, el agudo filo de su
aguijón; y detrás de este aguijón se extienden, por encima de la cabeza,
vértebras de nueve articulaciones.
Otra especie es de color morado; lleva debajo de sí un vientre ancho
y siempre hambriento, pues es en verdad un siempre insaciable comedor
de hierba y de tierra; y produce una picadura incurable en la ingle:
tan insaciable es el hambre de sus duras mandíbulas.
Pero encontrarás aún otra especie igual al cangrejo de playa,
488 CIENTlFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
ALEXIFARMACA
(MEDICAMENTOS PREVENTIVOS O PROFILACTICA)
carne tiene que ser fresca-, y saciar con ella el estómago hasta el máximo
de su capacidad. Así mismo, a veces, tienes que verter el jugo del bálsamo
en unas gotas de leche de una muchacha joven, o bien en agua, hasta
que el paciente elimine de su garganta el manjar indigesto.
A veces, también tienes que cortar la cuajada del estómago de un
animal ligero y veloz, que duerma con los ojos abiertos [la liebre], o
bien, de. un cervato, y dala mezclada con vino. Otras veces echa las
raíces de la purpúrea mora en el hueco de un mortero, machácalas mez-
clada con vino y dalas hervidas en miel. De esta manera puedes apartar
o esquivar las repugnantes enfermedades, por más que ellas amenacen
con sujetar al hombre, y este puede, una vez más, caminar con pies que
no tropiecen.
En segundo lugar, considera la aborrecible concocción compuesta a
base de plomo blanco, tan brillante, cuyo color claro es como leche
espumante cuando en la primavera la ordeñas, espesa y recargada, en
hondos cubos. Sobre las mandíbulas de la víctima y en los surcos de
las encías se empasta una espuma astringente, y las estrías de la lengua
se vuelven ásperas y rugosas por uno y otro lado, mientras el fondo de la
garganta se seca un poco, y a causa del pernicioso veneno se produce en
ella una arcada y un gargajeo, afección esta que sin duda es grave;
mientras tanto, su espíritu enferma y se siente agobiado por un sufri-
miento mortal. Su cuerpo se enfría, a veces sus ojos ven imágenes o
fantasmas extraños, o bien se sume en el sopor y el letargo; y no puede
mover sus miembros como antes, y sucumbe a una fatiga realmente po-
derosa.
Dale al paciente inmediatamente una taza de aceite de premadia-u
orquídea-o «mirto oliváceo)), de forma que el estómago, siendo lubri-
cado con ello, pueda vaciarse de la droga maligna; o bien, puedes fácil-
mente ordeñar la teta turgente de la ubre y dársela a él; pero desnata
la superficie aceitosa de la bebida. Y puedes hacer infusiones de las
ramitas u hojas de la malva en savia fresca, y dale al paciente la dosis
máxima que pueda tolerar. O bien, así mismo, machaca semillas de
sésamo y adminístraselas también en vino; o bien, calienta y limpia en
agua cenizas de sarmiento y cuela la lejía por los intersticios de un cesto
recién tejido, pues este retendrá los posos. Además, si frotas las duras
piedras de la Persea en aceite de oliva brillante, apartarás de ti el
mal: la persea, que una vez Perseo, cuando sus pies le llevaron desde el
país de Cefeo y hubo cortado la rebosante cabeza de Medusa con su
cimitarra, fácilmente la hizo crecer en los campos de Micenas (fue un
NICANDRO.-ALEXIFARMACA 495
pulpo o la jibia, que tiñe el mar de negro con su bilis apenas advierte
el astuto ataque del pescador. Sobre los miembros del envenenado se
extiende la oscura palidez de la ictericia, y su carne se deshace a pedazos
y se cae, y la comida se le hace del todo aborrecible. A veces la superfi-
cie de la carne se hincha y se estremece en torno a los tobillos; los
ojos se inflaman y algo así como flores o yemas exuberantes brotan en
las mejillas. Sigue a esto un flujo de orina más escaso, que es a veces
rojo y otras veces de color más sanguinolento aún. Luego la vista de
cualquier pez es odiosa a sus ojos, y en su disgusto aborrece todo alimento
que proceda del mar.
Da al paciente un trago suficiente de eléboro focio, o bien, la goma
de una escamónea recién brotada, a fin de que pueda vomitar tanto la
bebida como la suciedad del pez maligno; o bien deberá ordeñar una
asna y beber la leche; o bien deberá disolver ramitas de piel lisa de la
malva en un recipiente. Luego también se le da un óbolo-peso de resina
de cedro; o bien dejas que coma hasta la saciedad el rojo fruto del gra-
nado, la especie cretense, la vinosa, y la especie que llaman Promenea;
así mismo la de Egina, y todas aquellas que reparten los granos duros
y rojos en secciones por medio de membranas semejantes a las telas de
la araña. O bien debes exprimir la carne de las uvas a través de un
colador, igual que las aceitunas rezuman por debajo de las presas.
Pero si un hombre cuya garganta está comprimida por una sed
abrasadora cae sobre sus rodillas y bebe agua de una corriente a la
manera de un toro, separando con su mano las delicadas plantas que
parecen musgo, entonces, acercándose ansiosamente junto con el agua,
se abalanza sobre él, en su afán de alimento, la sanguijuela, amiga de la
sangre, larga, fláccida y ávida de ella. O bien, cuando los ojos de
un hombre están oscurecidos por la negra noche y, sin pensarlo, bebe
de un cántaro inclinándolo del todo y aprieta sus labios contra los de este,
el animalillo que flota en la superficie del agua pasa a su garganta. En
el lugar en que primero la corriente las arrastra y las reúne, las sanguijuelas
se cogen en gran número y chupan la sangre del cuerpo, fijándose unas veces
en el paso en que el alimento se recoge siempre para verterse a través
de la estrecha faringe, y a veces una se adhiere cerca de las bocas· del
estómago, produciendo dolor, y se sacia de comida fresca.
Tienes que administrar al paciente un trago de vinagre mezclado
en su copa, y a veces con él dale de comer nieve, o bien, hielo recién
helado por los vientos del Norte. O bien tienes que escarbar una tierra
húmeda y salobre, y hacer con ella una poción turbia para darle fuerza;
NICANDRO.-ALEXIFARMACA 505
o bien coge agua salada actual y caliéntala de una vez bajo el sol del
último verano, o bien al fuego. O bien tienes que darle sal gema en
abundancia, o bien granitos de sal, que un salinero siempre recoge a me-
dida que se posan en el fondo, cuando mezcla agua con agua.
No permitas que el fermento maligno del suelo dañe a un hombre;
con frecuencia se esponjará e hinchará en su tórax, y otras veces lo
ahogará, cuando se haya hecho sobre el anillo de la víbora en su honda
madriguera, chupando el veneno del monstruo y el aliento nocivo de
su boca. Este es el fermento maligno que, de manera general, llaman
hongos, ya que a las distintas especies se les han asignado nombres
distintos.
Ahora tienes que cortar o bien la cabeza de una col con su cubierta
o vestidura de hojas, o bien las ramas de la ruda, y administrárselas.
O bien desmenuza la flor de cobre que ha tenido un largo uso, o bien
cenizas de vino - en vinagre. Otras veces ralla la raíz de la enredadera o
corregüela o algo de sosa en una infusión de vinagre, o una hoja del berro
que crece en las huertas; y también limón y mostaza picante. Tienes
también que reducir a cenizas en el fuego los posos del vino o los
excrementos del gallo doméstico, y haz que el hombre introduzca luego su
mano con fuerza en su garganta y vomite el mortal veneno.
Pero si se sigue un daño, difícil de curar, de una bebida· de ese lagarto
hechicero, de piel resbaladiza y en sumo grado temerario, que llaman
salamandra, al que ni siquiera la violencia de la llama puede causar
daño, entonces repentinamente la base de la lengua se inflama y las
víctimas son luego invadidas por el frío y un terrible temblor hace
pesadas y flojas sus articulaciones. Ellas se tambalean y arrastran a gatas
como los niños .pequeños, porque las facultades de la mente quedan
completamente embotadas, y se esparcen densamente por la piel lívidos
verdugones que manchan las extremidades a medida que el veneno se
difunde.
Da al paciente frecuentes dosis de las lágrimas [de resina] arrancadas
del pino, mezcladas con el rico producto de la abeja; o bien hierve las
hojas del pinillo en capullo con las piñas que produce el pino. A veces
mezclas la semilla de la ortiga con la harina finamente molida de la
algarroba amarga, y sécalo. Otras veces también debes rociar ortigas cocidas
con aceite, y fuerza al paciente a comerlo en abundancia, aun en contra
de su voluntad. Así mismo, la resina del pino, el sagrado producto de la
abeja, la raíz del curalotodo y los delicados huevos de la tortuga son
curativos cuando los mezclas en un fuego caliente; también es curativa
506 CIENTIFICOS GRIEGOS.-'-TOMO JI
PREAMBULO
1 Arato fue un escritor cilicio de mediados del siglo III a. de J.C., que por
los años de 270 compuso un poema en 1.154 hexámetros sobre los ortos y oca-
sos de los astros, cometiendo errores astronómicos que corrigió Hiparco, de-
nunciando en primer lugar que los datos que utilizó estaban tomados de Eudoxio.
Este (390-337), que rompió con su maestro Platón por razones ideológicas,
cultivó la Matemática y la Astronomía, ciencia esta en que cumplió 10 que
querían los pitagóricos: salvar las apariencias: a&t6LV"ta <putVO !16VO, , es decir,
explicar las anomalías observadas en el movimiento de los planetas, para 10
cual admitió explícitamente los principios físicos considerados como evidentes
por todos los astrónomos de su época: la finitud y forma esférica del Universo,
con el centro en el de la Tierra; el movimiento circular y uniforme del Sol y
de la Luna y la existencia de una ley única universal que solo podía encon-
trarse entonces con recursos geométricos, que no cinemáticos por ser todavía
desconocidos.
Puesto que los planetas recorren la misma región zodiacal que el Sol, pero
d.eun modo irregular, Eudoxio imaginó varios grupos independientes de esfe-
ras homocéntricas, con distintos ejes de rotación, sentido de esta y velocidad.
La esfera exterior, la de las estrellas fijas, giraba uniformemente de Este a Oeste
en veinticuatro horas alrededor de un eje orientado según la Polar, a fin de que
los planetas participasen del movimiento diurno de todos los astros; la segunda
apoyaba su eje en la anterior perpendicularmente al plano de la eclíptica y
rotaba con velocidad uniforme de Oeste a Este; la tercera, interior a la segunda,
tenía un movimiento compuesto que se combinaba con el suyo propio, uniforme,
y así hasta el número de esferas necesario para explicar el movimiento de cada
511
512 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
tud, todas las noticias que de su labor nos han llegado son de segunda
mano, especialmente de Ptolomeo, que tuvo por su antecesor bitinio una
admiración tan grande como justificada.
Lo mismo que Arquímedes-dice Abel Rey-«pertenece Hiparco a la
clase restringida de los últimos grandes hombres griegos, en la que solo
apenas se puede incluir un tercero, Diofanto, en el siglo IV antes de Je-
sucristo, quienes, conservando todo el rigor clásico y toda la fuerza inven-
tiva del genio helénico sin sacrificar nada del rigor teórico y del pensa-
miento racional que inspiró este genio, se esforzaron por conseguir el
aporte y el gusto, o, por lo menos, la atenta consideración de los cálcu-
los prácticos y de la técnica, maravillosos productos del Oriente. Hiparco
y Arquímedes encontraron en la herencia oriental ciertos elementos, tan
numerosos en Diofanto, que supieron emplear») 2.
y Duhem, por su parte, nos dice que «Hiparco quería en primer lugar
que se recogieran observaciones muy ciertas de apariencias muy eviden-
tes y que, discutiendo estas observaciones, se estableciera lo que hoy
llamaríamos leyes experimentales del curso del planeta; que se distin-
guieran las diversas anomalías; que se determinase su magnitud, y se
planeta, lo que le obligó a considerar cuatro esferas para cada uno de estos, tres
para el Sol y otras tantas para la Luna, resultando un total de 27 esferas, in-
cluida la exterior.
De las cuatro que regían el movimiento de cada planeta, la primera reali-
zaba el diurno, la segunda el zodia?al y la tercera y cuarta los irregulares, y
en el -ecuador de esta se encontraba el planeta respectivo, el cual describía una
curva que, por su forma parecida a las especies de 8 qqe describen las patas
de los caballos en el picadero cuando se les pone el bocado, le dio el nombre de
hipopeda: L:rt~o~E~hlC;, que es nuestra lemniscata esférica, definida por la inter-
sección de una esfera y un cilindro con una generatriz tangente a la esfera o
por la de los tres cuerpos redondos-cilindro, cono y esfera-, lo cual debió
de agradar mucho a los griegos platonizantes.
La teoría de Eudoxio explicaba los movimientos del Sol y de la Luna y «sal-
vaba las apariencias» por lo que toca a Mercurio, Júpiter y Saturno; pero como
los cálculos relativos a Venus y Marte no coincidían con las observaciones,
Calipo de Cízico~de quien se sabe que hizo observaciones entre 336 y 323, es
decir, poco después de la muerte de Eudoxio-agregó dos esferas a las del Sol
y la Luna y una a cada uno de los planetas Mercurio, Venus y Marte, conser-
vando las cuatro eudoxianas de Júpiter y Saturno, lo que elevaba a 34 el nú-
mero total de esferas, lo cual complicó, en vez de simplificar, el sistema de
Eudoxio.
2 L'apogée de la science technique grecque, pág. 89, París, 1946.
HIPARCO.~PREAMBULO 513
fijara el período de que depende. Una vez reconocidas estas leyes expe-
rimentales, el astrónomo debe considerar la combinación de los movi-
mientos circulares que permiten, según el geómetra, salvar las aparien-
cias, la cual combinación depende de cierto número de elementos, no de-
terminados todavía, tales como la magnitud y posición relativas de los
diversos círculos y la velocidad angular de los movimientos que se hacen
en ellos. Con el auxilio de las leyes experimentales que le ha dado la
discusión de las observaciones, o de algunas de ellas, el astrónomo debe
fijar el valor de estos diversos elementos, de tal modo que ya no quede
nada arbitrario en el sistema de los movimientos circulares y uniformes
hipotéticamente atribuidos a los planetas» 3.
Teniendo en cuenta los trabajos de Aristarco y Eratóstenes, creó Hi-
parco la Astronomía matemática. A él se debe el primer catálogo de es-
trellas conocido, que Ptolomeo reprodujo casi textualmente, obra digna
de un dios, dice Plinio: rem etiam Deo improbam 4, inspirada por la apa-
rición de una nova el año 134, lo mismo que había de ocurrir diecisiete
siglos después~exactamente el 11 de noviembre de 1572-, en que la
súbita presencia de una estrella en la constelación de Casiopea decidió a
Tycho Brahe a revisar el mapa estelar.
La posición de las estrellas en el catálogo de Hiparco está determi-
nada por las coordenadas de la esfera oblicua, agrupándolas en figuras o
constelaciones. Empieza por la Osa Menor, a la que siguen la Mayor, el
Dragón, la Corona Boreal, etc., y luego las zodiacales y las australes, con
un total de 1.026 estrellas catalogadas por primera vez con arreglo a su
orden de magnitud o brillo.
Otro de los trabajos de Hiparco fue el estudio comparativo de los
eclipses de Luna de su tiempo con los observados siglo y medio antes por
Timócaris, estudio que lo condujo a la precesión de los equinoccios. Al
medir la distancia entre la Espiga de la constelación de la Virgen y el
punto equinoccial de otoño encontró una diferencia de 2° respecto de la
calculada por aquel, y no pudiendo achacarla a un error de observación,
se preguntó si todas las estrellas no tendrían el mismo movimiento que la
Espiga y, luego de un gran número de observaciones, concluyó que ((todas
las estrellas sometidas a su examen dice el Almagesto ptolemaico-tenían
un movimiento análogo según el orden de los signos».
El hecho era cierto; pero mientras el Sol da una vuelta completa de
BIBLIOGRAFIA
Como hemos dicho antes, el único escrito que de Hiparco nos ha lle-
gado es un Comentario a los Fenómenos de Arato y de Eudoxio, algunos
de cuyos fragmentos fueron publicados por Hugo Berger: Die geogra-
phischen Fragmente des Hipparchos, zusammengestellt und besprochen,
Leipzig, 1869, y posteriormente lo editó, con traducción alemana, Karl
Manitius, también en Leipzig, 1894.
Entre las obras irremisiblemente perdidas figuran: El cielo estrellado,
Tamaño y distancias del Sol y de la Luna, Ortos y ocasos de las estre-
llas, Crítica de la Geografía de Eratóstenes, Retrogradación de los puntos
equinocciales y solsticiales, Duración del año, Movimientos de la Luna
y Sobre las ascensiones de los doce signos, del que Pappo toma una pro-
piedad 1.
Aparte de las historias de la Astronomía que, naturalmente, hablan
Arato se equivoca cuando dice que para conocer la hora nocturna bas-
ta calcular los signos 1 del zodíaco que faltan por pasar hasta la salida
del Sol, lo que sería cierto si todos ellos lo hicieran con intervalos igua-
les; pero puesto que de hecho hay una gran diferencia entre las salidas
de los doce signos, se cometerá un error sobre la hora nocturna si se hace
el cálculo indicado.
1 Constelaciones.
2 De la eclíptica.
518 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
PREAMBULO
L AEstrabón
referencia más antigua que tenemos de Teodosio de Trípoli es de
qUlen lo cita entre los sabios de Bitinia, comarca del
1
Asia Menor, a orillas del Ponto Euxino, hoy mar Negro; y como seig-
nora el lugar en que nació, se supone que el cognomento con que figura
en los manuscritos que de sus obras se conservan obedece al hecho de
haber abandonado su suelo natal para fijar su residencia en Trípoli,' Fe-
-nicia, donde estudió Geometría e hizo observaciones astronómicas; y ·en
cuanto a la época en que vivió se sabe que fue contemporáneo de Sosí-
genes, el astrónomo alejandrino a quien César encargó la reforma del
calendario el año 47 antes de Jesucristo, y, según el erudito alemán' Vos-
sius 2, floreció en tiempos de Cicerón y de Pompeyo, es decir, entre
107 y 43.
Y a esto se reduce la biografía de Teodosio, de quien-como muchos
ingenios antiguos-la ausencia de noticias sobre el hombre queda com-
pensada-y con creces-por el conocimiento de su labor, en simbólico
contraste entre la brevedad de la vida de un sabio y la perennidad de su
obra.
No dejó, sin embargo, Teodosio la profunda impronta que algunos pre-
decesores suyos; pero suplió, como geómetra, el casi absoluto silencio
euclídeo sobre las propiedades de las figuras esféricas, y expuso, COmo
astrónomo, los métodos para establecer relaciones de desigualdad entre
arcos, útiles a la ciencia del cielo, demostrando rigurosamente ciertas
observaciones que solo de una manera empírica figuraban en escritos
.anteriores.
Entre las obras teodosianas que nos han llegado está la que lleva el
título abreviado de Las esféricas (sobrentiendo, lo mismo que en Las có-
nicas de Apolonio, la palabra líneas, pues que el geómetra de Pérgama
estudió las propiedades de las líneas producidas en la superficie de un
cono por planos secantes prescindiendo de las del cono, y el de Trípoli
investigó las generadas de igual modo en la de una esfera al margen de
las propiedades de esta, lo que no significa-como pretende la crítica
superficial-que Las esféricas sea un capítulo introductorio de la Trigo-
nometría. A lo más que puede llegarse es a considerar dicha obra como
de previo estudio al de la Astronomía).
El antes aludido silencio de Euclides sobre las esféricas 3 puede justi-
ficarse admitiendo que, en su época, debían ya ser bienes mostrencos
las propiedades que de tales líneas necesitaban los astrónomos; y así se
han atribuido a Eudoxio, cuya explicación de las anomalías observadas en
los movimientos de los planetas exigía conocimientos de Geografía esfé-
rica para salvar las apariencias como querían los pitagóricos, y Platón
con ellos: OW~ElV ,a q;awop,Eva; pero si esto no pasa de simple conjetura,
sabemos, en cambio, que Autolico de Pitana, anterior en dos siglos a
Teodosio, escribió una obra sobre la esfera y la salida y puesta de los as-
tros: JI eet uWOVflÉ"lj<; oq;aíear;, y que Hiparco, cincuenta o sesenta años
antes que aquel, había resuelto problemas para cuya solución hacen falta
los triángulos esféricos, de los que Teodosio prescindió porque sus pro-
piedades-mal conocidas entonces-hubieran roto la arquitectura de sus
Esféricas; y hay que esperar a Menelao, a mediados del siglo I después
de. J.C., para que aparezca una obra con título igual al de la del de Trí-
poli, que es la verdadera carta de ciudadanía trigonométrica del trián-
gulo esférico.
El tratado de Teodosio es el primero sistemático de esta importante
sección de la Geometría del espacio que registra la historia de la Mate-
mática, lo cual bastaría para justificar su inclusión en una antología de
la ciencia griega, si no hubiera sido, además, comentado en los tiempos
antiguos, muy leído durante toda la Edad Media e inspirado en los si-
glos XIV y XV muchos teoremas incluidos en sendas obras famosas de
entonces: la Geometría especulativa, del inglés Bradwardine, y De trian-
gulis omnimodis, del alemán Regiomontano, escritas por los años de
BIBLIOGRAFIA
LAS ESFERICAS
LI B R O
1
DEFINICIONES
II
PROPOSICIONES
por el centro son los mayores, y de los demás, los que están igualmente
alejados del centro 6 son iguales y los más alejados más pequeños.
Sean en una esfera los círculos AB, GD Y EZ, de los cuales el GD
pasa por el centro y los AB y EZ están igualmente alejados de él (Fig. 6).
Digo que el círculo GD es el mayor y los AB Y EZ iguales.
Tomemos el centro H de la esfera, que será también centro del círcu-
lo GD, y levantemos en él las per-
pendiculares HT y HK a los pla-
nos de los círculos AB y EZ, las
cuales los cortarán en los puntos
T y K; tracemos desde los pun-
tos T, H Y K las rectas TL, HM
Y KN hasta los círculos AB, GD
Y EZ 7, y unamos el centro con
z los puntos L y N. Puesto que HT
A
es perpendicular al plano del
círculo AB formará ángulos rec-
tos con todas las rectas que la
corten y estén en el plano de. ese
círculo, como la TL; luego el
ángulo formado por LT y TH es
M recto, y lo mismo se demostraría
FIG. 6. que también lo es el de las rectas
HK y KN.
Por ser recto el ángulo de las rectas HT y TL, el de las LH y HT será
menor que un recto y, por tanto, el primero mayor que el segundo; luego
el lado LH es mayor que el LT, y como la recta LHes igual a la HM por
ser H el centro de la esfera y las LH y HM están trazadas desde este punto
al de encuentro con la superficie de la esfera, resulta que la HM es tam-
bién mayor que la LT; pero HM es el radio 8 del círculo GD y LT el del
AB; luego el círculo GD es mayor que el AB; y lo mismo se demostraría
que es mayor que todos los círculos situados en la esfera y no pasan por
el centro.
Para demostrar ahora que los círculos AB y EZ, igualmente alejados
o
G
y entonces puesto que los planos de los círculos ABGD y EBZD son per-
pendiculares entre sí y la recta AT, situada en uno de los planos, ~s per-
pendicular a la intersección de
A ambos, la AG también será per-
pendicular al plano EBZD, y como
EBZD es un círculo en la esfera
y HT perpendicular desde el cen-
tro de esta a ese círculo al que
corta en T, este punto es el cen-
tro del círculo EBZD y, por tanto,
RED y BZD son semicírculos y el
círculo ABGD corta al EBZD en
dos partes iguales (Fig. 13).
Digo, además, que pasa por
sus polos, porque siendo EBZD
un círculo en la esfera y HT una
recta perpendicular a su plano
trazada desde el centro de la es-
G fera que, prolongada en sus dos
FIG. 13. direcciones, corta a la superfide
de la esfera en los puntos Ay G,
esa recta pasa por los polos del círculo; luego A y G son los polos del
círculo EBZD.
15. Si un círculo máximo de una esfera divide en dos partes iguales
a otro círculo que no es máximo, lo corta perpendicularmente y pasa por
sus polos.
16. Si un círculo máximo de una esfera corta a· otro círculo y pasa
por sus polos, lo corta perpendicularmente y lo divide en dos partes igua-
les 14.
17. La recta trazada desde el polo 15 de un círculo máximo de una
esfera es igual al lado del cuadrado inscrito en el círculo máximo.
Si ABGD es un círculo máximo de una esfera, tomemos los diáme-
tros AG y BD perpendiculares entre sí; elevemos en el punto E la per-
pendicular EZ al plano de ese círculo, la cual cortará. a la superficie de la
z o
~::'---------lIl---------; G B f------------.....:t G
E
FIG. 14. FIG. 15.
20 Ptop. 15.
21 Def. 5.
22 tEWQtl] flÓQlú EotLV.
23 Prop. 18.
24 Def. 5.
TEODOSIO DE TRIPOLI.-LAS ESFERICAS 543
LIBRO II
1
DEFINICION
II
PROPOSICIONES
T
FIG. 20. FIG. 21.
lo máximo AGE corta al ABG en dos partes iguales (Fig. 21); luego AG
es un diámetro de ese círculo ABG; por la misma razón la recta GE es
un diámetro del círculo GDE, y puesto que el AGE es perpendicular a
estos dos, su intersección ZGH también es perpendicular al plano del
AGE, y, por tanto, a todas las rectas de este plano que la corten, como las
CA y GE, Y entonces, siendo ZH perpendicular en los extremos de los diá-
metros AC y GE de los círculos ABG y GDE, es tangente a ellos y, por
la definición que encabeza este libro, los dos círculos son tangentes
entre sí.
4. Si dos círculos en la esfera son mutuamente tangentes, el círculo
máximo que pasa por sus polos pasa también por su punto de contacto.
Si los dos círculos ABG y GDE son tangentes en el punto G de una
esfera; Z polo del ABG y H el del GDE (Fig. 22), digo que el círculo
TEODOSIO DE TRIPOLIo-LAS ESFERICAS 545
fera. Determinemos el polo E del círculo GD; hagamos pasar por los
puntos G y E el círculo máximo GEDBZH 1; tomemos un arco BZ igual
al GE y describamos desde el polo Z el círculo BH a la distancia de la
recta ZB, y entonces, por ser tangentes los círculos ABG y ZD y haberse
descrito el máximo GEDBZH por el polo E y por el punto de contacto,
ese círculo máximo pasará también por los polos del círculo ABG y por
cortar los ABG y BH a la circunferencia del máximo GH en el punto B
y tener sus polos en esa circunferencia, esos círculos ABG y BH serán
tangentes entre sí (Fig. 24).
z Añadiendo al arco EB a uno
y otro lado de los círculos igua-
les GE y BZ, resultan iguales los
arcos completos GB y EZ y como
el GB es un semicírculo, también
lo será el EZ y el punto E será
diametralmente opuesto al Z, y
como E es un polo del círculo GD,
el punto Z será el otro polo del
mismo círculo.
Por ser EZ un semicírculo· y
Z polo del círculo BH, el punto
E es el otro polo del mismo círcu-
lo BH; luego los círculos GD y
BH tienen los mismos polos; sus
E planos son paralelos y, finalmen-
FIG. 24. te, por ser iguales los arcos GE y
BZ, los círculos GD y BH son
iguales, y como son paralelos, el ABG es tangente al BH, igual y paralelo
al GD.
7. Si se tienen dos círculos iguales y paralelos en una esfera, el
círculo máximo que toque a uno de ellos tocará también al otro.
Sean en la figura 24 bis los dos círculos BH y VW dos círculosigua-
les y paralelos, y supongamos que uno máximo BG, tangente al BH en el
punto B, no sea tangente al VW. Entonces, el BG será tangente a otro
círculo DG igual y paralelo al AB y tendremos en una esfera tres círculos
iguales y paralelos, lo cual es imposible; luego el círculo máximo tangen-
te al BH tiene que ser también tangente al VW.
z
E
E
FIG. 24 bis. FIG. 25.
2 .o'Í:i't EO.L, EO.oo ~ha .OOv :n:ÓAOOV, frase superflua, probablemente interpolada.
548 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
sus polos cortará en dos partes iguales a los segmentos de esos círculos
tomados separadamente 3.
Sean ZAEB y ZDEG dos círculos que se cortan mutuamente en los
puntos E y Z de una esfera y hagamos pasar por sus polos el círculo má-
ximo AGBD (Fig. 26). Digo que
este corta en dos partes iguales
a los segmentos de dichos círcu-
los tomados separadamente, es
decir, que el arco ZA es igual al
AE, el ZB al BE, el ZG al GE y
el ZD al DE.
Si AB Y GD son las intersec-
ciones respectivas de los círculos
ZAEB y ZGED con el AGBD y
trazamos las rectas de unión ZH
y HE, resulta que por estar los
puntos Z, H y E en el plano del
círculo AEBZ y en el del ZDEG,
estarán en la intersección de am-
bos planos, y como la sección co-
FIG. 26.
mún de dos planos es toda ella 4
una recta, la recta ZH está en la
prolongación de la HE, y puesto que en una esfera un círculo máximo
AGBD que corta a otro círculo ZAEB que no es máximo, lo corta per-
pendicularmente y lo divide en dos partes iguales 5, la recta AB es un
diámetro del círculo ZAEB; y análogamente se demostraría que la GD es
un diámetro del ZDEG, y por ser el círculo AGBD perpendicular a los
ZAEB y ZDEG, lo son estos dos a aquel y, por tanto, la intersección de
sus planos o sea: la recta ZHE, es perpendicular al plano del círculo
AGBD, y, consiguientemente, a todas las rectas del mismo plano que la
corten; luego esa recta es perpendicular a las AB y GD y estas a ella,
y teniendo entonces el círculo ZAEB una recta AB que, pasando por su
centro, es perpendicular a una recta que no pasa por el centro, dividirá
a esta en dos partes iguales; luego ZH es igual a HE, y como HA es co-
® ®
H T rencias de los primeros círculos
A"',, '8 K ~ , G o E ,L N z ABG y DEZ (Fig. 28). Digo que
los arcos AB y DE son iguales.
Desde los puntos T y H baje-
mos perpendiculares a los pl<mos
FIG. 28. de los círculos ABG y DEZ, que
carecerán sobre sus respectivas
intersecciones, es decir: sobre AG y DZ 9, y sean HK y TL; unamos los
centros My N de los círculos ABG y AEZ y tracemos, finalmente, las
rectas KB y LE.
Puesto que HK es perpendicular al plano del círculo ABG, lo es a to-
das las rectas de ese plano que la corten; luego el ángulo formado por
las rectas HK y KB es recto y por la misma razón también lo es el de
las rectas TL y LE. Por ser iguales los segmentos AHG y DTZ, así como
los arcos AH y DT Y perpendiculares las rectas HK y TL, la AK será
igual a la DL y la HK a la TL; por haberse trazado iguales las HB y TE,
serán iguales sus cuadrados, y como los de HK y KB, juntos, valen tanto
como, el de HB y los de TL y LE,' juntos, tanto como el de TE, resulta
que los cuadrados de HK y KB, juntos, valen tanto como los de TL y'
LE, juntos, y como los de KB y LE son iguales por ser iguales estas rec-
tas porque lo son las HK y TL, se tiene que los cuadrados de KB y LE son
iguales, y, por tanto, las rectas KB y LE, Y por ser también iguales AM y
DN, , 10, serán KM y LN, Y siendo, pues, iguales los pares de rectas KB
y LN,MB Y NE, KB Y LE, los triángulos KBM y LEN serán iguales, y,
por ,consiguiente, los ángulos formados por las rectas KM y MB, LN Y NE
que subtienden los arcos AB y DE en círculos iguales; luego esos arcos
son iguales.
12. Si sobre los diámetros de círculos iguales se trazan segmentos
iguales y perpendiculares, y, a partir de sus extremos, se restan arcos igua-
les menores que la mitad de los arcos completos y a partir de los extremos
de los diámetros y hacia un mismo lado se toman arcos iguales sobre los
primeros círculos, la recta que une los puntos obtenidos, son iguales
entre sí 10.
13. Si se trazan círculos máximos tangentes a un círculo en una es-
fera que corten a otros círculos dados no máximos paralelos entre sí y al
primero, los arcos de los círculos paralelos comprendidos entre los semi-
círculos no secantes 11 de los círculos máximos, son semejantes y los de
los máximos entre los paralelos son iguales.
Sean ABGD, EZHT y KL tres círculos paralelos en una esfera; des-
cribamos los máximos AEKHGFV y BZLTDVU tangentes a uno de ellos
KL en los puntos K y L Y cortando a los otros dos (Fig. 29). Digo que los
arcos de los círculos paralelos
comprendidos entre los semicírcu-
los no secantes de los círculos
máximos son semejantes.
Por 10 pronto se reconocerán
estos arcos del modo siguiente:
Puesto que los círculos máximos
se cortan en partes iguales, el
arco SKA V es un semicírculo y,
por tanto, KLV es menor que
un semicírculo, y como el VFGS
es también un semicírculo, el
KSHGFV es mayor que un semi- FIG. 29.
círculo, y como el KA V también
es mayor que un semicírculo, el KA Vp es igual a un semicírculo, y como el
SBV es un semicírculo, el LSBV es mayor que un semicírculo; luego el
semicírculo que empieza en K, es decir: el KAVF no corta al que em-
pieza en L, es decir: el LSBU; y por la misma razón tampoco se cortan
los semicírculos KSHGF y LDVU; luego los arcos de los círculos pa-
ralelos comprendidos entre semicírculos no secantes de círculos máxi-
mos son los KRL, EWZ, ANB, HOT y GPD; y digo que los KRL, EWZ
y ANB son semejantes y los KRL, HOT y GPD iguales y los arcos de
círculos máximos comprendidos entre paralelos son iguales, es decir: los
cuatro arcos EK, KH, ZL y LT son iguales entre sí y los cuatro AE, BZ,
HG y TD también son iguales entre sí 12.
14. Por un punto tomado en la circunferencia de un círculo menor
que uno máximo, dado en una esfera, trazar un círculo máximo no tan-
gente al círculo dado.
Si es G el polo del círculo dado AB y B el punto dado de este, haga-
mos pasar por B y por G el círculo máximo GBD y restemos el arco BD
igual al que subtiende el lado del cua-
G drado inscrito en el círculo máximo y
desde el punto D describamos a la dis-
tancia de la recta DB el círculo EBZ
(Fig. 30), que será máximo 13 y tangente
al dado AB porque ambos cortan en el
mismo punto B a la circunferencia del
círculo máximo BGD en la cual tienen
sus polos 14.
15. Por un punto de la superficie
de una esfera situado entre un círculo
dado menor que un círculo máximo y
otro igual y paralelo a él, trazar un
círculo máximo tangente al círculo
FIG. 30. dado.
Dado en una esfera el círculo AB
menor que uno máximo y G un punto situado entre el círculo AB y otro
igual y paralelo a él, hay que describir por G un círculo máximo tangente
al AB.
Desde el polo D del círculo AB y a la distancia DG tracemos el círcu-
lo GEZH y por los puntos D y G el círculo máximo DGT, cuyo arco BG
será menor, igualo mayor que el que subtiende el lado del cuadrado ins-
crito en el círculo máximo (Fig. 31).
Suponiendo primeramente que es menor, tomemos un arco BT igual
al que subtiende dicho lado y desde el polo T describamos a la distancia
BT el círculo EBH que será máximo y tangente al AB porque ambos cor-
tan en el mismo punto B al círculo máximo DBGT en que tienen sus polos.
15 Prop. 3.
16 Lib. 1, def. 5.
17 Por construcción.
18 Lib. 1, prop. 16.
19 Prop. 12.
554 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO Il
cuadrado inscrito 20, también lo es la LG, y por serlo LN serán iguales las
LG y LN y, por tanto, el círculo descrito desde el polo L a la distancia LG
pasará por el punto N y este círculo GNP será máximo porque la recta
trazada desde un polo es igual al lado del cuadrado inscrito en el círculo
máximo 21, y, finalmente, por cortarse en una esfera los dos círculos GNP y
AB en el mismo punto N de la circunferencia del círculo máximo DNHL
en que están sus polos, esos círculos son tangentes 22.
Del mismo modo se demostraría que el círculo descrito desde K como
polo a la distancia KG pasa por M.
Si trazamos ahora las rectas KG y TH tenemos que por ser iguales
y perpendiculares los segmentos de círculo EK y GT trazados, con sus
complementos, sobre diámetros del círculo ZEGH por los puntos E y T
Y habiéndose restado los arcos iguales EK y GT menores que la mitad de
sus arcos completos y de dicho círculo restado también los arcos iguales
GE y GH, las rectas KG y TH son iguales; y como la TH es igual al
lado del cuadrado inscrito porque ha sido trazada desde el polo del círcu-
lo máximo EBH, la KG también lo es, y por serlo KM esta recta KM. es
igual a la KG y, por tanto, el círculo descrito desde el polo K a la dis-
tancia KG pasa por el punto M y este cír~ulo GMO será máximo y tan-
gente a AB y el problema se resolverá de la siguiente manera 23:
En primer lugar, los círculos máximos GNP y GMO están trazados
por el punto dado G, situado entre el círculo AB y otro igual y paralelo
a él, y en segundo término, si el arco BG es igual al que subtiende el lado
del cuadrado inscrito en el círculo máximo y se hacen las mismas cons-
trucciones que antes, se tiene que por ser el arco DG igual a los DE y
DH Y el DB a los DM y DN, el BG será igual a los ME y. NH, y como el
BG es igual al lado del cuadrado inscrito, también lo serán los ME y NH,
así como el GH trazado desde el polo del círculo EBH, y, por tanto, el
arco NH es igual al GH y el círculo descrito desde H como polo, a la
distancia H G pasará por el punto N; Y análogamente se demostraría que
el descrito desde E como polo a la distancia EG pasa por M y el problerna
queda, pues, resuelto de dos modos.
20 'tE'tQ<J.Yoovou bE, 'lÍ BE: la [recta] TE es la del cuadrado, es decir, el lado
del cuadrado inscrito en un círculo máximo de una esfera. Vid. supra, lib. 1,
prop. 17.
21 Lib. 1, prop. 18.
22 Prop. 3.
23 De acuerdo con la restitución de Heiberg, que eliminó las alteraciones
.del texto teodosiano que figuran en las ediciones de Pena, Hunt y Nizze.
TEODOSIO DE TRIPOLI.-LAS ESFERICAS 555
Si el círculo· ARC no pasa por los polos de los paralelos, será tangen-
te u oblicuo al EZHT 26, y suponiendo primero que sea tangente en el
punto E, como en la segunda figura 27, digo que también será tangente el
círculo ZB (Fig. 33) porque si no lo es, tracemos por el punto Z el círculo
máximo ZC tangente al EZ, de
modo que el semicírculo que con-
tiene el arco ZC no corte al que
contiene al EA, y entonces los ar-
cos CA y EZ serán semejantes 28,
y como el EZ es semejante al
AB 29, el CA lo será al AB; Y por
pertenecer estos arcos al mismo
círculo, son iguales, 10 cual es
imposible; luego el círculo BZ
tiene que ser tangente al EZT.
Si el ARC es oblicuo a los pa-
ralelos, como se ve en la tercera
figura (Fig. 34) será tangente a
dos círculos iguales y paralelos
a los ABGD y BZHT 30, y digo
que el círculo BZT también es
FIG. 33.
oblicuo a los paralelos y tangente
al mismo círculo 31.
En efecto: si el círculo AEHG es tangente a uno de los paralelos MP
en el punto L, el BZTD no es tangente y por el punto Z, situado entre el
círculo MP y el igual y paralelo, describamos el círculo máximo NZM
tangente al MP en el punto M de tal modo que el semicírculo que con-
tiene el arco AL no corte al que contiene al MN, y siendo el arco ABN
semejante al EZ, lo será también al AB por ser semejantes los EZ y AB,
26 fl I,O;O~ EOTaL nQo; aÚTóv, de modo que no siendo el plano del círculo
AEHG perpendicular al del EZHT, pasaría por los polos de este círculo, lo
cual es contra la segunda hipótesis.
27 La que da Nizze en su edición, que corrigió los errores de la de Pena
y Hunt, en que el arco de círculo máximo BZD pasa por el punto de con-
tacto E de los círculos EZT y AEG, 10 cual es imposible.
28 Prop. 13.
29Por hipótesis.
30 Prop. 8.
31 xal TOi) aúToi) Ecpú'ljJETaL.
TEODOSIO DE TRIPOLI.-LAS ESFERICAS 557
Ek'----+---+----ir----~ Z
o
N
FIG. 34. FIG. 35.
lo máximo ABDG hasta el mayor de los paralelos EZ (Fig. 35), digo que
los círculos AB y GD son iguales.
Si las rectas AB, EZ y GD son las intersecciones respectivas de los
círculos AHB, ETZ y GKD con el ABDG, serán paralelas entre sí porque
están situadas en planos paralelos, y por pertenecer las EZ y GD al pla-
no del círculo ABDG los arcos GE y DZ son iguales porque uniendo los
puntos G y Z, los ángulos alternos formados son iguales y por la misma
razón también son iguales los arcos AE y BZ, y como el BZ es igual al
ZD, el AE será igual al EG y la suma de los AE y BZ igual a la de los
EG y ZD, y puesto que el arco completo EALBZ es igual al arco com-
pleto EGMDZ por ser semicírculos, los ALB y GMD serán iguales y como
estos arcos pertenecen al mismo círculo, la recta AB es igual a la GD.
32 Es decir, el que pasa por el centro, que es, por consiguiente, un círculo
máximo.
558 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
lo PQR será igual al ARB por ser iguales los arcos ZR y ZB, y como el
círculo PQR es mayor que el GKD por estar más cerca del centro de la
esfera, el ARB es mayor que el GKD, el GKD menor que el AHB.
18. Círculos iguales y paralelos en la esfera, separan a partir del
mayor de los paralelos, arcos
iguales en un círculo máximo y
los mayores paralelos separan ar-
cos menores.
Si los círculos iguales y para-
lelos AB y GD separan a partir
del mayor de los paralelos, EZ,
los arcos ZB y ZD en el círculo
E z
máximo AGD (Fig. 37), digo que
el arco ZB es igual al ZD porque
si no fuera igual, el círculo AB no
sería igual al GD, y como es igual,
el arco ZB también es igual
al ZD.
Si el círculo AB fuera mayor FIG. 37.
que el GD, el arco ZB sería me-
nor que el ZD, porque si no fuera menor, el círculo AB no sería mayor que
el GD, y como es mayor, el arco ZB es menor que el ZD.
19. Un círculo máximo que corte a círculos paralelos sin pasar por
sUs polos, los cortará en partes desiguales, excepto el mayor de los para-
lelos 35; los segmentos separados en uno de los hemisferios y situados en-
tre el mayor de los paralelos y el polo visible 36 son mayores que un se-
micírculo; los restantes, situados entre el mayor de los paralelos y el polo
invisible 37, son menores que un semicírculo, y los segmentos alternos 38
de los círculos iguales y paralelos son iguales entre sí.
Si el círculo máximo ABGD corta a los paralelos AD, EZ y BG sin
pasar por sus polos (Fig. 38), digo que los corta en partes iguales excep-
to al mayor de los paralelos EZ; los segmentos separados en uno de los
35 Es decir, el paralelo que pase por el centro de la esfera.
36 XC1.L 'WÜ qJa,vsQoil nÓA01J,o sea, el polo situado por encima del haz de círcu-
los paralelos.
37 XCÚ 'toil UQUVO'Us nÓA01J, es decir, el polo diametralmente opuesto al visible
que, por ser el extremo del diámetro que pasa por este, no puede verlo un ob-
servador situado sobre los círculos paralelos.
38 mí SV(I.AAU~ 't¡tlÍ¡tu'tu.
560 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
20. Si un círculo máximo corta a círculos sin pasar por los polos de
estos, los arcos separados en uno de los hemisferios son tanto mayores
cuanto más cerca estén del polo visible 44.
21. Entre todos los círculos máximos de esferas iguales que se cortan
oblicuamente la mayor inclinación corresponde al que tenga el polo más
elevado, y si el polo dista igualmente de los planos 45, tendrán la misma
inclinación.
Sean en esferas iguales los círculos máximos BKD y ZLT inclinados
sobre los círculos también máxi-
mos ABGD y EZHT; el polo M del
círculo BKD más elevado que el
po¡'o N del círculo ZLT 46. Digo
que el círculo BKD está sobre el
ABGD más inclinado (Fig. 39) que
el ZLT sobre el. EZHT 47 ••••••••••••
................................. y si los
FIG. 39.
polos de los círculos BKD y ZLT
tienen la misma elevación sobre
los planos, digo que los círculos BKD y ZLT están igualmente inclinados
sobre los ABGD y EZHT 48.
22. Si un círculo máximo de una esfera es tangente a un círculo no
máximo y corta a otro paralelo a este, situado entre el centro de la es-
fera y el círculo al cual es tangente el máximo, cuyo polo está entre estos
paralelos, y se trazan Círculos máximos tangentes al mayor de los para-
lelos, estarán inclinados sobre el mayor 49; el más derecho 50 será tangen-
LIBRO 111
PROPOSICIONES
lares al plano del círculo ABHT las rectas GK y DL, la LK será igual
a la DL y la HK a la LT y la recta completa HZ a la ZT (Fig. 44);
luego la restante KZ será igual a la restante ZL, y como ZA y ZB son
iguales, también lo serán AK y BL y, por consiguiente, el ángulo que
HI'--I-~+----+--I----+'~--'Z
B
FIG. 44. FIG.45.
mayor que el arco del mismo círculo que está entre el punto y el plano
concurrente.
Sean los dos círculos máximos AEB y GED que se cortan en el
punto E. Restemos de uno de ellos, AEB, dos arcos iguales consecutivos.
AE y EB a uno y otro lado del punto E; tracemos por los A y BIas
planos paralelos AD y BG, uno de los cuales, el AD, corta a la intersec-
ción de los AEB y GED fuera de la superficie esférica del lado del
punto E, siendo uno de los arcos iguales EA y EB mayor que los EG
y ED. Digo que el arco EG es mayor que el ED (Fig. 45).
El círculo descrito desde el punto E como polo, a la distancia EA~
pasará por B y más allá de los puntos G y D porque los arcos EA y EB
son mayores que los EG y ED, respectivamente.
Si es AHBZ ese círculo, completemos los otros 11 que lo cortan: el
AD en el punto T y el BG en el K, y sean AB, HZ, AT y KB sus inter-
secciones con los círculos AEB, HEZ, ADT Y KGB, respectivamente,.
y DM Y GN las del HEZ con los ADT y KGB.
Puesto que el plano AD corta a la intersección de los HEZ y AEB
fuera de la superficie de la esfera y del lado del punto E, sea O el de
encuentro y prolonguemos la recta EL hasta O que está, por tanto,.
situado en el plano ADT, y como también 10 está en el HEZ y los puntos
D y M también en estos planos, la recta DM corta al plano HEZ fuera
de la superficie de la esfera y del lado del punto E, de modo que la
cortará en O, y puesto que tenemos en la esfera el círculo máximo AEB
que corta al AHBZ pasando por sus polos, es perpendicular a él y lo
divide en dos partes iguales 12, y, por tanto, la recta AB es un diámetro
de ese círculo HBZ, el punto L su centro, y las rectas KB y AT para-
lelas por ser intersecciones del plano ABHZ con los planos paralelos
KGB y ADT, la GNparalela a la DM y perpendiculares las intersecciones
de los planos LEB y HEZ con el AHBZ; luego EL es perpendicular al
plano AHBZ y. por tanto, a las rectas AB y HZ que están en ese plano
y la cortan.
Por ser el ángulo de las rectas LO y LN exterior al triángulo OLM~
es mayor que el interior opuesto formado por las rectas MO y MN, Y
como es recto, el opuesto será agudo y el de las rectas MO y MZ
obtuso.
Siendo AM paralela a BN, habiéndose trazado dos transversales AB
11 Los AD y BG.
12 Lib. J, prop. 16.
TEODOSIO DE TRIPOLI.-LAS ESFERICAS 569
Puesto que el círculo XFI está más cerca del centro de la esfera
que el QHR, es mayor que él y siendo, pues, desiguales, la recta trazada
de H a R en ese círculo es mayor que la de F a I en el XFI que es mayor
que el QHR; luego el arco HR es mayor que el FI, y como el HR es
semejante al LN y el FI al NP, el LN es mayor que el NP.
9. Si el polo de varios paralelos está en la circunferencia de un
círculo máximo cortado perpendicularmente por otros dos, uno paralelo
y el otro oblicuo a aquellos, se toman arcos iguales no consecutivos en
el círculo oblicuo del mismo lado del mayor de los paralelos y por el
polo y los puntos así obtenidos se trazan círculos máximos, estos sepa-
rarán arcos desiguales en el mayor
A de los paralelos y el más próximo
al primer círculo máximo será ma-
yor que el más lejano.
Sea A, en la circunferencia del
círculo máximo ABG, el polo de
varios paralelos; DEG Y BEW dos
w círculos máximos que cortan per-
pendicula'rmente al ABG, siendo
el. BEW uno de los paralelos· y el
DEG oblicuo a ellos; tomemos en
este dos arcos iguales no con-
secutivos ZH y TK del mismo
lado que el paralelo mayor BEW
y por el polo A y los puntos Z,
FlG. 49. H, T y K. tracemos los círcu-
los máximos AZL, AHM, ATN Y
AKO. Digo que el arco LM es mayor que el NO (Fig. 49).
En efecto, el arco HT es conmensurable o inconmensurable con los
ZH y TK. Si es conmensurable, dividamos los arcos ZH, HT y TK en
sus partes 22 por los puntos P, Q, R y S Y hagamos pasar por estos puntos
y por el polo A los círculos máximos PU, QV, RF y SX, y entonces,
siendo los arcos ZP, PH, HQ, QR, RT, TS y SK consecutivos e iguales,
los LU, UM, MV, VF, FN, NX y XO serán consecutivamente mayores a
partir del mayor LU y, por tanto, siendo este mayor que el NX y el UM
mayor que el XO, el arco completo LM es mayor que el NO.
Si el arco HT es inconmensurable con los ZH y TK y el LM no es
los polos, al arco del círculo oblicuo comprendido entre estos últimos
circulos.
Sea A, en la circunferencia del círculo máximo ABG, el polo de los
paralelos; BEG Y DEZ dos círcu-
A los máximos que cortan perpen-
dicularmente al ABG, siendo
BEG el mayor de los paralelos
y DEZ oblicuo a estos; AHK
otro círculo máximo que pasa
por los polos de los paralelos
y corta al DEZ entre el BEG y el
B G DLM tangente al DEZ. Digo que
la razón del diámetro de la es-
fera al del círculo DLM es ma-
yor que la del arco BT al DH.
Tracemos, en efecto, por el
punto H el paralelo NHO y
sean AK, DZ, BG, ND, DM,
K TP, HQ, HP Y HR las intersec-
FICi. 53. ciones de los planos. Por tener
en la esfera el círculo máximo
ABG que corta a los DLM, NHO
y BEG pasando por sus polos, los corta perpendicularmente y los divide
en dos partes iguales; luego las rectas DM, NO Y BG son diámetros de
esos círculos a los cuales es perpendicular el ABG, y como dichos círcu-
los son paralelos, la recta AK que une sus polos es perpendicular a ellos
y pasa por el centro de la esfera, de modo que los puntos S, Q y P son
los centros de los círculos DLM, NHO y BEG, cuyos planos cortan al
del ABG según las paralelas DM, NO Y BG, Y estando los planos parale-
los NHO y BEG cortados por el AHK, sus intersecciones HQ y TP se-
rán paralelas.
Puesto que las rectas QN y QH, que se cortan, son paralelas a las
PB y PT, que también se cortan, y están situadas en distintos planos, for-
marán ángulos iguales, y como los círculos NHO y DEZ son perpendicu-
lares al ABG, su intersección HR es perpendicular a este plano ABG, y,
por tanto, lo es a las rectas RP y RQ que están situadas en ese plano y
la cortan; luego los ángulos que la recta RH forma con las RP y RQ
son rectos, y puesto que AK es perpendicular a NO, el ángulo de las rec·
TEODOSro DE TRIPOLIo-LAS ESFERICAS 579
25 Teodosio aplica aquí una relación entre rectas y ángulos que supone co-
nocida. Vid. supra, ARQuíMEDES: Arenario.
A A
26 Por ser, en efecto, RV=RQ, es RVH= TPB, y, por tanto,
RP TPB
------ > -~-,
RQ RPH
y por la semejanza de los triángulos RPQ y DPS,
RP DP 2DP DZ
RQ=DS=2DS= DM'
y como es
A
TPB
A
RPH
por consiguiente,
DZ 81'
-->--
DM DH
580 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
PREAMBULO
BIBLIOGRAFIA
MOMENTO ESTATICO
Supongamos una polea cuyo eje gira alrededor del centro A y cuyo
diámetro sea paralelo al horizonte. Si de los puntos B y G se suspenden
sendos pesos iguales por medio de cuerdas, la polea no se moverá en
ninguna dirección por ser iguales los pesos y las distancias al centro;
pero si suponemos que el peso e es mayor que el E, es evidente que la
polea se moverá hacia ese lado y el punto B descenderá con su peso
(Fig. 2).
2 Generatriz.
HERON DE ALEJANDRIA.-LAS CINCO MAQUINAS SIMPLES 593
Mecánica, 1, 34.
Las máquinas simples que permiten mover un peso dado con una po-
tencia dada son cinco, y aunque fundadas en un principio natural, tienen
distinto aspecto, y son el torno, la palanca, el polispasto, la cuña y el
tornillo *.
1. El torno se construye de la manera siguiente: se toma un trozo
de madera dura y se talla en forma de viga; se cepillan y redondean sus
extremos y se guarnecen con. anillos de cobre cuidadosamente preparados
1 Obsérvese que la idea de considerar la longitud de un brazo de palanca
como la distancia perpendicular desde la línea de actuación de la fuerza al
punto de apoyo, supone el conocimiento del momento estático.
* éi~(¡)v Éu 't'P JtfQL'tQoXt'P, eje de la rueda: torno cuando es horizontal y ca-
brestante: EQyánlG;, cuando es vertical; !tO%í.lOC;, noAucrnacrtov, cr<p~v y XOXALw:;.
594 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
para hacer insensibles las asperezas del árbol, de tal modo que, .colocadas
en sendos agujeros redondos y revestidos de cobre y abiertos en· una
pared sólida y fija, pueda girar fácilmente. El trozo de madera así traba-
jado se llama eje.
Después se coloca en medio del árbol un tambor en el que se prac-
tica un agujero cuadrado de igual sección que el árbol y se ajustan bien
para que el tambor y el árbol giren juntos. El tambor se llama peritro-
quio 2, que quiere decir «10 que rodea)).
Una vez hecho esto, se separa del eje a uno y otro lado del tambor una
parte cepillada, a cuyo alrededor se arrolla la cuerda, y sobre cuyo
contorno exterior se hacen tantos agujeros como se quiera calculándose
de modo que cuando se coloquen en ellos vástagos de madera se pueda
hacer girar con estos el tambor y el árbol.
Explicada la construcción del torno, veamos la manera de emplearlo.
Cuando se quiere mover un peso con una potencia menor que él se
ata la cuerda que sostiene el peso a la parte del árbol separada de los
dos lados del tambor; en los agujeros practicados en su contorno se
colocan vástagos de madera y, apoyándose de arriba abajo sobre estos
vástagos, se hace girar el tambor, de modo que el peso se mueve entonces
con una potencia pequeña y la cuerda se arrolla en el árbol o se super-
ponen unas vueltas a otras.
El tamaño de esta máquina debe ser proporcional al peso de los cuer-
pos que debe transportar, y sus diversas partes guardarán la misma razón
que el peso y la fuerza motriz.
n. La segunda máquina simple es la palanca; pero es posible que
,Pa-ya sido la primera que se inventó para mover cuerpos de gran peso.
Cuando los hombres, en efecto, quisieron mover un cuerpo muy
pesado, lo primero que tuvieron que hacer para moverlo fue elevarlo
del suelo, y como no tenían ningún asidero por donde tomarlo, porque
todas las partes de su base descansaban en tierra, debieron recurrir a
un artificio: hacer una excavación debajo del cuerpo, introducir en ella
un extremo de un palo, y como al apoyarse en el otro extremo, el cuerpo
les pareció más liviano, pusieron debajo una piedra, que se llama
hipomoclio 3, que quiere decir «debajo de la palanca)), y, volviéndose a
apoyar, observaron que el peso era más ligero aún, y entonces com-
prendieron que de este modo se podían mover grandes pesos.
2 ;Tt€QL'tQÓXLOV.
3 V;TtO!WXALOV.
HERON DE ALEJANDRIA.-LAS CINCO MAQUINA S SIMPLES 595
4 ¡.táyyavov.
5 nQóe; 'tae; /1- UQEljnxae; nLfOELe;: para las presiones esenciales o perfumes, es
decir, de las materias que contienen los aceites esenciales que emplean los
perfumistas.
596 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
incluso sin recibir ningún golpe, la cuña cruje y se mueve porque hiende
por su propia fuerza.
Mientras más agudo sea el ángulo de la cuña, más facilmente tra-
baja.
V. La quinta máquina simple es el tornillo. Los instrumentos de que
hemos hablado se fundan en principios muy claros y son completos por
sí mismos, según se comprueba en muchas circunstancias de su empleo.
El tornillo, por el contrario, presenta algunas dificultades para su cons~
trucción y su uso, tanto si se emplea solo o asociado a otra potencia.
En realidad, no es otra cosa que una cuña arrollada a un cilindro que no
recibe golpes, sino que se pone en movimiento por medio de una palanca,
efecto que resulta de lo que vamos a decir ahora 6.
Si el lado de un cilindro 7 se transporta a la superficie de este y
un punto a ese lado, cuya longitud recorre en el mismo tiempo que el
lado, efectúa una sola vuelta, la línea engendrada en la superficie del
cilindro es una hélice 8 que se llama también tornillo y se construye de
la manera siguiente:
Si tenemos en un plano dos rectas perpendiculares entre sí, siendo
una de ellas igual al lado del cilindro que hemos dicho y la otra a la
circunferencia de su base, unimos los extremos de las dos rectas que
forman el ángulo recto; colocamos la que es igual al lado del cilindro
sobre este y arrollamos la otra a la circunferencia del círculo, la recta
que subtiende el ángulo recto se arrollará a la superficie del cilindro y
tendremos la hélice de que hemos hablado.
Puesto que podemos dividir el lado del cilindro en tantas partes
iguales como queramos y describir en cada una de ellas una hélice hacien-
do lo que acabamos de indicar, resultarán varias hélices, llamándose
monóstrofa la arrollada una vez, es decir, la línea trazada alrededor de
cada una de las partes del cilindro; y si a lo largo de esta línea se abre
en el cilindro un canal en el que encaje una clavija 9 sólida, el tornillo
se empleará de la siguiente manera:
6 Lo que sigue hasta el final está traducido de la lección de Pappo Colec-
ciones, VIII, 31, que, probablemente, no es de este, sino de algún autor pos-
terior que apostilló el texto de Herón.
7 La generatriz.
8 eAL~, a la que Herón da el nombre de tornillo.
9 't'ÚAO~, clavo, clavija o espolón, como forma rudimentaria de la tuerca que
Herón parece desconocer, aunque fue inventada por Arquímedes, es decir, un
siglo por 10 menos antes del florecimiento de Herón. El invento del sabio de
HERON DE ALEJANDRIA.-LAS CINCO MAQUINAS SIMPLES 597
MAQUINAS COMPUESTAS
Si se quiere colocar una piedra sobre una pared o en otro sitio cual-
quiera se afloja una de las cuerdas atadas al extremo del palo, de pre-
ferencia la que está en el lado opuesto a la carga, y se inclina el palo
.() se ponen rollos debajo de la carga y se aflojan las cuerdas hasta
.que la carga se apoye en' los rollos y se menea la carga por medio de
palancas hasta llevarla a donde se desea.
Mecánica, n, 6 y 7.
Sea ~ 100. Se toman los dos cubos anterior y posterior a 100. Son
125 y 64. Se determinan las diferencias 125-100=25 y 100-64=36.
Se multiplica 36 por 5; es igual a 180. Se añade el número propues-
to 100. Resulta 280. Se divide 180 por' 280; sale 9/14. Añade estos a
la raíz cúbica de 64, o sea 4, y se tiene 49/ 14 como valor de ~ 100, con
una gran aproximación puesto que (4 9/ 14)3= 100 1/ 12 1•
A -a3 =E1
- E1(a+1)
~A=a+ .
A+E1(a+l)
y el valor de Herón es
- b1El + a2E l
~A ,
bEl +aEl
y aplicando esta fórmula también se obtiene ~100=49/14; pero con ello no,
se comprueba que los griegos adoptasen la forma de fracción continua.»
La interpretación de Werthein está en su memoria «Herons Ausziehung
der irrationalen Kubikwurzelllll, Zeitschr. f. Math. und Phys., Leipzig, 1899. Las
de Kerber y Molk no las hemos encontrado.
Sobre el cálculo heroniano de raíces, véase también la Historia de la Ma-
temática, de REY PASTOR Y BABINI, pág. 102, Buenos Aires, 1951.
HERON DE ALEJANDRIA.--EL ODOMETRO 601
Espejos, prop. 4.
EL ODOMETRO
rueda dentada lleva también un eje cuyos extremos giran contra las
paredes de la caja, y una parte del cual tiene espiras hendidas en su
superficie, de modo que es, a su vez, un tornillo que engrana con una
rueda dentada paralela al fondo de la arqueta. Sobre esta rueda está,
análogamente, inserto un eje uno de cuyos extremos gira sobre el
fondo y el otro queda en la barra fija a las paredes. Este eje lleva
también un tornillo que engrana con los dientes de otra rueda colocada
perpendicularmente al fondo.
Esto se continúa todo lo que queramos o mientras haya sitio en
la caja, porque mientras mayor sea el número de ruedas y tornillos,
más largo será el camino que se puede medir.
En efecto, cada tornillo, al dar una vuelta, mueve un diente de la
rueda a la cual se aplica, de tal modo que el tornillo adherido a la
rueda de paletas indica ocho revoluciones de la rueda del coche cada
vez que gira, pero solo mueve un diente de la rueda sobre la cual actúa.
Por tanto, siesta última tiene, por ejemplo, treinta dientes, cuando haya
dado una vuelta completa por la acción del tornillo, indicará doscientas
cuarenta vueltas de la rueda del coche.
Del mismo modo, dicha rueda dentada, al dar una vuelta, hará dar
otra al tornillo inserto en su plano y solo empujará hacia adelante un
diente de la rueda siguiente, y, por tanto, si esta nueva rueda tiene
también treinta dientes-que es un número razonable, aunque puede ser
mayor-, al dar una vuelta indicará siete mil ochocientas vueltas de
la rueda del coche.
Suponiendo que esta úItimatiene diez codos de circunferencia, será
setenta y dos mil codos, es decir, ciento ochenta estadios. Esto se
aplica a la segunda rueda dentada; si hay otras, y si también aumenta
el número de dientes, aumentará proporcionalmente la longitud del via-
je que se podrá calcular.
Dioptra, XXIV.
EL YACIO
opmlOI1 de los lógicos, a no ser que saliera una parte del que contiene;
y si se intentara introducirlo por la fuerza, estallaría la vasija antes de
admitirlo.
Pero ¿ qué es lo que ocurre en realidad? Si ponemos la boca en el
tubo y soplamos, podemos introducir aire en la esfera sin que se escape
ninguna porción del que ya estaba dentro de ella, lo cual prueba, eviden-
temente, que las partículas del aire que había en la esfera se han visto
obligadas a penetrar en los espacios vacíos que existían entre ellas, reali-
zándose una contracción antinatural a consecuencia de la introducción
forzada de aire en la esfera; y si luego de haber soplado tapamos el tubo
con un dedo, el aire sigue comprimido en la esfera; pero si apartamos
el dedo, el aire forzado del interior sale en seguida violentamente por el
tubo haciendo ruido, expulsado por la expansión del aire interior, a causa
de su elasticidad.
Si hacemos la experiencia inversa, podemos aspirar una gran cantidad
del aire contenido en la esfera sin que sea sustituido por ningún otro,
como vimos anteriormente que sucede en los vasos de los médicos.
Nuestra nueva experiencia demuestra que en la esfera se forma un
vacío continuo, y se deduce que los espacios vacíos están dispersos entre
los intersticios de las moléculas de aire que, cuando se fuerza, el aire se
introduce en esos espacios vacíos gracias a una compresión que es anti-
natural.
La existencia de un vacío continuo contraria a las leyes de la Natura-
leza ya la ha demostrado la adherencia de una vasija ligera a los labios
y los tubos de los médicos.
Se pueden hacer otras muchas experiencias para estudiar la naturaleza
del vacío, pero bastan las dos expuestas, que se fundan en la objetividad
de fenómenos observables 1.
Resumiendo 10 dicho, podemos asegurar que todos los cuerpos están
compuestos de minúsculas partículas de su propia materia, entre las
cuales existen espacios vacíos más pequeños que sus partes. Solo abusando
del lenguaje se puede decir que, a falta de fuerza, no hay vacío en abso-
luto, sino que todo está lleno de aire, de agua o de cualquier otra sustan-
cia, y que solo cuando hay un corrimiento de una de esas sustancias
puede otra ocupar el espacio que ha quedado vacío.
Pneumáticas, prefacio.
1 Compárense las experiencias de Herón con la de la clepsidra de Empé-
docles, que hemos citado en el Estudio preliminar, n.
606 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
LA EOLIPILA
FIG.5.
los cuales se fijan dos cadenas que se unen en una sola que pasa por en-
cima de una polea y se ata a un vaso que queda así suspendido. Otras
cadenas arrolladas a los goznes en sentido contrario que las anteriores,
se juntan también en una sola
que, luego de pasar por una po-
lea, termina en una pesa de plo-
mo que, al descender, hace cerrar
las puertas. La rama exterior del
sifón se hunde en el vaso sus-
!~
pendido y en el globo se echa agua
por un agujero que se tapa cuan-
, , , I
do el globo está medio lleno
(Fig. 6). I
Entonces ocurre lo siguiente:
una vez encendido el fuego, su
calor calentará el aire que hay
en el altar obligándolo a ocupar
mayor espacio. Este aire, al pa-
sar en el globo por el tubo, ex-
pulsará por el sifón el líquido que FIG.6.
contiene hasta el vaso suspendi-
do, y este, al descender por su peso, arrastrará la cadena y abrirá las
puertas. Después, cuando se apague el fuego, el aire se escapará por los
vacíos de las paredes del globo y el sifón suspendido a fin de ocupar el
sitio de los vacíos producidos; el extremo del sifón, es, en efecto, hun-
dido en el agua del vaso suspendido. Al vaciarse el vaso, el peso suspen-
dido hará, al descender, cerrar las puertas.
Pneumáticas, I, 38.
DIOSCORIDES
(fI. 60 d. de J.C,)
DIOSCORIDES
PREAMBULO
DECilicia;
la vida de Dioscórides solamente se sabe que nació en Anazarbea,
que adoptó el nombre Pedacio de una familia romana de la
que era cliente, y que, como cirujano militar, estuvo al servicio de Nerón,
con cuyo ejército recomó gran parte del Imperio Romano, lo que le per-
mitió estudiar las propiedades medicinales de las plantas que recolectó
-unas seiscie;ntas-, dando cuenta de ellas en su obra Materia médica.
Sus descripciones son, en general, correctas, hablando con propiedad
de la raíz, tallo, hojas, flores y frutos de las plantas, así como de las
condiciones climatológicas más convenientes para su cultivo, debiendo
destacarse, entre otras, sus atinadas observaciones sobre la mandrágora,
el lirio, el cardamomo, el áloe, el cólquico, la convalaria, la cicuta y el
beleño.
Dioscórides fue el primero que expuso con toda claridad las propie-
dades analgésicas del opio, al que ya aludía el papiro de Ebers; en men-
cionar el amoníaco y en discutir la terapéutica del acíbar, y a él se debe
el nombre de cchidrargirio»-plata líquida-del mercurio.
Desde el punto de vista médico, el naturalista cilicio prescribe como
tópicos ciertas sustancias metálicas, como el albayalde, el litargirio, el
acetato de cobre y el antimonio, y para uso interno recomienda algunas
algas fósiles, las aguas minerales y la carne de víbora para combatir
las úlceras, herpes y otras enfermedades cutáneas.
BIBLIOGRAFIA
MATERIA MEDICA
ANOTACION*
basta para matar los robustísimos elefantes, cuanto más los hombres en-
fermos y en extremo debilitados, como lo probó muy a las claras con
su gran daño en Roma la desdichada Turqueta, mujer harto conocida en
aquesta corte. Porque como estando los días pasados muy flaca de una
fiebre continua, cierto médico de los más eminentes la ordenase la tal
confección para corroborar el estómago y los vitales espíritus, al cual
efecto es principalmente apropiado, luego la cuitadilla, en bebiéndola,
como si hubiera bebido algún rejalgar o cualquier otro presentáneo veneno,
con cien mil espasmos, náuseas y paroxismos, dando a su Criador el ánima,
se despidió de esta luz, no sin gran admiración y espanto de algunos
médicos que a la sazón nos hallábamos allí presentes, los cuales, alter-
cando después entre nosotros mismos cuál, qué podría ser la razón de
aquellos accidentes tan repentinos y graves, resolvimos dar la culpa del
daño a la Thapsia; la cual, no obstante que en algunos casos desesperados,
estando la virtud fuerte, la manda dar por la boca Dioscórides,para
purgar los humores gruesos y pertinaces, todavía de su natura es medicina
tan corrosiva y vehemente, que (según el tratado de cómo conviene re-
dargüir los que fingen enfermedades, testifica Galeno) cierto lacayo astuto,
queriéndose excusar de no seguir a su señor en una jornada, por no se
ausentar de su dama, se la puso sobre la pierna, y así se le vino luego
a enconar e hinchársele toda como una bota; por donde fácilmente im-
petró la quedada. Creyendo, pues, no caber en razón que una cosa tan
aguda y mordaz, que las partes exteriores irrita e inflama, fuese útil para
confortar las internas, sin comparación más tiernas y delicadas, luego
nos persuadimos de haber en la escritura algún yerro, y así, revolviendo
registros viejos, vinimos a topar con un manuscrito y carcomido ejemplar,
que descubrió el maestro Vicentio, excelente boticario de Roma y diligen-
tísimo escudriñador de las cosas medicinales, en el cual por Thapsia se
leía Capsia, que (según estaba interpretado en la margen) quería decir
Capsia lignea, o canela, medicina muy cordial. Mirad, pues, en qué
peligro están vuestras vidas, pendientes del albedrío de algunos idiotas,
que, en lugar de remedio confortativo, os dan muy eficaz ponzoña.
No quiero disimular otro más pestífero error que el ya dicho acerca
de la misma canela, en el que cada día miserablemente tropiezan algunos
de los médicos más viejos, sin querer jamás reducir el camino de-
recho y llano, aunque más se les muestre; porque les parece que per-
dieran autoridad, reputación y crédito si habiendo vivido en error tanto
tiempo, y con tanto daño común, vinieren a mudar opinión a la fin de
sus días, y cierto y cierto en parte son excusables. Llamaron así a la
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 615
en cierto gimnasio público, y que allí, desde un púlpito, dijo a los ciu-
dadanos alejandrinos y a todo el pueblo que les perdonaba la culpa de la
guerra pasada, primeramente por amor de Alejandro Magno, fundador
de. aquella ciudad tan insigne; después de esto, por la grande hermosura,
magnificencia y majestad de ella, y, finalmente, por respeto de Ario
filósofo (al cual dicen que entonces señaló con el dedo por cuanto le
tenía a su lado), mandándoles generalmente que a la prudencia y sabiduría
de él solo agradeciesen todos la vida y salud que les daba. Fue por
cierto no vulgar argumento de valor y autoridad de aquel tan excelente
filósofo la honra que Augusto le hizo y el respeto grande que allí le tuvo;
empero, no menor la opinión que de él concibió el divino Dioscórides,
pues le juzgó entre todos dignísimo, a quien fuese consagrada, y.debajo
de cuyo esplendor y nombre se derramase por el mundo nuestro esta obra
suya, tan útil· y necesaria al linaje humano. Porque entonces los hombres
doctos dedicaban sus trabajos a príncipes excelentes o a varones en virtud
y doctrina encumbrados, que no a los idiotas ricos y caudalosos, como
hacen escritores de nuestros tiempos, que guiados de la codicia execrable,
y pensando ya sacar algo de ellos, suelen ofrecer a los cuervos (como
dicen) ungüentos preciosos, de los cuales, en pago de su· bajeza, más veces
quedan burlados. Porque i cómo quieren por letras recibir merced y
premio de aquellos que las huyen como veneno y les tienen capital
odio!
Desatada aquella primera duda, surge otra no liviana dificultad, que
es esta: si Plinio fue posterior a Dioscórides y tomó de él todo lo medi'"
cinal que escribe, ¿ cómo es posible que no lo haya jamás citado, y . ésto
habiendo sido siempre de tan generosa natura que aun de infinitos a;uto-
res bajos y oscuros hizo muchas veces mención, por haberlos en alguna
cosa imitado? Para satisfacer a la cual demanda no se me ofrece alpre-'
sente decir otra cosa sino que pudo ser que en el tiempo de . Plinio aún.
no fuese bien conocido Dioscórides y que sus obras discurriesen sin tí-
tulo por las manos de doctas gentes, a manera de cartapacios, como cada:
día se hallan libros excelentísimos cuyos autores se ignoran. La cualres-
puesta, no pareciendo bastante para saltar el problema, seremos forzados
a pronunciar que Plinio y Dioscórides tomaron de algún tercero, como si
dijéramos de Crotevas el herbolario o de Andreas el médico (de los
cuales hacen mención entrambos), todo cuanto escribieron. Podríase tam-
bién sospechar que Plinio industriosamente hubiera nombrado muchos
autores bajos y oscuros, y no a este, como hacen los que por encubrir
un grande hurto confiesan muchos hurtillos livianos, y esto debe bastar
620 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO 11
así planta corno animal, en su calidad y grado tienen mayor vigor que la
que crece en llanuras muy sombrías y acuosas. Allende de esto, según el
clima de las regiones y clemencia del año, suelen las mismas plantas ser
de mayor o menor virtud y más tardías o tempranas, y así oírnos que
todo lo que en las Indias crece, no solo en la eficacia y grandeza, empero
en la celeridad del crecer, hace muy gran ventaja a cuanto por aquí nace.
En El Cairo y en Alejandría de Egipto las vides y las higueras nunca pier-
den jamás las hojas. En cierta parte de la Arabia Feliz suelen cogerse la
cebada y el trigo dos o tres veces al año. Empero, para qué nos cansarnos
buscando los ejemplos tan lejos, pues en esta Alma Roma todo el invier-
no gozarnos de rosas frescas, de flores de azahar y jazmines y, finalmen-
te, de suavísimas clavellinas, las cuales flores en las regiones frías, corno
Dinamarca, Escocia e Inglaterra, ni aun en verano, sino por gran milagro.
se hallan.
Pues corno sean grandes las diferencias que a cada paso se ven, no
solamente entre unas plantas y otras, empero entre las edades de cada
una en particular, sin duda el que quisiese ser perfecto en la cognición
de ellas, conviene que así corno van creciendo, las contemple cada hora
diligentísimamente, porque tal yerba conocerá en su juventud que des-
pués de crecida le parecería otra muy diferente, y esto por tornarse de
día en día las hojas, corno claramente se ve en el perejil y en el mas-
tuerzo, las cuales yerbas, cuando salen ternecicas de tierra, echan las ho-
juelas verdosidas, mas después de crecidas las tienen luengas, puntiagu-
das y por toda su redondez almenadas, a imitación de los niños de teta,
que nacen romos, y después, según van creciendo, se vuelven notable-
mente aguileños. Por donde no se debe nadie maravillar si el que vio
solamente alguna planta en su primer nacimiento, en la misma, ya cre-
cida, se engaña, pues ordinariamente acontece que apenas conozcamos
a nuestros propios deudos y hermanos cuando, habiéndose partido pe-
queños y niños, vuelven grandes y barbados. Confirmación de lo cual os
quiero contar una graciosa historia. Cierto cortesano muy honrado y co-
nocido de aquesta corte, cuando las revueltas del saco, se retiró hacia
Nápoles, y después de partido, le interceptaron todos sus beneficios, por
un falso rumor que se derramó de su muerte. Pocos años después volvió
a Roma, sano y entero, mas no pudo persuadir de que fuese él, de suerte
que hubo de litigar el cuitado mas de veinte años en la Rota, y aun litiga
hoy día, sobre probar que es vivo, para tornar a entrar en posesión de
sus beneficios, y con todo esto, aunque más lo jura y protesta, no se lo
quieren creer, de modo que se ve y verá en trabajo. Quise traer este ejem-
622 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
plo al propósito para que cada uno entienda que así las plantas como los
hombres, si se tienen perfectamente de conocer, jamás se deben perder
de vista, para la entera noticia y cognición de las cuales ayuda infinito
leer muy a menudo la historia y contemplar la pintura de cada una de
ellas, aunque sin duda todo esto importa muy poco, y no basta, si jun-
tamente no se ejercita el hombre en las vivas. Porque el que de haber
solamente leído la historia de todas las yerbas piensa ser herbolario sin
falta es como aquel pregonero que a grandes voces pregona las señales
de algún fugitivo esclavo por la relación que de él le hicieron, dado que
él mismo no le conoce, aunque lo tenga delante. Aprovecha también no
poco para refrescar la memoria tener las yerbas mismas pegadas con
cola en algunos cartones, como yo tengo infinitas exquisitas y raras, en
la cual industria se conservan en su figura y color muchos siglos, como
si fueren embalsamadas.
Lo demás que en su proemio trae Dioscórides acerca de la sazón en
que cada cosa cogerse debe y el modo de conservarla, puesto que sea de
sí tan claro que no requiera exposición ni comento, procuraré todavía
de repetirlo y fundarlo, a lo menos para extirpar las calumnias, que ni
aun a este autor tan excelente perdonan.
Dice, pues, que las yerbas ramosas, para que puedan bien conser-
varse, y en una necesidad en todas sus partes servirnos, se deben coger
cuando están de simiente llenas. Porque así como en las mujeres la más
segura y robusta edad es aquella en la cual conciben y paren, ni más ni
menos de la generación y nacimiento de las simientes debemos juzgar la
fuerza y vigor de las plantas. Así mismo quiere que se cojan las flores
cuando están en su perfección, que es después que fueron salidas y antes
que de sí mismas se caigan, atento a que si se dejan más tiempo al sol,
aunque asidas a sus propias madres, fácilmente se revolverá su virtud y
se pasan muy marchitas.
Los frutos que se maduran en el calor del sol quiere que se cojan
maduros, porque hay algunos que con su propio calor natural, colgados
o sobre pajas, vienen a madurar, como las' serbas y nísperos y los me-
lones de invierno, los cuales, dejándolos a la solar discreción, vendrán
más presto a corromperse que a perfeccionar. También conviene advertir
que cuando tenemos necesidad de restreñir y apretar con ellos debemos
arrancar algo verdes los frutos. Las simientes dice que se deben coger en
comenzando a secarse, porque si esperamos a que se sequen del todo
voláralas cualquier soplillo; allende por estar tanto tiempo al sol, toda
su virtud se evapora.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 623
día se engaña. Mas la directa razón, siendo gran bachillera, pone distin-
ción en las cosas, no confesando absolutamente que todo lo duro sea
seco, ni que todo lo blando sea húmido, sino cuando lo uno y lo otro pa-
recen en su propio ser y retiene un calor moderado, la cual distinción
excluye todas aquellas cosas que se ablandaron con demasiado calor o
con exiguo frío se derritieron, como el cobre derretido o el agua tornada
en hielo. De do concluyo que solo el tacto, mientras no estuviere co-
rrupto, basta para conocer las dos cualidades activas, que son calor y
frialdad, empero que para discernir las pasivas (así llaman la sequedad
y la humedad) ha menester por consejera y coadjutriz la razón.
Las cualidades potenciales se conocen por los efectos que con el tiem-
po en el cuerpo humano introducen, y también por las transmutaciones
que hacerse vemos de unas cosas en otras. Por la cual vía juzgamos que
el aceite y todas las cosas grasas, aunque en tocando refresquen, todavía
potencialmente son un poco de fuego, atento a que echadas sobre las
brasas luego se convierten en llama, y así no osamos darlas a los febri-
citantes, de miedo que en las venas semejantemente se encienda. Conó-
cense también las cualidades potenciales de todas las medicinas por los
sabores que en el gusto nos dejan, los cuales de una mezcla de las cua-
tro cualidades primas son engendrados. De donde nace que a los elemen-
tos puros y simplicísimos ningún sabor se atribuye, por cuanto cada
uno de ellos no costa sino de dos cualidades. Los sabores, pues, que nos
alteran la lengua son el acerbo, el austero, el salado, el amargo, el agudo,
el agrio, el dulce y, finalmente, el insulso y muy desgraciado. Llamamos
sabor acerbo al áspero que nos aprieta luego toda la boca y nos hace
muy gran dentera, que se siente en la cáscara de la granada y en la an-
drinilla del monte. Del acerbo difiere el austero solamente en ser más
blando y no apretar con tanta vehemencia, de modo que diremos ser
austero el membrillo. Salado sabor se dice a aquel que aunque algún tan-
to apriete, roe todavía y mundifica la lengua. Llámase comúnmente amar-
go el que ya en el corroer y mundificar es molesto, el que muerde y pica
notablemente la lengua; si 10 hace con excesivo calor, se debe llamar
agudo, como agrio y acedo si con frialdad demasiada. De modo que se
llamará la pimienta aguda y el zumo de los limones agrio y acedo. El
sabor que halaga y ablanda el paladar irritado, si lo hace dando contenta-,
miento y deleite, se llama dulce, como graso si empalagando. Por el sabor
insulso e insípido entendemos el desabrido, que se siente en la calabaza.
Todas las medicinas estípicas (debajo de cual nombre se comprenden
las acerbas y las austeras) comúnmente son terrestres y frías. Las saladas,
628 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
LIBRO 1
CAP. 1: DE LA IRIS
Llámase así por las semejanzas que tiene con el arco celeste, produ-
ce las hojas como las del gladíolo, empero mayores, más altas y más
vistosas. Sus flores nacen de diversas partes del tallo, distantes igualmen-
te unas de otras, las cuales son algún tanto encarnadas y de vario color.
Porque manifiestamente se muestran blancas, verdes, amarillas, moradas
y azules; por razón de la cual variedad fueron comparadas con el arco del
cielo. Tienen las raíces por iguales trechos nudosas, macizas y de muy
grato olor; las cuales, cortadas en ruedas, deben secarse a la sombra y
después, enhiladas, guardarse. Crece la mejor iris en Esclavonia y en Ma-
cedonia; y entre estas se hace más estima de aquellas que tienen la raíz
maciza, corta, dura, algún tanto rubia, de suavísimo y purísimo olor,
hirviente al gusto, que no huele a moho, y que hace estornudar cuando la
muele. La segunda virtud es aquella que suele venir de Africa, blanca jun-
tamente y amarga. Todas en la vejez se carcomen, empero entonces se
vuelven más olorosas. Tienen todas facultades de calentar, y de adel-
gazar los humores gruesos; y en especial aquellos del pecho, que difí-
cilmente se arrancan, por donde sirven mucho a la tos. Purgan la flema
gruesa y la cólera bebidas al peso de siete dracmas con aguamiel. Provo-
can sueño, mueven lágrimas y sanan los tortijones de tripas. Bebidas con
vinagre, socorren a los mordidos de las serpientes, deshacen el bazo,
valen contra el pasmo, mitigan los fríos y temblores paroxismales y, fi-
nalmente, son útiles a los que de un continuo flujo de esperma se desaí-
nano Bebidas con vino provocan en las mujeres el menstruo. Del coci-
miento suyo se hacen fomentaciones muy convenientes para molificar y
desapujar la madre, y clísteres aptos contra el dolor de la ciática, el que
también hinche de carne las fístulas y cavernosas llagas. Las raíces un-
tadas con miel y metidas a manera de calas dentro de la natura de la
mujer traen el parto. Cocidas y aplicadas en forma de emplasto, molifi-
can los camparones y cualquier otra dureza antigua. El polvo de ellas
hinche la concavidad de las llagas, y mezclado con miel tiene de las
mundificar y cubrir los huesos desnudos de carne. Aplícase comodísima-
mente con vinagre y aceite rosado contra el dolor de cabeza. Mezclado
con eléboro blanco y con doblada porción de miel, quita notablemente las
630 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
pecas y las manchas que causó el sol en el rostro. Mézclase con los su-
positorios, con los molificativos, emplastos y con las medicinas que mi-
tigan todo cansancio. En suma, las raíces de la iris universalmente son
útiles para infinitas cosas 1.
1 La iris, llamada en nuestro vulgar español lirio cárdeno, produce las ho-
jas semejantes. a las del gladíolo, que es una cierta planta pequeña, la cual
tiene hojas cortas y puntiagudas, a manera de estoque. Florece en la prima-
vera la iris y tráese de la región ilírica, llamada en nuestros tiempos Escla-
vonia. Su raíz, mientras es más bermeja, es muy más estimada. Su virtud se
cree ser caliente y seca, en la fin del grado segundo, de suerte que casi toca
el tercero. Hállase la iris, hortense y salvaje, a cada paso en Italia, y princi-
palmente en risa y Florencia. Hállase también gran copia de ella en España,
encima de· los muros y por los edificios arruinados, y dado que la que nace
por estas partes no corresponde en todo con la que nos describe Dioscórides,
todavía en cuanto a fuerza o virtud no debe nada a la ilírica o esclavonia;
porque no solamente la seca muestra todos los efectos arriba dichos, empero
también la verde suele muchas veces hacer milagros, el zumo de la cual, dado
de beber a un hidrópico en cantidad de una onza, por espacio de varios días,
le purga toda el agua del vientre, y a la fin le deshincha y le sana. Tiene más
ultra las gracias dichas la raíz de la iris que mascada en ayunas encubre el
infecto y corrupto anhélito. Su zumo, sorbido por las narices, purga maravi-
llosamente el cerebro. Es verdad que tragado suele ser dañoso al estómago,
y por eso cuando se da por la boca le mezclan con aguamiel y con un poco
de spica nardi. El polvo de la iris seca mezclado con los resolutivos emplas-
tos les acrecienta la fuerza. Solamente nos describe Dioscórides una especie
de iris, conviene a saber: la cárdena, sin la cual se halla otra blanca en algu-
nos lugares, como se puede ver aún hoy día en Roma en el transtiberino jardín
del cardenal de Viseo. Hállase también otra roja, diversa solamente en el co-
lor de las otras. La cual variedad de colores que las especies entre sí tienen
no es causa de que la iris se llame así, sino la que se contempla en aquella
ceja o perfil que enarcado tiene en cada hoja la cárdena. Infamando nuestra
Europa Teofrasto que sacada la iris no nace en ella cosa que en los olorosos
ungüentos meter se pueda; y en esto hace muy grande agravio al cypera, a la
bacharis, a la galanga y a otras muchas raíces de olor aromático y agradable
que crecen por estas partes. La iris hace al pie de su flor una menudica si~
miente, la cual pocas veces se siembra por ser la raíz por su natura tan vivaz
y durable que puede llevarse quinientas leguas entera y apta para transpo-
nerse, ultra que la planta engendrada por la simiente no tiene tanta fuerza.
Siempre que halláremos iris o ireos en las composiciones medicinales debemos
entender su raíz, la cual se usurpó el nombre de toda la planta, siendo la
principal parte de ella, y lo mismo conviene entender del acoro, el cual nos
pinta ya tras ella Dioscórides.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 631
CAP. V: CARDAMOMO
porque el que no fuere tal, tienese por gastado y sin fuerzas. Aquel tam-
bién es loable que tienta con su olor al celebro y al gusto es agudo y un
t
nalmente, contra las anchas lombrices. Empero bebido con vino es muy
a propósito para el mal de riñones t a la dificultad de orinar y a las heridas
del escorpión o de otras fieras que arrojan de sí ponzoña. Bebida una drac-
ma del cardqmomo con la corteza de la raíz del laurel deshace la piedra.
Aplicado en forma de unción con vinagre sana la sarna. Mézclase en los
t
faltando el uno podía seguramente administrarse el otro para los mismos efec-
tos. Los árabes confunden todas estas especies, y en lugar de dar claridad'
mezclan muy profundas tinieblas, aunque Avicena parece que atina muchO'
más que los otros, porque dice que el cardamomo mayor se parece a los gar-
banzos negros, y el menor tiene mucho de las lentejas, lo cual en parte se
verifica con la experiencia. No faltan algunos escritores de nuestros tiempos
que por el cardamomo de Serapión y de los otros árabes entendiesen el sili-
cuastro, llamado por otro nombre «pimienta de la India».
3 Si consideramos bien las señales que Plinio, Teofrasto y Dioscórides atri-
buyen al aromático cálamo, hallaremos que es una especie de caña olorosa, la
cual nace de aquella parte del monte Líbano, en ciertas lagunas o estanques;
y así no puede ser la raíz que en su lugar nos muestran en las boticas, la
cual ya dijimos ser el acoro verdadero, visto que en ella se hallan todas las
partes del acoro y no las que al cálamo aromático suelen atribuirse. Ni tam-
poco podemos decir que aquella sea la raíz del aromático cálamo, pues aunque
la hemos visto infinitas veces en hojas secas, semejantes a las de la iris, jamás
las vimos con algún tronco de caña. De otra parte, ni Dioscórides ni Galeno
al cálamo aromático atribuyeron jamás amargor alguno (la cual señal no deja-
ran) como Galeno le atribuye al acoro, y como a la verdad en esta raíz se
halla. Por donde me persuado de que el cálamo aromático (el cual es caliente
y seca en el grado segundo) no se conoce por estas partes, aunque me acuerdo
que en Venecia me lo mostraron seco. Empero en su lugar, según Galeno 10
ordena, usaremos del musgo de los árboles llamado en las boticas usnea.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 633
Petra. Mas despréndese el adulterio por ser esta algún tanto mayor.
vacía, sin fuerza y del gusto de la pimienta. Es la virtud del opobálsamo
eficacísima por ser excesivamente caliente, y así estirpa todas aquellas
cosas que suelen oscurecer la vista. Sana la frialdad de la madre, apli-
cado con ceroto rosado, provoca la purgación menstrua y atrae los pares
y el parto. Aplicado a manera de unción vence los temblores paroxisma-
les, mundifica las llagas sucias y digiere los crecidos humores. Bebido
provoca la orina y facilita el corto y embarazoso anhélito. Dase con leche
a los que bebieron acónito o fueron de alguna serpiente mordidos. Méz-
clase en las medicinas compuestas para mitigar el cansancio, en los moli-
ficativos emplastos y en los electuarios contra veneno. En suma, la prin-
cipal facultad se atribuye al licor, la segunda al fruto y la menor de to-
das a los leños del bálsamo. Dase cómodamente a beber su simiente con-
tra el dolor de costado, contra el apostema de los pulmones, contra la
tos, contra la ciática, contra la gota coral, contra los vaguidos de cabeza.
contra el asma que no deja resollar sino estando enhiesto, contra las di-
ficultades de orina, contra los tortijones de tripas, y finalmente, contra
los mordiscos de las fieras que arrojan de sí ponzoña. Allende de esto es
muy útil para los' sahumerios de las mujeres, y su cocimiento, si se sien-
tan sobre él,. desopila la madre y trae hacia afuera las humedades que en
ella están embebidas. El leño tiene la misma fuerza empero un tanto
más floja. Dada a beber el agua en la cual hubiese hervido, cura las
indigestiones, los dolores de tripas, el espasmo y las mordeduras de los
animales emponzoñados, ultra que provoca la orina, y si se mezcla con
la iris pulverizada es útil para las heridas de la cabeza, arranca las esca-
mas de sobre los huesos, y finalmente, a los ungüentos da cuerpo 4.
4 Entre otras muchas señales en las cuales consta el amor que Dios tuvo al
pueblo judaico, es esta una, que en toda Judea y en la vecina parte de Egipto
produjo el bálsamo, ciertamente la más generosa planta que nació ni nacerá
jamás para la salud y conservación del linaje humano. El cual singular bene-
ficio en gente tan ingrata y perversa fue, sin duda, mal empleado. Por donde
convertido el amor en odio y los regalos en duros palos y azotes, con cien
mil persecuciones y afanes dio luego Dios a los judíos el pago que por su
ingratitud merecieron. Porque dejadas otras ruinas y desolaciones aparte, la
vacía que en ellos hicieron los Vespasianos emperadores les dio claramente
a entender que la divina justicia viene siempre por sus pasos contados. En-
tonces, pues, dice Plinio, que los pobres hebreos, viéndose ya perdidos, porque
no gozasen los romanos de planta tan generosa, no menos se encrudelecieron
en los bálsamos salutíferos que en sus propias vidas; de suerte que los talaron
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 635
que mojado tiñe las manos, el que ni hiede a moho, ni ha sido de car-
coma tentado, y finalmente, el que da de sí un olor agudo y suave.
Porque el que no tuviese todas aquestas partes, débese haber cogido
fuera de tiempo, o es añejo o mojado. Tiénese por segundo en la bondad
el que nace en un campo muy cercano a la Lycia, los cuales se sigue
el que suele venir de cierta ciudad de Etolia, llamada Egide. El cyrenaico,
y el centurifino, entre los de Sicilia son de menor virtud. Toda suerte de
azafrán es especie de hortaliza, dado que en toda Italia por ser muy
lleno de humor y de calor gracioso, usan de él para teñir las salsas, por-
el cual respecto se vende caro. Es muy útil a cosas medicinales, el que'
fue descrito primero. Adultéranle mezclando con él un poco de croco-
mogna molido, y untándole también con arrope, y añadiéndole, para
que pese más, algún tanto de almártaga o de marcasita de plomo. Empe--
ro descúbrese el adulterio, por el plomo que en él se asienta y por el
olor del arrope. Fue opinión de Thesalo que el azafrán no tenía otra
virtud sino el ser oloroso. Otros dicen bebidas con aguas tres dracmas de-
él matan. Su virtud es madurativa, molificativa y algún tanto estíptica.
Provoca demás de esto la orina y da buen color al rostro. Bebido con'
vino paso, impide la borrachez; instilado con leche humana en las hojas,.
La picea. muy conocido árbol. y el pino son del mismo linaje, aunque
en especie difieren. Es la corteza de entrambos estíptica, por donde mo-
lida y aplicada, conviene mucho al sahormo y escocimiento. Mezclada
con ·lithargyrio y manna de incienso. es útil a las llamas superficiales y
a las quemaduras del fuego. Incorporada en el ceroto myrtino encora las
llagas de los cuerpos tiernos y delicados. que no sufren medicinas agudas.
Molida con caparrosa refresca las llagas que van cundiendo. Puesta en
perfume provoca el parto y las partes. Bebido restriñe el vientre y mueve
la. orina. Las hojas de aquestos árboles majadas y puestas en forma de
emplasto, mitigan las inflamaciones y hacen que las heridas no se apos-
temen. El vinagre caliente con que se hubieren cocido majadas. rebaja
el dolor de los dientes si se enjuagan con él. Bebidas en cantidad de una
dracma con agua simple o con agua miel son útiles a· los que padecen del
hígado. Hace el mismo efecto ·la cáscara del piñón. juntamente con las
hojas bebido. Aliviaráse también el dolor de los dientes si se enjuagasen
con el vinagre donde se hubiera hervido la tea de entrambos árboles. des-
menuzada en astillas, de la cual tea se hacen espátulas. convenientes a la
preparación delasmedicianas que mitigan cansancio y de las calas que
se meten en la natura de las mujeres. Cógese el hollín de la tea cuando se
quema. como muy útil para hacer tinta de escribir muy fina y para mez-
ciarse con los ungüentos con que se adornan las pestañas y ojos. el cual
también aprovecha a la corrosión de los lagrimales, a las pestañas pela-
das y a la lágrima que continuamente destila. El fruto del pino y de la
picea. el cual se halla dentro de sus propias piñas. tiene por nombre
«pystides)). que quiere decir piñón. la virtud del cual es estíptica y ca-
liente algún tanto; comidos por sí los piñones o mezclados con miel,
Son muy útiles a la tos o a las enfermedades del pecho. Los piñones mon-
dados y comidos o bebidos con la simiente de los cogombros y con un
poco de vino paso provocan la orina y templan el ardor de la vejiga y
640 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
inmoderados flujos del menstruo, refrena las llagas que se dilatan, provo-
ca la orina y establece los dientes que se menean, si se enjuagan con él.
Sirven comúnmente las varillas del lentisco, cuando están verdes, para
en lugar de cañas, mondar los dientes. Hácese de su fruto un aceite muy
útil a todas aquellas cosas que quieren ser restriñidas. Produce también
el lentisco resina, a la cual unos llaman lentiscina y otros almástiga.
Esta, pues, bebida, sirve a los que arrancan sangre del pecho y a los que
padecen de tos antigua, demás de esto es muy amiga del estómago, empe-
ro mueve regüeldos. Mézclanla ordinariamente en los polvos compues-
tos para fregar los dientes, y en los afeites hechos para dar lustre al ros-
tro. Confirma esta las pestañas caducas, y majada engendra muy buen olor
en la boca y aprieta las relajadas encías. Nace abundante y excelentísima
en la isla de Chio. Tiénese por mejor la que reluce como luciérnaga y en
su blancura se parece a la cera toscana, siendo gruesa, tostada, frágil y de
suave olor. De la verde no se hace tanto caudal. Adultéranla con incien-
so y con la resina de piñas 7.
Resfría y restriñe el ciprés; sus· hojas bebidas con vino paso y con
un poco de mirra refrescan los humores que destilan a la vejiga y son
útiles a la retención de la orina. Sus nueces molidas y bebidas con vino,
aprovechan a los que arrojan sangre del pecho, a la disentería, a cual·
quier flujo del vientre que procede de flaqueza de estómago, al asma y,
finalmente, a la tos. Su cocimiento sirve a las mismas cosas. Majadas con
aquel proverbio que trae Luciano: «Estás hambriento y quieres mascar al·
mástiga.» Falsifícanla algunos con alcanfor y con cedoaria. Es el alcanfor una
goma llamada de los latinos «caphura» y de los árabes «canfora», no conocida
de los griegos ancianos. Nace en la India de cierto árbol, tan grande, que
pueden estar a ,su sombra más de doscientos hombres. Cuando se coge es
roja, empero después, con la calor del sol o el artificio del fuego, se torna
blanca. Usan de ella los sacerdotes de aquellas partes ordinariamente en sus
sacrificios, .ni más ni menos que del incienso nosotros. Encendido un grano
de alcanfor y puesto sobre una lámpara llena de agua, da de sí una purísima
llama y muy confortativa de los ojos, empero es tan delicada y sutil, que al
menor soplico se amata. Es frío y seco el alcanfor en el grado tercero. Mitiga
el dolor de cabeza procedente de causa caliente, refresca el hígado y los riño-
nes, restaña la sangre, métese en los afeites para dar gracias y tez a la cara;
bebido con el polvo de carabe yagua de nenúfar, restriñe la simiente a los
que se derraman, y a las muj eres sus menstruos blancos, y lo mismo hace
deshecho con las babosas de zaragatona o con el zumo de la yerba mora y
aplicado sobre los riñones y sobre las vergonzosas partes. Aplicado a la frente
con una clara de huevo o con el zumo del llantén o de la siempreviva y metido
dentro de las narices, reprime la sangre que a gran furia destila de ellas. Mez-
clado con los colirios, es un soberano remedio contra cualquier mal caliente
de los ojos. Dado en cantidad mediocre a beber o aplicado, provoca sueño y
ql4:ítalo administrándose demasiadamente. Preserva de corrupción, y así se
mete útilmente en los antídotos compuestos contra veneno, contra la pestilen-
cia y contra los mordiscos de animales emponzoñados. Conócese el alcanfor si
es puro o adulterado metiéndolo en medio de un pan caliente cuando sale del
horno, porque el perfecto se deshace súbito en agua, así como el contrahecho
se seca. Si no se guarda con diligencia muy bien cerrado en la caja, se suele
resolver muchas veces en humo y dejar burlados a los boticarios, por cuanto
en su lugar hallan viento. por eso comúnmente lo conservan en vasos de már-
mol o de alabastro, entre la simiente de lino o de zaragatona. Algunos creye-
ron, por el color subido que tiene y por ser así resoluble, ser caliente la canfora,
empero sus efectos muestran bien lo contrario.
644 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
higos secos ablandan las durezas y sanan los pólipos que se engendran
dentro de las narices. Cocidas con vinagre y majadas con altramuces
extirpan las uñas sarnosas. Aplicadas en forma de emplastos defienden
que no desciendan a la bolsa las tripas en los quebrados. Las hojas tienen
la misma fuerza. Créese también que las nueces puestas en sahumerio
con la cima del ciprés hacen huir los mosquitos. Las hojas majadas y
puestas sobre las heridas secas, las sueldan y restriñen la sangre. Ma-
jadas con vinagre hacen negro el cabello. Aplícanse por sí solas o con
puchas de harina, contra el fuego de San Antón, contra las llagas que
van cundiendo, contra los carbunclos y contra los inflamados ojos. Mez-
cladas con cerato y aplicadas, dan vigor al estómago 8.
8 Hállase el ciprés macho y hembra, de los cuales el macho hace muy es-
parcidos los raínos, y la hembra, por el contrario, juntos y muy apiñados. Era
el ciprés antiguamente consagrado a Plutón, y por eso solían desparcir sus ra-
mos a las puertas de los difuntos. El perfectísimo ciprés nace en Candía, adon-
de, sin sembrarlos ni cultivarlos, crecen a cada paso infinitos y muy vistosos.
Produce el ciprés sus nueces tres veces al año, conviene a saber: por enero,
por mayo y por septiembre, la simiente de las cuales es tan pequeña y menuda,
que con gran dificultad se discierne. No pierde jamás el ciprés sus hojas,
antes está siempre verde. Destila de aqueste árbol una cierta resina, semejante
a la laricina, harto mordaz e hirviente al gusto. Sus hojas, majadas y puestas
entre cualquier simiente, la defienden de todo gusano. La madera del ciprés,
por vieja que sea, nunca siente carcoma, y da de sí un suavísimo olor, y guár-
dase para siempre, aunque ofende con él notablemente al celebro, y por eso
es muy dañoso a los sujetos a gota coral. Las nueces del ciprés, que algunos
también llaman «gaebulos», desecan con tanta calor y agudeza, cuanta bastó
solamente en hacer llegar su estipticidad hasta las partes profundas. Llaman
algunos al abrótano hembra «chamecypariso», que quiere decir bajico ciprés,
y esto porque se le parece en las hojas.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 645
Del laurel hay una especie que hace la hoja ancha y otra que la pro-
duce estrecha, más entrambas tienen virtud de calentar y ablandar. Por
donde su cocimiento, si se sientan sobre él, es muy útil a las pasiones
de la madre y de la vejiga. Sus hojas verdes ligeramente constriñen, las
cuales majadas y puestas en forma de emplasto, valen contra las punzu-
ras de las avispas y de las abejas. Mezcladas con una puchecilla de harina
o con miga de pan mitigan toda suerte de inflamación. Bebidas enterne-
cen el estómago y le provocan al vómito. Las bayas tienen más fuerza de
calentar que las hojas, y así majadas e incorporadas con mielo con vino
paso y dadas en forma de lamedor, aprovechan mucho a los tísicos y a
los asmáticos y valen contra todos los humores que destilan al pecho.
Bébese con vino contra la punzura del alacrán, y sanan los alvarazos.
Instílase cómodamente su zumo con vino añejo y aceite rosado contra
las dificultades del oír y contra los dolores de los oídos. Mézclanse en las
medicinas que mitigan cansancio, y en los ungüentos de caliente virtud
y resolutivos. La corteza de la raíz rompe la piedra, mata la criatura en el
vientre y bebiéndose de ella tres óbolos con vino odorífero es útil a los
enfermos del hígado 11.
la carne blanda, sin algún insigne dolor, como lo hacen todas las otras cosas
que tienen la misma fuerza. El fruto .del cedro, llamado cedris, es mucho
más templado, y tanto que se puede comer, aunque comiendo demasiado da
dolor de cabeza y engendra muy gran ardor y mordificación del estómago.
El Bellonio pinta el cedro mayor con piñas y muy semejante al larice, sin traer-
nos autoridad de ningún escritor para que le creamos.
11 El laurel es árbol muy conocido, porque no solo en Italia y España,
empero también en Francia y en Alemania, vive, dado que en estas regiones
frías es estéril de fruto. Consagraron los antiguos el laurel al dios Apo10, y
c~n él se coronaban en los tiempos pasados todos los emperadores de Roma,
por el cual efecto (según cuentan las romanas historias) un águila enviada de
Júpiter dejó caer en el regazo de Drusilla, mujer de Augusto, una gallina muy
blanca que llevaba en el pico un ramillo de laurel, cargado de bayas muy olo-
rosas, el cual plantado, multiplicó después en gran cantidad. Coronaban con
laurel también antiguamente a todos los vencedores, y como el olivo era señal
de paz, así siempre el laurel significó victoria. Todos los escritores confirman
que el laurel jamás fue ni puede ser sacudido del rayo, por donde Tiberio
César, siempre que sentía tronar, se ponía en la cabeza una guirnalda laurina,
dado que en nuestros días, el año 1539, aquí en Roma se vio la contraria ex-
648 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
Las hojas, la corteza y los ramos del olmo tienen la virtud constric-
tiva. Empero mucho más la corteza interior fajada, porque se deja tra-
tar a manera de una correa, Bebido una onza de la corteza más gruesa
con vino o gua fría, purga la flema. El cocimiento de las hojas o de las
cortezas de sus raíces, aplicado a manera de fomentación, suelda súbi-
tamente los huesos quebrados, con cierto callo, que les engendra. El hu-
mor que al apuntar de las hojas se halla en unas vejigas suyas, da claro
lustre al rostro, si se untan con él. El cual en secándose se convierte
en ciertos animalejos, que parecen mosquitos. Las hojas del olmo tiernas
se cuecen para comer a manera de la otra hortaliza 12.
La rosa resfría y aprieta, pero mucho más la que es seca. De las ro-
sas· frescas se saca el zumo, majando las rosas en un mortero, después
de las haber cortado las uñas con unas tijeras (llámanse así aquellas pun-
tillas blancas) y exprimiendo de ellas todo el licor, el cual se deja a la
sombra, hasta que se haga espeso, y entonces se guarda para las medici-
nas que se suelen utilizar en los ojos.· Sécanse también las hojas de ·.la
rosa a la sombra, volviéndolas a menudo, para que no se pasen mohosasr
La expresión de las rosas secas cocidas con vino, es útil a los dolores de
cabeza, de los ojos, de los oídos, de las encías, del sieso, del recto in-
testino y de la madre, aplicado con una pluma o echado en el clíster.
Las mismas hojas sin exprimir el zumo, majadas, y puestas en forma de
emplasto sirven a la inflamación del diafragma, a la superflua humedad
del estómago y al fuego de San Antón. Las secas pulverizadas se suelen
echar sobre los escocidos muslos, y usarse con los antídotos convenien-
tes a las heridas y con los llamados antheras. Quémanse también para dar
lustre a las cejas. La flor que en medio de la rosa se halla, cómodamente
se aplica, después de seca, contra los humores que destilan, a las encías.
Las cabezuelas bebidas restriñen el flujo del vientre y la sangre del pecho.
13 Al árbol que produce aquel zumo llamado acacia llaman todos «espina
egipcia» o «arábiga», porque nace en aquellas partes, y si no es el tronco, está
todo lleno de espinas. Produce una flor muy hermosa, y tanto, que antigua-
mente se adornaban las guirnaldas con ellas. De su fruto se aprovechan los cur-
tidores, en lugar de agallas, para curtir los cueros. En cambio, del zumo de
.aquesta planta administran ahora los boticarios el que se exprime de las nadri-
nillas del monte, después de secado al sol, al cual llaman también acacia. Po-
dríamos así mismo tomar en cambio de ·la vera acacia las hojas del zumaque
y el zumo sacado de las hojas del lentisco y de la hprcistide, porque tienen
la misma fuerza. La goma de la espina egipcia se llama «serapión», goma ará-
biga; empero conviene considerar que así como nos es rara la acacia arábiga,
ni más ni menos tenemos falta de aquella goma. POl;que la goma arábiga ordi-
naria de las boticas indignamente tiene tal sobrenombre, visto que ni es estípti-
ca, ni constrictiva, como la otra, sino muy lenitiva, y nace acá entre nosotros
de los ciruelos, perales, cerezos y almendros y, finalmente, de todos aquellos
árboles que no producen resina. Por donde consta que la que así de los grie-
gos como de los escritores latinos simplemente se llama goma, es la nuestra
vulgar goma arábiga, con la cual las doncellas se adornan ordinariamente las
crenchas. Esta goma, cocida con cebada y deshecha, es admirable remedio
pra deshacer las asperezas y empeines de todo el cuerpo y en especial de las
manos, si se friegan a menudo con ella. La acacia deseca en el grado tercero, y
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 651
LIBRO 11
Las cenizas del cangrejo de río quemado, dadas a beber tres días con
vino en cantidad de dos cucharadas, con otra cucharada de la gentiana,
socorre a los mordidos de algún perro rabioso. Aplicada con miel cocida,
mitiga las resquebrajaduras de los pies, del sieso y es remedio a los
sabañones y al' cáncer. Bebidos así crudos y bebidos con leche de borrica,
son útil~s contra las mordeduras de las serpientes, y contra las punzuras
de alacrán. Cocidos con su caldillo comidos, aprovechan mucho· a los tí-
algún cazador o perro, se encoge como un ovillo, de suerte que para asirle
son menester manoplas; empero ya que se ve perdido y como desesperado,
báñase en su propia orina pestilencial a las púas y a todo el pellejo del lomo,
por amor de las cuales partes siente que le persiguen. Revuélcase el erizo sobre
las manzanas y peras, y enhiladas en sus espinas se lleva las que puede coger,
y en algún árbol vacío, para sus necesidades las guarda. Este animal es de
frigidísima complexión, y solo entre los cuadrups tiene los compañas pegados
a los riñones. La cecina del erizo, así terrestre como marino, tiene virtud de
resolver, atraer y mundificar. Es también especie de erizo el llamado de los
escritores «haystrix», animal harto mayor que el ordinario erizo, y cercado de
muy mayores y muy más peligrosas espinas, con las cuales suele no solamente
atravesar· los perros, empero dar heridas mortales también a los cazadores.
Estase aquesta fiera casi todo el día en su cueva, ni más ni menos que el
lobo, y a las noches sale a buscar la vida. Su ceniza dada a beber confirma
la criatura en el vientre.
3 El hipocampo es un pececico pequeño que en la cabeza y en todo el cuello
se parece al caballo de los griegos llamado «hipo», así como en el resto del
cuerpo a ciertos gusanos vellosos que se hallan por los jardines, llamados en
griego «campae» y en la lengua latina «emcae», de los cuales animales tomó su
nombre «hipocampo», que es como si dijéramos «caballo-oruga». Hállase gran
cantidad de este pez por las costas del mar veneciano. Es inútil para comer,
pero muy provechoso para cosas medicinales, atento que su ceniza tiene admi-
rable virtud en desecar todas las llagas húmedas y en hacerlas venir el cuero.
656 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
das de carne, porque decir que se hallan de cortar las extremidades hasta
una cierta medida lo tengo por fabuloso. Todo el resto del cuerpo libre
de las tripas y entrañas, habiéndose muy bien lavado y cortado en pe-
dazos, se cuece con aceite, vino, eneldo y un poco de sal. Dicen algunos
que los que comen carne de víbora 6 engendran muchos piojos, lo cuales
falso; otros opinan que los que acostumbran a ella son de más luenga
vida. Hácese de la carne de víbora una suerte de sal muy útil para los
mismos efectos, aunque no de tanta eficacia. Métese una víbora viva en
una olla de tierra nueva, con ella juntamente de sal y de higos pasos,
muy bien majados, de cada cosa cinco sestarios y seis cíatos de miel.
Hecho esto se atapa la boca de la olla con barro y se cuece en el horno
hasta que la sal se convierta en carbón, la cual después sacada y moli-
da se guarda. Algunas veces para que sea más grata al estómago se
mezcla de la spica nardi o de su hoja, o del malabathro, un poquillo.
las ptyadas. Créese que con esta última especie dio desastrado fin a sus días
aquella celebrada reina de Egipto Cleopatra. :porque como Augusto, después
de muerto el desdichado Antonio, la hiciese guardar a muy buen recaudo, para
después triunfar de ella en Roma, y no la dejasen cuchillo ni otro instru-
mento alguno con que matarse pudiese, procuró la infortunada señora, por
no verse en semejante infamia, la que se había visto reina de tantos reyes,
que en un canastillo de higos, por engañar a los guardas, le trajese cierto
villano un áspid, con la cual, después de haber hecho la lamentable prueba
en dos doncellas y deudas suyas, las más caras y favoritas, se dio a sí misma
la muerte. Dicen, pues, los historiadores que los guardas, sospechando 10 que
a la fin sucedió; rompieron apresuradamente la puerta de su aposento, que
por de dentro había atrancado, y por presto que llegaron, hallaron a la reina
y a una doncella suya despedidas ya de esta luz, y que preguntando a la otra,
que había resistido algo más el veneno, aunque ya estaba boqueando, si pa-
recían aquellas ser excelentes hazañas, respondió con la última voz y mortal
y caduca: «Sí que son excelentes y dignas de mujeres que de tal linaje des-
cienden.» Añaden más, que Cleopatra con la mano derecha se había aplicado
el áspid y con la siniestra la hallaron que tenía sobre su cabeza una real corona,
para dar a entender al mundo que aun hasta sus postrimeros días fue reina.
Entre todas las serpientes, la víbora pare viva criatura, dado que engendra
huevos, como los peces. Produce sus viborillas, no todas y juntas, sino cada
día la suya, y comúnmente hasta veinte, envueltas todas en unas telicas tiernas
pares, que se rompen a los tres días. De los cuales animalejos, aquellos que
en nacer son postreros, algunas veces suelen anticiparse, royendo en el vientre
de su madre las dichas telas, y así salir antes de su limitado tiempo, de miedo
que los otros no los hurten la bendición, y esta es la opinión de Aristóteles,
la cual Plinio, interpretando siniestramente, escribió que las viborillas horada-
ban el vientr"e de su propia madre para salir a la luz así la mataban, mas esto
es tan grande error como el que están los que piensan que concibe por la
boca la hembra, y en acabando de concebir traga con los dientes la cabeza
del macho. Porque yo con mis propios ojos muchas veces he visto en Roma,
en casa del maestro Gilberto, médico excelentísimo y muy curioso escudriña-
dor de la generación de' todas aquellas fieras, el macho y la hembra entre sí
mezclados, a manera de las otras serpientes, y la víbora, después de haber
parido naturalmente sus viborillas, lamerlas, quedando sana y entera; y así,
cuando Galeno refiere que conciben las víboras por la boca y que después
revienta pariendo, tráelo como fabulosa invención de Nicandro. Por donde
660 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
conviene juzgar que los latinos llamaron a esta serpiente «vipera», no porque
pare vivas sus viborillas, como si la llamaran vivípera. Creyeron algunos que
no solo la cabeza vipera, sino también la cola, fuese partícipe del veneno.
A esta causa Nicandro, en preparación de la víbora para componer la «theria-
ca», manda que se corten hasta cuatro dedos de entrambas partes. La cual
opinión, siguiendo a Galeno en el capítulo 11 del libro II del Arte curativa ad
Glauconem, nos dejó el mismo precepto, aunque en el undécimo de la virtud
de los simples, en el capítulo de la carne «vipera», hablando de su propia opi-
nión, dice que le parece ser cosa muy razonable cortar toda la cabeza a la
víbora por amor del veneno que en su boca se encierra, empero gran dispa-
rate cortar la cola. Es la carne de la víbora de complexión muy seca y ca-
liente, y tiene muy gran virtud de' expeler los humores corruptos y pestilentes
de las partes interiores del cuero, de los cuales no es maravilla que se engen-
dren a veces ejércitos de piojos, aunque le parece extraño a Dioscórides. Así
la carne comida, como bebido el vino en que se hubiese ahogado la víbora,
sana toda especie de lepra. Son las víboras naturalmente deseosas de vino y
embriágalas, por la cual causa los que quieren cazar gran muchedumbre de
ellas suelen poner unos vasos llenos de muy buen vino, junto a las matas, en
la campaña, dentro de los cuales encuentran luego infinitas y todas medio bo-
rrachas. El propio tiempo para cazar las víboras de las cuales se ha de com-
poner la buena «theriaca» es a la fin ele la primavera, desde el mediado abril
hasta el mediado mayo, porque entonces andan muy gordas y su carne es muy
olorosa y suave a causa de las flores que pacen. Las víboras que se encuentran
en las marinas tienen muy salada la carne, y por eso no convienen a la «the~
riaca». Llámase la víbora, como cualquier otra serpiente, «therion» en griego, el
cual nombre, general y común a todas, quiere decir «una fiera», de donde
aquella medicina solemne, por componerse de la carne de aquesta fiera, vino
a llamarse «theriaca», cuya composición se hallará por extenso en el libro que
Galeno compuso de ella, dedicado a }lisón. Cuenta Plinio que Antonio Musa,
médico de César Augusto, dando a comer las víboras, sanaba toda llaga in-
curable.
7 El hipopótamo, según Plinio y otros históricos, es una bestia del Nilo
muy más alta que el cocodrilo, la cual tiene las uñas hendidas, como los bue-
yes; los lomos, el cuello, las crines y el relincho como el caballo; la cola
tuerta, corta y mal poblada de cerdas; romo el hocico; los dientes de jabalí,
aunque no tan dañosos, y el pellejo tan duro como una adarga, de suerte que
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 661
El caldo de los peces frescos, bebido por sí solo, y con vino, rebaja el
vientre. Hácese particularmente * de los phicides, de los alacranes * *,
de las julidas, de las percas y de otros peces de blanda carne, que· se
crían entre las piedras, y carecen de toda hediondez, los cuales simple-
mente se cuecen en agua con sal, aceite y eneldo.
El huevo blando mantiene más que el que se puede sorber de muy lí-
quido, y el duro da más nutrimiento que el blando. La yema del huevo asa-
da y mezclada con azafrán es útil al dolor de los ojos. Si se mezcla con me-
de los valerosos y belicosísimos gallos, los cuales, luego que en el dicho lugar
fueron metidos por sus padrinos, comenzaron a mirarse muy descocados el
uno al otro, corno si fueran dos capitanes, sacudiendo las alas y enderezando
sus crestas, para trabar la batalla, la cual, después que muy recatados hubieran
dado alrededor cada uno un paseo, se urdió entre ellos tan sangrienta y tan
cruda, que no se desasieron jamás, hasta que el uno de los dos quedó en tierra
muy extendido, y el otro tan maltratado y lleno de heridas, que desde a pocas
horas murió. El cual, súbito que se vio vencedor, aunque ya por la mucha
sangre que de él había destilado le faltaban el aliento y la fuerza, volando
'Sobre el adversario vencido, comenzó a cantar con voz caduca y enfermiza,
en señal de la victoria ganada. Llamaron por su cura muchos cirujanos expertos,
de los que, para curar los gallos heridos son en Londres asalariados... *. Jura-
ba, después de muerto, el dueño del dicho gallo que no lo diera por mil duca-
dos, deshaciendo yo aquella manera de pasatiempo delante de algunos genti-
Jeshombres ingleses, y diciendo que me parecía gran niñería y bajeza hacer
de ella tanto caudal, acudió un caballero llamado Tomás Herugat, hombre de
raro ingenio, el cual había sido varios años embajador en la corte de la Cesa-
rea, y tornando la voz de todos, me respondió: «No es sino cosa muy grave,
necesaria y digna de ser celebrada en cualquier bien instituida república, pues
dejando a un lado el pasatiempo, que se recibe grande de aquesta lucha, no
hay príncipe ni capitán alguno, de cuantos a ella presentes se hallan, que
contemplando con cuánto ardor, a costa de sus propias vidas, procuran estos
,animalejos victoria en lo que les va nada, aunque sea de hartura cobarde, no
cobre un cierto vigor de ánimo para vencer o morir valerosamente, siempre
que conviniere pelear, por los hijos, por la religión, por los templos y, final-
mente, por la "Roma y salud de la patria.» Las cuales razones tan ricas, ador-
nadas de palabras muy elegantes, luego me convencieron. Empero ya parece
más esta historia de hazañas «gallicas» que exposición de los efectos del gallo
cuanto a uso de medicina, aunque a las veras agrada entre col y col (corno
dice el refrán) lechuga.
Aplicado el sieso del gallo muy bien pelado, y aun fregado con sal, sobre
la mordedura de alguna fiera, o de las virulentas arañas, ni más ni menos
,que si fuese ventosa, atrae hacia sí toda la malignidad del veneno; empero
muérese luego, por donde conviene de fresco aplicar otro y otro, hasta que
* Linea ilegible en el original.
664 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
liloto, sirve a las inflamaciones y apostemas del sieso. Frita con zumoque ()
agallas, y comida, restriñe el vientre, lo cual puede hacer también por
sí sola. La clara de huevo 10 cruda, refresca, aprieta, ataja los poros y
mitiga la inflamación. de los ojos. Aplicada súbito a las quemaduras del
fuego, no deja levantar ampollas, y defiende el rostro contra el ardor
del sol. Puesta con incienso sobre la frente a manera de defensivo, re-
prime los humores que suelen destilar a los ojos, y mitiga las inflama-
ciones que les suceden, si mezclada con aceite rosado, con miel o con
11 Las cigarras son unos animales que carecen de boca, en lugar de la cual'
tienen cierta lengüeta encima del pecho, cóncava o acanalada, con que lamen;
el rocío de las plantas para sustentarse. Sírveles también aquel instrumento'
para formar y organizar aquel canto por el cual en todo el estío jamás se
dejan de chirriar. N o se hallan las cigarras sino en tierras demasiadamente
calientes, y así en Flandes y en Alemania no saben qué bestias sean. Cóinen-
las en algunas regiones antes que sepan volar, porque entonces son muy sa-
brosas. Las cigarras comidas con otros tantos granos de buena pimienta son
muy útiles contra el dolor de ijada, y puédense comer hasta siete.
12 La langosta es capital enemiga de las legumbres, empero todo el daño
que acarrea por esta vía nos lo compensa por el socorro que nos da contra
la punzura del escorpión. Suelen las langostas volar de una región a otra, pa-
sando mares muy grandes, y júntanse en tan gran muchedumbre, que parecen
verdaderamente nublados, de suerte que si alguna vez, de pasada, descienden
en algún territorio no dejan yerba ni raíz que no talen, y así acontece que
despueblan muchas provincias. Acuérdome que el año 1542 vino de Levante'
una lluvia tan insolente de ellas, que puso en muy grave estrecho a los hún-
garos y a toda la Alta Alemania. En algunas partes las descomulgan, mandán-
doles que luego se vayan, y dicen que obedecen a las censuras y que pasaR'
al territorio más cercano. Son vianda familiar a los partos y a otras muchas
naciones, por donde no nos debemos mucho maravillar que las comiese en el
desierto San Juan Bautista, el cual no era tan asqueroso, delicado ni caudalosO'
como algunos prelados de nuestros tiempos, los cuales, por una pequeña lam-
prea para servir a sus apetitos, mandarían a las veces dar cien ducados con que
pudieran matar el hambre de cien viudas necesitadas. Llámanse también los
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 667
Toda hiel se guarda en esta manera. Tómese fresca, y atada con una
cuerda al cuello de su vejiguilla, se mete dentro de agua hirviendo, y
se deja allí tanto tiempo cuanto habría menester un hombre para correr
tres estadios. Después se saca y seca en un lugar seco y enjuto. La
hiel que se guarda para las medicinas útiles a los ojos, atada también
con un hilo, se meterá en un vaso de vidrio, que tenga miel, y después
que fue revuelto el hilo al cuello del vaso, diligentemente tapada, se
guardará. Es toda suerte de hiel caliente y aguda, aunque hay entre
ellas gran diferencia, según unas son más o menos eficaces que otras.
Tienen por eficacísima la hiel del marino escorpión, la del pez llamado
calionymo, la de la tortuga marina, la de la hiena, la del águila, la de
la blanca gallina, la de la perdiz, y la de la cabra salvaje la cual parti-
cularmente es útil contra las cataratas recientes, contra la oscuridad de
la vista, contra las nubes que se engendran en los ojos y finalmente
contra las asperezas que deforman las palpebras. La hiel del toro es
más eficaz que la de la oveja, del puerco, del cabrón y del oso. Cual-
quiera suerte de hiel es provocativa de cámara y principalmente en los
niños, si embebida con una mecha de estopa se mete dentro del sieso.
La del toro mezclada con miel y aplicada es útil a la esquinatia y sana
las llagas del sieso, hasta las encorar. Sana también los oídos que manan
materia, y juntamente sus contusiones, instilándose con leche de mujer
o de cabra; empero instilada con zumo del puerro quita los silbos que
suelen sentirse en ellos. Mézclase cómodamente con los emplastos que
defienden la inflamación de las heridas, y en las medicinas apropiadas
para la mordedura de las serpientes. Adminístrase con miel contra las
corrosivas llagas, y contra los dolores de la bolsa y el miembro viril.
Incorporada con .nitro y tierra cimolia, contra la sarna y la caspa es
valerosísima medicina. A todas estas cosas es útil la hiel de la oveja y
del oso, aunque no con tanta eficacia. La del oso tomada en forma de
lamedor, sirve a la gota coral. La hiel de la tortuga es útil a la esquinon-
tia y a las llagas que se extienden por la boca en los niños; la misma,
si se mete dentro de las narices, aprovecha contra la gota coral. La de
lase y tejiese mientras durase el mundo, y así hila (como vemos) toda la
vida, y cuanto teje en un año la cuitadilla, viene después un barrendero con
una escoba y se lo desbarata en un credo.
670 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
15 La hiel de cada animal no es otra cosa sino su propia cólera. Es, pues,
la hiel el más caliente y sutil humor de cuantos en el cuerpo se engendran.
Refiérese, en casi todos los animales, a aquella vejiguilla que vemos colgar del
hígado, y es como cierta espuma de la sangre, que en él se engendra. La hiel
de los animales más calientes y secos, la de los montesinos, la de los corridos
y ejercitados y, finalmente, la de los que han padecido gran sed y hambre,
suele ser más encendida en color, más amarga y más caliente y mordaz que la
de todos los otros de natura y disposiciones contrarias. En suma, todos aque-
llos animales tienen por la mayor parte más aguda y caliente hiel que tuvieren
los untos más cálidos, más sutiles y de mayor eficacia. Hállase envuelta en la
hiel del toro una piedra de color de azafrán, la cual molida y bebida con vino
blanco, deshace la piedra de la vejiga. Soplada en polvo con un cañón dentro
de las narices, clarifica la vista, reprime los humores que suelen destilar a los
ojos y es útil a la gota coral. La hiel del toro mezclada con un poco de azúcar
y aplicada sobre el ombligo en unción, relaja el vientre de los niños y les
mata las lombrices que en él se engendran *.
* Hay dos líneas ilegibles en el original.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 671
de serpiente y socorre a los que bebieron rana rubeta. La del toro apli-
cada con puche de harina, ablanda y resuelve cualquier dureza. La
sangre de las yeguas que admitieron ya sobre sí caballos, con las medi-
cinas conocidas que corrompen la carne se mezcla. La del camaleón
y la de las verdes ranas (según creen algunos) hace caer el pelo de las
pestañas y ojos. Créese también que el menstruo de las mujeres, si se
untan el menstruo con él o por encima de él pasan las hace estériles.
El mismo, aplicado, alivia el dolor de la gota y el fuego de San Antón 16.
del cuero provocadas por el sol; mezclada con sal extirpa los cardena-
les. Hay una especie de miel que se dice sacharo, la cual se halla en
la India y en la Feliz Arabia, cuajada sobre las cañas y a manera de
sal, a la cual también se parece en desmenuzarse entre los dientes muy
fácilmente, es molificativa del vientre; esta miel mezclada con agua y
bebida, es conveniente al estómago, sirve a las enfermedades de la vejiga
y de los riñones, y metida en los ojos resuelve todas aquellas cosas que
oscurecen la vista 17.
estómago, por donde sin escrúpulo se puede dar a los niños y a las mujeres
preñadas. Mezclada con otros solutivos les acrecienta su fuerza, evacua la cóle-
ra, ablanda el pecho y facilita la orina, empero no se conserva el vigor más
de un año, el cual pasado se enrancia.
El azúcar que comúnmente anda en uso es aquesta especie de miel que
llama Dioscórides sacharon, la cual se engendra dentro de ciertas cañas, aunque
los antiguos no alcanzaron la industria de sacar, por vía de cocimiento, el
azúcar del meollo de aquestas cañas, y así no conocieron sino solamente el
sutil licor, .que atraído del sol resudaba de ellas a fuera, y allí se congelaba y
endurecía como una goma. De suerte que el sacharon de los antiguos y nuestro
azúcar, de una misma planta proceden, y así son una misma cosa, salvo que
aquel era cocido por el sol y apurado de la Natura sola, y este nuestro se cuece
a fuerza de fuego y se perfecciona con arte, la cual quiere siempre imitar a la
Naturaleza. Llamaban también al sacharon los antiguos sal índico, porque, de-
jando el sabor aparte en todo lo demás se parece a la sal. No se tiene por
estas partes aquella suerte de azúcar, porque los que han dado en hacerla con
artificio no dan lugar a las cañas para que puedan sudar, antes las talan
luego, en sintiéndolas de aquel dulce licor preñadas, tanta es la codicia de la
ganancia. El sachara (según Galeno afirma) no es tan dulce como la miel, empero
mundifica, reseca y resuelve como ella. Demás de esto no da sed, ni es enemigo
del estómago, en las cuales cosas es la miel infamada. En lugar del sachara de
los antiguos, llamado también sal índica, usan nuestros modernos del azúcar
candito, que llamamos azúcar piedra, el cual ablanda y adelgaza las asperezas
del pecho y de la garganta, principalmente en que se halla empedernecido en los
suelos de las redomas, que tienen jarabe violado o de culandro de pozo. El
azúcar rojo no es otra cosa sino la espuma y suavidad de toda el azúcar. Cuan-
do dice Dioscórides que la miel restituye el prepucio, entiende no estando cerce-
nado del todo, sino corroído de algunas llagas. En igual lugar entre las dos
estrellitas adonde yo traslade que la miel que se coge en invierno está llena
de motas, se lee en los códices «que trasladan las abejas», lo cual nos da a
entender que las abejas juntamente con el rocío, traen algunas partecillas de
flores, las cuales hacen asperezas en la miel.
676 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
18 No hay hombre. que no conozca todas las diferencias del trigo, el cual,
para que de él se haga perfecto pan, quiere ser bien maduro, lleno, pesado,
enjuto, duro,· limpio de todo adulterio, lucio y de color de oro. Lo que toca
a la edad, en todas aquellas partes ado el trigo se conserva por muchos años,
como en Lorena, es tenido por muy mejor el añejo, y al contrario se escoge
el fresco, a doquiera que se corrompe pasado un año, como vemos en Roma.
El pan que se hace del trigo es el más nutritivo, el más fino y el más grato
y sabroso al gusto, que todos los otros, siendo preparado como conviene, y
así consta, que todo género de vianda, por delicado que sea, nos da luego en
rostro si le continuamos algunos días, salvo el pan cotidiano, sin· el cual parece
que no comemos, aunque tengamos faisanes, por donde no en balde le pedi-
mos a Dios cada día. Prepárase el pan en muchas y muy distintas maneras,
empero tiénese por mejor preparado el que se hace de muy candeal harina,
amasado con agua clara, y allende de esto se echa un poco de sal, y de leva-
dura tan gran porción que baste a leudar la masa y no a volverla ácida. Ama-
san muchas partes sin sal, lo cual juzgo ser muy gran desatino, porque no
solamente sale el pan desabrido, empero difícil de digerir y apto para engen-
drar lombrices y opilaciones. Los turcos juntamente con la harina suelen mez-
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 677
cIar almástiga, la cual hace el pan más sabroso y más confortativo al estómago.
El pan cocido en el horno es el mej or de todos, así como el más dañoso el
que se cuece debajo de la ceniza. Los molletes de Portugal, dado que agradan
al gusto, hínchanse en el vientre como hongos o esponjas y engendran muchas
ventosidades, por donde allá donde los hacen los suelen justamente llamar
paom de vento. Algunos tienen por el más sano pan de todos el que llamamos
en Castilla mediano, llamado de los griegos symcomisto y también autopyro,
que quiere decir hecho de harina sin cerner y así como ·la traen del molino,
y la verdad tienen alguna razón por cuanto aquesta suerte de pan, a causa del
salvado que lleva envuelto, es algo más laxativo, y no se detiene tanto en el
vientre. El que se hace de la flor de harina es harto más glutinoso, y por. eso
no se digiere tan fácilmente. El bizcocho, de los griegos llamadodiphihos,
enjuga y deseca más potentemente que todos, empero da muy poco manteni-
miento, y a esta causa conviene mucho a los enfermos del mal francés ya los
que padecen enfermedades frías y húmedas. La harina, para hacerse de ella
pan blanco, no quiere ser muy molida, sino que tenga grueso el salvado. Ex-
prímese del trigo, apretándolo entre dos planchas de hierro calientes, un cierto
aceite muy útil para ablandar todas las asperezas del cuero. El trigo aplicado
de fuera calienta en el grado primero, empero ni humedece ni tiene fuerza de
desecar. Si se come cocido es difícil de digerir, da gran pesadumbre al estó-
mago, engendra ventosidades y envía vapores grandes a la cabeza. El agua
que sale de un pan caliente hendido y puesto entre dos platos, instilada en
los oídos, vuelve el oír.
678 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO II
manera de emplasto contra las ventosidades del vientre, con alhalvas, con
simiente de lino y con ruda. Incorporada con cera y pez líquida, orina
de muchacho y aceite, madura los lamparones. Si se mezcla con el fruto
del arrayán y con vino o con cáscara de granada o zarzamoras, restriñe
,los flujos del vientre. Mezclada con membrillo y con vinagre, mitiga el
dolor de la gota. Cocida en vinagre muy fuerte, a manera de emplasto,
que se hace de la misma harina mezclada con agua y aceite, sana las
asperezas del cuero, si se aplica caliente. Exprimida la sustancia de la
harina con agua, y después cocida con pez y aceite, hace venir a
maduración. La que se exprime con vinagre, y se cuece después con
pez, .es útil a los humores que destilan a las junturas. La harina ceba-
dosa restriñe el vientre y mitiga los apostemas calientes 19.
color verde y blanco, porque la tal será fresca y muy valerosa. Tiene
la mostaza fuerza de calentar, de adelgazar y de atraer. Mascada, purga
la flema de la cabeza. Mezclando su zumo con aguamiel y gargarizan-
do, es útil contra las hinchazones de las agallas, y contra las antiguas
y endurecidas asperezas de la caña de los pulmones. Molida la mostaza
y metida en las ventanas de las narices, mueve los estornudos, sirve
a la gota coral y despierta a las mujeres amortecidas por el sofocamiento
de la madre. Aplícase contra la letargia sobre la cabeza rapada. Mez-
clada con higos y aplicada hasta que se pone muy bermejo el lugar,
es conveniente a la ciática y al bazo y finalmente a todos los dolores
antiguos en los cuales queremos revocar los humores de dentro a afue-
ra, mudando la enfermedad de un lugar a otro. Aplicada en forma de
empasto cura la tiña. Purifica el rostro y resuelve los cardenales que
deforman los ojos, mezclada con miel o con enjundia o cerato. Deshecha
en vinagre se aplica útilmente contra la sarna y contra los empeines
salvajes. Echase en los brebajes como harina, y bébese contra los paro-
xismos febriles. Mézclase comodísimamente en los emplastos que traen
hacia fuera y castran la sarna. Molida y metida con un higo dentro de
los oídos, sirve a la sordedad y zumbidos de ellos. Su zumo aplicado
con miel, aprovecha a la flaqueza de vista y a las asperezas que molestan
las palpebras. Sácase el zumo de la simiente verde y sécase al 501 21 •
LIBRO 111
Créese que el primero que halló la genciana fue Gencio, rey de los
esclavones, del cual recibió el sobrenombre. Produce las hojas al par de
la raíz, semejantes a las del nogal o llantén y algún tanto rojas, empero
las que nacen de medio tronco arriba, y principalmente las que están
en la cumbre, son un poco hendidas. Su tallo es grueso, liso y de la
grosura de un dedo, alto de dos codos, dividido por canalillos, y de trecho
en trecho grandes, acompañado de hojas. Hace en ciertos cálices una
simiente, ancha, liviana, y vestida de un áspero hollejo y semejante a
aquella del sphondylo. Su raíz es luenga, gruesa y amarga, la cual se
parece a la del aristoloquia luenga. Nace por las muy altas cumbres de
Jos collados y en lugares sombríos y acuosos. Tiene la raíz virtud caliente
y estíptica. Bebidas dos dracmas de ella con pimienta, ruda y con vino,
es útil contra las mordeduras de las serpientes. Si de su zumo se bebe
una dracma, sirve contra el dolor de costado a las caídas de alto y a
rupturas y espasmos de los nervios. Bebida la raíz con agua, socorre a los
enfermos del hígado y del estómago. Metida en la natura de la mujer,
atrae la criatura del vientre. Aplicada con lycio, suelda las frescas he-
ridas, cura las llagas que van minando la carne (10 cual hace principal-
mente su zumo) y es remedio contra la inflamación de los ojos. Mézclase
su zumo con los colirios agudos en lugar de meconio. La raíz extirpa los
albarazos. Para sacar de ella el zumo la majan y majada la dejan
cinco días en remojo, dentro de un poco de agua, hasta que nacen las
raíces encima. Entonces, dejando resfriar el tal cocimiento, le cuelan con
un pedazo de lienzo, y le tornan a cocer otra vez, hasta que venga espesa
como la miel, y así le guardan en un vaso de tierra 1.
Las hojas del áloe se parecen a las de la cebolla albarrana porque son
gruesas, redondas, algún tanto anchas y corcovadas por la parte tra-
sera, producen del uno y del otro lado, al soslayo algunas espinas
ordinariamente produce las que comemos, así como el mismo fruto, en griego
y en latín, cimara, por razón de su color ceniciento, el cual nombre tras los
latinos usurparon los griegos. Muchos confunden la cimara con el scolymo,
dado que son diferentes plantas, como claramente se ve por :paulo y Altíco,
que dicen que el scolymo ser conveniente al estómago y ofenderle mucho la
cimara,. las cuales palabras a las claras cuadran a los cardos y. a las alcachofas,
porque el cardo, casi crudo cocido, es muy útil, no solamente al estómago, em-
pero también al hígado y a la vejiga y a los riñones, y por el contrario la
alcachofa se convierte luego en humor colérico y melancólico y perturban junta-
mente al cuerpo y al ánimo, incitando bestialmente a la lujuria, por donde
deben ponerse entre las viandas optísimas a los novios. También Galeno, en
el segundo de la Facultad de los Mantenimientos, hace al scolymo y a la
cimara diferentes plantas, y a la fin se resuelve en decir que la cimara es tenida
en más de .10 que conviene, y sin duda entiende por ella nuestras alcachofas
vulgares. Hállanse alcachofas de dos maneras, porque unas son tan raras, tan
salvajes y tan llenas de agudas espinas, que si quieres deshacer y comer una
de ellas, cumple· que vayáis armados de punta en blanco, y con dobladas,
manoplas, y aun con todo esto corréis peligro, no os pasen con sus púas de
acero. De aquesta suerte son casi todas las que produce nuestra bendita España,
por la gran calor y sequedad de la tierra, y por la poca curiosidad de los habi-
tantes de ella. Por toda Italia, en especial en Sicilia, en Roma y en Nápoles,
ultra. de aquellas esperas, nacen infinitas otras muy tiernas y todas desarma-
das de espinas, las cuales no se defienden nada, y son tratables ni más ni
menos que los palmitos. Estas se hicieron primeramente con artificios, porque
nacieron de las simientes de las salvajes y ásperas, pero despojadas de
aquellas espinas que tienen. Después, acá, nacen de su propia simiente, ayu-
dándolas a enternecerse también la humedad de la tierra. De aquellas muy
tratables y tiernas hay algunas que por ser redondas, cerradas y puntiagudas
como una piña, vinieron a llamarse strobili, ·el cual nombre significa propia-
mente las piñas, otras no tienen apiñadas las pencas, sino que son hacia la
flor muy abiertas, y de ellas no se hace tanto caudal. Los herbolarios llaman
a la alcachofa articocalum. Teofrasto llama cactum al cardo y a la alcachofa
pternicetn, con la cual todavía parece que confunde el palmito y dado que
el cardo haga alcachofas y la alcachofa nazca del cardo, todavía conviene
notar esta diferencia, que la alcachofa que nace de nuestro cardo es la com ún,
DIQSCORIDES.-MATERIA MEDICA 685
dura, y está inútil e ingrata al gusto, y por consiguiente las hojas o las pencas
de las plantas que producen las alcachofas tiernas, que ordinariamente come-
mos, no son buenas para comer, aunque blandas y libres de espinas. Son fáciles
de digerirse los cardos, meten apetito, dan templado mantenimiento, cubren
toda suerte de opilaciones y provocan la orina. Las alcachofas, por el contra-
rio, aunque aguzan el apetito, dan sed, engendran corruptibles humores, alteran
el hígado, mueven las materias blancas de las mujeres, causan excoriación de
riñones y, por otra parte, aprietan el paladar y la lengua y son muy contrarias
a los pulmones y a la garganta. Cuájase también con la flor de la alcachofa
la leche, y creo que con la de toda suerte de cardos. Dice Leonardo Fuchsio
que del scolymo es el cardo simiente y la cimara el cultivado, en 10 cual me
parece que no acierta, porque si fuera así, como él dice, no dijeran aquellos
griegos tanto mal de la cimara exaltando el scolymo, visto que la malicia de
cualquier planta silvestre se puede corregir cultivándola. El cardo es caliente
y seco en el grado segundo, en el tercero la alcachofa.
686 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
3 La planta llamada áloe, que por toda Italia es común y hállase a cada
paso plantada por jardines y por tierra, vese en toda ella aquellas partes que
aquí .la atribuye Dioscórides y consérvase verde y en vigor todo el año, por
donde la llamaron algunos semerduum marinum, así como tragocerata otros,
por cuanto sus pencas se parecen totalmente a los cuernos cabrunos. El zumo
de aquesta planta se llama también áloe y es aquel endurecido y muy amargo
licor que en Castilla se dice acíbar, los árabes al mejor acíbar y al más puro
de todos suelen llamar sucotrino, al segundo en bondad hepático, y al perverso
y adulterino drálico. Llámase sucotrino corruptamente de Socotora, que es
ciudad de la India, cerca de Ormuz y del Sinu Pérsico, la cual sojuzgaron los
portugueses en 1506, de donde viene el acíbar perfecto, de suerte que debía
llamarse sacotorino. Destila de la hierba por sí mismo esta lágrima, y así los
que hacen gran caudal de ella suelen enladrillar muy bien todo el suelo en
derredor de la planta, para que cayendo no se embeba en la tierra. Es el acíbar
juntamente amargo y estíptico, y así posee facultades contrarias, porque restriñe·
y relaja, lo cual ha sido causa de gran controversia entre famosísimos médicos.
Empero saltaremos dificultad con una distinción sola, diciendo que tomado
por la boca relaja el vientre, y abre las almorranas, moviendo los humores colé-
ricos y agudos de ellas, los cuales aplicados por defuera, cura y reprime
como cualquier otro fluj o de sangre. Es el acíbar medicina en extremo amiga
y agradable del estómago, porque le purga sin ninguna violencia, y le libra
de los humores viscosos y gruesos, que en su cuerpo están embebidos. Evacua
únicamente la flema y la cólera y es desecativo de las llagas malignas y con-
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 687
tumaces. El acíbar lavado es menos solutivo que el otro, empero purga sin
mordificación alguna. Es caliente en el grado primero intenso, o en el segundo
remiso, y seco en el tercio, por donde dice Galeno que no se debe dar a los
viejos ni a los mancebos de complexión demasiadamente seca y caliente, salvo
si no abunda mucho en ellos la cólera, y esto a causa de que a los unos y a
los otros consume naturalmente y seca. Confecciónase muy bien el acíbar con
canela y almástiga. Mezclado con mirra, preserva de corrupción, no solamente
a los cuerpos vivos, sino también a los muertos. Aplicado con hiel de toro y
vinagre sobre el ombligo, mata y destierra todos los gusanos del vientre.
4 Plinio llama «campestre abrótano» al macho, y «montesino» a la hembra,
pero nos pinta por ella otra diversidísima planta. por la hembra conviene enten-
der aquella que se llama chamaecgparissus en griego, que quiere decir 10
mismo que bajico ciprés, el cual nombre le viene como nacido, porque si bien
contemplamos sus hojas, parecen ser desgarradas del grande, las cuales son
cenicientas o blanquecinas y hendidas sutilmente, sus flores son rubias como
oro. Toda planta da de sí un olor aromático, empero un tanto grave, y final-
mente posee todas aquellas dotes que la atribuye Dioscórides. Es el uno y el
688 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
que sale de ellas. Aplicada con hojas de laurel, relaja los compañones
apostemados, e incorporada con ceroto y arrayán es útil a las postillas
que salen por todo el cuerpo. Sana los albarazos si se friegan con ella
mezclada con pimienta, vino y aceite. Aplicada con las mismas cosas, sana
las hormigueras verrugas y los llamados thimos. Aplícase a los empeines
útilmente, con miel y alumbre. Su zumo calentado en una cáscara de
granada, e instilado dentro de los oídos que duelen, los sana. Mezclado
con zumo de hinojo y con miel y echado en los ojos, sirve contra la
flaqueza de la vista, Incorporado con vinagre, con albayalde o con
aceite rosado, sana el fuego de San Antón, las llagas que van naciendo
y las malatías de la cabeza. Reprime la gran agudeza de las cebollas
y ajos si se maja sobre ellos. La ruda, comida en gran cantidad, despacha.
Cuando la cogen en flor para echarla en adobo, vuelve luego rojas las
manos, hinchando el cuero con una comezón e inflamación muy gran-
des, por donde cumple primero untarse con aceite las manos y la cara
para cogerla. Dícese que rociando con el zumo de la ruda los pollos
serán seguros para el gato, y que comida aquella que en Macedonia
junto al Olcimonio crece, súbito mata. Es aquel lugar montuoso y bien
poblado de víboras. Su simiente bebida es útil a las pasiones intrínsecas
y mézclase comúnmente con las medicinas contra veneno. Tostada .y
dada a beber su simiente, por espacio de siete días, a los que no pueden
retener la orina, los sana. Su raíz se dice moly montano. Es la ruda
salvaje semejante a la hortense. Bebida es útil contra la gota coral y
contra la ciática, provoca el menstruo y mata a la criatura en el vientre.
En suma, la ruda salvaje se tiene por más aguda y más eficaz que la
hortense, y así no conviene comerla, por cuanto suele ser muy da-
ñosa 5.
El geranio tiene sus hojas como las del anemone, aunque más luen-
gamente hendidas. Su raíz es algún tanto redonda, y dulce cuando se
come, de la cual si se bebe con vino una dracma, resuelve la ventosidad
de la madre. Llaman también algunos a otras yerbas geranium, la cual
tiene que pelear con alguna enemiga serpiente se harta primero de ruda. Solían-
la comer los pintores antiguamente, a menudo, porque aguza mucho la vista.
Plantada la ruda debajo de alguna higuera o injertada en su tronco, crece más
vistosa y más dulce. Tanta amistad se halla entre aquellas dos plantas. Dicen
algunos que tiene la ruda gran fuerza contra los malignos espíritus y contra
las fuerzas de la hechicería.
692 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
6 Los griegos llaman a esta planta «geranion» por aquella cabezuela que
hace, semejante a la de la grulla. También la llaman los latinos más modernos
rostrum ciconiae, por el mismo respecto, digo por la semejanza que tiene con
el pico de la cigüeña. Trae aquí dos especies de geranio Dioscórides, la pri-
mera de las cuales, ultra las señas arriba dichas, produce unos tallos rojos y
algún tanto vellosos, las flores purpúreas y aquellos rostros más luengos. Esta,
pues, se llama por las boticas acus pastores y acus muscata por el olor a almiz-
cle que se siente en sus hojas. La segunda tiene las hojas de malva, empero
más blacas y más pequeñas, y el aguja menor que el de aquella primera. Aqueste
se llama «pes columbinus», que es pie de palomo, empero conviene leer a
Serapión diestramente, el intérprete del cual, por ser el verdadero Amonio,
traslada torpemente «pes columbinus». Nacen por la mayor parte en .Jugares
escabrosos. Las hojas y las raíces de todas ellas tienen virtud estíptica y dese-
cativa; la segunda especie, aunque la menosprecia como inútil Dioscórides, es
tenida por excelente para soldar las heridas frescas y para encorar las llagas
antiguas, la raíz en caso de restañar la sangre no da ventaja a ningún otro
remedio en el mundo. Persuádense algunos que el geranio de los latinos es
el myrris de Dioscórides, no mirando que PUnio habló de la una y de la otra
Yerba como de diferentes plantas, aunque algunas veces las confunde.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 693
vecho, porque sacan de ella gran interés. Produce los tallos cuadrados~
luengos, ásperos a los del aman hortense, empero mayores, más robustos~
los cuales por ciertos ~urcos alrededor de los nudos son ceñidos de
ciertas hojas a manera de estrellas. Su fruto es redondo, en el prin-
cipio .verde, en el prógreso bermejo, y a la fin, después de madurot-
negro. La raíz es delgada, luenga, bermeja y provocativa de orina, por
donde bebida con aguamiel es útil a la ciática y ala perlesía. Tiene
fuerza de expeler mucha orina, muy gruesa y algunas veces la sangre.
Empero conviene que se bañen cada día los que la beben y que con-
templen la diferencia de lo que por la orina se evacua. Bébense útilmente
las hojas y los tallos, contra las mordeduras de fieras esponzoñadas. Su
simiente bebida con oximel deshace el bazo. Aplicada su raíz por abajo.
atrae la criatura, el menstruo y los pares. Aplicada con vinagre en forma.
de emplasto cura las almorranas s.
LIBRO IV
las cuales con sus tallos bebidos en vino, atajan el flujo del vientre y la
disentería. Aplicadas por abajo con leche o aceite ciprino en forma de
cala, mitigan los dolores que afligen a la madre. Majadas, quitan el dolor
de los dientes; socorren a los mordidos de las serpientes, también ma-
jadas y aplicadas sobre las mordeduras. Dícese que bebida con vinagre
esta yerba, es remedio a las mordeduras del áspid. Nace en lugares
grasos y no cultivados.
Tenemos dos especies de juncos, de las cuales una tiene por sobre-
nombre lisa y la otra aguda, porque hace al cabo una punta, de las
cuales se hallan otras dos diferencias, conviene a saber, una estéril y
otra que produce cierta simiente negra y redonda y tiene las cañas muy
gruesas y más carnosas. Hállase otra tercera especie llamada holoschoeno,.
la cual es muy más carnosa y más áspera que las dos sobredichas y
produce un fruto en la cumbre del tallo semejante al que atribuimos a la
segunda. Tostada la simiente de entrambas y cocida con vino aguad-o,
cual se requiere ser &in comparación mucho más anchas. Demás de esto, los
tallos del presente crisantemo son tiernos y se comen como la otra hortaliza,
lo cual en ninguna manera cuadra al verdadero buphtholmo. De suerte que no
debemos dudar, sino tener por averiguado, que son diferentes plantas. Produce
el crisantemo entre las otras señales unas hojas hendidas como las de la oruga.
Su facultad es caliente y seco y no muy discrepante de la llamada buphtholmo.
6 El jacinto que aquí nos pinta Dioscórides no es aquel tan celebrado de
los poetas como nacido de la sangre de Aiace, el cual tiene estampado las dos
primeras letras de su nombre en las hojas, porque el jacinto poético hace una
sola flor muy bermeja, y en su figura semejante a aquellas del lirio, por donde
algunos entendieron que es la iride, y este que nos pinta Dioscórides produce
muchas juntas todas ellas voladas. Demás de esto que dice :pausanias, autor
gravísimo, que la flor nacida de la sangre de Aiace no es el verdadero jacinto,
aunque se le parece en las letras. Hállase este jacinto legítimo entre las ceba-
das y los trigos con las señales mismas que le atribuye Dioscórides. Florece
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 701
ala fin de marzo y hasta la mitad de abril juntamente con las violetas. Su
raíz deseca en el grado primero y en el segundo resfría, la simiente es recia
en el tercer grado y entre calor y frío es templada. Acuérdome que el Ruelio
me mostró en París cierta planta una vez la cual sin falta exprimía todas las
señales y condiciones del jacinto poético. Porque ultra que tenía forma de
lirio pequeño, veíanse también a las claras estas letras griegas A. I. en sus
hojas, cuando se juntaban y besaban unas con otras.
702 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
La cicuta produce un tallo como aquel del hinojo, dividido por canu-
tillos, y grande; y las hojas como las de la férula, empero más angostas
y hediondas. De lo alto del tallo salen unas varillas y ciertas copas enci-
ma de ellas coronadas de una flor blanquísima, y la raíz es vacía y no pro-
funda dentro de tierra. Es también la cicuta uno de los venenos mortífe-
ro~ que resfriando matan. Mas remédiase su daño con vino puro. Sácase
el zumo de las semillas, ciertas manzanas exprimiéndolas antes que las
hojillas y las semillas se sequen, y después de recogido se espesa al sol
y se hacen pastillas, porque así seco sirve para muchas cosas en medicina.
Mézc1ase útilmente con los colirios que mitigan el dolor, y aplicado en
fdrma de emplasto sana las llagas que van cundiendo y el fuego de San
Antón. Toda la yerba majada y aplicada a los compañones, reprime las
poluciones nocturnas y relaja el miembro viril estirado, demás de esto
amata el furor y el hervor de la leche, hace que. no crezcan las tetas de
las doncellas y consume los testículos de los niños, aplicada a cada una
de, aquellas partes. Tiénense por eficacísimas la megaria, la ática, la de
ChÍo y la de Sicilia 8.
8 Así como fue muy nombrado y aún se recuerda con grandísimo vituperio a
Heróstrato por aquella señalada maldad y tacañería que hizo, en quemar el tem-
plo tan célebre de la efesia Diana, ni más ni menos extendió la cicuta su triste
nombre por el mundo universo, por razón de los homicidios sin cuento de
los que su triste zumo fue la causa. Esta es aquella mortífera planta con el
zumo de la cual dieron muerte los atenienses al virtuosísimo y sapientísimo
704 CIENTIFICOS GRIEGOS.~TOMO II
De los hongos se hacen dos diferencias, que son: buenos para comer
o en extremo mortíferos. Suelen hacerse venenosos por muchas causas,
conviene a saber, si nacen cerca de algunos claros llenos de herrumbre o
de paños podridos o de algunas cuevas de emponzoñadas serpientes o de
árboles que potencialmente producen frutos dañosos. Porque estos tales
tienen cierta viscosidad en sí congelada y en dejándolos un poco luego
que son arrancados de tierra se corrompen y pudren. Los que no tienen
infección de veneno son sabrosos de gusto comidos en los potajes, aunque
también estos, si se comen en gran cantidad, suelen ser muy dañosos, por-
que se digieren difícilmente y ahogan o engendran aquella suerte de en-
fermedad que se dice cólera. Empero quitados todos estos inconvenien-
tes, dan los hongos mantenimiento al cuerpo, pero digiérense con difi-
cultad y así por la mayor parte se suelen echar enteros por cámara 9.
hijos de la tierra todos aquellos cuyo padre y madre se desconocen. Hace aquí
solamente dos distinciones de hongos Dioscórides, aunque de la una y de la
otra de ellos se hacen mil divisiones a cada paso. Todos los hongos con su
cantidad, quiero decir comidos copiosamente, despachan, aunque no sean de
natura maléfica. Porque como constan de una materia esponjosa y muy rala,
embebiendo en sus poros todos los humores del vientre, se hinchan a manera
de esponjas, por donde no pudiendo ir atrás ni adelante, con su bulto com-
primen los pulmones y ahogan. Algunos aunque solamente se coman son por
su naturaleza inortíferos y estos son los que crecen cerca de alguna planta
maligna. Tiénense por malignos aquellos que después de cortados se vuelven
de mil colores. Tiénense también por sospechosos aquellos que cuanto más se
cuecen más duros se tornan. Están en reputación y crédito los hongos que
crecen encima de algunos árboles, por parecer que no participan de la putre-
facción de la tierra. Empero los más saludables o por mej or decir los menos
dañosos de todos a mi contemplación, son aquellos muy olorosos y enjutos,
blancos por arriba, negros por abajo, pequeños y apañadicos que nacen por
abril en los prados con las primeras aguas, llamados en lengua griega boletos.
Hácense en el reino de Nápoles ciertas piedras, las cuales medianamente sepul-
tadas y después regadas con agua tibia, en espacio de cuatro días producen
unos hongos sabrosos, para el cual efecto se guarda. Críase tainbién una especie
de hongos de los cuales se hace perfectísima yesca, y otra que a los barberos
sirve, en lugar de esponja, para quitar la caspa.
706 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 1I
encima del cual se muestra una flor blanca. El fruto luengo, negro y como
envuelto en un velo. Nace el perfectísimo narciso en los montes y da de
sí un suave olor, todos los demás tienen olor como de puerro. Su raíz
cocida, o se coma o se beba, provoca vómito. Majada con miel, es útil a
las quemaduras de fuego. Aplicada en forma de emplasto, suelda los ner-
vios cortados. Deshecha con miel y puesta, sirve a los tobillos desencaja-
dos y a mitigar los dolores de las junturas. Incorporada con simiente
de ortigas y con vinagre, extirpa las quemaduras del sol. Con yerbas y miel
purifica las llagas sucias, y rompe los apostemas que de madurar son difí-
ciles. Aplicada en forma de emplasto con harina de lalío, con aceite ro-
sado y la miel, saca espinas hincadas en cualquier parte del cuerpo 12.
en una vasija con agua y se menea reciamente; hecho esto, coge con una
pluma el licor que nadase encima y sécale, porque bebido de un óbolo y
medio purga por ambas partes.
El helecho macho produce de un solo pezón sus hojas, sin tallo, sin
flor y sin fruto, luengas de un codo, profundamente hendidas, dispersadas
en forma de alas y algún tanto graves al olor. Extiéndese por el haz de
la tierra su raíz negra y longüeta, de la cual nacen muchas hojuelas algún
tanto austeras al gusto. Nace el helecho por los montes y pedregales.
Tomadas con aguamiel cuatro dracmas de su raíz, extermina las lombrices
anchuelas, aunque obraran mejor si se dieren con otros óbolos de escamo-
nea o eléboro negro. Empero los que hubieren de tomar esto conviene que
coman ajos primero. Sirve también la raíz bebida contra las hinchazones
del bazo, y aplicada con unto en forma de emplasto, es remedio contra las
heridas hechas con saltos de caña, lo cual se colige de aquesto, que el
helecho que tiene alrededor de sí muchas cañas plantadas, perece presto,
y por el consiguiente se consumen y secan presto las cañas rodeadas de
muchas plantas de helechos.
LIBRO V
CAP. 1: DE LA VID
el macho los granos de su simiente dos a dos hermanados, por todos los inter-
medios del tallo, quiero decir asidos en aquel ángulo que hacen el tallo y el
ramillo que de él procede. Mas el fruto de la hembra comúnmente se ve salir
por las extremidades de cada tallo. Son muy conocidos en Castilla y ordinarios
y familiares al uso, si no dígalo aquella Clara, famosa clistelera de Salamanca,
que solía en mi tiempo tener siempre llenas dos o tres tinajas de caldo de
acelgas y mercuriales, aguzado con sal y orines, del cual expedía cada día
cien mil ayudas con que enjugaba los infelices vientres de aquellos pupilos in-
fortunados, que jamás se vieron llenos sino de viandas pestilenciales. Suélense
cocer con el caldo más graso de la olla los mercuriales, y después darse a
beber una hora antes del parto del lúbrico brodio de ellos, el cual relaja admi-
rablemente a los restreñidos y a las veces basta él solo a mover y a purgar
los que con escamonea no pueden ser curados. Tienen fuerza tanta los mercu-
riales aplicados por defuera en forma de emplasto de resolver las inflamaciones
y molificar los apostemas duros del recto. Si 10 añadido a la fin de este capítulo
fuese cierto no nacería jamás hija en el mundo, según las desventuradas son de
todos aborrecidas, por el peligro y costa que traen juntamente consigo, y así
presto perecería el linaje humano.
710 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Aplicada con aceite rosado, con ruda o con vinagre, sirve contra las lll-
flamaciones del bazo l.
1 Teniendo la intención Dioscórides de tratar en el presente libro de todas
las especies de vinos y diferencias de minerales, comenzó de la vid ordinaria,
la cual no sé si en beneficio nuestro o en gran detrimento y engaño, fue trans-
puesta y cultivada de los mortales. Porque si ponemos en una justa balanza
todos los inconvenientes y males que consigo acarrea el vino, y en otro los
provechos que de él se sacan, sin duda conoceremos ser aquellos mucho más
graves y perniciosos que aquestos útiles al linaje humano, y así vemos. que
el Conductor del mundo, conociendo sernas más dañosa que necesaria nos
escondió la vid, pero al fin, como quisiera halagar y complacer a sus halagüe-
ñas criaturas, quiso manifestársela a Noé, el cual, primero que otro ninguno,
coménzó luego a sentir sus graves inconvenientes y muestra de 10 que suele
acontecer a los hombres por tomar demasiado licor de la cepa. Por donde
si queremos ser justos jueces hallaremos que no tuvieron pequeña razón los
escitas de matar muy ásperamente al primero que les llevó a vender vino a
su tierra. Era tan odioso y reprobado antiguamente en la Roma república, que
así se castigaba a las mujeres por haberlo gustado como por haber cometido
un infame adulterio. Para prueba de lo cual acostumbraban sus maridos, en
viniendo de fuera, olerles la boca, de donde nacieron los besos, degenerando
poco a poco aquella tan generosa costumbre en detestable vicio y lujuria, contra
la cual fue inventada.
Muchos perdieron su ser y estado y se dejaron vencer por sus enemigos
muy amenguadamente por haber sido primero vencidos del vino, que relaja
las fuerzas del cuerpo y debilita la virtud del ánimo. Lo cual de Homero bien
entendido, introduce a Héctor hablando con Hécuba de esta forma:
i Oh madre!, a quien se debe reverencia,
no me presentes estos dulces vinos,
ni quieras embotarme la potencia,
la fuerza y el vigor y la excelencia
del ánimo y del cuerpo tan divinos.
que muchas veces habemos visto sentarse dos enemigos capitales entre otros
compañeros a una mesa común y después de haber bebido y brindado deshacer
su enemistad. 'por donde aquel omnipotente Padre y Creador de todas las
cosas, queriendo hacer en uno en los corazones de sus discípulos, no de otro
licor, si no de vino, hizo su propia sangre, mediante la cual redimió con su
Padre todo el linaje humano.
Volviendo a la vid digo, casi retractándome, que aunque no crease sus raci-
mos y solo sus hojas puede saludarse su feliz nacimiento, cierto más que no
solo nos defiende del sol con su apacible sombra, sino también su vino, el
cual tiene facultad fría, nos templa los internos calores, adorna las azoteas,
ventanas y muy altas torres, lo cual hace renegar muchas veces a los aflictos
amantes, como renegaba un cierto amante que yo conocí, a cuya instancia
hicimos cierta invectiva contra una parra, que le había cubierto la galería por
donde solía su señora mostrarse, la cual recítase aquí en algunos versos que
se me acuerdan para recrear un poco al lector cansado por ventura de la pasada
historia:
Parra por mi mal nacida
que así me tienes mi amor
eclipsado.
De camellos seas comida
y tu tronco en su vigor
sea talado.
Es más triste y odiosa
que el maldito árbol de Adán
tu presencia,
pues que me escondes la rosa
que desterraba mi afán
en su'· ausencia.
Tu beldad y tu ternura
que se desdeñan en dar
aflicción,
se conviertan en negrura
y véala yo tornar
en carbón.
Tus ramas tan extendidas,
tus hojas encaramadas
hacia el cielo,
véalas yo desparcidas,
véalas yo derramadas
por el suelo.
712 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
los granos con ruda, y puestas, sanan los carbunclos, las llagas, las can-
grenas y las complicaciones de las junturas. Aplicadas con opopanale en
forma de emplasto son remedio contra la gota. Puestas sobre las movedi-
zas uñas las arrancan más presto 3.
para aquellos enfermos a los cuales no osamos dar vino, y por el gran
deseo que tienen de él a las veces somos constreñidos a dárselo. Sirve así
mismo a los que de larga enfermedad convalecen.
El vino negro que se exprime de las uvas salvajes tiene virtud estíp-
tica, por donde sirve al flujo estomacal y al del vientre, así como a todas
las otras cosas que desean ser apretadas y constreñidas 4.
s Habiendo tratado ya de las especies naturales del vino quiso ahora Dioscó-
rides tratar de estas dos que se hacen con artificio añadiéndolas miel, las cuales,
aunque fueron celebradas de los antiguos, todavía en nuestros tiempos no se
usan sino de cuando en cuando, porque naturalmente los embriagos aborrecen
las cosas dulces. Llam6se el vino mulso en griego «oenomeli», así como en es-
pañol clarea, la cual difiere del hipocrás, porque aqueste se prepara con canela
y azúcar y aquella con miel y canela.
6 Cuánta sea la virtud y la bondad del vino se puede conjeturar de su vicio,
que es el vinagre. Porque si después de dañado y corrupto se convierte en
un licor tan útil al cuerpo humano, de creer es que cuando está en su perfec-
ci6n y natural fuerza, es mantenimiento divino a los que usan de él cauta-
mente, y hace gran ventaja al néctar con que se emborrachaban los poéticos
dioses. Hácese el vinagre de vino puro y perfecto si le ponemos al sol en alguna
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 719
vasija que haya tenido vinagre. Allende de esto conviene saber que así como
se hace algunas veces aceite sin aceituna, también se puede hacer vinagre sin
vino de todas las cosas acedas. Hácese también perfectísimo vinagre de la
cerveza igual o superior al del vino. Resulta muy oloroso el vinagre si a
medio azumbre le echamos una onza de grana. Empero para hacerlo muy más
perfecto será bien echar la dicha grana sobre vinagre rosado, porque el que
fuese así preparado tendrá virtud admirable contra la pestilencia y contra toda
corrupción del aire, no solo bebido sino dado a oler y aplicado' en epithimas.
Prepárase también con miel el vinagre y llámase al así preparado oximiel,
porque «oxos» en griego quiere decir vinagre, la cual medicina es solemne para
cortar, digerir y adelgazar los humores gruesos del pecho y desarraigar muchas
enfermedades frías y antiguas, para lo cual tiene muy mayor eficacia el que
ultra de la miel, recibió en su preparación la virtud de la cebolla albarrana,
llamada de los griegos «scilla», de donde vino el tal a llamarse accto sulltico.
Consta el vinagre por sí de facultades contrarias, quiero decir frías y ca-
lientes, porque dado que haya perdido el calor natural del vino, 'y así tenga
mayor fuerza de resfriar que de calentar, todavía cobró de la putrefacción otro
calor adventicio y extraño. De suerte que de su propia naturaleza tiene virtud
de resfriar aunque con la exterior calienta. Del resto, con entrambas, consume,
deseca, adelgaza, deshincha, preserva de corrupción, restituye el apetito, impide
vómitos, es útil a los coléricos, mata los gusanos del vientre y no deja engen-
drar piojos, de donde los herreruelos que no mudan jamás camisa en toda
la guerra, suelen cocerla en vinagre. Empero ofende el vinagre a los melan-
cólicos, y a los de complexión fría y seca y hace envejecer temprano. Demás
de esto es pernicioso a los ojos, a la vejiga y finalmente a las mujeres sujetas
al mal de madre. Echado en tierra el vinagre si es bueno hierve, alzando
grandes ampollas y compite con los ruegos y lágrimas, pues también quebranta
las peñas, si se derrama sobre ellas, como consta de la historia de Aníbal, el
cual yendo a hacer a los romanos guerra, como topase con cierta montaña
muy escabrosa y árida, por la cual no podía pasar su bagaje, hizo encender un
gran fuego sobre ella, y después de muy bien caliente, derramar encima mucho
vinagre fuerte, con la cuel industria logró que se desmoronara e hiciese mil
pedazos, y así allanó el camino. También Cleopatra, famosa reina de Egipto,
para alardear de su magnificencia y grandeza, en una cena que dio Marco An-
tonio, su infortunado marido, de dos piedras preciosas que le colgaban de las
720 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Están en un gran error los que piensan que el cinabrio y el minio sean
una misma cosa, porque el minio se hace en España de una cierta piedra
mezclada con arena plateada y por otra señal no puede bien discernirse.
Cocido en los hornazos el minio toma un color muy lucido y ardiente y
en las mineras arroja de· sí un vapor tan maligno que ahoga. Por donde
los ,que viven donde él se coge se tapan con ciertas vejigas las caras, para
mirar por ellas sin atraer el aire dañoso. Usan de él los pintores para los
ornamentos ricos y suntuosos de las paredes. Mas el cinabrio se tiene de
Africa y en cantidad tan pequeña. que apenas basta para marcar las líneas
de la pintura, porque se compra muy caro. Su color es profundo, por
donde creyeron algunos que fuera sangre de Drago. El cinabrio tiene la
misma virtud que la piedra hematites y es útil en las medicinas que se
hacen para los ojos y aun con mayor eficacia que aquella por cuanto
más potentemente restriñe y restaña la sangre. Mezclado con cerato, sana
las postillas y las quemaduras del· fuego.
La tinta para escribir se hace del congregado hollín de las teas, del
cual se mezclan tres onzas con una libra de goma arábiga. Hácese tam-
bién del humo de la resina y del hollín arriba dicho de los pintores. Em-
pero conviene tomar del dicho hollín una mina, de la goma arábiga libra
y media, de la cola de toro y de la caparrosa, de cada cosa onza y media.
Sirve la tinta con que escribimos a las llagas llenas de corrupción y a
las quemaduras de fuego, sobre las cuales debe aplicarse espesa con agua
y dejarse hasta que dichas llagas se encoren, porque en siendo encoradas,
se caerá de sí misma la costra que la tinta hubiese engendrado. Ya tie-
726 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
nes así mismo, Ario, todas aquestas cosas que me parecieron bastantes
y suficientes para satisfacer a la prolijidad de esta obra y a la gran copia
de la materia y los remedios medicinales 9.
LIBRO VI
PREFAClO DE DlOSCORlDES
9 La tinta para escribir se prepara ahora distinto que en los tiempos pasa-
dos, pues se hace del cocimiento de agallas y de cáscaras de granadas, con el
cual a la fin se mezcla la caparrosa, el azeche y la goma arábiga. Empero de
cualquier manera que se prepare la tinta de que escribimos, quiero decir, o a
la antigua o a la mejor moderna, siempre ataca la corrupción y restringe la
malignidad de las llagas, lo cual nos quiere dar a entender Dioscórides con
aquellas palabras: «la tinta, por ser desecativa en extremo, ataca la corrupción
de la carne y enjuga las humedades superfluas que suceden a las quemaduras
del fuego», y así vemos que la perfectísima tinta castra toda suerte de sarna
y es un soberano remedio al cáncer corrupto y enulcerado que va paciendo
la carne, porque rectifica las partes de él corrompidas y conforta las sanas,
como suele hacer el cauterio. En suma, la tinta tiene las facultades de todas
aquellas cosas de las cuales es hecha, y dado que por otra razón no debiera
ser alabada, sino por haber sido ella un instrumento por el cual se extendieron
por el mundo y se perpetuaron tantas artes liberales y disciplinas, para instruc-
ción y ornamento de nuestros ánimos, todavía por el solo respecto la debiéra-
mos reverenciar y tener en más que el pan de la boca.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 727
que no tome jamás veneno o para que no le ofenda, si alguna vez le die-
sena traición o por yerro, y en socorrer a los que su fuerza tiene ya derri-
bados. Diremos primero del modo preservativo, el cual tuvieron los an-
cianos por muy difícil a causa que los que quieren dar sutilmente veneno,
de tal suerte se preparan y templan que a cualquier hombre engañarán por
más experto que sea, visto que despojan de su natural amargor a los
venenos mortíferos, mezclándoles cosas dulces, y les quitan su hedion-
dez con cosas aromáticas y odoríferas.Mézclanlo también con aquellas
medicinas que suelen darse para conservar la salud, principalmente en
los convalecientes, como son los ajenjos y el tragonigamo, el hisopo, el
abrótano, el iride y si alguna otra cosa se halla que tenga cualidad pro-
potcionablea los venenos maléficos. Danlos así mismo destemplados en
los ordinarios brebajes, quiero decir, en ásperos vinos, en caldos, en vi-
nos pasos, en aguamiel, en mosto y, finalmente, desleídos en las purgas
o amasados con algunas viandas. Por eso los que viven en sospecha de-
ben huir todo guisado exquisito y hecho de muchas mezclas, demás de
esto no deben comer de golpé, ni beber arrebatadamente. Cuanto al ve-
neno que so color de medicina y remedio suele ser presentado a los en-
fermos de aquellos que viven de tan perniciosas artes, fácil y honestamen-
te pueden rehusarse. Aquesta, pues, es la vía y manera para que los hom-
bres no se dejen atosigar, aunque hay otra mucho más eficaz, conviene
a saber: que los que se recelan de ser ayudados con algún bocadillo,
tomen alguna cosa preventiva, que debilite la fuerza de los venenos y los
haga impotentes, al cual efecto sirven los higos secos comidos con nue-
ces, y también los limones y una dracma de simiente de nabos bebida con
vino. Los que comieren en ayunas las hojas· de la ruda, con el meollo de
una nuez y juntamente dos higos y un gramo de sal, no serán ofendidos de
ningún .género de veneno. Las medicinas llamadas antídotos si se beben
con vino tienen también la misma fuerza, entre las cuales se encuentran
las que se hacen de scinco y de sangre y las que tienen gran metridato
por nombre. Mas si voluntariamente o por maldad u odios de algunos
ya el hombre hubiese bebido, será menester no diferir el remedio, porque
si esperamos a considerar las señales que a cualquier veneno acompañan
no tendremos después lugar a socorrer, haciéndose con el tiempo el mal
incurable. Por donde si los mismos atosigados conocen la suerte del ve-
neno que los aflige, deben dar testimonio de ella, corriendo luego a los
remedios particulares y propios, porque yo no soy de los que tienen estos
accidentes por incurables. Empero si alguno de ellos hubiese perdido el
habla, o estuviese borracho, o por no querer ser librados nos encubriesen
728 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO Il
'bidas cantáridas, empero también tras las orugas del pino y de la sala-
mandra. Así mismo el sueño grave y profundo, el ronquido, el color lívido
y la pesadumbre de todo el cuerpo, no solo sucede a los que bebieron
,el zumo de dormidera, empero también a los que tragaron cicuta o man-
drágora. Demás de esto no solo el beleño hace desvariar, empero también
los venenos llamados tósigos, el acónito, el albayalde, y el yeso tienen la
misma fuerza. En suma, será tarea difícil hallar una señal de estas sola,
que baste a descubrir la cualidad del veneno tragado, principalmente
siendo ellas comunes, y sabiendo suceden a otras muchas disposiciones
que en el cuerpo se engendran, aunque alguna vez pudiese sacarse por
conjeturas (según diremos) la cualidad de aquellos venenos que con gran-
de celeridad despachan. Mas en los que engendran luengas disposiciones,
la cura no tiene dificultad en sÍ, puesto que sea dificultoso sacar por
conjetura la causa que produjo el daño, porque si los venenos en ofen-
der se tardan, convirtiéndose después en luengas enfermedades, reciben
la cura común de las otras disposiciones, a causa de ser ya perdida la
propia y primera cualidad venenosa. Basten las cosas dichas en cuan-
to a la común cura de los venenos, la cual consiguientemente declara-
remos los remedios que particularmente a cada uno de ellos conviene y
esto después de haber una a una indicado todas aquellas cosas que en
cualquier grado tienen virtud maléfica, para que si alguno de los celebra-
dos para la salud humana tuvieran mezcla de ellos, los estudiosos del
arte medicinal puedan cautamente usar de ellos, porque el descuido sue-
le acarrear grandes daños. Los animales, pues, que tienen virtud maléfi-
ca son: las cantáridas, los buprestes, la salamandra, las orugas del pino,
la liebre marina, la rana llamada rubera, la rana muda de las lagunas y
las sanguijuelas tragadas. Son simientes venenosas las del beleño, la de
la cicuta, del ajenux y de la zaragatona. Cuéntanse entre los licores malé-
ficos: el meconio, el apocarpaso, (;1 zumo de la thapsia, el del cogombro
salvaje y el que sale de la mandrágora. Raíces venenosas son: el came-
leonte, el acónito, la thapsia, el eléboro, la ixia, el agárico negro y el
ephemero llamado de algunos calchice a causa que nace en Calchide en-
tre las yerbas y la hortaliza. Tienen facultad maléfica la smilace, el so-
lastro furiosos, la yerba sardonia, el papaver cornudo, el pharico, el
toxico, la ruda salvaje y los hongos. También de los animales algunas
cosas suelen ser dañosas, como si digamos, la sangre de toro fresca, la
leche que tiene mezcla de cuajo y la miel que se hace en Heraclea del
Ponto. Sus mortíferos minerales: el yeso, el albayalde, la cal, el oropi-
mente, las dos especies de sandaraca, el litargirio, el adarca, el plomo y
730 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO II
el llamado azogue. Entre las cosas que son familiares al hombre, el vino
común, el paso bebido en gran cantidad o de golpe luego en saliendo del
baño, y el agua fría, bebida en la misma forma, tienen propiedad vene-
nosa 1.
arrojar, como ponzoña de amor, por nuestros ojos a las entrañas, aunque para
que pueda esclavizarnos cumple que le miremos juntamente nosotros, de arte
que los rayos visuales se encuentren, y este es el más sutil y delicado veneno
de todos, al cual se podría comparar con aquella dulce y cordial ponzoña, que
cada día por los ojos beben los enamorados. También suelen hacer los turcos
de relajar y otros venenos graves una suerte de tinta tan maligna y tan perni-
ciosa, que escrita una carta con ella y leída sin anteojos, inficiona y derriba
luego al lector. Emponzoña también y mata oído el silbo del basilisco y los
de· ciertas serpientes, lo cual acaece (según pienso) penetrando aquel pestífero
anhélito por los poros auditivos a los ventrículos del celebro. Que pueda pe-
netrar el veneno por las narices y penetrarse por todo el cuerpo, cada día se
conoce por la experiencia. Hállanse algunos venenos tan virulentos que luego
en tocando cualquier miembro desnudo matan, cual era una yerba que me
mostraron en cierto jardín de padua traída allí de Levante, aunque no sé
cómo pudo hacerlo el que la trasplantó a no ser que llevase manoplas. Otros
muy más crueles que aquestos, sin tocar a ninguna parte de nuestro cuerpo
nos inficionan por cualquier medio. De aquella especie debía ser aquella ser-
piente que al ser lanceada inficionó a través del hierro al brazo del laceador.
La espuma que se lanza de la boca de algún perro rabioso tiene tanta eficacia,
que en tocando la carne de cualquier hombre le hace luego rabiar, corno si
del mismo perro fuese mordido. El áspid llamado ptyas, compasando bien la
distancia, se allega tanto al que quiere ofender, que puede arrojarle su cruel
saliva a la cara, con lo cual súbito le inficiona, empero así de aquesta serpiente
como de las otras la saliva humana es veneno mortífero.
Los venenos calientes y corrosivos matan abrasando y royendo los interiores
miembros por donde pasan, los fríos congelando la sangre, ahogando el calor
natural, y endormeciendo todos los instrumentos de los sentidos, los húmedos
(si hay algún veneno que mate por respecto de su demasiada humedad), rela-
jando y corrompiendo así los miembros como sus facultades, y finalmente los
secos, desecando las sustancias del corazón. Cuanto más sutiles son los venenos
más pronto despachan, por donde resisten más al veneno los que tengan las
Venas y arterias mucho más delgadas y estrechas. De aquí nace que la cicuta,
siendo a los hombres veneno, es mantenimiento de los estorninos.
Habiendo dicho hasta ahora las diferencias generales de los venenos, será
bien decir algo de las cautelas que deben tener los príncipes y los ricos y cau-
732 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
cierto sabor de pez o de licor del cedro. Demás de esto, inflámaseles la:
región del hígado, mean con dolor y dificultad, y muchas veces con la
orina echan sangre. Suelen purgar por el vientre aquestos ciertas super-
dalosos para huir del veneno, visto que los pobres, y los de bajo suelo, pocas
veces suelen ser arrebatados de semejantes traiciones. Primeramente deben pro-
curar estar a bien con Dios, deben además no tiranizar a sus súbditos, sino
tratarles blandamente y administrarles muy entera justicia, porque así se harán
amar de todos y no aventurarán que alguno en secreto se le atreva. Demás de
lo dicho serviránse de ministros honrados, leales y bien nacidos a los cuales,
procurarán tener contentos y honrados. Importa mucho tener un buen cocinero
de largos tiempos y aprobado por incorrupto, prudente y cauto, amigo y teme-
roso de Dios y de su propia obra celoso, por cuanto el medio más fácil y el
alcahuete más ordinario para introducir los venenos es el agua y el vino, de"
lo cual nos da ejemplo Eduardo, rey malogrado de Inglaterra, que fue atosi-
. gado con vino; Roberto, rey de Sicilia, que lo fue al recibir la Santísiina.
Eucaristía, dándole el veneno envuelto en la sangre preciosa de Cristo. Ale-
jandro Magno fue atosigado con el veneno del agua stigia enviada en una
uña de mula por Aristipatro. Digo en suma, que si los que tratan las viandas,
y brebajes de algún príncipe le quieren hacer traición, servirán de poco para
estorbarlos aquellos ceremoniosos salvos, visto que los que a la mesa del señor
sirven de semejantes cargos ya son tan rellenos y hartos que aunque tomen
cualquier ponzoña no les ofenderá, cuanto más que no hacen, sino con un
cortezoncillo de pan, tocar los bordes de cada plato, y después, en llegándosele
a la boca, echarle. Lo que teniendo bien entendido aquellos Augustos Césares,.
procuraban primeramente servirse de intocables ministros, y después, para
estar bien. seguros, se apercibían de remedios excelentísimos contra toda clase-
de venenos, y así leemos que Marco Aurelio Antonino usaba cada día de la
theriaca, como de familiar y benigno mantenimiento, con el uso de la cual
vivió muchos años con el Imperio y prevaleció sobre todos sus enemigos.
Tiénese por cosa probada que atando un diamante oriental o una esmeralda
o un jacinto al brazo izquierdo, entre el codo y el hombro, de suerte que llegue
a la carne, embota la fuerza de los venenos y resuelve todo aire corrupto. Maes-
tre Juan Portugués, médico excelentísimo, me dijo en Roma que mientras and6
en el Hospital de San Juan de Letrán, donde mucho tiempo reinó una gran
pestilencia, tuvo siempre un pedazo de solimán, como una nuez, atado al sobaco,
izquierdo y a raíz de la carne, por medio del cual se preservó, no solamente
de aquel peligro, sino de otros muchos, de modo que me exaltó por único el
tal remedio. De todas las medicinas preventivas contra el veneno, el cuerno
del unicornio, del cual no hicieron mención los griegos, se da la gloria pri-
mera. Si quieres hacer la prueba darásle a beber con vino a un gallo y atosíga-
le luego y seguirá vivo, del mismo modo que si lo haces con uno no preparado-
despachará en seguida.
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 733
CAP. XVII: DEL LICOR DEL PAPA VER, LLAMADO MECONIO Y OPIO
5 Además de las señales arriba dichas, suelen los que tragaron sanguijuelas
escupir sangre muy viva y muy roja, de donde cobran un gran miedo creyendo
que' salga de los pulmones. Mas conócese fácilmente la diferencia porque aquella
que resulta del pecho sale saltando con tos y muéstrase muy sutil y espumosa,
mas la que derraman las sanguijuelas no da muestra de espuma y sale poco
a poco, aunque algunas veces puede hacerlo de vómito cuando está apegada en
el estómago. Es, pues, fácil de despegarlas cuando se ven asidas a la garganta,
porque tocándoles con vinagre o echándoles un poco de ceniza junto a la boca,
luego sin más tardar sueltan. Hácelas también desasirse el perfume de las
chinches quemadas. Empero para despegarlas del estómago o del garguero
conviene usar de aquellos exquisitos remedios que describe Dioscórides, entre
los cuales aquel del baño y del agua fría es excelente y probado, para despe-
garlas de cualquier parte, porque huyendo naturalmente del calor se van tras
el refrigerio del agua y entonces es fácil cosa escupirlas. Mueren las sangui-
juelas con el aceite crudo, con la lejía mezclada con sal y con todas aquellas
cosas que son remedio de las lombrices.
Haríamos agravio a las sanguijuelas si habiendo hablado del daño que
suelen acarrear no ,hiciésemos mención del servicio que muchas veces nos
hacen, cuando queremos abrir con ellas las almorranas, en infinitas y muy
graves enfermedades, o sacar la sangre de cualquiera parte del cuerpo. Aunque
dice Galeno que hasta los catorce años no se debe sacar la sangre a ningún
muchacho y mucho menos por otros métodos que no sea el de las sangui-
juelas, 10 cual me reafirma contra la pestilencial costumbre de España, donde
luego que sienten un poquito de calor, a cualquier niño de teta, llaman a cual-
quier barbero o verdugo, el cual con unas manazas que se deben llamar no
manos sino manoplas y con un navaj onazo de crueles filos, le abren sin piedad
de arriba abajo las piernas, de tal modo que muchas veces la criaturita se
amortece y se pasma. Una cosa os puedo confirmar, que de nada de mi niñez
se me acuerda sino de una sangría que me fue hecha (mirad cuán grande
impiedad) siendo yo de catorce meses, la cual (como Dios es verdad) aun
ahora me escuece, pues tengo todas las pantorrillas henchidas como si fuesen
melones. Para usar de las sanguijuelas como sangrías, antes que las pongamos
en uso las tendremos repurgadas de mucho tiempo, guardándolas en vasijas
de vidrio y mudándolas muy a menudo el agua, sin echarlas cosa que coman,
con la cual industria pierden la vivosidad. Ultra de eso yo cuando quiero
hacer evacuación señalada, después de cocidas hago sentar al enfermo sobre
un cocimiento de malvas hirvientes, 10 cual relaja de tal modo las venas
mordidas, que en un cuarto de hora saldrán por ella más de tres libras de
sangre, la cual sangre, para conocer su cualidad y color se suele recoger en
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 739
una escudilla puesta sobre algunos palillos cuatro dedos encima del cocimiento.
Salida la cantidad que queremos de sangre, y vuelto el paciente a la cama,
las venas se cierran de suyo, o nosotros, con un poco de algodón quemado o
con una clara de huevo, haremos que presto se cierren.
6 Habiendo tratado Dioscórides de las cosas tenidas por venenos y de los
daños que de ellas manan, hace mención ahora de algunos muy solutivos, que
como saludables para purgar el cuerpo, suelen administrarse. Teniendo muy
entendido que todas las medicinas que tienen facultad purgativa son contrarias
a la natura humana, y si no se dan cuando conviene y en cantidad moderada,
suelen causar terribilísimos accidentes, y no menores que aquellos de los vene-
nos. Atájase la purgación demasiada de los solutivos violentos y corrosivos con
medicinas estípticas. Empero primero que se administren conviene usar de
otras blandas, frescas y lenitivas, de las cuales a lo menos temple el fármaco
Venenoso. Para evitar estos inconvenientes, después de haber dado los solutivos
suelo ordenar otros que tengan fuerza de restriñir, como son los compuestos
de zumo de limón, de leche de vaca acedada, y de huevos cocidos con vinagre.
Aunque la demasiada evacuación de los solutivos (gracias a Nuestro Señor)
nunca me puso en aprieto, ni con necesidad de recurrir a tantos remedios o
porque yo los trato muy cautamente o porque los fluj os causados de medicinas
son muy más fáciles de atajar que los otros que manan de causas interiores y
ocultas, por conocerse las causas de ellos.
740 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Fue toda nuestra intención en este último comentario tratar de los ve-
nenos mortíferos y de las fieras que arrojan de sí ponzoña, para que quede
perfectamente acabado lo que trata de la parte medicinal, por esto la tal
doctrina es no menos necesaria que las otras a quienes practican la me-
dicina. Divídese, pues, aquella doctrina en dos supremas y generalísimas
partes. De las cuales aquella que trata de los animales que arrojan de sí
ponzoña tiene por nombre theriaca, así como alejifarmaca la otra que
disputa de los venenos. Digamos, pues (lo que es esta disputación es prime-
rísimo fundamento), que no conviene contar las partes del arte medicinal,
según el número de las disposiciones que sobrevienen a los humanos cuer-
pos, sino que la natura de cada cosa debe ser por sí examinada y discer-
nida de sus propias señales, así como en sus particulares lugares lo habe-
mos ya demostrado. Porque el accidente que sirve a la curación y mues-
tra al camino de ello, este tal, ni es incomprensible, ni carece de natural
causa, antes alguno impulsado de él, podrá seguramente afirmar que tiene
adito y facultad para prevenir al conocimiento de las causas profundas e
inciertas. Las cuales aunque en su mayor parte no puedan comprenderse
de los sentidos, por razón de su menudencia, todavía conferidas unas con
otras, a la fin se comprenden. Podrá el hombre conocer esto en las víboras
y escorpiones y en otros muchos semejantes animalejos, considerando con-
sigo mismo que aunque en su especie sean pequeñuelos de cuerpo y de
sentido apenas comprensible todavía de gravísimos peligros y dolores son
causa.
Detiénense y domínanse los venenos, para que no se derramen, con per-
suasiones y medicinas agudas aplicadas a la parte doliente, las cuales tie-
nen facultad de lavar y embotar la ponzoña. Apáganse también y véncense
los venenos con beber vino paso sin agua, o por el contrario comer muy
agudas viandas. Finalmente, contra los venenos es útil purgar el vientre,
provocar el sudor y en general hacer otras algunas cosas, según particular-
mente demostraremos. Para lo cual no solamente conviene tener en hito las
materias que provocan la corrupción, sino también la cantidad de ellas y el
tiempo, porque según estas cosas infinito varían entre sí los venenos, visto
que según la cantidad y porción de los venenos mortíferos y de aquellos
que arrojan las fieras emponzoñadas, unos ponen luego en peligro al pa-
ciente, otros engendran más profundas o más superficiales las corrupcio-
DIOSCORIDES.-MATERIA MEDICA 741
aunque al principio se resistía por ver en las aguas del baño un furioso perrazo,
empero venció la imaginación diciendo: «Pero ¿qué cosa tiene que hacer un
perro en el bañoh Y después de metido convaleció (de do es fama que pro-
viene el proverbio: Ecquid cani cum balneo ?).
Cuando quisieres saber si el perro que ha mordido a un hombre está rabioso
obrarás de la siguiente manera. Aplicarás sobre la mordedura muchas nueces
majadas y dejaráslas así toda la noche para quitarlas a la mañana y las echarás
luego a una gallina para que las coma, porque si el perro mordió con rabia
la gallina se morirá luego al día siguiente de que las hubiere comido, mas
no habiendo sido rabioso ella no recibirá detrimento. Empero nunca deben
descuidarse las mordeduras de perros, porque de ello han sucedido a las claras
no livianos desastres. Escribe Galeno que de todos los animales solo rabia el
perro, de lo cual vemos lo contrario por la experiencia, pues el caballo, el ca-
meHo, el león, la raposa y la mona suelen a las veces ser arrebatados por la
rabia. También es de creer que rabiara el gato que mordió a aquel español
cuitado que está enterrado en Nuestra Señora del ropolo en Roma, cuyo epi-
tafio dice en la forma siguiente:
Hospes disce vacuum mortis genus;
Improba felis. Dum trahitur,
digitum mordet, et intereo.
Dice Avicena que aunque los mordidos comiencen a cobrar gran terror
el agua, todavía se puede tener gran esperanza de su salud mientras mirándose
en un espejo se reconozcan. Dice más, que algunos de estos originan con gran
dolor ciertos pedazos de carne, formados a manera de cachorrillos, lo cual
(si es verdad) acontece por la imaginación y aprensión vehemente, que en
ellos siendo siempre envuelta con los perros, les hace producir semejantes cosas,
como dicen que las muj eres paren a las veces negritos por haber tenido al
tiempo de concebir a los Reyes Magos delante, lo cual puede por cortesía y
piadosamente creerse.
744 CIENTIFICOS GRIEGOS.--TOMO 11
unos granos de trigo majados y por majar, porque los enteros, hinchados
por la materia, dilatan manifiestamente la herida, y los majados, según
la opinión de algunos, cobran un no sé qué de la salina en ayunas, contra~
rioy repugnante a la fuerza de la ponzoña, lo cual no se afirma por cier~
to, aunque no debe reprobarse su uso. Mas si antes del cuadragésimo día
(lo cual suele acontecer muchas veces) se hubiera encorado la llaga, abri-
rémosla con obra de mano, cercenándola alrededor y otra vez (sin meter-
se fuerte) cauterizarla. Pasado el tiempo ya limitado, las dejaremos cerrar,
cubriéndolas con aquel emplasto que de sal suele prepararse, y no muchos
días después las aplicaremos otro,· hecho de simiente de mostaza majada 8.
podemos aplicar cosa más conveniente. En suma, todas las cosas mordaces y
agudas que tienen fuerza de corroer la carne son útiles, aplicadas en los prin·
cipios, 1\ los mordidos de los perros rabiosos.
9 Por los phalangios entienden los médicos griegos unas arañas pardas que
tienen las zancas muy largas y su malignidad pasa a todas las otras, mordidos
los hombres de las cuales siéntense intolerables dolores, pónense luego desco-
loridos, hínchaseles el rostro, álzaseles sin proporción el miembro y a las veces
orinan ciertas cosas a manera de telarañas, estos metidos en agua caliente se
huelgan y sienten muy gran alivio, empero después de salida de ella les vuelven
los dolores doblados. Son del linaje mismo de los phalangios las llamadas en
Italia tarántulas, de las cuales antes tocamos la historia. Hallándose dos especies
de Geolopida, conviene a saber: una marina y la otra terrestre la cual se llama
corella, cien pies. Nacían en la Antigüedad gran cantidad de geolopendios que
fue razón de que se despoblaran muchas ciudades. Los geolopendios andan
hacia atrás y hacia adelante, de suerte que siendo partidos una mitad va hacia
un lado y otra hacia otro. El musgaño, llamado mus araneus de los latinos, en
DIOSCORIDES .-MATERIA MEDICA 747
PREAMBULO
go estaba 1° más al sur del paralelo 36°-el del estrecho de Gibraltar, que
era el más importante para los griegos-, cuando en realidad está 1°
más al Norte, dedujo que la distancia entre el cabo de San Vicente y
Cattigara-punto más oriental entonces conocido-era de 72.000 esta-
dios, error que, en el fluir de los siglos, habría de resultar fecundo, pues
que contribuyó al descubrimiento de América, toda vez que, de acuerdo
con las cifras ptolemaicas, solo faltaban otros 72.000 estadios para al-
canzar el extremo oriente viajando de Este a Oeste, ya que los 180.000
ecuatoriales se reducen a 144.000 en aquel paralelo, es decir, nave-
gar 180°.
Este error fue aumentado todavía, pues-como dice Rey Pastor--
«aun los hombres de ciencia más severos, cuando se apasionan por un
problema, procuran inconscientemente modelar la realidad a la medida
del deseo; y para acercar más el lejano Oriente, el gran cosmógrafo
italiano 5 aceptó. la medida más extrema entre todas las antiguas: la de
Marino de Tiro, que extendía el ecúmeno hasta 225°, en vez de los ya
exagerados 180° de Ptolomeo; restarían, pues, 135°, o sea, poco más
de un tercio de la circunferencia. Y como en los catorce siglos transcu-
rridos desde Marino de Tiro, los viajes de los Polo y de otros explorado-
res habían descubierto el Cipango (Japón) y otras islas, que acortaban
la distancia en más de 40°, resultaba en definitiva un arco de 85°, menos
de la cuarta parte de la circunferencia para realizar el magno descubri-
miento» 6.
Otros errores, debidos a diversas causas, tiene la Geografía de Pto-
lomeo, y nada sería más fácil que exagerar su significado. «Para conven-
cerse de ello-dice Farrington-basta contemplar el mapa del mundo
que conocía Homero: disco plano rodeado por el río Océano, y compa-
rarlo con el que se puede reconstruir de acuerdo con los datos de Pto-
lomeo: meridianos y paralelos curvos, relativa exactitud de las regiones
mediterráneas, inmensa amplitud desde Irlanda, en el extremo del Nor-
oeste, hasta China y Malaca, en el Este; y más elocuente aún se presenta
su intrínseco valor científico al examinar los mapas medievales en los
que el río Océano vuelve a rodear un disco plano, en cuyo centro está
Jerusalén y en su parte superior el Paraíso, en los cuales mapas no hay
BIBLIOGRAFIA
minó la traducción del Almagesto iniciada por Peuerbach, de quien fue discí-
pulo, y mejoró su tabla tomando un radio de 10 8 partes y los arcos de l' en 1'.
12 Systeme du Monde, tomo 1, pág. 467, París, 1913.
PTOLOMEO.-BIBLIOGRAFIA 759
GEOGRAFIA y COROGRAFIA
FUNDAMENTOS DE LA GEOGRAFIA
diano, marcada por el número dado, de la misma manera que para las
estrellas sobre la esfera celeste sólida.
Se podrán también trazar los meridianos de tantos puntos como se
quiera, en . longitud, por medio del lado graduado del meridiano móvil, y
tantos paralelos como latitudes calculadas haya trazándolos por medio
de su número tomado sobre el mismo lado graduado del meridiano
móvil, que se hará girar a lo largo del intervalo de los dos meridianos
que terminan la superficie conocida de la Tierra.
Los meridianos extremos comprenden, pues, doce intervalos horarios
cada uno, de acuerdo con lo que se ha demostrado hasta ahora.
El paralelo que cierra la región más austral de la parte conocida de
la Tierra se trazará a una distancia del ecuador hacia el Sur igual a la
que hay hacia las Osas entre el ecuador y el paralelo que pasa por
Meroe. Nos ha parecido conveniente trazar los meridianos por cada
tercio de hora equinoccial, es decir, de cinco en cinco grados del ecuador
y los paralelos 1 al norte del ecuador, de manera que el primero después
de este difiera de él en un cuarto de hora en su distancia sobre el meridia-
no según las demostraciones lineales, igual a 4 1/ 4 grados.
El segundo, por la diferencia, análogamente, de media hora, pasará
por el 81/ 3 1/2 grado de distancia del ecuador.
El tercer paralelo, cuya diferencia es de media hora y un cuarto, por
12 1/ 2 grados de latitud.
El cuarto, por su diferencia de una hora, pasará por Meroe a la latitud
de 16 grados 1/3 1/ 12 ,
El quinto, por la diferencia de una hora y un cuarto, a la latitud de
20 1/ 4 grados.
El sexto, que está bajo el tópico de verano y pasa por Siene, por la
diferencia de hora y media, a la latitud de 23 grados 1/2 1/ 3,
El séptimo, por la diferencia de hora y media y un cuarto, a la latitud
de 27 grados 1/6,
El octavo, que pasa por Alejandría, por la diferencia de dos horas,
a la latitud de 30 1/ 2 grados.
El noveno, por la diferencia de dos horas y un cuarto, a la latitud
de 33 1/ 3 grados.
ferencia a las partes del zodíaco y a los puntos de partida para que el
cálculo sea más cómodo, y de esta manera se verá lo que es propio de
cada uno de los períodos, aunque algunos de ellos terminen en puntos
comunes; y por lo que atañe a las posiciones y al orden de los círculos
que producen las anomalías, emplearemos métodos muy sencillos, aunque
resulte alguna pequeña diferencia con lo que pasa en la realidad.
Haciendo abstracción de las esferas que> contienen dichos círculos,
solo atribuiremos a estos los movimientos actuales, que se explicarán por
las propias construcciones de nuestras hipótesis.
Comenzaremos por el movimiento general del Universo, que es el
primero y el que arrastra a todos los demás en su revolución, y nos ser-
virá de ejemplo para la mayor parte de los prodigios de la Naturaleza,
que emplea siempre los mismos medios para conseguir efectos muy se-
mejantes.
Concibamos un círculo máximo alrededor del centro de la esfera del
Mundo, que llamaremos el equinoccial 2; dividamos su circunferencia en
trescientas sesenta partes iguales, a las que diremos propiamente tiem-
pos 3; imaginemos después un círculo concéntrico al anterior en el mis-
mo plano y alrededor del mismo centro y hagámosle girar con velocidad
uniforme de Oriente a Occidente. Le daremos el nombre de deferente 4,
el cual lleva otro círculo máximo con una inclinación constante sobre el
primero. A este círculo inclinado lo llamaremos zodíaco, cuyo plano for-
ma con el de aquel un ángulo de veintitrés partes 51/60 y 20/60·60 de
las noventa que tiene un ángulo recto. Diremos grado a cada una de estas
trescientas sesenta partes iguales de la circunferencia del zodíaco; equi-
nocciales, a los puntos en que se cortan el deferente y el zodíaco, y tró-
picos, a los que distan un cuarto de círculo a uno y otro lado de los equi-
nocciales.
Uno de estos puntos trópicos, el que está hacia el lado de la Osa, será
el límite boreal y de verano, y el opuesto, el austral y de invierno. Aná-
2 iaY]!-,,€Qv<;: ecuador.
3 XQÓVOL.
4 El hecho de suponer dos círculos fundamentales en el plano del ecuador,
uno fijo y el otro girando alrededor del centro del Universo, es decir, del
centro de la Tierra, implica el postulado del espacio y del tiempo absolutos,
que se conciben en el sistema de Ptolomeo y que, a pesar de que ya estaba
derogado el geocentrismo, admitió Newton adoptando una posición científica
que comentó Mach, en su Die Mechanik, con reflexiones que, siendo anterio-
res a la teoría de la relatividad, han dejado ya de ser válidas.
PTOLOMEO.---HIPOTESIS DE LOS PLANETAS 773
~ :tfQlOlQoef1l'
6 epFQ(J)V.
7 Día sideral.
8 llUXO~f!fQOV.
9 Día solar.
774 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO 11
cidente, recorriendo en este mismo tiempo una parte y media de las 360
que tiene el zodíaco.
Así, pues, el primer día del mes egipcio de Thot del primer año des-
pués de la muerte de Alejandro el fundador, el Sol, en el meridiano de
Alejandría, distaba del apogeo de la excéntrica 162 partes y 20', según el
orden de los signos, y la estrella del Corazón de León, 117 partes y 54'
del equinoccio de primavera contados en el zodíaco también según el
orden de los puntos del Mundo.
Para la órbita de la Luna imaginemos un círculo concéntrico al zo-
díaco, y en el plano de este último, alrededor de cuyo centro se mueve
uniformemente de Oriente a Occidente, círculo cuyo movimiento referi-
do al zodíaco exceda al de la Luna respecto del Sol en el mismo tiempo,
de suerte que en treinta y siete años egipcios y los primeros ochenta y
ocho días siguientes, haya aproximadamente dos retornos, porque en ri-
gor no hay más -de O, 16' 50" de un grado; supongamos que este círculo
lleva otro concéntrico con el que forma un ángulo invariable d. cinco
partes de las noventa que tiene uno recto, e imaginemos en el plano de
dicho círculo oblicuo otro excéntrico tal que su radio sea a la línea tra-
zada desde su centro al del zodíaco como 60 partes a 12,5; que el cen-
tro de este excéntrico se mueva uniformemente alrededor del zodíaco de
Oriente a Occidente desde el límite boreal, de tal modo que en diecisiete
años egipcios y trescientos cuarenta y ocho nictémeros se verifiquen
aproximadamente 203 restituciones al círculo oblicuo-y digo aproxima-
damente porque falta O' 26/1 de un grado-y que el centro del epiciclo se
mueva uniformemente alrededor del del zodíaco, de Occidente a Oriente,
desde el apogeo de la excentricidad permaneciendo siempre sobre la ex-
céntrica a una distancia media doblada, es decir, conservando las dos
distancias propuestas, de modo que en diecinueve años egipcios más tres-
cientos días haga 490 restituciones a la excéntrica aproximadamente, con
cuatro sexagésimas de parte para la exactitud del cálculo.
Por último, supongamos alrededor del centro del epiciclo que está en
el plano del círculo oblicuo, que la recta que pasa por el centro de este
y por otro que el del zodíaco, alrededor del cual gira con movimiento
uniforme, se aparte una cantidad igual a la excentricidad, ocupando siem-
pre los mismos puntos llamados apogeo y perigeo, de modo que el radio
de la excéntrica sea al del epiciclo como 60 a 60 1/ 3, y que el centro de la
Luna vaya siempre uniformemente hacia el occidente de la intersección
del apogeo según el mismo movimiento de anomalía, a fin de que en
776 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
10 'tU EnÓ!llWu.
780 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO II
inclinado una recta desde el centro del zodíaco hasta el punto antece-
dente en 20 partes del límite boreal, y sobre esta recta dos puntos que
comprendan una igual a la que une el centro del zodíaco y el punto más
próximo de los dos mencionados. Describamos alrededor del más pró-
ximo un círculo excéntrico e inamovible cuyo radio sea a la recta que
une su centro con el del zodíaco como 60 partes a 2 partes y 54', Y que
alrededor del punto más lejano el centro del epiciclo gire uniformemente
conservando siempre su posición sobre la excéntrica de que he hablado,
hacia los puntos consecuentes del Mundo y alrededor del diámetro men-
cionado, con un movimiento igual al exceso del del Sol sobre los dos si-
multáneos de la esfera de las estrellas fijas y el astro, de tal manera que
en doscientos trece años egipcios y los primeros doscientos treinta y ocho
nictémeros siguientes se verifiquen aproximadamente 18 restituciones,
con un margen de diez segundos.
Imaginemos en la esfera del epiciclo, en torno a su centro, y en el
plano del círculo oblicuo, una rueda girando alrededor de aquella, y en el
plano del círculo inclinado, la recta que pase por su centro y por el
punto más lejano de los dos citados, alrededor del cual se mueva unifor-
memente, ocupando siempre los dos puntos del pequeño círculo que son
el apogeo y el perigeo; y otro pequeño círculo concéntrico al primero,
en el mismo plano, y con un movimiento uniforme alrededor del mismo
centro, de modo que yendo desde el apogeo en el senfido de la revolu-
ción del Mundo, se haga un movimiento igual al antedicho del centro del
epiciclo; que este círculo lleve otro concéntrico y formando con él un
ángulo de una parte y media de las noventa del recto; que el radio de la
excéntrica sea al del pequeño círculo como 60 a 11,5, y que alrededor del
centro de este pequeño círculo el planeta se mueva con velocidad unifor-
me desde el apogeo en sentido contrario a la revolución del Mundo, de
manera que se produzca un movimiento igual al uno y al otro de los del
epiciclo y el astro, es decir, al exceso del movimiento del Sol sobre el de
las estrellas fijas en el mismo tiempo.
En el primer año de la muerte de Alejandro, el primer día del mes
egipcio de Thot al mediodía en Alejandría, el apogeo de la excentricidad
era de 156 partes y 23' del equinoccio de primavera hacia los puntos
consecuentes del Mundo; el centro del epiciclo 292 partes y 19' del apo-
geo de la excentricidad, también hacia los consecuentes, y, además, el
límite boreal del pequeño círculo inclinado era de 92 partes y 19' del
apogeo hacia los puntos antecedentes y el astro a 231 y 16' del límite
PTOLOMEO.-HIPOTESIS DE LOS PLANETAS 781
INSCRIPCION DE CANOPO
El arco de círculo que pasa por los polos del equinoccial y de la eclíp-
tica tiene entre estos círculos 23 0 51' 20" de los 3600 de la circunferencia.
Un nictémero consta de 360 0 59' 8" 17'" 13'11' 12'1111 31"'11' de los 360 0
tiempos de una revolución completa.
REFRACCION DE LA LUZ
1 Normalmente.
786 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
es decir, GH, veremos siempre este arco menor que el AZ, y trazando
las rectas EZ y EH obtendremos el ángulo AEZ menor que el GEH, lo
que no puede ocurrir sin que se produzca una refracción, o sea, sin que
el rayo ZE se refracte en H según el aumento de uno de los dos ángulos
opuestos 5 respecto del otro.
Poniendo entonces el ojo en la perpendicular AE, veremos rectos los
ángulos opuestos por el vértice y el rayo 6 caerá en G sin experimentar
ninguna refracción; pero en todas las demás posiciones, mientras mayor
sea el arco AZ, será menor el GH y mayor la refracción del rayo.
Cuando el arco AZ sea de 10 grados. el GH tendrá aproximadamen-
te 8; cuando AZ tenga 20, GH tendrá 15,5; cuando AZ sea de 30, GH
será de 22,5; cuando AZ tenga 40, GH tendrá 29; cuando AZ tenga 50.
GH tendrá 35; cuando AZ tenga 60, GH tendrá 40,5; cuando AZ ten-
ga 70, GH tendrá 45,5, y cuando AZ tenga 80, GH tendrá 50.
En cuanto a las fracciones 7 que se producen en el agua, las obtendre-
mos como hemos dicho, puesto que entre las aguas 8 no hay diferencia
sensible a causa de su espesor o sutileza.
Optica, V.
5 Por el vértice.
6 Que parta de A.
7 De arco.
8 Distintas.
GALENO
(130-201)
GALENO
PREAMBULO
2 Loc. cit.
3 Herófilo y Erasístrato fueron dos famosos anatómicos contemporáneos, pues
que ambos florecieron entre 300 y 290 a. de J.e. y los dos profesaron en Ale-
jandría, donde fundaron sendas escuelas médicas.
794 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
lar, que impide apreciar las causas generales de cada fenómeno para apro-
vechar únicamente las finales» 4.
Por último, se ha creído que Galeno fue el fundador de la polifarma-
cia; aunque ya la usaba Celso 5. «La confusión-dice Folch-procede de
la distinción que se hizo de los medicamentos en galénicos y químicos en
tiempos de Paracelso 6 que llevó a su vez la confusión de medicamentos
galénicos y polifármacos, por ser estos los que más se usaban en aquella
época. Cierto que las fórmulas de Galeno no tienen la sencillez de ··las del
médico de Cos " pero Galeno no fue más que un continuador de las fórmu-
las ostentosas por el gran número de medicamentos que contenían y que
por su autoridad contribuyó a que fueran usadas durante muchos siglos.
En dichas fórmulas no solo se encuentra el medicamento específico, sino
aumentada su eficacia con coadyuvantes asociados a los correctivos des-
tinados a contrarrestar cierta influencia perniciosa sobre el organismo y
provistas del excipiente destinado a facilitar su administración. La aso-
ciación de medicamentos constituía un verdadero problema por la ne-
cesidad que sentía el médico de tener en cuenta las cualidades y losgra-
dos de las drogas asociadas para que el todo llenara la indicación pro-
puesta» 7
BIBLIOGRAFIA
PROCEDIMIENTOS ANATOMICOS
LIBRO I
CAPÍTULO 1
olvidarse de muchas cosas que había visto por breve tiempo cuando
estuvo con nosotros. Pero como aquel murió y yo no podía hacer una
copia de los comentarios para los amigos, puesto que los que tenía en
Roma fueron destruidos por un incendio 2, por eso, a instancia de mis
amigos, consideré conveniente escribir otros. Hay otra causa por la cual
esta obra ha de ser mejor que· aquella que produje entonces. Por ejemplo,
los libros poseen una explicación más amplia y abundante, para mayor
claridad, y son más exactos; porque en ese tiempo hemos realizado
investigaciones sobre la disección. En efecto, mientras Boeto vivía aún
en Roma, terminamos los libros de Anatomía de Hipócrates y de Era-
sístrato, además de aquellos comentarios sobre la Disección de los· vivos
y de los muertos, sobre las Causas de la respiración y sobre La voz.
Además, después de la partida de Boeto, compuse un gran volumen sobre
la función de las partes, en diecisiete libros, que le envié mientras a\Ín
vivía. Una vez, cuando joven, escribí tres comentarios sobre el movi-
miento del tórax y del pulmón, para hacer un favor a un colega que
volvía a la patria después de largo tiempo, y que deseaba dar una pú-
blica muestra de su arte, aun siendo poco hábil en escribir con fuerza
demostrativa. Cuando aquel murió, los comentarios cayeron en manos
de muchos, aunque no estuvieran listos para ser publicados. Por tanto,
mientras vivía aún en Esmirna, para escuchar a Pelops 3, quien fue mi
segundo preceptor después de Sátiro 4, discípulo de Quinto 5, escribí en-
teramente aquel mismo libro, sin tratar de decir nada grande o nuevo.
CAPÍTULO II
Los griegos llaman x.ii~wxa; (estacas, palos) las estacas que sirven
para sostén en las tiendas, como las paredes en las casas; y esto en los
él;nimales es la sustancia de los huesos. Pues las otras partes en el ser
viviente suelen formarse y cambiarse de acuerdo con esta sustancia, de
modo que si el cráneo del animal es redondo, necesariamente el cerebro
será también redondo, y si es oblongo, el cerebro de ese mismo animal
asumirá también esa forma. Así, pues, si las quijadas son pequeñas y
toda la cara es bastante redonda, es necesario que también los músculos
de las mismas sean pequeños; mientras si las quijadas son largas~ toda
la cara del animal será también larga, y tales se mostrarán sus músculos.
Por eso, ciertamente, el mono, entre todos los animales, es el más seme-
jante al hombre por las vísceras, los músculos, las arterias y los nervios,
puesto que lo es por la forma de sus huesos. En efecto, debido a la natu-
raleza de estos últimos, carnina con dos piernas, se sirve de los miem-
bros anteriores corno manos, tiene el hueso del pecho más .ancho que
todos los cuadrúpedos, las cleidas semejantes a las del hombre, la cara
redonda y el cuello breve. Ya que los huesos son semejantes a los del
hombre, ¿cómo es posible que tengan los músculos distintos? Estos se
insertan en los huesos por el lado externo y son alargados; por eso
también imitan el tamaño y la forma de aquellos. A estos siguen las
arterias, las venas y los nervios que reproducen enteramente la forma
de los huesos, de acuerdo con los cuales se extienden. Por tanto, puesto
que la forma del cuerpo depende de la de los huesos y a ellos se semeja
la naturaleza de las otras partes, quisiera que, ante todo, obtuvieras un
exacto conocimiento y experiencia de los huesos humanos, y no los ob-
servaras a la ligera ni aprendieras solamente en los libros que algunos
griegos llaman oa<:wAoyia.;, esto es, interpretación de los huesos y otros
axÚchou.; (esqueletos), como si dijeras cadáveres disecados. Pocos escri-
ben directamente sobre los huesos, como lo hace nuestro estudio; este,
estoy persuadido, supera todos los escritos anteriores, ya por la perfecta
investigación de los hechos, ya por la facilidad y claridad 8. Sea, pues,
este tu trabajo y tu estudio, el de aprender con cuidado todas las clases
de huesos humanos, no solo a través de la lectura de los libros, sino
también por una observación esmerada y realizada con atención. Esto
podrás efectuarlo mucho más fácilmente en Alejandría, donde los mé-
dicos exponen a los discípulos la enseñanza de los huesos ante sus
propios ojos. Por tanto, creo que debes tratar de vivir en Alejandría,
si no por otra causa, por lo menos con ese fin de aprender. Pero sino
puedes hacerlo, limítate a observar los huesos humanos de la manera
de que yo me he valido, pues realicé mi investigación en algunos sepul-
cros y monumentos que se habían destruido. También un río que pasó
por encima de un sepulcro construido negligentemente unos meses antes,
lo destruyó con toda facilidad; y arrancando, con el ímpetu de las aguas,
un cadáver entero, de carnes ya putrefactas, pero con los huesos aún
estrechamente unidos entre sí, lo arrastró, boca abajo, por la extensión
de un estadio. Después que el río llegó a un lugar navegable y de alta
orilla, allí se detuvo el cadáver, y se presentó a nuestros ojos tal como
un médico lo hubiera preparado de propósito para enseñar a los jóvenes.
sus miembros. Por esto comprendí que la vista de las heridas consolida el
recuerdo de lo enseñado en aquellos que antes aprendieron algo, pero
que no puede por sí sola instruir a los que no saben algo de antemano.
Como dije, hay que empezar por estudiar la naturaleza de los hue-
sos, ya en el hombre, ya en el cuerpo del mono; si es posible, conven-
dría estudiarlos en ambos. Luego, es menester dedicarse a la disección
de los músculos. Porque estas dos partes del cuerpo son como el fun-
damento de todas las demás. Después podrás estudiar, en el orden que
quieras, las arterias, las venas, o los nervios. El experto en la disección
de estas partes conocerá la naturaleza de las vísceras, de los intestinos,
de la grasa y de las glándulas; luego convendrá estudiarlas por separado
con más detenimiento. Quisiera aconsejarte que siguieras este orden de
ejercitación. Pero el que quiera enseñar de otra manera, procurará mos-
trar lo antes posible la parte del cuerpo que describe y la examinará
ampliamente, y así hará con las otras partes siguiendo las distintas reglas
de disección, como explicaré. Este método de aprendizaje es tan venta-
joso que, si no se encuentran monos, se pueden cortar otros animales,
declarando en seguida en qué difieren de los primeros. También esto· te
enseñaré.
LOS HUESOS
Ulllon,. por intervención ajena, hay tres diferentes clases, que carecen
de nombres antiguos y modernos. De acuerdo con el uso, la sínfisis por
medio de cartílagos se llama sícondrosis, sincurosis si lo es por medio de
nervios, y sinarcosis por medio de carne. Como ya he m'encionado los
nervios, podré tratar de ellos en forma distinta. Se dijo que hay tres
clases de nervios 3, pero ello no impide nombrar las especies o las dife-
rencias. Los que provienen del cerebro y de la médula dorsal son los
voluntarios; los que vienen de los huesos son los ligamentos, y los
terceros, que son diferentes y vienen de los músculos, son los tendones.
Para que la equivocación nominal no traiga oscuridad, diré: los que
nacen del cerebro y de la médula de la espina dorsal, son nervios volun-
tarios; los que provienen de músculos, son tendones, y a los que vienen
de los huesos, los Barna ligamentos. Así explicados los nombres, es
necesario hablar de cada uno de los huesos, empezando por el cráneo
que es el hueso de la cabeza.
-; Sutura temporoparietal.
8 Porción petrosa del temporal.
808 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Para el músculo del temporal hay un hueso que tiene en el medio una
sutura oblicua de modo que toda su parte posterior toca al hueso de la
cabeza que está cerca del oído; y la parte anterior toca a la parte de la
extremidad superciliar, en el pequeño ángulo del ojo. Este hueso es lla-
mado por nosotros zygoma o yugal 18 •
concavidad del mismo hueso. Allí se mezcla con la sutura común del
hueso esfenoides. La otra, avanzando en parte rectamente y en parte
oblicuamente con respecto a la sede de los ojos (órbita), llega a la
parte media inferior de los mismos y se divide en tres partes. Una rama
llega cerca del ángulo grande, en la parte externa al medio del super-
ciliar y después de llegar allí pertenece a la sutura común de la cabeza
en la concavidad debajo del mismo ángulo: ella misma comprende el
propio ángulo y también el agujero natural subyacente, que es el mayor
de los que allí están.
Debajo de las suturas la tercera parte de nuestra sutura desciende
a la parte inferior de la sede· del ojo y se dirige interiormente al fondo,
allí se junta con la sutura común de la cabeza 20. Por ello se enumeran
los tres huesos de la mandíbula superior, por las dos partes, pues ellos
están unidos a la cabeza. El mayor está situado cerca del· yugal; pues
abarca algo de la sien, del superciliar, de la sede del ojo y todo el
pequeño ángulo y llega hasta la parte llamada maxilar. Por su posición
y tamaño ese hueso está situado en el mismo ojo, pues contiene los ner..
vios que van a la mandíbula superior.
El más pequeño de todos está situado cerca del gran ángulo del ojo 21.
Algunos anatomistas declaran que esos tres huesos que arriban por
debajo de la raíz del ojo son uno solo, porque las dos suturas que los
separan, o no se ven, o por su pequeñez carecen de importancia. Por
debajo de todos esos tres huesos que existen por ambas partes, y que
he descrito, está uno grande cuyas partes son el hueso maxilar y los
alvéolos de todos los dientes, excepto los incisivos 22. Se dividen por
cuatro suturas: arriba, la que recién dije, que sube del hueso yugal al
medio del superciliar ; debajo, la que pasa derecho por la mitad del
paladar; las otras dos penetran en aquella que nace en la mitad del su-
perciliar, avanza cerca de la nariz y llega al lugar entre los caninos y
los incisivos, y en la otra cuya parte pasa al lado del último diente y se
une a la sutura común del hueso esfenoides; lo restante se caracteriza
por la umon con la sutura recta del paladar 23. Cerca de esos hueso~
que dije ser los mayores, se hallan otros dos pequeños 24 que unen las
aberturas de la nariz al paladar. Estos huesos terminan en la parte
peculiar de la antedicha sutura y en aquella sutura que se. extiende
transversalmente desde el. esfenoides hasta el medio de los dientes ex-
tremos. Están separados de los huesos circundantes por esas suturas y
son divididos entre sí por la sutura recta del paladar.
los dientes del perro; los cortantes o incisivos se llaman así por parecerse
a cuchillos que sirven naturalmente para cortar las cosas blandas; así
como las cosas duras no se cortan, sino que los caninos las rompen.
Todos los dientes se insertan en la concavidad de sus huesos; los huesos
que contienen los dientes se llaman alvéolos; los que van debajo del agu-
jero se llaman fosas. De todos los huesos, los dientes son los únicos que
se comunican con los nervios blandos del cerebro; por ello son los
únicos que duelen.
31 Apófisis coronoides.
32 Cóndilo.
33 Apófisis mastoidea.
34 Cavidad glenoidea.
814 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Las dos primeras vértebras están unidas entre sí por todas partes; la
parte anterior de las otras cinco tiene una unión muy robusta y resis-
tente; no se juntan, como dicen algunos, por cartílagos, sino por la
membrana, que envuelve exteriormente ambas túnicas de la médula es-
pinal y que, corriéndose por su centro, es su vínculo común 35. Todas las
demás, salvo las dos primeras, se unen del mismo modo. La cabeza tiene
un doble movimiento: uno es asintiendo y negando, y el otro lateral. La
apófisis de la segunda vértebra es muy apta para el primer movimiento,
pues su forma es cónica o pirenoides. El segundo 10 realiza la primera
vértebra, cuando se articulan sus partes transversales a los cóndilos
de la cabeza. El pirenoides 36 mira arriba y, partiendo de las partes an-
teriores de la segunda vértebra, es ligado a la cabeza por un ligamento
fuerte y redondo 37. La vértebra de arriba 38 (primera) brinda un lugar
donde se apoya perfecta y fuertemente. En la misma nace un ligamento.
transversal 39 que se envuelve interiormente en su derredor. Este proceso
es llamado odontoides por su semejanza con los dientes. Por ello Hipó-
crates ha llamado diente a esa segunda vértebra. En la parte inferior
de la primera vértebra hay dos cavidades poco profundas que se llaman,
por su semejanza con los senos oculares, glenoídes, semejantes a las
cavidades superiores; pero estas, por no recibir la cabeza, no son mayores,
sino menores que la que recibe la segunda vértebra. La primera vértebra
es muy ancha y delgada; la segunda 40 es más angosta y más fuerte, y
las demás son de la misma forma. Como la medula espinal se consume
en la ramificación de los nervios, y se afina, los agujeros vertebrales son
por ello más pequeños. Uno solo es igual en anchura a la medula que
envuelve. Esta es una disposición común a todas las vértebras, como lo es
la de las apófisis transversas y de las que van arriba y abajo y que se
conectan entre sí 41. En cuanto a las otras en muchas cosas coinciden
y difieren en otras, como lo diré luego.
35 Ligamento vertebral común anterior.
36 Apófisis odontoides del axis.
37 Ligamento occipito-axoideo.
38 Atlas.
39 Ligamento transverso.
40 Axis.
41 Apófisis articulares superiores e inferiores.
GALENO.-LOS HUESOS 815
Las vértebras del tórax son doce: a veces alguien carece de una o
tiene una más; el tener una de más es más raro que el tener una de
menos. Todas ellas hasta la décima tienen apófisis muy grandes, tanto las
que mira,n arriba como las que lo hacen hacia abajo, como las trans-
versas, a las que se unen las costillas. Su cuerpo es levemente inclinado
de arriba abajo y disminuye poco a poco, entre las que siguen. Esas
vértebras dorsales hasta la décima constituyen el espinazo semejante
al cuello de un tallo, dirigido de arriba abajo, mientras que la que está
debajo de la décima se extiende de abajo arriba; pero en las dos que
siguen a la décima, ello no aparece tan claramente como en las demás.
Lo mismo ocurre en las apófisis transversas: las que están sobre la
décima se inclinan hacia abajo, las que están debajo tienden hacia arriba.
Las que están en la décima no tienen inclinación. Las apófisis de la
décima que miran hacia arriba o hacia abajo se parecen a tubérculos, así
como la primera vértebra de la cerviz tiene cavidades no muy hundidas.
En las que están por sobre la décima, las apófisis que se dirigen hacia
42 Apófisis espinosa.
43 Tubérculo anterior del atlas.
44 Agujero transverso.
816 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
arriba son prominentes, las que se dirigen hacia abajo son ligeramente
sinuosas. Debajo de la décima ocurre lo contrario.
Ya dije casi todo sobre las vértebras lumbares. Son cinco y las
mayores y más densas de todas; cada una posee por dentro un canal
angosto que contiene la medula. Las apófisis de estas vértebras se
dirigen hacia arriba. Un nervio sale tan solo de la vértebra que hemos
indicado. De las apófisis que miran hacia arriba y de las que están su-
perpuestas, hay extremidades sobresalientes con las cuales se unen entre
sí. De las que están más abajo ya hemos dicho que las extremidades
son levemente deformadas. Si en ellas hay algo propio y raro que no
esté en las otras lo diré en este capítulo. En cada una de las vértebras
lumbares en su parte interior existen canales colocados sin orden por
donde pasan las venas, y allí son muchos y bien visibles; en las otras.
vértebras casi no se ve ninguno o son muy pequeños. Estas vértebras
tienen una apófisis inclinada hacia abajo (situada cerca del nacimiento
del nervio), que todas las vértebras a veces tienen; en las últimas aparece
alguna vez muy chica, o no aparece nunca; empero aparece siempre en
las vértebras superiores y en las dos últimas del dorso.
Este hueso es similar a las vértebras por donde se une a aquella que
le está sobrepuesta, pues mirando hacia abajo, las apófisis de aquella
vértebra nacen del hueso sacro, así como esa misma vértebra recibe las
que están situadas por enCima de ella.
Su espina es semejante a la que tienen las otras vértebras. Sus apófisis
son grandes y visibles 45, y en su parte externa tienen una pequeña
cavidad poco profunda, donde penetran los huesos del ilión. Este hueso
consta de tres pequeñas partes como si fueran pequeñas vértebras; y
en su extremidad se agrega un cuarto hueso, llamado cóccix. Si por
cocción se los ablanda y separa, parecen estructurados en forma de
vértebra. Los nervios que desde la medula espinal pasan por los agujeros
del hueso sacro cruzan por cerca de la unión de sus vértebras como
por toda la columna, pero no por ambos lados sino interior y exterior-
mente y forman tres pares.
Debajo del hueso ancho hay otro llamado cóccix, que consta de tres
partes características y que en su extremidad tiene más cartílago que el
hueso ancho. Cerca de su unión salen los nervios desde la parte pos-
terior.
Los primeros pares nacen de aquella parte donde el cóccix toca el
hueso ancho; el par siguiente nace donde la primera porción de aquel
hueso se une a .la segunda. Otros dos salen de allí donde la segunda
porción se une a la tercera. Cerca de la extremidad de esta tercera
posición, el resto de medula espinal concluye sin unión con nada.
Los huesos del tórax son: el hueso del pecho, las costillas y las
vértebras de la espina dorsal. Por ambos lados hay doce costillas como
otras tantas vértebras, pues cada costilla se une con su respectiva
vértebra.
Los huesos del pecho (esternón) se juntan por sinartrosis; su número
es de siete, como las costillas que les unen 46. Cerca del último hueso del
pecho nace un cartílago triangular 47. Cada costilla se une a la vértebra
de este modo. Hacia la raíz de la apófisis transversa de las mismas, el
nacimiento de la costilla tiene un pequeño tubérculo prominente 48 y es
recibido en una pequeña cavidad profunda, y ambos, la cavidad y el prin-
cipio de la costilla, se vuelven hacia arriba. Desde esa raíz se extiende
a lo largo de toda la apófisis transversa una costilla, y en su extremidad
es ligada por otro lazo vuelto hacia abajo. Así es como la costilla se une
a la vértebra de dos modos.
Los omóplatos están colocados detrás del tórax y unidos por múscu-
los al hueso occipital, a la espina dorsal, a las costillas y al hueso que
está delante de la garganta (hinoides). Son bastante desiguales y diferen-
tes en todas sus partes: gibosos en la parte exterior, aplastados en la
parte interna; en la base inferior son delgados y oblongos, en la parte
superior espesos y cortos. El hueso del omóplato está en gran parte
cubierto por cartílago, con preferencia en la parte profunda 49. Una es-
pina comienza en la base y se hace poco a poco más grande hasta llegar
a la región del acromion, donde se junta con la yúgula. Esa unión es
llamada acromion por algunos anatomistas; otros dicen que es un tercer
hueso diferente de los que se unen, que se observa tan solo en los
hombres y lo llaman catacleida y acromion. En esa parte los omóplatos
49 Esto es común en el caballo, vaca, etc.
GALENO.-LOS HUESOS 819
Las c1eidas se reúnen por ambos lados con la extremidad superior del
hueso pectoral; tienen forma ahuecada y son de espesor desigual. Su parte
inferior, por la que la c1eida se articula con el hueso del pecho, es más
espesa y más redonda que la otras; la que le sigue es mucho más
delgada. Todo el· resto es redondo y desigual: allí donde se une con el
omóplato es ligeramente engrosado. Las partes medianas de toda la
c1eida son redondeadas exteriormente, sobre todo las que llegan al
omóplato.
50 Cavidad glenoidea.
51 Corredera.
52 Cóndilo humeral.
53 Epitróclea.
54 Tróclea.
820 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
hay otras dos, siendo la anterior menor 55 que la posterior 56. Ellas red-
ben las apófisis agudas del pequis; en la flexión del pequis la cavidad
anterior recibe la anterior 57 de aquellos extremos, y en la extensión la
posterior recibe la posterior 58. Las otras partes del braquion son re:-
dondeadas, no rectas ni semejantes del todo, pues son gibosas en la
parte anterior y externa, chatas en la parte posterior e interna.
55 Cavidad coronoides.
56 Cavidad olecraneana.
57 Apófisis coronoides.
58 Olécranon.
59 Ap6fisis coronoides.
60 Olécranon.
61 Cavidad sigmoidea.
62 Tr6clea.
63 Ap6fisis estiloides.
GALENO.-LOS HUESOS 821
ocurre a los primeros huesos de los dedos y no a los huesos del post·
braquiaI. Partiendo solamente de los cuatro huesos del postbraquial, se
podría decir justamente que los huesos de los dedos son quince. Los
que colocan el tercer hueso del pulgar entre los huesos del postbraquial
afirman que este tiene cinco huesos, y entonces los dedos tendrán
catorce.
Por ambos lados de las apófisis rectas y grandes del sacro se yuxta--
ponen dos huesos a los que todavía no se ha dado nombre 70. Sus anchas-
partes superiores se llaman el hueso ilion; las exteriores e inferiores
después de la unión del merós se llama coxas 71, y las partes que a partir
de ese punto se dirigen hacia adelante, que son delgadas, perforadas y
unidas en su extremo, se llaman hueso del peine 72. Cada cadera tiene un
acetábulo 73 muy grande, articulado fuertemente con la cabeza del merós
por un ligamento muy resistente 74.
El tamaño del merós supera el de todos los huesos del animal: está
articulado por arriba con la cadera y por abajo con la cneme. En la parte
superior tiene una cabeza muy redondeada con un largo cuello inclinado
hacia el interior. Abriéndose levemente remata abajo en dos tuberosida-
des 75 tan grandes que pueden llamarse cabezas; se juntan con la cneme,
no solamente por medio de ligamentos membranosos que envuelven tod~
la articulación 76, sino por otros tres fuertes y redondos, uno de los
70 Coxales.
71 Isquion.
72 Pubis.
73 Cavidad cotiloidea.
74 Cápsula y sus fascículos de refuerzo.
75 Cóndilos femorales.
76 Cápsula y ligamentos.
GALENO.-LOS HUESOS 823
cuales se extiende por la parte externa 77; otro por la interna 78, y el
tercero, por la mitad posterior interna 79.
En la parte anterior la forma del merós es gibosa; en la parte pos-
terointerior es ahuecada. Debajo del cuello del merós hay dos apófisis
muy pequeñas, llamas trocánteres 80, de las cuales la externa, que es
mucho mayor, se llama glutón o nalga 81.
77 Menisco externo.
78 Menisco interno.
79 Ligamento cruzado posterior.
80 Mayor y menor.
81 Trocánter.
82 Sura, en latín.
83 Articulaciones, peroné o tibiales.
84 Son artrodias.
85 Cóndilos de la tibia.
S6 ¿Ligamento cruzado anterior?
824 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Desde allí empieza la planta del pie, formada por cinco huesos. Des-
pués de estos vienen los dedos del pie: tienen similitud con los de la
mano por sus tres falanges, salvo el pulgar, que consta de dos huesos.
Sus diartrosis están unidas por medio de los fuertes ligamentos membra-
nosos que hay en el astrágalo y en el calcáneo; algunos son redondos,
cartilaginosos y nerviosos. A mi parecer, estos rudimentos sobre huesos
son suficientes para los principiantes.
La trabazón y reunión de todos ellos es el esqueleto. Si en otras
partes hay un huesillo, como en el corazón, la nariz, la garganta o en los
dedos, como es el sesamoides, parecido al sésamo, o si se descubre al-
gún otro de este género, no es necesario describirlo en este tratado.
PROEMIO
no, en aquel libro que escribió como compendio de los volúmenes ana-
tómicos escritos por el padre, junto con otras partes, describió la disec-
ción de los músculos.
El libro de Lyco resulta más largo, pues trata de todo con mucha
prolijidad, entremezcla las cuestiones lógicas con aquellas que parecen
brotar de la disección y además expone con mucha extensión sobre en-
fermedades, de las cuales algunas no tienen nada que ver con la disec-
ción de los músculos.
Eliano y Pelops describen tan solo las cosas aparentes. Yo no pre-
tendo obrar de otra manera, pues en otro lugar he hablado, en dos co-
mentarios, del movimiento de los músculos. En el gran tratado dedicado
a las funciones de las partes, he expuesto su utilidad y otras muchas co-
sas. El modo de ejercitarse perfectamente en la disección muscular y en
la de todas las otras partes del animal, se expone en los Procedimientos
anatómicos 4. Por ello no había decidido escribir nada en particular sobre
la disección de los músculos; pero cuando traté de congregar en un vo-
lumen todo lo hallado por las disecciones, decidí entonces exponer lo que
otros médicos habían omitido en la disección de músculos o habían con-
signado erróneamente.
Sin embargo, como algunos amigos desearon ejercitarse directamen-
te y porque quisieron tener algunos comentarios de aquellas cosas que
investigaron por mi indicación, me indujeron a escribir este libro, en el
que describo todo lo que se ve en la disección de músculos. No daré
ninguna demostración de la función, sino que recordaré las cosas prin-
cipales explicadas ya en otros libros. Ellos quisieron que hiciera alguna
mención de lo que Lyco omitió o describió mal, pues a menudo ha· di-
secado muy bien y mejor que todos. Tal es mi propósito actual. Vamos
ahora a la descripción. Quien desee ejercitarse en la disección de· los
músculos, que cueree primero una mona sofocada en agua, como dije en
los Procedimientos anatómicos. Pues en esto erraron muchos confiando
a cualquiera ese trabajo.
Esos mismos desgarran muchas cosas y las confunden, así como tam-
bién aquel músculo delgado y ancho que se encuentra en el cuello debajo
de la piel 5; si se quiere puede no llamarse músculo, sino una naturaleza
o una sustancia musculosa. Este músculo principia en la parte delantera
desde los labios y mejillas y se extiende hasta la parte posterior, a la re-
gión de la espina dorsal, bien cubierto por la piel que envuelve el cuello;
es delgado y membranoso. Como está escondido, parece más una membra-
na que un músculo y está unido a la piel, de modo que si se le separa de
'ella se pone de manifiesto. Este músculo no envuelve ninguna articula-
ción, ni tampoco se inserta en ninguna, y solamente mueve las mejillas
y la piel a las cuales está unido. Aun antes de la disección, su movimiento
es claro y evidente cuando queremos mover la mejilla a los costados,
luego de bajar el maxilar inferior y de abrir la boca. En aquellos que son
presa del espasmo es el primer músculo que se contrae, y los llamados
espasmos cínicos o caninos se deben principalmente a una afección de
dicho músculo.
En bien de la claridad llamo a este músculo myodes platisma o dila-
tación musculosa. Envuelve todo el cuello; se dirige hacia abajo, en su
primera parte hasta las cleidas y en su parte posterior llega hasta cerca de
la espina del omóplato hasta el principio del meatafreno o dorso.
Lo que se encuentra en medio de esa inserción es membranoso y se
extiende rectamente por la región cervical de la espina dorsal. Esto lo ig-
noraron los profesores de disección que cuerearon mal el animal. Vaya-
mos a los músculos de la cara.
Son dos músculos muy pequeños que nacen de ambos lados del ma-
xilar y se insertan en el ala correspondiente a la nariz, abriéndola 8. Nin-
gún músculo contrae la nariz; pero cuando dichos músculos interrum-
pen su acción, la nariz se coloca en una posición media; más allá de esta
posición no es llevada por ningún músculo; sin embargo, en las inspira-
ciones profundas las alas siguen el impulso del aire. La nariz puede lle-
varse hacia abajo por la presión de los labios.
Están situados cerca de la base del ojo, sea que se admita que es
uno solo, doble o triple, o que son dos o tres reunidos que contribuyen a
sostener el ojo, sobre todo cuando miramos atentamente un cuerpo pe-
queño 10. Los otros (músculos) que mueven el ojo son seis: cuatro pre-
8 Porción nasal de los piramidales.
90ribasio habla de cara en vez de frente, y los traductores dicen que se
trata del músculo facial de los monos; si se tratara de la frente, sería el
frontal.
10 Orbiculares.
GALENO.-LA DISECCrON DE LOS MUSCULOS 829
siden los movimientos rectos 11, y los otros dos lo hacen dar vuelta 12;
estos últimos salen de la región del gran ángulo y llegan al pequeño. En
cuanto a los otros cuatro, uno mueve el ojo hacia arriba, otro hacia
abajo, el tercero hacia la nariz y el cuarto hacia afuera, en dirección del
ángulo pequeño. Los que afirman que son cinco y no seis, siguiendo a
Lyco, nó yerran solo en el número, sino también en el reconocimiento
de los movimientos.
16 Apófisis cigomática.
17 Pterigoideos internos.
830 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
18 Pterigoideos externos.
19 Trapecio.
20 Recordemos que Galeno fue, en Pérgamo, médico de gladiadores.
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 831
Siete son los músculos que mueven ambos hombros. Dos descienden
oblicuamente del occipital, como ya dije; el tercero nace de la apófisis
transversa de la primera vértebra; el cuarto proviene del hueso situado
en la garganta 22; otros dos-el quinto 23 y el sexto-nacen en la espina
dorsal, y el séptimo, el músculo más grande 24, sube desde la región lum-
bar a la articulación del hombro. Diré su naturaleza luego, en la parte
del libro donde hable de los músculos que mueven la articulación del bra-
qufon. El músculo que nace en la primera vértebra, se inserta casi en la
tercera parte de la espina del omóplato, es decir, en toda su extremidad
superior hasta cerca del acromion. Es un músculo carnoso, muy poco
ancho, y mueve el hombro hacia las partes laterales del cuello 25. Lyco
ha ignorado la función de este músculo, su origen y su inserción, y lo
hace provenir de la apófisis del cráneo, llamada estiloidea, por su pareci-
do con una columna, y piensa que llega hasta el acromion.
El que nace desde el hueso de la garganta 26 se inserta 27 principal-
mente en la parte del borde superior del omóplato, donde nace su apófisis
en forma de áncora, llamada en griego angyroides. Este músculo es del-
gado y largo, y lleva el hombro a la parte delantera del cuello hacia su
nacimiento, lo cual es común a todos los músculos. El músculo que as-
ciende desde la región lumbar 28 a la articulación del hombro y se inserta
en el borde inferior hasta la base del omóplato y las partes cóncavas del
mismo hueso atrae todo el hombro con esos ligamentos desde la parte
21 Músculo occipitoescapu1ar de los monos.
22 Omohiodieo.
23 Romboides.
24 Gran dorsal.
25 Músculo acromiotraqueliano de los monos (Bussemaker y Daremberg).
26 Hioides.
27 Omohioideo.
28 Gran dorsal.
832 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
delantera inferior hacia abajo y hacia sí. De los otros dos músculos que,
según Lyco, son los únicos que mueven el hombro, el primero, super-
ficial, nace en todas las vértebras del tórax 29 y se inserta en la parte in-
ferior de la espina del omóplato; el segundo, situado debajo de aquel,
nace en las siete vértebras del tórax y en las cinco del cuello y se inserta
en toda la parte de la base del omóplato, que es cartilaginosa 30. Ambos
llevan el hombro hacia atrás, pero el primero 31 lo- hace también hacia aba·
jo y el segundo 10 lleva hacia arriba en dirección del cuello 32; si ambos
se contraen a la vez, llevan todo el omóplato hacia atrás contra la espina
dorsal, acercándose hacia las siete vértebras superiores del tórax.
29 Romboides.
30 Escápula de mono.
31 Pequeño romboides.
32 Gran romboides.
33 Esternocleidomastoideo.
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 833
parece dividirse cerca del cuello, de modo que sus partes que se acercan
a él lo tocan. La parte anterior se inserta en el hueso del pecho por un
ligamento nervioso; la segunda tiene inserción carnosa en el comienzo
de la cleida y está colocada en el medio entre la misma inserción que ter-
mina en el hueso del pecho y la antedicha inserción que nace en el occi-
pital. Desde el punto de vista del movimiento y de su función, es un
solo músculo; su movimiento es oblicuo, y su función es la de hacer
rotar la cabeza hacia adelante. No es un solo músculo por no ser del
todo continuo y no tener iguales sus nacimientos y sus inserciones rec-
tas. Pues tiene dos nacimientos: uno carnoso en el hueso occipital, y
más nervioso, en cierto modo, el que nace debajo de la oreja. Las inser-
ciones son como ya dije: la que llega a la cleida es carnosa, y nerviosa
la que se inserta en el hueso del pecho. En este punto no erraron mucho
los profesores de disección; algunos pensaron que la porción del múscu-
lo nacida en el hu:eso occipital se inserta en todo el largo de la cleida, y
no es poca falta decir esto ante la apariencia y lo que se le presentaba
a la vista. Y esto lo afirmaron Lyco y otros hombres célebres, a pesar de
que el músculo no cubre toda la clavícula y ni siquiera la mitad. Los
músculos de este par son bastante grandes, como puede observarse sin
disección en todos los hombres, sobre todo en los atletas 34.
Los que nacen atrás, en el occipital, son más pequeños y más nume-
rosos que aquellos. Son de dos clases: una común al cuello y a la cabeza,
y otra solo a la cabeza. La clase común al cuello y a la cabeza se divide
en ocho músculos, cuatro a cada lado de la espina dorsal. El primer par
de estos nace en el occipital en forma ancha y luego se hace más estre-
cho en el descenso; la forma de cada uno se asemeja a la de un trián-
gulo rectángulo cuya base es el nacimiento en la cabeza; el otro lado
que llega al ángulo recto es la cima de la espina, y el- tercero es el que
junta ambos. Por lo dicho, es evidente que las fibras de esos músculos
son oblicuas y dirigidas desde los costados de la cabeza hacia atrás. Cada
uno de estos músculos se sobrepone a los otros como pliegos o láminas.
Después de sacar a estos, aparecen tres pares musculares, pero la mayor
parte de las veces, dos. Uno se extiende a lo largo de la espina (apófisis
espinosas) y se compone de músculos, algo anchos y oblicuos, que desde
el occipital van hacia los costados de la espina dorsal; el otro, está for-
mado por músculos redondos, cuyas fibras van desde las partes transver-
sales de la cabeza, donde tiene origen, a la punta de la espina dorsal.
34 V éase nota 20.
834 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Cuando aparecen tres haces 1 uno se extiende cerca de ·la espina dor-
sal 351 otro cerca de las apófisis transversas de las vértebras1 y el tercero
se sitúa en el medio de los dos. A menudo, también puede verse que
todas las fibras de esos pares musculares van oblicuamente de atrás ha-
cia adelante y concluyen en ·las apófisis transversas de las vértebras. Si
se sacan esos músculos aparecen a la vista los haces musculares situa·
dos en la articulación de la cabeza. Existen allí, de· ambos lados 1 cuatro
pequeños músculos: dos de ellos nacen en un punto común del hueso
occipital de la cabeza rozando la articulación; uno es más nervioso, va
a la apófisis posterior espinosa de la segunda vértebra, y se angosta en el
punto de inserción 36; el otro es oblicuo y va a la apófisis transversa
de la primera vértebra 37. El tercer músculo une a estos dos y va desde
la apófisis transversa de la primera vértebra a la apófisis posterior de la
segunda 38. Este músculo se inserta en los· costados de esta última apófi-
Si5 1 así como el llamado primero lo hace en la punta de la apófisis, que
llaman acanto (esto eS 1 espina o ápice). Debajo de él hay otro pequeño
músculo que proviene del hueso occipital y se inserta en la primera vér-
tebra 39. La función de estos ocho pequeños músculos consiste en mover
solamente la cabeza alrededor de la articulación, así como la de los múscu-
los que están en contacto con ellos es la de mover la cabeza y el cuello a
la vez. Los músculos rectos que van a la primera y segunda vértebra
. mueven solamente la cabeza negando en línea recta; cuatro la mueven
con una pequeña inclinación, de los cuales dos que nacen en la cabeza
y descienden con una ligera oblicuidad la mueven hacia los costados;
al contraerse los otros dos vuelven la cabeza a su posición natural con
las partes continuas de la primera vértebra 1 después que fue extendida
oblicuamente por el movimiento de los antedichos músculos opuestos.
También se sabe que si en cada par de estos músculos actúa uno sol01 el
movimiento de la cabeza es oblicuo y que si ambos obran a la vez, el
movimiento es recto. Así también en los músculos subyacentes que ocu-
35 Daremberg y Bussemaker creen que puede tratarse del esplénico, del coín-
plexo y quizá del transverso del cuello.
36 Recto posterior mayor.
37 Oblicuo menor. Según Daremberg y Bussemaker, sería el recto posterior
menor.
38 Oblicuo mayor.
39 Recto posterior menor. Según Daremberg y Bussemaker, sería el oblicuo
menor.
GALENO.--....:LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 835
Esternocleidohioideo.
44
Esterno tiroideo.
45
46 Cartílago tiroides.
47 Hioides.
48 Milohioideo.
49 Constrictores superior, medio e inferior. Según Daremberg y Bussemaker,
serían los cricotireofaríngeos.
50 Cricotiroideos posteriores y laterales, según Daremberg y Bussemaker. Se-
gún Dellepiane, serían los músculos intrínsecos de la laringe.
51 Tiroaritenoideos.
52 Aritenoideos transverso y oblicuo.
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 837
53 Subclavio.
838 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
59 Hiogloso y geniogloso.
60 Milohioideo.
61 Hioglosos.
840 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
62 Periestafilinos.
63 ¿Angular?
64 ¿Elevador de la escápula?
65Infraescapular.
66 Transversa.
67 ¿ Escalenos?
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 841
y más bien para atrás todo el cuello. Si ambos se contraen a la vez,se
produce una media flexión lateral del cuello. Si solamente se contraen
los músculos anteriores, uno a la derecha y otro a la izquierda, .todo ·el
cu~llo se flexiona afirmando hacia adelante; si son los posteriores, la fle-
xión es negando hacia atrás. Si los cuatro se contraen a la vez, el cuello
no se vuelve a ningún costado y queda. recto, como ocurre en aquella
especie de espasmo llamado tétanos, en griego.
68 Serrato mayor.
69 Escalenos.
70 Oblicuo mayor.
842 CIENTIFlCOS GRIEGOS.-TOMO II
71 Pectoral mayor.
72 Pectoral menor.
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 843
delgado y tan largo como el primero; ha sido ignorado por los maestros
de disección, pues al no sacar bien la piel desaparece o se echa a perder.
Todos han escrito sobre el músculo grande, explicando más o menos bien
su naturaleza; en cuanto al músculo delgado ascendente por la piel cerca
del ilíaco y de las falsas costillas, proveniente en gran parte de las mem-
branas que existen debajo de la piel, adquiere cierto espesor al ascender
hacia las axilas; es, entonces, un músculo ya manifiesto y termina en un
cordón membranoso, asentándose en los otros dos músculos con los cua-
les se une: uno de estos proviene del músculo inferior del tórax, y el
otro, de la segunda porción del músculo bifurcado.
El último de los músculos que asciende desde las regiones profundas
a la articulación del braquíon, es el más grande y comienza en lasvér-
tebras donde se articulan las falsas costillas; insertado en el músculo dor-
sal 73 y en el punto inferior del borde inferior del omóplato, es llevado
algo oblicuamente hacia adelante, naciendo cerca de los músculos que
están debajo del borde inferior del omóplato. Como llega a la axila rec-
tamente, asciende en línea recta hacia la misma. De allí, por medio de un
tendón algo ancho, se inserta en el brazo a lo largo de las partes internas
de la apeneurosis del músculo mayor entre aquellos tres que suben· del
pecho, uniéndose a dos de ellos: al que se extiende por encima de la
axila, y al que llega a la articulación de la prominencia del pequis, de los
que hablaré luego.
Los que nacen en el mismo omóplato son cinco; terminan todos en
anchos tendones en el braquíon y se insertan en él ... parte ... como nace
en el predicho músculo cerca de la aponeurosis aquel que empezando
desde la parte más baja del borde inferior y subiendo hasta el brazo por
la parte posterior interna, se inserta también en él por una inserción. más
alta, larga y fina, unida a la inserción del citado músculo. Se forma, pues,
de las partes internas del brazo, alcanzando la dicha aponeurosis. En
efecto, en forma más amplia que aquella,se inserta en la misma cabeza
del brazo desde las partes internas, el tendón del músculo que ocupa el
hueco del hombro; es fuerte y ancho 74. La aponeurosis del músculo que
ocupa la región intermedia entre la espina del omóplato y el borde supe-
rior del mismo se inserta en lo más alto de la cabeza del braquíon y no
en aquella parte del mismo que mira hacia la cleida, donde se inserta
el otro músculo. Su punto de inserción se realiza en aquella parte sepa-
73 Gran dorsal.
74 ¿Supraespinoso, infraespinoso o redondo?
844 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
rada externamente por la cabeza más grande del músculo que llega a la
articulación de la prominencia del pequis. El que tiene la inserclOn con-
junta a la anterior, es el que nace en las partes bajas de la espina del
omóplato y está colocado en la región intermedia entre la espina del
omóplato y el borde inferior; emite un tendón hacia afuera de la cabeza
del brazo.
El músculo, que le es contiguo, quizá porción del mismo, envía
un tendón a las partes externas del brazo. Nace este músculo en las partes
superiores del borde inferior del omóplato, desde su parte media que es
prominente y muy aguda.
Los movimientos de estos músculos son los siguientes: el que ocupa
la región superior del hombro lleva el brazo hacia arriba en línea recta 75.
De aquellos que· están colocados a sus costados y nacen en el mismo
omóplato, el que se extiende por el superior 10 levanta inclinándolo hacia
el interior; de los que están colocados sobre el borde inferior, el
mayor 76 lo lleva hacia afuera, y el que es como una porción de este lleva
oblicuamente el brazo hacia afuera. Estos movimientos los realizan hacia
adentro los músculos que vienen del tórax, sean ellos tres o cuatro 17;
hacia afuera los cumple el que asciende de la parte inferior del borde
inferior 78. Si todos los músculos inferiores y superiores nacidos en el
tórax se contraen simultáneamente, se produce un movimiento mediano;
si actúa un solo grupo, entonces el de arriba produce una aducción más
alta y el inferior una más baja. El músculo que está cerca de la tetilla lleva
el brazo hacia el tórax y hacia abajo 79. Fuera de estos, el músculo delgado
y superficial 80 lleva el brazo lateralmente a las axilas; después de este,
el mayor 81 extiende el brazo rectamente a lo largo de las costillas. Los
otros dos músculos restantes, que arrancan del omóplato 82, mueven
circularmente el brazo hacia afuera y atrás: el uno, nacido en la conca-
vidad del omóplato, lleva la cabeza del braquíon hacia atrás; otro,
nacido del límite inferior del borde más bajo, lleva hacia afuera especial-
75 Deltoides.
76 Redondo mayor.
77 Pectorales.
78 Redondo menor.
79 Pectoral menor.
80 Porción cutánea del mono, según Daremberg y Bussemaker.
81 Gran dorsal.
82 Supra e infraespinosos.
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 845
86 Braquial anterior.
87 Tríceps, dividido en dos músculos por Galeno (Daremberg y Bussemaker).
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 847
braquial, cerca del dedo mayor 91. Esos tres músculos extienden el bra-
quial; cuando la extensión se hace del lado del dedo pequeño, la mano
se inclina hacia abajo (pronación) y cuando se hace del lado del pulgar,
se inclina hacia arriba (supinación). El músculo que está entre los dos
produce una extensión intermedia del braquial, así como también si los
otros dos músculos obran a la vez, la parte superior de la mano adquiere
una firmeza media.
Al lado del músculo que mueve el braquial hacia el lado del pulgar
hay otro músculo, tan junto a aquel, que pueden ambos tomarse por
uno solo; llega hasta el primer hueso del dedo grande 92 y le impriqle un
movimiento lateral análogo al movimiento oblicuo que ya indicamos
anteriormente para los otros dedos y que dijimos era efectuado por tres
músculos. Un ligamento envuelve las dos cabezas en la parte superior
de la querquís y los otros dos mueven el braquia1. Si ambos se extienden
a vez, el dedo mayor se extiende rectamente.
Existen otros músculos externos del pequis, como son: el que tiene
inserción oblicua sobre las partes superiores de la querquís y que es
completamente carnoso 93, o el músculo largo colocado sobre la quer-
quís, que no termina en un tendón fino, sino que su extremidad es
carnosa unida a un tendón membranoso de moderada anchura; se inserta
en la extremidad inferior de laquerquís que mira al braquial, en su
parte interna 94. Tiene como una extremidad que toca el braquíon; las
extremidades superiores de los predichos músculos se comportan del
mismo modo.
De la extremidad externa del braquíon o cóndilo, es decir, nudo,
nacen, juntámente enlazados, tres músculos: el de arriba extiende cuatro
dedos; el de abajo extiende el braquial cerca del dedo pequeño; el
intermedio extiende los dos dedos pequeños. Los dos músculos de los
otros tres dedos, unidos y reforzados en cierta parte de sí mismos, nacen
de todo el pequis: uno se coloca en el índice y dedo medio desde la
región cercana al braquial, y el otro en el dedo mayor desde la región
arriba de esta que sube a la articulación de la cabeza del pequis. Este
tiene su nacimiento en aquella porción del mismo que está debajo de la
91 Cubital externo.
92 Extensor propio del pulgar
93 Supinador corto.
94 Supinador largo.
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 849
dedo grande se ven solamente dos músculos que se comportan como los
de los demás dedos, y todos ellos están a veces tan agrupados que parece
no haber más que uno solo en cada dedo.
Entre los músculos del tórax que se hallan entre las costillas y por
estar entre ellas son llamados intercostales, hay veintidós cuyas fibras
tienen una dirección opuesta en longitud. En efecto, tanto los músculos
como sus fibras no se extienden desde la espina hasta el hueso del pecho,
sino que insertan oblicuamente de costilla a costilla y se parecen a la
letra X. Las fibras exteriores 107 que proceden de las partes superiores de
las costillas hacia las inferiores dilatan el tórax; las interiores 108 lo con-
traen. Al nivel. de las partes cartilaginosas de las costillas existentes cerca
del hueso del pecho se encuentran fibras de función contraria a las
anteriores; la fibras superficiales contraen y las profundas dilatan. Un
par de pequeños músculos levanta las primeras costillas 109, y otros dos
bajan la décima y la undécima 110. En la duodécima costilla, situada fuera
del diafragma, se inserta el músculo oblicuo menor del abdomen; algunas
veces (esta costilla) parece tener un músculo que la hace descender.
Los otros tres pares musculares descienden del cuello y ¡;lilatan el tórax;
el mayor es el situado en la parte cóncava del omóplato 111, el menor es
el que se halla colocado delante de este mismo par 112, y el que está colo-
cado atrás es el más pequeño de todos 113. El nacimiento superior del
mentado primer par es la primera vértebra cervical; del segundo es la
segunda; el tercero nace por un ligamento membranoso en la punta de
la región mediana de la última vértebra cervical, o de las dos primeras
vértebras dorsales.
El primer par llega hasta las falsas costillas; el segundo, hasta la
quinta; en cuanto al tercero, pese a nacer en la tercera costila, se inserta,
sin embargo, en las cuatro siguientes.
107 Intercostales externos.
108 Intercostales internos.
109 Dentado superior.
110 Dentado inferior.
111 Serrato mayor.
112 Fascículo propio del mono (Daremberg y Bussemaker).
113 ¿Escalenos?
854 CIENTIFICOS GRIEGOS.~TOMO II
y los predichos músculos es la mitad del tórax que no tiene ningún múscu-
lo propio, sino que se mueve con las partes existentes a ambos lados.
La parte más externa del recto tiene un músculo mezclado con la piel,
algo como un músculo cutiforme, o una piel musculosa, que se encuentra
principalmente en las partes delanteras. Existe otro músculo, finamente CÍ-
119 Rectos y piramidales.
120 Túnica vaginal.
121 Isquiocavernosos.
122 Bulbocavernosos.
858 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
reglOn interna del muslo prosigue hasta la rodilla y desde allí se inserta,
no mucho después de la articulación, en el anticnemion o sea la parte
superior de la cneme que algunos. llaman ocrea. Este músculo flexiona -la
cneme hacia adentro y la lleva también en alto, y coloca toda la pierna
en aquella posición que se produce principalmente cuando cruzamos una
pierna sobre otra. El músculo próximo a este se inserta en el hueso de
la cneme, aunque no por medio de una extremidad carnosa, como aquel,
sIno por un tendón de mediocre anchura. Nace en los huesos del pubis y
se inserta en el propio anticnemion; dobal la cneme hacia adentro lle-
vándola aún en línea recta.
Ray otro músculo que se encuentra en la parte interna y a veces por
debajo del anterior y próximo a él; se inserta también en el anticnemion
por medio de un tendón 132; flexiona la pierna hacia afuera y -la dobla
oblicuamente, de acuerdo con su propia posición oblicua. Nace en las
partes internas y externas del hueso de la cadera, progresa oblicuamente
por las partes posteriores del merós, rebasa· luego toda la articulación de
la rodilla y se dirige hacia el interior: se inserta oblicuamente en esa par-
te de la cneme que parece descarnada y que se llama anticnemion.
Junto a este nacen otros tres músculos: el primero 133 viene de las
partes externas y es bastante fuerte; está situado en la parte externa del
merós y se inserta debajo de la rodilla en las partes externas de la cneme
por medio de una terminación carnosa, ancha y fina; mueve la pierna
hacia afuera. Los otros dos nacen en lo alto, en las regiones internas pró-
ximas a las dos 134 que fueron antes citadas, de tal modo que son cuatro
brotes conjuntos y próximos, nacidos en las partes anteriores de la base
del hueso de la cadera.. El primero, próximo a los dos precitados, en su
mayor parte de color cárdeno, llega hasta la región interna de lacneme
muy poco después de la articulación; flexiona la cneme y al mismo tiem-
po la dobla hacia afuera por medio de un tendón ligeramente cilíndrico.
El segundo, que es el subsiguiente, se inserta en las partes internas del
fémur situadas sobre la articulación de la rodilla; llega a la tuberosidad
interna, donde nace uno de los músculos situados en la porción carnosa
posterior de la cneme, llamada gastrocnomia o vientre de la cneme. Allí,
con él, se inserta también un músculo del que ahora trataré; lleva a la
132 Semitendinoso.
133 Bíceps.
134 Semimembranoso y fascículo aislado del aductor mayor (Daremberg Y
Bussemaker).
GALENO.-LA DISECCION DE LOS MUSCULOS 863
cneme hacia adentro con la ayuda del otro, principalmente cuando ellos
se contraen con fuerza. Este músculo lleva el merós hacia adentro y a la
vez un poco hacia atrás. Considero a este décimo músculo entre los que
mueven hacia· arriba la articulación de' .la cadera, y rechazo la tesis de
que por su naturaleza forme. parte de los músculos motores de la articu-
lación de la rodilla .. Los otros tres músculos anteriores del roerós extien-
den la articulación de la rodilla. Dos están situados en la superficie: son
poderosos y rematan en un ancho y fuerte tendón, insertado en toda la
redondez de la epigonatis o rótula, llegando hasta la cneme en cuya parte
anterior se inserta 135. El que se esconde debajo de los anteriores se in-
serta en el nacimiento de la epigonatis 136 y se adhiere a los ligamentos si-
tuados en derredor de la articulación. En su extremidad no es de tipo ner-
vioso como los precitados,. sino en las partes anteriores; en sus porciones
internas es carnoso y aparece como doble. Yo no diría que es un músculo
sino dos, si no me cuidara de no disentir con los antiguos salvo en caso
de absoluta necesidad. Los comienzos de estos músculos anteriores son
cuatro: uno sale de la espina superior del hueso ilíaco, debajo del múscu-
lo angosto enumerado en primer término; el otro, nace en las partes
externas del merós. principalmente cerca del gluton. Esta raíz origina el
mayor músculo entre los anteriores, que ocupa toda la parte externa del
merós. El que he citado anteriormente, músculo menor que este, origina
un músculo más grande que los demás, pues ocupa toda la región anterior
del merós y una cierta parte de la interior. Los dos músculos acaban por
reunirse, formando una aponeurosis y llegan a la epigonatis. En cuanto
al músculo doble que les es subyacente y nace en la cabeza del merós,
tiene una inserción que alcanza la primera apófisis del gran trocánter y
el cuello de la cabeza del merós, y otra inserción nace en la región an-
terior del merós debajo del nombrado. Es perfectamente recto; por las
partes delanteras del merós llega hasta la epigonatis conservándose todo
él carnoso; en cuanto al que nace arriba, forma una extremidad mem-
branosa y termina en la cabeza interna del merós. Por esto se los con-
sidera como dos músculos, con preferencia a los que forman un solo
tendón.
Todos los precitados músculos descienden por encima del merós y
mueven la articulación de la rodilla, de modo que, a mi parecer, son más
bien nueve. Para no sentar discrepancia con l()s antiguos maestros de
debajo del pie a la primera articulación del dedo grande. Donde termina
el comienzo de ese músculo, allí mismo está la cabeza del segundo de los
mentados músculos. No muy lejos de su nacimiento, este músculo termi-
na en tendón redondo, siendo todo él delgado. Después de él se halla
cerca casi la mitad del peroné, donde nace el tercer músculo que rodea
todo el pie. Se extiende a las partes externas próximas al maléolo y al
talón, rematando en un tendón que se inserta en un hueso colocado de-
lante del dedo pequeño.
En su nacimiento presenta dos ramas de desigual tamaño, en medio
de las cuales pasa el músculo abductor del dedo pequeño. Estos tres
músculos han sido confundidos en uno solo por ciertos profesores de di-
sección, a causa de su raíz común. El mayor y más grueso de estos siete
músculos fue mencionado en primer término; iguales entre sí son el se-
gundo y el quinto, que descienden ambos hasta el principio del primer
hueso del dedo. mayor; el segundo baja desde la región superior interna
del pie, y el quinto, desde las partes más bajas. Después de los citados, el
que está en medio de todos, extensor de los dedos, y el último nombrado,
motor de toda la articulación, son de espesor casi igual, pero de desigual
largo; el extensor de los dedos es el de mayor longitud. Los dos músculos
restantes, a saber, el tercero y pequeño mencionado, que llega al dedo
mayor por la parte superior, y el sexto, que desciende al dedo pequeño
por la parte externa, son de espesor desigual: muy delgado este último, y
de espesor triple o cuádruple el otro; pero ambos son casi igualmente
largos.
Aunque algunos profesores de disección omitieron algo sobre todos
estos músculos y se confundieron y equivocaron, no descuidaron, sin em-
bargo, ninguno de ellos. En cuanto al músculo del hueco poplíteo, no sé
por qué todos lo pasaron por alto; es por cierto de escasa longitud, pero
no es delgado, principalmente cerco de su base, en donde es un ligamen-
to robustísimo procedente del cóndilo externo del merós. Esta ocultado
por la misma articulación y también por el ligamento que desde el merós
se proyecta exteriormente sobre la cneme. En cierta manera, este múscu-
lo es ligeramente oblicuo, y por ello no produce la flexión de la cneme
exactamente recta, sino ligeramente inclinada hacia afuera. El decimo-
quinto músculo de los que hay en la cneme, a saber: el que yo he enu-
merado entre los que mueven la articulación de la rodilla, es este último
que he nombrado 145.
145 Poplíteo.
868 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
Mis amigos han opinado que en este libro he hablado sobre los múscu-
los del pie más brevemente que de los demás, y es porque he transcrito
en este lo que fue consignado en el segundo libro de Procedimientos ana-
tómicos; 10 cual viene justamente al caso. En el pie hay cuatro clases de
músculos y no dos como en la mano: tres en las partes inferiores del pie
y una en la parte superior, sobre el tarso. Esos, que son cinco músculos,
producen los movimientos oblicuos de los dedos 146 y corresponden a los
siete que se hallan en la región externa 147 de la mano. Los que están situa-
dos debajo del pie son siete, y como los siete de la mano a los que co-
rresponden, dan a cada dedo un movimiento oblicuo. A semejanza de los
que en la mano nacen en los primeros huesos del braquia1, así, en el pie,
dos son los que nacen en los primeros huesos del tarso y separan lejos
de los otros a los dedos externos. En cuanto a los otros cinco, los nom-
braré más adelante.
En las partes inferiores hay otros músculos pequeños que provienen
de los tendones flexores de los dedos, antes que dichos tendones se sepa-
ren individualmente.
LA BILIS NEGRA
En cuanto una arteria o una vena reciba una herida aparece un hu-
mor; al instante se derrama desde los vasos circundantes 8, más rojo por
las venas, más amarillento por las arterias. Pero en seguida los dos hu-
mores se condensan, no solo si salen del cuerpo, sino en todo lugar que
los contenga, y luego vemos esa coagulación espesarse en un coágulo o
grumo, como los griegos llaman a la sangre coagulada. No solamente pa-
rece coagularse en las regiones del estómago o de los intestinos, sino tam-
bién en la vejiga, donde se colecciona la orina, en el pulmón, en la arteria
dura, entre el tórax y el pulmón y en el útero de las mujeres. En dicho
humor predomina el color bermejo, y la de este color es la mejor sangre.
Alguna vez parece amarilla y más negra, y su consistencia es espesa o
tenue. También ·la sangre de una vena cortada parece contener una ligera
humedad que cubre su superficie, mientras se la mira coagularse 9: pues
es perfectamente razonable que algo procedente de la bebida sea llevado
con la sangre nacida en el hígado 10 y excretado luego, no solo por las
orinas, sino también por el sudor y por la que llaman transpiración oculta
al sentido 11. Alguna vez también se ve flotar sobre la sangre el humor pi-
tuitoso 12, y toda la sangre aparece más espesa y más negra, de modo que
parece como pez líquida. Lo que fluye de las venas y de las arterias se
llama indistintamente sangre, pues ninguna de sus diferencias que he
apuntado tiene un nombre propio; toda la sangre coagula al instante, aun
cuando se derrame en la profundidad de las partes carnosas. Pero se
distingue otro humor, parecido a sangre espesa y negra, evacuado en los
vómitos y deyecciones, que no se solidifica, por más tiempo que quede
al aire. Los que vomitan sienten a veces un gusto ácido y a la vez áspero,
de una cualidad que no se puede percibir; no es dulce como la sangre,
ni salado como a veces la sangre y la pituita, ni tiene el sabor amargo de
la bilis amarilla. Se trata, pues, de una falsa sangre y de una falsa pituita,
y se ve claramente que es un humor morboso.
Pero la sangre es en gran parte dulce, mientras la pituita carece de
cualidad, como el agua, la cual, si es apartada de su natural cualidad,
puede ser salada y ácida, y a veces dulce. Este humor, cualquiera que
sea, se llama pituita cuando es blanco y tiene la característica de todos
los humores, de no congelarse. Es evidente que no trae ninguna utilidad
llamar a un humor salado almurón o bien alucón, ya que ambas palabras
significan lo mismo, esto es, salado. Existe, pues, otro humor que no
parece nunca amargo a los que vomitan, que no es siempre amarillo, sino
a veces pálido, pero siempre más espeso que pálido cuando es amarillo.
Por ello sucede que los que piensan rectamente acerca de los humores
infieren que la mezcla de una ligera humedad y el aspecto acuoso es un
indicio seguro para decir que la bilis amarilla muéstrase pálida. A esta
humedad algunos la llaman acuosa, y otros serosa, de esa especie de
la que provienen el sudor y la orina. En razón de su tenue humedad, la
bilis amarilla se hace más blanca por el calor y más húmeda por su con-
sistencia' de modo que al desparramarse parece semejante a la yema de
huevos crudos y por ello la llaman vitelina. Aquella bilis pálida o amarilla
o vitelina tiene su nacimiento en los vasos. En el estómago nace otra
bilis color de puerro, así llamada por el color del puerro, como la cobriza
es así llamada por semejanza con el cobre. Hay otra bilis llamada glastína,
que recuerda el color verdemar del glasto. Todas tienen esto en común,
y es que no se coagulan. Así llamaron algunos la bilis bermeja porque se
acerca bastante a la consistencia de la sangre tenue, pero porque no se
coagula la llaman bilis. Todo esto se ha dicho tal vez con excesiva ampli-
tud porque así lo necesita mi propósito, sea por la importancia del tema,
sea por la utilidad del conocimiento y para compendio de la enseñanza,
por la cual he sido llevado a disertar sobre estas cosas.
Volvamos ahora a la bilis negr'a.
bunclo que reside bajo la piel. Si el apostema se produce sin la fiebre, sue·
le engendrar de suyo lepra cuando está mezclado con la sangre; si está
solo y sin mezclar, provoca al principio un tumor negro y luego se re-
suelve en un cáncer, pues destruyendo la piel se hace más acre y más
rebelde; pero cuando es más benigno, produce el llamado cáncer latente
sin úlcera. Se ve claramente que todas estas enfermedades, el cáncer sobre
todo, provienen del humor melancólico, pues las venas que llegan a la
parte afectada contienen claramente espeso humor melancólico. La na-
turaleza trata siempre de purgar y depurar la sangre de todo lo corrom-
pido, expulsándolo desde las partes principales hacia el vientre y el intes-
tino o rechazándolo a la parte superficial. Pero las impurezas que son de
muy tenue sustancia salen a través de la piel por aventamiento que escapa
a los sentidos 13, o en forma sensible por medio del sudor. Lo que no pue-
de expulsarse por la piel a causa de su espesor es atraído al interior y
detenido; si es cálido, produce carbunclo; si 10 es poco, cáncer. Cuando
el humor melancólico es blando y de cualidad benigna y se mezcla con la
sangre, produce lepra colorada, y si esta dura algún tiempo, se vuelve
negra. Frecuentemente la naturaleza obtura la vena de los vasos anales y
el humor mezclado con sangre es expulsado; por ello los griegos dan a
este síntoma el nombre de hemorroides.
Es necesario, pues, conocer cuál es la sangre que se expele: si es como
la de los gimnastas, de los atletas y de los que gozan de buena salud y
tienen buenos jugos, o si es más negra y espesa que aquella. También
ocurre a menudo que la naturaleza deposita y relega esa sangre en las
venas de las piernas, con lo cual se hacen tensas, hinchadas y varicosas,
y la piel, así distendida por las venas, se vuelve negra con el tiempo;
sin embargo, en los que tienen abundancia de sangre, pero sin humor me-
lancólico, se dilatan esas venas naturalmente más débiles, sin que se pro-
duzcan varices, como en el caso de la sangre con humor melancólico;
pero si se las cortara, las venas enfermas correrían peligro de contraer el
humor melancólico. Esto 10 he visto con mucha frecuencia no solamente
en el caso de varices, sino también en el de hemorroides, que provienen
de ese humor. En efecto, a uno que tenía una llaga desde algún tiempo
en la pierna, se le cortó la vena varicosa sobre la úlcera, y la vieja úlcera
curó, pero lo que quedó después de la ablación de la vena se hizo incu-
rable. Algún año después uno de mis preceptores de Pérgamo, Estratóni-
co 14, discípulo del hipocrático Sabino 15, cortó una vena en el codo de un
hombre; viendo que salía sangre espesa y negra volvió a sacarle un poco
de sangre al día siguiente, y también al tercero y cuarto días; habiendo
después provocado con un remedio la evacuación del humor negro y
dando al enfermo una comida sustanciosa, procedió a curar la úlcera.
En las venas y arterias todos los humores están contenidos junto con
la sangre. La variedad de color y de consistencia de tales humores es un
seguro indicio de ello, y lo demuestra lo que he dicho, como también
lo que ha dicho Hipócrates en su comentario sobre la Naturaleza del
hombre 16, acerca de lo cual he hablado extensamente en el libro de los
Elementos, escrito siguiendo los principios hipocráticos. Pero es necesa-
rio recapitularlo en este asunto, empezando por las mismas palabras de
aquel.
El cuerpo humano contiene sangre, pituita y las dos bilis: amarilla
y negra. Estos humores forman la naturaleza del cuerpo; por ellos sufre
y goza de salud. Goza de excelente salud cuando la virtud y abundancia
de estas sustancias es mediocre y sobre todo si están mezcladas. Hay do-
lencia cuando alguno de estos humores está apartado un poco en el
cuerpo y no está bien mezclado con los demás. «Cuando, en efecto, algu-
na de estas sustancias está separada y actúa por su cuenta, no daña ne-
cesariamente con un mal el lugar de donde se ha apartado, sino el lugar
donde se fija; como se acumula sobremanera, causa trabajo y dolor. Pues,
cuando algo superfluo de estos humores fluye fuera del cuerpo, su eva-
cuación provoca dolor. Pero si se evacua en el mismo cuerpo y es con-
ducido por el interior separado de los otros humores, habrá necesaria-
mente un doble dolor, como dije: allí donde abunda y en el lugar de don-
de salió.))
El ser viviente es sano cuando esos humores establecen entre sí una
temperancia acomodada; está enfermo, cuando ocurre una superabun-
dancia en todos los vasos, o en una parte. El que está versado en los se-
cretos del arte dirá que Hipócrates afirmó la verdad al referirse a esto.
Cuando, poco antes, yo distinguía los males de una parte que tienen ori-
gen en el humor melancólico, dije que algunos estaban enfermos de hu-
mor melancólico por la ablación de varices o de hemorroides. Es también
probable que en las partes profundas invisibles del cuerpo nazcan otras
afecciones semejantes a las que se asientan en la piel. Así, en efecto, apa-
rece erisipela si la bilis amarilla se detiene en alguna parte, y carbunclo y
cáncer si es bilis negra. Las partes más internas del cuerpo no tienen
ciertamente la consistencia del diamante, sino que ellas también están
sujetas a esas afecciones. Cuando puede discernirse la causa que pro-
duce tales efectos, se ve que la bilis amarilla y la negra corroen el intes-
tino de este o de aquel modo, principalmente allí donde se estancaron;
y no pocas veces se traduce ello en insanable disentería.
Por ello Hipócrates consignó en sus aforismos que si nace de la bilis
negra, la disentería es mortal 17. Ya dije que eran incurables todas las lla-
gas que provienen de la bilis negra, a menos que se quiera llamar curación
el hecho de cortar la parte enferma hasta llegar a la región sana. El in-
testino es ulcerado por la bilis negra sin que se le pueda prestar ayuda,
mientras a duras penas se cura cuando lo es por bilis amarilla; así tam-
bién se sabe que se ulcera cualquiera de las partes profundas que son más
importantes que el intestino. La curación del intestino es más fácil por
medio de remedios puestos por el ano y que se aplican al instante a la
parte afectada, mientras en las demás partes no se puede hacer esto
fácilmente. Los que no se ocuparon de la bilis negra dejaron, pues, sin
estudio una parte muy importante y no despreciable del arte médico; más
culpables aún son los que nada dijeron de la bilis amarilla. Pero los que
no consideraron ni las dos bilis ni la pituita, no se puede enumerar cuán-
tos y cuán necesarios ojos del arte omitieron. Así Erasístrato no dejó
nada escrito sobre la bilis negra 18; sobre bilis amarilla dejó algo, pero no
todo es cierto, pues dice así: ((Es necesario que se expela la humedad
biliosa; de ello son testigo los muchos males que se ongznan, como la
ictericia, los flemones cerca del hígado y muchos otros. Pero si se produce
en la cocción de los alimentos que se efectúa en el estómago o si penetra
de afuera con los alimentos ingeridos, no es cosa que interese a la me-
dicina.») Eso ha escrito Erasístrato sobre la bilis amarilla en el primero
de los Tratados generales.
Los que discuten con él dicen: si él confiesa que la bilis amarilla trae
daño cuando abunda en exceso, sería útil que no se formara; o por lo
menos, si esto no puede suceder, su producción habría de ser mínima.
Pero nadie puede impedir que se forme ni hacer que se produzca en can-
tidad mínima, si no se conoce claramente la causa de su producción. La
sustancia de este humor se halla en los alimentos y las bebidas; pero
como en ellos hay diferencias (de composición), algunos tendrán más,
otros menos, algunos quizá nada. Si esta sustancia se forma en el cuerpo,
los médicos deben saber en qué partes nace preferentemente, y cuál es
su causa eficiente. Esta cuestión está unida al tema común del origen
de los humores, sobre el cual nada se dignó dejar Erasístrato. Por esto
tampoco sabemos lo que dice sobre las comidas sanas y malas, sobre los
géneros de vida ni sobre la naturaleza del hombre. A algunos vemos, sin
embargo, hacer acopio de datos sobre la ley de alimentación, o sobre
el abundante humor de la bilis amarga, o de la melancolía o de la pituita.
Ha sido demostrado en otro libro de cuántas enfermedades es causa este
humor. El mismo Erasístrato confiesa que varias afecciones se deben a él.
Aunque evite por todos los medios echar la culpa a los malos humores,
declara, sin embargo, que los humores lentos y espesos son la causa de
la relajación y parálisis de los nervios, expresándose así: ((Se produce la
enfermedad, cuando la interrupción de humores ocurre en los canales del
espíritu 19 situados en los nervios, mediante los cuales se cumplen los mo-
vimientos voluntarios 20.)) Poco después: ((Se produce la interrupción del
alimento que nutre los nervios; por otra parte este avanza lentamente y
no se expele con facilidad.» Pero no dice cómo la acumulación de este
humor provoca apoplejía, letargo, epilepsia y otros muchos males.
peores que estos son los furfuráceos. Los velos (filamentos) que hay en
las orinas son de buen indicio si son blancos, de mal augurio si son
negros. Cuando la orina es rubia y tenue denuncia un mal todavía no
conocido, y si se mantiene así por mucho tiempo, existe el peligro de que
el hombre no pueda subsistir hasta madurar el mal. Son muy perniciosas
las orinas acuosas, fétidas, negras y espesas. Las orinas negras son muy
malas para hombres y mujeres; las acuosas son malas para los niños.
Quienes despidan durante mucho tiempo orinas tenues y crudas, si con-
cuerdan los otros indicios, significa que tienen un absceso en la región
del septo transverso (diafragma). Gruesos filamentos que nadan en la
superficie de la orina son dañinos, pues son indicios de una colicuación.
Es menester observar si los velos de la orina están arriba o abajo y qué
color tienen; los que están abajo y de color como hemos dicho, hay que
aprobarlos como buenos; los que están arriba con los colores referidos,
hay que denunciarlos como malos. No hay que engañarse si la vejiga está
enferma y da alguna de estas orinas: lo dicho vale para la vejiga y no
para todo el cuerpo.»
Habiendo Hipócrates dicho esto, y después de él Diocles 23 y Praxá-
goras habiendo afirmado algo semejante, era justo esperar que Erasístrato
juzgara si se habían equivocado o no, expresando la causa de su opi-
nión, como acerca de los vómitos y defecaciones, entre los cuales hay
las llamadas cosas negras y la bilis negra pura. Más aún, habría sido ne-
cesario aclarar la confusión debida a la común denominación de los
humores melancólicos, como lo hice anteriormente. Erasístrato, pues, ha
omitido toda la ciencia de los humores. Yo no traté de todos los humores
en este lugar, sino solamente de la bilis negra. 10 demás ha sido expli-
cado· en otros libros.
de la sangría, excepto una sola vez; allá donde, como puede averiguarlo
cualquiera, al hablar del flujo de la sangre hace mención de ella, al pasar,
como simple bosquejo y no con un estudio detenido. Esto se ve en su
escrito, donde dice: «Las ligaduras hechas cerca de las axilas y de las
ingles no deben hacerse a la manera de aquellos que, siguiendo el método
vulgar de curación, solo consiguen hacer salir cierta cantidad de sangre
por los nudos. En efecto, como se acumula mucha sangre en las partes
ligadas del cuerpo, esta ha de ser expulsada con la dilatación y corte de
las venas; así saldrá más abundante de la parte del cuerpo cortada,
siempre que esté ligada. Cuando la expulsión de la sangre se produce por
la ligadura hecha en las piernas y en los brazos, allí la sangre se reunirá en
mucha cantidad. Al disminuir la sangre que está cerca de las partes del
tórax, el flujo se reducirá. Esto mismo quieren hacer aquellos que aplican
la sangría a los que tienen flujo de sangre (hemorragia). Pero en este
asunto obra mucho más prudentemente Crisipo, porque no solo mira el
estado actual de las cosas, sino que también prevé el peligro inminente.
Porque al peligro que deriva del flujo se une el de la inflamación 2, que
es muy difícil de ·combatir. Además, es de temer que se debilite el enfermo
que después de la sangría ha de quedarse sin alimento durante largo
tiempo. Por lo demás, Crisipo, apenas el alimento elaborado ya en el
cuerpo llega a lugares donde es difícil eliminarlo, en el momento en que
es inminente el peligro de la disolución, logra de esta manera eliminarlo
(al alimento). Siriviéndose de este método de curación nunca fue obligado
a combatir (el peligro), y con su ingenio superó todos los obstáculos; y
puesto que siempre es coherente consigo mismo, mereció frecuentes en-
comios.))
Es evidente que estas cosas carecen de importancia, si las compara-
mos con la habilidad de Erasístrato en el arte médico y con la eficacia
del remedio. Porque si esta clase de auxilio no se encontrara en los es·
critos de Hipócrates, de Diocles, de Eurifón 3 o de cualquier otro, entre
2 Véase el cap. In, en donde Galeno expone cuál es el mecanismo de la
inflamación según Erasístrato.
3 Eurifón, médico de la escuela de Cnido, vivió posiblemente en la misma
época de Hipócrates, aunque era menor que él. pasa por ser el autor de las
célebres Sentencias cnidianas. Según Celia Aureliano, Hipócrates y Eurifón atri-
buían la hemorragia a una erupción de sangre, pero Hipócrates por las venas
solamente, y en cambio, Eurifón pensaba que se efectuaba por las venas y
arterias. Esto muestra que el médico cnidiano ya sabía que las arterias llevan
sangre y no aire, como pensaron muchos médicos antes y después de él.
GALENO.-LA SANGRIA: CONTRA ERASISTRATO 889
los que vivieron antes de Erasístrato, se podría pensar que este hizo bien
en no referirse a un remedio cuyo uso no hahía sido aún descubierto o
aprobado por los médicos de fama. Pero, corno hubo muchos que em-
plearon con frecuencia este auxilio, no solo en una misma y leve enferme-
dad sino en muchas y graves, y puesto que se sabe que tanto Hipócrates,
inventor de todas las cosas buenas del arte médico, corno los más anti-
guos, se sirvieron de él, yo pregunto cuál fue el motivo por el cual Era-
sístrato desestimó tanto este remedio, que ni siquiera lo consideró en sus
escritos. Puesto que no lo desechó, corno hizo de los otros remedios con-
tra las enfermedades enceradas 4, hubiera debido, al referirse a la sangría,
expresar los motivos de su pensamiento. Pero fue tan escasa su explica-
ción al hablar de la eficacia de este remedio, que no dio a entender si
debía aceptarse o rechazarse, y no se atrevió a manifestar su opinión a
no ser en una sola enfermedad, corno ya se ha dicho. Pero de su misma
reticencia se desprende su pensamiento: pues si lo hubiese aceptado, no
lo habría pasado en silencio. Vernos, en efecto, que creía necesario des-
cribir los más insignificantes remedios contra las enfermedades, puesto
que estaba persuadido de que nadie los podría hallar por sí mismo, sin
haberlos aprendido de él.
Después de haber dicho una vez que hay que hacer el vaciamiento,
creo que este se obtiene más fácil y rápidamente con la sangría, ya que
por su medio podemos eliminar prontamente solo las inflamaciones,
mientras que los ayunos, además de requerir largo tiempo, eliminan in-
distintamente todo el contenido (del cuerpo). Pero esto no es útil. Pues
¿ qué necesidad hay de eliminar lo que no necesita ser eliminado? ¿ O por
qué adelgazar las carnes cuando es suficiente extraer la sangre? Además,
hay que tener en cuenta los daños ocasionados por los largos ayunos:
las fuerzas que se debilitan, los jugos que se vuelven más biliosos y amar-
gos, los frecuentes dolores y ansiedad del corazón, la retención de las
evacuaciones del vientre y los excrementos más ásperos y malignos.
Erasístrato no repara en ninguna de estas cosas, y hace como los
ciegos que, teniendo cerca un camino amplio, rápido y llano, muchas ve-
ces vagan de un lado a otro y toman el más angosto, áspero y largo. Así
él deja el sendero más cercano, rápido y agradable para recorrer el más
prolijo y embarazoso. Este camino lo lleva donde él quiere ir, pero no
con rapidez y sin perjuicios. Admito que el ayuno lleve a la evacuación
de la plenitud, pero esto se obtiene en un largo tiempo y con graves
daños. Pero el sabio Erasístrato, quien, según algunos, es igual a Hipó-
crates, no tuvo vergüenza en decir cosas no creíbles ni razonables, de-
jando de lado un remedio tan importante, mientras se ocupó en cosas vi-
GALENO.-LA SANGRIA: CONTRA ERASISTRATO 893
¿Cómo dijo eso? Una sirvienta de Margueo, cuando dio a luz a una
hija, no expulsó sangre, porque la boca del útero estaba torcida hacia el
11 Del régimen de las enfermedades agudas, apéndice.
12 Epidemias, libro VI, t. 5.
GALENO.-LA SANGRIA: CONTRA ERASISTRATO 895
cóccix. Cuando fue cortada la vena cerca del talón, el dolor cesó, aunque
el cuerpo estaba ya sacudido por temblores. Pero ahora hay que conside-
rar el momento (de la enfermedad) y su causa. En efecto, Hipócrates
quiere que se analice el período y el origen de la dolencia, y en este
caso, según mi parecer, puesto que el exceso de sangre ocasiona trastornos,
se podría repetir lo dicho acerca de la sangría. Hipócrates no titubeó en
practicar la sangría a esa mujer, aunque ya estaba sacudida por el tem-
blor, mientras que ningún otro nunca se atrevió a extraer sangre en los
temblores, ni en la hidropesía, ni en ninguna otra enfermedad fría. Pues
en estos males el cuerpo se enfría mucho más de lo necesario por la
evacuación del jugo cálido, y se extingue el calor innato, que también
fue enfriado antes por la enfermedad. Pero Hipócrates, según su propia
dec1aración, consideró la cantidad de sangre acumulada antes del mal;
en efecto, esa mujer no tuvo esas purgaciones que llaman secundinas. El
origen o estímulo de esa anomalía, es decir, su generación y causa pri-
mera, por la cual no se produjo la purgación, fue la torción del útero, que
estaba doblado hacia el cóccix. Por eso, como la retención le indicara la
evacuación y la posición del útero le mostrara el lugar por donde ha de
producirse la evacuación, cortó la vena que está cerca del talón. Y así
procedió Hipócrates en todo lo demás. Sin embargo, para no entristecer
a los secuaces de Erasístrato con nuestras alabanzas por ese hombre, ya
que me parece que ellos, y sobre todo Erasístrato, tuvieron animadver-
sión por Hipócrates, dejaremos de referirnos a él; de todos modos ha-
blaremos en otra oportunidad de sus procedimientos en la evacuación.
Ahora vamos a aquellos que practicaron la sangría empírica o racio-
nalmente, pues sé que ninguno de ellos se abstuvo de aplicarla. Me cons-
ta que entre los dogmáticos la usaron Dioc1es, Plistónico, Dieuques 13 y
Praxágoras, junto con Filótimo, Herófilo y Asc1epíades; aunque este úl-
timo fue tan amante de las disputas, que habló mal de casi todas las en-
señanzas anteriores y no respetó a ninguno de los antiguos, ni siquiera a
Hipócrates, y hasta se atrevió a llamar meditación ante la muerte, el
arte curativo de aquellos. Sin embargo, no fue tan descarado de eliminar
la sangría de los auxilios médicos. Tampoco lo hizo ninguno de los más
13 Muy poco se conoce de Dieuques, que Galeno cita con respeto. Se sabe
que escribió un libro sobre las virtudes del repollo y otros sobre el modo de
preparar las carnes.
896 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
puede producirse una evacuación muy pequeña, pero con dolores agudos,
retortijones, enfriamiento, pérdida del pulso y debilidad y, en general,
con gran perturbación del cuerpo. Si, al contrario, la defecación excede
la justa medida, este es el peor de todos los males, porque no se puede
detener la diarrea, mientras en la sangría es suficiente poner un dedo
sobre la vena para arrestar el flujo. Sin embargo, ningún médico se abs-
tiene de esos remedios por temor a sus efectos, sino que después de
cometido el error, resuelve no usarlos más.
Pero ¿por qué hablo de los purgantes y pierdo el tiempo en describir
medicamentos enérgicos, si también en los alimentos la falta de la justa
medida suele ocasionar graves daños? Estos los podemos observar en
los hombres extenuados y débiles, que necesitan de una rápida nutrición.
Porque si la alimentación es insuficiente, sus fuerzas se consumen, y si
es muy abundante, en lugar de alimentar el cuerpo, lo oprime, ahoga y
mata. Pero si .una adecuada alimentación exige trabajo, ¿acaso renun-
ciarás a ella? Entonces tendrás que abstenerte de toda curación, pues
en el arte médico nada es útil, de no ser practicado con cierta medida.
Por tanto, no atribuyas esta deficiencia únicamente a la sangría.
Los errores cometidos en lo que a la justa medida se refiere, engen-
dran graves daños, sobre todo porque los excesos son muy perniciosos,
y cuando el peligro es menor, no será necesario sobrepasar la medida.
Tenemos el caso de una extracción de tres heminas: si se extraen cuatro,
se ocasionará un grave perjuicio; si se eliminan dos, los efectos serán
bastante ventajosos, sin ningún detrimento, porque la otra hemina se
podrá extraer por medio de clisteres, ayunos, fricciones o sudores, pues
nada impide practicar una nueva evacuación.
Pero ¿de qué me sirve argumentar tanto, si mi polémica está dirigida
contra hombres necios, que no dicen nada razonable y no aceptan aque-
llas mismas cosas que alaban? En efecto, admiran las palabras de Erasís-
trato y adoptan para sí mismos el nombre de aquel, llamándose erasistrá-
tidas, pero ignoran las enseñanzas del maestro hasta tal punto que son
capaces de explicarlo todo, menos el significado de su doctrina. Por ejem-
plo, charlan tan absurda y prolijamente sobre la sangría que cualquiera
tendría razón en condenar su incapacidad y petulancia. Erasístrato, en
su libro sobre El flujo de la sangre, el único lugar en donde menciona
la sangría, dice claramente que Crisipo no hace uso de la extracción de
la sangre para que el enfermo, obligado a ayunar a causa de la inflama-
ción, tenga resistencia. Pero ellos no dicen nada de esto. Teniendo a la
902 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
CAP. IX: ENTRE LOS REMEDIOS QUE CORRIGEN LA PLENITUD, NADA MEJOR
QUE LA SANGRIA. POR HABERLA OMITIDO, ERASISTRATO NO PUDO UTILIZAR
NI LOS AYUNOS NI LOS OTROS AUXILIOS EVACUANTES
PREAMBULO
BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCION A LA ARITMETICA
LIBRO 1
II
III-VI
VII
VIII-XIII
7
....................................................
XIV-XVI
8
....................................................
XVII-XXIII
•.•.••.•••.•.......•............••.•.........••..•. 9.
LIBRO 11
II-XIX
.................................................. 1.
xx
Los productos de un número por sí mismo dos veces, esto es, los
números cubos, que se extienden en tres dimensiones, son sumas de
números impares consecutivos, como 1, 8, 27, 64, 216 Y todos los que
siguen análogamente con la misma progresión 2.
XXI-XXVII
.•.......•.....•....•.................•...•••••••.• 3.
propiedad que no figura en la obra de Nicómaco, pero que era conocida por
los griegos.
3 Los siete últimos apartados del libro II definen las tres proporciones-arit-
mética, geométrica y armónica-, agregando siete nuevas forinas, que, simbó-
licamente, son:
a b-c b b-c a b-c
-=--,
7= a-b' -;-= a-b' b a-b
a a-c b a-c b a-c
-=--, -=--,
e a-b e b-c c a-b
PAPPO
(fI. 300 d. de J. C.)
PAPPO
PREAMBULO
SE ignora cuándo y dónde nació Pappo. Dice Suidas 1 que fue contem-
poráneo de Theón de Alejandría, y como este observó el eclipse de
sol del año 364 después de '.C., según confesión propia en dos fragmentos
de sus obras que transcribe Delambra 2, podría afirmarse que aquel vivía
a mediados del· siglo IV; pero, de acuerdo con Hultsch en su edición de
la Colección matemática 3, no se comprende entonces cómo habiendo am-
bos comentado el Almagesto de Ptolomeo, no se hayan aludido mutua-
mente, y puesto que, además, el comentario de Theón lo hace sospechoso
de ser un resumen del de Pappo, parece natural que este fuera anterior
a aquel.
El dato es demasiado vago para poder fijar una fecha aunque solo sea
aproximada; pero acude en nuestro socorro una nota marginal de un có-
dice del siglo X, conservado en Leyden, que asegura que Pappo escribió
bajo Diocleciano, emperador entre 284 y 305, lo que permitiría decir que
floreció al final de la época grecorromana, y, por último, teniendo en
cuenta que en su comentario al Almagesto calcula el eclipse del año 1068
de la era de Nabonasar, es decir, el 320 del calendario juliano, la crítica
moderna admite que vivió a finales del siglo III y principios del IV y
coloca su acmé hacia el año 100 4.
Tuvo un hijo llamado Hermodoro, que cita en los preámbulos de dos
de sus libros; fue amigo de los geómetras Pandrosio y Megecio, a quienes
BIBLIOGRAFIA
1 sJtbt€?)a.
2 O't€QHl.
'
3 '1 QCtf1f1aÍiw..
4 «Pour l'histoire des lignes et des courbes dans l'Antiquité)), en el Bulletin
des Sciences Mathématiques, 2. a serie, tomo VII, págs. 278-91, París, 1883.
5 Vid. supra, ERATÓSTENES: Duplicación del cubo.
6 Astrónomo nacido en Pitana, Eólida, hacia 340 antes de J.c. Escribió dos
tratados de Geometría esférica aplicada a la Astronomía: II€QL XtvoUf1€)l~ o<pal-
Qae;: Sobre la esfera móvil, que consta de doce proposiciones, y IIBQL .8:1l"L'tOÁÓ"w
xal Mo€ro\': Sobre los ortos y ocasos, en dos libros con trece y dieciocho teore-
mas, respectivamente, tratados ambos que fueron conocidos por la traducción
PAPPO.-BIBLIOGRAFIA 923
más fácil el trabajo manual, y los ilusionistas 11 que idean máquinas para
satisfacer la curiosidad más que la necesidad 12, y entre las obras que
menciona y comenta figuran las de Herón, Ptolomeo y Arquímedes; tra-
ta después de los engranajes, y termina explicando el funcionamiento de
las cinco máquinas simples.
Además de la Colección matemática, como la titulan los manuscritos
más antiguos o Colecciones matemáticas, en plural: M (J.f3r¡f-lCJ.Tl'XCJ.l ovvaywyal,
según copias posteriores, Pappo escribió un comentario a los libros V
y VI del Almagesto, cuyo texto griego publicó Rome, Ciudad del Vatica-
no, 1931, y otro a los Elementos de Euclides, del que solo queda el del
libro X en una versión árabe 13, traducida al inglés por William Thomson
y Gustav Junge, Cambridge, Mass., 1930, y se le atribuye un libro sobre
la interpretación de los sueños, en el cual parece que exponía sus ideas
filosóficas y religiosas sintetizadas en el juramento que se dice que fue
obligado a prestar: «Juro por Dios, que es uno específica pero no nu-
méricamente, que ha creado el cielo y la tierra, la tétrada de los elemen;.
tos y todo lo compuesto por ellos, que ha colocado en nuestro cuerpo
un alma dotada de razón, que está glorificado por una legión de ángeles
y serafines ... )) 14.
Esta fórmula, un poco ambigua, lo mismo pudo ser redactada por un
pagano que por un cristiano. En ella se advierten reminiscencias de la li-
teratura bíblica, pero la primera parte excluye toda idea judaica con su
transparente alusión al misterio de la Trinidad, reforzada por la relativa
a la Creación, aunque corregida esta por la mención de los elementos
aristotélicos que no la harían sospechosa a un discípulo de Plotino 15.
Además de las obras citadas, pueden consultarse sobre Pappo: G. F. F.
NESSELMANN: Die Algebra der Griechen, Berlín, 1842; PAUL TANNERY:
«L'Arithmétique des Grecs dans Pappus)) en las Mémoires de la Sociedad
de Ciencias de Burdeos, tomo UI, págs. 351-71, 1880, y las varias veces
11 6auf.Lao-¡;ouQYUL, los que hacen ver cosas estupendas o fabrican 6au~wta:
juguetes mecánicos.
12 De los libros VII y VIII hay una trad. alemana: Die Samlung des Pappus
von Alexandrien, por C. J. Gerhard, Halle, 1871.
13 «Der Kommentar des Pappus zum X Buch des Euklides aus der arabischen
übersetzungs' des Abu 'Othman al-Dimashki», por H. SUTER, en Abhadl. zur
Gesch. der Math., der Naturwissenschaften und Medizin, IV, Leipzig, 1922.
14 M. BERTHELOT-C. EM. RUELLE: Collection des anciens alchimistes grecs,
tomo I, pág. 27, París, 1887.
15 Filósofo neoplatónico (205-270).
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 925
COLECCION MATEMATICA
LIBRO II!
Excelente Pandrosio:
Quienes desean distinguir las cuestiones que se investigan en Geo-
metría creen que conviene llamar problema a lo que hay que hacer o
construir, y teorema a lo que, una vez establecidas ciertas hipótesis, per-
mite deducir consecuencias y, en general, a lo que les afecta, a pesar de
lo cual, y entre -los antiguos, unos dicen que todo es problema y otros
que todo es teorema.
Desde luego quien propone un teorema luego' de haber advertido, en
cierto modo, alguna de sus consecuencias, no lo hará sino para ella, y
quien propone un problema, incluso cuando pide algo imposible de cons-
truir, no incurre en responsabilidad, porque también incumbe al que busca
el modo de establecer lo posible y lo imposible, y, para lo primero, cuán-
do, cómo y de cuántas maneras lo será, mientras que no se puede dis-
culpar a quien, apoyándose en la Matemática, carece de toda experiencia.
En estas condiciones he observado últimamente que algunos de los que
reclaman tus conocimientos matemáticos ignoran todas las cuestiones que
se refieren a los problemas, lo cual me obliga a establecer algunas demos-
traciones en este tercer libro de mi Colección, con objeto de que tanto tú
como quienes desean aprender saquen algún provecho.
Hay uno que pasa por ser un gran geómetra y es un ignorante en
lo que se refiere al primero de estos problemas porque quiere tomar dos
medias proporcionales en proporción continua 1 entre dos rectas dadas
por la consideración del plano 2, y este hombre ha pedido mi respuesta
después que examine la construcción que él ha hecho.
VII 3
Tales son las cosas que debía decirte previamente, dejando que tú y
quienes cultivan la Geometría juzguéis el problema y mis objeciones;
pero creo necesario escribir unas palabras acerca de los que se conside-
ran en Geometría.
Los antiguos clasificaban los problemas geométricos en tres grupos:
planos, sólidos y grámicos. Se llaman justamente planos los que se pue-
den resolver por medio de rectas y circunferencias, porque estas líneas
se originan en el plano; sólidos son los que necesitan el empleo de una o
varias secciones del cono, puesto que hay que construir figuras superfi-
ciales sólidas, especialmente cónicas, y el tercer grupo lo forman los pro-
blemas denominados grámicos porque, además de las líneas de que aca-
bamos de hablar, su solución exige otras de vario y complejo origen,
como espirales 4, cuadratrices 5, concoides 6 y cisoides 7, que tienen mu-
chas y muy notables propiedades 8.
Las diferencias que' hay en los problemas impidieron a los antiguos
resolver el relativo a las dos rectas 9, sólido por su naturaleza, de acuerdo
con el razonamiento geométrico, pero lo consiguieron empleando apara-
tos que facilitan la construcción cómoda y manualmente, como se puede
comprobar en el Mesolabio de Eratóstenes 10 y en las Mecánicas de Fi-
lón 11 y de Herón, quienes, considerando que se trata de un problema
sólido, lo construyeron únicamente de un modo instrumental; pero Ni-
comedes 12 lo resolvió por medio de la concoide, con la que también tri-
secó el ángulo.
3 Los seis apartados anteriores, que tienen cuatro proposiciones, están dedi-
cados a exponer y criticar la construcción-que solo es aproximada-de dos
medias proporcionales entre dos rectas dadas con regla y compás.
4 nL%E~: hélice, espiral en este caso, porque se trata de una curva plana.
5 L8'tQ(J.'YroVL~OU(J(J.L, línea que hace cuadrados, o sea, que permite cuadrar
áreas limitadas por curvas.
6 %OXAOEL«SEt~, en forma de concha.
7 %L(J(JOELO«S8t~, de %L(J(JÓ~, hiedra.
s Vid. infra, lib. IV, props. 18-29.
9 El de las dos medias proporcionales.
10 Vid. supra, ERATÓSTENEs: Duplicación del cubo.
11 Bizantino, que floreció por los años de 250 a. de J.C.
12 Vivió entre 250 y 150. Además de la concoide-curva de cuarto grado-,
se le debe un aparato para dibujarla mecánicamente.
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 927
VIII
IX
x
No es solo el cubo doble de otro el que se obtiene aplicando nuestra
regla, sino también, de una manera general, el cubo que tiene [con otro]
una razón dada.
Construyamos el semicírculo ABG; tracemos en su centro D la DB
perpendicular a AG y coloquemos una regla de tal modo que uno de
z
A~--~--~-----=~G
L- ....lL... ~E
G
FIG. 2. FIG. 3.
sus extremos esté fijo en A por medio de una clavija y el otro se mueva
en torno a esta como centro entre los puntos B y G. Se trata de en-
contrar dos cubos que estén en una razón dada (Fig. 3).
Tomemos un punto E tal que la razón de DB a DE sea la dada;
unamos E con G; prolonguemos GE hasta Z y hagamos pasar una
regla entre los puntos B y G hasta que la parte comprendida entre
EZ y EB sea igual a la comprendida entre BE y el arco BKG, 10 cual se
930 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
XI
15Ibídem, VI, 2.
16Ibídem, VI, 8.
17 Ibídem, V, def. 10.
18 XOLVO<; tQoaxeLa6ro, no en el sentido de sumar, sino de multiplicar.
19 Propuesto por el geómetra aludido en el preámbulo.
P APPO.-COLECCION MATEMATICA 931
XXIV
c;
FIG.4. FIG.5.
XXV-XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII y XXXIV
22 Los apartados XXIV-XXXI, que comprenden las props. 28-34, cuyas de-
mostraciones hemos omitido por brevedad, constituyen la aportación que a la
Geometría del triángulo hizo el para nosotros desconocido Ericino, ampliando
el alcance de la de EUCLIDES: Elementos, 1, 21.
Los apartados XXII-XXXIX, props. 35-42, extienden al cuadrilátero, y en
general a un polígono cualquiera, las consideraciones anteriores relativas al
triángulo.
934 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
xxxv y XXXVI
38 Y 39 23 •
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL-XLVII
XLVIII
U-LB
LIBRO IV
II-VI
2-6. . 3.
VII-XIII
XIV
XV-XVII
13-15. . 7.
XVIII-XIX
. 8.
16 Y 17.
xx
18. La siguiente cuestión se demuestra también mediante los le-
mas que acabamos de exponer: Dados los semicírculos ABG y ABE,
describamos tangencialmente a sus arcos los círculos de centros Z, H,
y T, así como los que se encadenan a estos últimos hasta el punto A
(FIg. 8). Es claro, desde luego, que la perpendicular trazada desde Z
sobre AG es igual al radio del círculo de centro Z, y digo, además, que
la trazada desde H es triple del radio del círculo de centro H; la trazada
desde T es quíntuple del radio del círculo de centro T y que las per-
XXI
La teoría de la hélice descrita en el plano 10 se atribuye al geómetra
Conón de Samos; pero fue Arquímedes quien la estableció por un admi-
rable procedimiento 11.
La generación de esta curva es la siguiente: Dado un círculo de
centro B, hagamos girar un radio
BA de tal modo que permaneciendo
fijo el punto B, recorra el A la cir-
cunferencia del círculo con veloci-
dad uniforme; que un punto inicial
FIG. 8. FIG. 9.
9 Este curioso teorema, que es una modificación del arbelo, fue demostrado
por inversión por CASEY: A sequel to Euclid, Oxford, 1888.
10 Es decir, la espiral.
11 Vid. supra, ARQuíMEDES: Sobre las espirales.
12 Ibídem, def. 1.
13 (J'\)~n;'tro~a: síntoma, señal o accidente; propiedad.
PAPPO,-COLECCION MATEMATICA 93~
XXII-XXIII
XXIV
XXV
14 ARQUÍMEDES: loe. cit., 14, demostró esta propiedad, que enunció más am-
pliamente Pappo.
15 Ibídem, 12.
16 Ibídem, 24. Pappo demostró esta propiedad más rápidamente que Arquí-·
medes, considerando cilindros y conos de revolución en vez de rectas y super-
ficies,en que se apoya el siracusano; pero aplicando, como este, el método·
de exhaucíón.
17 Esta proposición, que enunciaríamos diciendo: El área engendrada por un
radio vector de la espiral es proporcional al cubo de este radio, es la única-
original de pappo que no está en Arquímedes.
940 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
XXVI
D~--+---+o~-------1A
K
FIG. 10. FIG. 11.
dad de que en toda recta que pase por E, la parte comprendida entre
la curva y la recta AB es igual a GD, porque estando fijo el punto E
y la recta AB, cuando el punto D llegue al H, la recta DG habría caído
sobre HT y el punto G sobre el T, y, por tanto, la recta DG es igual a la
HT, y lo mismo ocurre con cualquiera otra recta que parta de E y ter-
mine en la curva (Fig. 11).
18 Prop. 22.
19 Prop. 19.
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 941
XXVII
24 Esto permite afirmar que los antiguos conocían las tres concoides que
pueden trazarse entre el polo y la directriz y que, según que el intervalo sea
menor, igual o mayor que la distancia del polo a la base, la concoide es la
segunda rama de la llamada primera concoide, la que tiene un punto de retro-
ceso y la de nudo.
25 Lo que equivale a decir que AB es asíntota.
26 Ignoramos todo lo que se refiere a este Diodoro.
942 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
~
Trazando desde G la GT per-
pendicular a AB y prolongándola
hasta que TD sea igual a la recta
~
dada y describiendo la primera con-
B
coide EDH de polo G, intervalo
G DT y base AB, esta curva corta-
FrG. 12. rá a la recta AH por lo que he-
mos dicho anteriormente, y, por
tanto, KH será igual a la recta dada.
XXVIII
XXIX
27 Duplicar un cubo.
28 Con muy ligera variante, Pappo repite la construcción que ya había expli-
cado en el libro anterior, VIII, 5.
29 Si se tiene, en efecto, por construcción:
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 943
xxx
Dinostrato 30, Nícomedes y algunos otros autores recientes han em-
pleado para cuadrar el círculo una línea cuyo nombre se deriva de su
propiedad, y por eso la llama-
ron cuadratriz 31. Su generación es B G
la siguiente: Dado un cuadrado
ABGD, describamos con centro A
el arco BED y hagamos girar la
recta AB alrededor del punto A
de modo que el B describa el arco
BED y la recta BG, manteniéndose
constantemente paralela a la AD,
arrastre al punto B en su reco-
rrido sobre AB y, además, que
esta gire con velocidad uniforme
en el ángulo de AB y AD, es decir,
que el punto B recorra el arco BED
en el mismo tiempo que la recta
BG se traslada a lo largo de la T o
BA, o sea: que el punto B recorra FIG. 13.
la recta BA (Fig. 13).
Es evidente que las rectas AB y BG coincidirán simultáneamente
XXXI
cuando y -¿ 0, y de aquí
2AB
7T----
- AH '
lo que nos dice que la cuadratriz sirve para calcular 7T, y, por consiguiente, para
cuadrar el círculo, lo cual exige conocer el punto H, cuestión que implica una
petición del principio que Pappo, siguiendo a Sporos, denuncia en el ap. XXXI.
33 Geómetra niceano de finales del siglo III de nuestra era. Compiló los tra-
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 945
XXXII
27. Encontrada la recta igual a la circunferencia, es fácil la cons-
trucción del cuadrado equivalente al círculo, porque el rectángulo
formado por el perímetro del círculo y el radio es doble del círculo,
como lo demostró Arquímedes 39.
XXXIII
28. Como hemos dicho antes la generaclOn de la línea 41 es de-
40,
masiado mecánica; pero se puede
analizar geométricamente por me-
dio de los lugares de superficie 42.
Dado en posición el cuadrante
de círculo ABG, tracemos una
transversal cualquiera BD y desde
uno de sus puntos E, la EZ per-
pendicular a BG que tenga una ra-
A~-_-..L zón dada con el arco DG. Digo
que el punto E está en una lí-
nea 43.
Imaginemos, en efecto, la su-
perficie del cilindro recto engen-
drado por el arco ADG y la. hé-
lice GHT descrita en esta superfi-
B Z G cie, y sea TD una generatriz del
FIG. 14. cilindro 44.
39 Medida del círculo, 1.
40 Ap. :XXXI.
41 La cuadratriz.
42 bLá TroV 1I:QO~ 8mcpaV8La~ 'tÓ1l:00V,
lo que dio origen a la famosa clasificación
de las curvas en geométricas y mecánicas, que el siglo XVII creyó erróneamente
que era clásica.
Para esquivar la generación "demasiado mecánica" de la cuadratriz, Pappo
da otras dos-props. 28 y 29-mediante las superficies regladas, que él llama
plectoides: 1I:A8%'to8LOb~~, de 1I:AÉ%flV, trenzar, a causa de la maraña de rectas
que hay en ellas.
43 Es decir, el punto E pertenece a la curva en que es constante la razón
BZ: DG, la cual curva será una cuadratriz cuando esta razón sea igual a AB: ADG.
44 1I:A8'UQ<1 'tO'Ü %'UALVDQO'U, literalmente, un lado del cilindro.
P APPO.-COLECCION MATEMATICA 947
XXXIV
29. Este análisis también se puede hacer de una manera análoga por
medio de la hélice descrita en el plano 48.
XXXV
45 t:LOLV naQá 6ÉOH, 10 cual quiere decir que las rectas EZ y El paralelas a
rectas dadas en posición AB y TD por sendos puntos dados, también están
dadas en posición.
46 En la curva determinada por la intersección de la superficie helicoidal y
un plano que pase por la generatriz LT de esta.
47 El punto E, proyección ortogonal del l sobre el plano del cuadrante, es-
tará sobre la curva proyección ortogonal de la curva en el l.
48 Es decir, por medio de la espiral de Arquímedes que Pappo considera como
sección recta cuyo eje sea la generatriz del cilindro que pasa por el polo de
la espiral, traza después, desde los puntos de intersección de las dos superficies,
sendas perpendiculares al eje de la segunda para obtener una superficie plec-
toide cuya sección por un plano que pase por una generatriz es una curva que
se proyecta ortogonalmente sobre el plano de la espiral según una cuadratriz.
49 Vid. supra, XXI.
50 Sobre la generatriz de una superficie cilíndrica o cónica.
948 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
XXXVI
XXXVII
XXXVIII-XL
32. Demostrado esto, la trisección de un ángulo rectilíneo se hace
del siguiente modo 68:
XLI Y XLII
33. Resolvamos ahora el problema que quedó diferido 69.
XLIII-XLVIII
34-37. La trisección de un ángulo se puede conseguir de otras dos
maneras 70.
LIBRO V
luego de haber comprendido que es la que puede contener más miel que
cualquiera de las otras.
La abejas no conocen más que lo que les es útil, y, sobre todo,
saben que el hexágono es mayor que el cuadrado y el triángulo y que
si se necesita la misma cantidad de materia para construir cada una de
estas figuras, el hexágono es la que contiene más miel; pero como no
tenemos la pretensión de ser más sabios que las abejas, investiguemos
algo más notable.
En efecto, entre las figuras planas equiláteras y equiángulas del
mismo perímetro, la de mayor número de ángulos es constantemente
mayor, y la mayor de todas es el círculo cuando tiene el mismo perímetro
que ellas.
II
III
IV
El círculo es no solo mayor que todas las figuras planas equiláteras y
equiángulas, sino también que las de lados desiguales y ángulos diferentes
si tienen el mismo perímetro que estas; y vamos a demostrar que entre
las figuras poligonales isoperímetras del mismo número de lados, la mayor
es equilátera y equiángula, comenzando por exponer los teoremas necesa-
rios para esta demostración.
4. Dada una recta E mayor que el menor BG y menor que el mayor
lado AB de un triángulo ABG, se pueden construir sobre el tercer lado
954 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
v
5. Entre todos los triángulos isoperímetros de la misma base, el isós-
celes es el mayor, y el que se aproxima más al isósceles 1 es continuamente
mayor.
VI
6. Dados dos triángulos ABG y DEZ, rectángulos en B y E Y con
los ángulos en G y Z iguales, digo que los cuadrados de lados AG y DZ
colocados en una recta, equivalen juntos a los de BG y EZ colocados tam-
bién en una recta, y que las rectas AB y' QE forman una sola.
VII
VIII
IX
10. Establecido esto, demostremos lo que se dijo antes: Entre todas
las figuras rectilíneas del mismo perímetro, la mayor es la equilátera Y
equiángula.
X
El círculo es la mayor de las figuras isosperímetras porque hemos
demostrado que es mayor que una figura regular equilátera y equiángula.
1 taoaXEAÉaLEQOV, es decir, el de figura más parecida a la del isósceles.
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 955
XI
El semicírculo es el mayor de los segmentos del mismo arco; pero
demostramos antes lo que hace falta para ello.
11. Las circunferencias son entre sí como sus diámetros.
XII
XIII
13. Los segmentos circulares semejantes son entre sí como los cua·
drados de sus bases y sus arcos como las bases.
XIV
14. En dos círculos de centros B y E, sean iguales los ángulos de las
rectas BA, BG Y ED, EZ. Trazando A
XV Y XVI
XVII Y XVIII
XIX
Dicen los filósofos que el primero de los dioses dio con justicia al
Mundo la figura esférica por ser la más bella de cuantas existen, y men-
cionan las propiedades de la esfera como la de tener el mayor volumen
entre todas las de la misma área.
Todo lo que declaran pertenecer a la esfera es evidente y apenas ne-
cesita demostrarse; pero se limitan a afirmar, sin demostrarlo, que es
mayor que las otras figuras, de lo que no es fácil convencerse sin some-
ter la cuestión a detenido examen.
Del mismo modo que hemos encontrado que el círculo es la mayor
figura poligonal del mismo perímetro que él, vamos ahora a discurrir un
poco acerca de los sólidos con los que se trata de comparar la esfera.
Es posible, en efecto, imaginar muchas figuras sólidas con superficies
de toda clase; pero nosotros vamos a considerar especialmente las que
parecen regulares, las cuales no son solo las cinco de que habla el divino
Platón, a saber: el tetraedro, el hexaedro, el octaedro, el dodecaedro y
el icosaedro, sino también las trece descubiertas por Arquímedes forma-
das por polígonos equiláteros y equiángulos, pero no semejantes.
3 De estas diecisiete proposiciones, las diez primeras tienen por objeto de-
mostrar que entre todas las figuras planas isoperímetras el círculo es la de área
máxima, y corresponden a las catorce primeras de la obra de Zenodoro-geóme-
tra de finales del siglo 1 y principios del II d. de J.C.-Sobre las figuras isóme-
tras: IIEQL l(Jo~LnQ(()v (JXll~áL(()v, dedicada a destruir la creencia en que el área
de una figura depende de la longitud de su perímetro.
De estas diez proposiciones, Pappo demuestra las dos primeras apoyándose
en el primer teorema de la Medida del círculo de Arquímedes, la tercera, en
la misma de este establecida por reducción al absurdo, e incidentalmente alude
a la obra, perdida, Sobre la periferia del círculo, que hemos citado en la biblio-
grafía del sabio de Siracusa.
Las props. 4-10, con interpolaciones, lagunas, alteraciones y restituciones no
siempre felices, están demostradas laboriosa y fatigosamente hasta llegar a la
conclusión de que el área de un polígono regular es mayor que la de cual-
quier irregular isoperímetro, y, por último, las 11-16 son necesarias para demos-
trar la 17.
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 957
los sólidos y dieciocho aristas porque los ángulos de los cuatro triángulos
son doce y doce también los lados, mientras que los cuatro hexágonos tienen
veinticuatro ángulos y los lados también son veinticuatro, y siendo, pues,
treinta y seis el número total obtenido, el de ángulos será necesariamen-
te el tercio, porque cada ángulo sólido del poliedro lo forman tres án-
gulos planos, y como el número de lados es la mitad de este, tendrá
dieciocho aristas.
El primero de los decatetraedros lo componen ocho triángulos y seis
cuadrados; tiene doce ángulos sólidos porque cada uno de estos se com-
pone de cuatro ángulos planos y veinticuatro aristas; el segundo, con seis
cuadrados y ocho hexágonos, tiene veinticuatro ángulos sólidos porque
cada uno de ellos consta de tres ángulos planos y treinta y seis aristas, y
el tercero, de ocho triángulos y seis octógonos, tiene veinticuatro ángu-
los sólidos y treinta y seis aristas.
De los dos icohexaedros: el primero con ocho triángulos y dieciocho
cuadrados, tiene veinticuatro ángulos sólidos y cuarenta y ocho aristas,
y el segundo, de doce cuadrados, ocho hexágonos y seis octógonos, tiene
cuarenta y ocho ángulos sólidos.
El primer triacontadoedro, compuesto por veinte triángulos y doce
pentágonos, tiene treinta ángulos sólidos y sesenta aristas; el segundo,
con doce pentágonos y veinte hexágonos, tiene sesenta ángulos sólidos y
noventa aristas, y el tercero, de veinte triángulos y doce decágonos, tiene
también sesenta ángulos sólidos y noventa aristas.
El triacolltadoedro, formado por treinta y dos triángulos y seis cua-
drados, tiene veinticuatro ángulos sólidos y sesenta aristas.
El primero de los dos hexaecontadoedros, con veinte triángulos, trein-
ta cuadrados y doce pentágonos, tiene sesenta ángulos sólidos y ciento
veinte aristas, y el segundo, con treinta cuadrados, veinte hexágonos y doce
decágonos, tiene ciento veinte ángulos sólidos y ciento ochenta aristas.
Y, finalmente, el eneacontadoedro, formado por ochenta triángulos Y
doce pentágonos, tiene sesenta ángulos sólidos y ciento cincuenta aristas 12.
xx
Las cinco figuras tienen propiedades que estudiaremos más adelante 15,
demostrando que. entre superficies equivalentes será mayor la que tenga
más bases; y así, el icosaedro es mayor que el dodecaedro; este, mayor
que el octaedro, y, análogamente, el octaedro, mayor que el cubo, y el
cubo, mayor que la pirámide 16.
Estos sólidos tienen iguales analogías que los polígonos planos, por-
que del mismo modo que se ha demostrado que cuando estos tienen el
mismo perímetro, el de mayor número de lados es constantemente ma-
yor y que el mayor de todos es el círculo, se demostrará ahora que la
esfera es mayor que los poliedros.
tadoedro; si se toman dos puntos en vez de uno en cada arista y se hace una
construcción análoga, resultan otros cinco poliedros semirregulares, y repitiendo
la misma operación con el decatetraedro y el triacontadoedro, cuatro más.
El de mayor interés es el decatetraedro, que se encuentra en cristalografía
y en arquitectura, y su volumen, en función del radio de la esfera circunscrita,
es V=5j3 R3J2.
Otro poliedro semirregular que fue estudiado especialmente por lord Kelvin
-William Thomson (1824-1907)-es el tetracaeidecaedro, que lleva su nombre.
Puede construirse dividiendo en tres partes todas las aristas del octaedro por
los puntos que sirven para obtener los 24 vértices del poliedro, el cual tiene
seis caras cuadradas y nueve hexagonales y goza de la propiedad, única entre
los trece, de poder llenar el espacio, como el cubo.
13 Elementos, XIII, 18.
14 La demostración de Pappo carece de rigor lógico.
15 Vid. infra, XLIV, 38, LV, 48.
16 Triangular.
960 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
19. Un cono y un cilindro que tengan la misma área que una esfera
son menores que esta.
En efecto, un cono cuya base sea equivalente a la superficie de una
esfera y su área total mayor que la de esta esfera, será equivalente a esta
cuando tenga una altura igual al radio de la esfera 17, mientras que el
cilindro de igual base que el cono, la cual equivale al área de la esfera,
y altura igual al tercio del eje del cono, equivale al cono 18, y también a
la esfera, teniendo su área mayor que la de esta porque las dos bases del
cilindro valen el doble de la del cono, es decir: el doble del área de la
esfera, de modo que cuando el área de una u otra de estas figuras sea
equivalente a la de una esfera, esta es necesariamente mayor que una u
otra de dichas figuras.
Tales son las cuestiones relativas a la comparación de la esfera con
las cinco figuras, el cono y el cilindro, y por lo que toca a las proposi-
ciones demostradas por Arquímedes, las demostraremos de otro modo,
después de los lemas necesarios para ello 19.
XLIII
Establecido lo anterior 20, es claro que un cilindro cuya base sea equi-
valente a un círculo máximo de la esfera y altura igual al diámetro de
esta, es sesquiáltero 21 de la esfera y su área sesquiáltera de la de la esfera 22.
Dado el semicírculo AEG de diámetro AG y centro Z, sea E el punto
medio del arco AEG, y tracemos las tres tangentes AB, BD Y DG por los
XLIV
XLV y XLVI
XLVII
40. Dado un triángulo equilátero ABG inscrito en una esfera desde
cuyo centro D se traza la perpendicular DE al plano del triángulo, se
unen los puntos A y E Y se prolonga la recta AE hasta que encuentre en
Z al lado BG, digo que AE es doble de EZ.
XLVIII
41. En un círculo dado ABGD de centro E, consideremos un diá-
metro AG, tracémosle la perpendicular DHB igual al lado del pentágo-
FIG. 19.
XLIX
42. El cuadrado de una recta al quíntuple de la parte menor que la
divide en media y extrema razón es como 4 a 3.
P APPO.-COLECCION MATEMATICA 963
u
44. Dividiendo dos rectas AB y DE en media y extrema razón por
los puntos G y Z, respectivamente, siendo AG y DZ sus segmentos ma-
yores, digo que la recta AB es al segmento AG como la DE al segmen-
to DZ.
LII
UlI
UV
LV Y LVI
LVII
LVIII
LIX
LX
24 Las props. 38-51 son otros tantos lemas que Pappo utiliza para comparar
los volúmenes de los cinco poliedros regulares. Dichos lemas no se encuentran
en Euclides, y aunque son poco importantes, hemos traducido sus enunciados,
pero no sus demostraciones, porque carecen de interés; mas no será ocioso ad-
vertir que son rigurosas.
25 Demuestra lo enunciado en las props. 52-56.
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 965
LXIV
LIBRO VI
I-XXIV s
XXV-XXVII
eje el círculo que pasa por los polos de la esfera no será dos veces per-
pendicular al horizonte, sino siempre.
En el undécimo teorema 8 ha considerado la posición más difícil de
oblicuidad diciendo: «oblicuo al eje» y «tangente a círculos mayores que
los que tocan al círculo primitivo», y no ignorando que la demostración
relativa a la posición del paso por los polos-que ha omitido-es fácil.
Nosotros hemos dicho, en efecto, que también en este caso los ortos y
los ocasos se verifican en el círculo del horizonte entre los paralelos a
que es tangente.
Por último, el teorema duodécimo se refiere a la única posición obli-
cua y a lo que conviene a esta.
XXVIII
Tal es la cuestión sumariamente expuesta; pero en el presente libro
se investigará cómo los puntos no situados en el eje, sino en la superficie
de la esfera, describen círculos cuando se mueven con esta.
Si los puntos estuvieran fijos y no girasen con la esfera sería fácil
admitir que la línea engendrada por un punto en la superficie es una
circunferencia de círculo, y si, por el contrario, girase la esfera y el punto
se moviese uniformemente sobre ella, pero más despacio o más deprisa
y en el mismo sentido, la proposición también sería cierta en este caso.
En efecto, si el punto se retrasa en la esfera es claro que engendrará
en su superficie una línea que cambiaría de posición de una manera con-
tinua' y lo mismo ocurriría si su movimiento fuese más rápido; pero si
el punto no se adelanta ni se atrasa y ocupa siempre la misma posición en
la esfera mientras gira esta, se preguntaría con razón cómo podría descri-
bir un círculo porque el punto que describe debe describir algo inmóvil, y
si, por el contrario, aquello sobre lo cual describe no está fijo, ¿cómo
describirá?
Todo lo que hay en la esfera no está inmóvil cuando gira. Solo está
inmóvil el eje y es evidente que a lo que está fijo se le pueden trazar
perpendículares desde un punto móvil, las cuales cortarán al eje en un
cierto punto que tiene que ser fijo por serlo el eje, y puesto que el punto
está situado en este y la perpendicular en la esfera y esta gira, la recta
será arrastrada circularmente con uno de sus extremos en la superficie
de la esfera y el otro en el eje, que es inmóvil.
Por consiguiente, esta recta arrastrada y moviéndose mientras gira la
esfera, pero teniendo fijo su extremo, debe moverse en un plano, que es
fijo, y entonces, habiéndose supuesto un plano fijo en el que se mueve la
recta de que acabamos de hablar y tomado dos puntos cualesquiera en
el plano, y siendo siempre posible describir en un plano un círculo de cual-
quier centro y cualquier radio, es evidente que este círculo descrito con
centro en el punto del eje y radio igual a la distancia del punto situado
en la superficie de la esfera, estará en el plano sobre el cual se mueve di-
cha recta, y, por tanto, el punto fijo en el eje ha sido la causa de que el
situado en la superficie de la esfera haya descrito un círculo, y no se ha-
bría podido plantear el problema si no se hubiera trazado una perpendi-
cular al eje fijo.
XXIX
28. Para demostrar que la perpendicular desde un punto cualquiera
de la esfera al eje encuentra a este en el interior de aquella, consideremos
la esfera de polos A y B y tracemos des-
de un punto cualquiera G de su super- B
ficie la perpendicular al eje AB (Fig. 21).
Digo que esta perpendicular encuentra a
AB en el interior de la esfera.
En efecto, si no fuera así, la encon-
traría en un punto exterior D, y enton-
ces siendo GD perpendicular a AB y
uniendo el centro E de la esfera con
el punto G, las rectas EG y EA son
iguales, y, por tanto, la ED mayor que
la EG, y en el triángulo EGD el ángulo
de EG y GD mayor que el de ED y DG,
y como este es recto, el de las rectas
EG y GD será mayor que un recto y
el triángulo EGD tendrá dos ángulos
cuya suma es mayor que dos rectos, 10 o
cual es imposible; luego la recta tra- FIG. 21.
970 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
xxx
Teodosio comete un error de interpretación en su cuarto teorema 9,
porque habiendo demostrado que el día NT es más largo que el MP, se
supone que la noche que precede al
día NT es más corta que la que pre-
cede al MP.
En efecto: sea R el ocaso que an-
tecede al otro N y tomemos el arco
PS igual al RN. Si el arco NT fuera
menor que el MP, el arco entero
ND sería menor que el DP, y lo
mismo respecto de los arcos RN y
PS (Fig. 22).
Puesto que el arco TD es me-
nor que el DM y el NP mayor que
el MP, no es evidente que el ND
sea menor que el DP porque pue-
de ser igual o mayor, y entonces
FIG. 22. no siendo menor el ND no se pue-
de decir que el RN se hará invisible
en menos tiempo que el PS, y, por tanto, Teodosio debió demostrar que
la suma de los arcos de los días y las noches 10 en la parte DG es cons-
9 Se refiere a la prop. 1, 4, del tratado Sobre los días y las noches, de TEO-
DOSIO DE TRípOLI, que hemos citado en la bibliografía de este, indicando, ade-
más, lo que entendía por día y por noche y su duración respectiva.
La proposición que comenta Pappo, según la trad. de DELAMBRE: Histoire
r
de Astronomie ancienne, tomo 1, pág. 237, París, 1817, dice así: «Si el Sol
sale y se pone en dos paralelos situados a igual distancia del trópico, el solsti-
cio [de verano] no se verificará a mediodía del día del medio y será el día más
largo del año. En el semicírculo en que el Sol está más cerca del trópico, los
días serán más largos que en el otro semicírculo, y lo contrario ocurrirá en el
solsticio de invierno.»
10 Es decir: DT + TN.
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 971
XXXI!
Vamos a demostrar que el Sol recorre todo el arco en mayor tiempo
que el que este arco tarda en salir y ponerse de nuevo.
Algunos creerán que lo que sigue es evidente y no necesita demos-
tración. «En efecto, puesto que el Sol recorre el círculo 14 en un año y
este círculo aparece de noche y de día, el tiempo que tarda en recorrerlo
es múltiplo del en que aparece el círculo y puesto que el Sol recorre el
círculo entero en un tiempo mayor que el en que aparece el círculo, re-
correrá los arcos parciales del mismo en un tiempo mayor que el que
emplean estos arcos en salir y ponerse; luego la proposición es evidente
y no necesita demostración.»
.A esto se puede objetar que si los arcos parciales del zodíaco-que
son iguales-salieran y se pusieran de nuevo en tiempos iguales, sería
cierto lo que acabamos de decir porque el círculo aparecerá de un modo
uniforme y los tiempos serán comparables entre sí, puesto que el Sol re-
corre arcos iguales en tiempos iguales por ser uniforme su velocidad.
El Sol recorre el círculo de un modo uniforme; pero el círculo sale y
se' pone de un modo no uniforme, y como el tiempo que tarda el Sol en
recorrer el círculo es mayor que el que tarda en aparecer el mismo círcu-
lo, no podemos decir que el tiempo parcial durante el cual el Sol recorre
un arco será mayor que el que este arco tarda en salir o en ponerse, y,
por tanto, ya no queda establecido de una manera evidente que el Sol
recorre toda la circunferencia en mayor tiempo que el que esta tarda en
aparecer y desaparecer. ¿Por qué no decir entonces que el Sol recorre
todo el círculo en un tiempo mayor' que el que tarda este en aparecer
y que los tiempos parciales durante los cuales recorre cada uno de los
arcos del círculo son menores que los que tardan estos círculos en apa-
recer? De lo que sigue se deduce, evidentemente, que esto puede presen-
tarse en ciertos movimientos.
30. Dado un triángulo ABG, rectángulo en B, describamos un círcu-
13 Razonando como antes, demuestra por reducción al absurdo que el arco
ND no es mayor que el DL, y como antes ha demostrado que no es igual, es
menor.
14 El zodíaco.
PAPPO. -COLECCION MATEMATICA 973
XXXIII
Es preciso, pues, examinar si la velocidad del zodíaco es algo que
crece y decrece hasta lo infinito, o crece y no decrece, o decrece y no
crece, o no decrece ni crece, porque, según veremos ahora, esto ocurre
con ciertas magnitudes.
Estudiemos primero el caso de las magnitudes susceptibles de aumen-
tar y disminuir, a la vez, infinitamente.
31. Todas las magnitudes que intervienen en los problemas indeter-
minados se hacen mayores y meno-
T res que cualquier magnitud dada.
En efecto: si a una recta dada
se aplica un área aumentada en un
cuadrado se le puede aplicar un
área mayor y una menor aumenta-
das en un cuadrado; y esto hasta
lo infinito 16.
32. Entre las cosas que crecen
pero no decrecen infinitamente está
el triángulo ABG tal que si se divi-
de el lado AG en dos partes iguales
por el punto E y se traza por este
la transversal ZEH, el triángulo ZHB
es mayor que el ABG 17, Y por lo mis-
mo, si se traza la transversal TEK
FIG. 25. el triángulo BTK es mayor que el
ZBH (Fig. 25), Y si se siguen trazan-
do transversales hasta lo infinito, el triángulo aumentará indefinidamente y
16 Vid. supra, EUCLIDES: Elementos, VI, 29, y ARQuíMEDES: Sobre conoides
y esferoides, prop. 2. .
17 Trazando por A la AL paralela a BG, se tiene, en efecto, por ser AE=EG,
XXXV
35. Establecidas estas cosas, demostremos ahora que la velocidad
decreciente del zodíaco no es nunca menor que la del Sol y que este re-
18 Vid. supra, EUCLIDES: Elementos, IV, 1.
19 Las condiciones de posibilidad fueron establecidas por EUCLIDES: Elemen-
tos, VI, 28.
20 Pappo no da la demostración, que es muy sencilla, pues basta comparar
con dichos ángulos otros dos que tengan sus vértices en la circunferencia BEAZ,
uno inscrito y otro exinscrito, para concluir que el que tiene el vértice más
cerca del punto A es mayor que el que 10 tiene más lej os.
976 CIENTfFICOS GRIEGOS.-TOMO II
21 El punto D.
es decir, el trópico de verano.
22 TOU JtfQLvoií XÚX/.OU,
Llamando d a la recta que une los centros de la esfera y del círculo BED,
23
y R Y r a los radios, es
d 10
-=-,
r 23
de donde
d2 +r2 102 +23 2 100+529 629
---=----
r2 23 2 529 529 '
R2 (2R)2
-=---=--;
629 2R v
629 25,08
--=-:===-=---,
r2 (2r)2 529 2r v529 . 23
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 977
otros arcos del zodíaco y se ha demostrado que este arco sale en menos
tiempo que tarda el Sol en recorrerlo, resulta que los demás arcos del
zodíaco salen en menos tiempo del que tarda el Sol en recorrerlos, que era
lo que se quería demostrar.
36. Si el punto Z es el ocaso y el H el orto, el tiempo del arco ZH
durante el cual lo recorre el Sol, será de noche, y como los arcos ZL y
LB son desiguales, el solsticio no se verificará a medianoche y es eviden·
te que el arco ZLB es la noche más larga del año que empieza en el
solsticio de verano, porque ese arco ZLH cambia el hemisferio en som-
bra en el tiempo más largo y se trata, pues, de demostrar lo que ocurre
en cada caso 28•
••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 29
XLI
Si la recta que va del ojo al centro de un círculo no es perpendicular
al plano de este ni igual a su radio, los diámetros aparentes del círculo
serán desiguales 30.
Expongamos antes lo siguiente:
42. Sean los triángulos ABG y DEZ rectángulos en A y D Y tales
A o que la razón de los lados GB y
GA sea mayor que la de los ZE
~~
B G E Z
y ZD. Digo que el ángulo de las
rectas GB y GA es mayor que el
de las ZE y ZD (Fig. 28).
FIG. 28. En efecto, por ser la razón de
GB a GA mayor que la de ZE a ZD,
también lo será en potencia y, por división, en longitud; luego la razón de
AB a AG será mayor que la de DE a DZ 31.
28 Sigue la exposición de las distintas duraciones de los días y las noches.
29 Pappo dedica las cinco props. 37·41 a comentar los Tamaños y distancias
del Sol y de la Luna, que hemos incluido al final del apartado dedicado al
astrónomo de Samos, que es su lugar adecuado.
30 Es la prop. 33 de la Optica atribuida a Euclides, cuyo comentario hace
precederPappo de las nueve props. 42-30 como otros tantos lemas para de-
mostrar la 51, que es la 35 de Euclides.
31 Por hipótesis es
GB ZE
-->--,
GA ZD
P APPO.--cOLECCION MATEMATICA 979
XLII
43. Si desde un punto A exterior a un plano dado se le baja la per-
pendicular AB que lo corta en B, desde
donde se traza la BD perpendicular a una A
recta GD del plano y se unen los puntos
A y D, digo que la recta AD es perpendicu-
lar a la GD (Fig. 29).
Tomando en. esta recta un punto cual-
quiera G y, uniéndolo con los A y B, el
ángulo de las rectas BA y BG es recto, y,
por tanto, la suma de sus cuadrados equi- v-----+--~8
vale al cuadrado de AG, y como el de BG
equivale a la suma de los de DB y DG, el
de AG equivaldrá a la suma de los de
BA, BD Y DG; pero la suma de los de
BA y BD equivale al de AD; luego el de
AG equivale a la suma de los de DA y
DG, y, por tanto, el ángulo de estas dos
rectas es recto y la recta DA perpendicular FlG. 29.
a la DG, que es lo que queríamos de-
mostrar.
de donde
GB2 ZE2 @2_(;A2=AB2 ZEZ - ZD2 = DE2
-->--; > -----==:=----,
CA2 ZD2 GA2 ED2
y, por tanto,
AB DE
-->--
AG DZ
980 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
XLIII
""" """
BAG>BAD
XLIV
45. Dados los triángulos ABG y DEZ con un lado BG del uno igual
a uno EZ del otro; los dividimos en dos partes iguales por los puntos
H y T que unimos con A y D, siendo la recta AH perpendicular a BG y
la DT oblicua a EZ y AH mayor que HB, digo que el ángulo de las rec-
tas AB y AG es mayor que el de las DE y DZ (Fig. 31).
46. Dadas las mismas cosas, pero siendo la recta HA' menor que la
BH, digo que el ángulo de las rectas A'B y A'G es menor que el de las
D'E y D'Z 35.
XLV
XLVI
A
o
FIG.
~
E
31.
T Z B
FIG. 32.
XLVII
XLVIII
XLIX
40 Prop. 43.
41 Prop. 44.
42 EUCLIDES: Elementos, XI, 4.
43 Por hipótesis.
44 Prop. 45.
P APPO.-COLECCION MATEMATICA 985
45 Prop. 44.
46 Prop. 49.
47 Es decir, la circunferencia del círculo que vemos como elipse.
48 Trazando por T la GH paralela a la ZK, comparando los triángulos ZDK
y DHT Y recordando a EUCLIDES: Elementos, V, 9, la demostración es inme-
diata.
986 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
11
53. Dado el círculo ABGD de centro E y suponiendo el ojo del ob-
servador en el punto Z exterior al plano del círculo y que la perpendicu-
lar ZH a este plano no caiga en el centro E, prolonguemos la recta EH
a uno y otro lado; unamos el punto
Z con los B y D bisequemos el án-
gula de las rectas ZB y ZD por la
ZT; tracemos la ATG perpendicular
a la BD y por los puntos G y A las
tangentes GK y AK al círculo (fi-
gura 36). Digo que este se verá des-
de Z como una elipse con el centro en
T y no en E como creen algunos; las
rectas GA y BD como ejes conjuga-
dos; las ordenadas sobre BD parale-
B
HG. 36. FIG. 37.
LU
LXIII
polo del horizonte está en uno de los trópicos, el zodíaco será una vez
perpendicular al horizonte y si está entre ellos dos veces.
55. Sea ABT el horizonte; CH, el trópico de verano; BT, el de in-
vierno; ADE, el meridiano; BZH,
A
el zodíaco, y supongamos que el
polo del horizonte sea el punto
D situado en el trópico de vera-
no (Fig. 38). Digo que el círculo
BZH será una sola vez perpen-
dicular al horizonte ABT duran-
L
te una revolución.
K
En efecto, puesto que en el
transcurso de esta el punto H re-
corre el arco HC y su complemen-
to, que está bajo la Tierra y vuel-
ve luego a la posición H, pasa una
sola vez por el polo D y el zo-
díaco se coloca sobre el círculo
FIG. 38. DKL, solo será perpendicular una
vez porque pasa por los polos.
Análogamente, si el polo E del horizonte está en el trópico de invier-
no, el zodíaco solo será una vez perpendicular al horizonte.
LIV
56. Si el polo T está entre los dos trópicos, digo que el zodíaco será
dos veces perpendicular al horizonte durante una revolución.
Sea, en efecto, BMH el círculo del zodíaco y MLO el paralelo en el
cual se mueve T (Fig. 39). Cuando el punto L llegue al T, el zodíaco BMB
tomará la posición NTS perpendicular al horizonte, y como cuando el
punto M, al recorrer la circunferencia MOT durante una revolución, llega
al polo T, el zodíaco tomará la posición KTP y volverá a ser perpendicu-
lar al horizonte 55.
55 Con las props. 55 y 56, que establecen geométricamente las leyes del
movimiento diurno, Pappo aclara la segunda de los Fenómenos atribuidos a
Euclides, que, según la lección de la ed. de Menge y Heiberg, dice así: «En
una revolución del Mundo el círculo que pasa por los polos de la esfera será
dos veces perpendicular al horizonte, y el del zodíaco, también dos veces per-
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 989
LV
Dice Euclides en su teorema XII: «Los arcos iguales del semicírculo
que sigue a Cáncer se ponen en tiempos desiguales; los que están cerca
de los puntos de contacto de los trópicos en tiempos mayores; los pró-
ximos al círculo equinoccial en
tiempos menores y los equidistan-
tes de este en tiempo iguales.»
Veamos por qué dice esto de
lbs ocasos y no de los ortos de
tales arcos, toda vez que la cues-
tión se ha ampliado a las distin-
ciones orientales 56, cuyo tratamien-
to completo es el siguiente:
Examinemos; por ejemplo, la
región 57 en que Cáncer sale al mis-
mo tiempo que el León. En su
libro Sobre las ascensiones de los
doce signos 58, Hiparco demuestra
matemáticamente que los arcos
iguales del semicírculo que sigue FIG. 39.
puntos de contacto [de los trópicos] en tiempos mayores; los que siguen
a estos en tiempos menores; los que están cerca del círculo equinoccial
también en tiempos menores, y, por último, los equidistantes de este círcu-
lo en tiempos iguales»); pero no dice nada de los ocasos de estos arcos
porque el razonamiento de la demostración vuelve a implicar las distin-
ciones referentes a los ortos, tema sobre el cual Menelao de Alejandría
ha escrito una obra, acerca de la cual haremos después algunas conside-
raciones 59.
57. Si el horizonte pasa por los polos de los paralelos, los tiempos
de los ocasos se establecen de la siguiente manera:
LVI
Queda, pues, demostrado que entre los arcos iguales del semicírculo
que sigue a Cáncer, el más próximo al punto de contacto del trópico de
verano se pone en un tiempo mayor que el más alejado, y que entre los
arcos iguales del semicírculo que sigue a Capricornio, el que está más cer-
ca del punto de contacto del trópico de invierno sale en un tiempo ma-
yor que el que está más lejos.
Si se nos pregunta ahora si, por el contrario, los arcos iguales del
semicírculo que sigue a Cáncer, más próximos al punto de contacto del
trópico de verano salen siempre en mayor tiempo que los más alejados,
diremos que esto no puede verificarse en todas las regiones porque vamos
a demostrar que, en algunos horizontes, la ascensión de la Virgen es
menos inclinada 60 que la del León y este sale en un tiempo mayor que
aquella; y, en cambio, su ascensión es menos inclinada que la de Cáncer.
Demostremos, pues, que en todo clima 61 el que se verifica el orto y
el ocaso de los doce signos, la ascensión de la Virgen es menos inclinada
que la del León 62.
59 En la Colección de pappo no aparecen estas anunciadas consideraciones.
60 Vid. supra, TEODOSIO DE TRípOLI: Las esféricas, JI, 2l.
61 XAL¡tU, en el sentido de zona astronómica celeste correspondiente a cada
una de las veinticuatro terrestres que hay desde el ecuador hasta cada círculo
polar: la primera desde la línea ecuatorial hasta el paralelo en que el día más
largo es de doce horas y media; la segunda, desde este paralelo hasta aquel
en que el día más largo dura trece horas, y así sucesivamente, aumentando
media hora hasta los círculos polares, en que el día dura veinticuatro horas.
62 Pappo demuestra geométricamente las props. 57 y 58 apoyándose en
P APPO.-COLECCION MATEMATICA 991
LIBRO VII
Obsérvese que Viete distingue dos clases de análisis: el cetético, que con-
siste en suponer el problema resuelto y reducirlo a otro, y así sucesivamente,
y el porístico, que tiene por objeto comprobar un teorema cuya demostración
se desconoce, de tal modo que un teorema establecido cetética o comprobado
porísticamente se puede demostrar de una manera directa por síntesis, es decir,
siguiendo la marcha inversa del análisis.
El matemático francés reduce la cetética gracias a la creación de su simbo-
lismo literal, limitándola a la determinación de la ecuación final por medio de
la antítesis, el hipobibasmo y el parabolismo, o, como decimos hoy, transpo-
sición de términos, supresión de factores comunes y división por un mismo
número.
Al análisis y síntesis de los antiguos ha dedicado PAUL T ANNERY dos tra-
bajos de provechosa lectura: «L'analyse géometrique» y «Du sens des mots
analyse et synthese», recogidos en sus varias veces citadas Mémoires, tomo IlI,
págs. 158-87.
6 Estas diez obras forman la llamada Colección analítica de los antiguos.
7 Por los geómetras que cita.
s Es decir, considerando solo su magnitud.
994 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
Los libros Sobre las secciones del espacio son dos y también constan
de un problema único que se divide en otros dos. La única proposición
9 Quiere decir que ya 10 ha citado, pues que, en efecto, dicho teorema, que
es la prop. 62 de Euclides, se relaciona con la 61, incluida entre las seis refe-
rentes a los paralelogramos y aplicaciones de las áreas.
10 ~LOQt<J~ot;, diorisma, determinación de las condiciones de posibilidad.
11 Geómetra de quien no sabemos nada.
P APPO.-COLECCION MATEMATICA 995
Los dos libros Sobre las secciones determinadas han sido publicados
a continuación de los antes citados y, lo mismo que en estos, su única
proposición se puede enunciar así: Dados varios puntos en una recta,
encontrar un punto tal que el cuadrado de uno de los segmentos com-
prendido entre el punto buscado y uno de los dados esté en una razón
dada con el del otro segmento o con el rectángulo construido sobre uno
de los segmentos de la recta dada y otro exterior a ella, también dado.
Como esta proposIción está dividida en dos y tiene determinaciones
complicadas, en su demostración debieron colaborar varios geómetras.
El primer libro de las Secciones determinadas contiene seis proble-
mas, dieciséis disposiciones 13 y quince determinaciones, cuatro de las
cuales son máximas y una mínima. Son máximas en la segunda dispo-
sición del segundo problema y en la tercera de los cuarto, quinto y sexto,
y es mínima en la tercera del tercer problema.
El segundo libro tiene tres problemas, nueve disposiciones y tres
A los libros anteriores siguen los dos Sobre los contactos cuyas
proposiciones son muy numerosas; pero, como antes, tenemos una que
las sintetiza así: Dados tres elementos cualesquiera de puntos, rectas o
circunferencias, describir un círculo que pase por cada uno de los puntos
dados y sea tangente a cada una de las líneas dadas 14, proposición que,
necesariamente, da origen a diez distintas proposiciones particulares, se-
gún el número de elementos, semejantes o desemejantes, que entren en
las hipótesis.
Las diferentes ternas son, en efecto, diez, porque se pueden dar tres
puntos, o tres rectas o dos puntos y una recta, o dos rectas y un punto,
o dos puntos y una circunferencia, o dos circunferencias y un punto, o
dos rectas y una circunferencia, o dos circunferencias y una recta, o un
punto, una recta y una circunferencia o tres circunferencias.
La dos primeras proposiciones están en el cuarto libro de los Primeros
elementos 15, por lo cual no los expondremos, pues si se dan tres puntos
que no estén en línea recta, el problema se reduce a circunscribir un
círculo a un triángulo dado 16 y si se dan tres rectas no paralelas, sino
que se corten, la cuestión es la misma que la de inscribir un círculo en un
triángulo dado 17, porque el caso de tener dos rectas paralelas y otra que
las corte se ha trazado al principio de todos estos problemas como
formando parte el segundo subdividido.
En el primer libro siguen seis problemas, y los dos restantes: el de
dadas dos rectas y un círculo y el de dados tres círculos, son los únicos
que figuraban en el segundo libro, porque las posiciones relativas de
los círculos y de las rectas son muy variadas y exigen numerosas deter-
minaciones.
Los editores han omitido muchos problemas de contacto que hemos
citado, pero nosotros los restablecimos a la cabeza de dichos dos libros 18,
A los Contactos siguen los Porismas [de Euclides] en tres libros que
constituyen el inventario más extenso de cuestiones relativas a la solu-
ción de problemas importantes, pues son de tal naturaleza que no se
puede determinar la cantidad de clases que tienen, las cuales no pertene-
cen a la de los teoremas ni a la de los problemas, sino a una en
cierto modo intermedia porque pueden presentar la apariencia de teore-
mas y de problemas, por lo cual muchos geómetras-,que solo atienden a
la forma de la proposición-creen que los porismas son teoremas y otros
opinan que son problemas.
De las definiciones resulta, sin embargo, que los antiguos sabían
bien lo que diferencia a las tres cuestiones, porque dicen que el teorema
es una proposición que hay que demostrar, el problema una que hay que
construir y el porisma una que se hace para adquirir 10 que se ha
propuesto.
Esta definición ha sido modificada recientemente por autores que,
no pudiendo profundizar más en el tema, incluso empleando principios
anteriores, se limitan a demostrar que la cuestión existe y encuentran
contradicciones entre la definición y lo que nos han enseñado y por eso
han dicho que el porisma es «lo que falta a una hipótesis respecto de un
teorema de lugar», y como los lugares [geométricos] son la forma de una
clase de porismas, abundan en el campo del análisis.
19 Vid. supra, ApOLONIO: Bibliografía, nota 18.
998 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
t(n 2 +n),
y, por tanto, los números triangulares son: 1, 3, 6, 10, 15, 21, 28, .. ,
PAPPO.-COLECCION MATEMATICA 999
posición, sin que tres de ellos estén situados en los ángulos de un área
triangular 24, los puntos restantes estarán vinculados a una recta dada
en posición».
No es verosímil que el autor de los Elementos haya ignorado esto y
solo hubiera consignado el principio, pues parece que se limitó a indicar
los gérmenes de muchas cuestiones en todos sus porismas cuyas clases
no se deben distinguir de acuerdo con las diferencias que presenten las
hipótesis, sino después de lo que se busque y se encuentre 25.
He aquí cómo se deben establecer en el primer libro las cuestiones
que se buscan 26 :
Si desde dos puntos dados se trazan dos rectas que se cortan sobre
una dada en posición y una de ellas determina en otra, dada también en
posición, un segmento determinado a partir de un punto dado, la otra
determinará en otra recta un segmento que estará con el primero en una
razón dada.
A continuación vienen las proposiciones siguientes:
Tal punto está vinculado a una recta dada en posición.
La razón de tal recta a tal otra es dada.
La razón de tal recta a un segmento es dada.
Tal recta está dada en posición.
Tal recta está inclinada hacia un punto dado.
La razón de tal recta a una recta trazada desde tal punto hasta un
punto dado, es dada.
La razón de tal recta a otra dada trazada por tal punto, es dada.
La razón de tal área a la limitada por una recta dada y tal recta, es
dada.
Dada una parte de tal área, la otra está en una razón dada con el
segmento.
Tal área, o tal área unida a una cierta área dada, es dada y está en una
razón dada con un segmento.
24 Quiere decir que tres puntos no pueden ser vértices de un triángulo cuya
área esté limitada por las rectas que se corten precisamente en esos puntos,
sino que los tres deben ser alineados.
25 La poca claridad de todo esto justifica los largos debates a que ha dado
origen la cuestión de los porismas.
26 De los veintinueve enunciados que siguen, quince pertenecen, según Pappo,
al primer libro, seis al segundo y ocho al tercero, y todos ellos son tan lacó-
nicos y tan oscuros que constituyen otros tantos enigmas. Solo el primero está
completo y no es, precisamente, un modelo de claridad.
1000 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
Tal recta unida a otra con la que está en una razón dada, tiene una
razón [dada] con una recta trazada desde tal punto hasta un punto dado.
Lo limitado por un punto dado y tal recta equivale a lo limitado por
un punto dado y la recta trazada desde tal punto a otro dado.
La razón de tal recta, aumentada en tal recta, a otra dada que va
'desde tal punto a un punto dado, es dada.
Tal recta determina sobre rectas dadas en posición; rectas que limitan
un área dada.
Las hipótesis del segundo libro son diferentes, y la .mayor parte de
10 que se busca es 10 mismo que en el primero. He aquí lo' principal:
Tal área, o tal áreél juntamente con un área dada, está en. una razón
dada con un segmento.
La razón del área limitada por tales rectas a un segmento, es dada.
La razón del área limitada por la suma de tales rectas y la de tales
otras a un segmento, es dada.
El área limitada por tal recta y la suma de tal recta y tal otra con
la que tal recta está en una razón dada, juntamente con el área limitada
por tal recta y tal otra con la que tal recta tiene una razón dada, está
en una razón dada con un segmento.
La razón de la suma de estas dos áreas a una recta que va desde tal
punto a un· punto dado, es dada.
El área limitada por tales rectas es dada.
Las hipótesis más numerosas del tercer libro se refieren a semicírculos,
y las que atañen al círculo y a los segmentos son pocas. Muchas de las
cuestiones que se buscan son análogas a las anteriores, siendo las más
notables las siguientes:
La razón del área limitada por tales rectas a la limitada .por tales
otras, es dada.
La razón del cuadrado de tal recta a tal segmento, es dada.
El área limitada por tales rectas equivale a la limitada por una recta
dada y la que va desde tal punto a un punto dado.
El cuadrado de tal recta equivale al área limitada por una recta dada
y la determinada por una perpendicular hasta un punto dado.
La suma [de tal recta] y de tal otra, con la que tal recta está en
una razón dada, tiene una razón dada con un segmento.
Hay tal punto dado desde el cual las rectas de unión trazadas a tales
[círculos] limitan un triángulo de clase dada.
P APPO.-COLECCIQN MATEMATICA 1001
Hay tal punto dado desde el cual las rectas de unión trazadas a tal
[círculo] interceptan arcos iguales.
Tal recta es de yuxtaposición 27 o limita un ángulo dado con tal recta
inclinada hacia un punto dado.
Los tres libros de los Porismas contienen treinta y ocho lemas y
ciento setenta yun teoremas.
Entre los lugares .en general, los hay efécticos 28, según dice el propio
Apolonio en el preámbulo de sus Elementos 29, cuando un punto es lugar
de un punto, una línea lugar de una línea y un sólido de una superficie;
diexódicos 30 cuando una línea es lugar de un punto, una superficie de
una línea y un sólido de una superficie, y son anastrófocos 31 cuando una
superficie es lugar de puntos y un sólido lugar de líneas.
Los lugares que en el campo del análisis están dados en posición
son' efécticos ; . los llamados planos, sólidos y grámicos son los diexódicos
de puntos y los superficiales son anastróficos de puntos y diexódicos
de líneas.
En general, se llaman planos los lugares engendrados por rectas y
círculos, y sólidos los formados por secciones cónicas, es decir: por pará-
bolas, elipses o hipérbolas, y, por último, son grámicos los constituidos
por líneas que no son rectas, ni círculos, ni secciones cónicas, y los que
Eratóstenes llama de proporciones son de la clase de los anteriores,
pero se estudian aparte de estos por la naturaleza especial de sus hipó-
tesis 32.
En la composición de Elementos los antiguos tuvieron en cuenta
el orden que atañe a los lugares planos, descuidado por sus sucesores,
que agregaron otros lugares como si estos no fueran infinitos para quien
quiera consignar todos los lugares que dependen de este orden.
Más adelante expondremos los añadidos y daremos en primer término
los que entran en el orden resumiéndolos en la siguiente proposición
única: Si desde uno o dos puntos dados se trazan dos rectas que coinci-
den, son paralelas o forman un ángulo dado; si tienen entre sí una razón
dada o limitan un área dada, y si un extremo de una de las rectas
pertenece a un lugar plano dado en posición, el otro extremo pertene-
cerá también a un lugar plano dado en posición, de la misma o distinta
clase que el primero y semejantemente dispuesto o en forma opuesta
respecto de la recta que une los puntos dados, lo cual se verificará de
acuerdo con las diferencias que presenten las hipótesis.
Hay tres proposiciones, añadidas por Karmandros 33, que concuerdan
con estas últimas:
Si se da uno de los extremos de una recta de magnitud dada, el otro
extremo está vinculado a una circunferencia cóncava dada en posición.
Si desde dos puntos dados se trazan rectas que se cortan formando
un ángulo dado, su punto de intersección está vinculado a una circun-
ferencia cóncava dada en posición.
Si se da en posición y magnitud la base de un triángulo de área
dada en posición y magnitud, su vértice está vinculado a una recta dada
en posición:
Las otras poposiciones son:
Si un extremo de una recta de magnitud dada y paralela a una recta
dada en posición está vinculado a una recta dada en posición, el otro
extremo también está vinculado a una recta dada en posición.
Si desde un punto cualquiera se trazan paralelas a dos rectas dadas
en posición o secantes que las cortan bajo ángulos dados o según una
razón dada, el punto está vinculado a una recta dada en posición.
Si desde un punto cualquiera se trazan rect3s que formen ángulos
dados con otras rectas dadas en posición; si el rectángulo de una recta
dada y una de las trazadas, juntamente con el de esa recta y otra de las
trazadas equivale al de la misma recta y otra de las trazadas, y así para
las rectas· restantes, el punto .estará vinculado a una recta dada en
posición.
Si desde un punto cualquiera se trazan a paralelas dadas rectas
que formen con ellas ángulos dados, y si a partir de puntos dados en las
paralelas determinan en estas segmentos que están en una razón dada o
limitan un área dada o tales que la suma o la diferencia de figuras dadas
construidas sobre las rectas trazadas equivale a un área dada, el punto
estará vinculado a una recta dada en posición.
El segundo libro contiene 10 siguiente:
33 Personaje de quien no sabemos nada.
PAPPO.-COLECCION MATEMATlCA 1003
LIBRO VIII
PROPOSICIONES
1--1
A B que a la recta AB, ocupará des-
pués de haber girado una posición
tal que si la abandona se manten-
drá y no caerá, y si se imagina de
nuevo vertical el plano ABGD (fi-
gura 40), cortará al cuerpo en
G D partes que se equilibrarán y cae-
FIG. 40. rá sobre el primer plano que cor-
taba al mismo cuerpo en partes
equilibradas, porque si estos planos no se cortaran, las mismas partes
quedarían equilibradas y no equilibradas, lo cual es absurdo,
II
In
2. Dividiendo los lados de un triángulo ABG en una misma razón
por los puntos H, T Y K de tal modo que la recta TB sea a la TG y la KG
a la KA como la HA a la HB y trazando las rectas TH, TK Y KH, digo
que el centro de gravedad del triángulo ABG es el mismo que el
del HTK 16.
x
9. Dado un peso movido por una potencia da~a en un plano paralelo
al horizonte, y dado otro plano inclinado, que forme con el anterior un
ángulo· dado, encontrar la potencia necesaria para mover el peso en el
plano inclinado 17.
XI
10. El hecho de moverse un peso dado con una potencia dada per-
tenece a la misma teoría 18.
XII
XIII
XIV
XV
XXIII
19. Los problemas propiamente llamados instrumentales también son
útiles, sobre todo cuando reducidos por el análisis a una construcción
fácil, permiten prescindir de la prueba exigida, como en el caso de inscribir
siete hexágonos [regulares] en un círculo dado de modo que uno de ellos
esté en el centro del círculo y cada uno de los otros seis tenga un lado
común con este y el lado opuesto quede adaptado a la circunferencia
del círculo 25.
Sea el círculo dado de centro H y coloquemos el lado TK de un
hexágono de manera que otro hexágono, con un lado MN adaptado a la
circunferencia del círculo, resulte construido sobre la recta TK, y tracemos
la HK, que estará en la dirección del lado KL del hexágono porque el án-
gulo de las rectas KH y KT vale dos tercios de recto y el de KT y
KL un recto y un tercio (Fig. 43). Tracemos ahora HN, y entonces, por ser
iguales las rectas KH y KL, la HL será doble de la LN, y como el ángulo L
es dado, porque vale un tercio y un tercio de recto, el triángulo NLH es co-
nocido y también la razón de NH a NL, y por ser dada la recta HN, lo es
también el lado del hexágono.
La construcción instrumental se hara, pues, del siguiente modo: To-
memos la recta AG igual a la tercera parte del radio del círculo, cons-
truyamos sobre ella un segmento
capaz de dos tercios de ángulo
recto, y considerando la recta AG
dividida en circo partes, tomemos
cuatro de ellas y tracemos la tan-
gente BE (Fig. 44). Digo que AB
es igual al lado del hexágono.
z
o
FIG. 43. FIG. 44.
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
PREAMBULO
variaclOn de rótulo, sino algo más profundo, pues que denuncia un con-
cepto de número distinto del clásico, y un cambio de forma y de método.
Los enunciados de las cuestiones anteriores a él son historietas más o
menos complicadas cuya solución se obtiene, en cada caso particular,
mediante una serie de operaciones concretas que, luego de efectuadas,
se olvidan de una vez para otra,' los problemas diofánticos-excepto uno
solo, antes citado-se refieren exclusivamente a números abstractos, y,
reaccionando contra los logísticos que no demostraban nada, limitándose
a dar la solución del problema propuesto, Diofanto la analiza, y el
camino que sigue para llegar a ella, aunque no siempre satisfactorio, es
rigurosamente científico. En la dedicatoria de su Aritmética no se pre-
senta como autor original, sino más bien como primer compilador de un
conjunto de cuestiones sistemáticas; pero es lo cierto que con Diofanto
se desprende el número de su vestido geométrico, y la forma y el método
se apartan de la tradición logística para adentrarse en la zona del razona-
miento algebraico que había de proyectar su influencia hasta el siglo XVIl
con Fermat y Descartes, muchas de cuyas contribuciones no se comprenden
sin el matemático de Alejandría, el cual inaugura la época del Algebra
sincopada, es decir, del Algebra que interpola en el lenguaje ordinario
algunas abreviaturas para simplificar y mecanizar el razonamiento, sus-
tituyendo la incógnita por un símbolo único e indicando con sendas pa-
labras, siempre las mismas, la adición, la sustracción y la igualdad, y
resolviendo correctamente los problemas indeterminados, es decir, los
que dependen de un sistema de más ecuaciones que incógnitas-que hoy
llamamos en honor suyo Análisis diofántico--, y aunque solo considera
las soluciones positivas, no ignora las negativas y admite que los razona-
mientos son reversibles, lo cual supone un gran progreso sobre la Logís-
tica, porque, vinculando estas ideas con la incipiente· escritura sim-
bólica, quedaron hincados los primeros jalones del cálculo algorítmico.
BIBLIOGRAFIA
las expresiones
son cuadrados.
2) Si se tiene
las expresiones
son cuadrados.
3) La ecuación
X3 + y3 = a3 _ b3
CAVAZZONI, Luigi: «Studi su Diofanto», Rendiconti Sem. Mat., tomo VII, pá-
ginas 107-73, Roma, 1932.
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«Études sur Diophante», Bibliotheca Matematica, nueva serie, tomo 1, pá-
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serie IIl, tomo XIII, págs. 409-55, París, 1888.
«Les manuscripts de Diophante a l'Escoria1», Nouvelles Archives des Mis-
sions scientifiques et littéraires, tomo 1, págs. 383-93, París, 1891.
mOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1031
ARITMETICA
9 Así, por ejemplo, para representar l/3, Diofanto escribe yX, puesto que
es y= 3; para 1/x2 pone !::.Yx, etc.
10 Es decir,
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1033
11 O sea,
X2·x2=x4, X2·X3=X5, x2.x4=x6, x3.x3=x6.
Obsérvese que no pasa de la sexta potencia y que conoce la propiedad con-
mutativa.
12 Esto quiere decir que es
1 1 1
- •. - : : : = -
a b ab
13 Con nuestro simbolismo actual:
1 1 1 1 1 1 1 1 1
_._=_, -e_=_, ---==-,
X X x2 X x2 x3 X x3 x4
1 1 1 1 1 1
- . ""'---=-, - . ",-=-
X x4 x5
x x5 x6
14 Con la misma pesadez que antes define los siguientes grupos de igualda-
des, una a una, sin que se le ocurra una fórmula general:
1 1 1
- . x 2 =x, - . x3 =x2, -. x4=x3,
X X X
1 1
- . x5 =x4, -- . x6=x5;
X X "
1034 CIENTlFICOS GRIEGOS.-TOMO Il
1 1 1
-·x=-, - • X 4 =X 2
x2 X x-? '
1
- • X 5 =X 3
X2 '
1 1 1 1 1 1
-'X=-, - . x.2=-, - . ;t-4=x2 - • X 6 =X 3 ;
x3 x2 x 3 X x3 ' x3
1 1 1 1
-'X=-, - . x2 - -
x4 x3 x4 - x 2'
1 1
- . x 5 =x - . x6=x2 ;
x4 ' x4
1 1 1 1 1 1
x- - . x2 =-, - . x 3 =-,2
xs ' - x4' x5 x3 XS x
1 1 1
- . x4=-, _ . x6=x;
xS x xS
1 1 1 1 1 1
- • X=-, -. x2=-, - . x3=-,3
x6 XS x6 x4 x6 x
1 1 1 1
- . x 4= - , -. x5 = -
x6 x2 x6 X
15 AEt,!n~.
16 'Ü3taQ;l~.
17 d~l'j !1{1
Ó!103tAllO~, es decir, expresiones que contengan términos positivos
-y negativos con distintos coeficientes.
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1035
hasta obtener una sola expresión igual a otra sola expresión; y si se pre-
sentan expresiones negativas en uno o en otro lado añadirlas hasta con-
seguir positivas en uno y otro lado y luego restar las semejantes de las
semejantes hasta que quede una sola expresión a uno y otro lado 18.
Aplica esto diestramente a los datos de las proposiciones hasta que
resulte una sola expresión igual a otra sola expresión y más tarde te
explicaré cómo se resuelve el caso en que quedan dos expresiones igua-
les o una sola.
y entremos ahora en el camino de las proposiciones. Como estas son
muchas y de gran amplitud, ratificadas lentamente por quienes las abor-
dan, y no secundadas por su memoria, he dividido las que pueden serlo,
empezando por las que se refieren a los elementos y procediendo de las
más sencillas a las más complicadas para hacerlas accesibles a los prin-
cipiantes y se fije en la memoria su desarrollo, que haré en trece libros 19.
LIBRO 1
18 Las dos partes de este párrafo, literalmente traducidas, son otros tantos
galimatías. La primera parte quiere decir que si la ecuación de un problema
tiene términos semejantes de distintos coeficientes, hay que restarlos en uno y
otro lado: a;ró EXO:tÉQúlV nóv I-lÉQúlV, o sea, en cada miembro de la ecuación, Y..
por tanto, es la regla de lo que hoy llamamos "reducción de términos se-
mejantes". La segunda parte es la manera de hacer la transposición de términos.
19 Como hemos dicho en el prólogo, solo se conocen seis de los trece libros.
anunciados.
1 Se ve inmediatamente que el problema consiste en encontrar dos números-
x e y conociendo su suma 100 y su diferencia 40, es decir, resolver el sistema
x+Y= 100, x- y=40.
1036 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
2 f.,; Aóyro X,UL ú:rt€Qoxl¡ 'tl¡ ~06E[(Jl1, cuya traducción literal es: "en una razón
[dada] con un exceso dado», frase cuya ambigüedad desaparece si, teniendo en
cuenta la solución diofántica del problema, 10 enunciamos así: Descomponer
un número en dos pa~tes tales que la diferencia entre la mayor y un múltiplo
de la menor sea dada.
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1037
bn:;¿a} es decir 1 a
J -:;¿b~-
bm~a m n
1038 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
El número dado debe ser menor que el que se obtiene cuando se for-
ma la fracción excedente dada del número inicial propuesto 4.
,Para descomponer el número 100 en dos partes de modo que el ex-
cedente del cuarto de la primera sobre el sexto de la segunda sea 20 uni-
dades y suponemos que el sexto de la segunda vale 1 aritmo, la segunda
valdrá 6 aritmos, el cuarto de la primera 1 aritmo más 20 unidades, y,
por tanto, la primera parte tendrá 4 aritmos y 80 unidades; y como
queremos que las dos partes sumen 100 unidades, estas 100 unidades
valdrán tanto como 10 aritmos y 80 unidades; luego restando lo seme-
jante de lo semejante, quedan 10 aritmos iguales a 20 unidades, y, por
consiguiente, 1 aritmo valdrá 2 unidades.
Volviendo a nuestras posiciones, resulta que como el sexto de la se-
gunda parte es 1 aritmo, o sea: 2 unidades, esta segunda parte valdrá
12 unidades, y por ser el cuarto de la primera 1 aritmo y 20 unidades,
es decir: 22 unidades, la primera parte tendrá 88 unidades.
7. Restar dos números dados de un mismo número, de modo que los
restos estén en una razón dada.
Si queremos restar 100 y 20 de un mismo número de tal manera que
el resto mayor sea triple del menor, supongamos que el número que bus-
camos es 1 aritmo. Si le restamos 100, el resto será 1 aritmo menos 100
y si le restamos 20 quedará 1 aritmo menos 20, y como la razón del
resto mayor al menor debe ser 3, tres veces el resto menor será igual
al mayor; pero tres veces el menor equivalen a 3 aritmos menos 300 uni-
dades, o sea: a 1 aritmo menos 20 unidades; luego restando a uno y
1 1
x=~(a+bn)
m+n
- x-- (a-x)=b
m n n
I y=---(a-bm),
m+n
y para que sea y > 0, se debe tener
a
bm>a, b<-
m
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1039
otro lado los términos negativos resulta que 3 aritmos equivalen a 1 arit-
mo y 280 unidades, y restando lo semejante de 10 semejante, se tiene que
2 aritmos equivalen a 280 unidades, y, por tanto, 1 aritmo vale 140 uni-
dades.
Volvamos al principio. Hemos supuesto que el número buscado es
1 aritmo, o sea: 140 unidades. Si le restamos 100, quedan 40; si le
restamos 20, quedan 120, y 120 es triple de 40.
8. Añadir un mismo número a dos números dados de modo que los
resultados estén en una razón dada.
Es necesario que la razón dada sea menor que la del mayor al menor
de los números dados 5.
Si nos proponemos agregar un mismo número a 100 y a 20 de modo
que la mayor suma resultante sea triple de la menor y suponemos que el
número que hay que agregar es 1 aritmo y lo añadimos a 100, tendre-
mos 1 aritmo y 100 unidades, y si 10 añadimos a 20, tendremos 1 aritmo y
20 unidades, y como la mayor suma debe ser triple de la menor, resulta
que el triple de la menor, es decir: 3 aritmos y 60 unidades, equivale a
1 aritmo y 100 unidades, y entonces, restando lo semejante de lo seme-
jante, quedan 2 aritmos iguales a 40 unidades, y, por tanto, 1 aritmo vale
20 unidades.
Volvamos al principio. Por haber supuesto qu.~ el número que había
que sumar a cada uno de los dados es 1 aritmo, este número será igual a
20 unidades, que si se suman a 100 resultan 120 y si se suman a 20, la suma
es 40, y 120 es el triple de 40.
9. Restar un mismo número de dos números dados de modo que los
resultados estén en una razón dada 6.
10. Dados dos números, sumar al menor y restar del mayor un .mis-
mo número de modo que los resultados estén en una razón dada.
11. Dados dos números, sumar uno de ellos a un número y restar el
5 La traducción algebraica del problema es
x+a a-bm
--=m, X=---, (a> b,
x+b m-l
y para que no resulten soluciones negativas ha de verificarse:
a
a>bm, m<-
b
6Problema análogo al anterior y resuelto análogamente con la condición
de posibilidad m > a: b.
1040 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
otro de este mismo número de modo que los resultados estén en una
raión dada 7.
12. Descomponer dos veces un número dado en dos números de
modo que un número de la primera descomposición esté en una razón
dada con uno de la segunda y el número restante de esta segunda esté en
una razón dada con el número restante de la primera descomposición.
Si queremos descomponer dos veces el número 100 de manera que el
número mayor de la primera descomposición sea doble del menor de la
segunda y el mayor de la segunda triple del menor de la primera y supo-
nemos que el número menor de la segunda descomposición es 1 aritmo,
el mayor de la primera será 2 aritmos, y, por consiguiente, el número
menor de la primera descomposición tendrá 100 unidades menos 2 arit-
moS, y puesto que el mayor número de la segunda debe ser triple de este
último, tendrá 300 unidades menos 6 aritmos.
Pero la suma de los números de la segunda descomposición también
tiene 100 unidades; luego esta suma equivale a 300 unidades menos 5
aritmos, y entonces, igualándola a 100 unidades, resulta que 1 aritmo
vale 40.
Volvamos al principio. Siendo 2 aritmos el número mayor de la pri-
mera descomposición, tendrá 80 unidades, y como el menor de la misma
descomposición tiéne 100 unidades menos 2 aritmos, será igual a 20 unida-
des, .y siendo 300 unidades menos 6 aritmos el mayor número de la se-
gunda .descomposicióIÍ, tendrá 60 unidades y por ser 1 aritmo, es decir:
40 unidades el número menor de la segunda descomposición, la prueba es
evidente 8.
7 Si los números dados son a > b, las ecuaciones que resuelven los pro-
blemas 10 y 11 son
x+b x+b
-.-=m, --=m,
a-x x-a
que, para a= 100, b = 20, m = f;}, y razonando como antes, Diofanto obtiene
obteniendo
que, para a=30, b=50, m=2 y n=3, que es el ejemplo numenco que resuelve
Diofanto, con el cambio de variable y=a+30, resulta x=98, y=94.
12 yíVECJTCU a.UT01.J ~".;t.
13 yíVECJTCU a.UT01.J y".;t.
14 Si en el sistema
x+y=~ y+z=~ z+x=~
hacemos
x+y+z=a,
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1043
20. Descomponer un número dado en tres partes tales que cada una
de las extremas, añadida a la mediana, esté en una razón dada con la
extrema restante.
Si queremos descomponer el número 100 en tres partes tales que la
primera aumentada en la segunda sea triple de la tercera y la segunda
aumentada en la tercera cuádruple de la primera, y suponemos que la
tercera vale 1 aritmo, resulta, que puesto que la suma de la primera y de
la segunda es triple de la tercera, la suma de estas dos partes es 3 aritmos,
y, por tanto, la de las tres 4 aritmos, de modo que, igualándola a 100 uni-
dades, se deduce que 1 aritmo tiene 25 unidades.
Volvamos a lo supuesto. Siendo la tercera parte 1 aritmo, o sea, 25 uni-
dades, y valiendo la primera aumentada en la segunda 3 aritmos, tendrá
75 unidades, y puesto que la segunda añadida a la tercera es el cuádru-
ple de la primera y suponemos que la primera es un aritmo 18, la segunda
aumentada en la tercera dará 4 aritmos y la suma de las tres partes 5 arit-
mos, y como esta suma es 100 unidades, 1 aritmo tiene 20, que será el
valor de la primera parte; la segunda aumentada en la tercera será 80,
y, por tanto, la tercera parte vale 25, y la segunda parte restante tendrá
55 unidades 19.
21. Encontrar tres números tales que el mayor exceda al mediano en
se tiene
x=a--!- b, y=a--!- c,
z=a--!- d, t=a--!- a,
cuya suma vale
4a--!- (a+b+c+d)=2a,
de donde
a=t (a+b+c+d),
y, por tanto,
x=t (a+b+c+d)-t b,
que es positivo parat(a+b+c+d) > b, y 10 mismo se demuestra para Yi z Y t.
También hay otra manera de resolver este problema, que no traducimos por
la misma razón que antes.
18 Es decir, un nuevo aritmo.
19 Este problema es de la forma
una fracción dada del menor, que el mediano exceda al menor en una frac-
ción dada del mayor y que el menor exceda en un número dado a una frac-
ción dada del mediano.
Es preciso que el número mediano exceda al menor en una fracción
del mayor tal que el denominador 20 de esta fracción multiplicado por el
exceso del mediano sobre el menor sea mayor que el mediano 21.
Si queremos que el número mayor exceda al mediano en un tercio del
menor, que el mediano exceda al menor en un tercio del mayor y que el
menor exceda en 10 unidades al tercio del mediano, supongamos que el
menor es 1 aritmo aumentado en las 10 unidades en que excede al tercio
del· mediano, en cuyo caso este tendrá 3· aritmos y el menor será igual al
tercio del mediano más 10 unidades, o que el mediano tenga 3 aritmos 22.
Puesto que queremos que el número menor exceda a la tercera parte
del mediano en 10 unidades, será igual a 1 aritmo y 10 unidades, y como
el mediano debe exceder al menor en la tercera parte del primero 23, el
mediano excederá al menor en 2 aritmos menos 10 unidades, que es la
tercera parte del mayor; luego el mayor tendrá 6 aritmos menos 30 uni-
dades, y por exceder al mediano en un tercio del menor, resulta que l()
valores obtenidos tomando como incógnita z=a, y, por tanto, es
x+Y= 3a, 4a= 100,
a=z=25, x+y=75,
y empleando una nueva incógnita x={3, es
y+z=4{3, 5{3= 100, f3=20.
20 w<J1:e LOV Ó!A(J)VU~lOV TOÜ TOW-lJ1:ou !-LBQOU~.
21 Esta condición no es la necesaria np> n + p para que el sistema
1 1 1
x=y+-z; y=z+-x, z=a+-y,
m n p
tomar el todo nueve veces: :7t1J.v'ta ex~~, es decir, multiplicar por 9 para quitar
denominadores, y simplificar :
8a= 100, a= 121;
luego es
x==45, y= 371, z= 221,
,como antes.
26 La indeterminación del sistema que resuelve el problema
1 1 1 1 1 1
x=- x+- z=y-- y+-x=z-- z+- y,
m p n m p n
veces el segundo número aumentado en los otros dos es igual a tres ve·
ces dicho segundo número más los tres números y el total tendrá 4 arit-
mas y 4 unidades. Restando a uno y otro lado la suma de los tres núme-
ros, los 3 aritmos y 1 unidad que quedan son tres veces el segundo nú-
mero, luego este será 1 aritmo y 1/3 de unidad.
El tercer número, al tomar la quinta parte de la suma de los otros
dos, es también 1 aritmo y 1 unidad, y, por tanto, tomando el todo cinco
veces, y por las mismas razones que antes, deducimos que el tercer nú-
mero será 1 aritmo y ~ unidad.
Finalmente, por ser la suma de los tres números igual a 1 aritmo y
3 unidades, 1 aritmo vale 13/12 y, eliminando la fracción, resulta que el
primer número es 13, el segundo 17 y el tercero 19 29 •
25. Encontrar cuatro números tales que, tomando cada uno de ellos
una fracción dada de la suma de los otros tres, resulten números iguales 30.
1 1 1
x+- (y+z)=y+- (z+x)=z+- (x+y),
m n p
26. Dados dos números encontrar otro que, multiplicado por ellos,
resulte un cuadrado y la raíz de este cuadrado 31.
Sean 200 y 5 los números dados y 1 aritmo el pedido, cuyo producto
por 200 es 200 aritmos y por 5 es 5 aritmos. Como uno de estos números
tiene que ser un cuadrado y el otro la raíz de este cuadrado, si se cua-
dran 5 aritmos resultan 25 cuadrados de aritmo iguales a 200 aritmos, y
dividiéndolo todo por 1 aritmo, se tiene que 25 aritmos equivalen a
200 unidades; luego 1 aritmo es 8, número que resuelve el problema.
27. Encontrar dos números tales que su suma y su producto sean
dados.
Es preciso que el cuadrado de la semisuma de los números pedidos
exceda en un cuadrado al producto de los números, que se puede repre-
sentar gráficamente 32.
Si queremos que la suma de los números sea 20 y su producto 96,.
supongamos que su diferencia tenga 2 aritmos, y entonces, dividiendo la
suma en dos partes iguales, cada una de estas partes será la mitad de la
( x: y ) 2 _ xy = cuadrado perfecto,
no ofrece ninguna duda, pero la frase final ha dado origen a diversas interpre-
taciones. El texto griego dice: EO'tL bÉ 'tOv'tO OTAuo¡.tunxóv, al que Xylander da
un sentido pasivo en su traducción latina, y Bachet en la suya activo, a causa
de la palabra JtQuy¡.tunxóv: effictum aliunde para el helenista alemán, y a quod
aliud quippiam effingi et plasmari potest para el erudito francés. Por su parte,
WERSTEIN (Die Arith. des Diophantus, pág. 35) vierte libremente: und man
kann immer solche Zahlen als gegeben annehmen, dass diese Bedingung el'lull-
tist; NESSELMANN (Die Algebl'e del' griechen, pág. 326) dice: das lCisst sich aber,
bewerkstelligen; HEATH (Diophantus of Alexandrie) traduce this is of the natura
of a formula, y TANNERY (en la versión latina que acompaña a su edición crítica
del texto griego, pág. 62) escribe: hoc est formativum.
De todos modos, la condición de posibilidad equivale a la igualdad
es
s+d s-d
a=-2-' b=--
2
34 La condición de posibilidad
x x 2±y2
-=m, ---=n,
y x±y
LIBRO 11
1. Encontrar dos números tales que su suma esté en una razón dada
con la suma de sus cuadrados.
2. Encontrar dos números tales que su diferencia esté en una razón
dada con la diferencia de sus cuadrados.
3. Encontrar dos números tales que su producto esté en una razón
dada con su suma o con su diferencia.
4. Encontrar dos números tales que la suma de sus cuadrados esté
en una razón dada con la diferencia de los números.
con la condición
a2 < a+b.
5 Para resolver la ecuación x 2+y2= 16, Diofanto toma como incógnita x=a,
y, por tanto, es y2= 16 - a 2, que identifica con una expresión de la forma
(ma- /16)2
que, para m = 2, es
y simplificando,
y, por tanto,
x2 = ( 16 ) 2= 256 ,
5 25
siendo, evidentemente,
( ~~ ) 2 + ( 12 ) 2 = 400 = 16 = 42•
\ ) 5 25
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1059
m +n ) 2 ( m-n ) 2
x+a=--2-
( , x+b= -2-- ,
de donde
da el valor x= 97/64.
El segundo método evita la doble ecuaClOIl anterior tomando como incóg-
nita B=a, y, por tanto, x=a 2 -b, y como de la igualdad
a 2 + 1 =a2 - 2an+n 2,
deduce que es
n2 -1 15
a=---=- para n=4, x=a 2 -2=97/64.
2n 8
10 Supone, pues, que el resto es el número que hay que restar.
1062 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
576 16 560
----==--
64 14 64
con la condición p2+ q 2 < a, que es superflua para que el problema solo tenga
soluciones positivas, porque también las admite negativas.
Poniendo, en efecto,
ellas cede una fracción dada y un número dado a la que le siga, resulten
iguales las partes que han cedido y recibido 15.
19. Encontrar tres cuadrados tales que la diferencia entre el mayor
y el mediano esté en una razón dada con la del mediano y el menor.
Si queremos que una de las diferencias sea triple de la otra, supon-
gamos que el cuadrado del número menor es 1 cuadrado de aritmo y el
del mediano 1 cuadrado de aritmo más 2 aritmos y 1 unidad, es decir:
el cuadrado cuya raíz es 1 aritmo y 1 unidad, el número menor tendrá
lcuadrado de aritmo, más 8 aritmos y 4 unidades, y como esto ha de ser
un número cuadrado, formemos el cuadrado de 1 aritmo aumentado en
una cantidad de unidades tal que las otras expresiones de los aritmos y
de las unidades presentadas por este cuadrado no excedan a los 8 aritmos
y 4 unidades y quede una de estas por encima y otra por debajo. Toman-
do 3 unidades, el cuadrado será 1 cuadrado de aritmo más 6 aritmos y
9 unidades, que igualaremos a 1 cuadrado de aritmo más 8 aritmos y
4 unidades, lo que da el valor 2~ unidades para 1 aritmo, y, por tanto,
el cuadrado mayor será 30~, y el menor 6~ y el mediano 12~ 16.
20. Encontrar dos números tales que el cuadrado de cada uno de
ellos, aumentado en el otro número, forme un cuadrado.
Si el primer número es 1 aritmo y el segundo 1 unidad y 2 aritmos,
a fin de que el cuadrado del primero aumentado en el segundo sea un
cuadrado, es preciso que el cuadrado del segundo aumentado en el pri-
Los problemas 17 y 18 son variantes sin interés del 22 del lib. I.
15
Si en la ecuación
16
x2_y2
---=3,
y2_z2
ponemos
z2=a 2, y2=(a+ 1)2=a2+2a+ 1,
~omo de ella se deduce que es
x2=4y z- 3z2=a2 +8a+4,
identifiquemos este valor de x 2 con un cuadrado de la forma a + a, siendo a un
número tal que la incógnita resulte positiva, y tendremos para a = 3 :
a 2 +8a+4=a2+6a+9, a=2t,
y, por tanto,
Z2= ( ~ )2=6 t .
\ 2
DIOFANTO DE ALE]ANDRIA.-ARITMETICA 1065
aumentado J
26-27.
f
Encontrar dos números tales que su producto, " . "
dzsmmuzdo
en cada uno de ellos, forme un cuadrado, y la suma de las raíces de los
cuadrados sea dada.
Si esta suma es S61 1 el número mayor sa~m~nt~do 1en
1 unidad cuá-
(55 (dIsmmUIdo 5
( aumentadO}
druple del menor, el producto de los dos { en el menor for-
\.. disminuido
ma un cuadrado y suponemos que el menor es 1 aritmo, el mayor será
menos)
4 aritmos { , (1 unidad, resulta que el producto de los dos núme-
mas)
aumentado-
ros d" . 'd en el menor es un cuadrado.
f IsmmUI o 5
También tiene que ser cuadrado el producto de los dos números
f a~m~nt~do 1en el mayor y la suma de las raíces ser f 6 {; pero el pro-
( dISmInUIdo 5 (5 5
aumenta
d
01
ducto de los dos números " "
f
dIsmmUIdo
en el mayor es igual a 4 cuadra-
más 3 aritmos más 1 unidad 1
dos de aritmo { que igualaremos al
menos 3 aritmos menos 1 unidad
cuadrado cuya raíz es {~} unidades menos 2 aritmos, resultando enton-
J [
37/27 , que es el número menor, siendo 121/27}
1
ces que 1 aritmo vale
el mayor.
f26/17 121 17
28-29. Encontrar dos números cuadrados tales que su producto,
{ disminuido,
1
aumen.tado en ca da uno de ellos, forme un cuadrado 21.
21 El sistema es
es
18 7 18·25 7·30
X=-,
Y=24' a=---, b = - -
24 24·24 24·24
Análogamente, operando en el problema 29 con x2 = 1, y 2 =25/z6, obtiene
17 10 269 100
y2= _ _.
x=- y=-, x 2=--,
8' 8 64 64
22 (OOU¡; "tE'tQO:YOOV,!,, frase que hay que interpretar como "números cuya suma
es igual a un cuadrado".
1068 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
tres números es una cantidad de cuadrados de aritmo que tenga tres di-
visores. Sea 12 esta cantidad a la cual 1 unidad la divide según 12,
2 unidades según 6 y 3 unidades según 4.
Si se resta un divisor del número que resulte de la división y se toma
la mitad del resto y el primero de los tres números es 5~, el segundo
será 2 y el tercero ~, y es claro que el cuadrado de cada uno aumentado
en 12, forma un cuadrado, a saber: 12X, 16 y 42X.
Expresando los números en aritmos, es decir: que el primero tenga
S~ aritmos, el segundo 2 y el tercero ~, la suma de los tres números
tiene que ser igual a 12 cuadrados de aritmo, y como dicha suma es
8 aritmos, resulta que 8 aritmos valen 12 cuadrados de aritmo, y, por
tanto, 1 aritmo es igual a 4/6; luego el primer número es 22/6, el se-
gundo 8/6 y el tercero 2/6.
35. Encontrar tres números tales que el cuadrado de cada uno de
ellos, disminuido en la suma de los tres, forme un cuadrado.
Consideremos, como antes, un número que tenga tres divisores y sea
también 12. Sumando un divisor al número que resulte de la división y
tomando la mitad, supongamos los tres números 6~, 4 y 3~ aritmos,
cada uno de cuyos cuadrados, disminuido en el primero, es un cuadrado.
Puesto que la suma de los tres números es 12 cuadrados de aritmo
y dicha suma vale 14 aritmos, 1 aritmo es 7/6; luego el primer número
será 45~/6, el segundo 28/6 y el tercero 24~/6.
LIBRO 111
4 En algunos ms. sigue otra solución, que, por lo mismo que antes, no debe
de ser de Diofanto, sino de un comentador griego.
s Es decir, que sea x-y=y-z.
1072 CIENTIFICOS GRIEGOS.----;-TOMO 11
y, por tanto,
ecuación que para que tenga soluciones racionales, Diofanto sustituye los nú-
meros 14 y 19 por otros cuadrados cuya suma sea también un número cua-
drado. Haciendo, pues,
x=(30Ha, y=(12t)a,
se tiene:
5929a2 ~ 160a= 16c2,
y, finalmente,
41 124(}l- 77 S02!-
a=-, x=---, y=- z=--
77 77 41' 77
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1075
13 En el sistema
xy+(x+y)=a2 , yz+(y+z)=b 2 , zx+(z+x)=c2 ,
y poniendo
b+c=a+l, b-c=5,
se tiene:
a-4
c2 = ( - - -
)2 ,
2
y, por tanto,
a+6
IOa+9= ( - 2 -
)2, a-4
5a+4= ( -2--
)2,
ecuaciones ambas que dan el mismo valor x= 28, y, por consiguiente, es
x=4, y=9, z=28.
aUmentadO}
17-18.
Encontrar dos números tales que su producto {
disminuido
en su suma y en cada uno de ellos, forme un cuadrado 15.
de donde y=5/8, y, por tanto,
x' = 13/8, y" = 28/8= 3t,
valores que satisfacen la primera ecuación del sistema, que es idéntica a la pri-
mera condición. Haciendo, pues,
x= 1318, y= 3!-, z=a,
las ecuaciones segunda y tercera del sistema se transforman en
Zta- 3!=b2, 5/8a-13/8=c2.
Multiplicando por 4 y 16:
lOa-14=4b 2=b'2, lOa - 26= 16c2=e'2;
restando:
b'2 - e'2= (b' + e') (b' - e') = 12= Zx 6,
y poniendo
b' +e' =6, b' -c'=2,
sale
.Y poniendo
a, 4a-l,
x- {
a+l,
y=
f4a,
Diofanto resuelve el sistema
xy±(x+y)=aZ, xy±x=bz,xy±Y=c2
1080 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 1I
x= {65/224, y= r36/224.
2* ( 5.
16 Vid. supra, Il, 8.
17 Es decir, los valores de los catetos del primer triángulo por el de la hi-
potenusa del, segundo, y viceversa.
18 Se tiene, en efecto,
19 Puesto que es
y utilizando la identidad
LIBRO IV
de donde, sumando,
x+y+z+t= 12.768a2 =65a,
es a= 65/12.768, y, por tanto,
1.713.600 12.675.000
x----- y= ,
-163.021.824' 163.021.824
15.615.600 8.517.600
z ,
163.021.824 163.021.824'
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1083
J
x=a+5 (a+ 5)3+(5 - a)3= 30a2 +250= 370,
y=5-a
de donde
a=2, x=7, y=3.
2 Razonando, como antes, para
x-y=6, x3_y3=504,
se tiene:
a=5, x=8, y=20.
3 Problema indeterminado de primer grado de la forma
x2y=a, xy=a2,
1084 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Sea 1 aritmo el número que hay que sumar, y la raíz del cubo
una cantidad cualquiera de aritmos. Si esta cantidad es 2 aritmos, el cubo
será 8 cubos de aritmo.
Añadiendo 1 aritmo a 2 aritmos, se tienen 3 aritmos, y si se añade
a 8 cubos de aritmo, resultan 8 cubos de aritmo y 1 aritmo, que deben
ser iguales a 27 cubos de aritmo.
Restando 8 cubos de aritmo 8, los 19 que quedan equivalen a 1 aritmo,
y, por tanto, dividiendo por 1 aritmo, se tienen 19 cuadrados de aritmo
iguales a 1 unidad.
Como 1 unidad es un cuadrado, si también lo fueran 19 cuadrados de
arirmo estaría resuelto el problema; pero estos 19 cuadrados de aritmo
son el exceso de 27 sobre 8; los 27 son el cubo de 3 aritmos y los 8 el
de 2; luego los 19 proceden del exceso del cubo de 3 sobre el de 2 aritmos.
Los 2 aritmos figuran en la hipótesis y los 3 exceden en 1 unidad a
la cantidad de .aritmos tomada arbitrariamente como raíz, lo cual nos lleva
a encontrar dos números que difieran en 1 unidad y cuya diferencia de
cubos sea un cuadrado.
Si uno de estos números es 1 aritmo, el otro será 1 aritmo y 1 uni-
dad; luego el exceso de sus cubos es 3 cuadrados de aritmo más 3 arit-
mas y 1 unidad, e igualando esto al cuadrado cuya raíz es 1 unidad
menos 2 aritmos, resulta que 1 aritmo tiene 7 unidades.
Volvamos a la cuestión inicial y supongamos que el número que hay
que añadir es 1 aritmo y la raíz del cubo 7 aritmos. El cubo será, pues,
343 cubos de aritmo y agregando 1 aritmo a cada uno de estos números,
uno de ellos tendrá 7 aritmos y el otro 343 cubos de aritmo más 1 arit-
mo, y como queremos que esta última expresión sea el cubo de raíz
8 aritmos, resulta que 512 cubos de aritmo equivalen a 343 más 1 arit-
mo; luego 1 aritmo es igual a 1/13 y, por consiguiente, el cubo será
343/2.197, la raíz 7/13 y el número que hay que sumar 1/13 9•
Diofanto pone
y de aquí:
y=71 y=a,
Y+1=85 { x=7a,
y la igualdad
de donde
x3+ y== 35a3 - 2a= (/ 2a+(270: 3 - 20:)= 30:;
1088 CIENTIFICOSGRIEGOS.--TOMO II
10. Encontrar dos cubos cuya suma sea igual a la de sus raíces.
Si las raíces de los cubos tienen 2 y 3 aritmos, la suma de sus cubos
es 35 cubos de aritmo, que deben equivaler a la suma de las raíces .. es
decir: a 5 aritmos y, por tanto, dividiendo por 1 aritmo, resultan 3S
cuadrados de aritmo igual a 5 unidades, y el valor de 1 aritmo es enton-
ces irracional.
Pero como 35 cuadrados de aritmo son la suma de los cubos 8 y 27
y las 5 unidades la de las raíces de sus cubos, esto nos lleva a encontrar
dos cubos cuya suma, dividida por la de sus raíces, sea un número cua-
drado, y como hemos visto en el problema anterior que estas raíces son
8 y 5 aritmos, la suma de sus cubos será 637 cubos de aritmoque
igualaremos a la suma de sus raíces, es decir: a 13 aritmos, y obtenemos
que 1 aritmo vale 1/7, y, por tanto, la raíz del primer cubo será S/7
y los cubos 125/343 y 512/343.
11. Encontrar dos cubos cuya diferencia sea igual a la de SllS
raíces 11.
transponiendo términos:
m 3 +n 3
--=pl=(2- 4a)2,
m+n
y obtiene m = 5, n = 8, y volviendo a empezar con el valor x = 5a, llega a
a=-,
7
y, por tanto, es
125 5 267
x3 = - - , X=--, y=--
343 7 343
11 Razonando como en el problema anterior, la solución de la ecuación
x3_ y3=x_y es x=8/13, y=7/13.
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1089
12. Encontrar dos números tales que el cubo del mayor aumentado
en el menor, sea igual al cubo del menor aumentado en el mayor 12.
13. Encontrar dos números tales que si se aumenta una unidad a
cada uno de ellos, a su suma y a su diferencia, se forme un cuadrado.
Puesto que si restamos 1 unidad de un cuadrado tendremos el primer
número, formemos el cuadrado de una cantidad cualquiera de aritmos
aumentada en 1 unidad. Sea el de 3 aritmos y 1 unidad, que es 9 cua-
drados de aritmo y 6 aritmos más 1 unidad, y si le restamos 1 unidad
supongamos que el primer número es 9 cuadrados de aritmo más 6 aritmos.
Como queremos que la suma del primero y el segundo números,
aumentada en 1 unidad, forme un cuadrado, y esa suma aumentada en
1 unidad es [el segundo número más 1] más 9 cuadrados de aritmo y
6 aritmos, y el segundo número, aumentado en 1, es un cuadrado, ten-
dremos que buscar un cuadrado que, aumentado en 9 cuadrados de
aritmo y 6 ar~tmos, forme un cuadrado.
Elijamos, pues, dos números cuyo producto sea 9 cuadrados de aritmo
y 6 aritmos, y entonces, puesto que 9 aritmos y 6 unidades dividen a
este producto según 1 aritmo, si suponemos que la semidiferencia de estos
números es la raíz del cuadrado menor, esta raíz tendrá 4 aritmos y
3 unidades que, multiplicada por sí misma, da por producto 16 cuadrados
de aritmo y 24 aritmos más 9 unidades.
Restemos 1 unidad y supongamos que el segundo número es 16 cua-
drados de aritmo y 24 aritmos más 8 unidades. Como el primer número
es 9 cuadrados de aritmo y 6 aritmos, cada uno de estos números, aumen-
tado en 1, forma un cuadrado, y, por consiguiente, si igualamos a un
cuadrado su diferencia, que es 7 cuadrados de aritmo más 18 aritmos
y 9 unidades que, igualadas al cuadrado cuya raíz es 3 unidades menos
3 aritmos, se tiene que 1 aritmo vale 18 unidades y, por tanto, el primer
número es 3.024 y el segundo 5.624 13•
x+1=a2, y+l=b 2,
x+y+1=c2, x+y-l=d2,
es
x + y + 1 = 9a 2+ 6a+ y + 1= e2,
b 2+ 9a2 + 6a = e2,
9ru2+ 6a=c 2 - b2=(e+ b) (e- b),
y haciendo
e + b = 9a + 6 } 2 ( 8a + 6 ) 2
b = - - - = 16a2 +24a+6,
e-b=a 2
y por ser
y+ 1 = 16~+24a+ 9,
y= 16a2+ 24a+ 8,
de donde
a=18, x=3.024, y=5.624.
14 La solución del sistema
x 2+ y2+ z2= (x2 _ y2) + (y2 - z2) + (z2 _ x2),
pone
a2=(a+ 1)2=a 2+2a+ 1, x y =a2 +2a}
x=a+2.
y=a
Poniendo después
b 2 =(3a+ 1)2= 9a 2 +6a+ 1, YZ=9a 2 +6a}
z=9a+6,
y=a
la tercera ecuación del sistema se convierte en
9a2 +24a+ 13 = c2,
y poniendo /3 y y en vez de 1 y 3, es
{3=2, y=l,
22-23. Encontrar tres números tales que el número sólido que pro-
aUmentadO}
ducen 16 { en cada uno de ellos, forme un cuadrado 17.
disminuido
24. Descomponer un número dado en dos partes tales que su pro-
ducto sea la diferencia entre un cubo y su raíz.
Si el número dado es 6 y suponemos que la primera parte tiene 1 arit-
mo, la segunda tendrá 6 unidades menos 1 aritmo, cuyo producto debe
ser igual a un cubo menos su raíz, y como tal producto es 6 aritmos
menos 1 cuadrado de aritmo, esto será igual a un cubo menos su raíz.
Formemos el cubo de una cantidad cualquiera de aritmos menos 1
unidad, y sea el de 2 aritmos menos 1 unidad, que es 8 cubos de aritmo
menos 12 cuadrados de aritmo más 6 aritmos menos 1 unidad, y restando
la raíz 2 aritmos menos 1 unidad, el resto 8 cubos de aritmo menos 12
cuadrados de aritmo más 4 aritmos, lo igualaremos a 6 aritmos menos
1 cuadrado de aritmo.
Si las cantidades de aritmos fueran iguales en uno y otro lado de la
ecuación, quedarían cubos de aritmo iguales a cuadrados de aritmo y
1 aritmo sería racional; pero 4 aritmos provienen de un excedente sobre
2 aritmos, como el de 3 veces 2 aritmos; y entonces, si a 3 veces 2 arit-
mos se le restan 2 aritmos quedan 2 veces 2 aritmos, y como 6 se ha
tomado arbitrariamente por hipótesis, esto nos lleva a encontrar, lo
mismo que para 2, que es la cantidad de aritmos, un número que, tomado
2 veces, forme 6. Este número es 3, y, por tanto, igualemos 6 aritmos
menos 1 cuadrado de aritmo a un cubo menos su raíz, y suponiendo
que la raíz del cubo es 3 aritmos menos 1 unidad, el cubo de esta raíz,
disminuido en la raíz, forma 27 cubos de aritmo menos 27 cuadrados
xyz± ¡ x=a2,
y=b 2,
z=c2,
poniendo {:1
=1 y haciendo varias determinaciones que le conducen a la so-
lución
) 1, y= ) 3416, z= ) 21-/6.
x= (17/8, ( 1, ( 25/8.
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1095
19 Un nuevo aritmo o incógnita auxiliar que Diofanto toma sin advertir que
es distinto del primero.
20 Es decir, la diferencia entre el número que ha dicho que es el mayor y
el mediano, que es el cociente de 8 por el producto del mayor y el menor.
21 O sea, el denominador a 2 + a.
22 El primero de los auxiliares.
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1097
23 Si en el sistema
x+y+z=4, [(y-x)+(z-y)+(z-x)]3
y de aquí
y poniendo
1 1
2={3+-, {3=-,
3 3
que es el valor de y, y, por tanto, el primer número auxiliar es y+1=8/3, el
mediano 8/y2+ y =9/5 y el tercero 5/3, y multiplicando por 15, se tienen los
1098 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
aUmentadO}
26-27. Encontrar dos números tales que su producto { . "
dzsmlnuzdo
en cada uno de ellos, forme un cubo 24.
28. Encontrar dos números cuyo producto aumentado o disminuido
en su suma, forme un cubo 25.
valores
x=40¡3, y=27¡3, z=25¡3,
para
64 36 144 81
=-+-+--+-,
25 25 25 25
e identificando, es
1 8 1 6
x+-=-, Y+-=-,
2 5 2 5
1 12 1 4
z+-=-, t+-==-;
2 5 2 5
de donde
7 19 13
y=-, z=10' t=-
10 10
1100 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
que no tiene solución racional; pero se sirve de ella para buscar un coeficiente
de a 2 distinto de 4, que le permite obtener una solución racional.
Observando entonces que 5 = 4 + 1 es un cuadrado aumentado en una
1102 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
r
unidad, la suma
5 . 18 + ( ~ = 5 . 18 + 2t
y se tendrá
72{32+ 81 = (8,8+ 9)2= 64,82+ 144{3+ 81.
Simplificando,
(325a- ~ ) 2 =5.850+:,
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1103
de donde
~+ '\ 15.850+~
a
2 V 4 78 6
325 325 25
luego la solución es
6 19
x=a=-, y=l-a=-
25 25
29 Distinto del anterior. Vid. supra, nota 19.
1106 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
luego es
153 6.400 8
x=--, y=---, z=-
81 81 81
41 El sistema
x-y
--=n, x+y=a2, y+z=b 2, z+x=c2,
y-z
con los valores arbitrarios n = 3, b 2= 4, admite la solución
7.338 1.878 58
x=---, y=---, z=--
484 484 484
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1109
LIBRO V
4 Véase la bibliografía.
5 Diofanto no explica de dónde sale la igualdad
z=2(x+y)-1=4a2 +28a+29.
1112 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
poniendo
x 2=(a+ 1)2=a2+2a+1,
y2=(a.+2)2=a2+4a+4,
z2= 2(x 2+y2)+2=4a2+12a+ 12,
las dos primeras por hipótesis y la tercera de acuerdo con el porisma que, de-
biendo ser un cuadrado, también lo será su cuarta parte, y tendremos:
de donde: a=2/3.
s Los obtenidos de acuerdo con el porisma que cita.
9 Este problema va precedido de dos lemas, el primero de los cuales encuen-
tra que x=3, y=5, son dos números que hacen que xy+(x 2+y2) sea un cua-
drado, y el segundo demuestra que si tres números a, b y e satisfacen la igual-
dad a2 + b 2 + ab = c2 se pueden formar tres triángulos rectángulos de igual área
tomando por catetos 2ac y c2-a2 para el primero, 2bc y c2-b2 para el segundo
y (a+b)2- c2 Y 2c(a+b) para el tercero, cuyas áreas respectivas:
ac(c2 -a2), bc(c2-b2), c(a+b) [(a+b)2- c2]
poniendo
x 2 =(a+ 1)2=a2+2a+ 1,
y2=(a+2)2=a2+4a+4,
z2= 2(x 2 +y2)+2=4a 2+12a+ 12,
las dos primeras por hipótesis y la tercera de acuerdo con el porisma que, de-
biendo ser un cuadrado, también 10 será su cuarta parte, y tendremos:
de donde: a= 2/3.
8 Los obtenidos de acuerdo con el porisma que cita.
9 Este problema va precedido de dos lemas, el primero de los cuales encuen-
tra que x=3, y=5, son dos números que hacen que xy+(x 2 +y2) sea un cua-
drado, y el segundo demuestra que si tres números a, b y e satisfacen la igual-
dad a2 +b 2+ab=c2 se pueden formar tres triángulos rectángulos de igual área
tomando por catetos 2ae y e 2-a2 para el primero, 2be y e2 _b 2 para el segundo
y (a+b)2- e 2 Y 2e(a+b) para el tercero, cuyas áreas respectivas:
ae(e2 -a2), be(e2 -b2), c(a+b) [(a+b)2-e 2]
Diofanto obtiene los triángulos (40, 42, 58), (24, 70, 74) Y (15, 112, 113), cuyas
áreas son todas iguales a 840.
10 Segundo lema.
11 Si se tiene
se verifica
4 9 36
y=-, Z=-, yz=16=-,
x x x2
de donde
z=6,
busca tres números auxiliares x', y', Z/, cuya suma sea un cuadrado y tales
que, sumando a cada uno la unidad, resultan sendos cubos. Las nuevas condi-
ciones son, pues:
x' +y' +Z' =m2, x' + 1=n3, y' + 1=p3, Z' + 1=q3,
y tomando
n 3 = «(33 + 1)3 = (33 + 3(32 + 3(3 + 1,
p3= (2 - (3)2= 6(32+ 8 - (33 -12(3,
q3=2 3=8,
de donde
x' = (33 + 3(32 + 3(3
y' =6(32+ 7 - (33 -12(3 X' + y' + z' = 9 f32 + 14 - 9(3
z'=7 ~ = m 2 =(3(3- 4)2,
(3=2/15
1118 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
y, por tanto,
1.538 18.577
x'=---, y'=---- z'=7,
3.375 3.375
números que, aumentados en 1 unidad, dan cubos, y volviendo al principio,
1.538 18.577
x+y+z=a, x=---a 3 y=----a3, z= 7a3,
3.375 ' 3.375
de donde, sumando,
43.740 15
x+ y+z= a 3= (x, 2.916a2 = 225, a=-,
3.375 54
y, finalmente,
1.538 18.577 23.625
x=----, y z=----
157.664 157.664 157.664
16 Problema análogo al anterior, cuyo mecanismo, como el de este, indica
Diofanto.
Empieza operando con los mismos números que antes:
7 26 63
x=-a 3, y=- a3, z=-a3 ;
8 27 64
llega a la ecuación
4.877
- - - a2 =1;
1.728
y, como no tiene solución racional, busca el modo de sustituir el coeficiente
de a 2 por un cuadrado, lo que le lleva a la igualdad
162
m 3+n 3+p3=--,
216
y como es
162= 125 +64- 27 = 53 +43+ 33,
216= 63 = 125 + 64+ 27 = 53 +43 + 33,
invoca un porisma según el cual siempre se pueden encontrar dos números cuya
diferencia de cubos sea igual a la suma de cubos de otros dos; pero no da
DlOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA. 1119
17. Encontrar tres números tales que el cubo de la suma de los tres,
restado de cada uno de ellos, forme un cubo.
18-19. Encontrar tres números tales que su suma sea un cuadrado y
aUmentadO}
que el cubo de la suma de los tres { . . , en cada uno de ellos,
dzsmznuzdo
sea también un cuadrado.
20. Descomponer una fracción dada en tres fracciones de manera que
cada una de ellas, disminuida en el cubo de la suma de las tres, forme
un cuadrado 17.
aumentado)
21-22. Encontrar tres cuadrados tales que su producto
en cada uno de ellos, forme un cuadrado 18.
. . . (
dzsmInuzdo) I
23. Encontrar tres cuadrados tales que su producto, restado de cada
uno de ellos, forme un cuadrado.
303)3 (40)3
162=5
3
+ ( 91 ~ 91 '
~=~=
4 216
(2)3 + (~~)3 + (~~)3
6 6·91 6·91
obteniéndose
16 100 4
- -, -25
x 2=
9' y2=
9 Z2=
164 169 625
--
«' 100 ' 676
19 Llegado a la expresión 20a 2 = 3, que no se satisface para ningún valor
racional de a, Diofanto busca, como siempre, la manera de sustituir la frac-
ción 3/20 por la de dos cuadrados, y observando que es
3 (10)2- (42+ 92)
20 2·10
se debe llegar a un número k tal que se tenga
k2- (m 2 +n2) p2
2k q2
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1121
20 Poniendo, en efecto,
se debe tener
({32+4)2-(,84+ 16) p2
2(132+4) q2
se tiene
y como se ha tomado n=4, los cuadrados de estos números son: 25, 9 y/16.
22 Obtenido el valor 12(5 para 1 aritmo, sale inmediatamente:
144
x2 =--, y2= 9, z2= 16.
25
Es digno de observarse que Diofanto no plantee el problema con la condi.
ción de ser un cuadrado la suma de dos bicuadrados, cuya imposibilidad de-
1122 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
30. Una persona se embarcó con sus compañeros 23, quienes le en-
cargaron que les fuera útil. Mezcló garrafas 24 [de vino], unas de ocho
dracmas y otras de cinco 25, y pagó por todo un [número] cuadrado que,
aumentado en el número de unidades que se te indicará [60], hará que
tengas otro cuadrado cuya raíz es el número total de garrafas. Averigua
cuántas había de ocho y cuántas de cinco dracmas 26.
El significado de este epigrama es el siguiente: se compran dos cla-
ses de vinos: de 8 y de 5 dracmas la garrafa y se paga por todo un núme-
ro cuadrado que, aumentado en 60 unidades, forma un cuadrado cuya
raíz es la cantidad total de garrafas. Averiguar cuántas se compraron de
cada clase 27.
Si el total de garrafas es 1 aritmo, su costo será 1 cuadrado de aritmo
menos 60 unidades, y falta hacer que 1 cuadrado de aritmo menos 60 uni-
y de aquí
Poniendo x+y=m, es
m 2 - 60= 5m + 3x= 8m - 3y;
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1123
luego
m 2 -60> 5m} de donde 11~m~12,
m 2 -60 < 8m
y como m 2 - 60 es un cuadrado, si ponemos
m 2-.60= (m - n)2,
es
n 2 +60
m=---
2n
lo que demuestra que es 19~n~21.
Diofanto toma el valor n=20, y, por consiguiente, m= 11~ y llega así a la
solución x= 59/12, y= 79/12.
1124 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO JI
LIBRO VII
k Z + ( k2; 1 r
= ( ~2;~ )2 [2]
m 2+ (m2
4- 1
)2 (m2
=
)2
4+ 1 , [5]
11 ((32+4)-4(3=(f3-2)2.
12 Vuelve a cambiar de aritmo: y -:j= f3 -:j= a, que lleva a la igualdad
y-2=23 =8, y=lO.
13 Razonando como en el problema anterior y haciendo análogos cambios de
aritmo como incógnitas auxiliares, resulta el triángulo
a= 377, b= 352, c= 135.
DlOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1127
debe ser un cuadrado, de modo que multiplicando por {32 e igualando el pro-
ducto al cuadrado cuya raíz es 10{3+5, tendremos
505 )
( ¡;z+ 100 f32= 505 + 100f12 = (10f3+ 5)2
= loo{32+25 + 100f3,
de donde
480 24
100{3= 505 - 25 - 480, {3=-=-
100 5
18 Los cuadrados de los lados del triángulo formado con 24/5 y 5124 son,
en virtud de la fórmula [4] de la nota 1:
el cuadrado auxiliar
r53/18,
b- {
45/18, 28118.
a= (318/35, 270/35, c= { 168/35.
DIOFANTO DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1131
aumentadO}
área,
f, dzsmznuzdo
. . . . en la suma de la hipotenusa y uno de los catetos, for-
me un número dado 24.
12. Encontrar un triángulo rectángulo tal que el número de su área,
aumentado en el de uno u otro de los catetos, forme un cuadrado 25.
Consideremos el triángulo de 5, 12 Y 13 aritmos cuya área 30 cuadra-
dos de aritmo, aumentada en 12 aritmos, sea un cuadrado. que si es
36 cuadrados de aritmo, resulta 1 aritmo igual a 2 unidades, y, por
tanto, 30 cuadrados de aritmo más 5 aritmos también deben ser un· cua-
drado 26; pero como no es, tendremos que buscar un cuadrado tal que
si se disminuye en 30 unidades y se divide por 12 el resto, el número ob-
tenido, multiplicado por sí mismo, tomado 30 veces y aumentado en su
quíntuplo, forine un cuadrado 27.
24 La solución de la ecuación s±(a+c)=4, es
a= f 212/105, b= r180/105, c= f 112/105.
( 53/6, ( 15/2, ( 14/3.
25 Para resolver este problema, Diofanto establece previamente dos lemas
que, con nuestro simbolismo, son:
1. o Las tres relaciones
b-c=m2, b=n2, s+c=p2,
se verifican para a=5, b=4, c=3.
2.° Las cuatro relaciones
x+y=m2 , xn2 +y=p2, x=3, y=6,
se verifican para m=3, n=22 +1=5,
p=9.
26En el triángulo a=13a, b=12a, c=5a, es s=tbc=30a 2, y como el sis-
tema es
s+b=m2, s+c=n2,
debe ser
y también
de donde
12 144
a=---, a2
f32- 30 f34 + 900 - 60f32
y, por tanto, será
144 12 60,82+2.520
30a2 +5a=30 . - - - +5 .
,B4 + 900 - 60f32 {J2 - 30 ,B4 + 900 - 60p2
,de donde
t 3a·4a=6~,
las condiciones
tbc+b=núm. cuad., ibe+c=núm. cuad.,
1134 CIENTIFICOS GRIEGO S.-TOMO 11
se convierten en
10 que nos dice que tenemos que encontrar un cuadrado {32 que, multiplicado
por 12 y aumentado en 24, forme un cuadrado, y por ser 12+24=36 un núme-
ro cuadrado, se tendrán, en virtud del segundo lema, infinitos valores de {3
que satisfacen la condición. Poniendo {32= 25, es {3= 5 Y la primera ecuación
se convierte en
20 16 12
a=-, b=-, c=-
19 19 19
38 Este problema está resuelto de un modo análogo al anterior, pero su lec-
DIüFANTü DE ALEJANDRIA.-ARITMETICA 1135
tura es más fatigosa, complicada, además, por el empleo de dos aritmos o in-
cógnitas auxiliares con el mismo nombre. La solución es
a=4, b= 12/5, c= 16/5.
39 Estos dos problemas dieron lugar a la siguiente nota de FERMAT: Oeuvres,
tomo III, págs. 341-42 y 349-50: «Por medio de mi método se podría resolver
el problema,_ más difícil, de encontrar un triángulo rectángulo tal que la hi-
potenusa y cada cateto, disminuido en el área, forme un cuadrado.» La solu-
ción, que Fermat no dio nunca, se debe a EULER, loco cit., 1, págs. 62-72.
Diofanto hace preceder el problema 15 de un lema que dice que si hay tres
números, coino m=3, n=ll y p=5, con los cuales se puede formar un cua-
drado
q2=p2.m- n= 82,
hay otro cuadrado r2 > p2 con el cual se puede formar otro cuadrado de la
misma manera:
cosa que bien pudo hacer, pues que sabía transponer términos y reducir los
semejantes, y habría observado fácilmente que entonces es
de donde, dividiendo por f32+ 1, sale inmediatamente f3=4, siendo las otras
dos raíces f3± v=T inconcebibles para él; pero el hecho es que no dice nada
y se limita a dar la única solución racional que cae como llovida del cielo.
Es probable que Diofanto ignorase que la suma del cuadrado de 5 y 2 uni-
dades, o sea el cubo de 3,
son
s+b= '
m 3, f
2p=
n2,
'
i
a= {17/5, 8/5, c= )" 15/5 == 3.
b- {
65/9, 16/9, ( 63/9= 7.
45 Tomando los valores
Diofanto indica la marcha que hay que seguir hasta obtener el valor a= 512/217;
pero el texto, mutilado, no llega a la solución, que, calculada por el método
que emplea en problemas análogos, es
309.233 215.055 1.024
a , b , C=---
47.089 47.089 217
46 Razonando larga y penosamente, pero con gran habilidad e ingenio, Dio-
fanto consigue resolver el sistema
2p=m3, 2p+s=n3,
dando los valores
5.968 176 448
a=---, b=--, c=--
225 9 2S
1140 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
Diofanto pone
15 9 3
a=-, b=-, c=-
16 16 4
PROCLO
DE LICIA
(412-485)
PROCLO DE LICIA
PREAMBULO
teresaron a los antecesores del autor de los Elementos, como las diferen-
cias entre axiomas y postulados, teoremas y problemas, disquisiciones so-
bre la naturaleza del ángulo y primeras tentativas de demostrar el famo-
so postulado de las paralelas, que, por extraño que parezca, todavía abor-
da una pintoresca fauna de locos inofensivos caracterizados tanto por su
ignorancia del meollo de la cuestión como por su tozuda resistencia pasiva
a dejarse convencer de su error; pero la importancia histórica del comen-
tario de Proclo creemos que justifica la inclusión de tal tema en la pre-
sente obra, que, por razones cronológicas, cierra no precisamente con
broche de oro, según el resobadísimo tópico, pero tampoco de pacotilla.
BIBLIOGRAFIA
1 Esta versión la hizo Barozzi cuando solo contaba veintidós años, pues
que había nacido en 1537 en Candía, donde encontró un códice de la obra de
Proclo durante unas vacaciones que pasaba en la isla de Creta, en la cual tenía
extensas propiedades. Al regresar a Italia descubrió dos ms. en Bolonia, uno
en Venecia y otro en Padua, y fueron estos cuatro ms. la base de su traduc-
ción. Barozzi, buen humanista y genio precoz, escribió varias obras, pero tuvo
la desgracia de cultivar la magia, lo que le valió ser acusado de brujo, y, des-
poseído de su riquísima biblioteca y de gran parte de sus bienes y propiedades
cretenses, murió en Venecia el año 1604.
1146 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
LA ESENCIA MATEMATICA
1 0l'l}la.
lo que no se puede distinguir o impartible.
2 UfU'QI0 1 0s,
que se puede distinguir por parte6 ligadas de manera que for-
3 flf Ql<JlO';, 10
men un conjunto armónico.
4M'ta.
5bldvow, entendimiento o conocimiento razonado.
1148 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
gencia y a la más alta aplicación del espíritu, pero más perfecto, puro
y riguroso que la opinión porque examina en detalle, desarrolla la su-
perabundancia de la inteligencia, desenreda lo enredado por la impresión
intelectual y une, por el contrario, las cosas separadas y las devuelve a
la inteligencia.
Así como estos conocimientos 6 difieren unos de otros, las cosas
cognoscibles difieren también por su naturaleza; las inteligibles aventajan
a todas en sencillez y las sensibles son inferiores a las esencias pri-
meras.
La Matemática, y las cosas del entendimiento, en general, ocupan una
posición intermedia; tienen más divisiones que las inteligibles, que son
superiores a las sensibles por su inmaterialidad, e inferiores a estas en
sencillez, pero tienen prioridad sobre ellas en exactitud, siendo, final-
mente, representaciones más claras de la esencia inteligible que de las
cosas sensibles y al mismo tiempo, imágenes de esta esencia inteligible,
imitando de una manera partible los ejemplares de las cosas que sJn,
y de una manera uniforme sus ejemplares uniformes. En una palabra;
están situadas en los vestíbulos 7 de las formas primeras y descubren
la existencia adscrita a la unidad impartible y fecunda; pero no se elevan
por encima de la división y de la composición de las relaciones ni de la
esencia que pertenece a las imágenes, y no superan los conceptos variados
y detallados del alma en armonía con los conocimientos simples y con-
servados exentos de toda materia.
Concebimos, pues, la posición intermedia de las especies y de las
formas matemáticas entre las esencias absolutamente impartibles y las
que devienen partibles al aplicarse a la materia.
7 (J'tOLXHÓro.
8 Esta es una opinión puramente personal de Proclo, que, como neoplatónico
ortodoxo, acepta la cosmología del filósofo de la Academia; y de aquí que crea
que el hecho de terminar los Elementos con la teoría de los poliedros regulares
quiere decir que su autor apoyaba la constitución del Universo en estos sólidos,
idea que jamás pasó por las mientes de Euclides, a quien solo interesaba· la
Geometría por la Geometría, y nada más ni nada menos.
9 Es decir, la prop. 1, 1: «Construir un triángulo equilátero sobre un seg-
mento dado», es el primer Elemento que se considera como elemento en la
demostración del segundo Elemento, que es la prop. 1, 2: ((Construir en un
1160 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
se dicen elementos unas de otras porque las unas se construyen con las
otras; y así, partiendo de que los ángulos exteriores de las figuras
rectilíneas valen cuatro rectos, se demuestra que los interiores valen
dos rectos, y, recíprocamente, se demuestra esto partiendo de aquello,
yel elemento se asimila a un lema.
También se dice, además, que elemento es lo más sencillo en que
se resuelve lo complejo, siendo elementos las cosas más primitivas que
se establecen para un resultado, como los axiomas, que son los elementos
de los teoremas, y esta es la significación que en sus Elementos dio
Euclides a unos de Geometría plana y a otros de Estereotomía y también
muchos autores que han escrtto Enseñanzas de elementos en Aritmética
y en Astronomía.
Es difícil, sin embargo, escoger y ordenar convenientemente para cada
ciencia los elementos de que proceden las demás cosas que se explican
por medio de ellos. Algunos que han emprendido este trabajo, han jun-
tado muchos elementos y otros pocos; unos han hecho demostraciones
más breves y otros han extendido indefinidamente sus especulaciones;
unos han empleado el método por lo imposible y otros la proporción,
no faltando tampoco quienes han tomado precauciones contra el aban-
dono de los principios, y, por último, y de una manera general, muchas
clases de Enseñanzas de los elementos han sido imaginadas por cada
uno en particular.
Es preciso, sin embargo, que una obra de esta clase esté exenta de
todo lo superfluo, porque si no lo está sería un obstáculo para la en-
señanza. Se debe elegir todo lo que une y coordina por ser muy útil a
la Ciencia y poner mucha claridad al mismo tiempo que concisión, pues
lo contrario perturba nuestro entendimiento, y, por último, se debe fa-
cilitar la comprensión de los teoremas en sus fines generales, porque
quienes descomponen una doctrina en temas particulares hacen su
conocimiento más difícil de captar; pero entre todas estas clases se
encontrará que la Enseñanza de los elementos de Euclides aventajan
punto dado un segmento igual a otro dado», y el cuarto Elemento: «Si dos
triángulos tienen dos lados del uno iguales a dos del otro e iguales los ángulos
comprendidos por los lados iguales, tendrán iguales sus bases y los dos trián-
gulos serán iguales», es el elemento en que se apoya la demostración del quinto
Elemento, que es la prop. 1, 5: «En los triángulos isósceles los ángulos en
la base son iguales entre sí, y si se prolongan los dos lados iguales, los ángulos
situados debajo de la base también son iguales entre sí.»
PROCLO DE LICIA.-LOS «ELEMENTOS)) DE EUCLIDES 1161
como cuando presumimos, sin saberlo, por una noción común, que el
círculo es una figura de talo cual manera y, al oírlo decir, lo admitimos
sin demostración; y cuando una cosa no es conocida ni aceptada, sino
asumida por el aprendiz, dice Aristóteles que esta cosa es un postulado
como, por ejemplo, la igualdad de todos los ángulos rectos; pero quienes
10 Serwndos analíticos.
1162 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
han escrito acerca de uno de los postulados que no podía ser admitido
por sí mismo, lo han demostrado 11.
Así se distingue el postulado de la hipótesis según Aristóteles; algu-
nas veces se les llama hipótesis a todos de igual manera que los estoicos
han llamado axiomas a las hipótesis, de modo que, según ellos, las hipó-
tesis serían también aserciones, y según otros, los axiomas serían también
hipótesis.
Comentarios, pról., parte n.
PROBLEMAS Y TEOREMAS
4 :roní OrLoBa!.
5 En' la imaginación.
t> lo/.tl_
7 El texto griego dice f"lfl\'f1l: tender. vendar. no fYYQÚ([w: inscribir.
1164 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO II
'11 Filósofo que floreció en Pérgamo a mediados del siglo nde nuestra era,
a quien algunos confunden con su homónimo el de Rodas, autor de una His-
toria de la Geometría de la que hemos publicado anteriormente un fragmento.
Tampoco hay que confundir a este con .el Eudemo de Rodas, contemporáneo
del de Pérgamo, que es a quien dedicó Apolonio el lib. 1 de sus Córncas.
12 XAáou;: ruptura.
1168 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
Angulas planos son todos los que el geómetra define al decir que
su género es la inclinación y su lugar el plano, porque los ángulos tienen
una posición y su construcción exige que haya dos líneas y no tres por
lo menos, como ocurre en el ángulo sólido; que estas líneas se toquen
mutuamente y que, al tocarse, no estén colocadas en la misma dirección
a fin de que haya una inclinación y una acción envolvente de líneas y no
solo extensión sobre una distancia.
PROCLO DE LICIA.-POSTULADOS y AXIOMAS 1169
POSTULADOS Y AXIOMAS
2 OU"Y-l vioo.
en el sentido de una sola vuelta, es decir, engendrada por
3 !J.(),\,(')(HQO(P0<;,
una sola revolución del radio vector. El neologismo «monóstrofo», ya utilizado
por PAUL TANNERY en sus Mémoires scierztifique, vol. 11, pág. 15, París, 1912,
evita el empleo de la palabra «espira»): o;n'iQCt.. con que los antiguos designaban
las secciones de la superficie tórica.
4 Confusa manera de explicar la construcción euclídea. Vid. supra, Elemen-
tos, 1, prop. 1.
PROCLO DE LICIA.-POSTULADOS y AXIOMAS 1171
7 (JlJ!1~Ttú)!1a.
8 El de paralelismo.
9 El de la igualdad de todos los ángulos rectos.
10 Elementos, 1, 17.
11 Alude a los ángulos mixtilíneos.
PROCLO DE LICIA.-EL POSTULADO DE PARALELISMO 1173
EL POSTULADO DE PARALELISMO 1
Euclides define las rectas paralelas diciendo que «son las que, estando
en el mismo plano, y prolongadas al infinito por ambas partes, no se
encuentran)) 2.
1 El interés histórico de este tema nos obliga a traducir el texto de Proclo,
generalmente citado de segunda mano, sobre la definición euclídea de rectas
paralelas; el concepto de Posidonio-hacia el año 100 a. de J.c.-como rectas
coplanarias y equidistantes, calificado por Gémino como el más paradójico:
;¡;CJ.ºCJ.<50~OTCtl:O\', Y las pretendidas demostraciones de Ptolomeo y del mismo
Proclo. del famoso Postulado de Euclides.
2 Vid. supra, Elementos, 1, def. 23.
1174 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO Il
3 ÓQ['~ELV b{,VO:tC1L.
4 Como la concoide que forma un lazo.
PROCLO DE LICIA.-EL POSTULADO DE PARALELISMO 1175
* * *
SEl texto griego dice ou~;r1:onó~; pero entre traducir esta palabra por «sínto-
tall , que no se usa, o por «encontrante», hemos preferido un neologismo aun a
tr{¡eque de caer en las iras de algún purista.
6 aOUVfU01:0C:.
i El de paralelismo.
s Porque «la igualdad de los ángulos rectos se presenta al espíritu como
una noción común», según dice en su comentario al postulado IV de Euclides.
9 ({)a/V1:u.ola, fantasía, en cuanto opinión vana.
10 Etica, 1, 3.
11 meaVOAOYf(O,
12 Fedro.
1176 CIENTIFICOS GRIEGOS.-TOMO 11
* * *
los ángulos formados por las BZ y ZH, ZH y HD son iguales a dos rec-
tos (Fig. 1). Digo que dichas rec-
tas son paralelas, o sea asíntotas 14.
Supongamos que las rectas BZ
y HD, prolongadas, se encuen- K
tran en un punto K. Puesto que
la recta HZ corta a la AB, los
ángulos formados por AZ y ZH,
BZ y ZH son iguales a dos rec- FIG. 1.
tos, y por cortar también HZ a
GD, los ángulos formados por GD y HZ, DH Y HZ son iguales a
dos rectos; luego esos cuatro ángulos valen, juntos, cuatro rectos, y como
dos de ellos: los formados por BZ y ZH, ZH y HD se supone que son dos
rectos, los ángulos restantes, o sea los formados por las rectas AZ y ZH,
GH y HZ también son dos rectos, y, por tanto, si los ángulos interiores
valen dos rectos y las rectas ZB y HD, prolongadas, se encuentran en el
punto K, también se encontrarán las ZA y HG, prolongadas, porque los
ángulos formados por AZ y ZH, GH y HZ, también valen dos rectos.
En efecto, las rectas se encontrarán en los dos lados o ni en uno ni
en otro, porque los ángulos, de uno y otro lado, valen dos rectos. Si las
rectas ZA y HG se encuentran en el punto L, las LA y BK, LG Y DK
comprenden espacio, lo cual es imposible; luego si los ángulos interio-
res son iguales a dos rectos, es imposible que las rectas se encuentren, y,
por tanto, son paralelas.
Comentarios, 1, prop. 28.
* '" *
/
/ cesariamente, iguales, menores o
mayores que dos rectos, sean AB
y GD dos paralelas cortadas por
la recta HZ (Fig. 2). Digo que esta
G H o recta no forma ángulos internos
FIG. 2. del mismo lado de ella que val-
gan más de dos rectos.
En efecto, si los ángulos formados por las rectas AZ y ZH, GH y HZ
son mayores que dos rectos, los formados por BZ y ZH, DH y HZ serán
menores que dos rectos, y como también son mayores que dos rectos,
porque las rectas AZ y GH no son más paralelas que las ZB y HD 17,
resulta que si la recta que incide sobre las AZ y GH forma ángulos in·
ternos mayores que dos rectos, la que incide sobre ZB y HD también
forma ángulos internos mayores que dos rectos; pero estos ángulos in-
ternos también son menores que dos rectos, lo cual es imposible; y del
mismo modo se demostraría que la secante no forma ángulos internos
menores que dos rectos; luego si los ángulos internos no son mayores ni
menores que dos rectos, tienen que ser iguales a dos rectos.
Demostrado esto, se demuestra de una manera incontrovertible la
proposición 18. Digo, en efecto, que si una recta que incide sobre otras
dos forma ángulos internos del mismo lado menores que dos rectos, di-
chas rectas prolongadas se encontrarán del mismo lado en que los án-
gulos son menores que dos rectos, y serán más asíntotas en el otro lado
en que los ángulos son mayores quedos rectos, y las rectas serán asínto-
tas de cada lado, porque si no fuera así serían paralelas, y como se ha
demostrado que la recta que incide sobre las paralelas forma ángulos in-
ternos del mismo lado que valen dos rectos, resulta que estos ángulos son
iguales y menores que dos rectos, lo cual es imposible.
Una vez alcanzada la proposición, Ptolomeo quiso añadir algo más
riguroso y demostrar que cuando una recta, que incide sobre otras dos
y forma ángulos internos del mismo lado menores que dos rectos, las dos
rectas no solo no son asíntotas, como se ha visto, sino que su encuen-
tro se verifica del lado en que los
ángulos son menores y no del en
que son mayores que dos rectos.
Sean en efecto, las rectas AB
y GD sobre las cuales incide la
K
EZHT que forma los ángulos limi-
tados por AZ y ZH, GH y HZ,
menores que dos rectos, y, por
consiguiente, los ángulos restan-
tes serán mayores que dos rectos G
(Fig. 3).
Puesto que se ha demostrado
que las rectas AB y GD no son asín-
totas, si se encontraran sería en los FIG. 3.
gadas a partir de los ángulos menores que dos rectos son asíntotas, nada
impide decir que los ángulos situados del mismo lado son mayores que
dos rectos y los situados del otro lado menores que dos rectos, y no
admitir el mismo razonamiento para estos ángulos, y, por consiguiente,
no siendo perfecta la diéresis, no queda demostrada la proposición. Con-
tra esta prueba hay que agregar que no demuestra por sí misma 10 que
es imposible.
En efecto, de que una cierta recta, que corta a las paralelas, forme a
una y otra parte de un mismo lado ángulos mayores o menores que dos
rectos no resulta un absurdo; pero de que los ángulos situados en el
interior de las rectas cortadas sean iguales a cuatro rectos hay motivo
para decir que estas hipótesis son imposibles, y si, adoptándolas, se
consideran rectas no paralelas, se llegaría a las mismas conclusiones, en
vista de lo cual nos oponemos a Ptolomeo, porque su demostración es
manifiestamente débil a causa de lo
A z K que hemos dicho.
B Ocupémonos ahora de quienes
declaran que se encuentran las rec-
tas prolongadas a partir de los án-
E T gulos menores que dos rectos, pues
tomando dos rectas AB y GD Y
otra A G que las corta y forma
L con ellas ángulos menores que dos
G rectos, creen demostrar que las
F1G.4. rectas AB y GL no se encontrarán.
En efecto, dividiendo la recta
AG en dos partes iguales por el punto E y restando de la AB una recta AZ
igual a la AE y de la GD una GH igual a la EG (Fig. 4), es evidente que
las rectas AZ y GH no se encuentran en los puntos Z y H 20, porque
si se encontraran habría dos rectas iguales a la AG en un triángulo, lo cual
es imposible 21,
Trazando ahora la recta de unión ZH; dividiéndola en dos partes igua-
les por el punto T y restando rectas iguales como antes, las rectas no se
encontrarán, y repitiendo este proceso indefinidamente, es decir: uniendo
22 TÚ fHJ1.J!l;TT(J)TU 011¡tEIU, los puntos que no cae uno sobre otro, y, por tanto,
no coinciden.
23 El defecto de este razonamiento es el mismo que el de Zenón de Elea
(hacia 450 a. de J.e.) contra el movimiento, cuando afirmaba que para recorrer
una línea hay que recorrer primero su mitad, luego la mitad de la mitad res-
tante, y así hasta 10 infinito, de donde deducía que la línea es finita e infinita
a la vez, argumento llamado dicotomía, porque toda división en dos partes
exige la existencia de una tercera que las separe.
No pasó inadvertido para Proclo el defecto, pues que dijo que 10 que se
demuestra con tal proceso es que no se puede alcanzar el punto de encuentro
de las dos rectas, no que no exista, como existe, en efecto, el de Aquiles y
la tortuga, problema idéntico al de la dicotomía, aunque presentado en forma
más dramática. Se reduce a sumar la serie
11111
-+-+-+-+ ... +-+ ...,
2 4 8 16 21l
cuyo valor es la unidad cuando n tiende a infinito, con lo cual Zenón esta-
bleció la separación radical de dos formas de intuición que parecen íntima-
mente unidas en el concepto de espacio: la representación de la línea total y
la de sus partes elementales.
24 ÓQLsHV.
25 Reunidos en un solo punto, tercer vértice de un triángulo imposible.
1182 CIENTIFICOS GRIEGOS.---TOMO Il
hay que admitir previamente el axioma que utilizó Aristóteles para esta-
blecer la finitud del Universo: «Si dos rectas que forman un ángulo a
partir de un punto se prolongan al infinito, el intervalo entre ambas se
puede hacer' mayor que toda magnitud finita», y demuestra, en efecto,
que si las rectas· trazadas desde el centro sobre la periferia 28 son infinitas,
el espacio intermedio 29 también es infinito, porque si fuera finito sería
imposible aumentar el intervalo entre las rectas, y, por consiguiente, estas
no son infinitas 3O ; luego la distan-
cia 31 entre las rectas puede ha- \E
cerse mayor' que cualquier magni- A ~ z
\'t_------- B
tud dada finita prolongando sufi- \
cíentemente las rectas 32. H
Admitido esto, digo que si una
recta· corta' a una de las paralelas,
corta también a la otra. Dada las G O
paralelas AB y GD y la recta EZH,
FIG. 6.
que corta ala AB, tenemos dos
rectas ZB y ZH que prolongadas su-
ficientemente desde un punto Z llegará a haber entre ellas una distancia ma-
yor que cualquier magnitud finita, y, por tanto, esta distancia será tam-
bién mayor que la que existe entre las paralelas, y la recta ZH cortará
a la GD (Fig. 6).
FIN DE
«CIENTIFICOS GRIEGOS)
INDICE DEL TOMO II
INDICE DEL rOMO II
Arquímedes (287-212):
Preámbulo ... ... oo •• oo oo. oo. oo. oo •• oo oo. 'oo oo. oo. oo. oo. ... Pág. 9
Bibliografía oo. oo ••• , oo. oo. oo oo oo' oo . 14
SOBRE LA ESFERA Y EL CILINDRO:
Libro l .... oo oo. oo. 23
11 .oo oo. oo. oo. oo •• oo 76
MEDIDA DEL ciRCULO '" ... . .. 94
SOBRE CÓNOIDES y ESFEROIDES '" .,. '" 100
SOBRE LAS ESPIRALES .oo oo. oo. oo. oo. oo. • •• 147
DEL EQUILIBRIO DE LOS PLANOS O DE SUS CENTROS DE GRAVEDAD:
Libro 1 .oo 183
11 '" , . 194
EL ARENARIO oo. oo. ••• oo' oo. oo' 204
EL PROBLEMA DE LOS BUEYES ... . .. 218
DE LA CUADRATURA DE LA PARÁBOLA 220
SOBRE LOS CUERPOS FLOTANTES:
Libro 1 .oo 238
II oo. oo •• oo 245
EL MÉTODO .oo ... oo . . . . 'oo ... oo. 261
Eratóstenes (2807-1927):
Preámbulo , . 457
Bibliografía . 459
MEDIDA DE LA TIERRA ... '" ... ... .,. ... . .. 460
DUPLICACIÓN DEL CUBO ." '" .. , '" oo' ." oo' 461
Galeno (130-201):
Preámbulo '" . 791
Bibliografía ... . 795
PROCEDIMIENTOS ANATÓMICOS :
Libro 1 .. , '" '" . o' ••••••••••••••••••••• 797
Los HUESOS , o •• '" •••••••••••• 803
LA DISECCIÓN DE LOS MÚSCULOS PARA LOS PRINCIPIANTES 825
LA BILIS NEGRA .. o o.. ••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• .., ••• • •• 869
LA SANGRÍA: CONTRA ERASÍSTRATO . 887
INTRODUCCIÓN A LA ARITMÉTICA:
Libro I 911
11 '" ., , . 915
Pappo (fI. 300 d. de J. C.):
Preámbulo '" .,. oo oo . 919
Bibliografía ... '" oo. '" oo. • .. 921
COLECCIÓN MATEMÁTICA:
Libro nI 925
IV 935
V 951
VI 965
VII 991
VIII 1005