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CONOCIMIENTO vs.

SABIDURÍA
Cómo se obtiene la verdadera sabiduría

Muchas personas tienen la tendencia de sustituir la sabiduría por el conocimiento. Es muy


fácil adquirir conocimiento, pero es muy difícil y hasta cierto punto doloroso adquirir
sabiduría.

- El hombre comparte el conocimiento; _____________ da la sabiduría.

- El conocimiento se puede obtener con la ___________________, ya sea absorbiendo lo


que otras personas más educadas nos dicen o sencillamente recopilando información a
través de la vida. Pero, ¿qué hay de la sabiduría que viene del cielo?

- No existe curso, escuela ni banco de datos terrenal donde uno pueda conseguir la
________________ divina. Y a diferencia del conocimiento, que puede ser medido por
exámenes, certificados, diplomas o títulos, la sabiduría no se puede medir por tales
rubros.

- La sabiduría es algo mucho más subjetivo, requiere mucho más _________________


para adquirirse y tiene mucho que ver con nuestra _________________. Una persona
puede ser muy educada y aun así estar muy lejos del Dios viviente. Solo aquellas
personas que son lo suficientemente sabias llegan a conocer al Señor por medio de la fe
en su Hijo Jesucristo y lo mantienen en alta estima y respeto.

“El temor del Señor” sigue siendo el principio de la sabiduría y el mayor indicador de su
presencia en una persona. Entonces, ¿cómo se obtiene esa sabiduría? Veamos
nuevamente el capítulo 1:

1. Lee el libro de Proverbios, y toda la Biblia, de manera _________________ (1.1-7)


No solamente debemos leer lo que encontramos aquí, sino que también debemos hacer
caso a lo que nos indican, y obtener nuevas dimensiones de sabiduría mediante la
meditación.

Pon en práctica los principios y observa el impacto que causan en tu vida. Pídele a Dios
que te revele sus misterios por medio del Espíritu Santo. Y mientras vayas descubriendo
tus propios defectos, pecados, heridas y necesidades espirituales, pídele guía y
restauración. Con el tiempo y la ayuda del Espíritu de Dios inculcándote Su Palabra, te
darás cuenta que tu sabiduría está aumentando.

2. Escucha y pon atención al ________________ de personas respetables (1.8-9)


Aunque ciertamente la Biblia es nuestra única fuente infalible de sabiduría, no es la única
fuente para obtener consejo sabio. Dios ha provisto hombres y mujeres piadosos en la
comunidad del cuerpo de Cristo, la iglesia.

Hay mentores cristianos maduros que han pasado experiencias y sufrido grandes
pruebas que tal vez no hayas enfrentado todavía. Por medio de las Escrituras, ellos han
podido analizar sus fracasos y triunfos. Eso les ha dado experiencia, discernimiento y una
profundidad que quizás tú todavía no tengas. Las cosas que ellos pueden transmitirte se
convierten en “diademas” o “collares” de sabiduría.
Escucha a esos sabios creyentes. Aprende de ellos. Júntate con ellos.

3. Escoge a tus _________________ cuidadosamente (1.10-19)


La vida nos enseñará a ser más cuidadosos con los amigos que elegimos tener. No nos
entiendas mal. Ofrecemos apoyo y amistad a casi todas las personas. Sin embargo
debemos ser muy cuidadosos en lo que respecta a quienes son nuestros confidentes
íntimos, esas personas a quienes permitimos que ministren nuestra vida.

Y como nuestro tiempo es valioso, debemos preferir utilizarlo con personas de confianza.
Por esa razón, te darás cuenta que, con el tiempo, tenemos menos amigos que los que
teníamos en nuestra juventud. No obstante, serán amistades más profundas y relaciones
verdaderamente atesoradas.

Tal como Salomón aconseja, no busques relaciones nocivas que interfieran con tu
caminar con Dios u obstaculicen tu crecimiento espiritual. Ofrece tu amistad libremente
a aquellas personas en las que deseas influir, pero evita a aquellas personas que “ponen
trampas en sus propias vidas” (1.18).

Esas personas no recibirán ninguna influencia tuya; por el contrario, te involucrarán en


actividades contraproducentes que alejarán la sabiduría de tu vida.

Tú no necesitas eso. Nadie lo necesita.

4. Pon mucha atención a las _____________________ de la vida (1.20-23)


La sabiduría se personifica como aquella que “clama por las calles”, que “da su voz en las
plazas”. En otras palabras, ella no se esconde, es fácil de encontrar. Ella no susurra sus
palabras: las proclama con fuerza y claridad. Pero, ¿de qué forma lo hace? Ella nos lo dice
por medio del versículo 23: “Volveos a mi reprensión”.

En las reprensiones de la vida la sabiduría nos habla a los oídos. Dios envía a la señora
sabiduría en el momento adecuado y con el mensaje adecuado cuando nos encontramos
más aptos para escuchar: después de que fracasamos en algo.

Son muchos los necios que lo único que hacen es apretar los dientes y llevar en sus
hombros la carga de la vida. Son pocos los sabios que escuchan la voz de la sabiduría y
ponen atención a su consejo.

Los fracasos y las debilidades pueden convertirse en nuestra mayor oportunidad para
madurar en sabiduría. Mantente vigilante de esas reprensiones y nunca pases por alto su
origen. La sabiduría de Dios por medio de una reprensión, a veces, puede surgir de los
medios más improbables. Las lecciones son obvias cuando no somos cegados por
nuestra arrogancia.

Cuando las lecciones lleguen, escúchalas cuidadosamente y pon atención a la voz de la


sabiduría.
CONOCIMIENTO vs. SABIDURÍA
Cómo se obtiene la verdadera sabiduría

Muchas personas tienen la tendencia de sustituir la sabiduría por el conocimiento. Es muy


fácil adquirir conocimiento, pero es muy difícil y hasta cierto punto doloroso adquirir
sabiduría.

- El hombre comparte el conocimiento; Dios da la sabiduría.

- El conocimiento se puede obtener con la educación, ya sea absorbiendo lo que otras


personas más educadas nos dicen o sencillamente recopilando información a través de
la vida. Pero, ¿qué hay de la sabiduría que viene del cielo?

- No existe curso, escuela ni banco de datos terrenal donde uno pueda conseguir la
sabiduría divina. Y a diferencia del conocimiento, que puede ser medido por exámenes,
certificados, diplomas o títulos, la sabiduría no se puede medir por tales rubros.

- La sabiduría es algo mucho más subjetivo, requiere mucho más tiempo para adquirirse
y tiene mucho que ver con nuestra actitud. Una persona puede ser muy educada y aun
así estar muy lejos del Dios viviente. Solo aquellas personas que son lo
suficientemente sabias llegan a conocer al Señor por medio de la fe en su Hijo Jesucristo
y lo mantienen en alta estima y respeto.

“El temor del Señor” sigue siendo el principio de la sabiduría y el mayor indicador de su
presencia en una persona. Entonces, ¿cómo se obtiene esa sabiduría? Veamos
nuevamente el capítulo 1:

1. Lee el libro de Proverbios, y toda la Biblia, de manera habitual (1.1-7)


No solamente debemos leer lo que encontramos aquí, sino que también debemos hacer
caso a lo que nos indican, y obtener nuevas dimensiones de sabiduría mediante la
meditación.

Pon en práctica los principios y observa el impacto que causan en tu vida. Pídele a Dios
que te revele sus misterios por medio del Espíritu Santo. Y mientras vayas descubriendo
tus propios defectos, pecados, heridas y necesidades espirituales, pídele guía y
restauración. Con el tiempo y la ayuda del Espíritu de Dios inculcándote Su Palabra, te
darás cuenta que tu sabiduría está aumentando.

2. Escucha y pon atención al consejo de personas respetables (1.8-9)


Aunque ciertamente la Biblia es nuestra única fuente infalible de sabiduría, no es la única
fuente para obtener consejo sabio. Dios ha provisto hombres y mujeres piadosos en la
comunidad del cuerpo de Cristo, la iglesia.

Hay mentores cristianos maduros que han pasado experiencias y sufrido grandes
pruebas que tal vez no hayas enfrentado todavía. Por medio de las Escrituras, ellos han
podido analizar sus fracasos y triunfos. Eso les ha dado experiencia, discernimiento y una
profundidad que quizás tú todavía no tengas. Las cosas que ellos pueden transmitirte se
convierten en “diademas” o “collares” de sabiduría.

Escucha a esos sabios creyentes. Aprende de ellos. Júntate con ellos.


3. Escoge a tus amigos cuidadosamente (1.10-19)
La vida nos enseñará a ser más cuidadosos con los amigos que elegimos tener. No nos
entiendas mal. Ofrecemos apoyo y amistad a casi todas las personas. Sin embargo
debemos ser muy cuidadosos en lo que respecta a quienes son nuestros confidentes
íntimos, esas personas a quienes permitimos que ministren nuestra vida.

Y como nuestro tiempo es valioso, debemos preferir utilizarlo con personas de confianza.
Por esa razón, te darás cuenta que, con el tiempo, tenemos menos amigos que los que
teníamos en nuestra juventud. No obstante, serán amistades más profundas y relaciones
verdaderamente atesoradas.

Tal como Salomón aconseja, no busques relaciones nocivas que interfieran con tu
caminar con Dios u obstaculicen tu crecimiento espiritual. Ofrece tu amistad libremente
a aquellas personas en las que deseas influir, pero evita a aquellas personas que “ponen
trampas en sus propias vidas” (1.18).

Esas personas no recibirán ninguna influencia tuya; por el contrario, te involucrarán en


actividades contraproducentes que alejarán la sabiduría de tu vida.

Tú no necesitas eso. Nadie lo necesita.

4. Pon mucha atención a las reprensiones de la vida (1.20-23)


La sabiduría se personifica como aquella que “clama por las calles”, que “da su voz en las
plazas”. En otras palabras, ella no se esconde, es fácil de encontrar. Ella no susurra sus
palabras: las proclama con fuerza y claridad. Pero, ¿de qué forma lo hace? Ella nos lo dice
por medio del versículo 23: “Volveos a mi reprensión”.

En las reprensiones de la vida la sabiduría nos habla a los oídos. Dios envía a la señora
sabiduría en el momento adecuado y con el mensaje adecuado cuando nos encontramos
más aptos para escuchar: después de que fracasamos en algo.

Son muchos los necios que lo único que hacen es apretar los dientes y llevar en sus
hombros la carga de la vida. Son pocos los sabios que escuchan la voz de la sabiduría y
ponen atención a su consejo.

Los fracasos y las debilidades pueden convertirse en nuestra mayor oportunidad para
madurar en sabiduría. Mantente vigilante de esas reprensiones y nunca pases por alto su
origen. La sabiduría de Dios por medio de una reprensión, a veces, puede surgir de los
medios más improbables. Las lecciones son obvias cuando no somos cegados por
nuestra arrogancia.

Cuando las lecciones lleguen, escúchalas cuidadosamente y pon atención a la voz de la


sabiduría.

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