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EDUCAR, ¿PARA QUÉ?

“Amamos el conocimiento, Amamos el saber, pero sobretodo amamos la vida”


Aristóteles (384-322 AC)

El acto de educarse carece de sentido alguno de no tener como fin último su aplicabilidad
directa en la vida misma del educando. Esta premisa debe ser siempre considerada por el
educador al momento de ejercer su actividad o práctica. Educar ya no consiste en solo
transmitir un saber o conocimiento a un educando acerca de un objeto de estudio, y que este
lo memorice. Ya no se trata de ser, o mejor aún, de hacer sabios, se trata de posibilitar para
vivir.

¿Por qué vivimos?, ¿Para que estamos aquí?, ¿Cuál es el fin de nuestra existencia?, Son estas
dudas tal vez de las más antiguas que como especie nos hacemos, y que como seres
compartimos. Son dudas existenciales, sin respuesta concreta, y en cuya resolución se nos va
la vida, y a cuyo logro no vamos a llegar, o de hacerlo lo haremos de manera parcial, e
individual. Por lo tanto, el para qué del educar adquiere sentido desde el intento de cada quien
por resolver su existencia, siendo el educador una guía en dicho proceso.

El ser humano, como ser racional, se ha encargado a lo largo de su vida en la tierra de


desarrollar un complejo sistema de comprensión del entorno el cual, relaciona en principio,
tres dispositivos de sociabilidad sin los cuales nos reconoceríamos como grupo, a saber: el
lenguaje, la memoria y la poiesis (el saber-hacer con maestría). Quizá el ejemplo de la piedra,
que expone esta triada complementaria, ilustre este asunto y explique la pertinencia de los
procesos de enseñanza.

Cuando aún no existían los desarrollos tecnológicos actuales, este complejo sistema comenzó
a desarrollarse con el primer uso que se le dio a la piedra como objeto de carga simbólica.
De la piedra de sílex, en principio, nace la muesca afilada que sirvió para cortar las pieles de
los mamíferos cazados, pero a su vez, se desarrolló la tumba o el tumborama y las columnas
de las distintas edificaciones que poblaron el espacio. Este objeto, bastante alejado de la
humanidad como especie, tuvo que comprenderse como una pieza que exteriorizó la técnica
de enterrar, cortar o edificar. En ella, como objeto primigenio, el hombre pudo simbolizar
por primera vez de manera material, la respuesta biológica y evolutiva a las necesidades
básicas que encontraba en el entorno.

No podemos asegurar el momento exacto en el que dicho elemento paso de significar una
cosa u otra o, dicho en otras palabras, no podemos asegurar que la incertidumbre como
principio, desarrollara el objeto cuya naturaleza era extrínseca a la naturaleza humana, pero
sí hizo que dicho objeto tuviera funciones para las que antes no servía.

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De esta manera, la roca como objeto inanimado, sirvió como sustento primigenio de las
practicas humanas. Esta misma desde el presente, dió respuesta a una necesidad, así como
también, desde el pasado, vinculó dicha necesidad a una respuesta y propuso futuras
preguntas sobre la funcionalidad de dicho objeto. ¿Cómo es posible esto?

Habría que decir que el uso de este objeto, sencillo de por sí, pero complejo como dispositivo
simbólico de comprensión del entorno de lo humano, debió servir a los distintos grupos
humanos para realizar prácticas periódicas de transmisión de conocimiento. En ese sentido,
la poiesis o ese saber hacer con maestría, solo se logró a través de un camino lento pero
pausado, en el cual el hombre, necesito comunicar sus saberes aprendidos con la
experimentación de la piedra, la cual, sirvió para que a través de un mensaje futuro se ilustrara
a las siguientes generaciones, proceso que solo a través de la memoria y el sustento del
lenguaje capturó al pasado lejano en un cúmulo de experiencias que pudieron a partir de ese
simple objeto, ser transmitidas.

Esta triada complementaria sustenta en principio la enseñanza humana y la necesidad de que


dicha práctica exista, ya que sin enseñanza; sin la posibilidad de construir un discurso que se
ampare bajo las respuestas a las preguntas del pasado y los cuestionamientos que necesita el
futuro, el ser-humano no tendría las herramientas para reconocerse dentro de su grupo, y la
colectividad y sucumbiría ante los avatares de necesidades sin resolver dentro de un entorno
ampliamente problemático.

La vida es compleja, está llena de vicisitudes e incertidumbres, de sentidos y sin sentidos, de


retos y desafíos, y es frente a todo esto que se encuentra el sentido del para que, al educar.
Daniel Prieto Castillo en su texto Mediación Pedagógica y Nuevas Tecnologías plantea la
siguiente serie de sentidos en relación con las prácticas educativas:

- Educar para la incertidumbre


- Educar para gozar de la vida
- Educar para la significación
- Educar para la expresión
- Educar para convivir
- Educar para apropiarse de la historia y la cultura

Sentidos que son coherentes y pertinentes frente al hecho de que la educación no tiene el
propósito final de dar una respuesta absoluta ante los cuestionamientos de un área, ni la de
otorgar certezas, pero si el de dotar de herramientas, otorgar posibilidades y dar sustento a
los actos que se decidan emprender. Toda búsqueda de saber o de conocimiento es, o se hace
significativa, si ayuda a vivir de una mejor manera.

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Educar para la incertidumbre, plantea la lucha constante entre la ilusión de la certidumbre y
la realidad de la incertidumbre. La vida diaria nos enfrenta a infinidad de situaciones ante las
que no se tiene certeza, el educar cobra sentido para que el educando pueda enfrentarse a
estas, pero no solo eso, sino también para ir más allá de las mencionadas ilusiones que buscan
convencer y adoctrinar, utilizando herramientas como la correcta implementación de la
información, la resolución de problemas, la interrogación y cuestionamiento, desmitificar y
resignificar, además de saber hacer uso de los recursos tecnológicos. Todo esto fortalecerá a
quien aprende para enfrentarse a la vida y aprovechar los recursos que tiene a su disposición
para su propio crecimiento, más que para seguir la corriente de las ideas impuestas. Educar
para la solución de problemas al no propiciar una respuesta para ellos sino capacitando para
generar una solución mediante una actitud proactiva, creativa, haciendo uso del bagaje
teórico existente para a partir de allí construir nuevo conocimiento; generar una actitud de
cuestionamiento y critica.

Educar para gozar la vida implica que todo proceso educativo, por más aburrida o mundana
que sea su competencia, debe poder lograr construir y transmitir entusiasmo. Cada campo
goza de emoción y goce, es responsabilidad de quien educa generar esa atmosfera alrededor
de su disciplina, donde el estudiante encuentre regocijo en cada parte del proceso, incluso en
el error.

Educar para la significación es de suma importancia pues todo conocimiento construido, para
ser realmente asimilado y conservado en el tiempo debe poseer significado. El estudiante
debe encontrar relación entre lo que aprende y su vida cotidiana, de lo contrario el
conocimiento es percibido como inútil y por lo tanto desechado. Caso claro de ello es el mal
planteamiento de temas complejos de matemáticas como identidades trigonométricas y
factorización, donde los estudiantes generalmente perciben el conocimiento como
infructífero, inaplicable a su vida y como un simple obstáculo en su camino en el aprendizaje.
Educar para la expresión es dotar de herramientas a los estudiantes para expresar
correctamente sus ideas es esencial, ya que ningún conocimiento es percibido si no se cuenta
con la capacidad de exteriorizarlo. El no poder expresar las ideas limita y dificulta a la
persona en su vida diaria. Se hace primordial promover un ambiente para la expresión de
ideas y opiniones, no para la competencia, sino para el enriquecimiento y crecimiento
intelectual de los involucrados.

Educar para convivir debe estar implícito en el hacer de la práctica formativa, el ser humano
es un ser social, por lo tanto debe tener las habilidades para interactuar eficientemente con
los demás, es una habilidad necesaria, aplicable y propicia para un mejor vivir. Es
fundamental brindar un ambiente educativo agradable, que vaya de la mano con la
promoción de una buena convivencia, siendo esta una de las necesidades básicas en la vida,

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ya que la acción de colaboración muta fortalece las cualidades en cada ser, por lo que se debe
educar para la convivencia

Educar para apropiarse de la historia y la cultura. Como promulga la frase “Quien no conoce
su historia está condenado a repetirla”, es imprescindible que quien aprende conozca lo que
existe hasta el momento; que errores, hallazgos, investigaciones, entre otros, se han realizado
hasta el presente, que impulsen su conocimiento y desarrollo. En lugar de recorrer el camino
recorrido, se busca tomar un punto de partida ventajoso para llegar a mejor resultados. Como
dijo Issac Newton: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de
gigantes”, esta metáfora hace referencia justamente a este principio, para lograr cualquier
avance, el ser humano siempre se apoya en los siglos de conocimiento, experimentación y
errores de todos sus predecesores para llegar a grandes descubrimientos. Es por ello que quien
no educa para apropiarse de la historia y la cultura, no educa para la innovación y el
crecimiento.

Todos estos fines para los que se educa están involucrados en el mismo proceso de educar y
no están aislados entre sí sino que se complementan unos con otros. El para qué del educar
cobra sentido desde cada una de las vidas que se ven comprometidas en el proceso, desde los
muchos estilos y formas de vida que se ven involucrados, y desde la valía de cada cual. Nunca
el educar es una ecuación única y comprobada, no hay lineamientos exactos, sino
situacionales, y el resultado debe ser que sea útil para que el educado no solo se adapte a las
situaciones, sino que las sepa resolver para su propio beneficio y el de los demás. La vida
nos plantea a diario retos que la educación nos da las herramientas para superarlos.

Textos de referencia:
- Prieto Castillo, D. () Mediación Pedagógica y Nuevas Tecnología. Pp. 24-31

Ensayo realizado para el curso en Pedagogía Básica del SENA en convenio con Unibac
Cartagena de Indias, 19/03/2019

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