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DERECHOS DE LA PERSONALIDAD.

Gonzalo Figueroa, Alessandri,


Jurisprudencia, y aportes de Rodrigo

INTRODUCCION

El derecho existe para el hombre y es creación del hombre; la persona natural es


siempre la destinataria mediata o inmediata de la norma jurídica. Desde la
abolición de la esclavitud, y en consecuencia desde que todos los hombres
pasaron a ser personas, puede sostenerse que la finalidad esencial del
ordenamiento jurídico es la protección de la especie. Desde el momento del
nacimiento -y aún antes- cada persona tiene derecho a una protección jurídica
integral, que abarca no solamente su supervivencia y desarrollo biológico, sino
que se extiende también a su integridad moral, a su dignidad y a su libertad.
Sin embargo, y a pesar de la importancia primordial que jamás se le ha
negado nuestro Códigos Civil destinaron a la persona natural muy pocas
disposiciones, siguiendo en esta materia una tendencia que marcó el Código Civil
francés de 1804, pudiendo señalarse que de los 511 artículos que configuran el
Libro I destina escuetos 44 artículos a definir las personas naturales, a su
nacimiento y muerte y a algunos atributos de la personalidad, como el domicilio.
El resto del articulado de ese Libro contiene una reglamentación larga y
minuciosa del matrimonio y de las relaciones de familia. A falta de tratamiento
legal, la civilística clásica señaló a los llamados “atributos de la personalidad”
como características de las personas. Desde entonces se viene repitiendo que las
personas se caracterizan por su nombre, su capacidad de goce, su estado civil, su
nacionalidad y su domicilio, atributos a los que algunos agregan su patrimonio.
Estas características son claramente insuficientes: una persona no es ni un
nombre, ni un estado civil, ni un domicilio, si bien puede “tener” esos atributos.
Todos ellos, salvo la capacidad de goce, resultan irrelevantes como
características esenciales de las personas. Y esta capacidad de goce corresponde
tan sólo a un atributo jurídico-económico de la personalidad natural. El concepto
de persona excede con mucho a la aptitud para ser titular de derechos y
obligaciones patrimoniales.

DEFINICIÓN
Llámense derechos primordiales o de la personalidad los que tienen por fin
defender intereses humanos ligados a la esencia de la personalidad

POLÉMICA SOBRE LA CONFIGURACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA


PERSONALIDAD
Muchos afirman que los llamados derechos de la personalidad no pueden
configurarse como verdaderos derechos subjetivos, porque todo derecho subjetivo
entraña como elementos distintos el sujeto y el objeto del mismo y en los derechos
de la personalidad aparecen confundidos, como un solo ente. Otros, refutando,
manifiestan que el objeto de los derechos de la personalidad es un ente distinto de
la persona, aunque tiene carácter personal: la vida, el honor, la integridad física.
Sea como fuere, el hecho es que los derechos de la personalidad protegen
supremos intereses humanos y son considerados por la doctrina y las
legislaciones positivas
.
PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS DE LA
PERSONALIDAD
Muchas Constituciones Políticas dan cabida en sus textos a varios derechos de la
personalidad. De esta manera se pueden hacer valer contra los poderes públicos
del Estado que pretendan avasallarlos, y no sólo contra los particulares que
pretendan desconocerlos a otros particulares. La Constitución chilena de 1980
asegura el derecho a la vida, a la integridad física de la persona; el derecho al
respeto de la vida privada y pública y a la honra de la persona y su familia; el
derecho a la inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada; el
derecho a la libertad de trabajo y el derecho a su libre elección, y el derecho de
propiedad intelectual, artística e industrial (art. 19).

DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD POR EL “RECURSO


DE PROTECCIÓN”
Los derechos recién mencionados y otros que taxativamente señala la
Constitución pueden defenderse, entre otros medios, por el llamado recurso de
protección (art. 20). Jurídicamente, no se trata de un recurso, sino de “una acción
cautelar de ciertos derechos fundamentales frente a los menoscabos que pueden
experimentar como consecuencia de actos u omisiones ilegales o arbitrarios de las
autoridades o los particulares”.
Esta acción se tramita a través de un procedimiento breve para restablecer
prontamente el imperio del derecho afectado, sin perjuicio de que se discuta ante
la justicia ordinaria, en forma lata, la cuestión surgida. Es competente para
conocer de la acción la Corte de Apelaciones respectiva (Constitución, art. 20)

NATURALEZA Y CARACTERES DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD


Naturaleza: De acuerdo con la escuela de Derecho Natural, los derechos de la
personalidad derivan de la propia naturaleza humana y son preexistentes a su
reconocimiento por el Estado. Seguramente ése es su fundamento natural, pero
su efectividad emana del reconocimiento de éste.
Como caracteres de los derechos de la personalidad se mencionan los siguientes.
1) Son generales, porque todas las personas, por el simple hecho de serlo, se
constituyen en sus titulares.
2) Son absolutos, porque su respeto puede imponerse a todos los demás sujetos,
al igual que ocurre con los derechos reales sobre las cosas y en contraste con los
derechos relativos, como los de crédito o de obligación, llamados también
derechos personales (no confundirlos con los derechos de la personalidad), que
son “los que sólo pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo
o la sola disposición de la ley, han contraído las obligaciones correlativas, como el
que tiene el prestamista contra su deudor por el dinero prestado, o el hijo contra el
padre por alimentos” (C. Civil, art. 578).
3) Son extrapatrimoniales, es decir, en sí mismos no son valuables en dinero. Por
ejemplo, nadie puede decir que el derecho a la vida admite una estimación
pecuniaria. Cuestión distinta es que el daño surgido como consecuencia de la
violación de un derecho de la personalidad sea indemnizable en dinero. Pero en
este caso no se valúa ese derecho sino el daño que provoca la infracción. Cuando
un automovilista culpablemente da muerte a un peatón y es condenado a
indemnizar a los hijos del difunto, no se valora la vida de éste, sino el perjuicio que
la privación de ella trae para sus hijos. Tal perjuicio puede ser material y moral.
4) Son esenciales, porque nunca pueden faltar. El ser humano desde que nace los
tiene y sólo se extinguen con su muerte.
5) Los derechos de la personalidad son irrenunciables e incomerciables. Esto
quiere decir que no pueden renunciarse, cederse, transmitirse ni transigirse. La
indisponibilidad no es sino una consecuencia del carácter esencial y necesario de
los derechos en referencia.
6) Son imprescriptibles, o sea, no se pierden por el no uso.
7) Son originarios, esto es, aparecen espontáneamente en la persona de su titular,
y no requieren que otro titular anterior se los ceda, transfiera o traspase

LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD CON RELACIÓN A LAS PERSONAS


JURÍDICAS
Las personas jurídicas, como una asociación o una fundación, al igual que las
personas físicas, también tienen derechos de la personalidad, pero –claro está–
sólo los compatibles con su naturaleza incorpórea, como el derecho al nombre, al
honor, pero no a la inviolabilidad física, que es inconcebible respecto de seres que
no se tocan.

CLASIFICACIONES
Los autores presentan variadas clasificaciones de los derechos de la personalidad,
pero ninguna agota éstos, que son numerosos.

De acuerdo a Figueroa
a) Derechos de la personalidad que protegen la integridad física del titular. Entre
ellos, se encuentran el derecho a la vida, el derecho a la integridad física, el
derecho a disponer de partes separadas del cuerpo, el derecho a la integridad
psíquica, el derecho a la salud, el derecho a vivir en un ambiente libre de
contaminación y el derecho a disponer de su propio cadáver para trasplantes y
otros fines. Nosotros agregamos a esta enumeración los derechos reproductivos
(a la procreación y a la no-procreación), el derecho a escoger su propia muerte y
el rechazo del tratamiento vital (con el problema de la licitud o ilicitud del suicidio),
los problemas de desprotección jurídica de la vida humana a propósito de la
aplicación de la pena de muerte, el problema de la huelga de hambre y los
problemas de la eugenesia y eutanasia.
b) Derechos de la personalidad que protegen la integridad espiritual del titular.
Entre ellos, el profesor Fueyo señala el derecho al honor, el derecho a la propia
imagen, el derecho a la intimidad, reserva o secreto (objeto de nuestra atención en
esta ponencia), el derecho a toda forma de comunicación privada, la inviolabilidad
del hogar y la igualdad ante la ley. Nosotros ubicamos la igualdad ante la ley
dentro de la enumeración de otras igualdades, y agregamos a la nómina de
derechos que se refieren a la integridad espiritual el derecho a la identidad
personal, el derecho moral de autor y el derecho a defender el honor de personas
ya fallecidas.
c) Derechos de la personalidad que aseguran la libertad del titular, entre las cuales
el profesor Fueyo ubica la libertad y la seguridad personales, la libertad de
conciencia y culto, la libertad de enseñanza, la libertad de expresión y la libertad
de trabajo. Debería agregarse la libertad de comercio y la libertad sexual.
d) Derechos de la personalidad que protegen el desarrollo personal y espiritual,
como el derecho a la educación, el derecho a la información o publicidad, el
derecho a reunirse pacíficamente, el derecho a asociarse, el derecho a la
seguridad social, el derecho a la sindicalización, el derecho a desarrollar cualquier
actividad económica lícita, el derecho a presentar peticiones, el derecho de
propiedad, el derecho patrimonial de autor y la propiedad industrial. Podría
agregarse el derecho a la libre investigación científica y a experimentar en busca
de la verdad, así como un derecho general a la propia actividad. Y en lo que se
refiere a igualdades, la igualdad ante la ley, la igualdad ante la justicia, la igualdad
antes los cargos y las cargas públicas y el principio de no-discriminación.
e) Derechos de la personalidad que se refieren a las relaciones de familia, como
los que norman las relaciones entre los cónyuges o entre padres e hijos.
Nosotros analizaremos someramente algunos derechos de la personalidad.

A) DERECHO AL HONOR Y EL DERECHO A LA HONRA


En la integridad moral de los individuos tiene capital importancia el derecho al
honor que en el campo penal, es protegido con la sanción de los delitos de
calumnia e injuria (C. Penal, arts. 412 y 416).
La calumnia es la imputación de un delito determinado pero falso y que puede
actualmente perseguirse de oficio. Injuria es toda expresión proferida o acción
ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio de otra persona.
Generalmente, todos los delitos penales, además de la sanción de este carácter
que se impone al autor, dan lugar a una indemnización pecuniaria a favor de la
víctima, no sólo por los daños materiales sufridos por ella, sino también por los
daños puramente morales (aflicciones, penas, mortificaciones).
Sin embargo, por excepción, dispone el Código Civil que “las imputaciones
injuriosas contra el honor o el crédito de una persona no dan derecho para
demandar una indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño emergente o
lucro cesante, que pueda apreciarse en dinero” (art. 2331). De manera que si las
imputaciones injuriosas no traen un menoscabo patrimonial, no puede reclamarse
una indemnización en dinero, aunque la víctima haya sufrido grandes pesares a
causa de dichos ataques a su honor o su crédito.
La honra, que difiere del honor, dice relación con el nombre y fama en los
ámbitos relevantes de relación.
Que el derecho a la honra cada vez se ve más vulnerado por el avance de
las comunicaciones, existiendo dispositivos que permiten fácilmente grabar o
fotografiar a una persona, y difundir dichas imágenes a través de medios de
comunicación masivos.
Facebook, Youtube o Twitter entre otros, constituyen veloces conductos que
permiten difamar con mucha facilidad a una persona lo que, sin lugar a dudas,
afecta la honra de estas, y aun cuando los archivos y comentarios sean borrados,
estos pueden seguir siendo compartidos entre otros usuarios lo que impide con
efectividad lograr la efectiva reparación.

Jurisprudencia
“Que, del mérito de los antecedentes allegados al recurso aparece que el
actuar del recurrido le atribuye a los recurrentes participación en el robo de su
máquina fotográfica, efectuando a través de la página de Internet que administra
como en su sitio personal de Facebook, una serie de comentarios, algunos de
carácter injurioso y otros en los que derechamente se les imputa la sustracción de
una máquina fotográfica, entregando no sólo las características de estas
personas, sino además publicando una fotografía de ambos y solicitando a través
de las redes sociales que le ayudaran a ubicarlos, fomentando de este modo una
opinión que sin duda afecta la honra de estas personas, y que más bien parece
una expresión de autotutela que no encuentra ningún sustento en el ordenamiento
jurídico, sino que por el contrario se realiza al margen de éste, puesto que a pesar
de imputarles un delito, nunca efectuó en contra de estas personas una denuncia
por los conductos formales.” (autos Rol 2910-2014 Ilustrísima Corte de
Apelaciones de Concepción)
En autos Rol 264-2014 de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de La Serena,
se ha fallado:
“SÉPTIMO: Que así analizados los textos y pasajes de los textos recién
mencionados, resulta indudable que ellos contienen expresiones que apuntan
indudablemente en sus respectivos casos a los recurrentes, que se dan en el
marco de denuncias o revelaciones por diversos eventos que se les hacen
amparados en sitio de la Web o Internet, al margen del respecto que los seres
humanos se deben entre sí y a los derechos que les asisten, pues si se está en
presencia de un acto irregular o eventualmente de un delito, existen los canales
correspondientes para reclamar de los mismos por vía jurisdiccional o
administrativa, máxime que, y, por ello cobra mayor relevancia, si se considera
que los recurrentes forman parte de un cuerpo jerárquico cuya ascendencia en el
mando es esencial;
OCTAVO: Que el devenir del indudable desarrollo tecnológico de estos
tiempos han creado medios de comunicación, de mayor facilidad de vinculación, a
través de herramientas tecnológicas cada vez más avanzadas e invasivas de la
privacidad de las personas, y atentatorias contra la dignidad y honra que han
originado que las barreras tradicionales (correspondencia, publicaciones en los
diarios, telefonía, etc.) que antes ponían de alguna manera coto a quien
pretendiese denostar sin límites, sean a la fecha insuficientes para contener este
avasallador torrente comunicacional, el cual muchas veces lleva contenidos
incómodos y aún denigrantes para sus destinatarios, todo lo cual hace menester la
debida cautela de la honra y de la integridad psíquica de los mismos ante los
amagos de las garantías que protegen dichos derechos fundamentales;
NOVENO: Que en tal sentido el tenor de los textos mensajes contenidos en
el sitio a que se ha hecho referencia y que fue comprobado en tanto su existencia
por la inspección ocular del Tribunal de fojas 112, ( no fue posible acceder a la
página web htts://es la. facebook.com/excarabineros.dechile, pues para ello se
debe primeramente crear una cuenta que los servidores de uso institucional como
el del Poder Judicial no permiten) decretada como medida para mejor acierto,
constituyen imputaciones que afectan la dignidad humana, honra de los
recurrentes y que al mismo tiempo atentan contra su honor , todos oficiales de
diversos rangos de Carabineros de Chile, violando su dignidad humana, en la
medida que en contra de la voluntad de aquellos y bajo el amparo de la inmunidad
que facilita el anonimato, se hace directa mención de diversas conductas
inadecuadas y contrarias a la conducta institucional.
DÉCIMO: Que de los antecedentes referidos en el recurso, y lo razonado
precedentemente, se desprende que ha existido un serie de actos que
colectivamente considerados constituyen un proceder que puede ser calificado de
arbitrario e ilegal en cuanto ha vulnerado la intimidad y la honra de los recurrentes
y que amerita la cautela que se solicita.”

B) DERECHO A LA INTIMIDAD
Es un principio que nadie puede interferir en la vida íntima de una persona, como
tampoco divulgarla, a menos que ella lo consienta o la ley lo autorice. La
Constitución asegura el respeto a la vida privada y pública de las personas (art.
19, Nº 4º).
Debemos reconocer que existen algunos actos en la vida de los hombres que son
y deben seguir siendo públicos, porque deben ser conocidos por la ciudadanía
toda, en tanto existen otros actos que los hombres desean muchas veces
mantener en reserva, o darlos a conocer solamente a personas estrictamente
determinadas.
A los primeros pertenecen los actos de gobierno, las deliberaciones y acuerdos
parlamentarios, las leyes que se hayan promulgado, o las sentencias judiciales
que se hayan dictado, o algunos delitos de interés social. Cada uno tiene su forma
propia de publicidad. En el ámbito del Derecho Civil, el establecimiento de
solemnidades es una manera de hacer público a veces un acto o contrato.
Existen también requisitos de publicidad de algunos actos jurídicos, cuya
inobservancia produce la inoponibilidad. La ley impone a veces una publicidad que
estima necesaria. Pertenecen, en cambio, a la esfera privada aquellos actos que
se relacionan con la vida afectiva, con defectos físicos o psíquicos de las
personas, con el pudor o con la utilización del tiempo del ocio, en todos los cuales
los individuos esperan encontrar respeto y comprensión, algún grado de serenidad
y paz emocional. Este es el espacio que protegen las disposiciones
constitucionales y legales referidas, y que se han englobado dentro del concepto
de derecho a la intimidad, reserva o secreto.
Los autores Manuel Lavados y Alejandro Serani distinguen tres tipos de intimidad:
territorial, corporal y psicológica o espiritual.
La intimidad territorial dice relación con un espacio físico que los individuos
demarcamos como propio. Según estos autores, esta es una característica que los
humanos compartimos con los vertebrados en general, en algunos de los cuales
encontramos conductas de demarcación y protección de territorio análogos a
aquellos que se encuentran en nuestra especie. En el ámbito de las conductas
humanas, “lo propio”, territorialmente hablando, se concreta en la propiedad
territorial privada y en las leyes que la protegen, en los derechos de fijar los límites
exactos de toda propiedad, de cerrarla y de construir en ella cercas divisorias, y en
la prohibición impuesta a los vecinos de abrir ventanas en la pared medianera o de
gozar de vista sobre la propiedad vecina, así como en la inviolabilidad del hogar,
que es un derecho constitucionalmente protegido.
La intimidad corporal dice relación con el cuerpo humano y con sus
órganos, respecto de los cuales no es lícita la intromisión ajena. La exploración
corporal que deben realizar los médicos para efectos de diagnóstico y de
tratamiento, constituyen en este contexto excepciones a la regla general, que se
han justificado por algunos con la existencia de un contrato tácito entre médico y
paciente, en virtud del cual el segundo accede a exponer su cuerpo al primero,
incluyendo los órganos que normalmente mantiene reservados u ocultos, con el
objeto de posibilitar el diagnóstico, curación o rehabilitación, bajo la condición
asumida por el médico, de que su intrusión a la intimidad corporal del paciente
será la estrictamente necesaria para la obtención de los fines perseguidos, y será
realizada tan sólo con la intención de encontrar elementos de significación médica
o de realizar maniobras terapéuticas, excluyéndose toda intención estética,
contemplativa o erótica.
La intimidad psicológica o espiritual se refiere a las percepciones,
recuerdos, imaginaciones, afectos, emociones, estados derivados del placer o del
dolor, alegrías y tristezas, temores, gozos, repulsiones o atracciones, angustias,
sentimientos, juicios, razonamientos, deliberaciones o experiencias cognoscitivas
o afectivas, de tipo personal, que el sujeto desea conservar en privado o permitir
que sean conocidos tan sólo por un número limitado de personas. Deben
agregarse las metas a corto, mediano o largo plazo que los humanos nos
proponemos, nuestras estrategias y objetivos vitales, nuestros compromisos,
proyectos, ambiciones y expectativas, los que muchas veces deseamos mantener
en la privacidad. En el plano jurídico, este tipo de intimidad está protegido por las
disposiciones que hacen inviolable cualquier forma de comunicación privada, que
penalizan las torturas y los apremios ilegítimos y que garantizan la propiedad
intelectual, literaria o artística.
El problema surge cuando se trata de conciliar la libertad de imprenta y de
difusión de noticias por los medios de comunicación social (diarios, revistas,
televisión, radios, etc.), con el derecho de cada uno a que terceros no se
entrometan en la propia vida privada. La solución exige determinar el límite entre
el legítimo ejercicio del derecho de crónica y de crítica, por una parte, y la indebida
invasión de la esfera ajena, por otra. Para esto ha de tenerse en cuenta el interés
y la concreta voluntad del particular y el interés de la colectividad de conocer y
valuar o ponderar hechos y personas que adquieren importancia pública.2 La
aplicación práctica de esta pauta es elástica e importa una cuestión de tacto que
los tribunales, en caso de conflicto, han de resolver considerando las
circunstancias de la especie.
El Código Penal también castiga expresamente al que, en recintos
particulares o lugares que no sean de libre acceso al público, sin autorización del
afectado y por cualquier medio, capte, intercepte, grabe o reproduzca documentos
o instrumentos de carácter privado; o capte, grabe, filme o fotografíe imágenes o
hechos de carácter privado que se produzcan, realicen, ocurran o existan en
recintos particulares o lugares que no sean de libre acceso al público. Igualmente
se castiga al que difunda las conversaciones, comunicaciones, documentos
instrumentos, imágenes y hechos antes referidos. La pena es mayor en caso de
ser una misma la persona que los haya obtenido y divulgado. Todo lo dicho no es
aplicable a aquellas personas que, en virtud de ley o de autorización judicial, estén
o sean autorizadas para ejecutar las acciones descritas (artículo 161-A, agregado
por la Ley Nº 19.423, de 20 de noviembre de 1995).

C) DERECHO A LA IMAGEN
La doctrina universal y el Derecho comparado revelan que hay dos tendencias
respecto al derecho que tiene una persona sobre su imagen. De acuerdo con una
de ellas, tal derecho existe plenamente; según la otra, ese derecho no existe y la
persona de cuya imagen se han aprovechado otros sólo puede reclamar si se la
perjudica en su prestigio moral.
El primer punto de vista lo encontramos acogido en el Código Civil Peruano de
1984, que dice: “La imagen y la voz de una persona no pueden ser aprovechadas
sin autorización expresa de ella o, si ha muerto, sin el asentimiento de su cónyuge,
descendientes, ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este orden.
Dicho asentimiento no es necesario cuando la utilización de la imagen y la voz se
justifique por la notoriedad de la persona, por el cargo que desempeña, por
hechos de importancia o interés público y por motivos de índole científica,
didáctica o cultural y siempre que se relacione con hechos o ceremonias de
interés general que se celebren en público. No rigen estas excepciones cuando la
utilización de la imagen o la voz atente contra el honor, el decoro o la reputación
de la persona a quien corresponde” (art. 15).
La otra tendencia es seguida por el Código Civil Boliviano de 1975, que dice:
“Cuando se comercia, publica, exhibe o expone la imagen de una persona
lesionando su reputación o decoro, la parte interesada y, en su defecto, su
cónyuge, descendientes o ascendientes pueden pedir, salvo los casos justificados
por la ley, que el juez haga cesar el hecho lesivo.
Se comprende en la regla anterior la reproducción de la voz de una persona” (art.
16).
Nosotros somos partidarios de la primera concepción y nos parece que el Código
Civil Peruano la refleja cabalmente y en sus justos límites.
En Chile, la imagen no está regulada, aunque hay disposiciones aisladas que se
refieren a fotografías y retratos.
Algunos han deducido del artículo 34 de la Ley Nº 17.336, de 2 de octubre de
1970, sobre propiedad intelectual, que la legislación chilena no reconoce un
verdadero derecho a la imagen. Ese artículo prescribe que “corresponde al
fotógrafo el derecho exclusivo de exponer, publicar y vender sus fotografías, a
excepción de las realizadas en virtud de un contrato, caso en el cual dicho
derecho corresponde al que ha encargado la obra…”
La verdad es que la disposición transcrita habla del derecho del fotógrafo para
exponer y comercial “sus” fotografías, pero de ahí no podemos inferir que está
autorizado para fotografiar a quien se le ocurra y menos que la persona
fotografiada no tiene derecho a su propia imagen.
Precisamente lo contrario fluye de la Ley sobre Privilegios Industriales y
Protección de los Derechos de Propiedad Industrial, Ley Nº 19.039, de 25 de
enero de 1991; dispone ella que “no puede registrarse como marca comercial el
retrato de una persona cualquiera, salvo el caso de consentimiento expreso dado
por ella, o por sus herederos si hubiere fallecido…” (art. 20, letra c).
A continuación citamos dos casos de jurisprudencia relativos a fotografías de
personas. Uno de ellos se refiere a una fotografía encargada por el retratado. La
sentencia es del siglo pasado y en sus marchitas páginas se establece: 1) el
contrato para la confección de un retrato fotográfico debe calificarse de
compraventa (C. Civil, art. 1996) y ella no comprende las planchas si nada se ha
estipulado sobre ellas; y 2) el fotógrafo no tiene derecho a exhibir los retratos ni
venderlos a terceros y está obligado a destruir las planchas, correspondiendo al
retratado pagar las no utilizadas si no prueba que todas ellas entraron en el
contrato.
El otro caso jurisprudencial se refiere a la publicación por los diarios de fotografías
de personas. La Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 1º de agosto
de 1989, declaró que no puede tacharse de ilegal ni arbitraria la publicación por un
diario de la fotografía de una dama con un traje llamado
“tanga” mientras jugaba en la playa de un balneario marino. Porque las empresas
periodísticas, conforme a la legislación, adquieren el derecho a publicar en sus
diarios las fotografías realizadas por el personal que tiene sujeto a contrato de
trabajo (Ley Nº 17.336, sobre propiedad intelectual, artículo 24, letra e) del número
1, en relación con el artículo 34 inciso 1º de la misma ley).
Nosotros creemos que la sola razón de que los diarios adquieren el derecho de
publicar las obras del personal que le presta sus servicios, no justifica la legalidad
de las fotografías tomadas a terceros en determinadas circunstancias; dicha
legalidad, con relación a las personas fotografiadas, depende precisamente de
tales circunstancias y de la forma e intencionalidad de la publicación. No hay duda
de que si se quiere resaltar la concurrencia de numerosas personas a una playa,
la fotografía que muestre al grupo, no merecerá reparos; pero si del grupo se aísla
con singular relieve a una persona y se destacan sus ropas minúsculas, el asunto
puede ser o no menoscabador para esa persona. Depende de la forma de la
publicacion, y no ha de olvidarse que lo que en el ambiente de playa tiene una
ponderación, adquiere otra distinta en el llamativo cuadro de un periódico.
La misma sentencia citada afirma que los hechos que se realizan en lugares
públicos y abiertos no pueden calificarse como parte de la vida privada de las
personas. En consecuencia, si una dama concurre a un balneario marino con un
traje de baño llamado “tanga” y algún diario le toma una fotografía y la destaca en
sus páginas, ella no puede entablar un recurso de protección fundado en la norma
de la Constitución que asegura a todas las personas el respeto y protección de su
vida privada y pública y de su honra y la de su familia (artículo 19, número 4º). El
solo hecho de concurrir a uno de esos lugares demuestra que la propia persona
que lo hace estima no moverse en la esfera de su vida privada y la fotografía
cuestionada no cabe mirarla como atentatoria a su honra, a la buena opinión y
respetabilidad que pueda merecer a conocidos.
En la especie, el abogado defensor de la dama opinó en forma diferente. Sostuvo
que había violación de la vida privada de ella porque una cosa es concurrir a la
playa con uno de los trajes adecuados a la ocasión y otra cosa muy distinta es
reproducir esa imagen con toda publicidad en un diario, sobre todo si éste se
caracteriza por insertar algunas líneas más o menos picarescas. Cada cuestión ha
de juzgarse y resolverse atendiendo a su “contexto”.

SANCIONES DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD


La violación de los derechos de la personalidad otorga al damnificado la facultad
de demandar el cese del hecho perturbatorio, las sanciones penales que puedan
corresponder al autor de éste y las indemnizaciones a que haya lugar.
Aunque algunos derechos de la personalidad no estén específicamente
amparados por la ley positiva, si su violación importa un daño para la persona,
ésta puede demandar indemnización de perjuicios, porque, de acuerdo con
nuestro Código Civil, por regla general todo daño que pueda imputarse a dolo o
culpa de otra persona, debe ser reparado por ésta (artículos 2314 y 2329). El daño
indemnizable puede ser material o moral. La indemnización ha de pagarse, por lo
general, en dinero, salvo que expresamente la ley no admita esta forma de
indemnización.

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