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De este modo, se configuran normativamente la autoría directa o inmediata (“el que realiza por
sí”); la autoría mediata (“por medio de otro”) y la coautoría (“los que cometan conjuntamente”).
Siendo así, es claro que nuestro Código ha optado por la Teoría del Dominio del Hecho para
distinguir entre autoría y participación.
En tal sentido, el segundo supuesto de autoría, por medio de otro, es la forma que se conoce
como autoría mediata. Será tal autor, quien utiliza o se aprovecha de la actuación de otra persona
[“intermediario” o “autor”][1] para concretizar sus objetivos delictivos. En estos casos, se imputa
la autoría, no a la persona que realiza los actos de ejecución directamente, sino al hombre de atrás
que se sirve de la acción de este último para realizar el delito que este planeó.
Como explica Roxin, la autoría mediata se caracteriza por un dominio de la voluntad, donde el
verdadero autor no realiza el tipo penal de propia mano, sino mediante otra persona que le sirve
para estos fines; esta persona no puede oponer resistencia a la voluntad dominante del hecho de
otro, por lo que es considerada una herramienta en manos de éste[
Este dominio de la voluntad del autor mediato hace que el ejecutor actúe bajo su control,
pudiendo servirse de su acción para realizar el hecho delictivo y ostentando así el control sobre el
suceso; por ello, el autor mediato es considerado el verdadero autor del delito, que se sirve de
otro para cometerlo.
DÉCIMO: En esa línea, se tiene que son diversos los supuestos en los que se considera que se
configura la autoría mediata, pero son tres los aceptados de forma unánime por la doctrina, por
considerarse que sí existe, sin duda, un dominio de la voluntad del ejecutor: Autoría mediata por
coacción, Autoría mediata por error y Autoría mediata con intermediarios responsables; supuestos
que desarrollaremos a continuación:
Se trata del caso en que el autor mediato utiliza la violencia o la amenaza contra el intermediario,
para que éste acceda a realizar la acción de la cual se quiere servir, logrando la realización de la
conducta típica.
Se presenta cuando el hombre de atrás aprovecha o crea un error en el intermediario, para que
realice la acción querida por éste; en estos casos, el intermediario actúa esconociendo algunos
elementos que componen una realidad dada, por lo que no hay una coincidencia entre la realidad
y la conciencia de dicha realidad[4].
Lea también: Diez cosas que debes saber de Claus Roxin y de su teoría del dominio de la voluntad
en aparatos organizados de poder
Aquí, el hombre de atrás se irve de un ejecutor que se encuentra en un error de tipo, pero en este
caso se trata de un error vencible, es decir, de haber sido el ejecutor diligente pudo haber salido
del error en que se encontraba, por lo que le será imputable el delito si se encuentra regulada su
modalidad culposa[6].
El supuesto que analizamos ahora es sobre un error de prohibición pero de tipo vencible, en el
cual el sujeto, en caso de haber sido diligente, hubiera podido salir del error en que se encontraba;
por lo que en estos casos se le sanciona por el delito cometido, pero con una pena atenuada
conforme con el segundo párrafo del artículo 14o de nuestro código penal[7].
C.5. Autoría mediata por error sobre presupuestos de la acción relevantes para el hecho:
Aquí Roxin analiza el caso en el cual otra persona engaña al ejecutor sobre una circunstancia
donde es previsible su reacción para que así realice la acción querida por el hombre de atrás[9].
Este supuesto consiste en que el intermediario actúa creyendo que el bien jurídico que lesiona
tiene una protección penal distinta a la real, debido al error en el que se encuentra, lo cual sí es
conocido por el hombre de atrás que lo determinó a hacerlo.
Se trata del caso en el que el intermediario actúa con la intención de cometer un delito, lo cual es
aprovechado por el hombre de atrás, para que, por medio del engaño, éste se cometa pero con
una circunstancia agravante, pero que al ser desconocido por el intermediario no actúa con dolo
respecto a ésta, por lo que sobre ese resultado adicional el control lo tiene el hombre de atrás,
siendo por ello autor mediato del delito finalmente cometido[10].
Este caso se presenta cuando el ejecutor actúa con culpa consciente sobre el resultado que
generará su acción, equivocándose sobre la probabilidad de que este ocurra, pues cree que ésta es
menor que la real, siendo determinado por el hombre de atrás, que sí conoce la gran probabilidad
de la producción del hecho por la acción del ejecutor, actuando de esta manera dolosamente.