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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN


LICENCIATURA EN FILOSOFÍA
ROMANTICISMO ALEMÁN
JUAN CARLOS SALAZAR VIDALES
UNA CARTA SOBRE LAS RAÍCES LA LIBERTAD Y LA RELACIÓN DE ÉSTA CON EL
ARTE, A TRAVÉS DE SCHELLING
PREÁMBULO

Este texto tiene un título tan parecido a un ensayo que presenté en la clase de filosofía
moderna, el cual fue llamado: Una breve carta sobre el destino, la libertad y la muerte. Así
como en ese trabajo no fue azaroso o casual la elección de los elementos ni de su orden, de
igual manera no hay nada de contingente en el título de este trabajo, el cual muy posiblemente
llegue a desarrollar hasta en los últimos momentos de mi vida. Lo digo porque el interés que
tengo por lo que voy a hablar en las siguientes páginas ha sido presentado por mí con una
fuerza tan vivaz que me creo capaz de continuar exhaustivamente esta investigación.

El que este texto lleve como título “Una carta…” es porque lo que expresaré aquí lo haré con
total confianza, y ningún tema tocado o señalado en este trabajo va a estar alejado de mi
interés personal. Por tanto, una carta, a diferencia de un ensayo académico, va a implicar las
dudas en las que me he visto sumergido y las vivencias en las que me hallado, y no sólo un
ensayo académico anémico de vivacidad y de personalidad.

Ahora, que esta carta vaya a versar sobre las raíces de la libertad y su relación con el arte en
la época del romanticismo y más específicamente con base en el pensamiento de Schelling
suena tan ambicioso como hacer una filosofía de la historia, la cual, o terminará siendo
meramente superficial y descriptiva o los fundamentos y razones de esa filosofía serán tan
desprovistos de razón que ésta quedará descartada al instante. Por las razones anteriores, el
título de este escrito es el fin ideal, al cual aspiran todas estas palabras y esta investigación,
sin importar que esta empresa sea tan elevada y compleja como para elaborarla y concluirla
de un plumazo.

Si mi fin es hablar de la libertad y la relación de ésta con el arte en la época del romanticismo,
implica, por tanto, entrar primero en el romanticismo (más precisamente el movimiento

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romántico alemán), en este movimiento tan agudo y, a la vez, tan abismal. Sin embargo, ¿Por
qué no sólo dedicarme a hablar de la libertad o del arte sin importar la situación en la que se
encuentran envueltas estas nociones?

Bueno, la razón por la cual sí ilustraré lo qué es el romanticismo alemán y, anterior a esto, el
contexto de Alemania en esos siglos es porque en alguna ocasión leí que el movimiento
romántico alemán se engendró gracias a la ropa ajustada que utilizaban los alemanes y el
exceso de té que consumían. Quizás con el comentario anterior podría dar por concluido el
esbozo del movimiento romántico alemán, pero… ¿Un movimiento como el romanticismo
pudo haberse originado por tales razones? Si usted, lectora, se responde que sí, no continúe
con las siguientes páginas. Pero si no cree suficiente lo anterior como causa de tal
movimiento o busca otra respuesta que sea a su vez sea trascendental, bienvenida.

INTRODUCCIÓN

Cuando hablo de introducción quiero decir que todavía estoy, o en este caso, estamos
fuera de una situación; en específico, de esta investigación. Todavía estamos, apenas, por las
ramas… En las siguientes páginas comenzaré a guiarla a usted, lectora, y, a la misma vez, a
mí, por las ramas para llegar al tronco de este escrito y posteriormente profundizar, y llevarla
a usted, lectora, a través de este escrito a las raíces de todo este árbol que es el romanticismo
alemán, el cual incluso estando en el siglo XXI se alcanza a vislumbrar lo grande que es.

Señalaré ahora varios puntos que pueden ser tomados como una guía, como un mapa de estas
cartas, algo así como los lugares que serán recorridos. Lo primero por mencionar es que haré
una descripción de las ideas fundamentales en la Alemania del siglo XVIII, breves
antecedentes. Este punto me parece tan esencial para entender el movimiento romántico que
está en primer lugar. Desarrollaré este tópico con la mayor claridad posible y no tomaré la
historia de Alemania con tanta superficialidad como para afirmar, tal como lo hizo un
compañero en la universidad, afirmando que: Alemania era un mole.

Si el movimiento romántico originalmente surgió en Alemania, no parece nada descabellado


considerar la historia de esta nación y el terreno que, con el paso de los acontecimientos
históricos, estaba tan rico en minerales como para dar un movimiento como el romanticismo.
Ésta es la justificación del primer punto a desarrollar.

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En segundo lugar, señalaré en rasgos casi generales lo que se considera como romanticismo
alemán. En tercer lugar, ubicaré durante ese siglo a un filósofo considerado como romántico.
Éste es Friedrich Schelling. A él lo he elegido piedra angular de este trabajo por las
conferencias que llegó a dar, las cuales se relacionan con lo que expondré aquí. En cuarto
lugar, pero casi unido al tercero, expondré varios puntos de su pensamiento que me van a
apoyar a desarrollar el tema de la libertad y la relación de ésta con el arte.

La causa de esta carta tiene que ver con los temas discutidos con mucho más tiempo que
otros durante las horas transcurridas en la universidad y, por tanto, las problemáticas que han
surgido a través de esas discusiones y charlas me han dado cuestiones qué resolver. Además
de que el acercamiento a Schelling ha sido mucho mayor que el de a otros filósofos del siglo
XVIII. Por eso, ya teniendo yo un repertorio variado de preguntas puedo darme la tarea de
investigar e intentar resolver esas incógnitas que se han quedado al aire pero que pienso
arroparlas en mi regazo y amamantarlas con esta carta que no debe tomarse a la ligera, sino
también como una investigación personal.

El fin al que aspira esta carta no es otro más que mostrar cómo lo resuelto como libertad va
a influenciar en la manera en la que se filósofa sobre el arte y, por tanto, en la forma de
hacerlo. Y con ello, mostrar la relación estrecha entre libertad y arte durante el siglo XVIII,
más específicamente en el romanticismo con Schelling y no, por el lado contrario, que
libertad y arte son nociones alejadas o que nada tienen que ver una con otra como podría
considerarse en la época actual.

Considerar el fin de esta carta es tan complejo quizá como el mismo romanticismo, pero no
por ello esta debe ser una empresa a la cual se le debe renunciar sólo por parecer montañosa
o difícil de considerar como posible. Imagine, querida lectora, a Kant dudando de escribir la
Crítica de la razón pura o a Schelling titubeando a la hora de reflexionar acerca de su Sistema
del idealismo trascendental.

Para llevar a cabo este fin me apoyaré en distintos textos que me pueden facilitar mi tarea,
ya sea para dar ejemplos o dar información pertinente. En la primera parte me apoyaré de un
texto escrito por Henrich Heine y Juan Brown, para el segundo; un libro bastante explicativo
de Isaiah Berlin y para el tercer y para el cuarto punto; algunos escritos de Friedrich
Schelling.

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Sin más, deseo que esta carta sea de su sumo interés y que con este escrito pueda alumbrar
nuevos caminos para el pensamiento y la investigación filosófica. Para mí será un honor y
un placer recibir las críticas necesarias para llevar este tópico a grandes discusiones y que
mis palabras sean examinadas por las mentes más profundas e ilustres de este siglo.

ALEMANIA: BREVES ANTECEDENTES FILOSÓFICOS AL SIGLO XVIII

Para hablar de esta nación, de Alemania, debo hablar, casi por obligación, de varios
personajes que dieron forma, que dieron materia, esencia a la nación germana. Y para hablar
de estos personajes, de estos hombres entrañables de carne y hueso, expondré la situación en
la que se vieron envueltos y las razones por las cuáles estos hombres han resaltado entre
tantos otros.

Martín Lutero es uno de esos hombres que dio un momento vivaz a la historia de Alemania.
Para aclarar lo anterior comentaré un suceso histórico, pertinente para poder contextualizar.
Éste es La Reforma. Ésta es un periodo histórico dado durante el siglo XVI que dividió a la
cristiandad de Occidente en dos. Por un lado, están quienes reconocen la autoridad del Papa
y otra que adopta el nombre de protestante y se aleja de varias “normas” dadas por la iglesia.

Lutero, en el año 1517, en la puerta de la catedral de Wittenberg pega sus conocidas 95 tesis.
En estas tesis, Martín Lutero, protesta contra varias prácticas dadas por la iglesia; entre ellas
y de las más importantes, la venta de indulgencias. La venta de indulgencias era un tipo de
“cobro” que se hacía a los hombres cuando éstos se arrojaban al sensualismo, a abrazar a una
linda chica, por ejemplo. La iglesia y los hombres que eran participe de ella, sabían que
ningún hombre era capaz de alejarse de este mundo, de lo diabólico y corrupto.

Por la razón anterior, la iglesia, para no dejar ir al hombre a su suerte en esta selva oscura
que es el mundo, comenzó a vender indulgencias para que el hombre, al cometer un pecado,
pudiera ser redimido gracias al dinero. Fue esto una idea consoladora para la humanidad y
provechosa para la iglesia.

La razón por la cual he comenzado a hablar de la historia de Alemania con la Reforma es


porque en esa situación histórica se puede distinguir con mayor claridad porque va a ser el
sensualismo y el espiritualismo. Estas dos nociones provienen de lo que considera Henrich
Heine, de las cuales dice lo siguiente:

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“El espiritualismo, está basado en el principio que predica la anulación de dotas las
pretensiones de los sentidos, a fin de que el espíritu domine por completo la mortificación de
nuestra carne para glorificar nuestra alma, mientras el sensualismo proclama los derechos de
la carne, la que no puede ni ser anulada.” (Heine, 1991: 18)

La disputa entre el espiritualismo y sensualismo, como dije, se ve marcado en este proceso


de la Reforma, en el cual, Martín Lutero fue el precursor de todo este movimiento protestante.
Sin embargo, decir que Lutero era sensualista porque fundó un movimiento que protestaba
ante ese espiritualismo de la Iglesia es un error y lo es tanto como decir que él era
espiritualista.

Otra de las tesis que Lutero arguyó entre sus 95 tesis fue la de la libre interpretación de las
Sagradas Escrituras, y con ello, Martín L. le dio una primacía a la razón al ser esta el tribunal
para discutir sobre temas religiosos. Con esto, Alemania recibió a la razón con las puertas
abiertas, pues este fundador del protestantismo, al traducir la biblia al alemán, dio al pueblo
germano, la oportunidad de llevar a cabo el cultivo del espiritualismo, pero llevándolo por
las riendas de la razón. Desde ese momento hasta la fecha se instaló un tipo de esencia en el
pueblo alemán, el cual ha es conocido como: libertad de expresión.

Cada tema durante ese momento fue discutido en la lengua alemana y en las plazas públicas,
sin temor a ser hereje por los pensamientos y por los temas debatidos. En momentos
anteriores a la Reforma, había una distinción dada por la iglesia para evitar críticas o protestas
ante sus principios. Esta distinción era la de verdades teológicas y verdades filosóficas. En
las últimas se podía discutir acerca de todo, pero las verdades que eran “intocables” y que no
podían verse inmiscuidas en problemáticas eran las verdades teológicas.

Hay también un proceso histórico dado en Alemania que debe ser considerado para poder
aclarar la historia de esta nación, éste es el movimiento filosófico dado este país. Varios
estudiosos alemanes han mencionado que, para contar la historia de un pueblo, o en este caso,
de una nación como la germana, se debe contemplar el proceso religioso, filosófico y
artístico. No me detendré a señalar en específico quiénes y por qué razones, en especial
porque hablar de ese tema supondría un estudio quizás igual o más extenso que el que me he
propuesto en este escrito.

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Por ende, en este momento hablaré de un proceso filosófico que, posterior al movimiento de
protestante, comenzó a dar raíces en la nación alemana y que al final de cuentas, este terreno
que cultivaré en las páginas siguientes es el que utilizaré para poder llegar a hablar del
romanticismo alemán y, en especial de Schelling. Comenzaré hablando de dos corrientes,
dos vertientes del espíritu, de dos potencias de la filosofía: el materialismo y el idealismo.

Para hablar de materialismo y de idealismo debo mencionar a Locke y a Leibniz como


exponentes de las anteriores potencias de la filosofía respectivamente. Locke, uno de los hijos
de René Descartes, fue el maestro de muchos filósofos franceses posteriores, todos
empiristas. Locke al estudiar a René, siguió sus pasos con el cálculo, análisis y mecánica
pero lo que a aquél le faltó comprender de este último fueron las ideas innatas. Se menciona
por varios filósofos, en repetidas ocasiones, que este filósofo inglés perfeccionó la
comprensión acerca de cómo el hombre recibía el conocimiento por medio de la experiencia.
Algo así como una potencia de la filosofía basada en el a posteriori.

El deísmo se fecundó en el materialismo, pues Locke, al hacer del espíritu humano una
máquina, dio a entender que una máquina como lo podría ser el mundo también (y como de
hecho lo es para los empiristas) supone de manera necesaria a un mecánico. El deísmo, en
pocas palabras, es la doctrina que reconoce a autor de la naturaleza, pero éste no tiene relación
íntima con el mundo. De este modo, el hombre se encuentra, por un lado; el mundo, por otro
y dios, en algún otro sitio distinto a los anteriores.

Leibniz llevó a una expresión magnifica el idealismo. Me es importante decir que la nación
alemana es un lugar donde ha habitado el idealismo por naturaleza. ¿No acaso, lectora, ha
escuchado acerca del idealismo alemán? Sea cual sea su respuesta, Alemania es un lugar
donde pudieron florecer las ideas más altas de las que se tiene noticia. No lo digo
menospreciando alguna otra cultura o potencia filosófica, sino por la relevancia de Alemania
en este aspecto.

Cuando digo que Leibniz llevó el idealismo a una expresión magnifica, la razón es por su
libro de monadología. Explicaré brevemente lo más relevante de su teoría de las mónadas.
En este sistema filosófico, Leibniz, declara que los hombres son como mónadas, éstas no
tienen ni puertas ni ventanas. En otras palabras, el hombre no recibe información o ningún
otro tipo de conocimiento por la experiencia, conocimiento a posteriori, como lo es en el

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materialismo o sensualismo, sino que más bien, todo el conocimiento está ya dado a priori,
alejado de toda experiencia, íntimamente unido al hombre.

En este punto se da algo así como el espiritualismo y el sensualismo que hice notar en el
proceso histórico de la Reforma. Pues ahora, el materialismo se reúne con el sensualismo, así
como el idealismo con el espiritualismo. Sin embargo, tanto el materialismo como el
idealismo, como lo he mencionado antes, son más bien originarios del auge filosófico, y el
sensualismo como el espiritualismo surgen de las disputas religiosas y de la razón. Nada
alejadas, pero no son idénticas.

Lo que se ha pensado en Europa durante los siglos en los que estuvieron presentes estos
filósofos, va a crear una disputa en la nación idealista, en la alemana. Ahora, como puede
ver, lectora, hay una división en esos momentos. Se encuentra por un lado el materialismo y,
por otro, el idealismo. Sin embargo, es momento de que hable de un filósofo que va a ser
imprescindible para que logre llevar todas estas palabras al esbozo del romanticismo alemán.
Hablaré, pues, de Benedictus Spinoza.

Antes de comenzar a hablar de tal filósofo, aclararé las razones por las cuales en este
apartado no hablo tal cual de hechos históricos. Bueno, pues, una de ellas es que más allá de
proponerme un estudio historiográfico, me propuse mostrar las disputas importantes en este
momento de la época, las cuales me van a permitir hablar del tema de mi interés. Además,
aunque no esté hablando de una guerra en específico o conflictos dados por la economía,
estoy remarcando las disputas que en ese momento son esenciales para entender la Alemania
antes del siglo XVIII.

Por las razones anteriores, es que me he abierto la posibilidad de hablar de un filósofo inglés
como lo es Locke, así como de un filósofo de los Países bajos como lo es Spinoza, ya que las
ideas de ambos, así como lo que han expuesto ha influenciado en el pensamiento alemán de
años posteriores. Sin embargo, más adelante, cuando sea pertinente hablar ya del
romanticismo alemán, señalaré algunos acontecimientos relevantes para tal apartado. Sin
alguna otra justificación pasaré a hablar del tópico pendiente, del gran filósofo Benedictus.

A diferencia del alemán Leibniz, idealista y espiritualista y alejado del inglés Locke,
materialista y sensualista, se encuentra Spinoza, algo tan similar a lo que fue Martín Lutero.

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No mostraré cuál es la relación entre estos dos de manera profunda, sino que mi propósito es
señalar el punto en el que se encuentran, que debo decir, no es el intermedio, más bien
indiferente ante el idealismo y el materialismo

Spinoza no reconoce que haya un origen del conocimiento o de la esencia del hombre
empírica o meramente ideal, sólo reconoce a la sustancia absoluta que es Dios. Todas las
cosas finitas emergen de Dios, y son tan sólo un rayo luminoso de esta esencia absoluta. Dios,
es de donde proviene la idealidad y la materialidad, y ambas son expresión de la infinita
esencia que es Dios. De este modo, Spinoza, más que negar un mundo exterior o debatir ideas
innatas, sólo afirma a Dios, dejando al hombre como un mero accidente, negándolo.

Por ende, el mundo ideal y el mundo material son sólo dos modos en el que Dios está
expresado. El pensamiento es la extensión invisible, y la extensión es el pensamiento visible.
Todo es identidad, identidad de la esencia absoluta pero expresado en potencias distintas. El
pensamiento de Spinoza es una amalgama entre lo ideal y la extensión. Este pensamiento es
el panteísmo mismo.

Panteísmo se diferencia del deísmo por una razón muy clara. De este lado, en el deísmo, en
un lugar está el mundo como una máquina y por allá se encuentra dios, un mecánico; en el
panteísmo Dios es idéntico al mundo y éste a aquél. Spinoza a esto le llama la sustancia
universal y los idealistas alemanes le van a llamar el absoluto, aquello que “es todo lo que
es”.

Ya habiendo expuesto de manera más o menos general el campo en donde se desarrolló la


discusión filosófica de Europa y que implico a la nación alemana antes del siglo XVIII, es
momento de pasar a este siglo dando paso a la segunda parte de este escrito. Éste es… el
romanticismo alemán.

ROMANTICISMO ALEMÁN

He dicho ya en la introducción que este apartado resulta, para el propósito de este


escrito, muy grande, casi imposible de considerar y de “resolver” o “definir”, si es que acaso
se puede, en tan pocas cuartillas, en tan breves razonamientos y descripciones. Por lo anterior,
le pido a usted, lectora, que disculpe si en este ensayo no se encuentra descrito o investigado
en profundidad el romanticismo alemán, sino sólo pequeñas muestras de este movimiento.

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Si hablo del romanticismo alemán, hablo también de la Ilustración y aunque ninguna de las
dos resulta tan fácil de distinguir pues he escuchado decir que es posible que los románticos
alemanes sean todavía muchísimo más ilustres que los filósofos considerados como
ilustrados, y que éstos son románticos por excelencia, no caeré en estas páginas sobre ese
debate. Será mucho mejor que ese tópico sea resuelto en otro momento distinto a éste.

Tomaré tres principios ya descritos y pensados por un gran historiador e investigador del
romanticismo, éste es Isaiah Berlin. Ahora, los principios de los que hablo los utilizaré para
mostrar en dónde se encuentra ubicada la Ilustración y contrastar ese movimiento tan grande
y bello con lo que es el romanticismo, un movimiento de fuerzas oscuras y de apoderamientos
místicos.

El primer punto para poder enmarcar la actitud de la Ilustración es el siguiente. Las cuestiones
hechas por el hombre, porque es claro que el hombre en algún punto se cuestiona algo, deben
ser claras y cada pregunta formulada con esta precisión, puede ser contestada. Si no puede
ser contestada, esta no es, por tanto, una pregunta.

Esto tiene una relación muy íntima con un gran filósofo, quizás el máximo exponente de la
Ilustración ya que así lo han mencionado muchísimos otros pensadores y distintas naciones.
Kant es un nombre que pesa en donde sea mencionado y que, si no se conoce, cuando a
cualquiera se le presente con las ideas de este hombre, quedará asombrado y admirado por
su fuerza de razonamiento y de buena voluntad.

En su obra pendular, la Crítica de la razón pura, queda bien definido hasta a dónde puede
llegar la razón con sus cuestiones, de qué modo es posible el conocimiento y cuáles son las
preguntas hechas por la propia naturaleza de la razón que salen de la vista del entendimiento
mismo y por lo anterior es por lo que no pueden ser contestadas.

O la razón es la guía de todo hombre a la hora de señalar nuevos caminos, o definitivamente


esos caminos que ha señalado la duda no son reales, son sólo visiones. A este grado, la razón,
tenía total poder sobre las cuestiones surgidas en el hombre. Y no es gratuito esto, el
desarrollo de las ciencias y las revoluciones dadas por la crítica de los Ilustrados fueron
inmensas.

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El segundo principio es el siguiente… Que toda respuesta a las preguntas (considerando ya
que todo lo aceptado como pregunta es porque de hecho se puede responder y hay manera de
comprobarlo y de demostrarlo en todos los casos en las que esa cuestión surge) puede ser
conocida por cualquier hombre. Que el conocimiento puede ser aprendido por todo hombre
y que puede ser, a la vez, enseñado por todo aquel que tenga ya conocimiento de tal respuesta.

Esto habla de un conocimiento universal y necesario que se debe dar en todos los casos. Con
esto se deja de lado todo conocimiento esotérico y privado que antes, por ejemplo, en la época
medieval era tan sólo para unos pocos. Así como Martín Lutero llevó las discusiones a las
plazas públicas y los temas en debate se hablaban en la lengua del pueblo para que todos
tomaran participación en ésta. Pues así mismo la Ilustración quiso llevar la razón a todo el
pueblo y que cada hombre fuera ilustre.

El tercer principio señalado por Isaiah B. es el siguiente: todas las respuestas de cada una de
las preguntas tienen una relación entre sí y ninguna respuesta anula a alguna otra, sino que
todas son compatibles y forman, en su conjunto, el ideal universal de perfección. De modo
que, si se resolvía una cuestión sobre el arte o sobre el movimiento de los astros, esta
respuesta aclaraba no sólo esa rama del conocimiento, sino que esclarecía la comprensión del
universo.

Todo el conocimiento verdadero, tendía a la perfección. Todo el arte, cada ciencia clásica y
cada ciencia nueva tendía hacia un perfeccionamiento casi natural, que estaba ahí, sólo tenía
que descubrirse, atenderse y todo iba a quedar ya alumbrado por la razón. El hombre
conociendo la razón de la naturaleza, habiendo descubierto al perfeccionamiento al que
tiende el mundo, él mismo y todo, podía vivir en paz, alcanzar la felicidad.

Para contrastar estos principios que pueden de manera muy general, mostrar la actitud de la
Ilustración, hablaré de uno que otro filósofo considerado como romántico. Entre esos
filósofos hablaré, en primer lugar, de Hamann. Él, cuando escucho decir a Kant que la
astronomía era una ciencia ya concluida y que ya nada más podía decirse, “sintió ganas de
destruirla” (Berlin, 2015: 83). Si dios para los ilustrados era un geómetra y un matemático;
para Hamann, un poeta.

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Los mitos, para Hamann, no eran simples poemas que describían con falsedad e ignorancia
algún suceso de la naturaleza. Y aunque en la Ilustración habían perdido en cierto modo su
“credibilidad” y su importancia como verdad, para este filósofo, los mitos fue la manera con
la que los seres humanos expresaban lo inefable, lo que estaba más allá del entendimiento y
de todo razonamiento posible. El mito era el medio por el cual la divinidad se expresaba, así
como la historia y la naturaleza.

Con este resurgimiento de las fuerzas más oscuras y traídas desde las cavernas de la
naturaleza se despierta un sentido místico, quizás como una respuesta a todo el sistema
metódico que se estaba viviendo durante esa época en Alemania y en muchas otras naciones.
Si la ilustración es el conocimiento verdadero del mundo por medio de la diosa y perfecta
razón, el romanticismo es una actitud de arrojamiento total a lo desconocido y abismal de la
naturaleza.

“El amor era para él (para Hamann) idéntico al arte. Él llama a Jesús arista; y a sus discípulos
también. El arte es el árbol de la vida […] La ciencia es el árbol de la muerte. Liberemos la
chispa; ese es el gran llamamiento de todas las personas que se sienten estranguladas y
sofocadas por el nuevo y metódico orden científico que no responde a los problemas más
profundos que agitan el alma humana. (Berlin, 2015: 86)

Ya que he comenzado a hablar del arte, expondré en parte, la esencia de la doctrina de otro
filósofo romántico que dio muchísimo de qué hablar en su momento, pero, como bien lo
puede ver, también, en este instante de la historia. Este grande y apasionado filósofo es
Herder. Bien conocido por su Metacrítica a la crítica de la razón pura. Bien, este pensador,
comentaba algo muy interesante respecto de las obras artísticas.

Él explica que no se puede considerar al creador por un lado y a la obra de arte por otro, que
aquella idea en la que se distinguía el acto creado y artístico de un hombre al de sus actos,
morales, por ejemplo, era tan absurda y que nada había más falso que esto. La obra de arte
es una voz del creador, que expresa en todo momento su ser en ella. El hombre deja de hablar,
y cuando se consólida como creador, la obra que crea es con la que habla.

La expresión en este punto de la historia de la filosofía obtiene un papel sumamente


importante y hasta antirracionalista, la razón es porque, la expresión, comenta Herder, es lo

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esencial, lo que habla de la vida íntima de un hombre a la hora de hablar, de hacer arte, de
escribir poesía, de comer, de todas sus acciones. Ahora, cada expresión es distinta en cada
lugar. Incluso cuando los alemanes hacen poesía, filosofía e historia, así como los japoneses,
como los griegos, como los asiáticos, no es la misma y aunque comparten rasgos generales,
existe algo genuino y auténtico en cada expresión de cada pueblo. Este es el Gestalt, que es
como una totalidad expresada de un pueblo, de una nación, en la creación.

Al hablar del arte, de las fuerzas oscuras de la naturaleza que se han despertado a causa del
movimiento romántico, no cabe más que hablar de Schelling. Éste filósofo será como una
amalgama como lo fue Spinoza en el apartado anterior. Porque este filósofo romántico no va
a defender lo objetivo como lo es la naturaleza o lo subjetivo como lo podría ser el arte, sino
que él se va a encontrar en un punto de indiferencia entre ambos, considerando que tanto
objetivo como subjetivo son idénticos.

La doctrina de Schelling tuvo mucha influencia sobre la filosofía alemana, en especial en la


estética, en la filosofía del arte y en lo que va a ser llamado filosofía de la naturaleza. Dice
Schelling, si todo en la naturaleza es viviente, y si el hombre la mayor expresión de
conciencia de la naturaleza, el artista no debe hacer otra cosa más que hurgar dentro de sí,
“en adentrarse en las fuerzas oscuras e inconscientes que lo habitan y sacarlas a la luz de la
conciencia mediante una violencia y agonizante lucha interior.” (Berlin, 2015: 143)

La naturaleza, al igual que el hombre, tiene dentro sí un movimiento inconsciente y hay una
lucha entre esta inconciencia y la conciencia de sí. Esta lucha interna de la naturaleza con
todos estos movimientos, todos estos fenómenos que parecen un caos. Las erupciones
volcánicas, los terremotos, la agitación del mar, entre tantos otros., De este modo, para
Schelling, las obras importantes son aquéllas que expresan las pulsaciones vitales, oscuras y
místicas como lo hace la naturaleza misma.

Con esta breve introducción de Schelling y de su pensamiento, me voy acercando mediante


este escrito al punto central de este escrito, que es, mostrar la relación de la libertad con el
arte. Pasaré, pues, a dar una descripción de la vida de Schelling para que continuo a esto,
pasar a la exposición de su pensamiento.

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LA LÍRICA DE FRIEDRICH SCHELLING

Hablar de Schelling es hablar de un hombre extraño, y lo digo porque se alejó, como


llegan a decir algunos críticos y lectores de este filósofo, de todo lo comprensible, se colocó
en un terreno que se encuentra fuera de los límites del conocimiento. La razón por la que me
dedicaré en este apartado a hablar de él es porque, dentro del movimiento romántico, como
ya lo pudo ver, lectora, Schelling es un pensador que se apartó de las vertientes meramente
idealistas y materialistas, y se erigió como un filósofo del panteísmo.

Este filósofo despertó un interés especial entre tantos otros. Esta fijación mía por Schelling
tuvo sólo una razón, y esa razón tiene muchísimas causas. Lo diré de manera más sencilla y
resumida para evitar algún tipo de desviación en el tema o un malentendido, entre tantas
otras.

Durante la carrera universitaria me he percatado que hay clases que llevan el nombre de
“Filosofía” pero aunada con algún otro tipo de estudio, por ejemplo: Filosofía Medieval,
Filosofía Griega, Filosofía Moderna, etcétera. He escuchado también estudios de Filosofía
del Arte, Filosofía esto, filosofía aquello. Ahora ¿cada uno de los estudios anteriores
compartirán la “Filosofía”? ¿O la filosofía está dividida en infinitas partes como sea posible?

También he escuchado que la “Filosofía” está alejada de la vida cotidiana, o que la vida
cotidiana no tiene nada que ver con aquélla, que son dos cosas distintas. Por un lado, está el
mundo, con la vida que cada uno de nosotros llevamos, con los quehaceres, distracciones,
comida, diversiones, entre otras cosas; por otro, la Filosofía.

Y me surgió la duda de si realmente la “Filosofía” estaba en sí misma dividida y si era ajena


a la vida de los hombres… Estoy todavía en busca de la respuesta, sin embargo, leyendo a
Schelling, me surgió un esbozo de ese pensamiento que resolvería y aclararía aquella
cuestión. Este filósofo comenta en su libro Filosofía del Arte, que la Filosofía es la idealidad,
lo universal, que no puede estar en sí misma divida pero que ésta se potencia de diversos
modos. Una de tantas potencias de la Filosofía es la Filosofía del arte, que en realidad es el
estudio de una potencia particular que expresa lo universal y lo ideal de la Filosofía misma.

Con la exposición anterior, cuando yo la leí, quise saber quién era Schelling o quién siempre
va a ser Schelling. El acercamiento a este gran participe del idealismo alemán tiene un fin, y

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es el siguiente: su personalidad y sus experiencias pueden mostrarme a mí o a quien quiera
buscar en la vida de este filósofo alemán, el camino que recorrió, las personas con quien
entabló muy posiblemente más de una conversación, los años en los que se situó y todas esas
otras maneras de conocer a este pensador panteísta que pueden resultar benéficas y
esclarecedoras para mostrar quién es o era él, de dónde proviene su pensamiento, los paisajes
que Schelling vio y que tanto usted como yo, lectora, podemos imaginarnos y preguntarnos
¿Qué le habrá brotado en el pensamiento a Friedrich viendo este ocaso?

Por la razón anterior mostraré en breve lo que he llamado La lírica de Friedrich Schelling,
pues no lo que haré no es otra cosa más que un mostrar un canto personal de la vida expresado
en y por aquél. El nombre completo de este filósofo es Friedrich Wilhelm Joseph Schelling,
nació el día 27 de enero del año 1775 en una localidad alemana llamada Leonberg. Fue
procedente de una familia de pastores protestantes, educado en un aura pietista.

Schelling aprendió a hablar griego y latín a los ocho años en una escuela llamada
Bebenhausen. Además, él llegó a dominar el francés, el inglés, el italiano y el español, así
como el hebreo y el árabe. Friedrich, a sus quince años ingresó en el centro de estudios
filosóficos y teológicos de Tubinga. En este centro, él conoció a Hegel y a Hölderlin.

A lo largo de los escritos hechos por Schelling se han retomado breves líneas de su
pensamiento que pueden de alguna manera lo logran expresar de manera unificada, y entre
estas breves citas se encuentran las siguientes: “La primera idea es naturalmente la
representación de sí mismo como de un ser absolutamente libre”; “Estoy ahora convencido
de que el acto supremo de la razón, al abarcar todas las ideas, es un acto estético, y de que la
verdad y la hermandad se ven hermanadas sólo en la belleza”; “La poesía recibe así una
dignidad superior, y será al fin lo que era al comienzo: la maestra de la humanidad”;
“Mientras no transformemos las ideas en ideas estéticas, es decir, en ideas mitológicas,
carecerán de interés para el pueblo.” (Schelling, 2012: XVII)

En el año 1798, Schelling a la edad de veintitrés años, recibió una oferta como profesor en
Jena. Durante su estancia como profesor, él, comenzó a tener contacto con Fichte, con
Schiller, con los hermanos Friedrich y Wilhelm Schlegel, Novalis, Ludwig Tieck y Friedrich
Schleiermacher. Tanto Hölderlin como el círculo romántico influyó de una manera profunda
en el pensamiento de Schelling, además de que se le consideró como un filósofo romántico

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por la importancia que éste le deba a la intuición, a la fantasía creadora, al instinto y a lo
irracional, y por su insistencia en el universo como una totalidad viviente.

Bien, hasta este momento parece un tan brevísimo recuento de su vida, de sus frases, pero lo
anterior tiene el fin de mostrar algunas señales que me permiten a mí y sobre todo a mi
lectora, a ir descubriendo el camino que ha tomado Schelling. Posteriormente a estos breves
retratos de la vida y pensamiento de este filósofo romántico, me ocuparé del punto central al
que viene este ejercicio de escritura y reflexión. Sigue, pues, en el itinerario de este escrito,
apuntar las ideas que me han dado material para pensar en algo así como la relación que
existe entre la libertad y el arte.

LIBERTAD Y ARTE, SU RELACIÓN EN EL PENSAMIENTO DE SCHELLING

En esta parte del texto es preciso que muestre los asuntos más relevantes de este texto.
No quiero decir con lo anterior que los apartados anteriores no tienen importancia, sino que
más bien han sido las condiciones suficientes para poder hablar de Schelling, de su
pensamiento y de lo que éste implica, pues como ha visto, lectora, durante la historia de los
breves acontecimientos filosóficos que envolvieron a Alemania, puede llegar a notar la
manera en la que se ha desenvuelto el pensamiento.

De este modo, saber que el pensamiento de Schelling también proviene de ese pasado algo
lejano pero que sigue dando sus frutos en la época del romanticismo. Bien, continuaré con
esta exposición de las razones que yo he hallado en un libro de este filósofo romántico para
darme la tarea de hablar acerca de la libertad y el arte, y la relación que éstas dos tienen.

A lo largo de lo que va a ser este proyecto de tesis, me dedicaré a mostrar y a verificar tal
relación que estoy suponiendo, pero no por razones arbitrarias, sino por los indicios que yo
mismo he analizado y reflexionado en un escrito de Schelling, por eso en este momento
pondré sobre el papel aquellas motivaciones, me refiero a: las razones que yo he tomado para
afirmar que hay una relación entre la libertad y el arte.

Todavía queda en la tarea de este escrito, saber cómo se entiende la libertad y el arte en el
pensamiento de Schelling, así como una explicación de cada una para posteriormente mostrar
la relación que yo he vislumbrado. Por ahora, hablaré de algunos apartados que se encuentran
en su obra de este romántico llamada: Cartas filosóficas sobre criticismo y dogmatismo.

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En un texto anterior a este, que es al que he llamado: Una breve carta sobre el destino, la
libertad y la muerte, ya he comenzado a hablar acerca de este tema que tanto me ha dado de
que hablar y con el cual me he sentido fascinado. Ahora, en ese escrito dirigí lo que revisé
en el libro de Schelling hacia el acto de la muerte como único acto de libertad dentro de la
representación en la tragedia griega, y que pude enlazarlo no sólo con el arte, sino con la vida
humana y su condición.

Por tanto, esa carta que escribí para la clase de Filosofía Moderna es, de alguna manera, un
antecedente de este escrito y aquél tiene mucho que ver con éste, por esa razón es que lo
retomaré para así cumplir el cometido que me he propuesto, que es, dar las razones por las
que encuentro una relación entre la libertad y el arte.

Así pues, en el texto Cartas filosóficas sobre criticismo y dogmatismo, aparece al comienzo
de estar cartas lo siguiente: “¡Le comprendo, querido amigo! Le parece más elevado luchar
contra un poder absoluto y, luchando, perecer, que asegurarse de antemano contra todo
peligro por medio de un Dios moral. En efecto, esta lucha contra lo inconmensurable no es
sólo lo más sublime que el hombre puede pensar, sino incluso, a mi juicio, el principio mismo
de toda sublimidad.” (Schelling, 2013: 71)

En este primer punto se puede notar cómo Schelling relaciona el acto de la lucha ante un
poder que es hegemónico, y en esa lucha, perecer en lugar de que un hombre salvaguarde a
través de un Dios que es moral. Bien, para aclarar cómo en este punto encuentro ya de
antemano la relación que voy a mostrar citaré el siguiente pasaje que se encuentra en su libro
Filosofía del Arte.

“Ella (la filosofía) es ciencia, pero de tal manera que en ella se compenetran verdad, bondad
y belleza; por consiguiente, ciencia, virtud y arte. Ésta es su gran diferencia respecto a todas
las demás ciencias. Por ejemplo, la matemática no hace ninguna consideración moral
particular. La filosofía exige carácter y, en verdad, cierta altura y energía morales. También
es impensable la filosofía sin ningún arte y conocimiento de la belleza.

A la verdad le corresponde la necesidad, a la bondad la libertad. Nuestra explicación de la


belleza, de que ella es la configuración interna de lo real e ideal en tanto que se presenta en
la contra-imagen, encierra en sí también esta declaración: belleza es indiferencia de libertad

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y de necesidad, intuida en algo real. Llamamos bella a una forma cuando la naturaleza
parece haber jugado en su esbozo con la mayor libertad y la más sublime tendencia y, sin
embargo, siempre en las formas, en los límites de la más estricta necesidad y legalidad. Una
poesía es bella cuando se capta en ella la suprema libertad en la necesidad. Según esto, e
arte es una síntesis o interpenetración absoluta de la libertad y necesidad. (Schelling, 2012:
167)

En esta búsqueda por la relación entre las dos nociones que ya he comentado antes, están
inmiscuidos otros conceptos que se integran casi de manera natural. Me refiero a lo que
Schelling considera como filosofía, ciencia, belleza, bondad, sublimidad, etcétera. Como
puede notar lectora, no es trabajo superficial, sino un trabajo de ardua comprensión. Bien, ya
habiendo aclarado cuál es la razón por la que he supuesto una relación, continuaré con otras
causas encontradas en las mismas cartas de este filósofo.

Otra de ellas es la cita siguiente donde se puede apreciar que el filósofo romántico tiene un
interés muy particular por las tragedias griegas y por la razón griega. En otras palabras, la
concepción de libertad y destino en el pensamiento griego. Tanto en sus Cartas filosóficas
como en su libro Filosofía del arte, Schelling muestra un interés por la mitología y el arte
griego.

“…Cómo era posible que la razón griega pudiera soportar las contradicciones de su tragedia:
un mortal, destinado por la fatalidad a ser un transgresor, en la lucha contra ella es, sin
embargo, terriblemente castigado por una transgresión producto del destino…” (Schelling,
2013: 199)

Alcanzo a vislumbrar que Schelling quiere hacer notar que el arte, en especial el arte griego
y sus tragedias, expresan de manera particular a través de lo infinito como es el destino y la
fuerza universal, la condición del hombre. Las obras de arte tienen el fin, según veo, de
expresar lo universal, lo gigantesco, lo inconmensurable, de lo cual el hombre apenas y es
consciente.

Un ejemplo de ello es la contradicción señalada en la cita anterior, pues cómo se podría


conciliar la libertad humana, su accionar, con un destino que siempre ha estado presente
siempre, pues parece ser su condición, o sea, el sucumbir. “El fundamento de esta

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contradicción […] yacía en la disputa entre la libertad humana con el poder del mundo
objetivo, en la que el mortal, de ser el poder un poder hegemónico (un fatum), tenía que
sucumbir necesariamente.” (Schelling, 2013: 199)

Aunado a esta conciliación entre la libertad y la necesidad (el fatum), se halla también la
disputa moral. Lo digo porque en una cita que más adelante colocaré, Schelling explica que
aun cuando tanto el acto de la lucha que es de la libertad se encuentra en interpenetración con
la necesidad, por el mero hecho de luchar, el hombre debe ser castigado.

“El fundamento de esta contradicción […] yacía en la disputa entre la libertad humana con
el poder del mundo objetivo, en la que el mortal, de ser el poder un poder hegemónico (un
fatum), tenía que sucumbir necesariamente.” (Schelling, 2013: 199)

Con la cita que viene cerraré este espacio de causas, además porque las palabras que en breve
citaré, reúnen y aclaran muy bien cuál es la relación pensada por Schelling acerca de este
embrollo como es el de la relación de la libertad y el arte. Es en sus Cartas filosóficas donde
me he hallado con más señales acerca de esta relación, pero ha sido en la Filosofía del Arte
donde yo he encontrado la argumentación que me permitiría argüir por esta noción de
interpenetración de la libertad y el arte.

“La tragedia griega honró la libertad humana dejando luchar a sus héroes contra el poder
hegemónico del destino: para no ir más allá de los límites del arte tenía que dejarlo [al héroe]
sucumbir, pero para volver a hacer también buena esta humillación, arrancada a la fuerza por
el arte, tenía además que dejarlo pagar por el crimen cometido a causa del destino.”
(Schelling, 2013: 201)

Es a partir de estas lecturas en donde me he encontrado con material para poder comenzar
esta investigación que requiere de una revisión cuidadosa de ciertos textos como Filosofía
del Arte, Sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados, Cartas
filosóficas sobre dogmatismo y criticismo, entre otras. Pero, si usted se ha dado ya cuenta,
lectora, esta inquietud ha salido a flote más precisamente por las cartas de Schelling.

Sin más que agregar a este apartado, llegaré al cauce de este escrito que es tan sólo señalar
cómo el proceso del pensamiento filosófico dando en Alemania y el que estos mismos hayan
sido antecedentes del pensamiento de Schelling dan una dirección hacia lo que va a ser el

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sistema filosófico de este excelente pensador. Considerar también el movimiento romántico,
y más en específico lo que es el romanticismo durante el siglo XVIII en Alemania es lo que
dará relevancia histórica a este ensayo, así como la revisión pertinente acerca de la
Ilustración. Este texto fue más bien, un modo de resumir el proyecto principal.

REVISIÓN

El interés que he encontrado en mi propio texto es todavía más profundo de lo que yo


mismo pudiera considerar. Al ser este escrito al menos un preámbulo, me doy la idea de que
no es tarea fácil pero entonces ¿para qué hacerlo? Porque parece que, en el fondo, estoy de
acuerdo en que el arte expresa la condición del hombre, quizás su más esencial condición
que es la propia muerte.

La pregunta aquí realmente es si existe la relación entre la libertad y el arte, porque la


necesidad, o al menos la necesariedad del hecho de sucumbir es intrínseco. No hay manera
de despejar ese problema o esa consideración del pensamiento del hombre. Es pertinente,
para mí, argumentar por una actividad y por una acción que reivindique el accionar y la
expresión del hombre.

Las implicaciones filosóficas e históricas que han dado pauta a este pensamiento han sido
tantas y de tan diversas naturalezas que sería un trabajo inconmensurable e inabarcable. Pero
sí puedo marcar los rasgos más relevantes y revisar cuál es el origen de estas aguas que han
desembocado en el romanticismo, en particular en Schelling.

Sé, además, que los acontecimientos durante el propio romanticismo han tenido sus causas
principalmente en los pensadores que allí habitaron, pero también que todo ese movimiento
de ideas y de pensamientos han dado frutos en los siglos más posteriores como bien lo ha
podido notar en un ensayo que he hecho para la clase de Filosofía Moderna.

Mi consideración por lo romántico y por el romanticismo es de una importancia descomunal,


pues considero que el mundo tuvo una influencia que ha marcado el rumbo de movimientos,
de hombres, de naciones, de sistemas filosóficos y de nociones acerca del arte. Por ende,
hablar de Schelling, de algún romántico, promete de ante mano, el alumbramiento de
senderos antes no previstos ni mucho menos imaginados.

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Sin más que agregar, deseo que este trabajo sea fructífero y tenga grandes aspiraciones para
que alcance una crítica y una investigación profunda acerca de la propia condición humana,
su accionar y todo acto correspondiente al arte. Este es mi más grande deseo para este trabajo.
Espero que haya servido de muy buena introducción para lo que elaboraré más adelante, y
mi propia vida, me permita terminar esta empresa a la que he echado ojo.

BIBLIOGRAFÍA

 F.W.J. Schelling. (2009). Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo, Madrid:


Abada
 Heine. Henrich. (1991). Alemania, México: Porrúa
 F.W.J. Schelling. (2012). Filosofía del arte, Madrid: Gredos.

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