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De la revisión del texto contractual del negocio jurídico identificado con el número
001 de 1995, la Sala advierte que en su cláusula décima séptima, las partes
acordaron la inclusión de la cláusula penal (…) se impone colegir que por cuenta
de la introducción de la cláusula en examen, el contratista renunció a la
reclamación de los perjuicios causados por el incumplimiento contractual de su
contratante que excedieran el monto anticipadamente acordado, de manera que
no resultaba procedente que el comprador persiguiera por vía judicial el
reconocimiento de perjuicios distintos y superiores a los predeterminados en la
cláusula penal en referencia, pues tal acontecer iría en contra del principio de la
autonomía de la voluntad que informó el vínculo negocial desde su nacimiento a la
vida jurídica.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
SUBSECCION A
I. A N T E C E D E N T E S
1. La demanda.
2. Los hechos.
2.3. Se indica en la demanda que desde el 1 de enero de 1996, fecha en que inició
la ejecución del contrato No. 01/95, los demandantes cumplieron sus obligaciones
contractuales haciendo periódicamente los pedidos de venta y pagándolos en
efectivo.
Nótese aquí que entre Agosto 1/96 y el 26 de Noviembre /96 la empresa estatal
nada dijo del incumplimiento, se limitó a guardar silencio y solo cuando es llamada
a conciliar y ante la evidencia de su incumplimiento disfraza este deslealmente
con una resolución de terminación del contrato suscrita por el gerente encargado,
influenciado o manipulado por el Secretario de Hacienda del Departamento, como
es de público conocimiento, dictada esactamnete (sic) el día anterior a la fecha de
la audiencia de conciliación señalada para el día 27 de noviembre/96, después de
haber sido aplazada la fecha anteriormente fijada a solicitud de la misma empresa
estatal.”
4. Actuación procesal.
5. Contestación de la demanda.
Frente a los hechos que le sirvieron de sustento indicó que la resolución que
dispuso la terminación del contrato No. 001 de 1995 se ajustó a derecho de
conformidad con los artículos 29 y 83 de la Constitución Política, en concordancia
los artículos 65 y 135 del Código Contencioso Administrativo.
Señaló que, si bien la cláusula novena del texto contractual fijaba el plazo para su
ejecución, ciertamente por tratarse de un contrato de tracto sucesivo anual, se
había consignado el volumen de compraventa, porcentajes y garantías de
cumplimiento por anualidades, de tal suerte que si no se daba el correcto
desarrollo del mismo en el primer año no resultaba viable continuar su ejecución
durante los años siguientes, menos aun cuando el negocio jurídico contemplaba la
garantía de cumplimiento por anualidad.
Alegó que al afirmar el demandante que había suscrito un convenio con Comercial
DAN de Venezuela para comercializar los productos en ese país, implícitamente
estaba confesando haber incurrido en una práctica de subcontratación que no se
encontraba permitida por el negocio jurídico.
En auto del 15 de septiembre de 2004, el Tribunal a quo ordenó dar traslado a las
partes y al agente del Ministerio Público para que presentaran sus respectivos
alegatos de conclusión y rindiera concepto (folio 494 del cuaderno uno).
7. La sentencia impugnada.
Así mismo consideró que el contrato sólo tuvo vigencia hasta el 6 de diciembre de
1996, fecha en que se realizó la notificación personal de la Resolución 0503 del 26
de noviembre de 1996 al gerente de la sociedad CI YARINCO Y CIA LTDA., a la
par con lo cual sostuvo que meses antes se habían presentado problemas con el
suministro de licores, quejas por parte del contratista y requerimientos de la
entidad contratante.
Dicho lo anterior, concluyó que la sociedad actora exportaba los productos que le
eran vendidos por la Empresa Licorera del Norte de Santander a la sociedad DAN
CIA Anónima, quien los adquiría y se encargaba de su distribución y venta en el
vecino país a lo que agregó que, si bien dentro del contrato No. 001-95 se
encontraba expresamente prohibida su cesión, lo cierto es que entre la
demandante y la sociedad DAN CIA Anónima no se había presentado dicha figura
jurídica, sino la celebración de un contrato de representación, compraventa y
distribución exclusiva para la venta de los productos en Venezuela, en los mismos
términos del contrato No. 001 -95.
“-. La sociedad actora no demostró que hubiese realizado pedidos por el monto
total de las cajas que debía comprar para el primer año del contrato, con lo cual el
perjuicio indemnizable no cumple con el requisito de ser cierto ni para el primer
año, ni para los años subsiguientes. Así mismo el peritazgo en este punto parte de
la base de que “quedaron pendientes por entregar 235.000 cajas”… sin establecer
el monto de los pedidos efectuados por la sociedad actora para dicho año.
“-. En relación con las demandas adelantadas contra la sociedad actora por la
Comercializadora DAN Compañía Anónima, no es procedente reconocer
perjuicios porque en el contrato no se estableció la forma en que iba a realizarse
la distribución de los licores en otros países y eso correspondía a la organización
interna de la sociedad actora.
8. El recurso de apelación.
Afirmó que una vez expedida la ordenanza 0702 del 30 de diciembre de 1996 por
la cual se dispuso la supresión de la Empresa Licorera de Norte de Santander,
esta entidad, obrando de mala fe y con deslealtad, expidió el acto administrativo
demandando, disfrazando con dicha conducta su propio incumplimiento, lo cual
trajo como consecuencia graves perjuicios para el contratista que sobrepasaron el
valor de la cláusula penal pecuniaria reconocida en la sentencia apelada.
Finalmente, expresó:
En efecto, precisó que del contenido de la cláusula decima séptima del contrato
001-95, podía afirmarse que ninguna de las partes contratantes se encontraba
facultada para exigir, en caso de incumplimiento, perjuicios mayores a los 704
salarios mínimos legales mensuales establecidos. Tanto es así que esa fue la
cuantía a la cual se limitó la Empresa para establecer como sanción dentro del
acto de terminación unilateral del contrato. Por lo anterior, estimó que la condena
reconocida en primera instancia, en modo alguno, podía ser aumentada.
II. C O N S I D E R A C I O N E S
Con todo resulta imperativo para la Sala precisar que la Empresa Licorera de
Norte de Santander fue suprimida mediante Ordenanza No. 070 del 30 de
diciembre de 1996, acto en cuyo artículo décimo séptimo dispuso que una vez
liquidada, el Departamento de Norte de Santander la sucedería en sus derechos y
obligaciones. Por esta razón la presente demanda se notificó al Departamento de
Norte de Santander, ente territorial que luego de ser debidamente notificado,
concurrió a la actuación para ejercer su defensa.
Precisado lo anterior, resulta del caso anotar que con la entrada en vigencia de la
Ley 80 de 1993, más precisamente de las normas que regulan competencias, se
1
Artículo 2º.- De la Definición de Entidades, Servidores y Servicios Públicos. Para los solos efectos de esta
Ley:
“a). La Nación, las regiones, los departamentos, las provincias, el Distrito Capital y los distritos especiales,
las áreas metropolitanas, las asociaciones de municipios, los territorios indígenas y los municipios; los
establecimientos públicos, las empresas industriales y comerciales del Estado, las sociedades de economía
mixta en las que el Estado tenga participación superior al cincuenta por ciento (50%), así como las entidades
descentralizadas indirectas y las demás personas jurídicas en las que exista dicha participación pública
mayoritaria, cualquiera sea la denominación que ellas adopten, en todos los órdenes y niveles.”
observa que su artículo 75 prescribe, expresamente, que la jurisdicción
competente para conocer de las controversias generadas en los contratos
celebrados por las entidades estatales es la Jurisdicción Contencioso
Administrativa. Así, entonces, resulta propio concluir que esta Corporación es la
competente para conocer del presente asunto.
Sin embargo, al respecto cabe advertir que para la prosperidad de los argumentos
de inconformidad planteados por la demandada, resultaba imperioso que los
mismos se formularan a través de la interposición y oportuna sustentación del
recurso de apelación, carga que, como se advirtió, en este caso no fue satisfecha.
Siguiendo esa dirección, la Sala considera que aceptar los planteamientos del
ente estatal, en cuanto a la ausencia de congruencia entre lo peticionado en la
demanda y lo reconocido en el fallo apelado y, convenir con sustento en ello en la
procedencia de la revocatoria de la condena proferida en favor del demandante,
entrañaría no solamente un abierto desconocimiento del principio de la no
reformatio in pejus que acaba de referirse en detrimento de los intereses del
apelante único, sino un galardón a la inactividad procesal de la parte demandada,
que debiendo sustentar el recurso de apelación en procura de la protección del
patrimonio del ente estatal incumplió dicho deber.
Ahora bien, en consonancia con los argumentos del recurso de apelación la Sala
evidencia que el demandante dirige su inconformidad a la falta de reconocimiento
de los perjuicios de toda índole, distintos y superiores a los que anticipadamente
se tasaron en la cláusula penal del contrato No. 001-95.
2
Artículo 13 De la Normatividad Aplicable a los Contratos Estatales. Los contratos que celebren las entidades
a que se refiere el artículo 2 del presente estatuto se regirán por las disposiciones comerciales y civiles
pertinentes, salvo en las materias particularmente reguladas en esta ley".
3
Sección Tercera del Consejo de Estado, 13 de noviembre de 2008, expediente: 17.009, C.P. Enrique Gil
Botero. “Advirtiendo que en la Ley 80 de 1993 no se reguló, expresamente, la figura de la cláusula penal
pecuniaria, pues, sólo en determinados apartes se hace una referencia indirecta a su existencia, es
necesario tener presente que con la expedición de la Ley 1150 de 2007, sí se prescribió con precisión esta
institución.”
cumplimiento de una obligación se sujeta a una pena que consiste en dar o hacer
algo en caso de no ejecutar o retardar la obligación principal.”
“En este orden de ideas, los perjuicios derivados del incumplimiento del
demandante serían la suma de $1’559.313 que corresponde al mayor valor que
realmente tuvo que invertir la CAR para la celebración del nuevo contrato. Esta
suma resulta ser inferior al valor de la cláusula penal pecuniaria ($2.546.026), que
de acuerdo con los arts. 61 y 72 de los decretos leyes 150 de 1976 y 222 de 1983
debe imputarse al valor de los perjuicios causados a la entidad contratante.”
Por otra parte, la jurisprudencia del Consejo de Estado con relación a este mismo
tema reflexionó:
“La Sala resalta que, pese a que la cláusula penal es una tasación anticipada y
definitiva de perjuicios, pueden presentarse dos situaciones: una, que el monto
estipulado no cubra todos los perjuicios irrogados por el incumplimiento, es decir,
que estos superan la sanción acordada; y otra hipótesis se constituye en el evento
de que la entidad imponga al contratista incumplido el monto total de la cláusula,
la cual puede ser considerada por el contratista como excesiva, en consideración
a la ejecución parcial que haya hecho del objeto del contrato. En ambos casos
-por defecto o por exceso-, las partes deben solicitar al juez que determine el valor
definitivo que una parte le debe pagar a la otra. Considerando que la cláusula
penal pecuniaria es una tasación anticipada de perjuicios, y que la entidad está
exenta -para imponerla y cobrarla- de demostrar los daños sufridos a raíz del
incumplimiento del contratista; se debe tener en cuenta que el juez tiene la
competencia, previo juicio de proporcionalidad, para fijar su reducción, pues los
postulados de dicho principio, así como el de equidad -este último como criterio
auxiliar de la actividad judicial-, así se lo exigen. No obstante, si de lo que se trata
es de reclamar el valor no cubierto con la cláusula penal -es decir, un mayor
perjuicio-, ya no es el principio de proporcionalidad el que actúa, sino el de la
prueba debida del monto de los daños, pues es sabido que la reparación de todo
daño, además de ser integral, debe ser plena. La primera potestad ha sido
otorgada al juez por los artículos 1596 del Código Civil y 867 del Código de
Comercio. Estas normas, que permiten graduar la cláusula penal pecuniaria,
contemplan una doble naturaleza al ejercicio de dicha potestad judicial, pues,
además de erigirse como un “derecho” en favor de las partes, se establece como
una obligación a cargo del juez, para efectos de considerar si la sanción
pecuniaria se ajusta al principio de proporcionalidad y al criterio de la equidad. Así
mismo, la doctrina ha estudiado el tema de la disminución judicial de la cláusula
penal, admitiendo su procedencia, fundamentada, primordialmente, en la equidad
y en el principio de proporcionalidad. No obstante, es importante hacer una
precisión final sobre el tema de la imposición de la cláusula penal y su monto.
Resulta que la ley señala que la cláusula misma es un cálculo anticipado de los
perjuicios, de manera que si se incumple el contrato se debe pagar su valor,
independientemente del monto del perjuicio. No obstante, esto tiene dos
excepciones: i) Según el art. 1600 del C. C. no se puede pedir, a la vez, la pena y
la indemnización de perjuicios -de hecho, la cláusula penal es una cálculo
anticipado de estos-, salvo que así se haya pactado expresamente, en cuyo caso
se puede perseguir lo uno y lo otro, y ii) de acuerdo con el artículo 1596 del C. C.:
“Si el deudor cumple solamente una parte de la obligación principal y el acreedor
acepta esta parte, tendrá derecho para que se rebaje proporcionalmente la pena
estipulada por falta de cumplimiento de la obligación principal.” De otro lado, si
bien la ley establece la posibilidad de que la cláusula penal se reduzca en
proporción a la parte ejecutada del contrato, esto no significa que el parámetro
sea el monto del daño. En otras palabras, puede ocurrir que un contrato se haya
cumplido en un 40%, de manera que podría reducirse la sanción en ese
porcentaje, pero en tal supuesto bien podría ocurrir que no existan perjuicios, no
obstante lo cual el deudor debe pagar la pena en la proporción indicada, como
quiera que no es la magnitud del daño lo que define la reducción de la pena, sino
la parte de la ejecución del contrato que haya realizado el deudor. 4”
4
Sección Tercera del Consejo de Estado, 13 de noviembre de 2008, expediente: 17.009, C.P. Enrique Gil
Botero.
causado por cuenta de la inobservancia de las prestaciones de su cocontratante,
solo podría optar por una de las dos reclamaciones.
“En el evento de incumplimiento total o parcial del contrato, por causas imputables
al COMPRADOR, la E.L.N.S., impondrá a título de pena pecuniaria una sanción
por cuantía equivalente a SETECIENTOS CUATRO (704) salarios mínimos
legales mensuales que lo tomará con cargo a la garantía de incumplimiento; en
caso de que lo anterior no sea posible se procederá a su cobro por la jurisdicción
coactiva. PARAGRAFO: Convienen las partes que en el evento de incumplimiento
por parte del VENDEDOR (E.L.N.S.) los perjuicios se tasan en cuantía de
SETECIENTOS CUATRO (704) salarios mínimos legales mensuales sin que
puedan exceder el monto aquí pactado”(Subrayado por la Sala).
La segunda conclusión que se deriva del contenido del acuerdo apunta a que los
perjuicios derivados del incumplimiento contractual del ente estatal no podrían
exceder del monto convenido en la cláusula penal, esto es, no podrían superar la
cuantía equivalente a 704 salarios mínimos legales mensuales.
Finalmente, toda vez que para el momento en que se profiere este fallo, el artículo
55 de la Ley 446 de 1998 indica que sólo hay lugar a la imposición de costas
cuando alguna de las partes haya actuado temerariamente y, en el sub lite, debido
a que ninguna procedió de esa forma, no habrá lugar a imponerlas.
FALLA