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El VIAJE DEL HÉROE

¿QUÉ ES EL VIAJE DEL HÉROE?

El viaje del héroe es la historia más antigua del mundo. Su estructura


básica está entretejida de mitos, cuentos de hadas y leyendas que nos
relatan cómo una persona se pone en marcha para dar cumplimiento a
la gran tarea. Es la misma historia detrás de todas las historias que se ha
venido contando hasta el día de hoy en todos los idiomas y culturas. No
ha sido creada ni inventada por nadie, sino que es un mensaje de
sabiduría que procede directamente del alma. Podríamos decir que
hemos traído este conocimiento con nosotros. Es una historia ejemplar,
una parábola del camino que los seres humanos recorremos a lo largo
de nuestra vida.

Muchos etnólogos, psicólogos y sociólogos han estudiado este tesoro


escondido en nuestros mitos y cuentos de hadas buscando sus raíces.
Fue precisamente el psiquiatra Carl Jung quien realizó una
interpretación muy esclarecedora de este fenómeno en la que nos dice
que los temas comunes a estas tradiciones están conectados con el
alma del ser humano. No sólo tenemos características externas que nos
individualizan, sino que tenemos un universo interior común, al que dio
en llamar Inconciente colectivo. Este nivel que nos conecta es el de los
arquetipos del alma, cuyas imágenes hemos traído con nosostros.

El viaje del héroe es una tradición arquetípica, un conjunto de acciones


entretejidas a partir de esas imágenes. Las mismas nos hablan siempre
de una búsqueda, de la aventura de ir en pos de un tesoro escondido,
muy difícil de encontrar.

Básicamente a raíz de una pérdida o una misión, el héroe debe llevar a


cabo una tarea. Se pone en marcha y, a lo largo del camino, se
encuentra con adversarios y con quienes le ofrecen ayuda. Logra
hacerse con la fórmula mágica y enfrenta a su oponente, venciéndolo,
aunque es frecuentemente marcado en ese proceso. Una vez que
consigue lo que busca, deshaciéndose de sus perseguidores o
adversarios, toma el camino de regreso a casa. Finalmente hay una
boda y una ascensión al trono. La restauración de un orden perdido o el
regreso al Paraíso.

Es así que podemos observar que todas las grandes tradiciones, las
antiguas literaturas, las mitologías y las religiones han tratado el tema del
viaje. El viaje ha forjado héroes y heroínas desde tiempos inmemoriales.
Estos viajes han sido considerados como viajes iniciáticos, es decir que
acarrean una transformación y un aprendizaje para quien los realiza.
Algunos de ellos han sido realmente famosos en la historia: Gilgamesh, el
héroe de la epopeya sumeria, que emprende un viaje en busca de la
planta que le dará la inmortalidad. Otro héroe famoso fue Jasón, que
lideró a los argonautas en busca del vellocino de oro. Moisés, quien
dirigió el éxodo del pueblo hebreo hacia la tierra prometida. Eneas, que
encabezó el exilio depués de la caída de Troya. Odiseo, que emprende
un viaje de regreso al hogar, al amor (esposa) y a la familia.

Hay otros héroes como Marco Polo o Colón o Erick el Rojo, quienes
fueron en busca de otras tierras. Hay viajes netamente simbólicos como
los que hicieron Hércules, el mismo Odiseo o Dante, cuando
descendieron al infierno. O como Jonás y Moby Dick, el viaje al vientre
de la ballena.

Hay viajeros a través del tiempo y del espacio, o a tiempos y espacios


diferentes, como los personajes de Julio Verne o Ray Bradbury o J. R.
Tolkien. También viajes como el del protagonista del cuento de Alejo
Carpentier "Viaje a la semilla", donde Don Marcial vuelve a su
nacimiento.

EL VIAJE

Nada mejor para definir y explicar el significado simbólico del viaje que
ir a las propias fuentes de los estudiosos que trabajaron con los
arquetipos. Así Eduardo Cirlot nos dice: “… desde el punto de vista
espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la
tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la
experiencia que se deriva del mismo. En consecuencia estudiar,
investigar, buscar, vivir intensamante lo nuevo y profundo son
modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales del viaje.
Los héroes son siempre viajeros, es decir, inquietos. El viajar es una
imagen de aspiración, dice Jung, del anhelo nunca saciado, que en
parte alguna encuentra su objeto. Señala luego que ese objeto es el
hallazgo de la madre perdida. Pero el verdadero viaje no es nunca una
huida ni un sometimiento, es evolución. Viajar es buscar...” (Diccionario
de símbolos).

LA FUNCIÓN DEL MITO Y EL ROL DEL HÉROE

Los mitos se refieren siempre al desarrollo del alma, al pathos que


acompaña el viaje del alma heroica mientras viaja desde formas
obsoletas de la existencia hacia los nuevos estadios de conciencia.
Los mitos del héroe de cualquier cultura o individuo nos dicen qué
atributos son percibidos como lo bueno, lo bello, lo verdadero (ideal
platónico) y, por consiguiente, nos enseñan valores deseables
culturalmente. Todos estos valores y modelos obviamente cambian con
el tiempo y la cultura.

Los Héroes emergen siempre en épocas de muerte: de la identidad, de


las formas sociales, de las religiones ortodoxas, de gobiernos,
economías, psicologías, relaciones. (Odisea por ejemplo, es un modelo
o arquetipo del héroe moderno, representa un cambio del estadio
heroico primitivo al posterior).

Al contestar el llamado de lo eterno, los héroes descubren el coraje de


soportar las gestaciones, crecimientos, y traumas necesarios para un
nuevo nacimiento. De manera que en la sociedad ellos sirven como
referentes, iniciadores para la continuidad de nacimientos necesarios
para redimir a la época y a la sociedad en que viven y llevarlos al
siguiente nivel de evolución. Establecen los nuevos parámetros y records
a alcanzar.

REDEFINICIÓN DEL HEROÍSMO

Vale destacar en este punto que no importa cuántas veces esta historia
haya sido contada, ni las muchas colecciones de cuentos de hadas y
mitos con los que se pueda relacionar, sólo nos ha sido entregada una
vez completa y en imágenes y es a través de los Arcanos Mayores del
Tarot. Comenzando por la encarnación o nacimiento hasta alcanzar no
sólo la muerte física sino el estado de totalidad o integración de la
conciencia que nos lleva a vencer la rueda de la reencarnación.

Las definiciones de Tarot son numerosas. Van desde camino real (del
egipcio “tar”: camino y “ro”: rey), a la ley divina (del hebreo “Torah”), o
la explicación más profana de que las cartas provendrían de un valle
por donde pasa el Río “Taro”, cerca de la ciudad de Parma. Lo único
que podemos afirmar es que tarot es una palabra francesa cuya t final
no se pronuncia. Los que insiten en pronunciarla es porque ven en ella
una conexión entre la primera y la última t, que forman un círculo o
rueda, que es otro significado de la palabra “rota” (del latín: rueda). Si
agregamos la palabra egipcia “orat”: anunciado y recordamos que
Hator era la diosa de las iniciaciones, entonces podemos entender la
frase que el ocultista norteamericano Paul Foster Case creó a partir de
las letras: Rota Taro orat Torá ator, es decir “La rueda del tarot anuncia
la ley de la iniciación”.

Otro punto importante y en el que se vuelve imprescindible abordar el


trabajo de Jung, es que cuando la psique humana necesita evolucionar
tiene que dar paso a la integración de la sombra. Por eso desde el
punto de vista iniciático no hay viaje heroico, no hay camino del héroe
si no hay encuentro con la sombra, desceneso al inframundo y
confrontación con las fuerzas de la oscuridad. Es el viaje que se produce
a partir del arcano 13. En general el viaje masculino es un viaje diurno, y
por momentos hay un entrar al mundo de las sombras. El viaje femenino,
nocturno o lunar transcurre en su mayoría en el mundo de la noche, la
oscuridad, la sombra y por momentos emerge a la superficie.

Dado que la meta del viaje es la totalidad, veremos que cuando


hablamos del héroe no sólo nos referimos al guerrero, si no que el héroe
sufre un proceso iniciático, es decir de transformación, a lo largo del
viaje. Entonces un mismo héroe y, al igual nosotros, puede ser a la vez el
huérfano, el vagabundo, el guerrero, el mártir o el mago. Por ejemplo:
Odiseo.

Hoy el mundo evoluciona hacia el arquetipo del Mago. Es por ello que
en la secuencia de los 22 arcanos mayores es el 22 (el Chamán) el que
impulsa todo el tiempo a un nuevo viaje, una nueva aventura, un nuevo
estadio de la conciencia. La clave está en comprender que ningún
arquetipo es completo en sí mismo y que todos los arquetipos son
subsidiarios, se complementan, forman una unidad. Son distintos
estadios de la conciencia y eventualmente para alcanzar la conciencia
del mago hay que pasar por los arquetipos.

El viaje del héroe es siempre circular, o deberíamos decir, espiral y se


produce muchas veces a lo largo de la vida. Este esquema pone a
funcionar las distintas etapas del viaje, considerando que cada una es
también un nivel de la conciencia, y por lo tanto un arquetipo que el
héroe necesita incorporar, actuar o dominar. Esto mismo puede ser
aplicado a las diferentes situaciones de nuestra vida cotidiana.
Asimismo cada arquetipo tiene una tarea que desarrollar y vive esa
tarea como la meta de su vida.

En el nivel de conciencia del Mago , las dualidades se disuelven. Los


magos creen que en realidad estamos a salvo aunque a menudo
experimentamos dolor y sufrimiento. Son parte de la vida, y todos
estamos en manos de Dios. Yin y yan constituyen el ritmo de la vida no
un dualismo. Cada individuo traza su propio y singular itinerario
atravesando estas etapas.

EL CAMINO DE LA INTEGRACIÓN O LA ESPIRAL ASCENDENTE

Carol Pearson señala la típica progresión del héroe como el cono de


una espiral tridimensional, en la que es posible avanzar aunque muchas
veces nos movamos en círculos hacia atrás. Cada etapa tiene su propia
lección para impartirnos, y nos reencontramos con situaciones que nos
revierten a etapas previas, de modo que podamos aprender y rever las
lecciones en nuevos niveles de complejidad intelectual y emocional y
con mayor sutileza. (Numerológicamente cada 9 años atravesamos por
el mismo estadio).

La virtud que el Mago suma a todos ellos es la habilidad para reconocer


y recibir la abundancia del universo. A medida que el ciclo se expande,
el Mago adquiere lo que el huérfano añora: el retorno al edén perdido,
primero en el nivel personal y después en el cósmico. Pero en lugar de
experimentar la abundancia desde una posición dependiente e infantil,
el Mago entra al jardín basándose en el principio de interdependencia
con los demás, con la naturaleza, con Dios. Así, la última lección que
aprende el héroe es la de la felicidad. Como Magos los héroes
aprenden que nada esencial se pierde.

La necesidad de emprender el viaje es innata a nuestra especie. Para


realizar este viaje el héroe lleva a cabo un proceso de transformación
donde va muriendo a determinados estadios para nacer a otros. A este
proceso lo llamamos iniciático porque el héroe o heroína va siendo
iniciado en disciplinas y conocimientos o potencias o uso de las propias
potencialidades de su psique. Este modelo es arquetípico y común en
la mayoría de las culturas.

EL CAMINO DEL SOL O LA HOJA DE RUTA

Aparentemente los elementos esenciales del viaje del héroe solían


leerse en el cielo, a través de los movimientos del Sol y de la Luna. Es
decir que se corresponden con el ciclo del Sol, su camino de Oriente a
Occidente (viaje diurno) y de Occidente a Oriente (viaje nocturno). La
noche de los cielos era considerada un mar nocturno y de ahí proviene
la historia del viaje nocturno del héroe a través del mar. Otra historia
común es la que cuenta que el héroe viaja al inframundo a llevar a
cabo una importante tarea, regresando victorioso o levantándose de
entre los muertos al cabo de tres días (por ejemplo, Jesús).

La mayoría de las culturas primitivas identificaron al Sol y su camino


anual y diario con la búsqueda espiritual de la esencia y la totalidad del
ser, o lo que hoy llamamos autorrealización. Jung dijo: " No le bastaba
al hombre primitivo con ver la salida del sol, sino que esta observación
exterior debería de ser al mismo tiempo un acontecer psíquico. Esto es,
que el curso del sol debería representar el destino humano de un dios,
de un héroe que no vive sino en el alma del hombre".

El origen del zodíaco y la mitología heroica están totalmente


emparentados y comparten su razón espiritual y psicológica. Lo que
tienen en común es el camino del Sol. Su viaje de Oriente a Occidente y
de Occidente a Oriente que se traduce como una senda que va de la
luz a la oscuridad (descenso al mundo subterráneo) y de la oscuridad a
la luz (renacimiento del héroe).

Así el viaje que el Sol anual o diariamente describe en el cielo, es


asimilable a la lucha que todo ser humano vive en su interior si inicia el
camino de ampliar su conciencia, es decir "su pedazo de sol". Sin temor
a equivocarnos podríamos definir el viaje del héroe solar como la lucha
contra el sueño del hombre dormido, contra el olvido de sí o la
oscuridad. Como Ulises enfrentando las pruebas y dificultades que le
impone el dios del sueño, Neptuno el que reina en las profundidades del
mar, excelente imagen de lo inconciente.

Todos los mitos heroicos siguen una secuencia zodiacal que podemos
comparar con la evolución y desarrollo de la aventura heroica,
descripta claramente por Joseph Campbell, al que haremos referencia
más adelante.

Pero el Sol debe ponerse y el héroe solar debe descender a un mundo


que está bajo el horizonte, a un viaje nocturno hacia realidades sobre
las que no tiene dominio. Allí quedará a merced de los misterios lunares
(13), de los poderes femeninos, (los calendarios lunares tienen trece
meses). Sólo así podrá elevarse otra vez sobre el ciclo completo, la
realidad solar y lunar, masculina y femenina.

Teniendo en cuenta el camino del Sol como una mapa o una hoja de
ruta, diríamos que este camino traza un círculo completo y recomienza
diaria y anualmente.

ORIENTE: el este, el amanecer. Está relacionado con la primavera y los


signos de Aries, Tauro y Géminis. La palabra Oriente viene de orior y
significa nacer, empezar, levantar y simboliza la manifestación de la
vida, el inicio visible, la conciencia.

NORTE: en el ciclo diario corresponde al sol del mediodía, símbolo de


máximo desarrollo, y a los signos de Cáncer, Leo y Virgo. Esta dirección
indica un punto culminante de la conciencia solar, pero también es el
inicio del descenso. (Recordemos que Hércules inicia sus trabajos con el
león de Nemea, alusivo al signo de Leo).

OCCIDENTE: en el ciclo diario el atardecer, en el anual, el otoño. Se


relaciona con Libra, Escorpio y Sagitario. La palabra Occidente proviene
del verbo occido y significa morir o caer. Es el cruce del umbral en el
esquema presentado por Joseph Campbell. Aquí el héroe se interna en
el más allá en su viaje interior y el descenso a los infiernos.
SUR: en el ciclo diario la medianoche, en el anual, el invierno. Signos de
Capricornio, Acuario y Piscis. Señala el momento de llegar al fondo de
uno mismo, pero también marca el inicio del caminio ascendente del
Sol. La oscuridad ha vencido a la luz pero ésta volverá a emerger. Aquí
se encuentran la mayoría de las fechas de conmemoración de
conmemoración de los dioses y héroes solares, en realidad es un
segundo nacimiento, un nacimiento del espíritu y por ello nacimiento
del héroe.

ETAPAS DEL VIAJE

Mencionaremos aquí, muy sintéticamente los dos grandes momentos de


todo viaje heroico:

I. LA PARTIDA: Retirarnos de la vida diaria y abrirnos a las zonas en las


que podemos ubicar las fuentes de nuestro poder. En esta faceta
viajamos hacia adentro en busca de las grandes formas e historias, la
magia y el conocimiento olvidado de fases previas o más profundas de
nuestra existencia. En este viaje podemos llegar a zonas o estructuras en
nuestro interior que permanecen incompletas. Éstos son nuestros
potenciales heroicos ocultos (que a veces aparecen en el mito como
amigos o ayudantes secretos). Recordemos aquí la definición de Cirlot,
donde nos dice que estudiar e investigar son modalidades del viaje.

II. EL REGRESO: Volver a la vida diaria con el conocimiento que hemos


ganado en las profundidades y ponerlo en uso para redimir a la época
y a la sociedad. En este punto diferenciamos a los héroes redentores de
los que no lo son. Ambas etapas tienen que estar presentes para que
haya un viaje completo. Sin embargo hay héroes cuyo viaje finaliza en
el estadio en el que alcanzan la propia iluminación. Pero no se cumple
la etapa del regreso al hogar para redimir al grupo o apoyar la
elevación colectiva al siguiente nivel de conciencia. Jesús, Odiseo,
Parsifal, entre otros, son héroes redentores. Odiseo alcanza la
iluminación en la Isla del Sol, pero comprende que debe regresar.

El clásico viaje del héroe está resumido en un esquema muy ajustado


por el mitólogo, autor del “Héroe de las mil caras” Joseph Campbell.
Existe también un esquema hecho por el crítico ruso Vladimir Propp,
que es el resultado del estudio de muchos cuentos de hadas. Allí Propp
habla de una serie de funciones que se repiten como una estructura o
esqueleto en el cuento tradicional. (La partida, el ecuentro con el
objeto mágico, el ayudante, el oponente, etc). Transcribiremos a
continuación el esquema de Campbell. Pero ambos son asimilables:
“… El héroe mitológico abandona su choza o castllo, es atraído, llevado
o avanza voluntariamente hacia el umbral de la aventura. Allí
encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe
puede derrotar o conciliar con esta fuerza y entrar vivo al reino de la
oscuridad (batalla con el hermano, batalla con el dragón, ofertorio,
encantamiento), o puede ser muerto por el oponente y descender a la
muerte (desmembramiento, crucifixión). Detrás del umbral, después, el
héroe avanza a través de un mundo de fuerzas poco familiares y sin
embargo extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan
peligorsamente (pruebas), otras le dan una ayuda mágica (auxiliares).
Cuando llega al nadir del periplo mitológico, pasa por una prueba
suprema y recibe su recompensa. El triunfo puede ser representado
como la unión sexual del héroe y la diosa madre del mundo (matrimonio
sagrado), el reconocimiento del padre-creador (concordia con el
padre), su propia divinizacvión (apoteosis) o también, si las fuerzas le
han permanecido hostiles, el robo del don que ha venido a ganar (robo
de su desposada, robo del fuego), Intrínsecamente es la expansión de
la conciencia y por ende del ser (iluminación, transfiguración, libertad).
El trabajo final es el del regreso. Si las fuerzas han bendecido al héroe,
ahora éste se mueve bajo su protección (emisario); si no, huye y es
perseguido (huida con transformación, huida con obstáculos). En el
umbral del retorno, las fuerzas trascendentales deben permanecer
atrás; el héroe vuelve a emerger del reino de la congoja (retorno,
resurrección). El bien que trae restaura al mundo (elixir)…”.

El Héroe de las Mil Caras, Joseph Campbell

Todo viaje del héroe encierra una psicología sagrada. En casi todas las
tradiciones culturales y religiosas lo que aparece más claramente es
que el anhelo profundo de toda alma humana es el de retornar a su
fuente epiritual. Se produce una búsqueda activa de la relación con los
arquetipos. Al final del viaje el héroe experimenta la unión con el amado
del alma, nuestro arquetipo personal, el representante de Dios en
nosotros.

EL VIAJE DIURNO Y EL VIAJE NOCTURNO

De acuerdo a lo expuesto básicamente podemos hablar de dos tipos


de viaje:

DIURNO o SOLAR: que se realiza a través del día, el terreno de la


conciencia, los poderes masculinos, el territorio del padre, el sol, el
coraje. ( Arcanos 1 al 12)
NOCTURNO o LUNAR: que se realiza de noche, en el terreno del
inconciente, los poderes femeninos, el territorio de la madre, la luna, la
fe. ( Arcanos 13 al 18)

A su vez podríamos decir que el viaje se produce básicamente en dos


niveles:

1. el tránsito de la vida física concreta (del nacimiento hasta la


muerte) arcanos 1 al 13.

2. el viaje de la conciencia y de las iniciaciones en otros niveles y otros


planos dimensionales, el que se produce entre los arcanos 13 y 18.

Es decir que, si consideramos el viaje del héroe como una alegoría del
paso por la vida, podríamos dividirlo en una sección obligatoria y una
sección voluntaria. La carta 13 es la frontera. Todos llegamos hasta allí.
Dependiendo de nosotros mismos y de lo que hacemos con nuestra
vida, experimentamos la muerte como un final o como un tema clave,
una etapa de trancisión esencial que tiene lugar en la mitad de la vida,
tras la cual nos espera lo que importa de verdad, la iniciación, la fase
transpersonal y el desarrollo del yo. El mensaje del Tarot es claro. Primero
necesitamos madurar en la fase uno. Antes de abordar lo trascendente,
debemos manejar con éxito lo cotidiano. De la misma manera para
superar el ego y alcanzar el Yo tendremos que desarrollar primero un
ego fuerte, capaz de encontrar su sombra a lo largo del camino, sin ser
devorado por ella. Algunas personas jamás atraviesan la frontera.

El Mago (1) muestra el sendero masculino del desarrollo de la


conciencia que va de izquierda (inconciente) a derecha (conciente).
Por otra parte, la Sacerdotisa (2) es la clave del sendero femenino de las
cartas pares, que va de derecha a izquierda, orientado hacia la
oscuridad, a lo inconciente, a lo secreto. Es la senda a través de los
misterios.

El camino no es ni del hombre ni de la mujer. De hecho la única forma


de encontrar la totalidad es recorrer ambos las dos vías. En la primera
mitad de la vida es el momento del desarrollo personal y el crecimiento
exterior. En la segunda mitad de la vida nos volvemos hacia el interior y
tomamos contacto con la sombra.

Las tres últimas cartas (19-20-21) marcan el resultado final del proceso
de individuación.

Quienes han atravesado ambos mundos llegan al tema final de las


cartas 19 a 21 que representan el retorno a la luz (19), el misterio de la
transformación (20) y el paraíso recuperado (21). El 22 es el chamán y el
aspecto de locura que nos lanza a un nuevo viaje, nos lleva a alterar el
“orden aparente” y nos impulsa al camino de un nuevo aprendizaje.

Visto como un esquema, en este viaje encontramos distintos estadios


diferenciables:

A. La niñez del héroe: el estadio simbiótico. Arcanos 1 al 6

B. La partida y transformación en adulto: maduración y desarrollo de


la personalidad. Arcanos 7 al 12

C. El proceso de iniciación: la apertura transpersonal. Arcanos 13 al 18

D. El objetivo o meta del viaje: renacimiento-redención-totalidad. La


conciencia de la unidad de todas las cosas. Arcanos 19 al 21

Así pues El Loco (22-0) es el héroe de la historia. Por eso en muchos


tarots equivale al arcano 0 y se coloca indistintamente atrás o adelante.
Es interesante pensar que El loco sea el héroe ya que se trata de
alguien que no es particularmente valiente ni hábil, fuerte o galante. Es
más bien un tonto simple, quien llevará a cabo con éxito “la gran
tarea”. Porque de alguna manera es el que, sin importar sus cualidades,
decide correr el riesgo. Significa también que muchas veces la solución
a nuestro problema proviene de esa parte de nosotros que ha sido
insignificante y a la que considerábamos incapaz de darnos algo de
valor. El simple simboliza esencialmente la personalidad íntegra y
genuina. Esta integridad es más importante que la inteligencia, el
autocontrol o cualquier otra cosa.

Aunque es verdad que el héroe comienza el viaje como el Loco es


capaz de evolucionar con gran rapidez. Al final de la historia, sin
embargo, debe adoptar nuevamente una actitud modesta y sencilla.
Comienza como el tonto simple y emerge como el Loco sabio. El Loco
aparece acompañado por perros o pisando a un cocodrilo. Simboliza el
poder de los instintos que lo proteje a lo largo del camino y sale en su
auxilio cuando lo necesita. A pesar de encontrarse al borde del abismo
y de no ser conciente de ello nunca llega a caer. La bolsa que lleva es
la del conocimiento no usado. No sabe nada pero, como
contrapartida, sus conocimientos jamás lo bloquean u obstruyen.
Personifica al niño que todos llevamos adentro. Y al que le encanta
probar siempre cosas nuevas.

Representa el lado alegre y sin grandes complicaciones que todos


tenemos, a quien la perfección o los errores le son completamente
indiferentes, sin temor a equivocarse o a hacer el ridículo. Si algo no
funciona simplemente lo vuelve a intentar hasta que lo consigue o hasta
que pierde el interés. Le gusta experimentar el sentimiento de felicidad
que nace del corazón Y se sorprende ante la cantidad de posibilidades,
la gran variedad de cosas que el mundo le ofrece. Adquiere
experiencias en forma lúdica.

A su vez a lo largo de la vida vamos y venimos a través de estos estadios


del viaje. Por ejemplo:

1. Estamos inmersos en la tarea de dar vida (La Emperatriz) a un impulso


(El Mago), que ha desencadenado un proceso interno todavía
inconciente (La Sacerdotisa), que nosotros queremos materializar (El
Emperador).

2. En El Carro, al comenzar un nuevo proyecto, una vez que hemos


comprendido que nuestros planes son importantes para nosotros (El
Hierofante) decidimos, con todo nuestro corazón (Los Amantes), correr
el riesgo (El Carro).

3. Si hablamos del desarrollo de la conciencia, en la fase de


recogimiento (El Ermitaño) conectamos con nuestra individualidad y, a
partir del conocimiento adquirido, descubrimos cuál es nuestra tarea en
la vida (La Rueda de la Fortuna).

4. En El Colgado en nuestro caminar por la vida, situación que no ocurre


sólo en la mitad de la vida. Estamos ahí cada vez que nos sentimos
detenidos y atascados.

5. Entre El Diablo y la Torre refiriéndose a una relación en caso de que


nos hayamos enganchado en dependencias de las que queremos
desprendernos o cuando estamos en contacto con nuestra propia
sombra (El Diablo), al romper reiteradamente los viejos esquemas (La
Torre).

6. La Estrella en la solución de problemas personales, ya que


recientemente hemos salido victoriosos de una crisis decisiva (La Torre), y
estamos nuevamente llenos de esperanza, en busca de nuevos
horizontes (La Estrella), aunque primero debemos atravesar ese
momento de inseguridad e incertidumbre (La Luna) hasta ver
nuevamente la luz de la realidad (El Sol), que nos permita forjar
soluciones (El Juicio) y encontrar una posición estable en (El Mundo).

7. En El Mundo en relación con nuestra ocupación o profesión, una vez


que hemos encontrado nuestro sitio.
CONCLUSIÓN

Si no nos arriesgamos, si actuamos roles estereotipados socialmente en


lugar de emprender nuestros viajes, experimientamos un vaciamiento
interior. Cuando las personas son desalentadas a atacar dragones,
internalizan la necesidad y se atacan a sí mismas, declarando la guerra
a cualquier atributo de sí mismos que consideren desagradable. O se
enferman y tienen que luchar para reponerse. Uno de los temas
primarios de la literatura en la actualidad es esa experiencia de
alienación y desolación. Por eso el antihéroe reemplaza al héroe.

Los magos consideran que la vida es un don. Nuestra tarea en ella es


brindar nuestro propio don e involucrarnos profundamente con la vida y
los demás admitiendo y recibiendo algunos dones, y haciéndonos
responsables de rehusar otros. La tragedia en el viaje heroico es la
pérdida del conocimiento de quiénes somos, con el consiguiente
resultado de no poder aportar lo que debemos.

No hay manera de evitar el viaje del héroe. Simplemente llega y nos


encuentra, si es que no nos movemos con valor para encontrarla. La
única salida es cooperar y atravesarlo

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