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PUEBLOS DE LA NACIÓN GUARANI DEL PARAGUAY ACTUAL

Bartomeu Melià, s.j.


abril-mayo 2014

El Paraguay actual incluye dentro de sus fronteras dos regiones de ecología y


población muy diferentes. El río Paraguay es el divisor claro que define este contraste.
Hacia el este hay una zona subtropical, con lluvias a lo largo de todo el año, con
temperaturas medias entre 18 y 22 ºC (aunque actualmente se llega fácilmente a más de
35º), y con alguna helada. Era hasta hace menos de 25 años un área boscosa de selva
atlántica, que se extendía desde la costa del océano hasta el río Paraguay. Fue y es el
hábitat tradicional de los Guaraní, esos ‘parientes de la selva’, aunque la destrucción por
deforestación de esa área, consecuencia de la entrada masiva del agronegocio de la soja
y maíz transgénicos, presenta hoy características preocupantes, que repercuten
negativamente sobre todo en los ríos y arroyos, en la cantidad y calidad de sus aguas, en
calores excesivos y peligro de desertificación e inundaciones anormales.

El Chaco, al oeste, presenta otra configuración y apenas nos referiremos a él; es


pampa seca, de monte bajo, de ecología muy vulnerable, con lluvias escasas y poco apta
para la agricultura. La presencia guaraní en la zona central es reciente, cuando fueron
atraídos, bajo halagüeñas promesas, por los militares paraguayos después de la guerra
del Chaco que terminó en 1936.

1. Las migraciones e historia

Una de las características más notables de los Tupí-Guaraní son sus movimientos de
migración. Entre el hipotético punto de salida de dispersión, que sería el río Guaporé,
afluente del Amazonas, al norte de las tierras bajas de Bolivia, y aquel en que fueron
encontrados por expedicionarios europeos del siglo XVI, hubieron varias migraciones
en diversas direcciones y sucesivas etapas desde hace unos 3.000 años.
Los pueblos que hoy hablan lenguas tupí se dispersaron por la gran red del río
Amazonas y costa del Atlántico, mientras que los futuros Guaraní impulsaron unos
2.000 años atrás una ola migratoria que llegó hasta la cuenca del río Paraguay,
descendió hasta el Paraná, subió por este y, siguiendo las ramificaciones de sus
afluentes, llegó hasta el litoral atlántico, mientras otros grupos saltaban a la cuenca del
río Uruguay, incursionaban en sus afluentes, pasaban el divisor de las aguas y se
adentraban hasta el Jacuí, hoy Río Grande do Sul, Brasil. La migración llegó a abordar
los climas más fríos del delta del Río de la Plata 1 . Ahí todavía se podía plantar y
cosechar maíz, pero no ya mandioca. Es significativo que la palabra guaraní del maíz,
avati, haya sido tal vez la primera palabra en esa lengua registrada en un texto español:
en una carta de Diego García, de 1530.

Los pueblos guaraní precoloniales recibieron varias denominaciones, que no


siempre correspondían al nombre que ellos mismos se daban, sino probablemente al que
les daban incluso otros guaraní y personas de fuera. En la documentación colonial, que
se refiere a un espacio mayor que el Paraguay actual, encontramos los siguientes:
Guaraníes de las Islas, Chandrís o Chandules, Cario, Tovatín, Guarambarè, Itatín,
Guayrá, Paranayguá, Tape, Caaró, Tarumá y más alejados, en la actual Bolivia:
Chiriguanáes y Chiriguanó-Chané. Todavía se podrían marcar otras agrupaciones
étnicas, como hace la Dra. Susnik (1995: 403-407).

La cerámica, el testimonio arqueológico de sus aldeas, sus cementerios, les dan


una antigüedad innegable en los territorios que hoy les son negados. A decir verdad, en
el Paraguay las pesquisas arqueológicas son raras y, cuando se realizan, las
investigaciones a este respecto se encuentran mal documentadas.

Esta visión un tanto esquemática de las migraciones guaraní no da cuenta, sin


embargo, del itinerario del pueblo Guaraní-Mbyá, ni de los guaranizados Aché, de
quienes se tomará conocimiento más cabal a través de los misioneros jesuitas del siglo
XVIII; pero en su conjunto es la más aceptada por arqueólogos y lingüistas actuales 2.

El dinamismo migratorio de los Guaraní recibió varias interpretaciones. Prevalece


todavía la hipótesis sostenida por Curt Unkel Nimuendajú, en 1914, según la cual "el

1 Schmitz, Pedro I., Migrantes da Amazônia: A tradiçao tupiguarani, en: Arqueologia do Rio Grande do Sul.
Documentos 5.Pre-história do Rio Grande do Sul. São Leopoldo, 1991: 59-60.
2 SUSNIK, B , CHASE-SARDI, M, Los indios del Paraguay. Madrid, Mapfre, 1995: 40; 403-407.
motivo principal de las migraciones de los Tupí-Guaraníes no era expansivo guerrero,
sino de otro carácter, probablemente religioso" 3

Alfred Métraux (1927), leyendo textos alusivos a los Tupí y Guaraní, ve confirmada
esa hipótesis, por lo menos en las "migraciones históricas", es decir, aquellas que están
documentadas en los escritos de la época colonial y moderna. La migración de los
Guaraníes, según ello, sería la "búsqueda de la tierra-sin-mal" -yvy marane’ỹ-, una tierra
buena, altamente productiva, adecuada a las necesidades económicas y apropiada para
el desarrollo de la vida religiosa. Pero hay que desconfiar de esta interpretación que de
manera simplista y generalizada se viene aplicando a cualquier movimiento de justa
reivindicación de recuperación de tierras para los desposeídos, que se rigen por
parámetros políticos y culturales muy extraños a los Guaraní. Para éstos la tierra-sin-
mal sería la condición realista de una economía basada en el intercambio de dones en
este mundo y en el más allá 4.

Los Guaraní, en tierras del subtrópico, más templadas y hasta frías, se dedicarán al
cultivo del maíz, la mandioca dulce, la batata, calabazas y diversos tipos de porotos y
frijoles. El repertorio de plantas cultivadas por los Guaraní es admirable por su variedad
y riqueza, y se consigue a través de ella soberanía alimentaria nunca más alcanzada en
las sociedades coloniales 5.

1.1. Las "provincias" del Guaraní y sus sucesivos contactos con los otros:
exploradores, conquistadores, misioneros y colonos.

Los españoles, a medida que avanzaban en su tan anhelado camino hacia la Sierra
de la Plata y subían desde la boca del Río de la Plata, río Paraná y Paraguay arriba,

3 NIMUENDAJU, C.U. As lendas da criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapocúva-
Guarani. São Paulo, 1987 (1ª ed. en alemán en 1914) 1987: 128.
4 MELIÀ, B. 1991: 63-78.
5 NOELLI, F. Silva, El guaraní agricultor, en: Acción 144, Asunción 1994: 17-20. Las especies cultivadas

por los Guaraníes , de las que dan cuenta las investigaciones arqueológicas y el Tesoro de la lengua
guaraní de Ruiz de Montoya, de 1639, es impresionante. El autor del artículo cataloga una amplia lista de
nombres de especies y variedades; de la mandioca –mandi'o– se citan 24 variedades, entre las amargas y
las dulces; de maní –manduvi–, 7; de porotos o frijoles –kumanda–, 21; de kara, 14; de batata –jety–, 21;
de maíz –avati–, 13; de ajíes y pimientas –ky'ỹi–, 6; de calabazas –andai–, 4; bermellón o achiote –
uruku–, 3. Muchas de esas variedades desaparecieron en el proceso colonial y neocolonial. Otras plantas,
como el mbakuku, el mangara, el tajao, el peguaho, mbaguero, kurugua, han sido dejadas de lado como
alimento habitual y no se siembran más ni siquiera entre los Guaraní. Llegan todavía a la mesa de
argentinos, brasileños y paraguayos de nuestros días la piña –nana–, la granadilla o pasionaria –
mburukuja– , la guayaba –arasa–, y la banana –pakova–.
encontraron a los Guaraní establecidos en diversos lugares, a los que dieron nombre de
"provincias", que con algunas diferencias socio-culturales, tenían en común una lengua
fácilmente intercomprensible entre ellos. Había sin duda diferencias en las formas de
cerámica, de cestería, de disposición y magnitud de sus aldeas, de organización de su
gobierno, que conjeturamos a partir de las diferencias que encontramos entre las etnias
guaraní actuales. Ya en el delta del Río de la Plata se presentaron los Guaraní y esta
autodenominación, sirvió para designar también a cuantos en el futuro presentarían
características similares.

Los Guaraní no fueron conocidos en un día. La entrada a sus territorios se hizo de


manera muy lenta, y raramente fue duradera; algunas de sus parcialidades murieron
apenas contactadas y sólo sus nombres constan en las primeras crónicas y nunca más.
Por suerte siempre quedaron enclaves dentro del Paraguay a los que el español o el
paraguayo no llegaron; así muchos Guaraní han podido vivir en paz durante siglos, en
sus refugios de libertad; son éstos los que hoy habitan en la región central y frontera
este del país; no son Guaraní del Paraguay, sino en el Paraguay, y en realidad no se
sienten paraguayos.

El Guaraní, su cultura y modo de ser quedaron encubiertos hasta hoy. Son rarísimos
los paraguayos y demás no-indios que conocen su lengua particular. La historia de los
Guaraníes se resiente profundamente de este hecho; es una historia vista desde fuera.

En cada época y tipo de relación entablada con los Guaraní los españoles fueron
inventando un rostro nuevo para ellos, de tal manera que lo que de ellos sabemos es
sobre todo una máscara que encubre su ser. No se puede confundir a los Guaraní reales
con los Guaraní de papel, esos que aparecen en las historias y en los estudios
antropológicos. En Paraguay el indio Guaraní es todavía ese desconocido.

1.2. Hasta 1556

Para los españoles de la primera hora que entraron por la aldea indígena del
Ambaré, los Guaraní fueron enemigos a los que había que someter. Así lo hace ver
Ulrico Schmidl, en su memoria 6. Una vez vencidos, cuando se levantó el fuerte de la
Asunción en 1537, los Guaraní serán los proveedores de alimentos, en gran abundancia
por cierto, y de mujeres también en gran cantidad, de las que nacerán algunos mestizos.

Esta etapa que duró apenas unos años, quedó, sin embargo, como paradigma de la
relación hispano-guaraní 7. En 1620, el jesuita Lorenzana sintetizaba el proceso en estos
términos: “llamáronse luego los indios y españoles de cuñados; y como cada español
tenía muchas mancebas, toda la parentela acudía a servir a su cuñado, honrándose con el
nuevo pariente. Viéndose los españoles abundosos en comidas de la tierra y con tantas
mancebas, no aspiraron a más…; y como estaban en el Paraíso de Mahoma, se
gobernaban a su modo” 8. Pero muy pronto la mujer guaraní es convertida en “pieza”
económica, criada, brazo agrícola y procreadora de nuevos brazos 9.

Las ‘rancheadas’, o ‘saca de mujeres’ de las aldeas, se convertirá en una práctica


nefasta, que representó un auténtico genocidio; algunas mujeres se dejaban morir y
muchas no querían dar a luz a sus criaturas para no criar esclavos. Las cifras que se
conocen ahora de documentos todavía inéditos del clérigo Martín González, son
escalofriantes. Sólo en Asunción habrían muerto cincuenta mil indias Guaraní, cifra
enorme que, sin embargo, se confirma con otros testimonios.

Los hombres Guaraní, a su vez eran enrolados como auxiliares de guerra en las
expediciones a través del Chaco en busca de oro y plata; los españoles esclavizaban y
los Guaraní mataban a sus enemigos y los “comían” 10..

La colonia había comenzado bajo el signo del desorden y de la ganancia y fue


origen del mutuo desprecio entre españoles y Guaraní: los españoles consideraba al
nativo “borracho, holgazán, hechicero, mentiroso y siempre pensando en malicia y
traiciones”, y el guaraní al conquistador lo empieza a tener como “pirata, ladrón,
6 SCHMIDL, U., Derrotero y viaje a España y las Indias. 1ª ed. 1599. Buenos Aires: Espasa Calpe, 1947: 57 (cap.
21).
7 Hay no poca literatura que ha idealizado el llamado mestizaje hispano-guaraní, pero desde la perspectiva de la

ideología colonial. Véase, entre otros, Cardozo, E., El Paraguay colonial, Buenos Aires 1959: 63-71. Otros títulos,
en Zavala 1977: 14-15. Cuando el sistema colonial quiere encubrir su dominación injusta, recurre a la supuesta
igualdad del mestizaje, como puede verse en el testimonio de los mercedarios contra las ordenanzas de Alfaro, en
1612, Ver Gandia 1939: 456. Cfr. también Cardozo 1959: 66.
8 MCA I: 163. La expresión de “paraíso de Mahoma” parece haber sido acuñada por el poeta Barco de Centenera,

según cita de Cardozo 1959: 64. Cfr. Velázquez 1975: 16-17.


9 Cfr. Susnik 1965: 10; también Zavala 1977: 144-46.
10 Susnik, o.c.: 45.
fornicario y adúltero, mentiroso”; esas ideas quedaron tan arraigadas que subsisten hasta
hoy. En el mismo suelo mal convivirían dos culturas tan opuestas.

No es de extrañar que ya en 1540 se preparase un motín contra los cristianos, que


fue abortado por la traición de una india, compañera de un conquistador. Las rebeliones
de los Guaraní contra los intrusos llegarán a más de 25 entre 1537 –en la llegada de los
españoles- y 1616 11. Estas rebeliones, prosiguieron hasta por lo menos 1660 12, según un
nuevo elenco que recoge el carácter profético de esos movimientos, que coinciden en
parte con la lista anterior.

Estas notas se apartan de la historiografía convencional, que ve el mestizaje como


cuna de una nación bilingüe, y el libertinaje sexual como un Paraíso de Mahoma,
aunque es sabido que “nada soporta mejor el paso del tiempo que la mentira” (Rafael
Chirbes, En la orilla).

La instauración del régimen de las encomiendas en 1556, una medida que venían
exigiendo desde hacía años los conquistadores “cansados y viejos”, provocó rechazo,
fugas y rebeliones entre los Guaraní. Con los que quedaron se formaron los primeros
pueblos en la década de 1580, que permitían tener la mano de obra y a los
encomendados más a mano.

En el área dominada por los españoles en menos de medio siglo los Guaraní
fueron forzados a cambiar su modo de ser. Su sistema de parentesco quedó
desintegrado; los “cuñados” españoles no se comportaban como cuñados y las mujeres
eran sacadas de sus aldeas, dadas o vendidas como ‘piezas’, de menos valor que el
vestido con que se cubrían. Su sistema económico ya no se regía por el don –quien nada
tiene no puede tener las manos abiertas para dar, que eso era el jopói- y prevalecía la
venganza de la venta; todo era objeto de tepy, nada era dado. Productos, animales y
personas entraban en la economía de la venganza, de las sucesivas y nunca
interrumpidas venganzas. Hepy eterei, todo es caro, todo tiene un alto precio.

11 NECKER, Louis, Indios guaraníes y chamanes franciscanos. La primeras reducciones del Paraguay (1580-1800).
Asunción: CEADUC, 1990: 219-222.
12 RÍPODAS ARDANAZ, Daisy, Movimientos chamánicos de liberación entre los Guaraníes (¡545-1660), en

Teología, t. XXIV, nº 50, 1987, Buenos Aire245-s


La colonia seguía sus indefectibles pasos de destrucción, negación,
encubrimiento, sustitución y transformación con algunos pequeños logros de creación
de un nuevo ser socio-político por contacto y mestizaje.

Un análisis medianamente crítico permite decir que en el siglo XXI el Paraguay,


al igual que muchos otros países que siguieron el mismo proceso sigue siendo colonial,
si por ello se entiende la intrusión y ocupación territorial y cultural de esos ‘otros’, que
al decir de un guaraní: “Por ventura faltan ejemplos en el Paraguay de quién son los
españoles, de los estragos que han hecho en nosotros, cebados más en ellos que en su
utilidad? Pues ni a su soberbia corrigió nuestra humildad ni a su ambición nuestra
obediencia; porque igualmente esta nación procura su riqueza y las miserias ajenas” 13.
Pocos colonos suelen producir muchos pobres y miserables.

Los efectos se hicieron sentir muy pronto. Los Guaraníes, en la época de sus
primeros contactos con los europeos, eran demográficamente numerosos. La hipótesis
de una población de 1.500.000 y hasta 2.000.000 (dos millones) de habitantes, aunque
parezca maximalista para quien tiene el prejuicio de una América tropical de escasos
recursos y culturas "bajas", encuentra bases serias en la documentación disponible 14.

El descenso demográfico de los Guaraníes durante todo el proceso colonial fue un


fenómeno que alarmó a gobernantes y misioneros. La provincia del Guairá, que había
contado con más de 200.000 personas -algunos cálculos apuntan a 800.000- fue
reducida en 1631 a prácticamente ningún habitante. "La mayor parte de esta gente se ha
muerto de pestilencia, malos tratamientos y guerras...", observaba el jesuita padre
Alonso Barzana en 1594 15. Guerras, malos tratos, epidemias y cautiverios fueron los
cuatro jinetes de aquel apocalipsis colonial.

La historiografía paraguaya ha sido extremadamente indulgente con ese período,


poniendo de relieve un supuesto Paraíso de Mahoma, en el que la convivencia entre
españoles e indígenas habría sido envidiable e idílica. El español que tenía diez mujeres,
era porque no podía tener 20, y éste porque no podía tener treinta.

13 Éste era el discurso de Potyráva, que objetaba la entrada de los misioneros jesuitas en su región, cit.por Melià 1975:
124.
14 Melià 1988: 46-89.
15 Monumenta Peruana V, 1970: 590-91.
No era éste el sentir de los gobernadores ni de los misioneros, alarmados con el
ocaso demográfico de los Guaraní cuando la colonia ya no podía sostenerse y los
mismos españoles se mudaban a otras tierras más promisorias.

1.3. Las Reducciones franciscanas y jesuitas

En la situación de ocaso demográfico y desorden encomendero, los gobernadores


y en especial Hernando Arias de Saavedra incentivaron la creación de pueblos de indios
según el modelo de ‘reducción’. La idea de reducción, es decir, de tener a los indios
separados de los españoles y encomenderos, se hizo más práctica desde 1545, dado el
relativo éxito conseguido en México y Perú.

Los Guaraní se dejaron pacificar, adoctrinar, y reducir a pueblos, primero por los
franciscanos, desde 1580, que entre otros fundaron los pueblos de Altos, Itá y
Yaguarón. La misión por reducción desde 1610, fue también el método seguido por los
jesuitas. En esos pueblos, -San Ignacio de Yaguaramitãg (el Tigre Colorado) del Paraná
y en Loreto y San Ignacio del Guayrá, y los que vendrían a lo largo de un siglo y medio,
se procuró tener a la comunidad indígena fuera del alcance directo de los encomenderos,
de los abusos y persecuciones de colonos y de autoridades sin escrúpulos. Para el
superior provincial de los jesuitas, el padre Diego Torres Bollo, la encomienda era un
"disimulado cautiverio".

En los pueblos de las Misiones jesuíticas los Guaraní estuvieron separados de los
colonos y así protegidos contra sus desmanes; ninguno de ellos había quedado bajo el
régimen de la encomienda –salvo los de San Ignacio Guasú, que servían sólo dentro de
la ley-, mantuvieron un territorio continuo sin enclaves españoles, conservaron su
lengua, y a lo largo de 150 años desarrollaron un modo de vida, con muy buenos
resultados económicos y culturales; una especie de utopía que despertaba admiración y
envidia. Fue considerada como una utopía de pies en el suelo, un ‘cristianismo feliz’, un
“triunfo de la humanidad”, según Voltaire.

En cuanto a la religión tradicional, ella fue sustituida conforme a los procesos de


conversión practicados en la época, dentro del presupuesto de que “es toda esta nación
muy inclinada a religión, verdadera o falsa, y si los cristianos los hubieran dado buen
ejemplo y diversos hechiceros no los hubieran engañado, no sólo fueran cristianos, sino
devotos”, como lo anotara el jesuita Alonso Barzana en 1594. Otro misionero, Antonio
Ruiz de Montoya, en 1651, decía de los Guaraní que “en cierta manera eran ateístas”,
para significar la centralidad de la palabra, del canto y la danza en la religión, y no las
imágenes sagradas tan apreciadas en el catolicismo. Música y danzas de carácter
barroco se sabe fueron de gran agrado de los Guaraní de las Misiones jesuíticas.

La población de las Misiones jesuíticas había alcanzado en 1732 la cifra de


141.162 habitantes, población que, sin embargo, fue disminuyendo rápidamente cuando
los jesuitas fueron expulsados de las Reducciones por el rey Carlos III de España en
1768. Pero no hay que pensar que volvió a la selva, sino que buena parte de esos
indígenas, bien formados en artes y oficios, se hizo pasar por ‘española’, pues la palabra
mestizo apenas era conocida y no gozaba de buena consideración. Otra parte de ellos se
dispersó en el área rural y se convirtió en campesina. Con el tiempo abandonaron sus
apellidos y se tornó política y culturalmente paraguaya.

1.4. Cuadro sociopolítico y cultural al final del siglo XVIII.

Por el año 1782, treinta años antes de la Independencia del Paraguay en 1811, el
gobernador Pedro Melo de Portugal constataba que la población en el Paraguay
presentaba un perfil inexplicable desde el punto de vista genético. En realidad la
población se estaba inclinando rápidamente a ser tenida por “española americana”,
aunque en realidad era mestiza.

Españoles europeos 212 0,2%


Españoles americanos 55.397 56,1%
Indios de servicio 2.971 3%
(originarios)
Indios de los pueblos 7.727 7,8%
(clérigos y franciscanos)
Indios exjesuíticos 19.106 19,3%
Indios criollos 2.593 2,7%
Pardos negros y mulatos 10.746 10,9%
(esclavos y libres)
Total 98.752 100%
(Está censada solamente la población que en la época pertenecía a la gobernación,
del Paraguay, no a la de Buenos Aires).

Cuando en 1848, el presidente del Paraguay declaró extinto por decreto el


régimen de comunidad, para declarar a los habitantes de “los pueblos de indios”, que
eran veintiuno, ciudadanos paraguayos, al mismo tiempo el estado –en fin de cuentas, él
mismo, sus parientes y allegados- se apropiaba y disponía de sus tierras y bienes raíces.

López, a través de un Decreto de 1848, que declaró extinta la comunidad,


permitía al Estado apropiarse y disponer de las tierras de los 21 pueblos de “naturales”,
incluidos los antiguos pueblos-misión de franciscanos y jesuitas, Según un censo de
1846 los indios eran solamente 1.200. Nadie reclamó, su identidad indígena había sido
en realidad transformada: eran católicos, algunos vivían nucleados alrededor de capillas,
vivían de los bienes del campo y algún ganado, y el comercio se basaba por lo general
en el trueque de productos y unos pocos servicios. Pero a pesar de la españolización
masiva la casi totalidad de los paraguayos hablaba solamente guaraní.

La población paraguaya de origen netamente guaraní, aunque muy mestizada,


tuvo que enfrentar un auténtico genocidio, ahora en la Guerra de la Triple Alianza, que
al terminar en 1870 dejó apenas unos 200.000 sobrevivientes -cifra que varía según los
estudiosos-, la mayor parte mujeres y algunos niños.

El genocidio y etnocidio de los Guaraní contactados hasta fines del siglo XVIII
había sido consumado por muerte o asimilación colonial. Los Guaraní históricos del
tiempo colonial habían ido desapareciendo. Permanecieron los que quedaron en las
selvas, en la periferia de las áreas definitivamente ocupadas por paraguayos y colonos
recientes. Lo que los censos no recogían ni nombraban es que muchos Guaraní de la
región oriental habían permanecido libres en las selvas, todavía por “descubrir”.

La movilidad guaraní no ha concluido ni terminado hasta nuestros días. Pero este


aspecto sin duda distintivo ha sido sistemáticamente prejuzgado peyorativamente por
colonos, ellos mismos migrantes también, como nomadismo que justificaría que se les
pueda desplazar de cualquier lugar donde estén.

Los Mbyá, hasta la década del 60, podían ser considerados sin contacto real con la
población paraguaya; sólo la colonización rápida y atropellada por parte de menonitas –
agrupación religiosa anabaptista, de carácter étnico exclusivo respecto a la sociedad
paraguaya– y programas de colonización de los últimos 50 años, ha producido
deforestación masiva que ha facilitado agricultura de exportación y estancias de ganado,
afectando seriamente el hábitat y modo de vida de los Mbyá. Esta gente guaraní -tal es
el sentido de la palabra Mbyá-, reacia al contacto durante todo el tiempo colonial y casi
dos siglos de independencia nacional, hermética frente a los otros y reservada, es la que
se encuentra más presente ahora en las ciudades, con algunas mujeres y niños.

2. Abriendo camino hacia los Guaraní del Paraguay en la actualidad.

2.1. Panorama etnográfico y etnológico de los Guaraní

Para conocer y acompañar a los pueblos guaraní habría que entrar a su tekoha, estar ahí,
escuchar, caminar de día, cantar y danzar de noche. Los que consideramos como los
mejores antropólogos han llevado a cabo experiencias personales de este tipo.

La literatura etnológica relativa a los Guaraní se presenta hoy como una verdadera
selva de papel. El libro O Guarani; uma bibliografia etnológica, indexa 1.163 títulos
desde las primeras noticias de 1528 en cartas, crónicas, artículos y libros, hasta 1987. Su
complemento, La novedad guaraní 16, acrecienta otros 650 títulos entre 1987 y 2002, a
través de los cuales se configuran las principales nuevas tendencias en ese mundo
guaraní: la palabra guaraní -en sus lenguas y lenguajes rituales, relatos míticos y
cantos-; problemas de bilingüismo y de educación escolar; la irrupción de la
etnohistoria; la etnología teológica y cosmovisión; la demografía; la triste realidad de la
práctica frecuente del suicidio, pero también la perenne modernidad y memoria de
futuro tan típicas del mundo guaraní. En particular no faltan los estudios relativos a cada

16 MELIÀ, B, La novedad guaraní (viejas cuestiones y nuevas preguntas); revisita bibliográfica (1987-2002), Revista
de Indias, 64, 230. Madrid 2004: 175-226.
una de las etnias: Paĩ, Avá-Guaraní y Mbyá. En esta amplia bibliografía, no obstante,
hay sin duda huecos y olvidos, pero estarán citadas las obras fundamentales.

Las notas etnográficas y las reflexiones, a veces exóticas y estrafalarias, sobre el


ser y modo de vida guaraní aparecen frecuentemente en los primeros relatos coloniales.
A propósito de la antropofagia, concretamente, es donde se dan las mayores
exageraciones. Cada escritor y cada época brinda de los Guaraní una visión imaginaria
del mismo, y que mejor responde a las intenciones e intereses de quienes escriben.

Los jesuitas a través de cartas e historias aportan elementos que permiten trazar un
cuadro interesante de esos pueblos guaraní con quienes entraban en contacto. A este
respecto el Tesoro de la lengua guaraní (Madrid 1639) del padre Antonio Ruiz de
Montoya, permite configurar y construir una detallada etnografía guaraní, cuando se
hace una lectura sistemática por temas de las palabras –y en ellas la
fraseología- desgajadas del orden alfabético. Los textos coloniales constituyen un
instrumento privilegiado para aproximarnos al modo de ser de los Guaraní, siempre y
cuando podamos pasar del Guaraní de la historia a la historia del Guaraní, esto es,
consigamos escuchar en lo que se dice del Guaraní la voz, a veces encubierta, del propio
Guaraní.

Sin duda, en un futuro próximo, ya se podrán citar trabajos de los mismos


Guaraní, quienes como universitarios están realizando investigaciones sobre diversos
aspectos de su cultura, principalmente en Mato Grosso do Sul, en el Brasil.

2.2. Los Guaraní en la actualidad

Los Guaraní que no fueron absorbidos por el sistema colonial, fueron conocidos
genéricamente en el siglo XVIII, XIX y hasta el XX como ka’agua, kaÿngua o
monteses, los del monte. A ellos se ha referido la sociedad nacional con nombres casi
siempre despectivos: Ava -cuyo significado propio es, sin embargo, Persona, Hombre,
Indio-; Tambeao –los de Paño entre los muslos- que vertido al castellano dio la
denominación peyorativa de Baticola; los Apytere -los Tonsurados-; los Tembekua -los
Labio Perforado-; los Chiripá -por el paño rectangular que se pasa entre los muslos y se
sujeta por sus extremos a la cintura-; Guayakí –los otros ‘ratones del monte’-, y otros
más, registrados con distintas grafías.

Hablamos de pueblos indígenas en el Paraguay, y no pueblos indígenas del


Paraguay, porque muchos de ellos se extienden por otros países que son su territorio
propio y natural y que las fronteras dividieron contra todo derecho. Los Guaraní están
en Paraguay, en Brasil, en Argentina y en Bolivia, y las fronteras son más bien líneas
ficticias trazadas unilateralmente por los Estados coloniales, ”muros de Berlín” en los
que los Guaraní no tuvieron arte ni parte. Lo mismo ocurre con los Ayoreo en Paraguay
y Bolivia; los Toba (Guaycurú) en Paraguay, Argentina y Brasil; los Nivaclé en
Paraguay y Argentina.

Ahora sabemos, gracias a un conocimiento más cercano y real, que la Nación


Guaraní está formada por cinco pueblos o etnias distintas, que hasta la mitad del siglo
XX ocupaban exclusivamente buena parte de sus territorios en los cuales el ingreso de
extraños era muy circunstancial aunque no tuvieran los títulos jurídicos reconocidos por
los Estados.

Estos son los pueblos o etnias:


- Paĩ-Tavyterã. En el Brasil se llaman Kaiowá.
- Avá-Guaraní. En el Brasil, Ñandeva, y en Argentina Chiripá.
- Mbyá. Autodenominación: Jeguakáva, los ‘adornados’. Extendidos también por
Argentina y Brasil.
- Aché. Antes conocidos con el detestable nombre de Guayaquí.
- Guaraní Occidentales (de reciente establecimiento en el Chaco paraguayo).

Cada una de esas etnias presenta aspectos que las diferencian, aunque mantienen
una unidad notable en lo esencial. Al mismo tiempo, el hecho del contacto con países
tan diferentes como Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, cada uno de ellos con
políticas indigenistas diversas, no deja de haber marcado particularidades que con el
tiempo han afectado incluso el núcleo de su modo de ser. Los Paĩ en el Paraguay
mantienen todavía el largo e intenso ritual de iniciación de los adolescentes, que
culmina con la perforación del labio inferior y aplicación del tembetá –piedra del labio o
barbote-, práctica abandonada por los Kaiowá, de la misma etnia, en el Brasil. La
perforación iniciática del labio inferior es una práctica abandonada hoy por casi todos
los Guaraní.

Aún así, y siempre con matices, todas la etnias guaraní actuales, excepto los Aché,
son transfronterizos. En realidad los Guaraní no son una parte integrante de ningún
Estado, ‘están en’ Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay (los hubo incluso
circunstancialmente en Uruguay hace unos 20 años). Ilustra este hecho el mapa Guaraní
Retã 2008 en el que se señalan las más de 500 aldeas y localidades en las que se
encuentran en la triple frontera (ver anexo 1).

Otro mapa, si bien con menos detalle abarca toda el área de esos pueblos que se
reclaman como Nación Guaraní (aunque por razones técnicas no figuren en él los
Guaraní Occidentales -llamados también Chiriguano- de Bolivia y del noroeste de
Argentina) (ver anexo 2).

Los Guaraní de la región oriental del Paraguay hasta la década de 1970 habitaban
la selva. Son ‘los parientes de la selva’, de manera que aquella denominación de
‘monteses’ denotaba, sin pretenderlo, un aspecto característico de su identidad. Sin
títulos jurídicos sobre sus tierras, que ellos mismos no sabían que se requerían, sus
espacios tradicionales fueron usurpados sin ningún aviso previo por el Estado y
adjudicados y titulados mediante ventas y otros mecanismos espurios, incluso contra la
más elemental honestidad jurídica a empresas y propietarios latifundistas. La aplicación
de la justicia en todos esos países, tratándose de indígenas, es discriminatoria; la entrada
de madereros, la invasión de sus tierras y la adjudicación de las mismas a propietarios
privados se han vuelto casos de rutina, que quedan impunes o entran en procesos de
restitución inacabables. El alquiler de tierras indígenas, que trae pobreza y
desintegración de las comunidades, a pesar de estar prohibido por la Constitución
Nacional y las leyes, es practicado como un derecho, incluso por muchos caciques
abusivos.

Sin embargo, hasta mediados del siglo XX, hasta la construcción entre 1956 y
1959 de la ruta que ligaría con el Puente de la Amistad entre Brasil y Paraguay,
siguiendo en parte la picada abierta por los Mbyá, ese “desierto verde” no ofrecía
atractivo para los asentamientos humanos. Esas tierras eran todavía fiscales y
pertenecían al Estado, o a la firma Barthe, pero jurídicamente eran territorios indígenas
a pesar de los papeles.

Entre 1947 y 2007, más de 12.000.000 (doce millones) de hectáreas del


patrimonio nacional de todo el país fueron repartidas sin ninguna planificación ni
política agraria, siendo gran parte de ellas indígenas.

Los pueblos guaraníes de esta región oriental habían permanecido relativamente


libres y con diversos grados de autonomía, vivían hasta la década de los 60 del siglo XX
en ambientes selváticos bien preservados, en casas y ranchos dispersos en espacios de
tierra de extensión muy variable, pero todavía 'a sus anchas'.

La movilidad de los Guaraní está motivada en tiempos recientes -en especial


después del Tratado de Itaipú con el Brasil en 1973- por desplazamientos forzosos
causados por la construcción de represas hidroeléctricas en sus territorios, como las de
Itaipú y Yacyretã, pero de modo decisivo debido a la deforestación de su hábitat
dedicado al cultivo de soja transgénica y el deterioro ambiental causado por la
aplicación de potentes agrotóxicos de perniciosos efectos y daños sobre la población del
entorno.
Deforestación, quema y preparación de un área de cultivo de soja. Foto Beate Lehner.

En cuanto a tenencia de tierra se puede distinguir tres situaciones y tres tipos de


comunidades: con tierra propia, con tierra pero sin título, y sin tierra propia. Por
supuesto esta situación proviene de un nuevo orden jurídico que comenzó en 1981 con
la Ley nº 904: Estatuto de las Comunidades Indígenas, al exigir de hecho la personería
jurídica de las comunidades indígenas para conseguir el título de tierras. Lo complejo
del mecanismo y el hecho de que la mayoría de las tierras indígenas tuvieron que ser
compradas para ser restituidas a los indígenas, ha mostrado la gran dependencia que
tiene los pueblos indígenas de un orden estatal que les es ajeno y por desgracia hostil.
Con muy diversos grados de autonomía, continuaron hasta hoy y aumentaron en
número, aun sin territorio ni tierras suficientes, y a pesar de los ataques y amenazas de
la sociedad nacional.

Falta un estudio pormenorizado acerca de la consecuencias directas que esta


política ha tenido para las comunidades indígenas. Las pocas tierras que se pudieron
asegurar a los indígenas lo fueron, por lo común, mediante compras por parte de
organizaciones filantrópicas extranjeras, generalmente a través de donaciones de los
fieles de iglesias de varias confesiones, especialmente católicas y protestantes.
Una prospección hecha por el Dr. Georg Grünberg y el Lic. Cristóbal Ortiz por los
territorios guaraní en 1977 17 daba cuenta de 96 comunidades de demografía y ocupación
de tierra muy variables. La edición de esos datos pretendía apuntalar la lucha por las
tierras indígenas en la región oriental, ofreciendo un resumen demográfico y socio
económico de las comunidades y un cuadro de las llamadas colonias indígenas, que
contaban ya con resolución jurídica o estaban en trámite. Del territorio de los Paĩ ya se
tenía un mapeo publicado en 1976, aumentado y corregido en la nueva edición de
2008 18.

2.3. Cosmovisión de los Guarani

Desde culturas que tienen otro pensamiento diferente y distante de los Guaraní, se hace
difícil captar su cosmovisión que sin duda ve el mundo y se ve en el mundo desde otra
perspectiva. Una manera de acercarse a ella –y es la que han intentado nuestros mejores
antropólogos, Nimuendaju y Cadogan y algún que otro más, ha sido la de participar en
su estar en el mundo y su ser en el mundo.

La cosmovisión guaraní se presenta como una tradición religiosa en la cual se


imbrican estrechamente los elementos que en otras culturas se suelen distinguir como
visión espiritual y ciencia. El núcleo de la cosmovisión guaraní se puede identificar en
los elementos de un sistema, expresado mística y míticamente en sus palabras y cantos y
practicado en sus rituales. Explicar una cosmovisión diferente de la propia conlleva
ciertamente muchos riesgos, pero se puede intentar por afinidad electiva con ella.

Las interpretaciones que dan los indígenas de su ser en el mundo puede variar
notablemente en las expresiones de uno a otro individuo, de una a otra comunidad. No
son uniformes en sus contenidos, pero se diría que proceden de perspectivas que se
pueden decir comunes.

Siguiendo el modo de vida y lo que de ella dicen los mismos Guaraní hay que
incluir en esta cosmovisión tres aspectos fundamentales de la cultura guaraní que se

17 GRÜNBERG, G. y ORTIZ, C., Población y tierras indígenas en la región oriental de la República del Paraguay.
Asunción: Misión de Amistad/Asociación Indigenista del Paraguay, 1977. 116p.
18 MELIÀ, B., GRÜNBERG, G. y F. Paĩ-Tavyterã; etnografía guaraní del Paraguay contemporáneo. Asunción:

CEADUC/CEPAG, 2008 (2ª ed.).


encuentran tan imbricados como lo están en la cestería -especialmente en la mbyá- los
elementos materiales que son las tiras de corteza de bambú y de las del güembé, y la
forma del canasto y la simbología de sus adornos.

Un concepto que se presenta clave es la noción de teko –el modo de ser- y su


derivado, el tekoha -el lugar que es su condición. La forma de gobierno deriva de esa
cosmovisión y las expresiones religiosas son su fundamento y manifestación.

2.3.1. El tekoha guaraní

Hasta hoy, para los Guaraní la tierra es un cuerpo, como la madre, y no se puede cortar
y vender como se carnearía una vaca. La tierra es un bien común y el medio de
producción principal, entregada por Dios–Creador para un uso conforme a las leyes
divinas que son al mismo tiempo base y fundamento de bienestar. La tierra no puede ser
vendida a particulares por pedazos, no puede ni debe ser privatizada. “Tierra y cuerpo
humano son lo mismo. Nosotros somos la tierra, como lo son nuestros antepasados y los
serán nuestros hijos al mismo tiempo”, dicen los Paĩ. Este cuerpo de la tierra tiene piel y
pelos –que son los árboles- y hasta una orografía de montes y valles y una hidrografía,
como venas por donde circula el agua de la vida, que marcan su agradable relieve y
aspecto. Es una tierra de distintos colores que indican cualidades y aptitudes diversas
para los cultivos.

Los Guaraní conciben la tierra más que como un soporte material, un lugar donde
se lleva a cabo un modo de ser humano y así recurren a la expresión de tekoha y más
precisamente ñande rekoha –el lugar donde somos lo que somos- para enfatizar esta
perspectiva. Teko significa “ser, estado de vida, condición, estar, costumbre, ley, hábito,
costumbre”, polisemia expuesta ya en el Tesoro de Montoya en 1639. El complejo y
compuesto tekoha es el lugar en donde se da este ser propio e identitario. Esta acepción
se mantiene hasta hoy entre todos los Guaraní. Su tierra es un hábitat, una ecología, un
territorio, en el que “se hallan” y se sienten bien. Es fácil comprender la distorsión que
se ha producido en el sistema guaraní al verse acorralados, acosados y frecuentemente
desplazados de su hábitat, negándoseles la condición de poder ser lo que son. A pesar de
tantas arremetidas en contra, esa concepción de territorio es una característica que hasta
ahora se ha mantenido inmune. Sin tekoha no hay teko –sin un lugar donde ser no hay
ser-, y por supuesto no hay teko porã, no hay buen vivir.

Los Guaraní presentan muchas de las características de una población rural. El


hecho de haber elegido zonas poco pobladas y haberse mostrado reacios a la entrada de
personas ajenas en sus espacios, permitió que se mantuvieran bastante aisladas y
conservaran su modo de vida tradicional en lengua, religión y estilo de vida. Los dos
rasgos que los mantienen distintos de los campesinos paraguayos, son la posesión
comunitaria de la tierra, la religión y las formas dialectales de su lengua, especialmente
en el campo ritual.

Los Guaraníes viven en comunidades y en esas comunidades prácticamente todos


son indígenas de una misma etnia y cultura, y por lo común sin mezcla con otras etnias
guaraníes, si bien hay excepciones. Sus casas están separadas, no forman núcleos
urbanos, pero las familias de un mismo linaje suelen estar agrupadas a poca distancia
una de otra con buena comunicación entre sí.

En las áreas y regiones donde los Guaraní han vivido tradicionalmente y en las
cuales reclaman aunque sea algunas parcelas, ellos distinguen sus grandes territorios,
sus tekoha guasu, que a su vez suele ser parte de una territorialidad étnica más amplia
que les ha sido arrebatada 19. Sin tekoha no hay teko; sin lugar donde ser, no hay ser.

El ñande rekoha es el lugar donde somos lo que somos. En el tekoha, que mal se
podría identificar como una tierra de producción de bienes materiales para la venta, se
da también una economía, cuyas actividades son la caza y la agricultura, destinadas a un
sistema de comunicación de estos mismos bienes mediante el don mutuo, que por
definición es relación entre donantes recíprocos; es una economía de reciprocidad, en la
cual el dar completa el producir en una sucesión que no puede quedarse sin respuesta en
ninguno de sus términos: el dar y el recibir. Su ruptura provoca venganza –tepy-. Por
esta razón en el mundo colonial ese tepy se impone como precio de las cosas, que hay
que rescatar y comprar sin otro compromiso posterior. Así la comunicación se rompe.
La economía colonial, basada en el precio de la cosas, es un una sucesión de venganzas.

19 LEHNER, Beate, Los Pueblos Guaraní del Paraguay Oriental. Asunción 2005.
http://guarani.roguata.com/sites/default/files/text/file/uid110/lehnerlospueblosguaranidela...
La acumulación de bienes en una persona o conjunto de personas se convertirá en la
pobreza de aquellos que no tienen nada que dar, porque se les ha quitado la capacidad
de producir bienes apetecibles. La distribución no se hace en virtud del valor de la
persona que también puede y quiere dar, sino de quien puede comprar y pagar, a veces
sacrificando lo más necesario y la dignidad. El pobre es creado así en el sistema colonial
como descartable y sobrante.

En el sistema guaraní el hombre aporta bienes, generalmente de fuera, que


distribuye a los miembros de su familia para su sustento y seguridad, y éstos a su vez le
darán otros bienes que pueden no ser materiales, como respeto, amor y confianza.

La actividad de la caza era y es todavía tarea privilegiada del hombre, mientras la


mujer asegura la distribución en otro nivel, el doméstico. Para eso ella es cosechadora,
portadora y cocinera. Maíz y mandioca son producidos mediante trabajos agrícolas de
los hombres que han derribado los árboles, los han quemado y han preparado el suelo
para la plantación, hecha también por ellos; la mujer los recogerá y los llevará a la casa
donde serán distribuidos como comida para todos, quienes a su vez, en la medida de sus
capacidades, retribuirán con sus propios dones, aunque de otro orden.

Las grandes fiestas, las del maíz, por ejemplo -avati kyry-, representan una
expresión acabada de la circulación de dones entre todos, sin exclusivismos y con una
generosidad que puede parecer excesiva. Todo esto se encontrará presente en los
rituales, en los cuales se comunica a todos los presentes el gran don de la palabra,
ofrecida en su expresión más tradicional, poética y profética, junto con la danza que
también es don del movimiento codificado de los cuerpos, y todos participan según su
condición, adultos, hombres y mujeres, adolescentes y niños. En principio no debe
haber ni compradores ni vendedores en esas fiestas. Todo esto es fuente de bienestar.

Esta cosmovisión que incluye la economía familiar guaraní depende hoy tanto de
los kokue guasu –grandes chacras- de los hombres, como de los kokue'i –pequeñas
chacras- de las mujeres y solamente el equilibrio entre los dos, puede asegurar un
mejoramiento sustentable de la situación económica de los Guaraní, como ha percibido
Beate Lehner a través de su frecuente experiencia de vida con los Guaraní 20.

La consecuencia de estar en el mundo en un tekoha conlleva la equidad entre


naturaleza y seres humanos y entre los humanos entre sí. Esta equidad, que no es
confusión, desciende y a la vez sustenta el mundo espiritual. Los cantos largos –
mborahéi puku- de los Paĩ en sus fiestas del maíz nuevo y por antonomasia en la fiesta
de la perforación del labio de los adolescentes, expresa esta equidad y esta unión
mediante un camino que une la tierra con el cielo y permite pasar de un cielo a otro
cielo.

Así los animales y plantas, el fuego, ríos y cerros tienen almas o guardianes, al
igual que los seres humanos y para el bienestar de estos, el respeto y la comunicación
con ellos es de vital importancia.

La equidad se traduce en una economía de reciprocidad, el jopói, cuya etimología


sería ‘manos abiertas uno para otro’. La cosmovisión guaraní está asentada en ese
equilibrio de dones, no calculados y enteramente gratuitos que hace que el guaraní reko,
este modo de ser guaraní, sea al mismo tiempo tupã reko, lo propio de la divinidad.

Esta visión integral del mundo, significa que los Guaraní no hacen una diferencia
entre el mundo natural y el mundo espiritual, como hacemos nosotros. Lo ‘real’, lo es,
porque es ‘espiritual’.

El uso del fuego, el fuego mismo, los medios para controlar las plagas -insectos o
animales de mayor porte- que atacan las chacras, sin el canto y la oración no valen nada;
entrar en un espacio desconocido no se hará sin la ayuda de decirlo mediante palabras.
La vida guaraní es un continuo hacerse palabra -ñembo’e-. Esta dimensión ‘mágica’,
este uso continuo del canto y la oración en los pequeños y grandes avatares y fases de la
vida, acompaña toda la vida guaraní y es motivo de admiración para el extraño que se
acerca a ella.

20LEHNER, Beate, Territorialidad Guaraní; Ensayo sobre la Relación Territorio – Organización Socio-Política de
los Ava-Guaraní y Paĩ-Tavyterã. Asunción, Servicios Profesionales Socio-Antropológicos y Jurídicos, 2002;
http://guarani.roguata.com/sites/default/files/text/file/uid110/lehnerlosterritorialidad-guarani2002.pdf
En los tiempos modernos no todos los Guaraní tienen una vivencia profunda de
esta unidad entre palabra ‘espiritual’ y realidad cotidiana, pero son raros los que ya no la
conocen. Hace parte todavía de su ser, amenazado ciertamente por otros modelos de
educación y de trabajo.

“El principio de la reciprocidad es el principio básico de la ecología y de la


equidad; por ende, la economía tradicional guaraní es una economía ecológica y
equitativa que contiene tanto la ayuda mutua entre los seres humanos -potirõ (minga)-,
la equidad económica entre hombre y mujer (la mujer productora), como el manejo
sustentable del medio ambiente (agroecología)”, observa Beate Lehner 21.

2.3.2. La toma de decisiones entre los guaraní

Del principio de reciprocidad se derivan las formas de gobierno y la toma de decisiones,


así como la forma religiosa de vivirlas, que arrancan de la estructura de la familia.

La primera unidad de toma de decisiones es la familia extensa, grupo de familias


nucleares relacionadas por parentesco. La descendencia de un abuelo y una
abuela -tamói y jarýi- a la manera de un Abuelo Grande Primero y una Abuela Grande
Primera constituye la base primordial de un gobierno paternal y maternal. Ñande ru y
ñande sy, nuestro padre y nuestra madre, tienen la autoridad que proporciona su ejemplo
y providencia generosa. Para padre y madre hay otra denominación que declara también
sus roles. “Pa’i es una palabra de respeto y con ella nombran a sus viejos, hechiceros y
gente grave, corresponde a ha’i [madre]” 22 .Esta referencia al hechicero hay que
interpretarla en el sentido de que cada padre o madre es una persona unida a lo espiritual
y mágico, siendo también por lo común cantor, sacerdote y profeta, por lo menos
potencialmente.

21 Ibid.
22 MONTOYA, A. Ruiz de, Tesoro de la lengua guaraní. Madrid 1639, verbete pa’i.
Dentro del mundo colonial a los sacerdotes católicos se les llamó y se les llama
hasta ahora pa’i, por su carácter de ‘presbítero’ respetado y también por su hechicería
benéfica. Los misioneros fueron llamados “hechiceros de Dios” y al jesuita Montoya se
le tenía por reencarnación de un famoso hechicero de nombre Kuarasytĩ –Sol
resplandeciente-. Casos semejantes se dan todavía hoy.

Pero, si hay 'médicos' que curan por la palabra con sus rezos y cantos, están
también los 'sabidos': mba’ekuaa, que usan sus conocimientos para hacer el mal. Los
Guaraní les temen, muchas veces prefieren no enfrentarlos, pero cuando los descubren
los tratan como homicidas y llegan a ejecutarlos. Son los moã járy -los dueños del
veneno-; los mba’ekuaa -los 'conocedores'-; los paje vai -los 'hechiceros malos'-; los
poroavykya -'los que hacen trabajos (perjudiciales)', de que hablan los diversos grupos
guaraní. Muchos de ellos todavía usan elementos de magia negra y se acompañan
también de 'oraciones para hacer el mal' 23.

El núcleo de la toma de decisiones entre los Guaraní, por otra parte, no es la sola
familia nuclear, sino la familia extensa, que antiguamente podía contener 80 ‘fuegos’ o
familias nucleares y estaban incluso en una misma casa grande, presidida por el
‘abuelo’. A este los españoles lo consideraron el cacique, como el que manda. En
realidad, esta asimilación a una función de poder y de mando, que tenía al rey como
cabeza. no correspondía a la toma de decisiones entre los guaraní. Los mismos padres y
madres reciben otros nombres que corresponden por lo común a funciones religiosas
que ejercen de manera señalada. Entre los Paĩ está el tekoa ruvicha -el principal de la
comunidad-, que se distingue por su bondad, su sabiduría, su serenidad y
responsabilidad; su reputación puede ser tal que es invitado por otras comunidades para
ceremoniales más complejos.

En otras parcialidades guaraní la estructura no es muy diferente, aunque son


distintas las denominaciones: opygua -el de la casa ritual-, el karaí –el profeta y sabio-,
el karaija –el que bautiza-, el oporaíva -el cantor ritual-. Las más comunes, sin
embargo, entre todos los guaraní, son ñane ramói, ñande ru, pa’i, cuyo sentido no deja

23
SCHADEN, E., Aspectos fundamentais da cultura guaraní, São Paulo, 3ª ed., 1974:126.
nunca de ser religioso, reproduciendo con este nombre la estructura de la familia divina
formada por Nuestro Abuelo Grande Primero, Nuestro Padre Auténtico. La palabra
mburuvicha que prevaleció en el guaraní paraguayo como jefe, presidente o mandatario,
era y es entre los Guaraní apenas una función circunstancial para llevar a cabo una tarea
–una guerra, la construcción de una casa grande, un representante político frente al
mundo de los ‘otros’-. Hay también los que saben curar gracias a sus conocimientos
especiales de plantas medicinales, casi siempre aplacadas con algún rito mágico, a los
que se ha llamado hechiceros, y entre los hechiceros malignos, perseguidos
generalmente y ajusticiados por la comunidad.

Para la toma de decisiones que afectan a una familia extensa, o a las familias de
una parte del tekoha, está el aty –la asamblea-; convocada a veces a propósito de una
cuestión particular en la que se procura el consenso y la participación del grupo es aty
mirĩ -pequeña asamblea-. En la actualidad, los miembros de una etnia para pronunciarse
como un todo sobre uno o varios asuntos internos o externos reunen un aty guasu –una
grande asamblea-. En los últimos años ha habido aty continentales. En el II Encuentro
Continental, que tuvo lugar en Jaguatĩ (Amambay, Paraguay), del 24 al 26 de marzo de
2011, los Guaraní de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay se proclamaron como
Nación Guaraní. En su conjunto el gobierno guaraní está estructurado en torno a la
acción de parlamentar, y ahora tiene su parla-guaraní continental.

Hay que recalcar que en esta forma de gobierno la autoridad y dirigencia


religiosas tienen un rol explícito y manifiesto.
Por otra parte, cada Guaraní tiene voz y voto en la asamblea. Por su parte las
mujeres ejercen se han constituido en lideresas de forma cada vez más frecuente y
notable.

2.3.3. Una religión de la palabra

Para el Guaraní la palabra lo es todo. Y todo para él es palabra. La economía de


reciprocidad se extiende también a la reciprocidad de palabras en la comunidad y con
Los de Arriba. Dar y recibir palabras inspiradas en continua y gratuita comunicación. La
palabra circula en los cantos y los ritos compartidos y en los mitos escuchados y
reactualizados continuamente en las más diversas circunstancias.

No es fácil sistematizar todo lo que es la palabra para un Guaraní, dadas las varias
subculturas, pero se presentan elementos comunes que se pueden resaltar.
.
Los Guaraní conocen y practican el canto y la danza como expresión de unión con
lo divino y reciprocidad comunitaria. Canto y danza se desarrollan en lugares indicados,
equipados con los instrumentos rituales apropiados, como son las maracas en manos de
los hombres, y las tacuaras (guadua), bastón de ritmo, en las de las mujeres, pero
también con la batea para chicha mascada y fermentada, que será distribuida entre los
invitados y participantes. La realización de las danzas rituales es diferente de una
parcialidad a otra, como se puede consultar en varias etnografías específicas 24.

El gran canto largo de los Paĩ -mborahéi puku- , que se es a su vez la expresión
poética y teológica de su cosmovisión.

3. Territorios y pueblos guaraní en el Paraguay actual.

3.1. Dónde están.

3.1.1. Territorio Paĩ


Por los diversos datos históricos que se conocen este pueblo indígena procede de los
Itatín. Estos Guaraní fueron auxiliares de los conquistadores en sus expediciones a
través del Chaco y estaban todavía presentes en la margen izquierda del río Paraguay en
el siglo XVI. Acosados por los Guaycurú-Mbyá chaqueños se retiraron hacia las
serranías del Amambay, lugar de frondosas y ricas florestas con abundancia de pescado
y animales del monte para su sustento y suelos muy apropiados para la agricultura de
maíz y leguminosas, de las que conservan y guardan con celo las semillas nativas
tradicionales.

Los Paĩ Tavyterã, aunque ya habituados anteriormente a trabajos temporales de


changa y peonaje, gracias a la creación de unas 30 “colonias” a partir de 1974 que les
restituyeron parte de sus tierras, entraron en un proceso de afirmación cultural con
buenos resultados. Son los únicos que conservan los rituales de la iniciación masculina,

24 Para una visión de la religión de los tres pueblos, paĩ, avá (chiripá) y mbyá, véase MÜLLER, F., Etnografía de los
guaraní del Alto Paraná. Rosario 1989, 134 p. [Trad. de: Beiträge zur Ethnographie der Guarani Indianer im
Östlichen Waldgebiet von Paraguay. Anthropos, XXIX e XXX. St. Gabriel, Modling, 1934-1935]. 1989, 134p.;
SCHADEN, E. (nota 23); para los Avá, NIMUENDAJU, C.U. (nota 3); CADOGAN, L., Cómo interpretan los
Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual, Revista de Antropologia, VII, 1-2:65-99. São Paulo, 1959; CHASE-SARDI,
M., El precio de la sangre; estudio de la cultura y el control social entre los Avá Guaraní. Asunción, 1992; para
los Mbyá, CADOGAN, L., Ayvu rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guaraní del Guairá. São Paulo: Univ. de São
Paulo, 1959; para los Paĩ, CADOGAN, L., Aporte a la etnografía de los Guaraní del Amambái, Alto Ypané. Revista
de Antropologia, X, 1-2: 65-91. São Paulo, 1962; Ñane Ramói Jusú Papá Ñengareté. Canto ritual de Nuestro
Abuelo Grande (el Creador), Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo Paraguayo, III, 1-2:425-450.
Asunción, 1968; MELIA, B. y GRÜNBERG, G. y F., Paĩ Tavyterã; etnografía guaraní del Paraguay
contemporáneo. Asunción (2ª ed.) 1976.
que comporta la perforación del labio inferior en el cual colocan el tembetá –piedra del
labio– 25.

En el III Censo de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas de 2012 26 se


registran 47 comunidades Paĩ- Tavyterã en el Departamento de Amambay, 28 en el de
Concepción, 6 en San Pedro y 3 en Canindeyú, en 3 conjuntos principales agrupados en
tres tekoha guasu, si bien con gran autonomía de los líderes de cada comunidad según el
prestigio religioso y político de sus líderes.

Las variaciones operadas en los tiempos recientes con motivo de la institución de


la “comunidad” como ente jurídico autónomo con Personería Jurídica y Título de
Propiedad sobre un territorio comunitario, según la Ley 904/81, aunque supuso una
transformación del tekoha tradicional, les permitió a los Paĩ, como anotaba Beate
Lehner en 2008 27, “mantener, dentro del espacio jurídico y geográfico de la comunidad,
el sistema social, legal, religioso, político y económico propio, sin que tengan que temer

25 MELIÀ, B, GRÜNBERG, G y F, Los Paĩ-Tavyterã…. Asunción, 2008. Esta monografía recoge los aspectos
fundamentales de la cultura paĩ en la actualidad y su trasfondo tradicional.
26 Resultados preliminares 2012, Fernando de la Mora, Paraguay, 2013
27 LEHNER, B. en: Melià, B. 2008: 91-92.
la interferencia de las autoridades nacionales o de personas indígenas o no-indígenas
que no pertenecen a la comunidad”.

“El derecho de autogobierno de la comunidad, el derecho de gobernarse según sus


tradiciones, es legalmente y -gracias a la firmeza de los Paĩ- de facto, reconocido por la
sociedad nacional. […] Así, la organización socio-política del tekoha paĩ, la unión de
varios grupos locales bajo el liderazgo de un tekoha ruvicha (líder religioso) y un
mburuvicha (líder político) que gobierna con el consenso del Aty Guasu (asamblea
general), se mantiene vigente en la comunidad paĩ”.

A pesar de estos aspectos positivos en la búsqueda de una ecuación con el derecho


civil paraguayo, hay que decir que con este, como con los demás pueblos indígenas en
el Paraguay, la legislación y política real no ha tenido en cuenta los principios de la
misma Constitución Nacional de 1992, no respetando el derecho consuetudinario de
esos pueblos, siempre relegándolo a un plano secundario y de subordinación, en parte
por ignorancia del Poder Judicial, pero también por intereses espurios y corrupción en la
aplicación de la ley, cuando se trata de tierras indígenas.

Respecto al territorio tradicional, unidad de hábitat y de cultura, delimitado sin


“líneas” o “cortes” artificiales, por accidentes geográficos (ríos, cerros, etc.) y por el
territorio de otro tekoha, la asignación contemporánea nunca consiguió atenerse a los
derechos de posesión inmemorial. La comunidad ocupa hoy un espacio muy limitado, si
bien los Paĩ no renuncian a sus derechos territoriales ancestrales. Divisiones y
subdivisiones de comunidades y en sentido inverso la cohabitación de miembros de
varias comunidades en una sola, son aspectos que ponen a prueba la capacidad de
adaptación de los Paĩ. Por esta razón, existen hoy varias comunidades con una
población que proviene de dos o más tekoha tradicionales, como ha sido remarcado con
justeza por la misma investigadora de larga convivencia con los Paĩ.

Para visualizar el proceso de los Paĩ en el Paraguay puede ser útil la observación
de su territorio en 1974, cuando se estaban identificando las áreas susceptibles de ser
devueltas a sus legítimos dueños, en un tiempo en que la situación agraria permitía
todavía con cierta facilidad este tipo de operaciones, en ese entonces los Paĩ eran
demográficamente mayoritarios en las localidades.
Comunidades de la misma etnia, que se identifican como kaiowá, están en su
hábitat tradicional de Mato Grosso Sul, rodeados de campos de soja.

3.1.2. Territorio Avá-Guaraní


Los Avá-Guaraní de la región yerbatera de Mbaracayú son conocidos en la
documentación histórica desde las primeras entradas de los españoles que en su afán de
servirse de los indios que les fueron encomendados fundaron en esa región llamada
Guairá -nombre de un cacique- las ciudades Ciudad Real (1557) y Villarrica (1570). En
la época de los primeros contactos con la colonia se dice que los Guaraní del Guairá
eran 200.000, y hay fundamento para suponer que pudieron haber sido 800.000
habitantes.
A la misma región entraron los jesuitas, primero como misioneros itinerantes,
para establecer desde 1610 una serie de ‘Reducciones’, las primeras fueron las de
Loreto y San Ignacio, donde los Guaraní dispersos por las selvas eran congregados en
poblaciones grandes, base para una vida cristiana. Hacia 1631, cuando las trece
Reducciones, atacadas repetidamente por los ‘bandeirantes’ –abanderados- del Brasil
tuvieron que transmigrar río Paraná abajo, aquel territorio quedó supuestamente
deshabitado. Sin embargo, no lo habrá sido del todo, pues se les conocerá bajo el
nombre genérico de monteses o kaynguã en el siglo XIX y reaparecerán con el nombre
de Chiripá, cuando se reactiva la producción de la yerba mate –‘oro verde’- a fines del
siglo XIX a través de la empresa La Industrial Paraguaya de capital argentino-inglés, el
que hacia 1915 había acumulado una extensión de 2.647.727 de hectáreas, lo que
significaba la usurpación permitida por el gobierno de los territorios de los Chiripá,
incluyendo gran parte del de los Paĩ y de los Mbyá 28 . Los Chiripá acabarán siendo
extranjeros en su propia tierra.

La descripción científica de esta etnia fue elaborada por Curt Nimuendaju Unkel
que estuvo entre ellos en 1904, que fue recibido y bautizado como miembro de una
comunidad y recoge los nombres de otras parcialidades de la misma etnia en el Brasil.
El grupo que lo acogió a él fue el Apapokuva, admirablemente descrito desde la
perspectiva religiosa manifiesta en sus danzas, cantos y mitos 29, y donde todavía siguen
presentes desde las inmediaciones del río Paraná hasta las costas atlánticas, aunque no
siempre en sus tekoha antiguos.

El nombre de Chiripá, con que fueron conocidos en Paraguay estos Guaraní de


hecho han aceptado sin mayor problema, es sustituido en la actualidad por su
autodenominación que es Avá Guaraní –Avá Katú, Avá Katú Eté- que significa con
mayor o menor énfasis, ‘persona guaraní, auténtica, verdaderamente auténtica’-. Entre
ellos se conocen otras autodenominaciones que recogen algún aspecto característico de
su identidad o localización, como aparece en el mapa: Ava Katu Ete –los auténticos-,
Ka’a Rugua –los del Rincón del Monte-; Kanindejugua –los de Kanindejú, región de

28 KLEINPENNING, J.M.G., Rural Paraguay 1870-1963. A geography of progress, plunder and poverty, vol. I.
Madrid: Ibero-americana/Vervuert, 2009: 629, f. 11.2.
29 NIMUENDAJU, C.U. As lendas da criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapocúva-

Guarani. São Pulo, 1987 (1ª ed. en alemán en 1914).


guacamayos kaninde aúreos - y Paranagua –los de la costa del Paraná-. En las zonas
aledañas del Brasil se extienden numerosas aldeas y tierras indígenas, del mismo
pueblo, conocidas como Ñandeva, o simplemente Guaraní. La misma etnia se encuentra
también en el litoral atlántico paulista.

León Cadogan visitó a los Chiripá modernos desde 1952, y los conceptúa como
los Guaraní más aculturados de tal manera que apenas se distinguirían de un campesino
paraguayo. Pero es él mismo quien describe emocionado la riqueza, amplitud y
profundidad de la religión y lengua de ese pueblo guaraní manifestada, aún ahora, en
sus danzas y cantos rituales 30. También para estos Guaraní la palabra lo es todo, fuente
y expresión de su identidad, y resienten que su dialecto propio esté siendo dejado de
lado por la generación más joven.

Los Avá–Guaraní de los Departamentos Canindeyú, Alto Paraná y San Pedro


serían el pueblo que manifiesta mayor contacto con la sociedad nacional por una larga
tradición de trabajo temporal –changa- en los yerbales y estancias de su zona. La
realización de la gran represa binacional hidroeléctrica de Itaipú en 1973 fue causante
de la pérdida de 36 aldeas, sólo en Paraguay, que quedaron sumergidas en el lago ahí
formado y que hasta ahora no han recibido la prometida reubicación.

30 CADOGAN, L. Como interpretan los Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual. [Asunción: Ed. del autor, 1959). 40p.
Una investigación más moderna, que recoge los datos de Cadogan, aportando nuevos datos, es la de CHASE-
SARDI, M, El precio de la sangre. Asunción 1992. 368p.
En el Censo de 2012 fueron registradas 19 comunidades avá en el Departamento
de San Pedro, 7 en Caaguazú, 31 en Alto Paraná, y 116 en Canindeyú, 3 en el Central y
2 en Asunción capital. Las 36 comunidades desaparecidas bajo las aguas de la represa
de Itaipú tuvieron que encontrar por su propia cuenta donde poner el pie, o asimilarse a
otras comunidades donde el proceso de asimilación psicosocial ha sido difícil.

Los Avá-Guaraní del Paraná quedaron de hecho invisibles e indefensos, pero


tienen cada día más conciencia de que fueron despojados compulsivamente por la Itaipú
Binacional, que no honró sus compromisos asumidos ni cumplió el Convenio 107, Ley
63/68 y no atendió las recomendaciones de los informes interinstitucionales e
interdisciplinarios de los años 1975, 1976 y 1977. Reivindican sus derechos,
reconocidos incluso por leyes y contratos. “Nuestro Padre Grande –Ñande Ru Vusu–
nos entregó el río para que lo cuidemos”. Y recuerdan: “Fuimos despojados
compulsivamente por la Itaipú Binacional; 534 familias fueron expulsadas de su
territorio”. La prometida y obligada devolución de esas tierras está empantanada en un
proceso interminable y agotador hasta hoy. Por otra parte, hay conflictos serios con
campesinos paraguayos que intentan ocupar las tierras indígenas que están menos
protegidas y defendidas que los grandes latifundios y áreas de ocupación brasileña.

Efectivamente, la presencia de los brasiguayos –colonos de origen brasileño de


diverso origen y estatus socio-económico, entre los que dominan los descendientes de
alemanes- se han establecido en su territorio. La zona de los Avá-Guaraní, por ser de
extraordinaria calidad de suelo y donde había las más preciadas selvas, se ha visto
codiciado y acosado insistentemente. Las tierras todavía de dominio indígena son
alquiladas con efectos de aumento de pobreza y desintegración socio-política de las
comunidades. La economía tradicional y el modo de vida se encuentran ante un gran
desafío al que responden con diversas estrategias, siendo la organización de las
comunidades y de sus líderes la más esperanzadora.

Entre los Avá fue desarrollado un programa de educación escolar que permitía ir
más allá de la del ciclo primario y aún acceder al bachillerato y profesionalización. Este
derecho, sin embargo, ha derivado hacia la promoción de un estatus privilegiado
individual, sobre todo como docentes y agentes de salud, funcionarios del Estado, que
no ha llevado a una profundización de su identidad. Entre ellos es preocupante el
abandono de su lengua propia, sustituida poco a poco por el guaraní paraguayo.

3.1.3. Territorio Mbyá


Los hoy llamados Mbyá –la ‘gente’, en guaraní- tuvieron contactos con los misioneros
jesuitas en la década de 1740 durante varias expediciones llevadas a cabo por las selvas
del Tarumá y Mba’e Verá en las inmediaciones de los ríos Acaray y Monday. La
etnografía que de ellos traza Martín Dobrizhoffer 31 coincide, siendo descripciones
elaboradas en el siglo XX, con las realizadas en tiempos anteriores. Aparece un grupo
de tres personas completamente aisladas, sin contacto con otros indios. El misionero y
sus acompañantes guaraní se quedan maravillados de su sorprendente fonética; kuarasy,
jasy y che rasy eran pronunciados: kuaratschy, jatschy, che ratschy –sol, luna, estoy
enfermo-, un rasgo que se mantiene como distintivo hasta hoy, así como la ausencia casi
total del fonema h aspirado.

La intentada misión jesuítica, que quería reunirlos en San Estanislao y San


Joaquín, tuvo poco éxito, si bien paradójicamente son los Guaraní-Mbyá quienes han
creado y mantienen con fuerza el mito del Ketschuita, así como el uso del rave -rabel- y
mba’e pu -guitarra-, instrumentos musicales de origen colonial, que ahora son típicos y
esenciales en sus ceremonias rituales más exclusivas y propias.

Los misioneros de la Congregación del Verbo Divino en la década de 1910


iniciaron la misión de Pa’ihá en las márgenes del Monday con los Mbyá y otra en
Caruperá con los Paĩ y Avá (Chripá), en 1920, siendo ambas disueltas en 1924. Fue
gracias a las indagaciones del padre Franz Müller 32, notable etnógrafo, que se supo que
los kaỹngua –los monteses– eran en realidad cuatro parcialidades guaraní diferentes: los
Paĩ, los Mbyá y los Chiripá (hoy autodenominados Avá-Guaraní) y los Aché, por
entonces llamados todavía Guayakí.

Un poco más tarde, León Cadogan, desde 1921 inició una relación de amistad y
compromiso que perduró hasta su muerte en 1973, y tuvo como resultado varias obras

31 DOBRIZHOFFER, M., Historia de los Abipones, t. I, Resistencia, 1967: 151-191.


32 MÜLLER, F. (nota 24): 197-209.
clásicas como Ayvu Rapyta, textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá (1959) e
Ywyra Ñe’ẽry; fluye del árbol la palabra (1971), donde por primera vez tenemos un
registro auténtico y respetuoso de la palabra mítica y ritual de los Mbyá –en cierto modo
‘idioma secreto’-, así como de la lengua de uso común 33.

33
CADOGAN, L., Diccionario Mbyá-Guaraní – Castellano. Asunción, 1992.
Como se ve en el mapa, hay dos grupos diferenciados. Los del norte, Kaynguã,
casi desconocidos incluso por los etnógrafos, y los del sur, Mbya, cuya sabiduría en sus
palabras auténticas fue divulgada en la compilación y comentarios de Cadogan. Los
Mbyá mantienen una cultura muy conservadora, con intensos y fascinantes rituales, por
otra parte muy reservados frente a los jurua -los pelos en la boca, los bigotudos- como
caracterizan a los no indios, aunque sean lampiños. En el Departamento de Concepción,
donde el censo de 1992 no se detectó más que 3 pequeñas comunidades, se relevaron 8
en 2012. Una observación que es válida para los Mbyá en general, se refiere a la
sistemática y fuerte oposición que mostraban sus líderes a ser contados, y la dificultad
del censista para acceder a sus ‘refugios’. En el Departamento de San Pedro son 13 las
comunidades; 13 también en el de Guairá; 55 en Caaguazú; 26 en Caazapá y 38 en
Itapúa. En estos últimos cuatro últimos departamentos la casi totalidad de la población
indígena pertenece al pueblo mbyá, que domina también en el Alto Paraná desde el río
Monday hasta el sur, con sus 21 comunidades. En Canideyú, 19, de ellas 9 agrupadas en
una determinada zona y otras salpicadas entre los Avá. Hay un núcleo mbyá en
Asunción y 4 asentamientos en el Departamento Central. Luego, hay una creciente
presencia de los Mbyá en la capital Asunción y en otros centros urbanos como Ciudad
del Este.

Los del norte hasta el presente se ven menos acosados por la presión sojera; los
del sur viven en continuo sobresalto debido a sus fertilísimas tierras, en las cuales a la
deforestación ha seguido el “desierto” de la agricultura mecanizada a gran escala. Las
áreas que les han asignado no pueden satisfacer las exigencias mínimas de un tekoha, y
esa deficiencia se traduce en desorganización social y religiosa.

La fragmentación en comunidades que rebasan apenas el grupo de una familia


extensa por lo que se sabe es una característica del modo de ser mbyá, que aseguraba
una gran autonomía y una notable profusión de líderes carismáticos, que sustentaban la
riqueza y variedad de sus cantos y oraciones rituales; de ellos se ha dicho con toda
verdad que son los poetas y profetas de la selva, dando muestras de una sabiduría que
solo puede venir de Los de Arriba.

Relativamente dispersos, en ese amplio espacio de un tekoha sin solución de


continuidad, por el que caminaban visitando las trampas o descubriendo una colmena y
aprovechando los cogollos de las palmeras repletas de sustanciosas larvas, encontraban
lo necesario para un moderado consumo y un buen vivir. En esos territorios particulares
se desarrollaba una convivencia y una organización social muy libre, donde la autoridad
era el padre, a la vez médico y líder religioso. Los Mbyá no son una sociedad contra el
Estado 34, como se ha dicho, pero sí una sociedad libre del Estado y sus imposiciones,
que sin embargo han tenido que tener en cuenta cuando se han visto envueltos en un
mundo de leyes de aplicación arbitraria y corrupta. En la medida en que han podido
mantener un micro tekoha, aunque no sea más que una migaja de su antiguo dominio,
están viviendo su teko.

En muchas aldeas mbyá se encuentran hoy apenas el abuelo tamõi y/o abuela jarýi
que sustentan la autoridad social y moral de la familia extensa.

La neocolonización que se perpetúa en la región no ha conseguido desestructurar


la identidad cultural mbyá, pero la hace cada día más difícil. Ciertamente no todo está
perdido. Los mapas de localización puntualizados en los críticos años de dictadura en
1977 por Jorge Grünberg y Cristóbal Ortiz 35 del Proyecto Paĩ-Tavyterã y del Guaraní,
todavía permitían identificar los territorios tradicionales, “las tierras en donde vivían
mis abuelos”, poco antes de los 60 o 70 del pasado siglo 36. El proceso de mudanzas en
los Mbyá -que Moisés S. Bertoni califica como los indios más herméticos de América
del Sur- ha seguido el camino y el ritmo del acoso, invasión, usurpación y desamparo
legal a los que se han visto arrojados.

La consecuencia manifiesta de esta cadena de factores ha sido el desplazamiento


hacia lugares impropios y la atomización de sus comunidades.

Los Mbyá son el pueblo guaraní más numeroso en el Paraguay y el más disperso,
con un espectro de presencia que va desde el norte hasta el sur del país. Migraron hacia
la provincia argentina de Misiones y desde por lo menos 1932 se los encuentra en
Brasil, especialmente en la costa atlántica de los cinco estados sureños.

34
CLASTRES, P., La société contre l’État. Paris: Les Editions de Minuit, 1974.
35 GRÜNBERG, G. y ORTIZ, C, Población y tierras indígenas en la Región Oriental de la República del Paraguay.
Asunción: Misión de Amistad y AIP, 1977.
36 LEHNER, B., 2011.
Los Guaraníes tienen presencia actualmente en casi todos los departamentos
políticos de la República, excepto en los de Paraguarí, Ñeembucú y Misiones, si bien
estaban en los dos últimos hasta que fueron removidos al instalarse en sus áreas de sus
viviendas las obras de la represa hidroeléctrica de Yacyretã.

Hasta principios del siglo XXI eran raras las familias que se trasladaban a vivir en
las ciudades. Pero el fenómeno fue aumentando en la medida que sus selvas fueron
deforestadas –incluso con su participación, a cambio de miserables aportes en especie o
dinero-, su sistema de gobierno se resquebrajó y prevaleció la fragmentación de
intereses particulares y se diluyó la práctica ritual por falta de dirigentes capacitados y
confiables; así vemos cada vez más a indígenas en las ciudades más importantes,
mendigos pidiendo limosna y acampados en espacios reducidísimos e insalubres. Esta
situación tan vergonzosa motiva en la sociedad nacional sentimientos de conmiseración,
pero mucho más de vergüenza y malestar cuando se toma conciencia de que esta
situación es el resultado de la injusticia y de la discriminación histórica y política contra
poblaciones originarias, como la Guaraní, que continúa siendo un referente de orgullo
nacional en el imaginario abstracto.

3.1.4. Territorio Aché


Los Aché -las Personas- son un pueblo que por ser libres en el monte estuvieron en el
siglo XX en estado de fugitivos, perseguidos y acosados continuamente. Se admite que
son los más arcaicos de la región oriental, no de familia tupi-guaraní, sino guaranizados.
Los Mbyá los conceptúan míticamente como siendo parte de ellos, pero rechazados ya
en tiempos remotos por haberse presentado desnudos en la danza ritual.

Las razzias contra ellos llevadas a cabo por los motivos más fútiles -porque se
habían hurtado unas mazorcas de maíz o una sandía, porque andaban desnudos, porque
al no estar bautizados serían animales- solían saldarse con muchas muertes y
apropiación de criaturas, niños y niñas de corta edad, que eran vendidas en la plaza de
pequeños pueblos rurales o adjudicadas a familias adoptivas que el final las retenían
como servidores domésticos. Los sobrevivientes cuentan horrores de esa etapa.

El escándalo se hizo manifiesto y fue denunciado ya desde 1959 por el señor León
Cadogan. Pero la persecución continuaba y no terminó hasta que en 1972 los últimos
Aché salieron del monte y se entregaron vencidos y ‘muertos’ a sus captores. Esta su
agonía la expresaban en sus tristes y conmovedoras endechas. En ese proceso de
‘civilización’ habían perdido sus tierras, fueron obligados a mudar su dieta alimenticia,
fueron hacinados en asentamientos insalubres, donde las enfermedades se propagaron
por contagio y los diezmaron en mayor número que en las razzias, hechos que el
gobierno dictatorial de la época procuró ocultar y silenciar.

Los niños que quedaron entre familias paraguayas, perdieron su lengua y tuvieron
dificultad para reintegrarse en sus grupos de origen.
Los Aché están ahora agrupados según sus parcialidades: Aché Gatú, Aché Iroiã,
Aché Wá y Aché Purã. Están en la actualidad en seis comunidades: Chupa Pou, Arroyo
Bandera y Kuẽtuvy, en el departamento de Canindeyú; Puerto Barra, en Alto Paraná;
Ypetymí, en Caazapá, y Cerro Morotĩ, en Caaguazú.

3.1.5. Territorio guaraní occidental


La parcialidad de los Guaraní Occidentales en Paraguay tiene su origen en la guerra del
Chaco con Bolivia (1932-1935). Los Guaraní del Isoso confraternizaron con el ejército
paraguayo hasta tal punto que uno de sus líderes, Casiano Barrientos, fue declarado
traidor por los bolivianos y fue asesinado, cuando volvió a su tierra. Un grupo de
Guaraní e Isoseños, todos de lengua guaraní, un millar, decidieron quedarse en el ahora
Chaco paraguayo, confiados en la promesa por parte de los militares de que recibirían
títulos de propiedad de sus tierras y una vaca lechera. Estos Guaraní pidieron que se
establecieran misiones católicas al estilo de Machareti, de donde muchos procedían, y
de hecho fueron confiados a los padres Oblatos de María Inmaculada, que ya trabajaban
con los Nivaclé. Así fueron creadas la misión de Guachalla (1941) y Santa Teresita
(1942).

Estos Guaraní Occidentales en el Paraguay habían sido llamados Guarayo –que no


se deben confundir con los actuales Guarayo de Bolivia-, mientras que hay otro grupo,
originalmente conocidos como Guasurangüe en Bolivia, y en Paraguay como Tapieté o
Ñanayguá, que ahora optan por la denominación Ñandeva –no confundir tampoco con
los Ñandeva del Brasil, que son Avá Guaraní-.

“El ser católicos constituye un distintivo esencial de su identidad para los Guaraní
Occidentales…, que condujo a una incorporación total del culto de la religión cristiana a
la cultura y sociedad de los Guaraní” 37 . Desde un punto de vista más crítico, sin
embargo, se puede notar un fuerte sincretismo; la hechicería maligna está lejos de haber
desaparecido y la fiesta del “caranaval” que atrae buena cantidad de visitantes externos
para la ocasión, se atiene enteramente a la estructura y creencias ancestrales, en las que
las máscaras de los “abuelos” reviven los espíritus de los muertos. “Tuvimos la
impresión, dirán Georg y Friedl Grünberg, que este sincretismo relativamente armónico
entre creencia guaraní y religión católica permaneció imperturbable porque los
misioneros desconocen completamente el campo de las creencias espirituales
guaraní” 38 . El rechazo de la lengua guaraní por parte de los misioneros tanto en la
predicación como en la liturgia ha sido una constante, aunque en los últimos años ha
habido cambios significativos. Dos Guaraní Ocidentales son ahora sacerdotes católicos.

37 GRÜNBERG, G. y F, Los Chiriguanos -Guaraní Occidentales- del Chaco central paraguayo. Asunción:
CEADUC, 1975: 32.
38 Ibid.
Los Guaraní Occidentales son quienes presentan el mayor grado de educación
formal en toda la República y no son raros entre ellos los profesionales, docentes,
agentes de salud, mecánicos, músicos en el ejército, servidores especializados.

Todos esos Guaraní están localizados en el Departamento chaqueño de Boquerón;


los Guaraní Occidentales lo están en 22 comunidades y los Ñandeva, menos numerosos,
en otras 19, según el Censo de 2012.
Los Guaraní Occidentales tienen la ventaja sobre los otros Guaraní de la Región
Oriental, quienes se encuentran continuamente hostigados y vejados, acorralados aún en
las pequeñas áreas que fueron compradas de sus usurpadores, que se encuentran
bastante tranquilos es sus posesiones. La amenaza proviene más bien de los intentos
permanentes de asimilación que conlleva la pérdida de su identidad.
3.2. Aspectos generales sobre su localización
El número de aldeas y comunidades guaraníes y su aglomeración en determinados
lugares de la región oriental es notable. El Censo de 2012 permite ver la densidad
poblacional en ciertos departamentos, que a su vez son aquellos en los que se
concentran las mayores áreas sustraídas actualmente para la agricultura mecanizada que
desaloja a la población tradicional del lugar, indígenas y campesinos.

Desde que llegaron a esta región hoy llamada Paraguay, que en el curso de su
historia ha visto diversas desmembraciones, por decisiones políticas durante la colonia o
por pérdida de soberanía a consecuencia de guerra de la Triple Alianza (1865-1870)
estos pueblos Guaraní fijaron su hábitat y morada tradicional en el monte y selva
subtropical, donde se mantuvieron con pocos cambios respecto a los lugares
tradicionales. En realidad, sólo a partir de los años 60 del siglo XX se produjeron
transformaciones profundas, que alteraron selva, tierra y cursos de agua, y de manera
sustancial a partir de 1973, con la firma del Tratado de Itaipú (1973) y la entrada de
‘brasiguayos’ y empresarios del agronegocio –producción de soja y ganadería-. Los
pueblos guaraní de esta región están todavía, sin embargo, en ambientes selváticos más
o menos preservados, en casas y ranchos dispersos en espacios de tierra de extensión
muy variable, siempre menor que la necesaria para poder vivir dignamente, conservar y
reproducir su modo de ser, su lengua, su cultura y religión.

En cuanto a tenencia de tierras se puede distinguir tres situaciones y tres tipos de


comunidades diferenciadas: con tierra propia, con tierra sin título, sin tierra propia. Por
supuesto esta situación proviene de un nuevo orden jurídico que comienza en 1981 con
la Ley nº 904: Estatuto de las Comunidades Indígenas, al exigir de hecho la personería
jurídica de las comunidades indígenas para poder tener título de tierras. Lo complejo del
mecanismo y el hecho de que la mayoría de las tierras indígenas tuvieron que ser
compradas para ser restituidas a los indígenas, ha mostrado la gran dependencia que
tienen los pueblos indígenas del Estado paraguayo que les es de hecho contrario. Esto es
válido tanto para los guaraníes de la región oriental, como para los del Chaco.

Los Guaraníes marcan presencia actualmente en casi todos los Departamentos


políticos de la República, excepto en los de Paraguarí, Ñeembucú y Misiones, si bien
estaban en los dos últimos hasta que fueron removidos al instalarse en sus áreas las
obras de la represa hidroeléctrica de Yacyretã.

Hasta principios del siglo XXI eran raras las familias que se trasladaban a vivir en
las ciudades. Pero el fenómeno fue aumentando en la medida que sus selvas fueron
deforestadas –incluso con su participación a cambio de miserables aportes en especie o
dinero-, su sistema de gobierno se resquebrajó y prevaleció la fragmentación de
intereses particulares y se diluyó la práctica ritual por falta de dirigentes capacitados y
confiables; así vemos cada vez más a indígenas en las ciudades más importantes,
mendigos pidiendo limosna y acampados en espacios reducidísimos e insalubres. Esta
situación tan vergonzosa motiva en la sociedad nacional sentimientos de conmiseración,
pero mucho más de vergüenza y malestar cuando se toma conciencia de que esta
situación es el resultado de la injusticia y de la discriminación histórica y política contra
poblaciones originarias, como la Guaraní, que continúa siendo un referente de orgullo
nacional en el imaginario abstracto.

Uno de los desalojos más arbitrarios acaba de tener lugar en el Departamento de


Canindeyú, donde la aldea avá-guaraní, Y’apo, en la mañana del 20 de mayo de 2014,
fue sorprendida por policías, agentes fiscales y “peones” de la estancia La Laguna S.A.,
quienes quemaron viviendas y destruyeron lugares sagrados de los Ava Guaraní. La
comunidad cuenta con 170 miembros que ocupan este su territorio donde, según
estudios históricos y antropológicos ya estaban asentados desde por lo menos desde año
1900. Los intervinientes acompañados por los abogados de la firma La Laguna S.A
realizaron la destrucción y quema de más de 100 viviendas. Pero los Guaraní resisten y
han ocupado de nuevo sus espacios en el mismo lugar (26 de mayo). Este tipo de
acciones y las amenazas continuas, son habituales, mientras la justicia deja impunes a
los agresores.

3.3. ¿Cuántos son?; datos demográficos relevantes:


El Censo Nacional Indígena de Población y Viviendas 2012 permite acceder a un
cuadro cuantitativo y geográfico bastante confiable sobre población guaraní en el
Paraguay.
San Alto Asunción y Presidente Alto
Pueblo TOTAL PAÍS Asunción Concepción Guairá Caaguazú Caazapá Itapúa Amambay Canindeyú Boquerón
Pedro Paraná Central Hayes Paraguay

TOTAL 112.848 461 3.998 3.572 1.221 9.425 3.547 2.370 7.042 2.458 11.852 13.484 25.789 23.950 4.140

GUARANI 60.930 339 3.518 3.355 1.221 9.425 3.547 2.338 6.875 710 11.852 13.484 0 4.605 0
Guaraní Occidental 2.379 0 0 167 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2.212 0
Aché 1.942 0 0 0 0 269 450 0 172 0 0 1.051 0 0 0
Ava Guaraní 17.697 253 142 1.524 0 946 0 0 5.061 379 197 9.448 0 0 0
Mbya 21.422 86 1.507 1.273 1.221 8.210 3.097 2.338 1.642 331 0 1.803 0 0 0
Paĩ Tavyterã 15.097 0 1.869 391 0 0 0 0 0 0 11.655 1.182 0 0 0
Guaraní Ñandéva 2.393 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2.393 0

Fuente. Resultados preliminares. III Censo Nacional de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas. DGEEC. 2012.

Comparado con los datos de apenas 10 años atrás, el aumento es considerable:

Aché 1.242
Avá 13.872
Mbyá 14.624
Paĩ-Tavyterã 13.391
Guaraní Occidentales 2.359
Guaraní Ñandeva 2.021
Total 47.518

4. Lengua y dialectos de los Guaraní

4.1. Unidad y variedad


No hay una sola lengua guaraní, sino muchas variedades, que podemos llamar dialectos
del guaraní.

Estas variedades dialectales son probablemente anteriores a la llegada de los


diversos grupos al Paraguay. Las variedades de lengua guaraní hacen parte de la
conciencia de los mismos Guaraníes, que se conocen y distinguen por el modo de
hablar. La práctica del ‘guaraní paraguayo’ –de hecho otro dialecto formado a lo largo
del proceso colonial- por muchos indígenas ha ocasionado que los paraguayos piensen
que los indígenas hablan el mismo guaraní.

La familia lingüística tupí guaraní, del tronco tupí, está formada por unas 26
lenguas. En esa familia está la lengua guaraní que presenta 7 variedades en el Paraguay.
De las seis etnias que hablan lenguas de la familia guaraní, cuatro se sitúan en la
región oriental del Paraguay, y dos en el centro y extremo noroeste del Chaco, hacia la
frontera con Bolivia, de donde transmigraron en fecha no tan lejana (1935). Los
hablantes de los territorios de la región oriental que lindan con el Brasil, se han visto
afectados en grado diverso por los contactos con sus respectivas sociedades envolventes
de lengua portuguesa en el Brasil y castellana en el Paraguay. Los Guaraní en las zonas
tradicionalmente poco pobladas por los paraguayos, mantuvieron mejor sus usos
dialectales. Sin embargo, en años recientes -se puede decir que desde el Tratado de
Itaipú, en 1973- una deforestación radical y el aumento de la presión demográfica de la
población advenediza de lengua portuguesa han impuesto una transformación profunda
del suelo, dedicado ahora a cultivos de soja y a pastos, ha provocado cambios en todos
los órdenes, incluso en el lingüístico. La deforestación ha sido también lingüística.
Curiosamente es más fácil encontrar en el Paraguay a muchos Guaraní que hablen más
portugués que castellano. La televisión transfronteriza facilita el fenómeno, así como
también la enseñanza escolar que los Guaraní de la frontera van a buscar en el Brasil.
De hecho, la comunicación con la sociedad paraguaya se hace todavía en ‘guaraní
paraguayo’.

No es extraño que, tanto por razones de larga historia como por motivos de nueva
colonización, las etnias guaraní de la región oriental presenten llamativas coincidencias,
pero también diferencias reveladoras.

Entre las etnias guaraníes tenemos situaciones tan extremas como los Avá
Guaraní y los Paĩ que han sufrido la presión y la invasión colonial desde el siglo
XVI -aunque la mayoría de las comunidades se apartaron de su influencia retirándose al
monte- hasta los Mbyá y los Aché, de contactos estables recientes.

Los Mbyá sólo han entrado en el mundo colonial a mediados del siglo XX,
mientras que los Aché, llamados antes Guayakí, de los que se tenía noticia desde el
siglo XVII, fueron dramáticamente empujados a la ‘civilización’ y al mundo paraguayo
mediante un proceso marcado por persecuciones, cacerías y genocidio, que duró desde
1963 hasta 1978 en que “se entregaron”, lo que equivalía a darse por muertos. Sus
comunidades están reviviendo hoy y reproduciendo sus pautas tradicionales, en la
medida que pueden después de tanta destrucción a la que se vieron sometidos.
4.2. Dialectos y bilingüismo:
Hay que señalar que la recolección de datos y la investigación cuando se trata de
determinar si un individuo habla, además del guaraní propio de su gente, el guaraní
paraguayo no es nada fácil.

De todos modos, consideremos los resultados del Censo de 2002. Los datos de
2012 no han sido procesados hasta hoy.

total L.P. % Guaraní % Castell. % Portug. % Otra


Aché 1.190 911 76,55% 739 62,10% 339 28,48% 78 6,55% 3 Ch
Avá-Gua 13.430 6.308 46,96% 9.061 67,46% 2.842 21,16% 1.910 14,22% 122 Mb
Mbyá 14.324 10.016 69.92% 7.915 55,25% 1.329 9,28% 199 1,38% 247Ch
Paĩ 13.132 6.364 48.46% 9.289 70,73% 482 3,67% 592 4,50% 43Mb
Gua.Occ. 2.155 574 26.63% 1.724 80,00% 1.396 64,77% 4 0,18% 38Ni
Ñandeva 1.984 1.550 78.12% 1.419 71,52% 715 36,03% 2 0,10% 49GO
L.P. =Lengua propia; Ch = Avá-Guaraní o Chiripá; Ni = Nivaclé; Mb = Mbyá; Gua O = Guaraní Occidental

El bilingüismo aché-guaraní es más relevante en los grupos de edad menores de


44 años. Personas que fueron capturadas, siendo niños o adolescentes, e incluso adultos,
han tenido menos interés y posibilidades de usar su propia lengua. Su dominio del
castellano es bastante elevado para el grupo más joven. De las 78 personas que hablan
portugués 69 se encuentran entre los 5 y 34 años de edad.

Los Avá-Guaraní, antes más conocidos como Chiripá, estarían mostrando una
peligrosa inflexión hacia el abandono de su lengua particular, para adoptar la cultura
lingüística paraguaya a través del uso cada vez más general del guaraní paraguayo y la
castellanización. Los bilingües avá-guaraní -67,46%- superan con mucho los hablantes
de la propia lengua -46,96%-, mientras las bilingües o trilingües que incluyen al
castellano alcanzan el 21,16%. Por razón de estar en la frontera con Brasil y que
muchos de ellos van de visita o incluso pasan largas temporadas en el vecino país que
en realidad es su territorio indígena tradicional, el índice de hablantes de portugués
alcanza el 14,22%, lo cual hace suponer un alto porcentaje de cuatrilingües entre ellos,
que hablan guaraní propio, guaraní paraguayo, castellano y portugués.
El comportamiento lingüístico de los Mbyá es sensiblemente diferente. Hay un
porcentaje menor que los Aché que mantienen su lengua -69,92%-, pero un índice
también mucho menor de bilingüismo mbyá-guaraní paraguayo -55,25%- y es bastante
reducido el conocimiento de castellano -9,28%-.

Los Paĩ-Tavyterã, simplemente conocidos antes con Avá o Te’ýi, se encuentran


mayoritariamente concentrados en el departamento del Amambay, mientras una
importante parte de este pueblo, conocido como Kaiowá, está viviendo en el Mato
Grosso do Sul del Brasil, y ya presenta diferencias notables en la cultura y en la lengua.
Hay sólo un 48,46% de usuarios de la lengua propia, mientras un 70,73% habría
adoptado el guaraní paraguayo. En cuanto al conocimiento de castellano -3,67%- sería
inferior al de portugués -4,50%-. En los tres grupos de edades más jóvenes, de 5 a 20
años, se da una preocupante cifra de 5.119 hablantes de guaraní paraguayo, contra 3.416
de hablantes de la lengua paĩ. De todos modos se debe decir que es un pueblo de
altísima adhesión a la propia identidad que se manifiesta frecuentemente en grandes
fiestas rituales y la fidelidad por mantener la iniciación masculina con la perforación del
labio inferior.

Al otro extremo del Paraguay y hacia la frontera con Bolivia están los Guaraní
que vinieron de Bolivia en los años posteriores a la Guerra del Chaco (1932-1935). En
la historia colonial aparecen con el nombre de Chiriguano, pero en Bolivia reivindican
hoy la autodenominación de Guaraní o Ava, y mejor la de Guaraní Occidentales Los
venidos de Bolivia pertenecen en realidad a dos pueblos de marcado contraste socio-
cultural: los Ava y los Isoso. Prefieren ser llamados en la actualidad Guaraní
Occidentales y Ñandeva.

En el Paraguay los Guaraní Occidentales, cuyo lugar de origen está en las


estribaciones de los Andes bolivianos, y que aquí fueron conocidos con el nombre
impropio de Guarayos, han sentido dificultades en mantener las tradiciones originarias y
han perdido considerablemente el uso de su lengua propia -26,63%-. El contacto con el
mundo de los militares paraguayos en cuyo ámbito fueron ubicados y el trabajo en
algunas estancias, les hizo adoptar masivamente el guaraní paraguayo -80%-, y
ampliamente el castellano -64,77%-. Esa tendencia se observa con cierta regularidad en
todos los grupos de edades, lo cual indica que el proceso no es reciente. Sin embargo, en
niños y adolescentes hay un número significativo de hablantes de la propia lengua, lo
que hace sospechar que es todavía la lengua de muchos hogares.

Los Ñandeva, a veces presentados con el peyorativo nombre de Tapieté o


Ñanayguá, están en una situación de mayor marginalidad respecto a los Guaraní
Occidentales, de quienes ya se diferenciaban en sus orígenes, y muestran, según el
Censo, más lealtad hacia la lengua propia -78,12%-, si bien con elevado bilingüismo
guaraní paraguayo -71,52-, y bajo uso de castellano.

Las lenguas de los Guaraní de la región oriental se mantienen sobre todo en el uso
ritual, que sigue siendo muy importante y relevante entre las personas de más edad, de
40 años y más. La retransmisión de la lengua propia está directamente relacionada con
la práctica ritual y la oportunidad de escuchar los mitos, relatos tradicionales y discursos
políticos de profetas y dirigentes políticos tradicionales.

En la actualidad hay guaraníes que no hablan o hablan muy poco su dialecto


propio, aunque sí el guaraní paraguayo.

A propósito del guaraní hay que tener presente que está también el dialecto
guaraní paraguayo, variedad modificada desde los primeros tiempos coloniales y
transformado no sólo por la incorporación de numerosos hispanismos, sino también en
su gramática, sobre todo en cuanto a recursos específicos en la expresión de aspectos
temporales y modales, lo que no quiere decir que haya dejado de ser una lengua propia
y normativizada en términos generales. El Paraguay es una nación que habla guaraní,
pero no quiere ser guaraní, de hecho no lo es.

Guaraní paraguayo
Guaraní hablantes 1.399.220
Guaraní bilingües 1.721.200
Castellano bilingües 1.330.810
4.451.210 (DGEEC: Censo 2002)
4.3. Escuela, alfabetización y lengua nacional
Entre los pueblos indígenas guaraníes la educación formal tiende a hacerse en
situaciones escolares aisladas de la vida ordinaria, frecuentemente con profesores que
desconocen la cultura y religión guaraní, y esto sucede no sólo con docentes extraños a
la comunidad, sino con los miembros del propio pueblo que pasaron ya por un proceso
de educación “nacional”, generalmente fuera del contexto indígena. La educación en las
escuelas, aunque poco desarrollada de momento, representa un real peligro para el
futuro de las lenguas guaraníes. La tendencia parece ser que el dialecto de uso más
general sea el ‘guaraní paraguayo’, aunque en realidad menos preciso, elegante y rico
que el propio. Esa práctica conduce a un empobrecimiento lingüístico que de momento
parece irreparable. Son los Guaraní fuera del Paraguay, como los Mbyá en el Brasil, que
no cuentan con el contacto frecuente con una sociedad no guaraní como la paraguaya,
pero que habla su guaraní diferente, los que están menos expuestos a esas amenazas.

En algunos ambientes escolares se manejan “cartillas de alfabetización” que dan


buenos resultados, cuando son aplicados con coherencia y constancia. Entre las
primeras estuvieron Ñe’ê renda y Ñande Paï Tavyterã ñande Paraguáipe (1975) para
las escuelas Paï. Entre los Avá Guaraní se introdujo la serie Ayvu, que ha sido
remodelada en 2007. Para los Mbyá hay también algunos ensayos iniciales. El problema
es más de maestros que sepan aplicar el método.

Ya hemos citado las cartillas de alfabetización para los primeros años escolares. El
Proyecto Kuatia Ñe'ê ha conseguido recoger un conjunto de relatos avá-guaraní en 26
volúmenes de unas 140 páginas cada uno; y además 10 de Mbyá-guaraní y 2 de los
Aché, con sus respectivos diccionarios.

Las escuelas entre los Guaraníes comenzaron casi siempre como iniciativas
privadas, de ONGs y misiones religiosas.

El Ministerio de Educación en los últimos años ha incentivado la educación


formal, construyendo escuelas y otorgando rubros específicos a los docentes, indígenas
o externos, con resultados muy discutibles hasta el presente. No se puede decir que haya
una mayor conciencia étnica ni un mayor compromiso con los derechos indígenas
propios. Tampoco hay desarrollo ni afirmación de la lengua ni de otros recursos
culturales, que se esperan de una buena educación, a pesar de las formulaciones
abstractas de la ley de educación de 2007.

Efectivamente, el Estado paraguayo promulgó la Ley No. 3231/2007 del Estado


paraguayo ("Ley de educación indígena"), que establece:

(Artículo 5) Créase la Dirección General de Educación Escolar Indígena, con el


objeto de asegurar a los pueblos indígenas:

e) el funcionamiento de los niveles de educación inicial, escolar básica y media


del sistema educativo nacional y la utilización de sus lenguas y procesos propios en el
aprendizaje de la enseñanza escolar.

Una educación intercultural bilingüe en muchos casos es una farsa, ya que no hay
interculturalidad cuando se pretende que los indígenas aprendan y se integren en la
cultura de la sociedad nacional, mientras nadie de la sociedad nacional da el más
mínimo indicio de estar atento a las culturas indígenas.

En realidad, la Educación Intercultural Bilingüe, a nivel nacional, donde no se


puede distinguir claramente entre mestizos y originarios, si no es por el grado de
aculturación de los primeros, ninguna lengua indígena es contemplada, ni siquiera
cuando se trata de pueblos y dialectos guaraní –“tribales” o “monteses”, para entenderlo
de algún modo–, que son discriminados y minorizados aún por la población paraguaya
de lengua guaraní. Para los castellano-hablantes, estos pueblos y lenguas indígenas no
entran en su horizonte.

5. Formas institucionales modernas de los Guaraní en el Paraguay

5.1. Organizaciones guaraní frente al Estado


Han habido en los últimos años una excesiva proliferación de organizaciones
guaraní autónomas, aunque no todas independientes de otras ONGs externas y misiones
religiosas que las promovieron y alentaron, y que ayudan y acompañan sus
reivindicaciones.
El cuadro se presenta en estos términos:

Organizaciones del Pueblo Guaraní

Departamento /
Nombre / Organización Pueblo Referente
Localidad

1 ACA (Asociación de Comunidades Ache) Aché Margarita Mbywangi Interdepartamental

2 Asociación Ava Guaraní del Alto Canindeyu Avá Guaraní Ramón López Canindeyu

3 Asociacion Ava Ysapy Avá Guaraní Francisco Gonzáles Canindeyu 0984

Asociación de Comunidades Ava Guaraní –“Noo


4 vusu” Avá Guaraní Eusebio Vera Canindeyu

5 Asociación de Comunidades Indígenas de Canindeyu Avá Guaraní Angel Vera Canindeyu

Asociación de Comunidades Indígenas del Itapúa Alberto Vazquéz - Luciano


6 (ACIDI) Mbya Guaraní Cáceres Itapúa

Asociación de Comunidades Indígenas Guaraní de


7 Alto Paraná (ACIGAP) Avá Guaraní Cristobal Martínez Alto Paraná

8 Asociación de Comunidades Indígenas Tupa Yvoty Mbya Guaraní Alfonso Vera San Pedro

Asociación de Comunidades Mby’a “Opy Porã


9 Mbaraetera” Mbya Guaraní Pánfilo Benítez Guaira

Antonio Duarte/Isidro
10 Asociación de Comunidades Mby’a “Mba’e Pu Pora” Mbya Guaraní Ramos Itapúa 0985

Asociación de Comunidades Mby’a Guaraní


11 Ñogueroi Pavẽ i Mbya Guaraní Atilano Legal Caaguazú/Alto Paraná

12 Asociación de Comunidades Mbya –“Noo Ñendua” Mbya Guaraní Teodocio Espínola Canindeyu

13 Asociación de Paî Reko Pave Paĩ-Tavyterã Nelson Benítez Amambay

14 Asociación de Pueblos Indígenas de Bajo Canindeyú Ava Guarani Rogelio Sosa Canindeyu

15 Asociacion de Pueblos Originarios Mbya Guaraní Silvio Gonzalez Caaguazú

Asociación Indígena del Pueblo Mbya Cheiro Ara


16 Poty Mbya Guaraní Sindulfo Miranda Caaguazú

17 Asociacion Jopotyrã Paĩ-Tavyterã Luis Arce Amambay

18 Asociación Mboraihu Pora Mbya Guaraní Caaguazú


Amambay y
19 Asociación Paĩ Reta Joaju Paĩ-Tavyterã Marcelino Ramírez Concepción

20 Asociación Teko Yma Jee’a Pave Mbya Guaraní Antolina Gonzalez Caazapá

21 Asociación Tekoa Joaju Mbya Guaraní Zunilda Tapari Caazapa

22 Asociación Mbya Yryapy Mbya Guaraní Ponciano Vera Alto Paraná 0982

23 Asociación Yvy Paraná Rembey Avá Guaraní Julio Martínez Alto Paraná

Concejo Continental de la Nación Guaraní – Pueblos Argentina, Paraguay,


24 CCNAGUA Guaraní Angel Vera Bolivia, Brasil

25 Federacion Aché Aché Emiliano Mbejyvay Interdepartamental

Pueblos
26 FEDERECIÓN GUARANI Guaraní Àngel Vera Región Oriental
Mujeres de
Pueblos R. Oriental y
27 Kuña Guaraní Aty Guaraní Alba Duarte Occidental

28 Mbya Tekoa Apy Mbya Guaraní Isidro Fernández Concepción

29 Organización del Pueblo Guaraní OPG Guaraní Fausto Pintos Boquerón

Organización Nacional de Aborígenes


30 Independientes (ONAI) Mbya Guaraní Vidal Gauto Interdepartamental

Guaraní
31 Organización Pueblo Guaraní Ñandeva (OPÑ) Ñandeva Servín Romero Boquerón

32 Organización Independiente Mbyá Guaraní Tomás Dominguez Caaguazú

Cuadro suministrado por la Coordinación Nacional de Pastoral Indígenas –CONAPI- de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

A pesar de que tantas organizaciones pueden desorientar por su aparente


atomización, muchas de ellas están afiliadas o son miembros de unas pocas principales.

Las reivindicaciones de los pueblos indígenas tienen dos líneas principales 39.

Sus territorios fueron ocupados y, en distintas épocas, vendidos y revendidos.


Muchas de estas tierras forman parte de tierras mal habidas por los propietarios, fruto de
usurpaciones y compras fraudulentas. A medida que se tiene acceso a la documentación
catastral este hecho se hace cada vez más patente. La primera reivindicación de los

39
Este texto depende en gran parte de los datos suministrados por el Máster Jorge Aníbal Servín.
pueblos indígenas es pues, con razón, que se les devuelva sus tierras; la posibilidad de
mantener territorios es más compleja. Los procesos seguidos para ello son muy
variados; ha habido reconocimiento por parte del Estado de parte de ellos; devolución
de instituciones que habían establecido misiones religiosas entre indígenas y que
poseían títulos de áreas más o menos amplias –la Misión del Verbo Divino de Acaray
(Alto Paraná), la Misión Norma de Noruega y otras–, pero sobre todo por compra con
aportes del Estado o contribuciones de fuera del país. Esas tierras son insuficientes para
los pueblos indígenas y los reclamos continúan.

La segunda línea de reivindicación va en el sentido de suplencia de servicios por


parte del Estado y la sociedad nacional en el campo de la nutrición, la salud y la escuela.
Son situaciones de gran complejidad ya que las soluciones parciales se hacen desde la
perspectiva del paternalismo y crean actitudes de mendicidad que no ayudan a la
autoestima ni a la autosuficiencia.

Son sobre todo tres organizaciones las que las aglutinan a otras:
- Asociación de Parcialidades Indígenas – API.
- Coordinadora por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (CAPI).
Presidente o Coordinador: Hipólito Acevei. Tel.: (0981) 756116
- Federación de Asociaciones Guaraníes de Comunidades Indígenas de la Región
Oriental. Coordinador: Marcelino Ramírez [(0971) 401212] y Angel Vera.

5.2. Estado, ONGs y misiones religiosas


Después de un inicial Patronato Nacional de Indígenas (1936), de carácter
proteccionista y asistencialista, se creó en 1949 la Curaduría de Indios Mbyá-Guaraníes
del Guayrá, dependiente del Ministerio de Educación, cuya importancia, a pesar de sus
recursos sumamente limitados, resultó de la labor personal y de la autoridad de su
responsable, el Sr. León Cadogan, que sin embargo fue cesado en sus funciones. Siguió
después, en 1958 el Departamento de Asuntos Indígenas –DAI-, patrocinado por el
Ministerio de Defensa, que con sus presupuestos etnocéntricos meramente
asistencialistas y escasa preparación de sus agentes se tornó obsoleto y negativo, como
se mostró en el desastroso contacto con los Aché-Guayakí, que llevó al genocidio de los
capturados. En 1975 hubo otro viraje, cuando el dictador Alfredo Stroessner crea el
Instituto Nacional del Indígena –INDI-, que se atribuye y ha ejercido funciones más
bien fiscalizadoras. Sus presidentes han sido por lo general personajes del mundo
político partidario, que no han sobresalido por su honestidad en el ejercicio de su cargo
–dos de ellos fueron imputados por corrupción y condenados a purgar sus desfalcos y
malversaciones con varios años de cárcel-; los honestos han tenido dificultad en
mantenerse en el cargo. El INDI, por otra parte, se ve con tareas cuyo cabal
cumplimiento escapa a sus posibilidades, por el ejemplo, la recuperación jurídica de
tierras indígenas, la atención de de salud y desarrollo de programas escolares.

Entre las organizaciones de carácter civil, ha tenido un rol significativo la


Asociación Indigenista del Paraguay -AIP-, la más antigua, con sus estatutos aprobados
en 1942.

A partir de la Declaración de Barbados, por la liberación del indígena (1971), el


indigenismo en el Paraguay transita por nuevos caminos y se organiza buscando dar
repuesta a situaciones concretas especialmente críticas. La iglesia católica pone en
marcha del Departamento de Misiones, en 1969, al modo de otros países de América
donde ya existía. Este se llamará después Equipo Nacional de Misiones, y desde 1995,
Coordinación Nacional de Pastoral Indígena, que cumple hasta hoy un papel
importante de acompañamiento de las comunidades indígenas y de modo especial las
avá-guaraní.

Con atención especial a los Guaraní surgieron el Proyecto Paĩ Tavyterã desde
1972 y el Proyecto Guaraní (1977), a las que han seguido Servicios Profesionales Socio
Antropológicos, SAI y Og Guasú. Otras organizaciones han actuado en la cuestión
guaraní, directa o indirectamente.

La iglesia católica con los padres de la Congregación del Verbo Divino y


Hermanas de la Congregación del Espíritu Santo, mantuvo misiones entre los Mbyá y
Avá Guaraní, desde 1910, con grandes aportes del padre Franz Müller en el campo de la
etnografía y farmacopea (ver nota 27), cuya estructura y metodología ha cambiado con
los años. Otras misiones tuvieron carácter más bien fundamentalista –Misión a las
Nuevas Tribus, Misión Norma de Noruega, Misión Luterana alemana–, que fueron
denunciadas ante la Comisión. Interamericana de Derechos Humanos en 1974 por
represión religiosa contra las creencias tradicionales de los indígenas y escolarización
forzada de niños.

5.3. Legislación indigenista


Los pueblos indígenas no han pasado del todo desapercibidos y hay en la actualidad una
buena legislación general respecto a ellos. Para los pueblos guaraní, sin embargo, no
hay legislación específica. Si bien en las fases más críticas del período colonial han sido
las primeras víctimas de injusticias, debido a que sus territorios han sido los más
codiciados y ocupados con desalojo de los legítimos habitantes. Es indignante que a los
pueblos indígenas y buena parte de la ciudadanía no se aplique el derecho.

En la historia paraguaya después de la Independencia (1811) hubo algunas


conquistas legales, pero la pérdida de territorialidad y los crónicos problemas de tierras
están lejos de ser solucionados con justicia 40.

La Corte Suprema del Estado paraguayo cuenta con el abultado Digesto


normativo sobre pueblos indígenas en el Paraguay (1811-2003) 41 , en el que están
compiladas, leyes nacionales, decretos, tratados internacionales ratificados por el
Paraguay, así como proyectos y resoluciones pertinentes, y cuenta con una notable
introducción histórica crítica debida a David Velázquez Seiferheld, que advierte que “la
violación de los derechos de los pueblos indígenas persiste” y que la solución no reside
en la solución de nuevas leyes (…) como de aplicar las vigentes” 42.

El texto de obligada referencia para la política indigenista en el Paraguay está en


el artículo de la Constitución Nacional, de 1992 (artículo 62): “Esta Constitución
reconoce la existencia de los pueblos indígenas, grupos de culturas anteriores a la
formación y constitución dl Estado paraguayo”. (Artículo 63): “Queda reconocido y
garantizado el derecho de los pueblos indígenas a preservar y desarrollar su identidad

40
MELIÀ, B. y TELESCA, I., Los pueblos indígenas en el Paraguay: conquistas legales y problemas de tierra, en:
Horizontes Antropológicos – sociedades indígenas, ano 3,n. 6. Porto Alegre, UFREGS 1997: 84-110.
41
Corte Suprema de Justicia, Digesto normativo sobre pueblos indígenas en el Paraguay (1811-2003).Asunción,
2003. 1260 p.
42
Ibid., p. 89.
étnica en su respectivo hábitat. Tienen derecho asimismo a aplicar libremente sus
sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que
su voluntaria sujeción a sus normas consuetudinarias para la regulación de la
convivencia interna siempre que no atenten contra los derechos fundamentales
establecidos en esta Constitución. En los conflictos jurisdiccionales se tendrá en cuenta
el derecho consuetudinario indígena”.

Según la misma Constitución Nacional de 1992, “el Paraguay es un país


pluricultural y bilingüe y son idiomas oficiales el castellano y el guaraní. Las lenguas
indígenas y las de otras minorías, forman parte del patrimonio cultural de la Nación”
(Artículo 140).

“La enseñanza en los comienzos del proceso escolar se realizará en la lengua


oficial materna del educando. Se instruirá asimismo en el conocimiento y en el empleo
de ambos idiomas oficiales de la República. En el caso de minorías étnicas cuya lengua
no sea el guaraní, se podrá elegir uno de los dos idiomas oficiales” (Artículo 77).

En este último artículo se puede apreciar el carácter impositivo del modelo de


sociedad paraguaya a los pueblos indígenas, ya que de hecho no se reconocen como
válidas sus lenguas propias, ni siquiera los dialectos guaraníes, al obligar a que hablen
un solo tipo de guaraní, que se supone oficial, pero no es usado oficialmente y desde el
punto de vista lingüístico carece de sistematización consensuada.

Hay otras leyes de carácter general, como la Ley 904/81, que de hecho no se han
podido aplicarse a la cuestión de recuperación de territorios y tierras de los Guaraní, que
para ser conseguidas tuvieron que ser compradas. A este respecto, la Itaipú Binacional
tiene una deuda histórica con los Avá Guaraní, siempre dilatada, cuando esas tierras
vendidas y revendidas a terceros aplazan indefinidamente la solución.

El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo fue ratificado por


Ley Nacional 234/93 con su Artículo 281, de especial importancia en un país como el
Paraguay donde la lengua guaraní es todavía mayoritaria 43.

43 1. Siempre que sea viable deberá enseñarse a los niños de los pueblos interesados a leer y a escribir en su propia
lengua indígena o en la lengua que más comúnmente se hable en el grupo a que pertenezcan. Cuando ello no sea
Los pueblos indígenas en el Paraguay, aún en su misma existencia son
desconocidos por la sociedad paraguaya, que por lo tanto no tiene en cuenta sus
derechos básicos. En los currícula escolar, por ejemplo, sólo entran de manera muy
superficial, anecdótica y folklórica.

6. Bibliografía sobre los Guaraní en el Paraguay


6.1. Bibliografía generales sobre los Guaraní.
El fenómeno de la sociedad y cultura guaraníes ha suscitado numerosas descripciones,
estudio y discusión de su forma de ser en el ámbito antropológico. El Guaraní ‘de papel’
es también una frondosa selva Para obtener un panorama general de la producción
etnográfica y etnológica, se cuenta con bibliografías bastante extensas y detalladas. Por
orden cronológico se pueden citar:

MÉTRAUX, Alfred, “The Guarani”, Handbook of South American Indians (Julian H.


Steward, editor), III. Washington, 1948: 69-94.

MELIÀ, Bartomeu; SAÚL, Marcos Vinicios de Almeida y MURARO, Valmir. O


Guarani; uma bibliografia etnológica. Santo Ángelo; Fundames/Fundação
Nacional pro-Memória, 1987. 448 p. En esta obra se recogen 1.163 títulos de
libros y artículos, dejando de lado los artículos de diarios y periódicos, y también
los trabajos académicos de tesis, no publicados aún.

MELIÀ, Bartomeu, “La novedad guaraní (Viejas cuestiones y nuevas preguntas; revisita
bibliográfica (1987-2002)”, Revista de Indias, 230 (Monográfico: La persistencia
del guaraní). Madrid (enero-abril 2004): 175-225. En este corto espacio de tiempo
se sumaron, por lo menos, 640 nuevos títulos.

MELIÀ, Bartomeu, Mundo Guaraní. Asunción, 2011 (2ª ed.). Con una bibliografía
general más actualizada, aunque menos detallada.

viable, las autoridades competentes deberán celebrar consultas con esos pueblos con miras a la adopción de
medidas que permitan alcanzar este objetivo. 2. Deberán tomarse medidas adecuadas para asegurar que esos
pueblos tengan la oportunidad de llegar a dominar la lengua nacional o una de las lenguas oficiales del país. 3.
Deberán adoptarse disposiciones para preservar las lenguas indígenas de los pueblos interesados y promover el
desarrollo y la práctica de las mismas.
MELIÀ, Bartomeu. Los Guaraní-Chiriguano, I, Ñande Reko, nuestro modo de ser y
bibliografía general comentada, La Paz (Bolivia): CIPCA, 1988. 224 pp.

MELIÀ, Bartomeu y NAGEL, Liane Maria. Guaraníes y jesuitas en tiempo de las


Misiones; una bibliografía didáctica, Santo Angelo (Brasil), URI/Asunción
(Paraguay), CEPAG, 1995, 308 pp.

10.2. Bibliografía específica relativa a los Guaraní en el Paraguay.


Citamos apenas aquellas obras fundamentales relativas a los Guaraní en Paraguay
actual. En las notas de pie de página se citan trabajos importantes sobre aspectos
particulares.

BARTOLOME, Miguel Alberto Orekuera royhendu (lo que escuchamos en sueños).


Shamanismo y religión entre los Ava-katu-ete del Paraguay. México: Instituto
Indigenista Interamericano, 1977

BEJARANO, Ramón César Solucionemos nuestro problema indígena con el I.N.D.I.


Asunción, 1975).

CADOGAN, León, “Aporte a la etnografía de los Guaraní del Amambái, Alto Ypané”,
Revista de Antropología 10, 1-2: 65-91. São Paulo, 1962.

CADOGAN, Léon, “Chonó Kybwyrá: Aporte al conocimiento de la Mitología


Guaraní”, Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo Paraguayo, 3, 1-2:
55-158. Asunción, 1968.

CADOGAN, León, “Les indiens Guayakí de l’Yñarõ (Paraguay)”. TILAS: Travaux de


l’Institut d’Etudes Latino-américanes de l’Université de Strasbourg, III: 41-83;
IV: 21-54, Strasbourg,1963-64.

CADOGAN, León, “Ñane Ramói Jusú Papá Ñengareté. Canto ritual de Nuestro Abuelo
Grande (el Creador)”, Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo
Paraguayo 3, 1-2: 425-450. Asunción, 1968.
CADOGAN, León, “Ñane Ramói Jusú Papá Ñengareté. Canto ritual de Nuestro Abuelo
Grande (el Creador)”, Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo
Paraguayo, III, 1-2:425-450. Asunción, 1968.

CADOGAN, León, Aporte a la etnografía de los Guaraní del Amambái, Alto Ypané.
Revista de Antropologia, X, 1-2: 65-91. São Paulo, 1962.

CADOGAN, León, Ayvu rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guaraní del Guairá. São
Paulo: Univ. de São Paulo, Fac. de Fil. Ciências e Letras, 1959ª

CADOGAN, León, En torno a la aculturación de los Mbyá del Guairá, América


Indígena, XX, 2:133-150. México. 1960.

CADOGAN, León, Ywyra ñe’ery; fluye del árbol la palabra. Asunción: Centro de
Estudios Antropológicos, 1971.

CADOGAN, León. Como interpretan los Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual, Revista
de Antropologia, VII, 1-2:65-99. São Paulo,1959b.

CLASTRES, Pierre 1972 Chronique des Indiens Guayaki. Paris: Plon.

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