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(coordinatftrrii)
Brígida García
Coordinadora
—
c te
0 SOMEDE
EL COLEGIO DE MÉXICO
SOCIEDAD MEXICANA DE DEMOGRAFÍA
396
M953
ISBN 958-12-0903-6
ISBN 968-12-0903-6
Impreso en México
ÍNDICE
Presentación 15
7
8 MUJER, GÉNERO Y POBLACIÓN EN MÉXICO
Anexo 1 534
Anexo 2 537
Bibliografía 542
PRESENTACIÓN
Brígida García
Rosa María Camarena
Guadalupe Salas
Introducción
1 Deseamos agradecer la lectura cuidadosa de este texto, así como las atinadas sugerencias de
Orlandina de Oliveira y Edith Pacheco.
19
20 BRÍGIDA GARCÍA, ROSA MARÍA CAMARENA, GUADALUPE SALAS
1 El feminismo de los años sesenta y setenta es denominado por algunas autoras como segunda
del feminismo o nuevo feminismo, para diferenciarlo del que surgió a principios de siglo en
diferentes países, incluido México.
3 Dicho interés dio paso a la realización de la primera Conferencia Internacional Sobre la
u)er en 1975, a la declaración de ese año como el Año Internacional de la Mujer, y al periodo
f975-i9g5 como la Década de la Mujer.
22 BRÍGIDA GARCÍA, ROSA MARÍA CAMARENA, GUADALUPE SALAS
4 En México, la Ley General de Población de 1974 abrió un apartado especial para las mujeres,
y en los programas de población elaborados desde entonces ha existido siempre, bajo diferentes
nombres, uno enfocado específicamente a la mujer.
RELACIONES DE GÉNERO EN LOS ESTUDIOS DE POBLACIÓN 23
acepciones y de los problemas que su uso y aplicación han tenido en la práctica de los hablantes del
español, véanse Lamas (1986, 1996a y 1996b), Benería y Roldán (1987) y De Barbieri (1992 y
1996).
RELACIONES DE GÉNERO EN LOS ESTUDIOS DE POBLACIÓN 25
* Véanse, por ejemplo, algunas de las primeras publicaciones del Programa Interdisciplinario
de Estudios de la Mujer (mem) de El Colegio de México, como sería el caso del libro Thibajo, poder
y sexualidad (1989), coordinado por Orlandina de Oliveira.
0 La síntesis que presentamos a continuación sobre los estudios de migración y de participación
Menina en el mercado de trabaio , hasta mediados de los años ochenta se basa en los trabajos de
oweira (1984) y García y Oliveira (1984).
32 BRÍGIDA GARCÍA, ROSA MARÍA CAMARENA, GUADALUPE SALAS
“ Véanse también Arizpe (1978) y Espinoza (1978), trabajos de investigación pioneros sobre
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RELACIONES DE GÉNERO EN LOS ESTUDIOS DE POBLACIÓN 33
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60 BRÍGIDA GARCÍA, ROSA MARÍA CAMARENA, GUADALUPE SALAS
Introducción
* Un ejemplo de ello son los replanteamientos que aparecieron durante las conferencias de
Población y Desarrollo de El Cairo (1994) y de la Mujer, en Rskín (1995), sobre los componentes
que deben ser incluidos en su definición. La definición original de derechos reproductivos —propuesta
por la Red Internacional por los Derechos Reproductivos de las Mujeres— hacía referencia al
derecho a decidir si tener hijos, cuántos tener y el momento para ello, y se destacaba que no se
puede hacer diferencia en el ejercicio de tales derechos en función de sexo, etnia, nacionalidad o
alguna otra característica de la persona.
2 Para una revisión detallada de los componentes incorporados en el debate nacional e
internacional sobre derechos reproductivos, así como de las necesidades de investigación en el
contexto mexicano, véanse Figueroa (1995a) y Cervantes (1995a).
FECUNDIDAD, ANTICONCEPCIÓN Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 63
1 Debe tenerse presente que en la mayor parte de las declaraciones internacionales se habla
del derecho a decidir de manera libre y responsable sobre el número de hijos que se desea tener y del
■fomento de tenerlos.
64 JUAN GUILLERMO FIGUEROA PEREA
^Véanse Miróy Pbtter (1983), Welti (1984,1988 y 1989), Figueroa Campos(1989), y Ross y
Frankenberg (1993), entre otros.
FECUNDIDAD, ANTICONCEPCIÓN Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 65
5 De Barbieri (1982) cuestiona ese proceso reduccionista, ya que se le pide a la mujer que
disminuya sus niveles de fecundidad, pero no se replantean las relaciones sociales que dificultan sus
decisiones reproductivas.
‘ La salud reproductiva se limita originalmente a cuatro elementos fundamentales: “[•••] A1*6
los individuos tengan la capacidad de reproducirse, así como de regular su fecundidad; que las
mujeres tengan embarazos y partos seguros; que los resultados de los embarazos sean exitosos en
cuanto a la sobrevivencia y el bienestar materno e infantil; y que las parejas puedan tener relaciones
libres del miedo a embarazos no deseados o a enfermedades” (Fathalla, 1988, y Ford Foundation,
1990). En la Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo se enfatizó además la capacidad
de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y la libertad para decidir procrear o no, a la vez que se
acordó que los derechos reproductivos incluyen entre sus componentes el derecho de alcanzan el
nivel más elevado de salud reproductiva (Alcalá, 1994).
fecundidad, anticoncepción y derechos reproductivos 69
11 Véanse Zemelman (1982), Lerner y Quesnel (1986), Torres (1986) y Margulis y Tuirán
(1986), entre otros.
11 García (1982) destaca la limitación de los modelos interpretativos que se centran en lo*
mecanismos psicológicos como condiciones para asegurar cambios en el uso de los anticonceptivos,
al margen de los cambios ocurridos en el orden económico-social.
FECUNDIDAD, anticoncepción y derechos reproductivos 73
^Pezy T^-JÍII1¿neZ López y Tuirán (1984), Mier y Terán y Rabell (1984), Bronfman,
Ulfán (1986), Margulis y Tuirán (1986) y Bronfman et al. (1990), entre otros.
74 JUAN GUILLERMO FIGUEROA PEREA
14 Para una revisión del tipo de investigación psicosocial que se ha llevado a cabo en esta
vertiente, pueden verse Shedlin y Hollerbach (1981), Westoff y Ryder (1981), Hollerbach (1983),
Hull (1983), Bogue (1983), Bulatao (1984), Zúñiga y Hernández (1986), Medina Pichardo (1988)
y Figueroa «t al. (1988).
11 Un aporte en este sentido es el trabajo de Camarena y Salas (1988), y posteriormente la
especificación de necesidades y de preguntas de investigación en diferentes niveles analftico®
macrosociales, institucionales y microsociales: Salas (1995), Kanter (1995) y Poncey Mena (1995).
Un documento que esclarece la interpretación social de la reproducción es el de Salles y Tuirán
(1995).
FECUNDIDAD, anticoncepción y derechos reproductivos 75
'•h>r
sistem razones de espacio y por el tipo de lectura que el texto implica no pretendimos
atlZar 'nf°rmac’ón que se ha generado sobre el tema, sino reflexionar suponiéndola conocida.
Cabrer COnsultarsc AH53 (1977), Urbina et al. (1984), Figueroa Campos (1989 y 1993a), Alba y
i, ^onaP° (1994a, 1994b), entre otros.
^criliz ■ ^xico> cerca de la mitad de las usuarias de anticonceptivos han recurrido a la
Cotnbira lcmen'nai a la cual, más que declararla como su mejor opción, se refieren como una
n de decisiones unilaterales tomadas por los proveedores de servicios de salud (Figueroa,
78 JUAN GUILLERMO FIGUEROA PEREA
1994a) o como un refugio para la mala experiencia obtenida con otros métodos anticonceptivo*
(Figueroa, Siasi, Aguilar y Rivera, 1994).
20 Véanse, en especial, Palma y Suárez (1991), Figueroa (1993a), Figueroa y Liendro (1995)
y Palma y Echarri (1995).
fecundidad, anticoncepción y derechos reproductivos 79
u Ortiz Ortega (1993) llama la atención sobre la urgencia de incorporar la salud de las
mujeres al debate sobre el aborto, ya que “e, riesgo mayor de esta práctica proviene de la falta de
apoyo para que las mujeres enfrenten, elaboren y practiquen la interrupción del embarazo, pues la
decisión del aborto pertenece al Estado y a la sociedad, mientras que las mujeres absorben las
consecuencias de su práctica" (p. 27).
fecundidad, anticoncepción y derechos reproductivos 81
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100 JUAN GUILLERMO FIGUEROA PEREA
i
Carlos Javier Echarri Cánovas
Introducción
infan -i^0 “ manifiesta en la ausencia de sesiones dedicadas al tema específico de la salud materno-
SQjjf . Cri ’as diferentes reuniones académicas o científicas. Por ejemplo, en las reuniones nacionales
los F lnvcstigación demográfica en México se han dedicado sesiones a la Mortalidad, en 1977; a
l986aCt7CS Determinantes la Mortalidad, en 1980; a Mortalidad y Condiciones de Vida, en
Repr¿j 3 Mortal'dad Infantil, en 1990, y en la última, realizada en 1995, a la Sexualidad y Salud
Uc':'Va> a la Fecundidad y Salud Reproductiva y, finalmente, a Salud, Morbilidad y Mortalidad.
106 CARLOS JAVIER ECHARRI CÁNOVAS
‘ En la mitología griega, Esculapio, dios de la salud (o de la medicina), tenía dos hijas: Pana-
c«a e Hygeia. Panacea, la divinidad curadora, indicaba la utilización de remedios obtenidos de
r antas y minerales; su culto, representado por la búsqueda de la panacea universal, no ha
parecido. Su hermana Hygeia, la divinidad de la salud entendida como el orden normal de las
Cosas» enseñaba que se podía permanecer en buena salud viviendo de forma razonable y con
Moderación. Hygeia es aún honrada a través de la higiene. Hablar hoy de la prevención evoca
nvar’ablemente esta antigua alternativa (Deschamps, 1992). Igualmente, entre los mayas era una
la' ad femen*na> I*chel, la diosa de la medicina, y, entre los nahuas, Cipactónatl era la patrona de
a medicina herbolaria y de los procedimientos mágicos y terapéuticos ancestrales (Zoila y Carrillo,
114 CARLOS JAVIER ECHARRI CÁNOVAS
1998). Es interesante ver cómo aun en la mitología el cuidado de la salud es un atributo femenino,
aunque en el caso de los griegos —y recordemos aquí la etimología griega de tantas enfermedades
y medicamentos de la biomedicina— estos elementos femeninos están sometidos a lo masculino-
7 Es necesario anotar que el sentimiento materno sólo se generalizó en Europa hacia fines del
siglo xix, acompañado de la aparición de una actitud moderna de la familia y la sociedad hacia el
niño. Al analizar el nacimiento de la familia moderna en el contexto de la Europa occidental,
Shorter (1977, p. 20 y, en general, el capítulo 5) afirma que “la buenas madres son una invención
de la modernización. En la sociedad tradicional, las madres eran indiferentes al desarrollo y a U
felicidad de sus hijos menores de dos años. En la sociedad moderna, ellas ponen el bienestar de sus
bebés por encima de todo” (trad. mía). Otros autores, como Philippe Ariés (1975) y Jean-Louis
Flandrin (1973), han sostenido que la sociedad tradicional (europea) se caracterizaba por la
indiferencia de la madre hacia sus bebés.
SALUD MATERNO-INFANTIL Y CONDICIÓN DE LA MUJER 115
’ Como la utilización masiva de ddt o de los antibióticos. Por otra parte, estos programa®
frecuentemente estaban estructurados según un modelo militar, sobre una infraestructura hospitalai ia
altamente tecnificada {generalmente urbana) y sobre la formación de médicos altamente calificados,
a expensas de las actividades de salud pública, de prevención y de la formación de personal
paramèdico que pueda trabajar en la base (Bell, 1985).
SALUD MATERNO-INFANTIL Y CONDICIÓN DE LA MUJER 119
’ Propuesta que consistía en 5 elementos, los cuales serCn ejecutados por unidades fijas o
móviles, con visitas que debían efectuarse cada 4 o 6 meses: la vacunación contra el sarampión y el
D|>T a niños de 6 meses y más; la aplicación del toxoide tetánico a las mujeres encintas; la
Promoción del amamantamiento de larga duración; el aprovisionamiento de cloroquinina para los
timos de menos de 3 años en las regiones palúdicas (para ser ingerido durante los episodios de
le re). y, finalmente, la dotación de sobres de sales de rehidratación oral y el adiestramiento en el
1150 adecuado de los mismos.
Walsh y Warren consideraban la poliomielitis como una enfermedad de baja letalidad y la
erculosis como otra de difícil control, por lo que las clasificaron como de prioridad media.
d M Vían&e> Por ejemplo, las ponencias presentadas en el seminario organizado por el Institut
Cecine Tropicale Prince Léopold, de Amberes, Bélgica, en 1985, y publicadas posteriormente
0 i“1 Sc*nce and Medicine (vol. 26, núm. 9, 1988).
, ^°r SU acrón'mo en inglés: Grou/th monitoring and promotion of child growth, Oral
Lfntn atÍ°n tfwapy to ta¿kle dehydratation from diarrhea, Breastfeedtng and better weaning and
l9g, ntZaí*on. Después se le agregaron dos efes: de £amily planmng y Food supplementation, y, en
> una tercera, de Fetnale education.
120 CARLOS JAVIER ECHARRI CÁNOVAS
Se pedía este apoyo no sólo de parte de personas e instituciones que constituían su entorno,
sino también “del conjunto de los medios de comunicación, de todos los servicios gubernamentales!
de las políticas financieras y de desarrollo de su país, así como de las adoptadas por los países
industrializados mismos en materia de ayuda, de comercio y de economía de las tecnologías básicas
que la descargan de sus tareas y le permiten preservar su energía y su tiempo" {Grant, 1984).
Información sobre algunas enfermedades infantiles, especialmente diarrea, l°s
requerimientos nutricionales de los ñiños y la aplicación de la terapia de rehidr3tación oral.
SALUD MATERNO-INFANTIL Y CONDICIÓN DE LA MUJER 121
16 Aunque cada vez más los programas sanitarios consideran la reducción de la mortaltddd
materna como una prioridad en los países en desarrollo, algunos autores se preguntan dónde está
lo materno en la atención a la salud materno-infantil (Graham y Campbell, 1991).
17 En los reportes de unicef sobre la situación de los niños en el mundo, los indicadores de
salud presentados son: acceso a agua potable y servicios de salud, inmunización de niños y mujeres
embarazadas, producción de sobres para tro, atención médica del parto y tasa de mortalidad
materna.
SALUD MATERNO-INFANTIL YCONDICIÓN DE LA MUJER 123
" Por ejemplo, en el reporte de la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil, levantada
'a Secretaría de Salud en 1994, no hay mención alguna de la atención recibida por niños y
'úñas. Dc la misma manera, en la serie Cuadernos de Salud o en el libro La salud de los niños (cifras
^• l°nales)í editados por la misma secretaría, no es posible determinar si se da una discriminación
“asada en el sexo.
124 CARLOS JAVIER ECHARRI CÁNOVAS
Estos trabajos utilizan metodologías desarrolladas a partir de los trabajos de Wtlliam Brass,
las cuales transforman la proporción de hijos fallecidos de mujeres de diferentes grupos de edades
en estimaciones de las probabilidades de fallecer antes de varias edades. La estimación directa de la
mortalidad, infantil o general, relaciona los fallecimientos registrados en las estadísticas vitales o
declarados en encuestas con la población expuesta al riesgo.
SALUD MATERNO-INFANTIL YCONDICIÓN DE LA MUJER 125
Esta relación es más directa conforme se llega al término del embarazo y, entonces, cuando
no hay algún otro factor agregado, prácticamente la salud de la madre y del niño dependen de una
buena atención. Pero todavía durante la gestación es posible disminuir la mortalidad, mediante el
cuidado prenatal y la detección y control oportunos de los riesgos y las complicaciones recurrentes.
SALUD MATERNO-INFANTIL Y CONDICIÓN DE LA MUJER 129
El (re)descubrimiento de la mujer:
LA INVESTIGACIÓN DE LA SALUD FEMENINA
Aborto inducido
C' »
an.cer cérvico-uterino y mamario
La trascendencia del cáncer cérvico-uterino y mamario como
Ptoblema de salud pública llevó a la instauración, en 1974, del
i °nsejo Técnico de Lucha contra el Cáncer y, poco después, a
a Puesta en marcha de un programa de control del cáncer por
Parte de la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia. A
artir de 1985 existe un Registro Nacional de Cáncer, el cual
etmite conocer diversos aspectos de las características per-
°uales de los afectados, de su tratamiento y sobrevida. Estos
r°8rarnas oficiales de control se dirigen a las mujeres que han
138 CARLOS JAVIER ECHARRI CÁNOVAS
Mortalidad general
Mortalidad materna
Nutrición
Menopausia y climaterio
22 De acuerdo con el índice de masa corporal, que es el cociente del peso entre el cuadrado de
la talla.
SALUD MATERNO-INFANTIL Y CONDICIÓN DE LA MUJER 143
Salud ocupacional
Necesidades de la investigación
148
SALUD MATERNO-INFANTIL Y CONDICIÓN DE LA MUJER 149
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SALUD MATERNO-INFANTIL YCONDICIÓN DE LA MUJER 165
Ivonne Szas*
Introducción
El inicio de los estudios sobre la migración femenina en México
fue más o menos coincidente con el desarrollo de los estudios
sobre la condición social de la mujer en el país. Este trabajo
tiene por finalidad revisar los estudios que se han hecho sobre
las migraciones de mujeres en México con el fin de señalar los
aportes de los estudios de la mujer y de la perspectiva de género
Para el conocimiento y la comprensión de la especificidad de
a migración femenina en el país.
El concepto de migración utilizado en este trabajo incluye
»versas formas de la movilidad geográfica de las mujeres. Re-
Vlsamos los estudios sobre cambios de residencia que traspasan
Clei‘tos límites geográficos y se prolongan por más de seis meses,
Pero incluimos también las investigaciones sobre otras formas
e movilidad, como los traslados temporales, los desplazamien-
s de corta duración a lugares cercanos, la migración itinerante
a situación de las mujeres que se quedan en el lugar de ori-
ja n *Vlentras sus esposos migran. No incluimos en esta revisión
migraciones de los varones, pero consideramos que sería im-
neJQante analizar su movilidad desde un punto de vista de gé-
Ci ?n ^a primera parte de este trabajo sintetizamos los prin-
¿e a,es aportes conceptuales que ha hecho la perspectiva
mié enCr° en contexto internacional para el estudio de las
con aClo”es* En la segunda sección se presenta una revisión del
Clmiento sobre la migración femenina en México, en la
167
168 IVONNE SZASZ
^S^ación y familia
. i'as encuestas sobre migración hacia las grandes ciudades del país, levantadas a fines de los
scxenta, contaban con algunos de estos indicadores, pero el enfoque de género no se había
di$arr° ’ad° Para Permhir un análisis como el que ahora se propone. En la actualidad, está a
11 0nS'C'^n 'os investigadores mexicanos una base de datos apoyada en encuestas realizadas en
j 0 hogares del Occidente de México vinculados con la migración a Estados Unidos, la cual fue
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208 IVONNE SZASZ
Orlandina de Oliveira
Marcela Eternod
María de la Paz López
Introducción
211
212 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. R LÓPEZ
3 Rara una revisión de los estudios sociodemográficos sobre la familia, véanse Oliveira y
Salles (1989), García y Oliveira (1994) y Quesnel y Lerner (1989), sobre todo en relación con el
enfoque de las familias como grupos de interacción.
4 La perspectiva de género considera las desigualdades entre hombres y mujeres como productos
de una construcción sociocultural e histórica que transforma las diferencias sexuales en diferencias
jerárquicas. Lo femenino se subvalora frente a lo masculino y las mujeres, por su propia naturaleza,
son sujetas a una condición de subordinación, segregación y discriminación social.
4
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOC1ODEMOGRÁF1CO 213
1 Pa*-3 una revisión de las críticas a la dicotomía público-privado, véanse Collier y Yanagixako
87). Jclin (1984) y Tarrés (1989).
^ara una discusión acerca de la diversidad de las familias campesinas, véanse Salles (1991)
de la'*e,ra y Sal,es (1989); y García y Oliveira (1994) y Salles y McPhail (1994) para una revisión
a* rcflexiones sobre las familias desde una perspectiva de género.
214 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. P LÓPEZ
las uniones son más reducidas entre los grupos de más bajo nivel socioeconómico (Ojeda, 1989,
Ojeda y González, 1994; Samuel, 1990y Quilodrán, 1989, 1991 y 1996). En lo referente a la edad
al casarse, ésta es más reducida en el medio rural y entre los grupos con menor grado de escolaridad
y niveles socioeconómicos bajos (Ojeda, 1989; Oliveira, 1996 e iNEGi/Unifem, 1995).
12 Varios autores han analizado las pautas de nupcialidad y las concepciones y rituales del
matrimonio en México. Véanse, entre otros, Aranda (1989), Ojeda (1989), Quilodrán (1993a,
1993b y 1996), González Montes (1994), Mummert (1996), Samuel, Lerner y Quesnel (1993) y
Samuel (1996).
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 217
17 Este tipo de análisis por lo general se ha realizado a partir de fuentes censales, de encuestas
sociodemográficas y de encuestas en hogares. Cuando la información es de carácter nacional casi
siempre es posible establecer diferencias regionales, por entidad federativa y entre áreas rurales y
urbanas.
11 En’re 1960 y 1992 las fuentes regulares de información muestran que el tamaño medio de
los hogares descendió de 5.4 a 4.7 miembros.
** En 1976, los hogares no nucleares representaban 29%, mientras que en 1990 ascendían a
alrededor de 35 por ciento. Estos datos provienen de reprocesamientos de la Encuesta Mexicana
de Fecundidad de 1976 (De Vos, 1987) y del Censo de Población de 1990. Con el propósito de
hacer comparables los datos, para este último se incluyó el criterio de hijos solteros para la
configuración de los hogares nucleares, a diferencia de los datos publicados que incluyen a los hijos
sin considerar su estado civil (López e Izazola, 1994).
20 Desde principios de los años ochenta, las crisis económicas en México han sido recurrentes
y en 1995 se enfrentó una de las más graves. En todo este periodo, el país ha tenido un crecimiento
demográfico superior al crecimiento económico, con el consecuente efecto sobre el bienestar dé las
familias y los hogares.
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 223
Familia y trabajo
. 11 Véanse García, Muñoz y Oliveira (1982), Margulis y Tuirán (1986), Lerner y Quesnel
®2), Quesnel y Lerner (1989), González Montes (1991) y Tuirán (1993a y 1993b), entre otros.
Los análisis del trabajo'doméstico son revisados en el próximo apartado, cuando nos
erim°* a la división sexual del trabajo en el interior de las familias.
224 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. R LÓPEZ
Estrategias de sobrevivencia
28 Para una revisión de las relaciones entre familia y trabajo, véanse Oliveira y Salles (1989) y
García y Oliveira (1994). Acerca de las unidades domésticas campesinas y las que tienen negocios
familiares están, entre otros, los trabajos de Ffepin-Lehalleur y Rendón (1983), Giner de los Ríos
(1989), Cortés (1990) y Cortés y Cuéllar (1990).
13 De acuerdo con las cifras del censo de 1990, sólo en 46% de las unidades domésticas
mexicanas el jefe es el único miembro económicamente activo. En el caso de los hogares dirigid05
por hombres, esta proporción asciende a 52% y entre los comandados por mujeres alcanza 18%
(López e Izazola, 1994).
30 Para una amplia revisión de este tema, véase el capítulo “Género y trabajo extradoméstico
en México" en este mismo volumen.
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 227
17 Rara un análisis de las relaciones de pareja en diferentes sectores sociales, véanse, entre
otros, los trabajos de De Barbieri (1984), Roldán (1984), González de la Rocha (1986), González
e Iracheta (1987), Riquer (1991), Benerfa y Roldán (1992) y García y Oliveira (1994). También
existen investigaciones sobre las relaciones que se establecen entre suegras y nueras, y padres e
hijos, aunque son más escasas (González Montes, 1991; Mummert, 1992).
” Véanse, entre otros, De Barbieri (1984), González de la Rocha (1986), Benería y Roldán
(1992), Cano y Radkau (1991), Aranda (1989), Lailson (1990), Elú de Leñero y Leñero Otero
(1992), González Montes (1991), Castañeda Salgado (1993), Leñero et al. (1993), Quilodrán
(1993a), Figueroa (1993), Riquer (1994), García y Oliveira (1994) y Ariza (1996).
familia y género en el análisis sociodemográfico 231
El trabajo doméstico
y García (199 03 rcvisión de los «»odios que tratan varios de estos aspectos, véanse Oliveira (1996)
232 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. R LÓPEZ
41 Véanse Michel (1980), Bolton y Marín (1983), Chant (1985), Selva (1985), Goldsmith
(1986), Btanco(1986), Hidalgo (1988), Villanueva (1986) y Sánchez y Martini (1987). Una revisión
de los estudios realizados sobre trabajo doméstico se encuentra en Sánchez (1989).
42 Véanse De Barbieri (1984), Benería y Roldán (1992), Rubalcava y Salles (1992) y García y
Oliveira (1994). Hallazgos similares han sido reportados en otros países de América Latina (P°’’
lack y Villarreal, 1991 y García, 1995).
43 Los entrevistados justifican su comportamiento a partir de la creencia de que las mujeres
tienen una mayor calificación para la realización del trabajo doméstico, debido a su aprendizaje
previo y a la actitud femenina de mayor disponibilidad para prestar servicios.
44 Véanse Benería y Roldán (1992), Rubalcava y Salles (1992) y García y Oliveira (1994).
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 233
45 Est
profes 3S auloras señalan las contradiciones observadas en el discurso de las mucres
concibe*"18135 entrev’sta<^as en relación con su experiencia de la maternidad. Así, las entrevistadas
los hechos"" a^Stracto 'a maternidad como la máxima realización de la mujer; pero, en concreto, en
no asumen la carga de los hijos y éstos, al igual que el trabajo doméstico, son encomendados
236 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. E LÓPEZ
a otras mujeres. García y Oliveira (1994) también encuentran una mayor ambivalencia frente a la
maternidad entre las mujeres de carrera.
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 237
(1984\ p^unSe l°S traba¡os de Elú de Leñero (1975a y 1975b), Leñero (1983 y 1988), De Barbieri
’ 1 e'ro (1989) y Benería y Roldán (1992).
238 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. R LÓPEZ
47 Véanse, entre otros, los trabajos de De Barbieri (1984), Benería y Roldán (1992), Mummert
(1992), García y Oliveira (1994), García (1995) y Oliveira (1996).
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 239
Véanse De Barbieri (1984), Massolo y Díaz Ronner (1985), González de la Rocha (1986),
30 Para esta acepción de |efatura, véanse Rosenhouse (1988) y García y Oliveira (1994).
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 241
31 Para América Latina, véanse Van der Tak y Gendell (1976), Lira (1976), Lópes (1976),
^ntelides (1976), Barroso (1978), Merrick y Schmink (1983), Jelin (1978), Recchini, (1979) y
7arcía> Muñoz y Oliveira (1983). Para el caso de México están; García, Muñoz y Oliveira (1982),
^Spez (1986, 1989), Margulis y Tuirán (1986), Echarri (1988) y López e Izazola (1994). Acosta
az (1991) realizó una cuidadosa revisión de estudios sobre el tema, distinguiendo los trabajos de
c°rtc sociodemográfico de carácter cuantitativo de los de carácter antropológico.
En un periodo de casi 25 años —entre 1976 y 1990—, la jefatura femenina se incrementó
en el país cn alrededor de 22% (de 13.5 a 17.3%). Su volumen se estima en casi 3 millones de
ades, que albergan a cerca de 10 millones de personas; en poco más de 9 de cada 10 de este
P° de hogares, la jefas no tienen pareja residiendo en la unidad (Oliveira et al., 1994; López e
«azola, 1994).
242 O. DE OLIVEIRA, M. ETERNOD, M. R LÓPEZ
13 Véanse, entre otros, Chant (1988), González de la Rocha (1986), 1988), Riquer y Charles
(1989), Riquer (1989), Mumtnert y Arias (1989) y García y Oliveira (1994).
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOC1ODEMOGRÁFICO 243
57 Véanse García, Muñoz y Oliveira (1983), González de la Rocha (1986) y Rubalcava (1995)-
FAMILIA Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO 245
con los conflictos y las negociaciones que se dan entre los in
tegrantes de los hogres; iii) los efectos de distintas composi
ciones familiares sobre la dinámica interna de los hogares. Así,
por ejemplo, habría que examinar en qué medida la presencia
de otros parientes (suegras, padres, etcétera) o de varios núcleos
familiares que residan en la misma unidad doméstica incre
menta los conflictos familiares, y iv) los cambios operados en
la dinámica familiar generada por la incursión de las madres
ingresan en el trabajo extradoméstico o cuando tienen hijos
adolescentes. Por último, es importante explicar cómo los cam
bios acaecidos en la situación social de las mujeres modifican las
relaciones de pareja, permean las relaciones entre hijas e hijos
y qué consecuencias tienen sobre la formación de las nuevas ge
neraciones.
Para concluir, queremos reiterar que la comprensión de las
condiciones de desigualdad, inequidad, discriminación, exclu
sión social y desvaloración que afectan a las mujeres en su re
lación con los hombres en muchas ocasiones sólo es posible si
se considera el espacio privado e íntimo que les da origen y las
sustenta. En consecuencia, el conocimiento detallado del entor
no familiar posibilita no sólo la explicación de las variaciones
en la condición de la autonomía femenina, sino también la ac
ción que permita romper las pautas tradicionales que norman
el comportamiento familiar e individual, mediante la puesta en
marcha de políticas y programas dirigidos a la familia.
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n»rc antes contribuciones hechas por estudios cualitativos o de caso, realizados desde una
Pectivasocioantropológica.
276 B. GARCÍA GUZMÁN, M. BLANCO SÁNCHEZ, E. PACHECO GÓMEZ M.
. conformidad con la ene (1993), 62% de las mujeres, y sólo 18% de los hombres cuya
2o , ' a° económica era de tiempo completo, realizaban también quehaceres del hogar por más de
°ras amánales (tNEGi/Unifem, 1995);
278 B. GARCÍA GUZMÁN, M. BLANCO SÁNCHEZ, E. PACHECO GÓMEZ M.
7 El país cuenta con encuestas de ocupación desde el inicio de los años setenta. En los ochentas
dio comienzo un complejo y rico sistema de encuestas urbanas, la Encuesta Nacional de Emple°
Urbano (eneu). En lo que respecta a encuestas nacionales, se relizaron Encuestas Nacionales de
Empleo (ene) en 1988, 1991, 1993 y 1995, así como encuestas estatales en 1996.
GÉNERO YTRABAJO EXTRADOMÉSTICO 279
1990 ^esde este punto de vista, no todos los censos de población son iguales. En el Censo de
as I SC un cuestionario muy escueto que permitió captar de mejor manera las ocupaciones
am a.nadas en establecimientos fijos; en cambio, en el Censo de 1980 se intentó captar con mayor
’tu el trabajo extradoméstico, pero las preguntas fueron muy largas y confusas.
280 B. GARCÍA GUZMÁN, M. BLANCO SÁNCHEZ, E. PACHECO GÓMEZ M.
’Véanse Rendón y Salas (1992), Rendón (1993), García (1994), García y Oliveira (1994),
Jusidman y Eternod (1994), stts (1994), Pedrero (1995), Pedrero, Rendón y Barrón (1995).
GÉNERO YTRABAJO EXTRADOMÉSTICO 281
” según García y Oliveira (1994), las mujeres que desempeñan el trabajo extradoméstico
co,ttPr'°tniso lo consideran como algo legítimo, algo que les corresponde ejercer además de la
Maternidad.
284 B. GARCÍA GUZMÁN, M. BLANCO SÁNCHEZ, E. PACHECO GÓMEZ M.
. En este contexto, la industria textil continúa siendo un lugar privilegiado para el empleo
^nano de obra femenina (véanse Alonso, 1982 y 1989; Castilla et al., 1989; Martínez, 1994).
en 1 Cabe mencionar que la maquila ha sido más importante en términos de exportaciones que
n lo que respecta al personal ocupado. No obstante, la cifra de empleos generados por dicha
286 B. GARCÍA GUZMÁN, M. BLANCO SÁNCHEZ, E. PACHECO GÓMEZ M.
industria se incrementa año con año. Durante el primer trimestre de 1997, el personal ocupado por
la industria maquiladora de exportación superó las 800 000 personas (periódico Reforma, con
datos del inegi, 30 de junio de 1997).
GÉNERO YTRABAJO EXTRADOMÉSTICO 287
absolutas y relativas, sobre todo si se hace la comparación entre las actividades profesionales y las
no asalariadas.
GÉNERO Y TRABAJO EXTRADOMÉSTICO 291
Márquez (1988), Oliveira (1989c), Rendóny Salas (1990), stps (1993), Roubaud (1991), Jusidman
y Eternod (1994), Pacheco (1994), Pedrero, Rendón y Barrón (1995), Tánori (1995) y Oliveira y
García (1998).
22 No obstante, existen estudios realizados en ciudades específicas que permiten documentar
algunos tipos de conexión entre actividades formales e informales, de grande y pequeña escaJ^
(véase, por ejemplo, Escobar, 1986). Análisis cualitativos o de caso sobre pequeños talleres, s
contratación y trabajo a domicilio en áreas urbanas y rurales durante los años ochenta pueden
encontrarse en Alonso (1988), Benería y Roldán (1987), Arias (1988 y 1992) y Wilson (1990).
GÉNERO YTRABAJO EXTRADOMÉSTICO 295
est, 'formación del Censo de Población de 1990 no permite corroborar que las mujeres
el $ reVresenta<^as 01d sector informal, pero esto se debe a la subestimación que, precisamente,
1994)P trabaÍ° femenino y las ocupaciones más precarias, presenta el XI Censo (Jusidman y Eternod,
296 B. GARCÍA GUZMÁN, M. BLANCO SÁNCHEZ, E. PACHECO GÓMEZ M.
Niveles de ingreso
14 Por cierto, este tipo de argumentos no toma eti cuenta el trabajo doméstico y la crianza de
los hijos, que impiden a muchas mujeres laborar durante más horas en el mercado de trabajo.
23 La comparación entre países se realiza utilizando las mismas técnicas de medición.
GÉNERO YTRABAJO EXTRADOMÉSTICO 299
Carlos Welti
Beatriz Rodríguez
Introducción
Premisas básicas
El CONTEXTO GENERAL
íj°? grandes procesos en los que se inserta la relación entre ac-
Vldad extradoméstica femenina y fecundidad y que se reflejan
320 CARLOS WELTI, BEATRIZ RODRÍGUEZ
Intervalo protogenésico
Anticoncepción
2 Esto llevaría a suponer que allí en donde las mujeres cuentan con prestaciones social65'
como licencias de maternidad y alimentación de los hijos, no se pospone el nacimiento del
hijo. Como ilustración de esta percepción hay que recordar que, en los años ochenta, el director 6
Instituto Mexicano del Seguro Social propuso la reducción de las prestaciones relacionadas con
maternidad entre la población asegurada, ya que, consideraba, éstas tenían un efecto pronatal¡sta
La propuesta no prosperó.
trabajo extradoméstico y COMPORTAMIENTO REPRODUCTIVO 331
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VIII. POLÍTICAS DE POBLACIÓN,
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS
REPRODUCTIVOS: UNA PROPUESTA ANALÍTICA1
Introducción
363
364 ALEJANDRO CERVANTES CARSON
Políticas de población
2 Algunos de los argumentos desarrollados aquí han sido expuestos en forma germinal o más
incipientemente en otros lugares. Rara los apartados “Diagramando un vínculo”, “El componente
de la reproducción" y “El componente de los derechos” el antecedente es Cervantes (1995b)-
Asimismo, para los apartados “El control de la reproducción como centro de las políticas de
población", “Instituciones médicas y decisiones acerca de la reproducción”, “Evolución de Ia
titularidad” y “Carácter social y el concepto de la responsabilidad” es Cervantes (1996).
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 367
1 Indica el número promedio de hijos que tendrían las mujeres en edad fértil (de 15 a 49 años
de edad) al final de su vida reproductiva, con los itiveles observados de procreación por edad.
4 Las fuentes de datos son: para los sesentas, Encuesta Mexicana de Fecundidad (emf, 1976),
para 1986, Encuesta Nacional sobre Fecundidad y Salud (enfes, 1987); para 1992, Encuesta Nacional
de la Dinámica Demográfica (enadid, 1992).
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 369
Perfil de la investigación
Cab BUCn°S c’emp'os de “to son: Urbina et al. (1984); Martínez (1985); Sandoval (1988), y
rera (1994). Por supuesto, también los documentos historiográficos producidos por el Consejo
ac'onal de Población (1975, 1978, 1985, 1990, y 1991).
372 ALEJANDRO CERVANTES CARSON
Institucionalización y MEDICALIZACIÓN
DE LAS DECISIONES REPRODUCTIVAS
* El caso más documentado y conocido es el de San Miguel Pócitos, Puebla, porque fue
denunciado y llevado a la Cámara de Diputados del estado por un diputado del pan. El incidente
ocurrió entre mayo y junio de 1996. El personal médico involucrado pertenecía al imss y 54 mujeres
fueron las afectadas. La historia de engaño y abuso institucional y profesional fue descubierto
después de que un primer grupo, de entre esas 54 mujeres, contrajo infección pélvica inflamatoria
y por medio de la subsecuente revisión médica supieron que se les había introducido un dispositivo
intrauterino sin su autorización o consentimiento. Con la ayuda y la asesoría del diputado panista,
las 54 mujeres interpusieron una demanda legal en contra del personal médico responsable y las
instituciones de salud estatales. Dos periódicos nacionales (La Jornada y Reforma) siguieron de
cerca el caso y lo documentaron entre julio y septiembre de 1996. Durante el primer semestre de
1997, incidentes similares (aunque de menor magnitud) han sido reportados por las mismas fuentes
en los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
’ De acuerdo con la metas establecidas por el Consejo Nacional de Población para alcanzar
los niveles de fecundidad deseados, las metas sobre los niveles de uso de anticonceptivos y el tipo de
métodos se fijan en reuniones intersectoriales donde se estructura el Programa Interinstitucional
de Planificación Familiar (por lo menos cada seis años y con cobertura nacional), se traducen en
porcentajes de participación sectorial, institucional, departamental, etcétera, hasta alcanzar a las
unidades más pequeñas (véase, en el mismo sentido, Figueroa, 1994a y 1994b). Aunque abiertamente
no se manejen cuotas, el desdoblamiento burocrático de las metas cuantitativas, dentro y en cada
una de las instancias de las instituciones del sistema de salud nacional, genera un sistema implfc*^°
de cuotas de uso general y específico por método.
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 381
Derechos reproductivos
Diagramando un vínculo
políticas organizacionales de las instituciones de salud hacen más para inhibir sistemáticamente las
elecciones libres e informadas de métodos anticonceptivos que para propiciar y respetar el ejercicio
pleno de los derechos reproductivos. En el mismo sentido, los testimonios recopilados por la Red
de Salud de las Mujeres del D.F. (1997a y 1997b) también apuntan hacia el mismo problema y
contribuyen a su documentación.
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 383
El componente de la reproducción
•c
2
CZ3
2
1/3
O
4-4
C
V
S
2
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 387
En vez de una línea recta y ascendente que tendría puntos clave que interrumpen la linealidad
y a ren y cierran segmentos, prefiero pensar en una espiral ascendente donde los puntos clave
°curren en diferentes niveles de altura que convergen en ejes verticales con otros puntos clave pero
n diferentes tiempos del curso de vida. De esta manera, los individuos pueden desarrollar las
m'smas actividades en diferentes etapas de sus vidas, pero experimentarlas de manera distinta y
388 ALEJANDRO CERVANTES CARSON
establecer un contraste con previas experiencias. Esta concepción en espiral del proceso permite
dos cosas que me parecen esenciales: primero, introduce la oportunidad de compartir la importancia
de estos procesos con personas en diferentes etapas de sus vidas, al tiempo que permite reconocer
que, independientemente de la etapa de la vida del individuo y las especificidades de la experien
cia, el proceso puede ser significativo, comunicable y compartible y, segundo, abre la posibilidad de
que el proceso se convierta en un aprendizaje vital, al poder evaluar la experiencia reciente en re
lación con otras ocurridas en el pasado.
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 389
13 Aun cuando en la Conferencia Mundial de El Cairo de 1994 uno de los actos resolutivos
fue la introducción del concepto de salud reproductiva (elaborado a partir de un alejamiento
simultáneo de los de control natal y planificación familiar), que ha significado la ampliación de los
derechos de acceso a la salud y de protección de los sucesos involucrados, el concepto de reproducción
sigue restringiéndose por los acaecimientos de la procreación y centrándose también en ellos.
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 393
EL PROBLEMA DE LA TITULARIDAD
Evolución de la titularidad
“ No es éste el lugar para elaborar un argumento completo al respecto, pero para la revisión
de algunos de los debates contemporáneos más importantes se pueden consultar dos fuentes: Cornell
et al. (1992) y Habermas (1996).
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 397
ocurrido, desde control natal hasta salud reproductiva, véanse Dixon-Mueller (1993) y Figueroa
(1995c).
22 Véanse S'aapiro (1985) y Hartmann (1987).
Neces idade s del Necesid ades de la
Proyecto nacional sociedad
400 ALEJANDRO CERVANTES CARSON
24 En el México de 1979, 38% de las mu|eres en unión conyugal (en edad fértil) usaban
métodos anticonceptivos para regular su fecundidad. De ellas, menos de una quinta parte (18%)
obtenía el método en consultorios u otros servicios médicos privados, una tercera parte (31%) en
farmacias y la mitad (51%) en alguna institución del sector público (imss, ssa, issste, en ese orden de
importancia). Ocho arios después (en 1987), el uso se incrementó a 53% y se modificó su distribución
según lugar de adquisición: sólo una sexta parte de las mujeres (16%) obtuvo el anticonceptivo de
la medicina privada, una quinta parte (22%) en farmacias y, dos terceras partes (62%) en alguna
institución gubernamental (Dirección General de Planificación Familiar, 1989). Esta tendencia, de
disminución de la presencia de la medicina privada y aumento de la cobertura de las instituciones
públicas, continúa y se acentúa cinco años después (en 1992) cuando el uso de anticonceptivos se
incrementa hasta incluir a dos de tres mujeres en edad fértil (63%) (Consejo Nacional de Población,
1995).
404 ALEJANDRO CERVANTES CARSON
25 Para una discusión actualizada del concepto de democracia y de los diferentes modelos
normativos que informan cada una de las interpretaciones contemporáneas en filosofía política,
véase Benhabib (1996).
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 407
26 Me refiero a la elaboración y utilización analítica que Jürgen Habermas hace de los modelos
normativos. Por ejemplo, el de la situación ideal del discurso, donde supuestos, ideales y normas
del proceso de la comunicación humana son hechos explícitos y utilizados como marco referencial
para el análisis de las formas sociales de la comunicación y para construir tanto su propuesta de la
teoría de la acción comunicativa, como para el de la ética del discurso {Habermas, 1984, 1990,
1993).
CONTROL DE LA FECUNDIDAD Y DERECHOS REPRODUCTIVOS 409
Conclusiones
les viven y desarrollan sus actividades todos los días. Sin sujetos
democráticos, la democracia en nuestro país se convierte en una
falacia formal.
Asimismo, si uno entiende los diferentes espacios sociales
que componen nuestra vida cotidiana y a la sociedad en su
conjunto como espacios que, a la vez que están articulados unos
con otros, mantienen distancias sustantivas que les proporcio
nan cierto margen de independencia; si uno entiende que esos
diferentes espacios no son piezas que dependen vitalmente
unas de otras, como partes de un mecanismo exacto y prede
cible, es posible percibir, que aunque entrelazados y con múlti
ples vasos comunicantes (produciendo flujos permanentes de
imágenes, significados y discursos), cada uno de estos espacios
tiene formas propias de constitución, sobrevivencia y repro
ducción que le otorgan una situación relativamente autónoma
respecto de los demás. Es esta relativa autonomía la que permite
generar procesos de democratización en espacios sociales
determinados.
El análisis crítico de la dinámica de las políticas de pobla
ción y de sus consecuencias sociales en el México contempo
ráneo, así como las posibilidades de generar transformaciones
en su orientación, contenidos y formas de operación han su
frido enormes impedimentos y se han empobrecido sustanti
vamente porque demasiados acuerdos y consensos han sido
forzados vertical y unilateralmente, privilegiando las necesida
des políticas de personajes, grupos y gobiernos en turno.
Así como otras áreas de la vida política de la nación, ésta
también requiere un esfuerzo coordinado para desestructurar
inercias autoritarias, a la vez que se encuentra sedienta de diá
logo intersubjetivo, crítico y democrático.
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428 ALEJANDRO CERVANTES CARSON
Vania Salles
Rodolfo Tuirán
1 En Europa occidental, por ejemplo, existen —en una aproximación conservadora realizada
por la Unión Europea— cerca de 50 millones de personas pobres (Jusidman y Eternod, 1994).
2 Esta afirmación es posible si pensamos que la pobreza impera en los países que integraron
el esfuerzo socialista de constitución de la sociedad.
1 Véase Memoria de la Conferencia de México sobre Desarrollo Social y Pobreza (México,
Coordinación General de Asuntos Internacionales, Sedesol, 1994).
431
432 VANIA SALLES, RODOLFOTUIRÁN
’ “El empobrecimiento a menudo es resultado de varios eventos y procesos, como los derivados
de políticas macroeconómicas. En varios países se ha acentuado la pobreza porque, además de los
problemas acumulados a lo largo de su historia, tuvieron la necesidad de atender la deuda externa
con las medidas de ajuste impuestas, lo que tuvo consecuencias directas sobre el desarrollo social,
pues el Estado se vio obligado a reducir los presupuestos correspondientes” (Pedrero, 1994).
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 433
3 Una tarea prioritaria de las políticas de desarrollo social consiste en abatir los rezagos
acumulados y erradicar la marginación y la pobreza que padecen millones de personas en todo el
mundo. Es claro, sin embargo, que el predominio del mercado como mecanismo de asignación de
recursos no ha permitido matizar las profundas desigualdades económicas y sociales, sino que más
bien las lia incrementado y por ello este predominio se perfila como una de las causas originarias de
las mencionadas desigualdades.
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 435
Privación; otros más se ocupan de la evolución de la pobreza en las últimas décadas, ya desde la
perspectiva de la economía, ya desde la perspectiva de las políticas públicas (Lustig, 1994; Hernández
Laos, 1990, 1991, 1992; Boltvinik, 1990, 1994; cepal, 1985, 1991; Levy, 1992, 1994; Cortés y
Rubalcava, 1992; inegi/cepal, 1993; iNEGi/Sistema Interagencial de las Naciones Unidas, 1995;
Racynsky, 1995).
* En este trabajo no examinamos las diferencias metodológicas implicadas en estos análisis, ta
rea que por cierto ya ha sido realizada por iNEGi-Sistema Interagencial de las Naciones Unidas (1995).
10 Para definir la línea de pobreza, el autor citado toma como criterio el ingreso familiar que
está por debajo del costo de la cnse (Canasta Normativa de Factores Esenciales), en tanto que para
establecer la línea de pobreza extrema considera el monto del ingreso familiar que es inferior al
costo de la cnsm (Canasta Submínima).
11 Véase también AJarcón (1994), quien con base en los datos provenientes de las encuestas
de ingreso/gasto (inegi/enigh) para 1984 y 1989, indica la profundización de los niveles de pobreza
en el país.
438 VANIA SALLES, RODOLFO TUIRÁN
lí Para abordar el tema de la pobreza en México, Levy (1994) destaca tres características de
la política económica a inicios de 1990 que deben tenerse en cuenta: la necesidad abrumadora
de mantener el equilibrio fiscal implica que continuarán las restricciones presupuéstales, lo que
incidirá en la disponibilidad de recursos para atender el problema de la pobreza; las reformas
estructurales han promovido el papel de las fuerzas del mercado en la asignación de recursos, lo
que determinará que los programas de combate a la pobreza eviten recurrir al expediente de los
controles de precios y los subsidios o los reduzcan al mínimo, y las reformas estructurales no se han
distribuido de manera uniforme, por lo que, hoy en día, el marco regulatorio de la industria está
más liberalizado que el de la agricultura, hecho que de no atenderse puede implicar un ahondamiento
en la desigualdad del ingreso.
11 Los estudios citados concuerdan en señalar que la pobreza en México es predominantemente
urbana (en lo respecta a su volumen), aunque su incidencia y severidad es más elevada en el medio
rural; los extremadamente pobres se localizan en su mayoría en las áreas rurales; la mayor parte de
la población extremadamente pobre desempeña actividades agrícolas, y los extremadamente pobres
tienen familias numerosas, mayor número de hijos, mayor relación de dependencia y niveles de
educación más bajos.
14 Se percibe con mayor realismo la gravedad de la situación si se define qué significa la
pobreza extrema. Según Levy (1994, pp. 18 y 19), “extremadamente pobres son aquellos que no
pueden proveerse de una alimentación suficiente que les permita desempeñarse adecuadamente.
Las personas desnutridas son más vulnerables a las enfermedades, corren el riesgo de desarrolla1“
deficiencias antropométricas, en ocasiones son apáticas y, en general, son menos capaces de llevar
una vida sana con la suficiente energía para desempeñarse de manera satisfactoria en la escuela o en
el mercado de trabajo”. A su vez es importante rescatar lo que dice Ptter Townsend en entrevista
concedida al periódico El Universal de Caracas (1988): “Quien es pobre se muere antes. Mis
investigaciones prueban que la pobreza mata. No se trata de un comentario político o social, sino
de un hecho científico" (citado por Kliksberg, 1995, p. 8).
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 439
” Levy (1994, p. 8)) pone en operación tales conceptos cuando afirma: “[...] la pobreza
extrema es una condición absoluta, mientras que la pobreza moderada es una condición relativa •
A su vez, Flores, Campos y Vélez (1994, p. 295) asumen que la pobreza absoluta “se refiere a la
incapacidad o imposibilidad de satisfacer lo que en general se conoce como necesidades básicas .
Utilizan el término pobreza relativa “para relacionar un bajo nivel de riqueza o ingreso de un agente
respecto a su entorno [...] y se modifica a medida que avanza el desarrollo económico”.
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 441
16 En la revisión de los aportes realizados por Chambers, Sen y Desai tomamos partes del
texto de Jusidman y Salles, “Introducción a las memorias del foro" (en Redro Gómez y Benjamín
Nieto, comps., 1993).
442 VANIA SALLES, RODOLFO TUIRÁN
17 Este concepto es parte de un marco más amplio. Al discutir cuestiones relativas al nivel de
vida, Sen delimita varias definiciones relacionadas, entre las que nos parece importante destacar las
de capacidades, realizaciones , bienes y servicios. El concepto realizaciones se refiere a las diversas
condiciones de vida (las diferentes dimensiones del ser y el hacer) que pueden o no ser alcanzadas.
A su vez, la definición de capacidades remite a nuestra labilidad para alcanzar ciertas condiciones
de vida. La realización puede ser vista como un logro, pero una capacidad alude justamente a la
habilidad requerida para lograr. Mientras que las realizaciones están vinculadas con las condiciones
de vida (más bien indican diferentes aspectos de ellas), las capacidades son nociones que remiten a
la libertad en el sentido positivo del término (se trata de las oportunidades reales respecto de la vida
que se puede llevar). Además, en su obra se revisa la bibliografía existente sobre desigualdad
socioeconómica y se propone una conceptuación de la pobreza como campo de estudio,
diferenciándola del análisis de la desigualdad. Al respecto, véase Sen (1981, 1984 y 1987).
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 443
24“Las propias instituciones no permiten que se altere su propia dinámica interna en favor
4e la equidad de género. La mayoría de las políticas evitan la intervención directa en las normas y
relaciones al interior de los hogares. En las del dominio público la intervención es más aceptable”,
Pero es selectiva. Hoy en día, por ejemplo, no se busca “intervenir en las fuerzas del mercado”,
aunque es a través de él que operan muchos de los mecanismos que inciden en la pobreza femenina
(Odrero, 1994, p. 80).
448 VANIA SALLES, RODOLFO TUIRÁN
La feminización de la pobreza:
¿UNA REALIDAD AJENA A MÉXICO?
25 Uno de los principales factores por medio de los cuales la pobreza incide en las condiciones
de vida de las mujeres es el de la nutrición deficiente; se sospecha, además, que la subalimentación
y la carencia de ciertos nutrientes durante los años de vida fértil provocan consecuencias de largo
plazo para su salud, lo que a su vez se refleja en una posición desventajosa, pues así se limita su
potencial productivo y laboral. La subalimentación, como expresión de la privación, impera entre
las mujeres pobres. Entre las carencias de micronutrientes, la más común es la de hierro. De esta
manera, su condición de pobres las expone a tasas más elevadas de morbilidad y mortalidad. La
carencia de yodo, que es más común entre las mujeres en edad fértil, provoca a su vez retrasos en e
desarrollo mental y motor, trastornos neuromusculares, bocio, hipotiroidismo e infertilidad. Además,
el estado nutricional deficiente suele pasar de una generación a la siguiente. Así, por ejemplo»
sabe que las madres con carencia de yodo dan a luz a más niños con cretinismo y otras anormalidades
congénitas. Por si fuera poco, las desventajas vinculadas con alimentación y nutrición deficientes
pueden conducir a un fuerte desgaste físico, intensificado por las pesadas cargas de trabajo (véase
Salles y Tuirán, 1995).
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 449
26 Bañe y Carballo (1985), por ejemplo, destaca algunas de las causas que se derivan tanto de
los modelos de desarrollo económico como de cuestiones de naturaleza racial y étnica, las cuales
uncionan como marco general para la reproducción de la pobreza.
450 VANIA SALLES, RODOLFO TUIRÁN
21 Esta última es una encuesta de tipo panel realizada en la Ciudad de México por el Instituto
Nacional del Consumidor (Inco), que comprende seis diferentes levantamientos llevados a cabo
entre 1985 y 1988.
456 VANIA SALLES, RODOLFO TUIRÁN
31 Siendo rigurosos desde un punto de vista metodológico, podemos afirmar que no existen
en México estudios suficientes para corroborar la existencia de todos los rasgos característicos,
aunque sí es posible señalar que la evidencia disponible, ciertamente escasa y fragmentaria, y
importancia adquirida por algunos fenómenos sociales relacionados con situaciones de nueva pobreza
apuntan en la dirección indicada por la hipótesis de la feminización de la pobreza.
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 459
14 Este tipo, según la autora citada, puede ser utilizado de manera independiente o estar
presente en los tipos previos.
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 463
37 Hay una discusión en torno al hecho de que lo cuantitativo siempre tiene algo de cualitativo,
en lo que estamos de acuerdo. Pero nuestra observación aquí se remite al desprecio que las
466 VANIA SALLES, RODOLFO TUIRÁN
investigaciones con datos agregados y modelos estadísticos han brindado en ocasiones a otras
formas de reconstruir la realidad que se alejan de las cosas medibles y cuantificables.
” Las referencias presentadas a continuación están basadas en el Informe sobre el desarrollo
humano (pnud, 1995).
M El índice de desarrollo humano (idh) está basado en varios indicadores: esperanza de vida
al nacer, alfabetización de adultos, tasa de matriculación escolar y nivel de vida medido por el
Producto Interno Bruto per cápita. El índice de desarrollo relacionado con la mujer (idm), luego
denominado índice de desarrollo relativo al género (idc) se calcula de la misma manera que el idh,
pero se introduce además un ajuste en función del grado de disparidad existente entre hombres y
mujeres en las diferentes variables. Por último, el índice de potenciación de la mujer (ipm), luego
denominado índice de potenciación de género (ipg), se basa en tres indicadores: participación de la
mujer y adopción de decisiones en cuestiones económicas, participación de la mujer y adopción de
decisiones en cuestiones políticas y grado de control femenino sobre los recursos económicos.
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 467
Líneas de investigación
472
¿CARGAN LAS MUJERES CON EL PESO DE LA POBREZA? 473
Tuirán, Rodolfo
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(Gimtrap), pp. 121-177.
SECCIÓN ESPECIAL
LA EXPERIENCIA DE LA PARTICIPACIÓN
DE MÉXICO EN LA IV CONFERENCIA MUNDIAL
DE LA MUJER, CELEBRADA EN PEKÍN
Clara Jusidman de B.
Introducción
1 En esta sección se establece una diferencia entre los conceptos de política gubernamental y
política pública: la primera se entiende como aquella que es definida por los cuerpos de funcionarios
públicos sin someterla a consulta de la población o con modalidades de consulta que sólo buscan
legitimar decisiones adoptadas en el interior de la administración pública; la política pública, en
cambio, surge de una construcción social participativa y abierta resultante de un consenso entre
diversos grupos de interés, de ciudadanos o de partidos políticos.
MÉXICO EN LA IV CONFERENCIA MUNDIAL DE LA MUJER 485
El Consejo Directivo
bates, pues saber cuándo hacerlo y con quién contar para ob
tener los apoyos puede hacer una gran diferencia respecto de
los logros que se obtengan.
Afortunadamente, para el proceso de Pekín se contó tam
bién, en varios momentos del mismo, con la participación de
la embajadora Olga Pellicer. Como la única mexicana que for
maba parte de la comisión sobre la Condición Jurídica y So
cial de la Mujer, le correspondió participar en las reuniones
iniciales de esa Comisión para discutir los lincamientos y es
trategias que habrían de seguirse en la conferencia. La emba
jadora Pellicer debió haber presidido los trabajos de la última
sesión del Comité Preparatorio de la Conferencia llevada a
cabo en Nueva York en marzo y abril de 1995 (lo que se conoce
en la jerga de Naciones Unidas como la prep-conf), pero el
cambio de administración y la modificación de las decisiones
relacionadas con la integración de la delegación mexicana a esa
sesión causaron que no lo hiciera, lo cual fue realmente lamen
table tanto para México como para los trabajos de ese foro
preparatorio y para el proceso en general, dada la gran expe
riencia de la embajadora Pellicer sobre el manejo político en
foros multilaterales y su activa participación en la concepción
misma de la conferencia.
La Misión de México ante Naciones Unidas también tuvo
un papel destacado en el proceso de la conferencia. Además de
estar pendiente de toda la información y los documentos que
se generaban para la misma, el embajador Manuel Tello encabe
zó la pequeña delegación de México que asistió a la Confe
rencia Preparatoria. Patricia Espinoza y Yanerith Morgan parti
ciparon en las delegaciones de esa Conferencia Preparatoria
de Nueva York y de la Conferencia Mundial, y también fueron
las representantes de México, por decisión de la Secretaría
de Relaciones Exteriores, en una reunión realizada en agosto de
1995 en Nueva York, donde se negoció la eliminación de varios
de los múltiples corchetes que quedaron en el proyecto de la
Plataforma de Acción que se revisó en la Conferencia Prepara
toria de Nueva York.2
c°rchetes el texto que es objeto de debate. El Proyecto de la Plataforma de Acción llegó a ftkín con
40% de párrafos entre corchetes.
498 CLARA JUSIDMAN DE B.
El Consejo Consultivo
El informe de México
4. La delegación oficial
La posición de México
El debate
Conclusiones
reuniones tengan lugar. Tanto es así que el lapso que media en
tre la recepción de los proyectos de los documentos que se
van a discutir y la realización de la Conferencia Preparatoria es
crítico para la fijación de la posición nacional. Es en esas confe
rencias donde aún es posible introducir nuevos elementos, cam
biar o cuestionar posiciones de fondo e ir construyendo afini
dades y alianzas.
Sin embargo, la posibilidad de influir realmente en aspectos
de fondo se da en las conferencias regionales y posiblemente
en las reuniones de expertos. Los documentos que se elevan a
los foros mundiales difícilmente pueden ya modificarse sen
siblemente.
534
MÉXICO EN LA IV CONFERENCIA MUNDIAL DE LA MUJER 535
537
538 CLARAJÍISIDMANDEB.
México, D.F.,
a 25 de octubre de 1995
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Urbina Fuentes, Manuel
1993 Discurso del secretario ejecutivo del Comité Nacional Coor
dinador en la ceremonia de instalación del Comité Nacional
Coordinador para la Conferencia Mundial sobre la Mujer, Mé
xico, septiembre 7.
Mujer, género y población en México
se terminó de imprimir en mayo de 1999 en los talleres de
Fuentes Impresores, S.A. Centeno 109.
Col. Granjas Esmeralda, 09810 México, D. F.
Se tiraron 1 000 ejemplares más sobrantes para reposición.
Tipografía y formación: Baphomet y Cía.
El Departamento de Publicaciones de El Colegio de México
estuvo a cargo del cuidado de la edición,
con la colaboración de Rafael Becerra.
CENTRO DE ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y DE DESARROLLO URBANO
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