Sei sulla pagina 1di 7

María del Carmen Ruiz Gómez

La fabricación en serie de tradiciones: Europa (Eric Hobsbawm)

Resumen

El período durante el que surgieron tradiciones con especial asiduidad fueron los 30 o 40 años anteriores a
la Primera Guerra Mundial. La creación de tradiciones se practicó en numerosos países y con varios
propósitos, tanto oficial (por motivos políticos, principalmente en estados o movimientos sociales y políticos
organizados) como extraoficialmente (por motivos sociales, sobre todo en grupos sociales que no estaban
organizados formalmente como tales, como clubes y hermandades). Los grupos, entornos y contextos
sociales pedían nuevos mecanismos que asegurasen o expresaran cohesión e identidad sociales y
estructurasen las relaciones sociales. Entre 1870 y 1914 los diversos Estados europeos, y aquellos que
aspiraban a serlo, se adentraron en un proceso de invención de tradiciones nacionales sin precedentes.
Estas "invenciones" adquirieron tanto una forma política como social. Se trataba, en definitiva, de generar y
afianzar una cohesión e identidad social en grupos, entornos y contextos sociales de reciente creación, lo
que obligaba a buscar e instaurar formas de gobernar y controlar a la población con formas diferentes a las
que tradicionalmente se venían ejerciendo. Inglaterra, Francia y Alemania participaron, por diferentes vías,
con diferentes propósitos y con resultados desiguales de este proceso que en última instancia sirvió para
fomentar el sentimiento nacionalista. Hobsbawm señala que algunas prácticas del periodo 1870-1940
fueron efímeras, mientras que otras superaron dicho periodo e incluso han llegado hasta nuestros días. En
los países desarrollados, “la economía nacional”, era la unidad básica del desarrollo económico. Por esto, un
cambio en las fronteras tenía consecuencias importantes y continuas para los ciudadanos. La
estandarización de la administración y de la educación pretendía inculcar el nacionalismo en los
ciudadanos, que el estado fuera el marco de las acciones colectivas de los ciudadanos, en la medida que
eran reconocidos oficialmente. La política nacional había hecho que el hombre “común” tuviera cada vez
más derecho a participar en política. Así, el estado, la nación y la sociedad acaban convergiendo. Los
gobernantes tienen cada vez más dificultades para mantener la obediencia, lealtad y cooperación de sus
súbditos, ya que éstos tienen relación más directa con los gobernantes y pueden participar cada vez más de
sus decisiones. Cuanto mayor sea el grado de politización de los ciudadanos de los distintos países, mayores
eran los problemas de los gobernantes. Esta situación se agudiza allá donde los movimientos políticos de
masas desafían deliberadamente la legitimidad del sistema establecido. Los países con los ciudadanos
menos politizados eran débiles y atrasados, y los intentos de modernizarlos fracasaban. En los países
“nuevos” era en donde los gobernantes se encontraban con mayores problemas. En este período, la
mayoría de estados europeos ya contaba con capitales, banderas, himnos nacionales, uniformes militares,
etc. que tomaban como referencia los modelos británico y francés. Los regímenes y estados nuevos
María del Carmen Ruiz Gómez
recurrieron a símbolos de su historia pasada y los convirtieron en nacionales. Los principales representantes
del desafío de la política popular eran la movilización política de las masas a través de la religión; la
conciencia de clase (democracia social); y el nacionalismo xenófobo. La forma de actuar de éstos era a
través del voto, por lo que se aferraban a la existencia del sufragio universal masculino. El avance de la
democracia electoral y la consiguiente aparición de la política de masas fueron la mayor causa de invención
de tradiciones oficiales en este período. El problema político con las masas empieza en el momento en que
dejan de seguir a la burguesía liberal y hacen sentir su importancia en el tejido y orden social. En este
momento se hace permanente la necesidad de gobernar por medio de una democracia política bajo la
amenaza de una revolución social. La invención de tradiciones representó un papel fundamental para el
mantenimiento de la tercera república francesa, salvaguardándola contra el socialismo y la derecha. La
Tercera República hizo suya la tradición republicana previa, pero domesticando a los revolucionarios
sociales socialistas y aislando a los anarcosindicalistas. Podía movilizar a la izquierda en defensa de la
república, en un frente común de las clases que dejaba permanentemente a la derecha (cuya función
principal era proporcionar algo contra lo que los republicanos pudieran movilizarse) en minoría. Pero, en
realidad, los que controlaban las tradiciones y símbolos republicanos eran hombres de centro, disfrazados
de hombres de extrema izquierda. Destacan tres nuevas tradiciones inventadas en Francia: creación de un
equivalente laico a la iglesia (educación primaria con contenidos pro-republicanos y revolucionarios);
invención de ceremonias públicas (combinación de manifestaciones oficiales y extraoficiales y festejo
populares); y la producción en serie de monumentos públicos (en especial la imagen de la república, la
Marianne). En general la república se mantuvo alejada de la historia, a causa de la división que creaban los
diferentes republicanismos. Evitaba el culto a los padres fundadores y tenía pocos símbolos (la tricolor, la
marsellesa, la Marianne y poco más). La única fiesta nacional era el Día de la Bastilla (14 de junio). El
principal problema del caso alemán era la división entre la versión de bismarck de la unificación y los
pangermanistas (partidarios de la Gran Alemania). Parece que Bismarck otorgaba poca importancia a los
símbolos, por eso la invención de tradiciones se asocia más a Guillermo II. Su principal objetivo era fusionar
la historia prusiana con la alemana, cosa bastante complicada. Solo podían alcanzar un nacionalismo
moderno mediante el concepto de tener un enemigo secular histórico; y un concepto se supremacía
histórica en todos los ámbitos. Los edificios y los monumentos (muy abundantes) ayudaron a esta nueva
interpretación de la historia alemana (cuyos mayores símbolos eran Bismarck, Guillermo I y la victoria frente
a los franceses en Sedán. Ya que antes de 1871 Alemania no estaba definida ni tenía unidad política, la
identificación nacional era más compleja y menos precisa, que abarca desde la mitología. Pero más
fácilmente se definía por aquello contra lo que estaba, enemigos tanto externos como internos (la
socialdemocracia y los judíos). El gobierno alemán logró que las clases medias estuvieran en contra del
liberalismo capitalista y del socialismo proletario a favor del nacionalismo. Tras la Revolución Francesa, los
monarcas tuvieron que aprender a establecer una relación directa con sus súbditos, incluso los más pobres,
generalmente a través de rituales reales, donde la riqueza y poder de los monarcas se compartía
María del Carmen Ruiz Gómez
simbólicamente con los pobres. Pero no todas las tradiciones inventadas de este período son a cargo de los
estados, otros movimientos como el catolicismo político, conscientes de la importancia del ritual, el
ceremonial y el mito, también crearon las suyas y se beneficiaron de ellas. Es también el caso de los
movimientos socialistas, que crearon la fiesta del Primero de Mayo, que surgió de forma espontánea como
una huelga y manifestación por la jornada laboral de ocho horas, coincidiendo con un momento de
crecimiento y expansión del movimiento, gracias al cual pudo arraigar más fuertemente esta tradición,
convirtiéndose en anual y perdiendo paulatinamente su carga política, solo manteniéndose el
internacionalismo de esta manifestación. Es este ritual una tradición inventada a medio camino entre la
tradición política y la social. Referentes a este movimiento aparecen otros símbolos como demostración de
clase, especialmente la indumentaria (la gorra proletaria) y los deportes de masas (fútbol, etc.), que en
ocasiones, además, están interconectadas. El fútbol, aunque creado como deporte para aficionados en las
clases medias, se proletarizó y profesionalizó rápidamente. Los futbolistas profesionales solían proceder de
entre los obreros especializados, y sobre todo a nivel urbano. En este período resulta difícil establecer una
distinción por clases, ya que los criterios de entrada en las distintas clases son difusos, si bien para ser de la
clase media se requería como mínimo tener alguna propiedad. Más difícil era situar al gran número de
personas que no pertenecía a la élite ni a las “masas”. Está claro que la adquisición de riqueza es un medio
para ingresar en la aristocracia, siempre que pudieran mantener un tren de vida acorde con su situación. La
educación sirvió para ayudar a la estratificación social. El criterio mínimo para ser considerado de la clase
media era la educación secundaria; y con estudios superiores podían llegar a la alta clase media. Aunque
este criterio era demasiado amplio. A través del deporte se podía estratificar la sociedad de forma informal,
mediante la autoselección de compañeros sociales aceptables. Se inventaron deportes nuevos y algunos se
institucionalizaron, lo que representó un escaparate público para el deporte. El deporte también servía para
unir a personas de la misma clase social. El tenis fue para las clases medias lo que el fútbol para los
proletarios, dando un papel público incluso a las mujeres. Representa también el intento de establecer una
nueva pauta burguesa de actividad de ocio y estilo de vida. La creación de deportes específicos en cada país
(como el rugby en Gales), o competiciones (el Tour de Francia, etc.) representó una nueva herramienta para
el nacionalismo.

Comentario
En un breve recorrido por todo el artículo podemos decir que, Hobsbawm empieza hablándonos de cómo
las figuras de los estados-nación, especialmente Francia y Alemania durante el periodo de 1870-1914,
precisaron de una serie de símbolos que aglutinasen tanto al heterogéneo pueblo germano, como al
desmoralizado francés tras la derrota en Sedán en el año 1870. Nos habla también de cómo el auge del
movimiento obrero que se organizaba en partidos y sindicatos, como el SPD alemán, cada vez más suponían
un riesgo muy fuerte que atacaba los intereses de esos estados-nación de corte burgués que precisaban de
aliarse con todas las clases burguesas de diferentes niveles e incluso de las clases populares, creando figuras
y símbolos que identificasen a los campesinos no ya como campesinos sino como franceses y alemanes.
Para ello nos pone ejemplos en Francia con los símbolos de la Revolución Francesa durante la Tercera
República, y en Alemania que tiene mayores dificultades las hojas de roble, la batalla de Leipzig y su
María del Carmen Ruiz Gómez
conmemoración y otras muchas. Otro apartado lo dedica a las señas de identidad y tradiciones que tienen
que ver con la clase obrera que representen su cohesión como grupo y clase social, véase el himno de la
Internacional y la celebración del Primero de Mayo que empieza a tener un gran auge en ese periodo. A
continuación se centra en la invención de tradiciones en otros países como Estados Unidos destacando el
americanismo de las clases medias y bajas frente a los inmigrantes que también conformaban las clases
populares en su mayoría. La institucionalización de los deportes pasando del amateurismo al
profesionalismo, las tradiciones que de los deportes de masa surgen como la gorra británica en el fútbol
entre las clases populares, o la invención del tenis entre la alta burguesía. Un último apartado lo dedica al
factor educativo y de la enseñanza como el principal distintivo social entre las clases populares y la media y
la alta burguesía, y como a partir de intentar destacar socialmente, la financiación particular de
instituciones educativas como las universidades darán lugar a la competitividad entre ellas mismas creando
a su vez sus propias tradiciones y distintivos particulares.

Hobsbawm comenta por otra parte como monarquías como la de la reina Victoria para trasladar al pueblo
sus tradiciones utilizaron celebraciones públicas de gran boato, y algunas prendas o signas con las que el
individuo popular se sintiese identificado con la 7 monarquía y por tanto sintiera que formaba parte de ese
poder real. La cuestión es que esto no sólo ocurre en el caso de la monarquía, sino que también ocurre con
las banderas. Hoy en día cuando la selección de fútbol gana un trofeo vemos colgadas multitud de banderas
en los balcones del país correspondiente, lo que de alguna manera puede significar que ese individuo a
pesar de no haber jugado el partido se siente parte de esa victoria. Hobsbawm también nos pone el
ejemplo de la gorra inglesa de los obreros como elemento distintivo del resto de clases sociales, y como ir a
un partido de fútbol, deporte de masas, significaba ver gradas repletas de obreros con la gorra. Resulta
curioso observar como en la actualidad si dos personas con situaciones económicas muy diferentes
pertenecen a un mismo equipo de fútbol durante los breves momentos de la victoria de su equipo se
establecen como una serie de lazos fraternales que rompen todas las barreras sociales, aunque al día
siguiente sigan siendo patrón y obrero y por tanto se sigan odiando mutuamente. Observamos que los
deportes de masas como el fútbol hacen de elemento unificador estableciendo durante breves instantes
lazos de unión entre los que podemos considerar que son enemigos de clase. Aún así lo que más nos llama
la atención del apartado que Hobsbawm dedica a los espectáculos y a los deportes es la intención de los
capitalistas inversores en ganar dinero a partir del establecimiento de nuevas tradiciones deportivas.
Hobsbawm emplea el término de ‘’profesionalización’’ de los deportes de masa como un elemento que
permite a algunos individuos de las clases populares en mejores condiciones dejar de pertenecer a la misma
gracias a su talento en dicho deporte, como el boxeo y el fútbol, y poder ascender social y económicamente
a partir de convertirse en un profesional del fútbol aún ni siquiera sabiendo leer. Esto resulta muy llamativo
debido a que parece que se utiliza el deporte como catalizador de las aspiraciones de la clase popular a
tener una vida mejor, y por tanto actúa como elemento disgregador entre las mismas, aunque durante esa
época todavía tendría un efecto mínimo. En cambio hoy en la actualidad, el fútbol y los futbolistas muchos
de ellos vienen de ambientes marginales o de la clase media y llegan a ser multimillonarios muchos de ellos
a pesar de ser ignorantes en muchos aspectos. El hecho de que con el paso del tiempo se hayan ido
estableciendo multitud de competiciones deportivas como la Copa del Mundo, la Copa de Europa, las copas
dentro de diferentes países, con muchos equipos cada uno con sus señas, colores en la equipación
demuestra la fuerza que el establecimiento de competiciones deportivas, más de allá los Juegos Olímpicos,
han tenido en la mayoría de la población que va a verlos en masa u hoy en día la continua retransmisión de
competiciones deportivas donde los deportistas cada año van en representación de sus países, aunque el
mérito, sea un mérito particular y no nacional.
María del Carmen Ruiz Gómez

1.1. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN Eric Hobsbawm “(…) las naciones modernas y todo lo
que las rodea reclaman generalmente ser lo contrario de la novedad, es decir, buscan
estar enraizadas en la antigüedad más remota, y ser lo contrarío de lo construido, es decir,
buscan ser comunidades humanas tan «naturales» que no necesiten más definición que la
propia afirmación. Cualquiera que sea la continuidad histórica o de otro tipo insertada en
el concepto moderno de «Francia» y «los franceses» (que nadie intentaría negar), estos
conceptos en sí mismos incluyen un componente construido o «inventado»”. (LIDLT,
Introducción) “La bandera nacional, el himno nacional y el emblema nacional son los tres
símbolos por medio de los cuales un país independiente proclama su identidad y su
soberanía (…) En sí mismos transmiten todo el pasado, el pensamiento y la cultura de una
nación.” (La invención de la tradición, Introducción)
2.2. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN Eric Hobsbawm (Italia) “Entre los principales estados
sólo Italia tuvo que empezar desde cero al resolver el problema que D’Azeglio resumió
diciendo: «Hemos hecho Italia: ahora debemos hacer italianos». La tradición del reino de
Saboya no era ningún activo político fuera del noroeste del país, y la Iglesia se oponía al
nuevo estado italiano. Quizá no tenga nada de extraño que el nuevo reino de Italia, por
más entusiasmo que pusiera en lo de «hacer italianos», mostrara muy poco por dar el voto
a más del uno o el dos por 100 de ellos hasta que pareció que no podía evitarlo.” (La
invención de la tradición, Cap. 7: La Fabricanción en serie de tradiciones:Europa, 1870-
1914)
3.3. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN Eric Hobsbawm (Alemania) “Sólo podía vincularse (el
nuevo estado alemán) a un nacionalismo moderno por medio de dos mecanismos: el
concepto de un enemigo nacional secular contra el cual el pueblo alemán había definido
su identidad y luchado por alcanzar la unidad como estado, y un concepto de conquista o
supremacía cultural, política y militar por medio del cual la nación alemana, que estaba
muy dispersa en otros estados, principalmente en el centro y el este de Europa, pudiera
reivindicar el derecho a unirse en un solo estado, la Gran Alemania.” (La Invención de la
Tradición, Cap. 7)
4.4. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN Eric Hobsbawm (Alemania) “Dado que antes de 1871
el «pueblo alemán» no tenía ninguna unidad política, y su relación con el nuevo imperio
(que excluía a grandes partes de él) era vaga, simbólica o ideológica, la identificación
tenía que ser más compleja y (…) menos precisa. De ahí la multiplicidad de referencias,
que abarcaban desde la mitología, el folclore (robles alemanes, el emperador Federico
Barbarroja) y los estereotipos caricaturescos hasta la definición de la nación en términos
María del Carmen Ruiz Gómez
de sus enemigos. Al igual que muchos otros pueblos «liberados», «Alemania» se definía
más fácilmente por medio de aquéllo contra lo que estaba, que de cualquier otra manera.”
(La invención de la tradición, Cap.7)
5.5. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN Eric Hobsbawm (Alemania) “(…) la masa de obra de
albañilería y estatuas que se levantó en Alemania durante este período (1870-1914) fue
muy grande y permitió que arquitectos y escultores suficientemente acomodaticios y
competentes hicieran fortuna. Entre los que se construyeron o proyectaron sólo en el
decenio de 1890 podemos señalar el nuevo edificio del Reichstag (1884-1894) el
monumento nacional a Guillermo I, quien claramente se quería presentar como el padre
oficial del país (1890-1897), el de Guillermo I en la Porta Westfalica (1892), el de Guillermo
I en el Deutsches Eck (1894- 1897), la extraordinaria Valhala de príncipes Hohenzollern en
la «Avenida de la Victoria» (Siegesallee) en Berlín (1896-1901), estatuas de Guillermo I en
varias ciudades alemanas (Dortmund 1894, Wiesbaden 1894, Prenzlau 1898,Hamburgo
1903, Halle 1901) y, un poco más tarde, una avalancha de monumentos a Bismarck que
gozaron de un apoyo más sincero entre los nacionalistas. La inauguración de uno de estos
monumentos proporcionó la primera oportunidad de usar temas históricos en los sellos de
correos del imperio (1899).” (La invención de al tradición, Cap.7)
6.6. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN Eric Hobsbawm (Estados Unidos) “El problema
político fundamental de Estados Unidos, una vez se hubo eliminado la secesión, fue cómo
asimiliar una masa heterogénea (…) de personas que no eran americanas de nacimiento
sino inmigrantes. Los americanos había que hacerlos (…) Por una parte, se alentaba a los
inmigrantes a aceptar rituales que conmemoraban la historia de la nación — la Revolución
y sus padres fundadores (el 4 de julio) y la tradición protestante anglosajona (el Día de
Acción de Gracias)— como, de hecho los aceptaban, toda vez que se convirtieron en días
de fiesta y motivo de celebraciones públicas y privadas. (La invención de la tradición, Cap.
7)

La producción en serie de tradiciones: Europa, 1870-1914. Entre 1870 y 1914 los diversos Estados europeos, y aquellos
que aspiraban a serlo, se adentraron en un proceso de invención de tradiciones nacionales sin precedentes. Estas
"invenciones" adquirieron tanto una forma política como social. Se trataba, en definitiva, de generar y afianzar una
cohesión e identidad social en grupos, entornos y contextos sociales de reciente creación, lo que obligaba a buscar e
instaurar formas de gobernar y controlar a la población con formas diferentes a las que tradicionalmente se venían
ejerciendo. Inglaterra, Francia y Alemania participaron, por diferentes vías, con diferentes propósitos y con resultados
desiguales de este proceso que en última instancia sirvió para fomentar el sentimiento nacionalista de forma
exacerbada, desde lo político a lo lúdico, en los años previos a la Primera Guerra Mundial.
María del Carmen Ruiz Gómez
https://www.monografias.com/docs/La-fabricaci%C3%B3n-en-serie-de-tradiciones-europa-F3YHJYZMZ

https://es.scribd.com/document/263865072/FICHA-La-Fabricacion-en-Serie-de-Tradiciones

https://es.scribd.com/presentation/128954409/La-fabricacion-en-serie-de-tradiciones

https://www.buenastareas.com/ensayos/La-Fabricaci%C3%B3n-En-Serie-De-Tradiciones/2011550.html

Potrebbero piacerti anche