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306 MEDICINA - VolumenISSN

67 - Nº 3, 2007
0025-7680

EDITORIAL MEDICINA (Buenos Aires) 2007; 67: 306-308

Marco Terencio Varrón y la causa de las enfermedades

El Dr. Virgilio Paredes Borja remonta la historia del contagium vivum, como causa de ciertas enfer-
medades infecciosas no a la historia de la medicina sino a su prehistoria, a Marco Terencio Varrón (116-
27 a de C) –amigo de Cicerón y, según Plutarco, el hombre de más lectura entre los romanos– de quien
se dice publicó muchas obras, algunas de Medicina, de las cuales se conservan Disciplinarum libri IX
(Libro de las Ciencias) en donde habla ya de “animálculos” (animalia minuta) como agentes epidémi-
cos1.
Por ejemplo, Varrón dejó constancia que “(...) en los lugares húmedos se originan animales en extre-
mo pequeños, que no se alcanzan a percibir por los ojos, y que con el aire que respiramos entran en el
cuerpo y causan graves enfermedades, a lo que Josef Lobel (autor de una Historia sucinta de la medi-
cina mundial) no sin asombro se interroga: ¿Descubrió las bacterias este profano de la medicina?”2.
A pesar de las inexactitudes de la cita, que aparece no donde se dice sino en el libro 1ro De re rustica
me pareció buen comienzo. Se pudo haber citado el texto de William Osler, Development of modern
medicine cuya primera edición es de 1921 y corresponde a una serie de conferencias pronunciadas en
la Universidad de Yale en 1913, patrocinadas por la Fundación Silliman, pero apenas como una referen-
cia al pie de página al referirse a Fracastoro, que ni siquiera es de Osler sino del editor que firma FHG el
prefacio3, más justamente podría referirse a La medicina en la historia de Victor Robinson que menciona
a Varrón extensamente y cuya primera edición está en inglés (The story of medicine. N. York, A. And C.
Boni es de 1931)4. Y aunque agoté todos los medios de referencia a mi alcance solo dí con un texto más
que lo menciona.
No solo la cita inicial es inexacta; no es en los sitios húmedos, en general sino en los pantanos, y
aunque hay referencias antiguas de que en la vecindad de los pantanos se producen fiebres –palude
significa pantano, como malaria significa aire malo– Varrón estaba ligeramente equivocado si lo que
consideraba enfermedades graves eran “las fiebres”, pues éstas no se adquieren respirando el aire sino
por la inoculación por el mosquito como afirmara Columela5 más de medio siglo después de Varrón. A
pesar de todo la intuición del contagio vivo es sorprendente.
Tal como es presentada la afirmación parece surgir de la nada o ser un relámpago de inspiración
poética que estalla en un cielo estrellado. No es así; aunque Varrón publicó poesía, no tan mala como
pretenden algunos detractores, la idea aparece en un tratado en prosa, De re rustica como ya se ha
dicho –que ha sido traducido al inglés como De agricultura– aunque hubiera sido más exacto titularlo De
economía rural en tres libros escritos en forma de diálogo. El primer libro sí, está dedicado a la agricul-
tura, los olivares y las viñas. A partir del capítulo X, discute que condiciones requiere un establecimiento
rural productivo y se refiere primero a la calidad de la tierra y su extensión, a la provisión de agua y, en
el capítulo XII considera cuales con las condiciones de salubridad; allí menciona el contagio. En el
capítulo siguiente se preocupa por la distribución adecuada de construcciones, corrales, estanques
para peces, etc. Traduzco a continuación el capítulo XII de una versión en inglés:
XII “Se tomará especial cuidado en situar la casa de campo, ubicándola al pie de una colina arbolada,
con amplios pastizales, de manera de exponerla a los vientos más saludables que soplen en la región.
Una casa que mira al este está en la mejor situación, ya que tiene sombra en verano y sol en invierno.
Si por fuerza se debe construir en una rivera, cuídese de que la casa no mire al río, pues será
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demasiado fría en invierno e insalubre en verano. También deben tomarse precauciones en la vecindad
de los pantanos, tanto por las razones dadas como porque allí crecen ciertos animales tan diminutos
que no se pueden seguir con los ojos y flotan en el aire y entran al cuerpo por la boca y la nariz causando
graves enfermedades. –¿Qué puedo hacer– preguntó Fundanio –para prevenir la enfermedad si yo
heredara una granja como esa?– Aun yo puedo responder a esa pregunta –replicó Agrius– véndela al
mayor precio que puedas o, si no puedes venderla, abandónala. Scropa, sin embargo, replicó– Ve que
la casa no mire en la dirección desde la cual el viento ofensivo sopla habitualmente y no construyas en
una depresión sino en terreno elevado, ya que un lugar bien ventilado es más fácil de limpiar si entra
algo ofensivo. Además, al estar expuesta al sol durante todo el día resulta más saludable, ya que cual-
quier animálculo que se haya criado cerca y entre a la casa es alejado por el viento o muere rápidamen-
te por falta de humedad. Las súbitas lluvias o las crecidas de los arroyos son peligrosas para aquellos
que tienen sus edificios en depresiones, así como son víctimas de bandidos que se aprovechan de los
desprevenidos. De ambos riesgos son más seguras las posiciones elevadas”6.
Varrón nació después del asesinato de los Gracos y pasó su adolescencia y juventud en el marco de
las disputas entre Mario, populista y Sila, aristócrata. Su maestro fue Estilón, el gramático, y este hecho
signó su apego permanente a la filología. Viajó luego a Atenas y estudió filosofía bajo la dirección de
Antíoco de Ascalón, escolarca de la Academia que, a la sazón, desandó la corriente escéptica que
prevalecía en la escuela, creando una tendencia estoica con la reinvindicación del platonismo y de
Aristóteles. A través de su maestro Varrón debió conocer a Anaxágoras de Clazomene que en su Física
había afirmado que el Universo está constituido por semillas invisibles que, en número infinito, corres-
ponden a las propiedades de las substancias. Las semillas, sostenía, se movían desordenadamente por
acción del Nous y, del caos, terminaron por constituir el cosmos. Las substancias tienen las caracterís-
ticas de las semillas que predominan; sin embargo, cualquier porción de substancia a pesar de que se
divida ad infinitum contiene una presencia de todas las demás; por eso los alimentos se diferencian al
ingerirlos en músculo, hueso, dientes y pelos. El movimiento y la vida se deben a la acción del Nous o
intelecto o espíritu. Hay infinitas semillas y substancias y las más pesadas caen a la tierra, son la tierra
misma, y el éter y el aire, y todas las demás cosas y seres. El Nous es siempre puro, no se mezcla.
Teofrasto, discípulo de Aristóteles, que fue fundamentalmente botánico y dividió las plantas en árboles,
arbustos y hierbas, especuló con las existencia de semillas invisibles para helechos y musgos en los
que no las encontró7.
Lucrecio, un poeta epicúreo contemporáneo de Varrón, autor del poema filosófico De rerum natura,
creía que las enfermedades eran producidas por semillas invisibles que las transmitían8.
Las bestezuelas invisibles de Varrón tenían suficientes antecedentes: Seres invisibles, inasibles,
intangibles e imperceptibles, como los fantasmas o las keres, esos súcubos demoníacos que rondaban
los moribundos en las batallas o las epidemias; las miasmas, al menos, olían mal.
Se debe recordar que los que practicaban la ciencia desde el siglo V a. de C. eran preformistas: el
árbol estaba enteramente presente en la semilla y los animales y los hombres en el semen.
Varrón había nacido en Reate (hoy Rieti) en tierra sabina y era inmensamente rico, con posesiones
en Túsculum, Cumas y Casino. Cicerón, vecino suyo, lo llamó un polígrafo, un neologismo que debió
espantar a Varrón, purista; era considerado el más ilustrado de los romanos. Se dedicó toda su vida al
estudio y a escribir y de él se ha dicho: “tanto ha escrito que parece imposible que haya podido leer algo,
tanto ha leído que parece increíble que haya escrito algo”. Sin embargo fue soldado la mitad de su vida.
Acompañó a Pompeyo, pues perteneció al partido senatorial o aristocrático, en la guerra contra Sertorio
en España, que la había independizado de Roma; luego en la guerra con los piratas como legado,
dirigiendo la flota romana, por lo que fue condecorado con la corona navalis. Pero se mostró hostil al
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Triunvirato formado por Pompeyo, César y Craso, al punto de escribir una sátira contra ellos. No obstan-
te fue decenviro para establecer a los veteranos de la guerra de la Galia en la Campania y fue tribuno y
edil en Murena. Cuando estalló la guerra civil volvió al partido de Pompeyo que lo hizo legado, goberna-
dor de Hispania Ulterior y pretor. Resistió a César hasta donde pudo; después del Consejo de Corduba
todas las ciudades fortificadas se pasaron a César y las dos legiones de Varrón amenazaron con la
deserción y entonces se rindió. Viajó seguidamente a Epiro a ponerse a las órdenes de Pompeyo pero
fue recibido con “cruel frialdad”. Retornó a Roma y no volvió a tomar las armas.
Después de Farsalia y la muerte de Pompeyo, César designó a Varrón para crear la biblioteca públi-
ca de Roma. Tras el asesinato de César, Marco Antonio lo proscribió –lo que significaba una condena a
muerte. Los amigos de Varrón le dieron refugio en una villa de Galena, curiosamente un sitio que fre-
cuentaba Antonio. Este arrasó las posesiones de Varrón en Casino, se incautó de sus bienes y quemó
su biblioteca. Cuando Antonio murió en Egipto, Octavio le restituyó lo que quedaba de sus posesiones
y desde entonces vivió en Roma.
Varrón fue autor de 75 obras en unos 650 volúmenes; seis Seudotragedias, diez libros de Poemas,
cuatro Sátiras a la manera de Lucilio y 150 Sátiras menipeas de las cuales se conservan fragmentos en
prosa y en verso. Su obra más popular fue Imagines, 700 biografías de personajes griegos y romanos,
en verso, que llevaban un retrato del personaje (¿¡inventó la impresión de grabados?!). En prosa escri-
bió Antiquitates rerum en 41 libros de historia humana y divina, se conservan los libros V al X de los
veinticinco que integraban De lingua latina, un tratado de filología, etimología y gramática y los tres
libros De re rustica que se conservan íntegros, dedicados a su esposa Fundanía; fue comenzado a los
81 años. Llegó a monagenario9.
Se discute si fue un cínico –cosa difícil para un potentado– o un estoico, también difícil de considerar
para quien los esclavos eran un instrumentum vocale. Decía que las esclavas debían tener hijos “de
esta forma se hacen más firmes y más unidas a la heredad” y que era necesario agregar compensacio-
nes para los esclavos porque “a los enemigos hay que hacerlos diligentes”10.
Mi impresión personal es que estaba más cerca de D. Hume y de G.E. Moore que de la filosofía cínica
o del estoicismo, que se había vuelto una secta casi religiosa. Varrón, con sus reflexiones sobre el
lenguaje corriente y el sentido común, y su crítica benevolente e irónica a filósofos y literatos es un buen
ejemplo que lo hace interesante y actual (para un experto). Pero eso es otra historia, y en ésta, el énfasis
debe ponerse en el mecanismo del contagio de enfermedades.

Samuel Finkielman

e-mail: director@lanari.fmed.uba.ar

1. Eugenio Espejo, Bacteriólogo http://bvs.sld.cu/revistas/ 7. Filósofos presocráticos. Físicos del siglo V. Anaxágoras
his/cua_89/his098901.htm; consultado el 08/12/2006 de Clazomene. En http://www.paginasobrefilosofia.com/
2. Paredes Borja V. Espejo Médico Quiteño del siglo XVIII. html/Bachi2/Presocraticos/Apuntes%20Presocraticos/
Rev Fac Ciencias Médicas Quito 1955,6:113-27. Fisicos%20V/Anaxagoras/anaxago.html; consultado el
3. Osler W. The evolution of modern medicine. New Haven. 18/12/2006.
Yale University Press, 1922, p 208. 8. Lucretius. Of the nature of things. Translated WE
4. Robinson V. La medicina en la historia. Buenos Aires: Leonard. London: J.M. Dent & Sons. 1938, p 293.
Ediciones del Tridente, 1947, p 92-3, 99-111. 9. Middliton G, Mills IR. The students companions to Latin
5. Walker K. Historia de la medicina. Barcelona: CREDSA, authors. London: McMillan, 1910, p 91-7.
1966, p 306. 10. Quiroga AJ. La esclavitud en Roma. Derecho Romano.
6. Cato MP, Varro MT. On agriculture. English traslation WD Cochabamba, Bolivia. Univ. Mayor de San Simón. En
Hooper, revised HB Ash. Cambridge, Harvard: University http://alfa.netorganix.org/sitiocivitas/library/
Press, 1979, p 209-11. GetFile.do?idFile=74308; consultado el 23/01/07.

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