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Hernán Toro, del grupo Escépiticos Colombia, analiza un tema espinoso: las profesías de la Biblia.

Y hace una interesante interpretacíón al


respecto*****

"Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?" (Números
23,19)

"(…) el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta." (1 Samuel 15,29)

"Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se
cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él."
(Deuteronomio 18,21-22)

En un comentario a una columna reciente (1), quien escribe estas líneas señaló (2) que hoy día los eruditos bíblicos modernos reconocen que
la Biblia incluye numerosos errores históricos y sucesos ficticios. Un lector indignado (3) exigió con toda justicia una explicación. Estas
líneas pretenden dar un primer nivel de justificación.

Una de las evidencias más contundentes de errores históricos y ficciones en la Biblia son las falsas profecías. De acuerdo con la Sagrada
Escritura, cualquier afirmación hecha en nombre de Dios que no ocurra tal como se expresa, no puede ser verdadera Palabra Suya porque,
según la misma escritura, Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, y porque si dice, hace, y si habla,
ejecuta.

Esto aporta un criterio para determinar cuándo se está ante una falsa profecía. Basta que una afirmación adjudicada a Yahvé no ocurra tal
como fue profetizada hasta el último detalle. Si algo de lo expresado en la profecía llega a fallar, sin importar cuán nimio el detalle, se puede
afirmar categóricamente que la profecía es falsa y no viene de Yahvé. Cuando se analiza la Biblia bajo este criterio aparecen muchos
ejemplos.

Tal vez la peor "metedura de pata inspirada" aparece en los capítulos 29 y 30 del libro de Ezequiel. Estos proclaman una profecía de
destrucción que amerita la trascripción literal para captarla en toda su magnitud:

"(...) vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo
Egipto. Habla, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, (...) He aquí que yo traigo contra ti
espada, y cortaré de ti hombres y bestias. Y la tierra de Egipto será asolada y desierta (...) No pasará por ella pie de hombre, ni pie de
animal pasará por ella, ni será habitada, por cuarenta años. Y pondré a la tierra de Egipto en soledad entre las tierras asoladas, y sus
ciudades entre las ciudades destruidas estarán desoladas por cuarenta años; y esparciré a Egipto entre las naciones, y lo dispersaré por las
tierras.

Porque así ha dicho Jehová el Señor: Al fin de cuarenta años recogeré a Egipto de entre los pueblos entre los cuales fueren esparcidos; y
volveré a traer los cautivos de Egipto, y los llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de su origen; y allí serán un reino despreciable. En
comparación con los otros reinos será humilde; nunca más se alzará sobre las naciones; porque yo los disminuiré, para que no vuelvan a
tener dominio sobre las naciones. (...)

Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor; He aquí que yo doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto; y él tomará sus
riquezas, y recogerá sus despojos, y arrebatará botín, y habrá paga para su ejército(...) Así ha dicho Jehová el Señor: Destruiré las riquezas
de Egipto por mano de Nabucodonosor rey de Babilonia. El, y con él su pueblo, los más fuertes de las naciones, serán traídos para destruir
la tierra; y desenvainarán sus espadas sobre Egipto, y llenarán de muertos la tierra. (...)

Yo Jehová he hablado. Así ha dicho Jehová el Señor: Destruiré también las imágenes, y destruiré los ídolos de Menfis; y no habrá más
príncipe de la tierra de Egipto, y en la tierra de Egipto pondré temor."

"Ezequiel 29 y 30 es uno de los mayores cúmulos de disparates de la "Sagrada" Escritura. Cualquier persona con los más mínimos
conocimientos de la historia del bachillerato sabe que Egipto nunca fue arrasado. Su gente nunca fue dispersa entre las naciones. Nunca
sufrió una desolación de 40 años. Nabucodonosor nunca arrasó a Egipto. Nunca lo asoló ni lo expolió. Sus ciudades nunca fueron destruidas.
Egipto no sólo no se empobreció sino que posteriormente alcanzó el mayor poder y riqueza de su historia bajo el gobierno de los Tolomeos.
En la tierra de Egipto siguieron habiendo reyes durante siglos."

De hecho, Alejandría se convirtió en la más grandiosa ciudad comercial e intelectual del mundo Helenístico; era el centro comercial más
importante del mundo grecorromano y su fabulosa biblioteca fue el faro intelectual de la humanidad durante siglos. Las monumentales
estatuas egipcias no fueron destruidas sino que continúan aún intactas y son visitadas a diario por cientos de turistas que pueden apreciarlas
en toda su magnificencia, gracias a la protección y continuas restauraciones que les brinda el actual gobierno egipcio a tan maravilloso
legado cultural de la humanidad.

Hablando coloquialmente, los capítulos 29 y 30 de Ezequiel son una profecía más falsa que una moneda de tres pesos con veintisiete
centavos. Esta profecía es tan brutal, tan crasamente errónea, que si no fuera tan patética, daría risa; son dos capítulos enteros de la Biblia
adjudicados explícitamente a la palabra de Yahvé, pero tan torpes, que pudieron ser escritos por Armando Martí (el Brujo de la Fiscalía),
Janín Angelina Farías (la tarotista de Jota Mario), o cualquier astrólogo farsante de revistas como Vanidades o Cosmopolitan.

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