Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Experiencia
Abba
Para un encuentro personal con
Dios Padre
2
Este curso es en realidad un retiro espiritual. Más que eso, preferimos llamarlo “Experiencia Abba”,
pues un objetivo suyo es que cada participante tenga su “experiencia” personal de Dios Padre. No se
trata de teorías, aunque éstas sean importantes, sino de provocar vivencias del amor de Dios.
Precisamente el propósito de la Experiencia Abba es éste: que los participantes “conozcan” (no que
“sepan”) más del amor de Dios Padre, que es un amor que sana nuestras imágenes negativas y las
heridas de falta de amor.
Aunque en esta experiencia se enfatiza la persona de Dios Padre, no deja de ser cristocéntrica:
Jesús nos muestra al Padre.
Cuento para entrar en la pista. Es una sugerencia nuestra: que cada tema pueda iniciarse con un
cuento, pues las historias, anécdotas o narraciones permanecen con facilidad en la mente de las
participantes. Aprendamos de Jesús, que usaba parábolas para darnos sus enseñanzas.
Despegando. Es la parte introductoria del tema. Inicia con Re-cor-dar: incentivar a la mente de los
participantes a traer a la memoria algo que pueda ser ilustrativo, relacionado con el tema a tratar.
“Despegando” también presenta una cita bíblica clave y las motivaciones para despertar más deseo
de entrar en el tema.
Dinamizando. Con esta parte culmina el tema. Aquí los participantes juegan un gran papel: aplican a
su vida lo expuesto en el tema. Sin esta parte, todo lo anterior se puede quedar en sólo teoría. Las
dinámicas integran a los participantes, hacen que “el tema sea de ellos”. Siempre están envueltas en
ambiente de oración.
¡Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos! (1 Juan 3, 1).
“Aunque las montañas cambien de lugar y los cerros se vengan abajo, mi amor por ti no cambiará ni se vendrá
abajo mi pacto de paz.” Lo dice el Señor, que tiene compasión de ti (Isaías 54, 10).
Dios es amor… No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor (1 Juan 4, 16.18).
“Llámame y te responderé y te mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías” (Jeremías 33, 3).
Den gracias al Señor porque él es bueno, porque su amor perdura para siempre (Salmo 136, 1).
El Señor, tu Dios, está en medio de ti, ¡como un héroe que salva! Él saltará de gozo al verte a ti y te renovará su
amor. Por ti danzará y lanzará gritos de alegría como lo haces tú en el día de la Fiesta (Sofonías 3, 17).
Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza (Cantar de los cantares 2, 6).
En Dios vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17, 28).
El Padre ordenó a sus servidores: “Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo
y sandalias en los pies. Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a comer y a hacer fiesta! Porque este
hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” Y comenzaron a hacer fiesta
(Lucas 15, 22-24).
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
(Salmo 27, 1).
“Te tomaré a ti y serás para mí como un anillo con mis iniciales en mi dedo; pues a ti te he elegido, dice el Señor
todopoderoso (Ageo 2, 23).
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor (1 Juan 4, 8).
“Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad” (Jeremías 31, 3).
“No temas, que Yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú me perteneces… Eres precioso a mis ojos,
eres de gran valor, y yo te amo” (Isaías 43, 1.4).
Fiel es el Señor en todo lo que dice, amoroso en todo lo que hace (Salmo 145, 13b).
Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos… (Cantar de los cantares 8, 7a).
“Yo guié al pueblo de Efraím y le enseñé a caminar; pero ellos no comprendieron que era yo quien los cuidaba.
Con lazos de ternura, con cuerdas de amor, los atraje hacia mí; los acerqué a mis mejillas como si fueran niños
de pecho; me incliné a ellos para darles de comer” (Oseas 11, 3-4).
“Yo te llevo como un tatuaje grabado en mis manos…” (Isaías 49, 16a).
Señor, formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre. Te doy gracias por tantas maravillas que tú has
ejecutado; en efecto, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe (Salmo 139, 13-14).
Empieza a hablar mi amado, y me dice: “Levántate, amada mía, hermosa mía y ven (Cantar de los cantares 2,
10).
Hazme sentir tu amor por la mañana, pues yo cuento contigo; muéstrame el camino que he de seguir, pues estoy
pendiente de ti (Salmo 143, 8).
“¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no
te olvidaré” (Isaías 49, 15).
Si me abandonaran mi padre y mi madre, me acogería el Señor… ¡Tu amor vale más que la vida! (Salmo 27,10)
(Salmo 63, 4a).
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación! (2
Corintios 1, 3).
4
Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8, 31).
“No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te
sostengo con mi mano victoriosa” (Isaías 41, 10).
No deja que tu pie dé un paso en falso, no duerme tu guardián; jamás lo rinde el sueño o cabecea el guardián de
Israel (Salmo 121, 3-4).
Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga
vida eterna (Juan 3, 16).
Él sana los corazones destrozados y venda sus heridas (Salmo 147, 3).
Nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús… (Romanos 8, 39).
Nada es imposible para Dios (Lucas 1, 37).
“Nunca te dejaré ni te abandonaré” (Hebreos 13, 5b).
(Programa)
Sábado
1-2 Animación y oración
2-2:30 Presentación de la Experiencia Abba
2:30-3:30 Tema 1: ¿Imágenes o caricaturas de Dios?
3:30-4:30 Tema 2: Una atrevida confianza
4:30-5:30 Hora Santa
Domingo
08:00-09:00 Asamblea de Oraciòn
09:00-10:00 Tema 3: Un amor fuera de serie
10:00-10:45 Santa Misa
10:45-11:00 Descanso
11:00-12:00 Tema 4: El pastor insistente y la mujer insistente
12:00- 1:00 Tema 5. Hogar Dulce Hogar
1:00- 2:00 Tema 6: El Espíritu de Abba (incluye la “fiesta” como receso)
2:00- 3:00 Tema 7 ¿Quièn es el hijo pròdigo?
3:00- 3:30 Testimonios
Materiales a utilizar
5
Presentación de la Experiencia Abba
Despegando
Se ambienta previamente la sala con una mano muy enorme que cubre toda la sala en donde se va
a desarrollar el curso. Es preferible que la mano sea dibujada sobre un papel rústico, porque lo que
se quiere es que se vaya ensuciando con las pisadas de los participantes, incluso que se vaya
desgarrando poco a poco. Esa mano representa la mano de Dios Padre. Todos los participantes de
la Experiencia Abba, al entrar por la puerta de la sala, se darán cuenta inmediatamente de la mano.
La idea es que la mano de Dios nos sostiene. Un letrero bien visible dice:
“Antes yo pensaba que la mano de Dios estaba arriba en el cielo, hoy la descubrí debajo de mí,
sosteniéndome”. “No temas, con mi diestra victoriosa te sostendré” (Is 41, 10).
(Nota: En algunas ocasiones, por diversas circunstancias, en vez de una mano muy enorme que
cubra toda la sala, se puede colocar dos manos grandes: una a la entrada del salón, y otra en donde
se colocan los facilitadores. En ese caso se sugiere escribir las siguientes acciones en una mano,
una en cada dedo: lo vio a lo lejos, se conmovió profundamente, echó a correr, lo abrazó, lo cubrió
de besos. Y en la otra mano se sugiere escribir estas otras acciones, una en cada dedo: le puso el
mejor vestido, le colocó un anillo en la mano, le dio sandalias, mandó matar el ternero cebado,
organizó una fiesta. Son las acciones del padre en la parábola del hijo pródigo.)
Se puede empezar compartiendo un poco (algunos de los participantes) sobre la experiencia de ver
y entrar en la mano de Dios... Dondequiera que vayamos, estamos en la mano de Dios.
Dinámica:
Cada participante responde por escrito la pregunta: “¿Quién es Dios Padre?”
Algunos pueden compartir sus respuestas.
Volando
Dios es sólo uno, pero en tres personas distintas. Es el misterio de la Santísima Trinidad.
A veces escuchamos personas que rezan y dicen oraciones como ésta: “Gracias, Señor Jesús por
estar con nosotros… Sí, Padre, gracias porque moriste por nosotros en la cruz y estás aquí en el
sagrario…” Confunden una persona con la otra. Quizás se deba a que no hay una relación personal
con los tres. En definitiva, toda oración cristiana termina siendo escuchada por Dios; pero es bueno
que tengamos una relación personal con Dios
Padre, una relación personal con Dios Hijo y una relación personal con Dios Espíritu
Santo.
Éste es un curso sobre Dios Padre, la primera persona de la Santísima Trinidad. Nos hemos dado
cuenta de que en la Iglesia hay muchas personas que han tenido un encuentro personal con Jesús y
llevan una buena relación con él. Además, en los últimos años, ha habido una renovación de los
carismas del Espíritu Santo que ha provocado que muchas personas invoquen a la tercera persona
de la Trinidad. Pero también nos hemos dado cuenta de que, con la persona de Dios Padre, mucha
“gente de Iglesia” no tiene una estrecha relación… Hay personas que creen que Jesús es “más
cercano” a nosotros, pues se encarnó; piensan que “al hacerse hombre nos comprende más”.
Incluso algunos cristianos piensan que Dios Padre se enoja mucho con nuestros pecados, y para
6
eso está Jesús: para abogar por nosotros delante del Padre, para aplacar su ira. ¡Necesitamos
sanarnos de las imágenes negativas que hemos forjado sobre Dios Padre! Para eso es esta
Experiencia Abba: para que cada uno tenga un encuentro personal con el Padre que nos ama.
Muchas personas han tenido una mala (o nula) relación con su padre terrenal: provienen de “familias
disfuncionales” en donde ha faltado la “presencia” paterna. Experiencias dolorosas con el padre
terrenal dejan profundas heridas en el alma. A veces, inconscientemente, la mala imagen que
algunos pueden tener de sus padres terrenales es transferida a Dios Padre: como han tenido una
imagen negativa de su padre terrenal, piensan que Dios Padre también es así (exigente, duro,
irresponsable…). ¡Necesitamos sanarnos de nuestras relaciones con nuestros padres! Por otra
parte, personas que tienen una imagen muy negativa de sí mismas, empiezan a valorarse, al
sentirse amadas por Dios Padre. ¡Necesitamos sanarnos de nuestra baja autoestima!
Para todo eso nos ayudará esta Experiencia Abba: sanarnos de las imágenes negativas.
Meribaal
Vamos a ver una historia que nos ayudará en la introducción de esta Experiencia Abba. Se trata de
Meribaal, aunque otras traducciones de la Biblia dicen que se llamaba Mefiboset o Mipibaal. Con
tantos nombres diferentes, da la impresión de que tenía “crisis de identidad”.
Lo encontramos en 2 Sam 4, 4:
«Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo tullido de ambos pies: tenía cinco años cuando llegó de Yezrael
la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán; la niñera lo tomó consigo y huyó; pero lo hizo con tanta
precipitación, que el niño se cayó y quedó cojo; se llamaba Meribaal.»
Se trataba de un príncipe (era de la familia de la realeza) que vivía en un “palacio” hasta que un
acontecimiento en su vida lo marcó: se quedó lisiado con la caída a sus cinco años de edad. Nos
imaginamos un niño solitario, triste, desamparado, con muchas heridas de rechazo. Nos imaginamos
que después de la muerte violenta de su padre y de su abuelo, la vida del niño cambió: se mudó a
algún lugar escondido.
Meribaal representa a todas las personas que han sido marcadas por algún acontecimiento doloroso
en sus vidas y se han quedado “tullidas”: no pueden avanzar espiritualmente a la velocidad que
quisieran.
¿Te has sentido así alguna vez?
Pero veamos cómo se sentía Meribaal: “Qué soy yo para que te fijes en un perro muerto como yo” (v.
8). Es que tenía unas imágenes muy negativas de sí mismo y del rey.
La historia tiene un final feliz: a partir de ahí, Meribaal comió siempre a la mesa de David como uno
de los hijos del rey. Se le devolvió todo lo que le habían arrebatado a su familia, y volvió a vivir en el
“palacio”.
7
Ésta es la historia de muchos de nosotros. Teníamos una “crisis de identidad”. Éramos príncipes y
princesas pero no vivíamos como tales. Pensábamos que no éramos de gran valor, que hasta Dios
Padre (el Rey) estaba enojado con nosotros. Y cuando Dios nos llama por nuestro nombre (porque
nos conoce), acudimos a él con temor, y nos llevamos la sorpresa de descubrir el amor que nos
tiene. Nos devuelve todo lo que el enemigo nos había arrebatado (paz, alegría, amor…) y nos regala
la dignidad de príncipes (hijos del Rey), pues nos adopta como sus propios hijos, y dejamos la “crisis
de identidad” y comemos de su mesa todos los días.
Aterrizando
Para esto es la Experiencia Abba: para conocer mejor al Rey que nos invita a la mesa de su amor y
cariño. Por eso se llama Abba: es el nombre de cariño con que Jesús llamó a su Padre.
Frase resumen:
No más crisis de identidad: ¡somos príncipes y princesas!
Orando
Terminar la presentación de la Experiencia Abba con un buen tiempo de oración, pidiendo a Dios
Padre que nos haga experimentar su amor durante el curso.
8
Tema 1
Despegando
Re-cor-dar:
¿Alguna vez te has visto en un espejo distorsionado? Compartir experiencias.
El patriarca Máximo IV recitó estas palabras: “El ateo, al rechazar a Dios, lo que rechaza es la
imagen que él se ha formado de Dios, y es posible que, si hubiera sabido a tiempo que había otras
imágenes y las hubiera aceptado y vivido de antemano, no habría llegado a la negación. Es fácil
descartar el ídolo que uno ha fabricado cuando deja de funcionar. Yo tampoco creo en el dios en que
los ateos no creen.”
¿Qué es una imagen? El diccionario define “imagen” como: representación, idea, figuración,
percepción, pensamiento, concepto, figura, efigie, perfil, aspecto, apariencia, reproducción, copia,
modelo.
Es una apariencia visible de algo o de alguien. Es una reproducción: no representa fiel o
exactamente la realidad. Es una aproximación, o sea: la imagen de una persona NO es la persona.
Ejemplos:
La foto de alguien es un papel o la vemos electrónicamente, no es la persona.
Una sombra es una imagen proyectada, pero no es la persona.
Cuando vemos nuestro rostro en un estanque de agua, vemos un reflejo en el agua. Y si el agua
está agitada, más distorsionado vemos.
Cuando vamos a una sala de espejos distorsionados (como hay en ciertos parques de diversiones),
nos reímos de lo que vemos: aparecemos más delgados o más gruesos, o más altos o más bajos.
Ejemplo:
Si quieres, cierra tus ojos y trae a Dios a tu mente. Piensa en él. ¿Ya lo hiciste? Pues eso que
pensaste no es Dios. Él es infinitamente mejor que eso.
9
Volando
Dios, en el Antiguo Testamento, ordena no hacer imágenes:
«No te harás imágenes, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo…» (Dt 5, 8).
No se trata de no fabricar estatuas de yeso, madera o metal. Más bien, Dios quiere enseñarnos que
él supera todas las imágenes. Él es infinitamente mejor de lo que podemos “imaginar”, de manera
que ninguna imagen mental que tengamos de él, es Dios. Por otra parte, no vale decir que da igual
una imagen que otra, o que podamos prescindir de nuestras imágenes de Dios para acercarnos a él.
Nuestras imágenes sobre él son necesarias, pero siempre las debemos tomar como imágenes. Dios
siempre estará más allá de lo que nosotros nos imaginemos de él. Dios trasciende todas las
imágenes, pues nuestras limitadas mentes no pueden abarcar al Dios ilimitado.
“Nombres” de Dios
En la antigüedad se pensaba que el conocimiento del nombre de una persona daba un cierto poder
sobre la misma persona (nombre = persona). Quizás por eso, se quería conocer el nombre de Dios:
teniendo el nombre de Dios, se “poseía” a Dios.
Dios siempre se negó a revelar su propio nombre (cf. Gn 32, 29). Hay una razón sencilla: hay
nombres porque existe la necesidad de diferenciar alguien de otro. Ejemplo: como existen muchas
personas, nos ponemos nombres: Laura Sánchez es diferente a Marielle Sánchez; o como existen
diferentes animales, hay que nombrarlos para diferenciarlos: caballo es diferente a perro. Pero no
existen muchos dioses, sino un único Dios. Por tanto, Dios no “necesita nombre” Además, los
tiempos no estaban maduros. La revelación acerca de quién es Dios es progresiva. Aun así, Israel,
intentó “nombrar” a Dios con sumo respeto y temor.
En el Antiguo Testamento, Dios recibía muchos nombres. Lo infinito de Dios hacía que un solo
nombre no permitía identificarlo plenamente (como los “cien nombres de Alá” para los musulmanes,
una forma de decir que Alá es inabarcable).
Cada nombre revelaba algo sobre la forma en la que Dios estaba gradualmente dándose a conocer
al ser humano. Así, se nombraba a Dios, dependiendo del papel que Dios representaba en el
contexto en el cual se le hacía referencia y los aspectos específicos que se quería acentuar.
Dios era llamado con frecuencia “El” (que significa “dios” en general) Y se identificaba de acuerdo:
Al lugar donde se aparecía o donde era construido un lugar en su honor. Ejemplo: El-Bethel (Gn
35, 7).
A una cualidad suya. Ejemplo: El-Shalom (Is 9, 6), significa “Dios de paz”.
A su santidad. Ejemplo: Kadosh (Is 6, 3), significa “Santo”.
A una característica de su poder. Ejemplo: El-Shaddai (Ex 6, 3), significa “Dios omnipotente” o
“Dios de la montaña”, el que habita en las alturas, más poderoso que cualquier otro dios.
A su supremacía. Ejemplo: El-ohim (Gn 3, 22), significa “Dios de los dioses”.
También Dios era nombrado con la indicación de quien lo veneraba. Ejemplo: el Dios de Abrahán, el
Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
En el judaísmo, el más importante nombre de Dios es el tetragrama (término griego que significa
“cuatro letras”), que se transcribe como: YHWH. Según la tradición judía, aparentemente YHWH
significa: “Él es”. Esta explicación concuerda con el significado del nombre dado en Éxodo 3, 14,
donde se presenta a Dios hablando, y por eso se usa la primera persona: “Yo soy”. El significado
podría ser concretamente: “El que es”. El Creador no creado que no depende de nada ni de nadie;
por lo tanto en la actualidad se traduce generalmente como: “Yo soy el que soy”.
10
Los judíos enseñan que está prohibido pronunciar las cuatro letras del nombre de Dios, por respeto
(el judío cuando ve esas cuatro letras, pronuncia Adonai, que significa: “el Señor”); pero a menudo, el
nombre YHWH se reconstruye en castellano como Yaveh. De ahí se derivan otros nombres de Dios.
Ejemplos:
Yaveh-Yiré (Gn 22, 14): “Dios proveedor”.
Yaveh-Sabaot (Is 6, 3): “Dios de los ejércitos”.
“Caricaturas” de Dios
Todo lo anterior es importante; pero para el objetivo de este curso, lo que sigue es lo importante.
«Hay que cambiar nuestras imágenes de Dios. Siempre habría que estar distinguiendo entre lo que
es nuestra idea y representación de Dios y lo que es Dios... Nuestras imágenes de Dios nacen de
nuestras interpretaciones acerca de Dios o, frecuentemente, de interpretaciones de otros, o de
interpretaciones de otra época histórica que no fue consciente de sus limitaciones, que nos llegan y
asumimos sin mucha o ninguna reflexión… Hay que sanar nuestras imágenes de Dios… Tener
malas imágenes de Dios es una enfermedad. Daña el espíritu.» (José María Mardones).
Es necesario sanarnos de nuestras imágenes negativas de Dios. Ellas se convierten en “ídolos” que
“compiten” contra Dios. Las falsas imágenes de Dios nada tienen que ver con el Dios verdadero. Son
imágenes distorsionadas y deformadas de Dios que adquirimos por distintas razones: mala
educación religiosa, malas experiencias de la vida o por malos testimonios. En realidad son
caricaturas de Dios.
Dinámica:
Cada participante aporta más caricaturas de Dios. Se comparte para enriquecer la enseñanza. Esto
forma parte de la enseñanza.
Aterrizando
Tenemos que “convertirnos de Dios”; más exactamente, de nuestras imágenes de Dios. A Dios
nunca acabaremos de conocerlo, y siempre tendremos que estar revisando y mejorando
nuestra relación con él; una relación que pasa por la imagen que nosotros nos hacemos de Dios.
Dice santa Teresita del Niño Jesús en una carta a su hermana:
11
“Te aseguro que Dios es mucho mejor de lo que piensas.”
Frase resumen:
Dios no es bueno… ¡Dios es más que bueno!
O bien:
Dios no es fiel… ¡Dios es más que fiel!
Dinamizando
Renunciar a las caricaturas de Dios
1. Entregar a cada participante una silueta de un muñeco recortada en papel.
2. Sobre la silueta de papel se escribe las propias caricaturas de Dios que cada uno ha tenido (o
tiene) en su vida (sólo las imágenes negativas de Dios).
3. Libremente, algunos pueden compartir lo que escribieron.
4. Pasar todos a la capilla, cada persona llevando su silueta de papel.
5. Orar frente al sagrario (si no hay, puede ser frente a una Biblia abierta), pidiendo a Jesús que nos
revele al Dios verdadero.
6. Pedir a Dios Padre que nos sane de nuestras malas imágenes que hemos tenido sobre él.
7. Hablar con Dios Padre, expresándole sinceramente las cosas negativas que hemos sentido o
pensado sobre él. Hacerlo con confianza, sin tenerle miedo.
8. Motivar para que algunos expresen su oración en voz alta. No es momento de oración de petición,
ni de alabanza, ni de agradecimiento, ni de pedirle perdón.
Más bien es expresarle (como desahogo) los sentimientos negativos que hemos guardado contra
Dios, a causa de nuestras imágenes negativas.
9. Renunciar a las caricaturas que cada quien se ha hecho sobre Dios.
10. Uno por uno, libremente, va pasando al frente con la silueta del muñeco en donde están escritas
las caricaturas de Dios. A los pies del sagrario (o de la Biblia) se rompe el muñeco y se deposita ahí
con una oración de renuncia.
11. Es un momento de liberación que puede estar acompañado de cantos, de oración en voz alta o
en silencio.
12. Terminar con acción de gracias a Dios por ser Dios, por acoger nuestras oraciones, y por
empezar a liberarnos de nuestras imágenes negativas sobre él, quedando todos muy amigos de
Dios.
12
Tema 2
Llevaban poco tiempo andando por la carretera, cuando el joven, señalando unas mansiones a lo
lejos, dijo: “¿Ves todas esas casas? Son mías porque son de mi papá”. Unos metros más adelante,
el hijo del terrateniente volvió a indicar: “¿Ves todo ese ganado? Esas vacas son mías porque son de
mi papá”. No habían pasado mucho trecho, cuando el joven continuó con orgullo: “¿Ves toda esa
granja de pollos y esos terrenos sembrados? Son míos porque son de mi papá”.
De esta manera iban por la autopista. Miguelito, callado, sólo se asombraba de las posesiones de su
acompañante.
Despegando
Re-cor-dar:
¿Cuál es (o era) el nombre cariñoso con el que llamas (o llamabas) a tu padre terrenal?
Compartir algunos.
Es cierto que ninguna imagen abarca a Dios; pero Jesús, quien es la mayor revelación de Dios, nos
enseñó que Dios es Papá.
En realidad, referirse a Dios como Padre no era una novedad, puesto que en el Antiguo Testamento,
ya Dios se había revelado de esa forma (en 15 ocasiones).
Así, se pueden distinguir tres clases de textos de Dios llamado “Padre” en el Antiguo Testamento:
a) Dios se designa como Padre: 2 Sm 7, 14; Jr 31, 9; Mal 1, 6
b) Los hombres llaman a Dios Padre: Dt 32, 6; Mal 2, 10; Sal 68, 6; Tob 13, 4; Eclo 51, 10
c) Los hombres invocan a Dios: “¡Padre!”: Is 63, 16; Is 64, 7; Jr 3, 4.19; Sal 89, 27; Sab 14, 3;
Eclo 23, 1.4
Entonces, ¿cuál es la novedad que trae Jesús sobre Dios Padre?
Volando
Jesús se encarnó para salvarnos. La salvación consiste en la vida eterna. Y Jesús mismo nos dice
qué es la vida eterna, en la “oración sacerdotal” en la misma noche de la última cena:
«En esto consiste la vida eterna: en conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesús el
Mesías» (Jn 17, 3).
En otras palabras, Jesús se encarnó para mostrarnos y darnos a conocer el verdadero rostro de
Dios, a quien el Nuevo Testamento llama Padre en 170 ocasiones.
13
Ejemplos:
A los doce años: “¿No sabían que yo debo estar en los asuntos de mi Padre?” (Lc 2, 49).
El Padre sabe lo que necesitamos: “El Padre de ustedes sabe lo que necesitan antes de que se lo
pidan” (Mt 6, 8).
Jesús enseña a sus discípulos a orar: “Ustedes oren así: ¡Padre nuestro que estás en el cielo!” (Mt
6, 9).
El Padre es providente: “El Padre del cielo sabe que ustedes tienen necesidad de todo aquello” (Mt
6, 22).
El Padre es compasivo: “Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes” (Lc 6, 36).
El himno de júbilo: “Te bendigo, Padre, Señor del cielo y la tierra, por haber ocultado estas cosas a
los sabios y a los doctos y haberlas revelado a los pequeños” (Mt 11, 25).
Confiar en el Padre: “No temas, pequeño rebaño, que el Padre de ustedes ha decidido darles el
reino” (Lc 12, 32).
El Padre confía en Jesús: “El Padre ha puesto todo en mi mano” (Mt 11, 27).
Jesús ama y obedece a su Padre: “Yo amo al Padre y hago lo que el Padre me encargó” (Jn 14,
31).
Es uno con su Padre: “Que todos sean uno, como tú, Padre en mí y yo en ti” (Jn 17, 21).
En Getsemaní: “Abba, Padre, todo es posible para ti, aparta de mí este cáliz; pero no se haga lo
que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Mc 14, 3).
En la cruz: “Padre, perdónales; no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).
Justo antes de morir: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc 23, 46).
Su Padre es nuestro Padre: “Subo a mi Padre, el Padre de ustedes…” (Jn 20, 17).
Los judíos se atrevían a llamar a Dios como Padre; pero la novedad de Jesús es ir más lejos: llamar
a Dios como Papá.
Mientras que las oraciones judías no conocen la invocación de Dios con el nombre de Abba y
procuran más bien salvar su trascendencia, esta palabra es característica de Jesús y encontramos
un eco de ella en la oración de las primeras comunidades cristianas (cf. Rm 8, 15; Gál 4, 6).
Ya no es un rasgo genérico de Dios el ser Padre; es que él es Papá: cercanía, confianza, ternura,
amor, seguridad. Jesús experimenta a su Papá como el fundamento y origen de su vida.
Esta atrevida confianza de Jesús de tratar a Dios con particular familiaridad, con esa cercanía de
tanta intimidad, le costó la vida: En la mentalidad judía era irreverente e inconcebible llamar a Dios
con un nombre tan familiar. Sin embargo, Jesús consideró esta infantil invocación a Dios como
expresión del singular conocimiento de Dios, que por su Papá le fue dado.
En labios de Jesús, “Abba” expresa la confianza amorosa en un Papá muy cercano, a quien se
dirigía con sencillez y espontaneidad.
14
Aterrizando
Así llamaba Jesús a Dios: Abba. Y nosotros, que queremos ser sus discípulos, hemos de imitarle.
¿Sueles invocar a Dios Abba? ¿Te has atrevido a llamarle Papá o Papito?
Frase resumen:
Dios no sólo es Padre… ¡Dios es Papá!
Dinamizando
Descubrir la presencia de Abba en toda la historia de mi vida
15
Tema 3
El padre le dice: “Miguelito, usa todas tus fuerzas”. El niño hace fuerzas para alzar el peñón, pero no
puede. Luego, rendido, se echa a llorar. Entonces su padre se le acerca con cariño y le repite:
“Miguelito, usa todas tus fuerzas”. El niño responde: “Usé todas mis fuerzas, pero no pude”. El papá,
mirándolo con ternura, le enseña: “No has usado ‘todas’ tus fuerzas porque aún no me has pedido
que te ayude”.
Despegando
Re-cor-dar:
Trae a tu mente el rostro de una persona que te ha mostrado mucho cariño en tu vida.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo expresaba su cariño? Compartir algunos.
Cuenta una tradición de la Iglesia que, al final del primer siglo, sólo quedaba uno de los apóstoles,
Juan. Los demás habían sido martirizados. Así, todos querían escuchar a Juan, el discípulo amado:
convocaba multitudes de cristianos, aun en medio de la persecución. Le pedían: “Maestro Juan,
háblanos”. Él afirmaba: “Dios es amor”. Otros le preguntaban: “Tú que escuchaste los latidos del
corazón de Jesús en la última cena, cuéntanos”. Juan contestaba: “Dios es amor”. Algunos, tal vez
un poco desesperados, le insistían: “Maestro Juan, ¿puedes decirnos otra cosa, además de Dios es
amor?” Entonces respondía: “El que no ama no ha conocido a Dios… porque Dios es amor”. Tanto lo
repetía, que lo constó por escrito: «Dios es amor» (1 Jn 4, 8).
En el tema anterior, vimos que Dios es Papá. Pero para muchas personas, declarar que Dios es
Papá no es noticia de agrado, pues han tenido malas experiencias con su papá terrenal. Piensan: “Si
Dios es como mi papá, entonces no quiero saber de él”. (Un joven, al escuchar la parábola del hijo
pródigo, dijo: “Me siento muy identificado con esa parábola, sólo que en mi caso, quien se fue de
casa fue mi papá”).
Por eso necesitamos complementar con la otra gran revelación del Nuevo Testamento sobre Dios
Padre: Dios es amor.
La buena noticia es que Dios no sólo es Papá, no es cualquier Papá, sino que es un Papá amoroso.
Volando
Dios es amor. Es la afirmación que ha transformado la vida de tantos.
Ejemplos:
«Abajándose de tal modo, Dios muestra su grandeza infinita. Así como el Sol alumbra a los cedros
y al mismo tiempo a cada florecilla en particular, como si sólo ella existiese en la Tierra, del mismo
modo se ocupa nuestro Señor particularmente de cada alma, como si no hubiera otras… Dios es
admirable, pero, sobre todo, es amable… ¡El Señor es tan bueno para conmigo, que me es imposible
tenerle miedo!» (Santa Teresa del Niño Jesús).
«Me apoyé sobre su corazón y me dijo que me amaba. ¡Su voz era tan dulce! Lo amo tanto. Soy
toda de él» (Santa Teresa de Los Andes).
16
«He descubierto a un Señor que nos ama más de lo que podemos amarnos a nosotros mismos»
(Giovanni Papini).
«Todos los deseos, menos uno, pueden fallar. El único deseo que infaliblemente se cumple es el
deseo de ser amado por Dios… Es el amor de Dios el que me abriga en el Sol, y el amor de Dios el
que me envía la lluvia fría» (Thomas Merton).
«¡Dios es amor! Éste es el resumen perfecto de la Biblia. Si un día se perdieran todas las palabras
de la Biblia y sólo retuviéramos ésta, tendríamos lo esencial: ¡Dios es amor! Quiero subrayar estas
palabras: Dios es amor. ¡Son tan importantes, que habría que escribirlas por doquier, para que todo
el mundo lo sepa! Así lo transmitimos y lo anunciamos: ¡Dios es amor!» (P. Emiliano Tardif, msc).
«Pensar que Dios condena es uno de los grandes obstáculos para la fe. ¿Por qué vemos a Dios
como un tirano, cuando Juan nos recuerda, con palabras encendidas: “Dios es amor. Nosotros no
hemos amado a Dios, sino que Él nos amó primero”? Dios te ha amado antes de que le amaras,
tiene una profunda confianza en ti. Dios sólo puede amar» (Hermano Roger de Taizé).
«No penséis nunca que sois desconocidos a sus ojos, como simples números de una masa
anónima…. Él os conoce personalmente y os ama tiernamente, incluso cuando uno no se da cuenta
de ello. Él nos ama a cada uno de nosotros de un modo personal y único. Nos ama cuando llena de
frescura los días de nuestra existencia y también cuando, en el momento del dolor, permite que la
prueba se cierna sobre nosotros. Sí, queridos amigos… Nos ama incluso cuando lo decepcionamos,
cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. Él no nos cierra nunca los brazos de su
misericordia. ¿Cómo no estar agradecidos a este Dios que nos ha redimido llegando incluso a la
locura de la Cruz? ¿A este Dios que se ha puesto de nuestra parte y está ahí hasta el final?» (Juan
Pablo II).
«Cuando queremos decir lo que es Dios, encontramos con que Dios es amor... Amar es el nombre
mismo de Dios; lo que mejor expresa lo que es Dios en sí mismo, en lo que consiste su ser, su
actividad. Es decir, todo lo que Dios es y hace está tocado por el amor, es una irradiación de su ser
amoroso. Dios es el Amor radiante. Todo lo que tiene que ver con el amor tiene que ver con Dios; es,
de algún modo una irradiación suya. Y habría que decir también que toda manifestación de Dios
tiene que estar atravesada por el amor: su creación, su gobierno, su justicia, su poder… Si Dios crea,
lo hace por amor; si Dios gobierna, lo hace en el amor, y así sucesivamente. El amor es el
ingrediente inevitable de todo lo que Dios hace… “Dios es quiere decir: Dios ama”… Amar es lo que
Dios es, lo que Dios hace, lo que Dios sabe, es su oficio y no quiere ni puede hacer otra cosa.» (José
María Mardones).
17
Ilustración:
Una niña de 4 años, le preguntó a su padre: “¿Por qué la lluvia llueve?”. Ese día, su padre —que no
sabía responder a la ingenua pregunta— descubrió que su hijita ya era poetisa. Me pareció tan
curiosa la pregunta de la niña, que empecé a bromear con mis amigos preguntándoles: “¿Por qué la
lluvia llueve?”. Obtuve muchas risas y diversas respuestas.
Una amiga, cansada de mi pregunta, me contestó: “La lluvia llueve porque es lluvia, y punto. Así de
sencillo”. Me gustó su respuesta. La lluvia llueve porque es lluvia. Entonces se me ocurrió pensar en
el amor de Dios. Así como la lluvia llueve porque es lluvia, Dios ama porque es amor. La lluvia sólo
sabe llover, Dios sabe amar. La “función” de la lluvia es llover, el “oficio” de Dios es amar. La lluvia
no puede no llover, “Dios no puede evitar darnos su amar” (San Isaac de Nínive).
Abrirme a su amor: Dejarme amar por él en una adhesión personal, reconocerme necesitado de su
amor.
Confiar en su amor (cf. Lc 12, 22): Si me he abandonado en las manos del Padre, confío en ese
amor, como los niños (cf. Mt 18, 3). Es una confianza ilimitada, como los pequeños, que se sienten
protegidos cuando están cerca de sus padres, y este Padre nunca ha sido demandado por
“paternidad irresponsable”.
Aterrizando
Este amor de Dios es fuera de serie. De hecho, él no te creó en serie, te creó en serio: te tomó en
cuenta porque te ama.
La cuestión no es ¿cómo puedo encontrar a Dios?, sino ¿cómo puedo dejar que Dios me encuentre?
La cuestión no es ¿cómo voy a amar a Dios?, sino ¿cómo voy a dejarme amar por Dios?
¿Qué hay que hacer para ganar la amistad de Dios? Nada. La amistad de Dios no se “gana”, sino
que se recibe, como un niño recibe un regalo de su padre bondadoso: con sencillez, con alegría, con
confianza. Él no me ama porque yo sea bueno, sino porque él es bueno.
No es sólo que Dios tiene amor, más bien es que Dios es amor. El amor es la palabra más hermosa
de Dios, es Dios mismo: él se dona cuando te ama. Su amor por ti es gratis, es un regalo. Él, que es
infinito, se acuerda de ti, pequeña criatura, porque Dios es amor, y el amor sólo sabe amar, salvar,
perdonar, sanar, abrazar, cuidar y guiar.
Así de sencillo.
18
Frase resumen:
Dios no tiene amor… ¡Dios es amor!
Dinamizando
Experiencia del amor de Dios
19
Tema 4
Un día la profesora del curso en donde estaba el niño Jesús planteó una simple operación de
matemáticas: “Si tengo 100 ovejas y se me pierde una, ¿cuántas ovejas me quedan?” Los niños
escribieron su respuesta: 100 – 1 = 99.
Pero el niño Jesús tenía una respuesta diferente: 100 – 1 = me falta una.
El niño Jesús no sabía de aritmética: sólo sabía contar hasta 1.
Despegando
Re-cor-dar:
¿Has conocido a alguien que sea muy insistente en algo? Compartir algunos.
Jesús fue un maestro de parábolas. Entre las muchas que contó, hay tres que compartiremos en
esta Experiencia Abba. Son conocidas como “las parábolas de la misericordia”. Ellas nos muestran el
carácter de Dios Padre.
Estas tres parábolas abarcan todo el capítulo 15 del Evangelio según San Lucas. El preámbulo dice:
«Todos los recaudadores de impuestos y otra gente de mala fama se acercaban a Jesús para
escucharlo. Los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto, diciendo: “Éste acoge a los
pecadores y come con ellos”. Entonces Jesús les dijo esta parábola…» (Lc 15, 1-3).
¿En cuál grupo estás? ¿O tal vez, de alguna manera, estás en los dos grupos?
Jesús fue criticado por juntarse con los pecadores… Entonces les contó la parábola… ¿a quiénes?
Parece que a los dos grupos: estas parábolas son para todos.
En este tema, veremos las dos primeras parábolas. La tercera la dejaremos para un tema aparte.
Volando
Primera parábola: La oveja perdida (más bien, la oveja encontrada). Lc 15, 4-7.
Presta atención y cada uno va a responder: ¿Cuál es la palabra que más te llama la atención en toda
la parábola?
Versículo 4: “Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en
el desierto y va a buscar la extraviada hasta que la encuentra?”
20
La palabra “hasta” describe el carácter de Dios Padre: fiel e insistente en buscar. No deja de
buscar… hasta encontrar. Los seres humanos nos cansamos de buscar. Un tiempo después de los
atentados del 11 de septiembre, se declaró el “cese de búsqueda de más sobrevivientes”, pues no
había esperanza de encontrar más… Dios no es así. Su búsqueda no tiene caducidad… hasta
encontrarnos. Dios no puede dejar de buscarnos… hasta encontrarnos.
Benedicto XVI habla de la “irrefrenable misericordia de Dios”. Es que Dios, siendo todopoderoso, hay
algo que no puede hacer: Dios no puede dejar de amarnos.
Además de insistente, este pastor es “temerario”. Dice la parábola que “deja las noventa y nueve en
el desierto”. No dice que las deja en el corral. Es que ama tanto a la perdida, que tiene prisa. Es un
pastor atrevido, arriesgado, aventurado. Para los “justos” y “buenos” es un escándalo la
preocupación de Dios por el pecador y la manera gozosa como es acogido. Para los pecadores, está
parábola es Buena Noticia.
Segunda parábola: La moneda perdida (más bien, la moneda encontrada). Lc 15, 8-10
Presta atención y cada uno va a responder: ¿Cuál es la palabra que más te llama la atención en toda
la parábola?
En la primera parábola se nos habla de un pastor, en la segunda aparece una mujer. Los dos
representan a Dios Padre. Es que su amor por ti tiene mucho de papá y de mamá: “Si me
abandonaran mi padre y mi madre, me acogería el Señor” (Sal 27, 10).
En la parábola de la oveja encontrada no se nos dice dónde encontró el pastor a su oveja; pero en la
parábola de la moneda encontrada se nos insinúa en dónde la mujer encontró la moneda: dice que
ella “barre la casa hasta encontrarla”. Es decir, la encontró barriendo, en medio del polvo y la basura.
Además de insistente, esta mujer es “temeraria”. Llama a sus vecinas y amigas y celebra una fiesta
porque ha encontrado la moneda perdida, y ella gasta más en la fiesta que el precio de la moneda.
Es una mujer osada, arriesgada, aventurada: no escatima ahorros ni esfuerzos con tal de celebrar a
su moneda encontrada. Así mismo hace Dios contigo: se “ensucia” por ti en medio de la basura, para
sacarte y rescatarte a un “precio” muy alto, porque eres de gran valor para él.
21
Aterrizando
Tenemos un Papá que no se cansa de buscarnos. Para él, la oveja perdida y esa moneda de “poco
valor” son en realidad su “tesoro”. Abba se deleita en ti. No siempre se deleita en lo que hacemos,
pero siempre se deleita en lo que somos, no por alguna virtud o grandeza que hay en nosotros, sino
por su gran amor y fidelidad. Él no me ama porque yo sea bueno, sino porque el bueno es él.
Sin duda, Dios Padre está “por” ti. Y si Papá está “por” ti, ¿quién puede estar en contra tuya? (cf. Rm
8, 31). Él es confiable.
Frase resumen:
Hay una cosa que Dios no puede hacer… ¡Dios no puede dejar de amarte!
Dinamizando:
22
Tema 5
Tiene el corazón hecho pedazos (los ángeles todavía no han podido arreglárselo) y no tiene la fuerza
de hablar. Coloca en el escritorio del Padre eterno un cuaderno grande, gastado, escrito con una
caligrafía fina fina y, de página en página, cada vez más incierta. Es un diario. Allí se encuentra toda
su pobre vida, su historia, la historia del hijo depravado, de su largo martirio. En la oficina del Padre
eterno se hace un gran silencio. Él lee lentamente, línea por línea. Lee y llora, y las lágrimas caen
sobre el escrito, lo deslíen y lo borra…
Luego… el Padre eterno mira a la mujer a los ojos, se queda pensando un poco… y le dice: “Sabes,
mi Hijo no era malo y, sin embargo, fue causa de mucho dolor para su mamá…”
La mujer lo mira con ojos maravillados. El Padre eterno sigue leyendo y llora… ¿Piensa en María?
¿Piensa en todas las mamás que han sufrido y sufren por sus hijos? Lee y llora y las lágrimas
todavía caen sobre el escrito y lo borran, después ruedan sobre el escritorio y bajan, bajan hacia la
tierra. La mujer se asoma un poco para ver a dónde van a terminar, y lo pregunta en un soplo al
angelito que está a su lado. Él le responde en voz baja: “Las lágrimas del Padre eterno hacen nacer
a los santos de la ternura y la misericordia”. “¿Cómo?”, pregunta la mujer. “Si una de ellas cae en el
corazón de un hombre, empieza a hacerlo quemar fuerte, fuerte de deseo intenso y de amor, y ese
hombre se convierte en un santo de la misericordia”.
La mujer espera que el Padre eterno levante los ojos de su cuaderno, de las páginas ya borradas.
“Señor”, pregunta tímidamente, “¿una de esas lágrimas podría caer en el corazón de mi hijo?”
(Lía Cerrito)
Despegando
Re-cor-dar:
Describe la fiesta que más recuerdas. Compartir algunos.
En este tema no nos detendremos en las enseñanzas comunes que se extraen de esta parábola.
Nos fijaremos sobre todo en los detalles que a veces no reparamos, versículo por versículo.
Volando
La parábola inicia con: “Un hombre tenía dos hijos”. Otra vez, el Evangelio nos da dos posibilidades
para que nos identifiquemos: o somos el hijo menor o somos el hijo mayor.
“Pocos días después, el hijo menor vendió su parte de la propiedad”. Este versículo nos dice que el
hijo menor no se marchó inmediatamente de casa. Después de recibir la herencia, aún tiene la
cachaza de quedarse unos días más en la casa del padre. ¿Cómo se habrá sentido el padre viendo
a su hijo en su casa en esos días? Decir que el hijo menor vendió su parte de la propiedad equivale
a que la casa del padre quedó afectada, pues una parte fue vendida.
“Con ese dinero se fue lejos, a otro país”. Llama la atención la palabra “lejos”. Significa que se fue
hasta “el extremo”. ¿Dónde queda “lejos”? ¿Dónde queda “el extremo”? Nos recuerda otro texto del
Evangelio en la última cena: “Después de haber amado a los suyos a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1b).
“Donde derrochó su fortuna viviendo una vida desenfrenada”. El hijo no tenía “frenos” para pecar;
pero Benedicto XVI nos recuerda que es la misericordia de Dios que no tiene “frenos”.
“Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad”.
Cuando sobreviene la “necesidad”, es cuando se comienza el regreso a casa. En otra traducción
dice: “Comenzó a pasar hambre”. La primera condición para experimentar el amor de Dios es: sentir
“hambre”.
“Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos.
Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos…”
Para los judíos que escuchaban la parábola, el mensaje era muy claro: el cerdo era el animal más
impuro en la tradición israelita. Es decir: el muchacho llegó a lo más bajo. No sólo se puso a cuidar lo
más impuro, sino que se “convirtió” en un cerdo: quería comer como ese animal. Tocó fondo. “…pero
nadie se las daba”. El problema principal no era la comida sino la soledad: “nadie…”
“Entonces recapacitando pensó…” Recapacitando quiere decir: volver a ser capaz (antes no era
“capaz”). Otra traducción dice: “Al fin se puso a pensar…” Estrenó cerebro, como si hasta ese
momento no hubiera pensado. Otra traducción dice: “Entrando en sí…” Para entrar en la casa del
Padre primero uno tiene que “entrar en sí”, no estar “fuera de sí”.
“Me levantaré, volveré a casa de mi padre”. Estaba en el suelo, por eso necesitaba “levantarse”.
“Le diré: ‘Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame
como a uno de tus siervos’.” Muchos, al explicar esta parábola, afirman que el muchacho se
arrepintió. Lo cierto es que el texto no dice que se arrepintió. Más bien, da la impresión de que el
muchacho era un vividor, aprovechado, que se aprendió un discurso para “conmover” a su padre,
simplemente porque quería comer. Con esto no decimos que no se arrepintió, no lo sabemos. Lo
cierto es que en la parábola en ningún sitio dice: “se arrepintió”. “Y se puso en camino a la casa de
su padre”. Estaba estático, por eso necesitaba “ponerse en camino”. Dice un refrán: “Lo que no se
mueve se muere”.
“Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro y lo
recibió con abrazos y besos”. En realidad, el joven no había vuelto a casa, pues el texto dice:
“Cuando todavía estaba lejos” (recordemos que “lejos” es el lugar a donde partió el chico con el
24
dinero de la herencia). Más bien, fue el padre que lo encontró, saliendo en volada para darle ternura
(otra traducción dice: “Su padre lo divisó y se enterneció”).
“El hijo le dijo: ‘Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.’ Pero
el padre dijo a sus sirvientes…” Aquí vemos al muchacho repitiendo su discurso memorizado, pero
se nota que le faltó la última frase. Es que el padre no lo dejó terminar, como diciéndole: “No me
tienes que decir nada, no tienes que tratar de conmoverme para justificarte. Yo te amo así como
eres”.
“‘Rápido, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete. Porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.’ Y empezaron la fiesta”. El padre, sin
ninguna palabra de reproche, le devuelve su dignidad de hijo. ¡Tenemos un Papá fiestero!
Luego está la parte del “hijo mayor”, con quien muchos se sentirán identificados. Nunca “se fue de la
casa”, pero estaba “lejos” del padre. Representa a tantas personas que trabajan en “la viña del
Señor”, pero no tienen el corazón del “Señor de la viña”. Por eso no quiso entrar a la fiesta de su
hermano. Le molesta que su padre sea bueno con su hermano.
Llama la atención que, cuando le reclama a su padre, dice: “Ese hijo tuyo”. Y el padre le responde:
“Este hermano tuyo”.
Aterrizando
En la figura del padre de la parábola, descubrimos a nuestro Padre Dios. Abba es alguien que nunca
se cansa de amar. La parábola ilustra el retrato de un Papá que no tiene que esperar el
arrepentimiento para amar a sus hijos. Esto no es una licencia para que pequemos a diestra y
siniestra, sino que nos mueve a corresponder a su amor de padre con nuestro amor de hijos.
Frase resumen:
Nos cansaremos de pecar… ¡y Dios no se cansará de amarnos!
Dinamizando
Me pondré en camino
26
Tema 6
El Espíritu de Abba
Cuento para entrar en la pista
Un avión pasó por una fuerte turbulencia. La azafata habló por los parlantes pidiendo a todos la
calma, pues el pánico se cundía en los pasajeros. Pero Miguelito estaba muy tranquilo en su asiento.
El pasajero de su derecha le preguntó: “Y tú, ¿no tienes miedo?” A lo que Miguelito respondió con
calma: “No”. “¿Y por qué no tienes miedo?”, siguió cuestionándole el otro. Miguelito, con una sonrisa,
le contestó: “El piloto es mi papá”.
En realidad este tema no es como los demás. Aquí sólo se toma un poco de tiempo para explicar
muy brevemente sobre la persona del Espíritu Santo (para abundar sobre el Espíritu Santo hay otros
cursos muy prácticos).
En la parábola del padre misericordioso (hijo pródigo), ¿en dónde vemos la persona del Espíritu
Santo? Algunos comparten sus respuestas.
El Espíritu Santo es el que de alguna manera estaba impulsando al hijo a regresar a la casa del
Padre.
Hemos visto mucho del carácter de Dios Padre, ahora sería bueno preguntarnos cómo debemos ser
nosotros que queremos vivir como sus hijos. Si queremos corresponder al amor de Dios Padre,
vivamos como sus hijos. ¿Y cómo vivir como sus hijos? San Pablo nos responde diciendo:
“Todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Ustedes no han recibido un
espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios.
Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: ¡Abba! ¡Padre!” (Rm 8, 14-15).
No basta que tengamos al Espíritu Santo. Es al revés: hace falta que el Espíritu Santo nos tenga a
nosotros. Es decir: no se trata de poseer al Espíritu, sino de que el Espíritu nos posea. Oremos,
pues, a Dios Padre para que nos envíe una nueva efusión de su Espíritu que nos guíe y nos capacite
para vivir como hijos de Dios.
27
6. Mientras oran, los miembros del equipo se acercan para quitar la venda a una persona por pareja,
de manera que la otra persona no se dé cuenta de que su compañero(a) ya no tiene puesta la
venda.
7. Se vuelve a recordar que los hijos de Dios son aquéllos que se dejen guiar por el Espíritu Santo.
8. Los miembros del equipo, por señas, van indicando a las personas que no tienen vendas que, sin
hablar, vayan guiando a sus compañeros hacia otra sala.
9. Caminan hacia la otra sala cantando al Espíritu Santo.
10. Cuando llegan a la otra sala, ya está ambientada en ambiente de fiesta: guirnaldas, confetis,
globos, comida, bebida, letreros de bienvenida…
11. Los que tienen los ojos vendados no saben a dónde han sido llevados. Todos alaban a Dios.
12. El facilitador pregunta: “Cuando uno llega a la casa del Padre, ¿qué encuentra allí?”
13. Si una persona responde: “fiesta”, entonces se explota un globo y se enciende una música
bailable y se quitan las vendas de todos.
14. Todos celebran bailando, comiendo y bebiendo con mucha alegría.
15. Al final se invita a todos a mirar a una pared de la sala. Ahí está el corazón enorme de la
dinámica de “Experiencia del amor de Dios” (tema 3); pero en vez de los corazones pequeños y
sucios pegados, tiene unos corazones nuevos pegados. Éstos son rojos y más grandes. Y cada uno
tiene un nombre de los participantes.
16. Se invita a que cada participante se acerque al corazón enorme a recoger su corazón nuevo con
su nombre escrito, mientras da gracias a Dios Padre porque a través de su Espíritu Santo nos guía y
nos regala un corazón nuevo.
17. Se termina con alabanzas a Abba y a su Espíritu.
28
Tema 7
Despegando
Re-cor-dar:
¿Cuál es la foto que conservas con más cariño? ¿Por qué? Comparten algunos.
Hemos visto a la persona de Dios Padre en la parábola del hijo pródigo. También hemos visto al
Espíritu Santo. Pero ¿en qué parte dentro de la parábola vemos a Jesús? Algunos comparten sus
respuestas.
Jesús también “se ve” en la figura de los siervos. Él ha dicho: “El Hijo del Hombre no ha venido para
ser servido, sino para servir…” (Mc 10, 45).
Jesús también “se ve” en el anillo: él es la nueva alianza entre el Padre y nosotros. Pero, sobre todo,
Jesús “se ve” retratado en alguien muy particular en la parábola…
Volando y dinamizando
(Esta parte del tema se comparte de manera muy dinámica, en ambiente de oración).
Se invita a todos a mirar un gran crucifijo colocado delante (también puede ser una vista fija de Jesús
crucificado tomada de la película “La Pasión de Cristo”, por ejemplo).
Se motiva a que, pase lo que pase, todos se quedan mirando al crucificado sin desviar la mirada en
ningún momento.
Y el Padre le dio su herencia al Hijo, entregándole todas las naciones. Y el Hijo se fue muy lejos de
la casa del Padre, y vino hasta la Tierra. Aquí gastó toda su herencia conviviendo con pecadores,
gente de mala fama, prostitutas… Y cuando lo hubo gastado todo, se quedó sin nada, y se sintió
muy solo, en el suelo…
29
Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios, sino que se vació de sí, se
anonadó, y tomó la condición de siervo, y mostrándose en figura humana se hizo obediente hasta la
muerte…
Y entonces dijo: “Me levantaré, volveré a casa de mi Padre”. Él había dicho: “Ha de ser levantado el
Hijo del Hombre, para que quien crea en él tenga vida” (Jn 3, 14-15).
Entonces fue levantado en una cruz.
Y volvió al Padre. Y cuando el Padre lo vio desde lejos corrió a su encuentro, y se abrazaron y se
besaron. Y ahí estaba el Espíritu de Vida, porque el Espíritu Santo es el beso de amor entre el Padre
y el Hijo. Entonces el Padre dijo: “Hagamos fiesta porque este Hijo mío estaba muerto y ha vuelto a
la vida”.
Ciertamente Jesús está vivo. ¡Ha resucitado! Por eso hay que celebrar. Pero el Hijo le dijo al Padre
que no quería entrar en la fiesta (¿te acuerdas del hijo mayor?) si no entran los amigos que el Hijo se
hizo cuando estaba en ese lugar lejano. Entonces, el Padre vio que detrás del Hijo había una
multitud de amigos suyos: gente de mala fama, pecadores, y ahí también estabas tú. Y el Padre, con
una sonrisa alegre, respondió al Hijo: “¡Si ellos son amigos tuyos, también son amigos míos! ¡Pasen
al banquete!” Y empezaron la fiesta eterna.
Silencio de reflexión.
Se invita a mirar la mano grande que cubre todo el piso de la sala (ahora debe estar rota).
Representa la mano de Dios encarnado en Jesús, que se ha dejado traspasar por los clavos, por
nosotros.
Pues ése es Jesús: el hijo pródigo, muy dadivoso, que derrochó generosamente su vida para
mostrarnos el amor del Padre.
Jesús es la imagen visible del Dios invisible. Quien ha visto a Jesús ha visto al Padre (cf. Jn 14, 9).
Jesús, el Hijo, es la mejor “fotografía”, la más entrañable imagen de Abba.
Frase resumen:
Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no muera, sino que
tenga vida eterna (Jn 3, 16).
Dinamizando
Cada participante responde nuevamente por escrito la pregunta: “¿Quién es Dios Padre?”
Se compara lo que cada uno escribió el primer día y lo que escribió ahora.
Se comparte.
Motivar para continuar la Experiencia Abba en la vida cotidiana, a seguir viviendo como verdaderos
hijos de Dios, a ser buenas imágenes de Dios, poniendo en práctica el amor que nos ha dado.
30
Recogiendo maletas
(Bibliografía sugerida)
Dios es amor. Benedicto XVI.
El regreso del hijo pródigo. Henri Nouwen.
Matar a nuestros dioses. José María Mardones.
Dios, nuestro Padre. Jean Pouilly.
El escritorio del Padre eterno. Lia Cerrito.
Dios. 100 máximas bíblicas. Luis Alonso Schokel.
Carta de amor del Padre. Barry Adams.
Volver al Padre. Mateo Bautista.
Los lenguajes del amor de Dios. Gary Chapman.
En la casa de mi Padre. Mary A. Kassian.
Seek the face of God. Karl Frielingsdorf.
Un amor que puedes compartir. Max Lucado.
31