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La política de la expropiación para “utilidad

pública” durante el primer peronismo salteño. El


caso del edificio del Club 20 de Febrero y su
valoración social.
DIMARCO, Luciana Sofía/ ICSOH-CONICET-UNSa - ludimarco22@gmail.com

Grupo de Trabajo: 24. La política como instancia de la producción de la vida social: proceso y valor

» Palabras clave: Expropiación – Peronismo salteño - Club 20 de Febrero

› Resumen

Esta propuesta toma como evento significativo la expropiación, realizada en 1950


por el gobierno peronista salteño, del suntuoso edificio que fuera sede del club social
asociado por excelencia a la elite en Salta: el Club 20 de Febrero, para instalar allí la casa de
gobierno. Explorar este evento, poniendo el foco en las discusiones que suscitó la medida y
más específicamente en las categorías valorativas puestas en juego en esa coyuntura -sobre
todo en torno a la singularidad del edificio expropiado, su valor simbólico, y al lugar de la
institución afectada en la sociedad salteña-, así como en el contexto más amplio de las
políticas peronistas en las cuales se inserta, posibilita una aproximación al momento de
reconfiguración que supone el primer peronismo en Salta, y a la dimensión moral
construida y disputada allí. Interesa particularmente en tanto éste es un momento en el que
problemas nacionales se encarnan localmente de formas particulares, y aparecen
tensionados ciertos valores -como "lo público", "utilidad y beneficio públicos", "lo privado",
"propiedad privada", "privilegios", "redistribución", etc.- que van redefiniendo una noción
acerca de la política -en qué consiste, qué es hacer política, quiénes y de qué modos la
hacen, los modos "adecuados" e "inadecuados"-, así como una noción particular de Estado y
estatalidad y sus potestades.

› Un evento significativo-crítico-reconfigurativo

Este trabajo forma parte de una investigación que indaga acerca de las
configuraciones y reconfiguraciones del poder y de las formas de hacer política en Salta a
mediados del siglo XX, a partir del análisis de un evento significativo: “la expropiación” de
un espacio emblemático de la elite salteña, el Club 20 de Febrero 1. En esta oportunidad nos
centraremos en uno de los episodios de la trama de este evento: la expropiación del
inmueble que fuera sede del club social para ser convertido en casa de gobierno.
Desde su fundación, el 20 de Febrero de 1858 en la ciudad de Salta por un grupo de
hombres, y hasta la primera mitad del siglo XX, el C20F funcionó como un espacio político
por excelencia que nucleaba a la elite salteña como grupo de poder, siendo funcional a su
producción y reproducción; aunque en sus fundamentos se definía como un club privado
para el ocio y la “cultura”, y “a-político”. El club y el grupo allí reunido estuvieron mutua y
recíprocamente implicados en su existencia: la construcción de este espacio involucró la
conformación de una elite, ya que allí las diferencias entre sus miembros podían “diluirse”
y los conflictos y rivalidades “políticas” podían resolverse de manera “civilizada”. Operaba
como un centro social instituyente, en tanto concentraba y distribuía prestigio y
sancionaba posiciones sociales y sus jerarquías; por lo que ser parte de este grupo era una
forma de “invertir” para ser reconocido socialmente y garantizarse la inserción a futuro en
espacios de poder. Todo lo cual muestra su centralidad para entender la dinámica y
funcionamiento de la elite salteña y los sentidos y prácticas que comportan las formas de
hacer política en Salta (Dimarco, 2017b, 2018).
Durante el primer gobierno peronista en Salta, en 1950, le fue expropiado al C20F el
edificio donde funcionaba, para ser convertido en casa de gobierno. Dos años después fue
privado de su personería jurídica, hasta 1955-1958. Así, el hecho de que el C20F se
convirtiera en el “blanco” de un conjunto de medidas del gobierno peronista, permite
pensar cuán central era éste para la reproducción de la elite. Este suceso cobra sentido
porque permite preguntarse por las tramas sociales que lo envuelven, expresando el
conflicto entre grupos –y dentro de grupos enfrentados-, y las disputas políticas y de poder
en aquel contexto, que atravesaban diferentes ámbitos y espacios de la sociedad salteña.
Interesa particularmente en tanto es un momento en el que “problemas nacionales” se
encarnan localmente de formas particulares, y aparecen tensionadas ciertas categorías
valorativas y concepciones nativas que van redefiniendo una noción acerca de la política -
qué es hacer política, quiénes y de qué modos la hacen, los modos "adecuados" e
"inadecuados"-, así como una noción particular de Estado y estatalidad y sus potestades. Al
reunir un conjunto de propiedades y elementos de la vida social: categorías, nociones,
modos de hacer vinculados al orden de lo moral, de la política, y de las identificaciones
entre grupos de la sociedad –como “oligarquía”, “prestigio”, “tradición”, “conservadurismo”,

1 En adelante: C20F.
“peronismo”, “público”, “privado”, etc.- y que remiten a las posiciones de los actores
sociales, este evento se torna en un espacio privilegiado para observar configuraciones y
rearticulaciones de poder en una configuración social particular; y más específicamente, la
producción, disputa y activación de parámetros y formas de valorización y desvalorización
del proceso político más amplio del cual forma parte. En ese sentido, la diversidad de
fuentes con las que trabajamos (decretos, sesiones de la legislatura provincial, leyes, notas
de diarios locales, escritos de “personalidades” locales, entre otras) fue fundamental, ya
que nos permitió acercarnos a las distintas perspectivas de los actores sociales
involucrados en aquel suceso (autoridades políticas locales, legisladores, periodistas,
miembros de la elite salteña).
Nos valemos de la “eventualización”, estrategia analítica propuesta por Foucault,
que permite vincular un suceso o conjunto de sucesos en su densidad, singularidad e
irreductibilidad con procesos históricos múltiples, buscando hacer inteligibles las
relaciones de poder que constituyen estos sucesos a partir de su construcción, de la
reconstrucción de sus planos, interacciones y vinculaciones(Restrepo, 2008). Esto
partiendo de entender que si bien existe una diversidad de sucesos, no todos tienen la
misma importancia “ni la misma capacidad de producir efectos” (Foucault en Restrepo,
2008: 123). En este sentido, consideramos de gran utilidad analítica la noción de eventos
críticos de Das (1995), quien los caracteriza por sus efectos reconfigurantes y su potencial
arrollador, siendo fenómenos que irrumpen en la vida social, poniendo en tensión y en
conflicto sentidos, reconfigurando prácticas y habilitando nuevos modos de acción. Carsten
(2007) retoma este concepto, y sugiere que su importancia reside en que permite poner
más finamente en foco la conjunción de lo íntimo con lo político, lo cotidiano y lo
trascendente, en tanto estos eventos involucran diversos tipos de instituciones, actores,
lugares y situaciones, siendo experimentados y aprehendidos a menudo como caóticos e
inesperados. Rosato (2003) sostiene además que los eventos se comportan como procesos
sociales que definen y redefinen sentidos, radicando allí su potencial para actuar sobre las
distribuciones de poder.
La perspectiva procesual, tal como plantea Elias (1996, 1998, 2009),al mirar más
allá de los acontecimientos en sí mismos, permite acceder al plano más amplio de las
configuraciones sociales. A la vez que el evento nos posibilita explorar sus características
particulares, también nos permite inscribirlo en procesos sociales más amplios –en los que
se reproducen y rearticulan configuraciones de poder-. También por medio del evento es
posible integrar al proceso la perspectiva de los actores sociales –independientemente de
la constitución por el investigador del evento como objeto analítico, éste existió e impactó
en la vida social, siendo reconocidos sus efectos como significativos en el imaginario local-;
para ello nos afirmamos en la perspectiva etnográfica, que busca comprender los
fenómenos sociales desde el punto de vista “nativo” o de los actores, aprehender la
diversidad de lo real a través de un análisis centrado en dichos puntos de vista(Guber,
2011; Balbi y Boivin, 2008), valiéndose de diversos tipos de fuentes de información.

› El primer peronismo salteño y la política de expropiaciones

La expropiación del edificio del C20F se inscribe en un proceso más amplio -de las
décadas de 1940 y 1950- de reconfiguración de las relaciones de poder y de las dinámicas
políticas, con el diseño e implementación de una serie de medidas que van a ir redefiniendo
los modos estatales de regular ciertas prácticas, ámbitos y relaciones. En el espacio local se
caracteriza por una articulación particular entre concepciones y prácticas nuevas –que
están siendo instauradas- y otras viejas –que aun guardan cierta vigencia o no han sido
plenamente removidas-. Ante este escenario se posibilitan ciertas críticas,
cuestionamientos y objeciones a las formas y modos “tradicionales” de hacer política –
identificados como característicos de la elite- y tienen lugar reformas sociales que atentan y
amenazan los intereses económicos y los privilegios de este grupo. Estas situaciones
revelan que prácticas, discursos y lógicas –que podrían juzgarse como contradictorias-
pueden articularse exitosamente en aquel contexto. Por esto, la importancia de pensar el
evento de nuestro interés situado en las condiciones sociales e históricas específicas, en las
que los actores involucrados se desenvolvieron.
La propuesta de abordaje del peronismo “desde el interior” es una vía válida para
pensar el contexto del primer peronismo en Salta en tanto pone en foco los matices, la
diversidad y riqueza de los peronismos en “el interior”, no reducibles a los de las áreas
centrales, generando una apertura hacia problemas y preguntas que en los relatos y
explicaciones macro resultan invisibilizados o minimizados (Tcach, 2014). El aporte de esta
mirada radica en que posibilita una aproximación etnográfica y pragmática al pasado más
aguda, discutir con explicaciones generalizadoras, replantear conceptos naturalizados; y al
favorecer la incorporación de la perspectiva de los actores involucrados, permite
reconstruir con mayor complejidad y densidad los contextos en los que éstos interactuaban
e intervenían, al mismo tiempo que contribuían a su construcción (Garzón Rogé, 2014). Los
estudios extracéntricos del peronismo (Macor y Tcach, 2003) han permitido mostrar la
complejidad del surgimiento de éste en las provincias y ver dinámicas específicas de
funcionamiento en relación a la particularidad y heterogeneidad de los grupos políticos y
sociales que lo componían, poniendo de relieve el peso de los “factores tradicionales” en su
configuración inicial. En ese sentido, preguntarnos qué peronismo era posible en Salta para
el momento de la expropiación del C20F y cuál no, es clave para comprender dicho evento y
sus efectos.
La llegada del peronismo al poder en Salta, en manos del gobernador Lucio Cornejo
Linares, fue posible a partir de la alianza electoral entre el Partido Laborista y la Unión
Cívica Radical2 Yrigoyenista –liderada por el hermano de Lucio, Juan Carlos Cornejo
Linares3-. Si bien esta nueva fuerza adoptó un discurso “anti-oligárquico”, en su
conformación se manifestaron las contradicciones en su seno, que no solo dieron cuenta de
los intereses divergentes entre las partes que la conformaban, sino también de los
conflictos entre familias dentro de la elite salteña por el control de los cargos de gobierno y
de representación en juego en la nueva coyuntura. A pesar de estas contradicciones, el
peronismo impulsó una serie de políticas dirigidas al aumento de la productividad, a la
mejora de las condiciones laborales y de la calidad de vida de los trabajadores y a la
“protección” de la población “pobre”, de la niñez y de la vejez, que produjeron una ruptura
y transformación respecto de las formas de intervención social anteriores e implicaron una
“redistribución de recursos significativos hacia los sectores trabajadores y asalariados”
(Álvarez Leguizamón, 2010: 141).
A partir de la revisión de los planes de gobierno y obras de los gobernadores del
primer peronismo4, fue posible advertir que entre 1947 y 1952 se propusieron y llevaron a
cabo numerosas expropiaciones a particulares fundadas en el concepto de “utilidad
pública”5, con una notable disminución y tendencia restrictiva durante el mandato del
último gobernador antes de golpe de 1955. Muchos de los casos de expropiaciones se
enmarcaron en lo que podríamos llamar política agraria 6, y en la política de vivienda7, de

2 En adelante, UCR.
3 Los Cornejo Linares –en adelante: C.L.- provenían de una familia de la elite salteña que era propietaria y explotaba el ingenio azucarero San
Isidro en Campo Santo. Julio Cornejo, el padre de Lucio y Juan Carlos, había sido gobernador radical y legislador, mientras que Luis Linares, tío materno de
ambos había sido gobernador conservador tiempo atrás.
4 Consultamos los mensajes de los gobernadores: Lucio Cornejo de 1947, 1948 y 1949; de Oscar Costas de 1950 y de Joaquín Durand de 1954 y
1955 -en referencia al cumplimiento del plan quinquenal desde 1952 hasta 1955-.
5 En Octubre de 1949 el Poder Ejecutivo promulgó una ley provincial de expropiaciones “de utilidad pública”, la cual comprende en este
concepto los “casos en que se persiga la satisfacción de una exigencia determinado por el perfeccionamiento social”, establece que pueden ser objeto de
expropiación “todos los bienes convenientes o necesarios para la satisfacción de la utilidad pública”, tanto de dominio municipal como particular,
determinando que la declaración de un bien como tal debía realizarse por ley. Diario El Intransigente, 26 de Octubre de 1949, página 5.
6 En las gestiones de Lucio C.L. (1946-1949) y de Oscar Costas (1950-1951), la política agraria estaba dirigida al reordenamiento de la tierra. Se
planteaba que la tierra era una “función social”, un “elemento de trabajo” y que como tal no debía ser un “bien de renta” y tenía que estar en manos “de quien
la trabaja”. Costas sostenía que los problemas claves del agro en aquel momento eran lograr una mayor división de las tierras y una política de colonización,
se refería a Salta como “la provincia de los feudos” que debía ser transformada en la “de las granjas y parcelas familiares”. En ese sentido estuvieron dirigidas
acciones y medidas entre las que se encontraban la expropiación de propiedades particulares y tierras fiscales, su loteo, venta o entrega a pobladores locales
con fin de colonización, fundación y/o ampliación de pueblos. Durante la gestión de Joaquín Durand (1952-1955) esta política toma otro rumbo. Si bien se
continúan algunas acciones iniciadas por los anteriores mandatos, la “acción agraria” ya no estaba dirigida a la redistribución de la tierra –sobre todo
privada-, sino a la elevación del nivel de vida de la población rural y al apoyo a la actividad productiva agro-ganadera e industrial y a propuestas de grandes
obras de industrialización e irrigación. Es así que se adopta una postura más “benevolente” para con los propietarios, recurriendo a la colaboración de éstos
creación y ampliación de pueblos. Otros tuvieron más que ver con la realización de diversas
obras públicas, como la construcción de escuelas, edificios sanitarios y hospitalarios,
mercados, y otros edificios de dependencias estatales. Así, la expropiación aparece como
un medio o una herramienta del Estado para llevar adelante ciertas políticas “de bien
público”, “publicas”, “sociales” dirigidas al “pueblo o población de Salta”, a “los obreros”, a
las “masas humildes”, a “quienes trabajan la tierra”, que apuntaban a mejorar sus
condiciones de vida, extender el acceso a la salud, a la educación, a la cultura, y así, ampliar
la presencia y operatividad del Estado en el territorio provincial. Se delinea allí cierta
noción de un “dominio público” y “social” (acción y asistencia social, salud y asistencia
pública, higiene y sanidad, obras públicas) en el que opera una lógica redistributiva, tanto
respecto de la tierra y los recursos, como de los servicios y atenciones que el Estado debe
proveer, al mismo tiempo que se van definiendo allí también los sujetos beneficiarios-antes
relegados, explotados, desprotegidos por la labor estatal-. Asimismo, podemos pensar
cómo allí la expropiación puede haber adquirido un lugar simbólico muy fuerte en
términos de demostración de quién gobierna.
En Salta, estudios analizaron el inicio del peronismo como un momento conflictivo
(Michel, Torino y Correa, 2003; Michel, 2004a, 2004b, 2008, 2013; Correa y Quintana,
2013) en el que tuvieron lugar sucesos emblemáticos de esa nueva coyuntura. Éstos nos
proporcionan una base para preguntarnos por las relaciones y tensiones en torno a
sentidos y prácticas que subyacen y se manifiestan en esos episodios y que a su vez van a
imprimir ciertas características a un proceso más amplio de redefinición de los modos de
hacer política. Dos casos se nos presentan como relevantes y antecedentes para pensar la
expropiación del edificio del C20F: el del Sporting Club (1949) y el llamado “caso Michel
Torino”8 (1946-1955).
El 16 de Julio de 1949 en Salta se promulgó la ley que declaraba “de utilidad pública
y sujetos a expropiación los terrenos ocupados por la Sociedad Civil ‘Sporting Club’” 9, y
autorizaba su donación por parte del Poder Ejecutivo a la Fundación Eva Perón para la
construcción del “Hogar Escuela Juan Domingo Perón”. Asociado a los sectores
“adinerados”, por allí circulaban familias de la elite, miembros del C20F y sus familias,

y en última instancia a la expropiación. Mensajes de los gobernadores, nota al pie 4.


7 “El problema de la vivienda” era de especial preocupación, en cuanto se buscaba facilitar a la población, a la “masa humilde”, a los “obreros”, la
“casa mínima” confortable e higiénica, en la búsqueda de dar solución a “problemas económicos, culturales y sanitarios” de la población para el
mejoramiento de su calidad de vida. En esa dirección se expropiaron terrenos, se lotearon y adjudicaron fracciones de ellos para construcción de “viviendas
populares” y “barrios obreros”, se promulgó legislación “de fomento” que daba facilidades para la el acceso a la “vivienda en propiedad”, además de los
financiamientos de la Fundación Eva Perón, del Banco Hipotecario Nacional y del gobierno provincial. Óp. Cit.
8 De ahora en adelante, Michel Torino es M.T.
9 Boletín Oficial de la Provincia de Salta, N°3462 del 21 de Julio de 1949, Ley N°1038, pág 4.
donde se reunían para practicar deportes –tennis principalmente-, conversar y socializar.
No sorprende que se lo señalara como “el lugar donde hace mérito la incipiente pintoresca
nobleza salteña antes de entrar en la corte”10, ni es disparatado que pudiera verse también
como un posible “blanco” del gobierno peronista, en relación con la expropiación del C20F,
como planteaba el Diario Norte en 1950.
Los terrenos expropiados, donados al club por el gobierno provincial en 1935 –hasta
entonces pertenecían al Parque San Martín11-, se ubicaban justo en frente de la porción más
relevante y “privilegiada” del parque, que comprendía el lago, donde se realizaban paseos, y
el llamado “Pabellón Centenario” o “de los lagos”, arrendado por el club. Allí funcionaba su
“sede social” y salón de eventos, y se realizaban numerosas reuniones, fiestas de disfraces y
de carnaval, a la que asistían socios de la institución, familiares y amigos.
La expropiación de estos terrenos y su donación a la fundación de “ayuda social”
para construir un Hogar Escuela, es significativo en tanto plantea una “vuelta” al Estado, en
el sentido de una transformación de lo “privado” –que alguna vez fuera del Estado- a lo
“público”, como parte de las políticas de “ayuda social”, de educación pública y de asistencia
y cuidado de la niñez. También opera como un primer antecedente en cuanto al “avance”,
injerencia y regulación del Estado provincial sobre asociaciones, espacios y ámbitos
“privados”, inaugurando y habilitando prácticas que luego van a ir dándose localmente con
mayor énfasis. Es posible pensar que esta medida expresaba “públicamente” cierta
intención del gobierno provincial de “poner en su lugar” a los socios de este club privado,
en el sentido de que la construcción de esta escuela “pública”, de importantes dimensiones,
exhibía espacial y materialmente de alguna manera, el lugar del Estado y del proyecto
político gobernante, su capacidad –en conjunto con la fundación- de “hacer obra pública”,
posicionándose como constructor de “bien público”, configurando e instaurando allí un
modo particular de “hacer política pública”(Dimarco, 2017a).
Otro antecedente lo constituye el “caso M.T.”, con una disputa judicial iniciada en
1946, que involucró a destacadas familias de la elite salteña, a partidos políticos, y cobró
trascendencia nacional. Luego de la muerte de uno de los hermanos
M.T.12 –Abel-, quienes tenían una sociedad de hecho, su viuda -teniendo por abogado

10 Diario Norte 16 Agosto 1950.


1111 Fue el primer parque de la ciudad y su principal paseo.
12 Los M.T amasaron una gran fortuna de la producción vitivinícola en la zona de Cafayate, en 1940 eran propietarios de una de las empresas
más importantes de la provincia –David M.T., la cabeza no formal de la empresa fue por quince años presidente de la Bolsa de Comercio, Producción e
Industria en Salta-, lo cual los convertía en una de las familias más poderosas de Salta. Su influencia también estaba dada por el control de la prensa local que
ejercían a través del diario “radical” El Intransigente, propiedad de la empresa, administrado y dirigido por David M.T., quien lideraba la fracción de los
radicales antipersonalistas –que se opusieron a pactar con los yrigoyenistas y el partido laborista, convirtiéndose en opositores al régimen peronista- y
desde allí criticaba duramente a los peronistas y a las políticas que éstos promovían (Neiburg, 2003; Hoops, 2014).
defensor a Juan Carlos C.L-, denuncia a sus cuñados por estafa sobre sus derechos
hereditarios y los de sus hijos. El tribunal interviniente ordena desplazar a los hermanos
M.T. de la administración de la sociedad, nombra un interventor y procede a la división de
los bienes de la empresa entre sus herederos –el diario El Intransigente es dado en
concesión a David M.T.-. Pero los conflictos desatados no quedarían allí. En1949, la finca y
bodega más importante de la empresa, “La Rosa”, fue expropiada por el senado nacional,
para “colonización y arraigo de la población rural” y para “utilidad colectiva”, con el fin de
subdividirla y entregarla a familias de agricultores. David M.T. sostuvo que fue “una orden
de arriba”, como el caso del C20F, con el propósito de causar perjuicio a la firma y no el
beneficio colectivo, despojarlos, desarticular su industria y castigarlos por ser “rebeldes” al
peronismo; se expresó además en defensa del derecho de propiedad privada 13. También en
1949, los talleres del diario que dirigía, fueron censurados y clausurados por “difamación”
(Michel, 2013). Dos años más tarde, luego de la intervención del Poder Judicial de
Salta(Correa y Quintana, 2013), David M.T. fue encarcelado por “desacato“a la autoridad y a
los ministros de la Corte de Justicia (Michel, 2013). En Julio el Senado provincial aprueba la
ley que declara “de utilidad pública y sujetos a expropiación” las máquinas y útiles de los
talleres de El Intransigente, fundamentándose en la necesidad de difundir conocimiento de
utilidad para diversas labores humanas entre los habitantes de la provincia14 y en el
“incumplimiento de su función social”. Tanto Neiburg (2003) como Hoops (2014) exponen
que las acusaciones y defensas entre las partes involucradas en la disputa judicial fueron
adquiriendo un tono de lucha en términos de “peronismo-antiperonismo”. Para Neiburg,
este caso no sólo nacionalizaba conflictos locales en términos “peronismo vs oposición”,
sino que familiarizaba pugnas políticas nacionales y hacia público a nivel nacional e
internacional, una crisis que sacudía a una parte de la elite salteña y que enfrentaba a dos
familias y dirigentes políticos provinciales, y ponía en juego sus capitales e influencias
políticos.
Siguiendo a Hoops (2014), este conjunto de sucesos permite ver las tensiones y
contradicciones que definen los inicios del peronismo en la provincia y también el carácter
singular que éste asumió. Muestran el rol fundamental que los gobiernos peronistas
jugaron para lograr la injerencia del Estado en “asuntos”, “conflictos”, espacios y relaciones
hasta entonces dirimidos en el ámbito “familiar”-”íntimo”-”privado” en términos de
influencias “familiares”, y las rupturas que empiezan a plantearse dentro de la elite local. Ya
que, si bien simbólicamente fue un “golpe” a las formas “tradicionales” por las que este
grupo construía y mantenía sus lugares de poder, no se trató de un fallo a favor de los

13 Michel Torino (1953) Desde mi celda. Historia de una infamia, pág 73, 82, 84, 85, 86.
14 Op.Cit, pag. 52 y 53.
“sectores populares” o de “justicia social”, sino que fue una oportunidad para los grupos
peronistas de “mellar los discursos de poder de la clase política tradicional” (Hoops, 2014:
s/r), así como de introducir nuevos sentidos y prácticas vinculadas a las formas de “hacer
política” en Salta; poniendo de manifiesto que las redes de parentesco y familiares,
personales, empresariales, el funcionamiento de los partidos políticos, de instituciones
públicas y privadas, lejos de ser lógicas y ámbitos excluyentes, operan interconectados y
superpuestos.

› De bien “exclusivo“-“privado” a bien “público”

En 1913, en conmemoración del centenario de la “Batalla de Salta” 15, el C20F


inauguró su “casa propia” en Mitre 23, frente de la plaza principal de la ciudad16, donde
funcionó hasta 1950. Este edificio fue uno de los primeros de estilo academicista francés
construido en la ciudad, constituyó un gran alarde tecnológico para la Salta de la época
(Martínez Montiel y Giles Castillo, 2005)y fue pensado en todos y cado uno de sus
elementos para expresar grandeza, riqueza, lujo, confort, “suntuosidad”17. Imponente por
su grandes dimensiones –era el segundo edificio más alto frente a la plaza después de la
catedral, y uno de los más altos de ese sector de la ciudad-,con sus materiales importados y
“finos” provenientes de Europa y sus abundantes detalles, fundaba una imagen de una Salta
“moderna y europea”, mostraba cómo las diferencias y jerarquías sociales se desplegaban
en el espacio físico, y permitía a la elite salteña reunida en el club reafirmar material y
simbólicamente su lugar social de “superioridad” cultural, social, racial y moral, de
“exclusividad”, “distinción”, “cultura” y de “gusto europeo y noble”.
Desde su inauguración, hasta mediados del siglo XX, el ingreso era exclusivo para los
socios del club, sus familias e invitados especiales. Fue el escenario de numerosos eventos
exclusivos, entre los que se destaca el “baile de gala” del 20 de Febrero y de “presentación
de señoritas en sociedad” 18 que se realizaba en el salón de fiestas. En Dimarco (2018: 133)

15 La conmemoración de la “Batalla de Salta” (20 de Febrero de 1813) está particularmente asociada al C20F. Tanto el nombre como la fecha de
fundación del club rinden homenaje a aquella “victoria”, recordada y celebrada por la institución cada aniversario de ésta y de su fundación –hasta la
actualidad- con el llamado “baile tradicional” o “baile de gala” del 20 de Febrero. El grupo fundador se enunciaba como “heredero” legítimo de las glorias y
del heroísmo de quienes habían peleado en la guerra independentista y en dicha contienda. (Dimarco, 2018)
16 La plaza fundacional de la ciudad representaba el centro “simbólico” de poder de Salta –con el Cabildo, la Iglesia Catedral y el Arzobispado-,
era el centro de la “vida urbana”. Scobie (1982) sostiene que en el desarrollo de la ciudad de Salta puede observarse claramente la “fuerza de atracción de la
plaza”- era el punto de conexión de la ciudad “con el mundo”-, concentrándose hasta principios del siglo XX en el “núcleo de la ciudad” las residencias de las
familias de “clase alta”; cuyos integrantes concurrían al club, participaban de sus eventos y realizaban sus paseos por la plaza.
17 El diseño y la inspección de la construcción fueron llevados a cabo por arquitectos e ingenieros afamados, exponentes de una tendencia
arquitectónica europeísta vinculada a diferentes estilos que imprimían una marca “modernizante” a las ciudades. (Dimarco, 2017b).
18 Instancia en la que los hombres de las familias de elite “presentaban” a sus hijas y las “ofrecían” a otros hombres, habilitando un encuentro
sostuvimos que “El tono de valoración que predominaba en la prensa constituía al baile en
el ‘acontecimiento social del año’(…)”. Las crónicas hacían referencia a la “concurrencia de
curiosos” que se reunía en la plaza frente al club para observar la llegada de los invitados,
siendo esto lo único que podían conocer con sus propios ojos. El baile “era el ritual por
excelencia a través del cual la elite se ‘hacía ver’, justificaba un orden social y legitimaba su
lugar en él, instituyéndose como grupo privilegiado y superior”. Testimonios y fotografías19
dan cuenta de que los socios del club impedían el paso y tránsito por la vereda de Mitre 23
–cual confitería al aire libre allí leían el diario, conversaban mientras tomaban un café o
“hacían el vermú”-; sugiriendo esto un uso y circulación exclusivos de unos pocos por aquel
espacio “público”, apropiado y habitado más bien como “privado” y restringido.
El hecho de que en 1950 el gobierno peronista expropiara esta sede, para instalar
allí la casa de gobierno, sugiere que no se trató de una expropiación más, al ser un
inmueble de características peculiares para la sociedad de Salta, de gran valor simbólico y
material. Nos interesa reconstruir, cuáles eran los valores sociales puestos, accionados y
disputados en torno al inmueble, que hacían justificable y comprensible en términos locales
su expropiación y conversión en sede del gobierno provincial salteño. Los aportes de
Geertz (2000) acerca de la relación entre arquitectura, materialidad, exhibición,
espectáculo y poder, nos abren preguntas en torno a lo que el edificio del C20F y toda su
materialidad, eran a un simbolismo de ordenamiento de la sociedad salteña, de
configuración de poder. Podemos leerlo así como símbolo de la elite salteña, que no
representaba otra cosa que el poder mismo -del grupo que lo imaginó, lo construyó, e hizo
de él su morada-, expresando arquitectónicamente que se erigía como el “centro” de la
sociedad20, exhibiendo y cristalizando jerarquías y diferencias sociales de forma material.
Es de esta manera, que a través de la apropiación del espacio físico, de la exhibición, las
diferencias y jerarquías sociales espaciales se hacían presentes y se hacían cuerpo en
aquellos que experimentaban y transitaban aquel espacio.
El 4 de Agosto de 1950, durante el gobierno de Oscar Costas21, el Poder Ejecutivo

con éstos orientado a la posibilidad de futuros noviazgos y matrimonios, por lo que este baile tenía una función clave en la reproducción y consolidación del
grupo de elite reunido en el club, en tanto permitía de manera especial realizar alianzas entre familias (Dimarco, 2018).
19 Corbacho y Adet (2002: 114), Libro Institucional Club 20 de Febrero 2015, página 55, y fotografía de García Carreño, del fondo García Carreño
del Museo de la Universidad Nacional de Salta.
20 Durante mucho tiempo el grupo nucleado en el club se había pensado a sí mismo, sentido y mostrado como superior racial, social y
culturalmente y “elegido para gobernar”. La autoimagen que el grupo nucleado en el club moldeó para identificar a sus miembros y homogeneizarlos
“(…)estaba basada principalmente en la posesión de ‘cultura’ y ‘distinción’ como dos categorías inseparables que reunían valores y cualidades ‘heredados’
por la ‘raza noble’(…)” (Dimarco, 2018: 131).
21 Gobernador de Salta por el peronismo entre 1950 y 1951 –la fórmula de que formó parte en las elecciones para gobernador fue propuesta con
el fin de “conciliar” las disputas y tensiones internas del partido peronista salteño, en tanto el anterior gobernador, Lucio C.L. había renunciado luego de una
situación “polémica” por la represión y muerte de trabajadores en huelga y de varios conflictos entre los “laboristas” y los “yrigoyenistas”-. Renuncia a su
provincial decretó la expropiación del edificio del C20F22 -en el marco de la ley de obras
públicas de la provincia23- para instalar el palacio de gobierno, argumentando la necesidad
urgente de contar con un local adecuado para la centralización de los servicios
provinciales; sostenía que dicho inmueble no cumplía una “verdadera función social” pero
sí llenaba las condiciones para ser sede del gobierno provincial –ubicación, confort y
amplitud-. Se invocaba el “concepto de función social que condiciona la propiedad”, en
tanto esta medida “permitiría incorporar a la vida activa y útil” de la sociedad salteña este
edificio. Asimismo, el decreto expresaba que esta expropiación era una “medida de
contenido social y justicialista”, cuyo propósito era “servir al pueblo salteño”, porque
significaba “(…)la desaparición de privilegios dando verdadero contenido en esta provincia
al concepto de justicia(...)”24.
En dos notas del diario Norte25, se planteaba que esta expropiación era una medida
sorpresiva que constituía un “lamentable episodio” que ponía “en peligro” la existencia de
la “culta y tradicional institución salteña” –caracterizada como un “prestigioso centro” de
“tradición de paz y de concordia social”, que nucleaba a las “familias más respetables de
Salta” y a los “hombres más esclarecedores y representativos de la provincia”-, en tanto
buscaba “tumbar”, “desaparecer” a esta institución, “atacarla como símbolo”; y que esto
hería profundamente “el sentimiento y los intereses de una vieja sociedad de provincia” y
causaba un “lógico revuelo en las esferas de la tradicional institución” 26. Puede verse allí
una postura inicial de defensa de la institución afectada, identificada con la “sociedad
tradicional salteña” y los valores asociados a ésta, y de rechazo a las “nuevas” formas del
gobierno peronista de tratar con ésta, entendidas como “peligrosas”, “destructivas”,
“hirientes”. Lo que nos ubica frente a una lectura en términos de “clase”-”grupo social” –y
no en términos “político-partidarios”-, ya que se apela al lugar de lo asociativo, de lo
privado, del origen y de los vínculos sociales para defender al C20F. Esto puede entenderse
en tanto quienes escribían y dirigían este diario tal vez se sentían cercanos a ese “mundo
social”, por su origen, pertenencia y trayectorias familiares y personales, sus círculos de
sociabilidad. Hemos advertido que parte de los dueños del diario Norte estaban vinculados

cargo en marzo de 1951 y es sucedido por quien fuera su vice-gobernador, Carlos Xamena –su renuncia puede leerse en relación a las tensiones internas del
peronismo local, y de los conflictos suscitados por la expropiación del C20F-
22 Decreto N°2769, del 4 de Agosto de 1950. En Boletín Oficial de la Provincia del 9 de Agosto de 1950, N° 3758, pág. 5 y 6.
23 Uno de los artículos de esta ley (N° 968) facultaba al Poder Ejecutivo a expropiar los inmuebles que fueren necesarios para emplazar una obra
pública. En: Decreto N°2769.
24 Decreto N°2769, del 4 de Agosto de 1950. En Boletín Oficial de la Provincia del 9 de Agosto de 1950, N° 3758, pág. 6.
25 Propiedad de la sociedad conformada en 1945 por Lucio C. L., su hermano Juan Carlos, Francisco Javier Arias, José Solá Torino, Pablo Alberto
Baccaro y Tomás Ryan, expresaba las ideas de los radicales yrigoyenistas y luego del Partido Peronista. Por varios años su director fue Juan Carlos C. L.
26 “Una expropiación” y “El gobernador de la provincia resolvió la expropiación del Club 20 de Febrero”; Diario Norte 3 de Agosto de 1950, págs.
s/r.
al club, algunos eran socios activos en aquel momento y sus familias eran parte desde
tiempo atrás27; además, el hecho de que provinieran del yrigoyenismo también los
acercaba a la elite salteña vinculada al club 28. Por lo que, incluso este diario que se decía
“peronista”, cuyos accionistas y directivos fundaron el peronismo local, que se había
pronunciado tan “antioligárquico”, salía en defensa de este espacio, de esta institución y de
lo que representaba, asumiendo una postura crítica de la medida.
Los días siguientes al decreto, la prensa continúo publicando notas al respecto. El 5
de Agosto, el diario El Tribuno29 hacía públicas las declaraciones del ministro de economía,
Armando Molina, quien sostuvo que el motivo de la expropiación no era “político”, sino el
de contar con el local adecuado para la casa de gobierno30. David M.T., escribía el mismo día
en las páginas clandestinas de El Intransigente, que era una “inopinada expropiación” cuyo
“propósito demagogo” “amarga y descorazona”, ya que era el de “mandar, dominar y
domesticar al país”, característico de una “era de abusos y atropellos” 31. En el caso de El
Tribuno, estas notas no expresaban una postura enfrentada o crítica respecto de la
expropiación, más bien se limitaban a “informar” lo ocurrido y a publicar las declaraciones
de los miembros del poder ejecutivo, sin realizar algún juicio valorativo al respecto32. Sin
embargo, en las palabras del ministro de economía y en los escritos de David M.T., puede
entreverse cierta lectura en términos “político”-partidarios. El hecho de que Molina
insistiera en el carácter “a-político” de la expropiación, sugiere que tal vez fue interpretada
como una acción del gobierno peronista contra la “oposición”, asociada con el C20F y sus
miembros, como apuntaba M.T.
También el 5 de Agosto tuvo lugar un homenaje al gobernador Costas por parte de
los Trabajadores del Estado en la sede de la Confederación General de los Trabajadores 33,
en adhesión y agradecimiento a sus medidas. El día siguiente, El Tribuno publicó una
interesante crónica de la reunión. Allí Costas dijo que la medida adoptada respondía a un
gobierno “inspirado en propósitos sanos de utilidad general” y que era un “acto de

27 Lucio C.L., se incorporó como socio en 1950, mientras que su padre y sus tíos maternos eran parte del club desde hacia tiempo. Francisco
Javier Arias era miembro también en aquel momento y desde tiempo atrás (1937). Nóminas de socios del C20F.
28 Estudios sostuvieron que en Salta, el radicalismo surgió del seno mismo de las elites, a partir de una ruptura y de la divisi ón del grupo
dominante en dos fracciones (Torino, Michel y Correa, 1996; 2000), por lo que radicales y conservadores pertenecían al mismo sector social. Los
yrigoyenistas que se sumaron al peronismo pertenecían en gran parte a las familias “tradicionales” salteñas, y fueron ellos quienes buscaron conducir el
movimiento en sus inicios (Michel, Torino y Correa, 2003).
29 Comenzó a circular en agosto de 1949, sus principales accionistas eran Jaime Durán, Emilio Espelta, Ricardo Durand y el Partido Peronista.
30 El Tribuno 5 de Agosto 1950 “La conferencia de prensa”, pág 8-9.
31 Hojas de lucha. Folletines de El Intransigente del 5 de Agosto de 1950. David M.T. y sus hermanos eran socios del C20F.
32 Tal vez en un principio quienes dirigían el diario y escribían allí eran cautelosos, ya que uno de los accionistas del diario, Emilio Espelta era
socio del C20F, mientras que familiares de otro de los accionistas -Ricardo Durand- también habían formado parte antes o formaban parte en ese momento
de tal institución.
33 En adelante, CGT.
gobierno aplaudido por todo el pueblo de Salta” que buscaba terminar con el gran
“problema social” de Salta: las “diferencias sociales de casta o de privilegios”; esto en tanto
expresaba que el edificio del C20F generaba “resentimiento” y “recelo” en los salteños que
veían en él “la entronización de un insoportable feudalismo”, del “privilegio”, y que
“significaba una insoportable indiferencia”. También sostuvo que la expropiación del
inmueble y su refuncionalización como casa de gobierno permitirían comenzar a mirarlo
“con simpatía” porque pasaría a ser “la casa para todo el pueblo”. Así, en sus palabras es
posible vislumbrar cierta noción de “bien público” o “bien general” como guía de tal acción
gubernativa, y de “redistribución”, al plantear “quitar” ese edificio a quienes lo convirtieron
en la materialización de la “diferencia”-“privilegio”-desigualdad, para hacer de él un
espacio “abierto a todo el pueblo salteño”. El vicegobernador, indicó que se trataba de la
“obra más grande de la Revolución en Salta” que “volteó el último reducto de la oligarquía”
y liberó al “pueblo” de sus “cadenas”. Se refirió al inmueble como una “casa” que “ha visto
muchas injusticias”, dado que quienes allí se congregaron y congregaban, eran los
“patrones” y “terratenientes”, que en el pasado fueron fraudulentos y violentos, y en la
actualidad eran explotadores de los trabajadores 34, y “combatían” a Perón. Así, Xamena va
aún más allá que Costas, al sostener que allí se reunían quienes se oponían al peronismo,
identificando al C20F con el “anti-peronismo”. Por lo que podríamos decir que el
vicegobernador agrega a una lectura en términos de “clase-grupo social” (trabajadores-
pueblo vs privilegiados-patrones-terratenientes-oligarcas), un componente “político”-
partidario (peronismo-revolución vs antiperonismo-oposición).
Es posible apreciar, así, un contraste entre lo que era admitido oficialmente en los
documentos públicos o discursos oficiales acerca de la decisión de expropiar al C20F su
edificio y hacer de él sede del gobierno provincial, y los dichos de las autoridades
provinciales al respecto frente a los trabajadores, que sugieren una fuerte, tajante e incisiva
lectura politizada de la medida por parte de éstos. Asimismo, llama la atención el contraste
entre las palabras del gobernador en aquel acto y la imagen de su accionar en aquella
coyuntura, que sus descendientes me transmitieron. Tanto uno de sus hijos como uno de
sus nietos con los que conversé, expresaron sus dudas respecto de que la expropiación se
concretara durante el mandato de Costas, sugiriendo que él solo habría dado la orden para
ponerla en marcha, pero que recién se habría efectivizado durante el gobierno de Xamena;
también insistieron en que sólo habría procedido a expropiar el edificio por presiones del

34 El énfasis del vicegobernador respecto de la relación asimétrica entre trabajadores y patrones-terratenientes, puede comprenderse si se tiene
en cuenta que provenía del sindicalismo de los enfermeros y desde allí habría iniciado su carrera política, incorporándose desde el laborismo al peronismo,
siendo su trayectoria diferente a la de otros dirigentes peronistas que estaban vinculados más de cerca con las “familias tradicionales” salteñas. De profesión
enfermero, es considerado como el “primer gobernador obrero de Salta”.(Michel, 2011).
gobierno nacional y de los sectores laboristas del peronismo provincial, ante las cuales
habría adoptado una posición intermedia, ya que en lugar de expropiarlo para sede de la
CGT –como el laborismo y el gobierno nacional habrían insistido-, decidió instalar allí la
casa de gobierno.
Si bien no tenemos certeza de que haya existido tal directiva nacional de expropiar
el edificio del club para entregárselo a la CGT o de que ésta fuera beneficiada de forma
directa por la medida, sí es mencionada por Luna (1985) en su libro Perón y su tiempo II, de
conocimiento de los descendientes de Oscar Costas; y en los folletines de El Intransigente35,
David M.T. sugiere que el gobierno provincial cedería la anterior casa de gobierno, el
llamado “Palacio Zorrilla” ubicado a dos cuadras de la plaza, a la CGT, tornándose
interesantes o plausibles estas versiones. Que finalmente no se concretaran es muy
significativo, ya que nos está hablando de qué peronismo y qué políticas y medidas
impulsadas por ese proyecto nacional eran posibles de llevar a cabo en aquel momento en
Salta y cuáles no. Desposeer a la “culta y tradicional sociedad salteña” de su edificio,
ubicado en el “centro del centro” de la ciudad, y entregarlo a los trabajadores, habría sido
impensable localmente, incluso para los peronistas más “revolucionarios”, y hubiera sido
imposible garantizar la gobernabilidad después de una acción así; distinto al caso de la
expropiación del Sporting Club36. La idea misma de que ello ocurriese habría constituido
una “ofensa” gravísima para quienes habían ideado, construido y habitado ese inmueble,
grupo que se había constituido como una elite apelando a nociones de superioridad
“natural” que inferiorizaban racial, cultural y moralmente a “las muchedumbres”, y que se
había pensado así como “centro” de la sociedad.
El 9 de Agosto de 1950, en la cámara de diputados provincial fue tratado el proyecto
de ley para ratificar el decreto expropiatorio. Luego de discusiones obtuvo media sanción y
fue enviado a la cámara de senadores, donde fue aprobado el 11 de Agosto37. Finalmente, el
31 del mismo mes se promulga la ley38 que ratifica el decreto de expropiación, y declara de
“utilidad pública” y sujeto a expropiación el inmueble de propiedad del C20F, efectuándose
la toma de posesión por el gobierno provincial hacia mediados de Septiembre. Las
discusiones que tuvieron lugar en las cámaras legislativas, las notas de los diarios locales y
folletines que hacen eco de estos sucesos, así como la memoria del ejercicio del año 1950

35 “La expropiación del Club 20 de Febrero”, 5 Agosto de 1950, Hojas de lucha. Folletines del Diario “El Intransigente” (clausura do por la tiranía
1949-1955).
36 Por un lado, porque lo que se expropió al Sporting fueron terrenos sin demasiada carga simbólica, no un edificio “paradigmático”-símbolo de
lo que fue y aún no había dejado de ser la elite salteña-, y por otro lado, porque el hecho de que los beneficiarios fueran niños “pobres”, “huérfanos” que
recibirían educación y un hogar no generaría tanto “revuelo” e impacto en los grupos de elite como si los beneficiarios fueran los trabajadores y “el pueblo”.
37 Legislatura de Salta. Diario de sesiones Cámara de Senadores 11 de Agosto de 1950.
38 N°1206, sancionada el 31 de Agosto de 1950, publicada en el Boletín Oficial de la Provincia del 6 de Septiembre de 1950.
del C20F, nos proporcionan un acercamiento interesante a las perspectivas de los actores
involucrados.
En las discusiones parlamentarias, puede verse una especie de “piso común” de
conceptualización y caracterización del C20F y de sus miembros por parte de diputados y
senadores, tanto del radicalismo como del peronismo. Las coincidencias giran en torno a la
asociación directa del club con el “régimen conservador”-“partido conservador”-la
“oligarquía” –y sus “métodos” y formas altamente violentos de conducirse en “la política”-,
y con la oposición al gobierno peronista, planteando que en ese inmueble, su “casa” y
“refugio”, éstos se “albergaban”, “guarecían” y “escondían”. Se repitieron numerosas
acusaciones de violencia y falta de civilidad a dicha asociación y a sus miembros, por parte
de los legisladores que se iniciaron en el viejo radicalismo provincial y continuaban siendo
radicales hasta el momento, y por “peronistas” que pertenecieron en su momento al
yrigoyenismo. Recordaron épocas en las que fueron perseguidos, violentados, sometidos
por los “malevos “y “matones” que respondían a los “individuos conservadores” nucleados
en el C20F, auto-identificándose como sus “enemigos” y “adversarios” “de ayer y de hoy” 39.
Puede vislumbrarse con claridad el posicionamiento de los representantes
legislativos en torno a distintos “códigos” y “modos de hacer política” que aparecen como
incompatibles (formas “democráticas”-“modernas”-“civilizadas” vs formas “tradicionales”-
“viejas”-violentas-“incivilizadas”-fraudulentas), y en ese sentido, una idea acerca de qué
prácticas “políticas” estaban habilitadas y eran consideradas legítimas y cuáles no lo eran y
remitían a un “pasado” que debía ser superado. Asimismo, puede entreverse cierta noción
acerca de una “política” hecha por los individuos, vivida y experimentada en términos
individuales y personales. Es en torno a esta cuestión de las formas “viejas” y “modernas”
de hacer política, que los legisladores radicales en sus exposiciones construyen una auto-
identificación partidaria, colocándose como “verdaderos revolucionarios” que prepararon
el “ambiente revolucionario” soportando las persecuciones de los “conservadores”–en
contraposición a los peronistas, a quienes consideran falsos revolucionarios-, e
injustamente tratados de “antipopulares”. También, por oposición a los “peronistas”, a
quienes acusaban de “autómatas” y ridiculizaban tildándolos de “monitos de Perón”40, los
hombres del radicalismo se reconocen poseedores de “personalidad” y de un margen de
autonomía para decidir en relación al su bloque partidario. Por su parte, los legisladores
del peronismo casi no se refieren a un “nosotros peronista” 41, ni siquiera por contraste con

39 Provincia de Salta. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados 9 de Enero de 1950-6 de Marzo de 1951, pág.567.
40 Op Cit. págs. 568 y 569.
41 En aquel momento el peronismo era una fuerza política aún en construcción, con numerosos conflictos y disputas internas que no e staban
cerradas y que tenían que ver con la heterogeneidad de quienes la conformaron y sus diferencias de intereses, motivaciones y expectativas.
el radicalismo; sólo uno de los diputados del oficialismo señala que ellos no pertenecían al
“circulo privilegiado” de apellidos aristocráticos que era el C20F mientras que otro se limita
a asumir que todos los peronistas eran “monitos” si eso significaba “colaborar con la obra”
de Perón para el “bien común”.
Vemos que aparecen tensionados dos modos diferentes de pensar y de hacer política
en términos partidarios, de conducirse dentro de los partidos y de proponer y llevar
adelante políticas; en donde la del peronismo para los radicales es asociada con el no
cuestionamiento y el acatamiento de “órdenes de arriba” y la obediencia “ciega” a un líder y
a una fuerza partidaria. En ese sentido también van dirigidas en gran parte las críticas a la
propuesta de expropiación de la sede del C20F. Varios legisladores de la UCR expresaron su
preocupación por el “colorido político” de la medida, movida por un “espíritu” y un “móvil
político”, en tanto estaba dirigida contra los opositores al gobierno peronista, y se
constituía en un “medio o instrumento de persecución política” y en la expresión del
peligro del “exceso de poder público” y del “despotismo”. Otras posturas críticas
cuestionaron su supuesto carácter y propósito “revolucionario-antioligárquico”, aduciendo
que “no se revoluciona nada” expropiándole al club su edificio porque la institución
continuaría existiendo; y plantaron la bandera de la defensa del “derecho a asociarse” y del
“derecho de propiedad” porque entendían que la medida avanzaba contra éstos. Asimismo,
es interesante cómo los legisladores del radicalismo que votan favorablemente dicen no
hacerlo movidos por “resentimientos del pasado”, “rencor”, “odio” y “propósitos de
venganza”, a pesar de que en sus argumentos traen a colación y ponen énfasis en sus
experiencias de haber sigo perseguidos por quienes se reunían en el C20F.
El día siguiente a la votación afirmativa en el senado provincial, David M.T., socio del
C20F, escribía en los folletines de El Intransigente que la expropiación de la sede había
causado una “mala impresión”, tratándose de una “intencionada medida” que respondía a
“simples móviles políticos” porque buscaba “desparecer” al club, “arrasar” “por medio de la
violencia” su “prestigio” y “tradición”, demostrando la imposibilidad de que los argentinos
tuviesen un “centro social”; en consonancia con lo planteado por los legisladores del bloque
radical respecto del carácter persecutorio de la expropiación42.
Unos días después de la aprobación del proyecto en Senadores, el Diario Norte
publicaba dos notas en donde se interpretaba la medida expropiatoria del edificio del C20F
como “revolucionaria” en términos “políticos” porque “(…)ponía frente a frente a una casta
ensorbecida con las fuerzas del pueblo que irrumpen reivindicadoras(…)”43, y en ese

42 Hojas de lucha. Folletines de El Intransigente del 12 de Agosto de 1950, “El caso del Club 20 de Febrero” y “Comunicado del B lock de
Senadores y Diputados de la UCR”.
43 “Del escenario politico”, Diario Norte 16 de Agosto de 1950.
mismo sentido como un “golpe simbólico”, en tanto se exponía que las presunciones de
privilegio generaban odios y resentimientos, siendo así que las “clases obrera” y “media”
consideraban al edificio del club como “la Bastilla de un despotismo odiado y anacrónico” 44
que debía ser derribado. En sintonía con esta idea, se planteaba que la posible llegada de
Eva Perón a la ciudad, y el acto que protagonizaría hablando a la población desde los
“balcones del salón de fiestas” de la nueva sede gubernativa, sería un “símbolo altamente
aleccionador” y de “una corriente igualitaria” porque expresaría la “irrupción del torrente
democrático en los últimos avatares del privilegio”45.
Por otro lado, se analizaba el “escenario político” generado por la expropiación
como una guerra y enfrentamiento entre el gobierno peronista y la “oligarquía”, “núcleo
oligárquico-conservador” de la provincia, los “opa prócer”, la “vieja institución social”. Se
hablaba del “ataque”-“golpe” que el gobierno había dado contra éstos para “desalojarlos”,
“atomizarlos”, “aniquilarlos”, al cual habían respondido “acuartelándose” en el edificio,
“estrechando filas”, “nucleándose” y conformando un “frente común”–con el regreso a la
institución de varios “arrepentidos”-. Se sugería que operaban a la manera de una gran
familia, cuyos miembros se unían para acudir en “defensa” del “honor” del grupo, más allá
de sus diferencias “político-partidarias”46; porque el avance sobre la “casa propia” era
considerado una “afrenta al honor”. Esto nos habla de lo que en otros trabajos (Dimarco
2017b, 2018) señalamos como una dinámica continua de fusión-fisión que operaba en el
C20F, por la cual, a través de alianzas y acuerdos, en pos de un objetivo mayor común, en
ocasiones podían coaligarse familias, subgrupos e individuos antes enfrentados. En ese
sentido, vemos al club nuevamente funcionando como un espacio articulador del grupo de
elite. No es disparatado que la expropiación del inmueble y su re-apropiación como casa de
gobierno hubiera sido vivida como un “ultraje”-“agravio” que atentaba contra el “honor” de
la institución y de sus integrantes, volviendo a actualizar así formas “viejas” de entender y
de hacer “política” en términos de vínculos personales entre hombres, y que remiten a
prácticas como el duelo, asociadas sobre todo a los grupos de elite y a los “hombres de la
política”.
En la memoria del ejercicio del C20F del período 1950-1951, el entonces presidente
se refiere a la expropiación de la sede como “el problema más importante que se le ha
presentado a la asociación en sus últimos 40 años” 47, un “momento difícil” de “agitación”

44 “La Bastilla Salteña”, Diario Norte 16 de Agosto de 1950.


45 Op Cit.
46 Del escenario politico”, Diario Norte 16 de Agosto de 1950.
47 Memoria del Club 20 de Febrero Ejercicio 1950-1951, pág. 9.
porque se “juegan los propios destinos de la institución”48. Subraya la necesidad de
afrontar con “dignidad” la situación de amenaza que vivían y de “salvaguardar” al club y a
los principios y valores sobre los que se asentaba. El siguiente extracto condensa esta idea
y sentimiento de “ultraje” al honor por parte de los “afectados”: “(…) Las instituciones no
son buenas ni malas. Son los hombres que la constituyen los que le dan su crédito. Esta casa
se fundó para exaltar el patriotismo, guardar nuestras más caras tradiciones y ser el reflejo
de la vieja y culta sociedad de Salta y los que hemos ingresado a ella aspiramos a conservar
intactos esos principios con que nació a la vida. Por ello tenemos, hoy más que nunca,
cuando un soplo renovador parece sacudir en sus cimientos institucionales y principios
que parecían inconmovibles, la responsabilidad de prestigiar, adentro y afuera, esta casa,
ya casi centenaria, con nuestra acción y nuestra gravitación moral y espiritual”49.

› Reflexiones finales

En este trabajo analizamos la expropiación del edificio que fuera sede del club social
asociado por excelencia a la elite en Salta, el C20F, por el gobierno peronista salteño, para
instalar allí la casa de gobierno (1950). Este acontecimiento permite leer el proceso más
amplio de reconfiguración del poder que se da a mediados del siglo XX, en tanto la
transformación que allí se concreta con el inmueble expropiado, de un bien de uso
exclusivo y privado, a un bien púbico y de uso público, es clave para indagar ese proceso.
En el espacio local, la elite salteña pierde exclusividad en el manejo de ciertos
espacios y ámbitos, en tanto el escenario habilita críticas, cuestionamientos y objeciones a
las formas y modos “tradicionales” de hacer política –identificados como característicos de
ésta- y tienen lugar reformas sociales que atentan y amenazan los intereses económicos y
privilegios de este grupo. Se realizan numerosas expropiaciones a particulares fundadas en
el concepto de “utilidad pública”, las cuales se constituyen un medio o herramienta del
Estado para llevar adelante políticas “de bien público”, “públicas”, “sociales”. Comienza a
delinearse allí una noción de “dominio público” y “social” en la que opera cierta lógica
redistributiva, y se van definiendo también los sujetos beneficiarios de esas políticas.
La expropiación de los terrenos del Sporting Club y el “caso M.T.” se constituyeron
en dos casos relevantes que operan como antecedentes para pensar la expropiación del
C20F. Éstos posibilitan ver las tensiones y contradicciones que definen los inicios del
peronismo y su singular carácter, el rol fundamental de los gobiernos peronistas para
lograr la injerencia del Estado provincial y nacional en “asuntos”, “conflictos”, espacios y

48 Op. Cit. , pág. 7


49Op.Cit., pág. 7
relaciones hasta entonces dirimidos en el ámbito “familiar, “íntimo”, “privado, nos
muestran las rupturas que empiezan a tener lugar en la elite local, e introducen nuevos
sentidos y prácticas vinculadas a las “formas de hacer política” en Salta.
El material empírico consultado sugiere la importancia de la expropiación en esta
forma de hacer política del peronismo, al habilitar e inaugurar cierto tipo de prácticas, que
van a permitir el avance del Estado en nombre del “bien público” y la “utilidad pública”
sobre la propiedad privada, los beneficios privados, el interés privado, y la incorporación
de los espacios, recursos, propiedades, inmuebles y bienes–expropiados- a una lógica
redistributiva; en donde el Estado es quien acopia o concentra estos bienes y los administra
para la concreción de “obras públicas” y políticas públicas” y “sociales”. La expropiación
emerge así como una política que tal vez no puede hacerse por otros medios, en tanto es el
Estado el que obliga a una redistribución.
Al tratarse de un inmueble de características peculiares, de gran valor simbólico y
material, la expropiación de la sede del C20F no fue una más del gobierno peronista; por lo
que nos preguntamos por las valoraciones sociales posibles de ese inmueble que hacían
justificable y entendible su expropiación y conversión en casa del gobierno provincial
salteño. En aquel contexto este edificio era el símbolo por excelencia de la elite salteña, que
representaba su poder mismo, expresando arquitectónicamente que se erigía como el
“centro” de la sociedad salteña, exhibiendo y cristalizando materialmente jerarquías y
diferencias sociales.
A lo largo del recorrido que hicimos por las discusiones, comentarios e
interpretaciones que la medida del gobierno provincial peronista suscitó entre los actores
involucrados, reconstruimos ciertas nociones, categorías y valores puestos en juego,
disputados, cuestionados, delineados, redefinidos en esa coyuntura, que hacen inteligible
este suceso situado en condiciones sociales e históricas particulares.
Vimos operando allí la apuesta redistributiva del gobierno peronista, en tanto se
plantea la intervención del Estado sobre aquellos que “tienen mucho” o “concentran”
poderes, riquezas, elementos de la vida social, quitarles el privilegio a éstos para
“repartirlos” a los que menos tienen, “habilitarles el acceso” a quienes quedaron excluidos y
“sufrieron” esa privación. Por lo que, no es sólo una expropiación material, sino también de
atributos sociales y de sentidos. Advertimos que el justificativo oficial de esta expropiación
en el “bien público y general” y en una “necesidad” de contar con un local adecuado para el
poder ejecutivo oculta de alguna manera la importancia simbólica que reside en el acto de
quitarle a ese espacio el sentido de privilegio y de diferencia social y de situar allí la casa de
gobierno; lo que nos lleva a pensar en esta medida como de disciplinamiento social,
“aleccionadora” para la elite, de “corrección social” en torno al lugar de unos y de otros en
la sociedad salteña, una “reasignación simbólica” de lugares y de jerarquías de la sociedad.
Sostenemos que este evento en cierta forma puede leerse como una “demostración de
fuerzas” ya que permitía a los grupos oficialistas mostrar “quién mandaba”, apropiándose
del “botín del vencido”.
En esta operación de “quitar el privilegio a unos” para volverlos “bien público”
reside el lugar del Estado. Las ideas de “lo público” y de “beneficio público” son
fundamentales allí a la construcción de una noción de un Estado particular, porque hasta el
momento no habían existido acciones estatales que avanzaran y “atentaran” contra el
interés privado en nombre del interés público. Esta potestad y nivel de injerencia del
Estado en el ámbito de “lo privado” aparece como una novedad, en tanto lo que se conocía
hasta el momento, y de lo que se “acusaba” a la “oligarquía”, es el camino inverso del uso de
“lo público”, los recursos y espacios y cargos estatales como vía para el beneficio privado.
Entonces, este conjunto de valores tensionados en esa coyuntura, aparecen contorneando
una idea del lugar del Estado, de sus potestades y atributos, del alcance de su
“intervención”, de su nivel de injerencia, de regulación y de acción en ámbitos, espacios
hasta entonces “manejados” casi exclusivamente por “unos pocos” para su propio
provecho.
Advertimos cómo este evento también pone en juego y en tensión nociones y
categorías en torno a “la política”. En gran parte esta medida fue interpretada en términos
“político-partidarios”, como una acción del gobierno peronista dirigida contra la oposición.
Observamos que se repite una idea de “clases” y “grupos sociales” diferenciados y
contrapuestos: la “oligarquía”-“sociedad tradicional” que instaura privilegios-diferencias
sociales-desigualdad, cuestionada y”atacada” vs. “el pueblo salteño”-“la clase obrería y
media”-“los trabajadores”-“la población de Salta”. Emerge allí cierta noción de política
pensada y experimentada en términos de vínculos personales entre “hombres de la
política” en donde se ponen en juego el “honor”, la “dignidad”, el “prestigio”; también
aparecen contrapuestas una forma “vieja” e inaceptable de hacer política (incivilizada,
violenta, de persecución, aprietes, fraude, la política “oligárquica”) y una forma “correcta”,
“moderna”, “civilizada”, “democrática y republicana” (superadora del régimen oligárquico).
Por otro lado, aparecen también modos partidarios distintos de hacer política (el
peronismo asociado a una falta de “códigos”, que “avasalla”, una política de la cantidad y no
de la cualidad, de los “excesos del poder”; el radicalismo como una política
“revolucionaria”, “perseguida”, que respeta y defiende las leyes y el derecho de propiedad y
de asociación, en contra de la “persecución” y los “avasallamientos”; y el conservadurismo y
sus “viejas formas” ya enunciadas). De esta manera, este evento evidencia un proceso por el
que se están redefiniendo cuáles son los contornos de la política, qué es hacer política allí,
para quiénes, con qué objetivos, y de qué maneras; en donde el sentido de lo “común” como
lo “público” adquiere un lugar central.
Es muy significativo además el hecho de que asociados a estos conceptos e ideas de
los grupos sociales, de la política, de los modos de hacer política (“expropiación de utilidad
pública”, “función social”, “bien público o general”, “justicia social”, “obra pública”,
“revolución”, “torrente-corriente igualitarios-democráticos-renovadores”) aparecen ciertas
emociones (rencores, odios, resentimientos, recelo, herida, ultraje, ofensa, amargura)
activándose como una “carga emotiva” que estimula la acción de comportamientos
relacionados con valores morales. Pensamos que estas categorías y conceptos operan allí
como valores morales, no sólo como parámetros cognitivos por los cuales los actores
entienden, comprenden e interpretan el mundo en el que viven, y en este caso los sucesos
en torno a la expropiación, orientando su comportamiento50 y estimulando la acción;
también como “(…)factores que intervienen efectivamente en la organización y producción
subjetiva de comportamientos pero también como medios de expresión de los puntos de
vistas parciales e interesados que los actores mantienen sobre el orden social” (Balbi, 2007:
80). Así, este evento es revelador de aquellos parámetros y formas de valorización y
desvalorización producidos, accionados y disputados por los actores en esas condiciones
sociales particulares, y así, de la moral construida e implicada allí. En tanto se formulan y
despliegan en esa coyuntura prácticas, conocimientos y “representaciones socialmente
eficaces” sobre la obligatoriedad y deseabilidad de “ciertos cursos de acción, relaciones
sociales, arreglos institucionales” que “al mismo tiempo que responden a éstos, los
configuran y reconfiguran sobre la marcha” (Balbi, 2017: 15) y estructuran la experiencia.
Por último, sostenemos que la expropiación del C20F, es un acontecimiento re-
configurativo, en el sentido de que es un momento en el que se está redefiniendo la política,
los modos de hacer política y el lugar del Estado, de los grupos que conforman de la
sociedad, en el que aparecen tensionadas categorías, conceptos y nociones que van a ir
delineando ciertos contornos. Un momento singular en el que se articulan concepciones y
prácticas “nuevas” que están empezando a ser instauradas con otras “viejas” que guardan
cierta vigencia o no han sido aún plenamente removidas. Es un episodio clave que “marca
las aguas”, que “obliga” a “ponerse” de un lado o de otro, y que va a ir redefiniendo nuevos
“nosotros” y nuevos “otros” “sociales” y “político-partidarios”.

› Referencias bibliográficas

50 Balbi (2007: 76) sostiene que los comportamientos relacionados con valores morales son “(…)acciones que revelan sistemáticamente la
preferencia por determinados cursos de acción en función de su deseabilidad y obligatoriedad, siendo que esa preferencia es formulada conceptualmente y
que la opción en su favor es estimulada a través de una carga emotiva adherida a su formulación conceptual”.
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