Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Trapalanda
1 Los rumbos de la brújula
Los aventureros
Pero al llegar descubrieron que América no era lo que esperaban. La llanura era el mar
sin caminos. Sólo la tierra podía ser poseída aquí, y lo que se obtuviera de ella por
medio de la violencia. Sin embargo, el trabajo de la tierra, que también podía realizarlo
el nativo, era considerado denigrante. Así se clasificaron las tareas en serviles y
liberales y se reinició el viejo sistema de jerarquías basado en la posesión material.
El conquistador había arribado a estas tierras esperando las piedras y metales preciosos
de Trapalanda. No había venido a poblar ni a quedarse ni a esperar, sino a exigir, a
llevar y a que lo obedecieran.
Así, estos parajes, que no contenían ninguna de esas riquezas sino tan sólo hombres
salvajes desnudos, se convirtió en un bien metafísico en la cabeza del conquistador.
Poseer tierras era poseer ciudades que se edificarían en el futuro, dominar gentes que las
poblarían en el futuro. La tierra fue bono de crédito.
Ese dominio era el dominio de su orgullo sobre su ignorancia. Estaba vencido. No tenía
que conquistar, sino que poblar; no tenía que recoger sino sembrar; no iba a entrar al
gobierno de su ínsula sino a trabajar y a padecer. Estaba desengañado.
En vez de construir, de cercar y de labrar, hizo leyes para dar a esa pobre posesión un
valor teológico y jurídico. El indio echaba el mal de ojo al tesoro encantado y lo
desvanecía. La destrucción del indio era asegurarse la paz del usufructo, y al mismo
tiempo destruir la evidencia de su fracaso. Mediante el trabajo forzado del aborigen se
obligó a la tierra a producir por medio de éstos lo que no había producido por sí misma.
El desesperado era la mano derecha del que tenía prisa por volver; éste fabricaba con
osadía. Era un bruto que sólo soñaba con incrementar sus posesiones de tierra y ganado.
Apegado a sus bienes de tan fácil adquisición estaba lejos de todo: para arraigar en la
llanura de nadie, había tenido que desgajarse de una tierra vieja, regada con sudor y
lágrimas. Era el centro del universo pero estaba solo. Había sido engañado y sólo le
restaban dos caminos, porque el regreso era imposible ya: considerarse elegido por Dios
para algún fin excelso en la religión o en el gobierno; o afirmar con valentía aquello sin
forma que tenía enfrente y a su alrededor.
La picada
Lo que el colono alcanzaba lo asía sin soltar: era su botín. Se hizo cruel con el mestizo,
si llegó a prevalecer sobre él, y lo mismo sobre cualquier otro ser u objeto que se le
sometiera. No hizo obras filantrópicas, no procuró la grandeza de un país que
desconocía y despreciaba, al que jamás había amado y al que miraba con rencor,
vencido por su triunfo.
Todo su interés estaba en cotizar lo inferior, en subvertir la tabla de los valores éticos y
espirituales, en volcar la ignorancia y la crueldad del campo en la ciudad, para
cohonestar la ganancia de su juego.
La cosecha era abundante a veces, pero hipotética al fin, pues dependía del azar; el
precio de su trabajo dependía de la demanda de granos y carnes en mercados ignotos. Él
mismo era una res en el cálculo del terrateniente y el financista.
Bastó al principio soltar por la llanura algunas decenas de vacas y caballos para que se
multiplicaran. Bastaba echar la semilla para obtener espigas y mazorcas, someter al
indio adicto y arrebatarle a la mujer para las demás faenas.
En esta tierra, la más pobre de América, el metal precioso era el ganado. Y lo poseía el
salvaje, puesto lo cual, arrebatarle ese tesoro era una empresa de mayor mérito que
cuidar y criar esos animales.
Haberse tenido que conformar con cereales y ganado fue un triunfo de la tierra, que les
impuso como terribles condiciones el espíritu errátil, el afán de acumular, la idolatría de
las cantidades inmensas, la prisa por marcharse, la vergüenza de la pobreza, la
disolución del hogar, la imposibilidad de la cultura basada en el simple respeto y la
vaciedad del amor. Se obligaba al hijo de Europa y del siglo XVI en adelante a
someterse a la industria del primitivo para proveer de sustento al europeo que
permanecía en el viejo continente.
A la conquista del territorio para la Corona siguió el otro absurdo de la conquista del
alimento para el ausente y, al fin, la conquista de la riqueza para el capital extranjero en
el ferrocarril, el frigorífico y el trust cerealista.
El ganado equivalía al territorio que ocupaba y llegó a tener valor de cambio cuando
faltaba plata que llegaba de Potosí. La caza del ganado, que llegó a denominar a toda
una era colonial “la época del cuero”, y a dar fisonomía acaso definitiva a la vida
argentina, fue una de las formas del latifundio, dividido en dos: quien siguió con el
fundo territorial, apegado a las tradiciones, con intención de hacer de esto una nueva
España, y quien continuó con el fundo ganadero con intención de traficar, vivir y
promover América.
La primera siembra
El conquistador no amaba esta tierra y no veía su porvenir más que a través de la lujuria
y la avaricia. Poblaba la tierra vacía, abandonada a sus propias normas, con arreglo a las
leyes físicas y fisiológicas de la naturaleza. No trajo de la casa solariega ninguna de las
virtudes que le habían permitido resistir durante más de mil años la invasión de pueblos
aguerridos; virtudes que parecían de la casa y no de él. Trajo un heroísmo de raza, de
casta, de religión, que muy pronto la amplitud del panorama nunca visto abatió, y que
impulsó a emprender una marcha sin designio.
El indio había sido confinado a la frontera, pero entre ésta y la ciudad se propalaban el
criollo y el mestizo que tomaban partido por la horda contra la factoría, por la factoría
contra la Metrópoli, por América contra España. Se le había engendrado en la infamia,
con la repugnancia del que satisface apetitos en carne vil. Era más indio que español. El
padre pertenecía a los invasores, se iría; la madre a los vencidos, moriría; pero él era el
pueblo que iba a quedar para vengarse del estigma de su origen.
Las uniones casuales del invasor y la mujer sometida dejaban una consecuencia
irremediable en el mestizo, que llegada su hora se volvería contra el pasado y la
sociedad; de él brotarían las guerras civiles y las convulsiones políticas posteriores, de
las cuales sería cabecilla. Pero también dejaban una sustancia inmortal y avergonzada,
que en cada cópula perpetuaría la humillación de la hembra.
Casi todas las taras espirituales del indio son cicatrices en su cuerpo hechas por el
cristiano. Porque el aborigen es maleable hasta incorporar el carácter que le inculcan y
hasta transmitirlo en su descendencia; tiene alma femenina. El indio se hizo
desconfiado, reservado, desafecto; y el mestizo heredó por la madre esos rasgos en su
cuerpo y en su alma.
Esos indios y su descendencia híbrida no defendían nada porque no tenían nada y lo que
se les daba de regalo les parecía bueno. Se los utilizó sin ninguna inteligencia,
asociándolos cuando era necesario, y persiguiéndolos después.
Los usaban los caudillos porque los indios no tenían conciencia más que del rencor, de
la venganza secreta contra lo unitario que pretendía encarnar el símbolo de la
civilización, del ideal de grandeza.
Así la provincia se alzaría contra la ciudad, contra Buenos Aires, que ya no era para el
mestizo Argentina sino Europa; un pedazo de España con su aduana, sus autoridades
centrales, su curia y sus leyes.
Independencia
La independencia fue un acto y una tesis. Un acto en la campaña gestado largamente por
el estado de inferioridad y de sometimiento, y una tesis en la ciudad, inspirada en
doctrinas democráticas y liberales de la Revolución francesa.
Para la ciudad bastaba con cambiar algunos detalles del gobierno y de la administración.
De este modo, la guerra civil no sólo está implícita en la revolución, sino que salva a la
revolución, ya que los mismos cabecillas del movimiento de emancipación aparecieron
de inmediato como contrarrevolucionarios.
En nombre de la posesión del ganado, del parcelamiento de la tierra y del libre tráfico,
entablaban guerra definitiva el litoral y el interior.
Las proclamas de los jefes que llevaron el movimiento hasta las fronteras del virreinato
encendieron la aspiración a la independencia personal, y acaso fue, pese a los
desórdenes consiguientes, su efecto más saludable. La diversidad de banderas probaba
la unidad del ideal.
Una ambición de poseer llevó a los distintos ejércitos a la formación de partidos que se
lanzarían con pretexto de defender la libertad contra los que verdaderamente la
promovieron. Cada Cabildo se constituyó en centro de una zona de acción, con intereses
propios. Cada caudillo aspiraba a la hegemonía de su provincia. Sólo Uruguay lo logró,
favorecida por su situación marginal y su condición de productora de la mitad del
ganado que se exportaba.
La nueva era surge recién con Rosas y Artigas, que tenían sistematizada a la barbarie, a
diferencia del resto de los caudillos. Los generales y estadistas como San Martín,
Belgrano o Rivadavia no querían la barbarie pero eran productos genuinos de ella y, sin
quererlo, trabajaban en su favor. Ocurría que sus ideales de independencia y unidad
nacional respondían a una tesis abstracta sin base en la tradición ni en la vida histórica
argentinas. Su base era extranjera. Güemes, por su parte, fue mucho más eficaz al
amoldarse a sus gauchos sin imponerles ningún plan.
El problema de nuestra barbarie es que no fue reducida por persuasión a formas civiles
sino suplantada de golpe y brutalmente.
Por este lado es que entronca con la independencia, que estaba a favor del comercio
libre de las pieles, con las guerras civiles, cuyo principal objetivo era la posesión legal
del ganado, con la soberanía política, asegurada por el estanciero gobernador de
provincia, y con el Acuerdo de San Nicolás (pacto de caciques de defensa de las vacas).
El mestizo se levantó contra la justicia que le negaba la propiedad de lo que bien podía
ser suyo con arreglo a las leyes de la naturaleza, que conocían a fondo el curandero, el
baquiano y el caudillo. Y se enfrentó al terrateniente, al hombre desconocido de la
ciudad. Renegó de toda tradición y de ahí resultó el gaucho, señor hambriento,
ignorante, proseguidor de un sueño frustrado. Estaba haciendo causa común con el
indio, a quien sin embargo siguió mirando con encono y desprecio de bastardo. Y ese
fue punto central de la era de la organización que culmina en 1880, año de la muerte del
gaucho.
El cuchillo
El cuchillo va escondido porque no forma parte del atavío sino del cuerpo mismo. Es
parte de la cultura del pueblo que lo usa. Pertenece al fuero privado y sólo se enseña en
momentos supremos como el insulto. El cuchillo es para el duelo a pie; por su tamaño
impide que nadie tercie en la lucha: está indicado que el lance tiene intimidad y que
excluye al testigo y al intercesor. Sólo falla cuando falla el brazo, de donde la seguridad
en sí mismo es la eficiencia de esta punta de acero en que concluye el ímpetu.
El cuchillo no admite el simulacro y rara vez el juego como simple demostración
festiva. Por su pequeño tamaño puede llevarse en las ropas como una suerte de amuleto
junto a la carne. Es raro el suicidio con él; es un arma del hombre para afuera, de la
empuñadura hacia la punta; no se vuelve contra el amo, como el perro.
3 Las rutas
El sendero de la noria
Mientras en Buenos Aires y otras ciudades del país se adornaban edificios públicos, se
mantenían seis universidades y demás exterioridades del progreso gracias a la hipoteca
de la libertad económica, el interior se empobrecía más y más.
La fortuna de los citadinos era una ilusión y como tal cayó. Quisieron cagar más alto de
lo que les daba el culo. Se fueron a gastar ese dinero al extranjero y así fue como el oro
volvió a Europa.
De todos esos itinerarios, Buenos Aires era el punto de llegada y de partida. Las líneas
quedaron establecidas entre Buenos Aires y Europa mucho antes que con el interior.
Puerto de embarque y atracadero de buques repletos de gentes en busca de bienestar, fue
desde los comienzos la lupa a través de la cual se vio la República.
En el interior, mientras tanto, se iban organizando los pueblos y diseminando las vidas
según las fluctuaciones de esos precios, al servicio de intereses europeos. Nuestra
economía nacional estaba determinada por la demanda foránea. Producíamos lo que
ellos necesitaban, y así se empobreció el norte en favor de la pampa. Esto ocurre desde
1852, año en el que se cierra la época de las discordias armadas y abre el ciclo de las
violencias políticas y jurídicas.
La estabilidad del gobierno atrajo al colono; el trabajo que venía en sus brazos atrajo al
capital, y el gobierno se hizo estable gracias al trabajo y al oro de Europa.
Una vez desembarcadas en el puerto muchas de esas familias fueron llevadas al campo,
donde eran abandonadas sin que los empresarios tuvieran solvencia para resarcir de sus
inconcebibles perjuicios a los colonos, ni el gobierno recursos para ampararlos. En
consecuencia, los extranjeros acababan empuñando las armas y dedicándose al robo de
ganado.
El campo no tenía forma, el gobierno y la nación tampoco; la vida tenía esa misma
inconsistencia. La llegada de esos seres ilusionados había generado la expectativa de
una gran potencialidad económica; entonces el gobierno se apresuró en sacar préstamos
supuestamente para obras públicas y salubridad, sin embargo las urgencias eventuales lo
llevaron a gastar ese dinero en sofocar rebeliones, destruir al indio y contener al
Paraguay.
El poblador de estas regiones no era dueño de su voluntad sino que iba adonde lo
llevaba la naturaleza. Cuanto más se internaba, más terreno iba perdiendo. A la vez que
perseguía al indio, iba arrastrado por él. Eso no era conquistar sino ser diseminados en
lo desconocido. Según estos lugares fueran luego más o menos aptos para la ganadería y
la agricultura, formarían sectores de relativa prosperidad, pero aislados.
Ubicados así los pueblos, el ferrocarril vino a estirar tales distancias, porque el precio de
los fletes por centenares de leguas deshabitadas aumentaría el precio del producto
desmedidamente.
Todas las dificultades que en la actualidad se oponen al desarrollo del interior remoto, a
la educación de sus habitantes, a la movilidad económica de provincias y territorios
inmenso, proviene de esos errores de población que el ferrocarril vino a afianzar. Y
gracias a esa pobreza y ese aislamiento del interior el litoral prospera.
El desierto que parecería no existir pesa sobre el labrador por el aumento de las tarifas
con que la empresa ha de equilibrar las pérdidas en bruto. Los ferrocarriles forman una
empresa financiera y no industrial; no están al servicio de los productos y de su
traslación, cuanto del capital invertido en explotarlos. Más que servir al comercio, éste
los subvenciona. Las demás actividades económicas se deben adaptar a ellos porque de
ellos dependen.
Buenos Aires no puede regular la economía de todo el interior, que le es más extraño
que Europa.
La red de la araña
El ferrocarril hizo más vasto el territorio y lo fracturó para dejarlo reducido al dibujo
lineal de sus vías. Alzó con sus terraplenes fronteras entre el riel, que es Europa, y lo
demás, que es América. Lo que no está al pie mismo del terraplén está a
inconmensurable distancia.
Soledad
1 Aislamiento
América tenía civilizaciones, pero no tenía pasado, ya hasta entonces tampoco porvenir;
desenvolvía su vida en formas asincrónicas y asimétricas con el ritmo y la estructura de
los ensayos conocidos y válidos.
Cada día de navegación, las carabelas desandaron cien años. El viaje se había hecho a
través de las edades, retrocediendo de la época de la brújula y la imprenta a la de la
piedra tallada. Éramos antigüedad y fuimos poblados por una nación de tipo antiguo,
que era ya arcaica en la Europa del 1500. La empresa del descubrimiento quiso
emprender una aventura anacrónica siglos después de las Cruzadas con la voluntad de
no ser Europa.
Había ya en la conciencia del invasor una región inexistente, la tierra de nadie, aislada
aún de este mundo aislado que comenzaba a poblar sin advertirlo. A esa región,
entonces y después, se confinó al indio y a lo indígena. La civilización es lo contrario
del aislamiento, y el primer poblador trajo soledad a la soledad.
Fronteras y peligros
Esas fronteras, en pueblos nuevos e inhabitados, son siempre distintas de las que señala
el mapa. Nuestras fronteras reales, por ejemplo, son el linde de las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y sus estribaciones hacia la vasta zona neutral.
El mayor daño para una nación no es tener vecinos más poderosos y adelantados en
todo orden de potencia sino tener vecinos que hayan descendido a niveles inferiores o
que se mantengan en ellos. La causa de la inseguridad con que avanza la República
Argentina es esa parálisis periférica, ese vacío que hay detrás de sus bordes, desde
donde nos llegan las emanaciones de un sopor profundo, de una existencia letárgica y
cargada de amenazas.
Incomunicación
Los países de Suramérica no tienen comunicaciones entre sí, ante todo porque no las
necesitan; su interior está igualmente incomunicado.
De Chile nos separa una lonja de piedra y desierto. Entrambos países no tienen recursos
excedentes ni curiosidad, ni simpatías, como para que las vías férreas sean siquiera lo
que las trincheras entre dos líneas enemigas.
La vida en esas zonas neutras que nos separan de Chile es dura, hostil, sin savia ni
sangre. Allá ha ido a refugiarse el indígena, en el seno de una naturaleza refractaria al
hombre porque no pertenece a su época, árida y rica en metales, es decir, de riquezas en
forma primordial e inutilizable.
Más anchos, caudalosos y extensos que los del mundo, nunca tendrán nuestros ríos de
Suramérica el significado que el Ganges, el Éufrates, el Rin o el Danubio. Ríos de
luchas y de civilización, de los que depende el destino de los dioses y de los hombres;
porque nuestros ríos son distancia, aislamiento, confín. El indio no utilizó la
navegación, aunque la conociera, porque rehuía vincularse a las demás tribus,
huyéndoles mas bien. Las civilizaciones americanas han nacido al amparo de la piedra y
no a las riberas de los ríos.
Tampoco podemos decir que Uruguay esté más cerca ni que nos separen menos
obstáculos. Rivalidades que no se han paliado desde hace un siglo lo mantienen a
millares de kilómetros de nosotros.
Aunque difieran mucho entre sí, los rasgos comunes de todos componen un territorio
cultural y geográfico indiferenciado, semejante a una inmensa península helénico-turca.
La característica fundamental es étnica: Iberoamérica. Lo que nos asemeja es mucho
más que lo que nos diferencia.
Discontinuidad
Se trata de un continente cosmopolita al que, sin embargo, le faltan los altos ideales que
crean la confraternidad y la conciencia de formar parte de un todo. De ahí que aun las
guerras tengan cierto aspecto de revoluciones.
Cada nación aquí tiene sus héroes, los que con todo no significan nada fuera de sus
patrias; lo que han hecho sólo interesa a su región y a su época. Es preciso que exista
una forma histórica completa para que el hecho tenga un sentido vivo y no de
complemento circunstancial; esto significa, que con cuya suerte se defina algo de
nuestro propio destino colectivo.
Así, pues, en esta tierra vieja, que no tiene pasado humano, no ha ocurrido nada nuevo.
Hemos reproducido con variantes personales muchas historias que ya se olvidaron.
Suramérica es todavía un episodio subsidiario de Europa, pero tiene un alma americana,
cerrada, muda, solitaria, que lucha constantemente contra lo extranjero y quiere otra vez
quedarse sola con su nada.
Desmembración
El problema de estas tierras es que su territorio es vasto pero gran parte está despoblado,
y la parte que está poblada tiene su economía determinada por factores extranjeros:
producimos lo que en el hemisferio norte necesitan y a cambio recibimos lo que a ellos
les sobra.
2 Distancias
Espacio
La claridad con que desde un pueblo se divisa otro fija una posición sentimental creando
un vínculo. Cuando los pueblos están aislados como aquí, la unidad de medida de
distancia no es la vista ni el afecto ni la rivalidad sino la medida geográfica: la milla, el
kilómetro, la legua, las horas de viaje.
Los pueblos
Las ciudades se diferencian entre sí con arreglo al clima de la región en que están, y por
su edad. Cincuenta años ya es mucho para cualquiera de estas ciudades, y la fecha en
que los cumple celébrase como sus bodas de oro; así se parecen a la vida del hombre.
Da la impresión de que las diferentes ciudades del país son versiones retrospectivas de
Buenos Aires, versiones cada vez más chicas y antiguas. Se parecen entre sí en el peso
de la pampa que pesa sobre la aplastada edificación.
Cada ciudad tiene sus aristócratas que son los que llevan apellidos de abolengo y los
que poseen fincas y dirigen la política.
El campesino, por muy poca cosa que sea, en su medio es un semidiós. Encuentra en sí
actividades y poderes que tienden a someter a su dominio lo que le circunda.
Colaborando con las fuerzas ambientes es que llega a dominarlas, hasta que las fuerzas
ambientes se lo tragan un día, pues era nada más que un juguete.
El guapo
El guapo es el resumen de una época y albacea del indígena. Extrae de sí mismo las
razones para obrar, y nada de lo que le rodea le enseña ni lo modifica. Tiene una dosis
superlativa de lo macho del hombre. Es bravo por inclinación y no tiene relaciones con
la sociedad sino consigo. En consecuencia, es un ser estéril, que no engendra y que se
consume en su propia acción independiente del contexto de las actividades sociales.
Hostilidades de la soledad
Tan difícil es llevar a cabo en esas poblaciones de tripulantes una obra solidaria, unir los
espíritus y las manos, como fácil el encono y la pugna. En los pueblos los comerciantes
se juegan su caudal por arruinar el negocio del vecino. No son peores que otros
hombres; son así. No se espere encontrar un artista, un escritor de cepa, un iluso de
cualquier clase, un amante de los pájaros que viva y muera allí. Las almas de los artistas
acaban por naufragar en cuerpos y vidas miserables.
Y, sin embargo, tanta crueldad y tanto odio es sin duda una propensión a la simpatía y a
la justicia, que encuentra cegados los cauces por donde correr sin obstáculo. Se forman
sociedades de fomento, centros atléticos y círculos de cultura que acaban en comité o se
disuelven porque la rivalidad es más poderosa que el propósito de solidaridad. Fúndanse
periódicos que están al servicio de la discordia, porque son hijos de la soledad.
Desconfianza
Los habitantes de esos pueblos que he conocido son ingenuos y recelosos. Son seres
incompletos, sin forma psicológica precisa, con la sola integridad y unidad de su
cuerpo. Han sido arrojados al lugar donde están, desde el abuelo o antes, y parecen
guardar un secreto rencor que ha perdido franqueza. Buscan en nosotros un secreto
motivo de burla, nos examinan hasta que encuentran el punto vulnerable que les
reintegre a la tranquila conciencia de la plenitud de su ser.
Leen los diarios y saben más o menos lo que pasa, pero no tienen sentido de la
continuidad, por lo que los hechos ocurridos dos o tres días antes tienen para ellos la
lejanía de aquello que uno cree entender pero en realidad ya no lo hace.
Los pobres
Más allá de eso, hemos arrojado al interior la pobreza para que no afeara las calles de
las ciudades y para que no interrumpiera con su grito vivo un sueño de cinematografía.
La pobreza aislada lo es doblemente; queda reducida a sí y hasta le falta la asistencia
social de la edificación compacta. El indigente de nuestros campos se parece más al
animal que al hombre rico: no tiene, no pide y para morirse tampoco le basta.
La distancia los mantenía desvinculados de los demás y estaban cerca de todo, pues sus
puntos de referencia eran la familia, el rancho, el árbol, el pozo, el perro y el caballo.
Pero una vez que el pueblo, y con él todos esos elementos, se unió a la gran ciudad
lejana, entró a formar parte de otro sistema mayor; todo alrededor de los campesinos se
puso en movimiento y su quietud tomó rigideces cadavéricas.
Todo lo que sirve para unir: telégrafo, ferrocarril, automóviles, lo separaban más.
El mundo y el hombre
El indio es por excelencia el hombre sin historia. Se parece al animal: no tiene pasado
porque no tiene porvenir; ocupa meramente el espacio que llena su cuerpo y desarrolla
una vida solitaria que no sobrepasa los límites de sus sentidos. Pertenecen a la
arqueología más que a la historia, porque ésta registra únicamente aquello que responde
a una superestructura social. El indio apenas podría participar de la historia de los
bastardos, o historia apócrifa.
Para nosotros no puede ser historia nada de todo aquello que no esté en la dirección del
desde dónde o del hacia dónde de nuestra trayectoria. La soledad que se abre en el alma
como una congoja inmotivada y que quita interés humano al espectáculo de la belleza
panorámica es la falta de historia.
La soledad antigua
Séptima soledad
Toda la llanura que conocemos con el nombre indígena de pampa estuvo todo cubierto
por el océano alguna vez. Al retirarse las aguas, se agruparon tantas especies zoológicas
ya extintas como en ninguna otra parte del mundo.
La vista comprende mejor que la inteligencia que estamos en los confines del planeta.
El litoral, en amplias lonjas de playa que separan el océano que espera su represalia de
las barrancas que lo han vencido es, como las salinas de la Pampa del Monte, de arena y
salitre.
La vida en esos lugares exige un sacrificio que el individuo puede realizar en actos de
suprema renuncia pero que la especie tiene que rehusar al fin. Esa tierra pertenece al
océano y no al hombre.
Los vientos del oeste y el suroeste son tan fuertes que impiden todo cultivo; no hay
árboles y los animales mueren en rebaños enteros. Solamente la oveja resiste la
intemperie. El viento es el cuerpo sensible de la soledad.
En cuanto a las aguas, no hay cursos de mucho caudal. Casi nunca llueve y la sed es el
otro enemigo invisible.
Otra fiebre de este clima es el alcoholismo. El alcohol ofrece un modo de evadirse del
aislamiento, de saltar al mundo, como el apetito sexual es el modo de entrar a él, de
poseerlo, de quedarse.
En el pedregal de la cordillera crecen las plantas duras, de una flora de suplicios. Es la
estepa argentina, tan igual que a Siberia que no falta ni el ser humano que la padezca.
Esa flora nociva se extiende rala desde la precordillera neuquina hasta las sierras
pampeanas. Plantas enanas, sin frutos, sin pulpa y sin flor.
Todo ese dominio de la naturaleza, recintos en que la tierra defiende intactas su gea, su
flora y su fauna, son confines a los que el hijo de la llanura fue arrojado y donde se
extinguirá. Lo demás, la tierra plana, la pampa litoral y central, es Argentina, la tierra de
Europa, la tierra del blanco. Pero entre esa pampa fértil, nueva, y aquel mundo oscuro,
antiguo, está el hijo del blanco y de la india, que tiene que elegir y que tardará
centenares de años en decidirse.
Fuerzas primitivas
1 Las fuerzas telúricas
Luchando contra el medio cambiante, variable y movedizo, que tenía la forma acabada
de lo informe, adquirió esas condiciones de inestabilidad que por reflejo transmite hoy
al medio demasiado plástico que lo rodea.
El mundo primitivo imponía sus formas al hombre primitivo; sin embargo, al mismo
tiempo cedía fácilmente al modelado de sus dedos. El gaucho, por ejemplo, no es un ser
en vías de formación sino el tipo concluido de una naturaleza que tiene en grande sus
mismas formas. En nuestro mundo sin estructuras mecanizadas, el alma, lo más débil y
maleable es lo que cedió primero.
Durante las guerras civiles, la campaña contribuía con su hacienda. El alambrado fue la
primera lección de derecho que recibió el cazador de reses. Las tropillas de caballos y
los rodeos de vacas proveían al ejército de vituallas y pertrechos; la industria de la
curtiembre, el saladero y la talabartería prosperó a la sombra de estas guerras.
El baquiano y el rastreador
Erosión y oxidación
En la inmensidad del territorio, todavía en sus tres cuartas partes despoblado, vivir,
luchar y triunfar parece fácil, pero no lo es. En su forma dura se opone al que llega a
invadirlo.
El inmigrante que internándose contempla pasar leguas y leguas siente que emprende
una excursión abandonado a sus propios recursos. Este medio sin fisonomía propia y
aparentemente sin energía plástica absorbe y comunica su sustancia agreste al individuo,
erosionándolo hasta vencerlo.
Herramientas útiles
Adaptación de instrumentos
Era un nuevo Estado que entraba en posesión de tres millones de kilómetros cuadrados
sin poblar con una base pura y exclusivamente extranjera, sin tradición ni solvencia de
ningún tipo.
La tierra fue quitada a los indios y cedida a militares, para los cuales desde ese
momento patria era igual a propiedad.
Desde ese momento, Nación fue el territorio, los bienes, la población, estadísticas de
importación y exportación, funcionarios públicos y edificios.
Con el latifundio el Estado adquirió, por la hipoteca, fuerza del desierto, hasta poseer
como bien muerto casi la mitad del territorio y la tutoría del pensamiento (desde diarios
hasta universidades).
Integración de impalpables
La unidad nacional finalmente se consumó con la victoria de Buenos Aires sobre la
Confederación. Bastó que el gobierno federal absorbiera en sus reparticiones y sus
células el peligro suelto de la campaña para que se constituyera ese cuerpo despedazado
en catorce trozos.
De esta manera, el Estado llegó a ser la integral de todas las fuerzas; la suma del poder
público, el arsenal de las violencias sustraídas a la circulación; y sin embargo carecía de
fuerza y de movimiento.
El problema fue que ese Estado, esclavo del oro extranjero gracias al cual había
alcanzado su grandeza, no pudo ir más allá de la ciudad y cerró los ojos a la verdad de
los campos. Sostenía inmensos ejércitos de empleados y de soldados y hacía crecer las
universidades con ese dinero.
Conversión de valores
Económicamente, el Estado nacía pobre, con la herencia de la deuda que había dejado el
dinero destinado a obras públicas que finalmente fue utilizado en las guerras civiles. El
gobierno quedó fundado como una institución de beneficencia, con su lotería y su asilo
para inválidos.
Proclamando liberal acogida a todos los hombres del mundo que quisieran venir, cubrió
con sus atributos y sus espadas la vida y la actividad de los ciudadanos residentes y
transeúntes.
La organización jurídica del Estado pretendió hacer de cada ciudadano un recluta civil,
universitario y burocrático. Pero en lugar de formar individuos con conciencia moral de
la justicia, generó ventajeros que le buscaban en la ley el vericueto por el cual podían
beneficiarse a costa del prójimo. Y si las instituciones no tienen antigüedad (y por lo
tanto, razón) que oponer al desbordamiento de los impulsos antiguos, la idea de justicia
y la jurisprudencia entera son simples artilugios.
Cada funcionario es una célula viva del Poder que, sin estar al servicio de todo, encarna
en esa persona un fragmento de autoridad. De este modo el Estado está presente en
todas partes donde sus funcionarios estén. Entonces su fuerza, por estar tan repartida,
disminuye, pero parece mayor.
Para que la función resulte respetable entre la sociedad, la fuerza individual de cada
funcionario debe ser grande. La dignidad del cargo purifica de la miseria personal
justamente porque la pone a su servicio. De ahí que el hombre del pueblo considere al
empleado nacional como a un ser que tiene el privilegio de utilizar en su propio
beneficio el servicio público, y de quien puede temer. Entonces lo acata. Es cuestión de
hacer notar la investidura del cargo.
El compadre
El compadre está entre el guapo y el guarango. Por un lado se acerca al hombre bravo,
íntegro y solitario, y por el otro parece un hombre sin carácter, ficticio e incompleto
como el guarango. Valora mucho lo suyo y con la misma intensidad desprecia lo ajeno.
Oscila entre no tener en cuenta la sociedad y afrentarla.
“Compadre” fue un tratamiento que se daban las personas de clase baja. Aunque hace
tiempo que los ricos han ingresado a esa familia inmensa de la plebe.
Una compadrada es querer resolver todo a las piñas. Y su resentimiento social se debe a
su propia dificultad de adaptarse a un estado social nuevo y precipitado que quieren
imponerle. En cierta forma tiene razón, o al menos no es su culpa ser así. Su error está
más bien en el exceso con que exterioriza su resentimiento, si bien hay que reconocer
que ante la escasez de lenguaje para defenderse, los golpes le resultan la única
alternativa.
La unidad de estilo
En gran parte, nuestro progreso resalta por contraste con el estancamiento y el retroceso
de las naciones vecinas, y nuestra cultura por parangón con la caída en la barbarie de
algunos pueblos vecinos. Sin embargo, cabe preguntarse si hoy Argentina representa a
escala mundial más de lo que representaba en 1870.
Civilización no es poseer más bienes materiales sino saber utilizar esos recursos
correctamente. De hecho, si se tienen en cuenta los consumos culturales, el país está en
el punto más bajo de los últimos cincuenta años.
Amor
La prostituta deja en el alma del varón que la usa para su placer los signos materiales de
su cuerpo.
Tener a las mujeres como seres domésticos y llenarlas de hijos produjo la situación
actual del gaucho sin respeto. Las mujeres aborrecían al hombre, que les era inferior en
todo sentido.
Al desprecio natural por la mujer, cuya posición en la sociedad era inferior por un
complejo de circunstancias, se unió el ancestral desprecio judeocristiano que la
consideraba fuente de todo mal.
El sexo quedaba para siempre encubierto, pero haría estragos en las almas, corroyendo
del espíritu porciones equivalentes a las que no había podido satisfacer noblemente en
los cuerpos. El sexo se redujo a los recintos prohibidos, se lo separó del amor. Esa
disociación de una unidad que es indestructible creó una población sin amor, pero
donde se fingía el amor. Es un problema moral, como todos los nuestros.
Fe
La religión que se trajo a estas tierras de mitos tan viejos como sus seres y sus plantas
era a la sazón un instrumento de dominio complicadísimo y sin ningún contacto con la
vida. Se impuso por la fuerza.
La Compañía de San Ignacio nació para salvar España del inminente peligro de la
sustitución de la fe por la razón como estaba ocurriendo en todo el resto de Europa. En
vísperas del fracaso del catolicismo, aparecía otra vez el pueblo elegido en que tomaría
cuerpo para salvarse. Desde entonces, la Iglesia misma, en esas milicias, contaría con
una fuerza digna de tenerse en cuenta para los tratados y alianzas.
Se trajo a América el catecismo y los preceptos en vez del Evangelio y las Epístolas. Se
les prometió a los indios un paraíso aborigen a cambio de su esfuerzo servil en la tierra.
Para funcionar, el catolicismo tuvo que ser permeable en algunos aspectos y permitir
que se le filtraran algunos elementos de la mitología autóctona.
Muy pronto desapareció de la religión lo que tenía de espiritual para quedar reducida al
ornamento y al rito. Y esa forma materialista de superstición fue utilizada por el nativo
en su culto ancestral.
El sometimiento de los misioneros a las condiciones primarias del salvaje, para arrancar
de ahí la catequesis, les impuso una primera claudicación; la segunda fue pasar a los
idiomas locales. Fue en esa transportación idiomática que la pureza de la doctrina se
corrompió y ganaron los indios.
Todo fuera para cumplir con el objetivo de edificar un templo, un emporio y un cuartel.
Sin embargo, en esto también ganó el indio, porque, sometido a las faenas rurales e
industriales bajo el yugo religioso, éste le transmitió al jesuita sus supersticiones y sus
técnicas de hacer, pensar, sentir y acatar.
Finalmente hubo que destruir ese catolicismo espurio y expulsar por herejes a los
sacerdotes que renegaron del idioma y del acatamiento del rey.
No obstante, los valores religiosos y sus formas quedaron en estas tierras en esa
combinación con creencias vernáculas: Facundo Quiroga consideró ateos a sus
enemigos, y la nueva secta puso en lugar de la Virgen a la Santa Federación. Todo lo
que había sido ejercicio espiritual se convirtió en milicia política y burocrática.
Idioma
Está bueno que una lengua se subdivida en nuevos dialectos, lo malo sería que
permaneciera inmodificado y no pudiera representar nuevas formas de la realidad. De
todos modos, hay formas patológicas de transformar el lenguaje, como los brutos del
bajo pueblo que hablan al “vesre”.
Buenos Aires
1 Argirópolis
Lo nacional y lo municipal
Aquí hace tiempo que todo problema nacional intenta ser resuelto como municipal, más
precisamente, como porteño.
La independencia nació en los Cabildos; por eso fue urbana y municipal. Buenos Aires
hizo el anteproyecto de la emancipación y más tarde se convirtió en enemigo de los
ideales republicanos, federales y representativos, porque sus intereses no iban más allá
del libre tráfico marítimo ni más lejos que la política aduanera. Buenos Aires quedó
aquí como un fragmento de España. A la ciudad-nación se le oponía la provincia-
república. Con una ciudad monstruosa en el ombligo fluvial, no era posible la verdadera
federación ni la unión y el progreso.
Y Buenos Aires terminó por imponerse como centro de una circunferencia formada por
los puntos poblados y cultivados del interior. Igualmente, Europa vino a resultar el
punto más próximo a Buenos Aires, y éste su ciudad más a trasmano.
La opulencia de Bs As fue un depósito bancario que en ella hicieron las ciudades y los
campos y que nunca obtuvo su recompensa. Bs As es Trapalanda.
Desde la independencia nadie consideró la República más que como una gran ciudad de
casi tres millones de km cuadrados con catorce terrenos baldío en pleno centro y con
diez manzanas de circunvalación desiertas.
Pampa y techos
Los pueblos suburbanos (el conurba) han terminado por amalgamarse con la metrópoli,
invadiéndola. Sobre esas setenta mil hectáreas viven alrededor de tres millones de
almas, ¼ de la población total; y están instalados el 50% de los capitales comerciales y
el 40% de los industriales. Ciudad amplia y chata: pampa.
Comparada con Bs As, cualquier otra ciudad del país es campo, un pueblo que ha
prosperado un poco más. Ninguna ha salido de su estúpida rustiquez para exhibir un
alma particular que los distinga; todas tienen la misma alma.
Polípero
La casa está tan aislada como el habitante. Todo conspira contra la unión, desde los
alquileres altos hasta la torpeza en el idioma (acá supongo que lo dice por los
inmigrantes).
Buenos Aires puede parecer una ciudad muy hermosa, pero no tiene secretos, todo lo
que es está a la vista. Carece de ayer y aún no tiene su forma verdadera.
Es hermosa por las dificultades entre las que ha surgido, pero adolece de los defectos de
la improvisación. Para el que ve a Bs As como ciudad y no como esfuerzo, es fea.
Por otra parte, el que obtuvo más sofoca al que obtuvo menos, poniéndole una casa de
diez pisos al lado de la suya de dos.
El artista no puede reivindicar una ciudad producida en estos términos y por estos
móviles. Por todas partes la ciudad está invadida por la pampa; las estancias vendidas y
los campos bien arrendados se transforman en edificios.
II La gran aldea
Oeste contra Este
Corrales y Mataderos como los confines de la ciudad, donde estaba el orillero
mediterráneo. Hasta ese momento, la ciudad era una “masa indiferenciada”.
Previamente Bs As estaba delimitada por el rio, los bulevares de Entre Ríos-Callao e
Independencia y Viamonte. La ciudad luego se desbordó por los campos municipales.
Los limites albergaban flora y fauna de la frontera. Desde Alvear, Norte y Sur de la
ciudad se diferencian. La Av. De Mayo funciona como un tajo que acrecienta esta
división. Si bien con esto la pampa fue invadida, el hombre de la pampa quedo
encerrado entre la expansión de la ciudad y la rsistencia del campo.
Surje el malevo. Campo contra ciudad, nacionalismo municipal contra snobismo. Barrio
contra city.
Boedo pretende ser la Florida del desierto urbano, mismos objetos de distinta calidad.
Sin embargo, Boedo es mas buenos aires que Florida y lo que allí ocurre se comprende
mejor. Estos barrios hasta donde hace poco predomino la pampa tienen “cierta morbidez
de vena como quien pulsea”: lo antiguo y lo nacional aparecen en estos parajes nuevos.
Reanudan viejos litigios no resueltos.
Florida no va a resistir a lo que se incuba en los barrio-frontera.
El guarango
Tipico de los arrabales de la ciudad, a pesar de estar en pleno centro. Necesita un
ambiente mayor que el compadre, un publico mas nutrido. Se es guarango solo cuando
hay oyentes de esa guarangada.
El guarango falta a las convenciones urbanas, es incivil y un equivoco. Es un ignorante.
Es un primitivo que procede como si conociera las normas de la civilización. Quiere ser
persona importante que atraiga la atención. Le falta el sentido de lo oportuno y de lo
correcto. Es un inconsciente de la cortesía
El guarango es carnavalesco, es “careta”. “Después del guarango sigue el mono”.
Florida
Florida es un estado de animo. Es templo, rito, dogma. Desde su fundación (1823) fue
siempre la única calle limpia, por eso la gente transita por ella.
Es un salón de aire libre, donde se hace sociedad sin conversar. Todas las clases sociales
desfilan por ella.
El traje como uniforme de milicia donde ricos y pobres se reclutan. El traje es la
persona. Un pueblo correctamente vestido esta en eel tiempo etnográfico del tatuaje, que
es lo mismo. El vestido como fiesta que se ofrece fuera de casa.
El traje concuerda con estado económico, modo de pensar. No debe concordar con
otros trajes
Florida es el traje de domingo de Buenos Aires, que usa todos los días.
Las vidrieras de Florida son todo.El frente de la casa cede su lugar a la vidriera. Mirar
sin despegar la vista demasiado de lo familiar.
Objetos llamativos en las vidrieras de Florida. Funciona como un cinematrografo, nos
sirve para asentarnos en casas de multimillonarios. Es una gran ficción que nadie dice
que sea falsa.
Una vez admitida la ficción, todo es perfecto.
La comedia que soñmos se monta en Florida con todo el lujo, y algo de todo ese
maquillaje persiste en la cara del pobre que vuelve a su casa a encontrarse fente a frente
con su vida.
La noche
Cuado cae la noche Bs As se impregna de melancolía bucólica. Bs as no tiene noche
sino que la alcanza la noche de la pampa. Hay una mezcla de esa noche tanquila y los
ruidos de buenos aires.
Cabarets como lugar de maor vida en bs as. El cabaret es trsite. Carece de entrega. El
tango entristece estos lugares porque trae reminiscencias del pasado.
El tango
Baile de la cadera a los pies, el resto no se mueve. No tiene un significado que hable a
los sentdos. Baile del pesimismo, de la pena, baile de las grandes llanuras en un
presente que se repite.
El tango ha fijado la seriedad de la copula, porque engendra sin placer.
Es un baile humillante para la mujer. La mujer parece cumplir un acto que le es enojoso,
que no le da placer. Terminado el baile no es posible olvidar que la mujer ha sido
poseída como un molusco.
Carnaval y tristeza
Para estudiar la tristeza criolla hay que cmprender primero el carnaval. El carnaval es la
fiesta de nuestra tristeza.
Se busca un motivo de fiesta, una excusa para reir. El caranaval es el antifaz de la
tristeza.
Carnaval y teatro son la misma cosa.
Bs as tiene solo una cara para todas las fiestas: la misma que pone en las revoluciones y
en los asuetos campestres.
Nuestro caranaval es siempre contra algo. Nuestro carnaval no tiene canciones, tiene
insultos. Es grotesco y serio, ofensivo y lubrico con toda la tristeza de lo que se quiso y
no se pudo tener.
El esquema de la casa
Apela a la casa antigua, la de patio central donde las habitaciones están unidas.
Sostiene que este tipo de casas son de vida privada, cerradas a la vida exterior. Se
aseejan al monasterio, a la cárcel por la reclusión. Tienen un poco de rancho, por la
forma alargada
Estas casas carecen de desván. Por lo tanto carecen de archivo. Todo esta listo como paa
mudarse. El desván es el que enseña a los niños lecciones. Debido a su falta, en estas
casas no se producen ni artistas, ni navegantes ni científicos.
La ciudad flotante
Viviendas en el limite entre ciudad y campo que son ambas cosas. Son ranchos
provisorios que pueden desarmarse. El hombre que vive allí esta de paso. Pero este tipo
de casas son refugios, no hogares.
No aspira al confort
El pobre no es dichoso porque sueña con lo que no tiene. La espera no esta llena de
esperanzas
El político
Político profesional analogado a curandero, brujo. El primer paso de la carrera política
es tener una casa comoda. La casa del político es una casa publica.
Su papel es hacer promesas, hablar del porvenir. El verdadero político no es el que da
sino el que cambia de mano el soborno.
Saca partido de lo que ignora.
Mas que para abogados, esta profesión es para médicos, ya que abre la puerta de las
fuerzas adivinatorias (rayos X). Para el vulgo, el medico tiene doble personalidad
salutífera. Muchos lideres son médicos aunque se comporten como magos. Nuestros
males son misteriosos.
El alma de la ciudad
En la provincia no se lee ni se escribe, la llanura es refractaria de cualquier cultivo. Los
artistas que nacen en ella tienen la desgracia de ser una negación en diversas formas, de
no aclimatarse aca ni alla.
Ningún órgano urbano que sea creado para negar la realidad del campo, logra
efectivamente negarla. Ese gobierno negó al intelectual y lo persiguió hasta donde pudo.
Buenos aires atrajo a ese intelectual
En Buenos Aires hay estrcutras de ciencia, de arte, de profesiones liberales, pero todas
ellas responden a la política que hizo a la ciudad. Para abrirse paso entre esa maraña de
la política están: el periodismo o la administración publica. Intelectuales de todo tipo
ocuparon estos puestos. Diarios, universidades y salones se sostienen por un complejo
sistema de intereses cruzados, unos amparan a otros. El artista honesto esta predestinado
a sucumbir porque esta solo. No tiene intereses reciprocos, es un eslabon suelto.
La ciudad es homogena por mas que se presente cosmopolita. Los trabajadores son hijos
de la soledad y solo 20 hombres libres llevan sobre sus espaldas el prestigio de la
Nación.
Formas abortivas y monstruosas engendradas por la política se reproducen en obras de
terinta tomos. El congreso vota fondos para que se escriban obras. Todos los artistas
están amortajados en la misma tumba, están muertos. La falta de estados verdaderos de
cultura se reemplzada con estados ficticios de cultura. Miles de cerebros trabajan dia a
dia modelando el canon periodístico de mayor consumo.
Los artistas libres de las políticas de prensa son destruidos de cuajo. Quien tiene dinero
tiene fama.
El escritor costea la impresión de su obra con su sueldo. El Estado le compra sus
ejemplares y le devuelve el costo, retirando de la circulación sus ideas.
Una vez hecha la fama, se respetta hasta que la muerte barra con todo. La cadena queda
soldada entre escitores, impresores y consumidores.
Lograda la buena posición, ahí termina toda inquietud. Se espera la jubilación o las
palmas académicas.
MIEDO
I La lucha
Panorama del miedo
El pobre es el destructor de ideales. Forma parte de una realidad que no se quiere ver.
Miedo del conquistador al llegar aquí. Miedo del autóctono al enfrentarse a el. Los
conquistadores en vez de traer a civilización trajeron la guerra.
Fundadas las ciudades, el peligro sseguia latente, la inminencia del asalto.
Crimen, robo, vicio, ambicion frustrada modelaron al hombre colonial y al emancipado.
Los atropellos sembraron el miedo en las provincias, como dice el Facundo. Estaban
atemorizados los que huian y los que perseguían. Las paginas que relatan esos tiempos
tienen como leit motive el pánico.
La tensión de nervios se vivio hasta que el indio fue desalojado. El peligro se extermino
por absorsion y hoy vive dentro de los habitantes de las ciudades.
Empalizadas y zanjas
Las ciudades se edificaron para sustraer a los habitantes de los peligros. El porteño tiene
la mirada, al contemplar el interior, que tenia el ciudadano antiguo: la ciudad como
fortalezas de cuerpos y propósitos contra lo exterior, con una solida muralla invisible.
La ciudad es el Estado. Buenos aires se acrecentó con el aporte del extranjero y
delnativo que huian de sus perseguidores. Los recién llegados se quedaron aquí mirando
hacia el campo sin atreverse a reconquistarlo.
El campo vuelve a ser el limitado dominio del miedo, de la pobreza, la enfermada y el
esfuerzo inútil.
Inquietudes
El que contempla la pampa solo ve una cosa inmensa que esta quieta bajo de las otras:
la tierra. El campesino esta engarzado en una lentidad cósmica: lo que cambia y se
altera obedece al ritmo de su raza.
La base de todo es la tierra: se cotiza lo que esta quieto. En la llanura el movimiento
siempre es peligro
Es preciso que la tierra sostenga lo que personas,instituciones ni poder pueden
conservar. La naturaleza no tomo los habitos del hombre, conserva resistencias
prehistóricas.
Azar
Lo que se ha quitado al azar esta encerrado en las ciudades y dentro de ellas en recientos
pequeños.
Nuestro pueblo n sabe producir porque no sabe consumir. El índice de civilización etsa
en lo que se malgasta y se derrocha.
Intelectuales y comerciantes fueron engañados por la codicia. Mientras buscan con qué
coronar su esfuerzo oyen los cantos de los que no mueren ni tienen apuro.
II La defensa
Peligros y temores
La maquina se alimenta del hombre
Cada obrero que penetra al mundo de la técnica es un traidor de su casta
Sin lideres que encarnen un ideal humano los campeones electorales especulan con el
rencor y la masa olvida que su misión esta luchar codo a codo.
Fortalezas
III La fuga
Las astucias del miedo avergonzado
La casa como dramae personae. Engañar al otro con la posición socio-economica.
Aparentar lo que no se tiene. “sin honor pero rico” es el lema del ingeniero decente.
Las guerras fueron causa de empobrecimiento aunque ese empobrecimiento también fue
causa de guerra. Hacia 1888 el desenfreno económico era análogo al cólera o la fiebre
amarilla. Se emitia papel moneda y cedulas hipotecarias sin respaldo. Todo estaba
hipotecado, hasta el papel moneda.
El espanto de la muerte y la certidumbre de lo pasajero de la exisencia orinigo la
inmoalidad económica semejante a la de las costumbres
SEUDOESTRUCTURAS
I Las formas
Células y alveólos
Cada institución es una estructura, comolo es la moral, la religión, el idioma. El grado
de civilización depende a la cantidad de formas que han llegado a su periodo de
cristalización.
Pueden tener lugar variaciones similares a las estructuras, son las seudoestructuras. Esas
son consistentes en lineas generales pero huecas de sentido y de sustancia.
Letra y espíritu
El hombre de la pampa sintió en carne viva el rigor de la ley antes de entenderla. E
dfendio on el cuchillo y la soledad.
La elección de un sistema de gobierno como la sanción de leyes perfectas puede ser las
trabas mas graves para el desenvolvimiento de un pueblo.
Una estructura social que impone sus leyes mas alla del espacio natural es una
estructura ficticia.
Hollywood
La Plata es una ciudad aunque no tenga la existencia oganica de una ciudad. No se hizo,
se inventó. Es un milagro porque va contra las leyes de la naturaleza.
La distancia rodeadaa de campo entre Bs As y La plata hace creer que esta ultima no
depende de la casa rosada.
II Las funciones
Entrada de las máquinas
Primero secreo el trabajo mecanico, luego la maquina. Es por eso que la maquina tiene
tanto derecho como el hombre. Se cambio la carne por el acero.
Por su forma de de multiplicar, es el sistema de destrucción mas perfecto.
La maquina debe estar relacionada con el resto del ambiente, sino es órgano de
destrucción.
El uso de maquinas aumento los precios de los campos. El automóvil se adapto a la
ostentación y no a la utilidad. El automóvil no fue solución sino problema.
Los transportes no necesitan del medio aéreo de locomoción. Tiene escasa demanda. El
avión se redujo a un juguete.
Las maquinas industriales funcionan solas, sin la necesidad de un gobierno.
El peon es necesario donde no lo es la maquina.
El peso de la maquinaria, cmo el de la civilización debe tener soporte solido en la
sociedad. Ninguna maquina puede asentarse si no es sobre los hombros de la
civilización.
Los puentes que tienden las maquinas sirven de puntos de fuga.
Filosofia y Letras admitió gente sin bachillerato, solo hacia falta presentar un trabajo
literario. Estuvo por cerrar, por eso se le dieron tierras, la cantidad que la separaba de
Agronomia. De Filo y Agronomia no salieron ni filósofos ni naturalistas sino
profesores.
A ingeniería van los idealistas, lo mas sano de la juventud. No se otorgan tantos títulos.
Los estudiantes saben que es difícil el destino del constructor de caminos donde no ls
hay. Sus conocimientos contrastan con la realidad.
En medicina se obtiene la devoción, el rango y el haber. Es el camino natural del pobre,
como Derecho es el del rico. Frente al ingeniero se alza la realidad, pero frente al
abogado y el medico, hombres mas rigidos que esta. La competencia entre todos es por
dinero y poder. Todo desagua en la política.
La inteligencia y su programa
El país produce mas profesionales de los que se demandan.
Los cargos docentes y administrativos son una forma velada de “indemnizar” a esos
pofesionales que no tienen inserción laboral.
El aluno se rebelo contra la institución y logro meterse en el engranaje político.
El estudiante sabe que lo que aprende no vale nada si no tiene contactos que lo
posicionen luego en el mundo laboral.
Excesos de sinceridad
El criollo es un ser que ha tomado las formas universales de la vida argentina, alejado
ya del inmigrante. El hijo de esye no necesita desfigurar ni enaltecer la realidad.
El hijo del inmigrante nace con algo indómito, evasivo y renitente. El hijo del
inmigrante toma venganza por sus padres, exagera su patriotismo. Si participa de un
club o institución logra su claussura. Destruye sin querer. Se le aclama como líder de
ideas nuevas cuando en realidad esta apuntalando ideas caducas.
III Los valores
La mitología de los valores
Necesidad de forjar mitos. La mitología rellena huecos en la estructura del cosmos
mental.
Algunos proceres crearon mitos haciendo respetar dogmas de la religión argentina.
Historiografía
Nuestra historia se limita a la paleontología y a la etnografía. Se acumulan datos como
se coleccionan estampillas. En verdad no hay historia, pero como hay historiadores, en
algún momento habrá historia. Lo mejor que se ha hecho en historia son las biogafias,
como el Facundo.
Mas importante que la historia es la historiografía. Nadie dice la verdad sobre los
proceres. Sus figuras autenticas son tabu.
No todos los países producen historia, algunos la hacen, otros la viven,nosotros la
escribimos.
Las caricaturas
Nuestra garconne custodia su virginidad. Sobre el sentiiento del honor pone los grtos de
la ultima moda, fuma, lleva el pelo suelto, exhibe la pierna. Allí donde la mujer liberal
se entrega y se va con el amante, ella salva su honor. Hace todo lo que las mujeres que
viven con desenvolutra hacen, pero no se entregan.
Hemos dado valor a las mascaras,a los fantasmas.
La ciencia del improvisador
Tenemos rapidez de pensar y reaccionar, incluso los campesinos.
Estamos todavía en el periodo hesiodico de la improvisación, cuando el aeo tiene los
materiales de la realidad y no sus problemas.
El ingeniero de este mundo plástico es el caudillo, que condensa aptitudes de pioner y
mago.
Nuestros mejores hombres fueron los autodidactas, que en medio del caos señalaron un
buen camino. En el mundo pasado el baquiano podía guiarnos, el payador podía
interesar el auditorio. Pero ese mundo fue haciéndose rigido y el hombre quedo
retrasado a su marcha.
En la formación de nuestro país, lo que se hizo es mayor de lo que se pensó y lo que
llamamos crisis, analfabetismo, problemas económicos, etc, es la falla del improvisador.
Civilización y barbarie
La creadores de ficciones eran los promotores de la civilización. Para desalojar lo
extrenjerizo se adoptaron las formas exteriores de lo europeo.
Lo que Sarmiento no vio es que civilización y barbarie eran una misma cosa como
fuerzas centrifugas de un sistema en equilibrio. No vio que la ciudad era como el
campo. La barbarie había tomado el aspecto de la verdad, de la prosperidad, de los
adelantos. La ciilizacion fue invadida por espectros que creían aniquilados. Tenemos
que aceptar con valor la realidad profunda paa que deje de perturbarnos, traerla a
conciencia para que se esfume y vivamos en salud.