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Cuadernos del CENDES

ISSN: 1012-2508
cupublicaciones@ucv.ve
Universidad Central de Venezuela
Venezuela

Silveira, María Laura


Globalización y circuitos de la economía urbana en ciudades brasileñas
Cuadernos del CENDES, vol. 21, núm. 57, septiembre-diciembre, 2004, pp. 1-21
Universidad Central de Venezuela
Caracas, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=40305701

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RECIBIDO: JULIO 2004
Globalización y circuitos de la economía CUADERNOS DEL CENDES
ACEPTADO: OCTUBRE 2004
urbana en ciudades brasileñas AÑO 21. N° 57
TERCERA ÉPOCA
SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2004 1
Globalización y circuitos de la economía
urbana en ciudades brasileñas

MARÍA LAURA SILVEIRA pp. 1-21

Resumen Abstract
Discutimos las relaciones entre el medio construido y We discuss the relations between environment
la dinámica urbana en el período de la globalización, building and urban dynamic at globalization period,
enfocando los circuitos superior, inferior y superior analysing upper circuit, lower circuit and upper
marginal en las metrópolis brasileñas, especialmente marginal circuit in the Brazilian metropolis and
en San Pablo. Áreas diferentemente equipadas por su especially at São Paulo. Differenttly equipped zones,
valorización selectiva, permiten la instalación de usos with selective value, allow more or less profitable
más o menos rentables, bajo la fuerza de un uses, based in growth of the consumption. The upper
consumo que se profundiza. El circuito superior circuit may be identified with modern activities,
puede ser identificado con las actividades modernas, generally related to the export industry, while the
generalmente vinculadas a la exportación, mientras lower circuit refers to labor intensive and non-
que el circuito inferior corresponde a formas de modern industries. The upper marginal circuit consists
fabricación intensivas en trabajo y no modernas. of mixed forms, proper of activities inherited from
El circuito superior marginal está constituido por past division of labour and emergent forms inserted
formas mixtas, pertenecientes tanto a actividades in modern economy.
heredadas de divisiones del trabajo pretéritas como
a formas de trabajo emergentes e inseridas en las
actividades modernas.

Palabras clave Key words


Economía urbana / Medio construido / Globalización Urban economy / Environment building /
Globalization

C E N T R O D E E S T U D I O S D E L D E S A R R O L L O
CUADERNOS DEL CENDES María Laura Silveira
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La ciudad como medio construido y como mercado


En este trabajo presentamos algunas ideas y resultados de un proyecto de investigación
cuyo principal objetivo es la búsqueda de una comprensión más sistemática de las relacio-
nes entre el espacio urbano y el movimiento de la sociedad, centrando la atención en la
segmentación de la economía urbana en un circuito superior, un circuito inferior y un cir-
cuito superior marginal (Santos, 1975).
La premisa de partida es, sin embargo, considerar la ciudad como un todo en
permanente movimiento. La ciudad es una totalidad, hecha de cosas y personas, de objetos
y relaciones, de formas y acciones, en un movimiento desigual y combinado, en una dinámica
de cooperación y conflicto. La expansión acelerada de sus formas, materializada en un
proceso de intensa periferización que coloca a los administradores frente al problema de
la escala del acontecer, así como la reiterada hibridación de acciones públicas y privadas
en una política corporativa, menos visible pero tan omnipresente como las nuevas
morfologías, perturban en el difícil encuentro de enfoques totalizadores. Frente a su
crecimiento y la multiplicación de los problemas, la totalidad urbana emerge, más que
antes, inagotable, invitando tantas veces a un abandono gradual de los estudios globales
sobre las ciudades.
Si los retratos difícilmente pueden ser exhaustivos, la vocación totalizadora de la
teoría no podrá faltar, pues la ciudad no es solamente una suma de partes, ni solamente
un sistema de objetos, sino el conjunto de la base material y de la vida que la anima. En
otras palabras, la ciudad será vista como un medio construido (una determinada
materialidad, es decir, puntos, líneas y manchas, contiguas o no) y como un gran mercado
(un conjunto de actividades realizadas en cierto contexto y el sector de la población asociado
por la actividad y por el consumo). Por eso podemos decir que, en la ciudad, todas las
actividades encuentran su lugar.
Si la consideración del medio construido como una totalidad es una premisa de método,
es necesario abordar, al mismo tiempo, los sistemas de acciones o, en otros términos, ver la
ciudad como un conjunto, solidario y contradictorio, de divisiones del trabajo. Sus funciones
más modernas, aquellas que orientan su inserción en la actual división internacional
hegemónica del trabajo, no pueden ser confundidas con la ciudad en sí misma. Conjunto
de todos los instrumentos de trabajo y de todas las formas de hacer, la ciudad solamente
podrá ser entendida al considerar la coexistencia de divisiones territoriales del trabajo. No
es sólo el reino de las grandes corporaciones y de los grandes bancos, el reino del circuito
superior, sino también el lugar del trabajo no especializado, de las producciones y servicios
más comunes, de las acciones vinculadas a los consumos populares –aquellas necesidades
creadas por nuestro tiempo pero cuya respuesta no es dada a todos por la economía
hegemónica.

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De allí la propuesta de distinguir analíticamente, en esa totalidad, los circuitos de la
economía urbana. Mientras el circuito superior está constituido por bancos, comercio,
industria y servicios modernos a menudo orientados a la exportación, el circuito inferior
está integrado por formas de fabricación que no son intensivas en capital, y por el comercio
y servicios no modernos. El circuito superior marginal está constituido por formas mixtas,
pertenecientes tanto a actividades heredadas de divisiones del trabajo pretéritas como a
formas de trabajo emergentes e incluidas en las actividades modernas. No se trata, sin
embargo, de actividades divorciadas, sino de un sistema de vasos comunicantes, en el cual
todos los circuitos son resultado de las modernizaciones y de las respectivas transformaciones
en la división territorial del trabajo.
No obstante, la comprensión de lo real total solamente puede ser alcanzada cuando
se lo considera como un período histórico determinado. En los últimos 30 años hubo en
Brasil una importante modernización industrial, pero se puede admitir que el aumento de
la población empleada fue debido a la profusión, en las metrópolis, de industrias menos
modernas, de escaso capital y cuya existencia estuvo vinculada a la expansión del consumo
tanto de las clases medias como de los pobres. Los establecimientos pequeños contrataban
cerca de dos millones de personas en Brasil en 1980, el doble de la década anterior y dos
veces la cantidad de empleados de las grandes empresas industriales. Por lo tanto, de
alguna manera la pobreza ha sido una traba a la plena oligopolización de la economía,
permitiendo que firmas menores subsistan en aquellas porciones de la ciudad más
desvalorizadas.
Entre tanto, la intensa urbanización, la reorganización del Estado y de la economía,
la monetarización de la economía y de la sociedad que se va completando, los agregados
de ciencia, técnica e información a la vida social y al territorio, y la diversificación y
profundización de los consumos son datos nuevos del período, que alteran la naturaleza
del espacio en que los circuitos de la economía urbana se desarrollan. Hoy, las metrópolis
surgen como la sede de comandos vinculados a actividades modernas, pero al mismo
tiempo como el principal escenario de actividades de aglomeración –menos capaces de
movilidad espacial o más capaces de florecimiento local– asociadas al circuito superior
marginal y al circuito inferior de la economía urbana.
El importante aumento de las ciudades millonarias y de las grandes ciudades medias
(alrededor de medio millón de habitantes) permite la diversificación y la densificación de la
división del trabajo. Cuanto mayores y más populosas las ciudades, más capaces son de
abrigar una extensa gama de actividades y de contener una lista mayor de profesiones
(Santos y Silveira, 2001), autorizando una mayor complejidad de los circuitos de la economía
urbana en el período actual.

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Ese mismo proceso de urbanización tiene un papel relevante en el mercado, que


crece y adquiere espesura y segmentación. En las grandes ciudades brasileñas, el número
de pobres es importante. Si por la precariedad de sus ingresos su demanda es menos
frecuente, su número, siempre creciente, trae un cierto efecto de compensación. Las mayores
ciudades reducen los costos de producción y circulación, pero esto es más relevante para
los circuitos inferior y superior marginal.

La globalización, sus unicidades y los circuitos


Frente a las unicidades productoras de la globalización (Santos, 1996) –la unicidad de las
técnicas, de la información y del dinero–, las dinámicas urbanas adquieren nuevos
contenidos. Hoy una base material con vocación invasora dibuja densidades y áreas
enrarecidas en la ciudad. No obstante, el papel del consumo, fundado en la publicidad y en
el crédito (aún más cuando una buena parte de los objetos es semoviente), amplía el uso
de esa nueva base técnica inclusive en áreas poco modernas. Amparados en la convergencia
de informática y telecomunicaciones y en las necesidades contemporáneas de la producción
y comunicación de ideas, imágenes y datos en general, los teléfonos celulares, computadoras,
equipos de fotografía y video se vuelven más accesibles a las diversas clases sociales. En
2000 había 17,3 millones de personas con computadora en su casa, siendo las ciudades
de la Región Concentrada1 (Santos y Torres Ribeiro, 1979) las mejor dotadas.
En relación con los teléfonos celulares, sabemos que el servicio prepago se difundió
ampliamente. Comprados con el propósito de aumentar la disponibilidad para las eventuales
oportunidades de trabajo, su densa presencia muestra el papel del consumo entre los más
pobres y su necesidad de comunicación, pero también la existencia de una red fija enrarecida
y sobre todo un uso escaso por el alto valor de las tarifas de la telefonía celular y fija. Así,
si las grandes corporaciones dominan la producción y la venta de esos objetos, el resto de
la circulación permanece en manos de otros agentes. Es el caso de las reparaciones de
algunos de esos aparatos, así como del revelado de fotografías y del alquiler de videos en
las periferias. Por ello el funcionamiento de esa base técnica depende también del circuito
superior marginal y del circuito inferior, que son creadores de economía, puesto que permiten
la reutilización de los bienes y la distribución (muchas veces sin interés) para los grandes
capitales. De ese modo, tanto por la expansión de los nuevos productos, a menudo
transformados en instrumentos de trabajo de las actividades no hegemónicas, como por la
proliferación de actividades de reparación, los circuitos superior marginal e inferior participan,
de forma creciente y a veces contradictoria, en la producción de la unicidad técnica.

1
La Región Concentrada está formada por la Región Sudeste (estados de São Paulo, Rio de Janeiro, Espírito Santo y Minas Gerais) y por
la Región Sul (estados de Rio Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina). Es el área de mayores densidades demográficas y económicas del
país.

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Si los objetos vinculados a las telecomunicaciones y a la reparación de máquinas de
base industrial amplían el universo del circuito superior marginal por la demanda de
calificación y de instrumentos específicos, la reparación de buena parte de la actual base
material doméstica fundada en el consumo globalizado (como los electrodomésticos y a
veces los vehículos) se refugia frecuentemente en el circuito inferior. Según estadísticas del
Instituto Brasileiro de Geografía e Estatística (IBGE, 2003), en 2001, de un total de 791.954
micro y pequeñas empresas de prestación de servicios en el país, 77.493 pertenecían al
mantenimiento y reparación de vehículos y objetos personales y domésticos.
Los agregados de ciencia y tecnología a la medicina y sus áreas afines revelan una de
las manifestaciones de la unicidad técnica contemporánea. Es el caso de la industria
farmacéutica. Altamente concentrada en corporaciones globales responsables por la mayor
parte de las investigaciones científicas, la fabricación de medicamentos revela, sin embargo,
intersticios que son ocupados por empresas medianas y pequeñas. Se trata, por ejemplo,
de campos menos basados en la química, como la producción de productos fitoterapéuticos
propios de un circuito superior marginal.
Aunque con su vocación para volverse un sistema invasor, que desprecia las
solidaridades con objetos técnicos más antiguos, las técnicas contemporáneas poseen una
cualidad inexistente en períodos anteriores. Son divisibles, flexibles, dóciles (Gaudin, 1978,
1999; Santos, 1996, 2000) porque permiten, por ejemplo, con algunos instrumentos y en
un pequeño local, fabricar un producto u organizar un servicio que puede ser vendido. Por
el hecho de ser altamente demandantes de inteligencia e información hacen posibles usos
y escalas distintos. Esa es su gran diferencia con el sistema técnico del período industrial.
Por esa razón, la información es la verdadera energía que impregna la acción
contemporánea. Pero es también productora de unicidades. Una cierta información de
cuño globalizante, verticalmente producida y difundida, aparece como sinónimo del tiempo
hegemónico del período, inductora de un pensamiento único y de comportamientos
normalizados. Esencial a las divisiones territoriales del trabajo particulares de las
corporaciones globales, la información estratégica materializa los nexos extrovertidos del
territorio brasileño (Cordeiro, 1993; Corrêa, 1996) y, podemos aseverar, es un sofisticado
circuito superior, principalmente localizado en la ciudad de San Pablo. La formulación de
las bases técnicas, políticas y normativas, precisas y funcionales a las exportaciones,
privatizaciones y fiscalizaciones, en definitiva al nuevo uso del territorio nacional, es así,
confiada a un restringido grupo de empresas mundiales y nacionales de consultoría
(Bernardes, 2001). Si el espacio de su acción se confunde con el territorio nacional y con el
mundo, la intensidad de sus demandas en el espacio contiguo es débil. No hay un uso
intensivo de la fuerza de trabajo, ni de la tecnología, ni de la información del lugar, así

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como no hay dependencia de los mercados contiguos. Ante las grandes aglomeraciones
urbanas brasileñas la cuestión es: ¿cómo sobrevive la mayor parte de la población si no de
un trabajo cuyo contexto no sobrepasa la escala de la metrópoli? ¿Será que quien trabaja
en actividades dependientes de la contigüidad espacial no utiliza las variables del período
actual? ¿O habrá una producción propia, por ejemplo, de información y publicidad? ¿Qué
información técnica y mercadológica está, entonces, en la esencia de la acción de la mayoría
de la población urbana?
El consumo es acción, y por eso está hoy impregnado de información. Pocas son las
actividades, empresas y lugares que parecen permanecer ajenos, por ejemplo, a un fuerte
contenido de publicidad propio de nuestro tiempo. El resultado de ese acto de imperio es
la existencia de agencias pequeñas y medias que participan de la producción global de
propaganda gracias a las formas y normas de la tercerización, así como de firmas creadoras
de una publicidad para el pequeño comercio y para algunos servicios. Así, pasacalles, banners
y otro tipo de carteles, que pueden ser rápidamente fabricados gracias a las virtualidades
de las técnicas contemporáneas, colonizan las áreas de la vecindad de la actividad anunciada.
En el espacio de la contigüidad, se observa una interrelación de los circuitos de la economía
urbana.
En el período actual, la imitación –uno de los pilares del funcionamiento del circuito
inferior– se hace sobre nuevas bases. La relevancia que el negocio de la moda adquiere en
el momento actual, con una profusión de cursos básicos y superiores de confecciones, con
las novedades en la producción de materiales y tejidos crecientemente híbridos, con la
proliferación de revistas y desfiles, con la expansión del crédito y de la propaganda, determina
que ese consumo se expanda en la sociedad y en el territorio. Modistas, costureras y sastres,
entre las clases más pobres, tienen ante sí una posibilidad mayor de ejercer la imitación de
los consumos sofisticados.
Es también el caso de los muebles y de la decoración de los hogares. Ese mercado en
expansión, que no alcanza solamente a las clases más ricas de la sociedad, atrae toda una
producción industrial y artesanal, que involucra polos específicos en ciudades intermedias
y, en las metrópolis, actividades de restauración de muebles antiguos, ferias, artesanías y
reparaciones. Barrios y ciudades adquieren una marcada especialización productiva a la
luz de esa demanda que en los días actuales parece volverse elástica.
De un modo general, el esparcimiento y la cultura se convierten también en un mercado
en expansión. La distribución de videos, la producción y venta de artesanías, la grabación
y distribución de música, las múltiples formas de edición de libros, revistas y folletos hacen
más espesa la división del trabajo, permiten localizaciones más flexibles, demandan
instrumentos de trabajo específicos, pero actualmente posibles de ser comprados, y formas

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organizacionales modernas combinadas con relaciones de amistad, parentesco y vecindad.
Estamos ante un profuso circuito superior marginal vinculado a la cultura.
Finalmente, la unicidad del motor o, en otras palabras, la apropiación de la plusvalía
por un pequeño número de actores globales, fundada en la nueva base material y en la
posibilidad de disponer de informaciones en tiempo real, es responsable de las aceleraciones
del período. Aumenta vertiginosamente la velocidad de producción del dinero en estado
puro porque aumenta el número de mecanismos verticalizados capaces de extraer más
recursos de más actividades, de más personas, de más lugares. La publicidad y el crédito
son estrategias eficientes en esa guerra por una mayor acumulación de capital. Como cada
porción de la ciudad es evaluada en función de su capacidad de reproducir dinero, algunas
se vuelven tesoros disputados mientras que otras son despreciadas.
El abandono de instancias, sectores y lugares refleja que, aunque importantes para
completar el trabajo tan fuertemente dividido en las metrópolis, el circuito superior no se
preocupa por ejercer ese papel. En Brasil, de los 3,3 millones de empleos en el sector de
servicios correspondiente a las micro y pequeñas empresas, más de 400.000 pertenecían a
transportes y servicios auxiliares de los transportes (IBGE, 2003). Es el caso de las diversas
formas de distribución de mercaderías, objetos, documentos y pequeños valores en la gran
ciudad.
No obstante, la expansión del crédito parece no dejar de lado ninguna parte del
territorio ni de la economía. La capilaridad de las redes financieras resulta de la coexistencia
de filiales de grandes instituciones financieras como Panamericano, Crefisa o Zogbi, de
todo tipo de usureros y de la profusión de nuevos tipos de crédito ofrecidos por los bancos
públicos y privados. La rentabilidad de los bancos brasileños, por ejemplo, pasó del 10,6
por ciento en 1994 al 15,7 por ciento en 1998 y al 24,5 por ciento en 2002. Al contrario de
la producción, que es selectiva en las elecciones locacionales, las finanzas se interesan
directa e indirectamente por la totalidad del territorio viviente. Es por eso que podemos
afirmar que no se trata solamente de una variable determinante, sino también de una
variable dominante, responsable de un drenaje que no conoce límites.
Así, el circuito inferior, caracterizado por su bajo grado de capital fijo tecnológico, es
impelido a aumentar su capital de giro por medio del crédito, aún más cuando muchos de
los pequeños empresarios trabajan como persona física. Cuando el spread bancario para
préstamos a las empresas era del 25 por ciento anual, para las personas físicas era del 57
por ciento anual. La vulnerabilidad aumenta con la utilización del cheque especial, créditos
personales en cuotas y, sobre todo, préstamos personales de las financieras, pues los
intereses alcanzan valores extremadamente altos (entre 50 por ciento y 160 por ciento
anual). Como el número de personas sin cuenta bancaria o incapaz de disponer de las
necesarias garantías es significativo, el préstamo personal concedido por instituciones

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financieras encuentra un terreno fértil. Formas de verticalización de una economía generada


por el circuito inferior que, en el período de la globalización, conocen grados superlativos.
El circuito superior marginal no está a salvo de esas emboscadas. Los mecanismos
leoninos de un cierto crédito también alcanzan las prácticas de esos actores. Por otro lado,
el sistema de franquicias, un contenido nuevo del período, parece enraizarse en algunas de
sus actividades y, así, tornar más complejo el reconocimiento de ese circuito. Si el grado de
organización es bastante alto, pues las formas y normas de la naturaleza y uso del capital
y de la tecnología son prescritas por la firma matriz, la gestión cotidiana y los riesgos son
asumidos por un empresario pequeño o medio, que debe cumplir con los derechos y royalties
y, en esa compleja situación, encontrar su modesta ecuación de lucro. Verificamos este
hecho en algunas imprentas expresas y escuelas de lenguas. Se trataría de una manifestación
organizacional más de las actuales unicidades.

Expresiones regionales de los circuitos de la economía urbana


En el período de la globalización nuevas fuentes de riqueza y de pobreza se multiplican en
las grandes ciudades, a la vez que éstas buscan adaptarse a las demandas de la economía
más moderna, adecuando su medio construido a las respectivas exigencias y racionalidades.
Pero ese fenómeno alcanza solamente a una pequeña parcela del espacio urbano, inclusive
porque los costos son muy altos, mientras que el resto de la ciudad muestra una gran
variación de infraestructuras y valores. La creación de racionalidad es, ciertamente, limitada
(Santos, 1996).
El Brasil que se globaliza es, al mismo tiempo, un Brasil que se metropoliza, y por eso
la explosión del circuito inferior es concomitante con la enorme expansión urbana, tantas
veces en la base de un proceso de urbanización sin industrialización. La crisis económica
recurrente en el período de la globalización produce una extensión de la periferia pobre
(Almeida, 2000) y un deterioro del medio construido urbano ya existente (sobre todo los
centros), que también se desvaloriza por la modernización de otras partes de la ciudad.
Ese proceso está siempre acompañado por la multiplicación de actividades de supervivencia.
El crecimiento de un circuito superior marginal residual se da por la incapacidad de
modernizarse al ritmo impuesto por la época. Pero, paralelamente, la normalización, la
relevancia y precedencia del trabajo intelectual, el carácter científico de las actividades y la
expansión de los consumos son pilares del crecimiento de un circuito superior marginal
emergente. Por eso, este circuito podría ser visto como un laboratorio de la sustitución de
una división territorial del trabajo por otra. La decadencia y emergencia de profesiones y
empresas vinculadas a las formas hegemónicas de hacer y de mandar alcanzan directamente
el circuito superior marginal. Mientras ciertos saberes se desvalorizan, otros surgen.

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En las grandes metrópolis de la Región Concentrada y especialmente en San Pablo,2
la ciudad moderna, pivot central de las geometrías de las grandes empresas, ve ampliar
sus tareas y los horizontes de las acciones que abriga, pues se vuelve también el lugar del
encuentro de las topologías de las corporaciones globales en América del Sur. La necesidad
de información precisa y de diversos tipos de dinero atribuye nuevos papeles a las metrópolis
y consolida, aunque basada en la segmentación socioespacial, su existencia como un gran
mercado.
Como la expansión del medio construido se acelera, las valorizaciones y desvaloriza-
ciones de los pedazos de la ciudad son frenéticas, posibilitando la instalación, aquí o allí,
de actividades menos capaces de dar valor a sus productos. La extrema variedad de capi-
tales –fijos y variables– asegura la existencia de una extrema variedad del trabajo. Las
estacionalidades relativas a cada actividad económica se superponen y, de ese modo, tien-
den a anularse, ofreciendo un mercado de trabajo permanente. Así, la ciudad grande se
vuelve más apta para abrigar un circuito inferior.
No existe, por lo tanto, una única área de mercado de la ciudad como pretende la
teoría de los lugares centrales, cuya premisa de método es identificar el sector moderno
con la economía urbana. Las actividades de pequeña escala, cuyos actores son los más
pobres, tienen relaciones privilegiadas con su región. Ni siquiera las ciudades que
reconstruyen su presente a imagen de las variables hegemónicas están formadas solamente
por el sector moderno (circuito superior), sino también por un circuito inferior, que no es un
freno a la modernización sino su resultado, e incluso, por un circuito superior marginal,
nacido sobre todo en función de la relevancia que adquiere la circulación. Muchas veces
próximo al circuito superior por la funcionalidad de su trabajo, el circuito superior marginal
se enlaza con el circuito inferior por el comportamiento de sus actores.
Aunque las estadísticas no puedan revelar fielmente la naturaleza y la magnitud del
circuito inferior ni del circuito superior marginal, es importante subrayar que en 2001 sólo
las micro y pequeñas empresas de comercio y servicios (poco más de dos millones de
establecimientos) contrataban 7,3 millones de personas (de ese total tres cuartas partes
eran empresas que contrataban hasta 5 personas), es decir, cerca de un décimo de la
población ocupada en Brasil. El número de empresas viene creciendo, y especialmente su
contribución para crear empleos. En 1998, 5,5 millones de personas trabajaban en esas
firmas, lo que significa que hubo un aumento de más del 32 por ciento entre 1998 y 2001
(IBGE, 2003). Fundadas en el trabajo intensivo, muchas de esas firmas son familiares, pero
su denominador común es el escaso capital. Según el mismo estudio del IBGE (2003), el 30

2
Ver nota de pie de página 1. Las principales metrópolis son, además de San Pablo, las ciudades de Río de Janeiro, Campinas, Vitória,
Belo Horizonte, Curitiba, Florianópolis y Porto Alegre.

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por ciento de los costos de esas pequeñas unidades empresariales corresponde a gastos
de personal y solamente el 4 por ciento a alquileres y arrendamientos de máquinas, vehículos
y otros equipos. Su adaptación a localizaciones, edificios y sistemas técnicos menos
valorizados se refleja en la composición de sus gastos.
Destinar una proporción mayor de los rendimientos al pago de mano de obra en
lugar de aumentar y modernizar el capital fijo (sobre todo localización y maquinarias) no
deja de ser, en el período actual, una producción de irracionalidad. Una buena localización,
capaz de atraer grupos de población de mayor poder adquisitivo, así como la compra de
equipos más modernos, que ahorran mano de obra, sus cargas sociales y los eventuales
conflictos, serían, ciertamente, formas de producción de racionalidad.
Esencia de las políticas del poder público y de las grandes empresas, esa racionalidad
se revela limitada, sobre todo en las grandes metrópolis. Del norte al sur de ese Brasil
urbano, las mayores metrópolis –San Pablo, Salvador, Recife, Belo Horizonte y Brasilia–
soportan índices de desempleo de alrededor del 20 por ciento de la población económica-
mente activa (PEA) (Dieese, 2003). Sin embargo ¿cuál es la racionalidad de una economía
urbana que desprecia, como en Salvador, cerca del 30 por ciento de su PEA? El hecho es
que cada día hay un número menor de actividades y de empleos relacionados con esa
racionalidad hegemónica y esto es más visible en las grandes ciudades de Brasil.
Frente a esa realidad, una enorme parte de la población debe encontrar una actividad
–y un lugar dentro de la ciudad– que sea capaz de permitir su supervivencia. Es una
economía de abajo hacia arriba (Santos, 1996; 2000) que parte del principio de que los
más pobres, los vecinos, los demás trabajadores podrán consumir los productos y servicios
ofrecidos. Es una cooperación que se completa en la contigüidad y, por lo tanto, no necesita
ser fluida, ni veloz, ni competitiva. Esa cooperación puede así ser lenta, y por eso es vista
como irracional.
Almacenes, despensas, mini-mercados, panaderías, carnicerías, pescaderías, verdulerías
coexisten con las densas topologías de los grandes supermercados y de los modernos
drugstore. En ese comercio de contigüidad, la iliquidez no es un obstáculo, pues se utilizan
varios tipos de dinero y de crédito (tickets, tickets-transporte, tickets-alimentación, compra
a fiado, compra con libreta). Completan el retrato pequeños comercios de ropa, de bijouterie,
de zapatos así como cafeterías, bares, pequeños restaurantes, pizzerías y heladerías.
Entre las pequeñas firmas, los servicios técnico-profesionales prestados a las empresas
representan el 27,8 por ciento del total. Se trata de servicios jurídicos, de contabilidad,
auditoría, consultoría empresarial, servicios técnicos de ingeniería y arquitectura, publicidad
y propaganda. Las actividades de informática también aumentan su proporción. Juntos,
los servicios técnico-profesionales y las actividades de informática sumaban cerca de
125.000 empresas que contrataban más de 400.000 personas (IBGE, 2003). Aunque el

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capital fijo pueda no ser muy significativo, la existencia de un conocimiento científico y de
una red de relaciones hace de esas actividades un circuito superior marginal.
Más de la mitad del conjunto de micro y pequeñas empresas comerciales y de servicios
se concentran en la región sudeste y, sumados, el sudeste y el sur (la Región Concentrada)
abrigan cerca del 78 por ciento del total nacional. La alta urbanización de esos estados
ayuda a explicar este retrato. Solamente en el estado de San Pablo las micro y pequeñas
empresas de comercio y servicios emplean más de 2,2 millones de personas. En la región
nordeste el total sobrepasa 1 millón de personas, contrastando con los modernos estados
del centro-oeste, donde el circuito inferior parece ser más débil (poco más de 500.000
personas son contratadas en las firmas de ese tamaño) (IBGE, 2003).
Cuanto más populosa es la ciudad, más grande y segmentado es su mercado, apoyado
en un vasto medio construido, pero bastante fragmentado en cuanto a sus valores, aunque
se trate de áreas modernas de la Región Concentrada. Esto nos autorizaría a hablar de
áreas de diversidad y áreas de especialización.
En las áreas de diversidad, el trabajo se especializa y se divide en múltiples circuitos
espaciales de producción, cuya área de mercado es el barrio o la ciudad en virtud de su
condición no hegemónica. La circulación es determinante, y por eso los circuitos diferentes
se entrecruzan y crean un mercado (segmentado) que se nutre de la diversidad de fabricación,
de comercio y de servicios. Son puntos y áreas densas de la división del trabajo donde
coexisten técnicas de diferentes momentos históricos. Los edificios son, quizás, la
manifestación más clara de las rugosidades que vienen del pasado, por su edad y por sus
condiciones. Es el reino del circuito inferior, y también de un variado circuito superior marginal
en áreas de gran circulación como el Largo Treze, el Largo de Pinheiros y el propio centro
antiguo de la ciudad de San Pablo o incluso, en áreas renovadas como el barrio Tatuapé. Es
también el caso de los centros antiguos de Río de Janeiro y de Porto Alegre, así como de las
áreas contiguas a las terminales de ómnibus en todas las grandes metrópolis brasileñas.
Aunque la existencia de esas áreas de diversidad no sea un fenómeno exclusivamente
metropolitano, el volumen de la circulación en esos puntos, manchas y líneas evidencia
que se trata de grandes cuerpos urbanas. Las áreas de especialización urbana, al contrario,
tienden a ser un dato del fenómeno metropolitano. Allí el trabajo se especializa y se divide
dentro de un mismo circuito espacial de producción, involucrando diversas etapas y actores
de diferente poder en complejos procesos de cooperación y competencia. En una ciudad
como Belén encontramos un área especializada en comercios de máquinas y herramientas
para la explotación de madera y para las embarcaciones del espeso sistema de movimiento
fluvial que preside. En una macro-metrópoli como San Pablo, se podrían mencionar varias
áreas: la zona cerealista en el centro, productos electrónicos en la calle Santa Ifigenia,
artículos de iluminación y material eléctrico en la Avenida Consolação, vestidos de novia

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en la calle São Caetano, confecciones en los barrios Bom Retiro y Brás, entre otros. A
menudo la existencia de esas economías de aglomeración a escala urbana nos habla de
sus relaciones de producción y de mercado con la ciudad, con la región, con el país. Su
especialización productiva es causa y consecuencia de la densificación del espacio de flujos
(más transportes, más comunicaciones, más finanzas) y, por lo tanto, esas áreas son lugares
de coexistencia de los circuitos de la economía urbana que, sin embargo, pueden terminar
aumentando el valor de la localización y del medio construido y, con eso, expulsar algunos
actores.
Esa es una de las manifestaciones de la aceleración contemporánea. Una nueva
demografía empresarial se presenta ante nuestros ojos. Natalidad, mortalidad, migraciones
de empresas son procesos frecuentes y veloces. Si para las grandes corporaciones las fusiones
son comportamientos habituales en estos tiempos, el fenómeno más corriente para las
firmas del circuito inferior y del circuito superior marginal son las altas tasas de mortalidad.
Asimismo son altas las altas de natalidad, y a veces las tasas de mortalidad reflejan las
migraciones de ramo o de localización.
Si la velocidad de acumulación de lucro no es rápida, como reza el mandamiento de
la globalización, el dinamismo del circuito inferior y del circuito superior marginal no puede
ser ignorado. Es exactamente su vulnerabilidad lo que exige de esa economía de «abajo»
un importante dinamismo. En 2000, las más altas tasas de mortalidad se verificaron en las
empresas de servicios que contrataban hasta 5 personas (19 por ciento) y en las firmas
comerciales del mismo tamaño (15,8 por ciento). Pero es ese mismo segmento el que
registra las más altas tasas de natalidad: 27,1 por ciento y 22,7 por ciento respectivamente.
Es una tendencia que se verifica en los últimos años. Esos datos contrastan con el
comportamiento de las firmas que contrataban más de 20 personas, cuya tasa de natalidad
fue del 6,6 por ciento para las actividades del comercio y del 9 por ciento para los servicios
en 2000 (IBGE, 2003). Vemos así como en cada división territorial del trabajo varios
intersticios son ocupados por las pequeñas empresas.

A las puertas de la moderna San Pablo, Jano revela su otra faz


Si las crisis económicas constituyen un freno en la renovación de la mayor parte del medio
construido, el neoliberalismo, con la pretendida estabilidad monetaria, parece haber
desencadenado un proceso acelerado de renovaciones urbanas puntuales. Para ciertas
áreas de la ciudad de San Pablo fluyen, sin viscosidades, torrentes de dinero bajo la forma
de préstamos privados, internacionales y nacionales, con frecuencia vinculados a la esfera
del poder público. Véanse los ejemplos de la construcción de edificios residenciales de
clase media –cada vez más lejos del centro de la ciudad o verticalizando áreas

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tradicionalmente bajas–, de barrios cerrados dentro o fuera de la gran mancha urbana, o
la renovación del antiguo centro urbano comandada por el Banco de Boston.
Un área comercial tradicional y central como la zona cerealista –nacida al abrigo del
ferrocarril Santos-Jundiaí pero cuya localización y equipamiento continuaron funcionales
cuando el sistema de movimiento de cargas (arroz, porotos, papa, cebolla) fue convertido
al transporte automotriz– parece no resistir los impactos del período actual. Su virtual
transferencia hacia una nueva área de encrucijada (carreteras Regis Bittencourt y Raposo
Tavares) es una acción política basada en datos técnicos y organizacionales nuevos: las
actuales áreas productoras (Río Grande do Sul, Mato Grosso do Sul, Maranhão), el grado
de accesibilidad y los problemas de tránsito de cargas, los nuevos equipamientos de
comunicación (teléfono, computadora, fax, correo electrónico) y la logística de los grandes
supermercados (pedidos informatizados, terminales exclusivos, marcas propias). Si en los
proyectos oficiales se mantiene el uso, esa transferencia significará que no todos podrán
acompañar los costos de ese desplazamiento.
Concretados o en vías de implantación, numerosos proyectos parecen coincidir en la
búsqueda de localizaciones periféricas, bien dotadas de infraestructura, próximas a las
autopistas de acceso a la ciudad que garantizan el ejercicio de una circulación más fluida,
y especialmente donde la instalación de los actores sea más selectiva. Como el nuevo
centro empresarial de la Avenida Berrini, esas localizaciones en zonas circundantes a las
autopistas parecen confirmar la adopción de un modelo de urbanismo periférico de origen
norteamericano.
Esa producción permanente de escasez adquiere su expresión contemporánea en la
aplicación de recetas de cuño macroeconómico en las cuales el capital es siempre más
abundante que el trabajo para los actores hegemónicos en detrimento de la economía real
del país y de la ciudad, en la cual el trabajo es siempre más abundante que el capital.
Estado y empresas, tantas veces en cooperación o en conflicto, han tenido un papel
determinante en la producción del desempleo, un claro indicio de la producción limitada
de racionalidad.
Estructuralmente la ciudad crea, al mismo tiempo, riqueza y pobreza, abundancia y
escasez. Vectores internos y externos tienen el papel de acelerar o desacelerar las necesarias
y permanentes readaptaciones. Por ello, tanto en la metrópoli industrial como en la metrópoli
informacional-financiera los circuitos de la economía urbana se desarrollaron en la forma
de vasos comunicantes, pues siendo ambos un resultado de la modernización, encuentran
hoy las condiciones de su reproducción. Y, aún más, identificada como la llegada de nuevos
objetos y nuevas formas de hacer, la globalización provoca la emergencia de un nuevo
circuito superior marginal, orientado a codificar y decodificar los objetos y las normas
necesarias al nuevo momento del modo de producción. Nacen oficinas y empresas, muchas

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veces vinculadas a las nuevas profesiones, que prestan servicios a las firmas hegemónicas
o al poder público. En 1999 había 3,7 millones de personas en el sector de servicios, lo que
equivalía al 53 por ciento de la PEA en la Región Metropolitana de San Pablo (un incremento
de 1,4 millón de personas en relación con 1981).
Si la división social del trabajo que acompaña el mundo de la información y de las
finanzas multiplica las profesiones, disminuye, al mismo tiempo, el número de empleos.
Las formas técnicas y de regulación contemporáneas satisfacen su apetito con un número
menor de personas altamente calificadas. El empleo tradicional de la metrópoli industrial
se esfuma, por un lado, al ritmo de nuevas aceleraciones normativas, como las formas
temporarias de contratación, la tercerización, y la interiorización de la industria que es
sinónimo de modernización y de búsqueda de nuevas densidades normativas y, por otro
lado, por las nuevas ocupaciones en la producción y adaptación de las informaciones externas
al mercado brasileño, por la creación de una publicidad que profundiza los consumos, y
por la producción codificada de formas de hacer y regular, como la miríada de instrumentos
financieros en vigencia.
Las reformas neoliberales, portadoras de la racionalidad de la época, fueron respon-
sables, además, de la disminución del número de empleos vinculados a las actividades
modernas en las empresas y en el sector público. Automatización, reingeniería de proce-
sos, reducción del llamado Estado sobredimensionado, disminución de las ventas, entre
otras, fueron razones aducidas para concretar las dimisiones. Cuando éstas eran los llama-
dos «retiros voluntarios», un nuevo elemento aparecía en la economía urbana, pues las
indemnizaciones resultantes procuraban implantarse en antiguas, nuevas o renovadas fun-
ciones de la división del trabajo. La naturaleza volátil de los capitales de las grandes corpo-
raciones y de sus geometrías mundiales contrasta con la fijación de los pequeños capitales
de las familias en el propio medio construido urbano, emprendiendo una nueva actividad
económica. La ciudad de São Caetano do Sul en la Región Metropolitana de San Pablo es
tal vez un buen ejemplo, a partir de la instalación de negocios y empresas de servicios por
parte de los antiguos operarios de la industria automotriz.
La concentración de pobres en la ciudad de San Pablo tiene un efecto positivo sobre
los volúmenes producidos y comercializados. Se crea un mercado que, a pesar de las
demandas individuales limitadas, constituye, por el gran número de familias, un efecto
ampliado. Gracias a los costos de producción más bajos por la amplia oferta y proximidad
de insumos, mano de obra y clientes, surge un número considerable de pequeñas empresas,
y de ese modo, aunque la mortalidad de las firmas pueda ser alta, la demanda constante
posibilita que otras puedan nacer.
En el propio garaje de la casa suele funcionar la oficina de las pequeñas empresas de
fletes y mudanzas. El camión o la camioneta propio es a menudo el factor que define la

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capacidad de trabajo mensual. Variando entre 7 y cerca de 40 mudanzas por mes, las
empresas contratan algunos ayudantes para realizar un trabajo que generalmente es en el
mismo barrio o en barrios contiguos. Localizaciones en áreas residenciales, como Butantã
o Pinheiros, son privilegiadas por ofrecer permanentemente posibilidades de trabajo.
Pequeños carteles fijados en postes y muros del barrio y un teléfono, a veces celular, son
los instrumentos indispensables para asegurar su demanda. Paralelamente se crean
solidaridades económicas con los colectores-vendedores de cajas de cartón.
La contigüidad es un dato central también para un buen número de costureras y
modistas entrevistadas que, dedicadas a esa actividad por falta de empleo, trabajan en
casa con una o dos máquinas domésticas, frecuentemente compradas de segunda mano.
Viviendo en barrios como Santo Amaro, Itaim Bibi, Brooklin, Jardim Bonfiglioli o Alto da
Boa Vista, se desplazan hacia Brás y Bom Retiro, áreas de especialización comercial, para
comprar sus insumos. El arreglo de ropas configura un verdadero mercado, indicado entre
clientes y conocidos, ya que la importación en el sector textil y confecciones ha afectado
gravemente la producción de vestimenta a la medida.
Entre las numerosas situaciones del circuito superior marginal, las mensajerías se
esparcen por la ciudad, al ritmo de una intensa necesidad de cooperación y de los obstáculos
a la circulación. Más que el grado de capitalización, es la capacidad organizativa lo que
define las empresas. La agencia recibe los pedidos y ordena los viajes, que son realizados
por los trabajadores con sus propias motos. Para efectuar el transporte de documentos y
pequeñas mercaderías para oficinas y empresas de las inmediaciones, en un promedio de
200 viajes por mes, el personal contratado es pagado por hora de trabajo.
El desarrollo de las técnicas de informática también ha permitido la instalación de las
llamadas imprentas express que, en pequeños locales, pueden ofrecer un buen abanico de
productos: tarjetas, invitaciones, folletos, entre otros. Los equipos e instrumentos de trabajo
son computadoras (cuyo número varía de 3 a 20 en los casos entrevistados), scanner y
softwares específicos (como el Corel). Algunas empresas compraron los equipos usados.
Su localización, sea en áreas valorizadas como un shopping-center con alquileres que
sobrepasan los 2.000 reales, o en áreas más deterioradas, como pasajes y plazas de gran
circulación de personas, permite ganar un mercado de empresas y familias. Observamos,
además, que existe una división del trabajo y una cooperación entre las imprentas
tradicionales, de localización más periférica y orientadas a la producción de grandes
volúmenes, y las imprentas express. Con frecuencia estas últimas son responsables del
trabajo de pruebas, mientras que las industrias tradicionales se encargan, gracias a sus
equipos, de las grandes tiradas (impresión off set). Cuando la imprenta es de mayor tamaño,
su mercado está constituido por empresas y abarca amplias regiones, cuando la firma es
pequeña, su mercado está dado por las familias en el barrio o en la ciudad. A las demandas

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de tarjetas, material promocional e impresión de trabajos, todas agregan otros servicios


como fotocopias, encuadernación, plastificación y servicio de fax. La publicidad, vista como
un soporte indispensable de la producción, acaba configurándose como un nicho de mercado
para estas firmas. Su actividad se encuentra bastante «financierizada» –compra de equipos
con leasing bancario, transacciones diarias con bancos privados–, pero paralelamente
algunas usan tickets como moneda. Varias de ellas son franquicias.
La divisibilidad de las técnicas actuales ha permitido, también, una cierta diseminación
del trabajo de producción musical. La convergencia de las técnicas de informática y de
música amplió el abanico de posibilidades de creación y de divulgación. A eso contribuyen
también las nuevas o renovadas formas organizacionales como la terceirización y el alquiler
de los estudios por hora de trabajo. Es el caso de los pequeños estudios de ensayo y
grabación investigados en la ciudad de San Pablo, que cuentan entre sus instrumentos de
trabajo, generalmente comprados usados, computadoras, softwares (como el Sound Ford y
el Protus) para digitalizar las músicas, mesas de sonido, micrófonos, cables, instrumentos
musicales, amplificador y retorno, entre otros. Las computadoras son también utilizadas
para producir la propia propaganda (folletos que serán distribuidos en comercios de
instrumentos musicales y casas de espectáculos), así como para obtener informaciones
sobre técnicas, mercados, incentivos y oportunidades de negocios a través de internet. El
resto de la información y de la propaganda proviene de revistas especializadas y del
intercambio de informaciones orales («boca a boca») en los ambientes musicales. Los
estudios funcionan en antiguas residencias preparadas para tal fin, aunque a veces se
instalan en los fondos de la propia casa y, menos frecuentemente, son locales alquilados.
En estos casos, los valores oscilan entre 200 y 1.000 reales. No conforman un área
especializada de la ciudad, sino que están dispersos en áreas residenciales y bien localizadas
de la capital. Contratan uno o dos auxiliares técnicos para los ensayos y grabaciones, pero
ese número puede aumentar en el caso de los estudios que funcionan 24 horas. El uso de
los instrumentos financieros por parte de las pequeñas firmas se confunde con el uso de
esos productos por parte de su propietario (cheques, tarjeta de crédito, depósitos emitidos
o recibidos como persona física y no jurídica). Conforme su tamaño y su sofisticación
técnica, cuentan entre sus clientes a las clases medias y altas o a grupos más pobres de la
población. Su margen de lucro oscila entre el 45 por ciento y el 60 por ciento.
La refuncionalización de casas en barrios como Pinheiros, Cerqueira César y Bela
Vista para instalar una actividad ligada a la producción cultural se vuelve un fenómeno
frecuente en la ciudad de San Pablo. Así como los estudios también mencionamos las
pequeñas y medianas editoriales de libros y revistas. Generalmente pagando alquileres
que superan los 1.000 o 2.000 reales, las editoriales son dirigidas por personas con
formación profesional técnica en el área de contabilidad o de nivel universitario y, mientras

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las pequeñas contratan de 3 a 6 empleados, las empresas medianas emplean alrededor de
20. Todas las firmas entrevistadas están registradas como persona jurídica y sus empleados
poseen registro de trabajo, representando del 30 por ciento al 40 por ciento de sus gastos.
Esas localizaciones fueron escogidas en función de la accesibilidad a proveedores,
clientes y mano de obra, así como por la oferta de servicios. La cantidad de instrumentos
de trabajo es central para determinar su fuerza de mercado. Equipadas con teléfonos fijos
y celulares, máquina de fotocopias, computadoras (que varían entre 3 y 40), impresoras y
scanner, algunas poseen también máquinas fotográficas, filmadoras y otras tecnologías
vinculadas a la imagen. Las virtualidades de la informática hacen posible el trabajo de
edición, el cual se completa más tarde con el trabajo material tercerizado a una imprenta
y, en algunos casos, con servicios de fotografía y reportaje. Se ve aquí una solidaridad entre
actores del circuito superior marginal.
La multiplicación de los consumos y la división del trabajo posibilitan la existencia de
un número creciente de revistas generales y especializadas, cuya comercialización no se
reduce únicamente a los puestos de diarios y revistas y a las librerías, sino que también se
extiende a las ventas por suscripción. La producción de libros ha sido beneficiada por leyes
específicas de incentivo y por asociaciones con editoriales universitarias y agencias de
financiamiento a la investigación, y sus ventas se multiplicaron por el aumento del número
de ferias generales y universitarias. La participación de los consumos religiosos es también
un dato importante. Se destaca el ejemplo de las editoriales evangélicas.
La propaganda se hace a través de folletos producidos en la propia firma, de internet,
outdoors y también de agencias de publicidad. Con esos medios se accede a un mercado
que para algunas empresas llega a ser nacional. Todas las editoriales entrevistadas trabajan
con varios bancos y usan hoy más servicios que en el inicio de su actividad. Las firmas
menores ya utilizaron el límite del cheque especial y el período de exención de intereses.
Los préstamos solicitados como persona jurídica se destinan a saldar deudas y a mantenerse
en el mercado. Se ofrecen a los clientes diversos instrumentos de pago: cheque al portador
y cheque de pago diferido, tarjeta de crédito, dinero, boleta de depósito, pagaré, débito
automático. Existen relaciones horizontales entre empresas del mismo ramo, principalmente
para intercambio y actualización de informaciones.
Por otra parte, el aumento en la demanda y en la oferta de cursos de diversa natura-
leza, fundado en la necesidad de calificación profesional y, a veces, en un cierto consumo
cultural, es un dato más del período contemporáneo. Investigamos algunos cursos de in-
formática, de lenguas, de gastronomía y cursos preparatorios para el examen de ingreso a
la universidad. En el caso de la enseñanza de idiomas, asistimos a una exasperante compe-
tencia entre las escuelas grandes y las de menor tamaño. Aquí, la creación de una deman-
da, por parte de una agresiva propaganda del circuito superior, acaba por contribuir al

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surgimiento de pequeñas y medianas escuelas de barrio, que se benefician de la proximi-


dad de sus potenciales alumnos. Computadoras y equipos de imagen y sonido son los
principales instrumentos de trabajo, además de los materiales escritos. Estos últimos son a
veces verdaderas verticalidades que amarran la pequeña empresa a actores poderosos. Es
sobre todo el caso de las franquicias, en las cuales los royalties por el uso del material
escrito alcanza el 20 por ciento. Contribuyendo a aumentar la demanda propia del inicio
de cada semestre, las pequeñas compañías reparten panfletos en los barrios vecinos, inclu-
yendo las empresas. Es de éstas que proviene la mayor parte de la demanda y, a menudo,
son las que pagan los cursos. No obstante, verificamos la existencia de la Associação das
Escolas Independentes de Idiomas que busca, por medio de acciones conjuntas como pre-
mios, aumentar su participación en relación con los institutos asociados a las franquicias
de las grandes escuelas. La topología de las escuelas de lenguas adquiere así capilaridad.

La metrópoli extendida
La densidad de la división territorial del trabajo en el estado de San Pablo nos permitiría
comparar las ofertas de ese espacio con las ofertas de la gran metrópoli. Sus densidades
viales, infoviales y de movimiento, su intensa organización y los grados de organización
política en el poder público y en las empresas son formas de cooperación que completan
esa profunda división interurbana del trabajo. Así, si la intensa especialización del trabajo
en cada ciudad atrae a un circuito superior marginal emergente, con un creciente número
de pequeñas y medias empresas modernas, la intensa cooperación muestra un abanico de
empresas vinculadas al diálogo entre esas instancias.
En ese contexto, nuestra preocupación ha sido relacionar la vida de los circuitos
inferior y superior marginal con las especializaciones territoriales productivas en ese estado,
donde el medio técnico-científico-informacional se amplía y densifica. Presentado como
característica constitucional del espacio nacional, y al mismo tiempo como hipótesis, en el
libro O Brasil: territorio e sociedade no início do século XXI, el tema de las especializaciones
productivas fue aquí retomado a partir de la perspectiva de las pequeñas y medianas
empresas que nacen y crecen en esa vida de relaciones así recreada. Es un circuito superior
marginal emergente, capaz de florecer en un pedazo del territorio donde la división
interurbana e intra-urbana del trabajo es significativa. Centramos nuestras investigaciones
en el polo de confecciones de Americana, Santa Bárbara d’Oeste, Nova Odessa y Sumaré,
en las producciones de calzados masculinos, femeninos e infantiles de Franca, Jaú y Birigüi
respectivamente, en los objetos de hierro y cerámica de Porto Ferreira, en la producción de
flores y frutillas de Atibaia y en la fabricación de muebles de Votuporanga y Mirassol. En
este último caso, además de algunos mercados de exportación, detectamos el monopsonio
ejercido por una gran empresa como Casas Bahia con los fabricantes locales. En relación

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con las industrias de calzado, además de las firmas cuya producción comienza a ganar
mercados extra-regionales, nacionales e internacionales, identificamos una profusión de
proveedores de pequeños insumos y piezas, así como de servicios que son esenciales para
completar el proceso productivo y que constituyen un circuito inferior y un circuito superior
marginal.

Cuestiones abiertas sobre un Brasil urbano y globalizado


La indagación sobre el uso de las variables determinantes del período y sus nuevas
combinaciones fue una preocupación de este estudio, especialmente en relación con los
actores no hegemónicos. Por ello, las variables privilegiadas son: localización (condiciones
del medio construido: infraestructuras, acceso, valores), instrumentos de trabajo (tipos,
usos, valores, origen, reutilización), formas de organización empresarial y fiscal, empleo,
materias primas y productos (precios, cantidades, lucro), transporte, publicidad, información,
finanzas.
La elección de un límite normativo que determine la formalidad y la informalidad de
las actividades puede llevar a crear una tipología estéril para entender el funcionamiento
de la ciudad como medio construido y como mercado. Capitalistas que poseen objetos
técnicos relativamente modernos, una organización eficiente y, ciertamente, información
para evadir sus cargas tributarias son protagonistas centrales en el proceso de transformar
los excedentes en lucros, ignorando sus responsabilidades sociales. ¿Será que este conjunto
de actores puede ser analizado como si sus acciones fuesen de la misma naturaleza y
escala que las acciones de pequeñas empresas o, inclusive, de individuos, cuyo propósito
es sólo reproducir su existencia? Con bajo grado de capital, de tecnología y de organización,
su rentabilidad puede estar en el límite de la supervivencia y su grado de información muy
por debajo de la comprensión de la compleja y dinámica estructura tributaria del poder
público.
Lo que realmente interesa es una mirada que pueda descubrir las manifestaciones
del trabajo. Es el trabajo intensivo (sin horarios, sin beneficios, sin pausas preestablecidas)
lo que define el circuito inferior, y hoy más que nunca también el circuito superior marginal,
en contraposición a la escasez de capital, y no el cumplimiento-incumplimiento de un
sistema normativo en vigencia. Se van los empleos, queda el trabajo.
Por ello, una de las manifestaciones de la producción ilimitada de irracionalidad puede
ser identificada en el uso desigual y combinado de las variables de la época. Es eso que
define un período y su constitución. El período está determinado por las posibilidades de
ese tiempo histórico, por el reconocimiento de las variables de la técnica y de la política
que caracterizan una época y la diferencian de épocas anteriores. Se trata, hoy, de descubrir
los elementos que participan del ejercicio de las unicidades. Sin embargo, sabemos que no

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todos los agentes usufructúan las mismas oportunidades, que los usos de esas variables
son diferentes, que las combinaciones de variables pueden producir comportamientos más
«racionales» o más «irracionales». Esas diferencias son las temporalidades, los tiempos
dentro del tiempo.
La ciudad es una y fragmentada. Esto es hoy más verdadero que en períodos anteriores.
La ciudad no es solamente el escenario sino sobre todo la protagonista de esas unicidades
y fragmentaciones, porque está constituida por una nueva base material y una nueva base
política. La ciudad actual nos habla del período, mientras que los circuitos nos hablan de
las temporalidades, es decir, la interpretación que cada actor es capaz de hacer sobre su
tiempo y la forma que encuentra de sobrevivir. Aquel que es más capaz de usar las variables
modernas en su trabajo, dialogar más con los datos del período sin por eso dejar de ser
vulnerable, forma parte de un circuito superior marginal (emergente).
El estado de San Pablo, donde el medio técnico-científico-informacional se difunde
con menores resistencias, puede abrigar un conjunto de actores capaces de insertarse en
la modernidad y sus mandatos –competitividad, eficiencia, exportación– pero en situación
de vulnerabilidad. La dependencia de los cambios frenéticos del uso del territorio y de las
topologías nerviosas de las grandes corporaciones vinculan más a esos actores con las
racionalidades del período. En ese abanico de situaciones, el circuito inferior en las metrópolis
sería, tal vez, el más capaz de producir irracionalidades. Es la gran metrópoli la que mejor
acoge esas formas de supervivencia.
El papel del poder público es diferenciado. Pero, con frecuencia, aun cuando pretende
ayudar al desarrollo de pequeñas empresas, acaba siendo productor de verticalidades, a
veces por su política corporativa y otras por una cierta incapacidad de entender el
funcionamiento actual del mundo. La oferta de crédito que implica ampliar la escala de
producción de un pequeño empresario y, en consecuencia, arrojarlo a las aceleraciones del
período (tasa de interés, normalizaciones crecientes, etc.) y la producción de normas públicas
que buscan favorecer a los pequeños, pero cuya información y comunicación son deficientes,
son algunos de los obstáculos para una política de nuevo contenido.
Falta, a menudo, comprender el «existencialismo territorial» (Santos, 1999) que es la
forma de supervivencia de la mayor parte de la población brasileña: pragmatismo más
emoción en la búsqueda de soluciones que son vistas como irracionales, como formas de
atraso, como economía tradicional. Una localización menos valorizada pero que permite
contar con un mercado contiguo o evitar el pago de un alquiler porque funciona en la
propia casa, priorizar la venta de un producto a la liquidez (otras «monedas» como el vale-
transporte son aceptadas), utilizar instrumentos de trabajo usados o propios de un sistema
técnico anterior, intercambiar servicios o productos al modo de un nuevo trueque son
buenos ejemplos de esa vida de relaciones. Toda una producción se desarrolla aun cuando

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las variables determinantes del período inviten más a la usura y menos al trabajo. Es la
existencia en el territorio, una verdadera base para la política.

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