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Cualquier texto de evaluación psicológica remontará sus orígenes a la antigua China (nada
menos que 2.200 años antes de Cristo), o incluso pruebas de sus antecedentes parecen
encontrarse en la Biblia y, desde luego, a todo lo largo del pensamiento humano (tanto
filosófico como médico) desde Hipócrates hasta Platón o desde San Agustín hasta los
empiristas británicos como Hume o Locke. Incluso, entre nosotros, Juan Huarte de San
Juan (considerado dentro de un grupo de médicos-filósofos y hoy en día patrón de los
estudios universitarios de psicología) en pleno Renacimiento escribe su Examen de los
Ingenios para las Ciencias (1575), que es reconocido como un primer tratado de cómo
evaluar aptitudes que hacen idóneas a ciertas personas para unos determinados estudios.
Una primera aportación de Binet es la ampliación del interés por el estudio de las
funciones sensoriales, perceptivas y motoras —objetivos planteados por Galton— a otros
ámbitos del funcionamiento psicológico. Así, dice: «no son las sensaciones, son las
facultades psíquicas superiores lo que hace falta estudiar, son ellas las que juegan el
puesto más importante y la psicología individual deberá prestar mucha más atención a
ellas» (Binet y Henri, 1905, p. 416). En la consecución de tales objetivos propone el
método de lo que serán los tests mentales; con tales pruebas se pretenderá integrar el
estudio de la memoria, las imágenes mentales, la imaginación, la atención, la
comprensión, la sugestibilidad, los sentimientos estéticos y morales y hasta la fuerza de
voluntad.
Es, también, el primer autor que emite un concepto claro de «diagnóstico psicológico».
Así, compara tres tipos de métodos complementarios en el estudio diferencial del niño
normal y retrasado: el examen médico, basado en exploraciones físicas y fisiológicas, que
es realizado por el médico; el examen escolar, que incluye el análisis de los aprendizajes
que se desarrollan en la escuela y que ha de realizar el maestro, y el diagnóstico
psicológico que requiere medidas para la evaluación de la inteligencia y que él mismo
establece con el primer test de medida de la inteligencia (Binet y Simon, 1905).
Son aquellas fechas, autores y obras que produjeron bien un desarrollo conceptual (en el
sentido de introducir nuevas vías de análisis de las cuestiones evaluativas), bien nuevos
desarrollos tecnológicos (en el sentido de innovadores procedimientos de evaluación y
medida).
— 1918: Los primeros tests colectivos de inteligencia Army Alpha y Army Beta se
administran a miles de soldados durante la Primera Gran Guerra.
— 1963: Arthur W. Staats (EE.UU.) publica Complex Human Behavior, donde se sientan las
bases para una evaluación conductual integradora en la que se fusionan un modelo
conductual y uno psicométrico o tradicional de la evaluación psicológica.
— En primer lugar, que gran parte de los sucesos relatados son relevantes no sólo para
la evaluación, sino para otras áreas o especialidades de la psicología básica y la psicología
diferencial y de la personalidad que han ejercido un papel importante por cuanto van a
significar nuestro sustrato metodológico y teórico.
— Por último, que las exigencias sociales en el ámbito clínico, escolar y de las
organizaciones y el trabajo han promovido la elaboración de técnicas evaluativas que han
desembocado en la tecnología de la evaluación psicológica.
Por otro lado, el análisis de los datos históricos que hemos aportado nos lleva a perfilar
distintas aproximaciones teóricas:
2. Pero en el listado histórico también figuran hechos que ligan la evaluación con el
psicoanálisis. Son precisamente el psicoanálisis y la psicología dinámica los que desarrollan
las técnicas proyectivas que en una época fueron las más importantes técnicas
evaluativas. Se crearon (y se siguen desarrollando) con el objetivo básico de analizar el
mundo inconsciente de los sujetos e, incluso, como técnicas de verificación de los
principios psicodinámicos. Todo esto ha dado lugar a un modelo dinámico a través del cual
se pretende el análisis de la vida mental inconsciente del sujeto en exploración en base a
lo cual se efectuará la explicación de su comportamiento.
4. También el paradigma conductista y sus derivaciones más recientes han dado lugar al
llamado modelo conductual, desde el cual se busca el análisis de las relaciones funcionales
existentes entre las respuestas (motoras y/o cognitivas y psicofisiológicas) objeto de
estudio y aquellas variables que las mantienen o controlan, incorporando, en sus versiones
actuales, no sólo condiciones ambientales, sino también los repertorios básicos de
conducta personales, así como las condiciones biológicas del organismo.
5. Los avances de la llamada psicología cognitiva, tanto por la cognitivización del modelo
conductual como por la formación de un claro enfoque cognitivo de la evaluación,
establecen la relevancia del estudio de las estructuras, procesos y estrategias cognitivas
como por la importancia de los factores cognitivos como determinantes del
comportamiento anormal.