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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ


Magistrado ponente

STC11690-2015
Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00
(Aprobado en sesión de dos de septiembre de dos mil quince)

Bogotá, D. C., tres (3) de septiembre de dos mil quince


(2015).

La Corte decide la acción de tutela promovida por


Carlos Humberto Bernal Aguilar contra la Sala Civil-Familia
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bucaramanga,
trámite al cual fueron vinculados los Juzgados Octavo Civil
del Circuito, Trece Civil Municipal de la misma ciudad, y
Segundo Promiscuo Municipal de Rionegro, así como los
intervinientes en el proceso objeto de la queja constitucional.

I. ANTECEDENTES

A. La pretensión

En el libelo introductor de la presente acción, el


Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

tutelante, a través de apoderado judicial, solicita el amparo


de sus derechos al debido proceso, a la primacía del
derecho sustancial y al acceso a la administración de
justicia, que considera vulnerados por la colegiatura
encausada, porque al desatar el recurso de apelación que
interpuso la demandante, Graciela Colmenares Gómez,
contra la sentencia de 31 de marzo de 2014, en la que el
Juzgado Primero Civil del Circuito de Descongestión de
Bucaramanga denegó las pretensiones que ella formuló en
contra del accionante por la vía del proceso ordinario de
enriquecimiento sin causa, revocó la decisión de primera
instancia, para en su lugar acceder a las pretensiones de
aquélla, condenando a éste a pagarle la suma de
$206.601.123,oo; incurriendo, en sentir del quejoso, en
diferentes yerros procedimentales, fácticos y sustanciales.

En consecuencia, pretende que se ordene « dejar sin


efecto la sentencia objeto de esta acción (…) [y] conf[i]rmar la decisión
del Juez de primer grado que rechaza las pretensiones de la

demanda». [Folios 33 y 34, c. 1]

B. Los hechos

1. A mediados del año 2003, Orlando Ardila Sánchez,


cónyuge de la referida Graciela Colmenares Gómez,
manifestó al accionante, Carlos Humberto Bernal Aguilar,
que Samuel Antonio Cárdenas Vargas le había ofrecido
cambiar un cheque por la suma de US$75.600, de
propiedad de Rafael Arturo Nieto Palacios.

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

2. Ante tal situación y como el tutelante « ya había


incursionando exitosamente en transacciones parecidas », de las

cuales conseguía un beneficio económico como


compensación por el cambio, decidió obtener aquel
instrumento, delegando en «Ardila Sánchez las ejecutorias del
negocio», por lo que, a través de éste, remitió al portador del

cheque, en diferentes contados, la suma total de


$135.000.000,oo, a la vez que recibió el referido título.

3. Como tal instrumento resultó devuelto por la


entidad financiera librada por « ser presuntamente falso», el
accionante, previó requerimiento fallido a Ardila Sánchez
para obtener la devolución del dinero pagado, el 23 de
septiembre de 2003, lo denunció por estafa y falsedad en
documento privado. [Folios 28 a 33, c. 1 de copias]

4. Con ocasión de esa noticia, el 24 de septiembre de


2003, el Fiscal Segundo Delegado de las Estructuras de
Apoyo de Bucaramanga, entre otras determinaciones, dictó
apertura de instrucción en contra de Ardila Sánchez y
ordenó su captura, la que infructuosamente procuró
efectivizar el día 29 siguiente, mediante diligencia de
allanamiento y registro a su domicilio, en el cual no se
encontraba. [Folios 34, 35 y 42 a 45, ídem]

5. El 3 de octubre de 2003, el gestor del amparo y


Ardila Sánchez, allegaron un documento ante la Fiscalía, en
el cual manifestaron que:

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(…) por medio del presente escrito celebramos conciliación


conforme al Art. 41 del C.P.P., para ello el señor ARDILA hace
entrega formal al señor BERNAL AGUILAR de los siguientes
bienes inmuebles, mediante escrituras públicas que se suscriben
a la fecha de hoy en la Notaría Séptima del Círculo de
Bucaramanga, inmuebles que recibe a entera satisfacción, a fin
de precaver los efectos negativos consecuentes de los procesos
penales que hoy por hoy se le imputan al señor ARDILA
SÁNCHEZ: 1. Apartamento ubicado en el Conjunto Marsella Real
de la ciudad, torre 5, No. 1205. 2. Cabaña ubicada en la parcela
número 8, del Club El Portal, en la vereda Portachuelo del
municipio de Rionegro Santander. Las escrituras públicas de las
susodichas propiedades se hacen a nombre de la señora madre

del señor BERNAL AGUILAR. [Folio 46, ídem]

6. Ese mismo día, Graciela Colmenares Gómez


-cónyuge de Ardila Sánchez- transfirió a Olga Uribe Aguilar
-madre del accionante Bernal Aguilar-, mediante escritura
pública Nro. 3496, un lote de terreno identificado con la
matrícula Nro. 300-267780, junto con la cabaña allí
edificada, a la que se hizo referencia a espacio. Señalando
allí que ello derivaba de un contrato de compraventa con
pacto de retroventa, en el que se fijó como precio la suma
de $5.000.000,oo. [Folios 17 a 20, ídem]

7. El 9 de octubre de 2003, la Fiscalía Segunda


Delegada, en atención al memorial referido en el numeral 5,
indicando que del mismo «se desprende una indemnización
integral», procedió a cancelar la orden de captura dispuesta

en contra de Ardila Sánchez. [Folio 47, ídem]

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8. El 23 de junio de 2004, con fundamento en la


compraventa atrás referida, Olga Uribe Aguilar formuló
demanda de entrega del tradente al adquirente contra
Graciela Colmenares Gómez, la que correspondió conocer al
Juzgado Segundo Promiscuo Municipal de Rionegro,
autoridad judicial que, ante la ausencia de oposición por
parte de la demandada, el 10 de febrero de 2005, dictó
sentencia condenando a ésta efectuar la entrega, misma
que tan sólo se materializó, a través de comisionado, hasta
el 20 de diciembre de 2012 1. [Folios 51 a 56, c. 1]

9. El 12 de octubre de 2004, Olga Uribe Aguilar,


mediante escritura pública Nro. 5656, transfirió el ya
referido inmueble, identificado con folio de matrícula
inmobiliaria Nro. 300-267780, a favor de su hijo, aquí
accionante. [Folios 21 a 24, c. 1 de copias]

10. El 5 de junio de 2006, la Fiscalía Diecisiete


Delegada ante los Juzgados Penales del Circuito de
Bucaramanga, al calificar el mérito del sumario seguido en
contra de Ardila Sánchez, al que se hizo alusión líneas
atrás, resolvió precluir dicha investigación, al concluir que
el denunciado no había cometió los delitos de estafa y
falsedad en documento privado que le fueron endilgados;
decisión que apelada por el accionante, fue confirmada el 3
de octubre de 2007, por la Fiscalía Quinta Delegada ante el

1
Precisa la Sala que la cronología de la situación fáctica que aquí se describe implicaría
ubicar lo referente a la entrega efectiva del bien, materializada el 20 de diciembre de 2012, a
continuación del numeral 17, pero por el orden lógico de todas las actuaciones judiciales
relacionadas con el presente asunto, se presenta en esta forma.
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Tribunal Superior de la misma ciudad. [Folios 67 a 95 y 96


a 104, ídem]

11. En abril de 2007, Graciela Colmenares Gómez


formuló contra los herederos determinados de Olga Uribe
Aguilar en cabeza de Carlos Humberto Bernal Aguilar - aquí
accionante-, demanda ordinaria deprecando que se
declararan absolutamente simulados los contratos de
compraventa atrás mencionados, mediante los cuales ella
transfirió a Olga Uribe Aguilar el inmueble identificado con
folio de matrícula Nro. 300-267780, y ésta, a su vez, lo
vendió a su hijo.

Fundó tal acción, en lo medular, en que dichos


contratos fueron realizados para precaver los efectos
negativos consecuentes del proceso penal en contra de su
cónyuge, pero como tal actuación concluyó con la
preclusión de la investigación, ninguno perjuicio se
ocasionó a Bernal Aguilar, sumado al hecho de que ella
nunca se desprendió de la posesión del bien y que tampoco
recibió suma alguna de dinero como precio. [Folios 112 a
113, ídem]

12. Tal demanda fue admitida por el Juzgado Trece


Civil Municipal de Bucaramanga, autoridad ante la que
compareció el aquí accionante y, en oportunidad, se opuso
a las pretensiones formulando defensas de mérito.

13. El 2 de mayo de 2011, la sede judicial referida a


espacio, dictó sentencia, declarando fundadas las
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excepciones de fondo que propuso el extremo demandado,


denominadas «falta de presupuestos sustanciales para la
configuración de la simulación absoluta invocada y ausencia de poder
e interés en la declaración de simulación absoluta de la compraventa

contenida en la escritura 5656 »; a la vez que denegó las

pretensiones de la demandante Graciela Colmenares


Gómez.

Lo anterior, al concluir, en esencia, que no existía


discordancia entre el querer de la demandante - entregar con
escritura pública el inmueble- y las declaraciones vertidas en el

instrumento escriturario -transferir el dominio-; y que respecto


a la segunda escritura, no se otorgó poder al apoderado
para pretender su declaración de simulación, ni se
demostró que fuere fingido el negocio entre Olga Uribe
Aguilar y su hijo, Carlos Humberto Bernal Aguilar. [Folios
110 a 124, ídem]

14. El 4 de agosto de 2011, Graciela Colmenares


Gómez promovió en contra del aquí accionante, «en nombre
propio y como heredero determinado de Olga Uribe Aguilar»,
así como frente a los demás herederos indeterminados de
ésta, proceso ordinario reclamando que se declarara que los
demandados, con ocasión de los contratos de compraventa
contenidos en las escrituras 3496 de 2003 y 5656 de 2004,
se enriquecieron sin justa causa, en disfavor de aquélla, y
que como consecuencia de ello se retrotrajeran las cosas al
estado anterior al otorgamiento de esos instrumentos, y que
se le indemnizara los perjuicios sufridos por tal situación
irregular.
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Como fundamento de ese libelo adujo que precluida la


investigación adelantada en contra de su cónyuge, Ardila
Sánchez, por atipicidad de las conductas que le fueron
endilgadas, «la causa del negocio jurídico carece de sustento en el
contexto de la legislación nacional por cuanto se efectuó por parte de [la
demandante] y su cónyuge una indemnización anticipada de los
perjuicios irrogados con la conducta presuntamente punible, la cual

resultó descartada por parte de la Fiscalía General de la Nación ».

[Folios 128 a 146 y 148, ídem]

15. De ese juicio correspondió conocer al Juzgado


Octavo Civil del Circuito de Bucaramanga, quien admitió la
demanda el 1º de septiembre de 2011, disponiendo la
notificación de los demandados. [Folio 162, ídem]

16. Notificado el accionante por intermedio de curador


ad-litem, previo emplazamiento, dicho auxiliar contestó la
demanda proponiendo la excepción de cosa juzgada,
aduciendo que el proceso de simulación que con
anterioridad promovió la demandante recaía sobre idénticos
hechos y pretensiones al de ahora. [Folios 236 a 240, ídem]

17. Así mismo, en la oportunidad legal, el tutelante


acudió al proceso mediante apoderado judicial, oponiéndose
a las pretensiones de la demanda, frente a la que formuló
las defensas de mérito que denominó: « ausencia de requisitos
que estructuren el enriquecimiento sin causa » y «buena fe de los

adquirentes». [Folios 244 a 251, ídem]

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18. Surtidas las etapas propias de ese juicio, el 31 de


marzo de 2014, el Juzgado Primero Civil del Circuito de
Descongestión de Bucaramanga dictó sentencia, en la que
denegó las pretensiones de la demanda, al concluir, en lo
medular, que:

(…) si bien es cierto que ORLANDO ARDILA SÁNCHEZ -cónyuge


de la demandante- no incurrió en las conductas punibles de
ESTAFA y FALSEDAD EN DOCUMENTO PRIVADO, y que como
consecuencia de ello se emitió “RESOLUCIÓN DE PRECLUSIÓN
DE LA INVESTIGACIÓN” a su favor (…), también lo es que la
demandante luego de suscribir el contrato de compraventa, no
puede manifestar que no deseaba enajenar el bien inmueble
objeto de la litis sino simplemente entregarlo en garantía de los
perjuicios que se generarían en el proceso penal con la condición
que si se absolvía al precitado –ORLANDO ARDILA SÁNCHEZ-
debería éste retornar a su patrimonio (…), porque tal condición
nunca se plasmó, de manera que indubitablemente se podría
inferir que en realidad la razón de ser de dicho acuerdo no solo
era para “precaver los efectos negativos consecuentes de los
procesos penales que hoy por hoy se le imputan al señor ARDILA
SÁNCHEZ”, sino también como indemnización de los dineros
entregados por el demandado, CARLOS HUMBERTO BERNAL, a
fin de comprar cheques en dólares, en virtud de su experiencia

en el tema. [Folios 363 a 378, ídem]

19. Apelada dicha determinación por la allí


demandante, el 11 de noviembre de 2014, el Tribunal la
revocó, para en su lugar acceder a los pedimentos de la
demanda, declarando que Bernal Aguilar se enriqueció sin
causa en disfavor de Graciela Colmenares Gómez,

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condenando al primero a pagar a ésta la suma de


$206.601.123,oo.

Para arribar a esa decisión, en síntesis, el Tribunal


expuso que el acuerdo presentado en la actuación penal por
Ardila Suárez y Bernal Aguilar, estuvo edificado en « precaver»
los efectos negativos de las conductas penales endilgadas al
primero, pero como aquel trámite culminó con decisión de
preclusión a favor de éste, por atipicidad de la conducta, lo
allí acordado no cobro firmeza, quedando sin causa el
contrato de compraventa efectuado por Graciela
Colmenares -cónyuge de Ardila Suárez- a favor de Olga Uribe
Aguilar -madre de Bernal Aguilar-, resultando evidente el
empobrecimiento de la primera con el consecuencial
enriquecimiento de la segunda.

Relievó la colegiatura que las demás pretensiones de la


demandante no resultaban procedentes al ser de naturaleza
contractual, porque con ellas se buscaba que las cosas
volvieran al estado en que se encontraban con antelación a
la compraventa, pero, seguidamente, interpretando la
demanda, concluyó que el fin de la acción de
enriquecimiento sin causa era resarcir el daño causado al
afectado, por lo cual dispuso que por tal concepto el
demandado debía cancelar a su antagonista la suma atrás
referida, la cual correspondía al avalúo actualizado del
inmueble, acorde con dictamen pericial practicado al
interior del proceso. [Folios 26 a 54, c. 2 de copias]

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20. Contra esa decisión el tutelante formuló recurso


extraordinario de casación, cuya concesión le fue denegada
el 11 de febrero de 2015, al concluir esa colegiatura que no
estaba satisfecho el requisito del interés para recurrir,
porque el monto del agravió sufrido por el inconforme sólo
ascendía a $206.601.123,oo. [Folios 56, 61 y 62, ídem]

21. El 29 de abril de 2015, esa Corporación mantuvo


la anterior determinación, a la vez que accedió a la
expedición de copias reclamada por el censor para acudir
en queja ante esta Corte; decisión última que el recurrente
deprecó que fuera adicionada en punto a incluir en la orden
de copias algunas piezas diferentes a las señaladas por el
fallador, lo cual éste consintió mediante proveído de 27 de
mayo del año en curso. Sin embargo, se precisa que el
referido recurso de queja no fue instaurado por el tutelante.
[Folios 73 a 78 y 80 a 83, ídem]

22. En Criterio del promotor del resguardo, con la


sentencia proferida por el ad-quem, fueron vulnerados sus
derechos fundamentales, porque el Tribunal no estudio la
excepción de cosa juzgada que formuló el curador ad-litem
que lo representó, con fundamento en el previo juicio de
simulación que promovió su demandante.

Por otro lado, el fallador pasó por alto los


presupuestos para la prosperidad de la acción de
enriquecimiento sin causa propuesta, incurriendo en una
indebida valoración probatoria, porque desconoció que la
transferencia del inmueble tuvo su génesis, por un lado, en
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la voluntad pura y simple que la vendedora expresó en el


instrumento público respectivo y en la « transacción o
conciliación» efectuada en la causa penal para indemnizar

integralmente al accionante por el daño que le fue causado


por la fallida adquisición del cheque que negoció con Ardila
Suarez, cónyuge de la demandante Graciela Colmenares
Gómez; además, el sentenciador erróneamente eliminó el
carácter definitivo que tenían la « transacción o conciliación»,
dándoles unos efectos condicionales ajenos a esas figuras,
al sostener que las mismas perdieron su carácter vinculante
debido a la preclusión de la investigación en contra de
Ardila Suárez.

Añadió que la providencia atacada, además, resulta


incongruente, por una parte, porque el juzgador al valorar
los contratos «considera que no son causa para el resultado del
negocio jurídico, pero sin embargo los deja incólumes », relievando

que con fundamento en ello, al momento de resarcir el


supuesto daño sufrido por la demandante, concluye, de
manera extra petita, que el tutelante debe pagarle la suma
de $206.601.123,oo, señalando no acceder a las
pretensiones encaminadas a que se devolvieran las cosas al
estado anterior a la venta criticada por ser de índole
contractual; por otro lado, la incongruencia de la decisión
también radica en que a pesar de señalar el fallador que la
acción se contrae a un « enriquecimiento sin causa», en su
discurrir termina entremezclando y equiparando dicha
figura con el «pago de lo no debido».

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Señaló que tampoco procedía la acción in rem verso


porque dada su naturaleza no podía proponerse ante la
existencia de otras acciones para el resguardo de sus
derechos patrimoniales, y en el asunto cuestionado era
evidente que la demandante tenía otros mecanismos a los
cuales acudir, a pesar de las consideraciones expuestas por
la colegiatura encartada para afirmar lo contrario, pues
partiendo del hecho de que la compraventa fue pactada
pura y simple, a aquélla le asistían las acciones de nulidad
relativa, lesión enorme y resolución contractual, las cuales
son autónomas y no podían considerarse condicionadas por
la «transacción o conciliación» efectuada en la causa penal. Así
mismo, la demandante podía buscar el resarcimiento de lo
pagado sin ser debido e, incluso, tendría acción para
reclamar la invalidez de la « transacción o conciliación» realizada
en el juicio penal de considerar que en ella se incurrió en
alguna inexactitud.

Cuestionó que si «la propuesta de ARDILA SÁNCHEZ a


BERNAL AGUILAR para la compra de dólares, que éste último le
entregara y que el proponente recibiera por la cantidad de
$135’.000.000, no es (…) causa eficiente para realizar; a) La
conciliación o “transacción”; b) (…) los contratos de compraventa de
transferencia de los bienes (…); c) El pacto de retroventa, que contienen

las citadas escrituras?».

Finalizó aseverando que el Tribunal terminó


obligándolo a pagar el inmueble dos veces, pues la condena
que le fue impuesta es equivalente al precio del mismo pero
los «$135.000.000,oo [que entregó a Ardila Sánchez por el cheque

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negociado] quedaron en el aire». [Folios 8 a 33, c. 1]

C. El trámite de la instancia

1. Por auto de 27 de agosto de 2015, se admitió la


acción de tutela, se dispuso la vinculación de los
intervinientes en el litigio y se ordenó correrles traslado
para que ejercieran su derecho de defensa.

2. Al momento de someterse a discusión de la Sala el


proyecto de decisión elaborado en el presente asunto, la
colegiatura encausada no había efectuado ninguna
manifestación frente a la solicitud de amparo propuesta en
su contra.

II. CONSIDERACIONES

1. Cuando el artículo 86 de la Carta Política creó la


acción de tutela como un procedimiento preferente y
sumario al alcance del ciudadano, para reclamar la
protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales en caso de que éstos fueran vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier
autoridad pública, lo hizo bajo la insoslayable premisa de
que no dispusiera el afectado de «otro medio de defensa judicial»,
salvo que la acción se utilizara como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable.

Debe recordarse que el amparo constitucional se


caracteriza por la prevalencia del principio de la
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subsidiariedad, ya que sólo procede ante la ausencia de un


instrumento jurídico eficaz para la salvaguarda oportuna del
derecho objeto de violación o amenaza, y por lo tanto, no
puede considerársele como un mecanismo alternativo o
adicional del presunto afectado con la vulneración, pues su
finalidad no consiste en remplazar los trámites establecidos
por el legislador para la protección de los derechos de los
ciudadanos.

Por otro lado, como ha sido sostenido por la


jurisprudencia nacional, por regla general la acción de
tutela no procede contra providencias judiciales y, por
tanto, sólo en forma excepcional resulta viable la
prosperidad del amparo para atacar tales decisiones cuando
con ellas se causa vulneración a los derechos
fundamentales de los asociados.

Los criterios que se han establecido para identificar las


causales de procedibilidad en estos eventos están
cimentados en el reproche que merece toda actividad
judicial arbitraria, caprichosa, infundada o rebelada contra
las preceptivas legales que rigen el respectivo juicio, con
detrimento de las garantías de las personas que han
sometido la ventilación de sus conflictos a la jurisdicción.

2. En el caso que es objeto de estudio, en lo que tiene


que ver con la falta de pronunciamiento que se le endilga al
Tribunal respecto a la excepción de cosa juzgada que planteó
el curador ad-litem que inicialmente representó en el juicio
cuestionado al accionante, rápidamente se advierte que la
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solicitud de amparo no atiende el comentado principio de la


subsidiariedad, pues el tutelante tuvo a su alcance otro
medio de defensa judicial idóneo para formular ese reclamo
que por vía de la acción de tutela expone.

En efecto, si el inconforme consideraba que en la


sentencia dictada en segundo grado por aquella colegiatura,
se omitió resolver lo concerniente frente al referido medio
exceptivo, bien pudo, una vez se profirió tal providencia,
solicitar su adición respecto a ese punto específico, siendo
ese el mecanismo de defensa idóneo para plantear ante el
juez de instancia el debate que aquí plantea.

Sucede, sin embargo, que el tutelante no utilizó dicha


herramienta, por lo que resulta improcedente que a través
de la presente queja constitucional se dé solución de una
cuestión que correspondía dirimir al juez de segunda
instancia, dentro de la oportunidad pertinente.

Recuérdese que la acción de tutela es un medio


subsidiario llamado a aplicarse sólo cuando en el escenario
natural del respectivo trámite judicial no logran protegerse
los derechos fundamentales invocados, y en casos como el
de ahora, únicamente es permitida la revisión del desarrollo
procesal respecto de las garantías propias de cada juicio,
pero en ningún momento el amparo se puede entender como
un mecanismo instituido para desplazar a los funcionarios a
quienes la Constitución o la ley les han asignado la
competencia para resolver las controversias judiciales,

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supuesto que llevaría a invadir su órbita de acción y a


quebrantar la Carta Política.

3. Por otro lado, respecto a los demás


cuestionamientos planteados en la demanda de tutela, no
se advierte la vulneración de los derechos invocados, pues
la sentencia cuestionada, mediante la cual el Tribunal
encausado, el 11 de noviembre de 2014, revocó la dictada el
31 de marzo de ese año por el Juzgado Primero Civil del
Circuito de Descongestión de Bucaramanga, para en su
lugar acceder a las pretensiones de la demanda de
enriquecimiento sin causa propuesta por Graciela
Colmenares Gómez contra el aquí accionante; fue
consecuencia de un análisis razonable de la normatividad y
de las pruebas, y no producto del capricho o antojo del
juzgador.

En efecto, tras exponer las generalidades de la acción


de enriquecimiento sin causa y enfatizar en la situación
fáctica que rodeaba el caso, el sentenciador acusado,
descendiendo a las pruebas recaudadas en el trámite,
procedió a analizar el documento contentivo de la
«conciliación o transacción» allegada por Ardila Sánchez y
Bernal Aguilar ante la Fiscalía, en el curso de la
investigación adelantada contra el primero por la denuncia
que le interpuso el segundo por los punibles de estafa y
falsedad en documento privado, consignando que:

Del texto del documento contentivo de la conciliación o


transacción, figura ésta que resulta más apropiada al caso bajo
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la óptica del artículo 41 de la entonces vigente Ley 600 de 2000


porque en su celebración no intervino ningún funcionario del ente
investigador; (…) se determina que la entrega de los dos
inmuebles allí indicados por parte del primero al segundo a
través de la señora madre de éste, cuyo nombre y apellidos no
se mencionaron, tenía como diáfana, terminante, y exclusiva
finalidad precaver los efectos negativos del proceso penal
adelantado frente a ORLANDO ARDILA SÁNCHEZ. Por tanto, la
verdadera, real y única interpretación de ese pacto radica en que
sólo si en contra del denunciado ORLANDO ARDILA SÁNCHEZ se
derivaban secuelas desfavorables como reflejo del proceso penal,
la entrega en comento vendría a adquirir firmeza desde el punto
de vista jurídico. En otras palabras, si frente a ORLANDO
ARDILA SÁNCHEZ se producía una condena por los delitos que
se le imputaron, tal desenlace tendría la connotación de erigirse

en la causa o móvil de la entrega de los dos predios. [Folio 39,

c. 5 de copias]

A lo cual agregó que a pesar de que en ese documento


«no se acordó de forma expresa que la obligación allí pactada era
condicional», para esa Sala de decisión era « claro que esa es su
innegable naturaleza a voces del artículo 1530 del Código Civil, pues
dependía de un hecho futuro e incierto, que podía suceder o no,
consistente en que el proceso penal acarreara consecuencias negativas
al denunciado, de suerte que la condición era positiva acorde al artículo
1531 ejusdem, sin que fuera menester que todo ello constara en el

memorial»; e incluso, «aun aceptando que dicho convenio implicaba


una indemnización por los dineros entregados por (…) BERNAL
AGUILAR para comprar cheques en dólares, (…) en criterio sólido de
ésta colegiatura tal reparación o resarcimiento también estaba
supeditado a que (…) ARDILA SÁNCHEZ resultara condenado en el

proceso penal como responsable de los delitos que se le atribuyeron ».

[Folio 40, ídem]


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Seguidamente, ese cuerpo colegiado sostuvo que


ninguna de las pruebas recaudadas daba cuenta de la
participación de Graciela Colmenares Gómez «en la
negociación subyacente de los cheques, ni que recibiera del
demandado (…) BERNAL AGUILAR alguna cantidad de dinero por ese
motivo, cuestiones que, como se sabe, dieron paso a la instauración de

[la] denuncia [atrás referida]»; afirmaciones que validó con el

interrogatorio de la demandante, el testimonio de Ardila


Sánchez y «con una inferencia segura que robustece el apuntado
colofón, cimentada en que los documentos traídos en copia a la
foliatura atinentes a la investigación penal seguida por la Fiscalía
contra (…) ARDILA SÁNCHEZ demuestran que en tal actuación no
estuvo involucrada para nada GRACIELA COLMENARES GÓMEZ, lo
cual es signo inequívoco de lo ya recabado, pues en caso contrario a
ello, con alta seguridad, por no decir total certidumbre, (…) BERNAL
AGUILAR también la habría denunciado ante la Fiscalía, mayormente
cuando ella era la propietaria inscrita de los dos predios objeto de la

conciliación o transacción». [Folios 40 y 41, ídem]

Después de tal exposición, consignó el fallador que « la


demandante GRACIELA COLMENARES GÓMEZ no intervino en la
mencionada conciliación o transacción, negocio jurídico celebrado con
exclusividad dentro de la instrucción penal adelantada por la Fiscalía

entre (…) ARDILA SÁNCHEZ y (…) BERNAL AGUILAR »; sin embargo,

señaló que:

(…) aquélla, en su calidad de cónyuge del denunciado (…)


ARDILA SÁNCHEZ, tuvo injerencia en el desarrollo del acuerdo
que los prenombrados convinieron, como quiera que por la tan
citada escritura pública No 3496 del 3 de octubre de 2003
transfirió a título de venta a OLGA URIBE AGUILAR el inmueble
allí descrito. Nótese que a pesar de que en el documento
escriturario no se plasmó la condición ya referida, que surge del
19
Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

tenor de la conciliación o transacción, las otorgantes sí


estipularon un pacto de retroventa de conformidad con el artículo
1939 del Código civil, que facultaba a la vendedora a recobrar el
inmueble en un plazo de seis (6) meses, contado a partir de la
firma de la escritura.

En consecuencia, para el Tribunal es claro que la convención de


dicho pacto de retroventa es indicativa de que la obligación
surgida de la conciliación o transacción ostenta el carácter de
condicional, dado que su eficacia jurídica se sometió a que en el
proceso penal se derivaran efectos negativos en contra del
denunciado (…) ARDILA SÁNCHEZ, se acentúa. Luego, cobra
fuerza lo sostenido en su interrogatorio por la actora GRACIELA
COLMENARES GÓMEZ y en su atestación por (…) ARDILA
SÁNCHEZ, en cuanto que sí el asunto penal se definía a favor del

imputado, los dos predios serían devueltos a su dueña. [Folios

41 y 42, ídem]

A continuación, con observancia de las decisiones de


la Fiscalía respecto a la denuncia formulada por el
accionante frente a Ardila Sánchez, profundizó en los
motivos que llevaron a la preclusión de tal actuación a favor
de éste, consignando que:

(…) si bien en el proceso se evidencia la existencia del delito de


estafa y falsedad en documento privado, no existe prueba que
señale como responsable las (sic) conductas delictivas al
sindicado ORLANDO ARDILA SARMIENTO (sic). Lo dicho por el
sindicado en su indagatoria, en el sentido que CARLOS
HUMBERTO BERNAL le había comentado que estaba interesado
en comprar dólares porque con anterioridad le había servido de
intermediario, es hecho que no se halla desvirtuado, es decir, fue
el denunciante CARLOS HUMBERTO BERNAL el que buscó a

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

ORLANDO ARDILA, a quien conocía de años atrás como asesor


de comercio internacional en el Banco de Colombia, con el fin de
que le colaborara para la compra de dólares". Al analizar el
contenido de la denuncia instaurada por CARLOS HUMBERTO
BERNAL AGUILAR y su ampliación el despacho de segundo
grado enfatizó que éste "tuvo conocimiento que los verdaderos
responsables habían sido RAFAEL ARTURO NIETO PALACIO y
ARSENIO ALVARADO, pero decidió denunciar penalmente a
ORLANDO ARDILA, porque le interesaba era recuperar su dinero,
hecho éste que nos indica que se denuncia al acá sindicado, no
por considerarlo partícipe de la conducta delictiva, sino porque
ante la imposibilidad de conseguir a RAFAEL ARTURO NIETO
PALACIO y ARSENIO ALVARADO quiso el denunciante atribuir
toda la culpa a su amigo ORLANDO ARDILA, como forma de
rescatar su dinero, en tal forma que a través de la denuncia
penal lo constriñó hasta lograr le escriturara un apartamento y
una cabaña El hecho de que ORLANDO ARDILA haya intervenido
en la compra del cheque y puesto sus conocimientos en el
negocio, no por esta sola circunstancia puede tenérsele como
partícipe como lo pretende el recurrente, pues sería darle paso a
la responsabilidad objetiva, en la medida que no hay prueba que
demuestre que el sindicado, con división de trabajo o como
cómplice, quiso la estafa que se realizaba. Las consignaciones
que preocupan al recurrente y el aporte del dinero del sindicado,
tienen explicaciones satisfactorias en la medida en que se hacían
para poder cristalizar el negocio y obtener sus comisiones y
fraccionar las sumas de dinero en las cuentas corrientes".

[Folios 42 a 43, ídem]

Posteriormente, afirmó categóricamente que lo


expuesto llevaba a «concluir que ante la preclusión de la
investigación (…) la condición positiva a la que se sujetó la conciliación
o transacción celebrada entre denunciado y denunciante en el proceso
penal, en cuanto a la entrega de aquel a éste de dos inmuebles, resultó
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por completo fallida de acuerdo al artículo 1539 del Código Civil, dado
que su razón estribaba en precaver los efectos negativos consecuentes
de tal proceso, que jamás se dieron debido a que la investigación se
precluyó al establecerse a plenitud que el sindicado no es responsable

de los delitos que se le imputaron». [Folio 44, ídem]

En ese mismo sentido, señaló que «el examen de las


antedichas probanzas lleva al Tribunal a determinar con
total contundencia los aspectos basilares que siguen»:

1. El actual demandado CARLOS HUMBERTO BERNAL AGUILAR


intervino en el negocio relativo a la compra de dólares por su
propia voluntad y a sabiendas de las connotaciones y
contingencias que el mismo implicaba, como quiera que ya había
participado en transacciones semejantes. 2. Si bien ORLANDO
ARDILA SARMIENTO intervino en la mencionada operación y
recibió el dinero entregado para ese fin, actuó en calidad de
intermediario, pues la suma recibida la entregó a quienes eran
tenedores de los cheques a negociar, sin que retuviera ningún
valor. 3. CARLOS HUMBERTO BERNAL AGUILAR siempre supo
que ORLANDO ARDILA SARMIENTO no era el autor de los delitos
de estafa y falsedad en documento privado, pese a lo cual lo
denunció por vía penal con el propósito marcado de recuperar el
dinero entregado. Dicho en otros términos, CARLOS HUMBERTO
BERNAL AGUILAR utilizó a ORLANDO ARDILA SARMIENTO como
una especie de chivo expiatorio en su afán de rescatar a toda
costa el dinero que aportó, aun acudiendo a un denuncio
infundado y temerario, que usó como instrumento de presión
contra éste, con la "connivencia" inicial del ente instructor, como
lo destaca el Fiscal Seccional en su resolución, visto que el Fiscal
Segundo Delegado de la Estructura de Apoyo de modo inusitado
y extrañamente rápido abrió investigación, librando de inmediato
orden de captura frente al incriminado, con diligencia de
allanamiento y registro incluida. 4. Por ello, se explica la
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

cuestionada conciliación o transacción que en los prolegómenos


del caso penal denunciado y denunciante celebraron, que en lo
concerniente a la entrega de los dos predios allí señalados se
sujetó a la condición positiva tantas veces puntualizada, que
devino en fallida al precluirse la investigación en favor del
imputado ORLANDO ARDILA SARMIENTO. 5. La ahora
demandante GRACIELA COLMENARES GÓMEZ no intervino para
nada en la ya nombrada negociación de los cheques, ni tampoco
recibió cantidad de dinero alguno en desarrollo de la misma. Sin
embargo, vino a verse involucrada en el contrato de compra
venta que se realizó el 3 de octubre de 2003 por virtud de la

conciliación o transacción en comento. [Folios 45 y 46, ídem]

En ese orden, a continuación concluyó que:

(…) al resultar fallida la condición positiva que se ha


especificado, inequívoco es que los contratos de compraventa (…)
inmersos en las escrituras públicas N° 3496 y N° 5656 (…),
celebrados por GRACIELA COLMENARES GÓMEZ y OLGA URIBE
AGUILAR, el primero, y entre OLGA URIBE AGUILAR y CARLOS
HUMBERTO BERNAL AGUILAR el segundo, carecen de causa
jurídica, porque en últimas la primigenia vendedora GRACIELA
COLMENARES GÓMEZ cumplió una obligación inexistente,
asumiendo así a nombre de su cónyuge ORLANDO ARDILA
SARMIENTO el pago de lo no debido, (…) produciéndose por tanto
un florecimiento en el patrimonio del demandado CARLOS
HUMBERTO BERNAL AGUILAR, quien finalmente recibió el
predio, sin que ni la actual actora ni su esposo tuvieran
obligación alguna para con él ni fueran sus deudores; al igual
que un empobrecimiento correlativo en el patrimonio de la
demandante GRACIELA COLMENARES GÓMEZ, que transfirió el
inmueble a OLGA URIBE AGUILAR porque así se convino en la
conciliación o transacción tan citada, sin recibir ningún precio a
cambio, predio que después llegó al dominio del demandado
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

CARLOS HUMBERTO BERNAL AGUILAR, quien en la actualidad

lo conserva. [Folios 46 y 47, ídem]

Posteriormente, el Tribunal se ocupó del tema


referente a la inexistencia de otras acciones a las que
pudiera acudir la gestora en busca de la protección de sus
derechos patrimoniales, a pesar de que «aquélla celebró un
contrato de compraventa con OLGA URIBE AGUILAR sobre el predio
que luego llegó al dominio del demandado CARLOS HUMBERTO
BERNAL AGUILAR», porque:

La acción de nulidad relativa por vicios del consentimiento no


sería de recibo porque no hay certidumbre probatoria alguna que
dé pie a inferir que hubo un constreñimiento o presión en contra
de GRACIELA COLMENARES GÓMEZ, quien fungió como
vendedora al ocurrir el contrato de compraventa, porque al
celebrarlo lo hizo ante la conciliación o transacción convenida en
el proceso penal con miras a proteger la libertad de su cónyuge
ORLANDO ARDILA SARMIENTO. Luego, no obstante, que la
condición de tal acuerdo resultó fallida, ello no instituye un vicio
del linaje del ya referido, ni menos en cabeza de la prenombrada
vendedora.

La acción de lesión enorme por el precio irrisorio de la venta


inmueble, tampoco procedería, porque pese a que en las
mentadas escrituras se estipulo un precio de $5.000.000 y de
$4.900.000 en cada uno de los contratos, en realidad no hubo
pago (…). Por ende, la total inexistencia de pacto de precio y
obvio su no cancelación, impiden esgrimir el aludido instrumento
(…).

Según con holgura se ha determinado la actora GRACIELA


COLMENARES GÓMEZ no intervino en la conciliación o
transacción realizada en el proceso penal, dado que no fue sujeto
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

procesal en ninguno de los extremos en ese asunto. Por tanto, no


se ve cómo podría invocar la nulidad y porque motivo de tal
negocio jurídico.

En el contrato ínsito en la tan aludida escritura pública No 3496


del 3 de octubre de 2003, se estipuló el pacto de retroventa,
confiriéndole a la vendedora la facultad de recobrar el Inmueble
en un plazo de seis meses posteriores a la firma de ese
documento. Ello, como ya lo hizo ver la Corporación, denota que
la real intención de CARLOS HUMBERTO BERNAL AGUILAR era
facilitar que el predio retornara al dominio de GRACIELA
COLMENARES GÓMEZ ante la condición acordada en la
conciliación o transacción, se recuerda para precaver los efectos
negativos del proceso penal. Sin embargo, la fijación de tan
reducido término de seis meses, pese a que el artículo 1943 del
Código Civil contempla un tiempo para intentar la retroventa de
cuatro años contados desde la fecha del contrato, muestra la
forma habilidosa como el señor BERNAL AGUILAR manejó el
tema, a lo mejor asesorado por un abogado, a sabiendas que en
tan corto lapso no habría un resultado definitivo en el proceso
penal adelantado por la Fiscalía, pues se recaba que la
preclusión de la investigación en beneficio del denunciado
ORLANDO sólo vino a alcanzar firmeza con la resolución de
segunda instancia emitida el 3 de octubre de 2007.

A su vez, la acción de resolución del contrato de compraventa por


no cumplimiento de la condición a que se supeditó la conciliación
o transacción tampoco sería viable de incoar por parte de la
demandante GRACIELA COLMENARES GÓMEZ, porque la tan
rotulada condición no fue convenida de forma expresa en el
documento escriturario contentivo del mencionado contrato, lo
cual se erige en un obstáculo insalvable para la vendedora de
alegar ese mecanismo por dicha circunstancia.

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Repárese que la actora GRACIELA COLMENARES GÓMEZ


promovió ante la Rama Judicial la acción de simulación del
conocido contrato, que fue negada en sentencia del 2 de mayo de
2011 dictada por el Juez Trece Civil Municipal de Bucaramanga.

Queda así esclarecido que la única acción que podía ejercitara la


actual demandante GRACIELA COLMENARES GÓMEZ en
resguardo de sus derechos e intereses patrimoniales es la de que
da cuenta el presente proceso.

Por último, la exigencia inherente a que la acción de in rem verso


es usada en éste caso por la actora GRACIELA COLMENARES
GÓMEZ para sustraerse a lo preceptuado por los artículos 1527 y
2314 del Código Civil, según lo argüido por el demandado
CARLOS HUMBERTO BERNAL AGUILAR a través de su vocero,
no es plausible por el principalísimo argumento de que la
obligación condicional contraída ante la conciliación o
transacción celebrada nunca tuvo vida jurídica, pues la condición
positiva de la cual pendía resultó fallida, insiste la Corporación.
[Folios 48 a 50, ídem]

Y finalizó su estudio refiriéndose a la imposición de la


condena, frente a la cual advirtió que el fin de la acción de
enriquecimiento sin causa era resarcir el daño causado, por
lo que no podía proceder a retrotraer las cosas al estado en
que se encontraban con anterioridad a la venta efectuada
por la demandante, lo cual hizo en los siguientes términos:

Al punto es menester interpretar los hechos de la demanda


genitora del proceso para acompasarlos de cara a las
pretensiones formuladas y frente a la naturaleza y alcances
propios de la acción de in rem verso. De contera, se convendrá a
declarar que como secuela del suceso de los dos contratos de

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01943-00

compraventa tan aludidos frente a la demandante y a la parte


demandada se produjo un empobrecimiento y un enriquecimiento
patrimonial sin justa causa, respectivamente. A su turno, la
petición de la parte actora direccionada a que las cosas vuelvan
al estado anterior a las escrituras públicas que se extendieron no
es de recibo, por su índole contractual. Igual suerte corre lo
deprecado por la parte accionante en el sentido de condenar a la
parte demanda[da] al pago de indemnización por daño
emergente, lucro cesante y perjuicios morales, ya que conocido es
que el objeto del enriquecimiento sin causa es el de reparar un
daño no el de indemnizarlo, conforme se ha precisado por la
jurisprudencia.

Por tanto, en procura de la efectividad de la acción que se acoge,


se condenará al demandado CARLOS HUMBERTO BERNAL
AGUILAR a pagar a la actora GRACIELA COLMENARES GÓMEZ
el equivalente en dinero al valor integral del predio que tiene bajo
su dominio, rubro que constituye la porción en que se enriqueció

(…). [Folios 51 y 52, ídem]

Puestas así las cosas, se concluye que la colegiatura


acusada concluyó, bajo una interpretación razonable y
mediante el análisis conjunto de las pruebas, que el
acuerdo efectuado entre el accionante y el cónyuge de la
demandante no tuvo la connotación de conciliación de cara
a finiquitar el asunto penal sino de precaver unos
eventuales perjuicios, por lo que al precluirse la
investigación por atipicidad de la conducta, aquél perdió
cualquier efecto vinculante; también se encuentra que
aunque en algunos apartes el sentenciador refirió al «pago
de lo no debido» ello no derruye los argumentos de la
sentencia en los cuales fueron analizados uno a uno los
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presupuestos de la acción de enriquecimiento sin causa; y


que el fallador expuso motivadamente las razones por las
cuales, en su criterio, esa era la única acción a la que podía
acudir la demandante.

4. Aquellas consideraciones no evidencian capricho de


la Sala de Decisión, como tampoco sus razones merecen el
calificativo de absurdas ni de autoritarias, de modo que no
se amerita el otorgamiento del amparo invocado, más
cuando se tiene claro que no se puede recurrir a la acción
tutelar para imponer al fallador una determinada valoración
de las pruebas, a efectos de que su raciocinio coincida con
el de las partes, porque, es precisamente en ese campo en
donde se expresa con mayor fuerza su independencia.

Así lo ha sostenido la jurisprudencia, precisando que:

(…) sólo es factible fundar una acción de tutela, cuando se


observa en el caso concreto, que de manera manifiesta el
operador jurídico ejecuta un juicio irrazonable o arbitrario sobre
la valoración probatoria por fuera de las reglas básicas de
realización, práctica y apreciación, las cuales se reflejan en la
correspondiente providencia. El error en el juicio valorativo, ha
dicho esta Corte, debe ser de tal entidad que debe ser ostensible,
flagrante, manifiesto y el mismo debe poseer una incidencia

directa en la decisión (CSJ STC, de 24 jun. 2004, rad.

00142-01; 27 jun. 2007, rad. 00911-00; 3 nov. 2009,


rad. 01371-01; 16 jun. 2011, rad. 01192-00; 25 ene.
2012, rad. 00001-00, entre otras).

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Nótese, por demás, que ninguna de las condiciones


señaladas, que configuraría defecto en el juicio de
valoración de los medios probatorios con entidad de tornar
procedente el amparo, se vislumbran, de ahí que en esta vía
no es posible interferir en la labor que el Tribunal acometió
con respaldo en la autonomía que le reconoce la
Constitución Política.

5. Reitérese que el instrumento de protección de los


derechos fundamentales no se puede emplear únicamente
porque los intervinientes en el proceso disienten del criterio
del juez natural, ni, como si se tratara de una instancia
adicional, para que se revise nuevamente la problemática
allí discutida.

6. Por los anteriores razonamientos, se impone


denegar el resguardo reclamado.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,
DENIEGA la protección constitucional solicitada.

Comuníquese lo aquí resuelto a los interesados por el


medio más expedito; y, en su oportunidad, remítase el
expediente a la Corte Constitucional para su eventual
revisión, en caso de no ser impugnado este fallo.

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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

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