Sei sulla pagina 1di 253

el delito

de opinión
pública:
papel de la ideología
en el derecho de la
información
LeoneJ Femánde.z
el delito
de opinión
pública:
papel dela ideolo8ía
en el derecho de la
inform.ación

LEONELFERNANDEZ
PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SANTO DOMINGO

OOLECCION EDUCÁCION y SOCIEDAD No. 10

VOLUMEN CCLXXIV

~1979
Edltota de la UASD
ApaI1lIdo POItaI No. 13SS
Santo Dominio, República Domlnlt_
Edlc:lón a carso de ErIelanla Mlr

ImprMoen
Editora"Alfa y Om."
J- ConIlWal No. 69, Tels. 532-5577/78
Santo Dominio, Repúblk:a Domlnlc:ana.

Tftulo OrItNl:
"EL DELITO DE OPINION PUBLICA:
PAPEL DE LA IDEOLOGIA EN EL DERECHO DE LA INFORMACION"
AUbw:LEONELFERNANDEZ
Compo5ltlán: Martos Camarena
Diagramatión
y Diseñode Portada: 'olé_Ader
Se recomienda la publicación de la tesis: El
Delito de Opinión Pública: Papel de la Ideología en
el Derecho de la Información, para que la misma
sea utilizada como texto de consulta y de informa-
ción.
(Resolución No. 12-79-a, de fecha 8 de mar·
zo de 1979, del Consejo Técnico de la Facultad de
Ciencias Jurídicas de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo).

5
A MI MADRE:

YOLANDA REYNA, ante quien la universalidad de las palabras re-


sultan minimizadas, por la finura de su alma y la grandeza de su sacrifi-
cio.

AL PROFESOR JUAN BOSCH, ya través de él, a todos los compañeros


del Partido de la Liberación Dominicana, verdaderos hombres y muje-
res,.que sacrificando su presente, ya son la aurora del porvenir y las lu-
ces de lo perenne.

7
U n Marsias soñó que degollaba a Dionisia. Este lo mandó a
matar, diciendo que no habrCa soñado por la noche si no hubiera pen-
sado en el d(a. Fue una acción tiránica, pues aunque hubiera pensado
no habCa ejecutado. Las leyes no deben castigar más que los hechos.

Nada hace más difCcil la calificación del crimen de lesa majestad,


que el fundarse la acusación en palabras. Las palabras ~án sujetas a in-
terpretación; y hay tanta diferencia entre la indiscreción y la malicia,
y tan poca entre las expresiones que la una y la otra emplean, que la
ley no puede someter las palabras a una pena capital; a na ser que decla-
re expresamente qué palabras son las que a tal pena quedan sometidas.

Las palabras no forman un cuerpo de delito, no quedan más que


en la idea. Generalmente no son delictuosas por sI mismas, ni por s(
mismas significan nada, sino por el tono en que se dicen. Suele suceder
que, repitiendo las mismas palabras, no encierran siempre igu~1 sentido.
El sentido depende no solamente del tono, sino también de la relación
que tengan con otras cosas distintas de las expresadas. Algunas veces
dice más el silencio que todos los discursos. No hay nada tan equivoco
como las ~alabras. ¿y ha de incurrirse con ellas en un crimen de lesa
majestad? Dondequiera que se entiende asC, no existe la libertad, ni
siquiera su sombra".

Montesquieu
"EI EspCritu de las Leyes"

9
INTRODUCe: ION

En su excepcional obra teatral, El Rinoceronte,.Eugéne lonesco,


el máximo exponente del teatro vanguardista, presenta la horrible his-
toria de una enfermedad denominada rinoceritis.

En esa historia, en efecto, se cuenta como un d(a, en forma ines-


perada, Serenguer, el protagonista de la obra, la señorita Daisy, mucha-
cha de la que siente profundamente enamorado, y Jean, su amigo, pre-
sencian dos rinocerontes corriendo por la calle principal de la ciudad.

Con el correr de los d (as, aparecen más y más rinocerontes. La si·


tuación se torna verdaderamente espectacular y escalofriante. Los per-
sonajes centrales en torno a los cuales se desarrolla la trama, lucen des-
pavoridos y desconcertados, pues son los propios habitantes de la
ciudad que no sólo se han transformado en rinocerontes, sino que
sienten el vehemente e incontrolable deseo de convertirse en estos pa-
quidermos de coraza verdeoscura.

Al final, sólo dos personas conservan su sentido humano: Seren-


guer y Daisy.

Daisy, sin embargo, no resiste la tentación de hacer exactamente


lo que ha hecho todo el mundo, y se convierte en un rinoceronte. Be·

11
renguer queda solo. Y al caer el telón, que anuncia el fin de la obra,
lanza su desafiante y descomunal grito de: "No capitularé".

Al márgen, quizás, del carácter teatral, es posible asegurar que


tal es el signo de nuestros tiempos.

La moderna sociedad capitalista ha llegado a un grado tal de


desarrollo y masificación, que ya no es posible hablar de una concien·
cia individual, fruto del libre albedrfo, sino más bien de una unifor-
midad de la conducta, impuesta por la continua proyección de imá-
genes, mensajes y slmbolos, a través de los medios de comunicación.

El hombre moderno es un ser desprovisto de juicios y valores


criticas personales. Es un mero repetidor de fórmulas que le son di·
rigidas, sin que él sepa discernir su esencia y propósitos.

En otras palabras, el hombre moderno, no es más que simple-


mente, un ser profundamente enajenado.

La enajenación del hombre moderno se lleva a cabo bajo la


bandera de conceptos tales como el de libertad de opini6n y liber-
tad de expresión.

¿Existe, pues, realmente una libertad de opinión?

En verdad, esto no es más que un mito, pues los que manipulan


la conciencia de los hombres, los que hacen que los hombres no sean
más que auténticos rinoceronces, s610 otorgan la facultad de opinar
sobre la base de los mensajes que ellos proporcionan.

Expresado de manera más clara, la libertad de opini6n sólo se


concede en la medida en que favorezca los valores del status quo, y por
consiguiente, los intereses de una minor(a explotadora.

Los valores del status quo son fijados por.,medio de la imposici6n


de la ideolog(a que los caracteriza; y al imponerse a través de los medios
de comunicación, conforman la opinión pública.

Pero esa opinión pública, como se puede constatar, es falsa, por-


que únicamente va a reflejar la ideolog(a de la clase dominante.

¿Qué resultada, si sustrayéndose a la enajenadora uniformiza-


ción y masificación de la conducta, la clase dominada intenta, por su
parte, traducir su ideología en opinión pública?

Para tales efectos, la clase dominante ya ha conformad u la estruc-


tura juddica indispensable que le permita elevar a categoría de delito,
esa acción históricamente justificable.

Es lo que aqu( denominamos, el delito de opinión pública.

Debido a que ni en la doctrina juddica nacional, ni en la jurispru-


dencia, ni en la legislación actual, se encuentra nada bajo la calificación
directa de delito de opinión pública, es posible que alguien, juzgando a
priori, deslice la tesis de que se trata de una fábula inventada por el
autor.

D~sde luego, se tratarla de una equivocación, pues la verdad es


que el delito de opinión pública empezó a conformarse, aunque vaga-
mente, con nuestra primera ley de prensa, la No. 81 del 18 de mayo de
1846, y lo que es más aún, se encuentra vigente en el esp(ritu de nues-
tra legislación actual.

Tal vez, en ese sentido, el único papel del autor haya sido el de
haberse atribu(do la facultad de bautizar con un nombre y un apelli-
do, una categor(a jurfdica que permanec(a, inexplicablemente, en
clandestinidad y anonimato.

En términos generales, el trabajo aqu( expuesto constituye un

13
esfuerzo por sistematizér, desde una perspectiva sociológica, el papel
de la ideolog(a en el derecho de la informaci6n.

En tal sentido, es creencia del autor que los juristas pueden de-
sempef'lar un gran papel, como lo reconoci6 la Conferencia Interguber-
namental sobre Pol(ticas de Comunicaci6n en América Latina y el Ca-
ribe, celebrada en San José, Costa Rica, del 12 al 21 de julio de 1976,
bajo los auspicios de la UNESCO, al fijar en su recomendad"" No. 4,
que el organismo de las Naciones Unidas para la Educaci6n, la Ciencia
y la Cultura, propicie la realizaci6n de reuniones de juristas profesio-
nales y cienHficos de la comunicaci6n, tendientes a lograr una defi-
nici6n jur(dica y la estructuraci6n de los nrincipios del Derecho de
la Comunicaci6n.

El autor no puede terminar estas palabras introductorias sin dejar


de testimoniar su profundo sentido de gratitud hacia todas aquellas
personas que de una forma u otra contribuyeron a la realizaci6n de es-
te trabajo, en especial, al profesor y amigo, Rafael Núñez Grasals, direc-
tor del Departamento de Periodismo de la UASD, sin cuyo arsenal bi-
bliográfico, puesto a su disposición, no hubiera sido posible adelantar
un solo paso, a su predilecto amigo, Dr. Julio Samuel Sierra, por la ge-
nerosa cooperación brindada, al compañero y amigo Ramón Candelaria,
cuyo interés de colaboración desinteresada fue siempre manifiesto. a la
doctora Miriam Michel de Campusano, y a la Lic. Luz Mada Vásquez
Fernández de la Sala de Revistas de la UASD, por la cortesía y amabi-
lidad con que siempre contribuyeron, al Dr. Pascal Peña Peña, Silvia
Reyes y Joaqu ín Gerónimo, así como a todos aquellos amigos y perso-
nas que brindaronl su cálido auxilio al autor.

Desde luego, a pesar de su colaboración, que juddicamente se


traduce en "complicidad", ninguna de las personas mencionadas puede
ser responsable de ciertas ideas que pretendiendo sustraerse a la "rino-
ceritis" general de nuestros tiempos, desemboquen en un delito de opi-
ni6n póblica.

14
Esas son de la única responsabilidad del autor, que como en
la obra de lonesco, al bajar el tetón, vocifera el grito de Berenguer,
frente a las tentativas de la clase dominante por hacer de la &;pecie hu-
mana, una sola masa uniforme. ¡No capitularemos!.

15
ACLARACION NECESARIA

L uego de que este trabajo fuera presentado como Tesis de Grado


para la obtención del tltltlo de Doctor en Derecho en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, se promulgó, el 8 de septiembre de
1978, la ley No. 1, mejor conocida por el nombre de ley de Amnistla,
en la cual quedaron expresamente derogadas, en virtud de lo establecido
en su artrculo 6, las leyes números 6, 70 y 71.

Debido a que el elemento legal del delito que hemos calificado de


opinión póblica descansaba en parte en lo consignado por dichas leyes,
que prohibran la proyección de imágenes y slmbolos comunistas, es
decir, de elementos comunicativos contrarios al orden social capitalista
existente en la República Dominicana, podr la argumentarse, apoyándo-
se en la máxima jurrdica que dice "nulla poena, sine lege previa", que
esta categorfa delictual, cuya existencia a lo largo de toda nuestra vida
constitucional delineábamos, quedaba también derogada.

Más aón, dado el hecho de que el delito de opinión pública es


medularmente de corte ideológico, esa argumentación, aparentemente,
enéontraba un sólido apoyo en el esprritu del segundo de los consi-
derandosde la referida ley, que sostenía que "al iniciarse un nuevo perro-
do constitucional de ~bierno, era constructivo propender a la creación
de un clima de paz y r;onoordia y comprensión de todos los dominica-

17
nos estimulándolos a su unificación, libres de agravios y sin distinciones
ideológicas, para la tarea de la estabilización pol(tica el engrandecimien-
to de la Patria".
Sin embargo, lo cierto es que, a pesar de la derogación de las Leyes
6, 70 Y 71, el delito de opinión pública sigue tan vigente como antes;
y esto se puede captar en la medida en que se comprenda que dado el
carácter de dependencia de nuestro pars, éste se encuentra sometido a
las determinaciones de una estructura de poder que desborda la fron-
tera nacional, y que abarca todos los aspectos de nuestra vida social.
incluyendo, desde luego, el renglón de las comunicaciones.

Por tal razón, hasta que no se proceda a remover ese tipo de es-
tructura de poder imperial, la ideologra dominante será la que dicha
estructura imponga, y como ésta tiene también, aunque no se perciba,
un fuerte influjo sobre lo jur(dico, la proyección de cualquiera ideolo-
gra contraria a su criterio de normatividad, por cualquiera de los me-
dios de comunicación de masas, queda virtualmente al margen de la
ley.
Eso se ha podido comprobar en la propia aplicación de la Ley de
AmnisHa, ya que al regresar al pars, a algunos de los exiliados les fue-
ron incautados libros considerados por las autoridades como de tenden-
cia comunista.
Finalmente, es preciso no perder de vista que la Constitución
de la República expresa de manera ostensible que la libertad de opinión
está garantizada, siempre y cuando no atente contra el orden público
y la paz social.

¿Se podrra saber con exactitud a cuál orden público y a cuál paz
social?
No cabe duda que al órden público y a la paz social impuestos por
la clase dominante, la cual, dadoelcarácter de dependencia del pals, se
encuentra subordinada a la estructura imperial de poder.

L. F.

Santo Domingo, D. N.,


12 de febrero de 1979.-

18
PRIMERA PARTE

LA OPINION PUBLICA
"La ooini6n pública••• es formada y moldeada por una horda de
papanatas ignorantes y engreldos que fracasaron en dedicarse a cavar
zanjas o a fabricar zapatos y hacen un alto en el periodismo en su cami
no al asilo'~

Samuel Clemens

21
LA NOCION
DE OPINION PUBLICA

¿ QUé es la opinión pública?


He ah ( un concepto que la generalidad de las personas cree saber
con exactitud. Es posible que ese pretendido saber sea una consecuencia
inmediata de los falsos valores que genera el sentido común, estimula-
do en este caso por la propia denominación del fenómeno.

Porque, en realidad, para la generalidad de las personas, establecer


el concepto de opinión pública no es más que una tautologfa, ya que en
definitiva la opinión pública no es mas que eso mismo, es decir, la opi-
nión del póblico

Sin embargo, es preciso advertir que las cosas requieren un examen


más riguroso, pues dejarse arrastrar por las ilusiones del sentido común
es totalmente anticientffico. Sólo conduce a la vaguedad y a la anar-
qufa conceptual; a la imprecisión val caos mental.

Como ser racional, el hombre se desenvuelve en dos planos: en el


mundo de la realidad y en el mundo de lo imaginativo. Entre la realidad
y la expresión de la realidad intervientm elpmAntos intermediarios: los
sfmbolos.

Son precisamente esos sfmbolos, orales o escritos, los que permi-

23
ten la manifestación de la opinión, de donde se desprende que el crite-
rio de opinión póblica está (ntimamente vinculado al surgimientO del
lenguaje, V por consiguiente, a la naturaleza misma del hombre, que por
ser un animal social, necesita de un instrumento comunicativo para
transmitir las ideas, opiniones V conceptos que le aseguren su super·
vivencia en el conglomerado social.

El estudio del concepto de opinión póblica corresponde a la psico-


logra social, pero igualmente compete a la sociologra de la comunica-
ción V a la sociologra polrtica, as( como a otras ramas de las ciencias
sociales.

Para comprender en toda su dimensión dicho concepto, es nece-


sario en primer lugar, tj~omponerlo en sus dos elementos integrantes,
y definirlos; V en segundo lugar, reconstruir el vocablo para precisar su
contenido.

1.1.- Definición de Opinión:

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ofrece


la siguiente definición de la palabra opinión:

"Opinión: Concepto o parecer que se forma de una cosa cuestio-


nable." Y al definir el verbo opinar, dice as(:

"Opinar: Formar o tener opinión. Expresarla de palabra o por


escrito. Discurrir sobre las rawnes, probabilidades o conjeturas refe-
rentes a la verdad o certeza de una cosa". (1)

As 1, pues, de conformidad con la explicación que nos brinda el


más autorizado diccionario de la lengua española, tenemos que opinión
es un concepto o un parecer que se formula respecto de una cosa
susceptible de ser cuestionada.

(11 Dicclonllrio de 111 Reel Academia de la LenlllJa Espai'lola.

!4
Pero entonces, surge la pregunta: ¿cuáles son las cosas susceptibles
de ser cuestionadas?:

y a tal respecto, tendrfamos que responder que son todas aquellas


cuya existencia resulta controvertible, o de io contrario, ¿CÓmo inter-
pretar la definición que nos brinda el diccionario al decir que opinar
es "discurrir sobre las razones, probabilidades o
conjeturas referentes
a la verdad o certeza de una cosa"?

Pero naturalmente, es innecesario tener presente que ese carácter


controvertible que se expresa sobre la eo<istencia o certeza de una cosa,
tiene que ser en forma oral o por escrito.

Por tal raz6n, K. Young, una de las voces más prestigiosas en el


campo de la investigaci6n de los fen6menos de la comunicaci6n de ma-
sas, al abordar precisamente la definici6n del cOllcepto de opini6n, pun-
tualiza de la siguiente manera:

"Una opini6n es una creencia bastante fuerte o más intensa que


una mera noci6n o impresi6n, pero menos fuerte que un conocimiento
positivo basado sobre pruebas completas o adecuadas. Las opiniones
son en realidad creencias acerca de temas controvertidos o relaciona-
dos con la interpretaci6n valorativa o el significado moral de ciertos
hechos. Una opini6n no es, sin duda, algo tan cierto como una convic-
ci6n, que se relaciona más estrechamente con el sentimiento".

y a continuaci6n agrega:

"Un sentimiento es una creencia emocional y relativamente mo-


derada, que posee gran aceptaci6n. Los sentimientos se relacionan con
objetos o situaciones que no están sujetos a la controversia. Difieren en
este sentido de las opiniones que implican por definici6n la divergen-
cia. O sea, los sentimientos son más fijos; sustentan las costumbres y
la ley. El término sentim:ento se emplea a menudo como sin6nimo
de valor." (2)

(2) K. Younll. Y otrOl. La OPinión PClblic:a y la Propaganda. Editorial Paidós. BuenOl Aires.
1967.Pags,10y 11.

25
De manera, pues, que el rasgo distintivo de la opinión viene a ser
su carácter controvertible, o dicho de otra manera, el "que se forme
de una cosa cuestionable."

Pero conviene también, a fines de mayor esclarecimiento, y como


sugiere el propio K. Young, distinguir entre opinión y actitud.

En tal sentido, se impone cuestionar, ¿qué es una actitud?

Para Gordon Allport, la actitud es una especie de condición


mental y neural de disposición organizada a través de la experien·
cia, que ejerce una influencia directiva o dinámica sobre la reacción
del individuo a todos los objetos y situaciones con las cuales se rela
ciona.

Para Bogardusla, es una tendencia hacia algún factor ambienté.


o en contra del mismo, que se convierte de tal modo en un valor posi-
tivo o negativo, en tanto que para Sherif, la actitud sirve para referir-
se al "cuerpo principal de lo que se halla socializado en el hombre",
lo que hace de las actitudes los principales constituyentes del ego o ser
propio, como de hecho probablemente lo son. (3)

En s(ntesis, una actitud podrla ser entendida como una especie


de tendencia a actuar, esto es, a tamal participación activa en alguna
cosa ,o hecho. Mientras que, la opinión, por su parte, como hemos di-
cho,' no seda más que la formación de un concepto en forma de pala-
bras o escrito, o lo que es igual, en forma simbólica, y que lógicamente
precede la formación de la actitud.

Hasta tal grado es importante, pues, precisar la noción simbólica


de la opinión para producir el efecto deseado, que una palabra correc-
tamente empleada desde el punto de vista gramatical, puede, sin em-
bargo, generar actitudes distintas atendiendo al lugar donde se pronun-
cia.

(3) VéasI!. J.A.C. Brown. TéCnicas de Persuasl6n, Desde la Propaganda al Lavado de Cerebro.
Argentina. 1965, pag. 38.

26
Por ejemplo, al referirse al caso espec(fico de la comunicación
de masas en la RepúbliCél Dominicana, el profesor Juan Bosch, hace
la siguiente afirmación:

"Siendo, como somos, un pa(s pequeño, para fines de comunica-


ción con las masas la República Dominicana tiene complejidades de
pa(s grande, a tal punto que las palabras que tienen un significado en
una región no lo tienen en otra: y en términos de conciencia poi (ti-
ca, las palabras promueven ideas y sentimientos distintos según seé:1 el
sitio donde se digan y según sea la situación particular de cada quien en
el panorama social. Las masas de la Capital, por ejemplo, reaccionan
ante un lenguaje que asustada a las de ciertas zonas del Cibao; la ex-
presión "reforma ayraria" no quiere decir lo mismo para un campesino
del Este que para uno Oe Moca; para el primero es promesa de Tierra,
y para el segundo es amenaza de que Itl quitarán las suyas. (Esto se dice
de manera general, pues también erl Moca hay campesinos sin tierras,
pero nUllca en la misma proporción que en el Este)." (4)

Por otra parte, juega un papel determinante en la fijación de acti-


tudes y opiniones el cúmulo de experiencias previas en el proceso de
socialización de un individuo.

Como ejemplo de esto, Sherif señala el caso de una niña que


al percibir el toque de la puerta de su casa, llama a la madre indicán-
dole Que una señora la busca.

Al darse cuenta la madre de que la señora que la busca es una


negra, le dice a la niño que en realid~d ninguna señora la busca, que
quien la busca es una negra; y que en lo sucesivo no debe confun-
dir una señora con una negra.

Esta reprobaci6n social de la madre respecto de las indicaciones


de la niña, sin duda que provocan la fijación de determinados valores
mentales Que luego se traducen en la plasmaci6n de actitudes determi-
nadas respecto de todas las negras, las cuales según su opinión; deja-

(4) Ju... 8oIch. El Pl'ÓlClmoP~ OiC*iureCon RespeIdo Popular. Sto. Ogo. 1970~. 185

27
Estudiando asr el concepto de opinión, y establecidas las relaciCF
nes entre dicho concepto y los sentimientos y actitudes, procedamos
ahora a examinar el concepto de público.

1.2. Definición de Públi.co:

Al igual que en el caso de la definición del concepto de opinión,


conviene en primer término fijar el significado que sobre este vocablo
establece el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,
el cual dice asf:

"Público: (Del laHn publicus).- Notorio, patente, manifiesto,


visto o sabido por todos." Y en una cuarta acepción: "Perteneciente a
todo el pueblo".

Desdp. luego. la primera idea que salta a la imaginaciÓn es la


de que público, como sustantivo, es sinónimo de gente. Y efectiva-
mente, as( es. Existe una asociación bastante estrecha entre estas dos
palabras. No concebimos el público sino como una integraciÓn de per-
sonas.

Ahora bien, la palabra público ha experimentado una evolución


en su uso. Al principio serv(a para designar la totalidad de los inte-
grantes o miembros de una sociedad. Ha sido utilizada con posterio-
ridad para hacer referencia a "una masa transitoria de individuos que
no se encuentran prÓx imos unos de otros, con un interés común o
general". (5)

A diferencia de la muchedumbre, el público no sostiene contac-


tos directos, relaciones cara a caTa

El público se encuentra disperso en el espacio; la muchedumbre


se mantiene en estado de concentración. El público es el resultado

(5) K. Vounll V otros, op. c:it.. p6g. 8

28
final de los efectos de los medios de comunicación; la muchedumbre,
de un auditorio sometido al empuje de estlmulos directos. El públi-
co es una asociaci6n etrmera; la muchedumbre goza de cierto grado de
permanencia.

Naturalmente, precisar la noción de público no es fácil, por lo


menos cuando se le quiere coronar de una configuraci6n netamente
cientlfica.

W.J.H. Sprott, en un trabajo titulado, La Opini6n Pública, nos po-


ne al acecho sobre tal dificultad.

"Es ditrcil expresar, advierte, en términos exactos qué significa


"opini6n pública". y apunta: "La dificultad estriba en la palabra
"pública", que se usa en muchos sentidos diferentes, y la cual quere-
mos usar para referirnos a una construcción mental esencialmente
informe. Podemos, por supuesto definir "opini6n pública" respecto
de cualquier tema particular en cualquier época en particular en
términos de la gente que realmente tiene una "opini6n" en ese tema y
en ese momento. Conseguirlamos, por cierto, una multitud de públi-
cos, que es lo que estamos buscando, pero se hallarla ausente un rasgo
fundameotal; la coherencia de ciertos tipos de opinión mantenidos
por la misma gente durante un largo o corto perrodo. Debemos comen-
zar más bien con los grupos de gente que forman los "públicos". (6)

Pero resulta que la definici6n de los grupos entrai'la a su vez una


complejidad particular que ha provocado la atención de los sociólogos.

Esa complejidad viene del hecho de la necesaria distinción que hay


que establecer entre la noción de sociedad global y la de grupos.

Sin embargo, hay elementos susceptibles de ser establecidos con


claridad. Al hablar Sprott de la existencia de grupos de gentes que
forman los públicos, se desprende que a diferencia de lo que han sos-
tenido algunos autores que han querido ver en dicho concepto nada más

29
que una asociación de ciudadanos inclinados a la solución exclusiva de
los problemas poi íticos, existen públicos dedicados a la realización de
actividades no espec íficamente poi íticas, tales como los que forman
un público financiero, un público deportivo, un público académico,
etc. aunque en el fondo, en verdad, ninguno de estos "públicos" se
encuentra al márgen de las relaciones poi íticas que se generan en la so-
ciedad que sirve de referencia a la real izaci6n de sus respectivas activi-
dades.

Negar esta incursión de la pol(tica en el ámbito de todos los


tipos de públicos sería colocarlos en una categoría fuera de lugar.

Por último, conviene establecer que la efectividad de los "públi-


cos" se materializa en la existencia de estructuras orgánicas que respal-
dan y dan fundamento a los objetivos que persigue como tal.

Así, es dable tener presente lo que dice Young. cuando afirma que
"La prensa y la radio pueden difundir, condensar e interpretar las ideas,
sentimientos y valores de los públicos dispersos, pero un público se.
vuelve realmente efectivo a través de un partido poi ítico, una iglesia, un
cabildeo, una liga reformista, una asociación de empleados, un sindicato
o algún otro grupo de importancia." (7)

De tal forma, pues, que a manera de conclusión, podemos decir


que la noción de público es de carácter dual: como sustantivo vendría a
ser sinónimo de gente; pero como adjetivo debe ser entendida en el
sentido de todo aquello que se refiere a actividades o hechos humanos
que provocan o despiertan el interés general de la sociedad. Y en tal
sentido, se concibe su diferencia con lo privado, que se caracteriza por-
que no trasciende m~ allá de la existencia de los grupos primarios.

1.3.- Definici6n de Opini6n Públicl:

Hasta ahora hemos examinado el significado concreto de cada una


de las voces integrantes de la noción de opinión pública. De lo que se

(7) lbid•• P'llII. 9 y 10.-

30
trata ahora es de precisar el contenido mismo de dicha noci6n.

Pero para hacerlo, sin embargo, se requiere olvidar el método


empleado hasta ahora. Esto es, en lugar de partir de definiciones para
desarrollar el análisis, aqu ( se precisa proceder a la inversa: desarrollar
un esquema de anélisis previo para luego arribar a la formulaci6n de
una definición.

Las razones de este cambio de método radican en la configurpci6n


de tino ideológico que se encuentra subyacente en la noci6n de opinión
ooblica; pues el concepto es distintamente entendido de conformidad
con las concepciones filos6ficas generales que se tengan del mundo y de
las relaciones de la vida social.

Siguiendo a Adolfo Sánchez Vázquez, podemos desglosar el con-


cepto de ideología afirmando que "La ideología es: a) un conjunto de
ideas acerca del mundo y la sociedad que: b) responden a intereses, as-
piraciones o ideales de una clase social en un contexto social dado y
que: c) gu ían y justifican ur. comportamiento práctico de los hombres
acorde con esos intereses, aspiraciones o ideales." (8)

Este último aspecto práctico de la ideologfa conduce a plantear


que el f(n esencial de la ideología consiste en guiar el comportamiento,
en fijar los patrones de conducta en relaci6n a acciones determinadas.

Asf, si la opinión pública forma parte de un tipo de configuración


ideológica determinada quiere decirse que es simplemente un elemento
más de los que integran las "distintas formas de laconciencia social".
y por ende, el concepto o noción de opinión pública resulta insepa-
rable de la ideología.

Insistimos en este particular porque de conformidad con la con-

(8) Adolfo S"chez VésqulIZ, La Ideolog(a de le "Neutralidad Ideol6gig¡" en las Ciencias


Socieles, Ponencia: Primer Coloquio Nacional de Filosof(e (Morelie. Mich, agosto 1975,
publig¡do en Teor(e. BoleUn del Depert5Tlento de Filosof(e de le Universidad AutOne>
me de Santo Domingo, NClmero 3, Abril 1977. p6g. 4.

31
cepción burguesa de la noción de opinión pública, ésta no es más que el
resultado natural del libre debate que se entabla en una sociedad de-
mocrática en la búsqueda de la verdad, que garantiza el mayor desa-
rrollo y la mayor armon fa de la comunidad o d~ la sociedad.

Esta concepción, que se conoce con el nombre de concepción ilu·


minista, porque nació precisamente en la época de la Iluminación, es
en el fondo falsa e incorrecta. ¿Por qué razón?

Porque no es verdad que el debate público, que supuestamente


vendrfa a ser un resultado de la garanHa de las libertades públicas
establecidas en las constituciones burguesas, se oriente al desarrollo
armónico de toda la sociedad.

Por el contrario, todo el debate, que es manipulado por la clase


dominante desemboca precisamente en una defensa de los valores
establecidos en la sociedad por dicha clase dominante.

y es que no podemos perder de vista que en toda sociedad se


suscitan obviamente puntos generales de coincidencia y puntos genera·
les de controversia, como tampoco podemos perder de vista que esos
puntos de controversia no surgen debido a fuerzas mágicas irracionales,
sino que por el contrario obedecen a designios concretos de una volun·
tad colectiva.

¿De dónde nacen esos designios concretos?

Nacen de las diferentes tendencias ideológicas que se suscitan en


la sociedad.

En efecto, as( como en una sociedad dividida en clases existen cIa-


ses dominantes y clases dominadas, existen igualmente, tendencias ideo-
lógicas dominantes y tendencias ideológicas dominadas. (9)

(9) MlII'ta Hamecker. Los concePtos Elemental. del Materialismo Histórico. Sexta Edición.
Editora Siglo XXI. Argentina. 1872. P'o. 101.

32
Esas distintas tendencias idf!016gicas se corresponden, a su vez, con
formas concretas ciA reor~ntaci6n de intereses clasistas en el seno de
la sociedad; y lo que importa comprender es que en una sociedad
capitalista, por ejemplo, la iaeolog(a de la clase dominante, esto es, de
la burguesfa, se sobrepone a las ideologfas de la pequeña-burguesfa y
del proletariado.

Al relacionar el concepto de tendencias ideológicas, en funci6n del


papel desempeñado por las clases en la sociedad, esto nos hace com-
prender en toda su amplitud la aseveraci6n de N. Palgunov, quien sostie-
ne que "En la sociedad de clases la opini6n pública depende de las cia-
ses que la constituyen"; asf como de que "Una cosa es la opini6n públi-
ca del proletariado y otra la de la burguesfa". (10)

En suma, como se puede constatar, las causas más rec6nditas y


valederas que explican el surgimiento de esos puntos de divergencia
que brotan en las sociedades, las encontramos en el fenómeno de la
lucha de clases.

Porque, en verdad, lo que sucede es qUJ cada clase manifiesta


respecto de los asuntos que son de interés general para toda la sociedad,
sus particulares intereses de clases; y en consecuencia, nace la controver-
sia de opini6n, surge la divergencia de juicios y aparece la disimilitud
de pensamiento.

Pero el hecho es explicable precisamente por medio de los intere-


ses materiales concretos que expresa .::ada clase.

Ahora bien, como ya explicamos, en el proceso de debate de las


ideas que sur4en como resultado de la lucha de clases, es la clase domi-
nante precisamente la que dispone de: poder y la faCUltad para hacer
prevalecer sus puntos de vista, y por ende, imponer una opini6n públi.
ca determinada.

Detengámonos sobre lo que al respeto dice Carlos Marx, padre del


(10) N. Palgunov, La prensa y la Opinión POblica, Editorial Cartago, Buenos Aires. 1966,
pág. 17,

33
socialismo científico.

"Las ideas de la clase domiante son las ideas dominantes en cáda


época; o, rticho en otros términos, la clase que ejerce el poder material
dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual do-
minante. La ciase que tiene a su disposición los medios para la produc-
ción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la
producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo,
por término medio, ¡as ideas de quienes carecen de los medios nece-
sarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra
co:.a que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las
mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por
tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase do-
minante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas.
Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre
otras cosas, la conciencia dc ello y piensan a tono con ello; por eso, en
cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito
de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda
su extensión Y, por tanto, entre otras cosas, también como pensado-
res, como productores de ideas, que regulen la producción y distri-
bución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por ello mismo,
las ideas dominantes de la época." (11)

y efectivamente, ase es.

La clase dominante, que es la que controla los medios materia·


les de la sociedad, controla igualmente sus medios espirituales. En
consecuencia, las ideas de la clase dominante son las que prevalecen,
y la opinión pública que se suscita sobre determinados puntos de
controversia siempre será la que imponga dicha clase dominante.

De manera, pues, que la natural libertad que se permite dentro


de la sociedad burguesa para el desarrollo del debate y la creación de
una opinión pública que tiene por objeto la búsqueda de la verdad para

1111 CarlOl l1li..)(. o. La ldeolog(a Alem_. en Erich Fromm, lIIIarx V su Concepto del
Hombre. Fondo de CullUra Económica. 1962, ~ 221.

34
armonizar mejor las interacciones de la sociedad, no constituyen más
que una ficción. Una falacia encubierta por medio de mecanismos su-
tiles e imperceptibles. Una mentira velada. Un artificio oculto.

Pero,¿qué es entonces la opinión póblica? ¿Cuál es su esencia?


¿C;uál, su contenido?

Por de pronto, no es necesariamente el resultado de opiniones


individuales, como tampoco la sociedad es simplemente una mera adi·
ción de individuos. En uno y otro caso se trata de cuestiones más am-
plias.

Es más, con respecto a la opinión póblica, concretamente, dichas


opiniones individuales pueden constituir mayorla sobre un tema deter-
minado, y aún asf, no formar opinión pública.

Esto se explica, entre otras razones, por el hecho de que el método


técnico apl icable para verificar esa expresión de la mayor la sobre un
hecho determinado, vendrfa a ser el referéndutn, el sufragio universal
o la encuesta de opinión.

Para Alfred Sauvy podrfan distinguirse cuatro formas de opinión,


y son las siguientes:

al Ca opinión claramente expresada, a veces anunciada con es-


truendo;
bl La opinión oral, en ocasiones susurrada, como es el rumor;
c) El sufragio universal, el referéndum o la encuesta de opinión
sin obligaciones;
d) El referéndum o la encuesta con voto obligatorio." (12)

Pues bien, de esas cuatro formas de opinión, sólo las dos prime-
ras se corresponden con la noción de opinión pública.

Pero hay otros hechos que deben ser tomados en consideración

(12) Alfred SauvV,la Opinión Pública, Barcelona, 1971, pág. 8.

35
también para una correcta apreciación de la opinión pública.

Por ejemplo, no eXiste en el mejor de los términos una opinión


pública cuando prevalece un acuerdo total de ideas o una completa
unificación de criterios. Para que haya una verdadera opinión públi-
ca, debe existir algún punto d!3 resistencia, alguna especie de oposición
manifiesta.

A este respecto, W. H. Sprott ha dicho lo siguiente:

"Cuando hablamos acerca de la "opinión" de un público no es-


tamos en realidad pensando en su "opinión" en el sentido intelectual,
como nos poddamos interesar en la opinión de un biólogo acerca del
problema Lysenko; estamos pensando en la I(nea que toman a favor
o en contra de alQuno cuestión en disputa."

y más adelante, agrega:

"Si todos sostuvieran exactamente el mismo punto de vista sobre


una cuestión y nunca lo mencionaran, de modo que nadie supiera que
cualquier otro pensó alguna vez en eso, no tendrfa sentido decir que
existe una opinión pública sobre ese tema". (13)

Por otra parte, no cabe dudar de que existen ciertos temas respec-
to de los cuales la generalidad de la gente tiene una opinión.
oplnlon.

Esos temas constituyen una variada gama. Lo mismo pueden ser


sobre poi ftica que sobre religión, sobre filosofra que sobre ciencia, etc.

No obstante, Alfred Sauvy expresa con toda razón que carece de


sentido hablar de la existencia de una opinión pública contra los terre-
motos, el incesto o la poliomielitis.

y es que como él mismo sostiene, "La opinión pública, es a menu-

(13). W.J.H. Sprott. en La Opinión Póblica y la Propaganda. op. cit. pág. 76.

36
do una fuerza polhica, y esta fuerza no está prevista por ninguna cons-
titución". (14)

y es asL La opinión pública se crea alrededor de temas de car~ter


pol(tico; y en verdad eso no es nada sorprendente. ¿Por Qué?

Porque los intereses concretos de las distintas clases sociales en-


cuentran su medio de canalización y expresión por medio de la poi f·
tica. Porque es la poi rtica la ciencia del poder, a través de <;.uyo control
la clase dominante impone sus puntos de vista.

Al entrar en lucha las distintas clases, originalmente cobra un


carácter ideológico, esto es, escinde, como dice Gino Germani, su con-
tenido en dos irreconciliables seclOres: "ei sector "ideológico" corres-
ponde a la opinión pública de la clase en descenso y el sector "objeti
ve" correspondiente a la opinión pública de la clase en ascenso." (15\

T oda lo cual, finalmente, nos gu fa hacia la idea de que el conteni-


jo mismo de la opinión pública es un contenido clasista que, como
acabamos de expresar, impone el punto de vista de la clase dominante.

Naturalmente, si el contenido mismo de la opinión pública tiene


un carácter clasista, igual sucede con el concepto. Y en efecto, el con-
cepto de opinión es un concepto clasista que vada en su definición,
atendiendo a la posición de clase que cada autor tenga en la sociedad.

Para N. Palgunov, "La opiniÓn públ ica es el conjunto de opinio-


nes, juicios, conceptos, apreciaciones, puntos de vista que acerca de
diferentes aspectos de la vida del pueblo y del Estado reinan en la so-
ciedad en sus diferentes capas y clases", agregando: "Nil"lguna fase de
la vida humana, colectiva o individual, particular, estatal y social, pasa
inadvertida a la opinión pública, no escapa a su atención. Tanto los
problemas de la poi ftica y la econom fa como los de la vida cotidiana y

(14) Alfred Seuvv, op. cito P'll,6.

(15) Gino G8rf1"lWli. Surgimiento V Crisi' de la Noci6n de Opinión P¡)blica. en la Opini6n


PCJblica V ~II PrOP6ganda. ob.. cit•. p6g. 104,

37
de la moral, son examinados con igual interés por la opinión pública,
y acerca de ellos pronuncia su veredicto."

No obstante, el mismo autor ya habfa esclarecido previamente


que la prensa, que es un instrumento para formar la opinión pública,
"es un poderoso medio de influencia de las clases dominantes sobre
las masas populares, un instrumento importantfsimo de propagación
de conocimientos poi fticos y cientfficos, un poderoso recurso de la lu·
cha polftica," (16) con lo cual viene a coincidir con Sauvy, que le atri-
buye, igualmente, a la opinión pública el carácter de una fuerza poi f-
tica.

Pero estas mismas ideas nos hacen comprender de manera feha·


ciente, que contrario a como piensa la generalidad de las personas, la
opinión pública no siempre es la opinión de la :nayorra, como ya habfa-
mos dicho; aunque, realmente" una verdadera opinión pública debiera
ser la consecuencia de la opinióri de esa mayor fa. Pero esto, que no
resulta posible lograr debido a la naturaleza misma del proceso de las
distintas tendencias ideológicas, que hemos venido describiendo, ha
sido llamado por Lasswell "consensus", o "coincidencia um1nime de la
opinión" pero no opinión pública. (17)

Para Walter Lippman, una de las figuras más autorizadas en los Es-
tados Unidos sobre el problema de la opinión pública, dicho concepto
puede ser explicado asf:

"llamamos, en general, asuntos públicos a aquellos rasgos del


mundo exterior que tienen algo que ver con el comportamiento de
otros seres humanos, en la medida en que ese comportamiento se cruza
con el nuestro, depende de nosotros o nos resulta interesante. Las
imágenes mentales de estos seres humanos, las imágenes de ellos mis-
mos, de los demás, de sus necesidades, propósitos y relaciones, consti·

(16) N.P.lgunal.op.cit pdgs.l6-17.


(17) Lino Rodrrguez Ari. BulUrTlllrlte. La Opi",~ Póblica V la Pol(tica. pUblicado en
Anu.io de Derecho. Organo de la Fecultad de Derecho V Ciencias ~Polítlc.lll de la Un~
\/ersided de Pen."•• Mo 111. No. 3, Diciembre 1958 ~ 24.

38
tuyen sus opiniones públicas. Aquellas imágenes, influidas por grupos
de personas o por individuos que actúan en nombre de grupos, cons-
tituyen la Opinión Pública, con mayúscula." (18)

Para Kimball Young (quien establece dos tipos de enfoques sobre


la opinión pública: uno que considera a la opinión pública como algo
estático; y otro, que toma en cuenta el proceso de formación de dicha
opinión), la opinión pública consiste en las opiniones sostenidas por
un público en cierto momento. (19)

Es posible continuar alargando la lista,. bastante amplia, por


cierto, de las distintas definiciones que se han dado sobre la noción
de opinión pública.

Tal cosa, sin embargo, carecer(a de objeto; pues nos encontrada-


mos con un mismo tipo de conceptualización diferenciado tan sólo
en la forma de expresión.

Desde luego, al mismo tiempo descubrir(amos que esas conceptua-


lizaciones, con excepción de las establecidas por los autores marxistas,
incurren en una misma debilidad, que naturalmente no es producto del
azar, y es que no precisan el papel del factor ideológico en la creación
y amoldamiento de un clima de opinión pública.

Opinión pública e ideologla, tal como hemos establecido, son ele-


mentos inseparables, como resultan también inseparables los concep-
tos de opinión pública y comunicación de masas.

No es posible lograr un estado de opinión pública si no es é! través


de los medios de comunicación de masas, porque es precisamente a
través de dichos medios que fluyen las informaciones que constituyen
la materia prima para la creación del estado de opinión pública.

Ahora bien, al concebir la relación estrecha que existe entre todos


1181 Walter Lippmln. La Opinión POblica. BuenGl Aires. 1964. ~ 30.

1191 K. YOUnll. Plicologra Social de la Opinión Pública y de 101 mmÍOl de Comunicación.


Editorial Paid6l. Buenoa AiraI. ~ 17

39
estos elementos, es decir, entre los conceptos de comunicación de
masas, informaci6n, ideolog(a y opinión póblica, se determina el carác-
ter de clase no s610 de la opinión póblica, sino de todo el fenómeno de
la comunicaci6n social.

Este carácter de clase se vislumbra con mayor nitidez cuando se


comprende que eso que se ha dado en llamar la neutralidad de las in·
formaciones no representa más que un mito; pues tal como lo ha
expresado Camilo Taufic, las noticias no constituyen más que 6rdenes;
las informaciones, mandatos; el periodismo, una forma de direcci6n
social;'y por consiguiente, "se informa para orientar en determinado
sentido a las distintas clases y capas de la sociedad, y con el prop6sito
de que esa orientaci6n llegue a expresarse en acciones determinadas:'

De manera, pues, que sin resultar exagerado, y sin la pretensión


de utilizar un srmil más o menos adecuado, puede asegurarse que la his-
toria de la comunicación es también la historia de la lucha de clases.

Naturalmente, dentro de ese contexto, resulta claro que "Ios me-


dios de comunicaci6n social no jugarár. otro rol que el que quieran
asignarles sus dueños, yasípodránser instrumentos de cultura o instru-
mentos de.incultura; medios de dominio omediosde liberación;elemen·
tos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para enaltecerlo o para
hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicaci6n la que deter-
mina al servicio de quienes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué
valores, de qué clase social. (20)

Analizada desde esta perspectiva, resulta, en verdad, que la opini6n


póblica no es más que la opini6n particular de los propietarios de los
medios de comunicaci6n, los cuales la hacen póblica precisamente a tra·
vés de sus medios de comunicaci6n con el objetivo esencial de preser-
var el status quo, y por ende, su propia condici6n de propietarios.

Es necesario tener pendiente esta noción, pues como examinare-


mos a su debido tiempo. el llamado delito de opini6n pública surge de
(20) CéJTlilo Taufic, Periodismo y Lucha de Clases. La Informaci6n como forma del Poder
Polltico, Buenos Aires, 1974, pAg. 34.

40
un cuestionamiento al status quo, que como atenta contra los intereses
de la clase que se encuentra dirigiendo el Estado, se eleva naturalmente
a la categorla delictual.

1.4.-0plnI6n Públlcl y Propaganda:

Existe una relación bastante estrecha entre los conceptos de opi·


nión púQlica y propaganda y las realidades que ellos definen.

Por ejemplo, al hablar sobre la necesidad de que la clase trabajad~


ra adquiera conciencia oe clase, Marx deda que esta conciencia ten(a
que llegarle desde fuera, en razón del estado de alienación en que los
trabajadores se encontraban a consecuencia de la explotación a que los
sometran los burgueses.
Pues bien, el proceso mediante el cual los trabajadores pasaban a
tener conciencia de clase era un fruto directo de la propaganda.

La propaganda puede ser definida como una especie de intento


que se ejerce para influir en la opinión y en la conducta de los
miembros que componen el conglomerado social.

De conformidad con otra definición, "la prop.aganda es el len-


guaje destinado a la masa. Emplea palabras u otros sfmbolos a los cua-
les sirven como veh(culo la radio, la prensa y la cinematograf(a. La fina-
lidad del propagandista es ejercer influencia en la actitud de las masas
en puntos que están sometidos a la propaganda y que son objeto de
opini6r'i. ;21)

El término propaganda deriva del latfn propagare, que significa


propagar, producir, generar.

Según Jacques Ellul, el primer efecto que resulta posible anali-


zar del fenómeno de la propaganda es el que se puede llamar vagamente
como "cristalización de la opinión pública::. (22)
(21) Jean Marie Domenach, I a Propaganda Poi (tica, Eudeba, Editorial Universitaria de
Buenos Aires, 1962, pág. 8.-
(22) Jacques Ellul, Propagandes. Lib.dlrie ArmanQ Colin, 103, Boulllllerd Saint-Michal Par(s
Ve. pég. 224 SS.-

41
De acuerdo con este concepto, la opinión pública se crea a partir
ele una opiniÓn vaga, inconsistente, no formulada. latente, esto es, por
lo que puede ser llamado "opiniÓn bruta". El papel de la propaganda,
en este terreno, consistirá en transformar dicha opiniÓn bruta en opi-
nión organizada. Al quedar debidamente organizada, dicha opiniÓn
formará, evidentemente, una opiniÓn pública.

Lo que importa recoger en la idea de este autor es el criterio de


que la opiniÓn pública no es una transformaciÓn de las opiniones
individuales en una opiniÓn colectiva, sino más bien, como acabamos
de señalar, que la opiniÓn pública es una opiniÓn organizada por me·
dio de la propaganda.

Al comprender, por otra parte, la estrecha relación que también


se suscita entre la propaganda y la ideolog(a, se pondrá en claro, defini·
tivamente, que la opinión pública no puede ser el resultado del procese
de debate propio de una ('')l'Tlunidad alaeana, sino más bien el tipo
de opiniÓn que se engendra en una compleja sociedad moderna a partir
de una imposiciÓn de la ideolog(a de la clase dominante.

42
"Un periódico es una colección de semi injusticias
que, f)oceado por mucbacbos de cuadra en cuadra,
difunde sus curiosas opiniones
entre un miUón de /t')mbres compaswos y burlones
mientras sus familias disfrutan el e"r.anto de un fuego
de leña
acicateadas por el relato de una agonía solitaria.
Un periódico es un tribunal
donde cada cual es juzgado con bondad e injusticia
por una multitud mugrienta de bombres bonrados.
Un periódico es un mercado
donde la sabiduría fJende SIl libertad
y los melones son coronados por la mucbedumbre.
Un periódico es un /llego
donde el error de un jugador decreta su fJÍctoria
y la babilidad de otro es premiada con la muerte.
Un periódico es un símbolo,
una (Tónica fútil de la fJÍda.
una colección de narraciones altisonan~;,s,
una concentración de estupideces eternas
que en épocas remotas fJÍf)ían en libertad
fHlgando por un mundo sin f)allados. "

Stepben Crane

43
CAPITULO II

LOS MEDIOS
DE COMUNICACION DE MASAS:
ORGANOS DE LA OPINION PUBLICA

H tlmos acabado de explicar las relaciones existentes entre comu-


nicación y opinión pública.

Por comunicación se entiende el proceso por medio del cual se


transmiten significados, se difunden conocimientos, ideas, actitudes,
sentimientos o intenciones de una persona a otra.
Pero al mi~mo tiempo, por comunicaci6n se cp.oIlprende una espe·
cie de acto Hsico que implica la formulaci6n de signos por medio de un
canal entre un emisor y un receptor del mensaje.

En principio, dicho canal fue bastante simple, pues permitfa una


relaci6n personal y directa. Era la conversaci6n, la cual puede ser repre-
sentada por medio del sfmbolo "E-R", esto es, emisor-receptor.

Con el transcurrir del tiempo, sin embargo, y debido al desarrollo


de la ciencia y la tecnologfa, se crean nuevos medios o canales de comu-
nicaci6n, caracterizados ahora por ser fundamentalmente impersonales
e indirectos. Son los llamados medios de comunicación, los cuales, a su
vez, pueden ser simbolizados a través de la f6rmula, "E-M-R", o lo que
es lo mismo, emisor·medio de comunicaci6n-receptor.

El concepto de medios de comunicaci6n es desmesuradamente am-

45
plio, pues implica, sobre todo, cualquier instrumento técnico capaz de
producir significados y transmitir mensajes.

(Y aqu ( precisamente radica la diferencia entre medios de comu-


nicación de masas y comunicación de masas, pues la comunicación
de masas no está constituida simplemente por los recursos técnicos que
se emplean para ha~er transmitir mensajes, concepto que más bien
corresponde al de medios de comunicación).

En términos generales, los medios de comunicación pueden ser


divididos en dos grandes grupos, a saber: los medios de comunicación
impresos, y los medios de comunicación electrónicos.

Para fines de mayor ilustración, presentamos a continuación un


esquema general de los diversos medios de comunicación:

a) Impresos:

1) El libro;

2) El periódico;
3) La revista;
4) El dibujo, la pintura, el afiche, etc.;
d) Electrónicos:

1) La radio;

2) La televisión;
3) Las computadoras;
4) El satélite artificial;
5) El cine, etc.;

Además de los arrihR mp.ndonados , existen los que poddamos

46
calificar de medios alternativos, que se plantean cuando el emisor ha
sentido el bloqueo de todos los demás medios para la comunicaciÓn
de su mensaje.

Hay autores que califican estos medios alternativos de medios pa-


tolÓgicos de comunicaciÓn, entre los cuales citan, el rumor, los carteles
subversivos y hasta el llamado "atentado informativo", que consiste
en la realización de algún hecho espectacular, llamativo o dramático,
que pravOQue la atención de los medios de comunicación, que como
hemos dicho, hasta entonces se hab(an mantenido cerrados al agente
emisor. (23).. Tal es lo que ha sucedido, por ejemplo, en nup.!':tro país,
y otros países de América Latina, con las tomas pacíficas de las igle-
sias, o con las famosas marchas de "bolsillos volteados" y "calderos
vacíos".

El caso más dramático de este tipo de medios de comunicación,


denominado "atentado informativo", lo constituye "Ia fogata huma-
na", una modalidad del suicidio, hecha en forma de protesta, que con-
siste en echarse gasolina al cuerpo, para luego prenderse en llamas
con un fósforo.

2.1.- La Noticia: Materia Prima de la Opinión Pública:

Debido a que en nuestro pa ís constituyen los medios por exce-


lencia de la comunicación de masas, dedicaremos un espacio aparte
al periódico, la radio y la televisión, como órganos de la opinión pú-
blica, pero antes, hagamos algunas precisiones en torno al concepto
de la noticia.

¿Qué es la noticia?

Sobre este particular se ha dado una enorme cantidad de defini-


ciones, atendiendo naturalmente al criterio ideológico que predo-
mine.

47
Para Dovifat, "Las noticias son comunicaciones sobre hechos
nuevos surgidos en la lucha por la existencia del individuo y de la sa-
ciedad." Y añade;

"La noticia necesita: a) ser de utilidad y valor para el receptor; b)


ser nueva, es decir, recién transmitida; c) ser comunicada a través de un
tercero y por consiguiente expuesta a la influencua subjetiva de éste.
Esta influencia, que abarca desde el error inconsciente en la transmi-
sión hasta la orientación consciente de la misma destinada a provocar
en el receptor uno determinada decisión." (24)

Sin duda, acierta el profesor Dovifat al comprender que efectiva-


mente la noticia, maleria prima de la formación de la opinión, puede ser
orientada conscientemente por sus manipuladores, incluso bajo el man-
to de una objetividad y r'dUtralidad ficticias.

El profesor Fraser Bond, de la Escuela de Periodismo de la Univer-


sidad de Nueva York, aclara que "Ia noticia no es un acontecimiento,
-'
por estupendo que parezca, sino el relato que se hace del mismo; no es
lo que ocurrió realmente, sino la versión de lo que ocurrió, lo que nos
llega. Y la define de la siguiente manera: "Noticia es un informe opor·
tuno de todo aquello de interés para la humanidad, y la mejor noticia
es aquella que interesa al mayor número de lectores." (25)

Charles A. Dana, cuando era director del Sun de Nueva York, afir·
mó que noticia era aquello que produc(a exclamacione~. Por su parte,
Stanley Walker definió la noticia como "todo aquello que interesa a
gran parte de la población y que nunca antes se hab(a sabido."

Mitchell V. Charnley, por su lado, afirma que "La noticia... es la


información corriente de los sucesos del d(a puesta al alcance del públi-
co, información a menudo muy importante para hombres y mujeres que

(24) Emil Uovifat. Periodismo. Tomo l. Fundamentos Teóricos y JJrrdicos. Noticia y Opio
ni6n. Len!J.laje y Forma de Expresión. México. PlI11. 98.

(25) Fraser Bond. Introducción al Periodismo. Mpico. pág. 98.

48
desean saber qué deben pensar y cómo actuar. La noticia es la crónica
oportuna, concisa y exacta de un suceso; no el suceso mismo". (26)

En fin, son tantas las definiciones que se han emitido sobre el con-
cepto de noticia, que sería imposible transcribirlas todas aqu (. Sin
embargo, la idea centrai eS clara. Noticia no es el acto u hecho ocurrido
u opinión manifestada. La noticia, más bien, es la relación verbal y sim-
bólica que se hace de estos fenómenos.

Desde luego, hay un elemento que no puede pasar inadvertido den·


tro de una conceptualización general de la noticia; y es el carácter
mercantil que ésta acusa dentro de una sociedad capitalista.

Dentro de una sociedad capitalista, en efecto, la noticia es sim-


plemente una mercanc(a más que se vende al póblico a cambio de un
precio. Naturalmente, al ser una mercanc(a más, la noticia tendrá
como objetivo fundamental, no satisfacer una necesidad de infor·
mación del póblico, sino generar.ganancias para el propietario de la em·
presa period (stica.

Ahora bien, tras haber expuesto el concepto de noticia que forma


el corazón de 10 que se llama "opinión póblica", se hace necesario ahora
proceder a una aescripción v análisis (a través de sus elementos básicos),
de la estructura ósea de la comunicación: el periódico, la radio y la
televisión.

2.2.. El Periódico:

En el mundo moderno, el oeriódico se ha convertido en una espe-


cie de COlllpañero indispensable, pues es precisamente por medio de él
que adquirimos las informaciones necesarias para explicar los fenóme-
nos que de una forma u otra inciden en el destino de nuestras vidas.

Dada la alta explosión demográfica, as( como la multiplicidad y


vastedad de los hechos diarios, no es posible sostener un contacto

:261 Mitdlell V. Chamley, Pwiodilmo Informativo. Argentina, pIig. 17

49
directo permanente con la realidad. De ahr que se haga indispensable la
vertebración de un canal a través del cual fluyan las informaciones que
orienten al pl1blico sobre la realidad de los acontecimientos.
Tal es el papel del periódico y de los demás medios de comuni-
car.ión.
Naturalmente, no podemos olvidar que al ser un pr()Jeedor de
informaciones, o noticias, el periódico se constituye en un moldeador
de la opinión pública.
Por el momento, sin embargo, nos basta realizar una descripción
global de la importancia v de la trascendencia de los periódicos, a nivel
mundial y local, para lo cual presentamos el siguiente cuadro:

CUADRO No. 1
CIRCULACION MUNDIAL DE LA PRENSA
Continentes, áreas mayores Número Total Circulaci6n
y grupos de pa(ses dedra- (millones) estimada por
rios 1000 habi-
tantes.
Total Mundial 1 8100 395 129
Africa 232 4.4 12
Amárica 3122 91 167
Asia 1 2140 82 59
Europa 1812 117 248
Ocean(a 109 6.3 306
Unión SoYiética 658 93.2 373
PaIses desarrollados 1 4723 346 313
Pa(ses subdesarrollados 3350 49 26
Afríca (exduyendo los Es1&-
dos Atabes) 171 2.9 10
América del Norte 1916 68 292
América latina 1206 22 70
Asia (excluyendo los Estados
~) 2067 81 62
ES1IIdos ArJIbeo 135 24 18
No induve e le República Poptuar de China. la República Demo-
critica Popular de -Corea del Norte v la Reoóblica de Viet-Nam.

1271 Fuente¡ UNESCO.StltisCll Y..-boolt.lln5.~.633.

50
Como se observa. el auge mundial alcanzado por la prensa es de tal
dimensión, que diariamente se lanzan en el mundo 395 millones de
ejemplares, lo que hace que por cada mil personas, 129 reciban direc-
tamente un ejemplar.

Sin duda, vivimos t:ln un mundo donde la información juega un


papel fundamental. El mundo moderno se manipula en función de imá·
genes. Esas imágenes están destinadas al cerebro de las personas con la
finalidad de persualirlos a tomar una u otra actitud, esto es. a crear un
consenso de opinión que siempre. yen todas partes. obedece a un crite
rio clasista.

Ahora bien, la prensa no siempre ha tenido el desarrollo sin para-


lelo que hoy dra ha conquistado en la conciencia de la humanidad, por
lo cual se impone. sin salirllos del contexto general del problema aquí
esbozéldo, presentar un ~quema oe la evolución histórica expenmenta-
da por la prensa a lo largo de los siglos.

2. 2.1.- Evolución Histórica de la Prensa:

Al igual que todo cuanto existe en la na~raleza y la sociedad, el


periodismo surge de la necesidad. De la necesidad específica que tiene
el hombre de mantenerse informado y al tanto de cuanto acontece
en su medio.

A diferencia de lo que podrla pensarse, las primeras manifesta-


ciones de periodismo, no fueron en forma escrita. En sus albores, el
periodismo mlls bien se manifestó en forma oral.
Los atenienses que se reun (an en el Agora,asf como los romanos
que se congregaban en el forum, lugares donde llegaban las noticias
de la ciudad y de las colonias. al igual que informes relativos a la marcha
de los negocios públicos. hicieron periodismo, aunque en verdad un tipo
de periodismo que difiere mucho del que se hace en nuestros días.

¿Cuándo surge, pues, la prensa escrita?

Se cuenta que los babilonios tenían personas encargadas de rece>

51
pilar y revelar diariamente los sucesos más importantes. Pero de igual
forma los romanos, a pesar de la tesis de H. G. Wells, de que el Imperio
Romano no pudo sobreVivir por la falta de periódicos, también ten ran
sus métodos de información. Los Sumos Pont(fices de Roma, pero
sobre todo, a partir del año 60 a.d.C. con Julio César, confeccionaron
unas especies de gacetas oficiales llamadas Acta Diurna y Acta Pública,
en las cuales se dan a conocer los acuerdos del Senado y se insertaban
informaciones sobre juegos, actos religiosos y batallas. En Egipto yen
China también existieron publicaciones análogas.

En términos generales, podemos afirmar que en sus primeros


tiempos la prensa avanzó por tres estadios principales:

a) la noticia manuscrita;
b) La noticia impresa; y
c) la periodicidad de la publicación.

En lo que respecta a la noticia manuscrita, es prácticamente impo-


sible asignarle una fecha de nacimiento, aunque se sabe que fue desarro-
llada por verdaderos profesionales de la información, entre los cuales
se han conservado los nombre.-. de Laurence Minot en el reinado de E·
\
duardo 111, de Lydgate, en el d\l Enrique VI, yel de Fenn, el cual fue
especialmente solicitado durante la guerra de las Dos Rosas. (28)

En el siglo XV, la noticia manuscrita cobró su mayor auge en los


dos parsas más dIvididos: Alemania e Italia.

Estos parses constitu ran entonces el centro principal de la vida


intelectual y social, y en el interior de sus ciudades se desarrollaba una
curiosidad indescriptible por los secretos del arte, las ciencias y el saber
general.

-El gran favor público de que disfrutaba la noticia manuscrita fue


lo que impidió su desaparición el surgir la noticia impresa, pues según

(28) GlIIlr" W.lII. El P.,.lódico. Or(lI8I*. ~oIuci6n V Funcl6n de .. Prelllll P8r16d~. ~


lllco.~4.

52
testimonian los documentos históricos, las dos formas de información
existieron conjuntamente hasta muy avanzado el siglo XVI.

Sin embargo, es evidente que ante el empuje de la noticia impre-


sa, a la noticia manuscrita no le quedaba más que un camino: desapare-
cer.

y efectIVamente, asf sucedió. La noticia impresa fue la supulturera


de la noticia manuscrita. Pero a la noticia manuscritaal1n le faltaba el
desarrollo de la periodicidad.

La noticia impresa, claro está, surgió como resultado de la apari.


ción de la imprenta, cosa que sucedió alrededor del ai'io 1440 en la loca-
lidad oe Mainz, cuando Juan Gutemberg, decidió emplear la prensa de
uvas en combinación con los tipos mÓlliles metálicos.

~ periodicidad, sin ~mbargo, parece haber sido inaugurada con la


publicación de almanaques y Céirteles para ser colgados de la pared.

Naturalmente, tras haber adquirido su periodicidad, la noticia


impresa recibió su acta de bélJtismo, pero no fue sino hasta el siglo
XVII, ai decir de Weiss, uno dd los más connotados historiadores del
periodismo, que adquirió su carta de ciudadan{a.

Quizás, el primer periódico en el sentido actual del término fue


el Frankfurter Journal, de Alemania, fundado por Egenolph Emmel
en el 1615, aunque en verdad el primer periódico francés, la Gazene,
existfa desde hada dos ai'ioS, pero sometido al control de la realeza.

Un periódico con idénticas caracterfsticas al Frankfurter Journal


apareció en 1619, ~' fue la Gazette of Antwerp. En 1621 apareció el
perIódico ingles, Weekly Newes.

El primer periódico publicado en las colonias inglesas que poste-


riormente formarlan los Estados Unidos de Norteamérica fue el
Publick Occurrences 60th Forreing and Dornestick. Fue E.ditado en Bos-
tOIl por Benjamfn Harris en 1690. Después, apareció el Baston News

53
Letter en 1704.

En verdad, el periodismo moderno es un resultado del sistema


capitalista; y más espedficamente, un producto de la Revolución
Industrial de Inglaterra.

Como producto capitalista, evidentemente no pod(a escapar, tal


como lo expresamos, a la rfgida lógica de la mercancra. Pero, natural-
mente, al operar dentro del marco de esa lógica, el periodismo se tornó
sensacional ista,

En los Estados Unidos, Joseph Pullitzer y William Rondolph


Hearst contribuyp.ron en forma extraordinaria al desarrollo de este tipo
de periodismo, que consiste en "darle al oúblico lo que el público
quiere,"

La utilizaci6n de grandes titulares, el empleo de tiras cómicas, la


aparici6n del peri0dico tabloid, el desarrollo cada vez más amplio de la
publicidad, hicieron de la prensa una especie de aventura comercial,
un big business.

Y, desde luego, al alcanzar ese status, ya no pod(a ser lo que en un


principio se hab(a propuesto ser: un informador objetivo y serio de los
sucesos que de una forma u otra concern ran al destino de los hombres.
Ahora ya no era más que otro de los tantos negocios que bajo el sistema
de la empresa privada operan en el capitalismo. En sfntesis, un instru·
mento de deformaci6n intelectual.

Al haber expuesto, en términos generales, la evolución histÓri·


ca de la prensa, es indispensable ahora indicar la forma espec(fica en
que la misma evolucionó en Santo Domingo,

2.2.2.-u Prenn en Slnto Domingo:

Antes de entrar en detalle sobre la histOria del perioclismo nacie;


nal, se impone precisar algunas ideas en tomo 3 Il'l introducción de la
imprenta en nuestro pars.

54
En efecto, y a pesar de que se disponen de noticias contradic-
torias, las primeras afirmaciones concretas y objetivas sobre la intro-
ducción de la imprenta en Santo Domingo, se deben, sin duda, a Moreau
de Saint Mery quien ase~ra que para 1783, fecha en que se encontra-
ba visitando la parte oriental de la isla, ya ésta exist(a.

Moreau de Saint Mery lo manifestó as(:

"Hay una imprenta que apenas es empleada en la impresi6n de


hojas, roles, estados y otras piezas del mismo género, para los diferen-
tes ramos de la administración. Está prohibido imprimir en las Colo-
nias ninguna obra que las concierna sin el permiso del Consejo de
Indias, que es lo bastante para que no haya la enfermedad de la publi-
cidad. En la visita a los buques son buscados los libros proscritos por
la inquisici6n; y como Real Convento de San Lorenzo tiene el privile-
gio exclusivo, en España de imprimir los libros de Iglesia, el más antiguo
auditor es privativamente encargado de las causas y procesos que este
privilegio pueda ocasionar en la Isla. Si se imprime una obra en Santo
Domingo, deber(an ser entegados 20 ejemplares al Presidente para ser
enviados al Consejo de Indias, y allC ser enterrados, como todo lo que
llega a ese destino." (29)

El primer periódico publicado en la parte oriental de la isla fué


El BoJetfn de Santo Domingo, órgano del gobierno francés de Ferrand
que circuló de 1807 a 1809, el cual parece haber tenido un carácter
más bien militar.

Por esa razón, podemos considerar que en verdad, el primer pe-


riódico de la historia nacional, fue El Telégrafo Constitucional,
fundado por el Dr. Antonio MarCa Pineda, el 5 de abril de 1821, duran-
te el perCodo de la llamada España Boba. Al tercer n(¡mero de estar cir-
culando El Telégrafo Constitucional, apareci6 El Duende, periódico

1291 M _ de Seint Mwv. Delcription toPClWephique e poIitique dele panie lIIPelP'ole


de L~"" de Salnt-Oomingue, Flladlllfi.. 1796, YO. 11. citado par Emilio Radr(lIUG
Dem.izl en Le Imprenta y 101 P,Im.OI P.i6dicClI de SBnto DomIngD. C.T. 1944.
-,6.

55
que fue dirigido por el Lic. José Núi'lez de Céceres.

Durante el perlado de la Ocupaci6n-- Haitiana qued6 anulado todo


vestigio de prensa en nuestro pafs, y no fue sino hasta la etapa final
de dicho perlodo hist6rico, cuando sobrevenida la separaci6n entre
dominicanos y,haitiano~, luego de realizado el movimiento de La Retor-
ma, empezaron a circular aqu f hojas manuscritas, entre las cuales desta-
caba El Grillo Dominicano, que se debra a la pluma v al ingenio de
Juan Nepomuceno Ravelo, asf como La Chicharra y el Alacrán Sin
Ponzoi'\a.

Durante el periodo de la Primera República :.e creó el periódico


El Dominicano, así como El Oasis, que se iundó el 26 de noviembre de
1854; y más luego el perlado de la Anexi6n vi6 nacer dos periódicos
de cierta importancia: La Razón, que se publicaba Pon Santo Domingo
v El PrOQreso, en Santiago de los Caballeros.
El primer peri6dico verdaderamente informativo, El Eco cie la
Opinión, apareci6 en nuestro pafs en 1879, y fup fundadCl pur Fran-
cisco Gregario Billini; y el primer peri6dico de circuldción diaria lo fue
El Telegranla, fundado por el periodista y escritor César Nicolás Pensón
en el año 1882. El 1 de agosto de 1889 se fundó El Listfn Diario y con
la apélrición del Listfn pasamos a entrar en lo que tal vez podrfamos
llamar la etapa contemporánea del periodismo dominicano.

Durante la tiranfa trujillista, la prensa dominicana entr6 en una


etapa de obscurantismo y censura, y solamente ~xistieron dos periódi-
cos de cierta impo:-tancia: La Naci6n y El Caribe.

En la actualidad, la prensa dominicana dispone de seis órganos


principales de circulacion diaria; y de acuerdo con datos estad fsticos
proporcionados por la UNESCO, en el año 1974, la República Domi-
nicana distribuyO diariamente 197 mil ejemplares de periódicos para
una poblaci6n de algo más de 4 millones de personas.

Veamos el siguiente cuadro que refleja el cambio general operado


en la circulaci6n de la prensa nacional, durante los óltimos años:
CUADRO No. 2

CIRCULACION NACIONAL DE LA PRENSA

130\ Fuente: 'UNESCO Statistical Yearbook, 1975, pág. 635.

Año Número de Total Por 1,000


Periódicos (en miles) habitantes.

1965 7 98 27
1970
1973 7 164
1974 10 197 43

Ahora bien, si querémos entrar en detalle sobre lo que COrrElSpOn-


dió a cada órgano en particular sobre esas cifras generales, tendrfamos
lo siguiente:
CUADRO No. 3

CIRCULACION DIARIA PROMEDIO DE LA PRENSA NACIONAL


ARO: 1974

Nombre del Periódico Total

1.- El Caribe. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 40000


2.- Listrn Diario " 40000
3.- El Sol ..... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 12000
4- Ultima Hora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 42000
5.- El Nacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 35000
6.- La Noticia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 19000

Total 188000

57
Como es fácil detectar, entre las cifras generales ofrecidas por la
UNESCO respecto de la circulación diaria (Cuadro No. 2), y las que se
ofrecen en este cuadro hay una diferencia de nueve mil ejemplares
diarios.

Esa diferencia debe ser atribuida al hecho de que en el cuadro


arriba diseñado se trabaja sobre la base de los seis órganos diarios de
mayor circulación nacional, y no sobre la base de diez órganos diarios
registrados por la UNESCO en sus datos estad (sticos correspondientes
al año de 1974.

.. I

ZOC\,_
n
-'

".-
... -
... -
I

23.-L..RHlo:

En nuestros d (as, la radio se ha convertido en uno de los más im

58
portantes medios d~ (,;Qmunicaclon, y por consiguiente, en uno de los
mas efectivos forjadores de la opin i6n pÓblica.

En un mundo donde una gran parte de la humanidad desconoce


los secretos de la alfabetizaci6n, este medio desempeña un papel sing..¡-
lar en la transmisi6n de los mensajes.

Pero además, los efectos logrados por la radio resultan incalcula-


bles. Ya no hay distancias infranqueables para los fines de la comu-
nicaci6n. Ya es posible cruzar océanos y salvar montañas, atravesar
grandes distancias y surcar los aires.

Por medio de la radio, se ha logrado ensanchar la voz humana y


hacerla penetrar en todos los hogares. Pero, por otra parte, debido
al desarrollo del transistor, este medio de comunicación de tipo
electr6nico se ha convertido en un instrumento fácil de ser despla-
zado continuamente de un lugar a otro. Es decir, por medio del tran·
sistor, la radio abandonó definitivamente los estrechos marcos de la
sala de la casa para convertirse en un fiel acompañante del hombre
dondequiera que éste desee llevarlo.

Para comprender, pues, el grandioso papel desempeñado por es-


te magnífico medio de comunicaci6n en el mundo contemporáneo,
es significativo poder apreciar los siguientes datos:

CUADRO No.4

SITUACION MUNDIAL DE LA RADIODIFUSION

Continentes, áreas mayores )' Número Total Numero de Por 1000


grupos de pa (ses Emisoras de Ra· Receptores habitantes
dio (millones)

Total Mundiai 1 15510 922 301


Africa 700 28 72

59
America 12740 487 885
Asia 2730 129 93
Europa 5980 156 332
Ocean(a 330 6 287
Unión Soviética 3030 116 460
Pa fses desarrollados 18840 "173 696
Pafses subdesarrollados 6670 149 76
Africa (excluyendo los Estados
Arabes) 550 17 57'
América del Norte 8470 422 1796
América Latina 4270 65 206
Asia (excluyendo los Estados
Arabes) 2630 122 91
Estados Arabes 250 18 132

1
No incluye la República Popular China.
(31) Fuente: UNESCO, Anual Statistical Yearbook, 1975, págs. 699.700

Indudablemente, los datos presentados revelan, como hemos di-


cho, el poder extraordinario de que dispone la radio hoy dra en cuanto
instrumento forjador de la opinión pública.

Sin embargo, no siempre ha Sido asf; pues la radio, como todo


cuanto existe, también tiene su historia, por lo que importa exponerla,
asf sea a gn~ndes rasgos yen forma muy esquemática.

2.3.1.- Evolución de la Radio:

Para alcanzar el status que actualmente suste,..ta, la humanidad


hab'a estado trabajando durante h~tante tiempo en la creación de est~
medio de comunicación.

Pero es necesario decir, antes que nada, que la radio fue el resul·
tado de la necesidad que experimentó la sc~iedad en el transcurso
del siglo XIX, de disponer de comunicaciones rápidas.

60
Para esa época, la humanidad hab(a alcanzado un alto desarrollo
en materia de organización social, pero ese alto desarrollo social se
'Jefa afectado por la falta de un medio de comunicación capaz de
salvar grandes distancias en poco tiempo.

La búsqueda de ese medio era algo que interesaba por igual a go-
biernos, fuerzas militares y grandes comerciantes.

Ahora bien, durante el siglo XIX se logró el conocimiento de la


electricidad, como consecuencia del avance general de las
ciencias ffsicas; y los incalculable~ problemas que debieron resolverse
respecto de la teorla de la electricidad y de los circuitos eléctricos, que
como sabe toda persona medianamente avisada en este terreno, com-
prende tanto la generación, conducción y medición de las corrientes
eléctricas, hicieron que la radio, en realidad, se convirtiera en un pro-
ducto secundario de estas investigaciones.

El 29 de mayo de 1844, el mundo presenció el inicio de una nue-


va era: la era de la comunicación eléctrica.

Ese d fa, en efecto, se logró, en base al sistema inventado por el


norteamericano Samuel Morse, transmitir el primer mensaje a través
de un telégrafo eléctrico.

Dt::Spués, en 1876, Alexander Graham Sell pudo transmitir la


voz humana a travé~ de un cable eléctrico, logl ándose de esa manera
el invento del teléfono.

Desde luego, pronto empezarla a ser superada la brecha que exis-


tfa entre la alta organización social y el escaso desarrollo de la tee-
noloafa de las comunicaciones.

El próximo paso serla lograr la radiación electromagnética y la


telegraffa inalámbrica.

En el 1864, James Clerk Maxwell descubrió que los impulsos


eléctricos viajan a través del espacio a la misma velocidad de la luz.

61
Porteriormente, Heinrich Hertz puso en evidencia la teorra ondular
y reveló la relación existente entre las ondas eléctricas y las ondas
de luz.

Con estos precedentes fue que al italiano Guglielmo Marconi


le resultó posible transmitir signos radiales en el año 1895.

Pero la radio, propiamente ;lablando, tal como la concebimos


hoy, no empezó a funcionar sino a partir del año 1920, cuando la
KDKA de Pittsburgh y la WWJ de Detroit obtuvieron licencia para
transmitir.

Desde entonces a la fecha, la evolución operada por la radio


ha sido verdaderamente trascendental, tal como lo manifiesta el
cuadro No. 4. En Santo Domingo, por su parte, los comienzos de la radio
fueron de la siguiente manera:

2.3.2.- La Radio en Santo Domingo:

A diferencia de la imprenta que tardó cerca de tres siglos para ser


conocida en nuestro pars, la radio llegó relativamente temprano. En
1928 se inaugura en la República Dominicana la primera emisora
de radio: HIX,dirigida por Manuel Emilio Nanita. Para la misma época
empieza a operar H IZ, considerada la primera emisora privada con
noticiero. También funciona La Voz del Cibao, identificada como
HilA.

Durante sus primeros años, la radio tuvo muy escaso desarrollo en


nuestro pa (s. Fundamentalmente, toda la programación consistra
de música grabada y de presentación de espectáculos artrsticos. Du-
rante la dictadura de Trujillo, su desarrollo quedó totalmente estanca-
do, y no fue sino después de su ajusticiamiento cuando realmente
se empezaron a Implementar las más avanzadas técnicas de periodismo
radiofónico.

En 1963, Radio Mil estableció el primer sistema de servicios in·


formativos con un cuerpo especializado de redactores radiales. Antes,

62
el noticiero radial consistla tan solo en la mera lectura de las noticias
que se publicaban en los periódicos. Pero siguiendo con la I (nea de desa-
rrollo, recientemente, en el año 1969, Radio Cristal inauguró el sis-
tema de las unidades móviles, con lo cual se logró la transmisión de la
noticia desde el lugar mismo de los hechos, y por ende, imprimirle a
la información mayor autenticidad y objetividad.

En la República Dominicana, la radio es realmente la soberana dE>


la comunicación; y ello se debe al alto (ndice de analfabetismo que
existe, asl como también al abaratamiento que han experimentado
los receptores de radio.

En la actualidad, el papel desempeñado por la radio dentro del


conjunte, de los Inedias de comunicación en nuestro pa(s, puede ser
apreciado si se toma en cuenta que para el añ-o de 1975, dispon (amos
de 146 estaciones de radio, de acuerdo con datos suministrados por la
UNESCO.

63
Pero además, es importante no perder de vista, que en la Repó-
blica Dominicana la cifra de receptores de radio alcanza a 185 mil,
lo que implica que por cada mil habitantec: !le dispone de 41 recep-
tores de radio.

Esas cifras no son de una trascendencia decisiva en relación al or-


den munolal, pero para un pa(s con 1<15 caractedsticas generales de su~
desarrollo del nuestro, es un srntoma revelado~ de la importancia indis-
cutible oe que goza la radio como medio de comunicación.

2.4.·- La Televisión:

En cuanto a la televisión, podemos asegurar que es el más débil


de los tres medios de comunicación que hemos reseñado, aunque por
su propia naturaleza intrfnseca debiera ser el mas influyente, pues tiene
la facultad de poder combinar el sonido con la imégen, siendo consi-
derada por eso, una de las grandes maravillas de la electrónica.

La primera estación de televisi6n tuvo su odgen en los Estados


Uniaos cuando la WGY procédi6 a establecer una programación regu-
lar tres veces a léI semana en el año 1928.

Sin embargo, no fue sino hasta el 1939 \;uando la Nec Introdujo


la televisi6n como una especie de servicio regular.

En la Repóblica Dominicana, la primera estación de televisión fue


La Voz Dominicana, la cual quedó inaugurada el 1 de marzo de 1952.
Actualmente existen 5 estaciones de televisión., cuatro privadas y una
oficial.

Por otra parte, se ha establecido que el número de receptores al-


canza la cifra de 156 mil, lo cual permite, tomando en consideración
el (ndice de población, establecer la siguiente relación numérica: que
por cada 1,000 habitantes existen 34 televisores.
En el mundo, la cantidad de transmisores de televisión se calcula
en 24,980, con la exclusión de la República Popular China. En Améri-
ca Latina el total es de 24 millones.

64
Sin duda alguna, con esas cifras se pone en evidencia que en su
relación mundial, es mucho lo que el benjamín de la comunicación ha
logrado en el relativamente corto tiempo que tiene de existencia.

Su mayor inconveniencia reside en los pa ¡ses subdesarrollados,


como el nuestro, donde realmente no es posible adquirir un receptor
de televisión con facilidad. Además, a esto se le agrava el hecho de
la pésima programación de que se dispone. La información noticiosa
televisada, por lo menos en nuestro país, es prácticamente inexistente.
A veces se confunde la publicidad comercial con lo que debieran ser
noticias de trascendencia general. Sin embargo, a través de la televi-
sión, la clase dominante tiene un vehículo más, y muy importante,
para fijar sus valores y creencias, y forjar un mundo que viva de con-
formidad con sus juicios y criterios.

CUADRO '\lo. 5

SITUACION MUNDIAL DE LA TELEVISION

Continentes, áreas mayores Número de Número de Por 1000


y grupos de países TransmisorES receptores habitantes
de.. (millones)
T eIeVISlon

Total Mundial 1 24980 357 131


A frica 200 2.1 8
América 4810 154 284
Asia 6610 35 30
Europa 11 250 109 231
Oceanía 360 3.0 228
Unión Soviética 1 750 53 208
Países Desarrollados 23840 321 295
Países Subdesarrollados 1 140 36 22
Afrir,a (excluyendo Estados

65
Ara bes) 50 0.5 2.7
América del Norte 4360 129 539
América Latina 450 24 81
Asia (excluyendo Estados
Arabes) 6560 34 30
Estados Arabes 190 3.2 25

1
No incluye la República Popular China
(32) Fuente: UNESCO, Statistical Yearbook, 1975, págs. 723-24.

66
9 de marzo: "EI monstruo escapó del lugar de su destierro."
10 de marzo: "Elogro corso ha desembarcado en Cabo Juan."
11 de marzo: El tigre se ha mostrado en Gap. Están avanzando tro-
pas por todos lados para detener su marcha. Con-
cluirá su miserable aventura como un delincuente en
las montañas. "
12 de marzo: "EI monstruo ha avanzado hasta Grenoble."
13 de marzo: "EI Tirano está ahora en Lyon. Todos están aterrori-
zados por su aparición.
18 de marzo: "EI usurpador ha osado aproximarse hasta 60 horas de
marcha de la capital.
19 de marzo: "Bonaparte avanza a marcha forzada, pero es impo-
sible que lIeQue a París".
20 de marzo: "Napoleón negará mañana a las muraDas de París".
21 de marzo: "EI Emperador Napoleón se halla en Fointainebleau."

22 de marzo: "Ayer por la tarde Su Majestad el Emperador hizo


pública entrada a las Tullerías. Nada puede exceder el
regocijo universal."

Evolución de las noticias en el periódico Moniteur de Francia,


marzo 1815, cuando Napoleón partió de la isla de Elba.

67
CAPITULO I I I

LA FORMACION DE LA OPINION PUBLICA

¿e 6mo se forma la opini6n pública? ¿De qué manera la clase do-


minante logra imponer su ideología sobre las demás clases sociales que
componen la sociedad?

Para contestar estas preguntas hay que tomar en consideraci6n


que en nuestra actual sociedad de masas, con toda su capacidad produc-
tiva y su divisi6n del trabajo, la formaci6n de la opini6n depende, fun-
damentalmente, de la prensa, la radio, la televisi6n y el cine, ya que son
estos medios los que contribuyen a cultivar las modernas leyendas, así
como elaborar los nuevos mitos.

En otros términos, la formaci6n de la opinión pública es un proce-


so que se origina a partir de la comunicaci6n de un mensaje determi-
nado, utilizando como medio de transporte de dicho mensaje, los lla-
mados medios de comunicaci6n de masas.

De donde se desprende que la opini6n pública como fen6meno so-


cia'l se encuentra en estado de dependencia de dichos medios de comu-
nicación, y no sólo influida, como piensan ciertos autores, lo cual,
obviamente, constituye la clave para comprender precisamente la forma
en que es formada y moldeada.

69
Ahora bien, esto mismo permitirá comprender la manera en que
la clase dominante logra imponer su ideología sobre las demás clases
sociales. Y es que efectivamente, los medios no hacen más que colocar
a la comunicación ante su contradicción fundamental, a saber: que
siendo ella patrimonio colectivo de toda la humanidad, los instrumen-
tos que la sirven sean objet<l de propiedad privada. (33)

¿Qué harán los propietarios de dichos medios de comunicación?

Pues simple y llanamente ponerlos al servicio de sus intereses de


clase, con lo cual se logra. como dijo Marx, que las ideas de la clase
dominante, en cada época, sean las ideas dominantes. o, planteado en
otros términos, que "la clase que dispone de los medios de producción
material, disponga, a la vez, de los medios de producción intelectual."

Así, de esa manera, la opinión pública queda formada a imagen


y semejanza de las tendencias ideológicas de la clase dominante.

Por el momento, sin embargo, detengámonos tan sólo a exponer


las características generales del fenómeno de la comunicación de masas,
en razón .de su importancia en el proceso de formación de la opinión
pública.

3.1.- Las Características de la Comunicación de Masas:

La comunicación de masas que es un fenómeno que corre paralelo


al desarrollo de la moderna sociedad, y que ha permitido el tipo de co-
municación impersonal e indirecto, susceptible de abarcar los más vas-
tos auditorios, por oposición al que se desarrolla en el seno de los
grupos primarios, donde el contacto cara a cara sólo permite un tipo de
comunicación directa y personal, obedece a una serie de características
que señalan sus rasgos distintivos.

Siguiendo el esquema por Denis McQuail, presentamos a conti-

(331 Camilo Taufic. llP. cit. pág. 29.

70
nuaci6n dichas características: (34)

3.1.1.- Organización de los Medios:

En verdad, las comunicaciones de masas requieren una organiza-


ci6n de los medios. Igualmente debe haber internamente una estruc-
tura orgánica jerarquizada que garantice su control. Debe existir un
personal técnicamente calificado que pueda manipular los elementos
mecánicos de la comunicaci6n.

3.1.2.- Publicidad de la Comunicación:

Con esto queremos significar que la comunicaci6n de masas es


un acto público, cuyo contenido está abierto a todos, siendo su dis-
tribuci6n esencialmente informal.

3.1.3.- Amplitud del Público:


Los medios de comunicaci6n de masas están destinados a un
público amplio. No es posible determinar cuál debe ser con exacti-
tud la composici6n de dicho público, pero, sin duda, debe ser lo sufi-
cientemente amplio como para permitir la formaci6n de los estereo-
tipos, los mitos y las leyendas que se generan a través de dichos medios.

3.1.4.- Heterogeneidad del Público:

El público de los medios masivos de comunicaci6n es heterogéneo.


Esto es el resultado de la combinaci6n de dos elementos: la existencia
de un gran público y la tendencia hacia una mayor apertura de acceso,
que confirman pruebas empíricas con respecto al comportamiento dife-
renciado del público, en su acepci6n sociológica, de la "masa", consi-
derada como colectividad. (35)

1341 Denis McQuail, Sociologra de los Medios MasiliOS de Comunicación, Editorial Paidós
Buenos Aires,

(35) Ibid. P~. 21.

71
Esta característica de la comunicación de masas hace referencia
al anonimato en que permanece el gran público en su relación con el
emisor, el cual, naturalmente, se debe a un hecho: la tecnología.

Ha sido fundamentándose en esta característica que algunos espe-


cialistas en materia de comunicación de masas han llegado a afirmar
que en lugar de hablarse de medios de comunicación, debe hablarse
preferiblemente de medios de difusión.

Esta última tesis, a su vez, encuentra su base de sustentación en el


hecho de que a través de los medios de comunicación no hay lugar
a una reciprocidad de la comunicación, esto es, a lo que se llama: el
"feed-back". El emisor es siempre quien transmite significados; el recep-
tor siempre desempeña un papel pasivo; y sólo ocasionalmente tiene
oportunidad de contestar o de manifestar desaprobación con el men-
saje transmitido. (36)

Las características que hemos esbozado sobre los medios de co-


municación han tenido grandes consecuencias en el desarrollo de las
sociedades, pues han hecho variar, como hemos dicho, la naturaleza
misma del acto comunicativo: de personal y directo que era, a un estado
de impersonalidad y anonimato.

Pero donde mayores consecuencias han tenido, ha sido precisa-


mente en el proceso de formación de la opinión pública. y esto así,
debido a que son los medios de comunicación los que proporcionan la
base para el flujo de informaciones y noticias que constituyen la mate-
ria prima para la conformación de un estado de opinión pública.

Los medios de comunicación gozan de un enorme prestigio y de


un gran poder de influencia. Casi nadie se atreve a poner en duda lE
autoridad de la letra impresa, o de la voz que sale por la radio, o de lé
imagen que se proyecta por la pantalla televisora.
(36) Leonardo Acosta. Virgmia Erhart, Pastor Vega. Penetración CultlJral del Imperoalismo er
América Latina, Ediciones los Comuneros.

72
Para todo el mundo, o casi para todo el mundo, los que utilizan
estos medios de comunicaci6n de masas son seres superiores, cuya
autoridad no puede ser cuestionada. Por lo mismo, ejercen una in·
fluencia extraordinaria en la opini6n pública. Son los llamados "líderes
de opini6n".

Pero al obedecer al criterio de la lucha de clases que existe en too


da sociedad donde prevalece la explotación, los manipuladores de estos
medios influirán con el propósito de hacer prevalecer "las normas socia·
les existentes", esto es, las leyes del status qua, del "órden público" que
son las que impone la clase dominante, propietaria de los medios de
producción y de los medios de comunicación.

Por esa razón, Eliseo Verón, al examinar las características de la


ideología en el fenómeno de la comunicación, sostiene que:

"a) La ideología no es un tipo particular de mensajes, o una clase


de discursos sociales, sino uno de los muchos niveles de organización de
los mensajes, desde el punto de vista de sus propiedades semánticas. La
ideología es entonces un nivel de significación que puede estar presente
en cualquier tipo de mensajes, aun en el discurso científico. Cualquier
material de la comunicación social es suscepticle de una lectura ideoló·
gica. No debe pensarse, entonces, que las declaraciones de un funciona-
rio del gobierno, por ejemplo, constituye un material "más ideológico"
que una revista de modas"

"b) Dicho nivel de significación se descubre al descomponer los


mensajes para estudiar los mecanismos de selección y combinación
que dan lugar a los dos tipos básicos de relaciones entre signos. Esto
implica que la información ideológica a que nos referimos no se comu-
nica, sino que se matacomunica, o, si se prefiere, lo que aqu í llamamos
ideología opera por connotación y no por denotación... La "lectura
ideológica" de la comunicación social consiste en descubrir la organiza-
ción impl ícita o no manifiesta de los mensajes."

"c) Desde esta perspectiva podernos definir una ideología no corno


un cuerpo de proposiciones, sino como un sistema de reglas semánticas

73
que expresa determinado nivel de organización de los mensajes... El
conjunto de mensajes que puede construirse a partir de las reglas es
prácticamente infinito; el modelo del sistema ideológico es un modelo
finito o cerrado que expresa las restricciones a que está sometida la
emisión de cualquier mensaje que forme parte de ese conjunto.

"d) La función normativa de la ideología, a saber, el refuerzo de


cierto universo de pautas sociales, es sólo un caso particular de la fun-
ción conativa propia de todo mensaje en virtud de su transmisión en
una situación concreta: Ahora bien, uno de los puntos centrales del
estudio de la comunicación ha consistido en subrayar que la clave para
comprender cómo los mensajes controlan la conducta está en la organi-
zación de los mensajes y no en su contenido expl ícito. Dado que la
estructura de los mensajes, por definición, no es manifiesta, conviene
entonces advertir que el carácter no manifiesto de la función normativa
o conativa de los mensajes ideológicos deriva de las propiedades mismas
de la comunicación. No resulta de ninguna presunta "intencionalidad"
de ocultamiento o disimulación, como ha sido planteado generalmente
en los estudios clásicos sobre ideología."

"e) Desde el punto de vista pragmático, entonces, la función apa-


rente o manif[esta de los mensajes no debe ser confundida con su fun-
ción ideológica, , . Desde el punto de vista del estudio de la ideología,
en la mayoría de los casos nos encontramos pues con mensajes cuya
función aparente es descriptiva o referencial y cuya función real no
manifiesta es normativa. Este es un modo de caracterizar un campo
típico de operación de las ideologías en la comunicación de masas.

"f) Un mensaje cualquiera de la comunicación social puede ser


sometido a una multiplicidad de "lecturas", Todo mensaje contiene
una multiplicidad de dimensiones o niveles de significación. El punto de
vista del análisis sociológico se define por la búsqueda de las categorías
semánticas en términos de las cuales es "construida", en la comunica-
ción social, la información socialmente relevante. Y el análisis será ideo-
lógicamente significativo cuando las estructuras de significación descri-
tas puedan ser vinculadas con los procesos de conflictos a nivel de la

74
sociedad globaL" (37)

De las ideas expuestas por Verón, se desprende que la ideología es


una especie de nivel de organización de los mensajes.

Ahora bien, ¿qué se persigue, dentro del marco de una sociedad


capitalista, al establecerse una organización de los mensajes?

Simplemente provocar un estado de incomunicación social, todo


lo cual lógicamente propende a la preservación del status quo, COrllO
bien ha sostenido Luis Ramiro Beltrán S. (38)

3.2.- Funciones de la Comunicación de Masas:

En términos generales, las funciones de la comunicación de masas


consisten en orientar y entretener.

Ahora bien, lo que no debe perderse de vista es que esa orienta-


ción y ese entretenimiento que proporcionan los medios de comuni-
cación no están al margen del interés clasista del grupo que controla di-
chos medios de comunicación.

La orientación es una forma de dominio poi ítico y a través del


entretenimiento y la diversión son muchos los mensajes que se trans-
miten con la finalidad de fijar los valores del status quo.

"Las funciones de la comunicación humana, nos dice Camilo Tau-


fic, no se pueden estudiar independientemente del sistema social en el
que tienen lugar, pues si bien son coincidentes tanto en un país so-

(37) Eliseo Veron. Ideolog(a y Comunicaci6n de Masas: La semantizaci6n de la viol~cia


pol(tica, en Lenguaje Y Comunicación Social. Nueva Visi6n. Buenos Aires. 1969, pags.
141-143.

(38) Luis Ramiro Beltran S. Comunicación Social y Desarrollo. Apuntes para un Diagnóstico
de la Incomunicación Social en América Latina: La Persuasi6n en Favor del Status
Quo. ponencia presentada en el Seminario Nacional de Comunicación para el Desarrollo
de le Comunidad, organiZado por la división de programación y capacitación de la Direc-
ci6n General de Integración y Desarrollo de la Comunidad. Bogotá, 11-16 de octubre
de 1971.

75
cialista como en uno capitalista, en un pa(s dependiente y en uno impe
rialista, la relación de clases en cada uno de ellos es diferente y por lo
tanto, el aporte de la comunicación a la operacionalidad social ten·
drá un distinto contenido en cada caso." (39)

De manera, pues, que con esa idea esclarecida, tal como lo ha esta·
blecido el investigador norteamericano, Harold Laswell, las funciones
más importantes de la comunicación son:

3.2.1.- Supervisión de Ambiente:

Se entiende por supervisión de ambiente la recolección y distri-


bución de noticias e informes dentro de un conglomeradosocial deter-
minado. Esta tarea, como se comprende, corresponde básicamente al
periodismo, cuya misión es precisamente orientar sobre los aconteci-
mientos del d(a. La capacidad de influencia alcanzada por el periodismo
ha sido tal que muchos han llegado a considerar al periódico como el
principal instrumento de conversación cotidiana.

Desde luego, es muy importante para la sociedad disponer de un


flujo de informaciones sobre los sucesos que acontecen en el diario
dicurrir de la humanidad.

En primer lugar, contribuye a crear un estado de alerta sobre las


amenazas, tanto de (ndole social, como propias de la naturaleza, que se
ciernen como un peligro inminente sobre la sociedad.

Permite, por ejemplo, prever el estallido de una revolución o los


efectos de un huracán; los resultados de un eventual golpe de estado,
o las consecuencias de un temblor de tierra.

En segundo lugar, crea una situación de sobreaviso, y facilita una


labor de prevención en el seno de la sociedad respecto de las institu·
ciones prevalecientes: la econom (a nacional, el transporte, la educación,
etc.

(39) ClWT1ilo Taufic, OP. cit. pág. 55

76
Según Paul Lazarsfeld y Robert Merton, dos sociólogos nortea-
mericanos, los medios de comunicación disponen de otras dos fun·
ciones, dentro de las facultades generales de supervisión de ambiente:

a) Conceder status social;


b) Proporcionar un reforzamiento de las normas sociales.

Por conceder status social, se quiere significar que cuando un in·


dividuo se proyecta en la sociedad, esto es, cuando los medios de co-
municación se concentran en él, su prestigio en ia sociedad aumenta. Ya
no es más un miembro común. Es ahora un IIder, una figura nacional,
y esto le da mayor autoridad y prestigio dentro del marco de la socie·
dad donde actúa.

Al proporcionar, por otra parte, un reforzamiento de las normas


sociales, los medios de comunicación contribuyen a crear una situación
de estabilidad, es decir, de preservación del status quo, y por con si··
guiente, de los valores impuestos por la clase dominante.

Pero, sin duda, los medios de comunicación pueden contribuir


también a crear una situación de cambio social. Es una situación varia-
ble que depende de un conjunto de factores.

3.2.2.. La Concordancia de las Partes:

Esto se refiere fundamentalmente a la búsqueda del consenso por


medio de la supervisión del ambiente.

Desde luego, esto no es más que un mito. La descripción del pro-


ceso democrático mediante el cual se desarrolla libremente la opinión
del ciudadano no constituye más que uno de los múltiples engaños
que emplea la sociedad capitalista para hacer reflejar ideas distorsio-
nadas de su realidad social.

Tal consenso es, por consiguiente, inexacto, equ (voco, e impreciso.


Refleja únicamente las ideas y las opiniones de la clase dominante.

77
Porque es evidente que en un mundo tan amplio y tan lleno de
complejidades, no hay posibilidad de tener una relaci6n personal y
directa de todo cuanto acontece. Muchas de las cosas que conocemos
y percibimos nos vienen por relaciones indirectas, básicamente a través
de imágenes. Esas imágenes, que se componen de sonidos, palabras y
figuras se proyectan, a su vez, a través de los medios de comunicaci6n.

En la época actual, la generalidad de las conversaciones y discu·


siones giran en torno a los argumentos empleados por los columnistas,
editorialistas y escritores especializados, que al utilizar los medios de
comunicaci6n contribuyen a crearnos, por medio de imágenes, el re-
flejo de cuanto acontece en nuestro alrededor.

Walter Lippman, en su obra, Opini6n Pública, sostuvo que el mun-


do objetivo, es decir, aquel con el cual el hombre está vinculado,
"está fuera de nuestro alcance, de nuestra vista y de nuestra mente.
El hombre va haciéndose en su mente una imagen más o menos fiel del
mundo exterior. De este modo la gente, sola o en conjunto, se compor-
ta, no por el conocimiento directo y cierto del mundo real, sino por
imágenes que se han formado o que han tomado de otros. La conducta
de un hombre depende de las imágenes que tenga".
¿y quién le crea al hombre esas imágenes en una sociedad clasista?

Se las crea la clase dominante, que refleja a través de ellas su


ideologra, y logra, por ende, el llamado consenso de la opinión

3.2.3.- Transmisión de la Cultura:

De todos los miembros que integran el reino animal, s610 el hom-


bre goza de la facultad del lenguaje articulado. Por ello mismo, sólo el
hombre dispone de la condición de poder transmitir a las generaciones
sucesivas el conjunto de las experiencias y conocimientos acumulados.

Para garantizar esta transmisi6n de conocimientos y experiencias,


los medios de comunicaci6n gozan de un gran poder. Efectivamente,
los libros, las revistas y todas las formas escritas de la comunicaci6n

78
sirven para hacer llegar a la conciencia de las generaciones nuevas, el
desarrollo adquirido por sus predecesores, al mismo tiempo que le
sirve de marco de referencia para la realizaci6n del nuevo salto cualita-
tivo que permita el avance continuado de la humanidad.

Ahora bien, no podemos olvidar tampoco aqu (, que la cultura,


concebida como una totalidad orgánica, integrada por la infraestruc-
tura y la superestructura contiene todos los valores de la clase domi-
nante; y que, en consecuencia, la transmisi6n de la cultura no consis-
te, en el fondo, más que en la transmisi6n de los valores culturales
impuestos por esa clase a lo largo del discurrir histórico.

Esto, desde luego, sin perder de vista que los sectores populares
también son capaces de elaborar sus propios valores culturales y con-
frontarlos con los de la clase dominante en un proceso de lucha dialéc-
tica que conduce inevitablemente por los senderos del cambio social.

3.2.4.- Socialización y Entretenimiento:

Socializaaci6n es el proceso mediante el. cual el individuo interier


riza las normas prevalecientes en el conglomerado social.

Este proceso, en verdad, abarca todo el per (oda de una vida,


pues comprende desde la niñez hasta la ancianidad.

Los medios a través de los cuales el individuo va interiorizando en


su ser las normas del ambiente en que se desenvuelve son múltiples:
el hogar, la escuela, la conversaci6n con el amigo, etc.

Ahora bien, existe en el ambiente un medio que hace al indivi-


duo identificarse casi mecánicamente, como por inercia, con los valer
res sociales prevalecientes. Ese medio está constitu (do por la comu-
nicaci6n de masas.

Sin darse cuenta, el individuo tiende a repetir lo Que escucha a

79
través de la radio o lo que lee a través de los periódicos o de otras pu-
blicaciones, y esto mismo lo hace adherirse cada vez más a los valores
y normas que regu lan la conducta de ese conglomerado, que no son
otros que los fijados, naturalmente, por la clase dominante. por lo que·
también sin darse cuenta, el individuo se convierte muchas veces en
un instrumento inconsciente al servicio de los intereses de la clase
dominante.

As(, pues, el proceso de socialización encuentra un peligro mortal


en el uso inadecuacio que se le imprima a los medios de comunicación,
pues estos pueden convertir al hombre en un ser acr(tico, enajenado,
despojado de todos las ctributos indispensables al ser humano.

Por otra parte, la facultad de entretenimiento ha sido otra de las


funciones atribu idas a los medios de comunicación. ¿Pero se trata, en
verdad, tan sólo de entretener?

Al igual que los demás casos señalados, también aqu ( se cumple


con el mismo acto operacional de descargar los valores ideológicos pro-
pios de la clase dominante, de manera que la opinión pública creada no
resulte más que, como hemos dicho, la opinión de ese sector.

Por eso, el vuelo de Superman o el carro de Satman y Robin, o


los actos de Tarzan, tienen que ser mirados con suspicacia, pues en el
fondo lo que nos quieren transmitir es la supuesta superioridad del
hombre capitalista, y al transmitirnos esa imagen esperan que actuemos
en consecuencia dentro del modelo diseñado.

El Pato Donald, Mandrake el Mago, el Ratón Miguelito, al mismo


tiempo que divierten son instrumentos poderos(simos de la opinión
pública, residiendo su poder y su fuerza en el arsenal explosivo de
dinamita ideológica que ocultan en las trincheras del humor. (41)

(41) Véase, Ariel Dorfman y Manuel Jofre, Superman y sus Amigos del Alma. Editorial Ga·
lema, Buenos Aires; y, Armand Mattelart y Arie! Dorfman, Para leer al Pato Donald.
Tercera Edición. Arll8ntina. Siglo X X 1.

80
3.3.- Contenido de la Comunicación de Masas:

En sus momentos de ocio, la generalidad de la gente tiende, o bien


a escuchar la radio, o ver la televisión o leer los periódicos, con lo
cual queda expresado que casi todo el mundo conoce el contenido de
los medios de comunicación.

Sin embargo, esta forma del conocimiento, que se fundamenta en


el dato emp(rico, esto es, en la experiencia personal del receptor del
mensaje, tropieza con algunos inconvenientes.

En primer lugar, impide tener una visión global, de conjunto, sobre


todo el contenido de los medios de comunicación, ya que siempre se
adopta un criterio de selectividad a la hora de presenciar un programa
de televisión o de radio, o al momento de leer una determinada infor-
mación period fstica.

y en segundo lugar, genera una falta de esp(ritu crftico que im-


posibilita un examen juicioso y ponderado del significado de las imá-
genes que se transmiten a través del medio.

Por esa razón, es importante manejar el sistema de análisis de


contenido. Pero, ¿en qué consiste el análisis de contenido de los medios
de comunicación?

Bernard BerelsonJ uno de los pioneros de la sooiolog(a de la comu-


nicación en los Estados Unidos, lo explica diciendo que es "una técni-
ca de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantita-
tiva del contenido manifiesto de las comunicaciones". (42)

Desde luego, esa descripción sistemática del contenido de los me-


dios de comunicación tiene un valor múltiple. Permite catalogar las
distintas tendencias de opinión susceptibles de presentarse, pero ade-
más, valorar las categadas del auditorio, y por consiguiente, apreciar sus
gustos e intereses.
(42) B. Berellon, Con1llnt Anelysis in Communic:ations R~, citado por Chllriel R.
Wright, Comunicación de M_. Una Perspectiva Sociológica, Buenos Al,.. ~ 100.

81
No todos los estudiosos, sin embargo, están de acuerdo, respecto
de la importancia de describir el contenido de los medios para determi-
nar la cal idad del mensaje.

Tal es el caso del célebre escritor canadiense, Marshall McLuhan,


quien entiende que "el medio es el mensaje"

Partiendo de un criterio de determinismo tecnológico, llega a


plantear por medio de un lenguaje de slogan, que lo que importa no
es el contenido de los medios, sino el medio en sr.

De esa manera, sugiere que al mirar la televisión, lo que se con-


vierte en interés para el espectador no es tanto el contenido de la pro-
gramación, como el medio de la televisión en sI mismo; e iguales ideas
sostiene respecto de los otros medios de comunicación. Plantea, por
ejemplo, que algunas personas leen la prensa por el mero placer de
ver letra impresa, y no tanto por el contenido del mensaje de la infor·
mación.

Una idea básica en el pensamiento del investigador canadiense,


director del Centro de Cultura y Tecnolog(a de Universidad de Toron-
to, la constituye su división de la cultura en tres grandes épocas:

a) La época del hombre pre-alfabético;


b) La época de la escritura influida por el espacio visual, o época
tipogáfica; y
c) La época electrónica, que es por la que estamos atravesando, y
que ha hecho del mundo moderno, al decir de McLuan, una "aldea glo-
bal".

Pero el mismo autor entra en contradicción, cuando al sostener


que "Cada tecnología crea un nuevo ambiente humano". (siendo ese
ambiente, en el campo de la electrónica, el creado por los medios de
comunicación de masas) formula la tesis de que, por ejemplo, la televi-
sión ha superado la concepción tradicional del sistema educativo, ya
que el estudiante prefiere ese cosmos de datos electrónicamente proce-
sados a la arcaica y aldeana forma de educación tradicional. De todo es-

82
to, saca McLuhan la r.onclusiÓn de que la televisión constituye un buen
medio para elevar el nivel de la educación.
Pero, ¿en qué estamos? ¿No se habla planteado previamente que
el medio es el mensaje?

Sin duda, el sistema de pensamiento, asl como de exposición de


McLuhan resulta altamente complicado, contradictorio, y por ratos has-
ta ininteligible, como cuando sostiene que "EI mensaje del medio cine-
metográfico es el de la transición de las conexiones lineales a las confío
gu raciones." (43)

Pero volviendo al eje central de nuestra temática, nos permitimos


exponer a continuación los resultados del análisisde contenido de los
medios de comunicación en nuestro pa(s, esto es, del espacio y tiempo
que la prensa, la radio y la televisión dedica a los distintos tipos de
materiales susceptibles de publicidad.

Aunque las investigaciones realizadas con los distintos medios de


comunicación no gozan del mismo rigor cibntrfico, podemos afirmar,
sin embargo, que los dominicanos estamos, más o menos en capacidad
de medir la cantidad de mensajes a los que nos exponemos continua-
mente. Veamos:

CUADRO No. 6
DISTRIBUCION DEL CONTENIDO DE LA PRENSA DOMINICANA

Semana del 24 al 30 de septiembre de 1973.

PERIODICOS MATERIAL ANUNCIOS


PERIODISTICO

EL CARIBE 48.6% 51.4%


L1STIN DIARIO 49.6% 50.4%
ELSOL 67. % 33. %
(43) Para un estudio más amplio de la obra de McLuhan. véase. MarShall Mcluhan, The
Gutemberg GahllIV. Unlversity of Toronto Press. 1962; Undentanding The Media,
New York, 1965; The Medium is the Message, New York. 1967;'V. La Cultura es Nu..-
tro Negocio, Editorial Diana. México, 1975. r

83
LA NOTICIA 86.6% '13.4%
EL NACIONAL 62.9% 37.1%
ULTIMA HORA 82.4% 17.6%

(44) Fuente: Manuel Quiterio Cedeño. Una Semana de la Prensa Dominicana. Análisis
Cuantitativo y Estudio de Prensa Comparada. ponencia ante el 11 Congreso Nacional
de Periodistas Profesionales. edición mimeografiada.

Es de resaltar de los datos contenidos en esta tabla, que mientras


los periódicos matutinos, es decir, El Caribe, List(n Diario y El Sol,
disponen de un promedio de material period(stico de 55%, siendo el
45% restante dedicado a la publicación de anuncios, los vespertinos,
por el contrario. tienen un promedio de 77.3% de material period(s-
tico, Y tan s610 un 22%destinado a la publicación de anuncios
CUADRO No. 7

CONTENIDO PERIODISTlCO DE LA PRENSA DOMINICANA

PERIODICOS POLlTICO ECONOMICO DEPORTIVOCRONICA POLICIAL CULTURAL CIENTlFICO OTROS


SOCIAL

ELCARIBE 21.4% 14.6% 12.3% 7.0% 5.7% 9.6% 4.7% 24.7%


L1STlN DIARI014.9% 18.7% 18.7% 11.23% 3.6% 10.7% 3.0% 19.2%
ELSOL 17.7% 17.6% 16.8% 14.8% 3.7% 5.4% 4.4% 18.6%

LA NOTICIA ~.8% 9.0% 12.3% 6.9% 13.0% 8.0% 3.4% 16.6%


EL NACIONAL 26.0% 13.3% 12.2% 8.0% 7.5% 11.4% 3.4% 18.0%
ULTIMA HOR.A'27.3% 13.8% 17.7% 8.6% 6.4% 10.6% 4.6% 10.8%

(45) Fuente: Manuel Quiterio Cedeño. ob. cit.

Del cuadro No. 7 se desprende que el material de tipo poi (tico es


mayor en los vespertinos -28%· que en los matutinos, que alcanza el
18%

Ahora bien, si comparamos los datos del cuadro NO.6 con los del
No. 7, llegaremos a la conclusión de que existe una especie de relación
inversamente proporcional entre la cantidad de material poi (tico y la
cantidad de anuncios que se publica.

As', por ejemplo, los dos periódicos que mayor cantidad de ma-
terial de tipo polftico publican son, La Noticia, que publica un 30.8%.
y Ultima Hora, que destaca en sus páginas un 27.3%

84
Pues bien, también ésos son los dos periódicos que menos anun-
cios reciben para ser publicados. La Noticia, un 13.4%y Ultima Hora,
un 17.6% •

A la inversa, los periódicos que menos material poi (tico publican,


El Listln Diario, con 14.9%,.y El Caribe, con 21.4% , resultan, sin em-
bargo, los que mayor cantidad de anuncios publican, 50.4% el List(n
Diario, y 51.4%, El Caribe.
Estos son datos objetivos fundamentados en la cantidad de mate-
rial publicable, no en la calidad o en la orientación de los mensajes, que
sin duda alguno aunque se hace más dificil su medición, también in-
fluyen en la cantidad de anuncios que se recibe de parte de los capi-
talistas.
En lo que respecta a la radio, no existe en la República Dominica-
na, un estudio acabado y definitivo que nos permita conocer con pro-
fundidad la naturaleza del contenido de su programación.

Lo único que conocemos es un trabajo en conjunto presentado


por los periodistas, Dania Goris y Juan Salivar D laz, que ofrece un
análisis cuantitativo del contenido de los noticieros de Radio Comer-
cial, Radio Clarln y Radio Continental. (46).

A continuación presentamos algunos de los resultados obtenidos


en la investigación:

CUADRO No. 8

PROCEDENCIA DE LAS NOTICIAS EN TRES EMISORAS DE RADIO


Semana del 14 al 20 de Julio de 1974

RADIODIFUSORAS Noticias Nacionales NotiGias Internacionales


Comercial 70% 30%
Clarrn 60% 40%
Continental 64% 36%

(46) Dania Goris. Juan Boll'var D'az, Periodismo Radiofónico, Visión General y Análisis
Cuantitativo de tres noticiarics, ponencia ante el 11 Congreso Nacional da la PrenSA.
SNPP.

85
Tal como a simple vista resulta posible observar, en las tres emi-
soras investigadas existe un predominio de las noticias nacionales so-
bre las internacionales.

Por ello, serfa más interesante estudiar la distribución de las noti-


cias nacionales e internacionales, según las distintas áreas de interés de
la vida social.

CUADRO No. 9
DISTRIBUCION PORCENTUAL DE LAS NOTICIAS, SEGUN
SECTORES DE REFERENCIA, EN RADIO COMERCIAL, RADIO
CLARIN y RADIO CONTINENTAL

(Semana del 14 al 20 de julio de 19741

NAr:IONALES INTERNACIONALES

Comercial-Clarln-Continental Comercial-Cl2rln-Continental

Económicas 10.45 26.07 18.54 12.81 10.34 8.46


Educativas 8.87 3.47 3.77 1.28 0.56
Culturales 6.59 5.33 1.57 2.55 4.42 2.25
Salud y Cam-
pesinas 12.19 3.33 6.59 0.85 2.46 0.56
Policial y
Judiciales (no pollticasl 11.54 21.81 19.48 5.11 8.85 11.29
Pollticas 43.35 32.97 40.88 62.82 68.96 50.28
Otros 7.00 7.00 10.11 14.52 4.92 26.54
Total 100% 100% 100% 100% 100% 100%

(47) Ibid.

En lo que se refiere a la televisión, no conocemos ningún estu-


dio sistemático que nos revele el contenido de su programación, por lo
cual hemos procedido a efectuar un examen del mismo, tomando como
modelo la semana del 14 al 20 de marzo de 1978

86
CUADRO No. 10
DISTRIBUCION POR HORAS Y MINUTOS DE LA PROGRAMA·
CION DE LA TELEVISION DOMINICANA.

CANALES NOTICIAS SHOWS TELENOVELAS PELlCULAS CULTURALES DEPORTES POLlTICA

1.- RADIOTE-
LEVISION 7h-40m 23h-40m 15 h 16h-15m 9h-45m, 1h 3h
DOMINICANA
2.- RAHINTEL 6h-48m 4h-30m 5h 11h-47m 7h 3h-45m 4h-30m
3.- COLOR
VISION 4h-44m 2h 5h 16h-30m 7h 9h-30rn
4.- TELE-
CXI SISTEMA 1h-30m 6h 9h-10m 14h 2h 5h-30m 5h
'-J 5.- TOTAL 20h-42m, 36h-10m. 34h-10m 58h-32m 25h-45m. lOh-15m 22 h

(48) EI Caribe, 14-20 de marzo de 1978.


Como se observa, la televisión dominicana está básicamente domi-
nada por la presentación de peHculas, shows y telenovelas, correspon-
diendo a las noticias y a los programas cul~urales un lugar secundario.
En verdad, resulta sumamente alarmante el comprobar que lo que
proyecta la televisión en nuestro pals es un tipo de mansaje que en nada
contribuye a la formación crftica del ciudadano.
Se podrla afirmar, sin temor a incurrir en exageraciones, que lo
que persigue este medio de comunicación es producir una especie de
adormecimiento, de alienación, de narcotización de la conciencia del
pueblo, para de esa manera conducirlo a la inacción, yen consecuencia,
a aceptar como bueno y válido el orden establecido. En otras palabras,
la televisión dominicana, como medio de comunicación social, actúa en
sentido inverso: se incomunica para que la gente no actúe.

3.4.- Efectos de la Comunicación de Masas:

En su obra clásica, La Opinión Pública, Walter Lippmann cuenta


que, en una isla del P:¡cífico, hacia el año 1974, vivían en tranquilidad,
algunos ingleses, franceses y alemanes.

El telégrafo no llegaba a la isla, y el barco británico que navegaba


por la región pasaba solamente cada sesenta d (as por la isla. En el mes
de septiembre de ese año todavla no hab(a llegado, y por consiguiente,
la gente se manten la ignorante de lo que pasaba en Europa.

Grande fue su sorpresa, pues, cuando al arribar de nuevo al muelle,


el capitán del barco trajo la noticia de que desde hacla seis semanas, los
ingleses y franceses se hallaban en guerra contra los alemanes.

Resultado: que los habitantes de aquella isla del Pacffico que se


habían mantenido conviviendo tranquilamente durante esas seis semanas,
procedieron a lanzarse a la guerra. (49)

En este breve relato, podemos percibir la manera en que la comu-


nicación puede influir en el ánimo de las personas a tomar actitudes

(491 WlIIter Llppmann. op. cit. 13.

88
determinadas. Esto es, a comprender los efectos de la comunicación
en la conducta de los individuos.

Naturalmente, debemos decir que sobre los efectos que la comuni-


cación provoca no existe un determinismo absoluto, pues no siempre
el mensaje transmitido resulta aceptado por parte del receptor. En ello
intervienen varios elementos:

al Posición ideológica;
bl Educación;
cl Autoridad del emisor, etc.

Además, al intentar influir, los medios de comunicación pueden


proponerse cuatro objetivos diferenciados: afirmar la opinión existen-
te, deformarla, conformarla o rejormarla. (50)

Los efectos de la comunicación de masas en lo que respecta a la


afirmación de la opinión, resultan del fenómeno conocido como "prin-
cipio de la atención y percepción selectivas", que plantea que cada cual
toma las ideas que se ajustan a su esquema mental de pensamiento,
en razón de que el público que presta atención a un medio determinado
de comunicación ~o constituye una masa homogénea y monol rtica
que responde uniformemente al mensaje transmitido.

En lo que respecta a la deformaci6n de la opinión, los efectos


se logran mediante un proceso de distracción de la atención del públi-
co hacia elementos intrascendentes de la vida social.

En este sentido, es dable destacar el papel desempeñado por el


deporte y el vicio corno elementos de "disfunción narcotizante", como
apropiadamente le ha llamado el sociólogo norteamericano Paul Lazars-
feld. Además, cabe también señalar, las grandes campañas period rsticas,
por ejemplo, originadas en torno a los ovnis, en momentos en que se
debatían complejos y graves problemas concernientes a la po' 'tica y
a la vida social.

(50) Jorge de Esteben, OP. cit. 58 ss.; Vé_. adem•• M. C. de Fleur. Teor(1IS de la Comunl-
caci6n MlISiva, BlHIIlOa AIrIIS. 1970. Plig. 145 ss.

89
Por otro lado, al plantearse los efectos que genera la comuni-
caci6n de masas en la conformación de una nueva opinión, es necesa-
rio indicar que esto obedece a varios factores. En primer término, a
la ausencia de un criterio previo por parte del público respecto de la
opinión que se quiere imponer; y en segundo lugar, a la continuidad
en la reiteraci6n del mensaje.
Aunque aparente una divagación, creemos importante señalar que
en nuestro juicio, el caso tfpico y más reciente de conformaci6n de una
opinión de cierto peso espec(fico en la vida poi (tica nacional, lo consti-
tuye el ascenso momentáneo a una posición de liderazgo poi (tico, del
abogado santiagués, Salvador Jorge Blanco, durante el perrada elec-
toral de las primarias del PRD, para escoger sus candidatos a la Presi-
dencia y Vicepresidencia de la República.

Prácticamente desconocido para las grandes masas de nuestro pue-


blo, Jorge Blanco emergió meteóricamente a la condición de "1 (der",
durante el perrada que mencionamos.

Pues bien, ¿cómo fue posible ese súbito ascenso a nivel del con-
sentimiento de un núcleo considerable de la población?

Pues al efecto que produjo el mensaje reiterativo de los princi-


pales y más influyentes medios de comunicación, de presentarlo como
la única figura capaz de rivalizar con un temido y sagaz adversario, y
de salvar al pa(s de la crucifixión de una nueva reelección presidencial.

Aunque resulte diffcil, por no decir imposible, establecer patrones


de medición, la verdad es que al perder las primarias de su partido, hu-
bo una frustración, también momentánea, de distintos sectores de la
vida nacional, que razonando lógicamente nunca debieron sentirse
tan esperanzados con una candidatura presidencial de Jorge Blanco.

Finalmente, en lo que se refiere a la reforma de una opinión,


entendemos que deben existir factores extraños al fenómeno exclu-
sivamente comunicativo, que faciliten el cambio de opinión de acti-
tud.

90
Un ejemplo gráfico lo ilustrará.

En efecto, no basta que todos los medios de comunicación hablen


de revolución para que la revolución se produzca. Es necesario que
existan condiciones objetivas y subjetivas en la sociedad que hagan
posible que la gente sea influida por el mensaje de la revolución trans-
mitido a través de los.medios de comunicación.

y es que, como certeramente ha analizado Trotsky, las masas no


van siempre a la revolución con un plan preconcebido de sociedad
nueva, sino con un sentido claro de la imposibilidad de seguir sopor-
tando la sociedad vieja; y es a los dirigentes a quienes corresponde
formular el programa pol(tico, programa que, a su vez, tiene que ser
sometido a la prueba de los acontecimientos, y a la aprobación de las
masas. (51)"

De manera, pues, que para que los medios de comunicación


puedan producir el efecto de una reforma de la opinión, deben exis-
tir determinadas condiciones previas que son las que harán posible
que el nuevo mensaje fecundice.

En verdad, aunque se habla continuamente de los efectos posi-


tivos o perjudiciales que los medios de comunicación provocan, cosa
que no es dable negar, lo cierto es, sin embargo, que en este terreno
los estudios cientlficos no han alcanzado su máximo grado de desa-
rrollo.

En nuestro medio se planteó años atrás el efecto psicológico trau-


matizante que entre los niños estaba provocando la pel (cula Barnabás
Collins, y sin duda, hab (a algo de cierto en esto; pero lo que nunca
fup objetivamente demostrado era qué parte de la población infantil
re..ultaba afectada por la susodicha pel(cula, as( como las razones que
provocaban dicha afectación en determinados niños y en otros no, su
comparación con programas de idéntico contenido, como Frankestein
o Drácula, por ejemplo, para de esa manera tener datos más seguros
(511 Leon Trotsky, Historia de la Revoluci6n Rusa, Torno 1, Editorial Galerna, Argentil\ll.
pág. 11.

91
y fehacientes sobre la forma en que las imágenes terrodficas influyen
en el subconsciente de los nii'los~(52) •

Sea como fuere, al tiempo de escribir. estas I (neas, apareció un des-


pacho noticioso fechado en los Estados Unidos, ~onde se pone de re-
lieve que el fenómeno de los efectos de los medios de comunicación
es'un hecho que no solamente interesa a los estudiosos de la comuni-
cación, sino al mismo tiempo a los juristas. Veamos el contenido
de ese despach o.

"Demandan Cadenas de Televisión EU", Por Rick Spirtling

MIAMI, 3 de mayo (AP). Ronny Zamora, adolescente a quien se


halló culpable de asesinar a una anciana de 83 años, y sus padres radi-
caron una demanda por 25 millones de dólares contra las tres princi-
pales cadenas de televisión de Estados Unidos, alegando que los pro-
gramas violentos "Ie mostraron al adolescente impresionable cómo
matar"

"EI asesinato de una vecina a balazos que cometió Ronny Zamora


fue una previsible respuesta al estrmulo de los programas ofensivos", di-
ce la demanda contra la ABC, la NBC y la CBS.

El pleito fue radicado en el tribunal de distrito en Miami por Za-


mora, de 15 años, y sus padres, Frank y Yolanda Zamora. (53)

(52) Para un estudio má amplio y detallado de los efectos de la comunicación. véase la que
puada ser considerada la obra clásica sobre el terna: J09llPh T. Klapper. Los Efectos de
la Comunicación de Masas.

(531 El Caribe, jueves. 4 de mayo de 1978. Adem6s. para una comprensi6n m6s amplia de
los efectos de los madios de comunicación sobre los ni/los. es( como sobre la manera en
que pueden InpulsarlOl e actos delictivos, VIIase, Le Presse. Le Film et Le Radio Pour
Enfents, por Filippe Bauehard. UNESCO. Par(s. 1952.

92
SEGUNDA PARTE

LA LIBERTAD DE OPINION
"No hay prensa independiente. Hay solamente prensa comercial.
Prensa que vive del anuncio, sirviendo a los que anuncian. Y como los
que anuncian son los comerciantes, los banqueros y los industriales,
es decir, los capitalistas, la prensa no es independiente, sino que está
al servicio de los capitalistas. "

Ricardo M. Setaro.

95
CAPITULO IV

LA LIBERTAD DE OPINION:
PROLEGOMENOS DE UN DERECHO

En las diversas legislaciones actualmente existentes en el mundo se


consagra de manera general el derecho de emitir libremente la expre-
sión del pensamiento. Lo que no resulta posible es encontrar unidad
en cuanto a la manera de designar o denominar ese derecho.

Por ejemplo, mientras en algunas de las constituciones de los


Estados occidentales se le designa con el nombre de "1 ibertad de expre-
sión", en otras se le establece como "libertad de pensamiento" o li-
bertad de prensa", y hasta hay incluso algunas que lo consagr;:ln como
"libertad de información"

En todo caso, se trata de un mismo y solo derecho: el de poder


transmitir oral o en forma gráfica las ideas, pensamientos, opiniones y
noticias.

La historia de la libertad de opinión es verdaderamente remo-


ta, pues sabemos que en la democracia ateniense se condenaba con
cierto rigor la expresión de ciertas opiniones, como resultó ser el
caso de Sócrates, que fue condenado a tomar la cicuta por supuesta-
mente haber corrompido a la juventud ateniense con sus prédicas.

A diferencia de la Grecia clásica, en la Roma imperial exist(a

97
un clima de tolerancia y flexibilidad hacia la manifestación de las
ideas y opiniones.

Fue incluso al/I donde por primera vez surgió la palabra "liber-
tas", aplicada a la noción de libertad de expresión. (54)

Sin embargo, tal clima no habrfa de sobrevivir continuamente,


a lo largo de la historia. Durante el periodo de la Edad Media, y sobre
todo, durante la época del Renacimiento, se instauró un rfgido
sistema de censura a la libre emisión del pensamiento. Fue la impo-
sición de la teorla autoritélria, la más antigua de las teorfas sobre la
prensa.

Teniendo por fundamento los postulados filosóficos de escritores


partiqarios del autoritarismo como Platón, Maquiavelo, Tomás Hobbes
y Hegel, dicha teorla permitió a los gobiernos europeos de los siglos
XVI y XVII, representados por los Tudor, los Estuardo, los Borbones
y los Habsburgo, imponer precisamente los criterios de la realeza,
asl como un régimen de control sobre la manifestación del pensamien-
to. (55)

La existencia de tal teorfa, sin embargo, duró tan sólo hasta la


aparición de una nueva corriente de pensamiento que estaba Intima-
mente integrada al surgimiento de nuevas condiciones sociales, econó-
micas y poi Iticas en el panorama de Europa.

Para conocer en toda su amplitud esta nueva corriente de peno


samiento, as! como el proceso social que la engendró, se hace neceo
sario conocer previamente la esencia del liberalismo.

4.1.- El Liberalismo Económico:

El liberalismo constituyó, en verdad, la coronación de toda la tra·


dición poi (tica occidental, teniendo lugar su aparición luego del resque-
(54) Jacques BourQuin. La libertad de Prensa. Editorial Claridad. Buenos Airas, 1952. pág.
63 ss.
(56) Fred S. Siebert, La teor(a Autoritaria de la Prensa, en Tres Teor(as sobre la Prensa, en
el Mundo Capitalista,conjuntlrnente con Theodore Peterson. 1967 • pág. 17

98
brajam iento de la sociedad feudal.

Como se sabe, el feudalismo fue el sistema social, económico y


polltico que prevalició en Europa al desmoronarse el Imperio Romano.
La sociedad romana fue la última de las llamadas civilizaciones de la
Antigüedad en cuyo seno la esclavitud operó como el modo de produc-
ción dominante.

Al quedar destruida la esclavitud de la Antigüedad con el aniqui-


lamiento del Imperio, los pueblos de Europa entraron en el capItulo de
su historia correspondiente a la Edad Media.

La Edad Media se dividió en dos etapas: la Alta y la Baja Edad


Media. La Alta Edad Media fue una etapa de ~conflictos permanentes y
de guerras sistemáticas; pero la Baja Edad Media, por el contrario, fue
una etapa de paz, de armon la y de sosiego.

Fue aprovechando ese perrodo de paz de la Baja Edad Media que


los pueblos pasaron a organizarse dentro dél sistema feudal. Este siste-
ma, en el cual prevalecieron relaciones de producción antagónicas entre
el siervo y el señor feudal, asl como una descentralización polltica en
la organización del Estado, culminó al entrar la humanidad en la Edad
Moderna.

Entre los factores que contribuyeron fundamentalmente a perfilar


los matices de la sociedad moderna, tenemos los siguientes:
al El Renacimiento, que constituyó, en realidad, una especie de
trampolln entre los tiempos medievales y la Edad Moderna, caracteri-
zándose por el enorme interés despertado respecto de todos los valores
de la Antigüedad.
bl El Movimiento de la Reforma, que iniciado por Martrn Lutero
provocó profundos y radicales cambios en la Iglesia, institución ésta
que se hab la mantenido como la única con un orden centralizado, sien-
do al mismo tiempo durante el medioevo monopolizadora de la cultura.
cl Los grandes descubrimientos geográficos, que contribuyeron
al desarrollo del comercio y del capitalismo europeo, por medio de las

99
grandes extracciones aur(feras que se efectuaban en las colonias ameri·
canas.

dl El surgimiento de una clase burguesa, la cual se produjo, lógi-


camente, como consecuencia del desarrollo del sistema capitalista, en·
tonces en embrión; y

el La Revolución Industrial inglesa, la cual cambió de ra(z todo


el sistema de vida de la humanidad.

Como se comprende, en el fondo, todas estas transformaciones


no eran más que el efecto del surgimiento de un fenómeno devasta·
dor hasta entonces desconocido para la humanidad: La sociedad capi.
talista.

Pero al mismo tiempo que ondulaba el péndulo de los cambios


sociales, hizo aparición una nueva concepción filosófica y económica:
la del liberalismo. Pronto, el fisiócrata francés, Gournay, elaborá la
célebre frase: "Iaissez faire, laissez-passer", esto es, dejar hacer, dejar pa-
sar, que identifica la nueva concepción.

El liberalismo económico se fundamenta en la iniciativa individual


orientada hacia la obtención de ganancias. Se promueve la libre como
petencia y se lucha por evitar la intervención del Estado en los asun·
tos individuales.

En s(ntesis, en virtud de la doctrina liberal, se estableció la liber-


tad de comercio, as( como la libre facultad de contratar o no contratar,
lo que fue expresado dentro del ámbito del derecho, bajo el principio
de la autonom(a de la voluntad.

El más prominente expositor del liberalismo económico fue Adam


Smith, economista y filósofo nacido en Escocia y autor de lavolumi·
nosa obra, La ;jRiqueza de las Naciones.

En el aspecto social y poi (tico, el liberalismo encontró entu-


siastas y brillantes exponentes, entre ellos, Juan Jacobo Rousseau,

100
quien abogó por la libertad y la igualdad del individuo.

Además de Rousseau, descolló en Inglaterra la figura de John


Locke, el célebre autor de Ensayos Sobre el Gobierno Civil, cuya
filosoffa afectó profundamente todos los cerebros de la época, y de
qUien hablaremos más adelante en este cap(tulo.

Sin duda, con el desarrollo del capitalismo. la humanidad avanzó


en muchos aspectos, pues no podemos olvidar que durante sus primeros
tiempos la burgues la fue precisamente la clase más revolucionaria.

Ahora bien, todas estas ideas que se exponen Centro del marco del
liberalismo económico influyeron a su vez, en el desarrollo de una
concepción sobre la libertad de expresión v difusión del pensamiento
De qué manera influyeron, y de qué forma aún gravita esa in-
fluencia en la filosofía particular que orienta la actividad de muchas
propietarios modernos de diarios y de directores de otros medios de
comunicación, es algo que amerita un estudio separado, y que a con·
tinuación realizamos:

4.2.- El Liberalismo y la Prensa:

, Es un hecho bastante evidente que el sistema de control de prensa


que se tenga, asl como la reglamentación sobre la libertad de opinión es
~lgo que está en estrecha relación con el sistema social prevaleciente.

Por ejemplo, el sistema autoritario de la prensa sólo podra existir


dentro del marco social propio de una sociedad en transición del me-
dioevo a los tiempos modernos.

Pero de igual forma, el desarrollo de la teorla de la libertad de


prensa sólo serla posible dentro de una estructura social cimentada so-
bre la base del libre cambio.

En verdad, el siglo que completó el aniquilamiento de los princi.


pios autoritarios de la prensa e impuso los criterios de la libertad de

101
prensa fue el siglo XV 111, pero no es menos cierto que las primeras ba-
tallas de envergadura por hacer lograr su reconocimiento se dieron,
sin embargo, durante el siglo XVII.

En 1644, John Milton (1608-1674), el a4tor de "El Paraiso Per-


dido", escribió el primer alegato en favor de la libertad de prensa. Lo
tituló: Areopagitica, y aunque en términos precisos no fue una mani-
festación auténtica de los principios fundamentales sobre la libertad
de prensa, resultó, no obstante, un argumento poderos(simo contra
el sistema autoritario que aún prevalec(a. (56)

Milton estaba particularmente enfadado debido a que los puritanos


hab(an establecido una censura sobre sus propios trabajos. Sus argu-
mentos en favor de la libertad de prensa lo llevaron rápidamente a
criticar la práctica de las licencias previas para pouer publicar.

Para Milton, la libertad de palabra debra ser consagrada, entre


otras razones, porque no perjudicaba a los hombres. Estos, debido a
que eran seres racionales dotados de capacidad para distinguir lo bueno
y lo malo, lo decente y lo indecente, lo justo y lo injusto, acabarfan
siempre imponiendo el bien sobre el mal.

La obra de John Milton dió sus resultados. Por de pronto, en In-


glaterra, la corte especial que existfa para tratar los delitos de prensa,
quedó suprimida, y en igual orden, muchos de los obstáculos que exis-
tfan para la libre expresión desaparecieron.

Pero particularmente, fa obra de Milton contribuyó al desarrollo


del concepto de "mercado abierto de ideas". Y naturalmente, no po-
dra ser de otra manera. Si la noción de libertad de prensa nada bajo
los postulados del sistema capitalista de libre cambio, es evidente que
no pod(a bajo ninguna circunstancia escapar a la concepción de la
noción de mercancfa que impera en forma natural dentro del sistema
capital ista.

(56) Jean Touchard. Historia da las Ideas Pol(ticas. Editorial Tecnos. SAo Madrid. 1964.
pég.293.

102
Reconociendo que la libertad de expresión o de opinión no pod (a
ser un derecho ilimitado, el gran poeta inglés fue partidario del esta·
blecimiento de ciertas limitaciones, pero en realidad, en este aspecto
mostró poca preocupación debido a que de conformidad con sus
propias palabras, no querfa cOlltribuir a la elaboración -de principios
generales que limitaran la libertad de opinión. Sencillamente, aspiraba
a la libertad plena frente a la censura del gobierno.

La parte medular de la doctrina de Milton fue su teorfa del "pro-


seso autocorrectivo", de conformidad con el cual la libre expresión
lleva en sr su propia capacidad para corregirse. En el choque de las ideas
siempre la verdad acabará imponiéndose sobre la mentira, aunque du-
rante cierto tiempo la mentira aparente prevalecer, llegó a afirmar.

Por otra parte, aceptó, como dijimos, el criterio de la racionalidad


del hombre con lo cual sellaba su v(nculo con la escuela del liberalismo;
pero al mismo tiempo, imprimió a su Areopagftica un fuerte sello reli-
gioso.

Miltón fue en toda su amplitud un hijo legftimo de su época, y si


bien su noción de la libertad de opinión es bastante estrecha, pues
sólo se limitó a argumentar en contra de las censuras previas, no es me-
nos cierto que su criterio sobre el llamado "proceso autocorrectivo"
contribuyó a que los pensadores posteriores a él del siglo XVIII amplia-
ran la teoría.

Por su parte, John Locke (1632-1704), considerado el filósofo


del common sense, esto es, del sentido común, desarrolló una teorfa
de la soberan fa popular y una división del gobierno en los distintos
poderes públicos, la cual fue recogida y pulida más tarde por Montes-
quieu en "El Esp(ritu de las Leyes". (57)

Sostuvo el filósofo inglés que el hombre ha abandonado todos sus


derechos al Estado, para que a su vez el Estado se los devuelva garan·
tizados bajo la forma de derechos naturales consagrados en la cons-
titución.

(57) Ibid., págs. 294-297

103
La doctrina de la libertad de prensa tomó dos de sus argumentos
fundamentales de la filosof(a de John Locke:

a) La libertad de expresión como derecho natural del hombre; y

b) El carácter racional del hombre que le confiere la facultad


para discernir sobre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo,
así como para poder percatar la esencia de todos los juicios de valores.

La concepción de la racionalidad del hombre en Locke, como se


ve, vino a quedar rntima y estrechamente vinculada a la doctrina
del "proceso autocorrectivo" de Milton.

En los Estados Unidos, Thomas Jefferson (1743-1826), filósofo


y estadista, ¡:lutor df' la Declaraci6n de Independencia de su pars, me·
diante la mezcla de las dos corrientes del liberalismo: (el legalisrl)o y el
tradicionalismo provenientes d.e Inglaterra, conel radicalismo francés),
IIeg6 a la formulación de la necesidad de un gobierno que falicitara
tanto seguridad como oportunidad para el individuo.

Jefterson entend(a que el principal deber del gobierno era mante-


ner una estructura a través de la cual el individuo pudiera conquistar
sus aspiraciones y lograr los fines que se habla propuesto.

El pensamiento de Jefferson sobre la función de la prensa se pue·


de encontrar sintetizado de la siguiente manera:

"Ningún experimento puede resultar más interesante que el que


estamos probando ahora, y que confiamos culminará en establecer
el hecho de que el hombre pueda gobernarse por la raz6n y la verdad.
Nuestro primer objetivo deberla ser, por tanto, dejarle abiertas todas las
v(as hacia la verdad. La más eficaz encontrada hasta ahora, es la li-
bertad de prensa. Por eso es la primera acallada por aquellos que temen
la investigación de sus acciones.. La firmeza con que el pueblo ha sopor-
tado los últimos abusos de la prensa, el discernimiento que ha manifes-
tado entre lo verdadero y lo falso, y que formule un juicio correcto en-
tre ellos. Sostengo, por lo tanto, como cierto que abrir las puertas de

104
la verdad, y fortalecer el hábito de poner a prueba todo por la razón,
son las esposas más eficaces que podemos colocar en manos de nuestros
sucesores, para evitar que esposen al pueblo con su consentimiento."
(58)

Por su parte, John Stuart Mili (1806-1873), mantuvo frente al


criterio de la libertad de prensa un principio utilitarista. SOStuvo que la
libertad era el derecho del individuo a pensar y actuar como le plazca
siempre y cuando no lesionen los derechos del otro.

De conformidad con su juicio, todo acto humano debe estar en


funci6n de lograr el máximo de felicidad para la mayor cantidad posi-
ble de personas, siendo uno de los medios mediante los cuales la socie-
dad puede garantizar este principio, la libertad de expresi6n y de opio
ni6n.

La importancia que Mili otorgaba a la libertad de opinión indivi-


dual qued6 revelada en el siguiente pasaje de su conocido trabajo,
On Liberty:

"Si toda la humanidad menos uno fuera de una opinión, y una so-
la persona fuera de opinión contraria, la humanidad no estar(a más jus-
tificada en silenciar a la humanidad. Si una opini6n fuera una posesi6n
personal, sin valor salvo para su propietario; si ser molestado en su dis-
frute fuera simplemente una ofensa personal, resultada diferente
si la ofensa se infligiera a algunas personas, o a muchas. Pero el mal
peculiar de silenciar la expresi6n de una opini6n consiste en que se roba
a la .-aza humana; a la posteridad tanto como a la generación presente;
a aquellos que disienten de la opinión, aún más que aquellos que la sos-
tienen. Si la opini6n es cierta, están privados de la oportunidad de cam-
biar error por verdad; si equivocada, pierden -lo que es casi un benefi·
cio tan grande- la percepción más clara y la impresi6n más viva de la
verdad, producida por su colisi6n con el error." (59)

(58) Siebert VPeterson. CIP. cit. pjgL 59-60.

(59) lbid.. p~. 58.

105
El triunfo de la teoría de la libertad de opinión sobre la teoría
autoritaria fue el resultado de un proceso largo que duró varios siglos.
Al triunfar, esa teoría, como veremos, se proyectó sobre un plano
universal. Su triunfo, sin embargo, no fue aislado y exclusivo Se
efectuó, en realidad, dentro del marco del triunfo general del liberalis-
mo polrtico.

4.3.- Liberalismo Político y Naturaleza Jurídica de la Libertad de Opi-


nión:

El liberalismo poi ítico se encuentra netamente planteado en el ar-


tículo 10. de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciuda-
dano de 1789, de la sigu iente manera:

"Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos."

Como es fácil comprobar, para la ideología liberal, los términos,


libertad e igualdad, constituyen las nociones básicas. Y no puede ser de
otra forma. Tal como hemos explicado, la ideología liberal es funda-
mentalmente individualista, esto es, cree que por medio de la búsque-
da del interés personal es posible satisfacer el interés colectivo.

Ahora bien, los términos de libertad e igualdad, tal como son cúnl-
prendidos por la doctrina liberal, presentan dos características funda-
mentales, que el constitucionalista francés, Maurice Duverger, :lOS viene
a recordar:

al El carácter jurídico; y
b) La abstención del Estado.

Estas dos características se explican por el hecho de que el libe-


ralismo manifestaba en sus orígenes la situación de la burguesía, que a
pesar de gozar de amplias facultades económicas, estaba, sin embargo,
en una situación de desventaja frente a la antigua nobleza que segu ía
gozando de grandes privilegios, jurídicamente protegidos.

La acción de la burguesía, dentro de ese contexto, consistió, pues,

106
en provocar un movimiento legislativo que hiciera consagrar como de-
rechos inalienables su pretensión de una situación jurídica igual que
la de las clases privilegiadas. Y de ahí, precisamente, los términos de
libertad e igualdad.

El fundamento filosófico de la libertad individual se encuentra


también en la Declaración de Derechos.de 1789, cuyos artículos 40. y
50., dicen así:

"Art. 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que


no perjudique a otro; así pues, el ejercicio de los derechos naturales
de cada hombre no tiene más límites que los que aseguran a los demás
miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos
límites no pueden ser determinados más que por la ley"

"Art. 5.- La ley sólo tiene el derecho de prohibir las acciones per-
judiciales a la sociedad. Todo aquello que no esté prohibido por la ley
no puede impedírsele a nadie, y a ninguna persona puede obligársele
a hacer aquello que la ley no ordene."

Ahora bien, fa nbertad individual puede ser dividida dentro de los


criterios del Derecho Constitucional de la ideología liberal en liberta·
des de la vida civil y libertades de la vida pública.

Veamos, en primer lugar, las libertades de la vida civil que resul-


tan posibles ser consagradas dentro de las libertades individuales:

a) La inviolabilidad de la vida;
b) La seguridad individual;
c.) La propiedad privada;
d) La l~bertad de contratar;
e) La libertad de empresa;
f) Libertad de tránsito;
g) Libertad de asociación y de reunión;
h) La libertad de conciencia y de cultos;
i) La libertad de expresión y difusión del pensamiento;
j) La libertad de trabajo;

107
k) la libertad de asociación sindical; y
1) la libertad de enseñanza.

En cuanto a los derechos de la vida pública; se dividen en dos:

a) Derechos cívicos; y
b) Derechos poi (ticos.

los derechos cfvicos son los que otorgan la facultad de poder par-
ticipar en las funciones públicas, en sentido general, esto es. la aptitud
o derecho de ejercer una función en la vida pública. Por ejemJ..llo, el de-
recho de ser testigo en un tribunal público.

los derechos poi fticos son lOs derechos de que gozan todos los
ciudadanos de poder participar él' la vida poi ítica del Estado, mediante
la facultad de elegir o ser elegidú para desempeñar las funciones de
gobierno. (60)

Así, pues, la naturaleza Jurídica de la libertad de opinión es que


se trata de una de las libertades de la vida civil conSéJ~lddaS dentro del
conjunto de las libertades individuales. En la Constitución dominicana
se encuentra consignada bajo el epígrafe de'los "Derel,;nos Individuales
y Sociales."
Ahora bien, tras haber examinado la naturaleza jurídica de la li-
bertad de opinión, se impone hacer un breve estudio de legislación
comparada para poder medir la dimensión que este derecho ha alcan-
zado dentro del mundo jurídico.

4.4.- Libertad de Opinión y Legislación Comparada:

En efecto, desde Inglaterra, donde alcanzó sus pr imeros éxitos,


la teorfa de la libertad de opinión se trasladó a Norteamérica, donde

(60) Véase. Maurice Duverger. Instituciones Pol(ticas y Derecho Constitucional. y André


Hauriou. Derecho Constitucional e Instituciones Pol(ticas. Colecci6n Demos. Edicio-
nes Ariel.

108
por primera vez quedó garantizada por el "Bil! of Rights." que apa·
reció en e~ articulo 12 de la Constitución del Estado de Virginia del año
1776.

Por su lado, la primera enmienda a la Constitución de los Estados


Unidos, que prohibfa al gobierno federal restringir la libertad de opi-
nión, fue concebida en los siguientes términos:

"El Congreso no hará ninguna ley estableciendo una religión de


Estado o prohibiendo el libre ejercicio de una religión, o restringiendo
la libertad de palabra o de la prensa, o el derecho que tiene el pueblo
de formar asamblea pacíficamente y de hacer llegar al gobierno peti-
ciones para la reparación de sus agravios," disponiendo la enmienda
XIV, adoptada en 1868, que "ningún Estado promulgará o aplicará
una ley que restrinja los privilegios o inmunidades de los ciudadanos
de los Estados Unidos de América".

En Francia, el concepto fue externado a través de dos "Decla-


raciones de los Derechos del Hombre y del Ciudadano." (Esto es
importante retenerlo debido a la dimensión universal con que son
concebidas generalmente las Declaraciones. Una vez admitidas sus
proclamas son incorporadas al espíritu de las constituciones de los
diversos Estados).

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del


1789, consagró en el plano jurídico la libertad de opinión al plasmar
en el artículo XI, la siguiente concepción:

"La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones


es uno de los derechos más preciados del hombre y todo ciudadano
puede por lo tanto, hablar, escribir, imprimir libremente, salvo respon-
der por el abuso de esta libertad, en los casos determinados por la ley".

En la Constitución de 1793, la Declaración que la precede encono


tró nuevamente en su artículo VII, la libertad de opinión:

"EI derecho de manifestar el pensamiento y las opiniones, sea

109
por intermedio de la prensa, sea de cualquier otra manera, el derecho
de reunirse pacfficamente, el libre ejercicio de los cultos, no pueden ser
coartados. "

Durante el transcurso del siglo XIX, s¡"bien fue cierto que la no-
ción de libertad de expresión encontró numerosos obstáculos en Euro-
pa, no resultó lo mismo en Estados Unidos y en América del Sur, donde
se efectuaron las luchas por la consagración de la independencia
acabándose a la postre por imponer en todas partes al superarse defini-
tivamente en Europa los obstáculos a que hemos hecho alusión

Como consecuencia del advenimiento de los regímenes liberales,


en la época contemporánea, luego de la culminación de la Segunda
Guerra Mundial, entre diversos Estados surgió la preocupación de esta-
blecer una declaración que fuera una especie de garantía internac.ional
de la libertan de opinión respetada por todos los Estados signatarios.

En su preámbulo, la Carta de las Naciones Unidas, firmada en


San Francisco el 26 de junio de 1954, estableció lo que sigue:

b) a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la


dignidad y el valor de la oersona humana, en la igualdad de derechos
de hombres y mujeres y de las naciones de grandes y pequeñas."

El artículo primero de la Carta, inciso tercero, parte infine, esta-


blece entre los objetivos de las Naciones Unidas. garantizar "el respeto
'::l los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos,
sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión."

A su vez, esa garantía se encuentra reafirmada en el texto de la


Carta, en los artículos 55 y 76, los cuales se encuentran, respectivamen-
te, bajo las rúbricas de "Cooperación Internacional Económica y So-
cial", y la de "Régimen Internacional de Administración Fiduciaria".

Pero la gran conquista en el respeto a los derechos humanos no fue


alcanzado sino el día 10 de diciembre de 1948, cuando fue aprobada

110
la "Declaración Universal de los Derechos Humanos".

El artículo 19 de dicha Declaración adoptó bajo una fórmula


solemne, el principio de la libertad de opinión:

"Artículo 19.- Todo individuo tiene derecho a la libertad de opi-


nión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a
causa de sus opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras,
por cualquier medio de expresión."

En lo que respecta a la forma específica en que las constituciones


modernas de los distintos Estados consagran el principio de la lib"rtad
de -opinión, Fernand Terrou y Lucien Solal, proponen una clasifica-
ción en regímenes que excluyen la subordinación de la información
al poder público y regímenes fundados sobre el principio de subordina-
ción al poder político, el cual a su vez, dividen en dos: a) Las disposi-
ciones fundamentales del régimen español de la época franquista; y
b) El régimen de la Unión Soviética y regímenes fines. (61)

No compartimos tal clasificación. Creemos que independientemen-


te de la ideolog(a que caracteriza el Estado considerado, siempre existe
una subordin?ción del principio de la libertad de opinión al poder pol(·
tico. Esto lo comprobaremos al transcribir el contenido mismo de dicha
libertad de opinión, tal como efectivamente se le consagra en las diver-
sas constituciones.

As(, pues, en lugar de esa clasificación, creemos más conveniente


hacer una distinción en función de la naturaleza del Estado; es decir,
considerar el principio de la libertad de opinión distintamente a través
de las constituciones de los reg(menes burgueses o liberales, y de los
reg(menes socialistas.

En los Estados Unidos, para(so por excelencia de la burgues(a,


la Constitución afirma el orincipio de la libertad de opinión en las

(61) Fernand Terrou y Lucien Solal, El Derecho de la InformaciOn, Estudio Comperado


de los principelas sistemas de reglemantaeiOn da la prensa, la l'lIdio y el cine, UNESCO,
Parfs, 1952.

111
enmiendas I Y XIV, tal como hemos explicado arriba.

Naturalmente, al constituir un Estado Federal, cada uno de los


Estados consigna en su respectiva constitución la legitimidad de dicho
principio, asr como precisa ciertas y determinadas restricciones en lo
referente a su empleo.

Por ejemplo, la Constitución del Estado de Oregón establece que,


"Todo ciudadano puede hablar, escribir y public.ar libremente sus
opiniones, a reserva de responder del abuso de este derecho."

La del Estado de Virginia consagra los casos de abuso de la siguien-


te forma: "No será votada ninguna ley que restrinja la libertad de pala-
bra o de prensa; pero el legislador podrá reprimir, mediante sanciones,
la publicación o la venta de libros, periódicos o grabados obscenos,
previendo igualmente el castigo de la calumnia y la difamación y seña-
lando los derechos de la parte perjudicada para ejercer la acción civil
y reclamar la indemnización correspondiente."

En Francia, como hemos visto, el principio se encuentra determi-


nado en el artfculo 11 de la Delcaración de los Derechos del Hombre
de 1789, asr como en el artrculo 7 de la Constitución de 1793; pero
en la actualidad, además del preámbulo de la Constitución de 1958,
la libertad de opinión se encuentra establecida en la Ley del 29 de
ju Iio de 1881.

En el Reino Unido de la Gran Bretaña, donde no existe una cons-


titución escrita, el principio de la libertad de opinión se encuentra, sin
embargo, en el esprritu mismo de su régimen constitucional consuetu-
dinario. Además, idénticos principios a los del Reino Unido se en-
cuentran en Africa del Sur, Australia y Nueva Zelandia.

Italia, por su parte, consagra la libertad de opinión en el artfculo


21 de la Constitución de 1948:

"Todo ciudadano tiene el derecho de manifestar libremente su


opinión de palabra, por escrito o por cualquier otro medio de difusión.

112
"La prensa no puede estar sometida a una autorización previa
ni a la censura.

"No se podrá proceder al secuestro más que por acto motivado de


la autoridad judicial y en el caso de infracciones en las que la ley de
prensa conceda expresamente la autorización, o en aquellos de viola-
ción de las reglas que la ley prescribe en la identificación de los res-
ponsables...

"Quedan prohibidas las publicaciones de prensa. los espectáculos


y cualquier otra manifestación contraria a las buenas costumbres. La ley
determina las medidas adecuadas para prevenir y reprimir las infrac-
ciones."
La Constitución de la India. en el artfculo 19. establece la liber-
tad de opinión de la siguente manera:

"10 (1) (a).- Todos los ciudadanos tendrán derecho a expresarse


libremente.

"Nada del párrafo (1) (a) del presente artfculo afectará a la aplica-
ción de toda ley existente. ni impedirá al Estado hacer cualquier ley. en
la medida en que esta ley imponga al ejercicio del derecho previsto en
el párrafo precedente ciertas restricciones razonables de interés de la
seguridad del Estado. de las relaciones amistosas con los Estados extran-
jeros, del orden público. de la decencia o de la moralidad. de difama-
ción o incitación a cometer un delito.

De ese texto constitucional se desprenden ciertas restricciones


impuestas a la libertad de opinión, que son:

a) La difamación;
b) Ultraje a la moral;
c) Las buenas costumbres; y
d) La seguridad del Estado.

Por otro lado. en su artfculo 5. la Constitución de la República Fe-


deral Alemana del 8 de mayo. de 1959, establece lo que sigue:

113
"Todo individuo tendrá derecho a expresar y a difundir libremente
sus opiniones por la palabra, por la pluma y por la imagen así como a
informarse sin trabas, recurriendo a las fuentes asequibles a todos. La
libertad de prensa, as( como la libertad de las reseñas por radio y por
la pel(cula están garantizadas. No existirá censura."

Las constituciones de los Estados federados consagran los mismos


principios en forma general.

Por ejemplo, la Constitución del Estado de Baviera consigna ~n


sus arHculos 110 y 111, el derecho a expresar el pensamiento libremen-
te, as( como la libertad de prensa. La de Wurtemberg-Baden, consagra
en su arHculo 11 la libertad de expresión y difusión del pensamiento
siempre y cuando no atente contra las demás libertades establecidas en
la Constitución.

En América Latina, naturalmente, las constituciones de todos los


Estados también han consagrado el principio de la libertad de opinión.

La Constitución de México, por ejemplo, lo consagra as(:


"Art. 6 - La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna
inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque la
moral, los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el
orden público.

"Art. 7.- Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos


sobre cualquier materia. Ninguna ley, ni autoridad,.puede establecer
la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar
la libertad de imprenta, que no tiene más I(mites que el respeto a la
vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá se-
cuestrarse a la imprenta como instrumento del delito.

"Las leyes orgánicas dictarán wantas disposiciones sean necesa-


rias para evitar que, so pretexto de las denuncias por delitos de prensa,
sean encarcelados los expendedores, libreros, operarios y demás em-
pleados del establecimiento de donde haya salido el escrito denuncia·
do, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de aqué-

114
1I0s."

En el Peró, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, pre-


sidido por el General Juan Velasco Alvarado, consagró en el Decreto-
Ley 20680, que estableció un nuevo estatuto de prensa en el Peró, la
libertad de opinión y expresión del pensamiento. Veamos:

"ArHcul0 1., El Estado reconoce, respeta y garantiza el derecho


de los órganos de prensa a informar y opinar libremente.

"Art. 2.- Cualquier órgano de prensa pCJede, con entera libertad,


publicar informaciones, expresar ideas y formular juicios o aprecia-
ciones cr(ticas, sin consulta previa ni censura en tanto no trasgreda los
I(mites señalados por el respeto a la ley y a la moral en general, y espe-
cialmente a la verdad de los hechos y al honor e intimidad personales
y familiares. La trasgresión será sancionada por los tribunales ordinarios
y con arreglo a las disposiciones del presente Estatuto".

Como hemos podido comprobar, en la generalidad de las consti·


tuciones de los reg(menes burgueses, capitalistas o liberales, el princi-
pio de la libertad de opinión se encuentra siempre subordinado al res-
petó del orélen público establecido.

Ahora bien, lo que importa siempre tener pendiente es que esa


subordinación del principio de la libertad de opinión al orden póbli·
ca implica precisamente una subordinación en dichos reg(menes al po-
der poi (tico que tiene por principal objetivo la preservación del status
qua.

En lo CJue se refiere a los reg(menes socialistas, el principio cons-


titucional se encuentra guiado por el pensamiento de V.1. Lenin, I(der
de la Revolución Bolchevique, quien en sus Tesis sobre la democracia
burguesa y la dictadura del proletariado, planteó lo siguiente:

"La libertad de prensa es una de las principales consignas de la


democracia pura . . . Esta libertad representará un engaño en tanto
que las. mejores imprentas y los más importantes depósitos de papel se

115
encuentren en manos de los capitalistas. . . Los capitalistas llaman
libertad de prensa la que los ricos tienen de poder comprar a la prensa,
la de servirse de su riqueza para fabricar y falsificar la opinión pública...
La libertad verdadera no existirá nada más que en el régimen ... en el que
no haya la posibilidad de someter directa o indirectamente, la prensa
al poder del dinero y en el que sea posible a cada trabajador o grupo
de trabajadores, cualquiera que fuera su número, tener y ejercer el de-
recho, igual para todos, de utilizar los depósitos de papel y las impren-
tas públicas ... " (62)

Siguiendo esas directrices del autor del Imperialismo, Fase Supe-


rior del Capitalismo, la Unión Soviética, que desde el 1917, ha conocido
cuatro textos constitucionales, que son los de 1918, 1924, 1936 y
1977, estableció el principio de la libertad de opinión dentro del marco
de la legalidad socialista.

Infortunadamente no hemos podido consultar directamente el tex-


to de la más reciente Constitución soviética, por lo que será necesario
hacer acopio de esta laguna presentando, en lo que al contenido de la li-
bertad de opinión se refiere, el sentido del texto constitucional de 1936,
el cual dice asr:

"Art. 125.- De acuerdo con los intereses de los trabajadores y


a fin de afianzar el régimen socialista, están garantizadas por la ley a los
ciudadanos de la Unión Soviética: a) La libertad de palabra; b).- La li-
bertad de prensa. Los derechos de los ciudadanos quedan asr asegurados
al poner a disposición de los trabajadores y de sus organizaciones las
imprentas, los depósitos de papel, los servicios de comunicaciones y
otros medios materiales necesarios para el ejercicio de esos derechos"

El arHculo 31 de la Constitución de Rumania declara: "La libertad


de prensa, la de tribunal y la de reunión, asambleas y manifestaciones
queda garantizada. El ejercicio de estos derechos se encuentra garanti-
zado por el hecho de que todos los elementos necesarios de la imprenta,
el papel y los locales de reunión están a disposición de los trabajeiores.".
(62) V.1. Lenin, Acerca de la Prensa y la Literatura, Editorial Anteo, Buenos Air., 1965,
pag. 148. Y F. Terrou y Lucien Solal, op. cit.,pag. 50

116
En YugoAslavia, la Constitución de 1963, con su reforma de 1908,
consagra la libertad de opinión, e Igual sucede con Hungrfa y Polonia.

En Cuba, la libertad de opinión se encuentra consagrada en el art(·


culo 52 de su más reciente texto l:onstituc;ona/:

"Art. 52.- Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palaora y


prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones
materiales para su ejercicio están aadas por el hecho de que la prensa,
la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son
de propiedad ~tatal o social y no pueden ser objeto en ningún caso,
de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo de'
pueblo trabajador y del interés de la sociedad.

"La ley regula el ejercicio de estas libertades."

Aunque aparentemente toda la filosof(a relativa a la libertad de


opini6n parece referirse, tanto en los regímenes burgueses como en los
socialistas tan sr::lo a la libertad de prensa, la verdad es que la misma tie-
ne una dimensión más amplia y se generaliza a los demás medios de ccr
municaci6n, como certeramente precisa la Constituci6n de la Repúbli·
ca de Cuba.

Por últirTlo, debemos decir que, en nuestro país, la República


Dominicana, la libertad de opini6n se encuentra consagrada en el aro
tfculo 8, inciso 6:

"Toda persona podrá, sin sujeción a censura previa, emitir libre-


mente su pensamiento mediante palabras escritas o por cualquier otro
medio de expresión, gráfico u oral. Cuando el pensamiento expresado
sea atentatorio a la dignidad y a la moral de las personas, al orden públi-
co o a las buenas costumbres de la sociedad, se impondr~n las sanciones
dictadas por las leyes.

"Se prohibe toda propaganda subversiva, ya sea por an6nimos


o por cualquier otro medio de expresión que tenga por objeto prcr
vacar desobediencia a las leyes, sin que esto último pueda coartar

117
Sin embargo, en nuestro pa(s, la libertad de opini6n ha sido el
resultado de un proceso histórico que ha encontrado sus cauces a
través de una continua evoluci6n legislativa.

118
"Palabra cohibida y conciencia esclava son locuciones equiva-
lentes. Cuanto más se esfuerce el Estado en cohibir el de/echo de
expresar lo pensado, lo creido, lo sentido, tanto más insistirán las fa·
cultades naturales en mostrarse por medio de palabras y de actos. "

Eugenio Mar/él de Hostos.

119
CAPITULO V

LA LIBERTAD DE OPINION
EN SANTO DOMINGO

U n estudio pormenorizado de la libertad de opinión en Santo


Domingo, aunque sea en el plano meramente legislativo, conlleva a la
precisión previa de los elementos de enfoque que sirven de base a la rea-
lización de dicho estudio.

Esto asC, porque la forma de consagrar esa libertad de opinión


dentro del plano jurfdico ha presentado variaciones. En ocasiones, ha
tenido una consagración exclusivamente constitucional, pero en otras
épocas y circunstancias, esa consagración constitucional ha sido amplia-
da por una ley adjetiva.

Además, la libertad de opinión ha sido matizada y considerada en


las distintas leyes promulgadas sobre espectáculos públicos y radiofo-
nCa, por lo que se hace indispensable, realizar en este terreno también
un exámen aparte

Por último, no es posible evadir un estudio comparado de nuestra


legislación actual sobre expresión y difusión del pensamiento con la ley
francesa de prensa del 29 de julio de 1881.

Con tales elementos previamente esclarecidos, es posible proceder,


escalpelo en mano, a disecar el tema.

121
5.1. Génesis de la Libertad de Opinión en Santo Domingo:

Después de haber sido los franceses vencidos por Juan Sánchez


Ram (rez y C¡riaco Ram (rez en la famosa Guerra de la Reconqu ista,
nuestro país inició un~ nueva etapa histórica que se extendió desde el
1809 hasta el 1821, conocida con el nombre de la España Boba.

Pues bien, apenas se habl'a puesto punto final a esa guerra contra
los franceses, cuando las Cortes de Cádiz promulgaron el d(a 10 de
noviembre de 1810, un decrp.to acerca de la libertad de imprenta.
Esa libertad quedó más tarde consagrada en el arHculo 371 de la
Constitución de Cádiz, el cual deda as(:

"Art. 371.- Todos los españoles tienen libertad de escribir, impri-


mir y publicar sus ideas po/(ticas sin np-cesidad de licencia, revisión
o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y
responsabilidad que establezcan las leyes."

El decreto de 1810, consagraba por su parte, esa libertad de im-


prenta de la siguiente manera:

"ArHculo 1.- Todos los cuerpos y personas particulares, de cual-


quiera condición y estado que sean, tienen libertad de escribir, imprimir
y publicar sus ideas pol(ticas sin necesidad de licencia, revisión o apro-
bación alguna anteriores a la publicación bajo las restricciones y respon-
sabilidades que se expresan en el presente decreto."

Más adelante el decreto señalaba que todos los juzgados de im·


prenta, as( como todas las censuras de las obras po/(ticó$ previas a su
impresión quedaban enteramente abolidas. Igualmente, señalaba a los
autores e impresores como responsables respectivamente del abuso que
se pudiera cometer de esa libertad concedida.

Por otra parte, en su arHculo cuatro, indicaba lo siguiente:

"Artrculo 4.- Los libelos infamatorios, los escritos calumniosos,


los subversivos de las leyes fundamentales de la monarqufa, los licensia-

122
sos y contrarios a la decencia pública y buenas costumbres serán castiga-
dos con la pena de la ley..,"

Para asegurar la libertad de imprenta, Que de conformidad con


nuestro criterio seda lo mismo Que consagrar la libertad de opini6n, las
Cortes de Cádiz, de acuerdo con el decreto, nombrarfan ulla Junta Su-
prema de Censura compuesta de nueve individuos Que debedan resi-
dir cerca del Gobierno, as( como de una semajante en cada provincia.

Debido al abuso a que se incurri6 en el pa(s sobre la libertad de


opinión, como lo atestigua el Dr. José María Morillo, en sUs Noticias
de Sucesos del siglo XIX,- el rey Fernando VII se vi6 precisado a apro-
bar una censura más rigurosa sobre la libertad de imprenta en el año
1814, (63)

Ahora bien, como la Constitución de Cádiz de 1821 fue restable-


cida el1 el 1820, también resultó establecida nuevamente la libertad
de imprenta a que hada referencia dicha constitución; pero como
debido a que en Santo Domingo se incurrió una vez mlls en una prác-
tica de abusos continuos a dicha libertad, el gobernador, general Sebas-
ti al Kindelán, impuso de nuevo una junta de censura, en septiembre
de ese año de 1820.

Durante el per(odo de la Ocupación Haitiana, (1822-1844),


como dijimos en el cap(tulo 111, Quedó anulada toda práctica del pe-
riodismo, y por ende, de la libertad de opinión en nuestro pa(s, no
siendo sino al final de dicho per(odo cuando empezaron a circular
hojas manuscritas, como El Grillo Dominicano y La Chicharra.

Al declararse nuestro" pa(s independiente, aunque de manera for-


mal, en el año 1844, la libertad de opinión pas6 a ser un derecho otor-
gado a todos los ciudadanos dominicanos dentro de los preceptos
constitucionales establecidos.

Ocurre, sin embargo, Que la República Dominicana acUDa el

1631 EmllloRodr(gu8ZDsnorlzi.opclt.~.17.

123
primer lugar entre las naciones de América Latina que ha promulgado
mayor número de constituciones: treinta y ocho.

Es por ello que resulta pr:Jdente hacer un examen de la evolución


experimentada por la libertad de opinión a través de las distintas consti-
tuciones que ha tenido el pa(s. (64)

5.2.- Evolución Constitucional de la Libertad de Opinión:

La libertad de opinión o libertad de expresión goza de car~cter


constitucional en nuestro país, desde que se promulgó la Constitución
de San Cristóbal el 6 de noviembre de 1844.

En efecto, dicha Constitución, en el Cap(tulo I 1, bajo el ep(grafe


de "Derecho Público de los Dominicanos", consagró lo siguiente en el
artfculo 23

"Todos los dominicanos pueden imprimir y publicar libremente


sus ideas, sin previa censura, con sujeción a las leyes. La calificación
de los delitos de imprenta, corresponde exclusivamente a los jurados".

El 25 de febrero de 1854 se votó una nuever (;onstitución, yen el


Cap(tulo Segundo, arHculo 16, dicha constitución consagró la liber-
tad de opinión en los mismos términos en que lo hab(a hecho la Cons-
titución de San Cristóbal de 1844.

Pero el 23 de diciembre de ese mismo año de 1854, se efectuó


una nueva reforma constitucional, y en el Trtulo 111, bajo la rúbrica
"De los Dominicanos, De sus Derechos y De sus Deberes", Cap(tulo
Segundo, artfculo 8, inciso 5, la libertad de opinión fue consagrada
de la siguiente manera:

"La Constitución garantiza la libertad de imprenta y la de publi-


car libremente sus ideas sin previa censura, aunque con sujeción a las
leyes, sin perjuicio de la sociedad y de la seguridad pública. La califi-

(641 Constitución Politice V Reformas Constitucionales. Tomo Iv 11. 1844-1942, Colec·


ción Trujillo. Cen1enario de la República, Edici6n del Gobierno Dominicano, 1944.

124
cación de los delitos de imprenta corresponde exclusivamente a los ju.
radas."

Más adelante, en el artrculo 42 se establece que "Ia ley podrá es-


tablecer él juicio por juradas en todas las causas criminales".

Es importante concentrar la atención en el hecho de que a partir


de esta disposición constitucional se consigna de manera precisa que
la libertad de imprenta, esto es, la libertad de opinión tiene un Irmite
determinado: no puede ir en contra de la sociedad y de la seguridad
pública. En otras palabras, la libertad no es absoluta, sino relativa. Se
puede decir todo Iq que se quiera siempre y cuando eso contribuya
a preservar el status qua, es decir, el orden público, la paz social, la esta·.
bilidad de las instituciones establecidas

En la Constitución de febrero de 1858, conocida con el nombre


de Constitución de Moca, el principio de la libertad de opinión fue
garantizado, aunque para su consagración se empleó una terminolog(a
distinta.

En la Secci6n Segunda, bajo el trtulo de "Derecho Público de los


Dominicanos", artrculo 19, dicha libertad qued6 consagrada as!:

"Los dominicanos pueden imprimir y publicar libremente sus


ideas, sin previa censura, quedando, sin embargo sujetos a lo que deter-
mina la ley.

"Unico: La calificación de los delitos de imprenta pertenece


exclusivamente al ju rada."

Al culminar la llamada Revolución del 7 de julio de 1857, en la


que los comerciantes y cosecheros de tabaco de la región del Cibao se
alzaron contra el gobierno de Buenaventura Báez por la crisis en que és-
te los habla·hecho caer, a consecuencia de la emisión de papel moneda,
lleg6 de nuevo al poder el general Pedro Santana; y al llegar al poder,

125
revocó la Constitución de febrero de 1858, para poner de nuevo en vi'
gencia la Constitución de diciembre de 1854.

Este, como se sabe, constituyó el tercer y último gobierno de Pe-


dro Santana. El 18 de marzo de 1861 se llevó a cabo bajo su direc-
ción la Anexión de la República a España.

¿Cuál fue la suerte de la libertad de opinión en este oscuro perio-


do de nuestra historia patria?

Hay un decreto del 12 de septiembre del año 1861 que lo expresa


con bastante nitidez. Detengámonos un momento, y veamos en qué
consistió dicho decreto:

"Ley No. 696.- Resolución del Excmo. Señor Gobernador Capitán


General estableciendo en Santo Domingo la censura de imprenta.

"Secretar(a del Gobierno civil de la Isla de Santo Domingo.


"Por oficio fecha 23 de Agosto último, el Excmo. Sr. Capitán
General y Gobernadol Superior Civil de la Isla de Cuba se sirvió indicar
al que lo es de ésta, la necesidad y conveniencia de que se estableciese
en Santo Domingo la censura de imprenta en la misma conformidad
que lo previenen las leyes, reglamentos y demás reales disposiciones pa-
ra todas las provincias ultramarinas españolas; y en esta virtud el Exc-
mo. Sr Gobernador y Capitán General se na servido declarar en vigor
en esta provincia de su mando dichas leyes, reglamentos y reales dispo-
siciones sobre imprenta, vigentes en Cuba y Puerto Rico, nombrando
al mismo tiempo al Fiscal de Guerra Don Miguel Tavira, censor de
imprenta de esta Capital, interinamente y a reserva de superior resolu-
ción. Lo que de orden de S.D. se avisa en la Gaceta Oficial, para la inte-
Ii'gencia del público y fines correspondientes. Santo Domingo, Setiem-
bre 12 de 1861. En Secretario en Comisión, Felipe D. Fernández de
Castro." (65).
(65) Colecci6n de Leyes, Decretos y Resoluciones. Santo Domin¡p. Imprenta del listrr
DIario. Tomo IV. págs. 167-8. 1927.

126
As(, pues, como se ve, la libertad de opinión quedó censurada en
nuestro pa(s durante el per(ado de la Anexión a España. Ahora bien,
tras haber derrotado a los españoles en una prolongada guerra popular,
la nación quedó restaurada, iniciándose el perrada de la Segunda Re-
pública, el cual además de las continuas luchas entra Rojos y Azules,
trajo para el pa(s un nuevo clima en torno al régimen de la libertad de
opinión.

El 24 de enero de 1865 se puso en vigencia la Constitución de Mo-


ca, y estl mismo año fue presentada como Ley Sustantiva de los domi.
nicanos, la Constitución de febrero de 1854.

Pero en ese mismo año de 1865 se puso en vigencia también una


tercera Constitución, caso insólito que, desde luego, revela el atraso
poi (tico de nuestro pa (s para esa época, y esa Constitución fue la del
14 de noviembre de 1865.

La libertad de opinión quedó consagrada en la Sección 11, bajo


el trtulo "De las garantras", articulo 22 de dicha Constitución, el cual
deda as(:

"Artrculo 22.- Los dominicanos pueden imprimir y publicar li-


bremente sus ideas, sin previa censura ni coacción, quedando garantiza-
da la propiedad de las producciones literari'lS."

"La calificación de los delitos de imprenta pertenece exclusiva·


mente al jurado."

Cinco meses después, sin embargo, dicha constitución en virtud del


Decreto No. 916, del 20 de abril de 1866, quedaba sin efecto. Buena-
ventura Báez, que tomó posesión de la presidencia por tercera vez el
8 de diCiembre de 1865, restableció la Carta del 23 de diciembre de
1854. Pero Báez, como se sabe, fue derrocado, y el Triunvirato que se
form6 a su carda, integrado por Federicú de Jesús Garc(a, Pedro Anto-

127
nio Pimentel y Gregario Luper6n, se dispuso restablecer la Carta de
noviembre de 1865.

La anarqu (a constitucional dominicana del año 1866 no acabarra


ahr, pués en septiembre de ese año, el Triunvirato se disolyi6 dando lu-
gar a la formaci6n del gobierno de José Mar(a Cabral, el cual, en fecha
27 de septiembre de 1866, promulg6 una nueva constitución.

Ese texto, que se asimilaba bastante a la Carta Sustantiva de no-


viembre de 1865, mantuvo con idéntico espíritu. el principio de la li-
bertad de opini6n que se encontraba consignada en la antenor.

El gobierno de Cabral cay6, sin embargo, en el 1868, acusado de


traición a la patria por haber pretendido vender a los Estados Unidos la
Bah (a de Samaná, y a la ca (da de su régimen, como por iron (a de la
historia, se form6 uno de los gobiernos más corruptos que quizás haya
conocido la historia del pa(s: el gobierno de los seis años de Báez.

El 24 de abril .de 1868, Báez puso en vigencia, por cuarta vez,


como Pacto pol(tico fundamental, la Constituci6n del 16 de diciembre
de 1854, es decir, aquella que por primera vez sustanció el carácter de
relatividad de la libertad de opinión pública.

El 14 de septiembre de 1872, todav(a durante el per(odo de los


Seis Años de Báez, se produjo una revisi6n de la Constitución, y la liber-
tad de opinión, que fue establecida en el T(tulo 111, Cap(tulo Segundo,
arHculo 50., no varió en lo tundamental.

Pero, el 24 de marzo de 1874, el presidente Ignacio Marra Gonzá-


lez, antiguo gobernador de Puerto Plata, que habra encabezado la llama·
da Revolución UnionIsta contra el gobierno de Báez, puso en vigor una
nueva reforma constitucional, la cual en el artfculo 23, del TItulo IV,
estableció la libertad de opini6n:

"Los dominicanos pueden imprimir y publicar libremente sus

128
ideas; pero la autoridad podrá suspender, para someter inmediata-
me'1te al jurado, cualquier publicaci6n que ex terne ideas subversivas del
orden y de la tranquilidad pública.

"Unico: La propiedad de las producciones literarias queda garan-


tizada. "

Más aún, en su artrculo 114 dispon(a dicha Constituci6n que el


CongltlSO Nacional votar(a an su pI ¡mera sesi6n legislativa como leyes
de preferencia, además de la ley electoral, la ley de instrucci6n póbli-
ca, la Iley sobre ayuntamientos, la ley orgánica de tribunales, la ley sobre
prensa y ot,·al>.

Tras haberse suscitado una especie de conspiraci6n baecisto, Gon·


zález, creyendo que dicha sublevaci6n se deb(&, fundamentalmente, al
e&rácter liberal de su gobierno, se hizo proclamar, el 10 de septiembre
de 1874, "Encargado Supremo de la Naclon por la Voluntad de los
Pueblos", decretando al mi~TH> tiempo la supresión de la Constitución
hasta (anto fuese reformada.

La reforma se efectu6 el 9 de marzo de 1875, y en dicha Ley sus-


tantiva, la libertad de opini6n, que fue fijada en el TItulo IV, ~rt. 22,
qued6 expresada casi en idénticos términos, a la Constituci6n de Moca
de febrero de 1858.

Durante el mismo gobierno de González, fue puesta en ejecuci6n


una resolución de fecha 24 de julio de 1875, en virtud de la cual se
autorizaba al Poder Ejecutivo a suprimir todo periódico que se contraje-
re a difamar la honra de Naciones amigas, 6 de sus autoridades.

Esta resolución hace referencia a la publicaci6n en Puerto Plata


de un periódico semanal titulado "Las Dos Antillas", dedicado exclu·
sivamente a la defensa y propaganda de los intereses poi (ticos de
Cuba y Puerto Rico, el cual fue acusado por el gobierno de difamar

129
y agraviar la honra de una Nación con la cual la República Dominicana
estaba ligada en virtud de un Tratado de paz y Amistad."

En sus considerandos, alcha resolución establecía que en vista


de que la injuria Ó la difamación puede suscitar conflictos internacio-
nales, as( como de "que no se ataca la libertad de imprenta ni se cerce-
nan sus fueros, reprimiendo los excesos que puedan ocasionar graves
entorpecimientos a la marcha pol(tica del pa(s", resuelve suprimir
todo periódico que se contraiga a difamar la honra de naciones amigas
o de sus autoridades. (66)

Ahora bien, al producirse la caida del gobierno de González a


manos de los azules, llegó a la Presidencia de la República, el civilista
Ulises Francisco Espaiilat, que al dictar el acta adicional del 31 de mar·
zo de 1876, dejó intacto el principio de la libertad de expresión.

El 27 de diciembre de 1876, Buenaventura Báez llegó al poder


por quinta vez, y al año siguiente estableció una nueva reforma consti-
tucional, la cual hizo consagrar la libertad de opinión en el ardculo 11,
inciso 2 de la siguiente manera:

"La Nación garantiza a los dominicanos ... la libertad del pensa-


miento expresado de palabra o por medio de la Prensa, sin restricción
alguna."

En esta disposición constitucional, como se ve, se plantea que la


libertad de expresión puede ser manifestada por dos v(as: oral o escrita.

Sin embargo, al año siguiente, para ser más precisos, el 15 de


mayo de 1878, bajo el gobierno del presidente Cesáreo Guillermo,
se llevó a cabo una nueva reforma constitucional, cuyo objetivo básico
fue la reducción del perrodo presidencial, as( como la constitución
del Congreso en un régimen bicameral.

(661 Colecc:i6n de Ley•• Oecretlll y Resoluciones, op. cit. Tomo 6. pAg.460.

130
En esta reforma constitucional, el principio de la libertad de expre-
si6n o libertad de opini6n quedó intacto; e igual cosa aconteció con las
reformas constitucionales del 11 de febrero de 1879 y las del 17 de ma·
yo de 1880, que consagraron la libertad de opinión sin cambiar una so-
la coma a las disposiciones constitucionales previas.

El 23 de noviembre de 1881, bajo el gobierno del padre Meriño,


se IIev6 a efecto una "nueva reforma constitucional, la vigésima que se
hada en la historia constitucional del pafs; y en esa reforma, la liber-
tad de opinión quedó consagrada en el arto 11, "inciso 10. de la misma
forma que se ven (a estableciendo desde la Constitución de 1877; esto
es, que "La libertad del pensamiento expresado de palabra o por
medio de la prensa, sin restricción alguna", quedaba garantizada.

El 17 de noviembre de 1887, estando a la cabeza de los destinos


nacionales el tirano Ulises Heureaux, se puso en vigencia una nueva
constitución; pero esta vez, la libertad de opinión quedó garantizada
en el artfculo 11, inciso 20. de manera distinta:

"La libertad del pensamiento expresado de palabra o por medio


de la prensa, sin previa censura, pero con sujeción a las leyes."

Sin duda, esta disposición resulta más coherente con la realidad,


que la fórmula establecida en las constituciones previas ya que al subor-
dinar la libertad de expresión a una sujeción a las leyes, disolv(a la no-
ción m (tica de una libertad absoluta, o lo que es lo mismo de una
"Iibertad sin restricción alguna."

La revisión del 12 de junio de 1896, en su artfculo 11, inciso 20.


dejó exactamente igual, el principio de la libertad de opinión.

Pero, en la reforma del 14 de junio de 1907, durante el gobierno


de Mon Cáceres, en el Trtulo 111, bajo el epfgrafe "De los Derechos
Individuales y Poi fticos, Sección Primera, Derechos Individuales, Art
9, inciso 20., la libertad de opinión fue fijada en estos términos:

"La Constitución garantiza a todos los habitantes de la Repúbli-

131
ca:

20.- La libertad de expresar su pensamiento por medio de palabras


o por medio de escritos o impresos sin previa censura; pero los que al
ejercerla cometieren delitos comunes, serán responsables ante los tribu-
nales."

El 22 de febrero de 1908 se efectuó otra reforma constitucional,


quedando la libertad de opinión precisada en el art. 6, inciso 40.:

"La libertad de expresar su pensamiento por medio de palabras o


por medio de escritos impresos, sin previa censura".

El 29 de febrero de 1916, fue votado un nuevo texto de la Consti-


tución de la Repúbl ica, pero como se sabe, este nunca llegó a cobrar
efecto juddico, en razón de que precisamente al momento de concluir·
se su oficialización se llevó a cabo la ocupación militar norteamericana
de 1916, la cual se prolongó durante ocho años.

Mientras dicha ocupación permaneció, "Las leyes dominicanas


eran "reconocidas" siempre que no estuvieran en conflicto con el ob·
jeto y los reglamentos de los militares extranjeros, dice Melvin Knight,
y añade: "Estas leyes pocHan ser aplicadas por dominicanos, si los ame-
.,.icanos lo estimaban necesario. Todo bajo el control y la supervigilancia
de los Estados Unidos. Una censura fue establecida al mismo tiempo
sobre toda clase de publicaciones." (67)

y efectivamente, con la finalidad de evitar el hervidero de protesta


en contra de la usurpación de la soberanfa nacional, el gobierno de ocu-
pación de los Estados Unidos procedió a censurar todas las publicacio-
nes, como habremos de ver más adelante.

Luego de sobrevenida la ocupación norteamericana. se procedió


a la reforma constitucional del 13 de junio de 1924, la 'cual hizo con·
(671 Melvin M. Knight. Los Americanos en Santo Domingo. Ciudad Trujillo. Imprenta Lis-
t(n Dilll'io. 1963. p,&- 98.

132
signar la libertad de opinión en el artfculo 6, inciso 50. Trtulo 1, Sec-
ción 10., bajo el Htulo "De los Derechos Individuales" de la siguiente
manera:

"Se consagran como inherentes a la personalidad humana. • .


5:· El derecho de expresar el pensamiento por cualquier medio, sin
previa censura".

Es fácil detectar que en esta disposición constitucional, la liber-


tad de expresión ya no estaba limitada a los dominicanos o a los habi-
tantes de la República como se hab(a establecido previamente en otras
constituciones, sino que ahora, la libertad de opinión se reconoc(a
como un derecho individual inherente a la personalidad humana. Sin
lugar a dudas, al consagrar la libertad de opini6n en esos términos, el
legislador de 1924 descubría por sus propios caminos la naturaleza
intdnseca de este derecho, que es, como huoimos de establecer,
un derecho esencialmente individual.

En la reforma del 15 de junio del 1927, el principio de la libertad


de opini6n qued6 intacto; pero en el 1929 se efectuaron dos refor·
mas constitucionales: la del9 de enero y la del 20 de junio.

En la reforma del 9 de enero, el principio no experimentó mo-


dificación alguna; mas en la del 20 de junio, hubo un cambio ligero de
semántica, puesto que ahora la libertad de opini6n fue consagrada as(:

"Art. 6.- Se consagra como derecho inherente a la personalidad


humana... "El derecho de expresar el pensamiento."

La revisión del 9 de junio de 1934 dejaba las cosas exactamente


igual que la constitución del 20 de junio del 1929.

En la Carta del 10 de enero de 1942, la iibertad de opinión fue


modificada para que quedara expresada de la siguiente manera:

"Art. 6.- El derecho de expresar el pensamiento sin sujeción a ceno


sura previa. La ley establecerá las sanciones aplicables a los que atenten

133
contra la honra de las personas, el orden social c la paz pública".

En la Constitución de 1947, en el trtulo 11, bajo el rótulo "De los


Derechos Individuales y Sociales", arto 6, la libertad de expresión quedó
asegurada en idénticos términos que la Constitución de 1947, e igual
sucedió con la Constitución del 1ro. de diciembre de 1955, la cual
consagró la libertad de expresión en el arto 8, inciso. 7.

En el año 1959 sucedió lo inaudito. Por primera vez en la histo-


ria de las Constituciones dominicanas dejó de consagrarse en forma
expresa la libertad de opinión. Sólo se precisó, en el arto 8, inciso 50.,
la libertad de conciencia y cultos, con sujeción al respeto del orden
público y las buenas costumbres. La Constitución de 1960 no enmen-
dó el vado.

Es posible conjeturar las razones por las cuales, la libertad de


expresión o de opinión fue desalojada del conjunto de los derechos
individuales que tradicionalmente ven (an consagrando nuestras cons-
tituciones. En tal sentido, hab(a que tomar nota de las enormes difi-
cultades con que la dictadura de Trujillo tuvo que enfrentarse para
esa época, sobre todo, con el despertar de la conciencia respecto de la
naturaleza criminal de Trujillo, pero igualmente, de la acción enérgica
de los exiliados dominicanos que también pusieron en práctica una
campaña internacional de denuncias contra la dictadura, y natural
mente, de la invasión del 14 de junio de 1959 que fue lo que definí-
vamente le puso la tapa al pomo e inició la etapa del ocaso final del ré-
gimen.

En 1961, la libertad de expresión o de opinión, aparec(a renovada.


En efecto, la Constitución de ese año la estableció en el arto 8. inciso
7: " ..• El derecho de expresar el pensamiento sin sujeción a censura pre·
via. La ley establecerá las sancione:; aplicables a los que atenten contra
la honra de las personas, el orden social o la paz pública".

La Constitución del 16 de septiembre de 1962 repitió en toda su


integridad la Constitución del 1961.

134
Pero en el año 1963, al llegar al poder el primer gobierno democrá-
tico, libremente elegido por el pueblo dominicano, después dc más
de tres décadas de oprobio y tiran (a, el presidido por el prestigioso
hombre de letras, profesor Juan Bosch, no s610 la libertad de expresión
o de opinión experimentó un cambio en su consagración, sino que ade-
más, toda la práctica democrática dominicana vivió su edad de oro.

En el terreno que exclusivamente nos ocupa, por primera vez la


Ley Sustantiva fijaba en dos artfculos, el contenido d~ dicha libertad.
Fueron los artIculas 70 y 71, que bajo el ep(grafe, "De los Derechos
Humanos", TItulo 11, estableclan lo siguiente:

,"iArt. 7.- Toda persona podrá, sin sujeción a censura previa, emi-
tir libremente su pensamiento mediante palabras, escritos o cualquier
otro medio de expresi6n gráfico u oral, siempre que el pensamiento
no sea atentatorio a la moral. al orden público o a las buenas costum-
bres, casos en los cuales se impondrán las sanciones dictadas por las
leyes.

Se prohibe todo an6nimo y propaganda de guerra o que tenga


por objeto prCNocar desobediencia a las leyes, sin que esto último
pueda coartar el derecho de análisis o crIticas de los preceptos lega-
les. "

"Art. 71.· La prensa no puede ser sometida a ninguna especie


de coacci6n o censura.

"La libertad de imprenta s610 tiene como I(mite el respeto a


la vida privada, a la moral, a la paz pública y a las buenas costum-
bres. "

Como se sabe. el gobierno del profesor Bosch, fue derrocado


el 25 de septiembre, mediante un golpe de Estado, y a su carda
se form6 un gobierno impopular que culminó su existencia con el
estallido revolucionario del 24 de abril de 1965.

Ese estallido revolucionario fue, sin embargo, ahogado en su cuna

1135
con la segunda intervención norteamericana en nuestro pa(s en lo que
va de siglo.

Tras un proceso de negociaciones se concertaron elecciones ge-


nerales resultando ganador, en unos comicios que han sido tildados
de escrupulosidad dudosa, el canditado del Partido Reform ista, doctor
Joaqu(n Balaguer.

Al asumir el poder, el doctor Balaguer procedió a modificar la


Constitución de la República, y es ésta precisamente la que consigna,
como se ha visto, la libertad de opinión en su art(culo 8, inc:-:o 6,
bajo el tftulo, "De los Derechos Individuales y Sociales"

No dudamos que tras haber navegado por los treinta y ocho


mares de nuestras movedizas constituciones se sienta el malestar de un
soberano mareo, pero alertamos que este es el momento de mantener
en equilibrio el timón de la atención y echar las anclas, para pescar
ahora el contenido de nuestras leyes adjetivas sobre la libertad de opio
nión, aunque en este viaje de exploración jurfdica, no percibamos ni
el vuelo de las palomas, ni las siempre anheladas brisas marinas.

5.3.- Desarrollo Jurídico de la Libertad de Opinión:

La primera ley promulgada en nuestro pa(s, luego de haber adqui-


rido su status republicano, sobre la libertad ,de opinión, fue la Ley No.
del 18 de mayo de 1846

Esta ley estaba formada por 67 artfculos, divididos en siete tftulos.


El art(culo primero establec(a el derecho de todo dominicano de im-
primir y publicar libremente sus ideas, conforme al arto 23 de la Cons-
titución de 1844.

Pero bajo el Trtulo Segundo, "De los Abusos de la Libertad de


Imprenta", el arto 20., establece:

"Se abusa de la libertad de imprenta de Jos modos siguientes:

136
Inciso 20. "Cuando se publican máximas o doctrinas dirijidas
a excitar a la rebelión o perturbación de la tranquilidad pública.

30. Incitando directamente a desobedecer alguna ley o autori-


dad legítima, o provocando a esta desobediencia con invectivas o sá-
tiras.

En el Artrculo 9 se precisa que:

"Los escritos en que se publiquen máximas o doctrinas diriji-


das a excitar la rebeliÓn o la perturbaciÓn de la tranquilidad, se cali-
ficarán con nota de sediciosos... "; y en el artrculo 10, por su parte, se
puntualiza:

"Art. 10.- El impreso en que se incite directamente a desobedecer


las leyes o autoridades legrtimas, se calificará de incitador a la desobe-
diencia en primer grado; y aquel en que se provoque a esta desobedien-
cia con sátiras e invectivas, se calificará de incitador en segundo grado".

T odas los demás artrculos de esta ley se refieren a las penas co-
rrespondientes a los abusos cometidos a la libertad de expresión, de las
personas responsables, de las personas que pueden denunciar los impre-
sos, así como del procedimiento que se sigue en estos casos.

De todas maneras, lo que se saca en claro de los artrculos que


hemos transcrito de nuestra primera ley sobre la libertad de imprenta o
libertad de opiniÓn, es que se trata de una libertad limitada a los con-
fines del status quo, del orden establecido, del sistema poi hico preva-
leciente pues no se permitfa la publicación de ninguna doctrina o máxi-
ma que provocara una "perturbación de la tranquilidad pública".

El término "tranquilidad pública" es un término vago, impreci-


so, como lo es también el término "orden público", pero en todo caso,
son términos que se asocian a la idea del orden establecido.

Pues bien, aunque la ley que comentamos precisÓ que toda exci-
taciÓn a una perturbación de la tranquilidad pública por medio de doc-

137
trinas o máximas constituye un delito de sedición, resulta interesante
ir observando desde ya el contenido de las distintas leyes que iremos
presentando, la sutil diferencia que existe entre excitar a las masas a
armarse para sustituir el orden establecido, y la de simplemente emitir
opiniones que no formen parte de la ideolog(a del sistema, como suce-
di6 en Francia en cierta época al quedar prohibido el vocif-erar: Abajo la
República, Viva el Rey, aunque de esa mera emisión del pensamiento
no se pasara a la acci6n pública concreta.

Conviene ir apreciando y tomando notas de esas diferencias,


porque si bien en el primer caso estaremos en presencia de un delito
de sedici6n, en el segundo caso se trata de un delito de opini6n públi-
ca, que como tendremos oportunidad de comprobar, siempre ha estado
vigente en el esp(ritu de nuestra legislación.

En el año 1875 se dict6 la Ley No. 1462, sobre libertad de impren-


ta. Esta ley constaba de 26 artfculos divididos en tres tftulos. En el
artrculo 1, consagr6 la libertad de imprenta, al decir as(:

"La expresión del pensamiento es libre. En consecuencia de este


principio , los dominicanos tienen el cierecho de libre discusi6n y de
emitir sus ideas por medio de la prensa, sin previa censura."

El artrculo 2 consagr6 el delito de imprenta y atribuyó al jurado


su calificaci6n.

Ahora bien, durante el gobierno de Wences/ao Figuereo se dictó el


Decreto No. 3783, del año 1899, reglamentando el uso de la libertad de
prensa.

En su artfculo primero, el decreto señalado indicaba lo siguiente:

"Art. 1.- S610 los dominicanos mayores de edad, en el pleno goce


de sus derechos civiles y poi (ticos pueden ser directores y propietarios
de periódicos po/(ticos, o que se ocupen de politica interior y exterior".

Por su parte, el art(culo siguiente defin(a los periódicos po/(ticos

138
de esta manera:

"Art. 2. Son periódicos pol(ticos los que inserten art Icu los sobre
polltica interior o exterior, o hagan propaganda polltica, y los que en
caso de guerra entre naciones amigas no se limitan a publicar las noticias
de poi Itica exterior sin comentario alguno sino que se agregen opinio-
nes, calificativos o juicios con cualquier criterio que sea."

Esa ley del sucesor de Lilis es un espejo resplandeciente donde


puede mirarse con iluminadora claridad el criterio consagrado por nues-
tros legisladores de no permitir ningún tipo de opinión que pudiera
hacer resistencia a la ideologla de los hombres que representaban los
intereses de los grupos dominantes a través del control del Estado.

El Decreto No. 3783 del año 1899, quedó, sin embargo, abrogado
mediante resolución del Congreso Nacional No. 4548.

Posteriormente, en el año 1914, durante el gobierno del Dr. Ra-


món Báez, se dió a la aplicación el Decreto No. 5380, que otorgaba
franquiCias postales a la prensa nacional.

Todo esto, empero, resultaba intrascendente ante el carácter de


la censura impuesta por el gobierno de ocupación norteamericano
del año 1916, la cual decla asl:*

Todo comentario que se intente publicar sobre la actitud del


Gobierno de los Estados Unidos, y cualquier cosa en conexión con la
ocupación, debe ser sometida primero al censor local para su aproba-
ción. No será permitida la publicación de níngún comentario de esa
Indole sin que haya obtenido la aprobación del censor.

"Se prohibe la publicación de expresiones de carácter violento


o inflamatorio, o que tiendan a dar aliento a la hostilidad o a la resis-
tencia al Gobierno Militar.

"Será suspendida la public"lción de cualquier diario o periódico


• Véase apendice 11.

139
que ofenda en contra de esta croen; y las personas responsables, due-
ños, redactores, directores, u otros serán además expuestos a ser casti-
gados por el Gobierno Militar.

"La impresión y distribución de proclamaciones, hojas sueltas o


semejantes modos de hacer propaganda para diseminar opiniones no
favorables al gobierno de los Estados Unidos de América, o al Gobierno
Militar en Santo Domingo, queda prohibido, como queda también la
distribución en Santo Domingo en diarios o periódicos de semejante
material publicado en el extranjero.

"Losque ofendan contra ese reglamento serán expuestos a castigo


por el Gobierno Militar." (68)

Pues bien, de la transcripción de esta ley de censura establecida


durante la ocupación norteamericana, se puede notar con bastante
precisión que en realidad la libertad de opinión, al igual que las demás
libertades fueron abolidas en nuestro pa(s. Al dominicano, simple y 1Ia-
nélTlente, se le proscribió el derecho al habla, y solamente se le concedió
la libertad a la mudez.

Desde luego, la medida no carec(a de causa. Era que el ejército


de ocupación estaba claro que si a los dominicqnos se les permitra
hacer uso de su leg(timo derecho de opinar, quedar(an expuestas las
formas de expresión de una sórdida y desigual lucha entre un pueblo
que anhelaba rescatar su soberan(a frente a otro que sólo sabra plasmar
la soberbia indescriptible de la omnipotencia imperialista.

Cuatro años después, esto es, en el 1920, en virtud de la Orden


Ejecutiva No. 385, quedaba abolida la Censura.

Pero el ArHculo 2 de dicha orden estableció, paradójicamente,


el siguiente manojo de monstruosidades liberticidas:

"Art 2.- Con el fin de prevenir disturbios en el orden público se

(68) GlIC8ta OficÍllI No. 2758 del eI\o 1916.

140
les prohibe a todas las personas publicar en revistas, diarios, folletos,
periódicos, hojas sueltas, o cualquier otra publicación, artrculos de la
siguiente naturaleza:

"a) Los que enseñan la doctrina comunmente conocida como


Bolshevismo o anarqu(a, la cual, dadas las circunstancias que actual-
mente prevalecen en la República, poddan dar lugar a la intranquili-
dad y des6rdenes;

"b) Los que prediquen doctrinas y prácticas contrarias a la moral


pública, tal como se entiende en las demás naciones civilizadas;

"c) Los que sean tan hostiles al Gobierno de los Estados Unidos,
su poi rtica y sus funcionarios, o critiquen de tal modo a éstos, que
inciten al pueblo a la intranquilidad, desorden y revueltas;

"d) Los que en su tono sean tan hostiles o contrarios al Gobier-


no Militar, su pol(tica y a sus funcionarios, civiles y militares, o que los
critiquen de tal manera que impulsen a las masas a la intranquilidad,
desorden y revueltas;

"e) Los que difamen, deshonren o ridiculicen la conducta del Go-


bierno de los ~tados Unidos, del Gobierno Militar, o de sus funcio-
narios, de una manera tal que la publicación provoque des6rdenes o
revueltas en la República;

"f) Los que señalen la condición actual de Santo Domingo en una


forma manifiestamente injusta o mentirosa, y que pudiera provocar
desórdenes entre las masas;"

¿Qué diferencias de fondo hay entre la ley de Censura de 1916


y la Orden Ejecutiva No. 383 que supuestamente deja sin efecto dicha
censura?

Ninguna. En lo substancial ambas están destinadas a impedir la


facultad de opinar libremente por parte del pueblo dominicano; yel
hecho de que la Orden Ejecutiva No. 385 no establezca expresamente

141
la censura previa no la distancia de su predecesora, pues la restricción
que impone equivale a una censura.

De todas maneras, la Orden Ejecutiva No. 385 nos ayuda aún más
a precisar la naturaleza del delito de opiniÓn pública, pues tal es, en
efecto, la categorra delictual que formula el art. 2, inciso a), cuando di-
ce que se prohiben la publicación de artfculos o periódicos en general
"que enseñen la doctrina comunmente conocida como Bolshevismo o
anarqu ra..."

El Bolshevismo y el anarquismo constitu(an y constituyen corrien-


tes ideolÓgicas que estaban y están en contraposición a la corriente
ideológica que sirve de cohesión a la existencia del Estado dominicano,
de donde se desprende que al prohibir la enseñanza de ese tipo de doc-
trina, en verdad lo que se buscaba era reprimir el fundamento ideoló-
gico que le servra de sustento, el cual, al ser divulgado, pasada a hacer
resistencia a la opinión pública impuesta por la clase dominante, yen
su proceso de ascenso, acabada imponiéndose como una nueva ten-
dencia ideológica, aunque, naturalmente, para llegar a esto último,
hubiera sido necesario que la lucha de clases que este proceso mismo
engendra hubiera pasado de la fase ideológica a la fase de la toma del
poder y del control de Estado, únicos elementos con los cuales resulta
posible para una clase imponer sus tendencias ideológicas en opinión
pública a través de los medios de comunicación.

Ahora bien, si alguien argumentara que lo que hemos dicho carece


de fundamento, por cuanto lo hemos referido a una disposición adop-
tada por un régimen de ocupación, diremos que la misma situación se
encuentra reflejada en las distintas leyes que en la República Domini·
cana se han adoptado consagrando la libertad de expresión, como se
irá demostrando.

En el año 1932, se promulgó la Ley No. 396, la cual sólo conten fa


dos artrculos, establecielldo el artrculo 1, lo siguiente:

"Art. 1.- Se considerará reo de delito contra la paz pública, todo


individuo que, sea por escritos, discuros, impresos, dibujos, grabados,

,142
pinturas, emblemas o haciéndose eco de falsos rumores, suministre a
otras personas informaciones de carácter subversivo."

¿Cómo entender la categoda de reo de la paz pública? Existe un


delito especIfico ejecutado por medio de escritos, discursos, etc., que se
llame delito contra la paz pública, o, por el contrario, existen más bien
los llamados delitos (en plural), contra la cosa pública?

Ese delito contra la paz pública, ejecutado por uno de los medios
de comunicación enunciados, ¿no constituye más exactamente un deli-
to de opinión pública?

De todos modos, la Ley No. 396 fue abrogada por la INo. 483, la
cual como su antecesora también constaba de dos art(culos.

El arto 1 decla asf:

"Art. 1.- Se considerará y juzgará como autor de delito contra la


paz pública y el orden del Estado a toda persona que sea por escritos
póblicos o epistolares, discursos, impresos, dibujos, grabados, pinturas,
emblemas, o haciéndose eco de falsos rumores, suministre a otras per-
sonas informaciones de carácter subversivo o injurioso para los Poderes
de la República o denigrante para la Administración del Estado."

Esta ley, como se ve, no quitaban nada a la anterior, sino que


agregaba, tJero sin cambiar en lo absoluto la naturaleza del delito que
tipificaba, que no era el de delito de la paz pública como incorrecta-
mente estipulaba en una terminilogfa inadecuada, sino la de delito
de opinión póblica.

EI18 de febrero de 1944 se puso en vigencia la Ley No. 517, sobre


impresos y lJt::riódicos. E:n ninguno de sus artfculos esta ley hace refe-
rencia a los del i lOS que se pueden cometer por medio del abuso a la
libertad de opini6n y expresión. Posteriormente, se dict6 la Ley No.
1663, que agregaba un segundo párrafo al artfculo 2delaLeyNo.517;
pero debido a que tampocG esta ley tocaba el problema de los deli-
tos Que se comPlen por medio de la expresión del ¡.¡ensamiento, no es

143
necesario detenerse en su comentario.

En el año 1947 se promulgótaLeyNo. 1387. Esta ley sólo conte-


n(a dos artrculos y se limitaba a señalar que "Toda persona de nacio-
nalidad dominicana que, con fines de propaganda difamatoria contra
la Repóblica o sus instituciones, difunda noticias falsas y tendencio-
sas entre extranjeros que. se encuentren en el pa(s o envre o transmi-
ta tales noticias hacia el extranjero por cualquier medio", se 1'" conde-
nada a la pena de dos o tres años de reclusión.

Con posterioridad a esta disposición legal, sólo conocemos tres


más relativas a la libertad de expresión del pensamiento o libertad de
opinión. Ellas son: .

al El Decreto-Iey No. 2230 del 6 de noviembre de 1956, que esta-


blece que todo periodista, agente de publicidad u oua persona de
ocupaci6n militar, extranjero o dominicano, que solicite o recabe coo-
peración econ6mica para su órgano periocHstico deberá proveerse de
una autorizaci6n de la Secretada de Estado de Interior;

b) El Oecreto-Iey No. 2690 del año 1957, que pone bajo la depen-
dencia de la Secretada- de Estado de Seguridad, todo lo relativo al cum-
plimiento de la ley sobre Impresos y Peri6dicos; y

c) La -ley 6132 sobre Expresi6n y Difusi6n del Pensamiento


del 15 de diciembre de 1962, y que es la que actualmente rige la
materia.

SA.- Llbertld de Opinión y Regllmentlción de len Espectáculos Públi·


cos y Rldiofon(I ••

La libertad de opini6n en Santo Domingo también ha encontrado


disposición legislativa en la reglamentaci6n relativa a los espectáculos
públicos y radiofonra.

La primera ley sobre espectáculos públicos fue la Ley' No. 1083,


que creó la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos, del 9 de enero
de 1946.

El arto 1 de la referida ley se encontraba redactado en estos térmi-


nos:

"Art. 1.- Por la presente ley se crea la Comisión Nacional de Espec-


táculos Públicos y Radiofon (a, cuya finalidad será la de evitar que en la
República Dominicana se lleven a cabo espectáculos públicos y emisio-
nes radiofónicas que ofendan a la moral, a las buenas costumbres, a las
relaciones con pa(ses amigos, y en general que puedan ser consideradas
como perjudiciales a los sanos principios y normas de la familia domini-
cana.

"Su funcionamiento estará regido por un Reglamento General que


será dictado por la misma Comisión y aprobada por el Poder Ejecutivo."
(69)

Al año siguiente, esto es, en julio de 1947, se dictó la Ley No.


1470, sobre la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos. Esta ley,
por su parte, constaba de nueve arHculos, y en el primero, consagró
lo siguiente: (70)

"Art: 1.- Las proyecciones cinematográficas, representaciones tea-


trales y espectáculos públicos análogos, as( las emisiones radiofónicas,
ofrecidas u originadas en el pa(s, deberán sujetarse a las restricciones y
prohibiciones que se establezcan en reglamentos dictados por el Poder
Ejecutivo."

Por su lado, el artículo tres sei'lala que:

"Art. 3.- Queda prohibido por la presente ley proyectar en el pa(s


pel(culas' cinematográficas en las cuales trabajen artístas reconocidos
como comunistas o que tiendan a servir de propaganda a la ideología
comunista".

(891 G.O. ~o. 6382 del 18 de _ro de 1946.

(701 G.O. No. 6655 del 9 de julio de 1947.

145
Como se observa, una de las condiciones indispensables para la
existencia del delito señalado en el arHculo 3 de la Ley No. 1470, lo
constituye el elemento de la ideolog(a comunista.

EI2 de marzo de 1949 se promulgó la Ley No. 1951, sobre la


reglamentación de los espectáculos públicos, que dejaba sin efectos
jurrdicos la Ley No. 1470 que acabamos de ver. (71)

Esta nueva ley, sin lembargo, estable~ió en los arHculos uno y tres,
exactamente las mismas disposiciones de su antecesora. Ese mismo
año de 1949, se dictó el Reglamento No. 5906.

En el año 1955, se puso en vigencia el Reglamento 995 sobre Es-


pectáculos Públicos y Radiofon(a, que derogó el Reglamento General
.
No. 5906. (72)

El arto 37 de este nuevo reglamento expresaba lo siguiente:

"Art. 37.- No será permitida la exhibición ni representación de


pelfculas cinematográficas, ni de obras teatrales o programas radiales
que por su rndole, género, lenguaje, situaciones, pasajes o escenas
constituyen un agravio a la moral o a las buenas costumbres. Tampoco
las que sean de carácter tendencioso, perturbador o que tiendan a di-
vulgar ideas o doctrinas disociadoras, y todo cuanto sea contrario al
régimen constitucional."

Aqu ( tamb ién se nota el carácter ideológico como elemento fun-


damental en la tipificación del delito. Lo que se prohibe es hacer refle-
jar mensajes cuya ideolog(a se encuentre en contradicción con la ideolo-
g(a "del grupo dominante.

Ya recientemente, en el año 1971, se dictó el Reglamento No. 824


para el funcionamiento de la Comisión Nacional de Espectáculos Públi-
cos y Radiofonra.
(71) G.o. No. 6905 del 12 de marzo de 1949.
(72) Colecci6n de Leyes. Resoluciones. Decretos y Reglwnentos. Tomo 11. Impresora Arte
y Cine. Ciudad Trujillo, 1958. pago 536.

146
Este reglamento consta de 135 artrculos divididos en siete cap (-
tulos que configuran todo lo relativo no s610 a la Comisión de Espec-
táculos Públicos, sino además todo lo que se refiere a la exhibición de
pelfculas cinematográficas y obras teatrales, radio y televisión yexa-
men de discos. (73).

5.5.- La Ley No. 6132 sobre Expresión y Difusión del Pensamiento:


Una Manifestación de Legislación Plagiaria.-

En Francia, la prensa está regida por la ley del 29 de julio de 1881.


Esta ley, que dejó sin efecto jurfdico las anteriores, ha sido modifi-
cadA, a su vez, por un conjunto de leyes posteriores, a saber: (75).

1).- Ley del 16 de marzo de 1893


2).- Ley del 12 de diciembre de 1893;
3).- Ley del 4 de abril de 1896;
4),- Ley del 4 de julio de 1908
5).- Ley del 16 de noviembre de. 1912;
6).- Ley del 29 de septiembre de 1919;
7).- Decreto-Ley del 30 de octubre de 1935;
8).- Ley del 10 de enero de 1936;
9).- Decreto-Ley del 21 de abril de 1939;
10).- Decreto-Ley del 6 de mayo de 1939;
11).- Decreto-Ley del 29 de julio de 1939;
12).- Ordenanza del 24 de noviembre de 1943;
13).- Ordenanza del 26 de agosto de 1944;
14).- Ordenanza del 13 de septiembre de 1945;
15).- Ley del 31 de diciembre de 1945;
16).- Ley del 5 de octubre de 1946;
17).- Ley del 6 de enero de 1950
18).- Ley del 25 de marzo de 1952;
19).- Ley del 19 de diciembre de 1952;
20).- Ley del 8 de diciembre de 1953.

(73) G.O. No. 9220 del 10 de abril de 1971.

(75) Véase. Code Pénal, Librairie Delloz, 1956, Loi de Presse du. 29 juillet 1881, pago 587
Adem., el art(culo, "Presse", de Nouveau Repertoire. Tome 111, paga, 498 ss.

147
En la República Dominicana, la actual ley sobre Expresión y Difu-
sión del Pensamiento es la ley·No.6132, del 15 de diciembre de 1962.
(761.
Pues bien, al realizar un estudio de tipo comparativo entre ambas
Jeyes, se desprenden una serie de similitudes y semejanzas, que no hacen
más que poner de relieve la inequlvoca situación de colonialismo
jurrdicQ a que estamos sometidos los dominicanos- una consecuencia
directa de nuestra dependencia en todos 10$ órdenes-o pero esta vez ex-
presado en la forma más inescrupulosa y abominable que se pueda
imaginar: la del plagio.

Por ejemplo, al examinar la estructura general de la ley francesa


observamos que presenta el siguiente esquema:

CapItulo Primero De la Imprenta y de la libreda


Caprtulo 1I De la Prensa Periódica
10.- Del derecho de Publicación de la
Dirección y del Depósito.-
20.- De las Restricciones.
30.- De los Periódicos o Escritos Periódicos
Extranjeros.

Caprtulo 1-1 /.- Del Anuncio, de la Buhonerra y de la Venta


Sobre la Vla Pública.-
10.- Del Anunciado
20.- De la Buhonerfa y de la Venta sobre la
Vla Pública.

Caprtulo IV.- De los Crrmenes y Delitos Cometidos por


la Vla de la Prensa o Por Todo Otro Medio
de Pul:licación.-
10.- Provocación a los Crlmenes y Delitos.
20.- Deljto~ Contra la Cosa Pública.-
30.- Delitos contra las Personas.-
40.- Delitos cuntra los Jefes de Estado y
Agentes Diplomáticos Extranjeros.-
1761 G.O. No. 8721

148
50.- Publicaciones Prohibidas. Inmunida-
des de la Defensa.-

Caprtulo V.- De las Persecuciones y de la Pena.-


10.- De las personas responsables de los
cr(menes y delitos cometidos por la
v (a de la prensa.-
20'· Del Procedimiento
30.- Penas Complementarias. Reincidencia.
Circunstancias Atenuantes, Prescrip-
ción. Disposiciones transitorias..

Por su parte. la ley dominicana exhibe la siguiente extructura:

Cap (tu lo 1.- De la prensa y de la edición y difusión de li-


bros y otras publicaciones.-

Cap (tu lo I 1.- De la prensa periódica


10.- Del derecho de publicación,de la direc-
ción del depósito.-
20.- De las rectificaciones y del derecho
de respuesta.-
30.- Delito contra la cooa pública.
40.- Delitos contra las personas.-
50.- Delitos contra los Jefes de Estado y
los Agentes Diplomáticos extranjeros.-
60.- Publicaciones prohibidas. inmunidades
de la defensa".

Cap (tu lo V: De las Persecuciones y de la Pena.-


10.- De las personas responsables de crf-
menes y delitos cometidos por la vfa
de la prensa.-
20.- Del procedimiento.-
30.- Penas complementarias. reincidencia.
circunstancias atenuantes, prescrip-
ción.

149
Disposición transitoria

Disposición final.-

Como es posible darse cuenta a simple vista, en el esquema de la


ley dominicana, se plantea una desarticulación ilógica, y es cuando se
salta de súbito del capítulo dos al capítulo cinco. ¿Cómo se explica
esto?

Si observamos minuciosamente, el capítulo dos de la ley france-


sa y de la ley dominicana, hasta las dos primeras divisiones, son igua-
les. En la ley fra~cesa, a partir de la tercera divisi6n del capítulo dos,
se pasa, sin embargo, en forma lógica y coherente, al capítulo tres,
y de ah( al cuatro, etc;

En el cap(tulo cuatro, la ley francesa, a partir de la segunda divi-


sión, fija este esquema:

20.- Delitos contra la cosa pública;


30.- Delitos contra las oersonas;
40.- Delitos contra los Jefes de Estado y Agentes Diplomáticos
extranjetos;
50.- tlublicaciones prohibidas, inmunidades a la defensa.

Si volvemos ahora al capítulo dos de la ley dominicana, observa-


remos que el esquema arriba transcrito es el mismo que continúa a par-
tir de la tercera división de dicho capítulo. ¿Qué refleja este? ¡Un
plagio!

Ahora bien, al plagiar, el legislador dominicano no se detuvo en


detalles de lógica, y al decidir saltar de un solo plumazo dos capítulos
de la ley (el tres y el cuatro), no se di6 cuenta que dejaba flotando en el
vacío, la estela inconfundible de su abismal ineptitud.

Si se estima, por otro lado, que la manifestación del plagio sólo


estuvo en reproducir con cierta torpeza el esquema estructural de la ley
francesa, es importante reseñar, entonces, el contenido del articulado

150
de ambas leyes.

Escojamos al azar algunos de esos artfculos. Por ejemplo, los artí-


culos 26 y 29 de la ley dominicana y de la ley francesa.

"Art. 26.- la ofensa al Presidente de la República por alguno de


los medios enunciados en el artículo 23 se castigará con la pena de
tres meses a un año de prisión y con multa de $100.00 a RD$1,OOO.OO
o con una de las dos penas solamente.

"Las penas previstas en este mismo artículo son aplicables a la


ofensa a la persona que ejerce parte o la totalidad de las prerrogativas
del Presidente de la Repóblica "

El artrculo 26 de la ley francesa en su versión original dice asr:

"26.- L'offense au Président de la Republique par I'un des moyens


énoncés dans l' article 23 et dans I'article 28 (sic) est punie d'un empri-
sonnement de trois mois á un an et d'une amende de 20,000 á 20
millions de francs ou de I'une de ces deux peines seulement.

"Lespeinesprévueá I'alinéa précedent sont aplicables a I'offense


á la personne qui exerce tout ou parti e des prérogatives du Président
de la République."

Por otro lado, el artículc 29 sostiene;

"Art. 29.- Constituye difamación toda alegación o imputación de


un hecho que encierre ataque al honor o la consideración de la persona
o del organismo al cual se impute el hecho.

"La publicación o radiodifusión directa o por vía de reproducción


de tal alegación o de tal imputación es castigable, aún cuando se haga
en forma dubitativa o si alude a una persona o a un organismo no men-
cionado de manera expresa, pero cuya identificación se haga posible por
los términos de los discursos, gritos, rsdioemisiones, pel rculas, amena-
zas, escritos o impresos, carteles o edictos incriminados.

151
"Constituye injuria toda expresión ultrajante, término de despre-
cio o invectiva que no conlleve imputación de hecho alguno."

El arto 29 de la ley francesa plantea:

"29.- Toute allégation ou imputation d'un fait qui ~vrte atteinte


á I'honneur ou á la considération de la personne ou du corps auquel le
fait est imputé est une diffamation. La publication directe ou par voie
de reproduction de cette allégation ou de cette imputation est punissa-
ble, meme si elle est fait sous forme dubitative ou si elle vise une perso-
nne ou un corps non expressement nommés, mais dont I'jdentification
est rendue possible par les termes des discours, cris, menaces, écrits
ou imprimés, placards ou affiches incriminés.

"Toute expression ou tragean te, termes de mépris ou invective


qui ne referme I'imputation d'aucun fait est une injure."

Después de haber podido constatar, sobre la base de la compa-


ración, las grandes similitudes, tanto de forma como de con'enido.
entre las leyes francesas y dominicana, sólocabereconocerquelaLey
No. 6132 sobre Expresión y Difusión del Pensamiento, es una manifes-
tación de legislación plagiaria. lO serra preferible reconocerle como una
traducción, adaptación y localización de la ley francesa?

152
"¿Cudndo se llegará a la idea de que la estrecha sujeción en que
se encuentra la llamada prensa libre con relación a ciertos grandes
hombres de negocios y potencias financieras, no es defendible ya?"

Jean Schwoebel

153
CAPITULO VI

DE LA MUERTE DE UNA LIBERTAD


AL NACIMIENTO
DE UN NUEVO DERECHO

En el siglo XVII, como ya dijimos, John Milton y los teóricos par-


tidarios del liberalismo lucharon porque la prensa fuese libre; porque
la opinión fuese emitida sin cortapisa alguna.

Desde entonces hasta la fecha han transcurrido más de tres siglos,


y sin embargo, la prensa sigue siendo tan esclava como antes. En verdad,
tantos años sólo han servido para que la prensa únicamente cambie
de amo.

En tiempos de Milton, se consloeraba que el amo era el Estado;


y la lucha del poeta inglés consistió en proscribir la ingerencia de ese
organismo en la manifestación del pensamiento, abogando por la crea-
ción de lo que él mismo definió como un "mercado libre de ideas".

Naturalmente, esto estaba (ntimamente ligado a las concepciones


del liberalismo económico, ya explicadas, que al levantar su clásica
consigna de "Iaisser-faire, laissez-passer", ped fa a gritos también, la
no participación del Estado en las actividades competitivas del mercado,
esto es, en las actividade~ económicas generales.

De manera, pues, que entre lOS conceptos de "libre competencia


de mercancfas", y "mercado libre de ideas", 'vino a establecerse una

155
asociación (ntima, indisolube, que es precisamente lo que permite II&-
gar a la idea de que en la sociedad capitalista moderna, la libertad de
prensa no es más que la cortina de humo tras la cual se esconde el
cri~erio de la Iiberrad de empresa.

En la moderna sociedad capitalista, todo el mundo, ciertamente,


tiispone de la facultad de fundar un periódico y de dirigirlo; pero se tra-
ta meramente de un derecho formal, pues no todo el mundo dispone
de los recursos económicos indispensables para darle ejecución a ese
derecho.

En el foudo, pues, se trata de una libertad destinada a los grandes


empresarios, es decir, de una libertad condicionada al poder del dinero,
nuevo amo de la libertad de opinión.

Jacques Kayser, el conocido investigador francés, al examinar la


estructura de la prensa capitalista, y poner al descubierto la sumisión
total en que ésta se encuentra frente al poder de los nócleos económi-
cos preponderantes, llegó a la formulación de una conclusión que no
constituye más que una radiograffa auténtica y veraz del estado real de
la libertad de prensa y de la libertad de opinión en este tipo de soci&-
dad.

Esa conclusión fue esbozada n(tidamente en el tItulo de su obra


fundamental, el cual reza as(: "la Muerte de una Libertad."

Por lo que veremos, es tal vez la más auténtica acta de defunción


que jamás se haya levantado.

6.1 .. La Informac:ión y la Estructura de la Dependenci.~

Aunque el fenómeno de la concentración de propiedad de los m&-


dios de comunicación es uno de los problemas más graves con que hoy
d(a se enfrenta el derecho de la información, debido a que se encuentra
estrechamente ligado a la estructura dependiente a que están sometidos
los pueblos del Tercer Mundo, haremos énfasis en este último aspecto.

156
Sin embargo, antes de proceder a establecer los nexos existentes
entre la información y el fen6meno de la dependencia, es importante
referirse, aunque sea brevemente, al desarrollo operado en el interior
del sistema capitalista.

En efecto, el capitalismo, que en sus inicios era manufacturero,


a consecuencia de la Revolución Industrial pasó a ser capitalismo in-
dustrial. No obstante, en estas dos etapas de su desarrollo se caracteri-
z6 por su sistema de libre competencia.

Con el desarrollo de las fuerzas productivas, sin embargo, el


capitalismo de libre competencia di6 lugar a la formaci6n de monopo-
lios, cu,yas caractedsticas fundamentales fueron las siguientes: (77)

a) La concentración dé la producción;
b) El nuevo papel de la banca;
c) El capital financiero y la oligarqu (a financiera;
d) La exportaci6n de capitales;
e) El reparto del mundo entre asociaciones de capitalistas; y
f) El reparto del mundo entre las grandes potencias.

Como se sabe, la lucha entre los principales paIses capitalistas por


el dominio del mundo, hizo desatar las crueles guerras de rapiña, o gue-
rras inter-imperiales.

Entre esas guerras, las más importantes para la historia de la huma-


nidad, por la enorme destrucción que ocasionaron, as( como por las
consecuencias históricas que deshilvanaron, fueron las dos guerras
mundiales, la de 1914-1918, y la de 1939-1945.

A partir de la segunda conflagración, concretamente, los Estados


Unidos er .¿rgieron como el centro hegemónico del capitalismo mun-
dial, y debido a que en los años inmediatos a la culminaci6n de dicha
hecatombe humana, se puso en práctica una poi (tica de descolonizaci6n
por parte de las potencias aliadas, el esquema de domínio y explotaci6n
(771 V. 1. Lenin. El Imperialismo. Etapa Superior del Capitalismo. Obras Escogidas. Tomo 111.
Editorial Cartago. Buenos Aires. 1973. pAgs. 375 ••

157
tradicionalmente conocido, tuvo que ser modificado por uno más sutil,
pero no por ello menos beneficioso para la metrópolis. Asr surgió el
neocolonialismo, y !Jor consiguiente, el nuevo tipo de relación entre
el centro y la periferia.

Durante las últimas tres décadas, el nuevo esquema neocolonial


ha sido sometido al fuego de los acontecimientos, logrando, sin duda
alguna, cierto gradó de perfeccionamiento. Hoy dra, la mayor(a de los
parses del Tercer Mundo se encuentran sometidos a sus redes, que se
extienden a las múltiples facetas de la vida social.

En el ámbito especffico de la información, los años inmediatos


a la segunda post-guerra se caracterizaron por el surgimiento de la teo-
rra de la "libre circulación de la información."

Fundamentándose en una cdtica incisiva y demoledora de las prác-


ticas informativas fascitas, los partidarios de esta nueva teoda la expli-
caban en términos de que ninguna barrera debra obstaculizar la difusión
de ideas y noticias entre las naciones, cosa que desde luego resultaba
muy atrayente.

Sin embargo, el nacimiento y propagación de esta nueva teoda


coincidi6 con la etapa de ascenso hegem6nico d~ los Estados Unidos,
con lo cual queda perfectamente establecido, como dice Herbert
1. Schiller, que "Ia polrtica del libre cambio de informaci6n fue una de
las conaiciones previas para la expansión imperialista."

En principio, la extensión de las empresas norteamericanas eran


de carácter económico, pero éstas descubrieron rápidamente la impor.
tancia del elemento cultural de esta expansión. ¿En qué sentido SE
orientaba esta importancia del elemento cultural?

El mismo Schiller lo dirá de la siguiente manera:

"Dos objetivos mayores estaban previstos y eran logrados: mane-


jar la opinión pública para que sostuviere un objetivo comercial expre-
sado como un imperativo moral; disponer de un arma ideológica muy

158
eficaz contra la Uni6n Soviética y los pa(ses vecinos, recientemente
unidos en una zona de influencia anticapitalista" (78)

En s(ntesis, la teor(a de la libre circulación de la información era


parte del plan imperialista de expansi6n mundial, con lo cual los valores
de la dependencia fueron evidentemente reforzados.

Ahora bien, debemos decir que tanto los elementos econ6micos


como de informaci6n se encuentran insertos dentro de un poder mucho
más amplio que es lo que le dá en definitiva, su auténtica dimensi6n
al poder imperial y a las relaciones de dominio y explotaci6n que gene·
ra.

Un especialista chileno en relaciones econ6micas internacionales,


Juan Somav(a, al referirse a este poder imperial en términos de una
estructura transnacional de poder que pretende representar la estabili·
dad poi (tica y econ6mica, la eficiencia tecnol6gica y de mercado, ase
como la defensa de la libertad, sostiene lo que sigue:

"La práctica, dice, demuestra que el comportamiento real de la es-


tructura transnacional de poder opera en términos muy diferentes a los
que pretende. En nombre de la estabilidad pol(tica, defiende el status
quo y los reglmenes más conservadores que aseguren la falta de cambios
estructurales profundos en las sociedades del Tercer Mundo. En nombre
de la eficiencia, promueve la expansi6n de las empresas transnacionales,
que se originar. -en su seno, como solución "técnicamente" ideal para los
problemas del crecimiento y desarrollo económico, promoviendo una
"homogeneización" de patrone~ de consumo que con frecuencia desa-
tienden las necesidades básicas y la realidad cultural local. En nombre
de la creatividad tecnológica, concentra enormes recursos en esfuerzos
de investigación y desarrollo vinculados a su aparato industrial-militar y
a los intereses de sus empresas transnacionales, que poco tienen que ver
con las necesidades reales de los pueblos del Tercer Mundo. En nombre
de la "16gica" del mercado, propugna que los gobiernos abdiquen de

(78) Herbert l. Schiller. La Libre CirOJlaci6n de la Información y la Dominación Mundial.


en La InformaciÓn en el Nuevo-Orden Internacional. Instituto LatinOllrTlericano de E&-
tudios Transnacionales. México. 1977. pág. 91

159
su responsabilidad fundamental, cual es definir y orientar la naturaleza
del desarrollo nacional a favor de las mayor(as, promoviendo formas de
organizaci6n social que dejen en manos de las grandes empresas jJriva-
das la decisión de qué, cué1nto, c6mo y para quién producir. En nombre
de la bondad del consumismo, orienta la producci6ñ sólo hacia quienes
efectivamente tienen capacidad de ingreso para consumir, consolidando
as( estilos de desarrollo vinculados a los sectores más favorecidos de léI
sociedad y marginando del proceso econ6mico y social a las mayor(as
nacionales del Tercer Mundo. Finalmente, en nombre de la libertad,
bloquea, interviene y desesteriliza las acciones, po/(ticas y programas
de gobiernos progresistas, debilitándolos o suplantándolos, apoyando
y respaldando regfmenes basados en la represión sistematica y en la
violación de los derechos humanos". (79)

¿Cómo logra imponer esos objetivos la estructura transnacional de


poder, o lo que es lo mismo, el poder imperial?

Pues como señala el mismo autor, por medio de una serie de instI-
tuciones de carácter polftico-militar, vinculadas a las aQt111cias de inte-
ligencia, como por ejemplo, la OTAN, SEATO, TIAR, etc; as( como
también de instituciones ligadas al aspecto económico, como sedan,
el Banco Mundial, UNCTAD, las empresas transnacionales, etc.

Naturalmente, el elemento infonnativo desempeña un papel fun-


damental en la consolidación de este poder. Por esa razón, al tocar este
aspecto medular,Somav(a puntualiza;

"S610 recientemente ha comenzado a emerger con claridad la


dimensión comunicaciones / publicidad / cultura como parte integran-
te del instrumental transnacional. Se va haciendo más evidente que el
sistema transnacional de comunicaciones se ha desarrollado con el apo-
yo y al servicio de esa estructura transnacional de poder. Es una parte
integrante del sistema por medio de la cual se controla el instrumento
fundamental que es la información en la sociedad contemporánea. Es
el veh(culo para transmitir valores y estilos de vida a los pa(ses del
(79) Juan Sonvvia. L. Estructura Transnacionar de Poder y la InfolTTlaci6n Internacional, an
L. Informaci6n an el NUII\/o Ordan Internacional. op. cit., P8g. 32.

160
Tercer Mundo, que estimulan el tipo de sociedad requeridos por el
sistema transnacional en su conjunto. Poi (ticamente defienden el status
qua (subrayado mio, L. F.), cuando éste apoya sus propios intereses;
económicamente crean las condiciones para la expansión transnacional
del capital. Si el sistema transnacional perdiera su control sobre la
estructura de comunicaciones, perderfa una de sus armas más podero-
sas; de ah( la diferencia de cambio."

Finalmente, añade:

"EI sistema transnacional de comunicaciones es un todo; incluye


agencias de noticias, empresas de publicidad y banco de datos; y tam-
bién el suministro de servicios de recuperación de información, progra-
mas de radio "1 televisión, pel(culas, radiofotos, revistas, libros e histo-
rietas y "comics" de circulación internacional. Sus distintos compo-
nentes, que tienen mayoritariamente su origen en los pa(ses industria-
lizados, se refuerzan los unos a los otros, estimulando en su conjunto
las aspiraciones del consum ¡dor a alcanzar formas de organización
social y estilos de vida imitativos de los ¡:>a(ses capitalistas indtlstriali-
zados, que la experiencia ha demostrado que sólo se pueden reproducir
en los pa(ses del Tercer Mundo sobre la base de una alta y creciente
concentración de ingresos en pocas manos y de inaceptables desigual-
dades sociales.

"AI mismo tiempo, la "presión informativa" procedente de tantos


diversos orfgenes, aparentemente sin relación entre ellos pero sustanti-
vamente coherentes, va eliminando la capacidad de reacción frente al
mensaje, con lo cual progresivamente el sujeto receptor se transforma
en un elemento pasivo, sin capacidad de juicio cr(tico. El proceso de
comunicación, entonces, se transforma para la gente en algo as( como
un teatro que se observa, pero en el cual no se participa. En esas condi-
ciones el póblico se va convenciendo de que el modelo tradicional de
consumo y desarrollo es históricamente inevitable. As(, el sistema de
comunicaciones cumple su función principal: la de penetrar cultural·
mente al ser humano para condicionarlo de modo que acepte los valo-
res poJ(ticos, econórr,icos y culturales de la estructura transnacional

161
de poder." (801

Si nos hemos detenido bastante ampliamente sobre las ideas ex-


puestas por Juan Somav(a, ello se debe a que este autor ha podido des-
cribir la realidad comunicativa mundial dentro del cuadro que real-
mente resu Ita susceptible enmarcarla, esto es, dentro de una relación
de dominio mundial.

El reconocimiento de esta idea básica conduce a la aceptación del


principio de que en nuestro complejo mundo moderno, y especialmente
en lo que se refiere a los paIses subdesarrollados del Tercer Mundo,
la formación de la opinión pública es el resultado de la transmisión
de mensajes verticales por parte de los propietarios de los medios de
comunicación, los cuales, al estar integrados a la clase dominante de
esa sociedad, se encuentran formando parte, en calidad de subordina-
dos, de una estructura superior de poder que encuentra su cordón
umbilical en las entrañas mismas del imperio.

En otras palabras, todo el fenómeno de la comunicación forma


parte de una estructura transnacional de poder, el cual tiene por misión
especial la preservación del status qua y la reproducción del esquema de
relación dependiente, de donde resulta que la conformación de una opi-
nión pública determinada, por ser también parte del sistema resulta
inadecuada para la promoción de ideas relativas al cambio social.

Debido a que el sistema transnacional de comunicaciones es un to-


do que incluye empresas de publicidad y agencias de noticias, nos dispo-
nemos en ·10 inmediato iI desglosar estos elementos.

6.2.· La Publicidad: Una Reina Todopoderosa.•

Es una situación bastante conocida que por el solo hecho de su


venta, los periódicos no alcanzan ni siquiera a cubrir sus gastos de pu-
blicación~ En la radio y la televisión, la situación es mas notoria aún,
ya que el telespectador o el radioescucha no necesitan dar un solo cen-
tavo para tener acceso a la programación.
1801 tbId.. ..... 33.

162
De ah (, pues, que la publicidad desempeñe un papel fundamental
en la supervivencia económica de la prensa. A diferencia de la prensa
revolucionaria partidista, como es el caso de VANGUARDIA del
Pueblo, en nuestro pa(s, por ejemplo, o de la. prensa popular, como fue
el caso del periódico FIRME, ya desaparecido, la prensa burguesa de-
pende absolutamente de sus ingresos publicitarios.

En el Cuadro No. 6, ya tuvimos la oportunidad de destacar la


relación que existe en la prensa dominicana entre el material noticioso
y el material publicitario. Y pudimos comprobar, que en algunos
periódicos, como El Caribe y el List(n Diario, el porcentaje de anun·
cios publicados exced(a el de la cantidad de material period(stico
informativo.

Con la finalidad de refescar la memoria, diremos que mientras


El Caribe dispon(a de 48.6% de material periocHstico, ten(a 51.4% de
anuncios, y el Listrn, al tiempo de consagrar en su superficie impresa
un 49.6% de material informativo, dispon(a de 50.4% de anuncios.

Como se puede comprobar de los datos que se acaban de pro-


porcionar, los periódicos hoy d(a, disponen en su generalidad de mayor
cantidad de material publicitario que informativo.

En los Estados Unidos, tal como lo plantea J. Edward Gerald, el


espacio dedicado a anuncios en los principales periódicos ha aumentado
en forma progresiva:

al.- En 1878 . 21.5%


bl.- En 1888 . 29.8%
c).- En 1914 . 50%
d).- En 1923 . 63%
e).- En 1950 . 67%

(81)
En años más recientes se ha continuado dando c6mputos, y se sabe
que para el año 1970, el porcentaje de publicidad en los periódicos nor-
(81) J. Edwerd G...eld, La RespoNllbilidad Soc~ de .. Pr8N8, LibrerOl Mexic....OI Unidos,
1965. p41g. 51 a.
163
teamericanos llegaba a la cifra de 70%.

Ante datos tan alarmantes, es necesario preguntarSA: ¿Para qué se


venden periódicos? ¿Para informar al publico, o para incitarlo a com-
prar mercanc(as muchas veces innecesarias?

Por otra parte, es necesario destacar el papel desempeñado por las


empresas transnacionales en este negocio de la publicidad, sobre todo,
las de origen norteamericano, como es fácil comprobar, al tener pen··
diente que el sistema transnacional de comunicaciones constituye un
todo orgán ico.

En efecto, en 1970, los pa(ses capitalistas destinaron 33 mil millcr


nes de dólares a la publicidad, correspondiendo la cantidad ele 20.6
mil millones a los Estados Unidos nada más, ocho mil millones a Europa
occidental (algo menos de mil millones a Francia), y dos mil millones
al Japon.

En lo que se refiere a Francia, espec(ficamente, los ingresos de


publicidad que perciben los periódicos dentro del conjunto de sus in-
gresos alcanza el 70 por ciento. En 1972, por ejemplo, el 78% de los
ingresos percibidos por el periódico Figaro, eran por concepto de
publicidad; en Le Monde, el 64% y en France Soir, el 57% . En ese
mismo año, Le Monde percibió un total de 116 millones de francos
por concepto de publicidad. (82)

Las diez principales empresas que dominan el mercado internacio-


nal de la publicidad funcionan bajo bandera norteamericana.

Esas empresas son las siguientes:

1) Mc Cann Erickson
2) J. Walter Thompson
3) SSC& B-Lin.tas
4) Ted Bates & Co,

(82) Cleud.AlbeI"t CoIl*d. Liber* Publlquel. Cinquieme Edition. 1975, O.Uoz, p4g. 517

164
5) Ogilvy
6) Young & Rubicam
7) Leo Bumett Co.
8) D'Arcy-Mc Manus-Masius
9) BBDO
10) Norman, Craig, Kummel. (83)

As{ como el capitalismo, en su funcionamiento general, después de


pasar de la fase competitiva a la fase monop6lica, trasciende más allá
de sus fronteras originales e inicia un proceso de internacionalizaci6n,
de igual forma las agencias publicitarias han procedido a internacionali·
zarse.

Hoy d (a, de las 25 agencias norteamericanas de mayor importancia


únicamente dos no han procedido a fundar filiales en el extranjero.
Esto constituye un (ndice revelador de la importancia que para estas
empresas ha adquirido la actividad publicitaria en forma de modelo
mu Itinacional.

En la América Latina, la penetración de estas agencias ha sido total.


Con excepción de Cuba, todas las demás naciones latinoamericanas
se encuent"ran inmersas en el mare-magnum del capital publicitario
norteamericano.

En Venezuela, por ejemplo, las diez principales agencias están


vinculadas al capital norteamericano, pero algo parecido ocurre en la
Argentina, donde de las diez principales agencias, seis están relacionadas
al capital norteamericano, las cuales se llevan más del 70% del total de
ganancias.

En Brasil, todas las agencias están penetradas porle Mc-Cann Erick-


son, o por la J. Walter Thompson; y en Guatemala, Nicaragua y El
Salvador, la publicidad está concentrada, casi exclusivamente, en manos
de la Mc Cann Erickson.

(831 Armand Mattelart, Multinacionales Y Sistemas de Comunicación. Los aparatos ideol~


"ieos del imperialismo. Siglo XXI, 1977, pé¡JS. 280 ss.

165
En nuestro pa(s, la República Dominicana. la Young & Rubican
controla la agencia Young & Rubican Damaris C x A; la Kenyon- Eck-
harto que no figura en la lista de las diez principales agencias norteame-
ricanas. ejerce control, sin embargo, sobre las agencias Fénix S. A.
Publicitaria; la Padill.o Compton, sobre Extensa. SA. y la J. W. Thomp-
son, sobre Marca Publicidad. S. A.

Igualmente. se sabe que por lo menos en dos oportunidades. la


McCann Erickson ha intentado explotar el negocio de la publicidad
en nuestro suelo. y por razones desconocidas ha cerrado sus puertas.

Ahora bien, debido a que regularmente las agencias norteamerica-


nas no penetran directamente, sino que por el contrario, lo hacen a tra-
vés de representantes nacio~ales. no siempre resulta fácil detectar su
presencia en un pa(s determinado, como es el caso nuestro.

Ahora bien. ¿por qué puede realizarse ese tipo de operación?

Entre otras razones. porque en todo lo que se refiere a informa-


ción en materia de publicidad, en nuestro pa(s simplemente se ha ten-
dido un velo ominoso. Y es que en este terreno. justo es decirlo, las a-
gencias han actuado con una independencia y una libertad tan descon-
certantes. que no sólo han dispuesto de la oportunidad de lanzar al
público anuncios que afectan los valores nacionales (como el caso de
Caonabo rompiendo sus grilletes para montarse detrás de una guaguét
y que propalan el vicio, como aquel de "donde hay un hombre. hay
Bruga''', sino que se han crerdo poserdas del legrtimo derecho de no pu-
blicar nada que se refiera a sus actividades.

De todas maneras, por una información dada por el Instituto Do-


minicano de Publicidad y Mercadotecnia, INPUMER. conformada por
la Federación de Agencias Publicitarias, la cual agrupa a ocho de las
principales agencias, se tiene conocimiento de que en el año 1975.
el país tuvo un gasto en propaganda y promoción publicitaria de
cerca de 15 millones de pesos. (84)

(84) Ultima Hora. 9 de enero de 1976.

166
De acuerdo con esos mismos informes, que en verdad resultan un
poco conservadores, se tiene conocimiento también de que esos gastos
de publicidad fueron distribuidos de la siguiente manera:

a).- 20 por ciento en prensa;


b).- 32.5 por ciento en la radio;
c).- 40 por ciento en la televisión;
d).- 5 por ciento en el cine; y
e).- 2.5 por ciento en otros medios.

A pesar de que la publicidad constituye una actividad relativamen-


te reciente en nuestro país, ya que empezó a emplear el carácter técnico
moderno a IJdrtir de la muerte de Trujillo en el 1961, la verdad es que
desde entonces es mucho lo que ha avanzado.

Para el mismo año en que se comenta que el pa ís tuvo un gasto


general de 15 millones de pesos en materia de publicidad, una sola agen-
cia obtuvo más de dos millones de pesos. Para un país tan pequeño
y tan subdesarrollado como el nuestro, esta es una cifra abrumadora.

Como en la generalidad de los países capitalistas, las agencias


reciben, en la República Dominicana, su material de publicidad, tanto
de empresas privadas como del Estado.

Las principales empresas privadas dedicadas a la promoción de sus


productos en el país son: La Compañía Anónima Tabacalera, E. León
Jiménez, Ron Bermúdez y Brugal, Cerveza Presidente y Colgate-Palmo-
live, entre otras.

De las empresas del Estado, es indispensable señalar al Consejo


Estatal del Azúcar (CEA), a la Compañ ía de Seguros San Rafael, a Molí
nos Dominicanos ya Pinturas Dominicanas (PIDOCA).

Ahora bien, lo que resulta verdaderamente importante del fenó-


meno de la publicidad, es el poder poi ítico de que dispone.

En efecto, al requerir los periódicos de la publicidad para poder

167
asegurar su existencia, los anunciantes, esto es, los capitalistas, sólo
entrarán en relación con aquellos periódicos que reflejen sus intereses
de clase, los cuales no convergen en otro sentido más que en la preserva-
ción del status qua.

Si un periódico no refleja en su I(nea editorial o en su composi-


ción, los intereses de este grupo económico, lo natural AS que se desate
contra él una campaña de boicot que lo conduzca a la quiebra econÓr
mica, y por consiguiente, a su extinción.

Si volvemos la vista de nuevo al Cuadro No. 6, recordaremos que el


periódico dominicano que menos publicidad recibe es La Noticia, con
un 13.4°1a.

Pues bien. ¿es acaso una casualidad que sea precisamente La No-
ticia el que menos publicidad reciba de los periódicos nac¡'onales?

Para responder a esta pregunta,' es necesario decir que a pesar. de


que La Noticia, como cualquier otra empresa periodística, no puede
escapar a la doble ley de hierro del capitalismo: la del beneficio y la
libre concurrencia, la verdad es que debido a la circunstancia de ser el
periódico que publica mayor cantidad de material poi ítico, un
30.8% , como se vió en el Cuadro No. 7, así como debido al hecho de
dar cabida en sus páginas a columnistas con una concepción filosófica
de izquierda. ha provocado una cierta enajenación por parte de los
anunciantes, que no han visto sus puntos de vista reflejados en ese perió-
dico, a diferencia de lo que ocurre, como ya vimos, con El Caribe
yel Listín, donde la cantidad de anuncios sobrepasa la cantidad de in-
formación.

Para tener una idea más acabada de hasta donde un periódico pue-
de verse afectado por la posición que tomen sus anunciantes, en función
de los valores poi íticos que ese periódico refleje, vale recordar el inci-
dente del diario El Nacional, de Caracas, Venezuela, narrado de labios
de quien fue en aquellos momentos, la cabeza visible de los aconteci-
mientos, el escritor y periodista Miguel Otero Silva.

168
Al rememorar el suceso. dice quien fue considerado quizás el más
(ntimo amigo de Pablo Neruda:

"Lo que pasó. dicho en el menor número de palabras posibles


para no hacer esto larguísimo, fue lo siguiente: El Nacional •.... frente
al fen6meno de la revoluci6n'cubana pretendi6 sostener su línea de pu-
blicar los cables de las informaciones favorables a la revoluci6n Junto
con las desfavorables también. Eso promovi6 un movimiento de histe-
rismo de parte del comercio venezolano. ligado y asesorado por las
blicando lo favorable a la revoluci6n cubana, se atienen a las conse-
cuencias: el retiro de los anuncios."
"Continué publicando las informaciones favorables que llegaban
y se tradujo eso en un boicot formidable que casi nos destruy6. Fueron
retirados todos los anuncios y se le hizo perder a la empresa una suma
diaria de dinero enorme; hasta que lIeg6 un momento en que iba a
quebrar. Para que no quebrara me fui yo y todos los que sosten íamos
esa línea. Hubo una transacción de parte de los propietarios para
nombrar un director que no publicara nada a favor de la rEll/olución
cubana y all í termin6 el asunto.

"A pesar de que de parte de la posición de El Nacional estuvo el


país: el Congreso Nacional, los Consejos Municipales, las Legislaturas,
los partidos políticos, incluyendo los dos del sistema: Copei y Acción
Democrática. Todos se solidarizaron con el peri6dico. Pero los anun-
ciantes hicierorl caso omiso de la opini6n pública y mantuvieron su
decisión hasta que el peri6dico estuvo al borde de la quiebra.
Esa es una historia en muchas partes publicada y leída. Todos los datos
habría que buscarlos en un libro que se llama: Todo un país en defensa
de un peri6dico." (85)

Al encontrarse sumisa al poder de la publicidad. la prensa tiene


que reflejar necesariamente los intereses de clase de los anunciantes.
con lo cual lógicamente contribuye a un reforzamiento de los valores
del status quo.

(85) FACES, Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.


m..zc>mayo, 1977, No. 2, pég. ss.

169
Pero debido a que la publicidad forma parte de la estructura
transnacional de poder, ya que las agencias nacionales están penetradas
por las de origen norteamericano, la prensa se ve presionada a crear una
opinión pública que consolida los valores del status quo en el aspecto
que más negativo resulta para el desarrollo de los pueblos del Tercer
Mundo: en el de la continuidad de la dependencia.

Así, pues, como se ve, la publicidad es mucho más que una mera
apelación comercial a la adquisición de un producto. Es un arma políti-
ca de un valor tan extraordinario que la única manera de realizar su
descripción seda calificándola de lo que verdaderamente es: lUna reina
todopoderosa!

6.3.- Las Agencias Transnacionales de Noticias:

Sin temor a incurrir en equrvocos, podemos afirmar que los actua-


les medios de comunicación de masas son herencia de un pasado colo-
nial. Ese pasado colonial tiene su génesis en las agencias "internacio-
nales" de noticias, que son las organizaciones que disponen de mayor
control sobre el flujo de noticias a nivel mundial.

Las prinCipales agencias occidentales que pueden ser considera-


das importantes son: United Press International (UPI), Associated Press
(AP), Reuters y Agence France Press (AFP).

Pues bien, esas agencias occidentales que operan en el Tercer Mun-


do no son verdaderamente internacionales, sino transnacionales, y esto
as(, debido a que a pesar de que sus estructuras de propiedad se encuen-
tran totalmente ubicadas en sus respectivos pa(ses de origen, su marco
de operatividad trasciende más allá de sus fronteras particulares, con·
tribuyendo al proceso de formación de la opinión pública en los pa(ses
de ultramar.

Naturalmente, al formar parte de la estructura transnacional de


poder, las agencias de noticias gozan de un poder inmenso. Sin em·
bargo, no resulta posible comprender ese poder actual de que disponen
dichas agencias sin conocer previamente su pasado. Es por ello que nos

170
permitimos presentar a continuación una breve relación histórica de
las mismas.

6.3.1.- Brevísima Historia de las Agencias de Noticias:

Con la finalidad de satisfacer las necesidades de inform.aci6n pro-


venientes del exterior en los medios de comunicación, surgieron
durante los siglos XIX y XX, lo mismo en Europa que en los Estados
Unidos, las llamadas agencias internacionales de noticias.

En verdad, la historia de este proceso abarca cuatro etapas:

1) En la primera etapa, conocida como la etapa de formaci6n de


las agencias de noticias, surgieron tres agencias europeas que sostuvie-
ron una lucha continua por el dominio del mercado internacional
de la comunicaci6n.

Estas tres agencias fueron las siguientes: la fundada por el francés


de origen portugués, Charles Havas, en 1835, la cual llevó su nombre;
la Agencia Wolf, fundada por el periodista alemán, Bernard Wolf en
1848; y la agencia Reuter, establecida por un alemán que luego se na-
cionalizó inglés, Julius Reuter, en 1851.

Estados Unidos, sin embargo, para esa misma época hab(a decidi-
do formar un sistema de cooperativa para la captación de noticias. En
1848, seis editoriales norteamericanas fu ndaron la agencia New York
Associated Press, surgiendo con posterioridad la Eastem Associatee
Press y la Western Associated Press, y en 1892, la United Press As.~cia·
ted. Como resultado final de todas estas agencias surgi6 la Associated
Press.

2) La segunda etapa o pedodo de la historia de las dgencias de


noticias, parte del acuerdo consignado en 1870 entre Havas, Reuter
y Wolf sobre el reparto del mundo entre las tres partes.

De conformidad con ese acuerdo, la agencia Havas ten (a derecno


a transmitir las informaciones provenientes de Francia, Italia, España,

171
Portugal, la costa norte de Africa, as( como de América del Sur y Amé-
rica Central, la Reuter, las del Imperio Británico, los pa(ses del Me-
diterráneo, Estados Unidos, el Canal de Suez y Egipto, conjuntamente
con Havas; la Wolf, las de Alemania, Austria-Hungda, Holanda, Dina·
marca y los pa (ses eslavos.

A este monopolio mundial de la información se adhirió la Associa-


too Press, a la cual se le concedió el derecho de difundir información
en los Estados Unidos; pero se le impidió el suministro de la misma a
las regiones del Asia y Europa.

3) La tercera etapa comenzó al desencadenarse la primera guerra


mundial, y duró cerca de un cuarto de siglo, hasta el inicio de la segun-
da hecatombe mundial en 1939.

Durante esta etapa se fundó en Alemania, en 1915, la agencia


Transocean, que prolongó su existencia hasta finales de la segunda gue-
rra mundial.

La Transocean fue organizada por el gobierno con todos los atri-


butos de una entidad del Estado, y fue la primera agencia que empleó
la radio y la telegraffa para difundir noticias. Además, se mantuvo al
margen de todo cartel noticioso con La Reuter y la Havas.

Durante esta etapa también, a consecuencia del triunfo de la Revo-


lución Socialista de 1917, se formó en Rusia la Agencia Telegráfica
Rusa, que es la antecesora de la actual Agencia Telegráfica de la Unión
Soviética (TASS).

Por otra parte, debemos decir que la Associated Press, y la United


Press que habiendo sido establecida en 1907 por Edward Willys Scripps,
se fundió en 1958 con la International News Service (INS), para dar
lugar a la formación de la actual UnitOO Press International (UPI),
penetraron en el área de la América del Sur, hasta entonces del dominio
exclusivo de la agencia Havas.

En 1934, Reuter, Havas y Associated Press llegaron a un acuerdo,

172
en virtud del cual, en lo sucesivo, cada una de estas agencias disfrutaría
de plena libertad para recopilar y difundir información en cualquier
lugar del mundo.

Pero antes de iniCiarse la segunda guerra mundial, las agencias


Reuter y Havas ya iniciaban un proceso de descenso ante las agencias
de capital norteamericano.

4) En la cuarta etapa, que se inicia a partir de la culminación de


la segunda guerra mundial, se presentan dos elementos básicos:

al La desaparición de la agencia Havas, ya que al terminar la se-


gunda gran guerra fue sustituida por la Agencia France Press, en razón
de su abierta colaboración con el régimen del mariscal Pétain; y

b) Por el inusitado auge monopolista alcanzado por las agencias


norteamericanas: AP y UPI. (86)

Debido a que son precisamente estas dos agencias las que con ma-
yor responsabilidad inciden en la creación del estado de dependencia
informativa en que viven los países que forman parte del Tercer Mundo,
nos proponemos a continuación poner al descubierto los mecanismos
que emplean en su diaria tarea de desinformar para mantener funcio-
nando los dos polos de la tragedia mundial: la estructura transnacio·
nal del poder imperial en coexistencia con la dependencia.

6.3.2.- La AP y la UPI : Dos Monopolios de la Desinformación:

Al lado de las demás empresas de la estructura transnacional, las


agencias transnacionales de noticias carecen de capacidad financiera. En
1972, por ejemplo, el presupuesto de la UPI fue de 55 millones de
1861 Para un estudio amplio de la historia de las agencias de noticias. es Indispensable conlUl-
ter los siguientes trabajos: Historia de cierre a cada minuto. de.loe Alex Morris. Edicio-
nes Gure. Buenos Aires. 1959; Barreras Derribadas. de Kent Coopero Editorial La Nación.
Buenos Aires. 1943; además. estén los excelentes art(culos de Fernando Reyes Mana,
La Evoluci6n Histórica de las Agencias Transnacionales de Noticias Hacia la Domina-
ción; y el de Al Hester, Las Agencias Noticiosas Occidentales: Problemas y Oportuni-
dades en las Noticias Internacionales. en La Información en el Nuevo Orden Internacio-
nal. op. cit.

173
dólares, y en 1973, el de la AP fue de 78 millones de dólares.

Comparado tan solo con las utilidades que extraen determinadas


empresas comerciales, aquellas constituyen cifras exiguas. Pero
es que, en realidad, el poder de las agencias no radica en su capacidad
económica. Su fuerza y poderío están en otra parte: en la capacidad de
controlar la información para preservar el status qua.

En ese proceso de control de la información, lo primero que se ad·


vierte, tal como lo ha hecho notar la Organización de las Naciones Uni-
das para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), es el
desequilibrio general que experimenta la información en el mundo hoy
día.

Alarmada ante tal situación, El Correo de la UNESCO, se pregun-


taba: "¿Quién dispone hoy de la información? ¿De dónde viene?
¿Dónde vá? Son los mismos los que la "producen" y los que la "consu-
men"? Dado el poder y el refinamiento de los modernos medios de co-
municación, no quedan éstos reservados en definitiva a los países ricos?
No entraña ello una nueva forma de dominación, más sutil sin duda pe-
ro terriblemente eficaz? Y si tal estado de cosas condiciona la existencia
de una "información en una sola dirección", pueden los países pobres
ejercer un "derecho de réplica"? Cabe la esperanza de que puedan ree-
quilibrarse los sistemas mundiales de comunicación,y de información"?
(87)

Sin duda, todas estas interrogantes són legítimas, porque ponen


sobre el tapete una realidad mundial. Y es que no podemos olvidar
que en el mundo contemporáneo, la información es mucho más que
un simple elemento cultural, es un poder poi ítico, que al estar controla-
da por una estructura transnacional de poder promueve los elementos
ideológicos necesarios a través de los medios de comunicación para la
creación de un estado de opinión pública que refuerce los valores de la
dependencia.

(87) El Correo de la UNESCO, Un Gran Debate Mundial, Desequilibrio de la información,


Abril 1977, pág. 4.

174
El Correo de la UNESCO señalaba un ejemplo bastante acertado
de lo que venimos diciendo. Al comentar el suceso de la independen-
cia de Surin::...., acaecido el 25 ae nOvlCl,nbre de 1975, deda que entre
el 24 y 27 de ese mes, dicho suceso sólo ocup6 el3%del espacio dedi-
cado a las noticias del extranjero en los principales 16 periódicos de
13 países de América Latina. Y todavía había más; pues ese 3%prove-
nía íntegramente de las agencias internacionales de prensa de los países
industrializados. Y resulta, sin embargo, que durante el mismo lapso,
el 70% de la informaci6n sobre asuntos internacionales publicada por
los mismos ~tm6dicos latinoamericanos hacían referencia a los países
industrializados, proveniendo en un 80% de las mismas agencias.

Todo esto, naturalmente, en desprecio de un país del Tercer Mun-


do, como Surinam,.que tiene una superficie mayor que la de Inglaterra
y ocupa el tercer lugar en el mundo en la producción de bauxita.

¿Qué se desprende de todo esto?

Que ciertamente existe un desequilibrio de la información, dese-


quilibrio, desde luego, que nace como consecuencia del monopolio de
dos agencias norteamericanas: AP y UPI.

Son estas dos agencias, en su calidad de exportadoras e importado-


ras de noticias, como ha dicho el periodista venezolano, Eleazar O (az
Rangal, las que determinan qué se debe difundir y qué no, y al gozar de
ese enorme poder, realizan un proceso de selecci6n de la información
que resulte coincidente con los intereses generales de la estructura de
poder que mantiene vigente el dominio neo-colonial sobre los pueblos
del Tercer Mundo.

Ahora, bien, debemos decir que no es sólo a tr.avés del desequili-


brio de la información como se manifiesta el pOdedo de la AP y la UPI.
en el control de la información. Además de este procedimiento, se han
empleado otros de singular categoría, corno el falseamiento de la ver-
dad, la omisión de la misma, la distorsión, y el atribuirle a hechos cate-
garfas que no tienen y viceversa.

175
Como ejemplo palpable de falseamiento de la verdad, podemos ci-
tar el caso del Director General de la UNESCO, Amadow Mahtor
M'Bow, que mientras se celebraba en San José de Costa Rica entre el 12
y el 21 de julio de 1976, la Conferencia Intergubernamental sobre Polí-
ticas de Comunicación en América Latina, auspiciada pór la UNESCO,
se difundió la noticia de que había sufrido un derrame cerebral, cuando
todo constituía una burda falacia, o el caso, por ejemplo, del presidente
de Colombia, López Michelson, de quien se dijo que había sido muerto
por un terrorista, cuando en verdad, López Michelson estaba "vivito y
coleando",

Como casos de distorsión de la información, los dominicanos te-


nemos experiencia de sobra, En ese sentido, la Revolución de Abril
constituye una especie de fuente inagotable. La cantidad de monjas
que fueron violadas por los constitucionalistas, los sacerdotes que
fueron vejados, los saqueos que fueron practicados, los fusilamientos
que se realizaron fueron de tal forma presentados en los peri6dicos
del mundo por AP y UP 1, que sin duda alguna merecen el Premio
Nobel de las mentiras más grandes que jamás se hayan pronunciado
en el planeta Tierra.

Pero recientemente, el periodista e investigador chileno, Fer-


nando Reyes Matta daba cuenta en un brillante trabajo, titulado, Amé-
rica Latina, Kissinger y la UPI: Errores y Omisiones desde México,
de la forma en que UPI selecciona la información de América Latina.
(88)

En su estudio sobre la reunión de los Ministros de Relaciones Ex-


teriores con el Secretario de Estado Norteamericano Henry Kissinger,
Reyes Matta logró percatarse de cosas tan extraordinarias como éstas:

a) Que UPI difundió como supuesto texto final de la reunión un


borrador norteamericano conteniendo puntos que eran de la objeción
de los latinoamericanos;

(88) Comunicaci6n y Cultura, Núm. 4. Editorial Galerna, Págs. 55-72.

176
b) Señalar como proposición de los latinoamericanos aceptada por
Kissinger, una proposición que el d(a antes hab(a sido planteada por
éste;

c) Ignorar los planteamientos sobre aspectos tan importantes como


coerción económica. seguridad económica, balanza de pago y papel de
las empresas multinacionales, formuladas por los latinoamericanos; y

d) Fijar como temas fundam€ntales, el caso de Cuba y el proble-


ma de la energ(a, desvinculados del marco del llamado nacionalismo la-
tinoamericano.

En s(ntesis, un verdadero descaro.

6.4.- El Nacimiento de un Nuevo Derecho:

Sin embargo, no todo el panorama es de sombras y tinieblas.


Mientras el siglo XX acude a los funerales de la clásica libertad de
opinión, herida de muerte al proclamarse el principio del libre flujo de
la información, que no sirvió de otra cosa más que para contri bu ir
a la expansión imperialista de los Estados Unidos después de. la Segun-
da Guerra Mundial, se asiste ahora al nacimiento de un nuevo derecho:
el derecho a la comunicación.

Ese derecho trae impllcito una serie de elementos conceptuales


que permite en el futuro garantizar el desarrollo de jos pueblos del
Tercer Mundo. Entre esos conceptos tenemos el de "circulación equili-
brada de la información", as( como el de "acceso y participación de la
información" y "seguridad de la información".

Pero además, ese derecho está siendo anunciado por mentes lú-
cidas y voces preocupadas que ven con desconcierto como una parte im-
portante de la humanidad está siendo arrastrada por un concepto, al
torbellino de la incomunicación y la desinformación.

Entre esas voces preocupadas que se han alzado en defensa de ese


nuevo derecho está la del Director General de la UNESCO, Amadou

177
Mahtar M'Bow, que ha sostenido lo siguiente:

" ... Deseo dejar bien en claro que la UNESCO, que, de confor-
midad con su constitución procura "asegurar a todos... la posibilidad
de investigar libremente la verdad objetiva y el libre intercambio de
ideas y de conocimientos, está resueltamente a favor de la libertad de
información. Pero no está de más formular una advertencia. Cuando
los medios de comunicación de masas inculcan sistemas de valores
ajenos a los pa(ses de una región determinada, amenazan a la larga con
hacer desaparecer o anular los valores propios de dicha región. Es en es-
te sentido que se puede decir que el desarrollo no controlado de los me-
dios de comunicación de masas pone en tela de jUicio la reivindicación
de numerosos pa(ses de su identidad cultura!."

Y agrega:

"Vivimos en efecto, en un mundo en el que el cambio se acelera y


exige soluciones cada vez más rápidas frente a situaciones que amenu-
do no tienen precedente. En lo que atañe a la información, las técni-
cas nuevas son en particular las que crean situaciones inéditas de esa
naturaleza.

"Las libertades de expresión y de información corren por lo tanto


el peligro de quedar desprovistas cada vez más de su contenido real.
Al decir esto no trato en absoluto de minimizar o reducir la importancia
de esas libertades fundamentales, sino todo lo contrario. Me parece in-
cluso esencial que dichas libertades sean reforzadas en un mundo en
el que conviene denunciar sin tregua y combatir sin cesar los atentados
desgraciadamente cada vez más frecuentes contra la libertad de los in-
dividuos y la dignidad de los pueblos. Pero,. como observan algunos,
cabe preguntarse cuál puede ser hoy el verdadero valor de las palabras
"Iibertad de expresión" en el caso, por ejemplo, de pa(ses donde los
grupos o las familias que, debido a las circunstancias históricas, sociales,
o pol(ticas, fueron los primeros en crear o controlar los medios de
comunicación, conservan la exclusividad sin dejar a veces la posibilidad
de que se expresen nuevas voces".

178
Finalmente, añade:

"Por consideraciones de esta índole, la UNF.SCO ya no se limita


a hablar únicamente de "libertad de expresión, sino que habla también
de "acceso y participación en la comunicación", y ya no habla sólo de
"libertad de información" sino también de "circulación equilibrada
de la información". En resumen, se trata de superar la etapa de la mera
información para llegar a la de una comunicación, puesto que la comu-
nicación exige que la información ya no se haga en un solo sentido."
(89)

Por su parte, el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, en


su mensaje al Licenciado Galo Facio, Presidente de la Conferencia In-
tergubernamental sobre Políticas de Comunicación en América Latina
y el Caribe, celebrada en San José de Costa Rica, se manifestó así:

"Creo firmemente que se requiere una regulación internacional


de las comunicaciones para asegurar el sagrado derecho a la información
que garantice que sólo se informará la verdad y en salvaguarda del irres-
tricto derecho a opinar. La industria de las comunicaciones no puedE:
prevalecer por sobre el orden público y social. Se trata de establecer
regulaciones estatales no gubernamentales,"

Más adelante, decía:

"Tampoco es justo que una concepción falaz de la libertad d~


información deje en manos de las empreas transnacionales de noticias la
absoluta decisión sobre la información que se suministra a los pueblos,
hasta provocar circunstancias tan ignominiosas como las que vive Amé-
rica Latina, La prensa internacional, sólo recoge la información que
deteriora la imagen de nuestros pueblos y la gran prensa y medios au-
diovisuales del mundo industrializado ignora nuestras luchas, nuestros
esfuerzos y los justos reclamos de un sistema de justicia internacional."

(89) DilCUl'SO pronunciado por Amadou MaMar M'8ow. Director Gen8nl1 de la UNESCO.
dur~nte la C81e~lICi6n de la Conferencia Intergubernarnental sobre Poi (ticas de Comunl-
cacl6n en América latina y El Caribe. San José de CoS!a Rica. 12-21 de julio de 1?76,

179
y con todo, no son esas las únicas trompetas que anuncian la au-
rora del nuevo derecho a la comunicación. Están además, las distintas
conferencias que se han celebrado internacionalmente para trazar poi í-
tiéas nacionales de comunicación, así como las iniciativas espontáneas
que en este sentido han realizado Perú, Venezuela y Brasil, que a pesar
de las deficiencias que puedan contener marcan el preámbulo para la
acci6n del porvenir.

Aunque parezca contraproducente, la dialéctica de los aconteci-


mientos nos está llevando a presenciar una especie de tragicomedIa
comunicativa, si así se le puede llamar, y es que mientras ante nuestros
ojos se tiende la sombra de la muerte de algo.que durante muchos años
fungi6 como libertad, se está produciendo el alumbramiento de un nue-
vo derecho: el que permitirá que los hombres del futuro ejerzan el de-
recho al diálogo.

As( se explica que hayamos pasado de la muerte de una libertad


al nacimiento de un nuevo derecho.

180
TERCERA PARTE

EL DELITO DE OPINION PUBLICA


Vuestro derecho no es más que la voluntad de vuestra clase erigida
en ley, voluntad cuyo contenido está determinado por las condicfones
materiales de existencia de vuestra e/ase... "

C. Marx y F. Engels.

183
CAPITULO VII

LOS LIMITES
DE LA LIBERTAD DE OPINION

U no de los postulados filosóficos fundamentales que rige la demo-


cracia burguesa es aquel según el cual, el Estado es el defensor del in-
terés general.

De conformidad con esta teoría se pretende encubrir el hecho de


que toda sociedad burguesa está dividida en clases sociales cuyos intere-
ses no pueden ser conciliados.

Respecto a la libertad de opinión, esto plantea una serie de inte-


rrogantes en torno a la legitimidad que se deriva de las restricciones
impuestas por el Estado a la libre emisión de la opinión, ya que siendo
el Estado un instrumento de carácter clasista sólo permitirá las opinio-
nes que converjan en el sentido particular de los intereses de la clase
que representa.

Sin embargo, debido a que el desarrollo de estos planteamientos


requiere una elaboración previa del concepto de Estado, tal como se
le concibe, por lo menos, en la obra de los especialistas en materia de
Derecho Constitucional, abordaremos a continuación el fenómeno de
la naturaleza del Estado y del Derecho.

185
7.1 .. La Naturaleza del Estado y del Derecho:

El Estado ha sido definido como una agrupación humana, fijada


en un territorio determinado y en la que existe un orden social, poI(·
tico y juddico orientado hacia el bien r:omún, est~blecido y mantenido
por una autoridad dotada de poderes de coerci6n. (90)

Si como consecu~cia de la definici6n arriba presentada, extrae-


mos sus elementos caracter(sticos, tendríamos los siguientes:

a) Una agrupación humana;


b) Un territorio determinado;
c) Un orden social, pol(tico y jur(dico orientado al bien c~ún y
dI Un poder que dirige y que dispone de capacidad coercitiva.

De todos los elementos esbozados, comportan especial interé:.


para los fines de esta exposición, la determinación del contenido
del orden social, pol(tico y jur(dico, as( como la naturaleza del poder
que dirige y dispone de capacidad coercitiva.

Ahora bien, para comprender en toda su dimensión. los conceptos


de orden social, pol(tico, jurfdico y bien común, es necesario situarse
a nivel de la argumentaciÓn que se emplea para justificar su existencia.

Por ejemplo, ya es un lugar común la clásica explicación de acuer·


do con la cual, toda sociedad, para dar garantfa a su existencia, y evi·
tar el caos y la descomposici6n, requiere de orden y disciplina.

Sin duda alguna, la vida en sociedad requiere de un orden. La con·


ducta de los hombres tiene que estar sometida a alguna especie de
reglamentaciÓn social, a fin de que los derechos de cada cual sean res-
petados.

Sin embargo, de lo que se trata de precisar es a cuál orden social


deben estar sometidos los hombres, a qué tipo de conducta, a qué

(901 AndreHauriou,<lP,cit.pág.114.

186
categor(a de disciplina, y, sobre todo, se trata de determinar la natu-
raleza del poder de donde dimanan estos elementos.

Como se sabe, el Estado no siempre ha existido. El Estado es un


resu Itado del desarrollo histórico experimentado por la humanidad,
que hace su aparición en el momento en que hizo su irrupción en
la historia, la división de la sociedad en clases sociales. (91)

Antes de la aparición de la propiedad privada, y en consecuencia,


antes del surgimiento de la división de la sociedad en clases sociales,
el Estado no existra. En la comunidad primitiva, conocida como el
primer estadio de organización social de la humanidad, lo que existra
era una especie de organización gentilicio-tribal, que ten(a su funda·
mento en un vínculo de sangre entre los elementos que la integraban.

Durante esta época, sin embargo, se produjo la primera gran


división social del trabajo, consistente en la separación de las tribus
pastoras de la masa total de las tribus primitivas, al decir de Engels.

Como consecuencia del desarrollo experimentado por las fuer-


zas productivas, el régimen de la comunidad primitiva quedó disuel-
to. Esto dió paso a la formación del modo de producción asiático, en
el cual a partir de la creación de un excedente productivo, se suscitó
una separación más compleja del trabajo, as( como de la agricultura
y la artesan(a, con lo cual se reforzó el carácter de autosubsistencia
de la producción.

De todas maneras, es en esta etapa que hace aparición el embrión


del concepto de Estado, debido precisamente a la expropiación del
excedente productivo por parte de un grupo aeterminado.

El modo de producción asiático fue sustituido por el modo de


producci6n antiguo, cuya forma más acabada la encuentra Marx, en
(91) Vé8Se. C. Marx .. F. Engels, Obras Escogidas. Editorial PrOllrt:So. MoscO 1973. sobre todo
El M.,.,ifiesto del Partido Comunista. Las Luchas de Clases en Francia. 1848-1850. El 18
Brum.io de Luis Bonaparte; ademés. L. Althusser. IdeolOll(a V Aparatos Ideológicos
del Estado. Cuadernos Pasado y Presente. 1968 y M. Godelier. Sobre el Modo de Pr~
duccibn Asiético. Eliciones Mitires Roes. S. A.

187
la historia romana, en la que la tierra se divide entre el ager publicus
y la propiedad privada.

Al disolverse este tipo de modo de producción, surgió el modo


de producción esclavista, en el cual todos los caracteres que definen
el Estado quedaron virtualmente establecidos. Luego viene el modo de
producción germánico, el modo de producción feudal y por último,
el modo de producción capitalista.

Es en función del Estado capitalista que debemos estudiar los


conceptos de orden social. bien común, etc. y determinar la validez de
la expresión general en el sentido de que este tipo de Estado es el de-
fensor del interés colectivo.

De conformidad con Georges Bu rdeau , "el orden social consiste


en el arreglo de la vida colectiva según lo exija la búsqueda del bien
común", entendiéndose por bien común, en sentido formal, "un
principio de formación y de conservación de las sociedades." (92)

Como el orden social no puede ser concebido en términos abs-


tractos, sino en función de una aplicabilidad concreta, se instituye
la regla de derecho, la cual es impuesta por el Estado, erigiéndose en
instrumento de la clase dominante.
Al erigirse en instrumento de la clase dominante, el Estado se
propone como objetivo básico la organización poi ftica de dicha clase,
al tiempo que desorganiza poi fticamente a la clase dom inada.

Debido a la variable de las coyunturas pol(ticas, la clase domi-


nante, la coloca en todas las perspectivas de continuar explotando la
clase dominada para conservar sus bienes económicos.

Debido a lo variable de las coyunturas pol(ticas, la clase dominan-


te por medio de su instrumento poi ftico que es el Estado hace determi-
nadas concesiones económicas a la clase dominada, pero todo ello con
un fin: asegurar a largo plazo sus intereses económicos, mediante li·
geras concesiones a corto plazo. ¿Significa esto, luego, que el Estado
1921 GlIOI'llllS Burdeeu, T...ite Oto Science Politlque, Tome', 1949.

188
es el defensor del interés general?

No lo creemos asf. La dirección polftica, por medio del Estado


de una clase social determinada constituye una dictadura de clase, por
cuanto al tener dominio del poder puede imponer su criterio a toda la
sociedad, esto es, hacerlo obligatorio para todo el mu"ñdo:

El Estado, que es la forma más amplia concebible del ejercicio


del poder, dispone de un aparato de coacción que sirve precisamente
para la preservación de los intereses de la clase dominan~e. Ese aparato
de coacción está compuesto por el ejército, órganos de seguridad,
tribunales de justicia, etc., y constituye uno de los elementos especI-
ficas determinantes de la naturaleza del Estado.

El Estado, sin embargo. no siempre trata de emplear la fuerza


para que se le obedezca, sino que siempre intenta persuadir, en primer
término. Esta persuasión la intenta haciendo filtrar sus elementos
ideológicos como lo constituye precisamente el encubrimiento del
carácter clasista de la sociedad, bajo la fórmula del principio del Estado
defensor del interés general.

En razón de que, por otra parte, el Estado realiza una serie de o-


bras de carácter administrativo, como resultan ser, por ejemplo, la toma
de medidas preventivas contra una epidemia, o la imposición de medi-
das de salud pública, o el empleo de los recursos estatales para la erradi·
cación de los males de una catástrofe natural, hay quienes creen que esa
es una demostración palpable de como el Estado se preocupa sin dis-
tinción de clase, credo o raza, de proporcionar el bien común a la ciuda-
danía.

Sin embargo, esto no constituye más que una gestión de los asun-
tos generales, que no caracteriza, en modo alguno, al Estado, pues la
esencia del Estado radica en el hecho de ser instrumento de una clase
que explota a otra clase.

El orden social, la paz pública, son pues conceptos clasistas que


encubren la naturaleza del Estado, pues en todo caso se tratará siem-

189
pre de un orden social al servicio de la clase dominante, esto es, garan-
tizador del status qua. Naturalmente, al estar la noción de orden social
vinculado a los principios de la reglamentación jur(dica, se descubre la
estrecha interdependencia entre el Estado y el Derecho, que por ende,
obedecen a los mismos pr:.incipios y a la misma naturaleza.

7.2.-Los Límites de la Libertad.

La generalidad de los tratadistas de Libertades Públicas, parten


del principio de que la libertad tiene que ser reglamentada, en razón
de que es necesario que al ejercitarse un derecho, no se cause daño al
derecho de los otros, as( como de castigar los hechos perjudiciales
a la sociedad. (93)

Ahora bien, la pregunta que en forma natural siempre surge, es


ésta: ¿Contra quién reglamentar la libertad?

Es importante dar respuesta a esta pregunta, ya que al hacerlo es-


taremos precisando los I(mites de la libertad. La libertad puede ser re-
glamentada para protegerse de dos fuerzas: la que emana del poder
del Estado, y la que brota del conflicto entre los particulares.

Dado el hecho de que al precisar la naturaleza del Estado, centro


del poder, pudimos constatar su condición de instrumento al servicio
de una clase, carece de mayor significación incidir en la reglamentación
de la libertad del Estado. Sólo tratar(amos asuntos formales, como la
limitación de los poderes del Ejecutivo, o del legislador, cuando en
verdad, de lo que se trata es de la ley misma, que al ponerse al desnudo
sus v (ncu los ficticios con la justicia, y poder escapar al carácter clasista
que la distingue, oprime por s( misma.

En la reglamentación de la libertad contra los particulares, no se,


puede perder de vista que a diferencia de la tesis, también ficticia,
del Derecho Civil, de la igualdad de las voluntades concordantes, en la

(93) M. Jean Rlvero. Cours de Ubertés Publiques, Parfs, '-965; y. Juan Isaac Lovato V.,
Reflexiones Sobre la Libertad de Expresión del Pensamiento. CIESPAL, Quito Ecuador,
1961,

190
práctica se suscitan situaciones en las que por razones de superioridad
social o económica de una peisona, ésta impone su voluntad en detri·
mento de los derechos del otro, de menor categorfa social.

Estas relaciones de los particulares pueden situarse en un doble


plano:

al.- En un plano puramente individual; y


bl.· En un plano de v (nculos individuales con un orden colectivo,
es decir, de relaciones entre un individuo y un grupo.

La reglamentaci6n de las libertades no se conforma con la mera


fijaci6n de garantfas para su ejecuci6n. Va más allá, fijándole Ifmites
también a su ejercicio.

Estos I(mites, de acuerdo con los principios generales del Derecho,


son:

al.- El respeto del orden público; y


bl.- El abuso de derecho.

Ahora bien, a pesar de que la limitaci6n de los derechos es algo


i!1discutible, el problema consiste en la determinaci6n concreta del
significado de orden público, ya que al igual que ocurre con el orden
social, del cual resulta ser una voz sin6nima, este no es más que lo que
el Estado, instrumento polftico de la clase dominante determine que
sea.

De todas maneras, los Ifmites de la libertad pueden ser, a su vez,


dentro de un cuadro jurfdico, de dos categorfas:

Al.- De CarActer absoluto, las cuales son limitaciones generales


y permanentes, y que pueden ser agrupadas en tres categorfas:

1l.- Respeto al derecho ajeno, en el cual puede ser incluido el de·


recho de otro a opinar;

191
2).- Preservación del orden público y las buenas costumbres; y

3).- La seguridad interna y externa del Estado.

B).- De carácter relativo, la cual se divide en dos, que son:

1).· Las relativas a cier.tas categor(as de personas, como funcio-


narios públicos, por ejemplo; y

2).- Las relativas a determinadas circunstancias, como las circuns-


tancias de tiempo y de lugar, o los perlodos de guerra y paz.

7.3.- CrI'menes y Delitos Cometidos por la Prensa.

En virtud de que no existe un régimen de censura previa, puede


afirmarse que la libertad de opinión, dentro del marco del sistema,
se encuentra plenamente asegurado. Sin embargo, ni aún dentro del
marco del propio sistema se trata de una libertad absoluta, ilimitada.
Como todas las libertades, la libertad de opinión se encuentra reglamen-
tada, y su violación la hace pasible de aplicación de medidas represivas,
precisándose asf, los Ifmites de dicha libertad.

En nuestro pars, como ya tuvimos oportunidad de comprobar, los


I(mites de la libertad de opinión se encuentran reglamentadOs en la ley
franco-dominicana No. 6132, sobre expresión y difusión del pensa-
miento.

Tomando como base dicha ley, será indispensable determinar


cuáles son los cr(menes y delitos cometidos por la prensa, asr como
la responsabilidad que se deriva de los mismos.

Debido a que, como ya señalamos, a la hora de promulgar la ley


sobre expresión y difusión del pensamiento, el legislador no se detuvo
en detalles de lógica y saltó, con ejemplar frialdad inglesa, del caprtu-
los dos al capítulo cinco, la Ley No. 0132, no contiene, como la ley fran-
cesa, un caprtulo especial dedicado a los crrmenes y delitos come-
tidos por la prensa, sino que el cap(tulo dos, que tiene por trtufo,

192
De la Prensa Periódica, de buenas a primeras, sin subtitulo previo, em·
pieza a tratar, a partir del arto 23, de los crCmenes y delitos cometi·
dos por la prensa, que coincide precisamente en numeración de arti·
culada y en contenido con la ley francesa.

Para poder tratar en forma prolija y concienzuda, los cr(menes


y delitos susceptibles de ser cometidos por los medios de comunica-
ción, resulta indispensable someterse a un orden esquemático,

En tal sentido, utilizando el texto mismo de la ley, nos ceñimos


al siguiente orden:

A).· El Respeto del Orden Público: Al margen de toda conside-


raci6n de tipo ideológico sobre el orden público, ya realizada, se pue-
de decir que en la subordinaci6n de la libertad de opini6n a la ley,
se encuentran dos tipos de violaciones:

1),- Los delitos no-políticos: Es decir, los delitos establecidos


en el terreno propio de los crfmenes y delitos de derecho común, y
en el de la provocación de los militares a la desobediencia.

a).· Cr(menes y delitos de derecho común: Entre los cr(menes


y delitos de derecho común que pueden ser cometidos por medio
de la emisi6n del pensamiento, se encuentran, en primer término,
la provocación seguida de efecto.

De conformidad con el articulo 23 de la ley No. 6132, "Las pero


sanas que hubieran incitado directamente al autor o los autores de un
acto calificado crimen o delito, en caso de que la incitaci6n fuere se-
guida de efecto o comisi6n del crimen o delito, serán castigados como
cómplices del mismo.

"Para que este articulo pueda ser aplicado, la incitación debe


ser realizada.

"a),- Por medio de discursos, alocuciones, gritos o amenazas pre-


feridas en sitios públicos, ya sea directamente o por medio de altopar.

193
Iantes, discos, cintas magnetofónicas, o cualquier otro veh (culo de
producción de la VOL.
"b).- Por medio de escritos o impresos, vendidos, distribu (dos,
puestos en venta o expuestos en sitios o reuniones públicas;

"c).- Por medio de carteles, edictos, pancartas o cualquier otro


medio de propaganda visual o escrita;

"d).- Por medio de cintas cinematográficas."

Cuando la incitación fuese seguida de una tentativa de crimen


prevista por el arto 2 del Código Penal, será aplicable también la dispo-
sición del artfculo arriba transcrito. Además, esta provocación, se en-
cuentra prevista en el arto 60 del Código Penal.

En razón de que la provocación seguida de efecto, está <;aracteri-


zada por todo exceso de palabra o escritura, de naturaleza a provocar
directamente al agente a cometer el crimen o el delito, se hace indis-
pensable una relación directa, precisa, incontestable y estrecha, entre
el hecho de provocación y los cr(menes y delitos provocados.

La provocación no seguida de efecto, prevista en el arto 24 de la


Ley No.6132, se encuentra incriminada como un delito especial, aunque
solamente en los casos determinados.

Para que quede debidamente tipificada, es necesario que la provo-


cación haya tenido lugar, en primer término, por uno de los medios
enunciados en el artfculo 23.

En segundo lugar, es indispensable que la provocación concierna


a uno de los elementos delictivos mencionados por la ley, a saber: el
robo, los cr(menes de homicidio, el pillaje, el incendio, uno de los cr(-
menes o delitos castigados por los articulas 309 a 313 del Código Penal,
o uno de los cdmenes castigados por el art(culo 435 del Código Penal.

Por último, se requiere que la incitación haya sido directa, esto


es, que se haya incitado a cometer una de las infracciones enunciadas

194
en forma expresa.

b).- La provocación de los militares a la desobediencia:

El art(culo 25 de la Ley No. 6132, castiga toda incitación aue me-


diante uno de los medios enunciados en el arHculo 23, tenga por obje-
to apartar del cumplimiento de sus deberes militares y de la obediencia
que deben a sus superiores en todo lo tocante a cuanto éstos les ordena-
ren en relación con el cumplimiento de las leyes y reglamentos militares
y policiales, a los Miembros de las Fuerzas Armadas de la República,
o de la Polic(a Nacional.

Este delito está concebido de manera especial, a diferencia de los


delitos ordinarios de incitación o provocación.

Este texto, no obstante, no es lo suficientemente preciso, ya que


las soluciones relativas a la competencia jurisdiccional resultan suma-
mente variables...

2).- Los Delitos Políticos:

A pesar de que el principio de la distinción entre delitos pol(ticos,


por un lado y delitos de derecho común, por otro lado, se encuentran
en el esp(ritu del Código Penal, lo cierto es, sin embargo, que se carece
de un criterio legal para su distinción.

Por esa razón, la doctrina ha aportado una doble concepción. En


primer lugar, la concepción objetiva, en virtud de la cual, el delito poI(·
tico se define por su objeto, resultando, por consiguiente, delitos poI(·
ticos, todas las infracciones que atenten contra la organización y el
funcionamiento de los poderes públicos, sea en interés del Estado o
en el de los derechos poi (ticos de los ciudadanos.

En segundo lugar, se encuentra la concepción subjetiva, en la que


el delito pol(tico se define en función del móvil que lo inspira. En tal
sentido, un delito de derecho común, atendiendo a la naturaleza del
elemento subjetivo, esto es, del móvil que lo inspira, podrá ser consi·

195
derado como delito poi (tico.

Ahora bien, entre las dos concepciones, la objetiva y la subjetiva,


el derecho positivo tiende a dar preferencia a la primera.

Atendiendo a tal criterio, dividiremos los delitos poi (ticos, en ma-


teria de prensa, de la siguiente manera:

a).- Crimenes y Delitos Contra la Seguridad Exterior del Estado.-

Estas infracciones están previstas por los arHculos 75 a 85 del Có-


digo Penal. Hacen referencia a las siguientes materias:

- Tomar las armas contra la República (Art. 75);


- Acuerdo con Estados extranjeros contra la República (Art. 76);
- Atentados a la seguridad nacional (Art. 78);
- Ocultación de esp(as y enemigos de la República (Art. 83);
- Actos perjudiciales a la defensa nacional y a la integridad de
los dominicanos (Arts. 84-851.

El art. 24 de la ley sobre expresión y difusión del pensamiento,


No. 6132, prevé que la incitación a esos cdmenes y delitos será cas-
tigada, siempre que sea una incitación directa, sin que necesariamente
resulte seguida de efecto.

b).- Crímenes y Delitos Contra la Seguridad Interior del Estado:

De ¡guai manera, el arto 24 de la referida ley, castiga la incitación


directa contra la seguridad interior del Estado, tal como ésta se encuen-
tra prevista por los articulas 86 al 101 del Código Penal:

- Ofensa Pública contra el jefe del Estado (art. 86);


- Atentados y complots en contra del gobierno (art. 87)
- Provocación de la guerra civil, el pillaje y la devastación pública.
lart. 91).

B). Respeto de la Moralidad:

196
Bajo el criterio de respeto de la moralidad, se incrimina el delito
de ultraje a las buenas costumbres.

a) Últraje a las Buenas Costumbres:

En efecto, el arto 28 de la Ley6132 castiga el ultraje a las buenas


costumbres, cometido por alguno de los medios enunciados en el artfcu·
1023.

Igualmente, el art. 285 del C6digo Penal castiga los delitos de ul-
traje a las buenas costumbres cometidos por la vía de la prensa.

Los elementos constitutivos del delito de ultraje a las buenas cos-


tumbres, son los siguientes:

1) La obscenidad, la cual resulta del texto, del objeto, de la imagen


o de las palabras. La obscenidad puede resultar directamente del medio
empleado, como por ejemplo, la reproducción de fotograffas con
mujeres desnudas en poses de provocaci6n.

2) El acto de realización de ultraje debe haber sido cometido por


uno de los medios previstos por la ley, esto es, por todo escrito u obje-
to gráfico (dibujo, grabados, pinturas, emblemas o imágenes), as( como
por medio de palabras.

C) Expresiones Ofensivas:

Dentro del conjunto de las expresiones ofensivas pueder¡ ser des-


tacadas las siguientes:

a) Difamación e Injuria:

La difamación y la injuria, además de encontrarse definidas por el


artfculo 367 y siguientes del Código Penal, encuentran su delimitación
como delitos de prensa, en el artículo 29 de la Ley No. 6132.

Dicho artfculo los define as(:

197
"Constituye difamación toda alegación o imputación de un he-
cho que encierre ataque al honor O a la consideración de la persona
ouel organismo al cual se impute el hecho."

La injuria es "toda expresión ultrajante, término de desprecio o


invectiva que no conlleve imputación de hecho alguno."

Los elementos constitutivos de la difamación son:

1) Alegación o imputación de un hecho determinado y preciso:

La alegación ha sido presentada como una especie de aserción so-


bre la fe ajena, mientras que la imputación, por el contrario, es la aser·
ción fundada sobre un conocimiento personal.

En verdad, poco importa que esta aserción sea hecha por vfa de
insinuación bajo forma dubitativa o interrogativa.

La alegación o la imputación debe sustanciarse en un hecho pre-


ciso. Por ejemplo, el inculpado ha sostenido que tal persona hab(a
sido condenada por crimen Al haber anunciado un hecho preciso
susceptible de verificación, ha incurrido en una difamación.

2) Hecho de Naturaleza que atenta contra el Honor y la Consi-


deración:

Un hecho atenta contra el honor cuando es contrario a la probidad


o a la lealtad, aunque caiga o no bajo la aplicación de la ley penal.

3) Designac:ión de la persona contra la cual la imputación está


dirigida:

La persona difamada debe estar claramente designada. Pero la


indicación de su nombre no es indispensable. Es suficiente que la impu-
tación señale una persona o un hecho, cuya identificación resulte posi-
ble por los términos empleados.

198
4) Publicidad:

En verdad, la publicidad es un elemento común tanto de la difa-


mación como de la injuria.

Para que la publicidad quede debidamente caracterizada, es indis-


pensable que los discursos, gritos o amenazas, hayan sido. proferidos
en lugares públicos.

Los lugares públicos pueden ser por naturaleza (carreteras, plazas,


etc.), por destino (iglesia, biblioteca, etc.), y por accidente, que son
todos aquellos lugares privados, que no toman carácter de publicidad
más que por la presencia accidental del público.

5) Intención culpable:

La intenci6n culpable hace referencia a la conciencia por parte


del agente de perjudicar moral o materialmente a la vrctima con la
imputación que le formula.

Como corolario del delito de difamación en relación al elemento


ideológico, resulta altamente interesante la decisión de la Suprema
Corte de Justicia de julio de 1955; la cual fue planteada en los siguien-
tes términos:

"Considerando que la Corte a qua di6 por establecido, mediante


la ponderación de las pruebas que fueron regularmente administradas
en la instrucci6n de la causa que "el 23 de noviembre de 1954, en las
primeras horas de la noche, en Los Jovillos, sección de la común de
Azua, el prevenido A.M. expresó "que qué se crela R. P., que tJl era
un comunista (subrayando nuestro, L.F.l, que le conoclan bien y que
habla estado preso en Monte Cristy por esta causa"; que "estas expre-
siones fueron proferidas en presencia de los señores A.M.!., le. y
J.B.P."; que "esto ocurrió en el patio de la casa" ocupada por el pre-
venido; que "el patio no tiene cerca, y las personas transitan por dicho
patio pudiendo oir cualquier expresión pronunciada alll en la forma
como lo hizo el prevenido"; y que "el prevenido actu6 con intenci6n

199
del ictu osa"

Por su lado, para que el delito de injuria quede debidamente


tipificado, se requiere:

1 l.- Expresiones afrentosas, palabras de desprecio o invectivas:

A diferencia de la difamaci6n, no se exige, para la injuria, la im-


putación de un hecho preciso, aunque es indispensable que la expresión
afrentosa, la invectiva o el término de desprecio, entrañen el doble ca-
rácter de publicidad y de un vicio determinado.

No es de singular relieve que la expresión incrimidada atente


o no contra el honor o la consideraci6n de la persona agraviada. La
naturaleza injuriosa se desprende de la violencia o groserfa que entra-
ña; por ejemplo, ladrón, asesino, vagabundo, etc.

2).- Designación de la persona injuriada:


3.-· Publicidad ¡
41.- Intención culpable.•

Estos últimos elementos se encuentran enteramente asociados a los


elementos constitutivos propios de la difamación.

bl.- Ofensa al Jefe del Estado:

La ofensa al Presidente de la República por alguno de los medios


enunciados en el artículo 23, se encuentra castigado, de conformidad
con el artículo 26 de la Ley No.6132, as( como por el artfculo 86 del
Código Penal.

Son elementos caracter(sticos del deiito de ofensa al Jefe


del Estado, los siguientes:

11.- La ofensa;
2).- La calidad de Jefe del Estado en el ofendido;
31.- La publicidad;

200
41.- la intención.

el.- Ofensas contri los Jefes de Esudo y los Agentes Dlplom'tlcos


Extr.njeros:

la Ley No. 6132. concede una protección particular a las persona-


lidades extranjeras,

Es lo que se desprende de los artlculos 39 y 40 de la referida ley,


cuando incriminan la difamación o la injuria hecha a los jefes de Esta-
dos extranjeros, a los Jefes de Gobiernos extranjeros y a los Ministros
o Secretarios de Estado de Relaciones o Asuntos Exteriores de un
gobierno extranjero, as( como la injuria o difamación cometidas con-
tra los Embajadores y Ministros Plenipotenciarios, Enviados, Encar-
gados de Negocios y otros agentes diplomáticos acreditados ante el
Gobierno de la República.

Es obvio que los elementos constitutivos de este delito será igual


que el delito anterior, con la única excepción de que aqu( la calidad
requerida es la de Jefe de Estado extranjero o agente diplomático
extranjero,
dI El libelo:
El libelo, que jurldicamente consiste en la publicación que ataca
la honestidad, integridad, virtud o reputación de una persona viva, sea
exponiéndola a la humillación o el ridículo público, o causándole daños
financieros (941 no se encuentra, sin embargo, en nuestra legislación
de prensa.
Existen tres diferencias fundamentales entre el libelo y la difa-
mación y la injuria, la primera diferencia consiste en que el libelo pue-
de existir al m'argen de toda intención culpable, no as( la difamación
y la injuria.
la segunda diferencia radica en que en el libelo. la premeditaci6r
toma al delito más grave, mientras que por su naturaleza, la difama-

(94) Rafll8l Motina Morillo, El Libelo en Santo Domingo, Estatuto Legal de la Prensa lf'I San-
to Domingo, Tesis, 1952·1953

201
ción y la injuria carecen de ella.

Por último, el libelo pierde su carácter de tal, cuando lo escrito


va de acuerdo con la verdad, situación que se contrapone con el hecho
de la difamación y la injuria, en que, a pesar de ser verdad el hecho
imputado o alegado, éste continóa en su condición delictual.

O) La Exactitud de la Información:

Este imperativo legal, encuentra su expresión por medio de lo que


constituyen falsas noticias, que se encuentran incrimidadas en el art(-
culo 27 de la ley sobre expresión y difusión del pensamiento.

Para la caracterización de este delito, se requiere que la publica-


ción, difusión o reproducción por cualquier medio que sean, de noti-
cias falsas, de documentos fabricados o falazmente atribuidos a terre-
ros, perturben la paz póblica.

E) Publicaciones Prohibidas:

Bajo el t(tulo de "Publicaciones Prohibidas, inmunidades de la


defensa", la ley sobre expresión y difusión del pensamiento, formula
las siguientes prohibiciones:

1) La publicación textual de la acusación fiscal y las demás actas


de procedimiento criminal o correccional antes de que se hayan lerdo
en audiencia pública. (Art. 41)

2) La publicación de los procesos taxativamente determinados por


la ley (art. 43).

3) La publicación de la identidad de los menores de dieciseis años


que se hubiesen separado de sus padres, tutores, etc.; as( como todo
lo relativo al suicidio realizado por éste. (Arts.43-44).

7.4. Represión de los Delitos de Prensa:

202
Los artículos 46 a 50 de la Ley 6132, determinan la naturaleza
de la responsabilidad penal o civil, en que incurren los agentes de los
cr(menes y delitos de prensa.

Naturalmente, esas disposiciones sólo se aplican a las infraccio-


nes incrimidadas por los arHculos 23 al 41 de la referida ley sobre ex-
presión y ditusión del pensamiento.

As(, pues, esta ley precisa, en forma determinante:

10 Los autores principales del crimen o del delito de prensa


(Art.46).
20 Los cómplices (Art. 47)

3 0 La acción civil resultante de los cr(menes y delitos de prensa.

7.4.1.- Responsabilidad Penal:

A) Agentes Principales:

Serán considerados como agentes principales de las penas que


constituyen la represión de los cr(menes y delitos cometidos por vía
de la prensa, las personas indicadas en el orden siguiente:

1) Los directores de publicaciones o editores, y en los casos pre-


vistos en el segundo párrafo del arto 4, los sustitutos de los directores.

2) Los autores, a falta de directores, sustitutos o editores;

3) Los vendedores, distribuidores, exhibidores de pellcula, locu-


tores y fijadores de carteles, a falta de los impresos,

B) Los Cómplices:

Cuando los directores o sus sustitutos, o los editores sean puestos


en causa, los autores serán perseguidos como cómplices.

203
Los impresores podrán ser perseguidos como c6mplices si la res-
ponsabilidad penal del director o su substituto es pronunciada por los
tribunales.

Igualmente, serán perseguidos al mismo título y en todos los ca-


sos, las personas a las cuales se pueda aplicar el artfculo 60 del Código
Penal.

7.4.2,· Responsabilidad Civil:

En virtud del arto 55 del C6digo Penal, los autores, coautores y


cómplices de un crimen o delito de prensa, as( como de una contra-
venci6n de simple policfa, son solidariamente responsables de reparar
los daños y perjuicios causados mediante la publicación delictuosa
en provecho de terceros, tal como lo consignan los artfculos 1382,
1383 Y 1384 del Código Civil.

7.5.· Competencia, Procedimiento y Prescripción en Materia de Deli.


tos de Prensa:

En materia de delitos de prensa, la competencia de los tribunales,


al igual que en el derecho común, puede ser de doble naturaleza:

10 Competencia de atribución:

La competencia de atribución se encuentra determinada por el


art(culo 49, al disponer que las infracciones a las leyes sobre la pren-
sa serán de la competencia de los tribunales correccionales, salvo en
los siguientes casos:

al En los casos previstos en el artfculo 23, si se trata (de un cri-


men;
bl Cuando se trate de simples contravenciones.

0
2 Competencia territorial:

En lo referente a las infracciones de prensa, la competencia terri-

204
torial ha sido abandonada por la Ley 6132, a las normas del derecho
común, las cuales establecen que los tribunales que disponen de com-
petencia territorial son aquellos del lugar en que se ha cometido el
delito, de la residencia del prevenido y del lugar en que el prevenido
ha sido aprehendido.

Para las contravenciones, el único juzgado de paz competente


es aquel del lugar en que han sido cometidas.

7.5.1 •• Acción Civil:

De acuerdo con el artrculo 3 del Código de Procedimiento Cri-


minal, se puede perseguir la acción civil al mismo tiempo y ante los
mismos jueces, que la acción pública. También puede serlo separada-
mente, en cuyo caso se suspende su ejercicio hasta que se haya deci-
dido definitivamente sobre la acción pública, intentada antes o durante
la persecución de la acción civil.

Ahora bien, la persona que comienza por demandar por la vfa


civil en reparación del daño que le causa un delito, no puede agravar la
situación del demandado desplazándolo de la jurisdicción original-
mente apoderada de su acción para perseguirlo por la misma causa y
con idénticos fines, por ante la jurisdicción represiva, como conse-
cuencia de la aplicación de la regla "electa una vra, non datur recursus
ad alteram."

El arto 50 de la Ley No. 6132, sin embargo, establece una excep-


ción, cuando afirma que la acción civil resultante de los delitos de di-
famación ... no podrá ser seguida separadamente de la acción públi-
ca, salvo en el caso de fallecimiento del autor o de amnisHa.

7.5.2. Procedimiento:

De conformidad con las disposiciones ¡particulares previstas por


la Ley No. 6132, la persecusión de los delitos cometidos por vra de la
prensa o por cualquier otro medio de publicación se realizará de oficio
y a petición del ministerio público en las condiciones del derecho coo

205
mún.
En caso de difamación contra un testigo, as( como de difama-
Ción contra particulares, y en el caso de injuria, la persecución sólo
tendrá lugar después de una querella de la persona que se considera
difamada o injuriada.

En idéntico sentido, en caso de ofensa contra los jefes de Estado


o de ultraje contra los agentes diplomáticos extranjeros, la persecución
tendrá lugar a petición de estos, dirigida al Secretario de Estado de
Relaciones Exteriores y por éste al Procurador General de la Repúbli-
ca.

En todos los casos de persecusiones correccionales, indica el arto


52 de la Ley No. 6132, el desistimiento del querellante o de la parte
persiguiente detendrá la persecuci6n iniciada.

Salvo en ciertos casos previstos por la ley, si el inculpado tiene


su domicilio en la República Dominicana, no podrá ser ~rrestado
preventivamente.

En lo que respecta a la citación ésta precisará y calificará el hecho


incriminado e indicará el texto de ley aplicable a la persecución.

En lo que se refiere a su forma si la citación es a petición del


querellante, deberá contener elección de domicilio en la ciudad donde
tenga su sede la jurisdicción apoderada y será notificada tanto el pre-
venido como el ministerio público, todo bajo pena de nulidad de la
persecución.

Por su parte, el plazo entre la citación y la comparecencia será


de 8 d (as más el aumento en razón de la distancia, estando en la obliga-
ción el tribunal correccional, de fallar sobre el fondo en un plazo má-
ximo de 15 d(as a contar de la fecha del cierre de la audiencia.

7.5.3. Prescripción:

La acción pública y la acción civil resultante de los cr(menes y

206
delitos previstos por la Ley No. 6132: prescribirán después de 2 meses,
cumplidos, a partir del d(a en que hubieren sido cometidos o del dra
del último acto de persecución si ésta ha tenido lugar.

La prescripción se interrumpe si antes de la expiración de los 2


meses ha habido un acto de persecución.

207
"Aunque al Estado le fuera Ifcito castigar el delito de prensa,
no le serfa conveniente; aunque le fuera lfeito y conveniente, no le serfa
posible; aunque le fuera Ifcito, conveniente y posible no habrla ningún
peligro en dejar a la prensa su absoluta y naturallibertad'~

A rteaga A lemparte

"La censura es una arma del poder polftico que pretende mani-
pular y restringir la informaci6n pública, as! como ahormar el derecho
de expresi6n y las actividades culturales en los marcos ideológicos
oficiales. Todo ello la define como un arma contra la libertad del hom·
breo Se justifica invocando el bien general y la necesidad de defender
la ley, el orden y la moralidad pública o privada; pero defiende, de
hecho, intereses o privilegios de las clases dominantes y las estructuras
sociales, polfticas e ideol6gicas por ellas mantenidas."

Antonio Buera Vallejo.


CAPITULO VIII

EL DELITO DE OPINION PUBLICA

E n razón de que al presentar los diversos delitos de prensa que se


derivan de la Ley No. 6132, no encontramos ninguno que pudiera lla-
marse delito de opinión pública, es posible que se saque la conclusión
de que dicha categor(a de delito, lisa y llanamente, no existe.

Sin embargo, esa ser(a una conclusión errónea, pues el delito


de opinión pública se encuentra presente en el esp(ritu de nuestra le-
gislación de una manera tan evidente, tan palmaria, que resulta hasta
chocante el hecho de tener que justificar su existencia.

Ahora bien, si el delito de opinión pública existe, ¿qué tipo de


delito es?

Esto es importante ponerlo en claro, porque no se trata simple-


mente de exponer su condición de delito cometido por uno de los
medios de comunicación, lo cual resulta obvio, sino de revelar su ver-
dadera naturaleza jur(dica.

al Carácter Controvertible de la Naturaleza Jurídica de los Delitos


de Prensa.-

Dos son las concepciones que intentan resolver la naturaleza de

211
los delitos de prensa, a los cuales corresponde, naturalmente, el delito
de opinión pública.

a). Delitos sui generis:

De conformidad con esta primera concepción, se asegura que exis-


ten delitos espec(ficos de prensa, con lo cual se pretende dejar dicho
que la prensa puede, al igual que cualquier persona, cometer delitos.

Estos delitos, de acuerdo con sus sustentantes, son incluso más


perjudiciales que los delitos individuales, en razón del carácter público
que los caracteriza.

Por ese motivo, proponen la sumisión de la prensa ante la ley


argumentando que si bien es cierto que las leyes no deben tocar la
conciencia de los individuos, su interioridad reflexiva, no es menos cier
to que la prensa reviste un carácter externo, y público, cayendo den
tro de la órbita de acción del Estado.

Al abordar este problema, dos tratadistas españoles, Alejandro


Groizard y Gómez de la Serna, citados por Horacio Hernández Ander·
son, han sostenido:

"La facultad de pensar es puramente espiritual, exclusivamente


interna, esta fuera, por lo tanto, de la acción de la ley. Pero la de ha·
blar es, por el contrario, externa, tiene algo de material, se reviste de
cuerpo y formas que pueden ofrecer objetivo al derecho." (95)

De esta manera, la naturaleza de los delitos de prensa seda de ca-


rácter sui generis, lo que explicar(a, a su vez, su carácter convencional
es decir, su relatividad.

Ahora bien, dentro de este contexto, el criterio usado por el


legislador para distinguir entre el derecho de opinar y el abuso de ese
derecho convertido en delito, lo es el de la peligrosidad.
(95) Horario Hernéndaz Anderson. El Periodismo. Ensayo sobre su Influencia en la vida so-
cial. jur(dica y polltica. Imprenta Victoria. Valpara(so. 1949. pág. 186.

212
y es que si se admite la tesis contraria, esto es, la de que no es la
peligrosidad el criterio de distinción del delito, se podrfa llegar entonces
a la conclusión, como lo hace el propio Horacio Hernández A., de que
"serfan delitos pol(ticos o de opinión, la propaganda que el individuo
hiciere, por ejemplo, del régimen democrático en úña monarqufa o
teocracia; la idea de que la propiedad privada es un robo en un réQimen
capitalista o que toma por b.ase la econom fa privada."

Pero, aparte de esta corriente de pensamiento, existe la que


plantea la naturaleza de ·Ios delitos de prensa como meros delitos
comunes cometidos por medio de la prensa.

b) Delitos cometidos por medio de la prensa:

Es imprescindible señalar que entre los tratadistas más connota·


dos que se aferran a esta segunda concepción, se encuentra la figura
del maestro por antonomasia, Don Luis Jiménez de Asúa, quien opina
que no se debe en modo alguno decir que los delitos cometidos por
medio de la prensa constituyen, en realidad, delitos sui generis.

Para sustanciar su tesis, afirma: "El medio de ejecución no hace


que el delito adquiera caracteres excepcionales. A lo sumo aumentará
su cantidad sin modificar su naturaleza. Lo mismo que ocurre con
otros muchos medios, como ciertas armas, o el empleo de explosi.
vos, etc." (96)

y otros autores, siguiendo la misma Ifnea de razonamiento, no sin


cierto dejo de iron(a, afirman que de admitirse el delito de prensa como
un delito sui gencris, habrfa que hablar también de delitos de pintura,
de dibujo y hasta de caligraHa.

En resumen, de acuerdo con esta concepción, la existencia de


una categorfa especial de delitos por medio de la prensa, resulta ina-
ceptable; y a lo único que se podrfa arribar es a la fijación de circuns-
tancias agravantes, en función del medio empleado.

(96) Luis Jiménez de Asua. Tratado de Derecho Penal. Tamal 11. Loseda,I S. A •• Buenas
Aires. pág. 271.

213
En verdad, esta tesis parece más adecuada con la realidad que la
anterior, ya que por el solo hecho de que se utilicen los medios de
comunicación para la comisión de un delito, no le otorga a dicho de-
lito carácter sui generis.

Ahora bien, aparte de estas dos concepciones, existe una tercera,


que es la de la irresponsabilidad de los supuestos delitos cometidos por
medio de la palabra, sobre la cual ahondaremos más adelante.

8.t,-Las Restricciones Constitucionales de la Libertad de Opinión

Aunque ya previamente hemos hecho referencia a la misma, se


impone volver a la Constitución de la República, para examinar las
limitaciones que impone a la libertad de opinión.

Al respecto la Constitución, dice as(:

"Toda persona podrá, sin sujeción a ceniUra previa emitir libre-


mente su pensamiento mediante palabras escritas o por cualquier otro
medio de expresión, gráfico u oral. Cuando el pensamiento expresado
sea aten~atorio a la dignidad y a la moral de las personas, al orden pú-
blico o a las buenas costumbres de la sociedad, se impondrán las san-
ciones dictadas por las leyes.

"Se prohibe toda propaganda subversiva, ya sea por anónimos


o por cualquier otro medio de expresión que tenga por objeto pro-
vocar desobediencia a las leyes, sin que esto último pueda coartar el
derecho a análisis o a crItica de los preceptos legales."

De manera , pues, que como se ve, las restricciones establecidas


por nuestra Constituéión obedecen a tres categorfas distintas, a saber:

a).- Cuando el pensamiento expresado sea atentatorio a la dig-


nidad y a la moral de las personas;
b).- Cuando sea atentatorio al orden público y a las buenas cos-
tumbres; y

214
c).- Cuando la emisión del pensamiento adquiere la forma de
propaganda subversiva, o cuando tenga por objeto provocar desobe-
diencia a las leyes.

Dentro de ese contexto, el periodista dominicano, Rafael Moli-


na Morillo, en sus tesis de grado para la obtención del doctorado en
derecho, sostiene que "EI derecho de expresar el pensamiento debe
ser, pues, como todos los derechos, reglamentado, aunque es preciso
no excederse en el campo de las limitaciones", a lo que agrega: "Es-
tas sólo deber(an existir para proteger la integridad moral de las perso-
nas, para proteger la moral social y para proteger la seguridad interna
o externa del Estado." (97)

Molina, siguiendo lo que ha hecho la ley mexicana de imprenta


del 12 de abril de 1917, establece tres tipos de limitaciones justifica-
bles a la libertad de prensa:

a).- Limitaciones para proteger la moral;


b).- Limitaciones para proteger el órden público y la tranquilidad
públicos;
c).- Limitaciones para afianzar la seguridad exterior del Estado.

Ahora bien, lo que resulta verdaderamente importante es la po-


sición ideológica vertida por el actual director y propietario de El
Nacional de Ahora, al hacer referencia precisamente a las limitaciones
del derecho de la información. Dice as(:

"Es preciso no confundir este tipo de limitaciones con otro de


orden más bien poi (tico que subordina la libertad de expresión a la
ideolog(a del Gobierno, y que es impuesta mediante una o varias leyes
por un régimen imperante. La justificación de esta limitación es fácil·
mente discutiQle.
"Tal es, agrega, el caso que actualmente ocurre en la Unión Sovié-
tica y en general en todos los pa(ses tras la "cortina de hierro". En esos
pa(ses es un principio sentado el de que el ejercicio de la libertad de

(97) Rafael Molina Morillo, op. cit. pago 24

215
expresión e información está subordinado a las autoridades poi rticas
o sociales, o a la ideologra personificada por esas autoridades."

A renglón seguido sostiene que "En esos parses comunistas don·


de no existe la empresa privada, el uso de los medios de comunicación
se encuentra minuciosamente controlado por el Gobierno."
y afirma:

"Hoy dra, en la Unión Soviética,los servicios de información no


pueden ser otra cosa que instrumentos de propaganda de la ideol~ra
que personifica el poder reinante. La prensa es all( un medio para
educar la opinión pol(tica conforme a esa ideologra."

y para concluir, dice:

"En el sistema represivo de la Rusia roja de hoy, los delitos más


severamente castigados son aquellos que van di rigidos contra el Esta-
do, el sistema reinante, la propiedad pública y la propaganda que inci-
te a cometer tales infracciones." (98)

Como se advierte, para Malina Morillo, las limitaciones que com-


porta la libertad de opinión o de expresión sn los parses socialistas,
a diferencia de lo que ocurre en los capitalistas, no son rl1ás que el
resultado de una subordinación a la ideologra del Gobierno, o lo que
es lo mismo, de una obediencia a las leyes elaboradas por el Estado
socialista.

Pues bien, ¿acaso no es una limitación ideológica la que establece


también la Constitución dominicana, por ejemplo, cuando dice que no
se permite la libertad de expresión cuando atente al orden público, la
paz social, o cuando tenga por objeto provocar desobediencia de las
leyes?

¿y quién elabora el órden póblico, la paz social o la obediencia a


las leyes en la sociedad capitalista? ¿No es acaso la clase dominante?

1981 Ibid.. p6g. 34.

216
y si es efectivamente la clase dominante quien lo elabora e impone,
¿no se desprende de estas limitaciones un elemento de carácter ideo-
lógico?

Indudablemente que si. Luego, resulta una insensatez de carác-


ter mayúsculo pretender fraguar una crítica del Estado socialista por-
que supuestamente imponga limitaciones de tipo ideológico a la liber-
tad de opinión, cuando, en términos generales, ese es un elemento
intrín~co a todo tipo de Estado.

Si, en la sociedad socialista existen restricciones a la libertad de


opinión. Pero es la restricción que le impone la mayoría, represen-
tada en el Estado de la clase trabajadora, a la minoría, que no consti-
tuye más que el remanente de la antigua sociedad capitalista. Pero igual-
mente, existe restricción en la sociedad capitalista a la libertad de ex-
presión, con la diferencia de que esa restricción la impone la minoría,
representada en el Estado burgués por la clase dominante, sobre la ma-
yoría, integrada por todas las clases y capas explotadas de la sociedad
capitalista.

En s(ntesis, la restricción impuesta por la sociedad capital ista


tiende a dejar muda la población. Por el contrario, la restricción im-
puesta Dar la sociedad socialista, tiende a devolverle el habla al pueblo.

As(, pues, hemos podido comprobar que la no ingerencia del


Estado en la emisión de las ideas en la sociedad capitalista, sólo resul-
ta posible en la medida en que estas se ajustan a los patrones y valo-
res sociales diseñados por la clase dominante para garantizar la propia
subsistencia de la sociedad; y que si por el contrario, las ideas u OPI-
niones emitidas reflejan un elemento de criticidad que tiendan a im-
pugnar los valores establecidos, el Estado incursiona, sancionando
con una pena organizada a los presuntos culpables de la imputabili-
dad del hecho.

Por consiguiente, la no ingerencia del Estado capitalista en la li-


bre emisión del pensamiento es una falacia. Cada vez que el Estado se
sienta amenazado en su seguridad interna, o lo que es lo mismo, cada

217
vez que la burgues(a vea que se atenta contra sus intereses, suprime
la libertad de opinión. Con lo cual queda expresado, que tanto la no
ingerencia del Estado como el concepto mismo de libertad de opinión,
gozan de un carácter esencialmente relativo dentro del marco de la sa-
ciedad capitalista.

8.3.- Ilegalidad del Comunismo y Libertad de Opinión:

Los conceptos fundamentales de la doctrina comunista se encuen-


tran en el Manifiesto del Partido Comunista; y en ese clásico docu-
mento, debido a la pluma de Marx y Engels, se parte del principio
de que la historia de todas las sociedades hasta nuestros d(as es la his-
toria de la lucha de clases.

En otras palabras, que en todas las épocas históricas, desde la diso-


lución del régimen primitivo de propiedad común de la tierra, siempre
ha existido una lucha entre explotadores y explotados, entre clases do-
minantes y clases dominadas.

y sostienen:

"Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos,


maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfren-
taron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y
otras franca y abierta; lucha que terminó con la transformación revolu-
cionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna."
(99)

Pero resulta que en la época moderna, esta lucha ha llegado a una


fase en que la clase explotada y oprimida, es decir, el proletariado, no
puede ya emanciparse sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre,

(991 Marx y Engels. Obras Escogidas. Tomo l. Editorial Progreso. Moscú. 1Y7~. pág. 111.

• En virtud del Irt. 6 de la ley 1 del 8 de septiembre de 1978. qued8l'on derogadas las
leyes 6. 70 y 71. que prohib(an la provecci6n de s(mbolos e imágenes comunistas.

218
a la sociedad entera de la explotación, la opresión y las luchas de cla-
ses.

Ahora bien, al realizarse la emancipación, deberá establecerse la


dictadura del proletariado, que es una fase transitiva que conduce a la
sociedad sin clases, esto es, a la sociedad comunista.

Entre otras medidas el socialismo, o sea el régimen de dictadura


del proletariado deberá tomar:

al La abolición de la propiedad privada sobre los medios de pro-


ducción;
bl La abolición del derecho de herencia;
cl La realización de una reforma agraria profunda que elimine
el régimen de latifundio;
dl Centralización y control de los medios de comunicación y
transporte;
el Educación pública obligatoria y gratuita;
fl GaranHa de una poi ftica de pleno empleo.

Pues bien, aunque ya tuvimos oportunidad de ver que durante el


perrodo de ocupación norteamericana sobre nuestro país, se estableció,
tanto en la ley de Censura de prensa, como en la Orden Ejecutiva No.
385, la prohibición de propagar ideas comunistas y anarquistas, en
nuestros d (as se encuentra vigente una legislación orientada en idéntico
sentido. *
En virtud del Art. 6 de la Ley 1 del 8 de septiembre de 1978 quedaron derogadas las le-
yes 6. 70 Y71 •que prohiblan la proyección de sImbolos e imágenes comunistas.
Por ejemplo, además de la Ley 5576, del 13 de julio de 1961,
que declara ilegal la práctica del comunismo, disponemos de la Ley No._
6, del 8 de octubre de 1963, que luego de indicar en sus dos primeros
considerandos que "toda actividad comunista es contraria a la forma
esencialmente civil, republicana, democrática y representativa de nues-
tro Gobierno, consagrada por el arHculo 2 de la Constitución de la
República", as( como de que es "deber del Estado preservar y forta-

219
lecer las instituciones democrchicas fundamentales que los agentes del
~omunismo, tanto nacional como internacional, buscan destruir,
valiéndose de la explotaci6n y abuso de las propias libertades democrá-
ticas", precisa lo siguiente:

"Art. 1.. Se prohibe la organizaci6n, existencia y actividades de


los partidos cOlllunistas, y en yeneral, de toda asociaci6n, entidad, par-
tido, facci6n o movimiento, que persiga destruir el orden juddico, la
implantaci6n en la ~epúbiica Dominicana de un régimen opuesto
a la democracia o que atente contra la soberan la de la naci6n.

"Se reputan reglmenes opuestos a la democracia los que, por


doctrina o hecho, busquen implantar un gobierno totalitario o de tira-
n la, que suprima las libertades y derechos fundamentales de la ciuda-
danla." (100)

Al mes siguiente de haberse promulgado esta ley, con mayor pre-


cisión, el 29 de noviembre de 1963, se puso en vigencia la Ley No. 70
que modificaba el articulo 3 de la Ley No. 6.

Sin embargo, sin que pueda haber una explicaci6n sólida de prin-
cipios, al d fa siguiente de haberse promulgado la Ley 70, esto es, el 30
de noviembre, se le di6 curso legal a la Ley No. 71 que venfa a modi-
ficar precisamente el mismo arHculo 3 que el dla anterior habra modi-
ficado la Ley No. 70.

¿Qué pasaba? ¿Por qué raz6n se promu:gaba una ley un d(a, y


al dfa siguiente se procedra a modificar.la?

En verdad, no lo sabemos, aunque ese es un srntoma revelador de


una fehaciente desorientación legislativa.

De todas maneras. en la versi6n de la Ley No. 7'. que es la que

(100) Véase los siguientes números de la Gaceta Oficial: al No. 8587. del 20 de julio de 1961;
b) No. 8793, del 9 de octubre de 1963; cl No. 8812. del 30 de noviembre de 1963; y
d) 8813, del5 de diciembre de 1963.

220
desde un doble punto de vista. nos interesa, en raz6n de que es la
mas reciente, y debido a que guarda una relación estrecha con el proble-
ma de la libertad de opinión, el artrculo 3 se pronuncia en los siguientes
términos:

"Art. 3.- Queda prohibido el uso de banderas. emblemas, unifor-


mes o signos de carácter comunista o que sean usados por los organis-
mos, entidades y personas proscritas por esta Ley.

"Queda asimismo prohibida toda propaganda verbal, escrita. ra-


dial o televisada, o en cualquier otra forma, de los organismos, entida-
des. partidos y personas cuyas actividades están proscritas por esta ley.

"Los propietarios de radioemisoras o televisoras, sus administra-


dores o directores de imprentas o publicaciones que acepten propa-
ganda de los organismos, entidades, partidos y personas cuyas acti-
vidades están proscritas por esta ley serán reos del mismo delito siempre
que hayan sido notificados previamente por los representantes del Mi-
nisterio Público, con las pruebas correspondientes, sobre las condena-
ciones o procedimientos institu (dos por sus actividades j\(citas contra
tales organismos, entidades, partidos o personas."

Para los fines de nuestro estudio, este artículo es de una dimen-


si6n colosal, pues es ah ( precisamente donde se encuentra caracteíiza-
do el delito que hemos calificado de opinión pública.

Al hablar de que toda propaganda subversiva queda prohibida,


al igual que toda expresión del pensamiento que sea atentatorio al
orden público, la paz social o las buenas costumbres, la Constitución
de la República resulta imprecisa.

Pues, en efecto, ¿Qué se entiende por propaganda subversiva?

El diccionario define la subversi6n como el acto y efecto de sub-


vertir, es decir, como la acci6n tendente a trastornar o derribar el
6rden. de donde se desprende que la propaganda subversiva serfa
todo tipo de propaganda que se realiza con el objetivo de hacer mo-

221
dificar el órden instituido por v(a ilegal.

Pero resulta que los conceptos de orden y legalidad no pueden es-


capar, a su vez a una orientación de tipo ideológico, pues puede per-
fectamente haber subversión del orden, sin que el agente subversivo
guarde diferencias ideológicas con los otros representantes del órden.

De ah (, pues, que para darle fundamento y sustancia a la elastici-


dad y vaguedad de la fórmula constitucional, se creó la disposición esta-
blecida en el arto 3 de la ley No. 6, modificada por la Ley No. 71.

Naturalmente, al quedar precisada la naturaleza ideológica en-


vuelta en el principio constitucional de "propaganda subversiva",
se puso al descubierto la esencia intr(nseca del delito de opinión pú-
blica.

Sin embargo, debido a cierta semejanza que guarda con el deli-


to asentado en el art(culo 87 del Código Penal, se impone, brevemente
fijar la vista en esta infracción.

8.4.-Atentado Para Cambiar la Forma de Gobierno y Excitar a los


CiudadanQS a Armarse contra la Autoridad Legalmente Constituida:

En su expresión literal, el arto 87 del Código Penal reza de la si-


guiente manera:

"Art. 87.- El atentado cuyo objeto sea cambiar la forma de go-


bierno establecido por la Constitución, o excitar a los ciudadanos a
armarse contra la autoridad legalmente constitu (da, será castigado con
la pena de reclusión."

Pues bien, de la lectura del articulo arriba transcrito se despren-


de que para que el delito que instituye quede debidamente tipificado
se requiere'

a) El elemento intencional, que resulta sobreentendido;


b) El elemento material, consistente en el atentado, esto es, en la

222
ejecución o la tentativa del hecho; y

c) Que el atentado tenga por objeto cambiar la forma de gobierno.

Bien, ahora cabe preguntar: ¿Es lo mismo modificar la forma de


gobierno que modificar la forma del Estado?

Es obvio que la respuesta tiene que ser negativa, pues efectiva·


mente puede llevarse a cabo una moficicación de la forma del gobier-
no, sin que resulte alterado, ni en su esencia ni en sus elementos conven·
cionales, la forma del Estado, aunque naturalmente, todo cambio en
la forma del Estado implica un cambio en la forma del gobierno.

La historia de la República Dominicana, que es una permanente


sucesión de asonadas y cuartelazos militares, es una demostración viva
e irrefutable de cuanto acabamos de decir. Por esas v(as, la forma
del gobierno ha sido múltiples veces modificada, sin que la filosof(a
que rige la norma del Estado haya sido quebrantada.

Fernand Terrou y Lucien Solal, al comentar precisamente el art.


87 de la ley francesa, dicen:

"La legislación francesa... es muy liberal en este punto. Cierto


es que el arHculo 87 del Código Penal castiga "el atentado con objeto
de destruir o de cambiar el gobierno", pero la simple expresión de una
opinión no es un atentado. El periodista puede criticar libremente la
forma de gobierno y decir lo que piensa de las instituciones poi (ticas
del pa(s. Sólo es penable la instigación directa a un atentado contra el
gobierno... La instigación es un delito, pero la cr(tica es totalmente Ii·
bre." (101)

Si no hublera existido la Ley 6, en combinación con la ~ey 71, po·


dr(amos ciertamente decir lo mismo respecto de la República Domini·
cana.

Sin embargo, una conclusión importante se desprende de todo


(1011 Femand T8I'rou y Lucien So181. OP. cit. p6g. 312.

223
esto, y es que al estar el delito de opinión pública caracterizado por un
elemento de tipo ideológico que predica una doctrina sobre el Estado
que resulta radicalmente distinta de la que prevalece en el capitalismo,
y al sostener el artrculo de la infracción que comentamos que la mate-
rialidad del hecho consiste en el atentado para cambiar la forma del go-
bierno, resulta claro .que el delito que tipifica el arto 87, no es el delito
de opinión pública.

Por otro lado, en su parte, segunda, el art, 87, además del elemen-
to intencional, plantea otros dos:

a) la materialidad del hecho;


b) Que el objeto del delito sea excitar a los ciudadanos a armarse
contra la autoridad legalmente constiturda, esto es. a levantarse en ar-
mas.

Como tampoco mediante la propagación de una doctrina poi Itica


se plantea necesariamente excitar a los ciudadanos a armarse contra la
autoridad legalmente constitu Ida, debido a que como ya analizamos
previamente, esta autoridad constitu Ida no se refiere al Estado, sino al
gobierno. es evidente que aqul como en el caso anterior, el delito de
opinión pública no queda caracterizado.

¿Qué es, entonces, y cómo queda debidamente tipificado, el delito


de opinión pública?

8.5.- El Delito de Opinión Pública:

Para poder comprender la noción de delito de opinión pública. se


hace necesario refrescar la memoria respecto de qué es la opinión públi-
ca.
Al efecto, basta decir que la opinión pública no es más que la
opinión particular que a través de los medios de comunicación impone
la clase dominante, con la finalidad de preservar el status quo, lo que
equivale a decir, a preservar su condición de clase dominante.

Por ello. la creación de cualquier tipo de opinión pública que

224
resulte desfavorable a los intereses de la clase dominante tiene que ser
prohibida, ¡legalizada, reprimida.

En la sociedad dividida en clases, cada clase tiene su propia ideolo-


g(a, pero es la clase dominante por tener el control de los medios ma-
teriales y de los medios espirituales, la que está en capacidad de im-
poner la suya.

Ahora bien, en una sociedad dependiente y subdesarrollada como


la nuestra; la ideolog(a dominante es en última instancia la que impone
el imperialismo, por medio de su estructura transnacional de poder.

la imposición de una ideolog(a determinada en la sociedad moder


na se materializa por medio de la creación de la opinión pública, y por
el gran prestigio y la gran autoridad de que disponen. la prensa, la ra-
dio, la televisión y el cine, constituyen los veh(culos indispensables por
medio de los cuales queda plasmada dicha opinión pública que busca
como objetivo fundamental la proyección de una serie de mensajes
que provoquen en la clase dominada una desarticulaci6n de su sentido
poi (tico, de tal forma que acepten como bueno y válido un orden que
legitimamente no le corresponde.

Si como consecuencia del desarrollo de la lucha de clases, la clase


dominada intenta proyectar su ideolog(a, que necesariamente esgrime
una concepción del Estado diferente a la que domina en la concepción
ideol6gica de la clase dominante, y sin que la proyección de esa ideolo-
g(a se traduzca en hechos pol(ticos concretos, o para decirlo en el len-
guaje de la clase dominante, "en alteración del orden público", ya la
clase dominante ha estructurado el andamiaje jur(dico que impide
la proyección de tal tipo de ideolog(a.

Es lo que precisa la ley 71 en combinación de la ley 6, de que


"queda prohibido el uso de banderas, emblemas, uniformes o signos
de carácter comunista. . . as( como toda propaganda verbal, escrita,
radial o televisada, o en cualquier otra forma ... "
Es harto notable, que al imponerse este precepto legal, se consig-
naba un determinado tipo de conciencia poi (tica favorable al status

225
quo, con lo que se controyerHa naturalmente, el principio universal
que establece la libertad de conciencia y cultos.

De todas maneras, los ~Iementos constitutivos del delito de


opinión pública pueden ser expresados ase:

al El elemento intencional, .con lo cual el agente comprende


perfectamente que está transmitiendo ideas, conceptos y opiniones
que se oponen al status quo, a las directrices ideológicas del Estado,
instrumento de explotación al servicio de la clase dominante.

b) La materialidad del hecho, esto es, que el agente haya efec·


tivamente utilizado cualquier medio de comunicación de masas con
la finalidad de darle cauce a sus opiniones; y

cl El elemento ideológico, que es el elemento fundamental, pues


es el que precisa la naturaleza del delito que resulta de la transmisión
de ideas y s(mbolos opuestos al status quo.

En cuanto al elemento legal, sin cuya existencia no queda carac·


terizado el delito, se ha podido observar una evolución de su conteni·
do. Aunque desde la primera ley sobre libertad de opinión, consagrada
en nuestro país, esto es, la Ley No. 81 del 18 detfTlayo de 1846, el deli-
to de opinión pública se encontraba en referencia a la publicación
de doctrinas en pugna con el orden establecido, es con la Orden Eje·
cutiva 385, el artículo 3 de la Ley 1470, ase como por la combinación
de las Leyes 6, 70 y 71, que dicho delito queda enteramente califica-
do en su constitución legal, ya que son estas disposiciones legales las
que vislumbran al comunismo como la doctrina contraria al status
quo.

Naturalmente, al instituir este delito sin calificarlo, ya que más


bien lo situó dentro del conjunto de los delitos contra la Constitu·
ción, el legislador incurrió en un exceso, pues tal como dice Montes-
quieu, el pensamiento por si mismo no delinque.

De la única manera en que la represión del pensamiento resulta

226
justificable dentro del orden juridico impuesto es cuando tienda a
incitar a la acción, pues de lo contrario no deja de ser una mera opio
nión.

Se podrta argumentar, sin embargo, que la opinión no es más que


la antesala de la acción, que es el elemento condicional que la torna
posible. Esto, desde luego, nos lIevarta a lo que ya hemos planteado des-
de el principio, sobre la relación existente en el campo de la pr.icologta
social, entre opinión y actitud.

Es verdad que la opinión conforma la actitud, pero esa no es una


relación mecánica, pues entonces precisamente por ser la opinión de
la clase dominante la que predomina, debiera existir un concenso tot&1
respec.to de ella, y por ende, una actitud uniforme.

Sin embargo, aunque ciertamente existe una tendencia a la masi.


ficación y a la uni~ormización, el hecho mismo de que se tenga que 1&
gislar para impedir la proyección de una ideolog(a adversa, revela lo
contrario, lo que pone a su vez al desnudo, algo verdaderamente insó-
lito, y trágico y es que el legislador dominicano en nombre de una mi.
norta explotadora ha inhibido las opiniones de la mayoría, y ha erigido
en delito no la realización de un hecho material concreto, sin('l la sim-
ple expresión de una idea.

Ante todo eso, cabe preguntar: ¿Ordenarla el legislador dominio


cano un allanamiento cerebral, al que teniendo esas ideas no las expre-
se?

Es algo que aún está por verse.


APENDICE
APENOICE t

Circular del Ministerio de Gracia y Justicia con inserción del De-


creto de las Cortes del 10, sobre la Libertad de Imprenta, 10 de noviem·
bre de 1810.

Don Fernando VII por la gracia de Dios, Rey de España y de las


Indias. y en su ausencia y cautividad el Consejo de Regencia, autoriLa-
do interinamente, a todos los que las presentes vieren y entendieren,
sabed: que en las Cortes generales y extraordinarias, congregadas en
la Real Isla de Le6n, se resolvi6 y dGeret6 lo siauiente:

Atendiendo las Cortes generales y extraordinarias a que la facul-


tad individual de los ciudadanos de publicar sus pensamientos e ideas
poi rticas es no sólo un freno de la arbitrariedad de los que gobier-
nan, sino también un medio de ilustrar la Naci6n en general, y el I1ni-
ca camino para llevar al conocimiento de la verdadera ooini6n públi.
ca, han venido en decretar lo siguiente:

ARTICULO PRIMERO

Todos los cuerpos y personas particulares, de cualquiera condici6n


y estado que sean, tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus
ideas polrticas sin necesidad de licencia, revisi6n o aprobaci6n alguna

231
anteriores a la publicaci6n IJaxo las restricciones y responsabilidades
que se expresarán en el presente decreto.

11

Por tanto quedan abolidos todos los actuales Juzgados de Impren-


tas y la cenSUI a de las obras poi (ticas precedente a su impresi6n.

III

Los Autores e Impresores serán responsables respectivamente del


abuso de esta libertad.

IV

Los libelos infamatorios, los escritos calumniosos, los subversivos


de las leyes fUndamentales de la monarqu (a, los licensiosos y contra-
rios a la decencia pública y buenas costumbres serán castigados con
la pena de la ley, y las que aqu ( se señalarán.

Los Jueces y Tribunales respectivos entenderán en la averiguaci6n,


calificaci6n y castigo de los delitos que se cometan por el abuso de la
libertad de la Imprenta, arreglándose a lo dispuesto por las leyes y en
este reglamento.

VI

Todos los escritos sobre materias de religi6n quedan sujetos a la


previa censura de los ordinarios eclesiásticos, segón lo establecido en
el Concilio de Trento.

232
VII

Los Autores baxo cuyo nombre quedan comprehendidos el Editor


o el que haya facilitado el manuscrito original, no estarán obligados
a poner sus nombres en los escritos que publiquen, aunque no por eso
dejan de quedar sujetos a la misma responsabilidad. Por tanto deberá
constar al Impresor quien sea el Autor o Editor de la obra, pues de lo
contrario sufrirá la pena que se impondrá a! Autor o Editor si fuesen
conocidos.

Los Impresores están obligados a poner sus nombres y apellidos, y


el lugar y año de la impresión en todo impreso, cualquiera que sea
su volumen; teniendo entendido que la falsedad en alguno de estos
requisitos se castigará como la omisión absoluta de ellos.

IX

Los Autores o Editores que abusando de la libertad de la Impren-


ta contravinieren a lo dispuesto, no sólo sufrirán la pena señalada por
las leyes según la gravedad del delito, si no que este y el castigo que se
les imponga se publicarán con sus nombres en la gazeta del Gobierno.

Los Impresores de obras o escritos, que se declaren inocentes o no


perjudiciaies, serán castigados con cincuenta ducados de multa en
caso de omitir en ellas sus nombres, o algun otro de los requisitos in-
dicadosen el artfculo VIII.

XI

Los Impresores de los escritos prohibidos en el artfculo IV que


hubiesen omitido su nombre u otra de las circunstancias ya expresadas,
sufirán además de la multa que se estime correspondiente, la misma pe-
na que los Autores de ellos.

233
XII

Los Impresores de escritos sobre materias de religión sin la previa


licencia de los ordinarios, deberán sufrir la pena pecuniaria que se les
imponga, sin perjuiciOS de las que en raz6n del exceso en 4ue incurran,
tengan ya establecidas las leyes.

xIII

Para asegurar la libertad ::le la Imprenta y contener al mismo tiem-


po su abuso, las Cortes nombrarán una Junta Suprema de Censura
que deberá residir cerca del Gobierno compuesta de nueve individuos
y a propuesta de ellos otra semejante en cada Capital de Provincia
compuesta de cinco.

XIV

Serán eclesiásticos tres de los individuos de la Junta Suprema


de Censura, y dos de los cinco de las Juntas de las Providencias, y los
demás serán seculares, y unos y otra sugetos instrurdos y que tp.ngan
virtud, probidad y talento necesario para el grave encargo que se le
encomienda.

XV

~erá de su cargo examinar 'as obras Que se hayan denunciado al


poder executivo o Justicias respectivas; y 51 la Junta censoria de Pro-
vincia juzgase, fundando su dictamen, que deben ser detenidas, lo harán
as( los Jueces y recogerán los exemplares vendidos.

XV I

El autor o Impresor podrá pedir copia de la censura y contestar


a ella. Si la Junta confirmase Sl.: primera censura, tendrá acci6n el inte-
resado a exigir que pase el expediente a la Junta Suprema.

234
XV II

El Autor o Impresor podrá solicitar de la Junta Suprema que se


vea primera y aún segunda vez su expediente, para lo que se le entre-
gará cuanto se hubiese actuado. Si la última censura de la Junta supre-
ma fuese contra la obra, será esta detenida sin más examen, pero si la
aprobase, quedará expedito su curso.

XVIII

Cuando la Junta censoria de Provincia o la Suprema según lo esta-


blecido, declaren que la obra no contiene sino injurias personales sera
detenida, y el agraviado podrá seguir el juicio de injurias en el tribunal
correspondiente con arreglo a las leyes.

XIX

Aunque los libros de religión no puedan imprimirse sin licencia del


Ordinario, no podrá este negarla sin previa censura y audiencia del
interesado.

Pero si el Ordinario insistiese en negar su licencia, podrá el intere-


sado .acudir con copia de la censura a la Junta suprema, la cual deberá
examinar la 'obra, y si la hallase digna de aprobación, pasar su dictamen
~I Ordinario, para que más ilustrado sobre la materia, conceda la licen-
cia, si le pareciere, a fin de excusar recursos ulteriores.

Tendrálo entendido el Consejo de Regencia y cuidará de hacerlo


imprimir, publicar y circular. Luis del Monte, Presidente.- Evaristo
Pérez de Castro, Secretario. Manuel de Luxan, Secretario.- Real Isla
de León, 10 de Noviembre de 1810. Al Consejo de Regencia.

y para la debida execución y cumplimiento del Decreto prece-


dente, el Consejo de Regencia ordena y manda a todos los Tribunales,
Justicias, Gefes, Gobernadores, y demás Autoridades as( civiles como
militares y eclesiásticos, de cualquiera clase y dignidad, que le guarden,
hagan guardar, cumplir y executar en todas sus partes. Tendréis lo enten-

235
dido, y dispondréis lo necesario a su cumplimiento. Pedro Agar, Pr&
sidente. Marqués del Castelar. José Marra Puig Sanper.- En la Real Isla
de León a 11 de Noviembre de 1810. A. D. Nicolás Mar(a de Sierra.

Lo traslado a V. de orden de S. A. para su inteligencia y demás


efectos convenientes. J:¡eal Isla de León Noviembre de 1810.

El Consejo de las Yndias a 11 de agosto de 1814 (sobre libertad


de imprenta) (11 de agosto de 1814) Acordada el 8 del mismo.

Hace presente a V.N. la necesidad y urgencia de extender a los


dominios de América lo resuelto para España en punto a la libertad de
imprenta, en los términos que se expresa.

(hay una rúbrica)

236
Censura de la Libertad de Prensa Impuesta por la Ocupación Nortea·
merieana.-

Con la declaración de la Ocupación Militar en Santo Domingo se


establece, pues, una censura de cuya existencia la prensa será inmedia-
tamente notificada.

Todo comentario que se intente publicar sobre la actitud del


Gobierno de los Estados Unidos, y cualquiera cosa en conexión con
la ocupación, debe ser sometida primero al censor local para su aproba-
ción. No será permitida la publicación de ningún comentario de esa
fndole sin que haya obtenido la aprobación c;iel censor.

Se prohibe la publicación de expresiones de un carác~~r violento


o inflamatorio, o que tiendan a dar aliento a la hostilidad o a la resis-
tencia al Gobierno Militar.

Será suspendida la publicación de cualquier diario o periódico


que ofenda en contra de esta 'orden; y las personas responsables,
dueños, redactores, directores u otros serán además expuestos a ser cas-
tigados por el Gobierno Militar.

237
La impresión y distribución de proclamaciones, hojas sueltas o
semejantes modos de hacer propaganda para diseminar opiniones no
favorables al Gobierno de los Estados Unidos de América, o al Gobier-
no Militar en Santo Domingo queda prohibido, como queda también
la distribución en Santo Domingo, en diarios o periódicos
de semejante material publicado en el extranjero. Los que ofendan
contra este reglamento serán expuestos a castigo por el Gobierno
Militar.

EI oficial comandante en tierra nombrará censores y llevará a cabo


esta orden.

El telégrafo y las comunicaciones cablegráficas en Santo Domingo


estarán bajo el control y la censura militar.

Signed. - H. S. Knapp
Santo Domingo, • 1916

238
APENDICE I I I

Ejecutiva Orden NúnMJrO 385 del 15 de enero de 1920

En virtud de los poderes de que está investido el Gobierno Mili-


tar de Santo Domingo, se dicta y promulga la siguiente Orden Ejecu-
tiva.

1.- Por la presente queda abolida la Censura en Santo Domingo,


as( como también la Orden intitulada "Censura" que aparece en la Ga-
ceta Oficial No. 2758, y todas las demás leyes, decretos y ordenes que
establecen la censura quedan así mismo derogados.

2.- Con el fin de prevenir disturbios en el orden público se les pro-


hibe a todas las personas publicar en revistas, diarios, folletos, periódi-
cos, hojas sueltas, o cualquier otra publicaci6n, arUculos de la siguiente
naturaleza:

al;- Los que enseñen la doctrina comunmente conocida como Bol·


shevismo o anarqu(a, la cual, dadas las circunstancias que actualmente
prevalece en la República, podrán dar lugar a la intranquilidad y des6r·
denes.

bl.- Los que prediquen doctrinas y prácticas contrarias a la moral


pública, tal como se entiende en las demás naciones civilizadas.

239
c).- Los que sean tan hostiles al Gobierno de los Estados Unidos,
su poi ftica y sus funcionarios, o critiquen de tal modo a éstos, que
inciten al pueblo a la intranquilidad, desórden y revueltas.

d).- Los que en su tono sean tan hostiles o contrarios al Gobierno


Militar, su poi ftica y a sus funcionarios, civiles y militares, o que los
critiquen de t<3 1 manera que impulsen a las masas a la intranquilidad,
desorden y revueltas.

e},. Los que difamen, deshonren o ridiculicen la conducta del Go-


bierno de los Estados Unidos, del Gobierno Militar, o de sus funcio-
narios, de una manera tal que la publicación provoque desórdenes o
revueltas en la República.

f).- Los que señalen la condición actual de Santo Domingo en una


forma manifiestamente injusta o mentirosa, y que pudiera provocar
desórdenes entre las masas.-

3},- El derecho de reunión y el de uso libre de la palabra no deben


ser contrarrestados sino cuando sea necesario para conservar el orden.

4.- Toda violación a lo prohibido anteriormente se entenderá


como una ofensa contra el Gobierno Militar, y el que incurra en se-
mejante falta será procesado y castigado. El autor de un discurso o
artfculo, el que lo publique, y toda persona que a sabiendas ayude
o apoye su escritura, su pronunciamiento o publicación se considera-
rá como un cómplice y será sometida a la pena correspondiente. Y esto
se entenderá en el sentido de incluir a todo encargado o responsable
de una revista, periódico, diario, u otra publicación en que aparezca el
artfculo, o que sea dueño del local en que se pronunció el discurso.

5.- Además del castigo ya mencionado, y sin que éste se sus-


penda, se descontinuará o prohibirá la publicación de cualquier revis-
ta, diario, periódico u otra publicación en que aparezcan artfculos de
los prohibidos por esta Orden, y los locales en que se pronuncien dis-
cursos de los especificados en esta Orden serán clausurados.

240
Thomás Snowden
Contra-Almirante de :a Armada de los Estados Unidos.
Gobernador Militar de Santo Domingo.

Santo Domingo, R. D.
Enero 15 de 1920.-
APENOICE IV

Primera Reunión de Consulta entre los Ministros de Relaciones Ext.


rlores de las Repúblicas Americanas .- Panamá 1939.-

PROTECCION CONTRA LAS IDEOLOGIAS SUBVERSIVAS DEL


IDEAL INTERAMERICANO.-

La Reunión de Consulta entre los Ministros de Relaciones Exte·


riores de las Repúblicas Americanas.

CONSIDERANDO:

Que más de una vez las Repúblicas Americanas han afirmado su


adhesión al Ideal democrático que prevalece en este Hemisferio;

Que este Ideal pudiera encontrarse en peligro por la acción de las


ideolog(as extranjeras inspiradas por principios diametralmente opues-
tos; y

Que es oportuno, en consecuencia, vigilar su intangibilidad me-


diante la adopción de medidas apropiadas.
RESUELVE:
Recomendar él le):) Gobiernos en ella representados que dicten
las disposiciones necesarias para extirpar en las Américas la propaganda
ae las doctrinas que tiendan a poner en peligro el común ideal democrá-
tico interamerical1o.

242
APENOICE VI

Decllrlción d. Sin José

Conferencia Intergubemamental sobre Pol(ticas de Comunicación en


América Latina y el Caribe, bajos los auspicios de la UNESCC.-

Los representantes de los gobiernos de los Estados de América


Latina y el Caribe, miembros de la Organización de las Naciones Uni-
das para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), reunidos con
motivo de la Conferencia Intergubemamental sobre Poi (ticas de Ce-
muni<'aci6n en América Latina y el Caribe, convocada en San José
(Costa Rica) del 12 al 21 de julio de 1976.

DECLARAN:

-Que el hombre tiene la necesidad vital de expresarse debiendo


garantizársele por tanto la facultad libre y espontánea de relacionarse
dentro de la comunidad.

-Oue esta actitud humana se manifiesta en todo tiempo y lugar y


en toda clase de organización social.

-Que en su afán de comunicarse el hombre ha creado las más


diversas formas y medios que constituyen todas las expresiones de la
cultura.

243
-Que es un derecho humano el acceso a todos los bienes de la
cultura y la participación libre y democrática en las varias manifes-
taciones del esp(ritu.

-Que debido al crecimiento de la población y al aumento consi·


guiente de sus necesidades espirituales y materiales, el talento cient(o
fico del hombre ha creado medios o instrumentos cada vez más efica-
ces que facilitan el acercamiento y la comunicación de la especie.

-Que estos medios forman parte de los recursos de la sociedad,


del patrimonio cientrfico de la humanidad, y por lo mismo consti·
tuyen componentes fundamentales de la cultura universal.

-Que existen sectores de población que han de salir todav(a del


aislamiento en que se encuentran /levándolos a coml'nicar entre SI
ya ser informados del acontecer nacional y universal.·

-Que velar por el uso padfico y benéfico de los medios- de


comunicación, es responsabilidad de todos los miembros de una so·
ciedad.
-Que los estados tienen obligaciones y responsabilidades socia-
les, económicas y éticas en todo cuanto se refiere al estrmulo, apoyo,
promoción y difusión ~ ~e bienes de la comunidad para el desarrollo
integral, individual y colectivo.

-Que por lo tanto, deben promover en los hombres y los pueblos


la toma de conciencia de sus responsabilidades presentes y futuras
y sus capacidades de autonom(a, multiplicando las oportunidades del
diálogo y de la movilización comunitaria.

-Que establecer planes y programas para el uso extensivo y po-


sitivo de los medios de comunicación dentro de las poi (ticas de desa-
rro/lo debe ser responsabilidad conjunta del Estado y los miembros
de la sociedad:

-Que las poi (ticas nacionales de comunicación deoon conce-


birse en el contexto de las propias realidades, de la libre expresión

244
del pensamiento y del respeto a los derechos individuales y socia-
les.

-Que las poi fticas de comunicación deben contribuir al


conocimiento, comprensión, amistad, cooperación e integración de los
pueblos, en un proceso de identificación 'de anhelos y. necesidades
comunes, respetando las soberanras nacionales, el principio jurrdico
internacional de no intervención entre los Estados y la pluralidad cul·
tural y polrtica de las sociedades y los hombres, en la perspectiva de
la solidaridad y la paz universales.

-Que las Naciones Unidas y los organismos de su Sistema, espe-


cialmente la UNESCQ, deben contribuir en la máxima medida de sus
posibilidades a este proceso universal.

San José, Costa Rica, julio de 1976.

245
APENDICE VII

Recomendación No. 1

Por una mis equilibrada circulación internacional de comunicaci6n e


información, aprobada en la Conferencia Intergubernamental sobre
PoJrticas de Comunicación en América Latina y el Caribe. celebrada
en San José, Costa Rica, del 12 al 21 de julio de 1976, bajo los aus-
picios de la UNESCO.

La Conferencia,

Considerando que la libre circulaci6n mundial de mensajes debe


estar basada en criterios más justos de intercambio entre naciones, co-
mo principio capaz de acelerar el nuevo orden internacional auspicia-
do por las Naciones Unidas.

Reconociendo que tal circulación equilibrada de mensajes debe


ser una de las causas inmediatas del nuevo orden econámico-social
a que aspiran nuestras naciones.

Reconociendo la necesidad de nuevas poi (ticas nacionales que es-


tablezcan soberanamente las respectivas necesidades y prioridades en
el orden de la circulación ~nternacional de mensajes.

Reconociendo que el principio del "libre flujo de información"

247
SOlO es posible :;i nuestros pa(ses en su totalidad tienen igual acceso
a todas las fuentes de información y participan por igual en el control
y uso de los canales de difusión internacionales.

Considerando que actualmente el principio de "libre flujo de


información" se eneut:ntra debilitado en razón de la preponderancia de
las naciones con mayor poder tecnológico y poi €tico en materia de co-
fTlunicaci6n e información a nivel internacional

Convencidos de que en las actuales condiciones debe reconocerse


que frente a la realidad señalada anteriormente es necesario que las
naciona!' de menor desarrollo tecnol6gico y poi (tico en el área de la
comunicación e informaci6n a nivel internacional adopten nuevos
principios que garanticen una circulaci6n equilibrada de noticias y
aseguren el acceso y participaci6n de todos los pueblos en el libre flu-
jo de informaciones.

Recomienda a los Estados Miembros de América Latina yel Cari-


be

1. Reconocer que una más equilibrada cii~laci6n internacional


dé comunicaci6n e informaci6n es una reivinc1icaci6n justa y necesaria
de los pa(ses latinoamericanos y del Caribe, y que como tal debe ser
objeto de precisas disposiciones legales a nivel nacional.

2.- Adoptar el \:riterio de que la solución a las desigualdades


creadas por los actuales mecanismos inrernacionales deacceso y par-
ticipación descansan en el establecimiento de una circulación más equi-
librada de informaciones y comunicaciones.

3.- Reconocer explfcitamente que en los ~(ses de la región esa


fórmula no seré fácil de alcanzar en razón de las divergencias de cri-
terios pol(ticos sobre la libertad de expresión y el derecho a la infor-
mación.

4.- Definir y ejecutar poi (ticas, planes y legislaciones que hagan


posible el a~enimiento de relaciones de comunicación más equilibrada

248
tanto a nivel nacional como internacional.

5.- Admitir Que una adecuada concertación con los sectores pri-
vados y multinacional del área de la información es necesaria para es-
tablecer los mecanismos más adecuados para el logro de una circula-
ción internacional de 'Tlensajes equilibrada

6.- En concordancia con lo anterior, crear en los pa(ses del área


eficaces y eficientes mecanismos propios para generar informaciones
y mensajes de circulaci6n masiva, originando asr un proceso activo y
consistente de participaciÓ{l en los flujos mundiales de informaci6n.

7.- Reconocer que es necesario superar la situación de atraso en la


regi6n en esta materia, ejerciendo el derecho soberano de darse en
plena libertad los instrumentos más adecuados, tales como: agencias
nacionales y regionales de noticias, tales como: agencias nacionales
y regionales de noticias; servicios de radio y televisión de alcance
nacional e internacional respetuosos de la integración y circulaci6n
equilibrada; mecanismos propios de est(mulo a la prensa geográfica y
económicamente menos favorecida; fomento de las cinematograffas
nacionales y de su distribuci6n; fortalecimiento de los sistemas edito-
riales nacionales y IJgionales y la expansi6n de la distribución editorial,
polfticas más eficientes para la producci6n, conservación y difusión
internacional de la información cienHfico-tecnolbgica, y todos los de-
más instrumentos y normas que configuren pol(ticas coherentes, desti-
nadas a favorecer por vía activa una mayor participación de las naciones
latinoamericanas y del Caribe en los flujos internacionales de comuni-
cación e información.

249
APENDICE VII I

Sobre el Derecho a la Comunicación.-

Recomendación No. 4, aprobada en la Conferencia Intergubernamental


sobre Poi (ticas de Comunicación en América Latina y el Caribe, cele-
braJa en San José, Costa Rica, del 12 al 21 de julio de 1976, bajo los
auspicios de la UNESCO.-

La Conferencia,

Considerando que no existe un concepto definido a nivel inter-


nacional del "Derecho a la Comunicación" y que determine lo que se
entiende tácitamente por el acceso y participación que todo ser humano
tiene a cualquier medio de las Comunicaciones Sociales;

Considerando que la efectividad vigencia del derecho a la partici-


paci6n y al acceso a los medios de comunicación requiere la definición
de conceptos y la creación db estructuras juddicas formalmente váli-
das, tanto en el thnbito internacional como en el nacional;

Recomienda:

1.- Que los gobiernos de los pa(ses de América Latina y el Caribe


reconozcan la existemcia del derecho a la comunicación como institu-
ci6n que se ut:lriva del derecho universal de libro expresión del pensa-
miento en sus aspectos de acceso y participaci6n.

2.- Que la UNESCO propicie a la mayor brevedad posible la rea-

251
!izaci6n de reuniones de juristas profésionales V cJeIltrficos de la comu-
nicaci6n. tendientes a lograr una defirucilln jurrdica V la estructuración
de los principios del Derecho de Comunicaci6n.

262
APENDICE IX

Rec:omendacl6n No. 16

Por 111 cffJllCiórl de unll IIfI8ncill IlItinOllfTlllriCIIM de noticills, aprobada


en la Conferencia Intergubernamental sobre PoJ(ticas de Comunicación
en América Latina y el Caribe, celebrada en San José, Costa Rica,
del 12 al 21 de julio de 1976, bajo los auspicios de la UNESCO.-

La Conferencia,

Considerando que los pa(ses de la región viven una perjudicial


situación de desventaja ante el concierto mundial de las naciones
debido en gran parte a su baja capacidad de generar y transmitir infor·
maciones y mensajes de circulación masiva;

Considerando que es esencial promover sistemas de comunicación


que apoyen y refuercen los procesos de desarrollo e integración regio-
nal y sub-regional;

Considerando que corresponde a las sociedades, regiones y pa(ses


de meno~ poder comunicacional crear circuitos propios de comuni-
cación e información capaces de balancear los desequilibrios actuales,
y de propiciar el advenimiento de un verdadero equilibrio mundial
entre generadores de información;

253
Considerando que la mayor parte de las informaciones referentes
a la región son producidas por agencias ajenas a la región, poco atentas
o poco interesadas e;'l reflejar las reales motivaciones, la verdad como
pleta o el contexto en que se producen los hechos regionales; y más
en particular que los grandes intereses de los paIses en desarrollo
reflejados en instituciones como SELA, Grupo Andino, CARICOM,
SIECA, ALAIC, diversas asociaciones de paIses productores de ma-
terias primas, y otros, no pueden seguir dependiendo casi exclUSiva-
mente de canales informativos representantes de intereses ajenos a
la región;

Considerando que es deber de los paIses de la región dotarse de


sistemas propios cap"ces de balancear los graves desequilibrios de
comunicación existentes para ofrecer al mundo una imágen más ver(·
dica, objetiva y completa de sus propias realidades;

Considerando que entre tales instituciones se consideran de ca-


rácter prioritario las encargadas de generar y hacer circular a escala
mundial las informaciones noticiosas referidas a la región;

Considerando que en diferentes oportunidades, varios gobiernos


de la región y asociaciones regionales, como e! Acuerdo de Cartagena
y el SE LA, han considerado positivamente la necesidad de contar
con instrumentos propios para la producción y éirculación de infor-
mación a escala regional y mundial;

Considerando que dentro del marco del SE LA se estudia actual·


mente una acción tendiente a trazar una amplia gama de coordinaci6n
latinoamericana en materia de información, acorde con los objetivos
del Sistema Económico Latinoamericano y que comprende un servicio
latinoamericano de inforff1aci6n;

1.- Recomienda a los Estados Miembros de América Latina y el


Caribe:

a) La creaci6n de una Agencia Latinoamericana y Caribeña de


Noticias, o consorcios de agencias dentro de la región, cuyos principios

254
programáticos, régimen de tenencia y uso y demás detalles de organi-
zación y funcionamiento, serán determinados por común acuerdo
entre los pa(ses que desearen incorporarse al combinado;

b).- Que al establecerse la citada Agencia Latinoamericana y


Caribeña de Noticias se busque:

- Una adecuada complementaridad con esfuerzos paralelos de los


pa(ses en desarrollo de fuera de la regi6n;

- Que su creación no entrañe de modo alguno menoscabo al libre


funcionamiento de las agencias existentes y a su futuro desarrollo.

2.- Invita al Director General de la UNESCO a tomar las medi-


das necesarias para que la UNESCO coiabare con los Estados Miem-
bros en la elaboración de los diseños y ~studios de factibilidad reque-
ridos para la creación de las mencionadas agencias y consorcios de
agencias.

255
APENDICE X

Reuniones InternKionlles de Mlyor Importincil en el CIfnPO de les


Comuniclciones, I plrtlr de 1969.-

Montrea/, Canad~, 21-30 de junio de 1969. "Meeting of the experts


on Mass Communication and Society", organizado por CIDE.

BuenOl Aires, septiembre de 1972. Conferencia de la lntemational


Association for Mass Communication Research.

Par!" Francia, 17-28 de julio de 1972. "Meeting of Experts on Com-


munication Policies Planning", UNESCO.-

San José, Costa Rica, 19-25 de noviembre de 1972.- Seminario Inter-


nacional sobre "EI papel sociopol (tico de los medios de comunicación
colectiva para la sociedad de cambio en América Latina", patrocinado
por CIESPAL-CEDAL y Fundación Friedrich Ebert.

San JostJ, Costa Rica, 17-22 de septiembre de 1973.- Seminario sobre


la investigación de la comunicación en América Latina, bajo los auspi-
cios de CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Pe-
riodismo para América Latina).

257
Argel, Argelia, septiembre de 1973.- Cuarta Reunión de Jefes de Es-
tado ce fas países No Alineados. en donde se declara que "los pa(ses en
v(as de desarrollo deben emprender una acción concertada en el campo
de las comunicaciones", fijándose como una de las metas más impor-
tantes "La reorganización de los actuales canales de información",
que fueron calificados como "legado de un pasado colonial."

Par/s, Francia, octubre de 1973.- Reunión de Expertos sobre la Admi-


nistración y Planeamiento de Nuevos Sistemas de Comunicación,
UNESCO.-

Bogotá, Colombia, 4-13 de julio de 1974.- Reunión de Expertos sobre


la Planificación de las Poi (ticas de la Comunicación en América Latina
UNESCO.-

Leipzig, República Democrática Alemana, 17-20 de septiembre de


1974.- "International Scientific Conference on Mass Communication
and Social Consciosness in a Changing World". Conferencia de I.A.
N.C.P., Karl marx Universitat.

Caracas, Venezuela, 17-20 de octubre de 1974.- Primer Encuentro


Latinoamericano de Periodistas. organizado por la Asociación Vene-
zolana de Periodistas y por el Sindicato Nacional de Redactores de
Prensa de México.

Kingston,Jamaica, noviembre de 1974.- Reunión Especial para Exami-


nar Cuestiones Fundamentales en Materia de Pol(ticas de Comunica-
ción en el Caribe, UNESCO.-

San JosA, Costa Rica, 13-19 de abril de 1975.- Reunión sobre PoI(-
ticas Nacionales de Comunicación en América Latina, organizada por
CIESPAL, con apoyo de CEDAL y la Fundación Friedrich Ebert,
de la República Federal Alemana.

Quito, Ecuador, 24-30 de-junio de 1975.- Reunión de Expertos para


el interCambio de Noticias en América Latina, patrocinado por la
UNESCO, de conformidad con la l8a. Sesión de la Conferencia Gene-

258
ral de la UNESCO, sobre "libre Circulaci6n de la información".

Niza, Francia, octubre de 1975.- Seminario convocado por el Centre


Intemational por le Développment (CID), para el análisis de la vincu-
laci6n de la informaci6n y los contenidos de la Carta de los Derechos
y Deberes Econ6micos de los Estados.

Lima, Perú, 26-31 de agosto de 1975.- La VI Conferencia de Minis-


tros de Relaciones Exteriores de Pa(ses No Alineados, ratifica su iden-
tificaci6n aprobatoria del proyecto de constitución de un "pool" de
agencias de pa(ses No Alineados. Acepta las invitaciones de Túnez
y de la India para realizar all( sendas conferencias al respecto.

Nueva York, agosto de 1975.- Foro de Periodistas del Tercer Mundo.


auspiciado por la Fundaci6n Dag Hammarskjold. convocado con
motivo del VII Perrada Extraordinario de Sesiones de la Asamblea
de las Naciones Unidas.

Túnez, febrero-marzo de 1976.- Primera Conferencia de Agencias


Noticiosas de Pa(ses Arabes y Africanos. en la que se proyecta la cons-
tituci6n de un "pool" de agencias de pa(ses No Alineados.

Túnez, 26-30 de marzo de 1976.- Simposio realizado de conformidad


con la Reuni6n de Cancilleres de Pa(ses No Alineados celebrada en Li·
ma en agosto de 1975.. Se fij6 como criterio que "Ia informaci6n está
estrechamente vinculada a la independencia económica, pol(tica y cul-
tural de los Pa(ses No Alineadcs y otros pa(ses en desarrollo, quienes
deben imponerse. como condici6n definitiva para obtener su indepen-
dencia, su liberaci6n en el campo informativo".

Honolulú, Hawai, 29 de marz0-3 de abril de 1976.- "Meeting on Fair


Communication Policy for the Internatio~1 Exchange of Information,
Convocado pm el Esast·West Communication Institute.

Ciudad de México, 23-28 de mayo de 1976.- Seminario organizallo


por el Instituto de Estudios Transnacionales (1 LET), con la colabora-
ción de la Fundación Dag Hammarskjold y con el patrocinio del Foro

259'
del Tercer Mundo.

M~xico, 4-7 de junio de 1976.- Primer Congreso latinoamericano de


Periodistas, organizado por la Asociación Venezolana de Periodistas,
Unión de Periodistas de Cuba, Federación de Periodistas Antifascis-
tas de Chile y Sindicato Nacional de Redactores de Prensa de México.

Nueva De/hi, 8-13 de julio de 1976.- Reunión de Agencias de Noti-


cias de Pa(ses No Alineados, para discutir la formación de un "pool'
(consorcio) de agencias noticiosas, proyecto que deberá ser llevado a
consideración de la V Reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de
Pa(ses No Alineados (Colombo, Sri lanka, agosto de 1976).

San JosA, Costa Rica, 12-21 de julio oe 1976.- Conferencia Interguber-


namental sobre PoI (ticas de Comunicación en América latina y el Ca-
ribe, convocada por la UNESCO.

Colombo, Sri Lanka, 16-21 , agosto de 1976.- La Quinta Conferencia


de Jefes de Estado y de Gobierno de Pa(ses Nn Alineados, suscribe
la declaración y las decisiones adoptadas por la Conferencia Ministe-
rial de Pa(ses No Alineados, de Nueva Delhi, para "el establecimiento
de una equilibrada y equitativa distribución de noticias e información
a los pueblos del mundo'

Nairobi, Kenia, 26 de octubre- 30 de ncwiembre de 1976. 19a. Reunión


de la UNESCO, en la que se aprueba la Resolución 4.14 sobre "libre
circulación de la información y poi (ticas de comunicación" Esta
Resolución hace referencia a las demandas de los pa(ses No Alineados
en el tema de la información. El debate general lo ocupó un proyecto
sobre el papel de los medios de información.

Leicestfl, Eng/and, 30 de agosto a 4 de ItJPtiembre de 1976.- Confe-


rencia general: Investigación en la comunicación, Estudio de influen-
cia de los medios, y los medios y la comprensión internacional.

CIIf'IICIIS, VfJfltlZUM., 2-6 de diciembre de 1976,- Seminario sobre


"EI fluio de la información en América latina", organizado por la

260
FELAP.

Florencia, Abril de 1977.- Reunión de periodistas y expertos para ana-


lizar el problema del flujo informativo, de acuerdo con la resolución
de la 19a. Conferencia de la UNESCO.

Filadelfia, 28-29 de marzo de 1977. Internation Policy Research


Synposium of World Communications, Annenberg School of Commu-
nications, University of Pennsylvania.

Nueva York, 11-13 de mayo de 1977.- Conferencia que con el nombre


de "The Third World and Press Freedom" se realiza con los auspicios
del Edward P. Murrow Center of PublicDiplomacy, Tfts University,
Medford, Ma.

Berl/n. República Federal Alemana, 29 de mayo a 4 de junio de 1977.-


Vigésimoseptima Conferencia Anual de la Internacional Communica-
tion Associtltion, con el apoyo del Instituf fur Publizistik Der Freien
Universitat Berlin.

Amsterdam, Holanda, 5-8 de septiembre de 1977.- "La comunicación


internacional y la -participación del Tercer Mundo. Un marco concep-
tual y práctico". Seminario organizado por el Instituto Latinoamerica-
no de Estudios Transnacionales (1 LET).

261
BIBLlOGRAFIA GENERAL
BIBLlOGRAFIA GENERAL

A) Textos Generales:

Acosta, Leonardo, y otros, Penetración Cu Itu ral del Imperialismo en


América Latina, Ediciones Los Comuneros.
Althusser, Louis, Ideologfa y Aparatos Ideológicos del Estado, Cuader-
nos Pasado y Presente, 1968.
Amiama, Manuel A, El Periodismo en la República Dominicana, Talle-
res Tipográfico> La Nación, Santo Domingo, 1953.
Aubert, Vilhelm, Sociologfa del Derecho, Editorial Tiempo Nuevo, S.A
Caracas, venezuela, 1972.-
Adez, Robert Ducos, y, Auby, Jean-Marie, Droit de L'information.
Precis Dalioz, Paris, 1976.-
Bauchard Phillipe, La Presse, Le Film et la Radio, Pour Enfants,
UNESCO, Parrs, 1952.-
Beneyto, Antonio, Censura y Poi (tica en los Escritores Españoles, Pla·
za y Janés, S. A, Ed itores, 1977.
Beneyto, Juan, Conocimiento de la Información, Aproximación al Sis-
tema de las Comunicaciones Sociales, Alianza Editorial, Madrid,
1973.-
Bond, Fraser, Introducción al Periodismo, Editorial Limusa Wiliey, S.A
1969.-
Bosch, Juan, El Próximo Paso: Dictadura con Respaldo Popular, Santo
Domingo, 1970.-
Bourquin, Jacques, La Libertad de Prensa, Editorial Claridad, Buenos
Aires, 1952.-
Brown, J. A C., Técnicas de Persuasión, Desde la Propaganda al Lavado
de Cerebro, 1965.-
Burdeau., Georges, Traité de Science Politique, Tome 1, 1941.-
Burgelin, Olivier, La Comunicación de Masas, España, 1974.-

Casasus, José M Ideologfa y Análisis de Medios de Comunicación,


QOPESA, Barcelona, 1972.-
CharnlE~y, Mitchell, Periodismo Informativo, Argentina, CIESPAL,
1971.-

265
Colliard, Claude-Albert, Libertés Publiques, Cinquieme Edition, 1975,
Dalloz.-
Coons, John E. Libertad y Responsabilidad de las Emisoras de Radio
y T.v., Editorial Limusa-Wiley, S. A., México, 1967-
Damian, Juan, Medios de Comunicación: ¿Esclavizan o Liberan?
Editorial Bonum, Buenos Aires, Argentina, 1972.-
Desantes, José Marra, El Autocontrol de la Actividad Informativa,
Edicusa, Madrid, 1973.-
Desmond, Robert W. La Formación Profesional de los Periodistas,
UNESCO, Par(s, 1949.-
Domenach, Jean Marie, La Propaganda Poi rtica, Fudeba, Editorial
Universitaria de Buenos Aires, 1967.-
Draz Rangel, Eleazar, Pueblos Sub-Informados, Monte Avila Editores,
C. A., Caracas. 1976.-
Dorfman, Ariel, y, Jofre, Manuel, Superman y sus Amigos del Alma,
Editorial Galerma, Buenos Aires, 1974.-
Dovifat, Emil, Periodismo, Tomos I y I 1, U.T.E.H.A., México, 1964.-
Duverger, Maurice, Instituciones Pol(ticas. y Derecho Constitucional,
Ediciones Airel, Colección Demas, 1970.-
Ellul, Jacques, Propagandes, Librairie Armand Col in, 103, Boulevard,
Saint-M ichel, Paris.
-Historia de la Propaganda, Monte Avila, Editores. C.A, 1969.-
De Esteban, Jorge, Por Una Comunicación Democrática, Valencia,
1976.-
Fernández Areal, Manuel, Introducción al Derecho de la Información,
España, 1977.-
De Fleur, M. L., Teorras de la Comunicación Masiva, Buenos Aires.
Argentina, 1970.-
Freire, Paulo. Pedagog(a del Oprimido, Siglo XXI, 1974. Buenos Aires,
Argentina.
-Extensi6n o Comunicación? Editorial Alfa y Omega, Rep. Dom.
1976.-
Fromm, Erich, Marx y su Concepto del Hombre, Fondo de Cultura
Económica, 1962.-
Gerald, J. Edward, La Responsabilidad Social de la Prensa, Libreros
Mexicanos Unidos, 1965.-
Godelier, M., Sobre el Modo de Producción Asiático, Ediciones Mar-
tfnez Roca, S. A-

266
Guzmán Polanco, Manuel. El Derecho Internacional y El Periodismo,
CIESPAL, Guito, Ecuador, 1964.
Hariou, Andre, Derecho Constitucion~1 e Instituciohes Poi (ticas, Co
lección Demos, Ediciones Aire!.
Harnecker, Marta, Los Conceptos Elementales del Materialismo Histó-
rico, Sexta Edición, Editora Siglo XXI, Argentina, 1972.-
Hernández Anderson, Horacio, El Periodismo, Ensayo sobre
su Influencia en la Vida Social, Juddica y Poll'tica, Imprenta Vic-
toria, Valpara(so, 1949.-
Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (1 LETl,
La Información en el Nuevo Orden Internacional, México, 1977.-
Jiménez de Asua, Luis, Tratado de Derecho Penal, Tomo I I 1, Losada,
S. A., Buenos Aires.-
Johnson, Stanley, y, Harris, E¡ Reportero Profesional, Editorial F.
Trillas, S.A., México, 1970.
Knight, Melvin M. Los Americanos en Santo Domingo, Ciudad Tru-
jillo, Imprenta LisHn Diario, 1939.-
Lasswell, Harold, The Structure and Funtion of Communication in
Society, E. Harper and Brothers, Nueva York, 1948.
Lenin, V. l., Acerca de la Prensa y la Literatura, Editorial Anteo,
Buenos Aires, 1965.-
-El Imperialismo, Etapa Superior del Capitalismo, Obras Escogi-
das, Tomo I I 1, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973.-
-El Estado y la Revolución, Obras Escogidas, Tomo IV.-
Lovato V. Juan Isaac, Reflexiones sobre la Libertad de Expresión del
Pensamiento, CIESPAL, Guito-Ecuador, 1961.-
Lippman, Walter, La Opinión Pública, Compañ (a General Fabriel
Editora, Buenos Aires, 1964-
Marcuse, Herbert, El Hombre Unidimensional, Editorial Seix Barral,
S. A., Buenos Aires, 1964.-
Marx, Carlos, y, Engels, F., La Ideologfa Alemana, Editorial Grijalbo,
Barcelona, España, 1974.-
-Obras Escogidas, Editorial Progreso, Moscú, 1973.-
Mattelart, Armand, y, Dorfman, Ariel, Para Leer al Pato Donald,
Tercera Edición, Artentina, Siglo XX 1.-
-Multinacionales y Sistemas de Comunicación, Los Aparatos
Ideológicos del Imperialismo, Siglo XX 1, 1977.-
-Comunicación Masiva, y Revolución Socialista, Editorial Dió·

267
genes Era. México, 1972, en colaboración de Patricio Biedma y
Santiago Funes.-
-La Cultura como Empresa Multinacional, Ediciones Era, México,
1974.-
McLuhan, Marshall, T'le Gutenberg Galaxy, University of Toronto
Press, 1962.-
-Understanding The Media, New York, 1965
The Medium is The Message, New York, 1967.-
-La Cultura es Nuestro Negocio, Editorial Diana, México, 1975.-
Mayer, Jorge, El Derecho Público de Prensa, Buenos Aires, 1944,
Mc.\ Quail, Denis, Sociolog(a de los Medios Masivos de Comunicación,
Editorial Paidós, Buenos Aires.-
Molinero, César, La Intervención del Estado en la Prensa, DOPESA,
Barcelona, España, 1971.-
Montenegro, Walter, Introducción a las Doctrinas Poi (tioo-Económicas,
Fondo de Cultura Económica, México, 1969.-
Mujica, Héctor, El Imperio de la Noticia, Algunos Problemas de la In-
formación en el Mundo Contemporáneo, Universidád Central de
Venezuela, 1967.-

Navarro Valls, Joaqu(n, La Manipulación Publicitaria, Una Al1tropolo-


g(a del Consumo, DOPESA, España,
Packard, Vance, The Hidden Persuaders, Pocket Books, New York,
1976.-
Palgun<>l, N., La Prensa y La Opinión Pública, Editorial Cartago.
Buenos Aires, 1966.-
Poulantzas, Nicos, Poder PQlfti<:o y Clases Sociales en El Estado Capi-
talista, Si!}lo XX 1, 1971.-

De Quiros, Constancio Bernardo. Lecciones de Legislación Penal


Comparada, Universidad de Santo Domingo, Ciudad Trujillo.
1944.
Rodr(guez Demorizi. Emilio, La Imprenta y los Primeros Periódicos
de Santo Domingo, C.T., 1944.-
Rossell, Pedro, Derecho Penal Dominicano, Parte Especial, Cr(menes y
Delitos contra la Cosa Pública, Tomo 1, Poi Hermanos. C. por A.,
Ciudad Trujillo, R. D.
Rivera, M. Jean, Cours de Libertés Publiques, Paris, 1965.

268
Sauvy, Alfred. La Opinión Pública, Oikos- Eau, S. A., Ediciones. Bar-
celona, 1971.
-La Naturaleza Social, Taurus Ediciones, Madrid, 1962.
Siebert, Fred S. Peterson, Theodore, Tres Teorfas sobre la Prensa en el
Mundo Capitalista, 1967.
Sprott, W. J. H.• Grupos Humanos, Editorial Paidós, Buenos Aires,
1969.
Stefani G. y Levasseur, G. Droit Penal Général. Tome 1, Septieme Edi-
tion, Dalloz, 1973.
Schiller. Herbert 1. Comunicación de Masas e Imperialismo Yanqui, Co-
lección Punto y Unea, Nueva Yoir, 1970.
Schwoebel. Jean, La prensa, El Poder y El Dinero, DOPESA, Barcelona,
1971.
Taufic. Camilo, Perio.,gismoy Lucha de Clases, La Información como
forma del Poder Poi (tico, Buenos Aires, 1974.
Terrou Fernand y Solal Lucien, El Derecho de la Información, Estudio
Comparado de los principales sistemas de Reglamentación de la
prensa, la radio y el cine, UNESCO, París, 1952
-La información, Oídos-Tau, S. A., Ediciones, Barcelona 1970.
T rostsky, Leon, Historia de la Revolución Rusa, Tomo 1, Editorial
Galerna, Argentina.
Thayer, Lee, Comunicación Y Sistemas de Comunicación, Ediciones
Pen (nsu la, Barcelona, 1975.
Touchard, Jean, Historia de las Ideas Poi (ticas, Editorial Tecnos, S.A.,
Madrid. 1964.
Verón Eliseo y otros, Lenguaje y Comunicación Social, Nueva Visión,
Buenos Aires, 1969.
Weill, Georges, El Periódico, Orrgenes y Evolución de la Prensa Perió-
dico, México.
Williams, Raymond, Los Medios de Comunicación Social, Ediciones
Pen (nsu la, Barcelona,
Wright, Charles R.• Comunicación de Masas, Una Perspectiva Socioló-
gica, Buenos Aires.
Wright Milis. C. La Elite del Poder, Fondo de Cultura Económica,
México. 1973.
Yerro Belmonte, Marino, Información y Comunicación en la Sociedad
Actual. DOPESA. España.

269
Young, K., :
-Psicologra Social de la Opinión Pública y de los Medios de Comu-
nicación, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1969,
-y otros, La Opinión Pública y la Propaganda, Editorial Paidós,
Buenos Aires, 1967.

B) Textos Legales:

Code Pénal, Librairie, Dalloz, 1956,


Código Penal de la República Dominicana, Sexta Edición, Preparada
y anotada por Abigail A. Coiscou, Editora del Caribe, C. por A.,
Santo Domingo, 1972.
Código de Procedimiento Criminal de la República Dominicana, Edito-
rial Librer(a Dominicana, Santo Domingo, 1968.

Constitución de la República Dominicana, 1966.


Constitución Pol(tica y Reformas Constitucionales, Tomo I y "
1844-1942; Colección Trujillo, Centenario de la República, Edi-
ción del Gobierno Dominicano, 1944.
Nouveau Repertoire, Dalloz, Paris, 1956.
Gacetas Oficiales:

al G.O. No. 6382 - 18 de enero de 1946


bl G.O. No. 6655 - 9 de julio de 1947
cl G.O. No. 6905 - 12 de marzo de 1949
dl G.O. No. 8587 - 20 de julio de 1961
el G.O. No. 8721 -15 de diciembre de 1962
fl G.O. No. 8793 - 9 de octubre de 1963
gl G.O. No. 8812 - 20 de noviembre de 1963
h) G.O. No. 8813 - 5 de diciembre de 1963
il G.O. No. 9229 - 10 de abril de 1971

Nuevo Estatuto de la Prensa, Decreto-Ley 20680, 1074, Lima Perú.

Cl Revistas, Tesis y Ponencias:

Anuario de Derecho, Organo de la Facultad de Derecho y Ciencias

270
Pol(ticas de la Universidad de Panamá, Año I 1, No. 3, DiciembrE:
1958.
Comunicación y Cultura, No. 2, Editorial Galerna, Buenos Aires, 1974.
Comunicación y Cultura, No. 4, Editorial Galerna, Buenos Aires, 1975.
El Correo de la UNESCO, abril, 1977, Año XXX, Un Gran Debatf
Mundial: Desequilibrio de la Información.
Faces, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Econó-
micas y Sociales, marzo-mayo, 1'977, No. 2.
Les droits culturels en tant que droits de I'homme, UNE=SCO, Paris,
1970.
Encuentro Latinoamericano de Periodistas, Caracas, Venezuela, 17-20
octubre de 1974.
Ciencia, Organo de la Dirección de Inve.>tigaciones Cientrficas de la
UASD, Vol, 11. No. 2, Abril-Junio, 1975, Santo Domingo, "Porqué
la Sip repudió a la UNESCO", Cicos, Coleccibn Comunicación,
Santo Domingo, 1976.
Development Dialogue, 1976, No. 2, The Dag Hammarskjold Centre,
Uppsala, Sweden.
Revista Mexicana de Ciencia Pol(tica, No. 69, julio-septiembre, 1972,
Periodismo y Comunicación Colectiva.
Revista Mexicana de Sociología.
al Año 111, Vol. 111, No. 2, Segundo Trimestre 1941.
bl Año XVI, Vol. XVI, No. 1, Enero-Abril, 1954.
cl Año XXIII, Vol., XXIII, No. 2 May-Agosto, 1961.
dl Año XX 111, Vol, XXIII, No. 3, Sep-Dic. 1961.
el Año XXIV, Vol. XXIV, No.l, Enero-Abril 1962.

Revue Internationale des Sciences Sociales:

al Volume XIV- No. 2- 1962; Communication et Informations.

UNESCO.

bl Volume XV - No. 1, 1963. Etudes des Opinions dans le:; pays


en voie de developpement.

cl.-Volume XXVI. No. 3 - 1074.- Communication et Diffusion des


Sciences Sociales.-

271
Réflexions Préalable sur les Politiques culturelles, UNESCO.-
Participación, Lima, t'erú, Año 11, No.~, t-ebrero, 1973.
Polfticas Nacionales de Comunicación en América Latina,
No. 10, Serie Comunicación y Sociedad, CIESPAL.-
Molina Morillo, Rafael, El Libelo en Santo Domingo, Estatuto Legal
de la Prensa en Santo Domingo, Tesis, 1952-1953.

Richiez Acevedo, Rafael, Tres Investigaciones sobre Periodismo Do-


minicano, Colección Conferencias, Santo Domingo, R. D., Num.
17, Vol CVLlII, 1969.

Dl.- Artículos:

Ramiro Beltrán, Luis, Pol(ticas Nacionales de Comunicación en Améri-


ca Latina, Nueva Sociedad, julio-agosto, No. 25.

Fernández, Leonel:
-Libertad de Prensa, VANGUARDIA del Pueblo, 1-20 agosto dE
1976.-
-Incomunicación, VANGUARDIA del Pueblo, 3 de agosto de 1977
Garcés, Dr. V. Gabriel, La Opinión Pública Hace a la Prensa o la Prensa
Hace a la Opinión Pública? Año 111 , Vol 111, Núm. 2, segundo tri-
mestre, 1941, de la Revista Mexicana de Sociolog(a.-
Schiller, Herbert 1. La Libre Circulación de la Información- y la Domi-
nación Mundial, La Información en el Nuevo Orden Internacional,
Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales, México,
1977.
Neira, Hugo, El Poder de Informar, Participación, Lima, Perú, Año
11, N.o. 2, Febrero, 1973.
Seminario Nacional de Comunicación Sociai Para el Desarrollo de la
Comunidad, Bogotá, Colombi;¡
al.- Naturaleza del Proceso de la Comunicación. Anfbal Noguera
Mendoza.
b).- El Cambio Soció-Cultural y la Participación de la Comunidéld
en el Proceso de Cambio, Humberto Briana y Antorveza.
c).- Aspectos Sicológicos y Sociológicos de la Comunidad Social.
Luis Javier Jaramilla.

272
d).- Técnica y Métodos de la Comunicación Masiva. Vicente Alba.
El Monooolio de la Información, Compo:;ición y edición de Sep-Com:
SMPP. Tercer Congreso Nacional de la Prensa (Héctor Mujical
Teor(a, BoleHn del Departamento de FilosoHa de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, No. 3. Abril, 1977.
Una Semana de la Prensa Dominicana. Análisis Cuantitativo y estu-
dios de Prensa Comparada, ponencia ante el Segundo Congreso
Nacional de la Prensa. SNPP,. edición mimeografiada, por Manuel
Quiterio Cedeño.
Periodismo Radiofónico. Visión General y Análisis Cuantitativo de Tres
Noticiarios. ponencia ante el II Congreso Nacional de la Prensa.
SNPP. Dania Goris y Juan Bol(var Draz.
La Noticia Internacional. Informes I LET. Instituto Latinoamericano
de Estudiós Transnacionales. División de Estudios de la Comu-
nicación. No 1 México. 20, D. F. 1977.
Roddguez Arias Bustamante. Luis. La Opinión Pública y la Pol(tica,
publicado en Anuario de Derecho. Organo de la Facultad de Dere-
cho y Ciencias Poi (ticas de la Universidad de Panamá.
Reyes Matta, Fernando, América Latina, Kissinger y la UPI: Errores
y Omisiones desde México, Comunicación y Cultura. Num. 4.
Editorial Galerno.
Rose, Arnold M. Reacciones contra la Sociedad de Masas. Revista
Mexicana de Sociolog(a. Sep-Diciembre - 1961 Año XXIII. Vol.
XXIII, Num. 3.-
Roucek. Dr. Joseph S., Sociolog(a de la Opinión Pública, Año XV 1,
Vol. XVI, Num. 1, enero-abril, 1954.
Somavia, Juan,:
-La Estructura Transnacional de Poder y la Información Interna-
cional, La Información en el Nuevo Orden Internacional, Institu
to Latinoamericano de Estudios Transnaciones, ILET. México,
1977.-
-Uno No del Washington Post, La Noticia, 7.de Febrero, de 1978.-

273
IN D ICE

INTRODUCCION '-........................ 11
ACLARACION NECESARIA............................ 17

PRIMERA PARTE: LA OPINION PUBLICA. . . . . . . . . . . . . . . . 19

Capítulo 1.- La Noción de Opinión Pública. . . . . . . . . . . . . . . . . 23


1.1.- Definición de Opinión. 24
1.2.- Definición de Público. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
1.3.- Definición de Opinión Pública. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
1.4.- Opinión Pública y Propaganda. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Capítulo 11.- Los Medios de Cómunicación de Masas:

Organos de la Opinión Pública. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45


2.1.- La Noticia: Materia Prima de la Opinión Pública. . . . . . . . 47
2.2.- El Periódico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
2.2.1.- Evolución Histórica de la Prensa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
2..2.2.- La Prensa en Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
2.3.- La Radio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
2.3.1.- Evolución de la Radio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
2.3.2.- La Radio en Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
2.4. La Televisión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64

Capítulo 111.- La Formación de la Opinión Pública. . . . . . . . . . . 69

3.1.- Las Características de la Comunicación de Masas. . . . . . . 70


3.1.1. Organización de los medios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
3.1.2.- Publicidad de la Comunicación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
3.1.3.- Amplitud del Público. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
3.1.4.- Heterogeneidad del Público. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
3.1.5.- Impersonalidad de la Comunicación. . . . . . . . . . . . . . . . . 72
3.2.- Funciones de la Comunicación de Masas. . . . . . . . . . . . . . 75
3.2.1.- Supervisión de Ambiente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
3.2.2.- La Concordancia de las Partes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
3.2.3.- Transmisión de Cultura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
3.2.4.- Socialización y Entretenimiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

275
3.3.- Contenido de la Comunicación de Masas . 81
3.4.- Efectos de la Comunicación de Masas . 88

SEGUNDA PARTE: LA LIBERTAD DE OPINION

Capítulo IV.- La Libertad de Opinión: Prolegómenos de


un Derecho . 97
4.1.- El Liberalismo Económico . 98
4.2.- El Liberalismo y la Prensa . 101
4.3.- Liberalismo Poi ítico y Naturaleza Jurídica de la
Libertad de Opinión . 106
4.4.- Libertad de Opinión y Legislación Comparada . 108

Capítulo V.- La Libertad de Opinión en Santo Domingo . 121


5.1.- Génesis de la Libertad de Opinión en Santo Domingo .. '. . 122
5.2.- Evolución Constitucional de la Libertad de Opinión . 124
5.3.- Desarrollo Jurídico de la Libertad de Opinión . 130
5.4.- Libertad de Opinión y Reglamentación de los Es-
pectáculos Públicos y Radiofonía . 144
5.5.- La Ley Número 6132, Sobre Expresión y Difusión
del Pensamiento: Una Manifestación de Legislación
Plagiaria . 147

Capítulo VI.- De la Muerte de una Libertad al Nacimiento


de un Nuevo Derecho . 155
6.1.- La Información y la Estructura de la Dependencia . 156
6.2.- La Publicidad: Una Reina Todopoderosa . 162
6.3.- Las Agencias Trasnacionales de Noticias . 170
6.3.1.- Brevísima Historia de Las Agencias de Noticias . 171
6.3.2.- La AP y la UPI: Dos Monopolios de la Desinforma-
ción . 173
6.4.- El Nacimiento de un Nuevo Derecho . 177

TERCERA PARTE: EL DELITO DE OPINION PUBLICA.

Capítulo VII: Los Límites de la Libertad de Opinión. . . . . . . . .. 185


7.1.- La Naturaleza del Estado y del Derecho. . . . . . . . . . . . .. 186
7.2.- Los Umites de la Libertad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 190
7.3.- Crímenes y Delitos Cometidos Por la Prensa. . . . . . . . . .. 192
7.4.- Represión de los Delitos de Prensa. . . . . . . . . . . . . . . . .. 239

276
-
editara

alFagomega

Ea edici6n se terminó de imprinúr


en la editora "Alfa y Omcp"
en cllllCl de mayo de 1979
Santo Domingo. República Dominicana
I..eonel Fernández nació el 26 de junio de
1953 en Santo Vomingo, República Dominicana.
Realizó sus primeros estudios en los Estados Uni·
dos donde residió por espacio de diez años.
Obtuvo el título de Doctor en Derecho "Cum
Laude" de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo en el 1978. Ganó el premio J. Humberto
Doucoudray de la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Políticas por sus méritos como estudiante.
Ha sido profesor de ciencias sociales e idiomas
en varios liceos de la capital, y actualmente es
profesor del Departamento de Sociología de la
UASD, de la asignatura de Fundamentos de Socio-
logía de la Comunicación.
Ha escrito varios artículos sobre asuntos de
comunicación y política, e igualmente ha dictado
varias charlas y conferencias sobre los mismos
temas.
La obra que el lector tiene en sus manos
constituye un ensayo de sociologia jurídica sobre
problemas de la comunicación. En ella se parte
de la idea de que la libertad de opinión sólo es per-
mitida en una sociedad dividida en clases siempre
y cuando contribuya a reforzar los valores del
status quo: y que si por el contrario, se vierten opi-
niones e iaeas contrarias a las de la clase dominan-
te, existe todo un aparato jurídico previamente
concertado 9.ue permite:; establecer el carácter
delictual de dichas ideas, que es lo que. el autor ha
denominado el delito de -opinión pública.
Debido al interés que ofrece tanto para aboga-
dos,_ periodistas, sociólogos y estudiosos en general,
la Universidad Autónoma de Santo Domingo
se complace en publicar este trabajo del Dr. Leonel
Fernández, cumpliendo así su papel de universidad
crítica, encargada de difundir los valores de la cien-
cia y la cultura.

COLECCION EDUCACION y SOCIEDAD No. 10

Potrebbero piacerti anche