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Universidad Nacional Autónoma de México

Construcción Histórica de México en el Mundo


Miguel Ángel Miranda Castillo

Historia Clásica, Moderna y Posmodernidad

¿Cómo estudiar un pasado que no vivimos? ¿Cómo entender un contexto histórico que es diferente al
nuestro?, pero más importante ¿Por qué planteó las primeras dos preguntas? Si nos atenemos a la
definición que da Carlos Pereyra a la historia como “una necesidad de la humanidad que experimenta
cada grupo humano en cada momento de su evolución de buscar y dar valor en el pasado a los hechos
y acontecimientos que le preparan para el presente, le permiten comprenderlo y ayudan a vivirlo”
(Pereyra, 1980) nos damos una idea de porque es necesario estudiar ese pasado que no vivimos,
inmiscuirnos en ese contexto histórico que no es el nuestro mas es necesario para entender los factores
políticos, culturales, sociológicos, económicos que determinan o determinaron un hecho histórico,
cuando entramos en crisis es necesario mirar hacia atrás para recuperar nuestra identidad, para poder
así comprender nuestro presente y llegar al origen de nuestra crisis, se debe organizar el pasado en
función del presente, y aquí es necesario hacer la observación que las necesidades del presente pueden
estar supeditadas a varios factores como pueden ser urgencias ideológicas o políticas.

Es aquí donde surge mi necesidad por entender primero las diferencias entre la historia clásica, la
historia moderna y la posmodernidad, el contexto histórico en el cual la historia clásica se desarrolla,
porque existe la “Historia que se escribe y la historia que se hace” (Pereyra, 1980) y la historia no se
escribe conforme van sucediendo los hechos como Halbwachs dice: “Es posible que al día siguiente
de un acontecimiento que cambia una estructura social comience un periodo, pero no nos damos
cuenta en su momento” (Halbwachs, 1925), es hasta que la memoria colectiva considera que el hecho
esta lo bastante lejos en el pasado, cuando surge la necesidad de fijarlo por escrito. (las fuentes escritas
no son las únicas fuentes existentes, pero más adelante hablaré de ellas).

Antes de acercarme a esa “historia de la historia” me parece importante definir lo que es una ciencia
social en la modernidad. La nueva historia o la historia “moderna” a diferencia de la vieja historia
como nos dice Peter Burke se caracteriza porque “Todo tiene historia, todo tiene construcción cultural
sometida a variaciones en el tiempo y en el espacio” (Burke, 1991) con esto nos quiere decir que el
relativismo cultural queda implícito, la historia deja de tener un carácter solo político. Pero esto no
quiere decir que sea menos importante el enfoque político y con este el enfoque social de la disciplina.
Si bien en su discurso de Rodolfo Stavenhagen “Una ciencia social crítica, radical y comprometida”1
se dirige más a la antropología social y a la sociología, no debemos olvidar que la historia también es
una ciencia social y como tal su discurso es aplicable a la disciplina de la historia.

Stavenhagen propone que la antropología y la sociología “deben estar al servicio de las necesidades
actuales de la nación” (Stavenhagen, 1973), es crítico con los sistemas políticos que ejerces
dominación, explotación y opresión, divulga que la ciencia “Disminuye cuando la subordinación a los
sistemas o al poder aumenta” (Stavenhagen, 1973). La ciencia social para él debe de ser crítica,
radical y comprometida. Critica en el sentido de hacer frente a la injusticia, a la opresión, a la
explotación, rechazar a la teoría opresora. Radical para encontrar la raíz del fenómeno y
comprometida porque debe estar al servicio del hombre y servir para liberarlo, “Es indispensable
obtener este conocimiento científico del pueblo y ponerlo en manos del pueblo… porque son los
pueblos los que hacen historia” (Stavenhagen, 1973). Esto debe ser divulgado y para Stavenhagen la
ciencia social no habría podido llegar a esta concepción sin ayuda de las instituciones académicas, es
responsabilidad del científico social promover los sistemas educativos y el conocimiento necesario
para promover el cambio, ese es el papel del científico social como educador.

Ahora, si bien la antropología y la sociología ya trabajan con sociedades en el presente para conocer
el pasado, ¿Por qué se vuelve tan importante la historia? Porque la historia trabaja con el pasado para
resolver el presente, “es preciso conocer a fondo los mecanismos de las fuerzas históricas que nos
tienen subordinados, el porqué y el cómo, así como analizar las opciones y alternativas del cambio”
(Stavenhagen, 1973) otro autor lo dice de otra forma mas poética pero igual de concluyente: “La
función del historiador no es ni amar el pasado ni emanciparse en él, si no dominarlo y comprenderlo
como clave para la comprensión del presente”.

Si ya tenemos definido lo que es una ciencia social y como la historia cumple su función como tal,
solo nos falta delimitar si siempre ha sido así y como se diferencia con la modernidad y la
postmodernidad de la disciplina.

La historia era concebida “como si su tarea fuera mantener vivo el recuerdo según criterios de las
formas culturales” (Pereyra, 1980), esta concepción sirvió para la utilidad de las fuerzas en pugna para

1
Este discurso fue publicado originalmente en el Boletín INAH, num.6, época 2, julio-septiembre de 1973. Este discurso
fue pronunciado al recibir el “Premio Souraski en Ciencias Sociales” (Los Pinos, DF, 30 de agosto de 1973).
cohesionar a la sociedad, estas fuerzas en pugna eran la iglesia y el Estado. Mucho tiempo la historia
estuvo supeditada a juicios de valor que le impedían ser una ciencia neutra y objetiva, estaba enfocada
en encontrar personajes que le dieran más volumen y más “gloria”, se representaba el triunfo como
estandarte, pues al final la historia la escriben lo que ganan las batallas y ahí se caía en un error “El
buscar la satanización o la glorificación de un personaje empobrece la función teórica de la historia”
(Pereyra, 1980), es por eso que es tan acertado el comentario de Peter Burke : “Que sea el pasado el
que hable, el historiador no tiene boca” (Burke, 1991). Este historiador británico estableció ciertas
diferencias entre la historia clásica y la historia moderna, como las que se muestran en la siguiente
tabla:

Historia Clásica Historia Moderna


El objeto esencial de la historia es la política Todo tiene historia, todo tiene construcción
cultural sometida a variaciones en el tiempo y el
espacio
Se vuelve una narración de acontecimientos Es un análisis de estructuras (Los
acontecimientos no son tan importantes como
los cambios económicos y sociales)
La historia tradicional presenta una visión desde Se dirige a la sociedad, a la mente colectiva
arriba, se centra en grandes hazañas y en grandes
hombres
La historia debe basarse en documentos Existen pruebas visuales, orales, así como la
historia cuantitativa (la mayoría de los
documentos oficiales los redacta el poder en
pugna y no existen documentos sobre el
comportamiento, la mentalidad o las
sensaciones.
La historia es objetiva Nuestras mentes no reflejan la realidad de
manera directa, lo vemos todo a través de una
red que cambia de una cultura a la otra
(Tabla 1. Basada en las diferencias que plantea Burke entre la historia antigua y la historia moderna en su obra "Formas
de hacer historia”2)

Además, Peter Burke es incipiente en la importancia de las fuentes, pues no solo existen las fuentes
escritas o documentos oficiales que están supeditados a la elaboración de una persona o a un grupo
de personas subordinados la mayoría de las veces a un poder en pugna. Él destaca las fuentes orales,
las pruebas figurativas y las estadísticas. Aunque el hecho de que existan no significa que estén
libres de defectos pues la manipulación de estas fuentes no deja de ser un problema, el hecho de que

2
BURKE, PETER (1991), Formas de hacer historia, España, Editorial Alianza
se encuentren desprotegidas ante la interpretación genera una dura crítica sobre la veracidad de las
fuentes.

El historiador en la modernidad cuestiona sus fuentes y analiza la contraparte, se interesa más por la
vida cotidiana, por relacionarla con los grandes sucesos, a pesar que se pueda caer en el error de
dejarse influenciar por el pensamiento de los acusados, de los afectados, de los grupos “no típicos”.
Pero quizá lo más importante de este nuevo enfoqué es que nos lleva a cuestionarnos si la historia se
da en un plano individual o colectivo y si la motivación de las acciones se da en un plano consciente
e inconsciente y aquí entra otro termino importante en nuestra reflexión: La identidad.

Antes de concebir el concepto de identidad, debemos saber lo que es la memoria colectiva. Si


consideramos a la historia como “la colección de hechos que más espacio han ocupado en la
memoria de los hombres” (Halbwachs, 1925), nos acercaríamos mas a una definición de memoria
colectiva a la cual solo le faltaría que además es “una historia viva que se perpetua o se renueva a
través del tiempo” (Halbwachs, 1925). La memoria colectiva define lo que es la identidad, por eso
es que no se puede hablar de una identidad propia como el origen del concepto identidad, la
identidad propia esta supeditada a la identidad colectiva, es el resultado de “un conjunto de formas
simbólicas situadas en contextos sociohistóricos estructurados” (Mendoza, 2009) o dicho de otra
forma es el resultado de una cultura que se ha formado a través de la historia, sobre un origen común
que afirma la existencia histórica del grupo. Entonces podríamos ya definir el concepto de identidad
de una forma más formal la cual podría ser: “Como el conjunto de repertorios culturales, como las
representaciones, los valores, los símbolos compartidos, mediante los cuales los actores sociales,
grupos, colectividades, definen sus contornos y se identifican a si mismos… ello en un momento y
en un espacio histórico socialmente estructurado” (Mendoza, 2009). Entonces podemos concluir
que los marcos de la identidad es el “tiempo, el espacio y el lenguaje” (Mendoza), y para que esta
identidad se mantenga viva es necesario que la memoria tenga ciertas prácticas, como las prácticas
conmemorativas “Que tienen como función cohesionar y crear identidad manteniendo la ilusión de
un mejor tiempo” (Mendoza, 2009), Así es como la práctica mantiene con vida la memoria, la
tradición.

Este concepto que tomo fuerza en la modernidad y en la formación de Estados-naciones, pues esta
se basa en la formación de una identidad nacional, se esta perdiendo con el impulso que ha estado
tomando la posmodernidad en la actualidad. La posmodernidad se caracteriza porque no existe un
“interés en el provenir sino en solo disfrutar el momento”, el individuo se deja influir por las
tendencias del momento perdiendo la identidad que lo caracterizaba, busca incluirse en redes
sociales que al igual que él, sus integrantes perdieron su identidad , “el individuo no es una identidad
fuerte, depende de su interacción en las redes sociales, por lo tanto, ya no hay identidades fijas sino
identificaciones” (Mendoza, 2009), la volatilidad de la posmodernidad y de las identificaciones las
hace inestables y de poca duración, una de las características de la identidad es que se “mantiene
porque esta en constante práctica y constante repetimiento” (Mendoza, 2009). En pocas palabras
Mendoza resume un proceso sencillo siguiente: “MEMORIA-TRADICIÓN-PRACTICA-
IDENTIDAD-SABER-CONOCIMIENTO” (Mendoza, 2009)

Es imposible no caer en la conclusión que en la actualidad nos encontramos en una crisis, en una
crisis de identidad, ya sea individualmente o colectivamente cuando caemos en crisis, solemos mirar
hacia atrás, hacia el pasado, tratar de recordar de donde venimos, nos regresamos a nuestra
identidad, pero ¿qué sucede cuando de manera intencional perdemos nuestra identidad?
Inevitablemente caemos en una crisis aún más profunda, actualmente estamos en un cambio donde
estamos perdiendo nuestra identidad y sí seguimos el proceso sencillo de Mendoza sin identidad no
tenemos saber ni conocimiento, estamos renunciando al conocimiento “La cultura se volvió un
hedonismo desplegado” (Mendoza, 2009)

Por supuesto no todo en la postmodernidad tiene que ser malo y es aquí donde el papel de la
antropología y de la historia se vuelven más que importantes, es necesario con base al presente mirar
hacia atrás, encontrar el origen de esta crisis de identidad, de esta crisis social en la que vivimos, con
base a nuestro contexto histórico y social buscar en el pasado la comprensión del presente. Como
científicos sociales debemos sintetizar lo que aprehendimos del pasado con lo bueno del presente
para salir de esta crisis y forjarnos una identidad y así resaltar la implicación más importante de una
identidad y de una cultura que es; “La percepción de ser idéntico a sí mismo a través del tiempo, del
espacio y de la diversidad de situaciones” (Mendoza, 2009)

Es trabajo de nosotros científicos sociales encontrar la forma de regresarle la identidad a nuestra


sociedad, pero tenemos un enemigo constante en nuestra historia que ha estado presente desde la
historia clásica hasta lo que hoy llamamos posmodernidad: El capitalismo.
Bibliografía:

 PEREYRA, CARLOS, Historia para que, 1980, pp. 9-32, Editorial Siglo XXI
 BURKE, PETER, Formas de hacer historia: Obertura: La nueva historia, su pasado y su
futuro, 1991, pp. 13-38, Alianza Editorial
 STAVENHAGEN, RODOLFO, Intercambios: estudios de historia y etnohistoria: Una
ciencia social crítica, radical y comprometida” 1973,
 STAVENHAGEN, RODOLFO, Como descolonizar las ciencias sociales vol. 30, no.4, PP.
333-357 Chicago, Illinois, Estados Unidos, Editorial Nuestro Tiempo
 HALBWACHS, MAURICE, Memoria colectiva y memoria histórica, PP. 209-219,
 MENDOZA, JORGE, El transcurrir de la memoria colectiva: la identidad, 2009 PP. 59-68
 GODELIER, MAURICE, Antropología e historia local pp. 09-29

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