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1.

El recurso de Casación

1.1. Concepto y Características

En 1937 el profesor Calamandrei definía al recurso de


casación como un derecho de impugnación concedido
a la parte vencida para hacer que la Corte de Casación
anule, no toda sentencia injusta, sino solamente
aquella cuya injusticia en concreto se demuestre
fundada en una errónea interpretación de la ley.[1]

En ese sentido, podemos decir que la Casación es un


recurso que materializa un acto de voluntad del
litigante, por el que solicita la revisión de la sentencia,
amparándose en un error de derecho al juzgar (in
iudicando) o en un error o vicio procesal que
desnaturaliza la validez de la sentencia emitida (in
procedendo). [2]Como enseña el profesor Roxin:

“La casación es un recurso limitado. Permite


únicamente el control in iure. Esto significa
que la situación de hecho fijada en la
sentencia es tomada como ya establecida y
sólo se investiga si el tribunal inferior ha
incurrido en una lesión al Derecho material o
formal. Así, la casación es, en contraposición
a la apelación, que ha sido designada como
una “segunda primera instancia”, un
auténtico procedimiento en segunda
instancia.”[3]

Por ello, el recurso de casación es considerado un


medio de impugnación por el cual, por motivos de
derecho específicamente previstos por la ley, una
parte postula la revisión de los errores jurídicos
atribuidos a la sentencia de mérito que la perjudica,
reclamando la correcta aplicación de la ley sustantiva
o la anulación de la sentencia, y una nueva edición,
con o sin reenvío a nuevo juicio. [4]

Asimismo, según el profesor Nelson Ramírez[5], las


características del recurso de casación podrían
concretarse en las siguientes:

a) Es extraordinario, pues busca la correcta


aplicación de la ley y la unificación de la
jurisprudencia, y no busca pronunciarse sobre
los hechos.

b) No tiene la amplitud de un recurso de


apelación, que es una impugnación tanto de
hecho como de derecho. Además la casación
sólo autoriza la revisión por la Corte Suprema
cuando el recurso se declara procedente, a
diferencia de la apelación que produce
automáticamente una revisión por la instancia
superior.

c) Debe haber legitimación para impugnar la


resolución que supuestamente le causa
agravio, lo que le da carácter personal al
recurso, debiendo interponerse dentro del
término perentorio previsto en la ley.

d) Debe estar admitido expresamente por la


ley. La analogía es incompatible con su
peculiar naturaleza
e) Debe ser exhaustivamente motivado, pues
el recurso fija los alcances del
pronunciamiento de la Corte.

Que duda cabe que las características reseñadas


líneas arriba delimitan claramente los alcances del
recurso de casación. Sin embargo, consideramos que
existen otros dos aspectos que a su vez, la
caracterizan: la uniformización de los criterios
jurisprudenciales y el control de la actividad judicial.

Esto último, toda vez que la casación tiene una


finalidad eminentemente defensora del ius
constitutionis, del ordenamiento jurídico, a través de
dos vías: a) la función monofiláctica, que importa la
protección o salvaguarda de las normas del
ordenamiento jurídico; y, b) la función uniformadora
de la jurisprudencia en la interpretación y aplicación
de las normas jurídicas.[6]

En ese orden de ideas, consideramos que este


recurso permite el control de la actividad judicial
porque uno de los fines de la casación penal reside
en el aseguramiento de una protección jurídica
realista, pudiendo ser presentadas a la revisión del
tribunal de casación sólo aquellas partes de la
decisión de los jueces de mérito que son
independientes del paso del tiempo y que, por ello,
no son del dominio natural del juez de primera
instancia, quien actúa de manera más cercana a los
hechos.[7]

De otra parte, acerca de la función uniformizadora de


la jurisprudencia debe señalarse que el único fin-
consecuencia o fin mediato de la casación
penal sería la preservación del principio de igualdad
ya que si existe una función protectora de la norma
que trata de garantizarse a través de la creación de
una jurisprudencia uniforme, el principio de igualdad
saldrá indudablemente beneficiado ya que si la
interpretación de la norma es única, es porque no se
hace distingos entre los diferentes recurrentes.[8]
1.2. Procedencia del Recurso

La doctrina tradicionalmente ha clasificado en dos a


los motivos por los cuales se considera procedente la
interposición del recurso de casación, lo cual ha sido
recogido mayoritariamente por las legislaciones de
los distintos países. Como señala el profesor San
Martín Castro:

“Dos son las clases o modalidades de


recurso de casación que permite la ley. Se
trata del recurso de casación formal, o por
quebrantamiento de forma, y del recurso de
casación de fondo, o por infracción de la ley
material. Por el primero se denuncian los
vicios in procedendo, en cambio por el
segundo se denuncian los vicios in
iudicando.”[9]

De esta forma, distinguida doctrina menciona:

“ (...) la lesión del Derecho material en la


sentencia impugnada, revisada por el tribunal
de casación con motivo de la llamada
casación sustantiva permite determinar si el
Derecho material ha sido correctamente
aplicado al hecho comprobado por el tribunal
de mérito. Junto a ello, también pueden ser
atacados, a través de la llamada casación
procesal, los errores procesales del tribunal
inferior”.[10]

Como vemos, en primer lugar, se ubican los errores in


iudicando o errores relativos al derecho sustantivo o
material penal, que son aquellos referidos a la
violación o falsa aplicación de la ley. La violación de
una ley es entendida como el error en juicio, es decir,
la desviada interpretación de una voluntad abstracta
de la ley o la afirmación de una voluntad abstracta de
la ley inexistente. En cuanto a la falsa aplicación de la
ley, puede configurarse tanto cuando luego de
entendida una norma se hace aplicación de la misma
a un hecho que no está regulado por ella y, cuando se
aplica una ley de forma que se llega a conclusiones
jurídicas contrarias a las queridas por ella
misma.[11] Un elemento importante a tomar en cuenta
sobre el particular, es que se necesita que la violación
o falsa aplicación de la ley, cause peligro a la
uniformidad de la jurisprudencia en tanto implica la
aplicación de una ley como un mandato de alcance
general; en consecuencia, para que proceda casar en
error in iudicando no basta que la parte dispositiva
resulte injusta en concreto, sino que esa injusticia del
caso singular sea el efecto de uno de los errores que,
considerado en sí mismo y teniendo como finalidad el
mantenimiento de la unidad de la jurisprudencia, se
haga merecedor de tal censura.[12]

En segundo lugar, los errores in procedendo o


aquellos referentes al derecho procesal o formal,
responden al quebrantamiento de las formas
esenciales del juicio, contravenciones a preceptos de
derecho procesal[13], pero cuya gravedad ha de ser
importante, en lo tocante al proceso y la
sentencia. [14] La misión de este extremo de la
casación es reconducir el proceso al punto en el que
el vicio se concretó y hacer posible su continuación sin
entrar a conocer el fondo, sobre el cual una vez
subsanada la falta, habrían de pronunciarse los
tribunales de instancia.[15]

En buena cuenta el Profesor San Martín[16], reseña


claramente la diferencia existente entre ambos
errores:

“La casación por quebrantamiento de forma


sirve para impugnar las resoluciones viciadas
por carencia de algunos de los presupuestos
de la formación procesal de aquéllas; se trata
de una infracción a la ley procesal, aunque
referida tan sólo a los vicios establecidos de
manera taxativa en la ley. Por otro lado, la
casación por infracción de ley sirve para
impugnar resoluciones que presentan vicios
por carencia de los presupuestos de su
calidad, producidos bien por error in iure, bien
por error in ipso, al no aplicar correctamente
la ley material”.
inicio
De otro lado, algunos autores
han considerado que
además de estas causales,
existen otros dos motivos o
causas que sustentan la
procedencia del recurso de
casación, hablamos de la
ilogicidad de la motivación de
las resoluciones judiciales y
de aquellas causales
relacionadas con los hechos,
específicamente con la
apreciación y subsunción de
los hechos en la norma
jurídica y la valoración de los
medios probatorios.

En lo que respecta a la
ilogicidad de la motivación de
las resoluciones, hay
autores[17] que sostienen que
la falta o deficiencia en la
fundamentación, es decir, la
incongruencia entre la parte
considerativa y la parte
resolutiva de la sentencia,
puede ser considerada como
causal casatoria. Según el
profesor Carrión Lugo[18], el
control de la logicidad se
refiere a la carencia, a la
insuficiencia, a la apariencia,
a la deficiencia de
motivación. En las
sentencias pueden
resolverse varios extremos o
puntos controvertidos y, sin
embargo, pueden darse
casos en que uno de ellos
carezca del fundamento que
lo sustente. Entonces, el
órgano supremo entrará a
analizar el razonamiento
lógico usado por el Juez de
instancia para expedir su
resolución, deberá corroborar
que efectivamente la
fundamentación en la que se
sustenta su pronunciamiento
está revestida de las reglas y
mandamientos de la lógica y
que se apoya en una
suficiencia probatoria. Sin
embargo, aquí parece
presentarse un problema,
toda vez que estaríamos
entrando a analizar
elementos de hecho,
distorsionando de este modo
la finalidad de la casación,
reservada para las lesiones
al derecho material o
procesal y no para analizar el
sustento fáctico que se tiene
por sentado. En ese sentido,
debe acotarse que los
fundamentos de una
resolución se sustentan tanto
en elementos de hecho como
en calificaciones jurídicas y
por lo tanto, cuando el
Tribunal Casatorio entre a
considerar en un caso en
concreto la motivación de la
sentencia, es decir, si se ha
respetado las reglas de la
lógica o no,
indefectiblemente, tendrá
que analizar los fundamentos
de hecho y los medios
probatorios que los
sustentan, cuestionando lo
que debe darse por sentado.
Bajo tales premisas,
consideramos que dicha
causal no debe ser acogida
ya que, como hemos
demostrado, desnaturaliza la
esencia del recurso en
estudio.

Por otra parte, existe una


corriente doctrinaria que
propugna que el recurso de
casación debe abarcar un
control sobre los hechos y la
valoración de los medios
probatorios, en tanto ello
constituye una orientación
dirigida a la realización de la
justicia al caso en concreto.
Así se señala en la doctrina
nacional:[19]

“... en doctrina, se
señala como
finalidad del recurso
de casación, además
de controlar la
legítima aplicación
de las normas
jurídicas (función
nomofiláctica) y
lograr la unificación
de los criterios de
decisión judicial
(función unificadora),
la de obtener la
justicia en el caso en
concreto (función
justiciera),
recurriendo al efecto,
entre otros, el control
fáctico del proceso.”

El control casatorio de los


hechos, se sustenta en que
en la realidad con frecuencia
se presentan supuestos en
los cuales el Juzgador
incurre en error sobre la
determinación o fijación de
los mismos, sobre su
apreciación o calificación
jurídica; o incurre en error al
apreciar o evaluar los medios
probatorios utilizados para
acreditar los
hechos.[20] Nosotras
discrepamos con dicha
posición doctrinaria en tanto
creemos que el Recurso de
Casación debe limitarse
estrictamente a controlar la
correcta aplicación de las
normas jurídicas y lograr la
unificación de los criterios
jurisprudenciales; de lo
contrario, su carácter de
recurso extraordinario se
estaría distorsionando
abiertamente, dando paso a
que prácticamente cualquier
causa pueda ser materia de
conocimiento por el Tribunal
Casatorio, perdiéndose así,
el sentido de dicho recurso.

1.3. La Casación y el
Derecho a recurrir

El derecho a recurrir es un
derecho subjetivo de quienes
intervienen en el proceso a
cualquier título o condición,
para que se corrijan los
errores del juez, que le
causen gravamen o perjuicio.
En ese sentido, la existencia
de la impugnación no sólo
obedece a razones de
política legislativa, sino que
responde a un imperativo
constitucional, tal como ha
señalado nuestro Tribunal
Constitucional:

“(...) el derecho a los


recursos forma parte,
así, del contenido
esencial del derecho
a la pluralidad de
instancias, no sólo a
título de una garantía
institucional que
posibilita su ejercicio,
sino también como
un elemento
necesario e
impostergable del
contenido del debido
proceso, en la
medida en que
promueve la revisión,
por un superior
jerárquico, de los
errores de quienes
se encuentran
autorizados, en
nombre del pueblo
soberano, a
administrar
justicia.”[21]

En atención a ello, la
Constitución Política del Perú
impone el doble grado de
jurisdicción como mínimo
para consagrar la pluralidad
de la instancia, lo cual
significa que un fallo,
cualquiera que fuera su
materia o dirección, debe ser
objeto de revisión integral por
otra instancia, lo que
obviamente importa
incorporar un recurso de
apelación en cuya virtud el
Juez ad quem tenga las
mismas posibilidades y
poderes del Juez a quo.[22]

En ese sentido, puede


considerarse que el recurso
de casación colisiona con el
derecho a recurrir, toda vez
que el Tribunal sólo podrá
pronunciarse sobre los
fundamentos de derecho del
caso en particular. Al
respecto, la Corte
Interamericana de Derechos
Humanos ha indicado en el
caso contencioso Herrera
Ulloa vs. Costa Rica, que:

“Los recursos de
casación
presentados contra
la sentencia
condenatoria de 12
de noviembre de
1999 no satisficieron
el requisito de ser un
recurso amplio de
manera tal que
permitiera que el
tribunal superior
realizara un análisis
o examen
comprensivo e
integral de todas las
cuestiones debatidas
y analizadas en el
tribunal inferior. Esta
situación conlleva a
que los recursos de
casación
interpuestos por los
señores Fernán
Vargas Rohrmoser y
Mauricio Herrera
Ulloa, y por el
defensor de este
último y apoderado
especial del
periódico “La Nación”
, respectivamente,
contra la sentencia
condenatoria, no
satisficieron los
requisitos del artículo
8.2.h de la
Convención
Americana en cuanto
no permitieron un
examen integral sino
limitado”. [23][24]
Sin embargo y a diferencia
de lo ocurrido en la
legislación costarricense, que
no regulaba el recurso de
apelación – como sí ocurre
en el caso peruano-; la
casación no constituye una
instancia , puesto que se
trata de una impugnación
extraordinaria limitada al
control de la concepción
jurídica-causal del fallo o
bien la regularidad del
procedimiento que haya
conducido a él, sin que el
Supremo Tribunal pueda
ingresar a valorar
autónomamente las pruebas
ni a sustituir el fallo de
instancia por el suyo
propio.[25]

En ese orden de ideas, para


el caso específico del
recurso de casación en la
medida que constituye un
recurso extraordinario, la
garantía del derecho a
recurrir se agota en el
examen del análisis jurídico
realizado por el juzgador
precedente con la finalidad
de observar si efectivamente
se ajusta a derecho.

2. La Legislación
Peruana y el
Recurso de
Casación

2.1. El Código de
Procedimientos
Penales de 1940

En nuestro país, se viene


implementando la aplicación
del Nuevo Código Procesal
Penal; sin embargo, dicha
implementación sólo se está
desarrollando en una
provincia de la nación y el
grueso de la judicatura
peruana continúa rigiéndose
por el Código de
Procedimientos Penales de
1940.

En dicho cuerpo normativo,


el recurso de casación no ha
sido regulado, motivo por el
cual en la actualidad, los
justiciables no cuentan con
este recurso a efectos de
que los errores recaídos en
la aplicación de la ley por los
tribunales de apelación, sean
conocidos por la Sala
Suprema. Antes bien,
nuestro código regula el
recurso de nulidad, el mismo
que en líneas generales
constituiría una suerte de
recurso de apelación para
procesos ordinarios y de
recurso de casación para
procesos sumarios.

Acerca del primer punto, el


artículo 292°[26]del Código
Adjetivo hace referencia a
que procede el recurso de
nulidad contra las sentencias
o autos emitidos en primera
instancia durante los
procesos ordinarios, es decir,
la Corte Suprema actúa
como una suerte de tribunal
de apelación toda vez que
como ha manifestado la
propia jurisprudencia
nacional:

“ (...) en cuanto al
ámbito competencial
del recurso de
nulidad ha
establecido que no
está facultada a
desarrollar actividad
probatoria, no actúa
diligencias conforme
a las pretensiones
del recurrente,
limitándose el ámbito
de su competencia a
revisar los elementos
probatorios que
válidamente fueron
materia de debate
contradictorio; por
dicha razón es que
no se pueden actuar
nuevas pruebas, y si
bien en algunos
casos se solicitan
documentos a otras
dependencias
judiciales, es por que
los mismos han sido
materia de valoración
en el proceso o
sentencia alzada en
grado.”[27]

En ese sentido, vemos como


este recurso es una segunda
instancia mediante la cual los
procesos ordinarios, para los
cuales no se ha contemplado
el recurso de apelación,
agotan el requerimiento de
instancia plural ya que la
labor de control se
circunscribe al análisis de las
actuaciones realizadas
previamente por el ad quo.

De otra parte, en lo que


respecta a los procesos
sumarios, en atención a que
no son de conocimiento
ordinario de la Corte
Suprema, la ley abrió una
posibilidad para que
excepcionalmente puedan
ser conocidos por el
Supremo Tribunal, siempre
que reúnan determinadas
condiciones, a saber: a) que
se trate de una sentencia o
de una resolución que ponga
fin al proceso, causando por
consiguiente un gravamen
irreparable; b) que se
denuncie una infracción a la
Constitución o una grave
violación de las normas
sustantivas o procesales de
la ley penal en la resolución
recurrida; y , c) que en el
escrito de interposición del
recurso se precise la
infracción constitucional o la
grave infracción legal.[28]

De esta manera, el recurso


de nulidad se convertiría en
una suerte de casación toda
vez que mediante el recurso
de queja excepcional, la
Corte Suprema evalúa si
existe alguna grave violación
a la Constitución o a la Ley,
penal material o procesal
penal, esto es, si la decisión
cuestionada ha inobservado,
no ha aplicado o lo ha hecho
erróneamente, una norma
constitucional o legal de
profunda significación en el
proceso, desnaturalizando su
esencia o distorsionando la
adecuada solución del caso.
En ese sentido, la Corte se
limitaría a revisar los errores
de iure en que incurriera la
Sala Superior; sin embargo,
el alcance dado a esta vía
excepcional es muy variado,
llegándose a declarar
procedente el recurso
cuando se hace una
incorrecta apreciación de los
hechos y una defectuosa
valoración de las pruebas
(Exp. N° 1401-97, Cusco, de
9 de marzo de 1998)[29],
convirtiéndose así en una
tercera instancia diferente a
la casación.

En ese orden de ideas, se


puede observar como en
nuestro país la impugnación
se ha regulado de manera
defectuosa, mezclando en
muchos casos el contenido
de institutos procesales con
la finalidad de cumplir con el
requerimiento de doble
instancia en algunos casos y,
con el fin de que otros no
conocidos regularmente por
la Corte Suprema puedan ser
revisados en aras de lograr
una sentencia justa. Sin
embargo, esta utilización
tergiversa la naturaleza
misma de los recursos
impugnatorios y no crea
condiciones equitativas para
el tratamiento de los
procesos penales sean estos
sumarios u ordinarios.
inicio
2.2. Panorama
Actual- Código
Procesal Penal de
2004.

Luego de haber revisado


brevemente las condiciones
establecidas en el Código de
Procedimientos Penales, es
menester estudiar nuestra
nueva regulación con el fin
de determinar las mejoras
hechas y apuntar
posteriormente algunas
anotaciones pertinentes a las
mismas.

El antecedente de este
recurso se halla en el Código
de 1991[30] que regulaba la
casación penal como un
recurso devolutivo y, a
diferencia del ordenamiento
procesal civil, no suspensivo.
Así, el artículo 346° señala
que el recurso de casación
de forma versa sobre
violaciones de trámites
esenciales del
procedimiento, mientras que
el recurso de casación de
fondo se circunscribe a las
infracciones de la ley que
influyeron decisivamente en
la parte resolutiva de la
resolución recurrida.
Además, dicho cuerpo
normativo consideró como
motivos por quebrantamiento
de forma a las infracciones
procesales durante la
tramitación del procedimiento
y al momento de dictar la
resolución (auto o sentencia)
y, por su parte, los motivos
por infracción de ley fueron el
error en la tipicidad, el error
por inobservancia de las
eximencias de
responsabilidad penal, el
error en la apreciación
jurídica-sustantiva y el
denominado error facti,
destinado a controlar la
racionalidad del juicio
histórico del juez y cuestionar
la arbitrariedad de la
valoración probatoria.[31]

Recién en el Nuevo Código


Procesal Penal del año
2004[32], que actualmente
viene aplicándose
activamente en el distrito
judicial de Huaura y que
entrará en vigencia de
manera paulatina en todo el
territorio nacional, se regula
exhaustivamente el Instituto
de la Casación Penal. Por lo
reciente de su entrada en
vigencia, aún no se ha
presentado ningún caso que
llegue hasta la instancia
casatoria, sin embargo, no
dudamos que en algún
momento ello sucederá,
frente a lo cual estaremos
atentos a fin de analizar en
que medida la regulación
propuesta en el referido
código es la más idónea. Por
lo pronto, conviene en este
punto del trabajo, esbozar un
análisis de lo contenido en la
Sección V del Libro Cuarto,
correspondiente a la
Impugnación,
específicamente lo referente
a la procedencia (Art. 427°),
las causales (Art. 429°) y el
contenido de la sentencia
casatoria y el pleno casatorio
(Art. 433°).

El Artículo 427 inciso 1[33] del


referido cuerpo legal, señala
que el recurso de casación
procede contra sentencias
definitivas, los autos de
sobreseimiento, y los autos
que pongan fin al
procedimiento, extingan la
acción penal o la pena o
denieguen la extinción,
conmutación, reserva o
suspensión de la pena,
expedidos en apelación por
las Salas Penales
Superiores, sujeta a
limitaciones.[34] Como
podemos apreciar, el recurso
de casación únicamente
procederá contra
resoluciones que pongan fin
a la instancia o al proceso en
su conjunto.

Los siguientes incisos


básicamente detallan las
limitaciones a las cuales está
sujeta la procedencia del
recurso de Casación Penal.
Sin embargo, el inciso
cuarto[35] merece una
especial mención. Aquí se
halla regulado el instituto
conocido como el
Certiorari[36], que es la
facultad discrecional que
tiene la Sala Penal de la
Corte Suprema, de conocer
un caso, que si bien no
cumple con los requisitos de
procedencia, se considera
necesario y útil su estudio
para el desarrollo
jurisprudencial, dada su
especial significancia.

Por su parte, el Artículo


429°[37] detalla
específicamente las causales
para interponer recurso de
casación. El primero de los
inciso alude a todas aquellas
garantías constitucionales de
carácter procesal (el derecho
de defensa, el principio de
presunción de inocencia,
independencia judicial,
prueba prohibida, entre
otras) o sustancial (los
cuales tiene que ver con la
limitación al ejercicio del ius
puniendi, concretamente al
principio de legalidad,
proporcionalidad, de
culpabilidad, de hunanidad,
de dignidad, libertad y la
prohibición del ne bis in
idem[38]) que forman parte
integrante del derecho al
debido proceso[39], lo que en
buena cuenta se halla
recogido en nuestra
Constitución Política, en su
Art. 139°[40] y en
los Tratados y Convenios
Internacionales en materia
de derechos humanos de los
que el Perú es parte
integrante. Este inciso
también señala que será
procedente el referido
recurso cuando la
inobservancia de estas
garantías responde a una
indebida o defectuosa
aplicación de las mismas.

La segunda causal, señala:


“si la sentencia o auto incurre
o deriva de una
inobservancia de las normas
legales de carácter procesal
sancionadas con nulidad”.
Para determinar que
preceptos están sancionados
con nulidad debemos de
remitirnos a lo previsto en los
Artículos 151° y 152° que
recogen las causales de
nulidad relativa y absoluta.

En tercer lugar, el inciso


tercero señala: “Si la
sentencia o auto importa una
indebida aplicación, una
errónea interpretación o una
falta de aplicación de la Ley
Penal o de otras normas
jurídicas necesarias para su
aplicación.” Una indebida
aplicación supone haber
aplicado una norma que no
corresponde con los
antecedentes del
caso[41] Ahora bien,
interpretar significa buscar el
alcance del contenido de la
ley, confrontándolo con el
caso en concreto, es
determinar la ratio de la
norma de conformidad con su
ámbito de protección.[42] De lo
que se trata es de encontrar
el alcance y sentido de la ley
y cual es su racionalidad o lo
que busca regular en si
misma. Ello también ha de
tenerse presente en cuanto a
la interpretación de las leyes
penales en blanco, donde el
juzgador tiene que remitirse a
normas extrapenales a fin de
completar el tipo objetivo y
sentido jurídico de la norma
penal y en lo que respecta a
establecer el alcance de los
elementos normativos del tipo
penal, por ejemplo de lo que
ha de entenderse por
funcionario público.

Seguidamente, el inciso
cuarto señala: “Si la sentencia
o auto ha sido expedido con
falta o manifiesta ilogicidad de
la motivación, cuando el vicio
resulte de su propio tenor” La
sentencia encierra una
declaración de ciencia, una
declaración o expresión de
voluntad, en cuya virtud el
juez, después de realizar el
juicio de hecho y el de
derecho, dicta el fallo como
conclusión entre la relación
de aquellos dos juicios,
equivalentes al juicio histórico
y al juicio lógico.[43] Como
vemos, la expedición de una
sentencia impone en el
juzgador una génesis o
conexión lógica entre la parte
considerativa que contiene el
sustrato fáctico y la parte
resolutiva, que enmarca la
conducta a sancionarse y
contiene la pena a imponerse.
Como señala el profesor
Peña Cabrera, la motivación
es la explicación lógico-
jurídica que expone el Juez
para justificar el sentido de
sus fallos, cuando no se
advierte una debida
motivación, estamos ante una
resolución carente de
sustentación, que afecte a la
aproximación
acusatoria.[44] Efectivamente,
ello no deja de ser cierto y no
obstante su importancia,
como lo hemos señalado en
la parte inicial de este
artículo, no consideramos
adecuado que la ilogicidad en
la motivación de las
resoluciones judiciales
deba ser una causal para
interponer recurso de
casación pues estaríamos
entrando a analizar los
elementos fácticos del caso;
sin embargo, este inciso hace
la salvedad, a nuestro modo
de ver correcta, que el
análisis de la congruencia de
un auto o sentencia, se limite
a la propia resolución que así
la contiene, de esta forma, se
pone un límite al juzgador que
impedirá se pronuncie sobre
los hechos y así, tomará
como ciertos e inamovibles
los antecedentes contenidos
en el fallo del juez inferior.

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