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SINTESIS BIBLIOGRÁFICA
El libro de Tobit es una joya literaria postexílica escrita en alguna lengua semítica, como el arameo o
el hebreo. Hasta los descubrimientos del Qumrán, no se conocían otros escritos sino en griego
principalmente, copias de copias de los manuscritos más antiguos, por lo que, colegir que se trata de
uno u otro exclusivamente, sería impreciso, ya que caben ambas posibilidades.
El texto largo, como se le conoce, está representado por el Sinaítico del s. IV y su traducción,
la Vetus Latina; la Biblia de Jerusalén, tradujo justamente este texto, el cual tiene su precedente
arameo. Una traducción alemana y otra francesa, siguen el texto corto, mientras que los
descubrimientos de los textos en hebreo en la biblioteca de Qumrán atestiguan la influencia del
Sinaítico, por lo que quedan solo pocos fragmentos en hebreo. La traducción de la Vulgata es más
caprichosa, y su mismo autor testifica que significó algo fuera de su interés al punto que buscó a
alguien más, conocedor del caldeo, para realizar semejante traducción por orden de los Obispos.
El libro de Tobit gira en torno de un tema central, que no es el matrimonio, la fidelidad a Dios en
la prueba o de la función de los ángeles, como podría pensarse, por la alusión o los temas alternos que
sí sugieren tales contenidos; más bien se trata de una visión sapiencial de la vida, es, de hecho, una
novela sapiencial, que habla de la vida ordinaria en la que se revela de manera paradójica la
providencia de Dios. Se desarrolla aquí toda una teología de la oración inserta en la vida cotidiana;
aunque el hombre este angustiado o desesperado, en la alegría del encuentro de los esposos, el
hombre está invitado a proclamar la bendición de Dios. Diariamente hay que cantar la bendición de
Dios. Esta enseñanza está emparentada más con el Eclesiástico, que con el Tercer Isaías, Baruc o el
Déutero-Zacarías, puesto que antes de concluir con el apóstrofe sobre Jerusalén y su templo, se
refiere a la conversión y la alabanza a Dios.
El título del libro alude a una de las menciones judías con las que se comienza un libros proféticos o
sapienciales: «Libro de las palabras de Tobit», se trata pues de una narración. El autor es un narrador
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que sede la palabra a los personajes. «Palabra», en sentido hebreo designa una historia; por lo tanto
es el libro de la historia-as de Tobit.
El retrato de Tobit comienza con una confesión de deber: «he obrado con lealtad; he practicado las
buenas obras, dando limosnas y compatriotas (deportados)» por lo que se deduce que es un lenguaje
Deuteronómico: «¿Qué es lo que te pide el Señor, tu Dios, sino que le honres, sigas sus caminos, lo ames
y le sirvas, con todo tu corazón, con toda tu alma, observando los mandamientos y las leyes del Señor
que yo te escribo hoy para que seas feliz?» (Dt 10, 12). El Salmo 119, el gran salmo de la ley lo dice de
manera penetrante: «He elegido el camino verdadero, he deseado tus mandamientos». La limosna es
también un mandamiento prescrito en el Deuteronomio (Dt 15,7-8) y Tobit aconseja su práctica a su
hijo (4, 7-11). La solidaridad para con los hermanos deportados es aquí lo principal como israelita fiel
a su Dios.
La fidelidad de Tobit se pone de relieve en la práctica que realizaban históricamente las tribus del
Norte, las leyes sobre peregrinaciones, sobre el santuario central y sobre los diezmos y las ofrendas.
Tobit ha sido instruido por su abuela Débora, pero en general, se trata de un itinerario de vida en la
soledad. Como señala Drewerman, «el desarrollo psicológico de Tobit desaparece completamente
tras la soledad espiritual y religiosa que ha conocido durante su vida.Se trata entonces de un
testimonio de un potomonje. La narración se concentra en el único hecho importante: la fidelidad e
Tobit frente a la infidelidad del resto de su trubu. Siguiendo la prohibición de los matrimonios mixtos,
Tobit contrae matrimonio con una mujer de su misma tribu, cuyo nombre es Ana, según el texto
arameo y Tobías (Tobiah) es el único hijo que procrea: «el Señor es bueno».
A Tobit le sucede como a José en Egipto o Daniel en la corte de Nabucodonosor; he aquí que se
convierte en ministro de comercio exterior del rey Salmanasar . Viaja por Media, asociada a Persia en
los textos judíos, si bien los medos son una tribu al noreste de Babilonia, donde los israelitas fueron
deportados. La razón de que Tobit emprendiera viaje es justamente, el depósito de dinero realizado
y su intención de cederlo a su hijo Tobías antes de su muerte; sin emabargo, el cambio de soberano
también significa un cambio de relaciones con sus servidores y Senaquerib, que según el texto—con
mucho desatino—sucedió a Salmanasar V, pronto, envió a ejecutar a los israelitas refugiados y Tobit
se ve obligado a cumplir con el deber sagrado de dar sepultura a sus correligionarios, para conservar
su buena fama y así asegurar también, una sepultura digna para él y su esposa.
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Es muy interesante ver que Tobit se dirige a Aquél cuyas obras son siempre justas, cuyo juicio es justo,
cuyos caminos son justos y verdaderos. En razón de su justicia, Dios es invocado por Tobit y la razón
inmanente no es la misma justicia de Tobit o sus obras buenas, ni siquiera su honestidad, sino el
reconocimiento de sus pecados, sus faltas y las de sus padres. Hay aquí una metanoia de causa, como
primer movimiento. No es el justo verdadero el que requiere del auxilio de Dios, sino el hombre débil
y pecador que, en la devastación de su espíritu gime, entre lágrimas y lamentos, la ayuda del Señor.
En 1, 12-13, Tobit ya no le llama Dios mío, sino que le dice Señor. Por primera vez Tobit rompe con su
espléndido aislamiento, pensando que el mundo entero es un contexto enteramente hostil y él es el
único fiel, el único justo. Como lo hace ver Drewerman, la ceguera de Tobit debió haber sido severa y
espiritual, a tal grado que requirió de un ángel para recuperarla y no solo de un médico.