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INTRODUCCIÓN
Ante todo y como cualidad básica, el trabajador social tiene que tener sensibilidad social.
Se trata de la cualidad por la cual una persona tiene la facultad de percibir y responder a
las necesidades, problemas, emociones, preferencias y maneras de pensar de otra u
otras personas. Esta propensión a expresar sentimientos solidarios se manifiesta en la
capacidad de penetración y comprensión activa del otro, en lo que él es y quiere. Ser
capaz de captar aun el grito o el dolor silencioso que puede estar oculto en la persona o
personas con quienes trabajamos. .
Como de alguna manera ya lo dijimos, esta cualidad es más importante que los
conocimientos teóricos y el buen manejo de métodos y técnicas. No sólo porque es una
cualidad que enriquece la vida personal y diferencia el existir de la pura racionalidad, la
vivencia del puro conocimiento, sino porque es también el más auténtico móvil para
preocuparnos de los otros. El secreto para comprender a los otros no es el conocimiento,
sino el amor; ésta es “la única fuerza para trascender los límites de la razón”.
Sé muy bien que esta afirmación puede ser chocante, y hasta puede parecer ridícula. No
es extraño que así ocurra. En el mundo en que vivimos, la sensibilidad no es una cualidad
bien vista. En una sociedad competitiva, de trepadores y oportunistas, gana el que no se
preocupa por los otros. Ser sensible a los problemas de los otros, no es una buena
cualidad para llegar a ser un triunfador en un contexto en donde una especie de
darvinismo social da la tónica a las relaciones sociales e interpersonales. En una sociedad
competitiva y tecnocrática, hablar de sensibilidad produce un cierto rubor. Más acorde con
esta sociedad es el trabajador social caracterizado, como lo dice Claus Offe, por un “tipo
de intervención burocrático-legal, monetarizado y profesional”, que poco tiene que ver con
la sensibilidad social, ya que las agencias en que prestan servicios se transforman en
“organizaciones de procesado de personas”. (Ander-Egg.E.1996)
OBJETIVOS.-
OBJETIVO GENERAL.-
OBJETIVO ESPECIFICO.-
Dar buen trato directo con la gente y desarrollar también la capacidad de buenas
relaciones interpersonales y de potenciar estos encuentros como trabajadores
sociales.
Como un aspecto de madurez humana el trabajador social, es particularmente
importante coadyuvar en los problemas sociales.
DESARROLLO
• Personas con buen nivel teórico, y aun inteligentes, pueden no tener cualidades
para el trabajo con la gente, constituyendo esta carencia una limitación para el ejercicio
profesional. ;
• Ni en el trabajo social, ni en la educación, ni en la animación, existen métodos,
técnicas y procedimientos que están más allá y por encima de quienes los aplican; el
factor humano es “el instrumento de los instrumentos”. (Ander-Egg.E.1996)
A. una persona con muchos conocimientos y capacidades técnicas, puede resultar muy
difícil “proporcionarle” o “enseñarle” un sentido de servicio y de compromiso. En cambio,
una persona con cualidades humanas, comprometida con la gente, siempre estará
fuertemente interesada para adquirir conocimientos y habilidades que ayuden a servir
mejor.
La profesión del trabajo social como cualquier otra profesión supone una serie de
principios y valores que se consideran propios para llevar ‘a cabo actividades en un
determinado ámbito de actuación... Lo que aquí queremos destacar es que el trabajador
social debe tener un estilo personal capaz de sustentar en el modo de ser, de pensar y de
actuar los principios y valores de la profesión que, en el caso del trabajo social,
compartido con otras profesiones, están centrados en el valor absoluto del ser humano.
Esto supone que el trabajador social, en su relación con la gente, tiene un estilo personal
caracterizado por el respeto a la auto-determinación y autonomía de los otros, el respeto
al derecho de ser diferente y de singularizarse. Y, de manera particular, considerar a cada
persona como “alguien” y no como “algo”, de forma tal que exprese afecto, cariño y calor
humano hacia la gente. (Ander-Egg.E.1996)
Aceptar los valores y principios del trabajo social es una decisión fundamentalmente
intelectual, o sea, perteneciente al ámbito de la razón. Pero esto no basta como cualidad
del trabajador social; éste ha de asumirlo con los sentimientos y las actitudes y realizarlo
cotidianamente en todas las relaciones que pueda tener. En otras palabras: los valores y
principios hay que traducirlos en el modo de actuar.
Por eso se dice que el trabajador social debe trabajar con la gente, no para la gente. No
se trata de hacer por los otros para resolverles los problemas, sino de ayudar a crear las
condiciones bajo las cuales una persona desarrolla su propia capacidad para resolverlos.
Cuando una persona, un grupo, o un colectivo social están hundidos no cabe duda de que
la situación económica y social es condicionante, pero no es menos cierto que los
sentimientos de desvalorización y desesperanza los mantienen atrapados en esa
situación. Hay mucha gente que no se siente movida a cambiar su situación, porque no
encuentra razones para hacerlo. (Ander-Egg.E.1996)
Conviene no olvidar nunca que a las personas no basta darles con qué vivir, hay que
ayudarles, o crearles las posibilidades, para que encuentren ante todo una razón por qué
y para qué vivir. A las personas no les vencen tanto las dificultades como el haber perdido
o el no encontrar sentido a lo que se hace. Uno muere sin ser difunto cuando pierde
razones para vivir, por eso está vencido el que se cree vencido.
D. Habilidad Para Motivar Y Animar.-
Esta cualidad es indispensable para quienes trabajan con la gente en actividades que
suponen o procuran un cierto grado de participación de los destinatarios de sus
programas o actividades. Se trata de la capacidad de poner en movimiento, crear móviles,
orientar y activar las conductas; de inducir a la acción para el logro de metas y objetivos
concretos.
Un profesional del trabajo social puede no estar muy bien dotado de imaginación e
inteligencia para sugerir y proponer proyectos originales, pero no puede concebirse
carente de entusiasmo y de capacidad para transmitirlo. Tiene que ser capaz de suscitar
iniciativas y de sugerir soluciones a los problemas que se presentan. Pero es mejor
todavía, si es capaz de potenciar a la gente en un encuentro horizontal y humano, en el
que se respeta la libertad de opción y de elección de todos y cada uno. Como bien lo dice
(Antonio González), la motivación está “más en la línea de la jardinería que siembra y
cultiva, que en la ingeniería que compone y construye”. (Ander-Egg.E.1996)
E. Don De Gentes.-
Tener “don de gentes” no significa tener un estilo de relación que consiste en halagar a
todo el mundo como táctica de trabajo. Esto, además de ser una hipocresía, es una forma
de manipulación, seducción y, a veces, la mejor manera de crear un ambiente de
inautenticidad. El ganar la confianza de la gente no implica ningún tipo de acción
demagógica cuando se apoya en la lealtad, claridad y sentido de servicio, puesto que se
trata, simplemente, de establecer relaciones de simpatía y de confianza con la gente,
ofreciendo la calidez como persona y testimoniando el interés por los demás.
Hay que saber buscar encontrar la cara buena de las cosas y sacar partido de ello. Ver el
lado positivo en el comportamiento ajeno, en vez de propender a criticar y a expresar
juicios condenatorios.
F. Madurez Humana.-
La madurez humana (que nunca es plena) supone ante todo asumirse en lo que uno es, y
tener aprecio de sí mismo. Y es también asumir la responsabilidad de los propios actos y
de los compromisos adquiridos. La persona madura es la que percibe los hechos de
manera realista, hace propuestas constructivas frente a cada una de las situaciones y
problemas que se confrontan, acepta las consecuencias de su propia manera de actuar,
aprovecha las experiencias (tanto positivas como negativas) y cambia de opinión,
comportamiento y valoración de los hechos, de acuerdo con los nuevos datos de la
experiencia. Implica, asimismo, aceptar a los demás como individuos únicos, diferentes e
inajenables. (Ander-Egg.E.1996)
Por otra parte, conviene recordar el hecho de que buena parte de la gente que desarrolla
sus actividades como trabajador social, tiene una personalidad más bien vivaz y sensible;
no es extraño, pues, que a veces prime la respuesta emocional (del momento) a la actitud
razonada y la respuesta pensada. A pesar de las limitaciones que todos experimentamos,
debemos procurar andar por la vida deseosos de mejorar las cosas, pero sin
desequilibrarnos demasiado por la ansiedad y la impaciencia.
Hay que saber que, en el trabajo con la gente, siempre se encontrarán problemas, desde
la apatía hasta la ingratitud y el rechazo. O, simplemente, se encontrará con que el
programa o las actividades propuestas no marchan al ritmo que se había previsto, o que
se encuentran dificultades que no habían sido consideradas.
Por otro lado, actuar en el ámbito propio del trabajo social no es considerado un campo de
actuación prioritario, dentro del conjunto de actividades que se promueven en nuestra
sociedad; No es extraño que el trabajador social tenga a veces la sensación de que su
trabajo no tiene reconocimiento social; que es algo marginal. Por eso señalamos, como
otra cualidad del trabajador social, la fortaleza, la tenacidad y la perseverancia.
Si nosotros no estamos preparados para ello, fácilmente nos arredramos ante las
dificultades y cedemos ante los obstáculos. Se debe tener un empuje suficiente para
llevar a cabo aquellas tareas que suponen un mayor compromiso con la gente, o que
rompen con los modos tradicionales de actuar. Sin embargo, tenemos que saber que no
siempre se superan los obstáculos, se logra éxito y se alcanzan los objetivos propuestos,
pero siempre tenemos la posibilidad de proseguir sin desmayos. La perseverancia es la
compañera de la fortaleza y la voluntad de acción es su modo de expresarla.
Por otra parte, ciñéndonos ahora exclusivamente a nuestro campo, ¿cómo vamos a
impulsar un modelo de trabajo social que implique una participación efectiva de la gente
en todas las decisiones que le conciernen, si no creemos en la gente? Más todavía: ¿se
puede expresar confianza en los otros sin tener sentido de servicio? Y, ¿qué es “tener
sentido de servicio” para un trabajador social? Sin pretender una respuesta exhaustiva,
podemos decir que implica los siguientes aspectos principales:
Estas son cuestiones sustantivas para una concepción del trabajo social, tal como la
expresamos en este libro. En realidad, como dice (Fromm), “ningún conocimiento nos
ayudará si hemos perdido la capacidad de conmovernos con la desgracia de otro ser
humano o con la mirada amistosa de otra persona.”Pp.324-338
No es preciso recordar que la forma más utilizada en nuestra sociedad para reconocer
una competencia profesional, es a través de la obtención de un diploma que otorgan
escuelas y facultades universitarias. Si consideramos las de trabajo social y examinamos
lo que ha ocurrido en los últimos veinte años, en todas ellas se han producido cambios
más o menos sustanciales. Se ha pretendido adecuar las curricula y la formación que se
otorga, a las nuevas exigencias de la sociedad, a los cambios, políticos que se han
producido, a los nuevos desarrollos de las ciencias sociales y a la experiencia acumulada
(apenas sistematizada) dentro de la misma profesión.
En general, no cabe duda de que es necesario darle toda la importancia que tienen, de
manera particular a la informática y todas las tecnologías de comunicación social.
Quienes realizan estudios para ser trabajadores sociales no suelen tener condiciones
para las matemáticas, consiguientemente la asignatura. “Estadística” se transforma en
algunas escuelas en un serio escollo a vencer. ¿Qué pasa en la práctica? Los estudiantes
suelen gastar más energías para preparar esta asignatura que tiene un carácter
instrumental (dentro de la cual —para colmo de males— se suelen estudiar temas
innecesarios para formar a un trabajador social).
Sin agotar las cuestiones “mejorables” en la formación para el trabajo social, quiero
señalar algo que me parece un problema serio, muy serio: lo poco que leen los
trabajadores sociales. No hablo sólo de la lectura en general, sino de libros propiamente,
profesionales. (Ander-Egg.E.1996).A fines de los años sesenta, cuando todavía tenía un
gran impulso el proceso de reconceptualización, he escuchado al trabajador social
uruguayo (Hermán Kruse) (uno de los ideólogos e impulsores de la reconceptualización)
llamando la atención a sus colegas de que en su inmensa mayoría carecieran de
biblioteca profesional.
CONCLUSIÓN
De Todas estas formas de accionar ser dará un buen trabajo de equipo a sea el
camino de la virtud y en la búsqueda de un mejoramiento constante de sus propias
condiciones y de su manera de relacionarse con los demás y con el mundo.