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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 1

PENTECOSTÉS...................................................................................................... 2

Origen de Pentecostés ...................................................................................... 2

Pentecostés en el Antiguo Testamento ........................................................... 4

Pentecostés en el Nuevo Testamento.............................................................. 5

Significado teológico del Pentecostés cristiano ............................................ 5

El Espíritu Santo y la vida cristiana ................................................................. 6

La promesa del Espíritu Santo ......................................................................... 7

Dones .................................................................................................................. 8

Frutos del Espíritu Santo son: .......................................................................... 9

Símbolos............................................................................................................. 9

Oración ............................................................................................................. 10

Calendario ........................................................................................................ 10

CONCLUSIÓN ...................................................................................................... 12

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 13
INTRODUCCIÓN

Ubicándonos hacia fines del siglo I, fecha de composición del libro de los Hechos,
la Pascua judía asociaba el memorial de la salida de Egipto con la fiesta agrícola de
las semanas, pero el Templo de Jerusalén ya no es el lugar donde se ofrecen los
primeros frutos, ya que fue destruido en el 70 d.C. La referencia a los 50 días nos
dice, que se ha cumplido la promesa de Jesús (Lc 24,48) y, que el acontecimiento
cristiano aventaja a los relatos sobre la Alianza y la entrega de la Ley en el Sinaí.

El texto completo es Hch 2,1-41 "La venida del Espíritu Santo". Dentro del texto
distinguimos las siguientes 5 partes: Pneumatofanía o teofanía del Espíritu (2,1-4);
Reacciones por la manifestación del Espíritu y el milagro de Pentecostés (2,5-13);
Discurso de Pedro (2,14-36); Conversión y bautismo (2,37-41); Y la Comunidad
cristiana (2,42-47)

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PENTECOSTÉS

Una fiesta de la Iglesia universal, mediante la cual se conmemora la Venida del


Espíritu Santo sobre los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de
Jesucristo; en el antiguo festival judío se llamaba “Fiesta de las Semanas” o
Pentecostés (Éx. 34,22; Deut. 16,10). Se llama whitsunday debido a los ropajes
blancos que usaban los bautizados durante la vigilia; Pentecost (“Pfingsten” en
alemán), es la palabra griega para “quincuagésimo” (día después de Pascua).

En las Iglesias ortodoxas existen además la celebración de las «Tres Divinas


Personas» o de la Santa Trinidad. Las Iglesias occidentales celebran para esta
ocasión desde el siglo XIV su propia fiesta llamada «Trinitatis», la fiesta de la
Santísima Trinidad, una semana después del Pentecostés.

Origen de Pentecostés
Pentecostés, como una fiesta cristiana, se remonta al siglo I, aunque no hay
evidencia de que fuese observada, como es el caso de la Pascua; el pasaje en la 1
Corintios (16,8) probablemente se refiere a la fiesta judía. Esto no es sorprendente,
pues la fiesta, que originalmente duraba un sólo día, caía en domingo; además
estaba tan estrechamente unida a la Pascua que parece ser no mucho más que la
terminación del tiempo pascual.

El hecho de que Pentecostés pertenece a los tiempos apostólicos aparece


establecido en el séptimo de los fragmentos (interpolados) atribuidos a San Ireneo.
En Tertuliano (Sobre el Bautismo, 19) la fiesta aparece ya como firmemente
establecida. El peregrino galicano, da un relato detallado de la forma solemne en
que esta fiesta era observada en Jerusalén (“Peregin. Silvae”, ed. Geyer, IV). Las
Constituciones Apostólicas (Libro V, Parte XX) dice que Pentecostés duraba una
semana, pero en Occidente no se celebró con la octava sino hasta fecha posterior.

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De acuerdo a Berno de Reichenau parece que en su época fue un punto
controversial si Pentecostés debía tener una octava. En la actualidad la fiesta tiene
un rango similar al del Domingo de Resurrección o Pascua. Anteriormente, se
bautizaba durante la vigilia que quedaban de la Pascua; en consecuencia, las
ceremonias del sábado eran similares a las del Sábado Santo.

El oficio de Pentecostés tiene sólo un nocturno durante toda la semana. En tercia


se canta el “Veni Creator” en lugar del himno usual, debido a que el Espíritu Santo
descendió a la tercera hora. La Misa tiene una secuencia, de “Veni Sancte Spiritus”,
cuya autoría algunos le atribuyen al rey Roberto de Francia.

El color de las vestimentas es rojo, que simboliza el amor del Espíritu Santo o de
las lenguas de fuego. Anteriormente los tribunales de justicia no funcionaban
durante la semana entera y se prohibían los trabajos serviles. El Concilio de
Constanza (1094), limitó esta prohibición a los primeros tres días de la semana. El
descanso de martes fue abolido en 1771, y en muchos territorios de misión también
el del lunes; este último fue abrogado para toda la Iglesia por el Papa San Pío X en
1911. Todavía, como en Pascua, el rango litúrgico de lunes y martes de Pentecostés
es un doble de primera clase.

En Italia era costumbre esparcir pétalos de rosas desde el techo de las iglesias para
recordar el milagro de las lenguas de fuego; de ahí que el domingo de Pentecostés
es llamado Pascha rosatum en Sicilia y en otras regiones italianas. El nombre
italiano Pascha rossa proviene de los colores rojos de las vestimentas usadas en
Pentecostés. En Francia era costumbre el toque de trompetas durante el servicio
divino, con el objeto de recordar el sonido del poderoso viento que acompañó el
descenso del Espíritu Santo.

En Inglaterra, la nobleza se entretenía con carreras de caballos. En la actualidad el


festival de “Whitsun Ales” o jaranas está prácticamente obsoleto en Inglaterra. En
estas jaranas de Pentecostés se representaban dramas. En las vísperas de

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Pentecostés, en las Iglesias Orientales se realizaban servicios extraordinarios de
genuflexión, acompañados por largas oraciones poéticas y Salmos (cf Maltzew,
“Fasten-und Blumen Triodion”, p. 898 en donde se da el servicio greco-ruso
completo; cf. también Baumstark, “Jacobit, Fest Brevier”, p. 255). Para los festejos
de Pentecostés, los rusos llevan flores y ramas verdes en sus manos.

Pentecostés en el Antiguo Testamento


El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía llamada
Shavuot (fiesta de las semanas), durante la cual se celebra el quincuagésimo día
de la aparición de Dios en el monte Sinaí. Por lo tanto, en el día de Pentecostés
también se celebra la entrega de la Ley (mandamientos) al pueblo de Israel.

Pentecostés era una de las tres grandes fiestas judías y para celebrarlo gran
cantidad de ellos subían a Jerusalén para dar gracias a Dios y adorarle en el
Templo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la «Fiesta de las siete
semanas» o «Fiesta de las semanas», que en sus orígenes tenía carácter agrícola.
Se trataba de la festividad de la recolección, día de regocijo y de acción de gracias
en que se ofrecían las primicias de lo producido por la tierra. Estaba estipulado que
la celebración debía festejarse siete semanas después de que se empezase la
primera labor de la siega. Venía indicado de la siguiente manera:

«Contaréis siete semanas enteras a partir del día siguiente al sábado,


desde el día en que habréis llevado la gavilla de la ofrenda mecida, hasta
el día siguiente al séptimo sábado, contaréis cincuenta días...» (Levítico
23, 15-16).

por lo que se trataba de una fiesta móvil en el calendario, ya que su fecha dependía
del ritmo de la agricultura. Esta fijación tiene varias interpretaciones según el sentido
que se dé a la palabra «sábado». Si el día de sábado se entiende como festivo o
día de la Pascua, entonces la cuenta empezaba el día siguiente; Filón y Flavio
Josefo interpretaban la ley de dicha forma. La otra interpretación es que, si la

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palabra «sábado» se entiende como el séptimo día de la semana, la cuenta
empezaría el domingo siguiente a la Pascua; los fariseos y una tradición samaritana
la interpretan de esta otra forma.

Más tarde, esta celebración se convirtió en recuerdo y conmemoración de la Alianza


del Sinaí, realizada unos cincuenta días después de la salida de Egipto. Por designio
divino, esta fiesta que los judíos celebraban con tanta alegría se convirtió en la fiesta
de la «Nueva Alianza», la de la venida del Espíritu Santo con todos sus dones y
frutos.

Pentecostés en el Nuevo Testamento


No hay registros de la celebración de esta fiesta en el siglo I con connotaciones
cristianas. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de
san Ireneo, Tertuliano y Orígenes, a fines del siglo II y principios del siglo III. Ya en
el siglo IV hay testimonios de que, en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma
y Milán, así como en la península ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena
pascual por lo que esta cincuentena está íntimamente unida a la «memoria» de
Pentecostés.

Significado teológico del Pentecostés cristiano


En el cristianismo, Pentecostés es el fruto de la obra realizada por Cristo, el
resultado de sus merecimientos. En el Nuevo Testamento se dice a veces que fue
el mismo Cristo simplemente quien envió al Paráclito, también traducido como
Consolador, en referencia al Espíritu Santo. Otras veces que fue el Padre pero, o
bien a ruegos de Cristo, o bien en nombre de Cristo. En una ocasión se afirma que
lo envió Cristo de parte del Padre. Según Cabodevilla, todas estas expresiones
denotan lo mismo: la emisión del Espíritu por parte del Padre y del Hijo. El
Apocalipsis lo puso de manifiesto en la siguiente frase: Un río de agua viva,
resplandeciente como el cristal, saliendo del trono de Dios y del Cordero.

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Según los escritos neotestamentarios, el Espíritu Santo es el «Espíritu de Cristo».
Otras veces se lo llama el «Espíritu de Jesús» o «Espíritu de Jesucristo». También
se lo llama «Espíritu del Señor», o «Espíritu de su Hijo».

Fue Simón Pedro el primero en explicitar el significado del acontecimiento de


Pentecostés en su discurso pronunciado ese mismo día. Era el comienzo de la
efusión del Espíritu Santo que Dios había prometido para la «plenitud de los
tiempos». Esos últimos tiempos, de los que se hablaba en el Libro de Joel, En el
Libro de Ezequiel, y, por último, en los Hechos de los Apóstoles, empezaron con
la muerte y resurrección de Jesucristo, cuya señal fue la de hacer hablar a los
apóstoles como verdaderos profetas mediante la efusión del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo y la vida cristiana


Según las Iglesias, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima
Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distintas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su
Evangelio.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia


hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la
Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y
acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como
una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y
un carácter personal.

A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo.


Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen
también a habitar en cada uno de nosotros.

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El don del Espíritu Santo es el que:

 Nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;


 Nos permite conocerlo y amarlo;
 Hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.

La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el
Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y
guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que
se opone a la voluntad de Dios.

La promesa del Espíritu Santo


Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro
Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan
14, 16-17).

Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero
el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará
todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San Juan 14, 25-26).

Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me
vaya, pues al irme vendrá el Abogado, muchas cosas tengo todavía que decirles,
pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará
hasta la verdad completa, y os comunicará las cosas que están por venir” (San Juan
16, 7-14).

En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los


cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.

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Dones

Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que
son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos
del Espíritu. Estos dones son:

 Don de Ciencia: es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al
conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del
bautismo.

 Don de consejo: saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y
en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.

 Don de Fortaleza: es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en


la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.

 Don de Inteligencia: es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la


contemplación, camino para acercarse a Dios.

 Don de Piedad: el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El


calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu
Santo derrama en las almas.
 Don de Sabiduría: es concedido por el Espíritu Santo que nos permite
apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.

 Don de Temor: es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos
todo a la misericordia divina.

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Frutos del Espíritu Santo son:

 Caridad.
 Gozo.
 Paz.
 Paciencia.
 Longanimidad.
 Bondad.
 Benignidad.
 Mansedumbre.
 Fe.
 Modestia.
 Continencia.
 Castidad.

Símbolos
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:

Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el


Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo
nacimiento.

Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo.
En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser
testigo de Cristo.

Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.

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Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así
desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor,
en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción
del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.

La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos,


trasmiten el "don del Espíritu".

La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma


y se posa sobre Él.

Oración
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de
tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de la tierra.

¡OH! Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu
Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos rectamente y
gocemos de tu consuelo.

Por Jesucristo, nuestro Señor

Amén.

Calendario
La solemnidad de Pentecostés es una fiesta móvil, lo que significa que no se fija en
relación al calendario civil, sino que se celebra en fecha variable, según el año y el
rito en cuestión.

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Gráficamente los 50 días se cuentan de la siguiente forma:

Domingo de
Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado
Resurrección
2do domingo de
Día 2 Día 3 Día 4 Día 5 Día 6 Día 7
Pascua
3er domingo de
Día 9 Día 10 Día 11 Día 12 Día 13 Día 14
Pascua
Día 4to domingo de
Día 17 Día 18 Día 19 Día 20 Día 21
16 Pascua
Día 5to domingo de
Día 24 Día 25 Día 26 Día 27 Día 28
23 Pascua
Día 6to domingo de
Día 31 Día 32 Día 33 Día 34 Día 35
30 Pascua
Día 7mo domingo de
Día 38 Día 39 Día 40 Día 41 Día 42
37 Pascua
Día
Día 45 Día 46 Día 47 Día 48 Día 49 Pentecostés
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CONCLUSIÓN

Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después
de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la
celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés. En esta fiesta
recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley
y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza
del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron
a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de


Pentecostés. En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana
de Pentecostés. Hoy se celebra la Solemnidad de Pentecostés, que conmemora la
Venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles, cincuenta días después de
la Resurrección de Jesucristo.

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BIBLIOGRAFÍA

de Surgy, P. (2001). Pentecostés. En Léon-Dufour, Xavier. Vocabulario de teología


bíblica (18a. edición). Barcelona (España): Biblioteca Herder. pp. 679-680.
Franzelin, D. (1881). Respecto a los argumentos bíblicos para el dogma:
Winstanley, Spirit in the New Testament. Synop. Roma (Italia)
Kelneer, H. (1908) Medii viæ kalendarium. Popular Antiquities, EE.UU. 370 pp.

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