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Corrientes de la Lingüística
Dominique M. Palafox Ramirez
24 de octubre de 2017
Formalismo, funcionalismo y cognitivismo
El objeto de estudio de la Lingüística, la lengua, ha sido analizado desde diversas posturas
que, a partir de determinado enfoque, buscan explicar qué es, sus funciones, su adquisición.
En este trabajo se expondrán algunas de estas posturas desde los enfoques formalista,
funcionalista y cognitivista. Se presentarán sus aspectos más importantes y aquellos puntos
en contra que otros autores encuentran en ellos.
Entre las asunciones de sus predecesores con las que estaba en desacuerdo se
encuentra la pronunciada por B.F. Skinner sobre la lengua como un conjunto de hábitos
construidos gradualmente con los años. Chomsky la refutó al establecer que el
comportamiento es irrelevante para el aprendizaje de la lengua, pues no se puede predecir
la expresión humana ante un estímulo determinado. También expresó su rechazo por la idea
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de que la comunicación es una función necesaria o significativa de la lengua. Rechazo que
es compartido entre los demás autores formalistas.
David Palmer (1986) basa su crítica en el hecho que las ideas teóricas de Chomsky
han permanecido abstractas, puesto que las teorías útiles no pueden permanecer en ese
estado por siempre. Debido a que si se quedan así, no se pueden usar para predecir,
controlar o describir fenómenos. Esto lo encuentra desde los términos que utiliza
(intención, creencia, propósito, voluntad y mente), ya que no los define, y al hablar sobre
propiedades del sistema nervioso, puesto que no indica en qué parte del sistema nervioso se
encuentran.
Tampoco está de acuerdo con que no especifique los estímulos que puedan provocar
el comportamiento innato complejo y que, además de eso, ni siquiera lo considere posible:
“it is unlikely that a necessary and sufficient operational criterion might be invented for the
much more abstract and far more important notion of grammaticalness.” (Chomsky 1965,
citado por Palmer 1986, p. 46). Pues si no hay estímulo, criterios objetivos o siquiera un
conjunto de operaciones mediante las cuales los sujetos puedan identificar entidades
teóricas, entonces, cómo se pueden generar reglas generales que caractericen las relaciones
permisibles entre estas entidades.
Por otro lado, los lingüistas funcionalistas a pesar de retomar ideas de la Gramática
Generativa -el innatismo y la importancia de la estructura- redirigieron la atención hacia el
componente social involucrado en el uso y adquisición del lenguaje. Pues, en
contraposición a los formalistas, consideran a la comunicación como un elemento central
para el estudio y análisis de la lengua. Las teorías postuladas por este enfoque tienden al
estudio de la semántica y la pragmática al nivel de discurso, relegando la sintaxis a un
segundo plano, al contrario del formalismo.
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las explicaciones heredadas del formalismo o estructuralismo sobre la estructura, se le ve
como una alternativa a ellos. El extremo niega la realidad de la estructura como estructura.
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Una estrategia, compartida tanto por las facultades lingüísticas y otras facultades
cognitivas, que, si bien tiene una base automática e inconsciente, puede modularse
conscientemente es la de la segregación figura y fondo. Langacker la denominó
perfilamiento. Ésta consiste en utilizar la atención para seleccionar aquella información
que el organismo juzga más relevante en una determinada situación. Mediante este
mecanismo se pueden explicar fenómenos como la variación “voz activa-voz pasiva”, pues
permite que el agente o paciente sea el que se convierta en figura atencional, el que recibe
atención deferencial; y construcciones lingüísticas como la topicalización, en la cual la
atención se desplaza intencionalmente a uno de los elementos de la oración. (Ibarretxe-
Antuñano, 2012, p.14)
Otro de sus principios característicos es que el lenguaje está basado en el uso, pues
el conocimiento que de él tienen los hablantes se basa en la abstracción de unidades
simbólicas que se extraen del uso regular del lenguaje. Conforme determinadas expresiones
lingüísticas se encuentran de manera frecuente en el discurso, las características asociadas a
ellas se van uniendo en estructuras de entidad más o menos sólida y autónoma, las
construcciones. Éstas por tanto no son innatas.
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La lingüística cognitiva desde la óptica del experiencialismo establece que el
lenguaje debe estudiarse considerando su función cognitiva y comunicativa, además de que
su objeto de estudio se debe centrar en la actuación. Con este último término se refiere a la
función que diversas estructuras comunicativas cumplen, el uso que de ellas se hace y el
significado que adquieren en el intercambio real. Debido a que considera estos factores, la
lingüística cognitiva muestra que favorece un estudio integral y al hacerlo, es posible que la
barrera entre los componentes de la gramática (sintaxis, semántica, pragmática) se
desvanezca.
A pesar de ser enfoques diferentes había algunas similitudes entre ellos. Las
variaciones entre unas y otras dependen de la función principal que le asignan a la lengua,
de los aspectos (sintácticos, semánticos o pragmáticos) a los que les den mayor importancia
y de la jerarquía en que establezcan entre lo social y lo individual en el proceso de
adquisición y uso del lenguaje.
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Referencias
Chomsky, N. (2007). Estructuras sintácticas. México: Siglo xxi.