Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
EL PRECIO DE LA LIBERTAD
La película Todopoderoso (Bruce Almighty, en inglés) describe la
historia de un joven desesperado que, debido a sus muchos fracasos
en la vida, desea resolver sus problemas teniendo poderes divinos. El
Todopoderoso le permite tener tales poderes durante unos días. Pero
los resultados son peores que antes. El joven descubre que hay cosas
que ni Dios mismo puede hacer, porque esas son las reglas del juego
para nuestro universo: la voluntad de las personas no puede ser
quebrantada, ni la gente puede ser obligada a amar. Esta parábola
moderna nos ayuda a entender lo que sucede con el mal. La libertad
ejercida fuera del amor, es decir, fuera del plan divino, daña nuestras
relaciones, creando injusticia, sufrimiento y dolor.7
Uno se pregunta, en efecto, por qué hará falta tanto tiempo para
acabar con el mal. Pero cuando nos paramos a pensarlo mejor nos
damos cuenta de que ese problema nos concierne personalmente a
nosotros mucho más que a Dios. ¿Cuántos años necesitamos para
aprender algo de la historia de Caín y Abel? ¿Cuántas personas
necesitan morir de hambre para que solidaricemos con los
hambrientos? ¿Cuántos inocentes tienen que ser torturados para
convencernos de que la crueldad es un horror? En esta vida el
problema del mal se plantea tanto del lado de Dios como del nuestro.
SUFRIMIENTO Y RESPONSABILIDAD
Está claro que la degradación de la armonía de nuestro entorno
denuncia una mala gestión en la que todos tenemos nuestra parte de
responsabilidad. Lo que ocurre en esta Tierra lejos de ser el fruto de la
voluntad divina es el resultado de la suma imposible de todas nuestras
voluntades. Si Jesús nos enseña a pedirle a Dios en el Padrenuestro:
“Hágase tu voluntad en la tierra” (Mateo 6:10) es porque esta no se
hace.
ATISBOS DE ESPERANZA
Si Dios es amor (1 Juan 4:8), solo puede desear lo mejor para sus
criaturas. Por eso podemos confiar en su bondad y al mismo tiempo
combatir los males del mundo causados por nuestro alejamiento de
sus planes. Confiamos en la misericordia divina, a pesar de
experimentar el sufrimiento, porque sabemos que el Creador también
aborrece el dolor (Romanos 8:31-39) y ha planeado su fin definitivo
(Apocalipsis 21:1-4). Sabiendo que el mal solo puede ser vencido por
el bien (Romanos 12:2) buscamos soluciones para ahora, a la espera
del cumplimiento de las promesas divinas más adelante. Lo que ya
sabemos y entendemos de Dios nos permite mantener la fe en él pese
a lo que no sabemos ni entendemos.13