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Fundación Universitaria Cervantina San Agustín

Programa de Teología
Programa de Introducción a la Teología Sacramental
Julio César Berdugo Marín
La liturgia es culmen y fuente de la Iglesia peregrina y camotal es necesario un desarrollo
desde tres importantes cuerpo, espacio y tiempo los cuales se desarrollaron a parir de la
evolución interna de la Iglesia, luego del Concilio Vaticano II, en el cual se señaló que la
Iglesia no podía seguir siendo rubricas y ornamentos; elementos a los cuales se les daba
gran importancia en la era pos tridentina y pre vaticano II. Cosa que se cambió con este
último concilio, pues a partir de él se empieza a comprender mejor “la Liturgia como
celebración del misterio pascal de Cristo que se vuelve presente de forma simbólica-
sacramental en la vida de la Iglesia, a su vez, desarrolla la dimensión intrínsecamente
teológica de la liturgia cristiana” (Sinivaldo Silva Tavares).

La cual es entendida por el Vaticano II, como acción" del "Cristo total" (Christus totus), que
se hace presente en el culmen y centro de la vida cristiana. La Eucaristía. La cual es
presencial real del cristo, que se entrega por la salvación de los hombres, por medio del
sacramento de la unidad, en torno al cual se congrega el pueblo cristiano que unido forma
el cuerpo de la única cabeza de la Iglesia que es Cristo Jesús. Esto desde la infinita bondad
de Dios que ha cada miembro del cuerpo da una función específica como lo señala 1 cor
12,27 cuando dice que todos los miembros del cuerpo poseen una función distinta: “Ahora
bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso
Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer
lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de
gobierno, diversidad de lenguas”. Esto con una finalidad muy clara que es la de hacer ver
al hombre que en la a diversidad de cada miembro del cuerpo es donde se haya gran
riqueza que no solo señalo Jesús de Nazaret, sino que continuaron indicando los apóstoles,
y de estos los padres apostólicos, sucesores de estos en la misión de trasmitir la fe al pueblo
de Dios.

Una en torno a la cual se desarrolló del cuerpo místico de Cristo. Que el concilio el Vaticano
II de manera majestuosa comprendió y reflexiono, para poner al servicio de la sagrada
liturgia en donde “el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce
el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo
sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia,
con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia”. (II
Concilio Ecuménico Vaticano, 1963)

Ya que la Eucaristía que es expresión del cuerpo de Cristo no surge de una nada o un vacío
sino de la tradición dada por el mismo Jesús de Nazaret, cuando señala en la última cena o
la cena de pascua que su sacrificio es uno perpetuo que dura por los siglos, y es entorno al
cual el hombre encuentra su salvación, al ser este “el Memorial de su Muerte y
Resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete
pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la
gloria venidera”. (II Concilio Ecuménico Vaticano, 1963).

Y es a partir de este orden de ideas que se puede entender lo que expresa en su Capítulo
III, la Constitución Sacrosanctum Concilium, cuando indica que los sacramentos se ordenan
a partir del sacrificio Eucarístico, para el bien de todo el género humano que a partir del
cuerpo místico no solo robustece el proceso de seguimiento sino que permite al hombre
crecer en la fe, pero no por las meras fuerzas humanas sino gracias, a la Gracia que Dios
en su infinita bondad confiere a su creatura.

Pero muy importante señalar que la presencia del cuerpo de Cristo también se hace sentir,
en la voz que expresa de manera unánime la Iglesia en el oficio de lectura.

El cual se da en un espacio determinada que sirve para el recogimiento y la preparación del


creyente en la búsqueda constante de Dios. Y para tal fin es necesario ver como
antecedente previo al espacio litúrgico cristiano el espacio litúrgico hebreo, que era el
templo, lugar de referencia de todo judío para la época de Jesús y la sinagoga en la cual leyó
Jesús el libro del profeta Isaías, como consta en el Evangelio de Lucas 4, 15-17.

Por lo que es muy importante señalar la figura de la sinagoga dentro de la liturgia cristina
ya que es este el lugar de acogida para la lectura de la sagradas escrituras desde una
concepción Cristológica, lectura que como señala el Santo papa Emérito Benedicto XVI, llevo
a una primera fricción que término con la separación de estas dos comunidades.

Acción que dio como resultado que el “sacrificio de la nueva Pascua y la celebración de la
Palabra, adquirió personalidad propia” (Arias). Acción que conllevo a la creación de un
espacio en el cual vivir el culmen de la vida cristiana que es el sacrificio del cuerpo
Eucarístico de Pan y vino. Haciendo que el cristiano o mejor el creyente en el Mesías, ya no
mirara tanto hacia el templos de Jerusalén como punto de referencia sino hacia el oriente,
que es donde se encuentra “el sol que nace de lo alto,” Lc 1,78 que no es más que la
presencia central de “Cristo-luz y no el Templo. Ya no se espera el retorno de Moisés con
un Sancta Santorum vacío, sino que se espera la venida gloriosa del mismo Cristo. Esto
manifiesta las dimensiones cósmica y escatológica de la liturgia cristiana”

Ya en torno al tiempo es importante señalar que la Iglesia Esposa fidelísima de Cristo lo


celebra todos los días y de manera especial cada domingo o “día del Señor” hasta terminar
en la gran solemnidad de la pascua, lo cual quiere decir que la acción litúrgica es una
constante en la cual los actos de Jesús de Nazaret, son “siempre presentes en cada tiempo,
con todos sus méritos, que por lo tanto portan salvación a cuantos hacen memoria… [Desde
la capacidad dada por Dios de] comprender en el hoy, el pasado y el futuro” (Oficina para
las Celebraciones Litúrgicas , s.f.). De una constante remembranza.

En la cual se recuerda que la Cristo es centro y culmen de la historia del hombre, ya que es
desde que se entiende la recapitulación de todo lo creado, la salvación y la creación o como
lo define a oficina para las celebraciones litúrgicas del sumo pontífice, citando al CIC 1164
“El misterio de Cristo, atravesando el tiempo, hace nuevas todas las cosas. Por lo que cada
vez que hacemos fiesta, recibimos la gracias que nos renueva y nos transforma”.

Ya que es desde Cristo en la historia que se entiende el sentido de un año litúrgico y las
celebraciones, pues sin el nada de esto tendría razón de ser ya que con su entrega en la cruz
se encierra el tiempo y el espacio que él representa al ser alfa y omega que hace nuevo
todo. Como lo explica Romano Guardini, “vida terrena ha entrado en la eternidad y
por tal motivo está relacionada a cada hora del tiempo redimido por su
sacrificio…”. (R. Guardini, Il testamento di Gesù, Milán 1993, p. 141).

Bibliografía
Arias, F. L. (s.f.). Capítulo III. Teología del espacio litúrgico en Joseph Ratzinger. En F. L.
Arias.
II Concilio Ecuménico Vaticano. (4 de 12 de 1963). Sacrosanctum Concilium. Obtenido de
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-
ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html
Oficina para las Celebraciones Litúrgicas . (s.f.).
http://www.vatican.va/news_services/liturgy. Obtenido de
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/details/ns_lit_doc_20120502_quand
o-celebrare1_sp.html
Sinivaldo Silva Tavares, O. (s.f.). theologica Latinoamericana. Obtenido de
http://theologicalatinoamericana.com/?cat=93
R. Guardini, Il testamento di Gesù, Milán 1993, p. 141.
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s1c2a1_sp.html

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