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Electrodo

Un electrodo es un conductor eléctrico utilizado para hacer contacto con una parte no
metálica de un circuito, por ejemplo un semiconductor, un electrolito, el vacío del grupo
(en una válvula termoiónica), un gas (en una lámpara de neón, o Argón), etc. La palabra
fue acuñada por el científico Michael Faraday por composición de las voces griegas
elektron, que significa ámbar y de la que proviene la palabra electricidad; y hodos, que
significa camino.1

Ánodo y cátodo en celdas electroquímicas


Un electrodo en una celda electroquímica. Se refiere a cualquiera de los dos conceptos,
sea ánodo o cátodo, que también fueron acuñados por Faraday. El ánodo es definido
como el electrodo en el cual los electrones salen de la celda y ocurre la oxidación, y el
cátodo es definido como el electrodo en el cual los electrones entran a la celda y ocurre
la reducción. Cada electrodo puede convertirse en ánodo o cátodo dependiendo del
voltaje que se aplique a la celda. Un electrodo bipolar es un electrodo que funciona
como ánodo en una celda y como cátodo en otra.

Célula electrolítica

Cuba electrolítica, mostrando los electrodos y la fuente de


alimentación que genera la corriente eléctrica.

Se denomina celda electrolítica al dispositivo utilizado para la descomposición


mediante corriente eléctrica de sustancias ionizadas denominadas electrolitos.

Los electrolitos pueden ser ácidos, bases o sales.

Ánodo de sacrificio
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Un ánodo galvánico o ánodo de sacrificio es el componente principal de un sistema de
protección catódica galvánica que se utiliza para proteger contra la corrosión las
estructuras metálicas enterradas o sumergidas.

Están hechos de una aleación metálica con mayor tendencia a la oxidación que el metal
de la estructura a proteger, es decir, con un potencial de reducción más negativo. La
diferencia de potencial entre los dos metales implica que el ánodo galvánico se corroe
preservando la estructura a conservar, ya que el material del ánodo se consumirá con
preferencia al metal de la estructura.

La oxidación (o sacrificio) del material del ánodo da lugar al nombre alternativo de


ánodo de sacrificio.

Ejemplo de un ánodo de sacrificio en el casco de un


barco.

Teoría
La corrosión es una reacción química que ocurre mediante un mecanismo
electroquímico.1 Durante la corrosión hay dos reacciones, la oxidación (ecuación 1),
donde los electrones abandonan el metal (eso da como resultado una pérdida real de
metal) y la reducción, donde se utilizan los electrones para convertir el agua o el
oxígeno en hidróxidos (ecuaciones 2 y 3).2

(1)Fe → Fe2+ + 2e−

(2)O2 + 2H2O + 4e− → 4OH−

(3)2H2O + 2e− → H2 + 2OH−


En la mayoría de entornos, los iones hidróxido y los iones hierro(II) se combinan para
formar hidróxido de hierro (II), que finalmente se convierte en el familiar óxido
marrón:3

( 4)Fe2+ + 2OH− → Fe(OH)2

Mientras la corrosión tiene lugar, se producen las reacciones de oxidación y reducción y


se forman células electroquímicas sobre la superficie del metal de modo que algunas
áreas se convertirán en anódicas (oxidación ) y otras áreas serán catódicas (reducción).
La corriente eléctrica fluirá desde las zonas anódicas al electrolito mientras el metal se
corroe. A la inversa, mientras la corriente eléctrica fluye desde el electrolito a las zonas
catódicas, la velocidad de corrosión se reduce.4 (En este ejemplo, 'corriente eléctrica' se
refiere al flujo de corriente convencional, más que al flujo de electrones).

Mientras el metal sigue corroyéndose, los potenciales locales sobre la superficie del
metal cambiarán y las áreas anódicas y catódicas van a cambiar y desplazarse. Como
resultado, en los metales ferrosos, se forma un revestimiento general de óxido sobre
toda la superficie, que eventualmente consumirá todo el metal. Esto es una visión
simplificada del proceso de corrosión, ya que puede ocurrir de varias formas diferentes.5

La protección catódica funciona mediante la introducción de otro metal (el ánodo


galvánico) con una superficie mucho más anódica, de modo que toda la corriente fluirá
desde el ánodo introducido y el metal a ser protegido se convierte en catódico, en
comparación con el ánodo. Esto evita eficazmente las reacciones de oxidación en la
superficie de metal, transfiriéndolas al ánodo galvánico, que será sacrificado en favor de
la estructura bajo protección.6

Para que esto funcione debe haber un flujo de electrones entre el ánodo y el metal a ser
protegido (por ejemplo, un cable conductor o contacto directo) y una vía de iones tanto
entre el agente oxidante (por ejemplo, agua o suelo húmedo) y el ánodo, como entre el
agente oxidante y el metal a proteger, formando así un circuito cerrado. Es decir
atornillar una pieza de metal activo, como el zinc, a un metal menos activo, como el
hierro dulce, simplemente en el aire (un mal conductor y por lo tanto que no va a formar
un circuito cerrado) no proporcionará ninguna protección.

Materiales a usar como ánodos


Hay tres metales principales utilizados como ánodos galvánicos: magnesio, aluminio y
zinc. Todos ellos están disponibles como bloques, barras, placas o en forma de cinta
extruida. Cada material tiene sus ventajas y desventajas.

El magnesio tiene el potencial eléctrico más negativo de los tres metales (véase serie
galvánica) y es más adecuado para las áreas donde la resistividad del electrolito (suelo o
el agua) es mayor. Se usa por lo general para tuberías metálicas bajo tierra y otras
estructuras enterradas, aunque también se utiliza en los barcos de agua dulce y en los
calentadores de agua. En algunos casos, el potencial negativo del magnesio puede ser
una desventaja: si el potencial del metal protegido se convierte en demasiado negativo,
los iones hidrógeno pueden movilizarse en la superficie del cátodo lo que conduce a
fragilización por hidrógeno o a la desunión del recubrimiento.78 Cuando esto sea
posible, se podrían utilizar ánodos de zinc.

El zinc y el aluminio se usan generalmente en agua salada, donde la resistividad es


generalmente menor. Las aplicaciones típicas son para los cascos de los barcos, tuberías
offshore y plataformas de producción, en motores marinos refrigerados con agua salada,
en las hélices y los timones de barcos pequeños, y en la superficie interna de los tanques
de almacenamiento.

El zinc se considera un material fiable, pero no es adecuado para su uso a temperaturas


altas, ya que tiende a la pasivación (se hace menos negativo); si esto sucede, la corriente
puede dejar de fluir y el ánodo deja de funcionar.9 El zinc tiene un voltaje de activación
relativamente bajo, lo que significa que en los suelos de mayor resistividad o en el agua
puede que no sea capaz de proporcionar suficiente corriente. Sin embargo, en algunas
circunstancias, donde hay un riesgo de fragilización por hidrógeno, por ejemplo, esta
tensión más baja es ventajosa, ya que se evita la sobreprotección.10

Los ánodos de aluminio tienen varias ventajas, tales como un peso más ligero y una
capacidad mucho mayor que el zinc. Sin embargo, su comportamiento electroquímico
no se considera tan fiable como el del zinc, y se debe tener mayor cuidado en la forma
en que se utilizan. Los ánodos de aluminio se pasivan cuando la concentración de ion
cloruro es inferior a 1446 partes por millón.11

Una desventaja del aluminio es que si se golpea una superficie oxidada, se puede
generar una gran chispa provocada por la reacción de la termita, por lo tanto, su uso está
restringido en tanques donde pueda haber atmósferas explosivas y exista riesgo de que
se caiga el ánodo.8

Puesto que la operación de un ánodo galvánico se basa en la diferencia de potencial


eléctrico entre el ánodo y el cátodo, prácticamente cualquier metal puede ser utilizado
para proteger algún otro, siempre que exista una diferencia suficiente en el potencial de
ambos. Por ejemplo, pueden ser utilizados ánodos de hierro para proteger el cobre.12

Consideraciones de diseño
Para el diseño de un sistema de protección catódica con ánodo galvánico deben
considerarse muchos factores, incluyendo el tipo de estructura, la resistividad del
electrolito (suelo o agua) en el que operará, el tipo de recubrimiento y la vida de
servicio.

El primer cálculo a realizar es la cantidad de material del ánodo que será necesaria para
proteger la estructura durante el tiempo necesario. Si se emplea muy poco material solo
proporcionará protección por un tiempo corto, y necesitará ser sustituido
periódicamente. Un exceso de material podría proporcionar más protección pero a un
costo innecesario. La masa en kg viene dada por la ecuación

( 5)Masa = (Corriente eléctrica necesaria x Tiempo de protección (en años) x 8760) ÷


(Factor de Uso x Capacidad del ánodo
 La vida de diseño o tiempo de protección se expresa en años (1 año = 8760
horas ) .
 El factor de uso del ánodo es un valor constante, que depende de su forma y del
modo en que este se conecta, lo que influye en la cantidad de material del ánodo
que se puede consumir antes de que deje de ser eficaz. Un valor de 0,8 indica
que puede consumirse el 80 % del ánodo, antes de que deba ser reemplazado.
 La capacidad del ánodo es una indicación de la cantidad de material que se
consume mientras la corriente fluye con el tiempo. El valor para el zinc en el
agua de mar es de 780 Ah/kg, pero el del aluminio es 2000 Ah/kg, lo que
significa que, en teoría, el aluminio puede producir mucha más corriente
eléctrica que el zinc antes de que se agote y este es uno de los factores a tener en
cuenta en la elección de un material particular.

La disposición de los ánodos ha de ser planificada con el fin de que sea capaz de
proporcionar una distribución uniforme de la corriente eléctrica en toda la estructura.
Por ejemplo, si un diseño concreto muestra que una tubería de 10 kilómetros de largo
necesita 10 ánodos, entonces poner aproximadamente un ánodo por kilómetro sería más
eficaz que poner los 10 ánodos en un extremo o en el centro.

LA CARBONATACIÓN, EL PRIMER CÁNCER


DEL HORMIGÓN (I)

El concreto armado fue considerado durante mucho tiempo el material ideal para las
construcciones de estructuras, ya que aunaba en un sólo bloque resistencia a la
compresión y resistencia a la tracción (concreto y acero de armar), y además el medio
protector del concreto preveía una larga vida al acero en su interior, pero la situación
ideal era transitoria, y la Carbonatación hace su aparición degradando esa capacidad del
concreto y expone al acero a la oxidación.

En el proceso que conocemos bajo el nombre de CARBONATACIÓN, El anhídrido


carbónico CO2 existente en el aire penetra en los capilares del concreto y se combina
con el hidróxido de calcio para formar carbonato de calcio. Esto provoca que la
alcalinidad del concreto que originalmente tiene un valor de pH de12 a13 se reduce con
el paso del tiempo.

Proceso de la Carbonatación

Los hidróxidos de calcio, sodio y potasio, disueltos en el componente acuoso del


concreto, son los responsables del elevado pH que actúa como protector del acero, y es
cuando el CO2 penetra en el concreto que se produce una reacción entre los hidróxidos
de la fase líquida intersticial y los compuestos hidratados del cemento, de tal manera
que cuando todo el Ca(OH)2, Na(OH) y K(OH) presentes en los poros han sido
carbonatados, el pH empieza a decrecer, dando como resultado un medio ácido que
produce un constante y progresivo efecto corrosivo en el acero.

Cuando el valor del pH llega a niveles inferiores a 9,5 la alcalinidad del concreto ya no
es suficiente para mantener pasiva la capa de óxido protectora de las armaduras de
acero. Esto provoca que, ante la presencia de la humedad y del oxígeno, se active la
corrosión de las armaduras embebidas en el concreto. El concreto en estas condiciones
de precariedad alcalina se conoce como “Concreto Carbonatado”.

Las posibilidades de profusión de la carbonatación en el concreto están en relación


directa al tiempo y la profundidad. El espesor del recubrimiento es por tanto un factor
determinante ante estas variables. La carbonatación del concreto es un fenómeno
relativamente lento. Por ejemplo en un concreto bien dosificado en cemento (350
kg/m3) la profundidad a la que llega la carbonatación es de4 mmen dos años,10 mmen 8
años,20 mmentre los 20 y 25 años.

Todo esto nos indica que ante la carbonatación, que es una degradación química del
concreto, debemos evitar:

 Mala dosificación del concreto.


 Porosidad
 Puesta en obra que facilite su fisuración
 Espesores de recubrimientos pequeños
 Exposición a medios agresivos

Existen revestimientos protectores del concreto que reducen la velocidad de


carbonatación del hormigón, estos elementos deben tener las propiedades siguientes:

 Impermeabilidad a los cloruros y al agua


 Buena Adherencia
 Resistencia a la intemperie
 Resistencia a la difusión de gases ( CO2, Oxígeno y vapor de agua)
 Permeabilidad para facilitar la transpiración del concreto
 Resistencia a las variaciones de temperatura
 Resistencia al ataque químico
 Resistencia a la abrasión
Entre estos elementos de protección del Concreto tenemos:

 Pinturas anticarbonatación
 Tratamiento hidrófugo del concreto
 Inhibidores de la corrosión
 Métodos electroquícos anti-corrosión
 Inhibidores de absorción
 Pasivadores de la oxidación (oxidantes y no oxidantes)

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