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ROBERT CASTEL

LA INSEGURIDAD SOCIAL
~ Qué es estar protegido?

MANANTIAL
Buenos Aires
Título original: L'insécurité sociale. AGRADECIMIENTOS
Qu'est-ce qu'être protégé?
Éditions du Seuil, 2003
© Éditions du Seuil et La République des Idées, 2003

Traducción: Viviana Ackerman

Disefio de tapa: Estudio R

Castel, Robert
La inseguridad social: ~qué es estar protegido?. -1'. ed. 2' reimp.-
Buenos Aires : Manantial, 2008. ·
112 p. ; 20x14 cm.- (Reflexiones)
Isabelle Astier, Lysette Boucher-Castel, Denis Merklen y
Traducción de: Viviana Ackerman
Albert Ogien me hicieron preciosas observaciones sobre una
ISBN 978-987-500-078-0 primera versión del manuscrito. Mi interpretación del "retor-
no de las clases peligrosas" está en deuda con entrevistas pro-
1. Seguridad Social I Título
CDD 363.1
puestas por Richard Figuier sobre este tema. Por último,
agradezco a Christine Colpin por su contribución esencial a
la elaboración del texto.
Hecho e! depósito que marca la ley 11.723
Impreso en la Argentina

© 2004, de esta edición y de la traducción,


Ediciones Manantial SRL
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(1085) Buenos Aires, Argentina
Te!: (5411) 4383-7350 /4383-6059
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www .emanantial.com.ar

ISBN: 978-987-500-078-0

Derechos reservados
Prohibida su reproducción total o parcial
ÍNDICE

Introducción ............ ................ ........ ............................. 11

Capítulo 1
La seguridad civil en el Estado de derecho..................... 17
Modernidad y vulnerabilidad........................................ 19
Seguridad pública y libertades públicas . . .. . .. .. . . . . . ... ... .. . . .. 27

Capítulo 2
La seguridad social en el Estado protector..................... 35
La propiedad o el trabajo............................................. 37
Una sociedad de semejantes ... . . . . .. . .. . . . .......... .. . . . . . .. . .. . . . . . 45

Capítulo 3
El aumento de la incertidumbre..................................... 53
Individualización y descolectivización . . . . . . . . . . . . .. . . .. . . ... . . . . . 55
El retorno de las clases peligrosas .................................. 62

Capítulo 4
Una nueva problemática del riesgo................................ 75
Riesgos, peligros y danos . .. . . . . . . .. . . . . . . .. .. . . . . . . . .. . . . . ... . . . . . . . . 76
Privatización o colectivización de los riesgos ................... 81
10 ROBERT CASTEL

Capítulo 5 INTRODUCCIÓN
~ c'
orno combat1r
. 1a msegun
. 'da d soc1a
. 1~......................... . 87
Reconfigurar las protecciones sociales ........................... . 88
Dar seguridad al trabajo ............................................. . 102

Conclusión ................................................................... . 113

Se pueden distinguir dos grandes tipos de protecciones. Las


protecciones civiles garantizan las libertades fundamentales y
la seguridad de los bienes y de las personas en el marco de un
Estado de derecho. Las protecciones sociales "cubren" contra
los principales riesgos capaces de entrafiar una degradación de
la situación de los indivíduos, como la enfermedad, el acciden-
te, la vejez empobrecida, dado que las contingencias de la vida
pueden culminar, en última instancia, en la decadencia social.
Desde este doble punto de vista vivimos probablemente -al
menos en los países desarrollados- en las sociedades más segu-
ras que jamás hayan existido. Las comunidades no pacíficas,
desgarradas por luchas intestinas, donde la justicia era expedi-
tiva y la arbitrariedad permanente, parecen, vistas desde Euro-
pa occidental o desde América del Norte, la herencia de un le-
jano pasado. El espectro de la guerra, esa terrible generadora
de violencia, también se alejó: ahora ronda y a veces hace es-
tragos en los confines del mundo "civilizado". Análogamente,
se ha alejado de nosotros esa inseguridad social permanente
que resultaba de la vulnerabilidad de las condiciones y conde-
naba en otras épocas a una gran parte del pueblo a vivir "al
día", a merced del más mínimo accidente que pudiera surgir
12 ROBERT CASTEL INTRODUCCIÓN 13

en el camino. Nuestras existencias ya no se desarrollan, desde dominar perfectamente todos los riesgos de la existencia, sino
el nacimiento hasta la muerte, sin redes de seguridad. Una más bien vivir rodeado de sistemas que dan seguridad, que
bien llamada "seguridad social" se ha vuelto un derecho para son construcciones complejas y frágiles, las cuales conllevan
la inmensa mayoría de la población, y ha generado una multi- en sí mismas el riesgo de fallar en su objetivo y de frustrar las
tud de instituciones sanitarias y sociales que se ocupan de la expectativas que generan. Por lo tanto, la propia búsqueda de
salud, de la educación, de las discapacidades propias de la protecciones estaría creando inseguridad. La razón de ello se-
edad, de las deficiencias psíquicas y mentales. A tal punto que ría que el sentimiento de inseguridad no es un dato inmediato
se ha podido describir este tipo de sociedades como "socieda- de la conciencia. Muy por el contrario, va de la mano de con-
des aseguradoras", que aseguran, de alguna manera de dere- figuraciones históricas diferentes, porque la segilridad y la in-
cho, la seguridad de sus miembros. seguridad son relaciones con los tipos de protecciones que
Sin embargo, en estas sociedades rodeadas y atravesadas asegura -o no- una sociedad, de manera adecuada. En otras
por protecciones, las preocupaciones sobre la segtiridad per- palabras, hoy en día estar protegido es también estar amena-
maneceu omnipresentes. No se puede eludir el carácter zado. EI desafío que nos interesa subrayar sería entonces
perturbador de esta constatación pretendiendo que el senti- comprender mejor la configuración específica de esas relacio-
miento de inseguridad es sólo un fantasma de personas aco- nes ambíguas protección-inseguridad, o seguros-riesgos, en la
modadas que habrían olvidado el precio de la sangre y de las sociedad contemporánea.
lágrimas, y hasta qué punto la vida antes era ruda y cruel. Aquí propondremos una línea de análisis para convalidar
Tiene tales efectos sociales y políticos que, por cierto, forma esta hipótesis. El hilo conductor es que las sociedades moder-
parte de nuestra realidad y hasta estructura en gran medida nas están construídas sobre el terreno fértil de la inseguridad
nuestra experiencia social. Hay que reconocer que, si bien las porque son sociedades de indivíduos que no encuentran, ni en
formas más masivas de la violencia y de la decadencia social ellos mismos ni en su medio inmediato, la capacidad de ase-
han sido ampliamente neutralizadas, la preocupación por la gurar su protección. Si bien es cierto que estas sociedades se
seguridad es por cierto de naturaleza popular, en el sentido han dedicado a la promoción dei individuo, promueven tam-
fuerte dei término. bién su vulnerabilidad ai mismo tiempo que lo valorizan. De
~Cómo dar cuenta de esta paradoja? Elia conduce a for- ello resulta que la búsqueda de las protecciones es consustan-
mular la hipótesis de que no habría que oponer inseguridad y cial·al desarrollo de este tipo de sociedades. Pero esta búsque-
protecciones como si pertenecieran a registras opuestos de la da se asemeja en muchos aspectos a los esfuerzos desplegados
experiencia colectiva. La inseguridad moderna no sería la au- para llenar el tonel de las Danaides, que siempre deja filtrar el
sencia de protecciones, sino más bien su reverso, su sombra peligro. La sensación de inseguridad no es exactamente pro-
llevada a un universo social que se ha organizado alrededor porcional a los peligros reales que amenazan a una población.
de una búsqueda sin fin de protecciones o de una búsqueda Es más bien el efecto de un desfase entre una expectativa so-
desenfrenada de seguridad. ~ Qué es estar protegido en estas cialmente construída de protecciones y las capacidades efecti-
condiciones? No es estar instalado en la certidumbre de poder vas de una sociedad dada para ponerlas en funcionamiento.
14 ROBERT CASTEL INTRODUCCIÓN 15

La inseguridad, en suma, es en buena medida el reverso de la alrededor de la búsqueda de la seguridad. Y ello por una do-
medalla de una sociedad de seguridad. ble razón. En primer lugar, porque los programas protectores
Idealmente, ahora habría que volver a trazar la historia de jamás pueden cumplirse completamente y producen decep-
la organización de estos sistemas de protecciones y de sus ción y aun resentimiento. Pero también porque su logro, aun-
transformaciones hasta el momento -es decir, hasta hoy- en que relativo, al dominar ciertos riesgos, hace emerger otros
que su eficacia parece precarizada por la mayor complejidad nuevos. Es lo que sucede hoy en día con la extraordinaria ex-
de los riesgos que supuestamente neutralizan, así como por la plosión de esta noción de riesgo. Tal exasperación de la sensi-
aparición de nuevos riesgos y de nuevas formas de sensibilidad bilidad a los riesgos muestra bien a las claras que la seguridad
a los riesgos. Programa que, evidentemente, no podrá ser rea- jamás está dada, ni siquiera conquistada, porque la aspira-
lizado aquí por completo. Nos conformaremos con esbozar es- ción a estar protegido se desplaza como un cursor y plantea
te proceso a partir del momento en que la problemática de las nuevas exigencias a medida que se van alcanzando sus objeti-
protecciones se redefine alrededor de la figura del individuo vos anteriores. Así, una reflexión acerca de las protecciones
moderno que vive la experiencia de su vulnerabilidad. Pero in- civiles y sociales debe conducir igualmente a interrogarse so-
sistiremos también en la diferencia entre los dos tipos de "co- bre la proliferación contemporânea de una aversión al riesgo
berturas" que intentan neutralizar la inseguridad. Hay una que hace que el individuo contemporâneo nunca pueda sen-
problemática de las protecciones civiles y jurídicas que remite tirse totalmente seguro. Pues ~qué nos protegerá -dejando de
a la constitución de un Estado de derecho y a los obstáculos lado a Dios o la muerte- si para estar plenamente en paz hay
experimentados para encarnados lo más cerca posible de las que poder dominar por completo todas las contingencias de
exigencias manifestadas por los indivíduos en su vida cotidia- la vida?
na. Y hay una problemática de las protecciones sociales que No obstante, esta toma de conciencia de la dimensión pro-
remite a la construcción de un Estado social y a las dificulta- piamente infinita de la aspiración a la seguridad en nuestras
des que surgen para que pueda asegurar al conjunto de los in- sociedades no debe conducir a cuestionar la legitimidad de la
divíduos contra los principales riesgos sociales. Esperamos que búsqueda de protecciones. Todo lo contrario, es la etapa críti-
la cuestión de la inseguridad contemporânea pueda esclarecer- ca necesaria que hay que atravesar para definir las acciones
se si se consigue captar la naturaleza de los obstáculos que que hoy se requieren para hacer frente del modo más realista
existen en cada uno de los dos ejes de la problemática de las a las inseguridades: combatir los factores de disociación so-
protecciones para realizar un programa de seguridad total, y cial que están en la raíz tanto de la inseguridad civil como de
también si se toma conciencia de la imposibilidad de hacer su- la inseguridad social. No conseguiremos la seguridad de estar
perponer por completo estos dos órdenes de protecciones. liberados de todos los peligros, pero se podría ganar la opor-
Entonces tal vez esternos en condiciones de comprender tunidad de habitar un mundo menos injusto y más humano.
por qué es la propia economía de las protecciones la que pro-
duce una frustración sobre la situación de la seguridad cuya
existencia es consustancial a las sociedades que se construyen
Capítulo 1

LA SEGURIDAD CIVIL
EN EL ESTADO DE DERECHO

Afirmábamos que hay configuraciones históricas diferen-


tes de la inseguridad. Las hay "premodernas". Cuando domi-
nan los lazos entretejidos alrededor de la família, dellinaje y
de los grupos de proximidad, y cuando el individuo está defi-
nido por e! lugar que ocupa en un orden jerárquico, la seguri-
dad está garantizada en lo esencial por la pertenencia directa
a una comunidad y depende de la fuerza de estas inserciones
comunitarias. Entonces se puede hablar de protecciones de
proximidad. Por ejemplo, a propósito del tipo de comunida-
des campesinas que han dominado el Occidente medieval,
Georges Duby habla de "sociedades enmarcadas, seguras,
provistas" .1 Paralelamente, en la ciudad, la pertenencia a
cuerpos de ofícios (guildas, cofradías, corporaciones) inscribe
a sus miembros en sistemas fuertes simultáneamente de obli-
gaciones y de protecciones que garantizan su seguridad ai
precio de su dependencia en relación con el grupo de perte-

1. Georges Duby, "Les pauvres des campagnes dans l'Occident médiéval


jusqu'au xne siecle", Revue d'histoire de l'Église en France, t. UI, 1966,
pág. 25.
18 ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 19
nencia. Son las mismas sociedades que están continuamente
expuestas a las devastaciones de la guerra y a los riesgos de Modernidad y vulnerabilidad
escasez, hambrunas y epidemias. Pero se trata de agresiones
que amenazan a la comunidad desde afuera y, en última ins- Con el advenimiento de la modernidad, el status del indi-
tancia, pueden llegar a aniquilada. Por sí mismas, sin embar- viduo cambia radicalmente. Éste es reconocido por sí mismo,
go, como dice Duby, son "seguras": protegen a sus miembros al margen de su inscripción en colectivos. Pero no ~or ello es-
sobre la base de redes estrechas de dependencias e interdepen- tá seguro de su independencia, muy por el contran.o. Segu~a­
dencias. mente es Thomas Hobbes quien ha brindado la pnmera pm-
En esas sociedades -cuya descripción necesariamente debe- tura estremecedora y fascinante, de lo que realmente sería
mos simplificar aquí- también existe de manera evidente inse- una ~ociedad de indivíduos. Testigo a través de las guerras d.e
guridad interna. Pero ésta es introducida por los indivíduos y religión en Francia y de la guerra civil inglesa de la ~esestabi­
los grupos que están fuera de los sistemas de dependencias- lización de un orden social fundado en las pertenenCias colec-
protecciones comunitarias. En las sociedades preindustriales tivas y legitimado por las creencias tradicionales, lleva al ex-
europeas, este peligro se cristalizá en la figura del vagabundo, tremo la dinámica de la individualización hasta el punto en
es decir, del individuo desafiliado por excelencia, a la vez fue- que ésta dejaría a los indivíduos enteramente librados a sí
ra de la inscripción territorial y fuera del trabajo. La cuestión mismos. Una sociedad de indivíduos no sería ya, hablando
del vagabundeo fue la gran preocupación social de aquellas con propiedad, una sociedàd sino un estado ~e ~:tural~z~, es
comunidades, movilizó una cantidad extraordinaria de me- decir, un estado sin ley, sin derecho, sin constltucw.n poht1ca Y
didas de carácter dominantemente represivo para intentar sin instituciones sociales, presa de una competenCia desenfre-
erradicar -por otra parte, en vano- esa amenaza de subver- nada de los indivíduos entre sí, y de la guerra de todos contra
sión interna y de inseguridad cotidiana que supuestamente re- todos.
presentaban los vagabundos. Si se quisiera escribir una histo- Por ello sería una sociedad de inseguridad total. Liberados
ria de la inseguridad y de la lucha contra la inseguridad en las de toda regulación colectiva, los indivíduos viven bajo ~1 sig-
sociedades preindustriales, el personaje principal sería el va- no de la amenaza permanente porque no poseen en SI m1smos
gabundo, siempre percibido como potencialmente amenaza- el poder de proteger y de protegerse. Ni siquiera 1~ ley d~l
dor, y sus variantes abiertamente peligrosas, como el saltea- m~s fuerte puede estabilizar la situación porque Dav1d ~o~na
dor, el bandido, el outlaw -todos ellos indivíduos sin amarras matar a Goliat y porque el fuerte podrá siempre ser amqmla-
que representan un riesgo de agresión física y disociación so- do, aunque más no fuere por uno más débil que ten.dría el co-
cial, porque existen y actúan por fuera de todo sistema de re- raje de asesinarlo durante el sueíio. En con~ecuenCia, es con-
gulaciones colectivas. cebible que la necesidad de estar proteg~do pueda. ser el
imperativo categórico que habría que asum~r a cualq~1er pre-
cio para poder vivir en sociedad. Esta soc1edad sera fu~da­
mentalmente una sociedad de seguridad porque la segundad
es la condición primera y absolutamente necesaria para que
20 ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 21

los indivíduos, desligados de las obligaciones-protecciones venir en los asuntos públicos y de conformarse con padecer el
tradicionales, puedan "hacer sociedad ".
poder político. Pero sus efectos no son tampoco despreciables,
Se sabe que Hobbes ha visto en la existencia de un Estado ya que es la condición de existencia de una sociedad civil y de
absoluto el único medio de garantizar esta seguridad de las la paz civil, de las cuales sólo un Estado absoluto puede ser el
personas Y de los bienes, y por ello mismo suele tener mala garante. A la sombra del Estado protector, el hombre moderno
prensa. Pero quizá haya que tener algo del coraje intelectual podrá cultivar libremente su subjetividad, lanzarse a la con-
de Hobbes para suspender por un instante el horror legítimo quista .de la naturaleza, transformada mediante su trabajo y
que puede suscitar el despotismo del Leviatán y para com- asentar su independencia sobre sus propiedades. Hobbes afir-
prender que ésta no es sino la respuesta última, pero necesaria ma incluso la necesidad de un rol de protección social del Es-
a la exigencia de protección total surgida de una necesidad d; tado para los indivíduos en estado de necesidad:
seguridad que tiene profundas raíces antropológicas. "El po-
der, dice Hobbes, si es extremo es bueno porque es útil para Ia Dado que hay muchos hombres que, a causa de circunstancias
protección; y es en la protección donde reside la seguridad. "2 inevitables, se vuelven incapaces de subvenir a sus necesidades
Max Weber dirá también, de una manera más matizada que por medio de su trabajo, no deben ser abandonados a la caridad
privada. Corresponde a las leyes de la República asistirlos, en to-
no ha suscitado controversias, que el Estado debe tener elmo-
da la medida requerida por las necesidades de la naturaleza. 3
nopolio dei ejercicio de la violencia. Pero, sobre todo, el análi-
sis de Hobbes tiene una contrapartida, con frecuencia menos No estoy haciendo la apología de Thomas Hobbes, pero
subrayada. Al movilizar todos los medios necesarios para go- pienso que él definió un esquema muy sólido para compren-
bernar a los hombres, es decir, ai monopolizar todos los pode- der los problemas profundos de la cuestión de las protec-
res políticos, el Estado absoluto libera a los individuas del ciones en las sociedades modernas. Estar protegido no es un
miedo y les permite existir libremente en la esfera privada. El estado "natural". Es una situación construi da, porque la inse-
ho~re~~o Leviatán es también ese poder tutelar que le permite guridad no es un imponderable que adviene de manera más o
ai md1v1duo existir como éllo considere deseable y pensar lo menos accidental, sino una dimensión consustancial a la coe-
que quiera en su fuero interno, que dispone el respeto de las xistencia de los indivíduos en una sociedad moderna. Esta
creencias religiosas antagónicas (lo cual no es poco en perío- coexistencia con el prójimo es sin ninguna duda una oportu-
dos de fanatismo religioso) y la capacidad para todos de em- nidad, aunque más no sea porque es necesaria para formar
prender aquello que les parezca más adecuado, y de gozar en una sociedad. Pero, pese a todos los que celebran ingenua-
paz de los frutos de su industria. El precio que hay que pagar mente los méritos de la sociedad civil, es también una amena-
no es exiguo, ya que se trata de renunciar totalmente a inter- za, si al menos no hay una "mano invisible" para armonizar
a priori los intereses, los deseos o la voluntad de poder de los

. ~·Thomas Hobbes, Le Léviathan, París, Sirey, 1971 (trad. cast.: Elle-


vzatan, Buenos Aires, Losada, 2003].
3. Ibid., pág. 369.
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO
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22 ROBERT CASTEL

individuas. Por consiguiente, es menester una construcción de Dado que el individuo ya no está tomado en las redes tra-
protecciones que no se conforme con convalidar las modali- dicionales de dependencia y de protección, lo que lo prote~e
dades inmediatas dei "vivir con", y ello tiene un costo. Hob- es la propiedad. La propiedad es la base de rec_ursos a part1r
bes ha ubicado muy alto, y sin ninguna duda demasiado alto, de la cual un individuo puede existir por sí m1smo Y no de-
el costo que hay que pagar para cumplir con ese desvío. Pero pender de un amo o de la caridad del prójimo. ~s la p~opie­
si bien es cierto que la inseguridad es consustancial a una so- dad la que ga,rantiza la seguridad frente a las c~nt1~genc1as_de
ciedad de individuas, y que necesariamente hay que combatir- la existencia, la enfermedad, el accidente, la m1sena de qmen
la para que éstos puedan coexistir en el seno de un mismo no puede seguir trabajando. Y a partir dei momento e~ ~ue se
conjunto, esta exigencia también implica movilizar una bate- lo llama a elegir a sus representantes en el plano p~huco,. es
ría de medios que nunca serán anodinos, y en primer lugar también la propiedad la que garantiza la autonom1~ del cm-
instituir un Estado dotado de un poder efectivo para desem- dadano: en efecto, gracias a ella éste se ha vuelto hbre ~ar~
pefíar ese rol de proveedor de protecciones y de garante de la opinar y elegir, insobornable para obten_er ~u voto Y ~o mtl-
seguridad. midable por aquellos que quieren consutmrse una .chent~l,a.
Por otra parte, si bien Hobbes goza de una reputación más La propiedad en una República moderna cuy_a conflgurac10n
bien demoníaca, bien mirado no hace más que anticipar, de esboza Locke es el soporte insoslayable med1ante el cual los
forma paradójica y provocadora, una parte importante de lo ciudadanos pueden ser reconocidos como tales en su indepen-
que será la vulgata de los liberales, cuyas huellas podrán en- dencia.
contrarse hasta nuestros días. Comenzando por John Locke, Pero Locke ve, ciertamente él también, que esta soberanía
que a su vez pasa por ser más bien el padre benigno y toleran- social del propietario no alcanza en sí misma, y que es necesa-
te dei liberalismo. Treinta afíos después que Hobbes, Locke ria la existencia de un Estado para que el individuo disponga
celebra con optimismo a ese hombre moderno que, a través de la libertad de desarrollar sus empresas y de gozar en paz
dellibre desenvolvimiento de sus actividades, construye su in- de los frutos de su trabajo. Esto es tan cierto que Locke ve en
dependencia con su trabajo y se vuelve simultáneamente pro- ello e1 fundamento del pacto social, la necesidad imperiosa de
pietario de sí mismo y de sus bienes: dotarse de una constitución política:

El hombre. es amo de sí mismo y propietario de su propia El fin esencial que persiguen los hombres que se unen para
persona y de sus acciones, y de su trabajo.4 formar una República y se someten a un gobierno es la preserva-
ción de su propiedad.5

4. John Locke, Second traité du gouvernement (1690), traducción fran-


cesa, París, PUF, 1994, § 173 [trad. cast.: Segundo trqtado sobre el gobier-
no civil, Madrid/Buenos Aires, Alianza, 1990]. Este esquema de la propie- pública puedan ejercer libremente su ciudadanía política (véase Oceana, tra-
dad garante de la independencia está también presente en James Harrington ducción francesa, París, Belin, 1995).
(1611-1677), que ve en ella la condición para que los miembros de una Re- 5. J. Locke, Segundo tratado sobre el gobierno civil, § 124.
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ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 25

d Es I~ de!ensa de la propiedad lo que justifica la existencia también represión, que podrá ser violenta, de los intentos co-
e u~ sta o cuya función esencial es preservaria. Pero por lectivos de subversión dei orden propietario). Si nos atene-
propiedad h~y que_ entender, una vez más, no sólo la pro ie- mos a un juicio de orden moral, se puede denunciar una con-
?ad de los bien~s smo también Ia propiedad de sí mismo p ue tradicción en el funcionamiento del Estado liberal. Así se Ie
~s~os hacen ~osible, q~e es la condkión de la libertad y d; la dará crédito por haber intentado instituirse en Estado de de-
m ependencia de los cmdadanos. Los ho.inbres, dice Locke, recho que defiende los derechos civiles y Ia integridad de las
personas, 7 y asimismo provocará indignación por el hecho de
hacen el pr?yecto de unirse para la preservación mutua de su vi-
que ese mismo Estado es el que aplastó la insurrección de los
da, dbe su h~e:tad y de sus bienes -lo que yo denomino con el
nom re genenco de propiedad. 6 obreros parisinos en junio de 1848 o a la Comuna de París
en 1871. Por un lado el legalismo jurídico, y por el otro el re-
,La República de Locke no es el Leviatán de Hobbes. Po- curso, a veces brutal, al ejército o a las milícias de la Guardia
dra b~~ca.r, por otra parte no sin dificultad, formas de repre- Nacional. Pero se puede anular esta aparente contradicción si
sentacwn democrática que harán de ella, en cierta medida al se comprende que el fundamento de este tipo de Estado es
menos, la expresión de la voluntad de los ciudadanos s· asegurar la protección y la seguridad. En esta configuración,
embargo, el Estado
. ,
liberal cuyo modelo ha trazado Loc.k emy
que se orga~I~a~a en Ia sociedad moderna no transigirá con
~1 ;andato IniCial que sele confía: ser un Estado de seguri-
7. Este esfuerzo va mucho más allá de un simple ropaje "formal" para
disimular las desigualdades reales. Para atenernos a un solo ejemplo, la mo-
a d~ Jroteger a las personas y sus bienes. AI respecto se ha narquía de Julio desplegó esfuerzos considerables para justificar en el campo
po 1 o hablar a la vez de "Estado mínimo" y d "E' d del derecho el encierro de los enfermos mentales. La posición era clara. Los
ge d " 1 I e sta o locos, por ser percibidos como peligrosos, no podían ser dejados en libertad.
n arme ' o cua no es contradictorio. Ese Estado es un Es- Pero como no eran responsables, no podían ser condenados y no iban a pri-
~ado de ~~recho que se concentra en sus funciones esenciales sión. El problema en la década de 1830 concernía a una decena de miles de
de fuat-Ian del orden público Y de garante de los derechos y personas y por lo tanto no amenazaba el orden social. Pero sí amenazaba
e_ o~ . Ienes de los indivíduos. Se prohíbe a sí mismo en los princípios del Estado liberal, esto es, la necesidad de salvaguardar el ca-
rácter legal de la sanción y de prohibir toda forma de encierro arbitraria que
pnnci~Io al m~no~ (pues en los hechos las cosas serán :Uás recordara las cartas reales de encarcelamiento y los prisioneros de Estado
co~phcadas), mmiscuirse en las otras esferas, económicas del absolutismo real. La solución del callejón sin salida fue la aceptación del
sociales, de la sociedad. Pero ai mismo tiempo será riguros~ encierro terapéutico propuesto por Esquirol y por los primeros alienistas (se
debe encerrar a un loco no para castigado sino para curado). Pero la ley de
para la defe~sa de la integridad de Ia persona y de sus dere- 1838, que confirma este estatuto de excepción de los enfermos mentales, fue
chos, y de,sp~adado con los enemigos de Ia propiedad (sancio- votada tras largos meses de controversias apasionadas en la Cámara de Di-
nes dei codigo penal contra los ataques a los bienes, pero putados y en la Cámara de los Pares. El tema de estos debates riquísimos era
garantizar la seguridad contra los trastornos de la locura, pero en un marco
legal, al punto que fue necesario redactar laboriosamente una nueva ley pa-
ra conseguido. La ley de 1838 en favor de los alienados es sin duda alguna
6.]. Locke, ibid., § 123. una ley de excepción, pero es una ley, y fue votada respetando los procedi-
mientos más democráticos de la época.
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 27
26 ROBERT CASTEL

la protección de las personas es inseparable de la protección patriotas son sagradas". 8 Sólo grupos extremadamente mar-
de sus bienes. Su mandato va dei ejercicio de la justicia y dei ginales pensaron y actuaron más aliá de este horizonte de la
mantenimiento dei orden por medio de operaciones policiales propiedad privada, como los partidarios de Babeuf, * que
a la defensa dei orden social fundado en la propiedad, movi- pagaron su postura con la vida. Pero eran ultraminoritarios
lizando, "en caso de fuerza mayor", medios militares o para- y se situaban por fuera dei campo de la construcción dei Es-
militares si es necesario. tado moderno tal como ha prevalecido hasta nuestros días
Hay que recordar que la propiedad no fue ubicada por (con la excepción de lo que sucedió en Europa dei Este y en
casualidad o por inconsecuencia en el rango de los derechos otros lugares por obra de la prolongación de la revolución
inalienables y sagrados en la Declaración Universal de los bolchevique de 1917, pero esa es otra historia).
Derechos dei Hombre y dei Ciudadano, disposición retoma-
da con variaciones por las diferentes constituciones republi-
canas. No puede tratarse solamente de la propiedad "bur- Seguridad pública y libertades públicas
guesa" que reproduciría los privilegias de una clase. AI
comienzo de la modernidad, la propiedad privada adquiere Hay también una coherencia profunda en el edifício sacio-
una significación antropológica profunda porque aparece político propuesto al comienzo por los primeros liberales y
-Locke fue uno de los primeros en percibirlo- como la base que intentará imponerse a lo largo dei siglo XIX a través de
a partir de la cual el individuo que se emancipa de las pro- muchas vicisitudes. La piedra angular es que pretende asegu-
tecciones-sujeciones tradicionales puede encontrar las condi- rar a la vez la protección civil de los indivíduos fundada en el
ciones de su independencia. De lo contrario, no se compren- Estado de derecho y su protección social fundada en la pro-
dería que la propiedad privada haya sido defendida no sólo piedad privada. En efecto, la propiedad es la institución social
por los conservadores y las corrientes más moderadas (bur- por excelencia, en el sentido de que cumple con la función
gueses si se quiere) de la época prerrevolucionaria o revolu- esencial de salvaguardar la independencia de los indivíduos y
cionaria, sino también por sus representantes más radicales. de asegurarlos contra los riesgos de la existencia. Como sos-
Rousseau, Robespierre, Saint-Just, los sans-culottes, no pre- tiene Charles Gide a comienzos del siglo XX:
tendeu suprimir la propiedad sino restringida y disponer el
acceso de todos los ciudadanos a ella. Robespierre quiere re-
8. Saint-Just, citado por Maxime Leroy, Histoire des idées sociales en
definir los límites de la propiedad por medio de la ley y
France, t. II, pág. 272. Es cierto que Saint-Just agrega: "Pero los bienes de
Saint-Just sueíi.a con una república de pequenos propietarios, los conspiradores serán para los desdichados". No obstante, este comple-
porque sólo los individuos-propietarios gozarían de la in- mento confirma el valor eminente dado a la propiedad: es necesaria para los
dependencia y de la libertad necesarias a los ciudadanos in- verdaderos ciudadarios, mientras que los enemigos de la patria no son dig-
' nos de ella.
cluida la defensa de la patria con las armas en la mano. De- •· François Noel Babeuf (Gracchus), revolucionario francés que conspiró
fenderían así a la vez la república y su propio status de contra el Directorio (Conspiración de los Iguales) y terminó ejecutado. Su
ciudadanos adosado a la propiedad: "Las propiedades de los doctrina fue llamada "comunismo igualitario" (n. del t.).
28 ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 29

En lo que ataiie a la clase poseedora, la propiedad constitu-


más o menos democrático, y a medida que esto sucede, plan-
ye una institución social que vuelve casi superfluas todas las
otras. 9 tea límites ai ejercicio de ese poder que se cumple plenamen-
te sólo a través del despotismo o del totalitarismo. Un Esta-
Con ello hay que entender que la propiedad privada ga- do democrático no puede ser protector a cualquier precio,
rantiza, en el sentido pleno de la palabra, contra las con- e!
porque ese precio sería el que Hobbes ~a est_ablecid~: ~b­
tingencias de la vida social (en caso de enfermedad, de acci- solutismo dei poder dei Estado. La ex1stenc1a de pn~~1p10s
dente, de cese dei trabajo, etc.). Vuelve inútil "lo social" constitucionales, la institucionalización de la separacwn de
entendido como el conjunto de los dispositivos que serán los poderes, la preocupación por respetar el derecho en e1
puestos en marcha para compensar el déficit de recursos nece- uso de la fuerza, incluída la fuerza pública, ponen otros t~n­
sarios para vivir en sociedad por sus propios medios. Los in- tos límites al ejercicio de un poder absoluto y ~rean? m-
divíduos propietarios pueden protegerse a sí mismos movili- directa pero necesariamente, las condiciones de Cierta mse-
zando sus propios recursos, y pueden hacerlo en el marco guridad. Para tomar un solo ejemplo, e1 contr?l de la
legal de un Estado que protege esta propiedad. Se puede ha- magistratura sobre la policía enmarca las formas de m~e,rven­
blar al respecto, para ellos, de una seguridad social asegura- ción de las fuerzas dei orden y limita su libertad de accwn. El
da. En cuanto a la seguridad civil, está asegurada, a su vez, delincuente podrá sacar partido de la preocupación de resp~­
por un Estado de derecho que garantiza el ejercicio de las li- tar las formas legales, y la impunidad con la que se _benefi-
bertades fundamentales, imparte la justicia y vela porei desa- cian algunos delitos es una consecuencia cuasinecesana de la
rrollo pacífico de la vida social (es el trabajo de las "fuerzas sofisticación dei aparato judicial. La crítica recurrente dei
del orden" que supuestamente garantizan de forma cotidiana "laxismo" con que actuarían las autoridades responsables
la seguridad de los bienes y de las personas). del mantenimiento dei orden tiene su fuente profunda en es-
Sin embargo, se trata de un programa ideal que no puede ta distancia, que existe siempre en un Estado de derec~o,_en­
erradicar totalmente la inseguridad porque, para hacerlo, se- tre la exigencia de respetar las formas legales y las pract1cas
ría necesario que el Estado controle todas las posibilidades, represivas que estarían incondicionalmen~e g?berna~as por
individuales o colectivas, de transgredir el orden social. Se Ia mera preocupación de ser eficaces. En termmos mas ge~e­
puede apreciar la fuerza dei paradigma propuesto por Hob- rales cuanto más se aparte un Estado dei modelo dei Levia-
bes: la seguridad puede ser total si y sólo si el Estado es ab- tán; despliegue un andamiaje jurídico complejo, más co_r:e
soluto, si tiene el derecho o en todo caso el poder de aplastar e1 riesgo de defraudar la exigencia de asegurar la prot_ec~I,on
sin limitación alguna todas las veleidades de atentar contra absoluta de sus miembros. Para superar esta contrad1cc10n,
la seguridad de las personas y de los bienes. Pero si se vuelve todos los ciudadanos deberían ser virtuosos -tal _como Rou~­
seau lo había visto con toda claridad- o debenan ser obh-
gados a serlo. Sin embargo, todos los ciudadanos n~ son es-
pontáneamente virtuosos ni mucho menos, y nos v1en~ con
9. Charles Gide, Économie sociale, París, 1902, pág. 6.
rapidez a la mente Robespierre para recordamos el prec10 de
30 ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 31

una política de la virtud, que pasa por el ejercicio dei terror do propia de las sociedades modernas. Como en ellas el indi-
revolucionaria. Pero si la virtud no es espontánea y si uno se viduo está sobrevalorado, y dado que se siente a la vez frágil
niega a inculcaria a la fuerza, entonces hay que admitir que y vulnerable, exige dei Estado que lo proteja. Así, la "deman-
la seguridad absoluta de los bienes y de las personas jamás da de Estado" aparece más fuerte en las sociedades modernas
estará completamente asegurada en un Estado de derecho. Es que en las sociedades que las precedieron, donde m:uchas pro-
el dilema inscripto en el corazón de la aplicación de la ley. tecciones-sujeciones eran dispensadas a través de la participa-
Aplicar la ley implica la movilización de procedimientos ca- ción en grupos de pertenencia situados por debajo dei sobera-
da vez más complejos que mantienen e incluso profundizan no. De ahora en más la presión se ejerce esencialmente sobre
la distancia entre lo que prescribe ei orden legal y la manera el Estado, a riesgo de que sele reproche ser demasiado inva-
como éste estructura las prácticas sociales.
sor. Pero si se pretende un Estado de derecho, éste no puede
En Francia, durante las Ó.ltimas elecciones, la temática de sino defraudar esa búsqueda de protección total, pues la segu-
la inseguridad cobró una fuerza tal que a veces Ilegó a rozar ridad total no es compatible con el respeto absoluto de las
el delírio, y hoy por hoy la situación no parece encontrarse en formas legales.
vías de calmarse. Es fácil subrayar la distancia enorme que se- Consecuentemente, se podría comprender que el senti-
~ara la obsesión acerca de la seguridad de las amenazas obje- miento de inseguridad, aun cuando tome formas extremas y
ttvas que pesan sobre los bienes y las personas en una socie- totalmente "irrealistas", procede menos de una insuficiencia
dad como la nuestra, comparada por ejemplo con lo que de las protecciones que del carácter radical de una demanda
suced~ hoy en dí~ en más de la mitad dei Planeta o con lo que de protección cuyas raíces profundas esclareció Hobbes a co-
sucedia en Francta hace un siglo. 10 Elia, sin embargo, no es mienzos de la modernidad. El genio de Hobbes nos ayuda a
fantasmática, porque traduce un tipo de relación con el Esta- tomar, conciencia de la paradoja que estructura la problemá-
tica de la seguridad civil en las sociedades modernas. En es-
tas sociedades de indivíduos, la demanda de protección es in-
. 10. So~re l! i~s~gurida? en otras áreas _c~lt~rales, véase por ejemplo Lú-
cio Kowanck, Ltvmg at nsk, on vulnerabthty m urban Brazil" en Escritos finita porque el individuo en tanto tal está ubicado fuera de
Urbano_s, San P~blo, E?itora 34, 2000. Pintura impresionante,de la omni- las protecciones de proximidad, y no podría encontrar su
presencia de la msegundad en las metrópolis brasileíias. Sobre la situación realización sino en el marco de un Estado absoluto (ei que
en Francia hace un siglo, véase por ejemplo Dominique Kalifa "L'attaque
Hobbes veía organizarse con el absolutismo real; es por ello
n?cturne", en Société et représentation, Credes, no 4, mayo d~ 1997, que
pmta a la vez la inseguridad real y la puesta en escena de los medios de la también que sus análisis no son puras construcciones dei es-
época de la inseguridad de las noches parisinas alrededor de 1900. Se obser- píritu). Pero esta misma sociedad desarrolla simultáneamen-
va que en el tiempo de los apaches la violencia criminal estaba incontesta- te exigencias de respeto de la libertad y de la autonomía de
blemente más presente que hoy; la prensa a veces relataba hasta ciento cua-
rent~ . ataques . noctur:ws por mes en París, pero también se ve que la los indivíduos que no pueden realizarse más que en un Esta-
t~matica de la msegundad ya era explorada con fines políticos. Atacar ella- do de derecho. Así, se puede comprender el carácter a la vez
XIsmo del prefecto de polida era también para la oposición de entonces una no realista y muy real dei sentimiento contemporáneo de in-
manera de cuestionar la legitimidad del gobierno.
seguridad como un efecto vivido a diario de esta contradic-
32 ROBERT CASTEL LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO 33

ción entre una demanda absoluta de protecciones y un lega- de la "tolerancia cero" pregonada en Francia contra la delin-
lismo que se desarrolla actualmente bajo la forma exacerba- cuencia, se ve bien a las claras que los Estados que exhiben su
da de recurrir al derecho en todas las esferas de la existencia, adhesión a los derechos humanos al punto de pretender dar,
aun las más privadas. El hombre moderno quiere de forma respecto de este tema, lecciqnes al resto del ~un~o están i?ce-
absoluta que se le haga justicia en todos los domínios, inclu- santemente amenazados por un posible deshzam1ento haCia la
so en su vida privada, lo que abre una importante carrera a restricción de las libertades públicas.
los jueces y los abogados. Pero también querría que se garan-
tice de forma absoluta su seguridad en los detalles de su exis-
tencia cotidiana, lo cual esta vez abre la vía a la omnipresen-
cia de los polidas. Estas dos lógicas no pueden recubrirse
por completo; dejan subsistir una brecha que nutre el sen-
timiento de inseguridad. Más aún, se ensancha la brecha en-
tre un legalismo que se refuerza y una demanda de proteccio-
nes que se exacerba. De modo que la exasperación de la
preocupación por la seguridad engendra necesariamente su
propia frustración, que alimenta el sentimiento de insegu-
ridad.
Acaso se trate de una contradicción inherente al ejercicio
de la democracia moderna, la cual se expresa por el hecho de
que la segu'ridad, en esta sociedad, es un derecho, pero ese de-
recho tal vez no pueda cumplirse plenamente sin movilizar
medios que resultan ser atentatorios del derecho. En todo
caso resulta significativo, como lo ilustra en este mismo
momento la situación política de Francia, que la demanda de
seguridad se traduzca de inmediato en una demanda de auto-
ridad que, si queda librada a sus propios impulsos, puede
amenazar la propia democracia. En este punto un gobierno
democrático queda situado en una mala posición. Se le exige
que garantice la seguridad y se lo condena reprochándole su
laxismo si llega a fallar. Pero ~acaso el aumento de autoridad
que se le exige a un Estado de derecho puede ejercerse en un
marco verdaderamente democrático? Ya se trate de "la guerra
contra el terrorismo" tal como la conduce Estados Unidos, o
Capítulo 2

LA SEGURIDAD SOCIAL
EN EL ESTADO PROTECTOR

La inseguridad es tanto la inseguridad social como la inse-


guridad civil. Estar protegido en esta esfera significa estar a sal-
vo de los imponderables que podrían degradar el status social
del individuo. Por ende, el sentimiento de inseguridad es la con-
ciencia de estar a merced de estos acontecimientos. Por ejem-
plo, la incapacidad de "ganarse la vida" trabajando -ya sea
por enfermedad, por accidente, por desempleo o por cese de
actividad en razón de la edad- cuestiona el registro de la perte-
nencia social del individuo que extraía de su salario los medios
para la subsistencia y lo vuelve incapaz de gobernar su existen-
cia a partir de sus propios recursos. En lo sucesivo, deberá ser
asistido para sobrevivir. Se podría caracterizar un riesgo social
como un acontecimiento que compromete la capacidad de los
indivíduos para asegurar por sí mismos su independencia so-
cial. Si no se está protegido contra estas contingencias, se vive
en la inseguridad. Es una experiencia secular compartida por
gran parte de lo que antes se llamaba el "pueblo". ~Qué suce-
derá mafíana? En los albores del siglo XVIII, Vauban evocaba
la condición de un representante de los pequefíos asalariados
de la época, jornaleros, trabajadores manuales, "gente de penas
y de brazos", de la siguiente manera:
36 ROBERT CASTEL LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 37

Siempre será muy difícil para ellos llegar a fin de afio. Por lo oscuro autor de fines dei siglo XVIII, "la clase no propieta-
que resulta evidente que, por poca sobrecarga que reciban, ha- ria" ?2 Los indivíduos privados dei respaldo de la propiedad
brán de sucumbir.! se asimilan, en una mente tan esclarecida como la dei abate
Sieyes, a
La fórmula, por cierto, es bella. Pero sobre todo traduce
con bastante exactitud la situación que vivían antes la ma- una multitud inmensa de instrumentos bípedos sin libertad, sin
yoría de los representantes de las categorías populares y, en moralidad, que no poseen más que manos poco gananciosas y
particular, de todos los que sólo viven o sobreviveu de su tra- ~n alma absorbida [por las preocupaciones de la supervivencia].3
bajo. La inseguridad social es una experiencia que ha atrave-
sado la historia, discreta en sus expresiones, pues quienes la
experimentaban muy a menudo no tenían la palabra -salvo La propiedad o el trabajo
cuando explotaba en forma de motines, revueitas u otras
"emociones" populares-, pero cargada de todas las penas y Esta cuestión central no ha sido tomada en cuenta en ab-
de todas las angustias cotidianas que han constituído buena soluto en la lógica de la construcción dei Estado liberal. Cier-
parte de la miseria dei mundo. tamente hubo, en particular en momentos de efervescencia re-
Respecto de esta dimensión masiva de la problemática de volucionaria, cierta toma de conciencia de la gravedad dei
la inseguridad, la ideología de la modernidad que se impone a problema. De ello da testimonio esta intervención de un dipu-
partir dei siglo XVIII ha dado pruebas, ai menos en un primer tado de la montafia, * Harmand, en la sesión de la Conven-
tiempo, de una formidable indiferencia. Se ha subrayado que ción dei 25 de abril de 1793, cuya lucidez nos parece, en re-
su concepción de la independencia dei individuo se había trospectiva, sorprendente:
construido a través de la valorización de la propiedad, unida
a un Estado de derecho que supuestamente garantiza la segu- Los hombres que realmente quieran ser veraces confesarán
ridad de los ciudadanos. Esta construcción habría debido conmigo que después de haber conseguido la igualdad política
plantear centralmente la cuestión dei status, o de la ausencia de derecho, e! deseo más actual y el más activo es el de igualdad
de hecho. Digo más, digo que sin el deseo o la esperanza de esta
de status, dei individuo no propietario. (Qué pasa con todos
aquellos a quienes la propiedad no asegura esa base de recur-
sos que de ahora en más es la condición de la independencia 2. Lambert, miembro dei Comité de mendicidad de la Asamblea Consti-
social y que constituyen, para citar no ya a Marx sino a un tuyente, citado por L. F. Dreyfus, Un philanthrope d'autrefois, La Roche-
foucault-Liancourt, París, 1903.
3. E. J. Sieyes, Écrits politiques, París, Éditions des Archives contempo-
raines, 1985.
1. Sébastien Le Preste de Vauban, Projet de dlme royale, París, 1707, •· Diputados de la montaiia, en las Asambleas Constituyentes de 1792 y
pág. 66. Vauban pagará con su propia desgracia esta pintura demasiado lú- siguientes, eran los que se ubicaban a la izquierda y en las gradas superiores.
cida de la miseria dei pueblo en tiempos dei Rey Sol. Sus jefes principales eran Marat, Robespierre y Danton (n. dei t.).
38 ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 39

igualdad de hecho, la igualdad de derecho no sería más que una


rencia, egoísmo, desprecio de clase, etc.-. 5 Pero con todo de-
ilusión cruel que, en vez de los goces que ha prometido, sólo ha-
ría experimentar e! suplicio de Tántalo a la porción más útil y
recho podemos hablar, retomando las expresiones de Peter
más numerosa de los ciudadanos.4 Wagner respecto de este primer período de expansión dei libe-
ralismo, de modernidad liberal restringida: el proyecto de una
Esta "porción más útil y más numerosa de los ciudada- sociedad liberal formulado por ejemplo en la Declaración de
nos" es el conjunto de los trabajadores no propietarios. Pero los Derechos del Hombre y del Ciudadano en principio es
Harmand advierte que el r espeto (que él juzga necesario) de universal, pero sólo se aplicó plenamente, en un primer mo-
la propiedad opone un obstáculo insuperable a la realización mento, a una fracción muy limitada de las poblaciones del
de ese "deseo". Y aiíade: Occidente cristiano. 6
Las consecuencias de este callejón sin salida sobre las con-
( Cómo podrían las instituciones sociales procurarle al hom- diciones sociales a que condujo la aplicación de los princípios
bre esta igualdad de hecho que la naturaleza le ha negado sin liberales han sido considerables y desastrosas. Las innumera-
atacar las propiedades territoriales e industriales? ~Cómo conse- bles pinturas del "pauperismo" del siglo XIX no sólo mues-
guido sin la ley agraria y el reparto de las fortunas?

En efecto, de eso se trata, y en aquella época esta inquie- 5. No obstante, la toma de conciencia de lo que va a constituirei núcleo
tud no podía recibir otra respuesta que la del comunismo. En de la cuestión social dei siglo XIX tiene lugar a partir de la década de 1820
este sentido, Gracchus Babeuf responde directamente a Har- bajo la forma dei descubrimiento del "pauperismo" por parte dei conjunto
mand, pero el fracaso lamentable de la Conspiración de los de los observadores sociales: reveiación, en muchos sentidos sobrecogedora,
Iguales muestra al mismo tiempo que a fines del siglo XVIII de una miseria de masas directamente ligada a la industrialización y cuya
promoción aparece en consecuencia inscripta en el desarrollo mismo de la
esta respuesta conducía a un callejón sin salida. Todo ocurrió
modernidad. Pero los representantes de las clases dominantes, tanto libera-
c.om~_si los responsables políticos que contribuyeron a la edi- les como conservadores, se niegan a hacer de ello un problema político, es
Ílcacwn del Estado moderno hubieran eludido este problema decir, que debe ser considerado en el nível del Estado, e intentan responder
~urante la. mayor cantidad de tierripo posible, y ello hasta por medio dei despliegue de prácticas filantrópicas y de paternalismo patro-
fmes del s1glo XIX. El lector interpretará como quiera las nal (pongo a propósito entre paréntesis las diferentes variantes del socialis-
mo revolucionaria que se desarrollan simultáneamente, pero que a la sazón
razo~es de este rechazo de parte de las elites dirigentes de
estaban excluídas del campo político donde se elaboraba el modo de gober-
considerar la situación social de "la porción más útil y más nabilidad de la sociedad moderna).
numerosa" de los ciudadanos del Estado de derecho -indife- 6. Peter Wagner, Liberté et discipline. Les deux crises de la modernité.
Traducción francesa, París, Métaillé, 1996. Considerada a escala planetaria,
esta "restricción" aparece todavía más exorbitante. Podría decirse que la
modernidad liberal se construyó sobre la base de una doble exclusión: de las
4. Discurso en la Asamblea constituyente del15 de abril de 1793, citado
por Marcel Gauchet, La révolution des droits de l'homme París Gallimard categorías populares en las naciones más desarrolladas de la época (Europa
1989, pág. 214. ' ' ' occidental y después Estados Unidos), y fuera de ese perímetro, exclusión
dei resto de la humanidad.
40 ROBERT CASTEL LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 41

tran la miseria de los obreros de la primera industrialización y nera paradójicamente más democrática, ya que concernía a
de sus familias. Se trata, de un modo más general, de la perpe- todos los sujetos del Estado ubicados bajo la misma ensefía
tuación de un estado de inseguridad social permanente que frente al Leviatán: ~cómo proteger a todos los miembros de
afecta a la mayor parte de las categorías populares. Estaba a una sociedad? ~Cómo garantizar la seguridad de todos los in-
punto de decir "infecta". La inseguridad social no sólo man- divíduos en el marco de la nación? El clivaje propietarios/no
tiene viva la pobreza. Actúa como un principio de desmorali- propietarios se traduce en un clivaje sujetos de derecho/suje-
zación, de disociación social, a la manera de un virus que im- tos de no derecho, si se entiende también por derecho ei dere-
pregna la vida cotidiana, disueive los lazos sociales y socava cho a vivir en la seguridad civil y social. O entonces el dere-
las estructuras psíquicas de los indivíduos. Induce una "corro- cho no es más que "formal", como dice Marx, y su crítica en
sión dei carácter", para retomar una expresión que Richard este punto resulta irrefutable. El Estado de derecho deja in-
Sennett emplea en otro contexto. 7 Estar en la inseguridad per- tacta la condición social de una mayoría de trabajadores atra-
manente es no poder ni dominar el presente ni anticipar posi- vesada por una inseguridad social permanente.
tivamente el porvenir. Es la famosa "imprevisión" de las clàses ~Cómo se ha salido de esta situación? En otros términos,
populares, incansablemente denunciada por los moralistas dei ~cómo se consiguió vencer la inseguridad (social) asegurando
siglo XIX. Pero, ~cómo podría proyectarse hacia ei futuro y la protección (social) de todos o de casi todos los miembros
planificar su existencia aquel a quien la inseguridad corroe to- de una sociedad moderna para hacer de ellos individuas en ei
dos los días? La inseguridad social hace de esa existencia un sentido cabal dei término? Sólo puedo esbozar el principio de
combate por la supervivencia librado en el día a día y cuyo re- la respuesta, cuya exposición completa exigiría largos desa-
sultado es siempre y renovadamente incierto. Podría hablarse rrollos. 8 En una palabra: concediendo protecciones fuertes al
de desasociación [désassociation] social (lo opuesto a la cohe- trabajo; o también: construyendo un nuevo tipo de propiedad
sión social) para nombrar este tipo de situaciones, como la de concebida y puesta en marcha para asegurar la rehabilitación
los proletarios dei siglo XIX. Condenados a una precariedad de los no propietarios, la propiedad social. Veamos, muy es-
permanente, que es también una inseguridad permanente por quemáticamente, la exposición de estas dos propuestas que se
no tener ei menor control sobre lo que les ocurre. superponen de modo muy estrecho.
Ésta es la faz sombría dei Estado de derecho. Deja en un En primer lugar, asociar protecciones y derechos a la condi-
punto muerto la condición de aquellos que no tienen los me- ción dei propio trabajador. Entonces el trabajo deja de ser una
dios de asegurarse la existencia por medio de la propiedad. AI
hacerlo, elude la cuestión que Hobbes planteaba de una ma-
8. Intenté esta demostración en Les métamorphoses de la question socia-
le. Une chronique du salariat, París, Fayard, 1995, Gallimard, col. "Folio",
7. Richard Sennett, The corrosion of character, Nueva York, WW Mor- 1999, especialmente en los capítulos VI y VII [trad. cast.: Las metamorfosis
ton and Company, 1998 [trad. cast.: La corrosión dei carácter, Barcelona, de la cuestión social. Una crónica dei salariado, Buenos Aires, Paidós,
Anagrama, 2000]. 1997].
ROBERT CASTEL LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 43
42

relación puramente mercantil retribuída en el marco de una re- podría caracterizar la propiedad social como la producción
lación pseudocontractual (el "contrato de alquiler" del Código de equivalentes sociales de las protecciones que antes estaban
Civil) entre un empleador todopoderoso y un asalariado de- dadas sólo por la propiedad privada. Veamos el ejemplo de la
samparado. El trabajo se ha vuelto el empleo, es decir, un esta- jubilación o retiro. En lo que respecta a seguridad, el jubilado
do dotado de un estatuto que incluye garantías no mercantiles podrá rivalizar con el rentista asegurado por su patrimonio.
como el derecho a un salario mínimo, las protecciones del dere- La jubilación aporta así una solución a una de las manifesta-
cho laboral, la cobertura por accidentes, por enfermedad, el de- ciones más trágicas de la inseguridad social, la situación del
recho a la jubilación o retiro, etc. Correlativamente, la situa- viejo trabajador que ya no podía trabajar y al que amenazaba
ción del trabajador deja de ser esa condición precaria, en la que la decadencia total y la necesidad de recurrir obligatoriamen-
se está condenado a vivir día tras día en la angustia del mafia- te a formas infamantes de asistencia como el hospício. Pero la
na. Se ha vuelto la condición salarial: la disposición de una ba- jubilación no es una medida de asistencia, es un derecho
se de recursos y de garantías sobre la cual el trabajador puede construido a partir dei trabajo. Es la propiedad del trabajador
apoyarse para gobernar el presente y dominar el futuro. En la constituída no según la lógica del mercado, sino a través de la
"sociedad salarial" que se organiza después de la Segunda Gue- socialización del salario: una parte del salario retorna en be-
rra Mundial en Europa occidental, casi todos los indivíduos es- neficio del trabajador (salario indirecto). Se podría sostener
tán cubiertos por sistemas de protección cuya historia social que es una propiedad para la seguridad, que ampara la segu-
muestra que han sido en su mayor parte construidos a partir ridad del trabajador fuera del trabajo.
del trabajo. Una sociedad salarial no es solamente una sociedad Evidentemente la jubilación no es más que un ejemplo de
en la cualla mayoría de la población activa es asalariada. Se las realizaciones de la propiedad social, que tuvo princípios
trata sobre todo de una sociedad en la que la inmensa mayoría extremadamente modestos (la ley de 1910 sobre las jubilacio-
de la población accede a la ciudadanía social en primer lugar a nes obreras y campesinas sólo beneficiaba a los trabajadores
partir de la consolidación del estatuto del trabajo. más pobres pues los asalariados más acomodados supuesta-
Segunda manera de calificar esta transformación decisiva: mente podían asegurarse ellos mismos según la lógica de la
los miembros de la sociedad salarial han tenido masivamente propiedad privada). Es posible comprender la extensión del
acceso a la propiedad social que representa un homólogo de sistema a partir del proceso de generalización-diferenciación
la propiedad privada, una propiedad para la seguridad en lo del trabajo asalariado que caracteriza al siglo XX. El trabajo
sucesivo puesta a disposición de aquellos que estaban exclui-
dos de las protecciones que procura la propiedad privada.9 Se

tra en autores republicanos de fines del siglo XIX. Véase en particular AI-
fred Fouillé, La propriété sociale et la démocratie, París, 1884. Fouillé de-
9. Retomé aquí una intuición de Henri Hatzfeld: "La difficile mutation fiende el seguro obligatorio como el medio de constituir "esas garantías del
de la sécurité-propriété à la sécurité-droit", Prévenir, en n° 5, marzo de capital humano que son como un mínimo de propiedad esencial de todo ciu-
1982. El término propiedad social, en el sentido que le doy aquí, se encuen- dadano verdaderamente libre e igual a los otros".
LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 45
44 ROBERT CASTEL

asalariado deja de ser esencialmente el trabajo asalariado Una sociedad de semejantes


obrero y abarca el conjunto muy diversificado de las catego-
rías salariales, desde los obreros que ganan el SMIC'' hasta Así ha quedado protegida "la porción más útil y numero-
los ejecutivos. Pero todas estas categorías están cubiertas por sa de los ciudadanos" que evocaba el convencional Har-
las protecciones del trabajo. Así, una forma de propiedad so- mand. La solución a la inseguridad social no pasó por la su-
cial como la jubilación viene a asegurar a la gran mayoría de presión o por el reparto de la propiedad privada. Por lo
los miembros de la sociedad salarial. Paralelamente al sistema tanto, no realizó la estricta igualdad de las condiciones socia-
de las jubilaciones, habría que enumerar el conjunto de leyes les, "la igualdad de hecho" que también mencionaba Har-
sociales que se organizan en el transcurso del siglo XX y que mand. La sociedad salarial sigue estando fuertemente dife-
culminan en una seguridad social generalizada, renciada, y para decido sin eufemismos, es fuertemente
desigualitaria. Pero es al mismo tiempo fuertemente protec-
un plan completo de Seguridad Social tendiente a asegurar a todos tora. De modo que entre la parte inferior y la parte superior
los ciudadanos los medios de existencia en todos los casos en que de la escala de la jerarquía de los salarios, las diferencias de
sean incapaces de procurárselos mediante el trabajo, con adminis- ingresos son considerables. Sin embargo, las diferentes cate-
tración de los representantes de los interesados y dei Estado. lO gorías sociales se benefician de los mismos derechos protec-
tores, derecho laboral y protección social. Es por ello que tal
De hecho, ellugar del Estado ha sido central en la organi- vez este tipo de sociedad ha dado pruebas de cierta toleran-
zación de estos dispositivos. El desarrollo del Estado social es cia frente a las desigualdades. Por cierto, las luchas por el
estrictamente coextensivo a la expansión de las protecciones. "reparto de los benefícios" del crecimiento han sido fuertes.
El Estado en su rol social opera esencialmente como un re- Pero se libraron a través de un modo de negociación conflic-
ductor de riesgos. Por intermediación de las obligaciones que tiva entre "organizaciones sociales representativas"* que tu-
impone y garantiza por ley, llegamos así a que "el Estado es él
mismo un vasto seguro" .11

mayor cantidad de gente bienes esenciales cuya prestación no puede ser asu-
mida por los intereses privados, constituyen una parte importante de la pro-
* SMIC es una sigla que designa el "salario mínimo interprofesional de piedad social: el hecho de que servicios no mercantiles sean accesibles a to-
crecimiento" francés, equivalente al salario mínimo, vital y móvil argentino dos es un factor esencial de cohesión social entre los diferentes segmentos de
(n. del t.). una sociedad moderna. No podemos extendemos demasiado, pero la discu-
10. Conseil national de la résistance, programa de acción del 5 de mar- sión del papel social de los servicios públicos hasta su cuestionamiento ac-
zo de 1944. tual se integraría por completo en la temática desarrollada a lo largo del
11. François Ewald, L'État providence, París, Grasset, 1986, pág. 343. presente trabajo.
Para ser exhaustivos habría que agregar a la organización de esta estructura * "Partenaires sociaux" en francés son las organizaciones profesionales
aseguradora el desarrollo de los servicios públicos. Los servicios públicos, representativas (sindicales y patronales) que participan conjuntamente en las
entendidos como un conjunto de dispositivos que ponen a disposición de la negociaciones sobre el mejoramiento de las condiciones de trabajo (n. del t.).
LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 47
46 ROBERT CASTEL

vo por efecto una mejora real de la condición de todas las ción. E1 Estado (el Estado de bienestar, o más bien el Estado
categorías salariales, aunque dejó subsistir prácticamente las social) es el garante de esta construcción: estas protecciones
mismas disparidades entre ellas. 12 Como esas brechas persis- son de derecho, constituyen el modelo en expansión de los
ten, el proceso no es para nada el de la constitución de una derechos sociales que proporcionan una contrapartida con-
vasta "clase media" como lo creyeron algunos ideólogos de creta, virtualmente universal, a los derechos civiles y a los
la época. 13 Sin embargo, a todos los niveles de la jerarquía derechos políticos.
social, todos pensaban poder disponer de recursos mínimos Conviene destacar que el rol principal del Estado social
para asegurar su independencia. no ha sido realizar la función redistributiva que se le otorga
El modelo de sociedad así realizado no es una sociedad de con harta frecuencia. En efecto, las redistribuciones de dine-
iguales (en el sentido de una igualdad "de hecho" de las con- ro público afectaron muy poco la estructura jerárquica de la
diciones sociales) sino el de una "sociedad de semejantes", sociedad salarial. En cambio, su rol protector ha sido esen-
para retomar una expresión de Léon Bourgeois.14 Una socie- cial. Tomemos, por ejemplo, la jubilación: las jubilaciones si-
dad de semejantes es una sociedad diferenciada, por lo tanto guen bastante estrictamente la jerarquía salarial (a bajo sala-
jerarquizada, pero en la cual todos los miembros pueden rio, haja jubilación; a alto salario, alta jubilación). Por lo
mantener relaciones de interdependencia porque disponen de tanto, no hubo redistribución en este terreno. Pero en cam-
un fondo de recursos comunes y de derechos comunes. El ca- bio el rol protector de la jubilación es fundamental ya que
rácter irreductible de la oposición propietarios/no propieta- asegura a todos los asalariados las condiciones mínimas de la
rios queda superado así gracias a la propiedad social que independencia social, y por lo tanto la posibilidad de seguir
asegura a los no propietarios las condiciones de su protec- haciendo sociedad con sus "semejantes". La pensión jubila-
toria de un asalariado que gana el SMIC ciertamente no tie-
ne nada de extraordinario. Sin embargo, comparada con la
12. Durante e! período denominado de los "Treinta Gloriosos" las dife- situación dei trabajador antes de las protecciones, la dei pro-
r~ncia_s de los ingresos laborales entre los obreros y los administ:adores y letario de los comienzos de la industrialización por ejemplo,
eJecuttvos permanecieron prácticamente intocadas, salvo unas pocas varian- representa un verdadero cambio cualitativo. Podemos men-
tes coyunturales. La imagen que deberíamos emplear es la de una escalera cionar otras tantas protecciones respecto de la salud o la fa-
mecánica: todo e! mundo sube, pero la distancia entre las personas, en este milia, y también el desarrollo de los servicios públicos no
caso entre las diferentes categorías sociales ubicadas en los diferentes pelda-
íios, sigue siendo la misma.
mercantilizados o poco mercantilizados. La propiedad social
13. E! más representativo de éstos, hasta la caricatura, ha sido sin duda ha rehabilitado a la "clase no propietaria" condenada a la
Jean Fourastié. Véase Les Trente Glorieuses ou la révolution invisible de inseguridad social permanente, procurándole el mínimo de
1946 à 1975, París, Fayard, 1979. recursos, de oportunidades y de derechos necesarios para po-
14. Léon Bourgeois, Solidarité, París, 1896. En un segundo plano, sere- der constituir, a falta de una sociedad de iguales, una "socie-
conoce e! modelo de la solidaridad orgánica de Émile Durkheim, forma que
debe adoptar la pertenencia social en una sociedad a la vez diversificada y
dad de semejantes".
unificada (integrada).
Se comprende así que la función esencial del Estado en la
48 ROBERT CASTEL LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 49

sociedad salarial, y su mayor éxito, fue sin duda haber con- futuro: tomar préstamos para acceder a la propiedad de la vi-
seguido neutralizar la inseguridad social, es decir, actuar efi- vienda, programar el ingreso de los nifios a la universidad,
cazmente como reductor de riesgos sociales. Pero lo logró anticipar las trayectorias de movilidad social ascendente, in-
bajo ciertas condiciones, algunas coyunturales, otras estruc- cluso de modo transgeneracional.
turales, de las cuales hay que recordar al menos las dos prin- Esta capacidad de dominar el porvenir me parece esencial
cipales para intentar comprender por qué, hoy en día, su efi- en una perspectiva de lucha contra la inseguridad social. 15
cacia está puesta en entredicho por el alza de la inseguridad Funciona mientras el desarrollo de la sociedad salarial parece
social. inscribirse en una trayectoria ascendente que maximiza el
La primera condición que ha permitido la construcción de stock de recursos comunes y refuerza el papel del Estado co-
este edifício es el crecimiento. Entre 1953 y el inicio de la dé- mo regulador de estas transformaciones. Pues este período de
cada de 1970, prácticamente se triplicaron la productividad, crecimiento económico es también el momento fuerte dei cre-
el consumo y los ingresos salariales. Más allá de su dimensión
propiamente económica, hay que ver en ello un factor esen-
cial que ha permitido una gestión regulada de las desigualda- 15. Esta lucha se inscribe, efectivamente, en un proceso que está lejos de
des y de la inseguridad social en la sociedad salarial. Según haber concluído a comienzos de la década de 1970. Dicho de otro modo, si-
las expresiones de un sindicalista de la época, André Berge- gue habiendo inseguridad social, como sigue habiendo pobreza. Pero ambas
pueden pensarse como residuales con respecto a la dinámica que parece im-
ron, había "grano para moler". Esto no sólo quiere decir que
ponerse. Así se explicada la existencia de lo que se llama el "cuarto mun-
hay plusvalía para compartir. Es también la posibilidad de do", compuesto por indivíduos que han quedado en los márgenes de la so-
servirse de lo que se podría denominar un principio de satis- ciedad salarial. Sin embargo, su presencia no cuestiona el movimiento
facción diferida en la administración de los asuntos sociales. ascendente de la sociedad: se los asiste mal que bien, a la espera de que de-
En la negociación entre "organizaciones sociales representati- saparezcan en el futuro. Además, subsisten diferentes categorías de asistidos
que tienen que ver con el derecho a la asistencia y no con las coberturas de
vas", cada grupo reivindica siempre más y piensa que jamás
seguro incondicionales construídas a partir del trabajo. Pero, como lo obser-
consigue lo suficiente. Es por ello que esta negociación es va Didier Renard, "La opinión según la cuallos seguros sociales deben vol-
conflictiva. Pero también puede pensar que maliana, o en seis ver inútiles las instituciones de asistencia es mayoritaria con el cambio de
meses, o en un afio, obtendrá más. De esta manera, las insa- siglo y se ha impuesto definitivamente hacia el final de ht guerra" ("Inter-
tisfacciones y las frustraciones son vividas como provisorias. vention de l'État et genese de la protection sociale en France", en Lien social
Maliana será mejor que hoy. Es la posibilidad de anticipar et politiques, n° 33, primavera de 1995, pág. 108). Pierre Laroque, que será,
como se sabe, el gran maestro creador del plan francés de la seguridad so-
una futura reducción progresiva de las desigualdades y la
cial, tenía una concepción particularmente peyorativa de la asistencia Y pen-
erradicación de los bolsones de pobreza y de precariedad que saba que había que erradicada en el futuro: "La asistencia envilece intelec-
subsisten en la sociedad. Es lo que se llama progreso social, tual y moralmente: desacostumbra al asistido al esfuerzo, lo condena a
que supone la posibilidad de programar el porvenir. Semejan- pudrirse en la miseria, le prohíbe toda esperanza de elevación en la escala
te creencia se vivencia de manera concreta en la posibilidad social[ ... ]. Sólo proporciona a! problema social soluciones parciales y muy
de tomar iniciativas y de desarrollar estrategias orientadas al imperfectas" (L'Homme nouveau, no 1, enero de 1934).
50 ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 51
cimiento del Estado, que garantiza una protección social ge-
..
tivamente negociadas, y que son la expresión de un compro-
neralizada, se esfuerza por pilotear la economía en un marco
miso entre organizaciones sociales representativas colecti:a-
keynesiano y por elaborar compromisos entre los diferentes
mente constituídas. El individuo se inscribe en un colectivo
participantes implicados en el proceso de crecimiento. Se verá
preconstituido que le da su fuerza frente al em~!eador. Qu_e
cómo el cuestionamiento de esta dinámica pudo tener por
efecto una escalada de la inseguridad social. uno tenga que vérselas, de acuerdo con la expr_esiO~ es~ab!~Cl­
da, con "organizaciones sociales representativas , sigmflca
AI tratar de captar los factores que habían permitido con-
que ya no son los indivíduos sino los colectivos los que entran
trarrestar ampliamente la inseguridad social, hay que poner el
en relación unos con otros.
acento en un segundo determinante, estructural esta vez. A
Es posible generalizar estas observaciones al conjunto de
saber, que la adquisición de las protecciones sociales se ha he-
las instituciones de la sociedad salarial. El derecho laboral Y
cho esencialmente a partir de la inscripción de los individuas
en colectivos protectores. la protección social son sistemas de regulació~ colecti:a, de-
rechos definidos en función de la pertenenCia a conJuntos,
Lo que cuenta verdaderamente es cada vez menos lo que po- con frecuencia conquistados como resultado de luchas y con-
see cada uno, y lo que cuenta cada vez más son los derechos ad- flictos que han opuesto a grupos de intereses diverge~tes. El
quiridos por el grupo al que se pertenece. El tener goza de menos individuo está protegido en función de estas pertenenCias que
importancia que el status colectivo definido por un conjunto de ya no son la participación directa en las comunida_d_es "natu-
reglas.1 6 rales" (las protecciones "de proximidad" de la famiha, del ve-
cindario, del grupo territorial) sino en colectivos construidos
De hecho, el trabajador en tanto individuo, librado a sí por reglamentaciones y que generalmente tienen un estatuto
mismo, no "posee" casi nada, y por sobre todo tiene la nece- jurídico. Colectivos de trabajo, colectivos sindical~~' reg~la­
sidad vital de vender su fuerza de trabajo. Es por ello que la ciones colectivas del derecho laboral y de la protecc10n sociaL
pura relación contractual empleador-empleado es un inter- Como dice Hatzfeld, lo que protege al individuo y lo que le
cambio profundamente desigual entre dos indivíduos, en el procura la seguridades "el estatuto colectivo de~inido ~or_ un
que uno puede imponer sus condiciones porque posee, para conjunto de regias". En una sociedad moderna, I~d.ustna~Iza­
llevar adelante la negociación a su antojo, recursos que le fal- da, urbanizada, donde las protecciones de proximidad SI no
tan totalmente al otro. En cambio, si existe una convención han desaparecido por completo se debilitaron considera_ble-
colectiva, ya no es el individuo aislado el que contrata. Se mente, es la instancia dei colectivo la que puede dar segurtdad
apoya en un conjunto de reg-Ias que han sido anterior y colec- al individuo.
Pero estos sistemas de protecciones son complejos, frágiles
y costosos. Ya no insertan directamente al individuo como lo
hacían las protecciones de proximidad. Suscitan además una
16. H. Hatzfeld, "La difficile mutation de la sécurité-propriété à la sécu-
rité-droit", artículo citado. fuerte demanda de Estado, ya que con frecuencia es el Estado
el que los impulsa, los legitima y los financia. Por consiguien-
52
ROBERT CASTEL

te, ~e entie~de que los actuales cuestionamjentos dei Estado


social_refendo~ al debilitamiento, incluso al derrumbe de los Capítulo 3
colectivos debido a la vigorización poderosa de lo
d . d' 'd r s procesos
e m . IVI ua _Ización, _puedan pagarse con un aumento masivo EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE
d e la msegundad social.

Se puede interpretar globalmente la "gran transforma-


ción" que afecta a nuestras sociedades occidentales desde
hace un cuarto de siglo más o menos como una crisis de la
modernidad organizada. Así denomina Peter Wagner la cons-
trucción de estas regulaciones colectivas que se habían desple-
gado desde fines del siglo XIX para superar la primera crisis
de la modernidad, la de la "modernidad restringida" .I Como
lo hemos explicado, ésta había fracasado en cumplir la gran
promesa esgrimida por elliberalismo: aplicar al conjunto de
la sociedad los princípios de la autonomía del individuo y de
la igualdad de derechos. Una sociedad no puede fundarse ex-
clusivamente en un conjunto de relaciones contractuales entre
indivíduos libres e iguales, pues entonces excluye a todos
aquellos cuyas condiciones de existencia no pueden asegurar
la independencia social necesaria para entrar en paridad en
un orden contractual, y en primer lugar a los trabajadores.
"No todo es contractual en el contrato", como lo vio tan bien

1. Peter Wagner, Liberté et discipline. Les deux crises de la modernité,


op. cit.
54
ROBERT CASTEL
EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 55

Durkheim, testigo particularmente lúcido de fines del siglo Individualización y descolectivización


XI~ de la quiebra de la modernidad liberal, y que fundó la
socwlogía precisamente para dar respuestas a esa situación: la En primer lugar mencionaremos el debilitamiento dei Estado
sociología, o la toma de conciencia de la fuerza de los colecti- entendido como un Estado nacional-social, es decir, un Estado
vos. La inscripción o la reinscripción de los indivíduos en el capaz de garantizar un conjunto coherente de protecciones en el
seno. de sistemas de organización colectiva es la respuesta a marco geográfico y simbólico de la nación porque conserva el
los nesgos de disociación social que conlleva la modernidad control de los principales parámetros económicos. 2 Así puede
Y la respuesta a la cuestíón de las protecciones tal como s~ equilibrar su desarrollo económico y su desarrollo social con
impone ~ p~r~ir de u~a toma de conciencia de la impotencia vistas al mantenimiento de la cohesión social. Es exactamente el
de los pnnc1p10s del liberalismo para fundar una sociedad es- espíritu de las políticas keynesianas que instauran una circulari-
table e integrada. Esa respuesta pasa por la constitución de dad entre estos dos registros en el marco de una planificación
los derechos sociales y por la implicación creciente del Estado bien temperada para imponer cierto equilíbrio entre la produc-
en. un rol .social, en la que el derecho y el Estado representan ción (la oferta) nacional y la demanda nacional.
la mstanc1a del colectivo por excelencia.
A partir de comienzos de la década de 1970, con las exi-
Esta respuesta se despliega a lo largo del siglo XX, y parti- gencias crecientes de la construcción europea y de la mundiali-
c~larmente después de la Segunda Guerra Mundial. Corre pa- zación de los intercambios, el Estado-nación se revela cada vez
reJa con el desarrollo del capitalismo industrial. El peso de la menos capaz de desempenar el papel de piloto de la economía
gran empresa, la organización estandarizada del trabajo la al servicio del mantenimiento del equilíbrio social. El fracaso
p_resencia de sindicatos poderosos, aseguran la preponder~n­
Cla de estas formas de regulaciones colectivas. Los trabajado-
res a?rupados en grandes asociaciones y defendidos por ellas
2. Esta expresión de Estado nacional-social evidentemente no tiene nada
se ph.egan a las exigencias del desarrollo del capitalismo in- en común con el nacionalsocialismo fascista. T ai vez sea la más adecuada
dustna.l, Y en contrapartida se benefician de las protecciones para calificar la política de los principales Estados de Europa occidental des-
extendidas sobre la base de condiciones de empleo estables. pués de la Segunda Guerra Mundial. Éstos han podido desarrollar, a través
El ~odelo de sociedad que se impone con la modernidad or- de las especificidades de las configuraciones nacionales, políticas sociales de
gamzada es el de un conjunto de grupos profesionales homo- . amplitud comparable: cada Estado, dominando su desarrollo económico,
podía desplegar medidas sociales homólogas a las de sus vecinos ya que es-
géneos cuya dinámica está administrada en el marco dei Esta-
tas asignaciones de recursos no lo penalizaban en el plano de la competencia
do-nación. Éstos son los dos pilares sobre los cuales están internacional (por otra parte, puede agregarse que estas políticas de los Es-
edificados los sistemas de protecciones colectivas -el Estado y tados-nación europeos estaban facilitadas por las relaciones de intercambio
las categ~~ías socioprofesionales homogéneas-, que vienen desiguales que su posición dominante en el terreno internacionalles permi-
resquebraJandose a partir de la década de 1970. tía establecer con sus colonias, ex colonias y países dei Tercer Mundo).
Étienne Balibar emplea esta expresión de Estado nacional-social en el mismo
sentido. Véase "Entretien avec Étienne Balibar", en Mouvements, no 1, no-
viembre-diciembre de 1998.
56 ROBERT CASTEL
EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 57

de la estrategia de relanzamiento intentada por el gobierno so- las carreras ... El "compromiso social" que caracteriza los
cialista cuando llegó al poder en Francia en 1981 fue percibi- anos de crecimiento es un equilíbrio más o menos estable ne-
do como una demostración de la incapacidad de los Estados- gociado por rama y por profesión, fruto de acuerdos inter-
nación para controlar el mercado. Para responder al desafío profesionales entre sindicatos y asociaciones patronales bajo
de la competencia internacional, elliderazgo pasa a la empre- la égida del Estado. Existía una suerte de círculo virtuoso en-
sa, cuyas capacidades productivas hay que maximizar. En con- tre las relaciones de trabajo estructuradas de modo colectivo,
~ecuencia, la apreciación del papel del Estado queda invertida. la fuerza de los sindicatos de masas, la homogeneidad de las
Este p~rece doblemente contraproductivo: por las sobrecargas regulaciones del derecho laboral y la forma generalista de las
que. le Impone al trabajo para el financiamiento de las cargas intervenciones del Estado que permitía una administración
soc1ales y por los límites legales que le plantea a la exigencia colectiva de la conflictividad social.
de competitividad máxima de las empresas en el mercado in- Esta homogeneidad de las categorías profesionales, y más
t~rnacional a cualquier costo social. Por consiguiente, el obje- en general de las instancias de regulación colectivas, se ha vis-
tlvo será aumentar la rentabilidad dei capital haciendo dismi- to profundamente cuestionada. El desempleo masivo y la pre-
nuir el peso ejercido por los salarios y por las cargas sociales, carización de las relaciones laborales no afectan sólo diferen-
y reducir el impacto de las reglamentaciones generales garanti- cialmente a las diversas categorías de trabajadores y golpean
zadas por la ley sobre la estructuración dei trabajo. más duro la base de la jerarquía salarial. Conllevan también
Paralelamente, asistimos a la erosión dei segundo dique de inmensas disparidades intracategoriales, por ejemplo, entre
contención, complementario, que de alguna manera había dos obreros, pero también entre dos ejecutivos dei mismo ní-
conseguido domesticar el mercado, a saber, la atención de la vel de calificación, uno de los cuales conservará el puesto
defensa de los intereses de los asalariados a través de grandes mientras que el otro será golpeado por el desempleo. 3 La soli-
formas de organizaciones colectivas. La "sociedad salarial" daridad de los status profesionales tiende así a transformarse
que se impone después de la Segunda Guerra Mundial está es- en competencia entre iguales. En lugar de que todos los
tructurada alrededor de organizaciones de trabajadores repre- miembros de una misma categoría estén unidos entorno de
sentados por sindicatos y grupos profesionales que también objetivos comunes que beneficiarían al conjunto del grupo,
conducen su política en el plano nacional. Representan de he- cada uno es impulsado a privilegiar su diferencia para mante-
cho el peso de grandes categorías profesionales homogéneas ner o mejorar su propia situación. 4
que intervienen en la negociación entre las "organizaciones
sociales representativas" como actores colectivos. Esta repre-
sentación colectiva de los intereses dei mundo dei trabajo
guarda sinergia con el modo de gestión de las burocracias ad- 3. Véase Jean-Paul Fitoussi, Pierre Rosanvallon, Le nouvel âge des iné-
ministrativas que clasifican a las poblaciones en categorías galités, París, Seuil, 1997. [trad. cast.: La nueva era de las desigualdades,
Buenos Aires, Manantial, 1997].
homogéneas en función del empleo, de los escalafones salaria-
4. Véase Éric Maurin, L'égalité des possibles, París, SeuiVLa République
les, de la jerarquía de las calificaciones, de la progresión de des Idées, 2002.
58 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 59

Por lo tanto, cuando se habla actualmente de la reestructu- tancia, el colectivo de trabajo puede ser completamente di-
ración dei mundo laboral y de la prep6nderancia que hay que suelto y la empresa puede eximirse de reunir a los trabajado-
otorgar ai buen funcionamiento de las empresas para ser res en un mismo espacio, como sucede en la organización del
competitivo frente a los desafíos que imponen la competencia trabajo enredes en las cuales los operadores se conectan du-
exacerbada y la mundialización de los intercambios, ya no se rante el tiempo de la realización de un proyecto, se desconec-
considera más la misma dinámica de las relaciones laborales tan después, y hasta pueden volver a conectarse de otro modo
como la más apta para asegurar el desarrollo económico. In- en el marco de un nuevo proyecto. 6
cluso hasta se trataría de lo contrario. Una administración En consecuencia, las propias trayectorias profesionales se
fluida e individualizada del mundo del trabajo debe reempla- vuelven móviles. Una carrera se desarrolla cada vez menos en
zar su administración colectiva sobre la base de situaciones el marco de una misma empresa, siguiendo etapas pautadas
estables de empleo. Con un poco de atraso se empieza a ad- hasta la jubilación. Se trata de la promoción de un modelo
vertir que lo que se juega a través de la mutación dei capita- biográfico {Ulrich Beck}: cada individuo debe afrontar por su
lismo que ha comenzado a producir sus efectos a principias cuenta las contingencias de su recorrido profesional devenido
de la década de 1970 es fundamentalmente la imposición de discontinuo, debe hacer elecciones, emprender a tiempo las
una movilidad generalizada de las relaciones laborales, de las reconversiones necesarias. En última instancia, también se su-
carreras profesionales y de las protecciones asociadas ai esta- pone que el trabajador debe volverse empresario de sí mismo,
tuto dei empleo. Dinámica profunda que es, simultáneamen- "debe hacer su puesto en vez de ocupado y construir su ca-
te, de descolectivización, de reindividualización y de aumento rrera fuera de los esquemas lineales estandarizados de la em-
de la inseguridad. Actúa en varias planos. presa fordista" .7 Por ende, se encuentra sobreexpuesto y en
En el nivel de la organización de la producción primero in- condición vulnerable porque ya no está sostenido por siste-
terviene lo que Ulrich Beck denomina la desestandarización mas de regulaciones colectivas.
de! trabajo. 5 La individualización de las tareas impone la mo- Es cierto que no todas las tareas del trabajo ni todas las
vilidad, la adaptabilidad, la disponibilidad de los operadores. trayectorias profesionales obedecen, y tampoco en la misma
Es la traducción técnica de la exigencia de flexibilidad, que medida, a estas imperativos de movilidad. Éstos son particu-
sefiala el pasaje de las largas cadenas de operaciones estereo- larmente evidentes en los campos más avanzados de la orga-
tipadas efectuadas en un marco jerárquico por trabajadores nización del trabajo enteramente dominados por las nuevas
intercambiables a la responsabilización de cada individuo o tecnologías {"nueva economía", "net-economía", "revolución
de pequenas unidades a las que les incumbe administrar por
sí mismas su producción y asegurar su calidad. En última ins-
6. Véase Luc Boltanski, Eve Chiapello, Le nouvel esprit du capitalisme,
París, Gallimard, 1999.
5. Ulrich Beck, The risk society, Londres, Sage Publications, 1992 (trad. 7. Pierre-Michel Menger, Portrait de l'artiste en travailleur, París, Seuill
cast.: La sociedad del riesgo, Barcelona, Paidós, 1998). La République des Idées, 2002.
60 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 61

informática", "trabajo inmaterial", "capitalismo cognitivo", Pero no todos están igualmente armados para afrontar es-
8
etc.). Pero se trata de los sectores más dinámicos, y las exi- tas exigencias. Algunas categorías de trabajadores se benefi-
gencias que ellos ejemplifican se han impuesto también, en, cian sin duda con este aggiornamento individualista. Son los
una medida variable, en la mayoría de los campos de la pro- que maximizan sus oportunidades, desarrollan sus potencia-
ducción. Más que oponer formas modernas y formas tradi- lidades, descubren en sí mismos capacidades de emprendi-
cionales o arcaicas de organización dei trabajo, hay que po- miento que podían verse sofocadas por obligaciones burocrá-
ner más bien el acento en la ambigüedad profunda de este ticas y por reglamentaciones rígidas. Ésta es la parte de
proceso de individualización-descolectivización que atraviesa verdad que contienen las celebraciones neoliberales del espíri-
las configuraciones más diferentes de la organización dei tra- tu de empresa. Entra:fian, sin embargo, una omisión. Olvidan
bajo y afecta, prácticamente, a todas las categorías de opera- subrayar -lo cual constituye, no obstante, la constatación so-
dores, desde el obrero no calificado hasta ei creador de start- ciológica más elemental- que esta movilidad generalizada in-
up, aunque bajo formas y en grados diversos.9 troduce nuevos clivajes en ei mundo dei trabajo y en el mun-
Resulta innegable que con esta individualización de las ta- do social. Con el cambio hay ganadores que pueden hacerse
reas y de las trayectorias profesionales asistimos también a de oportunidades nuevas y realizarse a través de ellas en el
una responsabilización de los agentes. Son ellos los que deben plano profesional y en el plano personal. 10 Pero también es-
afrontar las situaciones, asumir ei cambio, hacerse cargo de sí tán todos aquellos que no pueden hacer frente a esta redistri-
mismos. De alguna manera, "el operador" está liberado de bución de las cartas y se encuentran invalidados por la nueva
las coerciones colectivas que podían ser aplastantes, como en coyuntura.
el marco de la organización tayloriana dei trabajo. Pero en Pero esta distribución no se hace por casualidad. Amén de
cierto modo está obligado a ser libre, se le impone ser capaz las diferencias de capacidades propias de los individuas en el
de un buen desempeno, a pesar de estar en gran medida libra-
do a sí mismo. Pues las obligaciones, evidentemente, no han
desaparecido, e incluso tienden más bien a aumentar en un
contexto de competencia exacerbada y bajo la amenaza per- 10. Aun así, es necesario relativizar e! optimismo dei discurso de los ad-
manente dei desempleo. ministradores empresariales. La movilización de los operadores los obliga a
menudo a sobreemplearse en sus tareas, a verse invadidos por los imperati-
vos dei trabajo, incluso en situaciones extralaborales, y puede, finalmente,
incluso tratándose de ejecutivos de alto nivel, agotarlos y desmotivados
8. Véase Yann Moulier Boutang, "Capitalisme cognitif et nouvelles for- (véase la abundante bibliografía anglosajona sobre e! burn out). A pesar de
mes de codification du rapport salarial", en C. Vercelone (dir.), Sommes- la tendencia a la reducción legal dei tiempo de trabajo (véase la ley sobre las
nous sortis du capitalisme industrie!?, París, La Dispute, 2003.
treinta y cinco horas), parece que la intensificación de las cargas de trabajo
9. Para un análisis de los efectos de estas transformaciones en e! seno de es una característica general de la reorganización contemporánea de la pro-
un bastión clásico de la organización industrial, las fábricas Peugeot de So- ducción en todos los niveles (véase por ejemplo Bernard Vivier, La place du
chaux-Montbéliard, véase Stéphane Beaud y Michel Pialoux, Retour sur la travai/, informe dei Conseil économique et social, París, Éditions du] ournal
condition ouvriere, París, Fayard, 1999.
officiel, 2003).
62 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 63

plano psicológico, respecto de las cuales se puede conjeturar que habría marcado la ruptura de los indivíduos respecto de
que se reparten de modo aleatorio, depende fundamental- sus inserciones sociales para dejarlos frente a sí mismos y a su
mente de los recursos objetivos que estos indivíduos pueden inutilidad. "Los excluídos" son colecciones (y no colectivos)
movilizar y de los soportes en los que pueden apoyarse para de indivíduos que no tienen nada en común más que compar-
hacer frente a las situaciones nuevas. Aquí hay que recordar tir una misma carencia. Se definen en función de una base só-
que, para todos aquellos que no disponen de otros recursos lo negativa, como si se tratara de electrones libres completa-
que aquellos que obtienen de su trabajo, esos soportes son mente desocializados. Por lo tanto, identificar bajo el mismo
esencialmente de orden colectivo. Para repetido de otra ma- paradigma de la exclusión, por ejemplo, el desempleado de
nera, para aquellos que no disponen de otros "capitales" -no larga data y el joven de suburbio pobre en búsqueda de un
solamente económicos sino también culturales y sociales-, improbable empleo es pasar por alto el hecho de que no tie-
las protecciones son colectivas o no son. En primer lugar, es- nen el mismo pasado ni el mismo presente ni el mismo porve-
tas solidaridades surgen en los espacios de trabajo, de una nir, y que sus trayectorias son totalmente diferentes. Es hacer
común condición y de una subordinación compartida. Estos como si vivieran en un espacio fuera-de-lo-social.
lazos han constituído la base a partir de la cual con frecuen- Pero nadie, y ni siquiera "el excluído", existe en el fuera-
cia los trabajadores más desamparados pudieron organizar- de-lo-social, y la descolectivización en sí misma es una situa-
se, resistir y liberarse en cierta medida de las formas más ción colectiva. Se ha dicho con demasiada ligereza que no
directas de la explotación: porque constituían colectivos soli- había más clases sociales ni grupos constituídos porque esos
darias. Pero las convenciones colectivas, los derechos socia- colectivos habían perdido la homogeneidad y el dinamismo
les del trabajo y de la proteccióngarantizados por la ley son que les habían permitido constituirse enteramente en actores
también las instancias que han asegurado su protección en el sociales (mitificando un poco la unidad y la operacionalidad
presente y les han permitido dominar la incertidumbre del de entidades como "la clase obrera" o "la burguesía con-
porvenir. Por consiguiente, se comprende que la desarticula- quistadora"). Ello equivale a olvidar que puede haber clases
ción de estos sistemas colectivos pueda sumidos nuevamente o grupos cuya trayectoria común no culmina en porvenires
en la inseguridad social. idílicos, sino que soportan, por el contrario, la parte más
gruesa de la miseria del mundo. Hay grupos en situación de
movilidad social descendente cuya común condición se de-
El retorno de las clases peligrosas grada. Constituyen un terreno privilegiado en el que se desa-
rrolla el sentimiento de inseguridad, y que es indispensable
Hay una doble lectura posible de los efectos sociopolíticos volver a analizar para dar cuenta de la dimensión colectiva
de esta degradación. La primera enfatiza esas situaciones de de este sentimiento.
pérdida entanto desocializan a los indivíduos. Los innumera- Es un proceso histórico general: la promoción de grupos
bles discursos sobre la exclusión han mostrado en todas sus dominantes se hace en detrimento de otros grupos, cuya de-
formas, y hasta la saciedad, un aflojamiento dellazo social clinación provoca. Pueden ejemplificarse los efectos de esta
64 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 65

dinámica con el caso del poujadismo, • que presenta analogías menos, se beneficiaban con un sinfín de ventajas sociales y,
asombrosas con la situación actual. El fenómeno poujadista sobre todo, parecían tener el porvenir asegurado. El resenti-
fue, en la década de 1950, la reacción de categorías sociopro- miento colectivo se nutre del sentimiento compartido de in-
fesionales afectadas por la modernización de la sociedad fran- justicia que experimentan grupos sociales cuyo status se va
cesa, tal como ocurría entonces en un marco nacional. Mien- degradando y que se sienten desposeídos de los benefícios que
tras que el trabajo asalariado se extiende y se refuerza, las obtenían en su situación anterior. Es una frustración colectiva
administraciones públicas aseguran su domínio en la socie- que busca responsables o chivos emisarios.
dad, y el Estado planifica y racionaliza las estructuras de la Más allá de los factores particulares que dieron su configu-
economía, grupos enteros como los artesanos y los pequefí.os ración específica al poujadismo (que, como ellepenismo, lleva
comerciantes tienen la impresión de haber sido dejados de la- el nombre de un jefe carismático), 12 éste entrafí.a una dimen-
do. Son los sacrificados de una dinámica de desarrollo econó- sión estructural que puede dar cuenta de la reacción de los
mico y de progreso social que puede apoyarse en buenas ra- grupos invalidados por el cambio social. Desde hace unos
zones -modernización obliga-, pero en la cual no tienen veinte afíos, la modernización viene adquiriendo una dimen-
ningún lugar. El desasosiego de no tener ya futuro sin duda es sión europea y mundial cada vez más acusada. Las categorías
sentido individualmente por cada uno de los miembros de es- sociales más afectadas ya: no son las que constituían las bases
tas categorías sociales, pero su reacción es colectiva. Está de la Francia tradicional-campesinado, artesanado, pequefí.o
marcada por el sello del resentimiento. El resentimiento pue- comercio, trabajo independiente a la antigua usanza- hace ra-
de ser un resorte de acción o de reacción sociopolítico pro- to disuelta. Hoy en día esas categorías representan una parte
fundo que sin duda aún no llamó suficientemente la aten- importante de los grupos que han ocupado o habrían podido
., u Es una mezcla de envidia y de desprecio que se juega
c1on. ocupar un lugar central en la sociedad industrial, es decir, am-
sobre una situación social diferencial y fija las responsabilida- plias franjas de la clase obrera integradas durante los afíos de
des de la desdicha que se sufre en las categorías ubicadas jus- crecimiento, categorías de empleados, sobre todo entre los me-
to por encima o justo por debajo en la escala social. Eso ex- nos calificados, jóvenes de origen popular que antes habrían
plica el resentimiento de los pequefí.os comerciantes y de los pasado sin problemas del aprendizaje o del fin de la escola-
artesanos hacia los asalariados y los funcionarias que dispo- ridad al empleo estable, etc. Incluso más allá del desempleo
nían de ingresos semejantes, pero supuestamente trabajaban masivo, se asiste a una descalificación masiva que afecta espe-
cialmente a los sectores populares. 13 Por ejemplo, con la desin-
dustrialización, diplomas como el certificado de aptitud profe-

•· Movimiento dirigido por Pierre Poujade, que en la década de 1950,


con la consigna de bajar los impuestos, movilizó a pequenos comerciantes y
artesanos en Francia (n. dei t.). 12. Recordemos por otra parte que e! diputado más joven elegido para la
11. Véase, sin embargo, Pierre Ansart (dir. ), Le ressentiment, Bruselas, Legislatura durante la ola poujadista de 1956 fue Jean-Marie Le Pen.
Bruyant, 2002. 13. Esta dimensión colectiva de las situaciones de invalidación social liga-
66 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 67

sional (CAP) o el certificado de ensefianza industrial (BEl), que una parte del voto por la extrema izquierda, que en ausencia
antes eran herramientas seguras de integración en el mundo de una perspectiva creíble de transformación global de la so-
del trabajo, se devaluaron considerablemente. ~Cuál será el ciedad es también un voto de protesta, por no decir (~y por
porvenir europeo de un poseedor de un CAP de tornero? De qué no?) un voto motivado por el resentimiento.
un modo más general, ~cuál podrá ser ellugar, en la Europa Si bien hoy en día es necesario, salvo que se asuma el ries-
de mafiana, de todas estas especializaciones cristalizadas, ata- go de una muerte social, jugar el juego del cambi0, de la mo-
das a tareas precisas, que remiten a un estadia anterior de la vilidad, de la adaptación permanente, del reciclaje incesante,
división del trabajo? Parecen condenar a sus poseedores a la es evidente que algunas categorías sociales están particular-
inmovilidad, mientras que el porvenir pertenecería a los que mente mal pertrechadas para hacer frente a esta nueva reali-
sepan ser móviles y capaces de asumir el cambio. dad, y se puede agregar que ha habido muy poca preocupa-
El voto de abril de 2002 a favor del Frente Nacional ha re- ción al respecto para ayudarlos (por ejemplo, la imposición
velado, lo cual no hubiera debido constituir una sorpresa, que de la flexibilidad en las empresas rara vez estuvo asociada
estos resultados eran sobradamente la expresión de estas cate- con medidas de acompafiamiento eficaces que aseguraran la
godas populares antes electoral y socialmente instaladas a la reconversión de los agentes). En consecuencia, en el mejor de
izquierda.14 Aunque no hay que descuidado por los peligros los casos, esos grupos constituirán los peones de una econo-
políticos que conlleva, la connotación de extrema derecha o mía mundializada. En el peor de los casos, devenidos "inem-
fascistizante de este voto no me parece sociológicamente la pleables", sus miembros podrían ser condenados a sobrevivir
más significativa. Desde el punto de vista sociológico, es en en los intersticios de un universo social recompuesto sólo a
esencia una reacción "poujadista" alimentada por un senti- partir de las exigencias de la eficiencia y del rendimiento.
miento de abandono y por el resentimiento respecto de otros Y éste es un poderoso factor de aumento de la inseguridad.
grupos y de sus representantes políticos que obtienen los be- Si se puede hablar de un alza de la inseguridad en la actuali-
neficias del cambio y se desinteresan por la suerte de los per- dad, es en gran medida porque existen franjas de la población
dedores. Por otro lado, se podría ubicar en este mismo marco ya convencidas de que han sido dejadas en la banquina, impo-
tentes para dominar su porvenir en un mundo cada vez más
cambiante. Por consiguiente, se puede comprender que los va-
das a la declinación del movimiento obrero ha sido muy bien subrayada por lores que cultivan se hayan orientado más hacia el pasado que
S. Beaud y M. Pialoux, Retour sur la condition ouvriere, op. cit.
hacia ese futuro que asusta. El resentimiento no predispone a
14. Entre las múltiples tentativas de explicación de esta "sorpresa" que
fue el resultado de la primera vuelta electoral de la elección presidencial de
la generosidad ni empuja a asumir riesgos. Induce una actitud
abril de 2002 (en la que el candidato del Frente Nacional fue el más votado defensiva que rechaza la novedad, pero también el pluralismo
por los desempleados, los trabajadores precarios y algunas categorías de y las diferencias. En las relaciones que mantienen con los otros
obreros y de empleados), véase Michel Pialoux y Florence Weber, "La gau- grupos sociales, más que acoger la diversidad que presentan,
che et les classes populaires. Réflexions sur un divorce", en Mouvements, no estas categorías sacrificadas buscan chivos emisarios que po-
23, septiembre-octubre de 2002.
drían dar cuenta de su estado de abandono.
68 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 69

Ya hemos observado que el poujadismo, entendido como otros grupos tanto o más carenciados (como los blancos del
una noción genérica de la que ellepenismo presenta una ver- sur de Estados Unidos arruinados después de la Guerra de Se-
sión actualizada, efectuaba una proyección de la conflictivi- cesión y que se encontraron frente a los negros, tan pobres o
dad social sobre categorías muy próximas. Antes: envidia y más pobres que ellos, pero liberados). Buscan razones para
desprecio del trabajador independiente respecto del asalaria- comprender y otorgarse una superioridad a través del odio y
do con un status que acapara las ventajas sociales, se toma el desprecio racistas. No podemos dejar de constatar que hoy
vacaciones y espera tranquilamente la jubilación, mientras en día también nosotros tenemos nuestros blanquitos.15
que el pequeno comerciante se levanta a las cinco de la mafia- Así se puede comprender el carácter paradigmático del pro-
na para comprar los productos en el mercado central y traba- blema de los suburbios pobres en relación con la temática ac-
ja hasta las nueve de la noche para venderlos. Hoy: racismo tual de la inseguridad. Los "barrios sensibles" acumulan los
respecto del inmigrante considerado menos competente pero principales factores causantes de inseguridad: fuertes tasas de
más dócil y que, dicen, puede ser preferido en la competencia desempleo, de empleos precarios y de actividades marginales,
por el empleo, acumula las ayudas sociales que deberían estar hábitat degradado, urbanismo sin alma, promiscuidad entre
reservadas a los franceses de rancio origen y se comporta en grupos de origen étnico diferente, presencia permanente de jó-
nuestra tierra como en un país conquistado, cuando no es venes inactivos que parecen exhibir su inutilidad social, visibi-
más que un parásito. El hecho de que estas representaciones lidad de prácticas delictivas ligadas al tráfico de drogas y a los
sean falsas las más de las veces no es lo que importa aquí. Es- reducidores, frecuencia de las "incivilidades", de momentos de
tán extendidas y hoy tienen un peso tal que no se las puede tensión y de agitación, y de conflictos con las "fuerzas del or-
eliminar con juicios morales. den", etc. La inseguridad social y la inseguridad civil se super-
Por otro lado, es incongruente pedirles a los grupos más ponen aquí y se alimentan recíprocamente. Pero sobre la base
desfavorecidos que sean sus propios sociólogos y que elabo- de estas cori.stataciones que no tienen nada de idíliço, la diabo-
ren ellos mismos la teoría de su situación (al proletariado in- lización de la cuestión de los suburbios pobres, y .,particular-
dustrial dei siglo XIX le llevó mucho tiempo hacerlo, antes de mente la estigmatización de los jóvenes de esos suburbios a la
constituirse en clase obrera). Se puede comprender perfecta-
mente que una reacción social tome el atajo más corto y sal-
tee largas cadenas de razonamientos que habría que desplegar 15. No querría que esta calificación de "blanquito", que pretende ser
para dar cuenta de todos los componentes de esta situación, objetiva como la de "poujadista", se entienda a su vez como una seõal de
que escapan a menudo incluso a los economistas prestigiosos desprecio por aquellos que caracteriza de este modo. En primer lugar, por-
y a los profesionales de las ciencias sociales. El resentimiento que estas reacciones expresan su desasosiego frente a una situación que no
eligieron y de la que no son los primeros responsables. Y además, porque
como respuesta social al malestar social afecta a los grupos
los pobres no tienen el monopolio del racismo de clase. Por ejemplo, es un
más próximos. Es una reacción de blanquitos [petits blancs], verdadero racismo de clase el que la burguesía bien pensante del siglo XIX
es decir, de categorías situadas en la base de la escala social, desarrolló respecto de esos "nuevos bárbaros" que representaban para ellos
ellas mismas en situación de privación, en competencia con los proletarios de comienzos de la industrialización.
70 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 71

cual se asiste hoy en día, tiene que ver con un proceso de des- los suburbios pobres actuales, o al menos a la imagen que de
plazamiento de la conflictividad social que podría representar ellos se ha construido? No "encajan", es decir, no están inte-
perfectamente un dato permanente de la problemática de lain- gradas y, como antes en el caso de los proletarios, tienen algu-
seguridad. La escenificación de la situación de los suburbios nas buenas razones para tener dificultades para estado: ser
pobres como abscesos donde está fijada la inseguridad, a la portadores con frecuencia de una cultura de origen extranjero,
cual colaboran el poder político, los medios y una amplia par- ser discriminados negativamente cuando buscan un empleo17
te de la opinión pública, es de alguna manera el retorno de las o una vivienda decente, tener que hacer frente cotidianamente
clases peligrosas, es decir, la cristalización en grupos particula- a la hostilidad de una parte de la población y de las fuerzas del
res, situados en los márgenes, de todas las amenazas que en- orden, etcétera.
tra:õ.a en sí una sociedad. El proletariado industrial desempe:õ.ó El drama en estas situaciones es que las condenas morales
ese rol en el siglo XIX: clases trabajadoras, clases peligrosas. siempre pueden verificarse al menos parcialmente en los he-
Es que en aquella época los proletarios, aunque en su mayoría chos: vivir en esas condiciones no predispone al angelismo, y
trabajaran, no estaban inscriptos en las formas estables del la inseguridad tanto social como civil es efectivamente más al-
empleo, e importaban hacia la periferia de las ciudades indus- ta en los suburbios pobres que en otras partes. Sin embargo,
triales una cultura de origen rural descontextualizada, percibi- la "simplificación" es sobrecogedora. Hacer de algunas dece-
da por los habitantes urbanos como una incultura; vivían en la nas de miles de jóvenes, a menudo más perdidos que malva-
precariedad permanente del trabajo y del hábitat, condiciones dos, el núcleo de la cuestión social, convertida en la cuestión
poco propicias para establecer relaciones familiares estables y de la inseguridad que amenazaría los fundamentos del orden
desarrollar costumbres respetables. Como se:õ.aló Auguste republicano, es realizar una condensación extraordinaria de
Comte, esos proletarios "acampan en el seno de la sociedad
occidental sin estar calificados para ella, sin encajar en ella" .16
~Acaso no podría aplicarse esta fórmula a las poblaciones de 17. La discriminación en e! momento de contratar a alguien para un tra-
bajo por razones relativas ai color de la piei o la consonancia dei nombre es
una práctica corriente que no sólo es condenable moralmente sino contra-
dictoria con los princípios que pregona e! liberalismo dominante. Por un la-
16. Auguste Comte, Systeme de politique positive, edición de 1929, Pa- do, la ideología liberal condena todo lo que pueda oponerse a la libera-
rís, pág. 411. Antes, los vagabundos habían tenido la misma función de lización dei mercado de trabajo, y apunta así contra las protecciones dei
"clase peligrosa", en la que se cristalizaba e! sentimiento de inseguridad pro- derecho laboral que obstaculizarían su apertura. Pero, ai mismo tiempo,
pio de las sociedades preindustriales. Otra ilustración dei tipo privilegiado alienta e! proteccionismo de las políticas de inmigración y tolera las prácti-
de reiación que mantiene una sociedad con sus márgenes y que podría remi- cas discriminatorias respecto de los candidatos ai empleo que, con igual cali-
tir a un rasgo antropológico permanente: e! enemigo dei interior está situa- ficación, quedan invalidados por la única razón de que presentan un perfil
do en la periferia dei cuerpo social, en esos grupos que son como extranje- "exótico". Habría que insistir en esta contradicción dei liberalismo actual:
ros porque a menudo vienen de otra parte, porque no parecen compartir la por un lado quiere imponer a cualquier precio la libre circulación de las
cultura dominante y porque no entran en los circuitos comunes de intercam- mercaderías, pero por el otro se amolda a las barreras políticas y sociales
bios sociales. que se levantan contra la libre circulación de los hombres.
72 ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 73

la problemática global de la inseguridad. Es cierto que estas pero es lícito dudar de que se trate de una respuesta suficiente
estrategias: presentan ciertas ventajas. Evitan la necesidad de a la pregunta "~ qué es estar protegido?".
tomar en cuenta el conjunto de factores que se hallan en el Más allá aun de la cuestión de los suburbios pobres y de
origen del sentimiento de inseguridad y que tienen que ver los problemas de la delincuencia, por cierto asistimos a un
tanto con la inseguridad social como con la delincuencia. deslizamiento del Estado social hacia un Estado de la seguri-
También permiten movilizar una batería de medios que, si no dad [État sécuritaire] que preconiza y pone en marcha el re-
siempre son eficaces, al menos están disponibles con sus ins- torno a la ley y al orden, como si el poder público se movili-
trucciones de uso. La represión de los delitos, el castigo de los zara esencialmente alrededor del ejercicio de la autoridad. La
culpables, la prosecución de una "tolerancia cero", a riesgo · cuestión de la inseguridad civil plantea problemas fundamen-
de aumentar el número de los jueces y de los polidas, son tales, y al Estado le corresponde afrontarlos. 19 Pero todo su-
ciertamente cortocircuitos simplificadores frente a la comple- cede como si hoy, en Francia, el Estado pusiera en juego lo
jidad dei conjunto de los problemas que plantea la inseguri- esencial de su credibilidad en su capacidad de combatida. Sin
dad. Pero estas estrategias, sobre todo si están bien escenifica- embargo, está fuera de duda que este tipo de respuesta pueda
das y si se las persigue con determinación, al menos tienen el extenderse al conjunto de los factores que producen la insegu-
mérito de mostrar que se hace algo (no se es laxista) sin tener ridad. Para ello habría que ir encontra de las dinámicas de
que hacerse cargo de cuestiones más difíciles y exigentes, tales individualización que, como vimos, operan en profundidad
como, por ejemplo, el desempleo, las desigualdades sociales, en todo el cuerpo social, en contra incluso dellibre juego de
el racismo, que también están en el origen del sentimiento de la competencia y de la competitividad que, según se proclama
inseguridad. 18 Es quizá políticamente rentable a corto plazo,

y la mendicidad de los no inválidos era la miseria de masas y el bloqueo de la


18. Asimismo, la analogía con la política de tratamiento dei vagabundeo entrada al mundo dei trabajo por medio dei sistema de corporaciones. La res-
en las sociedades preindustriales puede resultar esclarecedora en este punto. puesta liberal a la cuestión dei vagabundeo fue la proclama dellibre acceso ai
Desde fines de la Edad Media, la realeza francesa, pero también más general- trabajo (véase la ley Le Chapelier). Pero fue necesaria una revolución para
mente el conjunto de los poderes en Europa occidental, hizo de la represión · conseguido, y ésta producirá por otra parte otros tantos efectos problemáti-
dei vagabundeo y de la mendicidad el núcleo de sus políticas sociales, sin cui- cos en lo atinente a la inseguridad: fue la condición de posibilidad de la cons-
darse ni fijarse en los medios utilizados para conseguido. Pero pese ai hecho titución dei proletariado, que a su vez se volverá una "clase peligrosa".
de que varios centenares de miles de vagabundos hayan sido expulsados, . 19. Sobre este punto, véase por ejemplo Hugues Lagrange, Demandes de
puestos en la picota, encerrados, condenados a las galeras, ahorcados, etc., se sécurité. France, Europe, États-Unis, París, Seuil/La République des Idées,
puede dudar de la eficacia de estas medidas pues se reiteraron incansable- 2003 y ·Didier Peyrat, Éloge de la sécurité, París, Gallimard/Le Monde,
mente durante varios siglos a partir, cada vez, de la constatación de su fraca- 2003. Es tanto más legítimo combatir la inseguridad cuanto que aquellos
so. Probablemente la crueldad de estas disposiciones disuadió también a mu- que la padecen son cada vez más los habitantes de esos mismos barrios que
chos indivíduos sin recursos de seguir vías tan peligrosas ("la verdadera también viven en la inseguridad social. Así, la asociación inseguridad civil-
prevención es la sanción"). Pero el problema quedó irresuelto hasta las inseguridad social juega igualmente a favor, o más bien encontra, de las víc-
postrimerías dei Antiguo Régimen, porque lo que alimentaba el vagabundeo timas de las prácticas delictivas.
74 ROBERT CASTEL

al mismo tiempo, debe reinar en el seno de la empresa Y en el Capítulo 4


mercado. Un Estado puramente dedicado a la seguridad se
condena de este modo a ahondar una contradicción entre el UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO
ejercicio de una autoridad sin fisuras, al restaurar la figura
del Estado gendarme para garantizar la seguridad civil, y un
laxismo frente a las consecuencias de un liberalismo económi-
co que alimenta la inseguridad social. Semejante respuesta no
podría ser viable salvo si seguridad civil y seguridad social
constituyeran dos esferas separadas, lo cual evidentemente no
es cierto.

Desde la década de 1980 parece que nos estamos instalan-


do en una nueva problemática de la inseguridad. Ésta se ca-
racteriza por su extraordinaria complejidad, y se sitúa en la
conjunción de dos series de transformaciones.
En primer lugar existe una d_ificultad creciente para estar
asegurado contra los principales riesgos sociales que podrían
calificarse como "clásicos" y que parecían haber sido esen-
cialmente neutralizados (accidente, enfermedad, desempleo,
incapacidad de trabajar debido a la edad o a la presencia de
una discapacidad ... ). De acuerdo con esta primera línea de
análisis que acabamos de seguir, hemos podido constatar un
desperfecto, seguido de una erosión, de los sistemas de pro-
tección que se habían desplegado en la sociedad salarial so-
bre la base. de condiciones de trabajo estables. Con el debili-
tamiento del Estado nacional-social, los individuas y los
grupos que sufren los cambios socioeconómicos generados
desde mediados de la década de 1970, sin tener la capacidad
de dominados, se encuentran en situación de vulnerabilidad.
De ello surge un estado de inseguridad frente al porvenir y
un desasosiego que también pueden alimentar la inseguridad
civil, sobre todo en territorios como los suburbios pobres,
76 ROBERT CASTEL UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO 77

donde se cristalizan los principales factores de disociación un sentimiento generalizado de impotencia ante nuevas ame-
social. nazas que parecen inscriptas en el proceso de desarrollo de la
modernidad. Se puede plantear la hipótesis de que la actual
frustración acerca de la seguridad contemporánea se alimenta
Riesgos, peligros y danos de esta doble fuente. Es por ello que hay que seiíalar a la vez
esta conexión y denunciar la confusión que supone. La infla-
Pero en el momento en que los sistemas de producción de ción actual de la sensibilidad a los riesgos hace de la búsque-
seguridad clásicos se han debilitado de esta manera, apareció da de la seguridad una búsqueda infinita y siempre frustrada.
una nueva generación de riesgos, o ai menos de amenazas Pero es necesario distinguir, en el seno de lo que hoy se en-
percibidas como tales: riesgos industriales, tecnológicos, sani- tiende por riesgos, las contingencias de la vida que pueden ser
tarios, naturales, ecológicos, etc. Se trata de una problemáti- dominadas porque se socializan, de las amenazas cuya pre-
ca dei riesgo que no parece guardar reiación directa con la sencia habría que reconocer sin que uno pueda protegerse -y
primera, ya que su emergencia corresponde en lo esencial a por lo tanto aceptarlas como límites, provisorios quizá, pero
las consecuencias descontroladas dei desarrollo de las ciencias actualmente insuperables, dei programa de protecciones que
y de las tecnologías que se vuelven contra la naturaleza y el debe asumir una sociedad.
medio ambiente, ai que supuestamente pretenden dominar ai En efecto, la afirmación de que viviríamos en una "socie-
servicio dei hombre. La proliferación de los riesgos aparece dad dei riesgo" se basa en unaextrapolación discutible de la
aquí estrechamente ligada a la promoción de la modernidad. noción. Un riesgo en el sentido propio de la palabra es un
Ulrich Beck designa como sociedad dei riesgo a la sociedad acontecimiento previsible, cuyas probabilidades de producir-
moderna entendida en su dimensión esencial: ya no es el pro- se pueden estimarse, así como el costo de los daiíos que pro-
greso social sino un principio general de incertidumbre lo que vocará. Asimismo, éste puede ser indemnizado porque puede
gobierna el porvenir de la civilización. Es hacer de la insegu- ser mutualizado. 2 El seguro ha sido la gran tecnología que
ridad ei horizonte insuperable de la condición dei hombre permitió el control de los riesgos, repartiendo los efectos en el
moderno. El mundo ya no es más que un vasto campo de seno de colectivos de indivíduos vueltos solidarias frente a
riesgos, "la tierra se ha vuelto un asiento eyectable" .1 diferentes amenazas previsibles. La generalización de la obli-
La reflexión contemporánea acerca de la inseguridad debe gación de asegurarse (que implica la garantía dei Estado) ha
integrar este parámetro. Si estar protegido es estar en condi- sido la vía regia de la constitución de la "sociedad asegurado-
ciones de hacer frente a los principales riesgos de la existen- ra": una sociedad en la cual el conjunto de los indivíduos es-
cia, este seguro hoy parece estar doblemente en falta: por el tá amparado (asegurado) sobre la base de la pertenencia a
debilitamiento de las coberturas "clásicas", pero también por

2. Véase Patrick Pérettí-Watel, La société du risque, París, La Découver-


1. Ulrich Beck, La sociedad dei riesgo, op. cit. te, 2001.
78 ROBERT CASTEL UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO 79

grupos cuyos miembros aportan para repartir ei costo de los thony Giddens de "cultura del riesgo" 4 es significar que nos
riesgos. En la base de la· cobertura de los riesgos sociales exis- hemos vuelto cada vez más sensibles a las nuevas amenazas
te un modelo solidaria o mutualista. que genera el mundo moderno y que se multiplican, efectiva-
Una "sociedad del riesgo" no puede asegurarse de esta mente, producidas por el propio hombre a través del uso ~es­
manera. Esos nuevos riesgos son ampliamente imprevisibles, controlado de las ciencias y de las tecnologías, y de una ms-
no son calculables según una lógica probabilística, y acarrean trumentalización del desarrollo económico tendiente a hacer
consecuencias irreversibles, a su vez incalculables. Una catás- del mundo entero una mercancía. Empero, indudablemente
trofe como la de Chernobyl o la enfermedad de la vaca loca, ninguna sociedad podría pretender erradicar la totalidad de
por ejemplo, no son mutualizables; no se las puede manejar los peligros que el futuro entrafia. Más bien constat~mos que,
en ei marco de sistemas de seguro. Por lo tanto, no son estric- cuando los riesgos más acuciantes parecen neutralizados, el
tamente "riesgos", sino más bien eventualidades nefastas o cursor de la sensibilidad a los riesgos se desplaza y hace aflo-
amenazas o peligros que efectivamente "existe el riesgo" de rar nuevos peligros. Pero hoy ese cursor está ubicado tan alto
que ocurran, pero sin que se disponga de tecnologías adecua- que suscita una demanda completamente irrealista de seguri-
das para asumirlos, ni siquiera de conocimientos suficientes dad. Así, la "cultura dei riesgo" fabrica peligro. Para tomar
para anticiparlos. La imprevisibilidad de la mayor parte de un ejemplo un poco trivial, la hambruna fue durante mucho
esos "nuevos riesgos", la gravedad y el carácter irreversible tiempo para la humanidad el verdadero riesgo alim~ntario, Y
de sus consecuencias, hacen que la mejor prevención consista lo sigue siendo en numerosas comarcas. En cambw, en los
a menudo en anticipar lo peor y en tomar medidas para evitar países ricos, lo que se ha vuelto peligroso es el hecho de co-
que eso advenga, aun cuando sea muy aleatorio. Consiste en mer: más allá dei prion de la vaca loca, la lista de los produc-
destruir, por ejemplo, todo un rebafio de ganado ante la in- tos cancerígenos presentes en los alimentos se extiende día
certidumbre de que haya habido contaminación, al precio de tras día. La búsqueda del riesgo cero en materia alimentaria
consecuencias económicas y sociales desproporcionadas en sería, por lo tanto, abstenerse de comer U"principio de pre-
relación con el riesgo real. Se podría glosar abundantemente caución"?). Como es impracticable, quedan la sospecha y la
este punto: para evitar una eventualidad improbable, y que ni ansiedad: la inseguridad también está en la mesa.
siquiera es probabilizable, se producen danos muy reales. 3 Para replantear hoy en día la cuestión de las protecciones,
La inflación contemporánea de la noción de riesgo mantie- hay que comenzar por sefialar sus distancias respecto ~e esta
ne así una confusión entre riesgo y peligro. Hablar con An- inflación contemporánea de la noción de riesgo que ahmenta
una demanda desesperada de seguridad y disuelve de hecho la
posibilidad de estar protegido. Recordar pues que ningún
3. El principio de precaución lleva esta lógica hasta sus últimas conse-
cuencias. Paradójicamente, lo que guía la decisión es la incertidumbre: hay
que decidir hoy en función de una posibilidad de riesgo cuya existencia no
4. Véase Anthony Giddens, Les conséquences de la modernité, traduc-
se ha revelado en el momento sino que podría revelarse mafiana.
ción francesa, París, l'Harmattan, 1994.
UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO 81
80 ROBERT CASTEL

programa de protecciones puede ser capaz de tener por obje- más desprovistas de medios para garantizar la higiene y la se-
tivo asegurar el porvenir al punto de que éste no entranara guridad, la prevención o la reparación de esos danos. Existen
más incertidumbres ni peligros. La "cultura del riesgo" extra- injusticias enormes en la distribución de esos "riesgos", sobre
pola la noción de riesgo, pero la vacía de su sustancia y le im- todo si se plantea el problema a escala planetaria, como se
pide ser operativa. Evocar legítimamente el riesgo no consiste debe hacer, habida cuenta de las relaciones entre la difusión
en colocar la incertidumbre y el miedo en el corazón del por- de este tipo de danos y la manera como se conduce la mun-
venir, sino por el contrario en tratar de hacer del riesgo un re- dialización.
ductor de incertidumbre para dominar el porvenir, desarro- Más que de riesgos, aunque sean "nuevos", sin duda sería
llando medios apropiados para hacerlo más seguro. Es así pertinente hablar aquí de danos o de acciones o situaciones
como han podido dominarse los riesgos sociales clásicos en el nocivas. Esto no significa que no puedan dominarse, sino que
marco de una responsabilización colectiva. Pero tratándose el dispositivo adecuado es diferente del que prevaleció para
de los "nuevos riesgos" aparecidos después, hay que pregun- dominar los riesgos sociales clásicos. Se ve claramente, por
tarse si su proliferación no supone también una dimensión so- ejemplo, que si una industria altamente polucionante se im-
cial y política, mientras que generalmente se la presenta como planta en una región particularmente desfavorecida del Tercer
la marca de un destino ineluctable, un "aspecto fundamental Mundo para explotar una mano de obra barata, la respuesta
de la modernidad en una sociedad de indivíduos", como ob- pertinente no es "mutualizar los riesgos", obligando a la po-
serva Anthony Giddens. 5 ~Componente intrínseco de una so- blación autóctona a asegurarse contra estos danos. Consisti-
ciedad de indivíduos o consecuencia de elecciones económicas ría más bien en proscribir estas nuevas formas planetarias de
y políticas cuyas responsabilidades hay que establecer? En explotación o al menos en imponer a las empresas multina-
efecto, muchos de esos "riesgos" (polución, efecto invernade- cionales que se benefician de ello regulaciones severas compa-
ro ... ) son como un efecto boomerang sobre los equilíbrios na- tibles con un desarrollo duradero. Es decir, la instauración de
turales de un productivismo desenfrenado y de una explota- instancias políticas transnacionales suficientemente poderosas
ción salvaje de los recursos del Planeta. Asimismo, es para imponer límites al frenesí de la ganancia y domesticar el
inexacto decir con Ulrich Beck que esos "riesgos" atravesa- mercado mundializado.
rían en lo sucesivo las barreras de clase y estarían distribuídos
democráticamente de alguna manera. Así, por ejemplo, las in-
dustrias más polucionantes están ubicadas preferentemente en Privatización o colectivización de los riesgos
los países en vías de desarrollo y afectan a las poblaciones
Semejantes instancias casi no existen en la actualidad, de
modo que estamos fuertemente desamparados frente a estas
acciones nocivas. Pero al menos podemos empezar a exigir
5. Anthony Giddens, Modernity and self-identity, Standford, Standford
University Press, 1991, pág. 224 [trad. cast.: Modernidade identidad dei yo,
que una cuasimetafísica del riesgo no sirva para ocultar la es-
Barcelona, Dédalo, 1991]. pecificidad de los problemas que hoy se plantean, así como

l
82 ROBERT CASTEL UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO 83

también_la búsqueda de las responsabilidades en el origen de los riesgos. No se ve bien el rol que pueden desempenar en es-
~stos danos que a menudo se presentan como ineluctables. La ta configuración el Estado social y el seguro obligatorio
1deología. generalizada e indiferenciada del riesgo (la "socie- garantizado por el derecho. Existe una relación estrecha entre
dad del nesgo", la "cultura del riesgo", etc.) se ofrece hoy co- la explosión de los riesgos, la hiperindividualización de las
mo la referencia teórica privilegiada para denunciar la insufi- prácticas y la privatización de los seguros. Si los riesgos se
ciencia, incluso el carácter obsoleto de los dispositivos clásicos multiplican hasta el infinito y si el individuo está solo para ha-
de protección y la impotencia de los Estados para hacer frente cerles frente, es al individuo privado, privatizado, al que le co-
a la nueva coyuntura económica. La alternativa, por lo tanto, rresponde asegurarse a sí mismo, si puede. El manejo de los
n~ puede so~tenerse más que en el desarrollo de los seguros riesgos no es ya, consecuentemente, una empresa colectiva, si-
pn~ados. As1 se puede entender por qué algunos de los parti- no una estrategia individual, mientras que el porvenir de los
~anos del seguro en el ámbito neoliberal siguieron con entu- seguros privados está, por su lado, asegurado a través de la
~Iasmo análisis como los de Ulrich Beck 0 Anthony Giddens e multiplicación de los riesgos. Su proliferación abre un merca-
mcluso fueron más lejos que ellos. Por ejemplo, en virtud de do prácticamente infinito al comercio de los seguros.
una .sorprendente inversi~n de los términos, François Ewald y La otra vía para intentar hacer frente a esta coyuntura es
Dems Kessler hacen del nesgo "el principio de reconocimien- despejar la dimensión social de los nuevos factores de incerti-
to del.valor.~el individuo", "la medida de todo", otorgándole dumbre e interrogarse sobre las condiciones en que pueden
u?~ d1menswn cu.a~i,antropológica -como si el riesgo, proba- ser enfrentados y manejados colectivamente. Pero no hay que
bihdad de la apancwn de un acontecimiento exterior al hom- soslayar la inmensa dificultad que presenta esta tarea en la
bre, pudiera constituir un componente del individuo mismo- 6 actualidad. Es evidente en lo que ataiie a lo que propuse lia-
Ernest-Ant~ine Seillieres lleva esta naturalización del riesg~ mar, más que riesgos propiamente hablando, daiios inéditos
hasta la cancatura, ya que para élla humanidad se divide en- producidos por el modo actualmente prevaleciente de desa-
tre "riscófil~s" Y '.'~iscófobos" J De hecho, la insistencia pues- rrollo económico y social. Pese a una concientización crecien-
ta e~ la prohferacwn de los riesgos corre pareja con una cele- te de los perjuicios de una mundialización salvaje (véase la
braCión del individuo aislado de sus inserciones colectivas audiencia de las diferentes corrientes que militan por una "al-
"desarraigado" (disembedded), según la expresión de Gid~ termundialización" ), estamos lejos de haber encontrado el ti-
~ens. En consecuencia, este individuo es como un portador de po de instancias internacionales diferentes en su espíritu del
nesgos que navega sin instrumentos en medio de los obstácu- FMI, del Banco Mundial y de la OMC, que podría inspirar
los Y los peligros, Y debe administrar él mismo su relación con una administración de los intercambios internacionales respe-
tuosa de las exigencias ecológicas y sociales que habría que
imponer a escala planetaria.s La complejidad de estos proble-
,~· Françoi~ Ewal~, Denis Kessler, "Les noces du risque et de la politi-
que , en Le Debat, n 109, marzo-abril de 2000.
7. Entrevista, en Risques, n° 43, septiembre de 2000. 8. En el seno de los grandes organismos internacionales, sin duda la Or-

l
UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO
85
84 ROBERT CASTEL

mas hace que sea imposible pretender tratados aquí, aunque vas consistentes, ha actuado como un poderoso factor de in-
se inscriben también en una problemática renovada de las dividualización. "El seguro de asistencia" 9 dispuesto por el
protecciones que hoy habría que promover. Pero, también pa- Estado libera ai individuo de su dependencia respecto de to-
ra los riesgos sociales clásicos, se ha seiialado hasta qué pun- das las comunidades intermediarias que le procuraban lo que
to los colectivos protectores que habían posibilitado su mane- propuse denominar "protecciones de proximidad". El indivi-
jo en el marco de la sociedad salarial estaban profundamente duo se vuelve así, al menos tendencialmente, "liberado" en
convulsionados. Esta situación parece ampliamente irreversi- relación con ellas, mientras que el Estado se tornó su princi-
ble. No se volverá hacia atrás por una simple restauración de pal sostén, es decir, su principal proveedor de p~ot~c~iones.
las regulaciones colectivas anteriores, porque éstas correspon- Cuando estas protecciones se resquebrajan, este md1v1duo se
dían a las formas, ellas mismas colectivas, de la producción vuelve a la vez frágil y exigente, porque está habituado a la
del capitalismo industrial y a su administración en el marco seguridad y corroído por el miedo a perderia. No es exagera-
del Estado-nación. Se trata una vez más de la mutación actual do decir que la necesidad de protección forma parte de la
dei capitalismo, pasando por la mundialización de los inter- "naturaleza" social del hombre contemporáneo, como si el
estado de seguridad se hubiera vuelto una segunda natural~­
cambios y la exacerbación de la competencia, que impone es-
za e incluso el estado natural del hombre social. Es la posl-
tas formas de descolectivización y una movilidad generalizada
de la fuerza de trabajo primero, pero también de amplios sec- ciÓn contraria de la representada por Hobbes a comienzos de
la modernidad. Pero esta inversión ha sido posible porque el
tores de la sociedad. La postura que corresponde adoptar no
es subestimar estas transformaciones sino plantearse la cues- Estado organizá sistemas que brindaban seguridad, q~e se
impusieron progresivamente hasta ser completamente mt~­
tión, y no es fácil saber qué formas de protección serían com-
riorizados por el individuo. En suma, porque el Estado, baJ.O
patibles con la fuerte perturbación de las fuerzas productivas
la forma del Estado nacional-social, había logrado cumphr
y de los modos de producción a la que estamos asistiendo.
Una segunda razón de fondo impide considerar la crisis globalmente su misión. Se ha vuelto natural estar p~o~eg~do,
lo que significa también que se ha vuelto natural re1vmd1car
actual de las protecciones como una peripecia accidental o
que el Estado asegure la protección. Pero es en ese momento
provisoria. La construcción de las protecciones ha producido
cuando se fragilizan las protecciones de una manera que pa-
igualmente una transformación esencial, también irreversi-
ble, del status dei individuo. La paradoja, subrayada entre rece irreversible.
otros por Marcel Gauchet, es que el domínio creciente dei
Estado social, al procurar al individuo protecciones colecti- 9. Marcel Gauchet, "La société d'insécurité", en J. Donzelot (dir:), ~ace
à l'exclusion: {e modele (rançais, París, Seuil, 1991. Como ya lo hab1a v1sto
perfectamente Durkheim, a quien se le reprocha injustamente haber sofoca-
do al individuo bajo las coerciones colectivas: "La verdad es que el E.stado
ganización Internacional dei Trabajo (OIT) es actualmente la primera en
ha sido elliberador del individuo [... ]. El individualismo se ha mov1do al
manifestar esta preocupación. Desgraciadamente, su poder de intervención
mismo ritmo que el estatismo", en Revue philosophique, no 48, 1899.
no es comparable al que ejerce el FMI, por ejemplo.
86 ROBERT CASTEL

Por ende, ciertamente es ingenuo pretender mantener o CAPÍTULO 5


restaurar el statu quo de las protecciones anteriores, y ése es
el reproche que los modernistas dirigen con buena conciencia, ~CÓMO COMBATIR
de manera recurrente, a los "nostálgicos del pasado". Pero al LA INSEGURIDAD SOCIAL?
menos es igualmente ingenuo pretender que la abolición de
estas protecciones "liberaría" a un individuo que no esperaría
sino esta ocasión para desplegar por fín todas sus potenciali-
dades. Es la ingenuidad de la ideología neoliberal dominante.
Omite tener en cuenta el hecho esencial de que el individuo
contemporáneo ha sido profundamente modelado por las re-
gulaciones estatales. No se sostiene solo, digamos, porque es-
tá como transfundido y atravesado por los sistemas colectivos
de producción de seguridad montados por el Estado social. ·En qué podría consistir tal reorganización? ~Cómo ~~­
Salvo que se preconice el retorno al estado de naturaleza, es co~poner protecciones que impondrían principias de estabih-
decir, a un estado de inseguridad total, el cuestionamiento de dad y dispositivos de seguridad en un mundo nuevamente
las protecciones no puede conducir a su supresión, sino más confrontado con la incertidumbre del maiíana? Indudable-
bien a su reorganización en la nueva coyuntura. mente se trata del gran desafío que tenemos hoy, y no es se-
'
guro que podamos resolverlo. No pretendem_os ~porta~ aqm
'

respuestas minuciosas a estas preguntas, que mv1tan _mas a la


búsqueda de nuevas fórmulas que a aportar o conclmr en cer-
tezas. Pero se puede intentar precisar los temas que recubre~
ateniéndonos a los dos principales sectores que se han anah-
zado hasta aquí, el de la protección social propiamente dic?a
y el de las acciones destinadas a dar seguridad a las situacw-
1
nes de trabajo y a las trayectorias profesionales.

1. He de recordar que, para ser exhaustivo, habría que integrar una re-
flexión sobre los servidos públicos, parte importante de la propiedad social.
El ejemplo del derrumbe reciente de la Argentina ilustra a cont~ario la i~­
portancia de esta temática. La inseguridad social en la cual ha catdo ese ~ats
no se debe solamente al aumento de una pobreza de masas, a la precanza-
ción de las situaciones sociales, incluidas las clases medias, o a una reduc-
ción drástica de las prestaciones sociales. Es también la consecuencia del de-
,cóMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 89
88 ROBERT CASTEL

Reconfigurar las protecciones sociales polémica atafie también ai modo de funcionamiento dei siste-
ma y a su incapacidad para hacerse cargo de todos los que es-
Veamos pues en primer lugar el terreno de la protección tán en ruptura con el mundo del trabajo. La protección social
social propiamente dicha, que corresponde a lo que se llama clásica profundizaría así, paradójicamente, la distancia entre
en Francia la seguridad social (seguros de enfermedad, invali- un público que puede seguir beneficiándose de protecciones
dez, accidentes de trabajo, vejez, desempleo, subsídios fami- fuertes, otorgadas de manera incondicional porque corres-
liares y ayuda social), a la que se han agregado desde comien- ponden a derechos emanados del trabajo, y el flujo creciente
zos de la década de 1980 diversas políticas de inserción y de de todos los que van quedando separados de esos sistemas de
"lucha contra las exclusiones". Las transformaciones que se protecciones o no llegan a inscribirse en ellos. Entonces, más
observan desde hace unos veinte afios no tomaron el carácter profundamente que la cuestión del financiamiento, es la es-
de una revolución brutal. El sistema sigue estando amplia- tructura misma de este tipo de protecciones, que descansa en
mente dominado por los seguros ligados ai trabajo y financia- la constitución de categorías homogéneas y estables de pobla-
dos por medio de cotizaciones recaudadas sobre el trabajo. ciones y que brinda sus prestaciones de una manera automá-
Sin embargo, aparecieron dificultades crecientes y nuevos tica y anónima, lo que las haría no aptas para atender la di-
planteos que cuestionan la hegemonía de este modo de pro- versidad de las situaciones y de los perfiles de indivíduos a la
tección. espera de protecciones. .
En primer lugar, bloqueo financiero. El desempleo masivo A partir de estas constataciones, desde hace unos vemte
y la precarización de las relaciones de trabajo, por un lado, y anos se ha observado el desarrollo de lo que bien podría re-
la reducción de la población activa por razones demográficas presentar un nuevo régimen de la protección social orientado
y la extensión de la esperanza de vida, por el otro, desestabi- a los dejados-de-lado de las protecciones clásicas. Se ha ido
lizan profundamente el financiamiento del sistema. Como di- organizando progresivamente en los márgenes del sistema a
ce Denis Olivennes, el riesgo sería que pronto una minoría de través de la promoción de medidas sucesivas: multiplicación
activos tenga que aportar para asegurar a una mayoría de de las prestaciones mínimas sociales condicionadas a los re-
inactivos. 2 Per o más allá de la argumentación financiera, la cursos o ingresos (nulos o muy reducidos) de los beneficia-
rios, desarrollo de políticas locales de inserción y de políticas
de la ciudad, de dispositivos de ayuda para el empleo, de so-
rrumbe de los servicios públicos en un país en vías de privatización comple-
corro a los que menos tienen y de "lucha contra la exclu-
ta. No puedo detenerme para explicar aquí este punto, pero la discusión de sión". Estas disposiciones no obedecieron a un plan de con-
los temas que intervienen en el cuestionamiento actual de los servicios públi- junto, pero sin embargo parecen esbozar un nuevo referente
cos se inscribiría directamente en las observaciones que siguen. de protección muy diferente del de la propiedad social carac-
2. Véase Denis Olivennes, "La société de transfert" en Le Débat n° 69 terizada por la hegemonía de las protecciones incondicionales
' '
marzo-abril ele 1992. Los aportes y contribuciones obligatorios efectuados a
'
fundadas en el trabajo. Bruno Palier sintetiza la oposición de
partir dei trabajo representaban un 80% de los gastos de la protección so-
cial en 1997. los dos registres de la siguiente manera:
(CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 91
90 ROBERT CASTEL

Apertura generalizada e igualitaria versus objetivos y discri- líticas territoriales que se implementaron en los barrios desfa-
minación positiva; prestaciones uniformes versus definición de vorecidos en nombre de la inserción a partir de comienzos de
las prestaciones a partir de necesidades sociales; sectores sepa- la década de 1980 y que culminan hoy en la "política de la
rados unos de otros (enfermedad, accidentes de trabajo, vejez, ciudad" se apoyan en proyectos locales, que implican la mo-
familia) versus tratamiento transversal dei conjunto de los pro- vilización de los habitantes y de los diferentes sectores de la
blemas sociales experimentados por una misma persona; admi- comunidad. Esta tendencia a la implicación personalizada de
nistraciones centralizadas para la gestión de un riesgo o de un los usuarios inspira también cada vez más las políticas de lu-
problema versus gestión participativa sobre la base de relaciones cha contra el desempleo (véase la instauración reciente del
contractuales con el conjunto de los actores (administrativos,
PARE,* que suscita -impone- la participación activa de los
políticos, asociativos, económicos) suceptibles de intervenir; "ad-
desempleados en la búsqueda de empleo). En todos esto_s nue-
ministración de gestión" versus "administración de misión";
"centralización y administración piramidal" versus "descentrali- vos procedimientos se trata de pasar del consu~? pas~vo de
zación y territorialización". 3 prestaciones sociales brindadas de modo a~t_o~atlco e mcon-
dicional a una movilización de los beneÍlClanos que deben
Una consecuencia importante de estos cambios es que in- participar en su rehcrbilitación. "Activació.~ de los gastos _pa-
troducen cierta flexibilidad en el régimen de las protecciones. sivos", como se dice, pero que pasa tamb1en por una actlva-
En efecto, estas nuevas intervenciones sociales se caracterizan ción de las personas involucradas.
por su diversificación, porque supuestamente se ajustan a la Estas transformaciones obedeceu así a una lógica de con-
especificidad de los problemas de las poblaciones de las que junto. Se trata de políticas que tienden a la individualización
se hacen cargo y, en última instancia, a una individualización de las protecciones, en correspondencia con la gran tr.~nsfor­
de su implementación. Dos términos ausentes del vocabulario mación social que se ha descripto, atravesada tamb1en ella
de la protección clásica ocupan un lugar estratégico en estas por procesos de descolectivización o de reindividualizaci~~·
nuevas operaciones: el contrato y el proyecto. La organiza- En este sentido, se presentan como una respuesta a la cns1s
ción del ingreso mínimo de reinserción (RMI en sus siglas en del Estado social cuyo funcionamiento centralizado, adminis-
francés) a partir de 1988, por ejemplo, ejemplifica muy bien trador de regias universales y anónimas, se revelaría inadap-
el espíritu de este nuevo régimen de protecciones. Su obten- tado en un universo cada vez más diversificado y móvil. La
ción depende en principio de la puesta en marcha de un "con- nueva economía de las protecciones exige, se dirá, que se
trato de inserción" por el cual el beneficiaria se compromete vuelva, más allá de la estatización de lo social, a una conside-
a la realización de un proyecto. El contenido de este proyecto ración de estas situaciones particulares y en última instancia
está definido a partir de la situación particular del beneficia- de los indivíduos singula'fes.
rio y de las dificultades que le son propias. Asimismo, las po-

*PARE, sigla de Plan d'Aide au Retour à l'Emploi (Plan de Ayuda para


3. Bruno Palier, Gouverner la sécurité sociale, París, PUF, 2002, pág. 3. e! Retorno ai Empleo) (n. dei t.).

'

I
I
t
(CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 93
92 ROBERT CASTEL

Empero, ese desplazamiento tiene un costo que podemos las" ,4 y que solamente en el10 al 15% de los casos se llega a
preguntarnos si no es demasiado elevado al menos por dos una "inserción laboral", es decir, a la obtención de un em-
razones. En primer lugar, llevado allímite implica un recen- pleo estable o las más de las veces precario. De la misma ma-
tramiento de las protecciones sobre las poblaciones ubicadas nera, las políticas de inserción territorial dan resultados muy
fuera del .régimen común porque sufren de una desventaja o pálidos desde el punto de vista de la participación efectiva de
discapacidad entendidas en el sentido amplio de la palabra: los usuarios. 5
situaciones de gran pobreza; déficit diversos, físicos, psíquicos Estas constataciones no entrafian ninguna condena de es-
o sociales; "inempleabilidad", etc. Protección significaría aquí tas tentativas de inventar nuevas protecciones. Por el contra-
tomar a cargo a los caídos en desgracia. Pero llamar a estas rio, sin estas medidas la situación de las diferentes categorías
nuevas medidas "discriminación positiva" no basta para bo- de víctimas de la crisis de la sociedad salarial habría estado
rrar la estigmatización negativa que siempre se vinculó con todavía más degradada. Entonces se puede -y en mi opinión
este tipo de medidas. se debe- defender el RMI, las políticas de la ciudad y las pres-
Sin embargo, se dirá, estas nuevas protecciones rompen la taciones mínimas sociales (condicionadas a los recursos de los
tradición desresponsabilizante de la asistencia en la medida beneficiarios), aunque cabe interrogarse por su alcance. Des-
en que promueven una movilización de los beneficiarios que de este punto de vista, está fuera de discusión que, tal como
son incitados a volver a hacerse cargo de sí mismos. De he- están implementadas hoy en día, puedan representar una al-
cho, el contrato de inserción del RMI, por ejemplo, represen- ternativa global a las protecciones anteriormente elaboradas
ta justamente una disposición original y seductora, ya que contra los principales riesgos sociales, salvo que se convalide
apela a la participación del beneficiario que será acompafia- una fantástica regresión de la problemática de las proteccio-
do y ayudado para cumplir con su propio proyecto. Pero es- nes: reducir la protección social a una ayuda, a menudo de
tas intenciones respetables subestiman la dificultad y con fre- medíocre calidad, reservada a los más desfavorecidos.
cuencia el irrealismo que hay en apelar a los recursos del A decir verdad, nadie defiende, indudablemente, esta posi-
individuo, tratándose de indivíduos que carecen precisamen- ción en su forma extrema. Si el sistema de las protecciones
te de recursos. Es paradójico que a través de estas diferentes
medidas de activación se pida mucho a quienes tienen poco
-y a menudo más que a los que tienen mucho-. Por lo tanto, 4. Le RMI à l'épreuve des faits, París, Syros, 1991, pág. 63.
no hay que sorprenderse de que el éxito efectivo de estas em- 5. Véase por ejemplo Évaluation de la politique de la ville, París, Délé-
gation interministérielle de la ville, 1993, caps. I y II. Para un balance más
presas sea más bien la excepción que la regia. Así, los múlti-
bien pesimista sobre la "ciudadanía local", véase C. Jacquier, "La citoyen-
ples informes de evaluación del RMI muestran que más de la neté urbaine dans les quartiers européens", en J. Roman (dir.), Ville, exclu-
mitad de los beneficiarios no obtienen ningún contrato, y sion et citoyenneté. Entretiens de la ville, II, París, Éditions Esprit, 1993. Pa-
que en la mayor parte de los casos el RMI sirve sobre todo ra una actualización de la cuestión presente y una comparación con la
de "bocanada de oxígeno que mejora marginalmente las con- situación en Estados Unidos, véase J. Donzelot, C. Mevel, A. Wyvekens, Pai-
diciones de vida de los beneficiarios sin poder transformar- re société, París, Seuil, 2003.
94 ROBERT CASTEL (CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 95

"se sostiene" aún hoy es porque amplias bloques, los más ex- No es fácil decir cómo se la podría superar. Pero una pri-
tensos, permaneceu dominados por las coberturas de seguros mera razón del carácter profundamente insatisfactorio de la
brindadas sin tener en cuenta las condiciones de recursos de situación actual se debe a la fragmentación de las nuevas me-
los beneficiarios. 6 Pero esto significa que estas nuevas medi- didas que se fueron tomando por separado desde hace unos
das no consiguieron superar la dualización, que a menudo se veinte aiíos y que o bien se superponen o bien dejan subsistir
le reprocha instaurar a la protección clásica, entre coberturas zonas grises, que son zonas de ausencia de derecho. Un pri-
contra los riesgos sociales que siguen siendo eficaces en la me- mer tipo de reformas sería asegurar una continuidad de los
dida en que están vinculadas a condiciones estables de traba- derechos más allá de la diversidad de las situaciones genera-
jo, y un abanico de ayudas más o menos circunstanciales co- doras no sólo de perjuicios materiales sino también de dis-
rrespondientes a la diversidad de las situaciones de privación continuidades en la distribución de las prestaciones y de la
social. Lo que sucedió a lo largo de estos últimos veinte aiíos arbitrariedad en su atribución: que un régimen homogéneo
es de hecho una transformación profunda, en el sentido de de derechos cubra el campo de la protección que no depende
una degradación, de la concepción de la solidaridad. En últi- de las. coberturas colectivas de seguro es una propuesta que
ma instancia, ya no se trataría de proteger colectivamente e1 tiene el mérito del realismo, cuyo costo financiero sería muy
conjunto de los miembros de la sociedad contra los principa- razonable, y las dificultades técnicas de aplicación totalmen-
les riesgos sociales. Los gastos de solidaridad, de los que el te superables. 8
Estado seguiría siendo responsable, se dirigirían preferente-
mente al sector residual de la vida social poblado por "los
más desprotegidos y carentes". Estar protegido significada rece que nos orientamos hacia una reconfiguración dei régimen de las pro-
entonces estar provisto apenas del mínimo de recursos nece- tecciones en tres polos, o a tres velocidades: protecciones dependientes de la
sario para sobrevivir en una sociedad que limitaría sus ambi- "solidaridad nacional" financiadas por el impuesto y que garantizan, según
ciones a asegurar un servicio mínimo contra las formas extre- Ia lógica de la asistencia, recursos y coberturas mínimas a las poblaciones
mas de la privación. Semejante dicotomía en el régimen de más desfavorecidas (ejemplo, la cobertura médica generalizada y las presta-
ciones mínimas sociales); protecciones de seguro básicas que se siguen cons-
protecciones sería ruinosa para la cohesión social. 7
truyendo a partir dei empleo, pero con disminución de los riesgos cubiertos
y/o dei umbral de su responsabilización (ejemplo, la reducción de los riesgos
de salud y/o de sus tasas de cobertura directamente cubiertos por la seguri-
6. La cantidad de beneficiarios de las prestaciones mínimas sociales en dad social); seguros complementarios privados cada vez más extendidos que
progresión constante, no representa, sin embargo, más que un porcen~aje tienen que ver con la elección de los indivíduos y que son financiados por
apenas superior allO% de la población francesa. ellos (ejemplo, la evolución de los regímenes de jubilación en el sentido de
7. De hecho, este dualismo entre protecciones fuertes e incondicionales su capitalización al menos parcial). En un segundo plano se esboza el pasaje
construídas a partir dei trabajo y ayudas dirigidas a poblaciones alejadas dei de un Estado social universalista a un Estado social que funciona de acuer-
mer~ado dei empleo es demasiado esquemático, pues por ellado de Ias pro- do con el principio de discriminación "positiva". AI respecto, véase Nicolas
teccwnes basadas en e! seguro también se ejercen fuertes presiones en el sen- Dufourcq, "Vers un État-providence sélectif", en Esprit, diciembre de 1994.
tido de su diversificación en función de los recursos de los beneficiarios. Pa- 8. Véanse las preconizaciones de Jean-Michel Belorgey en este sentido
96 ROBERT CASTEL (CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 97

Una segunda cuestión, más difícil y más ambiciosa, consis- aporía podría ser la profundización de las políticas de inser-
te en interrogarse sobre la naturaleza y la consistencia de esos ción. Se ha destacado el carácter ambíguo y más bien decep-
nuevos derechos. Es un viejo debate que siempre se planteó cionante de las realizaciones llevadas a cabo hasta el presente
respecto del derecho a la asistencia [droit au secours]. Que al- bajo este rótulo. Pero es también porque han instrumentado
gunas acciones asistenciales tengan su fundamento en el dere- una versión trunca de la noción. Si, como lo proclama el ar-
cho (es el caso en Francia desde las leyes de asistencia de la III tículo 1o de la ley que instituye el RMI, "la inserción social y
República) no obsta para que su acceso esté subordinado a profesional de las personas con dificultades es un imperativo
una evaluación del beneficiaria, quien debe justificar que pa- nacional", su realización implicaría una movilización efecti-
dece necesidades para recibir el beneficio. Además, las presta- va si no de toda la nación al menos de una amplia gama de
ciones así distribuídas siempre deben ser inferiores a las que '
participantes, mucho más allá de los sectores sociales que in-
se aseguran por el trabajo (la less eligibility de los anglosajo- tervienen y de los representantes del mundo asociativo: res-
nes). Alexis de Tocqueville -que no era precisamente un de- ponsables políticos y administrativos, mundo de la empresa.
fensor del Estado social, y que incluso escribió esas líneas Ello sucede muy pocas veces, y el tratamiento sectorial de la
contra la "caridad legal" de los ingleses- subraya con énfasis problemática de la inserción, principalmente dejada en ma-
la diferencia entre dos tipos de derechos: "Seles confiere a los nos de los profesionales de lo social, limitó mucho su alcan-
hombres derechos ordinarios en función de algunas ventajas ce. La idea de un acompafíamiento efectivo de las personas
adquiridas respecto de sus semejantes. Éste - Tocqueville hace con dificultades para ayudarlas a salir de su estado es una
referencia al derecho a la asistencia- se concede en razón de propuesta exigente. En relación con la administración clásica
una inferioridad, la cual resulta así legalizada" .9 Los "dere- de la asistencia, presenta la ventaja de dirigirse a la persona
chos ordinarios" son los derechos ligados a la ciudadanía. a partir de la especificidad de su situación ·y de las necesida-
Son "ordinarios" porque son comunes, no discriminatorios, y des que le son propias. Pero no debe reducirse a un sostén
otorgan igual dignidad a todos los sujetos de derecho. Es el psicológico. Hasta hoy, la tendencia de los profesionales de
caso de los derechos civiles y políticos en una democracia: es- la inserción ha sido generalmente dar prioridad a la norma
tán en el fundamento de la ciudadanía. de interioridad, es decir, intentar modificar la conducta de
iEl derecho a la asistencia puede fundar una ciudadanía los indivíduos con dificultades incitándolos a cambiar sus re-
social? No si es "concedido en razón de una inferioridad, la presentaciones y reforzar sus motivaciones para "salir", co-
cual resulta así legalizada". Una vía para superar esta vieja mo si fueran los principales responsables de la situación en la
que se encuentran.lO Pero para que el individuo pueda real-
mente hacer proyectos, establecer y mantener contratos con-
(Jean-Michel Belorgey et a!., Refonder la protection sacia/e, París, La Dé-
couverte, 2001).
9. Alexis de Tocqueville, Mémoire sur le paupérisme, Académie de Cher- 10. Véase e! prefacio de François Dubet a Denis Castra, L'insertion pro-
bourg, 1834. fessionnelle des publics précaires, París, PUF, 2003.
98 ROBERT CASTEL
(CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 99

fiables, debe poder apoyarse en una base de recursos objeti-


una continuidad y una sinergización de las prácticas que
vos. Para poder proyectarse en el futuro hay que disponer en
apuntan a la reintegración de los sectores con dificultades.
el presente de un mínimo de seguridad. 11 En consecuencia, . de znsercton,
. ., 13
Así se pueden concebir verdaderos co 1ectzvos
tratar sin ingenuidad como un individuo a una persona con
especie de agencias públicas que reagruparían, con financia-
dificultades es querer poner a su disposición esos soportes
mientos propios y su poder de decisión, las diferentes instan-
que le faltan para conducirse como un individuo pleno. So-
cias actualmente encargadas de facilitar la ayuda al empleo Y
portes que no consisten solamente en recursos materiales o
de luchar contra la segregación social, la pobreza y la exclu-
en acompafiamiento psicológico, sino también en derechos y
sión. De este modo estarían centralizadas, pero en un nivello-
en reconocimiento social necesarios para asegurar las condi-
cal, bajo un poder unificado de decisión y de financiamient~,
ciones de la independencia. 12
los diferentes tipos de actores participantes que ahora estan
Más allá del RMI, estas consideraciones podrían valer pa-
implicados en forma dispersa en la recalificación de las perso-
ra el conjunto de las políticas territoriales implementadas des-
nas con dificultades. Semejante dispositivo no resolvería sin
de comienzos de la década de 1980. Esbozan lo que podría
duda todos los problemas que nos plantea la presencia de po-
funcionar como idea reguladora para reinsertar a los sectores
blaciones duraderamente alejadas del mercado laboral, pero
que han quedado desconectados de las protecciones procura-
representada con toda seguridad un avance decisivo parare-
das por el trabajo, o que no consiguen inscribirse en ellas: tra-
lanzar una dinámica de inserción capaz de culminar en su
tados no como personas asistidas sino como miembros igua-
reintegración en el régimen común. 14
les provisoriamente privados de las prerrogativas de la
ciudadanía social, fijándose como objetivo prioritario procu-
rarles los medios, que no son sólo materiales, de recuperar
13. Acerca del funcionamiento de las actuales comisiones locales de in-
esa ciudadanía. Más en concreto, y paralelamente a la conti-
serción del RMI y sus deficiencias, véase Isabelle Astier, Revenu minimum et
nuidad de los derechos ya mencionada, habría que promover souci d'insertion, París, Desclée de Brouwer, 1997.
14. Sobre esta concepción de la inserción por una "vía estrecha", pero
necesaria para promover políticas sociales activas, véase también P. Rosan-
vallon, La nouvelle question sociale, París, Seuil, 1995, cap. 6 [trad. cast.:
11. Podemos recordar aquí el análisis clásico de Pierre Bourdieu sobre la
La nueva cuestión social, Buenos Aires, Manantial, 1995]. Existe teórica-
imposible relación de los subproletarios argelinos con el porvenir. Véase P.
mente otra posibilidad de superar el carácter estigmatizante dei derecho a la
Bourdieu (con A. Dabel, J.-F. Rivet, C. Seibel), Travai/ et travailleurs en Al-
gérie, París, Mouton, 1964. asistencia. Sería conceder de derecho, incondicionalmente y a todo el mun-
do, un ingreso de existencia. Esta posibilidad abre un debate complejo, so-
12. Para la explicitación de esta noción de soporte concebido como la ba-
bre todo en razón de la diversidad de las versiones propuestas por los de-
se de recursos necesarios para poder conducirse positivamente como un indi-
fensores de esta opción: subsidio universal, ingreso de ciudadanía, ingreso
viduo, me permito remitir allector a Robert Castel, Claudine Haroche, Pro-
de existencia, ingreso social garantizado, etc. Para resumir esquemáticamen-
priété privée, propriété sociale, propriété de soi, París, Fayard, 2000 [trad.
te la posición que se desprende de esta reflexión sobre las exigencias míni-
cast.: Propiedad privada, propiedad social, propiedad de sí, Rosario, Homo
Sapiens, 2002]. mas de una política de protecciones: en la mayoría de las versiones preconi-
zadas, la instauración de un ingreso mínimo tendría por efecto, más bien,
100 ROBERT CASTEL (CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 101

De manera más general, se ha insistido en que el conjunto cional del derechohabiente. 15 Semejante evolución puede te-
de los dispositivos de protección social hoy parece atravesado ner consecuencias positivas en la medida en que corrige el ca-
por una tendencia a la individualización, o a la personaliza- rácter impersonal, opaco y burocrático que caracteriza en
ción, que apunta a vincular el otorgamiento de una presta- general la distribución de prestaciones homogéneas. Es la
ción con la consideración de la situación específica y la con- porción de verdad que contiene la consigna "reactivar los
ducta personal de los beneficiarias. Un modelo contractual de gastos pasivos". No obstante, la lógica contractual, cuyo pa-
intercambios recíprocos entre demandantes y proveedores de radigma es el intercambio mercantil, subestima gravemente la
recursos sustituiría así en última instancia el status incondi- disparidad de las situaciones entre los contratantes. Sitúa al
beneficiaria de una prestación en situación de demandante,
como si dispusiera del poder de negociación necesario para
anudar una relación de reciprocidad con la instancia que dis-
agravar la situación y tornar irreversible la degradación dei mercado del
pensa las protecciones. Ello sucede rara vez. El individuo ne-
empleo. En efecto, proponen un medíocre ingreso de subsistencia, insufi-
ciente para llevar una vida decente, y que debería completarse a cualquier cesita protecciones precisamente porque, como individuo, no
precio -en particular aceptando un trabajo bajo cualesquiera condiciones-. dispone por sí solo de los recursos necesarios para asegurar
AI separar completamente trabajo y protecciones, el ingreso mínimo "libe- su independencia. Por consiguiente, endilgarle la principal
ra" así el mercado de trabajo y representa la única contrapartida "social", responsabilidad del proceso que debe asegurarle esta indepen-
anhelada por otra parte por los ultraliberales tales como Milton Friedman, dencia equivale a tratado como a un tonto.
al despliegue de un liberalismo salvaje. Invalida ai mismo tiempo todos los
esfuerzos de las políticas activas de inserción para asegurar un retorno al
Recurrir al derecho es la única solución que se ha encon-
mercado laboral ordinario. Las cosas podrían ser diferentes si se tratara de trado hasta hoy para salir de las prácticas filantrópicas o pa-
un ingreso "suficiente", para retomar Ia expresión de André Gorz, quien ternalistas -aunque se ejerzan en instancias oficiales o por
adhirió a esta opción después de haberla combatido enérgicamente (Misere profesionales de la ayuda social- que conducen a considerar
du présent, richesses des possibles, París, Galilée, 1997. [trad. cast.: Mise- con mayor o menor benevolencia o suspicacia la suerte de los
rias del presente, riquezas de lo posible, Buenos Aires, Paidós, 1998], es de-
desgraciados para apreciar si, y en qué medida, merecen real-
cir, una prestación suficiente para asegurar la independencia social de los
beneficiarias. Sin duda habría que ubicarla, siendo modestos, alrededor del
mente que se los ayude. Se puede reivindicar un derecho por-
SMIC: un SMIC para todos los ciudadanos, sin ninguna contrapartida de que un derecho es una garantía colectiva, legalmente institui-
trabajo. Aun teniendo en cuenta el hecho de que este subsidio economizaría da, que más allá de las particularidades del individuo, le
otras prestaciones sociales, lo que no dejaría por otra parte de entraiiar reconoce el status de miembro hecho y derecho de la socie-
efectos perversos, no se ve cómo semejante medida podría tener la mínima dad, por ello mismo "derechohabiente" para participar en la
oportunidad de imponerse políticamente en el contexto actual. T ai vez sea
propiedad social y gozar de las prerrogativas esenciales de la
una utopía, pero puede haber también utopías peligrosas si desvían de la
búsqueda de otras alternativas. (Sobre estas cuestiones, véase, entre otros,
un número especial de la revista Multitudes, n° 8, 2002, que, dejando de la-
do mi propia contribución, va en el sentido de la defensa e ilustración de es- 15. Véase Robert Lafore, "Du contrat d'insertion au droit des usagers",
tas medidas.) Partage, no 167, agosto-septiembre de 2003.
,:CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 103
102 ROBERT CASTEL

ciudadanía: derecho a llevar una vida decente, recibir aten- nes (derecho laboral y protección social). Desde la "gran
ción médica, tener vivienda, ser reconocido en su dignidad ... transformación" que comienza en la década de 1970 asisti-
Las condiciones de aplicación y de ejercicio de un derecho mos, esforzándonos por calibrar muy bien el sentido de las
pueden negociarse, pues no se puede confundir la universali- palabras, a un debilitamiento de esta asociación. Un debilita-
dad de un derecho y la uniformidad de su puesta en práctica. miento, o una erosión, y no un derrumbe, como pretenden
Pero un derecho como tal no se negocia, se respeta. Por lo ciertos discursos catastrofistas que llevan al límite, y a veces
tanto, podemos aplaudir los esfuerzos realizados para reorga- hasta el absurdo, el proceso de degradación de las situaciones
16
nizar la protección social a fin de acercaria a las situaciones laborales y de las protecciones asociadas al trabajo. Frente a
concretas y las necesidades de los usuarios, pero hay una lí- lo que se presenta a veces como un campo de ruínas, hay que
nea roja que no se debe franquear. Es la que confundiría el recordar algunas evidencias: aunque sean frágiles y estén
derecho a estar protegido con un intercambio de tipo mercan- amenazadas, estamos todavía en una sociedad rodeada Y
til, que subordina el acceso a las prestaciones únicamente a atravesada por protecciones (véase el derecho laboral, la se-
los méritos de los beneficiarias o, incluso, al carácter más o guridad social); aunque la relación con el empleo se haya
menos patético de la situación en la cual se hallan. Hay que vuelto cada vez más problemática, el trabajo conserva su cen-
recordar con firmeza que la protección social no es solamente tralidad (lo cual incluye, y quizás en primerísimo lugar, a
el otorgamiento de ayudas en favor de los más desamparados aquellos que lo han perdido o sobre quienes pende la amena-
para evitarles una caída total. En el sentido fuerte de la pala- za de perderlo; véanse las investigaciones sobre los desocupa-
bra, es la condición de base para que todos puedan seguir dos y los precarizados); aunque ya no sea cuasihegemónica, la
perteneciendo a una sociedad de semejantes. relación trabajo-protecciones sigue siendo determinante (cer-
ca del 90% de la población francesa, contando los "derecho-
habientes", está "cubierta" a partir del trabajo, incluídos los
Dar seguridad al trabajo que están situados fuera del trabajo, como los jubilados y en
parte los desempleados).
El segundo gran capítulo para intentar reorganizar hoy en Por consiguiente, alrededor del empleo sigue articulándose
día las protecciones sociales es el de dar seguridad a las situa- una parte esencial del destino social de la gran mayoría de la
ciones laborales y a las trayectorias profesionales. Para ello, población. Pero la diferencia en relación con el período ante-
conviene partir de un diagnóstico tan preciso como posible de
la situación actual. En la sociedad salarial se podía hablar
inequívocamente de ciudadanía social en la medida en que los 16. Véase por ejemplo A. Gorz, Miserias dei presente, riquezas de lo po-
derechos incondicionales ("derechos ordinarios", para hablar sible, op. cit., Viviane Forrester, L'horreur économique, París, Fayard, 1996
como Tocqueville) estaban asociados a la situación profesio- [trad. cast.: El horror económico, Buenos Aires, FCE, 1998], así como todos
nal. El estatuto dei empleo constituía la base de esa ciudada- los profetas del fin del trabajo que parecían tener viento en popa hace algunos
nía y aseguraba una asociación fuerte de derechos-proteccio- afíos, pero cuya audiencia parece hoy felizmente empanada.
104 ROBERT CASTEL 105
iCÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL?

rior -que es enorme- radica en que, si bien el trabajo no ha vez más a una fragmentación de los empleos, no sólo a nível
perdido su importancia, ha perdido mucho de su consistencia, de los contratos laborales propiamente dichos (multiplica-
de la cual extraía lo esencial de su poder protector. La movili- ción de las formas llamadas "atípicas" de contratación res-
dad generalizada impuesta a las situaciones laborales y las pecto del empleo efectivo [CDI]), sino también a través de la
trayectorias profesionales (véase el capítulo anterior) sitúa la flexibilización de las tareas de trabajo. De ello resulta una
incertidumbre en el centro dei porvenir en ei mundo laboral. multiplicación de situaciones de fuera-de-derecho, o de situa-
Si se toma en serio esta transformación, da la medida del de- ciones débilmente cubiertas por ei derecho, lo que Alain Su-
safío que hoy debe afrontarse: ~es posible asociar nuevas pro- piot llama "las zonas grises dei empleo": 18 trabajo a tiempo
tecciones a esas situaciones laborales caracterizadas por su hi- parcial, intermitente, trabajo "independiente" pero estrecha-
permovilidad? Me parece que la vía regia a explorares la de mente subordinado a un contratista o demandante, nuevas
la búsqueda de nuevos derechos capaces de dar seguridad en formas de trabajo a domicilio como el teletrabajo, terceriza-
esas situaciones aleatorias y asegurar las trayectorias marca- ción o subcontratación, trabajo en red, etc. AI mismo tiem-
das por la discontinuidad. po, el desempleo aumentó y las alternancias de períodos de
Desde esta óptica, en la actualidad hay que volver a exa- actividad e inactividad se han multiplicado. Parece entonces
minar el estatuto dei empleo. En la sociedad salarial, las ga- que la estructura dei empleo, en una cantidad creciente de
rantías con las que se beneficia el trabajador están vincula- casos, no es ya un soporte suficientemente estable para aso-
das a las características y a la- permanencia dei empleo. El ciarle derechos y protecciones realmente permanentes.
trabajador "ocupa" un empleo y recibe de él, a la vez, obli- Una respuesta a esta situación consistiría en transferir los
gaciones y protecciones. Esta situación está en corresponden- derechos del estatuto del empleo a la persona del trabajador.
cia con la permanencia de las condiciones laborales en el Es la idea de un
tiempo (hegemonía de los contratos efectivos [contrato de
duración indeterminada, CDI]) y de la definición de las ta- estado profesional de las personas, que no se define por el ejerci-
reas que implicaban (grillas de calificación estrictamente de- cio de una profesión o de un empleo determinado, sino que en-
finidas, homogeneidad de las categorías profesionales y de globa las diversas formas de trabajo que toda persona es capaz
los salarios, estabilidad de los puestos de trabajo, gestión de cumplir durante su existencia. 19
permanente de las carreras ... ). Había un estatuto del empleo
que escapaba ampliamente a las fluctuaciones dei mercado y
a los cambios técnológicos, y que constituía la base estable
de la condición salariaJ.l 7 En la actualidad asistimos cada droit du travai!, París, PUF, 1994. Existen por supuesto varios estatutos dei
empleo, y los de la función pública son los más protegidos sin duda. Sin em-
bargo, todos los empleos clãsicos, incluso en ei sector privado, son empleos
con estatuto, amparados por ei derecho laboral y la protección social.
17. Para la constitución de ese estatuto dei empleo y su diferencia con ei 18. Alain Supiot, Au-delà de l'emploi, París, Flammarion, 1999.
contrato de trabajo de inspiración liberal, véase Alain Supiot, Critique du
19. Ibid., pág 89.
(CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 107
106 ROBERT CASTEL

De este modo se restablecería una continuidad de los de- cuya expansión correspondió al desarrollo del capitalismo in-
rechos a través de la discontinuidad de las trayectorias profe- dustrial, está profundamente descompuesta. Pero, c:se debe
sionales, lo que incluiría también los períodos de interrup- asimilar la totalidad de los estatutos dei empleo a la relación
ción del trabajo (desempleo, pero también interrupciones del salarial "for dista" ?20
trabajo para la formación o por razones personales o fami- Sea cual fuere la respuesta que se dé a esta pregunta, es in-
liares). discutible que amplios sectores dei empleo ya pasaron de un
Se objetará tal vez que semejante desplazamiento plantea- régimen estable a lo que se puede llamar un régimen transi-
ría muchos problemas que no es capaz de resolver. Supone, en cional que conlleva cambios de orientación, bifurcaciones, pe-
efecto, que el trabajador dispone de "derechos de extracción" ríodos de interrupción y a veces rupturas. La movilidad del
[droits de tirage] que utilizaría para "cubrir" los diferentes empleo acarrea de ahora en más frecuentes pasajes, o transi-
períodos de su trayectoria. ~Cómo se alimentada semejante ciones, no sólo dentro de un mismo empleo sino también en-
provisión, por quién sería administrada, con qué garantías, tre dos empleos y a veces entre empleo y pérdida de él (de-
cómo imponerla a las diferentes organizaciones sociales re- sempleo). De allí surge la necesidad de organizar esas
presentativas, cuál sería el papel dei Estado en esta configura- transiciones, de disponer pasarelas entre dos estados que de
ción? Preguntas que hoy están abiertas, de modo que se trata este modo no se traducirían por una pérdida de recursos y
de un tema que aún queda por descifrar. Además, se plantea una degradación del status. Es el programa de "mercados
la cuestión de saber si ese nuevo estatuto profesional de las transicionales dei trabajo que conciliarían movilidad y protec-
personas debería concernir a las "zonas grises dei empleo" ciones" .21 Los derechos de extracción [droits de tirage] socia-
que no están cubiertas por los estatutos clásicos o lo están
imperfectamente, o bien si debería haber una ambición de
reestructurar completamente el conjunto de las protecciones 20. Mi impresión es que se ha abusado con harta frecuencia de la expre-
vinculadas a todas las formas de trabajo. Cuestión esencial sión "relación salarial fordista" para calificar e! conjunto de los 'empleos de
la sociedad salarial cuya gama es muy amplia, desde e! obrero no calificado
porque, en la primera hipótesis, se completa un sistema de hasta e! ejecutivo, desde e! empleado dei sector privado hasta e! funcionaria.
protecciones ya dado en sus grandes lineamientos para exten- Esta observación tiene mucha importancia cuando uno se pregunta en qué
der la seguridad a las zonas de ausencia de derecho, mientras medida hoy en día hay que ir "más aliá dei empleo". Me parece que aún si-
que en la segunda se lo refunda enteramente sobre nuevas ba- gue habiendo muchos tipos de empleos correspondientes a lo que antes se
ses. Lo cual equivale entonces a renunciar por completo ai es- llamaba "ofícios", es decir, calificaciones profesionales estables que asegu-
ran la independencia social de sus poseedores. En consecuencia, habría un
tatuto clásico del empleo, aún hoy fuertemente representado
riesgo, a! liquidar completamente e! modelo dei empleo, de soltar la presa
no sólo en la función pública sino en numerosos núcleos esta- por la sombra. He intentado una primera explicitación de este punto de vis-
bles dei sector privado. La respuesta depende, de hecho, dei ta en Robert Castel, "Droit du travai!: redéploiement ou refondation?",
diagnóstico que se haga sobre la amplitud de la crisis actual Droit social, n° 6, mayo de 1999.
dei empleo. Es indiscutible que la relación de trabajo -llama- 21. Véase Bernard Gazier, Tous "sublimes". Vers un nouveau plein em-
da "fordista"-, edificada sobre la base de la gran industria, y ploi, París, Flammarion, 2003.
108
ROBERT CASTEL
tCÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 109

les preconizados por el informe Supiot se inscriben en esta ló- fuera dei marco del empleo dásico (véanse las esperanzas que
gica. Pero es posible concebir, más ampliamente, una batería
muchos sitúan en el desarrollo de un tercero o de un cuarto
de derechos a la transición [droits à transitions] abiertos a los sector de una economía social o de una economía solidaria,
trabajadores, que harían
etc.) sÍn que se trate de dar rienda suelta a la proliferación de
actividades con estatuto degradado en relación con el derecho
que una serie de etapas fuera de los empleos, pero socialmente
pautadas, se conviertan en parte integrante de una carrera profe-
laboral y con la protección social? La inseguridad laboral se
sional en lugar de interrumpirla. 22 ha vuelto indudablemente -como lo era por otra parte antes
dei establecimiento de la sociedad salarial-la gran proveedo-
Desde esta perspectiva, la formación para el cambio [for- ra de incertidumbre para la mayoría de los miembros de la
mation au changement] está llamada a ocupar un lugar pre- sociedad. Se trata de saber si debe ser aceptada como un des-
ponderante. Mucho más allá de la formación permanente ac- tino ineluctablemente ligado a la hegemonía dei capitalismo
tual, se trataría de instaurar un verdadero derecho a la de mercado.
formación de los trabajadores, que los dotaría, a lo largo de La amplitud de las desregulaciones que af~ctaron a la or-
sus recorridos, de saberes y de calificaciones necesarios para ganización del trabajo este úl~ii~10 c~art~,de s1glo, la p:ofun-
hacer frente a Ia movilidad. Bernard Gazier observa que los didad de las dinámicas de individuahzacwn que reconflguran
daneses, que Iograron mantener una situación de cuasipleno el paisaje social, no incitan a hacer gala de un optimi:~o ·
empleo en un marco de "flexiseguridad", como dicen, tam- exagerado. Pero no por ello h~y. que ce.d~r. el paso al espmtu
bién han forjado el neologismo de learnfare, asistencia me- catastrófico como si fuera la umca pos1b1hdad de lectura del
diante Ia formación, gue se propone reemplazar el workfare porvenir. La mutación reciente del capitalism~ ha choca?o
autoritario de los anglosajones, para asegurar el retorno al de frente con el compromiso social de la soc1edad salanal
empleo mejorando significativamente Ias calificaciones de los que, mal que bien, había equilibrado la exigencia; ~obernad.a
trabajadores. por el mercado, de producir al menor costo ~1 max1mo de n-
Estas iniciativas no permiten aún disponer de un modelo quezas, y la exigencia de proteger a los trabaJa~ores que ~on,
para dar seguridad al trabajo que tenga la consistencia dei tanto como el capital, los productores de esas nquezas. S,1gue
empleo clásico. Pero su interés se mide en relación con la abierto el interrogante de saber si se trata de un pe:w~o
cuestión fundamental que afrontan: 2cómo conciliar movili- transitorio entre dos formas de equilíbrio -entre el capitalis-
dad y protecciones dotando a! trabajador móvil de un verda- mo industrial ·y un nu.evo capitalismo que aún no saben:os
dero estatuto? Asimismo, ~cómo tener en cuenta la considera- cómo calificar-, 23 es decir, de un momento de "d estruccwn '
ble ampliación de formas nuevas de trabajo situadas por

23. Sobre las características y la naturaleza de este "nuevo capitalis~o",


22. Ibid., pág. 162. véase un estimulante debate en C. Vercelone (dir.), Sommes-nous sortts du
capitalisme industriei?, op. cit.
(CÓMO COMBATIR LA INSEGURIDAD SOCIAL? 111
110 ROBERT CASTEL

creadora", como diría Schumpeter, o del régimen de crucero para intentar dominado. Esta coy~ntura d.e incertidumbre no
del capitalismo de mafiana. No es para nada evidente que las invalida la cuestión de las proteccwnes, smo que subraya en
formas más salvajes de instrumentalización del "capital hu- cambio su candente actualidad. En gran medida, sólo se po-
mano" sean las más adaptadas a las exigencias dei nuevo drá neutralizar el aumento de la inseguridad social si se le
modo de producción. Si el trabajador está obligado a dar da, o no, seguridad al trabajo.
pruebas de flexibilidad, de polivalencia, de sentido de la res-
ponsabilidad, de espíritu de iniciativa y de capacidad de
adaptación a los cambias, ~puede comportarse de semejante
modo sin un mínimo de seguridad y protecciones? ~El traba-
jo está condenado a seguir siendo la principal "variable de
ajuste" para maximizar los benefícios? Se empiezan a vis-
lumbrar los primeros esbozos, incluso en los medios de ad-
ministración empresarial y patronales, de cierta toma de con-
ciencia de los efectos contrarias a la productividad del burn
out de los trabajadores, como también de los efectos destruc-
tivos en el seno de las culturas empresariales de reestructura-
ciones o de modos de administración exclusivamente regidos
por lógicas financieras. 24 Por otro lado, tampoco es evidente
que la relación de fuerzas tan globalmente desfavorable para
los asalariados desde hace unos veinte afios en un contexto
dominado por el desempleo masivo siga siendo el mismo en
el futuro, entre otras, por razones demográficas. 25 De todas
formas, no se trata de profetizar de qué estará hecho el ma-
nana, sino más bien de constatar su relativa imprevisibilidad,
y dependerá también de lo que hagamos o no hagamos hoy

24. Véase Daniel Cohen, Nos temps modernes, París, Flammarion, 1999
[trad. cast.: Nuestros tiempos modernos, Barcelona, Tusquets, 2001].
25. A partir de 2006-2007, la población activa francesa debería perder
un promedio de 300.000 trabajadores por ano. Esto es lo que permite augu-
rar a los más optimistas un retorno al pleno empleo a fines de la década de
2010. Pero mucho deberá hacerse antes para ayudar al porvenir.
CONCLUSIÓN

"i Que Dios lo proteja!" Esta expresión tan popular en los


siglos de creencia religiosa expresaba el sentimiento entonces
compartido por toda la comunidad de que, para que la cria-
tura humana estuviera verdaderamente protegida contra to-
das las contingencias de la existencia, era necesario que una
Omnipotencia tutelar la tomara íntegramente en sus manos.
A falta de ese fundamento absoluto de la seguridad, ahora le
corresponde al hombre social la ardua tarea de construir él
mismo sus protecciones. Todo sucede, sin embargo, como si
el retiro de un garante trascendente de la seguridad hubiera
dejado subsistir, como su sombra, un deseo absoluto de estar
amparado contra todas las incertidumbres de la existencia. La
extensión de las protecciones es un proceso histórico de larga
duración, que corre muy parejo con el desarrollo del Estado y
las exigencias de la democracia, e indudablemente nunca es-
tuvo tan omnipresente como hoy. No obstante, se impone la
constatación de que estos dispositivos múltiples de protección
no mitigan la aspiración a la seguridad, sino que, por el con-
trario, la relanzan. Con razón o sin ella (pero esta expresión
no tiene demasiado sentido pues no se trata de un cálculo ra-
cional), el hombre contemporáneo aparece al menos tan ator-
114
ROBERT CASTEL
CONCLUSIÓN 115
mentado por la preocupación de su seguridad como sus leja-
das, y rara vez mfa .~ es. n ,c
nos ancestros, a quienes, sin embargo, no les faltaban buenas . rbl E onsecuencia, la ideología de la
denada al fracaso. Per o el
razones para inquietarse por su supervivencia. Al dar cuenta ., rahzada esta con
prevencwn gene d. eiigro que conlleva nutre
de esta paradoja, la reflexión sociohistórica aquí realizada d d sperado de erra Icar e1 p d 1
eseo ese . b bl mente específica e a mo-
culmina en dos proposiciones complementarias, aparentemen- una forma de ang~stla ?r o .abl e Sin ceder al pathos, es muy
te contradictorias: denunciar la inflación de la preocupación d ·d d y que es mextmgm e. f ·
por la seguridad y afirmar Ia importancia esenciai de Ia nece- erm a ' l h b se caracteriza por su llll-
saludable recordar que e om re 'l l comienzo de la sabi-
sidad de protecciones. tud, y saber que es mortal es para e e
Denunciar la inf/ación de la preocupación por la seguridad
porque esta postura disuelve al fin de cuentas Ia posibilidad durí~.
Sm embargo, rechazar e
1mito de una seguridad total con-
l ensión a estar
misma de estar protegido. Instala ei miedo en e1 centro de Ia duce a defender simultánea~dendte ·nq:C:ipat::~el centro de la
existencia social, y este miedo es estéril si tiene que ver con ·d p esa una necest a t
protegt o ex r
d . . , d l hombre mo d erno. Como lo han visto perfecta-
las contingencias incontrolables que constituyen Ia suerte-o e1
con tcton e_ dores de la modernidad, empezan-
destino propios de toda existencia humana. Se ha enfatizado mente los pnmeros p~nsa . d ncer la inseguridad civil y
que las desviaciones recientes de Ia reflexión sobre ei riesgo do por Hobbes, la extgenCia el ve . del pacto que funda
la insegun a s~c . .
alimentaban una mitología de Ia seguridad, o más bien de la ·d d ial está en e ongen
H . poco tanto se dijo y se es-
inseguridad absoluta, que culmina en última instancia en una una sociedad de_ mdt~tduts·. ace ridad' civil que me atendré
denegación de Ia vida. Hay que guardar en la memoria Ia lec- cribió en FranCia so re a_ t~sebgu anteriormente: que la bús-
ción profunda de Italo Svevo en La conciencia de Zeno: to a lo que ant1c1pa a d.
en este pun b 1 uede entrar en contra IC-
d d l seguridad a so uta p I. f'
La vida se parece un poco a la enfermedad; también ella pro-
q~e a e a . . . dei Estado de derecho y sedes tza a-
cwn con los pnnctplos . , d uridad que persigue a los
cede por crisis y por depresiones; a diferencia de Ias otras enfer- cilmente hacia una pulswn e se? de la condena de chivos
medades, sin embargo, Ia vida siempre es mortal, no soporta
sospechosos y se satisfac;; "~::::, dases peligrosas" que
. · , El1fa~~asma
ningún tratamiento. Curar la vida sería obturar los orifícios de
emisanos. JOVenes de Ios su bu rbios pobres ejempliftca
nuestro organismo considerándolos como heridas. Apenas cura-
dos, estaríamos sofocados. constltmnan os. . , 1 b , ueda de la seguridad ex-
este tipo de desviacwn. Pero, a ulsq ente asunto de los poli-
·gencia que no es soam .d d
presa
, duna 1 exiJ·ueces y d el M.mis . t er1. o del Interior. La segun
d.d a
La vida es un riesgo porque lo inconrrolable está inscrip-
to en su desarrollo. Habría que interrogarse más sobre lain- cias,
b , e f os parte d e 1os d erechos sociales en la me 1 a. en
de ena ormar . f lta grave al pacto soCia1.
flación actual de Ia preocupación por Ia prevención, que es que la inse~uridad_co~s~~uye ;naesaya no poder hacer socie-
Vivir en la msegu_nda ~~aabit:r en su entorno bajo el signo
estrictamente correlativa de Ia inflación de Ia preocupación
por la seguridad. Sin ninguna duda, más vale prevenir que
dad con sus semeJantesl y .d el intercambio. Esta inse-
curar, pero Ias tecnologías eficaces de prevención son limita- de la amenaza y no de a acogi ~ Y_ . stificable cuanto que
guridad cotidiana es tanto mas lllJU
117
CONCLUSIÓN
116 ROBERT CASTEL
Brindar a todos los franceses los medios para satisfacer las
afecta especialmente a 1as personas más d .d primeras necesidades de la vida sin depender de otra cosa que no
otros recursos en matena . d e mgreso
. esguarnecl
d h 'b" as de
protecciones que brt"nda una s1tuac
. . ' s, e · 1a 1tat y de las sean las leyes y sin dependencia mutua en el Estado civil.l
también víctimas de la l·n "d d wn. soCia segura -todas
· · segun a social S· Al cabo de dos siglos de conflictos y de compromisos so-
siqmera por la cuestión d 1 -. m pronunciarse
seguridad civil es la co e as c~usas -~en qué medida lain- ciales, el Estado, bajo la forma de Estado nacional-social, ha-
. nsecuencia de Ia i .d d bía "brindado", más allá "de las primeras necesidades de la
ex1sten ai menos correi . f nsegun a social?-
. acwnes uertes e t 1h h ' vida", los recursos necesarios para que todos, o casi todos,
nmentar cotidianamente Ia amenaza denla· re e ec ·do de
d expe-
pudieran gozar de un mínimo de independencia. Eso es preci-
ser presa de las dificultades . msegu.n a y el de
zón suficiente para recha mlatenales de la existencia. Ra- samente estar protegido desde el punto de vista social en una
. · zar e angelismo y I . sociedad de indivíduos: que estos indivíduos dispongan, por
, .
segundad civil debe ser energicamente pensar
co b "d que a lU-
derecho, de las condiciones sociales mínimas de su indepen-
por cualquier medio l m at1 a. Pero no
' Y no resu ta nada fác"l dencia. La protección social es así la condición de posibilidad
compromiso entre seguridad 'bl" 1 encontrar el para formar lo que he llamado, siguiendo a Léon Bourgeois,
des públicas. pu Ica Y respeto de las liberta-
una sociedad de semejantes: un tipo de formación social en
Sin embargo, no cabe duda ho d' . cuyo seno nadie está excluído porque cada uno dispone de
debe combatirse tamb·, y en Ia que la mseguridad
cha contra la inseguri~:~ y e~ 1ran medida a través de la lu-
los recursos y de los derechos necesarios para mantener rela-
configurando las prot . socza ' e.s decir, desarrollando y re- ciones de interdependencia (y no solamente de dependencia)
eccwnes sociales En ef t , con todos. Es una definición posible de la ciudadanía social.
tar protegido en una sociedad mode . ;l ec o, ~que es es- Es asimismo una formulación sociológica de lo que en térmi-
veces estaba protegid . , rna. El esclavo muchas
o si no tema un amo d . d nos políticos se denomina una democracia.
por otra parte los amos est b . emasia o maio, y Se sabe que desde hace un cuarto de siglo ese edifício de
sus esclavos ai menos lo a an mteresados en procurar a
s recursos mínim · protecciones montado en el marco de la sociedad salarial se
asegurar su supervivencia. En I f T os .necesanos para ha fisurado, y que sigue resquebrajándose bajo los golpes
res, los niiios y los s· . a amiia patnarcal, las muje-
. Irvientes estaban "d propinados por la hegemonía creciente dei mercado. La pro-
mcluso el viejo servidor o I . . p:otegi os, y a menudo
de ser útiles no por ell a vteJab servidora, cuando dejaban fundidad y el carácter irreversible de estas transformaciones
. . ' 0 eran a andonad L 1 . hacen que resulte imposible mantener sanos estos dispositi-
c Ientehstas Ias mafi os. as re acwnes
I ' as, 1as sectas y todas la G . h vos. Pero la amplitud de los cambios seiiala también hasta
tra d icionales procura n potentes sistemas sd ememsc . aften
qué punto es urgente intentar reorganizados en la coyuntura
pero que se pagan con
miembros. Es lo que da
momento de la Rev I . ,
:7: e proteccwnes,
x:~fund.~ depend.encia de sus
aracwn de Samt-Just en el
moderna: o ucwn su resonancia profundamente 1. Saint-Just, "Fragments sur les institutions républicaines", (Euvres
completes, París, C. Nodier [1831], 1984, pág. 969.
119
CONCLUSIÓN
118 ROBERT CASTEL
. ra de hacer sociedad cuya historia,
nueva y tomarse en serio aquello a lo que conduciría su aban- chaft, es decu, una ma~e estra que ha sido estruc-
. reciente nos mu d
dono. AI no tener recetas milagrosas que proponer, me esfor- tanto anugua com0 l' . de domínio despiada as o
te por re aoones S
cé sobre todo por precisar las líneas de fractura que hoy redi- turada genera1men 1' d d endencia humillantes. u-
por re1ac10nes· Paterna istas e ep ción propiamente reac-
seíian la configuración de las protecciones hasta amenazar . d representa una op
con cuestionar la posibilidad de seguir conformando una so- primir e1 merca o , 1 , de la que Marx ya se
. te de utopia a reves, . f
ciedad de semejantes. Para decido, en fin, de modo sintético, cionana, una suer d tado de las relaciOnes eu-
me parece que el desafío principal de la problemática de las burlaba al evocar "el m~n o en~~?e sin mercado.
protecciones sociales se sitúa hoy en la intersección dei traba- dales". No hay mod~~mda~a~~:i si es posible ponerle límites a
jo y dei mercado. Se puede comprender a partir de la cuestión Eritonces la cuesuon es l canalizar el mercado.
, d 1 mercado· contra ar o .
central que planteaba Karl Polanyi y que sigue siendo de can- la hegemoma e . d 1 sociedad salarial graoas
dente actualidad: ~se puede (y, si sí, en qué medida y cómo) Fue lo que se hizo en el ~1 are? e a e representá la constitu-
·' enc10sa qu
domesticar el mercado? En efecto, como se destacó al recor- a esta gran revo Iucion si. d n compromiso entre el
dar el rol desempeíiado por la propiedad social en la cons- ción de la propiedad so~iall, f~u~do ~e~ Estado Ni el mercado
d 1 trabajo baJO a egi a ·
trucción de una sociedad de seguridad, fue cierta domestica- merca o Y e d . hoy la misma estructura, pe-
ción del mercado lo que, en gran medida, permitió vencer la ni e1 trabajo ni e1 Esta _o ue~~n lantea siempre. Al traba-
inseguridad social. Y es también por supuesto cierta remer- ro la cuestión de su aruculaci~ s~ p enido volátil debería co-
cantilización dei trabajo la principal responsable dei alza de jo devenido móvil y al mer~al od ev 'do 'lexible. Un Estado
Estado socta event '' ·
esta inseguridad social a través de la erosión de las proteccio- rresponder un . le fórmula retórica, smo
'bl ctivo no es una simp d
nes que estaban ligadas ai empleo, con la consiguiente deses- social fl exi e Y a . . ( no implica la certeza e
·, de una exigencia que . ,
tabilización de la condición salarial. la formu1ac10n necesaria una instancia pu-
. . , ) más que nunca es d
Sin embargo, estas constataciones no deben conducir a la su rea1izaclün : 1 narquía de un merca o
. , ara enmarcar a a
condena del mercado. "Condenar el mercado" es una expre- blica de regu1ac10n P . , ciedad dividida entre
. . . 1 culmmana en una so 1.
sión que por otra parte no tiene estrictamente ningún sentido. cuyo remo sm nva . . . bles incluídos y exc ui-
rdedores ncos y misera '
Centralidad dei mercado y centralidad dei trabajo son lasca- gana dores Y pe ' . d d de seme]· antes.
· de una socie a .
racterísticas esenciales de una modernidad en la cual siempre dos. Lo contran0 'd d mbatir a la par la msegu-
l · segun a es es co
estamos, aunque sus relaciones se hayan transformado pro- Enfrentar as m . . l Ho en día existe unam-
fundamente desde que Adam Smith las afirmara simultâ- ridad civil y la insegundad :~ciaa~a as~gurar la seguridad_ ci-
neamente. Probablemente esternos asistiendo al desarrollo de plio consenso respecto de_ q 'p de las personas) se reqmere
experimentos sociales int~resantes que se inscriben en los vil (la seguridad d~ los bie~:~~. hay que defender e1 Estado
márgenes o en los intersticios de la economía mercantil. Pero una fuerte presencia dedl Eb , . eder para luchar contra la
ismo e ena sue . f
está descartado, y aun diría que no es deseable, que puedan de derech o. Lo m , 1 1Estado social. En e ec-
'd d . 1· habna que sa vare
representar una alternativa global a la existencia dei mercado. insegun a soei~ ·. " . d d de indivíduos"' salvo que
to, no puede existtr una socie a
Una sociedad sin mercado sería, en efecto, una gran Gemeins-
120 ROBERT CASTEL
OTROS TÍTULOS
estén divididos o atomizados, sin que los sistemas públicos de
regulaciones impongan, en nombre de la cohesión social, la
preeminencia de un garante del interés general sobre la com-
petencia entre los intereses privados. Esa instancia pública
-más bien habría que decir esas instancias, centrales y locales,
nacionales y transnacionales- debería encontrar su modus
operandi en un mundo marcado por el doble sello de la indi- LOIC W ACQUANT
vidualización y de la obligación de movilidad. Es lo menos Las cárceles de la miseria
que se puede decir sobre ella, lo que no es poco, pues estamos
acostumbrados a pensar los poderes del Estado a través de LOIC WACQUANT
grandes reglamentaciones homogéneas que se ejercen en un parias urbanos
marco nacional. Pero es quizá la única respuesta ajustada, en
la coyuntura contemporánea, a la pregunta "2qué es estar MATHIEU PoTTE-BoNNEVILLE
protegido?". Michel Foucault.
La inquietud de la historia

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