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Recibe su nombre por ser un juicio rápido, donde se resuelve sin dictar
sentencia, y al iniciar el mismo en su primera resolución se fija la medida
coercitiva que puede ser el remate del bien dado en garantía.
Para que proceda esta ejecución es necesario que exista un título para
demandar, y que traiga aparejada obligación de pagar cantidad de dinero
líquida y exigible. Los títulos que dan lugar a esta clase de juicios son los
siguientes:
• Sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada;
• Laudo arbitral no pendiente de recurso de casación;
• Créditos hipotecarios;
• Bonos o cédulas hipotecarias y sus cupones;
• Créditos prendarios;
• Transacción celebrada en escritura pública; y,
• Convenio celebrado en juicio.
El Artículo 296 del Código Procesal Civil y Mercantil, estipula que en los
juicios ejecutivos sólo se admitirán las excepciones que destruyan la
eficacia del título y se fundamenten en prueba documental, siempre que
se interpongan dentro de tercero día de ser requerido o notificado el
deudor. Las excepciones se resolverán por el procedimiento de los
incidentes.
El día y hora para el remate el bien será adjudicado al mejor postor y que
en el acto deposite el diez por ciento del valor de su oferta, salvo que el
ejecutante lo releve de esta obligación.
Ahora bien si el día del remate no hubieren personas interesadas en el
bien o los bienes a rematar, el ejecutante puede pedir que se le
adjudiquen los bienes en pago por la base fijada para el remate.