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Monarquía Absoluta.

“La mayor parte de los estados renacentistas evolucionan hacia la monarquía absoluta.
Existe ésta, cuando el rey, encarnando el ideal nacional, posee, además, de hecho y
derecho, los atributos de la soberanía: poder de hacer las leyes, de administrar justicia,
de percibir impuestos, de tener un ejército permanente, de nombrar (y destituir) a los
funcionarios, de hacer juzgar los atentado contra el bien público, y en particular, de
delegar jurisdicciones de excepción cuando lo considera conveniente.
(...) la idea de la monarquía absoluta se añade –sin destruirlas- a las viejas concepciones
de contrato y costumbre, reglamentando las relaciones de los reyes con sus vasallos y
súbditos. Estas relaciones templaron o moderaron el absolutismo monárquico.
Los grandes estados del Renacimiento son vivificados y unificados por un vibrante
patriotismo, que de un modo extraño se mezcla con el patriotismo local y con el
sentimiento de fidelidad al soberano.
(...) El renacimiento del Derecho Romano ya había difundido –en el siglo XIII-, la idea de
un príncipe absoluto, que concentra todos los poderes en su persona y cuya voluntad es
la ley.
El Derecho Romano debió su éxito al hecho de haber brindado fórmulas cómodas para
expresar las tendencias profundas de los contemporáneos.
Las naciones (reinos) son una yuxtaposición de comunidades territoriales, provincias,
países, municipalidades, comunidades de lugares y cuerpos; como los cuerpos de
funcionarios, las universidades y las corporaciones de oficios. Con todos ellos la
monarquía tiene sus contratos, y cada comunidad tiene sus privilegios, sus costumbres,
sus reglamentos, su jurisdicción, sus bienes y sus representantes. Cuerpos y
comunidades se oponen sin cesar entre sí, por sus intereses particulares. Es preciso que
el rey sea bastante fuerte para arbitrar sus conflictos y coordinar sus esfuerzos en vistas
al bien común.
La monarquía absoluta, es también resultado de la rivalidad de dos clases: la burguesía
y la nobleza. El rey, que necesita a los burgueses por sus finanzas y componer su
burocracia, obtiene su obediencia y apoyo. El poder real enriquece a los burgueses con
sus empréstitos, hipotecas, arrendamientos de impuestos, monopolios de explotación y
de comercio, etc. La nobleza sólo puede defenderse mediante el favor del rey. (Se hace
dependiente de los privilegios otorgados por el monarca: cargos hereditarios en la
oficialidad del ejército, pensiones y, reforzamiento por el estado de sus derechos
señoriales sobre los campesinos.)”

(Mousnier – “Los siglos XVI y XVII”. Ed. Destino)

“En el transcurso del siglo XVI, apareció en Occidente el estado absolutista. Las
monarquías centralizadas de Francia, Inglaterra y España, representaron una ruptura
decisiva con la soberanía piramidal y fragmentaria de las formaciones sociales
medievales, con sus sistemas de feudos y estamentos.
Las monarquías absolutas introdujeron ejército y burocracia permanente, un sistema
nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado
unificado.
Estas características parecen ser eminentemente capitalistas y, coinciden con
desaparición de la servidumbre (en occidente), institución nuclear del modo de
producción feudal en Europa.
Pero, el fin de la servidumbre no significó, por sí mismo, la desaparición de las
relaciones feudales en el campo. Es evidente que la coerción privada extraeconómica, la
dependencia personal, y la combinación del productor inmediato con los medios de
producción, no desaparecieron necesariamente cuando el excedente rural dejó de ser
extraído en forma de trabajo o de entregas en especie para convertirse en rentas en
dinero, mientras la propiedad agraria aristocrática cerró el paso a un mercado libre de
tierras y a la movilidad real de la mano de obra, las relaciones de producción rurales
continuaron siendo feudales.
Durante toda la temprana Edad Moderna, la clase (social) económica y políticamente
dominante fue la misma que en la era medieval: la aristocracia feudal. Esta nobleza tuvo
una profunda metamorfosis durante los siglos siguientes al fin de la Edad Media, pero,
desde el comienzo hasta el final de la historia del absolutismo nunca fue desalojada de
su dominio del poder político.
El absolutismo fue esencialmente un aparato reorganizado y potenciado de dominación
feudal, destinado a mantener a las masas campesinas en su posición feudal tradicional,
el estado absolutista nunca fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesa ni, mucho
menos un instrumento de la naciente burguesía contra la nobleza, fue una nueva
caparazón política de una nobleza amenazada.”
(Perry Anderson, “El estado absolutista”. Ed. Siglo XXI.)

“La aparente paradoja del absolutismo en Occidente fue que representaba fundamentalmente
un aparato para la protección de la propiedad y los privilegios aristocráticos, pero que, al
mismo tiempo, los medios por los que se realizaba esta protección podían asegurar
simultáneamente los intereses básicos de las nacientes clases mercantil y manufacturera. El
Estado absolutista centralizó cada vez más el poder político y se movió hacia sistemas legales
más uniformes: las campañas de Richelieu contra los reductos de los hugonotes en Francia
fueron características. El Estado absolutista suprimió un gran número de barreras comerciales
internas y patrocinó aranceles exteriores contra los competidores extranjeros: las medidas de
Pombal en el Portugal de la Ilustración fueron un drástico ejemplo, proporcionó al capital
usurario inversiones lucrativas, aunque arriesgadas, en la hacienda pública: los banqueros de
Augsburgo en el siglo XVI y los oligarcas genoveses del siglo XVII hicieron fortunas con sus
préstamos al Estado español Movilizó la propiedad rural por medio de la incautación de las
tierras eclesiásticas: disolución de los monasterios en Inglaterra. Proporcionó sinecuras
rentables en la burocracia: la paulette en Francia reglamentaría su posesión estable.
Patrocinó empresas coloniales y compañías comerciales: al mar Blanco, a las Antillas, a la
bahía de Hudson, a Luisiana. En otras palabras, el Estado absolutista realizó algunas funciones
parciales en la acumulación originarían necesaria para el triunfo final del modo de producción
capitalista.” (Perry Anderson, “El Estado Absolutista”. Ed. Siglo XXI,)

“El feudalismo como modo de producción se definía originalmente por una unidad orgánica en
los económico y en lo político, unidad paradójicamente distribuída en una cadena de
soberanías fragmentadas a lo largo y ancho de la sociedad. La institución de la servidumbre
como mecanismo de extracción del excedente (del trabajo agrario) fusionaba, la explotación
económica y la coerción político-legal
El señor, a su vez, tenía que prestar homenaje y servicio de caballería a un señor supremo
que reclamaba el dominio último de la tierra. Con la conmutación (sustitución) generalizada
de las cargas feudales, por una renta en dinero, la unidad básica de la opresión política y
económica del campesinado se vió gravemente limitada (debilitada) y en peligro de
disolución. El final de ese camino sería el trabajo libre y el contrato salarial.
El poder socio-político de los señores feudales quedó, pues, directamente amenazado por la
desaparición gradual de la servidumbre. El resultado fue un desplazamiento de la coerción
política en un sentido ascendente, hacia una cima centralizada y militarizada: el estado
absolutista. La coerción diluída en el plano de la aldea, se concentró en el plano nacional. Se
construye así, un aparato de poder real (monárquico), cuya función política permanente era
la represión de las masas campesinas y plebeyas de la base de la jerarquía social. Esta nueva
maquinaria estatal, fue una fuerza coactiva capaz de destruir o disciplinar a individuos o
grupos dentro, incluso, de la misma nobleza.
La llegada del absolutismo estuvo marcada por rupturas y procesos extremadamente duros en
el seno de la aristocracia. Esta tuvo que adaptarse a un nuevo antagonista: la burguesía
mercantil que se había desarrollado en las ciudades medievales. Precisamente, la presencia
de esta burguesía (desarrollada) fue lo que impidió que la nobleza occidental ajustara cuentas
con el campesino al modo de Europa Oriental, esto es, aniquilando su resistencia y
encadenándolo al señorío.”
(Perry Anderson, ob. cit.)

“En este estudio no hay un medio temporal uniforme, precisamente porque los tiempos de los
principales absolutismo de Europa Occidental y Oriental, fueron enormemente diversos; esa
misma diversidad es constitutiva de sus respectivas naturalezas como sistemas de Estado.
El absolutismo español sufrió su primera gran derrota a finales del siglo XVI en los Países
Bajos; el absolutismo inglés fue derribado a mediados del siglo XVII, el absolutismo francés
duró hasta el final del siglo XVIII; el absolutismo prusiano sobrevivió hasta finales del siglo
XIX; el absolutismo ruso sólo fue derrocado en el siglo XX.”
(Perry Anderson, ob. cit.)

“… la última aristocracia feudal se vió obligada a abandonar viejas tradiciones y a adquirir


muchos nuevos saberes, tuvo que desprenderse del ejercicio militar de la violencia privada,
de los modelos sociales de lealtad vasallática, de los hábitos económicos de despreocupación
hereditaria, de los derechos políticos de autonomía representativa y de los atributos
culturales de ignorancia indocta. Tuvo que readaptarse a las nuevas ocupaciones de oficial
disciplinado, de funcionario letrado, de cortesano elegante y de propietario de tierras más o
menos prudente.”

(Perry Anderson, ob, cit.)


Publicado por Eduardo Clouzet en 9:59 1 comentario:

Absolutismo. Justificación teórica.


BOSSUET:
(1627-1704)

“Hay cuatro características esenciales o cualidades de la autoridad real. Primera, la autoridad


real es sagrada. Segunda, es paternal. Tercera, es absoluta. Cuarta, está sujeta a la razón.”

“Art. 11 – La autoridad real es sagrada.


Preposición 1: Dios establece los reyes como ministros suyos y reina por medio de ellos sobre
los pueblos. Ya hemos visto que toda potestad proviene de Dios. El Príncipe, añade San Pablo,
‘es ministro de Dios para el bien. Si obrais mal, temblad, porque no en vano empuña la
espada y es ministro de Dios, vengados de las malas acciones ... Por eso el trono real no es el
trono del hombre, sino es trono del mismo.’
Preposición 2: La persona de los reyes es sagrada. Cometer atentados contra ellos es
sacrilegio. Dios los hace ungir con su óleo sagrado, así como hace ungir a los Pontífices y
consagra los altares. Pero aún sin aplicación exterior de esta unción, los reyes son sagrados
por su cargo ...
Preposición 3: Se debe obedecer al Príncipe por principio de religión y en conciencia. San
Pablo dice: ‘Es necesario que les estés sujetos, no sólo por temor de su ira, sino también por
vuestra conciencia ...”
(Fragmentos de “Política extraída de las sagradas escrituras” publicado en forma póstuma en
el año 1709)

HOBBES:
(1588-1679)

“Las causas que impulsan a los hombres a constituir un estado y someterse a un poder
soberano son, por un lado, el temor recíproco, y por otro, su propia seguridad.
(...) Como el entendimiento entre los hombres proviene de un pacto, se necesita algo que
vuelva su convenio constante y obligatorio; un poder común que los mantenga a raya y los
conduzca al beneficio propio dentro de la comunidad.
Una unión así hecha se llama Estado, puesto que al reducir la voluntad de todos a una sola,
ella puede ser considerada una persona única. En el pacto que los individuos realizan entre sí,
sucede como si cada uno dijera: autorizo y transfiero a este hombre mi derecho a gobernarme
a mí mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a él vuestro derecho, y autorizaréis
todos sus actos de la misma manera.”
(Fragmentos de “Leviatán” de 1651)

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