Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
el judaísmo
por David Acrich
Entre los estados ideales de paz plena del Jardín del Edén y la
plenitud pacífica mesiánica que proclama el profeta para los días
postreros, se encuentra la realidad, en la que diariamente tenemos
que convivir los humanos y las sociedades. La Torá no se escabulle
de dicha realidad social, propone una serie de normas y
comportamientos que buscan, precisamente, llegar algún día a ese
estado mesiánico ideal. Las Mitsvot/preceptos se convierten así en
el óptimo proceder para lograr, escalonadamente, dicho estado
ideal: de allí que se condene matar, robar, oprimir a los desvalidos,
explotar al siervo; y que se aliente el amor al prójimo (“amarás a tu
prójimo como a ti mismo”), las leyes de tsedacá (justicia social) y
de protección a los más débiles. Son pasos que se proyectan al
futuro, que aspiran llegar al estado mesiánico en que “convertirán
sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará
nación contra nación su espada, ni se adiestrarán más para la
guerra” (Yishayahu/Isaías 2/4).
Está escrito en Pirké Avot: “Raban Shimón ben Gamliel dice: sobre
tres bases el mundo perdura: la Justicia, la Verdad, y la Paz”
(1/18). De aquí se colige que la paz debe complementarse con otros
valores de la ética judía. El Talmud (Taanit 4, 35) reconoce que la
paz, la justicia y la verdad se complementan armoniosamente, al
punto de fusionarse en una misma cosa: asentada la justicia, logra
asentarse la verdad y puede constituirse la paz. “Diga cada cual la
verdad con su prójimo; ejecutad juicios de verdad y de paz en
vuestros portales” -sentencia el Profeta Zejariá/Zacarías (8/16). Es
innegable que la paz debe ir acompañada de la justicia, pues de lo
contrario aquélla perdería su validez y su sentido como tal. Según
el midrash, el mundo fue creado en la condición de Ley, justicia,
pero El Eterno asumió cuán estricta sería la vida humana con solo
justicia, por lo que agregó el Jésed (bondad, piedad…) Este
binomio de Justicia y Jésed es lo que conlleva al estado de paz, un
estado que se debe desear a todos: integridad, armonía, plenitud;
bienestar, salud, libertad. Por algo en el judaísmo (y en otras
culturas semíticas) se saluda y se despide con el enunciado shalom.
Hay otro valor ético que se amalgama con el del shalom: el amor.
Quizás este sea el punto de partida de la paz: el amor, el no desear
el mal al prójimo. Si deseas el bien de todos y respetas las creencias
e idiosincrasias de todos los pueblos y culturas, no habrá suficiente
razón para romper con el estado de paz y preparase para la guerra.
Las prescripciones del judaísmo demandan respeto a todos.
RaMBaM/Maimónides lo reafirma cuando escribe que la salvación
no es patrimonio único de los judíos, sino que todas las naciones
tienen parte en ella. Por ello, explican los sabios talmudistas, que
Dios creó a Adam/Adán como único ancestro de la Humanidad,
para que nadie pueda atribuirse ser superior o mejor que los demás.
El judaísmo basa su creencia en un Dios que ama a las personas
individualmente, por sí mismas, con sus ideologías y diferencias. Y
le corresponde a los seres humanos, por tanto, imitar Su proceder.
Cuando ello se logre se estaría iniciando la era en que “no habrá ni
envidia ni guerra”, como recuerda RaMBaM, bajo el amparo del
Mashíaj/Mesías, quien con razón también es nominado “Príncipe
de la paz” (Sar Shalom) y “Divulgador de la paz” (Mashmía
Shalom) (Yishayahu/Isaías, 9/5 y 52/7). VOLVER A INICIO
http://www.revistasalomon.net/lector-articulos-dos/items/el-concepto-de-shalom-paz-en-el-
judaismo.html