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Breynner López

Juan David Hincapié

Literatura, Historia y sociedad

5 de Marzo de 2019

Pablo Montoya: La cocción del otro lado

El beso de la noche

La propuesta de una literatura corta, concreta y exquisita; ciertamente son elementos

que enfrentan a muchos retos en la ejecución, porque exige por parte del autor casi que un don

otorgado por las musas, para obviar, por ejemplo, lo que debe ser obviado; para evitar reiterar

y dar vueltas sobre aspectos que no requieren tal detenimiento y hallar los que si los necesitan.

Pablo Montoya, hace una propuesta en esta misma línea -en su recopilación de cuentos “El

beso de la noche”- bastante arriesgada al osar por este tipo de literatura que ya ha venido

trabajando anteriormente y que presenta en una obra de 10 cuentos cortos.

Sus temas contemporáneamente -casi que por agudizar el reto que tiene ya desde el

principio- son otro reto, pues él, se apropiara en esta obra de los temas fuera de lo común:

incestos, necrofilias, miedos, indigentes, entre otros. Enfrentándonos a relatos con un cuerpo

fríamente real, angustiantemente artificioso o exagerando sin abrumar.

Asimismo, la misma forma en la que son relatados hablan de una personalidad en los

mismos, siempre en la primera persona del protagonista o en el relato de un observador, sus

cuentos colocan en el ambiente, como lector nos da el privilegio de observar en primera fila.
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Deseos de un humano

Aunque cada cuento contiene una temática extraordinariamente envolvente, he quedado

absorto con las propuestas de dos de ellos: “El beso de la noche” y las “mujeres de Aspacio”.

En ellas he encontrado unas temáticas que parecen ser la cumbre sintetizadora de la

obra, sus ambientes en su máxima expresión muestran estár restringidos: Oscuros, inamovibles,

en una misma y tediosa vista de un hombre. Al adentrarte en ese ambiente propuesto por

Montoya, a medida que pasa el relato vas tocando fibras que nunca te habías pensado o incluso

imaginado; la imposibilidad de detener la lectura – que parece hechizarte- te hace sufrir en

algunos momentos.

Eres la obra, tú y tus prejuicios; Montoya tiene la capacidad de tomar la crueldad de la

vida misma, la que todos manosean, porque son morbosos o porque necesitan decir algo en el

noticiero de las 7:00 pm, también, la carne cruda de nuestra sociedad que cada vez parece

darnos mayor variedad de perversidad, oprobio y amores; la toma del sartén de los medios,

donde se ha cocinado, se ha tostado y quemado. No le interesan los perjuicios que socialmente

significan, a menos que sea para servirse de ellos; e igual que un filete quemado, por un lado,

le da la vuelta.

Este es el movimiento presente en estos cuentos, otra mirada, otro lado. El que se nos

olvida, el que nos hace olvidar que detrás de cada cuento no hay un hijo que ama y hace incesto

con su madre, el necrófilo que viola a las mujeres en el anfiteatro; detrás de ellos hay un hijo

que tiene una devoción desaforada con su madre, tanta, que se ha desbordado al prohibirse que

alguien más la vea o ame, prefiriendo la muerte misma; detrás de un Aspacio que quiere dar

consuelo a estas mujeres, para que se lleven algo bueno que recordar de este mundo en el

siguiente paso.
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La cocción del otro lado

La realidad vista con otros ojos, los de la mente de estos protagonistas, es enfrentarse a esa

crudeza que nos constituye, es confrontarlo con nuestros prejuicios – los de la prensa, los de

los pasillos, los de los rumores – y encararlos y cocinarlo para nuestro propio deleite, uno que

al principio puede que prescinda del sentido común, pues parecen historias irreales, exageradas

o llenas de artificios, que son los mismos que nos conforman.

Con todo y lo anterior, la obra de Pablo Montoya es una oportunidad de deleitarnos con un

platillo maravilloso y suculento, cocinado en ambos lados.

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