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CURSO DE SAN JUAN

Seminario Mayor de Concepción

+ Felipe Bacarreza Rodríguez


Obispo de Santa María de Los Ángeles

Teología del Cuarto Evangelio

Los Sacramentos

1) Las dos posiciones de los críticos

- También sobre este tema los estudiosos están divididos en dos


grupos opuestos: los sacramentalistas, que atribuyen sentido
sacramental a numerosos textos del IV Evangelio; y los
antisacramentalistas, que niegan la existencia de textos con ese
sentido o los reducen al mínimo.

- Sacramentalistas (Católicos: Vawter; protestantes: Cullmann, Corell):


encuentran el Juan muchos textos sacramentales, pues, según ellos,
todos los pasos evangélicos que aluden al agua quieren hablar del
Bautismo; y todos los que hablan de "comer", de pan, de vid y de
vino, quieren recordar la Eucaristía.

- K. Barrett escribe: "Es verdad que en Juan hay más enseñanza


sacramental que en los demás Evangelios".

R.E. Brown, resumiendo la posición de los sacramentalistas, dice que


ellos encuentran en Juan 25 alusiones a los sacramentos, entre
expresiones y simbolismos sacramentales.

- Antisacramentalistas (Bultmann, Lohse, E. Schweizer) niegan que


haya textos sacramentales en el IV Evangelio Algunos de estos
estudiosos afirman que este Evangelio era originariamente
antisacramental. En efecto, Juan no recuerda el hecho de la
institución de la Eucaristía, ni conoce un texto explícito sobre el
bautismo (como, en cambio, sería Mt 28,19). Para estos estudiosos el
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evangelista insiste más bien en presentar la salvación como una


aceptación personal de Jesús como el enviado del Padre. Por tanto,
él no tendría intención de hablar de sacramentos como in-
termediarios materiales entre el creyente y Dios.

R.E. Brown compendia así la posición de los antisacramentalistas:


"Algunos de ellos afirman que, centrando la salvación en la
aceptación personal de Jesús como el enviado por Dios, Juan ha
creado una atmósfera teológica que excluiría intermediarios
materiales como son los sacramentos. El énfasis de Juan está en la
palabra, no en los sacramentos".

Según Bultmann, los textos evidentemente sacramentales del IV


Evangelio (Jn 3,5; 6,52b-58; 19,34b-35) son textos agregados
posteriormente, que hay que atribuir a un redactor eclesiástico.

Otros antisacramentalistas afirman que aquellos estudiosos que


admiten un sentido sacramental en diversos textos del IV Evangelio,
en realidad, no hacen "exégesis", sino "eiségesis".

2) Los textos sacramentales del IV Evangelio

Para discernir el contenido sacramental de los textos del IV Evangelio


hay que proceder con prudencia. En algunos textos se puede
alcanzar certeza crítica; en otros, menos.

Por ejemplo, es difícil afirmar con certeza que los textos de la


curación del ciego de nacimiento (Jn 9), o del lavatorio de los pies (Jn
13,1-20) encierran un simbolismo sacramental, como ha sido
afirmado por los Padres y por los escritores eclesiásticos.

(Excursus)

San Agustín: (In Ioan. Tract. 80,3)

"Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado". ¿Por


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qué no dice: "estáis limpios por el bautismo con que habéis sido
lavados", y en cambio dice: "por la palabra que os he hablado", sino
es porque en el agua es la palabra la que limpia? Quita la palabra y
¿qué es el agua sino agua? Se agrega la palabra al elemento y se hace
un sacramento (accedit verbum ad elementum et fit sacramentum),
el mismo como si fuera una palabra visible. Pues ciertamente esto
mismo dijo cuando lavó los pies a sus discípulos: "El que se ha lavado
no necesita sino lavarse los pies, porque está todo limpio" (Jn 13,10).
¿De dónde viene tanta virtud al agua que toque el cuerpo y purifique
el corazón, si no es porque es la palabra la que lo hace, no porque se
profiere sino porque se cree? Pues en la misma palabra una cosa es
el sonido que pasa y otra es la virtud que permanece. "Esta es la
palabra de la fe que predicamos -dice el apóstol- pues si confiesas
con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvo. En efecto, con el corazón
se cree para la justicia; con la boca se confiesa para la salvación"
(Rom 10,8-10). De aquí que en los Hechos de los Apóstoles se lea:
"Purificando sus corazones con la fe" (Hech 15,9), y en la carta del
beato Pedro: "Así el bautismo os ha salvado; no la deposición de la
suciedad de la carne, sino la petición de una buena conciencia" (1Pet
3,21).
Esta es la palabra de la fe que predicamos, con la cual es consagrado
también el bautismo, a fin de que pueda purificar. Cristo, que es la
vid para nosotros, de la cual el Padre es el agricultor, "amó a la Igle-
sia y se entregó a sí mismo por ella". Lee el apóstol y observa qué
cosa agrega: "A fin de santificarla, lavandola con el baño del agua en
la palabra" (Ef 5,25-26). La purificación, por tanto, de ninguna
manera podría atribuirse al elemento perecible, si no se agregara "en
la palabra". Esta palabra de la fe tiene tal fuerza en la Iglesia de Dios,
que por ella la Iglesia purifica al creyente, al oferente, al que bendice,
al que baña y también al pequeñísimo niño, aunque no sea aún capaz
de creer en el corazón para la justicia y de confesar con la boca para
la salvación. Todo esto acontece por la palabra de la cual el Señor
dijo: "Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado".

- Pero es necesario admitir que hay textos claramente sacramentales.


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Podemos indicar cuatro de ellos:

Jn 6: sobre la Eucaristía.

Jn 3,1-21: el nacimiento de lo alto: bautismo.

Jn 19,34 (+ 1Jn 5,6-8): sangre y agua del costado de Cristo, símbolos


de la Eucaristía y el Bautismo.

Jn 20,22-23: poder de remitir los pecados: Reconciliación.

(Excursus)

San Juan Crisóstomo (III Catequesis bautismal)

16. ¿Quieres tú conocer por otro camino aun la virtud de esta


sangre? Ved de dónde ha comenzado a fluir y dónde tiene su
manantial: desciende de la cruz, del costado del Señor. Dice el
Evangelio que, muerto Jesús en la cruz, se acercó un soldado y le
abrió el costado con su lanza y brotó de allí agua y sangre. El agua
era símbolo del Bautismo y la sangre de los Misterios. Es por eso que
el evangelista no dice: "Brotó sangre y agua", sino que el agua brotó
primero y después la sangre, pues primero viene el Bautismo y
después los Misterios.
El soldado, en efecto, le abrió el costado: perforó el muro del templo
santo y yo he encontrado el tesoro y me he enriquecido con él. Así
ocurrió con el Cordero: los judíos sacrificaban la víctima y yo he reci-
bido la salvación, fruto de ese sacrificio.
17. "Y brotó de su costado agua y sangre". Querido, no pases
indiferente al lado de este misterio, pues tengo aún otra
interpretación mística que darte. He dicho que el agua y la sangre
eran el símbolo del Bautismo y de los Misterios. Pues bien es de
estos dos sacramentos que ha nacido la Iglesia, por "este baño de
regeneración y renovación en el Espíritu Santo" (Tito 3,5), por el
Bautismo y por los Misterios. Pues los signos del Bautismo y de los
Misterios surgen de su costado. Por lo tanto, es de su costado que
Cristo ha formado la Iglesia, como ha formado a Eva del costado de
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Adán.
18. Por eso Moisés refiere que el primer hombre dijo: "Esta sí que
es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gen 2,23), queriendo
darnos un signo del costado del Señor. Así como entonces Dios ha
tomado del costado de Adán para formar la mujer, así Cristo nos ha
dado la sangre y el agua de su costado para formar la Iglesia. Y así
como entonces ocurrió en el éxtasis del sueño de Adán, así ahora nos
ha dado la sangre y el agua después de su muerte, primero el agua y
después la sangre. Y lo que antes fue éxtasis ahora es la muerte,
para que aprendas que, en adelante, la muerte no es más que un
sueño.
19. ¿Habéis visto cómo Cristo se ha unido a su Esposa? ¿Habéis
visto con qué alimento nos alimenta a todos? De este mismo
alimento hemos sido formados y somos nutridos. Así como la mujer
alimenta con su propia sangre y su leche al que ha dado a luz, así
también Cristo alimenta constantemente con su propia sangre a los
que ha engendrado.

3) Características de la enseñanza sacramental joanea

a) En comparación con los Sinópticos, Juan no transmite el dato


sobre los sacramentos en una ocasión única o en una declaración
solemne de Jesús (p. ej. En la institución de la Eucaristía o en el
mandato misionero); Juan ilustra el dato sacramental en diversas
circunstancias de la vida del Salvador y en diversos modos: en
modo directo o como alusión usando el simbolismo (método más
oscuro, pero más rico, más apropiado a las realidades misteriosas).
Este método responde a la intención del evangelista de mostrar que
las instituciones o los sacramentos de la vida cristiana se fundan en
lo que Cristo dijo e hizo. De esta manera el evangelista (que escribe
a cierta distancia de los hechos) quiere decir a sus lectores que entre
la vida de la Iglesia y la vida de Cristo no hay separación ni
distancia, sino una estrecha relación de continuidad. Brown piensa
que el evangelista quiso acentuar esta íntima y vital relación entre
los actos de Jesús y los sacramentos, precisamente porque el
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sentido de esa relación se había perdido entre los cristianos de su


tiempo.

b) El autor del IV Evangelio en relación a los Sinópticos revela una


penetración más profunda en la comprensión y valorización de los
sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. Juan enseña que por
medio del agua bautismal se llega a ser hijo de Dios, que la Eucaristía
es necesaria para tener la vida divina, y que ambos sacramentos
obtienen su eficacia salvífica de la muerte de Jesús (Jn 19,34).

c) El autor del IV Evangelio con su enseñanza sobre los sacramentos y


su simbolismo sacramental ha querido permanecer fiel y adherente
a los datos evangélicos (hechos y palabras de Jesús). El no ha
querido elaborar una teología sacramental partiendo del Evangelio
(esto habría sido anacrónico), sino que ha referido los datos
evangélicos abriendolos a prospectivas sacramentales (como ocurre
en Lucas con los discípulos de Emaús y su modo de reconocer a
Jesús).

Podemos concluir que el sacramentalismo del IV Evangelio es un


rasgo notable de este Evangelio (observando los límites). En modo
particular, esta doctrina sacramental no se debe poner en
contraposición con la enseñanza cristológica; debe considerarse
como una profundización de la cristología, propuesta por el mismo
evangelista. El IV Evangelio antes de ser un Evangelio sacramentario
es un Evangelio cristológico; pero por ser cristológico, es
sacramentario. Cristo con su encarnación, es el sacramento
originario.

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