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Introducción.
Uno de los puntos de inicio está en la necesidad de reconocer que el llamado a ser
administradores de los recursos no es algo que sale de una experiencia meramente secular,
sino que Dios mismo ha estructurado su misión y ha llevado a su pueblo a un cumplimiento
de la misma a través de la revelación bíblica. El desafío principal está en reconocer la
Escritura como el testimonio del Dios que desarrolla una misión global y que usa cada
circunstancia de la historia en el cumplimiento de sus propósitos1.
La misión de Dios.
Toda la revelación bíblica reconoce un hilo conductor que va presentando los planes de
Dios. Cada parte de la Escritura forma el corolario de un diseño programado y estructurado.
Dios no trabaja a la deriva, cada situación, cada momento e instrumento, está totalmente
alineado en su proyecto misional; nada se escapa de la mente de Dios. La Biblia da claridad
al pensamiento humano y lo lleva a reconocer el plan divino. El Señor revela en su Palabra
toda la estrategia para que el hombre pueda entender su papel en el proyecto y la manera en
la que Dios lo va a llevar a cabo. El hombre puede reconocer cuál es su participación y
mirarse a sí mismo en el proyecto divino, por lo tanto es necesario que se tenga una visión
1
Christopher Wright, La misión de Dios, descubriendo el gran mensaje de la Biblia (Barcelona: Certeza
Unida, 2009), 36-37.
global del relato bíblico que permita entender los alcances de la misión y la manera en la
que el ser humano participa en medio del proyecto de Dios2.
Se hace necesario dar un vistazo al desarrollo de la historia bíblica para poder reconocer el
propósito de Dios, la manera en la que el Señor va revelándose y va llevando a cabo su
misión a través del relato en la Escritura. Esta realidad también permite ver al hombre en su
justa medida, cómo va siendo usado por Dios en el cumplimiento de sus planes y cómo, en
medio de sus imperfecciones, Dios lo va llevando a vivir la plenitud de su voluntad. El
relato bíblico permite observar la misión, el cumplimiento de cada uno de sus propósitos en
medio del plan trazado, al ser humano como instrumento en ese proyecto, las diferentes
estructuras en las que se desarrolla y cada una de las estrategias que se usan en el proceso.
A pesar de la caída en Génesis 3, Dios sigue haciendo un llamado a los seres humanos en
diferentes etapas y circunstancias con el fin de llevar a cabo el desarrollo de la misión. De
manera específica el Señor demuestra su gracia en Noé, Abraham (los patriarcas) y Moisés.
Cada uno de ellos se convierte en un referente de la fidelidad de Dios a su pacto y de la
continuidad de su llamado. Sin embargo, es a través del pueblo de Israel que Dios formaliza
la estructura del proyecto de la misión. Dios establece el pacto con Israel para que sea un
2
Wright, La misión de Dios, 78-79.
3
Theo Donner, El texto que interpreta al lector (Medellín: Publicaciones SBC, 2009), 44-46.
representante de su verdad y un promotor de su gloria en medio de las naciones (Éx 19:3-
6). A través del pacto le da una directriz fundamentada en la ley, el culto y la formación
nacional para que ellos mismos adquieran la identidad con Dios (Éx 20-40 y las leyes de
levítico y Deuteronomio). El Señor encamina los pasos de Israel por el desierto y lo lleva a
tomar la tierra prometida con líderes guiados por su Espíritu (Josué y los jueces) y permite
la conformación de una monarquía que establezca el orden de la nación (ver los relatos de
Samuel hasta Crónicas). Toda la fundación del pueblo de Israel demuestra el carácter
organizacional con el que Dios guía a su pueblo. La historia del Antiguo Testamento es el
reflejo de la manera estructural con la que Dios va poniendo los cimientos de la nación y la
va guiando al cumplimiento de la misión4.
Liderazgo y administración.
4
Aldo Broda, Administración, principios gerenciales para líderes cristianos (Miami: Unilit, 2001), 23-25.
5
Broda, Administración, principios gerenciales, 30.
administración de la misión e invita a asumir la responsabilidad del liderazgo en este
respecto6. Uno de los libros del Antiguo Testamento que presenta diferentes situaciones en
las que se requiere del trabajo administrativo es el de Éxodo. Desde el llamado de Dios a
Moisés hasta la construcción del tabernáculo se va necesitando del trabajo organizacional
para desarrollar cada obra y asumir el desafío del liderazgo en medio del pueblo.
En el desarrollo institucional de Israel, Dios llama a Moisés para que reciba la Ley y a su
vez vaya dirigiendo al pueblo en el cumplimiento del llamado. La entrega de los parámetros
legales en la constitución de Israel como nación se presenta en el marco del pacto. Dios
asume su compromiso de identificar a Israel como su pueblo y por eso lo llama a que
cumpla la Ley, así que su parte del compromiso es habitar en medio de ellos, ser su Dios.
Todos los relatos del Éxodo desde el capítulo 20 demuestran la puesta en marcha para el
cumplimiento del pacto. Dios entrega las leyes y el pueblo se compromete en vivir
conforme a su voluntad, asume la responsabilidad de ser el pueblo de Dios y llevar a cabo
su parte del pacto (Éx 24).
A partir del capítulo 25 aparece en escena el proyecto del tabernáculo, Dios habitará en
medio de Israel, por lo tanto ellos deberán desarrollar una estructura cultual en la que no
sólo se adore al Señor, sino que se lleve a cabo todo el ritual de purificación para la
manifestación de la presencia de Dios. Todo el proyecto de construcción y la puesta en
marcha, demuestra un esquema organizacional definido en el que se delega tareas, se eligen
las personas conforme a sus capacidades, se siguen parámetros de acuerdo a un diseño
programado y se ejecutan las obras conforme al llamado del Señor (capítulos 25-40). Al
final, después que la obra ha sido terminada, la presencia del Señor llena el tabernáculo y se
cumple todo su plan inicial aún con los obstáculos del pecado de Israel (capítulos 32-33).
No se puede dejar de lado otros relatos del Antiguo Testamento en donde se reconocen
labores de organización nacional sumamente importes. En diferentes momentos de la
historia de Israel y bajo el liderazgo de grandes hombres de fe, la nación logró asumir el
llamado de Dios y llevar a cabo la misión requerida conforme a la necesidad del pueblo y a
la voluntad de Dios. Josué asumió con dependencia del Señor el proyecto de la toma de
Canaán y organizó las estrategias necesarias que llevaron a la conquista y la distribución de
las tribus de Israel por todo el territorio dominado. Samuel acompañó a la nación en la
transición de la liga tribal a la monarquía, mientras que la dinastía davídica engrandeció el
dominio de Israel hasta el declive y la división en el siglo noveno a.C. Esdras y Nehemías
guiaron el proyecto de reconstrucción nacional del pueblo que regresó del exilio; además de
proveer una administración de recursos y personal de trabajo, ayudaron en la
reconstrucción espiritual de la nación y la organización de las instituciones que quedaron
derribadas tras la caída de Judá.
El Nuevo Testamento también presenta diferentes relatos en los que se observan estructuras
definidas para llevar a cabo funciones organizacionales y con ello la misión de Dios. El
llamado de Jesús a los doce apóstoles permite observar un parámetro de estructura en
medio de la organización de las funciones de sus discípulos (Mt 10:1-15). Aunque esta
estructura no los ponga en un estrado de mayor dignidad o importancia con relación al
reino, sí permite ver delegación de funciones más concretas y un tipo de relación más
cercana con dicho grupo. Sin embargo, Jesús no sólo envió este grupo de seguidores
cercanos, también delegó funciones de predicación del evangelio y atención de necesidades
a grupos más grandes (Lc 10:1-20). Después de su muerte y resurrección Jesús dejó el
llamado de la gran comisión a sus seguidores (Mt 28:16-20) invitándoles no sólo a buscar
7
Wright, La misión de Dios, 100-103.
discípulos en todas las naciones, sino a bautizar, enseñar y formar de acuerdo a lo que él
mismo les había enseñado.
El libro de los Hechos presenta el panorama de la iglesia naciente. Lucas cuenta la historia
desde la perspectiva del desarrollo de la misión de Jesús a sus discípulos (Hch 1:8) y la
manera en la que el mensaje del evangelio corre desde Jerusalén a Judea y Samaria para
finalmente llegar hasta Asia Menor, Europa y Roma. La iglesia de Jerusalén se va
organizando bajo la guía de los apóstoles y aunque el crecimiento y fundamentación del
grupo se hace cada vez más notorio (Hch 2:41-47), el desafío llegaría cuando la misión de
la iglesia debe extenderse hacia otros territorios. La iglesia se había conformado en
Jerusalén, así que la llegada de la persecución de parte de los judíos contra el grupo de
creyentes (Hch 7-8:3) los lleva a salir hacia otros sectores y esto sirvió como excusa para
muchos de los discípulos que vieron la oportunidad de predicar el mensaje del evangelio
(8:4-40). La conversión de Saulo de Tarso genera un proyecto mucho más amplio (Hechos
9), así que la predicación del mensaje se extiende desde Antioquía (primera iglesia de
influencia mayormente gentil) hasta Asia Menor. Con los viajes misioneros que realizó
Pablo con su equipo de colaboradores, se fueron fundando comunidades de creyentes que
se establecieron en diferentes sectores y fueron extendiendo el mensaje de salvación en
Cristo a través del mundo gentil. El libro termina con Pablo predicando en la capital del
imperio (Hch 28:28-31).
Hechos 15 permite observar la estructura eclesial que se había formado en los primeros
años de la iglesia primitiva. Una nueva problemática se estaba presentando en el entorno
eclesial, así que los apóstoles citan a un concilio en el que se aborda el tema en cuestión y
se decide como grupo de acuerdo al conocimiento de la verdad de Dios y la dirección del
Espíritu Santo. A pesar de ser una iglesia que apeas estaba iniciando, empieza a mostrar
una estructura definida de autoridades y funciones, lo cual es evidencia del carácter formal
que le estaban dando a la administración eclesial desde una era temprana para la iglesia.
Las decisiones que se toman como grupo se extienden hacia otras comunidades con el fin
de mostrar el orden y la autoridad que había sido delegada (Hch 15:22-35).
Broda, Aldo. Administración, principios gerenciales para líderes cristianos. Miami: Unilit,
2001.
Donner, Theo. El texto que interpreta al lector. Medellín: Publicaciones SBC, 2009.