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Función administrativa en la Escritura

Introducción.

Después de abordar los principios básicos de la administración se hace necesario plantear


un acercamiento al desarrollo de la temática en el contexto del pueblo de Dios, no sólo
desde la formación de Israel, sino también en la estructura de la iglesia. La comunidad
eclesial no sólo necesita una perspectiva de administración que fundamente su misión desde
el punto de vista organizacional, también requiere una directriz basada en la verdad de las
Escrituras que la lleve a construir comunidad de acuerdo a la voluntad del Señor.

Uno de los puntos de inicio está en la necesidad de reconocer que el llamado a ser
administradores de los recursos no es algo que sale de una experiencia meramente secular,
sino que Dios mismo ha estructurado su misión y ha llevado a su pueblo a un cumplimiento
de la misma a través de la revelación bíblica. El desafío principal está en reconocer la
Escritura como el testimonio del Dios que desarrolla una misión global y que usa cada
circunstancia de la historia en el cumplimiento de sus propósitos1.

La misión de Dios.

Toda la revelación bíblica reconoce un hilo conductor que va presentando los planes de
Dios. Cada parte de la Escritura forma el corolario de un diseño programado y estructurado.
Dios no trabaja a la deriva, cada situación, cada momento e instrumento, está totalmente
alineado en su proyecto misional; nada se escapa de la mente de Dios. La Biblia da claridad
al pensamiento humano y lo lleva a reconocer el plan divino. El Señor revela en su Palabra
toda la estrategia para que el hombre pueda entender su papel en el proyecto y la manera en
la que Dios lo va a llevar a cabo. El hombre puede reconocer cuál es su participación y
mirarse a sí mismo en el proyecto divino, por lo tanto es necesario que se tenga una visión

1
Christopher Wright, La misión de Dios, descubriendo el gran mensaje de la Biblia (Barcelona: Certeza
Unida, 2009), 36-37.
global del relato bíblico que permita entender los alcances de la misión y la manera en la
que el ser humano participa en medio del proyecto de Dios2.

Se hace necesario dar un vistazo al desarrollo de la historia bíblica para poder reconocer el
propósito de Dios, la manera en la que el Señor va revelándose y va llevando a cabo su
misión a través del relato en la Escritura. Esta realidad también permite ver al hombre en su
justa medida, cómo va siendo usado por Dios en el cumplimiento de sus planes y cómo, en
medio de sus imperfecciones, Dios lo va llevando a vivir la plenitud de su voluntad. El
relato bíblico permite observar la misión, el cumplimiento de cada uno de sus propósitos en
medio del plan trazado, al ser humano como instrumento en ese proyecto, las diferentes
estructuras en las que se desarrolla y cada una de las estrategias que se usan en el proceso.

Desde el principio, la Palabra de Dios invita a observar al hombre con un llamado a


administrar los recursos de la creación (Gén 1:26-31), en este sentido el hombre es un
mayordomo de todos los recursos naturales que existen. El haber sido hecho a imagen y
semejanza de Dios pone al ser humano en una condición diferente del resto de los seres
creados, no sólo porque dicha realidad lo presenta en una relación especial con el Señor,
sino porque lo identifica de manera directa como representante del Señor en medio de la
creación; el hombre es puesto por Dios en la tierra con la responsabilidad de proteger y
dominar todo lo que existe. Los capítulos 1 y 2 del libro de Génesis reconocen al Dios
creador, pero también permiten ver al hombre en una condición de ser dependiente del
Señor, aquel que es puesto en medio de todo como un representante para proteger y
administrar los recursos y que a su vez rinde cuentas a su creador3.

A pesar de la caída en Génesis 3, Dios sigue haciendo un llamado a los seres humanos en
diferentes etapas y circunstancias con el fin de llevar a cabo el desarrollo de la misión. De
manera específica el Señor demuestra su gracia en Noé, Abraham (los patriarcas) y Moisés.
Cada uno de ellos se convierte en un referente de la fidelidad de Dios a su pacto y de la
continuidad de su llamado. Sin embargo, es a través del pueblo de Israel que Dios formaliza
la estructura del proyecto de la misión. Dios establece el pacto con Israel para que sea un

2
Wright, La misión de Dios, 78-79.
3
Theo Donner, El texto que interpreta al lector (Medellín: Publicaciones SBC, 2009), 44-46.
representante de su verdad y un promotor de su gloria en medio de las naciones (Éx 19:3-
6). A través del pacto le da una directriz fundamentada en la ley, el culto y la formación
nacional para que ellos mismos adquieran la identidad con Dios (Éx 20-40 y las leyes de
levítico y Deuteronomio). El Señor encamina los pasos de Israel por el desierto y lo lleva a
tomar la tierra prometida con líderes guiados por su Espíritu (Josué y los jueces) y permite
la conformación de una monarquía que establezca el orden de la nación (ver los relatos de
Samuel hasta Crónicas). Toda la fundación del pueblo de Israel demuestra el carácter
organizacional con el que Dios guía a su pueblo. La historia del Antiguo Testamento es el
reflejo de la manera estructural con la que Dios va poniendo los cimientos de la nación y la
va guiando al cumplimiento de la misión4.

El Nuevo Testamento no es ajeno al desarrollo estructural del pueblo de Dios. Aunque ya


no está centrado en Israel como nación, se mantienen parámetros organizacionales que
demuestran que la iglesia también tiene estructuras definidas que le permiten desarrollar la
misión y que son guiadas por el Señor. Desde el llamado a los doce por parte de Jesús con
sus respectivas implicaciones (Mt 10:1-42), se demuestra que se necesitan definir aspectos
estructurales para cumplir el plan de Dios. La gran Comisión (Mt 28:18-20) es un reflejo
del proyecto que luego se hace realidad en la historia de la iglesia en el libro de los Hechos.
Las cartas del Nuevo Testamento contienen situaciones descritas en las que se presentan
diferentes parámetros estructurales de la iglesia. La aparición de ministerios y distribución
de funciones son evidencia de la organización eclesial que se fue desarrollando en las
diferentes comunidades del primer siglo, pero también demuestran las respuestas a las
necesidades básicas de la comunidad que fue requiriendo acciones administrativas y
organización de diferentes aspectos relacionados con su crecimiento y proyección5.

Liderazgo y administración.

El desarrollo de la misión y el cumplimiento de los propósitos de Dios invitan a reconocer


sistemas de organización dentro del marco del pueblo de Dios. Tanto Antiguo como Nuevo
Testamento presentan diferentes relatos en los que el Señor guía a su pueblo para una mejor

4
Aldo Broda, Administración, principios gerenciales para líderes cristianos (Miami: Unilit, 2001), 23-25.
5
Broda, Administración, principios gerenciales, 30.
administración de la misión e invita a asumir la responsabilidad del liderazgo en este
respecto6. Uno de los libros del Antiguo Testamento que presenta diferentes situaciones en
las que se requiere del trabajo administrativo es el de Éxodo. Desde el llamado de Dios a
Moisés hasta la construcción del tabernáculo se va necesitando del trabajo organizacional
para desarrollar cada obra y asumir el desafío del liderazgo en medio del pueblo.

Cuando Dios se le aparece a Moisés en Madián y le hace el llamado de liderar a Israel en la


salida de Egipto, Dios va marcando una agenda en la que el líder de Israel se presentaría
delante del faraón para que el pueblo de Dios pudiera ser dirigido por el desierto hasta
Horeb (Éx 3). Dios llama a Moisés y le habla del propósito que tiene con su pueblo y de la
manera en la que se debe presentar ante el faraón para pedirle que libere a Israel. Ante la
negativa constante de Moisés, Dios pone a Aarón a que ayude en el proyecto e invita a que
ambos se presenten con la firme convicción de traer la liberación del pueblo (Éx 4), en este
proyecto se incluyen los ancianos y líderes de las tribus a quienes se les habla del propósito
de Dios (Éx 4:27-31; 6:14-27) . Cada uno de los relatos en los que se presentan las plagas
en Egipto lleva un patrón de referencia en el que Dios llama a Moisés para se presente ante
el faraón y éste en medio de su endurecimiento produce una serie de manifestaciones del
poder de Dios que finalmente llevan a la salida después de la pascua (Éx 7-12). Desde el
mismo momento de la salida de Egipto van apareciendo una serie de leyes que Israel deberá
cumplir como nación y que quedarán estipuladas por cada generación (Éxodo 12:43-13:16).

La visita de Jetro al campamento de Israel demuestra la necesidad de organizar esquemas


de atención de tareas en los que se aproveche de manera efectiva el recurso humano y el
tiempo (Éx 18). Jetro asesora a Moisés para que ponga diferentes grupos de atención de
necesidades de la población para que él, en calidad de juez, pueda atender los asuntos más
importantes y de esta manera dar una respuesta adecuada a cada una de las situaciones que
se estaban presentando en medio del pueblo. El análisis inicial era de un líder cargado de
tareas; Moisés estaba atendiendo durante todo el día las necesidades del pueblo y por
obvias razones no daba abasto (Éxodo 18:13-18).

El consejo de Jetro demuestra principios básicos de organización administrativa, tanto en el


reconocimiento de formalizar una estructura para brindar mejor atención como en la
6
Samuel Escobar, Cómo comprender a misión (Barcelona: Certeza Unida, 2008), 11-15.
búsqueda del personal capacitado para dar respuesta a cada situación que se estaba
presentando. Jetro invita a Moisés a que se organice y delegue, mientras él siguiera tratando
de atender todos los asuntos solo se perdía tiempo y capacidad de su liderazgo. Así que el
proceso empieza con presentar una nueva estructura de atención y luego buscar las
personas idóneas para el servicio. Moisés finalmente decide buscar de entre el pueblo a
personas con la capacidad de liderazgo y la integridad suficientes para hacerse cargo de las
necesidades más básicas, mientras que él atendería los asuntos de mayor importancia, de
esta manera se agilizaría su carga y se atendería de manera más oportuna todo lo que el
pueblo requería (Éx 18:19-26).

En el desarrollo institucional de Israel, Dios llama a Moisés para que reciba la Ley y a su
vez vaya dirigiendo al pueblo en el cumplimiento del llamado. La entrega de los parámetros
legales en la constitución de Israel como nación se presenta en el marco del pacto. Dios
asume su compromiso de identificar a Israel como su pueblo y por eso lo llama a que
cumpla la Ley, así que su parte del compromiso es habitar en medio de ellos, ser su Dios.
Todos los relatos del Éxodo desde el capítulo 20 demuestran la puesta en marcha para el
cumplimiento del pacto. Dios entrega las leyes y el pueblo se compromete en vivir
conforme a su voluntad, asume la responsabilidad de ser el pueblo de Dios y llevar a cabo
su parte del pacto (Éx 24).

A partir del capítulo 25 aparece en escena el proyecto del tabernáculo, Dios habitará en
medio de Israel, por lo tanto ellos deberán desarrollar una estructura cultual en la que no
sólo se adore al Señor, sino que se lleve a cabo todo el ritual de purificación para la
manifestación de la presencia de Dios. Todo el proyecto de construcción y la puesta en
marcha, demuestra un esquema organizacional definido en el que se delega tareas, se eligen
las personas conforme a sus capacidades, se siguen parámetros de acuerdo a un diseño
programado y se ejecutan las obras conforme al llamado del Señor (capítulos 25-40). Al
final, después que la obra ha sido terminada, la presencia del Señor llena el tabernáculo y se
cumple todo su plan inicial aún con los obstáculos del pecado de Israel (capítulos 32-33).

Otros relatos del Antiguo Testamento siguen presentando estructuras administrativas y de


organización que bien vale la pena reconocer. El libro de Deuteronomio reordena al pueblo
antes de la entrada a la tierra prometida. El recuento histórico y legal que recibe aquel
pueblo, lo prepara para asumir la responsabilidad de tomar la tierra en posesión. Moisés es
guiado por Dios para dirigir los pasos de la nación a la conquista de Canaán, pero en medio
de ese proyecto le va dando las instrucciones pertinentes y las demandas de la Ley que los
llevará a vivir conforme a la voluntad de Dios en medio del nuevo reto al establecerse y
dominar la tierra que el Señor les estaba entregando7.

No se puede dejar de lado otros relatos del Antiguo Testamento en donde se reconocen
labores de organización nacional sumamente importes. En diferentes momentos de la
historia de Israel y bajo el liderazgo de grandes hombres de fe, la nación logró asumir el
llamado de Dios y llevar a cabo la misión requerida conforme a la necesidad del pueblo y a
la voluntad de Dios. Josué asumió con dependencia del Señor el proyecto de la toma de
Canaán y organizó las estrategias necesarias que llevaron a la conquista y la distribución de
las tribus de Israel por todo el territorio dominado. Samuel acompañó a la nación en la
transición de la liga tribal a la monarquía, mientras que la dinastía davídica engrandeció el
dominio de Israel hasta el declive y la división en el siglo noveno a.C. Esdras y Nehemías
guiaron el proyecto de reconstrucción nacional del pueblo que regresó del exilio; además de
proveer una administración de recursos y personal de trabajo, ayudaron en la
reconstrucción espiritual de la nación y la organización de las instituciones que quedaron
derribadas tras la caída de Judá.

El Nuevo Testamento también presenta diferentes relatos en los que se observan estructuras
definidas para llevar a cabo funciones organizacionales y con ello la misión de Dios. El
llamado de Jesús a los doce apóstoles permite observar un parámetro de estructura en
medio de la organización de las funciones de sus discípulos (Mt 10:1-15). Aunque esta
estructura no los ponga en un estrado de mayor dignidad o importancia con relación al
reino, sí permite ver delegación de funciones más concretas y un tipo de relación más
cercana con dicho grupo. Sin embargo, Jesús no sólo envió este grupo de seguidores
cercanos, también delegó funciones de predicación del evangelio y atención de necesidades
a grupos más grandes (Lc 10:1-20). Después de su muerte y resurrección Jesús dejó el
llamado de la gran comisión a sus seguidores (Mt 28:16-20) invitándoles no sólo a buscar

7
Wright, La misión de Dios, 100-103.
discípulos en todas las naciones, sino a bautizar, enseñar y formar de acuerdo a lo que él
mismo les había enseñado.

El libro de los Hechos presenta el panorama de la iglesia naciente. Lucas cuenta la historia
desde la perspectiva del desarrollo de la misión de Jesús a sus discípulos (Hch 1:8) y la
manera en la que el mensaje del evangelio corre desde Jerusalén a Judea y Samaria para
finalmente llegar hasta Asia Menor, Europa y Roma. La iglesia de Jerusalén se va
organizando bajo la guía de los apóstoles y aunque el crecimiento y fundamentación del
grupo se hace cada vez más notorio (Hch 2:41-47), el desafío llegaría cuando la misión de
la iglesia debe extenderse hacia otros territorios. La iglesia se había conformado en
Jerusalén, así que la llegada de la persecución de parte de los judíos contra el grupo de
creyentes (Hch 7-8:3) los lleva a salir hacia otros sectores y esto sirvió como excusa para
muchos de los discípulos que vieron la oportunidad de predicar el mensaje del evangelio
(8:4-40). La conversión de Saulo de Tarso genera un proyecto mucho más amplio (Hechos
9), así que la predicación del mensaje se extiende desde Antioquía (primera iglesia de
influencia mayormente gentil) hasta Asia Menor. Con los viajes misioneros que realizó
Pablo con su equipo de colaboradores, se fueron fundando comunidades de creyentes que
se establecieron en diferentes sectores y fueron extendiendo el mensaje de salvación en
Cristo a través del mundo gentil. El libro termina con Pablo predicando en la capital del
imperio (Hch 28:28-31).

Algunos relatos del Nuevo Testamento permiten observar parámetros de administración y


organización de grupos de trabajo. Hechos 6 presenta una situación problemática que
aparece en la iglesia naciente. Los creyentes de origen gentil presentan un reclamo a los de
origen judío acerca de la desatención de las viudas de los primeros. La demanda es atendida
por los apóstoles, quienes proponen la formación de un grupo de servidores que se
encargue de la situación para que ellos a su vez, pudieran dar prioridad a la predicación de
la Palabra y la oración (Hch 6:1-7). La propuesta de los apóstoles permite la organización
del grupo de servidores, la atención oportuna de necesidades, la delegación de funciones y
la administración adecuada de cada ministerio en la iglesia.

Hechos 15 permite observar la estructura eclesial que se había formado en los primeros
años de la iglesia primitiva. Una nueva problemática se estaba presentando en el entorno
eclesial, así que los apóstoles citan a un concilio en el que se aborda el tema en cuestión y
se decide como grupo de acuerdo al conocimiento de la verdad de Dios y la dirección del
Espíritu Santo. A pesar de ser una iglesia que apeas estaba iniciando, empieza a mostrar
una estructura definida de autoridades y funciones, lo cual es evidencia del carácter formal
que le estaban dando a la administración eclesial desde una era temprana para la iglesia.
Las decisiones que se toman como grupo se extienden hacia otras comunidades con el fin
de mostrar el orden y la autoridad que había sido delegada (Hch 15:22-35).

En algunos apartes de las epístolas se pueden reconocer aspectos de organización y


estructura. La carta a los Efesios muestra un sistema de funciones ministeriales que brindan
atención y formación a la iglesia (Ef 4:1-16). 1 Corintios señala una serie de dones y
ministerios que sirven para el funcionamiento de la iglesia como cuerpo de Cristo, aparte de
los consejos que da el apóstol Pablo para que dichos ministerios y dones sirvan para el
crecimiento sano de la iglesia en un ambiente de amor, interdependencia, orden y
reconocimiento de las deferencias (1 Cor 12-14).

El apóstol Pablo en la primera carta a Timoteo reconoce la función de los ancianos


(presbíteros) no sólo como pastores al cuidado de la iglesia, sino como administradores de
la grey. A estos los invita a reflexionar en su llamado y responsabilidad frente al desafío
que implica cuidar y pastorear la iglesia del Señor (1 Tim 3:1-7). Esta misma perspectiva se
puede ver en Hechos 20 y la carta a Tito. El apóstol Pedro también llama a los ancianos a
que se encarguen del cuidado de la iglesia como pastores que sirven al Señor Jesús (1 Pe
5:1-4). Es lógico que el cuidado al que llaman los apóstoles no sólo tenga que ver con lo
espiritual, sino con el cuidado administrativo y pastoral de la iglesia.

Cuando se mira con detenimiento cada situación que se presentó en el proceso de


formación del pueblo de Dios, se reconocen aspectos administrativos y de organización que
le dieron forma no sólo a Israel, sino a la iglesia como pueblo de Dios. Es evidente que
Dios fue direccionando cada uno de los tiempos y le fue dando a su pueblo las herramientas
necesarias para llevar a cabo el cumplimiento de la misión, además fue levantando hombres
y mujeres para que se encargaran de cada uno de los aspectos que le brindaron estructura y
formación al pueblo de Dios y que lo fueron llevando al cumplimiento de la misión.
Bibliografía

Broda, Aldo. Administración, principios gerenciales para líderes cristianos. Miami: Unilit,
2001.

Donner, Theo. El texto que interpreta al lector. Medellín: Publicaciones SBC, 2009.

Escobar, Samuel. Cómo comprender la misión. Barcelona: Certeza Unida, 2008.

Wright, Christopher. La misión de Dios, descibriendo el gran mensaje de la Biblia.


Barcelona: Certeza Unida, 2009.

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